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TEMA 8

FACTORES PSICOSOCIALES EN EL CANCER

3.1 INTRODUCCION

3.2 ESTILOS DE VIDA: FACTORES DE RIESGO

3.3 ESTRES Y CANCER

3.4 PREVENCION PRIMARIA DEL CANCER

3.5 PERSONALIDAD TIPO C

3.6 EL TRATAMIENTO Y SUS DIFICULTADES

3.7 TRATAMIENTOS PSICOLOGICOS

3.8 LA INFORMACION AL PACIENTE CON CANCER


Psicología de la Salud Carmen Godoy Fernández

3.1 INTRODUCCION

El cáncer se presenta como un fenómeno multicausal que requiere la


interacción de varios factores en una compleja y desconocida combinación de
secuencias, intensidades, tiempos de exposición y estados bioquímicos del organismo,
para que el resultado sea un cáncer clínicamente diagnosticable (Bayés, 1985).
Se estima que el 15% de todas las muertes que se producen en el mundo son
debidas al cáncer, lo que supone que anualmente mueren de esta enfermedad 7
millones de personas. En España constituye la segunda causa de muerte.

Definición de cáncer

Cáncer, crecimiento tisular producido por la proliferación continua de células


anormales con capacidad de invasión y destrucción de otros tejidos. El cáncer que
puede originarse a partir de cualquier tipo de célula en cualquier tejido corporal, no
es una enfermedad única sino un conjunto de enfermedades que se clasifican en
función del tejido y célula de origen. Existen varios cientos de formas distintas,
siendo tres los principales subtipos: los sarcomas proceden del tejido conectivo
como huesos, cartílagos, nervios, vasos sanguíneos, músculos y tejido adiposo. Los
carcinomas proceden de tejidos epiteliales como la piel o los epitelios que tapizan
las cavidades y órganos corporales, y los tejidos glandulares de la mama y próstata.
En el tercer subtipo se encuentran las leucemias y linfomas que incluyen los
cánceres de los tejidos formadores de las células sanguíneas. Producen inflamación
de los ganglios linfáticos, invasión del bazo y médula ósea, y sobreproducción de
células blancas inmaduras. Estos factores ayudan a su clasificación.

Naturaleza de la enfermedad

El crecimiento canceroso, o neoplasia, es clonal -todas las células proceden


de una única célula madre. Estas células han escapado al control que en
condiciones normales rige el crecimiento celular. Como las células embrionarias,
son incapaces de madurar o diferenciarse en un estadio adulto y funcional. La
proliferación de estas células puede formar una masa denominada tumor, que crece
sin mantener relación con la función del órgano del que procede.

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Tumores
Casi todos los cánceres forman tumores, pero no todos los tumores son
cancerosos o malignos; la mayor parte son benignos (no ponen en peligro la salud).
Los tumores benignos se caracterizan por un crecimiento localizado y suelen estar
separados de los tejidos vecinos por una cápsula. Los tumores benignos tienen un
crecimiento lento y una estructura semejante al tejido del que proceden. En
ocasiones pueden producir alteraciones por obstrucción, compresión o
desplazamiento de las estructuras vecinas, como sucede a veces en el cerebro.
Algunos tumores benignos como los pólipos del colon son lesiones precancerosas.

Invasión y diseminación
El principal atributo de los tumores malignos es su capacidad de diseminación
fuera del lugar de origen. La invasión de los tejidos vecinos puede producirse por
extensión o infiltración, o a distancia, produciendo crecimientos secundarios
conocidos como metástasis. La localización y vía de propagación de las metástasis
varía en función de los cánceres primarios:

1) Cuando un cáncer invade la superficie del órgano de origen, las células pueden
propagarse desde esta superficie a la cavidad vecina y órganos adyacentes, donde
pueden implantarse.

2) Las células tumorales pueden viajar en el interior de los vasos linfáticos hacia los
ganglios linfáticos, o también en los vasos sanguíneos. En la corriente circulatoria,
estas células se detienen en el punto en el que los vasos son demasiado estrechos
para su diámetro. Las células procedentes de tumores del tracto gastrointestinal se
detendrán en el hígado. Posteriormente pueden propagarse a los pulmones. Las
células del resto de los tumores invadirán los pulmones antes de propagarse a otros
órganos. Por tanto, los pulmones y el hígado son dos localizaciones frecuentes de
metástasis.

3) Muchos cánceres envían células a la corriente circulatoria de manera temprana, y


mientras algunas de estas células mueren, otras pueden invadir y penetrar en el
árbol vascular y en los tejidos. Si este tejido tiene condiciones favorables para la
célula tumoral, ésta se multiplica produciéndose una metástasis. En ocasiones, sólo
se multiplica un pequeño número de veces produciéndose un acúmulo de células
que permanecen quiescentes en forma de micrometástasis. Este estadio latente
puede perdurar varios años, y por razones desconocidas puede reactivarse y
producir un cáncer recurrente.

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Muchas veces las células cancerosas conservan las características físicas y
biológicas del tejido del que proceden a pesar de estar ampliamente diseminadas.
De este modo, un patólogo puede, a través del examen microscópico de estas
células, determinar la procedencia de los tumores metastásicos. Los tumores de las
glándulas pueden ser identificados porque en ocasiones producen de forma
indiscriminada la misma hormona producida por el tejido del que proceden. A veces,
también responden a las hormonas que controlan esos tejidos en condiciones
normales.
Cuanto más agresivo y maligno es un cáncer, menos recuerda a la estructura
del tejido del que procede, pero la tasa de crecimiento del cáncer depende no sólo
del tipo celular y grado de diferenciación, sino también de factores dependientes del
huésped. Una característica de malignidad es la heterogeneidad celular del tumor.
Debido a las alteraciones en la proliferación celular, las células cancerosas son más
susceptibles a las mutaciones. Con la evolución, el tumor es cada vez menos
diferenciado y de crecimiento más rápido. También puede desarrollar resistencia a
la quimioterapia o a la radiación.

Causas del cáncer

Factores hereditarios
Se calcula que menos del 20% de los cánceres son de causa hereditaria.
Algunas formas de cáncer son más frecuentes en algunas familias: el cáncer de
mama es un ejemplo de ello. El cáncer de colon es más frecuente en las familias
con tendencia a presentar pólipos de colon. Una forma de retinoblastoma sólo
aparece cuando está ausente un gen específico. Estos genes, denominados genes
supresores tumorales o antioncogenes, previenen en condiciones normales la
replicación celular. Su ausencia elimina el control normal de la multiplicación celular.
En algunos trastornos hereditarios, los cromosomas tienen una fragilidad intrínseca;
estos procesos conllevan un riesgo elevado de cáncer.

Factores virales
Los virus son la causa de muchos cánceres en animales. En el ser humano,
el virus de Epstein-Barr se asocia con el linfoma de Burkitt y los linfoepiteliomas, el
virus de la hepatitis con el hepatocarcinoma, y el virus herpes tipo 11 o virus del
herpes genital con el carcinoma de cérvix. Todos estos virus asociados a tumores
humanos son del tipo ADN. El virus HTLV, sin embargo, es del tipo ARN, o
retrovirus, como la mayor parte de los virus asociados a tumores en animales
produce una leucemia humana. En presencia de una enzima denominada
transcriptasa inversa, induce a la célula infectada a producir copias en ADN de los
genes del virus, que de esta manera se incorporan al genoma celular. Estos virus

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del tipo ARN contienen un gen denominado oncogén viral capaz de transformar las
células normales en células malignas. Distintas investigaciones han demostrado que
los oncogenes virales tienen una contrapartida en las células humanas normales: es
el proto-oncogén, u oncogén celular. Los productos de los oncogenes (las proteínas
que producen) son factores de crecimiento (o proteínas necesarias para la acción de
tales factores de crecimiento), que estimulan el crecimiento de las células tumorales.

