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El camino comienza con Descartes, quien debido a que durante la época no había
surgido una explicación clara a hechos fundamentales de la naturaleza así como de la vida
social y espiritual, emprende la búsqueda hacia el verdadero conocimiento, para lo cual
crea un método en donde considera reglas esenciales que le permitirán llegar al recto
pensar, tales como no admitir como verdadera un cosa sin antes estar seguro que lo era, al
menos antes de ponerlo en duda, para lo cual habrá que comprobar, examinando el objeto
en tantas partes y divisiones sean posibles, aplicando la intuición, la deducción, el análisis y
la síntesis, a esto es lo que él llama la duda metódica. Este método hacía que se cayera en
círculo en el que había que dudar de todo para librarse de toda duda, en el que el único fin
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era la veracidad divina, pues la evidencia probaba la existencia de Dios y Dios validaba la
evidencia.1
Descartes decía que se puede dudar de lo que se ve, imagina o piensa, pero de lo que
no se puede dudar es de que se está pensando y para pensar se tiene que existir. De allí su
célebre frase Pienso, luego existo. Surge entonces un giro antropológico, en el que la auto-
conciencia del hombre se auto-identifica con identidad propia, no sometido a nada ni a
nadie, dándole mayor importancia a la razón, pues a través de ésta, el hombre puede
comprender con su propia inteligencia, es decir, catalogar que algo es real solo si puede ser
entendido por la razón o razonado y todo aquello que no pueda ser razonado, debe ser
rechazado como falso e inútil. Este racionalismo es el que llevó a acabar con las
tradiciones y las supersticiones que carecían de fundamento razonable.
Es aquí donde el hombre encuentra una libertad de pensamiento tal, que pasa del
teocentrismo al antropocentrismo, donde el mundo es contemplado desde la perspectiva del
ser humano y no desde Dios. Esta característica es contraria al pensamiento aristotélico que
decía que el hombre es un ser dado a lo exterior y su bien o felicidad radica en el bien de la
polis. Para Descartes, el ser humano renuncia al cuerpo, huye de la ciudad y se queda solo
ante sí mismo.
El marxismo nos muestra otra perspectiva, que vislumbra al ser humano en su
multidimensionalidad, es decir, su ser individual y colectivo donde destaca su carácter
social y comunitario en que las personas están unidas por experiencias, intereses e ideales
comunes, que se comunican no por la búsqueda de un bien común, al estilo aristotélico,
sino más bien unida por el proceso de trabajo al pertenecer a una clase que está al servicio
del sistema capitalista.
A manera de conclusión, se puede comprobar que lo que comenzó con un anhelo de
libertad de todo tipo de opresión fue generando ciertas contradicciones que aun no han
logrado superarse en el presente siglo. El individualismo ha llegado a extremos de excluir
los derechos de otros, cayendo incluso, como diría el filósofo Enrique Dussel, la falocracia
es concomitante hoy a la plutocracia,2. En el ámbito religioso, se observa aun hoy en día,
como la razón ha negado la religión y cuestiona continuamente sus aportaciones. El
egoísmo y la opresión desmedida de los más débiles en beneficio de unos pocos, sigue
siendo un mal que aqueja a nuestra sociedad en América Latina. La libertad debe ejercerse
respetando límites, de lo contrario se cae en un libertinaje desmedido que desemboca en
males aun mayores para el ser individual como para la sociedad. El secreto, como dijo
Aristóteles es encontrar el equilibrio racional en todo lo que se hace y procurar el bien
común.
INTRODUCCIÓN
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Hemos entendido la ética como el conjunto de costumbres y normas que rigen o valoran el
comportamiento humano, es decir, lo relacionado con el término etikov , el cual se refiere a
la moral y en decidir que es lo correcto y lo incorrecto. Hasta cierto punto, hemos
supeditado a la ética a una especie de juicio acerca de si algo es bueno, malo, permitido,
etc. Sin embargo, cuando vemos de cerca el pensamiento filosófico, encontramos que el
concepto de ética va mas allá de un mero juicio moral, y que cada uno de los grandes
pensadores ha abordado el mismo, de acuerdo a sus propias concepciones, lo que nos lleva
a preguntarnos entonces, ¿Qué es la ética?, ¿Cuál es el verdadero concepto? Para fines de
este breve ensayo, nos concentraremos en el punto de vista aristotélico, pues su concepto
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educando al carácter para obrar con sabiduría y prudencia en todo lo que hace, procurando
obtener un perfecto equilibrio. De modo que todo aquel que busca y pretende hallar la
felicidad única y exclusivamente en los bienes materiales, en la honra y el éxito, no la
encontrará pues la posesión de riquezas ayuda pero no es el fin, lo que parece contradictorio
a su pensamiento, pues, como ya lo mencionamos, Aristóteles era un aristócrata, que no
carecía de bienes materiales y una vida cómoda, pero al mismo tiempo reconocía que la
felicidad viene más del ser interior que del exterior, por lo tanto hay que cultivarlo para
llegar a ser excelente, aprendiendo a dominar los deseos versus la razón, siendo equilibrado
en la toma de sus decisiones, practicando lo bueno y realizando el bien, viviendo en base a
principios y aprendiendo que lo más importante no es el qué sino el cómo se llegue al fin,
aprendiendo a vivir el camino hacia la felicidad, el cual es, encontrar el justo medio entre
los extremos. Una virtud que no es natural en el hombre sino que se va adquiriendo a través
de la praxis. O sea no es fácil de alcanzar ni se logrará de manera inmediata.
Vemos pues como el concepto etikov no está desligado del concepto aristotélico
acerca de la ética, sino viene a complementarlo pues ayuda a establecer un buen juicio
acerca del comportamiento, no de manera superficial, sino como algo que proviene de
nuestro interior, que ha sido cultivado de manera consciente para no solo actuar ante los
demás proyectando una falsa moral, sino practicando todas aquellas virtudes que nos hacen
ser mejores seres humanos, viviendo en armonía con nosotros mismos, con nuestro prójimo
y con nuestro entorno. Como cristianos, nuestra concepción del Bien, se acerca más al
concepto platónico, ya que podemos decir que le hemos encontrado o Él nos encontró a
nosotros y estamos disfrutando la felicidad de ese camino que nos lleva hacia la plenitud en
Él.
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CONCLUSIÓN
parte que tiene relación con la aplicación de las virtudes y la búsqueda del equilibrio
racional en todo lo que hace, sino lastimosamente se ha quedado con la búsqueda de la
felicidad al estilo hedonista, en procurar un bien personal antes que un bien común. Como
cristianos podemos aplicar el principio de actuar con sabiduría y prudencia, el cual es un
principio bíblico más que filosófico y podemos encontrar varios versículos que nos instan a
aplicar dicho principio a nuestra vida: “El simple todo lo cree, pero el prudente mira bien
sus pasos”. Proverbios 14:15. “La sabiduría del prudente está en entender su camino, mas
la necedad de los necios es engaño”. Proverbios 14:8. Así que, de manera consciente
debemos procurar actuar con prudencia y sabiduría en todo aplicando las normas morales
no por apariencia y costumbre sino como producto del proceso de transformación interna
que deviene del conocimiento de Dios en nuestra vida y de vivir conforme a Sus
ordenanzas.
BIBLIOGRAFÍA
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