Sie sind auf Seite 1von 63

UNIDAD II.

___________________________________________________________________________
Actividades económicas primarias en México y en el mundo.

INTRODUCCIÓN
Las actividades económicas que ha desarrollado el hombre a lo largo de la historia ha tenido como escenario el espacio geográfico, las
transformaciones en el medio natural han sido fundamentales para satisfacer las necesidades de la población, de tal manera, que se considera al
sector primario donde se incluyen los tipos de agricultura, ganadería y explotación pesquera y forestal como el eje medular del desarrollo
económico de un país, una región o una localidad.

ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE
2.1 Realiza las lecturas que se presentan en la unidad.
2.2 Elabora un mapa conceptual de las actividades primarias económicas (agrícola, granadera, pesquera y forestal) considerando sus
elementos primarios para su actual desarrollo (factores naturales, sociales y tecnológicos), su importancia y sus principales
problemáticas.
2.3 Elabora una síntesis de una cuartilla donde analices la importancia geográfica para el desarrollo económico y social de los pueblos.
2.4 Elabora una síntesis de una cuartilla con el tema “Geografía un factor de cambio social”.

Objetivo particular
Ubicar la importancia geográfica de las actividades primarias en el marco del desarrollo económico y social de los pueblos y su utilidad como
factores de cambio.

CONTENIDOS
2.1. Economía agrícola, factores que inciden natural, social y tecnológico.
2.1.1 Economía agrícola de subsistencia.
2.1.2 Economía agrícola de mercado.
2.1.3 Economía agrícola en países socialistas.
2.1.4 Principales problemas de desarrollo agrícola.
2.1.5 Principales productos.
2.2. Producción ganadera en México y en el mundo.
2.2.1 Factores que la determinan.
2.2.2 Tipos de explotación.
2.2.3 Participación de la economía en la evolución económica.
2.3 Producción pesquera y su importancia en el desarrollo económico.
2.4 Explotación forestal y su importancia en el desarrollo económico.

Para cubrir la información de los subtemas, consultar las siguientes fuentes:


Fichas bibliográficas de los documentos
Ficha Documento
2.A Wikipedia. La enciclopedia libre
Economia de subsistencia
http://es.wikipedia.org/wiki/Econom%C3%ADa_de_subsistencia (Disponible en
red)
Fecha de revisión 30 Mayo 2011.
2.B Wikipedia. La enciclopedia libre
Agricultura de subsistencia
http://es.wikipedia.org/wiki/Agricultura_de_subsistencia (Disponible en red)
Fecha de revisión 30 Mayo 2011.
2.C SUNKEL, Osvaldo y GLIGO, Nicolo
Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina
Colección Lecturas # 36, Edit. Fondo de Cultura Económica., México, 1980
Págs. 547-579
2.D COLL- Hurtado, Atlántida
Geografía Económica de México
Instituto de Geografía, UNAM, México 2005
Colección Temas Selectos de Geografía de México (II.3)
Págs. 99-140.
2.E BASSOLS Batalla, Ángel
Geografía socioeconómica de México
Ed. Trillas, México 2005
Págs. 141-147; 156-213
2.A Wikipedia. La enciclopedia libre
Economía de subsistencia
http://es.wikipedia.org/wiki/Econom%C3%ADa_de_subsistencia (Disponible en
red)
Fecha de revisión 30 Mayo 2011.
2.B Wikipedia. La enciclopedia libre
Agricultura de subsistencia
http://es.wikipedia.org/wiki/Agricultura_de_subsistencia (Disponible en red)
Fecha de revisión 30 Mayo 2011.

Subtema 2.1.1 Economía agrícola de subsistencia.

2.C SUNKEL, Osvaldo y GLIGO, Nicolo


Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina
Colección Lecturas # 36, Edit. Fondo de Cultura Económica., México, 1980
Págs. 547-579

Subtema 2.1. Economía agrícola, factores que inciden natural, social y tecnológico.
[…]
II. DEFINICIÓN Y MAGNITUD DE LA AGRICULTURA CAMPESINA

Esta categoría se refiere a una forma de practicar la agricultura bastante universal y que se caracteriza en esencia por la identidad entre quienes
disponiendo de un pedazo de tierra realizan el trabajo agrícola directo y aplican, en alguna medida su propia iniciativa, decidiendo el uso de los
recursos económicos disponibles en sus unidades productivas (y a veces en forma complementaria fuera de ella), a fin de procurar la satisfacción
de un conjunto de necesidades y aspiraciones; hay cierta correspondencia entre la unidad de fuerza de trabajo (familiar), la unidad de producción y
la de consumo. La fuerza de trabajo, comprometida procede en una proporción muy alta del grupo familiar recibiendo sólo temporalmente alguna
colaboración extraña a ese grupo. El centro en torno del cual gira la actividad agrícola u otras actividades complementarias del agricultor
campesino y el de su familia, son las propias necesidades y aspiraciones del grupo familiar. Ella puede ser dirigida a la producción de valores de
uso o de cambio, pero el razonamiento en que se basa toda decisión económica es el de evitar el riesgo y lograr al menos la autoconservación o la
reproducción sostenida de las condiciones de vida y el mantenimiento de la unidad de producción. Por ello la lógica de la agricultura campesina,
aunque progresivamente se ha nutrido de elementos propios de los mercados de productos agrícolas, ganado, artículos artesanales, algunos
insumos y elementos de trabajo y de bienes de consumo, en conjunto se orienta a la satisfacción de las necesidades de la familia y de la unidad de
trabajo.
Desde el punto de vista de tenencia de la tierra, la agricultura campesina reúne desde propietarios de pequeñas extensiones, arrendatarios,
ciertos tipos de aparceros, beneficiarios de los procesos de reforma agraria, colonos en tierras fronterizas y ocupantes sin título en dominio.
Se suele hablar de la agricultura campesina empleando categorías como agricultura de subsistencia o pequeños propietarios minifundistas. Cada
uno de dichos términos apunta en forma parcial a alguna de las facetas que se desea considerar. El de la agricultura de subsistencia subraya la
idea de reproducción simple o de desvinculación de la economía mercantil pero como señala George,25 “en el sentido absoluto del término, una
agricultura de subsistencia es una economía natural y no realiza intercambio de productos. Esa agricultura no existe actualmente sino en lugares
muy atrasado y raros…” El concepto de “pequeños propietarios” se limita a subrayar el tamaño de las explotaciones y el término “minifundio” pone
de relieve los desequilibrios derivados de la escasez de tierra disponible.
Al adoptar la categoría “agricultura campesina” se hace referencia a una forma de organizar la actividad agrícola, de emplear y combinar
recursos, de utilizar una racionalidad económica bien específica y que requiere de una visualización más integral. Sólo con el propósito de agregar
al concepto recién precisado sobre agricultura campesina algunos elementos que den una idea de su magnitud, se anotan a continuación algunos
antecedentes relativos a la población que comprende a las unidades productivas y a los recursos de que disponen.
Con respecto a la dimensión demográfica de la agricultura campesina, a manera sólo de estimación primaria que deberá ser confirmada después
de algunos estudios que realiza actualmente la CEPAL, cabe señalar que la población directamente ligada a la agricultura campesina y que ésta
conformada por los campesinos y sus familias era del orden de 60 a 65 millones de personas a la población rural, y aproximadamente un quinto de
la población total de América Latina. En algunas subregiones como los países del Área Andina 26 la importancia relativa de las poblaciones
dedicadas a la agricultura campesina es aún mayor. Así, de una población total a mediados de los años setenta de 63.7 millones de habitantes,
cerca de 27 millones eran habitantes rurales de las cuales las dos terceras partes eran agricultores campesinos y sus familias (aproximadamente
16 millones).
En cuanto al número de unidades que componen este sistema de economía agraria se ha estimado para los propósitos de este trabajo en 12.5
millones de unidades productivas, siguiendo exclusivamente para su cálculo un criterio relativo al tamaño total de la superficie incorporada a la

25 P. George, Précis de geógraphie rurale, Presses Universitaires de France, 1975, p. 199.


26 No se incluyó Chile.
explotación.27
Por último, alcanzaría a 145 millones de hectáreas la superficie total del conjunto de unidades productivas estimadas como pertenecientes a la
agricultura campesina, es decir las tierras cultivables, las tierras con cultivos permanentes, las praderas y pastos, los bosques y los terrenos sin
aptitud para algún tipo de aprovechamiento agrícola. Esta cifra representa algo menos de la quinta parte del total de las tierras incorporadas a la
agricultura regional.
De estos antecedentes surgen al menos dos comentarios: en primer lugar, la alta significación social tanto en relación con la población rural
como total que representa este sistema agrícola, lo que hace que cualquier intento de profundizar en su conocimiento y de buscar respuestas a sus
problemas tenga alta prioridad. En segundo lugar, de la presentación de los parámetros relativos a la población, unidades productivas y tierra
incorporada a las mismas se infiere la importancia que en este tipo de agricultura tienen las interrelaciones población, actividad económica y
recursos.28
III. SIGNIFICACIÓN ECONÓMICA DE LA AGRICULTURA CAMPESINA.
a) Contribución al abastecimiento de alimentos.
Es bien sabido que los agricultores campesinos destinan parte de su producción a su propio consumo; sin embargo, no se aprecia igualmente su
contribución al abastecimiento alimentario general de la población.
En el Brasil un estudio muy documentado29 recientemente publicado muestra que las explotaciones menores de 100 hectáreas que
representaban más del 80% de las explotaciones totales según las estadísticas catastrales de 1976, y que disponían de menos de un quinto de la
superficie censada (17.5%), dan cuenta de más de la mitad del área cosechada de los productos básicos de alimentación, de los productos de
transformación industrial y de los hortofrutales.
El mismo documento, al estudiar el origen de la producción, adoptando como criterio el tipo de mano de obra utilizada en las unidades
productivas, elemento de enorme valor en la distinción de lo que es la agricultura campesina con respecto a otros sistemas, concluye que “la mayor
parte del área cosechada de productos básicos para la alimentación, de productos a ser transformados industrialmente y de hortalizas y frutas
provienen de las unidades sin asalariados permanentes”. En especial, afirma textualmente, “se destaca la producción de alimentos básicos: cerca
del 80% del área cosechada está en unidades de producción sin asalariados permanentes”.
A su vez, al estratificar las unidades de producción sin considerar la superficie de las explotaciones ni el origen de la mano de obra sino el valor
total de la producción, establece que los predios con una renta bruta anual inferior a los 12 mil cruceiros (500 dólares) producen más del 60% de la
superficie dedicada a alimentos básicos, de los hortofrutales y más del 40% del área cosechada con productos destinados a la transformación
industrial. De acuerdo con los datos tomados del Censo Agropecuario de 1970, en el Brasil el 73.2% del fríjol, el 78.5% de la mandioca y el 64.1%
del maíz se producen en unidades pequeñas inferiores a 50 hectáreas. Tales productos son alimentos básicos para la población en general y para
los grupos de más bajos ingresos en particular.
Los autores concluyen: “en resumen, se puede concluir que en el Brasil la mayor parte de la producción agrícola se origina en pequeña
unidades, sea en términos de área, sea en términos de la magnitud del valor de la producción (entrada bruta)”. 30
En México también la contribución de la agricultura campesina es muy importante para la producción de alimentos básicos. Así, por ejemplo,
estimaciones realizadas por la CEPAL31 indican que los agricultores campesinos cultivan el 92.9% de la superficie dedicada al maíz (4, 009,700
hectáreas) y el 86% del total del área dedicada al fríjol (486,617).
En Colombia la agricultura campesina tiene un papel preponderante en el abastecimiento de alimentos. Según el departamento Nacional de
Planeación32en 1973 el valor agregado por el subsector de pequeña producción alcanzaba al 63.2% con respecto al total agrícola nacional. Entre
los productos agrícolas que “ocupan lugar de primer orden del consumo de alimentos de una alta proporción de población” tales como maíz, arroz
y trigo; fríjol común; ñame, papa y yuca; plátano; panela; hortalizas y frutales (excluido el banano), la agricultura de “pequeña producción” produjo
en 1973 el 67% del conjunto estos productos alimenticios. Las proporciones más elevadas correspondían en 1976 al ñame con el 100%, a la yuca
con el 90%, al fríjol común con el 89%, a la panela con el 85%, a las hortalizas con el 82%, al plátano con el 80%, al ajonjolí con el 75%, al trigo con
el 70%, al maíz con el 68%, a los frutales con el 56% y a la papa con el 46%.33
Pero la contribución de los pequeños productores no se limita a la elevada proporción de producción de alimentos que ellos generan sino que
también cultivan una parte importante de algunos productos de exportación. El mismo Departamento Nacional de Planeación estimó que en 1976
este estrato había generado el 72 % del valor de producción del grupo formado por el café, la caña de azúcar y el cacao.34
El caso del Perú también ilustra fehacientemente la significativa participación de la agricultura campesina en la oferta de productos alimenticios
básicos para la población. Según los antecedentes entregados por el Censo Nacional Agropecuario de 197235, con el 15 % de la superficie total las
pequeñas unidades de producción36 cubrían el 71 % de los cultivos transitorios, el 60% de los cultivos permanentes y el 48 % de los pastos

27 Se tomaron como base para la estimación los antecedentes entregados por los censos agrícolas nacionales realizados en el curso de los años setenta con la excepción del de la
Argentina que fue realizado en 1969.
28 El promedio de la extensión total incluidas las tierras de distintas aptitudes serían, según la estimación preparada para el presente documento, del orden de 11.5 hectáreas por unidad

de explotación campesina.
29 J. F. Graziano da Silva y otros, Estructura agraria e produçao de subsistencia na agricultura brasileira, Editora Hucitec, Sao Paulo, 1978, pp. 160 a 167.
30 Ibid., p. 165
31 Antecedentes proporcionados por la CEPAL, Oficina de México, Proyecto Política Agrícola de México.
32 Departamento Nacional de Planeación, programa de desarrollo rural integrado, El subsector de pequeña producción y el programa DRI, documento de trabajo, Bogotá, julio de 1979,

mimeografiado, pp. 15 ss.


33 Ibid., p. 86.
34 Ibid., p. 19.
35 Oficina Nacional de Estadísticas y Censos, segundo Censo Nacional, 4 al 24 de septiembre de 1972, resultados definitivos, nivel nacional, Lima, abril de 1975.
36 Se consideran las unidades agropecuarias de una extensión total inferior a 20 hectáreas.
cultivados.
En los países centroamericanos, por su parte, sucede algo similar. En El Salvador, por ejemplo, según el Censo Nacional Agropecuario de
1971,37 los campesinos habrían producido alrededor del 80 % de los cereales y las legumbres y más del 35 % de las frutas.
Experiencia similar tienen la casi totalidad de los países de la región con la sola excepción quizá de la Argentina y Cuba. En el resto, las
unidades de dimensiones pequeñas, en su gran mayoría trabajadas con mano de obra familiar originan la mayor parte de la producción destinada a
la alimentación humana.
b) Contribución a la producción de cultivos de exportación.
Aunque los agricultores campesinos orientan su actividad preferentemente hacia la producción de víveres que constituyen no solo la base de su
alimentación sino la del abastecimiento de la demanda interna también hacen importantes aportes en el ámbito de los cultivos de exportación.
En el caso del café, por ejemplo, en el Brasil y Colombia que son los más grandes exportadores, los campesinos generan alrededor del 40 y
30%, respectivamente, de la producción total. Y en aquellos países que exportan un menor valor, esa participación sube significativamente hasta
llegar, por ejemplo en México al 53.8 %, en Venezuela a poco más del 63 % y en Bolivia al 75 %.
Algo parecido ocurre con el cacao. En el Brasil, que ocupa el primer lugar tanto en relación al volumen producido como al valor exportado, los
campesinos aportan el 30 % de la producción total. En el Ecuador, que sigue en importancia al Brasil, la participación de los campesinos en la
producción se eleva al 65 %. En los países que exportan, menos, como Venezuela y el Perú, el aporte de los campesinos es aún más alto, llegando
en el caso de los países nombrados a algo menos del 70 %.
Desde luego que la proporción en que los productores campesinos contribuyen a la producción total de cada uno de estos cultivos no es igual a
su participación en el volumen exportado. En algunos casos, como el del café, ocurre que en condiciones difíciles en los mercados internacionales
al decaer la demanda lo primero que hacen los beneficiadores o exportadores es reducir sus compras a Ios pequeños productores. En condiciones
favorables amplían sus adquisiciones a ese estrato convirtiéndose éste en una especie de amortiguador que permite a los productores medianos y
grandes regular favorablemente para ellos los volúmenes comercializados.
c) La agricultura campesina y la producción ganadera.
La participación de la agricultura en la actividad ganadera considera en su conjunto es bastante menos importante que su participación en los
cultivos. Sin embargo, si bien es cierto que en la ganadería bovina la agricultura campesina se sienten limitada por la falta de espacio, en otro tipo
de ganadería su contribución es significativa.
Tomando como indicador la relación entre ganado existente en las unidades campesinas y las existentes ganaderas totales, se observa que esta
no es una actividad principal en las unidades de menor tamaño, aunque entre ellas haya notables diferencias. La ganadería ovina, caprina, porcina
y las aves de corral representan porcentajes importantes en las unidades campesinas, en tanto que la ganadería bovina se desarrolla de
preferencia en unidades de mayor tamaño. Datos censales del Brasil para 1970 indican que las cabezas bovinas en unidades menores de 50
hectáreas son alrededor del 20% del total. Para otros países como México las relaciones similares se aproximan al 35%. En Chile la misma
cuantificación es alrededor del 17.6% y en Venezuela sólo el 11%. Una excepción en que influye de modo significativo la distribución de la tierra- es
el Perú, donde la ganadería bovina en las unidades más pequeñas de tipo campesino alcanza más del 70% del total de las existencias. Por otra
parte, en esas unidades la ganadería caprina alcanza a más del 60% en el Brasil y más del 50% en Venezuela. Otros datos muestran que en
México la existencia porcina en unidades campesinas se aproxima al 40% del total y en el Perú a más del 80%.
Aparte de estos antecedentes estadísticos, estudios de casos, diagnósticos para fines de planificación y otros o antecedentes señalan asimismo
el papel que el ganado cumple como fuerza de tracción en las explotaciones pequeñas y como alimento para el consumo familiar. Se reconoce
además la importancia atribuida a la posesión de animales por los campesinos como forma de ahorro y prevención de contingencias futuras, en
sustitución del ahorro financiero convencional.
d) El crecimiento de la producción en la agricultura campesina.
Pero el análisis no puede detenerse en la sola consideración de la importancia que la agricultura campesina, haya alcanzado en un momento
dado en la producción agrícola total. Es necesario mostrar su evolución o en el tiempo a fin o de apreciar su propia capacidad de crecimiento según
la experiencia regional.
En el análisis de la experiencia ecuatoriana se siguieron dos caminos para tener una noción de la evolución seguida por la producción campesina.
En primer término se eligieron los cultivos o tipos de ganadería realizados preferentemente y en algunos casos exclusivamente por campesinos.
Los 28 productos seleccionados valorados a precios constantes habrían crecido entre el trienio 1905-1967 y 1975-1977 en un 3.4 % en promedio
anual, en tanto que el conjunto de la producción del sector valorada de igual forma la habría registrado un incremento de 3.30%. Esto permitiría
pensar que la producción típicamente campesina creció al menos en forma similar al conjunto del sector.
Un procedimiento complementario tuvo como base los censos agropecuarios de 1954 y 1974 e intento aislarlas producciones atribuidas a los
agricultores campesinos, ya no por el cultivo o la ganadería sino en relación con las unidades más representativas de ese subsector 38 en ambos
momentos. La producción de las unidades de menor dimensión habría crecido en un 2.7 % como promedio anual en el periodo, en tanto que en las
unidades grandes el crecimiento entre ambas fechas habría sido el 1.2% por año. Las diferencias de crecimiento habrían conducido a elevar la
participación de las unidades productivas del área campesina en la producción del sector, de 56.4 % en 1954 a 63.3 % en 1974. 39
La evolución reciente de la producción agrícola en el caso chileno es una experiencia ilustrativa de la dinámica propia de la agricultura

37 Dirección General de Estadísticas y Censos, Tercer Censo Nacional Agropecuario 1971, vol. I, San Salvador, El Salvador, octubre de 1974.
38 Se consideran como representativas de la agricultura campesina las unidades de menos de 10 hectáreas en la sierra y de menos de 50 hectáreas en la costa.
39 Estos antecedentes deben ser considerados con reserva, debido a que es posible que el censo de 1954 haya incurrido en un grado mayor de omisión que el de 1974 precisamente

entre las unidades más pequeñas.


campesina. La fragmentación de las cooperativas y “asentamientos" organizados durante el proceso de reforma agraria en forma asociativa
(conservadas indivisas sobre las extensas unidades expropiadas) está conduciendo a los campesinos que han recibido parcelas individuales a
intensificar el cultivo que tradicionalmente realizaban como inquilinos. Así, por ejemplo, se están observando en los últimos cinco años aumentos
en cultivos tales como papas y maíz, no obstante los bajos niveles de precios habidos en ciertos años. En el caso de las leguminosas (fríjol, lenteja
y garbanzo) los incrementos han sido considerables dado el mejor nivel de precios que ellos han tenido. La producción de leguminosas casi se ha
duplicado en un periodo de cinco años (1975-1979) y son cultivadas preferentemente por campesinos.
En la experiencia boliviana la región andina es de interés por el predominio de la agricultura campesina dedicada a cultivos de clima frío-
templado. Entre 1950 y 1974-1976, su producción se expandió considerablemente a una tasa media anual de 4.4 %. En los años cincuenta,
después de la reforma agraria, incluso fue mucho más alta, alcanzando un incremento medio anual de 6.3 % entre 1950 y 1961. 40 En cualquier
agricultura esas tasas serían consideradas elevadas, y en las condiciones en que se realiza la agricultura andina en Bolivia, aún mejores.
Un antecedente interesante es el relacionado con la expansión del cultivo de soya en el Brasil, quizá el caso de desarrollo más espectacular de
un cultivo y posiblemente comparable con el ciclo de expansión cerealera en la Argentina a fines del siglo pasado. La superficie cultivada con esa
oleaginosa se ha extendido en forma acelerada. Según el Censo Agropecuario del Brasil de 1970, el 63.7 % de la superficie y el 60.8 % de la
producción se localizaba en las unidades productivas inferiores a 50 hectáreas de superficie total. Respecto a este estrato de unidades, el estudio
CIDA sobre la tenencia de la tierra en el Brasil revela que las unidades llamadas familiares y subfamiliares tienen incluso una superficie media
superior a las 50 hectáreas. Algunos antecedentes estadísticos recientes 41 indican que el 93.3 % dé los minifundios en el Brasil poseen un área
total inferior a 50 hectáreas totales.
Este caso podría constituir un buen ejemplo de la capacidad de respuesta que en ciertas condiciones puede darse en la agricultura campesina
en condiciones favorables demanda.
A nivel regional un grupo de cultivos que es altamente representativo de la producción campesina es el de las hortalizas. Su crecimiento, según
datos de la División Agrícola Conjunta CEPAL-FAO,42 ha sido del orden del 5.6 % en promedio anual, en el periodo comprendido entre el trienio
1949-1951 y el trienio 1973-1975, sólo superado por los cultivos de oleaginosas (6.4% en igual periodo). Para apreciar mejor esa tasa de
crecimiento hay que señalar que el conjunto de las cosechas han crecido al 3.5 % en promedio anual.
Siempre a nivel regional, el crecimiento de otros dos grupos de cultivos puede servir también de información sobre las tendencias registradas en
la producción vinculada a la agricultura campesina. Es el caso de los tubérculos y raíces que según la misma fuente han crecido en un 2.7 % en
promedio anual en el periodo 1949-1951 y 1973-1975 y el de las leguminosas (fríjol y otras) que se han expandido en 2.7 % en promedio anual en
igual periodo.
En un análisis más detenido sería posible conocer mejor la evolución de la producción realizada por los productores campesinos. Los
antecedentes aquí reunidos sólo pretenden insinuar la existencia de una capacidad efectiva de expansión productiva ligada a la economía
campesina, lo cual sugiere diversos interrogantes sobre las presentaciones que bajo las categorías de minifundio o de agricultura de subsistencia
se limitan a observar algunos aspectos negativos o deficiencias o a asignar una responsabilidad casi exclusiva en el desarrollo productivo de la
agricultura al sector, moderno de tipo empresarial.
IV. LA AGRICULTURA CAMPESINA Y LOS MERCADOS.
a) Cambios en las dimensiones de los mercados.
En el ámbito de los mercados las relaciones de intercambio en las que participa la agricultura en general ha experimentado modificaciones
profundas. La demanda interna que se expresa en los mercados de productos agrícolas se ha ampliado considerablemente tanto por el
crecimiento de la población y del ingreso como por los cambios habidos en las proporciones entre la población agrícola y no agrícola.
Los 65 millones de latinoamericanos en 1900 suman 360 millones en la actualidad. La población de las ciudades que en 1920 alcanzaba
aproximadamente a 12.7 millones, es ahora de 215 millones de habitantes; es decir, 17 veces mayor. La población rural, que ha pasado de 76
millones en 1920 a 128 millones de habitantes en 1978, no ha llegado a duplicarse. Por ello, un cambio radical ha venido ocurriendo en los niveles
de integración de la agricultura a los mercados internos. Si en 1920 en la América Latina habían 6 habitantes rurales por cada habitante urbano, las
posibilidades para los primeros de vender alimentos u otros productos agrícolas en los mercados internos eran muy limitadas. En el presente la
situación es diferente, desde el momento en que hay un habitante rural por cada dos urbanos que necesitan de los productos del campo.43
Esta rápida inversión en la distribución relativa de la población está en el origen de la incorporación creciente de la población agrícola a los
mercados. Hace algo más de medio siglo seguramente una fuerte proporción de la población rural vivía de la agricultura y difícilmente encontraba
clientes urbanos para sus productos; ahora es distinta la situación aunque hay que tener presente que no siempre ha habido igualdad de
oportunidades para una participación homogénea en los mercado por parte de los distintos estratos de productores.
El ingreso Latinoamericano total (medido en dólares 1970) ha subido en más del 320% entre los años 1950 y 1977, al pasar de 54,291 a 230 207
millones de dólares, Io que significo una duplicación del ingreso por habitante entre los mismos años (358.6 dólares a 718 dólares). Además de su
efecto sobre el volumen de la demanda interna de productos agrícolas, el incremento de los ingresos, tiene repercusiones fundamentales sobre Ia
composición de la demanda, al estimular producciones como las de hortalizas, frutas y otras cuyos coeficientes de elasticidad de la demanda in-

40 División Agrícola Conjunta, CEPAL/FAO, La agricultura y las relaciones intersectoriales: El caso de Bolivia, É/CEPAL/R.205, septiembre de 1979.
41 J.F. Graciano da Silva y otros, Estructura agrária e produçao de subsistencia na agricultura brasileira, op. Cit., p. 160.
42 División Agrícola Conjunta CEPAL/FAO, 25 años en la agricultura de la América Latina: rasgos principales, 1950-1975. Cuadernos de la CEPAL, Santiago de Chile, 1978, pp. 21 a 23

y cuadro 4.
43 Aunque no puede confundirse la población rural con la ligada a la agricultura, se estima que la relación entre población rural y urbana representa la tendencia de lo ocurrido con la

población agrícola y la no agrícola.


greso son elevados. Los procesos de urbanización ocasionan también cambios en los hábitos alimentarios. 44
Aunque la importancia de los mercados externos para los productos agrícolas regionales en la actividad agrícola pudiera ser menor que en el
pasado, el 17 % de la producción agrícola sigue destinándose a la exportación y los volúmenes exportados de granos y de productos tropicales o
semitropicales continúan aumentando. Así, por ejemplo la exportación media anual de cereales que en el quinquenio 1920-1924 era de 7.6 millones
de toneladas, en eI trienio 1975-1977 fue de 13.5 millones anuales. El azúcar cruda, cuya exportación anual era de 3.8 millones de toneladas en el
quinquenio 1930-1934 alcanzó a 11.16 millones en el trienio 1975-1977.
La expansión constante de la demanda de productos agrícolas ha ido creando lazos más estrechos y extensos de la agricultura con los
mercados, proceso que al mismo tiempo que ha transformado y dinamizado al sector fue articulándolo en forma progresiva a la economía nacional
e internacional.
Por su parte las dimensiones de la economía agrícola latinoamericana en el curso de este siglo están bastante lejos de lo que fueron en las
primeras décadas del mismo. Los volúmenes producidos se han multiplicado en forma clara. La producción de granos, que según las cifras
disponibles era de aproximadamente 23.9 millones de toneladas anuales en 1920-1924, fue en el trienio 1975-1977 del orden de 77.1 millones. La
caña de azúcar en el mismo periodo se habría elevado de 75 millones de toneladas a 303 millones anuales. La superficie cosechada anualmente
se habría casi duplicado en los últimos treinta años (de 52.9 millones de hectáreas en 1950 a alrededor de 100 millones en 1979).
A falta de antecedentes sobre la producción ganadera que muestren su evolución a largo plazo, es posible formarse una apreciación sobre la
tendencia seguida a través de los cambios registrados en la población o existencias ganaderas, Así, por ejemplo, el ganado bovino que en 1920
habría representado una población de alrededor 99.3 millones de cabezas en 1978 sería de 275.3 millones.
Con respecto a la silvicultura, en 25 años (entre 1950 y 1974), la producción de madera aserrada se ha duplicado, la materia prima para la
elaboración de papel se ha multiplicado por seis o siete y para la celulosa por diez.
El conjunto de estos antecedentes, además de confirmar al cambio a que se hacía alusión en las dimensiones de la actividad agrícola, pone en
tela de juicio la tan reiterada hipótesis de la insuficiencia dinámica de la agricultura en el plano productivo. 45
b) La agricultura campesina y el mercado.
La idea de una desarticulación de los productos campesinos con respecto a los mercados, que se fundamenta en la noción de autoconsumo o
subsistencia olvidan su contribución real a la oferta de productos agrícolas. Informaciones catastrales para el año 1972 en el Brasil,46 muestran una
participación nada despreciable de la producción de unidades de tipo campesino en la producción vendida total. Aproximadamente el 30% de la
producción agrícola que concurrió a los mercados fue aportada por productores de unidades inferiores a 50 hectáreas que ocupan cerca del 105
de la superficie total catastrada en 1972 y representan el 705 de las unidades de producción del país.
Esta misma información permite inferir que las cantidades producidas por cada una de estas unidades han sido pequeñas y que el número de
productores es muy grande. Tomando en cuenta que los niveles de producción para subsistencia o auto consumo están en torno del 60%, aún
cuando ello deja implícito un considerable margen de variación regional según sean las características de la infraestructura básica y proximidad a
los principales centros urbanos, la interrelación de los productores campesinos que aportan a los mercados o se abastecen de ellos resulta en todo
caso confirmada a pesar del bajo nivel de sus operaciones.
Diversos estudios de casos47 ilustran para otra realidad tan disímil a la anterior como es la boliviana, situaciones y comportamientos de un alto
grado de similitud entre las economías campesinas y los mercados de productos agropecuarios. En el altiplano y valles, regiones principales de un
proceso acentuado de reforma agraria en el país y de desarrollo de una economía campesina a partir de 1952, se observan niveles, elevados de
autoconsumo por sobre el 20% de la producción. Sin embargo, la tendencia tanto de la producción como del volumen de la producción vendida e
incluso el propio autoconsumo ha sido creciente en estas regiones preponderantemente campesinas. En el caso del maíz, por ejemplo, se vende
cerca del 75 % de la cosecha; con anterioridad a la reforma agraria este porcentaje no superaba el 10%. En otros casos de similar importancia en
la producción, como la papa, esta comparación indica que se evolucionó desde una situación en que casi no había ventas al mercado a otra en que
las ventas constituyen cerca del 62 % de la cosecha. El trigo es también un ejemplo elocuente: del 20 % se ha llegado casi al 68 % comercializado.
Estos incrementos han ido acompañados por facilidades progresivas en materia de transporte, centros de acopio, extensión de mercados,
ampliación y formación de nuevos poblados rurales.
c) La oferta campesina y los precios de sus productos.
La oferta de los campesinos está constituida principalmente por alimentos básicos o de consumo popular, lo cual debilita sus posibilidades de
lograr precios adecuados para sus productos. En algunos casos las políticas estatales se orientan deliberadamente a deprimir los precios de los
alimentos para evitar presiones salariales o sociales o para dar mayor viabilidad a los procesos de acumulación en el ámbito urbano. Sin embargo,
la debilidad de los campesinos frente a los mercados de productos agrícolas se origina en la propia naturaleza fraccionada y dispersa de su oferta.
En ausencia de organizaciones socioeconómicas o de poderes compradores destinados a defender sus ingresos, la oferta multitudinaria de
pequeñas partidas a veces de productos perecederos es aprovechada por los intermediarios o compradores para adquiridos a precios muy bajos.
La necesidad de vender apresurados e incluso antes de las cosechas, la falta de condiciones para almacenar sus productos, conduce a los agri-
cultores campesinos a un comportamiento que por sí mismo tiende a deteriorar los precios. Por ello no son sólo las políticas deliberadas destinadas
a controlar los precios las que perjudican sus ingresos, sino que la propia naturaleza y las condiciones en que se realiza la participación de los
campesinos en los mercados son las que los hace especialmente vulnerables e indefensos. Cuando los mercados están organizados en forma de
ferias periódicas a las que acude un número relativamente alto de compradores e incluso consumidores, los campesinos conservan cierta

