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Fallo: 3.939-2010.

SENTENCIA DE LA CORTE SUPREMA:

Santiago, veintisiete de octubre de dos mil diez.

VISTOS:

En estos autos Nº 3939-2010, se ha conocido el recurso de queja entablado


en lo principal de fojas 17 a 28, por el abogado don Matías Astaburuaga Suárez,
en representación de la Sociedad Química y Minera de Chile S.A. (SQM), precisa
que en la causa sobre Reclamación de Aguas, Nº 654-2004, rol de la Corte de
Apelaciones de Santiago, los Ministros de su primera sala, señores Juan Manuel
Muñoz Pardo y Jorge Dahm Oyarzún y doña María Soledad Melo Labra y la
abogada integrante señora Paola Herrera Fuenzalida, incurrieron en faltas y
abusos graves al dictar dos resoluciones por las cuales denegaron todas las
peticiones formuladas en dicho ingreso, las que más adelante se explicitan.

A fojas 106 se declaró admisible el recurso, se pidió informe a los jueces


recurridos y se decretó orden de no innovar.

De fojas 131 a 136 los magistrados dan cuenta que efectivamente dictaron
las dos resoluciones que motivan la queja; el tres de mayo del presente año, por
la cual negaron lugar a tener como parte en la reclamación a la Sociedad
recurrente de queja, en atención el estado procesal de la causa respectiva,
decisión que los juridiscentes estiman que resulta a todas luces improcedente
de reclamar por la presente vía, no sólo porque es extemporánea, sino que
tampoco se dan los presupuestos del artículo 545 del Código Orgánico de
Tribunales. Mientras que por la otra, de veintiséis del mismo mes y año,
desecharon la solicitud de nulidad de todo lo obrado y la reposición subsidiaria
contra la anterior decisión, la que atendida su naturaleza, no es de aquellas que
hacen procedente el medio de impugnación aquí intentado, pues no se trata de
una sentencia interlocutoria que ponga término al juicio o haga imposible su
continuación, puesto que la causa en que incide, registraba ya una sentencia
definitiva ejecutoriada.

Por los fundamentos anteriores es que los jueces recurridos afirman que no
han incurrido en ninguna falta o abuso que amerite el presente reclamo,
resaltan que el proceso en que las dictaron, se encuentra ya en etapa de
cumplimiento de la sentencia ejecutoriada allí dictada, y esa Corte de Alzada
carece de facultades legales para rever el asunto.

A fojas 138 se trajeron los autos en relación.


CON LO RELACIONADO Y CONSIDERANDO:

PRIMERO: Que el oponente destaca que es del todo imprescindible definir el


contexto en que ocurrieron las inadvertencias que delata, para comprender la
gravedad de lo aquí acontecido, explica en síntesis que en la Corte de
Apelaciones de Santiago se siguió una causa sobre Reclamación de Aguas, bajo
el Nº 654-2008, en la cual la Sociedad Minera Negreiros, perteneciente al Grupo
Empresarial Errázuriz, obtuvo en su favor decisión que acogió su reclamo,
mediante la cual se le otorgaron derechos de aprovechamiento de aguas
subterráneas de carácter consuntivo en el acuífero de la Pampa del Tamarugal
por la cantidad de doscientos cuarenta litros por segundo.

El anterior veredicto fue objetado para ante esta Corte Suprema, a través de
un recurso de casación en el fondo, deducido por el abogado Héctor Villarroel
Yáñez, asignado a ese proceso por la Dirección General de Aguas (en adelante
DGA), quien más tarde se desistió del mismo, lográndose con ello un "aparente"
estado de ejecutoriedad, que fue establecido en un fallo condenatorio ulterior,
emitido por el Cuarto Tribunal Oral en lo Penal de Santiago, en la causa RIT 247-
2009, que es de dieciocho de diciembre de dos mil nueve, donde resultó el
mismo profesional ya individualizado, condenado como autor del delito de
prevaricación de abogado, considerando -entre otros hechos- exactamente el
referido a su intervención en la litis sobre reclamación de aguas ya aludida, de la
forma en que ya se ha expresado, estimándose en resumen que la calidad de
firme y ejecutoriada de la resolución que acogió la reclamación, se adquirió por
intermedio de un fraude penal.

SEGUNDO: Que el quejoso agrega que en forma previa, cuando aún el juicio
penal reseñado en el raciocinio antelado estaba en fase investigativa, la Minera
Negreiros intentó apremiar mediante arresto al Director de la DGA, para así
obtener el cumplimiento del fallo dictado en su favor, cuya ejecutoria fuera
lograda fraudulentamente, lo que generó un amparo preventivo en favor del
último, con el Nº 2230-09, correspondiente al mes de abril de dos mil nueve, el
que fue acogido por esta Corte Suprema, expresándose que tal apremio sólo
podía resolverse una vez que finalizara la pesquisa criminal, que en opinión del
compareciente significó un claro mensaje a la Corte de Alzada respectiva, en
orden a que debía considerar ese episodio para resolver el propio.

TERCERO: Que, por lo que toca a las faltas o abusos graves, se resalta que la
Sociedad Química y Minera de Chile S.A. (en adelante SQM), procedió a hacerse
parte en el procedimiento sobre reclamación seguido por Minera Negreiros, por
la presentación de fojas 344, la que con fecha tres de mayo del presente año,
según aparece de fojas 363 y siguientes, fue resuelta en forma negativa,
atendido el estado procesal de la causa. Entonces, se requirió la nulidad de todo
lo obrado, y en subsidio, reposición, las que a fojas 365, fueron también
desestimadas, decisiones ambas que constituyen los motivos de la queja
entablada.
Es así como las faltas o abusos graves se producen porque el estado
procesal de esa causa corresponde actualmente al de una ejecución de
sentencia, por lo tanto aún existe un juicio pendiente, en el que SQM tiene el
derecho a intervenir como tercero coadyuvante de la DGA, lo que fue negado
por los recurridos, asilados en un estado procesal falso de ejecutoria. Invoca el
quejoso los artículos 23, 82 y 232 del Código de Procedimiento Civil y 114 de su
homónimo Orgánico de Tribunales en apoyo de su tesis, y que en lo que
concierne a su interés jurídico y patrimonial, asevera que es actual, por cuanto a
su vez también tiene constituidos derechos de aprovechamiento en el mismo
acuífero, los que se verían seriamente afectados de ejecutarse el laudo cuyo
estado de ejecutoria fue fraudulentamente alcanzado, pues se produciría un
desequilibrio hídrico que podría agotarlo, el que además se ubica en un área de
restricción que impide su sobrexplotación.

