Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
2
PROGRAMA LLA- 112
Presentación
Objetivos generales
3
Objetivos específicos
Contenidos
4
Metodología
Evaluación
Referencias bibliográficas
5
Bolívar: Decanato de Estudios Generales. Disponible en:
http://www.generales.usb.ve/pdf/lineamientos.pdf
Camps, Anna. (1994). L’ensenyament de la composició escrita. Barcelona:
Barcanova.
Camps, Anna. (2003): “Proyectos de lengua entre la teoría y la práctica”. En Camps
(Compiladora). Secuencias didácticas para aprender a escribir (Serie Didáctica de la
lengua y la literatura, n. 187) Barcelona: Graó.
Bibliografía recomendada
6
SELECCIÓN DE LECTURAS
TEMA 1: (Sin) Sentido y (des) valoración de la ortografía
Botella al mar para el dios de las palabras
A mis 12 años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor
cura que pasaba me salvó con un grito: « ¡Cuidado!»
El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: « ¿Ya vio lo que es el
poder de la palabra?» Ese día lo supe. Ahora sabemos, además, que los mayas lo
sabían desde los tiempos de Cristo, y con tanto rigor que tenían un dios especial
para las palabras.
Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrará en el tercer
milenio bajo el imperio de las palabras. No es cierto que la imagen esté
desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está potenciándolas: nunca
hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío como en
la inmensa Babel de la vida actual. Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas
por la prensa, por los libros desechables, por los carteles de publicidad; habladas y
cantadas por la radio, la televisión, el cine, el teléfono, los altavoces públicos;
7
gritadas a brocha gorda en las paredes de la calle o susurradas al oído en las
penumbras del amor. No: el gran derrotado es el silencio. Las cosas tienen ahora
tantos nombres en tantas lenguas que ya no es fácil saber cómo se llaman en
ninguna. Los idiomas se dispersan sueltos de madrina, se mezclan y confunden,
disparados hacia el destino ineluctable de un lenguaje global.
La lengua española tiene que prepararse para un oficio grande en ese porvenir sin
fronteras. Es un derecho histórico. No por su prepotencia económica, como otras
lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su dinámica creativa, su vasta experiencia
cultural, su rapidez y su fuerza de expansión, en un ámbito propio de 19 millones de
kilómetros cuadrados y 400 millones de hablantes al terminar este siglo. Con razón
un maestro de letras hispánicas en Estados Unidos ha dicho que sus horas de clase
se le van en servir de intérprete entre latinoamericanos de distintos países. Llama la
atención que el verbo pasar tenga 54 significados, mientras en la República de
Ecuador tienen 105 nombres para el órgano sexual masculino, y en cambio la
palabra condoliente, que se explica por sí sola, y que tanta falta nos hace, aún no se
ha inventado. A un joven periodista francés lo deslumbran los hallazgos poéticos
que encuentra a cada paso en nuestra vida doméstica. Que un niño desvelado por el
balido intermitente y triste de un cordero dijo: «Parece un faro». Que una vivandera
de la Guajira colombiana rechazó un cocimiento de toronjil porque le supo a Viernes
Santo. Que don Sebastián de Covarrubias, en su diccionario memorable, nos dejó
escrito de su puño y letra que el amarillo es «la color» de los enamorados. ¿Cuántas
veces no hemos probado nosotros mismos un café que sabe a ventana, un pan que
sabe a rincón, una cerveza que sabe a beso?
Son pruebas al canto de la inteligencia de una lengua que desde hace tiempo no
cabe en su pellejo. Pero nuestra contribución no debería ser la de meterla en
cintura, sino al contrario, liberarla de sus fierros normativos para que entre en el
siglo venturo como Pedro por su casa. En ese sentido me atrevería a sugerir ante
esta sabia audiencia que simplifiquemos la gramática antes de que la gramática
termine por simplificarnos a nosotros. Humanicemos sus leyes, aprendamos de las
lenguas indígenas a las que tanto debemos lo mucho que tienen todavía para
enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y
científicos antes de que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con
los gerundios bárbaros, los qués endémicos, el dequeísmo parasitario, y
devuélvamos al subjuntivo presente el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez
de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el armonioso muéramos en vez del
siniestro muramos. Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna:
enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y
pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de
leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver. ¿Y qué de
8
nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron
como si fueran dos y siempre sobra una?
Son preguntas al azar, por supuesto, como botellas arrojadas a la mar con la
esperanza de que le lleguen al dios de las palabras. A no ser que por estas osadías y
desatinos, tanto él como todos nosotros terminemos por lamentar, con razón y
derecho, que no me hubiera atropellado a tiempo aquella bicicleta providencial de
mis 12 años.
Jubilación de la ortografía
Mempo Giardinelli
Extraído de Página/12, viernes 11 de abril de 1997
Desde hace años se sabe que Gabriel García Márquez es un mago capaz de colocar
en el cielo de la literatura maravillosos fuegos artificiales. Pero somos muchos los
escritores que crecimos con él, y gracias a él, que pensamos también que los fuegos
artificiales son sólo eso: artificios. Y por lo tanto brillo efímero, golpe de efecto,
momento deslumbrante.
La médula es otra cosa. Y en el caso de estas ideas que la prensa ha difundido (no
he tenido la oportunidad de leer el discurso completo del Maestro) me parece que
hay mucho de disparate en esa propuesta de "jubilar la ortografía".
Además de ser una propuesta efectista (y quiero suponer que poco pensada), es la
clase de idea que seguramente aplaudirán los que hablan mal y escriben peor (es
decir, incorrecta e impropiamente). No dudo que tal jubilación (en rigor, anulación)
sólo puede ser festejada por los ignorantes de toda regla ortográfica. Digámoslo
claramente: suena tan absurdo como jubilar a la matemática porque ahora todo el
mundo suma o multiplica con calculadoras de cuatro dólares.
9
Frente a esa constatación de lo virtual que ya es tan real, ¿es justo que bajemos los
brazos y nos entreguemos sin luchar? ¿Es justo que porque el inglés es la lengua
universal y es tan libre (como anárquica), el castellano deba seguir ese mismo
camino? ¿Por el hecho de que el cyberespacio está lleno de ignorantes, vamos a
proponer la ignorancia como nueva regla para todos? ¿Por el hecho de que tantos
millones hablen mal y escriban peor, vamos a democratizar hacia abajo, es decir
hacia la ignorancia?
Por eso, a los neologismos técnicos no hay que "asimilarlos pronto y bien... antes de
que se nos infiltren sin digerir", como él dice. Lo que hay que hacer es digerirlos
cuanto antes, y para digerirlos bien hay que adaptarlos a nuestra lengua. Como se
hizo siempre y así, por caso, "chequear" se nos convirtió en verbo y "kafkiano" en
adjetivo. Y en cuanto al "dequeísmo parasitario" y demás barbarismos, no hay que
negociar su buen corazón, como aparentemente propone García Márquez. Lo que
hay que hacer es mejorar el nivel de nuestros docentes para que sigan enseñando
que esos parásitos de la lengua son malos.
Y por el otro está la cuestión de para qué sirven las reglas, y el porqué de la
necesidad de conocerlas y respetarlas. No voy a defender las haches por capricho ni
por un espíritu reglamentarista que no tengo, pero para mí seguirá habiendo
diferencias sustanciales entre "lo hecho" y "lo echo"; y sobre todo entre "hojear" y
"ojear" un libro.