Radiaciones
Las radiaciones ionizantes son uno de los factores causales más
reconocidos. La radiación produce cambios en el ADN, como roturas o
trasposiciones cromosómicas en las que los cabos rotos de dos cromosomas
pueden intercambiarse. La radiación actúa como un iniciador de la carcinogénesis,
induciendo alteraciones que progresan hasta convertirse en cáncer después de un
periodo de latencia de varios años.

Productos químicos
El proceso por el que los productos químicos producen cáncer ha sido
ampliamente estudiado. Algunos actúan como iniciadores. Sólo requieren una única
exposición, pero el cáncer no aparece hasta pasado un largo periodo de latencia y
tras la exposición a otro agente denominado promotor. Los iniciadores producen
cambios irreversibles en el ADN. Los promotores no producen alteraciones en el
ADN pero sí un incremento de su síntesis y una estimulación de la expresión de los
genes. Su acción sólo tiene efecto cuando ha actuado previamente un iniciador, y
cuando actúan de forma repetida. El humo del tabaco, por ejemplo, contiene
muchos productos químicos iniciadores y promotores. La actuación del tabaco como
promotor es tal, que si se elimina el hábito de fumar, el riesgo de cáncer de pulmón
disminuye de forma rápida. El alcohol es también un importante promotor; su abuso
crónico incrementa de manera importante el riesgo de cánceres que son inducidos
por otros agentes, como el cáncer de pulmón en los fumadores. Los carcinógenos
químicos producen también roturas y traslocaciones cromosómicas.

Factores inmunes
Se cree que el sistema inmunológico es capaz de reconocer algunas formas
de células malignas y producir células capaces de destruirlas. Algunas
enfermedades o procesos que conducen a una situación de déficit del sistema
inmunológico son la causa del desarrollo de algunos cánceres. Esto sucede en el
síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), enfermedades deficitarias del
sistema inmunológico congénitas, o la administración de fármacos
inmunodepresores.

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Factores ambientales
Los datos epidemiológicos sobre la distribución geográfica del cáncer subrayan
la importancia de los factores ambientales como desencadenantes y facilitadores de los
procesos neoplásicos. En los países desarrollados la incidencia del cáncer es casi un
40% superior a la de los países subdesarrollados.
Al menos el 80% de las causas del cáncer son ambientales, de lo que podemos
deducir que son evitables. Entendemos por factores ambientales todas las
estimulaciones externas al organismo que interactúan con él, sea cual fuere su
naturaleza, capaces de facilitar o dificultar, originar, mantener, activar o debilitar el
desarrollo de un cáncer. En la medida en que se identifiquen, será posible disminuir
su incidencia. Algunas de ellas ya se han identificado, y sin duda el elemento
carcinógeno más importante es el comportamiento del hombre.

Oncogenes
El componente que relaciona todos los factores expuestos con anterioridad
parece ser el oncogén. Los virus oncogénicos pueden insertar sus genes en diferentes
lugares del genoma animal. Un oncogén viral se inserta en conexión con un oncogén
celular, influye en la expresión de este oncogén e induce cáncer. Los carcinógenos
químicos y la radiación producen lesiones en el ADN, mutaciones y alteraciones en los
cromosomas, y los oncogenes tienen una localización dentro del cromosoma en
proximidad a los puntos frágiles o puntos de ruptura.
Se cree que la malignización es la consecuencia de una serie de alteraciones
que comienzan con un gen alterado o una mutación somática (una mutación de una
célula normal de un tejido corporal), seguida de la acción promotora de algún agente
que estimula la expresión de uno o varios oncogenes, o inhibe los efectos de uno o
varios antioncogenes; en consecuencia se liberan factores de crecimiento. Es
posible que el primer evento sea la falta de producción de los metabolitos
necesarios para la diferenciación celular normal. La estimulación por los factores de
crecimiento produce la proliferación del clon de células indiferenciadas, y un defecto
del sistema inmunológico permite que estas células alteradas escapen a la
destrucción por el sistema de control del organismo.

Detección y diagnóstico

Termografia
Cuanto más temprano sea el diagnóstico y el tratamiento, mayores
posibilidades de curación habrá. Las pruebas de screening (detección precoz en
pacientes aparentemente sanos) permiten realizar el diagnóstico antes del
desarrollo de los síntomas, en una fase en la que el cáncer es más curable. Algunos
de los cánceres más mortíferos, como el de mama, colon y recto, cuello uterino y
próstata, pueden ser puestos en evidencia mediante pruebas de screening. El
diagnóstico precoz de las formas de cáncer para las que no existe una prueba
práctica de screening depende de la identificación por parte del paciente de los
signos tempranos de la enfermedad. Los síntomas enumerados en la siguiente lista
pueden señalar la existencia de un cáncer:

Cambios en el ritmo intestinal o urinario


Heridas que no cicatrizan
Hemorragias inhabituales
Bultos en las mamas o en otras regiones del organismo
Dificultad para tragar alimentos
Cambios repentinos en el aspecto de verrugas cutáneas, alteraciones del
tamaño, forma o color.
Tos persistente o ronquera crónica.
Pérdida de peso significativo
Pérdida de apetito

Biopsia
La biopsia sigue siendo el único método definitivo para el diagnóstico del
cáncer. En una biopsia, se toma para estudio una sección del tejido tumoral o de
una metástasis. Diversas técnicas recientes han reducido la necesidad de realizar
biopsias quirúrgicas abiertas. La mayor parte de los tumores en cualquier
localización corporal son accesibles a la biopsia a través de una fina aguja flexible
dirigida por palpación o tomografía axial computerizada (TAC). Con el diagnóstico
previo a la cirugía, el médico y el paciente pueden realizar una mejor planificación
del tratamiento y de la cirugía, si es preciso.

Estadio de la enfermedad
Una vez establecido el diagnóstico definitivo de cáncer, la extensión o estadio
de la enfermedad deben ser evaluados puesto que de ellos dependen el pronóstico
y tratamiento adecuado. Para cada tipo específico de tumor el estadio (I, II, III, IV)
se define en función del hallazgo de ciertos datos con significación pronóstica: tumor
localizado de pequeño tamaño, tumor localizado más extenso, afectación de los
ganglios linfáticos regionales y metástasis a distancia. El estadio clínico se deduce
de los datos obtenidos antes de la exploración quirúrgica, y condiciona la elección
del tratamiento inicial. El estadio quirúrgico depende de los hallazgos exploratorios
durante la intervención y puede diferir del estadio clínico; el tratamiento posterior y el
pronóstico se establecen en función de éste. También permite analizar los efectos
de diferentes tratamientos.

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Tratamiento
Las medidas terapéuticas tradicionales incluyen la cirugía, la radiación y la
quimioterapia. En la actualidad se estudia la utilidad de la inmunoterapia y la
modulación de la respuesta biológica.

Cirugía
La principal estrategia para el tratamiento curativo del cáncer es la excisión
de todas las células malignas mediante una intervención quirúrgica. En el pasado,
esto implicaba la excisión de todo el tejido afectado y de la mayor cantidad posible
de tejido potencialmente afectado, incluidos los tejidos vecinos y los ganglios
linfáticos. Para algunos tumores, y en especial el cáncer de mama, no es precisa
una cirugía tan ablativa (mastectomía) en la mayor parte de los casos. Las mejoras
en las técnicas quirúrgicas, los conocimientos en fisiología, en anestesia y la
disponibilidad de potentes antibióticos y hemoderivados, han permitido realizar
cirugías más limitadas, con menos secuelas y más pronta recuperación. Sin
embargo, muchos cánceres están demasiado extendidos en el momento del
diagnóstico para que la cirugía curativa sea posible. Si la extensión local del tumor
afecta a tejidos vecinos que no pueden ser resecados, o si existen metástasis a
distancia, la cirugía no será un tratamiento curativo. Sin embargo, puede ser
beneficiosa para el alivio sintomático de ciertas situaciones corno la obstrucción, o
puede tener el objetivo de disminuir la masa tumoral para permitir una mejor
respuesta al tratamiento quimioterapéutico o radioterapéutico sucesivo.

