Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
2013
U N PA
UNPA
UniversidadNacional
de la Patagonia Austral
Consejo Académico
Staff
Directora Coordinadores
Prof. Alicia Atienza Dra. Silvia Grinberg
amatienza@yahoo.com Prof. Andrés Pérez
Lic. M. E. Venturini
Secretaria de Redacción
Prof. Mónica Musci
monimu@speedy.com.ar
Consejo Editorial
Prof. Marcela Arpes. Mg. Andrea Pac
mm_arpes@yahoo.com.ar andreapac@yahoo.com
ÍNDICE
Presentación ..................................................................................................... 9
Artículos
1. BARCIELA, Gonzalo
4. CONNO, Diego
El "giro biopolítico"....................................................................................... 69
5. D'AMICO, Desirée
Para gobernar una naturaleza escasa. Notas incompletas sobre una posible
rearticulación de las nociones de Estado y Naturaleza................................ 219
Traducciones
RABINOW, Paul y Nikolas ROSE
Biopoder hoy...................................................................................... 307
Presentación
los trabajadores. Por otro lado nos encontramos con autores como D’Amico,
que aborda la actual Ley de Migraciones en Argentina N º 25.871, tratando de
reflexionar si asistimos a un proceso de ruptura o de una continuidad resig-
nificada del poder soberano del Estado sobre la vida misma de los migrantes,
a través de reactualizar nuevos ‘mecanismos de poder legales o jurídicos’,
‘dispositivos de seguridad’ y en menor medida, ‘mecanismos disciplinarios’.
También Dawyd y de Diego indagan los proyectos de ley presentados en la
Legislatura de la ciudad de Buenos Aires para la creación de la policía me-
tropolitana entre 1997 y 2001, guiados por la pregunta por la seguridad y el
control de la población a través del miedo. Desde el ámbito educativo Fardella
y Sisto indagan cómo se han concretado las nuevas formas de hacer política
educativa a través de dispositivos propios de las sociedades de control. Desde
el análisis de discurso como metodología, los autores focalizan su estudio en
documentos oficiales provenientes del Ministerio de Educación de Chile en el
contexto de reforma educativa.
Cheli indaga sobre los saberes sobre la infancia anormal (1880-1930), pre-
sentes en el discurso de medicalización de la población que a principios del
siglo XX en Argentina se impuso en diversas áreas de lo social, acompañando
la consolidación del Estado-nacional y un conjunto de instituciones de control
destinadas a la normalización de la población infantil. Rodrigues de Freitas
y Baptista analizan los discursos que identifican a los niños hiperactivos o con
falta de atención dentro del ámbito escolar, los cuales son tempranamente
diagnosticados y son sujetos de diversos tratamientos tanto terapéuticos como
de medicalización. Dentro de este marco, los autores se preguntan sobre la
escuela en este proceso, la producción de los discursos pedagógicos asocia-
dos a la normalidad y anormalidad y el lugar del cuerpo. Desde la perspectiva
de Foucault, Martín retoma el tratamiento sobre la naturaleza, el Estado, el
acontecimiento y la escasez, para dar cuenta de la resolución del problema del
gobierno que experimentó el Estado provincial mendocino entre fines de siglo
XIX y principios del XX, momento en el cual, el autor entiende, se fueron
desarrollando un conjunto de dispositivos que en la actualidad se reactualizan
bajo formas contemporáneas de gestión estatal de la naturaleza y la sociedad.
Desde México Fuentes Díaz aborda las nociones de nuda vida y biopolítica
para analizar el ejercicio del poder, la gobernabilidad y los sistemas políticos en
la región de Centroamérica, en un contexto de creciente violencia. Violencia
que, a referencia del autor, muestra que “La atrocidad sobre el cuerpo puede
leerse como un vaciamiento político de la vida”.
Andrea Gigena considera los �������������������������������������������
procesos de subjetivación en pueblos origi-
narios de Salta (Argentina) desde fines del siglo XIX hasta mediados del XX,
cuando se consolida el discurso hegemónico nacional cuya subjetivación fue
predominantemente racial, borrando las marcas de identificación étnica en-
tre los pueblos originarios. Para dicho trabajo toma como eje del análisis las
Resumen
El presente trabajo entiende al sujeto como una operación crítica de una racionalidad
política específica, aquella que Foucault, a fines de la década del 70, denominará guber-
namentalidad. La referida operación se encuentra en el centro de la problemática del
gobierno, concepto que permite reunir una doble empresa emprendida por Foucault,
la genealogía del sujeto y la ontología del presente, como modalidad de subjetivación
crítica. A tal fin, desarrollaremos el modo en que el filósofo francés desplaza el problema
del poder, pensado como enfrentamiento, hacia la forma en que la conducta de los
hombres puede ser conducida, es decir, cómo el gobierno de los hombres reclama
una racionalidad que le sea propia. Desde esta perspectiva, el capítulo del poder pas-
toral nos permitirá comprender cómo se constituye el sujeto en relación a la verdad.
Palabras clave
poder – sujeto – gobierno – gubernamentalidad - verdad
Abstract
This paper understands the subject as a critical operation of a precise political ra-
tionality, that which Michel Foucault, by the end of the 70s, called governmentality.
This mentioned operation stands in the midst of te governmentality problem, a
concept that allows to assemble both the genealogy of the subject and the ontology
of the present as a modality of critical subjectivation. Therefore, we will focus on
the way the philosopher translates the problem of power, moving from an initial
confrontational stance to the forms in which men´s behavior can be conduced. That
is to say, Foucault shows how the action of governing men claims a rationality of its
own. From this point of view, a reading of the chapter focused on the pastoral power
shall allow us to understand how the subject is constituted as related to the truth.
Keywords
power – subject – government – governmentality – truth
Diré que, después de todo, el poder político de tipo feudal conoció sin duda
revoluciones o tropezó, en todo caso, con una serie de procesos que lo liquidaron
sin más y lo expulsaron de la historia de Occidente, con la excepción de algunos
vestigios. Hubo revoluciones antifeudales; jamás hubo una revolución antipastoral.
El pastorado no experimentó aún un proceso de revolución profunda que pueda
ponerlo definitivamente al margen de la historia.
