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LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES POR


EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL ESPAÑOL: AUGE Y DECLIVE
DE LA FUNCIÓN DE TUTELA

Antonio Baylos Grau


Catedrático de Derecho del Trabajo y Seguridad Social
1. La importancia constitutiva del Tribunal Constitucional en la determinación de los derechos individuales y
colectivos de los trabajadores. 2. Los distintos planos en los que ha incidido la doctrina del TC. 3. Elementos que
obstaculizan la función de garantía de los derechos fundamentales de los trabajadores por el TC.

1. LA IMPORTANCIA CONSTITUTIVA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL EN LA


DETERMINACIÓN DE LOS DERECHOS INDIVIDUALES Y COLECTIVOS DE LOS
TRABAJADORES.
La importancia constitutiva del Tribunal Constitucional en la determinación de
los derechos individuales y colectivos de los trabajadores
No es una exageración afirmar que la jurisprudencia del TC ha supuesto una acti-
vidad instituyente y organizadora del modelo laboral democrático en España,
prácticamente a partir de sus primeros fallos, entre los cuales, se debe recordar,
estaba la STC 11/1981, de 8 de abril sobre el derecho de huelga. Esta importancia
constitutiva del Tribunal Constitucional es reconocida doctrinalmente, y forma
parte de la narración comúnmente aceptada sobre la formación del derecho del
trabajo en la etapa democrática1.
La trascendencia de la jurisprudencia constitucional respecto de la regulación
de los derechos individuales y colectivos derivados del trabajo se manifiesta
también en la presencia de expertos en Derecho del Trabajo en el órgano juris-
diccional. Frente a otros Tribunales constitucionales, entre cuyos magistrados
no se encuentran profesores dedicados al derecho del trabajo2, entre los doce
nombres integrantes del TC español siempre ha habido un iuslaboralista, y, a
partir del 2010, dos. Además tres de ellos han llegado a ser presidentes del Tri-

1  “No es posible concebir nuestro vigente sistema laboral sin la referencia al papel desempeñado por
la jurisprudencia constitucional”. CASAS BAAMONDE, M.E., “Jurisprudencia constitucional y relaciones
laborales”, en A.V. SEMPERE (Dir) y R. MARTÍN (Coord.), El modelo social en la Constitución española de 1978,
MTAS, Madrid, 2003, p. 1507.
2  Por mencionar un ejemplo, la primera persona que ha formado parte de la Corte Constitucional italiana
como iuslaboralista es la profesora Silvana Sciarra, en noviembre de 2014.
16 La protección de los derechos fundamentales por el Tribunal Constitucional Español: auge y declive de la función de tutela

bunal, alguna durante un largo período que amplió su mandato originario, como
fue el caso de Maria Emilia Casas. En los primeros momentos de andadura del
Tribunal Constitucional, fueron asimismo letrados del mismo personas muy
relevantes, como Javier Matía, Fernando Valdés –que ahora es magistrado– o
Maria Fernanda Fernández López, a título de ejemplo. La presencia de juristas
del trabajo no se corresponde sin embargo con el actual peso específico de los
recursos planteados ante el Tribunal constitucional, que han ido reduciendo su
importancia en términos muy drásticos a partir de inicios del nuevo siglo. En
las estadísticas de 2013 –las últimas de que se dispone3– , se aprecia que de 7.314
recursos de amparo ingresados en el TC, sólo 293 corresponden a un motivo
laboral o social, es decir apenas un 4% de los mismos, mientras que la materia
penal y penitenciaria –también muy abundantes en el inicio del TC– suman un
49 %. Pero resulta un ejemplo de la importancia que desde su inicio tuvo en el
despliegue de la jurisprudencia constitucional el derecho del trabajo y la segu-
ridad social.
En cualquier caso, es notoria la trascendencia de esta jurisprudencia a la hora de
enunciar los derechos laborales, dejando de lado en este trabajo la contempla-
ción de sus aportaciones en materia de seguridad social. No es posible, natural-
mente, proceder a un análisis sintético de los contenidos que aborda la doctrina
del TC, cuestión que no entra entre los objetivos del presente texto. Es fácil sin
embargo realizar un pequeño recordatorio de carácter muy genérico.
Ante todo la relevancia de la jurisprudencia constitucional respecto de los dere-
chos fundamentales de carácter colectivo. Se trataba de una novedad constitu-
cional que se confrontaba directamente con el pasado autoritario de la dictadura
franquista y con una cultura jurídica cuyo centro era el contrato individual del
trabajo. El Tribunal Constitucional procedió a construir institucionalmente el
modelo sindical y a explicar, corregir y mediar el modelo legal de negociación
colectiva y de representación en la empresa. Algunos elementos se pueden des-
tacar en esta línea instituyente. Posiblemente los más patentes son, en primer
lugar, la “invención” de la noción de la representatividad sindical a partir de la
negociación colectiva y de las consecuencias derivadas de la fuerza vinculante
del convenio colectivo, seguida de la construcción pluridireccional de la libertad
sindical, individual y colectiva, que se desplegaba tanto en espacios institucio-
nales privados, como la empresa, como en determinaciones públicas, en especial
mediante su inserción en el proceso laboral y en el desarrollo de las instituciones
procesales del orden jurisdiccional social. Junto a ello, la doctrina constitucio-
nal fundó de manera muy clara la relación entre las figuras de la representación
colectiva de los trabajadores y la libertad sindical, dando un peculiar sentido al
modelo dual de representación en la empresa, y formalizó de manera abierta
el propio modelo legal de negociación colectiva diseñado en el Estatuto de los

