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El estudio de la historia puede inducir a privilegiar el pasado, a


darle amplias prerrogativas sobre el presente cuando pretende
explicarlo e incluso “darle lecciones”, no obstante que los mismos
Ser historiador en el Perú* historiadores generalmente admiten que “la historia no se repite”.
¿Pero está obligado un historiador, o todo aquel que reflexione so-
bre el devenir de la sociedad, a seguir esta manera de pensar?.1 Me
El futuro no está cerrado. Si doy esa impresión me corrijo […] atrevo a opinar sin ser historiador, y mi respuesta es un rotundo no.
si se quiere tener futuro, ahora más que antes,
es necesario desprenderse del temor a la creatividad. El pasado ¿nos condena?
ALBERTO FLORES-GALINDO
No existe sociedad sin un registro de su pasado, sin una memoria
cuya otra cara es el olvido. Recuerdo siempre selectivo e imagina-
rio, plasmado en auto-imágenes comúnmente aceptadas. Mediante
E n Reencontremos la dimensión utópica, Alberto Flores-Galindo
incluyó una frase invocada por él a menudo: “este es un país
antiguo”. No tiene caso preguntarnos cómo la entendía, pero sí ca-
ellas el pasado se vive de cierta manera en el presente, y proyecta
hacia el futuro tareas, traumas, fuerzas, fatalismos. Pero su forma
y significado, la estructura del tiempo histórico, pueden ser y son
be reflexionar sobre el sentido que puede tener para nosotros, inde-
inmensamente diferentes: entre las distintas sociedades, al interior
pendientemente de nuestras concordancias o discrepancias con ella.
de cada una de ellas, o al propio correr del tiempo. Tomemos el
Objetivamente hablando, casi todas las sociedades pueden
caso del pueblo judío. Su memoria ha comprendido la creencia de
ser consideradas “antiguas”. Si algún significado puede tener el
ser el “pueblo elegido” y tener derecho a la “tierra prometida”. A
término no es precisamente cronológico. Consiste más bien en la
través de su experiencia ha definido una tarea histórica, legitimada
persistencia de muchos rasgos y fenómenos, pese a ingentes es-
en un plano sagrado, para construir un futuro de esperanza. Hay
fuerzos por erradicarlos —“comunidades indígenas”, patrimonia-
aquí una memoria que combina un tiempo mítico con un tiempo
lismo, costumbres “milenarias”, etc.— o también en que los grupos
histórico propiamente dicho. Este pasado es una fuente de energía
otrora centrales de este territorio —las poblaciones indígenas—
para enfrentar el presente.
han dejado de serlo, pero no han desaparecido.
La nación norteamericana se ha constituido a través de sucesi-
Es decir, entre nosotros coexiste lo “vigente” con lo “no vigen-
vas oleadas de migrantes que borraban sus propios pasados, convir-
te”, pero sin que haya consenso respecto a qué cosa es qué: ¿son
tiéndose en “pioneros”, en hombres definidos por el futuro. A
vigentes los andenes y la chakitaclla? ¿Es vigente la industria sus-
diferencia del caso judío su tiempo transcurre en un plano estric-
titutiva de importaciones? En este país el cambio o parece estar
tamente secular, aunque en auto-imágenes como la del “destino
ausente, o arrasa sin erradicar las ruinas que genera, pues “el motor
manifiesto” los Estados Unidos tienen algo de “pueblo elegido”.
del cambio” —el capitalismo— no ha llegado a brotar autónoma-
En ambos casos hay una estructura del tiempo histórico en la cual
mente de este suelo, a diferencia de Europa, los Estados Unidos o
el pasado no encierra a la sociedad en una tradición signada por la
el mismo Japón.

1. Tengamos en cuenta que estamos en América Latina, donde al decir de


* Publicado en Márgenes, encuentro y debate, n° 7; pp. 130-145. 1990. (Número Leopoldo Zea el pasado no existe porque sigue vivo entre nosotros; donde
dedicado a Alberto Flores-Galindo) SUR, Casa de Estudios del Socialismo. todavía sigue siendo presente porque aún no ha sido cancelado.