Michel Foucault, 1978
I
La obra de Michel Foucault puede presentarse como una colección de
términos, ordenada bajo la observancia filológica y la vigilancia exegética.
Nuestro propósito será desplazarnos por una serie de textos reunidos en los
intersticios del permanente après-coup ensayado por el pensador. El primer
interrogante que surcará el presente trabajo será el siguiente: ¿es acaso el
concepto de Gobierno aquél que puede reunir la ontología del presente y
la genealogía del sujeto? A la respuesta afirmativa que desde ya sostenemos,
debemos las palabras que a continuación siguen, las cuales se inscriben en el
tránsito emprendido por Foucault desde la analítica del poder a la ética del
sujeto. Pero es sin duda nuestra intención manifiesta la de indagar el vínculo
entre el sujeto y la verdad, tal como se presenta en la teorización del poder
pastoral y el rescate del sujeto como una operación crítica de una racionalidad
específica: la gubernamentalidad.
II
Tanto en el artículo “Gobierno”, como así también en las palabras dedicadas
a la exposición del término Poder dentro del corpus foucaultiano, Edgardo Cas-
tro (2004), nos advierte que resulta imposible cerrar el capítulo del poder en
la obra del filósofo nacido en Poitiers, hasta tanto no se publiquen la totalidad
de los cursos que dictara en el Collége de France. Sin duda que la analítica del
poder ha marcado la impronta de la recepción de la obra de Michel Foucault.
Como recuerda Roger Chartier (1996), Foucault, a través de múltiples retornos
retrospectivos, demuestra ser el “primer lector” de Foucault. En esa serie de
ensayos retrospectivos se ubica su artículo “Por qué hay estudiar el poder: La
cuestión del sujeto” (Foucault, 1986)1. Allí, se nos dice que el objetivo de su
trabajo no ha sido el análisis de los fenómenos de poder, ni dirigirse a sentar
las bases de su análisis, sino “elaborar una historia de los diferentes modos de
subjetivación del ser humano en nuestra cultura” (Foucault, 1986: 25).
1
De esta intervención, recogida en el volumen Michel Foucault. Beyond structuralism and hermeneutics,
publicado por Dreyfus y Rabinow, seguimos la traducción propuesta por Fernado Alvarez-Uría. En el
volumen IV de Dits et écrits obra como “Le sujet et le pouvoir”.
2
Aunque este posicionamiento puede retrotraerse hasta la clase del 28 de marzo de 1973, correspon-
diente al curso inédito “La société punitive”. Allí, Foucault sostenía que el poder se pierde o se gana en
la forma de una batalla, en cuyo centro, entonces, se encontraría una relación belicosa, antes que una
relación de apropiación. Para la exposición de la “hipótesis Nietzche” véase Foucault (2000: 26 a 30).
3
La colonización de la ley por la norma, o el modo en que ésta última “parasita” a la primera, resultando
la normatividad inherente a la ley, fundándola, constituye el capítulo central que abre paso al estudio del
poder disciplinario. Véase Foucault (2006: 73 y ss.).
4
“Se trata de pensar el sexo sin la ley y, a la vez, el poder sin rey” (Foucault, 1976: 111).
5
Como observa Gilles Deleuze: “Si la forma Estado, en nuestras formaciones históricas, ha capturado
tantas relaciones de poder, no es porque esas relaciones deriven de ella, sino, al contrario, porque una
operación de “estatismo continuo”, por lo demás muy variable según los casos, se ha producido en el
orden pedagógico, judicial, económico, familiar, sexual, que tiene por objetivo una integración global.
En cualquier caso, lejos de ser el origen, el Estado supone las relaciones de poder (…) el gobierno es
anterior al Estado, si se entiende por <gobierno> el poder de afectar bajo todos sus aspectos (gobernar
niños, almas, enfermos, una familia…)” (Deleuze, 2005: 105). Deleuze asigna a las instituciones una
función reproductora, antes que productora, dado que en tanto prácticas o mecanismos operatorios
no son el origen de las relaciones de poder, sino que se contentan con “fijarlas”. L’État n´existe pas, lo
único que hay es un estatismo.
III
En el marco de las Tanner lectures dictadas en Stanford, Foucault pronunció
la conferencia: “Omnes et singulatim: hacia una crítica de la ‘razón política’”. Allí
intentará trazar el origen de la modalidad pastoral del poder, y cómo este vino
a asociarse a su polo opuesto, el Estado. Dicho rastreo es propuesto también
en la clase del 8 de febrero de 1978, durante el dictado del curso Seguridad,
territorio, población.
6
“La era clásica elaboró, por ende, lo que puede llamarse un arte de gobernar, en el sentido en que
precisamente se entendía en ese momento el gobierno de los niños, el gobierno de los locos, el gobierno
de los pobres y, pronto, el gobierno de los obreros” (Foucault, 2001: 56).
7
“(…) lo que va a pasar en la segunda parte de la Edad Media (desde el siglo XII hasta principios del
Renacimiento) es que la Iglesia recuperará, en cierto modo, dentro del poder eclesiástico, ese mecanismo
de la confesión que hasta cierto punto la había desposeído de su poder en la operación penitencial.
Esta reinserción de la confesión en un poder eclesiástico consolidado es lo que va a caracterizar la gran
doctrina de la penitencia que vemos formarse en la época de los escolásticos” (Foucault, 2001: 164-165).
8
Véase Foucault (2001: 157-186). Correspondientes a la clase del 19 de febrero 1975.
9
Aquí aparece uno de los puntos de intersección y diferenciación entre el poder político y el poder
pastoral. El primero actuando en el seno del Estado y el segundo con su función de cuidado permanente
de todos y cada uno. De allí que Foucault entienda que la problemática del “Estado Providencia”, se
constituye como una de las reapariciones que requieren el delicado ajuste entre el poder político, ejer-
cido sobre los sujetos civiles y el poder pastoral, que guía a los individuos. Véase Foucault (1990: 111).
De allí que el pastor, antes que como juez, pueda presentarse como un
médico, que debe atender a cada alma y su enfermedad respectiva, para lo cual
debe comprometerse, auscultando el alma de cada uno, extrayendo un saber.
