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Articulación política de la izquierda en un nuevo escenario

Este texto se construye a partir de la visión de autores/investigadores que han teorizado


sobre el lugar que tiene la articulación política en la construcción de un proyecto con
vocación transformadora desde la izquierda.
Antes de lo medular, se hace necesario sentar una definición de lo que a nuestro juicio
significa ser de izquierda hoy, para ello recurriremos a lo elaborado por Marta Harnecker
(autora sobre el cual gira gran parte de este ensayo) en su imprescindible obra
“Reconstruyendo la Izquierda”: "Entiendo por izquierda el conjunto de fuerzas que se oponen
al sistema capitalista y su lógica del lucro, y que luchan por una sociedad alternativa
humanista y solidaria, por una sociedad “libre de la pobreza material y de las miserias
espirituales que engendra el capitalismo", por una sociedad socialista construida a partir de
los intereses de las clases trabajadoras". Despejada esa cuestión fundamental, corresponde
hablar de lo que nos convoca: La articulación política
Para hablar de articulación es necesario, en primer lugar, hablar de fragmentación, porque
si estamos en busca de confluir políticamente es precisamente porque existen diversos
factores o elementos que nos dividen en el quehacer de nuestras prácticas políticas.
De acuerdo a sus características, estos elementos podríamos dividirlos en dos tipos: un
primero de orden "externo" a las organizaciones políticas, relacionado directamente con las
políticas Neoliberales anti-organización o anti-articulación de los últimos 30 años impuestos
en Chile y Latinoamérica en general y un segundo grupo de elementos que se sustenta en
las diferencias y divergencias entre las organizaciones de izquierda. Harnecker lo expone
así:
Estrategia fragmentadora del neoliberalismo
A todo esto se añade la estrategia fragmentadora del neoliberalsmo. Éste sabe que una
sociedad dividida —en que diferentes grupos minoritarios no logran constituirse en una
mayoría cuestionadora de la hegemonía vigente— es la mejor fórmula para la reproducción
del sistema.

Y no sólo se aplica esta estrategia en el nivel de los trabajadores —tratando de


“desestructurar la fuerza de trabajo en una suma de actores o sujetos diferenciados y
separados unos de otros”—, sino de toda la sociedad.

El investigador argentino Alberto Binder se refiere detalladamente a esta estrategia de las


clases dominantes en su artículo “La sociedad fragmentada”.

Según Binder, lo que esta estrategia persigue es “construir o fabricar grupos sociales
aislados” o “minorías” que generen “prácticas de ‘guerra’” entre sí, con lo cual los grupos
hegemónicos logran “un control social horizontal”.

La base para mantener a estos grupos aislados entre sí o sujetos a relaciones contradictorias
es buscar conscientemente desorientarlos respecto a sus posibles objetivos comunes,
imposibilitando que estas minorías asuman luchas colectivas. “La sociedad fragmentada
implica una mayoría—y a veces un pueblo entero— que ha perdido el rumbo de su propia
causa nacional.”

Esta política de desorientación social “actúa, fundamentalmente, en tres niveles: a) la


atomización de la sociedad en grupos con escasa capacidad de poder; b) la orientación de
esos grupos hacia fines exclusivos y parciales, que no susciten adhesión; c) la anulación de
su capacidad negociadora para celebrar ‘pactos’” […].
Para poder lograr estas metas se debe impedir que se cree un espacio en que se puedan
proyectar objetivos que vayan más allá de cada grupo particular, es decir, que puedan ser
compartidos por otros grupos dando paso a potenciales acuerdos y alianzas; de ahí que la
prédica sobre la muerte de las ideologías pase a ser un elemento fundamental de esta
estrategia. La sociedad deja de ser comprendida y analizada en forma abarcadora, y con ello
desaparecen las utopías sociales que crean los espacios de encuentro de los diferentes
grupos. Por otra parte, se fomenta la cultura del naufragio, del “sálvese quien pueda”, que
descarta cualquier tipo de solución colectiva.