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inmutabilidad, por el mantenimiento de las condiciones de exis- Stein en 1970, y en el Perú tuvo un éxito resonante ochos años
tencia presentes; por el contrario, señala una meta hacia un futuro después con el libro de Julio Cotler Clases, Estado y nación en el
que, de una u otra manera, se define por una gran transformación. Perú. Propuesta desde el campo de las ciencias sociales, esta ex-
Pues bien, ¿cuál o cuáles estructuras del tiempo histórico bro- presión las ha trascendido relativamente. Siendo una categoría de
tan de la experiencia histórica peruana?2 ¿Cómo han sido formali- análisis, posee también una potencialidad ideológica, utilizada no
zadas por los intelectuales, o cómo viven en la conciencia del solamente por quienes la han acogido, sino también por sus mis-
hombre común? mos autores.
Como categoría de análisis el término se refiere a un conjunto
Las estructuras del tiempo histórico entre nosotros de procesos que han constituido la realidad de América Latina y el
Perú a partir de la colonia, y que en mayor o menor medida conti-
Señalemos algunas de las más destacadas: la “herencia colonial”, núan hasta hoy. Componentes de dichas estructuras serían, entre
la “visión de los vencidos”, las “ocasiones perdidas” —asociada a
otros: la organización del espacio económico y social mediante
la “promesa”— la “utopía andina”. Todas ellas, unas más que otras, relaciones de producción tributarias y esclavistas, proveedoras de
existen en distintas versiones, ora sofisticadas o ramplonas. Al
mil formas de renta tanto a la administración colonial como a las
mismo tiempo hay otras propuestas que subrayan la reciente apa- clases propietarias. Tales formas se habrían constituido inicialmente
rición de la modernidad a través del individuo, definido por su
en razón de la exportación de metales preciosos hacia Europa.
acción en el presente. Por ello prescinden del pasado al dejar de Estas relaciones de producción y su condición colonial estarían
lado —con razón o sin ella— la memoria colectiva. Ahí se encuen-
investidas por un lado de un carácter coactivo sumamente fuerte,
tran El otro sendero de Hernando de Soto, sustentado en el ra- haciendo muy precaria su legitimación, y por otro de una dinámica
tional choice, y la “modernidad popular” de Guillermo Nugent,
profundamente conservadora, reforzada por el carácter adscrito
inspirada en la racionalidad comunicativa.3 de la estratificación social: peso decisivo del nacimiento en el desti-
La “herencia colonial”: El término alcanzó una amplia difusión
no personal, al que se agregaría la condición racial de las personas.
a partir del libro del mismo título escrito por Stanley y Barbara Además, la sociedad estaría organizada a través de corporaciones
que la fragmentarían, condición por otro lado necesaria para asegu-
rar la dominación colonial misma. Al mismo tiempo el poder políti-
2. Por “experiencia histórica” no me refiero a la historia “objetivamente acon-
tecida”, sino al significado atribuido a los hechos, más o menos reales o co tendría bases patrimoniales; de esto último puede desprenderse
ficticios, seleccionados o construidos por la memoria/olvido. Así, mientras el personalismo en el manejo del poder.
que el trato proporcionado por los norteamericanos a los “pieles rojas” no Así entendida la “herencia colonial” es una propuesta plausible
pesa en la conciencia histórica de aquellos, en el caso de América Latina y acerca de la constitución de una estructura social determinada.
sobre todo en países andinos como el Perú, españoles, criollos y mestizos
encuentran traumática la historia de sus relaciones con los indios. Sin embargo, presenta varios problemas. En particular, no esclarece
3. Al respecto Guillermo Nugent ha publicado “La construcción de la vida en el
las condiciones de su continuidad ni los límites de ésta: es decir,
Perú como identidad histórica moderna”. Páginas, 1989, n° 100, Lima, escrito sus posibilidades de transformación. Así, dicen los Stein: “América
originalmente en enero de 1987). A mi entender es el texto más esclarecedor Latina no ha escapado a su herencia de colonialismo y neocolo-
de su autor. Véase también “El conflicto de las sensibilidades: el mercado y el nialismo […] sigue siendo prisionera más que beneficiaria del le-
cementerio como escenarios en una novela de José María Arguedas”. Instituto
Bartolomé de las Casas-Rimac, Lima, 1989, (mimeo). Recopilados luego en El
gado del pasado”
conflicto de las sensibilidades. Propuesta para una interpretación y críti- Por su parte Cotler afirma que el establecimiento legal de
ca del siglo XX peruano. Instituto Bartolomé de las Casas-Rímac, Lima, 1991. relaciones pre-capitalistas “selló la suerte y el destino histórico de
