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Teogonía

COLECCIÓN
CLÁSICOS DYKINSON
Serie: Textos

Director de la colección
ALFONSO SILVÁN RODRÍGUEZ
HESÍODO

Teogonía
Edición, traducción, introducción y notas
de
EMILIO SUÁREZ DE LA TORRE

Madrid
2014
© Emilio Suárez de la Torre, 2014

Editorial DYKINSON, S. L. - Meléndez Valdés, 61- 28015 Madrid


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ISBN: 978-84-9031-933-8

Preimpresión e Impresión:
SAFEKAT, S. L.
Belmonte de Tajo, 55 - 3.º A - 28019 Madrid

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ÍNDICE

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
1. Tradición oral y poesía épica en la Grecia
arcaica ............................ 11
1.1 Relato oral, literatura y mito . . . . . . . . . . 11
1.2 La poesía en hexámetros: sus contenidos . 17
1.3 Observaciones sobre la poesía teogónica
y cosmogónica: su vigencia en numerosas
culturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
1.3.1 Teogonías orientales . . . . . . . . . . . . 23
1.3.2 Otras teogonías en Grecia . . . . . . . 28
2. Hesíodo. Obras que se le atribuían . . . . . . . . 31
2.1 Hesíodo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
(a) Hesíodo sobre sí mismo. Referencias
personales o históricas . . . . . . . . . . . . 33
(b) La vida de Hesíodo según los
Antiguos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
(c) La ‘historicidad’ de Hesíodo, hoy . . . 38
2.2 Las obras atribuidas a Hesíodo . . . . . . . . 42
3. La Teogonía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
3.1 Estructura y contenido. El problema de la
unidad del poema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
3.2 Lengua y métrica. La Teogonía como texto
poético . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
3.3 Observaciones sobre la consideración de
Hesíodo en la Antigüedad . . . . . . . . . . . . 78
8 Emilio Suárez de la Torre

3.4 Transmisión del texto . . . . . . . . . . . . . . . . 80


3.4.1 Papiros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
3.4.2 Relación de códices y familias que
contienen la Teogonía y datación . . 81
3.4.3 Principales ediciones . . . . . . . . . . . . 82
3.4.4 Escolios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
3.5 Elecciones textuales de la presente
edición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
3.6 Traducciones anteriores a lenguas
hispánicas. La presente traducción . . . . . 85
Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105

Texto bilingüe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123


Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 218
A Macarena.
Verso luminoso.
El mundo en la mirada,
la mano lo traza.
Peter Pan sueña.
Guillermo Brown juega.
En la Corniche, Sirena.
Cosmogonía cotidiana plena.
INTRODUCCIÓN

1. Tradición oral y poesía épica en la Grecia arcaica

1.1 Relato oral, literatura y mito


Las raíces de la tradición cultural occidental están en
Grecia y Roma1. Por ello, el conocimiento de los co-
mienzos2 de las formas de expresión literaria es una ex-
periencia única y apasionante, ya que supone retro-
traerse a un período en el que una identidad cultural se
iba formando, entre la oralidad y la escritura, y en el
que iban quedando grabadas en la palabra poética las
huellas de un pueblo que daba así sentido a su existen-
cia. No es fácil, desde un punto de vista actual, captar
en su plenitud la función del canto poético y de su in-
terpretación pública en la sociedad de la Grecia ar-
caica. La evolución de la sociedad occidental ha con-
ducido al establecimiento de clasificaciones radicales
en los distintos ámbitos de la vida y en la actividad hu-
mana. Esa compartimentación nos impide a veces apre-
ciar con claridad un fenómeno que en la Grecia antigua
era sustancial: la relación estrecha entre la sabiduría que
poseía el poeta y la que asignaríamos hoy a otros sa-
bios, empezando por los filósofos, sin olvidar que la es-
fera de lo religioso invadía todos los aspectos de una
cultura como la griega, que carecía de un término es-
pecífico para la “religión”.
12 Emilio Suárez de la Torre

A esta primera observación sobre la concepción del


poeta y la poesía, como depósito vivo del saber de un pue-
blo, se suma otra muy importante sobre los contenidos del
canto poético. Como podrá ver el lector de la Teogonía,
la revelación de las Musas a Hesíodo contiene una afir-
mación que nos sorprende por su agudeza, modernidad (si
se me permite el término) y precisión de conceptos:
“sabemos contar muchas mentiras iguales a realidades,
pero sabemos, cuando queremos, proclamar verdades”.
(Th. 27-28)

Este es uno de los casos en que el traductor se ve per-


dido a la hora de conseguir la mayor fidelidad posible. So-
bre todo, por el hecho de que no tenemos término medio
entre “verdad” y “mentira”. Como indico en la nota co-
rrespondiente, entiendo que el poeta hace referencia a dos
contenidos diferentes de su canto. Uno, constituido por
verdades esenciales acerca del hombre y de los dioses, de
su existencia, de sus relaciones y de su conducta. Otro, he-
cho explícito a través de elementos que crean un relato ve-
rosímil3, que nos revela la conciencia que el poeta tiene
de su capacidad de crear mundos posibles, realidades
imaginarias con elementos verdaderos, pero que encaja-
rían en nuestro concepto de ficción. Eso no significa que
sean falsedades. Las Musas no mienten4. Porque, en úl-
tima instancia, todo el saber del poeta y su modo de ex-
presarlo viene de las Musas.
¿Cuáles son, pues, esas ficciones verosímiles de las Mu-
sas? En mi opinión, Hesíodo nos sorprende aquí con una
ingeniosa definición de un concepto objeto de fuerte de-
bate entre los especialistas: el mito, o más concretamente,
el relato mítico. Aunque en los últimos años el uso del tér-
mino ‘mito’ como categoría conscientemente utilizada
por los griegos ha encontrado argumentos de peso en con-
Introducción 13

tra5, lo cierto es que sí se da entre los propios griegos, por


lo menos, el reconocimiento de que determinados relatos
encierran elementos particulares, cargados de un valor
especial (que hoy llamaríamos simbólico), los cuales, sin
perder fuerza argumentativa ni ser necesariamente efecto
de una elaboración puramente imaginaria (algo que no se
excluye en determinados momentos) pueden contener da-
tos, reflexiones y situaciones que encierran un valor cierto
y verosímil para los ciudadanos. No sólo eso, también con-
tienen información sustancialmente aceptada como válida
por la comunidad. Opino, pues, que algo de todo esto se
encierra en los dos comentadísimos versos de Hesíodo.
En efecto, Hesíodo, y el poeta arcaico en general, es
consciente de que tiene en sus manos un instrumento de
enorme poder de influencia y de una importancia ex-
traordinaria. Primero, porque se convierte en archivo de
la memoria colectiva, en fuente de información sobre
tiempos pretéritos. La épica arcaica, con sus múltiples de-
rivaciones, es el germen de la conciencia histórica y de su
organización del relato. Segundo, y muy importante, ese
saber de los arcaicos poetas va más allá del puro relato
factual. Se extiende a otros espacios del conocimiento hu-
mano en dos sentidos dispares: la búsqueda de la res-
puesta a las preguntas sobre los orígenes del universo, los
dioses, los héroes y los seres humanos y la contribución
a un mejor conocimiento por parte de éstos de todo aque-
llo que les sirva para subsistir y, muy importante, para re-
lacionarse con los dioses.
Además de la cuestión de los contenidos, es impres-
cindible hacer referencia a otros dos aspectos de la más
antigua poesía griega que se resumen en dos contraposi-
ciones: panhelenismo frente a localismo y oralidad frente
a escritura. En relación con ambas es conveniente pri-
mero una reflexión sobre la procedencia de los relatos que
14 Emilio Suárez de la Torre

constituyen el núcleo antiguo de la materia épica y sus di-


versas innovaciones, reflexión que debe contar con una
doble perspectiva que podríamos dividir en vertical y
horizontal.
Esta poesía arcaica necesitó un largo tiempo de for-
mación, a lo largo del cual se fueron entrecruzando tra-
diciones e influjos muy diversos. Aparte de los indicios
de que los antiguos cantores griegos conservaban ele-
mentos de etapas probablemente previas a su asenta-
miento en la península de los Balcanes6 y, en cualquier
caso, compartidas con otros pueblos indoeuropeos, hay
numerosos rasgos, formales y de contenido, que apuntan
al mundo micénico, a esos siglos de consolidación de una
civilización cuyos protagonistas eran de habla griega y
que consiguieron extender y afianzar su cultura y su po-
der económico y militar en los territorios de la Grecia pe-
ninsular, insular (especialmente en Creta) y en otros de
vecindad más o menos próxima por el ámbito del mar
Egeo. A pesar de que aún nos movemos en un terreno no
exento de conjeturas, es innegable que debemos contar
con la continuidad de numerosos elementos de cultura
desde el mundo micénico (ca. 1450-1250) hasta la intro-
ducción de la escritura alfabética y su extensión a partir
del siglo VIII a. C. En ese mundo micénico comenzaron
a pergeñarse algunas de las tradiciones religiosas y míti-
cas más importantes. No estoy sosteniendo que la poesía
épica, tal como la conocemos, se formara en el seno de la
cultura micénica, sino que los relatos que forman el ar-
mazón de esa épica (e incluso algunos componentes lin-
güísticos) empezaron su existencia en esas circunstancias
históricas. Tampoco trato aquí de revitalizar en su deta-
lle las antiguas tesis de Nilsson sobre el origen micénico
de numerosas sagas de la mitología griega7, pero sí creo
que la filología micénica nos ha aportado elementos más
Introducción 15

que suficientes para recuperar el evidente núcleo verda-


dero de sus argumentos. Se podrá argumentar que los da-
tos nuevos con que contamos afectan más al culto y pre-
sencia de lo religioso que a otros aspectos relacionables
con la tradición épica (que ya es bastante), pero quien
ponga la objeción deberá justificar una separación tajante
entre práctica religiosa (en este caso) y relato mítico.
Por otra parte, el concepto de edad oscura hace tiempo
que dejó de tener validez en nuestros estudios. Cada vez
son mayores los indicios arqueológicos que van llenando
ese hipotético vacío entre la Edad del Bronce y el Geo-
métrico (por utilizar dos conceptos familiares) y cada vez
son mejor conocidos los movimientos y relaciones de po-
blación tanto en el interior de la propia Grecia como con
otras culturas circundantes8.
Ahora bien, es evidente que el período más decisivo
para la consolidación de numerosos aspectos de la cultura
griega corresponde a los siglos IX y VIII. No es momento
de repasar ahora el proceso de creación de los asenta-
mientos urbanos que dieron lugar a la nueva forma de
vida en la polis arcaica, pero sí debe subrayarse que ese
proceso de reorganización político-social, que es insepa-
rable de la configuración y consolidación de territorios
con identidades afianzadas y, a la vez, de creación de una
conciencia de pertenencia a un mundo distinto, identifi-
cable frente a otros alternativos, está presente en la or-
ganización, (re)creación y difusión del material “mítico”,
tanto en lo referente a la sistematización de la genealogías
y los mitos explicativos generales y locales, como en la
creación de una materia mítica que recogiera esa conso-
lidación de una identidad colectiva. Esto da como resul-
tado: (a) el nacimiento de sagas míticas sobre héroes, te-
rritorios y genealogías, (b) la creación de amplias sagas
de alcance supraterritorial que se enmarcaban en el se-
16 Emilio Suárez de la Torre

gundo de los aspectos que acabo de señalar (el de las tra-


diciones generales y colectivas), como por ejemplo la
aventura de los Argonautas o, más aún, la guerra de
Troya.
Así que el poeta (o, más exactamente, el aedo) pasa a
desempeñar un papel esencial en el afianzamiento de to-
das esas tradiciones. Ese papel tuvo dos fases muy dife-
rentes. Primero, en la etapa en que la escritura alfabética
no se había introducido aún en Grecia9. Con esto no quiero
decir que la única vía de transmisión de estos relatos fuera
la del cantor profesional. Siempre (incluso mucho después
de la introducción de la escritura) fue decisivo el papel del
entorno familiar y social en un amplio sentido10, pero el
principal vehículo de difusión pública y externa del con-
junto de leyendas, junto con las artes plásticas, fue el
canto poético. Ahora bien, algo empezó a cambiar, lenta,
pero imparablemente, cuando los griegos adoptaron la
escritura alfabética. No obstante, durante bastante tiempo,
incluso en coexistencia con la posibilidad de poner por es-
crito los poemas, fue la ejecución oral el modo sustancial
de difusión del canto.
La cuestión de la adopción de la escritura nos lleva a
otra muy importante para conocer el entorno cultural e
histórico en que los poemas épicos en general, y de modo
muy particular los hesiódicos (los posiblemente suyos y
los atribuidos) se fraguaron y difundieron. Es razonable
pensar que la adopción de un sistema de escritura tan de-
cisivo no sea un fenómeno aislado. Implica una relación
muy estrecha entre la cultura de la que procede y la que
lo adopta. Está claro que, aunque no se llegara a la per-
meabilidad de la época contemporánea, tampoco en el
Mundo Antiguo las culturas (o, si se prefiere, los pueblos)
se mantuvieron herméticamente aisladas. Nada más lejos
de ello. Ahora bien, la adopción de la escritura alfabética
Introducción 17

va más allá de la imitación de una tendencia artística, de


un modo de vestir o de un armamento. La escritura va con
la palabra, y esa palabra tiene múltiples caras: relato,
canto, negocio, ideas, creencias, emociones. Implica,
pues, cierta intimidad comunicativa, una cercanía que en-
cierra diálogo. En consecuencia, si admitimos esto, de-
bemos aceptar que la interacción con el mundo del que
procedía la escritura11, es decir, los pueblos semíticos, te-
nía una notable importancia. Esto abre el viejo debate so-
bre indoeuropeísmo frente a orientalismo (por simplificar
la cuestión a costa de etiquetas), que, en mi opinión,
cada vez está llegando a soluciones más razonables, a pe-
sar de los excesos en los dos sentidos12. En este contexto,
la poesía de Hesíodo es un testimonio decisivo y el me-
jor ejemplo de cómo esa interacción multicultural condujo
a una realidad nueva y (sin paliativos) original com-
puesta por la consolidación de las tradiciones mítico-re-
ligiosas fundamentales de los griegos que configuraban
el núcleo de su cultura y su civilización.

1.2 La poesía en hexámetros: sus contenidos.


Aunque se han hecho propuestas sobre un origen del
hexámetro dactílico en el sentido de que habría surgido
de la fusión de dos unidades menores compartidas con la
poesía lírica13, la realidad es que este verso es el vehículo
en que se canaliza la poesía más antigua conservada de los
griegos, aunque esto no excluya que otro tipo de versifi-
cación se practicara de modo simultáneo, al menos ya en
el siglo VIII14. Los griegos adoptaron este vehículo for-
mal de composición que permitía construcciones oracio-
nales que, sin perder la posibilidad de cierta complejidad,
eran además susceptibles de acoger el bagaje de fórmu-
las, expresiones y estructuraciones que constituían la téc-
nica oral de composición e interpretación. La introduc-
18 Emilio Suárez de la Torre

ción de la escritura tardó un tiempo en alterar los hábitos


compositivos y el hexámetro conservó una larguísima vi-
gencia, aunque pronto la expansión del dístico elegíaco,
así como el desarrollo de cantos líricos narrativos, com-
plicaran el horizonte competitivo para ciertos contenidos.
De modo que, sin escritura o con ella, los griegos fue-
ron desde siempre una cultura de la música y de la pala-
bra poética. Los entornos de interpretación fueron va-
riando y ajustándose a las distintas circunstancias
históricas. Los poemas de Homero recogen momentos
que afectan al ámbito privado y al público, al canto pro-
fesional y al que no lo es. Cuando los aqueos van en busca
de Aquiles para convencerle de volver al combate, lo en-
cuentran en su tienda entonando cantos de glorias gue-
rreras15. Diversas situaciones o momentos de la vida co-
lectiva reflejada en dichos poemas nos dan un completo
mosaico de la funcionalidad variada del canto. Los jóve-
nes cantan el peán (Il.1, 472-474), en la boda se escucha
el himeneo (Il. 18, 93), en la siega el canto de Lino (Il. 18,
570) y para los funerales se recurre al treno o canto de la-
mentación, con un reparto de papeles, por una parte, en-
tre los parientes próximos y el resto de los presentes,
como sucede en los funerales de Héctor16, en los que An-
drómaca, Hécabe y Helena elevan sucesivamente su la-
mento, intercalado con los de las demás mujeres, prece-
dido del inicio que marca el aedo y cerrado por la
intervención de Príamo, con una evidente estructura ri-
tual. Sin embargo, los contenidos tradicionales y el enri-
quecimiento y variación en los temas era competencia del
aedo profesional, como sucede con Femio o Demódoco
en Odisea y otros mencionados sin nombre varias veces17.
En estos casos encontramos a los aedos al servicio de los
soberanos locales, pero con un reconocimiento por parte
del conjunto de la sociedad. Homero (no olvidemos que
Introducción 19

es un aedo hablando de su oficio) los incluye entre prac-


ticantes de otros oficios esenciales, es un demiourgós, tér-
mino que aún conserva la literalidad etimológica del in-
dividuo al servicio ‘laboral’ de la comunidad, igual que
el adivino, el médico y el carpintero. Sin salir de Homero,
observamos que los aedos se esmeran en agradar al au-
ditorio con diversos recursos, especialmente mediante la
novedad de sus temas y, más concretamente, suelen in-
cluir acontecimientos recientes, de suerte que, junto a la
evocación de los sucesos y mitos de antaño o de aconte-
cimientos sorprendentes protagonizados por los propios
dioses (y, así, hacer reír al público al recordar cómo He-
festo sorprendió a Afrodita y Ares en una delicada situa-
ción), el propio tema troyano llega a oídos de los guerre-
ros que van regresando a sus hogares18, y éstos lloran de
emoción al evocar sus fatigas o se enteran del destino de
otros compañeros. Naturalmente, no acaba aquí la función
del aedo, sino que también participa en los rituales co-
lectivos (como, por ejemplo, en la entonación del treno en
las honras fúnebres), como solistas que inician un canto
que es seguido por los asistentes.
Por otra parte, junto a los contextos de interpretación
palaciegos (término que uso en un sentido amplio)19, la
vida colectiva y las celebraciones se iban convirtiendo en
el espacio adecuado para el desarrollo de la actividad del
aedo. El propio Hesíodo es un buen ejemplo de ello, al
participar en el certamen que se organizó con motivo de
las honras fúnebres del rey eubeo Anfidamante20. Los ac-
tos de culto empiezan también a necesitar de la figura del
poeta que componga para las fiestas y ritos en honor de
los dioses y héroes locales. La colección de los llamados
Himnos homéricos, es decir, himnos dirigidos a diversos
dioses y que debieron cantarse (al menos los más anti-
guos, fechables en el siglo VII a. C.) con ocasión de ri-
20 Emilio Suárez de la Torre

tuales o como preludio de competiciones entre aedos y


rapsodos21 supone una variante de canto épico estrecha-
mente emparentada con Teogonía22 y refleja una orienta-
ción “teológica” de la poesía hexamétrica en la que sub-
yace a veces la tensión entre lo panhelénico y lo local. A
esos ámbitos de interpretación públicos se añade, natu-
ralmente, el más privado del simposio helénico, con to-
das sus variedades23. Entre los siglos VIII y V a. C. asis-
tiremos a la ebullición de la actividad poética en todas sus
dimensiones. Los géneros que etiquetamos como épica y
lírica se desarrollaron de forma extraordinaria y no siem-
pre siguiendo una línea de sucesión de un género al otro.
Hay que suponer etapas de coexistencia y competencia
entre los distintos modos de concebir la actividad del can-
tor y del poeta. Un ejemplo claro es el de Estesícoro, re-
presentante de un nuevo modo de cantar y tratar mitos que
eran centrales en la tradición épica y que él ajusta a mé-
tricas, extensiones y lenguajes (dialectales y poéticos) di-
ferentes.
Volviendo a Hesíodo y a las variedades de canto que
podemos considerar coetáneas del poeta, el abanico de
posibilidades temáticas, de estructura y de extensión no
era pequeño. El tema de Troya fue sustancial en la con-
figuración de una poesía panhelénica de gran extensión.
Ilíada y Odisea constituyen monumentos excepcionales,
que conocemos gracias a su pronta fijación por escrito y
su excepcional difusión, pero es sabido que antes, coetá-
neamente y después de la creación (o fijación) de ambos
poemas se cantaron esos y otros relatos míticos por toda
Grecia. Los mismos poemas homéricos están impregna-
dos de la presencia, latente o mencionada, de otras sagas
e incluso de otros cantos alternativos, frente a los que tra-
tan de imponerse24. De esa eclosión épica nos han llegado
noticias y fragmentos25 que permiten vislumbrar una
Introducción 21

enorme riqueza compositiva. Una riqueza que iba más


allá de Troya, como se refleja en las sagas sobre Tebas o
Argos o en las que protagonizó Heracles.
Sin embargo, todos los poemas atribuidos a Hesíodo
nos permiten divisar un horizonte amplísimo más allá de
las sagas épicas mencionadas e incluso más allá del canto
épico de contenido estrictamente mítico, todo ello sin sa-
lirnos del empleo del hexámetro, el verso que los griegos
consideraron adecuado para la épica. El hecho de que este
poeta abordara la composición de un canto que abarcaba
nada menos que la explicación del origen del universo, de
los dioses, de los héroes y los comienzos de las princi-
pales genealogías míticas revela la existencia de un au-
ditorio ávido de conocer los orígenes de lo general y de
lo particular, a la vez que ponía de manifiesto el interés
de los aedos por mostrar su capacidad de respuesta a las
necesidades de conocimiento del público y por superar a
otros aedos. Si prescindimos por un momento de la cues-
tión de la autoría, observamos (con alguna excepción)
una perfecta coherencia en la naturaleza de las obras
asignadas al poeta. La Teogonía describe el origen del
cosmos y de los dioses, pero va más allá. Explica la
constitución del orden divino, la preeminencia de Zeus26.
Aclara la genealogía de linajes heroicos. Inaugura (o
consolida por escrito27) una derivación de la poesía de ca-
tálogo que permitirá fijar las genealogías de las mujeres
y de los hombres que fundaron ciudades y encabezaron
los linajes de héroes antes y, sobre todo, después del di-
luvio. De ahí la importancia de la poesía representada por
el Catálogo de Mujeres, con una organización y siste-
matización de los linajes destinada a ser la referencia obli-
gada de la mitografía más tardía. Lo más parecido a una
enciclopedia mitológica arcaica es el conjunto formado
por la Teogonía y el Catálogo de Mujeres, con todas sus
22 Emilio Suárez de la Torre

derivaciones y recreaciones (Las Eeas, el Escudo, Me-


lampodia, etc).
Además de esto, la orientación de la poesía hacia la ex-
plicación de lo general y lo particular tuvo en el modelo
de Trabajos y días un referente extraordinario. Fue una
asimilación de una orientación sapiencial de la poesía que
también tenía precedentes orientales, pero que adquirió
una personalidad particular en la recreación hesiódica,
concebida como un complemento esencial del canto cos-
mogónico, creada como una compilación de saberes, mo-
rales y técnicos, que debía tener presente el ser humano
para subsistir en un presente hostil en el que había que pa-
gar las consecuencias de la ruptura entre dioses y hombres
y en el que se necesitaba la guía de la sabiduría del poeta
para subsistir.

1.3 Observaciones sobre la poesía teogónica y cos-


mogónica: su vigencia en numerosas culturas.
Los poemas hesiódicos que se aceptan con unanimidad
como auténticos, Teogonía y Trabajos y días28, muy es-
pecialmente el primero, son el mejor testimonio de la idea
expresada más arriba referente a la importancia del fe-
nómeno del cruce de culturas para entender la formación
de la civilización griega. También lo son de la personal
forma de asimilación de elementos foráneos que efec-
tuaron los griegos y de su adaptación a circunstancias so-
ciales e históricas muy diferentes. Está claro que el poema
que conservamos con el nombre de Teogonía (un título
que sin duda se añadió en algún momento de la transmi-
sión) es mucho más de lo que dice el título, pero es evi-
dente que la cuestión sucesoria divina abarca una parte
sustancial del poema. Esa sucesión en lo que podríamos
llamar monarquía divina constituye el tema de numero-
sos poemas compuestos en civilizaciones indoeuropeas y
Introducción 23

semíticas del Oriente próximo y la coincidencia en sus de-


talles, que a veces es extraordinaria, revela un estrecho
contacto entre los artistas creadores (o innovadores) de di-
chos poemas29. Ahora bien, lo más delicado es introducir
cierta precisión en la explicación de la ruta, cronología re-
lativa y procedimiento concreto de esos motivos y temas
compartidos. Resulta insatisfactorio limitarse a hablar
de “modelos culturales de difusión amplia” y fórmulas si-
milares, sobre todo cuando no hablamos sólo de una si-
militud más o menos difusa, sino de notable coinciden-
cia en los detalles. Esto es lo que sucede con los mitos de
sucesión divina, cuya agrupación es la siguiente30.
1.3.1. Teogonías orientales
El paralelo más estrecho se encuentra en los textos hi-
titas31 encontrados en los archivos de Hattusa, en la región
central de Anatolia, aunque el hecho de que se haya de-
mostrado que en realidad su origen último sea la literatura
hurrita, un pueblo no indoeuropeo que dominó territorios
del sureste de Anatolia y norte de Siria32 y que mantuvo
estrechos contactos con el mundo semítico y, más am-
pliamente, mesopotámico, inclina la balanza hacia estas
regiones y entornos como cuna del citado mito y de otros
conservados en las inscripciones hititas. Los textos a los
que hacemos referencia constituyen un ciclo relativa-
mente amplio, compuesto por los siguientes cantos o
poemas33: los de Kumarbi, Lamma, el de ‘Plata’, el de He-
damnu y el de Ullikummi. Son el primero y el último los
que permiten una reconstrucción más completa el conte-
nido argumental del ciclo. En estos textos34, y por resu-
mir mucho el contenido, nos encontramos con una se-
cuencia de divinidades constituida por tres generaciones,
a saber, las de Alalu y Anu (que se enfrentan), Kumarbi
y, finalmente, Teshub35 (en el nivel que sería paralelo al
24 Emilio Suárez de la Torre

de Zeus). Tomo de Rutherford36 la serie de coincidencias


más llamativas entre el mito hitita y el griego: 1. El pri-
mer dios en el poder es el Cielo; 2. El segundo emascula
al primero (Kumarbi muerde los genitales de Anu); los
dioses de la tercera generación salen del cuerpo del se-
gundo dios (en Hesíodo después de que se los trague); 4.
En ambos casos hay seres monstruosos que disputan el
poder al dios del nuevo orden: Tifoeo en Hesíodo y Ulli-
kummi (que en realidad es una roca viviente) en el mito
hitita37; 5. El segundo dios en el orden sucesorio escupe
o vomita una piedra que acaba siendo objeto de culto; 6.
Papel de un instrumento cortante: emasculación de Urano,
separación de la tierra de Ullikumi; 7. Adicionalmente,
otra divinidad nace de la sangre o semen de la emascu-
lación (Afrodita y el río Tigris respectivamente); 8. Ku-
marbi anuncia que quiere devorar a Teshub, Crono va de-
vorando a sus hijos.
El siguiente texto relacionable con la sucesión divina
hesiódica procede de Mesopotamia, más exactamente de
la Babilonia de tradición acadia. Se trata del poema co-
nocido por su comienzo, “Cuando en las alturas”, Enûma
Elish, escrito en acadio épico (pero con trasfondo mito-
lógico sumerio), que se cantaba cada año en la fiesta co-
nocida como Akitu, un período de renovación del mundo
en que se volvía por unos días a los comienzos38 (lo que
suele englobarse con la etiqueta de “fiesta del año
nuevo”)39. En ese poema se contaba el origen del mundo
y de los dioses, con detalles sobre las parejas sucesorias40:
Apsu (aguas dulces, masculino) y Tiamat (aguas marinas,
principio femenino), sucedidos por Lahma y Lahamu; és-
tos por Anshar y Kishar, del que nace Anu (el Cielo), de
éste Ea (que será el equivalente a Crono y que despojará
a su padre, concebido como opresor, de sus poderes); y de
Ea y Dankina, finalmente, Marduk, el dios principal del
Introducción 25

período histórico en que celebraba el festival, el equiva-


lente a Zeus en la Teogonía.
Sin salir del ámbito babilonio, y a pesar de su dete-
riorada conservación, debe mencionarse aquí la llamada
Teogonía de Dunnu (nombre de una ciudad)41. Las divi-
nidades primordiales son Hain y la Tierra, de los que na-
cen Mar (entidad femenina, creada por siembra) y Ama-
kandu, un hijo concebido con relación sexual. Éste se une
a su hermana y tiene un hijo, Lahar, quien mata a su pa-
dre, se une a su madre y tienen un hijo (nombre perdido)
y una hija, con el nombre de Rio, quienes mantienen
también relación carnal. En lo conservado, el anónimo
hijo mata a sus padres42.
El cuarto texto teogónico procede del ámbito fenicio.
Se trata de la genealogía que encontramos relatada por Fi-
lón de Biblos (64-140 d. C.)43, como parte de la Hitoria fe-
nicia atribuida a Sancuniatón (Sanchouniathon) y que él
afirma traducir al griego. Sancuniatón habría vivido, se-
gún Filón, “antes de la guerra de Troya”, es decir, de
nuevo estaríamos ante una obra cuya base se remontaría
en última instancia al II milenio a. C., aunque algún autor
ha planteado la posibilidad de que estemos ante un autor
ficticio inventado por Filón44, hipótesis que hoy en día se
descarta45. Lo que sí se admite es que el texto al que pudo
tener acceso Filón pudiera ser una versión bastante más
reciente de lo que dice el autor, quizá de época helenís-
tica, aunque se remontara a una composición más anti-
gua46. En esta versión todo parte de la niebla y de la os-
curidad primigenias, en la que se produce una mezcla o
sýnkrasis denominada Pothos47. Surge el limo, Mōt, y de
él las semillas de la creación (multitud de seres diversos).
Mōt adopta forma de huevo y nacen de él la luna y el sol,
a lo que sigue una separación de elementos y luego una
serie de prôtoi heuretaí o “primeros inventores” que con-
26 Emilio Suárez de la Torre

cluyen con Taauto48. Tras esta fase sigue la secuencia de


divinidades que más se acerca a los modelos ya vistos,
con nombres a los que Filón trata de dar una equivalen-
cia helénica. La primera es Elioum (Hypsistos), que con
Beoruth genera a Epigeo (llamado Urano), que con Gea
(Cielo-Tierra) tiene cuatro hijos: El (Crono), Betilo49,
Dagon (Siton) y Atlas. Como, además, tiene descenden-
cia con otras mujeres, se producen luchas sucesorias y la
separación de Gea. Aunque Urano-Epigeo trata de acabar
con sus hijos, Crono, auxiliado por Hermes Trismegisto
(¡!) y los Elohim, se hace con el poder. La concubina (pre-
ñada) de Urano es entregada como esposa a Dagón. A
continuación nace Dēmarūs, el equivalente de Zeus.
Viene luego una etapa de tiranía de Crono (en la que mata
a algunos hijos). Urano intenta reducir de forma astuta a
Crono y le envía a sus hijas, Astarté, Rea y Dione, con las
que engendra varios hijos. Aunque Urano, ayudado por
Dēmarūs, mantiene una larga guerra con él (y con Ponto),
al final El (Crono) tiende una emboscada a Urano y lo
castra: de su sangre nacen ríos. En la última fase el go-
bierno del mundo está en manos de Astarte, Dēmarūs
(Zeus) y Adōdos, asistidos por Crono. Se produce una
plaga y Crono sacrifica a su único hijo (Mouth) y él se cir-
cuncida. Por último procede a un reparto de regiones en-
tre las divinidades restantes. Para West50 lo más notable
de este largo relato es que tiene rasgos compartidos con
el primitivo mito hurrita que no se dan ni en Hesíodo ni
en el Enûma Elish (cuatro generaciones, ausencia de ma-
dre primigenia, el cuarto descendiente es hijo del se-
gundo, etc.). Esto está a favor de la proveniencia semítica
como última fuente, pero no es menos cierto que Filón
pudo introducir novedades que supondrían una contami-
nación con Hesíodo (así West) o con otros mitos cosmo-
gónicos.
Introducción 27

Las teogonías resumidas hasta ahora constituían el


bloque tradicional en el análisis del poema hesiódico con
el oriente próximo. Sin embargo, quedaba sin aclarar de
modo suficiente el problema fundamental de la discre-
pancia cronológica entre las civilizaciones anatólico-me-
sopotámicas y la llegada del mito hasta Hesíodo. Es de-
cir, como en tantas otras cuestiones, había un eslabón
perdido. Tanto en la búsqueda de ese eslabón como en el
análisis de las vicisitudes diacrónicas que la transmisión
de tales contenidos poéticos pudo tener se ha llegado en
los últimos años a respuestas enriquecedoras, sin por ello
invalidar las conclusiones parciales de estudios prece-
dentes. Así, por ejemplo, se ha introducido un nuevo pa-
ralelo teogónico, aunque esta vez no corresponda a un
único poema propiamente teogónico, sino a un conjunto
de textos de los que se extrae de modo deductivo, y su-
mando elementos, una especie de teología sucesoria que
permite enlazar con alguno de los modelos ya comenta-
dos. Me refiero a los datos aportados por textos ugaríti-
cos y, en concreto, a los que componen el llamado Ciclo
de Baal, ya mencionados en un trabajo de Mondi51 y
analizados más recientemente con detalle por López Ruiz
en la obra ya citada52. Ese eslabón perdido entre el mundo
mesopotámico y la recepción final hesiódica se encon-
traría en la civilización cananea, que facilita la expansión
de esta tradición en el mundo hurrito-hetita y en los te-
rritorios semíticos del norte de Siria. El eslabón siguiente,
como es habitual con otros elementos de cultura, serían
los fenicios, a partir de los cuales llegamos a Grecia. Al-
ternativamente, Lane Fox, a propósito de la victoria en
Calcis y de la forma en que Hesíodo reunió los antiguos
temas que cantaban los eubeos e hizo un canto ajustado
a su gusto, ha descrito así el proceso de transmisión de es-
tos cantos: “(Hesíodo) los había aprendido, de forma in-
28 Emilio Suárez de la Torre

dependiente, de los cretenses en Delfos53; los cretenses los


habían importado de Chipre; los chipriotas los habían im-
portado en última instancia del norte de Siria, donde los
“cantos de la realeza” se cantaban en honor del monte
Hazzi. Mientras tanto, lejos de Ascra, los oyentes eubeos
de Hesíodo habrían aprendido estas historias por sí mis-
mos, en Chipre o a los pies del monte Hazzi, lugares que
ellos y sus padres habían visitado y en los que se habían
asentado, en Al Mina-Potamoi Karon”54. Sin entrar a de-
batir ahora detalles de estas propuestas55, es evidente que
tenemos elementos suficientes actualmente para trazar un
relato bastante coherente de la transmisión geográfica y
temporal de estos poemas que cantaban temas de sucesión
divina. Por otra parte, la comparación entre los poemas de
las diferentes culturas muestra la originalidad y persona-
lidad de los poemas hesiódicos. En realidad, no hay que
entender que estemos ante la composición de un poema
que sigue un modelo concreto sobre el que introduce
modificaciones, sino que se trata de un relato que se ha
ido difundiendo en diversos momentos y seguramente con
variantes en cada caso y que debía formar parte del acervo
poético oral sobre el que trabaja Hesíodo. En este sentido
cabe decir que la forma final que encontramos supone una
re-creación y reutilización de esa antigua materia poética
con un sentido realmente programático y organizado de
gran singularidad.
1.3.2 Otras teogonías en Grecia
El origen del cosmos, de los dioses y de los seres hu-
manos fue motivo de reflexión en el pensamiento griego,
y las diferentes respuestas quedaron plasmadas en textos
poéticos y filosóficos (categorías, por cierto, no exclu-
yentes en el caso de Grecia). Si nos atenemos al concepto
exclusivo de teogonía, da la impresión de que la siste-
Introducción 29

matización hesiódica se plantea como un ejercicio im-


portante de autoridad en materia tan decisiva para los An-
tiguos. Así como, por ejemplo, en el antiguo Egipto los
relatos de creación conocieron versiones y orientaciones
diferentes según los santuarios y las épocas, con una es-
pecie de “competición de autoridad” entre ellos (Helió-
polis, Tebas, Hermúpolis, Esna, etc.), en el caso de Gre-
cia las elaboraciones de esos sistemas teológicos y su
plasmación en relatos que los sustentaban no dependían
de un cuerpo sacerdotal ni de centros religiosos, sino
que surgían de la producción poética viva y se expandían
con el canto poético. En el caso de los poemas homéricos,
al no tratarse de un canto centrado en las genealogías di-
vinas, no es de esperar un relato organizado de las mis-
mas, pero sí podemos apreciar algunas diferencias radi-
cales con Hesíodo, como son la naturaleza de pareja
primordial de Océano y Tetis (la marina Tethys) frente a
la pareja Cielo-Tierra de Hesíodo, o el nacimiento de
Afrodita de la pareja Zeus-Dione, frente al nacimiento de
la espuma generada por los genitales amputados del Cielo
(Urano) en Hesíodo. Por tanto, la necesidad de hacer va-
ler una autoridad que el público aceptara a la hora de pro-
clamar nada menos que el origen de los dioses (y, además,
del universo) conducía a la demostración patente de lo ge-
nuino e irrefutable de dicha autoridad: Hesíodo la recibe
directamente de las Musas. Además de las versiones de
Homero y Hesíodo, y de otras que pudieron circular en
ámbitos locales, en fecha relativamente temprana, la co-
rriente religiosa que conocemos como orfismo sustentó
sus creencias con el recurso a la difusión de una particu-
lar teogonía (y antropogonía), que entró en clara compe-
tencia con las versiones existentes. En realidad, los dife-
rentes textos órficos que incluyen referencias teogónicas
muestran a veces notables diferencias entre sí, aunque hay
30 Emilio Suárez de la Torre

ciertas constantes o, al menos, rasgos que tienden a re-


petirse56. La mayoría de estas teogonías, ya desde la más
antigua (la que aparece en el comentario incluido en el
‘Papiro de Derveni’), con excepción de la atribuida a los
enigmáticos Jerónimo y Helanico, sitúa en el origen a la
Noche y concluyen con el dominio de Dioniso, de
acuerdo con la orientación teológica de este movimiento.
En la mayoría, la secuencia que se deriva de la pareja
Cielo-Tierra aparece tras una serie de divinidades con un
papel no conocido fuera del orfismo o situado en otro mo-
mento del proceso (Éter/Caos, el Tiempo, el Huevo cós-
mico57, Eros y Fanes). Podemos plantearnos si todas es-
tas cosmogonías, o al menos la atestiguada antes (la del
papiro de Derveni), surgen ya influenciadas por Hesíodo
o si, por el contrario, Hesíodo pudo tener conocimiento
de las órficas, aunque el testimonio escrito de éstas sea
posterior. Es más prudente apostar por la antigüedad he-
siódica, pero debe tenerse en cuenta al menos la posibi-
lidad de una etapa secundaria de poesía rapsódica en la
que la poesía hesiódica entró en competición con la órfica,
tal como sugirió hace algunos años Richard Martin58,
partiendo de un pasaje del Jon de Platón59, aunque no se
refería estrictamente al contenido teogónico.
En cualquier caso, de lo que no cabe duda es de que la
teogonía y la cosmogonía hesiódicas plantearon una ex-
plicación de los orígenes que condicionó la especula-
ción similar posterior, como se detecta en las cosmogo-
nías de Ferecides (en prosa) o en las poéticas de un
Parménides o un Empédocles, aunque el grado de inno-
vación es también notable y el componente teogónico ya
no está en primer plano. En el caso de primero, la diosa
que instruye al filósofo le transmite el conocimiento de
los orígenes de las cosas. Es una cosmogonía, por cierto,
en la que la diosa Afrodita tiene un papel fundamental. En
Introducción 31

cuanto a Empédocles, salvando las distancias de estilo y


orientación, también le mueve la necesidad de explicar el
proceso de diversificación de los componentes del cos-
mos. Si su cosmogonía es un proceso único, con Eris di-
ferenciando y separando lo unido por Philia, o si se trata
de un proceso repetido, es aún tema de debate, pero in-
cluso dentro de esta postura se acepta una primera cos-
mogonía fundamental.

2. Hesíodo. Obras que se le atribuían

2.1 Hesíodo
Intencionadamente he querido dedicar un apartado a la
identidad de Hesíodo. Como es sabido, así como habla-
mos de una “cuestión homérica”, existe también una
“cuestión hesiódica”. Aunque no sean casos idénticos, es
lógico que haya coincidencias en el análisis de las difi-
cultades que plantean los textos conservados con el nom-
bre de ambos poetas. En el caso de Homero, el debate se
centra, por una parte, en la aceptación de la autoría de la
Ilíada y la Odisea como obras de un solo poeta, frente a
la alternativa de asignación a dos poetas distintos. Por otra
parte, especialmente durante el siglo XIX y aisladamente
en el XX, se ha debatido la existencia de “partes” de la
Ilíada con mayor o menor Antigüedad y el papel de Ho-
mero como recopilador o sintetizador. Es decir, entre los
llamados analíticos ha habido siempre posturas muy di-
versas (acrecentadas por la más moderna corriente del
neoanálisis, con sus variantes), desde la disección de
Ilíada a la simple distinción entre un poeta de la Ilíada y
otro de la Odisea. Frente a ello, la postura unitaria acepta
la autoría única de ambos poemas. Sin embargo, entre los
defensores de una u otra postura no hay ninguna preten-
32 Emilio Suárez de la Torre

sión de dotar al poeta Homero de una entidad biográfica


y personal como sucedió en la Antigüedad. La única di-
vergencia está entre aquellos que consideran que hubo un
poeta llamado Homero que compuso al menos uno de los
dos grandes poemas y aquellos que consideran que Ho-
mero es un nombre vacío, una designación que busca per-
sonificar y dotar de autoridad poética a un individuo fic-
ticio, tras el cual se escondería uno o más anónimos
aedos, de los que serían la continuidad histórica la escuela
de aedos local de Quíos conocida como Homéridas.
Pues bien, en el caso de Hesíodo la situación varía sus-
tancialmente en lo que se refiere a la cuestión de la iden-
tidad del poeta, debido a que, a diferencia de los poemas
homéricos, en los de Hesíodo sí hay referencias del poeta
a su propia persona, a su actividad y a su obra. Sin em-
bargo, estas referencias son consideradas por los parti-
darios de la postura antibiográfica como intencionadas re-
ferencias ficticias tendentes a la creación de una entidad
personal de autor, cuando en realidad detrás de todo ello
no hay más que un anónimo aedo o un colectivo oculto
tras un nombre que no busca tanto la autoría como la crea-
ción de una autoridad poética, aplicable a una poesía que
se ha ido forjando a través de la composición oral a lo
largo de siglos.
Pues bien, antes de seguir con la referencia a las teo-
rías actuales, y con el fin de tener una perspectiva lo más
completa posible, voy a tratar la cuestión de la biografía
hesiódica distinguiendo tres aspectos. Primero, lo que en
los poemas de Hesíodo aparecen como indicaciones de
autor referentes a sí mismo o a su familia y orígenes. Se-
gundo, las biografías hesiódicas del Mundo Antiguo. Por
último, volveré sobre la cuestión de la historicidad de
Hesíodo y las teorías modernas.
Introducción 33

(a) Hesíodo sobre sí mismo. Referencias personales o


históricas
Los datos que Hesíodo proporciona sobre sí mismo,
sin ser numerosos, son bastante explícitos y dan un per-
fil coherente. Cuando estaba pastoreando en el Helicón se
le aparecieron las Musas y le concedieron el don del
canto60. Se queja de la codicia de su hermano Perses y de
la corrupción de los reyes cuando se planteó el reparto de
la herencia61. Recuerda la emigración de su padre desde
la Cime eolia hasta la maldita Ascra62, descrita en térmi-
nos duros: mala en invierno, insoportable en verano y
siempre penosa. Cuenta cómo ganó un trípode en el cer-
tamen fúnebre en honor del rey Anfidamante de Calcis,
lo que le supuso la experiencia de cruzar desde Aulis hasta
Eubea y, a pesar de lo mínimo de la travesía, considerarse
en condiciones para hablar sobre las faenas en la mar63.
Ese trípode, según dice él mismo, lo depositó como
ofrenda a las Musas del Helicón que le habían enseñado
a caminar por la senda del canto64. Además de estos da-
tos estrictamente personales, Los trabajos y los días acu-
mulan posibles indicios de la situación social, econó-
mica y, en cierto modo, política contemporánea, al menos
en lo que se refiere a Ascra y su territorio, suponiendo,
claro está, que sus opiniones y descripciones surjan de su
experiencia en ese entorno y no pretendan tener una va-
lidez más o menos general. Sin embargo, las inferencias
a partir de su obra acerca de la sociedad y de la economía
contemporáneas no son realmente nítidas y están some-
tidas a discusión. Ni siquiera el status de Ascra como co-
munidad cívica está claramente definido, como señala Ed-
wards65 (quizá con excesivo escepticismo), quien no
acepta que sea propiamente una polis ni siquiera un asen-
tamiento en la órbita de una polis, sino un conjunto de pe-
queños propietarios que pertenecen a un territorio en el
34 Emilio Suárez de la Torre

que los aristocráticos basileis tienen gran poder de deci-


sión66.
(b) La vida de Hesíodo según los Antiguos
La mayor parte de las biografías conservadas de poe-
tas antiguos son una mezcla de interpretaciones y falsas
inferencias a partir de expresiones y alusiones del propio
poeta, de esquemas preconcebidos tendentes a crear un
perfil de individuo extraordinario protegido por los dio-
ses y también de datos reales, aunque su detección puede
ser problemática. En el caso de Hesíodo67, por razones ob-
vias, su biografía está ligada a la de Homero68. A pesar de
las variantes parciales de las distintas fuentes, da la im-
presión de que el perfil biográfico que obtenemos se ha-
bía comenzado a fijar ya en el siglo V a. C. y que esos co-
mienzos estaban vinculados a una obra en la que se
describía la competición o certamen entre los dos gran-
des poetas épicos, precisamente en el contexto de la ce-
lebración por Anfidamante antes citada. Esta tradición del
Certamen era ya conocida de Aristófanes, quien parodia
dos versos del mismo en una de sus comedias69, y por Tu-
cídides, quien menciona el detalle de la muerte de
Hesíodo en el santuario de Zeus Nemeo y la ambigüedad
del oráculo (sin citarlo)70. Una versión del mismo fue re-
cogida por Alcidamante (siglo IV a. C.), discípulo de
Gorgias y rival de Isócrates, en su obra Museo71. No obs-
tante, la versión que conservamos72 es de la época de
Adriano, el cual aparece en ella mencionado como pro-
motor de una consulta a Delfos acerca de la patria y la ge-
nealogía de Homero73. Esta obra, que se abre y se cierra
más centrada en Homero, contenía los siguientes datos so-
bre Hesíodo74.
a. Su relación genealógica con Homero. En efecto, su
genealogía tenía sus comienzos, tanto por parte paterna
Introducción 35

como materna, en Apolo, aunque de muy distinto modo.


