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la¡ nærôpolis
de lqrtgozü
C-^Jl*n*tu dl* Z*^g*r*

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Primero ediciôn, septiembre de l99l

EDITA
Avuxrru¡t¡Nlo or ZARAGozA
Atre o¡ Cunune v Eouclcrot l
S¡nvlcro o¡ AcctoN CuLrurnL

DIRECCION EDITORIAI.
Rlrn¡L Onooñ¡z F¡n¡rnNo¡z

COORDINACION EDITORIAL
Ros¡ Tnnnnoonn PÉn¡z

DISEÑO GRAFICO Y CUBIERTA


Vrcron M. l¡Hu¡nn Gunu¡r

FOTOMECANICA
EPocA, s.A.

FOTOCOMPOSTCION
EUN¡ G¡nnroo

IMPRESION
ARPhrLrwt, s.n.
BlosUbide,5yZ
¿orogozo

ENCUADERNACION
Bon,5.A.
ISBN
84.8ó807 .75-l
DEPOSITO I.EGAL
2.2143/91
TIRADA
2.000 eiemplores

@ de los oulores. Zorogozo, l99l


@ Víclor M. Lohuerlo Guillén. Zorogozo, ì991
@ de lo presenle edición, Ayunlomienb dË Zorcgozo, l99l

Los NECROPOLìS de Zorogozo / Elviro Adiego... [et ol.] . lq -


ed. Zorogozo : Ayuntomìento, Servìcio de Acción Culturol,
-
l99l - . 325 p., [8] h. pleg. : il. col. y n. ;23 cm. -
(Cuodernos de Zorogozo ; ó3)
tsBN 84"8ó807-25,1
l. Zorogozo-Necrópolis. l. Adiego, Elviro. ll. Zorogozo.
Ayuntomienlo, Servicio de Acción Cuhurol. lll. Título. lV. Serie
71814ó5.21 Zorogozo)
lss necrôpolis
de Twogozs
Elviro Adiego Adiego . Mq Cormen Aguorod Otol
Antonio Aíso Royo . Miguel Beltrón Lloris
José Antonio Benovente Serrono . Juon Froncisco Estebon Lorente
Pilor Golve lzquierdo . Mq Roso Jiménez
Ms Cormen Locorro Ducoy . Poscuol Mortínez Colvo
José Romón Morón Bueno . MiguelAngelMotis Doloder
Juon Antonio Souto

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AYU NTA,\útl ENTO DE ZARAG O7A

SERVICIO DE ACCION CUTTURAT


Pocas maniþstaciones tan significativas del carácter de la vidø hu-
menq y de las dubitaciones, supuestas certezas y temores acerca de su
posible sentido, como las que girøn en torno a la muerte y a los símbo-
los, ritos y creencias que han acompañado, en todas løs civilizaciones y
culturas, tan trascendentøl acontecimiento a lo largo de toda la historia
conocida.
Pocas tan representativøs de las inquietudes filosóficas, religiosas y
morales, de las corrientes ideológicas imperantes en los diversos ámbitos
de la sociedad de cada época.

Pocas también tan condicionadas por la influencia de la orgønizø-


ción y la ødministración pública y privada de los recursos materiales, las
actividades económicas y el gobierno político.
Pocas, finalmente, que hayan influído de modo tan trascendental en
los contenidos emblemd"ticos y las significaciones culturales de las obras
artísticas derivadas del compleio cúmulo de factores y sentimientos a
que aluden y remiten.
Se comprende así høstø qué punto puede resultar interesante histo-
riar la evolución de cuanto concierne a las sucesivas necrópolis (o ciu-
dades de y para los muertos) con que ha contado Zaragozø ø lo largo de
su ya muy dilatadø vidø urbanø, y ønølizar las características y desaruo-
llo del arte de temática o motivación funeraria que conocemos, sobre to-
do el que, por venture, todøvíø se conse(va.
Esa es la motivación y finalidad principal del interesante \ibro colec-
tivo que ahorø presentamos, resultado del concienzudo trabajo de un
destacado grupo de especialistas cuyqs respectivøs aportaciones nos per-
miten conocer (descubrir en muchos casos, y con no poco asombro e in-
cluso admirqción, en ocøsiones) la riquísima tradición histórica de las
necrópolis zaragozanas, tanto las desapørecidøs como aquellas de las
que apenas nos han llegado -recuperados muy recientemente, en ølgunos
casos- tan pocos como significativos restos, sin olvidar naturalmente las
que siguen manteniendo sus funciones, entre las que destaca el Cemente-
rio Municipal de Tonero, (t cuya evolución reciente, situación actual y
perspectivas de futuro se ha dedicado también un interesante cqpítulo.
A todos los autores, destacados profesores universitarios, técnicos es-
pecialistas y eminentes investigadores, nuestra más expresiva y sincera
grøtitud por el magnífico e impagable servicio que han prestado al cono-
cimiento y valoración de aspectos fundamentales en y para la historia de
nuestra Ciudad.

Antonio G onzâlez Triviño


Alcalde deZaragoza
L¿t historiø de unq ciudad que ha cumplido ya veinte centenarios
puede abordarse desde muchos y muy diversos puntos de vista, de igual
modo que la riquísima y compleja densidad culturøl de su evolución po-
lítica, económica, ideológica, urbana en sîtma, permite considerar las
sucesivas peripecias de dicha historia (y las huellas o restos materiales,
más o menos artísticos, señeros o deleznables, que de la misma nos han
llegado y conselvamos) en torno e ciertos aspectos muy concretos, que
pueden pclrecer excesivamente parciales o específicos en uno primerø y
qpresurada impresión, pero que responden y representan perfectamente,
ø trqvés del análisis ponnenorizado y reflexivo, circunstanciado y crítico
de los casi ilimitados matices de todo acontecer histórico, al compleio
sentido global de dicho acontecer.
Así sucede con la historia. de las necrópolis de una ciudad como Za-
ragoza, y con lø historia de las expresiones artísticøs (que podemos deno-
minar, en sentido ømplio, funerarias) derivadas de la simbología, los ri-
tuøles, lqs tradiciones, løs creencias en fin, ligadas a Ia muerte'y todas
sus connotqciones filosóficas y religiosas, cuyo estudio sistemdtico, se-
gún se desprende del contenido de este libro, puede ayudørnos extrøordi-
nariqmente cL conocer y comprender mejor aspectos y factores decisivos
en la configurøción y desarcollo de nuestra historia y nuestra identidad
cultural.
Si sorprendente resultø el interés histórico de muchos de los asuntos,
referidos a la vida de la ciudad, que øquí se analizan e interrelacionøn en
profundidad (aportando enfoques y perspectivas tan sugerentes como
fértiles para el meior entendimiento de nuestro pasado colectivo), mayor
puede llegar a ser si cabe la emoción que suscitan muchøs de las obras
de arte, de temática u origen funerario, que han sido obieto de estudio
con la finalidad de ofrecer un corpus lo más completo y representativo
posible de tales møniþstaciones artísticqs a lo largo de lcls distintas épo-
cas en l.a historia toda de Zaragoza.

Seguro que para muchos lectores (y no sólo especialistas o investiga-


dores, sino también para los, cada vez más numerosos, zaragozanos
(rmantes de la historia de su ciudad y para toda suerte de personizs inte-
resadas en el conocimiento de la historia, y del arte, y de la belleza, es de-
cir, de la cultura) este libro llegará a" ser una deliciosa e incluso apasio-
nante aventura ø trcwés de ciertos parajes de su propia e irrenunciable
memoria cultural.

Carmen Solano Carreras


Teniente de Alcalde del Area de Cultura y Educación
PRIMERA
PARTE

llistoria
de las necrôpolis
de Z¡rcgolt
Salduie
Miguel Bebrán Lloris

igue todavía sin definirse el pasado indígena más cerca-


no del viejo solar de Zaragoza. El repetidamente citado
\¡ texto de Plinio continúa siendo hasta el momento el tes-
timonio más expresivo de cuantos conocemos, relativo
al asentamiento indígena probable antecesor de la colo-
û nia romana Caesaraugusta, asentada, según el latino
donde antes estaba el oppidum llamado Salduie.

Testimonios
Independientemente de estos comentarios y de los hallazgos sueltos
que la cultura material nos ha proporcionado a lo largo de todo el solar za-
r:agozano, la verdad es que hasta la fecha siguen sin encontrarse los restos
inmuebles de lo que pudo ser la Salduie ibérica. Es normal la presencia de
cerámicas, monedas y otros restos en los niveles más antiguos de la ciu-
dad, pero son en muchas ocasiones materiales residuales o fruto de con-
tactos entre los primeros pobladores y los habitantes vecinos, máxime si
tenemos en cuenta el importante contingente indígena que interwino direc-
tamente en la fundación de la colonia romana. Efectivamente, un texto de
Estrabón (III, 2, 15) nos dice que Caesaraugusta fue, en su constitución
una ciudad mixta, al igual que otros ejemplos del mundo romano y que ad-
mitió entre sus primeros pobladores a un núcleo significativo de habitan-
tes indígenas.
¿Qué nos queda de los modos de vida y hábitos de este conjunto de po-
bladores ibéricos?; ¿en qué forma se integraron en el conjunto de la ciu-
dad?. Son éstas interrogantes que todavía no podemos descifra4 ni siquie-
ra acudiendo a otros ejemplos conocidos en el mundo romano que nos
14 cuADERNos DE zARAcozA 6s
ilustran distintas formas de coexistencia en barrios especiales, núcleos ve-
cinos y otras modalidades. Está claro que existió una forma clara de inte-
gración de esta población, ya acostumbrada al contacto temprano con Ro-
ma.

Efectivamente, los recientes hallazgos, todavia en vías de publicación,


de la calle D. Juan de Aragón, nos sitúan ante un establecimiento de época
republicana con pavimenlos de opus signinum y materiales perteneciéntes
al comienzo del siglo I a. de C., setenta años anteriores a la fundación de la
ciudad y con la que no se relacionan por ahora. Los hallazgos lamentable-
mente fragmentarios, sólo permiten conocer parcialmente varias estancias
integradas en un conjunto más amplio que hemos de relacionar forzosa-
mente con los establecimientos de tipo rural que por la misma época jalo-
nan todo el valle del Ebro y cursos bajos de ciertos ríos (Fuentes de pbro,
Contrebia Belaisca, Azaila, Caminreal, etc.), prueba inequívoca de la tem-
prana colonización agrícola que sufre el valle desde finalès del s. II a. de C.
Esta colonización agrícola de época republicana en lo físico adopta
formas, como era de espera4 propias del mundo romano y expresadai a
través de fórmulas arquitectónicas cuya filiación no deja lugar ã dudas en
aparejos pétreos y pavimentos musivos. Todas estas consideraciones, en
las que no parece necesario insistiq se unen lógicamente al bronce de As-
coli que en el año 89 a. de C. testimonia la concesión de la ciudadanía ro-
mana a diversos jinetes de la tropa de caballería de Salduie que prestaron
sus armas y cortejos para combatir a favor de Cneo Pompeyo Estrabón
fuera de sus tierras natales.
Como resultas de todas estas consideraciones y por más que las dudas
continúen todavía planeando sobre nuestras cabezas, parece innegable ad-
mitir que buen número de las gentes que adoptaron ya en el siglo I a. de C.
los modos materiales de Roma, fueron indígenas ibéiicos, si hèmos de juz-
gar por el gusto que caracteriza las decoraciones de la cerámica pintada
que hemos encontrado.

El mundo funerario indígena


El ambiente ibérico tanto sedetano como de las poblaciones vecinas se
caracteriza por la incineración y la señalización esporádica del enterra-
miento mediante una estela, como ocurre en una gran parte del valle del
Ebro. Nuestra carencia de datos sigue sin embargo, como hemos avanzado
más arriba, impidiéndonos trazar un panorama siquiera sumario de las
necrópolis indígenas, circunstancia especialmente grave que afecta, por
desconocimiento, no sólo a la vecindad de Zaragoia, sinó tambien á la
gran mayoría del territorio perteneciente a la etnia mencionada.
Por lo tanto nos vemos obligados a extrapolar a nuestro territorio há-
bitos funerarios de colectividades afines. Así, hemos de pensar en el im-
portante papel de la heroización ecuestre según se desprende de las estelas
decoradas encontradas en el Bajo Aragón. El caballo ãsume de esta forma
un importante papel como representante de la inmortalidad y apoteosis
del difunto. Al mismo tiempo, la aparición de buitres y perros en otros mo-
numentos funerarios del territorio del Ebro (Alcañiz o Binefar) parecen la
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 15

clara ilustración del texto de Silio Itálico, cuando narra como los guerre-
ros muertos en el campo de batalla eran abandonados para ser devorados
por los buitres que portarían sus almas al cielo.

Enterramíento infantil de los niyeles inferiores de lø Colonia Celsa (Velilla de Ebro,


Zaragoza) (según M. Beltrán).
16 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

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I
I I

Danza ritual de guerreros ibéricos en honras fúnebres?. Detalle de un vaso ibérico decorado
d¿ el Castelillo de Alloza, Tëruel (seg'in P Atrián).

Penetrar en otros detalles resulta no menos aventurado, pero no he-


mos de perder de vista que estamos ante una colectividad que presta espe-
cial interés a los certámenes funerarios entre guerreros (el vaso decorado
del Castelillo de Alloza) y que entre las honras fúnebres incluyen además
danzas rituales como Ia que escenifican los dos guerreros con un ánfora
vinaria también documentados en la pintura vascular.
Otras formas específicas de los ríos funerarios nos documentan los ha-
llazgos de la otra colonia aragonesa enclavada en Celsa (Velilla de Ebro),
en donde abundan los enterramientos infantiles por inhumación bajo los
suelos de las casas y junto a las paredes, explicándose esta circunstancia
por la falta de personalidad del recién nacido, impedido por lo tanto para
integrarse en el cementerio de los adultos. Esta práctica, que evidencia por
otro lado una fuerte mortalidad infantil, fue norma común en Ia mayor
parte de nuestras poblaciones ibéricas (La Romana de la Puebla de Hijar,
El Palomar de Oliete, el Tarratrato de Alcañiz, Libia entre los berones, etc.)
y se ha documentado recientemente en los hallazgos más antiguos de Za-
ragoza.
LAS NECROPOLIS DE ZARACOZA 17

Bibliografía
Bnrrn¡N Lronrs, M., Los orígenes de Zaragoza y la é.poca de augusto. Estado ac-
tual de los conocimientos, Zaragoza, 1983.
Id. nEnterramientos infantiles en el poblado ibérico de la Romana (La Puebla
de Hijan Teruel)o, Simp. Internac. Els origens del mon iberrc, Ampurías,38-
40, Barcelona, 1976-78, ó8 ss.
Manco SrtøoN, F., nConsideraciones sobre la religiosidad ibérica en el ámbito
turolense>, Kalathos,3-4, Teruel, 1983-84, 71 ss.

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Caesaraugusta
Miguel Beltrdn Lloris

a colonia de Augusto, fundada por deseo del emperador


a través de M. Agripa, en torno al año 14 a. de C., se nos
ofrece desde sus primeros días como un núcleo lleno de
vitalidad y sometido a importantes obras públicas que
organizaron la ciudad de forma muy concreta, la dota-
ron de significativos servicios, acometidas de aguas, edi-
ficios públicos y en definitiva todo un entramado urba-
no que prestará fisonomía propia y espectacular a la
ciudad a lo largo de muchos siglos.

La Roma Imperial
Trasladados al s. I de nuestra Era, recibiríamos una fuerte impresión
al acercarnos a Caesaraugusta. El visitante encontraría una ciudad prote-
gida por una muralla de prestigio, todavía en curso de construcción en al-
gunos tramos. Al N. de la ciudad un majestuoso puente de piedra unía las
dos orillas del Ebro, muy cerca del puerto fluvial. Por el Este importantes
obras de saneamiento levantaban y drenaban el terreno, haciéndolo habi-
table y protegiendo el perímetro de la ciudad y ganando evidentemente
una zona de expansión natural comprendida entre el límite amurallado de
la colonia y el curso del Huerva.
Por el lado del Norte entraban en la ciudad las conducciones que lleva-
ban el agua hasta los depósitos distribuidores situados en los puntos de
cota más elevada del recinto. Todos los accesos a la colonia estaban verte-
brados por las calzadas que unían la ciudad con las ciudades al Norte del
Ebro, cruzando el Ebro (Osca, Ilerda), con Turiaso y la lejana Asturica Au-
r

20 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

gusta desde la Puerta de Toledo, hacia Celsa y los caminos del Bajo Aragón
desde la Puerta de Valencia o a través del Arco Cinegio hacia Bihilis y
Emerita Augusta y el Valle del Huerva.
En consecuencia la vida fuera del recinto urbano se ordenaba a lo lar-
go de estas arterias a cuyos lados se distribuía una segunda ciudad en la
que se integraban las pequeñas industrias molestas para los ciudadanos
(alfarerías de la calle Predicadores junto a la via a Turiaso), o bien se le-
vantaban villas suburbanas de muy distinto fuste (calle Alonso V Rebole-
ría), así como servicios de baños públicos y privados junto a la calzada que
salía de la colonia por el Sur (Pza. de España).
Junto a estos establecimientos en los que alternaban los malos olores
de las tenerías con el evidente lujo doméstico de algunas casas, un tercer
elemento se presentaba inmediatamente a los ojos del visitante: la ciudad
de los muertos. Aquí radica uno de los puntos de contraste más evidentes
entre la civilización romana y nuestros hábitos de convivencia. La ciudad
de los vivos, Caesaraugusta, estaba rodeada por la ciudad de los muertos,
cuyas tumbas y monumentos funerarios, no se ocultaban celosamente de
Ia vista exlraia, se disponían a lo largo de las vías de acceso, junto a la ciu-
dad, en abierto diálogo con los viajeros y visitantes que accedían a la urbe
a través de cualquiera de sus calzadas. Los sencillos monumentos funera-
rios en forma de estela o aspectos más ostentosos, proclamaban la presen-
cia de estos habitantes del más allá, Jacinto, horreario, aquí está enterra-
do, Julia Prisca que nunca pecó, etc., estableciendo un mudo diálogo con
las gentes que se acercaban a la ciudad.
Si no tuviéramos Ia fortuna de haber conservado la ciudad su potente
muralla en continuo crecimiento y cuidado a Io largo de la romanidad, po-
dríamos sin duda rrazar el perímetro urbano a través de la situación de las
distintas necrópolis conocidas o intuidas en nuestro suelo, que nunca re-
basaron el interior del pomerium o límite religioso de la colonia y que se
agrupan claramente extramuros de la ciudad y en algunos casos limitando
estrechamente con la muralla, como sucede en la necrópolis N. del Paseo
de Echegaray y Caballero.

El rítual funerørìo
Dos son las formas que adopta el ritual funerario romano: la crema-
ción y la inhumación y ésta segunda especialmente a partir del s. II d. C.
Todo el funeral obedecía a fórmulas muy precisas, que debían ser observa-
das para evitar que las almas de los difuntos atormentasen a los vivos. Se
partía de la conclamatlo en cuya ceremonia el difunto era llamado por su
nombre. Venía más tarde la preparación del cadáver, desde la aplicación
de ungüentos hasta el vestido de parada y sudario seguido de la exposición
del cadáver según la importancia del difunto. Esta tenía lugar en el atrio
de la casa o en el propio cementerio según las circunstancias. F.stas cere-
monias se acompañaban de otras, apagándose además el fuego del hogar y
adornándose de formas variadas el cadáver.
El funeral propiamente dicho se llevaba a cabo de la mejor forma po-
sible a tenor de las disponibilidades familiares. De hecho los collegia fune-
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 2t

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Plano de Ia colonia Caesaraugusta, con indicación de las necrópolis de la ciudad y hallazgos


de kipidøs funerarias o enterramientos. l. Necrópolis Norte (Paseo Echegaray); 2. Necrópolis
Oriental (Calle de Nuestra. Señora del Pueyo); 3. Necrópolis Occidental (calle de
Predicadores); 4. Necrópolis Sur (Zona de Santa Engracia); 5. Necrópolis del solar del teatro
romano,
t

22 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

raticia o los libitinaril (pompas funebres) preveían la preparación detallada


de toda la ceremonia, que se realizaba en los casos menos afortunados
(pobres, niños...) durante la noche (funus plebeium).Encontuaste los ricos
y adultos solían celebrar funerales durante el dia (funus publicum, priua-
tum).
Un cortejo fúnebre acompañaba al difunto hasta el cementerio e inter-
venían en é1 flautistas, plañideras (trtraeficae), bailarines e incluso mimos;
las máscaras de los antepasados, guardadas celosamente en las casas, se
incorporaban también al cortejo fúnebre que precedía al cadâver, recorda-
do incluso mediante carteles y seguido por sus familiares y amigos.

La procesión así formada se trasladaba fuera del pomerium hasta el


cementerio. Si el cadáver era incinerado, costumbre que prevalece en Cae-
saraugusta durante todo el s. I de laF;ra, se colocaba sobre una pira fune-
raria, acompañado de las correspondientes ofrendas. Después se recogían
las cenizas, se introducían en una urna (loculu.s) y se depositaban bien en
un columbario, ya en una tumba individual, no sin antes haber invocado,
por su nombre, al difunto por última vez. lJna comida, por fin, remataba

Necrópolis de Porta Nocera., Pompeya. Vista general de los sepulcros a los lados de la ttía de
salida de la ciudad, hacia Nocera.
LAS NECROPOLIS DE ZARÀGOZA 23

todos los actos, celebrada en el lugar del enterramiento y compuesta rnva-


riablemente de huevos, Iegumbres, algún ave y pan.

Las necrópolís
Las monedas fundacionales de la colonia Caesarøugusla nos muestran
con claridad el frazado del pomerium, mediante un surco sagrado e invio-
lable que el sacerdote abría en el suelo con ayuda de una yunta de bueyes.
Es precisamente esta línea del pomerium Ia que separa el mundo de los vi-
vos de los muertos, según prescribía la ley de las Doce Tablas.
Evidentemente estas normas estaban dictadas tanto en aras de la ma-
yor higiene de la ciudad como por distintas consideraciones de tipo reli-
gioso. Esta prohibición, por lo que sabemos de nuestra ciudad, fue respe-
tada a lo largo de toda su historia. Las necrópolis crecieron y se desarrolla-
ron, muchas veces sobre si mismas, anulando enterramientos anteriores,
pero siempre fuera del ámbito urbano.
Desde un punto de vista formal, las tumbas podían disponerse a 1o lar-
go de la cal.zada, como así debió suceder con la necrópolis junto al Ebro,
mientras que la situada en el área Oriental de la ciudad, que parece hasta
el momento la más importante de la colonia, debió organizarse como un
verdadero cementerio.

Lø necrópotís Oriental*
La necrópolis de época romana más extensa de las localizadas hasta el
momento se encuentra en el lado oriental de la ciudad, dentro del barrio
de Las Fuentes en la calle de Nuestra Señora del Pueyo. Este hallazgo
constituye una doble aportación: por una parte, llena el vacío existente en
úna zona en la cual no se habían constatado hasta el momento restos ar-
queológicos, y por otra, nos proporciona una valiosa información para es-
ta faceta de la historia de Caesaraugusta , completándola notablemente.
En época romana su acceso se efectuaría a través de una vía que, par-
tiendo de la denominada Puerta de Valencia, se dirigía a cruzar el río Huer-
va por un puente - posiblemente localizado en las proximidades del Par-
que de Bruil-, para continuar hacia Celsabordeando el río Ebro. La necró-
polis se extendía a ambos lados de la vía ocupando una extensión de alre-
dedor de 30.000 m', conocida por haberse encontrado hallazgos de ente-
ramientos en diferentes solares.
La utiTización de este lugar como área cementerial se ha efectuado du-
rante un dilatado espacio de tiempo que tiene sus inicios a los pocos años
de la fundación de la colonia y se prolonga hasta el siglo VI d. C. A su pri-
mer momento corresponden una serie de enterramientos efectuados con el
rito de incineración, procediendo a la cremación del cadáver cuyas cenizas
se recogían en una urna. En alguna de las incineraciones se ha encontrado
junto a los restos del difunto una serie de objetos utilizados durante las ce-
remonias del funeral y que consiste en vasos para las libaciones, botellas
de vidrio para perfumes, etc.

* Este apartado ha sido redactado por M". C. Aguarod.


24 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

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Monedas de Caesaraugusta, de la época de Augusto, con representa.ción de sacerdote y yunta


de bueyes marcando el perlmetro sagrado de la colonia,
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 25

J'

Necrópolis Oriental. Inhumación en sarcófago (tumba 16). Detalles (según M'. C. Aguarod).
26 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Necrópolis Oiental. Vista general de las excavaciones (según M'. C. Aguarod).

A una etapa posterior corresponde un cambio en los ritos funerarios


que sustituyen paulatinamente la incineración por inhumación y que se
hace presente en esta necrópolis con un variado repertorio de tipos de en-
terramiento entre los que hallamos tumbas que pueden estar realizadas en
fosa simple excavadas en las gravas naturales, o construidas con tejas pla-
nas (tegilae) de cubierta plana a doble vertiente, delimitadas por grandes
cantos rodados, etc., hallando incluso inhumación en sarcófago. Estos en-
terramientos carecen de ajua4 los cuerpos se hallan depositados en decú-
bito supino con los brazos situados a lo largo del cuerpo.
Dada la dilatada vida de este cementerio se da frecuentemente el fenó-
meno de un reaprovechamiento, hallando superposiciones de tumbas y
osarios.
Se ha efectuado una serie de análisis de las tumbas por el método del
Carbono 14 que nos han aportado interesantes datos sobre la última etapa
de utilización de Ia necrópolis que se fecha entre los siglos IV y VI d.C.

La necrópolis Norte
Es evidente que el crecimiento constante del cementerio Oriental, obli-
gó enseguida a lã formación de otros recintos funerarios en-puntos diver-
sos de lá periferia ciudadana. Así, en el transcurso del s. III de nuestra Era
se levantá la necrópolis localizada en el Paseo Echegaray y Caballero.
Lo limitado de la excavación llevada a cabo en su día, no impide sin
embargo el que podamos hacernos una cabal idea de esta necrópolis a par-
tir de los diitinios tipos de tumbas descubiertas, todas ellas de inhuma-
ción. De esta forma se documenta un tipo de murete pétreo y cubierta a
doble vertiente mediante tégulas, como sucede también en Ia mejor cono-
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 27

cida necrópolis de Tarraco . lJna segunda modalidad, más humilde, viene


dada por el tipo de huesa abierta en la tierra virgen y cubierta simple de
tégulas a doble vertiente. Por último también tuvimos la fortuna de docu-
mentar en este cementerio los sarcófagos lisos de arenisca, de aspecto cier-
tamente sencillo.
La parte excavada corresponde sobre todo al siglo III y al comienzo
del IV de nuestra Era. Es ciertamente posible que la necrópolis abarcase
una zona mayor entre las murallas y el Ebro, de la cual sólo pudimos co-
nocer en su día esta escasa porción en una reducida zona excavada.

La necrópolís de lø Puertø Occídentq.l*


La tercera necrópolis de la colonia, todavia inédita, nos permite, de
forma importante, completar el panorama de la ciudad de los muertos que
se extendía extramuros de la colonia.

Las excavaciones realizadas en la calle de Predicadores proporciona-


ron el hallazgo de un cementerio que comenzó a utilizarse para esta fun-
ción a finales del siglo II d. C., y que, teniendo perduración en el Bajo Im-
perio y etapa hispanovisigoda, sirvió también para este fin en época islá-
mica, probablemente desde el mismo siglo VIII e interrumpiéndose su ca-
rácter funerario con la conquista cristiana a principios del siglo XI.
Situada a las puertas de la ciudad, a tan sólo cien metros de la mura-
lla, es de suponer que los enterramientos se alternarian a ambos lados de
la vía, si bien, por los datos que poseemos hasta ahora, no parece que hu-

Necrópolis Occidental. Inhumaciones del s. III (según M". P. Galve).

* Este apartado ha sido redactado por M". P. Galve.


28 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Necrópolß Occidental. Inhumación infantil. Ãrnba, cubierta del enterramiento; abajo, eI


mismo enterramiento tras su excavación (segrln M. P. Galve).
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 29

Necrópolis Occidental. Vista general En primer término, edículo funerørio (seg(nM". P. Galve)

biera demasiada aglomeración -en doscientos metros cuadrados excava-


dos hay trece tumbas y dos incineraciones.
Las inhumaciones son estructuras tumbales profundas con cubierta
plana (en general, detegulae), y en la mayoría de ellas se verificó la exis-
tencia de madera y clavos de hierro, dato que indica el uso de ataú.d. La
posición del individuo era, in-'ariablemente, de decúbito supino con las
manos cruzadas sobre el pecho. No hay tan apenas elementos que pudie-
ran considerarse como ajua4 salvo monedas, varios aros de bronce y algún
vasito de ofrendas; tres de los individuos inhumados conservaban restos
de calzado (caligae) y uno de estos tenía una fíbula colocada sobre la cla-
vícula derecha. En la actualidad contamos con dataciones absolutas que
sitúan algunos de estos enterramientos desde el cambio del siglo II al pri-
mer tercio del siglo V.
Mención especial merece el hallazgo de un pequeño mausoleo de épo-
ca antonina (Bustum con edículo funerario) en el que se realizó una cre-
mación directa, recogiéndose los restos óseos calcinados y que, tras depo-
sitarlos en una urna, fueron enterrados allí mismo. Se cubrió todo cuida-
dosamente con sucesivas capas de ladrillo, y se enlució la última de ellas,
que serviría para la colocación de ofrendas y para las profusiones rituales
a través del canalículo cerámico que comunicaba con el interior del ente-
rramiento. El alzado del mausoleo se realizó en bóveda de medio cañón, y
tanto el exterior como el interior fue recubierto de pintura de color rojo.

Otras necrópolís
Es evidente que no acaba aquí la relación de los cementerios de la co-
lonia Caesaraugusta, puesto que tenemos fundadas razones para situar
30 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

otro en el área de Santa Engracia, del que sólo conocemos los importantes
sarcófagos paleocristianos, una vez aclaradas las dudas sobre los diversos
enterramientos localizados en el ârea y que corresponden a etapas poste-
riores en las que se usaron pat'a aterr:azar los terenos escombros de época
romana que no deben llevarnos a la confusión.

En el barrio de Miralbueno se localizó, muy maltrecha, la planta rec-


tangular de un posible edificio funerario, de tipología dudosa y sin duda
perteneciente a alguna villa suburbana establecida en las cercanías de la
colonia. No localizamos restos materiales que ayudasen a definir el monu-
mento, que se encontraba sumamente arrasado y que había reutilizado en-
tre sus mampuestos elementos epigráficos anteriores, entre ellos una lápi-
da funeraria de época tardoaugustea que pudo integrarse en alguna necró-

t 1

Fíbula nórico-panórica de plata, hallada en t.m enterrantiento del siglo III en la necrópolis de
la calle Predicadores (fot. J. A. Mingr-rell).
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 31

polis cercana tal vez no dependiente directamente de la colonia sino de al-


gún establecimiento agrícola vecino.
Análogas imprecisiones obtenemos de Ia reducida nómina conocida de
epígrafes funerarios procedentes de Zaragoza, todos los cuales han sido
encontrados desplazados de su lugar originario, reutilizados en construc-
ciones posteriores, de modo que resulta dudosa su adscripción a una ne-
crópolis concreta, sin que se deduzcan conclusiones de su situación en el
plano de la ciudad: Calle Predicadores, murallas del Coso, Seminario de
San Carlos, Vieja Universidad, antigua judería, etc. además de otros ha-
llazgos más imprecisos, cor:respondiendo la gran mayoría de estos monu-
mentos sobre todo al s. II de la Era. Resulta no obstante tentador, pensan-
do en la proximidad topográfica, su relación probable con la necrópolis
oriental de la ciudad. El epígrafe del convento de Santa Lucía, en la calle
Predicadores perteneció sin duda a Ia necrópolis allí situada.
Deben ser desechadas, lógicamente, las interpretaciones de ciertos tra-
mos de las cloacas caesaraugustanas, que conocidas de antiguo, fueron te-
nidas como catacumbas, es deci4 cementerios subterráneos abiertos a par-
tir de galerías subterráneas y que no fueron, por supuesto, exclusivas del
mundo cristiano. Así deben tenerse las noticias transmitidas sobre todo
por Martón que cita estas galerías subterráneas al abrirse las zanjas para
la construcción del Convento de Capuchinas junto al monasterio de Santa
Engracia, o los restos encontrados en una de las casas junto a la Plaza del
Pilac o en la callejuela antaño llamada del Salvaje, cerca de Santa María
Magdalena, o en otros muchos puntos de la ciudad.

Las estelas funerariøs


Las sepulturas tenían como es lógico, signos distintivos que permitían
celebrar junto a ellas las correspondientes ceremonias religiosas. No olvi-
demos que durante los aniversarios era habitual llevar comidas y bebidas,
que a modo de ofrendas se filtraban por el suelo hacia los restos cuando la
forma especial de los monumentos no permitía un contacto más directo.
También era f?ecuente aportar flores para embellecer la tumba. El mes de
las purificaciones se centraba entre el 13 y el 21 de febrero (dies parenta-
les).
Es lamentable que la mayor parte de los epígrafes funerarios caesarau-
gustanos se haya perdido con el transcurso del tiempo y las noticias
escritas sobre ellos no aclaran excesivos extremos de su tipología. Lo con-
servado se limita a la estela simple procedente del derribo del antiguo Al-
mudí, cerca del Seminario de San Carlos, trabajada en arenisca y a un se-
gundo ejempla4 el procedente del barrio de Miralbueno, cuya forma osten-
ta la cabecera semicircular con amplia moldura que rodea todo el campo
epigráfico, rehundido lógicamente. El tipo de este sencillo monumento se
corresponde con los de época análoga encontrados en la vecina colonia
Celsa, de la etapa tardoaugustea o tiberiana. Este epígrafe destaca además
por conservar todavía restos de pintura roja en el surco de sus letras. De
las restantes estelas, sólo conservamos las transcripciones de sus textos,
con alusiones sencillas a los muertos y las fórmulas habituales en estos
monumentos.
32 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

El mds ølld
La humanidad se ha interrogado constantemente sobre el destino de
los mortales más allá de la existencia terrenal. En la época romana abun-
dan los testimonios sobre la desaparición del alma más allá de la muerte y
Ia negación de una vida posterio4, limitándose en la mayor parte de las
ocasiones, incluso las representaciones plásticas, a la simple recreación de
la propia muerte sin llegar más lejos. El sentido epicúreo de la vida queda
plasmado por Ia representación de un vaso encontrado en el teatro de Cae-
sarugust(t en el que aparece un esqueleto en actitud festiva, al que sería
fácil añadir un epitafio que dijera, según documentan algunos ejemplos:
mientras estés vivo, hombre, disfruta de la vida, pues después de la muerte
no existe nada.

Løs øctívìdades terrenales


Es habitual recordar diversas circunstancias relacionadas con la vida
del difunto a través de las inscripciones funerarias, perpetuando de esta
manera la memoria de Ia persona desaparecida. Gracias a esta evocación
tenemos ligeras pinceladas sobre algunas de las gentes que murieron en
Caesaraugusta. Asi documentamos la existencia de un liberto, Antonio o de
otro personaje, Jacinto horreario de Sura. El nombre griego parece desig-
nar a una persona de caracter servil, siempre que esta circunstancia no
obedezca a la costumbre de adoptar por moda, en un momento determina-
do, nombres de origen griego.
De los restantes difuntos documentados por la epigrafía caesaraugus-
tana no tenemos excesiva información, salvo documentar determinadas
relaciones de parentesco a tenor de las personas que se encargaron de eri-
gir y costear la sepultura. Asi, Postumius Hermopiløs se preocupó de le-
vantar el monumento funerario a su mujer Octavia Aeroticena, o Stepha-
nus (larnbién de nombre griego) a su hijo Arístides. Leolonina y su hijo de-
dicaron la tumba a su padre Valerius Liber.
De todos los ejemplos epigráficos no conocemos Ia edad de ninguno
de los difuntos, salvo en el caso de Marcial, en el que se debieron expresar
Ios muy escasos años del niño, a los que se añadieron incluso ocho días de
su corta existencia.

Dìsposícìones relatìvas al sepulcro


La construcción del monumento funerario era encomendada en nu-
merosas ocasiones a los herederos del difunto, los cuales ponían buen cui-
dado en cumplir los últimos deseos del testamento, como se expresa en el
epifatio de Quinto Vettio Amable: heredes ex testamento.
Los ejemplos documentados corresponden invariablemente a tumbas
individuales, salvo la lápida del liberto Antonio en la que se citan tanto el
padre como el hiio.
I,AS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 33

t r..

Estela luneraria de arenisca, en la que figura el difunto, Antottio Avito, al que dedica el
epígrafe otro Antonio. Procede del derribo del antiguo Almudí. Museo de Zarago4 (fot.
Archivo Museo de Zaragoza).
34 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Los dioses Martes


Los espíritus de los muertos están acogidos a la protección de los dio-
sesManes, con Io cual el ámbito de la tumba se convierte en algo sagrado.
Esta circunstancia se recuerda en tres epitafios caesaraugustanos, en la
tumba del liberto Antonio, en la de Octavia y Ia de Arístides, expresada
además en Ia fórmula abreviada D(is) M(anibezs), ciertamente usual en el
ámbito tarraconense, que se diferencia de otras partes de Hispania carac-
terizadas por el empleo de una fórmula más larga, Dis Manibus Sacrum.
El empleo de este formulismo que podría tener consecuencias cronológi-
cas no parece sin embargo muy claro, por lo que nos abstendremos de ex-
traer mayores conclusiones.
En todo caso debe tenerse presente el ejemplo, sin duda el más anti-
guo de los conservados en Caesaraugusra del epitafio de Jacinto, el horrea-
rio, en el que el nombre del difunto encabeza la inscripción, sin alusión a
los Manes, costumbre que sólo se hará patente a partir del comienzo del
Imperio, aunque es posible que dicha lápida esté también manifestando
una distinta forma de pensamiento en la que la divinización del difunto no
asumía formas muy concretas.

La condición social de los difuntos


Independientemente de las indicaciones que proporciona la epigrafía,
el tipo de tumba y los ajuares permiten al historiador acercarse a la condi-
ción social y humana de los difuntos, sin que sea todavía posible en Caesa-
raugusta hacer una división de los cementerios por sectores sociales.
En lo relativo a Ia necrópolis Norte, hemos de poner de relieve las con-
comitancias con ejemplos funerarios mejor conocidos, como los de Thna-
co. En esta ciudad se documentan tipos de tumbas análogos, con la venta-
ja de haberse excavado cerca de un millar, circunstancias que han propor-
cionado datos sobre su contenido. Del total, sólo unas cuantas proporcio-
naron algún objeto funerario además del propio cadáver, habiéndose inter-
pretado en consecuencia, como pertenecientes a gentes sumamente mo-
destas, esclavos, libertos o descendientes de libertos, conclusiones que po-
dríamos también atribuir a Io conocido en Caesaraugusta. Par:ece que las
mismas condiciones se presentan en las sepulturas por inhumación de la
necrópolis oriental que en todo caso no han documentado su pertenencia
a gentes acomodadas.
Las alusiones de los epígrafes comentados nos sitúan ante libertos o
siervos de distinta condición (Octavia Aeroticena, Antonio, posiblemente
Jacinto, Arístides etc.) o personajes anónimos para los que no cabe otros
comentarios en esta línea.

Los primeros cristianos


La escasa documentación que proporcionan las fuentes arqueológicas
de Zaragoza, se concreta primordialmente en los magníficos sarcófagos de
Santa Engracia, puesto que las excavaciones realizadas hasta nuestros días
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 35

Estela de Jacinto, honeario de Sura. Procede del barrio de Miralbueno, prolongación de la C.


Dr. Galve. Museo de Zaragoza (fot. Archivo Museo de Zaragoza).

en el solar de la colonia romana no han proporcionado otras referencias,


fuera de la aparición de determinados elementos de la cultura material,
como lucernas norteafTicanas con símbolos cristianos en su decoración,
fechables en el s. IV.
En lo relativo a las noticias escritas parece evidente que en Caesarau-
gusta existía ya un incipiente núcleo cristiano en torno al año 254, según
se desprende de una carta del obispo de Cartago, Cipriano. La asistencia
en el año 30ó del obispo de Zaragoza al Concilio de llliberris, constituye la
primera mLrestra clara de \a organización eclesiástica zaragozana.

La necrópolís de Santø Engracíø


Partiendo de los sarcófagos que se encuentran tradicionalmente en
Santa Engracia, se ha venido defendiendo la situación en este lugar de Ia
necrópolis paleocristiana de Zaragoza. Sin embargo hasta el momento
presente las excavaciones realizadas en dicho ámbito no han proporciona-
36 cuADERNos DE zARAcozA 6s

do datos en dicho sentido, tanto los sondeos realizados en la cabecera de


la Iglesia, junto al Paseo de la Constitución, como en los llevados a cabo en
la propia plaza de Santa Engracia. Los enterramientos localizados bajo el
subsuelo de la plaza son de época musulmana y podrían relacionarse, en
todo caso con la necrópolis de dicha época, el cementerio de la Puerta Sur,
donde estuvieron enterrados musulmanes ilustres, pero nada nos situa en
la época que nos afecta.
Los hallazgos vecinos delaPlaza de los Sitios, correspondientes a una
villa suburbana del s. IV con ricos mosaicos, tampoco amplían nuestras
referencias, aunque sí podrían relacionarse precisamente con las noticias
que da el P. Martón, que refiere que entre las escrituras de la Huerta de
Santa Engracia aparece mencionado un palacio denominado de I'a Galia-

La cripta de Santa Engracia, definitivamente, tampoco puede relacio-


narse con la basílica primitiva, que a lo sumo pudo alzarse en las cercaní-
as del templo moderno. En cuanto a la necrópolis, parece verosímil que en
los trabajos llevados a cabo en el s. XIV cuando fueron realizadas diversas
obras en los terrenos de Santa Engracia, debieron aparecer diversas sepul-
turas pertenecientes a un cementerio romano, según refiere Zurila, que
describe un túmulo de mármol y cavando mds hondo descubrieron en él
dos túmulos. A esta necrópolis debían pertenecer también los dos sarcófa-
gos conocidos, los únicos que han llegado hasta nuestros días.

Los sarcófagos de Sqntø Engracia


Son sin duda un importante exponente del poder social de determina-
dos grupos de cristianos, con capacidad económica suficiente para hacerse
traer desde Roma estas vistosísimas piezas, que debieron llegar remontan-

Necrópolis de Santa Engracia. Sarcófago de la recepTio animae. Vista general. Parroquia de


Santa Engracia (fot. Parroquia de Santa Engracia).
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 37

do el Ebro. Los talleres de la capital del Imperio, caracterizados por las re-
presentaciones en friso continuo y las escenas yuxtapuestas, fueron expor-
tados especialmente a las provincias occidentales y los ejemplos zaragoza-
nos son dos de los mejores exponentes de la segunda mitad del s. fV de la
eî4.
Estos sarcófagos fueron falsamente identificados con los sepulcros
que contuvieron los restos de Engracia y los mártires cesaraugustanos.
Desde el punto de vista cronológico son posteriores en su ejecución a los
años de los martirios y tampoco pudieron confeccionarse a posteriori, pa-
ra trasladar a ellos las reliquias, ya que, como bien ha visto Sotomayo4 en
el mundo occidental durante los siglos IV y V no se tocaban los sepulcros,
ni se trasladaban los restos mortales. Nada se sabe realmente sobre el des-
cubrimiento de estos dos importantes monumentos, que desde luego no
debieron aparecer en el año I 398, el dela invención de las reliquias , puesto
que de ser así, no habrían pasado desapercibidos por su vistosidad y las
descripciones que se han conservado, hablarían de ellos.
Desde el punto de vista iconográfico se trata en ellos un repertorio
ciertamente sugestivo, sintetizado por la receptio animae, los temas de
Adán viejo-Adán nuevo o la trilogía petrina.

Los díecíocho mdrtìres cesaraugustønos


El himno fV del Peristephanon de Prudencio, menciona a los mártires
zaragozar'ol que muy posiblemente deben corresponder como han visto
diversos autores, entre ellos Arce, a las purgas militares de finales del s. III
de nuestra Era. Sólamente resulta incluible Engracia en la primera gran
persecución de comienzos del s. IV, que fue llevada a cabo por el empera-
dor Maximiano en la parte occidental del Imperio romano. La gran mayo-
ría de los mórtires, fue de origen af?icano y en general de condición social,
servil o liberta.
Entra en lo normal que en torno a eslos mártires surgiera o se agluti-
nase una necrópolis cristiana, enclavada en esta parte Sur de Caesaraugus-
ta.
Podría presumirse de las referencias del monje Eugenio del s. VII a la
basílica extramuros de las Santas Masas , que esta basílica se encontrase ya
levantada en la época que nos afecta, dedicada a los dieciocho mártires.
También el propio Prudencio (IV, 194 y ss.) habla de tres tumbas de már-
mol, atribuidas a los santos mártires. Es evidente que en dicha necrópolis
y en la más que probable basílica primitiva, cuyo emplazamiento descono-
cemos, pudieron encontrarse también, entre otros, los sarcófagos descu-
biertos en el s. XfV y fechados respectivamente entre los años 330-340 y
340-350. Esta necrópolis puede, en consecuencia, situarse en el ârea de
Santa Engracia.

Otros cementerìos crìstìønos


Muy escasa es la documentación para este momento. Está claro que
en las áreas funerarias se situaban los martyria,lugares dedicados a con-
3B CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

memorar la memoria de los mártires. A partir de ciertas noticias de Pru-


dencio, contenidas en Peristephanon V 5, 52, se menciona un memorial
dedicado a San Valerio, es decir, San Valero, del que no nos ha llegado otra
referencia. Debió situarse extramuros de la ciudad y en algunas de las áre-
as cementeriales conocidas.
Cerca de Ia antigua judería, según la referencia del P. Traggia, tomada
de un dibujo de Uzfarró2, apareció una lápida, hoy lamentablemente per-
dida, cuya redacción puede situarnos en un ambiente cristiano, ya que en
el texto funerario se alude a la vida intachable (nihil unquam peccauit nisi
quot mortuø esr) que llevó la difunta lulia Prisca, hija de Publio, que falle-
ció ala edad de 26 años. Esta piedra movida, sin duda, de su lugar origina-
rio, no aporta ningún dato sobre el emplazamiento de la necrópolis en la
que se integró.

Los visigodos
Durante la etapa visigoda la ciudad ha sufrido un importante proceso
de transformación, en el que ha desaparecido buen número de edificios y
ha cambiado el destino de abundantes espacios, como el del foro comer-
cial de La Seo o el teatro. Numerosas áreas de la ciudad son sometidas a
procesos de colmatación como las termas de San Juan y San Pedro,
abandonadas a finales del s. V las casas del solar de Gavin y Sepulcro y
otros ejemplos. En otras ocasiones documentamos la reocupación de vie-
jos solares con construcciones domésticas aparejadas con cantos de río,
como en Ossau, angular a Méndez Núñez, vivienda que fue abandonada
definitivamente en el s. VII. También el solar de D. Jaime I28, documentó
muros de las mismas técnicas y filiación cultural.
Junto a estas transformaciones y desplazamientos de zonas de influen-
cia dentro de la ciudad es evidente que la edificación de iglesias y monas-
terios contribuyó a dibujar definitivamente la fisonomía urbana de la ciu-
dad que en estos siglos contó con la basílica de Santa María, la catedral
basílica de San Vicente y la de San Millán dentro de la ciudad y la basílica
de Santa Engracia y de San Félix, ambas con dependencias monásticas, si-
tuadas fuera del recinto amurallado.
La elevación de los niveles hispanovisigodos y el hecho de estar prácti-
camente en contacto con los niveles actuales son la causa primera de su
destrucción casi total en todo el perímetro de la ciudad.

El ríto funerario
Fue práctica habitual la inhumación, siendo prácticamente desconoci-
das desde la etapa cristiana las incineraciones. Tras el fallecimiento sabe-
mos que los cuerpos eran lavados y vestidos y sólo en el caso de los obis-
pos se determinan las ropas que habían de amortajarlos atendiendo a su
posición dentro de la Iglesia.
En lo relacionado con los fieles nada sabemos del tipo de vestido, aun-
que atendiendo a lo conocido en determinadas necrópolis el sudario pare-
ce presente en buen número de tumbas.
LAS NECROPOLTS DE ZARAGOZA 39

El cadáver se traslada a la lglesia, para ser llevado desde allí al cemen-


terio. Los concilios son una importante fuente de conocimientos sobre las
necrópolis de esta etapa. Durante el s. IV. el concilio de Elvira (300-306),
atestigua el enterramiento en cementerios, al prohibir que durante el día
se encendieran cirios en éllos. En dicho tránsito, al menos en lo relaciona-
do con los religiosos se llegó a disponer que sus cuerpos fueran enterrados
entonando salmos (concilio de Toledo III, año 589). También y en el caso
de los obispos se dieron normas sobre las formas de enterramiento (conci-
lio IV de Valencia, del s.VI).
En muchos casos se reutilizaban las tumbas familiares y de tratarse de
una sepultura nueva, ésta era bendecida. Es ciertamente posible que la
condena del concilio IV de Toledo, contra los clérigos que destrozaban las
tumbas esté relacionada con la costumbre extendida de los enterramientos
familiares en las mismas sepulturas.
Eran normales los ajuares, sobre todo en forma de jarritos de cerámi-
ca, vidrio o metal. Parece igualmente que fueron normales cieftos banque-
tes funerarios sobre las tumbas: como se advierte en el concilio II de Braga
(572), en el que se prohibía llevar alimentos a los sepulcros de los difuntos,
así como distribuir los sacramentos o celebrar actos litúrgicos sobre las
tumbas. Más adelante, además, se prohibe que las mujeres velen estos lu-
gares, para evitar la introducción de malas costumbres.

Sítuøción de los cementeríos


hìspanovísígodos
Dos son las situaciones generales de los cementerios en esta etapa. De
un lado los situados en la ciudad y por otra parte los correspondientes al
medio rural. Los primeros siguen las pautas, lógicamente, de las tradicio-
nes anteriores y de ahí las perduraciones que observamos en muchas ne-
crópolis y la tendencia a continuar enterrando extramuros. Sin embargo
Ios enterramientos junto a los santos o lugares de martirio debieron ser
frecuentes en nuestras ciudades. Por ejemplo en Mérida los textos dejan
constancia de la sepultura de determinados arzobispos en la basílica de
Santa Eulalia.

También sabemos que a partir del s. VI (Concilio de Braga I, 561), se


prohibió enterrar a los muertos en el interior de las iglesias y desde esta fe-
cha, como concesión sólo se permite enterrar alrededor de los muros de la
Iglesia, sobre todo en el caso de los mártires, ya que los fieles aspiraban a
permanecer en la cercanía de sus reliquias. Que esto fue una norma co-
rriente lo afirma además el canon XVIII del mismo concilio que obliga,
desde dicho momento, a que los cementerios se sitúen fuera de los muros
de las ciudades, retomando así las exigencias higiénicas de época romana.

Lamentablemente, estamos mejor informados de las necrópolis rura-


les que de las urbanas, por las razones expuestas más arriba, circunstan-
cias que limitan notablemente nuestro panorama, a la vez que realzan el
valor de la necrópolis recientemente descubierta en el interior de Caesa-
raugustct.
40 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Desarrollo interno
de las dreas cementerìales
Uno de los rasgos más sobresalientes, desde el Bajo Imperio, es la
orientación E.-O., siguiendo en ello la orientación del edificio de culto so-
bre el que se concentran, norma dictada, entre otros motivos de inspira-
ción, por la orientación a Jerusalén. Sin embargo en la organización inter-
na de ciertas necrópolis no son raros los cambios de orientación atendien-
do a otros principios, motivados también por el propio crecimiento de la
ciudad de los muertos.
Los tipos de sepulturas, a partir de sus ajuares y modos constructivos
nos introducen evidentemente ante distintas situaciones sociales, que evo-
lucionan desde las formas más simples, en ánforas o simples fosas excava-
das en el suelo, hasta los procedimientos más costosos, como los sistemas
de tumba a base de muretes y cubierta o bien de sarcófagos. Estas últimas
formas permiten por otra parte un grupo familiar en repetidas ocasiones,
como se comprueba en el cementerio vecino de Cuarte.
La posición adoptada por el difunto, normálmente suele ser la de de-
cúbito supino, con los brazos a los lados, o bien cruzados sobre el vientre
con las manos sobre la región pélvica, como se documenta en Zaragoza y
Cuarte. Otra posición suele llevar los brazos flexionados sobre el pecho en
actitud de oración, sin que se haya podido detectar una actitud cultural en
la elección de estas, u otras posturas.

Las necrópolís zaragozonas


La necrópolís sobre el teøtro rotnøno
Los últimos resultados de las excavaciones del teatro romano nos lle-
van a situar en el s. VIII, al menos, la necrópolis localizada en dicha zona.
Esta necrópolis situada en el interior de la ciudad, forzosamente ha de si-
tuarse en las cercanías de alguna iglesia dedicada a un mártir y parece
ciertamente posible que se trate precisamente de la dedicada a San Millán,
aunque tampoco pueda descartarse otra advocación que nos resulte desco-
nocida. Los restos encontrados en este caso, se encuentran limitados por
un muro que se conserua parcialmente en lo excavado hasta el momento y
que podía limitar el recinto funerario.
Se trata sin duda de la más significativa necrópolis cristiana conocida
hasta el momento en el interior de Zaragoza. Efectivamente, sobre una
gmesa capa de aterrazamiento mediante basuras y otros tipos de dese-
chos, se acondicionó el terreno sobre el que fueron depositados numerosos
enterramientos, fechados en torno a los siglos VIII y IX, orientados todos
E.-O.y depositados sobre el suelo directamente, o ya mediante una suma-
ria fosa excavada en el mismo nivel mencionado. En los escasos ejemplos
que hemos tenido la fortuna de excavar, sólo un enterramiento presenta
restos del acondicionamiento de la tumba en forma de muretes laterales,
cuya cubierta no se ha conservado. En su presentación, no se diferencian
en nada de las fórmulas empleadas en los cementerios visigodos, de donde
deducimos su filiación cristiana. No sería extraño que los antecedentes de
esta necrópolis remontasen siglos atrás.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 41

Necrópolis del solar del teatro ronlano, vista parcial de los enterramientos de los sîglos VII-IX
(fot. Archivo Museo de Zaragoza).
42 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Esta necrópolis parece que se extendía en toda la zona colindante hoy


a la Iglesia de los Jesuitas y cuando se llevaron a cabo trabajos de amplia-
ción de la infraestr-uctura de dicha Iglesia aparecieron sepulturas en gran
número, de las que tenemos noticias verbales exclusivamente.

La necrópolís orientøl
Es importante anotar la enorme perduración de esta necrópolis cuyos
enterramientos abarcan también la etapa hispano-musulmana, todavía en
estudio.

Otros entetramientos
Dada la tendencia de los creyentes a sepultarse junto a los restos de
sus santos, no sería raro documentar otros enterramientos junto a la igle-
sia episcopal de San Vicente, enla zona de la Seo, aunque nada de ello he-
mos encontrado. Esta basílica, según el testimonio de Eugenio, se encon-
traba en el lugar preciso en el que el mártir había derramado su sangre y
en donde se veneraba su milagrosa túnica.
Quedan las basílicas de San Félix y de Santa Engracia, situadas fuera
de la ciudad. La primera de ellas localizada, según el poema de Eugenio,
in Tatanesio lugar desconocido en la topografía zaragozarra. De la segunda
tampoco poseemos datos, fuera de la suposición, bien fundada, de ubicar-
se en el solar actual de Santa Engracia, donde recibían culto con los innu-
merables mártires, dieciocho según Prudencio. Los dos famosos sarcófa-
gos que hemos descrito más arriba, son lógicamente anteriores al momen-
to en que nos encontramos. Unicamente relacionados con la época visigo-
da, pueden considerarse los epígrafes explicativos sobre el sarcófago de Ia
Asunción, que Hübner recogió, atribuyéndolos a un momento no anterior
al s. V o VI y cuya inscripción es la siguiente: (Crismón) ZO ARON INCRA-
TM PETRVS FLORIA PAVLVS, MARTA ZACO ZO, inscripción que fue cla-
sificada por Sotomayor como extravagante.

La peste del año 542


No disponemos de datos relativos a las circunstancias que motivaron
la muerte de las personas enterradas, máxime cuando los estudios antro-
pológicos se encuentran, en lo relacionado con nuestros ejemplos, en vías
de estudio. La muerte natural, o violenta, aislada o colectiva, como en caso
de gueras y epidemias fueron circunstancias importantes que conviene
desvelar con el estudio atento de los hallazgos.
Así y en el caso de Caesaraugusta, paÍece claro que deberíamos rela-
cionar sus necrópolis con las epidemias o catástrofes documentadas. De
este modo, como consecuencia directa de la invasión franca sabemos que
se propagó por la península una importante epidemia de peste bubónica,
que en lo que afecta a nuestra ciudad, es nombrada por \a Chronica Caesa-
raugustana del año 542, que refiere una plaga inguinal, circunstancia que
hubo de reflejarse en las necrópolis de la ciudad, de forma que ignoramos.
La incidencia mayor de estas epidemias tenía lugar en las ciudades y en la
nuestra, la catástrofe referida debió ocasionar una gran mortandad, así co-
mo sus rebrotes posteriores deI 577 al 583, o del 633-641 y 694.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 43

Relacíones de las necrópolís zøragozanas


Como era de esperar los enterramientos de Zaragoza, se relacionan di-
rectamente con otros del mismo ámbito en la Tarraconense de los siglos
inmediatamente precedentes. Sin duda el ejemplo más cercano es el de la
necrópolis de Cuarte, muy cerca de Ia ciudad que documenta el uso de se-
pulturas de losas o la simple posición de los restos sobre el suelo. Los ente-
rramientos también estaban orientados al Oriente, mantenían en algunas
ocasiones la misma disposición de los restos (un brazo sobre el pecho y el
otro sobre la zona pélvica). Un amontonamiento de piedras junto a una de
las sepulturas constituye una clara señalización del monumento funerario
en la necrópolis de la ciudad. Es evidente que las prohibiciones menciona-
das más arriba, de realizar ciertos ritos en las tumbas, imponían Ia exis-
tencia de señalizaciones de las mismas, al modo de la necrópolis zaragoza-
na, o con estelas como en otros ejemplos.
El estudio de la necrópolis de Cuarte, añade además otras circunstan-
cias que no documentamos en los ejemplos del teatro de Zaragoza, como
el uso de sudarios de lino, la reutilización de la misma tumba para ente-
rramientos familiares (a ello se refiere la prohibición a los clérigos de rea-
brir las tumbas), y la presencia de humildísimos ajuares (una botellita de
vidrio, un pendiente, cerámicas...).
Todos estos rasgos tienen su parangón en otras necrópolis hispano-vi-
sigodas del resto de la península ibérica durante los siglos VI-VII. Junto a
lo dicho hemos de tener presente, como ya afirmó Hübenel el contraste
del valle del Ebro con la zona de las dos castillas ibéricas que proporcio-
nan constantemente elementos de ajuares europeos y por lo tanto directa-
mente relacionados con la población visigoda.
En nuestro caso, como en el de otros núcleos aragoneses, tales como
Cucalón, Botorrita, Oliete, la Zaida o Mequinenza, estamos ante la presen-
cia de humildes gentes que (a juzgar por los ajuares) si han de calificarse
de alguna forma, tienen que llamarse hispano-romanos.
44 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

ApÉNorcr

Repertorio de la epigrafía funeraria antigua


descubierta en Caesaraugusta

Estela de arenisca, incompleta, salvo por la parte inferior, que conser-


va parcialmente la moldura que separa el campo epigráfico del resto. Di-
mensiones: (92) x @0) x 21 cms. Interpunciones triangulares muy finas. Se
encontró en el derribo del Almudí, cerca del Seminario de San Carlos. Mu-
seo de Zaragoza (NIG. 7608):

tD(is)l M(anibus)
fAnt]on(io) ... av [--]
[--]ae. do [---]
lib(erto) An[toni]
Anton(ianus)
[--]mnis. f(ilius)
[plati. pi[i]
sum(o). et. sifbi]
f(aciendum). c (urauit )

Consagrada a los dioses Manes. A Antonio... liberto de Antonio. Antonia-


nus, su hijo, para su padre y para si mismo, encargó la sepuhura. Cronolo-
gía dudosa, se fecha a finales del s. I o principios del II de la Era.

Estela de arenisca, de cabecera semicircular y moldura rodeando todo


el campo epigráfico. Se conserva en dos fragmentos. 84 x 72 x 34 cms.
Conserva restos de pintura roja en las letras. Encontrada formando parte
de los restos muy destruidos de un mausoleo tardío, en Miralbueno. Mu-
seo de Zaragoza (NIG. 9487):

Hyacintus
Surae
horrearius
h(ic) s(itus) e(st)

Jacinto, honeario de Sura. Aquí está enterrado. Epoca tardoaugustea o


tiberiana.

Inscripción conocida por Húbner a través deZurita, sin referencias so-


bre su hallazgo. Hoy perdida:

[--] uss Latta [-]


[--] eni [f] ratefr]
[--] aefus aes [--]
[--] suís [--]
Inscripción que estuvo en la Huerta del duque de Villahermosa, en el
convento de Santa Lucía, en la calle de Predicadores. Desapareció en el
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 45

año 1791, como constataTraggia, que la conoció por dibujos deUztarrozy


Guimerá.
D(is). M(anibus)
Martiali [--]
fratri [--]
phs [--]mue
nus [--] she
peri [--]
Consagrada a los dioses Manes. A Martial... Otra versión añade la edad
del difunto, pero es imprecisa.

Piedra cuadrada que se encontraba en el colegio de los Jesuítas, ha-


biéndose hallado en torno al aflo 1627, al abrir zanjas para edificar. Se en-
contró juntamente con otros restos arqueológicos. Hoy perdida:
D (is). M(anibus)
Octøuiae
Aeroticeni
uc s ( ori). raris s ( imae)
Post (umius). Herm
opilus. mar(itus)
Consagrada a los dioses Manes. A Octavia Aéroticena, mujer queridísi-
ma. Postumio Hermopilo, su marido. Cronología imprecisa.

Encontrada fragmentada, cerca de la puerta de Sariñena en el Coso,


talvez reutilizada en los lienzos de la muralla romana. Hoy perdida:
[D(is)] M (anibus)
[st]ephanus
Ia]ristidi
[fili]o. optimo
[pie]ntissimo
[f( aciendum ) ] c (urauit )
Consagrada a los dioses Manes. Stephanus a su hijo óptimo y piísimo

Encontrada en el año 1617 aI abrir los cimientos junto al Seminario de


San Carlos. Recogieron la referencia Zuritay el p. Traggia. Hoy está perdida:
Valerio. Li
bero Valer
ia Iæoflolnina
coiogi mer
entessem
o et Liberi
o filio kar
essemo. fe
cet
d(e) s(uo)
A Valerio Liber, su esposo y a Liberio su hijo queridísimo, Valeria I¿olo-
nina, hizo el monumento.
46 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Encontrada al abrirse los cimientos de la vieja Universidad, en el Coso


Fue dada a conocer por Traggia. Hoy está perdida.

Q fuint o ) Vettio M ( arci) f( ilio ) ama (bili ) dom (o )


Aqui[s St]atie[lli]s
fh]eredes ex testamento

A quinto Vettio Amable, hijo de Marco, de la ciudad de Aquae Statiellae,


los herederos por testamento.

Encontrada cerca de la judería, según la referencia de Traggia, que la


conoció por un dibujo de Uztarcó2. Hoy perdida.

Iulia. P(ubli) f(ilia). Prisca


uix(it). an(norum). XXVI
nihil. unquam. peccauit
nisi. quot. mortua. est

Julia prisca, hiia de Publio, de 26 años. Nunca pecó. Epoca cristiana.


LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 47

Bibliografia
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I 10.
G¡ncre IcLESIAS, L., Zaragoza, ciudadvisigoda, Colección básica aragonesa, 18,
Zaragoza,1979.

ffi
Las almacabras saraqustíes
en el contexto
de las almacabras
de Al-Andalus
Juan A. Souto

Introducción
ar:agoza, ciudad con cuatrocientos años de dominio
islámico en su haber, contaba en su momento con una o
más almacabras o necrópolis musulmanas. De esta o
estas almacabras no se conocía resto material alguno,
sino tan sólo menciones de las fuentes escritas, hasta Ia
reciete excavación de parte de una de ellas en la calle de
Predicadores, extramuros de Saraqusta, la Zaragoza
islámica, por el Servicio Municipal de Arqueología de la
ciudad. Una guía de las necrópolis zaragozanas no podía pasar por alto
estos hechos, de ahí que se haya pensado para ella, muy acertadamente, en
un apartado específico dedicado al período islámico. Quien este apartado
escribe no pertenece al mencionado Servicio ni tiene mayor conocimiento
de la mentada necrópolis que el adquirido en repetidas visitas al
yacimiento, visitas siempre guiadas por los excavadores del mismo, que
son colegas y amigos del autor y que no escatimaron tiempo, paciencia ni
sabiduría a Ia hora de transmitirle cuantos datos sobre dicha almacabra
iba proporcionando el subsuelo. Mas precisamente por ser tales
excavadores los auténticos y únicos desveladores de esos datos, lo
oportuno ha de ser que a ellos corresponda su divulgación directa. El
público no cuenta de momento sino con el resumen de la comunicación
que al respecto presentaron en el. III Congreso de Arqueología Medieval
Española, celebrado en Oviedo en la primavera de 1989 y cuyas actas están
en prensa. Valga presentar aquí, simplemente, una panorámica general de
los cementerios islámicos en la Península Ibérica a tenor de los datos por
ahora conocidos y una sinopsis de cuanto las fuentes árabes dicen sobre el
caso de Zaragoza. Esperemos con ello que el curioso se torne interesado y
50 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

se anime a profundizar sus conocimientos a través de la bibliografía que


se incluye al final del trabajo.

Las almacabras en al-Andalus


Mucho es 1o que queda por investigar en todo el mundo acerca de esa
inapreciable fuente de datos históricos diversos -sociales, demográficos,
etnológicos, etc.- que son las almacabras. El caso de al-Andalus no es una
excepción de esta regla, mas es relativamente razonable el considerar que
las características generales de las necrópolis andalusíes seguían de cerca
las del resto de los demás países musulmanes. Así, se sabe que los cemen-
terios de las ciudades hispanomusulmanas se solían situar extramuros y
cerca de las puertas, siguiendo una lógica urbana comprensible. En tales
casos solían recibir el nombre de la puerta en cuestión, que era en general
el de su orientación cardinal o el de la ciudad más importante a donde
conducía. También se encontraban en faldas y pies de montañas, sobre to-
do en el mundo rural. Las almacabras eran para los andalusíes, como lo si-
guen siendo para todos los musulmanes, lugares santos. Las tumbas de
personajes ilustres o venerados eran objeto de bendiciones y peregrinacio-
nes en busca de Ia baraca o energía divina de los difuntos en cuestión, ba-
raca que sus tumbas seguían irradiando, o bien de la intercesión de los
mismos ante Dios. Toda gran ciudad del Islam, aún en nuestro dias, reivin-
dica el honor de poseer una o más sepulturas de personajes venerados. De
hecho, muchas almacabras surgen en torno a la tumba de uno de esos per-
sonajes, a cuyo calor desean ser enterrados los fieles. La fundación de un
cementerio es acción pía equiparable a la de cavar un pozo público, repa-
rar un puente o fundar una mezquita. Había y hay cementerios cuyo nom-
bre corresponde al de un santo en él enterrado o al del personaje que lo
tundó.
No es raro que los cementerios islámicos constituyan auténticos
jardines donde la población acude a visitar las tumbas y que sirven de
lugares de encuentro, paseo y charla tranquila en los momentos y días de
asueto. Claro que, a veces, tales inocentes actividades podían llegar más
allâ: a principios del siglo XII, el jurista Ibn Abdún dice lo siguiente,
refiriéndose a Sevilla:
Lo peor que ocurre en su cementerío (por el cual nuestros conciu-
dadanos son objeto de censuras) es que se perrnite que encima de las
tumbas se instalen individuos a beber vino o incluso, en ocasiones, a
cometer deshonestidades, y que han establecido letrinas y cloacas a
cielo abierto, cuyos conductos corren por encima de los muertos....
Apunta en otro lugar el docto sevillano:
No deberá permitirse que en los cementerios se instale ningún
vendedor, que lo que hacen es contemplar los rostros descubiertos de
las mujeres enlutadas, ni se consentiró que en los días de fiesta se
estacionen los mozos en los caminos entre los sepulcros a acechar el
paso de las mujeres. Esfuérzese en impedirlo el almotacén, apoyado
por el cadí. También deberd prohibir el gobierno que algunos
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 51

individuos pelrnanezcan en los espacios que separan las tumbas con


intento de seducir a las muieres, para impedir lo cual se hørd una
inspección dos veces al día, obligación que incumbe al almotacén. Se
ordenani asimismo a los agentes de policía que registren los mercados
circulares [que rodean algunas tumbas], y que a veces se convierten
en lupanares, sobre todo en verano, cuando los caminos estón
desiertos alahora dela siesta.

Más que como los de una norma, estos testimonios deben tenerse
como los de un momento de falta de gobierno y control en la urbe
andaluza, pues las almacabras son por naÍuraleza lugares apacibles y
agradables que invitan al recogimiento, la armonía y lapaz interior.
La rawda, término que en árabe signifi ca iardín -de ahí, por extensión,
iardín funerario- y que en castellano generó el arabismo røuda, cementerio
órabe según María Moline4 constituye un marco de referencia escatológica
en el que el paisaje es recreado por el hombre, quien para tal hacer se basa
en razones climáticas y en imágenes cosmológicas. Es frecuente, en este
sentido, encontrar rawdas formadas por un cuadrado dividido en cuatro
sectores por dos ejes axiales, representantes de los cuatro ríos del Paraíso.
Cada uno de esos cuatro sectores se divide a su vez en otros cuatro, éstos
en dieciséis y así sucesivamente, formándose una retícula de parterres
entre las tumbas. El símbolo del árbol es también fundamental en esta
imago mundi preñada de referencias escatológicas. El árbol más frecuente
es el ciprés, cuya altura simboliza la gloria de los difuntos y su ascensión
al cielo -aunque en al-Andalus y su zona de influencia más inmediata no
hay constancia de este árbol: en Granada había olivos en 1494 y en Ceuta,
azufaifos en el siglo XV-. Como todo este simbolismo es muy costoso de
expresar materialmente, tales rawdas eran privativas de los contextos
palaciegos. Poco de todo ello se encontraba en los populosos cementerios
ciudadanos. En al-Andalus había rawdas al menos en los alcâzares de
Córdoba, Sevilla, Valencia y la Alhambra de Granada.
En cuanto a cementerios especiales, se sabe de uno de leprosos en
Badajoz y de uno para extranjeros en Granada.
Tras referirnos a los cementerios en tanto en cuanto conjuntos, pase-
mos ahora a los elementos fundamentales integradores de los mismos, las
tumbas. La tumba, en árabe qabr -de donde maqbarø-, es el lugar de resi-
dencia del difunto y propiedad particula4 individual e inalienable de éste.
No se puede, pues, reutilizar ni remover siquiera su contenido. Al igual
que la mezquita, la tumba es expresión del eje que conduce horizontal-
mente a la Meca. Por eso muchas de ellas se orientan perpendicularmente
a la alquibla, dirección que en la Península Ibérica corresponde con el Su-
reste. Su morfotipología es muy diversa, por lo que nos remitimos a los
datos al respecto conocidos para cada cementerio andalusí y que se desa-
rrollan esquemáticamente más abajo. Las tumbas no se deben pisa4 ni se
ha de caminar sobre ellas. Los visitantes, que generalmente acuden los jue-
ves y los viernes por la mañana, les ponen palmas y rosas o, en defecto de
estas últimas, las perfuman con agua de rosas. Es tradicional que ante las
tumbas se recite el Corán, piadosa costumbre que en Sevilla debió degene-
rar de mala manera, pues Ibn Abdún dice que El lector del Alcorán por los
muertos no deberd ser ni molo ni sohero (aunque sea ciego), pues de ello se
52 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

siguen muchos males, fâcilmente intuibles si recordamos lo antedicho por


ese autor.

La señalización de las tumbas no es preceptiva, ni mucho menos. Es


más, a tenor del estado actual de las investigaciones, constituye una excep-
ción. Su tipología es variadísima, habiendo desde una simple columna o
cipo hincado en la tierra ala calseza y/o los pies de la fosa hasta complica-
das estelas epigráficas cuyos contenidos son preciosas fuentes documenta-
les que aportan muy diversos datos acerca de los difuntos en cuestión. Al
hablar de estas señales merece la pena hacer referencia a la maqabriya,
que es un plinto rectangular rematado por un prisma de sección triangular
cuyas paredes mayores y menores se cubren de decoraciones diversas, fun-
damentalmente epigráficas en las mayores y geométricas o florales en las
menores. En al-Andalus este elemento sería típico, aunque no privativo,
de la zona almeriense. También abundan las maqabriyas en morabitos nor-
teafricanos, en Sicilia y en Malta. Según Torres Balbás, su origen ha de
buscarse en las sepulturas romana s de tegulas e imbrices .

Los mausoleos, muy frecuentes en el mundo islámico, protegen las


tumbas que hay en su interior y aseguran su perpetuación. Si la tumba
marca un eje horizontal, el mausoleo marca uno vertical -de comuni-
cación con el cielo- con aquélla como centro. Es frecuente que los
mausoleos sean de planta cuadrada con cúpula -tipo de monumento que
se conoce como qubba -, simbolizando el cuadrado, asentado en la tierra,
el mundo material y la bóveda circular, apuntando a las alturas, el círculo
de la eternidad celeste. El paso de una figura a otra mediante trompas de
ángulo genera el octógono, la transición entre nuestro mundo y el del más
allá. En qubbas suelen enterrarse santones y ascetas. A veces estos
mausoleos daban origen a una zawiya.
Por lo que se refiere al cadáveq raravez se introducía en un ataúd: en
general, los musulmanes se entierran con una simple mortaja. Los santos
eran inhumados con las ropas que llevaban puestas en el momento de su
muerte. No era frecuente enterrar con ajuar de ningún tipo. Esta simpli-
cidad austera de los ritos funerarios no se veía alterada por las diferencias
sociales, por lo que tales ritos no sirven como fuente para el estudio de la
historia social.
Tras la conquista de las ciudades hispanomusulmanas por los
cristianos, éstos prohibieron expresamente que las almacabras se siguie-
sen utilizando. Casi todas ellas quedaron pues sin función, salvo casos
excepcionales como Toledo. Los documentos suelen recogerlas con voces
derivadas del árabe maqbara o de su plural maqabir: almacáber, almo-
cábar, almocáber, almecora, almecorilla -interesante arabismo con sufijo
diminutivo romance-, etc. Las estelas, losas y bordillos que identificaban o
señalaban las tumbas de los musulmanes se reutilizaron frecuentemente
en construcciones varias, sobre todo en iglesias. En Aragón,
concretamente en Huesca, Jaime I cedió las piedras del Fosal de los
sarracenos al convento de Predicadores, para construir su iglesia, en 1273;
en 1274 donó el cementerio de la aljama mora de Huesca para roturarlo al
servicio de la mezquíta; el 2 de marzo de 1275 concedió las piedras de la
Almecora (cementerio musulmán) para Ia fábrica de la catedral de la
ciudad.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 53

7
10
15

uon

2
8
12

0 300
Km
t
N

Mapa de dispersión de las alntacabras cîtadas en el texto: l. Alntería; 2, Baza; 3, Bellre-


guard; 4, Cabezo del AljeT.ar; 5. Calatrava la vieja; 6. Cieza; 7. Coninbriga; 8. Granada; 9.
Murcia; 1O. Segóbriga; ll, Toledo; 12, La Torrecilla; 13. Tortosa; 14. Valencia (ptaza de l,Al-
ntoina); 15,Vascos; 16, Zaragoza.

