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DEPORTES

MUNDIAL DE RUGBY ›

Siya Kolisi, la visión de Mandela


“Podemos conseguir cualquier cosa si trabajamos unidos”, subraya el
primer capitán negro de Sudáfrica
LUIS JAVIER GONZÁLEZ

3 NOV 2019 - 11:22 CET

Kolisi tras ganr el Mundial. MARK R. CRISTINO (EFE)

Siya Kolisi tiene tal premura por citarse con la historia que cuando acelera hacia el
podio pierde de vista a Handré Pollard. El capitán, encargado de recibir a sus huestes,
se gira y recibe el visto bueno del sonriente apertura. Minutos después, recibe en sus
manos la copa Webb Ellis y la levanta al infinito. Reza y señala varias veces al cielo,
recordando quizás a su madre, a la que perdió durante una infancia terrible. El rugby
sudafricano, repudiado durante el Apartheid, plasma el poder transformador que vio
en él Nelson Mandela. Un negro sosteniendo la gloria del deporte que durante
décadas fue cortijo de una minoría blanca.

El rugby hizo que Johannesburgo asistiera en una tarde veraniega de 1995 a un hecho
inaudito: miles de blancos gritando “Nelson”, el presidente que tildaban años atrás de
terrorista. Los All Blacks entendieron en aquel momento lo que suponía irse de Ellis
Park con la copa y claudicaron en aquella final. Así se rehabilitó Sudáfrica como
potencia mundial tras décadas de conflicto. No eran pocos los movimientos
contrarios en cualquier país rival, paralizando partidos –en los 60 en Londres o en
Nueva Zelanda en los 80– contra los grandes embajadores deportivos de un régimen
racista.

François Pienaar, con el mismo dorsal que Kolisi –ese 6 para la historia– capitaneó a
una selección blanca en 1995 que inspiró a una masa de jóvenes negros. Entre ellos
estaba Bryan Habana, que dejó el colegio y recorrió el país con su padre durante el
torneo. Ese caldo de cultivo le convirtió en 2007 en protagonista del segundo título
sudafricano, en París ante los ingleses. Entonces, el adolescente anonadado era
Kolisi, que había descubierto en el rugby una vía de escape.

“Desde que estoy vivo, nunca había visto Sudáfrica así”, agradeció
MÁS INFORMACIÓN
Kolisi tras el partido para presumir de un equipo “con diferentes
Los All Blacks se
consuelan con el orígenes y razas pero capaz de unirse en busca de un objetivo
bronce de las común”. Una lección que quiso extender a todo el país: “Podemos
despedidas
lograr cualquier cosa si trabajamos unidos. Apreciamos todo ese
El amargo adiós del apoyo, desde la gente de las granjas a los sin techo”.
capitán de los All
Blacks
Kolisi, de 28 años, recuperó el discurso de su seleccionador,
Rassie Erasmus: “Con todos los desafíos que tenemos en el país,
ya no estamos jugando por nosotros, sino por nuestra gente”. El técnico que recogió
una selección despedazada, con un bagaje desconocido de derrotas y una humillación
suprema en Nueva Zelanda (57-0), apostó fuerte por darle la capitanía. “Fue duro al
principio. Era algo muy grande, en casa y a nivel mundial, y me pasó peaje. Mi juego
cayó y tuve que trabajar duro”. El flanker no es una figura hegemónica en su puesto,
pero sí un equilibrador inmejorable, dentro y fuera del campo. Ha dejado espacio a
otros referentes como Handré Pollard, Duane Vermeulen o el polémico Eben Etzebeth
–acusado de abusar de un mendigo– y ha dado rienda suelta a su personalidad
emotiva.

La final fue el 50º partido internacional de Kolisi. Su padre llegó a Japón el viernes, su
primer viaje transoceánico. “Poder hacer algo así por tus familiares es una de las
cosas por las que estoy agradecido de jugar al rugby”. El señor Fezakel asistió a un
choque unidimensional en el que Sudáfrica dominó el territorio (57%) con un 43% de
posesión gracias a sus balones robados y a las constantes faltas inglesas. Sudáfrica
no perdió una sola touch y forzó 11 melés fallidas de los ingleses. Los Springboks
placaron más (154 por 98) y ganaron más del doble de metros con el balón que el XV
de la Rosa (380 por 173).

Erasmus, que deja el banquillo pese al triunfo, explicó la hazaña. “Solo hemos usado a
nuestros jugadores y su inteligencia. Hay tantas cosas buenas en Sudáfrica… Parece
que siempre miramos a todas las cosas malas del pasado. Hemos decido estar juntos,
trabajar duro, jugar bien en el campo y el resto vendría después”. El técnico hizo suya
la labor de proteger este legado. “Nuestro gran reto es usar esto para los próximos
ocho o nueve años y asegurar que Sudáfrica sea fuerte de nuevo y está unificada en
muchos niveles diferentes. Lo voy a convertir en mi misión”.

Los Springboks son el primer campeón que pierde un partido en el torneo. Su derrota
en el duelo inaugural ante Nueva Zelanda es la única de un inmaculado 2019 que les
aúpa al primer puesto del ranking mundial. Los sudafricanos, apartados en los dos
primeros Mundiales por el Apartheid, igualan con tres títulos en lo alto del palmarés a
los All Blacks, que han disputado todos. Mandela vio en una selección
hegemónicamente blanca un vehículo de transformación que, seis años después de
su fallecimiento, representa a una sociedad diversa. En Sudáfrica, el rugby y la
camiseta verde y oro son un preciado denominador común.

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