Radioterapia
Las radiaciones ionizantes pueden ser electromagnéticas o por partículas y
producen una destrucción tisular. La radiación electromagnética incluye los rayos
ganma, una forma de emisión radioactiva, y los rayos X, que se producen cuando un
haz de electrones impacta en un metal pesado. La radiación de partículas incluye
haces de electrones, protones, neutrones, partículas alfa (núcleos de helio) y
piones.
La sensibilidad de los tumores a las radiaciones es muy variable. Son
tumores sensibles aquellos cuya sensibilidad es superior a la de los tejidos vecinos
normales. Cuando tales tumores son además accesibles -los tumores superficiales o
los tumores en órganos como el útero en el que se puede introducir una fuente de
radiación- pueden ser curados mediante radioterapia. La propiedad de la radiación
de respetar hasta cierto punto los tejidos normales permite el tratamiento de
tumores en localizaciones donde no es posible la cirugía por la proximidad de tejidos
vitales o porque el tumor ha empezado a infiltrar estructuras adyacentes que no
pueden ser sacrificadas. La radioterapia también se emplea con frecuencia como
tratamiento paliativo, sobre todo en las metástasis.
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La radioterapia puede ser útil como coadyuvante a la cirugía. La radiación
preoperatoria puede esterilizar las células tumorales con rapidez, impidiendo su
diseminación en el acto quirúrgico. También puede disminuir la masa tumoral
facilitando la cirugía, o transformando un tumor inoperable en otro operable. En
otros casos la radioterapia se emplea en el postoperatorio.

Quimioterapia

Consiste en la utilización de fármacos para el tratamiento del cáncer. Puesto


que los fármacos se distribuyen en el organismo a través del sistema circulatorio, la
quimioterapia es útil para aquellos tumores cuya diseminación los hace inaccesibles
a la cirugía o a la radioterapia. Existen multitud de fármacos anticancerosos, la
mayor parte de los cuales actúan interfiriendo la síntesis o función del ADN. Por
tanto las células en división son más sensibles a la quimioterapia. El tejido
canceroso tiene una mayor proporción de células en división que los tejidos
normales (en los que las células de soporte o de relleno están en una fase
quiescente y son por tanto resistentes a los efectos del fármaco). Dentro de los
tejidos normales, los que tienen una tasa de proliferación más rápida son la médula
ósea y las células de recubrimiento del tracto gastrointestinal. Son los dos tejidos
más sensibles al efecto de la quimioterapia y de la lesión de éstos depende la
toxicidad, que limitará la máxima dosis tolerable de los fármacos anticancerosos.
Para que el tratamiento sea efectivo, la sensibilidad del tumor debe ser superior a la
del tejido normal más sensible. Mientras algunos tumores son varias veces más
sensibles, otros sólo son ligeramente más sensibles. Por fortuna, las células de la
médula ósea pueden dividirse a mayor velocidad que las células malignas y por
tanto se recuperan con mayor rapidez. Si se repite un ciclo del fármaco en este
momento, el tumor no ha tenido tiempo de crecer demasiado. Los ciclos repetidos
reducen de forma paulatina el tumor antes de la aparición de resistencias. La
sensibilidad de ciertos tumores a la quimioterapia es tal que es posible la curación
en un alto porcentaje: esto sucede en el cáncer uterino; las leucemias agudas
(sobre todo en los niños); la enfermedad de Hodgkin y los linfomas difusos de
células grandes; el carcinoma de testículo; el carcinoma de ovario; los carcinomas
de células pequeñas del pulmón, y gran parte de los cánceres infantiles. Muchas
veces estos procesos cancerosos se han diseminado en el momento del diagnóstico
y no existe otra opción terapéutica. Otros cánceres avanzados tienen buena
respuesta a la quimioterapia y pueden ser controlados durante periodos
prolongados, por lo que se utiliza con frecuencia como tratamiento paliativo.
Los dos principales problemas que limitan la utilización de la quimioterapia
son la toxicidad y la resistencia. Las técnicas que evitan o controlan la toxicidad y
disminuyen el riesgo de resistencias se han ido perfeccionando. Es importante la
instauración precoz del tratamiento, la utilización de dosis óptimas del fármaco, la
repetición de los ciclos con intervalos cortos si es posible, siempre que se permita la
recuperación del paciente de los efectos tóxicos.
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Es eficaz la utilización de múltiples fármacos. Los protocolos de quimioterapia
utilizan diferentes fármacos (a menudo entre 3 y 6 al mismo tiempo), cada uno de
los cuales es eficaz de forma aislada. Se combinan fármacos con diferentes
mecanismos de acción para evitar la aparición de resistencias cruzadas, y con
diferentes tipos de toxicidad para poder emplear la dosis óptima de cada fármaco,
sin producir toxicidad aditiva que puede resultar fatal.
Se puede utilizar la quimioterapia junto a la cirugía o a las radiaciones en la
denominada terapia combinada. Muchas veces se utiliza como tratamiento
coadyuvante cuando la cirugía es la principal modalidad terapéutica. Suele
administrarse tras la cirugía. Esta terapia es muy eficaz en el cáncer de mama. El
objetivo principal de la quimioterapia como coadyuvante es la eliminación de las
micrometástasis que pudieran existir previamente a la cirugía. Es más reciente la
utilización de la quimioterapia previa a la cirugía como tratamiento coadyuvante, que
puede además reducir la masa del tumor y facilitar su operabilidad.

Terapia hormonal

Muchos cánceres procedentes de tejidos que son sensibles a la acción


hormonal, como la mama, la próstata, el endometrio y el tiroides, responden al
tratamiento hormonal. Consiste en la administración de diferentes hormonas o
antihormonas o la eliminación del origen de la hormona estimulante.

Otras estrategias

Se están empezando a emplear nuevas estrategias, algunas de ellas


prometedoras, en el tratamiento del cáncer. Se pueden utilizar agentes biológicos
denominados moduladores de la respuesta biológica, para modificar la respuesta
del organismo (y en especial del sistema inmunológico) al cáncer. Otro
planteamiento es utilizar agentes biológicos para estimular a determinadas células
que ataquen a las células malignas. El mejor ejemplo es la utilización de la
interleuquina 2 para estimular a los linfocitos Killers sensibles a linfoquinas (células
LAK). Se ha investigado en profundidad la existencia de antígenos específicos de
algunos tumores que permitan la elaboración de anticuerpos antitumorales: éstos
atacarían el cáncer de manera directa o constituyendo el vehículo para un fármaco
quimioterapéutico. Así, el anticuerpo identificaría la célula maligna a la que se
adheriría permitiendo al fármaco ejercer su acción.
Incluso en el caso de conseguirse la curación, el cáncer puede haber
producido serias secuelas. Se debe intentar ofrecer al paciente la mejor calidad de
vida posible, mediante técnicas de rehabilitación que pueden incluir cirugía
reconstructiva. Cuando no es posible la curación, el tratamiento paliativo tiene por
objetivo brindar al paciente la mejor calidad de vida y función durante los siguientes
meses o años.

