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= ee f]T]T]A/AMa+—T+TVVoIoOM on™ Antologia Poética .Qon el puial de la luna “se hace la noche metilica. iGeneral, ay, General, emplazando a quien te emplaza! (‘Siidlit”, ibiderm) Sin embargo, se acerca el fin: un adquirido mal cardiaco se agudiza. Es internada de emeérgencia en el Hospital Espafiol de la ciudad de * México. Tal vez presintiendo su fin, Marfa Cristina habfa escrito: Hoy puedo mirar de frente ala rosa propietaria de su seda, deslizar en mis dedos el trino y glosar sus facetas, despetalar el sonido del gozo y acufiar con él una legitigna moneda (‘Tabilo”, ibidern) Las dudas metafisicas que le impuso’su formacién filoséfica han quedado atrés; la angustiay las éricrucijadas, también. Como Proust, hé‘recébrado el paraiso perdide, Mairfa Cristina Pérez Vizcaino muni6 dein aértico el 27 de abrilde 1987_ Era un dia de primavera. Ella ee ia sido argo de /uz y suefio visttadlo del rumor de Ja muerte ¥ Ja paloma. Sus dos sangres en tumulto estaban ya en paz. ViCENTE PRECIADO ZACARIAS Maria Cristina Pérez Vizcaino Atabal (1948) Prdlogo He lefdo y apreciado en todo lo que valen estos versos de Maria Cristina Pérez Vizcaino. Hay en ellos el acento de nuestra raza. Estén. presentes en sus renglones la Espafia de allé y el México nuestro que- es también Espafia de hidalgufa. iBien hace ella en protestar cdlidamente, por lo que vamos perdiendo de genuinamente nuestro para adquirir lo que serd siempre postizo! Mantener la tradicién de la Noche Buena y los clasicos y venerables Santos Reyes, como ella lo quiere en sus poemas, es hacer obra de bien en nuestro pafs que por tener un caudal de Historia se empefia en despilfarrarlo. Admiro la robustez de su inspiracién. Cosa rara en una mujer que no caiga en el sentimentalismo y la fiofierfa. Hace bien en ampararse bajo las sombras augustas de Rubén Darfo, de Poe, de José Asuncién Silva y de Ramén Lépez Velarde, buenos padrinos todos ellos, para salir por primera vez, al estadio de la poesfa, apercibida como Minerva para el comkate, que no por incruento, ha de-dejar de ser doloroso. La envidia, la inconiprénsiém, la sufictencia, estén siempre dispuestas a cerrar el paso a quienes con ella no tienen otras armas que la juventud, el talento y una inspiracién fresca:como lo demuestran esa “Mafianita y esa tarde provineianas”, esa “Tarde en Chapultepec”, y, sobre todo, es¢ delicioso podma “El pueblo aquél”, admirable de donosura y de calor. Creo yo que por este camino llegaré a enconitrar el verdadero filén de su poesfa. El anunciar el nacimiento de una poetisa que sabe decir lo que siente con tan rara emoci6n es muy grato para su amigo y admirador. Julio Jiménez Rueda $$ 12 Antologia Poética El poema del silencio Al doctor Julio Jiménez Rueda El silencio nos declama su poema sin renglones, y su grito es colosal epifonema que resume las tres vastas dimensiones. Es la pausa melodiosa de sus negros calderones la que nutre y agiganta los ingentes pensamientos, y levanta y multiplica al infinito las humanas emociones. EI silencio es una rueca que devana las ideas, como. vellones, sobre quien el solo roce de una légrima, se trueca en el caos, que deseca Jos océanos de mil meditaciones Es su voz —el gran mutismo que transporta en sus espaldas el lenguaje universal— quien erige en nuestro ofdo, con el polvo del abismo, una mole sorprendente, musical. En su pecho recostada, va rasgando la simiente su estructura de humedades.impregnada,~ en un ansia vertical hacia la altura; cignorada, ,, la cris4lida acicala de anilinas el mecfnico juguete de sus alas ambarinas. En la comba del pentégono profundo de su mano, va la luna eternamente ensayando sus periddicas sonrisas, frente a frente del espejo emocional del ser humano; — 13 a Maria Cristina Pérez Vizcaino y se acufia la redonda miniatura de la blanca florecilla, que se espacia levantando de la tierra, en su figura, un centimetro de gracia. Y su acento, ensimismado por millones de atmésferas, palpita en un molusco. Y ese acento es azul y estampado de ballenas y esturiones, sobre flores ignorantes de alabanzas y del viento. Su indecible inmensidad es la que anida. de las nieves en el copo de cristal, y se engarza desolada, desvalida, bajo el cero del termémetro, sin vida, con quietudes angustiosas de una lémina postal. Es su gesto quien se yergue con el cono desdefioso que medita algtin ciprés; y es el signo caprichoso de los musgos, salpicados en un muro misterioso que apuntala con leyendas su vejez. Y¥ su voz, que es el latir del universo, se rétrata al microscopio, en transparentes periferias de particulas de agua, abombands6 el seno terso infantilmente ataviado de bacterias. Es su planta la que huella los espacios siderales —donde arrastran los planetas” una cauda de estudiosos telescopios en acci6n— y sus pasos van Iegando desde el cielo én espirales, que se plasman en incégnitas concretas de imposible solucién. El silencio se ha prendido en el arcano de la vida, con la muerte. i0h el silencio que ha rasgado las-tres vastas dimensiones! 14 Antologia Poética El Pegaso sobre el que ya no cabalgan en su huida nuestros pobres pensamientos; el misterio inabordado que genera sinrazones La cadencia del silencio se ha rimado sobre un verso sin renglones, con la orquesta del lenguaje universal; y en su pecho iluminado con estrellas suspensivas y armoniosos calderones, una lagrima se cierne, catastréfica y final. Nochebuena Nochebuena como una alcancia pe repleta de infantiles desvelos, que frente a un “Nacimiento” de jugueterfa, desborda su alegria crujiente de buiiuelos. Nochebuena. Anacronismo de rosas, en la nieve de una tarjeta postal, en donde los borreguitos de relieve esponjan su lana de polvo de cristal Nochebuena. Candorosos paisajes de celofén y laton, con escarchas que tejen sobre los follajes la rizada inocencia de un.fest6n Nochebuena. Una aldehuela de azticar, robada de un pastel, con una kuna redonda, que congela su dulzura amarilla de‘gota de miel. $$ —____— Maria Cristina Pérez Vizcaino Nochebuena. Floracién cintilante de velas y farolillos, sobre barrocos y enanos arbolillos erectos en un plinto de algod6n. Nochebuena. Aleluya en un campanario, y una noche asombrada de oir llamar a misa; viejecitas que van a la iglesia a toda prisa, negras y en fila, como cuentas de rosario. Un altar maravilloso de retablo, donde la devocién y el musgo erigen un establo, salpicado de convencionales pastorcicos. iOh la poesfa inefable de los “Nacimientos” arrullados por los pérvulos acentos de los villancicos! iOh el encanto indecible del rebafio que bebe eternamente el agua de papel, y la sonrisa fulgurante de estafio, del cometa equilibrista en su cordel! Nochebuena. Carémbano que se irisa - con los matices que refleja la sonrisa de los nifios de todos los paises. iOh Nochebuena! Ta Megas a los corazones por un camino oloroso de