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MI ESCUELITA.

¡Escuelita, escuelita ¡
Que linda eres mi escuelita
Lugar donde juego con mis compañeros
Que nunca olvidare por más que sea grande

Escuelita de Huancasayani
Brillas como los rayos del sol
Iluminando la mente de los niños
Con tus ambientes llenas de sabiduría.

Yo quiero cantarte
mi escuela querida
con versos que vibren
por siempre triunfales,
con versos que tengan
esencia de vida,
que no mueran nunca,
que sean eternales.

Aquí están mis versos


vestidos de blanco,
igual que tus niños
escuelita mía;
que rompan las filas,
que dejen sus bancos
y pueblen los patios
de sana alegría.

Pero si algún verso


cual niño travieso
en vano ha manchado
su blanco papel,
el solo no ha sido
culpable, por eso
perdón mi escuelita
te pido por él.

Escuelita de mi barrio,
escuelita de mi pueblo,
cuando te nombro se inunda
mi voz de agradecimiento.
Y es tan grande la alegría
que entonces nace en mi pecho,
que hasta el temblor de una lágrima
queda en los ojos suspenso.

Escuelita de mi barrio,
yo te admiro con respeto.
Pues aunque soy muy pequeño,
me he dado cuenta y comprendo
que con la luz que tu irradias,
que es luz de patria y de cielo,
iluminas con verdades
mis infantiles senderos.

Escuelita de mi barrio,
te me has metido aquí dentro,
con una fuerza tan grande
hecha raíz en mi afecto,
que estoy seguro que nunca
podrá marchitar el tiempo,
por más que pasen los años,
la flor que abrirá el recuerdo.

Escuelita de mi barrio,
con cuánta razón te quiero!
En tus aulas he aprendido
las letras del alfabeto,
las palabras de nuestro Himno,
los números hasta ciento
y de la historia patria
los más gloriosos sucesos.

Escuelita de mi barrio:
Cuántas cosas de provecho
he aprendido y cuántas otras
he de seguir aprendiendo!
Todo aquello que me ayude
a comprender los secretos
que son para el ignorante
enigmáticos misterios.

Pero sabrás escuelita,


que lo que más te agradezco
es esta noble enseñanza
que aprendí de tus maestros:
Más que a ser sabio en la vida
hay que aprender a ser bueno,
para que obre el corazón
la vez que piense el cerebro.

Escuelita de mi barrio,
Escuelita de mi pueblo,
cuando te nombro se inunda
mi voz de agradecimiento.

Y es tan grande la alegría


que entonces nace en mi pecho,
que hasta el temblor de una lágrima
queda en los ojos suspenso.
En nombre de los alumnos
y en nombre de los maestros
quiero decirles Adiós
a los alumnos de séptimo.

Desde hoy la vida les muestra


infinidad de senderos.
Elijan uno que lleve
por la honradez al progreso.

Para triunfar el estudio


les dio dos armas en premio:
luz de saber en la mente,
flor de bondad en el pecho.

Con esas armas se evitan


las caídas y tropiezos.
Con esas armas se vencen
los mayores contratiempos.

Mas si algún día en la vida


se os muestra el destino adverso,
en esa luz y esa flor
tendrán el bien del consuelo.

Adiós y que tengan suerte


es nuestro mayor deseo.
Adiós! y no olviden nunca
lo que en la escuela aprendieron.

A los demás: Hasta marzo,


o mejor dicho: Hasta luego!

Escuelita de mi pueblo.
Escuelita provincial.
Hoy es treinta de noviembre.
Termina el año escolar.
Por eso a nuestras tareas
ponemos punto final.

Maestros y alumnos vamos


del descanso a disfrutar
y al despedirnos queremos
decirte esta gran verdad:
Escuelita de mi pueblo
nunca te hemos de olvidar!!!

En nuestra alma agradecida


que siempre te ha de añorar,
una hermosa siempreviva,
humilde escuela rural,
con perfumes de nostalgia
para tí florecerá.

Escuelita de mi pueblo.
Escuelita provincial.
Ya la sal de ocultas lágrimas
está porfiando en brotar:
Ya pronto en el mar del llanto
las palabras se ahogarán.

Por eso, escuela querida,


con verdadera emoción
y antes que el sollozo empañe
el cristal de nuestra voz,
con todo amor te decimos:
Adiós! escuelita, adiós!!!

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