44 Por razones a veces de prestigio social, ciertos alimentos de consumo habitual en las zonas rurales no son consumidos en las ciudades, constituyendo a la larga desde el punto de
vista de la demanda “bienes inferiores”.
45 Para mayores antecedentes, véase División Agrícola Conjunta CEPAL/FAO, 25 años…, op. cit.
46 J. F. Graziano da Silva y otros, estructura agraria…, op. cit., pp. 161, 168, 235 y 236.
47 División Agrícola Conjunta CEPAL/FAO, La agricultura y las relaciones intersectoriales: el caso Bolivia, capítulo VIII, septiembre de 1979.
capacidad de regateo. En la medida en que los mercados se van dando otra organización y la presencia de mayoristas es predominante o la
inversión en agroindustrias genera condiciones monopsónicas u oligopsónicas, las condiciones para los campesinos pueden ser aun más difíciles si
no disponen de alguna capacidad, de negociación.
Hay que poner especial atención en la forma en que reacciona la producción y la oferta de la agricultura campesina en presencia de precios
bajos, ya que con frecuencia se le aplica la lógica capitalista esperándose que ocurra una contracción de la oferta a corto plazo o, si el nivel de los
precios sistemáticamente permanece deprimido, se sugiere como respuesta el estancamiento de la producción. Desde luego, si los agricultores
campesinos tienen posibilidades de modificar y elegir un uso del suelo alternativo al habitual, es posible esperar algún cambio en la estructura
productiva incluso a corto plazo. Pero por lo general sus alternativas están circunscritas a lo que son los componentes corrientes de su propio
autoconsumo y algunos productos como las hortalizas o frutas o cultivos de exportación (cacao, café, algodón) que realizan regularmente. En esas
circunstancias continúa operando lo que es la esencia de la racionalidad del campesino, que es garantizarse un cierto nivel de vida, para lo cual si
la satisfacción de sus necesidades le demanda incluso trabajo adicional posiblemente esté dispuesto a realizado, o si es necesario asegurarse un
cierto nivel de ingresos en dinero para adquirir en el mercado productos que considera indispensables, estará dispuesto a aumentar su producción
o vender más cantidad de productos con objeto de asegurar dicho propósito. Por ello en presencia de precios bajos los campesinos en ciertas
circunstancias se ven obligados a incrementar la oferta en los mercados; lo que significa que no tiendan a mediano plazo a modificar su estructura
de uso del suelo y a buscar alternativas más interesantes; pero las adaptaciones suelen ser lentas.
V. TENDENCIAS ESTRUCTURALES DE LA AGRICULTURA CAMPESINA.
Este es un campo de análisis que presenta dificultad por las imprecisiones de los límites de la agricultura campesina, no sólo en definición del
tamaño de las unidades de producción sino en cuanto a la naturaleza de las relaciones sociales internas o externas que separan la racionalidad
campesina de otro tipo de lógica económica. Por otro lado, la diversidad de situaciones de la América Latina se pierde en cualquier agregación o
análisis de orden regional.
No obstante, y teniendo presentes tales limitaciones, se incluyen algunos antecedentes que invitan a plantear hipótesis y a continuar el análisis.
a) La evolución de la población campesina.
La población rural ha venido creciendo en la América Latina en términos absolutos y según las proyecciones del CELADE 48 lo continuará
haciendo en los próximos decenios. De 122 millones de habitantes rurales en 1975 se llegaría a 141 millones en el año 2000. ¿Cuál ha sido o cuál
será la actividad de esta población y la naturaleza de las relaciones de producción a la que se ha vinculado o se vinculará en el futuro? No es fácil
responder. La información censal en el caso del Brasil puede ilustrar lo que pareciera constituir la tendencia seguida por la población ligada las
actividades agrícolas, según los antecedentes sobre personal ocupado en las unidades de producción. De la comparación de los censos
agropecuarios49 de 1960 y 1970 se desprende:
a) Un incremento de 12.5% de la población ocupada en los establecimientos agrícolas;
b) Un aumento mayor −27.6%− en los establecimientos de menos de 50 hectáreas de superficie total, y
c) Una disminución de 16.2% en las unidades mayores de 50 hectáreas de extensión.
A fin de eliminar los efectos que sobre el empleo total tiene la contratación de fuerza de trabajo temporal se procedió a comparar separadamente
los antecedentes sobre el personal permanentemente ligado a la explotación; es decir, a los responsables y miembros activos de la familia no
remunerados y a los trabajadores permanentes. Esa comparación revela que en las unidades más representativas de la agricultura campesina; es
decir, las inferiores a 50 hectáreas, aumento el personal ocupado en un 46.1% entre 1960 y 1970, y que en las unidades de mayor extensión, el
personal permanentemente ocupado sólo aumento en un 6.2%
Estos antecedentes sugieren que la población agrícola y la fuerza de trabajo se ha ido ligando progresivamente a las unidades agrícolas
menores dimensiones y que se estaría ejerciendo una especie de presión sobre los recursos agrícolas de que disponen esas unidades. Estos
fenómenos no han sido observados sólo en el Brasil sino en otras agriculturas como la mexicana y del área andina.
Al respecto cabría formular al menos dos hipótesis. La primera, es la posible intensificación del fenómeno de venta de fuerza de trabajo familiar
en labores agrícolas u otras fuera de los límites del predio con objeto de complementar los ingresos obtenidos en él. Podría así estarse la
semiproletarización en los términos tradicionales de la agricultura campesina.
En segundo lugar se puede plantear la hipótesis de que el trabajo asalariado permanente en las unidades de producción capitalista se ha
mantenido o quizá en ciertos casos haya tendido a ser reemplazado por un empleo mayor de equipos mecanizados y por mano de obra contratada
temporalmente.
Por último valdría la pena estudiar las tendencias registradas entre los agricultores campesinos en aquellos países en que la población agrícola
está disminuyendo o en otros en que si bien en general aumenta, se observan áreas en que disminuye.
b) El número de unidades de producción.
Al comparar los censos para ver en qué dirección van encaminándose las estructuras de distribución de la tierra advierte la continuación del
proceso tradicional de incremento en el número de explotaciones o unidades productivas. En un conjunto de ocho países -el Brasil, Colombia,
Costa Rica, Chile, El Salvador, Honduras, el Perú y Venezuela- que disponían de censos realizados tanto en los años sesenta como en los setenta
las explotaciones de 20 hectáreas50 o menos se elevaron de 4.7 millones a 6.5; es decir, se incrementaron en 38.5%, lo cual está sugiriendo que el

48 CELADE, Boletín demográfico, núm. 23, enero de 1979.


49 Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, Censo Agrícola de 1960 y Censo Agropecuario de 1970, publicados en 1967 y 1975, respectivamente.
50 Hay que reconocer que el análisis por estrato de tamaño incurre en una simplificación considerable al reunir unidades completamente distintas en cuanto a magnitud de producción y

con relación a la naturaleza misma del proceso productivo. Sin embargo, según Graziano da Silva en “Estructura agraria e produçao de subsistencia”, op. cit., p. 72, la distribución de
los imoveis por estrato de valor, refleja en el Brasil, grosso modo, la distribución según su superficie total.
tipo de unidad más representativa de la agricultura campesina estaría en un proceso en expansión. 51
Entre los países en que aparece disminuyendo el número de explotaciones de tamaño reducido figura Colombia. Ello ha producido una polémica,
aún inconclusa52 en torno del proceso de “descomposición” o “vigencia” de la agricultura campesina. Moncayo y Rojas 53 sostiene que hay una
“subvaloración del número de unidades parcelarias y de su superficie en los censos de 1960 y 1970, en el caso colombiano, pues se demuestra
muy a las claras que ha tomado solamente el estrato de fincas superiores a 2 mil hectáreas se halla una cantidad de pequeños productores
bastante importante, que asciende a 36 899 al sumar los arrendatarios y los colonos existentes en los fondos. Si esta cantidad de pequeñas
unidades y la superficie correspondiente se tuviera en cuenta al establecer la comparación entre la situación de 1960 y 1970, ciertamente no habría
lugar a concluir de manera tan definitiva sobre la tendencia decreciente de la pequeña producción”.
Vista la evolución del número de unidades de producción en un plazo más largo, se confirma que esta es una tendencia observada desde hace
varios decenios en algunos países. Por ejemplo, en el Brasil el número total de unidades inferiores a 50 hectáreas se ha multiplicado por 2.9 entre
1940 y 1970. ¿Cómo interpretar procesos corno el anotado? ¿Es que los cambios al interior de la hacienda han significado que los campesinos que
trabajaban en ella o los nuevos agrupamientos de población campesina han tendido a localizarse en los espacios no acaparados por la hacienda o
por la nueva empresa agrícola? Las vías de expansión del número de unidades campesinas se originan en distintas situaciones. La más tradicional
es la multiplicación del número de unidades por subdivisión. Entre las causas más universales del proceso está la herencia. Las unidades
correspondientes a la agricultura de la hacienda en algunos también a la agricultura empresarial se subdividen por procesos de reforma agraria de
mayor o menor alcance. Algunas estimaciones hacen llegar a dos millones de familias campesinas las que han adquirido tierra por esta vía en los
últimos tres decenios. Otra vía de gran significado en el caso latinoamericano ha sido el proceso de avance de la frontera agrícola. La tierra
incorporada a través de la formación de nuevas explotaciones en áreas de penetración, habría sido del orden de los 140 millones de hectáreas
entre los años cincuenta y principio de los setentas. De acuerdo con esos antecedentes, aproximadamente un tercio de la superficie territorial de la
América Latina estaría integrada a la producción agrícola. Entre los fenómenos observados en las áreas de nueva agricultura está el de la
reproducción de las condiciones estructurales existentes en las regiones de agricultura secular. Ello conduce a la configuración en esas áreas de la
conocida heterogeneidad agraria latinoamericana y a la reproducción en ella de uno de sus componentes, la agricultura campesina.
c) El tamaño de las unidades de producción.
Una tercera tendencia de orden estructural es la progresiva disminución del tamaño medio de las unidades productivas. Antecedentes de los
mismos ocho países que disponían de censos agrícolas levantados en los años sesenta y en los años setenta permitieron comprobar: a) que el
tamaño medio de las explotaciones había disminuido de 55.8 a 48.7 hectáreas; b) que las unidades superiores a 20 hectáreas pasaron de 197.2 a
183.3 hectáreas en Ios años setenta; c) las unidades de los estratos inferiores a 20 hectáreas habían reducido su extensión media de 4.9 a 4.7
hectáreas.
Esta tendencia que no muestra enteramente la gravedad del problema por estar representada como promedios de agregaciones muy amplias,
resulta bastante más seria en los estratos de tamaño inferior que son los que más han aumentado en número de explotaciones y en cuanto a
población. Así por ejemplo, en el Brasil, entre 1960 y 1970 el número de explotaciones se multiplico por 2.6, en tanto que las inferiores a una
hectárea se multiplicaron por 10.1 veces y las de 1 a 10 hectáreas por 3.5 veces.
Estas tendencias se dan en la desigual estructurad de distribución de la tierra aún vigente. En los mismos ocho países tomados en su conjunto,
en 1960 las unidades más de más de 20 hectáreas disponían del 93.5 % de la superficie total de la tierra incorporada, en tanto que en 1970 esos
estratos disponían del 92.7%.
VI. LA AGRICULTURA CAMPESINA, SU DINÁMICA O CAPACIDAD DE CAMBIO.
En la introducción de estas reflexiones se planteaba la necesidad de revisar las hipótesis que atribuyen al tradicionalismo, a la falta de estímulos
o de rentabilidad de la inversión o debido a relaciones de dependencia, el concepto de estancamiento que afecta a la agricultura campesina; y que
suponen además que el crecimiento económico y la dinámica central del desarrollo agrícola en la América Latina se debe principalmente a la parte
moderna, de la naturaleza empresarial. Se planteaba también que es importante despejar esta incógnita dado que de la noción de estancamiento
se pasar con facilidad a la de deterioro del medio.
Se señalaba ya al habla de la significación económica de la agricultura campesina (sección III) la existencia de diversos indicadores o experiencias
que sugerían cierto proceso de crecimiento productivo de la misma. En esta sección se presentan algunos de los elementos que podrían explicar el
origen de los cambios que ocurren al interior de la agricultura campesina, centrando la atención en tres de ellos: los mercados, las necesidades o
aspiraciones y las presiones demográficas.
a) Los mercados y los cambios en la agricultura campesina
Respecto a los mercados los antecedentes reafirman el supuesto de una creciente articulación de la agricultura campesina con los mercados.
La hipótesis de marginalidad, en este sentido, no parece tener validez. Más aún estimamos que la agricultura campesina resulta funcional al
conjunto del sistema económico en la medida en que participa en los mercados de productos agrícolas ofreciendo alimentos de primera necesidad
a bajos precios. También se ha hecho mención a la participación de los agricultores campesinos en los mercados de mano de obra y a la
semiproletarización que afecta secularmente a este sector.
Para el análisis de la influencia que los intercambios mercantiles ejercen sobre la agricultura campesina, es preciso tener presente la diversidad
de situaciones que presenta. En realidad la diferenciación entre los campesinos es considerable. Hay autores54 que con razón siguen proponiendo
la distinción entre “campesinos ricos" y “campesinos pobres” dado que los primeros tendrían posibilidad de una conexión más estrecha con los mer-

51 Hay que tener alguna reserva con estas cifras ya que se presentan algunos problemas difíciles de aclarar respecto a la definición y uso del concepto de “explotación”, el que en
algunos casos podría no coincidir con el de “unidad de producción”.
52 Véase por ejemplo, S. Klamanovitz, Desarrollo de la agricultura en Colombia, Editorial La Carreta, Bogotá, mayo de 1978.
53 Véase V. Moncayo y F. Rojas, Producción campesina y capitalismo, Centro de Investigaciones y Educación Popular (CINEP), Bogotá, 1979, pp. 146 y 147.
54 Véase por ejemplo, P. Vilar, “La economía campesina”, Revista Historia y Sociedad, Segunda época, núm. 15, México, 1975.
cados, teniendo presente sus motivaciones en la toma de decisiones y sobre todo disponiendo de la posibilidad de una mayor acumulación de
capital. Sin embargo, la participación en lo mercados de productos no se limitaría a quienes disponen de excedentes en sentido estricto sino que es
impulsada por la necesidad de obtener dinero, fenómeno que alcanza a una alta proporción de los productores. La estructura de producción en
ocasiones obliga a la venta de la mayor parte de la misma. Es el caso de las hortalizas fruta, café, cacao, etcétera. Para concluir quisiera anotar
que no obstante la diversidad de situaciones, que pueden ilustrarse aún con mayor amplitud de la que aquí se ha hecho, el influjo de los mercados
alcanza a la agricultura campesina, estando presente en ella tanto la lógica mercantil como la del auto-abastecimiento y seguridad familiar. La
“fracción mercantil” de la economía campesina no es independiente del aspecto o “fracción mercantil” de la misma.
b) Las necesidades básicas y el comportamiento económico.
Constituye casi un lugar común la relación que se hace entre la actividad productiva de la familia campesina y la satisfacción de sus
necesidades. La unidad productiva y la unidad de consumo tenderían a confundirse en la realidad. Dada esta situación de interdependencia entre
ambos fenómenos hay que poner especial atención al cambio en los valores, las aspiraciones y las necesidades. Si las poblaciones campesinas
evolucionan, proyectándose tales cambios culturales y sociales que tienden a modificar costumbre y hábitos tradicionales también dan origen a
comportamientos económicos diferentes.
Por ello es que el desarrollo de la agricultura campesina debe ser examinado tanto a la luz de los efectos de las presiones demográficas generan
como desde el punto de vista de los cambios en el nivel de las necesidades. Estamos postulando con ello que el fenómeno, frecuentemente ligado
a la agricultura campesina de reproducción simple, no se expresa de manera uniforme o constante a lo largo del tiempo. Suponemos que los
umbrales de los mínimos vitales se van incrementando y, por lo tanto, que son dinámicos. No creemos que puedan entenderse sólo en una
persona biológica sino más bien desde un punto de vista cultural.
En este plano la población rural ha experimentado el influjo de:
i) La extensión de los programas educativos. Las matrículas en la educación primaria en áreas rurales de la América Latina se han
elevado de 8.8 millones en 1957 a 19 millones en 1975 según datos de la UNESCO, 55 y el personal docente dedicado a la enseñanza
primaria es tres veces mayor entre ambos años. En cuanto a los niveles de analfabetismo, siendo aún extremadamente elevados, se
han registrado mejoramientos importantes.
ii) El desarrollo de los medios de comunicación. Sobre este aspecto no es necesario señalar mayores antecedentes. Baste decir que la
variedad de mensajes que alcanzan a la población rural a través de los medios de comunicación, especialmente de la radio, es enorme
y las distancias culturales en cuanto al nivel de información se han acortado considerablemente. En una encuesta realizada entre las
familias campesinas del valle de Cochabamba en Bolivia56se estableció que el 90% de ellas disponían de un aparato de radio.
iii) La extensión de la infraestructura de transporte. El desplazamiento de las poblaciones campesinas se ha hecho progresivamente más
expedito, lo cual ha contribuido a intensificar las relaciones urbano-rurales, y ha modificado el grado de integración física de áreas
rurales relativamente aisladas. La longitud de las carreteras pavimentadas de 59 mil kilómetros en 1959 se extendió a 270 mil en 1977.
La longitud total de carreteras se habría ampliado de 964 mil kilómetros a 2.4 millones de kilómetros en igual periodo. 57
iv) Los contactos urbano-rurales. Junto a los cambios anotados se ha venido produciendo un reracionamiento progresivo de las
poblaciones campesinas con las urbanas. El crecimiento urbano, las migraciones desde las áreas rurales, la intensificación de las
relaciones de intercambio, las facilidades de transporte y de comunicación antes anotadas han multiplicado las oportunidades de
contacto entre ambos sectores contribuyendo a generar el cambio de actitudes, valores y hábitos tradicionales en las poblaciones
rurales.
Estos y muchos otros factores se han ido conjugando en un largo proceso de elevación del concepto de las necesidades elementales entre las
poblaciones campesinas, fenómeno que viene a agregarse al del aumento de las mismas, y a condicionar el comportamiento económico de la
agricultura campesina.
c) Las presiones demográficas.
Se ha hecho referencia al incremento de las poblaciones, campesinas y a su radicación preferente en torno de las unidades de menor tamaño.
Ello estaría conduciendo a una presión creciente sobre la tierra disponible, a una disminución del tamaño medio de las unidades y en general a
mayores densidades demográficas en algunas áreas.
Estos fenómenos, de ser confirmados por una búsqueda más acuciosa de antecedentes empíricos, que aquí se han presentado bajo el concepto
de presión demográfica, estarían además interactuando con la dinámica de las necesidades recién planteadas y los influjos de la articulación
progresiva de la agricultura campesina a los mercados.
En torno de este complejo de fenómenos entrecruzados a menudo se adopta la posición de Malthus cuando se razona en términos de
inelasticidad de la oferta de alimentos, factor que estaría determinando el nivel demográfico que tales agriculturas estarían en condiciones de
soportar o el ritmo de crecimiento de las mismas. Boserup 58 propone que “la nueva versión de la doctrina multhusiana está basada en la idea de
que el incremento de la población conduce a la destrucción del suelo…El neomalthusiano reúne todos los ejemplos de mal uso del suelo y pinta
una imagen del mundo, como un lugar donde las poblaciones en crecimiento se apiñan y aprietan contra un alimento potencial que no solo es
incapaz de aumentar en cantidad, sino que se ve gradualmente reducido por la misma actuación de esas mismas poblaciones en crecimiento…
Pero jamás las teorías neomalthusianas nos dicen que en los casos anteriores hubo un comportamiento erróneo de dichas comunidades porque

55 UNESCO, Oficina Regional de Educación para la América Latina y el Caribe, Informaciones estadísticas, Santiago de Chile, octubre de 1976.
56 F. J. Dorsey, A Case Study of the Lower Cochabamba Valley, University of Wisconsin, Land Tenure Center, Madison, junio de 1970, p. 68.
57 Internacional Road Federation, Highway Expediture, Road and Motots-Vehicle Statistics, 1959-1969, Washington, D. C., CEPAL, Anuario estadístico de la América Latina, 1978,

Naciones Unidas, Santiago de Chile, p. 428.


58 E. Boserup, Las condiciones del desarrollo en la agricultura, Editorial Tecnos, Madrid, 1967, p. 35.
dichas teorías tienden a ignorar la evidencia, que nosotros poseemos, de que existieron poblaciones que organizaron sus métodos de producción
agraria en orden a conseguir la conservación y mejora de la fertilidad de sus tierras.
El papel que desempeña la población para producir cambios en los sistemas de cultivo se ha puesto históricamente de manifiesto cuando
ocurren regresiones demográficas. Boserup propone que “en los casos en que la densidad de la población disminuye a consecuencia de guerras u
otras catástrofes, parece a menudo que existe un retorno a sistemas de cultivo más extensivos. Latinoamérica es el conjunto de países que sufrió
más regresiones en sus técnicas agrícolas”.59
d) La intensificación en el uso de la tierra.
Las presiones demográficas según la autora antes citada producen un cambio en el uso de la tierra disponible, que se manifiesta en la frecuencia
con que la tierra se cultiva. Al aumentar la presión demográfica puede llegarse a realizar un cultivo tras otro, tendiendo a desaparecer los
barbechos o terrenos en descanso.
Algunos antecedentes parecen confirmar esta forma de intensificación y desarrollo de la producción. Tanto en el Brasil como en el Perú (igual
que se señalo con anterioridad pera el Ecuador) ha tendido a aumentar la proporción de la superficie cultivada total en la agricultura campesina con
relación a la extensión total en cultivo. En el Brasil en las unidades inferiores a 50 hectáreas en 1960 se realizaba el 47% de los cultivos, en tanto
que en 1970 esa proporción se elevó al 52.1%. En el Perú, en unidades inferiores a 20 hectáreas se cultivaba en 1961 el 54.8% del total cultivado y
en 1972 esa proporción se elevó al 69%.
En ambos casos se podría pensar que en la práctica lo que ha ocurrido no es un incremento neto de la superficie cultivada sino un cambio en la
dimensión de las unidades, las que al dividirse se mudan de estrato. Ello podría ser especialmente válido para el caso del Perú donde esta de por
medio un proceso de redistribución de las tierras a través de la reforma agraria. Sin embargo esa explicación no basta, dado que en ambos casos
se registra un incremento de la superficie total de cultivo y muy especialmente porque en análisis del uso del suelo en cada estrato de tamaño
revela claramente que en la medida en que las dimensiones de las unidades productivas disminuyen se produce una intensificación en el uso del
suelo.
En el caso del Brasil, mientras que en las unidades de 2 a 5 hectáreas cultivan el 72.8% de su superficie total, las de 50 a 100 hectáreas cultivan
solo un 16.9%.
Graziano da Silva60 comentando este fenómeno comprobado por la comparación de los catastros de 1965 y 1972, señala que en el Brasil “en los
estratos menores las áreas inexploradas sufrieron disminución debido, probablemente, a la fuerte presión poblacional característica de las
pequeñas propiedades. Esta presión lleva a un aprovechamiento mayor de la tierra con actividades agropastoriles. Las propias áreas de bosques
son también reaprovechadas, registrándose una disminución representativa de estas áreas principalmente en los inmuebles de hasta 10 hectáreas,
donde llegan a disminuir cerca del 50%. En otras palabras, cuando una población crece, estando agotadas las posibilidades de expansión de la
frontera agrícola, las tierras tienden a ser cultivadas con una intensidad mayor, que se traduce en la mayor frecuencia del cultivo (como por ejemplo
dos o más cosechas al año) y en la utilización de tierras anteriormente consideradas improductivas (Boserup, 1965). En el Brasil, ese hecho fue
comprobado por Sá Jr. (1975) para el nordeste desde el decenio de 1950 y por Graziano da Silva (1974), para el Brasil en su conjunto, en el
decenio de 1960. ambos señalan un aumento del número de personas ocupadas y del porcentaje de la superficie en cultivo en los establecimientos
pequeños, en una tentativa de reducir al mínimo posible el área inaprovechada de esas propiedades, dado que se mantiene el virtual monopolio de
la propiedad de la tierra en el país”.
Analizando este fenómeno desde el punto de vista de la renta bruta, el mismo autor concluye que su distribución entre las unidades productivas
presenta un grado de concentración inferior al de la propiedad de la tierra, deduciendo de esto que las pequeñas propiedades poseen una
producción más intensiva por unidad de superficie, lo cual no sería resultado en la mayoría de los casos de una verdadera capitalización de la
unidad sino más bien de una extensión de la jornada de trabajo del productor y su familia. 61
En el caso del Perú, además de la relación entre superficie cultivada y superficie total que muestra iguales tendencias que en el Brasil, se
estableció la relación entre superficie cultivada y tierras de labranza con objeto de dejar de lado las tierras que no son consideradas aptas para el
cultivo. El resultado confirma la misma tendencia; es decir, que en la medida en que la unidad disminuye de tamaño se cultiva una proporción
mayor de la tierra.
e) Antecedentes adicionales.
En Bolivia en las zonas de agricultura secular (Altiplano y valles), y donde la reforma agraria dio origen a una agricultura campesina
predominante, los incrementos de población agrícola (más de 35 % desde 1950 hasta 1976) han estado acompañados de una mayor intensidad en
el cultivo del suelo mediante el acortamiento de la rotación de cultivos. La tierra se cultiva con mayor frecuencia disminuyendo los periodos de
descanso. La superficie cosechada anualmente en esta zona de clima frío templado ha aumentado en 59% entre 1950 y el trienio de 1974-1976.62
Un estudio reciente realizado en México63 concluye que de las comprobaciones estadísticas se colige que los estados del centro de México
tenían como promedio una participación más favorable en los cultivos seleccionados, una mayor densidad de población y mayores tasas de
crecimiento agrícola.
f) Cambios asociados a la intensificación.
Al menos habría que mencionar dos fenómenos que se suelen presentar vinculados al proceso de intensificación. Primero el de la inversión en

59 Ibíd., pp. 104 y 105.


60 J. F. Graziano da Silva y otros, Estructura agraria…, op. cit., pp. 88 y 89.
61 F. J. Graziano da Silva y otros, Estructura agraria…, op. cit., p. 242.
62 División Agrícola Conjunta CEPAL/FAO, La agricultura y las… op. cit.
63 D. T. Nguyen y M. L. Martínez Saldivar, “Pattern of agricultural growth in Mexican States, 1960-1971: a shift and share analysis”, Department of Economics, University of Lancaster,

Bailrigg, Lancaster, Reino Unido, Regional Studies, vol. 13, pp. 161-179, Pergamon Press Ltd., 1979.
variadas formas y que en ocasiones es subvalorada por la escasa magnitud individual de cada una. El tipo de inversión más importante en la
agricultura campesina se relaciona con la transformación y adecuación del medio a fin de habilitarlo para el cultivo o para intensificar la agricultura.
Las transformaciones del paisaje tienen relación con lo que se señalaba sobre presiones demográficas y necesidades alimentarías y productivas en
general. Las labores destinadas a habilitar tierras boscosas constituyeron en el pasado esfuerzos gigantescos que se dieron en medio de conflictos
por el control del recurso en que los propios campesinos o grupos indígenas sacaron la peor parte. El avance de la agricultura en forma anárquica
ha sido un ambiente propicio para la concentración por un lado y la creación de situaciones extremas por el otro. La experiencia actual en el Brasil
en que las propiedades menores son engullidas por las mayores en las zonas de frontera es bien conocida. “Fórmanse grandes propiedades,
ligadas en la mayoría de los casos a compañías agropastoriles que se benefician de los incentivos y de la vista gorda del Estado para así proceder
a la expropiación de los pequeños productores, proceso éste en el que no falta la violencia característica del nacimiento del capitalismo."
Graziano da Silva64 continúa afirmando que "esta expulsión tiene como resultado una forma de expansión de la frontera altamente conflictiva
donde el saldo es siempre favorable a la gran propiedad". Algunas formas precarias de tenencia como la de la hacienda frecuentemente han tenido
como propósito aprovechar el trabajo campesino para la limpia o destronque u otras labores de habilitación de tierras. Ciertas obras de drenaje de
protección contra inundaciones en tierras bajas, y construcción de la infraestructura par el regadío han sido emprendidas en forma conjunta por la
comunidad.
Las condiciones de presión demográfica extrema sobre las tierras de la montaña han conducido a uno de los cambios más radicales del paisaje
mediante la construcción de terrazas. La experiencia andina es rica en ejemplos. En la actualidad en la zona central de México, la de mayor
densidad de población y donde se ha radicado las más antiguas culturas autóctonas, aún se realizan trabajos destinados a emplazar nuevas
terrazas.
En síntesis, la experiencia latinoamericana es rica en antecedentes de inversión de fuerza de trabajo en intervenciones conducentes a hacer
posible la agricultura o a intensificar la misma en determinadas condiciones. La apreciación de sus efectos ambientales no puede estar al margen
del estado en conflicto en el que ocurren esas intervenciones. Tampoco puede despreciarse la capacidad de inversión de la agricultura campesina
y la posibilidad de orientación y colaboración para evitar los efectos negativos que ella pudiera ocasionar.
Se estima que hay que revisar la hipótesis tan frecuente que propone la agricultura campesina no tiene capacidad de acumulación.
g) La tecnología y la agricultura campesina.
Son conocidas, especialmente entre los agrónomos, las dificultades encontradas al intentar incorporar la tecnología moderna en ambientes
campesinos.65 Algunas experiencias de los programas de extensión agrícola resultan ilustrativas en tal sentido. Ello ha venido fomentando toda una
reflexión sobre la universalidad de tales tecnologías y sobre su viabilidad económica social e incluso ambiental.
Desde luego, una de las inadecuaciones más evidentes con relación a la agricultura campesina se refiere a las fuentes de energía y a la
mecanización. Figueroa66 señala al respecto que en el Perú “el hecho de que la mecanización y cuasimecanización sean prácticamente
inexistentes en la Sierra puede explicarse, en gran medida, por tres factores. En primer lugar la topografía serrana, a diferencia de la de la costa, es
bastante accidentada y con escasas superficies planas. Este hecho físico que impone la presencia de los Andes constituye ciertamente una
dificultad para la utilización de maquinaria agrícola. Segundo, la dimensión de la gran mayoría de las unidades de producción es muy pequeña; el
36 % de las unidades no llegan a una hectárea y el 81 % no alcanzan las 5 hectáreas. A ello hay que añadir la gran fragmentación de las unidades
pequeñas. Las unidades menores de cinco hectáreas se componen en promedio de seis parcelas. Movilizar un tractor entre seis parcelas situadas
indistintos pisos ecológicos y sin una infraestructura vial es casi imposible. Hay que traspasar un umbral de tamaño de las unidades para utilizar
niveles tecnológicos más mecanizados. En tercer lugar, las unidades grandes y que cuentan con la mayor superficie plana de la Sierra tienen un
patrón de actividades basado en la ganadería actividad que no requiere mayormente de mecanización.
Los factores, mencionados deben servir para indicar que, en cuanto a fuentes de energía, las tecnologías modernas son paradójicamente
inadecuadas en comparación con la tecnología tradicional. En otros términos, el problema de la mecanización de la Sierra no es solamente un
problema de precios relativos y de capacidad de acumulación sino que desempeñan un papel importante los factores físicos, la estructura de la
propiedad y estructura productiva (mezcla de actividades agrícolas y ganaderas).
Junto a la falta de viabilidad del sistema tecnológico, incluso los cambios en el tipo de energía por emplear se viene poniendo tela de juicio la
adecuación entre los supuestos básicos en que se sustenta la innovación tecnológica y las condiciones en que opera la agricultura campesina
desde el punto de vista socioeconómico. En ocasiones, por considerar que ciertas tecnologías permiten aumentar la producción física, se formulan
programas que persiguen causar tales cambios. En otros casos, las argumentaciones ligadas a la rentabilidad de esas innovaciones suponen que
son justificaciones suficientes. Se produce así una suerte de diálogo de sordos ya que son dos racionalidades distintas que están lejos de
entenderse: la lógica de las necesidades básicas y de la reproducción y la lógica de la rentabilidad. La adopción de tecnologías que suponen la
incorporación de insumos disponibles en los mercados puede ser, desde la perspectiva campesina un elemento desestabilizador al obligarlo a
monetizar más su economía y a acentuar su dependencia del mercado. En la realidad a los campesinos no les basta con que se les propongan
tecnologías con la sola argumentación de que ellas elevan rendimientos o que la relación costo-beneficio sea positiva.
Por desgracia no son bien conocidos aún los factores que impulsan a los campesinos a introducir ciertas innovaciones, pero ellos parecen realizar
un balance en cuanto a su disponibilidad relativa de recursos, antes de introducir algunos nuevos que les conduzcan a perder el control sobre su
propia suerte. La abundancia relativa de fuerza de trabajo puede hacerlos aceptar algunos cambios que, exigiéndoles más esfuerzo, también les
aumenten sus cosechas. La escasez extrema de tierras y la necesidad de elevar el producto de las mismas puede estimularlos a usar semillas
mejoradas o fertilizantes.

