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Reflexiones sobre algunos aspectos importantes

del Código General del Proceso*

Jairo Parra Quijano

1. La función social del proceso

En el artículo 8 del Código General del Proceso, se dice: “Iniciación e impulso


de los procesos. Los procesos sólo podrán iniciarse a petición de parte, salv o
los que la ley autoriza promover de oficio.
“Con excepción de los casos expresamente señalados en la ley, los juece s
deben adelantar los procesos por sí mismos y son responsables de cualquie r
demora que ocurra en ellos si es ocasionada por negligencia suya”.
En el numeral 1 del artículo 42, del Código General del Proceso, se dice: “Dirigir
el proceso, velar por su rápida solución, presidir las audiencias, adoptar las
medidas conducentes para impedir la paralizació n y dilación del proceso y
procurar la mayor economía procesal.
El artículo 4 del Código General del Proceso titulado: “Igualdad de las partes” ,
dice: “El juez debe hacer uso de los poderes que este Código le otorga para
lograr la igualdad real de las partes”.
Además dentro de los deberes del juez, en el numeral 2 del artículo 42 del
Código General del Proceso, se dice nuevamente: “hacer efectiva la igualdad
de las partes en el proceso, usando los poderes que este Código le otorga”.
Esto ubica el Código General del Proceso como fenómeno social, es decir, y a
no se trata de la “divina igualdad” abstracta y capturada por la razón, con el
argumento de evitar las impresiones personales, sino todo lo contrario, de
tener en cuenta la realidad de las partes, lo cual se logra con el interrogatorio
exhaustivo de aquellas sobre el objeto del proceso y poder distribuir por
ejemplo la carga de la prueba, para evitar utilizar el sucedáneo de la prueba,
caso en el cual la sentencia se podría obtener sustentada en la verdad real. 1

*Memorias del XXXIII Congreso Colombiano de Derecho Procesal, septiembre de 2012.


En síntesis (y reténgase por un momento en la imaginación), se expresa
claramente el desplazamiento del proceso civil, desde su ubicación de un
“asunto de partes” (Sachen der parties), como se concibió en el proceso
típicamente liberal, hacia una “institución de interés social”. 2

2. El proceso debe tener una duración razonable

El tiempo del proceso perjudica al actor que tiene la razón, beneficiando en la


misma proporción al demandado que no la tiene y viceversa. 3
El artículo 121 del Código General del Proceso, regla: “Salvo interrupción o
suspensión del proceso por causa legal, no podrá transcurrir un lapso superio r
a un (1) año para dictar sentencia de primera o única instancia, contado a partir
de la notificación del auto admisorio de la d emanda o mandamiento ejecutivo
a la parte demandada o ejecutada. Del mismo modo, el plazo para resolver la
segunda instancia, no podrá ser superior a seis (6) meses, contados a partir d e
la recepción del expediente en la secretaría del juzgado o tribunal”.
“Una vez instaurado un proceso civil, el modo, el ritmo, el impulso del proceso
mismo son separados de la disponibilidad, inmediata o mediata de las partes,

