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EL MUNDO BIZANTINO 1
VIDA Y MUERTE DE
BIZANCIO
LOUIS BRÉHIER
LA EVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD | 48
Orígenes del Cristianismo y Edad Media| 2
Electronic Edition
México
1956
PROLOGO
Lo contingente en la historia bizantina
F
rancia, por la obra de Rambaud, Schlumberger, Diehl,
Millet, —y Luis Bréhier— ha tenido el honor de
cultivar, en gran parte, ese vasto dominio en el
espacio y en el tiempo que se conoce como mundo
bizantino y del que se han obtenido tan sorprendentes
guillas.1
Particular importancia tiene la cosecha de Luis Bréhier;
casi toda su vida ha estado consagrada a los estudios
bizantinos; Bizancio es su patria espiritual; la conoce como
aquel que, dotado de una excepcional longevidad, hubiera
sido testigo de todas las peripecias y de todos los dramas de
su historia.
Así, pues, su contribución a La Evolución de la
Humanidad constituye la suma de sus numerosas
publicaciones y de sus enseñanzas; auténtica suma, ya que
abarca la vida de Bizancio en toda su duración, el Imperio en
toda su carrera y la civilización bajo sus múltiples aspectos.
El primitivo proyecto de La Evolución de la Humanidad
incluía para Bizancio un solo volumen cuyo autor iba a ser
Carlos Diehl, quien el año 1901 había publicado en la Revue
de Synthèse historique un importante Examen general de la
historia bizantina.2 Pero al quedar Diehl ciego y verse
1Diehl escribía en 1920; “Tal vez se pueda decir que si las investigaciones
sobre historia bizantina reconquistaron derecho de ciudadanía en el
mundo científico se debe esencialmente a Francia”. Citado por V.
LAURENT, en CHARLES DIEHL, Historien de Byzance, pág. 21, en la Revue
historique du Sud-Est européen, XXII. Esta revista es una publicación
del Instituto de Historia Universal S.Iorga. No por esto hay que olvidar
otras contribuciones; en particular, durante los años recientes, la de
IORGA, a la vez, un gran historiador y un inteligente impulsor; las de G. I.
BRATIANU, su sucesor, y las de V. Laurent. Tampoco deben dejar de
citarse los nombres de J.B. BURY y de HENRY GRÉGOIRE.
2 Tomo III, 2, págs. 177-225. En este trabajo importante, Diehl abría su
HENRI BERR
E
l Imperio de Oriente o Imperio Bizantino no es sino el
Imperio romano que, destruido en Occidente por las
invasiones, se perpetuó en Oriente alrededor de la
Nueva Roma (nombre oficial de Constantinopla hasta
fines de la Edad Media), pero con rasgos nuevos que
constituyen la originalidad de su historia. En efecto, su
civilización es como la síntesis de todos los elementos
políticos, religiosos e intelectuales del mundo antiguo en su
decadencia: tradición latina, helenismo, cristianismo,
cultura oriental renaciente de la Persia sasánida. En el
momento en que Occidente sufría una regresión política,
social, intelectual y artística, Bizancio —y esto es lo que
constituye su grandeza —salvaguardaba, dentro de lo
posible, las contribuciones de la civilización antigua,
transmitiéndolas a los tiempos modernos: la literatura griega
generadora del humanismo y el Derecho romano,
fundamento del Derecho público europeo. A la vez servía de
muralla a Occidente para contener las nuevas invasiones
asiáticas y, por medio de su propaganda religiosa,
especialmente entre los eslavos, extendía los dominios de la
Europa civilizada.
El éxito de esta obra histórica se debió, indudablemente,
a fuertes tradiciones y a la continuidad maravillosa de una
acción política secular, pero fue también favorecido por el
marco geográfico en que se desenvolvió la historia de
Bizancio. Las fronteras del Imperio tuvieron, sin duda,
constantes variaciones, pero el primordial cuidado de la
defensa de Constantinopla, sede del Imperio y su supremo
reducto, condujo a los emperadores a afirmar ante todo la
posesión de territorios indispensables a su seguridad y
necesarios a su expansión. Y estos territorios constituyen,
precisamente, el marco geográfico verdadero del Imperio de
Oriente.
Por un lado, Constantinopla está situada en una barrera
natural que separa dos mundos, la región póntica y el
Mediterráneo; del otro domina la ruta transversal, que
enlaza a la Europa continental con el Océano Indico, el valle
del Danubio con el del Éufrates. Esta excepcional posición
determinó toda su historia.
La barrera natural formada por los restos del macizo
devónico, que unía Europa con Asia, no puede ser
franqueada sino por un angosto estrecho, a causa de su
ruptura por las aguas del Mar Negro, que trastornaron un
antiguo sistema hidrográfico cuyas huellas son todavía
visibles en el carácter fluvial del estuario del Cuerno de Oro
y en los estrechos del Bósforo y de los Dardanelos.1
En la angosta península situada entre el Cuerno de Oro y
la Propóntide (Mar de Mármara), se edificó la ciudad sobre
un terreno que domina la ribera por pendientes abruptas y
que está cortado por depresiones y alturas que alcanzan los
110 metros de altitud y que no faltó quien comparara con las
siete colinas de Roma.2 Constantinopla es, por tanto, una
ciudad esencialmente marítima. “El mar, dice Procopio,
rodea a la ciudad y no deja a la tierra sino un pequeño
espacio, que sirve para cerrar la corona.”3 Esto explica que se
haya extendido más allá de su puerto natural, magnífico
estuario de siete kilómetros de largo, de orillas sinuosas que
proporcionan abras naturales y cuya profundidad alcanza los
42 metros. En su orilla izquierda se había construido, en la
época bizantina, el arrabal de los Sykes, actualmente Gálata
y Pera. En la costa asiática, al otro lado del Bósforo, su
arrabal de Crisópolis (Escutari) se remonta a la antigua
Bizancio, y Calcedonia (Kadıköy), más al Sur, estaba incluida
en su órbita. Además, la orilla de Asia, que bordea los
estrechos y la Propóntide, se encontraba íntimamente unida
a Constantinopla por la naturaleza del suelo, la población y
por toda su historia. En medio de la Propóntide, la península
rocosa del Cícico y la isla de Proconeso, cuyas canteras de
mármol la embellecieron, los profundos y paralelos golfos de
Mundania y de Ismid, la rica llanura de Brusa (antigua
Prusa), al pie del Olimpo de Bitinia, que se yergue a 2.800
metros, muy poblada y frecuentada por sus aguas termales,
las ciudades, actualmente en decadencia, de Nicomedia
9 [586], 27
10 [655], VII, 1, 495.
11 [357], 21.
a 1096 metros de altitud y, por el valle del Shkumbin , llegaba
al Adriático junto a Dirraquim (Durrës, Durazzo), desde
donde era fácil pasar a Italia. Más al sur, Avlona (Valona) era
otro puerto de embarque, frente a Otranto; esta vía era el
verdadero camino terrestre de Constantinopla para Italia y
el Occidente, y fue seguida en todas las épocas por los
ejércitos, los viajeros y los peregrinos.12
Quizá era todavía más importante para la economía del
Imperio el camino terrestre que cruzaba la meseta de
Anatolia y, por los desfiladeros del Tauro de Cilicia, abría las
puertas de Oriente. A las antiguas rutas de las Indias que
salían de Sardes (camino real de los persas) y de Éfeso (época
romana), substituyó después de la fundación de
Constantinopla la vía militar y comercial que atravesaba
Brusa, Nicea, Dorilea (Eskişehir) y bifurcaba en Iconio
(Konya). Desde allí, un ramal aprovechaba el antiguo camino
de las Indias y, por Heraclea (Ereğli) y los desfiladeros del
Tauro, penetraba en Cilicia y luego en Siria, llegando, por
Alepo, hasta el valle del Éufrates; el otro ramal ascendía
hacia el Noreste hasta Cesárea de Capadocia y, por el valle
del Kizilirmak, llegaba hasta el brazo septentrional del
Éufrates y, por Teodosióupolis (Erzurum), penetraba en
Armenia. La posesión de estas rutas que seguían las
caravanas y los ejércitos, y la de las regiones por las que
pasaban, era de vital importancia para Bizancio, que tuvo
que defenderlas sucesivamente contra los persas, los árabes
y los turcos y que, en cuanto no tuvo acceso a ellas, comenzó
inmediatamente a declinar.
Pues todas estas rutas terrestres y marítimas que
convergían en el Bósforo determinaron el verdadero dominio
geográfico del Imperio de Oriente. La Bizancio antigua se
había limitado a recaudar fructuosos, diezmos como
contribución por el paso de los estrechos. El papel histórico
de Constantinopla consistió en defender esas grandes vías
contra las invasiones y utilizarlas para su expansión;
sirvieron por igual a sus ejércitos, a sus comerciantes y a los
misioneros que difundían lejanamente su influencia. La
península de los Balcanes, las costas del Adriático, el valle del
Danubio, las riberas del Mar Negro, Asia Menor,
Transcaucasia y la Alta Mesopotamia, la Siria septentrional
con Antioquía, tal fue el marco tenía sobre sus enemigos la
ventaja de poder maniobrar dentro de sus líneas interiores y
12 [365], 209 y sigs.; [470], 340 y sigs.; véase LEMERLE, Philippes, 1945
transportar sus tropas de un continente al otro.13
A diferencia de la Roma antigua, la posición geográfica de
Constantinopla no la destinaba en modo alguno a convertirse
en sede de un imperio mediterráneo y, como se ha
observado, cuando que la Naturaleza señaló a un Estado
cuyo centro era Constantinopla. La época más floreciente de
la historia bizantina es aquella en la que, bajo la dinastía
macedónica, pudo consolidar incontrastablemente este
dominio. Amenazada a la vez por varias fronteras, perdió sus
posesiones exteriores por ser impotente para defenderlas,
Egipto, Siria, África y hasta Italia y sus dominios
constituyeron un Estado compacto, fue cuando pudo
salvarse por la magnífica restauración que alcanzó su apogeo
a fines del siglo X. 14Entonces pareció que estaba destinada a
reinar sobre un imperio, a la vez continental y marítimo, que
realizaría la unión entre Europa y Asia, entre la cultura
grecorromana, el cristianismo y las civilizaciones de
Oriente.15
Pero a tal programa de cohesión se oponían las
tradiciones seculares trasladadas por Constantino al
Bósforo. Como sucesores legítimos de los Césares de la
antigua Roma, los emperadores bizantinos siempre tuvieron
la ambición de recobrar y restablecer en su integridad el
inmenso Imperio desmembrado por los bárbaros.