castafias asadas, con un cargamento de esperanzas, rosadas de mejillas y pitiones. Antologia Poética Ante un desfile Va pasando ante los ojos aterrados, un desfile de siniestras maquinarias, de mil armas infernales. Va pasando cual visién apocaliptica y monstruosa por la tierra y por el aire, y hay pavuras en las almas, y hay terror en las pupilas que contemplan en el cielo y en las calles, los caiiones, las brillantes bayonetas, los aviones y los tanques. ...T¥a no son aquellas huestes con heroicos paladines de corazas rutilantes! i¥a no son aquellog héroes que peleaban bajo férreas armaduras, en caballos arrogantes! Ya no son aquellas gestas colosales de aguerridos “granaderos como osos” que en la lucha cuerpo a cuerpo eran titanes! i¥a no son aquellas gestas! iYa no son esos combates que eran choques estruendosos de armaduras, con relincho de los potros y brillar de los metales! iEsas grandes epopeyas! iEsos bravos generales como el Cid y como el César, como Antbal y Milciades! Ya no son aquellas gestas. Hoy la guerra en vez de potros tiene tanques, y las lanzas antafionas, son granadas y son “shrapnells”. Hoy la muerte, no cabalga solamente entre las filas de los grandes capitanes, Maria Cristina Pérez Vizcaino hoy Ia muerte se desploma desde el cielo sobre pueblos y ciudades. Hoy la guerra no es el choque de armaduras en los campos del combate, hoy la guerra es un rugido de cafiones, es zumbar de mil motores en el aire, son las bombas destructoras e incendiarias, que destrozan uno a uno los hogares. Ya no son aquellas gestas. Hoy la guerra es m&s tremenda, més salvaje Es la muerte que se esconde en las nubes, en la tierra y en los mares; y se abate sobre todos, los soldados, los civiles, los pequefios y sus madres. Va pasando ante los ojos aterrados, el desfile de las m4quinas siniestras, por el suelo y por el aire, los cafiones, los fusiles, las brillantes ‘bayonetas, los aviones y los tanques. La Victoria, que se asienta sobre ruinas de naciones, sobre pueblos humeantes, va marchando entre las filas con un manto de triigedia, de doldres y de sangre. Va pasando aquel cortejo pavoroso con sus armas infernales, y al mirarlo desde el cielo vierten lagrimas los Angeles. Antologia Poética Va pasando la vida Va pasando la vida y va Hegando la muerte Ese en nuestro sino y esa es nuestra suerte, el venir de la nada y a la nada tornar; y con rauda carrera va pasando la, vida, que no hay fuerza que ataje ni potencia que impida, y es muy corto el. camino que tenemos que andar. Va la vida pasando, va pasanidy el destino, doloroso 0 sonriente, halaguefio 0 mezquino, con su marcha gigante para todés igual; cada vida una senda, cada mente um camino, cada cual de nosotros un veloz:peregrino, con su propio sendero y con un mismo final. Con terrible premura va pasando la vida. Al nombrar el presente, va iniciando su huida hacia. inciertos mafianas que quizés no serén; y nosotros, buscando como péjaros ciegos cada cual su quimera y ambici6n, sin sosiegos, y es la muerte quien premia nuestra lucha y afén. Y la vida se pasa con terrible premura; y el amor nos ofrece su divina impostura, el dolor nos lastima, nos corroe una ansiedad; y el volar de las horas, y el correr de los afios, va tornando en instantes las delicias y dafios, es tan solo la muerte nuestra gran realidad. De la nada a la nada. Ese es nuestro sino; cada hora que pasa, va acortando el camino, y el final se aproxima, inmutable y veloz; Maria Cristina Pérez Vizcaino mientras tanto, nosotros, cada mente un problema, cada vida un proyecto, una duda, un dilema, que la muerte resuelve con su golpe de hoz. El canto franciscano Dedicado a los RR. PP. franciscanos del monasterio de Zapopan. Loado seas, Sefior, por el her estampado a colores en la esp musicado en los pétalos con bj y ¥@lcado en los ojos, como Por el sol, que desde los siglos de todas las mafianas, avanza entre una heterogénea astronomia de capullos, polluelos y manzanas, acompasado de gracias, como una letanfa. Loado seas, Sefior, por la hermana Luna que siega la tiniebla con su hoz.de marfil; que pasa remando entre const@ficiones, en una carabela de cambiante perfil. = Por la luna, rosa abierta sobre todos los climas, decapitada en azGcar en el lomo de mar, que se lleva prendido en su pecho estelar un satélite inmenso de suspiros y rimas. Loado seas, Sefior, por el hermano Viento cuatro veces cantor y peregrino. En los puntos cardinales va su acento perforado en la veleta y en el trino. Amtologia Poética Por el viento, ritmado con la danza pausada y elegante de la hoja otofial y desgarrado y herido por una triple alianza de la espiga, la ola y el zorzal. Loado seas, Sefior, por la hermana Agua palida de auroras en las gotas de rocio; yunque luminoso que con canciones fragua las escamas del pez y las arenas del rfo. Por el agua, piscina donde los luceros lavan su polvo sideral; que habita en un carémbano abrumado de Eneros, donde hay siete colores congelados al cristal. Loado seas, Sefior, por el hermano Fuego, forjador de rubies en la noche del carbén, filésofo que medita, con timido sosiego amarillo de aceites, en la luz de un vel6n. Por el fuego, capullo desde donde exhala sus azules mariposas el alma del incienso; sinfonfa multiplicada en rojo intenso, con todos los colores de la escala. Loado seas, Sefior, por la hermana Tierra parda y humilde como el “Poverello” de Asis; frontera del arcano, que se cierra | sobre el misterio de la rosa y el perfume del anis. Por la tierra, lastimada de arados, y cicatrizada en un “ballet” de margaritas. Humedad y silencio, en donde granos olvidados, urden un futuro de frondosas mezquitas. $$$ 21 Maria Cristina Pérez Vizcaino Loado seas, Sefior, por la hermana Muerte, bélsamo para las ldgrimas de la humanidad, pozo de esperanza, en donde vierte la vida sus ansias de inmortalidad. Por la muerte, abismo de las dimensiones, sima en donde arrulllan palomas de la paz; puerta del silencio, clavada de cavilaciones, sellada a nuestros ojos, por un gesto de Tu faz. Loado seas, Sefior, en las horas y thilenios, con el arpa de los mundos, por el mal y por el bien; en la felicidad del'simple y la inquietud de los genios, en la eternidad y ayer, mafiana y siempre. Amén. El rapido nocturno En el mar de la tiniebla, tiende un indice de oros el fanal; el silbato cava taneles sonoros, en la niebla nocturnal. ‘Va acostada media luna en su lomo de metal, y a su paso trepidante se despierta una laguna con bostezos de cristal. Los kilémetros, tendidos bajo blancas paralelas platinadas y brillantes, lo saludan incesantes uno a uno, dos a dos: iBuenas noches! iBuenas noches! ae Antologia Poética iBuenas noches, viejo amigo de nocturnas centinelas! y él contesta con las rojas lentejuelas de sus tiltimas linternas, un saludo y un adiés. Corta el répido nocturno los silencios del paisaje; un poblado de juguete se desliza de perfil; desde