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La arqueología anglo-americana de los años veinte bajo el influjo de Cordón Childe, tendía a
identificar a los pueblos de la Europa prehistórica con los objetos más característicos
difundido, en áreas específicas y periodos específicos, como la cerámica lineal (linearpottery o
Bandkeramic) en el neolítico, el vaso en forma de campana (bell beaker) y el hacha de combate
(battle axe) al principio de la era de los metales, y consideraba que la llegada de estos pueblos
había sido causada por migraciones específicas de grupo. Dicha hipótesis es en parte válida,
ciertamente, en, especial por lo que se refiere al neolítico, que fue un periodo de complejos
cambios en las costumbres y en los dos de Vida; pero para aquellos objetos cuya producción
comporta aprendizajes menos complejos, el componente migratorio es bastante menos
seguro y con un cambio total de ideas después de la guerra, las 'interpretaciones migratorias
fueron completamente desterradas por los arqueólogos ingleses y otra migración cultural-. por
los americanos. De todas formas, aunque no se trataba de migración, genética en el caso de
los objetos arqueológicos característicos de. determinadas áreas culturales, seguía existiendo
migración, aunque exclusivamente cultural. Los objetos, en realidad, no eran producidos
necesariamente en el lugar en que se consumían, sino que eran transportados por
comerciantes -como les gusta a los antropólogos euglo-americanos-. La mercantil es una
migración más especializada, más limitada y suele ser temporal, pero siempre está presente.
En un segundo momento es probable que la producción se hiciera local, como sigue siendo
frecuente todavía. Hoy en día, la migración genética en sentido estricto puede estudiarse
mediante métodos genéticos, diferenciando la masculina y la femenina, y ha sido su duda un
componente innegable de las variaciones y de los gradientes, ya sean genéticos, ya culturales.
Naturalmente, es necesario distinguir entre migración genética, que, de la influencia directa
sobre los genes, y migración cultural, mal influenciada por los comerciantes, o por los artistas,
o por los viajeros, que han existido en todas las épocas. estos viajeros pudieron ser
responsables de alguna pequeña filtración genética, casi inevitable. De todas formas, esta
cuota de infiltración genética no puede haber Sido más que muy modesta con respecto a la
ocasionada por las grandes migraciones históricas de los grupos procedentes de una ciudad,
como por ejemplo las colonizaciones genas, fenicias y cartaginesas del Mediterráneo en el
primer milenio antes de Cristo. En Italia hubo muchas otras migraciones, numéricamente más
~modestos, que originaron minorías étnicas todavía reconocibles. Estas pequeñas migraciones
tuvieron lugar en tiempo de los romanos, bizantinos e incluso con posterioridad (por ejemplo,
se dieron muchas pequeñas migraciones en las costas sardas, como la de los catalanes en
Alguer, la de los pisanos en el noroeste y la de los ligures en la isla de San Pietro): en cambio,
las migraciones más grandes fueron, probablemente, las expansiones dérmicas que
acompañaron a la llegada de la agricultura y la difusión de algunas familias lingüísticas
(Renfrew, 1987; y Diamond y Bellwood, 2003, pp. 597- 603). En la Italia peninsular y en Sicilia
tenemos muchos ejemplos de minorías étnicas y lingüística importantes, albanesas y griegas,
como los nueve municipios situados alrededor de la pequeña ciudad de Calimera en la Apulia
meridional, donde todavía se habla la lengua griega. En este caso, el análisis basado en los
polimorfismos genéticos clásicos (proteínas) no ha mostrado ninguna diferencia respecto a los
grupos vecinos. Puede ser que, repitiendo el análisis, utilizando marcadores del ADN, dé
resultados distintos, dada la mayor resolución de esta técnica. Por otra parte, un problema que
de cuando en cuando se discute, pero sobre el que todavía existen pocos datos válidos, es la
difusión de genes operada por tropas invasoras. De todas maneras, los ejércitos existieron sólo
en tiempos históricos y los ejércitos invasores eran, en la mayor parte de los casos,
numéricamente bastante inferiores respecto a las poblaciones que sufrían la invasión. Por
tanto, es probable que en casos así la difusión de los genes haya sido más bien modesta, salvo
situaciones excepcionales. En América central y sobre todo meridional se ha visto, no
obstante, que en algunas ciudades el cromosoma Y era europeo casi por completo, mientras
que el ADN mitocondrial era amerindio.
https://es.scribd.com/doc/156261224/Dan-Sperber-Explicar-La-Cultura