Afectividad y Sexualidad - (2 LA AFECTIVIDAD)

2
La afectividad
La afectividad es la facultad psíquica por la que las

vivencias conscientes nos afectan. Esas vivencias de la
consciencia pueden ser percepciones, imaginaciones, re-
cuerdos, pensamientos, deseos y comportamientos. Dice
el refrán: «Ojos que no ven, corazón que no siente», que
se interpreta en el sentido de que aquello de lo que no
somos conscientes no nos afecta, no produce en noso-
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tros ninguna reacción afectiva. En este refrán, el término

«ojos» puede tomarse en sentido amplio, como «la cons-
ciencia», que es la instancia final que permite enterarse de
las cosas y de su significado personal.
La relación entre la consciencia, entendida como co-
nocimiento de algo y, por lo tanto, como un acto de la
razón, y la afectividad es bidireccional: lo que se conoce
produce afectos, pero, también, cuando la razón reflexio-
na sobre los afectos que se sienten, puede conocer nue-
vas cosas o de modo diferente. Así pues, la afectividad es
una fuente de conocimiento, da a conocer que una cosa
nos afecta, nos influye, nos interpela. Además, nos dice
Sarráis, Fernando. <i>Afectividad y sexualidad</i>, EUNSA, 2015. ProQuest Ebook Central,
http://ebookcentral.proquest.com/lib/ucsursp/detail.action?docID=5513946.
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22 AFECTIVIDAD Y SEXUALIDAD
si nos afecta positiva o negativamente, según la cualidad

del afecto que provoque. Por ejemplo, sentir miedo nos
dice que la afectividad capta la realidad presente como
peligrosa.
Además de ser fuente de conocimiento, la afectividad
es un potente motor de la conducta humana, pues impulsa
a realizar acciones que mantengan o aumenten los afectos
positivos o que, por el contrario, hagan desaparecer los
afectos negativos. El otro motor de la conducta humana es
la voluntad, que mueve a realizar conductas consideradas
por la razón como buenas.
Funciones de la afectividad
1. Fuente de conocimiento: informa de que algo es

positivo o negativo para nosotros.
2. Impulso a la acción: para hacer algo que nos hace

sentir bien o evitar algo que nos hace sentir mal.
La madurez psicológica, la personalidad madura, con-

siste en un equilibrio o armonía jerárquica entre los dos
motores: la afectividad y la voluntad. Es jerárquica por-
que una de las dos debe mandar para no entrar en conflic-
to; en la madurez domina la voluntad, que manda lo que
la razón juzga como bueno, mientras que en la inmadurez
domina la afectividad.
Los afectos positivos facilitan alcanzar esa armonía.
Los negativos, en cambio, la dificultan, más o menos se-
La afectividad 23
gún su intensidad: si son muy intensos y persistentes, ha-

cen que la personalidad tenga un elevado neuroticismo,
que es una dimensión bipolar de la personalidad. Los psi-
cólogos consideran el neuroticismo como un rasgo uni-
versal, es decir, que todas las personas lo tienen, pero con
una intensidad y con un signo distinto de unas a otras. Las
personas con valores elevados de neuroticismo actúan ha-
bitualmente a impulso de los afectos negativos y corren
el riesgo de sufrir patología neurótica (ansiedades, fobias,
obsesiones, histerias, distimias, hipocondrías).
Madurez psicológica =
«Equilibrio jerárquico entre cabeza (razón y

voluntad) y corazón (afectividad)»
Facilita el amor verdadero Facilita el éxito en las

(incondicional y sacrificado) relaciones sociales
(noviazgo y matrimonio)
Previene la patología neurótica

(conflictos internos y sociales)
Una persona inmadura, por su desequilibrio psicoló-

gico, tiende a trasmitir ese desequilibrio a sus relaciones
con los demás, y, de ese modo, les provoca con frecuencia

sufrimientos y conflictos, que terminan en el rechazo, la
soledad o el aislamiento.
Los afectos, también denominados emociones y senti-
mientos, pueden distinguirse por su intensidad, duración y
origen. Durante muchos siglos los filósofos llamaron a los
afectos «pasiones», pues son fenómenos psicológicos que
se padecen, en oposición a aquellos que el sujeto produce.
Por esta razón, la palabra castellana más antigua para desig-
nar los fenómenos afectivos es «pasión», que el dicciona-
rio de Covarrubias define como «perturbación del ánimo,
que Cicerón llama “afecto”». En el lenguaje psicológico
actual, se sigue empleando el término «pasión» para los
afectos muy intensos, y en particular para la «pasión se-
xual», que se acompaña de una intensa emoción agradable.
Las emociones son afectos intensos, pero de breve du-
ración, pues pierden intensidad o desaparecen en minutos,

horas o días. Esa duración depende del temperamento del
sujeto. Los sentimientos son afectos menos intensos que
las emociones pero más duraderos.
Las emociones se relacionan con los estímulos per-
cibidos más directamente que los sentimientos; estos úl-
timos pueden ser secuela de las emociones, cuando estas
pierden intensidad y, por lo tanto, también serían produci-
dos por estímulos percibidos, pero los sentimientos suelen
tener otra causa:
1. pueden surgir de estados fisiológicos corporales
normales o patológicos (hambre, sed, sueño, ten-
La afectividad 25
sión o relax, dolor, fiebre). Esos sentimientos, que