Esta obsesión de un Imperio Universal, que era imposible
restaurar sin poseer el incontestable dominio del
Mediterráneo, y, por otra parte, la necesidad de defender las
rutas terrestres y marítimas que conducían a
Constantinopla, explican las contradicciones de la historia de
Bizancio. Era, efectivamente, emprender una tarea
sobrehumana querer a la vez consolidar el dominio imperial
en Asia, en los Balcanes, en el Mar Negro, y continuar por
otra parte su restauración en Occidente. El ejemplo de
Justiniano y de sus sucesores lo demostrará holgadamente.
Es cierto que, después de destruir la marina vándala,
Bizancio recobró el dominio del mar y lo conservó hasta la
creación de la flota de guerra omniada en el siglo VII,16 pero
las provincias que había reconquistado Justiniano al precio
13 El 995, Basilio II retira un ejército del frente búlgaro, le hace atravesar
Asia Menor en 16 días y llega a tiempo para socorrer a Alepo. [611], II,
88-91.
14 [586], 48 y sigs.
15 Sobre este papel de enlace entre Europa y Asia, véase [357], 15-16.
16 [586], 36 y sigs. Opiniones interesantes sobre el Imperio bizantino y el
Mediterráneo.
de ingentes esfuerzos, África, Italia, las grandes islas del Mar
Tirreno, la Bética, jamás estuvieron unidas íntimamente al
Imperio y aparecían más bien como territorios coloniales,
cuyas tendencias separatistas favorecieron a sus invasores.
Lo mismo sucedió con las posesiones exteriores, como Siria
y, sobre todo, Egipto, constantemente en conflicto de
carácter político o religioso con Constantinopla.
Y con todo, hasta el siglo XII, tuvieron los emperadores
con mucha frecuencia veleidades para restablecer su
dominación en Occidente y volvieron a poner el pie en Italia
durante cerca de dos siglos. Estas tentativas —la última fue
la de Manuel Comneno— estaban por anticipado condenadas
al fracaso, porque al dispersar las fuerzas del Imperio ponían
en peligro la defensa del territorio geográfico, cuyo centro
natural era Constantinopla y cuya posesión aseguraba su
seguridad y su grandeza.
En el conjunto masivo de acontecimientos que se
sucedieron durante los mil años que duró el Imperio, se ha
tratado de descubrir los hechos de importancia capital que
proporcionan una cierta unidad a los diversos períodos de su
historia. Pero en esto no se han puesto de acuerdo los
historiadores, ya que cada uno se sitúa en un punto de vista
diferente, según que detenga su atención en la historia de las
dinastías, de las instituciones o de las guerras.17 Ahora bien,
las peripecias que ha sufrido Bizancio en el dominio
geográfico son las que señalan las divisiones naturales de su
historia. Tres veces fue amenazado de perecimiento ese
territorio, por los bárbaros en el siglo V, por los árabes y por
los eslavos en el curso del VII, por los cruzados occidentales
en el XIII; tres veces halló el Imperio en sí mismo los
elementos defensivos que permitieron preparar
contraofensivas victoriosas, seguidas por restauraciones más
o menos completas y de períodos de prosperidad que se
manifestaron con el restablecimiento del prestigio imperial y
la expansión totalmente pacífica de la civilización bizantina
en Europa.
Estos tres renacimientos se debieron, el primero, a
Justiniano, el segundo, a las dinastías amoriana o frigia y
macedónica, el tercero, a los Paleólogos; estos renacimientos
señalan las verdaderas divisiones de la historia de Bizancio
en función de los acrecentamientos o disminuciones de su
dominio geográfico.
Durante el primer período, que transcurre
17 [388]; [389], 31 y sigs.; [331], 25-40; [630], 229-254.
aproximadamente en tres siglos, el Imperio de Oriente
consigue su independencia con la expulsión de las milicias
bárbaras, lo que permite a Justiniano organizar el Estado
sobre bases inconmovibles y laborar por la restauración del
Imperio romano universal. Luego, numerosas invasiones
(lombardos, avaros, eslavos, árabes y búlgaros) arrancan al
Imperio sus posesiones exteriores y hasta una parte de su
dominio geográfico. A comienzos del siglo VIII,
Constantinopla estaba amenazada por los árabes y el Estado
se encontraba al borde de la disolución. Ya no se podía
pensar en un Imperio romano universal. En esta época fue
también cuando el griego, idioma nacional de
Constantinopla, substituyó definitivamente al latín como
lengua oficial del Imperio.
El segundo periodo, el más largo, ya que comprende cinco
siglos, es el del Imperio romano helénico, cuyo territorio,
después de ser reconstituido por las dinastías isáurica,
amoriana o frigia y macedónica, correspondía exactamente a
las fronteras de su territorio geográfico y hasta se extendía
por Italia y Armenia. Este período fue el más brillante de la
historia de Bizancio, pero sus dos últimos siglos se señalaron
por las invasiones de pueblos nuevos: los normandos de
Italia, los pechenegos, los turcos selyúcidas y, finalmente, los
cruzados de Occidente, que llegaron a apoderarse de
Constantinopla en 1204 y a repartirse los territorios del
Imperio.
Y, sin embargo, Bizancio sobrevivió a la catástrofe.
Refugiados en Nicea, organizaron allí los emperadores la
resistencia y comenzaron a reconstituir lentamente, por
medio de una política hábil, su dominio territorial en Asia y
en Europa. De esta manera prepararon la obra de
restauración que ilustró el nombre de Miguel Paleólogo, el
reconquistador de Constantinopla. Pero esta restauración
fue incompleta y el Imperio no pudo recobrar sino una parte
pequeña de su dominio geográfico de otrora: en Europa tuvo
que enfrentarse con los proyectos ambiciosos de las jóvenes
naciones serbia y búlgara; en Asia, a la creación de una nueva
Bizancio, el Estado de Trebisonda, que la hizo retirar del Mar
Negro; finalmente, en la misma Constantinopla, en el
Archipiélago y en Grecia, tuvo que soportar las exigencias
insaciables de las repúblicas italianas. Desprovista de los
recursos que le eran indispensables para su defensa,
desgarrada por las guerras civiles y las querellas religiosas,
Bizancio fue incapaz de resistir la conquista otomana,
aunque su agonía se haya prolongado durante medio siglo.
Su tarea histórica estaba cumplida.
LIBRO PRIMERO
E
l Imperio de Oriente se constituyó en sus límites
territoriales a la muerte de Teodosio (enero del 395).
Para comprender el alcance de este acontecimiento,
hay que recordar que la división del Imperio romano
entre Arcadio y Honorio no tenía ningún carácter
inmutable, que las dos mitades del mundo romano vivían,
casi siempre, separadas desde los días de Diocleciano1 y que
una circunstancia imprevista, el establecimiento de los
pueblos germánicos en Occidente, fue lo que hizo definitiva
una división que estaba proyectada como provisional.
Mientras en Occidente los caudillos de las milicias federadas
arruinaban la autoridad imperial, el Imperio de Oriente
escapaba a esta ocupación. La expulsión de esas milicias de
su territorio, a través de luchas que duraron cerca de un siglo
(395-488), es el primer capítulo de sus anales y el
fundamento mismo de su independencia.
Teodosio no halló nada mejor para defender el Imperio
que establecer en él a los godos en masas compactas y
conferir a sus caudillos nacionales los más altos cargos del
ejército. De ahí que se produjeran entre ellos ambiciones
nunca saciadas y rebeliones acompañadas de saqueos, como
el de Alarico (395-397), que, felizmente para Oriente, fue a
buscar fortuna a Italia con su pueblo visigodo.2
Igual ambición insaciable movía a Gainas, otro general
godo de Teodosio que hizo asesinar al prefecto del pretorio,
Rufino (noviembre del 395). Encargado de reprimir la
rebelión del caudillo de los godos federados de Asia Menor,
llamado Tribigildo, se puso de acuerdo con el rebelde y se
presentó como dueño en Constantinopla, exigiendo de
Arcadio que condenara a muerte a su ministro favorito, el
eunuco Eutropio; pero, por vez primera, la población civil
1 Desde el 286 al 392, es decir, en 106 años, las dos mitades del Imperio
no estuvieron reunidas accidentalmente y varias veces sino durante 21
años.
2 [525], 65-71; [621], 349-354; [339], 109-115; [524], 25-27; [227], 540.
reaccionó; en Asia Menor se opusieron eficazmente a
Tribigildo aldeanos armados; y en Constantinopla se produjo
tal sublevación contra los godos que tuvieron que evacuar la
ciudad con armas y bagajes, y el mismo Gainas hubo de
seguirles y marcharse (12 de julio del 400).3
De momento ganó en Constantinopla el poder civil, pero,
después de la muerte sin sucesión masculina de Teodosio II,
su hermana Pulquería, a quien había asociado con él en el
trono, se vio obligada para conservarlo a casarse con un
oscuro soldado, llamado Marciano, jefe de la guardia de los
bucelarios de Alano Aspar, conde, señor de la milicia y
cónsul en 434, caudillo famoso y muy popular entre los
federados.4 Sin duda, fue Aspar, a quien sus creencias
arrianas no permitían ascender al trono, quien impuso a
Pulquería a su protegido. Al morir Marciano, el 26 de enero
del 455, Aspar le puso como substituto a otro de sus clientes,
al tracio León, simple tribuno de una tropa de intendencia (7
de febrero del 457).5 Extinguida la dinastía teodosiana,6 y sin
emperador en Occidente desde la deposición de Avito
(octubre del 456) durante 13 días, desde el 26 de enero al 7
de febrero del 457, el trono quedó vacante en las dos mitades
del mundo romano; sus dueños eran Genserico, en Cartago,
Teodorico II, en Tolosa, Ricimero, en Rávena. y Aspar, en
Constantinopla.7 Aspar pretendía fundar una dinastía,
dejando que León ocupase el trono hasta que su hijo menor,
Patricio, que debía ser designado en primer lugar César,
estuviera en edad de sucederle,8 pero si confiaba en hallar en
su protegido León un instrumento dócil, no tardó en
desengañarse.
En efecto, asustado León del puesto que su protector
tenía en el Estado, opuso a las tropas góticas una milicia
Macedonia, trató con León el año 473. Sobre este tratado, [631], I, 534.
11 A consecuencia de un complot organizado por Verina, viuda de León.
.108 (a.5946).
19 C.I.L., III, 1, 734; [666], 1-9.
20 [384], 42-43; [456], 29-31; [339], II, 1-15; [475], 9-12; [349], 312-319.
21 [329], 94-96; [339], I, 335.
marina amenazaba las dos mitades del Imperio y pirateaba
por las costas de Grecia. Pero las tentativas realizadas contra
Cartago chocaron con la cautelosa diplomacia y la perfidia de
Genserico que por medio de negociaciones, consiguió hacer
inoperante la flota que había hecho escala en Sicilia el año
44122 y frustrar la coalición formada contra él por los dos
imperios el 468, al incendiar la magnífica flota que León
cometió el error de confiar a la incapacidad de Basilisco. 23
Como consecuencia de la paz perpetua firmada el año 475
entre Zenón y Genserico24 y ratificada por Anastasio y
Trasamundo,25 África parecía escapar definitivamente al
Imperio.
