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Estudiante: Edwin Antonio Gracia Figueroa Fecha: 29/06/2019

Clase: LT605 LITERATURA HONDURENA 1500 Catedrático: Hertor Leyva

Trabajo: Resumen de la Introducción a la obra de Paz y Salgado.

Antonio Paz y Salgado fue un hondureño prolífico en la literatura de la primera mitad del siglo
XVIII, mismo que además de dedicarse a la poesía y a la oratoria sagrada, incursiono en las
obras jurídicos y humorísticos. Apegado al periodo en que se publicaron, las obras de Paz pueden
ser consideradas las primeras de la historia de la literatura hondureña, entre las más importantes
del reino de Guatemala y valiosas por la vida social y cultural que recogen de la época colonial.
Sus obras, estuvieron vinculadas social e ideológicamente con su época, de modo que si se la
considera de forma aislada se perdería la comprensión de tales fenómenos.

Inscrita en la historia cultural, la obra de Paz Salgado no solamente tiene que ver con la obra de
los nacidos en Honduras, sino con la evolución intelectual de la región, la cual se ubica entre el
Barroco y el Neoclásico, entre la escolástica y la ilustración, además de heredar elementos de
autores anteriores como Sor Juana Maldonado Paz, la Sor Juana de Guatemala que cultivo la
poesía sagrada. Asimismo, la obra de Salgado anticipa el gusto por el mundo latino como Rafael
Landívar en su Rusticatio Mexicana y las ideas ilustradas de Liendo y Goicoechea 1735-1814.

Para una mayor compresión de las obras: Las Luces del Cielo de la Iglesia y El Mosqueador
Añadido, el autor propone destacar el vínculo entre el ejercicio intelectual y la experticia histórica
que comunica, esto, no como una decisión a priori, sino con el objetivo de visibilizar el contexto,
modos de vivir, de pensar y hablar distintivos de la época cultural americano que, en definitiva, es
producto del mestizaje colonial y el sincretismo.

Antonio de Paz y Salgado

El primero en dar noticias del autor Paz y Salgado fue el Jesuita y biógrafo mexicano José
Mariano Beristain de Souza, quien lo describe como abogado de mucho crédito de la nueva
España, ya que Guatemala había sido parte de ese Virreinato, además de ilustre y genio por su
capacidad de escribir. Posteriormente, Ramón Salazar director de la Biblioteca Nacional de
Guatemala cuando se topo con el Mosqueador dijo que, esa obra estaba en el maremágnum de
las obras viejas y, colocándolo en un lugar especial, lo folio para luego decir que el librito merecía
ser leído.
Poco se supo de la vida del autor hasta que Lujan Muñoz publicó un articulo con nuevos datos, en
el cual, sitúa su nacimiento en la última parte del siglo XVII y su lugar de origen según datos del
expediente de graduación de la Universidad de San Carlos de Guatemala como natural de Real
de Minas de Tegucigalpa, hoy, capital de Honduras. Se sabe por registro que se graduó como
Bachiller en leyes en 1728 y después de ser defensor en el Juzgado de Bienes y Difuntos aparece
en 1737 como abogado de Real Aduana. Posteriormente en su Instrucción de litigante 1742 se
declara quebrantado, debilitado, con poco dinero y pocos pero doctos libros; además, en el mismo
escrito explica que no tiene descendencia y que sus hermanos han tomado rumbos distintos.
Pronto debió fallecer entre 1747/1748 en un documento donde Juan Manuel de Zelaya solicita ser
el único y universal heredero de Antonio, a fin de cobrar un esclavo prófugo que le había
pertenecido. Según Muñoz este Zelaya había hecho su pasantilla con él antes de que se le
otorgara el título de abogado, lo cual infiere que fue un buen amigo.

Obras del autor y algunas características

Dentro del repertorio de sus obras encontramos, Verdades de gran importancia para todo género
de persona (1741), Instrucción de litigante (1742), El Mosquetero (1742) y Las luces de la iglesia
(1747) También se conoce un sermón fúnebre para Sr Dr. D. Manuel Cayetano Falla de la Cueva
(1739) y de un instrumento jurídico El por qué del recurso que trata sobre trasladar el Convento
Grande de San Francisco el Colegio de San Buena Ventura (1741).