Relación de sometimiento no a un principio, orden o ley, sino a un individuo,
dentro de la cual el dirigido acepta porque se trata de una relación individual.
Esta obediencia sin fin no se dirige más que a alcanzar un “estado de obe-
diencia”, es decir, que lo que persigue es mortificar la propia voluntad hasta
que muera, “que no haya otra voluntad que la de no tenerla” (Foucault, 2006:
211). Nos encontramos ante un poder individualizador, comprometido ente-
ramente en el efecto de obediencia, y el cual no conduce a dominio alguno de
sí mismo ni de los otros. Se trata de conjurar el pathos, una voluntad que se
dirige contra sí misma, en el mismo acto que renuncia a ella, no hay espacio
para la afirmación de voluntad singular alguna. Un modo de individualización
que, antes que pasar por la afirmación del yo, se dirige a su destrucción.
A efectos de asegurar el conocimiento individual, el cristianismo se valió,
apropiándose, de dos instrumentos provenientes del mundo helénico: el
examen de conciencia y la dirección de conciencia. Mediante la última se
constituía un lazo permanente. A través del examen de conciencia, lejos de
cultivar la conciencia de uno mismo, se posibilitaba la apertura completa hacia
el pastor, a fin de revelarle las profundidades del alma. Verdadera técnica de
poder, individual, total, permanente y exhaustiva, de investigación y examen
de sí, será el elemento a través del cual se ejercerán el poder del pastor y la
obediencia, asegurándose la obediencia integral.
No será entonces la simple y sola imposición unilateral de una ley de verdad
que los individuos deben reconocer, sino la producción misma de una verdad
oculta, producción de interioridad en la cual el individuo se reconoce10 y a partir
de la cual se subjetiva.
10
Aún cuando Foucault, al finalizar la clase del 22 de febrero de 1978, sostiene que la individualización no
se obtiene por una verdad reconocida, sino por la producción de una verdad interior, secreta y oculta,
entendemos que el “efecto de interioridad”, requiere de un “falso reconocimiento”. Aún cuando el
término alude al arsenal teórico del althusserismo y el lacanismo, nos referimos al efecto de retroversión
tal como está presentado en el grafo del deseo, la notación i (a) alude al registro imaginario, donde el
individuo se subjetiva, en la efectuación retroactiva de la interpelación, al reconocerse como ya presente
ex ante la interpelación, esa interioridad extraída se presenta como el punto que otorga un mínimo de
consistencia ontológica. Sin duda que el lacanismo, se sitúa en la brecha abierta por la interpelación, y
los modos por los cuales los individuos se subjetivan en los mandatos. A partir de la intrusión traumática
del Gran Otro (Autre), propio del registro simbólico, el sujeto se sostiene de una imagen, lo que “soy
más allá del mandato”, índice mismo de la captura, es decir, del effet de sujet.
IV
Sin duda el análisis de las contraconductas desplegado por Foucault en la clase
del 1° de marzo de 1978, correspondiente al curso Seguridad, territorio, población,
se encuentra surcado por una serie de señalamientos y pautas metodológicas, que
sitúan el tránsito de una analítica del poder hacia el estudio de la gubernamentali-
dad. Es claro que el capítulo de la gubernamentalidad excede la posibilidad de su
presentación en estas páginas. Intentaremos realizar un abordaje lateral, enten-
diendo que la serie de investigaciones abiertas a partir del curso 1978 se inscribe
en una empresa mayor de indagación sobre la racionalidad política, y dentro de
ella, las modalidades de subjetivación presentan un aspecto fundamental.
La idea de contraconducta que esboza Foucault, presenta uno de los aspectos
centrales del desplazamiento operado en los análisis de las técnicas de sujeción hacia
las prácticas de subjetivación. Allí Foucault efectúa un comentario que se presenta
como una prolongación de la tesis enunciada en 1976 en La Voluntad de Saber11:
(…) yo querría saber si a la singularidad histórica del pastorado no correspondió
la especificidad de rechazos, rebeliones, resistencias de conducta. Y así como
hubo formas de resistencia al poder en cuanto ejercía una soberanía política, y
otras formas de resistencia o de rechazo, igualmente deliberadas y encauzadas
contra él en cuanto ejercía una explotación económica, ¿no hubo formas de
resistencia que se le opusieron en carácter de conducta? (Foucault, 2006: 225).
Sin duda aquí encontramos esbozada una clara pauta para el análisis de las
relaciones de poder que recibirá forma definitiva en el texto Le sujet et le pouvoir:
Ese nuevo modo de investigación consiste en tomar como punto de partida las
formas de resistencia a los diferentes tipos de poder, o si se quiere, por utilizar
11
Nos referimos a la por demás citada consigna que sostiene: “donde hay poder, hay resistencia”
(Foucault, 2002: 125).
12
Foucault desplegará su lógica de la estrategia, como crítica de la lógica dialéctica, al estudiar la “cues-
tión” de la utilidad y la limitación del ejercicio del poder público en el marco del curso Nacimiento de la
biopolítica. En la clase del 17 de enero de 1979 sostiene: “Digamos que es justamente ahí y en ese tipo de
análisis donde se hace valer, donde es menester hacer valer, bajo la pena de caer en el simplismo, una lógica
que no sea dialéctica. Pues la lógica dialéctica, ¿qué es? Y bien, es una lógica que hace intervenir términos
contradictorios en un elemento de lo homogéneo que promete su resolución en una unidad. La función
de esa lógica de la estrategia es establecer las conexiones posibles entre términos dispares y que siguen
dispares. La lógica de la estrategia de la conexión de lo heterogéneo y no la lógica de homogeneización de
lo contradictorio” (Foucault, 2007: 62). Lógica sin Aufhebung, la lógica de la estrategia no recompondría
los intercambios de elementos bajo la forma de una unidad, lo que no impide la conexión, coexistencia
o unión. De allí que las relaciones de poder no comprenden un origen, o punto focal privilegiado, pero si
reconocen estratos y jerarquías, disposiciones funcionales. Esa composición heterogénea no es otra que
la que pone en juego el concepto de dispositivo, como red de relaciones entre elementos heterogéneos.
