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TESIS 64.

La virtud de la penitencia:

La virtud de la penitencia, la conversión del corazón o la penitencia interior, es


más importante que los actos externos, pues de ésta brotarán las obras exteriores.

- Penitencia interior:

Es una reorientación radical de la vida a Dios, unida al rechazo y aversión del


pecado cometido. Implica el firme propósito de cambiar de vida, confiando en la
misericordia de Dios y en el auxilio de su gracia. Va acompañada de la "compunción del
corazón".
La conversión es ante todo una gracia; es preciso que Dios dé al hombre 'un
corazón nuevo'. (cf. Ez). El Espíritu Santo que "convence al mundo en lo referente al
pecado" (Jn 16, 8-9) es también el Consolador, quien da al hombre la gracia de la
conversión y el arrepentimiento.

ii. La contrición y su necesidad para la salvación:

a. Contrición en general: El capítulo IV del decreto sobre la penitencia del concilio de


Trento, en su primera parte trata de la contrición en general (Dz 897):

1) El primero y más importante de los actos del penitente.

2) Consiste en:
- "dolor del alma.
- y detestación del pecado cometido.
- con el firme propósito de no volver a pecar".

3) Necesidad absoluta y universal para la remisión de los pecados.

b. Contrición perfecta, la segunda parte trata de la contrición perfecta (Dz 898):

1) Porque procede de la caridad.

2) Eficacia especial: Reconcilia con Dios antes de recibir el sacramento.

3) Pero esta reconciliación no puede atribuirse a la contrición perfecta sin el


"voto del sacramento" (deseo).

iii. La atrición y otros actos de la virtud de la penitencia:

a. La atrición: La tercera parte del capítulo IV del decreto del sacramento de la penitencia
trata de la atrición o contrición imperfecta (Dz 898):
1) Inspirada por la fealdad del pecado y el temor de la condenación u otras penas
que el pecado implica.

2) Si excluye la voluntad de pecar y lleva consigo la esperanza del perdón, es un


don de Dios y "prepara para la justicia".

3) Esta atrición, no es capaz de conferir la gracia sin el sacramento, pero nos


dispone a conseguir la gracia en el sacramento.

4) Para la validez del sacramento de la penitencia basta la atrición, la contrición


perfecta no es necesaria.
b. La Confesión: es la manifestación externa y oral de los propios pecados.

- Externa, es decir, al ministro de la Iglesia competente.

- Oral, es decir, a través de palabras, o signos comprensibles para el ministro, y/o a través
de un intérprete si hay diferencias de lenguas entre el confesor y el penitente. El concilio
de Trento aclara en qué consiste (899-901):

1) La confesión sacramental fue instituida y es necesaria para la salvación "de


derecho divino" (Dz 916).

2) La confesión secreta ante el sacerdote no es extraña a la institución y mandato


de Cristo. No define que así haya sido instituida; la modalidad es institución
eclesiástica.

3) Integridad de la confesión de los pecados graves especificándolos:

- en especie, es decir manifestar de qué pecado se trata y de las


circunstancias que permitan calificarlo.
- en número, es decir, cuántas veces se han cometido.

4) En el capítulo V, aclara la razón de la necesidad de la confesión, porque el


poder dado por Cristo implica un juicio, y éste debe conocer la materia, de ahí
que sea "de iure divino".

c. La satisfacción: es un signo del compromiso personal de seguir por el camino del Señor
(cambio de vida). El concilio de Trento lo trata en los capítulos VIII y IX del Decreto sobre
la penitencia (Dz 904-906):

1) "El acto que realiza el penitente por el cual manifiesta su arrepentimiento y


desea pagar el daño que ha causado con su falta".
2) Su finalidad apunta a restituir o reparar el orden destruido por el pecado. De
ahí que se recomienda que haya una cierta proporcionalidad entre los pecados
cometidos y la satisfacción.

3) El penitente está obligado a cumplir la penitencia que le ha sido impuesta,


aunque otro confesor puede conmutársela (ej. penitencias exageradas o
imposibles).

