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GARANTIAS INTERNACIONALES DE PROTECCION

Todo estudio histórico de los Derechos Humanos, debe comenzar por reconocer que, ese término,
es de reciente data y, en este orden de ideas, convine emplear la concepción moderna del
reconocimiento de los Derechos Fundamentales establecidos en la Constitución y, por
la Ley puede estudiarse comparativamente con los principios constitucionales.
Consideramos que un adecuado estudio contextual de los Derechos Humanos, debe resaltar la
vinculación de éstos con la ley natural y de este modo ponemos de relieve los caracteres de esta
última, pueden sintetizarse en el hecho que la ley natural es originaria, universal e inmutable. Es
originaria, por responder a las ideologías espontáneas de la naturaleza humana; universal, porque
es la misma para todos los hombres y mujeres, es inmutable porque no puede ser borrada
del pensamiento humano.

Sistemas de protección constitucional de los Derechos Humanos


La consagración de los derechos en La Constitución, carga consigo el problema práctico y socio-
político que significa la cabal realización de los mismos.
En tal sentido, se han estatuido las garantías para el ejercicio de los Derechos Fundamentales.
Las garantías de los Derechos Fundamentales, son el conjunto de medios con los que se asegura
la observancia de las prescripciones constitucionales de los derechos, abarcando la clasificación
de las garantías más difundidas.
Comúnmente se emplea la expresión Derechos Fundamentales como equivalente de Derechos
Humanos. Para nosotros los Derechos Fundamentales son aquellos Derechos Humanos
positivados constitucionalmente, y consecuentemente actúan como principios orientadores y
limitativos de la acción del Estado. Aquí se encierra una serie de principios encaminados a orientar
la acción de los poderes públicos y a delimitar el marco político, social y económico que va a
determinar el ejercicio de todos los Derechos Fundamentales.