De ahí que en el estudio del poder pastoral, pueden encontrarse los rastros de un dispositivo de poder
que hace de la gubernamentalidad su racionalidad inmanente.
13
Cabe resaltar aquí los governmentality studies, los estudios sobre la gestión de los riesgos sociales, que
incluyen a autores como François Ewald y Robert Castel.
V
En sus análisis sobre tres figuras subjetivas, como son las histéricas, las
simuladoras y las poseídas, Foucault indagaba el vínculo sujeto-verdad, y la
puesta en juego de cierta singularidad irreductible15. La apuesta estaría dirigida
aquí a colocar un límite al pretendido monopolio del saber: “Es interesante
señalar que la simuladora no asume una posición de lucha por obtener el saber,
sino que se instituye, a través de su subjetividad contingente, como un límite
a la monopolización del saber por parte de la psiquiatría. Así, las simuladoras
no dejan de afirmar lo propio de su subjetividad, y a su vez afirman la tensión
constitutiva de ésta; y aún más, sus propias prácticas, sus existencias, no dejan
de ser prácticas políticas que, además de constituir un antipoder, proponen
aceptar aquello que está en juego cuando se habla de verdad y mentira, aceptar
la tensión inmanente al saber” (Berezñak, 2007: 6). Mientras que en las poseí-
das, la carne convulsionada será la manifestación de la resistencia a la regla de
la confesión exhaustiva, del decirlo todo.
No obstante ello y en directa relación con lo mencionado anteriormente,
en su curso de 1976 la empresa genealógica se presentará como una tarea de
rescate de los saberes sometidos, imbuidos de historicidad, la cual hunde sus
raíces en el estudio de los discursos históricos como dispositivos de lucha. La
posibilidad de la acción frente al poder estará ligada a la puesta en juego de estos
saberes; nuevamente Foucault hace circular una tensión propia a los saberes
donde comienza a dibujarse el sujeto.
Si Foucault rescata la resistencia al poder vía la emergencia de ciertos
saberes, será en el entendimiento de que ellos no apuestan a la producción
de una verdad del sujeto o un efecto de interioridad, como se despliega en la
confesión y en la dirección de conciencia, es decir, que no nos encontramos
frente a una indagación que busca descubrir el “quiénes somos” sino que se
constituye como un rechazo16. Así la genealogía no busca ni deduce de la forma
de lo que somos lo que nos es imposible hacer o conocer, sino que extraerá
15
Hago míos los argumentos esgrimidos por Fernando Berezñak en su trabajo: “El sujeto y el lugar de
sus prácticas”. Mi deuda para con él.
16
No puedo dejar de recordar la fuerza de la sentencia que pronuncia Jean Paul Sartre desde el prefacio
a Los condenados de la tierra: “no nos convertimos en lo que somos, sino mediante la negación intima y
radical de lo que han hecho de nosotros”. El “quiénes somos” sigue suspendido de la condición misma
de un rechazo sin cortapistas, en la radical heterogeneidad respecto de lo existente, en un desprecio
“por lo que hay”.
VI
La genealogía desentierra la densa capa de los saberes, puestos por deba-
jo. Tarea que, antes que inspirada en la francmasonería de la erudición inútil
(Foucault dixit), actúa el espesor mismo de la historicidad que nos constituye
como sujetos, y en esa trama misma se alimenta un rechazo a lo existente. El
vínculo saber-sujeto18, y la genealogía que le es propia, desplegarían y desem-
polvarían saberes que abren paso a otras posiciones subjetivas que alimentarían
posibles modalidades de disposición y constitución subjetiva.
Entendemos que la emergencia misma de un efecto de conocimiento no se
agotaría en el simple rechazo. Es decir que la subjetivación, si bien se presenta
en primer lugar como una operación de rechazo, no deja de estar alimenta-
da por el interrogante: ¿quiénes somos? A nuestro entender Foucault no se
encuentra alejado de la operación de subjetivación que Lacan dispuso como
“pase” al interior del discurso del analista. El paciente no obtiene del analista
significante alguno, el analista, en tanto mediador evanescente, se coloca más
allá de la transferencia, encarnando una voz muda19. El saber que se obtiene
no es un saber objetivo, sino plenamente subjetivado (S2), de allí que el sig-
nificante (S1) no añade contenido positivo alguno, sino que nos encontramos
frente a un nuevo modo de disposición subjetiva frente al síntoma. De la misma
manera, y sin dejar atender a la especificidad propia de la clínica, el efecto de
conocimiento no concentra su atención en la supuesta “novedad” del conte-
17
Al estudiar el radicalismo utilitarista, Foucault entenderá que la libertad se concebirá menos como
el ejercicio de una serie de derechos fundamentales, que como la independencia de los gobernados
frente a los gobernantes. No se trata, entonces, de una libertad concebida en términos de los derechos
del hombre, a partir del vínculo voluntad-ley. En este entendimiento Foucault situará la emergencia de
la “cuestión de los derechos humanos” no tanto como una cuestión jurídica, sino que esta se presenta
también en términos de “derechos de los gobernados”. Véase en particular su artículo de 1977, Va-t-on
extrader Klaus Croissant?, donde el pensador desplegará el análisis de una forma de acción que no se
dirige como un reclamo de derechos hacia el Estado, sino como la afirmación de una esfera irreductible,
el precio que no están dispuestos a pagar los gobernados.
18
Se nos hará notar que hemos hecho uso indistinto de los términos saber y verdad en su vínculo con
el sujeto. Ambos términos reconocen un uso claramente diferenciado en la obra de autores como
Jacques Lacan o Alain Badiou. En nuestro entendimiento, Foucault se vale de ellos para desplegar su
“política de la verdad” dirigida a mostrar los efectos de saber y las luchas y enfrentamientos que lo
surcan. Véase Foucault (2006: 17).
19
Es la propia aparición del objet petit a como agente. La notación propia del discurso del analista es la
siguiente: : a ________ $ S2 S1.
nido, ya que desde el punto de vista foucaultiano, la verdad estaría del lado de
su efecto, antes que de la adaequatio rei et intellectus, y aquello que efectúa no
es otra cosa que la posibilidad de una disposición subjetiva20.
