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Las causas del deterioro de los materiales que forman monumentos pueden ser de dos tipos:
externas o internas.
Las principales causas externas serían:
- Agua. Como ya hemos visto en temas precedentes, la acción del agua sobre los
minerales puede originar procesos muy diversos, tanto físicos (acción en cuña de ciclos hielo-
deshielo), como químicos: disolución e hidrólisis de minerales, fundamentalmente. A su vez,
en el caso concreto de los monumentos, su acción se podrá ver potenciada por factores
climáticos y de composición del aire, puesto que los componentes de éste pueden pasar al
agua. A esto habría que agregarle que los minerales que son disueltos dan origen a otros, los
cuales al cristalizar pueden originar presiones en el orden de los MPa (mega pascales). Un caso
notable en este sentido es la epsomita, con una presión de cristalización de 290 MPa. No
obstante, estas presiones son equivalentes a las que puede ejercer el hielo, de hasta 193 MPa.
- Atmósfera. Los componentes atmosféricos pueden ser muy variados, y pueden en unos
casos actuar directamente sobre los minerales (caso del ozono), y en otros aportar agentes
que las aguas, o el propio vapor de agua que la atmósfera pueden incorporar, actuando sobre
las rocas en forma líquida. Los principales contaminantes atmosféricos son: los óxidos de
nitrógeno, carbono y azufre procedentes de la combustión de hidrocarburos, el gas metano
emitido por los fertilizantes y la quema de bosques, y los gases de combustión liberados en la
incineración de residuos sólidos.
- Organismos vivos (biodeterioro). La acción de los organismos sobre los monumentos
puede ser muy variada, e incluye desde fenómenos puramente físicos, como la acción de las
raíces de plantas, que pueden introducirse por las grietas o por las juntas de las edificaciones,
o afectar a las cimentaciones, o los efectos químicos o físico-químicos producidos por la
acción de los excrementos de aves, o por la acción de líquenes o de bacterias.
- Antropogénicas. Incluimos aquí los factores relacionados con la acción del hombre, ya
sea previamente a la instalación del material, o durante la misma (tipo de labra, tratamientos
que reciba, cargas estructurales que se le apliquen, posición geométrica en que se dispongan,
tipo de elemento arquitectónico: los suelos sufren efectos muy distintos que las paredes o las
fachadas), o tras la misma (instalación de letreros). Por otra parte debemos incluir en este
apartado el tráfico. Por un lado, favorece la presencia de contaminantes en la atmósfera, que
resultan especialmente agresivos en el ámbito urbano. Por otro, las vibraciones que se
relacionan con el tráfico pesado pueden afectar a la estabilidad de las construcciones
próximas. A esto debemos agregar las calefacciones que utilizan calderas a carbón, y las
refinerías de petróleo que muchas veces están cerca de los núcleos urbanos.
- Otros. Como agentes externos de menor importancia en general podemos citar la
acción del viento y de las temperaturas (o de sus variaciones extremas).
Por otra parte, tenemos las causas internas, propias de la roca que sufre el proceso o procesos
correspondientes:
- Mineralogía. La composición mineralógica del material de construcción es siempre
fundamental para explicar las transformaciones pueda sufrir, pues cada mineral presenta
distintas susceptibilidades a los agentes externos descritos: unos son fácilmente solubles o
hidrolizables, o sufren más la acción de los agentes atmosféricos, o se desgastan con mayor
facilidad por presentar menor dureza. Por ejemplo, la calcita, un mineral presente en algunas
rocas de construcción, o en el mármol, es fácilmente hidrolizable: CO 2 + H2O → H2CO3 y
consecuentemente CaCO3 + H2CO3 → Ca2+ + 2 HCO3-. Por su parte, el dióxido de azufre
atmosférico produce ácido sulfúrico, que reacciona con la calcita generando yeso.
- Tectónica. El hecho de que una roca halla sufrido los efectos de deformación
tectónica suelen implicar la aparición de diaclasas o microfracturas, que pueden ser
prácticamente invisibles. Sin embargo, bajo la acción de cargas se manifiestan por fenómenos
de rotura, que a su vez favorecen la acción de otros agentes externos, como la infiltración de
soluciones.
Estas causas actúan siempre combinadas entre sí, produciendo los efectos que veremos a
continuación.
7.2.- Efectos de la alteración
Los principales efectos que podemos describir como integrantes del fenómeno definido como
“mal de la piedra” se pueden agrupar en tres grandes grupos:
1. Efectos que implican pérdida del material constructivo. Pueden ser de los siguientes tipos:
- Alveolización. Consiste en la aparición de una red bastante continua de cavidades
alveolares, que pueden estar originadas por la disolución, o hidrólisis seguida de disolución, de
determinados minerales como pueden ser calcita o yeso, o por la acción del viento cargado de
partículas, o por la acción de las raíces de plantas. Es relativamente común en calizas, en
areniscas con cemento carbonatado, o en rocas porosas en general.
2. Cambios en la coloración.
- Pátinas. Son delgadas películas superficiales, que pueden tener diversas causas y
tipologías:
o Pátinas de envejecimiento: causadas por el propio paso del tiempo y exposición a la
intemperie.
o Pátinas de suciedad: ennegrecimiento causado por contaminación ambiental inducida por
los hollines residuales dejados por la combustión incompleta de carbones (calefacciones) o
del diesel de camiones u autobuses.
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