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RESUMEN - REDES DE INDIGNACIÓN Y ESPERANZA DE MANUEL

CASTELLS

OBERTURA

Manuel Castells (MC) comienza recordando cuando en plena dictadura franquista,


como estudiante universitario y miembro de una organización de resistencia
clandestina, realizaba acciones de propaganda contra el régimen y por la derrota
del capitalismo. Entraba a los cines y dejaba en los asientos panfletos con “el audaz
mensaje de la resistencia que les daría esperanzas para unirse a la lucha por la
democracia”. Esta acción, sugiere, era tan heroica como ineficaz: “el cambio social
y político siempre se ha llevado a cabo en todas partes y en todas las épocas a
partir de miles de acciones gratuitas y en ocasiones tan inútilmente heroicas que no
guardan proporción con su eficacia”. Sobre la validez de este tipo de acciones
establece un primer axioma: “El mensaje sólo es eficaz si el receptor está dispuesto
a recibirlo (en su caso la mayoría no lo estaba) y si se puede identificar al mensajero
y este genera confianza”.

MC cree que “El poder se basa en el control de la comunicación y la información,


ya sea el macropoder del Estado y de los grupos de comunicación o el micropoder
de todo tipo de organizaciones (…) Poder es algo más que comunicación y
comunicación es algo más que poder. Pero el poder depende del control de la
comunicación, al igual que el contrapoder depende de romper dicho control (…) El
poder de la comunicación está en el centro de la estructura y dinámica de la
sociedad”.

El tema del libro “Comunicación y poder” es “por qué, cómo y quién construye y
ejerce las relaciones de poder mediante la gestión de los procesos de comunicación

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y de qué forma los actores sociales que buscan el cambio social pueden modificar
estas relaciones influyendo en la mente colectiva”. La hipótesis central de trabajo
de MC es que la forma esencial de poder está en la capacidad de modelar la mente.
“La coacción por sí sola no puede afianzar la dominación. La capacidad para lograr
el consentimiento o al menos para instilar miedo y resignación respecto al orden
existente es fundamental para imponer las reglas que gobiernan las instituciones y
las organizaciones de la sociedad. Y en todas las sociedades esas reglas
representan las relaciones de poder incorporadas en las instituciones como
resultado de los procesos de lucha y compromiso entre actores sociales enfrentados
que se movilizan por sus intereses bajo la bandera de sus valores (…) La
comunicación es fundamental en esta lucha, ya que es mediante la comunicación
como la mente humana interactúa con su entorno social y natural. Este proceso de
comunicación opera de acuerdo con la estructura, la cultura, la organización y la
tecnología de determinada sociedad”.

La estructura social concreta a la cual se refiere el análisis de MC es “La sociedad


red”: Estructura que caracteriza a la sociedad de principios del siglo XXI construida
alrededor de, pero no determinada por, las redes digitales de comunicación. La
formación y ejercicio de relaciones de poder se transforma radicalmente en esta
estructura, “y se erige en el sistema de procesamiento de símbolos fundamental de
nuestra época. Por tanto, para analizar las relaciones de poder es necesario
comprender la especificidad de las formas y procesos de la comunicación
socializada, que en la sociedad red se refiere tanto a los medios de comunicación
multimodales como a las redes de comunicación horizontales interactivas creadas
en torno a internet y la comunicación inalámbrica”. Estas redes horizontales
permiten el fenómeno de “autocomunicación de masas”, en donde la autonomía de
los sujetos respecto de las empresas de comunicación de agranda debido a la
capacidad de emitir y recibir mensajes. Otro aspecto a entender es cómo estos
mensajes se procesan en las redes cerebrales. Es en los mecanismos de

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construcción de significado del cerebro donde, en última instancia, se identifican los
mecanismos de construcción del poder.

MC reconoce que su objetivo de análisis es ambicioso: “proponer un nuevo enfoque


para comprender el poder en la sociedad red y, como paso necesario para lograrlo,
especificar la estructura y la dinámica de comunicación en nuestro contexto
histórico”.

El sociólogo advierte que las teorías son sólo herramientas desechables para
producir conocimientos destinados a ser sustituidos bien porque resultan
irrelevantes, bien porque se incorporen a un marco analítico mejorado que alguien
de la comunidad científica elabora.

Los tres primeros capítulos del libro constituyen el marco teórico. El 4 explica porqué
la política actual es primordialmente mediática y el 5 la relación actual entre las
redes comunicativas y los movimientos sociales.