tienen un origen somático, se les denomina a veces
estados de ánimo o humor;
2. pueden tener un origen en vivencias psicológicas
internas: recuerdos, imaginaciones, pensamientos,
deseos.
Así pues, y en general, las emociones se viven más
como algo impuesto por el entorno, mientras que los sen-
timientos como algo más propio, interno y personal.
Las emociones y los sentimientos pueden poseer una
tonalidad o cualidad positiva, y entonces producen bien-
estar; o negativa, que se acompaña de malestar y hacen
sufrir.
Como ya hemos adelantado, los afectos negativos
(emociones y sentimientos) dificultan, en proporción a su
intensidad, el adecuado funcionamiento racional y libre;
mientras que los afectos positivos (paz y alegría) favore-

cen el buen funcionamiento de la razón y de la voluntad.
Los afectos positivos se buscan y se desean, mientras
que los negativos se producen en contra nuestro deseo,
como consecuencia de acontecimientos corporales y am-
bientales negativos, que hacen sufrir o anuncian sufri-
miento.
Para lograr el equilibrio propio de la madurez, es ne-
cesaria la educación de la afectividad, que trate de enseñar
el control voluntario de la vida afectiva, para que modere
o evite las reacciones emocionales negativas y modifique
la cualidad de los afectos a fin de mantenerlos positivos el
La afectividad
Emociones (afectos breves, intensos, reactivos)

Sentimientos (afectos duraderos, moderados)
Estados de ánimo (afecto de fondo, leve y fisiológico)
Positivos (se desean) Negativos (se sufren)

(tienen su origen en el bien) (tienen su origen en el mal)
Favorecen Dificultan
o impiden
Funcionamiento racional y libre
mayor tiempo posible. Puesto que, los afectos negativos se

producen, principalmente, como reacción al sufrimiento,
un aspecto concreto de la educación de la afectividad es
aprender a sufrir con buen humor (con afectos positivos) o,
como se suele decir, «aprender a poner buena cara al mal
tiempo». De esta manera, las personas se preparan para
realizar con alegría el sacrificio que conlleva el amor ver-
dadero, garantía del éxito en el noviazgo, en el matrimonio
y en la amistad, y fuente de felicidad propia y ajena.
La afectividad 27
Educación de la afectividad
Control voluntario de las vivencias afectivas o afectos

(garantía de éxito en el noviazgo y matrimonio)
Moderar y evitar los Mantener

afectos negativos los afectos positivos
Requiere aprender a sufrir

(Resignación cristiana, tolerancia a la frustración, resiliencia)

Evita la huida o evasión mediante conductas malas placenteras
Esta misma idea la expresa Jutta Burggraf en su libro

Mujer y hombre frente a los nuevos desafíos de la vida en
común:
«… conviene mantener el buen humor. En Alemania

se dice: “cuando hayas estado un día entero sin reír, habrás
perdido totalmente ese día”. Este consejo es muy importan-
te, precisamente para la vida cotidiana del matrimonio. En
cambio, el que tiene sentido del humor, puede olvidarse de
sí mismo, y de este modo está libre para los demás. Noso-

tros tendemos, a veces, a plantearnos problemas existencia-
les por cosas insignificantes, y esto afecta a las relaciones
entre los hombres. Debemos esforzarnos por no contemplar
las múltiples cosas pequeñas de la vida cotidiana desde su
aspecto negativo. Cada cosa, como es sabido, tiene dos ca-
ras, y vale la pena centrar la vista en aquella cara de la que
nos podemos reír a gusto, o al menos sonreír».


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La afectividad es la facultad psíquica por la que las

tros ninguna reacción afectiva. En este refrán, el término

si nos afecta positiva o negativamente, según la cualidad

1. Fuente de conocimiento: informa de que algo es

2. Impulso a la acción: para hacer algo que nos hace

La madurez psicológica, la personalidad madura, con-

gún su intensidad: si son muy intensos y persistentes, ha-

«Equilibrio jerárquico entre cabeza (razón y

Facilita el amor verdadero Facilita el éxito en las

Previene la patología neurótica

Una persona inmadura, por su desequilibrio psicoló-

con los demás, y, de ese modo, les provoca con frecuencia

ración, pues pierden intensidad o desaparecen en minutos,

sión o relax, dolor, fiebre). Esos sentimientos, que

mientras que los afectos positivos (paz y alegría) favore-

Emociones (afectos breves, intensos, reactivos)

Positivos (se desean) Negativos (se sufren)

Funcionamiento racional y libre

mayor tiempo posible. Puesto que, los afectos negativos se

Control voluntario de las vivencias afectivas o afectos

Moderar y evitar los Mantener

Requiere aprender a sufrir

(Resignación cristiana, tolerancia a la frustración, resiliencia)

Esta misma idea la expresa Jutta Burggraf en su libro

«… conviene mantener el buen humor. En Alemania

sí mismo, y de este modo está libre para los demás. Noso-

Sarráis, Fernando. <i>Afectividad y sexualidad</i>, EUNSA, 2015. ProQuest Ebook Central,

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