1 Las reglas sobre la carga de la prueba tampoco pierden su razón de ser en un sistema que configure la
existencia de un deber de completud y de decir la verdad, tal como lo acabamos de definir y delimitar.
Este deber, en cuanto esté establecido y se lo haga observar, significará que el juez deberá recurrir con
menos frecuencia al auxilio de las reglas en cuestión para poder juzgar. Esto es una manifiesta ventaja,
porque no es nuevo el reconocimiento que esas reglas constituyen un mal menor, donde el optimun estaría
dado por la posibilidad de que el juez se forme en cada caso su propio convencimiento sobre la verdad o no
verdad de los hechos relevantes. El mal menor estaría dado, en cambio, o bien por la imposibilidad de juzgar
(el non liquet del juez romano), o bien por una decisión “según el estado de los autos” que deje
sustancialmente imprejuzgada la controversia. Sin embargo, echar mano de las reglas de distribución de la
carga de la prueba será útil y necesario en todos aquellos casos en los cuales tampoco la posibilidad de
valerse del instituto de parte, obligada a decir laverdad, sea capaz de ofrecer al juez una prueba convincente
de los hechos.
Esto podrá ocurrir siempre, no sólo cuando las partes mismas no tengan conocimiento, o un conocimiento
no completo de los hechos, sino también, en todos aquellos casos en los cuales las pruebas recibidas, y entre
ellas eventualmente las aseveraciones de las partes, no obstante el deber de decir la verdad y de completud
que éstas tienen, no logren fundar un convencimiento satisfactorio del juez, ni a favor ni en disfavor de uno
de los contendientes. Cappelletti, Mauro. Testimonio de la parte en el sistema de la Oralidad. Contribución
a la teoría de la utilización probatoria del saber de las partes en el proceso civil. Librería Editora Platense. La
Plata 2002, p. 381.
2 Monroy Gálvez, Juan. Estudio Preliminar. Código Procesal Civil peruano. Communitas. Lima, 2009.
3 No hay cómo negar que el tiempo del proceso perjudica al actor que tiene razón, beneficiando en la misma
proporción al demandado que no la tiene. De esa forma es eliminada la creencia del tiempo del proceso. A
partir del momento en que el tiempo del proceso pasa a ser admitido como carga, surge la consecuencia
lógica que no puede ser soportadopor el actor, pues esto sería lo mismo que el derecho de acción constituye
una carga que recae sobre aquel que accede al Poder Judicial. Guilherme, Marinoni. Derecho fundamental a
la tutela jurisdiccional efectiva. Palestra Editores. Lima 2007, p. 255.
y por consiguiente también de las maniobras dilatorias y retardatarias de
alguna de las partes, y reguladas en cambio por la ley misma con normas
absolutas, o bien –y más a menudo– por el juez con poderes discrecionales, e n
ejercicio de los cuales él podrá y deberá tener en cuenta las concretas
exigencias del caso, en un espíritu no de vejación, sino de activa colaboración
de las partes”. 4
El señalamiento de duración del proceso, aprestigia la justicia, protege al jue z
frente a aquellas partes que quieren demorar el proceso, con el fin de lograr
arreglos ventajosos frente a una parte que no puede soport ar un proceso de
duración indefinida o muy larga.
El artículo 2 del CGP, regla: “Acceso a la justicia. Los términos procesales se
observarán con diligencia y su incumplimiento injustificado será sancionado”.
El juez debe ser protagonista del “valor paz social”, el cual lo obliga con los
poderes otorgados a él, a dirimir el conflicto. En el inicio del siglo XX se acentuó
esta vocación del proceso, considerándolo un mal social (expresión de
Federico el Grande), que debía ser suprimido con la mayor economía y en el
menor tiempo posible. 5
El tiempo señalado para resolver, contribuye a la humanización de la justicia,
el ser humano no puede distraer su misión, en atender con ansiedad e
incertidumbre un proceso, sin tener claro cuando terminará. 6
El juez es un líder social dentro de lo que se llama la humanización del proceso,
y no puede perder ese liderazgo que es esencial para las verdaderas
democracias y el cumplimiento de los términos lo aprestigia así como el
incumplimiento lo desprestigia, pero siempre teniend o en cuenta la calidad de
sus providencias. Dentro de esa humanización de la justicia, ella, la justicia se
“desacraliza, volviéndose profana, asumiendo además de su función de pode r
del estado también una característica de servicio público costeado por el
contribuyente” 7 Claro que no debe perderse de vista, que el “consumidor de
justicia” la necesita de buena calidad.

4 Cappelletti, Mauro. La Oralidad y las Pruebas en el Proceso Civil. Ediciones JurídicasEuropa - América S.A.
1972, p. 125.
5 Alvaro de Oliveira, Carlos Alberto. Del Formalismo en el proceso civil. Palestra Editores. Lima, 2007, p. 150.
6 Se lee en la exposición de motivos de la Ley de Enjuiciamiento Civil de España, lo siguiente: “Ni la naturaleza
del crédito civil o mercantil ni las situaciones personales y familiares que incumbe resolver en los procesos
civiles justifican un período de años hasta el logro de una resolución eficaz, con capacidad de producir
transformaciones reales en las vidas de quienes han necesitado acudir a los tribunales civiles”.
7 Alvaro de Oliveira, Carlos Alberto, Op. cit. p. 154.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, se ha previsto en el inciso 2 del artículo
278 del C.G. del P., lo siguiente: “En cualquier estado del proceso, el juez deberá
dictar sentencia anticipada, total o parcial, en los siguientes eventos:
1. Cuando las partes o sus apoderados de común acuerdo lo soliciten, sea por
iniciativa propia o por sugerencia del juez.
2. Cuando no hubiere pruebas por practicar.
3. Cuando se encuentre probada la cosa juzgada, la transacción, la caducidad ,
la prescripción extintiva y la carencia de legitimación en la causa”.