Derecho internacional
Referente a la responsabilidad del Estado en materia de derechos humanos tiene su asiento como
fuente el ámbito constitucional, pero también tiene su fuente en el derecho internacional
público general y en el derecho internacional público privado, es decir en el derecho internacional
de los derechos humanos, en el derecho internacional humanitario, en el derecho internacional de
los refugiados, en el derecho penal internacional y el derecho internacional del trabajo.
La Corte Internacional de Justicia, principal órgano judicial de las Naciones Unidas, se diseñó
principalmente para ocuparse de las disputas entre los Estados.
El Sistema Interamericano se ha desarrollado en el marco de la Organización de los Estados
Americanos en la segunda mitad del siglo XX, a la par de los sistemas a nivel universal y europeo
de protección de derechos humanos.
El sistema se basa en la labor de dos órganos:
 la Comisión Interamericana fue creada en 1959, en la Quinta Reunión de Consulta de Ministros
de Relaciones Exteriores, celebrada en Santiago de Chile.
 la Corte Interamericana fue creada, en 1969, por la Convención Americana 2.
La Comisión y la Corte están compuestas por siete expertos (as) cada cual, actúan a
título personal. La Comisión y la Corte actúan de acuerdo con las facultades otorgadas por
distintos instrumentos internacionales.
En efecto, la Comisión y la Corte desarrollan sus funciones bajo el marco normativo compuesto por
el siguiente conjunto de tratados interamericanos:
• Carta de la Organización de Estados Americanos;
• Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre;
• Convención Americana sobre Derechos Humanos;
• Protocolo Adicional a la Convención Americana en Materia de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, o "Protocolo de San Salvador";
Protocolo a la Convención Americana sobre Derechos Humanos Relativo a la Abolición de la Pena
de Muerte;
• Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura;
• Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas;
• Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, o
"Convención de Belém do Pará";
Convención Interamericana para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra las
Personas con Discapacidad;
 La OEA.
 La Convención Americana -también conocida como Pacto de San José de Costa Rica, suscrita
en San José de Costa Rica el 22 de noviembre de 1969.
• Estatuto de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos;
• Reglamento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos;
• Estatuto de la Corte Interamericana de Derechos Humanos;
• Reglamento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos;
Esta presentación desarrollará las diversas actividades y jurisprudencia de la Comisión
Interamericana, tanto en sus funciones de promoción como de protección a los derechos humanos.
La Comisión actúa en virtud de las facultades que le otorgan tanto la Carta de la OEA como sus
propios Estatuto y Reglamento, que le atribuyen jurisdicción sobre todos los Estados miembros de
la Organización, a los cuales supervisa en virtud de la Declaración Americana. También actúa de
acuerdo con las facultades específicas que le otorga la Convención Americana respeto de los
Estados partes de dicho tratado.
La Convención Americana otorga tanto a la Comisión como a la Corte la atribución de supervisar
las obligaciones que dicho instrumento impone a los Estados, en virtud de la cual la Comisión,
entre otras, puede publicar informes, realizar visitas o emitir comunicados de prensa. La Comisión
puede asimismo, tramitar y resolver casos individuales de violación de Derechos Humanos y, en
caso de incumplimiento de sus recomendaciones por parte de los Estados, puede decidir llevar el
caso a la Corte.
Adicionalmente, en ejercicio de este mandato, la Comisión puede ordenar la adopción de medidas
cautelares urgentes o solicitar a la Corte, la adopción de medidas provisionales; también puede
celebrar audiencias sobre diferentes aspectos relacionados con el trámite de los casos o sobre
situaciones generales o específicas.
Mecanismos de promoción y protección utilizados por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH) en materia de refugiados y solicitantes de asilo y jurisprudencia
En virtud de su competencia como órgano principal de la Organización de los Estados Americanos
(OEA) a cargo de proteger y promover los Derechos Humanos en América, la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos ha dado seguimiento desde su creación a la situación de
los Derechos Humanos de los refugiados, apátridas y solicitantes de asilo en las Américas. En
efecto, desde inicios de los sesenta, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha
utilizado los diferentes mecanismos que, tiene a su disposición para promover el respeto y la
protección de los derechos de estos grupos humanos particularmente vulnerables.
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional
Preámbulo
Los Estados Partes en el presente Estatuto, Conscientes de que todos los pueblos están unidos
por estrechos lazos y sus culturas configuran un patrimonio común y observando con preocupación
que este delicado mosaico puede romperse en cualquier momento, teniendo presente que, en este
siglo, millones de niños, mujeres y hombres han sido víctimas de atrocidades que desafían la
imaginación y conmueven profundamente la conciencia de la humanidad. Reconociendo que esos
graves crímenes constituyen una amenaza para la paz, la seguridad y el bienestar de la
humanidad. Afirmando que los crímenes más graves de trascendencia para
la comunidad internacional en su conjunto no deben quedar sin castigo y que, a tal fin, hay que
adoptar medidas en el plano nacional e intensificar la cooperación internacional para asegurar que
sean efectivamente sometidos a la acción de la justicia. Decididos a poner fin a la impunidad de los
autores de esos crímenes y a contribuir así a la prevención de nuevos crímenes. Recordando que
es deber de todo Estado ejercer su jurisdicción penal contra los responsables de crímenes
internacionales. Reafirmando los Propósitos y Principios de la Carta de las Naciones Unidas y, en
particular, que los Estados se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la
integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado o en cualquier otra forma
incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas. Destacando, en este contexto, que nada
de lo dispuesto en el presente Estatuto deberá entenderse en el sentido de que autorice a un
Estado Parte a intervenir en una situación de conflicto armado o en los asuntos internos de otro
Estado. Decididos, a los efectos de la consecución de esos fines y en interés de las generaciones
presentes y futuras, a establecer una Corte Penal Internacional de carácter permanente,
independiente y vinculada con el sistema de las Naciones Unidas que tenga competencia sobre los
crímenes más graves de trascendencia para la comunidad internacional en su conjunto.
Destacando que la Corte Penal Internacional establecida en virtud del presente Estatuto será
complementaria de las jurisdicciones penales nacionales. Decididos a garantizar que la justicia
internacional sea respetada y puesta en práctica en forma duradera. Han convenido en lo
siguiente:
DEL ESTABLECIMIENTO DE LA CORTE
Artículo 1
La Corte
Se instituye por el presente una Corte Penal Internacional ("la Corte"). La Corte será una institución
permanente, estará facultada para ejercer su jurisdicción sobre personas respecto de los crímenes
más graves de trascendencia internacional de conformidad con el presente Estatuto y tendrá
carácter complementario de las jurisdicciones penales nacionales. La competencia y el
funcionamiento de la Corte se regirán por las disposiciones del presente Estatuto.
Artículo 2
El 17 de julio de 1998, en Roma, 160 países decidieron establecer una Corte Penal Internacional
permanente para juzgar a los individuos responsables de los más graves delitos que afectan al
mundo entero, tales como genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Muchos
sintieron que este acuerdo tenía tanta importancia como la misma aprobación de la Carta de las
Naciones Unidas y el Secretario General, Kofi Annan, la consideró como "un paso gigantesco en
favor de los derechos humanos universales y del imperio de la ley".
Los Estados adquieren obligaciones internacionales que comprometen la gestión de todas las
ramas del Poder Público, mediante la suscripción y ratificación de instrumentos de Derechos
Humanos.
Si bien es cierto que, por lo general, es el Ejecutivo Nacional, es el encargado de manejar
las relaciones internacionales con los otros países, él, igualmente está obligado a respetar,
garantizar y proteger los Derechos Humanos consagrados en la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, en los tratados internacionales.
Los Estados para promover el respeto y la protección de los derechos fundamentales a favor de los
ciudadanos de las Américas, y para que esa protección sea efectiva se requiere que sean
adoptadas de buena fe por los Estados los tratados internacionales.
Si bien los Estados son entes jurídicos abstractos, el aparato estatal está compuesto por
funcionarios que hacen parte del Sistema Interamericano de protección de Derechos Humanos, en
la medida que depende de su actuación el cumplimiento de las recomendaciones y decisiones
emanadas de sus órganos.
Como hemos visto, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), como órgano
principal de Derechos Humanos en el hemisferio, ha recibido a lo largo de su existencia
innumerables peticiones, solicitudes de medidas cautelares e información sobre violaciones a los
Derechos Humanos de solicitantes de asilo, solicitantes de refugio, refugiados y apátridas.
Los problemas del hemisferio han variado, como reflejo de las diversas etapas políticas de las
Américas y los desafíos son innumerables. La base sobre la cual tendrán que enfrentarse estos
múltiples desafíos sin duda contemplará las contribuciones jurisprudenciales y medidas urgentes
adoptadas por este órgano de supervisión aquí reseñadas.
Esta sencilla pero respetuosa exégesis sirva de humilde contribución a profesores, estudiante,
condiscípulos y toda aquella persona interesada en la búsqueda del conocimiento, es nuestra
honesta intensión hacer un aporte a la ciencia. Así mismo, agradecemos a quienes contribuyeron a
que esta investigación se materializara.

CONVENIO 169

La Conferencia General de la Organización Internacional del Trabajo:


Convocada en Ginebra por el Consejo de Administración de la Oficina Internacional del Trabajo, y
congregada en dicha ciudad el 7 junio 1989, en su septuagésima sexta reunión;
Observando las normas internacionales enunciadas en el Convenio y en la Recomendación sobre
poblaciones indígenas y tribales, 1957;
Recordando los términos de la Declaración Universal de Derechos Humanos, del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, y de los numerosos instrumentos internacionales sobre la prevención de la
discriminación;
Considerando que la evolución del derecho internacional desde 1957 y los cambios sobrevenidos
en la situación de los pueblos indígenas y tribales en todas las regiones del mundo hacen
aconsejable adoptar nuevas normas internacionales en la materia, a fin de eliminar la orientación
hacia la asimilación de las normas anteriores;
Reconociendo las aspiraciones de esos pueblos a asumir el control de sus propias instituciones y
formas de vida y de su desarrollo económico y a mantener y fortalecer sus identidades, lenguas y
religiones, dentro del marco de los Estados en que viven;
Observando que en muchas partes del mundo esos pueblos no pueden gozar de los derechos
humanos fundamentales en el mismo grado que el resto de la población de los Estados en que
viven y que sus leyes, valores, costumbres y perspectivas han sufrido a menudo una erosión;
Recordando la particular contribución de los pueblos indígenas y tribales a la diversidad cultural, a
la armonía social y ecológica de la humanidad y a la cooperación y comprensión internacionales;
Observando que las disposiciones que siguen han sido establecidas con la colaboración de las
Naciones Unidas, de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación,
de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura y de la
Organización Mundial de la Salud, así como del Instituto Indigenista Interamericano, a los niveles
apropiados y en sus esferas respectivas, y que se tiene el propósito de continuar esa colaboración
a fin de promover y asegurar la aplicación de estas disposiciones;
Después de haber decidido adoptar diversas proposiciones sobre la revisión parcial del Convenio
sobre poblaciones indígenas y tribuales, 1957 (núm. 107), cuestión que constituye el cuarto punto
del orden del día de la reunión, y
Después de haber decidido que dichas proposiciones revistan la forma de un convenio
internacional que revise el Convenio sobre poblaciones indígenas y tribales, 1957,
adopta, con fecha veintisiete de junio de mil novecientos ochenta y nueve, el siguiente Convenio,
que podrá ser citado como el Convenio sobre pueblos indígenas y tribales, 1989:

GUATEMALA RATIFICA UN CONVENIO POR EL QUE SE GARANTIZAN LOS DERECHOS DE


LOS INDIGENAS

GINEBRA (Noticias de la OIT) - En el día de hoy, la OIT ha comunicado de manera oficial al


Ministro de Trabajo y Previsión Social guatemalteco que aceptaba la decisión de Guatemala de
ratificar el Convenio de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales, 1989 (núm. 169). Dicha
ratificación formaliza un compromiso destinado a garantizar los derechos de la población de origen
maya, que es mayoritaria en este país.
Comunicado de prensa | 13 de junio de 1996
GINEBRA (Noticias de la OIT) - En el día de hoy, la OIT ha comunicado de manera oficial al
Ministro de Trabajo y Previsión Social guatemalteco que aceptaba la decisión de Guatemala de
ratificar el Convenio de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales, 1989 (núm. 169). Dicha
ratificación formaliza un compromiso destinado a garantizar los derechos de la población de origen
maya, que es mayoritaria en este país.
Este Convenio obliga a los Gobiernos que lo ratifican a respetar los valores tradicionales de los
pueblos indígenas y tribales, y a consultar con ellos todas aquellas decisiones que afectan a su
desarrollo económico o social. Exige asimismo a los Gobiernos que respeten los derechos de los
pueblos indígenas y tribales sobre las tierras que tradicionalmente ocupan.
La ratificación del Convenio constituye un elemento clave en el proceso de negociación que han
emprendido, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, las ocho partes implicadas, y mediante el
cual se persigue poner fin a la guerra civil en Guatemala, que es el conflicto civil de mayor duración
en América Latina, y que ha costado ya cerca de doscientas cincuenta mil vidas a lo largo de los
últimos treinta años.
El Sr. Arnoldo Ortiz Moscoso, Ministro de Trabajo y Previsión Social de Guatemala, afirmó que se
trataba de "un hito histórico en la consolidación de la democracia y del respeto de los derechos
humanos internacionalmente reconocidos en Guatemala". Lanzó un llamamiento a la comunidad
internacional para que esta ayude a su Gobierno a garantizar "la plena participación de todos los
sectores de la sociedad, hombres y mujeres, empleadores y trabajadores, en la construcción de
una cultura nueva y democrática de tolerancia, paz y desarrollo económico".
El Director de la Oficina de la OIT en San José, el Sr. Ian Chambers, consideró que la ratificación
constituía un importante paso adelante en el proceso de paz: "Este compromiso internacional
supone una garantía formal para el desarrollo de la naturaleza y características multiculturales y
pluriétnicas de la sociedad guatemalteca, que ya están reconocidas en la Constitución del país." El
Sr. Chambers, que también interviene como asesor jurídico en el marco del proceso de paz, añadió
que "resultaba imposible garantizar una paz duradera si no se reconocía y protegía esta diversidad,
tanto en Guatemala como en el resto del mundo."
Como parte del proceso global de paz, se firmó en marzo de 1995 un acuerdo específico, basado
en el citado Convenio de la OIT, que iba destinado a lograr el reconocimiento y la protección de los
derechos y la identidad cultural de los indígenas. La ratificación de hoy refuerza los términos en
que se desarrolla este proceso, que trata de proporcionar una serie de mecanismos destinados a
garantizar un diálogo entre la sociedad civil organizada y el Gobierno, de acuerdo con la visión que
viene aplicando la OIT desde 1919, según la cual el desarrollo equitativo sólo puede lograrse a
través de la interacción positiva entre los actores tanto gubernamentales como no
gubernamentales. La aceptación por parte de Guatemala del contenido de este Convenio quedará
sometida a los procedimientos de control de la OIT, y en especial a los de una comisión integrada
por expertos juristas internacionales y a los de la Comisión de Aplicación de Normas. La OIT y las
Naciones Unidas se encuentran en la actualidad inmersas en un diálogo para asegurarse de que
sus respectivos procedimientos de control se refuercen mutuamente en Guatemala.
Dos cuestiones siguen pendientes en el marco del proceso de paz: el papel del ejército en la
sociedad civil y la reforma constitucional. Con la ayuda de la OIT, las partes en la negociación
alcanzaron en el mes de mayo de 1996 un acuerdo respecto de una serie de medidas sociales y
económicas. En virtud del citado acuerdo socioeconómico, Guatemala incrementará sus
inversiones en el terreno social, y concretamente en lo que atañe a la educación, iniciará la reforma
agraria e introducirá la consulta tripartita en relación con las principales cuestiones económicas y
sociales, y en especial en el marco del desarrollo local. A la vez que se confía en que la firma del
acuerdo final de paz global se produzca a mediados del mes de septiembre del presente año, la
OIT y la ONU ya están colaborando, junto a otros órganos del sistema de las Naciones Unidas, con
el fin de recabar el apoyo internacional necesario para el llevar a cabo el complejo esfuerzo
destinado a transformar estos acuerdos en realidades sociales y políticas concretas para el pueblo
de Guatemala.

