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ÉTICA PARA AMADOR | ALDAHIR SABALZA

Puede sonar obvio, pero los seres humanos debemos tener un grado, mínimo, de
conocimiento. El querer saber se convierte en una necesidad del ser humano, una necesidad
como alimentarse e hidratarse, es básico. A fin de cuentas, nosotros mismos somos quienes
tenemos la voluntad de adquirir conocimientos o ser ignorantes de algunas cosas. Sin
embargo, es bueno aclarar que ser ignorantes de ciertos aspectos no es algo malo. Y los
conocimientos de saber vivir o mantenernos con vida son sencillos. El fuego es necesario,
pero nos puede acabar. Igual pasa con el agua, las medicinas y un sin número de cosas que
a diario nos son imprescindibles para mantener nuestra vida. Son esos los excesos que
pueden acabar con ella y depende de nuestro actuar que permanezcamos con vida.

Si hacemos una comparación hombre y el resto de los seres del reino animal tenemos
muchas cosas en común, pero son esos aspectos quienes al final nos hacen diferentes.
Animales y seres humanos estamos preparados biológicamente para unas funciones. Las
mariposas hacen su metamorfosis porque así fueron diseñadas por la naturaleza o quienes
las hayan creado. Así mismos los castores y las abejas tienen su propia programación. La
libertad de los animales es de obedecer a su naturaleza. Mientras que nosotros los humanos
tenemos una libertad que, aunque no sea completa, es dependiente de mucha de nuestras
convicciones. La libertad propiamente del ser humano no se refiere a qué podamos hacer.
La relación entre querer y poder es relativa, no es proporcional; porque simplemente
depende de otros factores que permitan materializar ese deseo. No hay una libertad
completa, es un concepto utópico.

Tenemos la libertad de decidir sobre todo nuestros actos. Esta premisa queda en duda si se
mira desde el prisma de la elección derivada de una imposición. Aristóteles, ejemplifica por
medio de la historia del Barco en la tempestad el dilema al que se enfrenta su capitán, el
cual se encuentra ante una difícil decisión: salvaguardar su vida haciendo un movimiento
rápido o, esperar y arriesgarse. Situaciones como la anterior descrita son leitmotiv de la
vida humana, utilizar el cerebro reptiliano -asociado a la autoprotección- O apuntarle a un
pensamiento racional apelando a factores externos. Por otra parte, la existencia humana se
convierte cada vez más en un molde, una sociedad cuadriculada de autómatas que caminan
pero no sienten los pasos, el desmoronamiento del placer. En este punto cabe señalar que
dentro la conducta humana existen tres motivos imperantes: obligación, costumbre o
capricho. El primero de ellos enlazado con la coerción, el miedo al castigo y el afán de
recompensa. El segundo encaminado a la escogencia por libertad y el ultimo va de la mano
con el hedonismo.

Ser libre es la capacidad de decidir. Cumplir órdenes o las costumbres no son escudo ante
cualquier acción. Un determinado contexto no moldea totalmente mi criterio, si en mi
microcosmos está aprobada la esclavitud esto no significa que automáticamente deba
pensar como patrón. Existe un arco de pensamiento que permite encontrar las respuestas
adecuadas: pensar dos veces. ¿Po qué actuó así? Seguramente esto remitirá a "por que me
obligan, porque es costumbre o porque me da la gana; el segundo ejercicio de
pensamiento llevará a cuestionar lo anterior ¿Por qué obedezco a ese colectivo?. Por otro
lado, la connotación de la palabra "bueno" es efímera, no se relaciona directamente con
una persona justa, puede ser un adjetivo vacío que no esté ligado a la conducta: Teo es un
buen jugador de fútbol, la afirmación no lo evalúa como persona. Lo bueno se liga con la
conducta.

Esto tiene una paradoja bien simpática y divertida. Me refiero a la libertad. Ser libre, se
puede decir que puedes hacer lo que quieras. Ese es el enunciado que todos escuchan
cuando a ser libres se refieren. Pero si analizamos desde la gramática y la sintaxis, la
oración, desde esos conceptos tan básicos, “haz lo que quieres” es una orden. Obedece,
digamos, a una autoridad y paradójicamente si alguien te dices que seas libre, pude que seas
libre, pero en este caso está condicionado o permeado por alguien que ordenó hacerlo. Es
un tema bien complejo, pero hay un choque de conceptos muy interesantes el cual vale la
pena debatir, porque a partir de eso es el inicio del comportamiento de los seres humanos.
La libertad es un tema que merece una discusión desde la ética. Es muy importante porque
va de la mano de con otros conceptos de la cotidianidad como: política, economía y la
cultura.

Independiente de la anterior se debe reconocer la necesidad del ser humano de relacionarse


con otras personas. Un ser humano es ser humano cuando establece vínculos afectivos con
otros seres humano. Puede que suene redundante, pero es así de sencillo. Y no se necesitan
tanto análisis en comparación con el tema de la libertad. “Somos seres sociales por
naturaleza” dijo algunas vez Aristóteles. Esa es parte fundamental de nuestra programación.
Teniendo en cuento eso, si bien la libertad nos permite hacer, en una medida, lo que
queramos; y hacer lo que queramos nos puede dar como resultado obtener aquello que
anhelamos. Tener un montón de dinero, puede ser un arma de doble filo, porque no con ello
es suficiente para satisfacer necesidades de los seres humanos. Podemos ser los más
poderosos, pero si nos sumergimos en un mundo solitario, con la necesidad de relacionarse,
de aprender día a día y sin la necesidad de resolver problemas. Convierte a el ser humano
un ser caótico, va en contravía del ser natural del humano.

La condición importante de la ética es no dejar al azar como vas a vivir aun sabiendo que
tarde o temprano dejaremos de ocupar un lugar en la tierra un lugar viviente. En algunos
momentos se menciona la moral, la personas hacen referencia a aquel conjunto de reglas
que nos guían a tener un buen comportamiento y este aspecto es importante en el sentido
que se interprete bien. Si se interpreta bien es posible que podamos entender que esos son
acciones que en cierto modo nos harán comportar bien y podremos llevar una vida mejor.
Si lo vemos así no serán reglas aburridas que sentimos la obligación de cumplir.

La obligación que, como persona tenemos en la vida, es no ser imbéciles. Serlo no es aquel
que es tonto, no; o por lo menos no tanto. A lo que se refiere ser imbécil es a depender de
otro para poder lograr lo que nosotros mismos nos imaginamos. Lo ajenos al servicio de
mostros, autonomía cero. Y el resultado es que tarde o temprano no encontrará una buena
vida, esa que tanto se imaginó. Así mismo al contrario de los imbéciles, existen los que
poseen la conciencia. No se necesitan ser un erudito con alto coeficiente intelectual para
poder tener un poco de conciencia. Un poco de pequeñas cualidades son suficientes para no
ser imbéciles como ser razonable, responsable, ser dispuestos.
Pensar en otro es aprender a vivir en sana convivencia ya no solo se debe preocupar por
uno mismo si no que también por el otro, pensar en el otro. Tener presente la alteridad,
como valor de aquella moral que se debe interpretar para ser mejor en la vida y no como
ordenes que atenten contra nuestra libertad.

¿En Colombia somos éticamente correctos?

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