Al conquistar su independencia, adquiría Bizancio la
fisonomía característica que se mantuvo durante toda su
historia: romana por sus tradiciones, helénica por su cultura,
oriental por sus métodos de gobierno, que solían conceder
un exagerado lugar en el Estado al cortejo privado del
príncipe, a los eunucos de su cubiculum, a las emperatrices y
a las princesas que se disputaron el poder bajo los dos
postreros representantes de la dinastía teodosiana.26
No fue, por tanto, a estos príncipes degenerados, que
pasaron una ociosa existencia confinados en el Gran Palacio,
a quienes debió el Imperio de Oriente su salvación, sino a
hombres de Estado de origen romano, como un Aureliano o
un Antemio, de los que supieron, a veces, rodearse y,
también, a los hombres nuevos que les su cedieron y que, aun
carentes de brillantes cualidades, tuvieron la suficiente
energía para defender el Estado contra los peligros que le
amenazaban.
A estos excelentes servidores se debió la actividad
legislativa de aquella época y, ante todo, la primera
recopilación oficial de las constituciones imperiales que
hasta entonces sólo estaban recogidas en colecciones
privadas, el Código de Teodosio, promulgado en nombre de
Teodosio II y de Valentiniano III, el 15 de febrero del 43827 y
22 [540], 133-136.
23 [540], 213-224; [339], I, 332-337
24 [540], 253-255.
25 [251], I, 187, 17-19.
26 En los días de Arcadio, Eutropio. En los de Teodosio II, rivalidad entre
del
415). [339], I. 216-221.
33 Cuando se produjo la rebelión de Ilus el 484, [298], 336-337.
Constantinopla. que les fue negado a la caída de Gainas.34
Pero la más peligrosa agitación se debía a los conflictos
que se mantenían entre los teólogos. Especulando sobre los
dogmas, trataban de apoyarse en el poder imperial y sublevar
la opinión popular para imponer sus doctrinas; de ahí los
cismas, los motines, las persecuciones y las amenazas de
guerra civil. Desde comienzos del siglo V se hicieron tan
encarnizadas las polémicas que se discutía apasionadamente
hasta en las tiendas de Constantinopla.35 La lucha se contraía
a la definición de la naturaleza de Cristo, hombre nacido de
una simple mujer que por sus virtudes había merecido unirse
al Verbo eterno, según sostenía la escuela de Antioquía; la de
Alejandría defendía que había sido Dios en su vida terrenal
sin confusión con la naturaleza humana.36 Las dos doctrinas,
una racionalista, la otra mística, ponían en peligro el dogma
de la Encarnación proclamado en el concilio de Nicea. La
doctrina de las dos personas y de las dos naturalezas,
sostenida por el patriarca de Constantinopla, Nestorio (428-
431), fue condenada gracias a la autoridad del patriarca de
Alejandría, Cirilo, en el concilio ecuménico de Éfeso (431).37
Nestorio fue depuesto y sus partidarios, expulsados del
Imperio, llevaron su doctrina a Persia, desde donde iba a
extenderse hasta China.38
La doctrina de la naturaleza única de Cristo
(monofisismo) fue defendida por un monje de
Constantinopla, Eutiquio, excomulgado por el sínodo
patriarcal el año 448,39 pero Dioscoro. sucesor de Cirilo en
Alejandría, trató de rehabilitarla en un tumultuoso concilio
conocido con el nombre de bandolerismo de Éfeso (agosto
del 449).40 Para calmar la agitación que siguió, convocaron
Marciano y Pulquería un concilio ecuménico en Calcedonia,
que depuso a Dioscoro y aprobó la doctrina expuesta por el
papa León, a quien Eutiquio había apelado en su carta
dogmática: un Dios único en dos naturalezas, sin confusión
A
poyándose en los resultados logrados por los
emperadores del siglo V, Justino y, sobre todo,
Justiniano, se entregaron a la tarea de completarlos,
devolviendo la paz religiosa al Imperio y restaurando
el Orbis romanus en su integridad.
Dejaba Anastasio tres sobrinos, pero su ministro más
importante, el eunuco Amancio, ferviente partidario de los
monofisitas, quería colocar en el trono a uno de sus
parientes.51 El senado se encargó de frustrar sus proyectos y,
de acuerdo con el1 pueblo de Constantinopla, proclamó
emperador al conde de los excubitoris [centinelas,
veladores], Justino. Tenía éste 68 años, pertenecía a una
familia de labriegos macedonios de la comarca de Skupi
(Skoplje), todo lo que era se lo debía a su esfuerzo, no poseía
ilustración y su carrera la había hecho en el ejército. Desde el
punto de vista religioso, se había adherido a la ortodoxia del
concilio de Calcedonia52 (9 de julio del 518).
Como no tenía hijos, Justino había adoptado a su sobrino
Fl. Petrus Sabbatius lustinianus, nacido en Tauresium el año
482,53 y le proporcionó una brillante y sólida instrucción.
Una vez emperador, resolvió Justino hacer también de este
sobrino suyo su sucesor y le confirió títulos y dignidades.
Como cónsul el año 521, Justiniano se hizo popular por sus
dispendios fastuosos;54 por ser católico entusiasta, participó
eficazmente en el restablecimiento de la ortodoxia.
Seis días después del advenimiento de Justino, el
patriarca Juan, rodeado de una multitud desbordada, tuvo
que subir al púlpito y reconocer el concilio de Calcedonia; 55
la misma adhesión exigió un edicto de Justino de todos los
obispos y todos los súbditos del Imperio. 56 Todo Oriente se
88 [368], 51-86.
89 [369], 182-183; [539], 283-284.
90 Teodato acababa de saber que les ostrogodos habían reconquistado
95 N.J., 8 y 17 (535); [369], 276-280; STEIN en B.Z., XXX, 378, atribuye una
gran parte de estas reformas a Juan de Capadocia
96 N.J., 5 (535).
97 JUSTINIANO, edicto XIII; sobre su fecha, [600], 20-25.
98 [545], 100-123; [170], II, 208-220; [370], 255-260.
99 [415], IV, 453-455; [152], I, 287-288; [153], 1038 y sigs.
100 [370], 261-263; [394], 96-97; N.J., 42 (6 de agosto del 536); [128], 245
103 [273], B.P., I, 19; el tratado fue renovado en los días de Marciano, el
451; [277]; [672], 396-436; [397], 290.
104 [475], IV, 518-519.
105 En el 539, [273], B.G., II, 4; B.P., II, 1; [539], 401-402.
106 [373], B.P., II, 8-11; [369], 213-215.
107 Sobre las condiciones, [456], 57; [475], 20; [586], 172.
108 [273], B.G., III, 1; [369], 191-193; sobre sus proyectos, S. REINACH, en
116 [368], 363-381 ; [339], II, 147 ; Corippus. lohannis, AA, III, 2.
117 [368], 456.
118 [423], 162-170.
119 [369], 204-207 ; A. LAMBERT, en D.K.G.E., IV, 1297-1301.
120 [215], Aed. 2-9; [369], 239-246; [339], II, 308-310.
establecidos al este del Mar de Azov contra los hunos
kutrigures (entre el Don y el Dniéster), aliados de los
gépidos, y, finalmente, a un pueblo recién llegado, los avaros
(en realidad una rama de los turcos ojigures, los Uar-Kuni,
escapados de la dominación de los verdaderos avaros),121
contra todos los pueblos del Danubio.122 Para defender la
frontera se organizó una especie de marca en la Baja Mesia y
en la Pequeña Escitia, al mando de un experimentado jefe
militar llamado Bono.123
Pero las fortalezas estaban guarnecidas por efectivos
demasiado débiles para que fueran eficaces. Los bárbaros se
colaban a través de las mallas de la red: eslavos,124 búlgaros,
hunos, cuyas bandas sólo comprendían algunos miles de
hombres, avanzaban impunemente saqueando y devastando
las provincias y asesinando a sus habitantes. En 539-540
extendieron sus correrías desde el Adriático hasta las
proximidades de Constantinopla, forzaron el paso de las
Termopilas, y pusieron Grecia a sangre y fuego.125 El 558,
una horda de 7.000 kutrigures pudo franquear el muro de
Anastasio y llenar de pánico a Constantinopla: Belisario, con
algunos cientos de veteranos y una parte de los habitantes,
logró, sin embargo, rechazarlos y ponerlos en fuga.126
Los males internos se agravaron durante este período
señalado por el final fracaso de las tentativas de conciliación
religiosa que Justiniano proseguía a toda costa. Como varios
teólogos le persuadieran de que uno de los principales
motivos de la resistencia de los monofisitas provenía de la
rehabilitación por el concilio de Calcedonia de algunos
escritos de tendencia nestoriana, el emperador, que acababa
de publicar el 543 un edicto dogmático condenando las
doctrinas origenistas de los monjes de Palestina, creyó haber
descubierto una zona de entendimiento. En un nuevo edicto,
publicado hacia el 544, condenó por su cuenta los escritos de
Teodoro de Mopsuesto, maestro de Nestorio, de Teodoreto
de Cyro, su condiscípulo, y de Ibas, obispo de Edesa.127 Lejos
121 Sobre las migraciones de los avaros y sus primeras relaciones con
Bizancio, [457], 127, 226-228, 26; [629], 8; HAUPTMANN en B.N., IV, 147-
148.
122 En especial a los hunos kutrigures y a los eslavos, [339], II, 314-316.
123 N.J., 50 (537), [339], II, 340-341.
124 Sobre su aparición y primeras invasiones, [397], 1-4; [656], I, 184, y
A
pesar del turbulento estado en que Justiniano dejaba
el Imperio, su obra no pereció, y las fronteras que
había dado a la Romanía aún estaban intactas el 602.
Mas, lejos de realizar sus proyectos, los tres primeros
emperadores que le sucedieron hubieron de
contentarse con mantener en aquéllas una acción defensiva
que, por otra parte, fue a veces victoriosa.
Con estos tres príncipes reaparece un sistema de sucesión
que recuerda el de los Antoninos: la adopción. Sucesor de
Justiniano fue uno de sus sobrinos, Justino el Curopalato,
casado con Sofía, sobrina de Teodora.140 Después de nueve
años de reinado, comenzó a tener, el 574, ataques de locura,
que hicieron indispensable el nombramiento de un
emperador asociado. En un intervalo de lucidez, Justino
adoptó como hijo, y designó César, a uno de sus mejores
generales, vencedor de los avaros, a Tiberio, de origen tracio,
al que conocía desde su niñez. Justino murió en octubre del
578, después de haber concedido el título de Augusto a
Tiberio, quien le sucedió sin dificultad,141 y, al final de un
brevísimo reinado (578- 582), casó a una de sus hijas con uno
de los más prestigiosos generales, Mauricio, de familia
romana establecida en Capadocia; Tiberio lo hizo César y
luego, ya en su lecho de muerte, Augusto (13 de agosto del
582).142 Por el contrario, Mauricio tuvo la ambición de crear
una dinastía, y el 590 proclamó Augusto a su hijo mayor
Teodosio, que entonces tenía cuatro años.143 Hizo más: en su
testamento repartía el Imperio entre sus hijos, dando el
R.K.O.R., 136.