adentro. IQué lejano nos parece aquel paraje sofioliento y misterioso, cuén inhéspito y hostil! Brilla un pélido diamante, una choza allé distante, un iAlerta! en la negrura; éCuénta dicha, qué congoja o cual miseria albergar? Mas tal vez allf hay un alma solitaria que murmura al mirar la lejania: Qué alegria © amargura, sobre el r4pido nocturno viajaré? Y de pronto una parada. Se detiene con rugidos que se plasman en el aire con penachgs de crespén; Ja campana que tirita con acentos doloridos, unas frases perezosas, un preg6n, varios ladridos, y una flauta temblorosa, que solloza su cancién. Cuando cesa su rodar, sobre el camino el silencio se desploma como lhuvia torrencial; el silencio de los campos que es un trino, que es el brote de un capullo y es la voz de un manantial Mas prosigue su camino de brillante paralela horadando el horizonte con pupila colosal. iBuenas noches! iBuenas noches! iBuenas noches, viejo amigo de nocturna centinela! los adioses van pasando con los Arboles en vela uno a uno, ciento a ciento; $$$ ___—— 23 Maria Cristina Pérez Vizcaino y en las frondas y en el viento, iBuenas noches! le repiten los capullos, los murmullos, y la luna de cristal. Primavera Han tejido en las tardes marfilinas su zig-zag las primeras golondrinas; los rosales se cubrieron de capullos, y con tiernos y mansfsimos arrullos se enamoran los palomos zalameros; en cascada melodiosa, los jilgueros revivieron los violines encantados y las flautas de los dioses olvidados, y en el ritmo monocorde de los grillos hay aroma de romeros y tomillos. En el tibio y cristalino regatuelo canta un hada con su voz de terciopelo; hacen guifios de fugaz intermitencia las luciérnagas de azul fosforescencia, y en un nido que se mece cara al cielo, ha piado tembloroso ya un polluelo. Primavera. Nueva vida, luz, cancién; y en las tardes abrilefias, marfilinas, iCuéntas almas, cual zig-zag de golondrinas van tejiendo una ilusién! Antologia Poética iAlerta, occidente! La Europa en escombros, restafia la herida de duelo y asombros que abrié un cataclismo de conflagracién; y el Asia que atisba el momento, apresta su horda escarlata, dispuesta para otra invasién. iAlerta, Occidente! Un rojo horizonte dibuja en Oriente la purpura estrella de un barbaro afan; la oblicua mirada esté fija en el suelo de Europa, y sobre millones de tanques, galopa el ansia salvaje del gran Gengis Khan. iAlerta! El Asia gigante despierta buscando un ansiado botin; Ja frdgil silueta de un ramo de olivo, perece en la audaz bayoneta del domo triunfal de Kremlin. Ya inquietan las ondas del Sena monétonos cantos del Volga, y en Viena destroza compases azules la bota del cruel Tamerlan; retiembla la recia pisada que ahoga en la Griega campifia, la alada siringa de Pan. El trote de Atila resuena en Hesperia, la tamba de Apolo se cava en Siberia, y el palio de Roma imanta la safia Mogol; la espada cosaca se tiende a Turquia, y un réprobo anhelo, espera y confia caer en la espalda del le6n Espafiol. iAlerta, Occidente! Que el odio Tartérico existe latente Maria Cristina Pérez Vizcaino sofiando en el triunfo de tu destruccién; se cierne la zarpa sobre tus fronteras, y un grito salvaje de rojas banderas, perfila en el cielo el desastre de la civilizacién E] rojo pent4gono avanza al Oeste, su cauda es de muerte, de sangre, de peste y de iniquidad. iLos bérbaros vuelven! Y su dictadura agita ese lAbaro extrafio de audaz impostura, con hoces que siegan la espiga de la Libertad. iAlerta la Europa, que atisba, la torva mirada! No extinga la vaina el fulgor de tu espada, que el caos se gesta en el Asia otta vez. Minerva te inspire, y a su semejanza, esgrime la Ciencia y empufia la lanza. iAlerta y en guardia! Que hay una asechanza tendiendo un abismo de muerte a tus pies. La verdad A Don René Capistran Garza “Los hombre pasan, pero la verdad de Dios permanéce eternamente.” Ps. CXVL. 2 Es en vano el empeiio, ya lo dijo el asceta, de buscar en el miindo la abgéluta verdad; mas el hombre se obstina, mas el alma se inquieta, y a la esfinge interroga con tremenda ansiedad. La verdad, dice el sabio, hace tiempo la busco, y desedndola siempre se anonada mi fe, pues los libros inquiero e interrogo, y deduzco que si ms uno sabe, més pregunta Por qué? $e 26 ooo Antologia Poética Dice un gran visionario: La verdad no es el mundo, todo es fatil engafio, todo vana ilusién; una vida es un soplo que perdura un segundo, la verdad no es la vida de fugaz duracién Y el filésofo: la verdad de las cosas, la raz6n y la causa del no ser y del ser, son arcanos tremendos, certidumbres pasmosas de una incégnita enorme sin poder resolver. Y el poeta lo dice: Angustiado y ansioso la verdad voy buscando del vivir y el amar; el amor es mentira y es el mundo engafioso, la verdad voy buscando sin poderla encontrar. Ya lo dijo el asceta. Esa es vana faena de buscarla en el mundo con tenaz necedad; la verdad es Aquél de mirada serena, el que dijo: “Buscadme, que Yo soy la Verdad”. Mananita provinciana Majianita provinciana temblorosa de estrellas, irisada y trashicida como pompa de jébén, que revuela jubilosa, sobre las hiuellas del saltarin “staccato” de un gorrién. Majianita empapada de neblinas en donde el vaho plasma volutas de algod6n, que se introduce en las retinas tonificante y fresca, como jugo de limén. 27 ee Maria Cristina Pérez Vizcaino Majianita provinciana: Luminosa vereda que conduce al corazén de todos los capullos; alero rumoroso en donde queda decapitado el silencio con arrullos. Naufraga la triste luz de un arbotante bajo una aurora ondulada de tejas, y embozado en la niebla, un caballero vacilante traza surcos de suefio sobre las callejas Un coro de campanarios agita sus cascabeles en la brisa; el alba se inaugura en los santuarios deshojada en el céliz de una misa, y arrullada en los vaivenes de los incensarios. j En Jos templos, los fieles musitan sus primeros rezos taladrados de bostezos; las velas tiritan en el relente matinal; y un rayo de la aurora, crucificado en las transparentes cruces de un emplomado, se derrite oblicuamente sobre el cirio pascual. Monumentales zaguanes de arcaicas cerraduras se abren parsimoniosamente; y ancianas madrugadoras de espectrales figuras, enredan en sus rebozos, las dulzuras del aroma cordial del pan caliente. Se tamizan los ultimos luceros entre las rftmicas escobas de los barrenderos. Una voz afilada y gutural pregona en sostenido el periddico local. 