Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
INTRODUCCIÓN
La pregunta sobre el hombre es una constante universal. Todo hombre, toda mujer, se
pregunta sobre sí mismo, busca saber lo que es o, mejor dicho, quién es, y responder a las
preguntas fundamentales sobre la existencia: ¿qué significa ser libre?, ¿qué son mis
sentimientos?, ¿tengo un alma espiritual […] o ¿qué ocurre al morir? Esas preguntas forman
parte de la vida misma porque las personas no podemos vivir sin dar una respuesta más o menos
explícita a estas cuestiones. No hacerlo supondría vivir en el absurdo, en la ignorancia o en la
irracionalidad, algo evidentemente inhumano. (Burgos, 2003, p. 13).
En efecto, la existencia del ser humano, que se diferencia de los animales precisamente por su
espiritualidad, que le dota de racionalidad y libertad, es la existencia de un ser inquieto que se
plantea numerosas preguntas. Entre ellas, hay algunas que podemos denominar “últimas”, para
las que no es fácil encontrar una respuesta. De estas cuestiones últimas, que también podemos
denominar preguntas fundamentales de la existencia humana, se ocupa habitualmente la
Filosofía. Más concretamente, una de sus ramas a la que podemos denominar Antropología o
Antropología filosófica.
La Antropología se interesa por el hombre desde todos los puntos de vista porque le interesa
como una unidad, un todo, no sólo un aspecto, cualidad o dimensión de este, por ejemplo, el
lenguaje, las acciones pasadas, las relaciones mercantiles, su cuerpo sano o enfermo, etc. Todo
esto son cualidades del hombre, pero no son el hombre. La Antropología se pregunta por aquel
que posee esas cualidades. ¿Qué nos hace ser hombres, ser personas? ¿Por qué sólo el hombre
es capaz de todas esas cualidades mencionadas? ¿Por qué sólo él en el universo material es libre
o sufre o busca la felicidad? Así pues, la Antropología filosófica es la ciencia acerca del
1
MANUAL DE ANTROPOLOGÍA. AUTORA: SARA GALLARDO
“hombre entero”. Por eso, lo que propiamente estudia del hombre la Antropología filosófica
tiene estas características específicas:
- Las raíces de sus manifestaciones: la causa de que sea lo que es, de sus
comportamientos y actividades, más que las cualidades de esos comportamientos y
fenómenos de su conducta;
- El método racional que utiliza, que comienza con la experiencia, pero va más allá
de lo experimentable hacia sus raíces y causas.
Una vez visto el modo específico de estudiar al hombre que tiene la Antropología, vamos a
echar una mirada a la historia de la pregunta por el hombre, para aproximarnos así a nuestro
objeto de estudio: la persona humana.
Los pensadores que quieren comprender más profundamente al ser humano suelen tener en
cuenta la sabiduría de los mayores: lo que la tradición de los grandes sabios nos ha transmitido
sobre el hombre a lo largo de la historia. También nosotros podemos aprender a mirar y
reflexionar de forma más profunda sobre el ser humano gracias a las imágenes del hombre que
han sido propuestas y las que se plantean en la actualidad por parte de los filósofos. En realidad,
no podía ser de otra manera: todo ser humano vive con una u otra interpretación de sí mismo y
de sus congéneres, esto es, todos tenemos una Antropología, una determinada visión de qué es
el hombre, qué nos hace ser humanos, seamos conscientes de ello o no.
Si hacemos un breve recorrido histórico por aquellos pensadores que desde la Antigüedad
clásica se han dedicado a la reflexión sistemática sobre el hombre, tenemos en Sócrates y Platón
(s. V a.C.), especialmente en el diálogo Fedro, pero en realidad en la mayoría de ellos,
reflexiones acerca del hombre, su destino, su origen y su naturaleza. El discípulo de Platón,
Aristóteles (s. IV a.C.), sistematizó en el libro Sobre el alma (De anima) su propia doctrina
sobre la naturaleza y actividades del hombre, que a partir de él queda esencialmente definido
por su principio espiritual. (ARISTÓTELES, 1978). Asimismo, existen obras de san Agustín (s.