Partiendo del dios, el autor traza la línea que va desde
Lino hasta Dío, padre de Hesíodo, un linaje que incluye
a Eagro y Orfeo. Su madre es Picimede, hija de Apolo.
Por su parte, Homero es bisnieto de Perses, el hermano de
Hesíodo.
b. Detalles del certamen en Calcis, en el curso de las
exequias por Anfidamante, organizadas por su hijo Ga-
níctor y en las que fue juez el hermano del difunto, Pa-
nedes. La contienda consistió primero en que Hesíodo ha-
cía una pregunta en hexámetros a Homero que era
contestada por éste. Dado que hubo empate, Hesíodo
propuso (siempre en verso) una especie de enigma, una
aporía, que también fue resuelta por Homero. Éste salió
de nuevo airoso, y entonces se pasó a una modalidad, con-
sistente en que Hesíodo proponía un verso o versos de
sentido incompleto (y cómico) y Homero completaba la
propuesta con otro que daba sentido al conjunto. La si-
guiente fase consistió en que Hesíodo hacía preguntas so-
bre cálculo numérico o sobre lo más hermoso y lo más de-
testable. Llegados a este punto, el público se inclinó por
Homero, pero Panedes les pidió que cantaran el pasaje
más hermoso de sus poemas. Hesíodo escogió los versos
383ss. de Trabajos y días (sobre arado, siembra y cose-
cha), mientras que Homero eligió el pasaje de Ilíada en
que los dos Ayantes se enfrentan a Héctor y los troyanos
cuerpo a cuerpo y con dureza (11, 126 ss., 339 ss.). De
nuevo el público se inclinó por Homero, pero el rey pre-
firió coronar a quien había cantado las labores de la la-
branza y de la paz.
c. La parte que viene a continuación es la que com-
parte el Certamen con otras fuentes muy diversas. Hace
referencia a la muerte de Hesíodo y la suerte que corrie-
ron sus asesinos, tal como resumo más abajo.
36 Emilio Suárez de la Torre

d. El resto del Certamen se dedica a la vida y muerte


de Homero.
En cuanto al resto de la biografía hesiódica, veamos un
resumen de lo que encontramos en el Certamen y en el
resto de las fuentes75, dependientes de él en buena medida.
Al tratarse Homero y Hesíodo de autores convertidos
en modelos panhelénicos76, pero de los que no había da-
tos localizables, surge la necesidad de construir una bio-
grafía completa, de proceder a una especie de “normali-
zación” de su existencia. En ellos hay acuerdo en
mencionar como padres de Hesíodo a Dío y Picimede77.
El detalle de que eran ‘pobres’ surge de los propios ver-
sos hesiódicos (E. 637-38), así como la negativa valora-
ción de Ascra (E. 639-40). Curiosamente, frente a la
propia afirmación del poeta, una fuente asegura que su
padre se fue de Cime por un crimen dentro de la propia
familia (un φόνος ἐμφύλιος)78. Como era de esperar, el
nombre de Homero se repite en muchas fuentes, sobre
todo porque se hacían cábalas sobre su cronología rela-
tiva, que oscila enormemente de unas a otras. A veces,
como ya hemos visto, se les emparenta79 y con frecuen-
cia se asigna a Hesíodo mayor antigüedad que a Homero
(la secuencia de “primeros poetas” es Orfeo – Museo –
Hesíodo – Homero en Tzetzes). En la versión que trans-
mite Tzetzes, la iniciación aparece desacralizada.
Hesíodo tiene un encuentro con nueve mujeres que cor-
tan laurel y dan de comer al poeta, y así quedó dotado de
la sabiduría y del arte poética. No faltan otros detalles
que tratan de colmar vacíos de nuestra información so-
bre el de Ascra y de dar forma a su biografía. Así, se dice
que vivió durante el reinado de Arquipo, rey de Atenas,
hijo de Acasto. El autor discute la información según la
cual el premio que ganó en Calcis se lo entregó el her-
mano de Anfidamante, aquí llamado Panido (Páneidos),
Introducción 37

y asegura que se casó con Ctímene (hermana de Anfífa-


nes y Ganíctor), hija de Fegeo.
Precisamente las leyendas en torno a su matrimonio y
su muerte se entrecruzan en las versiones. La Suda (T1)
dice que murió cuando se alojó como huésped en casa de
dos individuos llamados Ántifo y Ctímeno, quienes le die-
ron muerte al confundirle con un violador de su her-
mana. Sin embargo, las versiones más desarrolladas de
esta parte de la “biografía” se encuentran, como se dijo
más arriba, en el Certamen, en Tzetzes (T2) y en Plutarco
(T32)80. Si fundimos ambos testimonios, el relato es el si-
guiente. Hesíodo habría recibido en Delfos81 un oráculo
que le dirigía la siguiente advertencia82:
Dichoso es el hombre que mi casa visita,
Hesíodo, honrado por las Musas inmortales.
Sin duda su fama alcanzará hasta donde se extiende
la Aurora.
Pero cuídate del bellísimo bosque de Nemea,
porque allí te está predestinado el cumplimiento de tu
muerte.
Así que Hesíodo evita pasar por Nemea y llega a
Énoe, localidad de la Lócride, donde es acogido por An-
fífanes y Ganíctor, hijos de Fegeo (los que en Suda eran
sus cuñados) o por un milesio, llamado Ganíctor83, con
quien tenía relación de hospitalidad (según Plutarco).
Allí mantuvo (o se sospecha que lo hizo) una relación fur-
tiva con su hija Ctímene. Al enterarse (o sospecharlo), los
hermanos de ella le tienden una emboscada y le dan
muerte en el santuario local de Zeus Nemeo. En el Cer-
tamen se aclara que en realidad el seductor de la joven ha-
bía sido un compañero de viaje de Hesíodo llamado De-
modes y que ella luego se ahorcó. En Plutarco este
acompañante se llama Troilo, aunque no se dice que sea
38 Emilio Suárez de la Torre

culpable. Sus cadáveres son arrojados al mar. El de Troilo


apareció en una roca de la costa, que recibió su nombre
desde ese momento. En cuanto al de Hesíodo, fue llevado
por delfines84 hasta un lugar llamado Molicrea, en Río,
cuando sus habitantes estaban celebrando una fiesta en
honor de Ariadne, que aún perduraba en época de Plu-
tarco. Fue enterrado, pues, por los Locros en Nemea de
Énoe, pero el lugar exacto nunca se reveló a los extraños.
A pesar de ello, los de Orcómeno, siguiendo un oráculo,
se llevaron los restos y los enterraron en el ágora de su
ciudad85. En cuanto a sus asesinos, mientras que en el Cer-
tamen (al menos en la versión de Alcidamante) intentan
llegar por mar a Creta y son fulminados por Zeus (tam-
bién Tzetzes dice que perecieron en un naufragio), Plu-
tarco dice que fueron delatados por el perro de Hesíodo86,
arrojados vivos al mar, y su casa destruida. El Certamen
atribuye a Eratóstenes una versión según la cual Ctí-
meno y Ántifo fueron sacrificados a los dioses de la hos-
pitalidad por el adivino Euricles.
(c) La ‘historicidad’ de Hesíodo, hoy.
Los poemas hesiódicos suponen una novedad ex-
traordinaria en la tradición poética griega arcaica. Se
trata de que, en principio, el poeta hace referencia a sí
mismo y a circunstancias y hechos que presenta como
biográficos. Si aceptamos estas referencias como reales,
entonces estamos ante el nacimiento de la conciencia de
“autor” y ante un extraordinario cambio en la concepción
del poeta y de la poesía87. Sin embargo, el hecho de que
dicha forma de presentación del poeta tenga lugar en el
contexto de una clase de poesía que cuesta concebir como
plenamente individual en su gestación y transmisión, ha
llevado a poner en duda la veracidad de esas afirmacio-
nes y a considerarlas como fruto del interés por crear una
Introducción 39

entidad individualizada, un supuesto autor, donde en rea-


lidad sólo hay anónimos creadores y re-creadores de poe-
mas surgidos en el seno de la tradición oral. Es decir, es-
taríamos ante una ficción autobiográfica, un espejismo.
Entre ambas posturas oscila la actual concepción de
Hesíodo.
Como una de los fundamentos que se han utilizado
para negar la historicidad de Hesíodo como individuo ha
sido el del supuesto significado de su nombre, creo ne-
cesario repasar las hipótesis que sobre su etimología se
han expresado. Todavía en la edición de Goettling de
1831 se inclinaba este autor por lo que, en mi opinión, es
la solución menos complicada, es decir, admitir un com-
puesto, como él decía, de ἵημι y ὁδός (es decir, de sus ra-
dicales respectivos), paralelo al tipo τερψίνοος88, aunque
su interpretación de cómo entender esta combinación ya
no resultaba tan convincente, ya que lo entendía“ut quasi
ἡγεμὼν ὁδοῦ virtutis et scientia, id est, pater philoso-
phiae”89. Años después, Welcker, también en su edición
de Teogonía90, tras insistir en que bajo el nombre de
Hesíodo los Antiguos, como ocurrió con Homero, agru-
paron gran diversidad de obras muy dispares, puso en
duda la identidad real de un personaje llamado Hesíodo,
a partir de la etimología de su nombre, que considera una
designación, digamos, parlante, de un aedo, “que lanza o
emite su voz”, es decir (y con su propia explicación), que
sintetiza lo que corresponde a la expresión ἱέναι ᾠδήν91.
Por su parte, Meister92 estableció un paralelo con ἑσιεπής
y lo consideró un ‘Berufsname’, con αὐδή como segundo
elemento.
En los años siguientes surgieron propuestas muy dis-
tintas por parte de algunos dialectólogos, entre los que
surge la cuestión de la forma “originaria” que habría te-
nido que tener el nombre del poeta, dado que la proce-
40 Emilio Suárez de la Torre

dencia geográfica de su familia, antes de establecerse en


Ascra, era la eolia Cime, aunque hay que señalar que es-
tas propuestas no se planteaban ninguna etimología para
la segunda parte que no fuera la de ὁδός. Tanto Hoff-
mann93 como Fick94 insistían en que esa forma primera
tuvo que ser con un primer elemento Αἰσι- que luego fue
adaptado al beocio como Ἠσι- y finalmente dotado de una
falsa aspiración. Hoffmann señalaba que, en su opinión,
los autores de Etymologica habían estado más espabila-
dos que los modernos y citaba ejemplos como el del Ety-
mologicum Gudianum, donde se parafrasea el nombre
como ὁ τὴν Αἰσίην ὁδὸν πορευόμενος (429, 29).
El retorno a una defensa de la etimología del nombre
de Hesíodo en la línea de Welcker se encuentra en Solm-
sen95, apartir de una propuesta de Schulze sobre Od. 10,
136, donde Circe es descrita como diosa “dotada de
voz”96. La transmisión es unánime en dar la forma griega
αὐδήεσσα, pero la variante οὐδήεσσα (“terrenal”) que si-
gue Aristóteles97 lleva a Solmsen a postular un alarga-
miento métrico sobre una forma *Ϝὀδήεσσα y a defender
la presencia en el nombre de Hesíodo de un radical
*Ϝοδ-. Su nombre significaría, pues, “que emite o lanza
su voz”98. Sobre esta idea, además de los argumentos alu-
didos acerca del carácter oral y colectivo de la poesía ar-
caica, la postura antibiográfica actualmente tiene su más
conocido representante en Gregory Nagy, quien ya en
1979 puso en duda la existencia de Hesíodo como hom-
bre de carne y hueso. Esta propuesta, defendida por él en
repetidas ocasiones99, ha encontrado eco en otros autores,
especialmente entre aquellos que tienden a preferir una
postura antibiográfica en relación con la poesía griega ar-
caica100. Ahora bien, por lo que se refiere al compuesto,
así como no parece discutible un primer elemento sobre
el radical indoeuropeo *ieh1- “lanzar, etc.” (ἡσι-, ἵημι), la
Introducción 41

propuesta para el segundo elemento a partir del radical


nominal *h2ud- (cf. αὐδή, ‘voz) supone un tratamiento
anómalo de la laringal inicial y un grado /o/ prácticamente
inusitado, además de no tener en cuenta el peso de los pa-
ralelos que refuerzan la etimología sobre un segundo ele-
mento de la raíz del “camino” (gr. ὁδός)101.
Si descartamos la cuestión de la etimología, los demás
argumentos son de naturaleza distinta y, en mi opinión,
tienen más interés. Nagy propone que los elementos bio-
gráficos son inserciones para crear un perfil de autor que
en realidad es el resultado de un proceso de diseminación
de la poesía hesiódica como poesía oral en el que predo-
minaría el fenómeno de la recomposición en la interpre-
tación (‘performance’), que habría funcionado, diacrónica
y sincrónicamente, durante la vigencia de la extensión
oral de la poesía (siglos VIII-VI a. C.). A lo largo de este
período se habría ido construyendo la figura de Hesíodo
(como la de Homero), como un poeta en el que confluye
el fenómeno que llamamos pan-helenización de la poesía
épica. Este planteamiento supone la negación de la rea-
lidad de una figura histórica llamada Hesíodo, teniendo
en cuenta que tal reconstrucción se hace aceptando lo que
dice el poeta sobre sí mismo. Esta línea de interpretación
ataca la distinción entre la aceptación como históricos de
los datos personales proporcionados por los poemas,
frente al rechazo de las biografías antiguas como “legen-
darias”. Además de esto, es evidente que esta postura va
unida a la negación de cualquier diseminación de la poe-
sía hesiódica mediante la escritura102.
Estas reflexiones plantean cuestiones importantes y de-
ben tenerse en cuenta. Ahora bien, la realidad es que es
más problemática esta postura que la contraria. Es decir,
la tendencia anti-histórica hace más difícil de explicar la
poesía hesiódica y no es imprescindible para explicar el
42 Emilio Suárez de la Torre

fenómeno del panhelenismo hesiódico (ni homérico).


Personalmente reconozco que me resulta mucho más fá-
cil de asimilar la posibilidad contraria y más tradicional:
que hubo un poeta Hesíodo al que le acaecieron todas esas
cosas103 y que la mención de tales experiencias nos in-
troduce por primera vez en la poesía de alguien que
quiere presentarlas como reales y vividas, que quiere dar
garantía de autenticidad del contenido de su canto y que
rompe con los moldes de la tradición, precisamente por-
que su perspectiva es panhelénica y universal, sin re-
nunciar a lo personal y local, aunque haciendo de ello ex-
periencias de proyección más amplia (como sucede en
Trabajos y días). Del mismo modo que Homero neutra-
liza y supera al resto de la tradición épica de tema simi-
lar, por lo que oscurece cualquier épica alternativa (fe-
nómeno al que no pudo ser ajena la escritura, por más que
la técnica de composición fuera oral), así también
Hesíodo se plantea una orientación de la poesía cosmo-
gónica y de la variedad de poesía sapiencial y didáctica
totalmente nueva, sumada a una fusión revolucionaria con
la variante genealógica104, con aspiración panhelénica y
con el refuerzo de la creación de un perfil biográfico que
subrayara la autoridad de que estaba dotado para seme-
jante tarea.
Por último, en cuanto a la cronología (absoluta y re-
lativa respecto a Homero) no creo que puedan rebatirse
fácilmente los estudios de diversa naturaleza, especial-
mente los de base lingüística105, que han confirmado la se-
cuencia Homero-Hesíodo y una datación de sus poemas
en torno al 700 a. C.

2.2 Las obras atribuidas a Hesíodo106


Lo que sí es absolutamente cierto es que el nombre de
Hesíodo, como sucedió con el de Homero, se convirtió en
Introducción 43

el imán que atrajo la atribución de cualquier clase de com-


posición que pudiera relacionarse con lo que Hesíodo ha-
bía fijado como contenido de esa nueva poesía que, por
un lado, explicaba los orígenes del mundo, los dioses y los
héroes, mientras que, por otro, hacía de la poesía un ins-
trumento de supervivencia en la dura vida de los hombres
sobre la tierra. Como en el caso de Homero, los Antiguos
atribuyeron al poeta de Ascra numerosas obras, la mayor
parte de las cuales no aceptamos actualmente que sean
obra suya, por razones diversas: lengua, anacronismos,
etc. De hecho no hay unanimidad más que en la atribu-
ción de T y TD, aunque recientemente se ha revalorizado
la autenticidad hesiódica del CM. En realidad la asigna-
ción de obras en la Antigüedad fue muy variada y osci-
lante. El testimonio de Pausanias107 (siglo II d. C.) es muy
representativo, a la vez que sorprendente. Según él, los
beocios que habitaban en su tiempo alrededor del Helicón
no aceptaban como auténtica obra hesiódica más que
Trabajos y días, que ellos conservaban grabado en una lá-
mina de plomo que pudo ver Pausanias. Además, asegu-
raban que tampoco era suyo el breve proemio a las Mu-
sas y que el inicio estaba en el verso 11, que postula la
existencia de dos Érides (“Discordias”)108: con ello re-
ducían el poema a lo más estrictamente didáctico y su-
primían tanto la invocación divina como la referencia fa-
miliar, el tú a tú con su hermano Perses. Sin embargo, no
era esta la idea más extendida de la producción poética de
Hesíodo, como lo demuestra el resumen que el propio
Pausanias hace de estas atribuciones. Si sumamos todas
las obras que se le atribuían, la relación es la siguiente:
Teogonía, Los trabajos y los días, El escudo, Catálogo de
mujeres (heroínas añade la Suda), Grandes Eeas109, Las
bodas de Ceix, El descenso de Pirítoo al Hades, Precep-
tos de Quirón, Los grandes trabajos, Astronomía o As-
44 Emilio Suárez de la Torre

trología, Egimio, Ornitomancia, Epicedio por Bátraco,


Sobre las conservas, Los alfareros.

Teogonía y Trabajos y días


Un argumento a favor de la pertenencia a un mismo
autor de los dos poemas aceptados sin discusión desde los
alejandrinos como hesiódicos (T y TD) es su comple-
mentariedad, sin que ello impida que en TD se rectifiquen
puntos de vista de T y teniendo muy presente que, a lo que
parece, TD refleja experiencias acumuladas en la propia
vida de Hesíodo. El ejemplo más conocido es el de la mo-
dificación en TD acerca de Eris, la Discordia: si en T
(225-6) es una (hija de la Noche y madre del Dolor -Po-
nos) en TD (11-26) el poeta se apresura a aclarar que so-
bre la tierra hay dos Erides, una elogiable (la “emulación”
o competencia entre rivales el mismo oficio, que es la que
primero parió la Noche) y otra censurable, causante de
guerras y desgracias. A riesgo de parecer demasiado bio-
gráfico, me atrevo a decir que TD está dotado de un rea-
lismo que sólo las experiencias personales pueden mol-
dear de esta forma. Los reyes (βασιλεῖς) ya no son esos
dignos descendientes de Zeus a los que Calíope dota de
voz persuasiva y que se crean la admiración y el respeto
del pueblo cuando intervienen en el ágora (T). Ahora
son unos desvergonzados corruptos (δωροφάγοι TD 221,
264) a los que él, aun consciente de que es como un rui-
señor en las garras de un halcón (TD 203-212), se atreve
a dirigir una seria admonición para que no tomen deci-
siones injustas y retorcidas (σκολιαὶ δίκαι TD 221, 250 y
cf. 261)110. Los mitos de Pandora y Prometeo se comple-
mentan igualmente. Prometeo es el causante de la ruptura
entre mortales e inmortales a raíz del episodio de Mecone,
donde Prometeo instituyó el paradigma del sacrificio a los
dioses mediante un engaño que permitía dejar las carnes
Introducción 45

bovinas para disfrute humano, mientras que a Zeus le


ofrecía huesos envueltos en piel bien untada de grasa (T
535-541). Además les permitió a los hombres usar el
fuego, que Zeus les había ocultado (T 561-568). Todo ello
acarreará como castigo la creación de Pandora, descrita
aquí en detalle, así como las consecuencias de este de-
sastre para el hombre y el castigo de Prometeo (T 570-
616). Por su parte TD (52-105) no incluye reflexiones so-
bre la mujer y la vida matrimonial, sino que añade la
experiencia de Epimeteo, que carga con ella, y el efecto
terrible de la curiosidad de Pandora al abrir la tinaja con
los males. Por último, frente a la detenida enumeración de
la descendencia heroica de los dioses, TD hace un rápido
recorrido por la evolución de la raza humana mediante el
relato de las diversas generaciones, de origen oriental, que
nos conducen a la situación del hombre de la edad de hie-
rro en la que tiene sentido este poema, que instruye para
sobrevivir en esas condiciones.

Teogonía y Catálogo
Entre el relato de T y el de TD no hay en absoluto una
continuidad temática propiamente dicha, no estamos
ante un desarrollo lineal ni nada parecido. T presenta un
primer problema fundamental tal como ha llegado hasta
nosotros: ¿realmente acababa donde acaba el textus re-
ceptus? Como veremos ahora, las respuestas negativas
se han formulado de modo muy diverso. Por otra parte,
en los últimos años se ha planteado otra alternativa muy
distinta, a saber: ¿es posible apreciar una continuidad,
de autoría hesiódica, entre la parte final de T y el CM,
que es sin duda la continuación temática natural del
primer poema?
46 Emilio Suárez de la Torre

El problema del final de la Teogonía y su relación con


el Catálogo
La postura tradicional (incluso mayoritaria hoy en
día), la que defiende la necesidad de considerar no he-
siódica una parte final de T, presenta una notable discre-
pancia en sus planteamientos, sobre todo a la hora de fi-
jar en qué punto concluía el poema hesiódico111. Desde mi
punto de vista, en esta cuestión ha influido demasiado his-
tóricamente el análisis de un poema arcaico como el pre-
sente con criterios propios del análisis de una obra com-
puesta por escrito, con un plan cerrado y, sobre todo, con
lo que podríamos llamar un relato necesariamente con-
cluso ya en su origen. Entiendo que esta afirmación puede
desconcertar, por lo que volveré más abajo sobre la cues-
tión. Antes de ello, incluiré una referencia a algunos de los
indicios que apuntan a un aparente “final”112.
Aunque no se ha formulado como tal, cualquier lector
de la T aprecia un cambio notable en el verso 885. Ahí
concluye el relato nuclear del poema, concentrado en la
justificación del dominio de Zeus. Véase la secuencia
881-885:
Mas una vez que los bienaventurados dioses hubieron cum-
plido su labor,
y hubieron dirimido contra los Titanes sobre sus honras por
la fuerza,
entonces impulsaron a reinar y a ser soberano de los in-
mortales,
por consejo de la Tierra, a Zeus Olímpico, de ancha mirada,
y entonces él procedió a un justo reparto de los honores en-
tre ellos.

La parte que sigue a ésta no es propiamente una des-


cripción de las timaí de los dioses, sino una enumeración
Introducción 47

de descendencias divinas, empezando por el propio Zeus.


Es decir, a partir de este momento el poema se convierte
ya en un Catálogo, que empieza por uniones y descen-
dencias (no todas) de dioses (vv. 886-962). No estoy su-
giriendo que hasta aquí llegara la “versión” primera de la
T, sino que me limito a poner de relieve el riesgo que im-
plica partir de una concepción del poema demasiado con-
dicionada por lo que debería ser su contenido. En este
caso, una forma de contrarrestar esta propuesta sería ar-
gumentar que la unión con Metis que se narra a conti-
nuación tiene el objetivo de cerrar cualquier posibilidad
de que la descendencia habida con ella ponga en peligro
la hegemonía de Zeus113.
Ahora bien, la cuestión es que, si admitimos como
“originaria” la unión Metis-Zeus, ¿cuál es la justificación
para excluir las que siguen? Sin embargo, precisamente
la propuesta que ha encontrado más eco es la de West114,
quien establece el final del poema hesiódico en el verso
900 o poco después. Para ello utiliza argumentos estruc-
turales, históricos (el supuesto carácter tardío de ciertas
referencias, que señalo más abajo), estilísticos (cambio a
una compilación sin narrativa) y lingüísticos (fórmulas
usadas sólo aquí y en C, pero no en resto de T). No tengo
intención de plantear aquí una discusión sobre cada uno
de ellos. Bastantes distan de ser definitivos. Por ejemplo,
los argumentos estilísticos son débiles desde el momento
en que el poeta pasa a una sección de C que tiene una tra-
dición y técnica propias (como señalaré más abajo). Algo
parecido puede decirse de las fórmulas no compartidas
con el resto del poema.
Para complicar las cosas, en 963 encontramos explí-
cito un cambio de contenido. Es como si el poeta se
“despidiera” y diera por cerrados los temas tratados hasta
48 Emilio Suárez de la Torre

el momento, con lo que habría que dar por concluido el


poema en 964:
¡Salve ahora a vosotros, habitantes de las moradas olímpicas,
islas, continentes y salado mar en el interior de aquéllos!

A continuación (965-968) el poeta señala un cambio de


temática mediante una invocación del poeta a las Musas115
en la que anuncia que va a cantar las descendencias de las
diosas habidas con mortales (la secuencia será: Deméter,
Harmonía, Calírroe, Aurora, Medea, Nereidas, Tetis,
Afrodita, Circe y Calipso):
Ahora, Musas olímpicas, de dulce voz,
hijas de Zeus portador de la égida, cantad el linaje de las
diosas,
de todas aquellas que, unidas en el lecho a mortales,
al ser inmortales, engendraron hijos semejantes a los dioses.

Sin embargo, esto tampoco es criterio suficiente para


pensar en añadidos. Cuando Homero inicia el segundo
Catálogo de naves116, hace una nueva invocación a las
Musas, pero nadie se plantea que se trate de un añadido.
Los argumentos en que se ha incidido más son los que
se refieren a los mitos relatados o aludidos. En algún caso,
para señalar la posibilidad de una imperfecta adición.
Por ejemplo, el nacimiento de Gerioneo, hijo de Crisaor
y Calírroe, narrado en 979-982, duplica lo contado en
287-294 (incluso allí con más detalle)117. Sin embargo, lo
que más peso tiene en esta consideración no hesiódica del
final es la presencia de mitos que se consideran tardíos en
relación con la cronología mayoritariamente admitida
para Hesíodo. Me refiero a los mitos referentes al naci-
miento de Medeo (epónimo de los Medos), al de Agrio y
Latino (reyes etruscos), hijos de Ulises y Circe, y al de
Introducción 49

Nausítoo y Nausínoo, hijos de Ulises y Calipso. Pues


bien, incluso estas dificultades se han visto discutidas por
algunos autores. Por ejemplo, Dräger118 y Debiasi119, aun-
que con recorridos metodológicos distintos, han visto la
necesidad de tener en cuenta la posibilidad razonable de
la extensión de algunos de esos mitos en el siglo VIII, en
relación con la expansión euboica hacia Occidente y
Oriente. No olvidemos la relación manifiesta de Hesíodo
con Eubea. No obstante, no resultan fáciles de admitir al-
gunas propuestas, como ha señalado Lane Fox120. Para
este autor, Eubea y su expansión en territorios muy di-
versos son también la clave del origen de diversas tradi-
ciones recogidas por Hesíodo, pero no para la cuestión de
las menciones del final de T, ya que no admite, por ejem-
plo, la identificación de Agrio con Faunus. En este sen-
tido, deben tenerse en cuenta sus observaciones sobre la
tendencia a ubicar con precisión los lugares mencionados
en relatos con rasgos de “neverland”121. Lane Fox ob-
serva, por ejemplo, que se llega a ubicar a Circe en la zona
de Nápoles, cuando en Homero su localización es clara-
mente oriental122. En cualquier caso, los argumentos tra-
dicionales se han sometido a una revisión rigurosa y al-
gunos de ellos nos acercan más a una aceptación del
carácter original de la parte final.
Para complicar más la cuestión, en numerosos códices
y papiros los dos versos finales (1021-1022) coinciden
con los que abren el Catálogo:
Y ahora, Musas Olímpicas de dulce voz, cantad el linaje
de las mujeres, hijas de Zeus portador de la égida.

En principio, esto no habría de condicionar nuestra


opinión en la cuestión de la autoría hesiódica, sino que
simplemente reflejaría una tradición editorial de la Anti-
güedad sobre la que no pesaba tal problema de autentici-
50 Emilio Suárez de la Torre

dad y consideraba lógica una secuencia del poema en la


que se iban describiendo las diferentes uniones y descen-
dencias: dioses con diosas, diosas con hombres y mujeres
con dioses o mortales. Ahora bien, sí que plantea un pro-
blema que no me parece menor. Se trata de que, cuestión
de autoría aparte, quien compusiera C no lo concibió exac-
tamente como un poema independiente123, sino como una
continuación de T. Con ello, enlazamos de nuevo con el
problema de la autenticidad hesiódica del final de T, objeto
en los últimos años de enfoques diversos e innovadores.
En efecto, desde Edwards (1971), hasta Pucci
(2009), pasando por Janko (1982), Strauss-Clay (2003:
28-29), Casanova (1979a 137, n.4), Dräger (1997 1-26),
Arrighetti (1998: 368-73), Hirschberger (2004) y De-
biasi (2008), se ha puesto en duda, con diferentes ar-
gumentos, la necesidad de considerar no hesiódica la úl-
tima parte de T. Más aún, lo que proponen algunos
autores es que tanto esta obra como C son del mismo
autor o, al menos, que C partiera de un núcleo auténtico
de autoría hesiódica, aunque no sea lo conservado.
Otra posibilidad, apuntada por Janko (1982: 85-87,
221-225), es que (en la formulación de D’Alessio 2009,
p. 228) T 901-1022 y C pertenezcan a un mismo ‘mi-
lieu’ y a un período no más tardío (si no anterior) que
el resto de T y TD.
En esta línea, que encuentro muy razonable, me parece
oportuno reproducir la formulación que plantea Ruther-
ford, autor de importantes estudios sobre esta cuestión124,
en el volumen editado en 2005 por Hunter125:
“Mientras que la versión canónica puede fecharse en
el siglo VI, como ha sostenido West, es también posible
que algunos elementos sean tan antiguos como Hesíodo,
tal como han sostenido Janko126, basándose en argumen-
tos lingüísticos, y Casanova, a partir de la mitología. Los
Introducción 51

orígenes de la tradición pueden haber estado en el norte


de Grecia y pueden ser extraordinariamente antiguos.
Algunos piensan que la Nekuia homérica, con su catálogo
de famosas heroínas mitológicas, presupone la existencia
de este poema. Y es además una forma de poesía que ha-
bría sido particularmente fluida y susceptible de expan-
siones, dado que podrían haber sido añadidos nuevos re-
latos en cualquier punto del Catálogo. Ahora bien,
después de toda esta fluidez, tiene que haber habido un
momento en el que el contenido del Catálogo quedara
más o menos fijado”127.

Comparto lo que aquí se dice, excepto que no pienso


que C deba presuponerse ya en el momento de composi-
ción de la nekuia. Lo que este catálogo presupone es la
posibilidad de Catálogos de heroínas en general, no exac-
tamente el hesiódico128.
Como puede apreciarse, lo que podríamos llamar cues-
tión hesiódica (por implicar, como en el caso de Ho-
mero, el problema de la unidad de T y su relación con
otros poemas) es uno de los grandes debates filológicos
vivos. Como balance del análisis anterior y reflexión
personal a partir del estudio de los textos y de las distin-
tas propuestas, considero que la postura unitaria es la que
mejor resuelve los problemas planteados por el texto de
T y su relación con C, aunque algunos versos pueden ser
adiciones registradas en una fase antigua. No creo que la
parte final de T (cortemos por donde cortemos) sea un
añadido o prolongación de fecha más tardía que el resto
del poema ni que una de las razones fuera facilitar una
aparente unidad con C. No tengo respuesta segura a la
coincidencia de los dos versos finales de T con los que
abren C. En la transmisión textual (incluyo códices y pa-
piros) de T no hay unanimidad en su inclusión. El POxy
52 Emilio Suárez de la Torre

2354, el que incluye el fr. 1 de C empieza con estos ver-


sos, a los que sigue una oración de relativo con la que en-
garzan de un modo que parece genuino. De modo que, en
mi opinión, quien los añadió a T concebía ambos poemas
como un continuum, de acuerdo con la lógica del conte-
nido que antes he mencionado.

3. La Teogonía

Más arriba he mencionado los antecedentes y parale-


los de Teogonía, haciendo hincapié en los elementos
compartidos con otras teo-cosmogonías orientales, con-
servadas en textos semíticos o indoeuropeos. Ahora me
centraré en el poema hesiódico, en su forma y en su con-
tenido. Antes de pasar al detalle de los diversos apartados,
quiero dejar claro que, a pesar de la abundante serie de an-
tecedentes no helénicos, esta Teogonía es sumamente
original y que la forma en que esos componentes antiguos
son asimilados, reconducidos e integrados en una nueva
visión de la naturaleza, de los dioses y del mundo, hace
de este poema uno de los pilares de la cultura literaria y
religiosa griega y, por extensión, de las subsiguientes
culturas, herederas de esa espléndida civilización.

3.1 Estructura y contenido. El problema de la unidad


del poema.
Como observó Schwabl129, el texto de T, tal como ha
llegado hasta nosotros (y con independencia de las cues-
tiones arriba comentadas), permite un análisis de conjunto
en el que se aprecia una estudiada armonía estructural. Sin
embargo, tanto entre los eruditos alejandrinos y otros
autores de la Antigüedad, como entre los filólogos mo-
dernos, ha habido una tendencia a aplicar criterios ho-
Introducción 53

mogeneizadores (no siempre adecuados) y se ha tendido


a atetizar e interpretar diversos pasajes como no auténti-
cos, como añadidos tardíos. Un ejemplo curioso es el de
las referencias al Tártaro y a Tifeo130, pero no son los úni-
cos casos. No hay más que cotejar la edición de Mazon
con la de West o Most (o la presente) para que se vea el
cambio de criterio, lo que no quiere decir que no haya al-
gunos versos que no sean sospechosos.
La descripción que ahora presento trata simplemente
de establecer las secciones o segmentos que articulan la
estructura del conjunto que conservamos. En esta intro-
ducción resumiré los aspectos más destacados de cada
parte.

A. Proclamación de la autoridad sapiencial del


poeta
1-115: Proemio (invocación, iniciación del poeta, tema
del canto)
La primera sorpresa que nos depara este poema es la
amplitud que adquiere la invocación a las Musas. Se des-
cribe con frecuencia este comienzo como un himno, y ra-
zones no faltan. Recuerda, en efecto, a los himnos que los
aedos entonaban antes de desarrollar otros temas de canto.
Lo particular es que las destinatarias del canto son las mis-
mas divinidades que han de ayudar al poeta en su labor.
No hay nada parecido en la literatura griega antigua.
Ningún poeta se decidió a hacer de las diosas inspirado-
ras un motivo de canto por sí mismo, aunque fuera en re-
lación con el poema subsiguiente.
Además, la originalidad de este comienzo es que
rompe todos los moldes. No es una simple petición de
ayuda, glorificadora de las Musas. El primer verso no va
dirigido a ellas: es un plural que une al poeta con un po-
sible auditorio131 y que convierte a las Musas en objeto de
54 Emilio Suárez de la Torre

canto: “por las Musas del Helicón comencemos a cantar”


(v. 1). Luego sabremos que con ello Hesíodo se limita a
hacer lo que le ordenaron las propias Musas (v. 34: “que
las cantara a ellas mismas al principio y al final”), pero
en principio el poeta muestra ya una enorme familiaridad
con esas divinidades, a las que no empieza por invocar:
ellas primero son argumento poético per se. Además, en
el transcurso del proemio apreciaremos que encierra un
hecho extraordinario. Por primera vez en la poesía griega
se nos muestra el encuentro de las Musas con el propio
poeta y se fija un modelo de iniciación poética que con-
vierte al protagonista del asombroso suceso en un ser ex-
traordinario. T no es un poema más sobre orígenes y ge-
nealogías. Está claro que Hesíodo no crea ese género,
pero es igualmente patente que Hesíodo quiere superar a
todos sus rivales. Incluido Homero (o la poesía homérica):
el saber de Hesíodo es total, universal. La forma en que
presenta Hesíodo este acontecimiento está muy elaborada.
A primera vista, dada la riqueza de contenidos y orienta-
ción de la Teogonía, podría parecer que las teogonías can-
tadas por las Musas en este proemio parecen mucho más
limitadas que la que viene después. Es decir, el contenido
teológico y teogónico del canto de las Musas resulta en
principio ‘elemental’ comparado con el que nos depara el
poeta. Efectivamente, el poema de Hesíodo supone una
ruptura con la poesía hímnica de corta ambición y, sobre
todo, con el localismo. Ahora bien, no olvidemos que, al
final de este proemio (ahora lo veremos) la figura del aedo
se transforma en una mera caja de resonancia de lo que
las Musas cantan: de modo que, contra lo que parece en
su arranque, el proemio engrandece aún más el papel de
las Musas, a la vez que hace del aedo un instrumento de
aquéllas, pero eso sí, también un privilegiado por tan ex-
traordinario don.
Introducción 55

Estructura del proemio


— Presentación de las Musas (Helicón): danza +
desplazamiento (1-8)
Además de la originalidad antes señalada, se aprecia
una obertura en la que el poeta se detiene en un primer pa-
saje local: el Helicón y su territorio. Son los lugares en los
que la tradición ubica el culto a las Musas (y al propio
poeta). Hesíodo certifica ese carácter sagrado sin escati-
mar detalles: primero la fuente (ep. ἰοειδής) y el altar de
Crono, el río Permeso, la fuente Hipocrene, el Olmeo…
No oímos aún la voz de las Musas: su primera actividad
es la danza. Ahora bien, la descripción tiene dos tiempos
bien distintos, reflejados en la sintaxis verbal: el de la ac-
ción habitual (ἔχουσιν, ὀρχεῦνται) y el de la acción que,
acaecida cada vez en un momento concreto, individualiza
la repetición de su desplazamiento (ἐνεποιήσαντο,
ἐπερρώσαντο). Las Musas están y no están en el Helicón:
es su terreno, pero no el único. Nuestra atención se fija en
su cuerpo, en sus pies danzarines, siempre (ὀρχεῦνται) y
cada vez que danzan (ἐπερρώσαντο δε ποσσίν). No las ve-
mos en principio: su primera manifestación sonora es el
paso de la danza. Pero sus coros ya encierran la belleza
y el deseo (καλοὺς ἱμερόεντας).
— Canto de las Musas: Teogonía 1 (orden inverso)
(9-21)
Las Musas no se limitan al territorio heliconio. Noc-
turnas, se desplazan envueltas en bruma, pero oímos ya
su voz (περικαλλέα ὄσσαν ἱεῖσαι)132. Su canto ya tiene
forma y contenido: es un himno a los dioses olímpicos,
con una secuencia que, en orden inverso a la Teogonía y
con una selección particular (en cuanto a las inclusiones
y exclusiones133), nos lleva de Zeus a la Noche (Zeus,
56 Emilio Suárez de la Torre

Hera Argiva, Atenea, Apolo, Ártemis, Posidón, Temis,


Afrodita, Hebe, Dione, Leto, Jápeto, Crono, Aurora, He-
lio, Selene, Gea, Océano, Noche y otros). Como observa
Pucci, es una parte muy cuidada en cuanto a la selección
divina y en cuanto a la factura métrico-estilística de cada
verso.
— Iniciación del poeta (22-34)134.
De este segmento los versos que más tinta han hecho
correr son los que corresponden a las palabras de las
Musas en estilo directo (26-28):
“ποιμένες ἄγραυλοι, κάκ᾽ ἐλέγχεα, γαστέρες οἶον,
ἴδμεν ψεύδεα πολλὰ λέγειν ἐτύμοισιν ὁμοῖα,
ἴδμεν δ᾽, εὖτ᾽ ἐθέλωμεν, ἀληθέα γηρύσασθαι.”
“Pastores rústicos, penosa ignominia, sólo barrigas:
sabemos contar muchas mentiras iguales a realidades,
pero sabemos, cuando queremos, proclamar verdades”.

El resumen más completo de las distintas interpreta-


ciones de este pasaje se encuentra sin duda en Pucci
(2007), quien distingue dos corrientes principales con
algunas subdivisiones, que ahora resumo.
(1) En primer lugar estarían aquellos que tratan de
identificar el enunciado poético al que se refiere el verso
27. Esta postura vendría a coincidir con la que, más re-
cientemente, ha sido calificada por Koning135 como ‘in-
ter-poética’.
(1a) Las Musas aludirían a los poemas homéricos,
frente a la verdad inspirada de Hesíodo136. Como
señala Koning137 ésta es la línea de interpretación
que prevaleció en la Antigüedad
Introducción 57

(1b) Toda la poesía anterior a Teogonía es mezcla de


mentira y verdad, sin referirse necesariamente a
Homero138.
(1c) Otros piensan que la mezcla de falsedad y ver-
dad es propia de toda poesía y, por tanto,
Hesíodo la reconoce como constitutiva también
de la suya139.
(2) Los que, a partir de homoia, ven aquí un ‘pre-eco’
del principio de imitación, que explica la poesía, aunque
pone en cuestión la verdad140. Se trataría de la tendencia
que Koning141 identifica como “postmoderna”, dentro de
la variedad ‘intrapoética’ (es decir, sin la referencia ex-
terna de Hesíodo o de otros poetas).
(3) Una opinión no encuadrable exactamente en las
anteriores (no citada por Pucci) es la de Stoddard (2004)
60-97. De acuerdo con esta propuesta la diferencia que se
marca es entre etyma, que es la realidad mudable del
mundo mortal, frente a las verdades inmortales de los dio-
ses. Es la realidad efímera mortal, frente a la verdad in-
mortal, en la idea de que todo el pasaje subraya diferen-
cias entre dioses / hombres.
(4) La interpretación más reciente hasta el momento
sobre estos versos corresponde a Tosetti (2012). En su
opinión, las verdades hacen referencia al origen divino del
canto, con su mensaje profundo y cierto acerca del origen
de los dioses y del mundo, mientras que lo que en el
poema se describen como mentiras hace referencia a la
modalidad de comunicación y transmisión a Hesíodo, es
decir, la fictio poética.
Tras la exposición de las interpretaciones más impor-
tantes, trataré de hacer alguna aportación al debate, en un
intento de aislar los elementos más importantes a tener en
cuenta en el análisis del pasaje.
58 Emilio Suárez de la Torre

El encuentro con las Musas (que no es un ensueño y


que es más que un simple ‘oír’, como lo prueba el don del
cetro) contiene los siguientes elementos.
(a) Circunstancias. Traslado a un tiempo ya concebido
como antiguo (ποτέ) y, sin embargo, visualizado con efec-
tividad en ese momento (νυ). Hesíodo apacienta ovejas.
Independientemente de las connotaciones que pueda tener
la cuestión del pastor como próximo a la naturaleza y ade-
cuado para una mediación hombres-dioses y sin entrar en
la cuestión de que las ovejas apenas tienen presencia en su
obra, se escoge una actividad que permite una ubicación
local rústica, en el propio territorio de las Musas, y cohe-
rente con la aparente situación social de Hesíodo. Como
anticipo de su propio poema, lo que hacen las Musas es di-
dáctico: enseñan el canto al rústico ignorante (ἐδίδαξαν).
En cierto modo, las Musas adoptan y se apropian como
mediador del ignorante que ha invadido su espacio físico.
(b) Palabras de las Musas que recoge en estilo directo
el poeta. Se dirigen a Hesíodo como individuo representa-
tivo de la sociedad rural, en contraste con alternativas de
otras categorías sociales: el plural no es especialmente
significativo, salvo en el hecho de que encierra una afir-
mación universal. En relación con lo antes dicho, dejan
clara su intención de transformar al incauto pastor en su
θεράπων, su servidor (esto puede justificar el tono de ad-
monición y casi insulto, por lo demás “típico”). La sa-
piencia de las Musas tiene dos contenidos, fuertemente
contrastados a mi juicio por la partícula δέ. Primero, saben
hacer relatos cuyos contenidos son iguales (homoios es más
que “semejante”) a las realidades fehacientes, a las certe-
zas y, por qué no, a lo verdadero. Sin embargo, estos rela-
tos son ψεύδεα. Este término puede paliarse algo si acep-
tamos una gradación entre su sentido más radical (mentiras,
falsedades), y el más ligero de ‘ficciones’; no son exacta-
Introducción 59

mente ‘mentiras’ aunque podemos aceptar que no sean lo


plenamente verificable142. En la línea apuntada, aunque con
distintos planteamientos, por Heiden y Tosetti, creo que hay
una referencia a las modalidades de materialización del
mensaje y de creación de ficción. No creo que se ataque un
autor, género o modalidad concreta, pero sí creo que se
hace una descripción del poder de la palabra (el verbo es
bien claro, λέγειν) en su capacidad de crear relatos de todo
tipo y de describir lo que no tiene una correspondencia
exacta con la realidad y que, por lo menos, no es verifica-
ble. Esto no implica una valoración negativa de los ψεύδεα,
sino simplemente un reconocimiento de que no todo lo que
cantan las Musas (al menos, cuando utilizan a los morta-
les como transmisores de sus relatos) tiene una correspon-
dencia con una realidad idéntica, verdadera y sólida143.
Hay bastante de esta forma de presentar las cosas en la ini-
ciación de Parménides144 (que tanto debe a Hesíodo), aun-
que también hay alguna diferencia importante. Como se-
ñala el de Elea, todo lo que se puede concebir y decir de
alguna forma es, pero no todo es alethés: frente a la pro-
fundidad desvelada de la verdad, la superficial desnudez de
lo opinable y contable de otra manera (ni el propio Par-
ménides renuncia a su personal descripción cosmogónica,
asesorado por la diosa). La diosa le indica en qué punto de
su lección iniciática deja lo fiable y se adentra en el enga-
ñoso sendero de la opinión humana (fr. 7/8 : 55-57):
ἐν τῷ σοι παύω πιστὸν λόγον ἠδὲ νόημα
ἀμφὶς ἀληθείης· δόξας δ’ ἀπὸ τοῦδε βροτείας
μάνθανε κόσμον ἐμῶν ἐπέων ἀπατηλὸν ἀκούων145
“en este punto detengo para ti el discurso y el pensamiento
fiables
acerca de la verdad; a partir de aquí las opiniones mortales
ve aprendiendo, escuchando el orden engañoso de mis pa-
labras”.
60 Emilio Suárez de la Torre

En la alocución hesiódica de las Musas hay una con-


traposición marcada con lo que se dice en el hexámetro
siguiente. En él se proclama la posibilidad de una volun-
tad de estas diosas para no sólo decir, sino (en gradación)
proclamar y cantar a voces (γηρύσασθαι) lo que debe con-
siderarse des-velamiento y des-ocultación de lo indiscu-
tible, auténtico y, en suma verdadero. El destinatario es-
cogido por ellas para hacer de vehículo ante los humanos
de ese saber queda advertido (y quien oye los versos) de
las posibilidades de contenido y modulación que el canto
tiene en relación con la verdad, pero queda reconfortado
de conocer el apoyo de las Musas, que le proclaman la
existencia de esa intención divina de decir la verdad.
Como acertadamente observa Koning146, la expresión
“cuando queremos” no es ni más ni menos que una afir-
mación del poder y autoridad de las Musas, no una con-
fesión de arbitrariedad.
Esta concesión se subraya con dos operaciones mate-
riales:
(c) Concesión de la rama admirable de laurel flore-
ciente a modo de cetro, cortado previamente, es decir, se
establece una inmediatez entre el espacio vegetal del He-
licón, invadido por el pastor, las propias Musas y la fun-
ción del canto consagrada con la autoridad (en sentido
personal, profético y poético) que representa el cetro de
laurel.
(d) Inspiración o insuflamiento no exactamente de la
capacidad poética, sino de una voz divina adecuada al
canto divino. Esa voz se designa ahora (igual que cuando
las Musas estaban en plena ‘performance’) como αὐδὴ
θέσπις. Aparte del orden de palabras y del encabalga-
miento, estamos ante una variante léxica respecto de los
paralelos de la Odisea en los que el poeta utiliza la ex-
presión θέσπιν ἀοιδήν. Se trata precisamente de la forma
Introducción 61

en que Homero describe la actividad de Femio (1, 328) y


de Demódoco (8, 498). En ambos casos el canto entristece
a los esposos (Femio a Penélope, Demódoco a Ulises en-
tre los Feacios). La escena feacia (8, 487-543), por lo de-
más bien conocida, viene más a propósito ahora. Ulises se-
ñala que a Demódoco le enseñó (ἐδίδαξε) o la Musa o
Apolo mismo, dadas las cualidades de su canto, y le pide
que evoque el episodio del caballo de madera, para que él
a su vez lo pueda contar a otros. “Sin duda, un dios bené-
volo te concedió el divino canto (ὡς ἄρα τοι πρόφρων θεὸς
ὤπασε θέσπιν ἀοιδήν” 498). La modificación hesiódica (si
no fue al revés) tiene su razón de ser. Las Musas le insu-
flan a Hesíodo la voz147, que es ya divina, porque es el ins-
trumento para cantar un tema que va más allá de una evo-
cación de relatos. El encargo de las Musas incluye:
— Cantar y dar voz (κλείοιμι) a lo pasado y lo futuro.
Hay un acercamiento al adivino y a ellas mismas, aunque
con dos matices. Primero, que esto está en manos de la
voluntad de las diosas (no es una cualidad innata); se-
gundo, no hay mención de lo presente: ¿es construcción
simplemente abreviada o se deja fuera lo que no corres-
ponde al conocimiento inspirado de lo que está fuera el
alcance mortal?
— Cantar a los dioses de existencia inmortal (ὑμνεῖν).
Hay, pues, indicación de un contenido teogónico, teoló-
gico y, a la vez, ensalzador de lo divino. De modo que te-
nemos una primera anticipación del canto del poeta…
— Al hacerlo, deberá comenzar y terminar siempre por
las propias Musas.

— Musas olímpicas (Teogonía 2) (35-52)


Tras la iniciación, se recupera la actividad de las Mu-
sas, con la repetición de la exhortación Μουσάων
62 Emilio Suárez de la Torre

ἀρχώμεθα (36; cf. 1). Esta vez las encontramos en el


Olimpo y el poeta modifica la presentación de las mismas.
Su función central es el placer del padre Zeus (cf. la
composición anular 37 – 51) mediante sus himnos; ade-
más, su poder musical se parangona con el conocimiento
omnisciente y pancrónico, de lo presente, lo futuro y lo
pasado. Su voz, concorde, fluye incesante de sus bocas y
toda la morada olímpica se alegra: ahora no se desplazan,
sino que su voz se esparce (σκιδναμένη) por todo el
Olimpo. El contenido de su canto está abreviado, pero el
poeta deja claro que el contexto olímpico imprime una
factura distinta: ahora no empiezan por Zeus, sino que
canta el linaje divino desde el comienzo (ἐξ ἀρχῆς). Este
comienzo se fija en la unión de Tierra y Cielo (Gea-
Urano), su descendencia (sólo aludida) y luego sólo se
hace mención explícita de Zeus.
— Su origen en Pieria y su canto en el Olimpo (53-74)
El primer relato fuera de lo hímnico ha sido la inicia-
ción. Ahora el poeta se detiene en el origen de las Musas
en Pieria (Zeus-Mnemósine). Se abre así la universaliza-
ción de su actividad, ya anticipada con el privilegiado
Hesíodo. Están destinadas a ser olvido de desgracias y cese
de cuitas (λησμοσύνην τε κακῶν ἄμπαυμά τε μερμηράων,
55), lo cual anticipa el efecto que el aedo consigue con su
canto, como se describe más tarde (cf. 102/3 “en seguida
aquél [que las oye] se olvida de su desasosiego y ya de sus
cuitas / no se acuerda: velozmente de ellas le apartan los
dones de las diosas, αἶψ᾽ ὅ γε δυσφροσυνέων ἐπιλήθεται
οὐδέ τι κηδέων μέμνηται). Se recuerda que su actividad
tiene lugar cerca del Olimpo. Su labor principal se vincula
a la morada divina, a la ciudad de los dioses, a sus ban-
quetes y festejos, que alegran con sus dones, ya que, ade-
Introducción 63

más de su hermosa voz, las acompañan las Gracias y el


Deseo:
Allí tienen sus radiantes coros y su hermosa morada.
Junto a ellas, las Gracias y el Deseo habitan
entre festejos; ellas cantan emitiendo por su boca
su voz amable, y ensalzan las normas y costumbres gloriosas
de los inmortales, emitiendo su atractiva voz.

Las Musas son al Olimpo lo que el aedo es a la polis148.


Al Olimpo, pues, se dirigen al nacer, a reunirse con su pa-
dre. Aquí el poeta introduce una pequeña expansión so-
bre el poder de Zeus: ahora sabemos quién impuso las
normas a los dioses149.
— Enumeración de Musas. Reyes y poetas. Efectos
del canto (75-103)
El verso 75 sirve de ‘anillo’ con el canto anterior.
Ahora el poeta se extiende sobre el número y nombres de
las Musas, con un nuevo catálogo, también de estudiada
ordenación: 4 + 4 + Calíope, de la que parte la explica-
ción sobre el modo en que las Musas inspiran a reyes y
poetas, un núcleo argumental ‘fuerte’ de esta introduc-
ción. Aquí se consuma la progresiva expansión de la ac-
tividad de las Musas, ahora en relación con los mortales,
más allá del propio poeta. Podbielski150 observa la rela-
ción de cada nombre de Musa con sustantivos y verbos
usados en el poema por Hesíodo, mientras que Duban151
se fija en el juego de palabras de las secuencias Καλλιόπη
θ’ …./ ….ὀπηδεῖ. (79-80). Aparte de las cuestiones for-
males, el pasaje hesiódico es muy notable por diversas ra-
zones. Pone en escena a los basileis, a los ‘reyes’ locales
(readaptación a los nuevos tiempos de los qa-si-re-we mi-
cénicos), los cuales acaparan el poder omnímodo y la im-
partición de justicia en su época. Su irrupción en este
64 Emilio Suárez de la Torre

punto, aparte del valor que adquirirá por contraste con la


descripción que de ellos se hace en TD (cf. supra), dice
mucho de la estrategia del aedo en relación con su entorno
vital y social152. El poeta toma posiciones ante el poder
político. Ya no es el demiurgo al servicio del anax ho-
mérico. Su canto se interpreta ante los reyes de muy di-
versas localidades (con genealogías y tradiciones dife-
rentes) o, como sabemos por él mismo, en los funerales
en su honor (Alcidamante de Calcis). El poeta une há-
bilmente el elogio lisonjero con la equiparación de status
y la delimitación de ámbitos de poder: la palabra en el
ágora frente a la palabra poética, la retórica frente a la
poesía. Los dioses los respaldan: Zeus a los reyes, Apolo
a los aedos (y a los citaristas), pues de ellos proceden (es
decir, su autoridad y sus cualidades). Ambos comparten
el mismo don, el de Calíope y demás Musas. Los reyes
son “dignos de respeto” (αἰδοῖοι), “de crianza divina”
(διοτρεφεῖς), “sensatos” (ἐχέφρονες). Con sus palabras
hacen cesar el νεῖκος, la rencilla, dan la vuelta a los asun-
tos torcidos. Cuando los contemplas (recuperando una ex-
presión homérica) son como dioses. Quien tiene el don de
las Musas, calma el dolor, amansa el corazón, pero ade-
más el poeta (que es un servidor de las Musas -Μουσέων
θεράπων, 100) puede hacerlo con el canto que rememora
(Mnemósine) la gloria de los dioses y de los hombres de
antaño, con tal eficacia, que el ser humano deja oculto en
el olvido su dolor, como acabamos de ver. La memoria del
aedo, al rememorar lo pasado y lo eterno, neutraliza la
conciencia del dolor presente y acuciante. La audé, ahora
del aedo, despliega todo el bagaje de conocimientos que
las Musas poseen y, con él y a través de la voz meliflua,
su tranquilizador deleite.
— Invocación final. Anticipación del tema teogó-
nico-cosmogónico (104-115)
Introducción 65

Es ahora, y sólo ahora, cuando llegamos al equivalente


de los comienzos de otros poemas, a la invocación para
iniciar el canto propiamente dicha. El poeta solicita no ya
la voz dulce, sino la concesión de un canto “lleno de de-
seo” (ἱμερόεσσαν ἀοιδήν), con un contenido específico:
el sagrado linaje de los inmortales de eterna existencia. De
esta forma, el poeta anticipa lo que va a cantar, enume-
rando los temas del siguiente modo (y con repetición de
que se remonta a τὰ πρῶτα, 108, 113, εξ ἀρχῆς + πρῶτον
115):
- Enunciado más general: Dioses, con mención de la des-
cendencia de Cielo y Tierra, de la Noche y del Ponto.
- Cómo se originaron los dioses, la tierra, los ríos y el mar
(realidad física), los astros, el cielo.
- Cómo se distribuyeron los dioses la riqueza y las honras.
- Cómo habitaron el Olimpo.
- Enunciado de lo inmediato: lo primero que se generó.

Lo que llama la atención es cómo, después de la larga


introducción, ahora el poeta pasa a un segundo plano de
forma radical: toda la responsabilidad del contenido pasa
a las Musas.