3. Proceso oral y por audiencias

Se eleva a principio el proceso oral y por audiencias, y en efecto , en el artículo


3 del Código General del Proceso, se dice: “Proceso oral y por audiencias. La s
actuaciones se cumplirán en forma oral, pública y en audiencias, salvo las qu e
expresamente se autorice realizar por escrito o estén amparadas por reserva” 8
Cuando se habla de proceso oral, se debe entender que en él, debe habe r
concentración (art 5.), inmediación y contradicción (debido proceso artículo
14.)
Para que ello se cumpla, se ha establecido en el numeral 1 del artículo 107 del
CGP, lo siguiente: “Iniciación y concurrencia. Toda audiencia será presidida po r
el juez y, en su caso, por los magistrados que conozcan el proceso. La ausencia
del juez o de los magistrados genera la nulidad de la respectiva actuación.
“Sin embargo, la audiencia podrá llevarse a cabo con la presencia de la mayoría
de los magistrados que integran la Sala, cuando la ausencia obedezca a u n
hecho constitutivo de fuerza mayor o caso fortuito. En el acta de dejará expresa
constancia del hecho constitutivo de aquél.
“Cuando se produzca cambio de juez, que deba proferir sentencia en primera o
segunda instancia, quien lo sustituya deberá convocar a una audiencia especial
con el solo fin de repetir la oportunidad para alegar. Oídas las alegaciones, se
dictará sentencia según las reglas g enerales.

8 En elnumeral 5 del artículo 107 del Código General del Proceso. Publicidad. Las audiencias y diligencias
serán públicas, salvo que el juez, por motivos justificados, considere necesario limitar la asistencia de los
terceros.
Con relación a la concentración se ha dicho en el numeral 2 del artículo 107 del
Código General del Proceso: “Toda audiencia o diligencia se adelantará sin
solución de continuidad. El juez deberá reservar el tiempo suficiente para
agotar el objeto de cada audiencia o diligencia”.
Se establece en el numeral 7 del artículo 133 del CGP, como causal de nulidad:
“Cuando la sentencia se profiera por un juez distinto del que escuchó lo s
alegatos de conclusión o la sustentación del recurso de apelación”.

4. La efectividad

R. Jhering escribió: “El derecho existe para realizarse. La realización del


derecho es la vida y la verdad del derecho; aquélla es el propio derecho. Lo que
no pasa en la realidad, lo que no existe sino en las leyes y sobre el papel, no e s
más que un fantasma del derecho, no son sino palabras. Al contrario, lo que se
realiza como derecho es el derecho.” 9
El artículo 229 de la C. Pol. de Colombia dice: “Se garantiza el derecho de tod a
persona para acceder a la administración de justicia”.
No es suficiente ingresar, sino que ese ingreso debe ser efectivo. El hombre
tiende siempre a hacerse justicia por mano propia, pero la educación y el
ofrecimiento de un órgano judicial, pronto a dirimirle el conflicto y además que
en caso de tener razón la decisión será efectiva, es decir que será real, lo
tranquiliza y le permite desarrollar su misión en la tierra.
No hay cosa que más desprestigie la justicia, que la falta de efectividad de la
misma. Si por un momento pensamos que alguien ha logrado obte ne r
sentencia favorable después de adelantar un largo proceso ordinario y cuando
trata de que se cumpla, no hay manera de hacerla efectiva, porque el
condenado se ha insolventado, por ejemplo. Esa insatisfacción es muy grave
para la paz social, produce encono o violencia y por consiguiente el proceso no
ha cumplido su función.
Pero también, teniendo en cuenta el valor social y público del proceso, la
jurisdicción debe ampliarlo a sectores de la población, en forma horizontal por
decirlo en alguna forma. Es decir, el legislador lo mismo que el juez, no puede
ser un fugitivo de su tiempo y debe estar pronto a brindar a ciertos sectore s