Pero como todo momento en la obra de Foucault, cabría rescatar el seña-
lamiento extraído de su artículo póstumo: La vie: l’experience et la science. Allí,
luego de colocarse en el linaje de pensadores como su maestro Canguilhem,
contrapuesto a Sartre, Foucault arranca al sujeto del lado del cogito, a efectos
de resituar el vínculo verdad-sujeto. El sujeto se encontrará, en su errancia
subjetiva misma, librado al error propio de la “vida”. Rescate, entonces, de la
vida como “conjunto de funciones que resisten a la muerte”, según la sentencia
de Bichat que lo cautivara en Nacimiento de la clínica. La verdad se encontraría
nuevamente a resguardo del juego de correspondencias, y arrojada a la vida
y su errancia. Así lo que se presentaría como tensión inmanente al poder, no
sería tanto un saber objetivado, como la vida misma, en su insistencia errante21.
20
De ninguna manera pueda presentarse este argumento como una supuesta “toma de conciencia”,
supuesto que Foucault liga a las viejas concepciones sobre la ideología y la teleología. Como observara
tempranamente en La arqueología del saber: “Hacer del análisis histórico el discurso del contenido y hacer
de la conciencia humana el sujeto originario de todo devenir y de toda práctica son las dos caras de un
sistema de pensamiento. El tiempo se concibe en él en términos de totalización y las revoluciones no
son jamás en él otra cosa que tomas de conciencia”.
21
Deleuze alcanza esta conclusión, que presenta en su común lectura de Spinoza, aristas más que
sugerentes en la intervención de Pierre Macherey en ocasión del Coloquio Michel Foucault. Véase
Macherey (1999).
Bibliografía
- Berezñak, F. (2007) “El sujeto y el lugar de sus prácticas”, mimeo.
- Butler, Judith (1997) The psychic life of power. Theories in subjection. California, Stanford University
Press.
- Castro, E. (2004) El vocabulario de Michel Foucault. Un recorrido alfabético por sus temas, conceptos
y autores. Bernal, Prometeo - Universidad Nacional de Quilmes.
- Chartier, R. (1996a) “La quimera del origen. Foucault, la Ilustración y la Revolución Francesa”, en
Escribir las prácticas. Foucault, de Certeau, Marin. Buenos Aires, Manantial.
(1996b): “El poder, el sujeto, la verdad”, en Escribir las prácticas. Foucault, de Certeau,
____________________
Aires, Paidós.
____________________
(1999b) “¿Es inútil sublevarse?”, en Estética, ética y hermenéutica. Buenos Aires, Paidós.
____________________
(1999c) “¿Qué es la Ilustración?” en Estética, ética y hermenéutica. Buenos Aires, Paidós.
(2000) Defender la sociedad. Curso en el College de France (1975-1976). Buenos Aires,
____________________
de Cultura Económica.
(2002) Historia de sexualidad I. La voluntad de saber. Buenos Aires, Siglo XXI editores
____________________
de Argentina.
(2003) La hermenéutica del sujeto. Curso en el College de France (1981-1982). Buenos
____________________
Resumen
En este trabajo se toma el periodo de 1880-1930 para indagar las formas que asu-
mieron ciertos saberes posibles, y cuáles fueron las matrices de comportamiento que
sujetaron a la ‘infancia anormal’. Siguiendo a Foucault, la emergencia de las formas
de subjetivación de la ‘anormalidad’ se produjo a través del discurso médico, cuyo
objetivo principal fue la medicalización de la población, y su foco de intervención,
la natalidad y la morbilidad, las discapacidades biológicas y los efectos del ambiente.
Este proceso formó parte de un nuevo poder, la biopolítica. Las políticas sanitarias y
la consolidación del cuerpo médico escolar en Argentina acompañaron el proceso de
conformación del Estado nacional. Aquellas políticas y estos expertos implementaron
mecanismos de regulación y seguridad que originaron nuevas clasificaciones de la
infancia, conjuntamente con la creación de instituciones de control destinadas a la
normalización de la población infantil ‘débil’, ‘escrofulosa’ y ‘retrasada’.
Palabras Clave
escolarización – infancia anormal – medicina – instituciones – normalización
Abstract
In this paper we take the 1880-1930 period in order to investigate the forms that
certain possible knowledge assumed, and which were the matrices of behavior that
were asociated to the term “abnormal childhood”. According to Foucault, the arise
of subjectivitiy forms of “abnormality” was produced through the medical discourse,
having as primary aim the medicalization of population and its areas of intervention,
birthrate and mortality, the biological disabilities and the effects of the environment.
This process had part in a new power called biopolitics. Sanitary policies and the con-
solidation of school medical corps in Argentina accompanied the formation process
of the national State. Those policies and these experts implemented regulation
and safety mechanisms that originated new classifications of childhood, together
with the creation of control institutions intended for the normalization of “weak”,
“scrofulous”, and “mentally handicapped” children population.
Key words
schoolarization – abnormal childhood – medicine – institutions – normalization
Introducción
El presente artículo intenta realizar un recorrido histórico (1880-1930) con
la intención de indagar en el concepto de infancia como categoría sociohistó-
rica y de explorar el contexto en el cual se inscribió la infancia ‘anormal’ en
la Argentina, en estrecha vinculación con la conformación del Estado nacional
bajo los influjos del liberalismo y el positivismo. Enfocado de esta manera me
propuse, en primer lugar, revisar y explorar ciertos saberes expertos, sobre
todo el médico, acompañado del saber biológico, psicológico y pedagógico
que fueron produciendo ciertas formas de subjetivación a través de prácticas
sociales como el proceso de escolarización en tanto forma de regulación social.
En términos de Foucault, el proceso de sujeción y exclusión se da a través de
prácticas discursivas que conforman una regulación normativa. Éstas dieron por
resultado la división de los niños entre ‘normales’ y ‘anormales’. Foucault nos
ayuda a reflexionar cómo la norma está atravesada por la historia; justamente
se trata de explicitar esta relación entre norma e historia, y de ver cómo ciertas
prácticas sociales se convirtieron en prácticas de coacción ligada a una moral
burguesa. Me interesa, en particular, analizar las nociones subyacentes a la
norma, de peligrosidad atribuidas al ‘otro’, como transgresor del orden social.