Se aporta a continuación una relación de aquellas almacabras


andalusíes de las que se consetvan los restos materiales - no se incluyen
Ias que sólo se conocen a través de epígrafes o de fuentes documentales-,
así como una sinopsis de los datos disponibles acerca de las mismas:
Almería: Se han efectuado excavaciones en dos necrópolis urbanas: en
la de la musalla, de la que se tenían noticias a través de las fuentes
escritas, y en la de la Puerta de Pechina. En conjunto se han recuperado
maqabriyas de mortero con plinto y gradas, fosas excavadas en la roca y
fosas excavadas en tierra, éstas a veces con paredes laterales de ladrillo y
cubiertas de tierra. También se encontró un fragmento de estela epigráfica
de mármol decorada con un arco de herradura.
L'Almoina (Valencia): Puede que se tratase de la rauda del alcázar
valenciano, ya que se encuentra intramuros. También se ha señalado la
hipótesis de que fuera un lugar de enterramiento de emergencia, irnpro-
54 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

visado con ocasión del asedio llevado a cabo por el Cid en 1092. El
momento más antiguo de esta necrópolis, utilizada hasta 1238, corres-
ponde al siglo XL
Baza (Granada): En esta localidad se han excavado tres almacabras.
La primera es la de Las Cuevas de la Arena, donde se han recuperado
cuatro sepulturas, todas ellas orientadas de Oeste a Este. Dos de ellas son
de planta rectangula4 una con el cadáver en decúbito supino extendido y
la otra con el cadáver posiblemente en decúbito lateral derecho, extremo
imprecisable por lo poco que del cuerpo quedaba; las otras dos son de
planta trapezoidal. Una de ellas tiene el cadáver con decúbito lateral
derecho y la otra en decúbito supino extendido, con las manos sobre la
pelvis y la cabeza girada a la derecha. La cronología de esta almacabra es
hispanomusulmana, sin posible precisión (ss. VI[-XV).
La segunda necrópolis excavada en el término de Baza es la de Lø
alameda, de la que se han constatado al menos cinco sepulturas, pero de la
que no hay más datos disponibles sino que es de época nazarí (1231-
t4e2).
La tercera es Ia situada en la Viña de los Chafandines. Hay en ella
varias fosas de muy distinta tipología: una es casi oval, excavada en Ia roca
virgen, y no ha conservado cubierta ni restos de ningún tipo; otra,
orientada de Oeste a Este, posee una capa de tierra y otra de piedras
pequeñas y fragmentos de tejas y ladrillos, unido todo ello con argamasa.
Sobre estas capas va una de argamasa suelta y, por fin, una cubierta de
losas. Se encontraron dos cadáveres en decúbito supino extendido; la
tercera fosa es rectangula4, sin cubierta; la cuarta es más o menos rectan-
gular, con contornos irregulares y cubierta con una pequeña capa de
piedras; la quinta, orientada de Oeste a Este, es ovalada, con un escalón en
todo su perímetro. Tiene el fondo cubierto de tierra y argamasa, y el
conjunto se cubre a su vez mediante seis piedras. Contenía un cadáver en
decúbito supino extendido; Ia sexta es aproximadamente igual que la
anterior. También orientada de Oeste a Este, se cubre de losas con juntas
de argamasa, piedras y ladrillos. EI cadáver que contenía estaba en decú-
bito supino extendido; la séptima, orientada de Oeste a Este, es trape-
zoidal, cubierta de losas con juntas a la manera de las de la quinta.
También se descubrió en esta almacabra un recinto consistente en dos
cámaras rectangulares con suelo y paredes recubiertos de argamasa. Se
halló un fragmento de maqabrþ4. El conjunto se cubría con losas. En la
primera câmara había dos individuos en decúbito supino extendido, y en
la segunda otros dos cuya posición resulta inaveriguable por la escasez de
los restos. En esta segunda câmara aparecieron vestigios de ajuares: un
puñalito de hierro y posibles restos de otro, un fragmento de clavo o
punzón y un fragmento de cerámica lisa perteneciente a una ollita. EI
conjunto de las sepulturas de esta almacabra ha de situarse
cronológicamente en época hispanomusulmana, sin mayores precisiones
(siglos VIII-XV).
Bellreguard (Valencia): Las fosas de esta almacabra de época moris-
ca eran simples y con cubierta horizontal de tejas, tipo que cuenta con
paralelos en otros puntos de la comarca.
Cabezo del Aljezar (Ricote, Murcia): Las tumbas de esta almacabra
están excavadas directamente en la tierra. Poseen una fosa rectangular,
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 55

con cabecera en ocasiones redondeada, cubierta de losas de caliza, y una


prefosa también rectangular. No hay atestiguado ningún túmulo. La
orientación de estas tumbas es Suroeste-Noroeste, con el cadáver sobre el
costado derecho -con lo que el rostro mira hacia la Meca- y las manos
ante la pelvis. Su cronología es incierta (siglos XII-Xil?).
Calatrava la Vieja (Ciudad Real): La almacabra fortuitamente descu-
bierta en esta ciudad yerma se encuentra extramuros de la misma, en un
terreno próximo a su puerta en recodo y que cae en suave pendiente. De
momento han sido halladas diez tumbas, dos de ellas completas. El con-
junto se dispone en paralelo, con orientación Suroeste-Noreste -salvo dos
de ellas, orientadas más hacia el Suroeste-. Las paredes de las tumbas es-
tán formadas por adobes de color grisáceo o blanquecino. Dos de las se-
pulturas conservan sendas cubiertas del mismo material. Las tumbas me-
jor preservadas están excavadas en la tierra, con las fosas revestidas de
adobes ensamblados entre sí y que, hincados verticalmente, hacen contac-
to directo con el suelo. Dispuestas contiguamente en sentido longitudinal,
la separación entre ambas está hecha mediante uno de esos adobes. Las
paredes son verticales y el fondo plano, con una ligera inclinación de la ca-
becera a los pies. La cubierta de una de ellas, prácticamente completa, era
plana, de adobes que cubrían el espacio de la fosa sin apoyarse en las pare-
des. En ninguna de las tumbas se ha podido detectar señalización superfi-
cial alguna. Hay posibles restos de tres hitos o cipos, pero su identificación
no es segura. Los cuerpos estaban en decúbito lateral derecho, con la cabe-
za al Oeste y mirando al Sur. Las extremidades superiores se colocaron a
Io largo del cuerpo o bien ante la pelvis, y las inferiores estaban ligeramen-
te flexionadas. No hay restos de ataúdes, sudarios u otros elementos com-
plementarios. La cronología de los dos enterramientos excavados en su to-
talidad hay que encuadrarla en los diecisiete años de dominio almohade
de la ciudad (1195-1212), en virtud de los restos cerámicos descubiertos.
En cuanto a características antropológicas, los cadáveres de las tumbas ex-
cavadas en su totalidad son de un hombre entre 24 y 30 años, de 1,58 a
1,61 metros de estatura, y de una mujer de entre 1.4 y 17 años y con una
estatura de 1 ,45 a 1,47 metros.
Cieza (Murcia): la almacabra de este importante despoblado se
encuentra intramuros, en el extremo oriental de la ciudad, en una colina
aislada del resto del poblado. Sólo se han excavado unas pocas tumbas,
precisamente aquellas que en su momento fueron objeto de expolio por
parte de excavadores clandestinos. Las fosas de dichas tumbas están
orientadas en sentido Noreste-Suroeste y sus paredes son de yeso y
pequeñas piedras. Son de planta rectangular; y en general poseen cabecera
ultrasemicircular. Los difuntos se enterrarían en decúbito lateral derecho,
con el rostro mirando al Sureste. Estas fosas se cerraban con lajas de
piedra trabadas con guijarros. Sobre estas lajas había túmulos de planta
rectangular de unos dos metros por 90 centímetros. Las paredes presentan
un ligero talud, y las cubiertas exteriores son planas. Los conjuntos van
enlucidos con yeso. El espacio entre las lajas que cubren las fosas y la
cubierta es un relleno de tierra y guijarros. El perímetro de cada uno de
los túmulos con que se remataban los sepulcros está marcado por piedras
trabadas con yeso. El hecho de que la almacabra en cuestión se encuentre
intramuros ha hecho que las tumbas estén hacinadas, habiendo casos de
unas fosas que rompen otras.
56 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Conimbriga (Condeixa, Portugal): En la explanada ante las termas


de este yacimiento romano se encontraron por lo menos dos enterra-
mientos islámicos, caracterizados por tener la cabeza orientada al Oeste y
el cuerpo de costado, mirando al Sur. Ambos se encuentran intramuros, lo
que hace pensar que cuando fueron hechos la ciudad de Conimbriga se
había reducido de forma notable, no ocupando la totalidad del recinto
amurallado romano.
Murcia: [,n esta ciudad se han excavado tres almacabras: la conocida
como de Santa Eulalia,la de San Nicolds y la de la calle Polo de Medina.
La almacabra de Santa Eulalia se encuentra intramuros de la cerca
murciana del siglo XII y extramuros de una que dataría de los siglos X-XL
Dicho cementerio quedó sin servicio en el siglo XII. En él se detectaron
dos niveles de tumbas: uno inferior, en funcionamiento antes de
construirse la muralla del siglo XII, y uno superior, que volvió a usarse
entre 1243 y 1265, fechas de las tomas de Murcia por Alfonso X de Castilla
y Jaime I de Aragón, respectivamente. Los enterramientos del nivel
inferior se caracterizan por sus fosas de tierra, los cadáveres en decúbito
costal derecho y orientados de Suroeste a Noroeste, con los rostros vueltos
al Sureste, y la proximidad entre unos y otros e incluso su superposición
tangencial. No hay señales exteriores de ningún tipo ni ajuares -salvo en
dos tumbas, donde se hallaron sendos candiles-. En cuanto al nivel
superior, la orientación de los cadáveres es tal que la cabeza apunta al
Suroeste y el rostro está vuelto al Sur. Las fosas son de ladrillos macizos
dispuestos en muretes de medio pie revestidos al interior de yeso amarillo.
Su planta es siempre rectangular, con los extremos redondeados con el
propio revestimiento de yeso. Sobre la fosa se disponía una prefosa o
anlecâmara de planta rectangular. EI conjunto se cierra con lajas de piedra
arenisca gris. El perímetro tumbal se señalaba mediante ladrillos, que eran
los de los muros de la antecámara que emergían hasta el nivel de la
superficie del suelo. Estas sepulturas eran individuales, emparejadas o
formando grupos de tres. Se dan casos de reutilizaciones. Se conservan
restos de una posible qubba o panteón y en una de las tumbas se halló un
banquete funerario. Fuera de las fosas se encontraron también elementos
que se supone pudieron serwir de ajuar: pulseras de vidrio, alfileres de
cobre, dos cuentas de collar y un objeto de vidrio azul. El cementerio de
Santa Eulalia debió contar con un oratorio al aire libre o musalla,
conclusión a la que se ha llegado por razones toponímicas.
La necrópolis llamada de San Nicolás es una almacabra intramuros de
la ciudad. Está delimitada a Norte y Oeste por el muro de tapial y una
calle. Los enterramientos, de los que en 1985 se habían excavado 500,
poseen como características generales el tener los cadáveres en decúbito
lateral derecho, con la cabeza hacia el Suroeste, los pies hacia el Noreste y
el rostro vuelto al Sureste. Las manos se encontraban cruzadas sobre Ia
pelvis, y las rodillas, flexionadas. Las fosas eran estrechas, excavadas
directamente en la tierra, sin obra alguna. La cabeza se colocaba a veces
sobre una piedra o ladrillo, a fin de sujetarla bien. En Ia base de algunas
fosas, y para dar regularidad al suelo, se ponían ladrillos sueltos, que se
encuentran también entre ciertos difuntos y las paredes de sus fosas,
sirviendo así de apoyo y fijación para aquéllos. No se han encontrado
ajuares de ninguna clase. En esta necrópolis destacan dos sepulturas
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 57

construidas con sillares de piedra arenisca. Si bien al exterior de las


mismas se da cierta monumentalidad, los cadáveres están enterrados en
una simple fosa excavada en la tierra. Otras dos sepulturas son de adobes,
como las de Calatrava la Vieja. Hay dos tipos de túmulos: uno de ellos es
de planta rectangular y paredes verticales de ladrillos enlucidos de yeso al
exterio¡, a la manera de los que se encuentran en la almacabra de Cieza
(Murcia); el otro tipo es de planta rectangular con sección escalonada en
los cuatro costados. Se conservan aquí tres gradas de arenisca
blanco-amarillenta. El excavador de esta necrópolis se pregunta si este
conjunto remataba con una maqabriya. Por lo que respecta a la cronología
del cementerio de San Nicolás, éste se construyó sobre un alfar fechable
entre los siglos X y XI y se utilizó hasta la conquista de Ia ciudad o hasta
muy poco después (1243-66), fecha dada por los restos encontrados en la
atarjea de la calle vecina. Los muros de cierre son posteriores a los
primeros enterramientos: calles y edificios se adaptan al cementerio. Todo
parece indicar que la necrópolis surgió extramuros, sobre el alfar, en una
zona que posteriormente fue englobada por la expansión urbana. De esta
almacabra se ha hecho el estudio antropológico de 198 cadáveres, de los
que se sabe que 68 eran varones y 37, mujeres. La esperanza media de vida
ha sido establecida en 25 años, con una tasa de mortalidad del 39 por mil.
Las condiciones de vida debían ser adversas, con una deficiencia crónica y
generalizada de la dieta, fuertes ataques infecciosos e hipoplasia del
esmalte dental en el 90o/o de los individuos, lo que implica caries, abscesos
crónicos y piorrea, enfermedades también favorecidas por una dieta rica
en azúcares y una mala higiene dental. La hipermortalidad juvenil es más
elevada en las mujeres debido a los embarazos y partos a edad muy
temprana, de lo que se derivaban complicaciones. Se han encontrado dos
fetos y el cadáver de una mujer que murió a consecuencia del parto.

En cuanto a la excavada en la calle Polo de Medina, se trata de una


almacabra intramuros próxima a la alcazaba. Se ignora a este respecto si
era un cementerio para uso exclusivo de los habitantes de ésta o si era una
necrópolis intramuros adscrita a la mezquita aljama o a la de San
Bartolomé. Se han recuperado 193 cadáverei en deõnb¡to lateral derecho,
orientados de E.-O., con el rostro y los pies hacia el SE. Hay fosas simples
en todos los niveles; fosas muy próximas unas de otras en los niveles más
modernos; y tumbas escalonadas de piedra y tumbas de ladrillo en las fases
antigua y moderna, respectivantente. No se han descubierto restos
epigráficos. El índice de muertos infantiles y juveniles es muy elevado.
Segóbriga (Saelices, Cuenca): Se trata de una necrópolis visigoda,
fechada en el s. VII J.C., con al menos veintitrés enterramientos poste-
riores al 711, es decir, musulmanes. Estos se caracterizan por su
orientación Norte-Sur y por tener sus esqueletos en decúbito lateral
derecho con la cabeza vuelta hacia el Este. Indudablemente, no debe
tratarse de la única necrópolis visigoda hispana con niveles de primera
época islámica.
Toledo: La almacabra excavada en Toledo está situada en el circo
romano, en la Vega, extramuros de la ciudad. Las tumbas de esta necró-
polis son de diversos tipos, lo que ha permitido establecer la hipótesis de
posibles diferencias sociales o de un cambio de ritual en un momento
determinado.
58 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Hay tumbas sin estructura definida, inhumaciones éstas con ataúd. su


orientación es Suroeste-Noreste, con el cadáver en decúbito supino y el
rostro mirando al Sureste. En una de ellas se han encontrado dos anillos
de pasta vitreay un collar de cuentas de azabache. La cronología de estas
sepulturas es imprecisable.
Las tumbas con cubierta plana la tienen de ladrillos o de piedras
unidas con cal, en todo caso bordeada de ladrillos puestos de canto. Todas
tienen atati.d. La orientación es Suroeste-Noreste, con el cadáver decúbito
supino, su rostro vuelto al Sureste. Se han encontrado cuentas de collar y
anillos y pulseras de pasta vítrea o de azabache. La cronología de estas
tumbas oscila entre los siglos XII al XIV es deciq son posteriores a la toma
cristiana de la ciudad, lo que prueba que estâ almacabra se siguió
utilizando, en contra de la regla general que habíamos señalado. Hay que
destacar que entre estas tumbas de cubierta plana las hay que están
señaladas mediante un cipo hincado en Ia cabecera.
Las tumbas llamadas de lucillos por el excavador de esta necrópolis
aprovechan en ocasiones las estructuras del circo romano. Su planta es
trapezoidal, sus paredes interiores son en general de ladrillo -pues también
las hay de piedra, aprovechando el podium de la estructura circense- y
están enfoscadas. Poseen una bóveda de ladrillos unidos con cal. En estas
tumbas se enterraba con ataúd. El cerramiento de las sepulturas consistía
en ladrillos unidos con cal, ladrillos y piedras entremezclados o piedras
irregulares. Todos los enterramientos de lucillos son de adultos. Su
orientación es Suroeste-Noreste y a veces Norte-Sur, para mejor apro-
vechar estructuras anteriores. El cadáver se colocaba en decúbito supino,
con la cabeza vuelta a la derecha -mirando, por tanto, al Sureste- sobre
una almohadilla de tierra. En cuanto a su cronología, es posible que todos
ellos correspondan ala erapa mudéjar.
Un último tipo de sepulturas es el de las que poseen fosas en alcaén, es
decir, que están cavadas directamente en el alcaén o tierra arenosa propia
de Ia zona. Son muy estrechas, con los extremos más o menos
redondeados. Algunas conservan restos de cubierta de madera o de tejas.
Se orientan en sentido Sureste-Noroeste, con los cadáveres en decúbito
lateral derecho, los rostros mirando al Este. La estrechez de las fosas hace
que los esqueletos rocen sus paredes. No hay en estas tumbas restos de
ajuares ni de ataúdes. Su cronología ha de situarse en el período de
dominación islámica, sin que se pueda precisar si emiral, califal o taifa.
La Torrecilla (Granada): Se trata de una necrópolis rural. Las tum-
bas están orientadas en sentido Norte-Sur, con los esqueletos -21 en total-
en decúbito costal derecho mirando al Este. Las manos están extendidas
ante la pelvis, y las piernas se encuentran ligeramente flexio-nadas. Las
tumbas se señalan mediante hiladas de grandes losas hincadas
verticalmente a lo largo de sus flancos occidentales. Estas hiladas parecen
estar dispuestas más para señalar la existencia de las tumbas y evitar su
destrucción que para proteger los cadáveres, enterrados directamente en el
suelo arenoso. Algunas de estas losas presentan señas de combustión, por
lo que se ha pensado que podrían haber pertenecido a los hogares de los
difuntos. Como ajuar se encontró alguna ollita y un collar de cuentas de
cristal y de cobre. Al menos uno de los cadáveres fue enterrado con aIaúd,
pues en su tumba se encontraron tres clavos. La necrópolis fue utilizada
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 59

entre los siglos X y XIV momento de abandono del hábitat próximo,


posiblemente a raiz de la peste que asoló el reino granadino como el resto
de la península. A través del estudio antropológico de los restos óseos se
sabe que cinco individuos eran infantiles o juveniles y 16 eran adultos -de
ellos, nueve eran hombres y siete, mujeres-. La estatura promedio de los
hombres era 1,64 metros y la de las mujeres, 1,51. Los huesos son largos y
gráciles, definiendo un tipo de individuo esbelto. La muerte por causas
naturales -vejez- acontecía entre Ìos 40 y los 50 años.
Tortosa: Se ha excavado la almacabra de la Suda (Zuda), con niveles
de enterramiento correspondientes a otros seis niveles cronológicos dife-
rentes entre los siglos X y XII.
El primer nivel corresponde a mediados del siglo X. Se trata de una
tumba de sección semicircular, orientada en sentido Noreste-Suroeste y
cubierta de estuco rojo. La base es un repié inclinado e irregular. En su
interior hay dos bordillos de losas verticales que delimitan la fosa. Sobre
los bordillos hay losas horizontales. El conjunto se cubre de piedras y
cantos unidos con mortero blanco. La sepultura propiamente dicha ocupa
longitudinalmente 180 centímetros de los 310 que mide en total la tumba.
El relleno es de tierra. Los restos óseos, muy escasos y correspondientes a
una persona de edad quizás muy avanzada, se encontraron en decúbito
costal derecho, con el rostro mirando al Sureste. Con esta tumba habría
que relacionar Ia lápida en árabe conservada en el Parador Nacional de
Turismo de Tortosa y que corresponde a la sepultura de al-Jazin al-Qaid
Abdassalam b. Abdallah b. Basil, muerto el 7 de enero de 961.
El segundo nivel, coetáneo del anterior, poseía dos sepulturas
paralelas excavadas en la tierra y con las paredes internas enfoscadas de
mortero. Son de planta rectangular, con los extremos redondeados, el
fondo plano y los costados divergentes. Carecen de cubierta especial. Su
orientación es Noreste-Suroeste, y los cuerpos -uno de niño y otro de
adulto- se encuentran en decúbito costal derecho, con el rostro virado al
Sureste, las extremidades superiores colocadas sobre la pelvis y las piernas
ligeramente dobladas.
El tercer nivel corresponde a un segundo momento cronológico. Posee
tres fosas simples, con restos de mortero y sendas osamentas, todas
orientadas en sentido Noreste-Suroeste. Una está en decúbito supino, con
Ia cabeza sobre el costado derecho y mirando al Sureste, mientras que las
otras dos lo están en decúbito lateral derecho. A los pies de uno de estos
cadáveres se encontraron restos dejarritas.
El cuarto nivel posee restos muy mal conservados de posibles tumbas
estucadas de rojo.
En el quinto nivel hay tres tumbas trabadas entre sí. Sobre ellas se
asienta la muralla de los siglos XVII-XVIII. La orientación de dichos
sepulcros es Noreste-Suroeste, su planta es rectangular de sección cua-
drada y su interior se encuentra enfoscado de estuco rojo granate. Sobre
ellos se encontraron restos de posibles maqabriyas. Cronológicamente, este
nivel es del s. XII, y hay que relacionarlo con las maqabriyas que se
conservan en el museo de Tortosa.
60 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

El sexto y último nivel posee fosas simples orientadas Noreste-Suroes-


te, con los cuerpos -dos de niño y tres de adulto- en decúbito lateral dere-
cho salvo uno de ellos, que se encuentra en decúbito dorsal y con el rostro
virado. Entre las vértebras cervicales y las costillas de uno de los adultos
había una punta de flecha metálica.
Los excavadores de este cementerio han concluido que éste era una
almacabra restringida ala alcazaba delaZuda. La tumba del primer nivel
corresponderia ala fundación de Ia necrópolis, y el personaje enterrado en
ella era un caíd muy venerado en cuyo derredor se dispusieron los demás
enterramientos. La cronología del conjunto abarca del siglo X al XII, con
posibles perduraciones en el XIII.
Vascos (Navalmoralejo, Toledo): En esta importantísima ciudad
yerma hispano-musulmana se conservan dos necrópolis, ambas
extramuros y cruzadas por los caminos de acceso a las puertas principales.
Los enterramientos se señalan mediante cipos hincados en las esquinas de
cada tumba, por lo que las contiguas los comparten. Las fosas, talladas en
la roca viva, son muy estrechas, orientadas de Oeste a Este y con el
cadáver en decúbito costal derecho. Cada fosa se delimita mediante un
rectángulo de piedras. Se ignora a ciencia cierta el sistema de cubrición,
aunque al parecer era de tejas. Algunas tumbas consisten en una simple
fosa, lo que ha llevado a preguntarse si existiría alguna diferencia social
entre sus dueños y los de las más complejas.

Almacabras saraqustíes
Tal y como se ha dicho, en este apartado nos limitaremos a escribir
una sinopsis de los datos que las fuentes escritas en lengua árabe aportan
al respecto.
Comencemos por recordar cómo todas las grandes ciudades del Islam
presumen (con más o menos fundamento) de custodiar los restos de algún
personaje especialmente venerado. Zaragoza seguía esta tónica, pues
varias fuentes recogen la tradición de la muerte y sepultura en ella de dos
Sucesores de los Compañeros del Profeta que habrían llegado a al-Andalus
en los tiempos de la conquista, en el segundo decenio del siglo VIII. Uno
de estos sucesores se llamaba Hanash as-Sananí; el otro recibe distintas
denominaciones según la fuente que hable de é1, siendo la más frecuente
Alí b. Rabah. A Hanash, y en ocasiones a su compañero de nombre
variable, se le atribuía nada menos que la fundación de Ia mezquita aljama
de Zaragoza y la erección de su mihraå. Veamos cuáles son, por orden
cronológico de redacción, las noticias en cuestión y los autores o, en su
caso, las obras anónimas que las transmiten (cuyos nombres aparecen en
todo caso entre paréntesis):
Hanash murió en Zaragoza y está sepultado junto a la Puerta de los
Judíos, al Oeste de la ciudad (Ibn al-Faradí, Fath al-Andalus,
ar-Risala ash-sharifiyya y al- Maqqarí).
Hanash murió en Zaragoza y su sepulcro es conocido (Ibn Abí
I-Fayyad y al- Himyarí).
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 61

Hanash as-Sananí y Alí b. Rabah murieron en Zan:agoza y están


sepultados en la Almacabra de la Puerta del Sur (Ibn al-Faradí,
al-Udrí y al-Himyarí).
El emplazamiento del mihrab y el de la tumba de hanash en Zaragoza
son conocidos. También se conoce la tumba de Alí b. Rabah en la
misma ciudad (al-Bakrí).
Hanash as-Sananí y Farqad as-Sanjarí, acerca de quienes hay dispari-
dad de criterios sobre si eran o no Compañeros del Profeta, están ente-
rrados en Zaragoza (az-Zuhrí).
Hanash as-Sananí y Firqid as-Sanjí, dos Compañeros del Profeta,
están enterrados en la alquibla de la mezquita aljama de Zaragoza, en
el exterior del mihrab y delante de él (Descripcion Anónima y, con
algunas variantes, Ibn Zunbul).
Desde luego, no cabe duda de que estos santos varones eran muy
venerados enZatagoza, donde sepulcros que eran tenidos por suyos serían
objeto de un culto especial. De los datos expuestos se puede concluir que
alguna almacabra saraqustí -no sabemos si situada al Oeste de la ciudád,
cerca de la Puerta de los Judíos; al Sur de la urbe, extramuros de la misma
y cerca de Ia correspondiente puerta; o junto a la mezquita aljama- debió
surgir en torno a sus tumbas, donde los fieles se congregaban en vida y
tras la muerte en busca de la intercesión y el calor de la baraca de tan píos
personajes. Hasta aquí nada se sale de lo teóricamente verosímil y con
paralelos materiales claros en otros puntos de al-Andalus y de todo el
mundo islámico.
Vale la pena mencionar una anécdota relativa a estos varones y sus
tumbas recogida por al-Udrí y al-Himyarí: ambos dicen que Hanash y Alí
estaban enterrados en Zaragoza, en Ia Puerta del Su{, y que sus sepulcros
no consistían sino en unos montones de piedras. Cierto emir saraqustí
quiso construir sobre ellos un mausoleo que permitiera identificarlos a
quienes acudían a la ciudad en busca de sus beneficios, costumbre bien
desarrollada en toda laDar al-Islam, corrto hemos visto, mas fue disuadido
de su proyecto por una virtuosa muje4 quien le dijo que ambos personajes
Ia visitaron en sueños y le habían dicho que les repugnaba la idea de que se
construyera" nada sobre sus tumbas, que-debían qr"ão, tul y como estaban.
El emir, tras oír las palabras de aquella mujer intachable, renunció a su
cometido y no osó tocar siquiera las tumbas.
Lo cierto es que hoy día se considera muy improbable que Hanash y
su opcional compañero hubieran estado en Zaragoza, ni siquiera en
al-Andalus. La tradición relativa a su muerte y sepultura en Ia metrópoli
de la Marca Superior ha de verse como la islamización de la de los Santos
Mártires, que Prudencio, San Braulio, San Eugenio y San Isidro recogen
con gran detalle, describiendo sepulcros y edificios varios de culto. La
fundación de la mezquita aljama sería la islamización de la fundación del
templum que en honor de los Mártires se erigió sobre sus tumbas, al Sur
de la ciudad, detalle topográfico que coincide con las fuentes árabes que
hablan de una Puerta del Sur a la hora de situar el lugar de reposo de los
santos musulmanes. Lo que no obsta, como ya indicábamos, para que la
veneración a estos personajes fuese real y tuviese un fuerte peso específico
en la religiosidad popular saraqustí, siempre tan fuerte y arcaigada.
62 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

La única almacabra zaragozarra con datos materiales conocidos es la


de la calle Predicadores. El resumen de la comunicación que sus
excavadores aportan al III Congreso de Arqueología Medieval Española
facilita los siguientes datos, únicos disponibles hasta que se publique la
correspondiente memoria: esta almacabra, que las fuentes escritas no
permiten identificar con seguridad -¿sería la que mencionan Ibn
al-Faradí, el Fath al-Andalus, la Risala ash-sharifiyya y al-Maqqarí y que
estaría contigua a la Puerta de los ludíos, al Oeste de la ciudad?-, posee
una gran densidad de enterramientos, ya que se han recuperado casi
doscientos cadáveres en otros tantos metros cuadrados de superficie
excavada, aunque dichos cadáveres se encontraban en distintos niveles
supelpuestos. La situación topográfica de la necrópolis es bastante lógica
y acorde con la tradición de los cementerios islámicos, ya que se encuentra
extramuros y cerca de una puerta de Ia ciudad, concretamente la conocida
desde época cristiana como Puerta de Toledo, que también iniciaba el
camino que conducía a la Aljafería. Esperamos que los resultados de la
excavación, realizada de forma metodológicamente excelente, vean pronto
la Iuz y todos podamos beneficiarnos del conocimiento de la tipología de
las tumbas, del estudio antropológico de las mismas y de los detalles
cronológicos de esta almacabra saraqustí.

Post scriptum
Entregado ya a imprenta el presente trabajo hemos tenido conoci-
miento, a través de la prensa nacional, de la excavación de una importante
almacabra en la ciudad de Granada. Esperamos la pronta publicación
científica de sus resultados.

Glosario
almacabra (del árabe al-maqabir, plural de al-maqbara"., a su vez de qabr '^):
necrópolis islámica.
alquibla (del árabe al-qibla, literalmente el Sur): dirección de Ia Meca, que los
musulmanes miran durante Ia oración. Muro que la indica en una
mezquita.
Dar al-Islam: (expresión árabe): el mundo islámico.
maqbara, pl. maqabir (palabra árabe): almacabrao, necrópolis islámica.
mihrab (palabra árabe): nicho que se encuentra en la alquibla* de una
mezquita y que sirve para identificarla y señalar la dirección de la Meca.
maqabriya (palabra árabe dialectal marroquí): estructura que consiste en un
plinto rectangular rematado por un prisma de sección triangular cuyas
paredes mayores y menores se cubren de decoraciones diversas,
gerreralmente epigráficas en las mayores y geométrica o floral en las

musalla (palabra ârabe): oratorio al aire libre.


qabr (palabra á,rabe): tumba.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 63

qubba (palabra ârabe): edificio de planta central cubierto con cúpula y que
generalmente se utiliza como mausoleo.
rauda (del írabe rawda*): necrópolis islámica.
rawda (palabra árabe):jardín; por extensión, jardín funerario. Rauda".
zawiya (palabra ârabe): edificio (o grupo de edificios) levantado en torno a
una tumba venerada y que se destinaba a convento, escuela coránica y
hospedería gratuita.
64 oLJADERNoS DE zARAcozA 6a

Bibliografia
La presente bibliografía carece de afán alguno de exhaustividad. En ella se
consignan sólamente los títulos en que se encontrarán los datos que figuran en
el presente trabajo. A ella habrá de acudir quien desee profundizar en los
mismos.
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ffi
El cementerio judío
de Zaragoza-
Miguel Angel Motis Dolader

Introducción
unque la presencia hebrea en nuestra ciudad se remonta
al siglo III, en plena dominación romana, Ios primeros
atisbos documentales se sitúan en la segunda mitad del
siglo IX, en que el diácono del monarca franco Ludovico
Pío -que atendía al nombre de Bodo- al poco de insta-
larse en la urbe, adoptó la religión mosáica, alcanzando
notable predicamento como polemista, hecho que con-
turbó a sus coetáneos.
La historiografía no alberga duda alguna respecto al hecho de que
cuando fue reconquistada por Alfonso I el Batallador en 1118, su
comunidad estaba cohesionada y contaba con efectivos estimables. Con
motivo de la entrada en vigor de las capitulaciones firmadas tras la
rendición, no fueron obligados a trasladarse de su antiguo asentamiento
en el cuadrante suroriental del recinto romano (en la Edad Media la
judería llegó a ocupar una superficie de alrededor de siete hectáreas y
media), sino que se les otorgó licencia para permanecer en é1, ala par que
eran confirmados sus bienes y propiedades.
Empero, y en sentido riguroso, el primer indicio escrito de su constitu-
ción como aljama -es decir, el momento en que existe constancia de que
los judíos zaragozarlos se erigen en entidad jurídica con un tejido institu-
cional intrínseco que requiere, por razones de la práctica cultural, vn quo-
rum rrainimo de diez varones mayores de edad o minyón- data del año
1175, época en la que sus moradores desarrollaban unas actividades so-
cio-económicas eminentemente rurales.
6B CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Ritos funerarios
Considero que en este somero análisis del cementerio judío de Zarago-
za no podemos limitarnos a su descripción física; es menester desbrozar
algunos aspectos de las ceremonias que rodean el hecho mismo de la
muerte, léase, el mundo de las manifestaciones externas cuyo substratum
lo configuran las propias creencias en sí mismas.

Ceremonìøs post mortem


Sin duda, los ritos que giran en torno al ars moriendl son una de las
manifestaciones más cabales y genuinas de la cultura -escatológica y
telúrica a un tiempo- de todo un pueblo, en este caso del hebreo. Con este
propósito nos ceñiremos a la información prodigada en la documentación
de los archivos locales, aunque ha de entenderse que estas prácticas no
diferían en mucho del resto del reino.

En el epílogo de ln vída: los moríbundos


Cuando el interfecto sentía la muerte pronta y la vida queda --esta en
ora de mala ventura, se sentia mal y pensøva morir, estaba afrontando la
muerte- hacía llamar a uno de los rabinos de la sinagog a parra confortarle
espiritualmente. Era el momento de manifestar la expiación y contricción
de sus pecados, para lo que se servían de un libro de confesión que lo
claman el budduy y que lo facen los iodios quando se quieren morir.
Al tenerse constancia de que algún judío se encontraba gravemente
enfermo, en difícil trance, era un deber ir a visitarlo y, eventualmente,
ocuparse de la familia si quedare desasistida.
Poco antes de expirar -articulo mortis - sus deudos le vuelven 7a cata
hacia la pared que significa quando el rey Eccechias dixo el propheta
Issaias: "O rey, luego te moriras y no viviras, dispone de tu casa"; que
entonces el rey Eccechias bolvio la cara a la pared y lloro su pecado, y Dios le
prolongo la vida por quince ønyos; y por esta prolongacion de vida los iudios
quando se querian morir, volvian la cara hacia la pared para llorar su
peccado.

Amortaiamíento
Cuando el cuerpo yacía inerte, el hijo mayo4 el cónyuge o el proge-
nitor le cerraban los ojos -caso de que permanecieran abiertos-, pues
existía la creencia de que el difunto no debía seguir mirando este mundo
porque, caso contrario, no sería capaz de discernir el otro.
Una de las virtudes proclamadas por los libros sacros de las religiones,
monoteístas o no, junto con la caridad, consiste en procurar consuelo a los
afligidos. De hecho, :urla vez que había expirado, era necesario que el di-
funto estuviera en todo momento acompañado (levaid o acompañamien-
to). Todos aquéllos que lo velaban eran dispensados de cualquier otro de-
ber religioso, así como los miembros de la familia enlutada. Por imperati-
LAS NE,CROPOLIS DE ZARAGOZA 69

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Mojaciótt del cententerio iudío realizado a principios del siglo XVII en eI término de
Miralbueno (AHPZ, Protocolo de Marlín Espanyol, 1616, fs.2-3).

vo moral los hijos tienen obligación de cuidar y asistir al entierro de sus


padres.
Conocida la dolorosa pérdida se dirigían unos a otros palabras de
aliento, condolencia y pesar del tipo de : Dios perdone en su ley, buen poso
haya o buen poso aya en su ley, así como frases laudatorias. Por otro lado,
y conforme iban llegando los concurrentes, se repartían trocitos de lienzo,
guardados en pequeñas cajitas, listos para estas ocasiones, con los que las
judías enjugaban las lágrimas que manaban de sus ojos (para elploro).
Las declaraciones de un rabino confidente del Santo Oficio de Valen-
cia, poniendo al corriente al alto tribunal de las ceremonias judaicas más
destacables para poder perseguirlas con facilidad, describe escueta pero
elocuentemente la ceremonia de los diffunctos, que resume así: le laban con
agua caliente, rapandole la bat'ba y debaxo de los brazos y otras partes del
cuerpo, y los amortaian con lienço nuebo, calçones y camisa limpia, y cctpcr
plegada, y les ponen a la cabecera una almohada con tierra virgen, y en la
boca moneda de plata, aljofør o otras cossas; y denaman por las cassas de
los diffunctos el agua que tienen los cantaros y tinajas quando mueren.
En efecto, antes del entierro el cadáver debía ser sometido a una serie
de operaciones. La fase, denominada tahará, consistía en bañar y purificar
el cuerpo con agua tibia después de haberle cortado las uñas, el pelo y el
vello de todo el cuerpo -elementos considerados impuros por el Talmud-.
Lavado el cuerpo -rehizat hamet- se Ie envolvía con una mortaja de
lino blanco (tcLirijin) cosida a grandes puntadas de forma provisional -en el
ataúd le será puesto su taled -. Los judeoconversos procesados por el
70 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

tribunal de la Inquisición con sede en nuestra ciudad nos colocan sobre la


pista de alguna de estas mortajas.
Violante Matheu, vecina de la ciudad, al referirse a la defunción de su
sobrina, provocada accidentalmente al precipitarse por unas escaleras,

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Descripción de un amortajantiento a ntodo judaico a la ntuerte del notario zarogozano


Belenguer de Torrellas (AHPZ Sección Inquisición, leg. 1 7/5. 3v).
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 71

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Lns iudíos de Zaragoza -con'to testifica Salamón Aliça- entpleabatT en tonlo a 25 codos de
lienzo para amortaiar a sus difuntos ntientras que los cristíanos utilizaban tatt sólo 5
(AHPZ, Sección Inquisición, leg 33i 1. fs. 9v-10).

evoca que le pusieron unos calçones de lienço, que le subian ttn poco enci-
ma de la rodilla e con una mortalla e una barballera. Simllat testimonio de-
pone una mujer con ocasión de la muerte del notario zaragozaîo Belen-
guer de Torrellas -también de ascendencia israelita- a quien Ie confeccio-
ió hunos calçones de lienço y pusole huna cofia y hun trapo por la cara y
con ciertas vendas envendolo por los oios y por la boca de ln manera que los
judios fazen a sus muertos.
A pesar de que estaba prohibido, si el difunto era varón, que le amor-
tajaran mujeres y viceversa, lo cierto es que las féminas en la sociedad jrr-
díâ aragonèsa desempeñaron un papel de primacía en la preparación del
cadáver en su tránsito hacia la otra morada.
No sabemos con exactitud la longitud de los sudarios empleados pero,
si nos atenemos a las prácticas de los conversos, se adquirían entre veinte
y veinticinco codos de lienzo para confeccionar la vestidura mortuoria,
mientras que los cristianos utilizaban menos de la mitad, pues no solían
vendar el cadáver.
La colocación en la cabecera del cadáver de una almohada con tierra
virgen, se documenta también entre los judeoconversos castellanos quie-
nes, en momento tan grave de su existencia, intentan seguir la fe de sus
mayores. El hecho de que los zaragozanos lo hicieran, no está consignado
en las fuentes manejadas, lo que no significa qlte no lo obser-varan.
El significado de derramar el agua tras expirar su último aliento el
finado no parece estar muy claro -a veces la habi¡ualidad de un acto llega
a privarle del sentido primigenio, siendo realizado inconscientemente por
72 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

los practicantes-. Una de las versiones se basa en la creencia de que se


quería impedir que el alma se bañara en ella durante los primeros siete
días, lo que no entra en contradicción con la circunstancia de que nuestros
judíos bien el octavo día pusieran una palangana en el mismo lugar y hora
donde se produjo el óbito, bien un vaso de agua durante nueve jornadas
seguidas en el alféizar de la ventana, los sábados y días de luto para que el
alma pudiera refrescarse.
La otra explicación consideraba que el ángel de la muerte limpiaba su
mortífera espada con el agua que encontraba a su alcance tras haber
culminado su letal e inexorable encomienda. De cualquier modo, las
tinajas y vaxillos, rtr'a vez vaciados, eran sacados a Ia calle y puestos boca
abajo, en lo que se interpretaba como una muestra externa de dolor.
Momentos antes de formarse la comitiva mortuoria se le colocaba en
la boca un pedazo de pan, un grano de aljófar o una moneda de plata u
oÍo para que holgase alli en pas. Si se trataba de una criatura recién nacida,
la madre derramaba un poco de leche de sus pechos sobre su cabeza
-aunque este extremo no lo hemos podido verificar-.

Los funerales
El cortejo fúnebre tenÍa que cubrir una considerable distancia desde la
judería hasta el fonsario, que se hallaba, como tendremos ocasión de
abordal en el término de Miralbueno.
Recordemos como inciso que en Zaragoza existían dos barrios judíos;
la judería murada o vieja -que abarcaba el ârea circundada desde el fosar
de la iglesia de San Gil, en la actual confluencia de don Jaime I con el
Coso, siguiendo en línea zigzagteante hasta la plaza de la Magdalena- y \a
de los callizos de San Miguel o nueya -cuya columna vertebral se asentaba
en los callizos que actualmente reciben el nombre de Flandro, Ibarra y
Rufas-.
Hasta el último cuarto del siglo XIV no tenían posibilidad de seguir el
itinerario más corto, debiendo describir un pequeño rodeo. Ello se debía a
Ia prohibición del prior y los monjes de San Francisco, sucesivamente
novada, de que la comitiva atravesara una carrera que discurría frente al
citado monasterio y las casas de Arnalt de Francia -paso obligado teórica-
mente-.
Esta disposición se derogó en 1385, en consideración a los múltiples
servicios prestados a Ia congregación por el físico Mossé Alazar,judío de la
ciudad -quien asistía médicamente a sus frailes-, y en respuesta a sus
reiterados ruegos en pro de sus correligionarios. De este modo, reunido el
capítulo el 1ó de junio, permite que, mientras viviera el galeno, pudieran
seguir el trayecto anteriormente vedado, guardando, eso sí, la natural
compostura y silencio exigibles para no concitar el encono que podían
ocasionar los cánticos, salmodias y oraciones fúnebres -del tipo de tzédek
lefanav yehalei veyasem ledérej peamav (la justicia irá delante de él y trarâ
un camino para'sus pasos) -pronunciadãr pu.u honrar la memoiia del
extinto, acompañándose de instrumentos de percusión (tambores o tam-
borinos).
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 73

El texto de la resolución reza asi: ...que en todo el tiempo de vida del


dito maestre Mosse, que pudieresedes pasar e levar por îa dita carcera a
soterrar los cuerpos muertos de los iodios de la ditø ciudat. .. dius tal m(tnera
enpero e condicion que aquellos cuerpos muertos no pudiesen seer levados e
pasados con c(f,i'Ltos ni lecturas ahament; ante, todos øquellos qui los ditos
cuerpos levarian, siguirìan et compcLnyctrian, ysen e fuesen tenidos pasar e
andar, a saber yes, de la endret e entrada de las ceras costituidas entre las
casas de don Alþnso d'Anbel, qui fue, et del muro de piedra de la dita ciudat,
callando e sines canto e planto alguno, entro cL tanto que fuesen pasados de
la puerta del calliço que yes entre las casas del dito don Amal de Francia et
las casas de don Thomas Royo.
En el escatocolo del documento se contempla la posibilidad de
prorrogarlo indefinidamente, como según todos los indicios sucedió; lo
que viene a demostrar que el respeto mutuo de las respectivas religiones
en este aspecto se mantuvo hasta la extinción del judaísmo.
Cuando acaece el óbito de un integrante de la comunidad con el que se
mantenía alguna relación amistosa, parentelar o profesional, se interrum-
pe el trabajo para acompañarle en su último camino.
El ataúd era conducido por las personas más allegadas que solían ir
descalzas y que, de trecho en trecho, se turnaban para dar oportunidad al
mayor número de personas posible de honrar al fallecido. Suelen abrir la
comitiva las mujeres entonando lamentos e himnos. El Talmud explica
esta peculiaridad como recordatorio de que las mujeres trajeron la muerte
al mundo.
En este paisanaje no solían faltar las plañideras que, como comenta
M. MorHo al referirse a las tradiciones sefarditas en Salónica, recitaban
lamentaciones al son del pandero... De cuando en cuando, una de ellas
hablaba, meneøndo la cabeza de derecha a izquierda y de izquierda a
derecha, de las virtudes reales o fícticias del finado, de sus sufrimientos en el
curso de su vida y durante su enfermedad. Las otras respondían entonces
dando golpes con los pies y las manos.

Inhutnacìón
Por regla general, ningún cadáver debía conservarse durante la noche,
procediendo a su entierro casi inmediatamente después del fallecimiento.
Bien es verdad que esta norma entró en desuso para dar oportunidad a los
deudos del difunto a velarles y a reconfortar a viudas/os y huérfanos.
Retirado el cuerpo del domicilio mortuorio y conducido al osario, se
pronuncia el llamado tsiduc hadin -homenaje a aquél que es el Juez
Equitativo, que es justo cuando nos creó y que también es justo cuando
nos llama a pasar a la vida eterna-, seguido de la entonación de nuevos
salmos -el nonagésimo primero, entre otros-. Al descender el cuerpo se
recita una plegaria para el reposo del alma.
Conforme todos los asistentes echaban paladas de tierra se entonaba
el ki afar atá -po\vo eres y al polvo r,"uelves; el polvo que va a la tierra de
donde proviene, el alma va a Dios-. Es la oración fúnebre o hésped.
No se permite acudir al cementerio a las mujeres preñadas. Tampoco
suelen acompañarle al sepelio.
74 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Duelo y luto
Después del entierro, al volver a casa, se inicia en sentido riguroso,
que afectaba a la familia nuclear (padres, hijos, hermanos y al esposo o la
esposa si era superviviente), y a los allegados próximos o lejanos, en
distinta intensidad, claro está.
Se distinguen tres frases en el duelo, reduciéndose paulatinamente la
intensidad y el rigor de las manifestaciones de tristura y pesadumbre.

Schivá (siete)
La primera semana, los afligidos suspendían sus actividades habi-
tuales y no salían de sus casas. El servicio de culto se realizaba en el
domicilio -eximiéndoles de acudir a Ia sinagoga-.
Se leían Salmos, el libro de Jacob o el Eclesiastés; se comentaban
algunos pasajes de la Mishná -versión ortodoxa de la tradición oral- y el
Talmud -soporte intelectual y espiritual en el que se cimenta el edificio del
judaísmo-, pues es la vida del espíritu la que nos permite establecer un
nexo con los difuntos y, a través suyo, con la vida eterna. Los más piadosos
se sentaban en el suelo en señal de luto y proferían elegías bíblicas; las
mujeres iban veladas. Evidentemente se prohibía toda diversión o juego.
Todas las manifestaciones de duelo se suspendían el sábado y los días
festivos, aunque se computaban en la semana de duelo grande. Parte del
día en que ocumió la muerte o se recibió Ia noticia se contabilizaba como
día completo.
En el capítulo de la dieta alimenticia eran muy rigurosos. Como
proseguía en otro momento de su intervención el rabino delator al que nos
referíamos líneas atrás, comen en el suelo tras las puertas pescado -como
bien es sabido sólo está permitido comerlo si lleva escamas-, aceytunas y
no caftte, por duelo del diffunto.EnZaragoza se incluyen los huevos duros,
verduras y hortalizas. Por lo que se refiere a la bebida, sólo se ingiere
agua, que ha de ser traída de la fuente o de otras casas alejadas al menos
siete manzanas.
Algunas mujeres disponían durante nueve días seguidos un candil
encendido cada noche, encenado en la cambra donde murio su marido, y
esto porque creya que el alma del dicho su marido venia alli cada noche' Era
muy frecuente también -y de nuevo el judaísmo y el cristianismo se
hermanan- de mantener las lamparillas por el alma del familiar difunto,
no en el hogar sino en la sinagoga, a cuyo fin entregaban o costeaban
ciertas cantidades de aceite.

' Scheloschim (treinta)


Durante el primer mes se abstienen de todo lujo en el vestir, ciñéndose
con preferencia ropas oscuras ylo de color negro; los pobres que carecían
de medios económicos mandaban teñir sus ropas.
Suele ser el tiempo observado por los parientes más lejanos a partir
del tercer grado de consanguinidad y rememora el duelo habido por
Moisés.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 75

Toj schaná
Tianscurrido el primer año que sigue a la muerte, que es considerado
de duelo por los familiares cercanos, se celebra el aniversario, dando por
concluido el ciclo.
Recordemos a este propósito que los judíos zaragozanos medievales
solían consagrar determinados días del calendario festivo para recordar a
sus seres queridos: la víspera del Rosh Haschand -día de Año Nuevo- y el
Yom Kippur -Día del Perdón-, así como al cumplirse el primer mes de
fallecimiento. De todas formas siempre existe un día de los difuntos que se
cumplimenta con la celebración del yortæit,llamada por los sefardíes
limud o meldado.

Cofraûías funerørìas
Como ya apuntábamos en alguno de nuestros escritos, Ia aljama se
configura como una sociedad global -microsociedad, si se prefiere- que
se comporta al modo de una nomocracia paternalista, donde todas las
etapas de la vida de sus integrantes -desde el nacimiento hasta la senectud
y la muerte- son contempladas y atendidas, en una convergencia de
iniciativas públicas y privadas, fruto de la solidaridad intragrupal que
caracferizó a esta minoría.
Una de las obligaciones prioritarias que ha de garantizar la sociedad
-sin discriminación alguna- es la de un entierro digno -met mitzva-. Con
este fin, se crean asociaciones especiales, conocidas con el nombre de jevrá
kadishá, encargadas de los ritos mortuorios.
La Zaragoza judía contaba con una tupida red de cofradías piadosas y
asistenciales, las cuales funcionaban como asociaciones o hermandades de
ayuda mutua que no se circunscribían exclusivamente a sus afiliados y que
prestaban atención a las necesidades elementales de la vida -instrucción,
alimentación y vestidos- y la muerte. Los fondos de estas sociedades
filantrópicas se nutrían de las cuotas de los asociados, partidas de los
presupuestos aljamales, óbolos -entrega de limosnas parala cedaça-,
donaciones testamentarias... (similares a las capellanías cristianas), lo que
les permitió amasar un pequeño patrimonio inmobiliario por cuya
explotación obtenían importantes ingresos para acometer sus obras pías.
Existía un cuerpo electivo de adelantados que las presidían y ejercían
un estricto control sobre sus integrantes, gozando de plena autonomía
para imponer penas admonitorias, morales, pecuniarias... recogidas en los
estatutos o takkanôt. En aquéllas que se centraban en la preparación de los
ritos que rodean al óbito y a los funerales, sus miembros rotaban semia-
nualmente en las distintas funciones -unas más gravosas que otras-,
siendo eximidos los enfermos, los menores de dieciséis años, Ios reclusos,
los que se encontraban ausentes y los que desempeñaban cargos públicos
incompatibles con estas funciones filantrópicas.
Incluso en las agrupaciones gremiales, como la cofradía de los
baldreseros o curtidores de alta peletería y la de los zapateros o hasquafim,
Ia reglamentación en caso de muerte de unos de sus asociados ocupa un
76 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

lugar destacado en sus reglamentos. Pongamos como ejemplo los estatutos


de estos últimos, ratificados por Pedro IV el Ceremonioso en 1336:

Item, si por ventura finara alguno de la dita confraria, que sian


tenidos todos los confrayres de yrle a facer honra al soterrar, et qui
noy ira, pague dos dineros pora la dita almosna.
Item, si alguno finara et sera de la dita confraria de dita almosna
et lexara alguna cosa a la dita almosnø, sian tenidos de fazer
hondrament, segunt del caso sobredito.
Item, si por aventura el dito confrayre finara de nueyt, sian
tenidos los ditos confrayres de jaTer en casa del muerto.
Item, sian tenidos los ditos confrayres de seer en casa del muerto
en la hora que salra desta vida.
Et, esto sean tenidos los ditos confrayres seguir el mas cercano
parient que finara del defuncto por hueyto dias siguientes despues que
sera finado a fer oracion a la sinoga, et aquel qui noy yra que pague
un dinero por la dita almosna.

Del amplio abanico que nos brindan los protocolos notariales, y


centrándonos ahora en las corporaciones socio-benéficas, reconoceríamos
además de las almosnas, las cofradías asistenciales de los indigentes
(I¿lezmuroz, Hozé Hezt -los que practican la caridad-, Rotfecédech - de la
misericordia-), las que garantizaban la instrucción elemental y superior
(Cefarim y Talmut Torah) y las que atendían a los aquejados por alguna
dolencia (Bicorolim -de visitar enfermos- y Sombreholim -equivalente a la
asistencia hospitalaria-), a aquéllas que se consagraban a los difuntos.
Básicamente se dividían en dos: la cofradía de Nozé Amitó o de los
portadores del ataúd, y la cofradía de Cabarim o de enterrar muertos, es
deci4 se garantizaban -incluso a los desposeídos de la fortuna- las honras
fúnebres elementales preceptuadas en rito judaico.
En Calatayud y en Huesca existían, prácticamente desde sus orígenes,
corporaciones homólogas como la de los catafuesas y la de los banyadores
de los muertos. Esta última disponía en Calatayud para tales menesteres
-según se desprende de los inventarios levantados en 1492- de dos
calderos, el mayor de tres cántaros de capacidad y el menor de uno.

La necrópolis
Los judíos, al referirse al cementerio, emplean en hebreo una serie de
eufemismos como si se sintieran temerosos de encararse frente a frente
con la muerte. Así, en los textos rabínicos, el Thlmud, la Mishnd, eIc.,
encontramos locuciones típicas corno bet jayim -casa de la vida-, bet olam
-casa de la eternidad- o bet hakvurol -casa de los sepulcros-.
En principio, es muy complejo adscribir un cementerio determinado a
cualquiera de las tres religiones que se observaron en Ia ciudad salvo que
lo atestigüen las fuentes escritas -este es nuestro supuesto- o existan mate-
riales arqueológicos diferenciados. Hemos de tener siempre presente los
numerosos elementos comunes que vivifican las creencias de ultratumba,
especialmente en el acervo judeocristiano.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 77

Situación y emplazamiento
El cementerio judío de la aljama zaragozarra se hallaba enclavado en
una eminencia del terreno en el término de Miralbueno, saliendo por la
puerta del Portillo a través del camino de San Lamberto y colindante con
el osario musulmán.
Un protocolo notarial del año 1616, de la rúbrica de Martín Español,
en el que se registra la mojonación del término de la ciudad llevada a cabo
por el jurado Juan Batista López, nos da la clave precisa de su ubicación:
los fosales de los judios y de los moros -que estan entrambos contiguos-
sitiados en el termino de Miralbueno, luego en saliendo por la puerta del
Portillo, camino de Sant Lamberto, acia mano izquierda, como quien ya a la
torre de Palavessino, que confronta con cerrado de Miguel de Arøsyla, la
drecera de la piedra camino de La Muela y con carretera que va iunto al
tapiado de Miguel de Bosca y Miguel García y con cerrado de luan Ruil, que
aora es de loan Palavesino y con cerrado de Anton de Assin que aora es de
los frayles de Predicadores, con el cerrado de Faxardo y con el muro de dicha
ciudad.

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Mapa de la situación del cententerio judío de Zaragoza.


78 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Esta situación extramuros responde a los parámetros de otras juderías


aragonesas (Híjar Huesca, Teruel, Calatayud, Monzón, Albarracín, Biel...)
que, por prescripción talmúdica, habían de estar a no menos de cincuenta
codos de distancia de la población. Téngase en cuenta, además, que tanto
judíos como mudéjares deploraban enterrarse junto a las sinagogas o
mezquitas respectivamente -centros neurálgicos de la actividad
comunitaria, con un sentido mucho más matizado de la sacralidad-, frente
a la costumbre imperante de los cristianos que gustaban de ser sepelidos
en el interior de sus templos o sus aledaños.

Su emplazamiento en el término de Miralbueno, donde se cultivaba el


viñedo y el escaso respeto que, en ocasiones, mostraban las autoridades
cristianas -el judaísmo es tolerado pero siempre en un plano de
inferioridad-, propició que se produjeran situaciones anómalas, como
aquélla que se recoge en un instr-umento notarial fechado el 24 de abril de
1 445.

EI incidente surgió con motivo de que los sirvientes del ganadero


Pedro de Segovia habían llevado a pastorear las ovejas a unas viñas de
propiedad particular. Estos, al percatarse de Ia presencia de los guardas
del término de la Huerva, se dieron ala fuga pues estaban cometiendo una
grave infracción. Como solución de emergencia, y dado que las reses
havian destroido e rodido las ditas vinyas o suertes, las congregaron en el
cementerio judío porque no fuese otro mal e porque el danyo que havia
fecho millor podiese seyer satisfecho.
El camposanto israelita que estaba rodeado de una cerca o vallado
tenía una extensión notable. Téngase en cuenta dos factores: la
multisecular presencia hebrea en nuestra ciudad y los apreciables
efectivos poblacionales de la que siempre fue la primera aljama del reino.
Si hacemos un fugaz repaso de la vida de este ebreísmo en sus tres
últimas centurias se detecta un incremento demográfico paulatino. Así, de
las aproximadamente 258 familias existentes a finales del siglo XIII, se
pasa a 347 en las postrimerías del siglo XIV, llegando a460 en la segunda
mitad de la centuria siguiente. Si a fines del siglo XV la ciudad de
Zaragoza cuenta con una población estimada de 18.000 ó 20.000
habitantes, de los cuales 1.800 ó 2.000 eran judíos, éstos significaban un
loo/o del total.

Añádase a ello las altas tasas de mortalidad registradas en algunos


períodos de su existencia, como la sufrida a causa de la epidemia pestífera
de 1348 que diezmó a más de la mitad de sus efectivos.

Los sepulcros
Previendo el momento en que Nuestro Senyor ordenara de mi, dado
que la vida de aqueste mundo es incierta et enganyosa, e toda person(r en
came puesta a la muert corporal scapar no puede, los judíos zaragozanos se
cuidan de incluir una serie de disposiciones que aseguren un sepelio
modesto pero digno en su tránsito al más allá.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 79

Como preámbulo hemos de aseverar que las creencias judías -las


mahometanas y cristianas participan de la misma óptica- repugnan la
cremación por considerarla indigna, apostando definitivamente por Ia
inhumación, salvo en momentos muy concretos de su historia.
La propia disposición de las tumbas en el camposanto trasladaba
relativamente la jerarquía social existente en el barrio judío. Las familias
más acaudaladas y linajudas de la ciudad, entre las que se encontraban los
Abnarrabí, Alazar y Cavallería, contaban con un espacio reservado y su
propio panteón familiar.

Típología
Gracias a las disposiciones mortis causa contenidas en los testamentos
hebreos, hemos podido averiguar el tipo de enterramiento practicado en
Zaragoza, al menos en los siglos XIV y XV.
No quiere esto decir que no se practiquen otros distintos a los que
aquí se reseñarán, ya que en Ia generalidad de los casos no se consignan
detalles sobre el tipo de enterramiento, prescribiendo'. quando Nuestro
Senyor Dios ordenarø de mi, mi cuerpo sia soterrado en el fossar de los
jodios en la dita ciudat.

Lucillos
Una prueba de su existencia viene dada por el testamento otorgado
por Nitzim Zunana, judío, mercader, habitante en Epila pero oriundo de
Zaragoza, el cual desea ser inhumado en su ciudad natal. Encontrándose
enfermo, empero en mi buen seso, firme memoria y paravla manffiesta -es
deci4 en plenitud de sus facultades mentales-, dispone su sepultura en e/
cimenterio siquiere fosar de los jodios de la ciudat de Çarogoça... la qual
sepultura quiero que me sea fecha bien e honrradament, segunt a mi
conyiene y que su cuerpo sea soterrado con t(rut y lucillo.
Esta tipología sepulcral no es muy diferente -salvo casos tan excepcio-
nales como el onsario hebreo de Toledo-. Consiste en una pequeña bóveda
de medio cañón levantada en ladrillo o adobes de tamaño regula4 con ar-
gamasa de cal o yeso -aljez en aragonés- que cubrían el féretro -o el cadá-
ver si se enterraba sin éste- uîa vez depositado en el fondo de la fosa.
Estas construcciones suelen tener una longitud que oscila entre los 2 y
los 2,5 metros; una altura máxima de 0,ó metros y una profundidad que no
suele exceder 1,5 metros del primer estrato.

Enterramientos en caja de madera


Los especialistas incluyen en este grupo a aquellos sepelios cuya pecu-
liaridad esencial radica simplemente en el ataúd. Es decir, esto no significa
que otros tipos funerarios no hagan uso de é1, como acabamos de ver en el
de fosa de lucillos, pero en este último caso el elemento definitorio es la
bóveda de ladrillo y no la caja de madera.
El empleo del ataúd es el más ampliamente documentado -Teruel, Ca-
latayud...- por Io que, caso de llevarse a cabo excavaciones en nuestro ce-
B0 cuADERNos DE zARAcozA 63

menterio, aparecerían restos de madera y clavos de hierro con cabeza de


pestaña y sección cuadrada, para ensamblar el arrrrazón. Presentaban una
característica forma trapezoidal, más ancho en Ia cabecera (unos 50 cms.),
y más estrecho en los pies (30 cm), con una altura en la parte inferior de
30-35 cm, si nos regimos por los hallazgos de otros yacimientos afines.
Una tapa clavada al resto del féretro cerraba la caja mortuoria. No lleva-
ban lajas de protección, colocando sobre la tierra que cubre la tumba la
piedra tallada en forma de prisma.
El 15 de rnarzo de 1492 se produce la que, con toda probabilidad, fue
una de las últimas muefies en la judería zaîagozarra. El interfecto, Jaco
Azân, mercadeq había sido apresado por Ia Inquisición en el palacio de la
Aljafería, penando en los calabozos de la Torre del Trovador. De este dece-
so lo que más interesa a nuestro propósito es el acto de inhumación, don-
de se alude al enterramiento en ataúd.
El cementerio se hallaba muy cerca de la sede del Santo Oficio, cuyos
inquisidores desean que cuanto antes se diera por zanjado este espinoso
asunto. La fosa había sido ya excavada por lo que, una vez colocado en el
ataúd y con la cara todavía descubierta para ser identificado por sus
correligiosarios, como la foralidad aragonesa demandaba, se procediera a
su inmediato entierro.
Los hechos transcurren con nocturnidad -se contaban las once de la
noche- lo que unido a las extrañas circunstancias que rodearon el óbito,
hicieron necesaria la presencia de un notario, solicitada por los judíos,
para que levantara acta de defunción y poder, en su casa, exigir las
iesponsabilidades legales a que hubiere lugar. La belleza del texto nos
induce a reproducirlo:
A las onze, ora de noche, delant del pølacio Real del Aliafferia, e en el pla-
no que esta delant de la dicha Aljafferiø, entre las dos sallidas que estan en la
part del Camino Real, en presencia de mi Johan d'Aguas, notario, et testirno-
nios infrascriptos, fueron personalment constituydos Gento Silton, rabi Vi-
dal Anarravi, fixo de maestre DoIç, maestre Yuce Azan e Zaqueno Abiayut,
judios, habitantes en la ciudat de Çaragoça, los quales, assi como caplenado-
res (fiadores) qui se dixeron seyer de la persona de Jaco Azan, mercader, io-
dio, preso por la Sancta Inquisicion, dixeron tales palabras: que como ellos
por mandado de los padres inquisidores les haya seydo mandado, por quan-
to el dicho Jaco Azan era muerto, que aquel enterrasen en el dicho plano, co'
mo la una de las dichas tallas en el dicho plano, que es la que esta començø-
da de decobri4 que por cornplir el mandamiento de los dichos comissarios
por el que aquel entenasen en el dicho plano, segunt que yo notarío et,los tes'
ìimonlos iifrascriptos vidiemos, el dicho faco Azan, el qual tenian alli en un
at(lut para enterrar aquel, con la cara escubierta, el qual, enpues de abeilo
visto, yo notario et los dichos testimonios, tomaron em presencia nuestr(t a
terrar el dicho dentro øtaut, et en presencia nuestra enterraron aquel en una
fuesa que estava fecha en el dicho plano. Por tanto, por conse?vacion de su
drecho et en testimonio de verdat todo lo sobredicho requirieron seyer acto
publico.
Testes: Anthon Biota, scribano, maestre Christoval de Solsona, dorador, e
Abram Gotina, iudio, habitantes en Çaragoça.
Apuntemos, para una mayor comprensión del contexto, que la Inquisi-
ción no tenía jurisdicción alguna sobre los judíos salvo bajo el supuesto
LASNECROPOLISDEZARAGOZA 81

probado de proselitismo o haber heretizado contra los fundamentos de su


religión.

Orientación
La orientación de la totalidad de las tumbas hebreas -salvo casos
atípicos- es de W-E, esto es, con la cabeza hacia el Oeste y los pies hacia el
Este, con el fin de que el yaciente, en el momento crucial del Juicio Final y
Ia Resurrección de la carne, lo primero que divisara fuera el Oriente.
El cadáver suele colocarse en el féretro de espaldas 4ecubito supino-
con las piernas estiradas y los brazos cruzados encima del pecho. Siempre
se les cubre la cara salvo si se trata de novios, mientras que a las novias se
les soltaba el pelo.

Elección de sepulturø
La ubicación exacta de la fosa responde a unas aspiraciones profundas
y personalísimas que muy raramente trascienden a los textos escritos.
Por lo general, se constata en el disponente que siente inminentes las
acechanzas de la muerte, una búsqueda deliberada y premeditada de Ia
proximidad con sus familiares fallecidos. Hemos podido comprobar en los
testamentos conservados que en la elección de sepultura, si el otorgante
permanecía en soltería o su cónyuge no había fallecido, se requiere, en un
elevado porcentaje, Ia presencia de sus allegados inmediatos en línea
ascendente del primer o segundo grado o sus colaterales, siendo Ia
compañía de la madre la más invocada y la de los hijos difuntos si los
hubiere,
Si el premuerto era viudo o viuda, apetecía reposar junto a su cónyu-
ge. De esta manera, el 21, de abril de 1415, doña Jamila, viuda de Gentó
Arrueti, judío, habitante en Zaragoza, expuso su deseo de que mi cuerpo
sea sepubo en el fossar de los jodios, cerqua de do jaze el de mi marido don
Gento.

Laudas y epítøfíos
Huelga decir que el panorama epigráfico deì cementerio
cesaraugustano no puede ser más sombrío ya que no se ha conservado ni
tan siquiera un fragmento de esta procedencia. Esta parquedad se extiende
a todo Aragón, como se pone de manifiesto en la documentada obra de
iLM. MIrres y F. CaNrrn¡ sobre Ias Inscripciones hebráicas de Espaíìa,
donde se incluye un puñado de ejemplos de Calatayud y un ejemplar
montisonense muy deteriorado. A ellas podr'íamos agregar, por nuestra
parte, un cipo funerario en Uncastillo y una lauda sepulcral reaprovechada
en EI Frago (en Teruel las laudas eran anepigráficas). Por desgracia,
ninguna de ellas se halla contextualizada en una estratigrafía concreta
sino que son fruto de hallazgos esporádicos o fortuitos.
En Zaragoza los enterramientos son coronados por unas lápidas -a
cuyo efecto se dedican mandas que oscilan entre los 20 y los 40 sueldos,
dependiendo de su suntuosid.ad-. Su colocación se encomienda a los
cabezaleros o ejecutores testamentarios.
82 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Las estelas presentaban cierto polimorfismo aunque los podemos


calificar en tres tipos bien definidos: a/ cuadrangulares, con una longitud
de 30/50 cm y una anchura de 25130 cm b/ lápidas planas de forma tumbal
de 1,512 m de largo y 0,5 m de grosor, y c/ grandes losas de forma
piramidal truncada o de artesa invertida, cuyas medidas se sitúan en torno
a los 2,5/3xl m.
Los epitafios zaragozar'os presentarían un texto único en hebreo -a
pesar del evidente bilingüismo de todos ellos-. No pensamos que se
utilizan materiales nobles como el mármol o el alabastro por su carestía y
îareza en nuestras tierras, aunque algunas familias acaudaladas pudieran
permitírselo, siendo más común Ia caliza o arenisca, mucho más asequible
y fácil de esculpir. Se orientaban con la cara epigráfica hacia el Oriente, en
sintonía con la propia tumba.
Su tenor documental era muy similar al de otras regiones, aunque
siempre se aprecian variantes locales. La fórmula arquetípica incluía: el
nombre del finado, la causa de la muerte si ésta no se había producido por
motivos naturales, edad y fecha de defunción, eulogías y fórmulas
litúrgicas inspiradas en pasajes bíblicos (Descanse en el Edén, Descanse en
gloria, Entre en pa7, Descansen sobre sus lechos quienes han seguido su
recto camino, Haya pa7, Descanse en su estrado, Reunióse su pueblo, El
espíritu de Yahweh nos guíe... ). Pueden aparecer asimismo motivos
figurativos como Ia estrella de David o Magén -símbolo de la inmortalidad
y del Mesías- y el candelabro sagrado o Menorah.
La ausencia de hallazgos que apuntábamos más arriba obedece tam-
bién a factores extrínsecos derivados de la propia depredación humana de
Ia época.
Con motivo de Ia expulsión de los judíos de Sefarad, Ios cementerios
fueron declarados res religiosae -frente a la consideración de res sacrae
que disfrutaron las sinagogas- con Io que se consideraban inembargables
y pasaban a poder de la Corona. Su carácter religioso no procedía en sí
mismo de los ritos o ceremonias llevadas a cabo en é1, sino a un acto muy
material y concreto: la illatio defuncti. Con esta prevención - al declarar
los bienes extracomerciales- se quiere evitar su profanación.
Sin embargo, enla praxis se distingue el solar -que suele ser cedido a
los municipios respectivos para su explotación ganadera como pastos o
eriazos- y las lápidas que se constituyeron en una magnífica cantera. Sin
ir más lejos, el concejo oscense solicitó del monarca las piedras del dito
fosal pues serian necessarias para los muros de la ciudat.

Aiuøres
Los ajuares suelen ser muy pobres. Los rabinos y dirigentes religiosos
lanzaban sus reproches a quienes se hacían ceñir vestidos costosos, joyas y
armas, por considerarlo imitación servil de ritos paganos. Sólo los sabios
o altas dignidades constituían Ia excepción al acompañarse de objetos
preciosos, rollos de la Torah, plumas, libros... muy queridos durante su
vida terrena.
Por todo ello, Ia inmensa mayoría de los judíos difuntos zaragozanos
se cubrían con un simple lienço de lino, es decir, una túnica blanca -sím-
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 83

bolo de la fiesta y Ia alegría- o, incluso, desnudos. El uso universal de la


mortaja o sudario de lino data del siglo II de nuestra Era, respondiendo a
un tradición rabínica que prefería, en vez de laboriosos procesos de inhu-
mación o embalsamamiento, la mortaja empleada por Io$pobres; los ju-
díos ortodoxos adoptaron de inmediato esta máxima.
En el fondo, existía un deseo expreso de no crear interferencias ni
obstáculos entre el difunto y la naturaleza, bajo el deliberado anhelo de
buscar la igualdad entre los hombres al comparecer ante el Divino
Hacedor.
Pese a Io cual, no es raro que, poco antes de exaltar el ánima, el judío
o la judía mostrase deseos expresos de ser enterrado con algún objeto
querido, lo que explica la existencia de anillos, sellos, sortijas, alfileres y
colgantes en oro, plata o bronce, con decoraciones geométricas e
inscripciones hebráicas, collares de perlas, vidrio o azabache...

Cronología
Los numerosos valladares y lagunas -materiales y epistemológicas-
que hemos ido reseñando cumplidamente dejan entre interrogantes un
problema difícilmente soluble: su datación. El propio cementerio puede
ser un testigo poco elocuente e incluso mudo, si en sus entrañas -caso de
que fuere posible su estudio- el ajuar fuera casi inexistente -como es de
prever-. Si esto no basta, la perduración tipológica de los enterramientos
aquí descritos -salvo quizâs los lucillos que son primordialmente bajome-
dievales- se prolonga como mínimo desde el siglo XI al XV.
Tampoco podemos ceñirnos a los testimonios epigráficos -en los epita-
fios aparece invariablemente la fecha de la expiración- y, por ende, de na-
da sirven los aportes de filólogos y hebraístas que podían ser de utilidad si
algún texto se hubiera exhumado, por las claves literarias, lingriísticas o
estilísticas que atesoran.
No estamos autorizados, por tanto, a determinar la antigüedad del on-
sario judío. Es dado pensar que ya existiría en época islámica o, cuando
menos, a principios del siglo XII, con Ia conquista de las huestes cristia-
nas, ya reposaban los restos de la comunidad en este mismo solar.
Los procesos inquisitoriales permiten conjeturar que en sus proximi-
dades eran inhumados algunos judeoconversos, aunque esta práctica pudo
ser relativamente efímera por los riesgos de procesamiento que comporta-
ba a los supérstites.

*#
Las necrópolis islámicas
de Zara;goza
Pilar Galve lzquierdo
José Antonio Benavente Serrano

s sobradamente conocido el hecho de que los cemente-


rios musulmanes estaban situados, como ocurría en
época romana, a la salida de las ciudades, recibiendo in-
cluso el nombre de la puerta junto a la que estaban ubi-
cados el caso de Zaragoza, por ejemplo ,la maqba-
rah bab-en
al-Qibla'.
En las ciudades grandes, y si su topografía Io permitía,
había varios cementerios donde se acogía a los
fallecidos de las zonas inmediatas a cada una de las puertas de la muralla.
Así, Torres Balbás señala la existencia en la ciudad de Córdoba de trece
cementerios en los siglos XI-XII, mientras que Toledo, y debido a su
topografía granítica, tan sólo contaba con uno o a lo sumo dos'.
El trazado urbano de la ciudad islámica de Zaragoza era muy similar
al romano, utilizando incluso el mismo recinto murado, hasta que se
produce el crecimiento demográfico en el siglo IX, momento en el que se
data la construcción de varios arrabales al exterior de la medina. A fines
del siglo IX, los arrabales quedan protegidos por el muro de tierra
(ar-radam), que se constituyó en el segundo recinto murado, englobando
los actuales barrios de San Pablo, Azoque y San Miguel.
No obstante, el recinto de Ia medina, como se ha dicho, coincidía con
el trazado de la muralla romana. De esta época proceden las cuatro
I Ci. L.ToRRES Bnle¡s, "Crónica de la España musulmana", 6, p. 149, en Obra dispersa I.
Al-Andalus (recopilada por M. Casamar), Madrid, 1983.
2 Cf. L. ToRRËs Batsß, Ciudades hispanomusulmanas, 197 6 (2" erl,.), p. 239.
B6 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

puertas de la ciudad: Alcântara o del Puente, al Norte; Al-Quibla o cercana


a la Mezquita, al Este; Cinegia, al Sur; y Toledo o puerta Occidental
(Bab-Tulaytulat o Bab-al-q alat)3 .
En la medina Saraqusta tan sólo está atestiguada documentalmente
una necrópoIis: ),a maqbarah bab al-Qibla o de la Puerta Oriental. X al
respecto, las fuentes son numerosas, como puede verse en el apartado
anterio4 elaborado por J. Souto.
A propósito de estas informaciones, y en las proximidades de la puerta
de Al-Quitila, se recuperaron en 1985 unos enterramientos de época islá-
mica, hecho que corroboraríala existencia de este cementerio. En concre-
to, en la excavación del solar de la calle del Coso, 190, se rescataron dos in-
dividuos que estaban en posición decúbito lateral derecho, y cuyo rito de
enteramiento musulmán no ofrecía duda algunao. Asimismo, y más re-
cientemente, en la cercana calle de Alonso V han aparecido también algu-
nas inhumaciones del mismo tipo. En efecto, es muy probable que perte-
rrezcala ala maqbarah dela Bab-al Qibla los restos de una quincena ãe en-
teramientos efectuados con arreglo al rito musulmán, que, pese a la exi-
gua superficie excavada, indicaban la presencia de tres nivelés superpues-
tos de enterramientos5.
Este importante dato arqueológico de las calles de Alonso V y de San
Agustín, unido al citado del Coso, 190, corrobora la hipótesis de la ubica-
ción de este cementerio, tan aludido en las fuentes, en la margen derecha
del Coso, junto al ángulo noreste de la muralla.

- Hgy otro texto que hace referencia al cementerio de los moros y, según
el cual, éste se extendía entre la iglesia del Carmen y la de Santa Engraóia,
hasta que Pedro IV ordenó, en 1337 , su traslado fuera del muro de iierrau.
Esta noticia, aunque con la prudencia debida a la exigua zona excavada,
quizâ fue corroborada en\aPlaza de Santa Engracia, a la altura de la calle
de Inocencio Jiménez. En dicho luga4 con motivo de los trabajos que la
CTNE se encontraba realizando, se descubrieron una serie de restos hu-
manos; y, si bien estaban cubiertos por tierra con cerámicas de época ro-
mana, en el fondo de la fosa había varios fragmentos de época hispanomu-
sulmanaT.
En cambio, el cementerio que ha sido objeto de nuestra investigación,
constituye un dato novedoso, puesto que no aparece reflejado en ningún
documento. Pese a ello, no hay duda de que se encuentra en un lugar muy
adecuado por estar extramuros del núcleo principal urbano, en lal
proximidades de una puerta de la ciudad (a tan sólo cien metros) y en una
vía de acceso a la misma, que sabemos era atravesada por los cortèjos que,
procedentes de la Aljafería, se dirigían a la Mezquita Aljama y, en general,
a la Medina. Es probable que los enterramientos se realiza.ran a ambos
lados de la vía, puesto que se han encontrado también sepulturas de

3 Además de otras puertas, como la Ouemada, Baltax o del Carmen, y Almozara o de Sancho,
que se abrfan en el segundo muro.
4 Varios, Arqueología urbana en ZaragoTa, Zaragoza, 1986, pp.32-34.
5 A. ALVAREz, J. F. CASABoNA, "Excavaciones arqueológicas en eì Convento de San Agustín de
Zaragoza" , Aragonia Sacra, Zaragoza, pp. 137-144.
ó Cf. L. ToRREs Belnas, op. cit., p. 265. Aquí se cita el Cartulario de la Ciudad, t. Il, folio 212,
recogido por Ignacio de Asso, Historia de la econonúa política de Aragón, p. 1gg.
7 Yaúos, Arqueologla urbana en Zaragoza, Zaragoza, 1986, pp- 36-39.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA

adobes al otro lado de la actual calle de Predicadores, a 380 metros del


lugar al que nos estamos refiriendo'. Por otra parte, el terminus ante quem
para situar el abandono del ârea cementerial está condicionado por el
nacimiento del barrio de San Pablo, o Población del Rey, a comienzos del
siglo XIII, momento en que se creó una importante zona de ensanche dela
ciudad, con el traslado del almodí, y poco más tarde del mercado, desde la
Puerta Cinegia a la de Toledon. Aunque es más lógico pensar que, tras la
conquista de la ciudad por Alfonso I, en 1118, cesarían los enterramientos
en esta zona.

Las excavaciones arqueológicas


de la necrópolis islámica
de la Puerta de Toledo
Las excavaciones arqueológicas que se realizaron por la Sección de Ar-
queología del Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza, durante varios meses de
los años 1987 y 1988 en la calle de Predicadores,24-3Q, dejaron al descu-
bierto parte de un gran conjuntg cementerial, compuesto por más de dos-
cientos cincuenta enterramientos de época hispanomusulmana. Ni por re-
ferencias documentales ni por otros descubrimientos fortuitos se tenía co-
nocimiento de la existencia de esta necrópolis, por lo que los resultados
obtenidos son de un extraordinario interés, ya que se han podido estable-

Aspecto general de parte de La necrópolis

8 En la excavación dirigida por C. Acuanon en el solar de Ia calle Predicadores, n'" 113-117, a


finales de 1988, se localizaron varios enterramientos.
9 Cf. M. L. LEDESMA, kt Encomienda de Zaragoza de la Orden de San Juan de Jerusalén en los
siglos XII y XIII, Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 1967 , doc. n" I 18, pp. 292. Se mencio-
na \a Población del Rey en un documento del añ'o 1220 .
88 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

i" ,¡ '.1

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N ec rópolis is lfu t tic a. As pec to generu l.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA B9

cer unas pautas que enriquecerán los exiguos datos que teníamos para la
capital de la Marca Superior de Al-Andalus, y, por ende, del mundo fune-
rario andalusí.
No obstante, es evidente que, si hasta hace bien poco, el estudio de la
necrópolis de época islámica se limitaba casi exclusivamente a los estudios
publicados por L. Torres Balbás (y, en este caso, con referencias documen-
tales pero no como resultado de excavaciones arqueológicas), en la actuali-
dad, la historiografía del tema se ha enriquecido abundantemente. Baste
recorda4 por ejemplo, el estudio del cementerio islámico de San Nicolás
de Murcia (J. Navarro PaIazón, 198ó), el del Circo Romano de Toledo (4.
de Juan García, 1987), \a rauda de la Almoina de Valencia (SIAM, Ayunta-
miento de Valencia) o La Torrecilla de Granada (4. Arribas, M. Ríu, 1979).
A ello habrá que añadir las aportaciones realizadas al Congreso Nacional
de Arqueología Medieval, celebrado en Oviedo en 1989, con los cemente-
rios de la ciudad hispanomusulmana de Vascos (Navalmoralejo, Toledo)
(R. Izquierdo Benito); el estudio del citado de la Almoina de Valencia (J.
Martínez García y otros); o el cementerio islámico de la calle Polo de Me-
dina en la ciudad de Murcia (I. Pozo Martínez). Finalmente, hay que citar
la publicación de una necrópolis en la ciudad de Málaga (I. Fernández
Guirado, 1988).
Tal profusión de estudios sobre el tema se debe, sin duda, a
excavaciones arqueológicas urbanas, a la que pertenece también el estudio
que aquí se presenta.

La exc øv acìón erqueoló gíca


(LaurNa I)
La estratigrafia, de casi cinco metros de espesor, presenta la siguiente
secuencia (LanrrNa II):
Nivel a. Superficial, bajo un pavimento moderno. Relleno de época
reciente y tierras poco compactas perforadas por zapatas de cimentación.
Entre 1,35 y 1,10 m. sobre la cota de calzada.
Nivel b. Relleno de época bajomedieval sobre estructuras de tipo
industrial (posiblemente una almazara), que se superponen, e interrumpen
el nivel del cementerio islámico.
Nivel c. Nivel correspondiente a los enterramientos islámicos.
Presentaba restos de adobe de arena de color claro. Tierra arenosa, suelta,
poco compacta, con abundantes corpúsculos de yeso. Escasas diferencias
de coloración en las diferentes capas: grisácea, rojiza, marrón claro.
Nivel cr. Se trata del estrato perforado por las tumbas islámicas. De 1
a 1,5 m. de espesor. Son tierras de coloración grisácea, más compacta que
Ia de los niveles anteriores; escasos corpúsculos de yeso, cantos de
diferente tamaño. Bolsadas frecuentes, de diferente coloración y bien
compactadas. En la parte inferior del nivel había una capa de gravas
oxidadas, arqueológicamente estériles, que servía de separación con
respecto al nivel c2. Este nivel presenta una cronología de época
tardoimperial, perforado por algunos enterramientos de los siglos VI-VII.
90 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Nivel c2. De 1 a 0,50 m de espesor. Nivel perforado por los enterra-


mientos de época hispanovisigoda. Tierras de coloración verdosa, sueltas,
poco compactas, bien diferenciadas del resto. Parece tratarse de un nivel
de relleno de época tardorromana.
Nivel cr. Constituido por un importante depósito de adobes proceden-
tes del derribo de una de las fachadas de :una domus situada extramuros
de la Colonia Caesaraugusta. De un metro de espesor máximo sobre el mu-
ro derruido, a 0,40 m. en la zona noreste.
Los subniveles c3o 5l ca6 corresponden a niveles de abandono que datan
con probabilidad de principios del siglo II d. C.
Nivel co. Presente tan sólo en una zona concreta del sola4 se trata de
un nivel que ofTeció interesantes materiales de época julio-claudia.
Nivel d. Constituido por arenas finas, compactas, sobre las gravas na-
turales, generalmente sin materiales. En algunos sectores aparece algún
fragmento cerámico residual.

Los enterrømíentos
(Lamrua III)
Se trata de inhumaciones en fosa simple y estrecha, y en la mayoría de
las ocasiones cerradas por adobes de arena.
El tórax se hallaba en posición decúbito lateral derecho, aunque en
muchos casos no es total seguramente a un desplazamiento pos-
terior a la inhumación. La-debido
orientación presentaba invariablemente los pies
hacia el noreste, la cabeza hacia el suroeste y el macizo facial mirando al
sur. Las extremidades inferiores aparecen ligéramente flexionadas y las su-
periores inclinadas hacia el lado derecho o con las manos sobre la región
púbica.
En algún caso, en el fondo de la fosa apareció una débil capa de tierra
más oscura diferenciada del resto, quizá efecto de la descomposición
orgánica.
Por otra parte, en el contexto arqueológico tumbal no se halló en
ninguna ocasión restos de ataúd referimos a clavos de hierro y
-nos en los enterramientos de época
restos de madera, que sí se recuperaron
hispanovisigoda e incluso romana-; en cambio, los cráneos de la mayor
parte de los individuos se encontraron vacíos de tierra, qvizâpor efecto de
su colocación lateral.
A partir del aspecto estructural de las inhumaciones, se ha podido
establecer nueve tipos, si bien debe tenerse en cuenta la dificultad de
excavación que estos adobes arenosos presentaban (Leur¡re IV).
1. Fosa simple: trinchera de 0,40 m de anchura, sin otro elemento
estructural que algún canto rodado para que el individuo inhumado no se
desplazara de su posición hacia La Meca.
2. Cubierta plana de adobes: como en el caso anterio4 a veces con
algún elemento pétreo de apoyo al cadáver.
3. Cubierta a una vertiente de adobes: en la fosa de sección rectan-
gula¡, adobes inclinados cubriendo lazona dorsal del muerto interfecto.