En Instrucciones de Litigante el actor muestra su espíritu burlón, en el cual defiende la actividad


práctica de su escrito en contra de la innecesaria obscuridad que reclamaban ciertos profesores.
Según Medica el libro presenta originalidad, tanto que salpica de chistes y anécdotas graciosas.
Muñoz, además de las características ya mencionadas, destaco su carácter jurídico, pues contiene
un formulario simplificado de causas civiles y criminales para usos de profanos y funcionarios
menores. De El Mosqueador se tiene registro de múltiples ediciones, lo que ha llevado a Mejía a
considerarla una obra de gran éxito para su tiempo. El encontró una edición de El Mosqueador
añadido en la biblioteca de Guatemala, del cual se sabe, es el único disponible en la actualidad.
Lujan Muñoz cree según un registro de permiso de reimpresión de la obra, que la segunda
impresión de El Mosqueador fue reimpresa, así lo confirma Beristain y Medina, de modo que hay
indicios para suponer que la obra fue impresa al menos 4 veces entre 1742-1786. Las otras obras
del autor parece que solo se publicaron una vez y en las Luces del cielo de la iglesia, se puede
notar otra faceta del autor, la del cronista oficial de la iglesia, que caracterizaran también su
devoción sagrada en sus demás obras.

Entre el Cielo y la Tierra

Se explica el titulo como consecuencia de los dos extremos de la obra de Antonio de Paz y
Salgado, pues Las luces del Cielo de la Iglesia recogen el lenguaje elevado, homenaje y crónica de
la creación del Arzobispado de Guatemala 1745. Por otero lado, El mosqueador sostiene un
lenguaje llano y humorístico, además de un espíritu crítico a la necedad. Al mismo tiempo, esta
representación revela la ambivalencia entre los escritores criollos, pues la misma supone los
asuntos religiosos y profanos, los barrocos y los de la ilustración, teniendo que escribir para la
iglesia y para el Estado. Sin embargo, ellos podían escribir sobre materias marginadas, como
parte de su libertad intelectual, y es en este ejercicio donde se afirman como individuos y
sujetos sociales, así, el intelectualismo, lo humorístico y el virtuosismo literario fue un estimulo
para el proceso de escala política e ideológica que los llevaría a erigirse como señores de la tierra
después de la independencia. En este sentido, al prestar servicios como cronista eclesiástico se
ganaba el beneplácito de la iglesia, y sus escritos como El Mosqueador, aislado de las instituciones
eclesiásticas y/o estatales, debió darle la simpatía de los criollos cultos.

De sus escritos el autor emerge con sublimados y altos dotes para la poesía sagrada, pero también
como un erudito, altanero e irritable urgido del poder que da la cultura que le autorizaba para el
escarnio, estas ambivalencias son de importancia porque revelan el talante de los criollos y el
cambio intelectual de la época, ya que el Barroco constituía según Irving Leonard no solo un estilo
artístico, sino un forma de pensar ligado a lo religioso, a la contrarreforma y a la escolástica que
ponía a Dios en el centro de toda verdad.

En su obra Las Luces, el autor despliega evidencias de una época dominada por el pensamiento
religioso, con métodos de argumentación que remiten a las citas de autoridades, el uso de las
alegorías y al conceptismo como modo de expresión poética. El conceptismo es según lo defendía
Gracián una correspondencia o relación entre objetos que resultaban hermosos para el
entendimiento, asi, Antonio comparaba las luces de los astros con las luces de la fe que infundía la
iglesia, en el cual logra una alta elaboración verbal, densificando semánticamente su expresión
por medio de composiciones, lo que reafirma sus cualidades intelectivas.

Pero también existen otras intenciones importantes en la obra de Antonio, como el propósito de
hacer historia, de escribir los procesos de relevancia para las elites y de respaldar la nueva
institución que se creaba, haciendo énfasis a los deberes y derechos de la figura arzobispal. En
este sentido, su obra Las Luces constituye un libro de gran calidad poética, coherente y funcional
al sistema. Asimismo es notoria la rendición del autor a la iglesia para ceñir su escritura a los
ideales de lo que se consideraba un género mayor de alta cultura. En cambio en El Mosqueador
hace una menor reverencia al auditorio y a las instituciones de poder que permite mayores
libertades.