RELATOR ESPECIAL
Declaración final de la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre los derechos de los
pueblos indígenas, Victoria Tauli-Corpuz al concluir su visita a Guatemala

En mi calidad de Relatora Especial sobre los derechos de los pueblos indígenas, he llevado a cabo
una visita a Guatemala del 1 al 10 de mayo de 2018. Quiero dar las gracias al Gobierno por su
invitación al país y por su cooperación durante la visita.
En el transcurso de mi visita, me he reunido con representantes de alto nivel de varios ministerios,
el Congreso de la República, la Corte Suprema de Justicia, la Corte de Constitucionalidad, la
Procuraduría de Derechos Humanos, la Comisión Presidencial contra la Discriminación y el
Racismo (CODISRA) y la Comisión Presidencial Coordinadora de la Política del Ejecutivo en
Materia de Derechos Humanos (COPREDEH), entre otros. También me reuní con autoridades
indígenas, mujeres indígenas, organizaciones de la sociedad civil, representantes del sector
empresarial, el Sistema de Naciones Unidas y la comunidad internacional.

He podido visitar comunidades indígenas, en donde mantuve reuniones a las que asistieron unas
10,000 personas de los pueblos maya Mam, Sipakapense, Chuj, Akateko, Q’anjob’al, Ixil,
Kaqchikel, Tz’utujil, K’iche’, Ch’orti, Q’eqchi’, Poqomchi’, Achi y comunidades multilingüísticas de
Ixcán y Petén, en los departamentos de San Marcos, Chiquimula, Alta Verapaz y Santa Rosa, así
como con representantes de los pueblos Xinka y Garífuna.

Durante mi visita, he analizado los avances en la puesta en práctica de las recomendaciones


hechas por mis predecesores durante sus visitas oficiales al país en 2002 y 2010. También he
considerado la multitud de recomendaciones emitidas por los órganos de los tratados y otros
mecanismos internaciones y regionales de derechos humanos.

En el ámbito internacional, Guatemala ha desempeñado un papel importante en la promoción de


los derechos de los pueblos indígenas, y jugó un papel protagonista en la adopción de la
Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas en 2007. Sin
embargo, subsisten serios obstáculos para la adecuada protección de los derechos de los pueblos
indígenas a nivel nacional.

Durante la semana pasada, recibí una cantidad enorme de información oral y escrita que revisaré
en los próximos meses para la preparación de mi informe final que presentaré al Consejo de
Derechos Humanos en septiembre. En anticipación de este informe, quisiera aprovechar la
oportunidad para compartir unas observaciones preliminares.

En mis conversaciones con todos los actores, he sido informada de forma reiterada de la existencia
de problemas estructurales que impiden que las acciones existentes a favor de los pueblos
indígenas sean realmente efectivas. Es necesario que Guatemala identifique, confronte y comience
a trabajar en la resolución de estos problemas estructurales como prioridad urgente.
Entre estos problemas estructurales, quisiera referirme a la falta de garantía de los derechos de los
pueblos indígenas a la libre determinación, el reconocimiento de sus propios sistemas de auto
gobierno, sus derechos a las tierras, territorios y recursos naturales, al ejercicio de la jurisdicción
indígena, así como el acceso a servicios básicos de salud, educación y alimentación con
pertenencia cultural y lingüística. En general, he observado un persistente racismo, discriminación
y exclusión de los pueblos indígenas a todos los niveles, que tiene como resultado una situación de
segregación racial de facto, dentro de un contexto de institucionalidad débil del Estado, corrupción
e impunidad. Esta situación ha sido identificada de manera reiterada por otros mecanismos de
derechos humanos internacionales y regionales.

La tasa de puesta en práctica de los Acuerdo de Paz de 1996 en lo referente al Acuerdo sobre
Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas es de solo un 19%. La falta de cumplimiento de
estos compromisos ha minado el progreso en la adopción de medidas en muchas áreas, incluida la
reforma agraria, el reconocimiento de las autoridades y de la justicia indígena, la participación
política y la educación bilingüe intercultural.

El Congreso no ha adoptado más de una docena de iniciativas legislativas relacionadas con estos
compromisos. Aunque se establecieron algunas instituciones relacionadas con los derechos de los
pueblos indígenas, como CODISRA y la Defensoría de la Mujer Indígena (DEMI), estas
instituciones y las aproximadamente 30 unidades existentes en diferentes organismos del Estado
carecen del presupuesto o personal necesario así como de influencia política y adecuada
coordinación. La plena implementación de los Acuerdos de Paz debe ser una prioridad en la
agenda del Estado para superar los problemas existentes que impiden el disfrute de los derechos
de los pueblos indígenas.

Tierras y territorios
He recibido alegaciones de serias violaciones de los derechos de los pueblos indígenas sobre sus
tierras, territorios y recursos naturales. La protección adecuada de estos derechos continúa siendo
un tema pendiente fundamental que ya se identificó como una cuestión crucial en los Acuerdos de
Paz de 1996.

Guatemala carece de un marco legal, o de mecanismos adecuados para la protección de los


derechos colectivos de los pueblos indígenas a las tierras, territorios y recursos naturales. Esto los
sitúa en una situación de desprotección total frente a otros intereses. Los intentos de las
comunidades indígenas de conseguir protección legal de sus derechos territoriales no han
progresado, con pocas excepciones, en el sistema judicial.

En este contexto, las violaciones de derechos humanos se ven exacerbadas por la concesión de
licencias para la extracción de recursos naturales, construcción de infraestructuras y otros
proyectos en tierras tradicionales de los pueblos indígenas o cerca de ellas. La falta de coherencia
de varias leyes sectoriales con las obligaciones del Estado en relación con los derechos de los
pueblos indígenas es un problema añadido que genera incertidumbre legal. Es necesario
armonizar la legislación con los estándares internacionales de derechos humanos. En este sentido,
debe señalarse que la Constitución de Guatemala establece la preeminencia de las obligaciones
internacionales de derechos humanos.