Se trata de “una estrategia global del poder dominante, que busca hacer pedazos a la
sociedad e imposibilitar de un modo absoluto la construcción de un concepto de mayoría”,
preparando el terreno para el ejercicio de una democracia limitada o restringida como la que
analizaremos algo más adelante“.
Otro factor que, en cierta medida pareciera derivar de la fragmentación infringida por el
capitalismo y que incide en la división de los grupos políticos de la izquierda es la diversidad
de expresiones dentro de esta misma. José Eduardo Moreno (Arg). En su Tesis de grado
"Articulación Política en el Campo Popular Argentino", señala que existen "elementos político-
ideológicos presentes en los discursos que configuran las identidades políticas de las
organizaciones –la constitución del nosotros y del ellos- que tienen enormes implicancias
respecto al tema de la articulación".
Esta afirmación la complementa de la siguiente forma: "identificamos una serie de tópicos o
dimensiones en torno de los cuales se establecen los diferentes posicionamientos que van
configurando la identidad política de cada organización. Entre los tópicos o dimensiones que
nos resultan relevantes podemos mencionar las posiciones respecto a: 1) el fin último o
“punto de llegada”; 2) el modo en que se debe ejecutar la transformación (concepción del
Estado, revolución vs. reforma, etc); 3) el sujeto político (relación clase-partido); 4) la
“cuestión nacional” (“soberanía política e independencia económica”) ; 5) la pretensión de
representatividad de la organización; 6) las formas de la disputa política (insurreccionalismo,
parlamentarismo, etc); 7) el peso de la coyuntura política; 8) y los principios organizativos
(autonomía, democracia de base, etc).
Resume estos dos elementos Alejandra Parra (2008) cuando señala que la centralidad del
problema de la articulación remite tanto a la lógica fragmentaria y divisionista del capitalismo,
como a la “complejización y fragmentación de las actuales formas de lucha” (2008:29)

¿Por qué y para qué articularnos?

El diagnóstico está medianamente hecho. Sabemos los factores que han influido y las formas
que ha adquirido la fragmentación de nuestro sector, sin embargo no se trata simplemente de
identificar el fenómenos sino, como señala Alejandra Parra, cómo es que a partir de la
multiplicidad y diversidad, se pueden generar momentos o espacios de articulación que
apunten a levantar prácticas políticas en común o llegar a un proyecto en que puedan
converger los diversos actores políticos que recogen la expresión del pueblo explotado.
Desde ese punto de vista, la razón de por qué articularnos es evidente. Vivimos una fase del
capitalismo que se caracteriza por asegurar el bienestar a un grupo reducido en desmedro de
una gran mayoría que se desenvuelve en precarias condiciones de vida. El Neoliberalismo
nos ha golpeado con dureza, por lo cual nuestro deber es volver a levantarnos, volver a
presentarle batalla y empujarlo a una retirada. Sin embargo, ese hecho no ocurrirá por arte
de magia, depende de nosotros apurar el proceso y en este momento es crucial comenzar a
establecer conexiones, basadas en acuerdos mínimos que, más temprano que tarde, puedan
dar pie a alianzas que tengan como norte un rol protagónico, influyente e incidente en la
correlación de fuerzas del espectro político.
Resumiendo, podríamos identificar al menos tres grandes factores, absolutamente
relacionados entre si, que avanzan desde el “POR QUÉ hasta el PARA QUÉ articularnos”:
1. Ante la fragmentación de la izquierda, es imperante reunificar las luchas. El
movimiento estudiantil chileno, que emergió con fuerza en la esfera pública durante el
2011, demostró que esta premisa puede ser posible, pasando de las demandas
gremiales, legítimas por lo demás, a cuestionamientos del modelo económico y
político impuesto.
2. Articularnos por una necesidad urgente de impedir el avance del capitalismo
salvaje en los sectores sociales donde está haciendo estragos (casi en todos), lo cual
se enmarca en un “programa mínimo” (Marta Harnecker “Estrategia y Táctica”) y que
obedece, además, a una lectura imprescindible, básicamente de las correlaciones de
fuerza existentes. En palabras de José Eduardo Moreno estaríamos ante una
articulación de baja intensidad.
3. La articulación de baja intensidad debe dar paso a una que se proponga la
conquista de las instituciones y aún más, que tenga la capacidad de cambiar esas
instituciones para poder transformar la realidad; de crear nuevas correlaciones de
fuerzas que permitan realizar los cambios requeridos (Marta Harnecker). Según José
Eduardo Moreno, una articulación de alta intensidad es la que involucraría los
aspectos descritos.