Oriente a Teodosio y el Occidente y Roma a Tiberio, 144 pero
la rebelión militar que lo destronó hizo vanos todos estos
proyectos.
La primordial tarea que se imponía a los sucesores de
Justiniano era la de restablecer el orden y la situación
financiera, endeudada en gran parte por los pesados tributos
que se pagaban a Persia o a los bárbaros en forma de
subvenciones o de provisiones anuales (annonae),145 Justino
demostró, desde su advenimiento, que quería remediar
aquellos males, comenzando por hacer reembolsar los
empréstitos a plazo corto, más o menos obligatorios, por
cuyo medio llenaba su antecesor los vacíos que se producían
en el tesoro,146 y, como veremos, prefirió la guerra a la
tributación económica en que se encontraba el Imperio con
respecto a los bárbaros. Pero, después de haber entregado,
como regalo de feliz advenimiento, los atrasos de los
impuestos, se mostró en seguida muy estricto para los
contribuyentes, a la vez que se esforzaba en hacer reinar en
las provincias la seguridad y la justicia.147
Los dos sucesores de Justino, Tiberio y Mauricio,
gobernaron el Estado con igual prudencia, pero Tiberio, que
apenas estuvo en el trono, dejó fama de príncipe liberal y
generoso, fama que alcanzó hasta el Occidente.148 Mauricio,
por el contrario, aun poseyendo distinguidas cualidades
como militar, hombre culto, excelente administrador, muy
humanitario y siempre dispuesto a ayudar a los
necesitados,149 se hizo impopular en los ejércitos por
practicar una política de economías que le valió ser acusado
de avaricia y que produjo su destronamiento. También se
ganó muchos enemigos al destituir a excelentes generales,
que reemplazó con parientes y favoritos incapaces,150 y por
favorecer ciegamente a la facción de los Verdes.151
En los asuntos religiosos, Justino II y sus dos sucesores
mostraron la misma moderación y el mismo deseo de
V, 4.
154 R.P.B., 260; [268]; [415], IV, 488; [394], 256; [545], 250 y sigs.
155 Edicto estableciendo el rito ortodoxo en Armenia, R.K.O.R., 93; edicto
[586], 172.
162 Obligado a construir un templo del fuego en Dwin. [128], II. 18-23:
tributo que debía pagar a Persia por el tratado del 562, dio
comienzo la guerra en las fronteras de ambos imperios, y la
campaña la condujo Justiniano, sobrino-nieto del gran
emperador, que se apoderó de Dwin, pero no pudo impedir
que el rey Cosroe conquistara la importante plaza de Dara
(mayo del 573).163 El mal estado de salud de Justino II obligó
al gobierno imperial a concluir una tregua, durante la cual,
Tiberio, proclamado César, pudo realizar importantes
reclutas de hombres (574);164 luego, y durante las mismas
negociaciones destinadas a prolongar la tregua, Cosroe
invadió de repente la Armenia romana, no consiguió ocupar
Teodosioupolis (Erzerum) y al dirigirse sobre Capadocia, se
enfrentó cerca de Melitene con las fuerzas de Justiniano, que
obligó a Cosroe a repasar el Éufrates en desorden y le infligió
la más grande derrota que sufrieron los persas en el curso de
aquellas guerras (575).165 Justiniano volvió a ocupar la
Persarmenia, pero la indisciplina de su ejército formado por
bárbaros le costó varias derrotas, que hicieron romper las
negociaciones para la firma de la paz (576-577).166
Cosroe rompió de nuevo las negociaciones el 578 e
invadió la Armenia romana, pero tuvo que enfrentarse con
Mauricio, a quien Tiberio había designado en sustitución de
Justiniano como estratega y autocrator. Con Mauricio, la
guerra entraba en una fase decisiva. Teniendo a su
disposición un ejército bien entrenado, formado por
bárbaros y, lo que era una novedad, por soldados reclutados
por él en Asia Menor y en Siria, obligó a los persas a batirse
en retirada y ocupó la Arzenena persa hasta el lago de Van.167
La muerte del viejo Cosroe Anurschivan (579) hizo fracasar
nuevas negociaciones, ya que su hijo y sucesor, Hormisdas
IV, estaba decidido a continuar la guerra.168 Las diferencias
con el jefe de los auxiliares árabes, el ghassanida Mundar,
impidieron a Mauricio marchar sobre Ctesifonte (580);169
Constantinopla. S. II.
170 [629], 96-97.
171 R.K.O.R., 88; [532]. 218-232. Para la cronología de las guerras de
provincias que siguió a la firma del tratado, [98], LI y sigs.; [93], VI, 17-
19.
de lanzarlos contra los gépidos, que se habían apoderado de
Sirmium (Mitrovitza) y de Singidunum (Belgrado). Justino
II creía, con razón, que los gépidos eran menos peligrosos
que los lombardos, y el 566 les envió socorros a cambio de la
promesa de restituir Sirmium al Imperio, pero como no
cumplieron este compromiso los abandonó y dejó que su
Estado fuera destruido por una coalición de lombardos y
avaros.175 Fue un craso error cuyas consecuencias se hicieron
sentir de inmediato: los avaros establecidos ya entre el
Theiss y el Danubio, ocuparon el territorio gépido,
reclamaron la posesión de Sirmium y exigieron un tributo;
como se les negara esto, asolaron la Dalmacia y la Tracia y
obtuvieron el 571 un tratado que les dejaba los territorios de
los gépidos, excepto Sirmium.176 Por otro lado, empujados
por sus aliados, los lombardos invadieron Italia con la
intención de establecerse en ella.177
A partir de abril del 568 se abatió sobre la península la
invasión de todo un pueblo, sin encontrar al ejército imperial
que estaba ocupado en su lucha contra los avaros. Las únicas
fuerzas organizadas eran las milicias y las guarniciones de las
ciudades, que resistieron mucho tiempo dentro de sus
murallas. Así, la conquista fue muy lenta. Milán cayó en
poder de Alboin, quien fue coronado rey allí el 4 de
septiembre del 569. Pavía sucumbió, después de un sitio de
tres años, el 572.178 El asesinato de Alboin, seguido de un
período de anarquía en el cual la nación lombarda estuvo
gobernada por sus caudillos guerreros, los duques, hizo
todavía más lenta la conquista, pero no los pillajes en las
comarcas llanas. Sólo después de haber derrotado al único
ejército enviado el 575 por Justino a Italia179 tuvo lugar un
nuevo avance lombardo en la llanura del Po, en los Alpes —
donde chocó con los francos—, en Toscana y en los Apeninos.
Estos establecimientos dispersos no constituían un territorio
compacto. El 578 se apoderaron los lombardos de Classis, el
puerto de Rávena, pero no pudieron ocupar esta ciudad,
limitándose a cortar sus comunicaciones con Roma, a la que
175 [254], VI, 10; [166], fr. 25 y 28; [629], 8-9; [463], II. 1, 17, 31; [199], I,
23, 27.
176 [629], 10-13; R.K.O.R., 21; HAUPTMANN en B.N., IV, 1927, 150-153.
177 En caso de fracaso, los avaros se habían comprometido a recibir a los
y sigs.
179 Iba mandado por Baduario, yerno de Justino, [629], 104.
comenzaron a atacar el 579. A las demandas de socorro de
los romanos, Tiberio contestó enviando dinero para comprar
a los caudillos lombardos y provocar la intervención de los
francos.180
Por entonces tomaba Tiberio la ofensiva en Persia y
aguantaba un nuevo ataque de los avaros, cuyos vasallos
eslavos acababan de devastar impunemente Tracia y
penetraban hasta Grecia (578-581). Sin ejército que
oponerles, Tiberio se alió contra ellos con los avaros,
quienes, en efecto, arrancaron su botín a los eslavos; pero en
el curso de las negociaciones, su khan Baian se apoderó por
sorpresa de Sirmium, la última ciudad imperial de Pannonia,
y, para evitar una nueva guerra, tuvo el basileus que pagar
los atrasos del tributo negado por Justino (582).181 Pero el
advenimiento de Mauricio dejó todo otra vez en suspenso (14
de agosto del 582), ya que Baian no se creía obligado con él
por el tratado concluido con Tiberio, y lanzó sus hordas sobre
Tracia hasta las riberas del Mar Negro. Fue necesario
comprar su retirada aumentando el tributo, pero, mientras
Mauricio luchaba en Persia, los avaros, violando este
segundo tratado, lanzaron a los eslavos contra el Imperio y
éstos fueron por un lado a poner sitio a Tesalónica (586) y,
por otro, avanzaron hasta la muralla de Anastasio. Los
mismos avaros pasaban a los Balcanes después de invadir la
Mesia. Pero esta vez la respuesta fue eficaz. Gracias a una
táctica adaptada a la del enemigo, los eslavos fueron
expulsados de Tracia y los avaros rechazados más allá del
Danubio, después de haber perdido una batalla delante de
Andrinópolis (587).182
Entregado por entero a sus planes de conquista de Persia
y a resistir las agresiones de los avaros, Mauricio, sin
abandonar el Occidente, tuvo que limitarse allí a organizar
una activa defensiva, comenzando por crear en Italia y en
África un mando único que concentrara los poderes civil y
militar en las manos del exarca, verdadero viceemperador,
encargado de dirigir la defensa,183 y negociando una alianza
con Childeberto II, rey de los francos de Austrasia, quien se
que quedaban subordinados todos los jefes civiles y militares [366], 17-
18; [363], 478-479.
comprometió a atacar a los lombardos.184
Desde el 584 al 590 hubo cinco expediciones francas a
Italia, pero no produjeron los resultados esperados. O los
francos se mantenían inactivos y Mauricio reclamaba a
Childeberto los subsidios que le había enviado, 185 o
saqueaban la comarca por su cuenta, o hasta se ponían de
acuerdo con los lombardos. Sobre todo, nunca lograban
combinar sus operaciones con las de las tropas imperiales,
como sucedió el 590, cuando no pudiendo enlazar con ellos
el exarca bizantino el día señalado, los francos repasaron los
Alpes sin esperarle, haciendo de esta manera que fracasara
el ataque proyectado contra Milán.186 Pero a lo menos el
Imperio conservó sus posiciones y los exarcas Smaragdus
(585-589) y Romano (589-596), pese a sus pocos efectivos,
aunque comprando a los caudillos lombardos, pudieron
reconquistar algunas posiciones importantes, como el puerto
de Classis, el año 589.187
Después del advenimiento del papa Gregorio Magno
(febrero del 590) el problema lombardo adquirió otro
aspecto. Ariulfo, duque de Spoleto, atacó bruscamente Roma
(verano del 592), mientras el duque de Benevento
amenazaba Nápoles. Ante la inacción del exarca Romano, el
papa tomó todas las medidas de defensa, y como el rey
Agilulfo se presentara a su vez delante de Roma, no vaciló en
firmar una tregua con él mediante un tributo (594).188 Desde
entonces se produjo un conflicto entre la política de Mauricio
y del exarca Romano. que no querían conceder tregua alguna
a los lombardos, y la del papa, que se daba cuenta de la
impotencia de las fuerzas imperiales y se preocupaba, ante
todo, de impedir que los lombardos ocuparan Roma,
evitando a las poblaciones los horrores de una guerra inútil.