En sintonía con la regulación normativa, el discurso médico basado en la
higiene pública, se expandió para controlar las enfermedades endémicas, las
perturbaciones, los elementos aleatorios, los desvíos de la población con la
implementación de estrategias de previsión de los desórdenes, a través del
poder de normalización y las prácticas ortopédicas de corrección de los sujetos
considerados peligrosos. En esta dirección, Foucault (1976) señala, un despla-
zamiento del poder disciplinario del cuerpo al poder de seguridad a través de
la bio-regulación del Estado cuyo foco fue la población.
El paradigma médico caracterizó a los sujetos sociales excluidos como
sujetos ‘anormales’, ‘degenerados’, ‘inadaptables’, como producto de unas
enfermedades sociales o como expresión de deficiencias provenientes de la
raza o la cultura. El comportamiento desviado se presentaba como problema
de adaptación al medio y, como tal, se consideraba al sujeto como un organismo
enfermo ubicado en un grado menor en la escala evolutiva. Por el contrario, el
A los dos años de la creación del Cuerpo Médico Escolar los resultados no
fueron los esperados, debido a la falta de un trabajo organizado. Sus miembros
publicaron:
Procurar que vivan muchos pequeños seres que desaparecerían, tal vez, por
falta de cuidados higiénicos, como flores tronchadas de sus tallos despiadada-
mente por el mortífero viento del descuido, de la ignorancia o del abandono6.
La percepción médica pronto advirtió que los problemas que debía aten-
der respecto a la población escolar tendrían que ampliar sus funciones para
lograr un ambiente higiénico en las escuelas, la extensión de la vacunación y
la construcción de edificios en condiciones saludables. La tarea médica se fue
complejizando cuando se extendió la noción de la degeneración racial7 que
proponía modificar el ambiente negativo de los sectores populares para me-
jorar el futuro de la población argentina, o sea, regenerar el cuerpo individual
en beneficio del cuerpo social.
Las intervenciones de la medicina social de la época destinada a la población
escolar se fueron determinando por el incremento de niños en condiciones
de desventajas psíquica, física y sociales que fracasaban en la escuela. Esas
intervenciones desembocarían en un doble resultado, por una lado, la jerar-
quización de la infancia que posibilitó la reproducción diferencial en dos grupos
de niños: los considerados ‘normales’8 (alumno, hijo de la familia burguesa) y
los que se desviaban de la normalidad, cuyas identidades eran definidas como
inferiores y subordinadas respecto a la identidad dominante (blanca europea,
masculina) dando lugar a la clasificación de ‘niños débiles’, ‘escrofulosos’, ‘re-
trasados pedagógicos’, ‘falsos anormales’. Por otra parte, como veremos, este
proceso clasificación dará lugar a la creación de nuevas instituciones, ya que
se evidenciaba la necesaria separación de estos niños, para evitar el supuesto
‘contagio’ o bien para favorecer ‘la regeneración’, a partir de la recuperación en
instituciones especiales, como fueron las colonias de vacaciones y las escuelas de
niños débiles que pretendieron disminuir el impacto negativo en el orden social.
5
Actas del Consejo Nacional de Educación, sesión 33, mayo 6 de 1886, Buenos Aires.
6
El monitor de la Educación Común. Año VI. Buenos Aires, Junio de 1886. Número 98. P, 1270-1271
7
La eugenesia se gestó en 1883 con el inglés Francis Galton (primo de Darwin). Su definición proviene
de eu genes –el buen origen– fue la ciencia del cultivo de la raza a partir del estudio de los agentes bajo
en control social que pueden mejorar o empobrecer las cualidades raciales de las futuras generaciones,
ya fuera física o mentalmente.
8
La normalización disciplinaria plantea un modelo que se construye en función de determinados resul-
tados. Intenta que los individuos se ajusten a ese modelo, lo normal, y lo anormal, para aquellos que
no se ajusten al modelo. Entonces en la normalización disciplinaria lo fundamental no es la partición
normal anormal, sino la norma, que tiene un carácter prescriptivo al señalar lo normal y lo anormal.
(Foucault, 1978: 74).
El uso permanente del término ‘debilidad’ destinado a los niños que concu-
rrirían a las escuelas estaba relacionado con la noción de la pérdida progresiva
de dinamismo y fortaleza, tanto física como psíquica, y se vinculaba con una
postura pesimista que atravesaba no sólo a los intelectuales nacionales sino que
era común con las tendencias propias del positivismo europeo. El Dr. Carlos
O. Bunge, reconocido intelectual y legista, mencionaba la extensión de las taras
hereditarias, según el modelo galtoniano y lombrosiano, considerando que la
mayoría de la población estaba dentro de la degeneración media. Clasificó a
los niños débiles de la siguiente manera:
El atraso mental de los niños es el resultado de las malas condiciones físicas.
Debilitados por alguna enfermedad crónica. Su inteligencia se fatiga después de
poco esfuerzo. Del lado de los niños atrasados mentalmente hay que poner a los
niños físicamente inferiores. Se dividen en dos grupos a) niños débiles incapaces
de un esfuerzo mental medio y, b) niños perfectamente capaces, pero en los
cuales la intensidad normal del esfuerzo es nocivo para su desarrollo fisiológico.
Ninguna de estas dos categorías tiene que ver con un atraso mental, si estos
niños estuvieran sanos y robustos tendría una capacidad normal o superior.10
13
En Argentina, el concepto de ‘degeneración’ fue usado en el diagnóstico de constitución racial de
la población, llevaba a plantear la creación de una raza nueva, como requisito imprescindible para la
construcción de la argentinidad.
14
El socialismo impulsó espacios periescolares como alternativa a los problemas sociales destinados al
niño del obrero como los amigos de los niños, recreos infantiles, las bibliotecas populares, el mutualismo
escolar, la copa de leche, las cantinas maternales, entre otras (Carli, 1991-2002).
15
Siguiendo a Barranco (1997: 146) en el discurso oficial hubo una ‘ceguera cognitiva’ respecto a la
participación femenina de las acciones que en alguna medida anticiparon las intervenciones del Estado
en materia de derecho de la infancia. El Estado terminó monopolizando las acciones de protección.