3  Se puede consultar en la propia web del TC, http://www.tribunalconstitucional.es/es/tribunal/estadisti-


cas/Paginas/default.aspx
Antonio Baylos Grau 17

Trabajadores. Por último, pero no menos importante, la doctrina del TC vino a


suplir la inactividad del legislador en el cumplimiento del mandato del 28.2 CE,
y elaboró y reconstruyó sobre elementos variados el concepto y el contenido del
derecho de huelga y el límite constitucionalmente establecido a su ejercicio en
los servicios esenciales para la comunidad.
En materia de derechos individuales, la jurisprudencia constitucional se pro-
longa en tres grandes dominios. Primeramente, a través de la delimitación del
principio de igualdad y no discriminación, con especial referencia a la igual-
dad por motivos de género, procurando la importación de la jurisprudencia
del Tribunal de Justicia europeo en esta materia, que resultaría realmente
innovadora. En segundo lugar, revalorizando el derecho al trabajo como límite
al poder privado del empresario a través de la figura de la nulidad radical de
los despidos o la afirmación taxativa –al menos hasta 2014– del despido con
causa como un elemento central de la regulación del trabajo. Por último, y es
este un aspecto muy comentado, la relevancia que en su doctrina adquiere la
categoría de los derechos fundamentales ciudadanos (o derechos inespecífi-
cos de los trabajadores, en expresión doctrinal que ha hecho fortuna4) que se
incrustan en el espacio de la empresa, inmune por principio a la democracia,
y se reconstruyen a partir del contrato de trabajo habitualmente de forma res-
trictiva5 sobre la base de adaptarse a los “requerimientos de la organización
productiva” en la que se integra el trabajador. El problema de la igualdad de
sexo y de género y el de los derechos fundamentales y el contrato de trabajo
son los temas más recurrentes en los recursos de amparo últimos, en el bienio
2013–20146, lo que da cuenta de la pervivencia de estos elementos centrales en
la jurisprudencia constitucional.

2. LOS DISTINTOS PLANOS EN LOS QUE HA INCIDIDO LA DOCTRINA DEL TC


La doctrina constitucional en materia de relaciones laborales ha incidido fun-
damentalmente en tres planos correspondientes tanto al impulso y diseño
legislativo, como a la labor interpretativa de los tribunales de justicia ordinarios
y la propia cultura jurídica iuslaboralista. El Tribunal Constitucional tiene un
claro “carácter jurisdiccional”, pero de una “especial naturaleza”, derivada de
su peculiar situación institucional que resalta el carácter político “de sus desig-

4  PALOMEQUE LÓPEZ, C., “Derechos fundamentales generales y relación laboral: los derechos laborales
inespecíficos”, A.V. SEMPERE (Dir) y R. MARTÍN (Coord.), El modelo social en la Constitución española de
1978 …cit., pp. 229 ss.
5  RODRÍGUEZ–PIÑERO Y BRAVO FERRER, M., “La integración de los derechos fundamentales en el con-
trato de trabajo”, A.V. SEMPERE (Dir) y R. MARTÍN (Coord.), El modelo social en la Constitución española de
1978 …cit., pp. 207 ss.
6  Cfr. las SSTC 173/2013, 31/2014 y 66/2014, respecto del primero de los temas –igualdad y no discrimina-
ción– y las SSTC 241/2012, 29/2013, 170/2013 y 212/2013 sobre derechos de la persona y relación laboral fun-
damentalmente ante manifestaciones de las tecnologías de la información y comunicación que colisionan
con aquellos.
18 La protección de los derechos fundamentales por el Tribunal Constitucional Español: auge y declive de la función de tutela

naciones por los tres poderes del Estado” y que tiene como efecto propio de sus
resoluciones “corregir las decisiones de esos tres poderes”7.
En el primero de los niveles mencionados, la jurisprudencia constitucional ha
orientado al legislador especialmente en materia colectiva, y ha anticipado
algunas de las indicaciones más relevantes que luego habrían de ser desarrolla-
das mediante una ley. Algunos casos son emblemáticos, como la Ley Orgánica
de Libertad Sindical, pero también y de manera muy decisiva, la Ley de Proce-
dimiento Laboral –y la Ley Reguladora de la Jurisdicción Social en su primera
versión del 2011– la Ley Orgánica de Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres,
o las modificaciones de la Ley de Extranjería. Más en general ha corregido y
convalidado aspectos importantes de las políticas legislativas de los sucesivos
gobiernos, desde una relativa distancia crítica que sin embargo se ha reducido
de manera ostensible en los años 2013–2014, como luego se tendrá ocasión de
analizar.
En un segundo lugar, “el carácter jurisdiccional que siempre acompaña al Tri-
bunal Constitucional”, ha hecho que sus decisiones corrijan y moderen las deci-
siones de los tribunales ordinarios. La peculiar estructura del recurso de amparo
y la forma indirecta de lograr la eficacia directa de los derechos fundamentales
entre particulares a través de la imputación a la decisión judicial –órgano públi-
co– del acto de vulneración de derechos8, sobrecarga el ámbito de la interpreta-
ción judicial como lugar privilegiado de influencia de la doctrina constitucional.
Es una fórmula que quiere seguir manteniendo una visión arcaica de los dere-
chos fundamentales como espacios de libertad de los ciudadanos frente a las
intervenciones del poder público, sin admitir su eficacia horizontal entre priva-
dos. Por eso el subterfugio legal implica no sólo la judicialización obligada de la
garantía de los derechos y libertades constitucionalmente protegidos, de forma
que la acción y reclamación ante la justicia es condición indispensable para la
reparación de la vulneración del derecho, sino que ésta ha necesariamente de
continuarse “hasta agotar la vía judicial correspondiente” (art. 43.1 LOTC) sólo a
partir de lo cual queda abierta la vía del recurso de amparo.