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LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 91

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92 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

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4 5 6

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LAMINA IV. Tipología de los enterrantientos islámicos

4. Cubierta plana y apoyo lateral de adobes.


5. Fosa simple con estructura piramidal de adobes: parece lógico
pensar que este elemento sería visible en superficie, formando una especie
de cipo funerario.
6. Cista de adobes: en este caso los adobes de arena conformaban Ia
base, paredes lalerales y cierres.
7. Cista con estructura piramidal: esta modalidad corresponde al
tipo más complejo; la fosa estaba cubierta en la base y las paredes
frontales y laterales, por piezas de adobe, y se cubre con un cipo, como
ocurre en el tipo n" 5.
8. Cubierta a una vertiente con tegulae romanas: el aprovecha-
miento de tejas romanas en estos enterramientos se ha verificado en algu-
nos casos; en todos ellos es habitual quelategula esté inclinada, cubriendo
la zona dorsal del individuo inhumado. Se trata de la misma modalidad
que en el tipo n" 3.
9. Cubierta con laja de piedra a una vertiente: como en el caso an-
terior, pero con lajas pétreas.
Con referencia a la densidad de inhumaciones, en el solar de Predica-
dores puede hablarse de superpoblación. Generalmente, las tumbas se ha-
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 93

Sección donde se aprecian algunos enÍerramientos de costado.

llan contiguas unas a otras y, con fTecuencia, se han removido algunos res-
tos para hacer sitio a enterramientos posteriores.
En Ia sección de la LeruNa III, hecha entre las foanjas B y C, se aprecia
en cierto modo esta densidad, si bien hay que tener en cuenta que las
superposiciones que se representan no corresponden a enterramientos
completos, sino que varias de ellas hacen referencia a la parte inicial o
final de la tumba. Además se ha verificado el hecho de que las fosas se
yuxtaponen, pero sin destruir la inmediata anterior; esto debe indicar, sin

Entetramiento con cubierta de piedras.


94 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

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LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 95

Sección de la necrópolis iskintica.

duda, que estarían individualizadas de algún modo en superficie, a pesar


de no haberse encontrado maqabriyas u otros elementos de señalización.
Atendiendo a la profundidad de las inhumaciones, han podido
establecerse tres niveles, que, en principio, podrían interpretarse con
diferentes fases de enter-ramientos:
A. Los más profundos están situados de 140 a 220 cm. de profundidad.
A partir de la cota de calzada, Ios enterramientos de esta fase se
concentran en la parte occidental del solar.
B. De 90 a 139 cm; se trata de la fase con mayor cantidad de
individuos, que se esparcen por toda Ia superficie.
C. De 40 a 89 cm; probablemente del¡ió ser la de mayor índice de
enterramientos, sin embargo, debió sufrir remociones y otras incidencias
por ser la más superficial. De este modo, el almacén de depósito de la
alrnazara se asentó directamente sobre esta fase, e incluso irrumpe en ella
con muros de cimentación y con la tinaja que se puede apreciar en la
fotografía de la página 87 y Sección estratigráfica de Ia Lavltta II, cuya
boca estaba a ras del suelo de yeso.

Materíal ørqueológíco
La prescripción islámica de que las tumbas sean simples, respetadas,
pero no objeto de ostentación, está claramente evidenciada en la maqba-
rah de la Puerta de Toledo de Zaragoza.
Así, con excepción de algún anillo de forma de aro simple, de bronce e
incluso de hierro, y varias agujas de bronce, esta sobriedad ritual se
advierte en todas las inhumaciones.
Sin embargo, un dato curioso al respecto lo constituye el hallazgo de
una pequeña orza junto a una de las tumbas; estaba depositada en pie, y
cubierta por un canto rodado plano (fotografía de la página 97). En su
96 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

interior guardaba todavía la ofi:enda de un huevo de gallinácea''. La urna


es de pasta de color rosáceo y podría adscribirse al Tipo I de C. Escó,
datado en el siglo XI".
De igual modo, es destacable la inhumación de una persona joven (n"
30), en cuya cabecera se depositó un félido, que quizâ fuera animal de
compañía del difunto, sabida la importancia del gato como animal
doméstico en Orienter'?.
Por último, y debido a que las tumbas perforaron el nivel de época
tardorromana, son numerosos los elementos cerámicos y numismáticos de
época bajoimperial. Sin embargo, sobre el nivel de enterramientos,
conservado en una exigua superficie, apareció un contexto cultural de
época hispanomusulmana, como es el caso de algún felús, un fragmento
de cerámica de cuerda seca parcial y varios fragmentos de arcaduz.

Cronología
El rito musulmán de inhumación continúa la tradición romana de
ubicar los cementerios extramuros, sin vallado y junto a las vías de
entrada a la ciudad.
Y en el caso que nos ocupa, Ia necrópolis islámica de la Puerta de
Toledo, constituye el último momento de utilización de la zona occidental
extramuros como área cementerial.
En efecto, incineraciones e inhumaciones se produjeron en estos 200
Ín', ya desde muy al principio del siglo III d.C., en un abanico continuado
de ritos, cuya cronología absoluta ha sido proporcionada por el radio-
carbonot'.
La ausencia de cipos y lápidas funerarias, seguramente arrasadas al
fundar eÌ nuevo barrio tras la conquista cristiana, hacía poco menos que
imposible una datación precisa. No obstante, la presencia constante de
material arqueológico de época tardorromana e hispanovisigoda, así como
las superposiciones y la densidad de los enterramientos, parecían indicar
el comienzo funcional de la necrópolis islámica en un momento muy
temprano.
Dos fueron las muestras de restos óseos enviadas al Laboratorio de
Groningen (Centrum voor Isotopen Onderzoek, Rijks Universiteit, Gronin-
gen), cuyos datos y resultado se expone a continuación:

l0 La orza tiene un diámetro máximo de 9,2 cm, siendo en el borde de 7 cm, y presenta una al-
tura de 7,5 cm En un contexto cultural diferente, se ha documentado la presencia de ofren-
das de huevo de gallina en algunas npcrópolis ibéricas. Cf. al respecto, X. BALLBEE y otros,
Documentos del espacio en el poblado ibérico de la Penya del Moro de Sant Just Desvern
(Baix Llobregat), Arqueología Espacial, g, Teruel, 1986; M. BELTRAN, Arqueología e Historia de
las ciudades de Azaila, 1976, p.31.
11 C. Esco, J. GIRALT y Ph. Snuec, Arqueología isldmica en la Marca Superior de Al-Andalus, Za-
ragoza, 1988.
12 Probablemente se trata de un gato común. Este animal doméstico no llegó a ser usual en Eu-
ropa hasta el siglo XII, si bien 1o era en el Norte de Africa desde antes del cambio de Era. Cf.
J. Ksrt-¡n, Die antike Tierweû, I, pp. 64 y ss.
13 Se enviaron varias muestras, todas ellas de restos óseos de época romana, hispanovisigoda e
islámica, cuyo resultado ha sido totalmente satisfactorio por corroborar el contexto arqueo-
lógico que poseíamos.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 97

Orza utilizada como ofrenda que tenía en su interior un hueuo de gallina.

Tumba 70. -Gr N- 15644. Datación Cr4 = 834 + 35


Se trataba de un individuo adulto, inhumado según la orientación
habitual islámica; la fosa estaba cubierta por adobes (Situación: 4-6 B;
profundidad:95 cm).
El hecho más destacado de este enterramiento es el de encontrarse
decapitado: aparecieron los omoplatos y la última vértebra seccionados,
presentando Ia zona de fractura totalmente recta debido a
-seguramente
un tajo violento y seguro-. El cráneo estaba depositado bajo la mano
derecharo.
Tumba 89. -Gr N- 15646. Datación CÁ = 929 + 30
Individuo adulto clryas extremidades estaban seccionadas por un pozo
moderno (Situación: 20 HI; profundidad: 8l cm).

Conclusiones
Tras todo Io expuesto, y a la espera del resultado del estudio antropo-
lógico que darâ a conocer sin duda aspectos muy interesantes de la pobla-
ción de laZaragoza islámica, puede concluirse lo siguiente:
l. La Maqbarah o cernenterio musulmán de la calle de Predicadores
estaba situada extramuros y a cien metros de la salida de la ciudad por la
Puerta occidental o de Toledo.

14 El Islam ha tolerado siempre la aplicación de penas físicas hasta la pena capital, pero ha
prohibido toda práctica de ablación o incisión en cuerpo muerto (incluso en la actualidad
parece haber problemas para la donación de órganos). Cf. al respecto, M. RENAERTS, In mort,
rites etvaleurs dans L'lslam Magþrébin, BmseÌas, 198ó, p. 115.
98 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

2. Puede inferirse que los enterramientos estaban sin vallado y a am-


bos lados de la vía 380 m. en línea recta, en la misma calle de Predica-
dores, se localizaron-ainhumaciones del mismo tipo.
3. Las fosas son estrechas, y es característica general a todas ellas la
presencia de adobes de arena, bien como revestimiento de la fosa, bien co-
mo recubrimiento.
4. La fundación del cementerio musulmán debió producirse ya desde
la época inmediata a la llegada de los árabes a la ciudad de Zaragoza. Y
ello puede deducirse del hecho de que, ya desde el siglo III d.C., ),a zona
servía de necrópolis, continuando los enterramientos en época hispanovi-
sigoda (se cuenta con una fecha de radiocarbono del ó69 + 30).
5. El final de la función cementerial vendría indicado por la conquista
de la ciudad por Alfonso I (1118) y la fundación del barrio de San Pablo
poco más tarde. En efecto, es ahora cuando esa zona se convierte en arte-
sanal, con el traslado del mercado.
6. Por último, aunque la austeridad que mostraban los enterra-
mientos estudiados,-y
debido a prescripciones islámicas, impedía afinar una
cronología-, las fechas radiocarbónicas constituyen un aporte importan-
tísimo, puesto que datan de modo absoluto dos individuos (uno de ellos,
decapitado en 834 t 35, y otro inhumado en 929 + 30).

ffi
Zaragoza cristiana
Pascual Martínez Calvo

n toda cultura la primitiva idea de la superwivencia tras


la muerte levanta sepulcros, que sacralizan los ritos en
honor a los dioses, en la espera de salvación, amorti-
guando el temor de desaparición con las cenizas. Y a su
vez satisface el recuerdo del difunto.
Esta sacralidad adquiere mayor profundidad entre
los cristianos, al ennoblecer Ia sepultura de esos cuer-
pos, que fueron templos del Espíritu Santo y se guardan para la resurrec-
c10n.
La Iglesia santificó las costumbres paganas, cobijando a sus muertos a
la sombra de la cruz. El temor de la persecución obliga tres siglos hasta el
Edicto de Milán (enero de 313), que promulga el emperador Constantino
tras la victoria de Puente Milvio (octubre de 312), a ènterrar sus difuntos
en catacumbas y criptas. Dejan de celebrarse reuniones y culto en ellas,
fuera de algún aniversario de mártires. Enterramientos iiguieron por la
costumbre más de cien años. Contribuyó a dejar de hacerlo la actitud reve-
rente de San Dámaso, Papa (366-84), que pide inhumarse fuera por respe-
to a los mártires, siendo el que más adornó con inscripciones y adorños
sus tumbas. Roma estaba minada de galerías y catacumbas.

La Iglesia cesaraugustana crece al calor


de sus innumerables mártires
bajo la tutela de la Virgen del Pilar
También Zaragoza tuvo sus catacumbas y criptas bajo el templo del pi-
lar y de Santa Engracia. Piadosa y antigua tradiCión aségura que en el año
40 Santiago con sus convertidos recibían a orillas del Ebro el consuelo y
100 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

mensaje de María, con el Pilar y el engargo de edificar en su honor un


templo, en el que nunca falTarian verdaderos adoradores de su Hijo. Así
surgió Ia capilla de l6x8 m . Que se ampliaba en el siglo II como parecen
demostrar algunas lápidas sepulcrales, encontradas a mitad del siglo XVII.
Una de ellas del levita del Pilar Lorenzo (T196) , cuyo sepulcro se descu-
brió el 21-VI-1ó08 en la pared del muro, al labrar la capilla de la Anuncia-
ción de Nuestra Señora, el Justicia de Aragón Martín Bautista Lanuza.
Que interpretan así el P. Murillo, Villar y Arambur-u: Hic levita puer Lau-
renttus est tumulatus: in lulü idus migravit spiritus eius Mundo. Bis cen-
tum quattuor absque sub anno; esto es, Aquí yace el joven levita Lorenzo.
Murió el I 5 de iulio de I 96.
Sin duda creció Ia Iglesia de Cesaraugusta al calor de la Columna. Es-
te oratorio fue consagrado con grandes milagros desde los tiempos de la pri-
mitiva iglesia, dice Zurita'. San Cipriano (T 258), obispo de Cartago, elogia
a Félix de Zaragoza propagador y defensor de la fe, cuyo martirio en la bre-
ve persecución de Decio, Emperador (249-51), registran los anales anti-
guos'. Otra persecución, ¿la de Nerón? añ.o 67 alcanzó a Cayo y Cremen-
cio, que canta Prudencio:
46' Additis Gagio, nec enimsilendi, Añadiendo a tí oh Gayo, a 1í oh Cremencio
Teque Crementi, incruentum
quibus a quienes gloria singular provino
fene provenit decus ex secundo de la segunda lucha, en la que impíLuidos
ne Laudis agone. permanecistéis.

47' Ambo confessi Dominum steterunt Contra el fiero rugir de los verdugos
acriter contra fremitum latronum: de Dios el nombre confesaron ambos:
Ambo gustarunt leniter saporem Ambos la miel gustaron breyemente
Martyriorum. de los martirios.

La primera catacumba se extendió bajo el Pilar. A su vera se hallaron


subterráneos. Según Aramburu en 1681 y l718 se descubrían algunos de
ellos ahumados por uso. En 1780 habían vestigios de ocho de estas calles
subtenáneas, unas cavadas en tierra, otras formadas de piedra y cal, algunas
con arcos y bóvedas, y una sostenida con columnas parecidas a las de la
Cripta de los Mdrtires de Santa Engracia. Tres de ellas terminaban a la San-
ta Capilla. Hoy nadie las recuerda, añade'. Galerías que debieron abrirse
en los siglos II y III, por miedo a la persecución, bajo esta primera iglesia
de Cesaraugusta.
Tras un análisis lógico del Ë1lmno de los Mdrtires de Prudencio (3481405)4
seinclinan por localizar en el Pilar su sepulcro, Domo y templo de Maúa, casa
de ángeles; so pena de infravalorar el estro del gran poeta: así sus estrofas:

1 Anales, t. I, cap. 44,p.43.


2 LLORCA, 8., S. I. Historia de la Iglesia Católica, t.I, p. 276. (Edit. BAC Madrid-MCML-
XIV.). Epístola LXVIII de San Cipriano. Para otros en la de Valeriano (253-ó0).
3 AIxa N¡v¡r, L., El Pilar, la tradición y la historia, Zaragoza, 1939, pp. 34-35 , que cita a
Arambur-u, P. Murillo y Villar.
4 Prudencio (nat. de Zaragoza?); Gobernador dos veces de una provincia hispana, y lue-
go alto cargo en la Corte de Teodosio L Renunció a su vida pública y se dedicó a escri-
bir 8 libros. El 7." el Peristephanon de los mártires. Falleció después del 405.
(Patrología, delDr. BertholdAltaner, Espasa-Calpe-1944,p.276-77, trad. porEus. Cue-
vas, del alemán de 1938).
ZaragoTa le honra con su calle, en cuya esquina a Alfonso I se lee: L¿t Institución Fer-
nando el Católico / al insigne poeta / AURELIO PRUDENCIO / CLEMENTE / inmortal
cantor / de los Mtirtires de / Zørago1a. XXII- Mayo- MCML.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 101

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Basílica del Pilar. Venida de la Virgen del Pilar, de la Santa Capilla, en que María ntuestra a los
Convertidos con su nletto La Columna- Obra del taller de la calle de Fuenclaru, del escultor arago-
nés losé Ramírez (f1770) (fot. C. Josán).

ln Bis novem noster populus sub uno Los cuerpos de díeciocho santos mártires
Martyrum sen)at cineres sepulcro: guarda en un solo sepulcro nuestro pueblo:
C aes ar augu s tam v o cit amu s urb em Ala ilustre ciudad de ZaragoTa
Res cui tanta est. tal dicha alcanza.

2" Plena magnorum domus angelorum In lglesiallena de dngeles sublimes


non timet mundifragilis ruinam, no del mundo fugaz teme la ruina,
Tot sinu gestans simul offerenda en su seno llevando tantos dones
munerû Christo. de ofrenda a Cristo,

Esta es la floreciente Comunidad cristiana de San Valerot, obispo


(280-315), capaz de beber el cáliz. Innumerables llamamos a Ia turbau de
mártires, que suplican bajo el altar por su Cesaraugusta, ciudadanos por
derecho de sepulcro (iure sepulcri). El altar del Templo del Pilar:

5 La Casa mitrada de los Valerios, que dio varios Obispos. San Valero asiste al Concilio
de Ilíberis (año 300)-Granada-. Antiguos historiadores hablan de la Sala Valeriana de
siglo III, junto al templo del Pilar. (o.c. de Aina, p. 35).
ó Tras citar en estrofa 14'a los l8: Tù decem sanctos revehes et octo, la 15." se refiere a
los Innumerables: So/a in occursum numerosiores Martyrum turbas Domino parasti:
Anónimos, al ser reducidos a pavesas, ias Santas Masas.
El lugar sepulcral de los Máfiires era una iglesia, que se inició en las catacumbas. Ber-
gie4 Diccion. de Teología, Reliquias. Ya en el siglo II Ignacio de Antioquía (Actas). San
Agustín, sermón II de Sanctis. Cornelio a Lápide, In Apoc. ó,9. De ahí el Derecho Ca-
nónico: de que no se consagre un altar (o ara) sin colocar en éI reliquia de algún mártir o
santo.
102 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

48'Haec sub altari sita sempitemo So el altar sempitemo colocada,


lapsibus nostram veniam precatur por nosotros perdón pide esta Turba,
Turba: quam sen)at procerum creatrix la que guarda la noble creadora
purpureorum. de tantos mórtires.

Tal espíritu animó a la iglesia de San Valero, que en la última persecu-


ción, la de Diocleciano y Maximiano, Daciano ordena le traigan a Valencia
a Valero y Vicente. El anciano Obispo, enfermo y tardo de lengua, dice que
deben obedecer antes a Dios que a los hombres. Y mientras se ensaña
martirizando a Vicente, destierra a San Valero' (año 303).

El gobernador no tolera la presencia de cristianos dentro de las mura-


llas de Cesaraugusta, y según van saliendo por la Puerta Cineja martirizan
a cuantos pueden. Que son quemados, para que no quede rastro ni reli-
quia. Llueve sobre las cenizas y se forman esas Santas Masas, que venera-
mos. La calle de los Mártires (el Tubo) y la Cruz del Coso en medio de la
Plaza de España recuerdan a estos Innumerables Mártires'.

La Cripta de las Santas Masas. Estas reliquias de pellas o masas de


carne, sangrey ceniza, las recogerían y esconderían en las cuevas de arena
de Santa Engracia. Que pudo ser ya a la muerte de la santa que sobrevivió
al martirio tal vez años. Y surgiría un altar sobre su cadáver y las Santas
Masas. Que tres siglos después transformará San Braulio en Santuario de
los Mártires.

Concilio de Cesaraugusta. La semilla cristiana, regada con tanta san-


gre, fructificó y se multiplicó; y su ortodoxia atrajo las miradas de los
Obispos hispanos para combatir la herejía. El 380 se fija, pese a no estar
fechadas las Actas, el concilio de carácter nacional contra Prisciliano y se-
cuaces. Doce obispos y arzobispos capitaneados por Idacio de Mérida con
nuestro obispo Valerio IV reunidos enla Sacristía de la lglesia de ZaragoTa,
condenan las reuniones secretas y la falsa piedad de los priscilianistase.

7 El Oficio de San Valero, 29 de enero, Nocturno ll de Officia propia Dioecesis Caesara-


gugusta"nae (Roma- MCMXV), dlce: Dacíanus in Hispaniam praesens missus, christia-
nos totis viribus insectabatur; Valerium una cum Vincentio Caesaraugustae capi, et
utrumque Valentiam duci yinctum iubet. Desterrado al Pirineo, es testigo-mártir vi-
viente, Anetum eiusdem provinciae oppidulum ad habitandunz sibi delegit...cuius cor-
pus non longe ab eo loco in castro, cui nomen est Strada, christiani pie sepelierunt. In-
signe tero nunc monumentum eius reliquias continens ac nomen referens in coenobio
Roda vulgo nuncupato conspicitur. Vivió en Aneto y lo enterraron (f315) en el castillo
de Estrada. Y hoy se ve su gran sepulcro en Roda.
8 Muchos se establecieron en El Burgo, y al no poder visitar fácilmente a su Virgen, se
hicieron su capilla e imagen, exactas al Pilar. De ahí se llamó Caesaraugusta Vetula,
Zaragoza la Vieja.
9 Historia de la Iglesia Católica, BAC, p. 425 ss. Gr-upo ascético y fanático, los puros e
inspirados, entregados a pobreza, continencia (aun en matrimonio), abstenerse de
carnes. El Papa san Dámaso pidió no condenaran personas sin oirlas antes. Asiste
también el arzobispo de Burdeos DelÊín y el de Ossonoba (Faro de Portugal) Itacio,
que con Idacio de Mérida se mueven apasionados contra Prisciliano. Rigor novaciano
y luciferiano con algunas dosis de gnosis y maniqueísmo. El concilio anatematiza a
los clérigos que, para disimular sus malas costumbres, se visten de monjes; y prohibe
alasvirgines quae se Deo dicayerunt tomar el hábito antes de los 40 años; (Espés, fol.
1,62 y t7 6).
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 103

Epocø vìsigoda:
San Braulio y Santa Engrøcìa
En esta época brilla en primer plano nuestra iglesia. Tras abjurar Re-
caredo (589) con su pueblo del arrianismo en el Concilio III de Toledo, se
celebra el 592 en Zaragoza un concilio provincial bajo el metropolita Arte-
mio de Tarragona, siendo obispo de Zaragoza Simplicio, con once obispos
y dos diáconos, para tratar de la admisión de los conversos: obispos, pres-
bíteros y diáconos, y seguir como tales, y sobre sus reliquias. El concilio
ordenó fueran de nuevo consagradas sus iglesias. (Espés. f. 188). Tema de
interés nacional.
Monasterio de las Santas Masas. Este concilio instauró la fiesta de
los Innumerables Mártires y quizá planificó ya el monasterio de las Santas
Masas. Asisten el Arcediano Máximo, antes monje del Agaliense (Toledo), y
seguido (592) obispo deZaragoza, Juan de Biclara, obispo de Gerona, que
fundó en 586 el monasterio de Bíclaro (hoy Vallclara); cuya regla se aplica-
rá al monasterio de Santa Engracia. Los hnos. Juan, su abad, y Braulio le
dieron gran renombre.
Los grandes Prelados Máximo (5921619),los hermanos Juan (61913l) y
Braulio (631151), y Tajón (ó51183?) hacen de Zaragoza el foco cultural con
Sevilla y Toledo del siglo de oro visigótico (589/ó90). Que hace al rey Egica
convocar otro concilio nacional enZaragoza el 691, siendo Ob. Valderedo,
de gran temática dogmática y disciplinarlo.

Altar mayor de la Cripta de Santa Engracia. Retablo atribuído a Gil illt¡rlatrcs. Dt¡bla ttnut tlt
ntaírntol blanco con restos de Santa Engracia y de S. Lupercio. En lrontal de la r¡tesa-aLlar, el sarcó-
fago romano-cristiano del siglo 1V (fot. Comercial G.F.).

10 Sus actas sin firmas figuran en los códices Albeldense y Emilianense. Cf. Espés, 203,
señala el canon singular sobre las reinas-viudas, de recluirse en un convento.
104 cLJADERNos DE zARAcozA 6s

El templo o santuario de Santa Engracia. A primeros de siglo \{II se


fundaba el monasterio de las Santas Masas, en que fue abad el hermano
de Braulio, Juan, padre de monjes, donde se forma Braulio; y al que acudió
ardiendo en deseos de mayor perfección Eugenio de Toledo, atraído por la
fama de sus mártires'r.
San Braulio amplió y restauró el templo viejo, llamado de las Santas
Masas'', buscando hacer allí el panteón de todos los mártires de Zaragoza,
presididos por Santa Engracia, a la que debió dedicarse el templo.
Los cristianos velarán siempre por esta Cripta y venerarán a sus Márti-
res, como reza este dístico:
Hic ossa hic cinerum sc:nctorum sanguine massae,
Martiris hac nostri Lantberti truncus in uma.
Que significa:
Aquí descansan los huesos, aquí las masas de cenizas amasadas con la
s(tngre de los santos.
En esta wyta el cuerpo de nuestro mártir Lamberto.

Los árøbes
Muza permite a los cristianos el culto en su iglesia del Pilar y extra
muros en la de Santa Engracia. Y en las afueras en Cogullada y en Zarago-
zalaYieja (El Burgo). Airo 714.
AI llegar los árabes, debieron soterrar más hondas las urnas de sus
mártires. Porque el 13-III-1389 al ahondar los cimientos para el nuevo
templo, se hallan las dos arcas de mármol: primera la de Engratiae Corpo-
ra Virginis, Lupertii Mártiris,la segunda de los otros diecisiete compañeros
y pellas de Santas Masas de los Innumerables. Y 13 arcas llenas de ceni-
zas, huesos y masas de mártires. Y el Pozo lleno de reliquias en medio de
la Cripta, (Risco, t. 30, p. 289)13.
Lo que implica que, en estos siglos de ocupación sarracena, el cemen-
terio o fosal del Pilar recogió todos los cadáveres de los cristianos del inte-
rion y extra muros el de Santa Engracia.

1l lldefonso: De viris illustribus, c.6: junto a los sepulcros de los ntártires aprendió la sabi-
duría y vivió la experiencia de la vida monacal (Studia sapientiae et propositunl mont
chi decenter incoluit).Ibid. c.6 Juan era el Abad, el liturgo. Cf . Pérez de Urbel, J. tos
monjes españoles en la Edad Media. L I., pp. 353/55. Como Isidoro habla del egregio
Mtiximo, que scripsit et brevi stylo Historiolam de his quàe tentporibr,Ls Gothorum itt
Hispanis o.cta sunt, historico et corrtposito sernlone. Sed et ntulta alia... (De viris lllustr.,
c,46).Mtiximo conTpuso mucho en verso y prosa.
12 Gloria deZaragoza y de España. El mejor colaborador de Isidoro y su digno continua-
dor, Braulio : Dificillimis quoque temporibus vetus tentplunt Sanctarum Massarum olint
nuncup atutl'l, a fundantenti s rest ituit.
Su cuerpo hallado 600 años tras su muerte en la entrada del Pilar (que eligió por hu-
mildad para ser pisado, se traslada al altar mayor), ad aram transl(üutn,magna poptúi
religione servatur et colitur.
13 Así el testamento de Moción, hijo de Fmya, fallecido (dice) en Zaragoza en febrero del
año anterio¡ dejó una manda de 100 sueldos ad Sancta María, que est sita in Çaragotia
et ad Sanctas Massas, que sunt foris muros. Bolelín de la Real Academia Historia, t. 44,
p.437 Trae el reconocimiento jurídico del testamento de Moción, hecho en Vallvidrera
(Barcelona) el 26-Yl-987 , que publicó Antonio Campillo.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 105

GÙTIERREZ LASANTA, nos (ol(o i(o l:OlOt .oí(O,{O rrol


trae el testimonio de Je- Þs'915r jÀ-i-' )¿ ¿ç'se'-i¿'
rónimo de Blancas (Ara- {**r*i *****ú*{**a.¡ *i*{*+
gonensium rerum Com- * læ+oocpEar €tocÉor.ooao¡Ér €¡dæo$cælÐ,.*
mentarii, Z-1588, 142-3):
Muclrcs cristianos... cer-
cados y cerrados en el re-
cinto de la Virgen María
del Pilar, lmbitaron duran-
te la rloninación de los
moros; en cuyo tienlpo
por la ntemoria de nues-
tros nlaJores, y según
consta de algunos escri-
tos, se fonnó una Asocia-
ción llatnada Cofradía de
la Virgen María, apellida-
dct ntuy insigne y (mtiquí- 0s
sinta, aunque parece fi1a- øÅ
yor su antigùedad. Resul-
tando de fodo lo er.puesto
õd
que no sólo existieron en 0å
dicho Tentplo varones õ.,$
eclesi(ísticos, sino tanl- vú
bién algunas veces Obis- õfr
pos. (H". Virgen del Pila¡
tI, p. 147). õå
Estas Ordinaciones, qre ìi¡
llaman a la Cofradía de ¡iJ
tiempos apostólicos, que sr:Í
nacería tras la primera
ampliación del templo,
0x
para velar por su culto, 9,*
nos dicen que en las pri- õ,\
meras ConstiÍuciones se
fijó su número máximo
en 12 Cofrades, y dado
que en toda su historia
no ha pasado de 9, to-
mándolo como signo de Uà
la voluntad divina de que 9''ô
no pasen de los persona- o.Ã
jes de plimera hora: Ma-
o,s
rí0, Santi(tgo y los Con-
vertidos; se establece su
nírmero de 9 cofrades.
La liesta se venía celebrando sin duda ab origine el 12 de Octubre. Así lo cita un documento de
30-XI-1121 sobre la Concordia entre los Obispos de Zaragoza y Pamplona. La Dedicación de
SanIa Maríct llama el doc. Que nos pone en la ocupación sârracena. Luego hace pensar que al
dedicar el Templo de Santa María la Mayor a la Asunción, como titular, se pasó al 15 de Agosto.
Las Ordinaciones nos informan que en 1510 se cambió la fiesta del Pilar del 15 de Agosto al .12
de ocrLtbre por olden del Tlibunal de la Rota a petición del Cabildo de Zaragoza.

Los musulmanes parece que construyeron la Mezquita Mayo¡, como


en Huesca, de planta seg:úrr un fragmento arábigo, publicado en el T. II de lct
Biblioteca Escurialense, atribuido a Ahmed Rasis (siglo IX), que dice ser tra-
dición entre los tirabes haber edificado la mezquita cesaraugustana Hanas-
chio Alsanaita, uno de los principales Coraisitas, que yinieron con Muza des-
de el Africa y se halló en la conquista de la ciudad',.

14 P Rrsco, España Sagrada, t. XXXI, p. 11 1.


106 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

La reconquista - 1118.
Zaragoza tiene dos catedrales
con sus cementerios parroquiales
y el santuario de Santa Engracia
Zaragoza es la ciudad que tiene dos catedrales con sendos cabildos, Ia
Basílica de N". S". del Pilar desde primera hora y la catedral de San Salva-
dor (lI2I, siendo las dos iguales, como reza la bula de la Unión de 1675.
Como el Obispo de Roma (Urbis), que a su vez es Papa universal (Orbis)
tiene, Sn.Juan de Letrán y San Pedro.
Y también se gloría nuestra Ciudad con su santuario de los Innumera-
bles Mártires, mientras las otras ciudades cuentan uno, dos o tres mártirtes.
Los tres templos conservan las cenizas y los restos de prohombres en
sus sepulcros y capillas y de sus feligresesy zaragozar'os en sus históricos
cementerios y cisternas.

Fosal o cetnettterío del Pílar


Su templo siguió siendo el centro de devoción popular y culto
solemnel', compitiendo con la catedral del Salvador. Hablando de enter.ra-
mientos tenía derecho de traer a su cementerio los cadáveres de otras pa-
rroquias. Y en su torre sonaba la campana del entredicho. Su fosal era lu-
gar de reunión del Concejo. El documento 201, que recoge A. Canellas, di-
ce así'. venieron al conceyllo de Zaragoza ont era plegado en el fossar de sanc-
ta María la Mayor, ont es costumpnado de plegar (18-II-1281)'u.
J.Zurita (lib. IV cap. 91), refiriéndose al año 1287 escribe: Fue ayun-
tado el concejo de la ciudad de ZaragoTn en el cementerio de la iglesia de N".
5". del Pilar... Solía más ordinariamente concurcir el pueblo y era costumbre

15 Alfonso I señaló al vizconde de Bearne Gastón de Fox el banío de los cristianos muzára-
bes, esto es, la parroquia de N". 5". del Pilar, en cuyo templo se ye todayía su sepulcro,
(escribe J. Blancas, p. 124), y de su esposa Talesa.
El obispo Pedro de Librana (1118) pide limosnas Universis mundi Ecclesiaefidelibus
para reparar la Iglesia de Santa María de Zaragoza, conocida por sLr antigüedctd y san-
tidad. Que refrendan el papa Gelasio, el Primado de Toledo y otros Obispos. Se ve su
carácter nacional y universal.
A la muerte del Batallador; ocupa Zaragoza Alþnso VII de Castilla ( 1 1 34), que es reci-
bido en el Pilar por lglesia, autoridades y pueblo. Que legará a la ciudad el león ram-
pante de su escudo.
En obras de reparación del obispo Hugo de Mataplana, amén de los privilegios de Bo-
nifacio VIII (12-Ir'I-1.29O) y Obispos, los Jurados de la Ciudad conceden el l7-Y-1299 el
privilegio de no pignorar ni cobrar aduana al peregrino. (Bol. Real Acad. Historia, t.
44, p. 452, cit. por L. Aina, El Pilar... p. 66).
16 Colección Diplomática del Concejo de Zaragop, Zaragoza, Cátedra Zaragoza, 1975, p. 66.
Y doc. 360, p.249: Sepan todos que cridado e aplegado concello de Zaragola en el fossar
de Sancta María la Mayor, do yes costumbrado de plegar concello...
Alejandro 111 concede a sus canónigos, en caso de entredicho general, puedan celebrar
sus oficios y enterrar los muertos. (Arch. Pilar, arm. 1, caja 1, leg. 1, n'3-4) Bulas de 7-
IV-1171 y25-III-1178.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 107

juntarse los Jurados y Concejo de la Ciudød para sus deliberaciones públicas


y del gobiernotl.
Tenían su fosal junto a los muros de la Angélica Capilla del Pilar. Do-
ble fosal: El interior se encontraba dentro del claustro, próx.imo a la capillø
de Santa Ana. El exterior en la plaza, donde se reunía el Concejo..., este se-
gundo cementerio era común a todas las iglesias de la ciudad; y se ubicaba
en el arranque de la calyera de Sta. María la Mayor a las casas del Puente
(calle del Pilar después). (M". I. Falcón Zaragoza en el s. XV..., que cita
AMZ. Actos comunes, 14ó8, fol. 681' AHPZ, Protocolo de Juan de Barrachi-
na,1474, fol.52)

El templo del Pílar y su criptø,


pønteón necroló g¡co de per s onalìdødes
FR. DIEGo Munlrlo en su Fundación milagrosa del Pilar (Bna.- I 6 1 6) p.
101, nos dice: En el contorno de la Capilla se ha hecho un claustro de siete
pasos de ancho, y alrededor de él hay edificadas muchas devotas capillas, así
de Obispos... que se enterraron en ellas, como de otras personas graves y
principales por la misma razón. Recuerda las lápidas de Ia Santa capilla,
que Labaña vió en letra gótica. Así los Condes de Sástago tenían su sepul-
cro de mármol en capillita extremo de la Santa Capilla. Los duques de Hí-
iarla suyajunto a la puerta de la misma. Pelegrín de AnTano, Justicia de
Aragón (t 1338) en la capilla de Sancho Aznar (Latassa, I, p. 332). Tras el
incendio de 1434 ayudan con Do. Blanca de Navarra,la familia de María de
Aranda y Ia familia Torrero, que le mereció figurar un pilar con sus armas
en lado derecho de la Columna. Como Antonio de Pertusa adquiría derecho
de sepultura para sí y sus descendientes.
JosÉ Isns, racionero, Catálogo de los enterrados en eI templo del Pilar
(1792). Rrcanoo rel Anco, Necrologio insigne de la Basílica del Pilar, en
(Doce de Octubre,l947. N" 6), y Leanlno ArNa, Galería necrológica del Tem-
plo del Pilar nos recuerdan entre mil prebendados y devotos, los más sa-
lientes: De los priores: Pedro Zapata (T1508), Maestro Luis Lopez, insigne
oradot (t1528), Jerónimo Cenedo (11604), Bart. Llorenle de Longares
(tló14). J. Domingo Briz Calvo, del Villar, obispo, como obispo también B.
Mateo Sánchez de Castellar (11700); Iaime Cunchillos (11527), Martín de
Gurrea (11544), Blas Senate (I1718), de La Almolda. El arzobispo de Gua-
temala y obispo de Tortosa Pedro Cortés y Lanaz, de Belchite, (1786).
Fernando de Toledo, hermano del duque de Alba, al que matan en la
pradera de S. Lázaro por conversar a unas atapadas el 27-YllI-1670. Al que
elVirrey luan de Austria puso este epitafio, bajo cruz de mármol negro:
I nciert a p unt a v iolent a
apagó joven aliento,

17 Lo que hace pensar que esta iglesia del Pilar mantuvo su categoría deprincipal y madre
de las íglesias de la Ciudad, que arrastraba de antaño, pese a crear la catedral de la
Seo, hasta llegar a la Unión de ambos cabildos por la Bula de Clemente X, de 11-II-
1675, en total paridad. Que hace escribir al P. Hebrera en su Descripción hist. panegír.,
p.26: Mantúvose esta igþsia con el título de Principal hasta 1718... año de la reforma.
En la cual se niveló con el templo, pues estaba mucho más baja la Santa Capilla, que
hizo exagerar al inglés Münzer (1494), diciendo era una Cripta. Señal de su antigüe-
dad.
108 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

pasa canilnarúe atento,


ruega por él y escarm¡enta
(Rev. Archivos, año 1876, p. 109)

Crìpta-panteón
Si la reforma del siglo XVII, al cubrir el claustro gótico con las naves
laterales y frontal, borró toda huella, la actual del pavimento remató las lá-
pidas del suelo (1940). Las dos planchas de bronce de la entrada a la Crip-
ta, que labró J. Bueno en 1942, recuerdan: Tëmpli huius solum marmore
coopertum. Archiep. Caesaraug. D. D. Rigob. DomenechValls. D.D.Ios. Pelli-
cer Guiu, Cap. Decano. Anno Dni. MCMXXXX, y la otra, Ossa et cineres pra-
ecl. virorunt qui corporis exuvüs sub umbra B.M.V del Pilar. Rogad por
ellos.
Entre prebendados y bienhechores del Pilar resaltan: Los esposos D.
Fco. de Borja de Uraüz y Cavero (187011947) D". Leonor Sala Ruiz de Andrés
(1876/1962) . A sus expensas se levantaron las dos úkimas torres. D.E.P.
Ramón Pignatelli (1734193). Nace en casa de los condes de Fuentes, del
Coso, y muere en casa de Zaporta (de la Infanta). Sus timbres de gloria
son la Casa de Misericordia y Plaza de Toros, el Canal Imperial y Ia Socie-
dad Económica Aragonesa de Amigos del País. Y su digno colaborador el
arzobispo Agustín de l¿zo y Palomeque (1784196), que bien merecen lauda
memorial.
El Excmo. D. José. Palafox Melzi, Capitátn General y Caudillo de Aragón,
que se trasladó de Madrid acér en el 150 aniversario de los Sitios (195S).

Basílica del Pilar Cripta-panteón bajo la artgélica capilla de la Vírgen del Pilar.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 109

Rafael deValenzuela, Jefe del Tercio (1881-1923).


Alvaro Sueiro Villarino, Capitán General de Aragón (t1953).
Inhumados de la Casa de Condes de Fuencløra, en el nicho n". 22.
Los Cardenales Manuel García Gll (1858/81) y Fco. de Paula Benavides
(1881/95). Y arzobispos: Ignacio Añoa y Busto (1743164), que puso Ia pri-
mera piedra de la Santa Capilla. Luis García Mañero (1765167) y Bentardo
Velarde (1779/82) en el mismo ntcho. Iuan Sóenz de Buruaga (1768177),
Manuel Gómez de las Rivas, (T1858). Vicente Alda y Sancho (1895/1901), y
Rigoberto Doménech Valls (1925155). Y los canónigos Luis M." Dalp, funda-
dor de Becas en el Seminario (11858) y el célebre escriturista kófilo þuso
Marazuela (1906162). Y el obispo Pedro Valero Gómez (t1815).
Y bien merece una lauda la Infanta de Zaragoza M". Teresa de Ballabri-
ga esposa del Infante Luis de Borbón, que en 1778 regaló a la Virgen un
clavel de diamantes y rubíes, valorado en 7.000 pesos fuertes.
El corazón de luan de Austria, Virrey y hermano de Carlos II, que en
1669 regaló a la Virgen una joya de 106 diamantes rosas, de 6.891 pesos de
valor. Estas joyas con otras hasta I40.76I pesos de valor exigió como obse-
quio el general Lannes y su Estado Mayor en 1809.
Y los corazones de dos arzobispos pilaristas, Diego Castrillo (T1686),
que inició Ia gran reforma; y Manuel Araciel (Il714), que la siguió.

Fuera de lø cripta
El arzobispo primero que se enterró en el Pilar, junto al altar de la
Santa Capilla fi¡e, Juan Martínez Peraha (1624-29). Frente a la Santa Capi-
lla, simétricos yacen el cardenal arzobispo Soldevilø tristemente asesinado,
cuya lauda reza: R.LP. In pace Domini D. Doctor loannes Cardinalis Solde-
vila Romero, Archiep. Caesaraug. mortuus est die IV lunii anni MCMXXIII.
Orate pro eo. Y de modo similar su Vicario General y Deán, José Pellicer.
Capilla de S. Juan Bautista, el arzobispo Tomás Crespo Agüero (17271
42), junto al Santo Cristo de Forment.
Capilla de Santiago, el panteón de la familia Cnstellano Villanoya, D.
Gaspar (T l9l0).
Capilla de San Joaquín, del duque de Montemar,Iosé Canillo de Albor-
noz eI graijefe militar de Sicilia, vencedor de Bitonto, que costeó Car-
los III. Moría el 1757. Que concedió el Cabildo a su madre, condesa de
Valhermoso el l4-II-1761.. Se inauguraba el 1765 su mausoleo.
Capilla de San Braulio muestra el sepulcro del arzobispo Bet'nardo
Francés Caballero (t1843) desterrado en Burdeos, que se traslada en
1860. Fundador del Seminario Conciliar delaplaza de la Seo, (1834)'
Capilla de San Antonio de Padua, que constr-uyó Elfu de Exerica, esposa
de Pedro Martínez de Luna en 1387. Pasó a ).os duques de Medinaceli y
marqueses de Aitona en 17 13, al cederla el Cabildo a Guillermo de
Moncada, que la decoró.
Capilla de ScLn José, se fundó en 1632, trasladándose a este lugar en
1764, propiedad de los condes de Villaverde y Argillo, los restos de
Mercedes Bordíu y Garcés de Marcilla. La fundó el segundo marqués,
110 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Basílica del Pilar. Capilla de San Juan Bautista. Satcófago del arzobispo Crespo Agüero, junto al
Santo Cristo de Forment.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 111

pasando alaîalr'a de los Bordíu. En la década de los 1950 tuvieron in-


terés en recuperarla los Villaverde, con el fin de inhumarse en ella la
familia del General Franco, incluso el mismo Caudillo; según informe
fidedigno de Jerarcas del Cabildo.

Basílica del Pilar. Capilla de San Braulio, que restauró eI canónigo Luis M". Dalp, deparando este
rico mausoleo al arzobispo Francés Caballero.
-

112 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Basílica del Pllar. Capilla de Santa Ana. Mausoleo del Gral. Manuel de Ena.

' Capilla de Santa Ana ostenta el mausoleo de mármol del General Ma-
nuel de Ena (l80Il5l), que muere en la guerra de Cuba, con traje de
campaña y atributos de guerra, por F. Oroz y Martín Campos bajo la
dirección de Ponzano, por 50.000 rs. vellón de suscripción pública.
'1
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 13

Capilla de San Pedro Arbués con los bienhechores Babasar Abanto y su


rnujer F idelø Villagras a.
Panteón familiar de Manuel Dronda e Isabel Azcárraga, trasladados en
diciembre de 1858, en trascoro.
Panteón de familia þerbe, al que se trasladan los restos de la marquesa
deþerbe en 1920, en sala de Oración.
Capilla de N". 5". del Rosario, que el 4-I-1601 la cedió el Cabildo a la
viuda del Notario Pedro de Ypas. Su privilegiada Pila bautismal recibe
a todo nacido ubique terrarum, sin permiso de su párroco.

La catedral
y el cementerìo del Sølvador (La Seo)
La Mezquita Mayor se consagró en catedral dedicada al Santo Salva-
dor el 4-X-1121, por su suntuosidad. Se instaural8, nota bien Zurita, y no
se restaura. Y se dedica al Salvador por voto del señor Rey, que puede dis-

'¡..ø
Catedral de la Seo. Ptlffoquieta de S. Miguel (antes de S. Bartolomé junto a la otrd puerta). Sepul-
cro de sufundador D. Lope Fernández (fot. Arxiu Mas).

18 Indices latinos, p.52, expiatur: et Deo Optimo Servatori ex voto quod imperator pulche-
rrimae,..Urbis esset potitus, festis laudibus instaur(ltur et consecratur. Que significa: es
expiada: se instaura y consagra a Dios Optimo Máximo Salvador, por causa del voto que
hilo el emperador, en caso de que se apoderase de la bellísima... Ciudad.
114 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

poner de ella, por no haber sido catedral nunca'', podemos concluir con
Nougués y Secall. De ahí que el Pilar siguiera compartiendo los honores
catedralicios con la Seo, con Cabildo propio hasta la Bula de Unión de Cle-
mente X (1ó75).
El obispo Pedro de Librana con la Constitución de I 128 impone un exa-
gerado centralismo, reservándose para la iglesia del Santo Salvador todos
Ios bautizos, bodas y exequias de toda la ciudad. La Seo será caput et mcl-
gístra madre de todas las iglesias, que reduce a filiales a las demás parro-
quias, que atenderán el culto y la pastoral, pero sin pila, campanario, bo-
das ni entierros. Su cementerio se extendía de la puerta principal a Oriente
hacia la calle de San Vicente de PaúI. Falcón precisa qrue estuvo junto al
muro de piedra, próximo al postigo de Aguadores. Esto es, saliendo por Ia
puerta de atrás hacia el Ebro y calle de San Vicente de PaúI. Así se cumplía
cien años, hasta que con el obispo Vicente (1239144), comenzaron los fieles
de las panoquias a no querer llevar sus hijos a bautizar a la Pila de la Seo, ni
entet'rar los muertos et'L su cementerio2o, postura que apoyaron el Zalmedi-
na, Baile y Jurados de la Ciudad contra el Cabildo del Salvador. Litigio que
obligó a venir a Zaragoza al Metropolita tarraconense Pedro de Albalate a
dirimir el conflicto (1241)^. Este determinó que en adelante las parroquias
tuvieran su pila, sus bodas y funerales, campanario y enterrar a sus muer-
tos en sus cementerios propios". Así surgieron y crecieron sus torres y ce-
menterios.

Sepulcros y pønteones familíøres


en la catedrøl de lø Seo
Al visitar la catedral símbolos y signos de tono funerario en el suelo y
en las paredes, en los altares y capillas nos hablan de personajes que labra-
ron su historia.
El presbiterío recuerda coronaciones, bautismos y exequias de reyes,
unción de prelados, y Cortes de Aragón. La"liara del cimborrio al papa Pe-
dro de Luna.
Cubre su sarcófago la efigie de María, hija de Jaime I y de su esposa
Violante, muerta enZaragoza (t1267). Junto yace en sepulcro de mármol

19 Los reyes de Aragón disponían por Bula de Urbano II (1095) de las iglesias conquista-
das a los moros, exceptuadas las Sedes Episcopales. (Arrrrego, Cátedra episcopal...pp.
561 y 659. Vic. Lafuente, Historia Eclesiiistica de España, t. 3', p. 375).
NocuÉs v Secar-1, Historia críticay apolegética del Pilar 1" parte, cap. XX.
20 LaMeeRro DE ZARÂcozA, Tþatro histórico de las iglesias de Aragón, t.II, p.246, n" 303,
donde dice que gobernó la Sede desde 1240 al 1248, equivocando la fecha del obispo
Vicente V deZaragoza, que episcopó 1239-44, como puntualiza A. Canellas.
21 A. CANELLAS, o.c. doc. 65, de t.I, p.1ó0 ss. Se quejan iurati quod episcopus et Capítulum
compellebant eos portare ad ecclesiam sancti Salvatoris onutia corporû nlortLtorunL et
audire ibi ntissatn et oblationes facere...Ante lo que falla el árbitro arzobispo de Tan'a-
gona: Statuintus etiant quod cives cesaraugustani ad ecclesiam sancti Salvatoris tnor-
tuorum corpora deþrre de cetero non teneantur. F,sto es,Establecentos también que los
ciudadanos de Zaragola en adelante no se yean obligados a llevar a sus difuntos a la igle-
sia del Santo Salvador. Y acaba Acta. sLtl'tt haec calendas Marcü, anno Domini tn". c"c".
quadragéssimo printo i.e. Se hizo esto el 1 de Marzo del año dei Señor 1241.
22 El Justicia de Aragón Luis Exea y Talayero, "Instauración de la catedral episcopal en
el Templo del Salvador", p.34 del Proceso Aguilar. 17O7.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 115

Catedral de la Seo. Frontal de mesa altar de Ia capilla de San Pedro Arbués (@ iberCaja).

el arzobispo Iuøn de Aragón (1458175). Debajo yacen seguidos los hijos de


Fernando el Católico, el arzobispo y virrey Alþnso de Aragón que amplió
la Seo (147811520) y arzobispo luan de Aragón (1520/30). El corazón de
Bahasar Cailos, primogénito de Felipe IV (11646, a sus 17 años).
Fuera del presbiteriq en la capilla de San Bemardo, el arlobispo Fer-
nando de Aragón (1539177) se labró suntuoso sepulcro plateresco con reta-
blo de la Crucifixión y figuras del Juicio Final y de santos. Lo cubre su efi-
gie yacente. Y contiguo, el de su madre Ana de Gurrea, que adorna la Sa-
grada Familia. Con sus laudas. Y \a capilla de San Benito de Nursia para
sus criados y los de sus sucesores (1557).

El del primer arzobispo Pedro López de Luna (1318145 y obispo en


1314), que se pierde en reforma de 1500; enla capilla de Santiago, que fun-
dó su camarero Comendador de la Orden de Santiago Juan de Alagón y su
viuda María (con retablo, que pasó a la de San Agustín). La de Santiago la
restaura con tonos funerarios en 1695 el arzobispo Antonio lbóñez de la
Riba Herrera (T1710), con su sepulcro.
En la entrada del coro, que construyó el arzobispo Dalmau de Mur
(1431156), una plancha de bronce con sus blasones cubre su tumba. A este
arzobispo se debe el retablo de la capilla de San Vicente rnârtir, que reedi-
fican con licencia del Cabildo para sepultura los Arcedianos de Zaragozay
de Belchite Bemardo de Villalba y laime Hospital. Con permiso del Cabildo
(1719) sustituirán de titular San Martín y Todos los Santos a San Vicente
mr., cuya actual capilla construyen los cofrades del Corpus Christi y de
San Vicente rnértir.

En tumba de San Pedro Arbués se lee: Rev. Magister Petrus de Epila,


huius Sedis canonicus, dum in heretícos ex officio constanter inquirit, hic
ab eisdem confosus est ubi tumulatus, anno MCCCCLXMV in situ del pres-
biterio donde fue martirizado. Al beatificarlo AlejandroYII (17-IV-1664),
se le adorna su capilla con los relieves de su tumba primera; su estatua ya-
cente se guarda en el Museo Capitula4 Pío IX lo canoniza en 1867.
Restos de Santo Dominguito de Val, martirizado por los judíos (1250),
se depositaron en la capilla San Vicente mártir hasla 1496, que pasaron a
la sacristía ante las obras. En 1ó00 ocuparon la capilla del Espíritu Santo
hasta 1671, en que se funda su capillapor cuenta del diputado Félix Amad.
116 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Sepulcro del obispo auxiliar Juan Crespo (1491-1506), que legó todos
sus bienes a la iglesia (Calendario) ...Item diemos al sr. obispo de Castro, di-
go Møestre Crespo, una sepultura en la capilla del señor Sant Agustín, entre
y el ahar del señor Sant Joan y Sant Valer Notario Miguel de Villa-
"::#:
Panteón familiar con su cisterna sepulcral, que funda el infanzón Jeró-
nimo Ferrer Cerdán (27-VIl-1584) y su viuda,Ana Clavero en antigua capilla
de Santa Catalina, que dedican a la Natividad del Señor.
El panteón de la capilla de las santas Justa y Rufina (que data de 1487),
lo funda a este fin el Inquisidor Apostólico de Aragón en 1643, que here-
dan por mayorazgo de Virto de Vera los condes de Guara; y pasa luego a
Ios duques de Villahermosa. Yacen J. Pablo de Aragón-Azlor y Zapata de
Calatayud (el duodécimo duque), y su viuda Mo. Marianela de Pignatelli y
Gonzaga (t181ó) e hijos Juan Pablo y J. Antonio y el nieto Marcelino de
Aragón Azlor y Fernández de Córdova".
Panteón de Gabriel Zaporta (t1579), señor de Valmaña, en la antigua
capilla San Jerónimo, que dedican a los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafa-
el (tan gratos a los judíos), con licencia del Cabildo (3-X-15ó8).
Sepulcro del penitenciario Martín de Funes con estatua orante sobre él
en la capilla del Santo Cristo, que reformó ante los prodigios ocurridos
(1634-39), del trascoro. Que atendió la familia Bordíu después, me dice
Ana Bordíu Martínez Morán que pagó hasta hace unos quince años para
su culto.
Capilla de N". Sn. la Blanca, de arzobispos que no son de sangre Real,
con varias laudas: Andrés Santos (1578-1585), Alonso de Gregorio (1593-
16O2), Fr. Iuan de Guzmdn (1633-34), Pedro þaolaza (1635143), que trasla-
dan a su pueblo de Moyuela (1644). Pedro Manrique (1611115) hasta que su
hermana Ana, condesa de Puño-en-rostro y camarera mayor de la Reina de
Francia consigue del Cabildo la capilla de No. S". de las Nieves , y habiéndo-
la adomado primorosamente y labrado en ella su sepulcro de alabastro lo
trasladó (1616). Diego Castillo (1677186).
Y fuera de la Seo, el arzobispo Tomás de Borja (1ó03/10) labró su se-
pulcro en el Colegio de las Vírgenes. Decía de su pariente San Francisco de
Borja: El tcLn s(tnto y yo tan pecador. Manuel Vicente Martínez y Gonailez
(1816123) en el Hospital de la Ciudad. Y a sus pueblos: arzobispo Fadrique
de Portugal, nieto del Rey Católico (1532139), que se inhuma en su capilla
de Sigüenza. Hijo de los condes de Faro.
Andrés de Cabrera y Bobadilla, en su panteón familiar de los condes de
Chinchón, (1587192). Manuel Pérez de Araciel (1714126) en capilla El Pilar
de la Colegiata de Alfaro. Fr. Juan Cebrián (1644162) en el convento de Ca-
puchinas deZaragoza y su corazón a Perales (Teruel).
Capilla-armario delas reliquias, en el trascoro de la Seo (de finales del
siglo XVI) que preparó el arzobispo de Cabrera.

23 En la iglesia del Real Seminario de San Carlos, tuvieron st capilla de San José privada,
suntuosa con su retablo churrigueresco dorado, con dos hornacinas a sus lados, que
ocupan las estatuas orantes de los duques: Carlos de Aragón de milita¡, y su viuda Ma-
ría Enríquez de Guzmán. No olvidar que la duquesa Luisa de Borja, sobrina del arzo-
bispo Fernando de Aragón le arrancó su permiso para entrar la Compañía enZarago-
za (1547).
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 117

La fømilia Liñán (III-1637) labró el retablo en la capilla de Santa Ele-


na, (siglo XIX de Nu. Su. del Carmen), ya fundada por Francisco Liñán en
el siglo XVI.
Ldpidas sepulcrales con sendas laudas, que omitimos por la brevedad.
Y otras como la de Olleta, Andreu Olit¡ón y Anuego; y tantas desaparecidas.

Catedral de la Seo. Capilla dz San Bemarda, que labró y decoró esplmdidamente eI arTobispo D, Femando
de Aragón para su madre D". Ana de Gurreay para sí mismo (fot. Arxiu. Mas).
118 cuADERNos DEzARAcozA;s
No faltaron mecenas en la Seo, por descansar a su sombra. Obligada men-
ción merece María de Alagón y Carinyera, enterrada, en la capilla del Rosa-
rio o Virgen Blanca, que en contrato de 7-V-1.520 con Gil Morlanes y Ga-
briel Joli por once mil sueldos enriquece las capillas de San Agustín y la de
Santiago con su retablo.

Crìpto y cementerío de Santa Engracia


Si primero sirvió de catacumba, donde ocultar las Santas Masas, nom-
bre que se menciona ya en el 343, luego compartirá el nombre con Santa
Engracia, que debió enterrarse allí; sepulcro de sus mártires y fosal de
cristianos, que buscaban su compañía y protección.
Muy pronto con la paz de Constantino, surgió al exterior una iglesia o
capilla de las Santas Masas. Que San Braulio transformará en digno tem-
plo, mientras los Benedictinos levantarían su convento en ese primer ter-
cio de siglo VII. Braulio quiso hacer allí el panteón o santuario de todos
los mártires, que trasladaría de la Cripta y galerías del Pilar. Dicen había
otro subterráneo de Santa Engracia hasta el pozo de los mártires en Ia
Cruz del Coso (Plaza de España). Que al no usarse se obstruirían.
Al cabalgar la media luna sobre la piel de toro hispana, el pánico de
los fieles escondió todas las reliquias tan hondas que se perdió su pista en
más de 600 años. Per accidens el I3-III-1389 al abrir en la cripta las zanjas
para el cimiento de la nueva Capilla mayor, ante el arzobispo García Fer-
nândez de Heredia, sacaban ese rico presente de las urnas descritas.
El cementerio de Sta. Engracia, desde que se construyó la primera
iglesia y más en época visigótica se extendería a los pies del templo en la
huerta de Santa Engracia. En 1908 salía mosaico cristiano, que representa
urnas funerarias con la sigla M (¿Mártires?), quizâ de cenizas de las San-
tas Masas. Parecen de siglo IV. Dos mosaicos se conservan en el Museo
Provincial; hallados, al abrir cimientos para Ia exposición Hispano-France-
sa, en esa huerta.
Este cementerio creció sin duda al calor del culto permitido en la pací-
fica ocupación mora. Que obligaría a vivir a muchos cristianos fuera de la
muralla; y tenían Santa Engracia, como su parroquia.
El obispo Paterno (1040163) aparece en el concilio de Jaca (1063), y en
nombre propio y de su clero (agradecidos a Ramiro I) dona a la diócesis
de Huesca la iglesia de las Santas Masas, que aprueba el papa Gregorio
VII. Que perdurará hasta 1-I-1956, pese a las reclamaciones de Ia Mitra ce-
saraugustana2a.
EI prelado oscense crea, tras la reconquista, el Arcedianado de Santa
Engracia, hasta 1492, en que renuncia el último Arcediano Pedro Zapata,

24 lncaula donación, que producirá tantos pleitos. Como la de la parroquia de San Gil,
que hacía AÌfonso I al obispo Esteban de Huesca, para sufragar los gastos de los auxi-
liares franceses en la conquista deZaragoza.
Ya en 1137 Bernardo II tomándolas como cesión temporal, reclama ambas par-roquias
al obispo Dodón de Huesca, sin resultado. Sometido el asunto al arbitraje del obispo
Pedro de Palencia, falló así: la iglesia de las Santas Masas siga de Huesca, y la de San
Gil vuelva a la diócesis de Zaragoza (21-Xl-1145). Sentencia que confirmó Adriano IV
(1 lse).
.I
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 19

para fundar Fernando el Católico el Real Monasterio de los Jerónimos", si-


guiendo a su vera la parroquia, bajo la diócesis de Huesca.

Ilustres sepulturas en Sønta Engracia


Sepulcro con retablo-capilla de Antonio Agustín, vice-canciller de Ara-
gón y padre del homónimo arzobispo de Tarragona. La Ciudad les dedicó
a los dos su calle Agustines.
Colateral a éste, está el de Zurita, cuyo epitafio se traduce: A lerónimo
Zurita hijo de Miguel y nieto de Gabriel, natural de Zaragoza, el escritor dili-
gentísimo y selecto de la Historia de Aragón. A su padre dedicó este ahar, su
hijo B.M. Ierónimo. Vivió 67 años. Murió el 3-XI-1570 en Zaragoqa.
En su claustro yacía otro cronista de Aragón lerónimo de Blancas
(T1590), en sepulcro bajo llana losa.
Juan de Sora y Thomas, Regente del Supremo Consejo con Felipe II,
Iabró su capilla de San Juan Bautista.
El obispo de Huesca An tonio de Espés , canciller de nuestro Juan IL
Luis Gonuilez de Villasimpllx, conservador del Patrimonio Real y Se-
cretario de Fernado el Católico.
El alemán Jorge Cocci, primer impresor deZaragoza en siglo XV.
El flamenco canciller de Aragón con Carlos I, Juan Selvagio.
Pedro Valero, Justicia de Aragón.
Antonio Hemando de Mendoza, escritor y caballero de Calatrava, que
nos legó La vida de la Virgen.
Manuel Vicente Aramburu de la Cruz que escribió Historia cronológica
de N" S" del Pilar.

Antiguos Beneficios y Capellanías fundados, con cierto iure sepulcri


Mossen Joan de Sora, caballo y Receptor de Santa Inquisición en dió-
cesis de Zaragoza (Abizanda, o.c. doc. siglo XVI, p.37).
Simón Tïrado lundó capellanía, que en l5ló se confiere a Miguel Espa-
ñol (Reg. del Año, fol. 139).
Iusto Monzón lundó otra, que en 1535 ya se permuta de un Capellán a
otro.
Aldonza lbana, otra, para la que en 1567 (fol. l13) Luis Ibarra presen-
ta a Miguel Cañada.
Mossen Blasco de Alagón, otra, que en 1579 se confiere a Joan Muniesa
(Lig. 5". fol. 35)

25 Juan II
al curar de su enfermedad hizo voto de fundar en Santa Engracia un monaste-
rio de PP Jerónimos. A su muerle (1479) encargaba a su hijo lo cumpliera' Que realizó
con los bienes confiscados a los judíos cómplices de la muerte de Pedro Arbués (P.
Marton, Centuria XV cap. 8).
El 2ó-IV-1480, la Ciudad honra a los Mártires y los nombra sus Patronos. Desde enton-
ces el Concejo ejerce patronato sobre la Cripta de Santa Engracia y el 3 de Noviembre
en procesión presidida por el Ayuntamiento a la Cruz del Coso (Pza. España) deposita
una corona de flores en su honor.
120 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

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Santuario de Santa Engracia. hipida recuerdo a los dos historiadores del Reino, aquí enterrados
(fot. P. J. Fatás).
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 121

Nicolás Casado, la suya, que figura en Registro del Año 1591, fol. 489.
Dr. Aznar Ximeno Gordo (lig. 6"). La posee Antonio Gordo en 1442 (1o1.
86). Y se confiere a Gerónimo Gordo en 1485 (fol. a).
Domingo de Biendres, cuyo beneficio tenía su segundo poseedor ya en
1a82 (fol. 185).
Fortún Pedro de Rota y Guillerma de Poncio fundan en 1390 (fol. 55).
D. Vital de la Gil confiere el suyo a Domingo de Urrea en 1406 (fol. 52).
Martín Soriano y Nicolasa Ferer hguran en 1485 (f. 1) como fundadores.
D". Toda Martínez de Barcelona. Se permuta el suyo en 148ó (f. a5) a
Joan Lope.
Domingo de Pierge, cuyo beneficio se permuta en l49O (f. a0) a Domin-
go Tienda.
Se puede ver su seguimiento de poseedores, familiares los más, en Il-
bro Indice Rubric. Beneficialis de lglesiøs de Zaragoza -Sta. Engracia Signat.
III-7 -4" .; y Carpeta Sta. Engracia -Beneficios - Zaragoza; en Archivo Dioce-
sano de Zaragoza.

Parroquias principales
con sus fosales o cementerios
Llamamos pricipales a estas parroquias por el número de fieles y por
su papel histórico en la vida y gobierno de la ciudad, como la elección de
cargos concejiles.
Sus naves, capillas y carnarios guardan con celo a sus protagonistas, y
sus fosales y cisternas.

Fosal o cemettterío
de la panroquia de San Pablo
De la antigua iglesia de San Blas forma el obispo Arnaldo de Peralta
(1,24817l) Ia llamada parroquia de San Pablo, anexionándola al Arcediana-
do de la Seo (1251). Su demarcación subía entre las dos murallas desde el
Ebro hasta la puerta del Carmen2u.

26 Como ermita la supone Cosme Blasco y Yal, Memorias de Zaragoza. San pablo Apóstol-
Historia de su iglesia y de su gancho, erigida por el obispo García Urrea de Maxones
(1 130-38). ¿Fue parroquia ya?. Jordán de Asso, o.c., cap.III afirma que no ha visto doc.
de parroquia de san Blas. Poblado el barrio ya le fijó los límites; que recoge Angel Ca-
nellas, Colección Diplontática del Concejo de Zaragoza (Zaragoza, 1972), p.198, n" 95:
quidquid territorii ex,tra portam Toletanan, ab Ibero flumine per circuitum usque ad por-
tam, que dicitur de Bakaxio et quidquid ab eadem porta de Baltaxio per circunfereniiam
muri terrei usque ad portam..Sancii.. et ab eadem per lineam rectanl que (sigue) transit
per mercatum lini et ducit usque ad domum positam iuxta fossatum muri lapidei quod
recipit aquam sordidam. Que significar todo el territorio que se extiende fuera de la Puerta
de Toledo, desde el río Ebro por el muro de piedra hasta la Puerta llamada de Baltax (car-
122 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Su fosal o cementerio estaba pegado a la iglesia, de forma que prolon-


gado el templo a continuación de la torre se extendía el fosal o cementerio ce'
nado de tapias, que no desaparecieron hasta 1588, en que se abrió al tránsi-
to público esa segunda plazø, que comunicaba la Pza. San Pablo con la calle
de San Blas,y sigue D. Mario de la Sala: En 1587, previo acuerdo entre la
Ciudad y la Junta parroquial, se derribaron løs tapias del cementerio, que-
dando abierta la nueva plaza a los pies de la iglesia y se echó el claustro tras
el coro, y se abrió la puerta grande del fosal, que se llamó de los ahorcados o
de los ajusticiados, gastando 14.451 sueldos.

La lunta funcionó bien y representaba al pueblo, que elegía al Lumi-


nero y dos obreros por dos años, hasta el Concordato de 1 85 1, en que se re-
servó el obispo y clero su elección. Y ejercía su poder, como se ve en el
pleito habido entre Ia Junta y el Capítulo, en que el canónigo de la Seo, Dr.
Diego Monreal, (luego obispo de Huesca, que a su muerte es inhumado en
esta iglesia) falló el 28-XI-1586 ante el notario Diego Fecet: Lo que se de-
biere de p(tgeü por el derecho de cruz, campan(ts, ornamentos y sepulturas,
pertenece siempre a la Junta.

Y en otro de 1632, falla también a su favor el Justicia en 1ó70 sobre


entierros y el carneario, que está bajo el Coro.
Rumbosos y envidia de otras parroquias eran los del Gancho, que vis-
tieron y honraron su iglesia como nadie. Baste el ejemplo de su altar de
Forment y mil dejas y legados con derecho sepulcral y a indulgentes res-
ponsos. Setenta y un Beneficios y Capellanías cuenta en 165327',llegando a
òchenta antes de reducirlos por la insuficiencia de las cóngruas; y por las
ventas de Godoy.

Junto a la puerta está el mausoleo del obispo de Huesca Diego Monre-


al, bajo un retablo marmóreo: Hic iacet sepultus D. Didacus a Monreal,
episcopus oscensis. Vixit ann. IXX. Obüt die uhima iulü anno Dornini
MDCVU. Eius anima requiescat in pace; con imágenes de San Pedro y San
Pablo a los lados del sepulcro.

El Capítulo fue Tesorero de Cruzada y Depositario municipal' Guarda-


ban sus caudales en arcón de siete llaves.

men), y lo que desde la misma Puerta de Bahax rodea eI nturo de tapia hasta la.puerta de
Sancho, y desde la mismø, por Ia línea recta que pasa por eI mercado de lino, y lleva hasta
la casa que se levanta sobre el fosado de la muralla pétrea, que recibe la cloaca. Y .ordenó
el obispo Peralta, que la nueva rectorío quedase incotporada aI Arcedianado del Salva-
dor, Fr. Lamberto de Zaragoza, Te(ttto Hßtórico, \'III, n" 230; nombrando el Arcediano
al vicario. Recibió privilegios casi catedralicios, adelantando a las demás en las proce-
siones, la Insigne iglesia de san Pablo, tras las dos catedrales.
27 Lucidario parroquialy conventual de Zaragoza en Archivo Diocesano de año 1653-54.
En siglo XVIII contó 58 Beneficios, 2 capiscolías más 20 capell. mere laicales. En
1800 [uedaban 37. Y en 1900,26. Gustaría copiar todos los apellidos de los fundado-
res.
Derecho a sepultura en sus carnearios tenían los cofrades de sus múltiples cofradías.
Ãsí Fca. Navarro, la hija de D. Tadeo, y esposa de José Aznárez lo pide ser enterrada en
el carneario de la Cofuadía de N". S'. del Pópulo... por haber sido inhumados en él sus
padres y abuelos, como mayordomos que fueran... Se le concedió, pese a no enterrarse
allí su esposo.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 123

Parroquia de San Pablo. Sepulcro del obispo cle Huesca, D. Diego iVlonreal (lot. Arxiu Mas).
124 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Fosal o cemeltterío
de la panroquìa de Søn Felipe y Santìago
Esta parroquia sigue a San Pablo en las procesiones, por su categoría,
y se remonta al siglo XII, como bien anota Asso (o. c. cap.3".), pues hay
documentos que acreditan que a principios del siglo XIII tenía su hospital
para sus feligreses. Su vicario es uno de los trece en 1300 y figura entre las
ocho principales parroquias en la real Cédula de Jaime II de l3 I 1 para ele-
gir cargos concejiles. El fosal de San Felipe estaba adosado a la cabecera
del templo según documentos del s. XV, que dicen que la carrera Nuevaba-
jaba desde el Trenque abierto en la muralla hacia el Mercado, hasta la pla-
za frenle a la iglesia. (M". I. Falcón, o.c. p. 51, que cita AHPZ. Protocolo de
Juan de Barrachina, 1468, fol. 248, y otros).
Sus fieles hallarán su reposo en sufosal a la sombra de su torre, sobre
todo desde e\ 1241. Aparte de los enterrados en el templo, capillas y carne-
ario del Capítulo, fundado por los esposos Rodrigo-Pérez.
fuan Rodrigo, natural de La lìoz (Teruel) y su esposa, mercaderes ri-
cos de Ia calle Nueva del mercado, ancianos y sin hijos (t1755) de 75 y 73
años, legan unos dos millones de reales a San Felipe. Dotaron beneficios,
erigieron cuatro retablos, etc.
El Capítulo cuenta en 1ó53 (Lucidario parroquial en Archivo Diocesa-
no) veinticinco capitulares. Godoy en 1804 los reducía a dieciséis. Y bajan
a doce en 18ó0.
El Ecce Homo de San Felipe. Ya tenía su altar y capilla con otra imagen
en el antiguo templo, que en 1640 pertenecia a L. Hipólito y Ana Cortés, co-
merciantes de la calle Nueva. Su cofradía y culto crece con el hallazgo de
su imagen actual, que coronaba el retablo mayor. Este se hizo en 1485, que
se creyó era de los Morlanes, feligreses de San Felipe, según la primera
partida de defunción (Los Quinque Libri los impuso el arzobispo Alfonso
de Aragón en 151ó): 1 526. A X de Iunio murió Mosen Juan Morlanes, reci-
bió los santos sacramentos y fue sepultado en la iglesia de San Felipe en se-
pultura de sus padres. Pero M. Abizanda (t. II-281) trae el protocolo de
Juan de Aguas (Lig. 2-8.J5 fol.l05): el contrato del retablo mayor de San
Felipe (1ó-[-1525), con Juan de Moreto y Juan Picart. En él había de figurar
en el segundo cuerpo, kL historia del Ecce Homo con sus ángeles a los lados..
La sacristana MarícL Her'rer al frente de los devotos del Ecce Homo ur-
gió para que se le dedicara capilla propia con su retablo barroco en Ia re-
forma de la iglesia de finales de siglo XVII.
Los marqueses de Villaverde. F,legido primiciero el magnate (11-VI-
1685), aceptó con la condición de derribar la vieja iglesia y reconstruirla
de planta. A su muerte escribe el vicario (t.V fol.5): Con santísimo
celo..empezó la empresa..de hacer de planta la antiquísima panoquia..Y ha-
biendo derribado la mayor parte. D. Francisco Sanz de Cortés, marqués de
Villaverde y conde de Morata, murió (12-I-1686). Entenóse en N". 5". del Pi-
lar en su capilla de San losé. Deia para la fábrica de esta iglesia tres mil es-
cudos. Dádiva de príncipe. Su hijo losé cedíó el tenreno para ampliar lo
que ocupa la sacristía, presbiterio y coro, permitiéndole abrir tribuna a su
casa.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 125

Abar de Santa Catalina ya en siglo XVI propio de los Celdranes. En su


capilla se enterraba (24-III-1646) el conde de las Almunias, Alonso Celdnin
de Escatrón y Heredia. En la reconstrucción la Cofradía de Notarios de nú-
mero costeó su retablo barroco, cuyo dominio ostentaron hasta 1829. Aho-
ra altar del Sagrado Corazón'".

Parroquia de San Felipe. Lipida de la heroína de los Sitios, la Condesa de Bureta (fot. P J. Fatás).

28 Que desplazó a Santa Catalina a la capilla de San Rafael. En 1929 se restauraba con
imagen más artística, de Talleres Castellanos de Barcelona, que costeó el Deán y Vic.
Gral. J. Pellicer y Guíu. Datos que avalaLa Sala Valdés. Figura también la estatua de
Pedro de Arbués de Juan Ramírez, que hizo para La Seo.
126 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Altar del Santo Cristo antiguo que era de los cónyuges J. Antonio Loba-
terctsy Margarita del Plano a fin de s. XVII. Que sustituyó otro de buena ta-
lla y barroco de los Ramírez, corr sus imágenes del Crucificado, encimado
del Padre Eterno, y flanqueado de la Virgen y San Juan.
El Baldachino sobre sus cuatro columnas salomónicas negras, precio-
so al gusto de la época, copia de Bernini de San Pedro de Roma, provisio-
nal, se hace el definitivo por Urbieta, y el espléndido tabernáculo el escul-
tor José de Ariza'e.
Una bomba en el segundo Sitio desplomó el Baldachino y otra una co-
lumna de la portada de la iglesia, que bajo la égida de P. Ortiz de Urbina
labraba otra el maestro Aramburu.
La Cofradía de Minena, fundada en San Felipe por Bula de 5-I-1557 de
Paulo IV y agregada por Gregorio XIII en 1574 a la Archicofradía de Ro-
n;ra, hacia su magna procesión por las calles el viernes de Octava del Cor-
pus.
Que honraban cofrades, el cerero Antón Trillo, Violante Cosida, esposa
del magnífico Jaime Lôpez, condesa de Fuentes Beafriz Ferreira, prohom-
bres feligreses, el Baile de Aragón Felipe de Castro, vizconde Evol, Sres. de
Maleján, Sobradiel, Maella, Huerlo y Botorrita; y ricos como Sanz de Cas-
tro, Virto de Vera, Villalpando, López, Francés de Urritigoiti, Borau, Va-
guer,Pérez Oliván y Contamina. (Libro cuentas de receptores Sebastián y
Antonio de Atrosillo, siglo XVI)
Capillas, cofrades y señores, que hablan de enterramientos de su tem-
plo. Así junto a la puerta de sacristÍa yace la Condesa de Bureta y Baronesa
de Valdeolivos, M". de la Consolación de Azlor y Villøvicencio, la heroina de
los Sitios, que vive y muere en la calle Nueva del Mercado, n" 23 (123-XII-
1814).
Ultimamente el beneficiado Manuel de Galería (en 1880 fallece de 71
años) costeó la reforma del pavimento de baldosa por entarimado, y cerró
el presbiterio con balaustrada de bronce''.

Fosal o ceme?tterìo
de la pø?Toquiø de San Gìl
Pasando por alto las fábulas de los cronicones, que la suponen del
tiempo de Constantino, con su convento benedictino, con Carrillo la consi-
deramos muzârabe', pues ya es objeto de la incauta donación de Alfonso I
a su amigo el obispo Esteban de Huesca, para subvenir a los gastos de las
tropas auxiliares francesas, que vinieron a la conquistadeZaragoza.