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la sociedad peruana”. Puesto en marcha el mecanismo, nada —o el funcionamiento interno de Sendero Luminoso, todo puede
cuando menos nada conocido— podría apartarlo de su rumbo. hacerse ideológicamente inteligible mencionando la “herencia co-
Este carácter fatal es la puerta de entrada a la dimensión ideo- lonial”. Recuérdese que lo mismo ocurrió con la “teoría de la de-
lógica del término. La herencia colonial es una maldición histórica: pendencia” en los años setenta.5
nada habría que mantener de dicha herencia, y al mismo tiempo Al no iluminar una alternativa, la perspectiva crítica del térmi-
su persistencia parece decirnos que tampoco hay cómo librarnos no —la cual postula la necesaria erradicación de dicha herencia—
de ella. Sus mecanismos parecen ser perversamente perfectos, do- se atrofia y predispone a una contemplación masoquista de la
tados de una capacidad ilimitada para sobreponerse a cualquier historia. En tal sentido, podría ser considerada como una auténtica
intento de transformación. “visión de los vencidos”.6 Me pregunto por la correspondencia
Pero como dice Barrington Moore, criticando al estructural- que puede existir entre este diagnóstico y la imaginación y el estilo
funcionalismo, lo problemático no es solamente la transformación político de la izquierda en los años setenta: entre muchos otros
de una estructura sino su misma persistencia; la estructura no está aspectos, la crítica sin alternativa, el “todo o nada”, el culto a la
garantizada por su mera constitución, y por lo tanto debe ser expli- espontaneidad. Más aún, atrofiada la vena analítica de esta noción,
cada. En otras palabras, ¿por qué seguimos heredando la herencia ¿Por qué no podría ser asumida por diagnósticos y soluciones
colonial? 4 racistas? Una “explicación” racista de la herencia colonial tendría
La “herencia colonial” se ha entendido también como una carga la ventaja de señalar el mecanismo (genético) mediante el cual la
que se “cosifica” y se “acumula”. En el caso del mundo indígena el “herencia colonial” se transmitiría, y poner en claro la solución. Es
paso de las sucesivas generaciones acumularía odios y resenti- innecesario recordar cómo en el Perú el sentido común, inclusive
mientos, hasta que atravesado un punto crítico esa energía varias en los más “educados”, está predispuesto a suscribir esta línea de
veces secular se desbordaría descargando la revancha y la venganza pensamiento.
contenidas. De nuevo, ningún fundamento sostiene esta supuesta Ya Magdalena Chocano ha dedicado páginas ejemplares que
“ley de la conservación de la energía colonial”, afín a la metáfora me relevan de mayores agregados a la visión de nuestra historia
de la caldera que no deja escapar el vapor. como una sucesión de “ocasiones perdidas”, iniciada por Riva
En el uso del término han predominado crecientemente estos Agüero y llevada a su máxima expresión por Jorge Basadre.7 Mientras
significados ideológicos. Así, en lugar de estudiar estas estructuras la “herencia colonial” condena al futuro a ser una eterna repetición
en su flexibilidad y rigidez, se termina invocándolo para conseguir
una pseudo-explicación de todo aquello que no nos gusta. Desde
5. Hugo Neira da una explicación contemporánea de los mismos hechos mediante
la “hora peruana” hasta la emergencia, el accionar, el liderazgo y
la “anomia”. También aquí una categoría de análisis queda reducida a mero
instrumento ideológico. Cfr. “Violencia y anomia: reflexiones para intentar
comprender” Socialismo y participación, 1987, n° 37; pp. 1-13.
4. La diferencia entre el empleo analítico y el uso ideológico de este y otros
términos radica en si se esclarecen o no los mecanismos a través de los cuales 6. Es hora de precisar quién es un “vencido”, y quien declara vencido a quién. La
un conjunto de relaciones sociales se vuelve recursiva e incluso puede sedi- respuesta podría apuntar a ciertos espacios del mundo criollo y mestizo,
mentarse. En los Stein parte de la respuesta podría estar en la flexibilidad de atrapado en la retórica “cosificada” y “cosificante” de la “herencia colonial”.
las estructuras de la dominación colonial producida por el juego entre lo Ahí el pasado aprisiona el presente sin darle fuerzas, valores, o aliento; si algo
“formal” u oficial, y lo “real” o informal, debido a su vez a la relación colonial está vencido es este mundo, pero en lugar de reconocerse como tal, paradójica
entre el Estado y los súbditos del Rey. Véase en su libro las pp. 53-54, entre e inconsultamente proyecta y atribuye tal condición a los sectores populares.
otras (Siglo XXI, México, 1970). Los Stein señalan algunos mecanismos, pero 7. Magdalena Chocano: “Ucronía y frustración en la conciencia histórica perua-
no se sirven de ellos para controlar el uso conceptual de la “herencia colonial”. na”. Márgenes, encuentro y debate 1987, n° 2; pp. 43-60. SUR, Lima.
