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Obra de notas tomar

Revolucionando la literatura del siglo XX con su innovadora elección narrativa, el


escritor y cineasta francés Alain Robbe-Grillet publica en 1957 La celosía, obra
fundadora del movimiento literario francés que fue bautizado como Nouveau roman
(traducido al castellano como Nueva novela) por el crítico literario Émile Henriot.
La jalousie (título original en lengua francesa) no fue la primera incursión de Robbe-
Grillet en la nueva novela, sino la cuarta, pero fue la primera que, a ojos de los
críticos de la época, estuvo bien lograda. Por tal razón se le considera la principal
representante de dicha escuela.

El reconocimiento de esta novela se debe en mayor medida a su naturaleza


experimental que, como todas las adscritas en el Nouveau roman, rompen tanto con
la estructura como con la forma tradicional de narrar las novelas, que consiste en
presentar una trama y sus personajes en un orden cronológico que se clasifica en
inicio, desarrollo y final. En cambio, la nueva novela no presenta nada
explícitamente; el lector debe prestar atención hasta al más mínimo detalle de las
descripciones metódicas y repetitivas que se dan de los objetos, lugares y
acontecimientos para poder recomponer la trama, la psicología de los personajes,
así como el orden cronológico.

Narrada en tercera persona a partir del flujo de la conciencia de un narrador que


es omnipresente e inexistente al mismo tiempo, La celosía relata en sus poco
más de 100 páginas la historia del clásico triángulo amoroso: una mujer casada
llamada “A…”, un hombre también casado llamado Franck, que podría ser su
amante, y el narrador, quien se entiende es el esposo de A… Ahora bien, el sencillo
argumento de la novela es compensado por la forma bastante peculiar en la que es
presentado; de manera obsesiva, el narrador observa y describe detallada y
escrupulosamente, tomando prestado del lenguaje de la geometría, los gestos e
intercambios entre su esposa A… y Franck, pues sospecha que son amantes.

En lo que se refiere a la estructura, la narración se encuentra dividida en ocho


apartados (en algunas versiones son nueve) sin numerar que, en lugar de respetar
un orden cronológico y lineal, operan en el modo de recuperación de la conciencia
del narrador. Esta conciencia, es importante mencionarlo, se encuentra
distorsionada por los celos y, por lo tanto, no es completamente objetiva. A lo largo
de la novela, este hombre que nunca se menciona en el texto, pero que se
sobrentiende su presencia, presenta repetidamente las mismas escenas con
apenas y alguna que otra variación buscando distinguir en las palabras y actitudes
más sutiles ya sea de Franck o de A… algo que respalde sus obsesivas sospechas.

Ahora bien, esta naturaleza repetitiva de la obra es algo que resulta tedioso para
aquellos lectores que no son capaces de encontrar el significado que esto encierra
en sí. El crítico literario francés Émile Henriot, por ejemplo, se burló de la obra
justamente por esto, afirmando que después de leerla creyó que le habían enviado
una copia defectuosa debido a que en todo el libro se repetía la misma escena sin
avances en la trama. Dicha percepción no es más que el reflejo de una mala lectura,
pues Robbe-Grillet, anticipándose a las críticas, reflexionó acerca de esto en la
misma novela, donde asegura que la trama avanza, aunque pareciera que no:

Sin duda, siempre es el mismo poema que continúa. Si a veces los temas se
desvanecen, es volver un poco más tarde, confirmado, casi idéntico. Sin
embargo, estas repeticiones, estas pequeñas variantes, estos cortes, estos
retrocesos pueden dar lugar a modificaciones, aunque apenas sensibles, que
conducen a la larga lejos del punto de partida. (p. 56).

Por otra parte, dado que nos encontramos inmersos en la conciencia del narrador
sin poder saber con seguridad a que tiempo pertenecen los acontecimientos que se
presentan, es bastante complicado encontrar linealidad en la novela. Aunque no es
imposible. A partir de algunos pequeños y sutiles detalles que describe el celoso
hombre como, por ejemplo, la marca del ciempiés que Franck estampó en la pared,
podemos ir hilando los acontecimientos y establecer cierto orden. Es decir, que si,
por ejemplo, en el apartado uno ya se menciona la mancha, pero en el dos y el tres
no, esto significa que la escena del primer apartado es posterior a las otras dos.
Dicho método puede aplicarse con todos los apartados tomando en cuenta ya sea
la mancha del ciempiés u otros datos que son referidos.

Asimismo, como complemento del anterior “método”, podemos estructurar la obra


dividiendo la trama en tres etapas, las cuales corresponden a los tres sucesos más
significativos de la historia: el tiempo antes del viaje a la ciudad de Franck y A..., el
tiempo que corresponde al viaje en sí, y el tiempo que transcurre desde el regreso
de A... hasta el cierre de novela. Aún con esto, claramente sigue sin ser posible
establecer un orden cronológico como tal porque las fechas de los acontecimientos
no son presentadas, pero sí podemos al menos tener en cuenta qué cosas pasaron
primero y qué cosas después.

Así pues, basándonos en todo lo antes referido, podemos concluir que La celosía
no es una obra que sea fácil de leerse. Para poder entender lo mejor posible la
novela es forzosamente necesario leerla con calma, con los ojos bien abiertos, y
con lápiz y papel a la mano para tomar notas. En este caso, las notas no son
opcionales. Lo más seguro es que el lector que prescinda de ellas pierda el sentido
de la trama para el segundo apartado (si no es que desde el primero). Esto, cabe
aclarar, no quiere decir que la novela sea mala, sino todo lo contrario, pero, hay que
tenerse en cuenta, es de notas tomar.

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