Las reglas siempre están para algo. Tienen un sentido y ese sentido suele ser
histórico, filosófico, cultural. La falta de reglas y el desconocimiento de ellas es el
caos, la disgregación cultural. Y eso puede ser gravísimo para nosotros, sobre todo
en estos tiempos en que la sabiduría imperial se ha vuelto tan sutil y astuta. Las
propuestas ligeras y efectistas de eliminación de reglas son, por lo menos,
peligrosas.
10
Precisamente porque vivimos en sociedades donde las pocas reglas que había se
dejaron de cumplir o se cumplen cada vez menos, y hoy se aplauden estúpidamente
las transgresiones. Es así como se facilitan las impunidades.
Más sorprendente, aun, es que García Márquez haya hecho las declaraciones que
hizo en el Congreso reunido en Zacatecas.
11
A ese lento y necesario proceso, García Márquez le quiere poner fin mediante un
drástico decreto ortográfico, es decir, mediante un acto voluntarista. ¿Qué principio
lo impulsa? El de la lógica.
¿Por qué mantener la vigencia de letras que tienen la misma función o el mismo
sonido o que, simplemente, no se pronuncian? Su razonamiento parece irrebatible y
pleno de sentido común. Incluso, en su favor, habría que indicar que la natural
resistencia al cambio radical que propone desaparecería al cabo de una generación
de admitidas y practicadas dichas nuevas normas. Hoy nos chocan a nosotros,
habituados a las tradicionales; mañana, en cambio, no producirán ni alarma ni pesar
a nuestros descendientes, educados en ellas. Pero no escapa a nadie que, eliminar
variantes, particularidades y diversidades, es empobrecer, es uniformar.
Con idéntica tesitura ¿por qué preservar a los tigres, matadores de hombres, o a los
elefantes, depredadores de bosques, o a los insalubres pantanos?
AUNQUE no hay que extremar la analogía, ¿por qué acometer contra riquezas
expresivas, que son los ladrillos y la mezcla con que se erigen los grandes
monumentos idiomáticos de la hispanidad? ¿Qué se gana con decir "muéramos", y
no muramos, y "cabo" y no quepo?
¿Por qué dirigir nuestra atención a las lenguas indígenas --coletazo de las
discusiones sobre el V Centenario del Descubrimiento de América o del Encuentro
entre Dos Mundos-- y no a Cervantes y a Lope de Vega, o a Andrés Bello y a Rodó?
NOS oponemos a que nos avasalle la lógica de las computadoras, que la tradición
sea sometida por el materialismo mecánico y que la identidad de una cultura vasta
y profunda pase a ser objeto de un acto frío y cerebral que ahogue su diversidad.
Escribimos como escribimos porque somos el fruto de raíces que nos alimentan y
nos enriquecen por el esfuerzo que nos demanda el dominio de sus convenciones.
Estas nos han aportado claridad, precisión y belleza. ¿Por qué cambiarlas?
12
García Márquez se “a” vuelto loco
Jorge Gómez Jiménez1
Letralia, Tierra de Letras - Edición Nº 22, del 21 de abril de 1997
Escritor venezolano nacido y residente en Cagua, Aragua, Venezuela. Editor de las revistas electrónicas Letralia y
Lenguaje Binario.
13
existe un amplio sector de la raza humana en el cual se considera que no hay
tiempo para aprender a escribir correctamente.
La prensa, el cuarto poder que llaman, ha captado entonces un filón para la
noticia, para el espectáculo que contribuye con la alienación del hombre común,
quien observa, sin entender demasiado, estos acontecimientos que le son extraños
por suscitarse entre intelectuales. En una semana los medios de comunicación
determinaron que era mínima la importancia del encuentro en Zacatecas a no ser
porque allí el Gabo dijo algo que nadie habría imaginado antes de sus labios. No
extraña que el hecho se describa como un exabrupto emitido por el colombiano "en
una reunión de intelectuales en México". El infalible círculo intelectual de nuestros
países ha señalado a García Márquez como el Gran Hereje: el Gabo se ha (¿a?)
vuelto loco.
Aclaraciones, desmentidos, contradicciones
Por estos días hay que guardar un dinero extra para comprar los diarios, que
en circunstancias normales dejan de ser un artículo de primera necesidad. Dos días
después de la intervención de García Márquez en el primer Congreso Internacional
de la Lengua Española, un cable de EFE indica que, DRAE en mano, el escritor ha
aclarado que él no dijo lo que la prensa dijo que él dijo. Cito al Gabo, a su vez citado
por EFE: "Dije que debería simplificarse, y ese verbo, según el Diccionario de la
Academia, significa 'hacer más sencilla, más fácil o menos complicada una cosa'.
También dije que humanicemos las leyes de la gramática. Y humanizar, según el
mismo diccionario, tiene dos acepciones. La primera, 'hacer a alguien o algo
humano, familiar o afable'. La segunda, en pronominal, 'ablandarse, desenojarse,
hacerse benigno'. ¿Dónde está el pecado?".
También dos días después del hecho, y un día después del eco que el mismo
encontró en la prensa internacional, el escritor venezolano Arturo Uslar Pietri se
alarma ante una "peligrosa amenaza para la unidad de la lengua" y alegando que,
aunque algunos puedan considerar innecesarias algunas letras y usos específicos de
nuestro idioma, las mismas conllevan un inmenso sentido histórico.
Dice Uslar: "Cuando escribimos 'hacer' con hache estamos afirmando la
historia misma de la lengua porque esa hache no es el fruto de una invención
gratuita sino el vestigio evidente de una raíz latina que nos hace advertir que esa
palabra, como todas las otras, está llena de historia y que esa hache nos hace viva
la historia de la lengua y su fundamental raíz latina. Cada vez que la escribimos
evocamos la historia del idioma, lo que, sin duda alguna, nos enriquece...". Esto
puede ser evidente para el intelectual, para el lingüista; mas las gentes diversas que
pueblan este mundo, los lectores, habituales u ocasionales, que degluten a Neruda o
a la Christie, los estudiantes de bachillerato con sus inmensas lagunas de
conocimientos, y con mucha más razón, los analfabetas funcionales y los
analfabetas absolutos, rara vez podrían asumir el uso de la hache como un asunto
de importancia histórica. Existe una verdad implacable y desgarradora: la educación
es de quienes disponen de bienes materiales para comprarla o de algunos
individuos realmente preocupados por procurársela. Sería absurdo que el resto de
14
los mortales se detuviera a "evocar la historia del idioma", por el hecho simple de
escribir una letra que ni siquiera se pronuncia.
Retomo el artículo del profesor Alexis Márquez, publicado por El Nacional este
domingo 20 de abril. Márquez, quien entre nosotros tiene un inmenso y merecido
prestigio por su conocimiento del idioma, que comparte con los lectores de ese
diario todos los domingos a través de su columna "Con la lengua", estuvo en el
evento en Zacatecas y su testimonio es demoledor: "A nuestro regreso de México
nos enteramos de cómo la prensa venezolana (...) se hizo eco de una afirmación
absolutamente falsa. Se dijo, en efecto, que el discurso de García Márquez había
causado en el Congreso un gran revuelo, que había 'levantado una polvareda',
según palabras textuales de El País, de Madrid. Cuando leímos tales cosas, tuvimos
la sensación de no saber dónde habíamos estado, puesto que nada de esto ocurrió
en Zacatecas. Las palabras de Gabo, ciertamente, causaron mucha gracia en el
público, la gente se rió varias veces al oírlo, y al final se comentaron un poco,
humorísticamente, algunas de las cosas que dijo, pero sin darles mucha
importancia, igual que se hizo con los demás discursos".