7  Cfr. ATC 180/2013, de 17 de septiembre, que resolvió sobre la recusación del presidente Pérez de los
Cobos por su militancia no declarada en el Partido Popular. En el Auto se resalta la especial naturaleza del
Tribunal Constitucional, “con la limitación temporal del mandato de sus miembros, con el carácter político
de sus designaciones por los tres poderes del Estado y con el efecto de las propias resoluciones del Tribunal,
susceptibles de corregir las decisiones de esos tres poderes”, que lleva a concluir a la mayoría del TC “que la
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional no impide que los Magistrados constitucionales puedan pertenecer
a partidos políticos y solo les impide ocupar cargos de carácter directivo dentro de los mismos, pues una afi-
nidad ideológica no es en ningún caso factor que mengüe la imparcialidad para juzgar los asuntos que según
su Ley Orgánica este Tribunal debe decidir”.
8  El art. 41.2 LOTC preceptúa, como es sabido, que “el recurso de amparo constitucional protege, en los tér-
minos que esta ley establece, frente a las violaciones de los derechos y libertades a que se refiere el apartado
anterior, originadas por las disposiciones, actos jurídicos, omisiones o simple vía de hecho de los poderes
públicos del Estado, las Comunidades Autónomas y demás entes públicos de carácter territorial, corporativo
o institucional, así como de sus funcionarios o agentes”, por lo que era necesario introducir la mediación de
la decisión del juez como condición para el acceso al amparo.
Antonio Baylos Grau 19

La construcción de la tutela del derecho fundamental sobre la base de la “con-


ducta omisiva” del juez que ha posibilitado la lesión del derecho fundamental del
particular9, implica asimismo la sumisión de la garantía judicial de los derechos
y libertades a las estructuras procesales y a los ritmos e instancias del proceso
judicial, puesto que en puridad “la lesión del derecho fundamental sólo llega a
existir tras la sentencia del juez ordinario”10, que es la que se impugna ante el TC.
En la materia laboral, el protagonismo de la jurisdicción social en la tutela de los
derechos y libertades derivados del trabajo es por eso mismo evidente, sin per-
juicio de los espacios residuales para la jurisdicción contenciosa administrativa.
Este volcado hacia el espacio del control judicial de la eficacia de los derechos
fundamentales ha llevado al TC a depurar y revisar las categorías del proceso en
una dirección favorable a la tutela judicial efectiva11, formular reglas procesales
nuevas favorables a la viabilización de las pretensiones de garantía de los dere-
chos fundamentales, como sucedió de manera especialmente relevante con los
problemas de la carga de la prueba12, y a corregir las pautas más continuistas
de la jurisdicción ordinaria sobre la preservación del espacio de autoridad del
poder privado del empresario.
La identidad del Tribunal constitucional es la de ser el “intérprete supremo” de
la Constitución, lo que le lleva a reivindicar la “función de precisar el concreto
contenido de los derechos y libertades asegurados por el poder público español,
a partir de la concurrencia, en su definición de normas internacionales y normas
estrictamente internas, dotadas las primeras de instancias propias de protección
y por tanto de definición autorizada de su contenido y alcance” en una articula-
ción obligada con los tribunales europeos, el TEDH y el Tribunal de Justicia13. El
diálogo entre los tribunales europeos y el Tribunal Constitucional es un elemen-
to cada vez más presente en el panorama jurídico actual, porque permite marcar
las continuidades entre el marco de derechos reconocidos en la constitución
estatal, los derechos humanos y sociales reconocidos en Europa, y la conside-
ración derivada de los derechos sociales de un contexto institucional dominado
por las libertades económicas del mercado, y las distintas apreciaciones de estas
nociones en cada una de estas escalas interpretativas14, en suma un “proceso de

9  RIVERO LAMAS, J., “La garantía de los derechos y libertades constitucionales”, en J.L. MONEREO, C.
MOLINA, N. MORENO (Dir.), Comentario a la Constitución socio–económica de España, Comares, Granada,
2002, pp. 1993–1994.
10  RIVERO LAMAS, J., “La garantía de los derechos y libertades constitucionales”…cit., p. 1994.
11  Es esta una tendencia que se manifiesta desde el inicio de la jurisprudencia constitucional. Cfr. el
artículo clásico de CRUZ VILLALÓN, J., “Constitución y proceso de trabajo”, ahora en J. CRUZ y F. VALDÉS,
Lecturas sobre la reforma del proceso laboral, Ministerio de Justicia, Madrid, 1991, pp. 5 ss.
12  También desde los inicios de la elaboración doctrinal del TC. Cfr. I. GARCÍA–PERROTE, La prueba en el
proceso de trabajo, Civitas, Madrid, 1994, pp.73 ss.
13  Declaración del Pleno del TC 1/2004, de 13 de diciembre.
14  CRUZ VILLALÓN, P., “Unos derechos, tres tribunales”, en M.E. CASAS, F. DURÁN y J. CRUZ (Coords.),
Las transformaciones del Derecho del Trabajo en el marco de la Constitución española. Estudios en homenaje al
profesor Rodriguez–Piñero y Bravo Ferrer, La Ley/Wolters Kluwer, Madrid, 2006 pp. 1007 ss.
20 La protección de los derechos fundamentales por el Tribunal Constitucional Español: auge y declive de la función de tutela

