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NÚMERO 41.

ENERO 2017
ISSN: 2254-3805
DERECHO CIVIL

NORMALIZACIÓN DE LA CLÁUSULA REBUS SIC


STANTIBUS. ESTUDIO JURISPRUDENCIAL

STANDARDIZATION OF THE CLAUSE REBUS SIC STANTIBUS.


JURISPRUDENTIAL DOCTRINE

María Isabel Revilla Giménez


Doctora en Derecho

RESUMEN
El artículo analiza la repercusión que las circunstancias extraordinarias o lo
imprevisible produce en los contratos, analizando la evolución de la cláusula
rebus sic stantibus a lo largo de la jurisprudencia del Tribunal Supremo,
desde principios de siglo XX hasta las últimas resoluciones judiciales, po-
niendo de manifiesto la evolución de los requisitos de la teoría rebus sic stan-
tibus y, por último, su normalización y consolidación en nuestro Derecho.
Palabras clave: Contrato, circunstancias extraordinarias, cláusula rebus
sic stantibus, normalización, consolidación.

ABSTRACT
This paper discusses the impact that produced the unforeseen circumstances in
contracts. Analyzing the evolution of clause rebus sic stantibus throughout the
jurisprudence of the Supreme Court, since the early twentieth century to the lat-
est court rulings, highlighting the evolution of requirements of the theory of re-
bus sic stantibus and, finally, its standardization and consolidation in our law.
Keywords: Contract, unforeseen circumstances, clause rebus sic stantibus,
standardization, consolidation.

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DERECHO CIVIL

María Isabel Revilla Giménez

SUMARIO
1. INTRODUCCIÓN.
2. ORIGEN Y ANTECEDENTES DE LA CLÁUSULA REBUS SIC STANTI-
BUS.
3. TRATAMIENTO DE LA CLÁUSULA REBUS SIC STANTIBUS POR LA JU-
RISPRUDENCIA DEL SIGLO XX.
4. HACIA LA NORMALIZACIÓN DE LA CLÁUSULA REBUS SIC STANTIBUS
(JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DESDE EL AÑO 2000
HASTA EL 2010).
5. LA NORMALIZACIÓN DE LA CLÁUSULA REBUS SIC STANTIBUS.
5.1. «Lo imprevisible» en la cláusula rebus sic stantibus.
5.2. La excesiva onerosidad.
5.3. Efectos de la cláusula rebus sic stantibus a través del principio de la
buena fe.
5.4. Normalización de la cláusula rebus sic stantibus.
5.5. Consolidación en la jurisprudencia de la doctrina rebus sic stantibus.
6. APÉNDICE DE JURISPRUDENCIA.
7. BIBLIOGRAFÍA.

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1. INTRODUCCIÓN
El estudio de la cláusula rebus sic stantibus es de especial trascendencia en la
actualidad, cuando la crisis económica tan larga y profunda, calificada por el
Tribunal Supremo de grave recesión económica, que se ha prolongado en el
tiempo y sin perspectivas mínimamente ciertas de superación en un futuro pró-
ximo, incide en el ámbito contractual; provocando numerosos conflictos ante los
tribunales a través de los que se ha pretendido adecuar las relaciones contrac-
tuales a la nueva situación económica.
Ante esta situación surge la necesidad de hacer un estudio detallado que per-
mita poner de manifiesto el desarrollo que en la jurisprudencia ha tenido la doc-
trina rebus sic stantibus desde el siglo XX hasta la época actual.
Un estudio en el que se analice cómo enfrenta el Tribunal Supremo los conflictos
que surgen en las relaciones contractuales que habían nacido antes de la guerra
civil o de la primera guerra mundial y que extienden sus efectos más allá. Que
provocan desequilibrios en las prestaciones entre las partes ligadas por un
vínculo contractual. A los que, en principio, el Tribunal Supremo responde con
crudeza, en aras a mantener por encima de todo la lealtad a la palabra dada.
Manteniéndose lejos de las tendencias europeas en la que se empieza a acoger
excepciones al cumplimiento de los contratos en los casos de excesiva onero-
sidad (hardship), y a los que en contadas ocasiones responde con criterios de
equidad. Al mismo tiempo que permita poner de manifiesto cómo se han ido
elaborando las características esenciales de la doctrina rebus sic stantibus en
nuestra jurisprudencia, sobre todo desde principios de este siglo, hasta llegar a
conseguir la normalización de la doctrina rebus sic stantibus, que concreta el
Tribunal Supremo en la sentencia de 30 de junio de 2014 y consolida mediante
su aplicación en sentencias posteriores que se analizan en este trabajo.

2. ORIGEN Y ANTECEDENTES
DE LA CLÁUSULA REBUS SIC STANTIBUS
La cláusula rebus sic stantibus et aliquo de novo emergentibus (literalmente,
mientras que las cosas sigan como eran y no surja algo nuevo) está ligada
desde su origen a una conceptualización excepcional de modificación de las

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circunstancias en las que se celebró el contrato. CICERÓN1 proveyó ciertas ex-


cepciones al pacta sunt servanda en el tratado Officiis, en el que alegó «el dar
la palabra, el cumplir lo prometido, el entregar los préstamos una vez cambiada
la utilidad se convierte en cosas no onestas», hacía referencia al supuesto en
el que el deudor no estaba obligado a restituir la espada al acreedor que, en el
ínterin, ha perdido la razón. Que luego fue recogido en el Decretum de Graciano
(1140-42): «Hic ideo non habet duplex cor, quia ille, cui commendatus est gla-
dius, cum promittebat, se redditurum poscenti, non cogitabat furentem posse
repetere».
En el mismo sentido, SÉNECA2, en el siglo I d.C., en su obra De Beneficiis,
señala que es una locura mantenerse obligado a lo que se comprometiera con
error —demens est, qui fides praestat errores…—; para continuar diciendo que
todo lo que cambia me da la libertad de consultar de nuevo y me desliga de la
palabra dada.
Con la misma conceptualización de excepción a la regla pacta sunt servanda se
mantienen en la formación del ius commune, concretamente en los comentarios
efectuados por BARTOLO DE SASSOFERRATO3 (1313-1357) en las Glosas y
Decretales, al tratar de buscar un sentido práctico al Derecho de Justiniano hu-
yendo de la conceptualización idílica del Derecho romano 4.
De esta manera, fue abriéndose camino la aplicación de la cláusula rebus sic
stantibus, pero con una conceptualización amplia, uniéndose a la idea de justi-
cia, propia del Derecho Canónico5, llegando a mantener que el deber de cumplir

1
Marco Tulio CICERÓN, De Officiis, 3.XXV-95: «Si gladium quis te sana deposuerit, repetat insaniens, red-
dere peccatum sit, officium non reddere». Consultado en http:// www. thelatinlibrary.com.
2
Lucio Anneo SÉNECA, en su obra De Beneficiis, IV, 34 y 35, siglo I d.C.; afirma que: «tan pronto como
quebrante mi palabra entonces seré tachado de inconstante, siempre que quedando todas las cosas de la
misma manera que cuando di mi palabra, no la mantenga. Por el contrario todo lo que cambia, me da la
libertad de consultar de nuevo y me desliga de la palabra dada…»; y añade: «Todas las cosas deben quedar
igual como estaban al dar la palabra para que cumplas la palabra prometida; si por ejemplo, yo te prometo
mi asistencia legal y después resulta que la acción que tú quieres intentar es dirigida contra mi padre; si yo
prometo acompañar a alguien en un viaje y posteriormente llega la noticia que los ladrones hacen inseguro
el camino».
3
Encontrado en http://monajuridica.blogspot.com.es/2008/09/clase-de-historia-290908.html.
4
Franciscus GRACIANUS, Decretum Gratiani, 1140 a 1142, donde analizó que «lo que no tiene un doble
cariz no se debe llamar mentira, verbigracia: como si se confía a uno un puñal y promete devolverlo al pedirlo
el que se lo entregó, si enfurecido el dueño exige su puñal está claro que no se lo han de devolver, no sea
que se mate él o asesine a otro, hasta que haya recobrado la serenidad. Éste, por tanto, no es el mentiroso,
porque aquél a quien confió el puñal cuando prometía que se lo entregaría si lo pedía, no creía que se lo
podía pedir enfurecido. Se ve claramente que no es culpable». Ver TERRAZA MARTORELL (1951), ZIM-
MERMANN, Reinhard, The law of Obligations. Roman Foundations of the Civilian Tradition, Juta & Co.,
South Africa/Beck, München (Reprint: 1992), pp. 579 a 589, y GORDLEY, James, «Imposibility and Changed
and Unforeseen Circumstances», 52 American Journal of Comparative Law, 2004, pp. 513 a 530.
5
SANTO TOMÁS DE AQUINO, en la Summa Theologica, analizó que el Apóstol no mintió cuando prometió
ir a Corinto en la II Carta a los Corintios, porque habían cambiado las circunstancias.

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lo prometido subsiste mientras el estado de las cosas no haya cambiado. Con


esta idea se recopiló en los comentarios al Digesto6 y se aplicó a las recopila-
ciones de los concilios. Comenzó a darse un uso general y a sobreentenderla
cuando no se hubiera pactado expresamente, se decía, «clausula rebus sic
stantibus semper intelligitur in contractibus».
Su generalización provocó críticas, sobre todo para poner de manifiesto que la
existencia de esta cláusula producía un deterioro en las relaciones obligaciona-
les, ensalzando la regla pacta sunt servanda7. Sin embargo, la doctrina domi-
nante, civilistas y canonistas, defendió que todo acto de última voluntad, dispo-
sición, privilegio, cualquier contrato, aunque sea bajo juramento, se ha de en-
tender siempre bajo la condición tácita o con la implícita clausula rebus sic stan-
tibus et aliquo de novo non emergentibus8.
En la edad moderna la cláusula fue extendiéndose a lo largo de Europa, siendo
admitida por los iusnaturalistas. Fundamentalmente, el jurista holandés Hugo
GROCIO defendió su utilización para interpretar el contrato cuando cambiaban
las circunstancias. A lo que abocó las constantes guerras y piraterías propias
de su época.
Posteriormente, durante el siglo XIX, en Europa, cayó en desuso, centrándose
de nuevo en la necesidad de cumplir los contratos y en la regla pacta sunt ser-
vanda. Así, PUFENDOR9 la calificó como cláusula odiosa, porque permitía el
incumplimiento de la promesa dada. Esto trajo como consecuencia que no fuese
regulada ni en el Código de Napoleón ni, posteriormente, en nuestro Código
Civil de 1889.
En Europa, después de la primera guerra mundial, se recupera en la doctrina
alemana tras los trabajos de Paul OERTMANN 10 sobre la base del negocio, y
tras la segunda guerra mundial en la obra de Karl LARENZ11 Base del negocio
jurídico y cumplimiento de los contratos.
En España, como se ha puesto de manifiesto, no se recogió en el Código Civil
de 1889 ni en las posteriores modificaciones. No obstante, sí que fue objeto de

6
La cláusula es aceptada definitivamente en la doctrina gracias a Baldo degli UBALDI, el primer canonista
que señala un texto del Digesto que contempla la afectación de la promesa producto de las alteraciones de
hecho y admite la resolución de un contrato bilateral por incumplimiento de la contraprestación.
7
Entre las críticas se puede destacar la de ALCIATO (1482-1550), quien la analizó intentando precisarla.
8
DE CASTRO Y BRAVO, Federico, El negocio jurídico, Instituto Nacional de Estudios Jurídicos, Madrid,
1967, p. 313 y ss.
9
Citado por DE CASTRO Y BRAVO, Federico; obra citada, p. 313 y ss.
10
OERTMANN, Paul, Die geschäftsgrundlage. Ein neuer Rechtsbgriff, Leipzig und Erlangen.
11
LARENZ, Karl, Geschäftsgrundlage und Vertragserfüllung, 3. Auflage, Beck, Berlin-München (traducción
al derecho español de Carlos Fernández Rodríguez, edición a cargo de José Luis MONTERO PÉREZ, Base
del Negocio jurídico y cumplimiento de los contratos, Comares, Granada, 2003).

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estudio por la doctrina. Federico de CASTRO Y BRAVO12 (1903-1983) revisó la


doctrina de la cláusula rebus sic stantibus y la recondujo a los artículos 1261 y
1274 del Código Civil. Es decir, la relacionó con la causa del contrato, diciendo:
«el remedio de la cláusula se reduce a tener… en cuenta la causa durante el
funcionamiento de la relación negocial. Lo que estará permitido sólo cuando un
cambio imprevisto de circunstancias haga que el mantenimiento de la relación
negocial resulte en contradicción con el propósito negocial», es decir lo que se
analizará en el último apartado para justificar la permanencia de la causa a lo
largo de la relación contractual.
Posteriormente, Manuel ALBALADEJO13 puso de manifiesto la necesidad de
acoger legislativamente la regla de revisibilidad de los contratos por alteración
de las circunstancias, después de analizar diversas teorías en torno a la cláu-
sula rebus.
A pesar de la falta de legislación, la jurisprudencia sí que tuvo que pronunciarse
sobre la cláusula en numerosas sentencias debido a las dificultades que tanto
la primera guerra mundial como la guerra civil española habían producido en
nuestra situación económica, adoptando una postura restrictiva al considerar
que la tesis jurídica que consideraba implícita la cláusula rebus sic stantibus en
los contratos no estaba admitida en las normas generales y, como el Tribunal
alegaba, bien perfiladas de nuestro Derecho. Y aun así, seguía exponiendo el
Tribunal Supremo que, «aun cuando pudieran tenerla en principio por admirable
y eficaz veía como un requisito imprescindible la necesidad de que demostrara
la parte que la alegaba que las nuevas circunstancias eran imprevisibles en el
momento de elaborar el contrato».

3. TRATAMIENTO DE LA CLÁUSULA REBUS SIC STANTIBUS


POR LA JURISPRUDENCIA DEL SIGLO XX
Precisamente este carácter de «lo imprevisible» de la cláusula rebus no fue
apreciado en la mayoría de las sentencias dictadas por nuestro Tribunal Su-
premo durante la primera parte del siglo pasado, que consideró que las circuns-
tancias alegadas por las partes se podrían haber previsto en los contratos.

12
DE CASTRO Y BRAVO, F., obra citada, p. 378 y ss.
13
ALBALADEJO, Manuel, Derecho Civil, II, Derecho de Obligaciones, Bosch, Barcelona, 2002, pp. 485 y
486.

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Así, la sentencia de 14 de diciembre de 194014 (RJ 1940/1135) resuelve el con-


flicto surgido entre la empresa Altos Hornos de Vizcaya, que actuó como de-
mandante, y los propietarios de una mina como demandados, que celebraron
un contrato en 1914, antes de la guerra civil, por el que los demandados se
comprometían a poner a disposición de la actora la totalidad de la producción
de una mina y a adquirir gran parte del mineral. El conflicto surgió cuando los
demandados fueron requeridos al cumplimiento del contrato tras la guerra civil
española, cuando el precio del material, que se habían comprometido a adquirir,
se había elevado en exceso, circunstancia que utilizaron como excepción en la
contestación a la demanda y que no fue apreciada por el Tribunal Supremo, que
resolvió declarando que no solo no se trataba de una cláusula que no estaba
admitida en el derecho español, ni «siquiera pueda registrarse en el Código
mismo y en la legislación del nuevo Estado», sino que sostuvo que se trataba
de una circunstancia transitoria y, por tanto, no imprevisible. En este sentido
recogen sus fundamentos de derecho: que aun en el caso de «que cupiera te-
nerla en principio por admisible y eficaz carecería de base suficiente en el curso
actual en el que la alteración de precios, debido a circunstancias más o menos
transitorias no ha llegado a dimensiones tan excepcionales que pueda conside-
rarse desaparecida la base del negocio, no cae dentro de lo totalmente impre-
visible».
De forma más evidente la STS de 17 de mayo de 1941 (RJ 635/1941), en la que
de nuevo no aprecia las variaciones económicas surgidas, tras la primera guerra
mundial, que afectaron en este caso a la compañía de ferrocarril de Langreo,
que se había comprometido con la compañía metalúrgica Duro Felguera en
construir un ramal de ferrocarril hasta el carguero de mineral y a explotarlo, pero
con una reducción en el coste del transporte. A pesar de ello, la compañía se
vio obligada a mantener la bonificación pactada. En los fundamentos de derecho
de la resolución valora la elevación de las tarifas ferroviarias como un devenir
propio de un contrato y no como derivada de la circunstancia extraordinaria de
la primera guerra mundial. De nuevo vuelve a recoger el Tribunal Supremo que
se trata «de una teoría jurídica que no está admitida en el presente como norma
general y bien perfilada en el Derecho español, pero aunque cupiera tenerla por
admisible y eficaz la elevación de las tarifas ferroviarias después del contrato…
es un hecho que no cae dentro de lo imprevisible».
En ambas sentencias el Tribunal Supremo no aprecia la variación del marco
negocial en el que surge la circunstancia que altera el contenido del contrato, e

14
Sobre la STS de 14 de diciembre de 1940, junto con las SSTS de 17 de mayo de 1941 y 17 de mayo de
1957, van a constituirse parte de los fundamentos en que el Tribunal Supremo fundamente la sentencia de
17 de diciembre de 2000 (RJ 1059/2000) para negar efectos extintivos o resolutorios a la cláusula rebus sic
stantibus.

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intenta solucionar las controversias atendiendo al contenido del negocio, man-


teniéndose fiel al principio pacta sunt servanda15, desde el que se advirtió del
peligro de la aplicación de la doctrina rebus. Esta línea restrictiva se mantuvo
en casi todas sus sentencias, como las de 5 de junio de 1945, 21 de octubre de
1948 (RJ 245/1948)16 o 23 de noviembre de 1962 (RJ 5350/1962)17, entre otras.
Quizás la solución más drástica fue la recogida en la STS de 6 de julio de 1959
(RJ 2382/1989), en la que se estudió la resolución de un contrato de arrenda-
miento con opción de compra celebrado en 1921 sobre el Hotel Continental Pa-
lace, obligado el Tribunal Supremo a mantener el precio de la opción en cinco
millones de pesetas, a pesar de la devaluación de la moneda a los 30 años, que
fue cuando se ejercitó la opción, en 1951.
Sin embargo, sí que se aprecia un cambio hacia la cláusula, más en la normativa
que en la postura del Tribunal Supremo, en la STS de 13 de abril de 1944
(2646/1994), que estudió el contrato celebrado entre la empresa Carbonell y la
Compañía Pallarés Hermanos, S.A., de fecha 1936, unos meses antes del co-
mienzo de la guerra civil, por el que la empresa demandada se había obligado
a entregar una determinada cantidad de aceite de oliva a la actora Compañía
Pallarés Hermanos, S.A., que había cumplido su parte del trato y abonó el im-
porte a la firma del contrato. En este supuesto el Tribunal se plantea si está ante
un supuesto de imposibilidad sobrevenida o si el aceite debe ser considerado
como cosa genérica y, por tanto, se aplica la regla genus nunquam perit. La
solución fue considerar el aceite como cosa genérica y obligar a la empresa
Carbonell a cumplir el contrato.
Pero la novedad en la normativa se pone de manifiesto cuando el Tribunal apre-
cia razones de equidad al haber variado las circunstancias y reduce la cantidad
de aceite, basando su decisión en las normas en las que se establecía la posi-
bilidad de una distribución equitativa del quebranto de todos los intereses, como
dice el Tribunal: «según atestiguan leyes como las de 9 de septiembre de 1939,
21 de junio, 17 de octubre y 5 de noviembre de 1940, mereciendo destacar que
en esta última su artículo 7.º, al enfrentarse con el cumplimiento de ciertas obli-
gaciones pactadas antes del 18 de julio de 1936…, en principio se respeten los
precios del contrato, pero autoriza también a modificarlos equitativamente, res-
tableciendo una más justa reciprocidad, en el caso de que las circunstancias

15
VÁZQUEZ-PASTOR JIMÉNEZ, Lucía, «El “vaivén” de la moderna jurisprudencia sobre la cláusula rebus
sic stantibus», Revista de Derecho Civil, vol. II, núm. 4 (octubre-diciembre, 2015), Estudios, p. 66, refiere
que «la alteración sobrevenida de las circunstancias contractuales conduce a la pugna entre el principio
básico de nuestro ordenamiento de la obligatoriedad de los contratos o de la fidelidad a lo pactado».
16
Todas estas sentencias han sido objeto de análisis minucioso por DÍEZ-PICAZO Y PONCE DE LEÓN,
Luis, «La cláusula rebus sic stantibus», Cuadernos de Derecho Judicial, Madrid, 1966, pp. 669 a 676.
17
La STS 23 de noviembre de 1962, junto con las SSTS de 10 de febrero de 1997, 15 de noviembre de
2000, 22 de abril de 2004, 18 de junio de 2004 y 1 de marzo de 2007, hace referencia a la aplicación con
carácter más estricto a las obligaciones de tracto único, como la compraventa.

