Sie sind auf Seite 1von 17

Causa nº 12.

434
“Antuña, Guillermo Javier
s/recurso de casación”
Sala III C.F.C.P.

Cámara Federal de Casación Penal

REGISTRO NRO. 1491/13

// la ciudad de Buenos Aires, a los 30 días del mes de agosto


del año dos mil trece, reunidos los integrantes de la Sala III
de la Cámara Federal de Casación Penal integrada por Mariano
Hernán Borinsky como presidente, Ana María Figueroa y Raúl R.
Madueño como vocales, asistidos por el Prosecretario de Cámara,
doctor Walter Daniel Magnone, con el objeto de dictar sentencia
en la causa nro. 12.434 del registro de esta Sala, caratulada:
“Antuña, Guillermo Javier s/recurso de casación”. Interviene en
representación del Ministerio Público Fiscal, el doctor Ricardo
Gustavo Wechsler. Ejerce la defensa de Guillermo J. Antuña, el
Defensor Público Oficial, doctor Juan Carlos Sambuceti (h).
Efectuado el sorteo para que los jueces emitan su
voto, resultó establecido el siguiente orden: doctores Mariano
H. Borinsky, Ana María Figueroa y Raúl R. Madueño.
VISTOS Y CONSIDERANDO:
El señor juez doctor Mariano Hernán Borinsky dijo:
PRIMERO:
Llegan las presentes actuaciones a conocimiento de
esta Alzada a raíz del recurso de casación deducido a fs.
95/106, por la Defensora Pública Oficial doctora María Patricia
Tarraubella —por la defensa de Guillermo Javier Antuña—, contra
la resolución de fecha 14 de abril de 2010 dictada por la Sala
VII de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional de Capital Federal, en la que resolvió: Confirmar
el decisorio de fs. 39/41, en cuanto el juez de instrucción
ordenó en el punto III) Disponer la internación compulsiva de
Guillermo Javier Antuña en la Unidad nº 20 del Servicio
Penitenciario Federal, y en el punto IV) Extraer testimonios de
las piezas pertinentes de la presente causa y remitirlos al
Juzgado de Ejecución Penal que se encuentra de turno,
anotándose al mencionado Guillermo Javier Antuña a disposición
exclusiva de dicho tribunal.
II. El mentado recurso de casación fue concedido a
fs. 126, y mantenido en esta instancia a fs. 132.
III. La recurrente en primer término adujo que en el
caso se ven afectados los principios de inocencia, juicio
previo, culpabilidad y proporcionalidad previstos en el art. 18
de la Constitución Nacional ya que sin juicio previo fue
privado de su libertad por tiempo indeterminado.
Por otra parte, afirmó que “no procede la aplicación
de la medida de seguridad pues el fundamento invocado de la
‘peligrosidad’ y la ‘indeterminación’ de su duración,
demuestran que los límites claros que imponen a título temporal
los principios de legalidad y culpabilidad desaparecen cuando
se trata de medidas de seguridad y ello deja en evidencia su
desproporción y arbitrariedad. Por ello, entendió que la
internación involuntaria debe ser de carácter absolutamente
excepcional y siempre para casos de extrema necesidad, y
eventualmente observada y controlada exclusivamente por un juez
civil. Pues de esa manera, existe en autos otra posibilidad
para brindar el tratamiento que la patología que reviste mi
defendido requiere sin recurrir a la aplicación de una medida
tan extrema como la dispuesta”.
Refirió que la decisión del a quo en cuanto restringe
la libertad de su asistido le genera un perjuicio de imposible
reparación ulterior ya que implica privarlo de la libertad —por
tiempo indeterminado—, es decir hasta que deje de ser
peligroso.
Sostuvo que en el caso de que pudiera considerarse
que Guillermo Antuña “guarda peligros que obligan a su
internación, ello no puede ser cumplido en un ámbito
carcelario. Menos aún cuando no se ha dispuesto la prisión
preventiva del nombrado, esto es, se lo está manteniendo
encarcelado sin una situación jurídica que lo avale”.
En razón de lo expuesto, indicó que Guillermo Antuña
debe quedar bajo la órbita de la justicia civil, resultando
innecesario la imposición de una medida de seguridad.
Por último, señaló que ante el Juzgado Nacional de
Primera Instancia en lo Civil nro. 89 de Capital Federal se
encuentra tramitando el expediente nro. 31.177/97 “Antuña,
Guillermo Javier s/art. 482 del Código Civil”, por lo cual
habiendo intervenido ya la Justicia Civil en relación a la
enfermedad que padece su asistido, es ésta la que debe
continuar con el seguimiento de su tratamiento.
Finalmente, hizo reserva del caso federal.
2
Causa nº 12.434
“Antuña, Guillermo Javier
s/recurso de casación”
Sala III C.F.C.P.

