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Sin embargo el término «fascismo» es uno de los más difíciles de definir con
exactitud en las ciencias políticas desde los mismos orígenes de este movimiento
posiblemente porque no existe una ideología ni forma de gobierno «fascista»
sistematizada y uniforme en el sentido que sí tendrían otras ideologías políticas
de la Modernidad.
El fascismo contemporáneo
Y ¿por qué tiene que subsistir el fascismo hoy en día? Porque pervive en la
psiquis de las personas como la maldad organizada al extremo, no
necesariamente de manera consciente. Simplemente puede aparecer en
determinados procesos carentes de lectura crítica o poco difundidos al resto de la
población, y está muy ligado al populismo tan común en Latinoamérica, cuya
característica principal es el "mesianismo". Aunque no se quiera creer, un
importante elemento suyo es la brutalidad fatal, que en ciertas circunstancias es
extremadamente salvaje. Lo es, pero casi nunca, su violencia es más sutil, lo que
implica principal y definitoriamente la seducción de las masas, específicamente de
las corporaciones o sindicatos.
Así, decir que Evo Morales Ayma y su vicepresidente son fascistas no significa
igualarlos linealmente a Mussolini, un ignorante con poder, sino simplemente
ubicarlos en un contexto diferente, pero a su vez bastante parecido. El actual
presidente de Bolivia, ayer República y hoy Estado, ha logrado enamorar a
amplios sectores denominados eufemísticamente "movimientos sociales" (una
troika reaccionaria constituida por los cocaleros, los cooperativistas y las
"bartolinas"), llevándolos, vía prebendas, a su "granero totalitario fascista". Y su
forma moderna de poder total se debe denominar como "etnofascismo", no por su
contenido, sino por sus derivaciones. Y este tema merecerá un posterior análisis
complementario.
FASCISMO EN BOLIVIA
Bolivia comenzó siendo un lugar bastante propicio para el desarrollo del fascismo,
sobre todo después de haber tenido el desastre bélico durante la Guerra del
Chaco contra el Paraguay en el periodo 1932-1935; con el resultado de una
generación sacrificada y que tras el conflicto no encontraba un espacio en la
sociedad traumatizada que dejó la guerra, que con sus políticos e instituciones
nacionales los había prácticamente traicionado y abandonado en la línea de
fuego. Dentro de este espectro se generó el llamado "socialismo militar",
promulgado por grupos de militares veteranos de guerra, y aunque quiso
congraciarse con otros sectores asimilando algunos grupos de marxistas y
anarcosindicalistas era obvio que el sistema adquirido era el de "un fascismo
modificado, orientado más hacia una organización económica corporativa, un
nuevo sistema de nacional sindicalismo y un parlamento parcialmente
corporativo".1 Esto no era claramente fascismo, aunque se reconoce la influencia
de las ideas políticas italianas de la época en los generales Enrique Toro y
Germán Busch, los principales ideólogos de esta corriente.
Sin embargo estos grupos solo eran el germen de lo que después sería un
verdadero fenómeno político, la aparición del Movimiento Nacionalista
Revolucionario (M.N.R.) que aún existe en la actualidad pero ha perdido
totalmente la esencia de sus inicios siendo en el presente una alternativa
neoliberal, una mas dentro el amplio horizonte corrompido de los partidos políticos
bolivianos. Lo importante se presenta en sus inicios ya que estaba conformado
por una ala extrema fascista representada por los intelectuales Carlos
Montenegro y Augusto Céspedes, y aunque este grupo expresó su simpatía a la
causa del Eje "tuvo que moderarse en sus perspectivas y moderar su hostilidad
hacia los grupos de extrema izquierda. Actitud que hubo de llevar hasta
convertirse en un partido populista de tinte radical nacionalista".
Pero el grupo que demostró una clara y amplia posición nacionalsocialista fue el
Partido Socialista del cual eran portavoces precisamente los intelectuales y
escritores Montenegro y Céspedes que más tarde llegarían a formar parte
decisiva dentro la bases ideológicas del Movimiento Nacionalista Revolucionario y
otros movimientos nacionalistas. Este grupo publicaba el periódico "La Calle" que
se convirtió en el órgano de propaganda fascista alemana, con una violenta
posición antisemítica".