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EL BUSCÓN

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(Historia de la vida del buscón llamado don Pablos, ejemplo de vagabundos y espejo de
tacaños)

Autor: Francisco de Quevedo y Villegas, poeta y novelista; 1580-1645.

Otras obras: Los sueños, Cartas del caballero de la Tenaza, El hospital de los malcasados
(satíricas); Marco Bruto, Política de Dios, gobierno de Cristo tiranía de Satanás, La cuna y
la sepultura (políticas); Vida de fray Tomás de Villanueva, Providencia de Dios, Vida de
san Pablo (ascéticas).

Género y corriente: Novela picaresca.

Estructura: Consta de 23 capítulos.

Sinopsis: Pablos es un típico pícaro que nos refiere en primera persona la historia de su
vida —como se acostumbra en las novelas de este género—, moviéndose en un marco
realista de crudas descripciones, situaciones y ambientes sórdidos, donde se presenta al
desnudo la vida española de la época.
Pablos, como Lázaro, comienza hablando del lugar de su nacimiento, Segovia, y de sus
padres, un barbero ladrón y una bruja alcahueta al modo de Celestina. Enviado a la
escuela, se hace amigo de don Diego, hijo del caballero don Alonso Coronel de Zúñiga.
Debido a las burlas de que es objeto y las pendencias que le buscan, abandona casa y
escuela y entra al servicio de don Diego. Como don Alonso Coronel decide poner a su hijo
en pupilaje, lo manda a casa de un tal licenciado Cabra, "que tenía por oficio criar hijos de
caballeros", en compañía de Pablos, quien oficiará de criado suyo, según se estilaba
entonces. Pero el tal preceptor mata de hambre a sus pupilos, "su comida era eterna, sin
principio ni fin", por lo cual don Alonso retira a su hijo y a Pablos del internado enviándolos
a Alcalá para estudiar. Allí, Pablos sufre las terribles burlas con que los estudiantes
acogen a los recién llegados, las hoy conocidas como "novatadas". Las crueles
experiencias lo inclinan al mal y a ser "bellaco con los bellacos por lo que muy pronto se
entrega a cometer algunos delitos menores, pequeños hurtos, juegos de manos, robo de
armas y otras actividades que le reportan algún dinero.
Debido a que semejantes andanzas llegan a oídos de don Alonso, éste escribe a su hijo
ordenándole que vuelva a casa, pero sin Pablos, quien, al mismo tiempo, recibe una carta
del verdugo de Segovia —tío suyo— donde le cuenta cómo su padre ha sido ahorcado y
su madre se halla presa en Toledo, acusada de brujería por la Inquisición.
Amo y criado se separan y Pablos vuelve a Segovia, sin antes pagar sus deudas, para
recoger lo que su padre le ha dejado en herencia. Durante el camino tiene los más
extraños encuentros, y al llegar ve los despojos descuartizados de su padre. El final
vergonzoso de éste y, el oficio de su tío lo impulsan a cortar con su familia y, una vez
cobrado lo poco que queda del legado paterno, Pablos se marcha a Madrid.
En este viaje conoce al hampón don Toribio, un hidalgo pobre, hambriento y presuntuoso
que va a pie y esconde su desnudez bajo la capa, quien le refiere su vida en Madrid junto
con otros buscones (Hombres dedicados a vivir a expensas de los demás). Pablos decide
unirse a ellos para seguir el mismo oficio. Así, llegados a la corte, don Toribio lo introduce
en una cofradía de pícaros que viven de robos y estafas. Finalmente, todos van a parar a
la cárcel.
Con parte de su herencia, Pablos corrompe a los guardianes, soborna hasta al escribano
y sale en libertad. Continúa, solo o asociado con otros pícaros, su vida de fraudes y
pendencias. Dos compinches le roban todo cuanto posee. Luego, al intentar casarse con
una dama joven y rica, sale herido y, simulando estar lisiado, se dedica a mendigar.
Después, se une a unos comediantes que se dirigen a Toledo y enamora a una de las
actrices, tornándose después en actor y dramaturgo de éxito. Disuelta la compañía,
intenta seducir a una monja y escapa a Sevilla, donde vive como tahúr. Finalmente,
viendo que la justicia lo persigue, junto con su amante "resolvió pasarse a las Indias, a ver
si mudando mundo y tierra mejoraba su suerte". Pero allí "fuele peor, pues nunca mejora
su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y costumbres".
El buscón tiene, desde luego, antecedentes literarios del género, pero no de estilo, que es
original por espontáneo, seco y cortante, de lenguaje sobrio y conciso. De él se ha dicho
que es "tan variado, contradictorio, movido, agitado e incongruente como la vida misma,
rico como ella y, como ella también, plegándose a todas las formas y circunstancias". Por
eso, en la prosa inconfundible de Quevedo caben prácticamente todas las modalidades.
Obra despiadada y casi inhumana, según algunos críticos, El buscón satiriza y zahiere la
vida del bajo mundo.
Su sarcasmo es profundo. Su humorismo, intenso y amargo. Su realismo, total y
descarnado, denuncia las miserias, hipocresías y decadencia moral de cada sector social
que presenta.
Publicada por primera vez en Zaragoza en 1626, se considera sin embargo que su
redacción se efectuó entre 1601 y 1608. Es un claro ejemplo del florecimiento de la
picaresca española. En ella encontramos la influencia del Lazarillo de Toretes, en el plan
general y en la sencillez estructural de cada episodio.

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