Sie sind auf Seite 1von 7

¿Qué es el Desarrollo Psicosexual?

El desarrollo psicosexual es el componente principal y eje central de la teoría psicoanalítica


propuesta por Sigmund Freud, para quien el desarrollo de la personalidad era equivalente al del
desarrollo de los impulsos sexuales.

Esta teoría psicoanalítica sobre el desarrollo psicosexual está basada en la tragedia griega escrita
por Sófocles, Edipo Rey, conocida como el Complejo de Edipo. El cual es descrito con ese nombre
en los hombres y como el Complejo de Electra en las mujeres.

El principio básico de dicha teoría radica en que en el inconsciente del niño se encuentran los
pensamientos reprimidos referidos al deseo de tener relaciones sexuales con sus progenitores.
Y a su vez, deseos de muerte para el progenitor de su sexo opuesto.

Estos pensamientos alojados en el inconsciente, por lo tanto, inaccesibles para la consciencia


del sujeto, comienzan a generarse en la niñez y durante varias etapas de desarrollo, hasta que
finalmente son erradicados por un desarrollo sexual normal.

De este modo, desde la perspectiva psicoanalítica, los padres cumplen un papel fundamental en
el manejo de los impulsos sexuales y de índole agresiva en el desarrollo psicosexual de sus hijos,
durante los primeros años de sus vidas.

El concepto de energía psíquica o libido, cobrarán un papel crucial en la teoría del desarrollo
psicosexual, puesto que es en función de sus destinos o fijaciones que el niño podrá transitar
normalmente o no, las cinco etapas del desarrollo psicosexual.

La sexualidad según Freud

Para Freud, la sexualidad humana es una de las principales vertientes de la energía vital que
mueve el comportamiento del ser humano. Esta energía, a la que se le puso el nombre de libido,
es la fuente de los impulsos que para el padre del psicoanálisis hacen que tendamos hacia ciertos
objetivos a corto plazo y, a la vez, obligan a otras instancias de nuestra psique a reprimir estas
tendencias para no ponernos en peligro o no entrar en conflicto con el entorno en el que
vivimos.

La energía vital que se expresa a través de la sexualidad, según Freud, está presente ya desde
las primeras semanas de nuestra vida, lo cual significa que nuestra vertiente sexual no nace en
la adolescencia, tal y como muchos investigadores de su época sostenían.

Pero las repercusiones de esto no tienen que ver simplemente con localizar el inicio de nuestro
desarrollo sexual en uno u otro punto de nuestro calendario vital. Tiene implicaciones profundas
en el modo en el que Freud relacionaba nuestra personalidad con nuestra vertiente íntima,
afectiva y basada en impulsos.

Las etapas del desarrollo y sus fijaciones

A partir de los diferentes modos en los que la etapa de crecimiento de los menores condiciona
la aparición de uno u otro tipo de fijación, Sigmund Freud formuló la teoría que uniría la
sexualidad con el desarrollo del inconsciente freudiano.

En ella, se propone que en los primeros años de nuestras vidas atravesamos distintas etapas de
desarrollo vinculadas a la sexualidad y a distintas fijaciones, y que lo que ocurra durante ellas
influirá en el modo en el que el inconsciente condicione a la persona una vez haya llegado a la
adultez. Es decir, que cada una de las etapas del desarrollo psicosexual marcarían los tempos
que delimitan qué tipo de acciones son necesarias para expresar la líbido de manera
satisfactoria y cuáles pueden llegar a crear conflictos que queden enquistados en nosotros de
manera inconsciente.

Etapas del Desarrollo Psicosexual

La teoría psicoanalítica del desarrollo psicosexual propuesta por Freud y basada en el desarrollo
de la personalidad humana, se divide en cinco etapas. Éstas son la etapa oral, la etapa anal, la
etapa fálica, la de latencia y la genital.

Es por medio y a través de estas etapas que el desarrollo de un individuo se lleva a cabo durante
su primera infancia. Configurando de este modo, el comportamiento y la personalidad adulta.

Según las enseñanzas propuestas por Sigmund Freud, puede decirse que esta teoría tiene sus
fundamentos también en el placer y el displacer, entendidos como dos principios a través de los
cuales se rige el aparato psíquico de cada individuo.

El placer hace referencia a la realización del deseo y a la descarga de la energía sexual


acumulada. Mientras que el displacer refiere a la acumulación o tensión de la libido y a la
frustración.

Cada etapa del desarrollo psicosexual puede enfocarse desde tres perspectivas a tener en
cuenta:

El enfoque físico, parte del cuerpo donde la libido o energía sexual se concentra y a través de la
cual se obtiene placer.