2
MANUAL DE ANTROPOLOGÍA. AUTORA: SARA GALLARDO
IV d.C.) y de santo Tomás (s. XIII) sobre esta temática. Tras la Edad Media, con la llegada de la
Modernidad, Descartes abordó la pregunta del hombre con un método analítico que pensaba
separadamente cuerpo y alma, y de este modo creaba el problema de cómo explicar la unión
entre ambos. Kant, a finales de este período histórico, lanzó de nuevo la pregunta por el hombre.
Ahora bien, el enfoque de esta disciplina tal como hoy la conocemos se lo debemos a Max
Scheler, especialmente en su obra El puesto del hombre en el cosmos. (Scheler, 2000). Según él,
el hombre se caracteriza por ser algo importante por sí mismo, así como por el tipo de relaciones
que establece con la realidad que le circunda: frente a otros seres vivos e inertes, el ser humano
se distingue por su superioridad cualitativa: la razón. Esta le hace estar en la cúspide de la
pirámide del mundo natural.
Por otro lado, bien puede decirse que este manual se encuadra dentro de una Antropología
de enfoque personalista. El personalismo, como iremos viendo, es una filosofía sobre el hombre
que pone como eje y base de su reflexión el hecho de que el hombre es persona. Según los
personalistas, el modo personalista de entender al hombre implica lo siguiente:
Para poder dar su lugar y sentido a las cuestiones particulares de Antropología, algunas de
las cuales se acaban de mencionar (inteligencia, afectividad, corporalidad, etc.), que más
fácilmente atraen nuestra atención, es necesario no perder de vista o alcanzar una visión que
consiga darnos la perspectiva global sobre el hombre con la que nace esta disciplina.1 La
importancia de mantener esta visión global podemos comprenderla si consideramos que los
errores consisten siempre en una visión parcial de las cosas.
1
A esta tarea se dedican numerosos y buenos trabajos de Antropología sistemática. Por citar algunos:
VALVERDE, C.: Antropología filosófica. Edicep, Valencia 1995; HAEFFNER, G.: Antropología
filosófica. Herder, Barcelona 1986; CHOZA, J.: Manual de antropología filosófica. Rialp, Madrid 1988;
AMENGUAL, G.: Antropología filosófica. BAC Madrid 2007; YEPES, R.: Fundamentos de
antropología: un ideal de la excelencia humana. EUNSA, Pamplona, 2003. GARCÍA CUADRADO, J.
A.: Antropología filosófica: Una introducción a la filosofía del hombre, EUNSA, Pamplona, 2003, o el
ya citado de BURGOS VELASCO, J. M.: Antropología.
3
MANUAL DE ANTROPOLOGÍA. AUTORA: SARA GALLARDO
¿Qué significa ser persona? ¿Y cómo accedemos al conocimiento de la persona? Los filósofos
de la corriente llamada personalismo (E. Mounier, J. Lacroix, M. Nedoncelle, etc.) han
propuesto varios caminos abiertos y complementarios para responder a estas preguntas, que
tratan de entrar en el misterio de la persona. El personalismo surge como un movimiento
filosófico “en defensa de” la persona –pensemos que trata de responder a la situación histórica
del s. XX–. Vamos a presentar sus intuiciones de manera sencilla y breve.