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Control del cáncer

Mamografia
La medida más eficaz en la prevención del cáncer es la eliminación del
consumo de tabaco, ya que el 30% de las muertes por cáncer son producidas por su
consumo. El control de la dieta también reduce la mortalidad: disminuir la ingesta
calórica para evitar la obesidad, reducción de las calorías procedentes de la grasa a
un 20% de la dieta, reducción del consumo de carnes rojas, aumento de la ingesta
de fibra (cereales, frutas y verduras) y alimentos protectores (con contenido en
vitaminas C y A, verduras como el repollo, la coliflor, el brócoli o las coles de
Bruselas). Debe limitarse el consumo de alimentos ahumados, en salazón o ricos en
nitritos, así como el consumo de alcohol. Se debe limitar la exposición solar o utilizar
cremas protectoras para prevenir el cáncer de la piel. El control sobre los factores
ambientales incluye la eliminación de productos carcinógenos en el lugar de trabajo
y en el hogar, como por ejemplo la eliminación de la exposición a las fibras de
asbestos o la reducción del gas radón en el hogar.
Las técnicas de detección precoz o screening pueden realizarse para el
cáncer de cérvix (cuello uterino), mama, colon, recto y próstata. Es recomendable la
realización de un chequeo anual a partir de los 40 años incluso en la ausencia de
síntomas; los países con sistema público de salud no siempre ofrecen este servicio
y el paciente debe sufragar el gasto. Las mujeres de más de 20 años deben realizar
una autoexploración mamaria todos los meses. El cáncer de mama se considera
uno de los principales problemas de salud en los países desarrollados y muchas
mujeres mueren cada año por esta causa. Las mujeres mayores de 50 años son las
que tienen mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama y el riesgo máximo lo
presentan las pacientes con una edad superior a 75 años. Los médicos
recomiendan realizar un examen anual o bianual, mediante mamografía y
exploración física, a las mujeres de 50 o más años de edad. En general, no se
recomienda realizar mamografías por debajo de los 35 años de edad. En cuanto al
grupo de mujeres entre 40 y 49 años de edad existen controversias sobre la utilidad
o no de las mamografías. El cáncer de endometrio supera en frecuencia, en
España, al de cérvix, pero no se dispone de ningún estudio que evalúe los
beneficios de biopsias en pacientes asintomáticas. La citología ha demostrado ser
un método eficaz para la detección precoz de cáncer de cérvix. Se recomienda la
realización de una citología cada 3 años siempre que se hayan detectado 2
tinciones negativas en intervalos anuales. En muchos países desarrollados el
aumento en el número de personas que disfrutan sus vacaciones en países de clima
cálido ha producido un aumento en el cáncer de piel. Se recomiendan las medidas
preventivas, como el uso de cremas o pantallas protectoras frente a la acción
potencialmente lesiva de los rayos ultravioletas solares.

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La adopción generalizada de las medidas de detección precoz podría eliminar


el cáncer de pulmón, reducir la incidencia de cáncer de mama y colon, e
incrementar la tasa de curación del cáncer de mama, colon, recto, cuello uterino y
próstata.

3.2. ESTILOS DE VIDA: FACTORES DE RIESGO.

Algunos elementos característicos de nuestro estilo de vida (la contaminación


del aire y del agua, el sedentarismo, el estrés, la soledad, el consumo de drogas, la
ingesta de alcohol, el tabaco, el consumo de medicamentos ... etc.) constituyen un
factor de riesgo para el desarrollo del cáncer. En esta línea, las investigaciones
constatan que los inmigrantes de un área geográfica concreta adquieren los tipos de
cáncer propios de las nuevas regiones en las que se instalan, al cambiar sus estilos de
vida y estar sometidos a las condiciones ambientales de dichas regiones. A
continuación comentaremos algunos de estos factores.
Tabaco. Las pruebas que demuestran su poder carcinógeno son ya
irrefutables y su repercusión negativa sobre la salud es evidente. La relación causa
efecto más demostrada es el humo de tabaco, inhalado de forma activa o pasiva, es
responsable de cerca del 30% de las muertes por cáncer.
El cáncer de pulmón, uno de los de peor pronóstico que existen, y que era muy raro en
el mundo en 1930, no ha cesado de aumentar en los hombres desde entonces, y en
las mujeres a partir de 1960 aproximadamente.
Dieta. La dieta constituye un elemento integrante de nuestro estilo de
vida y se considera un factor responsable de la extensión del cáncer en el mundo. Los
factores alimentarios pueden ser responsables de un 40%, un cambio positivo en
nuestros hábitos alimentarios contribuiría a resolver, aparte del cáncer, otras muchas
enfermedades. La obesidad es un factor de riesgo para algunos cánceres como el
cáncer de mama, colon, útero y próstata. El alto contenido en grasa y el pobre
contenido en fibra de la dieta se asocian con una alta incidencia de cáncer de colon.
Al igual que ocurre con el alcohol, las grasas y la obesidad parecen actuar como
promotores.
La dieta puede ejercer su efecto negativo a través de los carcinógenos (aditivos,
hormonas, insecticidas...) que llevan los alimentos o por desnutrición, malnutrición y
sobrealimentación. Por el contrario, una dieta correcta contribuye a prevenir la
destrucción de tejidos y reparar con mayor rapidez los tejidos dañados, disminuye la
suceptibilidad a las infecciones y aumenta la resistencia a los efectos secundarios de
los tratamientos.
Trabajo profesional. El riesgo de cáncer que tiene su origen en el trabajo
profesional oscila, según diversos autores, entre el 2% y el 8%.

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Evidentemente, este riesgo afecta diferencialmente a los ciudadanos, siendo máximo


para trabajadores que manipulan sustancias carcinógenas. El riesgo aumenta cuando
este factor interactúa con la contaminación ambiental producida por la industrialización.
Alcohol. Se le atribuye el 3% de todos los cánceres. Los franceses que ocupan
el primer lugar del mundo en consumo de alcohol poseen una mortalidad por cáncer
anormalmente elevada; esta mortalidad es debida a tumores en la cavidad bucal,
faringe, esófago y laringe cuya aparición se encuentra unida al consumo de alcohol.
Rayos solares. La exposición excesiva a los rayos solares origina cada año en
Estados Unidos unos 400.000 casos nuevos de cáncer de piel.

3. 3. PREVENCION PRIMARIA DEL CÁNCER : Estilos de vida.

A) En la medida en que se vayan localizando las estimulaciones carcinógenas


propias de cada área geográfica concreta, el riesgo de enfermedad neoplásica
puede disminuirse eliminando o controlando dichas estimulaciones o
cambiando los hábitos de comportamiento implicados.
B) Dado que actualmente ya se conoce, de forma cierta, la acción carcinógena de
ciertas sustancias, no hay duda de que en el plazo de unos veinte años,
podríamos, si quisiéramos, disminuir la mortalidad anual mundial por cáncer de
pulmón en más de 400.000 víctimas.

Los obstáculos que se oponen a la puesta en marcha de programas eficaces para


conseguir la prevención primaria del cáncer son, fundamentalmente, de dos tipos:

1.- El primero de ellos viene explicado por algunos de los principios del
comportamiento individual descubiertos por la psicología científica.
2.- El segundo, es de índole socioeconómica y política.

En cuanto al primer tipo, debemos tener en cuenta los siguientes elementos:


a) El carácter placentero, reforzante, real, inmediato, de buena parte de :

• Los estímulos carcinógenos: comida, sexo, drogas, etc.


• Los estímulos sospechosos de promocionar el cáncer, como por ejemplo
algunas sustancias que reducen o eliminan el estrés y otras que suprimen
los insectos nocivos o plagas del campo.
• Los estímulos intermediarios, como el dinero o el poder, conseguidos
gracias a la producción, distribución, publicidad, etc., de los estímulos
carcinógenos o promotores mencionados en los dos apartados anteriores.