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de lo dado, las “ocasiones perdidas” reconocen que en principio neo— o los múltiples nortes de las diversas versiones del “mito de
el cambio es posible. Pero por una fatalidad, por una “astucia de Inkarri”, donde podría plantearse la reconstitución de una nación.
la razón” esta vez perversa, el “lado malo” de nuestra historia no Pero la “utopía andina” puede aludir también a la realización
nos lleva al progreso, sino a la frustración. de ciertos valores, como justicia, trabajo, disciplina y colaboración.
Antes que frente a un balance de triunfos y fracasos, nos en- Valores con los cuales construir una sociedad futura cuyas condicio-
contramos ante una sucesión de tragedias, de resultados que pu- nes ideales de posibilidad se decantan a través de una poetización
diéndose evitar no se evitaron. Visto retrospectivamente hay en el del mundo pre-hispánico; en particular, aunque no obligadamente,
desastre una aparente infabilidad que sugiere preguntarse si tal del pasado incaico.
desenlace no estaría —y continuará estando— decidido de antema- Quiero ilustrar sobre todo algunas de estas últimas vertientes
no. Basadre eludía esta posibilidad mediante el recurso (¿utópico?) a través de la supervivencia y recreación de la “leyenda de La Achi-
a nociones que le fueron muy caras, como “la promesa de la vida rana”, tal como se da actualmente entre campesinos y pobladores
peruana”. Categorías valiosas, pero que no parecen iluminar “un urbanos del valle y la ciudad de Ica. La información y el análisis
futuro diferente”. Fueron tan sólo esfuerzos patéticos por evitar proviene de investigaciones realizadas por María Teresa Oré en las
una imagen irremediablemente derrotista del pasado nacional. No que he tenido la suerte de colaborar.
es entonces casual que algún historiador, al carecer de conceptos Según cuenta la leyenda, el Inca Pachacutec expandiendo sus
capaces de cumplir una función utópica, termine sosteniendo que dominios llegó a la actual comunidad de Tate, donde se enamoró
“la historia de la sociedad peruana es una historia de sucesivas de la doncella del lugar, llamada Mama Chiri. Ella le pidió que
derrotas”.8 (¿De quién?, ¿ante quienes?) diera agua para su pueblo; accediendo el Inca dispuso que su
ejército construyera un canal derivado del río Ica, y conocido desde
Las utopías andinas entonces como La Achirana. Sin embargo el Inca no regresó con la
doncella al Cusco. De alguna manera, pese al agradecimiento por
¿Cómo entender la “utopía andina” en este escenario? Ante todo, la obra recibida, el relato simboliza la autonomía frente al Imperio.
no es primariamente un diagnóstico hecho por intelectuales. Acto Desde entonces hasta fines de los años sesenta, los campesinos
seguido, y tal como el mismo Alberto Flores-Galindo lo explicitara, achiraneros fueron los encargados de la limpieza y mantenimiento
es indispensable usar el plural. Se trata de las utopías andinas.9 del canal. Esta tarea, eminentemente colectiva, implicaba un com-
Esta diversidad hace que el término sea inevitablemente ambiguo. plejo intercambio: una obligación para con “la naturaleza”, una
La búsqueda del inca es uno de sus múltiples contenidos, como renovación de sus vínculos con ella y de su derecho al agua frente
igualmente lo son la restauración del Tahuantinsuyo —que no a otros grupos venidos de fuera y siempre más poderosos. Pero la
necesariamente sería postulada mediante un inca contemporá- misma existencia prehispánica del canal venía a ser una prueba de
sus derechos a la tierra y al agua: ellos vivían ahí desde antes de la
8. Citado por Magdalena Chocano. Op. cit. p. 56. Una denuncia del pesimismo invasión española, y vivían como agricultores gracias a un canal
de nuestros intelectuales se encuentra en el libro de Fernando Iwasaki. que fue construido por ellos, y no por los invasores y sus descen-
Nación peruana: entelequia o utopía. Trayectoria de una falacia. CRESE, dientes. Fue realizado por un poder al cual se integraron a través
Lima, 1988. Esta obra es hasta ahora la más extensa crítica hecha a Flores-
Galindo. Él la respondió brevemente en Encuentros, de Carlos Arroyo. Ediciones
del matrimonio de Mama Chiri con Pachacutec.10
Memoria Angosta, Lima, 1989.