4) Valor pedagógico, medicinal, y espiritual, pues nos asemeja a Cristo, quien


satisfizo por nosotros. Se fundamenta en el poder de las llaves dados a la Iglesia.
También, carácter penal (aunque más importante es el medicinal).

5) Valor penal: la Penitencia también es un juicio, que perdona la culpa y pena


eterna de los pecados, pero las penas temporales debidas por los pecados
confesados "quedan en la mayor parte ('plerumque') de los casos por expiar"
(una contrición 'muy perfecta' podría expiarla). Para ello está la satisfacción (Dz
919).

iv. Cristo da a la Iglesia el poder de perdonar los pecados, distinto del poder bautismal,
instituyendo un nuevo sacramento:

El concilio de Trento (Dz 911) define que la Penitencia es un verdadero y propio


sacramento, instituido por Cristo, para pecados después del bautismo, lo llama citando
a los Padres: "segunda tabla de salvación". Pone su fundamento bíblico en el texto de
Jn 20, 22-23. Aquí abría que retomar lo ya expresado en la Tesis 63 acerca de la doctrina
bíblica de la institución de este sacramento.
Se reflexiona además acerca de la necesidad del sacramento para la salvación.
Recalca que no es la misma necesidad que la del bautismo. Se diferencia en que la
penitencia implica "lágrimas y esfuerzos" (los padres la llamaban "bautismo laborioso").
Aunque afirma categóricamente que "sin embargo, este sacramento de la penitencia es
necesario para la salvación para los que han caído (en el pecado) después del bautismo".

v. El ministro, la materia y la forma del sacramento:

a. Ministro (Dz 902):

1) Sólo el sacerdote: Obispos y Presbíteros.

2) Requisitos para la validez del sacramento:

- Ordenación válidamente recibida, es un requisito teológico, pues sólo


Dios puede perdonar pecados. Es Jesucristo quien perdona los pecados,
de modo que sólo quien actúan en su nombre y representación pueden
hacerlo.
- Facultad canónica, es un requisito jurisdiccional del sacramento que se
introdujo en el CIC del 1983, por decisión expresa del papa Juan Pablo II.
Su valor está en que los sacramentos son signos del Cristo y de la Iglesia:

- En la penitencia el sacerdote no sólo es médico sino también juez,


constituido por Dios ministro de justicia y a la vez de misericordia
(CIC 978,1).
- El confesor es ministro de la Iglesia y todo ejercicio de la función
judicial exige jurisdicción (entrega de la facultad) Ello también se
hace patente en que debe atenerse fielmente al Magisterio y a las
normas dictadas por la autoridad competente (CIC 978,2).
- Finalmente para darle a la penitencia la seriedad que como
sacramento exige (no es un acto privado), ello deriva del poder de
la Iglesia de regular la validez o invalidez de los sacramentos en
aquellos puntos que no están divinamente especificados.

3) La facultad de confesar puede ser dada:

- Ipso iure (por el mismo derecho).

- En razón de la persona (en todo el mundo):

- El papa.
- Los cardenales.
- Los Obispos, salvo que el Obispo diocesano en un caso
concreto se oponga. Si otro Obispo la transgrede confiesa
válida aunque ilícitamente (CIC 967,1).

- En razón del oficio

- Territorialmente: Ordinario del Lugar, Canónigo


penitenciario, Párroco, Administrador parroquial. Vicario
parroquial en ausencia del párroco (CIC 968,1).
- Por razón personal: Superiores de un IVC o SVA clerical de
derecho pontificio que según sus constituciones tengan
potestad de régimen, sólo respecto de sus súbditos y los
que moran en sus casas (c. 968,2). Salvo que un superior
Mayor se oponga en un caso concreto respecto de sus
propios súbditos (CIC 967,3, sólo para la licitud).

- Por concesión de la autoridad competente:


- El Ordinario del Lugar: A cualquier presbítero respecto de
cualesquiera fieles. Los religiosos no deben sin embargo
usarla sin licencia al menos presunta de su superior (la falta
de esta licencia sólo afecta a la licitud, CIC 969,1).