9 Jhering, R. El Espíritu del Derecho Romano III. Op. cit. por Alvaro de Oliveira, p. 156.
procesos expeditos que les permita tener acceso teniendo en cuenta sus
condiciones a la jurisdicción.
Para lograr la efectividad de la justicia, el Código General del Proceso ha
ensanchado la tutela cautelar y ha consagrado un nuevo proceso para
abastecer (ha creado un nuevo mercado, por así decirlo) la necesidad de quie n
no tiene título ejecutivo para lograrlo.
Las medidas cautelares se extienden en forma considerable y se llega a
consagrar las llamadas cautelas innominadas en los procesos declarativos, y
además, ha consagrado el proceso monitorio, fundamentalmente para
conseguir un título ejecutivo como se indicó.
Pero además, con un criterio dinámico, rompiendo con esquemas, se ha
reglado:
Artículo 430 del Código General del Proceso. “Mandamiento ejecutivo:
Presentada la demanda acompañada de documento que preste mérito
ejecutivo, el juez librará mandamiento ordenando al demandado que cumpla
la obligación en la forma pedida, si fuere procedente, o en la que aquél
considere legal.
“Los requisitos formales del título ejecutivo sólo podrán discutirse mediante
recurso de reposición contra el mandamiento ejecutivo. No se admiti rá ningun a
controversia sobre los requisitos del título que no haya sido planteada po r
medio de dicho recurso. En consecuencia, los defectos formales del título
ejecutivo no podrán reconocerse o declararse por el juez en la sentencia o en el
auto que ordene seguir adelante la ejecución, según fuere el caso”.
Cuando como consecuencia del recurso de reposición el juez revoque el
mandamiento de pago por ausencia de los requisitos del título ejecutivo, el
demandante, dentro de los cinco (5) días siguientes a la ejecutoria del auto,
podrá presentar demanda ante el juez para que se adelante proceso
declarativo dentro del mismo expediente, sin que haya lugar a nuevo reparto.
El juez se pronunciará sobre la demanda declarativa y, si la admite, ordenará
notificar por estado a quien ya estuviese vinculado en el proceso ejecutivo.
Vencido el plazo previsto en el inciso anterior, la demanda podrá formularse
en proceso separado.
De presentarse en tiempo la demanda declarativa, en el nuevo proceso seguirá
teniendo vigencia la interrupción de la prescripción y la inoperancia de la
caducidad generados en el proceso ejecutivo.
El trámite de la demanda declarativa no impedirá formular y tramitar el
incidente de liquidación de perjuicios en contra del demandante, si a ello
hubiere lugar.
Lo anterior, significa que juez debe ser muy cuidadoso cuando libra el
mandamiento ejecutivo, porque de hacerlo en forma laxa corre el riesgo de
tener que revocarlo. Al librar el mandamiento de pago y después tener que
revocarlo, ha creado una expectativa razonable de acceso a la jurisdicción y si
después lo revoca, el justiciable puede seguir dentro del caudal jurisdiccional
ya formado pero por el respectivo proceso (declarativo), persiguiendo su
pretensión, en la forma ya explicada.
5. El proceso es una comunidad de trabajo El proceso típicamente liberal,
implicaba el dominio de las partes en él, el juez era un espectador.
Era una lucha privada y el proceso se miraba en la siguiente forma: “de esta
manera, la concepción del proceso sólo o en lo esencial como instituto de
tutela jurídica de derechos subjetivos privados, imbuida además en una
ideología nítidamente liberal, tiende a considerarlo como un libre juego de
fuerzas, una lucha privada entre dos partes”. 10
Pero cuando el proceso, como en el caso consagrado en el CGP, como ya se
dijo se privilegia su función social, “la lucha entre las partes bajo los ojos del
tribunal” 11 se sustituye por una “Comunidad de Trabajo” entre el tribunal y las
partes, con el objetivo de permitir al juez la decisión justa y verdadera,
restablecer la paz jurídica entre las partes y defender así los intereses mayore s
de la sociedad. 12
El ejemplo quizá más típico de la concepción que estamos exponiendo, es lo
reglado en el Código General del Proceso, en el artículo 372 nu meral 7, que
dice:
“Interrogatorio de las partes, práctica de otras pruebas y fijación del litigio. Lo s
interrogatorios de las partes se practicarán en la audiencia inicial” y se agrega.
“El juez oficiosamente y de manera obligatoria interrogará de modo exhaustivo
a las partes sobre el objeto del proceso. También podrá ordenar el careo” y se
agrega: “A continuación el juez requerirá a las partes y a sus apoderados para
que determine los hechos en los que están de acuerdo y que fueren susceptibles
de prueba de confesión, y fijará el objeto del litigio, precisando los hechos qu e
considera demostrados y los que requieren ser probados”.