29 Coronel de Caballería del Archiduque Carlos, héroe de la batalla de Zaragoza, que pre-
so en Villaviciosa se escapó, refugiándose en la Cartuja Baja de cartujo, hasta retirarse
de viejo a Cariñena a morir.
30 A la vez sustituyó las viejas vidrieras blancas por polícromas y se aderezó la sacristía.
Ãsí en 1927 la condesa de Argillo Mercedes Bordíu con sus joyas deparó preciosa cus-
todia, construyéndose en 1930 ad hoc gran expositor y nuevo sagrario. Los feligreses
en 1927 costeaban el gran monumento. Y en 1928 y 29 se decoraba el templo y conso-
lidaban zócalos, muros y columnas.
LAS NF,CROPOLIS DE ZARAGOZA 127

El obispo Bernardo II juzgando que era una donación ad tempus, se la


discutió a Dodón obispo de Huesca, llegando al arbitraje del obispo Pedro
de Palencia, que fallaba en Soria (21-XI-1145) a favor de Zaragoza, mien-
tras Santa Engracia seguía de Huesca. Concordia aceptada por ambas par-
tes, que confirmó la Bula de Adriano IV (1159). Fallo que no esperó Ber-
nardo II, que el 27-IX-1148 la asignaba para vestuario de los canónigos de
Ia Seo como antes la cediera al Pilar, para sustentación de su Cabildo. Y fi-
gura -como se dijo- en la Compañía de los Tþece su vicario y la partoquia
entre las de la Cédula de Jaime II para cargos de Jurados y ediles.
Su fosal toma incremento desde l24l con el derecho a la ofuenda de
sus funerales y a su pila bautismal. Pronto piensan en derribar su primiti-
va iglesia bizantina y levantarla nueva con su graciosa torre, que culminan
a mitad del siglo XIV. Alarifes mudéjares nos legarán esa gran nave con el
porteago o atrio contiguo a la torre, y ábside, en el que se abrirá la puerta
principal a calle de Jaime I, araiz de su reforma dándole salida al Coso.
En sufosal se entierran los parroquianos que no tienen derecho dentro
de la iglesia. Los libros de defunción consignan hasta 1787 en el cimenterio
de esta iglesia, y siguen enterrándose hasta 1832. En Mayo días I y ó hay
dos conducidos al Campo Santo, según dispuso el Gobierno (sic).
El fosal llegaba hasta el muro, al fin del callizo del fomo (que se puso en
pleito por ampliarlo) en la salida de calle de D. Jaime. (Falcón o.c., p. 39).
El Carnario del Capítulo bajo Ia sacristía, en la reforma de Blas Ximénez
(1730), acoge entre los prebendados, a 3 Capitanes Generales de Aragón y
Presidentes de su Real Audiencia, Antonio Manso Maldonado, que muere
en el incendio del teatro (12-XI-1778), José de Gregorio, marqués de Valle-
santoro (1784) y Félix O'Neylle (t julio del792), de la familia Real de Irlan-
da, virtuoso héroe al ser-vicio de España. El Lucidario parroquial y conven-
tual (Archivo Dioces.) de 1653154 nombra treinta y dos Beneficios funda-
dos, con sus bienhechores.
En calle Puerta Cineja estâ el Hospital propio de su Cofradía de Santa
Fe, que vela su homónima capilla. El cardenal García Gtl (1859/81) nombró
una Junta de Patronato, que cuide de sus fundaciones y beneficios; al estar
medio disuelta la Cofradía. La devoción alaVirgen de los Desamparados en
su Hospital, les llevó a hacerse cargo bajo su nombre de la antigua capilla
de San Joaquín.
La capilla de San Nicolás venia a nombre de la familia Fomer y a sus
expensas hasta 1900, en que figuran los Almerges.
La capilla de San Cristóbal (luego Purísima) Ia fundó antes de 1567 mi-
cer Miguel Anchías,la que perteneció luego a la casa de los duques de Hi-
jar. Que cedía su uso a fin de s. XIX a las Hijas de María.
La capilla del Santo Cristo la fundan (1637) Miguel Ciprés y esposa /e-
rónima de Exea; y en siglo XVIII costeó su retablo Miguel Ibáñez de Aoiz,
cuyas armas resalta el pedestal. Y por fin la Casa del Barón de la Linde, a
suyas expensas se restauró la capilla de No. S". de los Dolores.
Más personajes vinculados a esta parroquia: José Luain, el maestro de
Bayeu y Goya, que nace en Zaragoza de infanzones (1710), se educa en
casa de los condes de Fuentes, que le envían (1730) a Nápoles a perfeccio-
128 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

ti
Parroquia de San Gil. Capilla del Santo Cristo, vinculada iure sepulcri a varias familias nobles.

narse en la escuela del Mastroleo, volviendo en 1735. Muere en casa de su


Mecenas (1785) y es sepultado en San Gil.
El pintor Petrus Pertus (t1583) Difuntos t. I. Dif. foL242. Sus hijos Ra-
fael y Miguel pintores también. Esre (tló31), t. II, fo1.370.
En su Pila de bautismo, Jerónimo Zurita, Ramón Pignatelli y J. Pelli-
cer de Ossau se cristianizaron.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 129

Fosal o cementerio
de lø pcnroquíø de So. Mo. Møgdalena
Toma cuerpo esta parroquia con la reconquista, pues ya se menciona
en 1126. Y el obispo Bernardo II, (1139152), al someter al Cabildo del Pilar
alareg).a de San Agustín (que confirma el papa Inocencio II en 1140), la
cede con Santiago y San Gil para su sustento. Al ser feligresía numerosa,
su vicario es uno de los Trece en 1300 y su Junta parroquial una de las 8
principales de la Cédula de Jaime II para elegir Jurados y demás cargos
concejiles. Y sigue Asso diciendo que derribaron la pequeña iglesia bizan-
tina, y labran su templo nuevo y torre mudéjar (s. XIV), imitando a las de
Teruel, (cap. 3". p.330 de su citada Historia), al liberarse de la tutela cen-
tralista de la Seo, (1241).
Su fosal surge con ltterza como su pila de bautizar. Una vida social y
parroquial crece alrededor de su iglesia los cien años siguientes. La Sala-
Valdés, que vió los documentos más antiguos de su archivo, nos dice que
las cuentas del luminero Domingo de Añón (1437138) ponen ultimadas las
obras del nuevo templo, y que fue obra de mudéjares; pues el encargado de
su reparo en 1437 era el Maestre Zalerna, a 3 s. de jornal. Su puerta salía
de la capilla del Cristo bajo esa ancha ojiva que quedó de testigo en el mu-
ro. Sucesivas reformas seculares abrirán la puerta principal en el testero o
ábside (como San Gil) alaplaza.
El fosal estaba en el Coso, a la entrada de la actual calle de Cøntín y
Gamboa (Falcón p. 53).
El Gallo que corona su preciosa torre es el símbolo de sus riñas con los
del Gancho (de San Pablo). Más que emulación superante ha sido chocan-
te rivalidad histórica.
En libros de cuentas de 1514 se acaba de hacer retablo nuevo, que pin-
ta y dora el pintor de la Corte, Ponte. El luminero García Barba (1517) di-
ce: Item pago a Ponte por el oro y sus manos seze (16) ducados de oro.Insa-
tisfechos ante el que acaba de estrenar San Pablo de Forment, tratan con
éste.
El luminero Martín García (1518/19): Item por mandado del señor Joan
de Patentoy a Mtre. Forment para el retablo 300 s. Y Pedro Pérez (1533134):
Pctgo n Mtre. Forment.. parte.. 400 s. En 1524, Forment se compromete a
una imagen de la Magdalena, un Crucifixo con Nuestra Señora, San Joan y
la Madalena, por unos 1800 s. con todo dorado y pintado.
Nuevos tiempos nuevas modas. ¿Y por qué no Io mejor para nuestra
parroquia? San Felipe inaugura precioso altar; en 1752bajo el arquitecto
Yarza y con la ayuda del llmo. José Suñol, protomédico del rey, que aporta
6.000 pesos, labran retablo de mármol Juan López y Estevan Lasa y las
imágenes José Ramírez.
Suerte fue que las tablas de Forment se pasaron a la capilla del Santo-
Cristo, (sin perderse).
Un cuko floreciente, y vistoso Capítulo. EI Lucidario panoquial y con-
ventual de 1653154 (en Archivo Diocesano) cuenta 42 Beneficios, que vin-
cula a sendas familias, con derecho a sepulcro en la iglesia. Tantas eran las
losas lapidarias que parecía un panteón de ilustres familias y parroquia-
nos, héroes, artistas y sabios. Lasala-Valdés nos trae los más significados:
130 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

La noble descendencia de Ciprés de Paternoy, padrino del bautismo de


Fernando el Católico. Que a fin de siglo X\llII recaía la casa en Alberto
Claramunt de Suelves Segura y Paternoy, marqués de Artasona, (llamándo-
se casa de los Suelves), arrasada en el segundo Sitio; en cuyo solar surgió
una fábrica de tejidos de Sres. Escudero, sita entre el Coso y calle Palomar
y San Agustín.
Iø casa de Sora o de Santo Dominguito de Val, con su portada barroca,
sita en esquina de la calle de la Yedra y primera calle a la izquierda. Luis
de Sora fundó el Hospital de Huérfanos de la Magdalena (sobrino carnal
de Juan de Sora, Regente del Supremo Consejo de Aragón, sepultado en
Santa Engracia (1582); y padre del obispo de Albarracín Gabriel de Sora y
Arregui, rector de la Universidad de Zaragoza, con sepulcro en el presbite-
rio de Ia Magdalena. De esta casa salió Antonia Luisa de Sora, casada con
Juan Salabeq Tn. Gral. con Felipe IV. Por 1900 los sucesores eran los mar-
queses de Torrecilla. Así la capilla del Santo Cristo fue transferida por el
Capítulo a Félix Salabert y Aguerri, bajo la obligación de hacer retablo
nuevo para la imagenería de Forment, que hízolo barroco, con los blaso-
nes de los Salabert y Aguerri.
El caserón de plaza de I-a Magdalena (siglo XVII) de los Balsa, luego de
los Asso, que a primeros de siglo XVIII era del marqués de Palacio, Bruno
de la Balsa y Campi; cuya propiedad ostenta en siglo XIX el canónigo Cis-
tué, Barón de Torre de Arias; y en 1900 era de Joaquín Manuel de Moner.
Ignacio Jordán de Asso se inhumó en la Magdalena (su parroquia).
Lø casa de Ripa, en calle de San Lorenzo, 113 antiguo (40 moderno),
en que muere en 1785 el infanzón Francisco Larripa y Marraco, siendo in-
humado junto al altar mayor (Lado Epíst.) (Latassa).
Sepulturas de los Suelves en la capilla de San Mateo y San Lucas, e.g.
el catedrático Juan Cristóbal de Suelves y Español, y esposa Josefa de Ru-
balcaba, y descendientes.
Sepulcros de los Paternoy enla capilla de Santo Tomás Cantuariense, y
sus sucesores en siglo XIX y XX los marqueses de Artasona.
En lado Epíst. la antigua capilla de San luan Bautista, pertenecía a Ia
casa de Mendoza. En 1562 pasó a llamarse del Santísimo Sacramento, con
reserva y comulgatorio. Luego de Ia Concepción, que perteneció a Juan
López de Otto (6-l-1757), que permitió se llamara de N". S". de Nieva en
1769, porque su Cofradía renovaba el retablo y doraba el cuerpo central,
pasando Ia Purísima al altar de San Cristóbal.
Y Restos de juristas de los Suelves, magistrados de la casa de Campi,
de casa de los condes de Robres, de familia de los Mendoza, de Sres. de
Pradilla, de la casa de los Lanaja, como de los Salabert, honran este pante-
ón, cuyas lápidas barrieron las reformas sucesivas.

Fosøl o cemettterìo de lø pmroquí&


de San Mìguel de los Navarros
Se debe el nombre a la tradición de que se apareció el arcángel San
Miguel sobre el muro animando a los bravos navarros, que conquistaron el
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 131

barrio. En su honor el Batallador fundó la primitiva ermita, dependiente


del Cabildo del Salvador.
EI Cabildo y el Concejo iban en procesión desde La Seo el 29 de Sep-
bre. Y pagaban el gasto de la fiesta. Hasta 1840 pagó el sermón el Cabildo.
Y el Ayuntamiento en s.XX aun seguía pagando l0libras de cera.
La Cofladía de Santa Quiteria, se dice anterior a la parroquia, y que
tuvo su capilla en la antigua ermita o iglesia.
Se puebla el barrio o Collación de San Miguel (Asso, o.c. cap. 3") hasta
mitad de siglo XIII, alautorizarlo Pedro II en 1210. Después de 1241, en
que se liberan las parroquias de la seruidumbre de la matriz de La Seo, se
erige en parroquia la de San Miguel con todos los derechos de Pila, cemen-
terio...Razón de llamarse su Cura Rector con el de Santa Crrrz, (y no Vica-
rio).
Su cementerio se extiende en su plaza varios siglos, hasta que el procu-
rador Pedro de Alagón (abril de 1615), para evitar a los vecinos el triste
espectáculo de ver enterrar a sus muertos, compró al Real Monasterio de
Santa Engracia, por precio de 100 libras, unos vagos, que la comunidad Je-
ronimiana poseía a espcLldas de la iglesia, cercdndolos de tapia yalenciana,
que costó 1.000 sueldos, con lo que desde entonces tuvo la paTToquia cemen-
terio cerrado y propio, que utilizó durante más de dos siglos. (Lasala-Valdés,
o.c. p.147). El P. Murillo, Excelencias... p.392, nos dice que sustituyeron el
santuario bizantino, (s. XV) por el templo mudéja4 que perdura pese a sus
reformas. La Sala, que ve el libro de Procura desde 1528 de su Archivo pa-
rroquial pone la primera reforma (1530132), al colocar el órgano; y otra en
1582183 de tejados y quebrazas de las bóvedas, etc. (pJaa-7z). Una refor-
ma sustancial en 16ó6 alcanzó las L626 libras jaquesas. Entre sus altares y
retablos resalta el Mayor de Forment, que perdura. Abizanda, Documentos
para la historia (Protocolo Luis Navarro, lig. 5-E, 5-feb.19), nos revela su
paternidad:
Día martis WIII januarü, ønno MDXVnil, Capitulación fecha por mes-
tre Damián Forment, sobre la obra del retavlo del señor Sant Miguel de los
Navarros, por mandado del Rvdmo. e llmo. arlobispo de Zaragoza con Mn.
Pedro Magania, beneficiado de Sanct Miguel. Por intermedio del arzobispo
Alfonso de Aragón contribuyó para esta obra del retablo con la cantidad de
mil florines de oro el Papa León X (Juan de Médicis); por esta razón el re-
tablo termina con los blasones de Pontífice.

Personaies y fømílías vínculados a capí|høs


con derecho ø sepulturø
Itts marqueses de San Felices, antes casa de Gurrea, que en siglo XVI
era de Miguel Climente, protonotario del Reino. En siglo XVII de Fca. Gu-
rrea Cerdán, y luego su hijo Juan de Moncayo y Gurrea (los Sanfelices). Y
en siglo XVIII era de Castro-Pinós, y siglo XIX del de Campo Real., Casa
con tribuna a la iglesia, por donar el terreno para ampliar el Coro. (Proto-
colo de Juan de Guerra, Lig.6-823).
La capilla del Santo Cristo de Borau, antes de la Virgen de la Candelera,
por ser de su Cofladía. AI poner alfar y el Crucifijo, el Capítulo (29-VII-
132 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

1762)Io trasfirió al notario Gaspar Borau de Latras hijodalgo, y esposa Te-


resa Lafita y Gau, con espacio para sus sepulturas, a cambio del retablo.
Capilla de los Salazales, cuyos blasones ostenta, llamada de Santa Ana.
En siglo XVI pertenecía a Juan Francisco de Salazal catedrático de la Uni-
versidad y Lugarteniente de la Corte del Justicia. Por herencia la poseyó
Agustín deSalazar, que la lega al Capítulo, con Ia condición de que se con-
serve su retablo y blasones.
Otras familia.s.Los Ximénez de Aragón, e.g. Urbano,Justicia de Aragón
(T1593), el 4-Y, en cuyo funeral el Capítulo de la Seo se toma 3/4 de Ia
ofrenda, que el Rector reclama; en la capilla de los Dolores que tenía su
cofradía.
Los Andreu, cuyo hijo, el racionero de la Seo en siglo XVI, reparó la
capilla del Espíritu Santo y San Felipe Neri, para su padre Diego Andreu.
Luego pasó a la Cofoadía de San Blas y San Roque.
De los Gdrate era la capilla de Sma. Trinidad, a la que sustituye el altar
de San José en siglo X\{II.
Capilla del Rosario la funda el canónigo y rector L. Romeo, que hereda
Clemente Romeo.
Capilla de San Pedro, con losa sepulcral y armas del arquitecto, Juan
deLizarraga. Que pasó a la Cofradía de Zaragoza Ia Vieja hasta 1750, en
que se dedica a la Virgen de Villarroya, que reformó J. J. Falcón canónigo
de Teruel.
La cømpanø de los perdidos toca una hora más tarde a la oración, con
pausadas campanadas, para orientar a los del campo.
L. Difuntos, tomo IX, fol.49: Iosé Goya, marido de Gracia Lucientes mu-
rió el 17-XII-1781, y se enterró en la nave mayor de San Miguel. No testó
porque no tenía de qué.
In Capilla de la Purísima, q\te hasta el siglo XVIII estuvo dedicada a
San Jerónimo por su retablo propio de Jusepe Martinez, que por suerte
pasó a la capilla de Santa Ana. Al pie del altar descansan el pintor y su fa-
milia, según ellibro de Difuntos, t.V f.758 loseph Martínez. En 6-I-1682,
en la calle de Santa Catalina murió... el pintor de 82 aäos...Se enterró en
San Miguel en su capilla de San Gerónimo.... Su esposa moría en 1684, su
padre Daniel en ló3ó en el callizo de Santa Catalina, pintor de ochenta y
un años, y su esposa de ochenta años, que vivía con su hijo, moría también
en 1643. La calle de Santa Catalina se llamó antes callizo.
El Capítulo llegó a 1808 con diecisiete beneficiados. Los destrozos de
Ios Sitios en sus casas obligó al arzobispo M. Vicente Martínez a reducir a
Rectory 10. (Decr. 5-[-1817, Real Cédula 19-VIII-17) (Cf. fundadores y fu-
sión en La Sala, o.c. p. 17i).

Fosøl o ceme?tterío
de la panroquía de N'. S". de Altøbás
Si antes había un burgo de moros, pastores y labradores, crece en
1118. Musulmanes casi todos. Los pocos cristianos de Atabass, eran asisti-
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 133

dos por el vicario de San Juan del Puente con su pontón. Para su conver-
sión en 1224 Jaime I funda el convento de San Lâzaro. Creció más el ba-
rrio de Atabass a fin de siglo XIV, cuando el ingeniero Jarandín y los ricos
Rabal y Urdán llevaron el agua, convirtiendo el secarral en fértil campiña:
el Rabal, Villamayo4 Mamblas, Pastnz, Puebla de Alfindén, Lugarico de
Cerdán, Villanueva de Gállego, San Juan de Mozarrifar; Juslibol y Alfocea.
Cada barrio aislado tuvo su cementerio.
Con Jaime II (1291-1327) la iglesia del Espital de 5". María de Altabás
face cada anno de treudo 2 sólidos. (Rgtro. Merinado de Zaragoza ACA, Bo-
farul).
La última parroquia, que se erige ya en siglo XV, explica su postrer lu-
gar en las procesiones. Ya lo era, al morir el arzobispo Juan de Aragón en
Albalate de Cinca (2t-XI-1475). Lo trasladan al convento de Jesús (en
Arrabal), y al otro día en procesión con los de San Lâzaroylraparroquia de
Altabds con sus cruces le acompañan hasta la Puerta del Puente, donde
aguardaba el Cabildo y la Ciudad. Y fue anterior al convento de Terciarias
de San Francisco, que se funda en 1527 (La Sala-Valdés o.c. lo toma de Fr.
Lambefto deZaragoza).
Vic. Blasco deLanuza, Hist. Seculares y eclesiást., L.[I, cap 16. Y aña-
de: Y antes que hubiese monjas, la iglesia contigua al convento, se llamaba
de N". 5". de Ahabó5 al cabo de la puente de piedra. Por ello sirvió de templo
para parroquia y la comunidad, que lleva el coro de los entierros y misas
mayores. Sus roces obligan a permitirles hacer su capilla en 1573 aunque
bajo la jurisdicción del Vicario.
En su cementerio se enterró bajo la cruz parroquial, y antes en el fosal
de los Mercedarios de San Lâzaro, hasta el 9-VII-1813, en que al retirarse
los franceses, tiraron la última arcada del puente, arrastrando en su caída
el templo, que se apoyaba en el estribo del puente.
Pronto las monjas levantan un convento (habilitado ya en 1818), que
terminan en 1833, junto al Macelo municipal, con una capilla que sirvió a
lavez de parroquia, sirviendo en el ínterim una capilla en calle de Juslibol.
El Gobierno, con planos de J. Yarza y Miñana, hizo la iglesia de N" S"
de Altabás, que se inauguró en 1892. El cardenal Benavides costeó su reta-
blo de la Purificación (de los Fioli de Barcelona).
Fue famoso el Cristo, que Pablo Francés de Urritigoiti al frente de sus
aragoneses consiguió en 1ó38 contra los franceses en Fuenterrabía; que se
veneró hasta 1836 en San Lâzaro y ahora en la Parroquia.
El Capítulo tenía fundados el Beneficio de la vicaría, otro de Valero Es-
pada, otros dos de Domingo Infanç. alias Paniça y el de Bartolomé Mainar
(Lucidario pønoquial y conyentual de 1653/54, Archivo Diocesano).

Parroquias filiales del Salvador (La Seo)


Si bien su historia las califica de filiales, por su dependencia de la ca-
tedral del Salvador (la Seo), son tan antiguas y célebres como las primeras
en su pequeño vecindario, y a su sombra descansan los restos de sus pa-
rroquianos con sus bienhechores.
134 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Parroquia de San Juan del Puente o de San Juan Bautista, que fi-
gura en las Constituciones de 1128. Tenía su pila debaulizar y distrito pro-
pio: casas de la Lonja, Seminario y Palacio arzobispal y de frente se aden-
traba hasta calle la Cuchillería, y toda la Frenería y el Rabal. Pronto perdió
sus prenogativas parroquiales; en I 188 ya era Filial de La Seo. La senten-
cia arbitral del canónigo Pascual Gordo de 1269 la declara ser dependiente
del Salvador.
Prospera en el siglo XVI, favorecida por la Diputación General sita en
el solar del Seminario, Casa Acción Carólica, que instituye su capilla para
oir las misas del Espíritu Santo.
Su vicario rigió el Rabal hasta siglo XV. En 1653 hay siete beneficios y
su vicario.
Al quedar sin la Diputación, que cae en los Sitios, sin su patronato
(que suprime Felipe V), es derribada para hacer el seminario en 1834.
Tuvo ilustres sepulturas en su iglesia y peristilo, como el de Andrés de
IJztarroz (tl7-VI[-1653) (Latassa, t. il, fol. ó80).
Parroquia de Santa Crtuz, de segunda mitad de siglo XIII con la de
San Miguel; cuyos Rectores aparecen en año 300, en la dicha Compañía de
los trece vicarios y dos rectores. Nace en recuerdo del triunfo de las Navas
(t212), en el que participa su obispo Ramón de Castrocol con el Rey Pe-
dro. Filial de la Seo y sin pila.
Se amplió en 1499 a expensas de los marqueses de Osera, su casa con-
tigua. Se derribó en 1768, surgiendo el actual templo de cruz griega neo-
clásico, bajo los arquitectos Julián Yarza y Agustín Sanz; ultimándose en
1780. Se logró gracias a la marquesa de Estepa, María Urríes, cuyo retrato
se ve en la sacristía. Si preside el gran cuadro de la Batalla de las Navas;
hay un altar dedicado a San Félix y San Voto, héroes de la independencia
aragonesa.
En 1902 se erige en parroquia con todos los derechos.Tenía su fosal a
la espalda del Templo.
El Lucidario panoquial de 1653154le cuenta 25 Beneficios.
Confiada esta iglesia al Opus Dei, se creó en 1964 en los PP. Carmelitas
de calle San Juan de la Cruz, y en 1967 en calle Miguel Servet, 123, (PP.
Marianistas), la parroquia de Santa Cruz.
Parroquia de San Lorenzo. En siglo XII se labró... que se.nombra en
una donación al monasterio de San Juan de la Peña en I 182, a cuya flibrica
concurrió con mucha complacencia y limosnas este Obispo (Torroja). Ya en
1ó53 había ocho beneficios. Sø fosal lo recuerda Ìa calle Fosal. En 1860
comprendía Ia plaza, y calles Amargura, Zaporta, Fosal, San Lorenzo has-
ta la del Olivo, San Pedro Nolasco por laizda, Los Señales y Mayor en par-
te que va hacia la PlazaTalayero (Guía de Zaragoza, 1 860, p. 264).
La revolución de 1868 la derribó a primeros de 1869, para hacer el
mercado según el proyecto del alcalde Candalija. Se restauró en el templo
de San Pedro Nolasco, que se derriba en I92913O, para constr-uir los Jesui-
tas la Basílica del Sagrado Corazón.
Parroquia de San Andrés, posterior a siglo XII; contribuyen a su fá-
brica y culto la Hermandad de GcLnaderos, con su Cofradía de San Simón y
San Judas. Al decaer ésta, a fin de siglo XVII se motiva con la Hermandad
del Refugio, que se inicia en 7os Graneros (hoy Teatro Principal). Fue de-
rruido por ruinoso en 1930 el templo, (calle de San Andrés).
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 135

Parroquia de Santiago. Juan de Arruego y Fr. Lamberto de Zaragoza


la atribuyen a San Valero, a fin de siglo III. Lo cierto es que fue muzárabe.
Y debió usarse en la última etapa mora; pues al conquistar la Ciudad
(1118) estaba en pie y la cedía el Rey en 1,1,21 al monasterio de Siresa. Tea-
tro Histórico, t. II, p. 215, y Francisco Escudef,, Relaciónhistóricay panegí-
rica (siglo XVIII), siguiendo a Espés, testimonian esta donación; y sigue Fr.
Lamberto (p.223) advirtiendo que pronto volvió a la Mitra, ya que Bernar-
do II la daba (l 139) a los canónigos regulares del Pilar.
El Lucidario Panoquial de 1,653154 (en Arch. Dioces.) cuenta 16 benefi-
cios, aumentando más, que reducen por insuficientes para la cóngrrra. En
1800 había dieciséis, que Godoy redujo a ocho y su vicario, (R. Cédula,16-
XII-1807). Al menguar sus rentas, quedó el vicario y dos beneficiados.
En esta iglesia se administró justicia y se juntaba el Concejo general
de la Ciudad. Así el l-II-1269, reunidos Concejo y pueblo con sus árbitros
in ecclesia sancti Iacobi Cesarauguste congregati, van a dirimir los límites
de términos con la Muela de Garrapinillos. (4. Canellas, o.c. p. 224, doc.
n." 126). Otro documento de ll5l Ante ostium sancti lacobi venerunt ad
pacis concordiam.
Su cementerio. En sus libros se ve e.g. el 29-XI-1732 se entierra en el
cementerio de Santiago. En los cinco tomos de los siglos XVII, XVIII y
XIX, los pobres van a su cisterna, y los que tienen derecho, dentro de sus
capillas y suelo; hasfa 1829, en que son conducidos a Cartuja Baja y desde
1832 a Torrero.
La fachada a Cuchillería (hoy D. Jaime I) estaba tan deteriorada que
abrieron la puerta a esta calle reparándola (1850). Tenía huellas de haber
estado la puerta antes.
El Aneglo panoquial de 1902 pasó el título y nombre de Santiago a Ia
iglesia de San Ildefonso. En la esquina Jaime I calle de Santiago: In hoc lo-
co sancto olimfuit templum lacobi Maioris. Año 1915 a 1916, se recuerda.
Parroquia de San Juan el Viejo y San Pedro, tienen sabor antiguo.
Fr. Lamberto no duda en remontar San Juan a San Valero; al menos hay
que juzgarlas visigodas de fin del siglo VI. Cuyas torres mudéjares se le-
vantarán después. Sus libros acusan pequeña feligresía. Algún año la de
San Pedro cuenta doscientos fieles de matrícula de cumplimiento. Desde
1787 se rigen por el mismo vicario, hasta la fusión de sus Capítulos en l5-
5-1819 (escritura notarial de Pablo Fdez. Triviño). San Pedro cobijaba en
1300 la Compañía de los quince: trece vicarios y dos rectores. En 1281 Ma-
teo Mozárabi fundaba un beneficio. En 1653 tenía doce. Y San Juan trece.
En 1857 desaparecía la de San Pedro, sita en esquina San Jorge calle D.
Jaime; pasando todo a San Juan, que perdura hasta 1.966, en que también
cayó a la piqueta de su propietario J. M". Ortiz.
Parroquia de San Nicolás. J. Fco. Escuder, Relación histórica y pane-
gírica, siguiendo a Espés, dice la edificaron Lope Arcez o Garcés, el de Ala-
gón y esposa Du. Mayor en Nov. 1133. (Cf. Lamberto de 2., t. II, p. 217 n."
25).Vicaría de patronato pasivo del Cabildo de la Seo. Sus fieles sumaban
unos 1.000.
Servirá luego a la vez al convento de Comendadoras del Santo Sepul-
cro, fundado en 1300 por la hija del rey Teobaldo de Navarra, Marqueza de
Rada, y esposa de Pedro Fernândez de Híjaq hijo de Jaime I.
136 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Su gran cementerio funcionó hasta 1ó48, cuya venta leo (en documento
del Archivo Dioces.): que el cimenterio que dicha panoquia tiene...contiguo
a ella y confronta con el conyento...y corrales del Dr. Abengoechea...con pa-
redes caídas...(lo vende al convento), que se obliga a hacer una cistema
...Como lleva mucho gasto su arreglo, que la parroquia no puede hacer,
damos licencia al Luminero y parroquianos a venderlo; y el convento que
adecente el contorno. El Vicario Gral. D. Diego Jerónimo Sala.

Ilustres famìlias vìnculødas a estas ìglesias


con derecho ø sepultura
Iglesia de Santa Cruz. Los marqueses de Ayerbe en el altar de San
Voto y San Félix. Los condes de Atarés. Juana de Jasa (siglo XIII). En 1636
Marcial Francés de Urritigoiti. Los marqueses de Osera y los de Camarasa
con patronato sobre varios beneficios de los doce que dejó Godoy (R. Cé-
dula 25-VI-1806), que fundaran los marqueses de Ariño, y los Tarines.
Iglesia de Santiago. Aparte del Carnario del Capítulo (1772), tienen
su capilla la familia Escartín o Descartín, y el Justicia Luis de Exea
Gl6al); EI Barón de la Torre (San José). Los Bayetola con su cisterna
(Sto. Cristo). Y otras, los Coscones, Barrachasas, Talayeros y Lissas.
Iglesia de San Lorenzo. Los Talayero su capilla. Los Corneles (seño-
res de Cetina). Los Zalduendos ya en 1650. Los Dara, barones de Purroy,
Los Pérez de Poma4 marqueses de Ariño. Y los patricios: Tomás Fermín de
Lezaún(t1778), Juan Fco. del Plano, de 49 años (T1808). El marqués de
Castelar, cap. gral. de Aragón (t1768).
Iglesia de San Juan y San Pedro. EI lugarteniente del Justicia de
Aragón Dr. Pedro Calixto Remírez (23-XII-1627). Familia de Andrés de Vi-
llalobos y María de Mur.
Iglesia de San Andrés. El plébano de Moltalbán Joaquín Larcada en
1ó61 donó su capilla al Refugio, y en l7l4 lo hacía la familia de Pedro
Melchor Alegre.
Iglesia de San Nicolás. Sepulcros del Justicia Galacián de Tarba
(1349), Gaspar Lax de Sariñena (tl5ó0) de 73 años (Latassa). (La Seo, Di-
funtos t. II, fol.640): Gaspar Lax, Maestre, murió a 27-II-1560. Se enteruó en
San Nicolás', Antonio Gavín, último Justicia (1707) y esposa Valentina Jas-
so de Lizosaín (11749); su casa Ia poseen los Almenaras en calle Gavín. Pe-
dro Cerdán, señor de Sobradiel (t1464). Martín de Alpartir.
Y otros mil de sus cofradías, asociaciones y juntas parroquiales.

Cambio histórico de parroquias.


Arreglo parroquial de l9O2
Tras muchos siglos: se suprime la panoquia de San Andrés, pasando a
San Gil; 7a de San Pedro y San luan a La Seo; la de San Nicol¿ís engrosa la
de la Magdalena. Y la de San Lorenzo se traslada a la creada del Portillo, y
la de Santiago a la de San Ildefons o. Santa Cruz persiste con todas las pre-
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 137

¡
I

Santuario de Ìa parroquia de N'. S'. del Portillo. A la izda. y a la dcha, panteón-sagrario de las
Herolnas de los Sitios (fot. P J. Fatás).

rrogativas de parroquia, (hasta 1962). Promulga el arzobispo Soldevila es-


te Arreglo en BEO, 30-VI-1902. Total once parroquias para casi 100.000
habit. de Zaragoza.
El ørzobispo Doménech crearâ en 1942 la de San Valero, San Braulio y
San Vicente mártir. E\ arzobispo Morcillo (1961164) ventitrés más. Y otras
ventitrés el arzobispo Cantero (1965171). Y cuatro más el arzobispo Yanes',
precisas para 600.000 habitantes.
Iglesia de Nu. S". del Portillo. Trae su origen de la tradición del espe-
cial auxilio de Ia Virgen en portillo abierto al muro ( I 137) por los moros
para recuperar la ciudad. Esa fe levantó este templo y formó su Cofradía
de 20 nobles y 40 labradores, bajo un capellán, que vino honrándola. En
los Sitios se repitieron las proezas de sus hijos en puerta del Portillo. Hoy
es panteón de las heroinas, qlue figuran en dos lápidas marmóreas, capilla
que inauguró Alfonso XIII y esposa en el centenario. Allá se trasladaron
Ios restos de Agustina de Zaragoza, Casta Alvarez y Manuela Sancho.
Iglesia de San Ildefonso. Con su convento adosado de los dominicos
más de doscientos años, tras la desamortización quedó la iglesia del Arzo-
bispado. Esta iglesia en su presbiterio guarda los restos del fundador. Reza
su lápida: Aquí estón los huesos del M.L Sr. D. Alonso de Villalpando, funda-
dor y único patrón de este convento. Murió en 6 setiembre de 1604, y se colo-
caron aquí a 27 de iulio de 1694.
En el crucero, el magnífico sepulcro del cardenal Jerónimo Xavierre
(T1608) traído de la Universidad vieja de la Magdalena (1915), a donde se
trasladó al desaparecer el convento de Sto. Domingo, en cuyo claustro se
enterró.
Más familias devotas vinculadas a capellanías y beneficios iure sepul-
cri, con derecho a sepultura, que fundaron y sostuvieron rentas que signifi-
caron el mayor esplendor del culto y el sostén de raciones, beneficios y ca-
pellanías.
138 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Benefícìos y cøpellaníøs
fundødos e?L Zaragola
El Lucidario panoquial y conventual del 1653-54, nos cuenta los si-
guientes: Que aumentan tras cien años en Relación abret¡iada de Beneficios
y Capellanías de Zaragoza...de 1753 pese a las reducciones de los antiguos,
que no llegan a la cóngrua de su Beneficiado o Capellán, dada la inflación
creciente y Ia baja de las rentas, censos y treudos.
El Pilar 108 San Nicolás 6
La Seo 102 San Juan del Puente 8
San Pablo 88 Hospital de Gracia 9
La Magdalena 4t N'S"del Portillo 11
San Gil 32 San Miguel 11
San Felipe 26 San Antón 5
Santa Cruz 25 El Temple 2
Santiago t7 Santa Lucía 2
San Lorenzo 9 San Agustín I
San Pedro t2 La Victoria I
San Juan el Viejo l3 San Juan de los Panetes I
Altabás 5 Cogullada 1

San Andrés 7 Santa Fe L

Sin olvidar las Cofradías y Asociacion¿s con su iure sepulcrí en sus cis-
ternas y carnarios en cada parroquia y en conventos, amén del carnario
del Capítulo en las parroquias y del panteón de los monjes o religiosos en
su convento.

Iglesias de órdenes militares


y del Ejército
El Papa Anastasio IV autorizó en ll54 a las órdenes militares a tener
sus iglesias y parroquias (con su anexo cementerio) serwidas de clero inde-
pendiente del Obispo, aunque éste los ordene y consagre sus iglesias.

Lø Orden del TÞmple


y lo de San Juøn de ferusalén
Dio nombre a su calle, en número 15 tuvo su iglesia y cementerio, que
a su extinción (siglo XIII) pasó alos Hospitalarios, como también la iglesia
de San Juan de los Panetes. El Castellán Vicente de Oña derribó el templo
viejo y construyó el actual, que terminó Fco. Gaspar Lafiguera en 1720 (fe-
cha que figura en el testero). La de calle EI Temple la poseyeron hasta
1835; y se destruía en 18ó0.

La Orden entìgua de Søn Antonío Abød


Esta Orden la trajo el obispo San Braulio (s. VII); dados a la hospitali-
dad, se establecen a la puerta de Toledo. Testigos han sido laPlaza San An-
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 139

tón con su columna que termina la cruz en forma de T, su divisa. Al extin-


guirlos el Gobierno adjudicó sus fincas y rentas al Hospital de N'. S". de
Gracia.

Parroquíøs castrenses del Eiercito


La parroquia de San Martín en el castillo de la Aljafería, lugar o si-
tio, que Alfonso Idió en 1129 a Berenguer, abady sus monies de Lagrasse
para construir en él una iglesia (Blancas, p. 12a). De la que ya disponía Pe-
dro IV que en 1373 nombraba dos presbíteros y otro para la capilla de San
Jorge. El rey Martín trae (26-IX-1399) el Sto. Grial (Câliz de Ia Cena del
Señor) para su parroquia de San Martín del monasterio de San Juan de la
Peña (donde lo llevara el diácono San Lorenzo del Papa Sixto desde Ro-
ma). Juan de Aragón el i8-III-1437 lo donaba a la Iglesia de Valencia''.
Isabel II, al hacer cuartel en Ia Aljafería, restauró Ia parroquia de San
Martín para el Ejército.
Iglesia de Santo Tomás de Villanueva (hoy MM. Escolapias) en Pla-
za dela Mantería, que fundó el arzobispo Fco. de Gamboa (1663-74), el
cual al morir en casas de Eugenio Samper (antes marqueses de Torres), en
Pza. deI Carmen, es inhumado en San Agustín (era agustino) hasta que ul-
timadas las obras, fue trasladado acá.
En siglo XIX la convierten en parroquia castrense hasta habilitar la
iglesia de San lldeþnso, en cuyo convento se estableció el Hospital militar,
para cuyo servicio religioso se acondicionó una capilla del antiguo claus-
tro.
Parroquia de San Fernando, que Pignatelli planeó para el bar"rio po-
puloso de Torrero, que trabajaban en el Canal, y que el arquitecto Tiburcio
del Caso realizó este gracioso templo neoclásico con su cúpula peraltada,
al modo del Vaticano, y en su interior una linda rotonda. Preside el lienzo
de Mel. de Aguirre y Monsalve. Tras años de servir de parroquia de Hues-
ca, y desde 1-I-1956 de Ia diócesis deZaragoza; al crearse el actual comple-
jo militar (década de 1970) pasó a ser parroquia castrense.

Conventos y enterramientos
en sus iglesias, claustros y fosales
Mencionamos los conventos, porque en sus foscLles e iglesias cabía ente-
rrarse, amén de sus miembros y devotos, cualquier zaragozano que así lo pe-
día.
Iaime I confirma la Cofradía de Santa María de los Predicadores y les
da autorización para reunirse, confeccionar sus constituciones y enterrar a
sus cofrades. (4. Canellas, o.c. doc. 109 del t. I., p. 211), que firma en Cala-
tayud el l-Y-1264: quod congregare possitis in unum cum et sine campaneta
ad comendendum dictam cofradiam et ad sepeliendum defunctos confratres
vestros.

31 En ella se enterraron oficiales franceses durante los Sitios


140 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Los cánones 1221/27 del Derecho Canónico de 1917, que recogió la


costumbre y el Corpus iuris cononicr anterio¡, atribuyen a iglesia y cemen-
terio de Religiosos, amén de sus miembros, a sus criados, clientes y bien-
hechores que adquieran ese derecho, y cualquier persona que sin presión
eligiere su cementerio (Código Derecho canónico de BAC, Madrid-1945,
p.a0ó-408).
Convento de los Dominicos. Su convento dio nombre aPlaza de San-
to Domingo y calle de Predicadores, sito en solar del Ayuntamiento viejo y
la casa de Amparo. Detrás y al pie del retablo de su iglesia, hecho en Géno-
va por Fr. Isidoro de Aliaga, arzobispo de Valencia, para enterrar a su her-
mano, yacía Fr. Luis de Aliaga, consejero de Estado e Inquisidor General
(s. X\|II). Destruido en los Sitios, se levantó la Casa Consistorial en 188ó-
90. A primeros de siglo XX, en su iglesia se hizo la Casa Amparo, trasla-
dando su sepulcro al Portillo, cuya lápida se lee hoy en el patio del Palacio
arzobispal. Mientras el del Cardenal Xaviet re se retiró a la Magdalena, Uni-
versidad, siendo trasladado a la iglesia de San Ildefonso (parroquia de
Santiago), 1915. Estuvo en la capilla del claustro de Santo Domingo, en
forma de retablo. Se echa en falta la estatua orante del mismo sobre el sar-
cófago, y estatuas de santos dominicos del escultor Juan de Acurio, y el
lienzo con elTriunfo de la Muerte de R. Pertús. Murió el 1608.
Aparte del convento e iglesia de San Ildeþnso tuvieron el Colegio de San
Vicente de calle de la Aduana a calle de la Trinidad, fundado en 1584 por
Jerónimo Terrer y Ana Clavero. Que acabó en cuartel de carabineros y de
otros cuerpos en la década de 1830. Y luego lo vendía el Gobierno.
Convento de los Franciscanos más antiguos datan de 1219, en que el
Infante Pedro funda enPlaza España el convento y gran iglesia de 246 pies
de larga y 75 de alta, que tan solicitada el:a para su tumba por ilustres za-
ragozanos. Lo habitan en 1280.
Resaltaban los sepulcros de su fundador Pedro (11296), el Infante her-
mano de Jaime II, el de la madre de Pedro IV Teresa de Entenza (i).327) y
sus dos hijos menores al lado Isabel y Sancho (de cuyo parto murió ella). A
un lado del presbiterio se levantaba su mausoleo de mármol, que sostení-
an ó leones, con su efigie de religiosa y figuras llorando; Ia de sus hijos
pintada sobre tabla, Isabel de clarisa y Sancho con guirnalda y el cabello
al desgaire.
En San Francisco se entierra a Lanuza. El libro primero de Difuntos
del Pilar anota: 2)-Diciembre 1591. Entenaron al Iusticia de Aragón, los de
San Pablo lo llevaron a San Felipe, y de allí lo llevaron los de la Seo a San
Francisco; y de su desdichada muerte pesó a todos. Con Juan de Lanuza se
trasladó al valido Bernaldo de Cabrera, desde el cadalso bajo el Arco de
Toledo.
Convento de los Franciscanos de Nu. Su. de Jesús en Altabás, que
datan de 1447. Araiz de desamortización (1835) se vendió, instalando lue-
go fábrica de harina, almidón...
Convento de San Diego enPlaza Santa Engracia, fundado (1601) por
J. Carlos Fernández de Heredia, conde de Fuentes, destruido en los Sitios,
se expropia en 1835.
Convento de los Mínimos de San Francisco de Paula en Plaza de la
Victoria, (hoy Bomberos), cuyo convento fundó Juana de Reus (27-I-
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 141

1576). Suprimido en 1835, sirvió de cuartel de infantería y artillería mon-


tada.
Convento de los Agustínos. Se funda el convento de San Agustín en
1286, y sobre el local de los franciscanos se amplía en 1313. Tras cinco si
glos, medio derruido por los franceses, reparado en parte sobrevive hasta
1835. Vendido por el Gobierno, sirvió de almacén y para talleres.
Convento de los Agustinos Descalzos fundados en 16O2 extramuros,
frente a la puerta del Portillo, que fue destruido en los Sitios por los fran-
ceses, y vendido en 1835.
Convento de los Agustinicos del vulgo, eran descalzos, fundados en
1605, detrás del Pilar en casa del marqués de Aytona, hasta que lo vendió
la Nación en 1835.
Convento de los Capuchinos de Hernán Cortés, que fundó (1602) el
zaragozano Juan Morales (f 1604). Dernrido en los Sitios, lo rehacen, habi-
tándolo ( I 830/35). Cuartel.
Convento de Cogullada, fundado en 1657, junto a iglesia N". S". de
Cogullada, que levantara el obispo San Braulio (637) en el lugar de su apa-
rición. Suprimidos los frailes, la Cofradía construyó la iglesia actual.
Convento de los Mercedarios. Aparte de los de San Lázaro (ya men-
cionados) en el Arrabal, Juan Cebrián, arzobispo (1644162) hizo el conven-
to de San Pedro Nolasco, en su homónima plaza. Vendido el convento por
la Nación.
Convento de los Carmelitas. EI Cørntelo, de 17-VI-1290, sito de Pza.
del Carmen hacia puerta del Carmen, con retablo de altar mayor de For-
ment. Espacioso convento, en que celebró Cortes (2-X-1441) la reina Ma-
ría; cuyo esposo Alfonso V inmoló al arzobispo Alonso de Argüelles en este
convento, tardando nueve meses a comunicarlo al Cabildo (7-IX-1.429). A
mitad de siglo XIX se descubrió en una bóveda de claustro los restos de un
hombre desnudo ¿Sería él? Nadie supo su sepulcro. Zsrif.a sospecha...que
tenía correspondencia con el Condestable de Castilla, enemigo de nuestro
Rey. Arzobispo recto y celoso, que celebró concilio (Espés, fol. 614). Tras
volver los dos de Cortes de Teruel (1428), mandó prenderlo y encerrarlo en
el Carmen (4-II-1429). Destruido en los Sitios se reparó. Expropiado en
1835, se adaptó para Cuartel de artillería.
Colegio de San José, seguido, junto ya ala puerta del Carmen. Con-
vertido por los franceses en hospital militar, se repara y lo habitan hasta
1835, en que se habilitó para Inclusa varios años, y luego fue Casa parada
o de monta.
Convento de los Carmelitas descalzos de San José, sito a derecha
del Huerva y bajo el puente de San Miguel, fundado en 1594, discutido en
los Sitios, y bastión de los franceses. Suprimido, tras reedificar medio con-
vento y perfectamente Ia iglesia, en 1835, se destinó para Presidio Nacio-
nal, con 500 presos.
Convento de los Bernardos de Santa Fe, que fundó en l34l Miguel
Pérez ZapaTa, al Este de Cuarte y Cadrete, a cuyos vecinos dieron tierra y
casa con Ia pecha de un quiñón por cahiz de tierra, y de cuarenta a sesenta
rs. por casa al año, nombrando Alcalde y Ayuntamiento hasta 1808, en que
los franceses fusilan al abad, cillerero y tres monjes, pese a abrirles la
puerta. Por fin los suprimen en 1835.
142 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Cartuja Aula Dei se funda en 1564 a expensas del arzobispo Fernando


de Aragón, que invirtió 180.000 ducados, a dos leguas, cerca de Peñaflor.
En 1835 la vende el Gobierno.
Convento de Nu. Su. de la Concepción, a una hora Ebro abajo, que
funda Jerónirna Zaporta y Albión (escritura 20-VIII-1634). Echados los
cartujos, surge el pueblo de la Cartuja Baja.
Convento de los Trinitarios de San Lamberto, que erigía Adriano
VI, al embarcar para Roma, después de visitar Santa Engracia, en honor al
santo (17-\{ILl522) por un Breve, junto a su ermita. Y que el Emperador
protegió (Despacho Real en Valladolid, 28-XII-22).
Convento de la La Trinidad, que fundan los mismos en 1570, conti-
guo a Ia Universidad de la Magdalena, que el Gobierno dedicó para am-
pliar la Universidad.
Convento de los Descalzos, en tapias de P". María Agustín, 4O (ac-
tual). Derruido en los Sitios, lo rehacen hasta 1832. Pero se habilita para
cuartel, tras la desamortización. Sirvió de horno... y luego cuartel de in-
fantería.
Convento de los PP. Jesuitas entran enZaragoza por Luisa de Borja,
hermana de San Francisco de Borja, S.L y sobrina del arzobispo Fernando
de Aragón, remiso a admitirles (1547), y esposa del duque de Villahermo-
sa. Fundan sobre casas derruidas er,Plaza de San Carlos y amplían su igle-
sia ( I 559) en la casa contigua y granero (antigua sinagoga). Que habitarán
hasta su expulsión por Carlos III.
Convento de los Camilos, en casa e iglesia sitas en la entrada de la
calle de La Morería Cerrada, que en siglo XVII-XIX ayudan de Pasioneros
en el Hospital de N'. S". de Gracia, leyendo la pasión al agonizante de ahí
el nombre de Agonizantes.
Convento de Clérigos regulares de San Cayetano, que en 1ó30 fun-
dan en el Hospicio de Santa Fe (Pza. Santa Engracia). La Diputación trató
con ellos para confiarles la iglesia de Santa Isabel, que decretan hacer en
Cortes de 1678 y se inaugura en 1705, bajo el patronato de Santa Isabel. El
7-X-1914, según el notario Pablo Molinos y Uriol, cuya copia y llave de la
urna guarda en una vitrina de la Sala Capitular la Hermandad de la San-
gre de Cristo; en lado Evangelio del presbiterio, se depositan sus restos
trasladados con esta lápida: En estø urnø se guørdan los restos del Justicia
de Aragón, D. Juan de I¡tnuza y Ximénez de Urreø: el Excmo. Ayuntamiento
de Zaragoza, al disponer su traslado, les deparó descanso etet'no en sepulcro
propio de la piedad cristiana, rindiendo honor a la memoria de su glorioso
sacrificio.

Monasterios y conventos femeninos.


Panteones sepulcrales
Fundación de Santa Catalina por Ia tía de la esposa de Jaime I en
1234, D". Hermesinda de las Cellas, sobre la ermita de Santa Catalina de
Alejandría, que dará nombre al convento de estas Franciscanas Clarisas. El
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 143

Rey les concedió 500 sueldos censales sobre las rentas del almudí de la
Ciudad. Que ratifica Pedro III (4-II-1277) (documento 12 firmado en Va-
lencia, t. II, p. 60 de o.c. de A. Canellas).
Comendadoras del Sto. Sepulcro, que dio nombre a su calle, visto
en parroquia de San Nicolás.
Carmelitas Calzadas de la Encarnación, en la Puerta del Carmen,
que funda Ana Car-r'illo hermana del cronista Martín el l1-VI-1ó15, que in-
gresa carmelita. En su iglesia radica la Orden tercera del Carmen calzado.
Las Descalzas de San José funda en 1588 junto a la puerta nueva de
Santa Engracia, para habitarlo en 1ó03, la Venerable M. Isabel de Santo
Domingo, novicia de Santa Teresa de Jesús.
Las Fecetas, que fundó el notario Diego Fecet, por el voto hecho a fa-
vor recibido de Santa Teresa de Jesús, en la puerta de Sancho, (s. XV[);
mientras su contrincante Alonso de Villalpando fundaba San Ildefonso a
Ios dominicos. Evitó su duelo el confesor Padre carmelita.
Carmelitas Terciarias Claustrales, establecidas en calle Câdiz,9, el
año 1589 bajo Ia protección del conde de Sástago, Artal de Alagón y Marti-
nez de Luna, bajo la Regla de San Alberto Patriarca de Jerusalén, aproba-
da por Eugenio IV.
Dominicas de Santa Inés, a fin de la calle de San Pablo, que funda la
esposa de Jaime II, Ia reina Blanca de Nápoles en 1295, en que puso el Rey
Ia primera piedra, habitándose en 1300.
Las de Santa Fe, en su homónima calle, que fundó en 1553, en anti-
gua casa de mujeres recogidas, Iñigo de Bolea. Se destinó a mitad de siglo
XIX para Museo provincial de pinturas y Academia de bellas artes.
Las dominicas del Santísimo Rosario en calle Azoque, 33, habitaban
Ia casa en que construyen el convento de Dominiccts Tþrciarias de Santa
Rosa de Lima, que reparó de los destrozos de los Sitios el arzobispo Ma-
nuel Martínez (1816123).
Franciscanas Clarisas de Su. María de Jerusalén, que fundó el se-
cretario de los Reyes Católicos, Juan de Coloma, en su palacio el afro 1484,
en P" Independencia, con licencia de Inocencio VIII (1484192) para tercera
Orden de San Francisco, erigiéndose con Breve de Alejandro VI (149ó) en
primera Orden de Santa Clara.
Cistercienses de Santa Lucia, enPlaza de Santo Domingo, 13, de la
Orden del Cistel que fundó el arzobispo Fernando de Aragón, o más bien
trasladó del convento de Cambrón.
Religiosas agustinas de Santa Mónica, al fin de la calle Palomar, 45.
Vienen a fundar las de Mirambel, Rubielos y Morella el 21-IX-1647, inau-
gurándose el 10-X-1664. En su iglesia celebran cada mes su fiesta la Her-
mandad de Nn. Sn. de la Correa.
Madres Capuchinas, fundadas en el paseo interior de Santa Engra-
cia, con el arzobispo Pedro Manrique de Lara el 24-V-1614. Vendido por el
Gobierno, hubo lavadero, establo de vacas y los baños de Zacarías.
144 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Hospitales documentados
junto a su parroquia y cementerio
El curar es don de Dios (como la ciencia), y no deben ser vendidos
(Siete Partida.s), de ahí que cada parroquia tenía su hospital (y escuela).
El de las Santas Masas (o Santa Engracia). El de I-a Seo, fundado en
lI52 en un patio delante de la iglesia, que dejó D". Hodierna, viuda de Pe-
dro Lafuente para enfermos y peregrinos. El de Santa Marta, que fundó en
su propia casa el maestre Fuert, detrás de La Seo en Plaza Santa Marta,
para peregrinos de Santiago con doce camas. El de San Bartolomé en sitio
que ocupó luego el de religiosas de Altabás (escritura 1191), al cual cedió
el Cabildo el beneficio de una barca en el Ebro, cuyo cargo le subía a 100
sueldos al procurador del Puente.
El de San Blas (o San Pablo), anterior a l2l7 , en el que D". Oria legó
camas y dinero. El de San Lázaro, cuyos malatos recuerda Du. Oria en l2l7
y también Bernardo Almenara legaba en l2l9 cinco sueldos de renta, a sus
Ieprosos. Que pasó a ser convento de los Mercedarios.
El de Santa María del Pilar, (o Ia Mayor) . EI de San Gil de Ia Cofra-
día de Santa Fe, contiguo a su cementerio (ya dicho). Las huérfanas de la
calle Peso (hoy 4 de Agosto) pasan en 1.547 a La Magdalena, que tenía su
hospicio en la esquina Pza. Magdalena y Dr. Paloma4 que fundó Luis de
Sora, que perduró hasta pasar a Casa de la Misericordia en década de
I 830. Aparte kt Magdalena lenía su hospital de enfermos, que, incendiado
en Los Sitios, pasó al de No. S^. de Gracia. EI Hospicio de Santa Fe frente a
Santa Engracia.
El de San Julián, junto al convento de Santa Lucía, según el testa-
mento de Martín Giménez (1219) legándole ropa blanca. El de Peregrinos,
adyacente a iglesia del Portillo, que lo absorbió al ampliarla. Igual el de
San Felipe para sus enfermos. Y en 1710 funda el Hospital de Ingleses el
conde de Faura en su casa, solariega de los Urritigoiti, en la calle Nueva,
esquina a la calle Violín. El del Carme¡2, fundado en 1446 en la ermita de
Santa Elena, casa de los carmelitas descalzos, que fue después su convento
llamado de la Iluminación del Cuerpo de Cristo y más tarde de Santa Justa
y Rufina. El de Peregrinos esquina al convento del Carmen y la calle Juego
de Pelota.

Hospital Real y General


de Nu. Su. de Gracia y su cementerio
A petición municipal Alfonso V lo fundó el 1425, ubicado en la esqui-
na de Plaza de España y del Coso, extendiéndose su huerta y cementerio
por detrás hasta los límites del terreno de Santa Catalina. Le consigue el
Rey el título romano de Domus Infirmorum tlrbis et Orbis. Su insignia de
iana de las azucenas, símbolo de Ia Encarnación del Verbo, se ìa concedió
Alfonso V de la Orden de Caballería de la Jarra (Primera Orden militar) de
Nájera que fundó García de Navarra en el convento de Santa María La Re-
al); caída en desuso, la restauró en 1403 Fernando de Antequera y Alfonso
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 145

Hospital Real y General de N'. S'. de Gracia. Cripta de su iglesia donde se sepultaron hasta 1868
las Hijas de Ia Caridad de Santa Ana con sus fundadores Madre María Rafols y Padre Bonal. Ver-
daderas heroínas de los Sitios.

Y. Los Papas enriquecieron de gracias y privilegios al Hospital. Eugenio IV


da cuatro Bulas premiando la generosidad de sus bienhechores, y Io dota
de clero especial.
Lo regían las Ordinaciones de Fernando el Católico, que retocó Felipe
II en 1587. Lo Sitiada era la Junta, que la preside en general el Sr. Arzobis-
po. Seguirán otras Ordinaciones de obispo de Lérida (10-II-1655) y del
obispo de Albarracín (26-VI-1ó81), como Visitadores del mismo.
146 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Este hospital absorbió la mayor parte de los anteriores.


Su fosal, que se extendía frente a su puerta, por razones de higiene, ya
en 1466 los Jurados acordaron: derrocuar el fosal del Spital que era conti-
guo al muro de piedra cerca de la puerta Cineja. Y trasladaron el cementerio
a la parte posterior del Hospital, en su huerta.
En sus largos siglos de vida ha significado un reto a la caridad y bene-
ficencia de nuestra tierra, que respondió cristianamente.
Se distinguió por su ciencia médica. Ejemplo, el Dr. Porcell, que en
1565 con sus autopsias a los apestados y su libro mereció una calle a su ve-

Su cuadro médico por su entrega y competencia merece todo aplauso a


lo largo de su historia. En la terapéutica de dementes se distinguió, de for-
ma especial. Llegó a visitarnos Pinel a fin de siglo XVI[, y sorprendido el
sabio alienista llevó a París sus métodos: la terapéutica del trabajo, ocupa-
ción y paseos; y soltó las cadenas de los locos de Europa. Gloria del hospi-
taI de Zaragoza. La cofradía de San Cosme y San Damiárz de médicos y ci-
rujanos veló por sus enfermos y difuntos. Contaba con su cisterna en la
iglesia del hospital.
EL Hospital de Gracia había adquirido gran patrimonio, y con las li-
mosnas del Reino venía vadeando sus inmensos gastos de miles de acogi-
dos. En 1692 estaba empeñado en 3.000 escudos por la obra en la Casa de
las Comedias, ya deteriorada.La Beneficencia de Aragón tendrá en Ramón
Pignatelli su gran valedoq que edificarâ el Hospicio para la precaria Casa
de Misericordia, fundada ya en 1669. Para su ayuda creó laPlaza de Toros,
que se inaugura el 8-IX-17ó4. Junto con el arzobispo Iæzo y Palomeque fue-
ron insignes bienhechores del Hospital de N". 5". de Gracia y del de Conva-
lecientes.

H o spítal de c onv alecientes


y Hospìtal mìlítar
Este fue fundado por eI arzobispo Diego Castrillo (1677-86) para desa-
hogo del General de Gracia. Acogía doscientos enfermos convalecientes. Se
inauguró en 1686. Confió el gobierno y execución del Hospital de N". 5". de
la Piedad de Pobres Convalecientes a D. Segismundo Monter, caballero de Al-
cántara, Regente del Supremo, y luego Justicia de Aragón, que hizo los estatu-
tos y ordinaciones para su gobierno en 1692 (Fray Lamberto deZaragoza)
Itt guerra de la Independencia acabó con el Hospital de No. S". de Gra-
cia, cuya entidad jurídica pasó con su nombre al de Convalecientes (hasta
hoY).
El 3 y 4 de Agosto de 1808 fueron aciagos para los enfermos y la Casa.
El bombardeo obligó a dar licencia a unos y alojar al resto en Ia Real Au-
diencia, Convalecientes, Lonja e iglesias y casas particulares. Cuatro ata-
cantes logran franquear el fosal y penetrar en el hospital, haciendo mil es-
tragos y matando a todos cuantos encontraban. Se consumaba su ocupa-
ción con saqueo, ferocidad y sacrilegios sin límite. De los 211 internados,
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 147

quedaban los dementes para su guarda; unos caían a sus manos y los que
huían hacia Torrero eran blanco de tiro.
El 10 para echar a los franceses, que se parapetaban en sus muros, lo
incendiaba Palaþx. El 16 ordena recoger todos los enfermos en la Casa de
Misericordia; y a los dos meses el 26 dispuso pasar los enfermos civiles al
hospital de Convalecientes, quedando los militares en el Hospicio hasta el
20-VI-1809, en que se establece el Hospital MilitrLr en el convento de San Il-
defonso (que fue de sangre en Los Sitios), hasta clausurarse el 19-XI-1958,
que pasa a su actual emplazamiento en Casablanca. Real Orden de mayo-
l8l6 confirmaba el Hospital Militar.
El mariscal Suchet confiscó (1809) terrenos al convento de la Encarna-
ción para ampliar el Hospital (46.900 m'); Ilegándose a un acuerdo con las
monjas el marzo-I817. (Estudio de J. Mercader Riba en Zurita, Cuadernos
de H is t oria,Zaragoza- 19 5 l, p. I 3 ó)
El hospital de convalecientes pasó al de Peregrinos del Carmen; mien-
tras Ia atención al peregrino o transeúnte por tres noches la llevó la Her-
mcLndad del Refugio. Después se habilita una habitación del Hospital de N".
S'. de Gracia para los convalecientes, y en el Carmen surge el Cuartel del
Carmen. Hasta que la Hermandad de la Sopa levantó otro edificio de Con-
valecientes en Avda. de Clavé, que perduró hasta la década de 1,970.
La Cripta del Hospital guarda los restos de las primeras Religiosas de
Santa Ana, que llegaron aZaragoza con su fundadora M. Rafols en 1804,
tomando parte activa en su función de caridad en los Sitios. Verdaderas
heroinas.
La Sitiadcl siguió velando por el Hospital, que por Decreto de 17-IX-
1868 y Ley provisional de 20-X[I-1870 pasó a cargo de la Excma. Diputa-
ción Proyincial, que dedica su mayor atención.
En este Hospital destacó iniciándose en su estudio de anatomía San-
tiago Ramón y Cajal, hijo de Justo Ramón, médico del mismo.
Para más datos, cf. Baquero, Aurelio, Bosquejo histórico del Hospital
Real y General de N'. 5". de Gracia de Zaragoza, (Zaragoza 1952) . J . Ignacio
Tellechea, Hospital y Monjas en Zarago2a, XXVilI, p.173. Y Fernando Zu-
biri, Ordinaciones del Hospital..en Cuademos de Aragón, II (Zaragoza
1968), p.62-122, con abundante bibliografía.Y de los Sitios, Dl¿do de F.
Casamayo4 t. XXI, pp200-23.

Cementerio provisional en el distrito


de San Pablõ y en Campo Sepulcro
La zona del Portillo pertenece a San Pablo, pues la partoquia del Por-
tillo data de 1902.
El Gral. Lannes estableció este cementerio en la huerta del convento
de Santo Domingo, demarcación de la parroquia de San Pablo, en cuyos li-
bros de Difuntos de 1809 se menciona; e.g. por orden superior se entierra
en él al Tn. Cor. Mariano Zerezo ll{artínez (13-III-1809),tomo XXI, fol.135.
Y así otros.
148 cuADERNos DE zARAcozAaS

Una nota marginal en fol. 125 v. lo aclara: Desde hoy siete de Marzo del
corriente (1809) se mandó por el Gobierrlo no se entierre en la presente igle-
sia caddyer alguno, sin distinción de personas. Que perdura con la ocupa-
ción francesa hasta el 13-VII-1813, en que se anota: Desde este día se empe-
zó a enterrar en la íglesia como antiguamente.
Hojeados los libros de Difuntos del siglo XIX se lee que venía ente-
rrándose en la iglesia, y en su fosal la mayoría. El l-[I-1809 se inhuman
en el convento de Sto. Domingo el Sr. Gormaz y el Sr. Salanova; mientras
el Sr. Gascón por pobre se entierra en el cementerio de Santo Domingo
por orden superior. El 2-3 se repiten más pobres inhumados en el mismo.
En varios casos de este año se añade: en el distrito de la panoquia por or-
den superior. De 1810 al 13 se regula el enterrar en la Cartuja Baja: Así ya
el 5-I-10 en la Cartuja Baia, según lo dispuesto por el Gobierno...Desde 2-I-
12 se ve la variante (que significa el mismo) en el Campo Santo, según lo
dispuesto por el Gobiemo;hasra Julio de 1813, en que se'"'uelve a lo anti-
guo.
Tiíenio liberal (1820/23). Vuelven a enterrarse la mayoría en el cemente-
rio, según lo dispuesto por el Gobierno.
El 4-IV-1823 murió en el garrote en el Campo del Sepulcro fuera de los
muros de la Ciudad Manuel Andueza de 34 años, carpintero. El mismo día
por Ia tarde fue conducido por la Hermandad de la Sangre de Cristo al ce-
menterio que destinó el Gobierno de entonces'. salió el Capítulo por lø
puerta del Portillo y le acompañó cantdndole el entierro hasta la del Carmen.
(tomo XXII, f . 27 4). Lo mismo dice del Sr Figuer y Sr. Jor&in, los tres veci-
nos de Alcafiz. Nota marginal añade: murió en el patíbulo en defensa del
trono y del altar cada uno.
Después hasta 1832 se vuelve a enterrar en la iglesia, yendo muchos ø
común, que debe significar elfosal.
De 1832 se obliga de nuevo. El 22-IV-L832 se añade al cementerio, dis-
puesto por el Gobierno hasTa el 2-YIII-34, en que se suprime el dispuesto
por el Gobiemo. Y en adelante se pone al cementerio sólo, o cementerio pú-
blico que es ya el de Torrero.

El cementerio cristiano
bajo el signo de la Cruz
La tradición hebrea de la resurrección de los muertos, que hereda la
Iglesia, paralela a otras culturas, da sentido a esta praxis credencial que
llena de símbolos trascendentes el cementerio. El enterrar en las catacum-
bas e iglesias sacralízó más y más el futuro cementerio.
SS. Padres, como San Agustín, San Gregorio, San Juan Crisóstomo,
Nicéforo y otros nos dicen que no se enterraba dentro de las iglesias, desde
que dejó de hacerse en las Catacumbas. EI Derecho así lo prohibía.
Se empezó con Carlomagno, a petición suya, como los reyes y empe-
radores de Constantinopla, en su testamento pedían se les inhumara en la
nave mayor de la iglesia (no junto a los apóstoles y santos), que poco a po-
co se fue extendiendo a otras esferas sociales.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 149

En Aragón Ramiro 1 establece en 1063 que toda persona que muera en


Jaca debe ser enter-rada en la catedral o en el cementerio de San Pedro se-
gún su dignidad.
En 1110 Alfonso 1 concedió al obispo Esteban de Huesca un lugar en
la puerta de Sircata que está hacia Jerusalén junto al banio de los sarrace-
nos, para hacer una iglesia en honor de San Miguel para el cementerio y se-
puhura de los cristianos.
El cementerio claustral. A finales del siglo XII la Iglesia abolía el dere-
cho de los fieles a la sepultura colectiva del templo, reservándose a ciertos
casos singulares. Y se habilitaron los claustros, que al ser reducidos se re-
servan sólo a personajes, y se implanta la sepultura colectiva en la cuadrí-
cula central al aire libre en grandes fosales, con Ia Cruz en el centro.
En los pueblos, donde no haya claustro, surge el fosar común en la
puerta de la iglesia o al lado de la torre, o lateral al templo cuanto más pe-
gado mejo¡, que le llegue el eco de las salmodias y saboree el olor del in-
cienso y oraciones.
Medidas higienistas. Acabado el siglo XVIII surge el gran debate fran-
cés frente a la oposición eclesial, que zanja Napoleón en 1804 con un de-
creto que determina sacar los cementerios de la población. Espíritu libera-
dor, que en aras de la salud pública, alivia la situación en toda Europa.
En España la Real Cédula sobre la construcción de cementerios venti-
lados de 3-IV-1787 motiva el decreto del arzobispo de Zaragoza de 4-V-
1787. El Cabildo insta (3-XII-87) al arzobispo; el cual a su vez urge en car-
ta a las parroquias de San Pablo, San Miguel, Magdalena, San Gil y San
Felipe, la construcción de cementerios (S-XII-1787). Bien venida obliga-
ción ante esta situación:
En la Seo, al abrir las cisternas de San Vølero y la de Santo Domingo de
Val para enterrar a alguien, se producía tal hedor que tiraba para atrás. Y
hastcL dtraba varios días. Igual pasaba en EI Pilar: que tenía tres cistenlas:
unapara 12 caddyeres, pobres eclesiásticos y otros pasajeros, y las otras dos
siruen para cuantos quieren no hacer uso de tiena firme y no son de cemen-
terio, y son pocos. Y se ha dividido la una con piedras y puertas separadas
para moderar el fetor que anojan en cualquier entierro. Aparte se enterraba
en capillas subterráneas, amén de los que eran de cementerio en el Pilar.
San Pablo disponía de sus cisternas, carnarios y pozos aparte del ce-
menterio contiguo, junto a la tore (S-XII-1787).
Todos esperan se haga un Campo Santo como ha hecho la Sitiada para
el Hospital de No.S". de Gracia, en la Cartuja Baja.(Documentación de Ce-
menterios en la época, Archivo Diocesano).

El cementerio del Hospital


de Nu. Su. de Gracia en la Cartuja Baja
La Iglesia nada tenía que objetar. El canon 15, causa 13 questión 2".
dice: Intra ecclesiam vero et prope altaria ubi Cotpus et Sanguis Domini
conficitur, nullatenus sepeliatur. Y en el Ritual Romano de Paulo V, cn. Nu-
llus (Ley XII, part.lT). Así lo prohibía y recomendaba el Concilio de
Rouen.Cadavera cLutem prope aharia non sepeliantur.
150 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

El Decreto de Congreación. de Obispos de ó-XII-I593: Non reponantur


sub altaribus neque sub gradibus eorum. Y las Sinodales del Arzobispado
de Zaragoza (Libro 2". títûlo 10, corp.3): que no se dé a nadie sepubura de-
bajo de las gradas de los ahares y mucho menos debajo de ellos.
Irt Sitiada en sesión de 10-I-1790, a tenor de la Ley y motivos sanita-
rios, pensó en construir otro cementerio fuera de la población. Su Tesore-
ro y Visitador Manuel Lorieri, Dignidad de la SIM., apoyado en los textos
de arriba, primero insta a que esta Real Casa, que está bajo la égida de
S.M., obedezca la Real Cédula de 3-IV-1787; y luego ordenará y mandará
deje de enterrar en su cisterna la Cofradía de San Cosme y San Damián.
La Sitiada se fijó en el monte Tbrrero, donde tenía una paridera de ga-
nado de la Acequia Imperial. A cuyo Protector Pignatelli no le pareció bien,
por estar tan cerca de los paseos y casas del Canal. Los Regidores desistie-
ron, renunciando la Sitiada a este emplazamiento: y encomienda al mar-
qués de þerbe par(t que se ponga de acuerdo con el Conegidor y evitar ques-
tiones con elþuntamiento (pues es concejal a su vez).
El Marqués pensó en otro sitio en las knería.r, entre el Huerwa y la
Ciudad, bajo el molino de aceite de J. Martín Goicoechea.
En Ia Sitiada de 20-I-179O, dijo el Tesorero en nombre del marqués
(ausente en Ayerbe), que se habían pasado por comisión de la Ciudad el Co-
negidor y otro con éî a las Tenerías, y asignado un yago, que serd como un
cahiz de tiena, para que el Hospital pueda en él construir su cementerio. Y
que esto había pasado por cLcto de Atanasio de Mora, Escribano del Juzgado.
En la Sitiada de 7-III-90 dice el marqués: habían practicado esta asig-
nclción en los vagos que se hallan en las Tenerías entre el río Huerua y la Ciu-
dad, a espaldas del molino de aceite de Martín Goicoechea., en la forma que
expresa el secretario de la Ciudad Fco. Torrijos.
La Sitiada agradece su celo e interés, y se estudiará.
Estudiado el vago de las Tþnerías, se desestima por el perjuicio que oca-
siona a I. Martín Goicoecheø y la oposición del convento de San Agustín.
Y se ye y aceptø el terreno, que ofuece el Sr. Pignatelli , carnino de la Car-
tuja Baja. En Sitiada de 26-Y-1790 e\ Tesorero Sr. Lorieri hizo presente que
sin embørgo del sei4alamiento del terreno para. cementerio extramuros, que
previene lø Sitiada de 7-marzo, se había procurado yer con el Sr. Protector
del Canal y su juel privettivo Fco. L de la Ripa, si se podía hallar otro paraje
de menos inconvenientes en el territorio sujeto de dicha Acequia por las pro-
ximidades al camino de lø Cartuja Baja; en pasando el puente nuevo que ha
construido el Proyecto sobre lø acequict de desagüe hay un pedazo de terreno.
Hágase ver por el Santo Hospital, por si le acomoda para Fosa[ en el de que
el camino ha de ser recto, y también de que es el único trozo que después de
yencer algunas dificuhades, se podró proporcionar para elfin.

Y se acordó que el Mayordomo y Veedor, acompañado de Pablo Benedí y


de los demós sujetos, que tengan por conveniente, tomen informe seguro del
para¡e que cita otro papel; y los límites a que debe reducirse, posando a ex,a-
minarlo ocuhamente tomando las dimensiones, y demás noticias.., para re-
solver con acierto la Sitiada.

En la Sitiada de 2-VI-90, al leer el voto del Marqués de þerbe por escri-


to adhiriéndose al de las TÞnerías, a espaldas del conyento de Agustinos Cal-
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 151

zados. y leido otro escrito del Conde de Sástago a favor del terreno que da
al Canal, ante el perjuicio grave que va a sufrir Juan Martítt Goicoechea y la
oposición que hará el convento de San Agustín; el Sr. TÞsorero pidió
votación,juzgando más acertado el terreno ofrecido por el juez del Proyec-
to en camino de la Cartuja Baja, al que se adhirieron los SS' Barón de Pu-
rroy y Conde de Argillo, pese al marqués de Ayerbe que se ratificó en su vo-
to escrito; con pluralidad se acordó que dicho Sr. Tesorero participe a Fco'
Xavier de Larrþa, juez del Proyecto, que la Sitiada queda agradecida a la
referida asignación del terretto, y 1o acepta.
Hecho el Fosal, y también detrás del Hospital, en su huerta dentro del
Fosal o cementerio qlle ya tenía, una nueva capilla cott cistemas de la Co-
fradía de San Cosme y San Damián; para que cesaran los médicos y ciruja-
nos en su posición de seguir enterrando dentro de la iglesia en sus cister-
nas; el Sr. Arzobispo delegó al,Vicario del Hospital Blas Castell para bende-
cir los dos. Superadas las dudas de competencia, a tenor de la Sitiada de
26-I-1791, se bendecía la nueva capilla en el Hospital y el nuevo cementerio
de la Cartuja Baja el 29-I-1791, fiesta de San Valero.

Un decreto del Visitador Lorieri de 10-[-1791 urgía al Vicario del Hos-


pital y Mayordomos de los Médicos a no enterrar en la iglesia del
Èospi-tal.Así resulta de las Sitiadas citadas. ZaragoTa 10-N-1805. Ag. Sevil,
Srio. Rubu". (Ligamen 32, 1". de N". S". de Gracia, 1789-1805, de Archivo
Diputación Provinciaì).

Cementerio del Hospital de N". S'. de Gracia en la Cartuja Baja. Capilla recién resturada
(1989/90) (fot. P J. Fatás).
152 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Panteón de la Beneficencia,
baio Iø capìlla del cementerio
Al pie de la Capilla entrando, se lee esta inscripción: Año 1860: /
D.O.M. Aquí yacen los restos mortales de los Excntos. SS. Antonio Torres
Mariscal de Campo de los Ejércitos. Natural de la Muela. Murió en 4 de lulio
de 1832, a los 8t años. D". Bruna Cánobas, su espos(l, que murió en 15 de
Diciembre de 1835, a los 64 años. Dn. Jacinta Tones, su hija, natural de Za-
ragoza, que murió en 16 de Noviembre de 1858, a los 58 años. Se erigió esta
capilla a expensas de la referida lacinta.
Hay ocupados cíncuenta y cinco nichos de personalidades, presidentes
de la Diputación, algún Diputado, Superiores Generales de Santa Ana, al-

cementerio del Hospitaì de N'. S'. de Gracia en la cartuja Baja. panteón de la Beneficencia (rot.
de P J. Fatás).
LAS NE,CROPOLIS DE ZARAGOZA 153
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Detalle del interior del Panneón de la Beneficencia. Cententerio del Hospital de N". 5". de Gracia en
la Cartuja Baja

gún funcionario de la Excma. Diputación y bienhechores de la Beneficen-


cia, ocupando quince nichos la ilustre familia de los marqueses de Balles-
tar, por su vinculación a este cementerio.
La capilla en el centro con las dos casitas cúbicas a Ia entrada, para el
capellán y el sepulturero, y las galerías porticadas de nichos en la fachada
agraciaron este recoleto cementerio. En él hallan cobijo los torretanos de
la zona, el Barrio de la Cartuja Baja y este lado de la Ciudad, amén de los
pobres que morían en el Hospital, que llenabanlafosa común.
154 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

¿Recordáis, zaÍagozar'os, el Truntítn, el carro de mano, que conducía


del Hospital al difunto, el sepulturero y su ayudante? Que luego pasó a ser
un carromato cubierto, tirado por una mula negra (menos mal que era
cuesta abajo). Ella conocedora de su oficio iba serena, triste (como para
pedirte tu oración- que tÍr le dabas) hasta solemne pasaba con su enterra-
dor. Tal vez por el ruido especial le llamábais el Truntún, que encogía el al-
ma. Que tendrá su sucesor en el furgón de hoy, qlle va sólo sin más compa-
ñía ni familia. Que el progreso actual ha reducido a un mínimo los mu-
chos signos de antaño.

Las parroquias
y el õe-ettterio de Torrero
La Visita Pastoral de 1849, (t. III) nos informa que ya sólo se entierra
en el Cementerio General y Común de Torrero, cobrando la Junta Parro-
quial por su Luminero. Contestan a este apartado de la Circular (12-8).
Parroquia de San Pablo: En el cementerio público de esta ciudad, tie-
ne el suyo propio esta p(rrroquia. Y la Junta de la ntisnta exige los derechos
de 240 rs. a los que entierran en nichos, B0 a los qtte se entierran con caja ert
el suelo, y 30 a los qtre se entierran sin ella, excepto si son pátuulos que les
exigen 15 rs. Hay además en la plaza de San Pablo, y frente a tma de las
puertas un cententerio antigtto, donde antes se enterrøban los ajusticiados.
Parroquia de San Gil: No tiene cententerio propio rnás que el común.
Parroquia de San Miguel: El cementerio está fuera de la ciudad, qtte es
el ntismo para !oclas las parroquias.
Parroquia de San Lorenzo: Esta parroquia tiene ttn cetnenlerio no
muy distante de la iglesia en la casa llantada Fosal, y de muy cortas dimen-
siones. Hace mucho tiempo no se entierra en él cadáver alguno.
Parroquia de San Pablo: No ha tenido ni tiene cententerio propio,
porqLte el ámbito desu iglesia ha bastado a cubrir los cadáveres que han
octtnido hasta 1832.
Parroquia de San Nicolás: Esta parroquia tiene su cetttetúerio, el que
no se usa desde que se construyó el General. Derechos de los sepuhados, el
máximo es 240 rs., el medio B0 rs. y el mínimo 30 rs. Z. 10-X-1849. M. Ro-
mo, CtLra.
Parroquia de Altabás: El público de la Ciudad.. 240 rs. en nicho, 80 en
tierra y con caja, y 30 sin ella. Siendo páruulos, la ntitad, si no se hace en ni-
cho. Cobra el Lttminero. Z. 30-IX- 1849, Antonio Aud, Cura.

Exequias s¡n cuerpo presente


El B.O. de la Provincia de Zaragoza de 12-XII-1849 saca la Circular
299, que prohibe llevar los cadáveres a la iglesia, o mejor dicho, que orde-
na que el cadáver sea conducido, desde la casa mortuoria directamente al
cementerio, a tenor del Informe de Sanidad en previsión de la salud públi-
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 155

Seguidamente hay una comunicación del Alcalde de la Ciudad al Vica-


rio General del Arzobispo de Zaragoza urgiéndole su cumplimiento. Y otra
circular de Sanidad de similares términos.
El Gobematlor Eclesiástico de Zaragoza a Ios Párrocos, a tenor de la
Real Orden de 20-9-1849, ordena: no es posible conducir a la iglesia los ca-
dáveres..he dispuesto por ahora sea conducido el cadáver desde la casa mor-
tuoria al cementerio o salida de la población, qtLe se haga el Oficio de sepul-
tura y las exequias sin cuerpo presente. Zaragoza a 24-X-1849. Ant" Sendín.
(Ligamen de la correspondencia de 1849, en Archivo Diocesano).
Siguen varias instancias del arzobispo, Cabildo y Párrocos, defendien-
do el derecho de los fieles a seguir la costumbre de pasar por la parroquia,
sin peligro para la salud pública.