Según Mabel Moraña los textos del barroco hacían que los autores y la audiencia se sintieran
trasladados a la metrópoli, al mismo tiempo que afirmaban su reconocimiento a la sociedad. En el
Mosqueador, el amor desplaza al sentimiento religioso, el lenguaje llano al ampuloso, y la crítica
de la sociedad a la crónica institucional. El titulo es barroco pero las comparaciones se hacen entre
las moscas y las personas impertinentes. El libro es presentado por el autor como el producto de
una ociosa ocupación y al citar en él al padre Feijoo, de este el autor toma su fastidio a sus
ignorantes coterráneos y la idea de que es posible perfeccionar la vida de los hombres a través de
la razón para liberarse de la ignorancia. Así, se destaca en el Mosqueador un manual para prevenir
a los necios, lo cual seguirá haciendo de forma más seria en instrucciones de litigantes, donde se
destaca la figura del intelectual que reparte consejo, aunque uno falso y humorístico, a manera de
juego. El Mosqueador, incluye por otro lado, observaciones propias del método experimental de
las cuales se extraen absurdas conclusiones. Con Antonio, se está ante una prosa festiva mas que
ilustrada, cuyo carácter crítico y lúdico facilito la expresión de las nuevas ideas.

Lucia Elena Santiago observa una conflictividad ideológica en la literatura criolla, la cual es
evidente en la poesía del brasileño Gregorio de Matos, quien al escribir poesía sacra y satírica de
crítica social en forma de literatura elevada, daba lugar a una poesía oponente. De este modo,
la escritura satírica de don Antonio como la de Matos, muestra una realidad oculta en su crónica
sagrada y revela una aversión hacia ella, es decir, en vez de los resplandores de los júbilos de la
iglesia, muestra lo bajo y mezquino de la conducta humana asociada al universo de las moscas.
Interesa de El Mosqueador, las notas de psicología individual y colectiva, las disputas de poder
entre los que se dedican a profesiones liberales y los necios sin ocupación, pues esta genialidad
jocosa fue la que lograra El Mosqueador entrar varias veces a la imprenta, en apoyo con sus
lectores.

Las Luces del Cielo de la Iglesia

Esta obra fue recomendada por el Cabildo de la iglesia de Guatemala a Don Antonio, de esta
manera funge como cronista que funge la voz y el sentimiento de las dignidades eclesiásticas
gracias a la erección del Arzobispado. Las primeras páginas tienen una dedicatoria a Don Fray
Pedro Pardo Figueroa beneficiario de la dignidad del Arzobispado, y una carta del autor por la que
se excusa por la humildad del escrito. En la introducción expresa los motivos de júbilo de la
población por el arzobispado, comparándola con el advenimiento de las luces del cielo de
Guatemala. El arzobispado es como los astros en el firmamento que difunden la luz.
En la dedicatoria compara al arzobispo Pardo de Figueroa con un astro pues lo ilumina Dios y su
antorcha en el Cordero, al mismo tiempo que manifiesta el regocijo de la población porque los
abraza la fe.

Precisamente, en la introducción el autor muestra la relación entre el orden de los cielos, donde
se pueden ver las paganas constelaciones de símbolos humanos, y el orden de la iglesia y sus
prelados, los cuales están facultados de inteligencia y sagradas virtudes, las cualidades mas excelsa
de los hombres. El largo cuerpo de correspondencias termina con la comparación de la creación
del sol en el cuarto día de la creación y la creación del arzobispado en el cuarto año del papado
de Benedicto XIV, con lo que se alcanza la cima de la exaltación poética.