Cámara Federal de Casación Penal

IV. En la etapa procesal prevista en los arts. 465


del C.P.P.N., y en la oportunidad del art. 466 ibídem, se
presentó el Defensor Público Oficial doctor Juan Carlos
Sambuceti (h.) y en virtud de las consideraciones expuestas a
fs. 134/137vta., solicitó se haga lugar al recurso interpuesto.
V. A fs. 249 se dejó constancia de haberse superado
la etapa prevista en el artículo 468 del C.P.P.N.,
SEGUNDO:
Liminarmente resulta pertinente recordar que el
Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción nro. 30 de
Capital Federal, con fecha 18/3/2010, resolvió: I) Declarar
inimputable en las presentes actuaciones a Guillermo Javier
Antuña; II) Sobreseer a Guillermo Javier Antuña en orden al
hecho que le fuera imputado en autos; III) Disponer la
internación compulsiva de Guillermo Antuña en la Unidad nº 20
del Servicio Penitenciario Federal; IV) Extraer testimonios de
las piezas pertinentes de la presente causa y remitirlos al
Juzgado de Ejecución Penal que se encuentra en turno,
anotándose a Guillermo Javier Antuña a disposición exclusiva de
dicho tribunal; V) Extraer testimonios de las piezas
pertinentes de la presente causa y remitirlos a la Excma.
Cámara en lo Civil a fin de que se desinsacule el Juzgado Civil
que deberá intervenir en lo sucesivo en la protección de la
persona del imputado (cfr. 39/41).
Solamente contra la imposición de la medida de
seguridad y la extracción de testimonios para que intervenga la
justicia de Ejecución Penal, la defensa de Guillermo Javier
Antuña dedujo recurso de apelación (v. fs. 50/54).
Por su parte, la Sala VII de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional de Capital Federal,
con fecha 14/4/2010, confirmó los puntos dispositivos III y IV
de la resolución impugnada (cfr. fs. 79/80), lo que motivó la
interposición del recurso de casación por parte de la defensa.
Esta Sala III de la C.F.C.P. —con distinta
integración a la actual— por mayoría, resolvió rechazar el
recurso de casación deducido por la defensa (fs. 143/150).
Contra esta resolución, la defensa pública de
Guillermo Javier Antuña dedujo recurso extraordinario federal
(fs. 156/170), el que fue declarado inadmisible por esta Sala
III —con distinta integración a la actual— el día 2/11/2010
(ver fs. 174 vta.), decisión que motivó la interposición del
recurso de queja ante el Alto Tribunal.
Finalmente, la Corte Suprema de Justicia de la Nación
con fecha 13 de noviembre de 2012, por compartir en lo
pertinente los fundamentos y conclusiones del señor Procurador
General de la Nación, hizo lugar a la queja, declaró admisible
el recurso extraordinario interpuesto por la defensa de
Guillermo Javier Antuña y revocó la decisión de esta Sala III
de fecha 13/9/2010 (cfr. fs. 230).
Ahora bien, conforme la doctrina que se desprende del
pronunciamiento de la CSJN y que resulta aplicable al caso, no
cabe realizar un nuevo juicio de conocimiento respecto de la
situación procesal de Guillermo Javier Antuña, ello así, en
función de que la declaración de inimputabilidad de Guillermo
Javier Antuña y el sobreseimiento decretado en su favor, en los
puntos dispositivos I y II de la resolución del juez de
instrucción de fecha 18/3/2010, adquirieron firmeza al no haber
sido recurridos por la defensa de Guillermo Javier Antuña,
extremo que la propia defensa señala, al menos en dos
oportunidades, al deducir el recurso extraordinario federal
(cfr. fs. 157/vta. y 163).
Al respecto, advierto, que en la especie el juez
instructor —sin haberle otorgado debida intervención a la
defensa y al Ministerio Público Fiscal— ordenó en el punto
dispositivo III la internación compulsiva de Guillermo Javier
Antuña —sin establecer el límite temporal máximo de duración de
la medida de seguridad— tal como lo propició el Procurador
General de la Nación en el dictamen que tuvo acogida favorable
por la CSJN en el fallo de fecha 13/11/2012. Asimismo, por el
punto dispositivo IV se puso a Guillermo Javier Antuña a
disposición de la Justicia de Ejecución Penal para que
intervenga durante la ejecución de la medida de seguridad,
conculcando a través de dicho proceder el derecho
constitucional al debido proceso legal garantizado por el art.
18 de la Constitución Nacional, razón por la cual, deberá
anularse el decisorio recurrido, lo que así propongo.
En ese orden, de conformidad con lo resuelto por la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, con fecha 13 de
noviembre de 2012, corresponde anular la decisión recurrida, al
igual que los puntos dispositivos III y IV de su antecedente de
4
Causa nº 12.434
“Antuña, Guillermo Javier
s/recurso de casación”
Sala III C.F.C.P.