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posteriores al contrato y derivadas de la guerra hubieren determinado una grave


desproporción en las recíprocas prestaciones».
A pesar del avance de la legislación, la jurisprudencia sigue su línea restrictiva,
considerando que la cláusula rebus sic stantibus no está legalmente reconocida
y, por tanto, mantiene la obligación de las partes de cumplir los términos tal y
como se habían pactado, como se pone de manifiesto en las sentencias de 5
de junio de 1945, 21 de octubre de 1958 y 17 de mayo de 1957. En esta última
se precia un cambio ya que, aunque declara que la cláusula no está legalmente
prevista, que es peligrosa y que debe administrarse solo de modo cauteloso,
reconoce que, en cuanto que se fundamenta sobre principios de equidad, puede
ser aplicada por los tribunales. Sobre esta base, enumera los requisitos sobre
los que se asienta la teoría rebus sic stantibus:
- Alteración extraordinaria de las circunstancias durante la ejecución del
contrato respecto de las que existían en el momento de su celebración.
- Una desproporción exorbitante, fuera de todo cálculo, entre las presta-
ciones de las partes contratantes, que produce un desequilibrio.
- Que estas alteraciones se fundamenten como consecuencia de cir-
cunstancias imprevisibles.
Por tanto, fija tres de las características que luego van a ser mantenidas por el
Tribunal Supremo en la sentencia de 30 de junio de 2014 en la elaboración de
la cláusula, a saber: lo imprevisible, la onerosidad y que la alteración se pro-
duzca durante la ejecución del contrato. Además, lo hace sobre la base de un
contrato de tracto sucesivo; como señalan los requisitos, es necesario que se
produzca durante su ejecución.
Evidentemente, si no había sido calificado de extraordinario por los Tribunales
el cambio de circunstancias provocado por la guerra civil española y la guerra
mundial, con mayores motivos se mantuvo la tendencia restrictiva durante la
segunda mitad del siglo XX. Así, no se apreció en las sentencias de 31 de octu-
bre de 1963 —en la que se ventilaba un contrato de arrendamiento de cantera
entre un Ayuntamiento y una empresa, celebrado en 1946— ni en las sentencias
de 27 de julio de 198418, 19 de junio de 1985 (RJ 706/1985), 17 de mayo de

18
En esta sentencia, junto con las sentencias de 27 de enero de 1981, 13 de marzo y 6 de octubre de 1987,
10 de diciembre de 1990, 6 de noviembre de 1992, 4 de febrero y 15 de marzo de 1994, 4 de febrero de
1995, 29 de enero, 29 de mayo y 19 de junio de 1996, 10 de febrero y 23 de junio de 1997, pasan a formar
parte de los fundamentos de derecho de la STS de 15 de noviembre de 2000 (RJ 8311/2000), para sostener
los requisitos de la cláusula rebus sic stantibus en los siguientes: «A) Que dicha cláusula rebus sic stantibus
no está legalmente reconocida. B) Que no obstante, dada su elaboración doctrinal y principios de equidad a
que puede servir, existe la posibilidad de que sea elaborada y admitida por los Tribunales. C) Pero que se
trata de una cláusula peligrosa y debe admitirse con mucha cautela. D) Que su admisión precisa: a) Una
alteración extraordinaria de las circunstancias en el momento de cumplir el contrato en relación con las
concurrentes al tiempo de su celebración. b) Una desproporción exorbitante, fuera de todo cálculo, entre las

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1986, 13 de marzo de 1987 (RJ 1798/1987), 6 de octubre de 1987, 23 de marzo


de 1988 (RJ 2095/1988), 16 de octubre de 1989 (RJ 5425/1989), 21 de febrero
de 1990 (RJ 707/1990), 26 de octubre de 1990 (RJ 8049/1990), 12 de noviem-
bre de 1990 (RJ 6192/1991) (RJ 8701/1990), 12 de noviembre de 1991, 5 de
abril de 1991 (RJ 2691/1991), 23 de abril de 1991, 8 de julio de 1991 (RJ
5376/1991), ni, por último, en la sentencia de 23 de diciembre de 1991 (RJ
9481/1991)19.
Sin embargo, en las sentencias dictadas por el Tribunal Supremo en la segunda
mitad del siglo XX se van repitiendo los requisitos de la cláusula rebus sic stan-
tibus. Así, en la sentencia de 20 de abril de 1994 recoge en sus fundamentos
de derecho:
«Por otra parte, dice la sentencia de 20 de abril de 1994 que “siendo
la causa la finalidad común perseguida por los contratos, cuando la
misma no se mantiene durante el tiempo de la relación contractual
en virtud de acontecimientos imprevisibles para las partes en el mo-
mento de su perfección, no puede sostenerse jurídicamente el en-
tramado de derechos y obligaciones que forman su contenido so
pena de autorizar enriquecimientos a todas luces injustificados. No
es que haya que moderar equitativamente el contrato, dejándolo
subsistente en virtud de la doctrina de la cláusula ‘rebus sic stanti-
bus’, porque carece de sentido que si la prestación de una de las
partes se ha hecho imposible, la otra tenga que cumplir la suya aún
de forma más reducida. Tal doctrina sólo es aplicable en caso de
desequilibrio entre las prestaciones, no en caso de ausencia de una
de ellas”».
En esta resolución se pone de manifiesto la necesidad de que la prestación no
haya devenido imposible, porque si no carecería de causa, convirtiéndose en
una obligación nula. A pesar de ello el argumento más utilizado para negar la
eficacia a la cláusula rebus sic stantibus sigue siendo la consideración de las
circunstancias que alteran el equilibrio de la relación contractual como previsi-
bles. Que, posteriormente, va a dar lugar a la relación entre las circunstancias
imprevisibles y la asunción de riesgos en el contrato.

prestaciones de las partes contratantes que aniquile el equilibrio de las prestaciones, y c) Que todo acon-
tezca por la sobreveniencia de circunstancias radicalmente imprevisibles». Y, así seguir un criterio restrictivo
en su aplicación.
19
Sentencias que ha sido objeto de estudio por SÁNCHEZ GONZÁLEZ, M.ª Paz, Alteraciones económicas
y... la clausula rebus sic stantibus, Tecnos, 1990.

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En este sentido, se puede poner como ejemplo la STS de 23 de junio de 199720


(RJ 567/1997), que en su fundamento de derecho segundo recoge: «Alegan las
recurrentes (submotivo segundo), inaplicación de la cláusula “Rebus sic stanti-
bus”, sosteniendo que se han generado los supuestos necesarios para su apli-
cabilidad, si se tiene en cuenta que se han producido alteraciones extraordina-
rias sobrevenidas e imprevisibles al momento del cumplimiento del contrato,
causantes de una desproporción exorbitante de las prestaciones, careciendo de
otro medio de subsanar el desequilibrio patrimonial ocasionado. Las circunstan-
cias alegadas las tuvo en cuenta la Sala sentenciadora y las fija para referirse,
sin negar expresamente la difícil situación económica que afectó a AIPSA, a las
infructuosas gestiones para obtener subvenciones estatales y oficiales, lo que
no supone acontecimiento imprevisible, pues, aparte de no hacerse referencia
alguna en el contrato, se trata de un riesgo susceptible de prever mediante las
gestiones y estudios adecuados y que, en todo caso, asumió una parte y no
puede repercutir en la otra».
Este carácter restrictivo en el que se conceptualiza la doctrina rebus sic stanti-
bus se enumera de forma taxativa en la STS de 10 de febrero de 1997 (RJ
65/1997), en la que, tras considerar que descansa en fundamentos de equidad
(«La doctrina ha examinado la dificultad extraordinaria sobrevenida en el cum-
plimiento de la obligación al igual que lo ha hecho la jurisprudencia, al tratar de
la posibilidad de construir dentro de nuestro derecho vigente, la cláusula “rebus
sic stantibus” como medio de establecer equitativamente el equilibrio de las
prestaciones; con cita de las sentencias de 14 de diciembre de 1940, 17 de
mayo de 1941 y 5 de junio de 1945, la de 17 de mayo de 1957») recoge las
siguientes conclusiones para su aplicación:
«A) Que la cláusula “rebus sic stantibus” no está legalmente reconocida;
B) Que, sin embargo, dada su elaboración doctrinal y los principios de equi-
dad a que puede servir, existe una posibilidad de que sea elaborada y admi-
tida por los Tribunales;
C) Que es una cláusula peligrosa y, en su caso, debe admitirse cautelosa-
mente;
D) Que su admisión requiere como premisas fundamentales:
a) una alteración extraordinaria de las circunstancias en el momento
de cumplir el contrato en relación con las concurrentes al tiempo de
su celebración;

20
En esta sentencia se va a fundamentar la Sentencia que dicta el Tribunal Supremo el 18 de junio de 2004
(RJ 4262/2004), al considerar que la cláusula rebus sic stantibus no se puede aplicar a los contratos de
tracto único.

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b) una desproporción exorbitante, fuera de todo cálculo, entre las pres-


taciones de las partes contratantes que verdaderamente derrumben
el contrato por aniquilación del equilibrio de las prestaciones, y
c) que todo ello acontezca por la sobreveniencia de circunstancias ra-
dicalmente imprevisibles, y
E) En cuanto a sus efectos, hasta el presente, le ha negado efectos resciso-
rios, resolutorios o extintivos del contrato otorgándole solamente los modifi-
cativos del mismo, encaminados a compensar el desequilibrio de las presta-
ciones».
El carácter excepcional que tiene la aplicación de la cláusula rebus sic stantibus
se pone en evidencia también en el derecho procesal. Así, en la STS de 4 de
octubre de 1996 (RJ 5306/1996) se desestima un recurso de casación al consi-
derar que la alegación de la cláusula rebus sic stantibus es una cuestión de
hecho y no de derecho. De esta manera sus fundamentos de derecho contie-
nen:
«El último motivo acusa, por el mismo cauce procesal, infracción de
la doctrina jurisprudencial en torno a la cláusula “rebus sic stanti-
bus”, derivada del art. 1258 del CC. Ya el Ministerio Fiscal, en el
trámite y momento procedente, se oponía a la admisión “que denun-
cia la supuesta infracción del la art. 1258 del CC, porque dada la
generalidad del precepto cuya infracción denuncia, no puede fun-
darse en ella el recurso de casación, según doctrina de esta Sala,
pues en el fondo se trataría de examinar una cuestión de hecho y
no de derecho, por lo que carecería de fundamento el motivo, de-
biendo por ello no ser admitido”. Y es que en el motivo se pretende,
ciertamente, junto al análisis de cuestiones jurídicas, un nuevo exa-
men de la base fáctica, con intención de imponer la propia valora-
ción sobre la realizada por la Audiencia, de manera que se infringen
no solo la doctrina expuesta en los motivos anteriores, sino también
la de que en un solo motivo no pueden mezclarse cuestiones de
hecho y de derecho; y aunque puede dudarse que concurra el re-
quisito de la “sobreveniencia de circunstancias radicalmente impre-
visibles”, lo que está claro es que, como afirma la Sala de instancia,
la labor de electrificación (la simple colocación de 3 o 4 transforma-
dores carece en sí de sentido) exige la presentación de un plan par-
cial de urbanización, no compatible con la naturaleza rústica de re-
gadío de la parcela transmitida, lo que era abarcado por ambas par-
tes contratantes y quizá por ello la cláusula añadida contenía una
condición dependiente de tercero, que no se ha cumplido, lo que,
unido a la “falta de prueba de daños y perjuicios”, conduciría a la
modificación del fallo, pero en perjuicio del propio recurrente, con

172 REVISTA JURÍDICA DE CASTILLA Y LEÓN. N.º 41. ENERO 2017. ISSN 2254-3805
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Normalización de la cláusula rebus sic stantibus. Estudio jurisprudencial

supresión de las 350.000 ptas. que se le concedieron por la Audien-


cia para restablecer el equilibrio de las prestaciones, aspecto ve-
dado por el principio prohibitorio de la “reformatio in peius”.

Conforme a lo expuesto, es evidente que es reiterada la jurisprudencia, durante


la segunda mitad del siglo XX, en la que se sostiene la aplicación restrictiva de
la cláusula, en el sentido expuesto en los fundamentos de derecho de la STS
de 15 de marzo de 1994 (RJ 1754/1994):
«No obstante, entrando en el examen del motivo ha de tenerse en
cuenta la reiterada doctrina de esta Sala sobre la llamada cláusula
“rebus sic stantibus” recogida, con abundante cita jurisprudencial,
en la sentencia de 6 de noviembre de 1992 según la cual “tanto por
la aplicación de la implícita cláusula rebus sic stantibus, como por la
teoría de la quiebra o desaparición de la base del negocio o la de la
equivalencia de las prestaciones, cabe la posibilidad de que, aun-
que en casos excepcionales y con gran cautela, por la alteración
que ello puede suponer del principio “pacta sunt servanda” y del de
seguridad jurídica, pueda el órgano jurisdiccional, atendidas las cir-
cunstancias particulares de cada caso concreto, llevar a efecto una
modificación (no la extinción o resolución) del vínculo obligacional,
por defecto o alteración de la base negocial y haber sido roto el
equilibrio de las prestaciones, siempre que concurran los requisitos
siguientes: a) alteración completamente extraordinaria de las cir-
cunstancias en el momento de cumplir el contrato en relación con
las concurrentes al tiempo de su celebración; b) una desproporción
inusitada o exorbitante entre las prestaciones de las partes contra-
tantes, que rompan el equilibrio de las prestaciones; c) que todo ello
acontezca por la sobreveniencia de circunstancias radicalmente im-
previsibles. En el caso contemplado, aparte de que como recoge la
jurisprudencia no es posible llegar a la extinción o resolución del
contrato como pretenden los recurrentes por aplicación de esa doc-
trina, no se dan los presupuestos exigidos por la doctrina jurispru-
dencial…».
Como pone de manifiesto la lectura de los fundamentos de derecho, el tribunal
vuelve a calificar como previsibles las circunstancias excepcionales alegadas
por la parte, sirviendo de resumen a la tendencia que sigue la jurisprudencia en
este periodo de tiempo21.

21
MARTÍNEZ VELENCOSO, Luz M., «Hacia una aplicación normalizada de la cláusula “Rebus Sic Stanti-
bus” en la Jurisprudencia de la Sala 1.ª del Tribunal Supremo. Comentario a la STS 30 de junio 2014 (RJ
2014, 3526) », Revista Aranzadi de Derecho Patrimonial núm. 35, 2014, pp. 289 a 314. Allí, en el mismo

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4. HACIA LA NORMALIZACIÓN DE LA CLÁUSULA


REBUS SIC STANTIBUS (JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL
SUPREMO DESDE EL AÑO 2000 HASTA EL 2010)
En este periodo la jurisprudencia se inicia manteniendo la aplicación restrictiva
de la cláusula rebus sic stantibus, todavía considerada como una excepción pe-
ligrosa del principio pacta sunt servanda, como pone de manifiesto una de las
primeras sentencias que dicta el Tribunal Supremo en esta materia, la STS de
15 de noviembre de 2000 (RJ 8311/2000), que en sus fundamentos de derecho
recoge el criterio que había mantenido durante la época anterior, negando la
aplicación de la cláusula en un contrato de compraventa de terrenos que no se
recalificaron posteriormente. En ella consta:
«La jurisprudencia de esta Sala —ad exemplum, sentencias de 27
de enero de 1981, 27 de junio de 1984, 13 de marzo y 6 de octubre
de 1987, 10 de diciembre de 1990, 6 de noviembre de 1992, 4 de
febrero y 15 de marzo de 1994, 4 de febrero de 1995, 29 de
enero, 29 de mayo y 19 de junio de 1996, 10 de febrero y 23 de ju-
nio de 1997— señala como conclusiones: A) Que dicha cláusula
“rebus sic stantibus” no está legalmente reconocida. B) Que no obs-
tante, dada su elaboración doctrinal y principios de equidad a que
puede servir, existe posibilidad de que sea elaborada y admitida por
los Tribunales. C) Pero que se trata de una cláusula peligrosa y
debe admitirse con mucha cautela. D) Que su admisión precisa: a)
Una alteración extraordinaria de las circunstancias en el momento
de cumplir el contrato en relación con las concurrentes al tiempo de
su celebración. b) Una desproporción exorbitante, fuera de todo
cálculo entre las prestaciones de las partes contratantes que aniqui-
len el equilibrio de las prestaciones y c) Que todo acontezca por la
sobreveniencia de circunstancias radicalmente imprevisibles».
El mismo carácter restrictivo pero, esta vez, negándole efectos de resolución o
extinción del contrato —entendiendo que en caso de estimarse solo puede llevar
aparejada la modificación del contrato—, al mismo tiempo, que reconoce que la
teoría rebus debe recaer sobre acontecimientos imprevistos que ocurran tras la
celebración del contrato, en el mismo sentido que el concepto de “hardship”
acogido en los Principios sobre Contratos Comerciales Internacionales (Roma-
1995), la STS de 17 de noviembre de 2000 (RJ 1059/2000) resuelve el conflicto
surgido en la ejecución de un contrato de suministro de carbón térmico entre
ENDESA y Valdelecina Minera, S.A., celebrado el 28 de junio de 1983, pero con

sentido al expuesto, mantiene: «Tal y como estaba formulada la cláusula “rebus” en la jurisprudencia de la
Sala 1.ª del Tribunal Supremo era prácticamente imposible su aplicación…».

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efectos desde el día 1 de enero de 1986, por el que la Empresa Nacional de


Electricidad, S.A. (ENDESA) está obligada a indemnizar a la actora en el im-
porte de cuantos daños y perjuicios le haya ocasionado como consecuencia de
la resolución del contrato y del incumplimiento de sus obligaciones y en la cuan-
tía que se determinará en fase de ejecución de sentencia, estableciéndose
como base para fijar la indemnización el importe del beneficio que Valdelecina
Minera, S.A. hubiera obtenido de haberse suministrado 32.000 toneladas de
carbón durante los años 1986 a 1997, y la parte proporcional de dicha cantidad
desde el día 1 de enero de 1998 al 28 de junio de igual año. Tanto en la primera
como en la segunda instancia se condenó a ENDESA a pagar la cantidad resul-
tante. ENDESA recurrió alegando la doctrina rebus sic stantibus, que no fue
aplicada por el Tribunal Supremo, considerando que no se trataba de una cir-
cunstancia extraordinaria, como recogen sus fundamentos de derecho:
«Para que proceda la referida cláusula en los contratos duraderos,
según la jurisprudencia reiterada de esta Sala, desde las decisivas
sentencias de 14 de diciembre de 1940, 17 de mayo de 1941 y 17
de mayo de 1957, se parte de que, no obstante apoyarse en princi-
pios de equidad, su aplicación por los Tribunales ha de hacerse cau-
telosamente y con moderación y así sólo procede cuando se cum-
plen los requisitos que exige la doctrina jurisprudencial, atendiendo
a las circunstancias particulares de cada caso (S. de 6-11-1992), y
vienen a consistir en que se produzca alteración extraordinaria de
las circunstancias en el momento de cumplir el contrato en relación
a las previstas al tiempo de su celebración (Ss. de 17-11-1993, 14-
12-1993, 4-2-1995 y 29-1-1996), tratándose por tanto de circunstan-
cias imprevisibles por completo (Ss. de 23-4-1991, 6-11-1992 y 4-2-
1994), y que vienen a actuar aportando una desproporción inusitada
y exorbitante, fuera de todo cálculo, que aniquila el necesario equi-
librio de las prestaciones (Sentencias de 15-3-1994 y 29-5-1996),
otorgándose a la referida cláusula efectos modificativos del con-
trato, encaminados a compensar el desequilibrio obligacional ins-
taurado —lo que supone plantear demanda o, en su caso, su peti-
ción por vía reconvencional—, pero no autoriza la extinción o reso-
lución de la relación por la alteración sobrevenida de la base nego-
cial (Ss. de 6-11-1992, 15-3-1994 y 19-6-1996), lo que cabría con-
siderar teóricamente si se diera desaparición total de dicha base,
determinante de imposibilidad plena en el cumplimiento de las pres-
taciones (…) La doctrina jurisprudencial se acomoda, en cierto sen-
tido, al concepto de “hardship”, acogido en los Principios sobre Con-
tratos Comerciales Internacionales (Roma-1995), al declarar que
concurre cuando sucesos posteriores, no razonablemente previs-
tos, imponen una excesiva onerosidad».