CUARTO: Que semejantes actuaciones abusivas cometidas en el ejercicio de


su actividad jurisdiccional por los magistrados supuso, además, desconocer dos
pronunciamientos ejecutoriados que disponen exactamente lo contrario de lo
resuelto. Por lo pronto, la emitida por esta Corte Suprema, que resolvió
favorablemente un recurso de amparo preventivo interpuesto a favor del ex-
Director de la DGA, en el que se ordenó que el apremio solicitado sólo se podía
decidir una vez que culminara la investigación penal; y en seguida, la sentencia
condenatoria impuesta al abogado de la DGA, en atención a su desistimiento
del recurso de casación en el fondo intentado en la reclamación de aguas, el que
fue considerado como propio de una conducta delictiva de prevaricación, por el
que fue finalmente condenado, de forma tal que al ser lograda ilícitamente su
calidad de firme, no puede ser ejecutada. De paso, se vulneró también el
artículo 178 del Código de Procedimiento Civil, que prescribe que la sentencia
penal prima por sobre la civil, lo que igualmente fue ignorado.

Por lo expuesto se sostiene por el quejoso que los jurisdicentes


cuestionados contravinieron normas básicas de orden público, dando valor a un
acto ilícito conseguido mediante fraude, y pese a existir condena penal, a los
beneficiados con ello se les estimó habilitados para exigir su cumplimiento,
solicitan en forma principal que se acoja su recurso y se proceda a dejar sin
efecto la resolución que no accedió a su intervención y resolver, en cambio, que
la Sociedad Química y Minera de Chile S. A., es parte en dicho proceso como
tercero coadyuvante de la Dirección General de Aguas, y que se provean
derechamente las restantes peticiones de fojas 344, negando lugar a que se
decreten apremios u otras medidas que conduzcan a la ejecución de la
sentencia, cuyo estado procesal actual es resultado de un ilícito penal; efectúa
una serie de peticiones subsidiarias que en el mismo petitorio de fojas 23 se
especifican, y que son consecuencia necesaria de la principal.

QUINTO: Que el recurso de queja, en tanto persigue modificar, enmendar o


invalidar resoluciones judiciales pronunciadas con falta o abuso, constituye un
medio extraordinario destinado a corregir la arbitrariedad judicial, mediante la
imposición de medidas disciplinarias a los recurridos ante la existencia de un
defecto que agravie al compareciente, manifestado en un error grave y notorio,
de hecho o de derecho, sin perjuicio de las atribuciones de esta Corte para
proceder de oficio, con arreglo al artículo 545 del Código Orgánico de
Tribunales.

SEXTO: Que el tópico la cuestión a dilucidar en este arbitrio consiste en


determinar si medió falta o abuso grave por parte de los jueces recurridos al
resolver de la forma en que lo hicieron respecto de las dos resoluciones
objetadas. Una de ellas no admitió su intervención en un litigio sobre
reclamación como tercero coadyuvante de la DGA, atendido el estado procesal
de la causa, esto es, por existir sentencia ejecutoriada, y en cuanto a las
peticiones subsidiariamente formuladas, se le proveyó que se estuviera a lo
resuelto sobre la petición principal. En lo que incumbe a la otra resolución
censurada, en su sección inicial desechó un recurso de nulidad de todo lo
obrado; y en lo restante, tampoco se acogió un recurso de reposición dirigido
contra de la primera decisión recurrida de queja ya indicada.

SÉPTIMO: Que, sin perjuicio de la precisión anterior, conviene consignar un


orden cronológico de las principales actuaciones realizadas en los diversos
procesos atinentes al presente recurso, para de esa forma tener claridad acerca
de lo que se habrá de resolver sobre las mismas:

a.- La Sociedad Contractual Minera Negreiros, sucesora legal de Compañía


Minera Negreiros S.A., promovió el diecisiete de enero de dos mil cuatro, un
reclamo autorizado por el artículo 170 del Código de Aguas, que atacó tres
resoluciones dictadas por la Dirección General de Aguas, cuyos Nºs. son el 3239,
3234 y 3245, todas del diez de noviembre de dos mil tres, que rechazaron sus
respectivos recursos de reconsideración, ante la negativa de la autoridad a
constituir derechos de aprovechamiento de aguas subterráneas por un caudal
de veinticinco, ciento setenta y cuarenta y cinco litros por segundo,
respectivamente.

b.- Una vez efectuada la tramitación de rigor, la séptima sala de la Corte de


Apelaciones de Santiago, con fecha cinco de septiembre de dos mil siete, según
aparece de fojas 92 y siguientes del proceso sobre reclamación Nº 654-2004,
traído a la vista, hizo lugar a la reclamación instaurada, ordenó que se le deben
otorgar los derechos de aprovechamiento que impetra.

c.- Contra la decisión anterior, el abogado de la DGA, Héctor Villarroel Yáñez,


según consta de fojas 97 y siguientes, entabló un recurso de casación en el
fondo, hizo presente que patrocina y se le confirió poder en los términos de
ambos incisos del artículo 7º del Código de Procedimiento Civil, el que fue
declarado admisible a fojas 103, por haber sido presentado dentro de plazo y
patrocinado por abogado habilitado para el ejercicio de la profesión.

d.- Con decreto de dar cuenta del referido arbitrio ante la tercera sala de
este máximo tribunal, el mismo profesional mencionado, en conjunto con el
abogado de la reclamante, Raúl Berríos Villarroel, con fecha veintiuno de enero
de dos mil ocho, presentaron escrito suscrito por ambos ante notario, en el cual
se explica que la DGA ha analizado los antecedentes técnicos y legales que
motivaron su casación, estima conveniente y oportuno desistirse del mismo, lo
que comunica por esta vía a esta Corte Suprema; y su contraparte lo acepta en
forma expresa. Tal libelo es proveído el veintiocho de enero de dos mil ocho,
conforme aparece de fojas 119, y registra el cúmplase el cinco de marzo del
mismo año.

e.- El diecisiete de abril de dos mil ocho, como consta de fojas 126 de los
autos originales traídos a la vista, figura certificado de ejecutoria.

f.- A partir del diez de junio de dos mil ocho (fojas 130), la reclamante
Negreiros solicita el cumplimiento bajo apercibimiento de arresto de lo
obtenido en su reclamación, pero el tribunal ordena previamente oficiar a la
DGA, la que informa a fojas 140, que lo cumplió con fecha veintitrés de julio de
dos mil ocho, mediante la dictación de las resoluciones 237, 238 y 239. Sin
embargo, a fojas 171, 173 y 175, figuran los decretos 2139, 2131 y 2132, todos
del veintiocho de agosto de dos mil ocho, por medio de los cuales las anteriores
resoluciones constitutivas fueron dejadas sin efecto.