28 Amologia Poética El adiés de un tren que inicia su peregrinaje llega ondulando desde la estacin; Ja saeta de un gallo se clava en el paisaje, el amanecer se prende una mantilla de encaje, y nace una alegria sobre el coraz6n. Tarde provinciana Tarde que se fuga perezosa desde el sonore reloj municipal inaugurando una estrella y clausurando una rosa; tarde que pasa, perfumada y graciosa, con un tibio revuelo de percal Tarde oblonga que revolotea de una a otra azotea, : tejiendo un arabesco sobre una vieja cruz; oblicua tarde de los ventanales semicerrados, conventuales, que clava en las alfombras sus sactas de luz. ‘Tarde roja de los tabachines a que vuelca sobre el empedrado una luvia escarlata; tarde esbelta y pélida sobre los jazmines que, enfermos de notas, oyen una serenata. La tarde, ensimismada, se agazapa en una mansién abandonada, y abre los ojos vacilantes, con las amarillas luces de los arbotantes. E] postrer reflejo de la tarde provinciana, engarza su longitud en el bronce dormido de alguna campana, — —_$$ 29 a - i 1 Maria Cristina Pérez Vizcaino y un rosario de gorriones, hilvana por entre los aleros su rumorosa inquietud Vocinglerfa de un campanario; la tarde, en su descenso, leva el manto acribillado por las “Aves” del Rosario, y adornado con las placidas volutas del incienso. Boag La tarde Ilora, en la fatiga de la harapienta voz de una mendiga. Hay un balcén abierte, por donde un piano balbuciente va ascendiendo la escala trabajosamente. Desde la distancia, llega la serpentina triste de un toque de corneta; el ojo de un cocuyo florece en un jardin; un enamorado, recuesta su vigilancia en las espaldas negras de un poste; y sobre la banqueta, “La Adelita” destrozada, se muere en un violin. Hay un vendedor que pasa columpiando en el viento su gangoso pregén; 4 una beata que emprende el retorno.a su.casa, un “cilindro” gimiente que el silencio acompasa, y una tristeza dulce sobre el coraz6n. Noche provinciana Noche provinciana de las dulces quietudes asaeteadas de consejas; noche pueril de legendarias inquietudes plasmadas en el santiguarse de las viejas; 30 Antologia Poética noche dramiatica, de inertes actitudes en los turbios faroles de todas las callejas. Noche transparente, ingenua y sencilla como el agua de azahar; noche inmortal y humilde de la florecilla que atisba en los balcones una fase lunar. Noche musicada con murmullos amigos sobre el pentagrama de cien verjas de hierro; noche que se cuela a través de los postigos arrastrando la cauda del aullido de un perro. Noche quieta de las quietas mansiones donde un reloj de grillos acompasa las longitudes de tédos los suefios; * desolada noche de los callejones' donde en todos los ladrillos el lapiz de los siglos ha trazado disefios. El reloj vigila con su pupila abierta. Las horas, felices de silencio, dejan sus escondites saltando presurosas a la calle desierta, y las doce ruedan como doce confites. Sobre todos los terrados urden las estrellas un problema de ajedrez: y un cochecillo de juguete, cuenta los empedrados con insélitos vaivenes angustiados de la néufraga c&scara de nuez. La luna derrite su redondez opulenta sobre la ciudad en miniatura, con una inopinada, amable y olorosa dulzura de pastilla de menta ae 31 Maria Cristina Pérez Vizcaino Los gatos erizan un concierto al abrigo de la nocturna pausa azul marina, mientras un noctémbulo pasa con andar incierto, desenroscando un silbido como una serpentina. La noche se desgarra con Ia intima herida del lorar de una guitarra. - Hay en un corral cercano, el motin de un coro de gallos que tocan el clarin. Recortada en el cielo, una cipula espacia su centenario vientre prefiado de oraci6n; la luna se destrenza con suave aristocracia, los jazmines deslien un perfume de gracia, y una paz infinita inunda el corazén. El pueblo aquél El pueblo aquél se ha cafdo al fondo de una barranca. Un alrededor de alturas, erige cinco montafias enhiestas con cinco dedos y el pueblecillo en la palma. El aire lleva sonrisas de mazorcas sazonadas. Las casas tienen dos puertas y una ausencia de fachadas. En el pueblo hay dos arroyos, de peces, y de muchachas, dos arroyos y dos carnes, una morena, otra blanca. 32 Antologia Poética Un sol con lente de aumento, erizado de cigarras, va sembrando girasoles de pereza, por las casas. En sus tres o cuatro calles macizas de tierra parda, camina una mansedumbre de gallinas y de vacas. Los hombres, acuclillados, siembran sombreros de palma. Las mujeres van y vienen; son muchas, y iSobran tantas! Calor y analfabetismo. Ojos hondos, risa blanca. Un fresco arroyo de peces, y uno tibio de muchachas. El pueblo aquél se ha cafdo al fondo de una barranca, y el mundo, en otro planeta, multiplica su distancia. Tardes grises Dedicada al Dr. Oswaldo Robles La Dovizna devana su vellén de diamante, en la fronda hay un trino de aterido gorrién, se desmaya la hierba temblorosa y fragante, y la tarde naufraga bajo el pardo festn. iOh las tardes borrosas de esfumados perfiles! en que reza la lhuvia su oracién musical con murmullos de plata de cien mil campaniles, y con arpas que vibran un rumor de cristal. —<—<—$— 33 Maria Cristina Pérez Vizcaino iOh dulzura inefable de los pardos matices que despliegan sus palios de confin a confin! En que el cielo ha escondido bajo céipulas grises un ocaso que busca su perdido carmin. iOh lovizna que canta, que desgrana y musita su crujido de sedas en la inmensa quietud! ‘Tardes grises que Uevan la tristeza infinita de esas légrimas quedas, de ese blando latid. Y nuestra aima esté triste con las tardes lluviosas, y en el pecho hay un trino de aterido gorrién, en la mente esté el Ilanto del Horar de las cosas, y una angustia inconsciente dentro del coraz6n. La Hovizna va hilando su vellén opalino, su perenne plegaria, su canci6n secular; y nuestra alma esta triste, sospechando un destino que conduce a la nada, tras llorar y Horar. Himno al Ejército Mexicano Poema que obtuvo el primer premio en el concurso efectuado eri México en honor del Ejército Nacional, en septiembre de 1938. iSalud a los hombres que son de la Patria baluarte! iSalud, los que empufian el bello estandarte con brazo de atletas! Soldados que al toque vibrante de agudas cornetas despiertan antiguas bravuras ee 34 ii — ee —— —— Antologla Poética de luchas y razas, que fueron tan fieras y duras, y van como ellas, de cara a la muerte con paso seguro y el énimo fuerte. iSalud al que afronta la bala extranjera! iSalud a los hombres que guardan la honra de nuestra bandera! Salud al ejército Patrio que mora del templo triunfal de la Fama y la Gloria en el atrio; que ofrenda a los pies de la Patria querida, con Ifrica rosa fragante, su vida; la rosa que siegan con cuatro floretes, los cuatro monstruosos jinetes. iSalud! iPleitesfa! iSalud al viril descendiente de antiguos guerreros de Andhuac bravia! iSalud a los hombres que son una herencia de aquellos centauros de la Independencia! iSalud a los hijos de nuestros soldados del Cinco de’Mayo! iSalud, los que aguardan la lid sin temor ni desmayo, las nuevas legiones que huellan la Historia forjando un majiana nimbado de Gloria! iSalud al soldado que en el horizonte vislumbra sereno la cara cefiuda de Jano Bifronte! iSalud al que sigue sin miedo las huellas de aquellos que duermen sobre las estrellas después de haber roto en pedazos el