B. Teogonía y Cosmogonía. La descendencia de la


Tierra (Gea) y del Cielo (Urano)
116-153: Origen del universo y primeros dioses. En-
tes primordiales
En la cosmogonía hesiódica153 los entes primordiales
son cuatro: el Vacío (Chaos154), la Tierra (Gea), el Tártaro
(en realidad, un plural neutro155, Tártara) y Eros (la pa-
sión amorosa, el impulso generador). Es un conjunto
bastante original en relación con otras cosmogonías, grie-
gas y de otra procedencia. No hay un dios creador, sino
66 Emilio Suárez de la Torre

que estos entes, literalmente, llegan a ser, se originan (el


verbo griego es γίγνομαι). De todos ellos quizá el más
problemático sea Chaos. El significado exacto de este tér-
mino careció de unanimidad ya en la Antigüedad. A Ta-
les y Ferecides se les atribuía haber sido influidos por
Hesíodo para proponer el agua como arché universal, lo
que se explicaba por la supuesta relación de cháos con
chéo, “verter”156, una relación que encontraremos repeti-
damente en los escolios157, junto a la que lo relaciona con
el aire, entendido como “aire vertido”. En el siglo V Ba-
quílides158, Eurípides159 y Aristófanes160 lo entienden
como sinónimo de “espacio entre cielo y tierra” (el “aire”,
en versión popular, ya que especifica el lugar por el que
vuelan aves), mientras que en textos algo más tardíos es
sinónimo de “mundo subterráneo”161. Un caso algo dis-
tinto es el del Ps.-Opiano, que parece entenderlo como
“garganta que se abre”162. Con una lógica que me parece
evidente, y ante el escepticismo (injustificado, pienso) de
algunos filólogos modernos, Aristóteles163 menciona este
pasaje de Hesíodo en su célebre discusión del concepto
de espacio o lugar (topos), que va seguida de la de vacío
(kenón). Del texto se desprende que, para Aristóteles,
Hesíodo comparte una opinión general sobre el concepto
de espacio y que empieza la Teogonía por la mención del
Chaos simplemente porque era necesario ubicar al resto
de los entes164. Sin embargo, observa que esta predicación
de un espacio vacío del que necesitan los entes no es fá-
cil de definir, lo que da lugar a una amplia disquisición so-
bre el mismo y a una delimitación del concepto de tópos.
A continuación, aborda el concepto de vacío, que queda
definido como un tópos en el que no hay cuerpo alguno.
Muy ilustrativa de la dificultad que para los Antiguos
tuvo el significado de Chaos es la anécdota protagonizada
por Epicuro y narrada por Sexto Empírico165, según el
Introducción 67

cual aquél le preguntó al maestro en la escuela, durante


una lectura de Hesíodo, que de dónde se había engen-
drado ese Vacío, dado que fue el primero en surgir, ante
lo cual aquél se quitó el problema arguyendo que res-
ponder a eso no era tarea suya, sino de los filósofos. Por
ello, Epicuro decidió seguir ese camino, aunque, como el
mismo Sexto Empírico señala, eso no le permitió preci-
samente aclarar este pasaje, ya que afirmaba que, si al-
guien le preguntaba por la procedencia del Chaos, se
confesaba incapaz de aclararlo.
La verdad es que ese problema no lo tuvieron sólo los
antiguos, sino que la interpretación y definición de Chaos
sigue siendo una de las cuestiones de litigio permanente
en la actualidad166. Desde luego, el problema se remonta
a que, como resume muy bien West167, el chaos hesiódico
es a la vez un espacio vacío y un generador de entidades
tenebrosas (Érebo y Noche), lo que parece implicar que
contiene alguna “sustancia” o, como señala Wacziarg168,
se diría que tiene un componente espacial y otro material.
No me parece del todo justificada la postura de quienes
defienden que este sustantivo se refiere al espacio entre
la Tierra y el Tártaro, como hacen, entre otros, Kirk169 y
West170, a pesar de que esta opinión no carece de prece-
dentes en la propia Antigüedad171. Creo que, el hecho de
que el término se repita en Teogonía 814 como (aparen-
temente) sinónimo de chasma (usado en 740) no permite
deducir que se aluda con ello a ese espacio. Para empe-
zar, Hesíodo deja muy claro que primero de todo se ge-
nera Chaos, y luego le corresponde el turno a Gaia y a
Tártaro. Tanta justificación habría para admitir que sea ese
espacio como otro entre la Tierra y el Cielo (así lo en-
tendieron los autores griegos del siglo V) o incluso alre-
dedor de todos ellos. En realidad el primigenio Chaos,
como espacio abismal tenebroso, envuelve todo y está en
68 Emilio Suárez de la Torre

sus intersticios de alguna manera, al menos en estas eta-


pas iniciales. A lo sumo habría que admitir que el espa-
cio entre la Tierra y el Tártaro es una formación residual
del antiguo Vacío abismal primigenio.
En este sentido no me parece fuera de lugar, con todas
las salvedades precisas, una referencia a las teorías sus-
tentadas por la actual cosmología y la física cuántica. Me
refiero a la aceptación de la posibilidad de que el concepto
de nada deba ser revisado en el sentido de que no sea
equivalente a no-existencia (con imposibilidad de exis-
tencia), sino a un vacío con potencialidad de que de él
surja algo. Es decir, una superación de la barrera filosó-
fica de “no puede surgir algo de la nada”. En realidad el
Chaos griego es lo más parecido al “espacio vacío” o al
“vacío” de las modernas teorías que a otra cosa172.
En cuanto a la Tierra, hay que destacar la precedencia
en la sucesión respecto a otras entidades materiales. La
presencia de Tártaro es imprescindible para las explica-
ciones subsiguientes del destino de determinadas divini-
dades hostiles, aunque la descripción presenta algún pro-
blema, provocado porque, mientras que aquí se usa la
expresión “en lo hondo de la tierra”, en la descripción de
los versos 720 a 728, el Tártaro está, en línea vertical des-
cendente, a una distancia de la tierra que Hesíodo describe
allí como la equivalente a lo que tardaría en caer un yun-
que de bronce desde la tierra, que él afirma que son
nueve días y nueve noches173. Es probable que tengamos
que entender “desde la superficie de la Tierra”, ya que,
como se ve en el verso 841 (tártara Gaíes), es descrito
como la parte inferior de aquélla. En cuanto a Eros, a pe-
sar de que podemos pensar en precedentes semíticos
dada la mención de Póthos (Anhelo, Deseo) en la cos-
mogonía que Filón de Biblos atribuye a Sancuniatón174 y
de que en algunas cosmogonías órficas también aparece,
Introducción 69

es necesario destacar la originalidad de la esta inclusión


tan temprana en una teogonía griega, como señalaré en el
comentario175.
A continuación se inicia el proceso de nacimiento de
los seres engendrados por los primeros entes. Del Vacío
surgen Érebo y Noche, y de ambos, Éter y Día. La lógica
del proceso es clara: un ente engendra el contrapuesto (y
complementario) y de la unión de ambos surge un tercero.
A su vez, por partenogénesis la Tierra engendra al Cielo,
los Montes y el Mar. De Tierra y Cielo nacen los Titanes
y las Titánides176, los Cíclopes y los Centímanos177.
154-210: Castración de Cielo
La separación de Cielo y Tierra se describe en térmi-
nos de conflicto sucesorio, pero a instancias precisamente
de Tierra, quien hace referencia a la conducta violenta de
Cielo, el cual no permite que los hijos salgan del seno de
Tierra, lo que provoca su opresión. Crono amputa los ge-
nitales del Cielo con la hoz creada por su madre. Al ser
arrojados, fecundan con sus gotas a la Tierra y dan lugar
a las Erinias, a los Gigantes y a las ninfas Melias (“de los
fresnos”). Al caer al mar, surge de la espuma provocada la
Diosa Afrodita, a cuyo cortejo se unen Eros y Deseo.
Hesíodo se aparta así radicalmente de la genealogía de
Afrodita por parte de Homero, quien la hace hija de Zeus
y de la divinidad Dione178 (Il. 5, 370-371), una deidad que
sólo recibía culto en el santuario oracular de Dodona.
211-232: Descendencia de la Noche
Se trata de una descendencia que no sólo corresponde
al mundo propiamente nocturno, sino que incluye, en ge-
neral, la mayor parte de las calamidades y aspectos nega-
tivos de la vida humana. En este conjunto resalta la figura
de las Hespérides (215), guardianas de las manzanas de oro
70 Emilio Suárez de la Torre

y que no responden en principio a ninguna característica


negativa, sino que su relación con la Noche se debe a su
propio nombre, emparentado con el latín vesper, es decir,
por su ubicación en el ocaso. Es un papel muy distinto del
que tiene la Noche en las cosmogonías órficas, en las que
es un ente primordial con un papel muy relevante179.
233-336: Descendencia de Ponto (y de la Tierra)
Si la descendencia de la Tierra es importante, no lo es
menos la del Mar (en algunos casos, unido a aquélla),
tanto en cuanto a la generación de seres positivos como
de diversas criaturas monstruosas. Como vengo seña-
lando, ningún aspecto de la realidad física o del imagi-
nario griego y de su cultura queda fuera del poema he-
siódico, que plantea realmente el comienzo de todo. De
él proceden Nereo, Taumante, Forcis, Ceto y Euribia (los
cuatro últimos engendrados con la Tierra). De especial
importancia en la mitología griega será el linaje de For-
cis y Ceto, ya que, a través de las Greas y, sobre todo, las
Górgonas, además de la descendencia de la oceánide Ca-
lírroe, llegamos al nivel de los más importantes monstruos
a los que se enfrentarán los héroes y los mismos dioses.
Me refiero a Equidna, Geriones, Orto, Cérbero, la Hidra
de Lerna o la Quimera.
337-370: Descendencia de Océano y Tetis
Esta pareja de titanes, que Homero era la primordial,
queda aquí supeditada a su descendencia de la Tierra y
del Cielo. Una vez más, como sucedía con la primera
descendencia de la Tierra, se trata de una teogonía que en
realidad personifica en parte el surgimiento de la reali-
dad física. De modo que de ellos proceden los ríos,
aparte de las aquí llamadas “Muchachas”, las ninfas que
en realidad son las Oceánides, de las que aquí se hace una
Introducción 71

selección, dado que, según afirma Hesíodo, su número


llega a tres mil.
371-403: Descendencia de las parejas Tía – Hiperión
y Crío-Euribia
Ahora la teogonía se desplaza al espacio astral. De Hi-
perión180 surgen el Sol, la Luna y la Aurora. Luego la des-
cendencia se diversifica entre realidades físicas y poten-
cias. De la otra pareja de titanes nacen Astreo Palante y
Perses (padre de la diosa Hécate). El primero, con la Au-
rora, engendra a los vientos (aquí se mencionan tres) y al
Heósforo o “portador de la Aurora”, que he vertido con la
perífrasis de “Lucero del Alba”. De la Palante y la Éstige
surgen entidades que representan el poder y la fuerza, que
vemos vincularse a Zeus. El poeta se detiene en el trato es-
pecial que éste concede a Éstige, con la explicación de la
modalidad de juramento de los dioses, que se vincula con
la adhesión de su descendencia al dios supremo.
404-452: Descendencia de Ceo y Febe. Nacimiento y
poderes de Hécate
Este conjunto nos acerca al mundo de Apolo. En
efecto, de Ceo y Febe nace la madre de Apolo, Leto,
mientras que de Asteria y Perses nace Hécate, una divi-
nidad cuyo nombre aparentemente coincide con diversos
epítetos de Apolo y que, como vemos, no tiene aquí nada
de la diosa de la magia, evolución posterior a la compo-
sición de este poema. Hesíodo dedica una extensión no-
table en describir los poderes de esta diosa, que concibe
como sustancial para la vida de los hombres y de todas sus
actividades181.
453-506: Nacimiento de Zeus
Llegamos así a la descendencia de Crono y Rea, lo que
hace que el nacimiento de Zeus venga a ocupar la parte
72 Emilio Suárez de la Torre

central del poema (en su extensión actual). Rea, siguiendo


las instrucciones de sus padres (Cielo y Tierra) da a luz
en Creta, oculta a Zeus y entrega a Crono una piedra en-
vuelta en pañales. Crono acabará vomitando a todos los
hijos que había ido engullendo. Primero vomitará la pie-
dra, que Zeus colocará en Delfos (una explicación de un
enigmático monumento local).
507-616: Descendencia de Jápeto. Prometeo. Crea-
ción de la mujer
La descendencia de Jápeto y Clímene es sin duda la de
mayor repercusión mitológica. De sus tres hijos, Menecio,
Prometeo y Epimeteo, el primero es totalmente oscuro y
no protagoniza ningún relato. Por el contrario, Prometeo
dará lugar a múltiples derivaciones y reinterpretaciones en
la literatura universal. Este pasaje tiene una particular
densidad mitológica, con numerosos relatos de carácter
etiológico: el robo del fuego por Prometeo, su castigo, su
liberación por Heracles, la creación de Pandora y sus con-
secuencias.

C) Hacia la victoria de Zeus


617-728: Titanomaquia y castigo de los vencidos
En los versos siguientes veremos las iniciativas de
Zeus para conquistar el poder absoluto. Para ello tiene
que enfrentarse en primer lugar a los Titanes. Con este
fin convertirá en aliados suyos a los poderosos Centí-
manos, que habían sido enviados a las profundidades por
Cielo. Ellos lo alaban como liberador y comienza la
larga y terrible lucha. El poeta se detiene en ella con toda
clase de detalles. Es una especie de concesión al estilo
épico narrativo en un momento decisivo de la consoli-
dación del nuevo orden.
Introducción 73

729-819: Descripción del inframundo


Ahora serán los Titanes los que queden relegados a las
profundidades. Ello le da pie al poeta para hacer una
pausa en la descripción bélica y concentrarse en la des-
cripción de todo ese mundo. Es una descripción en la que
la geografía mítica adquiere especial complejidad. Por
una parte, el poeta describe los lugares donde coincide el
curso de la Noche y del Día; por otra, se detiene en la des-
cripción del paisaje subterráneo y del mundo de Hades,
en el papel de Iris y en las aguas subterráneas, con insis-
tencia en el papel de la Éstige.
820-880: Tifoeo (Tifón)
Tras la pausa descriptiva, el poeta pasa a narrar la aris-
teia definitiva de Zeus. Son sesenta versos en que el
duelo definitivo es descrito con toda clase de detalles, ex-
tremando los recursos de la narrativa épica tradicional,
con el fin de engrandecer la victoria total de Zeus182.

D. Zeus, dios supremo. Descendencia y mundo he-


roico
881-1020: Hegemonía de Zeus. Linajes divinos y he-
roicos
Zeus queda como rey absoluto de los dioses. Entonces
comienza la descripción de las primeras uniones divinas
de Zeus y de su descendencia. Dado que he tratado an-
tes183 con más detalle la cuestión del problemático final
de Teogonía, me limito aquí a una descripción de lo con-
servado como conjunto. La primera diosa a la que se une
es Metis, con la que engendra a Atenea, aunque la gesta-
ción se culminará en el cuerpo de Zeus, ante la amenaza
de que la descendencia pusiera en peligro su poder regio.
Sigue luego la unión con Temis (con la descendencia de
74 Emilio Suárez de la Torre

Horas y Moiras), Eurínome (Gracias), Deméter, Mne-


mósine, Leto y Hera184, y luego las uniones de otros dio-
ses con diosas y de unos y otras con mortales, con la con-
siguiente descendencia heroica.

3.2 Lengua y métrica. La Teogonía como texto poé-


tico185
Debido a su variedad de contenidos, los poemas he-
siódicos ofrecen un interesante panorama de las posibi-
lidades que ofrecía la composición en hexámetros dac-
tílicos de la épica arcaica, con una notable combinación
de regularidad y flexibilidad. La regularidad se debe a
que estamos ante una larga tradición poética en la que se
han consolidado usos lingüísticos que afectan a todos los
niveles: elecciones dialectales, fijación de fórmulas, es-
tructuras narrativas, etc. La flexibilidad obedece a la ca-
pacidad de los poetas de adaptarse a contenidos argu-
mentales muy diversos: épica bélica, aventuras de héroes,
contenidos didácticos, reflexiones morales y, en cuanto a
la cuestión meramente dialectal, posibilidades de adap-
tación, siquiera reducidas, a entornos variados de difusión
del canto. En este sentido conviene hacer hincapié en la
naturaleza artificial de la lengua épica (en cuanto a su dis-
crepancia con los registros coetáneos contemporáneos) y
a la acumulación en sus versos de formas no sólo diver-
sas en cuanto al origen dialectal, sino también en cuanto
a su cronología.
En el nivel estrictamente dialectal la lengua de
Hesíodo no es sustancialmente diferente de la lengua ho-
mérica, y menos aún en el caso de Teogonía, dado su con-
tenido. Ni las antiguas propuestas que postulaban una
composición originaria de los poemas en dialectos dis-
tintos del jonio (dorio para Teogonía o eolio para TD186)
ni las más recientes, tendentes a ver en la poesía hesiódica
Introducción 75

una tradición distinta de la compartida con Homero, de


naturaleza continental-noroccidental187, resultan convin-
centes, especialmente por el hecho de que el peso de la
tradición jonia en un nivel estrictamente dialectal es abru-
mador y, sobre todo, porque hay numerosas formas jóni-
cas irreductibles a la supuesta forma dialectal alterna-
tiva188. Más aún, da la impresión de que los componentes
jónicos superan el nivel incluso de los poemas homéricos.
Ello no impide que, por la extensión de esta tradición en
un territorio continental (lo que es algo muy distinto de
un origen en este entorno) se hayan adoptado algunos ras-
gos dialectales no homéricos, probablemente por inter-
ferencia con tradiciones poéticas alternativas no necesa-
riamente épicas. Existe algún rasgo relacionable con el
dialecto beocio189, aunque más bien estamos, como ob-
serva Cassio, ante escasos ejemplos aislados de “Boeo-
tianism in disguise”190. Otros rasgos que se han utilizado
para la defensa de la poesía continental o bien son ar-
caísmos compartidos por varios dialectos (y, en cual-
quier caso, reducidos a expresiones muy concretas191),
compatibles con innovaciones sin necesidad de regulari-
zar el texto, o bien son alternativas de más reciente data-
ción (como los acusativos plurales breves en -ος y -ας ).
El único rasgo dialectal claro común a dialectos dorios y
del noroeste es el numeral τέτορα192, frecuente en ins-
cripciones délficas193. Aparece en TD en una expresión
que recoge un precepto de sabiduría popular194 local que
puede haberse adoptado sin modificación por la imposi-
bilidad de adaptación jónica. Esto nos lleva a una cues-
tión con una larga historia en el estudio de Hesíodo, que
es la de la posible relación de su poesía con una hipoté-
tica tradición local délfica, cuyo testimonio visible serían
los oráculos versificados conservados. En su edición de
1841 Göttling195 afirmaba que lo que él llamaba la “schola
76 Emilio Suárez de la Torre

didactica” délfica suum (sc. Hesiodi) ingenium … con-


formasse. En concreto, después de mencionar los orácu-
los conservados (oracula sacerdotum) como producto de
esta tradición local, enumera las coincidencias léxicas en
diversas designaciones alternativas (del tipo ὀρεμπόται,
“bebemontañas” = “ríos”) con el recurso poético del ken-
ning frecuente en Hesíodo (ἀνόστεος, “sin hueso” =
“pulpo” TD 524). Esta propuesta ha sido utilizada o bien
para ver en ella la justificación de los elementos dialec-
tales noroccidentales en Hesíodo o, incluso, para apoyar
la teoría de la tradición épica continental diversa de la ho-
mérica. Otra consecuencia de este planteamiento es la que
afecta a la aceptación de una poesía propiamente délfica,
que habría dejado sus huellas en la épica homérica y en
Hesíodo196. Si sometemos a un análisis riguroso los orá-
culos ‘délficos’ conservados el resultado no apunta en esta
dirección, sino en la contraria. Es decir, no se entienden
sin la existencia de una tradición de composición hexa-
métrica más antigua, de la que los oráculos délficos son
dependientes197. La supuesta poesía délfica no se puede
reconstruir con los ejemplos que conservamos. Las pe-
culiaridades de léxico que acabo de mencionar son pa-
trimonio de la poesía griega en general y, a lo sumo, han
podido concentrarse como peculiaridad en tradiciones
délficas que, secundariamente, se han esforzado por ha-
cer del santuario el centro de todas las tradiciones sa-
pienciales y de su vehículo de transmisión. Ejemplos
como el culto délfico de las Musas198 y las leyendas so-
bre poetisas locales inventoras del hexámetro recogidas
por Pausanias199 son parte de lo que digo.
Frente a ello, es necesario insistir en el gran peso de la
lengua de tradición jonia en Hesíodo. Por otra parte, tal
como he señalado más arriba a propósito de la adopción
de motivos orientales, esa tradición jónica no se entiende
Introducción 77

bien sin el peso de Eubea y su papel en las fases antiguas


de la composición oral. Esto es patente en el caso de
Hesíodo, en el que la vinculación euboica resulta inne-
gable. El vocabulario poético del poeta de Ascra es ma-
yoritariamente homérico. Difiere más, como es lógico, en
TD (278 palabras no homéricas), mientras que en T la ci-
fra se reduce (151)200. En lo que se refiere a fórmulas, no
llega a una treintena aquellas que están en Hesíodo y no
en Homero201. En cuanto a la métrica, estamos ante un he-
xámetro dactílico prácticamente idéntico al homérico,
tanto en las frecuencias estadísticas de dáctilos y espon-
deos o de cesuras como en el tratamiento de fenómenos
fonéticos y prosódicos (hiatos, alargamientos, tratamien-
tos de grupos consonánticos o de digamma, etc.)202.
Junto a estos aspectos formales, es necesario hacer hin-
capié en las cualidades poéticas de T, que pueden quedar
en un segundo plano por insistir en aspectos de carácter
técnico. Este poema tiene un valor incalculable como
testimonio de una orientación de la poesía arcaica de la
que es nuestro único modelo completo. Los valores del
poema son de índole estructural203, estilístico204 y meta-
poético205, entre otros. Esas cualidades están puestas al
servicio de la primera sistematización cosmogónica, teo-
gónica y genealógico-heroica que conservamos en la
poesía occidental. La organización de los temas, el re-
curso a una estudiada combinación de epítetos y expre-
siones de máxima eficacia, los símiles y descripciones, el
dominio de las técnicas enumerativas (quizá lo menos va-
lorable para un lector actual) y la reflexión sobre el valor
y función de la propia actividad poética, todo ello, con-
virtió justamente a este poema (junto con el resto de la
producción poética atribuido a Hesíodo) en una referen-
cia fundamental para la transmisión de creencias, relatos
78 Emilio Suárez de la Torre

y principios morales que impregnaron durante siglos la


cultura de los griegos.

3.3 Observaciones sobre la consideración de Hesíodo


en la Antigüedad
Con independencia de cuándo fueron puestos por es-
crito por primera vez206, todas las obras atribuidas a
Hesíodo conocieron una extensa difusión en la Grecia an-
tigua207. Además, en esa fase antigua la principal propa-
gación de los poemas hesiódicos se hizo de forma oral, ya
que, al constituirse con Homero en un paradigma poético
panhelénico, dichos poemas se incorporaron al repertorio
de los rapsodos durante mucho tiempo208. De todas for-
mas, la anécdota citada más arriba, acerca de lo que sus
propios compatriotas consideraban genuino, pone de re-
lieve el mayor peso de TD desde muy pronto, algo que es
confirmado por el número de referencias y citas a lo
largo de la Antigüedad209. Sin embargo, desde fecha an-
tigua hay también referencias a T en los más diversos au-
tores, muy especialmente entre los filósofos210, tanto para
alabar sus opiniones como para criticarlas. Mientras que
las alusiones o citas más antiguas, como las de Jenófa-
nes211 o Heráclito212, son de carácter negativo y de cen-
sura, en general Hesíodo pasa a ser un referente positivo
en épocas posteriores, alcanzando su auge en la orienta-
ción alegórica que tiene su culminación entre los neo-
platónicos213. El caso de Platón es interesante, dado que,
ante la desconfianza que se refleja en los diálogos acerca
del valor educativo de determinados tipos de poesía, ca-
bría esperar una actitud poco favorable hacia el de Ascra.
De las 41 referencias a Hesíodo en Platón, muy pocas
(sólo media docena) son para desautorizarlo214, aunque la
Teogonía, menos mencionada por Platón que TD (poco
mas de nueve citas) sí es discutida en algún pasaje noto-
Introducción 79

rio215. De suerte que el variado retrato que surge de


Hesíodo en Platón es el de “un autor de relatos pernicio-
sos moralmente, un pensador cosmológico sin valor, un
hombre de sabiduría envidiable y un ciudadano decente
y cabal”216. Por su parte, Aristóteles, aunque no considere
a Hesíodo un pensador profundo, sí dejará testimonio de
la consideración que le merece al menos en la razonable
lógica de su relato cosmogónico, como ya hemos visto217.
Sin embargo, la mayor reivindicación de Hesíodo se pro-
ducirá a partir de la época helenística, sobre todo entre los
estoicos (Crates, Zenón)218, con un gran auge entre los
neoplatónicos, por la orientación alegórica de algunas de
sus propuestas219.
Dejando a un lado la cuestión filosófica, la valoración
de Hesíodo encuentra una aprobación mucho mayor, in-
cluso dentro de las escuelas filosóficas en las que se dio
actividad filológica (además de estoicos y neoplatónicos),
aunque el mayor influjo, en Grecia, Roma y la posteridad,
corresponda a TD. Sus menciones suelen ser inseparables
de las de Homero, respecto al cual parece estar siempre
en un segundo plano, aunque ya hemos visto, a propósito
del Certamen y de Alcidamante, que esta tendencia no fue
en absoluto unánime. De especial importancia fue la
atención que se prestó a Hesíodo en la escuela aristotélica.
Sin embargo, como sucedió con otros autores, la preocu-
pación más rigurosa desde el punto de vista filológico
aparece en Alejandría220. Zenódoto, Apolonio de Rodas,
Aristófanes de Bizancio y Aristarco editaron y comenta-
ron a Hesíodo. También fue objeto de exégesis por el gra-
mático Dionisio Tracio. Es éste un momento decisivo para
la conservación y difusión de unos poemas que serán
abundantemente citados en Roma, desde Cicerón221, so-
bre todo en época imperial, y tanto por autores romanos
como griegos.
80 Emilio Suárez de la Torre

3.4 Transmisión del texto


En cuanto a los testimonios directos de esa difusión
del texto de T, hay que decir que los fragmentos de co-
pias en papiro (en rollo o códice) pertenecientes a los si-
glos I al VI d. C. no son quizá muy abundantes, pero sí
decisivos para algunos pasajes. Su datación nos lleva a
un nivel cronológico muy antiguo en la ecdótica hesió-
dica y algunas de sus lecturas han cambiado radical-
mente la edición de este poema. En cuanto a la trans-
misión en época medieval y moderna, los códices en los
que se conserva T son poco más de 70 (frente a los 260
de TD).
3.4.1 Papiros (sólo menciono aquellos que aparecen
en la selección del aparato crítico)
Π1 P. Oxy. 2090, II d. C., ed. Hundt, The
Oxyrhynchus Papyri XVII (1927) 119 (Th. 1-7,
28-52, 148-154).
Π2 P. Cair. 47269, II/III d. C., ed. Edgar, Annales
du Service XXVI (1926) 205-206 (Th. 1-51).
Π3 P. Achmîm 2 = Paris. Suppl. gr. 1099, códice,
siglos IV-V (Th. 75-106, 108-145).
Π5 P. Vindob. G 19815, códice, siglo IV (Th. 626-
40, 658-73, 777-83, 811-17, 838-40, 845-49,
871-2, 879-81).
Π6 P. Ryl. 54, siglo I a. o d. C. (Th. 643-56).
Π13 P.S.I. 1191 + P. Oxy. 2639, siglos II/III (Th. 57-
75, 84-96, 566-92, 628-42, 652-64, 866-76,
913-32, 1016-20).
Π14 P. Heidelb. 204, siglo II d. C. (Th. 606-13).
Π25 P. Oxy. 2644, códice, siglos V/VI (Th. 421-23,
456-81)
Introducción 81

Π28 P. Oxy. 2647, códice, siglo III (Th. 680-9, 735


(?)-46.
Π29 P. Oxy. 2648, siglos II/III (Th. 681-94, 751-
71).
3.4.2 Relación de códices y familias que contienen la
Teogonía y datación
(a) Códices conservados
B Paris. suppl. gr. 663 siglo XI
P Paris. suppl. gr. 679 siglo XII
V Laur. conv. soppr. 15 siglo XIV
W Panormitanus 2Qq-A-75 siglo XV
X Paris. suppl. gr. 652 siglo XV
S Laur. 32.16 1280
Q Vat. gr. 915 ca. 1300
L Laur. conv. soppr. 158 siglo XIV
Tr Marcianus 464 (762) 1316-19
K Ravennas 120 siglo XIV
U Matritensis 4607 siglo XV
Z Mutinensis αT9. 14 siglo XV
(b) Grupos y arquetipos
n Marcianus IX 6 (1006) siglo XIV
Salmanticensis 243 siglo XV
v V, W, X
m Paris. Gr. 2763 siglo XV
Paris. Gr. 2833 siglo XV
Vratislav. Rehd. 35 siglo XV
Mosqu. 469 (olim 404) siglo XV
u U
Ambros. D 529 inf. siglo XV
Vat. gr. 2185 siglo XV
82 Emilio Suárez de la Torre

a nyv
b Lym
k Kyu
3.4.3 Principales ediciones222
MANUTIUS, Aldus, Venezia 1495 (editio princeps).
STEPHANUS, H., Poetae Graeci principis heroici carminis,
Paris 1566.
*WOLF, F.A., Theogonia Hesiodea, Halle 1783.
*GOETTLING, K. Hesiodi carmina, Gottha/Erfurdt 1831.
*VAN LENNEP, D. J., Hesiodi Theogonia, Amsterdam 1843.
*WELCKER, F.G., Die hesiodische Theogonie, Elberfeld
1865.
*SCHOEMAN, G. F., Die hesiodische Theogonie, Berlin,
Weidmann, 1868.
*RZACH, A., Hesiodus. Carmina, editio maior Leipzig
1902, editio minor Leipzig 1902, 19082, 19133, reimpr.
Suttgart 1958).
*ALY, W., Hesiods Theogonie mit Einleitung und kurzem
Kommentar versehen, Heidelberg 1913.
*EVELYN-WHITE, H., Hesiod, The Homeric Hymns and
Homerica, Cambridge, Mass., London 1914.
*MAZON, P., Hésiode: Théogonie, Les Travaux et les
Jours, Le Bouclier, Paris 1928, 19605).
*JACOBY, F., Hesiodi Carmina. Pars I: Theogonia, Berlin
1930.
*WEST, M. L., Hesiod. Theogony (edited with Prole-
gomena and Commentary), Oxford 1966 (reimpr.
1997).
*SOLMSEN, F. - MERKELBACH, R. - WEST, M.L., Hesiodi
Theogonia Opera et Dies Scutum: Fragmenta Selecta,
Oxford 1970.
*ARRIGHETTI, G., Esiodo. Opere, Torino 1998.
Introducción 83

*MOST, G.W., Hesiod, I: Theogony, Works and Days,


Testimonia, Cambridge, Mass., London 2006.
FERNÁNDEZ DELGADO, J.A., Hesíodo, Madrid, Alma Ma-
ter (en prensa).
3.4.4 Escolios223
FLACH, H., Glossen und Scholien zur hesiodischen Theo-
gonie, mit Prolegomena, Berlin, 1876.
DI GREGORIO, L., Scholia vetera in Hesiodi Theogoniam,
Milano 1975.

3.5. Elecciones textuales de la presente edición


28 γηρύσασθαι Π1 Π2n γρ. L2 ex Σ : μυθήσασθαι Kn
31 δρέψασαι Π1 a : δρέψασθαι KVΣΔ Aristides μοι αὐδὴν
Π1 Π2 a Aristid. : μοι ἀοιδὴν Κ (sscr. αυ), Aristid. cod.
unus : μ’ἀοιδὴν Rzach.
32 θέσπιν Goettling : θείην aK : θεσπεσίην Aristid.
38 εἴρουσαι Σac : εἰρεῦσαι aK Hsch. ΣTz
48 †λήγουσαι† codd. (contra metrum) : λήγουσι Π1 S,
probante Most (sed “without conviction”)
74 ὁμῶς codd. teste Theophrasto : νόμους con. van
Lennep, probante West.
81 τιμήσωσι Π3pc Spc D. Chr. 2.24 (variant codd. Stob.
4.7.12); τιμήσουσι Π3ac Aristid. 45 (2.131.26 Dind.)
Them. 9.122a, 31. 355c
83 ἐέρσην Π3Σ Them : ἀοιδήν a Aristid., Stob.
111 (= 46) om. Π3 B Theophilus, Hippolytus
243 Πρωθώ Δ : Πρωτώ codd.
258 Πουλυνόη Muetzell : Πουλυνόμη codd. (Σrec)
321 τῆς δ’ ἦν ab Herodianus gramm. 2. 950. 14.21 L. et
al., Herodianus rhetor de fig. 3.100. 30 Sp.: τῆς δ’ αὖ
kS : τῆς ἦν West Most.
84 Emilio Suárez de la Torre

346 θυγατέρων : Κουράων West


362 δ’ codd. : ἄρ’ West, Most
379 ἀργεστὴν Jacoby : ἀργέστην codd.
427 γεράων Van Lennep : γέρ]ας Π25 ak
435 ἀεθλεύωσ’ ἐν ἀγῶνι West Most : ἐν ἀγῶνι
ἀεθλεύωσι(ν) b : αγωνι α[ Π25 : ἀγ. ἀ(ε)θλ. kS(a)
445 τ᾽ ἀγέλας codd. : δὲ βοῶν West
486 προτέρων West : προτέρῳ codd.
487 ἐγκάτ(έ)θετο bQ : ἐσκάτθετο Bak (-θεο n); vid. Gar-
cía Ramón (1976a, b), Cassio (2009: 190).
493 ἐπιπλομένου δ’ ἐνιαυτοῦ BkΣ : ἐπιπλομένων δ’
ἐνιαυτῶν a.
497 ἐξήμησε abBS : ἐξήμεσε k : ἐξήμεσσε corr. Hermann,
Passow.
518 πρόπαρ codd. : πρόπαρ’ Sittl, West, Most.
538 τῷ codd. : τοῖς Byz. Schoemann : τῇ Guyet
540 τῷ codd. : τῇ Guyet : τοῖς West
562 δόλου cett. : χόλου Sac
583 επι πασιν αητο Π13 : ἐπιλάμπετο πολλή ak
591 om. Par. 2833, damn Schoemann ὀλώιον codd. :
ὀλοίιον Nauck
606 ζωὴν Π14 Stobaeus : κτῆσιν abS
610 ἔμμεναι codd., Σ : corr. Wopkens
635 μα]χην Π5 au : μάχη||| Κ : χόλον : πόνον -ν ἄχη
Wieseler
647 κα[ Π6 (κάρτευς) : κράτεος codd. : κάρτευς West.
661 ]φρονι θυμω[ Π13, πρόφρονι θυμῷ West : ἐπίφρονι
βουλῇ codd.
694 περὶ West : πυρὶ Π29 Σ codd.
710 κάρτος . . .ἔργων Π19 codd. : κάρτευς . . . ἔργον West,
Most
Introducción 85

734-745 accepi : secl. West


742 θυέλλης Wakefield : θυέλλῃ Π28 codd.
781 ἀγγελίη Π5? a Δ : ἀγγελίην Scorial. Φ III 16 :
ἀγγελίης U2 Vat. 2185m2 : ἀγγελίῃς Stephanus :
ἀγγελίῃ Guyet probante Most
805 εἶρας ἐς Hermann : εἰρέας codd. : εἴραις Ruhnken
826 ἐκ δέ οἱ ὄσσων fere codd. : ἐν δέ οἱ ὄσσε Byz West
860 ἀϊδνῆς vel -ῇς Π12 akΣ Etym. : Ἀϊδνῆς Wilamowitz :
ἀϊτνῆς anon. in ed. Iunt exempl. Bodl. (Byw. O. 2. 10) :
Αἴτνης Tz. v.l. qui Aetnam utique intellexit.
900 δή οἱ φράσσαιτο codd. : οἱ συμφράσσαιτο Chrys
West Most.
991 μύχιον Aristarchus : νύχιον ak

3.6 Traducciones anteriores a lenguas hispánicas224.


La presente traducción
SEGALÁ Y ESTALELLA, L., La Teogonía, Tipografía La
Académica, 1908-1909 (Barcelona, Teorema, 19862).
La traducción es fiel, pero excesivamente recargada y
retórica a veces. Escasas notas.
SEGALÁ Y ESTALELLA, L., Hesíodo. La Teogonía (bilin-
güe).
PÉREZ JIMÉNEZ, A., Hesíodo, Teogonía, Trabajos y Días,
Barcelona, Planeta, 1975 (19952). Buena traducción,
con comentario documentado, que sirve de base a la
parte correspondiente de la obra citada a continuación.
PÉREZ JIMÉNEZ, A. - MARTÍNEZ DÍEZ, A., Hesíodo. Obras
y Fragmentos, Madrid, Gredos, 1978 (varias reim-
presiones). Primera traducción completa del poeta de
Ascra, con rigor y bien documentada.
86 Emilio Suárez de la Torre

VIANELLO DE CÓRDOBA, P., Hesíodo. Teogonía, México,


UNAM, 1986. Traducción en general correcta, con
buen estudio introductorio.
CORBERA LLOVERA, Mº A., Poemas hesiódicos, Torrejón
de Ardoz, Akal, 1990. Muy útil introducción, con tra-
ducción correcta.
CASTELLANOS I VILA, J., Hesíode. Teogonia. Els treballs
i els dies, Barcelona, La Magrana, 1999. Fiel traduc-
ción al catalán, con breve introducción.
MARTÍN SÁNCHEZ, A. Y Mª A., Hesíodo. Teogonía. Tra-
bajos y días. Escudo, Madrid, Alianza Editorial, 2000.
Fiel traducción, con buena introducción sobre los as-
pectos fundamentales.
CUARTERO IBORRA, F.J., Hesíode. Teogonia, Barcelona,
Adesiara, 2012. Buena traducción al catalán, con in-
troducción y abundantes notas.

Esta selección da cuenta suficiente del interés susci-


tado por Hesíodo en España e Hispanoamérica. También
del nivel de los Estudios Clásicos en el mismo ámbito
geográfico, como lo refleja la calidad de las traducciones
y lo equilibrado y documentado de las introducciones y
notas. Espero que la traducción presentada, en la que he
buscado una fiel acomodación de lo vertido al verso ori-
ginal, no desmerezca de las anteriores y pueda incluso
aportar alguna novedad. En la introducción, aunque no era
posible evitar algunos puntos comunes, he procurado
destacar algunos aspectos que considero sustanciales,
quizá con detrimento de cuestiones sobre las que hay con-
senso y datos suficientes en las obras citadas. En cierto
modo he tenido la osadía de dar cierta impronta personal
al conjunto. En las notas, me he limitado a aspectos muy
concretos y en absoluto he perseguido la exhaustividad.
Notas
1
Algo evidente, aunque no siempre tenido en cuenta.
2
Al menos, de los comienzos que podemos conocer, por ha-
berse conservado por escrito.
3
Este latinismo se corresponde con el griego etýmoisin ho-
moîa, aunque en la traducción del verso he preferido ser más
explícito y subrayar no sólo su “semejanza”, sino incluso su
equiparación e igualdad a lo llamado “verdadero”.
4
Cf. Heiden (2007).
5
Calame (1991). Véase en contra: Casadio (2009) y Fowler
(2009).
6
Hablo, claro está, de los elementos (al menos formales: me-
táforas, fórmulas) compartidos con otros pueblos indoeuro-
peos, así como de ciertas actitudes en la consideración del
poeta y de la poesía. Véase, por ejemplo, Campanile (1977)
y West (2007). Para la cuestión de la mitología indoeuropea,
además de la obra citada aquí de West, véase Nagy (1991) y
Woodard (2007).
7
Nilsson (1932). El autor venía a establecer una equivalencia
entre la importancia de los vestigios micénicos y las sagas lo-
cales.
8
Ya el clásico libro de Desborough (1972) contribuyó mucho
a esclarecer el panorama, que arqueólogos e historiadores si-
guen clarificando. Entre la abundante bibliografía véase,
por ejemplo, Osborne (1998), Thomas-Conant (1999), Snod-
grass 2000, Whitley (2003). Para la cuestión del contacto con
otras culturas, véase las referencias citadas infra en n. 12.
9
El siglo VIII a. C. sigue considerándose esencial para esta in-
troducción, aunque la polémica principal gira en torno al al-
cance que en la sociedad griega y, sobre todo, en la difusión
de la literatura pudo tener. Para una discusión actualizada de
esta cuestión véase Signes (2009). Del mismo autor, con re-
ferencia a la relación escritura-literatura, véase Signes (2004),
con una defensa tajante de la puesta por escrito de los poe-
mas homéricos no antes del siglo VI a. C. que, en mi opinión,
sólo es admisible en el sentido de que fue la que marcó la
evolución siguiente del texto homérico.
88 Emilio Suárez de la Torre
10
Vernant (1974), Detienne (1981), Bermejo-González-Rebo-
reda (1996), Suárez de la Torre (2010).
11
Claro que puede haber intermediarios, cuando se ha con-
vertido en una mera técnica, pero aún así hacen falta ele-
mentos de cultura compatibles: pienso en la introducción del
alfabeto en el mundo itálico.
12
Nombres importantes en esta ruta son los de Forrer (1936),
Barnett (1945), Güterbock (1948), Walcot (1966), Astour
(19672), Burkert (1984, 1987, 2002, 2004), Bernabé (1989,
1995), Mondi (1990), Penglase (1994), Duchemin (1995),
West (1997), Finkelberg (2005), Woodard (2007), Rutherford
(2009), López Ruiz (2010), van Dongen (2011). El exceso
más notable es el protagonizado por Bernal (1987, 1991,
2006) en una comprensible reacción contra el “indoeuro-
peísmo” exagerado que, lamentablemente, está empañada
por su falta de objetividad, metodología insostenible y erro-
res notables.
13
Cf., por ejemplo, Gentili-Giannini (1977). Para una revisión
de las diferentes teoría sobre el hexámetro, véase Macía
Aparicio (1992).
14
Sin entrar ahora en el tratamiento detallado de esta cuestión,
basta con tener en cuenta dos datos. Primero, la inscripción
de la llamada “copa de Néstor”, hallada en la isla de Isquia
(de colonización euboica) y fechada a fines del siglo VIII a.
C., es uno de los primeros testimonios de la escritura en Gre-
cia y está compuesta por una primera línea de estuctura
yámbica, seguida de dos hexámetros perfectos. Segundo, la
poesía de Arquíloco, en una datación que roza y casi se su-
perpone con la fase de consolidación de poemas de Homero
y Hesíodo (pleno siglo VII), registra numerosas variedades
que, a pesar de lo que dicen algunas fuentes antiguas, no es
posible que sean “invención” del poeta.
15
Il. 9, 188-189.
16
Il. 24 720 ss.
17
Od. 1, 325; 336 ss. (Femio); 3, 267 ss. (el aedo de Agame-
nón); 4, 17 (el de Menelao); 8, 43 ss. ; 253 ss.; 471 ss. (De-
módoco); 9, 3 ss.; 11, 368; 13, 9; 13, 27 (Demódoco); 16,
Introducción 89

252; 17, 358; 385; 518; 22, 330 ss. (Femio); 23, 133;143; 24,
439.
18
Od. 1, 350-351.
19
Con referencia al entorno físico de la residencia del basileús
o rey local, sin pensar necesariamente en los grandes com-
plejos palaciegos micénicos, sino en las comunidades dis-
persas locales de los períodos subsiguientes.
20
TD. 646-62
21
Buena información de los Himnos homéricos puede verse en
los trabajos de Torres Guerra (2000, 2005).
22
Así acertadamente Kirk (1960: 64).
23
Véase Suárez de la Torre (2005), con referencias.
24
Remito a Danek (1998) y mi reseña en Suárez de la Torre
(1999).
25
Remito a la completísima edición de Bernabé (2004).
26
Véanse las observaciones de Fränkel (1992: 106-115).
27
En el sentido de que podría haber una tradición en la que se
inscribe el poema.
28
En adelante utilizaré las siguientes abreviaturas, T, TD, C
para las obras mencionadas con más frecuencia.
29
Puede verse un reciente estado de la cuestión de los diferentes
relatos compartidos por Grecia y las culturas orientales en
Rutherford (2009). Ahora me limitaré al mito de la sucesión
divina, pero Rutherford analiza igualmente las relaciones del
mito de las razas o edades (Trabajos y días) y el desarrollo
de la literatura didáctica como parte de esa amplia koiné cul-
tural. Desde la publicación de los textos hititas, este tema ha
incidido en la polémica sobre la importancia de los rasgos in-
doeuropeos y los orientalizantes en la poesía arcaica y, en ge-
neral, en la cultura griega, aunque debe señalarse que el
peso se ha inclinado de modo patente del lado ‘oriental’. No
obstante, véase Briquel (1980) para el trasfondo indoeuropeo.
30
West 1966, Bernabé 1979, Woodard 2007.
31
La civilización hitita abarca del siglo XVIII al XII a. C.
32
Su datación abarca aproximadamente desde el 2200 al siglo
XIV a. C. Su período histórico más floreciente lo protagoniza
una rama conocida como Mitanni en los últimos siglos del
período señalado.
90 Emilio Suárez de la Torre
33
Los textos pueden consultarse en la traducción española, con
excelente introducción, de Bernabé 1979 o en la inglesa de
Hoffner (1990).
34
Para una valoración estimulante del significado de la exten-
sión de esta tradición en el Egeo y su adaptación hesiódica,
véase van Dongen (2011), quien se centra en el canto de Ku-
marbi (“Song of going forth”).
35
Teshub es la transcripción de la forma hurrita. En hetita es
Tarhun o Tarhunt.
36
Rutherford (2009).
37
También está la serpiente Illuyankas (más próxima a Tifón)
en la tradición hático-hitita. Cf. Watkins (1995: 448-459).
38
Auffahrt (1991) hace un documentado análisis de esta cere-
monia y de su influencia en Grecia, pero con referencia a la
Odisea. Véase que, a diferencia del poema hesiódico, aquí es-
tamos ante un ejemplo de poesía religiosa, de culto, vincu-
lada a una ceremonia.
39
Aunque los fragmentos conservados son datables en torno al
año 1000 a. C., probablemente se compuso a comienzos del
II milenio a. C.
40
Aquí hay un número mayor de generaciones entre las dos dei-
dades primordiales y el equivalente a Zeus (Marduk).
41
Cf. Woodard (2007) 101-102.
42
Véase análisis de paralelos hesiódicos en Woodard (2007:
101.
43
Conservada fundamentalmente por las referencias y citas de
Eusebio de Cesarea en su Praeparatio Evangelica, sobre
todo I 9, 20 a I 10, 53; cf. FGrHist 790 F 1-7.
44
Movers (1836).
45
Tiene razón West (1966: 26) en que es erróneo argumentar
como lo hace Movers (nota precedente), sobre todo porque
hay bastantes indicios de que Filón está haciendo un esfuerzo
de traducción (incluidos los nombres propios) y adaptación
de un texto foráneo. No obstante, pienso que hay que tener
cierta prudencia en la cuestión de la antigüedad y proceden-
cia de algunos elementos del conjunto, que sí podría haber
sido añadidos o combinados ad hoc por Filón.
Introducción 91
46
West (1966: 26) señala que el sacrificio de su hijo por Crono
es un claro aition de una práctica fenicia que había desapa-
recido ya hacia 700 a. C.
47
Literalmente “anhelo”. Cf. gr. Eros.
48
Este Taauto es el equivalente del egipcio Tot (Thot) y sería
el autor de los escritos sagrados que sirven de fuente a San-
cuniatón.
49
La palabra baitylos es adoptada por los griegos para desig-
nar piedras a las que se rinde culto y, en concreto, la que se
tragó Crono.
50
West (1966: 27).
51
Mondi (1990).
52
Cf. especialmente el capítulo 3, “Greek and Near Eastern
Succession Myths” (pp. 84-129).
53
Lane Fox (2008: 362). Creo que hay aquí cierto optimismo
en cuanto al valor histórico del Himno Homérico a Apolo
como testimonio fehaciente de una presencia antigua con-
solidada de los cretenses en Delfos.
54
Lane Fox (2008: 364-365). “He had learned them sepa-
rately, from Cretans at Delphi; the Cretans had learned them
from Cyprus; Cypriots had learned them ultimately from
north Syria where the ‘songs of kingship’ were sung in ho-
nour of Mount Hazzi. Far from Ascra, meanwhile, Hesiod’s
Euboean hearers had already learned these stories for them-
selves, on Cyprus and at the foot of Mount Hazzi where they
and their fathers had visited and settled at Al Mina-Potamoi
Karon”.
55
Por ejemplo, la idea de que Hesíodo y los eubeos conocen es-
tos relatos de forma separada no tiene base firme. La in-
fluencia délfica en Hesíodo es dudosa y, por otra parte, la re-
lación del poeta con Eubea, en mi opinión, convierte en
inútil la distinción.
56
Remito a los diversos y completos estudios y ediciones de
Bernabé y de su escuela. Véase (sólo a título de ejemplo):
Bernabé (1989, 1995, 1999, 2002a, 2003, 2004); Bernabé-
Casadesús (2008); Bernabé-Jiménez San Cristóbal (2001).
57
Motivo compartido con la mitología egipcia. Cf. Bernabé
(2008).
92 Emilio Suárez de la Torre
58
Martin (2001).
59
Plat. Ion 533 b-c.
60
T 22-34.
61
TD 27-41.
62
TD 633-40.
63
TD 646-62.
64
TD 658-59.
65
Edwards (2004).
66
En mi opinión, estamos ante la visión de quien pertenece a
una clase de propietarios no necesariamente modesta, en un
territorio agrario que depende de uno o varios ‘núcleos ur-
banos’ en que los basileis tienen poder jurídico y político.
67
Para la biografía de Hesíodo y, en general, de los poetas grie-
gos (sobre presupuestos muy distintos) véase Lefkowitz
(1981) y Kivilo (2010).
68
Remito al exhaustivo estudio de Koning (2010), dedicado al
análisis de la construcción del “icono” cultural que es
Hesíodo siempre a partir de su contraposición con Homero.
69
Pax 1282-3.
70
Thuc. 3, 96. Demóstenes y su ejército acampan allí en su ca-
mino a Etolia.
71
Se debe a Nietzsche (1870/1873) la primera formulación de
esta propuesta, que parece confirmada por diversos hallaz-
gos papirológicos de los siglos II-III d. C. (véase Winter
1925, Mandilaras 1990). Estudios importantes sobre el cer-
tamen (en relación con la cuestión de Alcidamante o sobre
su influencia) son los de Vogt (1959), West (1967), Kawasaki
1985, O’Sullivan (1992), Erbse (1996), Avezzú (1996),
Arrighetti (2003), Munding (2004), Pòrtulas (2010: 310-
320) o Debiasi (2012).
72
Ed. Allen, V 225-238.
73
La supuesta respuesta fue: “Me preguntas por la desconocida
genealogía y la tierra patria de la inmortal sirena. Es itacense
en cuanto a la sede, su padre es Telémaco y su madre Epi-
casta, hija de Néstor, que lo engendró el más sabio varón con
mucho entre los mortales”.
Introducción 93
74
Para un análisis completo reciente de los problemas plan-
teados por el Certamen y su transmisión, remito a la reciente
tesis doctoral de Paola Bassino (2013).
75
Los testimonios están recogidos por Most (2006), de modo
que cito por esta numeración.
76
La valoración de Hesíodo en la Antigüedad en relación con
Homero ha sido estudiada de forma muy completa y origi-
nal por Koning (2010). En esta obra puede apreciarse muy
bien el éxito (o desatención) que tuvieron los diferentes pa-
sajes de las obras hesiódicas en la posteridad, con un análi-
sis sistemático de las posibles razones para ello.
77
Para los nombres cf. T1 (Suda), T2 (Tzetzes).
78
T 25 (escolio a E. 635a Pertusi). Es un mitema frecuente : cf.
el caso de Teoclímeno en Odisea.
79
Suda (T1) afirma que procede de un bisabuelo de Homero,
que sería su primo segundo, y que ambos desciende nada me-
nos que de Atlante.
80
Sept. Sap. Conv. 19, p. 162 c-e.
81
El oráculo es típico de la tradición apócrifa oracular: un
malentendido (toponímico en este caso), debido a una am-
bigüedad del mensaje, que hace que el recipiendario crea que
está evitando el peligro, cuando en realidad se precipita en
él.
82
Oráculo 206 PW.
83
Su nombre lo da en De sollert. Anim. 13, p. 969d-e (T33(a)).
84
Koning (2010: 134-135) retoma con razón y refuerza la teo-
ría de Brelich (1958: 321-322) que ve en este relato de su
muerte un forma de heroización (o próxima a ella). El autor
sugiere que, por un lado, la acumulación de datos de valor
biográfico, frente al caso de Homero, pudo provocar que
nunca tuviera la consideración de divino; y, por otro, que este
relato sea asimismo una “expresión mítica” de su muerte y
renacimiento (a propósito del célebre epigrama atribuido a
Píndaro en que se dice de Hesíodo que “ha disfrutado de la
juventud y se ha enfrentado a la muerte dos veces”, EG
428). Sobre la cuestión de la heroización de Hesíodo debe
verse Beaulieu (2004), las observaciones de Clay (2004:
204-205) y Pórtulas (2013) 13-35.
94 Emilio Suárez de la Torre
85
Tzetzes da el texto de dos supuestos epigramas funerarios,
uno de ellos atribuido a Píndaro.
86
Plut. De sollertia 36, p. 984d (T 33(b)).
87
Véase una discusión sobre esta valoración del fenómeno en
Koning (2010: 31-32), quien se muestra escéptico al res-
pecto, sobre todo cuando se exagera su valor a propósito de
la cuestión de la precedencia de Homero frente a Hesíodo.
88
Cf. todavía Schwyzer Griechische Grammatik I 443, n. 6:
“Ἡσίοδος aus ἱέναι ὁδόν? vgl. Πρηξίοδος”.
89
Goettling (1831: XII).
90
Welcker (1865: 5).
91
Al no conocer los fonemas bautizados por los indoeuropeís-
tas como laringales, Welcker se plantea una alternancia
larga/breve, para la que da algunos paralelos. También in-
siste en la serie de expresiones similares del propio poema
hesiódico (versos 10, 43 y 67). En nota a pie de página cri-
tica la etimología sobre el término “camino”, defendida por
Goettling (1831: XII), quien explicaba el compuesto como
propio del que es “guía del camino” (ἡγεμὼν ὁδοῦ), en el
sentido de “padre de la ciencia y de la filosofía” (el paralelo
que cita es τερψίνοος).
92
1886: 1, 83.
93
1893, 420-21
94
1894 p. 4.
95
Solmsen (1901: 81).
96
Es decir, una diosa cercana, que se comunica con los mor-
tales.
97
También en Od. 5, 334.
98
Obsérvese que en los dos pasajes homéricos la digamma ini-
cial daría una secuencia amétrica. Por otra parte, los parale-
los aportados son poco convincentes.
99
Nagy (1979, 1996 y 2009).
100
Homero es distinto: no es poesía “autobiográfica”. El otro
ejemplo es Arquíloco, pero no por su propia existencia, sino
por entender que su poesía es representativa y no autobio-
gráfica ni con referencia a personajes reales. Véase Suárez
de la Torre (2002b: 73-94).
Introducción 95
101
Cf. el ya citado Πρηξίοδος. West defiende lo de ‘camino’
“aunque no significa nada” (1966: 161). No es necesario, por
otra parte, ver una creación ad hoc, como hacía Goettling
(véase n. 89), sino que puede ser un nombre aplicable a
cualquier individuo.
102
En el extremo opuesto, West (1966), con su defensa de la
Teogonía como primera obra griega compuesta por escrito
103
Cuestión distinta es la interpretación de cada dato haya que
hacerla al pie de la letra. El caso de la iniciación en el entorno
rústico, que se convierte en un topos en el Mundo Antiguo
(Gil 1969, Kambylis 1965), no es más que un forma codifi-
cada de transmitir la experiencia iniciática en términos, por
cierto, aceptados por los coetáneos en el marco de unas
creencias religiosas concretas, en las que es aceptado el con-
tacto con la divinidad en esas circunstancias extraordinarias.
104
Cf. las observaciones de Rodríguez Adrados (1986 y 2001)
sobre el papel de Hesíodo en la orientación y consolidación
de las diversas variedades genéricas que convergen en su
obra.
105
Especialmente Janko (1982).
106
Importante evaluación y análisis detallado del mismo (y de
la recepción en la Antigüedad) en Cingano (2009).
107
Paus. 9, 31, 4-5 (T42 Most)
108
“Así que no había un único linaje de Discordias, sino que
existen dos sobre la tierra” (una positiva, o “emulación” y
otra negativa, la “discordia” propiamente dicha). Cf. supra,
a propósito de las referencias internas. Da la casualidad de
que el peripatético Praxífanes poseía un ejemplar de TD sin
proemio, que comenzaba directamente con las Discordias
(Prolegomena in Opera et diez Ac, Pertusi (1955) 2.7-20 (T
9 y 138 Most). Sobre la importancia de los proemios en el de-
bate antiguo sobre la autenticidad de un poema, véase Mon-
tanari (2009: 316-322, con mención de este pasaje).
109
El nombre corresponde a la transcripción del título griego,
que es literalmente la unión en una palabra de la secuencia
ἢ οἵη, “o como…”, con la que se encabezan algunas de las
secciones del C, que también se designó como Eeas. Las
Grandes Eeas tiene una relación genérica estrecha con el C
96 Emilio Suárez de la Torre

e incluso puede haber confusión en la transmisión. Para es-


tos y otros problemas véase D’Alessio (2005).
110
Sobre esta diferente actitud se expresó claramente von Fritz
(1962) 28-29.
111
Algunas propuestas: Aly (1966), Jacoby (1930), Schwenn
(1934): 929; Wilamowitz (1931): 939; Goettling (1831),
Schwartz (1902): 962; Mazon (1928): 964; Kirk (1962):
965; West (1966): 900.
112
Excelente revisión en West 1966 (48-52 y notas a la última
parte del poema, especialmente pp. 397-399).
113
Además, las fórmulas βασιληΐδα τιμήν (892) y ἑὴν ἐγκάτθετο
νηδύν (899) pesan para la antigüedad del conjunto. Sobre la
primera, cf. Suárez de la Torre (2000) y sobre la variante dia-
lectal aceptada de la segunda véase García Ramón (1976),
Pavese (1998: 74), Cassio (2009: 190) y la discusión infra,
en 3.2.
114
1966, 48-49.
115
Exactamente igual que Homero cuando empieza los catálo-
gos de griegos y troyanos. Véase Il. 2, 484-492.
116
Il. 2, 484-492.
117
Pero cf. West (1966: 425), ad loc.: “The repetition of the
story is easier to understand on the assumption that this part
of the Theogony is not by Hesiod”.
118
Dräger (1997).
119
Debiasi (2009).
120
Lane Fox (2008: 182-184).
121
Lane Fox (2008: 181-183).
122
Otra diferencia importante entre ambos autores es que De-
biasi admite la autenticidad hesiódica de Catálogo, mientras
que Lane Fox (2008: 349-369) ni siquiera la admite para el
final de Teogonía.
123
Cf. Hunter (2005: 1), quien subraya la ausencia del habitual
proemio en la presentación del poema, como sucede con Teo-
gonía y Trabajos.
124
Cfr., por ejemplo, Rutbierford (2000).
125
Rutherford (2005: 114).
126
Janko (1982), cf. supra; Casanova (1979).
Introducción 97