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b) Lo dilatado del tiempo que separa la aplicación del estímulo carcinógeno de la


aparición clínicamente detectable del cáncer, tiempo que suele oscilar, según
los casos, entre 5 y 50 años, siendo el periodo más corriente de unos 20
años.

c) El hecho de que mientras los estímulos carcinógenos, promotores o


intermediarios, nos proporcionan siempre, o casi siempre, una satisfacción
real e inmediata, la aparición del cáncer es sólo probable. Sometidos a
similares estimulaciones carcinógenas, la probabilidad de que una persona
concreta desarrolle un cáncer en un momento concreto de su vida es
pequeña.

d) En estas condiciones, la evidencia recogida por el análisis experimental del


comportamiento nos muestra que el individuo, normalmente, escogerá la
estimulación placentera, cierta e inmediata a no ser que:

• Se le haya enseñado a posponer sus satisfacciones, pasando de un


programa de consumo continuo a un programa de consumo intermitente,
todo lo contrario de la compulsión consumista que promueve nuestra
sociedad.
• Haya aprendido a encontrar satisfacciones igualmente placenteras e
inmediatas a través de su interacción con estímulos no carcinógenos, bien
sea eliminando los elementos carcinógenos de las estimulaciones, o
encontrando sustitutos adecuados.

Tres factores a tener en cuenta que actuarán en contra de un cambio de hábitos


positivo, y que en parte se deducen de la exposición que acabamos de realizar son:

1.- El hecho de que los medios de comunicación de masas nos bombardeen


constantemente con modelos deseables que implican la satisfacción inmediata a
través del consumo de productos o acciones potencialmente carcinógenos, y por si
fuera poco, enmarcándolos en un ambiente altamente competitivo y generador de
estrés, producido por la necesidad constante de triunfar y de aparecer
permanentemente jóvenes, ricos y hermosos.
2.- El miedo a perder el puesto de trabajo o los beneficios económicos asociados,
directa o indirectamente, a la comercialización o producción de sustancias
carcinógenas.
3.- La actual confianza de los ciudadanos en el poder sin límites de la medicina
científica y en que en breve plazo los investigadores descubrirán una nueva droga
milagrosa capaz de curar el cáncer.

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3.4. ESTRES Y CANCER.

Los estados emocionales pueden tener influencia tanto en la génesis como


en la evolución y tratamiento del cáncer. No todas las personas que se han
encontrado expuestas a similares estimulaciones carcinógenas durante un tiempo e
intensidad así mismo similares contraen un cáncer. Sólo algunas de ellas lo hacen.
¿Porqué? Parte de la respuesta podría radicar en que el cáncer es un fenómeno
multicausal. Además, no todos los pacientes con cáncer, con el mismo diagnóstico
efectuado en una fase de evolución parecida y recibiendo el mismo tratamiento,
reaccionan de forma similar. ¿A qué se deben estas diferencias? En determinados
casos se ha producido una regresión espontánea del cáncer en ausencia de
cualquier tratamiento supuestamente eficaz; en otros, por el contrario, se ha
verificado la súbita reactivación de cánceres que habían permanecido inactivos
durante largos años. Las estimulaciones carcinógenas serían una condición
necesaria pero no suficiente para la aparición y desarrollo de un cáncer.

La gran variabilidad de respuesta que presentan los individuos que se han


visto expuestos a estimulaciones carcinógenas similares, unida a datos procedentes
de otras fuentes, sugiere la importancia moduladora de las variables psicológicas en
la aparición y desarrollo del cáncer.

Teoría de la vigilancia inmunológica: La función del sistema inmunológico


consiste en reconocer los elementos extraños que aparecen en el organismo, y
destruirlos a través de la acción de anticuerpos circulantes y de células
especialmente diseñadas para matar, como los linfocitos T.

En condiciones normales, el organismo sería capaz de discriminar y eliminar las


células cancerosas de la misma forma que lo hace con los virus, las bacterias o las
células de tejidos injertados procedentes de otro organismo no univitelino. El cáncer
sería consecuencia de un fallo en este sofisticado sistema de vigilancia. Las cosas,
no obstante, han resultado ser más complejas. En efecto :

a) se ha observado que los cánceres más frecuentes se presentan con la misma


incidencia en personas con sistemas inmunitarios deficientes o hiperactivos
que en personas con sistemas inmunitarios normales, lo cual ha conducido a
algunos autores a la conclusión de que muchos cánceres no se encuentran
sometidos a vigilancia inmunológica.
b) Existe una cepa esencial de ratones que presentan un fallo permanente en un
sistema inmunitario ya que se encuentran genéticamente desprovistos de
timo, glándula productora de los linfocitos T. Estos ratones que aceptan sin
problemas de rechazo el trasplante de un tejido extraño, no presentan en
cambio una incidencia de cánceres espontáneos superior a los ratones de
cepas normales.
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De hecho, parece que los mecanismos biológicos que se encuentran
involucrados sobrepasan el campo de acción del sistema inmunitario y se extienden
a los sistemas hormonales y neuroquímicos, y a las complejas y a menudo poco
conocidas interacciones entre los tres:

• Existen factores nutritivos, metabólicos e inmunológicos, capaces de influir


sobre la habilidad de cualquier célula para replicarse.
• Los cambios hormonales pueden influir en el desarrollo de determinados
tumores, tanto directamente como indirectamente, actuando sobre el
sistema inmunitario o sobre otros mecanismos fisiológicos.
• En los animales experimentales es posible reactivar un cáncer latente
mediante inmunosupresión o por estimulación hormonal.
• Los estímulos productores de estrés son capaces de suscitar alteraciones
en el funcionamiento de los sistemas inmunitario y hormonal.
• Los cambios producidos por el estrés en el funcionamiento de estos
sistemas son posiblemente interdependientes. Es decir, una alteración
neuroquímica, por ejemplo, puede activar la producción de determinadas
hormonas así como influir sobre el comportamiento de los
neurotransmisores periféricos. Estos cambios, a su vez, pueden incidir en
la actuación de los mecanismos inmunológicos.
• Los estados emocionales alterados facilitan la susceptibilidad a la
carcinogénesis.
• Skiar y Anisman (1981), en una de las revisiones más completas de las
relaciones existentes entre estrés y cáncer, terminan su trabajo diciendo:
nuestro punto de vista es, no que el estrés sea la causa del cáncer sino
más bien que el estrés, como acontecimiento ambiental con profundos
efectos sobre el funcionamiento fisiológico, puede influir el curso de la
enfermedad neoplásica. En efecto, el estrés se traduce en cambios
biológicos compensatorios para hacer frente a las demandas a que se ve
sometido el organismo. Sin embargo, la movilización localizada de
recursos o su potencial agotamiento incapacita en alguna medida al
organismo para luchar con eficacia con las células cancerosas. Dada la
relación existente entre los sistemas neuroquímico, hormonal e
inmunitario, una perturbación en cualquiera de estos procesos podría
incrementar ostensiblemente la proliferación de células cancerosas.
• Si se aplica un estímulo estresante de corta duración en el mismo
momento en que aparece una célula cancerosa, la situación de estrés
puede reducir temporalmente la acción macrófaga del organismo y este
debilitamiento puede permitir el desarrollo de tumores que, de no mediar
dicha situación, habrían sido eliminados en sus fases iniciales y que
cuando han alcanzado un estadio más avanzado son capaces, a su vez,
de llevar a cabo una actividad capaz de destruir a las células macrófagas.

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Resumiendo, podemos decir que:

1.- El estrés puede influir sobre la iniciación del cáncer de varias maneras :
a) aumentando la exposición del sujeto a un carcinógeno.
b) interactuando con los efectos de un carcinógeno.
c) permitiendo la expresión de un potencial genético latente.

