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1.1. Dialecto
1.2. Lengua
5. EL BILINGÜISMO
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Recuerda que puedes consultar también el tema 1 de tu libro de texto (páginas 10 a la 13). Así tendrás más información y una idea
más completa del tema.
TEMA 12: Origen y evolución del castellano. El bilingüismo. Variedades del español en España 2
Lengua castellana y literatura – 3º ESO
Los términos lengua y dialecto suelen presentar cierta ambigüedad en el uso común debido a que
tienen diversas acepciones y no siempre se usan apropiadamente:
1.1. Dialecto
a) Dialecto: designa un sistema lingüístico que deriva de otro anterior, de modo que toda lengua es
un dialecto, en el sentido de que procede de otra anterior. Así, por ejemplo, el castellano, el francés, el
catalán, el italiano… son dialectos del latín; el andaluz es un dialecto del castellano; el balear es un dialecto
del catalán; y el propio latín es un dialecto del remoto indoeuropeo.
b) Dialecto: designa un sistema lingüístico que no alcanza la categoría de lengua. De esta forma, toda
lengua es un dialecto en cuanto que procede de otra, no todo dialecto puede ser considerado una lengua.
Por ello, en rigor, no se puede hablar de lengua andaluza o balear, sino de dialecto andaluz o balear.
1.2. Lengua
Para que un dialecto se considere lengua debe presentar los siguientes rasgos:
Diferenciarse con claridad de la lengua “madre” de la que procede y de las lenguas
“hermanas” que proceden del mismo tronco. Así, por ejemplo, el castellano es una lengua
porque se diferencia con claridad del latín, su lengua “madre”, y del francés, el italiano o el
rumano, sus lenguas “hermanas”.
Poseer un modelo lingüístico por encima de las variedades usadas por los distintos hablantes.
El castellano, por ejemplo, posee un modelo lingüístico fijado por la Real Academia de la
Lengua en su Gramática y sus normativas.
Ser vehículo de una cultura que los hablantes perciben como común y propia.
Para que un dialecto se considere una lengua ha de tener lugar un largo proceso histórico en el que
intervienen no sólo factores lingüísticos, sino también sociales y políticos. De este modo, lo que
actualmente es una lengua en su origen fueron dialectos que se hablaban en un pequeño territorio. Fueron
las circunstancias económicas, políticas y socioculturales las que propiciaron que se fuera implantando en
una comunidad más amplia.
Antes de la colonización romana, iniciada en el siglo III a.C., la península ibérica estaba habitada por
distintos pueblos —celtas, iberos, vascos, ligures, fenicios…— que hablaban diferentes lenguas.
La llegada de los romanos a la península ibérica supuso un complejo proceso de romanización, que
abarca desde el siglo II a.C al siglo II d.C. Este proceso supone la incorporación de todos estos pueblos al
mundo cultural latino, lo que trajo consigo la desaparición de sus lenguas — a excepción del vasco— pues el
latín acabó imponiéndose como en otras zonas de la Romania (territorio bajo dominación del Imperio
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Recordad que con la nueva Ortografía de la lengua castellana de la Real Academia Española (2010) se escribe con minúscula la
expresión “península ibérica”, ya que se considera que “península” es un nombre común e “ibérica” un adjetivo que concuerda con
el nombre común “península”. Por otra parte, “Península” se escribe con mayúscula porque se considera un uso antonomástico de
un nombre genérico.
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Lengua castellana y literatura – 3º ESO
romano). No obstante, todavía quedan algunas palabras prerromanas: abedul, álamo, tarugo, braga,
barranco, arroyo, barro…
El latín que llegó a la península ibérica no era el latín clásico (la lengua escrita de la literatura), sino el
latín hablado, empleado por los colonizadores que llegaban a la Península, denominada latín vulgar.
Este latín vulgar, que servía de lengua común a todo el Imperio romano, fue perdiendo con el tiempo
su unidad y adoptó en las diversas zonas peninsulares diferentes rasgos. Tal diversificación lingüística se
produjo porque la romanización no se produjo en la misma época ni con la misma intensidad en todos los
lugares, y a que en cada zona existía una lengua prerromana distinta que influía en el latín.