La biología del idioma
La ortografía y la gramática son el esqueleto del idioma. Son establecidas
formalmente por los estudiosos de la lengua, pero en realidad tienen su fundamento
último en la manera como los pueblos hablan. A lo largo de los siglos, el idioma
experimenta un verdadero proceso de evolución que se alimenta del habla del
hombre común más que de las reglas dictadas por los filólogos. El idioma muta,
constantemente cambia su forma de la misma manera como lo hacen los seres
vivos, porque la gente lo enriquece añadiendo palabras o combinando las ya
existentes, importando vocablos de otras lenguas y en ocasiones hasta sustituyendo
palabras que se ignoran con otras que sólo tienen significado para un grupo, una
familia o hasta para un solo individuo. Paradójicamente, este proceso suele ser
designado comúnmente con la palabra "degeneración".
Estas transformaciones ocurren primero en el habla de la calle y finalmente los
estudiosos se resignan a declarar nuevas reglas que amolden el idioma al uso que le
dan los individuos. Al ser el medio de comunicación básico, el idioma rebasa los
límites que le imponen las reglas establecidas por los estudiosos y se convierte en
mágico caleidoscopio al cual cada pueblo añade sus propias características. Sería
imposible revertir este proceso haciendo que el hombre común se amoldara a las
reglas exquisitas de la ortografía, y es justamente esto lo que da vida y garantiza su
permanencia, al idioma. En palabras de Jorge Luis Borges, una lengua que no
cambia es una lengua muerta. Lo que hoy se tiene por error ortográfico mañana
podría ser una regla más en los confusos manuales del idioma.
Por esto mismo es absurdo creer que un discurso de Gabriel García Márquez
hará que los cientos de millones de hispanoparlantes regados por el mundo revisen
su forma de escribir las palabras, para amoldarse o no a la Academia o a las
propuestas del colombiano. Casos como la inclusión artificial en nuestro idioma de la
palabra "millardo", en el que la Academia decidió favorecer una proposición del
humanista venezolano Rafael Caldera —a la sazón presidente de Venezuela en este
15
momento—, son extrañísimos. Y es que, definitivamente, el sistema no funciona de
esa manera. Por muy rabiosa que sea la defensa del idioma por parte de los
estudiosos en 1997, el año 2100 nos encontrará hablando un castellano distinto al
que hoy se acusa a García Márquez de intentar subvertir. En el proceso de
transformación morirán algunas reglas y nacerán otras nuevas, y no hay nada que
indique que las diferencias entre escribir hoyo y oyó se escaparán a la particular
biología molecular del idioma.
Er gavo en zu laberinto
Luis Barrera Linares
Publicado en El Nacional. 17 de abril de 1997, p. A-5
16
y la terzera sozpecha ez ke no zave el proponente ke a puezto en el tapete el kuchiyo
ke razgará zu propia jarjanta, por kuanto de aora en adelante, una ves asektada por
el mundo ispaniko su zalida jokosa y cenil, cera indiferente para nozotros ke suz
livros mas importantes ce titulen, por egemplo, Sien anos de Zoleda, El Koronel no
tiene kien le escriba, o El Jeneral en zu laverinto.
Ortografía y cultura
Arturo Uslar Pietri
Con su grande y sólido prestigio de insigne narrador, Gabriel García Márquez, según
informan los diarios, acaba de lanzar, ante el Primer Congreso Internacional de la
Lengua Española, una peligrosa invitación a “jubilar la ortografía, terror del ser
humano desde la cuna” y como primer paso “enterrar las haches rupestres”. Más
allá de su valor indudable de “ boutade”, la insólita propuesta de García Márquez
constituye claramente una peligrosa amenaza para la unidad de la lengua y para su
valor de comunicación escrita.
No veo ninguna razón válida u objeto práctico en llegar a suprimir la “hache”. Sería,
evidentemente, antiestético y perturbador eliminarla. Cuando escribimos “hacer”
con “hache” estamos afirmando la historia misma de la lengua porque esa “hache”
no es el fruto de una invención gratuita sino el vestigio evidente de una raíz latina
que nos hace advertir que esa palabra, como todas las otras, está llena de historia y
que esa “hache” nos hace viva la historia de la lengua y su fundamental raíz latina.
Cada vez que la escribimos evocamos la historia del idioma, lo que, sin duda alguna,
nos enriquece, y al mismo tiempo que ese valor indudable de enseñanza del pasado
tiene otro estético, el grafismo con “hache”, que a pesar de ser letra muda desde
hace mucho tiempo en el castellano, en la palabra escrita enseña también historia.
17
Con el creciente predominio de los medios electrónicos de comunicación y con las
prodigiosas máquinas de transmisión de información de que hoy disponemos podría
haber alguna ventaja práctica en reducir algunas letras, lo que raramente podría
compensar la gran pérdida del sentido histórico que tiene la ortografía que, con la
palabra correctamente escrita, no solamente reproduce el fonema sino que nos da
un testimonio invalorable de la historia de la lengua.
Es evidente que en este caso no va a haber la posibilidad de que, oficialmente y a
través de la enseñanza organizada, se vaya a modificar algo tan consustancial con
el espíritu de cada lengua, como es su propia ortografía, lo que en muchas formas
significaría eliminar gran parte del valor histórico que tiene cada palabra y toda la
representación del pasado cultural que hay en su escritura correcta.
En lugar de proponer la simplificación de la ortografía, con todas las objeciones
estéticas y éticas que ello suscita inevitablemente, habría que pensar más bien en
fomentar, desde el nivel de la enseñanza elemental, el conocimiento sistemático de
las etimologías. Más allá de su simple valor de significación escueta, cada palabra es
un pedazo de historia muy rico en informaciones y en sugerencias, en el que está
presente el pasado vivo que vincula a cada pueblo con su lengua. Cada lengua es
como el depósito supremo de la experiencia histórica de cada nación. Podría
decirse, sin exageración, que no es lo mismo nombrar al mundo en español que en
inglés, en japonés o en gujaratí. Cada palabra es como el compendio de una
experiencia histórica singular.
Tratar de reducir cada palabra a su expresión más directa y a su grafismo más
simple pudiera tener un atroz resultado empobrecedor para la humanidad entera. La
palabra es la más importante de las creaciones del hombre y la lengua es el bien
cultural fundamental de cada pueblo.
Reducir todo esto, por razones prácticas, a las formas más simplificadas del
grafismo que faciliten su transmisión por los actuales medios electrónicos podría
tener inmensas consecuencias negativas para el futuro inmediato.
Si pensamos que todo lo que el hombre sabe y puede llegar a saber está en
palabras y no puede ir más allá de las palabras, nos daríamos cuenta de la inmensa
importancia que ellas tienen. Como nos lo enseñó Wittgenstein hace mucho tiempo,
el universo para cada hombre es exactamente del tamaño de su vocabulario.
Tratar de simplificar la lengua podría resultar en una terrible operación de
empobrecimiento, del que la primera víctima sería, sin duda, la poesía y todo el
prodigio de la palabra.
