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Fundamentos teológicos
La liturgia es un diálogo ininterrumpido entre Dios y el ser humano que debe prolongarse
en la vida diaria. Por eso, cuando la Palabra es proclamada en la asamblea, constituye un
modo, misterioso y real a la par, de la presencia del Señor entre los suyos.
“La Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen de la resurrección de Cristo,
celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que se llama con razón “día del Señor”
o domingo. En este día los fieles deben reunirse a fin de que, escuchando la Palabra de Dios
y participando en la Eucaristía, recuerden la pasión, resurrección y gloria del Señor Jesús y
den gracias a Dios… Por esto, el domingo es la fiesta primordial” de los cristianos (SC
106). El domingo es día de fiesta, de alegría y descanso.
El Día del Señor fue desde el origen el día cristiano por excelencia. La expresión era
una afirmación de fe en Cristo Resucitado. Los creyentes empezaron a re-unirse este día
para celebrar el misterio central de su fe, siguiendo el mandato de Jesús en la Última
Cena: “Haced esto en conmemoración mía” (Lc 22,19; 1 Cor 11,23-26).
Domingo
El domingo es el día del Señor resucitado y del don del Espíritu. Se convierte, por tanto, en
el día central de la fe.
El domingo es día de alegría, descanso y solidaridad, en el que la familia, los seres queridos
y las personas necesitadas adquieren especial prioridad.
La Palabra de Dios
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Cf. SC 35,4.