yugo extranjero! iSalud al Ejército fiero que al grito angustioso de iGuerra! Se lanza a la lucha y empapa con sangre de extrafios la tierra iSalud a los hombres que son de la Patria baluarte! iSalud, los que elevan muy alto el sublime estandarte del éguila altiva! iLa Gloria ilumine por siempre tus filas cual flama votiva! —_—_—_—_— 35 Maria Cristina Pérez Viz iLa fe en nuestra raza te sirva de escudo, de cota y coraza! Y en canto sonoro, nuestro himno vibrante y marcial, eleve en tu honor sus acordes brillantes de marcha triunfal. ESTAMPAS DE NOCHEBUENA Se a y Las escarchas y la nieve han deshojado sus lirios, y cuando sale la luna pinta un paisaje de vidrio. Al calor.de log hogares se cuentan pasajes biblicos, hay nacimientos de lona, zambombas y villancicos, que esta noche es Nochebuena y acaba de nacer Cristo. iAh cémo crujen los lefios en los Iares encendidos! iAh oémo tejen y tejen, —viejo huso y blando lino— las historias, sus capullos en el alma de los nifios! La dicha estalla en las almas como cohete de artificio. Canta el reloj de la iglesia las doce con doce trines, y cantan los corazones, que acaba de nacer Cristo. 36 Antologia Poética La medalla de la luna no sabe que es Nochebuena, porque si no, llorarfa por las tradiciones muertas. Allé adentro de los “dancing”, esta noche es Nochebuena; la dicha est disfrazada con burbujas champafieras, y adillan los saxofones una creacién de la orquesta. Un 4rbol, rama truncada con nostalgias de la sierra, abrumado con bombillas, con celofanes y velas, se marchita en el ambiente cargado de luz eléctrica. iBrindemos con nuestras copas de bebidas extranjeras! que Santa Claus pide a Whisky desde el fondo de la escena. La medalla de la luna no sabe que es Nochebuena, porque si no, lorarfa’ por las tradiciones muertas. —m— Esta noche es Nochebuena en los campos de batalla, y solamente la muerte Perfila las lontananzas. Sélo atisban las heridas, me nme i 37 Maria Cristina Pérez Vizcaino s6lo los fusiles cantan; tan s6lo la sangre gime con banderas desplegadas, y la desesperanza llora arrullada por las balas. Esta noche es Nochebuena; y el soldado, entre granadas, tiene un coraz6n que Hora Noches buenas destrozadas Nochebuenas que son luto, que son océanos de lagrimas, Nochebuenas pavorosas ' con la muerte en sus espaldas. i Un nacimiento de lona con villancicos y gaitas, lleva el soldado en el pecho como una flor deshojada. DOS ROSAS Al Dr. Fernando Banda Dos pasajes que viven en el tiempo y la Historia: Una rosa de sangre, y una rosa de gloria." Dos corolas que encierran dos recuerdos fragantés en dos mundos distintos y en dos siglos distantes: Alborada y eclipse. Dos granates bordados con la luz del ocaso de dos viejos reinados, en un vaso latino mezclaran su perfume que no hay tiempo que extinga ni distancia que esfume, y una lengua uniforme juntaré su armonfa con la vara de magia de la diosa Poesfa. pm Antologia Poética —I— éDé6nde esté la carroza con la ilustre divisa y el vistoso uniforme de los guardias de Suiza? éDénde estén las madamas con sus risas joviales, y el estruendo festivo de los pffanos reales? En Parfs enmudecen clavecines y arpas, y el Terror es quien canta, con la muerte en las zarpas. En humilde carruaje va la reina cautiva, sin armifios ni sedas, sin su real comitiva; por diadema, en la frente, lleva.el oro del dfa, su destino es Ja muerte. Es aquella Maria” Antonieta, dechado de donaire y prestancia, la sonrisa més bella de las cortes de Francia. Es el pueblo el que aclama. cual trofeo de victoria la carreta que rueda, gubrayando, la Ja Historia, y es un gesto triunfante, quign. sonrie en la silueta de “Madame Guillotine” al mirar a Antonieta. El crepasculo azul de su mirada lorosa, sobre el viejo palacio Jullerias se posa, y en sus labios se riman como triste elegfa dos suspiros dolientes de dolor y agonfa. iA la muerte la Austriaca! Un rugido gigante va atronando los aires de Poniente a Levante, destrozando a su paso, las palomas en vuelo, de esos tiernos suspiros, que sureaban el cielo. Un silencio solemne. Va subiendo al tablado, y su pie diminuto, ricamente calzado, deja un eco sublime, que resuena en las calles con la dulce cadencia de un minuet de Versalles. Como tigre la muerte se, agazapa en lo alto, y su garra brillante se desploma de un salto con un golpe siniestro. ‘Ya murié la extranjera! y ante el ara del crimen, vitoreé Francia entera. ———— 39 Maria Cristina Pérez Vizcaino Y Antonieta, dechado de donaire y prestancia, una rosa de sangre deshoj6 sobre Francia; ‘una egregia corola, cuya ptirpura inerte eterniza su céliz contra el tiempo y la muerte; una rosa de sangre, que en la Histéiia Francesa, llora y canta, prendida sobre la Marsellesa. Una rosa escarlata se deshoja en Paris. Muere el 4guila de Austria con las flores de lis. —I— Con sus flautas el viento tafie ritmos sensuales; por las frondas, un vuelo tornasol de quetzales, y entre lagos de jade, la ciudad escondida, resplandece radiante como plata bruftida. El Ibérico potro hace un alto en las cumbres bajo un manto de fuego, de topacios y lumbres, y Cortés ve a sus plantas el ex6tico mundo que espejeaba hacia el cielo desde un valle profundo. A su lado, hay arrullos de un idioma de oro, que acaricia su ofdo con murmullo canoro de una alondra que canta y un jilguero que trina. Son los labios fragantes de una rosa: Marina. Esa flor exquisita de la tierra feérica, que se entreabre en un beso y estremece a la América, aromando el milagro, con su bella corola, de la unién de su raza con la raza espafiola. El corcel majestuoso va bajando las ¢restas arrogante y altivo, con nostalgia de gestas, a los lagos de jade, donde espera escondida la ciudad espejeante como plata bruftida. El jinete imagina deslumbrado, a su vista, la epopeya gigante de la magna conquista, 40 Aniologia Poéiica y se lanza, marcando el final de una era, con la marcha sonora de su hueste guerrera; y una rosa o una estrella va alumbrando su planta, con la magia armoniosa de una lengua que canta. Una rosa fragante de la tierra feérica ha fundido en un beso con la Espafia, la América, y a través de los siglos, por los,anchos confines, como liras de Apolo cantarén sus carmines; con el carro de Helios volar4n sus fragancias _, perfumando los tiempos y alumbrando distancias; que el clarin de la Gloria, cuando atruena en el viento, sobre todos los mundos lanza un tinico acento. Fue un preludio de bronces sobre el cielo, que traza el brillante epinicio del surgir de una raza. Una rosa fragante. Y en la tierra del sol, muere el Aguila azteca bajo el hierro espaiiol TELESCOPIO Noche maravillosa del espacio sobre la que se arrodilla nuestro corazén; infinita noche que canta en‘un prefacio, el arcano fantastico de toda la creacién. Noche que se vuelca en nuestra retina \ expectante tras un ecuatorial; noche de pasmo, en que germina una angustia mental. Noche que arrastra sobre el cielo como cauda estelar, nuestras ansias tremendas, nuestro desesperado anhelo de saber, de intuir y descifrar. Pasa la luna gravitando en un verso 41 Maria Cristina Pérez Vizcaino con su faz amarilla como viejo doblén; Zcual extrafia apariencia guardar4 su reverso? 