MC intenta demostrar que “cuanta más autonomía proporcionen las tecnologías de


la comunicación a los usuarios, más oportunidad habrá que los nuevos valores e
intereses entren en el campo de la comunicación socializada y lleguen a la mente
colectiva”. El auge de la autocomunicación de masas aumenta las oportunidades de
cambio social sin definir por ello el contenido y el objeto de dicho cambio social.

Después de presentado el análisis MC no quiere decirle a nadie lo que tiene que


hacer: “Eso ya lo he aprendido en mi largo viaje. Yo libro mis batallas, no pido a
otros que lo hagan, ni siquiera que me apoyen. Sin embargo digo lo que pienso con
mis palabras, digo lo que he aprendido en mi trabajo de investigador de ciencias
sociales (…) Y lo hago a mi manera, la única que conozco de desafiar a los poderes
existentes: desvelando su presencia en nuestras mentes”.

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ARRANQUE PROXIMO RESUMEN

"Ocurrió cuando nadie lo esperaba. En un mundo presa de la crisis económica, el


cinismo político, la vaciedad cultural y la desesperanza, simplemente ocurrió,
Conectadas a través de las redes sociales de Internet, las personas empezaron a
agruparse en esos espacios de autonomía y, desde la seguridad del ciberespacio,
pasaron a ocupar las calles y a elaborar proyectos ligados a sus verdaderas
preocupaciones, por encima de las ideologías y de los intereses dominantes,
reclamando su derecho a hacer historia. En todos los casos ignoraron a los partidos
políticos, desconfiaron de los medios de comunicación, no reconocieron ningún
liderazgo y rechazaron toda organización formal, debatiendo colectivamente y
tomando sus decisiones en asambleas locales y a través de Internet. Desde Túnez
e Islandia hasta la revolución egipcia y el movimiento Occupy Wall Street, pasando
por los indignados en España, Manuel Castells arroja luz sobre esos movimientos -
su formación, su dinámica, sus valores y sus perspectivas de transformación social
-, que han llegado a alcanzar a 82 países. Al hilo de su esclarecedor y apasionante
análisis, identifica las nuevas vías del cambio social que han surgido en este siglo y
plantea hipótesis sobre sus implicaciones prácticas. Un libro, en definitiva,
imprescindible para comprender - y cambiar - nuestro mundo".

RESUMEN:

Castells examina los movimientos sociales de Túnez contra la dictadura o


pseudodemocracia, de Islandia contra la deuda financiera, de España contra la
austeridad, de Egipto contra la dictadura y de Occupy Wall Street contra la
desigualdad del 99%-1%. Dice que su coordinación solo fue posible a través de las
redes sociales e Internet. Por ejemplo, en el caso de Túnez salieron a la calle
indignados jóvenes y titulados que estaban en el paro y descontentos.

De estos movimientos ya se ha hablado mucho en la prensa en su día, por lo que


he pasado directamente a la parte más analítica del libro.

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Especial interés tiene el último capítulo porque enumera las conclusiones del libro.

Lo primero que llama la atención es que Castells vincula la subida de precios de los
alimentos, como el pan, que alcanzó precios inasequibles en el mundo árabe. [nota
del lector: inmediatamente, me viene el eco de la Revolución Francesa ligada a la
subida del precio del pan]. Dice que en el 2010 la caldera de indignación social y
política llegó a su punto de ebullición. Cada revuelta inspiró a la siguiente
transmitiendo en red imágenes y mensajes a través de Internet. Dice que hay un
patrón común: la forma de los movimientos sociales en la era de Internet.

Ocurrió cuando nadie lo esperaba. En un mundo presa de la crisis económica, el


cinismo político, la vaciedad cultural y la desesperanza, simplemente ocurrió.
Conectadas a través de las redes sociales de Internet, las personas empezaron a
agruparse en esos espacios de autonomía y, desde la seguridad del ciberespacio,
pasaron a ocupar las calles y a elaborar proyectos ligados a sus verdaderas
preocupaciones, por encima de las ideologías y de los intereses dominantes,
reclamando su derecho a hacer historia. En todos los casos ignoraron a los partidos
políticos, desconfiaron de los medios de comunicación, no reconocieron ningún
liderazgo y rechazaron toda organización formal, debatiendo colectivamente y
tomando sus decisiones en asambleas locales y a través de Internet. Desde Túnez
e Islandia hasta la revolución egipcia y el movimiento Ocupar Wall Street, pasando
por los indignados en España,

Volver. Hay lugares a los que siempre volvemos, centradas que visitamos una vez
y que quedaron en nosotros para siempre. Desde que leí a Manuel Castells nunca
ha dejado de acompañarme, una ínfima parte de su pensamiento siempre me
escolta, alojado en alguna neurona despistada. Ego legere, legi est…queda lo leído.