“Conócete a ti mismo.” El oráculo de Delfos, dirigido a Sócrates en el s.VI a.C. manifiesta que
lo más cercano a nosotros no es lo más conocido por nosotros. Apunta también a otra verdad
importante: el conocimiento de la persona no es algo inmediato, que podemos alcanzar con el
simple autoanálisis o introspección. La persona es un misterio. La palabra misterio no significa
algo que no se puede comprender, sino algo cuyo conocimiento se nos tiene que conceder, se
nos tiene que abrir o permitir penetrar en ella. La persona permanece incognoscible mientras no
descubrimos cuál es la puerta y conseguimos que se nos abra. El personalismo ha mostrado que
querer conocer a la persona como una cosa nos aleja de ella, porque la alienamos y no la
descubrimos como lo que es, una persona. Pensemos, por ejemplo, en el modo actual de
4
MANUAL DE ANTROPOLOGÍA. AUTORA: SARA GALLARDO
El personalismo responde a la cuestión por el camino de acceso al misterio de forma muy clara:
la interpersonalidad. ¿Qué significa interpersonalidad? Significa relación yo-tú, una relación
no de cualquier tipo sino aquella en la que tiene lugar un auténtico encuentro entre personas,
iguales –sólo en mi encuentro con otra persona reconozco mi propio ser personal– y al mismo
tiempo distintas – cada una es irrepetible–. “La persona sólo se descubre a sí misma en su
encuentro con el otro.” (Pérez-Soba)
Vamos a ver qué condiciones tiene la interpersonalidad o, dicho de otro modo, la experiencia
que llamamos encuentro entre personas (inter-personal):
2ª No basta cualquier trato, convivencia o experiencia para que sea reveladora de la persona: es
preciso que en esa relación la libertad de la persona se ponga en juego: sólo descubrimos
quiénes somos a través de nuestra libre conducta. Como dice el refrán castellano, “quien
demande pan y abrigo, va a saber quién es su amigo.”
3ª El encuentro se da cuando las personas se hacen presentes la una a la otra. Las cosas
simplemente existen, las personas están presentes. ¿Qué significa esto? Dos cosas: primero la
existencia de la persona es un modo absoluto de ser y valer; y segundo, la presencia personal es
al mismo tiempo un modo de existir en relación, es estar-para-alguien, por eso la presencia
personal requiere reconocimiento por parte de otras personas. Debemos entender esto bien:
reconocer el valor significa descubrir que la ya es valiosa, y no hacerla yo valiosa. La persona es
(y debe ser) reconocida porque vale, porque es persona, no al revés. En este sentido, la soledad
5
MANUAL DE ANTROPOLOGÍA. AUTORA: SARA GALLARDO
humana podemos decir que es la mera existencia de la persona, que no es reconocida, no existe
para nadie, o que su existencia es percibida como la de una cosa. Por eso, en todas las culturas,
el saludo tiene una importancia central, y este tiene un profundo significado antropológico: es
expresión del reconocimiento de estar en presencia de una persona. Negar el saludo significa
ignorar a alguien como persona, privarle de ese reconocimiento, reducirlo a cosa.
5ª El encuentro requiere apertura. Es una actitud interior con la que acogemos a la persona en
nuestra vida. La primera forma de apertura es la aceptación, no es posible conocerse sin
aceptarse, ni re-conocer a la persona como persona, sin abrirse a ella. Aceptar es mucho más
que registrar teórica o mentalmente la existencia de alguien, significa según Pérez-Soba dejar
entrar a esa persona en la propia vida, dejar que su existencia me afecte. Mientras no permita
que mi vida se vea “alterada” por la existencia de los demás (mi mujer, mis hijos, mis padres
ancianos, mi amigo en apuros…), todavía no he reconocido y aceptado a los demás como
personas, porque “para mí” no existen, y la presencia personal es exactamente eso: existir para
alguien. La madre toma conciencia de sí misma de una forma nueva en el momento en que re-
conoce la presencia de su hijo dentro de sí y lo acoge, porque ella lee su vida y su persona de
forma nueva, contando con él, dejándose afectar por él. Más, ella descubre un nuevo sentido
para su vida que la plenifica: ayudarle a él a vivir y a crecer.
Cuando se dan estas condiciones, se descubre por experiencia lo que vamos a explicitar: el valor
único y relacional de cada persona.
6
MANUAL DE ANTROPOLOGÍA. AUTORA: SARA GALLARDO
1. 2. 2. Un ser único
DEFINICIÓN
Subsistencia significa en filosofía el modo de ser de algo que no necesita de nada para
ser lo que es, a diferencia de las cualidades, que no pueden existir si no están en alguna
cosa “colgadas” o adheridas. Por ejemplo, el color o el tamaño no son “realidades”
subsistentes, sino que sólo se pueden dar en cosas que posean esas cualidades. En
cambio, una realidad subsistente es la que se “sostiene” a sí misma. Podríamos poner el
ejemplo de un colgador y lo que cuelga de este colgador: el colgador sería una realidad
subsistente, mientras que lo que cuelga de ella no se mantiene sin el colgador.