Cámara Federal de Casación Penal

fecha 18/3/2010, apartar al juez interviniente, debiéndose


designar a un nuevo magistrado a fin de que emita un nuevo
pronunciamiento conforme a derecho, garantizando la debida
intervención de las partes.
En orden a lo expuesto, propicio al acuerdo: HACER
LUGAR AL RECURSO de casación deducido por la defensa de
Guillermo Javier Antuña, y en consecuencia, anular la decisión
impugnada y los puntos dispositivos III y IV de su antecedente
necesario, apartar al juez de instrucción interviniente, y
remitir las actuaciones a la Cámara Nacional de Apelaciones en
lo Criminal y Correccional de Capital Federal a fin de que tome
debida nota de lo aquí decidido, a la vez que desinsacule un
nuevo magistrado para que prosiga el trámite de la causa
conforme el criterio aquí expuesto, sin costas (arts. 471, 530
y 531 del C.P.P.N.).
La señora jueza doctora Ana María Figueroa dijo:
1º) En primer término, debe ponerse de resalto que la
intervención de este Tribunal se motiva en la sentencia dictada
el 13 de noviembre de 2012 por la Corte Suprema de Justicia de
la Nación, en la causa “A.987.XLVI RECURSO DE HECHO Antuña,
Guillermo Javier s/causa nº 12.434”. En este precedente el Alto
Tribunal resolvió hacer lugar a la queja articulada por la
defensa de Antuña, declarar admisible el recurso extraordinario
interpuesto y dejar sin efecto la sentencia dictada por la Sala
III de esta Cámara el 13 de septiembre de 2010 por compartir
“...en lo pertinente los fundamentos y conclusiones del
dictamen del señor Procurador General...”, emitido con fecha 26
de octubre de 2011.
Tres son las cuestiones desarrolladas en el
precedente citado por el Procurador General –al que adhirió la
Corte Suprema de Justicia de la Nación-:
a) Validez del régimen doble de medidas de seguridad
–penal y civil-:
Sostuvo el Procurador General que “no encuentro en la
diferencia de tratamiento que acabo de caracterizar el
ejercicio arbitrario de poder punitivo que postula la defensa
en su agravio (...) es una distinción razonable basada en el
hecho objetivo de que, en el caso penal, la afección mental ha
llevado a quien la padece a cometer un ataque ilícito tal que
podría haber dado lugar a una pena privativa de la libertad si
no hubiera sido el resultado de su incapacidad”.
b) Operatividad de la garantía del debido proceso en
la imposición de medidas de seguridad:
Consideró que “...la decisión de internación
psiquiátrica compulsiva ha de resultar de un proceso dotado de
todas las garantías procesales contra las reclusiones o
enclaustramientos arbitrarios...” y que “...el procedimiento
por el que se dispuso la medida de seguridad penal no alcanza
el estándar del debido proceso...”.
c) Límite temporal máximo de duración en la
imposición de una medida de seguridad.
Sostuvo que “...la persona declarada incapaz de
culpabilidad tiene un derecho igual al del condenado como autor
responsable a conocer con anticipación el plazo máximo por el
que podrá extenderse su privación de la libertad –su privación
de la libertad, esto es, en aplicación del artículo 34, inciso
1, segundo párrafo, del Código Penal. Así, el tribunal que
dispone una medida de seguridad de naturaleza penal debe fijar
el plazo máximo hasta el que la medida podrá extenderse,
asegurando una razonable proporcionalidad entre el ilícito
cometido y la medida ordenada, como la que aseguraría al
limitar la pena que sería aplicable al caso si el imputado no
fuera incapaz de culpabilidad...”.
2º) Sobre la imposición de medidas de seguridad en la
órbita de la justicia penal, he tenido oportunidad de
pronunciarme recientemente en los precedentes “Aparicio Débora
Mercedes s/recurso de casación” (causa nº 15856, reg. nº
21.769, rta. el 29/8/2013) y “Del Zoto, María Luz s/recurso de
csación” (causa nº 15794, reg. nº 21.770, rta. el 29/8/2013),
ambos de esta Sala I que integro.
En tales ocasiones, y a diferencia de lo resuelto por
la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el presente caso,
he considerado que la intervención de la Justicia Civil,
constituye la que mejor puede abordar la problemática del
sujeto declarado inimputable, máxime frente a la superposición
de competencias que se verificaban en ambos, al igual que en el
aquí planteado (conforme surge de los puntos IV y V de la
decisión adoptada el 18 de marzo de 2010 a fs. 39/41, se dio