64 J. F. Graziano da Silva, Estructura agraria…, op. cit., pp. 91 y 94.


65 Véase el interesante trabajo de J. Boltvinik, “Estrategia de desarrollo rural, economía campesina e innovación tecnológica en México”, Revista Comercio Exterior, vol. 26, núm. 7,
México, julio de 1967, pp. 813-827.
66 A. Figueroa, “La economía rural de la sierra peruana”, en la Revista Economía, vol. 26, núm. 7, México, julio de 1967, pp. 813-827.
Urioste,67 refiriéndose altiplano boliviano, sostiene que las encuestas confirman los postulados teóricos generales: a menor superficie mayor
intensidad en los cultivos, mientras que, cuando la superficie va en aumento, el capital (tecnología químico-biológica) y la mano de obra disminuyen
su participación en la producción por hectárea. Este fenómeno de parcelamiento es sin embargo, simultaneo a la incorporación de técnicas
productivas (fertilizantes químicos, semillas mejoradas), que compensan en cierta medida la escasez de la tierra. Urioste resume las conclusiones
de sus investigaciones en el altiplano boliviano en los siguientes términos: “El campesino adopta tecnología (semilla mejorada, fertilizantes
químicos…) no para mejorar sus ingresos monetarios, sino principalmente para compensar el recurso escaso –tierra- mejorar sus rendimientos y
de ese modo asegurar un nivel normal de subsistencia”. 68
Numerosos estudios de casos confirman el hecho que se están fomentando algunos cambios y se acude progresivamente al empleo de semillas
mejoradas (especialmente papa, maíz, arroz), que se están modificando ciertas prácticas de cultivo en cuanto a la densidad de siembra en la papa,
la yuca, el maíz, la caña para panela que se estaría empleando algunos plaguicidas en cultivos hortícolas (cebollas y tomates). Entre todos estos
cambios quizás el más notable sea el del cultivo de la papa en el área andina, donde dada la costumbre tradicional de "cambiar de semilla”, ha sido
más fácil introducir semillas mejoradas genéticamente y, a su vez, por el hábito de incorporar abono orgánico se ha extendido progresivamente el
empleo de fertilizantes químicos de origen industrial. El Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) ha podido comprobar en el estado de Santander
en algunas veredas el uso de dosis excesivas de fertilizantes, los cuales estaban afectando los rendimientos.
Algunos centros de investigación están avanzando en el conocimiento de los sistemas de producción creados a lo largo de los años a través de
la experiencia secular acumulada en que por tanteos sucesivos se fue adecuando el trabajo de la tierra a la enorme variedad de situaciones
ambientales características de la América Latina. Ello ha permitido reorientar en alguna medida (aún limitada) la investigación y la experimentación,
agrícolas sacándolas de su aislamiento del medio socioeconómico y cultural para enfocar desde una perspectiva sistemática la actividad agrícola
de los agricultores campesinos. Aunque parezca una simpleza se ha vuelto a valorar el conocimiento como elemento vital en el desarrollo,
empezando por la propia experiencia campesina. En esa línea se ha establecido que son considerables los progresos que se pueden hacer
enriqueciendo esa experiencia con nuevos conocimientos. Se han abandonado así, en alguna medida al menos, los prejuicios fundados en
descalificar lo "tradicional” sólo por ausencia de los rasgos asociados a lo moderno. No deja de ser curioso que a los científicos haya tenido que
enseñarles la propia experiencia que la investigación debiera partir por el conocimiento objetivo y lo más completo posible de la realidad que se
busca modificar.
Una segunda derivación positiva de este nuevo enfoque de la investigación agrícola es un aprecio creciente por las formas de realizar la agricultura
que ofrece bondades antes ignoradas o menos preciadas.
Se ha demostrado que el barbecho, juzgado como un mal uso del suelo en ciertas zonas del Valle Central de Chile, no sólo permitía recuperar la
fertilidad sino que produce efectos positivos sobre la conservación de la humedad y evita el ataque de enfermedades o plagas. Las técnicas
tradicionales de fertilización mediante la incorporación en la rotación del cultivo de las leguminosas, de uso tan frecuente en el área andina, se
complementan con la incorporación al suelo de la materia orgánica del estiércol de animales o de aves.
Se han establecido las ventajas de sistemas de producción como el de cultivos intercalados o asociados o ambos juntos (“relevo”), por ejemplo,
entre maíz o fríjol y yuca tanto desde el punto de vista de la menor vulnerabilidad a algunas plagas o enfermedades como desde el punto de vista
de la producción total, en comparación con el cultivo aislado de cada especie.
El Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), estudiando los efectos de la modificación de la densidad de siembra en el cultivo de la papa ha
establecido que los agricultores campesinos, según sea la fecha de siembra, varía la dosis de semilla aplicada a fin de tener una cubierta vegetal
que permita el mayor aprovechamiento de la humedad del suelo. Estas formas sutiles de adecuación a las condiciones ambientales constituyen un
buen ejemplo de lo que la experiencia campesina puede entregar en el proceso de desarrollo agrícola.
Dubly69 sostiene que se suelen contraponer las prácticas campesinas a las técnicas agronómicas. En realidad, no son términos antinómicos. La
práctica campesina racional se basa en la observación y la experimentación. Estas son las actitudes científicas fundamentales de las ciencias
biológicas (con sus componentes físicos y químicos), de las que se deriva la técnica agropecuaria. La diferencia no es tanto de naturaleza como de
grado y de sistematización. El análisis de las prácticas campesinas permite descubrir en la mayoría de ellas una verdadera racionalidad técnica.
Sólo después de este esfuerzo de comprensión de la práctica campesina se puede pensar en la técnica como la ampliación, intensificación o
complementación de la racionalidad campesina. La técnica no es entonces aplicación desde afuera de una acción sustitutiva con el consiguiente
rechazo, sino injerto en el corazón de la realidad y de la práctica racional.
Morandi70 sugiere que en los países subdesarrollados se registra una desarticulación entre el sector productivo agrícola (demandante) y los
organismos generadores públicos o privados (oferentes) y concluye que “para el caso específico que nos ocupa, las economías campesinas
particularmente de la zona serrana del Ecuador, vemos que no existe una oferta para el tipo de demanda de las pequeñas explotaciones con las
características que señaláramos. Más bien podría decirse que la tecnología ofrecida en el mercado es la negación de las necesidades tecnológicas
de las economías campesinas. Esta no correspondencia de demanda con oferta está reflejando una relación directa entre el tipo de tecnología,
ofrecida y la acción estatal promovida por la estructura de poder de las clases al interior de la sociedad, a la vez que es un argumento más para
sostener que la tecnología es un factor endógeno del sistema económico”.
Otro autor,71 también refiriéndose a la experiencia ecuatoriana, sostiene que los centros de investigación y generación de tecnología
agropecuaria, sean privados o estatales, orientan su actividad hacia la creación de innovaciones que están concebidas para ser aplicadas en el

67 M. Urioste, Conducta económica del campesino e incorporación de tecnología moderna en el proceso productivo: el cultivo de la papa en Altiplano Paceño, Universidad Católica
Boliviana, Documento de Trabajo, núm. 06/75, La Paz, mimeografiado, pp. 62 a 65.
68 Ibíd., p. 75.
69 A. Dubly, “Condiciones de la tecnificación para la agricultura campesina”, Ecuador: tecnologías agropecuarias y economías campesinas, Ediciones Fundación Brethren-Unida-

Ceplaces, Quito, 1978, p. 42.


70 J. L. morando, “interrelaciones entre los componentes del progreso tecnológico y algunos elementos estructurales en economías campesinas”, Ecuador: tecnologías agropecuarias y

economías campesinas, Editores Fundación Brethren-Unida-Ceplaces, Quito, 1978, pp. 90 y 95.


71 C. Furche, “Incorporación de la tecnología y economías campesinas”, Ecuador: tecnologías…, op. cit., p. 122.
sector "moderno" de la agricultura; es decir, en aquellas empresas integradas a los circuitos de acumulación de capital con algún desarrollo de las
fuerzas productivas.
En síntesis, con respecto a la incorporación de tecnologías modernas en el ambiente campesino, habría que señalar: a) las dificultades para
compatibilizar las necesidades campesinas con la oferta actual de tecnologías; b) la penetración selectiva de algunas de ellas que responden
efectivamente a las necesidades y posibilidades de los campesinos, y c) la falta de interés por crear o adecuar tecnologías para este amplio grupo
de productores.
VII. OBSERVACIONES FINALES.
a) La heterogeneidad agraria y la necesidad de análisis más coherentes y equilibrados.
El análisis de las consecuencias de la actividad agrícola sobre el medio ambiente tiene que ver con las relaciones hombre-tierra y, muy
particularmente, con las estructuras socioeconómicas que dan forma a tales relaciones. Esas estructuras continúan representando un papel muy
decisivo en las formas en que se usa el suelo, en los sistemas de cultivo o de producción, en los instrumentos y tecnologías empleados en la
organización del hábitat y en la dinámica demográfica ligada a la agricultura.
En la América Latina, con la penetración y colonización occidental, se configura una forma de apropiación de las tierras muy particular que ya ha
sido extensa y profundamente documentada por los más variados autores. Las características estructurales presentes son el fruto de un largo
proceso de cambios en el agro de la América Latina. En este sentido el núcleo central para cualquier análisis coherente de la experiencia agraria de
la región está constituido por la noción de heterogeneidad de formas o de sistemas de practicar la agricultura que coexisten en el medio agrorrural.
Solo aI postular esta diversidad podrá entenderse el comportamiento de los diversos agentes económicos que participan en actividades agrícolas,
entre otros los campesinos.
La denominada heterogeneidad agraria no ha sido un producto del azar. Es la contrapartida en lo agrario de fenómenos más amplios ya
analizado en el ámbito regional y que están ligados al funcionamiento del sistema económico mundial que ha sido profundamente estudiado por la
CEPAL en su concepción centroperiferia y en su crítica al esquema clásico de división internacional de trabajo.
En los países latinoamericanos en que ha correspondido a la agricultura producir alimentos y materias primas para las economías centrales, ello
ha dejado una huella muy fuerte sobre el sector siendo uno de los elementos que ha contribuido decisivamente a configurar su propia
diferenciación o heterogeneidad. En las economías primarioexportadoras este fenómeno es más evidente. La plantación como sistema de
economía agraria fue un buen ejemplo de la concreción en el agro del influjo diferenciador de las relaciones con el centro. Con posterioridad, el
sistema de economía agraria capitalista se ha fundado frecuentemente en torno de la producción, intensiva a veces en el uso de capital, de cultivos
o productos ganaderos destinados a la exportación. La envergadura misma de las actividades orientadas a la exportación ofrece campo propicio
para la concentración de tierras.72
La agricultura campesina, se gesto especialmente en las zonas más pobladas en el pasado, donde existía una estructuración y diversificación
mayor en el orden social y un mayor desarrollo de la producción, lo que permitió al régimen colonial extraer excedentes en productos o en trabajo
sin destruir completamente la base productiva de la agricultura precolombina. En su desarrollo posterior convergen diversas influencias que
exigirían un análisis histórico que no correspondería efectuar en estas páginas. Para mencionar sólo dos, cabe señalar el proceso de penetración
de expansión de la frontera agrícola y las transformaciones de la hacienda o de la agricultura empresarial por la vía revolucionaria o reformadora;
ambas influencias han permitido la ampliación de la agricultura campesina.
Los sistemas agrarios73 que conviven en el amplio espacio rural latinoamericano tienen algunas especificaciones que permiten distinguirlos. Al
menos convendría tener presente el sistema de agricultura de la hacienda; la agricultura de plantación; el sistema de agricultura empresarial o
capitalista y la agricultura campesina.
Si bien es posible aislar para los efectos del análisis cada uno de estos sistemas y señalar sus distintas dimensiones en cuanto a recursos,
producción e ingresos, es necesario pone de manifiesto también algunas interrelaciones y conflictos que se dan entre ellos.
Si para los propósitos de este documento se ha buscado identificar a uno -el de la agricultura campesina-, se ha hecha por considerar que lo
afecta un grave desequilibrio de tratamiento que conduce, por eliminación, a diseñar o a optar por estrategias o políticas que perjudican a un
extenso grupo social. El predominio de la hacienda o de la empresa capitalista en los análisis relativos a la agricultura ha sido evidente.
Históricamente, uno de los aspectos más importantes en la formación y evolución de la agricultura latinoamericana ha sido la ocupación de los
territorios con aptitud agrícola. El sistema de la hacienda y de la plantación se fundó sobre la base de la cesión u ocupación de extensos territorios
frecuentemente emplazados en las zonas más fértiles o más próximas a ciudades o puertos. En las formaciones tardías de la hacienda observadas
en algunos países, la apropiación de tierras se originó en intervenciones oficiales o en la ampliación de las superficies dedicadas a la agricultura.
Este proceso de formación y extensión de la hacienda, fue creando las condiciones para la relegación de las poblaciones autóctonas de los
grupos incipientes de agricultores campesinos independientes. Este conflicto en torno de la disponibilidad o propiedad de la tierra característico de
formaciones sociales heterogéneas, se ha venido reiterando con distinta intensidad a lo largo de la historia socioeconómica regional.
En periodos recientes este conflicto se ha planteado de nuevo con la penetración de la agricultura capitalista o empresarial que ha ido ocupando
el lugar cedido por la hacienda o algunos territorios ganados por el avance de la frontera agrícola. Fenómenos similares han sido estudiados y
documentados en distintas agriculturas, en donde la concentración tiende a localizarse en las zonas de mayores ventajas comparativas,
comúnmente derivadas de la realización de fuertes inversiones públicas en infraestructura y muy especialmente en riego. Los casos observados en

72 Sin embargo, no hay que olvidar que en la esfera de la producción de los productos agrícolas de exportación, la agricultura campesina contribuye en forma significativa al cultivo de
alguno de ellos. El cacao, el café, el algodón, y la soya en algunos países son predominantemente de procedencia campesina.
73 Desde el punto de vista de la agricultura como sector económico, los distintos sistemas podrían ser entendidos mejor como subconjuntos o subsistemas. Si se los presenta bajo la

denominación de sistemas porque se busca destacar la coherencia lógica interna con que cada uno se desenvuelve y la conducta de los agentes que en ellos intervienen. En cierta
forma es reconocer la existencia de diversas “agriculturas” al interior de una economía agraria.
sectores de riego en México o en el Valle Central de Chile constituyen buenos ejemplos que ilustran la situación descrita. Un fenómeno similar ha
ocurrido con extensos terrenos en pastos en el oriente boliviano, en algunas regiones del Brasil, de Colombia, Centroamérica y México.
Las consecuencias deteriorantes de la actividad agrícola están claramente enmarcadas en esta situación estructural que permite que convivan
actividades que en su afán modernizador artificializan al extremo, y actividades que adecuan sus estrategias a situaciones de escasez de recursos
y de abundancia de fuerza de trabajo y que, por el uso intensivo del suelo, podrían estar contribuyendo a deteriorar los ecosistemas más frágiles en
regiones áridas, de laderas, o en las tierras tropicales. En la ráfaga modernizante de la posguerra la presencia de la agricultura campesina es un
hecho social y económico que se presenta frecuentemente en términos residuales, como el área estancada, deteriorante, impermeable a la
tecnología, en descomposición. El propósito de buscar un nuevo estilo de desarrollo debe recoger la pluralidad de experiencias que cada sistema
agrario presenta, en un esfuerzo por hacer más objetivo el análisis y más equilibrada la formulación de estrategias y políticas. Hay que reconocer la
heterogeneidad agraria para comprender cada uno de sus elementos, conocer su propia dinámica, sus contribuciones, sus- ineficiencias, sus
presiones y a veces sus acciones deteriorantes sobre el-medio, así como los conflictos existentes al interior o al exterior del sector.
b) Estilos alternativos de desarrollo y agricultura campesina.
El olvido, las referencias superficiales y muy especialmente las generalizaciones descalificadoras para la agricultura campesina pueden estar
creando o contribuyendo a formar una noción muy alejada de la realidad en cuanto a lo que significa este sistema tanto para la producción de
alimentos, en materias primas, cosechas destinadas a la exportación, como al empleo de mano de obra, o en aspectos culturales que aquí no se
han tocado. Pero sobre todo, tal vez se está contribuyendo a dar una idea falsa respecto a la capacidad destructora o a la acción deteriorante de un
tipo de agricultura, que quizás sea bastante menos negativo que otras formas y cuya presencia en el futuro podría ser una defensa del medio
ambiente e incluso ayuda a la recuperación de algunas de las degradaciones causadas por la artificialización extrema del trabajo de la tierra.
En estos tiempos en que cobra nuevo vigor el concepto de los estilos de desarrollo que permitan la satisfacción de las necesidades básicas,
posiblemente la agricultura campesina represente una situación de particular interés por la relación que en ella se da entre la actividad económica y
la satisfacción de necesidades fundamentales.
A su vez, en un momento de la historia latinoamericana en que el desempleo y la miseria que acompaña a los procesos de urbanización son
fenómenos que reclaman un cambio social profundo, la agricultura campesina invita a pensar en el papel que podría representar si las
transformaciones de las estructuras agrarias actuales le dieran una oportunidad a extensos agrupamientos que tienden a ser proletarizados o
semiproletarizados por el permanente fenómeno de concentración de tierras de ayer y de tierras y capitales de hoy. Por ultimo, es posible que una
mayor atención a la vida campesina pudiera hacer revalorar la contribución que ella estaría en condiciones de dar a formas de desarrollo que
respeten a largo plazo el medio ambiente y sus recursos.
Es posible además que los estilos de desarrollo que incorporen la dimensión, ambiental encuentren muchas respuestas en la experiencia actual
de formas de vida que utilizan preferentemente “medios pobres” de producción, como ocurre con la agricultura campesina.
2.D COLL- Hurtado, Atlántida
Geografía Económica de México
Instituto de Geografía, UNAM, México 2005
Colección Temas Selectos de Geografía de
México (II.3)
Págs. 99-140.
III. EL SECTOR PRIMARIO DE LA ECONOMÍA.
El sector primario de la economía está conformado por las actividades que actúan directamente sobre la tierra o el agua en el caso de la pesca-
y que tienen que ver con la explotación de los recursos naturales renovables. Esas actividades son, en primerísimo lugar, la agricultura, después la
ganadería, la explotación forestal y la pesca. Son las actividades que reflejan la vida en el ámbito rural y, por definición, son consumidoras de
espacio, de ahí que tengan una impronta geográfica importante.
Las actividades primarias son las actividades más antiguas del hombre, desde el punto de vista histórico; pero el devenir de las sociedades
urbanas e industriales les fue quitando importancia y cada día participan menos en la producción nacional. Todavía a principios de la última década
del siglo pasado, contribuyeron con más del 6% del producto interno bruto, mismo que ha disminuido hasta el 4.1 % en 2001.
A nivel interno, en el país hay grandes diferencias: en algunas entidades las actividades agropecuarias pesan en la producción estatal, como
sucede con Zacatecas, Sinaloa, Nayarit, Durango y Michoacán, mientras que en otras son prácticamente inexistentes, como en el caso del Distrito
Federal o muy limitadas como en Baja California, Chihuahua, Nuevo León, Tamaulipas o el Estado de México (Figura 35). No obstante, es preciso
diferenciar este dato del de la participación de estas actividades dentro del concierto nacional, ya que no son las mismas entidades las que tienen
mayor importancia en el producto del país. En este caso, es Jalisco el estado que tiene una mayor participación al proporcionar el 10.8% del PIB
agropecuario nacional; otro 21 % es proporcionado por tres estados: Sinaloa, Michoacán y Veracruz (Figura 36).
Fuente: INEGI, 2001a. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón
Figura 35. Producto Interno Bruto del sector agropecuario, 2001 (% respecto al PIB de cada sector)

Fuente: INEGI, 2001a. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón


Figura 3.6 Producto interno bruto del sector agropecuario, 2001 (% respecto al total nacional).

No existe realmente una relación entre estos datos de producción interna con los datos de los efectivos que generan esa riqueza. La estadística
concerniente a la población trabajadora en actividades primarias es totalmente diferente a los datos anteriores. Para el 2000, en el país se
contabilizaban 5.3 millones de trabajadores en actividades primarias, es decir, el 16% de la población económicamente activa total. Oaxaca y
Chiapas son las entidades con mayor número de efectivos, mientras que en los estados del norte van disminuyendo notablemente (Figura 37). Vale
la pena hacer notar que Jalisco, que como hemos visto más arriba es el estado que más contribuye a la producción agropecuaria nacional, tiene
menos del 10% de su población activa en el sector. Por eso, el número de trabajadores no refleja la calidad de la producción.
Es importante considerar cuál es la magnitud de población rural en la que se enmarcan esos trabajadores, también llamados activos, para poder
determinar los niveles de dependencia que se dan en el campo. La población rural de México era, para mismo año 2000, de 24.7 millones de
habitantes si tomamos como límite la población que habita en localidades de menos de 2 500 habitantes. Las entidades francamente rurales eran
Oaxaca, Chiapas e Hidalgo, con más de la mitad de su población en el campo, así como Zacatecas, San Luis Potosí, Guerrero y Veracruz. En los
estados del norte y de las dos penínsulas predominan bajas poblaciones rurales (Figura 38). Al establecer la relación entre la población rural y la
población activa se obtiene que en el campo los niveles de dependencia son altos, ya que a cada activo le corresponden cinco personas
dependientes. Como hecho curioso, este nivel de dependencia hace cien años era tan sólo de tres personas rurales por activo, o sea que se ha
agudizado la situación de precariedad en el campo a lo largo del siglo XX (INEGI, 2001 a).
Fuente: INEGI, 2001a. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón
Figura 37. Población activa en el sector primario, 2000 (% estatal)

Fuente: INEGI, 2001a. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón


Figura 38. Población rural*, 2000.
* Población en localidades menores de 2 500 habitantes

La agricultura.
Es la actividad tradicional de México y continúa siendo fundamental para la población rural y, en particular, para la población indígena del país.
No obstante, tan sólo ocupa poco más del 10% de la superficie nacional ya que son poco más de 20 millones de hectáreas los que se dedican a la
actividad: la configuración física del país así como las características climáticas imponen ciertos límites, por lo que no toda la superficie nacional es
susceptible de ser cultivada (ColI-Hurtado y Godínez, 2003; SAGAR, 1999). Las zonas más apropiadas son las llanuras costeras, los valles
intermontanos y aquellas partes del vasto altiplano boreal en las que puede haber riego. A pesar de esto, la agricultura también se practica en
zonas no aptas para la actividad en condiciones precarias y de bajísimos rendimientos en las regiones más marginadas del campo mexicano. En
general, la proporción de laboreo de cada estado es muy baja, excepto en el único caso de Tlaxcala en el que las tierras de labor cubren más del
60% de su superficie. El Estado de México tiene un 40% de su superficie en esta categoría y entidades como Puebla, Colima, Guanajuato, son
privilegiadas al tener cerca de la tercera parte de sus áreas respectivas como tierras de labor. En el otro extremo destacan estados ubicados en la
zona árida del país como Baja California Sur, Sonora y Coahuila, o en la zona tropical como Quintana Roo (Figura 39).
A las diferencias regionales del ámbito físico se suman las condiciones económicas de la práctica agrícola y lo que se obtiene es una aguda
polarización de la actividad. En el campo de México coexisten básicamente dos tipos de agricultura: la comercial y la que podemos denominar
campesina. La primera es aquella actividad que se lleva a cabo en las mejores tierras, en las que puede haber riego, que se caracteriza por ser
receptora de cuantiosas inversiones de capital bajo la forma de insumos tales como semillas mejoradas, aplicación de fertilizantes, utilización de
maquinaria y equipos diversos. En muchas ocasiones, por no decir en todas, la mano de obra es asalariada: jornaleros y peones de campo trabajan
en tierras ajenas y obtienen altos rendimientos. El producto se destina al mercado nacional o al mercado extremo.
Por el contrario, la agricultura campesina se caracteriza por dedicarse a los cultivos tradicionales, por utilizar básicamente la mano de obra
familiar, y sin aplicar los insumos necesarios por falta de capital, en tierras de escaso valor. Su producción, de muy bajos rendimientos debería ser,
en general, para el autoconsumo, pero el campesino no puede librarse de entrar al circuito del mercado y vende los escasos excedentes o bien
parte de la cosecha que se dedica al consumo familiar.

Fuente: INEGI, 2001a. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón


Figura 39. Superficie de labor.

En general, el campo mexicano ha perdido vitalidad y sufre la expulsión continua de sus habitantes, lo que provoca fuertes corrientes de
migración hacía las ciudades del país o hacía los Estados Unidos de Norteamérica. El campesino sin tierra tiene la posibilidad de migrar a diversas
zonas del país para vender su fuerza de trabajo en los campos agrícolas del norte, en donde realiza cierto tipo de labores, como la pizca o el
levantamiento de cosechas. Son los jornaleros que se trasladan de Oaxaca, Guerrero o Michoacán, por ejemplo, a las tierras de Sinaloa, Sonora o
Baja California siguiendo el calendario de los diversos cultivos.
Algunas razones del movimiento migratorio son los escasos rendimientos de la actividad practicada en ciertas regiones, los bajísimos niveles de
ingreso y las arduas condiciones de trabajo. No es raro, además, que en ciertas unidades haya elevadas proporciones de trabajadores que ni
siquiera perciben ingresos y otras tantas que no llegan a un salario mínimo. Tal sucede en Chiapas, Oaxaca, Puebla, Veracruz, Guerrero, entre
otros estados. (Figura 40).
Fuente: INEGI, 2001a. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón
Figura 40. Niveles de ingreso de la PEA primaria, 2000

Los distintos tipos de agricultura generan una producción que va destinada a diferentes mercados: por una parte se cubren las necesidades del
mercado nacional y por la otra se destinan ciertos cultivos a la exportación, como sucede con el café, el jitomate, y, sobre todo, las hortalizas y las
legumbres. No obstante, como la producción para el mercado nacional no cubre todas las necesidades de éste, es cada vez mayor la necesidad de
importar alimentos, lo que agudiza nuestra dependencia del exterior, gran parte marcada por los acuerdos en materia agrícola del TLCAN. Así, se
importa maíz, sorgo y soya, trigo y semilla de algodón, entre otros cultivos.
Son diversos los factores que dan lugar al tipo de cultivos que se producen en México: en primer lugar la gran diversidad de condiciones
naturales permiten la explotación de una variada gama de productos, desde los de las regiones tropicales hasta los de clima frío. Otro elemento
importante es la capacidad de inversión del capital y de inversión de tecnificación; otro es el conocimiento empírico de los campesinos.
El peso de la tradición implica que sea el maíz el cultivo de mayor trascendencia en lo que representa a la ocupación física de la tierra cultivada;
es el cultivo mexicano por antonomasia, el cultivo que permite que sobrevivan las comunidades marginadas, las más aisladas en la geografía
nacional. Pero también se cultiva en condiciones modernas, comerciales. Se da en todo tipo de climas, desde las regiones tropicales hasta las
zonas de clima frío. En 1999 ocupó poco más de ocho millones de hectáreas; de esta superficie maicera, los estados con mayor área ocupada
fueron Chiapas, Jalisco, Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Estado de México y Guanajuato (Figura 41).
En algunas partes el maíz es el único cultivo, en otras se encuentra intercalado con otros productos como el fríjol y el haba. Es generalmente un
cultivo de temporal, aun cuando en algunas regiones del país se cultiva bajo riego. Por lo anterior, los rendimientos medios de la producción
maicera son muy dispares: en Sinaloa se obtienen cinco toneladas por hectárea mientras que en la mayor parte de las entidades el rendimiento
medio no llega a una tonelada por hectárea y, en algunos casos como en Coahuila se obtiene menos de media tonelada por hectárea.
La producción de los demás cereales se concentra en el cultivo del trigo en el norte y centro del país, Sonora, Baja California y Guanajuato, y
del arroz en las costas y en el sur, en regiones húmedas, Campeche, Tabasco, Veracruz, Morelos, Guerrero.
La producción agrícola moderna, de tipo comercial, está ligada a las demandas del mercado tanto nacional como externo, así como a los
requerimientos de cierto tipo de industrias como la de alimentos balanceados. Uno de los cultivos importantes es el de los forrajes, íntimamente
ligados a la ganadería: sorgo, pastos de distintos tipos, nopal y avena forrajera, maíz forrajero, etc. En total se dedican a este tipo de cultivo 5.2
millones de hectáreas, de las cuales el 44% corresponde al sorgo y el 32% a los pastos. Estos .cultivos corresponden a muy distintos medios
ambientales en zonas de buen temporal o bien en regiones bajo riego. Las principales entidades productoras de sorgo son Tamaulipas, Veracruz,
Guanajuato y el Estado de México, así como Sinaloa, Jalisco y Michoacán. El cultivo de pastos resalta en Yucatán, cuya porción oriental tiene
profunda vocación ganadera, Jalisco, Veracruz, Oaxaca y Nuevo León.
Un grupo importante desde el punto de vista de la superficie ocupada es el de las leguminosas, con 2.5 millones de hectáreas. El cultivo más
representativo de este grupo es el fríjol, tanto solo como intercalado, por lo que coincide muchas veces con el cultivo del maíz. Los estados
productores de fríjol son Zacatecas, Durango, Sinaloa y Chihuahua.
Fuente: INEGI, 2001a. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón
Figura 41. Maíz: superficie y valor de la producción, 2002

Una superficie semejante ocupan los denominados cultivos industriales, 2.4 millones de hectáreas. Entre ellos, los de mayor significancia son el
café y la caña de azúcar, pero también se cultivan diversos agaves mezcaleros y tequileros, henequén, olivos y vides para la fabricación de vino.
Cerca de la mitad del valor de la producción lo produce la caña de azúcar, misma que corresponde a regiones tropicales con abundante agua:
Veracruz y Oaxaca en la región del Istmo, San Luis Potosí en la zona de las Huastecas y en Jalisco. Otro 28% es producido por el café cuyo precio
ha bajado constantemente en la última década; que se cultiva en la vertiente externa de la Sierra Madre Oriental, en Veracruz, así como en las
tierras cálidas de media altitud de Oaxaca y Chiapas.
Una producción importante, por el valor que genera, es la de los frutales que se da en muy diversos ámbitos, ya que se trata del cultivo de
especies de clima templado y de climas tropicales. La mayor producción es la que genera la naranja, más de la cuarta parte del total, y le sigue en
importancia el aguacate. La primera se da fundamentalmente en el estado de Veracruz, mientras que el segundo corresponde al estado de
Michoacán, en la región de Uruapan en particular. Los frutales cubren en total 1.2 millones de hectáreas.
Una de las modalidades de la agricultura comercial es la de cultivos de elevada demanda en el mercado internacional que ha dado lugar a la
producción creciente de ciertas especies de hortalizas y otros vegetales de alto valor de exportación. Tal es el caso del brócoli, la alcachofa, el ajo,
la cebolla, las acelgas, el jitomate, el chile verde, las zanahorias, etc. Su cultivo corresponde a tierras fértiles, con elevada tecnología y riego del
centro y noroeste del país: Guanajuato, Sinaloa, Baja California.
En México se cultivan otros productos importantes como las oleaginosas, el cártamo o el cacahuate que se dan en Sonora, Sinaloa y Tamaulipas
el primero, y en Puebla, Oaxaca y Chiapas el segundo. Además, se cultivan tubérculos como la papa, y las flores, que cada vez tienen más
importancia en el mercado nacional y en la exportación.
No obstante lo anterior, la producción agrícola de México no es suficiente para cubrir las necesidades de la población y se recurre cada vez más
a la importación de alimentos, creciendo así nuestra dependencia alimentaria del exterior. En los últimos años se han importado millones de
toneladas de maíz, entre otros productos agrícolas. Esto quiere decir que la agricultura campesina ya no produce lo suficiente y que la economía
comercial se dedica a productos de mayor valor en el mercado. Pero, como se decía al principio de este capítulo, todavía es considerable la
población que vive de y para el campo, con lo que predomina en el ámbito rural en las condiciones de pobreza y de muy baja productividad, y el
consiguiente desequilibrio que ocasiona fuertes corrientes migratorias.
La ganadería.
Es una actividad íntimamente ligada a la agricultura, tanto porque ésta cultiva alimentos para el ganado, como porque en el medio rural se
asocian las dos actividades, si bien:
... la expansión de la ganadería y en particular su práctica en forma extensiva [representa] un serio obstáculo para generar empleos en el
campo, tanto porque se evita al máximo el gasto en jornales, derivado del uso 'al natural' de los agostaderos, como porque al acaparar
tierra con potencial agrícola resta la posibilidad de que éstas se siembren y ocupen más trabajo (Pérez, 1993:51)
La cría de los diferentes tipos de ganado se da en muy diversos ámbitos: desde las regiones áridas y semiáridas hasta las tropicales secas y
húmedas; el desarrollo de la actividad depende de la calidad de las tierras de agostadero, es decir, de la capacidad que tienen esas tierras de
mantener a cierto número de animales. De hecho, la vocación natural del país es la ganadera, ya que puede llevarse a cabo la ganadería aun en
zonas en donde no es posible practicar la agricultura. Así, se calcula que poco más de la mitad de la superficie nacional es de agostadero, es decir,
aquellos "terrenos donde se produce de forma natural y cultivada, forraje para la alimentación del ganado y de la fauna silvestre" (Villegas et al.,
2001:32). La mayor parte de las tierras de agostadero son las zonas de pastizales y matorrales naturales de las zonas áridas y semiáridas del norte
del país; también se utilizan algunas zonas de pastos de clima templado y las selvas bajas y las praderas desarrolladas en clima tropical. De la
producción forrajera nacional, se calcula que un 30% corresponde a las tierras de agostadero, 42% a las praderas introducidas, 5% a los cultivos
agrícolas y 23% deriva de los esquilmos agrícolas.
Las entidades del país que tienen mayor superficie dedicada a los pastos para el ganado son: Veracruz, con más de 3 millones de hectáreas y
Chiapas con 1.5 millones, Tamaulipas con poco más del millón de hectáreas, Tabasco, Sonora, Yucatán y San Luis Potosí, entre otras entidades.
Al igual que en la agricultura, en la ganadería se dan diferentes tipos de actividad según sea la capacidad de inversión en insumos de los
ganaderos. De esta manera, se puede encontrar una ganadería comercial, estabulada o no, altamente tecnificada en lo que respecta a variedad
ganadera, técnicas de explotación, incorporación de diferentes insumos; las ganaderías semitecnificadas, y, en el otro extremo de la cadena, la
denominada ganadería de traspatio que es la equivalente a la agricultura de subsistencia.
La producción pecuaria en México en 2002 se centró en la producción de carne de pollo en primer lugar, en la de bovino y porcino después, y de
manera muy marginal en la carne de caprino o ovino. También fue importante la producción de leche de bovino (Figuras 42 y 43).
El tipo de ganado más importante por el número de cabezas que posee es el bovino, casi 30 millones en 1997. La mayor parte se dedica a la
producción de carne y leche y una pequeña porción exclusivamente a la producción de leche. En la actualidad en el país se encuentran variedades
cruzadas de ganado europeo y cebú, según sea la zona climática y el destino final de la producción. Jalisco es el principal estado generador de
carne, seguido por Veracruz y Chiapas. Estos tres estados, junto con Sonora, Chihuahua y Tamaulipas producen la mitad de la carne nacional
(Figura 44).
Las ganaderías de las regiones áridas y semiáridas del norte y centro del país producen para el mercado nacional y para la exportación de
ganado en pie a los Estados Unidos. Es un tipo de ganadería que requiere de grandes extensiones por las malas condiciones del agostadero. En
las zonas templadas, la ganadería se destina al consumo local en el Distrito Federal y área central del país y a los corrales de engorda. La
ganadería de regiones tropicales se desarrolla básicamente a base del ganado cebú para carne y abastecen de ganado para engorda a otras
regiones del país.