g.- A fojas 152 y siguientes, consta que con fecha veintiséis de agosto de
dos mil ocho, el Ministerio Público solicitó el proceso sobre reclamación en su
investigación RUC Nº 0800682959-8.

h. El ocho de abril de dos mil nueve, como se desprende de fojas 208, esta
Corte Suprema conoció de un recurso de apelación contra un amparo
preventivo desestimado, y que fuera intentado a favor del entonces Director
General de Aguas, referido a una orden de arresto pendiente de resolver ante la
petición del reclamante de obtener el cumplimiento de lo dictaminado en los
autos sobre Reclamación Nº 654-2004, rol de la Corte de Apelaciones de
Santiago, el que fue acogido, y se dispuso que esa solicitud sólo podía ser
resuelta una vez que finalizara la investigación criminal que se sustancia por
ellos.

i.- A fojas 275 y siguientes, rolan copias de la sentencia definitiva penal


dictada el veintitrés de diciembre de dos mil nueve, en los autos RUC
0800682959-8, RIT 247-2009, del Cuarto Tribunal Oral en lo Penal de Santiago,
que condenó a Héctor Villarroel Yáñez, a sufrir -entre otras penas-, dos años y
un día de suspensión en su grado máximo del cargo o profesión y multa de once
unidades tributarias mensuales, por su responsabilidad de autor de tres delitos
de prevaricación de abogado, ilícito previsto y sancionado en el artículo 231 del
Código Penal, entre los cuales figura en calidad de consumado el perpetrado el
veintitrés de enero de dos mil ocho, descrito en la letra d.- precedente.

j.- El ocho de abril del presente año dos mil diez (fojas 344), figura la
solicitud de la Sociedad Química y Minera de Chile S.A., de hacerse parte, en
calidad de tercero coadyuvante, en la Reclamación Nº 654-2004, y en que entre
otros aspectos, pone en conocimiento del tribunal lo ocurrido en sede penal, a
la vez que requiere se rechace cualquier apremio solicitado por Negreiros en
contra del Director de la DGA u otra medida que conduzca a ejecutar la
sentencia allí emitida, cuya petición principal fue resuelta negativamente el tres
de mayo del presente año (fs. 363), en atención al estado procesal de la misma
causa en que incide, y en cuanto al resto de las peticiones, se dispuso que se
estuviera a lo ya resuelto, decisión que constituye la primera resolución
recurrida de queja, que fue suscrita por los Ministros señores Juan Manuel
Muñoz Pardo y Jorge Dahm Oyarzún y doña Soledad Melo Labra.

k.- A continuación la Sociedad Química y Minera de Chile S.A., el siete de


mayo pasado (fojas 365), incidentó de nulidad de todo lo obrado, y en un otrosí,
repuso. Lo que el veintiséis del mismo mes y año (fojas 403), le fue denegado,
dado que no se había incurrido en un vicio de nulidad y a que ese proceso se
encuentra con sentencia ejecutoriada. Y en lo que atañe a la reposición,
considerando que los argumentos esgrimidos no lograron desvirtuar los
fundamentos tenidos en cuenta al pronunciar la resolución recurrida, se
desechó la reposición, la que fue resuelta por los Ministros Sr. Jorge Dahm
Oyarzún y doña Soledad Melo Labra, así como la abogada integrante Sra. Paola
Herrera Fuenzalida.

EN CUANTO A LA TERCERÍA COADYUVANTE.

OCTAVO: Que durante la etapa del cumplimiento incidental de la sentencia


definitiva firme extendida en esta causa, de fojas 92 a 96, la Sociedad Química y
Minera de Chile S. A. (Soquimich) promovió tercería coadyuvante de la
reclamada Dirección General de Aguas e invoca un interés actual, directo y
efectivo en el resultado del pleito, por cuanto ostenta derechos constituidos en
el mismo caudal en disputa, los que se verían amagados de ser ejercidos, añade
que, de acuerdo con los artículos 7º, 23 y 232 del Código de Procedimiento Civil
y 114 de su homónimo Orgánico de Tribunales, ha conferido poder judicial para
todo el juicio hasta la ejecución completa de la decisión definitiva y esta fase de
cumplimiento de aquélla lo comprende, de modo que le asiste la facultad de
intervenir como tercero.

Por un primer otrosí solicita se denieguen los apremios requeridos contra el


Director General de Aguas, debido a que, el laudo que se halla en estadio de
cumplimiento, es el resultado de un ilícito penal donde el abogado de la
reclamada fue condenado por veredicto criminal ejecutoriado, por su
responsabilidad de autor del delito de prevaricación en perjuicio de su propia
mandante.

NOVENO: Que por dictamen de tres de mayo recién pasado, que rola a fojas
363, una de las salas de la Corte de Apelaciones de Santiago, no dio lugar a esa
petición de Soquimich de hacerse parte como tercero coadyuvante de la
Dirección General de Aguas ni a aquella de no aceptar los apremios que se pidan
con el propósito de cumplir el edicto que acogió la reclamación, basada en que
ella se encuentra afinada por fallo firme, de manera que ya no es dable la
admisión de tercerías, las que sólo proceden durante el transcurso de la litis,
pero no después de su término por pronunciamiento definitivo ejecutoriado,
que es lo que ocurre en esta situación.

Esta es la primera de las resoluciones recurridas de queja, por haber


incurrido los Ministros que la emitieron en grave falta o abuso, al negarle su
intervención como tercero coadyuvante y a su petición de no dar curso a los
apremios que se requieran contra el Director General de Aguas con la finalidad
de lograr el cumplimiento de lo resuelto.

DÉCIMO: Que, desde luego, es útil dejar en claro que se entiende por tercero
coadyuvante a aquel extraño a la controversia que sostiene un interés armónico
con los de cualquiera de los litigantes directos, siempre que tenga un interés
actual en los resultados de la contienda, cuya pretensión en la especie
concuerda con las de la reclamada Dirección General de Aguas, como se deja
entrever en la formalización de la tercería; y, por consiguiente, está llamado a
cooperar con esta parte directa para que se le reconozca el derecho que se
encuentra comprometido en el pleito.