2.- Una vez establecido el proceso neoplásico, algunas reacciones


comportamentales al estrés, tales como un aumento en el consumo de
tabaco, alcohol u otras drogas o unas estrategias psicológicas deficientes
para afrontar los problemas, pueden modificar o interactuar sinérgicamente
con el ambiente neuroendocrino.

3.- El bloqueo de ciertas células inmunológicas, tales como los linfocitos NK,
debido a la acción conjunta del estrés y del propio tumor, podría aumentar la
probabilidad de que determinadas células precozmente transformadas
eludieran la acción de las defensas del organismo.

Por ello, consideramos que desde el punto de vista de la prevención primaria:

a) es importante enseñar a los individuos que se encuentran enfrentados a


situaciones de alto riesgo estrategias adecuadas para afrontarlas con el
mínimo peligro posible para su salud. Al hacerlo, seguramente se conseguirá
disminuir el grado de vulnerabilidad del individuo ante las enfermedades en
general y, en el caso del cáncer, interrumpir un ciclo precanceroso en marcha.
b) El aprendizaje de estrategias adecuadas para hacer frente a las situaciones de
estrés debería formar parte de la educación escolar. Fomentar la investigación
en este terreno se considera de auténtica prioridad social.

3.5. PERSONALIDAD TIPO C.

Las investigaciones demuestran la existencia y la importancia de un patrón de


represión emocional, como rasgo típico de los pacientes oncológicos y elemento
central de la personalidad tipo C (predispuesta al cáncer). Estos pacientes se
caracterizan por los siguientes rasgos: personas cooperativas, poco asertivas, con
represión de emociones negativas (sobre todo la ira), y con estrategias de
afrontamiento de indefensión, desesperanza e impotencia.
Existen problemas a la hora de considerar si este patrón se da previamente a la
aparición de la enfermedad o es una consecuencia de la misma.

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Con respecto a la génesis del cáncer se ha intentado relacionar las


situaciones de pérdida y la personalidad con el proceso carcinogenético, son tres las
áreas sobre las que se ha centrado la investigación:

1. Estudio de las Pérdidas Tempranas (infantiles).


Leshan (1966), Bahnson y Bahnson (1966) y Risquez (1978) han señalado
como hecho básico de los pacientes cancerosos haber sufrido en la infancia la
pérdida de uno de los padres, que puede ser tanto física como afectiva, y esta
pérdida infantil sería factor que predispusiera de alguna manera al cáncer.

2. Personalidad y Rasgos Psicológicos.


La pérdida anteriormente señalada trae como consecuencia una alteración de
las relaciones interpersonales mediante la cual se conforma una personalidad con
orientación marcada hacía los sentimientos de desesperanza y con gran proclividad
hacia la depresión y que según Leshan (1966) puede ser un factor necesario en la
predisposición de una persona a la enfermedad cancerosa.
Muy cercana a esta opinión es la de Bahnson y Bahnson (1966) que
señalaron que la experiencia de pérdida sufrida en la infancia daría lugar al
desarrollo de una personalidad oral-dependiente la cual predispondría al cáncer.

3.6. EL TRATAMIENTO Y SUS DIFICULTADES.

Una de las preocupaciones más importantes para los oncólogos es la


adherencia al tratamiento por parte de los pacientes. Los tratamientos a los que
habitualmente se tiene que someter un paciente oncológico son extremadamente
aversivos y producen efectos colaterales como caída del cabello, vómitos, dolores,
mareos, fatiga, náuseas ... etc.

Sería interesante analizar cuáles son los factores psicosociales que contribuyen
a un cumplimiento estricto o bien a errores u omisiones en la adherencia al
tratamiento.

Los efectos secundarios más frecuentes y molestos que aparecen tras la


quimioterapia son las náuseas y vómitos que afectan a más de la mitad de los
pacientes oncológicos. Así mismo, después de varias sesiones de tratamiento pueden
aparecer náuseas y vómitos anticipatorios en una cuarta parte de los pacientes, antes
de iniciar las siguientes sesiones de quimioterapia. Hasta hace poco, todos estos
síntomas se consideraron únicamente de naturaleza fisiológica, hoy sabemos que
tienen fuertes componentes psicológicos y por tanto son suceptibles de modificación.

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En relación al tratamiento de quimioterapia, no todos los pacientes son capaces
de continuar o terminar el tratamiento y no todos los pacientes son capaces de hacer
frente a las consecuencias del tratamiento oncológico. Los que no aceptan el
tratamiento presentan ansiedad, incertidumbre, sensación de soledad, sentimientos de
culpa e incluso tentativas suicidas. Y los que se ven incapacitados para hacer frente a
sus consecuencias comunican sentimientos de depresión, ansiedad, disminución de la
autoestima, problemas sexuales y sensaciones anómalas en su imagen corporal.
Las expectativas negativas sobre el curso de la enfermedad, aún sin ser
traducidas a palabras, inciden en el estado de ánimo del enfermo, y por medios que
aún se desconocen, afectan negativamente en la evolución de la enfermedad. Se
constata, que los pacientes que se muestran aprensivos respecto a su enfermedad,
casi siempre empeoran y mueren con mayor rapidez aún cuando su cáncer haya sido
diagnosticado en fases iniciales y el tratamiento recibido haya sido adecuado. La
ausencia de esperanza de vida puede acortar la vida además de viciar su calidad.
Algunos estados psicológicos (relajación, técnicas de visualización, la fe, el
deseo de vivir o unas buenas expectativas) pueden a través de su traducción
bioquímica, modificar el pronóstico de la enfermedad. Son ya muchos los que
mantienen que el organismo posee dispositivos naturales capaces de invertir el
proceso y mejorar o curar estas alteraciones. Por tanto sería importante valorar una
terapéutica psicológica del cáncer que aproveche la acción curadora placebo del
organismo que actúe sumativamente con las terapias médicas tradicionales. Algunas
de las investigaciones realizadas en esta línea, apoyan la idea de que la fe en los
tratamientos aplicados y en su eficacia, era responsable de mejorías y remisiones en
pacientes a los que se les aplicaba un tratamiento que era íntrinsecamente ineficaz. De
aquí la importancia de colocar el énfasis en la participación activa del paciente en el
proceso de curación.

3.7. TRATAMIENTOS PSICOLOGICOS


El matrimonio Simonton (oncólogos) se propuso aplicar un tratamiento que
mejorase la cantidad y calidad de vida de sus pacientes. Los Simonton aplican una
terapia que, psicológicamente hablando, se podría considerar fundamentada en las
teorías actuales acerca de las “imágenes mentales” y que es conocida como Terapia
por Visualización.
Los autores pretenden cambiar la percepción que el paciente tiene acerca de su
enfermedad así como acerca de sus mecanismos inmunológicos de defensa. Para ello
además de enseñar relajación a sus pacientes, les entrenan en visualizar (mediante
dibujos en algunos casos) a las células cancerosas como débiles y fácilmente
atacables, mientras que el tratamiento médico convencional (fundamentalmente la
radio y quimioterapia), se visualiza como un arma poderosa capaz de vencer a la célula
cancerosa fácilmente. Así mismo se le enseña al paciente
a visualizar sus células sanas, su sistema inmunitario, todos en lucha contra el cáncer
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hasta que al final la célula cancerosa es expulsada del cuerpo y el enfermo resurge
lleno de vigor y salud.
Los Simonton hablan de períodos de supervivencia más largos para los
pacientes a los que se les aplicó el tratamiento (de 1 a 3 años).