Para la creación de las clases diferenciales y para las escuelas especiales era
necesario, realizar un diagnóstico a través de diversas clasificaciones psicológi-
cas, sociológicas y criminológicas de los escolares para determinar qué tipo de
niños serían admitidos y cuáles no. La gran mayoría se encontraba dentro de
22
Morzone, L., 1912: 448.
23
Ídem: 449.
24
Ídem: 500.
Los ‘falsos retrasados’ según los definió Hamilton Cassinelli (1912: 165)
Son aquellos niños que no han frecuentado con regularidad las clases, por falta
de celo de sus padres, por enfermedades repetidas y por cambio frecuente
25
El Monitor de Educación Común, año XXV, Nº 394 ,Tomo XXI, serie 2, Nº 14, 1905: 346.
26
El Monitor de Educación Común, año XXVIII, Nº 418, Tomo XXV, serie 2, Nº 38, 1907: 209.
27
Luis Morzone (1912: 313).
Para poder cumplir con su función social higiénica dentro del medio escolar,
el CME debió hacer efectivas las nuevas orientaciones de las funciones de la
inspección médica escolar, lo que se lograría en 1925. Para esto fue necesario
solicitar el gasto correspondiente para la reorganización e instalación de los
consultorios en condiciones regulares y uniformes (tanto del central como
de los 20 consultorios de cada distrito). Los datos arrojados en una encuesta
realizada a todo el personal técnico de la repartición ilustra la precariedad en
que los Médicos Inspectores realizaban su tarea.31
Otro obstáculo que debió enfrentar el CME fue que, por votos aprobados
en el congreso de Higiene Escolar cada médico inspector debía atender a 1.500
alumnos. A las escuelas fiscales de Buenos Aires concurrían 240.000 niños de
los cuales 12.000 (sin contar los que iban a escuelas particulares que también
estaban bajo esta inspección) correspondían a cada Médico Inspector. Para fa-
cilitar la tarea de la Inspección se incorporaran las visitadoras higiénicas32, como
un cuerpo sanitario que colaboraría a su acción secundándola y completándola,
a imitación de instituciones similares en Europa.33
31
Memorias del Cuerpo Médico Escolar, año 1924: 3-4.
32
La escuela de visitadoras higiénicas fue creada en 1924 por la Facultad de Medicina, anexa a la Cátedra
de Higiene, por iniciativa conjunta de CME (El monitor de Educación Común, Año XLVIII Nº 679, 1929: 3)
33
Ídem,14.
12.000
10.000
8.000
6.000
4.000
2.000
0
Algunas reflexiones
En la Argentina la permeabilidad de la eugenesia se ligó a la noción de ciu-
dadanía, con el apoyo de las elites dirigentes se acordó el tipo de intervención
y se consolidaron representaciones compartidas en las formas de ejercicio de
poder. Los intereses de la clase dirigente se proyectaron en discursos científicos
que situaron la pretendida mejora de la raza dentro de un programa de vasto
alcance que abarcó discursos biomédicos, higienistas, poblacionales, y am-
bientales. Con la ilusión de erradicar la enfermedad como factor degenerativo
de la raza, quedó integrada eficazmente a una patologización que demandaba
acciones para su regeneración, a una mejora del ambiente y un énfasis en la
importancia de la familia “bien constituida” y en la educación.
La política sanitaria fue un programa fundamentalmente intervencionista
que, al ser sostenido por un amplio espectro político, demuestra lo tenue que
han sido en muchos aspectos las diferencias existentes en Argentina entre las
vertientes políticas que compusieron sus elites. En este sentido, las distancias
entre una matriz liberal y otra nacionalista de corte conservador, se reducen
ante comunes articulaciones perseguidas por la biología y una moral confesio-
nal, para legitimar políticas que comprendieron el avasallamiento de diversos
derechos por medio de la coercitividad estatal. (Miranda, y Vallejo 2005: 148)
La higiene y la eugenesia se desarrollaron en el marco de saberes y prácti-
cas más amplios, que constituyeron lo que se conoció como medicina social.
Esta disciplina intentó la coordinación de los conocimientos e intervenciones
terapéuticas individualizadoras con la consideración de sus efectos en la pobla-
ción, privilegiando la mirada global y subordinando a ésta la valoración de las
intervenciones individuales. De ahí que su definición se presentara como una
función del Estado y requiriera de un proyecto político.
En nombre de estos saberes científicos correctores de conductas, que atri-
buyen déficits a sujetos individuales, se corre el riesgo de olvidar las condiciones
sociales de constitución de dicho campo de intervención y de su reflexión. La
consolidación de esta política y forma de gobierno se concretó a través de un
conjunto de leyes, reglamentos, resoluciones y disposiciones, que ponen de
manifiesto cómo la infancia pasa a tener status jurídico, el niño deja de ser un
“pequeño salvaje”, para convertirse en un “animal doméstico”. En términos
de Foucault (1975) ya no es un sujeto jurídico, sino un objeto, el objeto de una
tecnología y un saber de reparación, readaptación, reinserción y corrección.
De esta forma el oficio de castigar se transforma en el oficio de curar.
Fuentes
- Cassinelli, H. (1912) Contribuciones al estudio de los niños débiles y retrasados en edad escolar. Bs. As.,
La Ciencia Médica
- Coni, E. (1918) Memorias de un médico higienista: contribución a la historia de la higiene pública y social
argentina [1867-1917]. Bs As., Talleres Gráficos A. Flaiban.
- Consejo Nacional de Educación. Actas de la sesión 33 del 6 mayo de 1886.
__________________________________________________
Actas de la sesión del 20 de marzo de 1881.
__________________________________________________
Actas de la sesión del 4 de marzo de 1881.
Actas de la sesión del 6 de mayo de 1886, reglamento provisorio
__________________________________________________
defectos varios de pronunciación y para la enseñanza de los retardados [retardados pedagógicos, niños
débiles, anormales y niños patológicos] La Plata, Gasperini y Ferreyra.
- Morzone, L., M.A. Echezáraga, A.M. Pisani de Ciancio (1935) Asociación Educadores de Anormales por
el niño anormal. Bs. As., Talleres Gráficos Ferrari Hnos.