REVISTA JURÍDICA DE CASTILLA Y LEÓN. N.º 41. ENERO 2017. ISSN 2254-3805 175
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La misma tendencia continúa en las sentencias del Tribunal Supremo de 28 de


diciembre de 2001 (RJ 1234/2001), 27 de mayo de 2002 (RJ 518/2002) y 21 de
marzo de 2003 (RJ 1967/2003). Esta última resuelve la controversia surgida
entre la empresa COPLAIN, S.A. y la Compañía Española de Petróleo (CEPSA),
por el que la primera reclama una cantidad derivada del contrato de ejecución
de obras celebrado en 1992 entre ambas compañías. El Tribunal no estimó la
pretensión al considerar que no se trataba de una circunstancia extraordinaria.
Con los mismos fundamentos resolvió la controversia surgida en un contrato de
agencia en la sentencia 12 de noviembre de 2004 (7324/2004) y en la sentencia
de 18 de junio de 2004 (RJ 4262/2003).
De nuevo incide el Tribunal Supremo en el reconocimiento de que la teoría re-
bus sic stantibus se aplica en contratos de tracto sucesivo y con un carácter
más estricto en los contratos de tracto único en sentencias como la de 23 de
junio de 1997, y así consta en los fundamentos de derecho de la sentencia de
22 de abril de 2004 (RJ 2638/2004). En esta sentencia el Tribunal Supremo
resuelve el recurso interpuesto por Marco Antonio contra la entidad «Habitat
Montseny, S.L.», en el que se solicitaba que la demandada iniciara las obras de
edificación de una vivienda sobre las que debería de adjudicarle un piso y su
garaje por importe de 6.500.000 pesetas, conforme a la escritura de compra-
venta de 15 de marzo de 1991. Frente a los fundamentos de derecho de la
actora la sociedad demandada alego la cláusula rebus sic stantibus, en base al
transcurso del tiempo desde la firma del contrato hasta su cumplimiento, solici-
tando que lo consideraran como un contrato de tracto sucesivo y no de tracto
único. El Tribunal Supremo no aplicó la teoría rebus sic stantibus, manteniendo,
además de que se trataba de una circunstancia previsible para un constructor,
que el contrato de compraventa es de tracto único, y que en estos contratos la
aplicación de la cláusula es más estricta, como recogen sus fundamentos de
derecho:
«En contra de lo afirmado por la sentencia recurrida, esta Sala en-
tiende que el contrato de compraventa es un contrato de tracto
único, no obstante la forma aplazada del precio; los contratos de
tracto sucesivo dan lugar a obligaciones cuyo cumplimiento supone
realizar prestaciones reiteradas durante cierto tiempo, lo que no
ocurre en la compraventa aunque se pacte un aplazamiento del
pago… como dice la sentencia de 15 de noviembre de 2000, “en
esta clase de contratos la cláusula ‘rebus sic stantibus’ es aún de
aplicación más excepcional que en los de tracto sucesivo, como se-
ñala la sentencia de esta Sala de 10 de febrero de 1997”… Dado el
carácter de contrato de tracto único del contrato de compraventa y
la mayor excepcionalidad en la aplicación de la cláusula “rebus sic
stantibus” en esta clase de contratos que impone la jurisprudencia
—sentencias de 10 de febrero de 1997 y 15 de noviembre de

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Normalización de la cláusula rebus sic stantibus. Estudio jurisprudencial

2000—, esta Sala disiente de la aplicación al caso de la cláusula


“ rebus sic stantibus” que hacen las sentencias de primera y se-
gunda instancia».
Evidentemente, en los contratos bilaterales, que son siempre onerosos, ya que
cada parte se obliga en consideración a la contraprestación que recibe y espera
recibir, los contratantes se proponen obtener una ventaja o provecho que a ve-
ces no logran, ya que en el transcurso del tiempo la prestación debida puede
resultar menos beneficiosa o más onerosa. Porque en los contratos conmutati-
vos las partes asumen al celebrarlos un riesgo que es consustancial en el tráfico
jurídico, es decir, siempre existe en ellos cierta aleatoriedad. Pero esa onerosi-
dad no es la extraordinaria, desproporcionada y fuera de lo normal que origina
la ruptura de la exacción de las prestaciones, como sucede con la transmisión
sin contraprestación; una cosa es que la prestación de una de las partes quede
sin la contraprestación equivalente y otra, bien distinta, que disminuya notoria-
mente su contenido económico, al alterarse el elemento objetivo de la base del
negocio; según el cual las partes tienen en cuenta en el momento de la conclu-
sión del negocio la igualdad de las prestaciones y la permanencia aproximada
del precio convenido, circunstancias de hecho, económicas y jurídicas, que jus-
tifican la voluntad de concluirlo, como medio de lograr un resultado favorable.
La alteración que se requiere como premisa de la excepción al principio pacta
sunt servanda, que implica la cláusula rebus sic stantibus, es la de la base ne-
gocial, con la cual las partes no contaron, ni pudieron contar; es decir, ha de
tratarse de algo imprevisto e imprevisible que, como tal, ni siquiera cabía como
posibilidad. Por ello esta circunstancia imprevisible sobrevenida en la ejecución
del contrato se pone de manifiesto en los contratos de tracto sucesivo, y con
mayores dificultades en los contratos de tracto único22.
La jurisprudencia no ha descartado la posibilidad de aplicar la cláusula rebus
sic stantibus a contratos de tracto único, como una compraventa de precio
aplazado o una opción de compra 23. Ahora bien, esta jurisprudencia coincide
en señalar que la aplicación de la cláusula rebus sic stantibus a contratos de
tracto único es más estricta que en los contratos de tracto sucesivo, por lo que
su aplicación ha de tener un carácter aún más restrictivo, que será el punto

22
Los requisitos en los que se fundamenta el Tribunal Supremo para sostener que la cláusula rebus sic
stantibus se aplique a contratos bilaterales los podemos encontrar también en las sentencias del Tribunal
Supremo de 26-6-2008, 25-1-2007, 17-11-2000 y 15-3-1972, entre otras muchas. Respecto a la admisión
de dicha cláusula nos dice que «requiere como premisas fundamentales las de que entre las circunstancias
existentes en el momento del cumplimiento del contrato y los concurrentes al celebrarlo se haya producido
una alteración extraordinaria, una desproporción fuera de todo cálculo entre las pretensiones de las partes
contratantes, que verdaderamente derrumban el contrato, por aniquilamiento del equilibrio de las prestacio-
nes, y que todo ello se verifique por la sobreveniencia de circunstancias radicalmente imprevisibles».
23
Véase DÍEZ-PICAZO, Luis, Fundamentos de derecho civil Patrimonial II, Las relaciones obligatorias, Civi-
tas, Madrid, 1996, p. 1069, que admite la aplicación a las relaciones jurídicas obligatorias de ejecución ins-
tantánea cuando su cumplimiento ha sido diferido para un momento futuro.

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de partida que se va a tener en cuenta, como, por ejemplo, en la sentencia de


la Sala Primera del Tribunal Supremo de 20 de febrero de 2011 (RJ
1490/2011).
Ello sin perjuicio de que en ese momento se encuentren resoluciones que
sostengan que solo se aplica a contratos de tracto sucesivo o que dependan
de un hecho futuro, como la sentencia del Tribunal Supremo de 17 de junio de
2005 (RJ 3956/2005):
«La doctrina de la cláusula “rebus sic stantibus” (mientras las co-
sas estén así) se aplica a las relaciones obligatorias, cuando se
trata de contratos de tracto sucesivo (“qui habent tractu sucesi-
vus”) o que dependen de un hecho futuro (“vel dependentia de fu-
turo”), pero no es de aplicación a situaciones como la que se plan-
tea por la parte aquí recurrente AKIDO CORPORATION S.A. A
esta entidad le corresponde, con arreglo al título constitutivo y es-
tatutos de la comunidad, una cuota de participación del 57,92%,
que delimita su contribución a los gastos comunes conforme a los
arts. 9.5 y 20 LPH, y si, por circunstancias ajenas a los demás
comuneros, no edificó (bien ella, o bien su antecesora en la titula-
ridad), ni ahora se le permite edificar, es obvio que no puede invo-
car una alteración respecto de ninguna relación negocial, y menos
todavía pretender una implícita modificación de aquel título cons-
titutivo sin la audiencia de los comuneros, los cuales resultarían
afectados por dicha alteración, y sin que obste el contrato cele-
brado entre la recurrente y la comunidad demandante el 10 de
enero de 1989 sobre rebaja de gastos a pagar, porque tal previsión
contractual corresponde exclusivamente al supuesto que contem-
pla, sin afectar al sistema comunitario de organización de intere-
ses».
La doctrina sostenida por el Tribunal Supremo, todavía, parte del hecho de
que no existe en el Código Civil una referencia expresa a dicha cláusula (salvo
los artículos 1593 —niega los efectos de los cambios sobrevenidos, como son
la imposibilidad de aumentar el precio en los encargos por ajuste alzado en la
construcción de un edificio u otra obra— y el artículo 1575 —la imposibilidad
de rebaja de renta ante la esterilidad de la tierra arrendada, aunque se incluye
la posibilidad de reducción de renta en ciertos casos de pérdida de frutos—,
que se desarrollan en el apartado siguiente), manteniendo un carácter restric-
tivo en su aplicación, como lo demuestran las sentencias expuestas. No la
aplican las SSTS de 5 de abril de 2006 (RJ 1872/2006), 9 de octubre de 2006
(RJ 5858/2006), 25 de enero de 2007 (RJ 168/2007), 26 de septiembre de

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2007 (RJ 5994/2007) y 16 de marzo de 2009 (RJ 1128/2009), que en sus fun-
damentos de derecho vuelven a reconocer la aplicación de la doctrina rebus
sic stantibus en los contratos de tracto sucesivo, al decir:
«Por otra parte, tampoco puede imputarse a la sentencia impugnada
una indebida aplicación de la cláusula “rebus sic stantibus”, como
se sostiene en el motivo, pues su consideración ha quedado expre-
samente excluida por la Audiencia según refleja en el fundamento
de derecho segundo, párrafo último, de la sentencia impugnada.
Efectivamente la declaración como ajustada a derecho de la resolu-
ción contractual operada por Europea de Asfaltos S.A. no se ha ba-
sado en la aplicación de dicha cláusula implícita (contractus qui ha-
bent tractus sucessivus vel dependentia de futuro rebus sic stanti-
bus intelliguntur) pues la misma puede tener efectividad en los ca-
sos de contratos de tracto sucesivo y larga duración cuando se pro-
duce una alteración en la onerosidad de las prestaciones por causas
ajenas a las propias partes contratantes y no en aquellos supuestos,
como el presente, en que la alteración de circunstancias determina
una mayor onerosidad para una de ellas precisamente por la actua-
ción incumplidora de la contraria».
Lo cierto es que, si bien el art. 1091 del CC establece que «las obligaciones que
nacen de los contratos tienen fuerza de ley entre las partes contratantes y deben
cumplirse al tenor de los mismos», puede ocurrir que con posterioridad las cir-
cunstancias sobre las que se ha concluido un negocio jurídico hayan cambiado
de una manera esencial e imprevisible, como se pone de manifiesto en las sen-
tencias analizadas. De tal forma que el fin propuesto por las partes se hace
excesivamente oneroso o se produce un desequilibrio entre las prestaciones de
las partes, o se frustra el fin del negocio precisamente por dicho cambio.
Estas son las situaciones, analizadas en la jurisprudencia, que obligan al Tribu-
nal Supremo y a la doctrina a ir elaborando las bases sobre las que se va a
asentar la teoría rebus sic stantibus, admitiéndola con mucha cautela, aten-
diendo al caso concreto y no de forma generalizada. Sobre la base de estos
requisitos comienza a ser estimada por el Tribunal Supremo con los siguientes
requisitos:
- Una alteración extraordinaria de las circunstancias en el momento de
cumplir con el contrato en relación con las concurrentes al tiempo de su
celebración.
- Una desproporción exorbitante, fuera de todo cálculo, entre las presta-
ciones de las partes contratantes, que aniquile el equilibrio de las pres-
taciones.

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- Que todo acontezca por la sobreveniencia de circunstancias radical-


mente imprevisibles.
- Que se carezca de otro medio para salvar y remediar el perjuicio.
En este sentido la STS de 20 de noviembre de 2005 (RJ 1904/2005), en cuyos
fundamentos de derecho dice:
«La doctrina y la jurisprudencia han aceptado la posibilidad de revi-
sión de un contrato con aplicación del principio general de la cláu-
sula rebus sic stantibus que exige los requisitos de alteración de las
circunstancias entre el momento de la perfección del contrato y el
de consumación, desproporción exorbitante entre las prestaciones
de las partes, lo que ha de haber producido por un riesgo imprevisi-
ble…».
La Sentencia de 21 de mayo de 2009 (RJ 3068/2009), que a pesar de que no
aplica la cláusula rebus sic stantibus reconoce sin perjuicio de ello los requisi-
tos de la cláusula, es interesante porque el cambio de circunstancias se pro-
duce no por un acontecimiento extraordinario sino por un cambio de norma-
tiva. Se trata de una sentencia relativa a un convenio entre corredores de co-
mercio de una misma plaza para repartir igualitariamente los ingresos por las
operaciones que constituían la mayor parte de su actividad. En el trascurso de
sus relaciones se produjo una reducción de la plantilla de corredores de co-
mercio de Granada de nueve a siete por Orden Ministerial de 5 de marzo de
1996 que alteró totalmente la proporción de cinco a cuatro entre los dos grupos
de corredores establecidos en el convenio litigioso, de suerte que al permitir
este un reparto de cinco a dos se respetaría su literalidad pero no su sentido
y finalidad24. Sin embargo, el Tribunal Supremo, a pesar de que en la senten-

24
Los fundamentos de derecho en los que se apoyó para el dictado de la resolución de no aplicación de la
cláusula rebus sic stantibus son: «SEXTO.—Finalmente el quinto motivo del recurso, último de los admitidos
y único pendiente aún de examinar, se funda en infracción de la doctrina de esta Sala sobre la aplicación de
la cláusula rebus sic stantibus porque, en opinión del recurrente, la reducción de la plantilla de corredores
de comercio de Granada de nueve a siete por Orden Ministerial de 5 de marzo de 1996 habría alterado
totalmente la proporción de cinco a cuatro entre los dos grupos de corredores establecidos en el convenio
litigioso, de suerte que al permitir éste un reparto de cinco a dos se respetaría su literalidad pero no su
sentido y finalidad. Se añade que el convenio no se denunció al producirse la referida reducción de plantilla
“porque se pensó que la situación era provisional y que el equilibrio se restauraría en el momento en que se
cubriera la vacante en la asociación en la que se había producido”, pues si el nuevo corredor se incorporaba
al grupo de los demandados el reparto de cuatro a tres mantendría el equilibrio original, pero que éste se
rompió con la integración del nuevo corredor en el otro grupo.
Así planteado, este motivo tampoco puede ser estimado porque no se dan las condiciones exigidas por la
jurisprudencia de esta Sala para la siempre excepcional aplicación de la llamada cláusula rebus sic stantibus,
a saber, alteración extraordinaria de las circunstancias originales, desproporción exorbitante y fuera de todo
cálculo entre las prestaciones de las partes e imprevisibilidad de la alteración sobrevenida (SSTS 1-3-07,
21-2-90 y 17-5-86), pues aparte de no ser en absoluto extraordinaria, anómala ni imprevisible la mencionada
reducción de plantilla, la doctrina sobre la cláusula rebus sic stantibus se funda en el art. 1258 CC y de ello

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DERECHO CIVIL

Normalización de la cláusula rebus sic stantibus. Estudio jurisprudencial

cia acepta como circunstancia extraordinaria el cambio de normativa, no es-


timó la cláusula rebus por motivos distintos, sin perjuicio de que, posterior-
mente, el Tribunal Supremo sí que admitió que el cambio de circunstancias
podría estar fundamentado en un cambio de normativa.
De nuevo vuelve a reconocer de forma expresa los requisitos ya señalados para
la aplicación de la doctrina rebus sic stantibus la sentencia del Tribunal Supremo
de 20 de noviembre de 2009 (RJ. 7112/2009), relativa a un contrato por el que
se intercambian viviendas y locales comerciales a cambio de unos terrenos, que
quedarían determinadas a lo largo de la ejecución del contrato, con arreglo a
criterios de buena fe y racionalidad. La importancia de esta sentencia radica en
el hecho de que se reconoce la cláusula rebus sic stantibus con carácter subsi-
diario cuando no pueda ser aplicado otro remedio, como recogen sus funda-
mentos de derecho:
«La doctrina y la jurisprudencia han aceptado la posibilidad de revi-
sión de un contrato con aplicación del principio general de la cláu-
sula rebus sic stantibus que exige los requisitos de alteración de las
circunstancias entre el momento de la perfección del contrato y el
de consumación, desproporción exorbitante entre las prestaciones
de las partes, lo que ha de haberse producido por un riesgo impre-
visible y, por último, la subsidiaridad por no caber otro remedio.
Lo cual puede dar lugar no a la extinción del contrato sino a su mo-
dificación y revisión. Así lo ha mantenido reiterada jurisprudencia,
desde las sentencias de 14 de diciembre de 1940, 17 de mayo de
1941, 17 de mayo de 1957 recogidas, entre otras muchas posterio-
res, por la de 17 de noviembre de 2000 y la de 1 de marzo de 2007.
Contemplado el presente caso, es claro que no puede aplicarse,
pues no se ha pedido siquiera una modificación del contrato sino
una declaración de inexistencia o nulidad, ni se da una alteración
tan grave, como la que contempló la sentencia de 24 de febrero de
1993, tanto más cuanto el contrato preveía un pago en viviendas y
locales en forma de porcentaje, que es el mismo tanto para más
edificabilidad (que prevé expresamente la cláusula cuarta) como
para menos. Por ello, se desestima el motivo».

se deriva que no resulte aplicable a favor de quien, como el recurrente, se desvinculó del convenio liti-
gioso por razones de puro interés económico personal apuntadas por el tribunal sentenciador al señalar
su falta de interés en que el nuevo corredor se incorporase a su grupo para que los beneficios de éste se
incrementaran aún más, como de hecho sucedió según demuestra el propio resultado de la liquidación.
Si a todo ello se une que la reducción de plantilla ahora calificada de alteración sobrevenida e imprevisible
se produjo en el año 1996 y el hoy recurrente no opuso reparo alguno al convenio litigioso hasta el año 1999,
la incompatibilidad de su planteamiento con la sujeción a las consecuencias de la buena fe que impone el
art. 1258 CC es más que manifiesta».