Por otra parte, Gregorio entendía que poma encontrarse una
base de entendimiento en las disposiciones de la reina.
Teodelinda, que era de religión católica. Después de fuerte
resistencia por parte de Mauricio,189 acabó por imponerse el
punto de vista del papa, y un nuevo exarca. Callinicus,
firmaba el año 598 con Agilulfo una tregua, que fue renovada
184 A cambio de recibir 58.000 sueldos de oro [199], III, 17; [106], VI. 42;
R.K.O.R., 83.
185 En 584, 585, 588, 589 y 590. Correspondencia de Mauricio con
190 [415], V, 52; [366], 69; sobre los motivos que tenía Mauricio, [553],
55-57.
191 [568], 457-482; [299], 133-134.
192 [629], 14 y sigs.; GÖRRES en B.Z., XVI, 1907, 519 y sigs.; [524], 233-
236.
193 Sobre la importancia de la provincia bizantina, GÖRRES, op. cit., 516,
194 [106], VI, 24; VII, 10, 27, 30-38; [524], 260-261; [423], 183-193
195 [524], 260 y 274; para las relaciones posteriores de Mauricio con
Austrasia el 602, GÖRRES en B.Z., XIX, 1910, 434 y sigs., según las
Epistolae Austrasicae, en M.G.E., III, 139 y sigs.; S. IV.
196 Para la fecha de su llamada (592), Baynes en Xenia, 32-42.
197 [254], VI. 4-5; HAUPTMANN, op. cit., 161.
198 [254], VII, 13.
199 Salió a la cabeza de su ejército y llegó hasta Anquiale, en donde,
A
pesar de los obstáculos que habían encontrado tanto
Mauricio como sus dos predecesores, pudieron
salvaguardar la extensión territorial del Imperio, tal
como la recibieron de Justiniano, y hasta mejorar la
situación de sus fronteras. El 602, el peligro persa
había desaparecido, los lombardos quedaban neutralizados
y la confederación de los avaros había sido mortalmente
herida. Pero la turbulenta situación interna hizo inoperantes
estas victorias. Durante los ocho años que duró el reinado de
Focas, todos los resultados obtenidos se pusieron de nuevo a
prueba, y en el momento en que Heraclio se apoderaba del
solio, el Imperio estaba amenazado de disolución. Ante la
abrumadora tarea que les incumbía, tanto este emperador
como los príncipes de la dinastía que fundó lucharon con
sobrehumana intrepidez y, a veces, pareció que alcanzaban
el triunfo decisivo, pero la experiencia no tardó en
demostrarles que la concepción de un Imperio universal,
sostenido solamente con las fuerzas de que disponía
Constantinopla, ya no respondía al estado del mundo. Los
Heráclidas, a su pesar, fueron los que liquidaron la política
de Justiniano. Obligados a sacrificar las provincias
exteriores, lograron, al menos, salvar Constantinopla, y el
mismo repliegue a que fueron constreñidos les permitió
defender con más facilidad las dos rutas de invasión que
partían del Danubio y de Oriente. Este período, que estuvo
marcado por una reforma del Estado, cuyas instituciones
fueron adaptadas a las nuevas condiciones de vida, tiene, por
tanto, una decisiva significación en la historia de Bizancio; el
antiguo orbis romanus ha pasado; el Imperio de Oriente se
estructura dentro de su verdadero marco geográfico.208
Soldado inculto salido de la tropa, temperamento
despótico, colérico, cruel y vindicativo, Focas se apoyó en los
Smaragdus).
212 Reg. Greg., XIII, 41, 42, 43; para el tenor de estas cartas, [305], 211-
212. Para la tregua con los lombardos (603), Reg. Greg., XIII, 36 y [415],
V, 52-53.
213 R.K.O.R., 155; [152], I, 316; [199], IV, 36 (mayo del 609); R.P.R.,
1995.
214 [251], 291-293; [254], VIII, 15. Narses se rindió a Domentiolus.
217 [21], 24; [238], 290-292; [384], 140; [503], III, 10-12.
218 [394], 369-375; [545], 274-276; [415], V, 71-73.
219 [251], 293 (Germán y las princesas fueron encerrados en
monasterios).
220 [251], 295; [585]; para las fechas y las confusiones de Teófanes, [585],
305 y sigs.
221 Por su propia confesión, [74], 39; [475], V, 74.
222 Examen critico de la cronología de Teófanes por KULAKOVSKY en V.V.,
XXI, 1914, 1-14. Cf. BRÉHIER, L., en J.S., XV, 1917, 404-406.
223 [257], 296; [594], 372; [475], V, 74-75.
llamado por el mismo Prisco y por numerosos miembros de
la aristocracia, organizó el 608 una expedición mandada por
su sobrino Nicetas y dirigida sobre Egipto, cuyas fuerzas le
parecían necesarias para el éxito de su empresa. Cuando
Nicetas se adueñó de Alejandría y pudo sostenerse allí, a
pesar de la llegada de Bonoso, que fue obligado a
reembarcarse, el exarca equipó una flota mandada por su
hijo Heraclio, que se presentó delante de Constantinopla el 2
de octubre del 610, penetró en el puerto Sofiano que los
verdes le entregaron, mientras Focas, abandonado por todos,
se refugiaba en una iglesia, de donde fue sacado al día
siguiente para ser ejecutado.224 El mismo día, Heraclio, el
hijo del exarca, era coronado emperador por el patriarca.225
Pero la caída de Focas no contuvo la tempestad que se
abatía sobre el Imperio y le arrebató en algunos años todas
sus provincias de Oriente: el 611 Schahrbaraz se apoderó de
Antioquía y la acción defensiva improvisada por Heraclio
con ayuda de Prisco y de Filípico, el 612, no pudo impedir a
los persas invadir Siria y tomar Jerusalén (5 de mayo del
614), de donde se llevaron al patriarca y a los habitantes en
cautiverio, apoderándose de la reliquia de la Vera Cruz.226 El
615, cruzando Asia Menor sin hallar resistencia, Shahin se
apoderó de Calcedonia. Heraclio trató de negociar y por
orden suya envió el Senado una carta a Cosroe, pero no
obtuvo ninguna respuesta.227 La conquista de Egipto, de
donde procedía el trigo que alimentaba a Constantinopla y la
toma de Alejandría (617-619), completaron la angustiosa
situación del Imperio.228 El antiguo dominio de los
Aqueménidas parecía restablecido y parece que Heraclio
había pensado en refugiarse en Cartago.229 En aquel
momento los reyes visigodos Sisebuto y Suintila arrebataron
a Bizancio sus lejanas posesiones de España,230 y por la
frontera del Danubio, que ya no estaba defendida,
224 [368], 517-519; [535], 25-41; [503], III, 18-27; [415], V, 76-77.
225 El 5 de octubre del 610, en el interior del Palacio y, al mismo tiempo,
se celebró su matrimonio con Eudoxia, [251], 299. Había querido
conceder la primacía a Prisco, [182], 5.
226 [251], 299-301; [228], 64-70; para la toma de Jerusalén, relato de
83.
229 Detalle conocido únicamente de Nicéforo, [182], 12.
230 GÖRRES, en B.Z., XVI, 1907, 530-532; [415], V, 237-238; [368], 531.
penetraban los avaros y los eslavos, que reanudaban sus
incursiones. Los eslavos se entregaban a la piratería en el
Mediterráneo, y el ejército de los avaros, mandado por el
nuevo khagan, hijo de Baian, se presentaba delante de
Constantinopla (junio de 617), tratando, con el pretexto de
negociar, de atraer a Heraclio a una trampa, mientras
sometía los suburbios de la ciudad y el barrio de Blaquernas
a un sistemático saqueo.231
Heraclio, que tenía 35 años cuando ascendió al trono, que
estaba dotado de brillantes cualidades y pleno de
entusiasmo, emprendió con verdadera valentía la
abrumadora tarea de restaurar el Imperio, restableciendo el
orden, reformando el Estado, reorganizando el ejército y
reconquistando a los persas las provincias perdidas. Todavía
con mayor firmeza que Mauricio subordinó toda su acción
política al ataque contra Persia, pero antes le era
indispensable organizar su gobierno, procurarse recursos
económicos y reclutar y adiestrar un nuevo ejército. En esta
obra interior, que no es bien conocida, fue ayudado por la
Iglesia y por el patriarca Sergio.232 Como deseaba fundar una
dinastía, asoció a sus dos hijos mayores al Imperio en cuanto
nacieron y confió a sus parientes, a sus hermanos y a su
primo Nicetas las más elevadas funciones del Estado.233
Después de la muerte de Eudoxia (612), casó Heraclio en
segundas nupcias con su sobrina Martina (614), de la que
tuvo nueve hijos, pero este matrimonio, prohibido por los
cánones, disminuyó su popularidad.234
Entregado por entero a sus proyectos de ofensiva contra
Persia, Heraclio dedicó varios años a reorganizar un potente
ejército bien aguerrido, entrenándolo por medio de
frecuentes ejercicios, acicateando su entusiasmo con
proclamas que presentaban la futura expedición como una
guerra santa y decidiéndose él mismo a tomar el mando de
sus fuerzas después de haber designado a su hijo
primogénito como su sucesor, confiando su tutela al
patriarca y al magister militum Bono.235
231 [585], 95-97; [503], III, 53-56; para la fecha, BAYNES en B.Z., XXI,
1912, 110-128
232 [415], V, 85-86; R.K.O.R., 165, 173-176. Recurrió a los tesoros de la
Iglesia.
233 Nicetas fue sucesivamente prefecto augustal, conde de los excubitoris
Imperio, 29-32. Sobre las discusiones a que dio lugar este testimonio,
[397], 6-9; [415], V, 146-149.