Fuente: SAGARPA, (SIACON). 2002. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón


Figura 42. Volumen y valor de la producción de carne en canal según especie, 2002.
Fuente: SAGARPA, (SIAP). 2003. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón
Figura 43. Producción pecuaria, 2002

Fuente: SAGARPA, (SIACON), 2001. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón


Figura 44. Inventario de ganado bovino para producción de carne (número de cabezas)

La otra finalidad del ganado bovino es la producción de leche que se concentra en las cuencas lecheras como la de La Laguna, Querétaro,
Aguascalientes y Valle de México (Dávalos, 1997). Se trata, en general, de ganado de registro, alimentado a base de forrajes, altamente tecnificado
con equipos de ordeña de primera línea y mediante la utilización de inseminación artificial. Es una ganadería que requiere de elevadas inversiones,
de capital privado, por el costo de las plantas pasteurizadoras y las procesadoras de derivados lácteos. Nuevamente es el estado de Jalisco el
principal productor nacional de leche y derivados, junto con Durango, Chiapas. Calima y Veracruz entidades que suman en conjunto el 53% de la
producción lechera de bovino en el país (INEGI, 2003). Las principales empresas lecheras que operan en México son Nestlé que controla la cuarta
parte de la producción nacional: la Operadora de Lácteos, Lala y Alpura. La Nestlé es la organización que
… más ha invertido en el diseño de una gran red de acopio y procesamiento de productos lácteos con múltiples rutas de colecta, de
tanques enfriadores, plantas de precondensación y, por último, de condensación, éstas con capacidad de hasta 500 000 litros/día. La
empresa transnacional Nestlé trabaja en siete entidades integradas al trópico, sobre todo en Veracruz, donde posee más de 30 centros
de recolecta (Álvarez y Montaña, 1997:230).
Se ha calculado que la mitad de la producción total del país procede de ganaderías estabuladas o especializadas en carne y leche; un 21%
corresponde a ganaderías semiestabuladas o a lecherías familiares, 20% proviene de lecherías tropicales o ganaderías de doble propósito -carne y
leche- y un 9% es el que corresponde a las ganaderías de traspatio. Como existe un déficit en la producción de leche, es necesario importar leche
en polvo, evaporada, condensada y fluida para cubrir las necesidades del mercado nacional.
Un tercer tipo de ganado bovino que se produce en México es el toro de lidia para la fiesta brava. En el país existen 283 ganaderías; destacan
las de Tlaxcala, Guanajuato, Jalisco, Querétaro, Zacatecas y el Estado de México.
Un tipo de ganado del que se utiliza absolutamente todo es el porcino: desde la piel hasta el excremento. La carne se consume en fresco o por
las empacadoras de salchichonería. Las diversas partes del animal tienen mercado en industrias varias como la fabricación de cepillos, brochas,
pegamentos y gelatinas, productos medicinales, fertilizantes y la industria peletera.
La producción de porcinos está, al igual que en el ganado bovino, repartida por todo el país y se puede encontrar una actividad tecnificada en el
57% de la producción, semitecnificada en un 15% y, cerca de la tercera palie en traspatio en el que se transforma en un mecanismo de ahorro e
ingresos extras para las familias. Este tipo de práctica se concentra en Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Veracruz, es decir, en estados pobres. La
porcicultura tecnificada corresponde geográficamente a Yucatán, el Bajío y Jalisco. No obstante, ante la demanda del producto, es necesario
importar carne de cerdo para cubrir las necesidades del mercado nacional (Figura 45).
La ganadería de caprinos en México se adapta fundamentalmente a las condiciones adversas del medio y corresponde a regiones de clima árido
y semiárido, en general. Su manejo es básicamente el de una ganadería extensiva, aun cuando también se encuentran prácticas semiintensivas e
intensivas. Es básicamente una ganadería dedicada al autoconsumo, se practica en sectores de bajos ingresos con mano de obra familiar.
También, en este caso la utilización del animal es muy completa y se dedica tanto a la producción de carne como a la de la piel, el sebo y la leche.
En este sentido, tres cuartas partes de la producción nacional corresponde a tan solo tres entidades: Chiapas, Durango y Guanajuato (INEGI,
2003).
Un tipo de ganado fundamentalmente de traspatio es el ovino, cuya producción es deficiente y debe ampliarse en forma importante la carne de
este animal de Estados Unidos, Nueva Zelanda y Australia. La mano de obra es familiar y se utiliza la carne para consumo; la lana para la
fabricación de artesanías se produce básicamente en el estado de Hidalgo, 28% del total, en Tlaxcala y Zacatecas, 13% cada entidad (INEGI,
2003).
El tipo de ganado en el que México es el principal productor mundial es el de los équidos: caballos, asnos y mulas. En el país se encuentran
todas las razas de caballos que se dedican a tiro, pesado y ligero, como animales de silla, para la charrería, para carreras y, en particular, para las
labores del ejército. La carne de caballo se exporta a los países que la consumen.

Fuente: SAGARPA, (SIACON), 2001. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón


Figura 45. Inventario de ganado porcino (número de cabezas).

El segundo lugar de producción de carne en el país corresponde a la carne de pollo. La avicultura es una de las actividades ganaderas
importantes y México ocupa el cuarto lugar mundial en la producción de este tipo de carne. Es la cerne de mayor consumo en el país y también la
de un precio más bajo. A pesar de este ritmo de producción debe importarse y en 1999 se trajeron 190 000 toneladas.
La actividad avícola se practica, al igual que las demás ganaderías, bajo tres formas: la de sistemas tecnificados, llevada a cabo por grandes
empresas, grandes consorcios como Bachoco o Pilgrim's Pride, que producen el 80% del total nacional; los sistemas semitecnificados y la
producción de traspatio con un 10% de la producción cada uno. Se produce tanto carne como huevo. En la producción de huevo destacan tres
entidades: Jalisco, con el 40% del total, Puebla con 21.5%, Sonora con 6.3%, en suma el 70% de la producción nacional (INEGI, 2003; Figura 46).
El 30% restante proviene de la avicultura doméstica.
Por último, la actividad apícola es la que produce miel y cera, productos en los que México ha tenido cierta importancia a nivel mundial, pero que
desde hace unos años, ha disminuido la producción debido a la invasión de la abeja africana que redujo la productividad de las colmenas. No
obstante, en 2001 se produjeron algo más de 59 000 toneladas de miel. En el país las colmenas se distribuyen de acuerdo con las regiones
florísticas, tanto de campos de cultivo como naturales. Además, se ha desarrollado la práctica de una apicultura orgánica lejos de zonas de cultivo
para evitar la contaminación con fertilizantes y agroquímicos. La mayor concentración de colmenas se da en la península de Yucatán, 45% del
total, en Chiapas, Guerrero, Veracruz y Jalisco, y la principal producción de miel corresponde a los estados de Yucatán, Campeche, Veracruz y
Guerrero.
La explotación forestal
La riqueza forestal original de México es enorme por la diversidad de ambientes que posee el país: los bosques de clima tropical y templado y los
de climas fríos permiten una producción de muy diversos tipos de madera. Además, en las regiones de climas áridos y semiáridos se lleva a cabo
la explotación de esquilmos no maderables de gran valor.

Fuente: SAGARPA, (SIACON), 2001. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón


Figura 46. Inventario de aves para producción de carne (pollo: número de cabezas

En la década de 1990 se calculaba que la superficie forestal de México era de poco más de 140 millones de hectáreas, es decir, el 72% de la
superficie nacional. De esa área, cerca de 50 millones de hectáreas ocupaban la superficie arbolada (Figura 47), unos 70 millones estaban
cubiertas por otros tipos de vegetación, sobre todo xerófita, y poco más de 20 millones estaban ocupadas por las zonas forestales perturbadas.
Estas últimas son las zonas en donde la vegetación natural es alterada por una serie de factores de índole social y económica, así como los
propiamente naturales. La pervivencia del tradicional sistema de roza, tumba y quema tiene como consecuencia la pérdida de la cubierta forestal,
así como también la provoca la ampliación de la frontera pecuaria mediante los desmontes para la introducción de praderas cultivadas. Del mismo
modo, la creación de nuevos centros de población debida a la aplicación de los planes de colonización, en el trópico húmedo, por ejemplo, son tan
dañinos a la cubierta forestal como el sobrepastoreo, las plagas y enfermedades o los incendios. Por otra parte,
…es posible reconocer otros factores relevantes de eliminación forestal que han causado, y aun provocan, daños comparables o aun
mayores a los del cambio de uso del suelo en los ejidos; este es el caso de la extracción ilegal, de las actividades comerciales mal
llevadas y reguladas, así como de los proyectos de infraestructura inadecuadamente planeados y aplicados (Morán y GalIetti, 2002:67).
Las perturbaciones mencionadas dan lugar a que cada año se pierdan entre 600 y 800,000 hectáreas de cubierta forestal en el país.
El ecosistema más importante por el valor de su producción es el de los climas templados y fríos. La asociación fundamental es la de pino-encino
y las especies más frecuentes son el pino, el oyamel, el cedro blanco, y los encinos y otras latifoliadas. Ocupan unos 26 millones de hectáreas
(Caballero, 2000:25) que se ubican sobre todo en los sistemas montañosos de la vertiente del Pacífico, las Sierras Madre Occidental, del Sur y de
Chiapas, así como en el Eje Volcánico. La especie más utilizada es el pino en sus múltiples especies. Tanto el pino como el encino se usan
básicamente para la producción de celulosa y papel, así como también las industrias de aserrío y del mueble.
Fuente: Caballero, 2000. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón
Figura 47

En los bosques templados y fríos también se explotan otros productos: algunos alimenticios como los hongos, tubérculos, raíces y forrajes; las
resinas y otros productos industriales, y tierra de monte para jardinera.
Los bosques tropicales se localizan fundamentalmente en la península de Yucatán y en las costas del Golfo y del Pacífico. De gran riqueza
florística, pueden llegar a tener más de cien especies diferentes por hectárea. Ocupan una superficie de 24.1 millones de hectáreas de las cuales
8.7 millones corresponden a la selva alta y mediana y 15.4 a la selva baja, en particular en los estados de Campeche, Quintana Roa y Chiapas, así
como en Sinaloa (Caballero, 2000:31).
Este tipo de bosques presenta dificultades de aprovechamiento debido a la gran diversidad de especies ya señalada, así como a la escasa
frecuencia de especies de valor comercial, además de los problemas técnicos y de infraestructura deficiente para ]a extracción de ]a madera. Las
especies de maderas preciosas más destacadas son la caoba y el cedro rojo que se utilizan para la elaboración de madera aserrada, de triplay, en
la construcción de barcos y otros implementos.
El ecosistema tropical es el más perturbado de los ecosistemas en el país, en particular por la ampliación de las fronteras agrícola y ganadera,
así como por la extracción irracional de las especies preciosas. Actualmente quedan ciertas áreas bajo la protección oficial como son la Selva
Lacandona en Chiapas, Los Chimalapas en Oaxaca, la zona del Uxpanapa en Veracruz y la región sur del estado de Quintana Roo, pero están
sujetas a una fuerte presión en particular por parte de grupos humanos que buscan asentarse en esas zonas.
El tercer tipo importante de vegetación natural es el de las regiones de climas áridos y semiáridos del país, es decir, la región del altiplano norte
entre las dos grandes Sierras Madre y en la península de Baja California, regiones en las que la ocurrencia de lluvias es muy escasa, se tiene una
fuerte evaporación y los suelos suelen ser salinos.
La vegetación es escasa, de muy baja densidad, predominan las especies xerófitas que se valen de ciertos artilugios para defenderse de las
condiciones del medio, como son el cubrir con ceras los tejidos o el transformar las hojas en espinas. Las especies más representativas son las
selvas bajas, los matorrales y los chaparrales y mezquitales. En estas regiones se encuentran más de 2 200 especies, algunas importantes desde
el punto de vista comercial como la candelilla, de la que se obtiene cera, la lechuguilla de la que se obtienen fibras, y el nopal, que se utiliza como
alimento forrajero. También se puede obtener madera de los huizaches y los mezquites. Ocupan una superficie de unos 70 millones de hectáreas,
de las cuales la mayor parte se encuentra en el estado de Coahuila, en Chihuahua y en la península de Baja California.
La capacidad productiva de las regiones áridas y semiáridas es muy baja por hectárea, pero en ellas vive una población rural profundamente
marginada: la de los ixtleros y candelilleros, que, al mismo tiempo, someten al recurso a una intensa sobreexplotación con el consecuente deterioro
de sus ya precarias condiciones de vida y del proceso de desertificación del norte del país.
La producción forestal es variada, ya que va desde la obtención de madera a la producción de forrajes y productos de uso industrial a la
producción de cierto tipo de alimentos. Infortunadamente no es posible contar con una buena estadística ya que una parte importante de la
producción escapa a los controles, como sucede con la producción de autoconsumo de la población rural, sobre todo en lo que concierne a la
producción de leña, carbón y maderas para la construcción de viviendas.
La madera que más se produce en el país es la de pino y otras coníferas como el oyamel, en total el 85% de la producción nacional. Las
maderas preciosas sólo contribuyen con menos del 5% del total. Del volumen total producido, la mayor parte, 68%, se destina a la industria de la
construcción y a la fabricación de muebles de madera, mientras que un 12% se ocupa en la producción de celulosa y papel. Cabe destacar la
producción de combustibles como leña y carbón que son responsables de parte de la pérdida de la riqueza forestal. Las entidades forestales más
importantes sean Durango, Chihuahua y Michoacán (Figura 48).
De la explotación forestal no maderable, resinas, rizomas, gomas, ceras, fibras y tierra de monte, el principal productor es el Distrito Federal,
seguido de Michoacán, Coahuila y Morelos (INEGI, 2003).
Entre las especies más importantes destacan los agaves productores de fibra como la lechuguilla y el henequén, y otros tipos de palmas o
izotes, y las plantas productoras de cera como la candelilla y la jojoba (Cervantes, 2002). Además, México es el principal productor mundial de
barbasco del que se obtiene la diosgenina que se utiliza para la producción de hormonas (Caballero; 2000:230) si bien la demanda del mercado
tanto nacional como externo ha descendido por la competencia que representan las hormonas sintéticas.

Fuente: INEGI, 2003. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón


Figura 48. Volumen de la producción forestal, 2001.

La pesca
A pesar de los más de 11,000 kilómetros de litoral y de la amplia superficie del mar patrimonial, en México la pesca es una actividad de escasa
importancia que tan sólo dio ocupación a poco más de 260 000 personas en el 2000. Se trata de una actividad compleja que incluye la captura y la
producción industrial (secado, salado, .ahumado, congelado, envasado, obtención de harinas, etc.), así como la comercialización; además, se
practica tanto en aguas litorales, como en mar abierto y en agua dulce, según sea la especie explotada.
Los recursos pesqueros son muy variados porque los mares nacionales son tanto tropicales como templados. Existen grandes diferencias entre
ambos litorales: en el Golfo de México las aguas están agotadas por sobreexplotación y contaminación a pesar del aporte que significan los ríos
que ahí desembocan y la amplia plataforma continental. En el Pacífico se presentan sugerencias las que, junto con las aguas frías de la corriente
de California, proveen de nutrientes a la zona.
Existen varias zonas pesqueras en el país: la primera, por la importancia del volumen de capturas, es la del Pacífico norte, es decir, los litorales
de la península de Baja California y las costas de Sonora y Sinaloa. En éstas se practica una intensa acuacultura de camarón; en el resto de la
zona se practica la pesca de litoral y la de mar abierto en el caso de la captura de anchovetas y sardinas, así como de túnidos y otras especies de
las denominadas de escama.
En el Pacífico sur destaca la zona del Golfo de Tehuantepec y en el resto del litoral se pescan especies como el barrilete y el tiburón, además de
la totoaba y el guachinango.
En el litoral del Golfo de México, la segunda zona de importancia comercial del país es la conformada por los litorales de Tamaulipas y Veracruz.
La zona de la península de Yucatán, con su amplia plataforma continental caliza, es importante por la obtención de especies de crustáceos de
exportación sobre todo.
En nuestro país, las pesquerías son tan diversas que es difícil adoptar un criterio único para dividirlas en grupos. No sólo difieren en el
método de pesca y en el patrón tipo, sino también en los productos desembarcados, los sistemas de procesado, etc. (Ruiz Durán,
1985:31).
No obstante, pueden clasificarse, de manera general, en tres grandes grupos: las pesquerías tradicionales de exportación, que se dedican a la
obtención de especies de elevado valor comercial como el camarón, la langosta, el abulón, as! como las algas y los sargazos. El segundo grupo
está conformado por las pesquerías masivas de alta mar, o de altura, que se dedican a la pesca de las diversas variedades de túnidos, así como a
la de la anchoveta, la sardina, el calamar. El tercer grupo es la de las pesquerías de importancia regional que pescan especies como el
guachinango, el tiburón y el pulpo y el ostión; este último es fundamentalmente el producto específico de técnicas de acuacultura.
La pesca de agua dulce, o del interior, se desarrolla en poco más de un millón de hectáreas de cuerpos de agua, distribuidos sobre todo en los
estados de Chiapas, Jalisco, Michoacán y Tamaulipas. En ellas se explotan más de 80 especies, entre las que destacan por el volumen de su
captura la carpa, la tilapia y la mojarra. En los ríos se obtienen langostinos. Los problemas más importantes de la pesca de interior se derivan de
los procesos de contaminación urbana e industrial de esas aguas (Instituto Nacional de la Pesca, 2002).
El volumen total de la pesca en el 2000 fue de 1.14 millones de toneladas, de las cuales las tres cuartas partes se dedicaron a consumo humano
directo y el resto a la producción industrial. Es una producción que no ha sufrido grandes cambios en los últimos 15 o 20 años, ya que ésta oscila
entre uno y un millón y medio de toneladas en ese lapso. De la pesca total, el 71 % correspondió a la realizada en las aguas del Océano Pacífico,
un 26% a la obtenida en el Golfo de México y el Caribe y tan sólo el 3% restante provino de las entidades sin litoral (SEMARNAT, 2000).
Entre las especies del primer grupo, las más importantes, por el valor que generaron fueron el atún, el camarón y la mojarra, mientras que en el
segundo grupo, las especies utilizadas con fines industriales, destacan la sardina, la anchoveta y las algas y sargazos, así como las especies no
empacables que se destinan a la producción de harinas de pescado (INEGI, 2001c).
Por su volumen, las especies dedicadas al consumo humano directo más importantes fueron el atún, la sardina, el camarón, la mojarra y el
ostión. En cuanto a su valor, la especie más importante y que genera el 40% del valor total producido es el camarón, seguido de lejos por el atún y
la mojarra. A este respecto, cinco entidades, Sinaloa, Sonora, Baja California, Veracruz y Tamaulipas, generan cerca del 60% del valor total
pescado. Las entidades productoras más importantes fueron Sinaloa y Sonora que produjeron cerca de tres mil millones de pesos cada una; le
siguen, muy por debajo, Veracruz y Tamaulipas. Un tercer grupo está conformado por las dos entidades de la Baja California y el estado de
Campeche (Figura 49).
Una porción importante de la pesca nacional es la obtenida por medio del cultivo, es decir, por la acuacultura. Sobresale el litoral del Golfo con
cerca de 73 mil toneladas; el litoral del Pacífico produjo por éste medio 61 mil toneladas y las entidades sin litoral generaron poco más de 32 mil
toneladas. Un ejemplo importante es el cultivo del camarón, en particular en el estado de Sinaloa, cuya producción se ha incrementado de 4379
toneladas en 1990 a 28300 toneladas en 1999 (SEMARNAT, 2000).
De la pesca total, cerca del 60% sufre algún proceso de transformación: el 33% es congelada, el 28% se enlata y cerca del 38% se somete a
reducción para la obtención de harinas y aceites. Esta industrialización es básicamente una actividad que se lleva a cabo en las costas del Pacífico
en donde se encuentran la mayor parte de las plantas procesadoras (Figura 50).
La infraestructura para la pesca está conformada tanto por las embarcaciones como por los puertos de atraque. De las primeras, lo que
predomina son las embarcaciones pequeñas para la pesca ribereña, mientras que en ambos litorales hay cerca de 3 000 barcos que se destinan a
la pesca de altura, entre camaroneros y las embarcaciones para la pesca de túnidos, sardina y anchoveta y peces de escama.
El litoral del Pacífico cuenta con 26 puertos pesqueros entre los que destacan Ensenada, Guaymas, Mazatlán, Manzanillo y Salina Cruz, En el
Golfo de México y el Caribe, con 35 puertos, los más importantes son Tampico, Alvarado, Ciudad del Carmen, y Lerma, Yukalpetén e Isla Mujeres,
importancia medida por la longitud de ataque de sus muelles.

Fuente: INEGI, 2003. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón


Figura 49. Valor captura pesquera, 2001 (miles de pesos).
Fuente: SEMARNA, 1999. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón
Figura 50. Tipos de plantas pesqueras.

IV. NOTAS FINALES.


Los procesos económicos de los últimos cuatro siglos dieron lugar algunas estructuras territoriales determinadas por la puesta en práctica de
ciertas actividades económicas y por los movimientos de población y su crecimiento demográfico. De esa manera en el país se dio una cierta
especialización territorial: espacios agrícolas, espacios ganaderos y espacios silvícolas, algunas veces complementarios, otras veces antagónicos;
espacios urbanos y espacios industriales; espacios no incorporados a la marcha del país: las zonas de indigencia y pobreza extrema.
El siglo XX diseñó su mapa territorial. Los espacios agrícolas verdaderamente productivos eran los de las zonas de riego o de los suelos feraces,
de las regiones planas de las costas o de los valles intermontanos; el resto eran los terrenos de agricultura de subsistencia del maíz y los cultivos
tradicionales de raíz indígena. Los espacios ganaderos se podían dividir en dos grandes grupos: los de los agostaderos ricos y los de los
agostaderos pobres: los del sur húmedo y los del norte árido. Los espacios silvícolas se fueron perdiendo en aras de una deforestación
indiscriminada para la milpa, para el cultivo de pastos para el ganado, para los nuevos núcleos de población.
Los centros industriales crecieron gracias a la política de sustitución de importaciones y se concentraron en unos cuantos polos de desen-
volvimiento industrial, mismo que trató de ser roto con la creación de nuevos espacios hacia la década de 1950, gracias a la instalación de los
primeros puertos industriales o de los parques y corredores o, incluso, de urbes como Ciudad Sahagún en el estado de Hidalgo.
Otro factor de caracterización espacial fue el desarrollo de los espacios turísticos, ya fuera porque se incrementaron las potencialidades de viejos
centros como Acapulco, o mediante la creación de nuevos sitios: Vallarta, Cancún. El turismo llegó a ser considerado como un factor de desarrollo
regional, si bien estudios al respecto (García, 1979) demostraron que la actividad por sí misma no era capaz de desencadenar reacciones en
cadena y que, por el contrario, las inversiones unisectoriales daban lugar a profundos desequilibrios en las zonas de implantación.
Un fenómeno importante por su impacto territorial fue el del crecimiento desorbitado de la población y de su concentración en los centros
urbanos. Se perdió el carácter de país rural y se pasó al de población urbana preponderante. Se pasó de una población de 48 225 238 habitantes
en 1970 a una cercana a los cien millones de 2000 y de más de 105 millones en 2004 según cifras oficiales. De las 34 ciudades en el país de más
de cien mil habitantes en 1970 se pasó para el final del siglo a contar con 69 urbes: nueve con más de un millón de habitantes, 15 ciudades entre
500 000 a un millón, y con 45 ciudades de más de cien mil habitantes. Los datos para 1970 eran: tres, una y 30, respectivamente.
De esta población, el número de trabajadores también se modificó: la población económicamente activa en 1970 fue de 12 995 000 mientras que
en 2000 alcanzó la cifra de 34 154 854 personas. Del mismo modo, la productividad de esa masa trabajadora sufrió serias modificaciones entre los
dos periodos considerados. En 1970 era claro el predominio de las actividades primarias en la estructura ocupacional de la población (Figura 51),
mientras que para el 2000, la mayor proporción correspondía a la PEA en actividades terciarias (Figura 52). Del mismo modo, la producción
nacional en el mismo lapso se ha ido enfocando hacia los servicios, si bien la industria ha ganado terreno en algunos casos y las actividades
primarias han perdido importancia (Figuras 53 y 54).
La entrada de lleno al esquema de producción neoliberal a partir de 1980, ocasionó una serie de reacomodos territoriales en el país: se crearon
las nuevas ciudades ya señaladas, se dio paso a la industrialización de viejos territorios rurales o de centros de poca importancia gracias a la
implantación de la industria maquiladora de exportación en otras zonas fuera del ámbito fronterizo del norte. Aparecieron nuevos espacios agrícolas
gracias a la incorporación de nuevas tecnologías, de nuevos cultivos, de nuevos mercados: en las viejas regiones cerealeras del Bajío, por ejemplo,
se introdujo el cultivo de hortalizas y legumbres bajo riego. El maíz perdió importancia, a pesar de ser el cultivo que mayor superficie de labor
ocupa, pero su productividad no es suficiente para una población que rebasa los cien millones de habitantes y debe ser importado. Los cultivos
alimenticios tradicionales han dado paso a cultivos de alto valor en el mercado: la suficiencia alimentaría del país está en entredicho.
Fuente: SIC, 1972. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón
Figura 51. Población económicamente activa por ramas de actividad, 1970

Fuente: INEGI, 2001c. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón


Figura 52. Población económicamente activa por ramas de actividad, 2000
Fuente: INEGI, 2001c. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón
Figura 53 Producto interno bruto por ramas de actividad, 1970

Fuente: INEGI, 2002a. Elaboró Ma. De Lourdes Godínez Calderón


Figura 54. Producto interno bruto por ramas de actividad, 2000.

El crecimiento de las ciudades, desde hace más de treinta años, fue acompañado por el incremento desorbitado de la terciarización: al no haber
suficientes fuentes de trabajo en el campo, la población migró a las ciudades donde buscó un acomodo. Su falta de preparación los hizo conformar
lo que entonces se llamó el ejército de reserva de la industria, pero ésta tampoco les dio acogida. Así, pasaron a ocupar aquellas actividades para
las que no se requiere de conocimientos ni de especialización alguna: los servicios. Y aparecieron las ciudades que no se caracterizaban por su
fuerte población industrial, sino por una creciente población dedicada a las actividades denominadas terciarias, ciudades en las que predomina, con
mucho, este tipo de ocupación que, hoy día, se halla inmersa en el sector informal, subterráneo, que no paga impuestos y que no recibe los
beneficios de asistencia social o seguridad en el empleo. Son, también, el paliativo al desempleo.
México se halla inserto en el proceso globalizador. Participa desde hace una década en el contexto regional de la América del Norte gracias a la
firma del Tratado de Libre Comercio, que ha sido un factor desestabilizador en muchos casos, como en el del campo, ya que:
... la producción de los diez granos básicos... no se ha incrementado en los últimos diez años...). El resultado global de ello es que
aproximadamente 30% del consumo alimentario del país es cubierto con alimentos provenientes del exterior, principalmente de los
Estados Unidos (Calderón, 2004:62-63).
De enorme importancia ha sido la industria maquiladora de exportación, y es evidente que:
el desarrollo de la maquila ha tenido un impacto positivo sobre la economía mexicana -aumentando su inserción internacional y
generando efectos macroeconómicos positivos- [pero] no es menos cierto que su viabilidad como estrategia de desarrollo a largo plazo es
dudosa. La razón fundamental es su endeble integración con el resto del tejido productivo nacional. Son escasas tanto las empresas
maquiladoras que dieron paso a lo que se definen como maquilas de segunda o tercera generación, como la existencia de
conglomerados industriales que permitan generar economías de escala... Por otra parte, la principal ventaja competitiva de la maquila
sigue siendo la de los bajos costes salariales (Gómez Vega, 2004:81).
Por tanto, tampoco se trata de una actividad que permita lograr una estructura verdaderamente productiva, por lo que no representa una opción.
De hecho, los últimos cuatro años han sido de reducción de la planta laboral y de la producción ante lo que se ha comentado más arriba.
Salvo algunas excepciones (que confirman la regla) México ha perdido terreno en todos los sectores que empezaban a formar parte de
su tradición (reciente) exportadora. De hecho, ninguno de los principales rubros de exportación registró un comportamiento favorable al
cabo de estos últimos tres años. En unos casos ha habido reducción de exportaciones, en otros, disminución de su tasa de crecimiento
(Gazol, 2004:37).
México vive actualmente un proceso de inmersión en el mundo global en una franca inferioridad. Su posición dentro de los países de la OCDE es
de las más precarias, con indicadores que lo sitúan por debajo de países tradicionalmente pobres como Grecia o Portugal (OCDE, 2004). La
participación de países que antes no estaban en el mercado mundial es una seria amenaza: China, países del Caribe o de Asia. India supo crear
una generación de personas con altas calificaciones tecnológicas y se está convirtiendo en un serio competidor en ese mercado no para México
sino para los países desarrollados.
Hay que recordar que el territorio es una construcción social que refleja las acciones de sus habitantes a través del tiempo. El reto para las
nuevas generaciones es grande.
2.E BASSOLS Batalla, Ángel
Geografía socioeconómica de México
Ed. Trillas, México 2005
Págs. 141-147; 156-213
6. Estudio de las actividades económicas en el mundo
Las ocupaciones principales en el planeta constituyen el tema fundamental de estudio de la geografía económica, y se les puede considerar
siguiendo diversos métodos. Podría partirse, en primer lugar, de las actividades más complejas y elaboradas, desde un punto de vista técnico, ya
que en la actualidad representan la base del poderío de las naciones más adelantadas; ello significaría el análisis de la industria, los transportes y
el comercio internacional, antes de las demás ramas menos complicadas. Pero, sobre todo, en países poco desarrollados económicamente como
México, se estima más acertado proceder al contrario; es decir, estudiar antes que la industria las actividades que practican los grandes grupos de
la población de nuestras naciones, comenzando por las más sencillas y siguiendo en general la pauta que señalan los libros de consulta.
De esta manera, se va de lo más simple a los más complejo, de aquello que representa la herencia de sistemas' económicos menos avanzados,
hasta negar a lo que caracteriza a los países de mayor poderío, esencialmente industriales, Claro que lo anterior no quiere decir que se establezca
una rígida separación entre las actividades humanas o que se pretenda considerar como "atrasada" a la explotación forestal o la ganadería de los
países modernos. En realidad, en una misma nación se presentan las más diversas ocupaciones, coexistiendo las menos recientes con las de
aparición posterior.
RECOLECCIÓN DE VEGETALES, CAZA Y PESCA DE MANUTENCIÓN
En diversas zonas del globo, que se caracterizan por su gran extensión, peculiaridades naturales distintivas, escasa población y dificultades
notorias para su progreso económico en sentido moderno, numerosos grupos humanos subsisten por la utilización directa de los recursos que
proporciona el medio. Entre estas regiones, se cuentan vastas superficies de la selva ecuatorial y tropical, algunas zonas de transición (como las
sabanas y semidesiertos), el gran bosque de coníferas y la tundra que corona los continentes euroasiático y americano.
El clima y la vegetación, principalmente, son la causa de serios problemas para el desarrollo de otras actividades, pues la agricultura se ve
estorbada por las inundaciones y excesivas lluvias en el trópico, mientras sucede lo contrario en las zonas áridas, donde los factores climáticos y el
suelo no ayudan al crecimiento de los cultivos, lo cual se logra con utilización de riego y métodos sustentables.
En la taiga y la tundra los rigores del frío son excesivos y obligan a limitar el periodo vegetativo a un tiempo muy pequeño. Los habitantes no son
numerosos y la densidad resulta, por tanto, pequeña en miles de kilómetros cuadrados; sólo algunos puntos aislados que prosperan debido al
adelanto de la minería, la explotación forestal y otras industrias poseen abundante población. Sin embargo, es necesario señalar que, conforme
evolucionan dichas regiones de recolección, caza y pesca, varían tanto los métodos de trabajo, como los objetivos económicos y las condiciones de
vida de quienes se dedican a dichas ocupaciones. Al respecto puede señalarse que las zonas del bosque de coníferas y partes de la tundra en
Siberia, Escandinavia, Canadá y Alaska son las que muestran mayor grado de transformación, en tanto que en muchas selvas tropicales, algunas
sabanas y semidesiertos, continúa casi la misma situación de hace siglos.
La civilización moderna ha penetrado en múltiples aspectos y en las regiones de caza de la Rusia asiática mucho ha cambiado el carácter de las
actividades humanas; por ejemplo, el movimiento migratorio interno se limita a pequeños grupos de cazadores, pero sus familias se han asentado
en poblados permanentes. Tanto en la propia Siberia, como en Alaska y Canadá, el intercambio de los productos de la cacería por artículos
manufacturados, alimentos y armas, es muy intenso y se lleva a cabo en determinados puntos o ciudades.
Richard S. Thoman, estadounidense, autor del manual Geografía de la actividad económica (editado en 1966), en forma didáctica afirma lo
siguiente: "La caza, como industria para atender la subsistencia, afecta un número tan escaso de personas, que sólo de pasada ha de hacerse
referencia a ella en un libro interesado por los aspectos globales de la geografía económica."
LA PESCA COMO ACTIVIDAD COMERCIAL
En los océanos pueden verse embarcaciones que en determinada época se dedican a extraer las riquezas marinas. Igualmente, en los ríos de
importancia es común que los habitantes pesquen en sus aguas. Sin embargo, la actividad pesquera tiene aspectos propios de gran interés que
conducen a una diferenciación de regiones, a la especialización de varias naciones que prácticamente dependen de la pesca como una de sus
principales fuentes de ingresos y al conocimiento de las causas que motivan la riqueza de especies de algunas aguas y la pobreza de otras (véase
fig. 6.1).
Aunque puede pensarse que la pesca sea una ocupación de segunda importancia, si se le compara con la agricultura o la gran industria
moderna, en verdad merece capítulo aparte por sus repercusiones en el mercado internacional y por el gran número de personas que en ciertos
países se dedican a ella.

