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Año: 2019
Esta degradación en su clase social lo hace un escritor con más empatía hacia la
clase proletaria, hacia los pobres, los que permanecen al margen de la sociedad. A partir
de allí, se reconocen en la obra varias críticas a la sociedad moderna, dirigidas hacia las
características que la modernidad fue trazando en la naturaleza humana, características
que tienden a la deshumanización y la individualización: la persona es tomada como
mercancía perteneciente a la rueda de la producción y hay una marcada diferencia entre
las clases sociales.
La primera de las dos partes de Memorias del subsuelo, “el subsuelo”, representa
un monólogo autorreferencial, una confesión donde no solo se reconoce como culpable
sino también como víctima. Una contradicción que forma parte de la naturaleza humana,
del propio ser.
¿Qué haremos entonces de esos millones de hechos que atestiguan que los
hombres, aun advirtiendo cuál es su interés, lo relegan a un segundo plano y
siguen un camino completamente distinto, lleno de riesgos y azares? No están
obligados a ello, pero parecen querer evitar la ruta que se les indica y trazarse
libremente, caprichosamente, otra llena de dificultades, absurda, oscura,
apenas visible. Ello prueba que esa libertad les seduce más que sus propios
intereses... (Dostoievski, 2016: 31).
Bibliografía:
Marshall, B. (2000). El hombre del subsuelo en la calle. Todo lo sólido se desvanece en el aire
(pp. 226–235). España: Siglo ventiuno editores.
Tzvetan, T. (1996). Memorias del Subsuelo. In T. Tzvetan (Ed.), Los géneros del discurso (pp.
154–171). Caracas: Monte Avila editores de América Latina.