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CASACION MOQUEGUA Nª 623-2013 MOQUEGUA, SOBRE LA PRISION

PREVENTIVA.
(ANALISIS)
Una de las medidas de coerción que otorga nuestro código procesal penal, y tiene la
finalidad privar o restringir de manera temporal, la libertad de un ciudadano sometido a
un proceso penal, es la Prisión Preventiva, para interpretar y regular esta medida está
la CASACION MOQUEGUA Nª 623- 2013 MOQUEGUA, expedido por la Sala Penal
Permanente de la Corte Suprema de la República el 27 de febrero del 2016.
Esta jurisprudencia establece una posición con respecto a ciertos criterios de la prisión
preventiva (audiencia, motivación, elementos de prisión preventiva) en las resoluciones
que ponen esta medida, ya que es una medida extrema en casos fortuitos que lo
requieran y que no debe ser utilizada como cualquiera otra regla del derecho, ya que
atenta contra los derechos fundamentales de cada persona.
Esta misma ha sido reconocida como una medida positiva por y destacada por la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) como un “avance significativo
a fin de garantizar la excepcionalidad del uso de la prisión preventiva”, y para que esta
medida sea declarada fundada debe cumplir una serie de pasos en base a la
“proporcionalidad de la medida” y a su “Duración”. La Corte Interamericana también ha
señalado que el peligro procesal no se presume, sino que debe realizarse la verificación
en cada asunto, fundado en circunstancias objetivas y ciertas del caso concreto.
Primeramente, la fiscalía debe motivar en gran medida en su requerimiento escrito y en
audiencia de el por qué esa persona debe ir a prisión preventiva, la cual debe ser idónea,
necesaria y proporcional y también debe mencionar el por qué otras medidas
alternativas no bastan o no pueden ser aplicadas.
Asimismo, el fiscal debe fundamentar que hay peligro procesal con respecto a que el
imputado puede influir en el mismo ante los peritos, testigos, o influir en documentación,
información que sean de prueba necesaria para el caso, pero siempre fundamentando
en gran medida de que en realidad hay este peligro que ponga en riesgo el caso.
En cuanto al peligro de fuga el juez debe analizar de igual manera si existe y la cual
debe calificar bajo una serie de presupuestos, los cuales seria si existe un arraigo
(familiar, laboral, posesión y titularidad de bienes) lo cual son criterios que desincentivan
la fuga del imputado. Sin embargo, su ausencia también permite valorar, con otros
factores, el peligro de fuga. La gravedad de la pena, la magnitud del daño causado, el
comportamiento del imputado, lo cual también influye mucho a la hora de calificar la
medida de prisión preventiva; y también que el imputado tenga una relación con
organizaciones criminales o su reintegración a las mismas.
Con respecto a la duración de esta medida coercitiva, la norma no exige al Ministerio
Público que requiera el máximo del plazo para cada caso en concreto, ni tampoco obliga
al juez a imponer el plazo que requiere el Ministerio Público. El juez puede aplicar un
plazo menor al solicitado, pero nunca uno mayor. El juez debe analizar y evaluar si el
plazo que se solicita es proporcional y, sobre todo, razonable; observando básicamente
la naturaleza y complejidad de la causa, tomando en consideración factores como la
naturaleza y gravedad del delito, la complejidad de los hechos investigados, los alcances
de la actividad probatoria para el esclarecimiento de los eventos delictivos, la pluralidad
de agraviados o inculpados, o algún otro elemento que permita concluir, con un alto
grado de objetividad, que la dilucidación de una determinada causa resulta
particularmente complicada y difícil
El juez debe evaluar este presupuesto con absoluta objetividad, analizando a cada
caso concreto, las circunstancias personales, o conductas procesales, entre otros
criterios que permitan tener la convicción o referencia de que el imputado no va a
eludir a la justicia, pues en caso de cumplirse este presupuesto material, no es posible
imponer una medida de esta naturaleza sino una medida menos gravosa.
El TC establece que en decisiones coercitivas que afecten derechos fundamentales
deben ser muy estrictas, en las que el juez debe motivar sus sentencias con respecto a
esta medida de manera excepcional y proporcional a la medida. Al igual que la corte
suprema que se apega al mismo criterio del TC.
Para tomar una decisión, el juez debe cumplir una función activa en la audiencia de
prisión preventiva, esto es, buscar la mayor información y de la mejor calidad. La
motivación del juez como del fiscal debe comprender el problema y con un lenguaje
claro y accesible, que tenga lógica y estar bien argumentada, y con una fundamentación
jurídica, doctrinaria y jurisprudencial.
La casación señala que el uso inmotivado de la prisión preventiva debe ser perseguido
y sancionado mediante procesos disciplinarios y en su caso, procesos penales, tanto
para el juez como para el fiscal a cargo el cual tiene la obligación de sustentar por escrito
en su requerimiento como oralmente en la respectiva audiencia, por qué y cómo, no es
posible aplicarle al imputado medidas coercitivas personales distintas a la prisión
preventiva.
Se entiende que la prisión preventiva es la excepción y no la regla. Su aplicación como
medida coercitiva personal que busca asegurar la presencia del imputado en la
investigación, debe ser la última ratio que puede optar el juez para asegurar el fin objeto
de la medida. Lamentablemente, este es un principio que no se cumple en la mayoría
de casos, pues muchos juzgadores confunden el carácter excepcional de esta medida
tan gravosa, invirtiendo la presunción de inocencia por una presunción de culpabilidad

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