9. Alberto Flores-Galindo. Buscando un Inca. 3ª edición, Editorial Horizonte, 10. “El imperio incaico, el Tahuantinsuyo, es el único poder trascendente al
Lima, 1988; pp. 12, 19, 102. mundo de los pobladores que no les es ajeno; no es opresivo ni explotador
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Cuando menos desde inicios del siglo XX esta visión del individual, por lo cual los campesinos debían renunciar a la or-
Imperio ha sido difundida, quizá no sin interrupciones, por los ganización comunal. Esto abrió el camino a los hacendados para
maestros de escuela, y alimentada por la imaginación de los mis- ir tomando posesión de las tierras por distintos medios, a la par
mos campesinos. En esta zona entre 1919 y 1924 se constituye que la organización de los campesinos entraba en crisis.
una primera Federación de Campesinos del Valle, con sede en el Entre las varias reacciones que tuvieron lugar, los pobladores
poblado de Parcona. Destruido éste por acción del Ejército en fe- del anexo Pampa de Tate, excluidos mediante esta estratagema,
brero de 1924,11 los campesinos fueron retornando lentamente e decidieron por su propia cuenta prolongar la Achirana en más de
iniciaron un largo juicio contra los hacendados que buscaban 6 km., apoyándose exclusivamente en sus propios conocimientos
apoderarse de estas tierras. Ganado el juicio, Parcona fue reconoci- técnicos y recursos humanos. En esta empresa, iniciada en 1958,
do como distrito años después. se denominaron a sí mismos “los nuevos Pachacutec”, dieron el
Pero el mundo campesino no es homogéneo, y no solamente nombre del Inca a su poblado —sus calles principales llevan los
con respecto a la riqueza. En este caso la comunidad de Tate, factor nombres de los otros gobernantes del Imperio— y se negaron a
central en la leyenda, era propietaria de las fértiles pero áridas estar bajo la jurisdicción distrital de Tate.
pampas de Los Castillos. Los hacendados del valle aspiraban a Con el tiempo, los pozos otorgados a los campesinos se malo-
tener acceso a ellas, dado el avance de las obras de irrigación de graron, y la sobreexportación del agua subterránea hecha por las
Choclococha. Tenían empero el escollo legal de la propiedad co- haciendas desde los años cuarenta, fue secando este moderno
munal, figura reconocida por la Constitución de 1933. En la defensa sistema de riesgo, de manejo individual. En contraste, el canal
de las tierras diversos poblados vecinos se habían unido a los prehispánico, obra eminentemente colectiva en su construcción,
tateños; y desde “tiempos inmemoriales” todos utilizaban los bos- manejo, mantenimiento y prolongación, reafirmaba su vigencia.
ques de huarango entonces existentes en dichas pampas. Sin embargo, si bien los campesinos consiguieron reservar para
El obstáculo fue removido de la siguiente manera: el Estado sí algunas parcelas, se encontraban rodeados de grandes haciendas,
ofreció parcelas de la pampa de Los Castillos dotadas con pozos enfrentando condiciones adversas de producción y de mercado,
de agua subterránea, exclusivamente a las familias del poblado de además del no reconocimiento de sus organizaciones ni de su fun-
Tate que habían sido empadronadas en el acta de legalización de ción en el mantenimiento y limpieza del canal. Pero sobre todo,
la comunidad. Las parcelas serían entregadas, pero en propiedad su unidad había quedado fatalmente debilitada a partir de la
actuación de la comunidad de Tate.
Bajo estas condiciones, la leyenda de Pachacutec y Mama Chiri,
[…] Por el contrario, españoles, chilenos y hacendados (“gamonales”), en ge-
neral todos ellos de ‘pellejo blanco’, han sido o son usurpadores y explotado-
pese a que se hizo realidad mediante la prolongación de La Achira-
res. Por eso ellos carecen de valores morales intrínsecos, y sólo se los reconocen na, pierde relación con el presente, y se limita a evocar un pasado
a nivel individual por circunstancias específicas”. María Teresa Oré: “Pasado y idealizado como justo pero inalcanzable […] Carentes de organi-
presente en la conciencia popular: la memoria colectiva del campesinado zación, autonomía e identidad, el presente quedó separado del
iqueño”. Análisis, Cuadernos de investigación 1983, n° 12; pp. 78-79. pasado.12
11. A raíz de un conflicto por el uso del agua, el Prefecto de Ica murió a manos de
las mujeres campesinas. En represalia Parcona fue totalmente destruida, 12. María Teresa Oré. “Agua, mito y tecnología en un valle de la Costa peruana
saqueada e incendiada. Sobre la muerte del Prefecto volveremos más adelante. (1930-1960)”. Sixth International Oral History Conference. Myth and History.