Con el propósito, aparentemente útil, de simplificar la ortografía podríamos
desembocar, sin darnos cuenta, en el inmenso mal de empobrecer la lengua y de
hacernos más torpes e inexpresivos ante el mundo que nos rodea.
La jubilación de la ortografía
Liduvina Carrera
18
Las declaraciones de Gabriel García Márquez en el Congreso Internacional de la
Lengua Española han llamado la atención, entre otros al escritor Arturo Uslar Pietri.
De igual forma, creemos que quienes han leído la controversia entre estos autores
se podrían haber preguntado acerca de este “novedoso” tema que hoy día se
encuentra en el tapete de la discusión.
19
chocaría muchísimo encontrarse con la frase “hacer un ijo ermoso ”. Es más, en los
momentos que se escriben estas letras, el programa instalado en la computadora se
niega rotundamente a utilizar estas ortografías. En más de una oportunidad se ha
tenido que insistir para que no utilice su corrector en ella. Esta experiencias de la
técnica informática es significativa porque quiere decir que, si para la entrada del
milenio como se ha predicho, los sistemas cibernéticos alojarán el caos en su
interior por falta de programación adecuada y las computadoras se detendrán en el
00 porque desconocerán las fechas del año 2000, ¿qué otro tanto podría pasar con
el cambio de la ortografía propuesta por el Gabo y por otros pensadores en
diferentes eventos?
La vocación de nombrar
Carmen Cristina Wolf
Domingo, 1 de junio de 2008
Nombrar significa en un primer momento, intentar la representación de las
cosas con exactitud. Las palabras tienen el poder de recrear los objetos con
verdadera eficacia.
La vida de los pueblos y su evolución se refleja y revela en el lenguaje. Aquello
que no puede ser nombrado es como si no existiera. Por ello los hombres que han
alcanzado cierto grado de sabiduría le dan tanta importancia al lenguaje. Octavio
Paz en su libro El arco y la lira reseña que en el Libro XIII de los Anales, le
20
preguntaron a Confucio: “Si el Duque de Wei te llamase para administrar su país,
¿cuál sería tu primera medida? El Maestro dijo: La reforma del lenguaje. No sabemos
dónde empieza el mal, si en las palabras o en las cosas, pero cuando las palabras se
corrompen y los significados se vuelven inciertos, el sentido de nuestros actos y de
nuestras obras también es inseguro.” Imaginemos que los vocablos “libertad”,
verdad, justicia, paz”, valores sobre los cuales se asienta nuestra existencia,
cambiasen sustancialmente de significado, bien sea por un desgaste en su
significación, por el mal uso que se haga de ellos, bien sea porque un régimen
autoritario pretenda alterar esa esencia para sus propios fines. Los fundamentos de
la sociedad se ven afectados en lo más profundo.
Verbigracia, la palabra amor en algunas épocas se agota. Un gobernante que
constantemente dice “amar” a su pueblo, y su conducta avergüenza a los
gobernados, por estar reñida con la ética y el bien común, producirá en la gente
desconfianza e indiferencia. La palabra amor irá siendo cada vez menos utilizada.
El término igualdad ha sido invocado como bandera por los sistemas
comunistas y socialistas. Es una aberración pretender que todos los seres humanos
seamos iguales. Seríamos copias al carbón unos de otros y perderíamos lo más
valioso y sagrado, aquello que es esencial a la naturaleza humana: la libertad. Otra
cosa muy importante es la igualdad de derechos y deberes, la igualdad de todos los
hombres en el respeto a la dignidad. Esto es fundamental. Los regímenes
comunistas pretenden sacrificar la libertad para lograr la igualdad. Esto es
monstruoso, pues quebranta la esencia del ser humano: el hombre es en esencia
libertad.
El lenguaje
Octavio Paz
21
primeras condiciones de su eficacia. La necesidad de preservar el lenguaje sagrado
explica el nacimiento de la gramática, en la India védica. Pero al cabo de los siglos
los hombres advirtieron que entre las cosas y sus nombres se abría un abismo. Las
ciencias del lenguaje conquistaron su autonomía apenas cesó la creencia en la
identidad entre el objeto y su signo. La primera tarea del pensamiento consistió en
fijar un significado preciso y único a los vocablos; y la gramática se convirtió en el
primer peldaño de la lógica. Mas las palabras son rebeldes a la definición. Y todavía
no cesa la batalla entre la ciencia y el lenguaje.
22
Si todo objeto es, de alguna manera, parte del sujeto cognoscente -límite fatal
del saber al mismo tiempo que única posibilidad de conocer- ¿qué decir del
lenguaje? Las fronteras entre objeto y sujeto se muestran aquí particularmente
indecisas. La palabra es el hombre mismo. Estamos hechos de palabras. Ellas son
nuestra única realidad o, al menos, el único testimonio de nuestra realidad. No hay
pensamiento sin lenguaje, ni tampoco objeto de conocimiento: lo primero que hace
el hombre, frente a una realidad desconocida es nombrarla, bautizarla. Lo que
ignoramos es lo innombrado. Todo aprendizaje principia como enseñanza de los
verdaderos nombres de las cosas y termina con la revelación de la palabra-llave que
nos abrirá las puertas de saber. O con la confesión de ignorancia: el silencio. Y aun
el silencio dice algo, pues está preñado de signos. No podemos escapar del
lenguaje. Cierto, los especialistas pueden aislar el idioma y convertirlo en objeto.
Mas se trata de un ser artificial arrancado a su mundo original ya que, a diferencia
de lo que ocurre con los otros objetos de la ciencia, las palabras no viven fuera de
nosotros. Nosotros somos su mundo y ellas el nuestro. Para apresar el lenguaje no
tenemos más remedio que emplearlo. Las redes de pescar palabras están hechas de
palabras. No pretendo negar con esto el valor de los estudios lingüísticos. Pero los
descubrimientos de la lingüística no deben hacernos olvidar sus limitaciones: el
lenguaje, en su realidad última, se nos escapa. Esa realidad consiste en ser algo
indivisible e inseparable del hombre. El lenguaje es una condición de la existencia
del hombre y no un objeto, un organismo o un sistema convencional de signos que
podemos aceptar o desechar. El estudio del lenguaje, en este sentido, es una de las
partes de una ciencia total del hombre.
Afirmar que el lenguaje es propiedad exclusiva del hombre contradice una creencia
milenaria. Recordemos cómo principian muchas fábulas: "Cuando los animales
hablaban..." Aunque parezca extraño esta creencia fue resucitada por la ciencia del
siglo pasado. Todavía muchos afirman que los sistemas de comunicación animal no
son esencialmente diferentes de los usados por el hombre. Para algunos sabios no
es una gastada metáfora hablar del lenguaje de los pájaros. En efecto, en los
lenguajes animales aparecen las dos notas distintivas del habla: el significado
-reducido, es cierto, al nivel más elemental y rudimentario- y la comunicación. El
grito animal alude a algo, dice algo: posee significación. Y ese significado es
recogido y, por decirlo así, comprendido por los otros animales. Esos gritos
inarticulados constituyen un sistema de signos comunes, dotados de significación.
No es otra la función de las palabras. Por tanto, el habla no es sino el desarrollo del
lenguaje animal, y las palabras pueden ser estudiadas como cualquiera de los otros
objetos de la ciencia de la naturaleza.