REVISTA JURÍDICA DE CASTILLA Y LEÓN. N.º 41. ENERO 2017. ISSN 2254-3805 181
DERECHO CIVIL

María Isabel Revilla Giménez

La importancia de la sentencia del Tribunal Supremo de 1 de junio de 2010 (RJ


3066/2010)25, cuyo ponente fue el Magistrado José Antonio Seijas Quintana, es
que distingue la cláusula rebus sic stantibus de los supuestos de falta de causa
y de imposibilidad absoluta de la prestación, marcando una línea muy clara en-
tre estas figuras y remarcando que la cláusula rebus sic stantibus no puede ser
aplicada en los supuestos de imposibilidad de cumplimiento de la prestación.
Distinción que será recogida en la sentencia del Tribunal Supremo de 30 de
junio de 2014, en la que quedan fijados los términos para la normalización de la
cláusula.
Se trataba de una demanda de juicio ordinario contra una entidad mercantil en
reclamación de rentas impagadas y de la indemnización correspondiente por
los daños y perjuicios producidos en el local arrendado durante el tiempo en que
fue ocupado por ella. De sus fundamentos de derecho se concluye que cuando
se produce una imposibilidad de cumplimiento de la prestación hay que distin-
guir si tal imposibilidad existe en el momento de la perfección contractual (mo-
mento de formación del contrato), en cuyo caso el efecto jurídico que procede
es el de la nulidad contractual de conformidad con el art. 1272 en relación con
el art. 1261.2, ambos del Código Civil, o si se trata de una imposibilidad sobre-
venida —con posterioridad a la perfección y antes de constituirse el deudor en
mora—, en cuyo caso da lugar a la liberación de la prestación (resolución con-
tractual); igualmente es ejercitable la facultad de resolución cuando existe un
hecho obstativo que de modo absoluto, definitivo e irreformable impide el cum-
plimiento y cuando la prestación pactada no responde a la finalidad para cuya
consecución se concertó el contrato, frustrándose esta, de forma que es extra-
vagante el recurso a la cláusula rebus sic stantibus si hay una frustración total
del fin del contrato. En el fundamento de derecho tercero recoge:
«El influjo de circunstancias sobrevenidas en la vida del contrato no
ha dejado de ser considerado por la jurisprudencia de esta Sala,
aparte de su aceptación de la doctrina de la cláusula “rebus sic stan-
tibus”. Ha señalado que cuando se produce una imposibilidad de
cumplimiento de la prestación hay que distinguir si tal imposibilidad
existe en el momento de la perfección contractual (momento de for-
mación del contrato) en cuyo caso el efecto jurídico que procede es
el de la nulidad contractual de conformidad con el art. 1.272 en re-
lación con el art. 1.261.2, ambos del Código Civil, o si se trata de
una imposibilidad sobrevenida —con posterioridad a la perfección y
antes de constituirse el deudor en mora— en cuyo caso (art. 1.184
CC) se da lugar a la liberación de la prestación (resolución contrac-
tual) (SSTS 10 de abril 1956; 30 de abril 2002; 21 de abril 2006). Ha

25
También analizada por MARTÍNEZ VELENCOSO, Luz M., «Riesgo negocial v. cláusula “Rebus Sic Stan-
tibus”. Comentarios a las STS de 1 de junio de 2010 y 21 de julio de 2010», InDret 1/2011 (www.indret.com).

182 REVISTA JURÍDICA DE CASTILLA Y LEÓN. N.º 41. ENERO 2017. ISSN 2254-3805
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Normalización de la cláusula rebus sic stantibus. Estudio jurisprudencial

considerado también ejercitable la facultad de resolución cuando


existe un hecho obstativo que de modo absoluto, definitivo e irrefor-
mable impide el cumplimiento (S. 22 octubre 1985 y las que cita), y
cuando la prestación pactada no responde a la finalidad para cuya
consecución se concertó el contrato, frustrándose la misma (SSTS
3 noviembre y 9 diciembre 1983, y 27 octubre 1986 y las que cita).
Por eso es extravagante el recurso a la cláusula “rebus sic stanti-
bus”, si hay una frustración total del fin del contrato (STS 20 de abril
de 1994). Y es evidente que aunque no sean conceptualmente equi-
parables estos supuestos con el que sustenta el motivo formulado,
ello no significa que deba ser desestimado, cuando el vínculo con-
tractual quedó sin efecto privándose al arrendatario de alcanzar el
logro económico perseguido con el mismo, en razón a la actuación
previa de quien pretende ser indemnizado por la ocupación de un
local que en ningún momento fue apto para el fin convenido, como
resulta de la jurisprudencia citada en el motivo».
Avanzado en el tiempo, el Tribunal Supremo dicta la Sentencia 21 de febrero de
2012 (RJ 1312/2012), en la que de nuevo vuelve a recoger los requisitos de la
cláusula rebus sic stantibus que el Tribunal ya había señalado a lo largo de la
jurisprudencia, a saber: «… su aplicación exige que: 1) la alteración de las cir-
cunstancias del momento del cumplimiento del contrato en relación con el mo-
mento de su perfección sea completamente extraordinaria; 2) se dé una des-
proporción exorbitante entre las prestaciones de las partes, que rompa el equi-
librio de las mismas; 3) se produzca por circunstancias totalmente imprevisi-
bles». En el mismo sentido que la mayoría de las resoluciones no aprecia los
requisitos de la cláusula en el caso concreto, al considerar que la circunstancia
que produjo la alteración en la relación contractual no es imprevisible; en pala-
bras del mismo tribunal: «Las circunstancias que se exponen no constituyen
base para la aplicación de la cláusula rebus sic stantibus».
A lo largo de las sentencias analizadas se van consolidando los tres requisitos
enumerados continuamente por el Tribunal Supremo para la aplicación de la
teoría rebus sic stantibus y, junto a ellos, hay resoluciones que destacan su
carácter subsidiario para el caso de que no quepa otro recurso, como consta en
los fundamentos de derecho de la Sentencia de 27 de abril de 2012 (RJ
2868/2012), que dice: «Aplicación de la cláusula “rebus sic stantibus”: exige los
requisitos de alteración de las circunstancias entre el momento de la perfección
del contrato y el de consumación, desproporción exorbitante entre las presta-
ciones de las partes, que ha de haberse producido por un riesgo imprevisible y
la subsidiaridad por no caber otro remedio». En este supuesto se trataba de un
contrato de arrendamiento de larga duración en el que las partes habían esta-
blecido cláusulas de actualización de la renta, a las que hay que sumar las es-
tablecidas en la Ley de Arrendamientos Urbanos de 1994, que como señala el

REVISTA JURÍDICA DE CASTILLA Y LEÓN. N.º 41. ENERO 2017. ISSN 2254-3805 183
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María Isabel Revilla Giménez

Tribunal integran las establecidas por las partes. Sin embargo, este carácter
subsidiario de la cláusula rebus sic stantibus no se va a recoger por el Tribunal
Supremo en la Sentencia 30 de junio de 2014 al elaborar la doctrina.
Es a finales del año 2012, en Sentencia de 8 de noviembre (RJ 9188/2012),
cuando se aprecia un cambio en la jurisprudencia del Tribunal Supremo, a pro-
pósito de la resolución de un contrato de compraventa de bienes inmuebles. En
ella declara que la referencia a la crisis económica no se puede descartar para
la aplicación de la cláusula rebus sic stantibus. No obstante, el tribunal valora
los términos del contrato en el que el plazo de entrega de la vivienda constituye
un término esencial, y se muestra favorable a la resolución del contrato.
Por último, en la Sentencia del Tribunal Supremo de 18 de enero de 2013 (RJ
679/2013), relativa a una compraventa de obra futura en la que los demandan-
tes, D. Isidro y D.ª Benita, solicitaron la resolución del contrato celebrado con
Hogar y Jardín, S.A., el 28 de abril de 2008. Que, previamente habían comuni-
cado su decisión, el 24 de noviembre de 2008, a la empresa vendedora, recla-
mando la devolución de la cantidad entregada y sin alegar causa alguna en la
que fundamentaban su decisión. La respuesta de la empresa demandada no se
limitó a oponerse a la demanda sino que formuló reconvención solicitando el
cumplimiento íntegro del contrato. Frente a la reconvención los demandantes
reconvenidos contestaron alegando que el incumplimiento del contrato estaba
fundamentado en la imposibilidad de obtener financiación debido a la situación
económica.
La importancia de esta sentencia está en el hecho de que sirve para poner de
manifiesto la exigencia de los fundamentos técnicos de la cláusula rebus sic
stantibus y su concreción en el marco causal del contrato, de manera que la
valoración correcta de las circunstancias alegadas como excepcionales no
pueda ser interpretado en el sentido de considerar que el tribunal no admite los
postulados de la doctrina rebus sic stantibus. El análisis de los fundamentos de
derecho de esta sentencia pone de manifiesto todo lo contrario. La resolución
sintetiza y acepta todos los requisitos expuestos de la cláusula, y fundamenta
su no aplicación en el hecho de que desde la firma del contrato (28 de abril de
2008) hasta la fecha en la que los demandantes solicitan su resolución (24 de
noviembre de 2008) corre un breve periodo de tiempo en el que no se aprecia
el cambio de circunstancias alegado por los demandantes reconvenidos. Como
recoge el fundamento de derecho quinto:
«El Tribunal de apelación declaró resuelta la relación de compra-
venta existente entre las dos partes litigantes y, al fin, liberados a
los dos compradores, por considerar probada una sobrevenida im-
posibilidad de que obtuvieran financiación para cumplir la obligación
de pagar el precio de compra. Fue el afirmado cierre para los de-
mandantes de los mercados de crédito, el fundamento fáctico de la

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estimación de la demanda. Sin embargo, la alteración de las prácti-


cas imperantes en el mercado financiero no fue alegada en la de-
manda y, menos, tomada en consideración por el Tribunal de ape-
lación, en el esencial momento de identificar la “ratio” de su senten-
cia, cuanto menos, en la forma explícita que una motivación en de-
recho requiere. En realidad, fue al contestar la reconvención, que
había interpuesto la vendedora, cuando los demandantes invocaron
la regla “rebus sic stantibus” (según la que toda convención se en-
tiende que vincula en la medida en que no se alteren las circunstan-
cias), aunque sin identificar suficientemente los aspectos del cambio
—eso sí, notoriamente producido— que pudiera haber influido en el
funcionamiento de la relación contractual a la que quedaron vincu-
lados. Esa referencia, aunque insuficiente a otros fines, justifica re-
cordemos ahora que los contratantes deben cumplir sus obligacio-
nes aunque les resulten más onerosas de lo que habían previsto,
tanto por un aumento de los costes de la ejecución como por una
disminución del valor de la contraprestación a que tuvieran derecho.
Y, también, que es valorable la posibilidad que tienen de prever,
mediante el establecimiento de condiciones suspensivas o resolu-
torias o cláusulas estabilizadoras, la subsistencia o el cambio de la
situación económica en la que se celebró el contrato. Mas, en el
caso de que la previsión no hubiera sido tan minuciosa, se plantea
la cuestión de determinar los efectos que, en la reglamentación con-
tractual, puede producir una imprevista y extraordinaria mutación de
aquellas circunstancias, ya sea porque las representaciones men-
tales de los contratantes se forman a partir de una determinada
realidad —criterio subjetivo—, ya porque la alteración puede llegar
a romper, en medida inadmisible, el equilibrio de prestaciones y, en
función del tipo negocial elegido, a privar de todo sentido a la regla-
mentación pactada —criterio objetivo—. La cuestión que acaba de
ser apuntada ha sido tratada por la doctrina, desde distintos puntos
de vista, como el de la continuada influencia de la causa onerosa
del contrato, la excesiva dificultad de cumplir la obligación asumida,
la asignación de los riesgos contractuales, la alteración de la base
del negocio, objetiva y subjetiva, la interpretación del contrato y la
doctrina de la presuposición o la supuestamente implícita “cláusula
rebus sic stantibus omnis conventio intelligitur”… La jurisprudencia,
utilizando especialmente esta última fórmula, se ha referido a la
mencionada cuestión, para destacar la admisibilidad en nuestro sis-
tema de los medios de corrección de la frustración económica del
contrato, en determinadas situaciones particulares —así, entre
otras, en las sentencias de 31 de octubre de 1963, 15 de marzo de
1972, 16 de junio de 1983, 27 de junio de 1984, 19 de abril de 1985,

REVISTA JURÍDICA DE CASTILLA Y LEÓN. N.º 41. ENERO 2017. ISSN 2254-3805 185
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17 de mayo de 1986, 13 de marzo de 1987, 6 de octubre de 1987,


23 de marzo de 1988, 16 de octubre de 1989, 21 de febrero de 1990,
12 de noviembre de 1990, 1202/1993, de 14 de diciembre,
209/1994, de 15 de marzo, 344/1994, de 20 de abril, 29/1996, de 29
de enero, 1048/2000, de 15 de noviembre, 1059/2000, de 17 de no-
viembre, 129/2001, de 20 de febrero, 1234/2001, de 28 de diciem-
bre, 518/2002, de 27 de mayo, 313/2004, de 22 de abril, 539/2004,
de 18 de junio, 1090/2004, de 12 de noviembre, 481/2005, de 17 de
junio, 953/2006, de 9 de octubre, 79/2007, de 25 de enero,
197/2007, de 1 de marzo, 966/2007, de 26 de septiembre, 175/2009,
de 16 de marzo, 336/2009, de 21 de mayo, 781/2009, de 20 noviem-
bre, 360/2010, de 1 de junio, 84/2012, de 20 de febrero, 93/2012,
de 21 de febrero, 240/2012, de 23 de abril, 243/2012, de 27 de
abril—. La influencia de los cambios imprevistos sobre la posibilidad
de la resolución del vínculo o, especialmente, la modificación equi-
tativa de su contenido, resulta también admitida en ordenamientos
cercanos. En alguno, respecto de los contratos de ejecución conti-
nuada, periódica o diferida, para el caso de que la prestación de
cualquiera de las partes “è divenuta eccessivamente onerosa”— ar-
tículos 1467 y 1468 del Código Civil italiano—; en otros, simple-
mente, en el supuesto de que las circunstancias en que las partes
fundaron la decisión de contratar “tiverem sofrido uma alteraçâo
anormal” —artículo 437 del Código Civil portugués—. Por lo demás,
cualquier previsión sobre el futuro de tales instrumentos no puede
prescindir de que hoy gozan de reconocimiento en los principales
textos de armonización y actualización en materia de interpretación
y eficacia de los contratos, como son los Principios Unidroit sobre
los contratos comerciales internacionales —artículo 6.2.2—, los
Principios de Derecho europeo de contratos —artículo 6.111— o los
trabajos para la modernización del Derecho de obligaciones y con-
tratos —artículo 1213—. Pese a lo expuesto hay que insistir en que
la doctrina mencionada no constituyó la “ratio” o fundamento de la
decisión recurrida y en que, tampoco, la demanda de los comprado-
res contiene alegación alguna sobre un cambio de circunstancias
existentes al contratar, así como en que la mera referencia en el
escrito de contestación a la regla “rebus sic stantibus” no basta para
justificar un pronunciamiento específico sobre ella. En último caso,
el segundo de los argumentos que seguidamente exponemos para
estimar el primero de los motivos del recurso de casación de Hogar
y Jardín, SA —atinente más que a la previsibilidad del impedimento,
a la realidad de una efectiva previsión del mismo en el contrato—,

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Normalización de la cláusula rebus sic stantibus. Estudio jurisprudencial

determinaría la inaplicación de la regla de que se trata —por to-


das, sentencia 1654/1989, de 8 de julio—. A lo que expondremos
con más detalle nos remitimos».

5. LA NORMALIZACIÓN DE LA CLÁUSULA
REBUS SIC STANTIBUS
La evolución de la regla rebus sic stantibus la reviste como cláusula peligrosa
de aplicación estricta en nuestro Derecho. Lo evidencian las limitadas senten-
cias que a lo largo del siglo XX admiten su aplicación en base a criterios de
equidad, como la Sentencia de 23 de noviembre de 1962, que revisó la pensión
establecida en un contrato de conmutación de un usufructo viudal celebrado en
1939, en el que se ajusta la pensión de viudedad en la cantidad de 7.200 pese-
tas/anuales, que los tribunales elevan a 30.000.
En nuestro siglo, con la llegada de la crisis económica mundial, conocida como
Gran Recesión, que comienza en EE.UU. y se extiende al resto de los países,
fundamentalmente a los más desarrollados, se pone de manifiesto que los con-
tratos cuyo cumplimento trascurría a lo largo de este periodo 2008 al 2015 se
ven alterados en cuanto que no cumplían la expectativas por las que habían
surgido. De manera que una de las partes del contrato tenía que responder a
su cumplimiento ajeno a la nueva situación, mientras que la otra parte intenta
mantener una relación contractual surgida en una época de prosperidad ajena
a la crisis en la que también se encontraba inmersa, y seguro que con perjuicios
en otras relaciones, ya sean contractuales, laborales…
Por ello las partes perjudicadas incoan la vía declarativa solicitando la adapta-
ción de su contrato a la nueva realidad económica de tal forma que les permita
seguir con la relación contractual en la que la mayor parte de los casos tenían
fundamentados sus negocios, su forma de vivir.
A esta necesidad responde, elaborando la teoría de la cláusula rebus sic stan-
tibus, el Tribunal Supremo en la sentencia de 30 de junio de 2014 (RJ 333/2014),
que estudia el régimen jurídico de la regla rebus sic stantibus, constituyéndose
en el punto necesario para su normalización.
A lo largo de la resolución el Tribunal Supremo centra la teoría de la cláusula
rebus sic stantibus en la imprevisibilidad de las circunstancias, para intentar su
normalización a través de los parámetros de la buena fe y la excesiva onerosi-
dad, y desde el punto de vista del derecho comparado, el reconocimiento del
que gozaba en el Derecho europeo.
En la STS de 30 de junio de 2014 se resuelve el conflicto surgido en un contrato
de arrendamiento de publicidad de 30 de mayo de 2006, antes de la crisis, y

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celebrado entre la empresa Promedios Exclusivos de Publicidad, S.L. y la Em-


presa Municipal de Transportes de Valencia, S.A.U. En la demanda interpuesta
por Promedios se solicitaba que se acuerde modificar el canon a abonar a la
EMT fijándolo en un 70 % de la facturación neta mensual de Promedios, o al-
ternativamente en 70.000 euros, y subsidiariamente por el canon que se consi-
dere adecuado, con efectos desde la presentación de la demanda. Por último,
para el caso de que no proceda la modificación del contrato, que se solicite que
se resuelva el contrato por imposibilidad de cumplir sus prestaciones económi-
cas.
A lo largo de sus fundamentos de derecho el Tribunal Supremo elabora la teoría
de la cláusula rebus sic stantibus que va a ser objeto de estudio en los siguientes
apartados.

