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La evolución del pensamiento musical durante esta época es realmente lento a la vez que profundo
porque va desde el canto protogregoriano hasta la polifonía y el Ars Nova. Hasta el año 1100 se
produce un alejamiento muy marcado en la evolución real de la música a la vez que disminuye la
religiosidad y crece la mundanización en las composiciones e interpretaciones.
La autoridad indiscutible será Boeccio por ser el filósofo que recopiló y transmitió tratados con las
definiciones de los modos y el sistema de tetracordos griegos adaptados al cristianismo.
Con su separación de la música en mundana, humana e instrumentalis. pero esta visión cosmológica se va
convirtiendo de a poco en una repetición mecánica e insulsa y separada de la realidad que le rodea.
Alcuino es el primer tratadista que intenta sistematizar los ocho modos litúrgicos del canto llano,
define la música como la “disciplina que trata de los números que se descubre en los sonidos” (le
otorga categoría de ciencia y el peso de las leyes del universo) y la incluye en el siguiente esquema:
Filosofía
Ética, Física y Lógica
Aritmética, Música, Geometría, Astronomía, Astrología, Mecánica, Medicina.
Aurelianus Reomensis, monje benedictino del siglo IX en su tratado Musicae Disciplina, define la música
siguiendo a San Agustín, es decir como la ciencia de la modulación justa conforme al sonido y al
canto y también sigue a Boeccio con su tripartición de la música aunque sus principios son
conceptuales y no tienen relación con la realidad musical de su época.
Remigio de Auxerre también benedictino del siglo IX repropone el dogma de las consonancias
perfectas, sosteniendo que la música está hecha de proporciones y relaciones de origen cosmológico
y es el único vínculo posible entre la música mundana y la humana.
La belleza de tipo matemático-musical por la cual se rige el mundo representa un punto cardinal del
pensamiento musical. Las teorías rítmicas, escálicas y armónicas se justifican por motivaciones
teológicas, frecuentemente ligados a la trinidad.
Según Gerbert, el monje Hucbaldo de Saint-Amand del siglo X escribió un tratado sobre la
enseñanza práctica de la música llamado Musica Enchiriadis, una de las características del tratado es
que está escrito en forma de diálogo cuyo objetivo se revela pedagógico y pragmático intentando
resolver los problemas de la utilización litúrgica de la música.
La relación entre música mundana y humana siguen presentes y la pedagogía se presenta como la
vía de acceso a Dios o dicho de otra manera a la armonía superior y cosmológica.
En el Concilio de Tours del año 813 la iglesia postulaba que todo lo que ejerciera seducción sobre
los oídos y los ojos debía ser puesto a distancia por los sacerdotes para alejarse del vicio y el pecado.
La hostilidad hacia la música como generadora de placer es permanente en la edad media aunque
en Scholia Enchiriadis se intenta encontrar el fundamento racional a la belleza sensible de la misma.
Sostiene: “El sonido , de por sí, pasa con rapidez, el número permanece por cuanto es eterno y
divino” citando también a San Agustín.
El concepto de armonía como “ mescolanza concorde de sonidos desiguales” y la música como la
“disciplina racional de los sonidos según los números” son básicos en la época medieval.
4. Armonía musical y armonía celestial
en el siglo X Reginón de Prüm compara cada sonido de las escala con un planeta y sostiene que las
cuerdas de un instrumento son parangonables a las que producen la musica celestial.
Durante esta época los “ejecutantes” son cantores de capilla y se les llamará cantor y se los
considerará sirvientes en oposición a los musicus que serían los teóricos quienes son los que
comprenden la música en su totalidad y tienen autoridad moral.
A comienzos del siglo XI Guido d’Arezzo en su Regulae Rythmicae, desprecia a quienes hacen la
música llamándolos bestias por no saber lo que hacen. “Es inmensa la distancia entre los que
conocen cuanto constituye la música y los que hacen lo que so saben, por cuanto ejercita una
actividad eminentemente práctica.”
Fue Guido d’Arezzo quien desarrolló una manera mnemotécnica de enseñanza que revolucionó la
música, con su técnica de solmización consiguió reducir el aprendizaje litúrgico de 8 años a 1. En su
Epistola de ignoto cantu, formula un sistema para recordad la entonación exacta de cada nota y punto
de referencia obligado durante los próximos siglos.
A partir de este tratado la música se organiza y complejiza también, se citará a Guido en referencia
a la notación, aprendizaje y a los problemas prácticos del canto.