Doctrina jurídica
Ordenes y disposiciones de la lglesia y del Estado en sigIoXIX (Según Fe-
rreres, Constituciones c anónicas, Barcelona, I 920)
l. Ia sociedad civil que se edifique sus necrópolis, pero que respete los
sagrados cementerios de la Iglesia. El ir contra esto es violar el derecho de
la Iglesia.
Este derecho inncLto de la lglesia (Syllab. prop. 26) lo refrendan también
en España la vigencia de las leyes concordatorias y el mismo Derecho Ci-
vil, que reconoce a ésta el derecho cle poseer sin limitación alguna (Con-
cordato del año 1851, art.40; Conven. legal de 4-IV-1860, art.3; Derecho Ci-
viì, art.8,746),luego a fortiori el poseerbienes sagrados, cual son los ce-
menterios que siempre han sido considerados como parte integral y aneja
de la parroquia y demás templos que disfrutan del derecho de enterrar".
En nttestro tientpo se dan frecuentes usurpaciones, qr-re obedecen a la
codicia de poseer bienes sagrados y afân de secularizar lo sagrado.
La ortodoxa doctrirLa canónica y civil bien expuesta está en Ia Real Or-
den de 18-III-1863 con la que está conforme el Informe de los Ministerios
de Estado, de Gracia, de Gobernación y Fomento. Añádanse las RR.OO. de
14-XI-1832 y de 2-VI-1833, en que se confirman las Ordenes y Disposicio-
nes de 8-VIII-1830 y 20-II-1831; como también contiene sana doctrina la
Orden de l2-YI-1862.
2. SirL embargo en la Orden de 28-1V-1866, dispos. 9 se concede a los
Municipios el derecho de propiedad sobre los cementerios construidos a
sus expensas, y se respeta a la Iglesia Ia propiedad sobre los que edifique
ella a sus expensas (dispos. 4,12); lo cual se repite en la de 17-XI-1868, en
la Ley Municipal de 2-X-1877 y en el Reglamento de lO-IX-1844, art.L-4,
violentando el derecho eclesiástico.
Porque sólo ésta tiene derecho de construir, poseer y administrar, si tie-
ne medios; y si carece de ellos, deben ayudar el Estado o Municipio. Sólo
en el caso que la IgÌesia renuncie a ese derecho, debe suplir el Estado, pero
la Administración en este caso debe llevarla una comixión mixta. Respecto
al cementerio profano ve el canon 1.212.
156 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

3. Respecto a elegir el fiel su iglesia y su sepukura, ve anterior al Código


canónico (canon 1223): S.C.C. l4-V-1825; l0-VI-1827; l6-IX-1871; 24-II-
1879 y 23-I-1886.
4. En cuanto al traslado del cadáver (c. 1215); Frente a la costumbre de
llevarlos a su iglesia (Comm. Cod. 1ó-IX-1919, Acta XI, p.479); en España
el llevarlos directamente al cementerio sin pasar por la iglesia: cf. Regias
Ordinac. de 20-IX- 1 849 y 30-XI- I 8 49; 28-VIII-1885; 1 3-II- I 857; 1 9-IX- I 865
y 1-V-1875; las Circulares de la Dirección General de Benef. y Sanidad de
28-V-1884; en Pellicer y Guíu, Tratado... de Derecho Civil.... vol.2(...), p.159;
y Ferreres, Las Cofradía.s, n" 285.
Siglo XX. Lct postura de la Iglesia obedecía a la praxis social de siglos,
que consideraba los cementerios como parte integral y aneja de la parro-
quia. Que aun recoge y recaba el Código de Derecho Canóníco de 1917.
El nuevo Derecho Canónico de 1983, cánones 1240-43, se limita a optar
por tene! si es posible, su cementerio, pero si no, bendiga sus sepulturas y
proteja y resalte su carácter sagrado.
Tras la guerra civil (1936) se volvió a pasar al difunto por su iglesia, pa-
ra el funeral de cuerpo presente. Hoy la mayoría tiende a celebrarlo en el
Compleio de Torrero.
La conducción al Carnpo Santo, que las funerarias venían haciendo so-
lemne en sus coches fúnebres tirados de negros caballos, a paso lento de
procesión, en 1935 se cambió al coche (HP) mortuorio con sus carrozas,
que se simplificó y uniformó a los 20 años.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 157

Calø lía e[ ftomîre ztø cørtønlo su sepufturø,


ftastø que cae en e[[ø.
?'I

Al grupo escultórico de Humanidad de José Bueno,


en la Fosa Común del cementerio de Torrero,
al inaugurarse en 1919,
puso este epitafio D. Juan Moneva y Puyol:

'I/osotros cuUos restos ønónimos yacen a4uí,


ø qufunes ñ.izo þuøfu [anøtura[eza humnnø,
[ø fulención liain ø y [ø niae[ølorø fu[uerte,
no soß o[oilølos le tolos.
Lø ciulø{, iguø[itørin,
p orque crßtiønø, j nsticfurø y piølos ø
os recuerla, os proc[amø suyos
g os encomienlø ø Dios.
158 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Fuentes y notas
histórico -bibliográficas
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su pila y cementerio. Como todos los barrios de Zaragoza, menos la Cartuja
Baja y Santa Isabel, tienen su cementerio propio. No olvidar que el Arrabal
fue la demarcación provincial de los mudéjares. Y el nombre de San Juan
como también los ángeles son de su devoción. Zaragoza, 1941, con 159
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LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 159

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Ë
Siglo XIX
M". Rosa liménez

Cementerio municipal de Zaragoza


a transformación de los enterramientos en el siglo XIX y
la subsiguiente creación de los cementerios municipales
trajo tras de sí toda una problemática muy enraizada en
Ia historia de las mentalidades con fuertes connotacio-
nes sociales y económicas.
Como se ha dicho en capítulos anteriores, desde los
tiempos medievales existía la arraigada costumbre de

re, pero, â su vez, había en ellas un margen de excepciones que permitía se


enterrase en las iglesias: a los Reyes, hijos de éstos, Prelados, Ricoshom-
bres, etc. De tan amplias excepciones nació el uso, que más tarde degeneró
en abuso, de enterrar todos los cadáveres dentro de los Templos.
El progreso continuo de una sociedad estática a otras más dinámica y
en expansión lleva consigo el crecimiento de los núcleos de población, so-
bre todo de los núcleos urbanos, y conlleva problemas de congestión, ade-
más de factores, que no por ser accidentales son menos graves y frecuen-
tes, como las pestes y otras calamidades que afectan a la salud pública. Se
162 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

habían alzado voces sobre la insalubridad que producían los enterramien-


tos en las iglesias y monasterios al ser frecuentados por los fieles, pero fue-
ron los monarcas del siglo XVIII, concretamente Carlos III y Carlos IV los
que, llevados de una mentalidad ilustrada y preocupados paternalmente
por las mejoras en la vida de sus súbditos, promovieron cambios en la
práctica de enterrar a los muertos, intentando restablecer el más antiguo
uso de las inhumaciones a extramuros de las ciudades.
Una causa accidental, una peste declarada en Pasajes (Guipúzcoa) en
1781, como consecuencia del hedor que exhalaba la iglesia parroquial, lle-
vó a dar una R. Cédula en 1787, tras oir un informe de la Real Academia
de la Historiat, para restablecer el uso de los enterramientos en los cemen-
terios fuera de las ciudades; se hacían algunas salvedades o excepciones,
como figuraban también en las Partidas de Alfonso X el Sabio. Siguió una
resistencia pasiva y fracasó la pretendida reforma de la misma manera que
ocurriera con las medidas tomadas por Carlos IV, ya en los albores del
siglo XIX -en 1804- no llevándose a cabo hasta las contundentes normas
que ordenó José Bonaparte en 1809 y, aún entonces, puestas en práctica de
una manera parcial. Antes de analizar las causas por las que estas Reales
Ordenes no se llevaban a la práctica vamos a comentar las leyes dictadas
en los primeros años del siglo XIX.
En la Circular de 28 de junio de 1804, recogida en el Suplemento a la
Novísima Recopilación, se prohibió inhumar en las iglesias. Fue el minis-
tro Godoy el promotor de esta norma, valiéndole, en consecuencia, Ia acu-
sación de irreligioso, cuando en realidad no hacía más que repetir el Ca-
non Nullus (Ley XII, Part. I) del Ritual Romano de Paulo V dado en el
Concilio de Rouen, pero el pueblo no se creía enterrado en sagrado si no
era dentro de las iglesias'. En dicha Circular se mandaba que los cemente-
rios se construyeran fuera de las poblaciones y a distancia de éstas, en pa-
rajes bien ventilados y cuyo teffeno por su calidad fuera el más a propósi-
to para absorber las miasmas pútridas y facilitar la pronta consunción y
disecación de los cadáveres, evitando el más remoto riesgo de filtración o
comunicación con las aguas potables del vecindario; examinando estas cir-
cunstancias profesores de Medicina. Después, una vez elegido el luga4 el
arquitecto, o en su defecto un maestro de obras, debía aprobarlo y formar
el conveniente plano y el presupuesto para su ejecución'.
Estas normas rígidas dictadas por la Administración Central eran con-
secuencia de una serie de situaciones locales verdaderamente preocupan-
tes y que habían sido denunciadas a los Ayuntamientos respectivos. En
efecto, en la documentación municipal zaragozana nos encontramos con
varios escritos al Ayuntamiento poniendo de manifiesto las circunstancias
peligrosas para la salud pública en que se encuentran diversas parroquias

1 REDoNET, Luis'. Enterramientos y Cenlenterlos. Boletín de la RAH (Real Academia de Histo-


ria), t. CXX, cuad. 1"(enero-marzo), 1947, pp. 153-154. El abuso de los enterranúentos sin li-
ntitaciones ni precauciones sanitarías de ninguna clase, en iglesias ntuy concurridas y ntalven-
tiladas: la saturaciór1 en ellas de cuerpos putrefactos mal cubiertos col1 Llna ligera caç:a de tierra
o bajo losas o pavinlentos rentovidos y mal ajustados, acabaron por motivar hedores illsoporta-
bles t dañosos para Ia salud pública, ntuchrc inlecciones y sonadas epidemias de ntortales con-
secuencias.
2 JIMENEZ, Mn Rosa: EI Munìcittio de Zaragoza, 1833-1840. Zaragoza, Institución Fernando el
Católico, 1979,p.133.
3 ELrAS DE MoLrNS, A: Legislaciórt canónica y administrativa vigente en Espaäa y posesiones de
Ultrantar sobre cententerios. Madrid, s.a. p. LXXIII.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 163

de la ciudad. Concretamente, la parroquia de San Pablo da una providen-


cia para evitar el hedor de los cadáveres enterradosa. En ella, se denuncia
la falta de ,¿entilación de los templos, exhalaciones de las sepuhuras, yapores
que impiden el sosiego y reposo que la oración requiere. Se pide que las se-
pulturas profundicen cinco palmos, aprisionando la tierra, echar después
un capazo de cal, como se había verificado con motivo de fiebres tercianas
en 1784. Se acusa del descuido de los sepultureros y, sobre todo, se denun-
cia el mayor peligro de una zona -la llamada Cisterna- dónde se enterraba
a los pobres, que por su disposición arrojaba más grietas. En algunos ca-
sos se comunica que la situación era tal que se tenían que celebrar en la
plaza los cánticos del entierro. El Ayuntamiento ante esta situación, que
por otros escritos vemos se repetía en más parroquias, contesta prohibien-
do enterrar en las cisternas y mandando profundizar las sepulturas, echar
capazos de cal, rociar con vinagre y purificar la iglesia con romero. Parece
ser que se llevaron a efecto estas normas con escrupulosidad, pero se se-
guía entenrando en los templos.
El 1809 la Junta Suprema del Reino expidió una circulatr desde Sevi-
lla, mandando establecer cementerios en todos los pueblos del Reino. Una
Orden de las Cortes de I de noviembre de 1813 señaló el término de un
mes para que puedan tomarse las disposiciones sobre cementerios provi-
sionales fuera del poblado, mientras se construían los permanentes. La cir-
cular de 30 de junio de 1814 y las Reales Ordenes de 23 de febrero de
1821, 2l de enero de 1822,22 de noviembre de 1828, 2 de junio de I 833 y
13 de febrero y 4 de julio de 1834' ordenaban las construcciones de ellos
en los pueblos dónde no los había. Sin embargo, era tan grande la oposi-
ción en España a los enterramientos fuera de las iglesias que en 1857 Isa-
bel II fue enterada -con profundo sentimiento, dice el comentarista Luis
Redonet-u, que aún había en España 2ó55 pueblos que carecían de cemen-
terio y, en vista de ello dispuso que al menos se construyeran en ellos un
cercado fuera de población para los enterramientos (R.O. de 26 de noviem-
bre de 1857).
Las causas por las cuales se llevó a efecto con tan enorme lentitud to-
da esta legislación fueron de índole económica, social e ideológica.
A parte de problemas económicos en los municipios que retardaban
las obras, la causa más fuerte radica en las motivaciones socio-religiosas.
En el trasfondo de ello hay un impoftante capítulo que puede entrar en ese
sector de la Historia Social, como es la historia de las mentalidades, como
dice Ponte ChamorroT.
Entre las causas económicas hay que rnatizar las derivadas de Ia esca-
sez del erario municipal; las arcas municipales no estaban especialmente
dispuestas a emplearse en esta necesidad, a pesar de ser ampliamente re-
conocida, pero otras necesidades eran prioritarias en el concepto de las
autoridades municipales. Por otra parte, y también en este orden económi-
co, estaba la retracción por parte de las parroquias que al ser los enterra-

4 AMZ (Archivo Municipal de Zaragoza), 18O4, arm. 15-9-2.


5 Elres ¡p MoLrNS. Op. cit. pp. LXXV LXXX, LXXXI
ó REDoNET, Luis. Op. cit. p. 170.
7 PoNrE CHAMoRRo, Federico: Aportación a la Historia Social de Madrid. La transfomación de
Ios entenamientos en el siglo XIX: la creación de los cementerios municipales y su problemdti-
ca. Anales del Instituto Estudios Madrileños, t. XXII, 1985, pp. 487 y ss.
164 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

mientos fuera de ellas perdían sustanciales emolumentos en razón de las


limosnas de muy diverso tipo. Los párrocos perdían, en consecuencia, una
parte considerable de ingresos.
En el orden social, hay que proceder analizando la actitud en los dife-
rentes estratos sociales ante la reforma de los enterramientos derivada de
la construcción de cementerios municipales. En primer lugar los monar-
cas ilustrados -Carlos III y Carlos IV- se sienten vinculados a la tradición
del pueblo, solicitan informes a la Real Academia de la Historia y a los
Obispos y vrra vez comprobado que los enterramientos en las iglesias eran
una desviación de la antigua costumbre eclesiástica, pretendieron una re-
forma parcial, con las consiguientes exenciones, en consecuencia mantu-
vieron un respeto a la tradición. José Bonaparte, monarca extranjero y por
lo tanto ajeno a esta tradición y no comprometido con los estamentos pri-
vilegiados, ni con la lglesia, se mostró de forma más contundente; por otra
parte la sociedad había entrado en una dinámica diferente, no en vano la
Guerra de la Independencia y sus consecuencias marcarían normas distin-
tas. Pero, por otro lado, dentro de estas causas sociales hay que analizarla
actitud de las autoridades locales en las que la incultura, presiones del
pueblo, al que estaban vinculados, e intereses económicos, como hemos
visto antes, hacían dilatar cualquier puesta en práctica de las órdenes di-
manadas del gobierno central. Y ¿cuál era la actitud de la jerarquía ecle-
siástica?. Desde luego resultó determinante en las dilaciones que sufrían
las leyes, convencidos de la necesidad espiritual de descansar los muertos
en lugares sagrados, transmitieron estas ideas a la sociedad a lo largo de
los siglos. Lo que para los monarcas ilustrados era un problema de salu-
pública para la sociedad era una alteración de la tradición cristia-
H1O"O
No nos parece acertada la tesis de Goldmanu, según la cual la lucha en
pro de los cementerios suponía un fracaso, porque dichos lugares de ente-
rramiento eran socialmente igualitarios y, además, fue el temor de la bur-
guesía a la igualdad ante la muerte Io que Ie IIevó a no apoyar la reforma
de los enterramientos. Es una apreciación básicamente equivocada porque
las sepulturas de los cementerios estaban establecidas según una mayor o
menor distinción; si en las iglesias el rango social se ponía de manifiesto
por ei enterramiento en capillas laterales o la proximidad a las gradas del
altar mayoq, con los cementerios todo un abanico de posibilidades, de os-
tentación económica y artística, era posible. Y de hecho las sepulturas de
los cementerios marcan ostensiblemente rangos sociales y posteriormente
económicos.
En cuanto a las causas de orden ideológico, la reforma afectaba a la
concepción de la muerte. Los ilustrados habían recurrido a la tradición,
haciendo ver que los enterramientos a extramuros de las ciudades era cos-
tumbre practicada por los primeros cristianos y que la práctica de los en-
terramientos en las iglesias suponía una desviación de Ia doctrina cristiana
auténtica, por lo tanto no dañaba, la tal reforma, los valores de la religión,
porque el procurar a los difuntos un lugar de descanso distinto que el de
Ios vivos era incluso más ortodoxo. Los monarcas ilustrados no tuvieron
en cuenta la interrelación entre lo religioso y el rito. El rito del enterra-

8 GoLDMAN, P.B.: Mitos Liberales, mentalidades burguesas e historia social en la lucha en pro de
los cementerios municipales. Barcelona, Universidad Autónoma, 1980.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 165

miento estaba regulado y el recinto donde se escenificaba, la iglesia, tenía


todo ordenado según las secuencias temporales del rito funerario. Si se
prohibía hacerlo en las iglesias estos actos simbólicos dejarían de efectuar-
se. Este cambio tenía que hacerse con lentitud y perduró al hacerse la mi-
sa en la iglesia, o el responso como acto del ritó funerario que llegará has-
ta nuestros días.
Creemos, y es opinión de otros historiadores, como hemos indicado,
que fueron estas causas, anteriormente analizadas, las que influyeron fun-
damentalmente, en Ia dilación del cumplimiento de las órdenes reales.
Retomando la cuestión de las disposiciones legislativas en la materia
que nos ocupa, encontramos, en la documentación municipal de Zarago-
za, rtrr expediente sobre el establecimiento de cementerios provisionales
según el R.D. de 1 de noviembre de 1813', en el que pone en conocimiento
de las autoridades municipales las disposiciones en materia de cemente-
rios, para que en el plazo de un mes se establezcan cementerios con carác-
ter de provisionalidad en parajes ventilados, mientras se construyen los
permanentes, conculcándose a que se aplique esta resolución de las Cortes
en el momento en que los ayuntamientos recibiesen la orden.
En el mismo Expediente aparece la contestación del Ayuntamiento
con la decisión tomada -18 de febrero de 1814- de utilizar los conventos de
Carmelitas Descalzos y Trinitarios, extramuros de la población y en situa-
ción de ruina. Pero hay un informe del Intendente de 6 de marzo de 1814,
en que considera inoportuno el lugar por su proximidad a la población,
además de estar situados en un paseo público, y la cercanía de los Hospi-
tales, Civil y Militaa con el peligro de filtraciones de aguas, aludiéndose a
la utilización de un cementerio en el que se depositaron los caddveres duran-
te la dominación enemiga (claramente se refiere a la Guerra de la Indepen-
dencia), resultando ser el cementerio camino de la Cartuja de Ia Concep-
ción, dependiente de la Sitiada del Real y General Hospital de Nuestra Se-
ñora de Gracia. En este sentido se oficia a la Sitiada para pedir la llave,
que se concede.
Sin embargo, tan arraigada estaba la costumbre de enterrar en lugar
sagrado, que al mes siguiente -mayo de 1814- se determinó que conventos,
que estaban derruidos o medio en ruinas, un tanto a extramuros, se desti-
nen para enterramientos, especificándose las Parroquias que debían ente-
rrar a sus muertos en cada uno de ellos. Así en el Convento de San José de-
bían enterrarse los feligreses pertenecientes a las Parroquias de San Mi-
guel, La Magdalena, San Pedro, San Juan el Viejo, San Lorenzo y San An-
drés. El Convento de Jesús para las parroquias de Ia Seo, el Pilar; San Ni-
colás, Santiago, Santa Cruz y Altabás. Para las panoquias de San Gil, San
Felipe y San Pablo se destinaba un terreno inculto sito en la mano derecha
del Camino a Casa Blanca. Añádese, que debían acompañar a los cadáve-
res, debidamente cubiertos en caja, un sacerdote de Ia Parroquia hasta que
fueran enterrados, haciéndolo a una profundidad de media vara de tierra,
además debía echarse una capa de cal. Pero se sigue diciendo que hasta
que se habiliten estos cementerios provisionales se sigua enterrando en la
Cartuja.

9 Expediente sobre establecimiento de cementerios provisionales en Ia ciudad de Zaragoza, según


eI Real Decreto de I de noviembre de 1813. AMZ, arun. 15, leg. 5.
166 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Hay un vacío documental en los años siguientes hasta 1820. Los años
del Trienio Constitucional, que bien podría llamarse también Trienio Le-
gislativo, por las importantes leyes que se promulgan, vienen encabezados
por un Reglamento de la Salud Pública y establecimiento de Cementerios,
dado el 20 dejunio de 1820, por el que se constituían Juntas de Sanidad,
formadas por el Alcalde Primero Constitucional, el cura párroco más anti-
guo, uno o dos facultativos, uno o más regidores y uno o más vecinos, para
cumplir el Decreto de 23 de junio de 18 13. Dichas Juntas instan al cumpli-
miento de la constrrrcción de cementerios fuera de poblados'0 aparte de
otras normas higiénicas de limpieza de ciudades. Parece ser que todo esto
obedecía a la aparición de unas fiebres contagiosas en Mallorca que se ex-
tendieron a algunas partes de la Península; insistiéndose, con este motivo,
en que se hagan los enterramientos en el Cementerio de la Cartuja hasta Ia
construcción de uno nuevo, y en septiembre de este año -1820- se piensa,
como lugar para dicho cementerio, en Torrero al otro lado del Puente de
América, junto al almacén de pólvora, apareciendo por primera vez esta
localización.
Nuevamente encontramos, en los años siguientes, una carencia de re-
glamentación y en consecuencia de documentación. Curiosa coincidencia
la de la falta de reglamentación, en esta materia que nos ocupa, durante
los períodos absolutistas del reinado de Fernando VII; una pasividad legis-
lativa y un apego mayor a posturas tradicionales que la iglesia, por otra
parte, sostenía con mayor pode4 explican, esta coincidencia en los perío-
dosde l8l4al82Qy de 1823 a1.832.
Por lo que respecta a Zaragoza, desde 1832 se venía hablando de la
constr-ucción de un nuevo cementerio en la parte derecha del Canal, al
otro lado del Puente de América, en el llamado Monte de Torrero. Hasta
que se realizase se determinó enterrar en el cementerio del Hospital, próxi-
mo a Ia Cartuja. No se habla ya, en la documentación, de los enterramien-
tos en las iglesias, la nueva mentalidad había triunfado, presionada, en
gran parte, por los peligros para la salud pública, más preocupantes para
la sociedad, sobre todo ante las alarmantes noticias que venían de Europa.
Una nueva peste que llegaba desde las lejanas tierras del Ganges, el cólera,
hacía su aparición en Francia y llegaba a Burdeos; la Real Academia de
Medicina toma medidas sobre las sepulturas de cadáveres, entre otras nor-
mas higiénicas, máxime ante esta enfermedad desconocida entonces y que
azolaría a Europa en cuatro oleadas en el siglo XIX. Así el l8 de abiil-de
1832 se acuerda por el Ayuntamiento que se de parte al Corregidor de la
Ciudad, de la certificación de un facultativo donde se exprese la enferme-
dad que padec{ó el difunto y, en su caso, la necesidad de enterrarle antes
de las veinticuatro horas prescritas.
Vistas estas circunstancias se agiliza la tramitación para la constr-uc-
ción del nuevo cementerio. Los arquitectos Yarza y Gironza se reunen con
los Comisionados del Ayuntamiento y facultativos médicos. Una vez deter-
minado el luga4, consideran que la extensión y figura de este Campo Santo
pudiera ser un paralelogramo rectángular cuyas dimensiones debieran ser
de 250 varas de longitud por 170 de latitud, paralelo al Canal Imperial o en
la misma dirección de los vientos cierzo y bochorno, procurando que que-
de lo más horizontal posible, dada la inclinación del terreno, que se cerca-

10 AMZ,legajo 15-5-2
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA

ría con una tapia; haciéndose un camino desde el Puente de América y si-
tuando las puertas en el centro de su longitud, mirando a Zaragoza. En el
centro del Campo Santo se construirá una iglesita o capilla. El coste del
cerramiento y explanación se determinó en 135.058 reales de vellón.
Se abren los cimientos y se construye el camino inmediatamente para
lo cual se contaba con cien mil reales de vellón que gestionó el Ayunta-
miento de los sobrantes de Propios, por medio de su Agente en la Corte,
Antonio de los Ríos, y trabajando, en Ia obra, los presos del Canal. Pero no
contando con más fondos el Ayuntamiento se dirige a los Lumineros y Pá-
rrocos para que contribuyan.
El l0 de septiembre de 1,832 se reunieron en las Casas Consistoriales
los Lumineros y los Mayordomos de las parroquias" y se les informó del
coste de las obras, que el camino, zanjas y cimientos se hacían a expensas
del Ayuntamiento, el cerramiento y capillita podrían costar setenta mil re-
ales de vellón, para un recinto de unas sesenta mil varas cuadradas. Se
acordó, también, que reducida la parte reservada al Cabildo y la corres-
pondiente a las Comunidades Religiosas, lo restante se dividiera entre las
Parroquias según el número de almas, con la obligación de costear cada
una la parte coruespondiente; sin embargo, sólo San Pablo aportaria, de
momento; las demás alegaron no tener fondos''.
El 30 de noviembre de 1832 se adjudicaron las obras mediante subasta
a Bernardo Nobella por 52.000 reales de vellón". Nobella cedió la contrata
a Calixto Sangrós, pero no se empiezan las obras hasta comienzos de
I 833.
Se hizo Ia división del terreno entre las Parroquias en marzo de 1833,
señalando la cantidad que tenían que pagarta.
Parroquias Varas de terreno Precio de cada vara lmporte total

La Seo_840 3fv' 2.520 f v".


El Pilar__ 2.600 id 7.800 f v".
San Pablo_5.880 2fv" 1 1.760 f v".
San Felìpe___ 1.480 3fv" 4.440 r v".
San _ 1 .410 2r"v" 2.880 f v'.
Sta. _ 1.840 id 3.680 f v".
San G 1.280 3fv" 3,840 rs vn.
Sanliago_ 240 id 720 r v'.
Sta, Cruz 440 id 1.320 f v",
San Lorenzo 400 id 1.200 r'v",
S, Pedro y S. Juan 320 id 960 f v",
San Andrés )nn ¡d 600 f v"
San Nicolás 400 2fv^ 800 f v',
Altabás 1.560 id 3.120 r'v',
Sta, Engracia ,AA 3r"v^ 840 f v',
Comunidades_ 1 120 5 f v' 5,600 f v",

Totales 20.320 52,080 f v"

7l Ayuntamiento de Zaragoza a los lumineros de las panoquias. AMZ, caja 3 1


12 JIMENËz, M'Rosa. Op. cit. p. 135.
13 Actas þuntamiento, sesiôn 30 noviembre 1832. AMZ.
14 AMZ,legajo 15-5-5.
168 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

La adjudicación de terreno se hacía en razón de los muertos que cal-


culaba cada parroquia podía tener. El precio por vara era normalmente 3
reales de vellón por vara, exceptuando los Conventos que era más caro a 5
reales de vellón y algunas parroquias, consideradas más pobres, a 2 reales
de vellón.
A efectos de división de terreno se hizo en cuatro cuadros, en los cua-
les se distribuían las parroquias.
La constnrcción del cementerio sufrió los avatares propios de la penu-
ria municipal; el contratista, Calixto Sangrós, y el aparejadoq, Esteban So-
fi, se quejaban de la falta de materiales y la obra se inter-rumpió en el vera-
no de 1833. En el mes de septiembre, la Sitiada presionó para que se acti-
vasen, pues el cementerio del Hospital -Cartuja- ya no reunía condiciones.
Se terminó, por fin, en noviembre. Concluidas las obras, hubo situaciones
de litigio con el obispo de Huesca, por problemas de jurisdicción con el ar-
zobispo de Zaragoza. Mediante acuerdoß el obispo de Huesca logró sitio
reser-vado para la parroquia de Santa Engracia. Parala conser¡¿ación, ente-
rramiento, nichos, etc., se formó una comisión integrada por cuatro perso-
nas del Ayuntamiento, dos de las parroquias y uno por el estado eclesiásti-
co. Se concedió el arriendo a favor de Marcelino Solá por tiempo de tres
años con los precios fijados: los cadáveres con ataúd a 12 reales de vellón,
los de mortaja a 8 reales de vellón y los de párvulos a 4; por nicho 100 rea-
Ies y con carruaje de distinción 40, habiendo tres categorías para los ca-
rruajes fúnebres'u.
Se procedió a la bendición del cementerio del domingo 15 de junio
con toda solemnidad y asistencia de todas las autoridades ''.
La inauguración fue el 5 de julio. El Cementerio de Torrero se constru-
yó como una necesidad perentoria, pero además resultó su inauguración
muy oportuna , porque en el mismo mes de julio se declaraba la epidemia
de cólera en Zaragoza que produciría, de julio a noviembre, 1.298
muertosr8. Los meses de julio y agosto, los más álgidos de la enfermedad,
produjeron situaciones críticas por la cantidad de enterramientos, dado
que era una epidemia de gran propagación por las deficiencias sanitarias
de entonces y la carencia de conocimientos que había de ella en aquellos
momentos, ya que era la primer:a vez qlue aparecia, si, además, no hubiera
estado resuelto el problema de los enterramientos no puede calcularse las
proporciones que hubiera adquirido, sobre todo en los calurosos meses del
verano de 1834.
Desde el primer momento de la existencia del nuevo cementerio sur-
gieron polémicas entre el Ayuntamiento y las Parroquias sobre la libertad
absoluta en cada terreno asignado a ellas. Las sesiones municipales'' re-
flejan el ambiente de polémica y las discusiones que suscitaron, no llega-
ron a un acuerdo; esta cuestión será punto de fuicción durante años, hasta
que en 1837 con motivo de aplicarse la ley de 3 de febrero de 1823 para el
gobierno político de las provincias, el artículo 3" ponía los cementerios a

15 Actas þuntamiento, sesión 7 de abril de 1834. AMZ.


16 lbidem, sesión 13 y l4 de junio de 1834. AMZ.
17 AMZ,leg. l5-5-5.
18 JTMENEz, M'Rosa. Op. cit. p. 41.
19 Actas þuntamiento, sesiones l3 y 14 de junio del 1834. AMZ.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 169

cargo de las Corporaciones Municipales, se conciliaron los intereses de las


parroquias dándoles una cierta inter-vención y, de esta forma, quedó zanja-
do el asunlo'
No fueron menos las irregularidades cometidas por el contratista, ante
las cuales la Junta del Cementerio llegó más adelante de las multas, inclu-
so a instruirle expediente, remitiéndolo al Juzgado de Primera Instancia.
Los abusos continuaron y en 1839, el 18 de agosto, tuvo lugar, en el Ayun-
tamiento, una sesión extraordinaria a la que acudieron los Lumineros y
Mayordomos de las parroquias'' y de acuerdo con la Junta del Cementerio
elevaron el precio de las sepulturas, los nichos a 240 reales, teniendo en
cuenta que el coste de cada nicho era de 70 reales, el resto sería para sos-
tener el culto de cada iglesia; los de ataúd a 80 reales, siendo su coste 16;
los de mortaja a 30 y los pobres de solemnidad se les enterraría gratis. De
esta forma se acallaban las protestas de las parroquias ante la pérdida de
emolumentos con los enterramientos fuera de ellas; no acababan de con-
formarse con las nuevas normas. Se acordaron otras medidas, entre eilas
amalgamar el terreno para el mejor ornato.
A principios de 1840 el cementerio presentaba ya muestras de deterio-
ro por la mala construcción de los nichos y los arquitectos municipales -
Yarza y Gironza- hacen una visita para informar a la Comisión sobre posi-
bles reparaciones que se llevarán a cabo en los años siguientes y empiezan
también a construirse monumentos en memoria de algunos fallecidos, así
como osarios en los extremos asignados a cada parroquia.
En 1848 se trasladan al Cementerio de Torrero los restos del Duque
Zaragoz,a, D. José Palafox y Melcí, que había fallecido en Madrid y en prin-
cipio fue depositado en la iglesia de Atocha, la Reina concedió autoriza-
ción al Ayuntamiento para su traslado".
Problemas de escasez de sitio empiezan a plantearse en 1849. Hacién-
dose más alarmantes a medida que pasan los años y hablándose de Ia
construcción de un nuevo cementerio en el término de la ciudadt.. Los Lu-
mineros de las parroquias hacen una solicitud en este sentido al Gobierno
Provincial, añadiendo que la municipalidad cuenta con recursos.
En abril de 1852 los arquitectos en unión de un regidor municipal
practican un reconocimiento en el término de Miralbueno el viejo, en el
camino llamado de los Herederos, próximo al Canal Imperial y lo conside-
ran apropiado y con condiciones higiénicas. Pero la construcción queda en
suspenso, no hay más noticias documentales y siguen los enterramientos
en el Cementerio de Torrero.
Años más adelante surgirá el problema de las inhumaciones de perso-
nas no católicas, concretamente de protestantes. A principios de 1871, el
obispo de Huesca", como encargado de velar por los intereses espirituales
de la parroquia de Santa Engracia, se dirige al Ayuntamiento de Zaragoza
sobre el conocimiento que ha tenido del enterramiento de personas no ca-
tólicas en el cementerio profanando el recinto sagrado de los fieles difuntos,

20 JtueruEz, M" Rosa Op. cit. p. 136


21 Actas Ayltntamiento, sesión extraordinaria de l8 de agÕsto. AMZ.
22 AMZ,legajo 15-5-5.
23 Armario 51, legajo 2-1,9. AMZ.
24 Armario 9, legajo 3-318. AMZ.
170 cuADERNos DE zARAGozA63

obsérvese cómo las jerarquías eclesiásticas no querían perder la categoría


de sagrado para el lugar de los enterramientos. Después de estos duros co-
mentãrios, èl prelado oscense sigue diciendo que establecida Ia libertad de
cultos en España (así se estableció por la Constitución de 1869) era de es-
perar que las Autoridades hubiesen dispuesto un terreno aislado para ente-
rar a los muertos anatematizødos de Dios y de su Religión's.
EI municipio contesta que se hace eco de esta comunicación y que se
habilitará el sitio correspondiente cuando haya fondos en las arcas muni-
cipales. Un concejal apunta Ia posibilidad de extraer de sus enterramientos
loi cadáveres de niños, hijos de protestantes. Vuelve a insistir el Obispo de
forma intransigente y el Ayuntamiento contesta que hay que tener en
cuenta la cuestión sanitaria para las exhumaciones. Según orden de 30-I-
1851 han tenido que transcurrir cinco años para el traslado de un puesto a
otro, si no era con autorización del Gobernador.
Ante ésta y otras situaciones creadas, no sólamente por el obispo os-
cense, también por otros prelados, el Gobierno dio una Real Orden con fe-
cha 16 de julio de I 87 1 sobre la inhumación de personas que fallecen fuera
del gremio de la lglesia Católica, en consecuencia de ìos conflictos gravísi-
moi entre las autoridades civil y religiosa y en tanto las Cortes resolvieron
de un modo definitivo la cuestión, secularizando los cementerios. Dicha
Real Orden determinaba que los ayuntamientos destinaran dentro de los
cementerios un lugar separado del resto, donde se diese sepultura a los ca-
dáveres de aquéllos que pertenecen a religión distinta de la católica.
No obstante esta Real Orden siguieron las dificultades entre los dele-
gados de la Autoridad civil y la eclesiástica y hubieron de dictarse nuevas
ãisposiciones en lo concerniente a los cementerios profanos, R.O. 28 de fe-
brero de 1872.
Por estas disposiciones se aplica la normativa de la Ley de 21 de abril
de 1855'u en el sentido de que en los pueblos que no hubiese cementerio
destinado a inhumar los restos de los que mueren perteneciendo a religio-
nes distinta de la católica, se ampliaron los existentes, tomando parte deÌ
terreno contiguo que se considerase necesario y la parte ampliada se rodea
con un muro o cerca, y el acceso a la misma se hiciera por una puerta es-
pecial, independiente, por Ia cual entrarán los cadáveres que allí deban in-
humarse. Además, abogaban porque los Ayuntamientos y asociaciones re-
Iigiosas distintas de la católica, que tuvieran recursos suficientes, constru-
yéran cementerios especiales, sujetándose a las normas de higiene pública
y policía sanitaria.
Incluían, estas aludidas disposiciones, la necesidad de que los Ayunta-
mientos hicieran constar en sus presupuestos las partidas correspondien-
tes a los gastos de ejecución de las citadas obras.
El Ayuntamiento de Zaragoza parece que llevó a cumplimiento estas
disposiciones2? según comunicó a las autoridades eclesiásticas, indicándo-
les que los operarios estaban realizando las obras de cercamiento del Ce-
menterio protestante.

25 ELIAS DE MoLrNs,4., op. cit. pp. 215 y ss.


26 Ibidem, pp.216y217.
27 AllI[ arm.9, leg.3-318.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 171

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Planta general del CentenÍerio de Torrero, en 1875 $ot. P J. Fatás).


172 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

No parece ser que hubiera mayores conflictos, en la ciudad aragonesa,


con respecto a los enterramientos de personas no católicas, o al menos no
están reflejados en la documentación correspondiente, ni aparece relatado
ningún caso en el libro de Elías de Molins, que sigue paso a paso no sóla-
mente Ia legislación sino ciertos casos de incumplimiento o conflictos al
aplicarla, y en este sentido nos refiere, dicho auto{, el litigio del Ayunta-
miento de Mahón con el obispo de Menorca que no consideraba acertada
la ampliación destinada a enterramiento protestante por estar contigua a
la destinada a los católicos, y sugería a Ia Corporación Municipal otro lu-
gar más distante.
Bien sea por estas protestas eclesiásticas, que suponemos no serían ca-
sos aislados, bien por la penuria de las arcas municipales, lo cierto es que
la construcción de los nuevos cementerios para enterramiento de las per-
sonas de no confesionalidad católica se hacía con una cierta pasividad que
llevaría al Gobierno a dar una Real orden con fecha 2 de abril de 1883'8,
por la que se quería subsanar el abandono en el cumplimiento de las ante-
riores disposiciones. Por ella se disponía que todos los Ayuntamientos cu-
ya población excediera de ó00 vecinos ampliasen los cementerios existen-
tes para la construcción de lo que entonces se llamabanneutros, y más tar-
de civiles, no tratándose sólamente de un problema de diversa confesiona-
Iidad religiosa, sino previendo existiese el caso de no pertenencia a ningu-
na religión de forma declarada.
La Real Orden de 1883 es una ratificación de la de febrero de 1872,
aunque de forma más contundente, diciendo que en el caso de no haber
caudales necesarios para los gastos que exigen estas obras se incluyan la
mitad del presupuesto extraordinario en dicho año, 1883, y Ia otra mitad
en el ordinario de 1884 a 1885, concluyendo que deben terminarse en el
más breve plazo.
Estos párrafos anteriores aluden a Ia actividad legislativa. Por lo que
respecta al Cementerio municipal de Zaragoza, la documentación corres-
pondiente no hace constancia de ella, suponemos se había cumplido sin
más problema. Los últimos años del siglo XIX, concretamente a partir de
1872, sólo se reflejan, en la citada documentación, en las relaciones de ni-
chos y sepulturas, de forma rutinaria y aparecen únicamente los precios
de ellos. Las sepulturas oscilaban entre ó y 17 pesetas y la renovación de
nichos por 15 años costaba 60 ptas. Los carruajes mortuorios Suponían el
módico precio de 2 pesetas en 1897.
Este Cementerio de Torrero, inaugurado, como hemos visto en pági-
nas anteriores, en 1834, no conserva actualmente ninguna sepultura de
aquellos años, el enterramiento más antiguo data de 18ó8.

ffi

28 ELrAS DE MoLINs, 4., op. cit., pp. 223 y ss.


El Cementerio de Torrero
en el siglo XX
Elvira Adiego Adiego

a situación del Cementerio de la ciudad, en terrenos ele-


vados y al Sur de la misma, ha constituido durante años
un asentamiento idóneo bajo el punto de vista de las
condiciones higiénicas y sanitarias. Esta localización en
sus inicios lejana de la ciudad, sobre el monte de
Torrero -del que toma el nombre- y junto a terrenos mi-
litares (polvorines), permitió las sucesivas ampliaciones
que han hecho posible su utilización extensiva hasta el
momento actual en que alcanzado el barranco de la Muerte, hemos llega-
do al punto final de sus ampliaciones hacia el Sur (ver figura 1).
Antes de asomar el siglo XX, y a pesar de la aún corta vida del cemen-
terio de Torrero, este emplazamiento había permitido ir resolviendo su
creciente necesidad de espacios en solución de continuidad con los terre-
nos iniciales, pudiendo decirse que su evolución durante Ia segunda mitad
del siglo XIX, tanto en Io que a sus expansiones, como a la tipología de en-
terramientos y características edilicias y ornamentales se refiere, siguió Ia
tónica general de los cementerios de las ciudades europeas y más concre-
lament e mediterráneas.
Si en la segunda mitad del siglo XIX la progresiva necesidad de ocupa-
ción del suelo comenzô a poner de moda la construcción de nichos como
sistema adecuado para su mayor aprovechamiento, las sucesivas pestes y
Ios planteamientos higienistas del momento aconsejaron la utilización de
las sepulturas en tierra como fórmula más higiénica. Este sistema resulta-
ba también útil dado que la rápida desintegración de los cadáveres, permi-
tía un reciclaje en el aprovechamiento del suelo, reciclaje que siempre es-
tuvo presente en el planteamiento de las sucesivas ordenaciones del ce-
menterio de Torrero. De hecho, las primeras cesiones de nichos más co-
174 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

múnmente utilizadas se realizaron como concesiones de alquiler por quin-


ce años.
ZaragoTa comienza el siglo XX de igual modo que terminaba el ante-
rior, es decir, con peligro de epidemias y por tanto con crecientes necesida-
des en cuanto a medidas higiénicas y de ampliación de su cementerio. Sin
embargo tiene ya un Cementerio Municipal, pues aunque se había creado
en los años treinta con una extensión de 64.190 m2 en buena parte propie-
dad de las Parroquias, había pasado a ser todo él Municipal antes de ter-
minar el siglo.
La ciudad en estas fechas utiliza para sus enterramientos la amplia-
ción de la necrópolis según había sido proyectada por D. Ricardo Magdalena
en 1883 prevista fundamentalmente en base de hacer desaparecer los nichos
que hoy existen y de suprimir este género de enterramientos para el futuro,
criterio éste en coincidencia con los ya dir,ulgados por el paisajista y refor-
mador de cementerios J. Claudius Loudonr (ver figura 2).
En la Memoria del proyecto2 de esta Nueva Ampliación y Reþrma del
Cementerio, se explica que continuamente está el Municipio construyendo
manzcLnas de nichos y ocupando con ellas ex.tensas superfícies de tet'renos
dedicados hasta entonces a sepuburas en tierra, formando calles de estas ele-
vadas construcciones y reduciendo cadø vez mds el ambiente...transforman-
do una ex.tensa planicie en series de calles que hacen insalubre el interior del
cententerio. Más adelante dice que ha de llegar el tiempo en que el teneno ha
de ser insuficiente para levantarlos. Se dirá que puede este úkimo inconve-
niente salvarse sin más que procediendo al finalizar el plazo por que se ad-
quirieron los nichos a la. exhumación de los cadáveres contenidos en
ellos...pero no se evitaría el principal que es anular los inconyenientes de la
existencia de calles forunadas de tales construcciones contrarias a la higiene.
Esta ampliación de 76.000 m2, estuvo por ello destinada en su mayoría
a sepulturas, en segundo lugar a capillas-criptas familiares que se sitúan
adosadas a las tapias rodeando el Cementerio y por último a nichos de res-
tos encaminados al realojamiento de los nichos preexistentes.
Incluía como novedad edificaciones singulares a modo de capillas-osa-
rios destinadas a ser utilizadas por las parroquias y otras corporaciones en
el desalojo de sus nichos (verfigura 3).
Su ordenación que respetaba las líneas generales de las anteriores
composiciones academicistas de D. Fernando de Yarza y D. Joaquín
Gironza (en 1834) y D. Segundo Diaz (en 1875), incorporaba en el exterior
de la Necrópolis, arbolado y jardines, acercándose algo en su concepción
al tipo de cementerio proyectado por Loudon para Cambridge o si se quie-
re al concepto dd. Pére-Lachaise parisino3, en que el modelo más urbano de
los Campo-Santos latinos esboza -dentro de su trazado neoclásico- un tra-
tamiento paisajístico4.

1 "Principles of Landscape-Gardening applied to Public Cemeteries" The Gardener's Magazitrc,


1843.
2 M¡rcoalE¡¡¡ Ricardo, Memoria ð,el Proyecto de Nueva ampliaciórt y reþnna del Cementerio de
Torrero, 1883. Armario 104, legajo 31, exp. 950 del Archivo Municipal.
3 Cunr, James Stevens. A Celebration of Death, London, 1 980.
4 No debe olvidarse la casi simultaneidad de esta ampliación con las realizaciones del nuevo
Cementerio Este de Barcelona, el Cementerio de Sevilla, etc.
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Figura 1. Plano del


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O 1' Ampliación
O Cementerio viejo
O 2" Ampliación Costa
O 3' Ampliación
4' Ampliación
O Edificaciones
O Punîos de interés
@ ltinerarios recomendados
O Aparcamientos
O Zona verde
O Cementerio musulmán
O Cementerio evangélico
@ Cementerio civil
O Capilla caidos
Q Monumento muertos por
I la democracia
O Administración cementerio
O Fosa común
@ Cementerio alemán
Q Monumento a Costa
@ Complejo funerario
@ Bosque para restos
incinerados
6 Balsas

úerio de Torrero
FRÐV
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reforrr.a y aurlrliaeion del c

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Figura 2. Plano de la reforma y zmpliación del


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de Tonero (proyecto de Ricardo Magdalena, 1 883)


LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 175

Los jardines exteriores que enfatizaban la anterior entrada dando el


adecuado final de perspectiva al camino del Cementerio y preservando la
higiene del entorno próximo, no se llevarían a cabo, subsistiendo algún
tiempo como asignatura pendiente y dando lugar a los primeros intentos
de plantación de pinares en parcelas municipales próximas al cementerio
de comienzos del siglo XX.
Recogía también los principios racionalistas europeos en cuanto a la
rotación en el uso de los enteramientos, como Io demuestra que en la me-
moria termina D. Ricardo proponiendo a la M.I. Comisión se estudie de las
sepulturas que deban o no cederse a perpetuidad y si ésta debe tener lugar en
absoluto y las obligaciones que puede contraer el þuntamiento respecto a la
conseru ación de las construcciones.
La ampliación que se habia realizado simétricamente a ambos lados
del cementerio inicial y en todo su fondo, incorporaba dos cuadros de
3.600 m2 en sus dos vértices Nororiental y Noroccidental destinados a ce-
menterio Protestante y de otras Sectas (civil) respectivamente.
Esta reforma del cementerio impulsada por D. Simón Sainz de
Varanda y proyectada por D. Ricardo Magdalena resultó doblemente inte-
resante desde el punto de vista de su evolución posterioq, pues además de
ordenar y regular los enter-ramientos realizados durante las primeras déca-
das de este siglo, marcó el estilo arquitectónico dominante hasta la segun-
da mitad del siglo.
En efecto, el cuidadoso diseño de sus tapias, accesos y capillas, que
dentro de los planteamientos eclécticos de aquel momento se decanta neo-
mudéjar en los edificios, constituirá, sin apenas modificación de motivos,
el modelo per"fecto seguido por los sucesivos arquitectos municipales en su
intento de conseguir la unificación del recinto, modelo que subsistirá has-
ta la década de los 70 en que comienza a plantearse una construcción más
racionalista, moderna y económica (ver figuras 4 y 5).
Ya en 1892, ante las dificultades del desalojo total de los nichos, el
mismo Magdalena informaba que podían mantenerse los nichos preexisten-
res (que antes previó hacer desaparecer), salvo los ubicados junto a las ta-
pias, que interesa exhumar para hacer capillas. No se llevaría por tanto a
efecto la constr-ucción de osarios-capillas al mantenerse buena parte de los
nichos preexislentes.
Las pestes de finales de siglo XIX y principios del XX, reafirmaríanla
primera idea de enterramientos en tierra, por lo que /os contienzos de este
slglo vinieron caraclerizados por la utilización generalizada de este tipo de
enterramiento (bien sepulturas sencillas, bien en capillas-cripta). De esta
época provienen las capillas-cripta adosadas a la nueva tapia y el inicio de
la gran extensión de sepulturas del área oriental del Cementerio, siendo es-
te tipo de utilización extensiva el que originaría una rápida ocupación de
los terrenos disponibles y por tanto nuevas necesidades de expansión.
En 1911 se hace necesaria una nueva ampliación del cementeño -esta
vez de forma urgente- ante el temor de una nueva epidemia. El proyecto es
de D. Félix Navarro y carece de ordenación.
Los 144.040 m2 existentes se amplían en otros 29.400 m2 sobre terre-
nos municip ales con capacidad para unos I 5.000 cadáveres que vienen ø re-
presentar 6 años. Si a ello se añade lcL posibilidad de que algunos cuadros de
176 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

sepulturas posean cuatro hiladas de cuerpos y la construcción de nichos en


las tapias del Cementerio..., podrd alcanzarse una disponibilidad para 10
años, con lo que se puede dejar para otra generación la expropiación del pol-
uorín próximo, o el acudir a otros medios de resolver la pavorosa cuestión
cementerial si ha de evitarse el procedimiento de la antigua Roma con sus
higiénico s y reducidos columbarios.
Es pues la carencia de grandes extensiones de terrenos lo que en aquel
momento obligaba a pensar de nuevo en la construcción de algunos ni-
chos y como novedad, la de instaurar sepulturas comunes que no debieron
llevarse alaprérctica más que para uso familiar.
La ampliación' se lleva a efecto prolongando el cementerio hacia
Oriente hasta llegar al camino al Barranco de la Muerte, dado que el ferro-
carril de las canteras al Oeste y los polvorines del Ejército al Sur impiden
otra expansión. Así en solución de continuidad, las nuevas sepulturas con-
tinuarán su expansión hacia el Este hasta los años 40 en que se encuentra
casi completa la totalidad del área oriental dedicada a sepulturas del deno-
minado cementerio viejo (ver figura 5) .
En el mismo año 1911, muere D. Joaquín Costa y mediante una comi-
sión creada al respecto comienza a prepararse la construcción de su
Mausoleo mediante la convocatoria de un concurso de ideas para su reali-
zación'. El Concurso es fallado en l9l2 a favor de D. Félix Lafuente con el
que posteriormente colaboró el escultor D. Dionisio Lasuén autor del bus-
to de Costa. La obra civil de la cripta bajo el mausoleo y posterior vallado
mediante verja en hierro de forja de diseño modernista fue proyectada por
el arquitecto municipal D. José Yarza Echenique en 1914.
La situación del mausoleo al final de la Avenida y acorde con Ia orde-
nación existente de ubicación de los panteones para hombres ilustres de la
ciudad en este eje que parte de la puerta principal del Cementerio, además
de ser idónea para la perspectiva deseada, dejaba al mausoleo fuera del re-
cinto católico de acuerdo con los deseos de Costa.
En un principio su emplazamiento aparecía como un añadido al
Cementerio, pero pronto, en 1924, quedaría dignamente integrado me-
diante Ia realización de un proyecto de nichos de D. Miguel Angel Navarro'
(ver figura ó) a ambos lados del mismo e incardinados en un porche neo-
clásico que a modo de peristilo conecta el mausoleo con el resto del ce-
menterio, encuadrando su perspectiva a Io largo del hoy denominado
Andador de Costa. Años más tarde, en 1962,llegaría a quedar este mauso-
leo totalmente recogido dentro de una nueva ampliación del Cementerio.
Durante las tres primeras décadas de este siglo, la edificación tanto de
nichos como de capillas en cuanto se refiere a la arquitectura oficial del
Ayuntamiento, siguió unánimemente las pautas estilísticas iniciadas por
Magdalena. Las capillas realizadas o bien por la propia Administración o
bien por la propiedad según proyecto obligatorio Municipal, continuaron
el estilo neomudéjar propio de la región, realizándose con ladrillo blanco

5 Proyecto de ampliación del Cementerio de D. Félix Navarro, 1911. Archivo Municipal del
Ayuntamiento de Zaragoza.
6 GARcIA Guaras, Manuel: Utopía y sigrtificados del Mausoleo de D. Joaquín Costa.
7 Proyecto de nichos de Miguel Angel Navanno, 1924. Archivo de Arquitectura del Ayunta-
miento de Zaragoza, carpeta n" 97.
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Figura utilizadas por las


3. Capillns-osøríos destinadas a ser
(proyecto de ampliación del Cementerio
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roquias y otra.s corporaciones en el desalojo de sus nichos


Torrero de Ricardo Magdalena, 1 883)
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 177

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Figura 5.Plano de la ampliación del Cementerio de Torrero (proyecto de Miguel Angel


Navarro, 1911).
visto del país, dotando así al Cementerio de unidad paisajística y ambien-
tación propias (verfigura 7).
La propia capilla situada a la entrada del cementerio, realizada con
nuevo proyecto de D. José deYarza Echenique en l9l2 que se ubicó des-
centrada de la primitiva posición prevista, mantuvo el estilo neomudéjar
proyectado por D. Ricardo Magdalena, si bien respondiendo a un menor
178 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

énfasis monumental que dentro de su buena factura compositiva deja re-


ducida la anterior planta de cruz a una sóla nave sin porcheu.
Los panteones y sepulturas, dentro del eclecticismo de la época se de-
sarrollaron en buena medida utilizando los revivals al uso en el monumen-
talismo de la arquitectura funeraria. El racionalismo, ya asentado en la ar-
quitectura de la ciudad en la década de los treinta, tiene una muy escasa

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Figura ó. Manzanas de nichos a perpetuidad en eI Cementerio de Torrero (proyecto de


Miguel Angel Navarro, 1 924).

8 Proyecto de capilla de D. José ¡p Yanza. Año 1914. Archivo Municipal de Arquitectura, car-
peIan" 74.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 179

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Nichos a perpetuídad bajo porche junto a la tuntba de Joaquín Costa (proyecto de Miguel
Angel Navaro, 1924) Got. P. J. Fatás).

representación en los panteones y monumentos desarrollados durante es-


tas décadas en el cementerio.

La temática funeraria y su eminente caracter representativo, obligan a


abundar en la utilización de elementos decorativos ajenos a los plantea-
mientos racionalistas, y a una colaboración arquitectura-escultura cuyos
mejores logros evolucionan, dentro del eclecticismo que se mantiene en vi-
gor para Ia arquitectura funeraria, desde el panteón de la familia Herrero
surgido en l92O en un excelente revival egipcio, hasta los primeros inten-
tos de expresión racionalista del panteón de la familia Horno realizado por
el Arquitecto García Mercadal, pasando por una generalidad de panteones
desarrollados con unos lenguajes neoclásico y neogótico, u otros revivals y
por los diseños de mausoleos y sarcófagos menores que incluyen escultu-
ras o detalles modernistas, pudiendo generalizarse que la mayoría de las
realizaciones contienen tratamientos ornamentales pertenecientes a estilos
pretéritos. En nuestro caso, al igual que en el resto de las ciudades medite-
rráneas, el tema de la muerte se nutre todavía de los lenguajes estilísticos
propios del romanticismo.
La construcción de nichos continúa la tónica iniciada de constmcción
en ladrillo. Como puede deducirse del plano del cementerio fechado en
1929, para la ubicación de nuevas manzanas de nichos se van desalojando
los nichos y sepulturas de alquiler del cementerio inicial a modo de reci-
claje de usos. También se observa en él la situación del Cementerio Civil en
el extremo Noroccidentaì, junto al Cementerio Protestante, agrupados pro-
bablemente tras la ampliación del cementerio en 191 1 .
La siguiente ampliación del cementerio fue prevista en los años 30,
(probablemente hacia 1934, si bien aparece reflejada en un plano de 1937)
180 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

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Figura 7. Alzado de capilla modelo años 30.

y constituye la que ha pasado a denominarse Primera Ampliación sin tener


en cuenta las anteriores.
Se realizó extendiendo el cementerio hacia el Norte, por tanto en di-
rección contraria al sentido higiénico inicial de alejarse de Ia ciudad y pre-
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 181

cisamente sobre parte de ia zona destinada a parque junto a la entrada al


Cemcnterio. Esta ampliación clebió interrumpirse por la guerra.
La Guerra Civil, por tanto, sorprende a la ciudad con una pr:evisión de
arnpliación del Cementerio aún no consolidada, por lo que en un principio
introclujo varias modificaciones en los usos del mismo.
Junto al impacto que supusieron los aproximadamente 9.000 muertos
que se deducen de las estadísticas oficiales de inhumaciones en el cemen-
terio como exceso sobre la media anual entre el año 36 y el 40 inclusivcs,
aparecieron nlievas localizaciones correspondientes a los cementerios mi-
litar, de legionarios italianos y de musulmanes qLre habían colaborado en
la reyerta.

CapillaettlaentradadelCententerir¡cleTorrero (ployectodeJosédeYarza, I912)(fot.PJ


Faths).
182 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Panteón de Ia familia Herrero, I 920 (fot. P. J. Fatás)

En 1939 y firmado por D. Regino Borobio y D. José Beltrán se realizó


Avance de proyecto de cementerio de aviadores legionarios itali(tnosn que re-
cogía y ordenaba las 10ó tumbas existentes en el cementerio de Torrero
para proponerlo como idea al consulado italiano. Se pretendía limitar el
terreno con ttn(r serie de pilones de piedra unidos por una fuerte cadena de
hierro ...cerrándose mediante un muro por su parte posterior que serviría de
fondo a un ahar y a una cruz de piedra elevadas sobre una escalinata, ...so-
bre este muro høbrían de colocarse relieves con inscrþciones y alegorías.

No llegó a concluirse el proyecto, por la decisión del traslado de los


restos italianos a la basílica de S. Antonio.

Los republicanos fusilados junto a las tapias del cementerio, debieron


enter-rarse en fosas comunes próximas. Es el caso de los realizados en la
tapia Sur junto al monumento de Costa que se verían recogidos dentro del
propio recinto por la posterior ampliación. Tanto éste enterramiento como
Ios llevados a efecto dentro del propio cementerio próximos a la tapia Este
serían exhumados en los años setenta para darles digno enterramiento y
recuerdo mediante un pequeño monumento conmemorativo con proyecto
de D. Francisco Alós.

Del año 1938 es el Reglamento del Cementerio de Torrero aún vigente en


buena parte. En el mismo se regulaba el funcionamiento orgánico de su
plantilla así como todo lo concerniente a sus usos.

9 Archivo de Arquitectura del Ayuntamiento de Zaragoza.


LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 183

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A.\a izda., ponteón de la familia Herrero, 1920; y a la dcha., panteón de la familia Gerardo
Mermeio (provecto de Angel Navarro, 1915) (fots. P. J. Fatás)'

Regulaba dos tipos fundamentales de cesiones de uso según la dura-


ción dã la misma, tèmporales y a perpetuidad. En cuanto a este segundo
tipo el reglamento aclaraba cuando las circunstancias lo aconsejen, el
þuntamiento acordard la construcción de manzanas de nichos...para ceder-
los a perpetuidad.
Entre los usos de posible cesión temporal, se encontraban las sepultu-
ras simples -cuyo uso se prohibió a partir de 1980 por considerarse ocupa-
ban demasiado terreno-, y los nichos.
De posible cesión a perpetuidad, eran los nichos, sepulturas sencillas
(o enterramientos subterránèos con capacidad de excavación máxima has-
ta 4 metros a dividir en los huecos que se deseen), sepulturas dobles, semi-
capillas, capillas y panteones.
En este Reglamento, si bien se sistematizan los diversos tipos de ente-
rramientos y el funcionamiento del Cementerio, debido probablemente a

Ala izda., panteón de la familia lTquierdo (proyecto de M. Carque, 1942); y ala dcha., pan-
teón de la familia Abadía (proyecto de J. de Yarza y A. Allarregui, 1 942) (fots. P. J. Fatás).
184 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

la situación bélica y desajuste administrativo, propios de los tiempos en


que fué realizado, no se previene la verdadera problemática de los cemen-
terios de las grandes ciudades, ni en su vertiente espacial ni en la económi-
ca (costes progresivos de mantenimiento), contrastando esta postura con
las advertencias certeras de D. Ricardo Magdalena cincuenta años antes
(1885). Unicamente se prevén unas Mondas parciales de acuerdo con la
Real Orden de 4 de Junio de 1929.
En los comienzos de los años cuarenta la nueva ampliación está cerca-
da y formada. Su área central se destina a los muertos de la cruzada y le-
gionarios italianos y en el extremo Nororiental, separado por una tapia, se
encuentra el cementerio musulmán (ver figura 8).
Esta nueva ampliación, a la que se accede por una puefta secundaria
ubicada junto a la entrada principal del cementerio y el depósito de cadá-
veres, se estructura en base a una Avenida longitudinal en dirección Este-
Oeste que la recorre por su eje.
Como puede verse en este plano de la ampliación de I937to, su ordena-
ción ubica los usos preferentes en coste y representatividad, (enterramien-
tos perpetuos), más cercanos de la entrada y a continuación de éstos, ale-
jándose progresivamente de aquélla, las diferentes categorías de enterra-
miento en orden decreciente.
En 1941, consolidada la ampliación, se inicia el Proyecto de entena-
miento para los Caídos en la Cruzada de liberación" que en principio iba a
ser realizado por concurso libre y finalmente fue redactado por D. José de
Yarza García. Según se dice en Ia memoria,su obietiyo es el enterramiento
definitivo de los 5000 héroes españoles muertos en los frentes y hospitales de
Aragón durante la pasada guelra de liberacióu. El proyecto incluía la cons-
trucción de una capilla conmemorativa con osario (ver figura t 0).
El conjunto se ubicó a espaldas del Cementerio Musulmán, en el extre-
mo oriental de la ampliación, y centrado con respecto a su avenida-eje.
Los nichos de restos se proyectaban adosados a las tapias formando dos
alas que cierran el final de perspectiva de esta avenida. En 1945 se conclu-
yó su realización.
Considerando que se trata de un Memorial, sus características cons-
tructivas son de pobre realización, si bien debe recordarse que simultánea-
mente se estaba proyectando el Monumento a los Caídos de la Plaza del
Pilar. Responde al tratamiento regionalista (rural) de la arquitectura ofi-
cial del momento (Regiones Devastadas), siendo Ia tipología de la capilla
una réplica de las ermitas o capillas de cementerios rurales, con porche a
su entrada y cubierta a dos aguas sobre viguería vista que descansa en los
hastiales y en dos arcos formeros intermedios. Los nichos para restos, en
ladrillo, se cerraban con lápidas de cerámica de Muel.
El Cementerio inicial que tenía adosadas a sus tapias las capillas de
Magdalena, y la estrechez de sus calles, habían impedido Ia correcta inte-
gración de esta ampliación, por lo que para dar un acceso decoroso a la
misma se originaría años después una pequeña plaza ajardinada junto a
su entrada que dirige oblicuamente hasta la avenida central de esta am-
pliación en cuyo final de perspectiva se ubica la Capilla de los Caídos.
l0 Archivo de Arquitectura del Ayuntamiento deZaragoza, carpeta n." 81
1 1 Archivo de Arquitectura del Ayuntamiento de Zaragoza.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 185

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186 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Figura 9. Alzado y sección de capilla en los años 60.

De los años cuarenta y cincuenta son los proyectos de construcción de


capillas que forman esta plaza de acceso, con proyecto que sigue las líneas
del neomudéjar regionalista iniciadas. Esta zona se vería completada en
1955 con otra nueva serie de capillas (verfigura 9).

En el 3 de Mayo de 1941 se aprueba por la Comisión Permanente los


gastos de traslado desde La Coruña a Zaragoza de los restos mortales de
Miguel Fleta, y que se ceda gratuitamente un nicho perpetuo para inhumar
sus restos provisionalmente en tanto se erige un mausoleo en el correspon-
diente espacio cedido por el Ayuntamiento, mausoleo que se ubica tam-
bién en el andador de Costa.
En 1943 se aprobaba la cesión y construcción en parte (50o/o) del ce-
menterio destinado a la colonia alemana a solicitud del consulado de
Alemania. La colonia alemana que tenía concedido por el Ayuntamiento
un terreno desde 1937, así como otro correspondiente a la tumba de los
alemanes del Camerón, lnabía solicitado su cambio por nuevos tetrenos
agrupados pero subdivididos de forma que resultara parte junto al cemen-
terio evangelista (antes de volverse a trasladar) y parte junto al católico. Se
resolvió agrupando los terrenos y dando entradas a estos cementerios por
el Camino de las Canteras. Los espacios libres dejados por sus anteriores
ubicaciones se aprovecharon conjuntamente con los que poco después de-
jarían libre los italianos para reordenar de forma más adecuada el entorno
del monumento de la fosa común.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 187

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188 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Una nueva reforma de esta ampliación se vino a añadir en fecha 1943.


Con élla se vuelve a recolocar y ampliar el cementerio civil y evangélico en
una situación Nororiental, esta vez tras la capilla de los Caidos y lindando
con el cementerio Musulmán.
La tipología de enterramiento durante y a partir de Ia década de los 40,
vendrá ya marcada por la desmitificación del significado -y por tanto re-
presentación- de Ia muerte que al decir de los estudiosos del tema como
James Stevens Curlt' es producto de una especie de creciente anemia emo-
cional, motivada tras la insensibilización producida por las últimas gue-
rras-holocaustos y ligada a un materialismo creciente que, en definitiva,
producen un alejamiento de la celebración de Ia muerte.
En estos años, junto a la construcción masiva de nichos se generaliza-
rá en las sepulturas el uso de la piedra artificial con aspecto granítico que
vendrá unido a un tratamiento más moderno y pobre de las tumbas. Este
aspecto económico de la ornamentación dará paso a una disminución de
la componente escultórica y a un mayor racionalismo en el diseño.
Simultáneamente comienza a darse en la ciudad una demanda creciente
de capillas familiares.
En 1958, se hace necesaria una nueva ampliación, la que pasaria a de-
nominarse Segunda Ampliøción más comúnmente conocida como de
Costa'3, porque se recoge dentro de ella su Mausoleo. Esta vez, se amplían
los terrenos hacia el Sur en una pequeña extensión (una hectárea) que se
ordenó con un aprovechamiento masivo de nichos por el arquitecto muni-
cipal D. Marcelo Carqué tras ser reincorporado a la administración (ver fi-
gura 1 1).
Con élla las verjas del Mausoleo de Costa se abrieron para pasar a ser
el acceso principal de esta área. Todo el contorno de la tapia de cerramien-
to se proyecta con nichos a perpetuidad bajo porches, (de nuevo Ia idea del
peristilo junto a Costa) proponiéndose el resto del terreno para nichos ordi-
narios y capillas. Estas últimas se convertirían también en nichos para su
mayor aprovechamiento. Los porches, sobre arcadas, seguirán también el
estilo iniciado en las décadas anteriores, realizándose mediante pilastras
sobre las que se apoyan los arcos de medio punto realizados en ladrillo del
país, con adornos de rombos y dentados en los entrepaños y coronados con
un rafe tradicional sobre el que descansa el tejado de teja árabe del país.
Los enter:ramientos de la década de los años sesentcL y comienzos de los
setenta se efectuaron en nichos construidos en esta ampliación. Comienza
entonces una etapa -todavía vigente- de utilización masiva del enterra-
miento en nichos, caracterizada porque no se realizan exhumaciones tota-
les para su reutilización. En estas décadas el crecimiento de la ciudad, a
pesar de su fuerte componente joven y creciente esperanza de vida, co-
mienza a originar un aumento del número de defunciones anuales.
Paralelamente el aumento del nivel de rentas motiva la elección del tipo de
enterramientos perpetuos y.obliga pronto a plantear nuevas expansiones
masivas del cementerio destinadas a la construcción de este tipo de ni-
chos.
A finales de los øños sesenta se propone :ut:'a ntteva ampliación, deno-
minada krcera hacia el Su¡, con una superficie aproximada de 164.055 m2
12 CURL, James Stevens, opus citada.
13 Archivo de Arquitectura.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 189

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Figura 1 1. Plano de la 2' ampliación Costa del Cementerio de Torrero.
190 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

(que se añaden alos 241.587 m2 preexistentes), sobre parte de los polvori-


nes del ejército, con proyecto de ordenación realizado por el arquitecto
municipal D. José Beltrán'o (ver figura 12).
Paralarealización de las obras de acondicionamiento de los terrenos,
se propone en 1970 un concurso de proyecto y ejecución, sujeto a la orde-
nación prevista por el Ayuntamiento.
Los terrenos formaban una vaguada que partiendo de la ampliación de
Costa y formando una V iba a desaguar en su extremo NE. El proyecto
rectifica los terrenos mediante su desmonte y terraplenado de forma que
resulten sensiblemente horizontales en su sección Ñ-S y cotr un ligero y
continuo desnivel longitudinal, para facilitar el desague natural hacia el
extremo SE. La casi totalidad de estos terrenos se destina a la construc-
ción de nichos en altura.
Como puede observarse en el plano del proyecto, el nuevo acceso al
Cementerio se localiza desde el camino de las Canteras a través de una ex-
planada ornamental en Ia que se preveía la colocación de una iglesia cen-
trada. En el pinar existente tras la misma se recogían las nuevas oficinas y
pabellón para empleados y en un tercer término el nuevo depósito de ca-
dáveres.
Alejado del acceso, en el extremo NE de la ampliación, se ubicaba un
horno crematorio y junto a él un cuadro para restos cinerarios.
EI viario de tráfico rodado, de amplias secciones, delimita los cuadros
que ordenados longitudinalmente vienen destinados a la implantación de
bloques de nichos. Los actuales aparcamientos junto a la entrada, estaban
destinados a sepulturas familiares, y los cuadros actualmente ocupados
por sepulturas lo estaban para capillas agrupadas, situándo así en un pri-
mer término los usos más ornamentales. La posterior implantación del
Complejo Funerario modificaría en el sentido reseñado los usos inmedia-
tos al área de acceso.
Desde el año 1960 continuaba vigente un Reglamento de Higiene y
Sanidad en los cementerios, que había refundido en su momento las ante-
riores disposiciones sobre enfermedades infecciosas (1,929), reguladoras
de la constr-ucción de fosas y nichos (19i0 y 1923) o la misma Ley de
Bases de Sanidad Nacional de 1944. Pero es en 1974, cuando a la vista de
la evolución e ingente problemática planteada por los Cementerios de las
grandes ciudades, se aprueba por el Ministerio de la Gobernación el toda-
via vigente Decreto 2.263 de 20 de Julio que regula las condiciones necesa-
rias para los enterramientos.
Este Decreto obliga a disponer de crematorio de cadáveres dentro del
recinto de su cementerio a los Municipios con población superior al medio
millón de habitantes, en cuyo caso se encontraba Zaragoza. Determina así
mismo las características mínimas de las construcciones de enterramien-
tos fundamentadas principalmente en la capacidad de absorción de los
materiales empleados (cerámicos con mortero de cal) y en unas separacio-
nes entre nicho y nicho, tanto en sentido horizontal como en vertical, (a
modo de câmara de aislamiento y posible expansión), que garanticen la in-
dividualidad de los cubículos e higiene de los enterramientos.

14 Concurso de proyecto y ejecución de la Nueva Ampliación del Cementerio, 1970. Archivo


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Figura 13. Alzado, planta y sección de nichos a perpetuidad bajo porclrc erl el Cemerlterio de Tone-
ro, 1943.

Este decreto incide en las previsiones de la tercera ampliación origi-


nando el actual compleio Funerario que integra en un único edificio las ne-
cesidades de horno crematorio, dos iglesias, depósito, velatorios, oficinas y
192 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

dependencias para los empleados, preservando así el bosquete existente.


EI Municipio saca a Concurso su Proyecto y Ejecución que es adjudicado a
un proyecto del arquitecto José Luis Saenz de Cenzano a realizar por la
empresa Construcciones Pérez (ver figura 14).
El edificio con tratamiento externo de ladrillo y hormigón visto, re-
suelve de forma sencilla y clara el programa del concurso dotándolo de
una adecuada distribución funcional y buena integración con su entorno,
marcando como hito destacado la iglesia y su campan ario (ver figura 1 5) .
Funcionalmente se resuelve mediante su subdivisión en dos áreas dife-
renciadas e independientes, destinadas una a la manipulación de féretros y
otra al público. En esta última se incluye una pequeña zona verde que se-
para los espacios más íntimos (ante los velatorios), de la zona de más
afluencia pública.
Al exterior la conexión entre sus diferentes usos, se realiza a través de
unos porches subrayados mediante la línea quebrada de su cubrimiento.
Al tomar en consideración el velatorio tradicional aragonés en la casa
del finado, las previsiones que en su momento se realizaron sobre necesi-
dad de velatorios (4), se vieron pronto desbordadas, por lo que en sucesi-
vas reformas hubo que ampliar su número hasta diez.
Los espacios destinados al personal municipal no llegaron a utilizarse,
sirviendo en cambio para ubicar en ellos las sucesivas ampliaciones de ve-
latorios y cafe1r-ria requeridas por la Corporación durante la década de los
ochenta.
Los enterramientos de las décadas de los setenta y ochenta, utilizaron
masivamente la tipología de nichos a perpetuidad, cuya construcción en
altura pronto llegó a alcanzar las siete plantas y a los que fueron añadién-
dose sucesivas facilidades de uso, como el corredor intermedio de acceso a
las tres últimas filas y la escalera deslizante de acceso a la cuarta.
Las capillas de Ia nueva ampliación, con proyecto original de D.
Francisco Alós, responden ya a un diseño moderno, en el que aun mante-
niendo el uso del ladrillo del país, pasa éste a perder importancia decorati-
va para jugar únicamente con los huecos-macizos de la fachada, acentuan-
do así el ritmo compositivo de su desarrollo lineal(verfigura 16).
Los panteones realizados durante esta época, en su conjunto, respon-
den a una marcada funcionalidad careciendo de interés arquitectónico u
ornamental.
Durante ef comienzo de los años ochenta se introduce una modifica-
ción en el sistEma constructivo de los nichos mediante el empleo de módu-
Ios prefabricaflos de hormigón armado cuyo uso había sido aprobado por
la Dirección de Sanidad. Este sistema introducirá el cambio de las cáma-
ras horizontales entre.nichos por una cámara vertical situada al fondo de
todos ellos que además canaliza su ventilación al exterior a través de fil-
tros de carbono activado.
En 1984, vuelve a plantearse la necesidad de ampliaciórz del Cemente-
rio, ya que la denominada tercera ampliación empieza a saturarse. En esta
ocasión, la extensión del Cementerio de Torrero, unido a las escasas posi-
bilidades de ampliación que le restan -ya que hacia el Sur sólo puede lle-
gar hasta el Barranco de la Muerte-, hace plantearse a la Corporación la
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Figura 14. Planta del compleio funerario del cementetio


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I Porlico recintos comunitarios


2 Recinto comunitario na 1
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3 Recinto comunitario na 2

I l6 4 Despacho oficiante religioso


1S

5 Servicios oficianles religiosos


21 6 Servicios públicos señoras
7 Servicios públicos caballeros
9 Velatorio
10 Zona común velatorio
I I
Cantina
l2 Servicios cantìna
l3 Servicios y vestuarios personal municipal
l4 Archivos
l5 Servicios oficina
l6 Despacho dìrección oficina administración
I 7 Oficina administraiiva
l8 Vestuario público
l9 Despacho recepción
2O Sala de entrega de urnas
2l Departamentovìgìlancia
22 Sala descanso vigilancia
2l Serviciosvigilancia
24 Pasillo oficinas
25 Sala de hornos
26 Departamento horno incineración cadáveres
27 Sala horno restos
28 Centro de transformación
29 Despacho encargado planta
3O Caldera de calefacción
3l Pasillo a calefacción, cuadro eléctrico, compresores
32 Sala compresores
33 Servicios personal médico
34 Sala de autopsias
35 Cámara de conservación
\ 36 Cámara de congelación
37 Despacho personal médico
38 Pasillo acceso tanatorios, cámaras,
39 Pasillo acceso recinto comunilario interior
40 Campanario
4l Depósito de propano

(proyecto de J. L. Saenz de Cenzano, 1979)


LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 193

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194 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Tanatorio del complejo funerario del Cementerio de Torrero (proyecto dq,.rl. L. Sáenz
Cenzano) (fot. P. J. Fatás).

posibilidad de iniciar la creación de un nuevo Cementerio independiente


de este de Torrero.
La todavía reciente creación del complejo funerario y los elevados cos-
tes que supondría el mantenimiento de un doble recinto, indujeron a im-
pulsar la nueva ampliación sobre los terrenos restantes de los polvorines
de Torrero, municipales desde la denominada operación cucl?teles.
Esta cuarta ampliación, que va a entrar en uso durante el año 1990,
proyectada por Elvira Adiego, se plantea como criterio fundamental moti-
var la cremación y rotación de uso del Cementerio antiguo para alargar su
duración (ver figura 1 7).

Figura 16. Capillas año 70 (proyecto de Francisco Alós).


LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 195

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Figura 17. Plano de la 4'ampliación del Cementerio de Tbrero (proyecto de Elvira Adiego, 1985).
196 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Perspectiva del claustro-mirador de la 4" arnpliación, según proyectos de andador-claustro,


1987 y capillas, 1990 (proyecto de Elvira Adiego).

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Figura 18. Planta del claustro-mirador (proyecto de Elvira Adiego, 1987).


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198 cuADERNos DE zARAGozA;s
La nueva ampliación de 12,9 Has., capaz para un máximo de quince
años, se propone respetar en la medida de lo posible las características to-
pográficas del terreno de forma que su tratamiento resulte más paisajísti-
co e integrado con el bosque de pinares colindante.
El proyecto de acondicionamiento de terrenos y urbanización
-la ordenación adapta
a las pendientes admisibles y a la exiõtencia
del barranco lo
que obliga a elevar su límite meridional de forma que partiendo de las co-
tas consolidadas por Ia tercera ampliación, los terrenõs se elevan suave-
mente hasta alcanzar la cresta de los anteriores polvorines, para volver a
descender hasta la berma inmediata al barranco dè la Muerte.
La mayor parte de los terrenos están dedicados a la construcción de
nichos, en segundo lugar a restos cinerarios familiares -a los que se da una
situación preferente-, y por último a capillas y sepulturai familiares.
También se amplía la superficie destinada a servicioÀ junto al Complejo
Funerario.
Los viarios de circulación rodada, en prolongación de los existentes,
definen unos cuadros capaces para dieciséis manzanas de nichos permi-
tiendo el acceso rodado a las mismas desde su circunvalación. El à.""ro
peatonal dentro de cada cuadro se organiza a través de dos andadores in-
teriores perpendiculares, en cuyo cruce se ubica una plazoleta con fuente.

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Fosa común para restos cinerarios en la 4" ampliación del Cementerio de Torrero (proyecto
de Elvira Adiego, 1987) (fot. P. J. Fatás).
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 199

Andadores hacia el mirador, en la 4' ampliación del Cementerio de Torrero (proyecto de


Elvira Adiego, 1987) (fot.P. J. Fatás).

Se amplían las superficies destinadas a aparcamientos tras las nuevas áre-


as de servicios.
La ordenación en su conjunto, pretende dotar a esta ampliación de
una identidad propia y en referencia con los hitos arquitectónicos y paisa-
jísticos del entorno. Mediante su peculiar diseño se pretende entablar un
diálogo con los elementos del paisaje (cielo, montes de pinares, Tanatorio
y Mirador de Costa).
Para ello, todo a 1o largo de su cresta topográfica con vistas a los bos-
ques, se desarrolla un andador peatonal porticado, que discurre en parale-
Io a Ìos restos cinerarios familiares y por el que tras alcanzar el punto más
elevado, una vez transpuesto un pequeño panteón colectivo de hombres
ilustres, introduce en su claustro alavez mirador sobre el Cementerio, la
ciudad, y los bosques colindantes (ver figura 1 8).
Junto a este promontorio un pequeño bosquete que articula con la ter-
cera ampliación, se convierte en epicentro de referencia espacial. A través
del mismo se accede también al claustro de hombres ilustres, pasando an-
tes por un nivel intermedio en el que se sitúa una fosa común cineraria, se-
ñalada mediante una pérgola.
El eje del andador porticado, una vez llegado al mirador, salta brusca-
mente a través de un muro de columbarios, para continuar descendiendo
mediante una pequeña escalinata y fuente en cascada prolongándose hasta
alcanzan: el extremo Suroriental del Cementerio donde se encuentran las
balsas (aliviaderos del agua de escor-rentía previo a su vertido al barranco).
200 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

l
Columbarios junto al mirador y fuente en la 4' ampliación del Cementerio de Torrero
(proyecto de Elvira Adiego, 1987) (fot. P. J. Fatás).