127
“While the canonical version may date from the sixth cen-
tury, as West maintained, it is also possible that some ele-
ments are as old as Hesiod, as Janko has argued on the ba-
sis of the linguistic features and Casanova on the grounds of
mythology. The origins of the tradition may have been in the
north of Greece, and may be extremely old. Some think the
poem is presupposed by the Homeric Nekuia, with its cata-
logue of famous mythological heroines. And it is also a
form of poetry that would have been particularly fluid and ac-
commodating of expansions, since new stories could have
been added at any point in the Catalogue. But, after all this
fluidity, there must have been a moment when the content of
the Catalogue became more or less fixed.”
128
De hecho así lo había ya formulado el propio Rutherford
(2000: 93-94), quien analiza muy bien parecidos y diferen-
cias con Odisea.
129
Schwabl (1966). Véase también Hamilton (1989).
130
Cf., por ejemplo, Kirk (1962: 74-75).
131
Calame (2000: 69-74).
132
La fórmula final ὄσσαν ἱεῖσαι reaparece en los vv. 43, 65 y
67: los epítetos de la voz son, respectiamente, περικαλλέα,
ἄμβροτον, ἐρατήν, ἐπήρατον. Los sustantivos para la ‘voz’
de las Musas son, además de ὄσσα: ὄψ (41, 68) y αὐδή (39;
ésta se usa para el poeta en 31 y 97: en ambos casos, antes
“público”). Sólo una vez aparece φωνή (39 φωνῇ
ὁμηρεῦσαι). Recordemos que ὄσσα es exclusivo (práctica-
mente) de dioses. En cuanto a ὄψ, cf. el banquete de los dio-
ses en Il. 1, 601-604, donde se alude a la forminge de Apolo
y al canto alternado de las Musas ὀπὶ καλῇ. Así se describe
también la voz de Circe en Od. 10.221. Y, sobre todo, téngase
en cuenta que, al final del proemio hesiódico, la Musa que
da el don de la palabra a los reyes es Calíope (79).
133
Pucci (2007: 46-47), quien hace observaciones sobre esta ten-
dencia al ‘catálogo’.
134
Véase un análisis ampliado de esta sección en Suárez de la
Torre 2014 (en prensa). La situación descrita por Hesíodo
constituye el primer ejemplo en la literatura griega de la ini-
ciación del poeta, un modelo de explicación de la adquisición
98 Emilio Suárez de la Torre

de la inspiración creadora que tiene un enorme arraigo en las


culturas griega y latina (cf. Kambylis [1965]), Gil [1969]) y
que cuenta con paralelos fuera de ellas. El modelo descrip-
tivo no se aplicó sólo a la iniciación poética, sino también a
la profética (con abundantes ejemplos en el Antiguo Testa-
mento y en diversos relatos apócrifos veterotestamentarios)
y filosófica, como vemos en el caso de Parménides: en re-
sumen, es un pattern prácticamente universal que explica la
adquisición de dotes que entran dentro de lo sapiencial, y que
se emparenta con la tradición de visiones divinas que cono-
cen las religiones. La visión iniciática puede describirse
como directa o como una aparición en sueños. En este caso
parece obedecer al primer tipo, pero el contexto no permite
dilucidarlo, aparte de que en ningún momento se dice clara-
mente que Hesíodo “vea” a las Musas, sino que las “oye”
(aunque la acción de “dar un cetro” parece que apunta a un
contacto directo). El entorno suele ser rural, como en este
ejemplo, lo que ha llevado a pensar que la situación de
Hesíodo apacentando ovejas sea mera ficción o recurso a un
topos que haga verosímil el fenómeno. Quizá no haya que ra-
cionalizar tanto. Hesíodo subraya el cambio radical del in-
dividuo que, nacido en un entorno rural preciso y nada ab-
surdo históricamente, ve cambiada su vida por un hecho
extraordinario, como es la adquisición del don de la poesía
y del canto. En las descripciones conservadas suele haber alo-
cución directa de la divinidad (o al menos la audición de su
voz) y la obtención de un objeto que simboliza y sintetiza el
poder adquirido. En este caso, las palabras de las Musas tie-
nen rasgos peculiares que han dado pie a numerosas obser-
vaciones. Así sucede con los improperios que constituyen su
saludo a los pastores, mediante los cuales parece subra-
yarse la diferencia entre su tipo de vida y la excelsitud de la
actividad poética inspirada (sobre la “alocución insultante”,
se han visto bastantes paralelos, dentro [Epiménides fr. 1] y
fuera de Grecia [Isaías VI 9]. Más delicada es su descripción
de los contenidos del canto. Las Musas advierten de la do-
ble posibilidad, verdadera o falsa, de sus argumentos, natu-
ralmente a voluntad propia. La forma en que se expresan da-
Introducción 99

ría pie a una larga discusión que excedería los límites de una
nota. A simple vista, parece que hay una declaración de las
posibilidades que tiene la palabra de relatar ficciones. El pro-
blema es que se subraya fuertemente la segunda alternativa:
la proclamación de la verdad como saber principal de las
Musas.
135
Koning (2010).
136
Calímaco (Pretagostini 1995, p. 164). Los modernos suelen
aludir a Od. 19, 203. Lista: Paley 1883, Schmid-Staehlin
1929 I 1 p. 250; Luther 1935 p. 125; Arrighetti (1987: 41,
modificado parcialmente en Arrighetti 1996 53-70: el cul-
pable es sólo Ulises); Latte (1946: 159 y 161 ss.).
137
Koning (2010: 304).
138
Lanata (1963); West 1966, Arrighetti (1996: pasajes en que
Hesíodo aprueba temas heroicos). Dentro de esta línea hay
matices. Por ejemplo, que hasta entonces ha habido mezcla
de mentira y verdad, pero con Hesíodo se cuenta con la ver-
dad (verdad West p. 162, Neitzel 1980, p. 388 ss). Contenido
específico: Svenbro (1976) = los que crean genealogías di-
vinas, frente a la verdadera de Teogonía; así Vasta 2004, p.
72. Nagy 1990a 44-47 etyma falsos son los mitos epicóricos,
los verdaderos = los panhelénicos de T., pero en 1996 (41-
52) valoriza elementos metafísicos del canto de la verdad de
las Musas, que son los que dan la verdad. Un ethos fuera de
la performance sin alusión a personajes ni poeta es según
Scodel (2001) lo que distingue los registros de la poesía
(112-121). Los otros no pueden “descriptar” la verdad según
Rudhardt (1996, p. 31) y Daix (2006); Wismann (1996) in-
siste en la diferencia etyma = cosas concretas / alethea = co-
sas expuestas que caen base someten a observación; o sea,
con palabras de Pucci, “la Teogonia si trova definita come
un’opera che attraverso la finzione poetica dispiega signifi-
cati veri su cui la filosofía continuerà a lavorare per tirarne
i suoi sistemi” (p. 19). Rousseau (1996, p. 140) distingue ver-
dades teóricas (alethea) de las prácticas (etyma); cf. así ya
Otto 1962, p. 132, pero sin implicar filosofía.
139
Sólo los poetas saben cuánto es mentira en lo que enseñan y
cuánto es verdad. Si los poetas lo supieran las Musas no ten-
100 Emilio Suárez de la Torre

drían por qué anunciar esto. Éste es el enigma que hay que
afrontar (Lada Richards 2002, 88-89). Por su parte, Stroh
(1976 85-112) dice que esos versos caracterizan toda la poe-
sía como constituida de verdad y mentira y así también la de
Hesíodo.
140
Detienne (1967), Pucci (1977), Arthur (1983, 104-106),
Clay 2003 57 ss, Ledbetter 2003 43 ss. etc. dicen que no se
refiere a Homero, sino a toda la poesía y ven la clave en ho-
moia. Anticipa la idea de que el lenguaje imita las cosas. La
narración es pseudea cuando se imitan las cosas reales. Los
poetas saben contar narraciones que imitan la realidad y no
se distingue de ella. Por su parte, alethea es desvelar cosas
tal como son, sin distorsión ni elaboración (cf. vv. 53-54);
en esto coincide el principio de verdad en Homero, cf. Odi-
sea 4, 347 s.
141
Koning (2010, 301-302).
142
Heiden (2007).
143
Es de suponer que, cuando cantan entre dioses ellas mismas,
aquéllos no son engañados, sino que distinguen perfecta-
mente la naturaleza de los argumentos ἐτύμοισιν ὁμοῖα.
144
Fr. 1 Cerri. Sobre la cuestión de los rasgos de la poesía de
Parménides remito a Suárez de la Torre (2011a), con biblio-
grafía anterior.
145
Ya en el proemio, 28-32:
…. Χρεὼ δέ σε πάντα πυθέσθαι, / ἠμὲν ἀληθείης εὐκυκλέος
ἀτρεμὲς ἦτορ / ἠδὲ βροτῶν δόξας, τῇς οὐκ ἔνι πίστις ἀληθής,
/ ἀλλ’ ἔμπης καὶ ταῦτα μαθήσεαι, ὡς τὰ δοκεῦντα / χρῆν
δοκίμως εἶναι διὰ παντὸς πάντα περ ὄντα: “Es menester
que te enteres de todo, ya sea el impasible corazón de la ver-
dad bien redonda o las opiniones de los mortales, en las que
no hay certeza verdadera; pero, aún así, también las apren-
derás, dado que es necesario que lo aparente tenga existen-
cia aparente, precisamente porque todo ello existe todo el
tiempo”.
146
Koning (2010: 302, n.17).
147
αὐδή se usa para la voz del poeta que ha recibido el don del
canto de las Musas y para ellas mismas, pero sólo en contexto
de ‘performance’.
Introducción 101
148
Como dice West (1966: 178, ad loc.), “as a subject of song,
νόμους καὶ ἤθεα κεδνὰ is a little surprising”. Propone que se
trata de la evolución de la más antigua expresión *νομοὺς καὶ
ἤθεα κεδνὰ (con sentido sólo local). Es interesante el para-
lelo Sofocleo fr. 861 Σειρῆνας εἰσαφικόμην / Φόρκου κόρας
θροoῦντε τοὺς Ἅιδου νόμους
149
No creo necesario sustituir ὁμῶς por νόμους (West): el sen-
tido de “dar normas” ya está implícito en διέταξεν.
150
1994, recogido por Pucci (2007) 103.
151
1980.
152
Véase la interesante discusión en Brillante (2009, 57-74)
acerca del papel de las Musas en relación con la comunidad,
más allá del puramente poético.
153
Puede verse un resumen de los problemas planteados por esta
cosmogonía y su relación con otras no hesiódicas en Kirk-
Raven-Schofield (19872: 26-32).
154
Para esta traducción del griego Chaos, véase n. 18 de la tra-
ducción.
155
Pero en singular en 682 (misma posición, con equivalencia
métrica) y 721. En plural de nuevo en 841.
156
Así lo entendieron los estoicos; véase el testimonio de Ps.
Probo y la explicación de Zenón (SVF I 103, 104, 105). En
schol. Apoll. Rh. 1, 498, se menciona la tesis de Zenón de la
secuencia agua-limo-tierra (po condensación y solidifica-
ción). Para Ferecides véase el fr. 7 B 1a DK.
157
Cf. Flach (1876: 37 y 220).
158
5, 27.
159
Fr. 448 Nauck.
160
Nub. 424, 627; Av. 1218.
161
Ps. Pl. Ax. 371e, Plut. Mor. 953a, Q.S. 2, 614 y 14, 2 ; AP
91, 5 ; Verg. A. 4, 510 y 6, 265; Ov. M. 10,30 y F. 4,600, etc.
162
C. 3, 414; 4, 161; Opp. H. 5,52.
163
Phys. 8, 208b 29-20ba 1. Véase Koning (2012, 151) y cf.
Metaphys. 984b 23-31, donde Aristóteles vuelve a citar el pa-
saje, sólo que esta vez está interesado por las propuestas de
una causa motora y enlaza Parménides con Hesíodo por su
mención de Eros.
102 Emilio Suárez de la Torre
164
En el escolio a este verso, s.v. χάος (p. 220 Flach), se atribuye
esta opinión a Platón.
165
T118 Most (Adv. Phys. 2.18 = Adv. Math. 10.18).
166
West (1966: 192-193), Gladigow (1967), Ballabriga (1989:
257-292).
167
West (1966: 192).
168
Wacziarg (2001).
169
Kirk (1956). El precedente es Cornford (1950: 95-116; 1952:
194-200).
170
West (1966: 192), con insistencia en su oscuridad.
171
Cf. supra, n.158.
172
Cf., por ejemplo, Krauss (2013).
173
Hay que precisar que estamos hablando de una concepción
de la tierra como un disco y que la expresión “en lo hondo”
o “en las profundidades” se limita a transmitir esa perspec-
tiva de “verticalidad” comentada.
174
Véase López Ruiz (2012: 252-253).
175
Cf. n. 19 de la traducción.
176
Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Tía (o Tea), Rea, Te-
mis, Mnemósine, Febe, Tetis y Crono.
177
En realidad, la descendencia de la Tierra y del Cielo, con sus
diversas ramificaciones y niveles, abarca hasta el verso 616.
178
Nombre formado sobre el mismo radical indoeuropeo del
nombre de Zeus. El antecedente más probable es la diosa que
en las tablillas micénicas lleva el nombre de di-wi-ja/di-u-ja
(cf. PY Tn 316, v.5).
179
Empezando por la más antigua conocida, la del papiro de
Derveni. Véase Bernabé (1989, 1999, 2002b).
180
Cf. nota de la traducción sobre este nombre.
181
Véase nota 69 de la traducción.
182
Para la evolución de este mito en la poesía griega véase Sil-
ván Rodríguez (2002).
183
Cf. supra.
184
Véase Miralles (1993).
185
Incluyo algunas observaciones en las que no entraré en ex-
cesivos detalles técnicos, improcedentes en una introducción
que no pretende ser erudita. Sobre la lengua de Hesíodo
véanse los trabajos de Morpurgo Davies (1964), West (1966:
Introducción 103

77-91), Edwards (1971), García Ramón (1976), Janko (1982)


y el último status quaestionis de Cassio (2009).
186
Fick (1887).
187
Pavese (1988, 1991).
188
Véase Cassio (2009: 192): “Es evidente que los rasgos in-
terpretados por Pavese como prueba de la existencia de una
tradición continental deberían ser interpretados de una ma-
nera radicalmente diferente: representan una minoría en
comparación con sus equivalentes homéricos y, por razones
métricas, es imposible suponer que se usaron originaria-
mente en lugar de los homéricos”.
189
Troxler (1964).
190
Cassio (2009: 194).
191
Es el caso de la fórmula ἑὴν ἐγκάτθετο νηδύν (Th. 487, 890,
899).
192
Cf. Morpurgo (1964), García Ramón (1976), aunque inter-
pretado de diferente forma: como préstamo léxico en el pri-
mer caso y como rasgo noroccidental indiscutible en el se-
gundo.
193
Cf. a continuación la discusión sobre esta cuestión.
194
“La mujer debería dejar pasar cuatro años desde la pubertad
y al quinto casarse”.
195
Göttling (1841: XIV-XVI).
196
Cf. Fernández Delgado (1985, 1986, 1989).
197
Remito, por ejemplo, a Suárez de la Torre (1992, 1994,
2002a).
198
Véase Parke (1981), con las precisiones de Barrigón Fuen-
tes (1996).
199
Paus. 10,5.
200
Cifras de Fietkau (1866), comentadas por West (1966: 77,
con más amplias referencias bibliográficas).
201
West (1966: 78-79).
202
West (1966: 91-101).
203
Véase Pucci (2009).
204
Sellshop (1966), Hunter (2009), con una completa reflexión
sobre la visión de los Antiguos.
205
Tsagalis (2009).
104 Emilio Suárez de la Torre
206
Recordemos la defensa que West hace de T como obra puesta
por escrito desde su creación.
207
Para la repercusión antigua de la obra de Hesíodo sigue
siendo útil Buzio (1938)
208
Para la Atenas clásica, en relación con la mención de Platón
en Ion 531a, véase Graziosi (2010) y Ford (2010) en la obra
citada en nota 202.
209
De nuevo remito a Koning (2012).
210
Las breves menciones que aquí hago deben completarse con
la consulta a los documentados estudios de Ramos Jurado
(1979/80 y 1981), referidos a los filósofos. Para la presen-
cia de Hesíodo en Platón contamos con el volumen colec-
tivo de Boys-Stones – Haubold (2010). Para la huella de
Hesíodo en la posteridad en general, además del ya citado
estudio de Koning (2012) pueden verse, entre otros, los
trabajos recogidos en von Fritz et alii (1962).
211
B11 D.K.
212
B40 D.K.
213
Excelente descripción en Ramos Jurado (1981).
214
Muy clarificador el trabajo de Most (2010), con útiles resú-
menes de pasajes y tablas en pp. 57-61.
215
Además de la cita del Jon (cf. n. 169) las alusiones concre-
tas a Teogonía son: Crat. 396c, 397e-398a y 406d, Eutyphro
6a, Symp. 178b, 195c, 209d, Rep. 2, 377d, Theaet. 155d,
Prot. 316d, Tim. 40d-41a.
216
Koning (2010: 110). Oportunamente señala el autor que este
variado panorama es producto de tres factores: la opinión del
propio Platón, las posibilidades interpretativas del texto he-
siódico y la imagen de Hesíodo forjada hasta entonces.
217
Cf. supra. Las citas aristotélicas son: Phys.4.1 208b27-33; De
caelo 3.1 298b28, Metaphys. A3 983b27-984a2, A4 984b23-
32, A8 989ª8-12.
218
También con atención a aspectos filológicos.
219
Remito de nuevo a Ramos Jurado (1979-1980).
220
Sobre esta tradición de estudio hesiódico véase Pfeiffer
(1981: I, 60-65).
Introducción 105
221
Tusc. 1,3; Nat. Deor. 1, 41. Anteriormente sólo hay un indi-
cio de evocación del proemio de T en Nevio (1.M). Para la
recepción latina véase Rosati (2009).
222
Las consultadas para la presente publicación van en asterisco.
De todas ellas la menos recomendable es la de Evelyn-
White, felizmente sustituida en la colección Loeb por la de
Most (2006). A su vez, ésta última, por razones editoriales,
es la más parca en sus notas. De especial valor son los co-
mentarios de Wolf, van Lennep, Welcker, Schoeman, West
(sin duda la más completa) y Arrighetti. Las elecciones del
texto presentado han tenido especialmente en cuenta las edi-
ciones de West y Most.
223
Está en fase de edición una traducción inglesa de los esco-
lios a Teogonía a cargo de H. Koning y G. Most (The Scho-
lia to Hesiod’s Theogony, Atlanta, GA) aún no publicada en
el momento de redactar estas líneas.
224
Me limito a mencionar aquéllas que merecen comentario po-
sitivo y que puede ser útiles para contrastar con la que ahora
presento. Para una revisión exhaustiva de ediciones y tra-
ducciones en España (con algunos casos de flagrante calco
servil de los modelos franceses) remito a la Introducción de
la traducción comentada de Pérez Jiménez – Martínez Díez
(1978: 42-54) que cito a continuación. Por razones evidentes
de cronología, no he podido valorar la traducción de Fernán-
dez Delgado que acompaña a la edición indicada arriba.

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Θεογονία

Teogonía
ΘΕΟΓΟΝΙΑ

Μουσάων Ἑλικωνιάδων ἀρχώμεθ᾽ ἀείδειν,


αἵ θ᾽ Ἑλικῶνος ἔχουσιν ὄρος μέγα τε ζάθεόν τε
καί τε περὶ κρήνην ἰοειδέα πόσσ᾽ ἁπαλοῖσιν
ὀρχεῦνται καὶ βωμὸν ἐρισθενέος Κρονίωνος.
5 καί τε λοεσσάμεναι τέρενα χρόα Περμησσοῖο
ἢ Ἵππου κρήνης ἢ Ὀλμειοῦ ζαθέοιο
ἀκροτάτῳ Ἑλικῶνι χοροὺς ἐνεποιήσαντο
καλούς, ἱμερόεντας, ἐπερρώσαντο δὲ ποσσίν.
ἔνθεν ἀπορνύμεναι, κεκαλυμμέναι ἠέρι πολλῇ,
10 ἐννύχιαι στεῖχον περικαλλέα ὄσσαν ἱεῖσαι,
ὑμνεῦσαι Δία τ᾽ αἰγίοχον καὶ πότνιαν Ἥρην
Ἀργεΐην, χρυσέοισι πεδίλοις ἐμβεβαυῖαν,
κούρην τ᾽ αἰγιόχοιο Διὸς γλαυκῶπιν Ἀθήνην
Φοῖβόν τ᾽ Ἀπόλλωνα καὶ Ἄρτεμιν ἰοχέαιραν
15 ἠδὲ Ποσειδάωνα γαιήοχον, ἐννοσίγαιον,
καὶ Θέμιν αἰδοίην ἑλικοβλέφαρόν τ᾽ Ἀφροδίτην
Ἥβην τε χρυσοστέφανον καλήν τε Διώνην
Λητώ τ᾽ Ἰαπετόν τε ἰδὲ Κρόνον ἀγκυλομήτην
[Ἠῶ τ᾽ Ἠέλιόν τε μέγαν λαμπράν τε Σελήνην]
20 Γαῖάν τ᾽ Ὠκεανόν τε μέγαν καὶ Νύκτα μέλαιναν
TEOGONÍA

[1-115 Proemio]

Por las Musas del Helicón comencemos a cantar1,


las que habitan el monte grande y divino del Helicón
y que alrededor de su fuente de aguas violáceas y del
[altar
del poderoso hijo de Crono con pies delicados danzan;
y cuando han lavado su suave piel en el Permeso 5
o en la fuente del Caballo o en el divino Olmeo,
en lo más alto del Helicón organizan danzas,
hermosas, atractivas, y marcan los pasos con sus pies2.
De allí parten, ocultas por abundante bruma,
por la noche, y se ponen en camino, emitiendo her-
[mosísima voz3, 10
para cantar a Zeus, portador de la égida, y a la señora
[Hera
Argiva, que calza áureas sandalias,
y a la hija de Zeus, portador de la égida, Atenea, de
[ojos verdosos,
y a Febo Apolo y a Ártemis flechadora
y a Posidón, que sostiene y agita la tierra, 15
y a Temis venerable y a Afrodita, de ojos vivaces,
y a Hebe, de áurea corona, y a la hermosa Diona,
y a Leto y a Jápeto y a Crono, de retorcida mente,
y a Aurora y al poderoso Sol y a la brillante Luna,
y a la Tierra y al gran Océano y a la Noche negra, 20
126 Θεογονία

ἄλλων τ᾽ ἀθανάτων ἱερὸν γένος αἰὲν ἐόντων.


αἵ νύ ποθ᾽ Ἡσίοδον καλὴν ἐδίδαξαν ἀοιδήν,
ἄρνας ποιμαίνονθ᾽ Ἑλικῶνος ὕπο ζαθέοιο.
τόνδε δέ με πρώτιστα θεαὶ πρὸς μῦθον ἔειπον,
25 Μοῦσαι Ὀλυμπιάδες, κοῦραι Διὸς αἰγιόχοιο·
“ποιμένες ἄγραυλοι, κάκ᾽ ἐλέγχεα, γαστέρες οἶον,
ἴδμεν ψεύδεα πολλὰ λέγειν ἐτύμοισιν ὁμοῖα,
ἴδμεν δ᾽, εὖτ᾽ ἐθέλωμεν, ἀληθέα γηρύσασθαι.”
ὣς ἔφασαν κοῦραι μεγάλου Διὸς ἀρτιέπειαι
30 καί μοι σκῆπτρον ἔδον δάφνης ἐριθηλέος ὄζον
δρέψασαι, θηητόν· ἐνέπνευσαν δέ μοι αὐδὴν
θέσπιν, ἵνα κλείοιμι τά τ᾽ ἐσσόμενα πρό τ᾽ ἐόντα.
καί μ᾽ ἐκέλονθ᾽ ὑμνεῖν μακάρων γένος αἰὲν ἐόντων,
σφᾶς δ᾽ αὐτὰς πρῶτόν τε καὶ ὕστατον αἰὲν ἀείδειν.
35 ἀλλὰ τίη μοι ταῦτα περὶ δρῦν ἢ περὶ πέτρην;
τύνη, Μουσάων ἀρχώμεθα, ταὶ Διὶ πατρὶ
ὑμνεῦσαι τέρπουσι μέγαν νόον ἐντὸς Ὀλύμπου,
εἴρουσαι τά τ᾽ ἐόντα τά τ᾽ ἐσσόμενα πρό τ᾽ ἐόντα,
φωνῇ ὁμηρεῦσαι, τῶν δ᾽ ἀκάματος ῥέει αὐδὴ
40 ἐκ στομάτων ἡδεῖα· γελᾷ δέ τε δώματα πατρὸς
Ζηνὸς ἐριγδούποιο θεᾶν ὀπὶ λειριοέσσῃ
Teogonía 127

y al sagrado linaje de los demás inmortales de eterna


[existencia4.

Ellas fueron las que una vez enseñaron a Hesíodo el


[bello canto,
mientras apacentaba ovejas al pie del divino Helicón.
Lo primero de todo me dirigieron estas palabras las
[diosas,
las Musas Olímpicas, hijas de Zeus, portador de la
[égida5: 25
“Pastores rústicos, penosa ignominia, sólo barrigas:
sabemos contar muchas mentiras iguales a realidades,
pero sabemos, cuando queremos, proclamar verdades”.
Así dijeron las hijas del poderoso Zeus, dotadas de
[ajustada palabra,
y me otorgaron un cetro, tras podar un brote de laurel 30
en flor, admirable; y me insuflaron voz
divina, para que proclamara lo venidero y lo que ya
[antes fue6,
y me ordenaron que entonara un himno al linaje de
los bienaventurados de eterna existencia
y que las cantara a ellas mismas siempre al principio
[y al final7.
Pero ¿a qué viene esto en torno a la encina y la roca?8 35
Venga9, comencemos por las Musas, las cuales de
[Zeus padre
el poderoso espíritu deleitan con sus himnos dentro
[del Olimpo,
hablando de lo que es, lo que será y lo que antes fue,
con acorde voz, y de sus bocas inagotable voz fluye
dulce; ríe la morada de Zeus padre, el tonante, cuando
[se esparce 40
la voz de lirio de las diosas; y su eco se extiende por
[las cimas del nevado Olimpo
128 Θεογονία

σκιδναμένῃ, ἠχεῖ δὲ κάρη νιφόεντος Ὀλύμπου


δώματά τ᾽ ἀθανάτων. αἳ δ᾽ ἄμβροτον ὄσσαν ἱεῖσαι
θεῶν γένος αἰδοῖον πρῶτον κλείουσιν ἀοιδῇ
45 ἐξ ἀρχῆς, οὓς Γαῖα καὶ Οὐρανὸς εὐρὺς ἔτικτεν,
οἵ τ᾽ ἐκ τῶν ἐγένοντο θεοί δωτῆρες ἐάων.
δεύτερον αὖτε Ζῆνα, θεῶν πατέρ᾽ ἠδὲ καὶ ἀνδρῶν,
[ἀρχόμεναί θ᾽ ὑμνεῦσι θεαὶ † λήγουσαι τ᾽ ἀοιδῆς,]
ὅσσον φέρτατός ἐστι θεῶν κάρτεί τε μέγιστος.
50 αὖτις δ᾽ ἀνθρώπων τε γένος κρατερῶν τε Γιγάντων
ὑμνεῦσαι τέρπουσι Διὸς νόον ἐντὸς Ὀλύμπου
Μοῦσαι Ὀλυμπιάδες, κοῦραι Διὸς αἰγιόχοιο.
τὰς ἐν Πιερίῃ Κρονίδῃ τέκε πατρὶ μιγεῖσα
Μνημοσύνη, γουνοῖσιν Ἐλευθῆρος μεδέουσα,
55 λησμοσύνην τε κακῶν ἄμπαυμά τε μερμηράων.
ἐννέα γάρ οἱ νυκτὸς ἐμίσγετο μητίετα Ζεὺς
νόσφιν ἀπ᾽ ἀθανάτων ἱερὸν λέχος εἰσαναβαίνων·
ἀλλ᾽ ὅτε δή ῥ᾽ ἐνιαυτὸς ἔην, περὶ δ᾽ ἔτραπον ὧραι
μηνῶν φθινόντων, περὶ δ᾽ ἤματα πόλλ᾽ ἐτελέσθη,
60 ἣ δ᾽ ἔτεκ᾽ ἐννέα κούρας ὁμόφρονας, ᾗσιν ἀοιδὴ
μέμβλεται ἐν στήθεσσιν, ἀκηδέα θυμὸν ἐχούσαις,
τυτθὸν ἀπ᾽ ἀκροτάτης κορυφῆς νιφόεντος Ὀλύμπου.
Teogonía 129

y por la morada de los inmortales. Ellas emiten voz


[inmortal
y ensalzan con su canto primero a la raza venerable
[de los dioses,
desde su origen, a aquellos a los que engendraron la
[Tierra y el amplio Cielo,
y a aquellos que de ellos nacieron, dioses que bienes
[conceden. 45
Luego, a su vez, ensalzan a Zeus, padre de dioses y
[de hombres
[y al comienzo y al acabar el canto le dedican su himno]:
¡Cuánto más excelente es que los otros dioses, y el de
[mayor poder!
Y luego ensalzan a la raza de los mortales y de los
[poderosos Gigantes,
y con sus cantos deleitan el espíritu de Zeus dentro
[del Olimpo, 50
las Musas Olímpicas, hijas de Zeus portador de la
[égida10.
tras unirse al padre Crónida, en Pieria las parió
Mnemósine11, la que tiene su dominio en las lomas
[de Eleuter,
para que fueran olvido de desgracias y cese de cuitas.
Por nueve noches con ella coyunda tuvo el astuto Zeus, 55
cuando lejos de los inmortales en su lecho penetró.
Mas cuando el tiempo debido hubo transcurrido
y el ciclo de estaciones, con el paso de los meses,
y los muchos días se hubieron cumplido,
parió ella nueve hijas, de concordes sentimientos, en
[cuyo pecho 60
del canto cuidan, mientras que su ánimo libre está de
[penas;
y acaeció no lejos de la más alta cima del nevado
[Olimpo.
130 Θεογονία

ἔνθα σφιν λιπαροί τε χοροὶ καὶ δώματα καλά.


πὰρ δ᾽ αὐτῇς Χάριτές τε καὶ Ἵμερος οἰκί᾽ ἔχουσιν
65 ἐν θαλίῃς· ἐρατὴν δὲ διὰ στόμα ὄσσαν ἱεῖσαι
μέλπονται πάντων τε νόμους καὶ ἤθεα κεδνὰ
ἀθανάτων κλείουσιν, ἐπήρατον ὄσσαν ἱεῖσαι.
αἳ τότ᾽ ἴσαν πρὸς Ὄλυμπον ἀγαλλόμεναι ὀπὶ καλῇ,
ἀμβροσίῃ μολπῇ· περὶ δ᾽ ἴαχε γαῖα μέλαινα
70 ὑμνεύσαις, ἐρατὸς δὲ ποδῶν ὕπο δοῦπος ὀρώρει
νισσομένων πατέρ᾽ εἰς ὅν· ὃ δ᾽ οὐρανῷ ἐμβασιλεύει,
αὐτὸς ἔχων βροντὴν ἠδ᾽ αἰθαλόεντα κεραυνόν,
κάρτει νικήσας πατέρα Κρόνον· εὖ δὲ ἕκαστα
ἀθανάτοις διέταξεν ὁμῶς καὶ ἐπέφραδε τιμάς.
75 ταῦτ᾽ ἄρα Μοῦσαι ἄειδον, Ὀλύμπια δώματ᾽ ἔχουσαι,
ἐννέα θυγατέρες μεγάλου Διὸς ἐκγεγαυῖαι,
Κλειώ τ᾽ Εὐτέρπη τε Θάλειά τε Μελπομένη τε
Τερψιχόρη τ᾽ Ἐρατώ τε Πολύμνιά τ᾽ Οὐρανίη τε
Καλλιόπη θ᾽· ἣ δὲ προφερεστάτη ἐστὶν ἁπασέων.
80 ἣ γὰρ καὶ βασιλεῦσιν ἅμ᾽ αἰδοίοισιν ὀπηδεῖ.
ὅν τινα τιμήσωσι Διὸς κοῦραι μεγάλοιο
γεινόμενόν τε ἴδωσι διοτρεφέων βασιλήων,
τῷ μὲν ἐπὶ γλώσσῃ γλυκερὴν χείουσιν ἐέρσην,
τοῦ δ᾽ ἔπε᾽ ἐκ στόματος ῥεῖ μείλιχα· οἱ δέ τε λαοὶ
85 πάντες ἐς αὐτὸν ὁρῶσι διακρίνοντα θέμιστας
ἰθείῃσι δίκῃσιν· ὃ δ᾽ ἀσφαλέως ἀγορεύων
αἶψά κε καὶ μέγα νεῖκος ἐπισταμένως κατέπαυσεν·
Teogonía 131

Allí tienen sus radiantes coros y su hermosa morada12.


Junto a ellas, las Gracias y el Deseo habitan
entre festejos; ellas cantan emitiendo por su boca 65
su voz amable, y ensalzan las normas y costumbres
[venerables
de los inmortales, emitiendo su atractiva voz.
Ellas entonces se dirigieron al Olimpo, adornadas
[con su hermosa voz,
con su inmortal canto; a su alrededor la tierra negra
[se hacía eco
de sus himnos y bajo sus pies se iba propagando ama-
[ble resonancia, 70
mientras se encaminaban a la morada de su padre; él
[reina en el cielo
y en sus manos tiene el trueno y el ígneo rayo,
porque venció con su poder a su padre Crono. Con
[buen juicio
dictó cada una de las normas a los inmortales por
igual y les asignó sus honras.
Eso era, pues, lo que cantaban las Musas, que habitan
[la morada olímpica13, 75
las nueve hijas nacidas del poderoso Zeus,
Clío, Euterpe, Talía, Melpómene,
Terpsícore, Érato, Polimnia, Urania
y Calíope14, que es de todas la más importante,
pues es la que, junto con los cantores, a los reyes
[acompaña. 80
Aquél a quien honraren las hijas de Zeus poderoso
y vieren que ha nacido de reyes de linaje divino,
sobre su lengua derraman dulce rocío
y de su boca fluyen palabras gratas; el pueblo
entero fija en él la mirada cuando juzga pleitos 85
con recta justicia; y él, con discurso infalible,
al momento detiene sabiamente incluso la fuerte rencilla.
132 Θεογονία

τοὔνεκα γὰρ βασιλῆες ἐχέφρονες, οὕνεκα λαοῖς


βλαπτομένοις ἀγορῆφι μετάτροπα ἔργα τελεῦσι
90 ῥηιδίως, μαλακοῖσι παραιφάμενοι ἐπέεσσιν.
ἐρχόμενον δ᾽ ἀν᾽ ἀγῶνα θεὸν ὣς ἱλάσκονται
αἰδοῖ μειλιχίῃ, μετὰ δὲ πρέπει ἀγρομένοισιν·
τοίη Μουσάων ἱερὴ δόσις ἀνθρώποισιν.
ἐκ γάρ τοι Μουσέων καὶ ἑκηβόλου Ἀπόλλωνος
95 ἄνδρες ἀοιδοὶ ἔασιν ἐπὶ χθόνα καὶ κιθαρισταί,
ἐκ δὲ Διὸς βασιλῆες· ὃ δ᾽ ὄλβιος, ὅν τινα Μοῦσαι
φίλωνται· γλυκερή οἱ ἀπὸ στόματος ῥέει αὐδή.
εἰ γάρ τις καὶ πένθος ἔχων νεοκηδέι θυμῷ
ἄζηται κραδίην ἀκαχήμενος, αὐτὰρ ἀοιδὸς
100 Μουσάων θεράπων κλέεα προτέρων ἀνθρώπων
ὑμνήσῃ μάκαράς τε θεούς, οἳ Ὄλυμπον ἔχουσιν,
αἶψ᾽ ὅ γε δυσφροσυνέων ἐπιλήθεται οὐδέ τι κηδέων
μέμνηται· ταχέως δὲ παρέτραπε δῶρα θεάων.
χαίρετε, τέκνα Διός, δότε δ᾽ ἱμερόεσσαν ἀοιδήν.
105 κλείετε δ᾽ ἀθανάτων ἱερὸν γένος αἰὲν ἐόντων,
οἳ Γῆς ἐξεγένοντο καὶ Οὐρανοῦ ἀστερόεντος,
Νυκτός τε δνοφερῆς, οὕς θ᾽ ἁλμυρὸς ἔτρεφε Πόντος.
εἴπατε δ᾽, ὡς τὰ πρῶτα θεοὶ καὶ γαῖα γένοντο
Teogonía 133

Para eso están los reyes sensatos, para conseguir que


[en la plaza pública
fácilmente se dé restitución de hecho a las gentes
[perjudicadas,
persuadiéndolos con suaves palabras. 90
Cuando atraviesa la asamblea, se dirigen a él como a
[un dios,
con melifluo respeto, y él destaca entre los reunidos15.
Tal es el sagrado don de las Musas a los hombres,
porque, en efecto, de las Musas y Apolo flechador
provienen los cantores que hay sobre la tierra y los
[citaristas, 95
pero los reyes provienen de Zeus. Feliz aquél a quien
[las Musas
aman; dulce de su boca fluye la voz.
Pues, si uno padece dolor en su ánimo sufriente
y de amargura se le agosta el corazón y, entonces, el
[cantor,
servidor de las Musas, celebra las glorias de los hom-
[bres de antaño 100
y a los dioses, que el Olimpo habitan,
en seguida aquél se olvida de su desasosiego y ya de
[sus cuitas
no se acuerda: velozmente de ellas le apartan los do-
[nes de las diosas16.
¡Salve, hijas de Zeus, y concededme deseable voz!
Cantad el linaje sagrado de los inmortales de eterna
[existencia, 105
aquellos que nacieron de la Tierra y del Cielo, repleto
[de estrellas,
y de la Noche tenebrosa, y aquellos a los que crió el
[salado Mar.
Y decidme cómo en un principio los dioses y la tierra
[surgieron,
134 Θεογονία

καὶ ποταμοὶ καὶ πόντος ἀπείριτος, οἴδματι θυίων,


110 ἄστρα τε λαμπετόωντα καὶ οὐρανὸς εὐρὺς ὕπερθεν
[οἵ τ᾽ ἐκ τῶν ἐγένοντο θεοί, δωτῆρες ἐάων]
ὥς τ᾽ ἄφενος δάσσαντο καὶ ὡς τιμὰς διέλοντο
ἠδὲ καὶ ὡς τὰ πρῶτα πολύπτυχον ἔσχον Ὄλυμπον.
ταῦτά μοι ἔσπετε Μοῦσαι, Ὀλύμπια δώματ᾽ ἔχουσαι
115 ἐξ ἀρχῆς, καὶ εἴπαθ᾽, ὅ τι πρῶτον γένετ᾽ αὐτῶν.

ἦ τοι μὲν πρώτιστα Χάος γένετ᾽, αὐτὰρ ἔπειτα


Γαῖ᾽ εὐρύστερνος, πάντων ἕδος ἀσφαλὲς αἰεὶ
ἀθανάτων, οἳ ἔχουσι κάρη νιφόεντος Ὀλύμπου,
Τάρταρά τ᾽ ἠερόεντα μυχῷ χθονὸς εὐρυοδείης,
120 ἠδ᾽ Ἔρος, ὃς κάλλιστος ἐν ἀθανάτοισι θεοῖσι,
λυσιμελής, πάντων δὲ θεῶν πάντων τ᾽ ἀνθρώπων
δάμναται ἐν στήθεσσι νόον καὶ ἐπίφρονα βουλήν.
ἐκ Χάεος δ᾽ Ἔρεβός τε μέλαινά τε Νὺξ ἐγένοντο·
Νυκτὸς δ᾽ αὖτ᾽ Αἰθήρ τε καὶ Ἡμέρη ἐξεγένοντο,
125 οὓς τέκε κυσαμένη Ἐρέβει φιλότητι μιγεῖσα.
Γαῖα δέ τοι πρῶτον μὲν ἐγείνατο ἶσον ἑαυτῇ
Οὐρανὸν ἀστερόενθ᾽, ἵνα μιν περὶ πάντα καλύπτοι,
ὄφρ᾽ εἴη μακάρεσσι θεοῖς ἕδος ἀσφαλὲς αἰεί.
γείνατο δ᾽ oὔρεα μακρά, θεῶν χαρίεντας ἐναύλους,
Teogonía 135

y los ríos y el mar infinito, enardecido de oleaje


y los astros brillantes y el ancho cielo por encima 110
[y los dioses que de ellos nacieron, dadores de bienes]
y cómo distribuyeron la riqueza y cómo las honras se
[repartieron
e incluso también cómo primeramente ocuparon el
[Olimpo.
Decidme eso, Musas que habitáis la morada olímpica,
desde un principio, y decid lo que de ellos primero se
[generó17. 115

[116-153: Origen del universo y primeros dioses.


Entes primordiales]
En verdad primero se generó el Vacío18, luego a su vez
la Tierra de ancho pecho, sede firme siempre de todos
los inmortales que ocupan las cimas del nevado
[Olimpo;
y el Tártaro caliginoso, en lo hondo de la tierra de an-
[chos caminos;
y Eros, que es el más bello entre los inmortales dioses, 120
que afloja los miembros, y que de todos los dioses y
[de todos los hombres
domeña en su pecho el sentido y la juiciosa decisión19.
Del Vacío surgieron Érebo y la negra Noche;
de la Noche a su vez Éter y el Día nacieron,
a los que parió preñada de Érebo, en el amor unida. 125
La Tierra primero engendró, igual a ella,
al Cielo estrellado, para que la envolviera por todas
[partes,
de suerte que fuera para los bienaventurados dioses
[sede firme siempre.
Engendró los elevados Montes, agraciadas moradas
[de deidades,
136 Θεογονία

130 Νυμφέων, αἳ ναίουσιν ἀν᾽ οὔρεα βησσήεντα.