Posteriormente el autor hace ver que los prodigios de las luces fueron cantados antes que él por
otros patriarcas, entre evangelistas, paganos y santos. El argumentos desde aquí será el que Dios
se manifiesta a través de la luz de las estrellas a sus pastores y los sacerdotes serán la luz que
irradia a su pueblo. Como prueba de su argumento, el autor menciona las singulares proezas sobre
las falsas creencias de los pueblos paganos que realizaron apóstoles y santos de Dios, así, la labor
del arzobispado en Guatemala se compara con la de los grandes hombres como Bartolome de las
casas.
En los capítulos siguientes la obra pasa del homenaje poético sagrado a una crónica mas terrenal
sobre la erección del arzobispado, al relato de los festejos y celebraciones que tuvieron efecto. En
el capítulo I habla sobre la presencia de la iglesia en Guatemala desde las primeros alos de
conquista. El segundo capítulo a la iglesia de la bula, del Palio o sagrada, insignia arzobispal del en
manos del obispo de Comayagua, al alborozo del clero y de la población, la fastuosa y sagrada
ceremonia de la investidura de la catedral. En el capitulo tres las fiestas populares en
Mipandueñas, donde se realizaron corridas de toros, presentaciones teatrales y recitales de
poesía, música y baile.

El capítulo I el autor menciona los distintos obispados al comienzo de las conquista Guatemala,
Chiapas y Verapaz, dependientes de la iglesia metropolitana de México, como el de Nicaragua
sujeto a Lima Perú y el de Comayagua a Santo Domingo, aquí el autor resalta el desconsuelo de la
población por no tener un arzobispado y la imposibilidad de presentar sus causas espirituales y
eclesiásticas a las autoridades superiores. Por esa razón se solicito el arzobispado desde muy
temprano, en el año 1551 al Papa Julio III, pero no fue hasta 1715 que el proceso arranco
verdaderamente bajo el obispado de Pardo de Figueroa quien motivo al cabildo para que
retomara la tarea. De esta manera el Rey Felipe V presento la solicitud al Papa y en 1744
obtuvieron respuestas favorables.

En el capítulo II Don Antonio comienza a hacer una comparación entre el sol y la manifestación
del arzobispado de Guatemala, el cual comienza con la bula papal y las cedulas reales, la
celebración de una misa de acción de gracias y la iluminación por tres días de las calles de la
ciudad, en donde el palacio Arzobispal recibe al obispo de México y de Comayagua. Diecisiete días
después se celebra la ceremonia de investidura, y toda la ciudad se enciende de júbilo como una
nueva Heliópolis. La misa solemne es oficiada por el obispo de Chiapas auxiliado por el de
Comayagua y por el nombrado obispo. Al momento culminante los obispos imponen en Sacro
Palio al Arzobispo y este hace su juramento, posteriormente el obispó ofrece banquete a los
personajes de la republica, con deliciosos manjares acompañados con música y canto acompañado
de juegos artificiales.

En el capítulo III comienza con la narración del corrido de Guatemala hasta el pueblo donde el
arzobispo tenía una casa de descanso resaltando la multitud y los atractivos naturales del paisaje.
En esos días se realizaron corridas de toros, de a pie y de a caballos, con los mejores toreadores y
el autor da detalles de cada una de ellas, en la que los diestros burlaban la fiereza de los toros. Las
fiestas de teatro se alternan con las corridas y se presentan, de las cuales se limito a hablar de los
reconocimientos de las distintas personas e instituciones que patrocinaron las representaciones,
como Alexandro Mencos, a quien califica de bizarro y generoso, mismo que patrocino la corrida
de toros, el teatro, las mascaras y los bailes. De las personas que asistieron Don Antonio solo
menciona las que fueron galardonadas con obsequios, frutas envueltas, alhajas y helado.-

En el capítulo IV comienza con la justificación de los gastos en los que se incurrió para la
celebración de las fiestas, adelantándose a aquellos que quisieran censurar su esplendidez, pues
no hay cosa tan sagradamente defendida que no la haya querido profanar la audiencia del
sacrilegio. Al mismo tiempo el autor da cuenta de las distintas opiniones en torno a las
celebraciones, donde es evidente las diferencias entre la jerarquía eclesiástica y la civil, que
coloca al autor en una función hegemonizadora con su pluma, buscando ganar los corazones
para el consenso a favor del poder; al mismo tiempo que ironiza la principal razón de la censura,
(la crítica contra las elites), como un dolor fingido que no sienten los que hacen los
señalamientos. Defendiendo las celebraciones como eventos consagrados por los santos y el papa,
por lo tanto, son reflejo de perfección.