El mirador se constituye de esta forma en un final de perspectiva adecua-


do para el ârea Suroriental (ver fieura 19).
Ins nuevas tendencias en la eyolución de los cementeríos de las grandes
ciudades (véase Madrid, Málaga, Barcelona, etc.), tal y como previera
Ricardo Magdalena en 1883, resuelven mediante unas cesiones temporales
de corta duración (de 5 a 25 años) una adecuada rotación de enterramien-
tos, encaminada al menor coste y extensión de los cementerios. A1 igual
que en otras ciudades, enZaîagoza, poco podría hacerse parala duración
del actual cementerio de Torrero, de seguir con las tendencias preexisten-
tes de cesiones a perpetuidad.
En fechas recientes, el Ayuntamiento ha aprobado las nuevas
Ordenanzas Fiscales del Cementerio para 1990 que previenen en alguna
medida la posibilidad de esta rotación al reducir a 49 años Ia duración de
Ias cesiones, y promocionar la cremación de restos mediante su gratuidad
y la cesión del receptáculo familiar correspondiente.
Pese a todo ello, el actual Cementerio de la ciudad, con apenas quince
años por delante, ur,a vez más debe volver a plantearse o bien su reciclaje
profundo, o bien un nuevo emplazamiento.

aft*tf:
iÈ1ü
Hacia el futuro
de los cementerios
Antonio Aísa Royo

ucho ha evolucionado el arte funerario desde aquellos

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dólmenes toscamente labrados hasta las actuales arque-
tas que guardan los asépticos restos de las incineracio-
nes. La imaginería humana no ha cesado de inventar
modos y formas con las que ritualizar la muerte y pre-
servar la memoria de los difuntos.
Desde la geométrica pirámide egipcia, con sus gale-
rías cuajadas de riquezas hasta Ia anónima, humilde,
pero patética Fosa Común, una cosa está clara: el rito funerario es el más
arraigado dentro del género humano, como bien han explicado y compro-
bado antropólogos e historiadores. Los vikingos quemaban .o.r õus baicos
a sus héroes, Ios indios norteamericanos los abandonaban a la intemperie
envueltos en unas rudimentarias jaulas de madera; en algunas culturas su-
damericanas los embotaban en tinajas de barro; los hindúes son aficiona-
dos a la pira purificadora y a entregarlos a su río sagrado; los tibetanos de-
ciden integrarlos en la cadena biológica cediéndolos a la voracidad de los
buitres; en algunas tribus prefieren comerse los sesos de sus muertos para
poseer y dominar su espíritu...
El caso es que todas las religiones, culturas y tribus han dotado de un
ritualismo trascendente al hecho de pasar de la vida a la no vida (en el más
estricto sentido biológico).
El arte funerario es esa serie de elementos ar1ísticos ornamentales que
el hombre ha ido adaptando según las evoluciones de los gustos estéticãs,
las modas inventadas o impuestas, las ideologías, religionès profesadas o
cómo no, la mejor o peor disposición económica.
Hay que hacer un elogio a nuestra necrópolis de Torrero, considerada
por estetas y entendidos como una de las más bellas de España. El gusto
202 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

estético es muy variado en el arte desar-rollado en torno al tema de la


muerte. No hace falta hacer referencia a las obras más conocidas (la Fosa
Común, Ia de Joaquín Costa...) sino a los pequeños tesoros artísticos que a
veces pasan desapercibidos por no albergar en su interior los restos de al-
gún prohombre famoso. Según se dice, están en este Cementerio las mejo-
res obras de los escultores aragoneses: Palao, Lasuén, José Bueno, Burriel,
Torres, Pablo Serrano...También es de destacar las del madrileño Venancio
Blanco y los inagotablemente polimórficos ángeles del italiano Buzzi Cus-
sori.
No obstante las nuevas construcciones funerarias que se vienen reali-
zando en las sucesivas ampliaciones son blanco de todo tipo de críticas y
no sin razón. Hay que plantear soluciones con la esperanza de poder en-
mendar y corregir los posibles errores cometidos y encauzarlos de forma
positiva.
Tomando como indicador del nivel cultural, el estado de los cemente-
rios de cada ciudad, hay que admitir que se puede considerar el nivel de
Zaragoza, peor que el del siglo pasado.
Es decisión municipal recuperar y restaurar todos aquellos monumen-
tos dignos de tener en cuenta así como su infraestructura. Se están reali-
zando plantaciones de zonas verdes y arbolado con bancos y fuentes, así
para cambiar el aspecto casi desértico de muchas
;:ä"r.O."t-entaciones,
La solución de futuro pasa por las incineraciones, ya que permite Ia
existencia de pequeños cementerios debido a que el espacio ocupado por
Ios columbarios es aproximadamente 10 veces menor que el de un nicho.
EI primer horno crematorio fue puesto en funcionamiento en 1980 en
el Cementerio de Torrero en el recinto del Complejo Funerario. La ventaja
primordial de la incineración es el ahorro de espacio respecto al problema
de hacinamiento de los cementerios. Otra ventaja es Ia salubridad, ya que
Ia inhumación mantiene los microbios, mientras aquella los destruye, evi-
tando el problema de contagios y epidemias y también es importante tanto
el bajo costo económico de la incineración como su carâcter ecológico.
Actualmente el proceso de incineración se enfrenta con la mentalidad
y concepto de la muerte de gran parte de nuestra sociedad, sin ernbargo se
vienen utilizando desde hace muchos años en multitud de países. Recien-
temente se está produciendo un cambio de mentalidad respeito a ella y ha
despertado el interés de muchas personas, incluso se han creado socieda-
des filantrópicas con el fin de orientar e informar sobre ello.
No creemos arriesgado aventurar que en 15 ô 20 años se adoptará este
sistema, si no como solución definitiva, sí como una solución que minimi-
zarâ el problema de la arquitectura funeraria y del espacio de los cemente-
rios en las grandes ciudades. Como todo cambio de mentalidad será un
proceso lento pero que es necesario que continúe paulatinamente.
Parece lógico evitar una nueva ampliación del Cementerio de Torrero,
y la formación de cementerios enormes o macrocementerios. Potenciemos
los pequeños recintos mortuorios que ya poseemos en los barrios rurales y
que son cementerios más fáciles de superwisar y mantener por su tamaño.
Todas las ampliaciones deberán ser profundamente estudiadas para poder
evitar así la creación de cementerios deshumanizados, como está pasando
en Torrero, manteniendo en lo posible el carácter sencillo y rrral de los
mismos.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 203

Los cementerios municipales


Hasta 1774, no se construirá la pionera necrópolis municipal de Carta-
gena para obreros moros del arsenal. El higienismo de Ia Ilustración es la
corriente que llevará a la construcción generalízada de cementerios muni-
cipales extramuros, superando, de esta manera, las viejas prácticas de en-
terramientos dentro de los Templos. Este cambio comenzó a operar en Es-
paña en el siglo XVIII y alcanzarâ su momento decisivo durante el breve
reinado de José Bonaparte, que ordenará la construcción de dos cemente-
rios públicos en la capital del Reino.
La diversidad de cementerios existentes guarda estrecha relación con
la dualidad de muertes. La intolerancia, en España, es el elemento defini-
dor de largos períodos históricos y por tanto no puede resultar extraño que
los ortodoxos fueran sepultados lejos de los herejes y apestados. Existen
pintorescas afirmaciones como: el cementerio de los unos era sagrado y el
de los otros el adecuado para las bestias del campo, hasta nuestra reciente
historia contemporánea.
La ley de 1855 exigía, caritativamente para los cadáveres que mueran
fuera de la religión católica un enterramiento con el decoro a los restos
humanos, nos imaginamos fácilmente que tipo de inhumaciones era co-
rriente entre los heterodoxos.
La creación de cementerios municipales chocó con las más diversas vi-
cisitudes; desde la oposición a la Real Cédula de 3 de abril de 1787,-pione-
ra entre las reglamentaciones de esta clase de cementerios-, por parte de
los párrocos de los territorios de las Órdenes militares y de varias personas

Panteón de Ia familia Murillo Portolés en el Cementerio de Torrero (fot. P J. Fatás).


204 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Panteón de la familia Gardela Guinda (fot. P. J. Fatás).

que disfrutando de diversog fueros, causan entorpecimientos y contesta-


ciones dilatorias, hasta la carencia de fondos, sin olvidarnos de la negli-
gencia de las autoridades.
La normalización de los cementerios municipales, encuentran como
reitero, todo género de trabas, pues ya no sólo se incumplía un servicio pú-
blico de gran trascendencia, sino que se infringían normas de política sa-
nitaria, en cuanto a la necesidad de recintos fuera de poblaciones (orden
de26 de noviembre de 1857).
Cementerios municipales no quiere decir cementerios acónfesionales,
pues en L944 se declaró la catolicidad de los Cementerios dependientes de
los Ayuntamientos. Por ello y pese al respeto a los restos humanos que la
ley de 1855 había garantizado a los no cristianos, a falta de cementerios
adecuados hubo Ayuntamientos que... enterraron en el campo a los disi-
dentes de la fé.
La dualidad de jurisdicciones ordinaria y canónica, no dejó de causar
conflictos. Principalmente por dos cuestiones, una de índole material refe-
rida a la posesión de llaves de los cementerios y otra de trasfondo espiri-
tual referida a quién podrá decidir la inhumación de un cadáver en caso
de tratarse sospechoso de heteredoxia.
La Constitución de 1931 consagró los principios básicos: sumisión de
todos los cementerios a la jurisdicción civil y la prohibición de discrimina-
ción, o recintos separados por cuestiones de creencias, derogada en 1938 y
recogida en la Constitución actual.
LASNECROPOLISDEZARAGOZA 2O5

En cuanto a la legislación vigente existe dispersión normativa y sería


conveniente unificar pero pueden señalizarse unos principios sobre los
que no cabe duda y son:
Que los cementerios son un servicio público municipal que revisten
para los ayuntamientos la calificación de obligación mínima, y que es-
te ser-vicio podrá realizarse incluso de forma mancomunada entre va-
rios ayuntamientos.
Que en los cementerios públicos no existe discriminación por razones
de creencias, no extensible a los privados, amparados por el principio
asociativo de identidad religiosa.
Que los cementerios, desde el Reglamento de Policía Sanitaria Mor-
tuoria, de 20 de julio de 1974, son un equipamiento más del municipio
que admite la compatibilidad de usos.
Que los cementerios públicos no admiten la enajenación de sus parce-
las. Se acude a fórmulas calificadas como concesionales por la regla-
mentación de Policía Mortuoria, no caben la venta de tumbas...etc.,
como consecuencia de que el cementerio público no es otra cosa que
un bien demanial adscrito a un servicio. Pese a la terminología propie-
tarista que se mantuvo hasta 1974 en el Derecho positivo se entiende
que la utilización por los particulares de tumbas ... etc., insertas en
una necrópolis pública, no es otra cosa que una concesión a perpetui-
dad, y por tanto por el número de años previsto para las perpetuida-
des.

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206 CUADEHNOS DE ZARAGOZA 63

Y que los cementerios van perdiendo la consideración de recintos in-


salubres, ligada a las grandes epidemias; por tanto es un despropósito
el mantenimiento de perímetros de protección de 500 mts.

Sanidad y beneficiencia
La razôn de los enterramientos es la descomposición del cadáver y su
proceso de mineralización. Pero la lógica prevención sanitaria no tiene por
qué extenderse a los cementerios. Los mitos seculares sobre la paz de los
muertos y los temores ancestrales han llevado a nuestro país al a;parta-
miento de los cementerios de los núcleos de población y por tanto a huir
de otros valores estéticos o prestacionales de estos recintos.
Buenos exponentes de la belleza de los cementerios los tenemos en
ciudades como París o Ginebra, entre otros, en pleno corazón de las urbes
como lugares de paz también para los vivos.
Ante la escasez de espacio en los cementerios, reitero que las solucio-
nes pasan por la incineración de cadáveres ya que ocupan los restos me-
nos espacio, es más higiénico e incluso el enterramiento es más económi-
co. O de seguirse por el sistema de inhumación actual, a quienes así lo pre-
fieran, establecer un sistema de rotación y reubica4 transcurridos varios
años, los restos en columbarios y dejando por tanto los nichos libres para
destinarlos a nuevas inhumaciones. Tanto con la incineración como con la
reubicación de restos estableciendo un sistema rotatorio, podemos tener
cementerios para muchos años sin necesidad de ampliaciones, de lo con-
trario las ciudades de los muertos nos invadirán y serán más grandes que
las de los vivos. Al igual que, como a lo largo de la historia, se han cambia-
do las formas de enterramiento, creo llegado el momento de buscar solu-
ciones como las aportadas. En otras partes del mundo civilizado ya están
en práctica y con excelentes resultados, quizás nuestros herederos nos cri-
ticarán de no haberlo puesto antes en prâctica.
El Reglamento de sanidad mortuoria también encomienda a los muni-
cipios que sufraguen los gastos ocasionados por el enterramiento de indi-
gentes, pero hay que ir más lejos ya que deberían tener también derecho
sus familias a velatorios gratuitos igual a cualquiera de los existentes, tal
como he solicitado y se constató en el pliego de condiciones para la conce-
sión de los servicios a prestar en el Complejo Funerario de Torrero.
Una de las preocupaciones de los liberales progresistas del siglo pasa-
do, fue el estado de los cementerios, como ellos, debemos ocuparnos de es-
te tema como un catalizador más del nivel cultural de nuestra época.
Es obligación de todos. En ello estamos y en ello seguiremos para con-
seguir unos cementerios más humanizados.

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SEGUNDA
PARTE

El orte
en las necrôpolis
de Zarogolc
El arte
en la edad antigua
Miguel Beltrán Lloris

Las sugestivas representaciones


de la cerámica
emos de pasar con rapidez a través de los primeros si-
glos de los tiempos romanos, pues no hay manifestacio-
nes artísticas de interés en los enterramientos y monu-
mentos funerarios de este momento.
Sí hemos de resaltar el vaso de terra sigillata deco-
rada, aretino, del taller de Ateius, de la época de Augus-
to, del que conocemos un fragmento procedente de las
excavaciones del teatro romano de Zaragoza, en el que
se representan dos esqueletos en actitud de danza y acompañándose uno
de ellos por una cítara.
Este repertorio de esqueletos en actitudes variadas, casi siempre ilus-
trando el lema de Petronio gana y B(lsta, es típico del mundo tardohelenís-
tico y romano y nos pone en relación con el conocimiento del que hace ga-
la el mundo antiguo de la anatomía del cuerpo humano. Los esqueletos en
actitudes festivas, aparecen tanto en vasos cerámicos vidriados, como en
las ricas vajillas de metales preciosos, o en representaciones de la musiva-
ria, con constantes invitaciones a disfrutar del presente.
La fragmentariedad del vaso de Zaragoza, queda completada por re-
presentaciones más amplias de vasos análogos de Numancia o Luni, en los
que los convencionalismos artísticos indican sin embargo la pertenencia a
punzones decorativos análogos pero distintos, que caracterizan las crea-
210 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Esqueletos en actitudes festfuas. De un vaso de terra sigillata itálica de Cøesaraugustu (foL


Archivo Museo de Zaragoza).

ciones de Xanthus y Ateius, tal vez salidas de algún taller provincial y no


precisamente aretino.

La sobriedad de las estelas funerarias


No cabe en propiedad hablar de valores artísticos frente a los humil-
des materiales, en su aspecto final, empleados en los monumentos funera-
rios. Los escasos hallazgos en este sentido limitan todavía más, si cabe,
nuestras posibilidades. Tampoco vamos a extrapolar conocimientos de
otros ámbitos a pesar de las formas universales que recorren el arte roma-
no en todo el ámbito del imperio y en los ejemplos más cercanos' aragone-
ses en los que observamos toscos retratos funerarios, representaciones ar-
quitectónicãs o simbolismos astrales que hasta el momento no hemos do-
cumentado en Caesaraugusta.
Así, en lo relativo a los hallazgos de nuestro solaq sólo podemos resal-
tar la evidente corrección que caracteriza la concepción de las estelas pé-
treas de la etapa altoimperial, en las que el conjunto se reduce exclusiva-
mente a la beleza de la forma y el volumen lapídeo, con cabeceras semi-
circulares, campos epigráficos hundidos y letras pintadas de rojo, usando
módulos capitales de los más bellos que creó la epigrafía romana con un
evidente sentido de la proporción.

Los sarcófagos figurados


de Santa Engracia
Son sin duda las más vistosas piezas escultóricas de cuantas nos ha le-
gado nuestro período antiguo en Aragón.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 211

EI sarcófago de la receptio animae


El primero puede observarse hoy día en un lóculo del muro de la epís-
tola en la cripta de Santa Engracia y tiene decoradas las tres caras princi-
pales. Este sarcófago ha venido siendo denominado, erróneamente, como
de la Ascensión , por haberse interpretado el motivo central de su frente
como una representación de la propia Virgen María. Se trata no obstante
de una representación de la receptio animae de la desconocida que fue in-
humada en el sarcófago, en el segundo tercio del s. III de nuestra Era.
Las representaciones esculturadas en el presente sarcófago, son las si-
guientes, desde el costado izquierdo. Aparece así la entrega de los símbo-
los de la vida de trabajo que hace Dios-hijo a Adán y Eva. Este recibe unas
gavillas y la mujer un cordero. En el lado derecho asistimos al pecado de
Adán y Eva. Está presente la serpiente enroscada a un árbol central y
nuestros personajes toman frutas del manzano del paraiso. En el fondo
una representación imberbe, talvez un ángel.
Sin duda Ia parte más vistosa es el frontal del sarcófago, cuya lectura
de izquierda a derecha se presenta del modo siguiente. En primer luga¡, la
curación de la hemorroisa, a continuación la Orante entre dos apóstoles.
En tercer lugar la escena principal del conjunto, la difunta en actitud de
Orante recepta ad Deum, un apóstol a la izquierda, sujeta elbrazo de la di-
funta con un volumen en actitud de lectura interrumpida; a su izquierda
otro apóstol, sostiene el brazo de la difunta. Desde arriba, desciende la ma-
no de Dios.

Necrópolis de Santa Engracia. Sarcófago de la receptio animae. Lateral derecho con la


entrega de los símbolos de Ia vida y del trabajo a Adan y Eva (fot Parroquia de Santa
Engracia).
212 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

La cuarta escena nos muestra la curación del ciego de nacimiento, me-


diante la imposición de los dedos índice y corazón sobre los ojos. La quin-
ta y última escena presenta las bodas de Canâ, en las que las cinco hidrias
son tocadas por la vara de Cristo, que lleva, además un volumen en actitud
de lectura interrumpida en la mano izquierda.
Como nota original, en la que han insistido diversos especialistas, so-
bresalen los telamones representados en los ángulos del sarcófago, como
ejemplo de clara reminiscencia de la etapa clásica. Toda la pieza está la-
brada en mármol blanco, de grano fino y vetas azuladas, verosímilmente
de Carrara, en taller romano y ejecutado cerca del estilo blando entre los
años 330-340, destacando la gran plasticidad del trabajo y el empleo del
trépano en lacrimales, comisuras de labios y otros detalles.
Interesa además tener en cuenta el friso epigráfico que ostentan los
listeles que enmarcan las escenas y que pertenece a una etapa posterio4
como se ha visto más arriba, en Ia que se hizo una interpretación errónea
de las distintas representaciones. Partiendo de la primera versión del texto
del P. Martón y de la crítica moderna, el texto queda: 1) Lateral izquierdo,
Isac Adán (crismón) Fva', 2) listel superioç (crismón) Zo Aron Incratius
Petrus Floria Paulus, (crismón) Xustus (crismón) facceus Muses; 3) listel
inferioq Marta Zaco Zoi 4) laleral derecho, Adan. Se interpretó así inco-
ffectamente a Ia hemorroisa como Marta, a los apóstoles que flanquean a
la Orante central como Pedro y Pablo y de ahí la interpretación del dogma
mariano, Dios Hijo como Isaac. Son correctas, sin embargo, las identifica-
ciones de nuestros primeros padres.
El presente sarcófago a lo largo de su historia fue pintado por tres ve-
ces y otras tantas se cambiaron los nombres de los listeles superior e infe-
rior del frontal, como ha visto bien A. Mostalác.

Necrópolis de Santa Engracia. Sarcófago de la receptio animae, con escenas (desde la


izquierda) de la curación de 1a hemorrois4 /¿ orante entre dos apóstoles y /a difunta en
actitud de orante (fot. Parroquia de Santa Engracia).
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 213

Necrópolis de Santa Engracia. Sarcófago del taller de los dos hermanos. Detalle de la
resurreccìótt de hizaro (fot. Parroquia de Santa Engracia).

El sørcófago de estìlo blando


Es el que en el presente momento está sirviendo de mesa del altar. Só-
lo fue trabajadala cara principal en forma de friso seguido, estando algu-
na de las figuras nuy mal conservada y perdida. Ostenta las escenas si-
guientes: 1. Pedro golpeando la fuente de la que mana agua, dos soldados
beben de ella;2. la detención de Pedro; 3. escena del gallo, en ella Cristo y
Pedro han perdido la cabeza y un tercer personaje, al fondo, resulta muy
dudoso; 4. Orante entre dos apóstoles y otra figura al fondo mal conserva-
da; 5. la curación del ciego de nacimiento, mediante imposición de mano
sobre la cabeza; 6. milagro de las bodas de Caná y multiplicación de los
panes y los peces; 7. la resurrección de Lâzaro.
Hay un eje de simetría que viene marcado por la Orante central, mien-
tras que las tres primeras escenas aluden al apóstol Pedro y el resto a Cris-
to. Fue relacionado correctamente por Schlunck con el taller denominado
de los Dos Hennanos, del que se conocen otros ejemplos en España. Tiene
además evidentes parentescos con el sarcófago de Castiliscar o ejemplos
de las Galias. Está labrado en mármol. Estilísticamente se integra en el de-
nominado estilo blando, caracterizado por el movimiento de que son dota-
das las figuras fechándose entre los años 340 a 350.
214 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Bibliografía
Beur, 4., Un fragmento ateiano de Zaragoza y el tema aretino de los esqueletos,
BSAA, L, 1984 pp.170-175.
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sarcófago de la receptio animae en la cripta de Santa Engracia, Seminario de
Arte Aragonés, XXXI, Zaragoza 1980, p. 5 ss.
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Y SS.
Datos históricos sobre sarcófagos romano-cristianos de España, Granada,
1973, pp. 42-50.

I
Edad Media
M". Carmen Løcarra Ducay

os ejemplos de arte funerario pertenecientes a la época


medieval que se conservan actualmente en Zaragoza son
escasos debido a las pérdidas que hay que lamentar del
patrimonio artístico a lo largo del tiempo. Ello se com-
þensa con el destacado lugar que ocupan dentro de la
historia del arte las obras que todavía se mantienen, da-
da su notable calidad y la singular valía de sus artífices.
A esto se añade la información proporcionada por la do-
cumentación escrita referente a otros monumentos funerarios desapareci-
dos, que permite conocer, de un modo aproximado, las principales aporta-
cionei efèctuadas en el género sepulcral por quienes fueron sus autoresr.

La bibliografía sobre arte funerario es particularnente abundante en Francia: E. MALE:


L'art religieux delafin du Moyen Age en France, Paris, 1949 (Cinquieme edition, revue et co-
rrigèe), ó. Jalabert: "Le tombeau gothique. Recherches sur les origines de ses.divers ele-
de l'Art ancien et moderne, LXIV (1933), pp. 145-166' LXV (1934), pp'
-Jrtr", "r, La Revue pleurants
1 1-30. P Qu¡nnE: Ins dans l'art du Moyen Age en Europe, Dijon, Musée des Beaux
Arts, 2a edit. (1971). Á. ERLANDE-BRA.NDENBURG: ¿¿ Roi est mort, Etude sur les funerailles, les
sepultures et les tombeaux des rois de France jusqu'a la fin du XIII eme siécle. Droz, Geneve,
t975.
En España después de 1os primeros trabajos de carácter local, M. ABIZANDA: "La escultura
funeraìiaenAràgón", en Aragónnt3m.88(1933),pp.7-8,ynúm.89(1933),pp 32-
Revist(l
33, y de las dos monografías ya clásicas, de R. del Anco y Gnn¡y: sepulcros de la Casa Real
de Áragón, Madrid, 1945, Sepulcros de la Casa Real de Castilla, Madrid 1954, es en los últi-
-o. oáos cuando se ha manifestado un mayor interés por e1 tema: A. FRANco Mxt'. Escul-
tura funeraria en Leon y provincia, Madrid, 1971, M. Nuñez Rodriguez: la idea de.inmortali'
dad en la esculfura gallega (la imaginería funeraria del caballero, siglos xIV y XVJ, ourense,
19g5, VVA.A.,: kt idea i el sentimiento de la muerte en la historia y en el arte de la Edad Me-
dia. Ciclo cle conferencias celebrado del I al 5 de diciembre de 1986 coordinado por M. NuÑaz
y E. PoRTELA. Universidad de santiago de compostela, 1988. S. Slrvn y Vpn¡stecul: "La es-
tultura funeraria en el Románico español", en: Estudios en honor del Prof. Dr JosÉ OnuNots
RovIRA en su septuagésimo anittersario, Hispania Christiana, Eunsa, Pamplona, 1988, pp'
323-350.
216 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Desde el punto de vista histórico las realizaciones corresponden al pe-


riodo Gótico en su fase tardía, pertenecientes en su mayor parte a Ia se-
gunda mitad del siglo XIV y a la totalidad del siglo siguiente. Son sus des-
tinatarios los miembros más destacados de la sociedad de su tiempo, en-
contrándose representados por un igual eì alto clero y la nobleza entre los
que abundan aquellos pertenecientes a la familia real. Se elige como lugar
de emplazamiento de la sepultura los principales edificios religiosos de la
ciudad, comenzando por la Seo de San Salvador y continuando por Santa
María la Mayor, San Pablo, San Miguel, San Gil abad y demás parroquias
zaragozarras, sin olvidar a los monasterios entre los que destacan, dada su
creciente popularidad, los de franciscanos y dominicos, de reciente funda-
ción'?.
Los sepulcros más frecuentes son aquéllos efectuados en piedra, a los
que se enriquece con labores de talla en relieve o bulto redondo, pero tam-
bién se solicitan laudas en piedra o metal, con Ia efigie del difunto graba-
da, y con menor frecuencia sarcófagos en madera con la figura del titular
pintada encima, cuya realización se encomienda a pintores de reconocida
solvencia.

Catedral de San Salvador o la Seo


En el lado izquierdo del presbiterio mirando hacia el altar mayor hay
una hornacina, oculta por el gran repostero de damasco rojo que cubre Ia
pared, que contiene la urna de madera con los restos de la Infanta doña
María, hija del rey Jaime I (1213-1276) y de su segunda esposa doña Vio-
lante de Hungría. La infanta habría fallecido en tierras zaîagozarras a co-
mienzos de 1268 y habría sido enter-rada en la Seo por voluntad de los ha-
bitantes de la ciudad, en contra del deseo del monarca su padre y de los
nobles que deseaban llavarla a enterrar al monasterio cisterciense de San-
ta María de Vallbona (Lérida), junto a su madre,. El ataúd'tenía pintada en
su cubierta la efigie de doña María, que conocemos por una descripción
manuscrita del siglo XVII debida al licenciado Cristóbal Gondino de Lobe-
ra, natural de Munébrega y capellán del arzobispo deZaragoza, según die-
ra a conocer don Vicente de La Fuente: Era ya mujer formada: esta con co-
rona de oro pintada al natural y con habito a lo antiguo de los frailes y co-
mendadores de la Merced, y era nluy hermosa y por el retrato parescia harto
a su padreo.

2 Sobre los problemas jurídicos que provoca la elección de sepultura en la España medieval,
véase: J. ORLANDIS Rovrn¡: "Sobre la elección de sepultura en la España medieval" , en
Anuario de Historia del Derecho EspaäoL t.X1', Madrid, 1950, pp. 5-49.
3 J. ZURITA: Anales de Aragon, llb. III, cap. LXXII. De Tarazona se vino el rey a Zaragoza con
proposito de ir al reino deValencia. Y tuvo la fiesta de Navidad en Alcañizy del nuevo aùo ett
TbrÍosa; y llegando a Valencia supo que la Ìnfanta doña María, su hija, había fallecido en Zara-
goza; y ten¡endo el rey detenninado que fuese enterrada en Valbona con la reina su ntadre, que-
riendo venir a su enterranliento, los vecinos de Zaragoza contra voluntad de los ricos hontbres
y caballeros qtte alli se lmllaron, la enÍerraron en la iglesia mayor de San Salvador; y el rey se
detutto en Valencia. (Anales de la Corona de Aragon compuestos por Jeróninto Zurita, Cronista
de diclrc Reino. Fd.ición preparada por Angel Canellas López, Cronista oficial de la Excma.
Diputación Provincial de Zaragoza. Institución Fernando el Católico , Zaragoza, 1967).
4 Estudios Críticos sobre la Historia y el Derecln de Aragótt. Madrid, I 886, Tercera Serie: pet.io-
do revolucionario, p. 381.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 217

Entre los prelados de notable linaje enterrados en la Seo en capilla


propia, figura en lugar destacado don Pedro Lópezde Luna que fue abaã de
Montearagón (1306-1317) y obispo y, seguidamente, arzobispo de Zarago-
za.(1318-1345) y canciller real'. El reverendo archivero don Diego de Espés
relata que don Pedro mandó edificar en la Seo una capilla ba¡o la advoia-
ción de San Bartolomé apóstol para su propio enterramientò, colocando
sus armas enlos cruceros de Ia misma, que eran en campo blanco una btna
escaqueada de oro y negro con punta de Io ntisnto. AI no estar concluida en
el momento de su muerte (22,II,1345) fue depositado su cadáver delante
del altar mayor. Esta capilÌa, localizada en el lado del evangelio, cerca de la
cabecera, permaneció en pie hasta el arzobispado de don Alonso de Ara-
gón (1478-1520) en que, con ocasión de las obras de ampliación del tem-
plo, se le concedió a don Juan de Alagón, comendador dela Orden de San-
tiago, para que en un nuevo emplazamiento la reedificase y dotara de nue-
vo como capilla con la advocación de Santiago el Mayoru. El sepulcro de
don Pedro, que es descrito por Espés como un tumulo de piedra muy sun-
tuosclnlente labrado, se deshiz,o todo en las obras mencionadas. Años des-
pués, el arzobispo don Hernando de Aragón (1539-1577) hizo gran diligen-
cia para saver donde pusieron su cuetpo y no lo pudo alcançar,.
Otro ilustre prelado de la misma centuria enter-rado en la Seo es don
Lope Ferná-ndez de Luna (1.351-1382), de la rama de los Luna de Luceni,
que antes de gobernar la sede había sido obispo de Vic (134ó-1351). Du-
rante los primeros años de su mandato pasó largas temporadas en Italia,
como_ lugarteniente del cardenal Gil de Albornoz. Luego, ya en España,
distribuyó su tiempo entre su gran actividad diplomática de'apoyo u iu .o-
rona como asesor del rey Pedro IV, de quien fue canciller, y el gobierno de
Ia diócesis zaragozana".
Destacado mecenas de las artes, dispuso ser enterrado en Ia capilla
que había mandado edificar en la catedral, bajo la advocación de SarMi-

5 sobre el gobierno de la sede cesaraugustana en tiempos de don penno LopEZ DE Luun, véa-
se: P Fr. L^MBERTo DE zARAcozA: Teatro histórico de las iglesias del Reyno de Aragón, tomo IV
Pamplona, 1785, pp. 1-ó. Sobre la personalidad política del gran prelado cesaraugustano en
elmarcohistóricodelaépoca:F.DEMoxoyMoNroI-tu: LaCasadeLuna(1276-1348).Fac-
tor político y lazos de sangre en la ascensión de un línaje aragonés. Aschendorffsche verlags-
buch handlung, MuNStER WESTFAIaN (1988), Madrid, 1990, pp.257-283. para conocer el pa-
pel desempeñado por don Pedro como mecenas de las artes y, en particular-, como promolor
del embellecimiento de la Seo de Zaragoza, véase: M". C. Lacenne DucAy y C. MoNTERDE AL-
etAc: "un libro de fábrica de la seo dezaragoza del año 1346", en: Al profesor enlériÍo Atlto-
nio llbieto Arteta el1 lrcmenaje académico. Aragón en la Edad Media, VIII, universidad de
zaragoza, Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Historia Medieval, ciencias y
Técnicas historiográficas y Estudios Arabes e Islámicos, Zaragoza,1989, pp. 366-377.
ó DrEGo DE EsPËs: Historia eclesiástica de la ciudad de Çaragoça desde lct venida de Jesu Christo
Seäor y Redemptor ltßta el aäo de I 575, compuesta y recopilada por el Reverendo Racionero
n1l.estro, Archivero de la Santa Yglesia Metropolitana de kt Seo de la dicha ciudad, repartida en
tres tot11os. Archivo Capitular de la Seo, Zaragoza. Manuscrito. tols. 500-545.
Sobre las obras de ampliación de la Seo de San salvador en tiempos del arzobispo clon
Alonso de Aragon y la construcción de la capilla de Santiago el Mayor, véase: M.,. C. LÀcA-
nne: "Iglesia catedral de San Salvador o la Seo", en tas Catedrales de Aragón. Zatagoza,
1987, pp. 324-328.
7 DrEGo nr Esees, ob. cit., fol. 544 vo.
8 SobrelaricapersonalidaddedonLopÈFERNANDIzDELuNA,véase: L.D'Arienzo:',LopeFer-
nández de Luna, arcivescovo di Saragozza, cancelliere di Pietro IV dlragona", en: La ciu-
dad de Zaragoza en Ia Corona de Aragón, Comunicaciones. X Congreso de Historia de la Co-
rona de Aragón, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, l984, pp. 199-217.
218 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

guel arcángel, y fundó en ella once raciones dotadas de su propio patrimo-


nio. La razónde su titularidad sería un suceso extraordinario protagoniza-
do por el propio don Lope: Al pasar por un pinar del término de Villarroya,
oyo una voz lamentable, que decia: Arzobispo Don Lope, confesion. Siguio la
voz y hallo una Cabeza humana separada del cuerpo, que se movia a sabos;
la que confesandose dixo: Que habiendo invocado a San Miguel al tiempo de
cortarle la cabeza, le conservo Dios la vida para confesarse, y luego le falta-
ron los vitales alientosn.
La capilla fue realizada entre los aflos 1374 y 1381, con participación
de destacados artífices, aragoneses y foráneos. Se eligió como lugar para
su emplazamiento la cabecera del templo, en el lado del evangelio, siendo
preciso sacrificar Ia última de las capillas colaterales, abierta al transepto,
para construirse la nueva adosada al ábside inmediato y paralela a aqué1.
Es un recinto rectangulaç estrecho y largo, al que unas pequeñas ventanas
situadas en el muro del evangelio proporcionan escasa luz natural. La res-
tauración emprendida en los primeros meses de 1936 por el arquitecto
don Francisco Iñiguez Almech le devolvió su carácter medieval que había
quedado enmascarado por las reformas de la capilla llevadas a cabo en
tiempos del Arzobispo don Francisco de Añoa y Busto (1744-1764). Así se
descubrieron los dos tramos de bóveda de crucería gótica que cubren la
nave, cuyas claves ostentan pintadas las armas del prelado fsndador, en
campo colorødo la luna blanca con punt(t de lo mesmo y a la redonda del es-
cudo una orla blanca y por ella ocho escudicos pequeños de las armas de los
Bidaures que son en campo de oro una banda azul atravesada, y se resolvió
la unión de la bóveda gótica con el tramo de la cabecera cubierto por te-
chumbre mudéjar octogonal, que affanca a menor altura, con la construc-
ción de tres arcos apuntados sobre pilares, que separan y comunican am-
bas zonasto.
En el lado izquierdo del presbiterio un arcosolio gótico resguarda el
sepulcro del arzobispo don Lope, fallecido el 15 de febrero del año 1382.
El sepulcro, realizado en alabastro procedente de Gerona, pertenece al
tipo de caja adosada al muro con estatua yacente en la cubierta, una serie
de encapuchados plorantes -religiosos, magnates y soldados- bajo finas ar-
querías claustrales en los tres lados visibles del sarcófago, y la ceremonia
fúnebre del entierro desar-rollada en el frente y costados del nicho bajo do-
seletes calados. La parte escultórica estuvo dorada y policromada y los
fondos de las arquitecturas esmaltados con pasta vítrea en color azul al
igual que sucedía en los sepulcros reales del monasterio de Poblet (Tarra-

9 P. Fr. LAMBËRro DE ZARAcozA: Teatro históríco de las iglesias del Reyno de Aragon, t. IV Pam-
plona, 1785, p. 19. Descripción pormenorizada del milagroso suceso, en: P Fco. Gelcla: E1
Primer Ministro de Dios, San Miguel Arcángel, Zaragoza, 1687 (reed. 1750). La historia pro-
tagonizada por don Lope mantuvo su vigencia devocional por lo menos hasta el siglo XVIII
pues ftle elegida por eÌ canónigo de la catedral de Huesca, don Miguel Broto, para que la
desarrollara pintada sobre lienzo el pintor zaragozano José Luzán Mârtínez (1710-1785) al
que encargó la decoración de la capilla de San Miguel en la Seo oscense, renovada a sus ex-
pensas, con permiso del Cabildo, concedido en noviembre de 1764, La hermosa pintura
(2,28 x 1,50), conseroada en el Museo episcopal y capitular de Huesca, fue dada a conocer y
estudiada por el doctor ArsoN NAVARRo en 1985. Véase: A. ANSoN NAVARRo: El pintor y profe-
sor J o sé Luztirt Martínez ( I 7 I 0- 1 7 I 5 ), Zaragoza, 1 986, pp. 102- lO4 y 1 33'
10 L. MoNREAL TEJADA: "La restauración de.la Parroquieta de la Seo". Revista Aragón, núm. 139
(193ó),pp. l2O-121. M'.C.L¡c¿nn¡Ducnv: "CatedralMetropolitanadeZatagoza",enlns
catedrales de Aragón, Zaragoza, 1987 , p. 312.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 219

Sepulcro de don Lope Ferntindez de Luna, Arzobispo de Zaragoza. Capilla de San Miguel
Arcangel, Catedral de San Salvador, Zaragoza (fot. Arxiu Mas).

gona) de su misma época. La extraordinaria calidad artística de su talla


mereció que E. Bertaux lo calificara como el mós rico monumento funera-
rio en el que un escultor haya representado la ceremonia de la absolución y
el cortejo de llorones, anteriormente al mausoleo del duque de Borgoña, Feli-
pe el Atrevidott.
La imagen del difunto prelado destaca entre todas por su gran calidad
y la veracidad de los rasgos de su fisonomía que parecen haber sido inspi-
rados en su propia mascarilla funeraria. Lo mismo cabe decir del trata-
miento del que fueron objeto las vestiduras episcopales o la almohada so-
bre la que descansa su cabeza. La mitra se encuentra adornada con perlas
y camafeos con bustos del Salvador y de los apóstoles y en la cabeza del
báculo, delicadamente cincelado, se representa la escena de la Coronación
de María por su Hijo Jesucristo. A los pies de don Lope velan su descanso
eterno dos cachorros, tratados con notable verismo.
El frente del sepulcro constituye un alarde de virtuosismo escultórico,
dada Ia variedad de aptitudes y fisonomías representadas entre quienes
manifiestan su dolor por el fallecimiento del arzobispo cesaraugustano.
Ellos se encuentran en posición erguida enmarcados por sutiles arquitec-
turas trecentistas. En el lugar central y en los extremos unos calados dose-
letes poligonales destacan convenientemente a tres personajes sedentes de
superior categoría. El que ocupa el espacio del centro viste atavíos sacer-
1 1 E. Benraux: Exposición Retrospec tiva de Arte, I 908. Zaragoza, 1910, p. 263.
220 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

dotales y los de los costados trajes de corte y coronas reales sobre sLls ca-
bezas. Debemos a don Valentín Carderera sr"r posible identificación icono-
gráfica: la figura central de cabeza mutilada, sería el pontífice Clemente VI

I
tt i
I

| .r.

Sepulcro de don Lope Fenttíndez de Luna, Arzobis1.to de Zaragoz.a. Detaile (fot. Aniu Mas)
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 221

(1342-1352) que desde su sede en Aviñon habría promovido a don Lope a


la mitra arzobispal, y las colaterales, de manos mutiladas, el monarca ara-
gonés Pedro IV (1336-1387), ala izquierda del observado4 y su cuarta es-
posa, la reina doña Sibila de Fortía, que fuera ungida por el propio arzo-
bispo en la ceremonia de su coronación (30,I,1381), a la derecha''.
El nicho se decora en su frente y costados con los oficiantes del fune-
ral que en número de veinticinco escoltan al obispo que ocupa el centro,
flanqueado por dos acólitos que sostienen el gremial. De nuevo sorprende
y admira la riqueza de expresiones y gestos en los representados entre los
que se reconocen miembros de distintas comunidades religiosas asentadas
en Zaragoza, como las de los foanciscanos y dominicos. Unos leen el oficio
de difuntos, otros recitan preces, hay quien lleva los santos óleos de un-
ción a los moribundos o quienes dirigen su mirada a lo alto en busca de
consuelo. El prelado que preside el duelo, de rasgos muy personalizados,
podría identificarse con el obispo de Huesca, don Fernando Pedro Muñoz
(1372-1383), suplente de don Lope en eì cargo de canciller real desde 136ó,
y aquél que le sucedería en el puesto después de su muerte, en febrero de
7382'3. Sobre el grupo central aparece otro religioso ocupado en leer aten-
tamente en su libro de oraciones.
Lazona superior del nicho, vacía de esculturas, pudo haber estado en
su origen decorada con pintura mural, la cual habría desaparecido en
tiempos del arzobispo Añoa y Busto (1744-1764) cuando se procedió a pin-
tar una inscripción que recordara la personalidad del difunto allí sepulta-
do:
Hic jacet ilmus. Dr Lupus Fernandez de Luna Vicensis Epus. Cesa-
raugustancLe ecclesiae quartus metropolitanus antistes, Patriarcha Je-
rosoþmitanus, qui in honorem Sti. Michaelis Archangeli hanc oedi-
culum struxit, undecim portiones dotavit, tumulumque sibi erexit:
obät decimo quinto kalendas martias Anno Dni. MCCCIXXXIIA.
El autor del sepulcro fue el gran escultor y orfebre barcelonés, Pedro
Moragues, maestro de obra de ymagines de piedra de la ciudat de Barcelona,
al servicio del arzobispo don Lope Fernández de Luna desde 1376, según
informa la documentación escrita:
Yo Pere Moragues, maestro de obra de ymagines de piedra, de la ciu-
dat de Barcelona, atorgo etc., de vos Miguel Cillero, sobrestant de la
obra quel senyor arcevispo faze fazer en las casas e capiella suyas de
la ciudat de Caragoca. Son a saber, a una part cient florines d'oro del
cunyo de Aragon, los quales me restavan a pagar por vos de aquellos
II- (200) florines que dito senyor manda por vos seyer a mi dados en
cada un anyo por razon del treballo que yo sostengo en faryr ymagines
de piedra para la dita capiella, del anyo mas cerqua passado septuage-
sinto octavo. Item mas, a otr(f, pat't cinquanta florines... por la prime-
ra tanda del present cu'Lyo septuagesimo nono.

12 V. CARDERERA: Iconografía Española, Madrid, 1855, tomo I, núm. XXIX. R. tr'l Anco: Sepzl/-
cros de la Casa Real de Aragón, Madrid, 1945, pp. 344-345. L. D'ARIENZo, ob. cit., p. 2 1 6.
13 L.D'ARIENZo, ob. cit., p.214.
14 Aqui yace el ilnto. Dr. D. Lope FernandeT de Luna, Obispo de Vic y 4" Arz. metropolitano de es-
ta igleskL cesaraugustana, Pafriarca ãe Jerusalén, que consîrLryó en honor de San Miguel Ar-
ctingel esta capilla y la dotó de once raciones, y se erigió stt sepulcro: murió el 1 5 de febrero del
año del Señor I 382.
222 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Yo en Pere Moragues, maestro de obra de ymagines de píedra, de la


ciudat de Barcelona, atorgo haver havido... dozientos huytanta suel-
dos, los quales el dito senyor me mando seyer dados para pagar el lo-
guero de las casas do yo habito en la dita ciudat de Caragoca... por
los anyos IXXVI, IXXVil, e LXXVilI, que son III anyos ... Item a
otra part cinquanta florines d'oro d'Aragon... para las missiones que
me conyiene fazer por el rancar e adozir de la piedra que he de fazer
venir de Girona para la sepuhura de la sobredita capiella, del dito sen-
yortt.
En un documento del 23 de febrero de 1382, escrito por el rey Pedro
IV desde Barcelona, a Pedro Moragues, se indica que el arzobispo había
muerto hacía poco tiempo y que el escultor se encontraba aunpensionat
en Çaragoça per fer algunes obres'u. El sepulcro de doña Teresa de Entenza
(+1327), madre del rey, y el de sus hijos Isabel y Sancho, que fueron ente-
rrados en el presbiterio de Ia iglesia conventual de San Francisco de la ca-
pital aragonesa, eran los trabajos que tenía entre manos. Estos sepulcros
han desaparecido -aunque se conserve memoria escrita de ellos- así como
la cruz de plata que realizó Moragues en 1381 para la parroquia de Mon-
forte (Teruel)t'. Sin embargo, felizmente, se conserva en Daroca (Zaragoza)
la custodia-relicario para guardar los sagrados corporales venerados en Ia

15 M. SERRANo v S¡r,¡z: "Documentos relativos a la pintura de Aragón durante los siglos XIV y
XV", Rev. de Archivos, Bibliotecas y Museos, XXXV, (191ó), p. 411.
16 F. MARToRELT-: "Pere Moragues y la custodia dels Corporals de Daroca", en: Estudis Uniyer-
sitaris Catalans, Barcelona, 1909, vo1. l[l, p.227, n". 1.
17 La tumba de Ìa infanta doña Teresa de Entenza, mujer del infante don Alfonso, y la de sus
hijos Teresa y Sancho, nos son conocidas por la descripción que de ellos hiciera el doctor
Juan Francisco Andrés de Ustarroz en las notas con que ilustró el libro de Jerónimo Blan-
cas, Coronaciones de los Serenissimos Reyes de Aragon (Zaragoza, 164l) pp. 47-48. Doña Te-
resa, fallecida en octubre de 1327, no llegó a ser reina de Aragón, pero si su esposo, con el
nombre de Alfonso IV (1327-1336) y su segundo hijo varón, nacido el 5 de septiembre de
1319 que sucedió a su padre en el trono con el nombre de Pedro IV (133ó-1387), el cual
honraría su memoria y la de sus dos hermanos, tempranamente fallecidos, con unos sun-
tuosos sepulcros cuya elaboración encomendó a Pedro Moragues, artista dl que había admi-
tido como familiar y doméstico suyo en 1368.
Doña Tëresa de Entenza fue muger del rey don Alonso el Benigno. Y fallecio en Çaragoça a
XXVIII de Octubre, año MCCCXXVII siendo infante su esposo, como lo advierten Blancas
en este luga¡ y en los Comentarios fol. 186. Zurita, lib. 6. cap. 75. La ocasión de su muerte
fue el parto del Infante Don Sancho, jaze sepultada en el Convento de San Francisco, en
Tumulo de marmol artificiosamente labrado, adorna una Corona Real su cabeca, reclinada
sobre unas almohadas sembradas las Armas Reales de Aragón, las Quatro Banas, y las de
la casa de Enteça, que son un escudo partido al traves, el campo abo negro, y el baxo de
oro. El habito es de Monja de santa Clara, y tiene en los pies sandalias. En contomo del se-
pulcro en parios nichos ay muchos personages testidos de luto, significando en sus accio-
nes mudas, el llanto de la que piadosamente plañian, sustentan este Mausoleo sus I¿ones.
Quando fallecio la Infanta estava eI sepulcro en medio del Presbiterio, oy estz. a un lado,
arrimado a la varanda de la escala, que se sube al Altar mayor, a lø parte del Evangelio,
contiguo a este lucilo ay un sepulcro de marmol en vertiente, a la parte derecha esta la In-
fanta Doña Isabel, vestida eI habito de Santa Clara, y a ld otra parte Don Sancho esparcido
el cabello por los hombros, y ceñida Ia frente con una guimalda de flores, a los pies deste
tumulo ay esta inscripcion escrita en letra encadenada, dividida de la suerte que se pone en
este lugar, aunque se varia la letra por faha de caracteres, Ia qual dize assi:
HOC SEPULCHRO TUMULANTUR DUO GENITI REGALES, QUI DUO ALVO...KEAN.
TUR PER PARENTES NATURALES ALTER FRATER SANCIUS VOCALITER NUNCUPA-
TUR. QUI VELUT CONSTANCIUS IN EXCELSIS COLLOCATUR. Q. UT CLARA MINO-
RÆSA ETËRNE CONGRATULATUR. AMEN. AMEN (J. A. de Ustarroz, 1641, pp.47-48)
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 223

L
Sepulcro de don ktpe Ferruindez de Luna, Arpbispo de Zaragoza. Detalle (fot. Arxiu Mas).

El convento de San Francisco deZaragoza sufrió cmeles daños durante los Sitios de la
ciudad por los ejércitos franceses en 1808 y 1809, lo que causó la destrucción de las nu-
merosas obras de arte que contenía. El vasto edificio (s. XIII-XIV) se alzaba en parte del
solar que hoy ocupa la Excma. Diputación Provincial de Zaragoza.
224 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Colegiata de Santa María, que llevó a cabo el mismo artista entre 1384 y
1386 por encargo real, cuyo costo de 8.910 sueldos, 10 dineros Jaqueses, le
sería àbonado a su viuda Catalina, uxor Petri Moragues quondam, en 1388.
Es una pieza maestra de orfebrería gótíca, en plata dorada con esmaltes,
en formã de armario, de 108 mts. de altura, montado sobre un astil que
apoya en pie flordelisado. En la cara posterior, concebida a modo de reta-
blo,'figurán los donantes, el rey Pedro IVy su esposa doña Sibila, postra-
dos a los pies de la Virgen''.
El conjunto funerario de la capilla de San Miguel en la Seo, se comple-
taba con decoración pintada parala que fueron contratados (1379-1380)
Juan y Nicolás de Bruselas maestros de obrø de pincel de la villa de Bruxe'
lles, del regno de Francía'n.
Uno de los mayores mecenas de la diócesis cesaraugustana durante el
siglo XV, el arzobispo don Dalmau de Mur y Ceruelló (1431-1456), eligió pa-
ra su sepultura el centro del coro situado en la nave mayor de la. catedral,
obra muy notable que él había mandado hacer''. (Jna hermosa plancha de

l8 Sobre la custodia de los Corporales de Daroca, véase, además de las obras ya citadas: de F.
MARToRELL: "Pere Moragues y la custodia dels Corporals de Daroca", Estutlis Universitarís
Catalans, III, 1909, pp.225-227, y de E. BEnrrrux Exposiciór't Retrospectie(t de Arte, 1908, Za-
ragoza, 1910, pp.261-263,los siguientes estudios: F. Durán y Cañameras: "La orfebrería ca-
talana", Rev. de Archivos, Bibliotecas y Museos, XXXIII (915), pp. 110-113, J. CaenÉ v
Acullo: "EI tesoro ârtístico de los S.S Corporales de Daroca", Bol. Soc. Española de Excur-
siones, XXX (1922), pp. 275-292: J.F. EsrËBAN LoRENTE: Museo Colegial de Daroca, Madrid,
1975, pp.64-6ó; D¡t-¡u¿sss, N. de, Gtp¡lr-MlRAcLE, D., y MANENT, R.: Plateros y ioyeros de Ca-
taÌuña, Barcelona, 1985, p. 110.
19 El documento lo publicó M. Senne¡¡o y SANZ en la Reuista de Archivos Bibliotecas y Museos,
)üXV (191ó), p.414:
Zaragoza, 1 5 de febrero de 1379.
Die W febroarü.
Que nos Johan de Bruxelles e Nicolas de Bruxelles, tnaestros de obra de pinzel, de la villa
de Bruxelles, del regno de Francia, entranlos ensenble e quiscuno de nos por si, de nuesÍras
ciertas sciencias adffirmamos o nLetetnos nos en servicio de vos el muy reverent e11 Xpo pa-
dre e senyor, senyor don Lop, por La divinal miseracion arcevispe de Çaragoça, es a saber'
rlaquia el printer dia del mes de marco primero vinient, e del dito printero dia de marco ett
un anyo, iontaclero continadantent e complido, vos dando a nos o ntandattclo dar por cada
un dia facendero durant el dito tiempo, es a saber a mi dito Johan XIII sueldos, e a ttti dito
Nicolas de Bruxelles cinquo sueldos dineros jaqueses, et col't sto protlletenlos e nos obliga-
mos de dorar e obrar de pinzel durant el dito tiempo que nos estarenlos en ruestro servicio,
e1 fusta, piedra, algez e en aquellas cosas que por "ìos o vuestro sobrestant nos ser(rn n1û11-
dadas a nuesÍro oficio pertenecientes, necesarias a la obra de las casas e ctryielkL que man-
dades fazer en la ciudat de Çaragoça; la cual obra o obras por todo nuesÍro poder farentos
bien e leaLment, firme e durable, segunt a aquella o aquellas se requirra et cotltitlLutrenrcs
en la dita obra durant el tlito tientpo, todos dias que fazenderos seran, eI no nos enlp(trare-
ntos ni ponrentos nlano en otra obra alguna de ninguna persona el1 los ditos dias fazende-
ros dandos nos aprecio por aquella, o no dando. Es pero en condicion que nos dedes a nos
oro, colores e otnts cosas qualesquier que necesarias havretttos para la dita obra juxta e se-
gunt la fonna e n1ûrrcro que a la sobredita obra se requiere....(A. P. Z. Juan de Capella).
20 La realiz,ación de la bellísima sillería coral en la Seo de Zaragoza, se encomendó a Francí y
Anthon Gomar, hermanos fusteros documentados en Zaragoza desde 1444 has|a 1477, ayu'
dados por Juan Navarro. Se comenzó a tallar en 1445 y se concluyó en 1456, año de la
muerte del señor arzobispo. Es una obra suntuosa, en madera de roble navarro, que, segúrn
la tradición de las viejas catedrales hispanas, se situó en el segundo y tercer trâmo de la na-
ve mayor. Se le dió planta rectangular y tres accesos, uno en la zona oriental, hacia el altar
*uyo¡ y dos laterales secundarios para llegar con mayor comodidad desde las naves del
templo. En su interior los asientos, en número de ciento diecisiete, se distribuyeron en dos
pisos, destacando por su mayor riqueza escultórica los tres sillones de la presidencia. El
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 225

bronce, muy bien labrada, con la figura del señor arçobispo recordaba el lu-
gar señalado por el ilustre prelado para su descanso eterno2r.
En efecto, según sus últimas voluntades, dictadas el día 5 de marzo del
añ.o 1454, en presencia del notario zaîagozano Juan de Pitiellas, eligimus
nobis sepuburam in choro ecclesiae nostrae Cesaraugustanae, in loco intus
medio, inter introitum dicti chori et facistoîdum ad quem canonici, porfio-
narä et alä clerici convenimus ad officiandum, in illo loco ubi dictam sepul-
turam iam fecimus operari et signari. Et volumus quod fiant exequiae corpo-
rí nostro non pomposae, sed alias decenter et honeste secundum quod pro
archiep is c op o es t fieri cons uetum22.
Fueron sus albaceas, Raimundo, abad del monasterio de Santa María
de Estany, en la diócesis de Vic; Rogerio de Cartella, arcipreste de Daroca;
Luis de Alcamora; Jaime Hospital, canónigo arcediano de Belchite; y Pe-
dro Ferrer y Villamaña, arcipreste de Terrel. A todos gratificó don Dalmau
con una retribución personal de quinientos sueldos jaqueses'3.
Su humilde sepultura, que acogió su cuerpo el dia 12 de septiembre de
1456, se recuerda hoy con la lauda de bronce (174 x 8lcms) situada enci-
ma a la que el paso del tiempo ha borrado la efigie que lo identificaba. No
consta el nombre del autor de la misma pero tal vez podría haber sido su
realizador alguno de los hermanos Goma4 Franci o Anthon, escultores de
origen catalán que por aquellos años se encontraban en Zaragoza traba-
jando en la Seo, en la obra del retablo mayor y en el coro, y en el palacio
arzobispal en el retablo de su capilla, cuyo sotabanco y banco, hechos en
alabastro por Francí Gomar (1456) ostentan las armas del generoso prela-
do'..
A la muerte de don Dalmau de Mur fue elegido (1458), para sucederle
el infante don Juan, hijo natural del rey Juan II y de una noble señora ape-
llidada Avellaneda. Tomó posesión eI 29 de julio de 1460 con el título de
administrador del arzobispado con el que se mantuvo hasta su muerte por
no recibir las sagradas órdenes".
Don luan I de Aragón (1458-1475) falleció el día 19 de noviembre de
1475 en el castillo de Albalate de Cinca (Huesca), viniendo de camino de
Cataluña pcLra su iglessia...Hizo testamento y mandava ser sepuhado en esta
sancta iglessia en el lugar que el cavildo señalase para su sepuhura y que pa-

hundimiento de uno de los tramos de bóveda próximo al cimborrio y uno de sus soportes,
en febrero de 1498, provocó la ruptura de la zona delantera del coro que frre preciso recons-
truir algunos años después. (M'. C. Lacana: "Mecenazgo de los obispos catalanes en las dió-
cesis aragonesas durante la Baja Edad Media", Aragonia Sacra,ll (1987), p.32.
21 DrEGo DE EspÉs, ob. cit., fol.639 vo.
22 Hemos elegido nuestra sepuhura en el coro de nuestra lglesia cesaraugustana, dentro, en el
centro, entre la entrada de dicho coro y el facístol, donde los canónigos, racioneros y otros clé-
rigos nos reunimos para oficiar, es decir, en el sitio donde ya hemos hecho que se señale y se
haga dicha sepuLtura. Y queremos que las exequias que se hagan a nuestros restos no sean
pomposas, sino con honestidad y decencia según como es costumbre que se hagan para un ar-
zobispo.
M. SERRANo y SaNz: "Documentos relativos a la pintura en Aragón durante el siglo XV", Reu.
de Archiuos, Bibliotecas y Museos, XXXII (1915) , p. 152.
23 M. SERRANovSnNz. ob. cit. (1915), p.152.
24 R. S. JANKE: "El retablo de don Dalmau de Mur y Ceruelló del palacio Arzobispal de Zarago-
za: una obra documentada de Francí y de Tomás Giner". Aragonia Sacra, lll ( 1988), pp. 7 1-
90.
25 P. FR. LAMBERTo DE ZARAGoZÀ, ob. cit. (1785), pp. 48-52.
226 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

ra aquella dexava mil florines de oro y cL esta su íglessía dos mil florines de
oro, y quinientos a Valbuena, trecientos a Rueda y trecientos a Poblet, qui-
nientos al hospital de Nuestra Señora de Gracia de esta ciudad y quinientos
a Montaragon y quinientos a Santa Fee. Nombro por executores y albaceas
de su testantento a Micer Pedro Miguel arcidiano de Belchite, al Prior de la
Seo, al official micer Cetuera, a micer Ramirez regente y a Fray Olivan su
confessor. Hecha esta relacion el cavildo le asigno sepultura en la capilla ma-
yor entre la sepultura de la infanta y el altar mclyor. Y porque havia en esta
saçon entredicho en esta ciudad sobre la encomienda de Mallen traxeron el
cuerpo en urL ataud corL un azemila de Albalate a Sancta Maria de Jesus,
martes a veintiutto del mísmo mes, y fue deliberado que por quanto el entre-
dicho espirava iueves a las once horas de media noche que aquella tarde to-
dos los amigos y servidores y enlutados se fuessen a Jesus y en dar las once
horas la Seo cornenço a tclñer a muerto y siguiéndole tañeron todas las igles-
sias de la ciudad congregosse todo el clero con sus cruces en el Aseo y todos
juntos salieron en processiot'L con n'Luy buen orden y con grande luminaria, y
fueron a la puerta del puente, hacia el officio don Antonio de Espes obispo de
Huesca salio todo el clero col,L capas de brocado y seda y con lumbres de las
cofradias encendidas en las manos y llegados a la puerta del puent aguarda-
ron alli el cuerpo que lo trayat'L corL mas de mil antorchas y lo acompaíiava
toda la ciudad y los señores titulares y cavalleros que se hallaron erL esta
ocassion en Çaragoça, de manera que desde Sancta Maria de Jesus hasta la
puertcL de la ciudad estava lleno de gente...Fueron a la Seo en donde estava
un grande y sumptuoso capellarden entre el ahar mayor y coro, hecho a gra-
das, y las quatro altas cubiertas de brocado, y en el rellano mas alto pusieron
el cuerpo y estuvo alli aquella noche con muchas achas encendidas y queda-
ron de sus familiares y criados con el cuerpo mas de ciento vestidos de má-
rega. Viernes siguiente a veinticuatro dias del mes de noviembre se hizo so-
lemnemente olficio dixo la missa don Antonio de Espes obispo de Huesca
predico Mulana canonigo de esta Sancta lglessia estuvieron doce capellanes
del mismo Arçobispo vestidos con albas y cubiertas las cabezas y rostros con
los anùtos alrededor del tumulo. Acabado el resportso que se dice despues de
lantissa baxaron el cuerpo del capelarden y lo sepubaron entre la sepubura
de la infanta y el altar mayor. Salio el cavildo todos los nueve dias siguientes
del choro acavadas completas en procession con la cruz los capiscoles con
capas y cetros rebestidos los semaneros con su gremial a decir un responso
con mucha solemnidad en la sepuhura del Arçobispo. Murio moço de pocos
años y fue muy valeroso y ayudo al rey su padre en las guerras, dio vestimen-
tcts y otras cosas (f, esta sancta lglessia y ayudo a la fabrica del organo mayor.
Hacia por armas en el quartel alto a la mano derecha las baryas de Cataluña
y en el quartel baxo a la hizquierda en las mismas barras y en el quartel alto
a la mano hizquierda un castillo de oro de campo colorado y en el quartel ba-
xo a la mano derecha un leon leonado en campo blanco. Mosen Pedro Zapa-
ta, prior quefue de nuestra Señora del Pilar de Çaragoça hizo labrar el sepul-
cro de alabastro que oy venxos a donde esta su bubo de alabastro, el seäor
Arcobispo don Hernando de Aragon escrive, se decia le parecia mucho, fue
perpetuo administrador de este arçobispado quince años veintiun dias'u.
Don Juan de Aragón, administrador de la sede cesaraugustana (1485-
1475) se encuentra sepultado en la capilla mayor de la Seo, dada su condi-

26 DrEGo DE EspÉs, ob. cit. (1575), fols. 650v-654r


LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 227

ción de miembro de la familia real. Su sepulcro, sostenido sobre cuatro


animales, se halla adosado al muro en el fondo de un nicho que se abre en
el lado del evangelio. Estâ realizado en alabastro y su estado de conserva-
ción es deficiente. En la actualidad, algunas de las imágenes que lo decora-
ban se encuentran mutiladas, fuera de su sitio y en posición forzada, y e\

Sepulcro del Arzobispo de Zaragola don Juan de Aragón. Catedral de San Salvador, Zaragola
(fot. Arxiu Mas).
228 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Sepulcro del arzobispo de Zaragoza don Juan de Aragón. Detalle (fot. Arxiu Mas).
arcosolio original perdido al haber sido todo modificado con ocasión de la
nueva decoración de los muros del presbiterio efectuada durante el man-
dato del arzobispo don Tomás Crespo de Aguero (1727-1742)". Sobre la
tumba se reproduce el lecho funebre con la imagen yacente del finado que
luce los ropajes de su dignidad eclesiástica. Su juvenil cabeza, de facciones
nobles y serenas, descansa sobre dos almohadas finamente labradas, a sus
pies vela su descanso un perro como emblema de fidelidad. EI frente del
sepulcro se articula mediante arquitecturas de tracería gótica en cinco ca-
sas que se ocupan con figuras de santos en posición sedente, entronizados,
de izquierda a derecha, San Agustín, San Lorenzo, San Valero, San Vicente
y San Braulio, realizadas en relieve. En el fondo del nicho se agfupan dife-
rentes imágenes en altorrelieve. El centro lo ocupa la escena de la Piedad
con la Virgen Dolorosa que contempla el cuerpo inerte de su Hijo extendi-
do sobre sus rodillas: tema frecuente en el arte funerario del siglo XV de
alusión a la esperanza en Aquel que murió por la salvación de los
hombres'u. La flanquean las figuras arrodilladas de Juan Evangelista y de

27 En 1731 se terminó de revestir de mármol el presbiterio, misión encomendada a los cante-


ros López y Martín, que recibieron ochocientas treinta y ocho libras por su labor (Libro de
laFâbrica, Archivo de la Seo, año 1 73 1).
28 Aux aux WI "''" siecle dans I'age pathetique de l'art clretien, le Iontbeau est souvent
decorè d'une Pitie. Au-dessus de l'image du mort, couche sur son tontbeau, on voit le Christ
etendu sur les genout de sa mere: il est clair que Ie chretien met toute son esperance en ce Dieu
qui, lui aussi, a conntt la ntort, et qui'en a triompllé pour les hontntes. (8. M¡rc; L'art
religieux de la fin du Moyen Age en France. Etude sur I'iconographie du Moyen Age est sur ses
sources d'inspiraliorr (Cinquiemme edition, Paris, 1,949, p.409).
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 229

María Magdalena. A la derecha de está grupo, izquierda del obserwado4 se


encuentra San Martín como soldado ecuestre repartiendo su capa con el
pobre, y a la izquierda, San Miguel Arcángel, vencedor de satán en forma
de dragón, y San Jerónimo, ataviado como cardenal con un libro en las
manos y un león sobre tres volúmenes a los pies. En Ia parte superior y
central del nicho dos ángeles mancebos sostienen las armas del Infante di-
funto que lo indentifican como miembro de la Casa Real Aragonesarn.
Este sepulcro es ejemplo destacado de escultura funeraria gótica, de
inspiración septentrional europea, con notables aciertos tales como el re-
trato del difunto y el grupo central de la Piedad situada en el fondo del ni-
cho. La tradición recoge la noticia, tomada del archivero eclesiástico don
Diego de Espés, (1575), de que el sepulcro fue mandado labrar por el prior
comandatario de Santa María del Pilal don Pedro Zapata, familiar que ha-
bía sido de don Juan de Aragón, algún tiempo después de la muerte del
prelado. A don Pedro Zapata se le menciona en un libro de la fábrica de la
Seo, de 1486, por haber gastado en la adquisición de unas imágenes con
destino a un retablo3o.
Varios han sido los nombres propuestos por los investigadores como
posibles autores del sepulcro, sin que, por el momento se conozca docu-
mentación que lo confirme. Según escritura del racionero-secretario don
José de Ipas, en sus Memorias, que recoge don Anselmo Gascón de Gotor
Giménez, el sepulcro,åecho a expensas del magnífico prior Zapatao, habría
sido realizado por Juan de Salazar, (a) el ViTcaino, el principal auxiliar de
Gil Morlanes3'.
Estilísticamente guarda un innegable parentesco con el estilo Gótico
alemán que introdujo en Zaragoza el escultor de origen germánico, Hans
Piet D'Ansó (doc. 1467-1477), autor de los tres grandes relieves del retablo
mayor de la Seo, en alabastro policromado3'?. Su mejor discípulo fue el da-
rocense Gil Morlanes, el viejo, (doc. 1474-1515), fazedor de imd.genes, moTo

29 Cuartelado,: primero y cuârto, los bastones de Aragón: segundo, el castillo de oro en campo
de gules, y el tercero, el león sobre fondo de plata.
30 Libro de la Fábrica, Archivo de la Seo, año 1486.
fol. IIII. (Entradas).
Item, se posaron al primero de deziembre del anyo de mil CCCCLXXXVII cient setanta SS
del deudo de Mossen Çapata de las ymagines . ..CLXX s.
Fol. V.
Jueves a VIIII de abril de anyo de MCCCCLXXXVIIII en presencia del egregio doctor Maes-
tre Po. de .-.Vicario General...una custodia dorada de plata sobre dorada con su cruz et le-
varon la dicha custodia quede en deuda por quanto mossen Çapata era obliguado porlos
ymagines del retablo a la dicha fabrica en DCC sueldos et no se demuestra averse pagado
ultra esfos CCC y vittt X florines doro que stan scriptas et7 ...
Como sucede con frecuencia dentro del libro de gastos extraordinarios del año 1486 se in-
cluyen partidas de años posteriores, en este caso de 1487 y 1489.
31 A. Gnscor.r DE GoroR GrMËNEz: La Seo de Zaragoza. Estudio histórico arqueológico. Barcelo-
na, 1939, pp. 7 1-72.
32 P Geu¡roo y RoMEo: "La interuención de Pere Johan en el retablo mayor de la Seo de Zara-
goza,1434-1445 (El artista predilecto de don Dalmau de Mur). Parte histórica". Ins Bellas
Artes en Zaragoza (siglo XV), Estudios históricos. Memorias de la Facultad de Filosofía y Le-
tras, Universídad de ZaragoTa, Tomo I. pp. 423-471. M'. C. Lacarra: "Iglesia catedral de San
Salvador o la Seo", en: las Catedrales de Aragón. Zaragoza, 1987, pp.32\-322.
Un documento custodiado en la Real Academia de la Historia (Aragón 11, núm. 159.917),
dado a conocer por R. del Arco (Reu. Doce de Octubre, 1951, pp. 31 ss), nos ilustra del alto
230 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

del antes mencionado maestro Hans, quien heredó el taller y posible clien-
tela a Ia muerte del maestro33.
Gil Morlanes, el viejo, desarrolló durante toda su vida una gran activi-
dad como autor de obras de imaginería en piedra, que le llevó a alcanzar el
preciado galardón de ser nombrado escultor del rey Fernando el Católico,
e\ dia 23 de diciembre de l493ja. Los numerosos sepulcros que llevó a ca-
bo, por encargo del alto clero, la nobleza y la Casa Real, con destino a la
Seo de Zaragoza, a Santa María del Pilar de la misma ciudad y al monaste-
rio de Santa María de Poblet (Tarragona), sin olvidar el retablo del Juicio
Final para el castillo-abadía de Montearagón (Huesca), costeado por el ar-
zobispo deZaragoza don Alonso de Aragón (1478-1520), y su colaboración
en ìos trabajos postreros realizados en el retablo mayor de la catedral zara-
gozar,a (1487-1488), parecen apoyar la hipótesis de quienes le atribuyen
una participación en la obra del sepulcro de don Juan de Aragón".

aprecio en que era tenido el maestro Hans por parte de la Corte y en particular por el prín-
cipe Fernando el Católico, hijo de Juan II de Aragón (1458-1479) y de doña Juana Enriquez-.
Se trata de una carta escrita a su padre fechada en Zaragoza eÌ 7 de Noviembre de 1474.
Muy alto y ntuy excelent principe padre e senyor.
el amado y devoto nuestro el maestro Ans imaginaire de naciott de alemanes, maestro del
retavlo que se face de piedra en la Seu de Çaragoça va a vuestra nlaiestat e de aquella con
licentia de vuestra alteza entiende ir a Perpinian por mirar ciertas obras que en la dicha vi-
lla de Perpinian son, por instructiotl e informacion suya e de sus obras, porque perfecta-
mente aquellas pueda obrar et por cuanto el dicho ntaestro Ans es en su art muy petfeito
filoestro e en los regnos e tienas de vuestra alteza no se sabe haya par, el qual embellesce es-
te regno de sus obras e el qual porque quede en este regno lo han casado en la presente ciu-
dat en la qual sta e habita con su mujer: por aquesto suplico e demando de mucha gracia a
vuestra alteza en lo que el dicho maestro Ans suplicara a daquella lo haya por bien enco-
ntendado e le quiera dare atorgar Ia licencia que le suplicara de poder passar e ir a la dicha
villa de Perpinia por veir las dichas obras que alla son las quales quíere mirar por instruir-
se de aquellas por su arte. E no res merlos vuestra S. escrh)(t a los fficiales de la dicha villa
hayan el dicho maestro Ans por encomendado e Ie contuniquen e Ie lexen veier las obras
que por su instruction quelTa l)erveyer en la dicha villa et aquesto ayre a merce e gracia a
vuestra aheza cuya vida suplico la Sancta Trinidat quiera luengamente perspetrar e aug-
nlentar como vuestro real corazon desea e a mi mande aquella el que plaziente le sea.
De Çaragoça a VII dias de Noviembre del anyo MIL CCCC L XX IIIL
D: V: R: M: humil e obediente hijo quituestras manos besa.
33 M. SsnRa¡,¡o y S¡t'¡z: Gll Morlanes, escultor del siglo W y principios del siglo XVI, Rev. de Ar-
chivos, Bibliotecas y Museos, tomo XXXV (1916), pp. 351-380; t. XXXVI (1917), pp.92-lO2;
t. XXXVII (1918), pp. 357-359.
R. S. JANKE: "Gi1 Morìanes el viejo: Nuevo estudio de sus obras góticas", Rev. Aragonia Sa-
cra, lY (1989), pp. 115-122.
Zaragoza, 6 de octubre de 1478. Bern(trt Tarragona, presbítero, beneficiado en la iglesia de
Selva, habitante en Zaragoza, como procurador de los testamentos de Maria Ximenez, mu-
jer que fue de Maestre Ans Piet Danso, ymaginaire, vende a Gil Morlan, ymaginaire, unas
casas en la paroquia de San Juan del Puent, por 1010 sueldos. (A.P.Z. Pedro [,alue7.a ).
Lo publica M. Serrano y Sanz: Gil Morlanes, escuLtor del siglo XV ...(1916), p. 358.
34 C. Monrn Gancta: "Miguel Ximenez y Gil Morlanes el viejo, artistas de Fernando el Católi
co", en: Miscelánea de Estudios en honor de D. Antonio Durán Gudiol, Amigos de Serrablo.
Sabiñánigo, 1981, pp. 215-223.
35 M. DE LA SALA VALDEs: Estudios históricos y artísticos de Zaragoza. Prólogo y notas del Exc-
mo. Sr. D. MARIANo DE PANo y Ruara, Zaragoza, 1933. Serie de artículos en reimpresión, in-
cluye un original publicado en 1886, en el que el autor dice lo que sigue: Hubo en Aragon en
eI ultimo tercio del siglo XV un escultor acreditadisimo, llamado Maestre Gil Morlan ... kabajó
a lo gótico, y creetnos que son de sLL nleno el sepulcro del martir San Pedro Arbués, costeado
por los Reyes Católicos, y el del arzobispo D. Juan de Aragón, subsisterlte en el presbiterio de la
Seo,que se hizoa erpensas deD.PedroZapata, últimoarcedianodeSantaEngracia(p.228).
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 231

Durante el gobierno de la Sede cesaraugustana por don Alonso de Ara-


gón (1478-1520), tuvo lugar el cruel atentado contra el doctor Pedro Ar-
bues de Epila, canónigo de la iglesia metropolitana, al que Fray Tomás de
Torquemada había nombrado inquisidor del arzobispado de Zaragoza en
las cortes del reino celebradas en la ciudad deTarazona en el mes de abril
de 1484'u. El luctuoso suceso tuvo lugar en la Seo, el 15 de septiembre de
1485, siendo sus ejecutores Juan de Esperandeu y Vidal de Urango, su
criado, natural de un pueblo francés de la Gascuña, Mateo Ran, Tristan de
Leonis, Antonio Gran y Bernardo Leofanto. Se encargó de dirigir la ejecu-
ción Juan de Abadía, noble de Aragón, pero descendiente de judíos por lí-
nea femenina. Y el autor del proyecto fue Juan de Pedro Sánchez quien
además había sido despositario de quinientos florines para pagar el asesi-
nato37.
La descripción que del crimen hizo don Diego de Espes, dice como si-
guei ...Fueron por el crwo de la calle y a la placa de la Seo y rodearon por las
espaldas de la casa del Seäor Arçobispo y vinieron a la puerta de la Pavostria
que estava en el qu(lrto nuevo de la ampliacion de este sancto templo que hi-
zo el excelentisimo señor don Hernando como adelante contøremos, frontero
del crucifixo del trascoro, la qual høllaron abierta porque ya Dios se servia de
dar lugar a que su bendito sancto reciviendo el martirio fuese a goçar de per-
petua gJoria... Se llegaron con mucho silencio donde el gJorioso inquisidor
estavc: puesto de rodillas delante el abar mayor y en aquel punto cantavan los
canonigos en el choro... Y el bienaventurado martyr estava ofreciendo a la
benditissima Madre de Dios las palabras de la salutacion del angel... A la ho-
ra señalada entraron en dos quadrillas por la puerta mayor de la lglesia y los
otros por la que llaman de la Pavostria y en dos puestos aguardaron hasta
que aquel bienaventurado varon entro por la puerta de la claustra y llego a
ponerse debaxo del pulpito a la parte de la epistolø y se hinco de rodillas ante
el ahar mayor animado al pilar Y haviendo cøydo en el suelo en el mismo
lugar donde est(t oy sepultado lo dexo creyendo que era muerto. Y como lo
yieron tendido en el suelo todos sefueron'u.

M. SERRANo v SaNz, ob. cit. (191ó), p.379: Reseäadas las obras autenticas e indiscutibles del
Gil Morlanes, me guardare de examinar otras que, si bien pueden atribuírsele, con nlas o me-
nos fundamento, carecen hasta hoy de la ejecutoria que prestarl documentos fidedignos; tales
son el sepulcro de D. Juan de Aragón, bello monumento que ex¡ste en el presbiterio de la Seo....
M. ABIZANDA y BRoro: "La escultura funeraria en Aragón", Revista Aragón, núm. 89 (1933),
p.32.
R. DEL ARco: Sepulcros de la Casa Real de Aragón, Madrid, 1945, pp. 401-402,...el estilo y la
factura no dejan lugar a duda.
F. ABBAD Rros: Catálogo Monumental de España, Zaragoza, Madrid, 1957, p. 62: Su aulor fue
Juan de Salazar, es posible que interiniera allí Gil Morlanes.
36 J.A. LLoRENTE: Historia critica de la Inqußicíón en España, I Madrid 1980, cap. VI, pp. 145-
172 (Primera edición francesa de 1817).
37 Alli estaba de rodillas mientras olros canonigos rez.aban en el coro los maitines, despues de las
once de la noche del 15 de septiembre de 1485. Juan de Esperaindeo le dio unafuerte cuchilla-
da en eL brazo izquierdo. Vidal de Uranso, prevenido por Juan de Abadia de dar los golpes en el
cuello, mediante hallarse noticiosos del defensivo de la cerbellera, le dio por detras uno tatl
fuerte que hizo saltar al suelo las batillas de hierro de la cerbeLlera (o casquete), y la herida he-
cha en la cabeTa fue tan grande, que de ella (y no de otras que tambien recibió Arbues) resubó
muerto pasadas reinte y cuatro horas, el día 17 del cítado setiembre. (J.4. Llorente, ob. cit., p.
1s7).
38 DIEco DE EspES. Historia eclesiástica... (1575), fols. 6ó8v-678v
232 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Murió al cabo de dos días, de las heridas provocadas por sus asesinos,
a los que perdonó su acción Y le supplicaron los fieles øl señor Arçobispo se
sirviesse su señoria que en el propio lugar donde havia caydo quando lo hi-
ríeron que alli se le concediesse la sepultura y pareciendole a su señoria que
ellos lo tendrian en bien el señor Arçobispo fue contento y asi de voluntad de
todos se le señalo la sepultura entre el altar mayor y el coro en el cuerpo de la
Iglessia donde oy esta sepubado.
Aparejado todo lo necesario para la defunsion de este bendito varon y lle-
gada la hora que señalaron para sepultaflo fue cossa maravillosa ver la so-
lemnidad y polnpa conque lo sacaron del capitulo para llevarlo a la sepultu-
ra. Y assistio el excelentissimo Señor don Alonso, Arçobispo de esta ciudad,
acompañado de los jurados y de muchos prelados y cavalleros, acudio el Pi-
lar y interuinieron las Parrochias y todas las ordenes mendicantes con sus
cruces.. .Fue sepultado el cuerpo de aquel glorioso martyr con mucha venera-
cion en el mismo lugar donde havia caydo quando aquellos søcrilegos mata-
dores lo hirieron. Sepuharonlo desta manera que trureron una tumba de pie-
dra y la assentaron en una sepultura que havia habierta y dentro de ella pu-
sieron aquel bendito cuerpo y un vaso de tiena albidriado y dentro de el una
escriptura donde se cuent(l todo este misterio brevemente como murio y por-
que y quando y luego fue puesta una grønde piedra sobre la tumba que la cu-
bria toda y asegurada que fue hecharon tierra sobre ella hasta cerrar la sepul-
tura. Y es de notar como cossa de gran misterio que al tiempo que ponian en
la tumba el cuerpo vieron ocularmente los que alli se hallaron presentes la
sangre que se havia denamado en aquel lugar de las heridas quando herido
cayo en tierra comencar a refrescarse y hewir como si en aquel mismo ins-
tante fuera herido...
Mandaron los Reyes Cøtólicos, como p(trece por las relaciones de aquel
tiempo, que en el mismo lugar donde oy estcL sepultado, se pussiese un muy
suptuosso sepulcro de alabastro muy bien labrado con Ia figura de este Sanc-
to varon hecha de bulto al natural y acabada con la mas perfeccion que el ar-
tifice pudiesse. Este sepulcro es el que oy lemos en el qual ay algunas pala-
bras del epigrama que en el orientaron pero est(tn de manera gastadas que no
se pueden leer".

En efecto, cinco años más tarde del fallecimiento del Santo inquisidor
sus restos eran depositados en un suntuoso sepulcro, hecho de alabastro,
cuya realización (1489-1490) había sido encomendada, por encargo de la
familia real, a Gil Morlanes el viejoto. Hay que pensar que en la elección

39 DIEGo DE EspES, ob. cit, fols. 68lv-682ry 699v


La inscripción se conserva en la parte posterior de la mesa de altar en su capilla de la Seo,
y dice lo que sigue:
Eadem Elisabet Hispaniarvm Regina Singvlari in
Chrisntm pietate eivs confessori vel potivs martyri
Petro Arbves sva impensa constlvi mandavit.
Es decir In misma Isabel, Reina de las Españas, movida por su gran piedad hacia Cristo,
mando construirlo a sus expensas en honor del confesor o mejor dicho martir, Pedro Arbués.
40 R.S. Je¡¡rp: "Gil Morlanes el viejo: Nuevo estudio de sus obras góticas", Aragonia Sacra, lY
(1939), pp. lI5-I22, dio a conocer por vez primera dos facturas inéditas correspondientes a
los años 1489 y 1490 que identifican a Morlanes como autor del sepulcro de don Pedro Ar-
bues, alias Maestro de Epila.
LAS NECROPOLTS DE ZARAGOZA 233

del artífice no sería ajeno el buen criterio artístico del señor arzobispo don
Alonso, unido por lazos de sangre con Fernando el Católicoo'.

Sepulcro del canónigo e inquisidor de Aragón don Pedro Arbués de Epíla. Catedro"l de San
Salvador Zaragoza (fot. Arxiu Mas).