No es posible concebir, por ejemplo, naciones como Noruega,


Japón, Islandia, Inglaterra, España o Portugal, sin tener en cuenta
sus flotas pesqueras y el volumen de productos que envían al
extranjero.
La pesca de la ballena era importante, pero su posible extinción
condujo a acuerdos internacionales que la han restringido en forma
drástica.
Thoman afirma: "La pesca comercial tiene mucha más
importancia; a pesar de todo esta industria, que ocupa
probablemente 0.5% del total de la fuerza laboral del mundo, es
una ocupación productiva de poco relieve en comparación con los
gigantes de la agricultura y de la alimentación”.
La pesca comercial se lleva a cabo también en los ríos, lagos y
lagunas que son obra de la naturaleza o del hombre mismo. Casi
siempre son depósitos o corrientes de agua dulce, a excepción del
mar Caspio, el mar Muerto o el lago de Utah, con agua salada. En
la actualidad, la piscicultura se desarrolla en gran escala.

Fig. 6.1. Barco pesquero de Puerto Peñasco, Sonora, listo para zarpar.

GANADERÍA

Una de las ocupaciones que presenta gran interés en el estudio


geoeconómico es la ganadería, la cual es posible gracias a la
domesticación de diversas especies de animales, que son puestas al
servicio del hombre y de su economía. La ganadería no es una
actividad propia de determinados países, como recurso para subsanar
sus deficiencias en materia de producción industrial o agrícola, sino que
está muy extendida por todo el planeta. Lo que presenta diversidad son
las clases de ganado y la calidad de los artículos que se obtienen
(véase fig.6.2).
Muchos países atrasados económicamente tienen una parte de una
población dedicada a la ganadería de tipo nómada o con niveles
técnicos bélicos, pero, al mismo tiempo, las principales potencias del
mundo actual han logrado un adelanto muy significativo de la ganadería
moderna, superando la productividad, aumentando enormemente el
número de cabezas y la calidad de las especies.
Algunas naciones tan avanzadas como Suiza, Holanda, Dinamarca y
Escocia dependen en gran parte de sus magnificas granjas, que se
especializan en diversos tipos de ganadería. De la misma manera, no
es posible hablar de Estados Unidos de América, Australia, Argentina o
el Asia Central, sin referirse a los enormes rebaños de ovejas o ganado
vacuno que han desarrollado en las vastas planicies y montañas que
poseen.
Fig.6.2.En los últimos años, el ganado cebú ha tenido gran auge gracias a la calidad de
AGRICULTURA su carne
El análisis de las diversas formas de actividad agrícola ocupa uno de los sitios más destacados en los estudios geoeconómicos, no sólo porque
representa una gran variedad de cultivos y de condiciones de trabajo, sino porque, por un lado, la agricultura es un exponente muy certero de la
interinfluencia de los factores naturales y sociales y, por otro, a pesar de los adelantos registrados en la industrialización de grandes zonas del
planeta, dicha labor es todavía la más importante de cuantas se realizan en la mayor parte de las naciones. Muchos países poco desarrollados
basan su existencia en los trabajos del campo, especializándose, en ocasiones, en varios productos de exportación y diversificando su agricultura
con el fin de bastarse a sí mismos en materia de artículos alimenticios. Los grandes países industriales tienen también una agricultura poderosa, a
la que dan el máximo apoyo posible para que proporcione productos alimenticios, materias primas para la industria y artículos de exportación de
exportación.
El carácter de las labores agrícolas es muy distinto, en el caso de las naciones poco desarrolladas o más pobres, del carácter de las regiones
con altos niveles de vida e industriales. Por lo general, en la mayor parte de América Latina, África, Asia y aun en determinados sitios de Europa
(sobre todo, del sur de los BaIcanes) la agricultura es atrasada; utilizan primordialmente la fuerza de trabajo humano y animal, sin uso de
maquinaria ni fertilizantes y sus productos tienen bajos rendimientos, a veces simplemente destinados a satisfacer las necesidades locales. No
obstante, en muchos de esos países atrasados existen plantaciones en gran escala que se adaptan muy bien al clima tropical o subtropical, y
sirven de base a la exportación de productos a las naciones industrializadas; en otros, hay cultivos de tipo intensivo con el fin de poder alimentar a
las grandes masas de población, principalmente en Asia.
Por lo contrario, la agricultura de los países industriales o de las llamadas naciones "nuevas" poco pobladas muestra un adelanto extraordinario
en comparación con los países atrasados, tanto por lo que toca a la mecanización y métodos de cultivo, como a rendimiento obtenido en multitud
de productos, que también sirven en gran escala al comercio internacional, sobre todo de cereales y frutales.
La industrialización, que trae por consecuencia el incremento de los núcleos urbanos, aunada a la mecanización de la agricultura, es uno de los
factores que ocasiona la disminución del porcentaje de trabajadores en labores agrícolas, como sucede en Gran Bretaña, Estados Unidos de
América, Alemania q Francia. Pero de esto no resulta la disminución de las cosechas, sino que la técnica moderna sustituye a la mano de obra
barata, que en países poco desarrollados es la base del progreso agrícola.
Actualmente se debate la necesidad de impulsar la agricultura sustentable; es decir, sin la utilización de fertilizantes o agentes químicos que
lesionen el suelo y la vida de los vegetales.
MINERÍA
Durante la época moderna, sobre todo a partir de la Revolución Industrial, fue necesaria la utilización masiva de diversos metales para la
manufactura de maquinaria, aparatos eléctricos, construcción de aeroplanos y barcos y artículos de múltiple uso. Entre ellos, merece especial
atención el estudio de los metales no ferrosos principales (cobre, plomo y zinc) y de la industria siderúrgica, que tan gran significación tienen en la
economía. Habrá que mencionar, en forma breve, algunos minerales como el petróleo y otros no metálicos.
Considerada en términos de fuerza de trabajo o de extensión de tierra ocupada, Thoman afirma que la extracción de minerales no es tan
directamente importante en la mayor parte de las economías, como lo son la agricultura y la fabricación. Sin embargo, es apreciable el valor de su
rendimiento anual, y son todavía más relevantes las consecuencias que lleva consigo esa producción, porque la mayoría de la energía inanimada
del mundo y una parte notable de las materias primas necesarias para la fabricación se obtienen de manera directa o indirecta mediante la
extracción de minerales.
INDUSTRIA DE LA TRANSFORMACIÓN
La industria manufacturera es, dentro de las actividades económicas secundarias, la de mayor importancia, como creadora de riqueza y de
oportunidades para el trabajo.
La industria, aspecto corriente en la mayor parte de las naciones técnicamente adelantadas, dice Richard S. Thoman, constituye una innovación
relativamente reciente para los países subdesarrollados; algunos de ellos todavía la tienen que experimentar. Verdaderamente, cuando recordamos
que la máquina de vapor, que estimuló la Revolución Industrial, apareció hace menos de dos siglos, nos damos cuenta que la fábrica es una
innovación relativamente moderna para todo el mundo. Sin embargo, en el corto transcurso de su existencia, la fábrica y el sistema fabril han
alterado radicalmente las economías.
A fines del siglo XX se produjeron varios fenómenos de importancia en la economía mundial, entre ellos un cierto desarrollo de la pequeña y
mediana industrias en los países llamados "emergentes", entre ellos varios del oriente asiático y de América Latina así como la trasnacionalizacion
de las grandes empresas, que instalan plantas de ensamble o maquiladoras en las regiones donde existen condiciones para obtener más altas
ganancias. En ese proceso de globalización crece el poder de las grandes compañías, que se fusionan constantemente, al mismo tiempo que las
menores pierden terreno. La actual revolución técnica-científica conduce también a una disminución del empleo industrial.
Las naciones desarrolladas concentran la mayor parte de las industrias básicas (construcción de máquinas, herramientas, motores, tractores,
maquinaria, aparatos, acero y aluminio, etc.), en tanto que las industrias ligeras predominan en las subdesarrolladas.
MEDIOS DE TRANSPORTE Y COMUNICACIONES
Sobre la importancia del movimiento de mercancías, Thoman escribe:
El volumen actual que ha alcanzado el consumo y la producción no hubiera sido posible sin el desarrollo conseguido en los medios de transporte
y vías de comunicación. Para el buen funcionamiento de las economías mundiales, el movimiento de las mercancías es tan importante como el flujo
sanguíneo para el cuerpo humano.
En lo que a nosotros respecta, la comunicación y el transporte de la gente nos interesa en cuanto afectan de alguna manera al flujo de
mercancías.
Los diversos medios de transporte que es necesario considerar son:
 Navíos transoceánicos.
 Buques dedicados a navegar en los lagos.
 Embarcaciones dedicadas a la navegación interior, de cabotaje y de altura.
 Ferrocarriles
 Camiones.
 Oleoductos.
 Transportes aéreos.
También se consideran las formas de transporte más rudimentarias, como
son los carros y porteadores, en las que de una manera directa interviene la
fuerza humana y de algunos animales que se emplean para este fin. De todos
los citados destacan, por su importancia, los barcos transoceánicos y el
ferrocarril. Las áreas efectivas de la mayor. Parte de las naciones se
caracterizan por un desarrollo, relativamente importante, de los medios de
transporte y redes de comunicación (véase fig. 6.3).
De hecho, la expansión mundial de las comunicaciones es uno de los
fenómenos que permiten explicar la inmediata repercusión en las bolsas de
valores y en los medios de difusión.

Fig. 6.3. El medio de transporte ferroviario es indispensable para transportar


ACTIVIDADES DE COMERCIO Y SERVICIOS grandes volúmenes de carga.

En todos los países proliferan las actividades comerciales, mismas que absorben los excedentes de mano de obra y se incrementa el llamado
"comercio informal", sobre todo en las naciones en proceso de desarrollo.
Por otro lado, debe examinarse el comercio internacional, que también crece en nuestra época de trasnacionalización. Uno de los aspectos
esenciales consiste en la necesidad de diversificar la importancia y exportación de mercancías.
A su vez, crece la importancia de los servicios y el examen de aspectos ligad6s a las finanzas, al turismo y la satisfacción de necesidades
colectivas. Se lleva a cabo una "masificación" de las actividades económicas, en buena medida motivada por el incremento de la urbanización a.
escala mundial.
8 Recolección, pesca, recursos forestales y ganadería.
RECOLECCIÓN DE FRUTOS, CAZA Y PESCA DE MANUTENCIÓN
En buena parte del país se practican la pesca y la caza con fines de subsistencia. Esta última es importante, debido a la escasez de corrientes
fluviales, lo que impide la pesca en muchas regiones. Donde la pesca de manutención destaca es en los estados costeros del golfo y del Pacífico,
principalmente en Tabasco, sur de Veracruz y Tamaulipas, la selva lacandona de Chiapas, así como otras regiones de Oaxaca, Nayarit, Guerrero,
Calima, y se lleva a efecto, tanto en los ríos, como en la zona litoral marina. Además de peces, se capturan tortugas, esponjas, moluscos, etc., para
intercambio o venta en el mercado, y se hace la recolección de frutos tropicales en el interior de los bosques.
La caza tiene importancia, ya que en todas las principales regiones agrícolas de temporal, en las grandes cordilleras montañosas o las selvas
tropicales, igual que en las planicies de clima árido, el campesino se dedica a la búsqueda de especies que le sirvan de complemento en su
alimentación y le permitan hacer diversos artículos para vender en el mercado, le proporcionen pieles, carne, aceite y otros productos.
En el sureste de la República Mexicana la fauna tropical es muy variada, apreciándose en mayor cantidad los animales de rica carne, diversas
clases de tortugas de río y pequeños mamíferos salvajes. Es conveniente recordar, por ejemplo, que en Tabasco existieron en abundancia hasta
hace algunos años los lagartos, pero que en la actualidad han disminuido por la caza inmoderada. En las huastecas, Veracruz y otras zonas, hay
una industria que utiliza la piel de víbora y de saurio. Numerosos roedores son cazados en las regiones áridas de México, y los campesinos de El
Bajío, la Altiplanicie septentrional y el noroeste persiguen a las aves y mamíferos en las comarcas montañosas. En la península de Baja California y
en Sonora existieron, en grandes cantidades, ciertas especies, como el berrendo (llamado también antílope americano), el venado, el carnero y la
cabra salvaje; pero, durante las últimas décadas, se abusó de la caza, con la consecuencia de que prácticamente se ha exterminado el berrendo y
el venado se halla solo en alejados parajes de las serranías.
En México, también se ejercita la caza como deporte y, en el curso de todo el año, se organizan viajes para obtener ejemplares de oso negro y
café, en la región de Chihuahua de la Sierra Madre Occidental, de puma o león americano, de jaguar y de venado, por citar únicamente los más
preciados.
PESCA
Una de las naciones que consume pescado y, en general, productos marinos, en cantidad insuficiente es la nuestra; pero este hecho resulta casi
inexplicable debido a los recursos naturales que existen en las aguas de los mares vecinos, igual que por el avance conseguido en la
industrialización y las comunicaciones. La razón de ello debe buscarse por la falta de una industria pesquera cuya magnitud y mejoramiento técnico
permitan explotar racionalmente las aguas nacionales. La pesca, excepto en pocos lugares, no ha logrado atraer a los inversionista s y, más aún,
no se han hecho estudios completos de la naturaleza y recursos del mar. El país ha sido, hasta hoy, una nación que mira hacia adentro,
concentrando buena parte de sus habitantes y programas de acción en las zonas centrales; por lo cual, la llamada "marcha al mar" debiera
impulsarse hasta conseguir resultados concretos.
Respecto de la pesca interior, en México existen varios problemas, reflejo principalmente de las condiciones naturales. Los ríos son, en su
inmensa mayoría, corrientes con cauces poco profundos, que experimentan fuertes descensos en su volumen durante la época de sequía (excepto
en el recodo este-sureste: Tabasco, norte de Chiapas y sureste de Veracruz), además de que buena parte de su curso se encuentra en las
regiones montañosas, donde bajan tumultuosos por sitios que obstaculizan su aprovechamiento en grandes tramos. Sólo en el sistema Grijalva-
Usumacinta, en las aguas del Coatzacoalcos y Papaloapan, en tramos vecinos a la desembocadura del Nautla, Tecolutla, Pánuco (en la vertiente
del Golfo de México) y muy restringidos espacios en algunos ríos que desembocan en la costa de Oaxaca, Guerrero y Michoacán, Nayarit, Colima
y Jalisco pueden aprovecharse para la pesca en la planicie costera.
Las obras hidráulicas, sobre todo en los ríos del noroeste y norte de la república, han sido a este respecto factor negativo (al tener el curso de las
aguas); pero, al mismo tiempo, son factor positivo, ya que hacen que pueda llevarse' a cabo la creación de depósitos artificiales donde es factible
acrecentar la actividad pesquera, así sea en baja proporción. Como ejemplos de este tipo pueden servir los lagos artificiales del sistema
hidroeléctrico de Valle de Bravo, Necaxa, los vasos de las presas Lázaro Cárdenas e Infiernillo.
Los ríos de la Sierra Madre Occidental en Chihuahua y Durango pueden ser especialmente propicios para desarrollar la piscicultura, con
especies como trucha, carpa y otras.
La pesca, en aguas interiores, representa apenas una mínima parte del total que se tiene en el país: los lagos de Chápala, Pátzcuaro y Cuitzeo
son los únicos que tienen importancia estadística, además de los embalses y corrientes en Chihuahua y, en grado mínimo, la pesca en escasos
sitios del Distrito Federal y el vaso de Texcoco. En 1998, se obtuvo la mayor cantidad de pesca en Jalisco, de la cual buena parte correspondió al
lago de Chápala, en tanto que el estado de Querétaro solo registro una ínfima captura. Las perspectivas que tiene la pesca en México son muy
grandes, a condición de que se aprovechen correctamente las riquezas marinas. El país puede considerarse privilegiado en cuanto a recursos
naturales: las costas abarcan 11122 km, de los cuales 7828 corresponden al océano Pacífico, debiendo descontarse alrededor de 1000 km del
perímetro de las islas, y el resto en el Golfo de México y el mar Caribe(véase fig. 8.1).
La situación de México favorece la riqueza marina, porque hay gran diversidad de peces, moluscos, crustáceos y también plantas acuáticas con
utilización industrial. Las costas muestran igualmente diversidad de tipos, puesto que el litoral del golfo es de amplia plataforma continental,
mientras buena parte del litoral del Pacífico es de constitución rocosa, y se alterna con largas playas en el noroeste. En las costas del mar Caribe,
hay especies de ambiente tropical, en tanto que hacia el oeste de Baja California, y en gran parte del mar Bermejo, existen condiciones totalmente
distintas, gracias a la existencia de la corriente fría de California, que permite la mezcla de aguas y el consiguiente desarrollo fabuloso del plancton.
El biólogo hispanomexicano Bibiano Osorio Tafall escribió lo siguiente:
Las aguas costeras del Pacifico mexicano, en su parte del noroeste, que comprenden las que bañan el litoral del occidente de Baja California y las que
ocupan el Golfo de Cortés, constituyen una de las pocas y privilegiadas áreas, en el mundo, en donde se da una feliz ocurrencia de condiciones
ecológicas naturales que colaboran para asegurar la producción de una fantástica cantidad de materia viva.
Sin embargo, no debe pensarse que la región del Golfo de México sea escasa en peces, aunque no ha sido estudiada a fondo ni explotada
adecuadamente.
Problemas relacionados con la pesca
Entre los problemas que obstaculizan el aprovechamiento de los recursos marinos pueden contarse la falta de equipo moderno entre los
pescadores mexicanos; la escasez de inversiones públicas y privadas en ese campo (cuando se ha deseado desarrollar la actividad pesquera en
Sonora, Baja California y Campeche, la inversión aumenta y el progreso se advierte de inmediato); la carencia de grandes instalaciones para
refrigeración en los puertos y de los medios de transporte adecuados. También debe señalarse el problema que se plantea con el encarecimiento
del pescado por los intermediarios y, además, los productos no son adquiridos, en la cantidad deseada, por las grandes masas de población,
debido a su bajo nivel de vida y hábitos alimenticios que deben desterrarse.
Por otro lado, merece especial atención señalar la desleal competencia que significa la pesca que, llevan a cabo en nuestras aguas los barcos
extranjeros, primordialmente estadounidenses y japoneses. Aquéllos matriculados sobre todo en los puertos de California, Texas y Luisiana,
penetran constantemente en el área del mar territorial mexicano, a pesar de que violan el límite de las 12 millas en aguas nacionales. En 1976, se
desembarcaron en los puertos de San Diego y San Pedro, California, más de 20 000 toneladas de productos marinos obtenidos en aguas
territoriales de México con valor aproximado de 169 millones de pesos, y en las cuales sobresalían la albacora, jurel, barracuda, mero, bonito,
corvina, lenguado y otras especies.
Fig. 8.1 Principales puertos y recursos pesqueros.

Cabe aclarar que la gran mayoría de los productos mencionados corresponden al área de aguas bajacalifornianas y sonorenses, ignorándose
cabalmente las cifras correspondientes a las aguas del Pacífico sur y del Golfo de México. Los registros en esos dos puertos no reflejan, en forma
apropiada, la situación de saqueo, debido al gran volumen de contrabando efectuado en las regiones fronterizas y a la falta de control estricto.
Se ha calculado que la industria pesquera de México pierde anualmente más de 150000 toneladas de productos (especialmente mariscos) que
son capturados por flotas extranjeras mediante la utilización de redes de cerco; de grandes barcos modernos llamados tuna clippers, con capacidad
para más de 300 toneladas de pescado; de cebo o carnada viva para la pesca y, en general, por el uso de métodos avanzados. Esta es la
explicación de la alta productividad de las embarcaciones extranjeras en comparación con las nacionales.
La inadecuada organización de numerosas cooperativas de pescadores ha sido otro de los obstáculos para el avance de la industria. En donde
las cooperativas han salido adelante, como en Guaymas y Ciudad del Carmen, se advierte una intensificación de la pesca, sin que por ello
desaparezcan totalmente los problemas. Las cooperativas sufren, entre otras razones, por el bajo precio al que compran el producto los
distribuidores, el contrabando, la pesca ilegal, la falta de crédito y la escasez de numerosas especies que se advierte, en ocasiones, debido a la
pesca inmoderada, sobre todo del camarón, langosta, tortuga, atún y albacora (véase cuadro 8.1)
Cuadro 8.1. Volumen de la explotación pesquera nacional por principales
especies, 1999.

Especie Miles de toneladas Porcentaje total


Consumo humano directo 989 76.9
Camarón 95 7.4
Atún 124 9.7
Mojarra 73 5.7
Sierra 14 1.1
Otras especies 568 44.4
Pesca sin registro oficial 115 8.9
Consumo humano indirecto 264 20.6
Sardina 248 19.4
Uso industrial 33 2.6
Algas y sargazo de mar 32 2.5

Total 1286 100.0


FUENTE: Agenda estadística 2000, INEGI.

Una actividad económica parad futuro


Como en otras partes del mundo, en México esta actividad no se limita a capturar pescado para la alimentación humana, sino que tiene por
objeto también utilizar el aceite, las conchas, grasas, esponjas, productos guaneros para elaborar fertilizantes, algas y sargazo, además de la piel
de algunos animales. En realidad, el principal producto nacional por su valor es el camarón, pero en volumen lo superan la sardina, el atún, el mero
y la mojarra.
El tipo de recursos varía en las distintas aguas; en toda la región del Pacífico hay riqueza en ciertos peces: atunes, albacora, barrilete, jurel,
macarela, sardina, lisa y corvina. Al mismo tiempo, son notables el Golfo de California y las aguas occidentales de la península del noroeste por la
abundancia de langosta, abulón, almeja y tortuga; en los esteros, al sur de Ensenada, se encuentran fácilmente la lisa, el ostión y el camarón.
Durante el invierno, llegan procedentes de los mares del Pacífico norte numerosas ballenas hasta el mar Bermejo, menos frío, donde se
reproducen desde épocas remotas (véase fig. 8.2).
El Pacífico sur es, en general, menos rico que las aguas del noroeste de México, pero no escasean en determinadas zonas, frente a las costas de
Oaxaca, Guerrero y Chiapas, diversas especies, como el huachinango, robalo, mojarra, sábalo y lisa.
Respecto del Golfo de México, su principal riqueza es el camarón (en los arenosos lechos de la plataforma continental), pero también abundan
robalo, mero, huachinango, corvina, pargo y otros muchos peces. Las esponjas y tortugas viven esencialmente en los mares tropicales, como el
Caribe, frente a Quintana Roo.
Nuestros recursos marinos todavía presentan facetas poco conocidas, y se requieren extensos estudios para formar un inventario más o menos
completo, no sólo de las riquezas en aguas' poco profundas o cercanas a la costa, sino de alta mar y de regiones hoy no frecuentadas por nuestras
flotas pesqueras, pero accesibles y con abundante plancton, que sirve de alimento a numerosos peces.

Zonas de producción Pesquera


La república se ha dividido en cinco zonas principales de pesca, que
abarcan todos los estados con regiones costeras y algunos con pesca
en aguas interiores; 98% de la pesca correspondió a especies de
consumo, humano directo o indirecto, sobresaliendo por su volumen el
atún, camarón huachinango, sardina y robalo; el 2% restante, a las
especies industriales, con plantas como las algas y los sargazos.
La zona 1, que comprende el noroeste, obtuvo en 1998, más de 69
% (1113 000 toneladas que se registraron en el país). Tan sólo el
estado de Sonora arroja un volumen de 198000 toneladas, y ocupa el
primer lugar entre todas las entidades. También son importantes,
dentro de esta zona de pesca, los estados de Sinaloa, con más de
164000 toneladas, y Baja California Sur, cuyo volumen fue de 93000
toneladas. También, por el valor de producción, Sinaloa supera a todos,
ya que en ese mismo año se alcanzaron 2356 millones de toneladas
Por su importancia, le siguió la zona III, donde están incluidos
Veracruz y Tamaulipas, cuyo volumen, en toneladas, es menor de un
tercio del correspondiente a la zona 1,y el valor resulta todavía menor.
Fig. 8.2. Cada año al llegar a las costas mexicanas. Las ballenas ofrecen un espectáculo
En ese año (1998) Veracruz alcanzó un volumen importante (144000 natural de belleza impresionante.
toneladas); según su valor, esta región representa 17%del conjunto.

La zona IV se distingue por la pesca de camarón, donde la región de Campeche rindió enormes utilidades. Pequeña contribución tuvo en ese
año la zona II, que comprende el Pacífico sur (desde Colima hasta la frontera con Guatemala). Chihuahua, Hidalgo, México y Tlaxcala integran,
como estados internos, la zona V, con un número insignificante de productos pesqueros.
Del valor de la producción, 57% correspondió a la pesca que se hizo en aguas de sólo cuatro estados: Tamaulipas, Sinaloa, Veracruz y Baja
California. La explicación de este hecho reside en el alto precio que llega a tener el camarón en Estados Unidos de América, y lo mismo puede
decirse de las otras especies principales de exportación del noroeste, sobre todo de langosta, atún y abulón; 95%de la pesca correspondió a
especies comestibles, donde sobresalen, por su volumen: el camarón, la tortuga blanca de mar, la langosta, el abulón, el huachinango, la sardina y
el robalo; 5% corresponde a las especies industriales, con plantas como el sargazo y para hacer harina. El cuadro 8.2 es muy gráfico respecto de la
distribución del volumen por entidad federativa.
Industrias pesqueras y puertos
En México se comienza a explotar el sargazo y otras algas, que tantos usos tienen en la industria y la medicina; son abundantes cerca de las
costas de Baja California y en algunas regiones del Atlántico. Los fertilizantes a base de guano se recogen también en las islas del Golfo de
California. Cada vez se aprovechan en mayor cantidad las partes de los animales marinos que antes se desperdiciaban y que sirven en gran
medida, por ejemplo, la grasa y aceite de tiburón o pez espada y las conchas de numerosos moluscos. Cabe señalar que, debido a la excesiva
explotación de hace años, se han exterminado casi por completo las madreperlas, por lo que en Baja California ha desaparecido la pesca de ellas
como fuente de trabajo. La flota pesquera ha aumentado su tonelaje y el número de barcos llegó, en 1998, a 106000, de los cuales únicamente
3000 eran de altura (de ellos 1012 son de peso superior a 100 toneladas netas) y el resto son para pesca ribereña. Esto último explica la razón por
la cual las flotillas mexicanas no participaban de la gran pesca en bancos del Atlántico o el Pacífico norte y en alta mar, lejos de nuestras costas.
Cuadro 8.2. Producción pesquera en toneladas desembarcadas por entidad,
1996.
Toneladas Porcentaje del
Litoral y entidad
desembarcadas total
Pacífico 936160 69.5
Pacifico norte 798 428 59.3
Baja California 143 134 10.6
Baja California Sur 140 692 10.4
Sonora 342 747 25.4
Sinaloa 171 855 12.8
Pacífico central 86931 6.4
Nayarit 13310 1.0
Jalisco 15801 1.2
Colima 27809 2.0
Michoacán 30011 2.2
Pacífico sur 50801 3,8
Guerrero 18914 1.4
Oaxaca 12340 9.2
Chiapas 19547 1.5
Golfo y Caribe 358643 26.6
Golfo de México 301286 22.4
Tamaulipas 53516 4.9
Veracruz 156762 10.9
Tabasco 46894 3.6
Campeche 54114 4.0
Caribe 57357 4.2
Yucatán 50291 3.7
Quintana Roo 7066 0.5
Otras entidades del interior 52154 3.9
FUENTE: Estadísticas del medio ambiente, 1997, INEGI-SEMARNAP, 1998.

Las industrias pesqueras han venido mejorando lentamente. En 1980 las principales enlatadoras (17 en total) se ubicaban en el noroeste y en
sitios aislados de la costa oriental, además de unas cuantas situadas en ciudades del interior. Destacan las fábricas de productos marinos de
Ensenada, El Sauzal, Bahía Tortugas, Punta Asunción, Bahía Magdalena, San Felipe (todas en Baja California), Guaymas, Mazatlán, Escuinapa y
Tampico. También para esos mismos años se contaba con 140 congeladoras y grandes refrigeradoras de productos, principalmente en el noroeste,
en Veracruz y Ciudad del Carmen. Las empacadoras se dedicaban a enlatar casi exclusivamente sardinas, camarón, abulón, macarela y langosta,
y los exportaban en alta proporción (véase fig. 8.3).

Los puertos donde se concentran las mayores flotas pesqueras


del país son Guatemala, Ensenada, Mazatlan, Manzanillo y la Paz,
en el pacifico. En el litoral del Golfo de México son de primordial
importancia Ciudad del Carmen, Tampico, Veracruz, Campeche y
Progreso.
Excelentes puertos naturales, con aguas vecinas de riqueza nada
despreciable, como Acapulco, Topolobampo y Salina Cruz
(favorecidos por obras portuarias), esperan todavía el momento en
que puedan convertirse en centros pesqueros de primerísima
importancia. En los últimos años se han creado escuelas de pesca y
centros de investigación en Veracruz, La Paz, Ensenada, Puerto
Peñasco y Campeche, entre otros puertos además, en Alvarado
funciona el puerto piloto y merecen especial mención los métodos
modernos que se comienzan a aplicar para la pesca del camarón en
esteros y marismas y en la piscicultura.
En los últimos años se ha impulsado la piscicultura, ya que en
1998 produjo 160000 toneladas en 43 centros acuícolas, y más de
1600 granjas comerciales para engorda de especies.
Fig.8.3.Selección y empaque de camarón en Mazatlán, Sinaloa.

EXPLOTACIÓN FORESTAL
En México, la explotación forestal presenta aspectos muy variados y exige la
consideración de problemas cuya importancia conviene hacer resaltar. La república
es, como se dijo en el capítulo correspondiente, un territorio que posee los más
variados tipos de vegetación. Entre éstos, casi todas las clases de bosques que
existen en mayor escala en el mundo y que sirven de base a diversas industrias
(véase fig. 8.4). Además, hay también muchas plantas que se utilizan en distintas
formas, tanto en las regiones tropicales, como en las de clima desértico.
Las zonas donde se conservan extensos bosques tropicales se reducen, en la
actualidad, al sur de la península de Yucatán, noreste de Chiapas y sur de Tabasco,
continuando hasta el sureste de Veracruz. hay otros territorios boscosos en las
costas de Chiapas, en partes de Oaxaca, Colima, Jalisco, Guerrero y Nayarit
Conforme se sube a las mesetas, la vegetación tropical va desapareciendo, y a partir
de 1000 a 1200 metros surgen las/ajas de bosques de hojas caducas y luego los
mixtos de encinos y pináceas. Finalmente, se distinguen los bosques de coníferas,
con algunas otras especies, ya que las agrupaciones compactas de coníferas
parecidas a la taiga sólo se localizan en lugares aislados de las cordilleras.

Fig. 8.4. Los recursos forestales constituyen una importante actividad


económica del país.