En el capitulo V continua enumerando las altas cualidades de excelencia del cargo de arzobispo, y
compara la jerarquía angelical con la de la iglesia en la que corresponde a obispos, la segunda
jerarquía después de Cristo. De esta manera despliega las prerrogativas del arzobispado, los
cuales tienen autoridad sobre las almas de sus obispos bajo la jurisdicción, en actividades como
llamar la atención, suspender y excomulgar. Por otro lado, el autor hace una descripción de la
prenda misma del Palio, del cuidadoso y reverente proceso de elaboración, de su forma y de sus
símbolos, de sus nombres y la forma de cómo usarse.

Finalmente el autor destaca las cualidades religiosas y naturales de fr. Pardo de Figueroa que le
convierten en la persona ideal para el cargo que ha sido elegido especialmente por la suavidad de
su índole y el Espíritu de Lenidad que exalta su apacible condición, cualidades importantes pues
con ellas gana el amor de los feligreses y porque ser suave es un efectivo instrumento de
gobierno: hechizo político que cautiva las voluntades.

El Mosqueado Añadido
Esta obra del autor está compuesta a la manera de un manual que ofrece remedios,
observaciones, advertencias y otras noticias útiles para precaverse de los necios, pero en son de
risa. La analogía básica que quiere proponer es la que encuentra entre los tontos y las moscas,
las cuales son personas curiosas e impertinentes. El actor lo elabora como si fuera un libro de
consejos prácticos, de un recetario médico o instructivo jurídico. El libro es una pintura del
carácter humano, cuya falta de urbanidad son molestas como las moscas, acompañado también
de comparaciones con citas de autoridad en las cuales el autor encuentra casos de poetas,
filósofos y santos que en algún momento fueron importunados por necios. Su obra quiere
ahuyentar majaderos cumpliendo las funciones de un espantamoscas, quien los presenta ante un
espejo y los invitara a cambiar de actitud.

Junto a la sanción de la poca urbanidad, se desborda la diversión erudita de recrear las historias a
manera de un pasatiempo ocioso del autor. Así, el libro comienza con una dedicatoria a
prothomosca, quien junto a una morfología natural es imaginado como el modelo primordial de
que todas las moscas provienen, y cuyo mal lo encuentra en su afición por la escatología humana,
lo cual encierra el pecado y el defecto. El autor enumera las cualidades negativas de esta criatura
como: su inclinación por la intriga, la mentira la calumnia, sus pésimos modales y su falsa
franqueza. Se destaca de esta crítica, el hecho de que se muestra a prothomosca como incapaz de
reconocer sus errores, y la posibilidad de que le esté hablando indirectamente al lector, a la
persona que se sienta identificado con tales infracciones.

En el prologo el autor pide comprensión a los lectores por las bufonadas que dirá, las cuales son
verdades en el libro con una finalidad. Al mismo tiempo argumenta que no puede complacerlos a
todos por ser de variadas características, con lo cual, prefiere que hagan lo que quieran con el
libro, el cual pretende iluminar las costumbres de la vida en sociedad, y contribuir a un sano juicio.

En la introducción en autor compara su trabajo con la del Emperador Dominicano, los casos de
Horacio, Justo Lipsio, Quevedo y San Francisco de Sales, quienes agobiados por los necios
escribieron pasajes memorables sobre el asunto. Para el autor, la naturaleza de las cosas físicas
puede simbolizar las morales, así, el molestar de las moscas son el reflejo de lo que infringen los
inoportunos.