41 Sobre el mecenazgo artístico llevado a cabo por don Alonso de Aragón durante su gobierno
del arzobispado cesaraugustano y sus buenas relaciones con el escultor Gil Morlanes, el vie-
jo,véase:R. DELARCo: "DeescuÌturaaragonesa", Sem.deArteAragonés,Y, (1953), pp.21-50.
234 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

El sepulcro de San Pedro Arbués estuvo emplazado en el mismo lugar


en que sufriera martirio su titula{, cerca del presbiterio, en el lado de la
epístola, hasta el arzobispado de don Francisco Gamboa (1663-1674) en
que, coincidiendo con la beatificación de Pedro de Arbués por el pontífice
Alejandro VII (17-IV-1óó4) se trasladó al interior de la capilla que se le de-
dicó en la Seo, la última del lado de la epístola, próxima al transeptoa2. Las
profundas modificaciones efectuadas en el monumento funerario obligan
a acudir a fuentes literarias anteriores a su transformación para conocer
cual fuera el trabajo de Morlanes por el que le serían abonados 2.200 suel-
dost'.
Así, en 1ó16 don Diego Murillo lo caracteriza como un sepulcro de ala-
bastro, en frente del coro, alzado a una vara y media del suelo y con la ima-
gen yacente situada encimaoo . En 16J,6, don Vicencio Blasco de Lanuza, ca-
nónigo penitenciario de la Seo que, que había asistido junto con las autori-
dades religiosas y civiles a la apertura del sepulcro de Pedro Arbués, que
tuvo lugar el 27 de enero de 1623, con ocasión de la causa promovida par
su beatificación, deja escrita la más completa descripción del monumento
funerario:
Hallose el sepulcro de la manera que hemos contado, que lo fabricaron
los Reyes Catolicos, con los epitafios dichos, de fino y blanco alabastro, con
un rejado de híeno al derredor, de setenta y una barras, el qual es de doze
palmos de largo, tres y medio de ancho, y de aho poco mas de cinco. Dista de
lø puerta del coro diez y seys pies, y de las gradas del altar mcryor setenta y
ocho, en el lugar que responde por linea recta al medio del ahar mayor, y me-
dio de la puerta del coro. Esta en lo abo la figura del Santo Inquisidor, de
bulto, y en los quatro lados esculpida artificioçissimamente la historiø de su
muerte. . .Quitado el tumulo y el pedestal del, y allanado hasta el suelo todo el
sepulcro, cLy una pizarra de alabastro llana, qual si fuera bufete, que cubre lo
demas (como si alli començara la sepultura) con una figura, y retrato admi-
rable del santo, hecho de medio relieve herido, y con habito Cønonical, y un
benetillo redondo de aquel tiempo, y una inscripcion que dice: Reverendus
Magister Petrus Arbues Epila, oricundus huius almae sedis Canonicus, hae-
reticae prauitatis Inquisitor integenimus, eodem sedis Canonicus, haereticae
pravitatis Inquisitor integercimus, eodem in loco ab haereti cisgladio inte-
remptus. 15. kalem. Octobris anno 1485. Esta piedra tiene diezpalmos de
largo, y poco menos de quatro de ancho. Debajo de la qual a tres.palmos, o
algo mas de distancia, comienca una arc(r grande de piedra en figura de ata-
bud, dentro de la qual esta puesto el cuerpo del santo entero eft la armødura
y compostura de los huessos, consumidø la came por lø mayor pane, y los
ornamentos con que le enterraron øssi mismoat.

42 M". C. LAcARRA: "Iglesia Catedral de San Salvador o La Seo", en Ins Catedrales de Aragón;
Zaragoza,1987, pp. 323 y 340.
43 Estâ suma, como nos indica el profesor Janke, es algo menor que la que don Luis de Beau-
mont, señor de Lerin, pagaba a Morlanes por su sepulcro, en 1491, y sobre una lercera par-
te de lo gastado por Fernando el Católico en la obra de los sepulcros de sus padres, el rey
don Juan II y su esposa doña Juana Enriquez, hechos por el mismo escultor (1496) en el
monasterio de Poblet (Tarragona). Véase: R.S. J¡Nrs: ob. cit., pp. 1 17, 121-122.
44 Fundacion milagrosa de la capilla angélica y apostólica de Ia Madre de Dios del Pilar, y exce-
llencias de Ia imperial ciudad de Çaragoça, Barcelona, 1 6 1 ó, part. II, p. 203.
45 V BLASco DE LANUzA: Historia de la vida, muerte y milagros del sieruo de Dios Pedro Arbues de
Epila, canonigo desÍa Santa lglesia Metropolitana de Zdragoza, y priruer Inquisidor de su ltt-
quisición.Zaragoza, Año 1624 (Reimpresión en facsímil, Zaragoza, Ateneo, 198ó) pp. 233-
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 235

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236 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Sepulcro del canónigo e inquisidor de Aragón don Pedro Arbués de Epíla. Detalle (fot. Arxiu
Mas).

Estas descripciones, como nos indica el profesor Janke, confirman el


material utilízado, la situación de la tumba, y la presencia de un doble retra-
to funerario del santo inquisidor, la efigie tallada en bubo redondo sobre la
cubierta en forma de túmulo que se flanquecl con escenas narrativas, y una
lauda con su imclgen yacente en relieve situada debajo de aquel y encima del
verdadero atcLud que contenía sus restosa'.
Esta duplicación de retratos se explica facilmente: la lauda pudo haber
sido tallada inmediatamente después de la muerte del Santo Inquisidor pcLra
ser situada en el suelo como ciet ra de su sepuhura. Su buen estado de con-
servación, que contrasta grandemente con el de otras laudas de la misma ca-
tedral (la de don Dalmau de Mur situada en el coro, por ejemplo), pudo ser
debido a haber sido cubierta poco después por el gran nlonun'Ler;to situcLdo
encimao'.
Del trabajo de Gil Morlanes se conselva todavía Io suficiente como
para confirmar su indiscutible magisterio entre los escultores en piedra
que trabajaron en Zaragoza en los últimos años del siglo XV. La caja sepul-
cral ornada con relieves que relatan el martirio del Santo Inquisidor en la
Seo, fue en parte reutilizada como mesa de altar en la capilla que se le de-
dicó en el siglo XVII; la lauda con su efigie en bajorrelieve se custodia en
el mismo luga4, y Ia imagen de bulto redondo de tamaño natural que en
posición yacente coronaba su tumba, se encuentra actualmente en el vestí-
bulo del Museo de Tapices junto con la pareja de leones que servía de sus-
243. Este autor transcribe otra inscripción del sepulcro, además de la mencionada en la no-
ta 39, situada en la piedra que esta en Ia frente del tumulo azia el Coro. La segunda, que la
Reyna mando poner en este sepulcro, al derredor de la piedra que le cubre por la parte alta, di-
ze: Reverendus Magister Petrus de Epila, huius Sedis Canonicus, dunt in haereticus ex officio
conflanter inquirit, hic ab eisdem confussus est, vbi tumulatus anno 1485. 15 Septembris, ex
imperio Ferdinandi el Elisabethis, in vtraque Hispania Regnantium.
Es decir, El reuerendo maestro Pedro de Epila, canónigo de esta Santa lglesia, ejerciendo con
constûnci(t el oficio de inquisidor contra los herejes, fue muerto por ellos misntos en este pro-
pio sitio de su sepulcro, eL día 15 de septiembre del aäo 1485. Este nTonunlento se ha heclto
por orden de Fernando e Isabel, reyes de las dos Espaäas.
4ó R.S. Jarure, ob. cit. p. I 17.
47 lbidem, p, 118.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 237

tentación al monumento'8. Si los dos retratos, a pesar de su distinto trata-


miento plástico, nos conmueven profundamente por su autenticidad ex-
presiva, mayor interés ofuecen para el historiador actual las escenas narra-
tivas de su martirio. Ellas nos describen ciudadosamente un suceso que
sin duda tuvo que ser recordado durante mucho tiempo por los zaragoza-
nos, como fue el del cr-uel atentado perpetrado contra una de las más des-
tacadas personalidades eclesiásticas de su ciudad'n. Gil Morlanes, ciudada-
no de Zaragoza cuando se desarrollaron los hechos, tuvo que sentirse im-
presionado por el relato del martirio del Inquisidor de Aragón, cuyos por-
menores recogería de viva voz de los posibles testigos presenciales. Sólo
así se entiende que en lugar de utilizar como decoración del lecho funera-
rio la iconografía tradicional de plorantes, ángeles con armas heráldicas
del difunto o santos de devoción local, se eligiera el desarrollo en escenas
correlativas de lo sucedido aquel luctuoso día 15 de septiembre de 1485.
Utilizando el bajorrelieve para los fondos y el altorrelieve para los persona-
jes protagonistas, se describen los momentos previos al atentado, su desa-
rrollo, el hallazgo del cuerpo por los canónigos y su entierro con asistencia
del propio don Alonso ala cabeza del cortejo. En los fondos se reproduce
el interior de la catedral con el pilar del crucero del lado de la epístola y el
púlpito a él adosado, tal como se hallaba en el momento del crimen.

Canonesas regulares
del Santo Sepulcro de Jerusalén
El monasterio de la Resurrección perlenecien(e a la orclen de Religio-
sas Comendadoras del Santo Sepulcro de Jerusalén se fundó en la ciudad
de Zaragoza a fines del siglo XIII por doña Marquesa Gil de Rada, hija na-
tural del rey Teobaldo II de Navarra (1253-1270), casada en segundas nup-
cias con don Pedro Fernández de Híjaa hijo natural del rey de Aragón don
Jaime I el Conquistador (1213-1276)".
Merced al mecenazgo de la Casa real aragonesa y al apoyo de la Iglesia
el monasterio se engrandeció económicamente y pudo ser edificado un
convento, en estilo gótico de ladrillo, a Io largo del siglo XIV''. Se eligió pa-
ra su emplazamiento la margen derecha del río Ebro, junto a la muralla
romana, y a escasa distancia de la iglesia de San Nicolás de Bari.
Durante el arzobispado de don Lope Fernández de Luna (1352-1382),
el que fue su tesorero, Fray Martín de Alpartil, canónigo del Santo Sepul-
cro de Calatayud y comendador de Nuévalos y de Torralba, ejerció su ge-
neroso mecenazgo en el monasterio y concedió ayudas para la termina-

48 Tanto la lauda como la imagen del bulto con el retrato del mártir Pedlo de Arbues se repro-
ducen en el Catálogo Monuntental de España, Zaragoza, (1957), de Fco. Abl¡ad Rios, vol. II,
figs. 185 y 186.
49 PuonoAneuesftrecanonizadoeldia29clejuniodel86T,duranteelpontificadodePíoIX.
50 W RINCoN Gencl¡r: l¿¿ Orden del Santo Sepulcro en Aragón. ZaragoT.a, Guara editorial, 1982.
cap.V. "El Monasterio del Santo Sepulcro Zaragoza" pp. 65-148.
cIe
51 Ibidem. También: "Convento del Santo Sepulcro", en: La ciudad Gótico-Mudéja¡ de M.I.
ALVARo y G.M. BoRRAS en: Gukt histórico-artística de ZaragoTa, Excmo. Ayuntamiento, Dele-
gación de Patrimonio Histórico-Artístico, Zaragoz.a, 1982, pp. 185-187.
238 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Lauda funeraria de Fral, Martín de Alpartil. Antigua sala


capitular. Monasterio de las Canonesas del Santo Sepulcro,
Zaragoza (fot. Arxiu Mas).
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 239

ción de sus dependencias, particularmente en el claustro, sobreclaustro,


bodega, refectorio y cocina.
A la hora de hacer testamento, que hizo en Zaragoza el día 24 de junio
de 1381, eligió para su sepultura la sala capitular del Monasterio del Santo
Sepulcro de Zaragoza, y encargó como decoración del pavimento azuleje-
ría de Manises y para decorar la estancia, donde fundó una capellanía, un
magnífico retablo que contrató con el pintor barcelonés Jaime Serra por el
precio de trescientos florines de oro de Aragón.
. .. Et primerament slío mi sepukura en el monasterio de las duerLyas del

Sancto Sepulchro de la ciudat de Çaragoça en el capitol de díto monasterio


delant del altar de la sancta Resurreccion de Nuestro Senyor Jhesuchristo el
cual yo ordeno seya feito e puesto en aquel lugar do ya mi sepultura sobredi-
ta es feyta et mi nombre sobre aquella sepultura pora lo qual facer honrada-
ment segunt a mi estado conviene yo retengo de los ditos bienes nobles que
seran trobados en mi poder dos mil sueldos dineros jaqueses. E feita la dita
mi sepultura honradament segun dito es de lo que sobrara de los ditos dos
mil sueldos, por reverencia de Nuestro Senyor Jhesu Christo et en remedio de
mi aninta sian dados a quantos pobres a la dita mi sepultura vendran sendos
dineros. . ." .
Item como yo fiziesse avinencia cot'L en Jayme Serra, pintor de Barcelona
de un retaulo que deve pintar para el capitulo del monasterio de las duenyas
del dito orden de Sant Sepulcro de la Ciudat de Çaragoca por precio de tre-
zientos florines doro daragon, de los quales tiene el dito Jaime de senyal cient
florines por esto quiero et mando que como el dito retaulo sera acabødo de
fazer, que mis executores infra scriptos lo cobren a su n'Lat'Lo e paguen de mis
bienes los dozientos 'florines restantes pagar de precio de aquel al dito layme
Serra, et no res lo que costara el dito retaulo de trayer a Çaragoça a sentar en
el dito Capitol delant de mi sepuhurn do por mi fue ordenado".Item, no me'
nos quiero et ntando que el suelo del dito Capitol sia cubierto de aquellos
azurios et ragolas pintadas, es a saber, de aquellos azurios o ragoletas que yo
fago obrar en el lugar de Manises del reyno de Valencia, por las quales tienen
de senyal los maestros que aquellas obran trentcL florines feito cumplimiento
de paga a los ditos maestros iuxta el tenor del contracto entrellos e mi sobres-
ta rclzon feyto recíbido e testificado por lohan de Capiella notario dius feito
por los ditos mis executores et assi mesmo pagado por ellos lo que costara de
trayer del dito logar de Manises a Çaragoçaso.
Fray Martín de Alpartil, que se encontraba enfermo en la fecha (1381)
en que redactó su testamento, murió al poco tiempo, y sus deseos se cum-

52 Testamento original consewado en el Archivo del Monasterio. Agradezco a la madre priora


y a toda la comunidad del Monasterio del Santo Sepulcro de Zaragoz.a las facilidades dadas
para la realización de este trabajo.
53 El retablo de la Resurrección hecho por Jaime Serra (doc. 1358-1389), pintor de Barcelona,
entre 1381 y 1382, se trasladó al Museo de Bellas Artes de Zaragoza en 1920 en donde hoy
constituye una de sus piezas mas destacadas. Es éste el único retablo de Jaime Serra del
que se conoce la documentación y su interés radica en que sirue como ejemplo de la perso-
nalidad artística del pintor más importante de la escuela de Barcelona en la segunda mitad
del siglo XIV M'. C. LAcARRA 'Arte Medieval", en Museo de Zaragoza, sección de Belkts Artes.
Zaragoza, Ibercaja, 1990, pp. I 1-18.
54 W. RrNcoN, ob. cit. pág. 106: El suelo ant¡guanlente estuvo decorado con azulejería de Mani-
ses, cot17o el Canonigo Aþtartil ordena e11 su testanlento... Yct. no se conseruan rnás que una pe-
queäa parle de estos azulejos y fueron completados los suelos con azulejos de arista y cartabón
de los alfares de Muel del siglo XVI, que llegaron aqui desde otras dependencias del cont¡en|o.
240 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

plieron de modo que sus restos reposan en el centro de la sala capitular del
monasterio al que tanto protegió durante su vida.Una lauda de granito
(198 x 79 cms) reproduce grabada su efigie enmarcada con góticas arqui-
tecturas trecentistas; su fisonomía bondadosa y sus atavíos canonicales re-
piten el tipo que r:etralaÍ:a el pintor Jaime Serra en dos escenas del retablo
de la Resur-r'ección". Una inscripción en mayúsculas góiicas, borrada por
el tiempo y en parte a medio conclui4 recuerda la personalidad del finado:
Esta sepultura es del honrado e religioso don Fray Martin de Alpartil.
Calonge de Hierusalem: Comendador de Nuevalos e Torralba e Tesorero del S.
Don Lope, Arçobispo de Çaragoça, a cuya supplica e ruego dio la Yglesia de
Sant Nicholas a este ilustre Monasterio: fíno sus dias a ... del mes de ... de
MCCCL. . .: þa del anima Dios nascida en su sancta gloria. Amen'u .

Museo de Zaragoza
En el Museo de Zaragoza, situado en la plaza de los Sitios, se conser-
van tres hermosos ejemplos de arte funerario, procedentes de las provin-
cias de Zaragoza y de Huesca, que fueron ingresados con anterioridad a la
Guerra Civil".
Los dos primeros corresponden al modelo escultórico en piedra y pro-
ceden del Monasterio cisterciense de Santa María de Rueda de Ebro (p.j.
de Caspe); el tercero es un cenotafio en madera con la efigie de su titular
pintada al temple en su cubierta y vino del Real Monasterio de Santa Ma-
ría de Sigena (p.j. d" Sariñena)'8.
En la Saìa 11, ubicada en la parte baja de Ia escalera principal, se ex-
ponen los sepulcros que vienen del Monasterio de Rueda'n.
El primero por su importancia histórico-artística es aquel que corres-
ponde a don Pedro Fernández de Híjar y Alagón, cuarto Señor del estado
de Hijar, rico-hombre de Aragón, que después de una larga vida entregada
a la política, terminó sus días retirado del mundo donde había estado ca-
sado dos veces y dejado hijos, como profeso en el monasterio cisterciense
de Santa María de Rueda, próximo a Escatrón (Zaragoza)uo. El sepulcro in-

55 Estasescenasson,LaResurreccióndeCristo,templesobretabla(138x115cm)yElJuicio
Final (133 x 1 15 cm). Véase, de M". C. LAcARRA "Arte Medieval" (1990), figs. 14 y 18.
56 Lectura directa de la inscripción según su estado actual.
57 Según el inventario manuscrito existente en el mismo Museo, este sepulcro y el siguiente,
procedentes de Rueda de Ebro, ingresaron en el mismo centro por donativo de doña Enri-
queta Durán, viuda de Royo, en 1915.
El tercero citado, procedente clel monasterio de Sigena ingresó en el Museo en 1922.Yéase
al respecto: "Crónica del museo", Boletín del Museo Provincial de Bellas Artes, n:úm.6
(1922), pp.34-3s.
58 B. DIÀz DE RABAGo CaeEza, "Sección de Bellas ArLes", en Museo de ZaragoTa, Secciones de
Arqueología y Bellas Artes. Zaragoza, D.G. de 4., 1988, pp. 143 y 156.
59 Sobre el Monasterio de Santa María de Rueda de Ebro, véase: J. M'. LoPEZ L¡¡tot: El mo-
nasterio de Nuestrû Señora de Rueda, Calatayud, 1922. J. VAUBoURcoI¡¡: "El real monasterio
de Nuestra Señora de Rueda", Seru. de Arte Aragoné.s XIII-XV (1968), pp.49-90. F. ToRRALBA
SoRIANo: Monasterios de Veruela, Rueda y Piedra, León, 1975. C. CoNIrsL B¡nr,e: E1 cister ?.a-
rago?,ano en los siglos XII Y XIV: Abadía de Nuestra Señora de Rueda de Ebro, I, Texto II, Do-
cumentos. Zaragoza, 1977.
60 M^. C. LACARRÀ: 'Arte Medieval". Siglos XIV y Xx, en Museo de Zaragoza, sección de Bellas Ar-
tes. ZaÍaeoza, Ibercaja, 1990, pp. 7-8.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 241

gresó en el Museo en 1915 procedente de la capilla de San Lorenzo de di-


cho monasterio, pero con anterioridad había estado colocado en medio de
la iglesia, entre el coro y el presbiterio. Parece ser que larazón de su tras-
lado fue la de facilitar la solemne ceremonia que tuvo lugar en la abadía
con ocasión de la visita que allí efectuó el rey Felipe IV en el añ.o 1647, en
su viaje desde Zaragoza ala localidad oscense de Fragau'.
El magnífico monumento (182 x 78 x 8l cm), de carâcter exento, se
acomoda al tipo tradicional de lecho fúnebre rectangular con Ia imagen
yacente del titular encima. El desconocido artista autor de la obra, parece
haber seguido fielmente las indicaciones de su mecenas, dirigidas a refle-
jar la doble condición del futuro ocupante del sepulcro, como hombre de

Sepulcro de don Pedro Fem¿indez de Híjar, procedente del Monasterio de Santa María de
Rueda de Ebro (Zaragoza). Museo de Bellas Artes, Zaragoza (fot. J. Garrido).

ó1 El Cosmógrafo y Cronista Mayor de Portugal, don Juan Bautista Labaña, que visitó el mo-
nasterio de Santa María de Rueda de Ebro el día l3 de abril de 1 ó 1 1, dejó escrita la siguien-
te descripción del sepulcro de don Pedro Fernández de Hijar: "A lgreya he boa, tem hum re-
tabolo novo, o Ahar mor de Alabastro, e no meyo do Cruzeiro, está enterrado o Duque de Ixar,
D. Pedro Fernandes, quefoy frade deste mosteiro, He o Tùmulo alto de matwore, e Sobre elle
està a figura do Duque, de Alabastro, Com o habito de Monye, Cercillo, e barba rapada, e nas
duas Capellas Collateraes a mayor, estaon enterrctdas duas molheres, do Duque D. Isabel Cro-
nel, na Capella direita, e D. Isabel de Castro na Esquerdai' (Itinerario del Reino de Aragon por
Juan Bautista tabaíia. Obra impresa y publicada por la Excma. Diputación Provincial de
Zaragoza. Zaragoza, 1 895, p. I 93).
242 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

vida activa y contemplativa, al serwicio de los hombres y de Dios. La seve-


ridad impuesta por la reiteración de los escudos con las armas del titular,
cuarteladas de Aragón y de Navarra, que en número de diez se distribuyen
a lo largo de los cuatro lados deÌ sepulcro, se ve contrarrestada por la vita-
lidad que desprenden las pequeñas figuras en relieve qlre ocupan el espa-
cio libre entre los escudos de los lados más largos, ángeles, profetas, mon-
jes, hombres y mujeres, dedicados a diversas actividades, religiosas y pro-
fanas. Pero donde se advierte mejor la alta calidad del artífice es en la ima-
gen yacente del difunto situada encima; veraz retrato tallado en alabastro,
con vestigios de policromía, de un anciano algo grueso vestido con el hábi-
to cisterciense, al que acompañan en Ia cabecera sendos angelitos de riz.a-
dos cabellos y juvenil sonrisa, mientras que a los pies reposan dos canes
con collar ornado de cascabeles.
La última mención documentada de fray Pedro Fernández de Híjar es
del año 1386, en tiempos del abad de Rueda frayAndrés de Monseny, yla
fecha propuesta para su sepultura, que coincide con el estilo artístico que
rel1eja su decoración escultórica, es la de última década del siglo XIV.
Un documento fechado en Castellón de la Plana el 24 de febrero de
1402 parece confirmar la fecha que aquí se propone para la realización de
la obra. Se trata de una carta escrita por el rey don Martín I (139ó-1410),

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Sepulcro de doña Isabel de Castro, segunda esposa de don Pedro Femímdez de Hijar. Procede
del Monasterio de Santo María de Rueda de Ebro (Zaragoza). Museo de Bellas Artes,
Zaragoza (fot. J. Gan-ido).
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 243

Tumba en madera policromada de doña María Ximenez Cornel, condesa de Barcelhos.


Procede del Monasterio de Santa María de Sigena (Huesca). Museo de BeLlas Artes, Zaragola
(fot. J. Garrido).

al abad de Poblet solicitando que para su tumba desea se utilice la misma


piedra que fray Pedro Fernández de Híjar ha hecho en el Monasterio de
Rueda.
I-o rej.Venerable abbat. Nos havem yista una imatge o tomba que
Frøre Pere Ferrandez d Ixar ha fet en lo monestir de Roda de pedrø
blancha mob bella e com volguessem fort que d aquella fos fet lo nos-
tre moniment o tomba qui s den fer en aqueix vostre monestir, pregam
vos affectuosament que tramettats al dit monestir lo maestre qui fa la
dita nostra tomba o moniment e veia aquella image o tomba qui feta
es en lo monestir de Roda, e I abat fer li hø mostrar la pedrera o loch
on es estada tallada, qui es fort prop del dit monestir, per m(tnera que
si lí par bella la dita pedra, puixa fer d aquella la dita nostra tomba o
moniment. Dada en la vila de Castello de la Plana, sot nostre segell se-
cret a XXIIII dies defebrer de L'any MCCCCII, Rex Martin.
Axi møteix vos pregam digats al dito maestre que veia de les dites pe-
dres de quin qruix, larch e anplura sen hi poran trobar e rescrivets nos
en de continent. Dada axi com dessus.
Dirigitur abbati monasterü Populeti.
Dominus Rex mandavi mihi Guillelmo Poncü62.
ó2 Don Martín murió el 31 de Mayo de 1410 a los 44 años de edad. Este documento fue publi-
cado por primera vez por A. RUBIo I LLUcH: Documents per l'historia de Ia cultura catalana
MigevaL Barcelona, 1921, t. il, p. 3ó4. Lo cita Ricardo DEL ARco: Sepulcros de la Casa ReaI
de Aragón (1945), p. 355. Se custodia en el Archivo de la Corona de Aragón, reg.2244, fol.
136.
244 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

EI segundo sepulcro ubicado en la misma sala pertenece a Ia que fue


segunda esposa de don Pedro Fernández de Híja4, doña Isabel de Castro y
Pinós. Se encontraba en la iglesia del Monasterio de Rueda en la capilla de
San Miguel arcángel situada en el lado izquierdo de la capilla mayor. Su
ingreso en el Museo tuvo lugar en 1915u'.
Es obra de menores proporciones (144 x 115 x 5ó cms), realizada en
piedra calíza, en la que quedan restos de policromía. El sepulcro en forma
de caja rectangular se apoya en dos leones pétreos iguales. Tiene el frente
anterior decorado con tres escudos que ostentan las armas de la titular:
primero y cuarto de oro con cuatro palos de gules; segundo y tercero de
plata con una estrella de gules.
La finada aparece yacente sobre la tapa del sepulcro con los ojos ce-
rrados y las manos cruzadas sobre su vientre. Viste con elegancia según la
moda de la segunda mitad del siglo XIV, gonela larga de mangas ajustadas
con botones, y manto que le llega a los pies dejando ver sus zapatos pun-
tiagudos. Cubre su cabeza con toca ornada con flores cuatripétalas que
destacan el óvalo de su rostro. Dos almohadones siwen de apoyo a su ca-
beza mientras a los pies hay dos perros con collar de cascabeles como sím-
bolo de fidelidad.
En la Sala 12 del Museo, ubicada en la primera planta del edificio,
próxima a la escalera principal, se expone, junto a otras obras de pintura
gótica aragonesa, el ataúd en madera procedente del Monasterio de Sige-
na. Unico conservado en Aragón de los que allí había, es obra destacada de
los talleres aragoneses de mediados del siglo XV. Perteneció, como recuer-
da la inscripción que en él aparece, a doña María Ximénez Cornel, conde-
sa de Barcelhos, fallecida en 1455. Era hermana de doña BeaÍriz Cornel,
priora (1427-L45l.) en el mismo monasterioua. El sepulcro tiene forma rec-
tangular con el frente policromado y la cubierta a doble vertiente. Estuvo
colocado en alto, adosado al muro de la capilla de la Tiinidad, de modo
que pudiera contemplarse la efigie de su titular pintada en la vertiente an-
terior a tamaño real. Sendas ménsulas de madera tallada figurativamente
y policromadas servían de soporte a la obra.
Don Valentín Carderera Ia reprodujo en su lconografía española (Tomo
I, Madrid, 1855, núm. XXXUII) y don José María Quadrado, que pudo
verla in situ le dedicó una sentida descripción por su singular hermosura:
Dos arcos rebajados ocupeln elfrente de estebrazo derecho del crucero, el
uno siruiendo de nicho a un sepulcro sin inscripción, eI otro dando paso a la
oscura capilla de la Trinidad, fundación de una condesa, y flibrica de un mo-
ro en el siglo XIV Ty'es sepulcros de madera puestos en alto es lo único que en
ella registrø el curioso a Ia luz de una vela; flores doradas los esmahan, bla-
sones de familia los distinguen, hermosas efigies pintadas en sLr etapa de
ataud eternizan las facciones de aquel polvo antes animado, y retratan en sus
cerrados oios, en su dulce semblante, y en sus plegadas y honestísimas vesti-
duras el sueño pacífico de los predestinados. El de enmedio entreabierto deia
ver los huesos y las ropas de k fundødora, la condesa de Barcelos, la viuda
de D. Pedro de Portugal mós arriba citada; la belleza de su retrato es porten-

63 Véase nota nrim. -57.


ó4 Véase de M. Asu¡: EI Real Monasterio de Sigena, Barcelona, 1931, que reproduce en su
"Apéndice" (pp. 44 y a5) la relación de las Prioras de Sigena desde su fundación.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 245

tosa; sus galas manifiestan que no profeso sino que se retiro simplemente al
monasterio, y sus apellidos Jimenez Contel que se le dan, ora por separado,
ora por iunto, manifiestan haber sido de origen aragonesu'.
El frente de la sepultura se adorna con las armas de la difunta y con
las de la comunidad de Sigena, pintadas sobre un fondo que imita broca-
do. De oro con cinco cornejas de sable puestas en sotuer a la izquierda, el
menguante, el jaquelado de oro y negro, a la derecha.
La inscripción que rodea esta parte del sepulcro recuerda la personali-
dad ilustre de la dama allí sepultada:
Aqui iaze la muy egregia senyora doña Maria Ximenez Cotnell: contessa
de Barcelhos: la cual = fino: lanyo de MCCCCLV: lanima de la qual aya parcl-
dís.
El año 1455, claramente legible en el texto, corresponde perfectamente
al estilo de la pintura allí reproducida: el retrato fúnebre de doña María.
Una mala lectura de la fecha provocó que se creyera que había sido su titu-
lar la viuda del infante don Pedro, hijo natural del rey don Dionis, que fa-
lleció en Sigena en l350uu.

Estilísticamente pertenece al Estilo Gótico de transición hacia el natu-


ralismo de tendencia septentrional europea, pero aún conserva vestigios
de las corrientes internacionales de la primera mitad del siglo XV al que
pertenece.
La descripción hecha por don Ricardo del Arco destaca la importancia
de los atavíos, voluntariamente enaltecidos por el artista que pintara la
obra: la condesa, en su efigie pintada trae el biial de brocado ã" oio con ar-
miños. El vestido o falda es de una tela labradcL, de color carmesí y guameci-
do de pieles martas, con mangas anchas y ricas de pliegues. Estti ceñida con
larga cinta o colrea negra pero queda abierto desde la cintura, descubriendo
la vestidura interior. Adoma su cuello un rico collar de oro y del mismo me-
tal cae una cadencL desde los hombros al pecho. (Jn transparente yelo cubre
su cabeza hasta la frente u'.

ó5 "Aragón", en la serie: Espaíia, sus tlxonumentos y artes, su naturaleza e historia. Barcelona,


188ô. cap. II, pp. 120-121.
ó6 La primitiva ubicación del sepulcro de doña María, en lugar elevado de la pared de su capi-
lla, mal iluminada, que dificultaba la lectura de la inscripción que recoge la fecha de su fa-
llecimiento, mas una indicación propuesta por J. Bautista Labaña sobre la identidad de su
titula4 pudieron dar lugar a la equivocación que fue trasmitida por diversos autores hasta
nuestros días. Sin embargo R. del Arco supo esclarecer el erro¡, en "El Monasterio de Sige-
na" , Linajes de Aragón, n" 12 (1913), p. 235. La cita de Labaña dice como sigue:
No Sepulchro de Dna. Maria diz Aqui YaTe la muy Egreya senior D.na Maria Ximenez Cor-
nell, Contessa de Barcelos, e tem estas armas pintadas, em hunt Escudo quadrado de rele-
vo, que estã pegado na tumba, por onde parece que foy molher do Conde de Barcellos, Ve-
yasse quenl foy. o Anno da morte pareceme que diz ensinta, era mil e quatro cerltos, e tan-
tos-
Esta Condessa esta pintadtl na cubierta da tumba, etn lmbito de Secular, e sua lrmá a Prio-
ra no outra tumba, no lnbito de freira.
Y al margen, en nota: Oyo. Esta D.Maria era filha de D.P. o Cornel, e de D.Urraca Artal de Lu-
na, foy molher de D.Po., ftlho del Rey D. Diniz de Portugal segundo a Goncalo gia dos Corne-
les, de Çurita, Veyasse quem er(t este D.Po., he o ntesmo q digo Conde De Barcelos, e Alferz,
mor del Rey D. Dinis seu Pare". (ltinerario del Reino de Aragon, Zaragoza, I 895, p. 98).
67 DELARCo, enlns Sepulcros. (1945) p. 181.
246 LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA

El mismo historiador alude a la frecuencia con que se hicieron tumbas


de madera en la Corona de Aragón en la Baja Edad Media, y la existencia
de documentos parecen confirmarlo, aunque dada Ia fragilidad del mate-
rial resulten mucho más escasas que las realizadas en piedra. Del Arco nos
recuerda que las primeras tumbas de Poblet eran de esta materia y que Pe-
dro IV mandó hacer para don Jaime, úhimo rey de Mallorca, en 1353, una
tumba de madera dispuesta sobre cuatro leones de piedra, la cual encargó al
pintor Simón Despuigus.
Por nuestra parte recordamos que en 1329 Domingo Peñaflol pintor
ciudadano deZaragoza, declaraba haber recibido de don Guillén Pérez de
Calatayud, vecino de la misma ciudad de Zaragoza, cómo ejecutor del últi-
mo testamento del fallecido Ramón Burgos, l0 sueldos dineros jaqueses
por la pintura de una tabla que aquél había dicho con destino a la sepultu-
ra del citado Ramón Burgosun. Para el siglo XV, además de las tumbas de
madera pintada que hubo en Sigena pertenecientes a diversas prioras, que
conocemos por fotografías y descripciones anteriores a su desaparición
con la guerra civil, un nuevo documento, de 14 de rr'arzo de 1443, fechado
en Zaragoza, nos informa de que el pintor Pascual Ortoneda cobraba ese
dia diez sueldos jaqueses porla realización de un ataúd pintado con el que
fue enterrada doña Gracia de Alcalá, mujer que había sido de don Antón
Pertusa, mercader de Zaragoza'o.
El ataúd de doña María Ximénez Cornel fue atribuido por Ch. R. Post
al taller de Martin de Soria, pintor deZaragoza, documentado en la misma
ciudad enfre 1449 y 1487 , fecha de su muerte''. Sin embargo, su autor hoy
sabemos que fue Blasco de Grañén, pintor documentado en Zaragoza en-
ffe 1422 y 1459, año de su muerte, quien lo realizó en fecha cercana a
1455 en que murió su titular. Grañén, tío y maestro de Martín de Soria, fue
artista de acusada personalidad, que ya antes había dado muestras de su
gran valía al recibir el encargo de otras obras para el mismo monasterio,
desaparecidas en la Guerra Civil. Así, realizó Ia pintura de los ataudes de
doña Isabel de Aragón, religiosa fallecida en 1434, hoy en el Museo dióce-
sano de Lérida, y de la priora doña Beatriz Cornel, hermana de la condesa
de Barcelhos, que falleció en 1451. Junto con esto, se le encomendaron, en
Ia década de los años treinta los retablos mayores de las iglesias de las vi-
Ilas de Lanaja y Ontiñena, que peltenecían al señorio de Sigena. Concreta-
mente, el de Ontiñena, fue encargado por doña Beatriz Cornel por figurar
sus armas en el guardapolvos.
Esta atribución queda confirmada estilísticamente si se advierte como
la elegante figura de la finada, doña María Ximenez Cornel, repite fielmen-
68 DEL ARco, ¿os Sepulcros,pp.4Oy 203-204. El día 1 de abril de 1357 se pagaron a dicho pin-
tor 864 sueldos por esta tonlba pintada que feu de manament del Rey.
69 M. SËRRANo v Sanz: "Documentos relativos a la pintura en Aragón durante los siglos XIV y
XY". Rev. de Archivos, Bibliotecas y Museos, XXXIY (1916), p. 463.
70 Sobre las desaparecidas tumbas pintadas de Sigena pertenecientes al siglo XV véase: Del
Auco, Catálogo MonumentaL de Huesca (1947), pp. 400-401, figs. 981, 983, 984 y 985.
El documento de Pascual Ortoneda se encuentra en el Archivo Notarial de Zaragoza, (4. Sa-
labert, 1443, s.f.). Sobre este pintor: Véase: M'. C. Lnc¡.nn¡: "Pascual Ortoneda, pintor del
retablo mayor de la catedral de Tarazona (Zaragoza), nueva aproximación a su estudio".
Boletfn del Museo e Instituto Camón Aznar, XXX (1987), pp. 19-28.
7l AHístoryofSpanishPainting,Vol.\{II,(1941)HarvardUniversityPress,pp.526-527.Sobre
Martin de Soria, pintor de retablos: M'Carmen Lacarra: "Nuevas noticias sobre Martin de
Soria, pintor de retablos (1449-1487)" en; Artigrama (2) 1985,pp.23-39.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 247

te el modelo de belleza femenino, de estilo cortesano, que creara Gañen


(1454) en las escenas del cuerpo del retablo mayor de la iglesia de San Sal-
vador de Ejea de los Caballeros (Zaragoza), felizmente conservado'2'

72 Sobre Blasco de Grañén, su vida y su obra, véase: M". CARMEN LAcARRA: Joyas de un Pati'
monio, Retablo de San Safuador, Eiea de los Caballeros, Zaragoza, 1991.
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Edad Moderna.
Siglos XVI, XVII y XVIII
Juan Francisco Esteban Lorente

I pensamiento escatológico cristiano llevó a la conse-


cuencia de que gran parte de las actitudes del hombre
en vida, sobre todo en la madurez y vejez, además de
amasar la tradicional fortuna, fueran destinadas a una
buena muerte, o mejo4 post-muerte, paîa garantizarse
fama terrena y salvación celeste. El hombre, además de
creer en la Comunión de los Santos, ha considerado a
Dios-juez semejante asimismo, proclive a recomen-
daciones y negocios. Por ello, conscientes de que lo ideal no es amasar
fortunas terrestres que son siempre a costa de otros que pierden dinero o
esfuerzo, los poderosos, no pudiendo renunciar al poder y la fortuna,
consideraron la posibilidad de reducir la es tancia en el Purgatorio y
conseguir un puesto en el Cielo remediando, al final de su vida, algo de la
pobreza que habían originado; a esto se deben las donaciones
testamentarias a pobres y organizaciones piadosas. Pero además había
que asegurarse una conmutación de penas a cambio de oraciones y
recomendaciones del alma a través de misas y plegarias, así nacen los
encargos de misas testamentarias. Como el dinero se deprecia y el encargo
se olvida, se pensó asegurar el encargo fundando capillas y capellanías, ès
deci¡ construyendo arquitectónicamente lugares de culto y suèldo a una o
varias personas que tienen la misión de cultivar el encargo, así la memoria
del objeto garantiza la memoria del encargo. La mayor dotación y lujo de
estas capillas en la tierra garantiza un trato privilegiado en el penal del
Purgatorio.
_ I-ur cofradías y congregaciones de menestrales tuvieron sus propios
fosales en distintas iglesias y monasterios; la continuidad de la asociaðión
garanlizaba, con menos gasto, los mismos fines.
250 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Las diversas órdenes monásticas como los cluniacenses, cistercienses,


dominicos, franciscanos, cartujos o jesuitas, etc., fueron consideradas a lo
largo de los tiempos como las más próximas al espíritu y doctrina de
Cristo y por ello, en cada época, más adecuadas para servir de interme-
diarios en la recomendación del alma. Esto es lo que justifica que órdenes
cuya regla principal fue la pobreza, no la consiguieran, puesto que les
llovían los donativos a cambio de recomendaciones postmortem.
Todo ello tuvo una consecuencia en nuestra Europa: el arte para la
muerte ha tenido tanta importancia, al menos, como el realizado para la
vida.
Después de más de 100 años suprimiendo los restos artísticos de la
Edad Moderna, en Zaragoza nos queda más memoria que obras de
aquellos tiempos, pues nuestra ciudad fue un magnífico mosaico de
capillas e iglesias panteones, que con la escusa de la Guerra de la
Independencia envez de restaurar se han ido suprimiendo.

Museo de Zaragoza
Comenzamos esta memoria con el Museo de Zaragoza ya que conser-
va unos pocos restos del monasterio de Santa Engracia, del de los
Predicadores, dominicos, y otros.
Losa sepulcral de alabastro, con Ia imagen del canónigo Agustín Pnnlz
DE OLIVAN, doctor en artes y teología, de la antigua universidad zarago-
zana. E\ relieve es de cuidada factura y elegantemente vestido. Es el tipo
común de lápida sepulcral ya realizada en piedra o en bronce. La
inscripción en letra gótica, rodeando la lápida, dice:
Sta es la sepuhura: del / Reverendo m(inist)ro øugustin perez de olivan:
doctor en ar / tes y tehologia / canonigo de la seu fenecio en el año mil y
qin(ien)tos.
Angel tenante con escudo de Carlos V, al parecer procedente del
mausoleo de don Juan SpLvacclo, gran canciller de Aragón. A este sepulcro
pueden pertenecer varias figuras fragmentadas de alabastro como una
Visitación, cabeza de San Juan, S. Jerónimo, S. Lucas, y Santa.Ana con la
Virgen. El sepulcro era de alabastro, con cuatro columnas de órden jónico
y sobre la urna, la efigie del cardenal Selvaggio; adornaban los remates
dos escudos de armas reales. Fue contratado en 1518 por Alonso
Berruguete que hacía compañía con Felipe de Bigarny.
Sepulcro de Antonio AcusuN, vicecanciller de Fernando el Católico y
embajador con Carlos V, padre del obispo de Tarragona del mismo
nombre. Murió en 1523. Atribuido tradicionalmente a Alonso de Berru-
guete. Primera mitad del siglo XVI. Procede de Ia capilla de San Jerónimo
del monasterio de Santa Engracia de Zaragoza. Del mausoleo sólo se
conserva parte de Ia urna que tiene forma de bañera con gallones y
cartelas, similar a la que había hecho D. Fancelli para el cardenal Hurtado
de Mendoza en Sevilla; la figura del yacente está vestida noblemente, porta
espada y reposa los pies sobre un león; además hay tres relieves
fragmentados: una figura masculina y dos esculturas femeninas, una de
ellas con carâtula en la mano, que son alegorías de la muerte.
LAS NE,CROPOLIS DE ZARAGOZA 251

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Museo clc Zaragoza. Lápida de D. Agustút Pérez de Olit,tin.


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252 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Relieve del sepulcro del eminente cantor y maestro de capilla de


Carlos V, Juan Boseunl, que murió en 1577, procede del monasterio de
Santa Engracia de Zaragoza. El relieve representa a San Juan Bautista
presentando al difunto, orante, al Niño Jesús que se sienta sobre el regazo
de su madre, sentada en un sillón. Lleva la siguiente inscripción en letra
minúscula cursiva:
In cinerem reditura cubant hic ossa Johannis / bosquet qui natus
hannoniensis erat / musicus excellens cui plurima gratia cantu / qvi
caroli incoluit regia tecta diu / heu juvenem rapuit mors dignum vivere
senper / ut iubilet Cristo fundite corde preces / disce de hinc lector si
exoptes quando quievit / lux fuit augusti denaq (ue) nona simul.
Lápida de alabastro del sepulcro del regente del Supremo Consejo de
Aragón don Juan DE SoRA y THoMAS que murió en 1582. Estaba situada en
la capilla de San Juan Bautista, propiedad de Ia familia, en el claustro del
monasterio de Santa Engracia de Zaragoza. La inscripción mutilada se lee:
DEO OP MAX (imo) / IOANNES SOR ( a IV doctor-J / REGENS CANC (ellariam-) /
REGIS NOSTRIC (--) / C0RONAE ARAG (--) LLO / DIVO Io. BAPTISTAE D (--) 0D
HIR0 / NYM (us) SORA ARCHIPRELS (--) CAESARAUGU(sIae) EI (uÐ / FILIUS ILLI
PATROCINIUM (_-) EMERICU (_-)/ PIENS AMPLIARI ET PERPO (--) ECIT PROPE /
FINEN ANNI MDLXX (XII) SEPULC (--)/ VIVE(N)S QUOD MORTALITATUM AD (-.) /
RET, SIBI ET UXORI CHARISSI (--) ANC (-.) / AB A3EYTIA POSTERISQ(UE) /
CURAVIT, SPERANS IDEO IUV (_-) / XP(IST)O BENEPLACTA AETERNA (--) / SI AD
IPSUM (_-) / SIC MORERE, UT VIVAS (--) / POSTO(UE) RESURGEN (--)

Varios fragmentos de relieves procedentes de otros sepulcros del siglo


XVI del monasterio de Santa Engracia.
Lápida sepulcral en piedra caliza del sepulcro de don Juan Ucanre,
abad del monasterio de Rueda. Es el tipo común de lápida blasonada. Se
adorna con su blasón y la siguiente inscripción:
CONDITVR HOC TVMVLo / CL R(us) VIRTWE. I0AN(n)ES / NOMINE. AB HVGARTE
IN / SIGNI. C0MITAT(us) HONORE / HIC. VICE. PRESVL. MONACHIS / Q(ue)
ROTENSIB(uÐ ABBAS / ATQ(ue) VICARI(u$ HIN' GENERALIS / IN ORDINE FVLSIT /
OBIIT DIE XX SEPTEMBRIS ANO MDCXVI

Lápida sepulcral de don Cristóbal DE BLANcAS y familia, realizada en


caliza gris, procedente del monasterio de Santa Engracia, porta las armas
de los Blanca.s y la siguiente leyenda:
ESTA SEPUNVRA ES / DE XP(iSÐOBAL DE BLAN / CAS Y DOÑA GRACIA / ESPANOL
DE NIÑO / Y SUS DESCENDIENTES / MURIO EN 24 DE /MAIO DEL AÑO / I64I
Lápida sepulcral del doctor en derecho don Francisco Luis Lopp.z
VrlrRruova y familia, procedente del monasterio de Santa Engracia; va
adornada con su blasón y la siguiente inscripción parcialmente mutilada:
ESTA SEPUNURA ES / DEL D. D. FRANCISCO / LUYS LOPEZ DE VIL / LANOVA.
DOCTOR / EN DRECHOS INFAN / CON. Y CIUDADANO / DE CARAGOCA DE LOS /
SUIOS Y DESCENDI / ENTES. EN UNO DE OC / TUBRE AÑO 1ó44

Lâpida sepulcral de la cisterna de la cofradía de Nuestra Señora del


Tránsito y almas del Purgatorio, procedente del convento de Santo
Domingo está realizada en mármol de Calatorao:
LAS NE,CROPOLIS DE ZARAGOZA 253

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Museo cle Zarago'za. Restos clel sepulcro del cûrclenal Seh'ttggio.

ESTAS QUA(T)R'/ CISTERNAS / DE LA / COFAD(ri)^ DE N(uestr)n. S. / DEL TRANSITO,


/ I ALMAS / DE PURGATORIO / SE RENOVARO(N) /ANO 1652
Lâpida sepulcral de Miguel Antonio Ros y familia, va adornada con su
blasón y la inscripción:
254 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

ESTA SEPULTURA / ES DE MIGUEL / ANTONIO ROS / LOS SUIOS SUS /


DESCENDIENTES / I SE PUSO EL ANO / D8 1672.

Lápida sepulcral en mármol negro de Calatorao. Obra del siglo XVII.


Procede del panteón de los Diputados del Reino. En la parte superior va
decorada con escudo de Aragón. En Ia parte inferior lleva la siguiente
leyenda:
ESTA SEPULTURA / I PANTEON ES DE LOS / ILUSTRISIMOS, SE / ÑORES
DYPUTADOS DE / (ARAGON)

Lâpida sepulcral en caliza gris, de Ia segunda mitad siglo XVII, está


inacabada ya que se dejó sin poner el día, mes y año de la muerte del
rector don Pablo Acusux DE BAEZA que la encargó. Lleva la siguiente
inscripción:
ESTA SEPUNURA ES / DE LOS RETORES DE / ESTA YGLESIA MAN / DOLA HACER
EL DO / TOR PABLO AGUSTIN / DE BAEZA RETOR EL / ANO Ióó6 EN EL / QUAL SE
REEDIFICO / LA IGLESIA MURIO / A _ DE _ / DEL ANO 16
-

Otros recuerdos
entre los muchos desapørec¡dos
Jaime Exentcu, fue profesor de Humanidades de la Universidad de
Zaragoza, racionero y arcipreste de La Seo, diputado en el Concilio de
Trento, propuesto para cronista de Aragón en competencia con J. Zurita.
Murió en 1552 y fue enterrado en la iglesia de Santa Engracia, su epitafio
lo escribió don Juan de Lanuza.

Museo de Zaragoza. Restos del sepulcro del t¡icecanciller Antonio Agustín.


LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 255

Museo de Zaragoza. Ltipida del ntúsico Juan Bosqued.

Gaspar Lax, distinguido filósofo y matemático, doctor en teología, fue


catedrático de la Sorbona de París, profesor de Luis Vives y de S.
Francisco de Borja, Racionero de Mensa de Maestro Mayor de La Seo;
Don Hernando de Aragón lo nombró coadjutor. Murió en 1560 y fue
256 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Mtrsco cle Zaragoza. Lapida de Juan de Ugarte.


LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 257

enterrado junto a la grada del presbiterio de la iglesia de San Nicolás de


Bari bajo una lápida con su efigie y blasones, su epitafio decía :
HIC YACET GASPAR LAX ARTIUM ET SACRAE THEOLOGIAE DOCTOR ACADEMIAE
CAESARAUGUSTANAE VICECANCELLARIUS ET RECTOR QUI OBIIT 23 MENSIS
FEBRUARII I560

En la misma iglesia tienen sepultura las Prioras Canonesas del Santo


Sepulcro y Don Pedro Cerdán, señor de Sobradiel.

Jerónimo ZunIra y CASTRo, nombrado en 1548 primer cronista de


Aragón, secretario del Consejo y Câmara del rey Felipe II, del Consejo de
Ia Inquisición, protonotario de los reinos de la Corona de Aragón,
coordinador del Archivo General de Simancas, etc. Murió en 1580 siendo
enterrado en el monasterio de Santa Engracia con un epitafio que encargó
su hijo al jesuita Andrés Schotto, catedrático de letras humanas de la
universidad y que se conser-vó hasta la Guerra de la Independencia.
HIERONYMUS SURITAE MICHAELIS F. GABRIELIS N. CAESARAUGUSTANO
HISTORIAE ARAGONIAE DILIGENTISSIMO ATQUE ELECTO SCRIPTORI PATRI B, M.
HIERNYMOS F. POSUIT VIXIT ANNOS LXVI MENSES XI.

Pedro Calixto Ratun¡2, estudió en las universidades de Huesca, Lérida


y Zaragoza, fue catedrático de leyes de esta última, del colegio de
abogados de Zaragoza, asesor del zalmedina y de la real cancillería,
lugarteniente de la corte del justicia de Aragón, presidente del consejo
criminal del reino. Falleció en 1627 y fue enterrado en la iglesia de San
Juan Viejo, su epitafio era:

AQUI ESTA ENTERRADO EL M. ILUSTRE SEÑOR DOCTOR D. PEDRO CALIXTO


RAMIREX, LUGARTENIENTE DE LA CORTE DEL JUSTICIA DE ARAGON Y
PRESIDENTE DEL CONSEJO CRIMINAL Y CIUDADANO DE ZARAGOZA. MURIO A 21
DE DICIEMBRE DEL AÑO 1627 DE EDAD DE 63 AÑOS.

Fray Marco Gu¿rele¡eRe JevIBnRe, carmelita, doctor en teología por la


universidad de Zaragoza, prior del convento de Alcañiz; su dedicación a
los estudios históricos Ie mereció ser cronista general de su orden. Murió
en 1631 en el convento del Carmen de Zaragoza donde fue enterrado bajo
un epitafio que compuso el maestro Alegre de Casanate.
Diego Antonio Fn¡NcÉs DE URRIGoITI y LERMA, doctor en leyes por la
universidad de Salamanca, rector de la de Zan:agoza en 1648, canónigo y
deán de la catedral de Tarazona, arcediano de Calatayud, arcipreste de
Daroca, etc., diputado del reino, obispo de Barbastro, Teruel y Tarazona,
en esta ciudad murió en el año ló82, fue enterrado en el convento de San
Lâzaro de Zaragoza, en su capilla mayor de Ia que era patrón.

Melchor SpRRe¡ro DE SAN Nrcoles DE ToLENTTNo, escolapio, enseñó


humanidades, filosofía y teología en el colegio de Zaragoza, en el de
Valencia del que fue rector y donde fue examinador sinodal y calificador
del Santo Oficio de la Inquisición, coadjutor del arzobispo de Valencia y
después obispo de Arcen. Murió retirado en Belchite el 31 de diciembre de
1800 y fue enterrado el 3 de enero de 1801 en el colegio de escolapios de
Zaragoza.
258 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

La catedral de La Seo
Don Alonso lr, AnacoN, hijo natural del rey don Fernando el Católico;
arzobispo de Zaragoza, murió en 1520, está sepultado bajo su lauda de
bronce, en el presbiterio de La Seo, que mandó poner su hijo don Hernan-
do, también arzobispo de Zaragoza en 1558. Juan lE Anacoru, hijo del
anterior, y también arzobispo, murió en 1530; sepultado en el presbiterio
bajo una plancha que mandó colocar su hermano don Hernando. En el
lateral del evangelio junto al sepulcro del arzobispo don Juan de Aragón,
muerto en 1473, hijo del rey Juan II, está una lápida que recuerda que allí
está enterrado el corazón del príncipe Barresan CanI-os, hijo del rey Felipe
IV, que murió inesperadamente en Zaragoza en 1646. Y en la entrada al
coro una lápida recuerda que durante mucho tiempo estuvo allí el
sepulcro de San Pslno AnnuÉs.

Capìlla de San Bernardo


Esta es la capilla funeraria del arzobispo de Zaragoza don Hernando
de Aragón, quien dispuso en ella su propio enterramiento y el de su madre
doña Ana de Gurrea, ambos uno a cada lado del retablo principal dedicado
a San Bernardo, reformador del Cister, ya que don Hernando profesó en el
monasterio cisterciense de Nuestra Señora de Piedra.
Este es uno de los conjuntos escultóricos más bellos y completos de la
época renacentista. Se conocen los diversos contratos realizados con los
escultores de las obras: en primer lugar el arzobispo contrató su propio
sepulcro con el escultor Bernardo Pérez en 1550, dos años después
contrató el de su madre con el escultor Juan de Liceire y en 1553 la
escultura del retablo central con Pedro Moreto y la reja con Guillén de
Trujarón. Fue, al parece4 Juan de Liceire quién terminó toda la obra que
se consagra solemnemente en 1557. Toda la obra se ejecutó en alabastro
de Gelsa siguiendo las trazas que les facilitó el arzobispo (trazas que muy
posiblemente hiciera Jerónimo Cósida).
Los tres conjuntos son muy homogéneos, formando fientes tetrástilos
de columnas corintias totalmente llenas de decoración de grutesco, así
como los frisos, basamentos y demás partes en un espléndido horror al
vacío.
El retablo de San Bernardo tiene banco, cuerpo y remate, separándose
tres calles por medio de las columnas adelantadas al fondo con sus
pedestales y entablamentos resaltados; los retablos sepulcro laterales son
de similar estructura pero contrastan con el central ya que se organizan
con una calle central enmarcada por entrecalles, de modo que, en ellos, las
columnas con su basamento y entablamento se adelantan formando
bloques independientes y enmarcando esculturas exentas, siguiendo
tradición italiana ya importada en los sepulcros españoles. Las urnas
funerarias, en forma de caja, al modo acostumbrado en este momento del
Renacimiento, se adornan con virtudes dispuestas en hornacinas
flanqueadas por pilastras jónicas en don Hernando y corintias en doña
Ana; sobre ellas las estatuas yacentes de los difuntos. Uniendo los sepul-
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 259

cros laterales y el retablo, en unas capilletas, se esculpieron seis relieves


representando monarcas y prelados orantes (los antecesores de don
Hernando).
El retablo de don Hernando contiene en el centro un crucifijo
contemplado por San Juan evangelista, San Pablo y San Jerónimo, la
escena está flanqueada por las esculturas de los obispos S. Valero y S.
Blas, igualmente los medallones en relieve de S. Lorenzo y S. Vicente

Catedral de La Seo. Capilla de San Bemardo. Retablo (fot. Arxiu Mas).


260 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

catedral de La seo. Capillade san Bernardo. sepulcro de Doña Ana (fot. Arxiu Mas).
flanquean al Salvador en el Juicio Final que aparece en el remate semicir-
cular. En el epitafio se lee:
D. FERNANDUS AB ARAGONIA ALMAE HUIUS ECCLESIAE ARCHIEPISCOPUS
GENERE, DOCTRINA MORIBUS ILLUSTRIS QUI EAM NEC SOLAM AMPTIFICAVIT
AEDIFICIIS LOCUPLETAVIT DONIS EXEMPLIS MIRIFICE ILUSTRAVIT
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 261

D. Fernando de Aragón, arzobispo de esta vivificante iglesia, ilustre


por su nacimiento, doctrina y costumbres, que no sólo se cuidó de ampliar
su fábrica y enriquecerla con sus dones, sino que la enalteció con sus
maravillosos ejemplos.
EI retablo de doña Ana representa en el centro un relieve de la
Sagrada Familia, y a los lados las estatuas de San Juan Bautista y Santiago
el Mayor, en el tímpano el nacimiento de la Virgen y en los medallones las
santas Marta y María Magdalena. La difunta, yacente, viste el hábito de la
Orden de Santiago y en su epitafio se lee:
DNAE ANNAE GURREAE NOBILI PIAEQUE MATRI FILIUS ILLUSTRISS AC PIENTISS
FERD. DE ARAGO. CAESARAUGUSTAE ARCHIEPISCOPUS ANNO M,D.LII

A doña Ana de Gurrea, noble y piadosa madre, su hijo el ilustrí-simo y


piadosísimo Fernando de Aragón, arzobispo deZaragoza, el año 1552.
El retablo titular recoge en su parte central el relieve de la aparición
de la Virgen a San Bernardo, en el banco la Circuncisión, Matanza de los
Inocentes y Jesús entre los doctores, además de cuatro obispos situados en
las hornacinas de los pedestales; en las calles laterales el Nacimiento y la
Presentación en el templo. El remate lo forma un precioso medallón con
una Trinidad antropomorfa, sobre la que aparece un angelote llevando los
instrumentos de la Pasión y debajo un pequeñito relieve con el Bautismo
de Cristo. El blasón del fundador corona asimismo los tres retablos y
ocupa las esquinas de la capilla.

Capìllø de Søn Miguel


Es la capilla funeraria de don Gabriel Zaporta, fundada para serwir de
panteón familiar en 1569. Las obras se contratan y realizan desde
noviembre de ese mismo año hasta 1578. Gabriel Zaporta tiene su
ascendencia en judíos conversos oriundos de Monzón, casó en 1549 en
segundas nupcias con Sabina Santangel, de acaudalada familia también
de ascendencia judía; en aquellos años es sin duda una de las personas
más importantes y acaudaladas de Zaragoza, mercader de lanas prefe-
rentemente, arrendador de censales, había sido regente de la Tesorería
General de Aragón, y desde las cortes de 1542 era Señor de Valmañá.
Intelectual, culto y caprichoso, personalmente vigila y corrige las
trazas, así lo hizo con las de la mazonería del retablo, del que era
responsabìe el artista mallorquín Miguel Salban, quien a su vez encargó la
escultura a Juan de Ancheta, la policromía de Ia misma a Jerónimo Andrés
y la del retablo a Juan Ribera menor. La portada de la capilla la ejecutó en
estuco Francisco de Santa Cruz y su hijo Jerónimo, siguiendo un boceto
del Maestro Tomás. La reja lahizo Guillén de Trujarón a semejanza de la
que había hecho para la capilla de San Bernardo. En 1576 se ejecutaron
Ias pinturas murales, obra de Pietro Morone, natural de Siena. Finalmente
la lauda sepulcral en bronce se encargó en 1578 a Hernando de Avila.
La lauda, que se conserva en el museo de la catedral, representa la
figura del fundador vestido, noblemente, a la usanza de Ia época, en las
esquinas su blasón y rodeándole una inscripción que dice:
262 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

QUIS IACET ID / ARMORE GABRIEL CAPORTA VIR INTEGERRIMVS


- --
Q(UE) MORI / BUS _MO PP ISIGNISB ? / ET ISIGNIS P ETATE INPESISSIMO.
OBIITAUTEMANNO I579 - -
La portada de la capilla es típica de un manierismo ornamental. En
forma de arco triunfal tiene sus pilastras corintias cajeadas y ocupadas
con alegorías de virtudes enmarcadas en hornacinas y recortes; en las
enjutas una Anunciación y en el centro del friso el escudo de Zaporta (una
puerta); un frontón curvo partido y adornado con angelotes remata el
conjunto.
En el interior destaca el retablo de caprichosamazonería, mucho más
ornamentada de lo que corresponde para la época, pero que se debe al
gusto particular del patrón. La escultura realizada en alabastro es obra dgl
lr'âs avanzado escultor de aquellos años, Juan de Ancheta, que llamó y
llama hoy la atención por la potencia de sus gestos. El centro del banco lo
ocupa el grupo de la Anunciación, a los lados los evangelistas y las santas
Lucía y Apolonia (éstas en madera ). La estr-uctura del cuerpo del retablo
es profundamente manierista, con cuatro columnas gigantes que se
adelantan delimitando dos entrecalles laterales que agobian unas
hornacinas donde aparecen las esculturas de S. Juan, S. Francisco, S.
Jerónimo y S. Guillermo de Bourges; en el centro una gran hornacina con
los tres Arcángeles. El remate tiene una capilleta con el Calvario y un
templete circular a cada lado y diversas virtudes. El retablo está
caprichosamente flanqueado por unas alas con estípites y remates en
Êrontones curvos que soportan a los santos Pedro y Pablo; así se llena
totalmente el muro frontal.
Los muros laterales son ocupados por pinturas murales en deficiente
estado de conservación con cuatro grandes escenas de la infancia de
Cristo: Visitación, Presentación del Niño en el templo, Nacimiento y
Adoración de los Reyes. Además en el dorso de la portada aparecen los
doce apóstoles y en las esquinas los retratos orantes de los fundadores,
don Gabriel Zaporta y su mujer Sabina Santangel.

Cøpíllas
Martín DE FUNES y LAFIGUERA, estudió leyes en las universidades de
Huesca, Alcalá y Salamanca. Canónigo penitencial de La Seo, confesor del
rey, obispo de Albarracín. Tuvo gran devoción al Cristo del Trascoro de La
Seo, imagen que le habló en la noche del 12 de septiembre de 1631. Murió
en Albarracín en 1ó54 y fue entenrado en la capilla del Santo Cristo en el
trascoro de La Seo en 1701.
Su sepulcro lo forma una urna y sobre ella la estatua orante del
difunto. El epitafio dice así:
HAC URNA CLAUDITUR ILLUSTRISSIMUS ET REVERENDIS. DOMINUS D, D.
MARTINUS DE FUNES LAFIGUERA ET ZAPATA, EX NOBILI GENERE EX BUBERCA
NATUS, IN MAIOR OSCENSI ALUMNUS. IN VALENTINO REGNO REGIORUM
SENATUM MODERATOR, AC IN SUO ARCHIEPISCOPATU VICARIUS GENERALIS. IN
CAESARAUGUSTANA METROPOLI CANONICUS, ET REGIS PHILIP. IIII
PAENITENTIARIUS AD EPISCOPATUM DE ALGUER ELECTUS, AD TANDEM IN
ECCLESIA ALBARRACINENSI MERITISSIMUS EPISCOPUS. OBIIT DIE XXXI
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 263

DECEMBRIS ANNO DOMINI 1ó54, AETATIS LXI, CUIUS MEMORIA PROPTER


SCIENTIAM, DOCTRINAM, PIETATEM, ET RELIGIONEM IN QUIBUS FLORUIT
FELICITER POST CINERES VIVET.

Muchas otras capillas de este templo tuvieron sentido funerario


aunque hoy lo hayan perdido, tal es el caso de la capilla de San Benito,
fundada por don Hernando de Aragón como panteón para sus criados. La
capilla del Monumento de Semana Santa fue originariamente el panteón
familiar de los Marco, fundada por don Domingo Marco y su hermano el
conocido abad de Veruela don Lope Marco, Vicario General de don
Hernando; este don Lope murió enZaragoza en 15ó0 y está enterrado en
un bello sepulcro en su monasterio. Entre 171L y l7l2 se renovó total-
mente Ia capilla para su uso actual, bajo el patrocinio de don Manuel
Marco, canónigo penitenciario.
La llamada capilla del Nacimiento es el panteón del mercader
Jerónimo Fr,nn¡,n C¡nnan el indiano, quien fundó la capilla en 1584, ya
había fundado los colegios de San Vicente Ferrer y San Jerónimo, la
terminación de las obras las dirigió su viuda Ana Clavero. Se desconoce el
pintor del retablo dedicado a la Natividad y rodeado de los santos
protectores del fundador. Destaca la tabla central de la predela que
representa una compleja alegoria de la salvación cristiana, aludiendo al
tradicional Milenio del descanso y gobierno feliz de Cristo que precederá a la
definitiva resurrección de los demás cristianos.
En la capilla de Nuestra Señora de la Blanca están varias laudas
sepulcrales; entre ellas las de los arzobispos don Andrés Santos, 1585; don
Alonso de Gregorio, 1602; don Juan de Guzrnân,1634; don Pedro Apao-
laza, que había dotado la Universidad de nuestra ciudad, y murió en 1643.
La capilla de Santiago es el panteón del arzobispo don Antonio Ibañez de
la Riba, su fundador, que murió en 1710 y fue enterrado aquí en 1780. La
misma capilla de San Pedro Arbués puede considerarse su propio panteón,
cuyo sarcófago constituye hoy la mesa altar.
La capilla de Santas Justa y Rufina es el panteón de la familia de los
duques de Villahermosa y condes de Luna: don Juan Pablo de Aragón
Azlor Zapaia de Calatayud y de sus hijos don Victor Amadeo y don José
Antonio Aragón Azlor y Pignatelli, XIII duque de Villahermosa y Conde de
Luna y de su mujer doña María del Carmen Fernández de Córdoba y
Pacheco y de los hijos de ambos, don Manuel y don Marcelino y la esposa
de éste doña M^. Josefa Idiaquez del Corral, XIV duques de Villahermosa,
y su malogrado hijo Marcelino. La placa conmemorativa la colocó doña
María del Carmen de Aragón Azlor de Idiaquez XV duquesa de Villa-
hermosa, condesa viuda de Guaqui.
La capilla de Nuestra Señora de las Nieves fue el panteón del
arzobispo Pedro Manrique a quien su hermana Ia condesa de Puùo en
Rostro le erigió un sepulcro en 1ó15, pero fue renovada y conserva sólo
una lápida de recuerdo colocada en 1802. En la capilla de Santo Domin-
guito de Val yacen los restos de Domingo Andreu y Oliván y de su hijo
Agapito Andreu y López (1793) y del maestro de capilla don Domingo
Olleta (1895).
En el atrio de San Bartolomé descansaron los restos de don Juan
Arruego, racionero de La Seo e historiador que, tras fundar un monte pio,
murió en 1,673,hoy tiene una lápida que lo recuerda.
264 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Iglesia de San Pablo


Sepulcro de Don Diego Monreal,
en la capilla de N". S*. del Rosario
Diego le MoNnnel, obispo de Huesca, estudió en Ia universidad de
Zaragoza, fue catedrático de la de Salamanca, visitador general de los
obispados de Segovia y Cuenca, canónigo de La Seo, obispo de Jaca y de
Huesca. Murió en Zaragoza en 1607 , sepultándose en su propia capilla de
la iglesia de San Pablo (que en origen estaba dedicada a Santiago y hoy a
la Virgen del Rosario).
El sepulcro es de mármol blanco y de bella factura, está colocado bajo
arcosolio, consta de una urna, o sarcófago, en forma de caja adornada
simplemente por la cabeza alada de la muerte y el epitafio en el que se lee:
D.O,M, HIC YACET SEPUNUS D. DIDACUS A MONREAL EPS. OSXENSIS VIXIT ANN
LXIV OBIIT DIE ULTIMA JULII ANNI DOMINI MDCVII ANIMA EIUS REQUIESCAT IN
PACE

Sobre el sarcófago aparece yacente la imagen del obispo, obra muy


cuidada y a sus pies y cabecera interceden los santos Pedro y Pablo. La
pared la ocupa un retablo de una sóla casa representando en relieve la
Resurrección de Cristo, como alegoría a Ia salvación del difunto. El
enmarcamiento de esta escena es sobrio pero muy rico ya que al tradi-
cional marco de oreja, muy moldurado, se Ie añadieron unos mensulones
de volutas y paños que sostienen unas cabezas y éstas, a su vez, el vuelo
del entablamento; se corona con un frontón partido para recoger el escudo
de don Diego de Monreal.

Dominicos
Algunos restos de diversos mausoleos del antiguo convento de
Predicadores, padres dominicos, se encuentran recogidos en la actual
parroquia de Santiago el Mayor, anteriormente iglesia del convento
dominico de San Ildefonso, y otros en el Museo Provincial.

Parroquia de Santiago el Mayor.


Iglesia de San Ildefonso
En el centro del presbiterio se encuentra la lápida sepulcral del
fundador don Alonso re VIllelpeNlo, quien al morir en 1604 dejó sus
bienes para la fundación del convento de San lldefonso de Zaragoza, y
efectivamente este convento dominico e iglesia se fundó al año siguiente
en 1ó05. Adornada con su blasón y epitafio se colocó en 1694.
Mausoleo del cardenal Jerónimo XAVIERRE, que murió en Valladolid en
1608 y fue traido a enterrar al convento de dominicos de Zaragoza.
Natural de Zaragoza, se formó al ingresar en los dominicos predicadores
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 265

Iglesia de Santiago el Mayor. Sepulcro del cardenal Xaúene (fot Arxiu Mas).
de esta ciudad, del cual será luego cuatro veces prior. Recién fundada Ia
universidad de Zaragoza por el Arzobispo Pedro Cerbuna, será su primer
266 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

catedrático deprima de teología, ejerciendo el magisterio durante 14 años.


Fue General de su religión, confesor del rey Felipe III y de su Consejo de
Estado y el papa Paulo V lo hizo cardenal en 1607 con el título de San
Sixto. Todo ello y la sucinta mención de su personalidad lo quisieron
recordar sus hermanos en religión en el epitafio de su sepulcro, que
originariamente estuvo situado en la Capilla del Capítulo, del claustro del
convento de Predicadores.
El sepulcro es de alabastro, tiene la forma de retablo tradicional en
estos momentos, con un gran basamento que constituye la urna sepulcral
con su correspondiente inscripción, la flanquean dos podios con su blasón
que soportan a sendos santos dominicos, que originariamente fueron S.
Raimundo y S. Vicente Ferrer. El cuerpo es un frontis tetrástilo de
pilastras corintias con dos columnas adelantadas, el centro estuvo
ocupado por Ia estatua orante del difunto y hoy aparece sólamente la
imitación del paño dosel. Remata con una capilleta heráldica flanqueada
por dos bellas volutas. Todo va adornado con calaveras, huesos y brazos y
en el frente de la urna un epitafio que dice así:
D.0.M.
FR. HIERONIMUS XAVIERRE CESARAUGUSTAN, S.R.E. CARDENALIS,
QUEM OB EMINENTEM SAPIENTIAM, INCORRUPTA(M) INTEGRITATE(M),
ADMIRABILE(M) PRUDENCIA(M), SINGULARE(M) AC PROPE DIVIN. PIETATE(M),
PATRIA, PRIMARIA THEOL. MASCE(N)TIS ACADEMIAE CATEDRA,
B.P DOMINICUS TOTIUS ORDINIS GUBERNATIONE,
PHELIPUS II REGII CONFESSARII AC STATUS CONSILIARII MUNERE,
PAULUS V P. M, SACRA PURPURA, CERTATM ORNARE PROPERARUNT.
VIRTUTUM CUADRIGA SUBLIMIS: ABIIT VALLISOLETI
D.II. SEPTËM. A, SUO LXII CHRISTI. M. DC. VIII. HEU QUALIS, QUANTUSQ. VIR
CUI UTI CHARISS. F. PATRIQ HOC COENOVIU(M)MOESTU(M)POSUIT.

Frente a este sepulcro, en Ia misma capilla del convento de Predica-


dores, hubo otro mucho más suntuoso, labrado en Génova hacia 1638, era
el del Inquisidor General y primer prior del convento de San Ildefonso
Fray Luis DE ALIAGA que murió en 1626', lo costeó su hermano Fray
Isidoro, arzobispo de Valencia. De este grandioso sepulcro sólo se
conserva un gran blasón en el Museo de Zaragoza y la escultura orante
acompañada por dos santos dominicos, así como su lápida, en el patio del
palacio episcopal.
En la lápida se puede leer lo siguiente:
D. O. M. / FRATER LUDOVICUS ALIAGA, ORDINIS PRAEDICATORUM, SACRAE
THEOLOGIAE MAGISTER PRIMUM IN / SUO ORDINE LITERARUM ET PRUDENTIAE
INSIGNI OPINIONE CLARUS MAGNISQUE MUNERIBUS / PERFUNCTUS A
GENERALI ORDINIS MAGISTRO OB CONSILIORUM PRAESTANTIAM IN PARTEM
CURARUM / ET PUBLICAE ADMINISTRATIONIS ASSUMPTUS DEI PHILIPPO ilI
HISPANIARUM REGI CATHOLICO A / SACRIS CONFESSIONIBUS ET A CONSILIO
STATUS AC GENERALIS HISPANIARUM INQUISITOR EXIMIA APUD / EUNDEM
PHILIPPUM GRATIA ET AUCTORITATE FUIT A QUO SUMMAE NEGOTIORUM
IMPOSITUS / REPUBLICAM, PRAECLARA FIDEI, PRUDENTIAE, INTEGRITATIS ET
CONSTANTIAE LAUDE GESSIT, RELIGIOSI / INSTITUTI SUI OBSERVANTISSIMUS
CUIUS AMORE INGENTES HONORES AMPLISSIMUSQ(UC) DIGNITATES A REGIBUS /
OBLATAS NON ADMISIT VIR PROBISSIMUS ET PRUDENTISSIMUS COMMUNEM
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 267

OMNIUM ORDINUM / ET NATIONUM APROBATIONEM ET COMMENDATIONEM


MAGNIS SUIS MERITIS ADEPTUS CUM / PROSPERIS ET ADVERSIS AEQUE
COMPOSITUS POST MAXIMOS INFRACTO ANIMO UNO EODEMQUE / PERPËTUO
VIRTUTIS TENORE EXANLATOS LABOREM IN COENOBIO SUI ADINIS
CAESARAUGUSTANO / UBI PRIMUM HABITUM SANCTAE RELIGIONIS INDUERAT
INTER FRATRES SUOS QUOD SEMPER OPTAVERAT / PLACIDE OBIIT III NONAS
DECEMBRIS AN(N)O SALUTIS + MDC + )üVI + AETATIS SUAE LX MENSIS II DIE III
-/ H. S. E. /FRATER ISIDORUS ALIAGA EIUSDEM ORDINIS ARCHIEPISCOPUS
VALENTINUS FRATI SUO / AMANTISSIMO ET OPTIME MERENTI / P

Al titular, de tamaño mucho mayor que el natural, se le ha repre-


sentado orante, arrodiliado sobre un almoadón. A los lados fueron dos

Restos del Seplrlcro de Fray Luis de Aliaga (Museo dcZaragoza).


268 cuADERNos DE zARAGozAqs

santos dominicos. Los que se conservan en el palacio episcopal hay que


completarlos con los dos del sepulcro del cardenal Xavierre; de modo que
hoy son dos parejas desemparejadas.
Merece destacarse que el antiguo y desaparecido convento de
Predicadores albergaba en su iglesia muchas nobles sepulturas, allí tenían
fosa desde el siglo XV la familia Laxuza, y los vizcondes de Enor que
ocupaban la capilla mayor. A principios del siglo XVI, la boca de la
cisterna de los vizcondes de Ebol estaba adornada con una escultura de
San Onofre, que hoy se conserva en el Museo Provincial, atribuida a
Damian Forment.
La capilla mayor fue suntuosamente adornada justo después de
mediado el siglo XVI, pasando a ser toda ella panteón familia¡ para
sepultura de don Felipe GarcnRAN DE PINos v Casrno, vizconde de Ebol y
almirante de Felipe II, que murió en 1590. También se enterró su hijo, el
célebre humanista y anticuario don Gaspar GaLceRAN Cesrr.o Y DE PINos,
GunnB,q v An¡cox, que murió en 1638, según rezaba su epitafio.

Iglesia de San Carlos Borromeo


Capilla de San José
En la iglesia de San Carlos Borromeo, que fue del antiguo colegio de
padres jesuitas, se encuentra la capilla de San José. Esta capilla, que es
recinto independiente y separado de la iglesia, es el panteón de los duques
de Villahermosa y condes de Luna, etc, don Carlos l¡, An¿co¡.t y doña
María E¡¡ntou¡,2. Fue fundada por ésta, ya viuda en 1692. Una inscripción
que rodea el muro lo recuerda:

A. M, D. G. AD VOTUM ET SUMPTOS EM" DN^ MARIA ENRIQUEZ DE GUZMAN


DUCISSA DE VILLAHERMOSA, COMISA DE LUNA, SASTAGO, MORATA, FICALLO, CtC.
EXMI CAROLI ARAGONI DUCIS INCLITI DIGNISIMA CONIUGIS ANNO DOMINI 1ó92.

El ingreso de la capilla viene presidido por dos bellas esculturas en


madera dorada, que son alegoría de la Fe y la Incredulidad; el conjunto
interior de la capilla, que es una pequeña iglesia, está dedicado al
Santísimo Sacramento, es por ello que se decoró con seis grandes lienzos
pintados por Vicente Berdusán en L693, con temas alusivos a visiones
eucarísticas tomadas de las vidas de diversos santos: S. Bernardo, Santa
Teresa, S. Estanislao de Kostka, S. Carlos Bor-romeo, S. Buenaventura y S.
Antonio de Padua; Ia decoración pictórica se completa con una serie de 8
cobres con temas de la vida y pasión de Cristo, que son de pintura anterior
a la capilla y no realizados al efecto. El retablo mayor de madera estofada
y policromada, con columnas salomónicas y estructura tradicional en esos
últimos años del siglo XVII está dedicado a San José, tuvo unas pequeñas
esculturas de muy buen estilo que llevaron a suponer próximo al de Pedro
de Mena y que otros piensan de procedencia napolitana.

A los lados del retablo, en hornacinas verticales, se realizaron los


sepulcros de los duques de Villahermosa que aparecen adornados por sus
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 269

Iglesia de San Carlos Borromeo. Sepulcro de don Carlos de Aragón (fot. P. J. Fatás).
270 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Iglesia de San Carlos Borromeo. Sepulcro de doña María Enríquez (fot. P. J. Fatás)
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 271

Iglesia de San Carlos Borromeo. Capilla de San José. Exteriol (fot. P. J. Fatás).

estatuas orantes. El marco y los sepulcros son de mármol negro,


destacando las esculturas en mármol blanco, son de muy buena factura y
gran realismo, denotando los influjos escultóricos de Bernini.