El enfoque psicológico, que refiere a las excitaciones internas y externas a las que el niño está
expuesto.

Y el último, que está relacionado con la fijación de la energía sexual en una etapa específica del
desarrollo, determinando esto la personalidad adulta del individuo.

Es decir, que, si el niño no logra transitar normalmente las cinco etapas del desarrollo
psicosexual infantil, en la edad adulta, este sujeto tendrá problemas relacionados con la etapa
de desarrollo donde su libido haya quedado fijada.

Las fases pulsionales del desarrollo psicosexual

Desde la teoría psicosexual del desarrollo de la personalidad se entiende que la historia pasada
de cada persona determina el modo en el que es modelada la relación de poder entre las
estructuras inconscientes del individuo, por un lado, y las estructuras que luchan por no
expresar estos elementos que pertenecen fuera de la consciencia, por el otro.

Así, la manera de comportarse de una persona dependerá del modo en el que haya afrontado
las diferentes etapas de desarrollo psicosexual y los retos característicos de cada fase.

Como para el padre del psicoanálisis la libido es asumida como el principal tipo de energía que
mueve a las personas, estos retos y conflictos de cada fase de maduración tendrán una
vinculación más o menos velada con su manera de experimentar la sexualidad (entendida en un
sentido muy amplio en el que participan todo tipo de simbolismos).
Según la teoría freudiana, las etapas de desarrollo psicosexual y sus características son las
siguientes.

1. Etapa oral

La etapa oral ocupa aproximadamente los primeros 18 meses de vida, y en ella aparecen los
primeros intentos por satisfacer las demandas promovidas por la libido. En ella, la boca es la
principal zona en la que se busca el placer. También es la boca una de las principales zonas del
cuerpo a la hora de explorar el entorno y sus elementos, y esto explicaría la propensión de los
más pequeños a intentar "morderlo" todo.

Si se impide tajantemente que los bebés utilicen su boca para satisfacerse, esto podría producir
un bloqueo que haría que ciertos problemas quedasen fijados en el inconsciente (siempre según
Freud).

2. Etapa anal

Esta etapa se produciría desde el fin de la etapa oral y hasta los 3 años de edad. Se trapa de la
fase en la que se empiezan a controlar el esfínter en la defecación. Para Freud, esta actividad
está vinculada al placer y la sexualidad.

Las fijaciones relacionadas con esta fase del desarrollo psicosexual tienen que ver con la
acumulación y con el gasto, vinculadas con el espíritu ahorrador y la disciplina en el primer caso,
y con la desorganización y el derroche de recursos en el segundo. Sin embargo, según el padre
del psicoanálisis, estas dinámicas de gasto y ahorro no se expresarían solamente o
principalmente a través de la gestión del dinero.

3. Etapa fálica

Esta fase pulsional duraría entre los 3 y los 6 años, y su zona erógena asociada es la de los
genitales. De este modo, la principal sensación placentera sería la de orinar, pero también se
originaría en esta fase el inicio de la curiosidad por las diferencias entre hombres y mujeres,
niños y niñas, empezando por las evidentes disimilitudes en la forma de los genitales y
terminando en intereses, modos de ser y de vestir, etc.

Además, Freud relacionó esta fase con la aparición del "complejo de Edipo", en el cual afirma
que los niños varones experimentan deseos sexuales hacia sus madres y ven a sus padres como
rivales, por lo que temen ser castrados, proceso que resulta en el Complejo de Edipo. Más tarde
los niños se identifican con sus padres y reprimen los sentimientos hacia sus madres para dejar
atrás esta fase. La correcta asimilación de esta etapa tiene como consecuencia la madurez de la
identidad sexual. El Complejo de Edipo es un término que usó Sigmund Freud en su Teoría de
los Estadios del Desarrollo Psicosexual para describir el sentimiento de deseo de un niño por su
madre y el odio hacía el padre. Este odio se debe a que el niño percibe que su padre es un
competidor por conseguir el cariño de la madre, y expresa sus sentimientos en forma de enojos,
rabietas y comportamientos de desobediencia. Fue más tarde cuando Carl Jung propuso
el complejo de Electra como contraparte femenina al Edipo.

Complejo de Edipo

El complejo de Edipo es un concepto que surge de las teorías clásicas de Sigmund Freud. Este
término psicoanalítico tiene su origen en una obra de la antigua Grecia, donde Edipo, hijo del
rey de Tebas, acaba por matar a su padre y ocupar su puesto, casándose con la reina Yocasta,
su madre. Freud se sirvió de esta obra para explicar una de las primeras etapas del desarrollo
psicosexual del niño, que ocurre entre los tres y los cinco años de edad, en la cual se produce
una modificación de su conducta, de tal modo que idealiza a la madre, aflorando hacia ella un
sentimiento de amor, y mostrándose acaparador con ella, en competición con cualquier otro
varón que le quite su atención y rivalice con su cariño, normalmente el padre, quien se convierte
en objeto de sentimientos de alejamiento y odio.