6
Causa nº 12.434
“Antuña, Guillermo Javier
s/recurso de casación”
Sala III C.F.C.P.

Cámara Federal de Casación Penal

intervención a la justicia de ejecución penal y a la justicia


civil).
Consideré que someter al sujeto a la intervención de
la justicia penal y la justicia civil en simultáneo, implicaba
una superposición de competencias que podría ocasionar pérdida
de tiempo y trámites infructuosos que podrían provocar un
dispendio jurisdiccional inútil, y eventuales contradicciones
en las decisiones entre estos fueros, suscitándose un escándalo
jurídico.
Además, relevé que la situación de los sujetos
declarados inimputables en sede penal, debía analizarse desde
los estándares introducidos por la Ley Nacional de Salud Mental
nº 26.657 –B.O. 3/12/10- ; el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos a través de los “Principios para la Protección
de los Enfermos Mentales y el Mejoramiento de la Atención de la
Salud” (Res. 46/119 del 17/11/1991 de la Asamblea General de la
ONU), invocados por el Alto Tribunal en Fallos: 331:211; como
también los lineamientos marcados por la Corte Interamericana
de Derechos Humanos en el Caso “Ximenes Lopez vs. Brasil”
sentencia del 4 de Julio de 2006.
Específicamente sostuve que mantener una medida de
seguridad bajo control de dos órganos jurisdiccionales en
simultáneo -Juzgado Nacional de Ejecución Penal y el Juzgado
Nacional de Primera Instancia en lo Civil interviniente-,
superponiendo su intervención, atenta contra el principio de
que el tratamiento sea lo menos represivo y limitativo posible,
y que revista el carácter de simple, expeditivo y que sea
llevado a cabo con la máxima celeridad posible.
3º) En punto a los estándares elaborados en la Ley
Nacional de Salud Mental nº 26.657 –B.O. 3/12/10-, surge la
obligación para el Estado Argentino de observar nuevos
lineamientos vinculados con la intervención estatal en materia
de internaciones coactivas de personas con discapacidades
mentales.
Frente a ello, se ha marcado en la reciente Ley
Nacional de Salud Mental nº 26.657, la obligación de asegurar
el derecho a “la protección de la salud mental de todas las
personas, y el pleno goce de los derechos humanos de aquellas
con padecimiento mental que se encuentran en el territorio
nacional, reconocidos en los instrumentos internacionales de
derechos humanos, con jerarquía constitucional, sin perjuicio
de las regulaciones más beneficiosas que para la protección de
estos derechos puedan establecer las provincias y la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires” (Art. 1º); y que la existencia de un
diagnóstico en el campo de la salud mental “no autoriza en
ningún caso a presumir riesgo de daño o incapacidad, lo que
sólo puede deducirse a partir de una evaluación
interdisciplinaria de cada situación particular en un momento
determinado” (Art. 5º), reforzado en cuanto a que la “atención
en salud mental esté a cargo de un equipo interdisciplinario
integrado por profesionales, técnicos y otros trabajadores
capacitados con la debida acreditación de la autoridad
competente”(Art. 8º).
Se precisó, dentro de los derechos de las personas
con padecimientos mentales, que el Estado debe reconocer el
“derecho a recibir tratamiento y ser tratado con la alternativa
terapéutica más conveniente, que menos restrinja sus derechos y
libertades, promoviendo la integración familiar, laboral y
comunitaria” (art. 7º, inciso d, el resaltado es propio).
Además se recomienda que “preferentemente” el proceso
de atención sea realizado “fuera del ámbito de internación
hospitalario y en el marco de un abordaje interdisciplinario e
intersectorial” (art. 9º).
La internación es considerada “como un recurso
terapéutico de carácter restrictivo, y sólo puede llevarse a
cabo cuando aporte mayores beneficios terapéuticos que el resto
de las intervenciones realizables en su entorno familiar,
comunitario o social...” (art. 14º, el resaltado es propio); y
que debe ser “...lo más breve posible...” (art. 15º).
4º) En los “Principios para la Protección de los
Enfermos Mentales y el Mejoramiento de la Atención de la Salud”
(Res. 46/119 del 17/11/1991 de la Asamblea General de la ONU),
se fijan estándares internacionales para observar en el
tratamiento de personas que sufren padecimientos mentales. En
relación a dichos Principios debe resaltarse el previsto en el
punto j) respecto al “derecho al tratamiento menos represivo y
limitativo posible”.