influencias y relaciones recíprocas”15. Son “voces del ordenamiento global” que


sitúan en un contexto multiescalar la problemática de los derechoslaborales y
sociales y que por tanto tiene un largo recorrido aun por precisarse, derivado de
los diferentes enfoques y aproximaciones al tema de los derechos, con posibles
conflictos entre las mismas16.
Pero asimismo plantea problemas hacia dentro, en la relación que se plantea
entre el Tribunal Supremo, que se encuentra en la cúspide del poder judicial
y constituye el “tribunal superior” en todos los órdenes jurisdiccionales que
garantiza la unidad de interpretación de la jurisprudencia. La relación entre el
TS y el TC nunca fue armónica, pero ha devenido progresivamente conflictiva,
en un proceso de enfrentamientos sobre la base de la “corrección” y desvirtua-
ción de las orientaciones del TS por parte de la jurisprudencia constitucional que
a juicio del órgano superior de la jurisdicción ordinaria, estaban erosionando su
capacidad de dirección y unificación interpretativa y limitando su papel directi-
vo sobre los tribunales inferiores. El problema eclosionó justamente al tener que
introducir “los derechos y valores de la Constitución en la Administración de
Justicia, allí donde la misma no lo hacía”, y en la afirmación de un espacio pro-
pio de constitucionalidad, opuesto al espacio de la legalidad que llevaba consigo
una irradiación –media, no completa, pese a todo– de la eficacia de los derechos
fundamentales17. El culmen de esta conflictiva relación se dio cuando la Sala de
lo Civil del Tribunal Supremo declaró civilmente responsables a los magistrados
integrantes del Tribunal Constitucional por la inadmisión, considerada contra-
ria a derecho por inmotivada, de una demanda de amparo, condenándoles a una
multa de 500 euros cada uno. Insólita declaración de guerra que fue sanada por
la reforma de la LOTC en el 2007, que impidió que ningún órgano jurisdiccional
enjuiciase a los magistrados del TC por su labor e interpretación e interpretación
jurídica, y zanjada definitivamente al estimar el TC un recurso de amparo inter-
puesto por once de sus integrantes contra la STS de 23 de enero de 2004 que les
condenaba, que cancela los efectos indemnizatorios de la sentencia civil18. Un
punto y final que mostraba la superioridad del TC y la incuestionabilidad de su
posición de supremacía en el ámbito de los derechos fundamentales y garantías
constitucionales.
Se trata en definitiva de una cuestión de hegemonía política y cultural que tiene
que ver con la consideración diferente del significado y de la “fuerza de irradia-
ción” de los derechos fundamentales derivados del trabajo en uno u otro tribu-
nal, y por tanto de una valoración global sobre la intensidad de la tutela de éstos.

15  LÓPEZ GUERRA, L., “El diálogo entre el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y los tribunales nacio-
nales. Coincidencias y divergencias”, UNED, Teoría y realidad constitucional nº 32 (2013), p. 141.
16  Cfr. SCIARRA, S., L’Europa e il lavoro. Soliedarietà e conflitto in tempi di crisi, Laterza, Bari, 2013, pp. 92 ss.
17  Cfr. CRUZ VILLALÓN, P., “Unos derechos, tres tribunales”, …cit., pp. 1014–1016.
18  STC 133/2013, de 5 de junio, que concluye que “la eventual responsabilidad civil en que pudieran incurrir
los Magistrados del Tribunal Constitucional en ningún caso podrá deducirse del enjuiciamiento de las reso-
luciones jurisdiccionales que el mismo dicte”.
Antonio Baylos Grau 21

El tercer plano sobre el que la jurisprudencia constitucional ha influido podero-


samente es el de la propia cultura jurídica laboralista. De una parte, por la focali-
zación que progresivamente se va produciendo en los estudios doctrinales sobre
la doctrina del TC, que conduce a una paulatina inserción de los valores consti-
tucionales y la perspectiva de los derechos ciudadanos en los estudios de derecho
del trabajo, de la mano de una difusa aceptación del neoconstitucionalismo19 y
del garantismo judicial20 como telón de fondo de las aportaciones e investigacio-
nes de los juristas del trabajo. Ello conduce a un importante impulso de materias
hasta entonces no bien tratadas o poco exploradas como reflejo de esta juris-
prudencia, tanto respecto del modelo sindical como de la reconstrucción demo-
crática de los derechos en el espacio organizativo del empresario o las variadas
expresiones del principio de igualdad y de no discriminación en las relaciones
laborales, aunque esa capacidad de incidencia se va difuminando y diluyendo
conforme se instalan con fuerza las tendencias legislativas de reformulación de
un modelo de derecho del trabajo “flexible”21 y unas prácticas sindicales de con-
certación de esta flexibilidad, especialmente patentes a partir del 2001.

3. ELEMENTOS QUE OBSTACULIZAN LA FUNCIÓN DE GARANTÍA DE LOS


DERECHOS FUNDAMENTALES DE LOS TRABAJADORES POR EL TC
Esta posición preponderante del TC en la determinación de espacios de actua-
ción de los derechos fundamentales derivados del trabajo asalariado, ha sufrido
algunas variaciones significativas a lo largo de los más de treinta años de exis-
tencia del mismo. Son modificaciones que caminan en una dirección restrictiva
de la función garantista que la jurisprudencia constitucional debe asumir, de
las que a continuación se mencionan algunas que se entienden más relevantes,
con la característica común de que agravan sus efectos negativos tras el período
de las “reformas estructurales” y “recortes del gasto público” que da inicio en el
2010 y se proyecta hasta nuestra actualidad. Es lo que se podría definir como el
declive de la función de tutela de los derechos fundamentales de los trabajado-
res por parte del Tribunal Constitucional.