Empero, contrariamente al fundamento del rechazo que de ella hace la


Corte de Apelaciones, es necesario señalar que, dada la ubicación de las
tercerías entre las disposiciones comunes a todo procedimiento, los autores
sostienen que ellas pueden interponerse no sólo antes que se dicte sentencia en
el litigio, sino que una vez pronunciada, oponiéndose a su cumplimiento (Carlos
Anabalón S.: "Tratado Práctico de Derecho Procesal Civil Chileno", tomo II,
volumen I, Librotec Ltda., editores, segunda edición aumentada, corregida y
renovada, Concepción, Nº 992, página 169; Sergio Rodríguez Garcés: "Tratado de
las Tercerías "intervención de terceros en juicio", tomo I, tercera edición,
Ediciones Vitacura Ltda., año mil novecientos ochenta y siete, páginas 60 y 77; y
Mario Casarino Viterbo: "Manual de Derecho Procesal" Derecho Procesal Civil",
tomo III, quinta edición actualizada, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile,
año mil novecientos noventa y cuatro, Nº 29, página 51), lo que corrobora la
jurisprudencia (José A. Otero Lathrop: "Código de Procedimiento Civil (anotado)",
Ediciones Albatros Chilena, Santiago de Chile, año mil novecientos sesenta y
siete, tomos I, sentencia Nº 11, página 83, y IV, sentencia Nº 1, páginas 218 y
219), aún en el procedimiento incidental de cumplimiento de la misma (SCS, dos
de diciembre de mil novecientos ochenta y cinco, RDJ., tomo 82, sección
primera, página 101; y SCAValpso., veintiséis de septiembre de mil novecientos
setenta y dos, RDJ., tomo 69, sección segunda, página 20).

Criterio que, asimismo, recogen los artículos 233, inciso segundo, y 234,
incisos segundo y tercero, del Código de Enjuiciamiento Civil.

UNDÉCIMO: Que, no obstante lo expuesto hasta ahora, la doctrina explica


que las tercerías, aplicables a toda clase de procedimiento, constituyen sólo una
regla general establecida sin perjuicio de las normas especiales que sobre la
materia determine la ley y entonces se traen a cuento las tercerías especiales
del juicio ejecutivo, reglamentadas entre los artículos 518 al 529 del estatuto
procedimental aludido, las cuales quedan acotadas únicamente a ciertos casos
como cuando se alega dominio sobre los bienes embargados, derecho para
pagarse preferentemente o derecho para concurrir al pago a falta de otros
bienes u otros derechos que pueden hacerse valer en la forma contemplada
para las tercerías. Ello significa que un tercero sólo puede intervenir en el juicio
ejecutivo cuando formule alguna de las tercerías del artículo 518 o reclame
algún otro derecho de los consagrados en los artículos 519 y 520 del Código de
Instrucción Civil, ninguno de los que comprende la tercería coadyuvante
propuesta en autos por Soquimich, ni los ha intentado la parte directa de la
Dirección General de Aguas.

DUODÉCIMO: Que en lo atinente al cumplimiento incidental del edicto


firme, dentro del cual se inserta la tercería coadyuvante sub lite, es menester
destacar que su normativa sólo regula la oposición de terceros a quienes afecta
el fallo (artículos 233, inciso segundo, y 234, incisos segundo y tercero, del
Código adjetivo civil), cuyo no es el caso del compareciente, quien
expresamente ha entablado una tercería coadyuvante de la Dirección General
de Aguas y no la independiente que franquea la ley, concepto que se refuerza
con la omisión en oponer alguna de las excepciones taxativas descritas en el
último de los preceptos recién mencionados, ni con los requisitos que allí se
exigen, abstención que también observa la Dirección General de Aguas, de
modo que no se divisa tal ayuda.

A pesar que la cátedra, asilada en el inciso final del artículo 235 del mismo
compendio procesal, y teniendo presente que en realidad este cumplimiento
incidental es igualmente un juicio ejecutivo que se tramita con arreglo a las
disposiciones de los incidentes, salvo leves modificaciones, y merced a su
carácter de procedimiento forzado para obtener el cumplimiento de un
pronunciamiento ejecutoriado, admite la intervención de terceros de igual
forma que en el juicio ejecutivo y, por ende, es dable intentar las mismas
tercerías que autorizan los artículos 518, 519 y 520 de dicho ordenamiento
(Sergio Rodríguez Garcés, ob. cit., tomo III, página 829), ninguna de las cuales se
opuso por el recurrente tercerista coadyuvante, como se dijo y ni siquiera por la
parte directa a quien procura coadyuvar.

DÉCIMO TERCERO: Que, por lo demás, la jurisprudencia también ha


desechado expresamente la intervención del tercero coadyuvante en el juicio
ejecutivo (José A. Otero Lathrop, ob. cit., tomo IV, sentencias Nºs. 1 y 2, páginas
218 y 219; y "Repertorio de Legislación y Jurisprudencia Chilenas" Código de
Procedimiento Civil", tercera edición, tomo III, Editorial Jurídica de Chile,
Santiago de Chile, año mil novecientos noventa y nueve, párrafo 3, de las
tercerías, sentencia Nº 6, página 210).
Es así como no se advierte falta o abuso en la resolución impugnada en el
primer capítulo de la vía disciplinaria utilizada.

DÉCIMO CUARTO: Que, por carecer de legitimidad activa, tampoco parece


procedente la pretensión contenida en el primer otrosí, en el sentido de
desestimar desde ya los apremios que se impetren contra el Director General de
Aguas, tendientes a conseguir el cumplimiento forzado del laudo ejecutoriado.

EN CUANTO AL INCIDENTE DE NULIDAD DE LO OBRADO.

DÉCIMO QUINTO: Que, asimismo, de fojas 365 a 377, Soquimich formalizó


incidente de nulidad de todo lo obrado a partir desde la decisión que le negó su
petición de intervenir en el pleito como tercero coadyuvante y la reposición
intentada contra dicha negativa adelante, toda vez que ambos dictámenes
fueron resueltos por la primera sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, que
es la tramitadora, en circunstancias que correspondía hacerlo a la séptima sala,
avocada con anticipación al conocimiento de la causa.

DÉCIMO SEXTO: Que por edicto de veintiséis de mayo último, que corre a
fojas 403, el mismo tribunal de alzada, también desestimó tal incidente de
nulidad de lo obrado de que se trata, con similar fundamento del anterior
rechazo, amén de no existir un vicio de nulidad. Esta es la otra resolución
recurrida de queja, en razón de haber incurrido en grave falta o abuso los
Ministros que la dictaron, merced a la misma irregularidad de que adolece la
antelada.

DÉCIMO SÉPTIMO: Que como tema preliminar es útil insistir en la falta de


legitimidad activa que afecta al incidentista por haberse desechado su pasada
pretensión de ser admitido como tercero coadyuvante de la Dirección General
de Aguas en esta etapa de cumplimiento incidental de lo resuelto por fallo
definitivo firme, lo que de inmediato hace desaparecer la trascendencia del vicio
denunciado, puesto que en este entendido no se aprecia el perjuicio que exige el
artículo 83, inciso primero, del Código de Procedimiento Civil, ya que sólo lo
alega un ajeno al conflicto.