El cuerpo principal del libro se compone de nueve remedimos contra las moscas, y un catalogo de
veinticuatro tipos de ellas, las cuales fueron añadidas en la segunda edición que se encuentra
incluido en una larga digresión después del remedio tercero: ”Mostrarles y elogiarles el propio
libro de don Antonio”. Y que ofrece ingeniosos nombres de moscas no solo para las personas
importunas, sino para las que tienen falta de carácter o modales. Pero existen también moscas
racionales que dan razón y explicación, moscas consejeras e hipócritas, diminutivas: que todo lo
que piden lo hacen pequeño, mendigas de sonrisa: que de toda ocurrencia quieren carcajadas,
risueñas, habladoras, entretenidas, porfiadas y gritonas, etc. En el catalogo se nombran más
moscas de las que se enumeran, las de todos los oficios, las de distintas condiciones, sexo y
humores, vírgenes, casadas, coléricas. Son tantas, que el apartado de los remedios termina en
una maldición cuando un majadero se ha ido: “Valga el Diablo el bruto, ojala se hubiera ido diez
horas ante”.

La descripción de las moscas en la línea física, que incluye una descripción al microscopio de las
mismas, y de las que al autor saca sus conclusiones, son de mucha importancia, no solo por el
carácter científico del libro, sino por la puesta en entredicho del mundo físico y el moral en el que
se basan. Posteriormente sigue el aviso fúnebre de los filósofos Plinio y Luciano, los cuales dicen
que las moscas son inmortales, lo que el autor descree y maldice: “Lleve el diablo tal filosofía”.

Al finalizar el libro cobra un carácter espiritual, después de haber expuesto a las moscas, de
pronto el autor se encuentra con que ahora las alaba, su razonamiento es, que si en el trato
humano son abominables, en el espiritual son amables, y esto porque las moscas como las
personas ante Dios son las importunas que consiguen con insistencia mayores gracias. Pero
también en este mundo espiritual de las moscas junto a Dios, el autor se apresura a exponer a
las falsas devotas: las que no faltan a las iglesias y oraciones y no cumplen en su vida lo que
profesan, las que no abandonan los pecados, las que tiene el corazón lleno de escaños y rencores.
En el último apartado, el autor ofrece una disculpa por haberse ocupado de asuntos tan ociosos.
Sobre Williams Wells

http://istmo.denison.edu/n14/articulos/viaje.html

Miguel Antonio Barahona

A propósito del viaje.


Analogía y subjetividad en
Exploraciones y Aventuras en Honduras
de William Vincent Wells

Universidad Tecnológica Centroamericana, Tegucigalpa

miguelantoniobarahonarodriguez@yahoo.es

Notas* Bibliografía
Como construye un prototipo cultural del otro.

Veamos en los siguientes textos el proceso de cooperación narrativa donde el interpretante autor nos va
suscitando un estereotipo cultural, el cual va requiriendo de un sentido y por ello de un sistema de
valores que lo afiance en la mente del lector. De esta manara la escritura la hace desde un sujeto
interpretante que esta definido en el texto:

“En Centro América nadie puede comprender el objeto de las preguntas que uno hace y la respuestas en
general para todo es universal: Por supuesto! Muchas veces se ocupa una hora de hábiles preguntas y un
mundo de paciencia a fin de averiguar un hecho tan sencillo tal, por ejemplo, la época en que se debe
sembrar la yuca, o la profundidad de un río en determinada estación. Desgraciado aquel que interroga si
pierde su paciencia o muestra la menor petulancia ante las respuestas tardías o inesperadas a sus
indagaciones.” (159)

El autor va a presentar y a transmitir una identidad particular. Pero no responde el texto únicamente a la
lógica del autor, básicamente por que no vemos desarrollarse una completa descripción siendo ello
substituido por un difuso, aunque no por ello menos auténtico, intento de acceder a interpretar todo el ser
de la cultura. Es por medio de atisbos descriptivos etnográficos donde la reflexión se une a las
obsesiones del autor:

“Todo el mundo es cortés, no sólo entre las más altas sino entre las más bajas clases sociales. El más
sucio vagabundo sin zapatos, emplea un lenguaje comedido cuando se dirige a uno y parece imbuido de
un sentido innato de fineza. […] Las reyertas y disputas en la sociedad son casi desconocidas, y si una
nueva persona llega a una reunión, todo el mundo se pone de pie y lo saluda.” (188-189)

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