A) El tiempo en la efectividad de la tutela


El primer aspecto relevante tiene que ver con la necesidad de reducir la carga de
trabajo y el retraso en los asuntos del Tribunal constitucional, muy saturado ya

19  CARBONELL, M., (Coord), Teoría del neoconstitucionalismo. Ensayos escogidos, Trotta, Madrid, 2007.
20  FERRAJOLI, L., Derechos y garantías. La ley del más débil, Trotta, Madrid, 1999.
21  Corresponde a J.L. MONEREO el uso de la expresión “el derecho flexible del trabajo” que empleó en su
libro Introducción al nuevo derecho del trabajo: una reflexión crítica sobre el derecho flexible del trabajo, Tirant
Lo Blanch, Valencia, 1996, y que luego ha ampliado y desarrollado sobre el marco constitucional. Así, su
artículo “Nuevas tendencias del Derecho del Trabajo postconstitucional: el modelo de constitución flexible
del trabajo”, en A.V. SEMPERE (Dir) y R. MARTÍN (Coord.), El modelo social en la Constitución española de
1978 …cit., pp. 1544 ss.
22 La protección de los derechos fundamentales por el Tribunal Constitucional Español: auge y declive de la función de tutela

a comienzos de la década del nuevo siglo. La Ley Orgánica 6/2007, que modifica
la LOTC, cambia el art. 50 de esta norma en materia de admisión del recurso
de amparo y establece como requisito del mismo “que el contenido del recurso
justifique una decisión sobre el fondo por parte del Tribunal Constitucional en
razón de su especial trascendencia constitucional, que se apreciará atendiendo
a su importancia para la interpretación de la Constitución, para su aplicación o
para su general eficacia, y para la determinación del contenido y alcance de los
derechos fundamentales”.
A partir de entonces no basta al demandante de amparo explicar los hechos y
los preceptos constitucionales infringidos, solicitando preservar o restablecer
el derecho o libertad que se considere vulnerado, sino que es preciso justificar
además la “especial trascendencia constitucional” de la demanda, sin lo cual no
podrá procederse a la admisión del recurso. Este es un requisito a cuya explica-
ción se dedicó la STC 155/2009, de 25 de junio, subrayando el “perfil abierto” tanto
del concepto en sí como de los tres criterios que lo acotan legalmente, e insis-
tiendo en que éste se concreta en “una proyección objetiva del amparo solicitado
que traduzca en el plano formal (art. 49.1 LOTC) la exigencia material y formal
de la especial trascendencia constitucional del recurso de amparo establecida
por el art. 50.1 b) LOTC como requisito de procedibilidad de la demanda”22. El
filtro legal busca la expulsión del amparo constitucional de supuestos que se
consideran “menores” o que están mal defendidos y argumentados, pero ha sido
profusamente empleado más allá de estos casos.
En efecto, la aplicación de este criterio ha tenido unas importantes consecuen-
cias en la exclusión de un buen número de recursos de amparo, como se des-
prende del cotejo de los datos estadísticos que se ofrecen a continuación.

2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013


Recursos de
amparo 9476 11471 9840 10279 10792 8947 7089 7205 7376
ingresados
Providencias
de inadmi- 5293 7375 10888 12399 15.344 9961 6400 7338 5884
sión

Cabe apreciar que el incremento de recursos de amparo que ingresan en el TC


de forma creciente a partir del 2005 –las cifras para el 2003 y 2004 son inferio-
res casi en dos mil peticionarios respecto de las del 2005– son drásticamente
reducidos a partir del 2007 merced a la aplicación del filtro de la falta de especial
trascendencia constitucional del recurso. Desde el año 2007 al 2010 las inadmi-
22  ATC 42/2012, de 7 de marzo.
Antonio Baylos Grau 23

siones de recursos de amparo fueron altísimas, y posiblemente permitió la recu-


peración de una cierta normalidad en el funcionamiento del tribunal a partir del
2011, pese a la acumulación de asuntos endémica.
Naturalmente esta reducción de la carga de trabajo tiene una repercusión en la
consideración de la tutela judicial y del acceso a la justicia de los ciudadanos
que no se puede desgajar de los procesos generales que a partir del 2012 han ido
desgranándose en este tema. Desde la muy criticada imposición y aumento de
las tasas judiciales por el uso del servicio público de la justicia y la restricción
del beneficio de justicia gratuita23, hasta los recortes en el personal de justicia
que han generado un incremento exponencial del tiempo de resolución de
los litigios y un evidente empeoramiento del servicio público esencial en que
éste consiste. La jurisdicción social ha incrementado su demanda ininterrum-
pidamente desde 2010, lo que constituye una excepción respecto del resto de
órdenes jurisdiccionales, que la han visto reducida en ese mismo tiempo. A ese
incremento de la litigiosidad en lo social –producido por la resistencia a la apli-
cación de las reformas laborales de 2010–2012– se ha acompañado un recorte de
personal y de medios en esta jurisdicción, lo que ha conducido a un aumento de
los tiempos de respuesta de la justicia a las demandas de los ciudadanos sobre
derechos sociales, en algunos casos especialmente intensas24. Los tiempos de
resolución de los recursos de amparo son largos, como es previsible de un recur-
so extraordinario de garantía constitucional de los derechos ciudadanos, pero
no son justificables si se suman a largos períodos de espera en la jurisdicción
ordinaria, haciendo ineficaz la preferencia y sumariedad que la Constitución
establece como cauce de satisfacción de los derechos ciudadanos25.

B) Cierre del modelo constitucional y nuevo modelo de excepción ante la crisis.