5.1. «LO IMPREVISIBLE» EN LA CLÁUSULA


REBUS SIC STANTIBUS
La crisis económica ha sido reconocida por las sentencias del Tribunal Supremo
de 17 y 18 de enero de 2013 (RJ 820/2013 y 822/2013 respectivamente) como
una recesión económica de efectos profundos y prolongados; como contienen
sus fundamentos de derecho:
«Lo anteriormente razonado no significa, sin embargo, que la regla
rebus sic stantibus haya de quedar descartada en todos los casos
de imposibilidad de obtener financiación por parte de los comprado-
res de inmuebles. Antes bien, una recesión económica como la ac-
tual, de efectos profundos y prolongados, puede calificarse, si el
contrato se hubiera celebrado antes de la manifestación externa de
la crisis, como una alteración extraordinaria de las circunstancias,
capaz de originar, siempre que concurran en cada caso concreto
otros requisitos como aquellos a los que más adelante se hará refe-
rencia, una desproporción exorbitante y fuera de todo cálculo entre
las correspectivas prestaciones de las partes, elementos que la ju-
risprudencia considera imprescindibles para la aplicación de dicha
regla (SSTS 27-6-84, 17-5-86, 21-2-90 y 1-3-07). Por otra parte, en
la actualidad es clara una tendencia a que la regla se incorpore a
propuestas o proyectos de textos internacionales (art. 6.2.2 de los
principios UNIDROIT), de Derecho de la Unión Europea (art. 6.111
de los Principios de Derecho Europeo de la Contratación, PECL) y
nacionales (art. 1213 del CC en la Propuesta para la modernización
del Derecho de obligaciones y contratos preparada por la Comisión
General de Codificación). Así, en el último trabajo citado se propone

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Normalización de la cláusula rebus sic stantibus. Estudio jurisprudencial

para el art. 1213 CC el siguiente texto, inspirado tanto en la idea de


la causa negocial como en la de la asignación de riesgos:
“Si las circunstancias que sirvieron de base al contrato hubieren
cambiado de forma extraordinaria e imprevisible durante su ejecu-
ción de manera que ésta se haya hecho excesivamente onerosa
para una de las partes o se haya frustrado el fin del contrato, el con-
tratante al que, atendidas las circunstancias del caso y especial-
mente la distribución contractual o legal de riesgos, no le sea razo-
nablemente exigible que permanezca sujeto al contrato, podrá pre-
tender su revisión, y si esta no es posible o no puede imponerse a
una de las partes, podrá aquél pedir su resolución.
La pretensión de resolución solo podrá ser estimada cuando no
quepa obtener de la propuesta o propuestas de revisión ofrecidas
por cada una de las partes una solución que restaure la reciprocidad
de intereses del contrato…”».
La recesión económica viene a constituir así la circunstancia extraordinaria o
imprevisible sobre la que descansa la alegación de la cláusula rebus sic stanti-
bus en las sentencias dictadas por los tribunales a partir de ambas sentencias,
pasando a ser considerada por el Tribunal Supremo como un fenómeno capaz
de generar un grave trastorno o mutación en las circunstancias en las que se
celebra un contrato, en cuanto que provoca un cambio de la situación en las que
surgió la relación contractual, que de esta manera ha quedado fuera de lugar,
situando al contrato fuera del contexto en el que nació. De forma exagerada se
puede llegar a calificar de anacronismo, en cuanto que ya no es la misma situa-
ción.
Esta situación afecta a ambas partes del contrato, de tal manera que la crisis
provoca una pérdida para aquellos que están obligados a realizar la prestación
y un exceso de ganancia o beneficios a la otra parte contratante26 que justifica
la aplicación de la cláusula rebus sic stantibus para reconducir los términos del
contrato a la nueva realidad con arreglo a los parámetros de la buena fe.
Con carácter previo al análisis de «lo imprevisible» hay que hacer dos puntuali-
zaciones. La primera: hay que descartar que la cláusula rebus sic stantibus se
aplique solo a contratos cuya ejecución se prolonga en el tiempo. Esta limitación

26
En este sentido se pronuncia también SALVADOR CODERCH, P., «Alteración de las circunstancias en el
Art. 1213 de la Propuesta de Modernización del Código Civil en materia de Obligaciones y Contratos», revista
InDret, Barcelona, octubre de 2009, p. 30, extraída de www.indret,com, aunque considera que la alteración
no siempre predice una relación de beneficio-perjuicio entre las partes, porque puede darse el caso de que
no repercuta en una de las partes, por ejemplo el fabricante que ve alterado el precio de producción de un
producto al cambiar el precio de uno de los bienes y no repercuta en la reventa posterior que efectúe el
comprador de los productos. Ejemplo que es difícil que se pueda plantear en la vida real.

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ya ha sido superada por la jurisprudencia en numerosas sentencias, como las


de 23 de noviembre de 1962, 10 de febrero de 1997, 15 de noviembre de 2000,
22 de abril de 2004 y 1 de marzo de 2007, que reconocen que en los contratos
de tracto único su aplicación es más estricta. La sentencia de 15 de noviembre
de 2000, en sus fundamentos de derecho, se pronuncia de la siguiente forma:
«Finalmente, el contrato de compraventa celebrado entre las partes
constituye un contrato de tracto único, que había sido cumplido de
adverso y que no requería sino el pago del precio por la hoy recu-
rrente y en esta clase de contratos la pretendida cláusula “rebus sic
stantibus” es de aplicación aún más excepcional que en las de tracto
sucesivo, como ha señalado la sentencia de esta Sala de 10 Feb.
1997».
La segunda: a pesar de que en gran parte de la jurisprudencia, por ejemplo en
la sentencia de 30 de junio de 2013, se aplica a contratos bilaterales, también
sería posible su aplicación en los contratos unilaterales. Así, la crisis económica
puede influir en la cuantía de la recompensa prometida y que no ha sido objeto
de modificación unilateral antes de su reclamación. El Tribunal Supremo, en la
sentencia de 17 de marzo de 2014 (RJ 164/2014), en sus fundamentos de de-
recho recoge esta posibilidad «en relación con la petición de los actores que
ejercitaron acción de cumplimiento durante la vigencia del contrato, si éste
quedó extinguido de conformidad con lo dispuesto en la estipulación tercera del
contrato, o por el contrario si estaba justificada de conformidad con la cláusula
“rebus sic stantibus” la resolución del contrato unilateral que formalizó la ape-
lada». A este respecto, se puede reflexionar si el artículo 644 del Código Civil,
en cuanto que permite la revocación de la donación en caso de sobreveniencia
o superviviencia de hijos que se creían fallecidos, puede ser considerada como
una circunstancia extraordinaria, propia de la teoría rebus sic stantibus, que ya
se encuentra normalizada, constituyendo un ejemplo para su admisión en nues-
tro derecho positivo.
Por tanto, con carácter general, la jurisprudencia demuestra que la teoría rebus
sic stantibus se puede aplicar a cualquier contrato, incluso a cualquier negocio
jurídico, siempre que haya sufrido una alteración grave de las circunstancias en
las que se originó el negocio. Sin perjuicio de que a través de las sentencias se
vayan perfilando las notas necesarias para la aplicación de la cláusula (en este
caso, la recesión económica considerada por las sentencias 17 y 18 de enero
como una crisis profunda y duradera). Pero la clave, como ponen de manifiesto
ambas sentencias y la de 30 de junio de 2014, no se encuentra en su califica-
ción, sino en su imprevisibilidad. Además, en todos los casos en los que se
alega la aplicación de la cláusula lo imprevisible se produce en un contrato que
está ejecutándose y, por último, la jurisprudencia exige para su calificación que
no se trate de un riesgo que debe ser asumido por una de las partes del contrato.

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Normalización de la cláusula rebus sic stantibus. Estudio jurisprudencial

Estos requisitos tienen su origen27, entre otros factores, en la regulación del ar-
tículo 1213 por la Comisión General de Codificación de 200928, que establece:
«Si las circunstancias que sirvieron de base al contrato hubieran
cambiado de forma extraordinaria o imprevisible durante su ejecu-
ción de manera que esta se haya hecho excesivamente onerosa
para una de las partes o se haya frustrado el fin del contrato, el con-
tratante al que, atendidas las circunstancias del caso y especial-
mente la distribución contractual o legal de riesgos, no le sea razo-
nablemente exigir que permanezca sujeto al contrato, podrá preten-
der su revisión, y si está no es posible o no puede imponerse a una
de las partes, podrá aquel pedir su resolución.
La pretensión de resolución sólo podrá ser estimada cuando no
quepa obtener de la propuesta o propuestas de revisión ofrecidas
por cada una de las partes una solución que restaure la reciprocidad
de intereses del contrato».
La sentencia de 30 de junio de 2014 contrapone el concepto de imprevisible al
de caso fortuito, distinguiendo la aplicación de ambos supuestos atendiendo a
la línea del incumplimiento. El caso fortuito recae sobre circunstancias que jus-
tifican, en cuanto que lo impiden total o parcialmente, el incumplimiento del con-
trato, y cuyos efectos están previstos en la Ley. La imprevisibilidad a que hace
referencia la cláusula rebus sic stantibus no impide con carácter absoluto el
cumplimiento de la obligación. Así, en los fundamentos de derecho contiene el
siguiente análisis:
«… conviene destacar que la aplicación de la cláusula rebus no se
realiza en atención a la perspectiva de la posible liberación del deu-
dor, desde el estricto plano de la posibilidad o no de realización de
la prestación tras el acontecimiento sobrevenido, cuestión que por
su alcance requiere la naturaleza fortuita del mismo y la rigidez de
su imprevisibilidad sino que le basta con que dicho acontecimiento
o cambio de las circunstancias, más allá de la posibilidad de reali-
zación de la prestación, comporte una alteración de la razón o causa
económica que informó el equilibrio prestacional del contrato que
determina una injustificada mayor onerosidad para una de las par-
tes. De esta forma, la imprevisibilidad de esta alteración no queda

27
Como también ha sido analizado por MARTÍNEZ VELENCOSO, Luz M., «Hacia una aplicación normali-
zada de la cláusula “Rebus Sic Stantibus” en la Jurisprudencia de la Sala 1.ª del Tribunal Supremo. Comen-
tario a la STS 30 de junio 2014 (RJ 2014, 3526)», Revista Aranzadi de Derecho Patrimonial núm. 35, 2014,
pp. 289 a 314.
28
Ministerio de Justicia, Boletín de Información, año LXIII, enero de 2009. Secretaría General Técnica, Cen-
tro de Publicaciones, Imprenta del BOE, Madrid, 2009.

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informada por el carácter fortuito de la misma, sino por un juicio de


tipicidad contractual derivado de la base del negocio y especial-
mente del marco establecido respecto a la distribución del riesgo
natural del contrato, con lo que la imprevisibilidad, fuera de su tipici-
dad en el caso fortuito, queda reconducida al contraste o resultado
de ese juicio de tipicidad, esto es, que dicho acontecimiento o cam-
bio no resultara “previsible” en la configuración del aleas pactado o
derivado del contrato. De ahí, que la nota de imprevisibilidad no
deba apreciarse respecto de una abstracta posibilidad de la produc-
ción de la alteración o circunstancia determinante del cambio, con-
siderada en sí misma, sino en el contexto económico y negocial en
el que incide. (STS de 26 de abril de 2013, núm. 308/2013)».
El artículo 1575 CC, al regular los riesgos en el contrato de arrendamiento de
predios rústicos, establece dos situaciones diferentes. La primera constituida
por lo que denomina casos fortuitos ordinarios, como la pérdida de los frutos por
esterilidad de la tierra o por pérdida de frutos provenientes de casos fortuitos
ordinarios, que no pueden alterar el precio del arriendo, salvo pacto en contrario.
Y la segunda los casos fortuitos extraordinarios, entre los que menciona el in-
cendio, la guerra, la peste, inundación insólita, langosta, terremoto u otro igual-
mente desacostumbrado y que los contratantes no hayan podido realmente pre-
ver… Realmente el precepto distingue los supuestos de caso fortuito de los que
son imprevisibles, que se incluyen en la teoría rebus sic stantibus.
Por tanto, se está refiriendo a circunstancias ajenas al contrato que no pueden
estar en función de cada contrato en cuanto a su acaecimiento; las que el ar-
tículo 1213 del Proyecto calificó de extraordinarias29. Ningún contrato puede
prever las consecuencias en caso de guerra, peste, inundación… ni de qué ma-
nera se va a ver afectado. Son consecuencias que deben valorarse en cada
caso en concreto. Lo esencial es que «lo imprevisible» a que hace referencia la
rebus sic stantibus es ajeno al devenir del contrato, con independencia de que
sus efectos sí que van a depender de su contenido30.

29
SALVADOR CODERCH, «Alteración de las circunstancias en el art. 1213 de la Propuesta de Moderniza-
ción del Código Civil en materia de Obligaciones y Contratos», InDret: Revista para el Análisis del Derecho,
Barcelona, octubre de 2009, p. 6 y ss., donde analiza el artículo 1213 del Proyecto y destaca el hecho de
que califica las circunstancias que provocan el cambio de extraordinarias, lo que le va a servir de base más
adelante para justificar la renegociación del contrato.
30
En contra de esta conclusión se ha pronunciado SALVADOR CODERCH, P., obra citada en nota anterior,
p. 6, cuando define lo que considera circunstancia extraordinaria y declara: «es una pregunta que no admite
respuesta a priori, los contratos son autorregulaciones de intereses privados y la medida de lo extraordinario
estará en función de cada contrato en concreto, de las circunstancias en las que se haya celebrado y de sus
vicisitudes posteriores».

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Normalización de la cláusula rebus sic stantibus. Estudio jurisprudencial

Lo imprevisible o circunstancia extraordinaria debe producirse durante la ejecu-


ción del contrato31. En este sentido se había pronunciado Pablo Salvador Co-
derch (2009, pp. 26 y 27), que refiere que el hecho de que se produzca una vez
que el contrato ha comenzado a ejecutarse no puede ser entendido como ex-
clusión de los vicios de la voluntad que se producen en la celebración del con-
trato y su incidencia sobre los vicios de la voluntad posteriores a la celebración
válida, pero relevantes en sede de remedios y excepciones; porque al recaer
sobre la base subjetiva del contrato también son relevantes el error vicio o en
los motivos.
En este aspecto no se puede decir que lo imprevisible, en cuanto que provoca
una alteración en los intereses de cada parte en el contrato, puede ser consti-
tutivo de un vicio del consentimiento32, y considerar que trasforma el contrato en
un contrato lesivo para la parte que está obligada a su cumplimiento 33. Ni se
puede llegar a plantear, como en los supuestos del error en el consentimiento,
en qué casos es justo que el equivocado se desligue y, en qué casos es in-
justo34, porque no afecta a la totalidad del contrato, solo a una parte en cuanto
que el contrato puede seguir cumpliéndose y se produce por circunstancias so-
brevenidas, que no existían en el momento de celebrar el contrato, a diferencia
del error vicio, que se produce cuando la voluntad interna se forma sobre la base
de una creencia inexacta, por circunstancias existentes en el momento de pres-
tar la declaración de voluntad, aunque desconocidas por quien lo padece.
En realidad, «lo imprevisible» enlaza con los riesgos del contrato más que con
los vicios de la voluntad, como consta en los fundamentos de derecho de la STS
de 30 de junio de 2014, que dicen: «De esta forma, la imprevisibilidad de esta
alteración no queda informada por el carácter fortuito de la misma, sino por un
juicio de tipicidad contractual derivado de la base del negocio y especialmente
del marco establecido respecto a la distribución del riesgo natural del contrato,
con lo que la imprevisibilidad, fuera de su tipicidad en el caso fortuito, queda
reconducida al contraste o resultado de ese juicio de tipicidad, esto es, que di-
cho acontecimiento o cambio no resultara “previsible” en la configuración del

31
Analizado por ZURILLA CARIÑANA, M.ª Ángeles, «Resolución de contratos por imposibilidad de obtener
crédito, paro, caída de precios, recortes presupuestarios y ejecución de contrato; ¿eficacia de la cláusula
rebus sic stantibus?», Revista Cesco de Derecho de Consumo, núm. 7, 2013, pp. 218 a 227. Y SALVADOR
CODERCH, P., «Alteración de las circunstancias en el art. 1213 de la Propuesta de Modernización del Có-
digo Civil en materia de Obligaciones y Contratos», InDret: Revista para el Análisis del Derecho. Barcelona,
octubre de 2009, pp. 6 y 24.
32
MORALES MORENO, A.M., El error en los contratos, ed. CEURA, 1988. En la página 54 explica: «la figura
del error se nos presenta como un vicio del consentimiento. En general se resalta el significado del consen-
timiento en el contrato y la importancia de que este se preste sin error. Pero al mismo tiempo no deja de
destacarse el significado que hay que dar a la declaración».
33
En este sentido se ha pronunciado RIPERT, La régle morale dans les obligations civiles, 4.ª edición, París,
1949, núm. 43, p. 79.
34
DÍEZ PICAZO, Luis, Fundamentos II, p. 120.

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aleas pactado o derivado del contrato. De ahí, que la nota de imprevisibilidad


no deba apreciarse respecto de una abstracta posibilidad de la producción de
la alteración o circunstancia determinante del cambio, considerada en sí misma,
sino en el contexto económico y negocial en el que incide (STS de 26 de abril
de 2013, núm. 308/2013».
De tal manera que la nota de imprevisibilidad viene delimitada por la distribución
de los riesgos en el contrato. Sobre esta base el Tribunal Supremo ha dictado
sentencias que, a pesar de reconocer los efectos de la crisis económica como
extraordinarios, sin embargo, valorándolos en un contrato determinado, los ha
considerado como no relevantes, desestimando la aplicación de la cláusula re-
bus sic stantibus al considerar que se trata de riesgos que deben ser asumidos
por el contratante. Así lo señala la sentencia de 17 de enero de 2014, que de-
clara de la siguiente forma la no aplicación de la doctrina:
«… la vivienda adquirida estaba destinada a una operación especu-
lativa (su rápida venta en la expectativa de que los precios seguirían
subiendo como lo habían hecho hasta ese momento); el comprador
era en aquel momento un profesional del mercado inmobiliario, si-
quiera fuera en este tipo de operaciones especulativas; el compra-
dor, cuando compró la vivienda, ya estaba fuertemente endeudado
como consecuencia de la concertación de numerosos contratos de
compra sin contar con recursos suficientes para pagar el precio,
confiado en que se procedería a la venta de las viviendas antes de
tener que pagar el grueso del precio pendiente de pago por el rápido
incremento de los precios».
En el mismo sentido la STS de 13 de junio de 2014, en el que se resuelve el
incumplimiento del contrato entre la empresa Gesa-Endesa y JOSEL, S.L., ex-
pone:
«… al haberse calificado de BIC el edificio GESA que debía de ser
demolido con la entrega de la parcela vendida y su posterior explo-
tación urbanística. La recalificación surgió tras la compraventa. En
este supuesto, el Tribunal parte de la sentencia de 18 de noviembre
de 2013 (RJ 638/2013), en la que se instrumentaliza la base del ne-
gocio como criterio de interpretación contractual en orden a deter-
minar el carácter esencial del término establecido (STS de 20 de
junio de 2012) llega a la conclusión de que se trata de un riesgo que
debe ser asumido por el comprador en cuanto que se dedica a la
especulación urbana, luego podía haber tenido conocimiento de la
crisis».
Ambas resoluciones atribuyen el riesgo al comprador por sus conocimientos en
el mercado inmobiliario. Es decir, siguen el criterio de distribución del riesgo

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Normalización de la cláusula rebus sic stantibus. Estudio jurisprudencial

establecido en el artículo 1107 CC: «los daños y perjuicios de que responde el


deudor de buena fe son los previstos o que se hayan podido prever al tiempo
de constituirse la obligación y que sean consecuencia necesaria de su falta de
cumplimiento. En caso de dolo responderá el deudor de todos los que conoci-
damente se deriven de la falta de cumplimiento de la obligación». En estos su-
puestos son los conocimientos del comprador de la vivienda sobre el sector in-
mobiliario y su falta de previsión los factores a los que se atribuye el perjuicio.
La delimitación de «lo imprevisible» en la cláusula rebus a través de los riesgos
del contrato descansa en el hecho de que en la teoría rebus sic stantibus las
circunstancias son extraordinarias, no hacen referencia a «lo previsto o que se
haya podido prever». Como explica Pablo SALVADOR CODERCH (2009), lo
predecible llama a la predicción, no a la profecía, pues se fundamenta en seña-
les o indicios que permiten anticiparse a la contingencia35. En este sentido, el
artículo 120836 de la Propuesta de la Comisión General de la Codificación esta-
bleció que el deudor de buena fe, en caso de incumplimiento, responde de los
daños que «se hubiesen previsto o podido prever razonablemente», a diferencia
del artículo 1213 de la propuesta, que se refiere a las circunstancias que hubie-
ren cambiado de forma extraordinaria e imprevisible.
La diferencia entre los riesgos asumibles por las partes y las circunstancias im-
previsibles es obvia, porque hasta qué punto una crisis económica de las di-
mensiones atribuidas por el Tribunal Supremo en las resoluciones expuestas, y
que se pone de manifiesto en todos los medios de comunicación, puede ser
previsible para el promotor, constructor o comprador con fines de especulación
de viviendas. Hasta qué punto se puede prever un incendio, o una guerra… lo
que demuestra que los riesgos o la esfera del aleas asumido por los contratan-
tes solo sirve para excluir la aplicación de la cláusula rebus sic stantibus, pero
no para definir su contenido.
En esta línea, para los Principios de Unidroit la imprevisibilidad tiene su origen
en el hecho de que los acontecimientos extraordinarios no pudieron ser previs-
tos, ni caer dentro de su esfera de control. En la misma línea están los Principios
de Derecho Europeo de la Contratación (PELL), para los que la circunstancia
extraordinaria «no pudo razonablemente tenerse en cuenta en el momento de
la celebración del contrato». También el Proyecto de Compraventa Europea,
cuando declara que el cambio «no se tuvo en cuenta y no pueda esperarse que
se tuviese en cuenta». En este sentido se pronuncian Ewoud HONDIUS y Hans

35
SALVADOR CODERCH, P., obra citada, p. 27.
36
El artículo 1208 de la Propuesta de la Comisión de Codificación establece: «El deudor responde de los
daños y perjuicios que sean imputables a su incumplimiento; pero si este no hubiera sido doloso, sólo res-
ponderá de los daños que se hubiesen previsto o podido prever razonablemente como consecuencia pro-
bable de la falta de cumplimiento en el momento de la celebración del contrato».