3.8. LA INFORMACION AL PACIENTE CON CANCER.

Uno de los dilemas a los que se enfrenta el personal sanitario, es el de


comunicar o no el diagnóstico por el estrés y el impacto emocional que provoca en el
paciente. Aunque quizás la cuestión no deba plantearse en términos de dar o no la
información, sino en cuestionarse si la información que se está proporcionando, la
forma y la manera de darla, se adecua a las exigencias que plantea el propio paciente
y si el paciente quiere o no recibir la información.
Respecto a la cuestión de si los pacientes desean recibir información, los
estudios evidencian que los pacientes de cáncer quieren ser informados no sólo de su
diagnóstico sino también de los siguientes aspectos: efectos secundarios del
tratamiento, objetivos del tratamiento, si es o no cáncer, probabilidad de curación,
extensión de la parte afectada, cuál será el progreso día a día, el nombre médico
específico de la enfermedad, si es hereditaria, cuán eficaz ha sido el tratamiento con
otros pacientes y ejemplos de casos donde el tratamiento ha sido efectivo. El único
aspecto del que más del 10% no quería recibir información, era el que hacía referencia
a casos donde el tratamiento había sido ineficaz. Estos datos indican la preferencia
selectiva en el tipo de información que desean recibir los pacientes. Pero no se puede
concluir que todos los pacientes de cáncer prefieren ser informados de su condición.
Los trabajos que han estudiado las preferencias de los pacientes por ser informados
han encontrado dos grandes grupos: aquellos que decididamente deseaban recibir
información, y aquellos otros que deseaban conocer tan poco como fuera posible,
sobre su enfermedad.
El primer grupo se corresponde con los “autocontrolados” o “monitoring”, que no
sólo buscan información sino que además ésta les es beneficiosa, produciéndoles una
disminución de la ansiedad y una mejor adaptación. El segundo grupo se corresponde
con los “evitadores” o “blunters”, que no sólo rehuyen la información sino que se
encuentran mejor psicológicamente sino reciben ningún tipo de información o casi
ninguna.
Para concluir decir que los individuos se benefician más cuando la cantidad de
información que reciben es consistente con sus estrategias de afrontamiento. El primer
supuesto a tener en cuenta en la asistencia al paciente con cáncer es el
reconocimiento de estas preferencias individuales que modulan el carácter adaptativo o
desadaptativo de la información para cada uno de los pacientes.
El segundo gran problema que se plantea en la práctica de dar información, es
si dar dicha información pudiera conllevar consecuencias negativas tales como
reacciones emocionales no deseables (ansiedad o depresión).

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Parece que la información tiene un primer impacto negativo que podríamos considerar
como la reacción lógica ante el primer enfrentamiento con una situación amenazante;
sin embargo, con el tiempo, el hecho de haber recibido información favorece la
adaptación psicológica y la recuperación de los niveles previos de funcionamiento.
Proporcionar información de una forma adecuada, facilita la adaptación y
colaboración del enfermo en su proceso curativo; a veces demorar la información o
escamotearla, conduce a una conspiración de silencio que contribuye a la soledad del
enfermo.
La información debe proporcionarse tanto al paciente como a su familia, salvo
que el enfermo exprese lo contrario, la necesidad de hacer partícipes a los familiares
en el proceso de ofrecer información está suficientemente justificada.
Debe utilizarse un lenguaje veraz y asequible, sin tecnicismos y permitir al
paciente que pregunte todo aquello que puede generarle ansiedad y preocupación.
Hay que proporcionar al enfermo toda aquella información que pueda serle útil para
enfrentarse a la enfermedad. Es muy importante que el paciente pueda basarse en la
información para luchar por la recuperación; la información debe ayudar al enfermo.
Otra cuestión que surge a la hora de dar información es si éstos comprenden o
no la información que reciben, en muchos casos la información es olvidada o mal
interpretada por parte de los pacientes. Por este motivo se han realizado intentos de
para mejorar técnicamente la comunicación entre médicos y pacientes e incrementar
así la comprensión del paciente (comunicación oral, escrita o audiovisual). Para una
mejor retención de los datos es importante resumir o recapitular y solicitar del paciente
que exprese lo que comprendió del conjunto de la conversación (feedback). Es
importante tener presente que a los 10 minutos de finalizada la entrevista el paciente
puede no retener más de la mitad de lo que se comunicó. Otros pacientes señalan que
no entienden más del 30% de la información recibida.
En relación a la congruencia informativa, decir que nos estamos
refiriendo a que se deben evitar las contradicciones. Algunos estudios señalan que la
sospecha de un diagnóstico de cáncer puede tener consecuencias más negativas que
su conocimiento o la ignorancia del mismo. Por tanto se debe evitar la sospecha del
diagnóstico ya que el conocimiento exacto o la ignorancia parecen ser lo más
adaptativo desde el punto de vista psicológico.

En definitiva, la comunicación del diagnóstico, evolución, pronóstico y tratamiento, debe


hacerse de forma pautada, según las fases por las que pasa el enfermo, la información
ha de ser la necesaria y adecuada según el momento con el que se enfrenta, buscando
la coherencia dentro del ámbito hospitalario y en la familia y buscando siempre el lado
positivo de la misma.
Por ello la información que se debería ofrecer, por ejemplo, a un a mujer que
llega a un servicio oncológico para ser diagnosticada ante la posibilidad de un cáncer
de mama, sería la siguiente:

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Primera Fase

* Posibilidad de que tenga o no cáncer

* Información acerca del/os tratamientos, haciendo especial hincapié en la posibilidad


de curación, de algunos tipos de cáncer, así como la importancia del estadio en que se
encuentre. Al ofrecer este tipo de información hay que tener en cuenta dos tipos de
factores que van a intervenir en el procesamiento de la información Por un lado los
esquemas cognitivos que la paciente tiene y que pueden hacer que considere el cáncer
como una enfermedad que conduce a la muerte, y por otro lado las reacciones
emocionales que experimenta a causa de tal interpretación. Para ello es necesario
hacerle comprender que el esquema conceptual que tiene sobre la enfermedad es
erróneo, que se debe a concepciones socioculturales legas. Esto debe utilizarse en
pacientes cuyas posibilidades de curación son realmente elevadas.
De este modo se ofrece a la paciente una información alternativa más objetiva, real y
menos amenazadora. Es el médico quien debe ofrecer esta información, los pacientes
afectos de cáncer prefieren recibir la información de los profesionales médicos, si dicha
información proviene de familiares o amigos se considera molesta o inútil. La forma
mejor de presentar esta información es la oral, ya que al ser el primer contacto del
paciente con el médico, se posibilita un ambiente más cálido y de mayor empatía.

Segunda Fase

A partir de este momento a la paciente le realizaran una serie de pruebas


(mamografía, ecografía, punción y/o biopsia). ¿Qué información es relevante aquí?:

* Las características del procedimiento, es decir para qué sirve, en qué consiste, qué
se le va a hacer, etc. La información sobre el procedimiento no logra reducir el estrés
ante el dolor que experimenta el sujeto, pero parece ser que incrementa la tolerancia
al evento estresante y reduce la intensidad del dolor. Esta información tiene mayor
efectividad si es suministrada por el médico. En cuanto al modo de ofrecer esta
información cabe la posibilidad de utilizar material audiovisual (vídeos o películas).
* Información sobre las sensaciones que experimentará ante el procedimiento. Si un
paciente recibe información sobre las sensaciones (dolor, náuseas, mareos, malestar )
que puede experimentar, cuando sea sometida a alguno de estos procedimientos, su
tolerancia y adaptación a los mismos será mayor lo que permite una correcta
interpretación de las mismas. Esta información sería importante que la proporcionara
alguna enferma que ya hubiera sido sometida a dichos procedimientos, los pacientes
de cáncer desean conocer las experiencias de otros pacientes, porque piensan que si
otras personas han podido superar la situación ellos también podrán hacerlo.
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Los pacientes con cáncer confían en la información procedente de no expertos