DÉCIMO OCTAVO: Que, a mayor abundamiento, la deficiencia develada


tampoco aparece castigada expresamente con la nulidad ni deviene en un
elemento esencial para la ritualidad o la marcha del proceso (artículo 84, inciso
tercero, de la misma recopilación procedimental).

En efecto, no aparece alterada ni se ha discutido la competencia de la Corte


de Apelaciones de Santiago que le confieren los artículos 63, Nº 1º, 110, 113 y
114 del Código Orgánico de Tribunales y 231 y 232 de su homónimo de
enjuiciamiento civil, en los términos que especifica el artículo 768, Nº 1º, de esta
última recopilación.

DÉCIMO NONO: Que la anomalía delatada se reduciría al indebido


conocimiento del incidente por una de las salas en que se divide la Corte de
Apelaciones, de acuerdo con el inciso primero del artículo 66 del Código
Orgánico de Tribunales, en la especie la primera sala tramitadora (artículo 70,
inciso primero, del mismo estatuto), en circunstancias que la causa estaba
sometida al conocimiento de la séptima sala a la cual le correspondía resolver
los incidentes, conforme lo prescribe el inciso cuarto del mismo precepto.

Sin embargo, es bueno recordar a este respecto que cada sala representa a
la Corte en los asuntos de que conoce (artículo 66, inciso segundo, de la
compilación orgánica), lo cual disminuye en importante medida la magnitud del
supuesto defecto.

VIGÉSIMO: Que todavía cabe rememorar que se trata de reglas legales de


orden puramente económico, encaminadas a una eficiente distribución del
trabajo (Carlos Anabalón S., ob. cit., tomo II, volumen I, Nº 687, página 157 y José
Quezada M.: "Derecho Procesal Chileno "La Competencia", Ediar ConoSur Ltda.,
Santiago de Chile, año mil novecientos ochenta y cinco, Nº 19, página 19, con
cita de jurisprudencia en su apoyo), cuya naturaleza no permite sustentar en
ellas la incompetencia del tribunal (SCAS, RDJ., tomo LXXIX, Nº 2-1982, segunda
parte, sección segunda, página 35; y SCS, Revista Fallos del Mes Nº 268,
sentencia 5, de veinticuatro de marzo de mil novecientos ochenta y uno, página
11), semejantes a aquellas que gobiernan la constitución anual de cada sala
mediante sorteo de sus miembros (artículo 61 del estatuto orgánico) y cuando
falta cualquiera de sus Ministros, la sala no deja de funcionar, sino que se
integrará con aquellos no inhabilitados de la misma Corte (artículo 215, inciso
primero, del mismo cuerpo jurídico), aunque en la Corte de Apelaciones de
Santiago que nos ocupa, se hará de preferencia con los Ministros de las salas
que cuenten con cuatro miembros (inciso cuarto de la misma disposición).

Incluso cuando faltan todos los Ministros de la sala, el juicio se difiere a otra
sala de la misma Corte (artículo 216, inciso primero, del mismo texto legal), sin
que se vislumbre siquiera algún vestigio que pudiera afectar la validez de las
actuaciones que en estas condiciones se verifiquen.

VIGÉSIMO PRIMERO: Que bajo este prisma se impone como necesaria


conclusión que el legislador no estimó de tanta gravedad y entidad las
eventuales contravenciones a tales pautas, como para reprimirlas con la sanción
extrema de la nulidad procesal y, por lo tanto, las posibles faltas que se
censuran en este segmento del recurso a los Ministros de la Corte de
Apelaciones de Santiago recurridos, no revisten la envergadura suficiente como
para hacer uso de las atribuciones disciplinarias que se recaban por el recurso
de queja de fojas 17 a 28, bajo ninguno de sus supuestos.

VIGÉSIMO SEGUNDO: Que, no obstante todo lo que se viene señalando, este


tribunal no puede obviar la gravedad de lo acontecido en el caso propuesto,
especificado cronológicamente en el motivo séptimo del presente veredicto,
cuya manifestación mayor se produjo en relación con la sentencia que resolvió
la Reclamación Nº 654-2004, rol de la Corte de Apelaciones de Santiago, la que
adquirió carácter de firme y ejecutoriada producto de una actuación delictiva
que fue realizada por el propio profesional mandatado por la reclamada, esto
es, la Dirección General de Aguas, y que consistió en que habiendo obtenido
esta última una sentencia desfavorable a sus intereses, presentó en tiempo y
forma un recurso de casación en el fondo contra dicho fallo, quedando de todas
formas en absoluta indefensión, puesto que sin que mediara consulta o
autorización con la superioridad del mismo servicio, el abogado Héctor Rolando
Villarroel Yáñez -dependiente del anterior-, se desistió del medio de
impugnación que ya había deducido, provocando con ello un perjuicio a los
intereses de su representada, materializado en que si bien lo planteado en ese
libelo con el objeto de revertir lo dictaminado en la reclamación no se trataba
de una cuestión pacífica, por lo tanto era perfectamente debatible; con lo
actuado criminalmente se impidió su discusión en el momento procesal válido,
y su decisión final en uno u otro sentido, restándole validez al procedimiento
seguido a su respecto.

Lo anterior se constata desde que ese veredicto adquirió firmeza como


consecuencia de un delito penal, todo lo cual fue establecido legalmente en la
sentencia criminal firme de veintitrés de diciembre de dos mil nueve, emanada
del Cuarto Tribunal Oral en lo Penal de Santiago, que condenó a Villarroel Yáñez
-entre otros ilícitos-, como autor del de prevaricación de abogado, previsto y
sancionado en el artículo 231 del Código Penal.

VIGÉSIMO TERCERO: Que, si bien: "el proceso tiene como fin lógico la
sentencia, acto por el cual el juez cumple la obligación derivada de la demanda."
(G. Chiovenda, Principios de Derecho Procesal Civil, págs..412 y siguientes), ello
supone que sea producto de un debido proceso, respecto del cual la doctrina
nacional y extranjera concuerdan en que el catálogo de garantías mínimas para
que exista "un proceso racional y justo" incluye siempre un procedimiento que
ostente la presencia de un contradictor y que las partes en el juicio tienen
derecho a un trato en igualdad de condiciones. A su tiempo, es necesario
también considerar que el principio llamado del "debido proceso", ubicado en el
capítulo tercero de la Constitución, destinado establecer los derechos y deberes
constitucionales, indica en su artículo 19, Nº 3, inciso 5º, que "Toda sentencia de
un órgano que ejerza jurisdicción debe fundarse en un proceso previo
legalmente tramitado. Corresponderá al legislador establecer siempre las
garantías de un procedimiento y una investigación racionales y justos". Vale
decir, la legalidad de un juzgamiento va a depender directamente de un proceso
previo, y de una investigación, ambos racionales y justos.