Hace unos meses se reactivó este virus en estado latente y volví a buscar un libro
de Manuel Castells sobre la sociedad red y la era de la información. Recordé
entonces su texto de 2012 “Redes de indignación y esperanza”, que analiza el ciclo
revolucionario que se inició en 2009 con la primavera árabe y la rebelión islandesa

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y continuó extendiéndose por España con el 15-M y por Estados Unidos con el
movimiento Occupy Wall Street.

Estamos además ante un libro peculiar en la trayectoria del mundialmente famoso


sociólogo español, padre del concepto “sociedad red”. Se trata de un
texto corto, intenso, escrito velozmente y que tiene la voluntad de orientar el debate
en torno a los movimientos sociales contestatarios del siglo XXI y su particular
relación con internet. Castells participó además brevemente en la acampada de la
Plaza de Catalunya de Barcelona, ciudad a la que acude frecuentemente por su
relación con una institución querida tanto por él como por mí, la Universitat Oberta
de Catalunya. Con esta observación participante en el movimiento impugnador, el
propio autor mostró que cree efectivamente en una máxima que esgrime en el
texto: “vivir es más interesante que escribir”.

Nos encontramos ante un libro especial como decía, que aúna la crónica casi
periodística de los acontecimientos concretos de cada revolución con el análisis
más pausado y estructural. El mismo Castells afirma que “Redes de indignación y
esperanza” se debe comprender en un marco analítico más amplio, desarrollado en
su texto “Comunicación y poder”.

Trata el sociólogo de trabar una particular amalgama que reconcilie los


acontecimientos, la “histoire évenementiel”, y la “longue durée” (tomando prestados
los términos de F. Braudel), el cambio sistemático y profundo en lo social. El mapa
de preguntas se desplegaría a partir de las siguientes cuestiones: ¿Qué caracteriza
la vida social-comunicacional en el siglo XXI?, ¿Cómo afecta la conexión-red a los
significados mentales que se construyen en el diálogo entre ciudadanos, medios de
comunicación y poder?, y, en definitiva, ¿Cómo serán el cambio social y las
revoluciones políticas en la era de la red?.

a) Reseteando las instituciones

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Castells parte de una premisa: nuestras instituciones actuales son el reflejo de una
estructura social superada, propia de la edad pre-red. Las comunidades humanas
ya están cambiando, ya viven totalmente inmersas en esferas virtuales. La gente
entiende la economía, la democracia y la vida en definitiva de una manera diferente
hoy y la mudanza llegará más pronto o más tarde a los organismos de poder
establecido, ya sea por medio de su reforma o por medio de revoluciones que los
transformen radicalmente. En palabras del propio autor: “internet trasciende el
tiempo y el espacio y genera nuevos campos de experiencia humana”.

¿Cuál es la base real del poder, aquello que lo sustenta radicalmente? La


hegemonía se construye sobre todo gracias a los significados que los que
dominan inoculan en la mente de los ciudadanos. Sólo cuando esta imposición en
el nivel supraestructural (por decirlo a lo marxista), en el plano de las ideas,
falla, recurre la autoridad a la violencia. Entonces es el miedo lo que permite que la
supremacía de los que gobiernan continúe.

No obstante, aunque el poder alardee de su aparente fortaleza al recurrir al


terror, no está sino mostrando verdaderamente sus carencias. ¿Qué puede hacer
la gente llegado este punto?: unirse para vencer el miedo. Y es en este momento
cuando la red juega un papel crucial ya que conecta las mentes de forma sencilla,
rauda y potente en espacios de autonomía y seguridad relativamente alejados del
alcance del control del gobierno.

Internet es el punto de encuentro de los activistas, donde la coordinación se inicia.


Sin embargo, los indignados estructurados por la red necesitan hacer visibles sus
demandas y por eso ocupan espacios simbólicos físicos como las
plazas principales de las capitales. Así se vence el miedo y se pasa de la
indignación a la esperanza al compartir la revolución y convivir más tangiblemente
con los otros.