ἠδὲ καὶ ἀτρύγετον πέλαγος τέκεν, οἴδματι θυῖον,
Πόντον, ἄτερ φιλότητος ἐφιμέρου· αὐτὰρ ἔπειτα
Οὐρανῷ εὐνηθεῖσα τέκ᾽ Ὠκεανὸν βαθυδίνην,
Κοῖόν τε Κρῖόν θ᾽ Ὑπερίονά τ᾽ Ἰαπετόν τε
135 Θείαν τε Ῥείαν τε Θέμιν τε Μνημοσύνην τε
Φοίβην τε χρυσοστέφανον Τηθύν τ᾽ ἐρατεινήν.
τοὺς δὲ μέθ᾽ ὁπλότατος γένετο Κρόνος ἀγκυλομήτης,
δεινότατος παίδων· θαλερὸν δ᾽ ἤχθηρε τοκῆα.
γείνατο δ᾽ αὖ Κύκλωπας ὑπέρβιον ἦτορ ἔχοντας,
140 Βρόντην τε Στερόπην τε καὶ Ἄργην ὀβριμόθυμον,
οἳ Ζηνὶ βροντήν τε δόσαν τεῦξάν τε κεραυνόν.
οἳ δή τοι τὰ μὲν ἄλλα θεοῖς ἐναλίγκιοι ἦσαν,
μοῦνος δ᾽ ὀφθαλμὸς μέσσῳ ἐνέκειτο μετώπῳ.
Κύκλωπες δ᾽ ὄνομ᾽ ἦσαν ἐπώνυμον, οὕνεκ᾽ ἄρα σφέων
145 κυκλοτερὴς ὀφθαλμὸς ἕεις ἐνέκειτο μετώπῳ·
ἰσχὺς δ᾽ ἠδὲ βίη καὶ μηχαναὶ ἦσαν ἐπ᾽ ἔργοις.
ἄλλοι δ᾽ αὖ Γαίης τε καὶ Οὐρανοῦ ἐξεγένοντο
τρεῖς παῖδες μεγάλοι <τε˃ καὶ ὄβριμοι, οὐκ ὀνομαστοί,
Κόττος τε Βριάρεώς τε Γύγης θ᾽, ὑπερήφανα τέκνα.
150 τῶν ἑκατὸν μὲν χεῖρες ἀπ᾽ ὤμων ἀίσσοντο,
ἄπλαστοι, κεφαλαὶ δὲ ἑκάστῳ πεντήκοντα
ἐξ ὤμων ἐπέφυκον ἐπὶ στιβαροῖσι μέλεσσιν·
ἰσχὺς δ᾽ ἄπλητος κρατερὴ μεγάλῳ ἐπὶ εἴδει.
Teogonía 137

de las Ninfas, que habitan por los montes angostos. 130


Ella además parió estéril piélago, hinchado de oleaje,
el Mar, sin la deseable unión amorosa20; pero luego
yació con el Cielo y engendró a Océano, de hondos
[remolinos,
a Ceo, a Crio, a Hiperión, a Jápeto,
a Tea y Rea, a Temis y Mnemósine, 135
a Febe de áurea corona y a Tetis amable.
Después de éstos nació, el último, Crono, de retorcida
[mente,
el más terrible de sus hijos, y sintió odio por su vigo-
[roso padre21.
Ella engendró a su vez a los Cíclopes, dotados de
[desmesurado corazón:
Brontes, Estéropes y Agres, el de violento ánimo, 140
los cuales entregaron a Zeus el trueno y le fabricaron
[el rayo22.
Estos se asemejaban a los dioses en todo excepto
en que un solo ojo tenían colocado en medio de su
[frente;
su nombre era Cíclopes con razón, porque un solo
ojo circular tenían colocado en la frente. 145
En sus obras había vigor, fuerza y argucias.
De la Tierra y del Cielo nacieron otros tres hijos,
grandes y fuertes, nefandos,
Coto, Briareo y Giges, arrogantes hijos,
cien brazos de sus hombros salían, 150
indescriptibles23, y de sus hombros brotaban
a cada uno cincuenta cabezas sobre robustos miembros;
y un poderoso vigor insuperable había en su enorme
[aspecto24.
138 Θεογονία

ὅσσοι γὰρ Γαίης τε καὶ Οὐρανοῦ ἐξεγένοντο,


155 δεινότατοι παίδων, σφετέρῳ δ᾽ ἤχθοντο τοκῆι
ἐξ ἀρχῆς· καὶ τῶν μὲν ὅπως τις πρῶτα γένοιτο,
πάντας ἀποκρύπτασκε, καὶ ἐς φάος οὐκ ἀνίεσκε,
Γαίης ἐν κευθμῶνι, κακῷ δ᾽ ἐπετέρπετο ἔργῳ
Οὐρανός. ἣ δ᾽ ἐντὸς στοναχίζετο Γαῖα πελώρη
160 στεινομένη· δολίην δὲ κακήν τ᾽ ἐφράσσατο τέχνην.
αἶψα δὲ ποιήσασα γένος πολιοῦ ἀδάμαντος
τεῦξε μέγα δρέπανον καὶ ἐπέφραδε παισὶ φίλοισιν·
εἶπε δὲ θαρσύνουσα, φίλον τετιημένη ἦτορ·
παῖδες ἐμοὶ καὶ πατρὸς ἀτασθάλου, αἴ κ᾽ ἐθέλητε
165 πείθεσθαι πατρός κε κακὴν τισαίμεθα λώβην
ὑμετέρου· πρότερος γὰρ ἀεικέα μήσατο ἔργα.
ὣς φάτο· τοὺς δ᾽ ἄρα πάντας ἕλεν δέος, οὐδέ τις αὐτῶν
φθέγξατο. θαρσήσας δὲ μέγας Κρόνος ἀγκυλομήτης
ἂψ αὖτις μύθοισι προσηύδα μητέρα κεδνήν·
170 μῆτερ, ἐγώ κεν τοῦτό γ᾽ ὑποσχόμενος τελέσαιμι
ἔργον, ἐπεὶ πατρός γε δυσωνύμου οὐκ ἀλεγίζω
ἡμετέρου· πρότερος γὰρ ἀεικέα μήσατο ἔργα.
ὣς φάτο· γήθησεν δὲ μέγα φρεσὶ Γαῖα πελώρη·
εἷσε δέ μιν κρύψασα λόχῳ· ἐνέθηκε δὲ χερσὶν
175 ἅρπην καρχαρόδοντα· δόλον δ᾽ ὑπεθήκατο πάντα.
ἦλθε δὲ νύκτ᾽ ἐπάγων μέγας Οὐρανός, ἀμφὶ δὲ Γαίῃ
ἱμείρων φιλότητος ἐπέσχετο καί ῥ᾽ ἐτανύσθη
Teogonía 139

[154-210: Castración de Cielo]


Todos, pues, cuantos nacieron de Tierra y Cielo
fueron hijos muy terribles y odiaron a su propio padre 155
desde el comienzo; y en cuanto nacía uno de estos,
el Cielo a todos los iba ocultando y no los dejaba
[salir a la luz,
en un escondrijo de la Tierra, y disfrutaba de su mala
[acción25.
La ingente Tierra por dentro se lamentaba
oprimida, y urdió un engañoso plan malvado. 160
Inmediatamente creó la especie del gris acero26,
fabricó una gran hoz y explicó el plan a sus hijos;
dijo animándolos, enfurecida en su corazón:
“Hijos míos y de un padre arrogante, si estáis dis-
[puestos
a obedecerme, castigaríamos así la odiosa afrenta 165
de vuestro padre, pues él fue quien primero urdió
[actos indebidos.”
Así dijo y entonces de todos se apoderó el miedo y
[ninguno
pronunció palabra. Recobrado el ánimo, el poderoso
[Crono, de torva mente,
enseguida a su vez dijo a su venerable madre:
“Yo te prometo que podría llevar a cabo esa acción, 170
porque nada me importa nuestro mal llamado padre,
pues él fue quien primero urdió actos indebidos”.
Así dijo. Se alegró en su corazón grandemente la
[Tierra ingente,
lo llevó a ocultarlo en un escondrijo, puso en sus manos
la hoz de afilado diente y le explicó todo el engaño. 175
El poderoso Cielo llegó trayendo la noche, abarcó la
[Tierra
deseoso de coyunda y se expandió
140 Θεογονία

πάντη· ὃ δ᾽ ἐκ λοχέοιο πάις ὠρέξατο χειρὶ


σκαιῇ, δεξιτερῇ δὲ πελώριον ἔλλαβεν ἅρπην
180 μακρὴν καρχαρόδοντα, φίλου δ᾽ ἀπὸ μήδεα πατρὸς
ἐσσυμένως ἤμησε, πάλιν δ᾽ ἔρριψε φέρεσθαι
ἐξοπίσω· τὰ μὲν οὔ τι ἐτώσια ἔκφυγε χειρός·
ὅσσαι γὰρ ῥαθάμιγγες ἀπέσσυθεν αἱματόεσσαι,
πάσας δέξατο Γαῖα· περιπλομένων δ᾽ ἐνιαυτῶν
185 γείνατ᾽ Ἐρινῦς τε κρατερὰς μεγάλους τε Γίγαντας,
τεύχεσι λαμπομένους, δολίχ᾽ ἔγχεα χερσὶν ἔχοντας,
Νύμφας θ᾽ ἃς Μελίας καλέουσ᾽ ἐπ᾽ ἀπείρονα γαῖαν.
μήδεα δ᾽ ὡς τὸ πρῶτον ἀποτμήξας ἀδάμαντι
κάββαλ᾽ ἀπ᾽ ἠπείροιο πολυκλύστῳ ἐνὶ πόντῳ,
190 ὣς φέρετ᾽ ἂμ πέλαγος πουλὺν χρόνον, ἀμφὶ δὲ λευκὸς
ἀφρὸς ἀπ᾽ ἀθανάτου χροὸς ὤρνυτο· τῷ δ᾽ ἔνι κούρη
ἐθρέφθη· πρῶτον δὲ Κυθήροισιν ζαθέοισιν
ἔπλητ᾽, ἔνθεν ἔπειτα περίρρυτον ἵκετο Κύπρον.
ἐκ δ᾽ ἔβη αἰδοίη καλὴ θεός, ἀμφὶ δὲ ποίη
195 ποσσὶν ὕπο ῥαδινοῖσιν ἀέξετο· τὴν δ᾽ Ἀφροδίτην
[ἀφρογενέα τε θεὰν καὶ ἐυστέφανον Κυθέρειαν ]
κικλῄσκουσι θεοί τε καὶ ἀνέρες, οὕνεκ᾽ ἐν ἀφρῷ
θρέφθη· ἀτὰρ Κυθέρειαν, ὅτι προσέκυρσε Κυθήροις·
Κυπρογενέα δ᾽, ὅτι γέντο πολυκλύστῳ ἐνὶ Κύπρῳ·
Teogonía 141

por completo; entonces el hijo surgió de su escondrijo


[ayudándose con la mano
izquierda, mientras con la derecha sostenía la ingente
[hoz,
larga y de afilado diente; segó impetuosamente 180
los genitales de su padre y hacia atrás los arrojó para
[que fueran arrastrados
en adelante; no escaparon en vano de sus manos27,
pues la Tierra acogió todas las gotas que brotaron
repletas de sangre, y con el curso de los años
engendró a las poderosas Erinias y a los grandes Gi-
[gantes28, 185
de luminosa armadura, que sostienen en sus manos
[largas lanzas,
y a las ninfas que llaman Melias29 por toda la infinita
tierra.
Y como nada más amputar los genitales con el ada-
[mante
los arrojó desde la tierra firme al mar repleto de oleaje,
fueron arrastrados por el piélago durante mucho tiempo 190
y de su piel inmortal brotó blanca espuma: en ella
[una muchacha
se crió30. Primero se aproximó a los divinos Citereos
y luego desde allí llegó a Chipre31, por el oleaje batida.
Allí puso pie en tierra la bella diosa venerable, y la
[hierba
bajo sus pies delicados iba creciendo; Afrodita 195
[y diosa nacida de la espuma y Citerea, de hermosa
[corona]
la llaman dioses y hombres, porque en la espuma
fue criada; y Citerea, porque llegó hasta Citera,
y Ciprogenia, porque nació en Chipre, por el oleaje
[batida;
142 Θεογονία

200 ἠδὲ φιλομμειδέα, ὅτι μηδέων ἐξεφαάνθη.


τῇ δ᾽ Ἔρος ὡμάρτησε καὶ Ἵμερος ἕσπετο καλὸς
γεινομένῃ τὰ πρῶτα θεῶν τ᾽ ἐς φῦλον ἰούσῃ.
ταύτην δ᾽ ἐξ ἀρχῆς τιμὴν ἔχει ἠδὲ λέλογχε
μοῖραν ἐν ἀνθρώποισι καὶ ἀθανάτοισι θεοῖσι,
205 παρθενίους τ᾽ ὀάρους μειδήματά τ᾽ ἐξαπάτας τε
τέρψιν τε γλυκερὴν φιλότητά τε μειλιχίην τε.
τοὺς δὲ πατὴρ Τιτῆνας ἐπίκλησιν καλέεσκε
παῖδας νεικείων μέγας Οὐρανός, οὓς τέκεν αὐτός·
φάσκε δὲ τιταίνοντας ἀτασθαλίῃ μέγα ῥέξαι
210 ἔργον, τοῖο δ᾽ ἔπειτα τίσιν μετόπισθεν ἔσεσθαι.

Νὺξ δ᾽ ἔτεκεν στυγερόν τε Μόρον καὶ Κῆρα μέλαιναν


καὶ Θάνατον, τέκε δ᾽ Ὕπνον, ἔτικτε δὲ φῦλον Ὀνείρων·
δεύτερον αὖ Μῶμον καὶ Ὀιζὺν ἀλγινόεσσαν
οὔ τινι κοιμηθεῖσα θεὰ τέκε Νὺξ ἐρεβεννή,
215 Ἑσπερίδας θ᾽, αἷς μῆλα πέρην κλυτοῦ Ὠκεανοῖο
χρύσεα καλὰ μέλουσι φέροντά τε δένδρεα καρπόν.
καὶ Μοίρας καὶ Κῆρας ἐγείνατο νηλεοποίνους,
[Κλωθώ τε Λάχεσίν τε καὶ Ἄτροπον, αἵτε βροτοῖσι
γεινομένοισι διδοῦσιν ἔχειν ἀγαθόν τε κακόν τε,]
Teogonía 143

y también Filomedea, porque apareció de unos geni-


[tales32. 200
Nada más nacer y cuando se encaminaba hasta la raza
[de los dioses
la acompañó Eros y el hermoso Deseo se unió al séquito.
Desde el principio ése es el privilegio que tiene y la
[porción
que le ha correspondido entre los hombres y los dio-
[ses inmortales:
las conversaciones de jóvenes, las sonrisas, los engaños, 205
el dulce placer, el amor, la ternura33.
El padre, el poderoso Cielo, por hostilidad a sus hijos,
a los que él mismo había engendrado, les impuso el
[nombre de Titanes:
aseguraba que, por obcecación, al querer derrocarlo34,
[habían cometido un hecho
grave, por el que después en el futuro habría de llegar
[su castigo. 210

[211-232: Descendencia de la Noche35]


La Noche parió al doloroso Hado y a la negra Cer36
y a la Muerte, y parió al Sueño, y fue pariendo a la raza
[de los Ensueños37.
En segundo lugar, sin yacer con ningún dios,
la Noche tenebrosa parió a Burla38, al Lamento dolo-
roso
y a las Hespérides, que cuidan de las hermosas man-
[zanas áureas 215
y de sus árboles portadores de fruto39;
y engendró a las Parcas y a las Ceres implacables,
Cloto, Láquesis y Átropo, que a los mortales, según
[nacen,
les conceden la posesión del bien y del mal40.
144 Θεογονία

220 αἵτ᾽ ἀνδρῶν τε θεῶν τε παραιβασίας ἐφέπουσιν·


οὐδέ ποτε λήγουσι θεαὶ δεινοῖο χόλοιο,
πρίν γ᾽ ἀπὸ τῷ δώωσι κακὴν ὄπιν, ὅστις ἁμάρτῃ.
τίκτε δὲ καὶ Νέμεσιν, πῆμα θνητοῖσι βροτοῖσι,
Νὺξ ὀλοή· μετὰ τὴν δ᾽ Ἀπάτην τέκε καὶ Φιλότητα
225 Γῆράς τ᾽ οὐλόμενον, καὶ Ἔριν τέκε καρτερόθυμον.
αὐτὰρ Ἔρις στυγερὴ τέκε μὲν Πόνον ἀλγινόεντα
Λήθην τε Λιμόν τε καὶ Ἄλγεα δακρυόεντα
Ὑσμίνας τε Μάχας τε Φόνους τ᾽ Ἀνδροκτασίας τε
Νείκεά τε ψευδέας τε Λόγους Ἀμφιλλογίας τε
230 Δυσνομίην τ᾽ Ἄτην τε, συνήθεας ἀλλήλῃσιν,
Ὅρκον θ᾽, ὃς δὴ πλεῖστον ἐπιχθονίους ἀνθρώπους
πημαίνει, ὅτε κέν τις ἑκὼν ἐπίορκον ὀμόσσῃ.

Νηρέα δ᾽ ἀψευδέα καὶ ἀληθέα γείνατο Πόντος,


πρεσβύτατον παίδων· αὐτὰρ καλέουσι γέροντα,
235 οὕνεκα νημερτής τε καὶ ἤπιος, οὐδὲ θεμιστέων
λήθεται, ἀλλὰ δίκαια καὶ ἤπια δήνεα οἶδεν·
αὖτις δ᾽ αὖ Θαύμαντα μέγαν καὶ ἀγήνορα Φόρκυν
Γαίῃ μισγόμενος καὶ Κητὼ καλλιπάρῃον
Εὐρυβίην τ᾽ ἀδάμαντος ἐνὶ φρεσὶ θυμὸν ἔχουσαν.
240 Νηρῆος δ᾽ ἐγένοντο μεγήριτα τέκνα θεάων
πόντῳ ἐν ἀτρυγέτῳ καὶ Δωρίδος ἠυκόμοιο,
κούρης Ὠκεανοῖο, τελήεντος ποταμοῖο,
Πλωτώ τ᾽ Εὐκράντη τε Σαώ τ᾽ Ἀμφιτρίτη τε
Teogonía 145

Ellas son las que persiguen las transgresiones de dio-


[ses y hombres 220
y jamás estas diosas cesan en su terrible cólera,
hasta que aplican funesto escarmiento a aquel que yerra.
La Noche maldita también parió a Némesis, calamidad
[para los humanos.
Y después parió a Engaño y Afecto
y a la maldita Vejez, y parió a Discordia, la de brutal
[ánimo. 225
A su vez la odiosa Discordia parió al doloroso Sufri-
[miento,
a Olvido, a Hambre, a los Dolores lacrimosos,
Contiendas, Batallas, Matanzas, Homicidios,
Discordias, Mentiras, Palabrerías, Discusiones,
Desgobierno, Obcecación, que son parientes cercanos, 230
y también al Juramento, que es el que más castiga a
[los mortales,
cuando alguno a sabiendas jura en falso41.

[233-336: Descendencia de Ponto]


Ponto42 engendró a Nereo, sin mentira y verdadero,
el mayor de sus hijos; pero lo llaman anciano,
porque es infalible y sensato, y los preceptos 235
no descuida, sino que posee conocimientos justos y
[sensatos43.
A su vez, unido a la Tierra, engendró al gran Taumante,
al valiente Forcis, a Ceto de hermosas mejillas
y a Euribia, que tiene en sus entrañas ánimo de ada-
[mante
De Nereo y de Dóride, la de hermosa melena, 240
hija de Océano, el río circular44,
nacieron muy numerosas hijas de divinas45 en el mar
[estéril46,
Proto, Eucrante, Sao y Anfitrite,
146 Θεογονία

Εὐδώρη τε Θέτις τε Γαλήνη τε Γλαύκη τε


245 Κυμοθόη Σπειώ τε θοὴ Θαλίη τ᾽ ἐρόεσσα
Πασιθέη τ᾽ Ἐρατώ τε καὶ Εὐνίκη ῥοδόπηχυς
καὶ Μελίτη χαρίεσσα καὶ Εὐλιμένη καὶ Ἀγαυὴ
Δωτώ τε Πρωτώ τε Φέρουσά τε Δυναμένη τε
Νησαίη τε καὶ Ἀκταίη καὶ Πρωτομέδεια
250 Δωρὶς καὶ Πανόπεια καὶ εὐειδὴς Γαλάτεια
Ἱπποθόη τ᾽ ἐρόεσσα καὶ Ἱππονόη ῥοδόπηχυς
Κυμοδόκη θ᾽, ἣ κύματ᾽ ἐν ἠεροειδέι πόντῳ
πνοιάς τε ζαέων ἀνέμων σὺν Κυματολήγῃ
ῥεῖα πρηΰνει καὶ ἐυσφύρῳ Ἀμφιτρίτῃ,
255 Κυμώ τ᾽ Ἠιόνη τε ἐυστέφανός θ᾽ Ἁλιμήδη
Γλαυκονόμη τε φιλομμειδὴς καὶ Ποντοπόρεια
Λειαγόρη τε καὶ Εὐαγόρη καὶ Λαομέδεια
Πουλυνόη τε καὶ Αὐτονόη καὶ Λυσιάνασσα
Εὐάρνη τε φυήν τ᾽ ἐρατὴ καὶ εἶδος ἄμωμος
260 καὶ Ψαμάθη χαρίεσσα δέμας δίη τε Μενίππη
Νησώ τ᾽ Εὐπόμπη τε Θεμιστώ τε Προνόη τε
Νημερτής θ᾽, ἣ πατρὸς ἔχει νόον ἀθανάτοιο.
αὗται μὲν Νηρῆος ἀμύμονος ἐξεγένοντο
κοῦραι πεντήκοντα, ἀμύμονα ἔργα ἰδυῖαι.
265 Θαύμας δ᾽ Ὠκεανοῖο βαθυρρείταο θύγατρα
ἠγάγετ᾽ Ἠλέκτρην· ἣ δ᾽ ὠκεῖαν τέκεν Ἶριν
ἠυκόμους θ᾽ Ἁρπυίας Ἀελλώ τ᾽ Ὠκυπέτην τε,
αἵ ῥ᾽ ἀνέμων πνοιῇσι καὶ οἰωνοῖς ἅμ᾽ ἕπονται
ὠκείῃς πτερύγεσσι· μεταχρόνιαι γὰρ ἴαλλον.
270 Φόρκυϊ δ᾽ αὖ Κητὼ Γραίας τέκε καλλιπαρῄους
Teogonía 147

Eudora, Tetis, Galena y Glauca,


Cimótoe, Espeo la veloz y la amorosa Talía, 245
Pasítea, Érato y Eunica de rosáceos brazos,
y Mélita de gracia llena y Eulímena y Ágave,
Doto, Proto, Férusa y Dinámena,
Nesea y Actea y Protomedea,
Doris y Pánope y la hermosa Galatea, 250
Hipótoa amorosa e Hipónoa de rosáceos brazos,
y Cimódoca, quien, junto con Cimatolega
y Anfitrita, la de bellos tobillos, en el mar brumoso,
calma fácilmente las olas y las ráfagas de violentos
[vientos;
y Cimo, Eona, de hermosa corona, Halimede, 255
Glaucónoma, que ama la sonrisa, y Pontoporea;
Leágora, Evágora y Laomedea,
Polínoa, Autónoa y Lisianasa,
Evarna, de seductora naturaleza y belleza intachable,
Psámata, agraciada de cuerpo, y la divina Menipa, 260
Neso, Eupompa, Temisto y Prónoa,
e Infalible, que tiene la inteligencia de su padre in-
[mortal.
Esas fueron las cincuenta hijas que nacieron
del intachable Nereo, poseedoras de cabales conoci-
[mientos.
Taumante se llevó consigo a Electra, hija del Océano, 265
de profunda corriente, y parió a la veloz Iris
y a las Harpías, de hermosa cabellera, Aelo y Ocí-
[peta,
que siguen a los soplos de los vientos y a las aves
con sus raudas alas, porque se elevaban alto por los
[aires.
Para Forcis a su vez Ceto47 parió unas ancianas de
[hermosas mejillas, 270
148 Θεογονία

ἐκ γενετῆς πολιάς, τὰς δὴ Γραίας καλέουσιν


ἀθάνατοί τε θεοὶ χαμαὶ ἐρχόμενοί τ᾽ ἄνθρωποι,
Πεμφρηδώ τ᾽ ἐύπεπλον Ἐνυώ τε κροκόπεπλον,
Γοργούς θ᾽, αἳ ναίουσι πέρην κλυτοῦ Ὠκεανοῖο
275 ἐσχατιῇ πρὸς νυκτός, ἵν᾽ Ἑσπερίδες λιγύφωνοι,
Σθεννώ τ᾽ Εὐρυάλη τε Μέδουσά τε λυγρὰ παθοῦσα.
ἡ μὲν ἔην θνητή, αἱ δ᾽ ἀθάνατοι καὶ ἀγήρῳ,
αἱ δύο· τῇ δὲ μιῇ παρελέξατο Κυανοχαίτης
ἐν μαλακῷ λειμῶνι καὶ ἄνθεσιν εἰαρινοῖσιν.
280 τῆς δ᾽ ὅτε δὴ Περσεὺς κεφαλὴν ἀπεδειροτόμησεν,
ἔκθορε Χρυσαωρ τε μέγας καὶ Πήγασος ἵππος.
τῷ μὲν ἐπώνυμον ἦεν, ὅτ᾽ Ὠκεανοῦ περὶ πηγὰς
γένθ᾽, ὃ δ᾽ ἄορ χρύσειον ἔχων μετὰ χερσὶ φίλῃσιν.
χὠ μὲν ἀποπτάμενος προλιπὼν χθόνα, μητέρα μήλων,
285 ἵκετ᾽ ἐς ἀθανάτους· Ζηνὸς δ᾽ ἐν δώμασι ναίει
βροντήν τε στεροπήν τε φέρων Διὶ μητιόεντι.
Χρυσάωρ δ᾽ ἔτεκεν τρικέφαλον Γηρυονῆα
[μιχθεὶς Καλλιρόῃ κούρῃ κλυτοῦ Ὠκεανοῖο.]
τὸν μὲν ἄρ᾽ ἐξενάριξε βίη Ἡρακληείη
290 βουσὶ παρ᾽ εἰλιπόδεσσι περιρρύτῳ εἰν Ἐρυθείῃ
ἤματι τῷ ὅτε περ βοῦς ἤλασεν εὐρυμετώπους
Τίρυνθ᾽ εἰς ἱερὴν διαβὰς πόρον Ὠκεανοῖο
Teogonía 149

con pelo blanco desde su nacimiento, a las que llaman


[Greas
los dioses inmortales y los humanos que por tierra
[caminan:
Penfredo, de hermoso peplo, Enio, de peplo azafra-
[nado,
y las Górgonas, que habitan más allá del ilustre Océano,
en el extremo junto a la noche donde están las Hespé-
[rides de sonora voz; 275
son Esteno, Euríala y Medusa, que conoció tristes su-
[frimientos;
ésta era mortal y las otras inmortales y no envejecían,
las otras dos; con aquélla yació el dios de cabello os-
[curo48
en blando prado y entre flores primaverales.
Cuando Perseo de ésta cortó la cabeza49, 280
brotaron el gran Crisaor y el caballo Pégaso.
Al primero le correspondió ese nombre, porque cuando
[nació
junto a las fuentes del Océano, sostenía una espada
[de oro en sus manos.
El segundo emprendió el vuelo, dejó atrás la tierra,
[madre de ovejas,
y llegó hasta donde están los inmortales; habita en la
[morada de Zeus, 285
y porta el trueno y el rayo para el astuto Zeus.
Crisaor engendró al tricéfalo Geriones
unido a Calírroe, hija del glorioso Océano.
Dióle muerte el fuerte Heracles,
junto a las vacas de paso sinuoso en Eritea, por co-
[rrientes rodeada, 290
en el mismo día aquel en que condujo las vacas de
[ancha testuz
hasta la sagrada Tirinte, tras cruzar el curso del Océano,
150 Θεογονία

Ὄρθον τε κτείνας καὶ βουκόλον Εὐρυτίωνα


σταθμῷ ἐν ἠερόεντι πέρην κλυτοῦ Ὠκεανοῖο.
295 ἣ δ᾽ ἔτεκ᾽ ἄλλο πέλωρον ἀμήχανον, οὐδὲν ἐοικὸς
θνητοῖς ἀνθρώποις οὐδ᾽ ἀθανάτοισι θεοῖσιν,
σπῆι ἔνι γλαφυρῷ θείην κρατερόφρον᾽ Ἔχιδναν,
ἥμισυ μὲν νύμφην ἑλικώπιδα καλλιπάρῃον,
ἥμισυ δ᾽ αὖτε πέλωρον ὄφιν δεινόν τε μέγαν τε
300 αἰόλον ὠμηστὴν ζαθέης ὑπὸ κεύθεσι γαίης.
ἔνθα δέ οἱ σπέος ἐστὶ κάτω κοίλῃ ὑπὸ πέτρῃ
τηλοῦ ἀπ᾽ ἀθανάτων τε θεῶν θνητῶν τ᾽ ἀνθρώπων·
ἔνθ᾽ ἄρα οἱ δάσσαντο θεοὶ κλυτὰ δώματα ναίειν.
ἣ δ᾽ ἔρυτ᾽ εἰν Ἀρίμοισιν ὑπὸ χθονὶ λυγρὴ Ἔχιδνα,
305 ἀθάνατος νύμφη καὶ ἀγήραος ἤματα πάντα.
τῇ δὲ Τυφάονά φασι μιγήμεναι ἐν φιλότητι
δεινόν θ᾽ ὑβριστήν τ᾽ ἄνομόν θ᾽ ἑλικώπιδι κούρῃ·
ἣ δ᾽ ὑποκυσαμένη τέκετο κρατερόφρονα τέκνα.
Ὄρθον μὲν πρῶτον κύνα γείνατο Γηρυονῆι·
310 δεύτερον αὖτις ἔτικτεν ἀμήχανον, οὔ τι φατειὸν
Κέρβερον ὠμηστήν, Ἀίδεω κύνα χαλκεόφωνον,
πεντηκοντακέφαλον, ἀναιδέα τε κρατερόν τε·
τὸ τρίτον Ὕδρην αὖτις ἐγείνατο λύγρ᾽ εἰδυῖαν
Λερναίην, ἣν θρέψε θεὰ λευκώλενος Ἥρη
Teogonía 151

una vez que hubo dado muerte a Orto y al boyero Eu-


[ritión
en su sombrío establo, más allá del glorioso Océano50.
Calírroe parió otro monstruo incombatible, en nada
[semejante51 295
ni a los hombres mortales ni a los inmortales dioses,
en cóncava gruta: la divina Equidna, de duro cora-
[zón.
La mitad de ella es una muchacha de brillante mirada
[y hermosas mejillas,
mientras que la otra mitad es una monstruosa serpiente,
[terrible y grande,
variopinta, devoradora de carne cruda, oculta en los
[recovecos de la divina tierra, 300
lejos de los inmortales dioses y de los mortales hom-
[bres,
porque allí los dioses le asignaron que habitara glo-
[riosa morada52.
Ella, la dañina Equidna, quedó retenida entre los Ári-
[mos bajo tierra,
muchacha inmortal y sin vejez eternamente. 305
Con ella dicen que Tifón se unió en el amor,
él, terrible, desmedido y sin ley; ella, una muchacha
[de brillante mirada.
Preñada de él parió hijos de duro corazón.
Primero engendró, para Gerioneo53, al perro Orto.
En segundo lugar parió un ser incombatible, indeci-
[ble, 310
Cérbero el voraz, el perro de broncínea voz de Hades,
de cincuenta cabezas, insolente y violento.
En tercer lugar engendró a la Hidra, de funesta sabi-
[duría,
la de Lerna, a la que crió la diosa Hera, de blancos
[brazos,
152 Θεογονία

315 ἄπλητον κοτέουσα βίῃ Ἡρακληείῃ.


καὶ τὴν μὲν Διὸς υἱὸς ἐνήρατο νηλέι χαλκῷ
Ἀμφιτρυωνιάδης σὺν ἀρηιφίλῳ Ἰολάῳ
Ηρακλέης βουλῇσιν Ἀθηναίης ἀγελείης.
ἣ δὲ Χίμαιραν ἔτικτε πνέουσαν ἀμαιμάκετον πῦρ,
320 δεινήν τε μεγάλην τε ποδώκεά τε κρατερήν τε·
τῆς δ᾽ ἦν τρεῖς κεφαλαί· μία μὲν χαροποῖο λέοντος,
ἣ δὲ χιμαίρης, ἣ δ᾽ ὄφιος, κρατεροῖο δράκοντος,
[πρόσθε λέων, ὄπιθεν δὲ δράκων, μέσση δὲ χίμαιρα,
δεινὸν ἀποπνείουσα πυρὸς μένος αἰθομένοιο. ]
325 τὴν μὲν Πήγασος εἷλε καὶ ἐσθλὸς Βελλεροφόντης.
ἣ δ᾽ ἄρα Φῖκ᾽ ὀλοὴν τέκε Καδμείοισιν ὄλεθρον
Ὅρθῳ ὑποδμηθεῖσα Νεμειαῖόν τε λέοντα,
τόν ῥ᾽ Ἥρη θρέψασα Διὸς κυδρὴ παράκοιτις
γουνοῖσιν κατένασσε Νεμείης, πῆμ᾽ ἀνθρώποις.
330 ἔνθ᾽ ἄρ᾽ ὃ οἰκείων ἐλεφαίρετο φῦλ᾽ ἀνθρώπων,
κοιρανέων Τρητοῖο Νεμείης ἠδ᾽ Ἀπέσαντος·
ἀλλά ἑ ἲς ἐδάμασσε βίης Ἡρακληείης.
Κητὼ δ᾽ ὁπλότατον Φόρκυι φιλότητι μιγεῖσα
γείνατο δεινὸν ὄφιν, ὃς ἐρεμνῆς κεύθεσι γαίης
335 πείρασιν ἐν μεγάλοις παγχρύσεα μῆλα φυλάσσει.
τοῦτο μὲν ἐκ Κητοῦς καὶ Φόρκυνος γένος ἐστίν.
Teogonía 153

porque tenía rencor insaciable contra el fuerte Hera-


[cles54. 315
Acabó con ella el hijo de Zeus, Heracles el Anfitrio-
[níada,
con implacable bronce, con ayuda de Yolao, caro a
[Ares,
gracias a los consejos de Atenea, la que reúne a la
[hueste.
Aquélla55 parió a la Quimera, que exhala fuego56,
terrible, grande, veloz y fuerte, 320
de la que brotaban tres cabezas: una de león de feroz
[aspecto,
otra de cabra y otra de serpiente, de terrible dragón.
[por delante león, por detrás dragón, en medio cabra
y exhalaba terrible fuerza de fuego ardiente.]
Acabaron con ella Pégaso y el valeroso Belerofonte. 325
Pero ella57 había parido a la dañina Esfinge, perdición
[de los Cadmeos,
unida a Orto, y al león de Nemea,
al que había criado Hera, gloriosa cónyuge de Zeus,
y lo estableció en las lomas de Nemea, como calamidad
[para los hombres.
Mientras allí habitó, estuvo atacando a sus habitantes, 330
como dueño y señor del territorio nemeo de Treto y
[Apesante.
Pero lo domeñó el vigor del fuerte Heracles.
Ceto, unida en el amor a Forcis, en último lugar
parió una terrible serpiente58, que en los recovecos de
[la tierra oscura
entre sus grandes límites guarda áureas manzanas. 335
Ese, pues, es el linaje de Ceto y Forcis.
154 Θεογονία

Τηθὺς δ᾽ Ὠκεανῷ Ποταμοὺς τέκε δινήεντας,


Νεῖλόν τ᾽ Ἀλφειόν τε καὶ Ἠριδανὸν βαθυδίνην
Στρυμόνα Μαίανδρόν τε καὶ Ἴστρον καλλιρέεθρον
340 Φᾶσίν τε Ῥῆσόν τ᾽ Ἀχελώιόν τ᾽ ἀργυροδίνην
Νέσσον τε Ῥοδίον θ᾽ Ἁλιάκμονά θ᾽ Ἑπτάπορόν τε
Γρήνικόν τε καὶ Αἴσηπον θεῖόν τε Σιμοῦντα
Πηνειόν τε καὶ Ἕρμον ἐυρρείτην τε Κάικον
Σαγγάριόν τε μέγαν Λάδωνά τε Παρθένιόν τε
345 Εὔηνόν τε καὶ Ἄλδησκον θεῖόν τε Σκάμανδρον.
τίκτε δὲ θυγατέρων ἱερὸν γένος, αἳ κατὰ γαῖαν
ἄνδρας κουρίζουσι σὺν Ἀπόλλωνι ἄνακτι
καὶ Ποταμοῖς, ταύτην δὲ Διὸς πάρα μοῖραν ἔχουσι,
Πειθώ τ᾽ Ἀδμήτη τε Ἰάνθη τ᾽ Ἠλέκτρη τε
350 Δωρίς τε Πρυμνώ τε καὶ Οὐρανίη θεοειδὴς
Ἱππώ τε Κλυμένη τε Ῥόδειά τε Καλλιρόη τε
Ζευξώ τε Κλυτίη τε Ἰδυῖά τε Πασιθόη τε
Πληξαύρη τε Γαλαξαύρη τ᾽ ἐρατή τε Διώνη
Μηλόβοσίς τε Θόη τε καὶ εὐειδὴς Πολυδώρη
355 Κερκηίς τε φυὴν ἐρατὴ Πλουτώ τε βοῶπις
Περσηίς τ᾽ Ἰάνειρά τ᾽ Ἀκάστη τε Ξάνθη τε
Πετραίη τ᾽ ἐρόεσσα Μενεσθώ τ᾽ Εὐρώπη τε
Μῆτίς τ᾽ Εὐρυνόμη τε Τελεστώ τε Κροκόπεπλος
Χρυσηίς τ᾽ Ἀσίη τε καὶ ἱμερόεσσα Καλυψὼ
360 Εὐδώρη τε Τύχη τε καὶ Ἀμφιρὼ Ὠκυρόη τε
καὶ Στύξ, ἣ δή σφεων προφερεστάτη ἐστὶν ἁπασέων.
αὗται δ᾽ Ὠκεανοῦ καὶ Τηθύος ἐξεγένοντο
πρεσβύταται κοῦραι· πολλαί γε μέν εἰσι καὶ ἄλλαι.
τρὶς γὰρ χίλιαί εἰσι τανύσφυροι Ὠκεανῖναι,
365 αἵ ῥα πολυσπερέες γαῖαν καὶ βένθεα λίμνης
Teogonía 155

[337-370: Prosigue la descendencia de Cielo y Tierra]


Tetis59 para Océano parió ríos de turbulenta corriente,
Nilo, Alfeo y Erídano, de hondo caudal,
Estrimón, Meandro y el Istro de plateada corriente,
Fasis, Reso y Aqueloo, de argénteo caudal, 340
Neso, Rodio, Haliacmon y Heptáporo,
Grénico, Esepo y el divino Simoente,
Peneo, el Hermo de abundante caudal y el Cáico,
el gran Sangario, Ladón y Partenio,
Eveno, el divino Aldesco60 y el Escamandro. 345
Parió al sagrado linaje de las Muchachas61, que por la
[tierra
hacen de los jóvenes adultos62 junto con el soberano
[Apolo
y con los ríos, y ése es el destino que de Zeus tienen:
Pito, Admeta, Yante, Electra,
Duris, Primno y Urania, de divina hermosura, 350
Hipo, Clímena, Rodea y Calírroa,
Zeuxo, Clitia, Idía y Pasítoa,
Plexaura, Galaxaura y la amable Diona,
Melóbosis, Toa y la hermosa Polidora,
Cerceide, de amable natural, y Pluto de ojos vacunos, 355
Perseide, Yanira, Acasta y Janta,
la amorosa Petrea, Menesto y Europa,
Metis, Eurínoma y Telesto, de azafranado peplo,
Criseide, Asia y la deseable Calipso,
Eudora, Tica, Anfiro, Ocírroa 360
y Éstige, que es la mayor de todas ellas.
Así, pues, esas son las hijas mayores
que nacieron de Océano y Tetis; desde luego hay mu-
[chas otras.
En efecto, son tres mil las Oceánides de tersos tobillos,
aquellas que, diseminadas, la tierra y las profundidades
[marinas 365
156 Θεογονία

πάντη ὁμῶς ἐφέπουσι, θεάων ἀγλαὰ τέκνα.


τόσσοι δ᾽ αὖθ᾽ ἕτεροι ποταμοὶ καναχηδὰ ῥέοντες,
υἱέες Ὠκεανοῦ, τοὺς γείνατο πότνια Τηθύς·
τῶν ὄνομ᾽ ἀργαλέον πάντων βροτὸν ἀνέρ᾽ ἐνισπεῖν,
370 οἳ δὲ ἕκαστοι ἴσασιν, ὅσοι περιναιετάωσιν.

Θεία δ᾽ Ἠέλιόν τε μέγαν λαμπράν τε Σελήνην


Ἠῶ θ᾽, ἣ πάντεσσιν ἐπιχθονίοισι φαείνει
ἀθανάτοις τε θεοῖσι, τοὶ οὐρανὸν εὐρὺν ἔχουσι,
γείναθ᾽ ὑποδμηθεῖσ᾽ Ὑπερίονος ἐν φιλότητι.
375 Κρείῳ δ᾽ Εὐρυβίη τέκεν ἐν φιλότητι μιγεῖσα
Ἀστραῖόν τε μέγαν Πάλλαντά τε δῖα θεάων
Πέρσην θ᾽, ὃς καὶ πᾶσι μετέπρεπεν ἰδμοσύνῃσιν.
Ἀστραίῳ δ᾽ Ἠὼς ἀνέμους τέκε καρτεροθύμους,
ἀργεστὴν Ζέφυρον Βορέην τ᾽ αἰψηροκέλευθον
380 καὶ Νότον, ἐν φιλότητι θεὰ θεῷ εὐνηθεῖσα.
τοὺς δὲ μέτ᾽ ἀστέρα τίκτεν Ἑωσφόρον Ἠριγένεια
ἄστρα τε λαμπετόωντα, τά τ᾽ οὐρανὸς ἐστεφάνωται.
Στὺξ δ᾽ ἔτεκ᾽ Ὠκεανοῦ θυγάτηρ Πάλλαντι μιγεῖσα
Ζῆλον καὶ Νίκην καλλίσφυρον ἐν μεγάροισιν·
385 καὶ Κράτος ἠδὲ Βίην ἀριδείκετα γείνατο τέκνα,
τῶν οὐκ ἔστ᾽ ἀπάνευθε Διὸς δόμος, οὐδέ τις ἕδρη,
οὐδ᾽ ὁδός, ὅππη μὴ κείνοις θεὸς ἡγεμονεύῃ,
Teogonía 157

por doquier atienden por igual, ilustres hijas de diosas.


A su vez otros tantos son los ríos de resonante fluir,
hijos de Océano, a los que engendró la soberana Tetis.
Doloroso le resulta al hombre mortal enumerar los
[nombres de todos,
pero cada uno de los pueblos que en derredor suyo
[habitan, los sabe. 370

[371-403: Descendencia de las parejas Tía – Hiperión


y Crío-Euribia]
Tía engendró, sometida en el amor a Hiperión63,
al gran Sol, a la brillante Luna
y a Aurora, que ilumina a cuantos la tierra habitan
y a los inmortales dioses que el ancho cielo ocupan.
Para Crío Euribia, divina entre las diosas, engendró, 375
en el amor unida, al gran Astreo, a Palante
y a Perses, que además destacaba entre todos por sus
[conocimientos.
Para Astreo, Aurora parió los vientos de violento áni-
[mo,
el luminoso Céfiro y el Bóreas de raudo camino,
y el Noto64, unida en el amor, diosa ella, con el dios. 380
Después de éstos, la diosa que temprano surge
engendró al Lucero del Alba65
y a los astros luminosos, con los que el cielo está co
[ronado.
Éstige, hija de Océano, unida a Palante, parió
en su mansión a Gloria66 y Victoria, de hermosos to-
[billos,
y engendró a Poder y Violencia, excelentes hijos67. 385
No está lejos de Zeus ni su mansión, ni sede alguna suya,
ni camino por el que un dios no los guíe,
158 Θεογονία

ἀλλ᾽ αἰεὶ πὰρ Ζηνὶ βαρυκτύπῳ ἑδριόωνται.


ὣς γὰρ ἐβούλευσεν Στὺξ ἄφθιτος Ὠκεανίνη
390 ἤματι τῷ, ὅτε πάντας Ὀλύμπιος ἀστεροπητὴς
ἀθανάτους ἐκάλεσσε θεοὺς ἐς μακρὸν Ὄλυμπον,
εἶπε δ᾽, ὃς ἂν μετὰ εἷο θεῶν Τιτῆσι μάχοιτο,
μή τιν᾽ ἀπορραίσειν γεράων, τιμὴν δὲ ἕκαστον
ἑξέμεν, ἣν τὸ πάρος γε μετ᾽ ἀθανάτοισι θεοῖσι.
395 τὸν δ᾽ ἔφαθ᾽, ὅστις ἄτιμος ὑπὸ Κρόνου ἠδ᾽ ἀγέραστος,
τιμῆς καὶ γεράων ἐπιβησέμεν, ἣ θέμις ἐστίν.
ἦλθε δ᾽ ἄρα πρώτη Στὺξ ἄφθιτος Οὔλυμπόνδε
σὺν σφοῖσιν παίδεσσι φίλου διὰ μήδεα πατρός.
τὴν δὲ Ζεὺς τίμησε, περισσὰ δὲ δῶρα δέδωκεν.
400 αὐτὴν μὲν γὰρ ἔθηκε θεῶν μέγαν ἔμμεναι ὅρκον,
παῖδας δ᾽ ἤματα πάντα ἑοῦ μεταναιέτας εἶναι.
ὣς δ᾽ αὔτως πάντεσσι διαμπερές, ὥς περ ὑπέστη,
ἐξετέλεσσ᾽· αὐτὸς δὲ μέγα κρατεῖ ἠδὲ ἀνάσσει.

Φοίβη δ᾽ αὖ Κοίου πολυήρατον ἦλθεν ἐς εὐνήν·


405 κυσαμένη δὴ ἔπειτα θεὰ θεοῦ ἐν φιλότητι
Λητὼ κυανόπεπλον ἐγείνατο, μείλιχον αἰεί,
ἤπιον ἀνθρώποισι καὶ ἀθανάτοισι θεοῖσιν,
Teogonía 159

sino que siempre están asentados junto a Zeus gravi-


[tonante.
En efecto, así lo había decidido la Éstige imperecedera,
[hija de Océano
el día aquel en que el Olímpico relampagueante 390
convocó a todos los dioses inmortales en el elevado
[Olimpo
y dijo que, aquel de los dioses que con él combatiera
[a los Titanes
no se vería despojado de honores y que cada uno
[conservaría
el privilegio que antes tenía entre los inmortales dioses.
Y aseguró que, cualquiera que no hubiera recibido
[privilegio ni honra de Crono, 395
habría de alcanzar privilegio y honras, como es pre-
[cepto divino.
Entonces llegó, la primera, Éstige imperecedera al
[Olimpo
con sus hijos, por designio de su padre.
Honróla Zeus y le concedió abundantes dones,
pues hizo que ella fuera la referencia del solemne ju-
[ramento de los dioses 400
y que sus hijos por siempre con ella vivieran.
Y así Zeus, del mismo modo, a todos firmemente, tal
[como prometió,
les cumplió lo dicho; y él mantiene gran poder y es el
[soberano.

[404-452: Descendencia de Ceo y Febe. Nacimiento


y poderes de Hécate]
Febe a su vez fue al lecho deseable de Ceo
y luego, diosa ella, con él, dios, unida en el amor 405
engendró a Leto, de oscuro peplo, siempre dulce,
amable con los hombres y con los inmortales dioses,
160 Θεογονία

μείλιχον ἐξ ἀρχῆς, ἀγανώτατον ἐντὸς Ὀλύμπου.


γείνατο δ᾽ Ἀστερίην ἐυώνυμον, ἥν ποτε Πέρσης
410 ἠγάγετ᾽ ἐς μέγα δῶμα φίλην κεκλῆσθαι ἄκοιτιν.
ἢ δ᾽ ὑποκυσαμένη Ἑκάτην τέκε, τὴν περὶ πάντων
Ζεὺς Κρονίδης τίμησε· πόρεν δέ οἱ ἀγλαὰ δῶρα,
μοῖραν ἔχειν γαίης τε καὶ ἀτρυγέτοιο θαλάσσης.
ἣ δὲ καὶ ἀστερόεντος ἀπ᾽ οὐρανοῦ ἔμμορε τιμῆς
415 ἀθανάτοις τε θεοῖσι τετιμένη ἐστὶ μάλιστα.
καὶ γὰρ νῦν, ὅτε πού τις ἐπιχθονίων ἀνθρώπων
ἔρδων ἱερὰ καλὰ κατὰ νόμον ἱλάσκηται,
κικλῄσκει Ἑκάτην. πολλή τέ οἱ ἕσπετο τιμὴ
ῥεῖα μάλ᾽, ᾧ πρόφρων γε θεὰ ὑποδέξεται εὐχάς,
420 καί τέ οἱ ὄλβον ὀπάζει, ἐπεὶ δύναμίς γε πάρεστιν.
ὅσσοι γὰρ Γαίης τε καὶ Οὐρανοῦ ἐξεγένοντο
καὶ τιμὴν ἔλαχον, τούτων ἔχει αἶσαν ἁπάντων.
οὐδέ τί μιν Κρονίδης ἐβιήσατο οὐδέ τ᾽ ἀπηύρα,
ὅσσ᾽ ἔλαχεν Τιτῆσι μετὰ προτέροισι θεοῖσιν,
425 ἀλλ᾽ ἔχει, ὡς τὸ πρῶτον ἀπ᾽ ἀρχῆς ἔπλετο δασμός,
οὐδ᾽, ὅτι μουνογενής, ἧσσον θεὰ ἔμμορε τιμῆς
καὶ γεράων ἐν γαίῃ τε καὶ οὐρανῷ ἠδὲ θαλάσσῃ·
ἀλλ᾽ ἔτι καὶ πολὺ μᾶλλον, ἐπεὶ Ζεὺς τίεται αὐτήν.
Teogonía 161

dulce desde un principio, la más afable dentro del


[Olimpo.
Y engendró a Asteria, la de buen nombre, a la que
[una vez Perses
llevó a su inmenso palacio para que fuera llamada su
[esposa amada. 410
Una vez quedó preñada, parió a Hécate, a la que por
[encima de todos
Zeus Crónida honró68. Le concedió ilustres dones69:
su porción es tanto de la tierra como del mar estéril.
También tuvo una porción de honra del cielo estrellado
y es honrada especialmente por dioses inmortales. 415
En efecto, incluso ahora, cuando alguno de los hom-
[bres mortales,
mediante hermosos sacrificios quiere propiciarse a la
[divinidad según la norma,
invoca el nombre de Hécate. Abundante es la recom-
[pensa que, con gran facilidad,
acompaña a aquel cuyas plegarias acoge favorable la
[diosa,
y le concede dicha, porque dispone de poder para ello. 420
Porque de cuantos nacieron de la Tierra y del Cielo
y obtuvieron privilegio, de todos ellos posee una parte.
El Crónida no ejerció sobre ella violencia ni le privó
[de nada
de cuanto obtuvo entre los Titanes, los primeros dioses,
sino que lo conserva, tal como fue el reparto por pri-
[mera vez al comienzo. 425
Ni tampoco, por ser unigénita, la diosa obtuvo menor
[parte de privilegios
ni de honras en la tierra, en el cielo y en el mar,
sino que incluso tiene mucho más, ya que Zeus la re-
[compensa a ella.
162 Θεογονία

429 ᾧ δ᾽ ἐθέλῃ, μεγάλως παραγίγνεται ἠδ᾽ ὀνίνησιν·


434 [ἔν τε δίκῃ βασιλεῦσι παρ᾽ αἰδοίοισι καθίζει,]
430 ἔν τ᾽ ἀγορῇ λαοῖσι μεταπρέπει, ὅν κ᾽ ἐθέλῃσιν·
ἠδ᾽ ὁπότ᾽ ἐς πόλεμον φθισήνορα θωρήσσωνται
ἀνέρες, ἔνθα θεὰ παραγίγνεται, οἷς κ᾽ ἐθέλῃσι
433 νίκην προφρονέως ὀπάσαι καὶ κῦδος ὀρέξαι.
439 ἐσθλὴ δ᾽ ἱππήεσσι παρεστάμεν, οἷς κ᾽ ἐθέλῃσιν·
435 ἐσθλὴ δ᾽ αὖθ᾽ ὁπότ᾽ ἄνδρες ἀεθλεύωσ’ἐν ἀγῶνι,
ἔνθα θεὰ καὶ τοῖς παραγίγνεται ἠδ᾽ ὀνίνησιν·
νικήσας δὲ βίῃ καὶ κάρτεϊ καλὸν ἄεθλον
438 ῥεῖα φέρει χαίρων τε, τοκεῦσι δὲ κῦδος ὀπάζει.
440 καὶ τοῖς, οἳ γλαυκὴν δυσπέμφελον ἐργάζονται,
εὔχονται δ᾽ Ἑκάτῃ καὶ ἐρικτύπῳ Ἐννοσιγαίῳ,
ῥηιδίως ἄγρην κυδρὴ θεὸς ὤπασε πολλήν,
ῥεῖα δ᾽ ἀφείλετο φαινομένην, ἐθέλουσά γε θυμῷ.
ἐσθλὴ δ᾽ ἐν σταθμοῖσι σὺν Ἑρμῇ ληίδ᾽ ἀέξειν·
445 βουκολίας τ᾽ ἀγέλας τε καὶ αἰπόλια πλατέ᾽ αἰγῶν
ποίμνας τ᾽ εἰροπόκων ὀίων, θυμῷ γ᾽ ἐθέλουσα,
ἐξ ὀλίγων βριάει κἀκ πολλῶν μείονα θῆκεν.
οὕτω τοι καὶ μουνογενὴς ἐκ μητρὸς ἐοῦσα
πᾶσι μετ᾽ ἀθανάτοισι τετίμηται γεράεσσιν.
450 θῆκε δέ μιν Κρονίδης κουροτρόφον, οἳ μετ᾽ ἐκείνην
Teogonía 163

A quien ella quiere, con generosidad lo asiste y favo-


[rece 429
y en los pleitos se sienta junto a los reyes venerables 434
y en la asamblea hace que destaque entre las gentes
[aquel que quiere; 430
y cuando se arman los hombres para la guerra homi-
[cida,
entonces la diosa asiste a aquellos a los que quiere
benévolamente conceder la victoria y hacerles alcanzar
[la gloria. 433
Es cualidad suya asistir a los jinetes que ella quiere 439
y lo es también hacerlo cuando los hombres compiten
[en el certamen; 435
allí también la diosa los asiste y beneficia;
cuando uno ha vencido por su fuerza y poder, hermoso
[premio
con facilidad obtiene y con gozo, y proporciona gloria
[a sus padres. 438
Y a aquellos que trabajan el tempestuoso mar verdoso, 440
y rezan a Hécate y al retumbante Enosigeo70,
la gloriosa diosa con facilidad les concede abundante
[pesca,
pero fácilmente arrebata la presa ya avistada, cuando
[en su ánimo lo quiere.
Es cualidad suya acrecentar en los establos, junto con
[Hermes, el botín de ganado.
Ya sean las manadas de vacas y recuas o los extensos
[rebaños de cabras 445
o los de ovejas lanudas, cuando en su ánimo lo quiere,
si son pocos, los acrecienta, y los reduce si son muchos.
Así, en efecto, unigénita de su madre,
entre todos los mortales está honrada con privilegios
y el Crónida la hizo nodriza de jóvenes: de todos
[aquellos que, después de ella, 450
164 Θεογονία

ὀφθαλμοῖσιν ἴδοντο φάος πολυδερκέος Ἠοῦς.


οὕτως ἐξ ἀρχῆς κουροτρόφος, αἳ δέ τε τιμαί.

Ῥείη δὲ δμηθεῖσα Κρόνῳ τέκε φαίδιμα τέκνα,


Ἱστίην Δήμητρα καὶ Ἥρην χρυσοπέδιλον
455 ἴφθιμόν τ᾽ Ἀίδην, ὃς ὑπὸ χθονὶ δώματα ναίει
νηλεὲς ἦτορ ἔχων, καὶ ἐρίκτυπον Ἐννοσίγαιον
Ζῆνά τε μητιόεντα, θεῶν πατέρ᾽ ἠδὲ καὶ ἀνδρῶν,
τοῦ καὶ ὑπὸ βροντῆς πελεμίζεται εὐρεῖα χθών.
καὶ τοὺς μὲν κατέπινε μέγας Κρόνος, ὥς τις ἕκαστος
460 νηδύος ἐξ ἱερῆς μητρὸς πρὸς γούναθ᾽ ἵκοιτο,
τὰ φρονέων, ἵνα μή τις ἀγαυῶν Οὐρανιώνων
ἄλλος ἐν ἀθανάτοισιν ἔχοι βασιληίδα τιμήν.
πεύθετο γὰρ Γαίης τε καὶ Οὐρανοῦ ἀστερόεντος,
οὕνεκά οἱ πέπρωτο ἑῷ ὑπὸ παιδὶ δαμῆναι
465 καὶ κρατερῷ περ ἐόντι, Διὸς μεγάλου διὰ βουλάς·
τῷ ὅ γ᾽ ἄρ᾽ οὐκ ἀλαὸς σκοπιὴν ἔχεν, ἀλλὰ δοκεύων
παῖδας ἑοὺς κατέπινε· Ῥέην δ᾽ ἔχε πένθος ἄλαστον.
ἀλλ᾽ ὅτε δὴ Δί᾽ ἔμελλε θεῶν πατέρ᾽ ἠδὲ καὶ ἀνδρῶν
τέξεσθαι, τότ᾽ ἔπειτα φίλους λιτάνευε τοκῆας
Teogonía 165

con sus ojos contemplaron la luz de la Aurora, de


[aguzada vista;
así, desde un principio es nodriza de muchachos, y
[ésas son sus prerrogativas.