Esta garantía tiene su antecedente en la Declaración de Derechos Humanos,


la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y el Pacto de
San José de Costa Rica, esto es, forma parte de la temática de los Derechos
Humanos y nació hacia el interior de la defensa de ellos en todo orden de
situaciones y en especial en el de la legalidad del juzgamiento, por lo que la
mayoría de las disposiciones establecidas en tales convenciones se refieren a la
actividad jurisdiccional y especialmente en el plano de aquella referida a la que
regula el proceso penal. En efecto, el carácter tutelar del proceso no sólo
asegura a la persona a quien se le desconoce un derecho a fin que le sea
reconocido. La garantía se satisface con diversos principios como son, entre
otros: (1) derecho a juez natural, (2) juez independiente e imparcial, (3) derecho
a un juicio previo y público, (3) derecho a presentar pruebas y a examinar la
contraria, (4) derecho a ser juzgado en proceso tramitado conforme a la ley; Por
otro lado, puede decirse también que ello se resume en cuatro características:
a) audiencia, b) bilateralidad, c) igualdad y d) celeridad.

VIGÉSIMO CUARTO: Que este mandato puntualmente va dirigido al


legislador, pero no todo quebranto de esta naturaleza puede tener el carácter
de violación de norma superior y ello se percibe claramente cuando se ha
legislado mediante normas procesales expresas que tratan precisamente la
materia. Sin embargo, en la especie, dada la forma ilícita en que se obtuvo el
carácter de firme y ejecutoriado del fallo dictado en sede de reclamación, el
agravio a la garantía del debido proceso aparece como real, en cuanto perjudicó
efectivamente los derechos procesales de la parte reclamada. Es decir, entrabó,
limitó o eliminó su derecho constitucional al debido proceso, consistente de que
un tribunal superior examinara como en derecho correspondía su recurso ya
interpuesto con anterioridad, por lo que es de toda evidencia que las
posibilidades de actuación de una de las partes en el juicio se vieron
efectivamente menoscabadas o entrabadas, y lo que es peor, producto de un
delito.

VIGÉSIMO QUINTO: Que de lo anteriormente anotado, cabe concluir que la


infracción a la referida garantía constitucional se subsume en los hechos de que
este tribunal ha tomado conocimiento producto del recurso de queja
interpuesto, en los cuales se observa con claridad la maniobra que privó
injustamente a la defensa de la Dirección General de Aguas de conocer
finalmente la decisión del tribunal superior respecto de lo por ella planteado en
tiempo y forma, en ejercicio de los derechos que la ley y la Constitución Política
de la República le reconocen, verificándose una privación de derecho
reconocidamente integrante de la garantía que se detecta abiertamente
conculcada.

VIGÉSIMO SEXTO: Que, como explica la doctrina especializada, la infracción


de los derechos o garantías es sustancial, cuando afecta de forma esencial el
ámbito de derechos del recurrente, concurriendo el carácter esencial de la
vulneración, cuando ella ha ocasionado un perjuicio reparable sólo con la
declaración de nulidad, situación que existe cuando la inobservancia de las
formas procesales atenta contra las posibilidades de actuación de cualquiera de
las partes en el procedimiento.

Este tribunal ha declarado que la infracción es "trascendente, de mucha


importancia o gravedad, de tal modo que el defecto sea, en definitiva,
insalvablemente ineficaz, frente al derecho constitucional del debido proceso."
(SCS, Nro. 3319-02, Revista Procesal Penal Nro. 4, diciembre 2002, p. 41). En
este mismo sentido, se ha puntualizado que la nulidad procesal, requiere para
su procedencia, del llamado principio de trascendencia. Lo que en el presente
caso, conforme ya se anticipó, es manifiesto y de tal magnitud, que importó la
ineficacia de la garantía, resultando de ello un desconocimiento del núcleo
esencial de ésta, privándola de toda eficiencia.

VIGÉSIMO SÉPTIMO: Que, a mayor abundamiento, si bien la cosa juzgada


supone una inmutabilidad e irrevocabilidad de lo resuelto, ello aparece como
efectivo en un proceso que se presenta exento de vicios, efectos que ceden si se
ha producido como consecuencia de dolo, error o fraude de alguna de las partes
en conflicto.

Así, uno de los principios que gobierna la vida jurídica, corresponde a la


buena fe procesal, que insta a las partes a obrar con lealtad y corrección en el
desarrollo del conflicto jurídico, el que como se sabe tampoco es absoluto,
justamente por la existencia de intereses contrapuestos en la contienda, de allí
la dificultad para conocer el límite que separe la astucia lícita de la verdadera
mala fe. Lo anterior, se vincula con el deber de veracidad que debe observarse y
cuyo respeto es resguardado por la ley y el órgano jurisdiccional, evitando la
prolongación inútil de los procesos, castigando la mentira procesal y
restringiendo las medidas dilatorias.

VIGÉSIMO OCTAVO: Que, el fraude, en cambio, supone un engaño, faltando


esa parte a su deber de lealtad y veracidad, aspectos que aparecen confirmados
en la actuación inconsulta y delictiva del propio representante de un organismo
público como es la Dirección General de Aguas, quien actuó en forma
deshonesta, antirreglamentaria y desleal en el desempeño de su actividad
jurídica, ello trae como corolario que al haberse producido en el presente caso
un fraude procesal, se lesionó el principio de la buena fe y de veracidad, y
además importó la comisión de un ilícito penal, vicios que contaminaron de
nulidad la ejecutoria del fallo de la reclamación.

VIGÉSIMO NOVENO: Que, como se aprecia, se está en presencia de un


proceso fraudulento, en el que su determinación de afinado emanó de
antecedentes que no eran verídicos, de forma tal que al alcanzar su objetivo,
torna su cumplimiento en perjudicial para uno de los litigantes, al suponer un
desconocimiento de los juridiscentes del derecho de la reclamada en la litis a su
derecho al recurso, el que fuera interpuesto oportunamente.

TRIGÉSIMO: Que, en mérito a lo razonado precedentemente, y en


consideración a la falta grave constatada, la que amerita proceder de oficio,
como lo acuerda el artículo 545 del Código Orgánico de Tribunales, este máximo
tribunal actuará en consecuencia acerca de la materia respecto de la cual el
recurso de queja no ha prosperado.