El primer reparo que podría oponerse a esta idea es la incomparable complejidad
del habla humana; el segundo, la ausencia de pensamiento abstracto en el lenguaje
animal. Son diferencias de grado, no de esencia. Más decisivo me parece lo que
Marshall Urban llama la función tripartita de los vocablos: las palabras indican o
designan, son nombres; también son respuestas instintivas o espontáneas a un
estímulo material o psíquico, como en el caso de las interjecciones y onomatopeyas;
y son representaciones: signos y símbolos. La significación es indicativa, emotiva y
representativa. En cada expresión verbal aparecen las tres funciones, a niveles
distintos y con diversa intensidad. No hay representación que no contenga
23
elementos indicativos y emotivos; y lo mismo debe decirse de la indicación y la
emoción. Aunque se trata de elementos inseparables, la función simbólica es el
fundamento de las otras dos. Sin representación no hay indicación: los sonidos de la
palabra pan son signos sonoros del objeto a que aluden; sin ellos la función
indicativa no podría realizarse: la indicación es simbólica. Y del mismo modo: el grito
no sólo es respuesta instintiva a una situación panicular sino indicación de esa
situación por medio de una representación: palabra, voz. En suma, "la esencia del
lenguaje es la representación, Darstellung, de un elemento de experiencia por
medio de otro, la relación bipolar entre el signo o el símbolo y la cosa significada o
simbolizada, y la conciencia de esa relación".
Caracterizada así el habla humana, Marshall Urban pregunta a los especialistas si en
los gritos animales aparecen las tres funciones. La mayor parte de los entendidos
afirma que "la escala fonética de los monos es enteramente 'subjetiva' y puede
expresar sólo emociones, nunca designar o describir objetos". Lo mismo se puede
decir de sus gestos faciales y demás expresiones corporales. Es verdad que en
algunos gritos animales hay débiles indicios de indicación, mas en ningún caso se
ha comprobado la existencia de la función simbólica o representativa. Así pues,
entre el lenguaje animal y humano hay una ruptura. El lenguaje humano es algo
radicalmente distinto de la comunicación animal. Las diferencias entre ambos son
de orden cualitativo y no cuantitativo. El lenguaje es algo exclusivo del hombre.
24
tendencia fundamental a la formación de símbolos: el principio radicalmente
metafórico que está en la entraña de toda función de simbolización". Lenguaje y
mito son vastas metáforas de la realidad. La esencia del lenguaje es simbólica
porque consiste en representar un elemento de la realidad por otro, según ocurre
con las metáforas. La ciencia verifica una creencia común a todos los poetas de
todos los tiempos: el lenguaje es poesía en estado natural. Cada palabra o grupo de
palabras es una metáfora. Y asimismo es un instrumento mágico, esto es, algo
susceptible de cambiarse en otra cosa y de trasmutar aquello que toca: la palabra
pan, tocada por la palabra sol, se vuelve efectivamente un astro; y el sol, a su vez,
se vuelve un alimento luminoso. La palabra es un símbolo que emite símbolos. El
hombre es hombre gracias al lenguaje, gracias a la metáfora original que lo hizo ser
otro y lo separó del mundo natural, El hombre es un ser que se ha creado a sí mismo
al crear un lenguaje. Por la palabra, el hombre es una metáfora de sí mismo.
Don de lengua
Ángeles Mastretta
1992
Cada quien tiene sus ritos y pone sus devociones donde va pudiendo. Yo tarareo
boleros. Nunca me los puedo aprender completos, pero repito algunas de sus
sentencias y preguntas hasta que quienes me rodean se hartan o se sienten hechos
a un lado.
Mis hijos tienen su modo de penetrar el tejido de estos soliloquios musicalizados:
ellos preguntan. Sin temor y sin clemencia dedican sus ratos libres a intervenir mis
interpretaciones musicales exigiendo que les responda todo tipo de preguntas:
-¿Mami qué quiere decir dinero?
-¿Sabes qué quiere decir no sé? ¿No? Quiere decir nariz.
-Ma… si hay dos pájaros repetidos tres veces ¿se dice dos por tres o tres por dos?
-¿Coger dinero de tu bolsa es robar?
-¿Cuánto es veintiuno por treinta?
-El verbo es la acción, ¿el adverbio es?
-¿Cómo hacen los videoclips?
-¿Cuántas personas trabajan en el Aurrerá?
-¿Compraste pizza?
-¿A quién quieres más?
-¿Por qué se divorcian las personas?
-¿Cuándo se alivia tía Luisa?
-¿Por qué se visten de blanco los doctores?
-¿Por qué es mala la reelección?
-¿Qué pasa si aprieto este botón de tu compu?
-¿Por qué las personas piensan que hay dioses?
-¿Qué quiere decir enigma? ¿Por qué cantas eso tan raro?
Con esas y otras muchas preguntas diarias atormentan mis distracciones y me
llaman a lo que ellos consideran realidad.
25
Como tantas otras madres me las arreglo para contestar lo que voy pudiendo o para
seguir cantando cuando no sé qué decir.
Al terminar el ajetreado año de 1991, Catalina me preguntó una tarde:
-¿Mami de dónde sale la lengua?
Tenía en los ojos las alas de un pájaro ávido y extendía su risa con la certidumbre de
que yo sabría contestarle. A veces sus intrépidos siete años confían en mí como yo
en la sabiduría de los boleros, entonces me avergüenza su entrega y quisiera yo
tener respuestas para todo, como los boleros.
-¿La lengua? -pregunté moviendo la mía para ver si así podía yo sentir desde dónde
me la jalaban, a qué precisa parte de mi garganta, mi faringe, mi corazón, mi
estómago, mis piernas, mis talones, estaba sujeta la tira de carne inquieta y suave
que tantas dichas provoca.
-¿La lengua? No sé.
Cuando bostezo la lengua me sale de un cansancio que hace meses acarreo de un
lado para otro y que tal vez sea la edad y ya no vaya a desaparecer jamás. Puedo
dormir cinco horas o siete, nueve y hasta diez un día de suerte, pero la lengua que
meneo mientras bostezo, me sale de un cansancio que no sé cuándo empezó a
quedarse entre mis huesos.
Cuando toso la lengua me sale de un catarro constipado por el que nunca guardé
cama y que sigue paseándose conmigo. De tanto acompañarme ha perdido el pudor
y ya no pide disculpas, ni siquiera piensa que al pasear va contagiando parroquianos
con la misma desvergüenza de aquella que anidaba en quienes me la contagiaron.
Cuando converso la lengua me sale de herencia. Mi padre era un gran conversador,
mi madre es una conversadora agazapada que le tiene miedo a su lengua porque
sabe que es una lengua memoriosa y fatal que cuando se suelta puede poner sobre
la mesa historias de horror y barbarie que todo el mundo ha pretendido olvidar en la
ciudad que habita. Mi abuelo tenía una lengua exacta como navaja y alegre como
una victoria. Recordaba lo necesario cuando era necesario y olvidaba lo
desagradable cuando era innecesario. Mi tía Alicia sólo necesitaba mirar de reojo
para describir con fervor y precisión desde los ojos hasta las medias flojas de una
señora a la que no había visto jamás, a su lengua le gustaba tanto conversar que en
el velorio de un señor que había muerto de modo inesperado y horrible se dio a la
tarea de llenar el incómodo silencio que provoca la cercanía de un muerto ajeno y
tras hablar toda la noche se despidió de la viuda diciéndole:
-Señora, muchas gracias, estuvimos muy contentos.