8
Causa nº 12.434
“Antuña, Guillermo Javier
s/recurso de casación”
Sala III C.F.C.P.

Cámara Federal de Casación Penal

Además debe recordarse que tal como refiriera la


Corte Suprema de Justicia de la Nación en Fallos: 331:211, la
medida restrictiva de la libertad impuesta “…debe ser revisada
judicialmente mediante procedimientos simples, expeditivos,
dotados de la mayor celeridad y, si correspondiera prolongarla
por razones terapéuticas, ello debe ser objeto de un minucioso
control periódico jurisdiccional obligatorio de los motivos de
la internación, a los efectos de estudiar si las condiciones
que determinaron su reclusión se mantienen o se modificaron en
el tiempo, y siempre en el marco de los principios y garantías
mencionados. De no ser así, la internación se convierte en los
hechos en una pena privativa de la libertad sin límite de
duración” (considerando 10°).
5º) Por su parte, la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, en el Caso “Ximenes Lopez vs. Brasil” sentencia del 4
de Julio de 2006 ha enfatizado en el deber de “asegurar una
prestación de atención médica eficaz a las personas con
discapacidad mental. La anterior obligación se traduce en el
deber estatal de asegurar el acceso de las personas a servicios
de salud básicos; la promoción de la salud mental; la
prestación de servicios de esa naturaleza que sean lo menos
restrictivos posible, y la prevención de las discapacidades
mentales” (el resaltado es propio).
Precisó también que “debido a su condición psíquica y
emocional, las personas que padecen de discapacidad mental son
particularmente vulnerables a cualquier tratamiento de salud, y
dicha vulnerabilidad se ve incrementada cuando las personas con
discapacidad mental ingresan a instituciones de tratamiento
psiquiátrico. Esa vulnerabilidad aumentada, se da en razón del
desequilibrio de poder existente entre los pacientes y el
personal médico responsable por su tratamiento, y por el alto
grado de intimidad que caracterizan los tratamientos de las
enfermedades psiquiátricas” (Caso citado, párrs. 128 y 129).
Y agregó que “todo tratamiento de salud dirigido a
personas con discapacidad mental debe tener como finalidad
principal el bienestar del paciente y el respeto a su dignidad
como ser humano, que se traduce en el deber de adoptar como
principios orientadores del tratamiento psiquiátrico, el
respeto a la intimidad y a la autonomía de las personas” (párr.
130).
6º) También recordé que la Corte Suprema de Justicia
de la Nación in re “R. M. J. s/ Insania” -Fallos 331:211- del
19 de febrero de 2008, ha precisado que “...los principios de
legalidad, razonabilidad, proporcionalidad, igualdad y tutela
judicial de las condiciones de encierro forzoso, sea por penas,
medidas de seguridad o meras internaciones preventivas y
cautelares de personas sin conductas delictivas con fundamento
muchas veces en la peligrosidad presunta y como una instancia
del tratamiento, actualmente se ven fortalecidos y consolidados
en la Constitución Nacional (arts. 16, 17, 19, 33, 41, 43 y 75,
incs. 22 y 23), instrumentos internacionales de derechos
humanos con jerarquía constitucional (art. 25, Declaración
Universal de Derechos Humanos; art. XI, Declaración Americana
de los Derecho y Deberes del Hombre; arts. 7, 8 y 25,
Convención Americana sobre Derechos Humanos; arts. 7, 9, 10 y
14, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; art.
12, Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales) y otros convenios en vigor para el Estado Nacional
(Convención Interamericana para la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad,
aprobada por ley 25.280 y en vigor desde el 14 de septiembre de
2001)...” (cfr. Considerando 7º Fallos: 331:211).
7º) A la luz de los principios que se desarrollaron,
he concluido en los casos “Del Zoto” y “Aparicio” que el
tratamiento más conveniente, menos limitativo y restrictivo de
derechos y libertades y, consecuentemente, menos represivo, es
el llevado adelante en la órbita de la justicia civil, con la
intervención de un cuerpo interdisciplinario (art. 8º Ley
26.657).
Sostuve además que la decisión que adoptaba permitía
considerar cumplida la finalidad de la medida de seguridad
penal, por medio de una internación civil y además asumir que
una intervención de la justicia civil determina que la
internación sea menos grave que si se hiciera en el ámbito
penal.
Esta característica ha sido analizada en el dictamen
del Procurador General en el presente caso, al señalar que las
condiciones de la internación del régimen penal pueden ser “más

