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Tratamientos para el Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) que presentan un apoyo

experimental fuerte son:


La exposición prolongada
Entre 1980 y 1989 se habían revisado algunos tratamientos para el trastorno de estrés
postraumático, aunque en muchos de los estudios encontrados se observó a la
desensibilización sistemática como una alternativa, esta no se aceptó de manera global.
Bowen y Lambert, 1986; Brom, Kleber y Defares, 1989; Frank et al., 1988; Frank y
Stewart, 1983, 1984; Schindler, 1980; Shalev, Orr y Pitman, 1992 (como se citó en
Moreno, 2018). Las personas víctimas de este trastorno llegan a experimentar temor
por una gran cantidad de situaciones o estímulos que les recuerdan el trauma
vivenciado, y puesto que la desensibilización sistemática resulta ineficiente por la
extensa cantidad de jerarquías que puede requerirse, el tratamiento más indicado es la
exposición prolongada, ya que se lleva al paciente a experimentar las situaciones que le
atemorizan, esto puede ser: imaginándolas o recordando un determinado trauma por un
largo periodo de tiempo. (Moreno, 2018).
La exposición prolongada se realiza individualmente durante 9 a 12 sesiones semanales
o bisemanales de 90 minutos. Las dos primeras sesiones se dedican a recabar
información, planear el tratamiento y explicar su lógica. También se enseña a los
clientes el reentrenamiento de la respiración. Se crea una lista jerárquica de los
principales estímulos que son temidos y evitados. Se indica a los clientes que deben
confrontar las señales temidas al menos durante 45 minutos al día, empezando con un
estímulo de la jerarquía que provoque ansiedad moderada. A partir de la tercera sesión,
se revive en la imaginación la escena del trauma y se pide al cliente que la describa en
voz alta en tiempo presente. Durante las dos primeras exposiciones se permite que el
cliente determine el nivel de detalle, después se le anima a incluir cada vez más detalles
sobre las señales externas y las señales internas como pensamientos, respuestas
fisiológicas y consecuencias temidas. Durante cada sesión (de 60 minutos) las
descripciones se repiten 148 varias veces y se graban. Se asigna a los clientes la tarea de
escuchar la grabación y de realizar tareas in vivo. (Moreno, 2018, p. 148-149)
Rothbaum, Hodges, Ready, Graap y Alarcon (2001) (como se citó en Moreno, 2018)
experimentaron con el uso de la realidad virtual para tratar a veteranos. El veterano con
el trastorno por estrés postraumático puede tomar un helicóptero virtual, viajar a
Vietnam y disparar, o conducir un vehículo en las calles de medio oriente, así como
experimentar otros estímulos que evoquen recuerdos de sucesos traumáticos.

Intervenciones cognitivas
En un inicio la terapia de procesamiento cognitivo (CPT) se desarrolló para las víctimas
de abusos sexuales Resick y Schnicke, 1992, 1993 (como se citó en Moreno, 2018), sin
embargo luego fue actualizada y comenzó su aplicación a otros grupos Resick et al.,
2007 (como se citó en Barlow, 2018). La terapia cognitiva toma como exponente, para
el tratamiento del TEPT, el modelo de la reestructuración cognitiva, este consta de dos
fases: la primera se enfoca en el presente y hace referencia al uso de hojas de monitoreo
para que el cliente pueda registrar sus pensamientos semanales y logre lidiar con
aquellos que sean poco realistas; la otra fase se basa en los significados, para cada
paciente, del suceso traumático y de cómo su interpretación contradice o no lo que
pensaban de sí mismos. (Moreno, 2018) En síntesis el tratamiento habla sobre las
distorsiones que pudo haber hecho el cliente según la asimilación (mantener las
creencias sobre el papel de otros) o la sobre acomodación (forma exagerada en la cual
las creencias que se tenían sobre el mundo o ellos mismos fueron cambiadas).
La terapia del procesamiento cognitivo es un programa estructurado de 12 sesiones,
predominantemente cognitivo, que puede realizarse en formato individual o de grupo.
Después de una introducción a los síntomas del trastorno por estrés postraumático y a la
terapia se pide al cliente que escriban una declaración de impacto, que es una
descripción de cómo fue afectado por el suceso traumático más agobiante. Se le pide
que se coconcentre en la culpa que siente en relación con el trauma y los efectos que ha
tenido el hecho en sus creencias sobre sí y los demás. Esta declaración se utiliza para
entender cómo pueden haber distorsionado la causa del suceso o generalizado
excesivamente su significado, lo que puede haber comprometido su funcionamiento.
(Moreno, 2018, p. 150)
Previo al inicio de las sesiones, el terapeuta educa al paciente en el reconocimiento de
emociones y de cómo estas se conectan con el suceso ocurrido, la declaración de
impacto se lee diariamente en su casa y en las terapias, en un primer momento para que
puedan identificar los pensamientos que causan malestar en la persona, luego el
psicólogo ayuda al cliente en cuestionar dichos pensamientos, empezando desde una
sola de estas ideas hasta la serie de patrones problemáticos, para así ayudar a que la
persona origine pensamientos alternativos y más equilibrados. (Moreno, 2018)