10 Alvaro de Oliveira, Carlos Alberto. Op. cit. p. 163.


11 Ibídem.
12 Niese, Werner. citado por Alvaro de Oliviera, Carlos Alberto, Op. cit. p. 163.
Aquí la oralidad aspira a la verdad, a la honradez de la autocorrección, a la
democracia por así decirlo, de la intuición compa rtida, al empeño del juez por
hacerla junto a las partes. 13
Es la sustitución de la lucha de las partes, por la comunidad y todo dentro de
la democracia.
Como si lo anterior no fuera suficiente, para poder afirmar que el proceso e s
una comunidad de trabajo, se ha consagrado la conciliación y en efecto el jue z
sin desacreditar la justicia que provee el órgano judicial, debe inducir a las
partes con sus palabras a lograr un arreglo de sus diferencias, y realizada esa
labor en forma diligente y cuidadosa, deberá proponer fórmulas de arreglo e n
caso de que las partes no lo hagan. Si las partes tienen fórmulas opuestas, el
juez debe intentar acercarlos en forma cuidadosa con el fin de lograr la
conciliación.

6. La publicidad

El artículo 3 del CGP regla: “Las actuaciones se cumplirán en forma oral, públic a
y en audiencias, salvo las que expresamente se autorice realizar por escrito o
estén amparadas por reserva”.
Los planteamientos de Jeremy Bentham, contra el secreto en las actuacione s
judiciales, son pertinentes:
“La publicidad es la más eficaz salvaguardia del testimonio y de las decisione s
que del mismo se derivaren: es el alma de la justicia y debe hacerse extensiv a
a todas las partes del procedimiento y a todas las causas”. “Los efectos de la
publicidad llegan a su máximum de importancia cuando se consideran con
relación a los jueces, ya sea para asegurar su probidad, ya sea para otorgar a
sus sentencias la confianza pública”. Les (la publicidad) es necesaria com o
freno en el ejercicio de un poder del que e s tan fácil abusar”. 14
Y además, agrega: “Cuando el tribunal del público se abstiene de juzgar e s
cuando, por exceso de ignorancia o de desaliento, cae en una indiferencia
absoluta. Esa apatía representa, en ocasiones, el signo de la extrema desgracia.
Es mil veces preferible que el pueblo juzgue mal, a que se desinterese por
completo de los negocios públicos .Cuando cada uno se aísla y se reconcentra,

13 Steiner, George. Los Logócratas. Ediciones Siruela. México. D.F. 2010, p. 80.
14 Bentham, Jeremy. Tratado de las pruebas judiciales. Tomo 1, Ediciones Jurídicas Europa -América. Buenos

Aires (Argentina) 1971, pp. 142-157.


los lazos sociales se disuelven. Desde el momento en que el público dice de los
juicios: “que me importa”, ya no hay otra cosa que amos y esclavos”. 15
A medida que se fortalezca la publicidad, se acentúa la independencia de los
jueces, al considerar como conflicto social el litigio de carácter puramente
privado. 16
El proceso además en la concepción de Klein, tiene efectos pedagógicos, lo cual
aumenta la responsabilidad del juez frente a la sociedad y además acrecienta
su independencia frente al poder político y frente a otros poderes u
organizaciones.

7. La reducción del formalismo

La formalidad es para decirlo como Montesquieu, “el precio que se debe pagar
para vivir en libertad”. 17
En el Código General del Proceso, se mantuvieron los criterios tradicionale s
sobre las nulidades: transcendencia, legalidad, finalidad, convalidación,
subsanación, conservación, no poderse alegar la nulidad por quien dio lugar al
vicio.
Pero se consagró en el artículo 16 del CGP, la prorrogabilidad e
improrrogabilidad de la jurisdicción y la competencia, donde se lee: “L a
jurisdicción y la competencia por los factores subjetivo y funci onal son
improrrogables. Cuando se declare de oficio o a petición de parte, la falta de
jurisdicción o la falta de competencia por los factores subjetivo o funcional, lo
actuado conservará su validez, salvo la sentencia que se hubiere proferido que
será nula, y el proceso se enviará de inmediato al juez competente. Lo actuado