10
Causa nº 12.434
“Antuña, Guillermo Javier
s/recurso de casación”
Sala III C.F.C.P.

Cámara Federal de Casación Penal

rígidas, en virtud del carácter penitenciario de la institución


psiquiátrica” y que “la liberación o ‘externación’ es más
dificultosa en el caso de las medidas penales”.
8º) Además referí que hay amplia coincidencia en el
ámbito de la psiquiatría en cuanto que la internación –que
significa una privación de la libertad ambulatoria- debe
tomarse como último recurso dentro del abanico de las
posibilidades que prevén las ciencias médicas, y siempre con
fines terapéuticos y no represivos (cfr. causa n° 14.828,
caratulada: “Cisneros, Alberto Mario s/recurso de casación”,
resuelta el 4/5/2012, registro nº 19.902, de la Sala II de esta
Cámara).
Además precisé en tal ocasión, que si lo que se
contempla es la internación voluntaria o forzosa de la persona
la vía idónea para ello es la civil, y que “Adoptar
acríticamente consideraciones de otras disciplinas auxiliares
dentro del proceso penal, implicaría poner en cabeza de los
técnicos las decisiones jurisdiccionales. Ello a su vez
responde, a una concepción correccionalista incompatible con
los derechos y garantías constitucionalmente resguardados, al
buscar como finalidad la “reforma” del condenado (...) De lo
contrario, se estaría otorgando una importancia relevante a la
posible función represiva latente, que puede llegar a habilitar
el poder psiquiátrico, actividad que no superaría el estándar
de control de constitucionalidad y convencionalidad que el
Estado Argentino exige”.
En consonancia con ello, recordé que “la
imposibilidad de presumir la peligrosidad del solo diagnóstico
mental, determinándose que solamente podrá establecerse aquélla
luego de una evaluación interdisciplinaria, de cada situación
particular en un momento determinado (art. 5º)” y que “la
atención de la salud mental deberá estar a cargo de un equipo
interdisciplinarios integrado por profesionales, técnicos y
otros trabajadores capacitados, incluyendo áreas de psicología,
psiquiatría, trabajo social, enfermería, terapia ocupacional y
otras disciplinas o campos pertinentes (art. 8º)” (cfr. Seitún,
Diego: “Medidas de seguridad para inimputables en los
estándares de la Corte Suprema. El Fallo ‘E, M. J. s/Insania’”
en “Jurisprudencia penal de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación”, Tomo 11, Ed. Hammurabi, pág. 67).
9º) Además analicé que la Corte Suprema de Justicia
de la Nación en el precedente “Tufano” (Fallos: 328:4832),
sostuvo que “en los procesos donde se plantea una internación
psiquiátrica involuntaria o coactiva, es esencial el respeto a
la regla del debido proceso en resguardo de los derechos
fundamentales de las personas sometidas a aquélla”, y que
“estas reglas deben, con mayor razón, ser observadas en los
procesos en los que se plantea una internación psiquiátrica
coactiva en virtud del estado de vulnerabilidad, fragilidad,
impotencia y abandono en el cual se encuentran frecuentemente
quienes son sometidos a tratamientos de esta índole,
erigiéndose por ende, como esencial el control por parte de los
magistrados de las condiciones en que aquélla se desarrolla”.
10º) Ahora bien, debe recordase la necesidad de que
los tribunales de todo el país acaten la doctrina fijada por la
Corte Suprema de Justicia de la Nació. Ello así, toda vez que
siendo este órgano la cabeza de uno de los poderes del Estado,
está investida por la Constitución Nacional como el máximo
tribunal de justicia de la República para interpretar sus
normas y las leyes que se dicten en su consecuencia; por lo que
sus decisiones y el resguardo de su integridad interesa
fundamentalmente tanto a la vida de la Nación, su orden público
y la paz social cuanto a la estabilidad de sus instituciones y,
muy especialmente, a la supremacía de la Constitución en que
aquéllas se sustentan.
“La Corte Suprema es el tribunal en último resorte
para todos los asuntos contenciosos en que se le ha dado
jurisdicción, como pertenecientes al Poder Judicial de la
Nación. Sus decisiones son finales. Ningún tribunal las puede
revocar. Representa en la esfera de sus atribuciones, la
soberanía nacional, y es tan independiente en su ejercicio,
como el Congreso en su potestad de legislar, y como el Poder
Ejecutivo en el desempeño de sus funciones... Esta es la
doctrina de la Constitución, la doctrina de la ley, y la que
está en la naturaleza de las cosas” (Fallos: 12:134 del
8/8/1872).
El señalado deber de acatamiento de los fallos de la
Corte, el que alcanza incluso a los casos análogos aunque ello