Constantinopla, dictó Heraclio una serie de disposiciones
importantes que constituyeron una verdadera reforma del
Estado. Fue entonces cuando en los protocolos aparece con
título de basileus, que hasta entonces no había tenido valor
oficial alguno,246 y entonces, también, dispone la sucesión al
trono, a fin de impedir rivalidades entre los hijos de sus dos
matrimonios,247 y reconstituye las fuerzas militares sobre
nuevas bases. Su victoria le había puesto en posesión de
aquellos territorios de Armenia y del Cáucaso, cuyos
belicosos pueblos proporcionaban al Imperio sus mejores
soldados. Heraclio convirtió a Armenia en un territorio de
reclutamiento y puso a su frente miembros de la nobleza
indígena, confiriéndoles poderes militares y civiles. Tal fue el
origen del thema de los Armeníacos.248
De esta manera, y en todos los terrenos, trató Heraclio de
lograr el orden y la unidad, pero, al igual que sus
predecesores, el deseo de extender este intento al dominio
espiritual le condujo a errores irreparables. Dos graves
dificultades solicitaban su atención: la cuestión de los judíos,
que al socaire de las disputas entre los demos se sublevaban
y mataban a los cristianos y a quienes se acusaba con razón
de haber favorecido la invasión persa al comienzo del
reinado de Heraclio,249 y el perpetuo problema monofisita.
que continuaba agitando las provincias orientales. La
ocupación de éstas por los persas durante muchos años había
dado por resultado la huida o la expulsión del clero ortodoxo,
y, en Egipto, particularmente, el triunfo de los jacobitas.250
Por lo que hace a Heraclio, no parece que las
disposiciones que tomó contra los judíos se debieran a
fanatismo religioso. El 630 les prohibió vivir en Jerusalén,
pero seguramente para evitar turbulencias y represalias
inevitables,251 y no halló otra solución para asimilarlos a los
habitantes del Imperio que obligarles a bautizarse, más
328; [503], III, 116-118; hechos legendarios narrados por Eutiquio, 1088-
1090.
publicó su edicto al respecto en vísperas de producirse la
invasión árabe, el 634,252 no haciendo con ello otra cosa que
exasperar el odio de los judíos contra los cristianos.
Consecuencias todavía más nefastas tuvieron las
disposiciones que dictó, impulsado, es cierto, por el patriarca
Sergio, para establecer la unidad religiosa. Sergio creyó
haber encontrado una fórmula bastante aceptable para que
los jacobitas se adhirieran al Concilio de Calcedonia,
manteniendo la tesis doctrinal de que la unidad de la persona
de Cristo suponía en El una sola manera de actuar, es decir,
una sola actividad, ενέργεια,253 Confiando en esta doctrina,
Heraclio la hizo propagar por Armenia, donde la adhesión al
dogma monofisita era un obstáculo para la lealtad hacia el
Imperio.254 Importante adhesión fue la de Cyro, obispo de
Fase, a quien el emperador designó patriarca de Alejandría
el año 631, concediéndole poderes civiles para restablecer el
orden en Egipto.255 Igual propaganda se llevó a cabo en todo
el Imperio, pero a ella se opuso el patriarca de Jerusalén
Sofronios, y el monje Máximo,256 mientras el papa Honorio,
consultado por Sergio, se mostraba favorable a su
doctrina.257 De esta manera quedaban divididos los espíritus,
y un edicto imperial sobre la fe (fines del 634) fue bastante
mal acogido; en aquel momento comenzó la invasión
árabe.258 Ya no se trataba, ante ella, de una cuestión de
ortodoxia, sino de la existencia misma del cristianismo.
Lejos de ser consecuencia de un plan sistemático, la
invasión árabe se debió, sin duda, a la fuerza expansiva de la
nueva creencia religiosa y, sobre todo, a la debilidad de
resistencia que encontraron los conquistadores a su paso.
Aun antes de aparecer el Islam, no eran raras las algaras de
beduinos en las fronteras romanas y persas y, por otra parte,
sin contar las caravanas de comerciantes y las tribus
nómadas que recorrían las comarcas limítrofes
constantemente, tanto la Mesopotamia persa como Siria
tenían ya en su territorio una fuerte proporción de árabes
[512], 137.
255 [251], 330; [229], 489-492 (vida del patriarca jacobita Benjamín).
256 [415], V, 118-120; [394], 602-603.
257 Cartas de Sergio y Honorio en M.C., XI, 533-544; H.L., IV, 243-247;
[415], V, 121-123.
258 R.K.O.R., 205; [251], 330.
establecidos allí.259 Así, pues, no eran novedad las
incursiones islamitas en tierras de ambos imperios, que
comenzaron aún en vida de Mahoma, pero después de la
muerte del profeta, una vez que Arabia se convirtió casi
totalmente al Islam, tales expediciones adquirieron mayor
amplitud. En aquel momento, hacia el 634, la tribu de los
Bakr destruía el Estado árabe cristiano de los Jajmidas,
vasallo de Persia, y fuerzas mandadas por el ommiada Yezid
penetraban en Palestina y derrotaban a las tropas
apresuradamente reclutadas por Sergio, gobernador de
Cesárea, que murió en el curso de un combate.260
De esta manera, los árabes se decidieron a llevar más
adelante su penetración e invadieron al mismo tiempo Persia
y la Siria romana, después de haber recibido refuerzos. En
Persia, las fuerzas del rey Iezdegir no se pudieron sostener
ante la oleada de los invasores; la victoria de los árabes en
Qadisiya les entregó Ctesifonte, la de Nejavend, al sur de
Ecbatana, completó la derrota del último sasánida (637), que
se refugió en Transoxiana, en donde fue muerto el año 651.261
En Siria los árabes, que habían continuado su avance y
conquistado Damasco, retrocedieron ante la proximidad del
poderoso ejército enviado por Heraclio, pero a consecuencia
de las discordias que dividían el mando bizantino y de la
traición de un cuerpo de árabes cristianos, la batalla que se
libró a las orillas del Yarmuk (20 de agosto del 636) fue un
desastre para el Imperio y produjo la evacuación de Siria,
cuyas ciudades cayeron todas en poder del enemigo. 262 A
fines del 637 capitulaba Jerusalén, y el califa Ornar hacía allí
su entrada en febrero del 638;263 luego cayeron en manos de
los árabes Antioquía, Cesárea, Edesa y la Mesopotamia
romana (639)264 A fines del mismo año entraba Amru en
Egipto.
En vez de rectificar ante una catástrofe de tal magnitud.
Heraclio prosiguió la quimera de atraer a los jacobitas a la
ortodoxia, a fin de combatir sus tendencias al separatismo.
Como el monoenergismo había producido resultados
insuficientes, se promulgó a fines del 638 un nuevo edicto
dogmático, la Ekthesis (exposición). Redactado por Sergio y
259 [396]
260 [384], 186-189.
261 [384], 190-192; [228], 99-100; [503], III. 424-430.
262 [251], 338; [228], 97-98; [170], II, 420-424; [384], 192; [415], V, 128-
130.
263 [657], II. 930-932; [251], 339; [92], 1099; [170], II, 425-426.
264 [251], II, 340; [170], II, 167.
por el higumeno Pirro, que iba a sucederle. el edicto afirmaba
la armonía entre la voluntad divina y la voluntad humana de
Cristo, que desembocaba en una voluntad única. 265 En lugar
de apaciguar los espíritus, esta doctrina monotelista no hizo
sino dividirlos mucho más, sin lograr el asentimiento de los
jacobitas. y provocó un nuevo conflicto entre los papas y
Constantinopla.266
La conquista de Egipto, que duró menos de tres años
(diciembre del 639- julio del 642), no había sido
premeditada en modo alguno por Amru, que salió con 4.000
hombres para hacer una simple demostración, pero no
encontrando ninguna resistencia, pidió refuerzos a Omar y,
después de haberse apoderado de Pelusium, en vez de
meterse en la red de las bocas del Nilo y de los canales, se
dirigió a través del desierto hasta el extremo del delta, a
Heliópolis, en donde derrotó a la guarnición de la fortaleza
de Babilonia (julio del 640), que sitió seguidamente.267 Esta
llegada inesperada de los árabes expandió el terror en todo
Egipto, mal defendido por tropas poco experimentadas.
Presas del pánico, los habitantes de las ciudades se
refugiaron en Alejandría. El patriarca Ciro, que había abierto
negociaciones con Amru, fue llamado a Constantinopla y
cayó en desgracia;268 el bloqueo de Alejandría ya duraba
desde hacía varios meses cuando Heraclio murió el 11 de
febrero del 641, dejando en plena confusión el Imperio, al
que, en un principio, había sabido salvar. 269
Su misma sucesión, que había dispuesto con el fin de
evitar las rivalidades, dio lugar a turbulencias que agitaron el
Imperio durante todo un año y que acabaron en tragedia; el
suplicio de Martina y de su hijo Heracleonas, como
consecuencia de una sublevación del ejército de Asia,
mientras que Constante, el hijo del Nuevo Constantino, que
tenía once años, se convertía en único Augusto bajo la tutela
del patriarca y del senado (noviembre del 641).270
265 Texto en M.C., X, 991-998: H.L., III, 1, 388 y sigs. Sobre la doctrina
monotelista, [394], 408-410; [415], V. 131-132.
266 [415], V, 132-134. Para la violencia sobre el papa Severino, [7521, I,
324-328.
267 [384], 193-194; [133], 556-570; sobre las fuentes BROOKs en B.Z., IV.
98-102
269 [251], 341; [182], 27.
270 [415], V, 143-145; [503], III, 171-181.
El comienzo del nuevo reinado fue señalado por la
pérdida definitiva de Egipto. Después de la toma de la
ciudadela de Babilonia (9 de abrí: del 641) y de Nikiu (3 de
mayo), seguidas de la sumisión del Alto Egipto, Alejandría
resistió sola todavía, pero las disensiones entre los caudillos
y los motines de las facciones dificultaban su defensa. 271
Enviado de nuevo a Egipto con plenos poderes el patriarca
Ciro, sólo llegó para firmar con Amru un tratado de
capitulación (noviembre), pero la evacuación definitiva sólo
se realizó once meses después, el 29 de noviembre del 642.272
271[133], 570.
272 [133], 562-578; [341], 323-326 y sobre la identificación de Ciro con el
Al-Mokausis de las fuentes árabes, 508-526; [415]. V, 153-155.
5
LIQUIDACIÓN DEL
IMPERIO ROMANO UNIVERSAL
(642-718)
L
a existencia de un imperio universal que dominara a
la vez el Occidente y el Oriente estaba vinculada a la
posesión de Egipto. Así lo habían comprendido
Augusto y sus sucesores. Después de la pérdida de
esta fuente de riqueza y de poder, el Imperio se veía
constreñido a los límites del dominio geográfico de
Constantinopla. Pero ante todo tenía que salvar su existencia
y ésta fue la tarea de los tres primeros Heraclidas.