He escuchado numerosos testimonios sobre los efectos devastadores de ciertos proyectos sobre
los pueblos indígenas afectados, que han tenido como resultado divisiones en las comunidades y
graves impactos negativos sobre sus sistemas de gobierno, medios de subsistencia, salud, y
derechos a la alimentación y al agua. Se presentaron alegaciones, en particular, en relación con
las hidroeléctricas, las plantaciones de monocultivos, y las operaciones de extracción de mineras y
proyectos de infraestructuras con impactos sobre las tierras y recursos de las comunidades
indígenas y realizadas sin consulta adecuada ni consentimiento.
Los pueblos indígenas no están en contra del desarrollo pero sí rechazan a los proyectos de
“desarrollo” que les han sido impuestos. Quisiera enfatizar que, de acuerdo con el artículo 32 de la
Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, los pueblos
indígenas tienen el derecho de sentar sus propias prioridades para el desarrollo.

Un ejemplo de la gravedad de esta situación son los desalojos forzosos de comunidades indígenas
de tierras reclamadas por otras partes y de áreas protegidas, que, según la información recibida,
se realizan sin que se consideren o investiguen adecuadamente los potenciales derechos de
propiedad de los pueblos indígenas sobre las tierras de las que son desalojados.

Algunas de estas comunidades se encuentran en una situación de mozo colonato. Además, no se


elaboran planes de reasentamiento de las comunidades antes de su desalojo, lo que provoca
situaciones de emergencia humanitaria y violaciones añadidas de sus derechos humanos. Según
la información recibida, varias comunidades recientemente desalojadas fueron también
desplazadas hace años durante el conflicto armado interno, y se ven obligadas a experimentar el
mismo dolor que en el pasado, que sigue vivo en su memoria colectiva.

Me reuní con mujeres indígenas desalojadas de la comunidad de La Cumbre en Alta Verapaz y de


la comunidad de Chabilchoch en Izabal, que me describieron el excesivo uso de la fuerza utilizado
durante los desalojos y la devastación causada en sus comunidades, incluidos los impactos sobre
la niñez. Las precarias condiciones humanitarias de estas y otras comunidades desalojadas
recientemente, incluida la comunidad de Laguna Larga en Petén, han llevado al otorgamiento de
medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Ninguna agencia
gubernamental parece haber asumido la responsabilidad de proporcionar asistencia humanitaria
urgente a estas comunidades.

Criminalización y defensa de los derechos humanos

En las regiones que visité se me planteó repetidamente como principal preocupación la incidencia
del abuso de los procedimientos criminales contra las personas indígenas que defienden sus
tierras y recursos. En la mayoría de los casos, la causa subyacente es la falta de seguridad en la
tenencia de la tierra de las comunidades indígenas.

En mis viajes por el país he podido observar la reiteración de patrones similares en relación con
estos delitos, que a menudo incluyen acusaciones como usurpación agravada, asociación ilícita,
secuestro, robo, coerción, instigación al crimen e incluso asesinato. Me preocupa que el delito de
usurpación agravada es considerado un crimen in flagrancia, lo que implica restricciones en el
derecho a la defensa garantizada en los estándares internacionales de derechos humanos.

El inicio de procesos penales contra autoridades y dirigentes indígenas que defienden sus
derechos sobre sus tierras suelen ir precedidos de campañas de difamación, incluso en las redes
sociales, que los tildan de criminales violentos que buscan el conflicto – campañas que se
desarrollan con el objetivo de desacreditar el ejercicio legítimo de sus derechos.

En muchos de estos casos las empresas o grandes propietarios participan como querellantes
adhesivos contra las defensoras y defensores indígenas y tienen un papel fundamental en que
procedan los casos de criminalización.

Recibí preocupantes alegaciones sobre colusión, a nivel local, de fiscales y jueces con compañías
y terratenientes en estos casos. Se me informó sobre órdenes de captura emitidas a partir de
evidencias débiles y de testimonios de testigos sin corroborar. Me preocupan también la reiterada
suspensión de audiencias y los largos plazos de prisión preventiva en estos casos.
Durante mi misión, visité a representantes indígenas en prisión por cargos similares. En Ciudad de
Guatemala me reuní con Abelino Chub Caal. Abelino Chub es un defensor de los derechos
humanos del departamento de Izabal, en un área en la que se han establecido grandes
plantaciones de palma africana y banano. Abelino ha estado 15 meses en prisión preventiva, a 320
km de su familia. Me preocupa que hace dos días el Tribunal de Mayor Riesgo “A” decidió ligar a
Abelino al proceso.

Visité también a los representantes indígenas encarcelados en la prisión de Cobán, Alta Verapaz,
entre ellos Bernardo Caal Xol, que presentó la solicitud de amparo a la Corte de Constitucionalidad
por las comunidades indígenas afectadas por la hidroeléctrica Oxec. Fue arrestado en enero 2018
con cargos de robo agravado y detención ilegal agravada. Previo a su captura, hubo actos de
intimidación y una campaña de difamación en las redes sociales en su contra.

Tanto Abelino como Bernardo me señalaron que temen por su seguridad. Insto al gobierno a tomar
medidas para asegurar la protección de la integridad física de estos defensores privados de
libertad.

Quisiera reiterar las obligaciones de Guatemala bajo el Convenio 169 de la OIT que establece en
su artículo 10 que deberá darse la preferencia a tipos de sanción distintos al encarcelamiento
cuando se impongan sanciones penales a miembros de los pueblos indígenas.

La situación de criminalización ha resultado en un aumento de tensiones y de una falta de


confianza por parte de los pueblos indígenas en el sistema de justicia. Recibí información sobre las
repercusiones de la criminalización en las comunidades y en de las familias indígenas.

También se me informó sobre varios asesinatos de personas indígenas que se oponían a


proyectos en sus tierras tradicionales. Recibí información sobre la intimidación y amenazas que
sufren los dirigentes comunitarios de manera habitual en el contexto de actos en defensa de sus
tierras, territorios y recursos naturales. Es alarmante la información recibida sobre el asesinato ayer
de un defensor de la organización campesina CODECA y el asesinato hoy en la mañana de un
defensor de la comunidad Choctún en Alta Verapaz.