Decimos de la persona que es, que existe del modo más fuerte y excelso que puede darse en el
universo (es decir, subsiste), de tal forma que permanece, que es inmortal. No puede ser
destruida, mientras que lo material sí. Podríamos decir también que la persona existe de forma
racional (espiritual). Los animales existen, pero no de forma racional, es decir, no son
conscientes de sí mismos. Podemos expresarlo de otra forma más directa: el hombre es
persona (subsistente, permanente, inmortal) porque es espíritu. Tanto qué es el espíritu o el
alma humana como que significa que es inmortal lo explicaremos en el capítulo final.
Ella es el único ser que vale por lo que es, y su ser no lo puede perder, es incondicionado. Los
objetos los valoramos por las cualidades que poseen (belleza, utilidad, etc.), cuando las pierden
ya no tienen valor. El valor de las cosas está condicionado. “La persona vale por lo que es y no
por lo que tiene.” (Gabriel Marcel)
7
MANUAL DE ANTROPOLOGÍA. AUTORA: SARA GALLARDO
Toda visión o trato a la persona que ignora estos rasgos es una alienación de la persona.
Alienar significa reducir una persona a una cosa, tratarla como si fuera un objeto.
EJEMPLOS
Los totalitarismos, que ven a las personas como individuos, han creído legítimo
sacrificar a una persona por el bien de la sociedad o de la mayoría. Este
pensamiento destructivo ve a las personas como cosas que pueden ser usadas o
instrumentalizadas para los fines que determine quien detenta el poder.
Cualquier manipulación de la persona, cualquier modo de usar a las personas
como un medio para otra cosa es una forma de alienación. También es alienante
una visión económica liberal radical que en lugar de ver a las personas como fin
de la economía, las vea como medios para que subsista el sistema; que haga del
beneficio el fin de todas las actividades, no un medio al servicio de las personas,
y las convierta a estas en medios para alcanzarlo; o en una visión de la
paternidad que viera al hijo como un medio para satisfacer el deseo narcisista de
ser padre o transmitir los genes, no alguien valioso por sí mismo, como en la
maternidad subrogada.
SEÑORÍO DE SÍ
8
MANUAL DE ANTROPOLOGÍA. AUTORA: SARA GALLARDO
Hemos dicho que por ser subsistentes, permanecer, la persona es el único ser del universo que
posee una cualidad altísima: es señora de sí misma. ¿Qué significa esto? En primer lugar, esto
quiere decir que la persona existe para sí misma, en el sentido de que ella es consciente de su
propio ser, de su existencia. El resto del universo podrá ser superior en muchos sentidos a la
persona, pero ignora su propia existencia. Y esta cualidad está por encima de todas las que
posee el mundo material.
En segundo lugar, que dirige sus propias acciones, la persona se mueve y dirige por sí misma,
gracias a su racionalidad y su libertad. En los capítulos 4 y 5 ahondaremos en estas dos
capacidades de la persona. El hombre se distingue de las demás cosas por su naturaleza racional
y libre, que le hace capaz de actividades que no puede realizar ningún otro ser vivo, como por
ejemplo las siguientes que enumera Ayllón (2011):
9
MANUAL DE ANTROPOLOGÍA. AUTORA: SARA GALLARDO
Resumamos lo dicho hasta aquí. El hombre es un ser único, que significa que subsiste o es
inmortal, que como ser irrepetible, tiene un valor incondicionado, es insustituible. Además es
señor de sí mismo, capaz de darse cuenta de sí y de dirigir sus propias acciones por su razón y
voluntad libre.
Ahora vamos a ver lo que significa que, como consecuencia de todo esto, la persona tiene
dignidad, lo que nos permitirá recapitular nuevamente lo dicho hasta aquí.