La Cartuja Baja
La Cartuja de la Concepciån o Cartuja Baja fue fundada en ló49 por
doña JerónimaZaporta Albión, ya viuda y ejecutora testamentaria de la
voluntad de su marido; la concibió como panteón familiar para sí y para
su marido Alonso de Villalpando y Funes, garantizândose de esta manera
la recomendación del alma por la orden que se consideraba más cercana a
272 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

los presupuestos evangélicos de renuncia al mundo. Aunque don Alonso,


muiió en 1630 y doña Jerónima en 1650 las obras del monasterio, hoy
arruinado, realmente no se empiezan hasta después de 1668, y la iglesia es
consagrada en 1731, aunque su arquitectura ya estaba terminada en 1718.
Las lápidas funerarias de los fundadores se conservan en el crucero,
lateral del evangelio:
HIC IACET
DD. HIEROMMA ZAPORTA ET ALBION DOMINA
VALLIMANNAE ET D. ILDEFONSUS DE VILLALPANDO UXOR
QUEM VIVUM CONIUGEM AEQUASSIMIS LEGIBUS ADAMAVIT
HUMC PRA MORTUUM CHARITATE SUBSECUTA EST
HUIC ENIM CARTHUSIAE AMPLIFICANDAE RELICUIT OMNIA
PRAEDIA FORTUNAS ATQUE PRAECORDIA
PROFECTO EA ERAT DUM UITA VIVERET VITAE RATIO
UT SAECULI ILLE CEBRAS MUNDI LUXUS RERUMQUE ORNAMENTA
INTERAMPLISSIMAS PATERNAE DOMUS DOTES PLERUMQUE NOXIA
, HUMILITATE VICERIT MODESTIA FREGERIT
ET PARTITATE PENITUS AMPUTAVERIT
SED ENIM OUEAS MORS OMNIBUS DEFLENDA EDIPUIT OPES
HAE PAUPERIBUS ET HOSPITALIBUS APUD CARTHUSIANOS OBTIGERUM
VIXIT ANNIS 75 OBIIT 7 KALENDAS OCTOBRIS

HIC IACET
D.D. ILDEFONSUS DE VILLALPANDO
GENERE POTENS. SED CHRISTI CHARISMATIBUS CLARIOR
QUI EX CONIUGE NULLAM SUSCCEPIT SOBOLEM
HUNC EFFUSA PIETAS MULTARUM FECIT PARENTEM
PAUPERUM PORRO PATER FUIT MAGNIFICUS
DUM INSIGNE DOMI SUAE BENEFICENTIAE EREXIT HOSPITIUM
TANDEM IN MORTE ALIORUM INOPIA SUBLEVATA
DIVES FACTUS ET MERITIS LOCUPEIOR
INMORTALEM BONORUM SUORU QUAERENS HAEREDEM
OMNIPOTENTEM DOMINUM INSTITUIT
QUID NAMQUE FORTUNARUM ERAT RELIQUUM
CONSTRUENDO MONASTERIO ALENDISQUE MONACHIS
PRO CARTHUSIANA FAMILIA TESTAMENTO LIGAVIT
VIXIT ANNIS ó3 OBIIT 9 KALENDAS NOVEMBRIS
1 ó30

Cartuja de Aula Dei


Capilla y sepulcro de Jerónimo Son¡ v Azpr,trIa, hijo de don Juan Sora,
regente del Supremo Consejo de Aragón. Don Jerónimo se dedicó a los
estudios históricos, fue arcipreste del Salvador, capellán de honor de
Felipe II, no aceptó el obispado al que fue propuesto por tres veces, murió
en 1627. Había adornado la capilla de Nuestra Señora en la Cartuja de
Aula Dei y allí fue enterrado. Su epitafio reza así'.
ILLIS DD. HIERONYMUSSORA ARCHIPRESB. CAESARAUGUSTAN PHILIPPI II,
HISPANIARUM REGIS CAPILLANUS DESIGNATUS, CONCLAMATUS, ROGATUS,
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 273

MODESTE REPETITA VICE NEGLEXIT HONORES. VIRTUTUM OMNIUM


SPLENDORE PRAECIPUE CHARITATE ANIMI CANDORE, SERENYTATE, MORUM
SUAVITATE, MANSUETUDINE, ET ELEMOSINARUM LARGITATE CLARUIT DE HAC
DOMO NOSTRA VALDE BENEMERITUS QUIA SINGULARIS AMICUS ET INSIGNIS
BENEFACTOR STRUXIT HOC SACELUM DEIPARE \TRG. MARIAE SACRATUM, SUA
HIC QUIESCERE OSSA SELEGIT ET VIUS SEMPER VICTURUS EXCESSIT XVIII KAL
MAII AN. MDCXXVII AETATIS SUAE LXXVI D.O.M.H.G.

Templo del Pilar


La crípta de lø Sønta Capíllø
Debajo del pavimento de la Santa Capilla de la Virgen del Pilar se
extiende una cripta funeraria cuya planta es muy parecida al perfil
polilobulado de la capilla superior. La obra se debe a la idea y dirección
del arquitecto Ventura Rodríguez, de quien La Real Academia de San
Fernando en Madrid conserva un dibujo preparatorio para los despieces
de los arcos, el cual debió hacer en diciembre de ).754 durante su estancia
en Zaragoza; Ias obras de esta cripta tuvieron que realizarse durante el
primer año de construcción que fue 1755.
El espacio interio4 de forma rectangula4 lo cubre una gran bóveda,
vaida, de aristas, que es soportada por recios pilares cuyas cuatro esquinas
recogen los arcos torales doblados. Estos pilares corresponden con el
basamento de los pilares estructurales del templo. En los lados del
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Basílica del Pilar. Cripta de la Santa Capilla. Dibujo de un arco por Ventura Rodríguez.
274 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

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Basílica del Pilar' Cripta dela Søntø Capilla'
en los frentes y
rectángulo se abren unos espacios de planta curva' ovales
pues la planta al
semicirculares en los extremos, correspondiéndose
esquema general de la capilla superior'
Anacrer v
Aquí reposa el corazôn del arzobispo don Manuel PÉREZ
restos anónimos anteriores a la construcción;
Raot muerto en 1726 y ãiros
Ë;"Ñit;;; p.""iptt i" ocupa el arzobispo don Ignacio AÑon v Busro' que
LAS NE,CROPOLIS DE, ZARAGOZA 275

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Basílica del Pilan Sepulcro del dut1ue de Montentar (fot. Arxiu Mas).

rigió Ia diócesis durante las obras de Ia capilla (1742-1764); igualmente


sirve, a partir de su construcción, de lugar de enterramiento a los
arzobispos de Zaragoza, muchos canónigos, incluso seglares a los que
particularmente el cabildo les concedió tal privilegio.

Capillas
Las capillas y distintos lugares del templo del Pilar albergan los restos
de diversos personajes il-rstres, entre ellos diversos arzobispos de Zarago-
276 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Basílica del Pilar. Sepulcro del arzobispo Tomás de Crespo de Agüero.

za, el obispo de Albarracín y consejero real fray Jerónimo DE LANUZA,


muerto en 1624, don Luis Paero Loppz, conocido como el Doctor Pablo,
por su erudición teológica y célebre oratoria, fue prior del Pilaf, tuvo una
lápida con epitafio que recordaba su gloria y sabiduría así como su muerte
el 12 de octubre de I 528, etc.
En la capilla de San Juan Bautista, que es fundación del arzobispo
don Tomás Õn¡spo DE AcüERo, se encuentra el sepulcro del fundador,
muerto en 1742. El sepulcro, muy sencillo, es un ataud de mármol negro
cubierto por una losa de alabastro en la que en mediorelieve aparece la
efigie yacente del difunto.
En el lateral oeste de la capilla de San Juaquín, propiedad y mausoleo
del duque de Montema{, don José Canntro DE ALBoRNoz, se construyó su
sepulcro por encargo del rey Carlos IIL La obra es muy neoclásica, tiene
foima dJpirámide flanqueada por las alegorías de la Justicia y el Valor
que contemplan despojos militares; fue diseñada por Estevan de Ia Peña y
eiculpida por Lamberto Martinez Lasanta, terminada en 1765.

La Ciudad
El gobierno de la ciudad de Zaragoza, Ayuntamiento, en el tiempo que
ahora nos referimos, recibe el nombre más popular de La Ciudad. Pues
bien, La Ciudad de Zaragoza destacó sobre todas las demás de los reinos
españoles por las exequias realizadas a los personajes reales y por ser la
única, junio con Ia Corte, que hizo imprimir el libro de cada una de ellas,
donde ie narraban estas celebraciones junto con las obras realizadas. En
ellas destacó siempre el llamado capelardente, obra efímera pero costosa,
de importancia artística y sobre todo de gran apariencia y, lo que hoy
llamaríamos, publicidad. A pesar de su carácter efímero, pues su función
se reducía a dos días y su construcción a unas semanas, los conocemos
bastante bien ya que In Ciudad quiso que se hicieran perennes a través de
la imprenta y de la reproducción en grabado de su aspecto; de modo que
conservamos no solo descripciones sino reproducciones perspéctivas en
gran tamaño, ya grabados o dibujos de estos grandes y vistosos aparatos
que el ayuntamiento mandó construir y pagó frecuentemente con
suvenciones reales. También otras instituciones tealizaron túmulos para
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 277

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Ttimulo paralas exequias de Felipe III en ZaragoTa, 1621


278 cuADERNos DEzARAeozAas

las exequias reales, como diversas parroquias, conventos o la propia


Universidad, de igual modo la Catedral de La Seo hacía lo propio para sus
obispos; pero nada de ello podía rivalizar con los capelardentes de La
Ciudad que se construían siempre enla plaza del Mercado y se elevaban de
modo turriforme hasta la altura de 20 metros.
En las exequias de los reyes era costumbre enZaragoza, y sólo en esta
ciudad, la realizaciôn de un protocolo doble, de modo que se realizaban
dos capelardentes, uno público y grandioso enlaplaza del Mercado y otro,
muy similar pero algo más pequeño, para las ceremonias religiosas que
tenían lugar en La Seo.
Las relaciones impresas de estos capelardentes que en su tiempo se
imprimieron son las siguientes:
Juan MenttNsz: Relación de las exequias que la muy ilustre ciudad de
Çaragoça a celebrado, por el Rey Don Phelipe nuestro señor I, deste nombre,
dilatadas con varias cosas de antigùedad y curiosidad por el Doctor...,
Racionero de la Seu, y viceretor de la Universidad...Çaragoça. Lorenzo de
Robles, 1599.
Paulo de F.atts: Lagrimas de Çaragoça en la muerte de Filipo, Rey II, de
Aragón deste apellido y exequias que con aparato Real a su memoria celebró.
Recogiólas el P... de la Compañía de Jesús, manddndolo la misma ciudad.
En Çaragoça por Juan de Lanaja y Quartanet. Aíto 1621.
Joseph DE LA Jusrlcte: Aparato fúnebre de la Imperial Ciudad de
Zaragoça en las exequias de la S.C.M. Doña Isabel de Borbón reina de
España...en Zaragoça. Hospital Real y General de N.S. de Gracía, 1644.
Juan Francisco Ar.l¡nps (de rJztarcoz): Obelisco histórico i onorario que
la Imperial Ciudad de Zaragoza erigió a la Imperial Memoria del Serenisimo
Señor Don Baltasar Carlos de Austria Príncipe de España, Zaragoza en el
Hospital R.G. de Nuestra Señora de Gracia, 1646.
Juan Antonio XanQuB: Augusto llanto finezas de tierno y reverente amor
de la Imperial Ciudad de Zaragoza en la muerte de su rey Felipe el grande
quarto de Castilla y tercero de Aragón. Zaragoza, Diego Dormer, 1665.
Felipe AnnNr x Honorario mausoleo y pompø fúnebre en la exequia que
a la muerte de su Serenisima Reyna y Sañora Dona Luysa Møría de
Borbón...Zaragoza. Herederos de Diego Dormer, 1689.
Miguel MoNnear: Imperiales exequias que en la muerte de la Imperial
Señora y Serenísima Reyna de España Doña Ana de Austria, celebró la
imperial ciudad de Zaragoza, Zaragoza Herederos de Diego Dormer, 1696.
Miguel MoNnBar: Teatro augusto del amor y del dolor, en las reales
exequias, que celebró al Rey nuestro Señor Don Cailos Segundo, de gloríosø
Memoria, la siempre August(L Ciudad de Zaragoza. En Zaragoza por
Francisco Revilla, I 700.
Roque Jacinto Vences: Augusta exequia que con real apora y magnifica
piedad y demostraciones espléndidas celebró la Imperial Ciudad de Zaragoza
en la muerte de los Serenisimos Delfines de Francia Luis de Borbón y María
Adelaida de Søboya, la Imperial Ciudad de Zaragoza... Zaragoza, Pascual
Bueno, (1712).
Francisco F¡,nl{aNlez TREVIño: Duelos augustos de amor y lealtad en las
exequias que celebró a la Serenísima Señora Reyna de España Doña María
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 279

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Túrnulo para las execluias de Felipe IV en Zaragoza,./óó5 (Alchivo Municipal de Zarzrgoza).


280 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Gagriela de Saboya, la imperial Ciudad de Zaragoza... Zaragoza, Pascual


Bueno, (1714).
Joseph A¡.tlostLle: Augustas Memorias erigidas a la gloriosa fama del
Christianissimo Rey de Francia Luis XIV el Grande en el magnífico funeral
que hizo la muy noble, muy leal y siempre augusta Ciudad de Zaragoza,
Zaragoza, Pascual Bueno, 171ó.
Isidoro Francisco ANrnns Moxcn: Gemidos de la leahad, triunfos de la
gratitud, sucinta relación de las solemnes exequias que celebró en su
Magnífico Templo el Santo Hospital Real y General de Nuestra Señora de
Gracia de Zaragoza por la Catholica Magestad difunta de nuestro Rey y
Señor Don Phelipe Quinto el Animoso. Dia 20 de septiembre de este año de
1746, Zaragoza, Francisco Moreno.
Manuel Vicente Anel¡su DE LA CRUZ: Minerua llorosa a impulsos de la
razón y la lealtad, Reales exequias con que la siempre c:ugusta Universidad y
Estudio General de Zaragoza lamenta la arrebatada muerte de nuestro
difunto monarca, el seíior don Phelipe V... año 1747, Zaragoza, Imprenta
del Rey N. S.y de la Universidad.
De entre todas ellas vamos a destacar algunos casos por su especial
relevancia artística:
La lámina del túmulo de Felipe III que grabó Pablo Albiniano de Rajas
es de gran calidad, con ella inicia La Ciudad la serie de grabados de este
tipo, al igual que la Corte de Madrid. Fue sin duda el más monumental y
bello túmulo de los erigidos entonces en España, lleno de alusiones a la
cultura clásica que en jeroglíficos adornaban una estructura turriforme de
dos pisos y remate realizada en Òolumnas dticas, es decir con pilares
toscanos, todo imitaba mármol negro y sólo las molduras eran de
imitación al mármol blanco; esta bicromía fúnebre era tradicional en
Zaragoza ya en el siglo XVI y se continuó hasta 1700. Además de los
jeroglíficos alusivos a Ia muerte se adornó con los blasones de las ciudades
del Reino, una serie de virtudes y cuatro grandes figuras con personajes de
la antigüedad: Augusto, Numa Pompilio, Alejandro Magno y.Iano.
Para la muerte del príncipe Baltasar Carlos y para la de Felipe IV se
erigió el mismo capelardente, si bien para Felipe IV fue unos pocos
palmos más alto, como correspondía, elevándose a más de 20 metros, con
lo que resultó ser el mayor de los construidos en la Edad Moderna. En
estos aparatos participaron artistas de primera fila como el escultor
Francisco Franco o los pintores Rafael Pertús y Jusepe li{artínez. La
lámina del primero fue grabada por el platero José Vallés y es mucho más
cuidada que la del segundo que la grabó Juan de Renedo.
Para Carlos II, por disposición de la reina y junta de gobierno, sólo se
le hizo túmulo en La Seo, así se suprimió una costumbre protocolaria que
arrancaba del siglo XV. En el Archivo Municipal (caja n" 20) se conserva la
traza original que presentó José Costa, firmada por el secretario del
ayuntamiento de entonces, Francisco Antonio Español. Esta obra era de
una inspiración berninesca definitiva, sin duda la de aspecto más
monumental y de estilo más depurado que todas las que se hicieron
entonces en España. En el contexto aragonés introdujo la novedad de la
policromía ya que se imitaron jaspes y mármoles de colores y bronces,
rompiéndose con la ancestral costumbre del uso exclusivo del negro con
algunos toques de blanco. Pero el proyecto tuvo que suavizarse por las
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 281

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Catafalco levantado en Zaragoza en las eïeqLtias del rey Carlos II, 1700 (Archivo MunicipaÌ
de Zaragoza).

necesidades constructivas adquiriendo un aspecto más convencional, así


se ve en la lámina que grabó Francisco Plano.
282 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

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Ttimulo para las exequias de Felipe V en ZarcLgoza, 1746.


LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 283

A partir de este momento es el polifacético pintor, arquitecto y


tramoyista JuanZabalo quien se encargó de varios capelardentes reales, el
de Mu. Luisa Gabriela de Saboya, Luis XIV y Felipe V, reproduciendo en
ellos obras vistosas y originales de un arte muy ornamentado de gusto
churrigueresco, de él se conservan en la Biblioteca Nacional de Madrid
dibujos originales, que fueron grabados por Juan Dubuisón o Francisco
Zuanel y Luna.
284 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

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goza, Inst. Fernando el Católico, 1952.

ç
Edad Contemporánea
José Ramón Morón Bueno

Necrópolis y enterramientos
en la Zaragoza cotttemporánea
a inhumación de cadáveres en cementerios municipales
es un fenómeno relativamente reciente, que surge en
Europa en los albores del siglo XIX. Hasta entonces, los
cadáveres eran enterrados en el interior de las iglesias, o
en los fosales habilitados en sus exteriores así como en
conventos y monasterios. El fenómeno responde al con-
texto de reformas que se producen como consecuencia
de la explosión demográfica de la segunda mitad del si-
glo XVIII, y de los cambios que trae consigo la caída del Antiguo Régimen.
En España se ordenó, por Decreto de las Corles promulgado el día I de
noviembre de 1813, la creación de cementerios provisionales, que debían
de estar en funcionamiento en el p),azo de un mes, y que se hicieran las
gestiones oportunas para la construcción de cementerios definitivos. Con
anterioridad, otras Reales Cédulas sobre la creación de cementerios, publi-
cadas durante el reinado de Carlos IV tuvieron escasa efectividad'.
El moderno concepto de cementerio, surge inspirado en los parques a
la inglesa, donde el arbolado, el césped, la amplitud del espacio y la ausen-
cia de ruidos, están presentes. La forma de los cementerios de las grandes
ciudades españolas, guarda relación, sin embargo, con el tipo de jardín
foancés, es deciq estructurado en calles. La ciudad de los muertos tiene,

1 La historia de los cementerios zaragozanos es tratada por BLASco l¡¡zo, José: ¡Aquí Zarago-
2a...!, vol. 4, Zaragoza 1953, pp. 268-276. Aspectos diversos del origen de los cementerios en
Fspaña y del cementerio de Torrero son estudiados por JTMENEZ, María Rosa: El municipio
de Zaragoza 1833-1840, Zaragoza 1979,pp.133 y 135.
286 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

pues, una disposición similar a los ensanches de las ciudades, aquí con ca-
lles, cuadros y manzanas de nichos, protegida por altos muros, como sí de
viejas murallas medievales se tratara.
En ese espacio acotado, siempre en crecimiento mientras el entorno se
lo permita, surge un universo material y mental cuya esencia es el recuer-
do, la per-vivencia de lo que deja ya de se4 recurriendo a lo perenne, la pie-
dra, a través de edificaciones y esculturas, o a simples lápidas con inscrip-
ciones. El olvido es Ia auténtica muerte, razôn por la que el cementerio
moderno tiene en su concepción, una función de recuerdo y de exaltación
a la inhumación.
Los cementerios son lugares idealizados, en los que tienen cabida una
micro-arquitectura, que por su especificidad permite formas caprichosas,
así como todo tipo de esculturas que configuran una atmósfera especial,
poblada de figuras alegóricas, símbolos e imágenes religiosas. En pocos
espacios como en éste, se complementan de forma tan adecuada la arqui-
tectura y la escultura. EI arte tiene, pues, un protagonismo evidente en los
cementerios contemporáneos.
En lo que respecta a Zaragoza, además de los enterramientos en las
parroquias, existían los que se realizaban en el Real y General Hospital de
Nuestra Señora de Gracia, lugar en el que fallecían muchos zaragoza-r,os y
que eran allí inhumados. La falta de espacio destinado a tal fin, Ilevó a la
Sitiada o Junta del Hospital, a la búsqueda de terrenos fuera de la ciudad
para un cementerio. Este es el origen del primer cementerio zaîagozano,
el cementerio de Gracia o de Ia Cartuja Baja, Ilamado así por hallarse en el
camino que conducía a la Cartuja de Ia Concepción. Fue bendecido el día
29 de enero de 1791'z.
Tras el Decreto del día 1 de noviembre de 1813, el Ayuntamiento de la
ciudad hizo gestiones para ubicar un cementerio general de la población,
pero pasaron más de dos décadas hasta que pudo entrar en funcionamien-
to el cementerio de Torrero, que fue finalmente bendecido el dia 2 de julio
de 18343.
Durante el siglo XIX, los enterramientos en los interiores de las igle-
sias continuaron a pesar de la prohibición expresa que existía, con excep-
ción de los clérigos o de personas, que por alguna circunstancia especial
les fuera concedido ese privilegio. En el siglo XX los enterramientos en
iglesias tienen un carácter excepcional.
Artísticamente tienen algunos de ellos un notable interés. Es el caso
del sepulcro del General Ena (1854), obra del escultor Ponciano Ponzano,
ubicado en Ia capilla de Santa Ana en la basílica de Nuestra Señora del Pi-
lar. Se trata de una obra más propia de un lugar civil que de un templo, ya
que el elemento escultórico fundamental, es una estatua del general en
una actitud arrogante. También es destacable, en el mismo templo, pero
en la capilla de San Braulio, el sepulcro del Arzobispo Bernardo Francés
Caballero (1862), diseñado por Juan Miguel Inclán y ejecutado por el es-
cultor Ramón Subirata.

2 BLAsco I¡¡zo, José: op. cit., pp. 270-273.


3 lbídem, p.274
4 Ambos sepulcros son estudiados por Rtrucoru Gencla, Wifredo: Un siglo de escultura en Zara'
goza ( 1 80 8- I 9 0 8 ), Zaragoza 1 984, pp. 7 8 -7 9 y 130.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 287

Obras ya del siglo XX, son las planchas que cubren la Cripta de la San-
ta Capilla en el mismo templo (1940), bajorrelieves decorativos en bronce,
realizados por el escultor José Bueno. Del mismo autor son los sepulcros
de la Madre María Rafols (1925), y del Padre Bonal (192ó), en la iglesia del
noviciado de Santa Ana, para los que realiza unos relieves de lenguaje rea-
lista, dentro de un contexto neogótico.
Merecen ser resaltados también, los relieves del Mausoleo de las Hero-
ínas de los Sitios, en la Iglesia de Nuestra Señora del Portillo (1908), escut-
pidos por Carlos Palao y Dionisio Lasuén. En estos relieves, al igual que en
los dos anteriores, se narran escenas de los Sitios de Zaragoza durante la
Guerra de la Independencia.
Destacamos, finalmente, el mausoleo de los italianos que murieron en
España durante la Guerra Civil de 1936-1939, erigido por el gobierno ita-
liano, durante la década de los años cuarenta. Se trata de una construc-
ción anexa a la iglesia y convento de los P.P. Capuchinos, consistente en
una gran torre de 42 metros de altura, en la que están enterrados los restos
de 4.183 combatientes. Es un edificio construido con piedra granítica, de
tosco acabado, Io que realza la sobriedad y unidad del conjunto, que está
inspirado en modelos de la arquitectura medieval italiana.

El cementerio de la Cartuja Baja


Desde 1791, como ya se ha señalado, existe el Cementerio de la Cartu-
ja Baja, siendo el más antiguo de los dos actualmente en ser-vicio en Ia ciu-
dad. Hoy es propiedad de la Diputación Provincial de Zaragoza. Está si-
tuado a las afueras de la ciudad, en un iateral de la carretera nacional 232,
distando unos 4 km. del barrio rural de la Cartuja. Ocupa una superficie
casi rectangula4, cerrada, por una tapia, y a la que se accede por una puer-
ta de hierro forjado, flanqueada por dos construcciones para servicios de
escaso interés arquitectónico.
En su interior hay cinco manzanas de nichos, más dos destinadas a las
religiosas de la Caridad de Santa Ana. Los panteones-capilla son muy sim-
ples de forma y guardan relación estructural con las capillas del cemente-
rio de Torrero. También existen dos panteones-cripta, uno de la Beneficen-
cia y otro particular. En su conjunto no hay ningún aspecto arquitectónico
relevante.
Sí tiene interés, en cambio, la capilla del cementerio. Fábrica de me-
diados del siglo XIX, constr-uida por donación de doña Jacinta Torres Cá-
nobas, según se indica en la lápida existente en el suelo, a la entrada de la
misma.
Se trata de un pequeño edificio, de planta rectangular con ábside se-
micircular, al que se Ie añade un pequeño atrio con pilares unidos por me-
dio de arcos de medio punto peraltados. Los paramentos exteriores están
cubiertos por ladrillo a cara vista. La cornisa está también decorada en la-
drillo. La cubierta es de teja árabe. El interior es un espacio diáfano con
bóveda de cañón en la nave, y de cuarto de esfera en el ábside. Es, en su-
ma, una pequeña pero bien proporcionada construcción, inspirada en mo-
delos tradicionales de la arquitectura aragonesa. Ha sido felizmente res-
taurada en los últimos años.
2BB CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Por su parte, el patrimonio escultórico es también muy pobre, ya que


apenas existen estatuas o relieves sobre las tumbas o en los panteones-ca-
pillas. En los nichos encontramos las consabidas lápidas con algún trabajo
industrializado. Como única excepción merece destacarse los trabajos es-
cultóricos del panteón-capilla de la familia G. Marcilla, relieves que cu-
bren las jambas y dintel de la puerta. Es una reahzación correcta, repre-
sentación de Cristo muerto con un ángel que le custodia, en el dintel, y
una representación de la Dolorosa y de un ángel que porta la corona de es-
pinas, sobre las jambas. Por el bulto se trata de un bajorrelieve.Es una
obra del escultor gallego Mateo Larrauri.
De lo descrito, se deduce el escaso interés artístico de este pequeño ce-
menterio, más propio del medio rural que de una gran ciudad.

El Cementerio de Tonero
Un espacío pøra el ørte
El Cementerio de Torrero es la gran necrópolis de Zaragoza, y desde
1834 el lugar donde son enterrados la mayoría de los zaragozanos. Su
construcción tuvo un coste de 152.000 reales de vellón pagados fundamen-
talmente por el Ayuntamiento, ya que las parroquias, a excepción de la de
San Pablo, se declararon insolventes para contribuir a la financiación del
mismo, a la que estaban obligadas, ya que cada una poseía sus cuadros pa-
ra enterrar a los feligreses. Desde 1.867 el cementerio es de exclusiva pro-
piedad municipal.
EnIa Guía de Zaragoza. .. de 1860, publicada por Vicente Andrés, se in-
dica que el cementerio Es un rectángulo de más de 400 pies de frente y 477
de costado (...) IÃ construcción de los nichos es muy mezquina, y no colTes-
ponde ni con mucho a lo que reclama lø importancia de nuestra ciudadt. El
texto pone en evidencia el escaso interés artíslico del cementerio desde su
fundación hasta entonces. Ciertamente, no encontramos hasta eÌ último
tercio del siglo XIX restos artísticos de cierta entidad.
Como se indica en otro capítulo, por lo que no insistimos en ello, el ce-
menterio ha tenido sucesivas ampliaciones al quedarse insuficiente para
los servicios requeridos por la ciudad. Las principales son: la de Ricardo
Magdalena de 188ó y de Félix Navarro de 1911, que constituyen el llamado
Cementerio Vieio ; la denominada oficialmenre Primera Ampliación de
1937; la Ampliación Costa de Marcelo Carqué en 1958; la Tercera Amplia-
ción de José Beltrán en I97O y la Cuarta Ampliación de Elvira Adiego en
1984. En todas ellas ha estado presente un criterio estético y estructural
que ha condicionado las obras arquitectónicas y escultóricas realizadas en
panteones y tumbas, lógicamente relacionadas con las modas y gustos del
momento en que se efectuó el plan de ampliación.
Desde una perspectiva artística, el Cementerio de Torrero ofoece un in-
terés desigual. Predominan las obras poco originales e industrializadas,
pero junto a éstas, existen trabajos arquitectónicos y escultóricos de pri-

5 Guía de Zaragoza..., ed. Vicente Andrés, Zaragoza 18ó0, p. 170


LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 289

merísimo orden dentro del arte funerario. La forma de enterramiento más


habitual es Ia de los nichos, agrupados en manzanas y cubiertos por lápi-
das de piedra dd Calatorao o tñát-oles grises o negros con pequeñas deôo-
raciones escultóricas, en la mayoría de los casos, trabajos industrializados.
También son abundantes las sepulturas simples en tierra, protegidas en
ocasiones por una verja metálica. Siguen en importancia numérica, aun-
que muy alejados de los anteriores, los panteones, de los que existen una
gran variedad de formas. El más simple es el formado por un zócalo eleva-
do, la losa que cubre la fosa, y d, alzado o cabecera que es donde se ubica
la decoración escultórica. Estos, a efectos administrativos reciben el nom-
bre de sepulturas perpetuas. Otros son verdaderos edificios con capilla in-
terio4 o construcciones más o menos aparatosas con protagonismo arqui-
tectónico. En algún caso, los panteones se resuelven como espacios esce-
nográficos, en el que las estatuas parecen representar determinadas esce-
nas.
Finalmente, las capillas son construcciones agr-upadas, que en su ma-
yor parte siguen el modelo diseñado por Ricardo Magdalena, que se co-
rres_ponde con las capillas adosadas ala'Lapia norte del Cementàrio Vieio.
En las realizadas con posterioridad se sustituyeron los nichos subterráne-
9s pof otros en los laterales de las mismas. En todas ellas está presente el
ladrillo a caÍa vista, dentro de una estética regionalista, que dá unidad al
conjunto. Ya en los años setenta, Francisco Alós diseñó las nuevas capillas
de la Tër,cera Ampliación, con una concepción más funcional, pero en las
que no desaparece el ladrillo, que se combina con un amplio váno acrista-
lado, practicable como puerta en su parte inferior.
En algunos casos los enterramientos son verdaderos monumentos pú-
blicos, erigidos en recuerdo de algún destacado ciudadano, o de los failêci-
dos en acto de guerra en defensa de unos ideales, o simplemente, se trata
de conmemorar la fosa común. En ocasiones, los gastos son sufragados
p_or suscripción popular, en otros, es el Ay"r-rntamiento el que se encarga de
ellos.
Es el caso del monumento a D. Blas de Fournás (cuadro 2), erigido
por el Ayuntamiento, según acordó en sesión del día 18 de julio ae tS+S
...por los importcLntes servicios que prestó a la ciudad y reyno en los añ.os
que estuvo al cargo de Capitán General de Aragónu.Es uno de los enterra-
mientos más antiguos del recinto.
Otro enterramiento que constituye todo un monumento, es el llamado
Mausoleo de Joaquín Costa, (final del andador que lleva su nombre, 1914),
quizâ el más famoso y emblemático del cementerio. Su estructura rompe
por completo los esquemas de los panteones zar:agozanos, logrando sus
autores, Félix Lafuente, Manuel Bescós y Dionisio Lasuén, una obra atípi-
ca dentro del arte funerario español del momento'.

6 Así consta en una de las lápidas del monumento. En otra existe el siguiente epitario: En su
larga y brillante canera sirvió a Luis WI en Francia a cargo de Carlos"IV Fernaido VII e Isa-
bel II en Espaíia, a todos dio pruebas de los mãs constante fidelidad, distinguiéndose y selkin-
dola con su sz.ngre en los muros de Gerona; fue valiente en el combate, justo, prudente y benéfi-
co en el mando de las provincias, amante de las letras y religioso sin superstición, muiió en 20
de febrero de I 845 a los 83 afios...
7 un pormenorizado estudio del Mausoleo de J. costa es realizado por Gancn Guar¡s, Manuel:
Utopía y significado del Mausoleo de Joaquln Costa, Actas del III Coloquio de Arte Aragonés, Za-
ragoza 1984, pp. 351-389.
290 cuADERNos DE zARAGozA 63

F,l monumento conmemorativo de la fosa común, (en el andador de su


nombre), fue erigido en l9l9 por suscripción popula4 en medio de una en-
fer-vorizada campaña para su realización'. Tiene todas las connotaciones
de un monumenìo público, independientemente de su carácter funerario.
Los enterramientos de Mariano de Cavia y de Miguel Fleta, (ambos en el
andador Costa), son tumbas de enorme simplicidad sin ornato alguno, pe-
ro que por sí solas constituyen monumentos en su memoria. La Guerra Ci-
vil ãe tþ36-1939 y las dos Españas, están presentes con sendos monumen-
tos, el primero realizado al concluir la Guerra, dedicado alos Soldados de
todas las Arntas y Cuetpos, caídos en los frentes de Aragón del bando nacio-
nal, que consiste en una capilla, a modo de una ermita rural' ll segundo,
inaugurado en 1980, está dedicado A cuantos murieron por la libertad-y la
demõcracia, 1936-1939 y postguerra, consta de un simple monolito. Ubica-
dos ambos en la zona denominada Primera Ampliación, carecen de interés
artístico.
Señalemos, por último, que de las cinco zonas en que se divide el ce-
menterio como consecuencia de las sucesivas ampliaciones, es en la zona
del Cementerio Viejo donde se ubican las construcciones y esculturas del
mayor interés, reaiizadas principalmente durante el último tercio del siglo
XIX y la primera mitad del siglo XX. Es por tanto, un espacio co-ncreto y
un tiêmpo determinado, en donde se centra nuestra atención, fuera de
eru, ref".".tcias, muy poco es lo que ofrece un mínimo de interés
artísticoe.

Arquit ectur a f uneraria


Panteones: tþo-templo
Los enterramientos más pretenciosos y de mayor envergadura arqui-
tectónica, Se corresponden con los panteones formados por una construc-
ción con espacio interior, en el que suele haber una capilla, y en el que se
lleva a efecto las inhumaciones de los cadáveres, aunque éstas pueden rea-
lizarse, en ocasiones, en un cripta, a la que se accede desde ese espacio.
Resueltos como sí de pequeñas casas o minúsculos templos se tratara, res-
ponden a estilos y orìentaciones diversas, dependiendo del momento de
èonstrucción. Sin ser numerosos, hay ejemplos de gran interés artístico.
La utilización del ladrillo, muy abundante en otro tipo de edificacio-
nes del cementerio, desaparece por completo en la construcción de pante-
ones, en los que se prefiere materiales, que al menos en apariencia, resis-
tan mejor el paso del tiempo, como son Ia piedra, el mármol o el hierro. La
selecciðn de[ material está en relación con la idea de per-vivencia después
de la muerte, que es larazón de ser de estas construcciones.
Iniciamos Ia relación con el panteón de la familia Bruno Gorriz, (cua-
dro 31), construcción temprana, de 1889, resuelta a modo de pequeño
8 Heraldo de Aragón,23-V-1918 y 1-VI-1918.
9 Este texto pretende ser una aproximación a algunas de las obras de arte que se hallan en eì
cementerio de Torrero. En ningún caso se pretende realizar una relación exhaustiva, aunque
es urgente hacer una catalogaõión completa, dado el nivel de abandono y deterioro de mu-
chas ãe eìlas. La selección, én la que ha primado la valoración artística y la originalidad, es
responsabilidad del autor.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 291

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Proyecto de Félix Navarro Pérez del panteón de la família Maynar.

templete. Es de planta rectangula4 con las esquinas posteriores en chaflán,


sus dimensiones son reducidas, pero se realzan poi el senido ascensional
292 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

de la fachada, cuyo entablamento es rematado por la estatua de un ángel


femenino, realizada en hierro y sostenida por una esbelta columna con ca-
pitel, que cumple la función de pedestal. La decoración exterior se comple-
ta con-,rtros cándeleros de hierro en las esquinas del edificio. El conjunto
sigue una orientación ecléctica.
La autoría de los proyectos de estas construcciones son en muchos ca-
sos, desconocidas, al no conservarse éstos en el Archivo Municipal, o no

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Proyecto de Félix Navarto Pérez del panteón de las familias Ascaso y Moncasi'
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 293

Panteón de la fanúlia de Antonio Portolés (fot. P J. Fatás).

existir otras fuentes documentales. No es el caso de dos interesantes pan-


teones proyectados por el arquitecto turiasonense, Félix Navarto Pérez,
uno de los arquitectos aragoneses contemporáneos más importantes y po-
lifacéticos, que practicó también, la arquitectura funeraria, como lo de-
muestran estos ejemplos zaragozanosto.
El más antiguo data de 1890", es el panteón de la familia Maynar, (an-
dador fosa común), al que el calificativo de grandioso resulta adecuado. Se
trata de una de las construcciones de mayores dimensiones de la necrópo-
lis, que podemos considerar como un mausoleo en el que el arquitecto ha
logrado un efecto de solidez y durabilidad impresionante, y cuyo aspecto
exterior parece ser inexpugnable e imperecedero. Es de planta cuadrada,
10 Es interesante una biografía del arquitecto escrita por CASTAN PALoMAR, Fernando: Atagone-
ses contemporátrzos, Heneín, Zaragoza 1934, pp. 383-385.
1 1 Archivo Municipal de Zaragoza. Sección de Fomento, arnario I 1, Ìegajo 10, expediente 575,
año 1890.
294 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

sobre la que se alzan unos robustos muros, sólo horadados por una estre-
cha puerta rectangular, flanqueada por dos candeleros de hierro. La cu-
bierta se resuelve con una cúpula que deja al descubierto sus nervios, y so-
bre la que se alza la estatua, en hierro, de un ángel arrodillado. Junto a un
evidente clasicismo, dos elementos de la arquitectura egipcia no pasan de-
sapercibidos: Ios obeliscos en cada una de las esquinas de la cornisa, y la
disposición de los muros en talud, contribuyendo Ia piedra ulilizada a rea-
firmar la robustez del edificio. Es, en definitiva, la plasmación del histori-
cismo defendido por Viollet-le-Duc, en el que se desenvuelve con pleno
acierto, Félix Navarro.
Dos años más tarde, 1892t'z, firma el proyecto del panteón de las fami-
lias Ascaso y Moncasi,(cuadro 20). Aquí el arquitecto ejecuta una obra de
enorme sobriedad utilizando un lenguaje neoclásico. El panteón tiene for-
ma de baldaquino, erigido sobre un alto basamento, de 5 metros de lado,
se compone de cuatro grandes pilares que soportan Ia cubierta, a los que
se adosan otros pilares más reducidos que sustentan un arco de medio
punto en cada uno de los lados, cuya clave se decora con un bello relieve
de un rostro femenino, esculpido en mármol. Es su interior hay dos sepul-
turas separadas y una gran cmz en uno de los amplios vanos.
Otro importante panteón es el perteneciente a la familia de Antonio
Portolés, (andador fosa común), datado en l9l2 y ubicado enfrente del
panteón de la familia Mayna4 ya analizado Es de planta rectangular sobre
la que se yerguen altos paramentos de piedra, con una cuidadísima dispo-
sición de los elementos ornamentales en el exterior. En la fachada destaca
un óculo sobre la puerta de acceso, con una decoración vegetal de esmera-
da ejecución. A cada uno de los lados, sendas estatuas de ángeles, con una
ejecución que tiende a la simplificación formal.
Lo escultórico destaca sobre todo en los paramentos laterales y poste-
rio¡, cubiertos en parte por grandes bajorrelieves de bronce, realizados por
Carlos Palao, al igual que los ángeles citados. La temática representada gi-

Panteón de la familia de Antonio Portolés (relieve escultórico, lateral izquierdo) (fot. autor).

12 Archivo Municipal deZaragoza. Sección de Fomento, armario 11,legajo 17, expediente ó41
aflo 1892.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 295

Panteón de la familia Herrero (fot. autor).

ra en torno a la inhumación y resurrección de Cristo. Palao resuelve con


acierto las grandes superficies rectangulares, componiendo por grupos,
con ligeras sugerencias en la descripción de los fondos. El bulto es apenas
perceptible, la línea curva describe las formas con sutil levedad. Estos re-
lieves han sido considerados como la obra más definitiva de la pldstica mo-
dernistat'.
13 BoRRAS Guaus, Gonzalo M.: "El modernismo en la arquitectura y en las artes aplicadas", en
ZaragoTa a princþios del s. XX: el modernismo, Zaragoza, 1977 , p. 85.
296 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Otros panteones siguen decididamente criterios reyivals dentro de la


corriente historicista en boga durante la segunda mitad del siglo XIX, cri-
terios que están presentes hasta bien entrado el siglo XX. Es el caso del
panteón de la familia Lall'oz, (cuadro 2), una de las construcciones pione-
ras del cementerio, realizada en torno a 1880, a modo de pequeño temple-
te neogótico, con acierto en las proporciones. Es de planta rectangular con
ábside poligonal, la puerta de acceso tiene arco de ojiva, las ventanas son
de arco peraltado con celosías de mármol, enmarcadas por una estructura
lobulada. Los paramentos están formados por sillares de piedra, con pe-
queños salientes a modo de contrafuertes, Ia cubierta, inclinada, es tam-
bién de piedra. Rodea al conjunto una artística verja de hierro.
El revival románico tiene una mayor representación. Así, el panteón
del Excmo. Cabildo, (andador Costa, aproximadamente 1877), de planta
octogonal, es una constmcción híbrida en la que se combinan, elementos
clásicos, perceptibles en el entablamento, (frontón, acróteras y molduras),
junto a una concepción general del edificio neorrománica, más acusada en
la portada, ligeramente abocinada, con delgadas columnas que sustentan
un arco de medio punto. La cubierta, que es de material de cinz, desmere-
ce la categoría del edificio.
Criterios más puristas se manifiestan en el panteón de la familia Laín,
(andador fosa común, 1921),hasta el punto de recordarnos a cualquier er-
mita o pequeña iglesia románica aragonesa. Es de planta rectangular. Está
construido con sólidos sillares, dentro de la sobriedad propia del estilo ro-
mánico. La decoración se centra en la portada de aspecto abocinado, en la
que no faltan las columnas de esbelta traza, eI arco de medio punto, el eje-
drezado jaqués en el trasdós moldurado de la arquivolta externa, y el tím-
pano con crismón sostenido por dos ángeles. La cornisa es volada con mo-
dillones de rollos. Dentro de la misma coriente neor-románica está el pan-
teón de la familia Solans-Abadías, (cuadro 51), de menor interés.
La influencia egipcia, que veladamente está presente sobre todo en Io
decorativo, con determinadas simbologías en panteones e incluso en ni-
chos, tiene su principal manifestación en el panteón de Ia familia Herrero,
(cuadro 51,1920). La construcción no se ajusta, en cuanto a su estructura,
a ningún modelo de enterramiento o de templo de la antigua arquitectura
egipcia. El arquitecto adapta elementos constructivos y decorativos egip-
cios a la casuística de un panteón cristiano, formado por una pequeña edi-
ficación de planta rectangular, a la que se adosan en sus laterales sendos
porches con columnas y capiteles lotiformes. La escultura de una esfinge,
de tamaño considerable, y dos altos obeliscos en las esquinas posteriores,
completan el conjunto. La cruz que remata el edificio, es una curiosa
adaptación, cuyos brazos tienen forma de flor de loto.
Un clasicismo renovador protagoniza dos importantes panteones
construidos a mediados del siglo XX. El primero pertenece a la familia
Abadía, (cuadro 6, 1942). Es diseñado por los arquitectos Yarza y Allane-
gui, inspirándose en Ia composición de los templos clásicos in antis. Tiene
planta cuadrada, con dos columnas en Ia fachada, próstilo, y los muros li-
sos sin decoración. Aquí, la fachada es una amplia superficie acristalada
que se completa con las columnas como elementos más decorativos que
sustentantes. La obra destaca por su sobriedad y equilibrio.
El segundo, es propiedad de la familia Lara-Faguas, (andador Costa,
1951). Se trata de una constmcción de elevada altura y forma prismática,
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 297
con-entablamento y fTontón clásico. En la fachada principal y sobre el din-
tel de la puerta, un estilizado hueco cóncavo, da cabidJa una estatua de
cristo resucitado, esculpida en el mismo tipo de piedra que la del conjunto
y en tamaño superior al natural, buena escultóricamente, es sin duda, una
de las mejores obras del escultor zar:agozano Juan Antonio Bueno Bueno,
que fechó la obra en 1951.
El racionalismo de los años treinta de este siglo, dejó su impronta en
la necrópolis zaîagozana. un ejemplo de ello es el panteón de la familia de
Angel Rlasco, (cuadro 55, 1938), constituido por un gran bloque de piedra
inclinado,a modo de losa, y una cabecera prismática; o el panteón dé la fa-
milia del Dr. Selma, (cuadro 72), que aprovecha su ubicación en la esquina
de un cuadro, para sugerir una disposición en L, con dos puertas de acceso
a la cripta, y en el que las formas de aristas vivas, sin motivo decorativo al-
guno, se adueñan del conjunto.
Fernando Garcia Mercadal, uno de los arquitectos racionalistas más
destacados del panorama español, realizó en 1933 el pequeño panteón de
la familia Horno, (cuadro l), de forma paralelepípedá, còn puérta de hie-
rro y cristal, cuyo espacio interior tiene unas dimènsiones ligeramente su-
periores a las de las cajas mortuorias que se superponen en el subsuelo. El
arquitecto se inspira en modelos ya existentes en el recinto, aunque elimi-
na todo vestigio decorativo, lo que contrasta en un contexto de aLundante
ornamentaciónra.
De los panteones realizados en las últimas décadas, destacamos el
panteón de la familia Briceño (ampliación costa), edificio de acusada fun-
cionalidad, también paralelepípedo y de cubierta plana, en cuyos para-

Panteón de la familia del Dr Selma (fot. autor).


14 Ver referencia en R¡s¡l{os F¡ct, Carrnen: Vanguardia frente a traclición en la arquitectura ara-
gonesa ( 1 925- I 939). El racionalismo, Zaragoza I 984, p. 1 10.
298 cuADERNos DE zARAGozA63

mentos se combina el cristal, el mármol y la vidriera de colores. Materiales


como la madera o el aluminio tienen también cabida.

Panteones : típologías varías


Otros panteones son concebidos como construcciones macizas o cie-
gas, sin espacio interior en la parte superio4, bajo la cual se halla la cripta
fara los ánterramientos, con acceso independiente. Ocupan superficies
ðuadradas, rodeadas por una verja de hierro forjado, con pilones de piedra
en las esquinas. La párte superior suele ser de sección cuadrada, y está for-
mada poi varios cuèrpos arquitectónicos, generalmente: un alto basamen-
to, un cuerpo central èn el que se concentra el trabajo ornamental, el enta-
blamento, y ìa cubierta de variada estructura, rematada por una-cruz' La
estructura tompositiva y ornamental de uno de los lados, se suele repetir
en los otros tres. La ubicación espacial y temporal coincide con la de los
anteriores, al igual que el empleo de la piedra y el mármol como materia-
les.

Próximos a la puerta de acceso al cementerio, en el cuadro 2, estân


ubicados de forma correlativa, tres de los panteones de este tipo, más inte-
resantes. Todos ellos realizados en torno a la última década del siglo pasa-
do. EI panteón de la familia Sierra es un bello ejemplo de arquitectura fu-
nerariá en el que se combinan elementos clásicos con cierta libertad. cada
Iado está formado por un alto basamento decorado con corona, cintas y
guirnalda, sobre é1, una ventana ciega de arco rebajldo, rematada por un
pequeño frontón partido, con decoración de tallos, flores y acróteras' La
ðonstrucción r" .Lb." con bóveda semiesférica de piedra, rematada con
una cruz del mismo material.

I
b%

Aladcha., panteóndelafamiliakún; yalaizda.,panteóndelafamiliaSierra(fots.autor).


LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 299

A la izda. pd.nteón de la familia Tomtís (fot. autor),. y a la dcha., panteón de ta familia villarroya
(fot. P. J. Fatás).

Más decididamente neoclásico que el anterioq es el panteón de la fa-


milia Tomás, sobria construcción de planta cuadrada, con alto basamento
decorado con,fajas de palmetas y grecas, sobre é1, un segundo cuerpo pris-
mático, resuelto en piedra de tonalidades rosáceas, con columnas de fuste
acanalado en sus esquinas y amplias lápidas con los nombres de los falle-
cidos en el centro. En el entablamento, la arquitrabe y el friso destacan
por el cuidado trabajo ornamental con coronas y guirnaldas, la cornisa tie-
ne vuelo y está decorada con fajas de palmetas yãcróteras. La cubierta es
a cuatro aguas, de piedra y rematada por una cruz. El resultado es una
construcción de formas equilibradas y acertada combinación de materia-
les, a nuestro juicio, una de las más interesantes de la necrópolis.
El clasicismo de estos dos monumentos funerarios desaparece en el
panteón de la familia Villarroya, edificación ecléctica en la que Io cons-
tructivo está al servicio de una recargada decoración repleta de
simbolismos: la letra omega, última del alfabeto griego, significa el fin, la
muerte; la lechuza, ave tapaz nocturna, es símbolo ãe mãt presagio, del
frio, la noche y la muerte; los jarrones recubiertos por paños, tienðn tam-
bién una significación fünebre. La construcción se iemâta con un cupulín
sobre tambor octogonal, en el que se yergue una cruz latina con halô y el
relieve dela cabeza de Cristo en su centro. Al igual que ocurre en los pan-
teones anteriores, hay que resaltar la verja forjada, con pilones en sus ex-
tremos, que rodea al conjunto.
Cierta relación con este último, tiene el panteón de Francisco Torongi,
(cuadro 44, 1887), aunque con dimensiones más reducidas, (tan sólo tiene
1,5 metros de lado), y sin llegar alariqueza decorativa y constructiva de
aquéI. Aquí predomina un lenguaje cortante de líneas y planos, con ele-
300 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

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Proyecto de panteón de la familia Tarongi.

mentos decorativos vegetales y geométricos, ménsulas, columnitas, cruces,


piñas, así como cuatro vistosos flameros en las esquinasts'
Dentro de unos planteamientos estructurales y decorativos similares,
se resuelve el coetánèo panteón de Ia familia Monforte, (cuadro 45, 1896).
Suponemos que el autor fue el mismo.
También guarda relación con estos últimos el panteón de Ia familia de
Antonio Garcia Heriz, (cuadro 28), aunque éste de inspiración neogótica.
Su estr-uctura recuerda la forma de un sagrario. El cuerpo central está for-
mado, a cada lado, por un arco de ojiva sostenido por columnas de capite-
les con palmetas, el vano ciego al que da lugar, va decorado con formas
simbólicas, dragones y reloj dè arena, con la inscripción del nombre del fi-
nado. Se cubre con bóveda esquifada, también de piedra.
Dentro de esta tipología resalta, el panteón de la familia Ebro-Escor-
sa,(cuadro 6, 1.892), en el que destacan dos estilizadas volutas en los latera-
15 Archivo Municipal deZaragoza. Sección de Fomento, armario 67,legajo 19, expediente 19,
expediente 87, ai'o 1897.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 301

les del segundo cue{po, y sobre é1, el cuerpo principal a modo de pequeño
templete, con pilastras de fuste acanalado en las esquinas, y entablamento
con pequeño frontón. Son abundantes los elementos decorativos como, co-
ronas con cintas, reloj de arena con alas, palmetas, ovas, o dados.
Incluimos dentro de esta tipología, aunque no cumple con la estructu-
ra específica de los panteones aquí descritos, al panteón de los Condes de
Fuentes, (cuadro 1, aproximadamente 1900). Tiene forma de paralelepípe-
do, con cubierta a doble ver-tiente, imitando la disposición de un templete
clásico. A diferencia de los anteriores, tiene en su interior dos sarcófagos.
Los paramentos se cubren con mármol claro de bella tonalidad, cuyo espa-
cio se fragmenta con pilastras entre las que hay diversas inscripciones, en
la cabecera se haya un gran escudo de la familia. La obra, de concepción
neoclásica, está ejecutada en los albores del siglo XXró, y sirve de modelo
remoto, a otras construcciones de menor entidad, realizadas en sus proxi-
midades.
En un número muy elevado de panteones, la construcción de una gran
cruz, constituye el elemento artístico más destacable. La orientación esti-
lística de éstas, son tan plurales como estilos hay en el recinto, aunque se
obserua una cierta tendencia a Ia barroquización y complejidad de las
composiciones. La forma más habitual consiste en un basamento escalo-
nado, un pedestal constituido por una columna de fuste compuesto, sobre
el que se yergue una cruz con abundantes elementos ornamentales.
A esta tipología responden fielmente los panteones de la familia de
Franco yLópez, vizconde de Espés, (cuadro 32, 1896), y de la familia de

A la izda,, panteón de los condes de Fuentes; y a la dcha., panteón de la familia Albert - Ballarín
Izquierdo - Pérez (fots. autor).

1ó En el año 1900, los ejecutores testamentarios de los Condes de Fuentes solicitan terrenos pa-
ra la erección de un panteón. Archivo Municipal de Zaragoza. Sección de Fomento, amario
31, legajo 15, expediente 124, ai,o 19O0.
302 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Francisco Pascual Larrosa, (andador Costa), Ios dos dentro de una orienta-
ción ecléctica.
El lenguaje modernista está presente en varios panteones de esta tipo-
logía, entre los que destacamos, el de la familia de Juan Monserrat Grau,
(andador fosa común, 1915), y el de la familia dePérez Abenia, (andador
fosa común, 1919), ambos con abundante ornamentación vegetal.
Anterior en el tiempo es el panteón de las familias Albert-Ballarín-Iz-
quierdo-Pérez (cuadro l), erigido en 1882, y por tanto uno de los panteones
más antiguos. Consta de un pedestal troncopiramidal sobre el que se yergue
una compleja cruzlatina, con columnas adosadas en los laterales delbrazo
vertical. En torno a su base aparecen diversos elementos alegóricos como ,
lechuzas y cabezas de ángeles con pequeñas alas desplegadas. El gusto y la
mentalidad de fin de siglo, quedan certeramente reflejadas en esta obra.

Proyecto del panteón de la familia de Franco y López, vizconð,e de Espés.


LAS NECROPOLìS DE ZARACOZA 303

El protagonismo arquitectónico dela cruz es compartido en ocasiones


con otro elemento, como ocurre en el caso del panteón de la familia lran-
zo-Juliln, (andador fosa común, 1897), en el que Dionisio Lasuén realiza
una espléndida cruz, junto a un sarcófago cubierto por un paño, que des-
taca por su impecable ejecución.
Además de las tipologías descritas, existen otras muchas, que por su
diversidad resulta difícil agrupar y definir. Es el caso del panteón de José
Palomar Cebrián, (andador Costa), construido en mármol claro de gran
calidad, por el marmolista barcelonés Francisco Planas. Consta de un ele-
vado pedestal sobre el que se yergue un fuste truncado. La obra, de una
enorme sencillez, se realza con los elementos clásicos empleados. El pan-
teón de la familia Borderas (cuadro 1), está formado por un pedestal sobre
el que se ubica un jarrón semicubierto por un paño. También un pedestal
es el elemento constructivo fundamental del panteón de la familia Gimé-
nez-Bosch, (cuadro 53, l9l7), aquí de grandes proporciones, rematado por
un flamero.
Por último, hacemos referencia de un curioso panteón o sepultura per-
petua, perteneciente a Felipe Securum Huerta, (cuadro 47), en cuya cabe-
cera se alza un pedestal, que sostiene un gran atril de inspiración gótica y
cuidada ornamentación.

Esculturø funeraria
En algunos de los panteones analizados hemos señalado ya ejemplos
de obras escultóricas notables, en armonía con arquitecturas de muy di-
versa índole. En otros muchos, estatuas, grupos, bustos o relieves, tienen
una mayor entidad foente a lo arquitectónico, o simplemente, son protago-
nistas en solitario. El número de obras escultóricas existentes en el cemen-
terio de Torrero es elevado, aunque pocas tienen interés artístico. Por otra
parte, el repertorio iconográfico no es tan abundante como cabría esperar:
crucifixiones, sagrados corazones, vírgenes de diversa advocación, ángeles
de todo tipo, santos, retratos, y algunos otros temas no repetidos.

TÞmas var¡os
El tema de la muerte está presente, de una u otra forma, en múltiples
esculturas del recinto. Este es el principal referente de tres de las más no-
tables esculturas del cementerio, esculpidas en Ia primera década del siglo
XX por el escultor caTalârr Enrique Clarasó, un auténtico especialista de la
escultura funeraria, que dejó algunas de sus mejores obras en los cemente-
rios.
Para el panteón de Gregorio Ginés y Ginés, (andador Costa, 1907), rea-
lizó una estatua de mujer erguida cubierta por un sudario, en una actitud
turbadora en la que pui"." caminar hacia tã muerte. La aparienci a etér:ea
y fluctuante de las formas, y el predominio de las líneas ondulantes, evi-
dencian una clara estética modernista.
Una orientación más realista sigue Clarasó, en las dos grandes esta-
tuas de los panteones de la familia de Alberto Aladrén (1904) y de las fami-
lias de Gômezy Sancho (1907), ubicadas, una enfrente de Ia otra, en el an-
dador Costa. Las dos son desnudos parciales de hombres, en los que está
presente un minucioso realismo, con un esmerado tratamiento de la ana-
304 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

P(lnteón de Gregorio Ginés y Ginés (fot. P. J. Fatás)


LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 305

tomía, sobre todo en la estatua titulada Memento Homo, en el primer pan-


teón, que representa a un hombre joven cavando una fosa en un momento
de máximo esfuerzo. La obra obtuvo medalla de honor en la Exposición
Internacional de París de 1990, y de la misma hay varias réplicas. El se-
gundo panteón, consta de la estatua sedente de un anciano que arranca las
hojas del simbólico libro del tiempo. En ella se aprecia el exagerado trata-

Memento }jomo, panteón de la familia de Alberto Aladrétr (fot. autor).


306 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

miento de la musculatura, de inspiración miguelangelesca. La belleza de


ambas obras, es resaltada, por la cuidada ejecución sobre mármol blanco
veteado de gran calidad.
También es obra de Clarasó, el panteón de Ia familia de Alejandro Pa-
lomar de la Torre, (cuadro 4l , l9O7), de menor entidad que los anteriores.
Consta de las estatuas de dos niños, en actitud orante, ante la tumba de
sus padres. Junto a éstos, un pilar de hierro sostiene un crucifijo, en cuyo
lado posterior hay una representación de la Virgen. La estética modernista
está de nuevo aquí presentett.
.:':.:.

j
)

Proyecto de Enrique Clarasó del panteón de la familia de Alejandro Palomar de la Tone.

1 7 El proyecto de Enrique Clarasó se conserua en el Archivo Municipal de Zaragoza. Sección de


Fomento, armario 17,legajo 12, expediente 855, año 1907.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 307

Panteón de las familias de Góme7 y Sancho (fot. autor)

La idea, emotiva y original, de este panteón, fue reaclaptada, años más


tarde en el panteón de Teresa Vigata, (cuadro 61, l9l7), aunque aquí, la ni-
ña que rezalo hace ante el propio retrato de su padre, cuyo busto, se halla
308 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

sobre un elevado pedestal. En este caso, como en muchos otros, descono-


cemos la autoría de la obra ya que carece de firma.
Otro destacado escultor que realiza diversas obras en el cementerio de
Torrero, es Dionisio Lasuén. Hacemos referencia aquí al panteón de Anto-
nio Morón, actualmente traspasado a la familia Gardeta-Guinda, (andador
Costa, 1904), para el que Lasuén esculpe Ia estatua de una mujer en acti-
tud de pedir silencio, con el dedo índice sobre la boca, junto a la puerta de
la cripta del panteón. La escultura se halla inmersa en un conjunto moder-
nista en el que no faltan la decoración floral ni las líneas ondulantes.
La referencia a la muerte está de nuevo presente en el gran grupo es-
cultórico que constituye el monumento conmemorativo de la fosa común,
ubicado en el andador que lleva su nombre. Su autor es José Bueno, uno
de los escultores aragoneses más notables de este siglo, el cual modeló esta
obra en Roma, que obtuvo Segunda Medalla en la Exposición Nacional de
Bellas Artes. Fue erigido por suscripción popula4 e inaugurado el día 15
de junio de L919. Está formado por tres desnudos masculinos cuya com-
posición representa el momento en el que dos hombres sujetan el cadáver
de un tercero, antes de ser inhumado. Los desnudos poseen una espléndi-
da arquitectura muscula4 resueltos con enorme dominio bajo influencias
bien asimiladas. El grupo destaca poderosamente del resto de la iconogra-
fía funeraria, siendo uno de los conjuntos escultóricos de mayor interés ar-
tístico del recintols.

II

I:/
Ala izda., panteón de Teresa Vigata (detalle); y a la dcha., panteón de Inrenzo Pardina Inrente
([ots. autor).

18 Resulta interesante la opinión de Fnauces, José: El aíio artßtico de 1917, Madrid 1918, pp.
291-294
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 309

Monumento conmemoratito de la Fosa Común. También llamado }ìrmanidad (fot. de la época en


que fue erigido).

Dentro de Ia escultura funeraria existente, encontramos otras temáti-


cas no repetidas, que resultan atípicas dentro del contexto. Así en el pante-
ón de Lorenzo Pardina Lorente, (cuadro 47) selocaliza, en su cabecera, un
pleurant o llorón, elemento característico de Ia escultura funeraria, sobre
todo en Ia escultura gótica borgoñona, y de la que en Zaragoza hay un her-
moso ejemplo en el sepulcro del arzobispo Don Lope Fernández de Luna,
en la catedral de La Seo. Aquí, Ia estatua, de tamaño menor del natural,
tiene unos pesados pliegues, de correcta ejecución, obra de Rocañín y Ri-
310 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Panteón de Eduardo Alvarez y Pilar Sarto (fot. autor).

cardo Bayod, artífices de otros muchos trabajos funerarios, en su mayoría


ornamentales.
La simbología fúnebre egipcia inspira el panteón de la familia Pardo-
Al.calâ, (andador fosa común), realizado por el escultor Pascual Salaverri.
Consta de una escalinata que conduce hacia una puerta, entreabierta y en-
marcada por una estmctlrra trapezoidal de piedra. Ante la puerta, que re-
presenta la vida eterna, se halla la estatua sedente de una mujer con la ma-
no en el pecho, en actitud suplicante. Sobre el dintel, se superponen sím-
bolos egipcios y cristianos, el sol alado y \a cruz.
Exótica resulta también, la estatua de una mujer que se apoya sobre
un alto pedestal, abrazando a una calavera. La escultura, ubicada en el
panteón de la familia Cano-Vicente,(cuadro 1), está basada en un pequeño
modelo en yeso, realizado hacia 1920 por el escultor José Bueno . Sin em-
bargo, la obra esculpida, en tamaño mayor del natural, por José Muñoz en
los años setenta, nada tiene que ver con la calidad del modelo, resultando
ésta una caricatura del original.
Reciente en el tiempo, es la escultura que ocupa la cabecera del pante-
ón de Miguel Peiré, (cuadro 1), representación alegórica de la patria. Se
trata de la estatua de una mujer, de pie y vestida con túnica muy ajustada,
tras la que se transparenta el cuerpo. Lleva sobre La cabeza una corona
mural, en la mano derecha sujeta el mástil de una enorme bandera, en la
otra, sostiene una cartela con el escudo de la monarquía española. Detrás
del conjunto descrito hay una cruz parcialmente cubierta. Es obra bien re-
suelta, dentro de un realismo de escasa aportación.
Plenamente contemporáneo es el bajorrelieve, en mármol blanco, que
configura Ia cabecera del panteón de la familia Blanco-San José,(cuadro
55). Representa a una mujer arrodillada, de perfil dentro de una composi-
ción en la que predominan las líneas curvas. En sus manos sostiene una
lámpara encendida, el manto que la cubre forma finos y apretados plie-
gues, resueltos de forma esquemática con un cierto aire de modernidad.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 311

La temática del desnudo femenino está prácticamente ausente en la


necrópolis zaragozana, con la única excepción del panteón de Eduardo Al-
valezy Pilar Sarto,(ampliación Costa). El escultor Miguel Cabré realizó en
1978 el desnudo de una joven recostada sobre la losa que cubre la tumba
de este panteón. En actitud reflexiva, sostiene en una mano el relieve de la
cabeza de una mujer con los ojos cerrados, que simboliza la muerte. El es-
cultor no elimina la sensualidad de las formas, sino al contrario, son po-
tenciadas por el material utilizado, el bronce. La obra, alipica, pone un
cierto grado de erotismo en un contexto dominado por la iconografía reli-
giosa.

El retrøto
El retrato es el tema más representativo en la escultura funeraria de
iconografía no religiosa. El recuerdo del fallecido a través de su represen-
tación escultórica, está presente en las más antiguas costumbres funera-
rias de occidente. Baste el recuerdo sumario, de los enterramientos egip-
cios, etruscos o romanos, en los que en determinados momentos el retrato
es un elemento consustancial.
En el cementerio de Torrero la forma más característica de retrato es
la reproducción fotográfica esmaltada, que es habitual sobre todo en los
nichos. En los panteones encontramos algunos ejemplos de retratos escul-
tóricos, bustos, de bulto redondo o en relieve, e incluso retratos de cuerpo
entero.
Uno de los retratos más antiguos, fechado en 1854, pertenece al finan-
ciero y político, Juan Buil Olliarburo, en cuyo panteón se halla, (andador
fosa común). Es un busto en mármol, esculpido por el escultor ochocentis-
ta zaragozano, Ponciano Ponzano, quien lo resuelve en rígida posición
frontal dentro de un minucioso realismo. Va colocado sobre un alzado de
notable arquitectura, flanqueado por columnas y rematado por un peque-
ño frontón. En las esquinas de la tumba hay unos esbeltos flameros, y ro-
deando al conjunto, una verja de hierro. La estética neoclásica tiene plena
vigencia aquí.
El retrato puede ser un óptimo pretexto para convertir un enterra-
miento en un auténtico monumento público, en el caso anterior de una
forma discreta, en otros, de forma notoria. Es la circunstancia del mauso-
leo de Joaquín Costa, del que ya tratamos, y cuyo pequeño retrato, esculpi-
do por Lasuén, alcanza un decisivo protagonismo, o de los panteones de
dos toreros fallecidos trágicamente en las primeras décadas del siglo. El de
Jaime Ballesteros Herrerín, (cuadro 65), fallecido enCâdiz el 9 de septiem-
bre de 1914, tiene en Ia cabecera y sobre,rn a]to pedestal, el busto-retrato
del torero , bajo é1, una mujer sentada sobre la losa, vestida con chaqueti-
IIa torera y mantilla, llora su muerte. El pueblo la relacionó con su novia,
que a la muerte de éste, ingresó en un convento de clausura. El segundo es
el dedicado a Florentino Ballester Ballesteros,(andador fosa común), para
el que realizó Domingo Ainaga un discreto busto-retrato, con vestimenta
torera, en bronce. La montera y el capote están esculpidos sobre la tumba.
El retrato de cuerpo entero tiene en el panteón de Eustasio Morón,
(andador fosa común), su ejemplo representativo. Se trata de un curioso
312 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

A la izda., panteón de la familia de Juan Buil olliarburo; y a la dcha., panteón de Jaime Ballesteros
Herrerín (fots. autor).

retrato, en el que aparece el personaje elegantemente vestido, sentado, en


actitud pensativa, fiel reflejo de la idea de perduración tras Ia muerte. La
obra, anónima, fue realizada a finales de los años veinte. EI modelo fue re-
petido en otros panteones pero sin el verismo de éste, por ejemplo en el de
Mariana Garofalo, (andador fosa común), en el que aparece ésta, sentada y
cubierta casi por completo por un manto, del que sólo asoma el rostro. Po-
siblemente su autor sea el mismo que el anterior.
El busto-retrato más característico en los panteones es el bajorrelieve
en forma de medallón. En ocasiones aparece retratado un sólo miembro
de la familia, por ejemplo en el panteón de Fermín Pellicer Bañola, (cua-
dro 59, 1913), en otros aparecen los esposos, como en el panteón de Lo-
renzo Soro Garcia, (cuadro 57 , 1924), o también, un padre y un hijo, como
en el panteón de Faustino Ramos Magallón, (cuadro 1). La mayor parte de
ellos son esculpidos por artífices anónimos, y Ia calidad artística es varia-
ble aunque predominan las ejecuciones discretas o simplemente malas.
En la misma temática, pero en formato rectangular vertical, destaca el
pequeño retrato del doctor Cebolla, (cuadro 51, 1936), bajorrelieve resuel-
to en bronce, en el que se aprecia Ia cuidada ejecución del escultor Félix
Burriel.
Por último hacemos referencia a dos retratos que no se hallan ubica-
dos sobre panteones, sino en el interior de las capillas, ejemplos del arte
contenidos en estos lugares cerrados, y únicos a los que hacemos alusión,
dado que resulta difícil poder acceder a los mismos. El primero es el retra-
to del filántropo José Aznârez, (capilla 10, 1907), busto-retrato en forma
de medallón, resuelto en mármol por Dionisio Lasuén, que se completa
LAS NECROPOLIS DE ZAP.AGOZA 313

li
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Panteón de Florentino Ballester Ballesteros (lot. autor).


314 cuADERNos DEzAnAGozAa3

con dos relieves laterales, representaciones alegóricas de la Modestia y de


la Caridad. El segundo, es el retrato de los niños Garcia Tafalla, (capilla
47,1935), grupo escultórico de original composición, en el que aparece el
Angel de la Guarda protegiendo a dos niños, retratos de cuerpo entero y
objetivo último de la escultura. Félix Burriel, su auto4 da de nuevo lesti-
monio de su quehacer realista y cuidado, en este grupo, de tamaño menor
del natural, en bronce.

Iconogrøfía relígiosa
La iconografía religiosa, como no podía ser menos en un cementerio
católico, es abrumadoramente mayoritaria. Sobre todo el tema de la cruci-
fixión, o simplemente la representación dela cruz, símbolo por excelencia
del cristianismo, está presente, con raras excepciones, en la mayor parte
de los enterramientos. En el apartado correspondiente nos hemos referido
a aquellas obras que tienen enjundia arquitectónica.
Desde el punto de vista escultórico, el tema de la crucifixión, tiene nu-
merosísimos ejemplos que carecen de valor artístico.De entre los que sí lo
tienen, destaca por su sentido trâgico y hondo patetismo de inspiración
barroca, el existente en el panteón de la familia de Avellanas (cuadro 47).
El cuerpo de Cristo, en tamaño natural, está espléndidamente resuelto por
autor anónimo, en Ia abundante y quebradiza piedra gris de Alicante'
También es interesante un panteón ubicado en el cuadro 8, representación
de Cristo en la cruz, junto a su madre arrodillada. Es de hierro y de tama-
ño natural, originariamente iba pintado, en dorado la imagen de Cristo, y
de verde oscuro la Virgen. La obra fue fundida en los talleres de Averly, ha-
cia 1890, en plena época de expansión y apogeo del hierro. Su ejecución es
correcta y podria ser obra de Carlos Palao. En Ia actualidad se halla en la-
mentable estado de abandono, y en trance de destrucción.
El tema de Ia crucifixión aparece de forma fragmentaria en el panteón
de Enrique Laguna (cuadro 3). Tan sólo, los pies de Cristo clavados junto a
Maria, de medio cue{po, que llora desolada ante su hijo, forman una pe-
queña pero bien resuelta composición'e. Cristo muerto con corona de espi-
nas, es-el tema resuelto por Félix Burriel en la cabecera del panteón de la
familia Irrisarri-Villuendas (cuadro 44). Se trata de un mediorrelieve en
piedra, de estereotipadas formas, ejecutado en los años treinta.'
La iconografía de la piedad, Cristo muerto en el regazo de su madre,
tiene en el cèmenterio zaragozar'o algunos ejemplos en bajorrelieves de
poca entidad, sin embargo está presente en una de las esculturas actuales
más importantes del recinto. Nos referimos a La Piedad del escultor sal-
mantino Venancio Blanco, emplazada sobre el promontorio troncopirami-
dal existente en el panteón del historiador del arte, José Camón Aznar. Es,
sin duda, la obra de más avanzado concepto de toda la necrópolis, dentro
de la corriente neofigurativa. Blanco especula con las formas humanas,
asimila la nueva valoración que Moore hace sobre la utilización del hueco
como recurso expresivo, aquí consigue un grupo pleno de matices, en el
que la rugosidad del bronce y Ia combinación de formas y huecos son los
protagonistas, acentuando el dramatismo del tema. La obra supone una

19 Es la única obra del cementerio de Torrero reproducida en el interesante texto de CHABOT,


André '. Erotique du cimetiére, París 1989, p. 102.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 315

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Pmteón de la familia de Avellanas (fot. autor)
316 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

I .-1 -1'
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Panteón de José Camón Aznar (fot. autor).

mptura formal con relación al conjunto escultórico del cementerio, que de


mõmento, (fue colocada a principio de Ia década de los ochenta), no ha te-
nido continuadores.
Las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús tienen una presencia rela-
tivamente modesta. Un modelo creado por Pascual Salaverri, que repre-
senta a Jesús con más edad de lo habitual y con un abultado bigote, es re-
petido en varios panteones. Sirwa de ejemplo, el existente en el panteón de
Antonio Gonzâlez (cuadro 2).
La iconografía mariana está presente por medio de numerosas Doloro-
sas, por representaciones de Ia Virgen del Rosario, y sobre todo, de la Vir-
gen del Pila4, patrona de la ciudad. De esta última destaca por su gran ta-
maRo, aproximadamente 2m. de altura, la ubicada en el panteón de Pas-
cual Aranda, (cuadro 49), también merecen resaltarse las realizadas por
Francisco Rallo, un ejemplo es Ia del panteón de Ia familia Mas-Sanoin,
(cuadro 4).
Son reseñables, también, otros temas religiosos como un San Luis
Gonzaga esculpido por Francisco Rallo para el panteón de la familia Gi-
meno Brios Feirer, (ãndador fosa común), o un Moisés que realiza para el
panieón de Ia familia Nasarre-Martínez, (cuadro 46), Miguel Cabré en
1977. Ambos en piedra y en tamaño menor del natural, el primero, y natu-
ral el segundo.
Concluimos esta visión iconográfica sucinta, haciendo referencia a
uno de los temas más reiterativos en el cementerio de Torrero: la represen-
tación de ángeles. Son frecuentes las estatuas de ángeles que rematan los
altos pedestales de ciertos panteones, o las cabeceras de panteones más
modeitos. También aparecen en relieves como elementos ornamentales.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 317

En la localidad italiana de Carrara, lugar donde existen unas de las


más afamadas canteras de mármol de Europa, habia a principio de siglo
varios talleres que producían casi de forma industrializada, unas magnífi-
cas estatuas de ángeles de las que existen múltiples copias, y cuyo denomi-
nador común es la belleza del material y la calidad de su acabado. Buena
parte de ellas eran exportadas fuera de Italia. Hasta aquí llegaron varias
estatuas, representaciones del Angel del Juicio Final, caracterizadas por su
espléndida ejecución, por el bello tratamiento de la túnica, ajustada al
cuerpo y con pequeños pliegues, así como por la delicada belleza de sus
rasgos faciales. Los mejores ejemplos están en los panteones de la Funda-
ción Nicolás de Escoriaza y de la familia Palacio, (andador fosa común),
ambos concluidos en 1905.
Los escultoresBuzzi y Gussoni, de origen italianos y con taller enZa-
ragoza, son profesionales que trabajaron más como ornamentistas que co-
mo creadores. No obstante, dieron sobradas pruebas de su calidad en va-
rios trabajos del cementerio, que tienen como temática la representación
de ángeles. Destacamos el pequeño grupo de ángeles orantes, inmersos en
una composición elíptica, bajo la cruz que remata el panteón de los Mar-
queses de Montemuzo, (cuadro 32, 1890), o los tres ángeles, también en

Ala izda., panteón de la Fundación J. Nicolás de Escoriaza (detalle escuhórico); y ala dcha., pan-
teón de los Marqueses de Montemuzo (fots. autor).
318 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

oración, que existen en la cabecera de la sepultura de María Garcia Prat,


(2." hla del andador Costa), con reminiscencias simbolistas y gran belleza
formal. Más discreto es el ángel femenino, erguido y con aparatosas alas

ffit=

Panteón de María Gracia P/r¿l (fot. âutor).


LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 319

Panteón de la familia de Juan Guitart (fot. P. J. Fatás)


320 CUADERNOS DE ZARAGOZA 63

Panteón de la familia Matute Pérez (fot. autor).

abiertas, de la sepultura de la Viuda de Quílez, (cuadro ó1, 1905). Pero su


composición más acertada y original, a nuestro juicio, es Ia del panteón de
la familia de Juan Guitart, (cuadro ól), de concepción modernista. Está
formado por varios bloques prismáticos de piedra, superpuestos de mane-
ra decreciente, que se cubren con una abigarrada decoración de estalacti-
tas, hojas de acanto y flores, y de los que parece salit en la parte superior,
el Angel Redentor, estatua de medio cuerpo también en piedra.
Dionisio Lasuén, del que ya hemos analizado varias obras, es el autor
del panteón de la familia Matute Pérez, (andador fosa común, 1899), para
el que realiza un ángel arrodillado en oración, ante un féretro ricamente
decorado. Es obra de buena factura, en la que destaca el bello rostro feme-
nino del ángel, así como los característicos pliegues amplios y pesados, ha-
bituales en la forma de resolver las telas de este escultor.
Son también reseñables las representaciones de ángeles existentes en:
El panteón de la familia Guillén Bernard, (andador Costa, 1903), en el que
hay un bello ángel arrodillado, abrazado a una gran cruz, obra del escultor
Jaime Lluch; el panteón de la familia de Andrés Nicolás, (cuadro 1), sobre
el que se yergue un estilizado ángel-niño; el panteón de Lorenzo lzquierdo,
(andador Cosla, 1926), en el que se ubica una de las obras de primera épo-
ca de Félix Burriel, un ángel inspirado en los italianos anteriormente co-
mentados; y por último, el panteón de Arturo Zapata y familia, (cuadro
47), realización más reciente que las anteriores, de autor anónimo, cuya
cabecera está formada por un altorrelieve, representación de un ángel fe-
menino rezando con un ramo de rosas en su regazo, es una delicada com-
posición plena de matices.
Algunos panteones se resuelven como espacios escenográficos, en los
que también èstá presente la temática de los ángeles como principal recur-
so escultórico.
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 321

En el panteón de las familias de Mariano Murillo y Miguel Portolés,


(andador Costa), obra de la primera década del siglo XX, la èstatua de un
ángel femenino, vestido con fina túnica, señala con su mano la figura de

Panteón de Arturo Zapata y familia (fot. autor).


322 CIJADERNOS DE ZARAGOZA 63

PanteólL de la fantilia de Gerardo Mermejo (fot. P. J. Fatás).

-
ì:'
Panteón cle la fanilia de Gerardo Mermeio (detalle omantett¡a1) (fot. autor)'
LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 323

Panteón de la familia de Repulles de la Llata (fot. autor).

una mujer, que se alza sobre un muro en talud. Es la representación de Ia


resurrección de los muertos. El conjunto está resuelto dentro de la estética
modernista, perceptible en los rasgos escultóricos de las estatuas, o en
unos llamativos maceteros, prismáticos con revestimiento cerámico.
. , De nuevo un ángel femenino, aquí sentado sobre un sarcófago en acti-
tud vigilante, adquiere el mayor protagonismo en el panteón de-la familia
de Gerardo,Mermejo, (andador fosa común, l9l5). Se trata de un ángel de
impecable factura, vestido con túnica de abundantes plegados, angulosos y
quebrados. Este panteón tiene en su parte arquitectónica, una de las deco-
raciones de mayor calidad de todo el recinto. El trabajo, en mármol, es ex-
cepcional, en paños de cuidados pliegues, lazos, guirnaldas de flores, coro-
nas, flameros, y unas pequeñas columnas, de fuste cubierto, en parte, por
paños y capitel de corona de flores y hojas. La estatua del ángel es obra de
Carlos Palao.
Más escenográfico resulta el panteón de la familia de Repulles de Ia
Llata, (cuadro 3, 194I). Consta de un alto zócalo sobre el que se halla un
sarcófago profusamente decorado, con flameros a los lados. Frente a é1,
una pequeña escalinata por la que desciende un ángel que porta corona y
cruz, a ambos lados de Ia misma, sendas esfinges con forma de león, pe-
chos y cabeza de mujer y alas, según el modelo de la Grecia clásica. La es-
cena recoge el momento en el que el ángel anuncia el Juicio Final.

æ
Indice
PnI¡vrnne pantp,
HISTORIA DE LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 11

Salduie
Miguel Behrán Lloris 13

Caesaraugusta
Miguel Beltrán Lloris l9
Las almacabras saraqustíes
en el contexto de las almacabras de Al-Andalus
Juan Antonio Souto 49
El cementerio judío de Zaragoza
Miguel Angel Motis Dolader 67
Las necrópolis islámicas de Zaragoza
Pilar Galve lzquierdo y José Antonio Benat¡ente Serrano 85
Zaragoza cristiana
Pascual Martínez Calvo 99
Siglo XIX
M". Rosa Jiménez t6t
El Cementerio de Tonero en el siglo XX
Elvira Adiego Adiego t73
Hacia el futuro de los cementerios
Antonio Aisa Royo 201

SncuNpa paRre
EL ARTE EN LAS NECROPOLIS DE ZARAGOZA 207
El arle en la Edad Antigua
Miguel Behrán Lloris 209
La Edad Media
M". Carmen Lacarra Ducay 215
Edad Moderna. Siglos XVI, XVII y XVIII
Juan Frøncisco Estebcln Lorente 249
Edad Contemporánea
Ramón Morón Bueno
José. 285
Este libro, I-as necró-
polis de ZaragoTa, se
acabó de imprimir el
l9 de septiembre de
1991, festividad de San-
ta Constancia, en los
talleres gráficos de AR-
Plrelieve, sitos en la
calle Blas Ubide, 5 y 7,
de la ciudad de Zaragoza.

Las fotograÊas de las portadi-


llas, de la primera y segunda
parte, corresponden a Ia es-
cultura de Enrique Clarasó
para el panteón de Gregorio
Ginés y Ginés en el Cemenle-
rio de Torrero . Las letras ca-
pitulares y el ciere de los ca-
pítulos están tomados de las
inscripciones de diversas lá-
pidas deì Cementerio de To-
rrero. En eì colofón, una ca-
lle del Cementerio de Torrero
(fots. Víctor M. Lahuerta)

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