Considero positivo que el Estado esté avanzando en el desarrollo de una Política Pública de
protección de defensoras y defensores de derechos humanos e insto a que asegure que las
medidas de protección sean culturalmente apropiadas, incluyendo medidas para la protección
colectiva de comunidades indígenas en riesgo.

Lamento que en algunas reuniones, las autoridades del gobierno realizaran comentarios
estigmatizadores sobre los líderes indígenas, alegando su involucramiento en actividades
criminales. Quisiera subrayar el derecho de los pueblos indígenas a defender pacíficamente sus
derechos a las tierras, territorios y recursos naturales y a expresar su oposición a proyectos
impuestos.

Un problema relacionado es la criminalización de las radios comunitarias, que a menudo involucra


el allanamiento de sus estaciones y la confiscación de equipos. Las radios comunitarias indígenas
que transmiten en idiomas indígenas constituyen un medio clave para acceso a la información para
los pueblos indígenas especialmente en las áreas rurales. Urge la adopción de las reformas a la
ley actual de telecomunicaciones para asegurar el acceso de las radios comunitarias indígenas a
las frecuencias de radio autorizadas por el Estado.

Consulta y consentimiento libre, previo e informado

A pesar de la gravedad de estos problemas estructurales, el centro de la atención en relación con


los pueblos indígenas en Guatemala parece girar alrededor de la cuestión de la consulta. He
mantenido reuniones con representantes de la Corte de Constitucionalidad, del Congreso de la
República y del Ejecutivo en relación con este tema. Se me ha informado de diversas iniciativas
existentes dirigidas a regular el proceso de consulta con los pueblos indígenas. Me preocupa que
estas iniciativas parecen haberse elaborado sin participación, y mucho menos consulta a los
pueblos indígenas desde sus inicios, como exigen los estándares internacionales.

De manera preliminar, me gustaría subrayar que el derecho a la consulta de los pueblos indígenas
no debería enfocarse como un derecho aislado. Por el contrario, este derecho deriva de los
derechos sustantivos de los pueblos indígenas, y está diseñado para salvaguardar dichos
derechos, en particular los derechos de libre determinación y los derechos asociados sobre tierras,
territorios y recursos naturales.

Quisiera igualmente subrayar que el cumplimiento con las obligaciones del Convenio 169 de la OIT
no se limita a la regulación del derecho a la consulta, sino que exige la aplicación de toda la gama
de derechos afirmados en dicho instrumento. Más aún, el Convenio 169 debe interpretarse de
acuerdo con otras obligaciones internacionales de Guatemala en relación con los derechos de los
pueblos indígenas, en particular los estándares contenidos en la Declaración de las Naciones
Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y en la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos. En mi capacidad como Relatora Especial, debo
asegurarme de que cualquier medida legal o administrativa relativa a los derechos a la consulta y
el consentimiento cumple con estos estándares internacionales.

Me preocupa que las discusiones sobre la consulta parecen centrarse únicamente en aspectos de
procedimiento, más que en garantizar la protección de los derechos sustantivos de los pueblos
indígenas, y que se vinculan únicamente con proyectos de extracción de recursos naturales, lo que
podría conducir, en último término, a que la consulta se convirtiera en un mecanismo para limitar y
no para proteger los derechos de los pueblos indígenas.

Es importante subrayar que, de acuerdo con los estándares internacionales de derechos de los
pueblos indígenas, las consultas deben ser de buena fe, libres, y previas a la iniciativa en
consideración. En este sentido, las consultas post facto, especialmente en el caso de proyectos
que siguen en operación, no cumplen con dichos estándares internacionales de derechos
humanos.

Es necesario construir un consenso entre el Estado y los pueblos indígenas sobre la sustancia y
los procedimientos de la consulta. Sin ese consenso, existe el riesgo de que cualquier medida que
se adopte tenga como resultado un aumento de la desconfianza mutua y de la confrontación. Soy
plenamente consciente que, en el contexto general que he descrito, es difícil construir un clima de
confianza, como pude observar en mis conversaciones con diferentes actores.

En mi opinión, el Gobierno de Guatemala debería demostrar avances efectivos en la protección y


realización de los derechos de los pueblos indígenas en relación con sus tierras y territorios, su
desarrollo libremente determinado, el acceso a la justicia y el reconocimiento de sus autoridades
para poder comenzar a construir una nueva relación con los pueblos indígenas.

Acceso a la justicia y justicia indígena

Los pueblos indígenas de Guatemala continúan enfrentando serios obstáculos para acceder a la
justicia ordinaria, en particular en relación con los estándares aplicables a los pueblos indígenas en
esta materia según el derecho internacional de derechos humanos. He escuchado quejas
reiteradas sobre discriminación en el sistema de justicia ordinario y sobre la falta de
atención adecuada y ágil de las denuncias de violaciones de derechos humanos individuales y
colectivos presentadas por los pueblos indígenas. Pese a ello, he constatado que los pueblos
indígenas recurren asiduamente al sistema de justicia ordinario para la protección de sus derechos.
Se me informó de algunos avances positivos que se han adoptado en este tema, como la adopción
de una política pública sobre acceso a la justicia para pueblos indígenas enel Ministerio Público y
la creación de una Secretaría a cargo de su implementación. Espero que la recién nombrada Fiscal
General continúe apoyando estas importantes iniciativas.

Quisiera también subrayar la importante responsabilidad de las Altas Cortes de resolver los casos
sobre derechos de los pueblos indígenas presentados ante ellas. Se observan algunos avances en
la jurisprudencia de la Corte de Constitucionalidad en relación con la protección de estos derechos,
en relación con los temas de consulta, derechos territoriales, jurisdicción indígena y educación
bilingüe intercultural, entre otros. Sin embargo, se me ha comunicado preocupaciones porque
algunas de estas sentencias, como la emitida el año pasado en el caso Oxec, no han podido
resolver adecuadamente los problemas que generaron el caso. Confío en que la futura sentencia
sobre el caso de la mina San Rafael aplicará adecuadamente todos los estándares internacionales
relevantes sobre los derechos de los pueblos indígenas, así como en todos los demás casos
pendientes de resolver en esta materia.