[453-506: Descendencia de Crono y Rea: nacimiento


de Zeus]
Rea, sojuzgada por Crono, parió ilustres hijos:
Hestia, Deméter y Hera de áureas sandalias,
el violento Hades, que habita morada subterránea 455
y posee implacable corazón, y el retumbante Enosigeo,
y el astuto Zeus, padre de dioses y de hombres,
por cuyo trueno se agita la ancha tierra71.
A todos ellos se los tragó el poderoso Crono, a medida
[que cada uno
desde el sagrado vientre de su madre llegaba a sus ro-
[dillas 460
con la intención de que ningún otro de los ilustres
[Olímpicos
alcanzara el privilegio de la realeza.
En efecto, había conocido de la Tierra y del Cielo72,
[de estrellas lleno,
que estaba predestinado que sería dominado por un
[hijo,
por más que fuera muy poderoso, debido a la voluntad
[de Zeus. 465
Así que, por ello, no descuidó la vigilancia, sino que,
[puesto al acecho,
fue devorando a sus hijos. Por ello Rea tuvo dolor in-
[sufrible.
Pero cuando estaba a punto de parir al padre de
[dioses y de hombres,
entonces a continuación suplicó a sus queridos pro-
[genitores,
166 Θεογονία

470 τοὺς αὐτῆς, Γαῖάν τε καὶ Οὐρανὸν ἀστερόεντα,


μῆτιν συμφράσσασθαι, ὅπως λελάθοιτο τεκοῦσα
παῖδα φίλον, τίσαιτο δ᾽ ἐρινῦς πατρὸς ἑοῖο
παίδων θ᾽, οὓς κατέπινε μέγας Κρόνος ἀγκυλομήτης.
οἳ δὲ θυγατρὶ φίλῃ μάλα μὲν κλύον ἠδ᾽ ἐπίθοντο,
475 καί οἱ πεφραδέτην, ὅσα περ πέπρωτο γενέσθαι
ἀμφὶ Κρόνῳ βασιλῆι καὶ υἱέι καρτεροθύμῳ.
πέμψαν δ᾽ ἐς Λύκτον, Κρήτης ἐς πίονα δῆμον,
ὁππότ᾽ ἄρ᾽ ὁπλότατον παίδων τέξεσθαι ἔμελλε,
Ζῆνα μέγαν· τὸν μέν οἱ ἐδέξατο Γαῖα πελώρη
480 Κρήτῃ ἐν εὐρείῃ τραφέμεν ἀτιταλλέμεναί τε.
ἔνθα μιν ἷκτο φέρουσα θοὴν διὰ νύκτα μέλαιναν
πρώτην ἐς Λύκτον· κρύψεν δέ ἑ χερσὶ λαβοῦσα
ἄντρῳ ἐν ἠλιβάτῳ, ζαθέης ὑπὸ κεύθεσι γαίης,
Αἰγαίῳ ἐν ὄρει πεπυκασμένῳ ὑλήεντι.
485 τῷ δὲ σπαργανίσασα μέγαν λίθον ἐγγυάλιξεν
Οὐρανίδῃ μέγ᾽ ἄνακτι, θεῶν προτέρων βασιλῆι.
τὸν τόθ᾽ ἑλὼν χείρεσσιν ἑὴν ἐγκάτθετο νηδὺν
σχέτλιος· οὐδ᾽ ἐνόησε μετὰ φρεσίν, ὥς οἱ ὀπίσσω
ἀντὶ λίθου ἑὸς υἱὸς ἀνίκητος καὶ ἀκηδὴς
490 λείπεθ᾽, ὅ μιν τάχ᾽ ἔμελλε βίῃ καὶ χερσὶ δαμάσσας
τιμῆς ἐξελάειν, ὃ δ᾽ ἐν ἀθανάτοισι ἀνάξειν.
καρπαλίμως δ᾽ ἄρ᾽ ἔπειτα μένος καὶ φαίδιμα γυῖα
ηὔξετο τοῖο ἄνακτος· ἐπιπλομένου δ᾽ ἐνιαυτοῦ
Γαίης ἐννεσίῃσι πολυφραδέεσσι δολωθεὶς
Teogonía 167

la Tierra y el Cielo estrellado, 470


que concibieran un plan para parir a su hijo
sin que Crono se percatara, y pudiera vengar las Eri-
[nias de su padre
y de los hijos a los que había devorado el poderoso
[Crono de retorcida mente.
Y aquéllos le explicaron cuanto estaba exactamente
[prefijado que aconteciera
referente al rey Crono y a su hijo de violento ánimo. 475
Y la enviaron a Licto, al rico territorio de Creta,
cuando ya iba a parir al más joven de sus hijos,
el poderoso Zeus; a éste lo acogió la inmensa Tierra73
en la espaciosa Creta para criarlo y cuidarlo.
Allí llegó Rea llevándolo a través de la negra noche 480
[rauda
a Licto, la primera; lo tomó entre sus brazos
y lo ocultó en una gruta inaccesible, en los recovecos
[de la divina tierra,
en el monte Egeo, de densa foresta74.
Envolvió en pañales un gran piedra y se la dio 845
al gran soberano Uránida, rey de los dioses primeros.
Él lo tomó en sus brazos y lo introdujo en su vientre,
desdichado, y no se percató en su mente que en el fu-
[turo
en vez de una piedra quedaba invicto e incólume su
[hijo,
que pronto con su fuerza y sus manos lo domeñaría, 490
lo expulsaría del poder y sería él quien reinaría entre
[los inmortales.
Luego rápidamente crecieron el vigor y los ilustres
[miembros
del soberano; y transcurrido un año,
engañado por los muy astutos consejos de la Tierra,
168 Θεογονία

495 ὃν γόνον ἄψ ἀνέηκε μέγας Κρόνος ἀγκυλομήτης


νικηθεὶς τέχνῃσι βίηφί τε παιδὸς ἑοῖο.
πρῶτον δ᾽ ἐξήμησε λίθον, ὃν πύματον κατέπινεν·
τὸν μὲν Ζεὺς στήριξε κατὰ χθονὸς εὐρυοδείης
Πυθοῖ ἐν ἠγαθέῃ, γυάλοις ὕπο Παρνησσοῖο
500 σῆμ᾽ ἔμεν ἐξοπίσω, θαῦμα θνητοῖσι βροτοῖσιν.
λῦσε δὲ πατροκασιγνήτους ὀλοῶν ὑπὸ δεσμῶν
Οὐρανίδας, οὓς δῆσε πατὴρ ἀεσιφροσύνῃσιν·
οἳ οἱ ἀπεμνήσαντο χάριν ἐυεργεσιάων,
δῶκαν δὲ βροντὴν ἠδ᾽ αἰθαλόεντα κεραυνὸν
505 καὶ στεροπήν· τὸ πρὶν δὲ πελώρη Γαῖα κεκεύθει·
τοῖς πίσυνος θνητοῖσι καὶ ἀθανάτοισιν ἀνάσσει.

κούρην δ᾽ Ἰαπετὸς καλλίσφυρον Ὠκεανίνην


ἠγάγετο Κλυμένην καὶ ὁμὸν λέχος εἰσανέβαινεν.
ἣ δέ οἱ Ἄτλαντα κρατερόφρονα γείνατο παῖδα·
510 τίκτε δ᾽ ὑπερκύδαντα Μενοίτιον ἠδὲ Προμηθέα
ποικίλον αἰολόμητιν, ἁμαρτίνοόν τ᾽ Ἐπιμηθέα
ὃς κακὸν ἐξ ἀρχῆς γένετ᾽ ἀνδράσιν ἀλφηστῇσι·
πρῶτος γάρ ῥα Διὸς πλαστὴν ὑπέδεκτο γυναῖκα
παρθένον. ὑβριστὴν δὲ Μενοίτιον εὐρύοπα Ζεὺς
515 εἰς Ἔρεβος κατέπεμψε βαλὼν ψολόεντι κεραυνῷ
Teogonía 169

arrojó fuera a su descendencia el gran Crono de re-


[torcida mente, 495
vencido por las artes y la fuerza de su hijo.
Primero vomitó una piedra, lo último que había de-
[vorado.
Zeus la fijó en un lugar de la espaciosa tierra,
en la divina Pito, en las concavidades del Parnaso,
para que en adelante fuera una señal, maravilla para
[los hombres mortales75.
Liberó a los hermanos de su padre de sus malditas
[cadenas, 500
a los Uránidas76, a los que había encadenado su padre
[con enloquecida decisión.
Ellos mostraron su agradecimiento por estos beneficios
y le otorgaron el trueno, el ardiente rayo
y el relámpago que hasta entonces la gigantesca tierra 505
[había mantenido ocultos;
confiado en estos instrumentos Zeus gobierna sobre
[mortales e inmortales.

[507-616: Descendencia de Jápeto. Prometeo. Crea-


ción de la mujer]
A la muchacha de hermosos tobillos, hija del Océano,
Clímene, se la llevó Jápeto y con él subió al lecho.
Ella para él engendró un hijo de fuerte ánimo, Atlante,
y parió al muy pretencioso Menecio y a Prometeo, 510
versátil y sagaz, y al torpe Epimeteo,
que desde el principio se convirtió en un desastre
para los hombres que de grano se alimentan77.
En efecto, fue el primero que recibió una mujer mol-
[deada por Zeus,
una virgen. Al soberbio Menecio Zeus, de ancha mi-
[rada,
lo envió al Érebo lanzándole el rayo humeante, 515
170 Θεογονία

εἵνεκ᾽ ἀτασθαλίης τε καὶ ἠνορέης ὑπερόπλου.


Ἄτλας δ᾽ οὐρανὸν εὐρὺν ἔχει κρατερῆς ὑπ᾽ ἀνάγκης
πείρασιν ἐν γαίης, πρόπαρ ῾Εσπερίδων λιγυφώνων,
ἑστηὼς κεφαλῇ τε καὶ ἀκαμάτῃσι χέρεσσιν·
520 ταύτην γάρ οἱ μοῖραν ἐδάσσατο μητίετα Ζεύς.
δῆσε δ᾽ ἀλυκτοπέδῃσι Προμηθέα ποικιλόβουλον
δεσμοῖς ἀργαλέοισι μέσον διὰ κίον᾽ ἐλάσσας·
καί οἱ ἐπ᾽ αἰετὸν ὦρσε τανύπτερον· αὐτὰρ ὅ γ᾽ ἧπαρ
ἤσθιεν ἀθάνατον, τὸ δ᾽ ἀέξετο ἶσον ἁπάντῃ
525 νυκτός ὅσον πρόπαν ἦμαρ ἔδοι τανυσίπτερος ὄρνις.
τὸν μὲν ἄρ᾽ Ἀλκμήνης καλλισφύρου ἄλκιμος υἱὸς
Ἡρακλέης ἔκτεινε, κακὴν δ᾽ ἀπὸ νοῦσον ἄλαλκεν
Ἰαπετιονίδῃ καὶ ἐλύσατο δυσφροσυνάων
οὐκ ἀέκητι Ζηνὸς Ὀλυμπίου ὕψι μέδοντος,
530 ὄφρ᾽ Ἡρακλῆος Θηβαγενέος κλέος εἴη
πλεῖον ἔτ᾽ ἢ τὸ πάροιθεν ἐπὶ χθόνα πουλυβότειραν.
ταῦτ᾽ ἄρα ἁζόμενος τίμα ἀριδείκετον υἱόν·
καί περ χωόμενος παύθη χόλου, ὃν πρὶν ἔχεσκεν,
οὕνεκ᾽ ἐρίζετο βουλὰς ὑπερμενέι Κρονίωνι.
535 καὶ γὰρ ὅτ᾽ ἐκρίνοντο θεοὶ θνητοί τ᾽ ἄνθρωποι
Μηκώνῃ, τότ᾽ ἔπειτα μέγαν βοῦν πρόφρονι θυμῷ
δασσάμενος προύθηκε, Διὸς νόον ἐξαπαφίσκων.
Teogonía 171

por su insolencia y desmesurado atrevimiento.


Atlante sostiene el ancho cielo por forzosa obligación,
de pie en los límites de la tierra, enfrente de las Hes-
[pérides de sonora voz,
con su cabeza y sus incansables brazos,
pues ese fue el destino que le asignó el astuto Zeus. 520
Encadenó con terribles grilletes al ingenioso Prometeo78,
con ligaduras dolorosas, haciendo pasar por en medio
[una columna.
Contra él lanzó un águila de extendidas alas; ésta su
[hígado
inmortal devoraba, pero le crecía igual por entero
de noche todo cuanto antes de día le comía el águila
[de extendidas alas. 525
Mató al ave el vigoroso hijo de Alcmena, de hermosos
[tobillos,
Heracles, y alejó de él penosa enfermedad
y liberó de sufrimientos al Japetiónida,
sin que se opusiera Zeus Olímpico, que en las alturas
[gobierna,
para que la gloria de Heracles, de linaje tebano, 530
fuera mayor que antes sobre la tierra nutricia.
Con estas pruebas de consideración honraba a su muy
[insigne hijo.
Y, aunque estaba irritado, cesó en la cólera que antes
[tenía,
debido a que se enfrentaba a las decisiones del muy
[poderoso Crónida.
En efecto, cuando se separaron los dioses y los hom-
[bres mortales 535
en Mecona, entonces a continuación puso ante todos
[un gran buey
y lo distribuyó con benévolo ánimo, intentando enga-
[ñar a la inteligencia de Zeus.
172 Θεογονία

τῷ μὲν γὰρ σάρκας τε καὶ ἔγκατα πίονα δημῷ


ἐν ῥινῷ κατέθηκε καλύψας γαστρὶ βοείῃ,
540 τῷ δ᾽ αὖτ᾽ ὀστέα λευκὰ βοὸς δολίῃ ἐπὶ τέχνῃ
εὐθετίσας κατέθηκε καλύψας ἀργέτι δημῷ.
δὴ τότε μιν προσέειπε πατὴρ ἀνδρῶν τε θεῶν τε·
Ἰαπετιονίδη, πάντων ἀριδείκετ᾽ ἀνάκτων,
ὦ πέπον, ὡς ἑτεροζήλως διεδάσσαο μοίρας.
545 ὣς φάτο κερτομέων Ζεὺς ἄφθιτα μήδεα εἰδώς.
τὸν δ᾽ αὖτε προσέειπε Προμηθεὺς ἀγκυλομήτης
ἦκ᾽ ἐπιμειδήσας, δολίης δ᾽ οὐ λήθετο τέχνης·
ζεῦ κύδιστε μέγιστε θεῶν αἰειγενετάων,
τῶν δ᾽ ἕλευ, ὁπποτέρην σε ἐνὶ φρεσὶ θυμὸς ἀνώγει.
550 Φῆ ῥα δολοφρονέων· Ζεὺς δ᾽ ἄφθιτα μήδεα εἰδὼς
γνῶ ῥ᾽ οὐδ᾽ ἠγνοίησε δόλον· κακὰ δ᾽ ὄσσετο θυμῷ
θνητοῖς ἀνθρώποισι, τὰ καὶ τελέεσθαι ἔμελλεν.
χερσὶ δ᾽ ὅ γ᾽ ἀμφοτέρῃσιν ἀνείλετο λευκὸν ἄλειφαρ.
χώσατο δὲ φρένας ἀμφί, χόλος δέ μιν ἵκετο θυμόν,
555 ὡς ἴδεν ὀστέα λευκὰ βοὸς δολίῃ ἐπὶ τέχνῃ.
ἐκ τοῦ δ᾽ ἀθανάτοισιν ἐπὶ χθονὶ φῦλ᾽ ἀνθρώπων
καίουσ᾽ ὀστέα λευκὰ θυηέντων ἐπὶ βωμῶν.
τὸν δὲ μέγ᾽ ὀχθήσας προσέφη νεφεληγερέτα Ζεύς·
Ἰαπετιονίδη, πάντων πέρι μήδεα εἰδώς,
Teogonía 173

En efecto, le colocó, por un lado, las carnes y entrañas


[pingües de grasa
en un pellejo, ocultándolas con el vientre del buey;
a su vez le colocó, por otro lado, los grandes huesos
[del buey, con arte engañosa, 540
ordenadamente dispuestos, y los cubrió con blanca
[grasa.
Entonces el padre de dioses y hombres le dijo:
“Japetiónida, insigne entre todos los soberanos,
bribón, con qué parcial celo distribuiste las partes”.
Así dijo burlón Zeus, conocedor de imperecederos
[saberes; 545
y a su vez le dijo Prometeo, de retorcida mente,
con discreta sonrisa, porque no se le había escapado
[su engañosa arte:
“Zeus, el más glorioso y poderoso de los dioses eternos,
escoge de las dos partes la que en tu corazón tu áni-
[mo te pida”.
Así dijo con engañosa intención; y Zeus, sabedor de
[eternos conocimientos, 550
se percató y no dejó de darse cuenta del engaño; cala-
[midades concebía en su ánimo
contra los hombres mortales, que se disponía a llevar
[también a cabo.
Con ambas manos levantó la blanca grasa
y su corazón se llenó de rabia y la cólera alcanzó su
[ánimo
en cuanto vio los blancos huesos del buey debido a
[engañosas artes. 555
Desde entonces para los inmortales sobre la tierra las
[razas de hombres
queman huesos blancos sobre humeantes altares.
Con gran irritación le dijo Zeus, el que reúne las nubes:
“Japetiónida, que tienes más conocimientos que nadie,
174 Θεογονία

560 ὦ πέπον, οὐκ ἄρα πω δολίης ἐπιλήθεο τέχνης.


ὣς φάτο χωόμενος Ζεὺς ἄφθιτα μήδεα εἰδώς·
ἐκ τούτου δὴ ἔπειτα δόλου μεμνημένος αἰεὶ
οὐκ ἐδίδου μελίῃσι πυρὸς μένος ἀκαμάτοιο
θνητοῖς ἀνθρώποις, οἳ ἐπὶ χθονὶ ναιετάουσιν.
565 ἀλλά μιν ἐξαπάτησεν ἐὺς πάις Ἰαπετοῖο
κλέψας ἀκαμάτοιο πυρὸς τηλέσκοπον. αὐγὴν
ἐν κοίλῳ νάρθηκι· δάκεν δ’ ἄρα νειόθι θυμόν,
Ζῆν᾽ ὑψιβρεμέτην, ἐχόλωσε δέ μιν φίλον ἦτορ,
ὡς ἴδ᾽ ἐν ἀνθρώποισι πυρὸς τηλέσκοπον αὐγήν.
570 αὐτίκα δ᾽ ἀντὶ πυρὸς τεῦξεν κακὸν ἀνθρώποισιν·
γαίης γὰρ σύμπλασσε περικλυτὸς Ἀμφιγυήεις
παρθένῳ αἰδοίῃ ἴκελον Κρονίδεω διὰ βουλάς.
ζῶσε δὲ καὶ κόσμησε θεὰ γλαυκῶπις Ἀθήνη
ἀργυφέη ἐσθῆτι· κατὰ κρῆθεν δὲ καλύπτρην
575 δαιδαλέην χείρεσσι κατέσχεθε, θαῦμα ἰδέσθαι·
[ἀμφὶ δέ οἱ στεφάνους, νεοθηλέος ἄνθεα ποίης,
ἱμερτοὺς περίθηκε καρήατι Παλλὰς Ἀθήνη. ]
ἀμφὶ δέ οἱ στεφάνην χρυσέην κεφαλῆφιν ἔθηκε,
τὴν αὐτὸς ποίησε περικλυτὸς Ἀμφιγυήεις
580 ἀσκήσας παλάμῃσι, χαριζόμενος Διὶ πατρί.
τῇ δ᾽ ἐνὶ δαίδαλα πολλὰ τετεύχατο, θαῦμα ἰδέσθαι,
Teogonía 175

bribón, desde luego aún no has olvidado tus engañosas


[artes”. 560
Así dijo irritado Zeus, sabedor de eternos conoci-
[mientos.
Desde entonces en adelante, teniendo siempre presente
[aquel ardid,
se negaba a dar a los fresnos la fuerza del fuego in-
[cansable
para los hombres mortales que sobre la tierra habitan;
pero le engañó el valeroso hijo de Jápeto, 565
pues ocultó el resplandor, visible de lejos, del incansable
[fuego
en hueca caña; y, naturalmente, mordió de raíz el ánimo
de Zeus altitonante y le encolerizó su corazón,
cuando vio entre los hombres el resplandor, visible
[de lejos.
En seguida a cambio del fuego creó una calamidad
[para los hombres, 570
pues el ilustrísimo Cojo de la tierra configuró
un ser igual a una respetable virgen por decisión del
[Crónida.
La ciñó y la adornó la diosa Atenea, de ojos verdosos,
con blanco vestido; de su cabeza un velo
de artística labor le colgó con sus manos, una maravilla
[para la vista. 575
[y alrededor deseables coronas de frescos brotes,
[flores de yerba,
envolvió en su cabeza Palas Atenea.]
Y alrededor de su cabeza colocó una corona de oro
que había fabricado en persona el ilustrísimo Cojo,
con la destreza de sus manos, por complacer a Zeus
[padre. 580
En ella había grabado numerosas figuras, una maravilla
[para la vista:
176 Θεογονία

κνώδαλ᾽ ὅσ᾽ ἤπειρος πολλὰ τρέφει ἠδὲ θάλασσα,


τῶν ὅ γε πόλλ᾽ ἐνέθηκε,χάρις δ᾽ἐπὶ πᾶσιν ἄητο,
θαυμάσια, ζῴοισιν ἐοικότα φωνήεσσιν.
585 αὐτὰρ ἐπεὶ δὴ τεῦξε καλὸν κακὸν ἀντ᾽ ἀγαθοῖο,
ἐξάγαγ᾽, ἔνθα περ ἄλλοι ἔσαν θεοὶ ἠδ᾽ ἄνθρωποι,
κόσμῳ ἀγαλλομένην γλαυκώπιδος ὀβριμοπάτρης.
θαῦμα δ᾽ ἔχ᾽ ἀθανάτους τε θεοὺς θνητούς τ᾽ ἀνθρώπους,
ὡς εἶδον δόλον αἰπύν, ἀμήχανον ἀνθρώποισιν.
590 ἐκ τῆς γὰρ γένος ἐστὶ γυναικῶν θηλυτεράων,
[τῆς γὰρ ὀλώιόν ἐστι γένος καὶ φῦλα γυναικῶν,]
πῆμα μέγ᾽ αἳ θνητοῖσι μετ᾽ ἀνδράσι ναιετάουσιν
οὐλομένης Πενίης οὐ σύμφοροι, ἀλλὰ Κόροιο.
ὡς δ᾽ ὁπότ᾽ ἐν σμήνεσσι κατηρεφέεσσι μέλισσαι
595 κηφῆνας βόσκωσι, κακῶν ξυνήονας ἔργων—
αἳ μέν τε πρόπαν ἦμαρ ἐς ἠέλιον καταδύντα
ἠμάτιαι σπεύδουσι τιθεῖσί τε κηρία λευκά,
οἳ δ᾽ ἔντοσθε μένοντες ἐπηρεφέας κατὰ σίμβλους
ἀλλότριον κάματον σφετέρην ἐς γαστέρ᾽ ἀμῶνται—
600 ὣς δ᾽ αὔτως ἄνδρεσσι κακὸν θνητοῖσι γυναῖκας
Ζεὺς ὑψιβρεμέτης θῆκεν, ξυνήονας ἔργων
ἀργαλέων· ἕτερον δὲ πόρεν κακὸν ἀντ᾽ ἀγαθοῖο·
Teogonía 177

de cuantas fieras terribles crían la tierra y el mar,


de ellas, muchas había dispuesto allí y sobre todas la
[gracia derramaba su brisa,
asombrosas: parecían seres vivos dotados de voz.
Luego, una vez que hubo fabricado aquella calamidad
[a cambio de un bien, 585
la expuso en el lugar en que estaban los demás dioses
[y los hombres,
adornada con el aderezo de la diosa de ojos verdes y
[de poderoso padre.
El asombro se apoderó de dioses inmortales y de
[mortales hombres,
cuando vieron aquel extremo engaño, irresistible para
[los mortales,
pues de ella procede el pernicioso linaje de las mujeres, 590
[pues de ella procede el nocivo linaje y las razas de
[mujeres],
una tremenda plaga para los mortales, que cohabitan
[con los varones,
que no se acomodan a la Pobreza, sino al Hartazgo.
Como cuando en sus abovedados panales las abejas
alimentan zánganos, conspiradores de malas obras; 595
y ellas durante todo el día, hasta la puesta de sol,
se afanan diariamente y van disponiendo blancas
[capas de cera,
mientras ellos se quedan dentro en las cubiertas col-
[menas
y acumulan en sus vientres la siega del esfuerzo ajeno.
Del mismo modo para los hombres mortales dispuso 600
Zeus altitonante como calamidad a las mujeres, cons-
[piradoras de obras
dolorosas79. Y proporcionó otro mal a cambio de un
[bien.
178 Θεογονία

ὅς κε γάμον φεύγων καὶ μέρμερα ἔργα γυναικῶν


μὴ γῆμαι ἐθέλῃ, ὀλοὸν δ᾽ ἐπὶ γῆρας ἵκηται
605 χήτεϊ γηροκόμοιο· ὅ δ᾽ οὐ βιότου γ᾽ ἐπιδευὴς
ζώει, ἀποφθιμένου δὲ διὰ ζωὴν δατέονται
χηρωσταί· ᾧ δ᾽ αὖτε γάμου μετὰ μοῖρα γένηται,
κεδνὴν δ᾽ ἔσχεν ἄκοιτιν ἀρηρυῖαν πραπίδεσσι,
τῷ δέ τ᾽ ἀπ᾽ αἰῶνος κακὸν ἐσθλῷ ἀντιφερίζει
610 ἐμμενές· ὃς δέ κε τέτμῃ ἀταρτηροῖο γενέθλης,
ζώει ἐνὶ στήθεσσιν ἔχων ἀλίαστον ἀνίην
θυμῷ καὶ κραδίῃ, καὶ ἀνήκεστον κακόν ἐστιν.
ὣς οὐκ ἔστι Διὸς κλέψαι νόον οὐδὲ παρελθεῖν.
οὐδὲ γὰρ Ἰαπετιονίδης ἀκάκητα Προμηθεὺς
615 τοῖό γ᾽ ὑπεξήλυξε βαρὺν χόλον, ἀλλ᾽ ὑπ᾽ ἀνάγκης
καὶ πολύιδριν ἐόντα μέγας κατὰ δεσμὸς ἐρύκει.

Ὀβριάρεῳ δ᾽ ὡς πρῶτα πατὴρ ὠδύσσατο θυμῷ


Κόττῳ τ᾽ ἠδὲ Γύγῃ, δῆσεν κρατερῷ ἐνὶ δεσμῷ
ἠνορέην ὑπέροπλον ἀγώμενος ἠδὲ καὶ εἶδος
620 καὶ μέγεθος· κατένασσε δ᾽ ὑπὸ χθονὸς εὐρυοδείης.
ἔνθ᾽ οἵ γ᾽ ἄλγε᾽ ἔχοντες ὑπὸ χθονὶ ναιετάοντες
εἵατ᾽ ἐπ᾽ ἐσχατιῇ, μεγάλης ἐν πείρασι γαίης,
Teogonía 179

Aquel que por escapar del matrimonio y de las preo-


[cupantes obras de las mujeres
no quiera casarse y llegue a la maldita vejez
privado de soporte de su ancianidad, éste al menos
[no vive carente 605
de sustento, pero, una vez muerto, se reparten sus
[bienes
los parientes lejanos. Y, a su vez, al que le cae en
[suerte el matrimonio
y consigue una esposa razonable, de cabal inteligencia,
a éste, durante su existencia compensa el mal con un
[bien
permanente; pero aquel que da con una de índole in-
[sensata, 610
vive con irremediable cuita en su pecho,
tanto en el ánimo como en el corazón, y es un mal in-
[curable.
De modo que no es posible esconderse de la mente
[de Zeus ni esquivarla,
puesto que ni siquiera el sagaz80 Japetiónida, Prometeo,
pudo sustraerse a su honda cólera, sino que, a pesar
[de su mucho saber, 615
forzosamente lo retiene terrible encadenamiento.

[617-728: Titanomaquia y castigo de los vencidos]


A Obriareo, Coto y Giges81, en cuanto su padre82 sin-
[tió el odio
en su ánimo, los ató con poderoso encadenamiento,
irritado por su exagerado vigor, belleza
y estatura; y los hizo habitar bajo la ancha tierra. 620
Allí ellos, mientras habitaban bajo tierra y padecían
[sufrimientos,
estuvieron asentados en lo más extremo83, en los lí-
[mites de la vasta tierra,
180 Θεογονία

δηθὰ μάλ᾽ ἀχνύμενοι, κραδίῃ μέγα πένθος ἔχοντες.


ἀλλά σφεας Κρονίδης τε καὶ ἀθάνατοι θεοὶ ἄλλοι,
625 οὓς τέκεν ἠύκομος Ῥείη Κρόνου ἐν φιλότητι,
Γαίης φραδμοσύνῃσιν ἀνήγαγον ἐς φάος αὖτις·
αὐτὴ γάρ σφιν ἅπαντα διηνεκέως κατέλεξε
σὺν κείνοις νίκην τε καὶ ἀγλαὸν εὖχος ἀρέσθαι.
δηρὸν γὰρ μάρναντο πόνον θυμαλγέ᾽ ἔχοντες
630 [Τιτῆνές τε θεοὶ καὶ ὅσοι Κρόνου ἐξεγένοντο,]
ἀντίον ἀλλήλοισι διὰ κρατερὰς ὑσμίνας,
οἳ μὲν ἀφ᾽ ὑψηλῆς Ὄθρυος Τιτῆνες ἀγαυοί,
οἳ δ᾽ ἄρ᾽ ἀπ᾽ Οὐλύμποιο θεοί, δωτῆρες ἐάων,
οὓς τέκεν ἠύκομος Ῥείη Κρόνῳ εὐνηθεῖσα.
635 οἵ ῥα τότ᾽ ἀλλήλοισιν ἄχη θυμαλγέ᾽ ἔχοντες
συνεχέως ἐμάχοντο δέκα πλείους ἐνιαυτούς·
οὐδέ τις ἦν ἔριδος χαλεπῆς λύσις οὐδὲ τελευτὴ
οὐδετέροις, ἶσον δὲ τέλος τέτατο πτολέμοιο.
ἀλλ᾽ ὅτε δὴ κείνοισι παρέσχεθεν ἄρμενα πάντα,
640 νέκταρ τ᾽ ἀμβροσίην τε, τά περ θεοὶ αὐτοὶ ἔδουσι,
πάντων ἐν στήθεσσιν ἀέξετο θυμὸς ἀγήνωρ.
[ὡς νέκταρ τ᾽ ἐπάσαντο καὶ ἀμβροσίην ἐρατεινήν,]
Teogonía 181

con gran padecimiento durante mucho tiempo y con-


[un gran sufrimiento en su corazón.
Sin embargo, el Crónida84 y los demás dioses inmor-
[tales
que había parido Rea, la de bella cabellera, unida en
[el amor de Crono, 625
de acuerdo con los consejos de la Tierra, los volvieron
[a hacer subir a la luz,
ya que ella les anunció todo sin excepción:
que con la ayuda de aquéllos lograría victoria y bri-
[llante triunfo.
En efecto, largo tiempo combatieron con doloroso
[esfuerzo85
unos contra otros en violentas luchas 631
los Titanes, los dioses y cuantos habían nacido de
[Crono, 630
unos, los ilustres Titanes, desde el elevado Otris, 632
y otros desde el Olimpo, los dioses que bienes conceden
a los que había parido Rea, de bella cabellera, a Cro-
[no unida.
Entonces ellos, provocándose entre sí dolorosos su-
[frimientos, 635
continuamente estuvieron combatiendo por diez años
[enteros;
y no había solución ni fin de la dura contienda para
[ninguno
de los dos bandos, sino que el desenlace de la guerra
[estaba igualado86.
Mas cuando Zeus les ofreció a aquellos todo lo que
[es adecuado,
néctar y ambrosía, que es lo que toman los dioses por
[derecho propio, 640
de todos en el pecho se acrecentó su aguerrido ánimo
[en cuanto probaron el néctar y la deseable ambrosía],
182 Θεογονία

δὴ τότε τοῖς μετέειπε πατὴρ ἀνδρῶν τε θεῶν τε·


κέκλυτε μευ, Γαίης τε καὶ Οὐρανοῦ ἀγλαὰ τέκνα,
645 ὄφρ᾽ εἴπω, τά με θυμὸς ἐνὶ στήθεσσι κελεύει.
ἤδη γὰρ μάλα δηρὸν ἐναντίοι ἀλλήλοισι
νίκης καὶ κάρτευς πέρι μαρνάμεθ᾽ ἤματα πάντα
Τιτῆνές τε θεοὶ καὶ ὅσοι Κρόνου ἐκγενόμεσθα.
ὑμεῖς δὲ μεγάλην τε βίην καὶ χεῖρας ἀάπτους
650 φαίνετε Τιτήνεσσιν ἐναντίοι ἐν δαῒ λυγρῇ
μνησάμενοι φιλότητος ἐνηέος, ὅσσα παθόντες
ἐς φάος ἂψ ἀφίκεσθε δυσηλεγέος ὑπὸ δεσμοῦ
ἡμετέρας διὰ βουλὰς ὑπὸ ζόφου ἠερόεντος.
ὣς φάτο· τὸν δ᾽ ἐξαῦτις ἀμείβετο Κόττος ἀμύμων·
655 Δαιμόνι᾽, οὐκ ἀδάητα πιφαύσκεαι· ἀλλὰ καὶ αὐτοὶ
ἴδμεν, ὅ τοι περὶ μὲν πραπίδες, περὶ δ᾽ ἐστὶ νόημα,
ἀλκτὴρ δ᾽ ἀθανάτοισιν ἀρῆς γένεο κρυεροῖο.
σῇσι δ᾽ ἐπιφροσύνῃσιν ὑπὸ ζόφου ἠερόεντος
ἄψορρον δ᾽ἐξαῦτις ἀμειλίκτων ὑπὸ δεσμῶν
660 ἠλύθομεν, Κρόνου υἱὲ ἄναξ, ἀνάελπτα παθόντες.
τῷ καὶ νῦν ἀτενεῖ τε νόῳ καὶ πρόφρονι θυμῷ
ῥυσόμεθα κράτος ὑμὸν ἐν αἰνῇ δηϊοτῆτι
μαρνάμενοι Τιτῆσιν ἀνὰ κρατερὰς ὑσμίνας.
ὣς φάτ᾽· ἐπῄνεσσαν δὲ θεοί, δωτῆρες ἐάων,
665 μῦθον ἀκούσαντες· πολέμου δ᾽ ἐλιλαίετο θυμὸς
μᾶλλον ἔτ᾽ ἢ τὸ πάροιθε· μάχην δ᾽ ἀμέγαρτον ἔγειραν
Teogonía 183

entonces les dijo el padre de hombres y dioses:


“Escuchadme, ilustres hijos de la Tierra y del Cielo,
para que os diga lo que me ordena mi ánimo en mi
[pecho, 645
pues hace ya muy largo tiempo que unos contra otros
luchamos continuamente por la victoria y el poder
los dioses Titanes y cuantos hemos nacido de Crono.
Mostrad vuestra gran fuerza y brazos invencibles
frente a los Titanes en la luctuosa lucha, 650
tened en el pensamiento amistoso afecto, porque
[habéis retornado
de nuevo a la luz gracias a mi decisión tras gran pa-
[decimiento
por el implacable encadenamiento bajo brumosa os-
[curidad”.
Así dijo, y a su vez le respondió el irreprochable Coto.
“Bienaventurado, no nos revelas nada desconocido,
[sino que ya nosotros 655
sabemos que destacas por tu inteligencia y por tu razón.
Tú has sido el que ha alejado de los inmortales la
[maldición espeluznante
y por tus designios, soberano hijo de Crono, de la
[brumosa oscuridad
donde estábamos atados por amargas cadenas
de nuevo hemos retornado, tras experimentar deses-
[perados padecimientos. 660
Por eso ahora a cambio, con firme pensamiento y be-
[névolo ánimo,
defenderemos vuestro poder en la terrible lucha,
enfrentándonos a los Titanes en violentas contiendas.”
Así dijo y asintieron los dioses, que bienes conceden,
tras oír su respuesta; su ánimo estaba más ansioso de
[guerra 665
que antes, así que despertaron una ingente batalla
184 Θεογονία

πάντες, θήλειαι τε καὶ ἄρσενες, ἤματι κείνῳ,


Τιτῆνές τε θεοὶ καὶ ὅσοι Κρόνου ἐξεγένοντο,
οὕς τε Ζεὺς ἐρέβεσφιν ὑπὸ χθονὸς ἧκε φόωσδε
670 δεινοί τε κρατεροί τε, βίην ὑπέροπλον ἔχοντες.
τῶν ἑκατὸν μὲν χεῖρες ἀπ᾽ ὤμων ἀίσσοντο
πᾶσιν ὁμῶς, κεφαλαὶ δὲ ἑκάστῳ πεντήκοντα
ἐξ ὤμων ἐπέφυκον ἐπὶ στιβαροῖσι μέλεσσιν.
οἳ τότε Τιτήνεσσι κατέσταθεν ἐν δαῒ λυγρῇ
675 πέτρας ἠλιβάτους στιβαρῇς ἐν χερσὶν ἔχοντες.
Τιτῆνες δ᾽ ἑτέρωθεν ἐκαρτύναντο φάλαγγας
προφρονέως, χειρῶν τε βίης θ᾽ ἅμα ἔργον ἔφαινον
ἀμφότεροι· δεινὸν δὲ περίαχε πόντος ἀπείρων,
γῆ δὲ μέγ᾽ ἐσμαράγησεν, ἐπέστενε δ᾽ οὐρανὸς εὐρὺς
680 σειόμενος, πεδόθεν δὲ τινάσσετο μακρὸς Ὄλυμπος
ῥιπῇ ὕπ᾽ ἀθανάτων, ἔνοσις δ᾽ ἵκανε βαρεῖα
τάρταρον ἠερόεντα ποδῶν αἰπεῖα τ᾽ ἰωὴ
ἀσπέτου ἰωχμοῖο βολάων τε κρατεράων·
ὣς ἄρ᾽ ἐπ᾽ ἀλλήλοις ἵεσαν βέλεα στονόεντα.
685 φωνὴ δ᾽ ἀμφοτέρων ἵκετ᾽ οὐρανὸν ἀστερόεντα
κεκλομένων· οἱ δὲ ξύνισαν μεγάλῳ ἀλαλητῷ.
οὐδ᾽ ἄρ᾽ ἔτι Ζεὺς ἴσχεν ἑὸν μένος, ἀλλά νυ τοῦ γε
εἶθαρ μὲν μένεος πλῆντο φρένες, ἐκ δέ τε πᾶσαν
Teogonía 185

todos, diosas y dioses, en aquel día,


los dioses Titanes y cuantos habían nacido de Crono,
aquellos a los que Zeus de la oscuridad subterránea
[había enviado a la luz,
terribles y fuertes, dotados de fuerza excepcional. 670
De sus hombros brotaban cien brazos
para todos por igual, y a cada uno cincuenta cabezas
de los hombros le brotaban sobre sus pesados miem-
[bros.
Éstos se levantaron contra los Titanes en luctuoso
[combate
sosteniendo ingentes rocas en sus pesadas manos. 675
Los Titanes en el otro bando apretaron sus filas
con buen ánimo. Ambos a una hicieron gala de la labor
de sus brazos y de su fuerza. Terrible gemía en derredor
[el ponto infinito,
la tierra emitía gran estruendo, se lamentaba el ancho
[cielo
al ser sacudido y desde sus fundamentos era agitado
[el espacioso Olimpo 680
por el impulso de los inmortales. La pesada sacudida
[de sus pisadas
llegaba al brumoso Tártaro, así como el agudo sonido
de su indecible griterío y de los violentos lanzamientos
[de armas.
Pues de esa forma unos contra otros arrojaban sonoros
[proyectiles.
La voz de ambos bandos alcanzaba el cielo estrellado 685
cuando se llamaban entre sí; y confluían en la refriega
[con grandes alaridos.
Desde luego ni siquiera Zeus contuvo su vigor, sino
[que se llenó
su corazón al instante de su vigor y mostró en su to-
[talidad
186 Θεογονία

φαῖνε βίην· ἄμυδις δ᾽ ἄρ᾽ ἀπ᾽ οὐρανοῦ ἠδ᾽ ἀπ᾽ Ὀλύμπου


690 ἀστράπτων ἔστειχε συνωχαδόν· οἱ δὲ κεραυνοὶ
ἴκταρ ἅμα βροντῇ τε καὶ ἀστεροπῇ ποτέοντο
χειρὸς ἄπο στιβαρῆς, ἱερὴν φλόγα εἰλυφόωντες
ταρφέες· ἀμφὶ δὲ γαῖα φερέσβιος ἐσμαράγιζε
καιομένη, λάκε δ᾽ ἀμφὶ περὶ μεγάλ᾽ ἄσπετος ὕλη.
695 ἔζεε δὲ χθὼν πᾶσα καὶ Ὠκεανοῖο ῥέεθρα
πόντος τ᾽ ἀτρύγετος· τοὺς δ᾽ ἄμφεπε θερμὸς ἀυτμὴ
Τιτῆνας χθονίους, φλὸξ δ᾽ αἰθέρα δῖαν ἵκανεν
ἄσπετος, ὄσσε δ᾽ ἄμερδε καὶ ἰφθίμων περ ἐόντων
αὐγὴ μαρμαίρουσα κεραυνοῦ τε στεροπῆς τε.
700 καῦμα δὲ θεσπέσιον κάτεχεν Χάος· εἴσατο δ᾽ ἄντα
ὀφθαλμοῖσιν ἰδεῖν ἠδ᾽ οὔασι ὄσσαν ἀκοῦσαι
αὔτως, ὡς εἰ Γαῖα καὶ Οὐρανὸς εὐρὺς ὕπερθε
πίλνατο· τοῖος γάρ κε μέγας ὑπὸ δοῦπος ὀρώρει
τῆς μὲν ἐρειπομένης, τοῦ δ᾽ ὑψόθεν ἐξεριπόντος·
705 τόσσος δοῦπος ἔγεντο θεῶν ἔριδι ξυνιόντων.
σὺν δ᾽ ἄνεμοι ἔνοσίν τε κονίην τ᾽ ἐσφαράγιζον
βροντήν τε στεροπήν τε καὶ αἰθαλόεντα κεραυνόν,
κῆλα Διὸς μεγάλοιο, φέρον δ᾽ ἰαχήν τ᾽ ἐνοπήν τε
ἐς μέσον ἀμφοτέρων· ὄτοβος δ᾽ ἄπλητος ὀρώρει
710 σμερδαλέης ἔριδος, κάρτος δ᾽ ἀνεφαίνετο ἔργων.
Teogonía 187

su fuerza; avanzaba sin interrupción, tanto desde el


[cielo
como desde el Olimpo, entre relámpagos, y sus rayos 690
volaban con el trueno y el rayo,
lanzados por su pesada mano, emitiendo el torbellino
[de su sagrada llama,
compactos. En derredor la tierra nutricia crujía
abrasada y el indecible bosque crepitaba alrededor.
Bullía toda la tierra, las corrientes del Océano 695
y el ponto estéril. Envolvía a los Titanes de la tierra
cálido vapor y la llama alcanzaba el éter divino
indecible y cegaba sus ojos, aun siendo fuertes,
el resplandor rutilante del rayo y del relámpago.
Ardor divino se apoderaba del vacío. Al contemplarlo 700
de frente con los ojos o al escuchar con los oídos el
[estruendo
parecía exactamente como cuando la Tierra y el ancho
[Cielo echado sobre ella
se encontraban. En efecto, tal solía ser el gran estruendo
[que se elevaba
mientras ella recibía su peso y él desde lo alto sobre
[ella se echaba.
Tan grande fue el estruendo que se produjo cuando
[los dioses concurrían a la lucha. 705
Los vientos contribuían a la agitación de terremotos,
[polvareda,
trueno, relámpago y ardiente rayo,
armas arrojadizas del poderoso Zeus, y llevaban el
[griterío y los alaridos
en medio de ambos bandos. Un estruendo espantoso
[se levantaba
de la terrible disputa y quedaba de manifiesto el po-
[der de sus acciones. 710
188 Θεογονία

ἐκλίνθη δὲ μάχη· πρὶν δ᾽ ἀλλήλοις ἐπέχοντες


ἐμμενέως ἐμάχοντο διὰ κρατερὰς ὑσμίνας.
οἳ δ᾽ ἄρ᾽ ἐνὶ πρώτοισι μάχην δριμεῖαν ἔγειραν
Κόττος τε Βριάρεώς τε Γύγης τ᾽ ἄατος πολέμοιο,
715 οἵ ῥα τριηκοσίας πέτρας στιβαρῶν ἀπὸ χειρῶν
πέμπον ἐπασσυτέρας, κατὰ δ᾽ ἐσκίασαν βελέεσσι
Τιτῆνας, καὶ τοὺς μὲν ὑπὸ χθονὸς εὐρυοδείης
πέμψαν καὶ δεσμοῖσιν ἐν ἀργαλέοισιν ἔδησαν
χερσὶν νικήσαντες ὑπερθύμους περ ἐόντας,
720 τόσσον ἔνερθ᾽ ὑπὸ γῆς, ὅσον οὐρανός ἐστ᾽ ἀπὸ γαίης·
τόσσον γάρ τ᾽ ἀπὸ γῆς ἐς τάρταρον ἠερόεντα·
ἐννέα γὰρ νύκτας τε καὶ ἤματα χάλκεος ἄκμων
οὐρανόθεν κατιὼν, δεκάτῃ κ᾽ ἐς γαῖαν ἵκοιτο·
723a [ἶσον δ’ αὖτ’ ἀπὸ γῆς ἐς τάρταρον ἠερόεντα] a
ἐννέα δ᾽ αὖ νύκτας τε καὶ ἤματα χάλκεος ἄκμων
725 ἐκ γαίης κατιὼν, δεκάτῃ κ᾽ ἐς Τάρταρον ἵκοι.
τὸν πέρι χάλκεον ἕρκος ἐλήλαται· ἀμφὶ δέ μιν νὺξ
τριστοιχεὶ κέχυται περὶ δειρήν· αὐτὰρ ὕπερθεν
γῆς ῥίζαι πεφύασι καὶ ἀτρυγέτοιο θαλάσσης.
Teogonía 189

Pero la batalla se inclinó de un lado. Hasta ese mo-


[mento, con mutua porfía,
sin cesar estuvieron combatiendo en violentos en-
[frentamientos.
Aquellos que en primera fila suscitaron arduo combate
fueron Coto, Briareo y Giges, insaciable de guerra.
De sus pesadas manos trescientas rocas 715
lanzaban una tras otra y con sus proyectiles anegaron
[en sombras
a los Titanes; a unos los enviaron bajo la tierra de an-
[chos caminos
y los ataron con dolorosas cadenas,
tras derrotarlos con sus manos, por más que fueran
[irascibles,
hundidos bajo tierra tanto cuanto dista el cielo de la
[tierra, 720
pues igual es la distancia que va de la tierra al tártaro
[brumoso,
porque un yunque broncíneo estaría cayendo desde
[el cielo
durante nueve noches y nueve días y al décimo
[llegaría a la tierra,
[y lo mismo a su vez desde la tierra al tártaro brumoso.] 723a
Y durante nueve noches y nueve días un yunque
[broncíneo
estaría cayendo desde la tierra y al décimo llegaría al
[tártaro brumoso. 725
A su alrededor broncíneo cerco lo recorre y en torno
[suyo una noche
de triple grosor está vertida envolviendo la garganta
[de acceso. Por encima,
brotan las raíces de la tierra y del estéril mar.
190 Θεογονία

ἔνθα θεοὶ Τιτῆνες ὑπὸ ζόφῳ ἠερόεντι


730 κεκρύφαται βουλῇσι Διὸς νεφεληγερέταο
χώρῳ ἐν εὐρώεντι, πελώρης ἔσχατα γαίης.
τοῖς οὐκ ἐξιτόν ἐστι, θύρας δ᾽ ἐπέθηκε Ποσειδέων
χαλκείας, τεῖχος δ᾽ἐπελήλαται ἀμφοτέρωθεν.
ἔνθα Γύγης Κόττος τε καὶ Ὀβριάρεως μεγάθυμος
735 ναίουσιν, φύλακες πιστοὶ Διὸς αἰγιόχοιο.
ἔνθα δὲ γῆς δνοφερῆς καὶ Ταρτάρου ἠερόεντος
πόντου τ᾽ ἀτρυγέτοιο καὶ οὐρανοῦ ἀστερόεντος
ἑξείης πάντων πηγαὶ καὶ πείρατ᾽ ἔασιν,
ἀργαλέ᾽ εὐρώεντα, τά τε στυγέουσι θεοί περ,
740 χάσμα μέγ᾽, οὐδέ κε πάντα τελεσφόρον εἰς ἐνιαυτὸν
οὖδας ἵκοιτ᾽, εἰ πρῶτα πυλέων ἔντοσθε γένοιτο,
ἀλλά κεν ἔνθα καὶ ἔνθα φέροι πρὸ θύελλα θυέλλης
ἀργαλέη· δεινὸν δὲ καὶ ἀθανάτοισι θεοῖσι
τοῦτο τέρας· καὶ Νυκτὸς ἐρεβεννῆς οἰκία δεινὰ
745 ἕστηκεν νεφέλῃς κεκαλυμμένα κυανέῃσι.
τῶν πρόσθ᾽ Ἰαπετοῖο πάις ἔχει οὐρανὸν εὐρὺν
ἑστηὼς κεφαλῇ τε καὶ ἀκαμάτῃσι χέρεσσιν
ἀστεμφέως, ὅθι Νύξ τε καὶ Ἡμέρη ἆσσον ἰοῦσαι
ἀλλήλας προσέειπον, ἀμειβόμεναι μέγαν οὐδὸν
750 χάλκεον· ἣ μὲν ἔσω καταβήσεται, ἣ δὲ θύραζε
ἔρχεται, οὐδέ ποτ᾽ ἀμφοτέρας δόμος ἐντὸς ἐέργει,
ἀλλ᾽ αἰεὶ ἑτέρη γε δόμων ἔκτοσθεν ἐοῦσα
Teogonía 191

[729-819: Descripción del inframundo]


Allí los dioses Titanes, bajo brumosa oscuridad,
están ocultos por voluntad de Zeus, que reúne las nubes, 730
en un lugar lóbrego, límite de la ingente tierra.
No hay salida para ellos: Posidón dispuso puertas
broncíneas y una muralla lo recorre a ambos lados de
[aquéllas.
[Allí Giges, Coto y Obriáreo el valeroso
habitan, custodios fieles de Zeus portador de la égida87. 735
Allí una tras otra están las fuentes de todo,
de la tierra oscura, del tártaro sombrío, y sus límites,
dolorosos y lóbregos, que los dioses aborrecen.
Es un gran vacío y nadie en todo un año entero 740
alcanzaría el fondo, desde el momento en que estuviera
[dentro de sus puertas,
sino que de acá para allá huracán tras huracán lo
[arrastraría
dolorosamente; y es terrible también para los inmortales
[dioses.]
[Ése es el prodigio; y allí se levanta la morada terrible
de la Noche tenebrosa, oculta entre nubes oscuras]. 745
Delante de ella el hijo de Jápeto88 sostiene en pie el
[ancho cielo
con la cabeza y con sus infatigables brazos,
sin desfallecer, allí donde la Noche y el Día, al apro-
[ximarse,
se dirigen la palabra mutuamente, cuando traspasan
[el gran umbral
broncíneo; el uno se dispone a descender dentro, la
[otra hacia fuera 750
se dirige y nunca la morada retiene a ambos a la vez,
sino que siempre uno rodea la tierra situada en el ex-
[terior,
192 Θεογονία

γαῖαν ἐπιστρέφεται, ἣ δ᾽ αὖ δόμου ἐντὸς ἐοῦσα


μίμνει τὴν αὐτῆς ὥρην ὁδοῦ, ἔστ᾽ ἂν ἵκηται,
755 ἣ μὲν ἐπιχθονίοισι φάος πολυδερκὲς ἔχουσα,
ἣ δ᾽ Ὕπνον μετὰ χερσί, κασίγνητον Θανάτοιο,
Νὺξ ὀλοή, νεφέλῃ κεκαλυμμένη ἠεροειδεῖ.
ἔνθα δὲ Νυκτὸς παῖδες ἐρεμνῆς οἰκί᾽ ἔχουσιν,
Ὕπνος καὶ Θάνατος, δεινοὶ θεοί· οὐδέ ποτ᾽ αὐτοὺς
760 Ἠέλιος φαέθων ἐπιδέρκεται ἀκτίνεσσιν
οὐρανὸν εἰσἀνιὼν οὐδ᾽ οὐρανόθεν καταβαίνων.
τῶν δ᾽ ἕτερος γαῖάν τε καὶ εὐρέα νῶτα θαλάσσης
ἥσυχος ἀνστρέφεται καὶ μείλιχος ἀνθρώποισι,
τοῦ δὲ σιδηρέη μὲν κραδίη, χάλκεον δέ οἱ ἦτορ
765 νηλεὲς ἐν στήθεσσιν· ἔχει δ᾽ ὃν πρῶτα λάβῃσιν
ἀνθρώπων· ἐχθρὸς δὲ καὶ ἀθανάτοισι θεοῖσιν.
ἔνθα θεοῦ χθονίου πρόσθεν δόμοι ἠχήεντες
[ἰφθίμου τ᾽ Ἀίδεω καὶ ἐπαινῆς Περσεφονείης]
ἑστᾶσιν, δεινὸς δὲ κύων προπάροιθε φυλάσσει
770 νηλειής, τέχνην δὲ κακὴν ἔχει· ἐς μὲν ἰόντας
σαίνει ὁμῶς οὐρῇ τε καὶ οὔασιν ἀμφοτέροισιν,
ἐξελθεῖν δ᾽ οὐκ αὖτις ἐᾷ πάλιν, ἀλλὰ δοκεύων
ἐσθίει, ὅν κε λάβῃσι πυλέων ἔκτοσθεν ἰόντα
ἰφθίμου τ᾽ Ἀίδεω καὶ ἐπαινῆς Περσεφονείης.
775 ἔνθα δὲ ναιετάει στυγερὴ θεὸς ἀθανάτοισι,
δεινὴ Στύξ, θυγάτηρ ἀψορρόου Ὠκεανοῖο
Teogonía 193

mientras que, por su parte, la otra, situada en el interior,


aguarda la hora de hacer el mismo camino, hasta que
[llegue.
El Día sostiene para los mortales la luz de múltiples
[miradas, 755
mientras que la otra, la Noche maldita, lleva en sus
[manos al Sueño,
hermano de la Muerte, oculta por nube brumosa.
Allí tienen su morada los hijos de la Noche oscura,
Sueño y Muerte, terribles deidades. Jamás
el Sol luminoso los contempla con sus rayos, 760
ni cuando al cielo asciende ni cuando del cielo des-
[ciende.
De ellos, él recorre la tierra y el ancho lomo del mar
tranquilo y dulce para los hombres,
mientras que férreo es el corazón de ella y broncíneo
[el corazón
implacable que alberga en su pecho. Se adueña del
[ser humano 765
en cuanto lo atrapa y es odiosa también para los in-
[mortales dioses.
Allí se encuentra, enfrente, la mansión resonante del
[dios subterráneo
[del fuerte Hades y de la temible Perséfone]
y ante ella un espantoso perro89 guarda la entrada,
implacable, y posee una perversa artimaña: a los que
[allí penetran 770
los saluda a la vez con la cola y las dos orejas,
pero no permite volver a salir, sino que, al acecho,
devora al que atrapa saliendo fuera de las puertas
del fuerte Hades y de la temible Perséfone.
Allí habita una diosa odiosa para los inmortales, 775
la terrible Éstige90, hija mayor del Océano, que hacia
[atrás fluye.
194 Θεογονία

πρεσβυτάτη· νόσφιν δὲ θεῶν κλυτὰ δώματα ναίει


μακρῇσιν πέτρῃσι κατηρεφέ᾽· ἀμφὶ δὲ πάντῃ
κίοσιν ἀργυρέοισι πρὸς οὐρανὸν ἐστήρικται.
780 παῦρα δὲ Θαύμαντος θυγάτηρ πόδας ὠκέα Ἶρις
†ἀγγελίη πωλεῖται ἐπ᾽ εὐρέα νῶτα θαλάσσης.
ὁππότ᾽ ἔρις καὶ νεῖκος ἐν ἀθανάτοισιν ὄρηται
καί ῥ᾽ ὅστις ψεύδηται Ὀλύμπια δώματ᾽ ἐχόντων,
Ζεὺς δέ τε Ἶριν ἔπεμψε θεῶν μέγαν ὅρκον ἐνεῖκαι
785 τηλόθεν ἐν χρυσέῃ προχόῳ πολυώνυμον ὕδωρ
ψυχρόν, ὅτ᾽ ἐκ πέτρης καταλείβεται ἠλιβάτοιο
ὑψηλῆς· πολλὸν δὲ ὑπὸ χθονὸς εὐρυοδείης
ἐξ ἱεροῦ ποταμοῖο ῥέει διὰ νύκτα μέλαιναν
Ὠκεανοῖο κέρας· δεκάτη δ᾽ ἐπὶ μοῖρα δέδασται·
790 ἐννέα μὲν περὶ γῆν τε καὶ εὐρέα νῶτα θαλάσσης
δίνῃς ἀργυρέῃς εἱλιγμένος εἰς ἅλα πίπτει,
ἣ δὲ μί᾽ ἐκ πέτρης προρέει μέγα πῆμα θεοῖσιν.
ὅς κεν τὴν ἐπίορκον ἀπολλείψας ἐπομόσσῃ
ἀθανάτων, οἳ ἔχουσι κάρη νιφόεντος Ὀλύμπου,
795 κεῖται νήυτμος τετελεσμένον εἰς ἐνιαυτόν·
οὐδέ ποτ᾽ ἀμβροσίης καὶ νέκταρος ἔρχεται ἆσσον
βρώσιος, ἀλλά τε κεῖται ἀνάπνευστος καὶ ἄναυδος
στρωτοῖς ἐν λεχέεσσι, κακὸν δέ ἐπὶ κῶμα καλύπτει.
αὐτὰρ ἐπεὶ νοῦσον τελέσῃ μέγαν εἰς ἐνιαυτόν,
Teogonía 195

Lejos de los dioses habita gloriosa morada


recubierta de enormes rocas; todo en derredor
está sostenida por argénteas columnas que apuntan
[hacia el cielo.
Rara vez la hija de Taumante, la veloz de pies Iris, 780
para llevar un mensaje allí se dirige sobre el ancho
[lomo del mar;
cuando la rivalidad y la discordia surge entre los in-
[mortales,
y, naturalmente, si alguno de los que habitan las mo-
[radas olímpicas miente,
Zeus envía a Iris para ser portadora, como gran jura-
[mento de los dioses,
desde lejos, en áurea vasija, de la célebre agua, 785
fría, que se derrama desde inaccesible roca
elevada. Abundante bajo la tierra de anchos caminos
fluye desde el sagrado río a través de la noche negra:
es una rama del Océano que tiene asignada la décima
[parte.
Éste envuelve con nueve torbellinos argénteos 790
la tierra y el ancho lomo del mar hasta precipitarse en él,
pero aquélla fluye desde una roca, gran calamidad
[para los dioses.
Aquél de los inmortales que habitan las cimas del ne-
[vado Olimpo
que, tras derramarla en el juramento, comete perjurio,
yace sin aliento durante un año completo 795
y en ningún momento se acerca a la ambrosía y al néctar,
sino que yace sin respiración y sin voz
en el lecho para él dispuesto y lo cubre un funesto sopor.
Luego, una vez que concluye la enfermedad al cabo
[de un gran año91,
196 Θεογονία

800 ἄλλος γ᾽ ἐξ ἄλλου δέχεται χαλεπώτερος ἆθλος.