Véase el relato que de estos sucesos hace el dirigente campesino de la época Oxford, 11-13 septiembre 1987. Este trabajo está incluido en Andrew Maskrey
Hipólito Pévez en su autobiografía Memorias de un viejo luchador campesino. y Guillermo Rochabrún, eds. Si Dios hizo la noche sin luz… El manejo popular
Tarea, Lima, 1983. de tecnologías. Tecnología Intermedia, Lima, 1990.
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En este caso las condiciones del presente en lugar de fortale- acumula memoria, individual y colectiva.14 En la vida se dan situa-
cer, debilitaron la significación de la leyenda. Muy distinta ha sido ciones recurrentes, cambiantes en sus detalles, pero reconocibles
la experiencia de Parcona en el mismo período. La expansión a través de la experiencia histórica y los valores que ella incluye:
urbana la ha convertido en el distrito más poblado de la ciudad de buenas y malas autoridades, justicia-injusticia, etc. Esos valores
Ica. Los nuevos pobladores, en gran medida migrantes ayacu- han quedado anclados en un confín del tiempo que ya no existe
chanos, han asumido las tradiciones del valle para justificar sus más —y por eso pertenece a la “memoria”—, pero cuya evocación
reivindicaciones actuales: tierra y agua, esta vez para uso urbano. en modo alguno obliga a regresar a él.15
Así mismo, el contraste entre el Inca Pachacutec y el prefecto muer-
to en los sucesos de 1924 es, para los actuales pobladores, la Origenes, causas, acción
distancia que media entre una buena y una mala autoridad. Ante
los actuales organismos de desarrollo los campesinos iqueños Ahora bien, si analizamos la estructura temporal inserta en el uso
ideológico de la “herencia colonial”, ella nos enfrenta a una secuen-
pueden decir que el canal construido por Pachacutec es la única
obra que jamás han recibido del Estado. cia irreversible entre “causa” y “efecto”, entre presente y pasado,
como la teoría de la “gran explosión” que habría formado el uni-
El pasado : ¿realidad, ficción o perspectiva? verso. Quiero explicar esto. En una explosión el estallido produce
una serie de efectos, incapaces de reaccionar sobre la causa, pues
En este breve recuento, he intentado mostrar distintas configura- ella desaparece instantáneamente. A diferencia de un conjunto de
ciones del tiempo histórico. Pueden reconocerse dos en particular, procesos entrelazados que coexisten y se influyen de manera
según el presente corrobore o se muestre en contraposición con el recíproca, el estallido pertenece a un orden temporal por completo
pasado. La “herencia colonial” lo corrobora; la “utopía andina” ajeno al de sus secuelas: corresponde al plano de los orígenes.
destaca el contraste. Dependiendo de cuál sea la relación entre el Algo así ocurre con la “herencia colonial”, en la medida en que
pasado y el presente, la idealización del Inca y del Imperio puede la colonia “ya terminó” y no hay cómo regresar a ella para modificarla.
cristalizarse como una orientación, como norte… o como mera Porque, ¿cómo puede liberarse uno de algo cuya eficacia causal
nostalgia. proviene de un espacio —el pasado— que “ya no existe”?
Así como el mundo indígena andino absorbió del mundo
español de los siglos XVI y XVII, religión, danza, costumbres, etc.,
14. “[…] sólo conocemos el pasado en el presente […] Puede que todo sea
sin por ello hacerse “hispanista”, la referencia al tiempo inca no
presente, que nada sea pasado en el marco de un sistema histórico vivo […]
trae consigo necesariamente significación milenarista alguna. La no podemos seguir presumiendo que pasado y presente sean dos tiempos
“utopía andina” puede actuar simplemente como una ética colec- distintos” Immanuel Wallerstein. “¿Hay que ‘impensar” las ciencias sociales
tiva que construye identidad y sentimiento de pertenencia, que del siglo XIX?” Revista Internacional de Ciencias Sociales 1988, n° 118;
define derechos, legitima reivindicaciones, y dirigirse con estos p. 557 (Modernidad e Identidad: un Simposio) UNESCO, diciembre 1988. El
subrayado es nuestro.