TRIGÉSIMO PRIMERO: Que, por último, en atención al carácter delictivo


establecido respecto del comportamiento del apoderado de la Dirección General
de Aguas, el sentenciado Héctor Rolando Villarroel Yáñez, limitado a la
presentación del desistimiento que rola a fojas 117 de los autos originales
traídos a la vista, aparece igualmente necesario extender los efectos anulatorios
también al escrito de casación en el fondo de fojas 97 y siguientes, en atención
a que este último consistió en el acto inicial fraudulento, que hizo
imprescindible el posterior; y resolver de forma diferente supondría una
decisión ilógica, o sea, de que en el acto posterior habría actuado ilícitamente,
en tanto que en el inicial lo sería en sentido inverso, en circunstancias que se
trata de una sola maniobra con resultado perjudicial.

Por estas consideraciones, y de acuerdo, además, a lo prevenido en los


artículos 19, Nº s. 3, inciso quinto, de la Constitución Política de la República; 137
del Código de Aguas; 540, 545 y 549 del Código Orgánico de Tribunales y Auto
Acordado de seis de noviembre de mil novecientos setenta y dos y sus
modificaciones, que reglamenta la materia, se declara que:

I.- SE RECHAZA el recurso de queja entablado en lo principal de fojas 17 a


28, por el abogado Matías Astaburuaga Suárez, en representación de Sociedad
Química y Minera de Chile S.A., contra las resoluciones de tres y veintiséis de
mayo del año dos mil diez, escritas a fojas 363 y 403, del expediente original
traído a la vista.

II.- Procediendo DE OFICIO, se deja sin efecto todo lo obrado en la


Reclamación Nº 654-2004, rol de la Corte de Apelaciones de Santiago, a partir
de la interposición del recurso de casación en el fondo que rola a fojas 97 y
siguientes, retrotrayéndose el procedimiento al estado de que se proceda a
notificar como en derecho corresponda a las partes del juicio, acerca de la
existencia del plazo legal pertinente para hacer efectivos los derechos que
estimen procedente, ello respecto de la sentencia dictada en esos autos el 5 de
septiembre de 2007, la que rola de fojas 92 a 96, de esos mismos antecedentes.

Se previene que el Ministro Sr. Nibaldo Segura Peña estuvo por hacer recaer
la decisión de nulidad dispuesta en el punto II de lo resolutivo, sólo hasta dejar
sin efecto la notificación de la sentencia que allí se señala, hecha a la Dirección
General de Aguas, con los efectos procesales que de ello provenga.

Acordada con el voto en contra del Ministro señor Rodríguez, sólo en lo que
se refiere al uso de las facultades de oficio, que se hace en estos autos. Para ello
tiene presente las siguientes motivaciones:

1º.- Que como consta de autos el abogado de la reclamante se desistió ante


esta Corte Suprema del recurso de casación en el fondo que había deducido en
contra de la decisión emitida por la Corte de Apelaciones de Santiago, que
desechó su reclamación y con tal presentación, dejó firme o ejecutoriado el fallo
recurrido, desistimiento que no sólo provocó perjuicio a su mandante, sino que
incluso fue calificado de delictual, por lo cual el letrado resultó condenado por
veredicto criminal ejecutoriado, por su responsabilidad de autor del delito de
prevaricación. A pesar de lo cual no consta en estos autos protesta alguna de la
eventual agraviada Dirección General de Aguas, su poderdante.

2º.- Que las sentencias ejecutoriadas aparecen definidas en el artículo 174


del Código de Procedimiento Civil y producen la acción de cosa juzgada, para
cumplir o ejecutar lo resuelto, conforme a los artículos 175, 176, 231, inciso 1º, y
434, Nº 1º, del mismo estatuto; y la excepción de cosa juzgada, que torna
irrevocable a la sentencia definitiva ejecutoriada, que ni siquiera ha sido
impugnada a través de la presente vía disciplinaria. Lo que significa que no
puede ser alterada ni modificada en forma alguna, pues ya no es posible volver
a discutirse ni pretender un nuevo fallo entre los mismos contendientes y sobre
la misma materia objeto de la controversia anterior ya resuelta, porque tiende a
mantener una situación de hecho y de derecho, como se desprende de los
artículos 177, 310, 464, Nº 18º, 478, inciso 1º, 768, Nº 6º, y 810, Nº 4º, de la
recopilación adjetiva aludida.

Tan es así que ni siquiera los Poderes Públicos del Estado pueden ejecutar
un acto de autoridad encaminado a restarle mérito o eficacia, con arreglo a lo
ordenado en el artículo 76, inciso 1º, de la Constitución Política de la República.

3º.- Que, sin perjuicio de la responsabilidad penal que afecta al profesional


delincuente, la que ya ha quedado definida por sentencia de término, como
autor del delito de prevaricación, según se señaló, desde el momento que entre
cliente y su abogado media un contrato de mandato, de acuerdo a lo
preceptuado en los artículos 528 del Código Orgánico de Tribunales y 7º de su
homónimo de Enjuiciamiento Civil, como cualquier mandatario lo hace incurrir
también en la responsabilidad civil, que en este caso nació como colofón de su
incumplimiento doloso de las obligaciones que dicho contrato de mandato
judicial le impuso.

Esta responsabilidad civil, como se comprende, se hace efectiva ante los


tribunales ordinarios de justicia y se traducirá en el pago de la pertinente
indemnización por los detrimentos inferidos.

4º.- Que como lo sostiene la cátedra no hay que confundir el desistimiento


de un recurso, que es lo ocurrido en la ocasión sub lite, con la renuncia del
mismo. Entonces, se renuncia a un recurso cuando aún no se está en situación
legal de ejercerlo y se manifiesta voluntad expresa o tácita en el sentido de
comprometerse a no formularlo; mientras que se desiste de un recurso la parte
que lo ha formalizado y posteriormente exterioriza su voluntad en orden a no
perseverar en él.

La importancia de esta distinción radica en que para la renuncia es


indispensable contar con facultad especial expresa, de aquellas enumeradas en
el inciso segundo del artículo 7º del Código de Instrucción Civil, desde que aún
no se saben los resultados de la resolución en cuya contra procede el recurso
que se renuncia. En tanto que para el desistimiento, bastan las atribuciones
ordinarias del mandato judicial contenidas en el inciso primero de la disposición
recién citada, por cuanto ya existe una decisión judicial adversa y, así, un cierto
indicio de certeza acerca de la controversia (Carlos Anabalón Sanderson, ob. cit.,
tomo II, volumen I, Nº 936, letra d), páginas 102 y 103; José Quezada Meléndez:
"Derecho Procesal Civil Chileno" de la representación de los actos procesales,
Ediar Editores Ltda., Nº 117, página 237; y Mario Casarino Viterbo, ob. cit., tomo
III, Nº 66, páginas 99 y 100).

Atribuciones de las que, en todo caso, disponía el apoderado, tanto las


ordinarias como las especiales.