12
Causa nº 12.434
“Antuña, Guillermo Javier
s/recurso de casación”
Sala III C.F.C.P.

Cámara Federal de Casación Penal

no se encuentre dispuesto por ninguna ley, radica en la


presunción de verdad y justicia que revisten sus
pronunciamientos.
La propia Corte estableció definitivamente la
doctrina del “leal acatamiento” que ha aplicado
ininterrumpidamente, diciendo: “Que tan incuestionable como la
libertad del juicio de los jueces en ejercicio de su función
propia es que la interpretación de la Constitución Nacional por
parte de esta Corte Suprema tiene, por disposición de aquélla y
de la correspondiente ley reglamentaria, autoridad definitiva
para la justicia de toda la República (art. 100, Constitución
Nacional, art. 14, ley 48). Que ello impone ya que no el puro y
simple acatamiento de su jurisprudencia -susceptible siempre de
ser controvertida como todo juicio humano en aquellas materias
en que sólo caben certezas morales- el reconocimiento de la
superior autoridad de que está institucionalmente investida.
Que apartarse de esa jurisprudencia mencionándola pero sin
controvertir sus fundamentos... importa desconocimiento
deliberado de dicha autoridad” (Fallos: 212:51 del 6/10/1948).
A partir entonces de la necesidad de sujetar las
decisiones que se adopten a los fallos de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, dejando a salvo mi criterio desarrollado
en los puntos precedentes, habré de dictar el presente voto de
conformidad a los lineamientos marcados por el Alto Tribunal,
con remisión a las cuestiones señaladas por el Procurador
General en su dictamen, en el caso concreto traído a estudio.
11º) Por las consideraciones expuestas, habré de
expedir mi voto de modo coincidente con el planteado por el
juez Borinsky que lidera el Acuerdo.
En tal sentido, habrán de remitirse estas actuaciones
a la cámara a-quo a fin de que tome razón de lo aquí resuelto,
y sortee un nuevo juez de instrucción, para que se dicte una
nueva resolución con observancia de la garantía del debido
proceso, asegurando la intervención de las partes, previo
decidir acerca de la conveniencia de la imposición de una
medida de seguridad respecto de Guillermo Javier Antuña.
Asimismo, y en caso de que el magistrado interviniente entienda
pertinente, una vez oídas las partes, la imposición de una
medida de seguridad respecto de Antuña, deberá establecer un
límite máximo de duración temporal de esta. Tal es mi voto.
El señor juez doctor Raúl R. Madueño dijo:
I. Respecto del tema motivo del recurso de la defensa
me he pronunciado in re “Gómez, Gustavo Daniel s/recurso de
casación”, causa nº 12.644, rta. el 13 de abril de 2010, reg.
nº 15.679 y “Mansilla, Luisa Reina s/ recurso de casación",
causa nº 12.593, rta. el 26/10/2010, reg. nº 15.732.
En el precedente citado en primer término realicé un
análisis considerando lo expresado por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación en cuanto a que “la debilidad jurídica
estructural que sufren las personas con padecimientos mentales
de por sí vulnerables a los abusos, crea verdaderos ‘grupos de
riesgo’ en cuanto al pleno y libre goce de los derechos
fundamentales, situación que genera la necesidad de establecer
una protección normativa eficaz, tendiente a la rehabilitación
y reinserción del paciente en el medio familiar y social en
tanto hoy nadie niega que las internaciones psiquiátricas que
se prolongan innecesariamente son dañosas y conllevan, en
muchos casos, marginación, exclusión y maltrato y no es
infrecuente que conduzcan a un ‘hospitalismo’ evitable. En esta
realidad, el derecho debe ejercer una función preventiva y
tuitiva de los derechos fundamentales de la persona con
sufrimiento mental, cumpliendo para ello un rol preponderante
la actividad jurisdiccional” (Fallos 331:211 considerando 6º).
II. Que en relación a los principios que deben
moderar los tratamientos de personas inimputables, la
jurisprudencia del Alto Tribunal ha abrevado en los "Principios
para la Protección de los Enfermos Mentales y el Mejoramiento
de la Atención de la Salud Mental" adoptados por la O.N.U.,
aplicables también a las personas que cumplen penas de prisión
por delitos penales o que han sido detenidas en el transcurso
de procedimientos o investigaciones penales efectuados en su
contra y que, según se ha determinado o se sospecha, padecen
una enfermedad mental.
Así se mencionó entre ellos a los siguientes: “a)
derecho a ser informado sobre su diagnóstico y sobre el
tratamiento más adecuado y menos riesgoso, b) derecho a un
examen médico practicado con arreglo a un procedimiento
autorizado por el derecho nacional, c) derecho a negarse a
recibir un determinado tratamiento o formatos terapéuticos, d)
14
Causa nº 12.434
“Antuña, Guillermo Javier
s/recurso de casación”
Sala III C.F.C.P.