recursos simbólicos hacia un futuro abierto.13
15. “A diferencia de la expresión acuñada por una historiografía progresista (la
En sentido estricto, en esta visión no hay “pasado”. Más que ‘visión de los vencidos’) y contra lo que podría pensarse a primera vista, en
de la “historia”, de lo que se trata es de la vida, la cual organiza y esta memoria colectiva no existe ni el pesimismo ni la derrota: no hay aquí
una visión de los vencidos” María Teresa Oré, Guillermo Rochabrún. “De la
13. Quiero subrayar ese carácter colectivo. Se trataría de una ética que legitima Leyenda Indígena a la Conciencia Popular: la Evolución de la Memoria Colectiva
reivindicaciones frente a terceros, pero no parece regir en el plano interper- en un valle peruano”. En Mercedes Vilanova, ed. El poder en la sociedad:
sonal entre los campesinos. historia y fuente oral. Antoni Bosch Editor, Barcelona, 1986; p. 214.
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Explicar mediante el pasado, en la medida en que éste se mejores ventajas económicas para el crecimiento de la zona”. Al
entienda como origen, indica que la “causa” está fuera del alcance mismo tiempo menciona experiencias contemporáneas que
de la acción. Escapa a ella no tanto por ser una circunstancia cuyo apuntan en esa misma dirección, como el centralismo regional
mayor peso la superaría, sino porque en términos materiales la ejercido por Cusco contra estas provincias. Aquí el presente corro-
causa se ha desvanecido, mientras sus efectos continúan desarro- bora el pasado, el ayer sigue estando vivo en el hoy por la persisten-
llándose implacablemente. Creo que es así como funcionan los cia de ciertas relaciones sociales. Esta “herencia prehispánica”
modos ideológicos de comprensión de la “herencia colonial” que es así entendida como una situación que puede y debe ser
circulan entre nosotros. cancelada a través de la acción.
Un posible resultado de este planteamiento —resultado para-
dójico, pues se supone que ese término pretende enjuiciar crítica- Utopía andina y modernidad
mente el orden existente— es bloquear de manera casi fatalista
cualquier solución, en tanto induzca a pensar que para eliminar el De todos estos casos puede colegirse que la supuesta eficacia
efecto habría que remediar el origen. Como sabemos, ello es impo- explicativa del pasado sobre el presente nada tiene que ver con
sible, pero lamentablemente no lo es el pensar a lo largo de estos los historiadores. No todo historiador va a suscribir el fatalismo
canales. Veamos un par de ejemplos. que hemos expuesto, el cual por el contrario puede ser asumido,
a sabiendas o no, por quienes poco a nada tengan que ver con
a. La frase “en qué momento se jodió el Perú” induce a desear esta disciplina.
regresar a ese instante crucial, para que las cosas hubiesen ¿Cuál sería el caso de Alberto Flores-Galindo? Nadie más que
ocurrido de otra manera. él tendría derecho a responder esa pregunta, pero la respondo
b. Nuestros gobiernos acostumbran decir que los problemas porque Buscando un inca y su autor recibieron calificativos tales
nacionales “no pueden solucionarse en cinco años”, porque como “neoindigenista”, “romanticismo pasadista”, y otros térmi-
“vienen de muy antiguo”. Plausiblemente esto debiera apuntar nos afines, lamentablemente casi nunca por escrito ni en forma
a construir una teoría —muy necesaria— de la sedimentación pública. Ahora bien, las obras trascienden a sus autores, de modo
de los procesos históricos. Pero en su ausencia, hacer mención que lo importante es la manera en que ellas son apropiadas por
a un origen muy remoto equivale a afirmar que la causa está quienes las reciben. Y al respecto hay algunas formas “tipo”: la
fuera de nuestro alcance, y por tanto las soluciones también. caricatura que termina arrojando al niño junto con el agua sucia,
la apología hagiográfica, la satanización, la lectura crítica.