15 Bentham, Jeremy, Op. cit. pp. 154-155.


16 de Oliviera, Alvaro, Op. cit. p. 154.
17 Alvaro de Oliviera, Op. cit. p. 434 “se constató, a pesar de las marchas y contramarchas, la acentuada
tendencia en el curso de la historia por liberar, siempre más, al órgano judicial de las cadenas de carácter
formal. Esta liberación se muestra proporcional al desarrollo de la sociedad y a la confianza depositada por
ésta en sus jueces. En tiempos más remoto, en las épocas donde el poder político se manifestaba de forma
dictatorial, se verificaba generalmente la acentuación de una informalidad procesal. El cambio de escala
entre uno y otro valor se alteró sólo en etapas posteriores de evolución, con el ejercicio más maduro de la
ciudadanía, con la concientización interna del empleo más adecuado del poder y con la conquista de una
relativa independencia del Poder judicial.
La progresiva humanización del proceso acarreó, en primer lugar, la destrucción, del primado simbólico y
religioso de la forma y después obró para que se atribuyera mayor importancia a sus fines sociales y políticos.
En el cuadro de la caída del formalismo excesivo, que corresponde a la etapa actual, se intensificaron los
poderes del juez y al mismo tiempo el de las partes, lo que significa un mayor diálogo y colaboración entre
ambos”.
con posterioridad a la declaratoria de falta de jurisdicción o de competencia
será nulo.
La falta de competencia por factores distintos del subjetivo o funcional e s
prorrogable cuando no se reclame en tiempo, y el juez seguirá conociendo del
proceso. Cuando se alegue oportunamente lo actuado conservará validez y el
proceso se remitirá al juez competente.
Los motivos de nulidad serán excepcionales, sobre todo, porque siempre que
el juez tramita un proceso, crea expectativas fundadas (el juez se pronunció),
luego el ciudadano entiende que el conflicto será dirimido mediante su
resultado normal, que es la sentencia. Los ciudadanos han hecho esfuerzos,
realizado gastos, han tenido ansiedad, y se declara la nulidad de todo lo
actuado, como sucedía cuando se llegaba a la conclusión que el asunto
pertenecía a la jurisdicción Contencioso Administrativa y cuando se llegaba a
esa jurisdicción el asunto había caducado. Se le “escamoteaba” no solamente
el derecho al acceso a la justicia, sino su pretensión a obtener un derecho.
Si ahora decimos: efectivamente pertenece a otra jurisdicción, al hacer la
declaración lo enviamos en el ejemplo utilizado a la jurisdicción contencioso
administrativa y todo lo actuado es válido (fue ante la jurisdicción), si se ha
dictado sentencia procedemos a anularla y enviamos el proceso a la
jurisdicción ya indicada en el ejemplo, para que la dicte si es del caso.
No podemos decirle al justiciable, hay que empezar de nuev o y mucho menos
su derecho caducó. Esto sería como dice Monroy Gálvez: “el clásico ejemplo
del mito de Sisifo”. 18

8. La buena fe y la lealtad procesal

La palabra lealtad, según el diccionario de la Real Academia, viene del latín


legalitas, atis, cumplimiento de lo que exigen las leyes de fidelidad y las del
honor y hombría de bien. Legalidad, verdad, realidad.
Las partes tienen el deber de proceder con lealtad y buena fe en todos sus
actos, como lo dice el artículo 78 del CGP. El juez tiene la obligación de exigir
esas conductas de las partes, de conformidad con el artículo 42 del CGP, que
se encuentra titulado “Deberes del juez” y que en su numeral 3 regla:

18 Lo que importa resaltar es que la nulidad procesal dejo de ser ese monstruo clandestino y rencoroso que
ávido de destrucción, convierte en ineficaces, en cualquier momento, los avances del proceso, sólo para
rendirle homenaje a un tótem llamado formalismo. Op. cit. p. 59.
“Prevenir, remediar y sancionar por los medios que este Código consagra, lo s
actos contrarios a la dignidad de la justicia, lealtad, probidad y buena fe qu e
deben observarse en el proceso, lo mismo que toda tentativa de fraud e
procesal”.
El Código General del Proceso, al haber ubicado el proceso como institución de
bienestar social, al consagrar como ya se escribió en la primera parte de este
trabajo, en el artículo 3, que el juez debe hacer uso de los poderes que este
Código le otorga para lograr la igualdad real, no le dejó alternativa distinta para
lograr el propósito indicado, que cumplir co n la obligación que se tiene frente
a la toda la comunidad, de sancionar fundamentalmente con consecuencias
probatorias los actos contrarios a ese fin enunciados en el artículo 42 y a
transcrito.
La oralidad y la publicidad además cumplen una función pedagó gica, y
sancionar esas conductas educa a los pueblos, que no pueden ser
indiferentes a lo que se decide en un proceso, sobre todo, con la tonalidad
social que adquiere con el CGP.
Si como queda demostrado, existe la obligación de actuar con lealtad en el
proceso judicial, eso significa y para reiterar que el incumplimiento de tal
obligación tiene que traer consecuencias adversas a la parte desleal y
efectivamente así deber suceder. Lastimosamente ha existido mucha timide z
por parte de los funcionarios judiciales para endilgarle a las partes los indicios
correspondientes, por el incumplimiento indicado.
El proceso tiene una existencia más o menos larga que permite la inmediación,
pero existen “momentos estelares¨ el de las audiencias que se practican con
partes y terceros como ya se escribió, lo que posibilita al juez observar la
conducta de las partes y construir indicios endilgables a estas cuando su
conducta sea desleal en términos generales.
Todo proceso afecta a la sociedad, hay un gasto no solo económico sino social,
afecta la armonía y por ello el juez no puede tener liberalidad para condenar a
pagar perjuicios por esa conducta, sino que lo debe hacer cuando aparezca
demostrada, todo proceso es un valor ético en sí mismo.
El artículo 80 del Código General del Proceso dice:
“Responsabilidad patrimonial de las partes. Cada una de las partes
responderá por los perjuicios que con sus actuaciones temerarias o de mala fe
cause a la otra o a terceros intervinientes. Cuando en el proceso o incidente
aparezca la prueba de tal conducta, el juez, sin perjuicio de las costas a qu e
haya lugar, impondrá la correspondiente condena en la sentencia o en el auto
que los decida. Si no fuere posible fijar allí su monto, ordenará que se liquid e
por incidente.
“A la misma responsabilidad y consiguiente condena están sujetos los tercero s
intervinientes en el proceso o incidente.
“Siendo varios los litigantes responsables de los perjuicios, se les condenará en
proporción a su interés en el proceso o incidente”.
Al respecto transcribiré lo que he escrito en otra oportunidad: “No e s
admisible, frente a lo que regla la norma transcrita, que si aparece la prueba
que se había pagado parte de la obligación al demandante y este lo hubiere
negado y que, si la sentencia reconoce que el deu dor efectivamente había
pagado parcialmente no se haga pronunciamiento alguno sobre los perjuicios
que origina la mentira”. 19
Además en el artículo 79 del CGP, se reglan comportamientos que hace n
presumir temeridad o mala fe; en el artículo 80 del Código Ge neral del Proceso.
Responsabilidad patrimonial de las partes; artículo 81 del CGP.
Responsabilidad patrimonial de apoderados y poderdantes; En el artículo 86
del CGP, por informaciones falsas; El artículo 96 numeral 2 del CGP ,
refiriéndose a la contestación de la demanda:
“Pronunciamiento expreso y concreto sobre las pretensiones y sobre los hecho s
de la demanda, con indicación de los que se admiten, los que se niegan y lo s
que no le constan. En los dos últimos casos manifestará en forma precisa y
unívoca las razones de su respuesta. Si no lo hiciere así, se presumirá cierto el
respectivo hecho”.
En el artículo 97 del CGP. Falta de contestación o contestación deficiente de
la demanda, se regla:
“La falta de contestación de la demanda o de pronunciamiento expreso sobre
los hechos y pretensiones de ella, o las afirmaciones o negaciones contrarias a
la realidad, harán presumir ciertos los hechos susceptibles de confesió n
contenidos en la demanda, salvo que la Ley le atribuya otro efecto”.
En el artículo 98 del Código General del Proceso, se establece que el juez podrá
rechazar el allanamiento y decretar pruebas de oficio cuando advierta fraude ,
colusión o cualquier otra situación similar.