En efecto, la conquista de Egipto no había detenido la
ofensiva árabe que atacaba todas las fronteras romanas a la
vez: conquista por Amru de Cirene, de la Pentápolis y de
Trípoli, penetración árabe en el oasis de Fezzan (642) ;273
después de la toma de Cesárea de Palestina (mayo del 641)
tuvo lugar la invasión de Cilicia; luego, el 647, la de
Capadocia por Moavia, gobernador de Siria, que alcanzó
Frigia, mientras que uno de sus lugartenientes penetraba en
Armenia y destruía la fortaleza de Dwin.274
Contra estos múltiples ataques, la reacción del gobierno
imperial fue, al principio, bastante débil. Una expedición
enviada a Egipto logró recuperar Alejandría, pero no pudo
mantenerse allí (645-646).275 Más violenta fue la lucha en
Armenia, donde se trataba de conservar una fuente esencial
de reclutamientos militares; la situación parecía tanto más
favorable al Imperio cuanto un gran número de caudillos de
clanes y de nobles había emigrado a Constantinopla y
ocupaba altos cargos, pero la obstinación del gobierno
imperial de querer someter a la Iglesia armenia al
patriarcado bizantino e imponerle el reconocimiento del
Concilio de Calcedonia276 produjo tal oposición al Imperio
277 [512], 200; [228], 134; sobre las confusiones de Teófanes a este
respecto, véase PEETERS en B.N., VIII, 1933, 405-423; [503]. III, 205.
278 [228], 133-138; [512], 201
279 Los árabes volvieron a Armenia en el 655, [228]. 145-148; [512], 202.
280 AUDOLLENT Aug. en D.H.G.E., I, 705-861 (África).
281 Durante su gobierno (mayo-noviembre del 641), Martina hizo
la disputa en M.C., 709-760. Cf. H.L., III, 1, 401-425. Pirro tuvo que
renunciar al patriarcado el 641, [251], 341; [182], 30-31.
dirigía a Safétula (Sbaïtla) para alzar a las tribus bereberes,
tuvo que hacer frente a una incursión árabe y pereció en el
combate. No por esto dejó África de mantenerse separada del
Imperio hasta el 660.283 Por otra parte, a consecuencia de los
concilios celebrados en África, el papa conminó al patriarca
Paulo a abjurar el monotelismo y, ante su negativa, lo
excomulgó (647), pero por un nuevo efecto teatral, Pirro
rectificaba su abjuración.284 La corte imperial creyó
encontrar una solución a estas dificultades, prohibiendo bajo
las penas más severas toda discusión en cuanto a la
existencia de una o de varias voluntades en Cristo (edicto
llamado Typos, la regla, 648),285 pero esta solución negativa
fue rechazada con indignación, y el papa Martín, sucesor de
Teodoro, reunió en la basílica de Letrán un concilio en el que
105 obispos condenaron a la vez la Ekthesis y el Typos
(octubre del 649).286 A esta protesta contestó el gobierno de
Constante con una intervención de fuerza: el papa fue
raptado violentamente de la basílica de Letrán por el exarca
de Rávena, Teodoro Kalliopas (junio del 653), embarcado
durante la noche a orillas del Tíber y conducido a
Constantinopla, a donde llegó el 17 de septiembre del 654.287
Acusado allí de alta traición288 fué tratado como criminal de
Estado, sometido a un tribunal laico, degradado
ignominiosamente del sacerdocio, encerrado en la cárcel del
Pretorio junto con los ladrones y asesinos y luego desterrado
a Querson, en donde murió, después de un largo martirio, el
16 de septiembre del 655, mientras Pirro era restablecido en
el patriarcado.289 Con verdadera crueldad ejercieron los jefes
monotelistas su venganza sobre Máximo, al que intentaron
sobornar para que se adhiriera al Typos, llegando incluso a
lograr que se le perdonara (septiembre del 656), y luego, ante
su negativa, lo encerraron en una prisión, en donde,
torturado con otros dos discípulos suyos, murió como mártir
el 13 de agosto del 662.290 Este proceder odioso provocó la
283 [251], 343; [170], II, 440; [277], 112; [368], 545-547; [299], 137.
284 [152], I, 332; V, 165-166.
285 R.K.O.R., 225; texto en M.C., X, 1029-1032; H.L., III, 1, 432, 434.
286 [152], I, 338: actas en M.C., X, 863-1170: H.L., III, 1, 434, 451; [615],
V. 166-169.
287 [415], V, 169-171 (para las fuentes, ídem, 170, 2).
288 Fue acusado de haber incitado a la rebelión al exarca Olimpo,
109-172).
indignación de los contemporáneos y fue perjudicial para la
causa del monotelismo, que, ante el peligro árabe, acabó
Constante por abandonar.291 No hubo verdadera
reconciliación, pero cesaron las polémicas.
En efecto, el peligro era inminente. Se había producido
un hecho nuevo que iba a hacer todavía más temibles las
amenazas del Islam contra la cristiandad. Por primera vez
desde la conquista de Alejandría, una potencia asiática se
establecía de manera permanente en las orillas del
Mediterráneo,292 allí donde los persas no se habían podido
sostener sino unos pocos años y no tuvieron tiempo de
obtener muchos beneficios. Por el contrario, el gobernador
árabe de Siria, el koraiquita Moavia, se dio cuenta de la
capital importancia que tenía la guerra marítima y equipó el
año 649 una flota que fue a saquear la isla de Chipre, y se
apoderó de Arad (650) y de la costa de Isauria, en donde
organizó astilleros navales.
Después de una tregua de tres años firmada con el
Imperio, se produjo el saqueo de la isla de Rodas (654), el
ataque a la de Creta y a la de Cos (655) y, finalmente, la
primera tentativa de ataque a Constantinopla: mientras un
ejército invadía Capadocia, una flota, procedente de Tripoli
de Siria, se dirigía hacia los estrechos, derrotando en forma
aplastante a la escuadra imperial mandada por el mismo
Constante.293 De esta manera perdía Bizancio el dominio del
que poseía desde la destrucción del reino vándalo. La ruta de
Constantinopla quedaba abierta, pero la guerra civil que se
produjo entre los árabes después del asesinato del califa
Otman (17 de junio del 656)294 constriñó a Moavia a
renunciar a sus proyectos y le indujo a firmar un tratado, por
el que se reconocía tributario del Imperio (659).295
Proclamado califa en Jerusalén (julio del 660), Moavia
puso fin a la guerra civil y, después del asesinato de Alí (24
de enero del 661), su poder fue indiscutible, pero tuvo que
pasar varios años dedicado a transformar el Estado
patriarcal de los primeros califas en una monarquía
administrativa, que le valió el sobrenombre de Cosroe de los
árabes.296 Así, pues, no pudo, hasta el año 670, reanudar sus
291 [415], V, 176-177. En el 657, el papa Vitaliano notificaba su elección al
emperador, quien la aprobaba y enviaba su carta sinodal al patriarca.
292 [586], 19 y sigs.
293 [251], 343-346; [170], II, 441-442: [228], 110-111.
294 [384], 196-199.
295 296 R.K.O.R., 230; [251], 346-347; [170]. II, 450.
296 [509]. 66; [384]. 198-203.
proyectos sobre Constantinopla. Hasta qué punto supo el
Imperio aprovecharse de aquella etapa de calma es difícil
saberlo con exactitud, a causa de la pobreza de testimonios.
El 658, Constante dirigía una expedición contra los eslavos y
regresó con numerosos prisioneros;297 luego, el 660. salía
inesperadamente de Constantinopla y residía bastante
tiempo en Tesalónica y en Atenas. Desde allí, mandando un
importante ejército, compuesto sobre todo de armenios, se
hacía a la vela para Palia y llegaba a Tarento, desde donde
logró restablecer el orden en África; luego parece que
comenzó una ofensiva contra los lombardos, pero se limitó a
sitiar Benevento, que capituló (663).298 Después de una
visita a Roma, en donde fue recibido con gran solemnidad
por el papa Vitaliano,299 Constante se embarcó para Nápoles,
luego fue a Siracusa y allí fijó su residencia, dando órdenes
para que pasaran a aquella ciudad la emperatriz y sus hijos.
En Siracusa vivió cinco años, hasta que el 668 fue asesinado
en el baño por un oficial del palacio.300 Es difícil adivinar sus
verdaderos propósitos, pero la elección de Siracusa como
residencia parece indicar que quería organizar una base de
resistencia a los árabes, situándose entre las dos cuencas del
Mediterráneo, cerca de Cartago y de África.301
Entre tanto, una vez consolidado en el poder, Moavia
había reanudado sus ataques por tierra y mar contra el
Imperio,302 pero desde el 670 toda su actividad se dirigió
sobre Constantinopla: su flota franqueó el Helesponto, y el
emir Faladas, que la mandaba, se instaló en la península de
Cízico, excelente base de ataque contra la ciudad imperial.303
Pero esta vez, por lo menos, no fue Bizancio sorprendida
sin preparación. La sucesión de Constante estuvo a punto de
crear turbulencias en el Imperio. Después de su asesinato, el
ejército había proclamado emperador al estratega armenio
Miziz, y se necesitó una expedición para reducir aquella
297 [251], 347 (a. 6149); [79], 64; [637], 134-135. Se ignora en qué región,
tuvo lugar esta expedición. Se supone que con ella se liberó a Tesalónica
de un sitio.
298 [251], 348 (a. 6153); [574], 77; [366], 253-257; [368], 570-571; [199],
V, 11.
299 [152], I. 348.
300 [251], 351-352 (a. 6160); [182], 31-32; [170], II, 455.
301 Según las fuentes orientales, Constante envió el año 667 una
165-171.
309 [251], 353 (a. 6164); [651], cap. 48, 369; [170], II, 455.
310 [251], 353-354 (a. 6165); [172], 32-33; [384], 241-242); [503], III. 237.
311 La rebelión de los mardaitas del Líbano inclinó a Moavia a pedir la paz,
323 Según el tratado, R.K.O.R., 257; [384], 208; [475], 40-41; [503]. III,
255; [251], 363 (a. 6178).
324 [251], 365 (a. 6183); [415], V, 478-479; [503], III, 261-262.
325 [251], 365-366 (a. 6185); sobre las críticas de Teófanes con respecto a
como el VI. en una sala del palacio imperial, cubierta con una cúpula
(trullos).
330 [415], V. 196-197; [152], I, 372-375; [378], 184-185.
331 [512], 202-203; [251], 363 (a. 6178).
332 [503], III. 257.
333 [503], III, 264. Para el emplazamiento del campo de batalla.
335 [251], 368-370 (a. 6187); [182], 37-39; [503], III, 275-276: [378], 187-
189.
336 [251], 370 (a. 6189); [182], 39; [365], 580-586; [299], 138-141.