Desensibilización y reprocesamiento de los movimientos oculares


La EMDR, se le considera una terapia cognitivo conductual, en su momento
controversial puesto que surgió meramente de la observación, fue desarrollada por
Shapiro y se fundamenta en que los pensamientos que causan preocupación se resuelven
cuando los ojos siguen los movimientos ondulares de las hojas, su creador sostiene que
los movimientos laterales de los ojos ayudan al procesamiento cognitivo del trauma.
(Moreno, 2018).
La desensibilización y reprocesamiento de los movimientos oculares se describe ahora
como un tratamiento de ocho fases que incluye hablar de la historia, preparación clínica,
evaluación del objetivo, desensibilización, instalación, examen del cuerpo, cierre y
reevaluación de los efectos del tratamiento. Además de los movimientos laterales de los
ojos, la desensibilización y reprocesamiento de los movimientos oculares incluye
componentes cognitivos y de exposición. En el protocolo básico de la desensibilización
y reprocesamiento de los movimientos oculares se pide a los clientes que identifiquen
una imagen o memoria traumática y se concentren en ella (fase de evaluación del
objetivo). A continuación, el terapeuta provoca 152 cogniciones negativas o
afirmaciones sobre la memoria. Se pide a los clientes que asignen una puntuación a la
memoria y a las cogniciones negativas en una escala de malestar de 11 puntos y que
identifiquen la ubicación física de la ansiedad. El terapeuta ayuda a los clientes a
generar cogniciones positivas que sería preferible asociar con el recuerdo. Se utiliza una
escala de siete puntos para calificar qué tanto cree el cliente en la afirmación. Una vez
que el terapeuta le ha enseñado el procedimiento básico de la desensibilización y
reprocesamiento de los movimientos oculares, se le pide hacer cuatro cosas al mismo
tiempo (fase de desensibilización): (1) visualizar el recuerdo; (2) repasar las cogniciones
negativas; (3) concentrarse en las sensaciones físicas de la ansiedad; y (4) seguir
visualmente el dedo índice del terapeuta. Mientras el cliente hace lo anterior, el
terapeuta mueve rápidamente su dedo índice hacia atrás y adelante, de derecha a
izquierda, a 30 o 35 centímetros del rostro del cliente, con dos movimientos hacia atrás
y adelante por segundo (ahora se cuenta con barras luminosas para hacerlo). Esto se
repite 24 veces. Luego se pide al cliente que deje en blanco la memoria y respire
profundo. Después debe recuperar la memoria y las cogniciones y calificar el nivel de
malestar. Las series de movimientos oculares (sacadas) se repiten hasta que la
puntuación del malestar sea igual a 0 o a 1. En este punto, se pregunta al cliente cómo se
siente acerca de la cognición positiva y que la califique (fase de instalación). (Moreno,
2018, p. 153)
Evidencia a favor de la eficacia del tratamiento
En una gran cantidad de estudios de meta análisis se demostró que la terapia cognitivo
conductual y la desensibilización y reprocesamientos de los movimientos oculares son
muy eficaces. Bradley, Greene, Russ, Dutra y Westen, 2005; Powers, Halpern,
Ferenschak, Gillihan y Foa, 2010; van Etten y Taylor, 1998 (como se citó en Moreno,
2018).
Sin embargo, varios estudios han demostrado que la terapia cognitivo conductual es más
eficaz que la desensibilización y reprocesamiento de los movimientos oculares (p. ej.,
Devilly y Spence, 1999; Taylor et al., 2003), otros no han encontrado diferencias (p. ej.,
Ironson, Freund, Strauss y Williams, 2002; Power et al., 2002; Rothbaum et al., 2005),
y otros más informan que la desensibilización y reprocesamiento de los movimientos
oculares es superior a la terapia cognitivoconductual, por lo menos para los síntomas
intrusivos (Lee, Gavriel, Drummond, Richards y Greenwald, 2002). Aunque Shapiro
sostiene que los movimientos oculares laterales son un componente terapéutico esencial
de la desensibilización y reprocesamiento de los movimientos oculares, estudios de
desmantelamiento que han examinado dicha afirmación han arrojado resultados
contradictorios (p. ej., Pitman, Orr, Altman, Longpre, Poire y Macklin, 1996; Renfrey y
Spates, 1994; Wilson, Silver, Covi y Foster, 1996) (como se citó en Moreno, 2018, p.
154)
En conclusión gran cantidad de terapias basadas en la terapia cognitivo conductual han
demostrado ser buenos para el trastorno en cuestión y tener efectos sostenidos a largo
plazo, otros estudios han encontrado como efectiva a la desensibilización y
reprocesamiento de movimientos oculares, aunque estos son contradictorios. (Moreno,
2018)

Bibliografía
Moreno, G. (Ed.). (2018). Manual clínico de trastornos psicológicos Tratamiento paso
a paso. México, Ciudad de México: El Manual Moderno. Recuperado de:
https://drive.google.com/file/d/17WMK1ygfCK1os_U8ytPaqYPsJ8_arcK2/view?fbclid
=IwAR3i0sqrdpec0mu1xFXTlwhg_PcA4Q6Q39XlLxiKI3tDJgJRfN-j9Vv44XU

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