Cámara Federal de Casación Penal

derecho a recibir los medios adecuados tendientes a la cura o


mejoría donde las negligencias o retardos en la prestación de
un tratamiento pueden restar justificación a la internación, y
volverla ilegítima, e) derecho a la continuidad del
tratamiento, f) derecho a la terapia farmacológica adecuada,
del que se deriva que la medicación no debe ser suministrada al
paciente como castigo o para conveniencia de terceros, sino
para atender las necesidades de aquél y con estrictos fines
terapéuticos, g) derecho a un registro preciso del proceso
terapéutico y acceso a éste, h) derecho a la confidencialidad
del tratamiento, incluso después del alta o la externación, i)
derecho a la reinserción comunitaria como un eje de la
instancia terapéutica, j) derecho al tratamiento menos
represivo y limitativo posible, k) derecho a no ser
discriminado por su condición” (Fallos considerando 9º).
También la Corte Interamericana receptando estos principios,
señaló el deber de los Estados “de asegurar una prestación de
atención médica eficaz a las personas con discapacidad mental”,
“lo menos restrictiva posible” (cfr. CIDH “Caso Ximenes Lopes
vs. Brasil” rta. el 4 de julio de 2006, parág. 128) y similar
criterio informa “la Declaración de Madrid sobre los Requisitos
Éticos de la Práctica de la Psiquiatría” (Punto 1).
No es dable soslayar que la internación psiquiátrica
prescindiendo de la voluntad del sujeto es una medida que de
hecho entraña una privación de la libertad y por otro lado la
circunstancia de que su prolongación más allá del tiempo
necesario apareja un alto riesgo de daño o de agravación de la
salud del paciente. De ahí que la medida de privación de
libertad del paciente y su prolongación en el tiempo “debe ser
objeto de un minucioso control periódico jurisdiccional
obligatorio de los motivos de la internación” ya que “de no ser
así, la internación se convierte en los hechos en una pena
privativa de la libertad sin límite de duración” (Fallos
331:221 considerando 10).
III. Que en este sentido la cuestión del fuero
competente para determinar la modalidad y control del
tratamiento coactivamente impuesto, no es ajena a la mejor
observancia de los principios antes reseñados.
En nuestro ordenamiento jurídico, además de los
principios de rango superior, coexisten actualmente dos
sistemas que regulan el trámite judicial relativo a las
internaciones coactivas de personas con afecciones
psiquiátricas, por un lado el Capítulo I del Título II del
C.P.C.C.N. y art. 482 1er párrafo y ccs. del Código Civil y por
el otro los arts. 34 del C.P. y 511 del C.P.P.N.
Desde mi particular perspectiva esta dualidad de
sistemas, en el caso de las personas sobreseídas por
inimputabilidad, y sometidas a una medida de internación
coactiva atenta contra la mejor realización de la obligación de
extremar la observancia de los principios de rango superior que
rigen la materia. En particular los que indican que la
legitimación de la medida guarda estricta relación con la
amplitud y la persistencia del problema.
En tales condiciones, teniendo en cuenta que la
dualidad de competencias implica una burocracia innecesaria y
potencialmente perjudicial en este tipo de casos, considero que
resulta el fuero civil el ámbito de mayor especialización para
efectuar el control periódico y eventual mantenimiento,
atenuación o supresión de la medida, resultando por tanto
inaplicable a supuestos como el de autos la solución prevista
en el art. 511 del C.P.P.N.; tal como por otra parte lo
señalaba en los precedentes ut supra citados.
Por ello propongo al acuerdo anular la resolución de
fecha 14 de marzo de 2010 en cuanto confirmó los puntos
resolutivos III y IV de la decisión obrante a fs. 39/41 y
remitir a su procedencia para que tome nota de lo aquí resuelto
y remita los autos a la Justicia Nacional en lo Civil a sus
efectos. Tal es mi voto.
Por ello, en mérito al resultado habido en la
votación que antecede, el Tribunal, RESUELVE:
a) HACER LUGAR AL RECURSO DE CASACIÓN deducido por la
defensa de Guillermo Javier Antuña, y en consecuencia, b)
ANULAR la decisión impugnada y los puntos dispositivos III y IV
de su antecedente necesario, c) APARTAR al juez de instrucción
interviniente, y d) REMITIR las actuaciones a la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de
Capital Federal a fin de que tome debida nota de lo aquí
decidido, a la vez que desinsacule un nuevo magistrado para que
prosiga el trámite de la causa conforme el criterio aquí

16
Causa nº 12.434
“Antuña, Guillermo Javier
s/recurso de casación”
Sala III C.F.C.P.

Cámara Federal de Casación Penal

expuesto, sin costas (arts. 471, 530 y 531 del C.P.P.N.).


Regístrese, notifíquese, comuníquese a la Dirección
de Comunicación Pública de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación (Acordada de la CSJN nº 15/13) y remítase al Tribunal de
procedencia, sirviendo la presente de atenta nota de envío.

Firmado: doctores Mariano Hernán Borinsky, Ana María Figueroa y


Raúl R. Madueño. Ante mí: doctor Walter Daniel Magnone

Das könnte Ihnen auch gefallen