337 [334], 206-207 ; [363], 563-576 ; AUDOLLENT en D.H.G.E., X, 1494-
Después de la pérdida de Cartago, la flota imperial en
retirada hizo escala en Creta y los caudillos del ejército,
temiendo la cólera de Leoncio, proclamaron emperador al
drongario ( jefe de un droungos o pelotón), del thema de los
Cibyrrheotas, llamado Apsimar, que tomó el nombre de
Tiberio y destronó fácilmente a Leoncio.338 Durante su
reinado, relativamente largo (698-705), tuvo que defenderse
contra incesantes conjuras y no pudo impedir que los árabes
terminaran la conquista de África, proseguida por Hassan y
luego por Muza, que alcanzó el Océano Atlántico el año
704,339 pero, en cambio, organizó de manera más eficaz la
defensa del Asia Menor, gracias a los talentos de su hermano
Heraclio.
No sólo Heraclio defendió con éxito la frontera, sino que
invadió Siria, avanzando hasta Samosata, en donde recogió
gran botín.340 Menor resultado tuvo una tentativa de
invasión de Armenia, a pesar de la rebelión del generalísimo
Sempad contra los árabes.341
Los sinceros esfuerzos de Tiberio III para defender el
Imperio quedaron detenidos por un acontecimiento que
colmó de confusión a todo el mundo: la restauración de
Justiniano II. Después de novelescas aventuras y a punto
varias veces de ser entregado a Tiberio III, el antiguo basileus
logró huir de Querson, pasando junto a los jácaros, cuyo kan
le había dado su hermana en matrimonio (704); luego,
después de una peligrosa navegación, fué a unirse con el kan
búlgaro Terbel, quien le proporcionó un pequeño ejército,
con el que entró por la fuerza en Constantinopla, sin que
Tiberio pudiera hacer la menor resistencia (septiembre del
705).342 Durante este segundo reinado, que duró seis años.
Justiniano sólo se dedicó a sus venganzas y, presa de una
verdadera locura furiosa, concibió los más refinados
suplicios para castigar a cuantos Je habían perjudicado.343
La terrible ejecución militar de Rávena (709) fue ordenada
como represalia contra la milicia de aquella ciudad, que
catorce años antes había impedido el arresto del papa
1495. Kairuán fue ocupada del 670 al 688 por un caudillo bereber, [363],
576-579.
338 [257], 370 (a. 6190); [732], 40; [503], III, 280.
339 [503], III, 280-281; [334], 246.
340 [251], 371-372 (a. 6192); [170], II, 474-478; [45]. VII, 75.
341 [512], 204-205; [503], III, 283.
342 [378], 190-196; [651], 81; [251], 374 (a. 6198); [182], 42.
343 [503], III, 288-289; [378], 197-198.
Sergio.344 Por entonces. un nuevo papa, Constantino VI, era
enviado a Constantinopla, y acogido allí con los mayores
honores, regresaba el 711, verosímilmente después de haber
hecho algunas concesiones al emperador con respecto al
concilio Quinisexto.345 Justiniano quería, sobre todo,
vengarse de Querson, en donde había sido mal acogido, y
esto fue lo que ocasionó su pérdida.
En efecto, envió tres expediciones a Querson con las más
crueles instrucciones. La primera, mandada por Esteban el
Indómito, trajo a Constantinopla varios notables, pero esto
pareció insuficiente a Justiniano: la segunda fue disuelta por
una tempestad. Al saber que el emperador preparaba una
tercera, los habitantes de Querson se sublevaron, llamaron a
los jázaros en su socorro, mataron a los miembros de una
misión enviada por Justiniano y proclamaron emperador a
un estratega armenio, desterrado en los días de Tiberio “por
haber soñado con el Imperio” (Teófanes): este nuevo
emperador se llamaba Vardan y tomó el nombre de Filípicos.
Después de haber en vano tratado de cercar a Querson, el jefe
de la tercera expedición. Mauro, se unió al nuevo basileus y
lo condujo a Constantinopla.
Justiniano, que trató de resistir con una tropa de
búlgaros, fue hecho prisionero y decapitado (diciembre del
711).346 Con él se extinguía la dinastía de Heraclio; el Imperio
quedaba entregado a los aventureros.
Filípicos, cuyo reinado duró 17 meses (diciembre del 711-
3 de junio del 713), se mostró completamente inferior a la
abrumadora tarea que le esperaba. De familia monofisita,
quiso imponer esta sobrepasada doctrina a todo el Imperio,
hizo destruir un cuadro que representaba el VI concilio,
ordenó quemar sus actas, depuso al patriarca Ciro y publicó
un edicto dogmático que el papa se negó a aceptar.347 Como
armenio, intentó adherir a su país al patriarcado bizantino y
expulsó a cuantos se opusieron a ello. El resultado fue un
éxodo de armenios que se pasaron a los árabes y nuevas
protestas de la Iglesia armenia contra los calcedonitas. A
partir de este momento, los armenios dejaron de tener en
cuenta a Bizancio para caer bajo el yugo árabe.348
344 [10], 367-370; [503], III, 294.
345 [152], I. 376; [415], V, 198-200.
346 [251], 377-381 (a. 6203); [182], 44-47: [378], 201-211; [503], III, 299-
349 [251], 382 (a. 6204); [182], 48; [503], III, 310-311; [384], 247.
350 [251], 383 (a. 6205); [182], 49; en 711 el Imperio había perdido su
última plaza en África, Septem (Ceuta), [503], III, 303.
351 [251], 383 (a. 6205); [182], 49; [503], III, 312-313.
352 M.C., XII, 193-208; [152], I. 392; R.P.B., 322-324.
353 Según GAMS (series episcoporum, 81) huyó a Roma.
354 [251]. 383-384 (a. 6206): [182], 49. Walid había muerto (comienzos
del 715) y su sucesor Suleiman, impulsó los preparativos, [251]. 384 (a.
6207): [182], 50.
de impuestos, que tomó el nombre de Teodosio. El thema de
Opsikion se unió a los rebeldes355 (agosto del 716). Aunque
éstos lograron adueñarse de Crisópolis, la resistencia de
Anastasio duró seis meses y sólo por una traición
consiguieron entrar en Constantinopla. Anastasio abdicó e
ingresó en un convento en Tesalónica, pero esta solución no
produjo el cese de la guerra civil frente al enemigo. La
mayoría de los themas de Asia se negaron a reconocer a
Teodosio III: León el Isáurico, estratega de los Anatólicos y
Artavasde, estratega de los Armeníacos, se unieron para
marchar sobre Constantinopla, no sin negociar con los
árabes que ocupaban la Galacia. El 25 de marzo del 717,
abdicó Teodosio, y León era coronado emperador por el
patriarca Germán.356 Con él iba a ponerse fin al período de
anarquía que duraba ya veintidós años y que amenazaba la
misma existencia del Imperio.
R
educido, como consecuencia de los
desmembramientos territoriales que acompañaron la
caída de la dinastía de los Heráclidas. a sólo el
territorio que geográficamente correspondía a
Constantinopla, el Imperio de Oriente no dejó por eso
de sostener sus tradiciones y legalmente se mantuvo como
Imperio romano universal destinado a regir a todos los
pueblos; pero esta magnífica concepción, que todavía
alentaba en el espíritu de Constantino Porfirogénito,
quedaba desmentida por la realidad. Cuando asciende al
solio imperial León el Isáurico. el único vínculo que une aún
a Constantinopla con Occidente, es decir, la posesión de
Italia, está en vísperas de desunirse y separarse y. sobre todo,
por lo que hace a Oriente, su posesión se le ha escapado para
siempre. En el lugar que ocupaba el Imperio feudal de los
persas se erguía, a la sazón, ante Bizancio un imperio joven y
vigoroso que, con mayor éxito que el bizantino, estaba
obteniendo sus elementos activos de la propaganda religiosa.
El Imperio árabe concentraba en sí mismo todas las fuerzas
del antiguo Oriente hostil al helenismo, al cristianismo y a la
cultura europea. La civilización musulmana fue el desarrollo
de aquel renacimiento del orientalismo, cuyas primeras
manifestaciones aparecieron en el siglo III, y que acabó por
destruir la obra de Alejandro, continuada por sus sucesores
y por los Césares romanos.
Pero si era cierto que el dominio territorial del Imperio
de Oriente quedaba en lo sucesivo restringido, en cambio se
hacía más compacto y adquiría lo que faltó al Imperio
romano: la unidad geográfica, la de la lengua y la de la
religión. Su centro orgánico, su auténtico hogar, era
Constantinopla. Desde el punto de vista militar, su posición
hacía más fácil la defensa, al permitir maniobrar dentro de
líneas internas. En cuanto al aspecto económico, siguió
siendo por mucho tiempo la más importante urbe de la
cristiandad.
Finalmente, se ofrecía como capital intelectual, artística
y religiosa, y su civilización, despertando a la vida espiritual
pueblos nuevos, se expandía sobre toda Europa. El Imperio
tendía así a transformarse en una nación, la Romania, y por
esto en ese período cabe mejor y más justificadamente
aplicarle la denominación de Imperio bizantino. En los cinco
siglos que abarca tal etapa se señalan tres fases: desde los
comienzos del siglo viii hasta mediados del x presenta una
posición de resistencia a los agentes disolventes, se produce
la crisis iconoclasta y hay un esfuerzo de organización; bajo
la dinastía macedónica y hasta el siglo xi aparece una
expansión del poderío bizantino; finalmente, en la tercera,
declina ese poderío como consecuencia del desarrollo de
pueblos nuevos, y si tal decadencia se retarda bastante
tiempo por la obra de los Comnenos, sus sucesores (dinastía
de los Angel) son impotentes para impedir un nuevo
hundimiento del Imperio.
1 La obra de los isáuricos.
León III (717-741)
L
a obra de los emperadores isáuricos y, después de ellos,
de las dinastías armenia y amoriana o frigia, consistió
en contener la desmembración del Imperio y
defenderlo contra las invasiones, pero esta obra filé
difícil e incompleta por las turbulencias internas que
produjo el movimiento iconoclasta y que conllevó la
separación de Italia y del Occidente.
Iniciadores de la nueva política fueron los dos primeros
isáuricos. León III y Constantino V, cuyos reinados tuvieron
importancia capital, pero que deben estudiarse por separado
a causa de la diferencia de sus temperamentos, que se reflejó
en su acción política.
León III, de origen isáurico, según Teófanes, o sirio,
según otras fuentes.1 pero ciertamente de familia oriental
emigrada a Tracia, comenzó su carrera militar durante el
reinado de Justiniano II,2 y después de haber realizado con
buen éxito una importante misión en el Cáucaso, recibió de
Anastasio II el cargo de estratega de los Anatólicos.3 Debió la
corona a su alianza con el estratega de los Armeníacos,
Artavasde, al que dio su hija en matrimonio. Así, pues, su
poder tuvo un origen puramente castrense y su política,
como la de sus sucesores, se resiente de ello: el ejército va a
ser su principal apoyo.
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Dos preocupaciones esenciales embargaban a León III al
ascender al solio: salvar Constantinopla de la tenaza árabe y
restablecer el orden en el Estado.
Cinco meses después de la coronación de León III, el
ejército de Mosle- mah, procedente de Galacia, se unía a la