Por ser persona, el hombre vale más que todo el universo, es excelso en su ser, de modo que es
exacto decir que no existe nada más grande ni más valioso que la persona, sin que esto excluya
que sea frágil y vulnerable. Esto se ha expresado con la afirmación de que la persona tiene
dignidad (C. Caffarra). ¿Qué significa y por qué el hombre la tiene?
EJEMPLO
Por eso una sociedad materialista –en cualquiera de sus formas, la consumista, hedonista,
panteísta, economicista…– es incapaz de reconocer el valor de la persona, y por eso se convierte
en una sociedad capaz de justificar el uso de las personas para los fines que la sociedad elija, de
instrumentalizar y abusar de las personas, porque ellas no son vistas como lo más valioso de una
sociedad.
2
Cf. También a este respecto SPAEMANN, R.: Personas: acerca de la distinción entre “algo” y
“alguien”, Eunsa, Pamplona, 2000. (Trad. y estudio introductorio José Luis del Barco), pp. 103 y ss.
10
MANUAL DE ANTROPOLOGÍA. AUTORA: SARA GALLARDO
Conviene aclarar pues, que afirmar el valor excelso del hombre no implica en modo alguno
negar la bondad y el valor propio de las demás realidades del mundo. Cualquier ser encierra en
sí un valor, exige un reconocimiento por parte de otros y conlleva unos deberes. Todos los seres
son buenos y deben ser cuidados, pero hay seres cuyo valor es mayor por su naturaleza
específica.
Antes de concluir este apartado, no estará de más para expresar con mayor exactitud a lo que
nos referimos con dignidad humana, distinguir dos conceptos complementarios pero diferentes,
referidos al hombre: por un lado está la dignidad ontológica (o del ser), que es el valor que el
hombre tiene por ser hombre, por ser persona, que se basa en algo indestructible y por tanto no
puede perderse. Hasta ahora hemos hablado de dignidad en este sentido.
Por otro lado, existe también la dignidad moral, que se refiere al valor que la persona adquiere
en virtud de su propio comportamiento. En este sentido, una persona puede tener o alcanzar una
gran dignidad e inspirarnos un profundo respeto, mientras que otra puede perder su dignidad por
conductas impropias de una persona, es decir por un mal uso de su libertad, con el que la
persona se hace mala. En muchos lugares de Europa el arte ha representado el gesto noble y
digno con el que un alto dignatario del ejército romano, Martín de Tours, socorrió a un pobre
desnudo rasgando y entregándole la mitad de su capa. Indigno y repulsivo es traicionar a un
amigo por dinero, e incluso hacer de un beso la señal para que sus enemigos lo reconozcan.
Nuestros actos nos cambian, en el sentido de que nos perfeccionan o nos envilecen, y por eso
cabe hablar de que el hombre, mediante las decisiones y conductas de su voluntad libre adquiere
una segunda naturaleza (Aristóteles). Quien usa bien de su libertad y llega a la plenitud de su
ser, tiene una mayor dignidad moral. La dignidad moral es el valor al que podemos llegar
11
MANUAL DE ANTROPOLOGÍA. AUTORA: SARA GALLARDO
gracias al buen uso de nuestra libertad que nos perfecciona. Por eso esta dignidad es algo
interior que no depende de las condiciones externas de vida, y muy bien puede una persona de
vida humilde tener una gran dignidad y otra de vida opulenta y socialmente exitosa conducirse
de forma miserable.
1. 2. 4. Un ser relacional
Llegados a este punto, debemos recordar lo que arriba dijimos sobre el modo de conocer a la
persona, pues muchas de esas ideas explican este aspecto que vamos a tratar: que la persona es
persona porque es un ser en relación con otras personas. Cada ser humano es hijo: tiene su
origen en una relación entre dos personas y tiene una relación con ellas, incluso aunque se
ignore la identidad del padre, la madre o el hijo. Somos fruto de una relación y estamos abiertos,
por nuestra índole, a la relación (Pérez-Soba). Más aún, no podemos llegar a ser plenamente
nosotros mismos sino a través de la entrega sincera de nosotros mismos a otras personas por
amor (Caffarra).
