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5.

El bien común y la ética Profesional


Definir el trabajo como factor de promoción del bien común equivale a poner de manifiesto la
actitud de servicio que toda tarea profesional demanda. Servicio que va dirigido a otras personas
de manera inmediata, pero que también colabora a acrecentar el bien general de la sociedad y de
la humanidad en su conjunto. El concepto de bien común es algo difícil de definir, porque
atiende a la compleja naturaleza del ser humano. No obstante, podemos afirmar que es el
conjunto de condiciones sociales que permiten y favorecen el desarrollo integral de todos y cada
uno de los miembros de la comunidad, donde cada uno de los hombres puede alcanzar su
perfección. Antes de seguir avanzando, detengamos nuestra atención en el ser humano, como un
ser que tiene requerimientos y necesidades de distinta índole. Por un lado, tenemos necesidades
materiales que podemos agrupar en tres tipos: alimento, vestido y techo, a las que cabe agregar
también “la calidad de vida” de las personas. Las condiciones adecuadas de la vida humana hay
que comprenderlas de manera variada y flexible, entendiendo que son exigencias de personas y
no de animales. Ahora bien, estas necesidades son satisfechas por un determinado tipo de bienes.
Éstos, representan una condición de desarrollo personal y son un factor primordial del bien
común, en otras palabras, es importante poseerlos, pues la ausencia de ellos perturba e impide la
participación en valores de más alto rango.
El ser humano tiene otras que componen una dimensión espiritual y que son satisfechas por los
llamados bienes de la cultura, entendiendo por esta expresión a los que componen los
conocimientos científicos, humanistas y los concernientes a la técnica, además de los relativos al
arte.
Finalmente, por medio del trabajo han de facilitarse unos a otros la conquista del bien, en otras
palabras, la adquisición de la virtud. Con esto nos referimos a un tercer tipo de bienes, los de la
esfera ético-moral y los que, en rigor, podríamos decir que son los propiamente humanos, en
tanto perfeccionan al hombre en cuanto persona. Cada vez que colaboramos en la construcción
de una sociedad en la que estén vigentes los grandes ideales de amor y justicia que hacen posible
el desarrollo de una existencia humana plena; cada vez que colaboramos en instaurar condiciones
laborales que facilitan, en el plano individual, el crecimiento íntegro de las personas que deben
hallar en el trabajo el medio que permite alcanzar su plenitud como personas; estamos aportando
al bien y afirmando que el ejercicio profesional es un promotor del bien común. En conclusión,
el hombre –no la producción, ni los beneficios- es el sentido mismo del trabajo humano, crear las
condiciones para que el hombre- todos y cada uno de ellos- pueda llegar a su plenitud es lo que
entenderemos por nuestro aporte al bien común.
El hombre que trabaja desarrolla condiciones para el logro de su autorrealización. Así, el trabajo
no es un mero instrumento para la obtención de compensaciones externas, sino que, tiene por
finalidad la afirmación de uno mismo como persona y el cumplimiento de nuestra misión en el
mundo. Sin embargo, el conjunto de capacidades que se obtienen mediante el trabajo perfecciona
al hombre desde una perspectiva parcial, limitada y concreta, pues la competencia técnica no es
suficiente para la mejora personal de los seres humanos; aunque inmediatamente debemos añadir
que la mejora tampoco cabe en trabajadores que no son buenos profesionales. Pero entonces
¿Cuándo podemos decir que el trabajo es un instrumento que permite la perfección del hombre?

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Sólo cuando se pone al servicio del amor. El amor es la condición necesaria y suficiente para que
un quehacer profesional tenga valor, porque el amor integra y justifica los restantes valores, lo
que nos lleva a la perfección de la tarea profesional, lo que nos lleva a poner todos los medios
para que nuestro trabajo sea una tarea acabada y cumplida, ya que amar, no es algo distinto que
querer el bien para otro. El trabajo es un deber primordial de todos los ciudadanos aptos para él,
todos nosotros tenemos la exigencia de ser buenos trabajadores –trabajar y trabajar bien para ser
buenos ciudadanos y buenas personas. El trabajo bien hecho, con espíritu de servicio, es la
actividad que nos permite perfeccionarnos y resulta insustituible para incrementar la dignidad,
favorecer el desarrollo de la persona humana y aportar al bien común.

5.1 Liderar con ética y por el bien común: la fórmula de Alan Mulally
El exdirectivo de Boeing y ex CEO de Ford afirma que coordinar los equipos de trabajo para que
todos sepan y laboren por una visión conjunta es esencial para cumplir las promesas con los
clientes.

Alan Mulally estuvo 37 años en Boeing y luego pasó a dirigir The Ford Motor Company, entre
2006 y 2014. En diálogo con el diario El Espectador, da sus impresiones sobre el liderazgo en
dos industrias cuya reputación ha sido recientemente golpeada por escándalos de corrupción e
incidentes. Liderar con ética y pensando en el bien común, dice, es clave para triunfar en los
negocios.
El Espectador: Escándalos como el fraude en los sistemas de emisiones en automóviles,
recientes incidentes con las aeronaves de Boeing, por mencionar algunos casos, pueden
minar la confianza del consumidor. ¿Cómo deberían los líderes enfrentar estos retos para
recuperar esa confianza y promover la transparencia dentro de las compañías?
Alan Mulally: Lo más importante en cualquier negocio es el compromiso con el cliente, cumplir
con la promesa del negocio en el que estás y crear una cultura en la que todos sepan cuál es la
visión de la estrategia y trabajen juntos para entregarla, siguiendo la ética de los buenos negocios