- El Superior de un IVC o SVA clerical de derecho pontificio


que según sus constituciones tengan potestad de régimen
a cualquier presbítero respecto de sus súbditos y los que
moran en la casa (CIC 969,2).

b. Materia y forma (varios capítulos del decreto tridentino):

El canon cuatro del decreto de la penitencia del Concilio de Trento, siguiendo al


concilio de Florencia, quien a su vez, sigue la doctrina de Santo Tomás. Enseña que la
forma del sacramento es la absolución que imparte el sacerdote y, que en el caso del
sacramento de la Penitencia, no hay materia propiamente tal, sino que cuasi materia que
consiste en los actos del penitente: contrición, confesión y satisfacción.

1) Absolución:

Acto del ministro del sacramento de la Penitencia, a través del cual, Dios da el
perdón del pecado a quien se ha arrepentido, lo reconcilia con Él y con la Iglesia. No es
una simple declaración del perdón del pecado (Lutero), sino que es además, una palabra
eficaz de perdón. Su fórmula ha tenido una evolución en el tiempo, los testimonios más
antiguos muestran oraciones más bien de corte deprecativo (no por éso, no eficaces);
pasando a formulaciones más indicativas. Hoy se ha hecho una síntesis, se comienza con
una parte deprecativa para terminar con la fórmula indicativa: "Yo te absuelvo en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". Sin embargo, en caso de necesidad,
basta sólo la parte indicativa para la validez del sacramento.

2) Los actos del penitente:

La contrición, la confesión y la satisfacción son la cuasi materia del sacramento,


que tienen su forma en la absolución, es decir, son signos eficaces de la gracia de Dios
en cuanto perdón y restitución de la comunión con Dios en la medida que la absolución
sacramental las informa. Aunque el perdón de Dios puede concederse también con el
voto o deseo de la confesión ante la imposibilidad de acceder a ella, con un acto de
contrición.

vi. El problema de la "res et sacramentum" en el sacramento de la Penitencia:

Es efecto inmediato del signo externo y a la vez signo interno, que causa el efecto
último de la gracia propia del sacramento. Es "res" o efecto y "sacramentum" o signo
causativo (Ver Tesis 55). Santo Tomás enseña que la "res et sacramentum" de la
Confesión es la penitencia interior (contrición interior), la cual reclama el perdón de Dios,
el cual es la "res tantum" o sólo efecto. Muchos teólogos hoy sostienen que el "res et
sacramentum" es la reconciliación con la Iglesia, en virtud de la cual recibimos
nuevamente la gracia del Espíritu Santo, lo que nos justifica ante Dios, que es la "res
tantum".

vii La gracia propia de este sacramento:

La gracia propia de este sacramento ha sido estudiada por la tradición cristiana


como los efectos del sacramento:

1) Reconciliación con Dios: Es sin duda el primer efecto y la primera gracia del
sacramento. El Concilio de Trento sólo mencionaba este efecto, que consiste en
la restitución de la gracia perdida por el pecado, lo que tiene como contrapartida
su perdón.

2) Reconciliación con la Iglesia: El pecado rompe o menoscaba la comunión


fraterna. El sacramento tiene así un efecto vivificante sobre la vida de la Iglesia
que ha sufrido con el pecado de uno de sus miembros (PO 5 y LG 11).

viii. La confesión de devoción:

Como afirma ininterrumpidamente el magisterio de la Iglesia, el sacramento de


la Penitencia está ordenado al perdón de los pecados graves cometidos después del
bautismo. La confesión de los pecados leves de los bautizados no es necesaria, sin
embargo, la Iglesia siempre ha recomendado su saludable confesión, llamándosele
confesión de devoción, confesión frecuente, etc. La razón de ello radica en que la
penitencia no sólo tiene un valor o significado penal o jurídico, sino que también tiene
un valor o significado medicinal o pedagógico en la vida del cristiano.

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