Pero también la lengua conversadora es de contagio y uno siempre anda buscando
con quien compartirla: la lengua de mi amiga Lilia Rossbach no le da tiempo ni de
respirar entre asunto y asunto. En general mis amigas son de lengua conversadora,
hablar con ellas es siempre un entrenamiento y al mismo tiempo una permanente
olimpiada, la que obedece la voluntad de tregua que una lengua pide de vez en
cuando, pierde irremediablemente su oportunidad de sacarse del entrepecho los
disgustos, pesares y júbilos que le aprietan.
Algunas lenguas son mejores por teléfono, se esmeran porque en esas
conversaciones todo depende de ellas, la gente no puede ayudarse con las manos,
los ojos, la boca fruncida o los hombros levantados para decir nada. Así que las
26
lenguas, dejadas a su único arbitrio, se desatan y trajinan con más libertad que
nunca.
A veces la lengua sale del silencio. Entonces dice unas cosas en vez de otras y
acompaña nuestros labios en la risa que debía ser mutismo. Esas veces, la pobre
lengua anochece llena de mordidas.
No siempre acierta la lengua, tiene razón la señora Soto cuando nos dice a mí y a su
hija María: hablen menos, así meten menos la pata.
El día que nos duele, la lengua sale del corazón y el día que nos libera, sale del
estómago. Algunas veces la lengua cree salir del cerebro, pero casi siempre se
equivoca al creerlo. Puede ser que la lengua salga de las orejas, pero también es
fácil que venga desde las rodillas, por eso es difícil hablar estando hincado. A lo
mejor la lengua sale del sitio mismo que guarda los deseos, por eso besamos con
ella, por eso ella se queda con el vivo recuerdo del cobijo que otra le dio entre
juegos.
Cuando canta, Pavarotti enseña una lengua blanca, corta y gorda sin la que no
podrían existir los sonidos con los que nos toca cuando dice “Parlami d’amore
Mariu”. Su lengua debe ser un hongo mágico y se ve tan fea porque algo de toda
esa perfección tenía que ser feo para que toda esa perfección fuera posible. La
lengua de Pavarotti sale de un bosque y nos asusta.
No hay duda de que la lengua tiene alianza con los ojos, por eso hablamos con la
mirada, por eso arde la lengua cuando no podemos decir lo que vemos, y arden los
ojos cuando nuestra lengua dice por fin las cosas que se ha callado mucho tiempo.
Sin duda la lengua tiene sus queveres con la risa, y el llanto la tiene atada a sus
designios. La lengua sale de una cueva oscura, sale de un lago quieto, de dos
montañas entre las que no cupo, de un mar que nos la entrega y se la lleva según
les va gustando a sus mareas. La lengua es una llama, es un hielo, un pedazo de
tierra, un pez atado a nuestra fortuna, un pez enfurecido que algún designio raro no
sacó por completo del agua, por eso se debate en la humedad de nuestras bocas y a
veces está viva como dentro del río y a veces tiene sed y se muere como cualquier
pez a la intemperie.
La lengua es el deseo de una oración, la respuesta a una oración, el consuelo de los
que no pueden orar. La lengua sale de mil partes. Su procedencia no depende de
nuestra voluntad o nuestro arbitrio. La lengua imagina, recuerda, acaricia, detesta,
la lengua es lo más vivo que tenemos y sale de donde mejor le parece y según cree
que la ocasión amerita.
27
ASPECTOS TEÓRICOS
La explicación (fragmento)2
Helena Calsamiglia y Amparo Tusón
28
curso universitario avanzado. El propósito propio de la explicación no es convencer
ni influir en el comportamiento del interlocutor sino en todo caso cambiar su estado
epistémico, logrando que una información que ofrece dificultad, o que no ha sido
accesible para el destinatario, o que el propio emisor no ha logrado formular con
claridad, se convierta en un «bocado digerible».
La secuencia explicativa, como las otras secuencias prototípicas, no suele
presentarse de forma homogénea en un texto sino estrechamente relacionada con
otras. En textos que podemos considerar teóricos se combina con secuencias
descriptivas y argumentativas. En textos donde predomina la secuencia dialogal nos
podemos encontrar con una secuencia explicativa cada vez que haya una
interrupción por incomprensión y una demanda de aclaración al respecto. En un
texto argumentativo, orientado principalmente al juicio y la valoración de un objeto,
podemos encontrar secuencias explicativas usadas como apoyo para la
argumentación. Pero, aparte de las posibles combinaciones de secuencias, en
general, el discurso explicativo, al suponer la posesión de un conocimiento, otorga
prestigio, autoridad y poder a quien lo emite, y, consecuentemente, genera el poder
de convencer y de obtener adhesión.
…[E]l proceso explicativo (…) se realiza concretamente (…) a través de estrategias
discursivas a las que corresponden unos determinados procedimientos, específicos
de esta secuencia: la definición, la clasificación, la reformulación, la ejemplificación,
la analogía, la citación.
La definición delimita el problema sobre la base del conocimiento existente,
adjudicando unos atributos al tema/objeto en términos de la pertenencia a una clase
y de la especificación de rasgos característicos. Las expresiones verbales más
utilizadas son del tipo: se llama, se refiere a, se define como, y está constituido por,
contiene, comprende... Muchas veces el establecimiento de la delimitación de un
concepto se contrapone a creencias, a conocimientos comunes heredados o a
teorías anteriores que no responden al estado actual del conocimiento sobre la
materia tratada. La definición constituye el primer paso para la aclaración de un
problema de conocimiento.
La clasificación es un procedimiento que distribuye cualquier entidad referida
(fósiles, proteínas, plantas, modos de investigar, categorías gramaticales, etc.) en
diferentes agrupaciones realizadas a partir de sistemas de similaridades [sic] y de
diferencias. La clasificación se puede realizar desde distintos criterios y también
desde lo más específico a lo más general o viceversa.
La reformulación es un procedimiento que sirve para expresar de una manera más
inteligible lo que está formulado en términos específicos (más abstractos o
formales) o que resultan oscuros para el interlocutor. Supone la repetición, y, por
tanto, la redundancia típica del discurso pedagógico, pero también de cualquier
situación donde el hablante tenga como propósito hacerse entender. Es una
operación reflexiva en que la referencia se hace sobre un enunciado emitido
anteriormente, en una clara muestra de la función metacomunicativa. Los
reformuladores típicos son «bueno», «o sea», «esto es», «a saber» «es decir»,
29
«quiero decir», «en otras palabras» «mejor dicho» y similares (véase Gülich y
Kotschi, 1983; Casado, 1991; Bach, 1997).
La ejemplificación es un procedimiento que concreta una formulación general o
abstracta poniéndola en el escenario de una experiencia más próxima al
interlocutor. El ejemplo puede consistir en hechos, dichos, problemas reales o
historias. Es un recurso ampliamente usado en la secuencia explicativa,
especialmente cuando se dan estados epistémicos sustancialmente diferentes entre
Emisor y Receptor. Los ejemplos se orientan hacia la concreción. Los conectores que
suelen introducir ejemplos son: por ejemplo, a saber, así, en concreto, pongamos
por caso, sin ir más lejos, etc.
La analogía es el procedimiento de aclaración o ilustración que se construye a partir
de poner en relación un concepto o un conjunto de conceptos con otros de distinto
campo. Se manifiesta lingüísticamente a través de comparaciones y de metáforas.