Los sentimientos positivos orientados hacia la madre se expresan con mayores atenciones, con
un comportamiento ejemplar, buscando tenerla siempre contenta, y compartir más tiempo
juntos, casi como un enamorado, con expresiones como “Soy quien más te quiere en el mundo”
o, dirigiéndose al padre, “El novio de mami soy yo, no tú”, además de darla regalos hechos por
él mismo, cartas y notas con corazones, o flores que recoge en el parque de camino al cole.

Por el contrario, muestra profundos sentimientos negativos hacia el padre, que es


el competidor más directo del cariño de su madre. Estos sentimientos se expresan en forma de
enojos y rabietas, sin hacerle caso y con comportamientos de desobediencia que
buscan provocar y enfadar al padre, todo ello para expresar su desacuerdo con que le esté
quitando protagonismo delante de la madre.

Este complejo, según el padre del psicoanálisis, es universal y afecta a todos los pequeños entre
los tres y cinco años de edad, y su resolución se produce de forma natural con el paso del tiempo,
despareciendo en torno a los seis años, sin mayores consecuencias. Es por ello que con un
correcto conocimiento de esta etapa por parte de los padres se evitarán malos entendidos y
preocupaciones innecesarias.

Los hijos varones pasan por las siguientes fases:

 Empiezan a desarrollar un fuerte deseo hacia sus madres (o hacia las mujeres que
ejercen el rol de madres).
 Observan que la madre tiene un fuerte vínculo emocional e íntimo con su marido, es
decir, el padre, y que pasan tiempo a solas.
 Desarrollan celos hacia sus padres y empiezan a pensar en él en términos hostiles. Pero,
a la vez, les temen, ya que la figura del padre es vista como una versión superior y más
fuerte de ellos mismos.
 En ese momento, cada niño teme que su padre descubra los sentimientos que tiene
hacia su madre. El modo en el que el mayor castigo posible queda simbolizado es la
castración.

Superando el Complejo de Edipo

Para el correcto desarrollo hacia un adulto con una identidad sana, el niño debe identificarse
con el mismo sexo que su progenitor. Freud sugiere que mientras el ELLO quiere eliminar al
padre, el EGO sabe que su padre es mucho más fuerte. Entonces, el niño experiencia lo que se
conoce como ansiedad de castración, miedo a la emasculación. A medida que el niño se va
dando cuenta de las diferencias físicas entre los hombres y las mujeres, asume que en las
mujeres el pene ha sido removido, por lo que su padre puede castrarle a él como castigo por
desear a su madre.

Completo de Electra
El complejo de Electra es uno de los conceptos más famosos de los propuestos por Carl Gustav
Jung.

Este autor, como miembro de la corriente psicodinámica y discípulo de Sigmund Freud, se fijó
en el desarrollo de la personalidad durante las primeras etapas de la niñez para, a partir de ahí,
proponer ideas sobre cómo estas experiencias dejan una huella en el modo de comportarse y
de pensar de los seres humanos una vez se han convertido en adultos.

El complejo de Electra, vinculado a la teoría del desarrollo psicosexual, es el modo en el que Jung
adapta el complejo de Edipo de Freud al caso de las mujeres. Sin embargo, está planteado como
algo más que una simple adaptación del Edipo al caso femenino.

¿Quién era Electra?

Jung era un académico muy centrado en el estudio de la simbología, ya que esta tenía mucho
peso en sus ideas acerca del modo en el que la mente humana es, en parte, colectiva y sujeta a
los símbolos utilizados en la cultura. (véase su teoría sobre los arquetipos). Es por eso, entre
otras cosas, que para definir el complejo de Edipo se fijó en la parte de la mitología griega
homérica en la que se narra la vida de Electra, la hija de Agamenón y Clitemnestra, rey y reina
de Micenas.

La leyenda cuenta que fue la propia madre de Electra, o el amante de esta, quien mató a
Agamenón después de que este volviese de la Guerra de Troya. Electra decidió entonces que su
madre y el amante debía morir, y animó a su hermano Orestes para que vengase al padre de
ambos llevando a cabo los asesinatos.

Las características del complejo de Electra

El complejo de Electra puede ser entendido como la versión femenina del complejo de Edipo,
pero no es exactamente igual a este. Si bien es cierto que la situación inicial es parecida, la
atracción hacia el padre por parte de la hija, y que este enamoramiento del padre hace que surja
una rivalidad hacia la madre, hay diferencias entre la teoría del complejo de Edipo y la del
complejo de Electra.