19 Parra Quijano, Jairo. Derecho Procesal Civil, Tomo 1, Parte General, p. 13, 1992. Editorial Temis.
Existen otra serie de aplicaciones del principio de la buena fe que debe n se r
objeto de estudios especiales.
Debe convertirse para los jueces y las partes, como una especie de ide a
encarnada, el numeral 5 del artículo 43 del Código General del Proceso, que
regla:
“Ratificar, por el medio más expedito posible, la autenticidad y veracidad de la s
excusas que presenten las partes o sus apoderados o terceros para justificar su
inasistencia a audiencias o diligencias. En caso de encontrar inconsistencias o
irregularidades, además de rechazar la excusa y aplicar las consecuencia s
legales que correspondan dentro del proceso o actuación, el juez compulsará
copias para las investigaciones penales o disciplinarias a que haya lugar”.
Aplazar sobretodo una audiencia o privarla de sus consecuencias probatorias,
debe ser excepcional, por la se ncilla razón de que el proceso oral, supone
continuidad y secuencia inmediata, por ello el juez debe ser muy exigente y
verificar la causal invocada por las partes o apoderados para su no asistencia.
Expedito, según el diccionario (adj.) que sirve para des pachar prontamente un
asunto: medio, recurso que obra con eficacia y rapidez. En aplicación de lo
anterior podrá utilizar desde el teléfono, el correo electrónico, etc.
Como el Código emplea el término ratificar, que significa aprobar o confirmar
una cosa (que se ha dicho o hecho), quien presente la excusa debe narrar lo
sucedido, con todas las circunstancias del caso para que el juez pueda
verificarlas.
No sobra advertir, que cuando el Código General del Proceso, se refiere a
poderes de ordenación e instrucción, está afirmando que el juez no realizará
una actividad graciosa o de mera potestad, sino que tiene la obligación de
hacerla y sube de colorido la necesidad de hacerlo cuando se presenta una
disculpa para no asistir a una audiencia.
Si los jueces no verifican estas excusas, se presentará un motivo de dilación y
se trastoca toda la orientación que tiene el Código General del Proceso, y
además, se implantará la pedagogía que es posible no ir a las audiencias,
porque los jueces son laxos, para aceptar cualquier disculpa como suficiente
para justificar la ausencia. Incumple sus deberes con la sociedad el juez que no
verifica con el rigor necesario el motivo de la excusa.
El juez que acepta cualquier disculpa, sin verificarla para aplazar una audiencia
o para quitarle los efectos probatorios y procesales por la inasistencia, no vela
por su rápida solución y le quita los efectos pedagógicos al proceso. Rompe
igualmente con la igualdad de las partes, y por sobre todo, con relación a los
testigos que van una vez y la audiencia se suspende, muchas veces son
renuentes a volver, se inocula pereza y desidia el proceso.

9. La carga de la prueba

En el artículo 167 del Código General del Proceso, se dijo:


“Incumbe a las partes probar el supuesto de hecho de las nor mas qu e
consagran el efecto jurídico que ellas persiguen.
“No obstante, según las particularidades del caso, él podrá, de oficio o a
petición de parte, distribuir la carga al decretar las pruebas, durante su práctic a
o en cualquier momento del proceso antes de fallar, exigiendo proba r
determinado hecho a la parte que se encuentre en una situación más favorable
para aportar las evidencias o esclarecer los hechos controvertidos. La parte se
considerará en mejor posición para probar en virtud de su cercanía co n el
material probatorio, por tener en su poder el objeto de prueba, po r
circunstancias técnicas especiales, por haber intervenido directamente en lo s
hechos que dieron lugar al litigio, o por estado de indefensión o de incapacida d
en la cual se encuentre la contraparte, entre otras circunstancias similares.
“Cuando el juez adopte esta decisión que será susceptible de recurso, otorgará
a la parte correspondiente el término necesario para aportar o solicitar la
respectiva prueba, la cual se someterá a las reglas de la contradicción prevista s
en este Código”.
Por la naturaleza de este escrito, como es obvio, no se puede hacer un estudio
sobre la carga de la prueba, como aparece plasmada en la norma trascrita,
pero varios de los reproches que se hicieron en el pasado para no aplicar lo
que se llaman “las cargas dinámicas”, se han tenido en cuenta y superado, los
cuales simplemente enumeramos:
1. Ya hay texto expreso que las consagra.
2. Se señala, como se puede concluir de la lectura de la norma trascrita, unas
oportunidades para indicar el desahogo de la prueba, no habrá sorpresa com o
se argumentaba cuando se indicaba en la sentencia, quien soportaba la carg a
de la prueba y se aplicaban las consecuencias de no aparecer la prueba.
3. El señalamiento se hace mediante auto que es susceptible del recurso de
reposición.
4. Además esa distribución se hace en un proceso oral, lo cual facilita la
distribución aludida.

10. Las pruebas de oficio

El Código General del Proceso, mantiene como es obvio, el decreto oficioso de


pruebas.
Y en efecto en los artículos 169 y 170 del Código General del Proceso, regula el
fenómeno, agregando que las pruebas de oficio estarán sujetas a la
contradicción de la prueba.

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