¿Cómo hacerlo?

Se ha esbozado ligeramente durante el desarrollo de este texto, la necesidad de caminar


hacia transformaciones sociales profundas estableciendo planes mínimos y máximos. No
obstante, como antaño, este aspecto aún causa profundos y entendibles resquemores dentro
de un sector de la izquierda que ve fundamentalmente en los planes mínimos atisbos de
reformismo y conformismo con el modelo imperante. Insistimos que esos temores se
entienden toda vez que movimientos o conglomerados como la Concertación de Partidos por
la Democracia abandonaron los intereses de las mayorías excluidas a las cuales
representaban, acomodándose a los requerimientos de los grandes capitalistas y en la
actualidad yacen con escaso apoyo ciudadano y sin programa político.
Sin embargo, entrando en terreno propositivo, reivindicamos la necesidad de tareas mínimas
como medios tácticos que estén contenidos en una estrategia que contemple como fin último
la emergencia de un proyecto político autónomo de las élites políticas y económicas
hegemónicas (punto tres del ítem anterior)
Ese plan mínimo, tiene que ver estrictamente con generar discursos y tareas comunes entre
la izquierda social y política en aspectos que puedan hacer retroceder al Neoliberalismo en
aquellos lugares de la esfera pública y privada donde ha profundizado su dominación sin
contrapeso alguno. Los estudiantes en este sentido han marcado la pauta, cuestionando la
educación como “bien de consumo” y replanteándola como derecho universal inalienable lo
que nos remite obligadamente a crear conciencia entre la población sobre el aseguramiento
de derechos básicos por el Estado: salud, educación, vivienda y servicios básicos. Este golpe
al capitalismo, no se puede dar sin acompañarlo con una fuerte arremetida contra el lucro en
todas sus formas, sobre todo cuando media en cuestiones tan elementales como la salud.
A lo anterior se puede sumar, por ejemplo, una fuerte arremetida contra la deuda en todas
sus formas, sustento del sistema financiero especulativo que ha hecho estragos en nuestros
países. En esta línea, la articulación de la izquierda con el campo social donde trabajan
asociaciones de consumidores, más la integración de trabajadores de retail, deudores
habitacionales, estudiantes endeudados, etc. Conformaría un frente de acción común contra
este elemento que se constituye en el yugo esclavizador del siglo XXI.
Todas las tareas mencionadas que tienen por objeto lograr articulaciones mínimas para hacer
retroceder el neoliberalismo, no podrían desplegarse si es que a par vamos configurando
relaciones que posibiliten la construcción del proyecto político del cual hemos estado
hablando hasta la saciedad. Al respecto Marta Harnecker señala: “La historia de las
transformaciones sociales profundas ratifica en forma porfiada lo que se puede lograr cuando
existen instrumentos políticos capaces, en primer lugar, de levantar un programa alternativo
de carácter nacional que sirva de instrumento aglutinador de amplios sectores populares y,
en segundo lugar, de unificar la acción, elaborando estrategias y tácticas que permitan
golpear eficazmente al poderoso enemigo que hay que enfrentar”. Sin este instrumento
aglutinador que no esquive la disputa política en el terreno electoral (sin que sea su único
norte ni su única política) ni en otros terrenos, no podremos avanzar hacia planes máximos
que signifiquen la liberación del capitalismo.
Este amplio escenario de articulación debe sostenerse en sólidos pilares como la unión
desde la diversidad y la democracia radical y que no vuelva sobre errores históricos de ayer.
Lo detalla la misma Marta Harnecker en una entrevista al diario El Mercurio en 2002: “ Por
eso es que abogo por un instrumento político que sea realmente democrático, que contemple
las diferencias. Nosotros éramos bastante autoritarios y bastante homogenizadores en el
pasado. Creo que entender las diferencias, entender que hay vocaciones de militancia
distintas, no exigirle a toda la gente el mismo patrón de militancia. Eso no es invento mío, no