REVISTA JURÍDICA DE CASTILLA Y LEÓN. N.º 41. ENERO 2017. ISSN 2254-3805 195
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Christoph GRIGOLEIT (2011, p. 645), que hacen referencia a los efectos ines-
perados del mercado, como los que no han podido ser previstos por las partes,
y destacan su regulación en el Derecho Alemán en Wegfall der Geschäftsgrund-
lage (parágrafo 313 BGB)37.
Partiendo de las reglas de asignación de riesgo explicadas de forma conjunta
por Richard A. POSNER y Andrew M. ROSENFIELD 38 (1977) se llega a soste-
ner la necesidad de una renegociación del contrato cuando se analizan los ries-
gos que ninguna de las partes puede prevenir ni asegurar. Según explica Pablo
SALVADOR CODERCH (2009, p. 42), la doctrina de la revisión de los contratos
cobra pleno sentido cuando se produce una alteración de las circunstancias que
no son previsibles. Como explicó Pietro TRIMARCHI 39 (1991), se trata de aque-
llas circunstancias que, además de no ser susceptibles de prevención, no son
asegurables, «eventos extraordinarios e imprevisibles que afectan a toda la so-
ciedad o a una parte importante de ella», señalando a modo de ejemplo: «una
repentina espiral inflacionaria, un incremento muy grande del precio de un pro-
ducto o una caída incomparable del mismo».
Este criterio se va a ver reforzado posteriormente en la sentencia del Tribunal
Supremo de 15 de octubre de 2014 (RJ 6129/2014), en la que el Tribunal se
pronuncia sobre «lo imprevisible» en un contrato de arrendamiento entre la em-
presa Residencial Ademuz, S.L., y la empresa Sodeheco, S.A., absorbida por
Accor Hoteles España, S.A., celebrado el 25 de febrero de 1999. Por él la em-
presa Residencial Ademuz, S.L. se comprometía a comprar un solar y construir
en él un edificio destinado a establecimiento hostelero con tres bloques de edi-
ficación, el bloque H3, destinado a hoteles de 2 o 3 estrellas, y el bloque H4,
destinado a un hotel de 5 estrellas, mientras que la empresa Accor Hoteles Es-
paña se comprometía a arrendar los bloques en los que alojó hoteles Ibis y No-
votel durante un periodo de 25 años, comenzando en el 2004, que fue cuando
los bloques estaban terminados. Además, se acordó la posibilidad de que el
arrendatario pudiera desistir del contrato de arrendamiento a los 10 años, obli-
gándose a abonar el 15 % de la renta correspondiente al periodo de tiempo
restante hasta los 25 años. Así mismo, se preveía que, en caso de desistir antes

37
HONDUIS EWOUD y GRIGOLEIT, HANS CHRISTOPH, (2011) Unexperted circumstances in European
contract Law, Cambridge University Press. Donde hace un estudio de derecho comparado de las circuns-
tancias extraordinarias en los contratos en las diferentes legislaciones europeas, distinguiendo entre los
países de legislación abierta, como Alemania, España y Portugal, de los países de legislación cerrada como
Bélgica y Francia.
38
RICHARD A. POSNER Y ANDREW M. ROSENFIELD, «Imposibility and Related Doctrines in Contract
law: An Economic Analysis». 6 Journal of Legal Studies, 1977; p.83
39
TRIMARCHI, P., «Commercial Impracticability in Contract Law: an Economic Analysis» 11 International
Review of Law and Economics, 1991; pp. 63 a 82

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Normalización de la cláusula rebus sic stantibus. Estudio jurisprudencial

del transcurso de los 10 primeros años, debía abonar la renta íntegra corres-
pondiente a los 10 primeros años y los restantes el 15 % hasta llegar a los 25
años pactados.
Sin embargo, este contrato no fue ajeno a la crisis económica, cuyos efectos
comenzaron a notarse en este sector en el año 2009, cuando el rendimiento por
habitación en Valencia, donde estaban situados, cayó en un 42,3 %, acumu-
lando pérdidas los hoteles de la empresa Accor de 3 millones de euros en el
periodo 2005-2009. Sobre esta base la empresa arrendataria interpuso de-
manda solicitando una rebaja en el precio de la renta en un 29 % para el bloque
H3 y en un 33 % para el Bloque H4, con efectos desde la fecha de presentación
de la demanda. La empresa Residencial Ademuz, S.L., demandada, formuló
reconvención solicitando el cumplimiento íntegro del contrato. La demanda fue
desestimada en primera y segunda instancia.
El Tribunal Supremo aprecia de nuevo que se trata de una circunstancia impre-
visible: la crisis que ya había sido valorada en las sentencias expuestas, sepa-
rándose de la jurisprudencia que consideraba que el riesgo ya había sido asu-
mido por las partes cuando en el mismo contrato se habían establecido cláusu-
las de revisión y actualización de la renta. En este sentido ya se había pronun-
ciado en sentencias sobre contratos de larga duración en los que las partes ya
habían previsto la actualización de la renta, como la STS de 27 de abril de 2012
(RJ 2868/2012). Sin embargo, se aparta de esta jurisprudencia y reitera la es-
tablecida en la sentencia de 30 de junio de 2013, estableciendo que los riesgos
a los que hace referencia la cláusula rebus sic stantibus no son los previstos o
que puedan prever las partes, como consta en sus fundamentos de derecho:
«no puede caer sólo en la esfera de control en la parte en desventaja, ni tam-
poco cabe establecer que razonablemente se hubiera debido tener en cuenta
en la distribución natural de los riesgos derivados del control celebrado».
De esta manera se pone de manifiesto el cambio de criterio del Tribunal Su-
premo desde la sentencia de 17 de enero de 2014 hasta las sentencias, unos
meses adelante, de 30 de junio de 2014 y 15 de octubre de 2014. Sobre todo
entre la primera y la última, ya que se trata de empresas que pertenecen al
sector en el que celebraron sus contratos, la primera en la construcción y la
segunda, la empresa Accor, en el sector hotelero.
Ha sido criticado por Álvaro LUNA y María XIOL 40 (2014), diciendo: «no puede
sostenerse seriamente que las partes no tuvieran en cuenta, o al menos no hu-
bieran debido hacerlo, el largo periodo de arrendamiento que suscribían, 25
años, y la posibilidad de un cambio de ciclo o de crisis». Muy al contrario de la

40
LUNA YERGA, Álvaro y XIOL BARDAJÍ, María, «Rebus sic stantibus ¿un paso atrás?, InDret: Revista
para el Análisis del Derecho, abril de 2015.

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realidad valorada correctamente por el Tribunal, en cuanto que se trata de una


crisis a nivel mundial difícil de prever incluso para los Estados.
Continúan ambos autores poniendo de manifiesto el peligro de no delimitar bien
«lo imprevisible», que corresponde a la doctrina rebus sic stantibus, al comentar
que es posible que la empresa Residencial Aldemuz recurriera a la financiación
para la construcción de los bloques. Esta situación pone de manifiesto la impor-
tancia de delimitar lo imprevisible de los riesgos que deben ser asumidos por
las partes, porque en las mismas circunstancias extraordinarias se vería la em-
presa encargada de la construcción en su contrato de financiación con el banco.
Ello no sería así de no apreciarse que se da una circunstancia imprevisible y
haber moderado las prestaciones de las partes con criterios de equidad, otra
posible solución a la que podía haber llegado el Tribunal Supremo. Por ello, lo
que generaría inseguridad jurídica sería lo contrario.
Esta inseguridad, puesta de manifiesto en el análisis efectuado en el párrafo
anterior, nos lleva a exponer la inseguridad jurídica expuesta por Jean COR-
DIER41 (1922, p. 293), al manifestar que la teoría de la imprevisión, en los casos
analizados a lo largo del desarrollo de su tesis, era menos revolucionaria que
las soluciones dadas por la jurisprudencia. Como recogen las palabras de Ri-
chard42 «hace falta abandonar la legalidad para volver al Derecho», lo que lleva
a la necesidad de que a través de la normalización de la cláusula se delimiten
los requisitos necesarios para que un acontecimiento deba ser considerado
como imprevisible.
Actualmente, el Tribunal Supremo avanza en el análisis de las circunstancias
que cumplen el requisito de la imprevisibilidad para la aplicación de la doctrina
rebus, y considera circunstancia extraordinaria el cambio de normativa, en
cuanto que no puede ser previsto ni conocido por las partes. Así, en la Sentencia
de 13 de marzo de 2015 (RJ 1067/2015), que resuelve la acción incoada por la
empresa ALCAMATIC, S.L. contra Grupo VIPS sobre instalación de máquinas
expendedoras de tabaco en los locales de VIPS, que tenía como fundamento
una nueva legislación restrictiva sobre comercialización y consumo de tabaco
que había producido un desequilibrio en las prestaciones de ambas partes, el
Tribunal Supremo aplica la cláusula rebus sic stantibus y suaviza la cláusula
penal establecida por las partes para el caso de incumplimiento.

41
CORDIER, Jean, Conventions collectives de travail, Imprimerie A. Colin, Nancy, 1922.
42
POSNER, Richard A. y ROSENFIELD, Andrew M., «Imposibility and Related Doctrines in Contract law:
An Economic Analysis», 6 Journal of Legal Studies, 1977, p. 83.

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Normalización de la cláusula rebus sic stantibus. Estudio jurisprudencial

5.2. LA EXCESIVA ONEROSIDAD


Todas las sentencias del Tribunal Supremo que enfrentan la aplicación de la
cláusula rebus sic stantibus, incluso las que desestiman su aplicación, recono-
cen que se produce una alteración en las prestaciones de las partes en el con-
trato. De tal manera que para la parte obligada al cumplimiento el contrato re-
sulta excesivamente oneroso, mientras que la otra parte se ve beneficiada in-
justamente en el exceso. De esta manera se rompe el equilibrio de las presta-
ciones de las partes.
Este es el argumento que sirve de base al Tribunal Supremo para justificar,
desde el punto de vista objetivo, la aplicación de la cláusula rebus sic stantibus.
Supone el abandono de los cauces tradiciones de la teoría rebus sic stantibus
de equidad y justicia y la adopción de cauces objetivos fundados en la conmu-
tatividad del negocio y el principio de la buena fe, que ha sido utilizado no solo
en la Sentencia de 30 de junio de 2014, sino en otras con anterioridad, como la
STS de 9 de mayo de 1983 (RJ 2678/1983), la STS de 17 de mayo de 1986 (RJ
2725/1986) y la STS de 21 de febrero de 1990 (RJ 707/1990), entre otras. Así,
en los fundamentos de derecho de la sentencia de 30 de junio de 2014 consta:
«… todo cambio de bienes o servicios que se realice onerosamente
tiene que estar fundado en un postulado de conmutatividad como
expresión de un equilibrio básico entre los bienes y servicios de que
son objeto de intercambio, basada en el Art 1.289 Cc que de esta
manera más que como regla de interpretación del contrato, se con-
vierte en una regla de la economía contractual. Es decir, las partes
se ven obligadas a mantener el equilibrio de las prestaciones. De tal
manera, que en caso contrario puede incluso afectar a la causa del
contrato, sobre todo en los contratos onerosos, como el que es ob-
jeto de valoración por el Tribunal Supremo en esta resolución».
De esta forma se pone en relación la onerosidad con la causa del contrato, en
cuanto que tiene que existir un equilibrio entre los bienes y servicios que se
intercambian. Cuando este intercambio deja de estar equilibrado afecta al equi-
librio económico del contrato y, por tanto, a la causa, en cuanto que el artículo
1274 del CC, al disponer que «en los contratos onerosos se entiende por causa,
para cada parte contratante, la prestación o promesa de una cosa o servicio por
la otra parte…», parte de la existencia de un equilibrio de prestaciones, de forma
que si la prestación resulta excesivamente onerosa a lo que en definitiva está
afectando es a la causa del contrato. Esta afirmación reconoce el hecho de que
la obligación no ha devenido imposible, porque si no el deudor quedaría exento
de responsabilidad.

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De ahí que Jorge CASTIÑEIRA (2014, p. 10) explique que es el equilibrio de las
prestaciones lo que forma parte de la causa en los contratos onerosos. Razo-
nando que se trata de un equilibrio subjetivo, ya que si es un equilibrio objetivo
la causa habría dejado de existir y el contrato sería nulo, lo que permite que los
efectos de la aplicación de la cláusula rebus sic stantibus sean los de modificar
o adaptar el contrato, y no los de declarar su nulidad43.
El hecho de que el desequilibrio se produzca durante la ejecución del contrato,
como se pone de manifiesto en la resolución, puede ser interpretado como que
afecta a la causa de la obligación44, y no del contrato que quedó válidamente
celebrado. A este problema ha respondido el Tribunal Supremo cuando expresa
que, como el acontecimiento se produce desde la base de la obligación, afecta
también al contrato, ya que siendo cierto que el contrato en el momento de su
celebración tiene una causa verdadera y válida, también es necesario que se
mantenga a lo largo del cumplimiento de la obligación surgida del contrato y que
se mantenga en la atribución45. Por ello, afectada la causa de la obligación, esta
va a repercutir en la causa del contrato. De ahí que Jorge CASTIÑEIRA explique
que siempre que se mantenga la equivalencia de las prestaciones no se ve al-
terada la causa de la obligación. Porque, como él mismo dice, existe una cas-
caca de validez entre la causa del contrato y de la obligación, que en cuanto
que nace de un contrato válidamente celebrado debe mantenerse a lo largo del
cumplimiento del contrato46. En este sentido, Federico DE CASTRO Y BRAVO
(1967) hablaba de la continua influencia de la causa, al decir:
«Puede entenderse que la relación jurídica quedó fijada en sus tér-
minos, de una vez para siempre al concluir el negocio y que, por
tanto, le será indiferente que por el advenimiento de nuevas circuns-
tancias haya dejado de conseguirse la finalidad práctica propuesta.

43
Desde este aspecto, la doctrina establecida por el Tribunal Supremo supera la limitación contenida en el
art. 1213 del Proyecto de la Comisión de Codificación, que recogía la base objetiva («si las circunstancias
que sirvieron de base al contrato hubiesen cambiado de forma extraordinaria e imprevisible durante su eje-
cución») y no la base subjetiva establecida en el parágrafo 313 del BGB alemán, que en su punto segundo
establece: «La falsedad de las representaciones esenciales de las partes sobre el contrato y que constitu-
yeron su fundamento equivale a una alteración esencial de sus circunstancias».
44
Se refiere a la obligación que nace del contrato, en el sentido establecido en al art. 1088 del CC: «Las
obligaciones nacen de la Ley, de los contratos y cuasicontratos y de los actos u omisiones ilícitos de los que
surge cualquier tipo de culpa o negligencia».
45
La atribución ha sido definida por DÍEZ-PICAZO, Luis, «El concepto de la causa en el negocio jurídico»,
Anuario de Derecho Civil, tomo XVI, fascículo I, enero-marzo de 1963, pp. 3 a 33, en p. 26 como «todo acto
por medio del cual se procura o proporciona a otra persona un beneficio patrimonial».
46
En este sentido se ha pronunciado NÚÑEZ LAGOS, R., «Pago de lo indebido sin error», Revista General
de Legislación y Jurisprudencia, tomo XI, 1946, pp. 130 a 157, y CASTIÑEIRA JEREZ, J., «Hacia la nueva
configuración de la doctrina rebus sic stantibus: a propósito de la sentencia de 30 de junio de 2014», InDret,
Revista para el Análisis del Derecho, 4/2014.

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Normalización de la cláusula rebus sic stantibus. Estudio jurisprudencial

Por ejemplo, arrendada una mina de oro durante veinte años, la de-
valuación de la moneda (caso de Alemania y Austria después de la
primera guerra mundial) hace que la renta quede reducida práctica-
mente a la nada. Es posible, por el contrario, entender que no se
puede romper la conexión con la causa y que, dada la frustración
del propósito concreto del negocio, queda abierta la posibilidad de
acudir al Juez para que se dé por resuelto el negocio o para que lo
adapte equitativamente a las nuevas circunstancias».
Lo que explica que la excesiva onerosidad 47, en cuanto que quiebra la conmu-
tatividad o equilibrio prestacional, altera la causa del contrato, provocando un
cambio en el fin del contrato, que se ve frustrado para una de sus partes. De ahí
que Jorge CASTIÑEIRA (2014) reconozca que la conmutatividad, lejos de ser
criterio de interpretación establecido en el artículo 1289 CC, pase a formar parte
del contrato. Alteración que, como señala el Tribunal Supremo en los fundamen-
tos de derecho de la Sentencia de 30 de junio de 2014, deviene desde la alte-
ración de la base del contrato.
La cláusula rebus sic stantibus descansa en una base fáctica, a la que la reso-
lución denomina como el marco negocial del contrato, que nace ajena a él. De
tal manera que la alteración en la que se fundamenta la regla rebus sic stantibus
aparece fuera del contrato, y al interpretar el contrato, mediante su aplicación,
se tiene que demostrar cómo la alteración del marco negocial afecta al conte-
nido de las prestaciones de las partes y, por tanto, a la causa. Desde el punto
de vista práctico, en la Sentencia de 30 de junio de 2014 se lleva a cabo me-
diante la aportación de un dictamen pericial.
Explica el Tribunal Supremo que el nexo que existe entre la conmutatividad y la
causa del contrato descansa en dos criterios. El primero constituye la base ob-
jetiva, en el que el equilibrio de las prestaciones de las partes pone de manifiesto
la frustración del fin que persiguen. Así, cuando se produce un completo des-
equilibrio entre las prestaciones desaparecen la causa y el fin. En este supuesto
hay un verdadero defecto causal.
El segundo, constituido por la base subjetiva, está integrado por los mismos
elementos, el equilibrio de las prestaciones de las partes y su incidencia en el
fin; pero a diferencia de la base objetiva, la base subjetiva está integrada por el
fin económico que persiguen las partes, que está implícito en el contrato y ha
sido admitido por la otra parte.

47
La excesiva onerosidad, o hardship, se encuentra regulada en el art. 6.2.1 de los Principios UNIDROIT
sobre los Contratos Comerciales Internacionales de 2004, en el que se establece: «Cuando el cumplimiento
de un contrato llega a ser más oneroso para una de las partes, esa parte permanece obligada, no obstante,
a cumplir sus obligaciones salvo lo previsto en las siguientes disposiciones sobre “excesiva onerosidad”».