εἰνάετες δὲ θεῶν ἀπαμείρεται αἰὲν ἐόντων,
οὐδέ ποτ᾽ ἐς βουλὴν ἐπιμίσγεται οὐδ᾽ ἐπὶ δαῖτας
ἐννέα πάντα ἔτεα· δεκάτῳ δ᾽ ἐπιμίσγεται αὖτις
εἶρας ἐς ἀθανάτων, οἳ Ὀλύμπια δώματ᾽ ἔχουσιν.
805 τοῖον ἄρ᾽ ὅρκον ἔθεντο θεοὶ Στυγὸς ἄφθιτον ὕδωρ
ὠγύγιον, τὸ δ᾽ ἵησι καταστυφέλου διὰ χώρου.
ἔνθα δὲ γῆς δνοφερῆς καὶ Ταρτάρου ἠερόεντος
πόντου τ᾽ ἀτρυγέτοιο καὶ οὐρανοῦ ἀστερόεντος
ἑξείης πάντων πηγαὶ καὶ πείρατ᾽ ἔασιν
810 ἀργαλέ᾽ εὐρώεντα, τά τε στυγέουσι θεοί περ.
ἔνθα δὲ μαρμάρεαί τε πύλαι καὶ χάλκεος οὐδὸς
ἀστεμφής, ῥίζῃσι διηνεκέεσσιν ἀρηρώς,
αὐτοφυής· πρόσθεν δὲ θεῶν ἔκτοσθεν ἁπάντων
Τιτῆνες ναίουσι, πέρην χάεος ζοφεροῖο.
815 αὐτὰρ ἐρισμαράγοιο Διὸς κλειτοὶ ἐπίκουροι
δώματα ναιετάουσιν ἐπ᾽ Ὠκεανοῖο θεμέθλοις,
Κόττος τ᾽ ἠδὲ Γύγης· Βριάρεών γε μὲν ἠὺν ἐόντα
γαμβρὸν ἑὸν ποίησε βαρύκτυπος Ἐννοσίγαιος,
δῶκε δὲ Κυμοπόλειαν ὀπυίειν, θυγατέρα ἥν.

820 αὐτὰρ ἐπεὶ Τιτῆνας ἀπ᾽ οὐρανοῦ ἐξέλασεν Ζεύς,


ὁπλότατον τέκε παῖδα Τυφωέα Γαῖα πελώρη
Ταρτάρου ἐν φιλότητι διὰ χρυςῆν Ἀφροδίτην·
Teogonía 197

va siendo objeto de una prueba tras otra cada vez más


[dura. 800
Durante nueve años queda apartado de los dioses
[sempiternos
y no va a mezclarse con ellos en el consejo ni en los
[banquetes
durante nueve años enteros. Pero al décimo de nuevo
[acude
a las asambleas de inmortales que habitan las moradas
[del Olimpo.
Tal es el juramento que los dioses impusieron por la
[inmortal agua de la Éstige, 805
antiquísima, que corre por rocoso terreno.
Allí una tras otra están las fuentes y los límites
de la tierra oscura, del tártaro sombrío,
del mar estéril y del cielo estrellado,
dolorosos y lóbregos, que los dioses aborrecen. 810
Allí hay puertas resplandecientes y un suelo broncí-
[neo,
ajustado de modo inconmovible por raíces perennes,
formado espontáneamente; delante, apartados de todos
[los dioses,
habitan los Titanes, más allá del abismo tenebroso.
Por su parte, los ilustres auxiliares de Zeus 815
habitan sus moradas, sobre los cimientos del Océano:
Coto y Giges; a Briareo, por su valor,
lo convirtió en su yerno el retumbante Enosigeo,
al concederle por esposa a Cimopolea, su hija.

[820-880: Tifoeo92]
Sin embargo, una vez que Zeus hubo expulsado a los
[Titanes del cielo, 820
la descomunal Tierra engendró a su último hijo, Tifoeo93,
unida a Tártaro por mediación de la áurea Afrodita.
198 Θεογονία

οὗ χεῖρες †μὲν ἔασιν ἐπ᾽ ἰσχύι, ἔργματ᾽ ἔχουσαι,†


καὶ πόδες ἀκάματοι κρατεροῦ θεοῦ· ἐκ δέ οἱ ὤμων
825 ἦν ἑκατὸν κεφαλαὶ ὄφιος, δεινοῖο δράκοντος,
γλώσσῃσιν δνοφερῇσι λελιχμότες, ἐκ δέ οἱ ὄσσων
θεσπεσίῃς κεφαλῇσιν ὑπ᾽ ὀφρύσι πῦρ ἀμάρυσσεν·
πασέων δ᾽ ἐκ κεφαλέων πῦρ καίετο δερκομένοιο·
φωναὶ δ᾽ ἐν πάσῃσιν ἔσαν δεινῇς κεφαλῇσι
830 παντοίην ὄπ᾽ ἰεῖσαι ἀθέσφατον· ἄλλοτε μὲν γὰρ
φθέγγονθ᾽ ὥστε θεοῖσι συνιέμεν, ἄλλοτε δ᾽ αὖτε
ταύρου ἐριβρύχεω μένος ἀσχέτου ὄσσαν ἀγαύρου,
ἄλλοτε δ᾽ αὖτε λέοντος ἀναιδέα θυμὸν ἔχοντος,
ἄλλοτε δ᾽ αὖ σκυλάκεσσιν ἐοικότα, θαύματ᾽ ἀκοῦσαι,
935 ἄλλοτε δ᾽ αὖ ῥοίζεσχ᾽, ὑπὸ δ᾽ ἤχεεν οὔρεα μακρά.
καί νύ κεν ἔπλετο ἔργον ἀμήχανον ἤματι κείνῳ
καί κεν ὅ γε θνητοῖσι καὶ ἀθανάτοισιν ἄναξεν,
εἰ μὴ ἄρ᾽ ὀξὺ νόησε πατὴρ ἀνδρῶν τε θεῶν τε.
σκληρὸν δ᾽ ἐβρόντησε καὶ ὄβριμον, ἀμφὶ δὲ γαῖα
840 σμερδαλέον κονάβησε καὶ οὐρανὸς εὐρὺς ὕπερθε
πόντος τ᾽ Ὠκεανοῦ τε ῥοαὶ καὶ Τάρταρα γαίης.
ποσσὶ δ᾽ ὕπ᾽ ἀθανάτοισι μέγας πελεμίζετ᾽ Ὄλυμπος
ὀρνυμένοιο ἄνακτος· ἐπεστενάχιζε δὲ γαῖα.
Teogonía 199

Sus brazos están hechos para acciones basadas en la


[fuerza94
e infatigables son las piernas de este poderoso dios.
[De sus hombros
surgían cien cabezas de serpiente, de terrible dragón, 825
que agitaban sus oscuras lenguas. De sus ojos,
en sus prodigiosas cabezas, bajo las cejas, saltaban
[chispas de fuego;
[de todas las cabezas salía fuego ardiente cuando mi-
[raban].
En todas las terribles cabezas había voces,
que emitían toda clase de inexpresable algarabía,
[pues unas veces 820
hablaban de modo que los dioses lo entendieran95,
[otras emitían
la voz del altivo toro mugiente, incontenible en su
[fuerza,
otras la del león de impúdico ánimo,
otras se asemejaba a la de los perros, algo asombroso
[de oír,
otras silbaban y el eco recorría los enormes montes. 835
Y en verdad que habría acaecido suceso irremediable
[en aquel día
y él habría reinado sobre mortales e inmortales,
si no se hubiera percatado con agudeza el padre de
[dioses y hombres.
Tronó de modo seco y fuerte, y en derredor la tierra96
terriblemente resonó y el ancho cielo en las alturas 840
y el ponto y las raíces del Océano y las profundidades
[de la tierra97.
El grandioso Olimpo se agitaba bajo sus pies inmor-
[tales
al ponerse en movimiento el soberano; la tierra le co-
[rrespondía con un gemido.
200 Θεογονία

καῦμα δ᾽ ὑπ᾽ ἀμφοτέρων κάτεχεν ἰοειδέα πόντον


845 βροντῆς τε στεροπῆς τε πυρός τ᾽ ἀπὸ τοῖο πελώρου,
πρηστήρων ἀνέμων τε κεραυνοῦ τε φλεγέθοντος.
ἔζεε δὲ χθὼν πᾶσα καὶ οὐρανὸς ἠδὲ θάλασσα·
θυῖε δ᾽ ἄρ᾽ ἀμφ᾽ ἀκτὰς περί τ᾽ ἀμφί τε κύματα μακρὰ
ῥιπῇ ὕπ᾽ ἀθανάτων, ἔνοσις δ᾽ ἄσβεστος ὀρώρει·
850 τρέε δ᾽ Ἀίδης, ἐνέροισι καταφθιμένοισιν ἀνάσσων,
Τιτῆνές θ᾽ ὑποταρτάριοι, Κρόνον ἀμφὶς ἐόντες,
ἀσβέστου κελάδοιο καὶ αἰνῆς δηιοτῆτος.
Ζεὺς δ᾽ ἐπεὶ οὖν κόρθυνεν ἑὸν μένος, εἵλετο δ᾽ ὅπλα,
βροντήν τε στεροπήν τε καὶ αἰθαλόεντα κεραυνόν,
855 πλῆξεν ἀπ᾽ Οὐλύμποιο ἐπάλμενος· ἀμφὶ δὲ πάσας
ἔπρεσε θεσπεσίας κεφαλὰς δεινοῖο πελώρου.
αὐτὰρ ἐπεὶ δή μιν δάμασεν πληγῇσιν ἱμάσσας,
ἤριπε γυιωθείς, στενάχιζε δὲ γαῖα πελώρη.
φλὸξ δὲ κεραυνωθέντος ἀπέσσυτο τοῖο ἄνακτος
860 οὔρεος ἐν βήσσῃσιν ἀιδνῇς παιπαλοέσσῃς,
πληγέντος. πολλὴ δὲ πελώρη καίετο γαῖα
αὐτμῇ θεσπεσίῃ καὶ ἐτήκετο κασσίτερος ὣς
Teogonía 201

Un incendio se apoderaba del mar de color de lirio


[producido por ambos
y por el trueno, por el relámpago, por el fuego que
[brotaba del monstruo, 845
por vientos abrasadores y por el rayo flameante.
Bullía la tierra entera, así como el cielo y el mar;
saltaban contra las orillas, por todas partes, olas enor-
[mes,
movidas por el impulso de los inmortales, y se
[levantaba temblor inextinguible;
temblaba Hades, soberano de los muertos de los in-
[fiernos, 850
y los Titanes que, en torno a Crono, están hundidos
[en el Tártaro,
por causa del inextinguible clamor y la funesta con-
[tienda.
Pues bien, una vez que Zeus llevó al culmen su fuer-
[za, tomó las armas,
el trueno, el relámpago y el ardiente rayo,
y, con un salto desde el Olimpo, descargó sus golpes;
[en torno suyo 855
prendió fuego a las prodigiosas cabezas del terrible
[monstruo.
Una vez que ya lo hubo dominado con el azote de sus
[golpes,
aquél cayo desmembrado y emitió un lamento la
[tierra descomunal.
Al ser fulminado aquel soberano, saltó de él una lla-
[marada,
cuando chocó contra las oscuras cañadas abruptas 860
de la montaña y una gran superficie de la descomunal
[tierra empezó a arder
con prodigiosa humareda, de suerte que se iba fun-
[diendo como el estaño
202 Θεογονία

τέχνῃ ὕπ᾽ αἰζηῶν ἐν ἐυτρήτοις χοάνοισι


θαλφθείς, ἠὲ σίδηρος, ὅ περ κρατερώτατός ἐστιν.
865 οὔρεος ἐν βήσσῃσι δαμαζόμενος πυρὶ κηλέῳ
τήκεται ἐν χθονὶ δίῃ ὑφ᾽ Ἡφαιστου παλάμῃσιν.
ὣς ἄρα τήκετο γαῖα σέλαι πυρὸς αἰθομένοιο.
ῥῖψε δέ μιν θυμῷ ἀκαχὼν ἐς τάρταρον εὐρύν.
ἐκ δὲ Τυφωέος ἔστ᾽ ἀνέμων μένος ὑγρὸν ἀέντων,
870 νόσφι Νότου Βορέω τε καὶ ἀργέστεω Ζεφύροιο·
οἵ γε μὲν ἐκ θεόφιν γενεή, θνητοῖς μέγ᾽ ὄνειαρ·
οἱ δ᾽ ἄλλοι μὰψ αὖραι ἐπιπνείουσι θάλασσαν·
αἳ δή τοι πίπτουσαι ἐς ἠεροειδέα πόντον,
πῆμα μέγα θνητοῖσι, κακῇ θυίουσιν ἀέλλῃ·
875 ἄλλοτε δ᾽ ἄλλαι ἄεισι διασκιδνᾶσί τε νῆας
ναύτας τε φθείρουσι· κακοῦ δ᾽ οὐ γίγνεται ἀλκὴ
ἀνδράσιν, οἳ κείνῃσι συνάντωνται κατὰ πόντον·
αἱ δ᾽ αὖ καὶ κατὰ γαῖαν ἀπείριτον ἀνθεμόεσσαν
ἔργ᾽ ἐρατὰ φθείρουσι χαμαιγενέων ἀνθρώπων
880 πιμπλεῖσαι κόνιός τε καὶ ἀργαλέου κολοσυρτοῦ.
Teogonía 203

cuando es calentado con su arte por jóvenes obreros


[en perforados
recipientes, o igual que el hierro, que es lo más fuerte
[que hay,
cuando es dominado en las cañadas por fuego devo-
[rador, 865
se funde en la divina tierra por obra de las manos de
[Hefesto98.
Así se fundía la tierra con la irradiación del fuego
[abrasador.
Dolido en su ánimo lo arrojó al ancho Tártaro.
De Tifón procede la húmeda fuerza del soplo de los
[vientos99,
excepto de Noto, Bóreas y del luminoso Zéfiro, 870
los cuales son de linaje divino, y para los mortales
[son un gran beneficio.
Las demás brisas soplan sobre el mar vanamente.
Son éstas las que, cuando se precipitan sobre el bru-
[moso ponto,
calamidad grande para los mortales, saltan con nocivo
[vendaval.
Sucediéndose unas a otras soplan hasta hacer naufragar
[las naves 875
y ahogar a sus marineros; para estos hombres no
[existe defensa
de tal calamidad, cuando se enfrentan a ellas en alta
[mar.
Otras veces destruyen los gratos cultivos de los hom-
[bres nacidos en la tierra,
llenándolos de polvo y de insufrible ruido. 880
204 Θεογονία

αὐτὰρ ἐπεί ῥα πόνον μάκαρες θεοὶ ἐξετέλεσσαν,


Τιτήνεσσι δὲ τιμάων κρίναντο βίηφι,
δή ῥα τότ᾽ ὤτρυνον βασιλευέμεν ἠδὲ ἀνάσσειν
Γαίης φραδμοσύνῃσιν Ὀλύμπιον εὐρύοπα Ζῆν
885 ἀθανάτων· ὃ δὲ τοῖσιν ἑὰς διεδάσσατο τιμάς.

Ζεὺς δὲ θεῶν βασιλεὺς πρώτην ἄλοχον θέτο Μῆτιν


πλεῖστα τε ἰδυῖαν ἰδὲ θνητῶν ἀνθρώπων.
ἀλλ᾽ ὅτε δὴ ἄρ᾽ ἔμελλε θεὰν γλαυκῶπιν Ἀθήνην
τέξεσθαι, τότ᾽ ἔπειτα δόλῳ φρένας ἐξαπατήσας
890 αἱμυλίοισι λόγοισιν ἑὴν ἐγκάτθετο νηδὺν
Γαίης φραδμοσύνῃσι καὶ Οὐρανοῦ ἀστερόεντος.
τὼς γάρ οἱ φρασάτην, ἵνα μὴ βασιληίδα τιμὴν
ἄλλος ἔχοι Διὸς ἀντὶ θεῶν αἰειγενετάων.
ἐκ γὰρ τῆς εἵμαρτο περίφρονα τέκνα γενέσθαι·
895 πρώτην μὲν κούρην γλαυκώπιδα Τριτογένειαν
ἶσον ἔχουσαν πατρὶ μένος καὶ ἐπίφρονα βουλήν.
Teogonía 205

[881-1020: Hegemonía de Zeus. Linajes divinos y


heroicos100]
Mas una vez que los bienaventurados dioses hubieron
[cumplido su labor,
y hubieron dirimido contra los Titanes sobre sus hon-
[ras por la fuerza,
entonces impulsaron a reinar y a ser soberano de los
[inmortales,
por consejo de la Tierra, a Zeus Olímpico, de ancha
[mirada,
y entonces él procedió a un justo reparto de los hono-
[res entre ellos101. 885

Zeus, rey de los dioses, tomó como primera esposa a


[Metis,
la que, tanto de los dioses como de los mortales, más
[sabe.
Sin embargo, cuando estaba a punto de parir a Atenea,
[de ojos glaucos,
entonces enseguida, engañando su mente mediante
[un ardid
con seductoras palabras, la introdujo Zeus en su pro-
[pio vientre, 890
por consejo de la Tierra y del Cielo, de estrellas lleno,
pues así se lo habían aconsejado ambos, para que
[ningún otro
de los dioses inmortales obtuviera, en lugar de Zeus,
[el privilegio real,
porque estaba en el destino que de Metis nacieran
[hijos de excepcional inteligencia:
iba a parir primero a la muchacha de ojos glaucos,
[Tritogenia, 895
dotada de fuerza e inteligente decisión igual que el
[padre,
206 Θεογονία

αὐτὰρ ἔπειτ᾽ ἄρα παῖδα θεῶν βασιλῆα καὶ ἀνδρῶν


ἤμελλεν τέξεσθαι, ὑπέρβιον ἦτορ ἔχοντα·
ἀλλ᾽ ἄρα μιν Ζεὺς πρόσθεν ἑὴν ἐγκάτθετο νηδύν,
900 ὡς δή οἱ φράσσαιτο θεὰ ἀγαθόν τε κακόν τε.

δεύτερον ἠγάγετο λιπαρὴν Θέμιν, ἣ τέκεν Ὥρας,


Εὐνομίην τε Δίκην τε καὶ Εἰρήνην τεθαλυῖαν,
αἱ τ᾽ ἔργ᾽ ὠρεύουσι καταθνητοῖσι βροτοῖσι,
Μοίρας θ᾽, ᾗ πλείστην τιμὴν πόρε μητίετα Ζεύς,
905 Κλωθώ τε Λάχεσίν τε καὶ Ἄτροπον, αἵτε διδοῦσι
θνητοῖς ἀνθρώποισιν ἔχειν ἀγαθόν τε κακόν τε.
τρεῖς δέ οἱ Εὐρυνομη Χάριτας τέκε καλλιπαρήους,
Ὠκεανοῦ κούρη, πολυήρατον εἶδος ἔχουσα,
Ἀγλαΐην τε καὶ Εὐφροσύνην Θαλίην τ᾽ ἐρατεινήν·
910 τῶν καὶ ἀπὸ βλεφάρων ἔρος εἴβετο δερκομενάων
λυσιμελής· καλὸν δέ θ᾽ ὑπ᾽ ὀφρύσι δερκιόωνται.

αὐτὰρ ὁ Δήμητρος πολυφόρβης ἐς λέχος ἦλθεν,


ἣ τέκε Περσεφόνην λευκώλενον, ἣν Ἀιδωνεὺς
ἥρπασε ἧς παρὰ μητρός· ἔδωκε δὲ μητίετα Ζεύς.

915 Μνημοσύνης δ᾽ ἐξαῦτις ἐράσσατο καλλικόμοιο,


ἐξ ἧς οἱ Μοῦσαι χρυσάμπυκες ἐξεγένοντο
ἐννέα, τῇσιν ἅδον θαλίαι καὶ τέρψις ἀοιδῆς.
Teogonía 207

pero luego engendraría un hijo rey de dioses y hombres,


dotado de soberbio corazón.
Pero, naturalmente, Zeus la introdujo antes en su
[propio vientre,
de modo que la diosa pudiera aconsejarle sobre lo
[bueno y lo malo. 900

En segundo lugar tomó como esposa a la radiante Te-


[mis, que parió a las Horas,
Eunomia, Justicia y la floreciente Paz,
que custodian los campos de los perecederos mortales,
y a las Moiras, a las que el astuto Zeus proporcionó
[la mayor honra,
Cloto, Láquesis, Átropo, que conceden 905
a los mortales hombres la posesión de lo bueno y de
[lo malo.
Eurínome, hija del Océano, de muy atractiva belleza,
parió tres hijas de hermosas mejillas, las Gracias
Aglaya, Eufrósina y la amable Talía.
De sus párpados, cuando te miran, se vierte amor 910
que afloja los miembros; hermosa mirada surge bajo
[sus cejas.

También fue hasta el lecho de Deméter, generosa no-


[driza,
la cual parió a Perséfone, de blancos brazos, a la que
[Aidoneo
arrebató del cuidado materno, pero se la concedió el
[astuto Zeus.

Luego se apasionó por Mnemósina, la de hermosa


[cabellera, 915
de la que le nacieron las nueve Musas de áurea diadema,
a las que son gratos los banquetes y el deleite del canto.
208 Θεογονία

Λητὼ δ᾽ Ἀπόλλωνα καὶ Ἄρτεμιν ἰοχέαιραν,


ἱμερόεντα γόνον περὶ πάντων Οὐρανιώνων,
920 γείνατ᾽ ἄρ᾽ αἰγιόχοιο Διὸς φιλότητι μιγεῖσα.

λοισθοτάτην δ᾽ Ἥρην θαλερὴν ποιήσατ᾽ ἄκοιτιν·


ἡ δ᾽ Ἥβην καὶ Ἄρηα καὶ Εἰλείθυιαν ἔτικτε
μιχθεῖσ᾽ ἐν φιλότητι θεῶν βασιλῆι καὶ ἀνδρῶν.

αὐτὸς δ᾽ ἐκ κεφαλῆς γείνατ᾽ Ἀθήνην


925 δεινὴν ἐγρεκύδοιμον ἀγέστρατον ἀτρυτώνην,
πότνιαν, ᾗ κέλαδοί τε ἅδον πόλεμοί τε μάχαι τε.

Ἥρη δ᾽ Ἥφαιστον κλυτὸν οὐ φιλότητι μιγεῖσα


γείνατο, καὶ ζαμένησε καὶ ἤρισε ᾧ παρακοίτῃ,
ἐκ πάντων τέχνῃσι κεκασμένον Οὐρανιώνων.

930 Ἐκ δ᾽ Ἀμφιτρίτης καὶ ἐρικτύπου Ἐννοσιγαίου


Τρίτων εὐρυβίης γένετο μέγας, ὅς τε θαλάσσης
πυθμέν᾽ ἔχων παρὰ μητρὶ φίλῃ καὶ πατρὶ ἄνακτι
ναίει χρύσεα δῶ, δεινὸς θεός. αὐτὰρ Ἄρηι
ῥινοτόρῳ Κυθέρεια Φόβον καὶ Δεῖμον ἔτικτε
935 δεινούς, οἵ τ᾽ ἀνδρῶν πυκινὰς κλονέουσι φάλαγγας
ἐν πολέμῳ κρυόεντι σὺν Ἄρηι πτολιπόρθῳ,
Ἁρμονίην θ᾽, ἣν Κάδμος ὑπέρθυμος θέτ᾽ ἄκοιτιν.

Ζηνὶ δ᾽ ἄρ᾽ Ἀτλαντὶς Μαίη τέκε κύδιμον Ἑρμῆν,


κήρυκ᾽ ἀθανάτων, ἱερὸν λέχος εἰσαναβᾶσα.
940 Καδμείη δ᾽ ἄρα οἱ Σεμέλη τέκε φαίδιμον υἱὸν
Teogonía 209

Leto, unida en el amor a Zeus portador de la égida,


engendró a Apolo y Ártemis flechadora,
linaje deseable por encima de todos los Uránidas. 920

En último lugar hizo a Hera su floreciente esposa,


la cual parió a Hebe, Ares e Ilitía,
unida en el amor al rey de dioses y hombres.

Por su parte él parió de su cabeza a Atenea, de ojos


[glaucos,
terrible, belicosa, conductora de ejércitos, infatigable, 925
señora a la que agradan tumultos, guerras y luchas102.

Y Hera, sin unión amorosa, engendró al ilustre Hefesto,


el mejor dotado en artes de todos los Uránidas,
y guardó rencor y se enfrentó a su esposo103.

De Anfitrita y del retumbante Enosigeo 930


nació el gran Tritón de amplia fuerza, el cual, habitante
de los fundamentos marinos junto a su madre y su
[padre soberano
reside en áureo palacio, dios terrible. A su vez para
[Ares,
hendedor, Citerea104 parió a Fobo y a Dimo105,
terribles, que desbaratan las apretadas filas de los
[guerreros 935
en la guerra escalofriante, con la ayuda de Ares, des-
[tructor de ciudades,
así como a Harmonía, a la que convirtió en su esposa
[el valeroso Cadmo.

Para Zeus la Atlántide Maya parió al ilustre Hermes106,


heraldo de los inmortales, tras compartir su lecho.
La Cadmeide Sémela parió un conspicuo hijo, 940
210 Θεογονία

μιχθεῖσ᾽ ἐν φιλότητι, Διώνυσον πολυγηθέα,


ἀθάνατον θνητή· νῦν δ᾽ ἀμφότεροι θεοί εἰσιν.
Ἀλκμήνη δ᾽ ἄρ᾽ ἔτικτε βίην Ἡρακληείην
μιχθεῖσ᾽ ἐν φιλότητι Διὸς νεφεληγερέταο.

945 Ἀγλαΐην δ᾽ Ἥφαιστος, ἀγακλυτὸς ἀμφιγυήεις,


ὁπλοτάτην Χαρίτων θαλερὴν ποιήσατ᾽ ἄκοιτιν.
χρυσοκόμης δὲ Διώνυσος ξανθὴν Ἀριάδνην,
κούρην Μίνωος, θαλερὴν ποιήσατ᾽ ἄκοιτιν.
τὴν δέ οἱ ἀθάνατον καὶ ἀγήρω θῆκε Κρονίων.

950 Ἥβην δ᾽ Ἀλκμήνης καλλισφύρου ἄλκιμος υἱός,


ἲς Ἡρακλῆος, τελέσας στονόεντας ἀέθλους,
παῖδα Διὸς μεγάλοιο καὶ Ἥρης χρυσοπεδίλου,
αἰδοίην θέτ᾽ ἄκοιτιν ἐν Οὐλύμπῳ νιφόεντι,
ὄλβιος, ὃς μέγα ἔργον ἐν ἀθανάτοισιν ἀνύσσας
955 ναίει ἀπήμαντος καὶ ἀγήραος ἤματα πάντα.

ἠελίῳ δ᾽ ἀκάμαντι τέκεν κλυτὸς Ὠκεανίνη


Περσηὶς Κίρκην τε καὶ Αἰήτην βασιλῆα.
Αἰήτης δ᾽ υἱὸς φαεσιμβρότου Ἠελίοιο
κούρην Ὠκεανοῖο τελήεντος ποταμοῖο
960 γῆμε θεῶν βουλῇσιν, Ἰδυῖαν καλλιπάρῃον.
ἣ δέ οἱ Μήδειαν ἐύσφυρον ἐν φιλότητι
γείναθ᾽ ὑποδμηθεῖσα διὰ χρυσῆν Ἀφροδίτην.

ὑμεῖς μὲν νῦν χαίρετ᾽, Ὀλύμπια δώματ᾽ ἔχοντες,


νῆσοί τ᾽ ἤπειροί τε καὶ ἁλμυρὸς ἔνδοθι πόντος.
Teogonía 211

unida en el amor, el gozoso Dioniso,


mortal ella, inmortal él; pero ahora ambos son dioses.
Alcmena parió al fuerte Heracles,
unida en el amor de Zeus, que reúne las nubes.

A Aglaya, la más joven de las Gracias107, 945


la hizo su floreciente esposa Hefesto, ilustrísimo cojo.
Dioniso, el de áurea cabellera hizo a la rubia Ariadna,
hija de Minos, su floreciente esposa.
Convirtióla en inmortal y sin vejez el Crónida.

El hijo de Alcmena, de hermosos tobillos, 950


el vigoroso Heracles, tras superar lamentables pruebas,
convirtió en su venerable esposa en el nevado Olimpo
a Hebe, hija del poderoso Zeus y de Hera, la de áurea
[sandalia;
bienaventurado él, que tras llevar a cabo descomunal
[acción,
habita entre los inmortales, sin penas ni vejez, por
[toda la eternidad. 955

Para el infatigable Sol la ilustre Oceánide Perseide


engendró a Circe y al rey Eetes.
Eetes, hijo del Sol, que ilumina a los mortales,
se casó con la hija del Océano, río circular,
por voluntad de los dioses, con Idía, de hermosas me-
[jillas. 960
Ésta engendró para él a Medea, de hermosos tobillos,
en el amor rendida por obra de la áurea Afrodita108.

¡Salve ahora a vosotros, habitantes de las moradas


[olímpicas,
islas, continentes y salado mar en el interior de aqué-
[llos!
212 Θεογονία

965 νῦν δὲ θεάων φῦλον ἀείσατε, ἡδυέπειαι


Μοῦσαι Ὀλυμπιάδες, κοῦραι Διὸς αἰγιόχοιο,
ὅσσαι δὴ θνητοῖσι παρ᾽ ἀνδράσιν εὐνηθεῖσαι
ἀθάναται γείναντο θεοῖς ἐπιείκελα τέκνα.

Δημήτηρ μὲν Πλοῦτον ἐγείνατο δῖα θεάων,


970 Ἰασίων᾽ ἥρωι μιγεῖσ᾽ ἐρατῇ φιλότητι
νειῷ ἔνι τριπόλῳ, Κρήτης ἐν πίονι δήμῳ,
ἐσθλόν, ὃς εἶσ᾽ ἐπὶ γῆν τε καὶ εὐρέα νῶτα θαλάσσης
πᾶσαν· τῷ δὲ τυχόντι καὶ οὗ κ᾽ ἐς χεῖρας ἵκηται,
τὸν δ᾽ ἀφνειὸν ἔθηκε, πολὺν δέ οἱ ὤπασεν ὄλβον.

975 Κάδμῳ δ᾽ Ἁρμονίη, θυγάτηρ χρυσέης Ἀφροδιτης,


Ἰνὼ καὶ Σεμέλην καὶ Ἀγαυὴν καλλιπάρῃον
Αὐτονόην θ᾽, ἣν γῆμεν Ἀρισταῖος βαθυχαίτης,
γείνατο καὶ Πολύδωρον ἐυστεφάνῳ ἐνὶ Θήβῃ.

κούρη δ᾽ Ὠκεανοῦ, Χρυσάορι καρτεροθύμῳ


980 μιχθεῖσ᾽ ἐν φιλότητι πολυχρύσου Ἀφροδίτης,
Καλλιρόη τέκε παῖδα βροτῶν κάρτιστον ἁπάντων,
Γηρυονέα, τὸν κτεῖνε βίη Ἡρακληείη
βοῶν ἕνεκ᾽ εἰλιπόδων ἀμφιρρύτῳ εἰν Ἐρυθείῃ.

Τιθωνῷ δ᾽ Ἠὼς τέκε Μέμνονα χαλκοκορυστήν,


985 Αἰθιόπων βασιλῆα, καὶ Ἠμαθίωνα ἄνακτα.
Teogonía 213

Ahora, Musas olímpicas, de dulce voz, 965


hijas de Zeus portador de la égida, cantad el linaje de
[las diosas,
de todas aquellas que, unidas en el lecho a mortales,
al ser inmortales, engendraron hijos semejantes a los
[dioses.

Deméter, divina entre las diosas, engendró a Pluto,


unida en apasionado amor al héroe Jasio
en barbecho tres veces arado, en el pingüe territorio
[de Creta, 970
noble hijo, que recorre la superficie de la tierra y el
[ancho lomo del mar
entero. Al que con él se encuentra y llega al alcance
[de sus manos,
lo vuelve rico y le concede abundante dicha109.

Para Cadmo Harmonía, hija de la áurea Afrodita, 975


engendró a Ino, Sémele, Ágave, de hermosas mejillas,
y Autónoe, con la que casó Aristeo, de abundante ca
[bellera,
y también engendró a Polidoro en Tebas, la bien co-
ronada.

Calírroe, hija del Océano, para Crisaor, de tenaz ánimo,


unida en el amor que provoca Afrodita, rica en oro,
parió un hijo más fuerte que todos los mortales, 980
Gerioneo, al que dio muerte el fuerte Heracles,
por causa de las vacas de sinuoso paso en Eritea, por
[las aguas rodeada110.

Para Titono la Aurora parió a Memnón, el del yelmo


[de bronce,
rey de los Etíopes, y al soberano Ematión. 985
214 Θεογονία

αὐτὰρ ὑπαὶ Κεφάλῳ φιτύσατο φαίδιμον υἱόν,


ἴφθιμον Φαέθοντα, θεοῖς ἐπιείκελον ἄνδρα.
τόν ῥα νέον τέρεν ἄνθος ἔχοντ᾽ ἐρικυδέος ἥβης
παῖδ᾽ ἀταλὰ φρονέοντα φιλομμειδὴς Ἀφροδίτη
990 ὦρτ᾽ ἀνερειψαμένη, καί μιν ζαθέοις ἐνὶ νηοῖς
νηοπόλον μύχιον ποιήσατο, δαίμονα δῖον.

κούρην δ᾽ Αἰήταο διοτρεφέος βασιλῆος


Αἰσονίδης βουλῇσι θεῶν αἰειγενετάων
ἦγε παρ᾽ Αἰήτεω, τελέσας στονόεντας ἀέθλους,
995 τοὺς πολλοὺς ἐπέτελλε μέγας βασιλεὺς ὑπερήνωρ,
ὑβριστὴς Πελίης καὶ ἀτάσθαλος, ὀβριμοεργός.
τοὺς τελέσας Ἰαωλκὸν ἀφίκετο, πολλὰ μογήσας,
ὠκείης ἐπὶ νηὸς ἄγων ἑλικώπιδα κούρην
Αἰσονίδης, καί μιν θαλερὴν ποιήσατ᾽ ἄκοιτιν.
1000 καί ῥ᾽ ἥ γε δμηθεῖσ᾽ ὑπ᾽ Ἰήσονι, ποιμένι λαῶν,
Μήδειον τέκε παῖδα, τὸν οὔρεσιν ἔτρεφε Χείρων
Φιλυρίδης· μεγάλου δὲ Διὸς νόος ἐξετελεῖτο.

αὐτὰρ Νηρῆος κοῦραι,· ἁλίοιο γέροντος,


ἦ τοι μὲν Φῶκον Ψαμάθη τέκε δῖα θεάων
1005 Αἰακοῦ ἐν φιλότητι διὰ χρυσῆν Ἀφροδίτην,
Πηλεῖ δὲ δμηθεῖσα θεὰ Θέτις ἀργυρόπεζα
Teogonía 215

A su vez para Céfalo engendró un ilustre hijo,


el fuerte Faetonte, un hombre semejante a los dioses.
Cuando éste era aún un muchacho que conservaba la
[tierna flor
de la gloriosa juventud, un niño de inocente pensa-
[miento, Afrodita, que ama la sonrisa,
lo raptó y se elevó con él, y entonces hizo de él su
[servidor 990
en el interior de su templo, un ser divino111.

El hijo de Esón112 tomó por esposa a la hija del rey


[Eetes, criatura divina,
siguiendo la voluntad de los dioses sempiternos,
pero la consiguió de Eetes tras superar lamentables
[pruebas,
que en gran número le encomendaba un poderoso rey
[orgulloso, 995
el soberbio Pelias, insolente y violento.
Cuando las hubo superado, tras mucho penar, llegó a
[Yolco,
llevando consigo el Esónida en rauda nave a la hija
[de Eetes, de vivaz mirada,
y la convirtió en su floreciente esposa.
Ella, dominada por Jasón, pastor de huestes, 1000
parió a su hijo Medeo113, al que crió en los montes
[Quirón
el Filírida; y se cumplía el propósito del poderoso Zeus.

En cuanto a las hijas de Nereo, anciano del mar,


Psámate, divina entre las diosas, parió a Foco,
Unida en el amor a Éaco por mediación de la áurea
[Afrodita. 1005
La diosa Tetis, de argénteo calzado, unida a Peleo
216 Θεογονία

γείνατ᾽ Ἀχιλλῆα ῥηξήνορα θυμολέοντα.


Αἰνείαν δ᾽ ἄρ᾽ ἔτικτεν ἐυστέφανος Κυθέρεια
Ἀγχίσῃ ἥρωι μιγεῖσ᾽ ἐρατῇ φιλότητι
1010 Ἴδης ἐν κορυφῇσι πολυπτύχου ἠνεμοέσσης.
Κίρκη δ᾽, Ἠελίου θυγάτηρ Ὑπεριονίδαο,
γείνατ᾽ Ὀδυσσῆος ταλασίφρονος ἐν φιλότητι
Ἄγριον ἠδὲ Λατῖνον ἀμύμονά τε κρατερόν τε·
Τηλέγονον δ᾽ ἄρ᾽ ἔτικτε διὰ χρυσέην Ἀφροδίτην.
1015 οἳ δή τοι μάλα τῆλε μυχῷ νήσων ἱεράων
πᾶσιν Τυρσηνοῖσιν ἀγακλειτοῖσιν ἄνασσον.
Ναυσίθοον δ᾽ Ὀδυσῆι Καλυψὼ δῖα θεάων
γείνατο Ναυσίνοόν τε μιγεῖσ᾽ ἐρατῇ φιλότητι.

αὗται μὲν θνητοῖσι παρ᾽ ἀνδράσιν εὐνηθεῖσαι


1020 ἀθάναται γείναντο θεοῖς ἐπιείκελα τέκνα.
[νῦν δὲ γυναικῶν φῦλον ἀείσατε, ἡδυέπειαι
Μοῦσαι Ὀλυμπιάδες, κοῦραι Διὸς αἰγιόχοιο.]
Teogonía 217

engendró a Aquiles, que quiebra las filas enemigas y


[posee corazón de león.
A Eneas lo parió Citerea, de hermosa corona,
unida en apasionado amor al héroe Anquises
en las cimas del ventoso Ida, abundante en quebradas. 1010
Circe, hija del sol Hiperiónida,
unida en el amor al sufriente Ulises,
engendró a Agrio y a Latino, sin tacha y fuerte
y parió a Telégono por obra de la áurea Afrodita114.
Éstos fueron soberanos de todos los ilustrísimos Ti-
[rrenos 1015
muy lejos, en el seno de una islas sagradas.
Calipso, divina entre las diosas, unida a Ulises
en apasionado amor, engendró para él a Nausítoo y
[Nausínoo.