2Qué secreto se oculta de la humana visién? Los planetas. Siete errantes preguntas saturadas de célculos y de aberracién; éPoseerén el milagro de las vidas presuntas que ha creado en la Tierra la imaginaci6n? La mirada se pierde entre constelaciones, y la mente se postra ante la inmensidad. éA dénde va la Tierra girando entre millones de estrellas, a cuestas con la humanidad? En la absoluta noche del espacio vacio, quizds un astro ignoto va lanzando a su vez la espantosa pregunta con un escalofrio, la pregunta sin eco en la infinita mudez. Un vocablo de angustia: “Lo inconmensurable”, se escapa a las redes de nuestra comprension, y este mundo nuestro, pequefio y deleznable, 2Qué es, qué significa y cuél es su misién? La gigantesca chispa de la inteligencia desploma sus audacias, del gran misterio en pos; un ancla de abismo encadena a la Ciencia, y en medio de toda la obscura nesciencia, s6lo hay una cosa clara. Dios. Noche maravillosa del Universo que nos sacude el alma y empavorece el coraz6n; excelsa noche que hace brotar un verso avasallado a una oracién. Antologia Poética TARDE EN CHAPULTEPEC Dedicado al Dr. Isaac Ochoterena Cae la tarde ambarina, agonizante, sobre el parque aristécrata, elegante. El creptisculo prende sus girones en las frondas, tejidas cual festones, de los altos ahuehuetes centenarios. Cae la tarde en los bosques legendarios. Melancélico el lago, se ha dormido con las barcas que a su orilla se han prendido, y un cisne de académico phimaje, dibuja su silueta en el paisaje. Cae la tarde en las calzadas solitarias trazadas con romanees y plegarias, y de luz, una gota rutilante, se ha engarzado en una flor, como diamante. El Castillo, sefiorial y majestuoso, domina el espectéculo suntuoso que presenta la tarde en su estertor, mientras una pareja rezagada, no ha sabido del creptsculo; de nada, por hablarse de su amor. LA TRISTEZA DE VIVIR Pensar que nuestra vida solo es eso; la tristeza de vivir, irrefrenable; un dolor, un gran dolor del alma preso, con que Hora la conciencia, inconsolable. Marfa Cristina Pérez Vizcaino La tristeza de vivir, que en lo profundo del humano pensamiento vive alerta; la tristeza de vivir, por la que el mundo va franqueando a la ilusién un alma abierta. Y es la magia de la luna, y es un beso, un celaje, una caricia, una armonfa; y en el fondo de las cosas, solo hay eso: la tristeza de vivir, grave y sombria. La tristeza de vivir. iQué vano empefio el intento de extirparla en nuestra mente! Nuestro viaje a la ilusi6n y hacia el ensuefio, tiene un puerto; la tristeza solamente. «. La tristeza de vivir y ser consciente, de ignorar y de saber nuestro destino, de pensar y de sentir tan hondamente cuan indtiles las rosas del camino. Y aqui estamos, sin querer haber venido, caminando sin cesar; es nuestra suerte. Si miramos hacia atrés, humo y olvido, si miramos adelante, esta la muerte. LAS HISTERICAS Neuréticas mujeres de mentes en tortura cerebros fatigados y nervios en tensién; mujeres que caminan en pos de la locura, con almas amargadas y frio en el coraz6n 44 Antologia Poética Oh seres arbitrarios de anémalas reac que rien y que lloran sin causa primordial: R iQué triste es vuestra vida de absurdas sinrazones, sin calma ni equilibrio, sin paz espiritual! ones Vosotras sois los barcos que van a la deriva sin remos ni velamen, sin anclas ni timén, llevados por la furia tremenda y decisiva de extrafios huracanes que abaten la raz6n Mas no. No sois dementes. Si van vuestras pupilas detrés de la locura’ que se abre a vuestros pies, también va la cordura detrés de vuestras filas siguiendo vuesira marcha de tragicos traspiés Buscdis con vuestros ojos inquietos y febriles, ansiosas ¢ implacables, un reo a quien culpar; estdis buscando en vano, sois torpes y pueriles, el mal est en vosotras, no hay nada que buscar. En Agiles pegasos de trote desbocado lanzdis a vuestras meéntes en barbara ascensién, y alli donde la légica és limite borrado concluye vuestra hufda. Alf es vuestra mansién éQué zarpa poderosa os lleva encadenadas? éQué insélito aquelarre os danza en derredor? iEn vano os van asiendo mil manos ya cansadas queriendo rescataros, y es nula su labor! Y pasan huestes de mentes en tortura, sembrando desagrados y tedios por doquier; y van vuestras pupilas, estrellas de locura, buscando su refugio, que est4 en La Salpetriére. — Maria Cristina Pérez Vizcaino LOS SANTOS REYES Se perfila al horizonte la grandiosa comitiva de los Santos Reyes Magos, tras la estrella fugitiva, que sefiala sus caminos al establo de Belén; ha nacido el Rey del Cielo, y se encaminan jubilosos a llevarle como ofrenda los regalos més costosos, y a postrarse de rodillas ante el Nitio Dios del Bien. Baltasar abre la marcha. El Egipcio charolado se presenta en su camello, ricamente engalanado con turbante color fuego, kémis blanco de algodén y una capa de oro y seda. Son rasgadas sus pupilas faradnicas y negras. Van repletas sus mochilas de brillante polvo de oro, que sera su donacién. Es Melchor el que le sigue. De la India es el monarca de las blancas vestiduras, largas barbas de patriarca, indosténico turbante y sandalias carmesf; lleva incienso perfumado y una copa diamantina con extracto de las rosas de Neyed y Palestina, ” y de nardos y violetas que brind6é Gétsemani. Y Gaspar es el tercero. Blondo y rubio tiene el pelo; el rey Griego porta manto de la Tyria color cielo, son sus ojos dos turquesas engarzadas en su faz. Tiene pélido semblante, gesto dulce y bondadoso; sus espléndidos regalos, un diamante portentoso, y las perlas més hermosas de Basora y El Hedjaz. En la comba de los cielos va surgiendo ya la luna que transforma con su plata, las arenas, en laguna suave y tersa como espejo, millonaria de quietud; y los blancos dromedarios espectrales, imponentes, i i Antologia Poética dejan huellas, en las dunas onduladas y silentes, de leyenda y devociones en la tibia longitud En la noche del desierto va perdiéndose lejana al Oriente la silueta de la regia caravana, a través de las arenas infinitas del Ammén. En las mentes y.en las almas, un anciano de escarlata va borrando las pisadas de la santa cabalgata, y en la noche del olvido va a morir la Tradicién. ONDA CORTA Derrotando la distancia, van captando las hertzianas de los mundos la cancién; y he aquf, que hay en la tibia soledad de nuestra estancia, una voz que nos arrulla desde Francia, desde Espaiia, de Argentina o de Japén. Canta el mundo, y en las ondas saturadas dé Eee Nora un tango en Buenos Aires su sollozo de acordeén; y en Espafia una guitarra va bordando fantasfas, con la gracia imponderable de