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Etiqueta en el Tatami por Saotome Sensei - Parte 2 - Reglas del practicante

Es necesario respetar la enseñanza, la filosofía del Fundador y la manera en que el Sensei la transmite.

Cada practicante se compromete moralmente a no utilizar jamás una técnica de Aikido para hacer daño a otros o para exteriorizar su ego. El
Aikido no es una técnica de destrucción sino de creación. Es una herramienta que conduce al desarrollo de una sociedad mejor a través del
desarrollo del carácter del individuo.

Esta prohibido solventar conflictos personales sobre el tatami. El Aikido no es una pelea callejera. Estáis en el tatami para trascender y purificar
vuestras reacciones agresivas, para adoptar el espíritu de un samurai a través del descubrimiento de la propia responsabilidad social.

No debe haber espíritu de competición sobre el tatami. El objetivo del Aikido no es pelear y derrotar al enemigo sino pelear y derrotar a los
propios instintos agresivos. La fuerza del Aikido no reside en la potencia muscular sino en la flexibilidad, la comunicación, el control de uno mismo y
la modestia.

No se tolerara ninguna clase de insolencia. Debemos ser conscientes de nuestros limites.

Cada alumno tiene distintas capacidades físicas y diferentes razones para practicar Aikido. Todas merecen respeto. El verdadero Aiki es la
aplicación correcta y flexible de la técnica apropiada en cualquier circunstancia que se presente. Es vuestra responsabilidad no ocasionar daño
alguno. Ha de protegerse al compañero y a uno mismo.

Aceptad los consejos del Sensei e intentad aplicarlos con sinceridad, lo mejor que podéis. No se aceptan contestaciones.

Todos los practicantes estudian los mismos principios. No debe haber desacuerdos en el seno del grupo. Todos los habitantes del dojo forman
una gran familia. El secreto del Aikido es la armonía.

Si no podéis respetar estas reglas, os será imposible estudiar Aikido en este dojo.

TaiyooKen Dojo - Merlo San Luis Argentina – Teléfono 0266-4-02-49-94


EN: Maestro, ¿qué actitud debemos tomar ante nuestros amigos y nuestros enemigos? Hijo, hay que considerar que ambos son compañeros de
viaje. Al amigo hay que mantenerlo porque nos hará el camino más llevadero con su charla y su apoyo. Al enemigo hay que cultivarlo y apreciarlo,
porque es nuestro verdadero guía: él nos dice por dónde vamos y si vamos bien o mal. Estudiando las acciones y propósitos del enemigo es que
elegiremos la mejor ruta en nuestro caminar. Tener un buen enemigo es tener un tesoro que hay que cuidar. (17 febrero 2013).

El bote

Escrito por Joost Scharrenberg el 9/17/11 • En la Categoría zen

Un hombre estaba remando en su bote corriente arriba durante una mañana muy brumosa.

De repente vio que otro bote venía corriente abajo, sin intentar evitarle. Avanzaba directamente hacia él, que gritaba:

- Cuidado! Cuidado!

Pero el bote le dio de pleno y casi le hizo naufragar.

El hombre estaba muy enfadado y empezó a gritar a la otra persona para que se enterara de lo que pensaba de ella. Pero cuando observó el bote
más de cerca, se dio cuenta que estaba vacío.

Fuente: “Ser paz” de Thich Nhat Hanh

Samurais

Cerca de Tokio vivía un gran samurai ya anciano, que se dedica-ba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era
capaz de derrotar a cualquier adversario.

Cierta tarde, un guerrero, conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allá. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba
a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los erro-res cometidos, contraatacaba
con velocidad fulminante. EI joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Conociendo la reputación del samurai, fue en su busca
para derrotarlo y aumentar su fama. Todos los estudiantes del samurai se ma-nifestaron en contra de la idea, pero el viejo acepto el desafío.

Jun-tos se dirigieron a la plaza de la ciudad donde el joven comenzó a insultar al anciano maestro. Arrojo algunas piedras en su dirección, le escupió
en la cara, le grito todos los insultos conocidos, ofen-diendo incluso a sus antepasados. Durante horas hizo todo lo posi-ble para provocarle, pero el
viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerre-ro se retiro.

Desilusionados por el hecho de que el maestro acep-tara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:

- ¿Como pudiste, maestro, soportar tanta indignidad?

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- ¿Por que no usaste tu espada aun sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros?

El maestro les pregunto:

- Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quien pertenece el obsequio?

- A quien intento entregarlo respondió uno de los alumnos.

- Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos – dijo el maestro.

- Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo.

Fuente: tradicional Zen

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