Las nuevas tecnologías permiten a los soliviantados retransmitir las ocupaciones y


a los no participantes seguirlas en directo. Esta auto-retransmisión de masas lleva

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a evitar un posible bloqueo de los medios de comunicación principales que, a pesar
de sus afinidades y vínculos con el poder establecido, deben rendirse a la evidencia
y cubrir las acampadas.

Como se puede observar, la era-red abre un mundo nuevo de posibilidades para el


cambio social. La estructura de la malla conforma el movimiento, la tecnología se
traduce y se encarna en la realidad humana. Por ejemplo, la forma propia de la red,
distribuida, sin jerarquía ni centro, da lugar a una revolución diferente, sin líderes.
La rapidez y el carácter difuso y veloz de internet también se traslada a unos
levantamientos prolijos, cambiantes, muy participativos e inclusivos, que escapan a
las clasificaciones al uso y prefieren no definirse ni articular un programa clásico de
reivindicaciones concretas.

b) Conclusión: ¿Cuál ha sido el legado de las revoluciones-red?, ¿Han servido para


algo?

Es hora de ir liquidando esta reseña con la que arrancamos la primavera en el marzo


hispánico. Castells desea valorar las contradicciones, los claros-obscuros de las
revoluciones-red. ¿Realmente estos espasmos han pasado del mero
“performance”, de la reivindicación ruidosa y epidérmica?, ¿Cómo va a cambiar las
cosas un movimiento sin cabezas visibles, sin demandas tangibles y que, aunque
reconoce el principio genérico de democracia representativa, se niega a entrar en
el juego institucional que, hoy por hoy, es el único cauce que nos
permitiría transformar la realidad esencialmente?

Además, afirma Manuel Castells, si el movimiento social se transforma en partido


político este hecho llevaría a que dejara de existir como tal. La respuesta del
pensador de Albacete a las preguntas justo arriba planteadas me parece interesante
y acertada. Veamos…

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Ciertamente estos movimientos sí han tenido éxito porque han conseguido cambiar
la mentalidad de la gente. El poder ha tenido que asumir discursos que ponen en el
centro del debate social temas antes negligidos como la desigualdad y la pobreza.

El amor entre el activismo social y el reformismo político es posible porque el cambio


cultural que aquel ha provocado deberá ser recogido de alguna forma por los
partidos, que concretarán en sus programas nuevas medidas que aplicarán al
obtener el poder. Termino con una cita de Castells que resume esta tesis central del
libro: “el legado de los movimientos sociales en red será una nueva forma de
democracia”. Nuestras inéditas maneras de conectar obligan a ir
manufacturando un nuevo contrato social.

En este instante político convulso, en el que la primavera anuncia numerosas citas


electorales en España, no perdáis la oportunidad de leer este “Redes de indignación
y esperanza” de Manuel Castells. En el escrito encontraréis mucho más que en esta
esquemática reseña (incluyendo un completo apéndice con la cronología de cada
revolución, gráficos y encuestas); la llave para comprender el presente e imaginar
el futuro la hallaréis entre las líneas de este libro.

Características comunes de los movimientos sociales del 2010

1) Están conectados en red de numerosas formas.

Son una red de redes sin centro identificable ni líder, es una estructura
descentralizada.

Comienzan en las redes y luego se convierten en movimiento al ocupar espacio


urbano en plazas públicas o manifestaciones continuadas. Este espacio híbrido lo
llama "espacio de autonomía" (supone un desafío al poder).

2) Los movimientos son globales y locales a la vez

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Son locales porque ocupan un espacio físico en su área, pero también porque están
conectados en todo el mundo, aprenden de la experiencia de los demás y crean sus
propias redes. Hay un debate global en Internet y a veces convocan
manifestaciones conjuntas.

3) Han generado el "tiempo atemporal", una forma transhistórica de tiempo: en las


acampadas viven el día a día, sin saber cuándo será el desalojo, y en sus debates
y proyectos hacen referencia a un horizonte de posibilidades ilimitado. Castells lo
compara con el tiempo fijo del obrero en la cadena de montaje.

4) Son espontáneos en su origen, desencadenados por lo general por una chispa


de indignación.

Tras la chispa, se crea una comunidad instantánea de prácticas insurgentes. Tienen


gran impacto las imágenes que llegan a la emoción de los indignados.

5) Los movimientos son virales.

Difunden imágenes movilizadoras, disparan las esperanzas de la posibilidad de


cambio.

6) La transición de la indignación a la esperanza se consigue mediante la


deliberación en el espacio de la autonomía.