Como afirman Lakoff y Johnson (1980), el objetivo de los usos metafóricos responde
a un requisito de la percepción del mundo por el cual comprendemos lo más
complejo y abstracto a partir de lo más cercano o material. A través de las
comparaciones y las representaciones metafóricas comprendemos conceptos
difíciles de entender (el concepto de la física «agujero negro», por ejemplo).
La citación es un recurso muy utilizado en la explicación porque la fiabilidad y la
autoridad se busca en las voces de los expertos. Por ello, tanto los periodistas (que
citan las fuentes o a las autoridades en la materia) como los profesores y los
investigadores convocan en su propio discurso el discurso de los otros (véase el
apartado 5.2 y Calsamiglia, 1998).
Calsamiglia, H. y Tusón, A. (1999). Las cosas del decir. Manual de análisis del discurso (pp.
307-317) .Barcelona: Ariel Lingüística.
30
¿La conclusión, si es diferente de la tesis, se deriva de ella o de alguno de los
argumentos (del último, generalmente)?
d) ¿En qué se basa para hacer tal afirmación, tal crítica? = ¿De qué premisas
(ideas, situaciones…) parte para plantear su opinión? ¿Cuáles son sus argumentos,
esto es, las ideas con las que desarrolla su posición (tesis)?
e) ¿Qué estrategias argumentativas utiliza para justificar sus argumentos y, por
tanto, su tesis, esto es, para comunicar lo que quiere decir y, por ende, para dar
validez a su opinión e intentar convencer al lector de que la apoye?
f) ¿Qué sentido implícito hay en lo que dice? Y, por lo tanto, ¿qué comunica
(implícitamente) con lo que dice (explícitamente)?
g) ¿Cuáles son las estrategias retóricas que utiliza para introducir, desarrollar y
concluir su texto?
2. Realice un esquema de ideas del texto argumentativo:
Tesis:
Argumentos:
Estrategias de justificación:
Conclusión:
3. Redacte el comentario. Revíselo progresivamente, es decir, a medida que lo
escribe y una vez terminado. Recuerde atender prioritariamente, en su proceso de
redacción y, en especial, en el primer borrador, a la explicación de las ideas, la que
constituye una operación de alto nivel, y dejar para después los de bajo nivel (dudas
ortográficas o léxicas -significado apropiado de las palabras, reiteración innecesaria,
uso del gerundio, etc.-); sin embargo, subráyelos o identifíquelos de alguna manera
para que pueda volver a ellos posteriormente (en cualquiera de los muchos
momentos de la revisión). Antes de la revisión final, deje pasar unos minutos, unas
horas o, en la medida de lo posible, unos días.
MNP/2014
Estrategias argumentativas:
Son todos aquellos procedimientos discursivos que de modo intencional y
consciente, utiliza el hablante para incrementar la eficacia de su discurso al
convencer o persuadir al destinatario en una situación comunicativa donde exista
argumentación (Cros, 2003; Del Caño, 1999; Perelman 2001; Perelman y Olbrechts-
Tyteca, 1989; Plantin, 1998).
El uso de las estrategias por el argumentador está determinado por los
propósitos que tiene, según actúen como articuladores de razonamientos que desea
que el destinatario acepte. Considerando lo que dice Del Caño (1999), una
argumentación puede tener básicamente, dos propósitos: a) convencer al
destinatario de que comparta una idea o realice una acción o de que aporte
determinado comportamiento o actitud; para ellos se apela a la razón; para ello se
apela a la razón, empleando una argumentación de tipo lógico; b) persuadir al
destinatario para que asuma una idea o realice una acción. Se apela a sus
sentimientos, utilizando argumentos de tipo persuasivo como la confianza que
31
merece el emisor, la autoridad que reconoce el hecho expuesto, la exigencia de
adhesión e, incluso la amenaza o halago.
Dado que estos son los propósitos de la argumentación, las estrategias
argumentativas que se activan para alcanzarlos puede clasificarse, tomando en
cuenta fundamentalmente si apelan a: a) La razón, en los que hay predominio de la
objetividad, construyendo un discurso convincente; b) la sensibilidad, ellas que
predomina la subjetividad, que da lugar a un discurso persuasivo ( Perelman;
Perelman y Olbrechts- Tyteca; Plantin).
Entre las estrategias discursivas más comunes que apelan a la razón y que el
argumentador utiliza para alcanzar el propósito de persuadir, están entre otras: a) el
argumento de autoridad que incluye la citación de autoridad, la autoridad polifónica
y la referencia a la propia autoridad ( Cros, 2003); b) el argumento modelo; c) el
razonamiento por analogía, los ejemplos y las definiciones, testimonios creíbles,
informe con pruebas o datos estadísticos, entre otras ( Perelman; Perelman y
Olbrechts-Tyteca).
32
argumentos. Ducrot ( 1986) conceptualiza esta estrategia de autoridad como un
caso de polifonía enunciativa en que el locutor introduce en su discurso una voz que
no se corresponde con la de ninguna persona o institución, y se identifica con una
autoridad científica o académica general como responsable de la proposición P: la
voz de la ciencia, los expertos, los científicos. Por ejemplo: se introduce en forma de
cita usando discurso directo o indirecto y utilizando el verbo decir o dice y afirmar o
afirma. En cualquier caso, lo indispensable para ser rigurosos y mostrar fiabilidad en
los argumentos es que la cita o referencia realizada sea exacta y contenga la
información necesaria. Por ejemplo. Amnistía internacional informa, en Amnesty
Internacional Newslater (Vol. 15, p. 6) de enero de 1998, que algunos presos son
maltratados en Turquía. Hay que tener en cuenta la imparcialidad e independencia
de las fuentes citadas como autoridad, pues los argumentos que se apoyan en ellas
pueden ser descalificados por mal informados, por parciales, o por existir otros que
los contradiga. En la autoridad polifónica Plantin (1998) ubica las citas de actores
anónimos o universales con autoridad.
c) la referencia a la propia autoridad: esta estrategia surge cuando el locutor
da como argumento una proposición u opinión basándose en la autoridad que él
mismo se otorga, haciendo referencia, por ejemplo, a su experiencia, a su prestigio,
a su conocimiento.
Los ejemplos consisten en ofrecer hechos que ilustran y apoyan una
generalización y conducen a la conclusión. Los ejemplos requieren ser
suficientemente representativos de las ideas o argumentos que se plantean, pues si
no lo son pueden debilitar la argumentación. Cuando se generaliza, se ha de
comprobar que no haya contraejemplos de lo que se quiere defender. Para Del Caño
(1999), una manera de contraargumentar es dar un ejemplo ad contrarium que
invalide la regla o debilite la tesis que queremos atacar.
33
sí y la idea de medida está subyacente en los enunciados. Por ello, estos
argumentos son cuasi lógicos.
34
Signos de puntuación
GUÍA PARA EL ESTUDIO DE LOS SIGNOS DE PUNTUACIÓN 3
S IGNOS DE P
UNTUACIÓN
Coma
Dos puntos
Punto y coma Signos de Guiones largos
Punto y seguido interrogación Paréntesis
Delimitan unidades Signos de Comillas
textuales básicas en el eje exclamación
vertical Puntos
Punto y aparte suspensivos
Punto y final
S IG N O S B Á S I C O S DE P
UNTUACIÓN
Punto final Delimita el texto, que es la unidad comunicativa básica, definida por
su completitud semántica y por su coherencia y relevancia interna. El
texto desarrolla un tema global.