un revuelo de mantén. Desde Tokio, cristalino como gota, con su suave isocronismo va vibrando un “Yamecén”, y al pasar con su cadencia, va dejando cada nota la fragancia delicada de algan pétalo que brota, en un cerezo extremecido de la brisa en el vaivén. Con su hechizo y su dulzura canta Francia, y en la voz de Tino Rossi o Chevalier, ' hay un beso que florece y una fronda que murmura, con el ritmo inolvidable de aquel dulce: “J ‘attendrai” ‘Tiembla el alma de las selvas en un son afrocubano; ‘un encaje desde Italia va trenzando un mandolin; y con gracia majestuosa, posa el cisne wagneriano 47 Maria Cristina Pérez Vizcaino su esplendor, en los compases de una orquesta de Berlin He aqui, en nuestro aposento, una ofrenda milagrosa que es mensaje y es cancién; una ofrenda que ha legado cual Pegaso, con el viento, y es latido y es acento de los mundos, que palpitan como un solo corazén. Canta el mundo dulcemente la galante serenata y la plegaria de un muecin; iCémo legan las hertzianas desde Europa o desde Oriente dibujando mil paisajes a la luz de nuestra mente, derrotando la distancia, la frontera y el confin! PAISAJE DE GUERRA Orgia enloquecedora de bombas y de metralla. La muerte se multiplica floreciendo en miles de armas en donde la Paz ahoga Mantos de banderas blancas. La muerte ronca en los cielos en un pdjaro de plata, y un horizonte empedrado de agonfa y desesperanza, va orando sus perfiles de pélvoras y de Hamas. iAdelante! Adelante entre el silbar de las balas, mientras fusiles en coro van diezmando las vanguardias. iAdelante! Adelante entre el silbar de las balas, que el valor va galopando sonriente entre las brigadas. a —————_____ 48 eaensepenmnenteecrremrmenpeteenD Mies a Ce Amologia Poética Solo ha quedado el silencio como una negra muralla. Suelo de dolor desnudo restafia heridas calladas, y abre los célices curvos de corolas pavonadas. Un Hanto de cuatro puntos gime por frente y espalda. En la tierra humedecida de vidas recién cortadas, el viento mece la inerte cabellera ensangrentada, de aquéllos que son alfombra de duelo en las lontananzas. BIBLIOTECA Dedicado al Sr. Lic. José Arriola Adame En el recogimiento del ambiente, media luz atomiza su dorado cristal, y nuestro ofdo asombrado, percibe humildemente, toda la voz del mundo, que palpita elocuente, vibrando con mil liras, eterna, inmortal. Despliega su esmeralda la campifia del Lacio, una égloga riza su inocente vell6n; en la brisa va el trino de Virgilio y Horacio, y una alondra que teje los versos de Nasén. Una decoracién de sedas, encajes y fragancia, donde el preciosismo surgé como una’aparicién; a nuestros ojos se abren los salones de Francia, — $a 49 Maria Cristina Pérez Vizcaino en que los abanicos mecen, con grécil elegancia, la mariposa de oro de la inspiracin. El paso rumoroso de una constelacién que entona su ritmico cantar, nos anuncia “La Pléyade”, que en un haz luminoso, prendida va en el pecho de Pedro de Ronsard. Se deshojan los pétalos de hiedra de Talfa al paso majestuoso del maestro Moliere; y en paisajes de muerte, de sangre y de agonfa, con Racine van Horando Ifigenia y Ester. Un atabal de bronce repercute en el viento, y es Bossuet quien recita una oracién funeral; el simbolismo entreabre su melodioso acento, y Verlaine nos ofrece un ruisefior de cristal. Castilla. Aridez de anuras por donde esgrime un hidalgo su précer ilusi6n; iSalud, Don Quijote, desfacedor de entuertos, augusto peregrino de la ensofiacién! Shakespeare aparece. Més all surge Homero, revuelan las estrofas de San Juan de la Cruz, Fray Luis trenza una onda, y el grave Romancero perfila sus estatuas aureoladas de luz. Brumas septentrionales y rosas del Mediodia van rimando en cien lenguas una misma cancién; iOh el idioma inefable del arte y la poesia, que gorjea en Garcilaso y retiembla en Cicerén! Campifias y lanuras. Salones y vergeles. Hermandad de una lanza y un rabel pastoril; Tolstoi se ha saturado con gitanos claveles de Antofiito el Camborio, que murié de perfil. Y es asf, que en el recogimiento de la estancia, vibra un coro inmortal, donde la voz. vibrante de los genios de Francia, se engarza con el coro del sentir universal. $$$ $e 50 La media luz sublimiza en el ambiente. Una “Madona” nos sonrfe con su dulce mirar, un piano de concierto, mudo y reminiscente, suefia en sus marfiles, con la sonata auserite, de algtin claro de luna que se vuelca en el mar. LOS HEROES VENCIDOS Son esos valientes, que cara a la muerte, perdieron la guerra en un golpe de suerte, luchando inflexibles por un ideal. ‘También ellos fueron por sus estandartes en pos de la Gloria, forjando en su pecho los férreos baluartes en los que descansa la Patria Inmortal. Su gesta es gloriosa, su hueste es valiente. éQuién es el cobarde que oyendo el llamado vehemente que lanza la Patria, no apresta el cafién? ' ‘leva la ensefia materna sus excelsitudes, con un mismo paso, seran multitudes un solo soldado y un solo deseo, con un corazén. Y aquellos vencidos soldados, también acataron mandatos sagrados de honor; también alfombraron de nobles carmines Jos suelos extrafios, los vastos confines, llevando en sus almas un sacro fervor. También dibujaron proezas pasmosas buscando laureles, sembrando las rosas de su heroicidad; también desafiaron horrores y muerte con paso seguro y el animo fuerte, siguiendo su ensefan con fe y con lealtad: Si el triunfo no es suyo, hay Gloria en su -hazafia, Maria Cristina Pérez Vizcaino la Gloria sublime que entrafia el amor a la Patria, la audacia, el valor. En todas las guerras hay una derrota y hay una victoria, mas hay un encomio admirable en la Historia, de aquel que ha perdido con honra y honor. Y aquellos leales, que cara a la muerte y por sus ideales, perdieron la guerra en un golpe de azar, también fueron héroes. Su patria kandera caida y deshecha, conserva un orgullo en la hueste guerrera constante, inflexible, que lucha hasta la hora postrera, y ofrenda su suerte y destino en su altar. NOCHE GITANA De lo alto de la sierra baja la noche a Granada, perfumando de romeros los volantes de su falda. El viento se va robando el oro de las naranjas, el viento que baja y sube una escalera de albahacas, el viento que juega un ébaco de olivas arracimadas. con él, esboza un bostezo la noche, sobre Granada. Una gran luna bicorne se enciende sobre la Alhambra, y los leones de la fuente se la beben en el agua. Con menta, olivos y azahares llega la noche a Granada, e a 52 Amologia Poética y el viento se para en seco mal herido_ por la espalda, mal herido por seis cuerdas sollozantes de guitarra. iAh, qué alegria sin risas y desconsuelo sin lagrimas! iAh, qué penitas y goces deshojados a mansalva! Los trémolos en las cuerdas son el hablar sin palabras, y aquellos dedos gitanos, diez ruisefiores sin alas. iAh, qué alegria sin risas y qué dolor en el alma! ‘La noche va estremeécida bajo el percal de su