Las invasiones de los pueblos germánicos (vándalos, suevos, alanos, visigodos…) comenzaron en el
siglo V y provocaron la fragmentación del Imperio romano. De esta manera, aunque los germanos
adoptaron como lengua el latín, la diferenciación del latín vulgar en distintas variedades se acentuó como
consecuencia del aislamiento de los territorios, que hasta entonces habían estado conectados gracias a la
unidad política de Roma. Esta circunstancia, unida a la falta de medios de comunicación, favoreció que el
latín fuera desarrollando diferencias en las distintas regiones del territorio peninsular. Por otro lado, algunos
germanismos quedaron incorporaron a este latín: albergue, guerra, ganar, robar, rico, fresco, blanco, ropa…
Se denominan lenguas románicas o romances las distintas lenguas que se forman en Europa como
resultado de la fragmentación del latín a lo largo de la Edad Media.
El latín que se hablaba en la península ibérica en la época visigótica carecía de unidad. La llegada de
los árabes en el siglo VIII acabó con el reino visigótico de Toledo. Los árabes ocuparon la mayor parte del
territorio peninsular (al-Ándalus) y en la franja norte se formaron una serie de reinos cristianos
independientes; en cada uno de ellos se desarrolló una lengua románica diferente.
Como consecuencia de la fragmentación del latín peninsular surgieron las lenguas románicas
peninsulares eran, en el norte, y de oeste a este, las siguientes: gallego, asturleonés, castellano, navarro-
aragonés y catalán. A ellas se ha de añadir el mozárabe: habla romance de los hispanorromanos que vivían
en las zonas dominadas por los árabes; el mozárabe se acabó extinguiendo con la expansión de las lenguas
romances del norte, pero nos es conocida por las jarchas.
La influencia de la cultura y la lengua árabe fue muy importante. En concreto, en castellano son más
de cuatro mil las palabras tomadas del árabe: cifra, alcohol, noria, alcachofa, alubia, aceite, jinete, almacén,
alcalde, albañil, azotea, alcantarilla, azul, algodón, ojalá, taza, etc.
2.3. El castellano
El castellano tuvo su origen en el condado de Castilla, situado en el extremo oriental del reino de
León y constituido, posteriormente, en reino independiente. Su nacimiento en la zona cántabro-asturiana,
poco romanizada y fronteriza, explica que el castellano fuera una lengua innovadora y abierta a las
influencias de otras lenguas.
Con la expansión del reino de Castilla, el castellano se difunde por las tierras conquistadas del sur y
también por los reinos vecinos de León y Aragón; ya al final de la Edad Media es una lengua común entre
gentes de diferentes reinos. Al tratarse de una lengua en formación, el castellano medieval presenta
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vacilaciones en la pronunciación y la escritura. En el siglo XIII, el rey Alfonso X el Sabio dotó al castellano de
una norma escrita que favoreció la unificación de la insegura lengua.
Durante la Edad Media, a las palabras latinas, que habían evolucionado ya hacia su forma romántica,
se sumaron germanismos (préstamos de las lenguas germánicas), arabismos (del árabe) y galicismos (del
francés), que penetraron a través del camino de Santiago.
En el siglo XV, el castellano medieval dio paso al clásico. Durante el reinado de los Reyes Católicos
(1469-1511), el castellano se difundió por el Atlántico hacia América y se publicó la primera gramática de la
lengua española, escrita por Antonio de Nebrija en 1492. La expulsión de los judíos en 1492 dio origen a
una variedad dialectal del castellano del siglo XV que todavía se conserva: el judeo español 3. A partir de esta
época el castellano puede llamarse también “español”.
El vocabulario se enriqueció con indigenismos (términos de las lenguas de los pueblos indígenas de
América) y con italianismo (del italiano), dada la importancia cultural de la Italia renacentista.
El castellano alcanzó prestigio internacional en el siglo XVI, durante los reinados de Carlos I y Felipe
II. Este es el periodo de la literatura española conocido como Siglo de Oro (siglos XVI y XVII).
En el siglo XVIII se produce una estabilización final del castellano con la fundación de la Real
Academia Española en 1713 con el fin de que nada alterara el estado de plenitud que había alcanzado el
castellano en los siglos XVI y XVII. Entre las primeras publicaciones de esta institución se encuentran:
Diccionario de autoridades (1726-1739), obra en seis volúmenes que recoge el vocabulario
del español, acompañando cada acepción con un ejemplo de uso de un escritor.
Ortografía (1741)
Gramática (1771)
En este siglo destaca la influencia del francés, debido a la expansión de las ideas ilustradas (la
Ilustración, recordemos, es un movimiento ideológico que surge en Francia). Desde el siglo XVIII el
castellano apenas ha sufrido modificaciones: en el aspecto fonético se mantiene como era entonces, si bien
han ido incorporándose préstamos de otras lenguas: en el siglo XIX, sobre todo, del alemán, del italiano y de
las otras lenguas románicas peninsulares porque fue la época de eclosión de los nacionalismos; en el XX y
XXI la lengua que más términos nos presta es el inglés, por el empuje económico y científico de los países
de habla inglesa, sobre todo EEUU.