Ésas, inmortales, compartieron lecho con hombres


[mortales
y engendraron conspicuos hijos semejantes a los dioses. 1020
Y ahora, Musas Olímpicas de dulce voz, cantad el linaje
de las mujeres, hijas de Zeus portador de la égida.115
Notas
1
Los versos 1-115 contienen el proemio dedicado a las Mu-
sas, comentado por extenso en la Introducción. El contenido
se estructura del siguiente modo:
A. 1- 21 Invocación y presentación de las Musas:
1-10 Invocación y descripción de los terri-
torios propios de las Musas: voz y mo-
vimiento.
11-21 Contenido del canto de las Musas: teo-
gonía no plenamente coincidente con la
hesiódica.
B. 22-34 Experiencia iniciática de Hesíodo.
C. 35-103 Actividad y poderes de las Musas.
35-52 Canto en el Olimpo.
53-62 Evocación de su nacimiento.
63-80 Características de su canto. Catálogo de
las Musas y cualidades.
81-93 Las Musas y los reyes.
94-103 Las Musas y los poetas y citaristas.
D. 104-115 Saludo final y exhortación al canto. Anticipa-
ción del contenido.
2
Esta precisión en la ubicación del territorio de las Musas no
es un recurso puramente literario. La descripción hesiódica
permite enlazar diversos elementos de la realidad cultual y
del mito. En el Helicón existía efectivamente un culto a las
Musas de gran antigüedad y perduración notable. Los pri-
meros elementos del paisaje religioso sitúan ya la acción en
una ubicación que une la práctica ritual coetánea con el pa-
sado mítico: la fuente y el altar de Zeus. Hesíodo armoniza
la realidad del culto con la actividad de las Musas en el
Olimpo, entre los demás dioses, y refuerza su descripción con
toda clase de detalles. La hidronimia y la topografía corres-
ponden a la región de Beocia familiar a Hesíodo, en las cer-
canías de Tespias. Según Estrabón (407), el arroyo Permeso
confluía con el Olmeo y desembocaban en el lago Copais. En
cuanto a la Fuente del Caballo (o Hipocrene, manteniendo la
transcripción del griego), la leyenda dice que surgió de la coz
Teogonía 219

de un caballo, que se identificó en época helenística con Pé-


gaso (Arat. 216-23, Paus. 9, 31,3). Estaba situada cerca de la
cumbre del Helicón.
3
La descripción de la actividad de las Musas se caracteriza por
la abundancia de léxico referente a la voz y el sonido, ade-
más del movimiento (danza, marcha), con una gran variedad
de sustantivos, epítetos y verbos o perífrasis. Hay una au-
téntica mimetización de la forma con el contenido. Desgra-
ciadamente no es siempre posible ajustar la traducción a la
variedad de sinónimos del texto griego.
4
Esta sintética teogonía recoge divinidades tanto del panteón
olímpico como pertenecientes a las primeras generaciones de
dioses (sustancialmente Titanes y Titánides), que a su vez
dieron lugar a los linajes divinos más importantes. Todas
ellas serán mencionadas después en diversos momentos de
la Teogonía, por lo que no me detengo ahora en sus relacio-
nes de parentesco. La secuencia mantiene cierto orden je-
rárquico (aunque no cronológico: véase la posición de
Crono), pero intervienen otras relaciones y criterios. Entre los
Crónidas se destaca a Zeus, su esposa Hera y Posidón. Hay
varios hijos de Zeus (Atenea, Apolo, Ártemis), algunas di-
vinidades relacionadas con el amor y la juventud (Afrodita,
Hebe), titanes y titánides y la secuencia de deidades que en-
carnan astros o los entes primordiales (Sol, Luna, Tierra,
Océano, Noche). Como observa West en su comentario (p.
156), esta relación tiene más de homérico que de hesiódico
en su concepción. Llama la atención la importancia dada a
Diona, que en Homero es hija de Zeus y Afrodita y cuya pre-
sencia en la práctica religiosa se limitaba al santuario de Do-
dona, donde aparecía como esposa de Zeus. De todas formas,
debemos tener en cuenta que no estamos exactamente ante
una atribución a las Musas de un canto teogónico que He-
síodo tome como modelo, sino ante un catálogo de temas de
canto que trasladan a la actividad de las Musas la variedad
de himnos a los dioses que nos ha llegado con la designación
de Himnos homéricos.
5
La égida corresponde a un escudo o coraza interpretado
como “de piel de cabra”, que protege a Zeus o Atenea; so-
220 Θεογονία

bre la égida se incorpora en la iconografía la cabeza de Me-


dusa. En la versión más antigua la égida (en el sentido de ar-
mamento, escudo) es fabricada por Hefesto, aunque secun-
dariamente surge la versión de que es la piel de la cabra
Amaltea, que amamantó a Zeus en Creta (Eratóstenes, Catast.
13; escolio a Germ. Basil. p. 73 Br. y Lactancio, div. Inst. I
21-22).
6
Esta formulación es una variante de una expresión formular
que expresa la visión pancrónica que tiene el adivino, asi-
milado en sus poderes al poeta, como se indica en la nota si-
guiente. El primer ejemplo, referido a Calcante, aparece en
Hom. Il. 1, 70. Aquí se ha omitido la referencia a “lo pre-
sente” (por adaptación a este hexámetro), pero reaparece
completa en el verso 38, aplicada a las propias Musas.
7
La situación descrita por Hesíodo constituye el primer
ejemplo en la literatura griega de la iniciación del poeta,
un modelo de explicación de la adquisición de la inspira-
ción creadora que tiene un enorme arraigo en las culturas
griega y latina y que cuenta con paralelos fuera de ellas.
Remito a la introducción para otros detalles. El modelo
descriptivo no se aplicó sólo a la iniciación poética, sino
también a la profética (con abundantes ejemplos en el An-
tiguo Testamento y en diversos relatos apócrifos vetero-
testamentarios) y filosófica, como vemos en el caso de Par-
ménides: en resumen, es un pattern prácticamente
universal que explica la adquisición de dotes que entran
dentro de lo sapiencial, y que se emparenta con la tradición
de visiones divinas que conocen las religiones. La visión
iniciática puede describirse como directa o como una apa-
rición en sueños. En este caso parece obedecer al primer
tipo, pero el contexto no permite dilucidarlo, aparte de que
en ningún momento se dice claramente que Hesíodo “vea”
a las Musas, sino que las “oye” (aunque la acción de “dar
un cetro” parece que apunta a un contacto directo). El en-
torno suele ser rural, como en este ejemplo, lo que ha lle-
vado a pensar que la situación de Hesíodo apacentando
ovejas sea mera ficción o recurso a un topos que haga ve-
rosímil el fenómeno. Quizá no haya que racionalizar tanto.
Teogonía 221

Hesíodo subraya el cambio radical del individuo que, na-


cido en un entorno rural preciso y nada absurdo histórica-
mente, ve cambiada su vida por un hecho extraordinario,
como es la adquisición del don de la poesía y del canto. En
las descripciones conservadas suele haber alocución di-
recta de la divinidad (o al menos la audición de su voz) y
la obtención de un objeto que simboliza y sintetiza el po-
der adquirido. En este caso, las palabras de las Musas tie-
nen rasgos peculiares que han dado pie a numerosas ob-
servaciones, como ya hemos visto.
8
Una expresión controvertida, entendida ya en la Antigüe-
dad de muy diversas maneras. No hay duda de su función
de “bisagra” para cerrar una sección o digresión y recu-
perar un tema o pasar a otro, con un sentido que se acerca
al del refrán castellano “andarse por las ramas”, pero no es
fácil explicar ni su origen ni su significación exacta. Para
empezar, y como muy bien observa West (1966: 169), hay
que tener en cuenta que la sintaxis del griego en esta etapa
implica un uso con significado de movimiento (“dar vuel-
tas alrededor de”), aunque esto no impida, entiendo, que
apunte ya un empleo figurado. Lo que sorprende es que va
inmediatamente después de la descripción de la inicia-
ción poética, por lo que el poeta parece querer recuperar el
discurso de alabanza a las Musas y aminorar la impresión
de ser un elegido, como si se hubiera excedido en su co-
metido o pensara que puede resultar exagerado o increíble
para su público, aunque esto también puede ser una forma
de llamar la atención sobre ello. Recojo las alternativas de
interpretación antiguas que resumen West (1966: 168-
169):
— Escolios: (1) hablar de cosas antiguas y primitivas; (2) re-
citar oráculos (Dodona = encina, Delfos = roca); (3) Hablar
en demasía; (4) hablar de habitáculos primitivos (es decir,
fuera de lugar).
— Interpretaciones modernas: (1) charlar, como los ena-
morados en rocas y árboles; (2) símbolo de lo rústico
(“¿Por qué hablar de mí?”); (3) ¿Por qué revelar lo que vi
lejos de los hombres, entre rocas y árboles?; (4) hablar de
222 Θεογονία

asuntos propios (i.e., en principio, de la propia ascenden-


cia ). Ninguna de ellas es satisfactoria, desde luego. Sin em-
bargo, entre las más recientes interpretaciones destacan
dos que abren perspectivas interesantes. Por un lado,
O’Bryhim (1996) ha relacionado el pasaje con otros en que
la roca y el árbol indican objetos o lugares oraculares, y ha
explotado las conexiones del próximo oriente. Profundi-
zando en esta línea, más recientemente López Ruiz (2010:
56-83) ha propuesto ver aquí una forma de dotar de auto-
ridad a la descripción de su iniciación, ya que los paralelos
semíticos nororientales que la autora analiza (realmente in-
teresantes) se refieren a revelación de conocimientos y a la
comprensión de los elementos de la vida y del cosmos. No
obstante, hay que reconocer que los otros usos arcaicos de
la fórmula (con variantes), como son los que encontramos
en Homero (Il. 22, 126-18 y Od. 19, 162-163), apuntan a
una polisemia de la expresión, que siempre se ha de anali-
zar en su contexto preciso. Por otra parte, aunque las teo-
rías de O’Bryhim y López Ruiz son muy oportunas para la
comprensión de un probable sentido antiguo de la expre-
sión, queda la duda sobre la posibilidad de que el público
coetáneo realmente fuera capaz de captar ese sentido. Por
último, me atrevo a sugerir que, aunque la frase ya estuviera
consolidada como refrán con aplicaciones varias, la men-
ción del árbol y la roca podrían denotar de modo inmediato
y literal, los propios elementos del relato: las rocas del en-
torno rústico, pero dominado por las Musas, y el árbol del
que procede el cetro que recibe de ellas (lo cual no es in-
compatible con las interpretaciones mencionadas). En cual-
quier caso, la duda principal es si Hesíodo se limita a cor-
tar lo que considera que le aleja del contenido del canto o
si, como señala O’Bryhim, se añade a esto una sorpresa por
verse convertido en un “profeta de las Musas”.
9
En realidad es “¡eh, tú!”, expresión algo abrupta en una tra-
ducción literal, pero que corresponde a una frecuente auto-
exhortación del poeta, con frecuencia presentada como una
apelación al alma o al ánimo.
Teogonía 223
10
Segunda referencia al tema del contenido de los cantos de las
Musas, ya desarrollado en los versos 11-21. Véase la distinta
secuencia: descendientes de Tierra y Cielo (La Tierra y El
Cielo), con Zeus en primer plano, el linaje de los mortales (es
decir, los héroes) y los Gigantes (más exactamente, la Gi-
gantomaquia, un tema que no desarrollará Hesíodo). Tal
como lo describe Hesíodo, el canto va destinado sobre todo
a agradar a Zeus. Las Musas cantan en el Olimpo lo que los
aedos cantan entre los mortales: himnos a los dioses, teogo-
nías, linajes heroicos con sus aventuras y poemas que re-
cuerdan la constitución del orden divino (como la Giganto-
maquia, aunque Hesíodo se centrará en la Titanomaquia).
11
Personificación de la cualidad de la Memoria. Como veremos
más adelante, es hija del Cielo y de la Tierra.
12
Hesíodo armoniza en este proemio las diversas tradiciones
sobre la ubicación de las Musas. Hemos visto que al inicio
partía del culto local del Helicón y describía el desplaza-
miento de las diosas del Helicón al Olimpo. Ahora se evoca
el nacimiento de aquéllas en Pieria, en el territorio del Cite-
rón próximo al Olimpo. De nuevo introduce una descripción
del desplazamiento de aquéllas hasta la morada de Zeus y de-
más dioses. En resumen: nacen en Pieria (Citerón), poseen
el territorio del Helicón, donde reciben también culto, y fre-
cuentan el Olimpo para agasajar a los dioses. Son, pues, Pié-
rides, Heliconias y Olímpicas.
13
En el Olimpo, presidido por Zeus, el tema de canto es lógi-
camente el de la victoria de Zeus sobre Crono y la consecu-
ción de su dominio absoluto. Como paradigma del festejo y
del banquete terrenos, en el Olimpo el placer de la fiesta
viene producido por la presencia de las Gracias, de Hímero
(la personificación del Deseo), de danzas y de la voz pla-
centera de las Musas.
14
Este ‘canon’ de nueve Musas no es el único que conocieron
los griegos, lo mismo que también hay una noticia sobre que
hubo unas Musas “más antiguas” hijas de Cielo y Tierra,
como señala Pausanias (9, 29, 4), citando a los poetas Mim-
nermo (fr. 22 Gentili-Prato) y Alcmán (fr. 5 Page). Pausanias
(9, 29, 2) también dice los fundadores del culto a las Musas
224 Θεογονία

en el Helicón, Oto y Efialtes, decían que eran tres: Mélete,


Mneme y Aoidé (Práctica o ejercicio, Memoria y Canto). So-
bre esta evolución tardía de las Musas véase el importante ar-
tículo de Hardie (2006).
15
Con tono muy distinto al de Trabajos y días, donde encon-
tramos una amarga queja por la tendencia de los reyes a ser
injustos, Hesíodo ensalza aquí la función del gobernante
como responsable de la impartición de justicia. Hesíodo
hace hincapié en el poder de la palabra y le otorga este ori-
gen divino, equiparándola de hecho al don de la poesía. El
matiz diferenciador está en que las Musas derraman en la len-
gua del orador su rocío o sustancia divina, lo que le permite
expresarse con rectitud, mientras que el poeta adquiere un co-
nocimiento universal.
16
El cantor evoca hazañas heroicas y linajes divinos, como hará
a continuación Hesíodo. La magia del canto hace olvidar las
penas, así como la palabra del rey endereza la injusticia. La
función de la poesía como deleite (gr. térpsis) será una cons-
tante de la teoría literaria antigua. La mitigación del sufri-
miento se asocia a un poder del canto que hoy calificaríamos
de mágico y que se verifica en la creencia del poder curativo
de la palabra mediante el encantamiento (Laín 1958, Gil
(20042) 217-246.
17
Se cierra el proemio y se resume el contenido a desarrollar. El
poeta es un mediador del conocimiento que tienen las Musas.
18
He optado por esta expresión en vez de la transcripción habi-
tual Caos (gr. Chaos) porque este nombre induce a confusión.
El Chaos griego no es un “desorden”, sino un vacío, un espa-
cio que se abre y que, además, se genera (ver nota siguiente)
y que, por tanto, no es exactamente la nada: tiene un espacio
y una entidad, ya que, a su vez, genera otros entes.
19
En la cosmogonía griega parece ser posible la generación
“desde la nada”, una idea que repugnaba a los filósofos, entre
otras cosas, porque el verbo utilizado, gígnomai, “llegar a ser”,
implica un devenir, pero éste debería ser “a partir de algo”. Sin
embargo, Hesíodo presenta estos primeros entes como apare-
cidos de forma que podríamos llamar espontánea. En cualquier
caso, como se indicó en la introducción, el modelo hesiódico,
Teogonía 225

a pesar de recoger un larga tradición con antecedentes orien-


tales, resulta muy original y perfectamente adecuado a creen-
cias míticas y tradiciones sociales muy griegas. Conviene re-
saltar que los cuatro elementos mencionados no tienen una
relación de dependencia, sino que parecen surgir uno tras otro
o, al menos, primero el Vacío y luego los otros tres, pero no
“a partir” del Vacío. Si tenemos en cuenta que el Vacío (gr.
Chaos) proviene de un radical que implica “generación de un
espacio vacío” (es el mismo radical de “bostezar”), quiere de-
cir que, desde este punto de vista, para Hesíodo resultaba im-
posible la enumeración de entes tangibles sin la creación del
espacio que los acogería. No obstante, véase que, como se dice
a continuación, el Vacío tiene una descendencia (Érebo y No-
che), lo que puede indicar que ese vacío no carece de alguna
sustancia; lo que sucede es que no podemos ir más allá de pen-
sar en una oscuridad (a juzgar por la descendencia) que no
tiene por qué ser tangible. Véanse algunas ideas complemen-
tarias en la Introducción, en las observaciones a esta parte del
poema.
La Tierra (Gea) es para los griegos una divinidad funda-
mental y primigenia, con culto en diversos lugares y muy pre-
sente en diversos mitos posteriores. Aquí se presenta como
sede de los dioses, ya que de ella surge el Olimpo, donde tie-
nen su morada. En las plegarias griegas es alabada como ma-
dre de dioses y hombres.
La existencia primigenia del Tártaro se entiende bien
dentro de la concepción del universo de Hesíodo: la tierra es
un disco (que quedará rodeado por el Océano), que tendrá so-
bre ella al Cielo (El Cielo) y debajo de ella existe este “in-
framundo” del Tártaro, que será repetidamente mencionado
en la Titanomaquia. No obstante, hay que tener en cuenta que
los versos 118-119 no aparecen mencionados en dos textos
filosóficos importantes que, sin embargo, citan la secuencia
Vacío-Tierra-Eros: Platón (Symp. 178b) y Aristóteles (Phys.
208b, 30).
La presencia de Eros es un buen ejemplo de la forma en
que un motivo compartido con culturas antiguas orientales
adquiere una formulación sustancialmente griega. En efecto,
226 Θεογονία

aunque la cosmogonía de Filón de Biblos menciona la figura


de Pothos/Eros, lo que puede llevarnos a un modelo antiguo
oriental (López Ruiz 2010, 127), lo cierto es que esta pri-
mera mención en un texto griego tiene ya un cuño muy pro-
pio, que comparte formas de expresión incluso con la lírica
arcaica. Por otra parte, su presencia en el poema responde
a un condicionamiento cultural y, a la vez, contextual. Em-
pezando por este último, la presencia de la fuerza engen-
dradora facilita el hecho de que a continuación se hable ya
en el poema de uniones sexuales (lo que no impide que tam-
bién se den partenogénesis). Ahora bien, lo más interesante
es que nos transmite una valoración de Eros que enlaza toda
una tradición poética que parece estar aquí subyacente o en
sus orígenes. Hesíodo le dedica nada menos que tres versos
y le otorga poderes de sojuzgamiento sobre el resto de los
dioses y no sólo de los mortales. Frente a otras genealogías
posteriores, Eros irrumpe como divinidad elemental y sin la
que es incomprensible la existencia de otros dioses. Este pa-
pel casi demiúrgico (West 1966, 195) que le otorga Hesíodo,
a veces compartido con Afrodita, reaparecerá en diversos
pensadores presocráticos (pensemos en Empédocles y Par-
ménides; cf. Rudhardt 1986) y en la tradición poética, pero
aquí su función es aún más primordial. Curiosamente, a pe-
sar de su peso en la tradición poética y filosófica, Eros no
recibió culto en Grecia, salvo el que está atestiguado para la
localidad de Tespias, donde su imagen consistía en una pie-
dra (vid. López Ruiz 2010, 209, con paralelos y observa-
ciones sobre los baityloi).
20
Es decir, de la Tierra, por partenogénesis, nacen el cielo, los
montes y el mar, mientras que, unida al Cielo (Urano) en-
gendra a los titanes y titánides, divinidades que, a pesar de
su importante descendencia y presencia en diversos relatos
míticos, apenas reciben culto en la práctica religiosa.
21
La lista contiene muy diversas deidades, no todas hostiles a
Zeus (en realidad sólo Crono y Jápeto, cuyo nombre se ha re-
lacionado con el del semítico Jafet). Algunos no tienen pa-
pel mítico destacado, salvo por ser a su vez progenitores de
una divinidad importante, como sucede con Hiperión (pri-
Teogonía 227

mitiva mención del sol, “que va por encima”, pero que, por
falsa interpretación, acaba considerándose en un ente dis-
tinto), o Ceo (padre de Leto con Febe). Las titánides tienen
estrecha vinculación con Zeus: Rea es su madre, Temis y
Mnemósine serán esposas suyas. Tetis (gr. Tethys) no debe
ser confundida con la madre de Aquiles (Thetis), aunque su
transcripción coincide. Se trata de la divinidad marina que en
Homero (Il. 14, 201 = 302) forma con Océano la pareja pri-
migenia, en paralelo con la mitología mesopotámica que si-
túa en los orígenes las aguas dulces y las saladas (Apsu y Tia-
mat). Hay que tener en cuenta, por tanto, que la confrontación
que luego describe Hesíodo y que denominamos Titanoma-
quia no puede incluir a todos los componentes de esta rela-
ción y debe de responder a una designación genérica de dio-
ses hostiles a Zeus que materializa en el mito griego las
fuerzas que se oponen al nuevo orden de los dioses triun-
fantes que se mencionan en otros relatos de distinto origen.
22
Estos Cíclopes parecen no tener otra función en el mito que
ser auxiliares de Zeus. Sus nombres son parlantes y hacen re-
ferencia a los atributos de Zeus como dios celestial de arraigo
indoeuropeo: el trueno (Brontes), el relámpago (Estéropes)
y el rayo (Arges, literalmente “luminoso”). Salvo la coinci-
dencia en la monoftalmia, no es posible establecer un vínculo
entre ellos y los Cíclopes de la Odisea, relacionados con Po-
sidón y dedicados al pastoreo.
23
El término griego mejor atestiguado en la transmisión es
áplastoi, que sería literalmente “imposible de moldear o re-
producir”, que hemos trasladado a una imagen literaria. No
obstante, la variante áplatoi y subsiguientes citas apuntan a
que ya en la Antigüedad se entendía como “imposibles de
acercarse a ellos”, “inaccesibles”.
24
Tras los Cíclopes, los últimos hijos de Tierra y Cielo son los
Hecatonquiros o Centímanos, aunque Hesíodo no los de-
signa con este nombre colectivo. En este caso no se trata de
nombres transparentes. Coto parece de origen tracio, Bria-
reo quizá tenga que ver con el radical de un adjetivo griego
que significa “violento”; este centímano es mencionado por
Homero (Il. 1, 403), quien señala que es el nombre que le
228 Θεογονία

dan los dioses, mientras que los mortales lo llaman Egeo


(Aigaion). Giges (que registra la variante Gies) recuerda a
Ogiges, nombre que los griegos relacionaban con lo pri-
mitivo.
25
El conflicto entre las primeras generaciones divinas, cuyos
paralelos hemos comentado en la introducción, adquiere en
la versión hesiódica esta curiosa forma, adaptada en cierto
modo a la naturaleza física de las dos deidades primarias,
Cielo y Tierra. El primero impide que salgan a la superficie
de la tierra los titanes y las titánides, por lo que la tierra está,
literalmente, oprimida. Será Crono el que asuma el castigo
por esa iniquidad, gracias a la invención de la hoz por su ma-
dre. El poeta insiste en la violencia y el odio paterno-filial que
marca este episodio. El odio y la violencia de Crono están es-
critos con insistencia. Recordemos que la consecución del
poder mediante la emasculación de la deidad precedente es
un rasgo que comparte Hesíodo con la teogonía hetita y con
la órfica atestiguada en el Papiro de Derveni, aunque con di-
ferencias de detalle, que hemos señalado en la introducción.
26
El término griego significa “indomeñado”, pero el calco
“adamante” significa en español “diamante”, lo que no per-
mite su uso.
27
La hemorragia y el derrame de semen prolongan la fertilidad
del Cielo en un sentido negativo, al engendrar con la Tierra
seres violentos y vengadores, y positivo, al provocar el na-
cimiento de Ninfas y, sobre todo, de Afrodita en el ámbito
marino.
28
Diosas encargadas originariamente de castigar los crímenes
en el interior de un clan familiar y, en general, crímenes de
sangre (precisamente su etimología contiene el radical de la
palabra “discordia”, eris). Los Gigantes tendrán gran im-
portancia en las teogonías y poemas épicos no hesiódicos,
con un papel equivalente al de los Titanes en su contraposi-
ción a Zeus. La lucha y victoria de los dioses, encabezados
por Zeus, sobre los gigantes, es decir, la Gigantomaquia, co-
nocerá una importante tradición literaria y será un motivo de
frecuente representación artística, con cambiantes interpre-
taciones simbólicas. Por ejemplo, tras la victoria sobre los
Teogonía 229

persas, la confrontación divina remite a ese hecho histórico


(los Gigantes simbolizan los persas). Precisamente un fron-
tón del Partenón recogía este motivo. En cambio, en la es-
pléndida representación del altar de Pérgamo, del siglo II, el
simbolismo remitía al papel de los Atálidas como represen-
tantes del helenismo frente a un entorno hostil.
29
Si nos atenemos a la etimología del nombre, se trataría lie-
teralmente de “ninfas surgidas de los fresnos”. La relación
entre ninfas y árboles es usual en la mitología griega, como
lo confirma el nombre de las Dríades y Hamadríades (de
drûs: originariamente “árbol”, luego “encina”).
30
Hesíodo es la fuente principal para el nacimiento de Afro-
dita del mar, como consecuencia de la emasculación del
Cielo. En Homero Afrodita es hija de Zeus y Diona o Dione,
nombre que aquí se da tanto a una de las divinidades can-
tadas por las Musas como a una Oceánide (cf. infra, v.
318). Hesíodo parece asumir la supuesta relación etimoló-
gica del nombre de la diosa Afrodita con el de la espuma del
mar en griego (aphrós). Estas etimologías populares tuvie-
ron siempre gran fuerza en el mundo antiguo.
31
Citera y Chipre son dos de los más antiguos centros de culto
de Afrodita en Grecia. Heródoto (1, 105) y Pausanias (3, 23,
1) adjudican la fundación del santuario de Citera a los feni-
cios. En cuanto a Chipre, es la localidad de Pafos la que ates-
tigua su culto (citado ya en Odisea. 8, 363 y en el Himno a
Afrodita 58). A estos topónimos se deben los epítetos de la
diosa como Citerea, Cípride (“Chipriota”) y Pafia. La anti-
güedad del culto en esta zona y numerosos rasgos de la
diosa consolidan la idea de que la Afrodita griega mantiene
una estrecha relación tipológica con la Astarté oriental (vid.
Bonnet-Pirenne Delforge 1999). Para el culto y tradiciones
sobre Afrodita remito a los estudios de Pirenne-Delforge
(1994; estudio fundamental) y Pironti (2007).
32
Hay un juego etimológico subyacente en el epíteto de la
diosa, a partir de la proximidad entre philommeidés, “que
ama la sonrisa”, con el sustantivo mēdea (“genitales”), aun-
que con cierta libertad en la utilización del vocalismo.
230 Θεογονία
33
Afrodita, además de su relación con Eros/Amor (que aquí no
es de parentesco, pero sí en otras versiones míticas, en las que
es su hijo) tiene asociado un séquito amplio de divinidades
que vienen a ser personificaciones de sus poderes, como Hi-
meros (“Deseo”), Pothos (“Anhelo”), etc.
34
El verbo griego, titaíno, es una formación con reduplicación
y valor intensivo del verbo “extender” o “poner en tensión”,
que aquí hay que entender en sentido metafórico (“tirando de
él”). Se vincula así a esta acción el nombre de los Titanes,
aunque también se juega con la relación formal con el sus-
tantivo tísis, “castigo”, que aparece a continuación.
35
Para las características de la prole de la Noche véase Ram-
noux (1959) y cf. infra nota 37.
36
He preferido dejar sin traducir la palabra griega Kér (pl. Kê-
res, v. 217), con la forma Cer (pl. Ceres), una divinidad de
la Muerte y del Destino que no tiene equivalencia exacta en-
tre nosotros: no se confunde con Thánatos, ni con las Moi-
ras, que aquí traduzco como Parcas, un término latino equi-
valente y con tradición en castellano.
37
La descendencia de la Noche recoge casi todos los aspectos
negativos y dolorosos de la vida de los humanos (con la po-
sible excepción de las Hespérides, pero cf. infra n. 38). El he-
cho de que aparezca Moros (“Hado”) y luego Cer, así como
Ceres y Parcas (217), no es una simple duplicación, sino que
en el primer caso señalan el destino y la muerte en un sen-
tido más individualizado. Para mantener la particularidad del
griego, he preferido distinguir el Sueño (Hypnos) de los
Sueños o visiones durante aquél (Óneiroi), de ahí la traduc-
ción “Ensueños”.
38
En griego es Mômos.
39
En principio, no se trata de divinidades con aspectos nega-
tivos, sino que su relación con la Noche puede estar con-
dicionada por tratarse de habitantes de las tierras del Ocaso
(su nombre lleva el radical griego de la “tarde”, lat. Vesper).
Esta región se concibe como un ámbito paradisíaco, en el
extremo occidental del mundo, donde los árboles daban es-
tos frutos de oro. La mención más conocida de las Hespé-
rides está vinculada a uno de los trabajos de Heracles/Hér-
Teogonía 231

cules, lo que desencadenó una serie de relatos sobre la


presencia del héroe en la Península Ibérica. Según Apolo-
doro (2,5,11), las Hespérides guardaban las manzanas de
oro que Zeus había regalado en su boda a Hera, y se llaman
Egle, Eritea, Hesperia y Aretusa, mientras que en un frag-
mento pseudohesiódico (360 M.-W.) Aretusa se llama Hes-
peretusa y en Apolonio de Rodas (4, 1427-1428) su nom-
bre es Hespere, mientras que Eritea presenta la forma
Eriteide. Apolodoro las sitúa en el país de los Hiperbóreos,
pero sin dejar de mencionar que allí estaba Atlante. Es de-
cir, una ubicación nórdica. Sobre las aporías y ambigüeda-
des geográficas que plantean las ubicaciones de personajes
como Atlas o las Hespérides y, sobre todo, las versiones so-
bre el viaje nocturno del sol, en la poesía arcaica, remito a
Ballabriga (1986). Hesíodo las sitúa claramente al occi-
dente. La mención infra vv. 274-75, en las que aparecen en
el mismo territorio de las Górgonas, parece subrayar esa oc-
cidentalidad que anuncia la cercanía de las tinieblas subte-
rráneas. En los versos 334-335 se menciona la serpiente que
guarda las manzanas de oro, hija de Forcis y Ceto. Pero,
como señala Ballabriga (1986: 82) de repente parece que
nos encontramos con una mención del mundo subterrá-
neo. A mi juicio la aparente aporía se soluciona si pensamos
que se combina la descripción de la guarida de la serpiente
con la del jardín de las Hespérides.
40
Los nombres de estas divinidades se relacionan con aspec-
tos del destino simbolizado en el trabajo con hilo y la rueca
(cf. Las Hilanderas de Velázquez) y con la inflexibilidad e
imposibilidad de modificarlo: Cloto lleva la raíz de “hilar”,
Láquesis la de “la suerte que a uno le corresponde” y Átropo
significa “Inflexible” o “Que no da vuelta atrás”.
41
Es decir, el mal no es el Juramento propiamente dicho, sino
el perjurio. El valor asignado al juramento, su procedi-
miento y verbalización constituyen un rasgo definitorio de
la cultura griega. El término griego es Hórkos, también
personificado como divinidad, que en Trabajos y días 804
el propio Hesíodo menciona como hijo de Eris, la Discor-
dia. En principio este término hace referencia al objeto o en-
232 Θεογονία

tidad que se toma como garante o sobre el que se hace el ju-


ramento, pasando luego a significar el juramento mismo. Su
significado literal es el de un “cerco” que envuelve al que
jura y que le “aprisiona” para su cumplimiento”. La formu-
lación del juramento se relaciona con la concepción mágica
de la fuerza de la palabra y su alteración implica un inelu-
dible castigo.
42
Ponto es la inmensidad marina en general o el mar abierto.
He preferido dejarlo sin verter como “mar”, como nombre
propio. Como sustantivo común Hesíodo emplea indistinta-
mente póntos y thálassa.
43
Nereo pertenece a una abundante categoría de personajes mí-
ticos, tanto griegos como de otras culturas, que recibe el nom-
bre de “El anciano del mar”. Se caracterizan por su sabidu-
ría, que en algunos casos es profética (como Glauco o
Proteo). De hecho Eurípides (Helena, 13-15) atribuye esta
cualidad a Nereo.
44
El Océano rodea, como un anillo externo, la superficie de la
tierra, concebida como plana y circular. El término griego tra-
ducido como “circular” significa en realidad “perfecto” o,
mejor en este caso, “que lleva el fin en sí mismo”.
45
La expresión literal griega es problemática (tékna theáon).
Aunque en la épica la expresión “hijos de dioses” es fre-
cuente, parece que aquí hay un cruce entre “divinas” e “hi-
jas de dioses”.
46
Viene ahora el catálogo de las 50 Nereides o Nereidas, las
ninfas marinas, con una desigual importancia, pero que, en
general, tuvieron gran relieve en las creencias griegas. Al-
gunas, como Anfitrite, recibieron culto. Sus nombres se re-
lacionan con aspectos de la vida y actividades marinas o,
en algunos casos, con las cualidades heredadas del padre,
Nereo.
47
Esta sección, hasta el verso 336, recoge el linaje de Forcis y
Ceto. Su descendencia constituye un auténtico catálogo de
seres monstruosos, representantes de un mundo primitivo y
extraño, que poco a poco se verá dominado y sojuzgado por
los dioses del nuevo orden de Zeus y por los héroes. En ge-
Teogonía 233

neral, predominan los vínculos con la mitología de Heracles,


aunque también aparecen Perseo y Belerofontes.
48
Posidón; el epíteto griego, kyanochaítes, tiene como primer
elemento del compuesto un adjetivo que significa propia-
mente “azul intensamente oscuro” o, simplemente, “oscuro”,
casi negro.
49
Hesíodo selecciona el mito más importante en relación con
Medusa, que es su muerte a manos de Perseo, hijo de Zeus
y Dánae, lo que le permite mencionar su descendencia.
50
De nuevo la mitología heroica se entrecruza en el relato. Se
aprecia claramente el papel de Heracles como héroe que
acaba con seres monstruosos y contribuye a liberar de ellos
a la humanidad. Lo mismo ocurrirá con Teseo.
51
Los versos 295-336 han sido considerados por algunos no
hesiódicos, total o parcialmente, supresión que me parece
innecesaria.
52
Equidna es una especie de contrapartida femenina de Ti-
fón/Tifoeo, con el que se unirá. En Homero, Il. 2, 784 y Pín-
daro, fr.93, Tifón tiene su morada en el mismo territorio que
aquí se asigna a Equidna. Hesíodo dedica cierta extensión a
este espantoso personaje, cuya descendencia tiene gran re-
lieve en las concepciones griegas del mundo infernal. Sobre
los paralelos orientales de Tifón y la adaptación griega remito
a Duchemin (1995: 89-103), Walcot (1966), West (1997:
302-307).
53
Hijo de Crisaor y Calírroe. Cf. infra v. 980.
54
De nuevo tres menciones míticas que implican los trabajos
de Heracles, que sojuzgará a estos seres.
55
En mi opinión, se refiere a la Hidra, dada la secuencia de la
descendencia que va organizando Hesíodo. Sin embargo, las
dudas entre la maternidad de Hidra o de Equidna se daban ya
en la Antigüedad.
56
Procede recordar aquí que, en cuanto a la métrica, este he-
xámetro presenta notables irregularidades, que llevaron a Wi-
lamowitz a calificarlo como “el peor hexámetro de Hesíodo”
(GV p. 8, n.1). Pero debemos tener en cuenta que se trata de
la descripción de un ser peculiar, de composición dispar, lo
234 Θεογονία

que puede hacer pensar en una intencionalidad del poeta en


la adaptación forma-contenido.
57
Quimera, no Equidna. Es decir, la secuencia de la descen-
dencia es Equidna-Hidra-Qimera-Esfinge+león de Nemea.
58
Cf. supra, nota 39 para los problemas de esta descripción. Por
Apolonio de Rodas (4, 1396) sabemos que el nombre de esta
serpiente, al menos en su tiempo, era Ladón.
59
Es la titánide Tethys. Los ríos que menciona Hesíodo son bas-
tantes menos de los que verosímilmente se conocían enton-
ces (no apareen ni siquiera algunos que están en Homero);
parece una selección más o menos representativa de diver-
sas partes del mundo.
60
Existe la variante Ardesco. Es un río tracio.
61
La palabra griega es Koûrai, es decir, Hesíodo no usa una de-
signación más específica para estas Oceánides. Su función
está en relación con la fertilidad y el crecimiento precisa-
mente de los koûroi (la función “curotrófica”), que están asi-
mismo bajo la tutela de Apolo.
62
Es decir, contribuyen a que los muchachos jóvenes, koûroi,
lleguen a ser adultos (ándres).
63
Prosigue la descendencia de los titanes, con sus derivaciones.
De Tía e Hiperión la descendencia es de carácter astral y so-
lar. Como señalé más arriba (n. 21), el nombre de Hiperión
es un antiguo epíteto del Sol, que ha adquirido autonomía
como personificación divina.
64
Céfiro es el viento del oeste, Bóreas el del norte y Noto el del
sur.
65
La forma griega es heosphóros, es decir, “el que trae la au-
rora”.
66
El término griego es exactamente Zêlos, en el sentido de que
la gloria alcanzada suscita la envidia, o afán de equiparación,
de otros.
67
Éstige es la divinidad que da nombre a la laguna infernal que
aparece en relatos escatológicos, más conocida como Esti-
gia. De nuevo se da esta dualidad entre entidad físico-geo-
gráfica y divinidad, normal en la mitología griega. Así su-
cede con los ríos, montes, islas, etc. Hesíodo le dedica un
apartado especial y destaca su papel en defensa de Zeus en
Teogonía 235

su lucha con los titanes. De ahí el premio como garante del


más solemne juramento, el que prestaban los propios dioses
utilizando su nombre. Hesíodo insiste en dos aspectos: que
Éstige decidió esta alianza con Zeus y que su morada (o, al
menos la de sus hijos) está en las proximidades de la de
Zeus. Parece que el poeta quiere dar un status venerable a
un grupo de deidades que parecen invención propia o con es-
casa tradición como tales.
68
El conjunto de esta descendencia tiene algunos aspectos no-
tables, empezando por los nombres. Febe (gr. Phoibe) parece
una contrapartida femenina de Apolo-Febo. De hecho, pese
a la ausencia de mitología en torno a ella, aparece incluida
por Esquilo en la secuencia de divinidades que ocuparon el
santuario délfico (Eum. 1 ss.). Su hija Leto es precisamente
la madre de Apolo y Ártemis, mientras que Asteria es el nom-
bre divino de la isla en que nacerá Apolo, conocida como De-
los por los mortales (HHAp.). Asteria se une a Perses, nom-
bre que llevará el hermano de Hesíodo (Op.) y su hija será
la diosa Hécate, cuyo nombre tiene al menos una relación for-
mal con uno de los epítetos de Apolo (hékatos y compues-
tos con heka- y hekate-). Se observa, pues, una especial co-
herencia en la naturaleza de las divinidades, constituyendo
casi un “sistema” semánticamente coherente.
69
Hasta el verso 452 encontramos una sección sorprendente por
varias razones. Primero, porque es el pasaje más extenso de-
dicado a una sola divinidad o héroe por parte de Hesíodo. Se-
gundo, porque el perfil de la diosa difiere con mucho del que
será habitual en la época post-hesiódica, en que adquirirá ras-
gos ctónicos, mágicos, lunares, etc. Tercero, porque queda
descrita como una diosa protectora y curotrófica con amplí-
simas posibilidades de intervención. La forma en que se
describen sus funciones han hecho pensar incluso en una or-
ganización propia de la “trifuncionalidad” dumeziliana (Bo-
edeker 1983, 85). Hécate asiste a los gobernantes y en la im-
partición de justicia; ayuda en la guerra, en las competiciones
y, sobre todo, en numerosas actividades correspondientes al
ámbito económico, garantizando la fertilidad, la producción
y el éxito. En resumen, una multifuncionalidad que, además,
236 Θεογονία

está descrita con extraordinario detalle. En cuanto a su rela-


ción con el conjunto, la crítica ha abordado el pasaje desde
muchos puntos de vista, desde considerarlo un añadido (Fick
1887) hasta ver en él una parte fundamental del poema, aun-
que por razones distintas según los autores: su valor biográ-
fico (West 1966: 276-80, con referencias anteriores); su re-
lación con la religión ctónica de Gea (Judet de la Combe y
Wismann 1996) o su valor como testimonio de creencias en
deidades femeninas (Clay 1984); Nagy (1982) ha insistido en
la orientación panhelénica que imprime el pasaje, una orien-
tación en la que ha insistido Tsagalis (2009, 137-138), quien
lo vincula al interés de Hesíodo por adquirir autoridad pan-
helénica. Un buen análisis reciente de los diversos aspectos
de Hécate se puede ver en Zografou (2010), con referencia
a este pasaje en pp. 23-24.
70
Posidón. El epíteto significa “que sacude la tierra”. Cf. verso
456.
71
Los Crónidas constituyen ya una generación correspondiente
al nuevo orden que quedará establecido con Zeus. Hay un
cierto equilibrio en la secuencia. Se trata de tres diosas y tres
dioses (por este orden). Los ámbitos que luego correspon-
derán a las diosas son: el del fuego sagrado (del hogar y de
los altares), representado por Hestia (lat. Vesta), palabra que
como sustantivo común designa precisamente el ‘hogar’ en
la casa y en el templo; la alimentación de la tierra, mediante
la introducción del cultivo de cereal (Deméter); y el ámbito
celestial, que corresponderá a la futura esposa de Zeus, Hera,
cuyo radical se relaciona con el “ciclo anual”, aunque tam-
bién será la diosa del matrimonio consumado. Los dioses ten-
drán como ámbitos los que surgen de la tripartición del uni-
verso que menciona Homero: Hades el mundo subterráneo,
Posidón el mar y Zeus el espacio celestial.
72
En las sucesiones de dioses, que parecen reproducir un sis-
tema copiado del de las sucesiones dinásticas del próximo
oriente, se repite el motivo de la amenaza de derrocamiento.
A ello se une aquí, como podemos ver, la importancia que
tiene en la cultura griega la profecía, que inexorablemente se
cumple, por más que el afectado trate de librarse de ella, algo
Teogonía 237

que está unido a la imposibilidad de modificar el destino per-


sonal.
73
Aunque la madre es Rea, parece que se entrecruza aquí el
interés por destacar el papel de la Tierra como “madre de
todos” y protectora de Zeus, tal vez con una identificación
subyacente Rea- “Madre Tierra”, como señala West (1966:
298).
74
El culto de Zeus en Creta y su ubicación en grutas apunta a
un intento de reconciliación de la tradición griega, indoeu-
ropea, con la pregriega, minoica. En cualquier caso, es un
culto atestiguado desde fecha antigua, con rasgos particu-
lares, no coincidentes con otras tradiciones continentales.
Hesíodo lo ubica en Licto, pero los lugares de culto mejor
conocidos de Zeus en Creta son los montes Ida y Dicte. En
la cueva de Dicte el culto hace referencia a un Zeus que
muere y renace cada año (con una tipología compartida
con Dioniso).
75
Los “pliegues del Parnaso” configuran el paisaje que rodea
al santuario de Delfos, donde se mostraba esta piedra, que
cada día era objeto de un ritual en el curso del cual era cu-
bierto de aceite. Además, con ocasión de las diferentes fies-
tas locales se le envolvía en una red blanca, agrenon, propia
de los adivinos (Paus. 10, 25). No debe confundirse con el
omphalos, cuya ubicación exacta, por cierto, no nos es co-
nocida. West (1966: 303) considera interesante la relación
con los Lithica o Lapidario atribuido a Orfeo, donde se men-
ciona una piedra con poderes mánticos dada por Apolo a Hé-
leno (360 ss.), el cual la envuelve en pañales y la trata como
a un niño. Sin embargo, esta versión (por lo demás, única)
podría ser un intento de explicación tardío de la enigmática
piedra délfica.
76
En realidad se refiere a los Cíclopes que colaboran con Zeus.
77
Los hijos de Jápeto y Clímene son objeto de la hostilidad de
Zeus de un modo u otro, aunque no siempre sepamos la ra-
zón, más allá de la hostilidad de los titanes. Atlante (o Atlas),
como se precisa a continuación, es conocido por soportar la
bóveda celeste en el territorio vecino a la ubicación de las
Hespérides. Menecio no protagoniza episodios dignos de
238 Θεογονία

mención y no sabemos por qué se gana el castigo que luego


se explica. De los dos restantes, el más significativo es Pro-
meteo, como detallará luego Hesíodo, mientras que Epime-
teo es puramente el esposo de Pandora.
78
De nuevo nos encontramos con una amplia sección dedicada
a un solo personaje, pero con un contenido sumamente im-
portante, que afecta a mitos de gran arraigo en Grecia y en
la posteridad. En un mismo relato se condensan los siguien-
tes relatos etiológicos. (A) Una explicación sobre el origen
del sacrificio, relacionado con el momento en que dioses y
hombres siguieron caminos distintos: no olvidemos que,
como leemos al comienzo del Catálogo de las mujeres o
Eeas, la unión de las heroínas con los dioses tuvo que ver con
el hecho de que “entonces eran comunes los banquetes y co-
munes los asientos de los dioses inmortales y de los morta-
les hombres”, a pesar de su dispar naturaleza y destino. En
cuanto al sacrificio engañoso que prepara Prometeo, corres-
ponde exactamente al modo en que se hacían los sacrificios
en Grecia, en que realmente a las alturas celestiales no llega
más que humo y grasa, mientras que las carnes se reparten
entre los sacerdotes y los asistentes, como parodiará Aristó-
fanes en su comedia Las Aves. Esta actuación de Prometeo
es la que provoca el castigo del águila que devora sus entra-
ñas, hasta que Heracles interviene. (B) Una explicación de
la presencia del fuego entre los hombres, gracias a Prometeo.
Este hecho es el que provoca el segundo castigo de Zeus, di-
rigido esta vez contra la propia humanidad, consistente en la
fabricación de la mujer. (C) Puede considerarse que este he-
cho constituye el tercer relato etiológico, a saber, la creación
de la mujer y las consecuencias de su presencia con los
rasgos de que le dotan los dioses. Para el mito de Prometeo
véase García Gual (1979) y Sédrau (1985).
79
El tono coincide con la arraigada tradición en la cultura
griega de ataque a las mujeres que tiene un ejemplo claro en
el “yambo de las mujeres” de Semónides de Amorgo (fr. 7
West). En realidad hay un trasfondo popular, por el arraigo
de rituales, protagonizados tanto por hombres como mujeres,
Teogonía 239

con confrontación directa de sexos. Completo estudio del


mito de Pandora y de su pervivencia en Musäus (2004).
80
Traduzco así un epíteto de significado real desconocido (por
más que los diccionarios hagan un análisis formal como
compuesto -“libre de mal”, “inocente”), que comparten
Hermes y Prometeo (Il. 16, 185, Od. 24, 10) y que podría
apuntar a cualidades compartidas en el sentido que aquí in-
terpreto.
81
Son los Hecatonquiros o Centímanos; cf. supra verso 138.
82
El Cielo.
83
Pero en el sentido de profundidad.
84
Zeus los libera del Tártaro y los convierte en aliados suyos.
85
Hesíodo hace una descripción que pretende impresionar al
auditorio con diversos detalles de esta larga contienda (diez
años). Es un hecho decisivo, que da paso al dominio total de
Zeus, de ahí la importancia que tiene en el discurso hesiódico.
Sobre los paralelos orientales, cf. Introducción (1.3.1).
86
Literalmente “mantenía una tensión equilibrada”.
87
Desde el verso 734 al 745 se acumulan rasgos que han he-
cho sospechar en interpolaciones o, al menos, en elementos
difíciles de explicar. Para empezar hay repeticiones: 736-739
coinciden con 807-810, pero la mención de los Centímanos
no tiene aquí sentido; y parece haber una contradicción en-
tre la presencia de “fuentes” y “límites” y la mención de un
vacío del v. 740. Compartimos las sospechas de West res-
pecto a este conjunto.
88
Atlante.
89
Cérbero.
90
Cf. supra vv. 361 ss.
91
Sobre esta expresión y los períodos de 9 años en el mito y el
rito griegos, cf. Suárez (1998, 2011).
92
Aquí se describe la última prueba a superar por Zeus para
conseguir su dominio. Es realmente una aristía épica: el
combate decisivo, con la demostración definitiva del poder
de Zeus. Se trata de un mitema (confrontación de un héroe
o dios con un dragón o serpiente) presente en numerosas
culturas universales, con diferentes variantes y contextos.
Véase Fontenrose (1959), con detalle comparativo amplio
240 Θεογονία

(dentro y fuera de Grecia), y Watkins (1995) para el ámbito


indoeuropeo, con referencia específica a los rasgos lin-
güístico-poéticos de las descripciones.
93
Cf. supra, n. 51.
94
Verso textualmente difícil de recomponer. La traducción es
el reflejo literal de lo conservado.
95
En diversas culturas indoeuropeas, entre ellas la griega, está
arraigada la idea de que los dioses (o ángeles, démones,
etc.) tienen una lengua propia, aunque la diferencia es nor-
malmente de léxico. También se menciona a veces una len-
gua peculiar de los fantasmas. Con ello se relaciona en última
instancia la glosolalia, lenguaje no significativo que surge en
determinados estados de alteración de conciencia (Casandra
en el Agamenón). En Grecia está registrada esta creencia
desde Homero (Güntert 1921), pero lo curioso es que aquí se
relaciona con la capacidad de Tifoeo de imitar toda clase de
sonidos y voces no humanas. En esta competición sonora
Zeus queda victorioso gracias a su posesión del trueno, que
hace retumbar cielo, tierra y Tártaro.
96
Hesíodo se esmera a la hora de describir la tremenda reac-
ción de Zeus.
97
El texto griego dice “tártaros de la tierra” (tártara gaíes).
Pienso que no tiene que ver necesariamente con el Tártaro
como entidad primordial, que no es parte de la tierra, y que
corresponde a un uso genérico.
98
Aunque parezca extraño, se hace referencia a un modo de
fundir el hierro directamente sobre el suelo. West compara
un fragmento de la Forónide (fr. 2, 5 ss.) en que se atribuye
esta técnica a los Dáctilos del Ida (West 1966, 395, con re-
ferencias).
99
Hesíodo diferencia el linaje de Éolo de los vientos dañinos,
que considera originados por Tifoeo (cf. “tifón”).
100
Remito a la Introducción (3.1.) para los problemas plantea-
dos por la parte final y las diversas teorías.
101
El “reparto de honras” (gr. timái) es un motivo aludido con
frecuencia en los cantos dedicados a los dioses (por ejemplo
en los Himnos homéricos). Aunque el poder de Zeus queda
firmemente establecido, el peligro de “sublevación” y de-
Teogonía 241

rrocamiento permanece latente, como se puede apreciar en


afirmaciones del propio texto hesiódico (por ejemplo, a pro-
pósito de Metis).
102
Este catálogo de esposas de Zeus tiene cierto valor sim-
bólico, si atendemos a la descendencia. Comienza y acaba
con la referencia a la concepción de Atenea, mediante la
“ingestión” de Metis (nacerá de la cabeza de Zeus, con la
ayuda de Hefesto), diosa que personifica la inteligencia as-
tuta y que, lógicamente, da como resultado el nacimiento
de una diosa que representa la inteligencia civilizadora,
pero también con aspectos bélicos y una defensa radical de
su virginidad. Las uniones con Temis y Eurínome dan
como fruto los dos tríos de divinidades que encarnan as-
pectos de la vida cívica, de la cultura y de la naturaleza,
pero también configuran el destino humano y su muerte.
De Temis nacen las Moiras o Parcas, pero también las Ho-
ras (Eunomia o “Buen gobierno”, Dice o Justicia y Paz, Ei-
rene); de Eurínome nacen las Gracias (Aglaya o “Res-
plandeciente”, Eufrósina o “Gozo”, lit. “Espíritu bello”, y
Talía, “Floreciente). Con Deméter su hija Perséfone su-
pondrá la presencia de una descendiente del dios celestial
en el ámbito subterráneo, al unirse a Hades (aquí llamado
Aidoneo). El ámbito de la memoria, el canto, la danza, la
música, queda cubierto con las Musas (cf. supra). Apolo
y Ártemis, tenidos con Leto o Latona, refuerzan aspectos
como el del control de la adivinación y el paso de los jó-
venes de ambos sexos a la edad adulta. Con la diosa Hera
la descendencia se limita al dios de la guerra, Ares, a la
diosa protectora de los partos, Ilitía, y a la diosa de la ju-
ventud, Hebe. No se menciona en este bloque (pero sí
luego, en 938-39) la unión de Zeus con la Atlántide Maya,
de la que nace Hermes; ni, por supuesto, la más tardía y os-
cura de Zeus con Selene, de la que nace Pandía (cf. Himno
homérico XXXII).
103
Hasta aquí las siete uniones de Zeus con diosas.
104
Afrodita. Cf. supra, vv. 191-210.
105
Significan Temor y Pánico. Para este aspecto bélico de Afro-
dita, cf. Pironti (2007) 23 y 100-101.
242 Θεογονία
106
Se retoma el linaje de Zeus, pero no con diosas (excepto
Maya), sino con mortales, como Sémele (el linaje tebano de
Cadmo) y Alcmena.
107
Se continúa la descendencia de otros dioses.
108
Referencia al amor de Medea por Jasón, a quien ayudará a
conquistar el vellocino de oro. Véase el relato en Píndaro, Pí-
tica 4, 213-223.
109
La relación amorosa de Deméter y Jasio (allí llamado Jasión)
se menciona ya en Homero, Od. 5, 125-128, pero no aparece,
por ejemplo, en el Himno a Deméter. Como señala West
(1966, p. 423), “la unión de Deméter con Jasión (y proba-
blemente también su unión con Zeus) es el correlato mítico
de un antiguo ritual agrario, y el que el hijo nacido de esta
unión sea Pluto [‘Riqueza’] no necesita explicación”. Sobre
la repetida acción de remover la tierra fértil más de una vez
cf. Trabajos y Dias, 462 (primavera y verano).
110
Se repite el relato del mito de Crisaor, que ya se trató en 287-
94.
111
Según las versiones míticas, Faetonte es hijo del Sol y de la
Oceánide Clímene (fuentes en Ruiz de Elvira 1975, 491,
quien destaca con razón la importancia y la belleza de Ovi-
dio, Metamorfosis 2, 19-328) o, como en este caso (y en Pau-
sanias 1,3,1), de Céfalo (y de Hémera, “Día”). Incluso Apo-
lodoro (3, 14) lo hace hijo de Titono. Como defiende Debiasi
(2007 [2009], 176) no se trata de dos personajes distintos,
como algunas veces se ha sostenido.
112
Jasón y Medea son los aquí mencionados con los patroní-
micos. La mención de la aventura de los Argonautas, aunque
breve, merece unos cuantos versos. Era inevitable, ya que era
una aventura celebrada desde época muy antigua: ya el poeta
de la Odisea (12, 69-70) menciona la nave Argo y su expe-
dición como un motivo de moda en los relatos épicos, al des-
cribirla como aquella “de la que todos se ocupan”.
113
Tan sólo aquí y en un fragmento de Cinetón (fr. 2, en Pau-
sanias, 2,3,9) se menciona a este hijo. En otras fuentes (in-
cluido Cinetón) se habla también de una hija (Eriopis) y de
otros hijos: Mérmero, Feres, Tétalo, Alcímenes y Tisandro.
Más frecuente es la variante Medo (hijo de Medea y Egeo),
Teogonía 243

considerado epónimo de los medos. Remito a Ruiz de Elvira


(1975: 292-295).
114
Este verso es considerado adición tardía por West (1966:
434-435), pero cf. la discusión en Introducción (3.1).
115
Aquí comenzaría el Catálogo de las mujeres.
COLECCIÓN CLÁSICOS DYKINSON
Director: Alfonso Silván

Serie estudios:
— Sobre la democracia ateniense. Luis Gil Fernández. 2009.
— Derecho natural y dignidad humana. Ernst Bloch. Ed. de
Francisco Serra. Trad. Felipe González Vicén. 2011.
— Nietzsche: modernidad y política. Raúl Sanz Burgos, Julián
Sauquillo González y Francisco Serra Giménez. 2013.
— El Derecho en la época constitucional (un ensayo de in-
terpretación). Francisco Serra. 2013.
— La teoría poética de la Antigüedad. Aristóteles. Horacio.
‘Longino’. Manfred Fuhrmann. Ed. y trad. de Alfonso Silván.
2011.
— El concepto poíesis en la filosofía griega. Emilio Lledó. Ed.
de Alfonso Silván. 2010.
— Lenguaje e historia. Emilio Lledó. 2011.
— Teoría del drama moderno. Tentativa sobre lo trágico. P.
Szondi. Ed. Germán Garrido. Trad. Javier Orduña. 2011.
— Alejo Carpentier. Poética del Mediterráneo Caribe. In-
maculada López Calahorro. 2010.
— Nuevos estudios de Humanismo y Tradición clásica. Vo-
lumen I y II. Luis Gil Fernández. 2011.
— La continuidad del mundo y del arte. Pedro Aullón de
Haro. 2011.
— Escatología de la Crítica. Pedro Aullón de Haro. 2013.
Serie textos:
— Hesíodo. Teogonía. Ed. bilingüe de Emilio Suárez de la To-
rre. 2014.
— Heródoto. Historia. Libro I. Clío. 2010. Libro II. Euterpe.
2011. Ed. bilingüe de José Manuel Floristán.
— Sófocles. Electra. Ed. bilingüe de Luis Gil Fernández. 2009.
— Platón. Fedro. Ed. bilingüe de Luis Gil Fernández. 2009.
— Platón, et al. Menéxeno. Discursos en honor de los caídos
por Atenas. Ed. bilingüe de Emilio Crespo (dir.); Alberto
Enrique Álvarez, Raquel Fornieles, María González, Mireia
Movellán y Juan Muñoz. 2012.
— Aristóteles. Poética. Ed. bilingüe de Paloma Ortiz García.
2010.
— Horacio. Arte poética. Ed. bilingüe de Juan Gil Fernández.
2010.
— ‘Longino’. De lo sublime. Ed. bilingüe de Manuel Pérez
López. 2011.
— Boileau. El arte poética y otras sátiras. Ed. bilingüe de Alberto
Torrego Salcedo. 2010.
— República poética. Textos programáticos de la literatura
española (siglos XVIII y XIX). Ed. de Germán Garrido Mi-
ñambres. 2010.
— Lezama Lima. Escritos de Estética. Ed. de Pedro Aullón de
Haro. 2010.
Serie monografías:
— Metodologías comparatistas y Literatura comparada. Pe-
dro Aullón de Haro (ed.) 2013.
— El tema de Ulises. W. B. Stanford. Ed. de Alfonso Silván.
Trad. de Afton Beattie y A. Silván. 2013.
— Ensayo sobre la virtud pública (1696). Charles Davenant.
Ed. bilingüe de Ramón Imaz Franco. 2013.
Serie divulgación:
— Historia del alfabeto y de las letras del abecedario ro-
mano. Juan José Marcos García. 2012.

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