es la Marta que se puso a pensar y a leer libros, sino que es la práctica que se ha dado en
muchas organizaciones latinoamericanas que yo he recogido a través de entrevistas: primero
a guerrilleros y luego a partidos con desafíos electorales como es el Frente Amplio de
Uruguay y el PT en Brasil y luego gobiernos locales”.
En el camino constituyente (desde el plan mínimo al plan máximo) de este nuevo referente,
por lo tanto, no se debe desconocer la existencia y el trabajo de una izquierda partidaria y
una izquierda social, que si bien pueden llegar a manifestar muy pocas diferencias en sus
discursos y objetivos, es en la praxis política el lugar donde se acentúan los matices. Una
reflexión de Marta Harnecker que caracteriza, en este contexto, un proyecto de “nuevo tipo”,
tiene que ver con la autocrítica necesaria de la izquierda partidaria:
“Todavía existe en la izquierda partidaria una dificultad para trabajar con las diferencias. La
tendencia, especialmente de los partidos de clase, fue siempre tender a homogeneizar la
base social en la que actuaban. Si eso se justificó alguna vez dada la identidad y
homogeneidad de la propia clase obrera con la que trabajaban prioritariamente, en este
momento es anacrónico frente a actores sociales tan diversos. Hoy se trata más de la unidad
en la diversidad, del respeto a las diferencias étnicas, culturales, de género, y de sentimiento
de pertenencia a colectivos específicos. Se hace necesario realizar un esfuerzo por encauzar
los compromisos militantes partiendo de las potencialidades propias de cada sector o
individuo, sin buscar homogeneizar a los actores, pero teniendo especial sensibilidad para
percibir también todos aquellos puntos de encuentro que puedan permitir levantar, a partir de
la consideración de las diferencias, una plataforma de lucha común”.
Un lugar para todos y todas
Hay algo claro en la lectura de las condiciones materiales actuales: un 99% de la población
sufre el rigor del modelo económico neoliberal; por cualquier flanco, de una u otra manera él
nos ha vulnerado, por lo cual no caben ya más “regulaciones de los excesos” que no hacen
otra cosa que sacramentar y legitimar la construcción capitalista. Por esta razón, la izquierda
articuladora tiene como tarea abrir espacios para que esa mayoría se sienta interpretada y
avanzar en puntos de convergencia que hagan factible que también las condiciones
subjetivas, paulatinamente se vayan transformando.
“Hoy la mera propaganda de una sociedad alternativa no basta. “La mayor complejidad que
asume la dominación”, la presencia de “importantes factores extraestatales que producen y
reproducen la desarticulación popular actual” y que pretenden desprestigiar ante la opinión
pública el pensamiento y proyecto de la izquierda exigen que ésta demuestre en la práctica
aquello que predica. Esto sólo es posible si desarrolla procesos de construcción popular
alternativos al capitalismo, que busquen romper con la lógica del lucro y las relaciones que
ella impone, tratando de instalar lógicas solidarias, humanistas, en territorios y espacios que
se mantengan en manos de la izquierda; impulsando luchas que no se reduzcan a la simple
demanda economicista —aunque necesariamente la tienen que incorporar—, sino que
avancen en el desarrollo de un proyecto social alternativo; gestando auténticos grados de
poder y de democracia populares, que sean tangiblemente superiores a la democracia
burguesa. Es necesario luchar por un nuevo tipo de democracia, desde abajo y para los de
abajo”.
Bibliografía

HARNECKER, Marta (2008). “Reconstruyendo la Izquierda”; Siglo 21 editores

HARNECKER, Marta;URIBE Gabriela (1973). “Estrategia y táctica”

PARRA, Alejandra (2007). “Articulación y Hegemonía. La tensión entre lo situacional y lo


concreto de cada experiencia de lucha y lo general abstracto de la construcción colectiva”.
Athenea Digital, Universidad de Barcelona

MORENO, José Eduardo (2009) "Articulación Política en el Campo Popular Argentino. Una
aproximación desde los discursos de sus organizaciones". Universidad Nacional de la Plata.

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