(familia, amigos) en la medida en que no disponen de información procedente de
expertos. Esto indica la necesidad de proporcionar información objetiva a los familiares
y/ o personas cercanas al paciente para que se dé una congruencia informativa, que
evite la influencia de informaciones procedentes de personas legas, que en general
fomenta concepciones y atribuciones erróneas sobre la enfermedad cancerosa. El
contacto con otros pacientes puede ser útil para reducir la incertidumbre,
especialmente emocional. De tal modo, que el paciente pueda aceptar como normales
las emociones y sensaciones que está experimentando.
En esta fase podemos considerar que disponemos ya del diagnóstico del
paciente, consideremos que el resultado es positivo ¿qué debemos tener en cuenta a
la hora de dar información?:

* Las atribuciones causales que la paciente haga sobre su enfermedad, influirán en su


ajuste. Las personas cancerosas presentan tasas elevadas de autoculpabilidad y
muchas de ellas atribuyen su enfermedad a causas divinas. El hacer atribuciones
causales sobre factores incontrolables, lleva a dar respuestas de depresión,
desesperanza que originan estrategias de afrontamiento basadas en la resignación y el
conformismo, estrategias que han demostrado su ineficacia en el caso de los pacientes
oncológicos, pues llevan al abandono de los tratamientos. Por tanto la información en
estos momentos debe estar encaminada a lograr un proceso reatribucional, de modo
que considere la enfermedad como un hecho controlable.
De los estudios sobre controlabilidad y estrés se deduce que, la información
sobre la causa de un evento amenazador tiene resultados positivos sobre la
adaptación del sujeto a ese evento, solo sí, además se le ofrecen posibilidades para
superarlo. Lo importante es conseguir que la paciente considere que es posible
controlar la enfermedad, que ésta tiene causas múltiples pero específicas, y que tanto
el progreso de la enfermedad como la curación de la misma pueden ser controladas
por el tratamiento. La persona más adecuada para proporcionar la información es el
médico y para mejorar la comprensión del paciente es mejor proporcionar esta
información por escrito.

Es importante:
* Fomentar la autoestima del sujeto.
* Aplicar terapias psicológicas si hay alteraciones psicopatológicas.
* Fomentar el apoyo emocional y social tras el diagnóstico.
* Incluir a algún miembro de la familia en los programas de información.
* Evitar inconsistencias informativas entre médicos y enfermería.
* Informar para que la paciente considere aspectos positivos de su enfermedad,
revalorizando su imagen y autoconcepto.

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Tercera Fase
En función de las características del tumor el paciente recibirá un tipo u otro
de tratamiento. Cada uno de los tratamientos requiere una atención especial. Para
el caso concreto de cirugía, hay que atender a los siguientes aspectos:

* Información sobre el procedimiento. Esta información es muy importante puesto


que la cirugía va a suponer, la pérdida de una parte del cuerpo que por razones
culturales, puede ser esencial para la imagen corporal de una mujer. Es necesario
explicarle a la paciente que existen diversos tipos de prótesis mamarias e incluso
técnicas de reconstrucción de la mama, como solución a la mastectomía y que,
cuando se recupere de la operación, recibirá información detallada sobre ellas. De
este modo se puede paliar la posible repercusión negativa de la pérdida del pecho y
su consecuente distorsión sobre la imagen corporal.

* Información sobre las prótesis mamarias. Tras la cirugía, y dejando el suficiente


tiempo para que la paciente comience a recuperar el control de la situación, se le
puede informar a la paciente de los distintos tipos de prótesis existentes, de sus
posibilidades de adquisición, su utilización, etc. en este caso puede ser conveniente
la participación de alguna otra persona del mismo sexo, una enfermera u otra
paciente mastectomizada, que le permita comprobar que la pérdida del pecho, no
tiene porqué repercutir negativamente sobre su apariencia física.

La radioteapia requiere también información sobre el procedimiento, suministrada


por el médico de forma oral y apoyada en la medida de lo posible en información
visual. Información sobre las sensaciones que experimentará, facilitada por alguna
otra persona que ya haya sido sometida a este tipo de tratamiento. La radioterapia
conlleva diversos efectos secundarios que va, desde, náuseas y vómitos hasta la
cía del cabello, pasando por cansancio, lesiones cutáneas por rascado de la zona
tratada, etc. La información que se le debe suministrar a la paciente incluye:

* Comunicarle la posible ocurrencia de estos efectos secundarios, para que sean


interpretados como consecuencia normal del tratamiento y no como señal de que la
enfermedad está evolucionando negativamente.
* Apoyo emocional de familiares y personas allegadas para que comprendan las
reacciones negativas de la paciente (ansiedad, ira) como consecuencia normal de
su condición y para que no respondan recíprocamente con hostilidad o ira ante la
paciente.

* Consejos técnicos de cuestiones como la caída del cabello, las náuseas o el


tratamiento de la zona irradiada, actividades, y tipo de alimentación a seguir en el
período intersesiones.
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La quimioterapia, al igual que la radioterapia necesita una consideración muy


especial. Estos tratamientos presentan dos grandes problemas: por un lado los
efectos secundarios bastantes molestos y desagradables, que pueden llevar al
paciente a abandonar el tratamiento, y, por otro lado, la necesidad de un contacto
intermitente de la paciente con el hospital. La información que es relevante aquí al
igual que en los otros apartados es:

* Información sobre el procedimiento.

* Información sobre las sensaciones. Este tratamiento puede provocar la aparición


de náuseas y vómitos anticipatorios, que se han explicado como el resultado de un
procedimiento de condicionamiento clásico, por lo que pueden ser tratados por
medio de contracondicionamiento. Es conveniente comunicar a la paciente la
ocurrencia de tales efectos, sin embargo, para evitar sensibilizaciones innecesarias,
parece necesario esperar a que éstos se presenten para dar la información y la
correspondiente explicación. Es posible que se necesite ayuda psicológica para
superar los sentimientos de desesperanza , depresión o malestar psíquico y ayuda
médica.

En este último caso la información puede ser proporcionada por cualquier miembro
del equipo sanitario, siendo aconsejable dar por escrito consejos que la paciente
pueda seguir para aminorar la intensidad y duración de estos efectos secundarios,
de este modo se logra una mejor adherencia al tratamiento.

La mortalidad por cáncer de mama en los países occidentalizados se mantiene


relativamente constante. En España mueren unas 3000 pacientes cada año por cáncer
de mama. La supervivencia está en relación directa con el estadio al diagnóstco, de tal
forma que el 89% de las mujeres con tumores menores de 2 cm, y sin afectación
ganglionar sobreviven a los 5 años, frente al 48% cuando se diagnostican con
afectación ganglionar. La mamografía es la prueba más utilizada en el diagnóstico
precoz.

El cáncer de mama es pues una enfermedad femenina en tanto que su frecuencia en


la mujer es del 99% frente al 1% en el hombre, cuando se estudia su incidencia
respecto a la variable sexo.

Problemas psicológicos relacionados con la mastectomía.

En el cáncer de mama la parte del cuerpo afectada está dotada de un gran


simbolismo. Es importante recordar el significado psicológico de la mamá.
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La mama adquiere desde el nacimiento, un significado determinado que


perdura y se modificará a lo largo de las distintas etapas del desarrollo psicológico de la
mujer.

Tiene que ver con aspectos importantes para la mujer: la maternidad, feminidad
y sexualidad.

Algunos autores resumen las reacciones psicológicas a la mastectomía en los


siguientes puntos:

Aparición de depresión reactiva y pérdida de la autoestima


Alteración de la imagen corporal
Modificaciones en la sexualidad
Sensación de disminución de la feminidad
Perturbaciones en las actividades y relaciones sociales
Reacción emocional de vulnerabilidad

Estas reacciones están descritas que ocurren en un período de 6 meses después de la


cirugía, generalmente se considera que la adaptación a la enfermedad fluctúa entre 1 y
3 años.

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