El segundo elemento negativo, y posiblemente el más importante, arranca de la
constatación de un cierto “cierre” de la doctrina constitucional en sus propias
consideraciones, de forma tal que se dificulta su evolución a partir de un deter-

23  Cfr. URRUTIKOETXEA, M., “Tasas en el orden social: ¿el fin de la justicia gratuita de los trabajadores?”,
Revista de Derecho Social nº 63 (2013), pp. 57 ss.
24  La reducción de la tasa de resolución y los incrementos de las de pendencia y congestión, muestran que
la situación global de la Jurisdicción Social se ha deteriorado en el 2013. Las duraciones medias más altas
para los asuntos terminados en 2013 se dieron en Illes Balears (16,4), Murcia (13,2), Andalucía (11,9), Castilla la
Mancha (11,4) y C. Valenciana (11). Las duraciones más bajas se dieron en la Rioja (4,9), País Vasco (5,8), Astu-
rias (6,1) y Rioja (6,3 meses). En cuanto a procesos especialmente significativos, la duración media más alta
para los conflictos colectivos se ha dado en Illes Balears, 20,3 meses, seguida de Murcia, 10,7, y Cataluña, 9,9.
Para los despidos, también Illes Balears, con 12,2 meses, ha presentado la mayor duración, seguida de Aragón,
7,9, y Andalucía, 7,1 meses. Las más bajas en la Asturias, 3,6, y País Vasco, 4,4. Para las Reclamaciones de Can-
tidad, las mayores duraciones se han dado en Illes Balears, 20,8, Murcia, 17,4, Andalucía, 15,5, y C. Valenciana,
13,9. Las menores duraciones se dieron en la Rioja, 6,1, y País Vasco, 6,7 meses. Cfr. CGPJ, Panorámica de la
Justicia 2013, http://www.poderjudicial.es/stfls/CGPJ/ESTAD%C3%8DSTICA/DATOS%20DE%20JUSTICIA/
FICHERO/20141121%20Panor%C3%A1mica%20de%20la%20Justicia%202013.pdf.
25  La duración medida de los procesos de tutela de derechos fundamentales y libertades públicas fue de
4,2 meses de media en el 2012, y ha aumentado en 2013 a 6,1 meses. La tendencia en el 2014 es a incrementar
este tiempo de resolución.
24 La protección de los derechos fundamentales por el Tribunal Constitucional Español: auge y declive de la función de tutela

minado punto. El Tribunal considera clausurado o finalizado de manera defini-


tiva su proceso interpretativo, y se niega a aceptar otras propuestas garantistas
que hagan evolucionar la línea de lectura que ya ha fijado y que entiende como
definitiva y sin fisuras. No es una tendencia unívoca, pero en varios momentos
el propio tribunal afirma en sus sentencias que “el modelo está cerrado” y por
tanto entiende que no hay cambio posible del mismo, por más que exista otras
interpretaciones constitucionalmente plausibles.
Un ejemplo muy neto de este “cierre” del modelo se puede encontrar en materia
de huelgas esenciales, respecto de la necesaria presencia de la autoridad guber-
nativa como institución que impone límites al ejercicio del derecho de huelga
en este sector, de forma que ese modelo regulacionista, basado en el esquema
suministrado por el DLRT de 1977, impide abrirlo a la autonomía colectiva y a
la autodisciplina sindical26. Pero posiblemente donde más claramente se haya
planteado este asunto sea respecto de la estructura territorial del Estado y la
recentralización del mismo favorecido por unas decisiones muy controvertidas
del Tribunal27. Lo que esto quiere decir es que, al menos en el nivel explícito
de la declaración, no hay posibilidad de interpretaciones alternativas que den
satisfacción a demandas sociales que creían poder afirmarse en el marco cons-
titucional vigente. Aunque en materia de derechos laborales esta “clausura”
interpretativa no había tenido mucha repercusión, salvo para algunos temas
concretos, la llegada de la crisis va a poner a prueba la elasticidad y el acomoda-
miento de la doctrina constitucional frente a sus propias construcciones teóricas
de garantía de los derechos fundamentales y libertades públicas relacionadas
con el trabajo.
En efecto, esta obstrucción de posibles evoluciones más garantistas está con-
dicionada a la modificación que puedan realizar las normas legales de una
concreta regulación de los derechos y libertades ciudadanas. Cerrado el modelo
constitucional por la doctrina del TC, el legislador puede variar el proceso de
interpretación mediante la alteración de las condiciones de ejercicio del derecho
afectado, lo que reabre en consecuencia el curso del análisis constitucional de
la nueva regulación legislativa. La transformación democrática de la ordenación
concreta de la titularidad y condiciones de ejercicio de un derecho fundamental
implica el respeto a la voluntad popular y la capacidad evolutiva del sistema
jurídico y político sobre la base de un debate ideológico y de propuestas que se
desarrolla a lo largo del período electoral y que se expresa en los resultados del
mismo plasmados en el juego de mayorías de gobierno y de respeto de los pro-
gramas esgrimidos y conocidos como forma necesaria de fundar la información
y el conocimiento básico para la participación política.

26  Cfr. BAYLOS, A., “Derecho de huelga, crisis económica y gestión sindical del conflicto”, Revista de Dere-
cho Social nº 66 (2014), pp. 28–30.
27  Fundamentalmente la muy contestada STC 31/2010 de 28 de junio, que está en la base de los aconteci-
mientos políticos posteriores que han conducido a la extensión de planteamientos soberanistas en Catalunya.
Antonio Baylos Grau 25