Según el censo agrícola de 1950, los bosques de todos los ecosistemas, incluyendo pequeñas porciones costeras de mangle, abarcaban 38.8
millones de hectáreas, pero los cálculos sobre su extensión varían en México desde 26 millones hasta 66 millones de hectáreas (o sea, entre 13 y
33 %de la superficie nacional). Se aceptaba, provisionalmente, con el censo de 1970, que existían unos 20 millones de hectáreas de bosques y que
a ellos podían agregarse unos 20 millones más de la llamada cubierta forestal que no necesariamente consiste de bosques, sino que en buena
parte deben ser árboles aislados o formaciones de pequeña vegetación tupida.
Debe hacerse una distinción en los datos de 1997, entre los que corresponden a bosques tropicales (cerca de 13% de la superficie de! país) y los
de zonas forestales de coníferas y latifoliadas (alrededor de 15% del total). De cualquier manera, debe repetirse que los principales macizos de
bosques, donde predominan las coníferas, se localizan en la Sierra Madre Occidental (oeste, suroeste de Chihuahua y occidente de Durango); en
la Cordillera Volcánica Transversal o Eje Volcánico (básicamente en Michoacán, México, Puebla y Veracruz); en aislados puntos de la Sierra Madre
Oriental y porciones altas de las sierras madres del Sur (Guerrero y Oaxaca) y de Chiapas, además de pequeñas comarcas diseminadas en Baja
California, e! centro y norte de! país. Sobre el cuerpo de las mismas serranías, a menor altura es predominante la asociación de coníferas con
árboles de hojas caducas (véase cuadro 8.3).
Según los nuevos datos del Inventario Forestal Periódico, 1992-1994, las existencias de bosque exclusivamente de coníferas (únicas especies de
las cuales se obtiene la celulosa) ascendían sólo a 6.2 millones de hectáreas, localizadas principalmente en Durango, Chiapas, Oaxaca y
Chihuahua.
Los cálculos acerca del número de hectáreas de coníferas y árboles de hojas en México varían también, tal como se consignaba en Recursos
naturales de México, desde la primera edición de 1967. Las estimaciones aproximadas de la superficie boscosa de esa clase han oscilado entre 25
y 30 millones de hectáreas, pero finalmente, en 1997, los datos proporcionados por la entonces Secretaría de-Agricultura y Recursos Hidráulicos
señalaban la existencia de 31 millones de hectáreas de bosques templados, que se localizan principalmente en estados como Chihuahua,
Durango, Sonora y Coahuila. Por otro lado, las selvas tropicales y subtropicales abarcarían 27 millones de hectáreas, que se han podido conservar
en algunas zonas de Oaxaca, Campeche y Quintana Roo.
Por otro lado, hay reservas forestales de tipo tropical y subtropical en el este y noroeste de Chiapas, sur de Tabasco, e! istmo veracruzano, la
región meridional de la península yucateca y otras regiones. Hace siglos, los bosques de clima templado deben haberse extendido por buena parte
de los valles del centro y sur, desde Oaxaca a El Bajío y otras zonas similares en las estribaciones de las sierras madres
Cuadro 8.3. Disponibilidad de recursos forestales por regiones, 1997 (en miles de hectáreas).
Superficie forestal Bosques Superficie arbolada
Regiones Coníferas y Latifoliada Selvas Miles de Porcentaje
Total Porcentaje Latifoliadas altas y ha del y total
medianas
Total nacional 141745 100.0 14 499 9063 5793 56 873 100.0
I (noroeste-norte) 44482 31.4 3721 3586 3 12072 21.3
Chihuahua 17 527 12.4 3331 1925 ___ 7591 13.4
Sonora 14 581 10.2 384 1635 31 3770 6.6
Baja California 6276 4.4 ___ ___ ___ 204 0.4
Baja California Sur 6098 4.3 6 26 ___ 505 0.9
II (noroeste-norte) 17307 12.2 2896 1598 91 9289 16.3
Durango 9128 6.4 2115 1285 3 5484 9.6
Zacatecas 4457 3.1 552 315 ___ 1102 2.0
Sinaloa 3722 2.6 229 388 89 2701 47
III (norte-noreste) 28587 20.2 511 837 182 3199 5.1
San Luis Potosí 4702 3.3 140 251 168 822 1.5
Tamaulipas 5221 3.6 150 361 14 1584 2.8
Nuevo León 5196 3.6 137 90 ___ 348 0.1
Coahuila 13468 9.6 83 135 ___ 444 07
IV (occidente) 7335 5.1 1854 855 254 4610 8.1
Jalisco 4838 3.4 1331 510 111 3030 5.3
Nayarit 1993 14 471 302 92 1271 2.2
Colima 315 0.2 16 13 51 242 0.4
Aguascalientes 189 0.1 36 28 ___ 65 0.2
V (centro occidente-sur) 14472 8.1 2720 1 121 187 7213 12.9
Michoacán 4206 2.9 1025 211 116 2602 4.6
Guerrero 5281 37 1305 537 71 3551 6.3
México 8946 6.3 270 127 ___ 645 1.3
Guanajuato 1039 7.3 120 246 ___ 412 07
VI (centro-oriente) 13064 9.2 2038 866 1038 8251 14.6
Oaxaca 7059 5.0 1642 577 713 5105 9.0
Veracruz 2953 2.1 102 48 278 1834 3.3
Puebla 1698 1.2 205 134 3 768 1.3
Tlaxcala 85 0.6 10 7 ___ 51 0.1
Morelos 197 0.1 5 10 ___ 88 0.2
Hidalgo 1072 7.5 73 90 45 403 07
VII (sur-sureste) 18730 13.3 710 187 4035 11938 21.1
Chiapas 5148 3.7 710 187 925 3293 5.8
Campeche 4661 3.3 ___ ___ 1146 3286 5.8
Quintana Roo 4732 3.3 ___ ___ 1613 3686 6.5
Tabasco 1209 8:5 ___ ___ 48 276 0.5
Yucatán 2980 2.1 ___ ___ 302 1395 2.5
Distrito Federal 65 ___ 2 1 ___ 52 0.1
Querétaro 737 0.5 44 12 2 247 0.4
NOTA: Regiones del invierno forestal nacional. Las cifras que se muestran están redondeadas
FUENTE: Anuario estadístico de la producción forestal, 1997, SEMARNAP.

Durante la Colonia, la madera se utilizó en abundancia para el trabajo en las minas y, posteriormente, se continuó cortando árboles para hacer
leña o carbón, en tanto que los tiempos más recientes se distinguen por la tala de bosques para construcción, manufactura de muebles y
fabricación de papel y celulosa. La desforestación ha sido especialmente intensa en e! centro del país (Michoacán, Puebla, Estado de México,
Tlaxcala, El Bajío) y las altas cordilleras de Veracruz, Oaxaca e Hidalgo, por ]0 que toca a especies de coníferas y bosques mixtos. Extensos
bosques tropicales han desaparecido de! Sureste de Veracruz, centro de Tabasco, las huastecas, Morelos, la costa del Pacifico y el norte y
occidente de la península yucateca.
El desconocimiento de los recursos forestales abarca también: las cifras exactas de superficie de bosques explotables o de utilidad directa, pues
la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de la ONU calcula que el número de hectáreas de bosques tropicales mexicanos de
difícil explotación es cercano a 11 millones de hectáreas y e! similar de las zonas templadas alcanza 9 millones; además, habría 6 millones de
hectáreas con bosques que nombra como "improductivos".
Según cálculos de la entonces Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG), los bosques explotados o en explotación no vírgenes sumaban 7
millones de hectáreas y a ellos se sumaban 5.8 millones vírgenes, incluyendo bosques de climas templados y fríos (coníferas y mixtos). Por otro
lado, 11.4 millones de hectáreas de bosques tropicales estarían en condiciones de explotarse, aunque de ellos únicamente cerca de 4 millones de
hectáreas incluyen cierta proporción de árboles de madera fina de alto rendimiento. Es decir, dicha estimación de la SAG eleva a 17.1 millones de
hectáreas el área de bosques mexicanos de todo tipo, que pueden considerarse como nuestros verdaderos recursos forestales maderables y, por
tanto, de máxima utilidad económica.
Las publicaciones del INEGI señalan que las "áreas perturbadas" (o sea, aquéllas donde la vegetación natural ha sido sometida a la tala
inmoderada o de plano sustituida por terrenos que ahora tienen uso agrícola, ganadero o urbano) representaban más de 22 millones de hectáreas,
dentro de un total de 142 millones que se consideran como "superficie forestal", incluyendo las zonas áridas, en las cuales no existen bosques
similares a los correspondientes en regiones tropicales y montañosas de climas "templados".
Producción maderera por regiones
Las principales especies de las cuales se obtuvo madera aserrada fueron, en 1996, pino, cedro rojo, encina y oyamel, en las zonas de altura
media y en las cordilleras. Las especies de coníferas se explotaron principalmente en Chihuahua, Durango, Oaxaca, Guerrero, México y
Michoacán. El encino se corta en entidades como Jalisco, Guerrero y Tamaulipas, donde también el liquidámbar se aprovecha extensamente. Las
especies tropicales llegaron a tener su mayor producción en Campeche Veracruz y Quintana Roa (véase cuadro 8.4).
La madera aserrada y el material celuIósico son los principales renglones de la explotación forestal, pero no deja de tener interés en las zonas
rurales la utilización de ellas en forma de leña y carbón. También se obtienen cantidades importantes de brea, resina y aguarrás, a partir de las
especies de coníferas.
Cuadro 8.4. Producción forestal maderable y no maderable, por entidad
federativa, en porcentajes del total, 1997.
Entidad Maderable (m3 rollo) No maderable (ton)
Aguascalientes 0.6
Baja California 0.2 5.1
Baja California Sur 0.2 0.05
Campeche 0.4 0.2
Coahuila 0.6 23.2
Colima 0.6 0.03
Chiapas 3.0 1.1
Chihuahua 22.4 0.1
Durango 23.6 0.06
Guanajuato 3.9 ---
Guerrero 3.5 0.1
Hidalgo 1.2 0.1
Jalisco 7.5 1.3
México 3.6 9.9
Michoacán 13.6 21.7
Morelos -- 0.7
Nayarit 0.1 0.8
Nuevo León 0.8 1.1
Oaxaca 6.2 0.6
Puebla 4.2 ---
Querétaro -- 0.1
Quintana Roa 0.5 ---
San Luis Potosí 0.2 1.3
Sinaloa 0.6 ---
Sonora 1.4 2.1
Tabasco -- 0.04
Tamaulipas 1.1 4.7
Tlaxcala 0.3 0.1
Veracruz 1.0 3.5
Yucatán -- 0.1
Zacatecas 0.3 1.5
Distrito Federal 0.1 19.7

Total nacional 100 100


NOTA: Cifras redondeadas.
FUENTE: Anuario estadístico de de la producción forestal, SEMARNAP, 1997.

En 1990, el volumen de la explotación de madera aserrada, tablas y tablones fue de 8 330 000 m3, y su producción se concentra en gran escala,
pues más de 50% correspondió a tres estados (Chihuahua, Durango y Michoacán). Esta actividad se registró en toda la república, pero no tuvo
importancia en los estados de Guanajuato, Morelos, Distrito Federal y Baja California Sur.
En cuanto a la explotación forestal de productos maderables, en 1996 fue importante la de madera en rollo, que ascendió a 6.8 millones de m3.
Respecto de los no maderables, las producciones más importantes corresponden a la trementina, rizomas, fibras textiles, ceras vegetales
(candelilla) y chicle.
Dentro de los productos no maderables, en 1976 México produjo 2891 toneladas de cera de candelilla, planta que crece en las zonas áridas del
norte, sobre todo en el sur de Coahuila, Chihuahua y Nuevo León, y en las porciones septentrionales de San Luis Potosí y Zacatecas. El total de la
producción de cera de candelilla, en 1968, había sido de 2418 toneladas; Coahuila fue el principal productor con 2189 toneladas, con un valor de
20.8 millones de pesos. Los productores de cera de candelilla son explotados por los intermediarios; dicha cera tiene muy variados usos en la
industria de Estados Unidos de América, por lo que se exporta más de 88%, pero funciona ya una gran refinería en Saltillo, para enviar al extranjero
la cera transformada (véase cuadro 8.5).
México ha sido bien dotado por la naturaleza, que le permite grandes explotaciones o esquilmos de plantas xerófilas, entre ellas, agaves y
palmas; el ixtle de lechuguilla tiene interés comercial, y representó en 1998 un valor de 187 millones de pesos. Sobre sale también la raíz de
zacatón.
Cuadro 8.5. Producción forestal, 1997
Productos no maderables1 y Volumen
no maderables2
Por especie
Pino 6400
Oyamel 252
Encina 642
Preciosas 41
Por grupos de productos
Escuadra 5608
Celulósicos 1217781
Chapa y triplay 274423
Postes, pilotes y morillos 175488
Leña 214 794
Carbón 182841
Durmientes 37617
Resinas 21
Fibras 2
Gomas 2
Ceras 3
1Miles
de metro cúbicos.
2Miles
de toneladas.
FUENTE: Anuario estadístico de la producción forestal 1997,
SEMARNAP.

Fig. 8.5 Bosque de coníferas y encinos de la República Mexicana (tomando de Inventario Nacional Forestal 2000. SEMARNAP, México, 2001)

Merece mencionarse, en forma especial, que en Campeche y Quintana Roo numerosas


personas se dedican a obtener el chicle del árbol de chicozapote, el cual produjo alrededor
de 80% del total de esta sustancia que consume el mundo; en su mayor parte se exporta a
Estados Unidos de América. En 1976, el negocio del chicle en México sólo se hizo en cinco
estados, y su valor fue de 34 millones de pesos, aunque posteriormente ha disminuido
(véase fig. 8.6). Por orden de importancia, pueden citarse Quintana Roo, Campeche,
Tabasco, Yucatán y Veracruz. También se obtienen maderas preciosas y comunes
tropicales.
De los bosques mexicanos se extraen diversos productos para tratar las pieles, o sea,
tánicos (provenientes del encino, palo blanco, cascalote y corteza de mauto); tintóreos
(como el palo de Campeche); rizomas, para hacer tés o de uso medicinal, etc. También se
venden en grandes cantidades nueces, piñones y coquitos de aceite de palmeras,
obtenidos en plantaciones modernas o fuera de ellas.
Industrias del papel y la celulosa
La principal industria derivada de la explotación forestal es la que se dedica a producir
papel, la cual fue creada en México recientemente, cuando las necesidades del país así lo
exigieron. Las primeras fábricas se instalaron durante la época porfirista, en regiones
cercanas a la Ciudad de México: Coyoacán, Peña Pobre, San Rafael. Posteriormente, se
crearon otras grandes en Jalisco (Atenquique), con capital de la Nacional Financiera, y en
Oaxaca, casi en los límites de Veracruz (Tuxtepec). Todavía la República Mexicana no se
autoabastece de papel, por lo que tiene que importarlo en grandes cantidades.
Es de creerse que se fundarán nuevas fábricas en Durango y Chihuahua, cerca de las
materias primas, cuando el progreso de la zona norte del país se acelere.
Fig. 8.6. Extracción de hule en el árbol Hevea brasiliensis.

La explotación de madera para la fabricación de celulosa tuvo importancia en Chihuahua (que en 1998 produjo un total de 613 000 m3), Durango,
Michoacán y Oaxaca. San Luis Potosí sobresalió en la producción de leña. Otras entidades, que también se dedicaron a la explotación de leña,
fueron: Jalisco, Veracruz, Estado de México y Tamaulipas.
La industria de la celulosa es también de importancia y fue creada más recientemente. De ella se obtienen la articela, el rayón y otras fibras
sintéticas derivadas de la pulpa de las coníferas. Estas fábricas, establecidas en Chihuahua, Durango y el centro de la república, son un resultado
directo del avance económico de México y significan un paso importante en la industrialización; sin embargo, las empresas productoras de hilo son,
en gran parte, subsidiarias de las estadounidenses.
Uso y conservación de los recursos forestales
De nuevo se debe llamar la atención hacia el peligro que significa para la nación el que continúen las explotaciones forestales sin riguroso control
y sin que se cumplan las disposiciones gubernamentales que tienden a evitar la tala inmoderada, pues pueden ocasionar una desforestación
permanente. Es lamentable que no se tenga todavía el inventario forestal completo de las especies nacionales, cuando menos de las de
importancia económica, y que en diversos sitios las compañías madereras gocen de privilegios, gracias a concesiones demasiado amplias. Las
vedas temporales, el estricto acatamiento a las leyes y una vigilancia constante pueden traer resultados felices, si se acompañan de medidas como
la creación de nuevas zonas de reserva forestal, áreas de reforestación y parques nacionales.
En los últimos años del siglo XX, las principales causas de daños a los bosques fueron los incendios, de los cuales se registraron 10000 en 1993
y más de 14000 en 1998, además del daño directo que sufren los troncos, así como las plagas.
En consecuencia, en 1996 la balanza comercial forestal fue negativa, ya que ascendió a 533 millones de dólares. No debe ignorarse la acción
gubernamental en materia de reforestación, pues entre 1993 y 1998 se mejoraron 571 000 de hectáreas.
Respecto de la tala de bosques, las compañías que obtienen concesiones recurren a los peores instrumentos para llevarla a cabo de manera
inmoderada, sin respetar los contratos firmados, y muchas veces por falta de control de las autoridades, burlando las disposiciones que dicta el
Estado para evitar la desforestación. Aquí topamos con un fenómeno que es la causa deliberada de la erosión, pues se destruyen los recursos
naturales principalmente por los llamados "peces gordos", o personas de "influencias" que se dedican al saqueo desmedido de las reservas
nacionales del bosque-; y de ello resulta la disminución de las reservas acuíferas y la erosión de los suelos en las mejores tierras del país; es decir,
las de carácter forestal, templado, sin excesiva pendiente, donde el bosque ha creado suelos de calidad superior; lo anterior ocurre también en
zonas montañosas del centro y sur. Algunos especialistas recomiendan, claro está, "meter al orden a los peces gordos y no perseguir sólo al
campesino ignorante y pobre", pero hacerla no es cosa fácil; así lo han demostrado los hechos hasta la fecha.
Estos peces gordos forman casi siempre grandes compañías madereras que no cumplen con las obligaciones fiscales y laborales, evaden el
pago justificado de impuestos, de salario mínimo a los obreros y de prestaciones. Por tanto, se especializan en recurrir a los amparos ilícitos, en
obtener permisos ilegalmente y en otras prácticas refinadas de contrabando y quebranto de la ley. Esas grandes compañías, además, gozan de
cierta protección, por lo que pueden operar a sus anchas transportando impunemente enormes cantidades de productos forestales, y salvando
obstáculos que siempre son serios para los pequeños aserraderos y más aún, para el indígena pobre, que es dueño formal de los bosques.
La declaración de vedas indefinidas y la supresión de contratos no son soluciones duraderas ni correctas; el problema no está en dejar de cortar
la madera de modo regulado, sin en utilizar adecuadamente los recursos para no permitir la existencia de vastas zonas donde la "madera muerta"
se acumula por las negativas absurdas para incrementar esta industria. El bosque en las montañas de México debería explotarse sin permitir la tala
total; la falta de humedad suficiente durante el transcurso del invierno a la primavera y el descuido en la reforestación impiden que el antiguo
bosque pueda repoblarse en forma adecuada.
El corte de bosques aislados resultaría económico y, además, ayudaría a la renovación correcta de ese recurso mediante el uso de maquinaria y
aparatos modernos.
Una cosa es combatir los abusos que las compañías cometen con indígenas y ejidatarios dueños de los bosques, y otra distinta es la prohibición
de llevar adelante una necesaria y benéfica utilización de las riquezas forestales. El bosque debe ser no sólo fuente de materia prima para diversas
construcciones (minería, durmientes de ferrocarril y manufactura de muebles), sino también para las industrias, cada vez más importantes de papel,
celulosa y seda artificial. Si se desea que estas ramas se incrementen, será indispensable un mayor rendimiento en la explotación forestal; para
lograrlo, ésta deberá reglamentarse y perfeccionarse en lo posible.
Vegetación de regiones áridas y conservación de recursos
Los recursos de las zonas desérticas no han sido objeto de estudios racionales para conocer su magnitud y los diversos usos que pueden tener.
Existen en ellas no solamente las grandes concentraciones de salo minerales de otro tipo, sino también multitud de especies vegetales tienen
múltiples aplicaciones y ocupan vastas extensiones en los estados de Durango, Zacatecas, San Luis Potosí, Coahuila, Chihuahua, Sonora y la
península de Baja California, así como en otros del centro y sur del país.
Entre las plantas cuyo uso podría extenderse fácilmente se encuentran muy diversas variedades de magueyes y yucas; ciertos arbustos, como
damiana, jojoba, candelilla y gobernadora; cactáceas del tipo de la biznaga, el cardón o nopales de diversas clases; el famoso palo Adán de la
península de Baja California y árboles de aparente inutilidad, como el mezquite y el huizache.
Como la naturaleza es un todo, su conservación sólo se puede planear correctamente cuando se tienen en cuenta todos los factores del medio,
que están interrelacionados y dependen unos de otros. Suponiendo que no hay "pedacitos" aislados en la naturaleza y en la vida social, para
integrar una política correcta es vital considerar todos los elementos y salvarlos a todos en conjunto, en su compleja unidad.
Se ha entablado, hasta hoy, una controversia curiosa, pues algunos especialistas afirman que el agua es el recurso más precioso; otros
sostienen que lo es el suelo; en algunos países se les da primacía a los recursos minerales. La realidad es que todos tienen su propio valor en el
conjunto, y por esto, insistiendo en el recurso predominante en talo cual región, deben tenerse en consideración los demás, pues de otra manera la
conservación planificada fracasaría a escala nacional.
Claro que en las condiciones actuales resulta de mayor urgencia prestar atención preferente a algunos tipos de recursos que ofrecen peligro de
pronto agotamiento, de acuerdo con la realidad exacta de determinado país, zona natural o económica. En México, quizá debería cuidarse ante
todo con mayor esmero el agua; después, la vegetación natural (incluyendo los bosques y los esquilmos) y, desde luego, el suelo (véase fig. 8.7).
Los recursos naturales no renovables, sin tardanza, deben estar sujetos inflexiblemente a conservación reglamentada y rígida.
GANADERÍA
Recursos y desarrollo
El estudio de la realidad mexicana lleva a la conclusión de que la actividad ganadera está llamada a ocupar, en nuestro país, un sitio preferente
en lo que concierne a tareas humanas. La diversidad de regiones naturales, que se ha señalado anteriormente, indica una gran variedad de pastos,
incluyendo tanto los de ambiente tropical como los de montaña, valles altos, zonas semiáridas y desiertos. En realidad, sólo ahora se empieza a
estudiar con detalle las disponibilidades de pastizales en la República Mexicana, reuniéndose los datos generales más o menos exactos de cada
entidad.
La diferencia de climas y, en consecuencia, de vegetación, permite el incremento en México del ganado vacuno -con amplias posibilidades de
desarrollo, tanto en las zonas semiáridas del norte, noroeste y centro del país, como en las llanuras tropicales de Veracruz, Tabasco y Chiapas, al
igual que en las mesetas del Altiplano meridional-; del caprino, en todas las zonas montañosas; del lanar, en las serranías y altas planicies, y del
porcino, en las regiones agrícolas de toda la nación. Sin embargo, el aumento de la ganadería en México es, en algunos aspectos, todavía limitado
y se condiciona a determinados factores que conviene examinar.
Según datos del INEGI (1999), el total de terrenos denominados "superficie ganadera" ascendía a 1 090 000 km2, o sea, un 55% del área total,
pero en dicha cifra se incluyen las verdaderas zonas de pastizal y otras que el ganado aprovecha para alimentarse, tanto en cerros como en
llanuras o lomeríos. Siguiendo ese concepto amplio se ofrecen en otros estudios clasificaciones del territorio cubierto con "pastos", el cual se hace
llegar a una superficie de 856 000 km2 en total, de los que sólo 104 000 parecen ser "verdaderos pastizales", en tanto que 690 000 abarcan tierras
que se explotan en ramoneo, cuando el ganado come hojas de pequeños árboles y arbustos.
Por tanto, los recursos para la ganadería de México incluyen, según esa estimación, 43.9% del área total nacional, y son superiores a la
superficie de recursos forestales de coníferas y latifoliadas, así como a la de recursos agrícolas, ya sea potenciales o aprovechados.
Indudablemente, que está haciendo referencia a las posibilidades ganaderas en función de la superficie disponible, mas no así del "coeficiente de

Fig. 8.7. Ubicación geográfica de los principales esquilmos.

agostadero," pues, como ya se dijo acerca de los recursos de México, existen muy diversas regiones climáticas y de vegetación en la República
Mexicana. Esa variedad, respecto de las lluvias, evaporación, humedad, temperaturas, suelo y tipos de plantas, se ve reflejada directamente en los
diversos coeficientes de agostadero, es decir, las superficies indispensables para alimentar una cabeza de ganado bovino.
El coeficiente varía notablemente en los terrenos desérticos y semidesérticos del noroeste y el norte, se necesitan entre 15 y 30 hectáreas por
animal, en terreno regular, y hasta 50, en terreno malo. Esta proporción disminuye en las regiones centrales a cinco hectáreas en buen terreno, y
10 en el de malas condiciones naturales. Por lo contrario, puede llegarse a necesitar solamente una hectárea por cabeza de ganado en las
sabanas tropicales del este, este-sureste y las huastecas, cuando el terreno es bueno; en las costas del Pacífico sur, el número de hectáreas pará
alimentar corrientemente a un animal oscila entre cuatro y 10. Por eso merecen especial atención las posibilidades ganaderas en las costas del
golfo y en la mayoría del Sureste, en donde si bien es pequeña la superficie, el coeficiente de agostadero, en términos generales, es más bajo, lo
que permite un mejor aprovechamiento. El coeficiente medio de agostadero en México es de aproximadamente 17 hectáreas por cabeza de
ganado mayor, o cuatro por una de ganado menor, siendo nuestros pastos de regular calidad, entre la producción mundial.
Los estados que poseen terrenos de pastizal en mayor proporción son varios del norte, centro y noroeste -sobre todo Chihuahua con casi 65 000
km2, Sonora, Zacatecas, Coahuila, Durango y Tamaulipas-, además de otros en el sureste, como Campeche, Chiapas y Quintana Roo. No
obstante, los ganados lanar y caprino tienen amplias posibilidades de desarrollo en las zonas de chaparral-ramonal que abundan en Coahuila,
Chihuahua, Nuevo León, Baja California Sur, Sonora, Zacatecas y Tamaulipas. El ramonal es propio de las porciones áridas, principalmente de las
desérticas de Sonora y de algunas comarcas de Baja California (véase fig. 8.8).
Algunos problemas actuales que enfrenta la ganadería
La ganadería es una actividad que data de la llegada de los españoles a México, y debería tener mayor importancia de la que se le ha dado,
pero existen razones de índole socioeconómica que explican esa anómala situación. En primer lugar, la falta de estudios completos de la
naturaleza, sobre todo del tipo de pastos o forrajes que puede aprovechar el ganado, comprendiendo los de las regiones semiáridas donde se le
explota con carácter extensivo. Además, en el centro y sur del país el esfuerzo indispensable por mejorar las razas de diversas especies apenas
ahora toma impulso de grandes proporciones. Para establecer granjas modernas y proceder al uso de maquinaria especial; es necesario canalizar
hacia la ganadería grandes recursos financieros, tanto oficiales como privados (véase cuadro 8.6)

Fig. 8.8 Ubicación geográfica de los principales centro ganaderos (tomado de Atlas Universal y de México)

Cuadro 8.6. principales productos ganadero, 1996


Producto 1996
Huevo (miles de toneladas) 1235
Carne de bovinos (miles de toneladas) 1329
Carne de porcinos (miles de toneladas) 910
Carne de ovinos (miles de toneladas) 29
Carne de caprino s (miles de toneladas) 35
Carne de aves (miles de toneladas) 1264
Leche de bovinos (miles de litros) 7586
Miel (miles de toneladas) 49
Lana (miles de toneladas) 3906

FUENTE: Anuario estadístico 1997, y Agendaestadística1998, INEGI.

Exportación y consumo interno


El atraso ganadero está ligado también al bajo nivel de vida que limita el consumo; a los problemas de exceso o falta de agua, de transporte y
distribución comercial; a la necesidad de diversificar la producción, estabilizar los precios, etc. También es conveniente recordar que los ganaderos
del norte dependen, en gran parte, del mercado estadounidense, y los del centro y golfo, del envío de animales en escala creciente a la Ciudad de
México y a otras urbes.
La importación de ganado fino, que es la base del mejoramiento de las razas, ha aumentado, y actualmente alcanza de 15000 a 20000 animales;
pero se concentra, en su mayoría, en manos de ganaderos ricos, en tanto que el grueso de la población rural debe depender de una explotación
ganadera atrasada y precaria. Las estaciones de inseminación artificial constituyen uno de los medios para remediar parcialmente dicha situación.
El valor de los productos animales como carne y otros comestibles exportados ascendió en 1995 a 579 millones de dólares.
La exportación de ganado en pie presenta aspectos positivos y negativos, al mismo tiempo. Por un lado, se obtienen divisas por este concepto;
pero también se desvía al vecino país del norte una gran cantidad de animales que podrían servir para alimentar mejor al pueblo mexicano. La
razón para exportar es de carácter económico, ya que en Estados Unidos de América se paga el kilogramo de carne a precio superior que en el
medio nacional. Mientras no se eleve el nivel de vida de la mayoría de los habitantes en las regiones más densamente pobladas y en las ciudades,
resultará difícil consumir entre nosotros el ganado que actualmente se exporta.
Un factor de gran interés que ha limitado el desarrollo de la ganadería ha sido el bajo nivel de vida y la escasa capacidad de compra de los
consumidores, sobre todo de quienes habitan en el medio rural y las capas proletarias de las ciudades. El consumo de carne es muy bajo y el
aumento del número de cabezas no se ha realizado al mismo ritmo del incremento demográfico. Por lo que se refiere a la leche, se ha revelado que
el promedio por persona se eleva a sólo 82 litros por año, y que, asimismo, ha disminuido relativamente el volumen durante algunos años. Es
evidente que el aumento de precios es el principal factor que explica el deterioro de la dieta, respecto de la leche y la carne. Dejan mucho que
desear la calidad de los productos y las pésimas condiciones higiénicas de los establos y establecimientos comerciales, principalmente en las
colonias pobres y en el interior de la República Mexicana.
Estos datos ayudan a explicar la razón por la cual los nutriólogos se preocupan por estudiar el régimen de alimentación del mexicano medio, que
es deficiente, en muchos sentidos, llegándose a la conclusión de que la dieta del obrero mexicano contiene un promedio de 1500 calorías, las que
son suministradas en su mayor parte por almidones sin la debida cantidad de proteínas de origen animal y, que dicha alimentación apenas llega a
70% de las calorías, proteínas y vitaminas que requiere un adulto sano. La cuestión se agrava debido al escaso consumo de pescado, mariscos y
carnes enlatadas.
Industrias derivadas de la ganadería
Hay varias empacadoras de carne y frigoríficos con modernas instalaciones, como la que se muestra en la figura 8.9, por su importancia, el
rastro frigorífico de la Ciudad de México se distingue de otros. Las empresas empacadoras y enlatadoras están localizadas principalmente en las
zonas industriales del Estado de México, Distrito Federal, Chihuahua, Tamaulipas, Jalisco, Baja California y Nuevo León. Se exportan carnes
refrigeradas o congeladas casi exclusivamente a Estados Unidos de América; el valor, en 1996, fue superior a 89 millones de dólares. El consumo
interno de otras clases de carnes es aún pequeño, debido a los problemas antes expuestos, y a pesar de que el número absoluto de cabezas ha
venido aumentando durante los últimos años (véase cuadro 8.7).

La disparidad en las cifras sobre población ganadera en México es


tan grande que, por ejemplo, respecto del número de cabezas de
ganado bovino en toda la República Mexicana, los datos que se han
dado a conocer van desde 45.4 millones, hasta 21.5; para 1994 se
consideraron 23.2 millones de cabezas que estaban ampliamente
distribuidas en el territorio, pero los principales estados, en cuanto a
ese ramo, fueron Veracruz, Jalisco, Sonora, Chihuahua, Chiapas,
Sinaloa, Michoacán y Tamaulipas. El ganado lanar, de gran interés
actual y enorme porvenir, fue, en el mismo año, de 4 millones de
ejemplares, los cuales se concentran casi exclusivamente en los
estados montañosos del norte y centro: Zacatecas, Estado de México,
Puebla, San Luis Potosí y Oaxaca, en el sur, donde el clima y los
pastos favorecen su desarrollo en esas regiones.
La especie porcina, a la que debe darse gran incremento para
satisfacer necesidades de alimentación, asciende a poco más de 10
millones de cabezas y, como es natural, la mayor parte corresponde a
las zonas agrícolas densamente pobladas de Jalisco, Veracruz,
Michoacán, Puebla, Guanajuato y Sonora.
Fig.8.9. Las instalaciones adecuadas de los rastros garantizan la salud de la población
que consume sus productos.

Cuadro 8.7. Población ganadera nacional por especies, grandes regiones y por entidad
federativa (en miles),1980.
Gran región y entidad. Bovino Porcino Lanar Caprino Caballar
Noroeste 4266 2032 189 459 526
Baja California 210 90 81 72 35
Baja California Sur 164 48 1 184 19
Sonora 2117 1111 40 89 240
Sinaloa 1029 572 61 82 124
Nayarit 746 211 6 32 108
Norte 6416 1655 1882 3475 1561
Coahuila 784 169 363 948 208
Chihuahua 2437 300 186 415 334
Durango 1113 324 231 368 235
San Luis Potosí 1012 337 415 937 225
Zacatecas 1070 525 687 807 559
Noreste 2267 443 343 1147 219
Nuevo León 712 165 196 571 81
Tamaulipas 1555 278 147 576 138
Centro-Occidente 5805 5283 680 1230 890
Aguascalientes 186 40 36 54 96
Guanajuato 1048 708 223 347 160
Jalisco 2765 2467 197 432 238
Colima 248 74 1 40 32
Michoacán 1558 1994 223 357 364
Centro-Este 3466 3359 2110 1108 855
Distrito Federal 79 128 62 13 21
Hidalgo 632 525 589 348 150
México 1078 966 727 206 153
Morelos 214 157 14 42 90
Puebla 1039 647 420 302 289
Querétaro 322 756 84 155 118
Tlaxcala 102 180 214 42 34
Este 5620 1733 341 382 1006
Veracruz 4039 1341 294 369 840
Tabasco 1581 392 47 13 166
Sur 5449 1962 908 1478 806
Chiapas 2935 670 320 44 343
Guerrero 1237 682 111 556 217
Oaxaca 1277 610 477 878 246
Península de Yucatán 1293 389 25 8 325
Campeche 398 126 7 1 155
Quintana Ro 46 63 1 2 2
Yucatán 849 200 17 5 168
NOTA: Cifras redondeadas.
Hay discrepancia entre la suma total y las parciales
FUENTE: Anuario estadístico de los Estados Unidos Mexicanos, 1980.