Sin ser absurdos, estos razonamientos son engañosos. Lo que Por mi parte, frente a las distintas propuestas de estructurar
sí es válido es combinar de manera razonada orígenes con procesos el tiempo histórico peruano, no puedo menos que distinguir entre
causales contemporáneos. Por ejemplo, en un breve artículo16 Hugo sus contenidos explícitos y sus estilos de pensamiento, como diría
Carrillo afirma que las rivalidades prehispánicas de los chankas y Guillermo Nugent. La estructura de la temporalidad nos remite
pocras frente a los cusqueños sería una de las principales razones centralmente a lo segundo. Nugent ha venido sosteniendo un com-
por las que las provincias de Andahuaylas y Chincheros han recha- bate tan sutil como persistente contra la utopía andina,17 combate
zado pertenecer a la región Inka, la cual “aparentemente ofrecía
17. Están al respecto sus dos reseñas críticas a Buscando un inca (2ª edic.). “La
16. “A propósito de los debates sobre regionalización”. Página libre, 31 de julio utopía de ellos, los indios”. Los caminos del laberinto 1987, n° 5; y “Contra
de 1990, p. 10. los tiempos modernos”. Páginas 1987, n° 87. En el mismo número de Páginas,
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en el cual reduce sus significados posibles a uno solo (el retorno no corresponder a una racionalidad “opuesta al mito” e “incom-
al pasado), y a mi juicio la asimila a la ideología de la “herencia patible” con él.
colonial”: el pasado domina al presente, lo encadena y aprisiona Por último quiero decir que estas notas no deben verse como
el futuro.18 una defensa intrínseca sino incidental de la utopía andina. Ella es
Al desarrollar su propuesta de “modernidad popular” en parte una propuesta que como la “modernidad popular” de Nugent, el
contra la utopía andina, Nugent busca sujetos modernos en tanto “desborde” de Matos, el “mito del progreso” de Degregori, o la
carezcan de pasado, como según él serían los migrantes chimbo- “plebe urbana” de Franco, hace parte de los materiales que nos
tanos de El zorro de arriba y el zorro de abajo. De esta manera, permiten seguir debatiendo y, ojalá, avanzar.
ellos podrían definirse mediante una comunicación sin coerción El tiempo dirá si estos materiales y lo que con ellos haga-
efectuada desde el presente. El pasado pareciera jugar solamente mos, desmienten o ratifican el juicio tan severo como fraterno que
un papel represivo, al modo de un trauma inconsciente. Sin em- Alberto Flores-Galindo hizo en su carta de despedida a la creati-
bargo, el mismo Nugent está de acuerdo con nosotros en que tener vidad de la intelectualidad peruana contemporánea, juicio del
un pasado no equivale a ser dominado por él. Por eso a mi entender cual no se excluyó. Creo que “el Perú hirviente de estos días” obli-
su tesis de la modernidad popular necesita dar una respuesta ex- ga más que nunca, pero también permite, lograr una creatividad
plícita a este problema, para evitar un combate estéril contra genuina, liberada de un estilo que pese a reiterados esfuerzos no
cualquier alusión al pasado y a la memoria. hemos sabido superar: leer nuestros problemas con la “últimas
La Achirana me sugiere que muchos de los contenidos posibles novedades” de las ciencias sociales de los países centrales, sin re-
de la utopía andina no son en modo alguno contradictorios con inventarlas primero. José Aricó lo reclamaba para el marxismo.
diversas formas de modernidad: los campesinos del valle de Ica, El debate continúa. Tito Flores, ¡Presente!
sin abandonar la leyenda ni dejar de resignificarla, se colocan ante
el futuro como espacio posible de ser construido a través de sus
actos. No serían ellos mismos si se despojaran de su memoria por

en otra reseña sobre el libro de Juan Ansión Desde el rincón de los muertos,
agrega algunas apreciaciones. Véase también los trabajos mencionados en la
nota n° 3, y finalmente “¡Ah! El viejo truco del candidato nisei”. Página libre,
15 de mayo de 1990. Por su parte Flores-Galindo alcanzó a referirse al segundo
comentario de Nugent en la 3ª edición de Buscando un inca, p. 115, y en “La
utopía andina: esperanza y proyecto”. En Tiempo de plagas. El caballo Rojo,
Lima, 1998; p. 251.
18. En un artículo precisamente dedicado a Flores-Galindo, César Delgado Díaz
del Olmo explicó los resultados de la “primera vuelta” electoral remitiéndose
a la captura de Atahualpa. “Buscando un padre, o la reconquista del Perú”.
Página libre, 20 de abril de 1990. Al criticar acertadamente esta manera de
pensar Nugent acota sin embargo, y sin hacer ninguna atingencia, que ello es
“una aplicación, consecuente, de los criterios de la utopía andina a los
resultados electorales” (“¡Ah! El viejo truco…”, op. cit). Si bien esto cae en el
campo de las especulaciones, no me imagino a Tito suscribiendo el argumento
de Delgado.

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