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y las reglas existentes. Luego, los errores ocurren. Estos son dos sistemas de transporte muy
seguros y eficientes (aviones y autos), mejoramos esa seguridad todos los años. Lo más
importante es que todos trabajen juntos, entiendan lo que ocurre, lo que se puede aprender de eso
y mejorar continuamente los productos. Todo el mundo lo está haciendo en los casos que
menciona. Las empresas comprometidas a largo plazo con entregar productos y servicios seguros
y eficientes son los que la gente preferirá.
El Espectador: La ética muchas veces parece estar más relacionada con las ciencias
humanas, la filosofía, pero parece estar en segundo plano en carreras como administración
o negocios. ¿Cree que hay una deuda en las universidades, y luego en las compañías, de
preocuparse y hacer de la ética una prioridad?
Alan Mulally: Sí. Tengo el honor de trabajar con un número de universidades alrededor del
mundo, aprecio su enfoque en la ética al más alto nivel, no solo por los productos y servicios,
sino por el bien común. Si estamos en un negocio de hacer productos y servicios que la gente
quiere y valora, la única forma de mantenernos es cumplir la promesa. Un ejemplo: cuando en
Boeing decidimos usar tecnología para habilitar los aviones para lograr gran autonomía, de un
punto a otro sin escalas, de una ciudad pequeña a una grande o viceversa, para que la gente
llegara más rápido, con menos despegues y aterrizajes, mejorando la eficiencia, se hizo por el
bien común.
El Espectador: Las redes sociales han acercado a la gente con los líderes para interactuar,
pero también han sido escenario para difamar, difundir “fake news”, mensajes
irresponsables por parte de líderes. ¿Cuáles son los retos para usar las redes sociales de
una forma positiva o saludable?
Alan Mulally: En mi experiencia, la base de los buenos productos y servicios es la
comunicación. Que todos sepan el plan, los requerimientos de desempeño, eficiencia, reducción
de CO2, el rendimiento por galón, la seguridad, calidad, confiabilidad y mantenibilidad, eso es
importante. Si vas a entregar esos compromisos al cliente, pues que todos sepan el plan. Las
herramientas de comunicaciones que vemos hoy tratamos de usarlas para tener un ambiente y
cultura en la que todos sepan el plan, alinear el trabajo y la contribución a cumplir el plan. En
nuestro mundo, el acceso a comunicaciones ha sido un contribuidor al éxito de nuestros
productos y servicios.
El Espectador: ¿Pero ve retos, sobre todo cuando hablamos de líderes entregando un
mensaje inadecuado?
Alan Mulally: En mi mundo los hechos y datos son importantes. Siempre estamos interesados en
la opinión de la gente, pero en nuestro negocio es importante saber qué dicen los datos sobre el
desarrollo de carros y aviones, que eso refleje la realidad para trabajar sobre eso. La prioridad es
crear una cultura en la que todos sepan los hechos y datos para poder trabajar en las áreas que
necesitan especial atención.
El Espectador: Usted hablaba de tecnología, y estamos en medio de implementaciones de
inteligencia artificial, “big data”, entre otros. ¿Cómo hacerlo sin olvidar que en el medio

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hay vidas humanas, por ejemplo, cuando hablamos de probar e implementar carros
autónomos?
Alan Mulally: Las tecnologías traen oportunidades maravillosas de mejorar, en mi caso la
seguridad y eficiencia del transporte. Creo que, reconociendo las capacidades de la tecnología,
por ejemplo, al juntar machine learning y carros eléctricos, tenemos una oportunidad de tener
una mejoría significativa en el transporte. No es solo carros o aviones individuales, sino que hay
que pensar en el transporte como un servicio. Especialmente en las ciudades la respuesta no es
poner más carros independientes, sino crear un sistema de tránsito masivo y rápido que les
permita a las personas moverse por la ciudad de una forma eficiente y segura. Eso incrementa la
calidad de vida. Las tecnologías permiten que habilitemos eso. Si nos mantenemos enfocados en
lo que queremos alcanzar, eso nos llevará a tener las discusiones correctas sobre las tecnologías
por habilitar. A través del tiempo cada nueva tecnología usada en estas industrias ha ido por el
mismo proceso de pensamiento y las que perseveran son las que incrementan la seguridad y
productividad.
El Espectador: Teniendo en cuenta lo que hemos hablado, ¿cuáles diría que son las
características que necesita un líder hoy para enfrentarse a los retos de nuestro tiempo?
Alan Mulally: Todos lideramos de una forma u otra. La responsabilidad del liderazgo parte de
ver lo que tenemos hoy y luego la visión de lo que puede ser sin importar el negocio o el
gobierno, sino la visión que beneficie a la mayoría, el bien común. Eso nos permite tener las
conversaciones correctas, entre las personas correctas, usando las tecnologías disponibles y
desarrollar soluciones, eso nos mantendrá andando, acompasados, con un norte.

Bibliografia.
Anónimo. (diciembre 2010). El trabajo, factor de promoción del bien común. Ética Profesional
http://etica.mywebcommunity.org/fet204-12_semana_2.pdf
Medina C, María Alejandra (2019). Liderar con ética y por el bien común: la fórmula de Alan
Mulally. Economía. El Espectador.

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