Otro asunto importante es el reconocimiento efectivo del pluralismo legal y la jurisdicción indígena,
así como armonización con el sistema de justicia ordinario. Estoy convencida de que esto tendrá
un impacto positivo en la gobernabilidad del país. Se me ha informado de que en las áreas en las
que se aplica la justicia indígena, las tasas de crímenes violentos son las más bajas del país, como
en los departamentos de San Marcos, Sololá, Totonicapán, Baja Verapaz y Quiche, donde no se
registró ningún homicidio en muchos municipios en 2017. En esta tarea es crucial el fortalecimiento
de la Secretaria de Pueblos Indígenas del Organismo Judicial.

Autogobierno y participación política

Las instituciones de gobierno propias de los pueblos indígenas no están adecuadamente


reconocidas en la legislación de Guatemala. A pesar de haberse diseñado con la intención de
mejorar el desarrollo a nivel local, el sistema de Consejos Comunitarios de Desarrollo (COCODES)
ha contribuido al debilitamiento de las estructuras tradicionales de los pueblos indígenas y a la
intrusión de intereses políticos locales a veces ajenos al interés real de las comunidades. He
recibido también alegaciones de presunta corrupción. El Estado debería adoptar medidas para
reconocer y apoyar adecuadamente los sistemas de autogobierno de los pueblos indígenas.

Quisiera añadir que he sido también informada sobre la denegación del derecho a la auto
identificación, en particular en el caso del pueblo xinca. Quisiera enfatizar la necesidad de que el
gobierno apoye a los propios procesos de los pueblos indígenas de fortalecimiento de sus culturas
e identidades.

He observado además que los derechos de los pueblos indígenas a participar en la vida política del
país se ven afectados por el racismo y discriminación estructural y la ausencia de medidas
afirmativas que ayuden a asegurar la participación democrática.

Pobreza

Me preocupan los indicadores que reflejan a la falta de mejoras de los derechos de los pueblos
indígenas. En los últimos años, la economía nacional ha seguido creciendo, pero los niveles de
desigualdad han aumentado. Los pueblos indígenas de Guatemala siguen siendo los más
desfavorecidos de la sociedad.

Aproximadamente el 80% de los indígenas viven en la pobreza, mientras que para la población no
indígena la tasa es del 46%. Alrededor del 40% de las personas indígenas viven en la pobreza
extrema. Si no se adoptan medidas radicales, esta situación hará imposible que Guatemala logre
los compromisos que asumió en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de “no dejar a
nadie atrás”.

Esta situación se ve agravada por la corrupción sistemática y uno de los niveles más bajos de
recaudación tributaria en el mundo. Se reporta que el gasto público dirigido a pueblos indígenas es
menos de la mitad que para el resto de la población.

Salud

Es alarmante que la mayoría de la población continúe sin acceso a la salud primaria y que
Guatemala tiene el segundo nivel más alto de mortalidad materna de América Latina. El papel de
las comadronas indígenas es indispensable para proporcionar servicios de salud materno-infantil
accesibles y culturalmente apropiados. Me pude reunir con comadronas que compartieron conmigo
experiencias de discriminación racial en el sistema de salud. Considero como positiva la adopción
de una Política Nacional para Comadronas Indígenas e insto al Gobierno a asegurar el
presupuesto necesario para su implementación – una tarea que sigue pendiente.

Me reuní con varias personas indígenas con discapacidades que contaron sobre la discriminación
múltiple que enfrentan y la falta de políticas y servicios apropiados, especialmente en las áreas
rurales. Afirmaron que se sienten invisibles e incapaces de participar en la sociedad debido a su
marginación.

Durante mi visita también me contaron sobre los impactos negativos sobre la salud y la seguridad
alimentaria causados por las limitaciones en el acceso a la tierra para el cultivo de cultivos básicos
y por el desvío y la contaminación de los ríos por proyectos mineros, hidroeléctricos y
monocultivos.

Guatemala tiene la tasa más alta de desnutrición crónica en América Latina. Las estadísticas
indican que el 46,5% de todos los niños menores de 5 años padecen desnutrición crónica. Sin
embargo, las tasas de desnutrición crónica casi duplican a las de los niños no indígenas. Entre los
niños indígenas, la tasa es superior al 60%, mientras que para los niños no indígenas la tasa es de
solo alrededor del 34%. Estos son para mí indicadores claros de que el Estado no aborda los
problemas estructurales, incluida la exclusión y el racismo, que a su vez contribuyen a la
malnutrición crónica
Durante mi visita a Camotán, recibí información sobre la grave situación de desnutrición infantil, a
pesar de la existencia de una sentencia de la Corte de Constitucionalidad para confrontar esta
situación en la región, y la lamentable muerte de una niña el año pasado que tenía medidas de
protección otorgados por la Corte a su favor.

Mujeres y niñas indígenas

Llevé a cabo reuniones separadas con mujeres indígenas en todas las comunidades que visité.
Compartieron conmigo información sobre las múltiples formas de discriminación que sufren, a
pesar de la existencia de normas nacionales sobre violencia doméstica, violencia sexual, trata,
explotación sexual y femicidio así como la falta de respeto a sus tejidos. Recibí información sobre
abusos contra las mujeres durante los desalojos, y las obligaciones especiales que recaen sobre
ellas en esta situación, como la construcción de los campamentos provisionales, las dificultades
para cuidar a sus hijos y a los ancianos en esas condiciones inhumanas que sufren tras los
desalojos.

A la vez, me alegró poder hablar con varias mujeres que ocupan cargos de autoridad en las
comunidades indígenas, que también compartieron conmigo sus problemas y los de sus
comunidades. Me impresionó su fuerza y compromiso.
Las esposas de los hombres criminalizados hablaron de las dificultades para enviar a sus hijos a la
escuela y para alimentarlos. También informaron sobre varios casos de violaciones y asesinatos de
niñas indígenas. Existe una situación de impunidad de los perpetradores de estos crímenes.

Quisiera expresar mi preocupación por la situación de las niñas indígenas víctimas del incendio en
el Hogar Seguro de la Virgen de la Asunción el año pasado y enfatizo la necesidad de implementar
medidas de atención y reparación a favor de las niñas sobrevivientes y las familias de las niñas
fallecidas.