Las decisiones se toman en asambleas y comisiones. Suelen ser movimientos sin


líderes, por la desconfianza que hay a delegar el poder. Hay un rechazo a los
representantes políticos al sentirse manipulados y traicionados. La forma implícita
es el autogobierno del movimiento por la gente del movimiento con el objetivo de
sentar las bases para una futura democracia real practicándola en el movimiento
[nota del lector: leyendo el libro de Castells da la impresión de que los activistas
indignados son "ultraliberales" que quieren la menor interferencia de los políticos, o
sea, del Estado].

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7) Unidad

Las redes horizontales multimodales, tanto en Internet como en el espacio urbano,


dan lugar a la unidad. La gente unida vence el miedo y descubre la esperanza. No
es una comunidad con valores comunes porque para eso hay que recorrer un largo
camino. Hay lemas como: "Juntos podemos" [nota del lector: ¿de qué me suena
eso?

8) La horizontalidad de las redes favorece la colaboración y la solidaridad.


socavando la necesidad de un liderazgo formal.

Genera confianza frente a la cultura política de la competencia y el cinismo.


Sostienen que el fin no justifica los medios sino que el medio representa en sí mismo
los objetivos de la transformación que se desea.

9) Son movimientos altamente autorreflexivos.

Se preguntan sobre sí mismos para no caer en la trampa de reproducir los


mecanismos del sistema que quieren cambiar, especialmente en cuanto a
delegación política de la autonomía y soberanía.

Hay deliberaciones asamblearias en los foros de Internet.

10) Son movimientos, en principio, no violentos

Llevan a cabo una desobediencia civil pacífica. Pero tienen necesariamente que
ocupar espacios públicos por lo que la policía suele desalojarlos (lo que proporciona
imágenes en Internet y simpatías con los manifestantes). Es una cuestión delicada
porque los manifestantes necesitan el apoyo del 99% de la gente si quieren cambiar
algo.

11) Los movimientos raramente son programáticos.

La excepción es cuando se centran en un único objetivo: acabar con la dictadura.

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Debido a su carácter asambleario, no pueden centrarse en una única tarea ni
canalizarse en una acción política demasiado pautada.

Los partidos políticos no pueden captarlos, pero sí aprovecharse del cambio de


mentalidad en la opinión pública,

12) Tienen el objetivo de cambiar los valores de la sociedad.

Pueden ser movimientos de opinión pública, con consecuencias electorales.


Pueden cambiar el Estado, pero no apoderarse de él (porque no crean partidos ni
apoyan gobiernos). [nota del lector: la excepción podría ser "Podemos" en España,
aunque no venga directamente de los indignados del 15-M pero sí tenga ahí su
caladero de votos.

13) Son muy políticos en un sentido fundamental.

Proponen y practican una democracia deliberativa directa basada en la democracia


en red. Su utopía de democracia en red basada en comunidades locales y virtuales
en interacción. [nota del lector: el problema de esta democracia de Internet es que
no es universal, dado que no todos tienen acceso gratis y permanente a Internet,
solo algunos ciudadanos con poder adquisitivo para costearse la tarifa y un móvil u
ordenador.

Castells termina diciendo que es una plataforma privilegiada para la construcción


de la autonomía social.

14) Los movimientos sociales en red comparten una cultura específica: la cultura de
la autonomía, la matriz cultural fundamental de las sociedades contemporáneas.

Conectan las demandas actuales con los proyectos del mañana. Quieren la
autonomía de las personas respecto de las instituciones.

Castells distingue entre individuación, individualismo y autonomía.

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- Individuación: el proyecto del individuo puede estar dirigido a la acción colectiva e
ideales compartidos como la conservación del medio ambiente o la creación de la
comunidad.

- Individualismo: hace del bienestar del individuo el objetivo último de su proyecto


individuado.

-Autonomía: capacidad de un actor social para convertirse en sujeto definiendo su


acción alrededor de proyectos construidos al margen de las instituciones de la
sociedad, de acuerdo con los valores e intereses del actor social.

La transición de la individuación a la autonomía se opera mediante la conexión en


red, que permite a los actores individuales construir su autonomía con personas de
ideas parecidas en las redes que elijan.

Castells dice: "Sostengo que Internet proporciona la plataforma de comunicación


organizativa para traducir la cultura de la libertad en la práctica de la autonomía.
Eso es así porque la tecnología de Internet representa la cultura de la libertad".

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