¿Por qué hoy se ven las relaciones como un mal, especialmente como una privación de libertad?
Porque no se las comprende, se las confunde con tristes parodias de las mismas (contratos,
vínculos de dominio, dependencias afectivas…). Por eso es fundamental comprender cuáles son
los rasgos o las etapas esenciales de una relación personal, que nos permita distinguirla de esas
otras situaciones.
Recordemos y completemos aquí los rasgos que ya han aparecido en el apartado “Vías de
acceso a la persona”: a) toda relación auténtica necesita un reconocimiento de la presencia del
otro (de valor incondicionado), b) para lo cual es imprescindible primero creer, confiar en el
valor del otro, segundo aceptarlo. c) La libertad es central para toda relación personal y d)
apertura al otro.
12
MANUAL DE ANTROPOLOGÍA. AUTORA: SARA GALLARDO
1. Toda relación auténtica, al dar espacio a la libertad de las dos personas nunca es
posesiva, es todo lo contrario a un vínculo de dominio. La actitud de dominio o
control sobre el otro, que le priva de libertad, proviene de la desconfianza, del
miedo a la libertad ajena, se teme que la relación se quiera romper. En el fondo,
proviene de la inseguridad o desconfianza respecto del propio valor o capacidad.
Por eso, para establecer relaciones sanas es imprescindible un sano amor a uno
mismo y madurez personal, que se forja en la experiencia de saberse amado
incondicionalmente. Son los otros, primeramente los padres, quienes aman así y al
hacerlo, hacen comprender: es bueno que yo exista, mi ser tiene valor. Por eso el
amor es el tipo de relación personal que más plenamente nos ayuda a conocernos
como personas. ¿Quién podría dudar de que ese amor es la mayor necesidad que
tiene cualquier persona?
2. Quien ama, confía y deja espacio a la libertad. Por tanto, toda relación necesita la
correspondencia, para que tenga lugar un encuentro entre dos libertades que
quieren lo mismo: esa relación. Ahora bien, la otra cara de este aspecto es que toda
relación va, necesariamente, ligada a la vulnerabilidad. Esto significa que la
persona puede sufrir y ser herida. Si toda relación es libre, siempre cabe la
posibilidad de que las personas no quieran lo mismo, no se encuentre
correspondencia. El dilema pues es este: o querer amar y asumir el dolor, o no
querer sufrir y asumir la soledad (y la infelicidad).
3. Toda relación pide dar bienes. En toda relación, la persona da algo de sí o se da a sí
misma. Según aquello que damos establecemos un tipo de relación u otro. La
comunicación de los bienes supone dos etapas: 1º) la disponibilidad para dar. En
esta etapa la persona manifiesta su deseo a la otra persona. Esto es imprescindible
para respetar la libertad del otro y no imponer mi deseo; 2º) la donación, cuando la
otra persona ha expresado disponibilidad para recibir.
Concluimos. En el amor, la más perfecta forma de relación personal, se pone de manifiesto que
la más radical afirmación del valor del otro es, al mismo tiempo, la más radical afirmación del
propio ser, porque es amar es el acto más libre que existe y la verdadera libertad afirma el valor
de la persona. Más adelante volveremos sobre estas cuestiones, ya que es muy importante
comprender hoy bien qué significa ser libres (cap. 5).
Resumamos lo dicho hasta aquí. Hemos profundizado en lo que significa ser persona,
comenzando con las maneras de conocerla, el rasgo de su carácter único y su dignidad, que nos
13
MANUAL DE ANTROPOLOGÍA. AUTORA: SARA GALLARDO
permiten afirmar que la persona es un de un valor incuantificable. Ser persona es lo que nos
hace a cada ser humano un ser original e irrepetible. Además hemos ahondado en la dimensión
relacional de la persona, íntimamente ligada con su libertad, que en el encuentro con otras
personas manifiesta su valor afirmando el valor de las otras personas.
Habiendo visto hasta aquí lo que es único e intransferible de cada ser humano, su existencia
personal, pasamos ahora a estudiar lo que cada uno de nosotros comparte con todos los demás
hombres: la naturaleza humana.
14