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← Conociendo la creatividad para potenciarla, 4 ideas clave
Gestión de la entropía organizacional. Superar el cambio con la neguentropía. →
Es seguro que en su trabajo y -del mismo modo que ocurrió en su familia- usted ha
crecido con la idea de una organización vertical, uno que manda, unos mandos
intermedios que trasmiten las órdenes y otro, los empleados o los asociados de a
pie, que como niños se limitan a obedecer y callar. Usted creció con la idea de la
jerarquía pero no se enteró del viraje que las jerarquías hicieron hacia las
heterarquías, un lugar bendecido por todos los gurúes de la nueva Era como el
mejor lugar para conseguir que las cosas funcionen mejor. Lo cierto es que esta
idea romántica -en realidad una idea postmoderna- es casi siempre falsa. Las cosas
no funcionan mejor cuanta más gente participe en las decisiones sino peor, mucho
peor.
Lo cierto es que mejor o peor funcionantes las heterarquías presiden de hecho
nuestro entorno laboral, familiar o asociativo, tal y como sucede en el cerebro
individual. En el cerebro no hay centros de mando sino que el “poder” está
ampliamente distribuido por la red neuronal, es cierto que hay estructuras con más
poder que en otras, igual que sucede en su empresa, pues a pesar de lo que nos
cuentan los postmodernos, no todos los nodos son iguales y algunos tienen
mas poder que otros, fíjese en el siguiente diagrama.
Observará que entre los de arriba y los de abajo existen enlaces ocultos, unos tienen
espías abajo, pero los de abajo tienen sindicatos y chivatos arriba, existen
conexiones ideológicas y complicidades familiares, simpatías entre unos y otros,
algunos conocen secretos de otros, mientras que existen también alianzas gay o
historias amorosas secretas, simpatías entre unos y otros, asi como rencores
antiguos, antipatías y deudas impagadas.
Sin embargo solemos decir que existe algo que llamamos “cultura de empresa”,
“espíritu familiar”, “amor eterno”, “familias desestructuradas” “perversiones
empresariales”, etc, que señalan en la dirección de que hay algo en estas
organizaciones que enferma, degenera, se pudre o se corrompe.
Todo lo que toca la política lo corrompe, de tal modo que podemos asegurar que a
más política más corrupción y más interferencia en todo aquello que se regula por
sí mismo (como los mercados) y cuando digo política no me estoy refiriendo a la
honorable gestión de lo público sino al reparto de poder partidocrático que
privilegia a una casta de advenedizos frente a los que aseguran la continuidad de la
cosa. Me refiero a esa casta que en España asciende a 300.000 personas y cuyos
sueldos pagamos nosotros.