El español es una lengua que presenta una gran variedad expresiva dada la diversidad de gentes y
lugares donde se habla. La RAE está llevando a cabo una enorme labor de incorporación de términos y
expresiones de todos los países de lengua española en su diccionario y de difusión de las normas a través de
la página web para favorecer el enriquecimiento y la unidad del idioma. El futuro del español pasa,
precisamente, por alcanzar un mayor prestigio internacional por medio de su uso en Internet y en las
instituciones mundiales.
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El judeoespañol: Los judíos expulsados en 1492 de Sefarad (España) y sus descendientes son los sefardíes, que se dispersaron
por Europa, el norte de África y el Imperio Turco (Próximo Oriente). En estos lugares fundaron comunidades sefardíes de
profundas raíces hispánicas y hebraicas, que en el siglo XX se vieron obligadas de nuevo a emigrar, principalmente al actual
estado de Israel y a las grandes ciudades de EEUU. Los sefardíes han conservado una variedad dialectal del castellano del siglo
XV: el judeoespañol, en la que han desarrollado durante siglos una rica tradición literaria.
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El español es una lengua muy extendida, como veremos en el siguiente epígrafe, pero,
además de sus variedades en otros países –que estudiarás el próximo curso con algo más de
detalle- existen en el castellano peninsular dos modalidades dialectales según las zonas donde se
dan y el origen de las mismas:
b) Dialectos meridionales o modernos: estos sí son variedades geográficas del español. Son el
andaluz, el canario y los dialectos “de transición”, que son el murciano, en el este, y el
extremeño, al oeste. Estos últimos presentan características propias de los dialectos
meridionales, pero también algunas de los septentrionales, porque se dan en zonas
fronterizas.
RASGOS DEL ANDALUZ, EL CANARIO, EL MURCIANO Y EL EXTREMEÑO SON…
5. EL BILINGÜISMO
El bilingüismo consiste en el empleo de dos lenguas por parte de un hablante o de una comunidad.
Existen dos clases de bilingüismo:
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a) Bilingüismo individual: empleo de dos lenguas por un hablante individual. Una persona es bilingüe
si, además de su propia lengua, conoce otra y utiliza ambas indistintamente. Esta situación se da entre
individuos cuyos padres tienen diferentes lenguas maternas o en aquellos que aprenden y llegan a dominar
una segunda lengua, por vivir en otros países o por haberla estudiado.
b) Bilingüismo social: empleo de dos lenguas por una comunidad o una parte importante de ella. Esta
circunstancia afecta a comunidades que, en su conjunto, emplean dos lenguas. Este es el caso de los
hablantes irlandeses, que se expresan en inglés o irlandés (gaélico) o, en España, de los gallegos, por
ejemplo, que utilizan el gallego y el castellano.
La existencia de bilingüismo provoca que se produzcan transferencias entre las lenguas, es decir, que
se incorporan a una lengua palabras, características y estructuras propias de otra. En castellano, por
ejemplo, se pueden distinguir transferencias de las lenguas prerromances, de las lenguas germanas y del
árabe: y, también, de lenguas vecinas como el catalán, el francés, el portugués, etc.
Los hablantes vascos, por ejemplo, al utilizar el castellano, hacen uso de palabras del euskera, por
ejemplo, el apelativo cariñoso maitia, que significa algo así como “cariñito”, “querido”. Los hablantes
gallegos emplean el pretérito perfecto simple en lugar del pretérito perfecto compuesto cuando utilizan el
castellano, ya que esta forma verbal no existe en gallego. En catalán, por ejemplo, el artículo es obligatorio
delante del nombre propio. Muchos hablantes catalanes emplean también el artículo de este modo cuando
hablan en castellano.
Un caso extremo de influencia de dos lenguas en contacto es el fenómeno que se conoce como
spanglish resultado de la interacción del inglés y el español en los EEUU. Millones de usuarios españoles,
latinoamericanos e hispanos de Estados Unidos llaman maus al ratón, prefieren chatear a charlar y
downlodear a descargar, optan por taipear en vez de escribir a máquina, printean sus documentos en vez de
imprimirlos o resetean sus computadoras en lugar de volverlas a encender
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Murciano
Extremeño