El vínculo con la madre

Carl Jung creía que el vínculo emocional entre la hija y su madre es más estrecho que el que hay
entre el hijo y el padre, por lo que el complejo de Electra suele quedar más disimulado, ya que
el grado de apego es mayor y compensa la rivalidad entre madre e hija.

Un Edipo incipiente

Según Jung, en un primer momento las niñas se sienten atraídas tanto por sus padres como por
sus madres, aunque poco después pasan a centrarse solo en el padre como resultado de un
mecanismo de conservación de la especie.

El miedo del castigo

Mientras que en el complejo de Edipo el hijo varón tiene miedo de que su padre lo castre, en el
complejo de Electra la hija llega a la conclusión de que ya ha sido castrada.

La resolución del complejo de Electra

Tanto según Freud como según Jung, el paso por los complejos de Edipo y de Electra,
respectivamente, son fases que forman parte del desarrollo normal de la mayoría de niños y
niñas. De algún modo, señalan cómo se va produciendo el desarrollo psíquico de los seres
humanos desde sus primeros años de vida.

Es por eso que creían que ambos fenómenos quedaban resueltos en un plazo de 2 o 3 años,
mientras que en unos pocos casos la rivalidad entre hijos y padres e hijas y madres queda
enquistada y hace que su relación se deteriore.

4. Etapa de latencia

Esta fase empieza hacia los 7 años y se extiende hasta el inicio de la pubertad. La etapa de
latencia se caracteriza por no tener una zona erógena concreta asociada y, en general, por
representar una congelación de las experimentaciones en materia de sexualidad por parte de
los niños, en parte a causa de todos los castigos y amonestaciones recibidas. Es por eso que
Freud describía esta fase como una en la que la sexualidad queda más camuflada que en las
anteriores.

La etapa de latencia ha estado asociada a la aparición del pudor y la vergüenza relacionada con
la sexualidad.

5. Etapa genital

La etapa genital aparece con la pubertad y se prolonga en adelante. Está relacionada con los
cambios físicos que acompañan a la adolescencia. Además, en esta fase del desarrollo
psicosexual el deseo relacionado con lo sexual se vuelve tan intenso que no se puede reprimir
con la misma eficacia que en etapas anteriores.

La zona erógena relacionada con este momento vital vuelve a ser la de los genitales, pero a
diferencia de lo que ocurre en la fase fálica, aquí ya se han desarrollado las competencias
necesarias para expresar la sexualidad a través de vínculos de unión de carácter más abstracto
y simbólico que tienen que ver con el consenso y el apego con otras personas. Es el nacimiento
de la sexualidad adulta, en contraposición a otra ligada solo a las simples gratificaciones
instantáneas y obtenidas mediante actividades estereotípicas.

La teoría freudiana, en contexto

La teoría del desarrollo psicosexual puede llevar a producir cierto alarmismo si se piensa que
una mal gestión de la educación de los menores durante estas fases puede dejarles
con traumas y todo tipo de trastornos si no se entienden bien las ideas de Freud. Sin embargo,
hay que tener en cuenta que esta teoría durante fue formulada y desarrollada en un punto en
el que la psicología acababa de nacer.

Cuando Sigmund Freud desarrolló sus teorías, se basaba en casos concretos de pacientes que
conocía, es decir, que su manera de investigar se fundamentaba en una mezcla de estudios de
casos e interpretación de los contenidos simbólicos del comportamiento de las personas.
Apenas establecía hipótesis que pudieran ser contrastadas con la realidad, y cuando lo hacía, se
limitaba a observar, no a realizar experimentos. La teoría del desarrollo psicosexual no fue una
excepción a esta norma.

Tampoco tiene mucho sentido investigar acerca de la utilidad de la teoría del desarrollo
psicosexual utilizando para ello análisis estadísticos, porque la formulación de estas ideas se
basaba en la interpretación que se hacía acerca de los actos de los pacientes y de su pasado.
En parte por esto y en parte porque el psicoanálisis freudiano no se ciñe a la epistemología usada
en la ciencia actual, no hay ningún motivo para pensar que esta teoría sirve para explicar y
predecir los problemas vinculados a la sexualidad y la socialización de las personas. Eso significa
que la teoría psicosexual no puede servir para detectar señales de alarma acerca de si los niños
o adolescentes se desarrollan correctamente o no, ni puede servir para asegurar que los
trastornos mentales se deben a esta clase de mecanismos.

Das könnte Ihnen auch gefallen