Por lo que toca al ganado caprino, que, por ]a estructura montañosa del país, se ha difundido en amplias zonas, se calculaba que, en conjunto,
llegaba a 6 millones de animales, los cuales pastaban sobre todo en las planicies y cordilleras que cruzan los estados de Coahuila, Oaxaca, Nuevo
León, Zacatecas, San Luis Potosí y Guerrero.
El estado que contaba con la mayor población caballar fue Veracruz, y otros con números relativamente importantes fueron: Jalisco, Michoacán,
Zacateas, Querétaro y Chiapas. Una gran población asnal se registró en los estados de Puebla, Oaxaca, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Veracruz y
Zacatecas. La población mular es menos numerosa en la república y sólo comprende los siete estados que siguen: Zacatecas, Veracruz, Puebla,
Chihuahua, Jalisco, Sinaloa y Michoacán.
En resumen, puede decirse que los principales estados, en cuanto a ganado mayor en el país, son Veracruz, Jalisco, Chihuahua, Sonora,
Michoacán, Durango y Zacatecas.
Finalmente, es importante hacer resaltar que la avicultura debe ser una de las industrias con mayor desarrollo en toda la República Mexicana,
para aumentar el consumo de huevo y carne de aves. En 1994, y gracias a diversas medidas tomadas, sobre todo en el centro del país, el número
de ejemplares ascendía a 194 millones y, casi en su totalidad, correspondía a regiones de mayor actividad agrícola.
Regiones ganaderas
Pueden delimitarse varias regiones ganaderas de primordial importancia geoeconómica, algunas (como las del norte y noroeste) dedicadas a la
cría de ganado para exportación, y otras interesadas en satisfacer las necesidades internas (Fig. 8.10).
1. En el norte es importante la región central y sur de Chihuahua además de las grandes llanuras de Durango (sobre todo, los valles que
están junto a la porción oriental de la Sierra Madre Occidental), centro y norte de Coahuila, Zacatecas y las zonas de transición de
Tamaulipas y Nuevo León.
2. El estado de Sonora, en su porción centro-norte, es también importante y, al igual que los anteriores, tiene buen número de cabezas de
ganado vacuno y lanar.
3. La región de El Bajío y los valles internos de Jalisco y Michoacán son comarcas tradicionalmente ganaderas, tanto de vacuno como de
caprino, porcino y lanar.
Fig. 8.10. Ganadería municipal (modificado de Atlas de Tamayo)

4. Los lugares vecinos del Distrito Federal, lo mismo que el Estado de México, Querétaro y Puebla, han recibido gran impulso ganadero
debido al aumento poblacional de la Ciudad de México. En esta zona se encuentran algunas de las granjas más modernas del país, las
cuales se dedican a la producción de leche, queso y mantequilla, en escala importante.
5. Las zonas media y baja de Veracruz tienen interés peculiar, porque en ellas ha prosperado la ganadería con el fin de proveer de carne a
los habitantes de la capital de la República.
6. El centro de Tabasco ha venido igualmente mejorando su ganadería y envía ejemplares al Distrito Federal.
7. La región de las huastecas, principalmente dentro de Veracruz, San Luis Potosí y Tamaulipas, conserva su tradición ganadera, sobre
todo el ganado vacuno. Ha habido, asimismo, notables adelantos ganaderos en el valle central de Chiapas, los del centro de Oaxaca y la
porción tropical de Sinaloa y Nayarit.
El principal aspecto ganadero que debe atenderse es el logro de un aumento sustancial en el consumo interno, tanto de productos para la
alimentación, como de lana, pieles, etc., lo cual, a su vez, podrá lograrse mediante el mejoramiento en los niveles de vida, en la técnica y los
métodos de trabajo, preparación de la mano de obra especializada e higiene en el manejo y otros igualmente importantes.

La importancia que todavía conserva en México el ganado caballar, mular y


asnal, como medio de transporte, y en general pará el trabajo en el campo,
acrecienta el interés que puede tener su utilización (véase fig. 8.11).
La avicultura se concentra principalmente en las regiones más pobladas y de fuerte
densidad rural, como los valles y planicies de Veracruz, Jalisco, Puebla, Oaxaca y
el Estado de México. La avicultura moderna es una industria que florece en las
cercanías de las grandes ciudades, destacándose los sitios aledaños a la Ciudad
de México, Guadalajara, Puebla, Monterrey y las poblaciones de El Bajío, en donde
se invierten fuertes cantidades para lograr el rápido abastecimiento diario de carne,
huevo y otros productos.
Además, tiene interés regional la apicultura, que representa fuertes ingresos para
los campesinos de la Península de Yucatán (excluyendo el centro y sur de Quintana
Roo), Jalisco, Veracruz, Michoacán y Morelos. Esta industria debiera recibir
también un fuerte impulso, ya que da mayor estabilidad al campesino y es fuente de
otras pequeñas industrias importantes.
Fig. 8.11. En la provincia mexicana aun se utiliza el asno como medio de
transporte.

9 Agricultura
INTRODUCCIÓN
Para cualquier país tiene importancia el estudio de la agricultura como parte de la economía en su conjunto, pues esta actividad proporciona los
artículos de alimentación de los habitantes locales y numerosos productos para exportación. No obstante, es todavía mayor su interés en el caso
de las naciones poco industrializadas y con bajos niveles de vida, pues dependen principalmente de las labores del campo, donde vive la mayor
parte de su población. Tal es el caso de México, en donde se ha venido incrementando la producción de café, algodón, uva; tomate, plátano, piña y
otros productos que integran una cantidad apreciable de las exportaciones nacionales. Aunque la industria de transformación ha pasado ya a
ocupar el primer sitio entre las actividades económicas de México, por su porcentaje en el producto nacional, el crecimiento de la población impulsa
el mayor desarrollo de la agricultura, pues a ella se dedica el más alto porcentaje de personas económicamente activas. Explican esa importancia
de la agricultura algunos otros factores de Índole natural y social, aunque deben vencerse múltiples aspectos negativos de carácter físico e
histórico.
Por un lado, la situación y estructura orográfica de México, condicionantes de gran diversidad de climas y suelos, ofrecen la posibilidad de
diversificar notablemente la agricultura, desde los cultivos netamente tropicales hasta los de riego en climas áridos y semiáridos, además de los de
altura, que corresponden a las zonas templadas y frías de latitudes superiores. Sin embargo, esto no es un gran aliciente, ya que la agricultura
mexicana se orienta hacia unos cuantos productos, en tanto que otros muchos no tienen importancia ni para el consumo interno ni como artículos
que puedan enviarse en grandes cantidades al exterior. .
VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LOS CLIMAS
En realidad, la influencia de los factores climáticos es muchas veces negativa para la República Mexicana, situada como esta en la faja de los
grandes desiertos y de vegetación tropical, junto a grandes masas oceánicas que influyen (sobre todo el Atlántico) para crear, en casi todo el
territorio, lluvias de tipo semejante al monzónico. El hecho de que las cadenas montañosas principales se orienten en dirección noroeste-sureste
hace que, por un lado, se aísle la zona interna y, por otro, que penetren los vientos fríos del norte durante el invierno.
A continuación se describen algunos caracteres de los climas mexicanos, que deben tenerse siempre el, cuenta:
1. El régimen de lluvias de México, en lo sustancial, queda comprendido dentro de la llamada meteorología tropical, o sea, que se
caracteriza por Precipitaciones de tipo tempestuoso y por ciclones que, dicho sea de paso una vez más, al mismo tiempo que destruyen
edificios y cosechas, salvan al país de ser un enorme territorio semiseco o francamente desértico. Las granizadas son-frecuentes e
igualmente los violentos meteoros locales.
2. De acuerdo con esas reglas generales, las lluvias se concentran, desafortunadamente, en dos periodos cortos (que comprenden hasta
80% del total de precipitaciones anuales, según Ramiro Robles Ramos, pionero en los estudios de este tipo a mediados del siglo XX), el
primero es el más importante y va de julio a octubre inclusive, lluvias normales, convectivas y ciclones; e! segundo, es de menor interés, o
sea, el invernal de nortes (diciembre-febrero).
El resto del año casi todo el país sufre sequía, más o menos completa, excepto los territorios situados en lo alto de las serranías, donde llueve
siempre, aunque acentuándose las precipitaciones pluviales en las épocas habituales de lluvia. Las costas que cuentan con la ayuda de la brisa y
las escasas regiones de clima mediterráneo (noroeste de Baja California y secciones aisladas de Tamaulipas central y norte de Sonora) tienen
lluvias de invierno.
El occidente de la propia península de Baja California presenta constantes nieblas que, formadas gracias a la influencia de la corriente fría que
viene del norte y pasa junto a las costas occidentales, se desplazan sobre todo al interior de los desiertos de Vizcaíno y Magdalena, situados en la
parte centro occidente de dicha península.
3. Por los factores mencionados, los mayores porcentajes de lluvia se precipitan principalmente en áreas de la república que no ocupan su
mayor parte, sino que se constriñen a porciones de! trópico en Veracruz y Tabasco; norte, este y sureste de Chiapas; sur de la península
de Yucatán, las huastecas, Morelos y algunos recodos de la costa del Pacífico (Nayarit, vertiente exterior de la Sierra Madre del Sur y
partes de la planicie costera en Guerrero y Oaxaca), además de las cumbres de los sistemas montañosos principales.
EFECTOS MEDIOS Y EXTREMOS DE LOS CLIMAS
Al mismo tiempo, enormes extensiones del norte, noroeste, noreste, centro y sur sufren sequía absoluta y relativa por lo que se observan
grandes contrastes entre los escasos sitios donde se precipitan más de 4500 mm al año (situados en el norte de Chiapas y en el Soconusco); 3500
mm en el sur de Tabasco y 2500 mm en el sureste de Veracruz, y los que reciben sólo 800 mm en Tlaxcala, 700 mm en los valles centrales de
Oaxaca y el centro de Sinaloa 400 mm en Zacatecas, y menos de 100 mm en el valle de Mexicali y la mayor parte de Baja California. No es de
extrañar, por tanto, que la humedad relativa descienda progresivamente a partir del este-sureste y rumbo al extremo noroeste, pues en la primera
zona alcanza más de 80 mm y baja hasta menos de 50 mm en los desiertos de Altar y del Colorado, entre Sonora y Baja California. Lo mismo
sucede con la nubosidad, que es verdaderamente escasa en e! norte y noroeste, sobre todo durante la sequía de primavera y parte del verano.
Se ha estimado que el promedio de lluvia general en e! país alcanza de 700 a 717 mm (contra 811 en el conjunto del globo, 1028 en Francia y
3792 en Java). Es un índice bastante bajo, que sitúa al país, en su conjunto, en los límites de la agricultura de temporal con escaso rendimiento.
Pero hablar de un promedio para todo el territorio mexicano no tiene prácticamente utilidad alguna, ya que (tomados en su área total) 16 estados
del este-sureste y del centro-sur muestran lluvias superiores a 800 mm, en tanto que todos los del norte, noroeste, noreste y centro-occidente se
encuentran dentro de promedios inferiores de ese nivel. Esto obliga a recordar la inseguridad de la agricultura de temporal o la franca imposibilidad
para obtener cosechas de algún tipo sin riego en estas regiones.
Se ha insistido ya en las grandes diferencias regionales que deforman el panorama estatal, convirtiéndolo en un muestrario absolutamente
complejo (pues no existe en México ningún estado totalmente de climas áridos o semiáridos, sino que estos últimos, incluyendo Sonora, se
combinan con extensiones más o menos importantes de altas sierras con fuertes lluvias en los parajes de bosques templados). Por lo contrario,
sólo seis entidades: Tabasco, Veracruz, Chiapas, Oaxaca, Campeche y Chihuahua, reciben cerca de 40% de todas las precipitaciones del país.
Algunas personas que han estudiado los climas mexicanos tal vez exageran los aspectos negativos de este tipo de recursos, llegan hasta el
extremo de decir, por ejemplo, que solamente 2% de la república recibe lluvias normales en el curso de 150 días al año o más. El investigador
estadounidense, Tom Gill, señala, en forma sintética, que "son tres las maneras en que la precipitación en México conspira con la agricultura
próspera: 10., en sus amplias variaciones anuales; 20., en sus variaciones entre un año y el siguiente; 30., en su deficiencia en las más importantes
regiones del país". Finalmente, William Vogt, un "imparcial" observador de nuestra realidad, que siempre sostuvo –lo cual quizá haya traído
consecuencias provechosas a la postre- ideas derrotistas sobre los recursos naturales de México, resumió sus conclusiones así: "México tiene
sed."
Por ende, la agricultura en México pasa por los efectos de índole climatológica, que oscila entre los años de excesiva lluvia (por lo general, cada
cuatro o cinco) y los de sequía en que se pierden las cosechas de diversas regiones por la falta de lluvia suficiente (véase fig. 9.1).
FACTORES NATURALES QUE CONDICIONAN LA AGRICULTURA

La topografía del país, por otra parte, restringe mucho las superficies dedicadas al
trabajo agrícola. Según Tamayo, solamente 36 % del área total mexicana tiene una
pendiente menor de 10%,lo cual hace posible teóricamente su cultivo, y el resto, o
sea, dos terceras partes, no son propicias para él, a menos que se lleven a cabo
diversas obras para acondicionar las laderas montañosas, en forma taI, que pueda
ejecutarse el trabajo agrícola. En las planicies tropicales (sobre todo en Tabasco y el
sureste de Veracruz, cuenca baja del Papaloapan, valle del Pánuco, Lerma, Bravo y
otros grandes ríos) existe siempre el peligro de sufrir inundaciones en los años
particularmente lluviosos, de no ponerse en práctica planes de control de aguas en
los cursos altos y bajos de los ríos.
Además, es esencial tener en cuenta las peculiaridades hidrológicas, pues los
cálculos muestran que de 350 000 m3 de agua que arrastran las corrientes
mexicanas, sólo 64000 son utilizables, encontrándose 49 000 en la vertiente del
Pacífico(principalmente en el noroeste: Sonora, Sinaloa y, Nayarit); en la vertiente del
Atlántico puede disponerse de un 20% del total y el resto, en ríos interiores, es
insignificante y se reduce básicamente a las corrientes del Nazas y Aguanaval que
bajan a la región lagunera, pero el carácter de los climas predominantes en México es
el que determina la importancia del riego en su agricultura.
Fig. 9.1. La escasa producción en el campo se debe principalmente a
que la mayoría de las tierras de cultivo son de temporal

Todos esos factores naturales ayudan a que se produzca la erosión acelerada de las tierras, ocasionada también por factores sociales y
económicos. Según algunas investigaciones, en todos los estados del norte y el centro del país, además de Veracruz, Guerrero, Chiapas y
Morelos, se advierte la erosión de sus terrenos, en una alta proporción, sobresaliendo entidades como Aguascalientes, Oaxaca, México y Tlaxcala.
De este último, se afirma que la erosión afecta más de 80% de su superficie. Tal problema no podrá solucionarse en tanto no se dicten medidas
radicales de protección a la naturaleza.
Ya se ha indicado que la tala inmoderada de bosques y la quema de vegetación en sabanas, comarcas tropicales y cerros han contribuido a
acelerar el proceso de erosión. Junto a esto, existe el problema de que buena parte de la tierra cultivable no se aprovecha como tierra de labor
anualmente. Por otro lado, el hecho de que amplias porciones del México tropical estén cubiertas todavía por extensiones boscosas, disminuye el
porcentaje de terrenos dedicados a la agricultura. Se requieren grandes esfuerzos e inversiones para limpiar y poner en servicio miles de hectáreas
del sur de Tabasco, norte de Chiapas, sureste de Veracruz y partes de Campeche, Quintana Roa, Oaxaca, Guerrero, Jalisco y Nayarit.
En total, se calcula que entre 7 y 11.5 millones de hectáreas de tierras de cultivo han sido dañadas por la erosión en el país. Aunque diversos
grados de erosión afectan, según estimaciones del INEGI (1997), entre 86 y 98 % del total de suelos en México, a lo cual habría que agregar 376
000 hectáreas que presentan problemas de salinidad. Estos fenómenos no podrán controlarse sino llevando a la práctica los métodos modernos de
conservación, incluyendo el control de las corrientes que provoca., inundaciones; uso de sistemas de drenaje y terrazas en los sitios donde es
perjudicial la acumulación del agua; rotación de cultivos; utilización racional de fertilizantes y siembras de pastos; impedimento para las prácticas de
pastoreo excesivo en laderas montañosas; reglamentación estricta de bosques; introducción de métodos apropiados de cultivo e incremento de la
mecanización. En el cuadro 9.1 se muestra el número de hectáreas cosechadas en 1980 y en 1996.
La distribución geográfica de los suelos en el territorio nacional obstaculiza, igualmente, las actividades agrícolas, pues la existencia de tierras
grises o del todo desérticas reduce grandemente las posibilidades de explotación en todo el norte y noroeste, lo mismo que la alta proporción de
suelos en zonas montañosas de pendiente excesiva.
Entre otros problemas que deben resolverse para lograr la marcha ascendente de la agricultura están: la exterminación de las plagas que atacan
Cuadro 9.1 Hectáreas cosechadas de los principales productos
agrícolas, 1980 y 1996.
Superficie (en Superficie (en
Cultivo miles de miles de
hectáreas, 1980) hectáreas,1996)
Ajonjolí 264 80
Algodón grueso 355 307
Arroz palay 127 87
Cártamo 416 121
Cebada en grano 319 283
Fresa 6 3
Frijol 1551 2048
Maíz 6766 8051
Sorgo en grano 1671 2345
Soya 160 56
Trigo 777 853
Mango 64 139
Naranja 162 285
Aguacate 54 92
Plátano, diversas variedades 73 72
Uva (vid) 46 41
NOTA: Cifras redondeadas-
FUENTE Anuario estadístico1997

los cultivos, la campaña contra la rata y otros animales nocivos que causan estragos considerables en diversas regiones y, en general, la
coordinación de esfuerzos entre los agricultores para enfrentarse a los graves obstáculos que presenta la naturaleza en forma de heladas, granizo,
etc. En el cuadro 9.2 se muestra la producción de maíz por entidad federativa.
Cuadro 9.2. Producción de maíz, por entidad, 1997 (miles
de toneladas)
Entidad federativa Superficie Producción
cosecha (miles ton)
(ha)
Aguascalientes 18 63
Baja California 2 7
Baja California Sur 20 89
Campeche 122 189
Coahuila 36 49
Calima 33 75
Chiapas 803 1 319
Chihuahua 319 768
Distrito Federal 8 15
Durango 137 238
Guanajuato 247 558
Guerrero 372 812
Hidalgo 214 465
Jalisco 635 2 704
México 623 2 309
Michoacán 469 985
Morelos 49 98
Nayarit 86 242
Nuevo León 70 64
Oaxaca 487 625
Puebla 484 797
Querétaro 67 156
Quintana Roo 74 50
San Luis Potosí 141 178
Sinaloa 441 2 711
Sonora 120 641
Tabasco 98 155
Tamaulipas 122 263
Tlaxcala 129 179
Veracruz 610 1 121
Yucatán 148 142
Zacatecas 223 230

Total nacional 7 406 17 656


FUENTE: Anuario estadístico 1997, INEGI

ASPECTOS SOCIALES
Los aspectos de índole social que merecen resaltarse son muchos y los acuerdos que al respecto se tomen causan efecto en la buena marcha
de la agricultura; en primer término, la inconveniente distribución de los habitantes en el territorio. Por haber sido ya tratada, sólo se insistirá en ella
para referirse a la mayor densidad de población de las zonas centrales, incluyendo los valles de México, Tlaxcala, Toluca y Puebla, y el estado de
Morelos. El Bajío, las zonas prósperas de Jalisco y Michoacán, y que se conserva una baja densidad demográfica en ambientes tropicales del
llamado sureste y las costas del sur, lo mismo que en los áridos norte y noroeste.
En segundo término, ante nosotros se lleva a cabo, en forma acelerada, el incremento de la población urbana que priva de brazos al medio rural,
acumulando en las ciudades elementos que, en muchas ocasiones, no producen utilidad económica. Los relativamente bajos precios de garantía
de algunos productos agrícolas; la especulación y el acaparamiento de las cosechas por poderosos comerciantes; la falta de crédito
gubernamental, oportuno y barato para todos los ejidatarios y minifundistas; la ausencia de un sistema de transportes y vías de comunicación que
lleguen a todos los rumbos del país, se unen al bajo nivel de vida de la población rural y su escaso poder de consumo, determinando una lenta
mecanización de las labores y la no aplicación de métodos modernos en el campo.
Por otro lado, nuestra agricultura padece cada vez más de una dependencia estrecha respecto de las necesidades de productos agrícolas del
mercado mundial, sobre todo, del mercado estadounidense, lo que redunda en la utilización de buena parte de las mejores tierras para siembra de
algodón, tomate, café, piña o plátano, que son vendidos a precios muy variables. Se nota, por tanto, una especialización de la agricultura en pocos
productos, particularmente en los de exportación o en los que forman la base alimenticia del pueblo.
Perjudica también a la agricultura la reaparición del neolatifundismo, que acapara o renta tierras en distritos de riego, y aun en zonas de temporal
con el pretexto de utilizar la tierra para fines ganaderos.
La falta de una flota mercante que hiciera posible llevar con rapidez las cosechas a distantes países y traer aquellos artículos que resulta caro
producir en México es otra causa de nuestra dependencia respecto de la economía de Estados Unidos de América.
Es notoria también la necesidad de planificar, en la mejor forma posible, la agricultura nacional; sobre todo, la del sector ejidal, uniendo quizá a
los campesinos en un sistema de trabajo cooperativo, adecuado a las necesidades de México.
Jerarquía especial corresponde al problema de la emigración de braceros a Estados Unidos de América y la migración temporal interna para
recoger las cosechas de plantaciones y otros cultivos comerciales de los distritos de riego del noroeste, norte y noreste, de Veracruz y Chiapas. El
bracerismo se derivó parcialmente del aumento de población en México, pero fundamentalmente es un producto de la disminución en el ritmo de la
reforma agraria durante la Segunda Guerra Mundial y después de ella; de los bajos salarios que se pagan en el campo; del caciquismo todavía vivo
en varias regiones de la república, y, en suma, se debió al deseo de los campesinos de mejorar su situación material yendo al extranjero.
Después de la última guerra, México perdió miles de ciudadanos que pasaran a establecerse en Estados Unidos de América. En ocasiones,
cruzaron la frontera varios centenares de miles de campesinos anualmente, de los cuales muchos no regresaron. A partir de 1954, nuestro vecino
ha ido prohibiendo, cada vez más, el paso de braceros. El número de los llamados "espaldas mojadas" ha aumentado notablemente los últimos
años, a pesar de la oposición de los campesinos estadounidenses para que se emplee la mano de obra mexicana.
En 1998, según datos incompletos, pasaron a Estados Unidos de América más de un mil1ónde braceros indocumentados, en su mayoría
devueltos a México. Es conveniente aclarar que el fenómeno del bracerismo ocurre en muchas partes del mundo y, por ejemplo, en Europa,
millares de portugueses, africanos o turcos se trasladan cada año para trabajar en las minas y fábricas de Francia, Bélgica, Alemania, España y
otros países industrializados.
Cambios sociales y leyes importantes en la agricultura
El acontecimiento más importante del siglo XX en la agricultura mexicana fue, sin duda, la reforma agraria, o sea, la distribución de tierras, antes
bajo el sistema de haciendas o latifundios (que durante la época porfirista abarcaban más de 90% de las tierras laborales) a ejidatarios o pequeños
propietarios. De 1915 a 1980 se repartieron cerca de 98 mil1ones de hectáreas a poco más de 3 mil1ones de integrantes de los ejidos o
propiedades menores. El gobierno del general Cárdenas se distinguió principalmente por el reparto de tierras, pues entregó aproximadamente 17
millones de hectáreas.
En la organización de los ejidos se han señalado defectos graves, derivados de la misma pobreza en que viven las masas campesinas y que se
refieren a la falta de crédito barato y rápido; control de la cosecha por agiotista s e intermediarios; insuficiencia de la superficie adjudicada (sobre
todo, en el centro del país) a cada jefe de familia; venta y renta de parcelas; falta de técnica apropiada; excesiva división parcelaria y subocupación
crónica. No obstante, es patente que el régimen ejidal es la base de 1a agricultura mexicana, porque abarca el mayor número de productores;
porque rinde más por hectárea, en muchos casos, que la propiedad privada; porque trabaja con 60% de los gastos que requiere la producción en
superficies privadas y abarcó más de 55% de los terrenos sembrados en el país.
La Ley Agraria de 1992 estableció que el ejidatario puede aprovechar su parcela directamente o conceder a terceros (ABB) su uso o usufructo y
también podrá unir sus derechos "a la formación de sociedades tanto mercantiles como civiles "sin perder su calidad de ejidatario. Hasta 1999, el
sistema ejidal se conserva como el más importante dentro de la estructura agraria nacional, pero la pequeña propiedad agrícola de riego abarca
150 si se destina al cultivo de algodón; 300, al de plátano, café, caña de azúcar, agave, etc. Su equivalencia en tierras de temporal será de 1:2, y
de 1:8 en terrenos áridos de monte o agostadero.
Sin embargo, es necesario indicar que los ejidos (alrededor de 22000 en todo el país) solamente podrán llegar a tener igualdad de circunstancias
respecto de las nuevas grandes propiedades, sobre todo lo que se refiere a la mecanización, combate de plagas y mejoramiento de los sistemas de
cultivo, cuando dispongan de recursos suficientes. De lo anterior surge esta diferencia: el mejoramiento de los ejidos redunda en beneficio de miles
de campesinos y sus familias, en comparación con la minoría que controla las tierras de propiedad privada constituidas por latifundios de temporal,
o acumulando tierras dé riego. Si los ejidatarios forman el núcleo principal de la agricultura mexicana, incluso sin contar con mayores recursos, es
de pensar en que unidos en cooperativas o asociaciones agrícolas modernas habrán de superar en mucho las metas actualmente logradas, porque
el amor a la tierra es mucho mayor en quien la trabaja con su propio esfuerzo.
PANORAMA AGRÍCOLA
Las cifras de producción agrícola son, por sí solas, reveladoras de] progreso alcanzado en esta rama de la economía a partir de 1910. En esta
época, el latifundismo predominaba como sistema de explotación de la tierra y la casi totalidad de la superficie de labor pertenecía a un ridículo
porcentaje de grandes hacendados. Para el momento en que comenzó la revolución armada, México contaba con escasos 15 millones de
habitantes, si se le compara con los finales de 1998, en que fue de aproximadamente 96 millones.
La superficie de labor en 1990 abarcó, según el censo, 23.2 millones de hectáreas, que comprenden cerca de 3.5 millones de riego y, el resto, de
temporal. La zona estadística del centro (que está constituida básicamente por el centro-occidente y el centro-este) contaba con 6.6 millones de
hectáreas de labor (28.7 %); a continuación viene la zona norte (5.3 millones); después la del sur, que disponía de casi 3.7 millones de hectáreas, y
la del Golfo de México, que comprende 3.9 mil1ones; el noroeste tenía 2.6 millones de hectáreas de tierras de labor.
En lo referente a la superficie cosechada en el país, ha aumentado, pero no supera 94% de las tierras sembradas. Si se lleva a cabo una
comparación histórica de las tierras cosechadas en los años posteriores a la Revolución, se advierte que en 1929-1933 alcanzó 5.3 millones de
hectáreas, cifra que aumentó hasta 10.4 millones en 1954-1958 y en 1998 alcanzó los 20 millones de hectáreas, o sea, casi un aumento de 377%
sobre el total de terrenos cosechados hace 70 años. Por lo que a tierras de temporal se refiere, la superficie cosechada en 1998 fue de 15.3
millones de hectáreas.
En un panorama por orden de estados, podría verse que los principales por la superficie de tierras de labor y cosechadas en la república son, en
cuanto a terrenos de temporal, los siguientes: Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Chiapas, Chihuahua y Puebla.
Desde Juego que la productividad varía notablemente y, por tanto, la importancia agrícola no debe estimarse sólo por el número de hectáreas
cultivadas, ya que, como se verá más adelante, los más altos valores en la producción agrícola se obtienen en los estados que poseen los más
grandes distritos de riego: Sonora, Baja California, Sinaloa, Chihuahua, Tamaulipas, La Laguna, partes del centro y del sur, o un mejor régimen de
lluvias y temperaturas en todo el año, es decir, el mejor temporal; tal es el caso de varias regiones de Veracruz, Jalisco, El Bajío, Nayarit, los valles
del centro-este, Chiapas y otras entidades.
Productos agrícolas importantes
La agricultura mexicana abarca numerosos productos que muestran la gran variedad de cultivos en la república. Sin embargo, algunos artículos
son la base de esta actividad económica porque, por un lado, constituyen la mayoría de la alimentación popular y, por otro, sirven en forma
sustancial a la exportación que aporta grandes ingresos. Entre los primeros, debe mencionarse principalmente el maíz, que consume la mayor
parte de la población, sobre todo en el centro, sur y oriente del país. En los últimos años, más de la mitad de todas las tierras de cultivo fueron
sembradas de maíz y se han aumentado notablemente para evitar en absoluto su importación, lo que ya se logra, así como la exportación de
excedentes.
Además del maíz, son de primordial importancia para la alimentación el arroz, caña de azúcar, garbanzo, frijol, trigo, chile, avena y otras
legumbres y frutales. En forma especial debe destacarse el sorgo, que sirve para alimentación de especies animales.
Los rendimientos de esos productos agrícolas básicos son menores que en los de países desarrollados o de aquellos del oriente que los cultivan
en forma intensiva. En México el rendimiento por hectárea de maíz es de 2340 kg; el de trigo, 4960; 3320, en el caso del sorgo y 590, en el de frijol.
El trigo es básico en la alimentación de los habitantes del norte, centro y noroeste del país, habiéndose conseguido una producción que satisface
ya las necesidades internas y hace posible enviar reservas al extranjero. Por otro lado, el frijol es también importante artículo alimenticio, cuyo
cultivo se extiende en muy diversas regiones.
Se exporta y, al mismo tiempo, se consume en cantidad apreciable, dentro del territorio nacional, la producción de algunas plantaciones
tropicales, como el plátano y la piña. El cacahuate, el melón y otros productos obtenidos principalmente en distritos de riego con verano caluroso
sirven también al consumidor nacional y para exportación.
EXPORTACIÓN Y NÉCESIDADES INTERNAS
Como es natural, la inestabilidad de los precios que alcanzan los productos de exportación mexicanos, principalmente algodón, café y henequén,
son factores negativos, no sólo por lo que se refiere a los ingresos provenientes de su compra en el extranjero, sino también porque altera la
distribución de la agricultura nacional, ya que en época de crisis económica en que no se puede vender toda la producción, se procede a reducir las
áreas destinadas a estos productos. ,
En la actualidad, se señala la conveniencia de restringir en forma permanente la superficie dedicada al cultivo del algodón y a evitar que se
incremente la ocupada por cafetales y plantas de henequén, pues el nivel de los precios no depende de los productores mexicanos, sino de causas
externas y, por tanto, sólo debe producirse un volumen tal que satisfaga las necesidades internas, concretándose a proporcionar ingresos por
concepto de exportación, dentro de los límites reales del mercado internacional.
Esto impediría que se acumularan excedentes sin venta inmediata, lo que ocasiona graves pérdidas a los productores e instituciones de crédito.
Deben ser las necesidades internas y los requisitos de un comercio exterior, basado en circunstancias seguras, lo que norme la distribución de la
agricultura.
El hecho de que varios productos dominen el panorama de la agricultura nacional no debe conducir a la subestimación de diversos artículos que
merecen hacerse resaltar como coadyuvante s al desarrollo general, y que tienen importancia, tanto para la exportación, como para el incremento
de industrias en el territorio mexicano: cacao, fresa, cítricos, cebada y algunos otros menos importantes.
ÁREAS DE LOS PRINCIPALES CULTIVOS
Es útil hacer notar el hecho de que alrededor de 52% del territorio nacional lo abarcan las tierras áridas, desérticas o semidesérticas, en donde la
agricultura sólo es posible mediante la construcción de obras de riego. Las lluvias son insuficientes en 30.5% de la superficie total, por lo que se
requiere, en muchas ocasiones, del riego, en tanto que 10.5% integra e! conjunto de regiones semihúmedas, en las cuales las lluvias, casi siempre,
bastan para obtener cosechas de temporal (sería necesario regar las tierras cada año a pesar de que las sequías serias ocurren sólo cada cinco o
seis años, impidiendo que se recoja el volumen normal).
Finalmente, 7% del país se encuentra ocupado por tipos climáticos donde la lluvia es suficiente para que las cosechas de temporal sean siempre
seguras, pero donde el riego de auxilio es oportuno en la época de sequía y subsana las deficiencias de precipitación pluvial. Estas últimas
regiones, como en ciertas zonas ecuatoriales, y que sufren un periodo de sequía de primavera, se encuentran en diversos estados de la república,
casi exclusivamente en el este-sureste: el norte y oriente de Chiapas y sur de Tabasco, recodo del Soconusco en la propia entidad chiapaneca,
comarcas aisladas del sureste de Veracruz y la costa de Nayarit.
Los sitios que se señalan por su abundancia de lluvias casi anualmente son propios para siembras de temporal bastante seguras, o sea, 10.5 %
del Territorio mexicano ocupa diversas partes aledañas a las tierras mencionadas en último término, o bien, en costas de ambiente tropical a orillas
de los océanos: la cuenca del Papaloapan, las huastecas en San Luis Potosí y Veracruz, el norte de Tabasco, regiones bajas y medias de Nayarit,
Calima y Jalisco, principalmente. Se considera que en toda la república 3 millones de hectáreas laborables no requieren riego, pero sí obras de
drenaje y protección contra inundaciones.
En el resto del mapa nacional conviene utilizar, en la mayor medida posible, las corrientes de agua para riego, pues en muchas porciones de El
Bajío y los valles del centro de la república podría evitarse la inseguridad de unas lluvias que, en ocasiones, son normales, y a veces
completamente insuficientes.
La necesidad de obras de riego para los cultivos en el norte de Zacatecas y San Luis Potosí, en Coahuila, Nuevo León, Chihuahua, Tamaulipas,
Baja California, Sonora y el norte de Sinaloa, además de los valles bajos y planicies de Durango, y también diversos sitios aislados de Jalisco,
Guanajuato, México, Hidalgo, Michoacán, Guerrero, Querétaro, Oaxaca y Puebla es obvia, y la existencia de distritos principales de riego
dependientes de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación en dichas zonas así lo demuestra.
Posteriormente, se hará mención de las regiones agrícolas nacionales; pero es de gran significación precisar igualmente diversas áreas donde
se localiza la producción de cada uno de los principales productos agrícolas, sobre todo los cereales, caña de azúcar, frijol y los productos de
exportación más notables.
FACTORES NATURALES Y CULTIVOS PRINCIPALES
Como se sabe, el maíz es una gramínea que se adapta a muy diversos tipos de clima, desde el tropical y el templado con veranos calientes,
hasta el extremo de acentuada sequía y cambios fuertes de temperatura. Por lo cual se le encuentra desde las planicies de Tabasco hasta las
sierras madres y los altos valles, y su cultivo alcanza hasta aproximadamente 3000 m sobre el nivel del mar. Es preferentemente una especie que
depende del temporal, aunque tiende a sembrarse en las zonas de riego, donde puede dar mejores resultados.
Entre las principales regiones se mencionará la parte media y sur de Veracruz, lo mismo que las zonas de altura regular en Nayarit y Jalisco, el
centro de Guerrero y el valle central de Chiapas. La vieja comarca de El Bajío sigue conservando un lugar importante en producción de maíz, al
que acompañan otros cereales. También son notables los valles de Toluca, Puebla y México, y amplias porciones en el centro y sur de Sinaloa, el
valle del Yaqui, el sur de Zacateca s y valles centrales de Jalisco y Oaxaca. En realidad, no hay estado de la república donde no se cultive maíz, en
mayor o menor proporción (véase fig. 9.2).
La siembra de frijol es también una de las más ampliamente difundidas. Constituye, junto con el maíz, el producto básico de alimentación y ha
sido apreciado, al igual que este último, desde antes de la conquista. En casi todo el territorio el frijol se entrevera con el maíz, o se destinan
parcelas especialmente para este cultivo, sobre todo, en la tierra llamada de temporal. La propia zona de El Bajío, desde Guanajuato hasta
Michoacán y Jalisco, es gran productora de frijol, lo mismo que las zonas centrales de Zacatecas, Durango y Puebla, la costa del golfo de Veracruz
y Tabasco, casi todo Sinaloa y La Laguna, habiéndose incrementado en el bajo río Bravo, el valle central de Chiapas, las áreas de regadío del
estado de Chihuahua, etcétera (véase fig. 9.3).
El trigo, hasta hace pocos años, no había recibido impulso conveniente y se restringía a comarcas muy aisladas. Pero actualmente su cultivo se
ha superado notablemente, aunque las regiones en que se cultiva están localizadas en el clima de relativa sequía (en el centro del país) o de
carácter netamente desértico, donde las obras de riego suplen la falta de precipitaciones pluviales. El trigo se adapta también, en tierras de
temporal, al tipo de suelos y al clima; por ejemplo, en los altos valles de Puebla, Toluca y México, y en los terrenos de menor altura de El Bajío y
zonas orientales de Coahuila y centro de Nuevo León, preferentemente.
Sin embargo, los mayores rendimientos y el volumen más alto de producción en cifras absolutas se obtiene con riego en el valle del río Yaqui, y,
en menor proporción, en el Mayo y Fuerte. En La Laguna ha sido el cultivo tradicional, aunque en los últimos tiempos ha compartido su importancia
con el algodón. Lo mismo sucede en el valle de Mexicali, donde se podría sembrar en proporción mucho mayor, reduciendo las superficies
dedicadas a la fibra.
Fig. 9.2. Regiones de cultivo de maíz y frijol

La introducción de variedades mejoradas de trigo, que se adaptan a las


condiciones locales, al igual que el perfeccionamiento en su cultivo, ha hecho
que este cereal se obtenga hoy en cantidades mucho mayores por hectárea
que hace 20 años y su consumo aumente en proporción igual. Muchos de los
valles y territorios montañosos del centro y norte y también de Oaxaca
pueden convertirse en mejores zonas trigueras de temporal o mediante riego
(véase fig. 9.4).
Otros tres cereales de gran importancia, aunque de diferente modo de
utilización, son el sorgo, la cebada y el arroz. El primero ha alcanzado enorme
producción, principalmente, en el bajo valle del Bravo, en Tamaulipas, así
como en otras zonas similares por su clima en el noroeste y norte del país.
Por su parte, la cebada se concentraba en los tres grandes valles de la zona
centro-sur; el arroz ha adquirido preponderancia en regiones de clima tropical
o subtropical, y depende, en ocasiones, del riego. La parte baja de la cuenca
del río Papaloapan, el centro de Morelos y sur de Puebla, norte de Sinaloa y
centro de Michoacán sobresalen como zonas primordiales por lo que se
refiere al arroz palay (con grano aún no descascarado).