5º.- Que hasta aquí se ha razonado sobre la base de la relación contractual


que liga al abogado con su poderdante, como corolario del mandato judicial
otorgado al letrado, pero en la que no le cabe intervención ni responsabilidades
a la contraparte de la litis donde el profesional está obligado a representar a su
cliente. Es en esta relación procesal afinada por sentencia de término donde el
mandatario del reclamante llevó a cabo su actuación dolosa de desistirse del
recurso de casación en el fondo que él mismo había presentado contra la
sentencia definitiva extendida en aquella controversia, dejándola firme o
ejecutoriada debido a ese acto culpable, produciéndose los efectos procesales
de la cosa juzgada, consignados en los basamentos 2º.- y 3º.- de esta disidencia.

Empero, no obstante haber sido favorecido con el desistimiento criticado,


no se ha comprobado intervención de ninguna especie en dicho acto delictual
del contradictor beneficiado con él, de suerte que le es indiferente la infidelidad
del apoderado en el cumplimiento de sus obligaciones contractuales, más aún si
éste ha obrado en representación de su mandante y dentro de los límites de su
mandato, de manera tal que sólo le resta al perjudicado dirigirse contra su
mandatario personalmente por la responsabilidad que le incumbe en los daños
provocados, sobre los cuales no aparece en autos ninguna actividad de la
agraviada Dirección General de Aguas para revertirlos.

6º.- Que tampoco parece idóneo el uso de las prerrogativas correctoras y


disciplinarias, que se hace de oficio, porque su exclusiva finalidad, al decir del
artículo 545, inciso 1º, del Código Orgánico de Tribunales, estriba en corregir las
faltas o abusos graves cometidos en la dictación de resoluciones judiciales de
carácter jurisdiccional y adoptar las medidas conducentes a remediar la falta o
abuso hasta invalidarlas si fuere necesario, pero tratándose de sentencias
definitivas, siempre que no sean susceptibles de recurso alguno, ordinario o
extraordinario.

Al respecto cabe aclarar, desde luego, que la falta o abuso no ha sido


cometido por funcionarios judiciales, sino por el abogado que se desistió
fraudulentamente del recurso de casación en el fondo intentado por él mismo,
sin embargo, las faltas o abusos de los letrados, que pueden reprimirse a través
de la jurisdicción disciplinaria, dicen relación más bien con la observancia de su
buen comportamiento ante los tribunales y frente a sus colegas. Así se
desprende de los artículos 531, 542, inciso final, 543 y 546 del Código Orgánico
de Tribunales, pero en modo alguno sancionan las violaciones a la buena fe y
lealtad con que debe obrar el mandatario y que insinúan los artículos 2.134,
2.144, 2.145, 2.146, 2.147, 2.155, 2.156 y 2.157 del Código Civil, porque si infringe
las obligaciones y prohibiciones legales, adquiere la responsabilidad civil ya
referida derivada de esta normativa.

Mas aún si, como se dejó sentado, la quejosa Soquimich ni siquiera ha


pretendido esa nulidad de lo obrado en el juicio afinado, por lo que no es
materia de la presente controversia. Ni lo ha intentado la Dirección General de
Aguas, a quien la compareciente dice coadyuvar.

7º.- Que, lo razonado hasta aquí no implica la inmutabilidad absoluta de la


sentencia ejecutoriada alcanzada fraudulentamente, lo que encerraría una
injusticia evidente, sino que nuestro régimen jurídico contempla, como único
medio que habilita atacar las sentencias ejecutoriadas, el denominado recurso
de revisión, que autoriza su invalidación cuando han sido ganadas injustamente
en los casos taxativamente enumerados por la ley. Es la exclusiva forma de
desvanecer aquel principio esencial del Derecho Procesal que es la cosa juzgada,
cuando el fraude reviste suma gravedad si, en su virtud, se consagra una
injusticia, y por eso el legislador franquea la revisión de aquellos edictos
obtenidos con graves anomalías, precisamente para prestigiar y rodear la cosa
juzgada de toda solvencia moral. No atiende a los errores de derecho propios de
los recursos de casación, sino mayormente a las maquinaciones y alteración
dolosa de los hechos, la mixtificación de la verdad del pleito lograda por medios
ilícitos, como justamente acontece en la especie.

Y a ello apunta exactamente la causal 3ª del artículo 810 del Código


Procedimental Civil, donde las peripecias que pueden rodear a la sentencia
viciada están aquí consideradas de un modo amplio y total, y entonces permiten
ser imputadas no sólo a los litigantes u otros partícipes en el juicio en que se
pronunció, a saber, los jueces, auxiliares y subalternos de la justicia e incluso a
los testigos, sino que también cuando ellos mismos sean objeto o víctimas de
las maniobras dolosas. La cuestión se reduce así a verificar alguno de
semejantes actos y medir su extrema gravedad o trascendencia en el fallo
rebatido.

8º.- Que tampoco rige aquí la restricción contemplada en el inciso final del
mencionado artículo 810, desde que, como lo anotan los autores, en lo que
interesa al respecto, la limitación se refiere al laudo de esta Corte Suprema,
conociendo de un recurso de casación en el fondo, sea acogiéndolo o
rechazándolo; y en la hipótesis inicial, abarca tanto aquella que invalida la
resolución recurrida, como la de reemplazo (Alejandro Espinosa Solís de
Ovando: "Manual de Procedimiento Civil - Recursos Procesales", sexta edición,
corregida y actualizada, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, año mil
novecientos noventa y cinco, Nº 283, página 301; Carlos Anabalón Sanderson,
ob. cit., tomo II, volumen III, Nº 1492, página 282; y Mario Casarino Viterbo, ob.
cit., tomo IV, Nº 619, páginas 406 y 407), nada de lo cual ocurre en el suceso sub
judice, si se repara en que el recurso de casación en el fondo planteado ni
siquiera llegó a decidirse, por obra del desistimiento doloso del recurso por el
apoderado infiel.

No se dispone la remisión de estos antecedentes al Tribunal Pleno, contra el


voto del mismo disidente, quien estima que esta porción disciplinaria es de
competencia exclusiva del Pleno, de acuerdo con el artículo 545 del Código
Orgánico de Tribunales.

Regístrese, agréguese copia autorizada de esta resolución al proceso tenido


a la vista, y devuélvase en su oportunidad.

Redacción del Ministro Sr. Rodríguez.

Rol Nº 3.939-2010.-

Pronunciado por la Segunda Sala integrada por los Ministros Sres. Nibaldo
Segura P., Jaime Rodríguez E., Rubén Ballesteros C., Hugo Dolmestch U. y el
abogado integrante Sr. Alberto Chaigneau del C.

Sentencia de la corte de apelaciones: 654-2007

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