Este es un tema interesante porque, con independencia de la correspondencia


o no con la realidad de este espacio de información y publicidad que posibilita
la participación de los ciudadanos en un proyecto de sociedad que han de llevar
a cabo sus representantes políticos, o con el mayor o menor seguimiento en las
decisiones del gobierno de su programa electoral, lo cierto es que permite verifi-
car la existencia de un “cierre” de las posibilidades garantistas y emancipatorias
del modelo constitucional de derechos sobre la base de nuevas mayorías políti-
cas que avalan la “nueva versión” menos expansiva respecto de la intensidad en
la protección de los derechos fundamentales. Lo que se traduce en quiebras de
la doctrina constitucional no en un sentido exploratorio de mayores espacios de
libertad y de igualdad, sino en la dirección contraria, revocando algunos aspec-
tos garantistas de la doctrina del TC sobre derechos fundamentales y libertades
públicas conectadas con el trabajo. Esta involución suave se corresponde con la
generalización de marcos de referencia normativos más centrados en la flexibi-
lidad del trabajo y en el reforzamiento de los intereses organizativos empresa-
riales, que dificulta progresivamente soluciones interpretativas que sostengan
posiciones más garantistas respecto de los derechos fundamentales.
La revocación manejable y apacible de las garantías de ejercicio de los derechos
por obra de la intervención legislativa tiene naturalmente límites precisos como
el respeto al contenido esencial de los derechos fundamentales, o la sumisión
de los actos restrictivos en concreto al juicio de proporcionalidad, y estos límites
son afirmados por el Tribunal constitucional, como de hecho lo vino realizando
fundamentalmente en el período 2001–2009 a través de varios fallos muy signi-
ficativos, como los referidos a la ley de extranjería y la titularidad de derechos
de los inmigrantes irregulares, o la inviabilidad del uso del Decreto–Ley para
regulaciones laborales de carácter general, entre otros muchos. Pero el cambio
de contexto normativo y la adecuación al mismo de las prácticas sociales de los
sujetos colectivos, condiciona un panorama previo y funciona como un fondo de
consideraciones materiales que cambia sustancialmente el punto de partida de
la interpretación sobre los derechos al modificarse la organización de las rela-
ciones de poder que se plasman en relaciones jurídicas consolidadas normativa
y convencionalmente.
Por eso cuando se produce el estallido de la crisis y a partir del 2010–2012 se
afianza un estado de excepcionalidad social a través de la emanación de leyes
de reforma laboral y de los recortes del gasto público, se pondrá a prueba la
capacidad del gobierno y, residualmente, del poder legislativo, para reformular
el contenido de los derechos laborales sin que el Tribunal Constitucional consi-
dere que se están articulando medidas vulneradoras de derechos fundamentales
que deben ser garantizados en todo caso, incluida la situación de crisis. Como ya
sabemos, la prueba ha sido superada en lo que al juicio de constitucionalidad se
refiere, de manera que el modelo constitucional es rediseñado plenamente por
la nueva ordenación normativa y la regulación que ésta efectúa sobre las relacio-
26 La protección de los derechos fundamentales por el Tribunal Constitucional Español: auge y declive de la función de tutela

nes laborales, y el Tribunal Constitucional aprueba plenamente esta operación.


Es cierto que simultáneamente se había ido desplegando una estrategia de
apropiación ideológica tanto del órgano que ejerce las funciones de gobierno del
Poder Judicial –y designa los jueces en diferentes tribunales superiores– como,
de manera muy significativa, del propio Tribunal Constitucional como instru-
mento de control de las garantías constitucionales y de definición del contenido
de los derechos ciudadanos. Este hecho ha facilitado sin duda un impulso de la
doctrina constitucional hacia posiciones muy netamente escoradas hacia el aval
y la consolidación de las propuestas de acción legislativa y de gobierno e ideo-
lógicamente modeladas sobre planteamientos políticamente conservadores,
buscando la proyección de estas líneas hacia el futuro.
Es decir que a partir de la introyección en el ordenamiento español de la crisis
económica a partir de mayo de 2010, la puesta en práctica de las “reformas de
estructura” y los recortes del gasto público que conducen a la rigurosa aprecia-
ción del principio de equilibrio presupuestario y a la modificación del art. 135
CE, se produce un cambio muy perceptible en la doctrina del TC respecto de las
garantías del ejercicio de los derechos fundamentales laborales (y no sólo). Lo
que se ha venido denominado con el eufemismo de “revocación suave” de ele-
mentos de garantía de derechos laborales fundamentales tal como habían sido
establecidos por la anterior jurisprudencia constitucional es muy apreciable en
algunos fallos de esta “nueva etapa”, como los relativos al derecho a la intimidad
y secreto de las comunicaciones en los lugares de trabajo28, o en lo referente al
despido en período de prueba de la trabajadora embarazada29.
Pero no todo es involución suave. Además, y principalmente, el TC ha tenido
que pronunciarse sobre la constitucionalidad del conjunto de disposiciones que
caracterizaron la segunda fase de las reformas estructurales puestas en práctica
por el gobierno del PP tras las elecciones de noviembre de 2011. En estas decisio-
nes –alguna de ellas, sorprendentemente, bajo la forma de auto de inadmisión
de una cuestión de inconstitucionalidad30– la crisis económica y su repercusión
negativa sobre el empleo ha constituido el elemento básico sobre el que basar el

28  Por ejemplo, en las STC 241/2012, de 17 de septiembre, sobre la que se puede consultar un comentario
crítico de CARDONA RUPERT, B., “Reinterpretación de los derechos de intimidad y secreto de las comuni-
caciones en el modelo constitucional de relaciones laborales: un paso atrás”, en Revista de Derecho Social nº
60 (2012), pp. 169 ss., o la STC 170/2013, de 17 de octubre, analizada críticamente por APARICIO TOVAR, J.,
“Los derechos fundamentales y el juicio de proporcionalidad degradados a pura retórica”, Revista de Derecho
Social nº 64 (2013), pp. 135 ss.
29  STC 173/2013, de 10 de octubre, sobre la que puede consultarse el comentario crítico de LOUSADA
AROCHENA, J.F., “Prohibición de despido de las trabajadoras embarazadas y período de prueba”, Revista de
Derecho Social nº 63 (2013), pp. 143 ss.
30  Se trata del Auto TC 43/2014, de 12 de febrero que inadmite a trámite la cuestión de inconstitucionalidad
planteada por el Juzgado de lo Social nº 34 de Madrid contra el RDL 3/2012, la STC 119/2014, de 16 de julio, que
resuelve el recurso de inconstitucionalidad planteado por el Parlamento de Navarra, y la STC de 22 de enero
de 2015, aun no publicada al escribir este texto, que resuelve el recurso de inconstitucionalidad planteado por
los Grupos parlamentarios Socialista y de la Izquierda Plural, contra la Ley 3/2012.
Antonio Baylos Grau 27