enagua, y en el viento hay seis heridas, hay seis heridas que sangran PAISAJE En los hamedos campos, un ocaso de grana; ya los grillos comienzan a pulsar su violin, algtn ave que pfa, un tafier de Campana, y la noche que sube desde el otro confin Al final de un camino, una choza pequefia entre surcos sembrados de lozatio iniafz, y su duefio a la puerta, no sé sabe si suefia 0 dormita tranquilo bajo de un poncho gris Una flauta modula temblorosa armonta, una flauta tan triste que parece Horar: —— $$ 53 Maria Cristina Pérez Vizcaino un ladrido cercano, y en la sierra bravia, los agrestes coyotes ya comienzan a aullar. Por la verde colina va bajando el ganado con su paso cansino y con su blando mugir, y al colgar sus cencerros en el aire templado, como rosa la luna se ha acabado de abrir. En los cerros lejanos se diluye el ocaso; un jir6n purpurino se prendié en un nopal como roja amapola olvidada al acaso. Se desploma la noche sobre el campo estival. Y el labriego inmutable se fundié en el paisaje; y la flauta modula su Horosa cancién; y la noche, cuajando de luceros su traje, se ha prendido en su pecho las estrellas de Orién. ATLANTICO Atlantico Tu nombre lanza con la rosa de los vientos, los espasmos fragantes y violentos de un rugido y un cAntico. Sobre tus ondas rueda hacia América, la proa de seda del amanecer; y llega a sus orillas, prendida en una copa de palmera del mar de las Antillas. Atl4ntico. Tus olas armoniosas urdieron con su espuma el procer suefio de Colén, y tus honizontes se alargaron en las velas henchidas de ensuefio, de las carabelas. iAtin tu lomo verde tiene tres sendas luminosas y una estupefaccién! Adléntico. Tu mar de los Sargazos florece con mil hélices deshechas en pedazos; abre tu pecho, y muéstranos las heridas de todas esas embarcaciones hundidas; dinos de los tesoros naufragados entre arbustos y monstruos ignorados, y cuéntanos de las tripulaciones que el abismo adorné de condecoraciones. Atlantico. En tus rugientes sinfonfas vuelcan sus gracias las més bellas babfas, y con tus rumores navega un ensuefio perdido’ desde las Azores Sobre tus atardeceres flavos, flotan las cicatrices negras de todos los esclavos; y brillan en tus diamantinas marejadas, de las piraterias de Drake, desnudas, las espadas. iOh, Atlantico! Bajo de tis ondas transparentes viajan las hipétesis de nuesttas mentes en busca de un fantastico pais, La Atlantida. Y ti encierras ese arcano en la curva cetrada de tu mario, mientras la conjetura delinea los litorales fantasmales, que la Fabula viste con brillante matiz. Atlantico. ‘Tu nombre es un trueno de oro con la voz solemne de la inmensidad; salvaje y romantico, tu manto ondulante engarza el tesoro de todos los asombros de la humanidad. Atléntico. Tt cantas con la rosa de los vientos més alld de la muerte y de la vida; y nuestras esperanzas rotas, $$ 55 eS Maria Cristina Pérez Vizcaino y nuestros pensamientos, en la mirada perdida se van hacia ti, como bandada de gaviotas | EL ALMA DE SEVILLA Cudantas cosas juntas vibran en el alma de Sevilla! son sus aguas, son sus rosas, en el aire, sus colores de aguafuerte, sus contrastes. Es esa alma complicada y sonorosa que es tristeza y alegria, que es el'llanto y es el cante; en esa alma de Sevilla con arrestos de Pizarros y molicies de sultanes. Es esa alma la que lanza hacia Conquistas los bizarros capitanes, que se iban con penachos y corazas en los lomos renegridos y brillantes de sus potros, de sus potros andaluces que volaban como el aire. Es esa alma la que arrastra hacia los cosos el valor imponderable, el valor vestido de oro que se roza con la muerte cada rato, cada instante. Es esa alma complicada y sonorosa la que lleva por su calles singulares procesiones con imégenes cuajadas de mil joyas rutilantes, y que al trdgico redoble de tambores, y a las luces de los cirios parpadeantes, lanza al aire sus “Saetas”, sus claveles de corolas musicales, que son trinos y sollozos y oraciones 56 = i Antologia Poética en que llora la tristeza de los cantos de los arabes. iCuantas cosas vibran juntas en el alma de Sevilla! Es esa alma que en las coplas quejumbrosas como ayes, se desborda toda entera con arnullos de palomas y gemidos de huracanes, y que trueca las canciones en lamentos, y las lagrimas en cante. La que hechiza con el oro de su vinos, de sus vinos que no ahogan ni ensordecen los pesares, sino cambian las tristezas en jolgorio : con la magia de sus émbares. La que tiembla en el rasguear de las guitarras, las guitarras con bordones de sonoros atabales, y con primas que entretejen los arpegios, los acordes y los trinos como encajes. Es esa alma de tristezas y alegrias, de Murillos y Velézquez, de toreros, cantaores y sultanes, que desborda en sus claveles, en el oro de sus vinos, en la célida tristeza de su “cante”, en los ojos faraones, en los patios donde cantas las fontanas su cancién interminable, y en los potros, en los potros andaluces que galopan como el aire CAPITAN DE SIETE MARES Hoy estas en mi memoria, capitan de siete mares, escrutando el horizonte con tus dos ojos de azur; en tu pecho Hevas bramas de los cfirculos polares, y penidiente de tu cuello la divina Cruz del Sur. Tit captaste los fantasticos mensajes Maria Cristina Pérez Vizcaino que con guifios de diamante te radiaba Aldebaraén, y engarzaste con tus velas y cordajes una cauda de una estrella y un gemido de huracén Sobre el pasmo de tus ojos y tu frente; suspendié sus calderones una aurora boreal, y extendié sus magias blancas el silencio transparente de los gélidos palacios de cristal En las hondas transparencias zigzaguearon las sirenas sus escamas de mariil, y te enviaron con las ondas sus exéticas cadencias desde fondos abismales del océano de afiil. Capitan de siete mares, vigilante de los cielos, | gambusino de la luna con la bréjula de Ori6n; 5 ante ti rasgé la aurora sus flamantes terciopelos y tendi6 sus mil mirajes a los pies de tu galeén. De los mares de la Sonda, los ocasos asombrosos como palios de esmeraldas se encendieron sobre ti; y los fuegos de San Telmo, con sus copos luminosos, se posaron en tu miastil, bajo el cielo de Tahiti. Contemplaste aquellas islas misteriosas, fantasmales, que se hundieron para ya nunca surgir; la estelar fosforéscencia de los mares tropicales, y en el lomo de las olas, la carroza de corales en que viaja el Dios Neptuno por sus reinos de zafir. Capitan de los mil puertos, mil nostalgias, mil cantares, los adioses de tus labios, son girones del azar: una angustia deja tu ancla palpitando én siete mares, y un amigo en cada faro, desde Islandia a Macasar. Capitén de los mil viajes; tras la niebla de los siglos, atin te llama Aldebaran, con la indtil esperanza de encontrar én los oleajes las turquesas de tus ojos, impregnadas de paisajes, que una noche naufragaron en los mares de Ceilén. ae 58

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