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Por último, la Resolución de 30 de junio de 2014 señala una serie de requisitos


para que actúe la teoría de la base del negocio y pueda ser tenida en cuenta en
un caso concreto:
- Primero: su influencia en la actividad económica o de explotación de la
sociedad o empresario que deba realizar la prestación comprometida.
- Segundo: en los supuestos en los que la alteración de las circunstan-
cias que constituyen la base del negocio conlleve resultados reiterados
de pérdidas debe apreciarse la onerosidad en los incrementos de los
costes de ejecución y preparación.
- Tercero: el reflejo de la onerosidad sobre el contrato para el que se
solicita la aplicación de la cláusula rebus sic stantibus, sin que se pueda
alegar su reflejo sobre otros parámetros, como el balance general o de
cierre de cada ejercicio de la empresa, la relación de grupos empresa-
riales…
Donde se ven reflejados los cinco requisitos señalados por Pablo SALVADOR
CODERCH (2009, p. 34) necesarios para la aplicación de la teoría de la base
del negocio: «1. Cambio o alteración de determinadas circunstancias posterio-
res a la celebración del contrato. 2. Tales circunstancias integraron la base o
fundamento del contrato. 3. Las partes no previeron la alteración. 4. Hipotética-
mente, las partes no habrían celebrado el contrato de haber previsto el cambio
de circunstancias, y 5. La alteración es esencial, de forma que la ejecución del
contrato originario no es exigible a una de las partes, dadas las circunstancias
del caso concreto y, en particular, la distribución contractual o legal de los ries-
gos».
En definitiva, los requisitos establecidos en la resolución y por Pablo SALVA-
DOR vienen a identificar la base del negocio con el análisis efectuado sobre la
modificación de la causa del contrato, propio de nuestro derecho causalista y
no del derecho alemán. Sin perjuicio de admitir el concepto de marco del con-
trato en cuanto que hace referencia a la situación económica y política en la que
se celebró el contrato y permite diferenciarla de la situación que ha sido alterada
por las circunstancias extraordinarias. Los fundamentos de derecho de la STS
de 11 de noviembre de 2013 (RJ 638/2013) recogen:
«En este sentido, la diferenciación debe precisarse en los distintos
fundamentos causales de ambas figuras y en sus diferentes funcio-
nes en la dinámica contractual. En esta línea puede afirmarse que
las referencias citadas en la categoría del incumplimiento esencial
operan en el plano de la resolución como el resultado de un juicio
de tipicidad o de valoración entre lo que podemos denominar como
causa de contrato (causa contractus, causa negotii), esto es, desde

202 REVISTA JURÍDICA DE CASTILLA Y LEÓN. N.º 41. ENERO 2017. ISSN 2254-3805
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Normalización de la cláusula rebus sic stantibus. Estudio jurisprudencial

la función económica social del contrato el resultado práctico que


quieren conseguir o alcanzar las partes (causa concreta del nego-
cio) y la relevancia que para dicho fin presenta la inejecución o el
irregular desenvolvimiento del programa de prestación; se valora
tanto el plano de ajuste de los deberes prestacionales realizados
con los programados, como el plano satisfactivo del acreedor que
informó la celebración del contrato (STS 11 de noviembre de 2013,
núm. 638/2013)».
Consecuencia de la aceptación del marco negocial es que permite enfrentar la
cláusula rebus sic stantibus con la resolución por incumplimiento del contrato y
situarlas en planos diferentes. Es frecuente que en las resoluciones del Tribunal
Supremo se encuentren expresiones referidas a la teoría rebus sic stantibus
propias del incumplimiento contractual, como: «la falta de obtención de la finali-
dad perseguida», «la frustración de las legítimas expectativas o aspiraciones»
e inclusive «la quiebra de la finalidad económica o frustración del fin práctico
perseguido», si bien la resolución se valora desde el plano de satisfacción del
acreedor con el propósito negocial perseguido, dentro del desenvolvimiento de
la relación contractual, mientras que la cláusula rebus sic stantibus se valora
desde la base, o mejor causa, del contrato, produciendo un desequilibrio con-
tractual, llegando a concluir que la teoría rebus sic stantibus «atiende a la quie-
bra o frustración de la conmutatividad y onerosidad sobre la que se diseñó el
resultado práctico querido por las partes».
La identificación entre la cláusula rebus sic stantibus y la resolución del contrato
establecida en el artículo 1124 CC se encuentra en la jurisprudencia en aquellos
supuestos en los que se ha pretendido la resolución del contrato de compra-
venta de inmuebles cuando como consecuencia de la crisis los compradores no
pudieron obtener financiación y alegaban que no se les podía imputar la dene-
gación de la subrogación de la hipoteca. A este respecto se pueden señalar las
SSAP de Alicante de 21 de marzo de 2012 (JUR 215844/2012), de Murcia de
24 de marzo de 2011 (AC 462/2011), de Sevilla de 8 de noviembre de 2011
(JUR 68388/2012) y de Madrid de 30 de diciembre de 2011 (JUR 65968/2012),
en las que se admite la resolución del contrato, pero no desde la aplicación de
la cláusula rebus sic stantibus, sino desde la existencia de una cláusula resolu-
toria expresa en el contrato que permitía la resolución en caso de la denegación
del préstamo hipotecario.
Así, en la STS de 17 de enero de 201348 (RJ 1819/2013) el Tribunal Supremo
se pronuncia sobre la cláusula rebus sic stantibus en la solicitud de resolución

48
Reflexiona sobre esta sentencia SÁNCHEZ MARTÍN, C., «La cláusula rebus sic stantibus en el ámbito de
la contratación inmobiliaria. Aplicación a los supuestos de imposibilidad de financiación en la compraventa
de viviendas. Comentario a la sentencia dictada por el Pleno de la Sala Primera el 17 de enero de 2013»,
Diario la Ley, núm. 8077, 7 de marzo de 2013 (sección Tribuna). FERNÁNDEZ BENAVIDES, M., «El hecho

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de un contrato de compraventa por imposibilidad de obtener financiación. En


ella ya empieza el Tribunal Supremo a declarar que se trata de una recesión
económica. A pesar de ello, no aplica la rebus sic stantibus, ya que resuelve
diciendo que «… no significa que la crisis económica, por sí sola, permita al
comprador desistir del contrato, pues en tal caso, se produciría un manifiesto
desequilibrio en contra del vendedor, se propiciarían los incumplimientos mera-
mente oportunistas… y, en definitiva, se desvirtuaría el verdadero sentido de
una determinada solución jurídica hasta el punto de convertirla en un incentivo
para el incumplimiento».
Sobre esta sentencia hace una reflexión M.ª Ángeles ZURILLA 49 (2013), que
pone de manifiesto que nuestro Código Civil no resuelve el supuesto de incum-
plimiento de la obligación cuando no es del todo imposible, distinguiendo entre
la onerosidad o desequilibrio de las prestaciones del incumplimiento, e identifica
la excesiva onerosidad de la obligación como una imposibilidad subjetiva. De tal
modo que distingue entre la imposibilidad subjetiva establecida en el artículo
1104 del CC, que tiene su origen en la culpa o negligencia del demandado, y la
imposibilidad subjetiva ajena al contenido del contrato en cuanto que tiene su
origen en un acontecimiento externo, en la que descansa la cláusula rebus sic
stantibus.

5.3. EFECTOS DE LA CLÁUSULA REBUS SIC STANTIBUS


A TRAVÉS DEL PRINCIPIO DE LA BUENA FE
Hasta ahora se ha puesto de manifiesto en qué consiste «lo improvisto» en la
cláusula rebus sic stantibus y cómo incide en la causa del contrato al verse al-
terado el equilibrio de las prestaciones. Ahora lo que corresponde es determinar
cómo estas circunstancias extraordinarias producen efectos en el contrato.
A este respecto, Antonio MORALES MORENO50 (1983, p. 1536) expone: «la
posible impugnación del negocio por la caída de su causa subjetiva no está
expresamente admitida, con carácter general, en nuestro Código, a través de
un mecanismo de impugnación directamente ligado a esa razón y aunque se
vea facilitada “de modo indirecto” por figuras como el error vicio o la resolución

de que los compradores no obtengan la financiación no justifica la resolución del contrato de compraventa
de vivienda» www.uclm.es/centro/cesco.
49
ZURILLA CARIÑANA, M.ª Ángeles, «Resolución de contratos por imposibilidad de obtener crédito, paro,
caída de precios, recortes presupuestarios y ejecución de contrato, ¿eficacia de la cláusula rebus sic stanti-
bus?», Revista Cesco de Derecho de Consumo, núm. 7, 2013, pp. 218 a 227, especialmente p. 224. En
www.revista.uclm.es/index.php/cesco.
50
MORALES MORENO, Antonio Manuel, «El propósito práctico y la Idea de Negocio en Federico de Castro
(Notas en torno a la significación de la utilidad de la cosa en los negocios de tráfico)», Anuario de Derecho
Civil, vol. 36, IV, 1983, pp. 1529-1546.

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por incumplimiento, la cuestión es ¿han de considerarse especiales o excepcio-


nales, o deben interpretarse como expresión de un criterio general, el de atender
a las circunstancias que impidan lograr el propósito concretamente perseguido
por el negocio?». A este planteamiento, como se ha analizado, no puede res-
ponderse a través de la distribución de los riesgos del contrato, ya que solo lleva
a delimitar el ámbito contractual del marco negocial en el que se produce la
alteración, no soluciona sus efectos en el contrato desde el derecho positivo. A
este problema responde el principio general de la buena fe.
El principio de la buena fe, como principio general del Derecho, exige a todas
las personas que adopten un comportamiento leal en toda la fase previa a la
constitución de tales relaciones, y que este se mantenga a lo largo de la vida
del contrato, es decir en el desenvolvimiento de las relaciones jurídicas ya cons-
tituías por ellos. Por lo que no existe ningún impedimento en su aplicación para
hacer efectiva la teoría rebus sic stantibus y retornar el equilibrio de las presta-
ciones alterado.
Sin embargo, una parte de la jurisprudencia le impidió su eficacia al considerar
que existe un enfrentamiento entre la cláusula rebus sic stantibus y el principio
pacta sunt servanda. Ambos inciden en el contrato y se han relacionado con los
riesgos que deben ser asumidos por las partes, pero operan desde diferentes
perspectivas: el principio pacta sunt servanda incide en el ámbito interno u ob-
jetivo del contrato, recae sobre lo que las partes han previsto o han podido pre-
ver y no lo hicieron; sin embargo, el principio rebus sic stantibus opera desde el
ámbito externo al contrato, desde el marco de la relación contractual, se refiere
a lo que de ningún modo se puede prever. Como señala Jorge CASTIÑEIRA
(2014, p. 30), «aquello que no ha sido ni debió ser previsto es distinto de aquello
que se ha previsto o se ha podido prever y sobre lo que no obstante no se ha
pactado».
Por tanto, son principios que operan en diferentes planos, no se excluyen, sino
que se complementan. El principio pacta sunt servanda, de la misma forma que
el principio de conservación de los contratos opera dentro del ámbito contrac-
tual, no en el marco o entorno del contrato, como se pone de manifiesto en
resoluciones del Tribunal Supremo de 10 de septiembre de 2012 (RJ
1899/2008), 28 de junio de 2012 (RJ 1145/2009), 15 de enero de 2013 (RJ
827/2012) y 16 de enero de 2013 (RJ 828/2012). Concretamente, en el funda-
mento de derecho tercero de la Sentencia de 15 de enero de 2012 se dice:
«la conservación de los contratos se erige como un auténtico prin-
cipio informador de nuestro sistema jurídico que comporta, entre
otros extremos, el dar una respuesta adecuada a las vicisitudes que
presenta la dinámica contractual desde la preferencia y articulación
de los mecanismos que anidan en la validez estructural del contrato

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y su consiguiente eficacia funcional, facilitando el tráfico patrimonial


y su seguridad jurídica».
El hecho de que actúen en diferentes planos y que por eso se complementen
se pone de manifiesto porque ambos principios velan por la conservación del
contrato. Hasta ahora, la mayoría de las sentencias que han estimado la cláu-
sula procedían a adaptar el contrato a la nueva realidad, como la sentencia de
30 de junio de 2014, lo que constituye una manifestación del principio de con-
servación de los contratos en la teoría rebus sic stantibus. Se puede responder
diciendo que no ocurre lo mismo cuando el tribunal procede a la resolución del
contrato por devenir imposible su modificación. Pero no es más cierto que el
principio de conservación de los contratos no tiene un carácter absoluto, y que
cede en otras ocasiones, no solo cuando se estima la alegación de la cláusula
rebus sic stantibus51.
Los efectos de la aplicación de la cláusula son la revisión o la estabilización de
los precios, y a ellos que se llega mediante la interpretación del contrato desde
el principio general de la buena fe, como recogen los fundamentos de derecho
de la resolución de 30 de junio de 2014:
«La buena fe, establecido en el Art. 1258 CC, que permite valorar
los resultados del contrato en el sentido de que los pactos deben
ser cumplidos en sus propios términos. En el sentido de que el
acreedor no puede pretender más de lo que le otorgue su derecho
ni el deudor no puede pretender dar menos de aquello que el sentido
de la probidad le exige, todo ello de acuerdo a la naturaleza y finali-
dad del contrato. La consecuencia es evidente si cambian las cir-
cunstancias que constituyen la base del contrato, el principio de la
buena fe exige es la adaptación o revisión al cambio operado. Se
trata de una relación entre la cláusula rebus sic stantibus y la buena
fe que ya ha sido analizad por la jurisprudencia del Tribunal Su-
premo como la sentencia de 21 de mayo de 2009 (RJ 1178/2009)».
De esta manera, la buena fe opera no solo como una acción cuando se acude
a los tribunales para la adaptación del contrato a la nueva realidad, sino también
como una excepción frente al demandante que reclama el cumplimiento del con-
trato en sus propios términos. En este sentido Franz WIEACKER, al explicar el
principio general de la buena fe, escribe: «la creación judicial del Derecho de
nuestro tercer grupo puede, según los casos, actuar a favor o en contra del
demandante. Es, sin embargo, característico de la tendencia social actual de
las actuales rupturas que aquella actúa más frecuentemente contra el titular de

51
En este sentido se ha pronunciado CASTIÑEIRA, Jorge, obra citada, p. 12 y ss.

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un derecho (base del negocio, inexigibilidad y límite del sacrificio, limitación de


derechos reales) que a su favor (libre revalorización)».

5.4. NORMALIZACIÓN DE LA CLÁUSULA REBUS SIC STANTIBUS


El análisis de esta resolución pone de manifiesto la necesidad de la normaliza-
ción de la cláusula rebus sic stantibus, de tal manera que desaparezcan los
calificativos de «peligrosa» o «interpretación estricta» que hasta ahora la han
acompañado, abandonando su consideración como doctrina basada exclusiva-
mente en la equidad.
Pero también que existe un cambio de concepción del contrato. Ya puso de
manifiesto GILMORE52 (1974), en The death of contract, que la doctrina y la
jurisprudencia que valoran el impacto de la alteración sobrevenida de circuns-
tancias no previstas en el momento de la conclusión del contrato pueden llevar
al acercamiento del derecho contractual con el derecho de daños, pues se tras-
lada a una de las partes el deber de garantizar la indemnidad de la otra. Ello se
pone de manifiesto en la STS de 15 de octubre de 2014 (RJ 5090/2014), en la
que el Tribunal valora la resolución de dos contratos de arrendamiento de edifi-
cio destinado a actividad hotelera y de su respectivo aparcamiento, y la indem-
nización de daños y perjuicios que se fundamentaba en la falta de entrega de
los edificios en el plazo señalado, y donde subsidiariamente se solicitaba la mo-
dificación de los contratos de arrendamiento reduciéndose la renta a los impor-
tes indicados en el dictamen pericial. En sus fundamentos de derecho se con-
tiene:
«En esta dirección lo que se observa en el presente caso es que,
con independencia de las expectativas de explotación del negocio,
de claro riesgo asignado para la parte arrendataria, el contexto eco-
nómico del momento de la celebración y puesta en ejecución del
contrato (periodo del 1999 a 2004), de inusitado crecimiento y ex-
pansión de la demanda acompañado, además, de una relevante
promoción urbanística de la zona de ubicación de los hoteles, formó
parte de la base económica del negocio que informó la configuración
del contrato de arrendamiento suscrito por las partes en febrero de
1999 (…) De ahí, que la nota de imprevisibilidad no debe apreciarse
respecto de una abstracta posibilidad de producción de la alteración
o circunstancia determinante del cambio considerada en sí mismo,
esto es, que la crisis económica es una circunstancia cíclica que hay

52
Grant GILMORE, The death of contract, The Ohio State University Press, segunda edición, 1995, editada
por Ronald K. L. Collins.

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que prever siempre, con independencia de las peculiares caracte-


rísticas y alcance de la misma en el contexto económico y negocial
en el que incide (STS de 26 de abril de 2013, núm. 308/2013); todo
ello conforme, también, con la aplicación ya normalizada de esta
figura que presentan los principales textos de armonización y actua-
lización en materia de Derecho contractual europeo, la “razonabili-
dad” de su previsión en el momento de la celebración del contrato,
y la aplicación de su alcance modificativo conforme al principio de
conservación de los actos y negocios jurídicos».
Sobre estos dos argumentos se apoya Carlos GÓMEZ LIGÜERRE 53 para sos-
tener «el cambio de concepción del contrato y de su obligatoriedad por parte de
nuestros tribunales, al menos parte de la casación civil. La nueva tendencia ju-
dicial abre las puertas a reclamaciones de reajuste de contratos de larga dura-
ción en las que la parte perjudicada por circunstancias adversas podrá exigir el
reequilibrio de las prestaciones hasta el punto en el que el contrato le resulte
provechoso».
Lo importante de esta opinión, un tanto exagerada, en cuanto que la cláusula
rebus sic stantibus se apoya en circunstancias extraordinarias y se fundamenta
en el principio de la buena fe que no es ajeno al derecho de contratos, es que
pone de manifiesto la apertura a la renegociación, que ya había sido analizada
por SALVADOR CODERCH (2009, p.10) en el estudio del artículo 121354 de la
Propuesta de Comisión de la Codificación de 2009, incluyendo un capítulo VIII,
«De la alteración extraordinaria de las circunstancias básicas del contrato», en
el Libro IV, «De las Obligaciones y Contratos». En él se pone de manifiesto que
los autores de la Propuesta de Codificación no recogen en el texto la posibilidad
de una renegociación que ya se había puesto de manifiesto en el Derecho eu-
ropeo, como en el artículo 6.2.3 de los Principios Unidroit sobre contratos mer-
cantiles internacionales, en cuya virtud en caso de excesiva onerosidad la parte
en desventaja puede reclamar la renegociación del contrato. De esta manera
Pablo SALVADOR CODERCH sostiene que la renegociación no está reñida con
el principio de la buena fe, ni impide los efectos de adaptación o resolución del

53
GÓMEZ LIGÜERRE, Carlos, «The death of contract (Grant Gilmore, 1974). A propósito de alguna juris-
prudencia reciente», InDret, 2015.
54
Artículo 1213: «Si las circunstancias que sirvieron de base al contrato hubieren cambiado de forma extra-
ordinaria e imprevisible durante su ejecución, de manera que esta se haya hecho excesivamente onerosa
por una de las partes o se haya frustrado el fin del contrato, el contratante al que, atendidas las circunstancias
del caso y especialmente la distribución contractual o legal de riesgos, no le sea razonablemente exigible
que permanezca sujeto al contrato, podrá pretender su revisión, y si esta no es posible o no puede imponerse
a una de las partes, podrá aquel pedir su resolución.
La pretensión de resolución sólo podrá ser estimada cuando no quepa obtener de la propuesta o propuestas
de revisión ofrecidas por cada una de las partes una solución que restaure la reciprocidad de intereses del
contrato».