juicio de constitucionalidad sobre las normas restrictivas de derechos laborales


básicos como el derecho al trabajo del art. 35.1 CE o el derecho de negociación
colectiva del art. 37.1 CE. Aunque no es este el momento para un análisis más
amplio de esta jurisprudencia, lo destacable de la misma es la configuración del
contenido esencial de estos derechos como un espacio móvil, determinado en
función de los objetivos perseguidos por el legislador en orden a la mejora de los
niveles de empleo reduciendo las garantías del derecho al trabajo o limitando la
contratación colectiva sobre las condiciones del mismo.
Dicho de otra firma, la “configuración legal” de estos derechos permite al legisla-
dor que su contenido sea limitado en función del objetivo de creación de empleo
declarado por el mismo, de manera autorreferencial, sin que existan más pará-
metros que la duración temporal de estas medidas –en un término futuro impre-
ciso– y la idoneidad y proporcionalidad de las mismas que se hacen derivar
de su propia funcionalidad, sin que se arbitren instrumentos de verificación o
parámetros de corrección externos a ella. La “elasticidad” del contenido esencial
de estos derechos laborales se entronca además con la tutela de la libre empresa
y el compromiso de los poderes públicos en proteger su ejercicio y garantizar la
productividad, cuya defensa es equivalente a la creación de empleo para lo cual
deben ceder las garantías legales y colectivas del derecho al trabajo.
No es preciso señalar la separación de esta doctrina respecto de la que el Tribu-
nal Constitucional había ido manteniendo en la última década. El desmorona-
miento de la noción del contenido esencial de los derechos es posiblemente el
elemento más llamativo de esta nueva línea doctrinal que impulsa un cambio
de modelo de manera rotunda. La institucionalización de una situación de
excepción marcada por la crisis económica y de empleo, que reduce el alcance
y la intensidad de los derechos laborales básicos del trabajo y de la negociación
colectiva en términos tales que serían incompatibles en una situación de “nor-
malidad” económica, plantea numerosos interrogantes sobre la concepción que
tiene el TC de la protección de los derechos fundamentales de los trabajadores y
de la propia conformación del Estado social y democrático de derecho, como si
los derechos laborales fueran prescindibles en tiempos de crisis económica.
Estas decisiones han implantado de manera tensa una nueva forma de entender
la garantía de los derechos laborales, que se reduce o se mantiene en razón de la
apreciación por parte del poder público de la incidencia de la crisis económica
en la categoría central del empleo, asumiendo plenamente como axioma que la
reducción de derechos laborales individuales y colectivos es directamente pro-
porcional a la creación de empleo. No es preciso señalar que éstas no son catego-
rías constitucionalmente válidas, y que la cobertura retórica del art. 38 CE bajo
la que se cobijan es plenamente insuficiente puesto que la estructura y alcance
de la libertad de empresa no permite validar la pretendida relación directa entre
la reducción de derechos y la creación de empleo.
28 La protección de los derechos fundamentales por el Tribunal Constitucional Español: auge y declive de la función de tutela

Son éstas decisiones del TC muy audaces en la conformación de un nuevo punto


de foco basado en la emergencia de la constitución material de una economía
financiarizada que exige la validez y la legitimación política de la excepcio-
nalidad social como forma de proceder, aunque –o más bien porque– esta
excepcionalidad implica la restricción severa de derechos laborales y sindicales
básicos. En el establecimiento tan tajante de un modelo de democracia en donde
los derechos laborales se fluidifican en razón de las perspectivas del nivel de
empleo y de magnitudes macroeconómicas, el Tribunal Constitucional ha per-
dido legitimidad. No sólo entre las fuerzas políticas de oposición al gobierno del
Partido Popular, que proponen la derogación de la reforma y la recuperación de
los derechos laborales disueltos, sino de manera muy señalada por parte de los
sindicatos confederales, que han realizado declaraciones muy comprometidas
al respecto, al entender que la Sentencia de 22 de enero de 2015 supone “una
apropiación partidaria de la Constitución” y la “ruptura del consenso sobre las
relaciones laborales” que se fraguó en la Constitución de 197831.
El juicio de valor de los sindicatos CCOO y UGT puede compartirse fácilmente si
se tiene en cuenta la evolución histórica que la propia jurisprudencia del Tribu-
nal Constitucional ha venido desplegando sobre el molde de derechos laborales,
individuales y colectivos, como característica central del modelo democrático
de relaciones laborales. Se ha producido desde luego un cambio importante en
la jurisprudencia del TC que no sólo marca un declive en su función protecto-
ra de los derechos ligados al hecho material del trabajo subordinado sino que
camina en la dirección incorrecta de acentuar la desigualdad económica, social
y cultural de los ciudadanos y ciudadanas que trabajan. Una decadencia demo-
crática y política que debe ser invertida. Aunque esta inversión de tendencia
sólo se podrá realizar mediante el cambio político, la derogación de las normas
validadas por el TC y coherentemente, reformando de manera profunda la pro-
pia institución del Tribunal constitucional, es urgente reabrir el modelo consti-
tucional a su función de garantía política y jurídica de los derechos laborales en
una línea emancipatoria e igualitaria.

31  Cfr. Declaración conjunta de CC.OO y UGT ante la STC de 22 de enero de 2015. http://www.ugt.cat/valo-
racion–de–ugt–y–ccoo–de–la–sentencia–del–tc–sobre–la–reforma–laboral/

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