Educación

Aunque el Artículo 76 en la Constitución establece el derecho a educación bilingüe de los pueblos


indígenas, esto está lejos de cumplirse. En julio de 2016, la Corte Constitucional falló que, en el
plazo de seis meses, el Ministerio de Educación tenía que desarrollar y poner en marcha la
educación bilingüe intercultural, pero se me ha informado de que aún no se han adoptado medidas
concretas al respecto. Estoy seriamente preocupada por el retroceso en esta cuestión.

El acceso a la educación para los niños y niñas indígenas sigue siendo limitado. La mitad de los
niños indígenas no van a la escuela. Otros problemas documentados incluyen el hacinamiento, la
calidad inferior de la educación, el mal estado de las instalaciones y el racismo y la discriminación.

En mis visitas a las comunidades indígenas se me informó reiteradamente acerca de cuotas a


pagar en la escuela, que obligaban a los niños indígenas a abandonarla, y también sobre la falta
de educación en idiomas indígenas. La situación de las niñas indígenas es especialmente
alarmante, ya que reciben solamente 2 años de educación en promedio comparado los 6 años
para las niñas no-indígenas.

Fui también informada de que el currículo nacional no incluye información sobre el impacto del
conflicto armado sobre los pueblos indígenas. Considero que es indispensable que se incorpore
esta temática para que los niños no indígenas entiendan el legado del conflicto y sus
consecuencias.

Responsabilidad y reparaciones para crímenes del conflicto armado interno

Antes de concluir, quisiera abordar las heridas del conflicto armado interno que, en mi opinión, aún
no se han sanado. El conflicto produjo el desplazamiento forzoso de más de un millón y medio de
personas, mayoritariamente indígenas, y ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas de
más de 200’000 personas, de las cuales se estimas que el 83% eran del pueblo maya.

A pesar de que la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de la ONU concluyó que los grupos
estatales y paramilitares fueron responsables de alrededor del 93% de las violaciones, la asunción
de responsabilidades por sus acciones ha sido muy limitada.

En febrero de 2016, en el caso Sepur Zarco, se condenó a dos ex militares por asesinato, violación
y esclavitud sexual de mujeres q'eq'chi, a las que pude conocer entonces y con las que he podido
hablar de nuevo en esta visita. Espero que se cumpla con celeridad con las medidas de reparación
pendientes recogidas en la sentencia.

En otros casos claves, especialmente en el caso del Genocidio ixil y el caso CREOMPAZ, los
procedimientos se han retrasado repetidamente debido a diversas tácticas, como el uso excesivo
de amparos. Pude reunirme con víctimas de estos y otros casos de masacres y graves violaciones.
Me hablaron de su sufrimiento y humillación, agravados por la falta de responsabilidad y reparación
del Estado. En este sentido, creo que es esencial que se proporcionen los fondos necesarios al
Programa Nacional de Resarcimiento establecido en 2003 para que pueda cumplir con su mandato
y proporcionar a las víctimas una reparación integral.

Conclusión
Para concluir, quisiera reiterar mi agradecimiento al Gobierno de Guatemala por la invitación y la
plena cooperación que me brindó, y por permitirme realizar mi visita libremente y manera
independiente. También quisiera expresar mi agradecimiento a la Oficina del Alto Comisionado de
las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Guatemala y Ginebra para su apoyo para
asegurar el éxito de la visita.

Finalmente, ofrezco mi profundo agradecimiento a los pueblos indígenas que me han recibido en
sus territorios y a todos aquellos que viajaron para compartir sus historias y preocupaciones
conmigo. Me siento inspirada por su fortaleza y determinación para continuar defendiendo sus
derechos y buscando la justicia.

DIRECTRICES DE NACIONES UNIDAS


ONU Directrices sobre Asuntos de los Pueblos Indígenas
El Grupo de Naciones Unidas para el Desarrolló aprobó el 1 de febrero de 2008 las Directrices
sobre los Asuntos de los Pueblos Indígenas. Estas Directrices han sido diseñadas para que los
Equipos de Naciones Unidas en cada País sepan integrar los asuntos indígenas en sus políticas y
programas. Las Directrices enuncian un marco normativo, político y operativo amplio para que las
agencias en cada pais implementen sus programas y relaciones con los pueblos indígenas,
basándose en un enfoque de derechos, y principios de participación y consentimiento previo.
Presentamos un extracto y el documento completo.
Directrices sobre los Asuntos de los Pueblos Indígenas
Las directrices fueron desarrolladas por un grupo de organizaciones de NNUU y agencias
especializadas patrocinadas por el Grupo Interinstitucional de Apoyo al Foro (ÎASG)
PARRAFOS SELECCIONADOS:
"Trabajar con pueblos indígenas a nivel de país implica adaptar los procesos y
estrategias programáticos para asegurar su participación efectiva. Sus derechos humanos,
aspiraciones, culturas y características específicas deben ser plenamente respetados y fortalecidos
para que la programación sea efectiva."
"Las normas de derechos humanos contenidas en, y los principios derivados de, la Declaración
universal de los derechos humanos, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de
los pueblos indígenas y otros instrumentos internacionales de derechos humanos, así como el
reconocimiento de los derechos colectivos de los pueblos indígenas, constituyen el marco para la
adopción de un enfoque basado en los derechos humanos y culturalmente sensible al abordar la
situación específica de los pueblos indígenas."
"El principio del consentimiento libre, previo e informado es una parte íntegra del enfoque basado
en los derechos humanos. La participación implica ir más allá de la mera consulta y debe llevar a la
apropiación concreta de proyectos por parte de los pueblos indígenas"

́ enas deben participar en los mecanismos participativos regulares creados por


"Los pueblos indig
los UNCTs."
"Los UNCTs deben emplear herramientas o canales de incidencia/comunicación ajustados a los
valores y normas indígenas para asegurar la apropiación legítima. Los UNCTs deben fortalecer los
aspectos positivos y sugerir, preservar y promover alternativas culturalmente sensibles aceptables
conforme a los principios de derechos humanos. Los UNCTs deben identificar necesidades con
base en las definiciones de los pueblos indígenas mismos en relación con los derechos humanos. "

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