208 REVISTA JURÍDICA DE CASTILLA Y LEÓN. N.º 41. ENERO 2017. ISSN 2254-3805
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Normalización de la cláusula rebus sic stantibus. Estudio jurisprudencial

contrato, sino que se asienta en un deber de colaboración mutua de las partes


en el contrato, desde el momento en el que son las partes las que están en
mejores condiciones para la adaptación del contrato.
Sin embargo, es el mismo autor defensor de la renegociación el que señala su
límite: la renegociación debe asentarse sobre la voluntad de las partes, no se
puede obligar a ninguna de las partes ante el cambio de circunstancias a tener
que renegociar de nuevo el contrato, en cuanto que en materia contractual rige
el principio de la autonomía de la voluntad55.
Planteado de esta manera, la renegociación se califica como un efecto de la
doctrina rebus sic stantibus, como alternativa a la revisión y resolución del con-
trato. Sin embargo, CODERCH al analizarla nos indica que como incentivo a las
partes para la renegociación serviría la imposición de costas a la parte que la
impidió, como ocurre con la transacción en EE.UU. Es decir, pone de manifiesto
la identificación entre la renegociación y la transacción. Además, cabe plan-
tearse la diferencia entre renegociación y novación.
A la transacción, a diferencia de la renegociación, se llega por la inexistencia de
un conflicto surgido o que pueda surgir, de conformidad con lo establecido en el
artículo 1809 CC. Sin embargo, a la renegociación se llega por la existencia de
un contrato y su alteración por un cambio de circunstancias extraordinarias. Sin
embargo, los términos «dando, prometiendo o reteniendo cada una alguna
cosa» se interpretan en un sentido amplio. Además, la transacción puede poner
fin a un conflicto surgido o que pudiera surgir en un contrato, por lo que se puede
concluir que la renegociación puede adaptarse a los preceptos establecidos
para la transacción en los artículos 1809 y ss. del Código Civil, ampliando el
campo de la renegociación a los medios establecidos en la Ley 5/1012, de 6 de
junio, de Mediación en Asuntos Civiles y Mercantiles.
Por último, la renegociación no puede ser considerada como una especie de
novación, en cuanto que la novación se plantea dentro de los términos de un
contrato y no obedece a una circunstancia ajena al marco negocial, como ocurre
con la cláusula rebus sic stantibus.
La fórmula de la renegociación cobra sentido en aquellos supuestos en los que
el juez no puede adaptar los términos del contrato conforme a las alegaciones
o dictámenes incorporados al procedimiento, y necesita que sean las partes
quienes modifiquen el contrato, desde el momento que se trata de una relación

55
CASTIÑEIRA JEREZ, Jorge, «Hacia una nueva configuración de la doctrina rebus sic stantibus: a propó-
sito de la sentencia del Tribunal Supremo de 30 de junio de 2014», InDret: Revista para el análisis del De-
recho 4/2014, p. 14; en el mismo sentido recoge que «es conforme al principio de la buena fe que las partes
intenten alcanzar un acuerdo cuando el contrato originario ha sido alterado por las circunstancias sobreve-
nidas».

REVISTA JURÍDICA DE CASTILLA Y LEÓN. N.º 41. ENERO 2017. ISSN 2254-3805 209
DERECHO CIVIL

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contractual en la que hay que respetar el principio de la autonomía de la volun-


tad. Desde esta fundamentación la jurisprudencia ha recogido la renegociación
como alternativa a la revisión y resolución del contrato en el fallo de la Sentencia
núm. 236, dictada el 25 de julio de 2014 por la Sección 3.ª de la Audiencia Pro-
vincial de Palma de Mallorca, por medio de la cual se estima la aplicación de la
cláusula rebus sic stantibus, obligando a la entidad financiera a renegociar las
condiciones del préstamo hipotecario concedido a la parte deudora.
Dicha resolución judicial constituye un punto de partida imprescindible para abrir
la posibilidad de la renegociación en la doctrina rebus sic stantibus, como medio
para la adaptación del contrato a la nueva realidad y para reequilibrar las pres-
taciones pactadas entre las partes inicialmente. En el caso de la sentencia men-
cionada parte de la crisis económica como el hecho extraordinario que se tra-
duce en la situación de desempleo del deudor y de sus dos hijos mayores, si-
tuación a la que hay que añadir que el deudor tiene a su cargo un hijo menor, lo
que le impide hacerse cargo del préstamo en las condiciones pactadas.
El fallo de la sentencia dice:
«SE ESTIMA PARCIALMENTE la demanda interpuesta por doña
Guillerma contra CITIFIN SA EFC, representada por la procuradora
Sra. Ruys Van Noolen, declarando procedente la aplicación de la
cláusula rebus sic stantibus y en su virtud se da a las partes un plazo
de 30 días, a partir de la firmeza de la presente resolución, para la
renegociación del tipo de interés remuneratorio variable previsto en
el contrato de préstamo hipotecario concertado entre los litigantes,
plazo durante el cual las partes contratantes podrán adaptarlo de
manera que las pérdidas y ganancias resultantes de ese cambio de
circunstancias se distribuyan entre las partes de forma equitativa y
justa. Sin expresa imposición de costas a ninguna de las partes liti-
gantes. Concede un plazo de 30 días a las partes para que renego-
cien voluntariamente las condiciones del préstamo, con el fin de que
se redistribuyan de manera más equitativa y justa las pérdidas y las
ganancias resultantes de este cambio de circunstancias provocadas
por la actual crisis».
La importancia de esta sentencia, además de plantear la renegociación como
una posible solución para respetar el principio de la autonomía de la voluntad
en la adaptación de los contratos a la nueva situación, de estimarse la cláusula
rebus sic stantibus, está en el hecho de que se aplica en materia de resolución
de conflictos de insolvencia de los particulares, provocada por la gravedad de
la crisis económica que genera mayor drama social y económico.
En este sentido hay que mencionar el cambio normativo que se pone de mani-
fiesto en el artículo 5 de la Ley 2/2015, de 30 de marzo, de desindexación de la

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DERECHO CIVIL

Normalización de la cláusula rebus sic stantibus. Estudio jurisprudencial

economía española, en el que se establecen revisiones periódicas no predeter-


minadas y revisiones no periódicas de los valores monetarios en los contratos
públicos, como es el caso de la STS de 30 de enero de 2015 (RJ 1067/2015) 56.

5.5. CONSOLIDACIÓN EN LA JURISPRUDENCIA


DE LA DOCTRINA REBUS SIC STANTIBUS
Tras la Sentencia de 30 de junio de 2014 en la que establece la doctrina rebus
sic stantibus, el Tribunal Supremo dicta las sentencias de 15 de octubre de 2014
y 13 de marzo de 2015, que la recogen de nuevo de forma íntegra. Las dos
primeras se asientan en las sentencias de 17 y 18 de enero de 2013 en las que
califica la crisis económica de imprevisible, como una recesión económica. Ade-
más, son el resultado de una larga jurisprudencia en la que el Tribunal Supremo
ha ido moldeando los requisitos de la teoría rebus sic stantibus. Toda esta suma
de sentencias hace posible que se pueda afirmar que se ha consolidado la ju-
risprudencia del Tribunal Supremo en el sentido establecido en el artículo 1.6
del CC, como complemento del ordenamiento jurídico.
A lo largo del desarrollo de esta trabajo se han analizado pacientemente las
sentencias del Tribunal Supremo desde principios del siglo XX, y se puede ob-
servar cómo se han ido elaborando, poco a poco, los requisitos necesarios para
que una circunstancia extraordinaria que altere el equilibrio del contrato pueda
ser considerada a efectos de la doctrina rebus sic stantibus.
Por fin, el Tribunal Supremo da un paso adelante permitiendo que el principio
general de la buena fe vuelva a sentirse en el devenir de las relaciones econó-
micas, dotándolas de seguridad jurídica, en cuanto que la buena fe no solo debe
existir en el inicio de las relaciones contractuales entre las partes, sino que debe
permanecer a lo largo de su desarrollo.

56
En este sentido también hay que mencionar la modificación introducida en el Proyecto de Código Civil
francés, que en su artículo 1196 recoge esta doctrina, haciéndose eco de los proyectos de P. Catalá y F.
Terré, y que entrará en vigor en breve. En su texto se establece: «1. Si las circunstancias que sirvieron de
base al contrato hubieren cambiado de forma extraordinaria e imprevisible durante su ejecución de manera
que ésta se haya hecho excesivamente onerosa para una de las partes o se haya frustrado el fin del contrato,
podrá pretenderse su revisión para adaptar su contenido a las nuevas circunstancias, o su resolución. 2. Lo
dispuesto en el párrafo anterior sólo procederá cuando: a) El cambio de circunstancias fuere posterior a la
celebración del contrato; b) no fuera equitativo exigir al contratante perjudicado, atendida especialmente la
distribución contractual y legal del riesgo, que permanezca sujeto al contrato; y c) el contratante perjudicado
hubiere intentado de buena fe una negociación dirigida a una revisión razonable del contrato. 3. El juez sólo
podrá estimar la pretensión de resolución de la parte perjudicada cuando no sea posible o razonable imponer
a la otra la propuesta o propuestas de revisión ofrecidas por cada una de ellas. En este caso el Juez habrá
de fijar la fecha y las condiciones de la resolución».

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DERECHO CIVIL

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Álvaro LUNA y María XIOL (2015), difieren de la consolidación de la cláusula, y


exponen, en contra de lo expuesto, que el cambio de criterio del Tribunal Su-
premo ha sido vertiginoso, ya que de negar su aplicación a los supuestos de
alteración económica se pasa a su aceptación en la Sentencia 30 de junio de
2014, y consideran que se trata solo de una excepción, apoyándose para ello
en la Sentencia de 11 de diciembre de 2014 (RJ 6374/2014), en la que el Tribu-
nal Supremo rechaza la aplicación de la doctrina rebus sic stantibus en un su-
puesto de retraso de la entrega de viviendas por una promotora57. La promotora
alegaba que la no entrega de la obra se debía a falta de financiación por motivo
de la crisis económica, recordando la sentencia dictada por el tribunal Supremo
de fecha 30 de enero de 2014 sobre un contrato de la misma promotora en la
que se consideró que había incumplido el plazo de entrega. El Tribunal Supremo
resuelve sin embargo con la consideración de que la crisis económica es «un
suceso que ocurre en el círculo de actividades empresariales, que no puede
considerarse imprevisible o inevitable». Refuerzan su opinión las sentencias de
17 de enero de 2013 y 14 de noviembre de 1998 (recurso 1744/1994).
Es cierto que se trata de sentencias en las que se alega la aplicación de la
cláusula rebus sic stantibus y que el Tribunal Supremo no la estima por diferen-
tes motivos. En la sentencia de 14 de noviembre de 1998 lo cierto es que analiza
los requisitos de la doctrina rebus y se muestra conforme a ellos, pero en la
época en la que se dictó no había crisis económica, por lo que el Tribunal resol-
vió considerando que no era una circunstancia extraordinaria.
Respecto a la Sentencia 11 de diciembre de 2014, posterior a la elaboración de
las bases de la doctrina rebus, tampoco puede utilizada como argumento para
sostener que la Sentencia de 30 de junio de 2014 es una mera excepción. Hay
que tener en cuenta que la sentencia remite a otra, la Sentencia de 30 de enero
de 2014, en la que el Tribunal se pronuncia sobre otro contrato de la misma
promoción. Hay que tener en cuenta que en ambas resoluciones se pone de
manifiesto que el cumplimiento del contrato ha devenido imposible porque se
había pactado la entrega de la vivienda en una fecha determinada. Por tanto, la
fecha constituye uno de los elementos esenciales del contrato, que requiere que
el contrato se pueda seguir cumpliendo, y ante el que la cláusula rebus carece
de aplicación.
Por tanto, se puede hablar de consolidación de la doctrina rebus sic stantibus
en la jurisprudencia del Tribunal Supremo. Así se pone de manifiesto en la STS
de 24 de febrero de 2015 (RJ 1698/2015), relativa a un contrato de compraventa

57
En el mismo sentido se ha pronunciado VÁZQUEZ-PASTOR JIMÉNEZ, Lucía, «El “vaivén” de la moderna
jurisprudencia sobre la cláusula rebus sic stantibus», Revista de Derecho Civil, vol. II, núm. 4 (octubre-di-
ciembre, 2015), sección Estudios, p. 91, donde concluye que es cierto que «el Tribunal Supremo vuelve a
dar un paso atrás y cambia nuevamente el criterio en 2014 dictando dos resoluciones conforme a las cuales
la cláusula no es aplicable cuando la parte perjudicada es un empresario».

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Normalización de la cláusula rebus sic stantibus. Estudio jurisprudencial

que tuvo su base negocial en las expectativas de desarrollo urbanístico de la


zona, que se vieron alteradas por el rigor de la crisis. En ella se estima la cláu-
sula rebus sic stantibus, sobre la base de considerar el principio de la buena fe
como fuente integrante del contrato. Recoge en sus fundamentos de derecho:
«Planteada la cuestión de fondo en torno a la aplicación de la cláu-
sula rebus sic stantibus debe señalarse que, recientemente, esta
Sala ha profundizado en la moderna configuración que presenta
esta figura en la actualidad delimitando la doctrina jurisprudencial
aplicable en las sentencias de 30 de junio de 2014, núm. 333/2014
y 15 de octubre de 2014, núm. 591/2014. En esta línea, y dentro del
necesario ajuste o adaptación de las instituciones o figuras jurídicas
a la realidad social del momento, así como al desenvolvimiento doc-
trinal consustancial al ámbito jurídico, las citadas sentencias ya es-
tablecen una configuración plenamente normalizada de la cláusula
rebus sic stantibus, en donde su prudente aplicación deriva de la
exigencia de su específico y diferenciado fundamento técnico y de
su concreción funcional en el marco de la eficacia causal del con-
trato».
Ello se confirma en la STS de 13 de marzo de 2015 (RJ 1067/2015), cuyo po-
nente ha sido Eduardo Baena Ruiz y que recae en un proceso surgido de una
acción incoada por la empresa ALCAMATIC, S.L. contra Grupo VIPS sobre ins-
talación de máquinas expendedoras de tabaco en los locales de VIPS, en rela-
ción con la aparición de la legislación sobre consumo de tabaco en estableci-
mientos abiertos al público, porque VIPS se negó a hacer los cambios que im-
ponía la nueva legislación por resultar muy costosos e incumplió el contrato por
excesivamente oneroso. En esta sentencia el Tribunal lleva a cabo una mode-
ración de la cláusula penal porque la alteración de la base del negocio, debido
a una nueva legislación restrictiva sobre comercialización y consumo de labores
de tabaco, aunque temida y prevista en el contrato, no puede provocar que solo
una parte soporte los riesgos, con notorio desequilibrio de las prestaciones. De
esta manera el Tribunal Supremo aplica la doctrina rebus sic stantibus a los
cambios de legislación, en cuanto que considera que suponen circunstancias
imprevisibles para las partes.

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6. APÉNDICE DE JURISPRUDENCIA
Selección de resoluciones judiciales dictadas por el Tribunal Supremo sobre
la cláusula rebus sic stantibus desde el siglo XX:
- STS de 14 de diciembre de 1940 (RJ 1135/1940).
- STS de 17 de mayo de 1941 (RJ 635/1941).
- STS de 13 de abril de 1944 (RJ 2646/1994).
- STS de 21 de octubre de 1948 (RJ 245/1948).
- STS de 6 de julio de 1959 (RJ 2382/1959).
- STS de 17 de mayo de 1957 (RJ 579/1957).
- STS de 23 de noviembre de 1962 (RJ 5350/1962).
- STS de 31 de octubre de 1963 (RJ 3119/1963).
- STS de 27 de julio de 1981 (RJ 41/1981).
- STS de 9 de mayo de 1983 (RJ 2678/1983).
- STS de 27 de junio de 1984 (RJ 1259/1984).
- STS de 19 de junio de 1985 (RJ 706/1985).
- STS de 17 de mayo de 1986 (RJ 2725/1986).
- STS de 13 de marzo de 1987 (RJ 1798/1987).
- STS de 23 de marzo de 1988 (RJ 2095/1988).
- STS de 8 de julio de 1989 (RJ 1658/1989).
- STS de 16 de octubre de 1989 (RJ5425/1989).
- STS de 21 de febrero de 1990 (RJ 707/1990).
- STS de 5 de abril de 1991 (RJ 2691/1991).
- STS de 23 de abril de 1991 (RJ 6192/1991).
- STS de 8 de julio de 1991 (RJ 5376/1991).
- STS de 12 de noviembre de 1991 (RJ 6192/1991).
- STS de 23 de diciembre de 1991 (RJ 9481/1991).
- STS de 6 de noviembre de 1992 (18124/1992).
- STS de 14 de diciembre de 1993 (RJ 1202/1993).

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DERECHO CIVIL

Normalización de la cláusula rebus sic stantibus. Estudio jurisprudencial

- STS de 4 de febrero de 1994 (RJ 563/1994).


- STS de 15 de marzo de 1994 (RJ 1754/1994).
- STS de 20 de abril de 1994 (RJ 344/1994).
- STS de 4 de febrero de 1995 (RJ 4995/1995).
- STS de 29 de enero de 1996 (RJ 29/1996).
- STS de 29 de mayo de 1996 (RJ 3285/1996).
- STS de 19 de junio de 1996 (RJ 502/1996).
- STS de 4 de octubre de 1996 (RJ 5306/1996).
- STS de 10 de febrero de 1997 (RJ 65/1997).
- STS de 23 de junio de 1997 (RJ 567/1997).
- STS de 17 de noviembre de 2000 (RJ 1059/2000).
- STS de 28 de diciembre de 2001 (RJ 1234/2001).
- STS de 27 de mayo de 2002 (RJ 518/2002).
- STS de 21 de marzo de 2003 (RJ 1967/2003).
- STS de 18 de junio de 2004 (RJ 4262/2004).
- STS de 22 de abril de 2004 (RJ 2638/2004).
- STS de 12 de noviembre de 2004 (RJ 7324/2004).
- STS de 20 de noviembre de 2005 (RJ1904/2005).
- STS de 5 de abril de 2006 (RJ 1872/2006).
- STS de 9 de octubre de 2006 (RJ 5858/2006).
- STS de 25 de enero de 2007 (RJ 168/2007).
- STS de 26 de septiembre de 2007 (RJ 5994/2007).
- STS de 21 de mayo de 2009 (RJ 3068/2009).
- STS de 20 de noviembre de 2009 (RJ 7112/2009).
- STS de 1 de junio de 2010 (RJ 3066/2010).
- STS de 27 de abril de 2012 (RJ 2868/2012), Magistrado Ponente: Ro-
mán García Varela.

REVISTA JURÍDICA DE CASTILLA Y LEÓN. N.º 41. ENERO 2017. ISSN 2254-3805 215
DERECHO CIVIL

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- STS de 8 de octubre de 2012 (RJ 9027/2012), Magistrado Ponente:


Francisco Javier Arroyo Fiestas.
- STS de 28 de junio de 2012 (RJ 1145/2012).
- STS de 10 de septiembre de 2012 (RJ 1899/2012).
- STS de 8 de noviembre de 2012 (RJ 9188/2012), Magistrado Po-
nente: Francisco Javier Orduña Moreno.
- STS de 11 de enero de 2013 (RJ 679/2013).
- STS de 15 de enero de 2013 (RJ 827/2012).
- STS de 16 de enero de 2013 (RJ 828/2013).
- STS de 17 de enero de 2013 (RJ 820/2013), Magistrado Ponente:
Francisco Marín Castán.
- STS de 18 de enero de 2013 (RJ 822/2013).
- STS de 11 de noviembre de 2013 (RJ 638/2013).
- STS de 17 de marzo de 2014 (RJ 164/2014).
- STS de 30 de junio de 2014 (RJ 2823/2014), Magistrado Ponente:
Francisco Javier Orduña Moreno.
- STS de 15 de octubre de 2014 (RJ 6129/2014), Magistrado Ponente:
Francisco Javier Orduña Moreno.
- STS de 11 de diciembre de 2014 (RJ 6374/2014), Magistrado Po-
nente: Francisco Javier Arroyo Fiestas.
- STS de 19 de diciembre de 2014 (RJ 6624/2014), Magistrado Po-
nente: Eduardo Baena Ruiz.
- STS de 24 de febrero de 2015 (RJ 1698/2015).
- STS de 13 de marzo de 2015 (RJ 1067/2015), Magistrado Ponente:
Eduardo Baena Ruiz.
- STS de de 30 de enero de 2015 (RJ 1067/2015) Magistrado Ponente:
Eduardo Baena Ruiz.

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