Fig.9.3. El cultivo de frijol es de gran importancia en las regiones de la República


Mexicana.

También son de interés diversos sitios en La Chontalpa y centro de Veracruz, Colima, sur de Nayarit, el valle del río Culiacán, el norte de Oaxaca y
la costa de Guerrero.
Conviene recordar que las grandes empresas industriales que transforman el trigo y el arroz, en forma más amplia que e! maíz, se encuentran
situadas cerca de las regiones de producción y de consumo y envían e! grano a distancias considerables. En la zona del Yaqui, en La Laguna, El
Bajío, México y Puebla hay importantes molinos de trigo y silos para almacenar el producto. Igualmente, en Los Mochis, Jojutla, Apatzingán, el
Papaloapan y el Yaqui hay plantas donde se descascara y beneficia el arroz; también la harina de éste se utiliza como materia prima industrial.
Entre los cultivos que se consumen básicamente dentro de las fronteras nacionales deben mencionarse los cítricos, sobre todo la naranja. Las
regiones productoras se distribuyen primordialmente en partes aledañas a la Sierra Madre Oriental, desde Nuevo León (Montemorelos) hasta San
Luis Potosí, Puebla y Veracruz, además de grandes extensiones de plantíos en e! centro de, Chiapas, Oaxaca, Yucatán y Michoacán, región media
de Sonora, Jalisco y Guerrero (véase fig. 9.5)
Fig. 9.4. Regiones de cultivo de trigo y plátano

Fig. 9.5. Regiones de cultivo de naranja y arroz.


En los últimos años se ha intensificado en gran manera el cultivo de la vid para producción de
vinos, y ha ganado merecida fama, no sólo dentro del país, sino también en el extranjero,
Anteriormente se limitaba a la zona de Ensenada-Santo Tomás, Parras y Saltillo; en tanto que hoy
existen magníficos viñedos en el sur de Chihuahua (Ciudad Delicias), Aguascalientes, Guanajuato,
Guerrero, San Luis Potosí, Querétaro y sur de Baja California (véase fig., 9,6),
El aguacate es un producto del trópico y subtrópico. Da magníficos rendimientos en Michoacán,
Veracruz, Tabasco, Yucatán, San Luis Potosí, Guerrero, Oaxaca, Morelos y el sur del estado de
México. Otra fruta de clima caliente es la sandía, a la que se han destinado extensiones
considerables en Jalisco, Sinaloa y Guerrero. El clima templado de las zonas montañosas de altura
considerable, en las porciones norte y centro de la república, hace que éstas se distingan por su
producción de manzana y durazno (Sierra Norte de Puebla, Estado de México, Chihuahua,
Michoacán, etcétera).
El chile y la papa son productos de gran importancia para el consumo interno. El cultivo del chile
se difundió desde antes de la Conquista y, en la actualidad, predomina en el sur de Zacatecas,
Aguascalientes, Guanajuato y oriente de Jalisco, aunque son regiones importantes el valle y sur de
Puebla, centro de Veracruz y Oaxaca, Sinaloa y el norte de Michoacán y Guerrero. En México se
producen muy numerosas variedades de chile. Respecto de la papa, es un tubérculo de clima
templado o frío y en cuya producción sobresale el centro del país (Guanajuato, Hidalgo, Tlaxcala,
México y Puebla y regiones montañosas del norte, en Chihuahua, Durango y Sonora). Debe
advertirse que también el cultivo de la papa se ha extendido a todos los sitios de clima y suelo
apropiado, en la zona central de Chiapas, Sinaloa, Jalisco y Michoacán.
Fig. 9.6. La uva se cosecha principalmente en
zonas de clima mediterráneo, como Baja California.

La caña de azúcar es una de las plantaciones tropicales de más grande interés para la agricultura mexicana. Su expansión, en los últimos
decenios, ha sido espectacular, aunque fue introducida desde la época colonial en las Regiones sur y oriente de la Nueva España (véase fig. 9.7).
El mercado interno hace años que está saturado; sólo el alto precio relativo impide que haya mayor consumo en la república; por tanto, se
cuenta con amplios excedentes para exportar, y queda la cuota sujeta al Convenio Internacional del Azúcar. Algunos de los ingenios nacionales
cuentan con maquinaria moderna y funcionan adecuadamente; pero muchos otros, en las entidades menos adelantadas, no están en condiciones
de responder ajas necesidades de la industria moderna.

En nuestro país existen condiciones casi perfectas para el cultivo de la caña


tanto en zonas de clima netamente tropical, como en otras de transición al
clima seco. En algunos casos es suficiente el agua de lluvia, pero en una parte
de las comarcas cañeras se utiliza también el riego como auxilio en la época de
crecimiento de la planta.
Entre las áreas tropicales con importantes plantaciones de caña de azúcar
debe mencionarse a porción baja de la cuenca del Papaloapan, en Veracruz, y
en general, la zona central de dicho estado, hasta los valles aledaños a
Córdoba y Orizaba partes centrales de Tabasco, Colima y Nayarit, además del
centro y sur de Jalisco y Michoacán. Hay también importantes extensiones en
las huastecas potosina, hidalguense y veracruzana, y por otro lado, se debe
señalar la amplia zona de Morelos y sur de Puebla, con caracteres
subtropicales. En Los Mochis y Culiacán (Sinaloa) y El Mante (Tamaulipas), el
clima de verano caluroso es propicio para obtener magníficas cosechas
mediante el' riego en extensión significativa. Comúnmente, la caña puede
Fig. 9.7. El cultivo de la caña de azúcar es importante en las regiones de clima
verse en todas las entidades costeras al sur del Trópico de Cáncer y en los cálido
oasis de Baja California Sur,

Las empresas industriales que muelen la caña y producen azúcar, mieles y alcohol se han establecido junto á las regiones productoras, y por ello
no sorprende que los mayores ingenios del país sean los de San Cristóbal y El Potrero (Veracruz); Zacatepec (Emiliano Zapata) en Morelos; El
Mante y Los Mochis; Atencingo, en el sur de Puebla, y otros en Jalisco, Michoacán y Veracruz (véase fig. 9.8).
Otros productos de interés externo e interno
Dentro de este grupo de productos agrícolas que sirven tanto al consumo interno, como a la exportación, aunque su peso específico sea menor
que el correspondiente al café, jitomate, henequén o algodón, es conveniente mencionar el garbanzo (véase fig. 9.9).Su consumo entre la
población mexicana es todavía reducido, comparativamente, dando margen a un excedente que se exporta sobre todo a España y otros países
europeos. El clima de caluroso verano en El Bajío y los valles de Sonora y Sinaloa son magníficos para obtener buenos rendimientos,-de tal
manera que México es uno de los principales productores de garbanzo en el planeta.
Las regiones donde se cultiva el tabaco de mejor calidad comprenden las vertientes exteriores de las cadenas montañosas, con marcada
influencia tropical, tanto en los terrenos ondulados de Nayarit y norte de Oaxaca, como en diversas porciones de Veracruz, Guerrero y Chiapas.
Tienen fama los tabacos de San Andrés Tuxtla, Córdoba y las huastecas, que compiten con la mayor producción absoluta de Nayarit, Oaxaca y
Simojovel, en Chiapas. La variedad y gran calidad del tabaco mexicano hacen que sea objeto de exportación, aunque en escala muy reducida por
el creciente consumo interior.

Fig. 9.8. Regiones de cultivo de caña de azúcar y papa.

Fig. 9.9. Regiones de cultivo de tomate y café.

El plátano es otro cultivo tropical que, durante algún tiempo, fue presa codiciada de las empresas exportadoras. Su cultivo se introdujo por los
españoles en las tierras de América y encontró condiciones muy buenas para su desarrollo en casi todas las regiones húmedas al sur del Trópico
de Cáncer. La producción se incrementó principalmente en la época de las plantaciones, cuando fuertes intereses extranjeros se movían para
producir y exportar el plátano.
Sin embargo, las modificaciones que introdujo la Revolución impidieron que México llegara a ser subsidiario en la agricultura como sucede hasta
la fecha en otros países- de los grandes monopolios, como la United y la Standard Fruit, a pesar de que con ello se lesionó la exportación de este
producto y su precio en el mercado internacional depende también de los niveles en el extranjero. El consumo del plátano en México es cada vez
mayor, y existe un activo comercio, sobre todo hacia las zonas de mayor población.
El cultivo del plátano, limitado en sus rendimientos por las numerosas plagas, entre ellas el "mal de Panamá" y trastornos de índole natural
(huracanes e inundaciones), se ha extendido en casi toda la región costera y de altura media de Veracruz y Nayarit, en las costas de Jalisco,
Oaxaca, Michoacán y Guerrero, además de las viejas comarcas productoras de la costa chiapaneca y de! centro de Tabasco, que han sido, junto
con e! norte de Veracruz, las entidades exportadoras de plátano. En el norte de Oaxaca, en Morelos y el sur del Estado de México, en sitios con
clima subtropical, se cosecha también plátano, aunque en proporción reducida, junto con frutales, como mango, aguacate y mamey.
El cacahuate y el cacao pertenecen a la misma categoría de productos que han tenido importancia en el comercio interno y cuya significación en
el conjunto de las principales mercancías que se exportan es bastante variable respecto de un año a otro. El primero tiene posibilidades de
crecimiento en gran escala. Le es propicio el clima de verano caluroso que predomina en la zona central y occidental de la república; pero se ha
visto circunscrito a determinadas zonas, por los problemas que acarrea la falta de agua, que se remedia con el riego en el norte y noroeste.
Grandes productores de cacahuate son los valles centrales de Nayarit, Jalisco, San Luis Potosí, Estado de México, el norte de Guerrero, More!os y
sureste de Puebla, además de plantíos en distritos de riego del norte de Sinaloa, valle de! Conchas en Chihuahua, diversas partes de Sonora,
Tamaulipas y Yucatán.

Por su parte, el cacao encuentra en México zonas tropicales que serían


favorables para una multiplicación de cultivo, si el precio de este producto
no tuviera bajas periódicas en e! mercado internacional. En realidad, la
región cacaotera abarca el centro y sur de Tabasco y los municipios
cercanos a Pichucalco, en el norte de Chiapas, de donde sale buena parte
del que se consume en el país o se exporta a Estados Unidos de América
(véase fig. 9.10). Pequeñas explotaciones existen también en el Soconusco,
Chiapas y en los valles centrales de Veracruz, igual que en Yucatán,
Campeche, Oaxaca, Nayarit, y otros sitios de condiciones semejantes. La
importancia de México como exportador de cacao ha venido descendiendo,
sobre todo por las consecuencias que acarreó el descenso en la calidad y el
intenso cultivo en las plantaciones de Ghana, Guinea, Nigeria, Brasil y otros
países. Se abastece totalmente el mercado interno, pero tierras que podrían
aprovecharse para la industria cacaotera se siembran con otros artículos
sujetos a menos fluctuaciones en los precios del Mercado internacional.
Fig. 9.10. Cosecha de cacao, en Comalcalco, Tabasco

Casos concretos de otros cultivos


Respecto de la agricultura, principalmente la dedicada a satisfacer mercados exteriores, hay otros productos como el jitomate y las legumbres.
Esto no quiere decir que no exista consumo interior, pues se lleva a cabo en escala creciente y sólo está limitado por el bajo nivel de vida de la
población y la falta de industrias en número suficiente. Estos productos representaron, en 1996, más de 2.5% del valor de los artículos de
exportación nacional, y por la cuantía del precio de su cosecha, en los últimos años, ocupan lugares importantes entre los 10 primeros cultivos
agrícolas del país. El café crudo en grano es decisivo y las 1000 hectáreas que se sembraron con dicha planta tuvieron en el mercado un valor de
un tercio respecto del maíz, a pesar de que éste abarcó una superficie cercana a los 9 millones de hectáreas. En 1996 la producción tuvo un valor
de 3163 millones de pesos en el caso del algodón, contra 25 859 del Maíz

Un caso especiales el que se refiere al henequén, planta perfectamente


adaptada al suelo y clima del centro y sur del Estado de Yucatán y
pequeñas áreas aledañas de Campeche, pues la estructura porosa y e!
suelo laterítico del terreno hace posible la absorción del agua y su
almacenamiento en depósitos subterráneos (véase fig., 9.11). También en
aspectos sociales, el cultivo henequenero representa un ejemplo Gráfico
de hasta dónde se utilizó a los trabajadores bajo un. Sistema
semiescIavista y semifeudal en la época del porfirismo (1877-1911). Tanto
la tierra como la maquinaria desfibradora del henequén estaban en poder
de la aristocracia local, también llamada la "casta divina", que exportaba
al extranjero el total de la producción. En la figura 9.12 se muestran las
regiones donde se cultivan tabaco, algodón y henequén.
El anterior estado de cosas persistió en gran parte hasta que el gobierno
del presidente Lázaro Cárdenas formó el llamado gran ejido para explotar
en forma colectiva y racional la planta.
Fig. 9.11.Plantío de henequén en el estado de Yucatán

Sin embargo, los antiguos propietarios consiguieron más tarde la devolución de la maquinaria para desfibrar y preparar el henequén. Ni siquiera
las empresas gubernamentales como Cordemex pudieron controlar el proceso de desfibramiento e incluso fue liquidada. Los bancos oficiales
continuaron manejando la producción de los ejidatarios, y por otro lado los precios en el mercado internacional se derrumbaron, debido a la
competencia de las fibras ahora producidas en África y Asia.
La región central del país produce cantidades importantes de jitomate, tanto en El Bajío como en el estado de Morelos, sureste de Puebla y
centro de Hidalgo, extendiéndose hasta los valles de San Luis Potosí, sur de Zacatecas y centro de Veracruz. El que se cosecha en esas entidades
se destina principalmente a satisfacerlas necesidades de la población mexicana, en tanto que el tomate de las superficies productoras en el centro
y norte de Sinaloa, sur de Sonora y Tamaulipas, valle de Mexicali y partes aisladas del norte, es casi exclusivamente para su exportación a Estados
Unidos de América, en donde los precios son superiores a los que se pagan en México. En Tamaulipas, Sinaloa y Sonora la selección y empaque
de jitomate ocupa numerosa mano de obra, en buena proporción especializada, que controla rigurosamente la selección del producto.
El café es una planta que procede de África y su introducción en América data también de la época colonial. Encontró aquí un medio excelente
para propagarse y, en los tiempos modernos, se producen cafés de muy alta calidad que compiten con ventaja en el mercado externo. Debe
señalarse que, al mismo tiempo, diversas tierras tropicales de las costas se significan por su café de mediana o baja calidad, destinado al comercio
interior. Las zonas de altura media en el trópico son las que rinden cosechas de más alta calidad, poseyendo un clima de temperaturas
constantemente altas y con abundante lluvia durante el verano y otoño; desde alturas de 200 m sobre el nivel del mar hasta no más de 1000,
encerradas dentro de valles y recodos montañosos que se encuentran protegidos de las inclemencias del tiempo que tantos daños ocasionan en
las planicies (en forma de sequías más prolongadas, fuertes vientos, inundaciones, etcétera).
PRECIOS VARIABLES DEL CAFÉ Y EL ALGODÓN
La región del Soconusco (Chiapas) es famosa por su café de calidad, tal vez insuperable. Se localiza al extremo sureste del estado, encuadrada
entre la frontera con Guatemala, la costa y las alturas de la Sierra Madre de Chiapas. Otras regiones importantes son los valles del centro de
Veracruz (Coatepec, Huatusco, Córdoba, estribaciones de la Serranía Norte de Chiapas, Pichucalco), valles en la Sierra Madre del Sur de Oaxaca
y Guerrero (sobre todo Pochutla, Villa Alta, Petapa) y las huastecas, tanto de San Luis Potosí, como de Veracruz, Puebla e Hidalgo. Menor
importancia tienen las zonas de Uruapan, norte de Oaxaca y sur de Nayarit, aunque Tabasco, Calima y Jalisco también producen café, pero en
cantidad reducida.

Fig. 9.12. Regiones de cultivo de tabaco, algodón y henequén.

Este producto de exportación se ve afectado en los periodos de crisis económica por la baja de los precios, fenómeno que ocasiona la ruina de
muchos propietarios de plantaciones, debido a los fuertes desembolsos que hacen en la cosecha, almacenaje y acarreo de! grano. La mejor salida
a esa situación de inseguridad consiste en el aumento del consumo interno, pero las compras son limitadas, por los altos precios en el mercado
nacional y por la mezcla que se hace del café con otros productos, como el azúcar.
El algodón es el ejemplo más patente de la influencia que ha tenido el desarrollo de una agricultura que depende de los mercados de
exportación, sobre todo estadounidenses, y, por lo mismo, se encuentra sujeta a los vaivenes de la economía mundial. Hace 20 años, el algodón se
sembraba en contadas regiones del país, no obstante que su cultivo viene desde antes de la conquista, época en que servía de materia prima
principal para confeccionar la ropa de los indígenas.
A partir de la Segunda Guerra Mundial se incrementó el área dedicada a esta fibra, coincidiendo con e! mayor consumo de los países
industrializados, pero debido a épocas de crisis económicas y a la creación de excedentes de algodón dentro de Estados Unidos de América, ha
experimentado alzas y bajas en los precios. Las consecuencias han sido tan graves en los últimos años, que amplias superficies de los distintos
algodoneros.se dedican ya a la siembra de cereales, hortalizas o frutales, para evitar la sobreproducción de algodón nacional.
México posee regiones donde es factible un cultivo algodonero de máxima calidad y alto rendimiento, especialmente en los distritos de riego con
clima de verano muy caluroso, invierno benigno y suelos aluviales donde la arena se ha mezclado con los depósitos acarreados por las corrientes
fluviales. Una de las más antiguas regiones dedicadas al cultivo del algodón es La Laguna; en la actualidad ya no ocupa el primer sitio al respecto,
pues se han desarrollado nuevas zonas que, por el valor de su producción, superan en ocasiones a aquélla; el valle del bajo Bravo (Matamoros) y
el valle del bajo Colorado, incluyendo partes del norte de Baja California y noroeste de Sonora.
La producción creció enormemente en los valles del Yaqui y Mayo, costa de Hermosillo y Caborca, Ciudad Delicias, Culiacán y valle del alto
Bravo (Ciudad Juárez), Santo Domingo y Los Planes (Baja California), norte de Nuevo León y diversos puntos en otros estados, como Chiapas. En
realidad, la creación de los distritos de riego en el norte y noroeste (algunos de ellos utilizan el agua de pozos) es lo que hizo posible el aumento de
las superficies dedicadas al cultivo del algodonero, en tierras de excelente calidad. El uso industrial del algodón dentro de nuestro país también se
encuentra limitado por el bajo nivel de vida de la población, que no puede adquirir los productos textiles en la cantidad deseada.
ZONAS AGRÍCOLAS
Resumiendo los mejores estudios publicados hasta ahora, se puede formar el panorama de las zonas agrícolas: de México (véase fig. 9.13),
agrupadas en zonas económicas que se describen en e! cuadro 9.3.

Fig. 9.13. Regiones agrícolas. (FUENTE: Atlas Tamayo, con modificaciones del autor.)

Cuadro 9.3. Zonas agrícolas de la República Mexicana.

Entidades que abarca Localidades de cada entidad Producción


Zona noreste
Baja California Valles de Mexicali, Tijuana, San Algodón, vid, trigo, alfalfa y hortalizas
Quintín, Guadalupe, Tecate y costa
de Ensenada
Baja California Sur San Jasé del Cabo, Todos Santas, Algodón, legumbres, trigo y forrajes
Las Planes, El Carrizal, Las Bledales
y valle de Santa Domingo.
Sanara Valles agrícolas del Yaqui, Mayo, Algodón, trigo, alfalfa, cítricos,
Altar Caborca, Guaymas y el de San ajonjolí, cacahuate, garbanzo y papa
Luis-Ría Colorada, Costa de
Hermosilla
Sinaloa Valle del Fuerte a región de Las Caña de azúcar, algodón, piña,
Mochis, Macarita, Culiacán, San garbanzo, alfalfa, ajonjolí, sarga,
Lorenzo, Piaxtla, Presidio y Baluarte cítricas y henequén
Zonas norte y noroeste
Coahuila Parte de la Comarca, Lagunera, Alfalfa, pastizales, tomate, algodón y
Sierra de Arteaga, Palestina, Nogal, trigo
Parras y Don Martín (que camparte
con el estado de Nueva León)
Chihuahua Delicias, Camargo, Jiménez, valle de Alfalfa, pastizales, algodón, trigo,
Juárez, Enríquez, Casas Grandes, cacahuate y papa
valles de las ríos: Santa María, El
Carmen y Palomas
Durango Parte de la Comarca Lagunera, Forrajes, tomate, algodón, trigo' y
Ceballos, valle del Guadiana y el naranja
valle de San Juan del Río
Nuevo León Dan Martín Montemorelos, Santiago y Limón, algodón, caña de azúcar,
riberas del ría Pelón y Galeana trigo' y naranja
Tamaulipas Bajo río Bravo,, Matamaros, San Tomate, algodón, caña de azúcar,
Juan, El Mante, Xicoténcatl, riberas henequén y naranja
de las rías Purificación y San
Fernando.
Zona centro-norte
San Luis Potosí La Huasteca, valle del Naranja, río Tomate, limón, caña de azúcar, piña,
Verde y Santa María, Ciudad Maíz café, naranja, cacahuate y plátano
Zacatecas Ría Grande, Trujillo, Sombrerete y Cereales, cacahuate, maíz y diversos
cañón de Juchipila productos tropicales
Zonas centro-occidente y
centro-este
Jalisco Ciénega de Chápala, Los Altos, Maíz, caña de azúcar, garbanzo,
valles de Ciudad Guzmán, Atoyac y plátano', aguacate, caco de agua,
ría Mascota frijol
Guanajuato El Bajío, regada par el ría Lerma y Maíz, frijol, chile, fresa, trigo',
sus afluentes frutales
Querétaro Extrema sur de El Bajío, valle de San Maíz, chile, olivo y frijol
Juan del Ría y vertiente interior de la
Sierra Madre
Michoacán Ciénega de Chápala, valle de Caña de azúcar, frutales, plátano,
Zamora, regiones de Morelia, olivo, trigo, papa, naranja
Zacapu, Querétaro, Uruapan y
Ciudad Hidalgo
Hidalgo Valle del Mezquital y de Tula, región Maíz, frijol, tabaco' en rama, ajo,
montañosa hidalguense y regiones caña de azúcar
de Meztitlán y Tulancingo
Zonas centro-occidente y
centro-este
México Valles de Toluca y de Atlacomulco, Maíz, frijol, camote, papa, frutales
Temascaltepec, Sultepec, norte de la
cuenca de
México, Texcoco, Chalco y
Amecameca
Puebla Valsequillo, Atlixco, Alto Atoyac, Maíz, caña de azúcar, papa, frutales,
Zahuapan, Valle de Tehuacán y café
Sierra de Puebla
Tlaxcala VaIles de Huamantla, Atoyac, Cereales, papa, forrajes
Zahuapan y Tlaxco
Distrito Federal Milpa Alta, Xochimilco y Tlalpan Cereales, forrajes, nopal, diversas
frutas, legumbres y flores
Morelos Zacatepec, Jojutla, El Rodeo, valles Cereales, frutas, miel
de Cuernavaca y Cuautla
Nayarit Costa nayarita, valle del bajo Tabaco, plátano, maíz, cacahuate,
Santiago y San Pedro, valle de Tepic, limón y piña
Matatipac y Balúa de Banderas
Zona centro-occidente
Colima Valle de Ticomán Limón, arroz, piña, caña de azúcar,
café, ajonjolí, coco de agua y plátano
Zona pacifico-su
Chiapas Gran Valle de Chiapas, Mezcalapa, Pastizales, limón, arroz, piña, caña
Soconusco, costa de Chiapas, de azúcar, trigo, henequén, tabaco,
serranías de Chiapas y Pichucalco plátano y café, calidad de
exportación
Guerrero Valle de Chilpancingo, Coyuca de limón, arroz, piña, café, ajonjolí,
Benítez, Costa Grande, Costa Chica tabaco, coco de agua y de aceite,
y parte de Tierra Caliente (que naranja y plátano
comparte con Michoacán)
Oaxaca La Cañada, valles centrales, norte del Maíz y otros cereales, piña, café,
Papaloapan, costa, valles altos de la trigo, ajonjolí, tabaco, coco de agua
Mixteca, la Chinantla y el istmo y plátano
Zona agrícola del golfo
Veracruz La Huasteca, Jalapa, Córdoba, Alfalfa, diversos pastizales, limón,
Orizaba, Sotavento, Papaloapan, Los jitomate, arroz, caña de azúcar, piña,
Tuxtlas y Coatzacoalcos maíz, café, ajonjolí, tabaco, naranja y
plátano
Tabasco Riberas de los ríos González, limón, arroz, caña de azúcar, piña,
Cunduacán, Grijalva, Usumacinta, cacao, café, ajonjolí, tabaco, naranja
Palizada y La Chontalpa y plátano
Zona península de Yucatán
Campeche Champotón y Escárcega Pastizales y forrajes, tabaco, naranja
y plátano
Quintana Roa Sólo alrededores de Chetumal Pastizales, maíz, forrajes y tabaco
Yucatán Regiones sur y oriente, que producen Principalmente henequén, además
la mayor parte del henequén del país de otros cultivos como caña de
azúcar, piña, cacahuate, tabaco,
maíz, naranja y plátano

GUÍAS DE AUTOEVALUACIÓN
Preguntas abiertas
Responda a los siguientes cuestionamientos
1.- Explica la diferencia entre agricultura de subsistencia y la de mercado.

2.- Explica tres problemas que enfrenta el desarrollo agrícola en nuestro país.

3.- Menciona cuáles son las alternativas de solución para subsanar la problemática de la producción ganadera.

4.- Comparando los datos de la producción pesquera nacional con la de los países desarrollados, ¿cree que es importante construir astilleros como
el principio detonador de un desarrollo económico de la región?

5.- De acuerdo a las cifras de la CONAFOR (Comisión Nacional Forestal) ¿cuales son las especies más rentables de la producción forestal?

6.- ¿Cuáles son las regiones donde deben habilitarse programas de explotación forestal?

7.- ¿Qué zona pesquera de nuestro país es la que tiene mayor participación en el PIB nacional?

8.- ¿Cómo se clasifican las pesquerías en nuestro país?

Opción múltiple
Elija la respuesta correcta
1.- ¿Qué zona pesquera de nuestro país es la que tiene mayor participación en el PIB nacional?
a).- La Zona I.- Desde las costas de Baja California hasta Nayarit
b).- La Zona II.-Desde las costas de Jalisco hasta Chiapas
c).- La Zona III.-Desde Tamaulipas y Veracruz
d).- La Zona IV.-Se extiende desde Tabasco hasta las de Quintana Roo
e).- La Zona V.- Comprende los recursos pesqueros de ríos, lagos, lagunas y presas.
2 ¿Cómo se clasifican las pesquerías en nuestro país?
a) Agrícolas, silvícolas y ganaderos.
b) Tradicionales, masivas y de importancia regional.
c) Golfo, Pacifico, litorales y península de baja California.
d) En recursos pesqueros de ríos, lagos, lagunas y presas.
2.-Los recursos forestales maderables pueden ser:
a) resinas, follaje
b) ceras, papel
c) abonos, vigas
d) tablas, celulosa
3.- Una de las razones que provoca corrientes de migración según Coll Hurtado
a) Por dedicarse a cultivos tradicionales
b) Por los distintos tipos de agricultura
c) Perdida de vitalidad en el campo
d) Competencia con los cultivos de forrajes.
4.- De acuerdo a los datos del SIAP, ¿Cuál fue la entidad que obtuvo el mayor número de cabezas de ganado porcino en el año 2000?
a) Sonora
b) Yucatán
c) Michoacán
d) Jalisco
e) Puebla

Falso-Verdadero
Responda FALSO o VERDADERO según sea el caso
1.- Los principales productos agrícolas son de ciclos perennes como el maíz, el frijol: __________
2.- Las regiones de mayor rendimiento agrícola son la Noroeste y la del Bajío: __________
3.-Los recursos forestales se clasifican en maderables y no maderables: __________
4.-Las zonas áridas de nuestro territorio son una fuente de recursos forestales: __________
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
 BASSOLS BATALLA, Ángel. 2002. Geografía socioeconómica de México: Aspectos físicos y económicos por regiones. Ed. Trillas,
México, pp. 184-223 (reim. 2005)
 JOHNSTON, Bruce y Mellor John. 1972. El papel de la agricultura en el desarrollo económico. En FLORES, Edmundo. “Desarrollo
agrícola”. Ed. FCE, México, pp.23-5
 FERNÁDEZ MÉNDEZ, José Ignacio. 2007. La pesca como disyuntiva ¿recurso natural a conservar o producción a fomentar? En
José Luis Calva (comp) Agenda para el desarrollo No. 14, Miguel ángel Porrúa, UNAM, H. Cámara de Diputados LX Legislatura
 Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera http://www.siap.gob.mx/ (Disponible en red) Fecha de revisión 8 Junio 2011.

Das könnte Ihnen auch gefallen