Punto y Delimita el párrafo. Los párrafos son las unidades temáticas en las
aparte que se divide el tema general del que trata el texto.
Guía elaborada por la profesora Isabel Martins para el Curso “Taller de redacción” de Escuela de Derecho-UCV.
Fuente: Montolío, Estrella (2000) Manual práctico de escritura académica (volumen III). Barcelona: Ariel.
4
La modalidad es el conjunto de formas lingüísticas que el emisor emplea para expresar su actitud y punto de vista
tanto hacia lo que dice como hacia el destinatario.
35
describe un aspecto específico del subtema del párrafo.
Adaptación del texto de Calsamiglia y Tusón (1999) Realizada por la Prof. Nélida Pérez. Departamento de Lengua y
Literatura USB
36
Finalizadores: en fin, por fin, por último, para terminar, en definitiva…
2. Marcadores que introducen operaciones discursivas particulares
De expresión o punto de vista: en mi opinión, a mi juicio, a nuestro
entender, desde mi punto de vista, tengo para mí, por lo que a mí respecta…
De manifestación de certeza: es evidente que, es indudable, todo el
mundo sabe, nadie puede ignorar, es incuestionable, de hecho, en realidad, está
claro que…
De confirmación: en efecto, por supuesto, desde luego, por descontado,
efectivamente…
De tematización: respecto a, a propósito de, por lo que respecta a, en
cuanto a, referente a, en lo que concierne, en/por lo que se refiere a, en relación
con…
De reformulación, explicación o aclaración: esto es, es decir, en otras
palabras, quiero decir, o sea, a saber, mejor dicho, en particular, en concreto…
De ejemplificación: por ejemplo, a saber, así, en concreto, pongamos por
caso, sin ir más lejos…
3. Conectores que ponen en relación lógico-semántica segmentos textuales
Aditivos o sumativos [conexión A+B]: y, además, encima, después,
incluso, igualmente, asimismo, también, tal como, del mismo modo, ni tampoco…
Contrastivos o contraargumentativos [conexión A-B]: pero, en cambio,
sin embargo, ahora bien (oposición); sino, en lugar/vez de, por el contrario, antes
bien, contrariamente… (sustitución; excepto si, a no ser que… (restricción); de
todos modos, sea como sea, en cualquier caso, a pesar de, no obstante, con todo,
aun así, después de todo, así y todo, con todo (y con eso)… (concesión).
De base causal:
Causativos: a causa de ello, por eso, porque, pues, puesto que, ya
que, dado que, por el hecho de que, en virtud de, gracias a…
Consecutivos: de ahí que, pues, luego, por eso, de modo que, de ello
resulta que, así que, de donde se sigue, así pues, por (lo) tanto, de suerte que, por
consiguiente, en consecuencia, en efecto, entonces, por ende…
Condicionales: si, con tal de que, cuando, en el caso de que, siempre
y cuando, sólo que, con que…
Finales: para que, a fin de que, con el propósito/objeto de, de tal modo
que…
Temporales: cuando, de pronto, en ese momento, entonces, luego, más
tarde, mientras tanto, una vez, un día, en aquel tiempo, de repente, enseguida…
Espaciales: enfrente, delante, detrás, arriba, abajo, al fondo, a la derecha, a
la izquierda, a lo largo, a lo ancho, por encima…
Calsamiglia, Helena y Amparo Tusón. (1999). Las cosas del decir. Manual
de análisis del discurso. Barcelona: Ariel Lingüística.
Coherencia
37
Se refiere al significado del texto en su totalidad, a la integración de las partes en un
todo o unidad e incluye las relaciones pragmáticas y semánticas intratextuales. La
coherencia “es un concepto que se refiere al significado del texto en su totalidad,
abarcando tanto las relaciones de la palabra con el texto como las relaciones entre
las palabras en el interior del mismo texto. Alude a la estabilidad y la consistencia
temática subyacente, asociada a la macroestructura (contenido), a la
superestructura (esquema de organización) del texto, a su anclaje enunciativo
(protagonistas, tiempo y espacio) y a las inferencias que activan los hablantes para
interpretarlo a partir de conocimientos previos.” (Calsamiglia y Tusón 1999:221-
222).
La coherencia puede ser de dos tipos: semántica y pragmática.
La coherencia semántica se basa en el equilibrio entre macroproposiciones y
microproposiciones. Las macroproposiciones, que responden a una jerarquía, forman
bloques de contenido, la macroproposición de mayor jerarquía es la que contribuye
en mayor grado a la coherencia del texto porque es la que lo organiza como una
unidad comunicativa.
La coherencia pragmática se basa en el equilibrio que se logra a partir de los
conocimientos que los interlocutores manejan para producir e interpretar textos.
Cuanto mayores sean los conocimientos compartidos, hará falta menos elementos
que sustenten la coherencia. Las estrategias para marcar la coherencia varían de
acuerdo al tipo de texto; por tal razón no se emplearán las mismas estrategias en
una conversación y en un artículo científico.
Ejercicio 1: Lea detenidamente los fragmentos que aparecen a continuación. Señale
si son totalmente coherentes o no, y por qué.
a.- María es muy inteligente: sabe inglés, chino y hasta francés.
b.- No puedo recordar, con exactitud, lo que dije. Estaba casi inconsciente. Le
grité con una voz mesurada y baja, con una compostura que sugería obscenidades.
(Extraído parcialmente de “Morell”, de Adolfo Bioy Casares, Milagros adversos, 1967,
19-67. Caracas: Monte Ávila)
Cohesión
38
significación. La cohesión puede lograrse mediante el mantenimiento del referente,
la progresión temática o los marcadores y conectores. El mantenimiento del
referente sirve para dar continuidad al texto; la progresión temática, para que la
información avance; los marcadores y conectores, para relacionar enunciados o
tipos de enunciados.
La progresión temática
La progresión temática se manifiesta por el orden de las unidades informativas en el
texto. Tema y rema (Firbas 1964)
se parte de la información compartida
se van incorporando elementos nuevos que empujan adelante el contenido del texto
(peligro de las interrupciones)
39
se llega a un término, a una conclusión de la línea informativa, que resulta necesario
para que el texto adquiera el carácter de texto.
Ejercicio 2. Lea el texto anexo e indique cuáles son los elementos cohesivos que
permiten mantener el correspondiente referente.
Milosevic no se concebía a sí mismo en otra posición que en el poder. Reveló así que
era hombre de otro tiempo, de un tiempo ya fenecido en todo el mundo, el tiempo
de los autócratas que despreciaron siempre los procesos democráticos, y si se
adaptaron a ellos fue bajo la presunción de que el dominio ejercido sobre su país les
bastaba para moldear y controlar la opinión pública, manipularla y, finalmente,
ponerla a su servicio. El 24 de septiembre Milosevic fue derrotado en un proceso
electoral aceptado a regañadientes, y controlado de manera que sus resultados
estuvieran previamente garantizados. Fallaron sus cálculos, y la estructura de poder
se vino abajo. Triunfó el líder de la oposición, Vojislav Kostunica, con mayoría
absoluta. La maquinaria oficial le redujo su triunfo, de modo que Milosevic pudiera ir
a una segunda vuelta, maniobrar y quedarse, finalmente, con el poder.
(Tomado de la guía # 4 del curso Escritura académica dictado por las Profesoras
Sedano y Pérez en el semestre 02-2000 en la Maestría en Lingüística de la UCV
40