- Reglamentación del primer congreso de Buenos Aires en 1916.
- Resolución, Nº de Expediente. 14.237.
Bibliografía
- Alvarez-Uria, F. (2002) “La configuración del campo de la infancia anormal. De la genealogía foucaultiana y
de su aplicación a las instituciones de educación especial” en Franklin, B. (comp.) (2002) La interpretación
de la discapacidad: teoría e historia de la educación especial. Barcelona, Ediciones Pomares-Corredor.
- Alvarez-Uria, F., J. Varela (1991) “Los niños anormales. Constitución del campo de la infancia deficiente
y delincuente” en Arqueología de la escuela. Madrid, Ediciones de La Piqueta.
- Barrancos, D. (1997) “Socialistas y la suplementación de la escuela pública: la asociación de bibliotecas
y recreos infantiles” en Mujeres en la educación: género y docencia en la Argentina: 1870-1930. Bs. As.,
Miño y Dávila.
- Carli, S. (1991) “Transformaciones del concepto de infancia en las alternativas pedagógicas 1900-
1955” en Propuesta Educativa, Año 3, nº 5, 85-89.
(2000) “Socialismo, coeducación y eugenesia: el niño como descendencia” en Alternativas.
_________________
Anexo: Imágenes
Comedor y aulas:
Bio-oikos-política.
Proslogium para una genealogía comprensiva
del ambiente desde una mirada biopolítica
Graciela Ciselli
Aldo Enrici
Universidad Nacional de la Patagonia Austral
Resumen
Este artículo propone discutir un camino intelectual hacia una biopolítica de la
naturaleza o del entorno. Dicho menos vulgarmente, una política del gobierno de
la vida más allá de la vida humana misma. Pensar en una biopolítica, cruzando el
ámbito de la vida pública, avanzando sobre la esfera del ambiente. Nos referimos a
una bio-oikos-política, preocupación que puede extraerse de los mismos discursos
ensayísticos de Michel Foucault, especialmente, en su lectura de la Ilustración y
de los discursos. Por otro lado, la lectura de la exceptio de la nuda vida de Giorgio
Agamben desde su propuesta de “excepción”. A partir de ellos se propone la noción
de bíopolitica, como campo abierto, noción precautoria y constante, también como
nuevo paradigma de gubermentalidad.
Palabras clave
biopolítica de la naturaleza – bio-oikos-política – Foucault – Agamben – excepción
Abstract
The article aims to discuss an intelectual path to biopolitics of nature or environ-
ment. That is to say, a government policy of life besides human bodies; to think of
biopolitics crossing the field of public human life and advancing on the area of the
environment. We refer to a bio-oikos-politics that can be drawn from the same es-
says of Michel Foucault, especially in his reading of Illustration and speeches. On the
other hand, reading the exceptio of nude life of Giorgio Agamben from his proposed
“exception”. From those authors we propose the notion of Biopolitics, as an open
field and constant precautionary notion and, also as a new paradigm of governability.
Key words
biopolitic of nature – bio-oikos-political – Foucault – Agamben – exception
Encuadre teórico-metodológico
Para Foucault hay una dirección hacia la respuesta a la pregunta por la
biopolítica. Se trata de la aparición de la noción de población y del cambio de
gubermentalidad, destinada ahora a “dejar vivir” en lugar de quitar la vida o
“hacer morir” como ejercicio demostrativo de poder (Foucault, 2000). Para
Agamben por su parte el hombre ha sido pensado dentro de la diferencia entre
lo humano, bíos, y lo animal, zoé, mediante una “máquina antropológica” que
produce la excepción por la que la vida queda anulada. Una vida separada de
lo público, “vida desnuda excepcional sobre la que se actúa” (Agamben, 2007:
6). Nos aventuramos a exponer que la excepción de la zoé, equivale a una falta
de hospitalidad ecológica. Antes de que la cuestión apareciera Kant indicará, al
abordar la pregunta por la Ilustración (Aufklärung), la aceptación de la autoridad
de algún otro para conducirnos en los dominios en los que es conveniente hacer
uso de la razón (Foucault, 1999: 337). Ese “algún otro” puede hacer alusión
actualmente a la razón ambiental. Una razón no discutida desde que los griegos
priorizaran el Kósmos en simpatía con la Pólis. No se actuó sobre el oikos como
si fuera un estado de excepción permanente.
ciente a “El uso de los placeres”, indica que apunta a dirimir qué es la filosofía
hoy- quiero decir la actividad filosófica- sino el trabajo crítico del pensamiento
sobre sí mismo? (Foucault, 1984) Lo interesante son esas formas de racionalidad
que el sujeto se aplica a sí mismo. La cuestión no es sin más, cómo el sujeto
humano se da así como el objeto de un saber posible, sino a través de qué
formas de racionalidad, de qué condiciones históricas y del precio de decir la
verdad sobre sí. “Una historia crítica del pensamiento implica una historia tam-
bién del sujeto y de la razón en la que la cuestión es la de cómo puede decirse
la verdad sobre sí mismo” (Gabilondo, 1999), en tanto amarrado a los diversos
sujetos, de placer, de verdad, de poder, de ficción en todos los ‘atrapamientos’
en que se puede caer encarcelado, como sujeto de prisión y vigilancia o ‘sujeto
de vida’, en todas las escapatorias posibles. Escapatorias del habla, de lo dicho,
del libro, de lo escrito. Agamben sigue a Foucault en el tratamiento del autor
como gesto de conferencia en conferencia, descubriendo cómo va cambiando
el eje de la misma conferencia. Precisamente la conferencia sobre qué es un
autor. La llegada de Foucault a la Universidad de Búfalo, en América del Norte le
permite a Agamben advertir la tensión entre el autor función y el autor individuo
real ante la necesidad de estar en una escritura no delimitada por el libro, sino
adecuándose a la exigencia de la conferencia según el autor, que a menudo se
nos aparece como algo tratado, como un tratado (Agamben, 2009).
Una simple ceremonia donde, Foucault era nada más que cuerpo, parte de la zoé. Allí había trabajado
buscando documentación para la historia de la locura. Charcot se debatía, en sus momentos, en esos
pabellones esperando alguien que piense diferente. Citaremos por tanto a Foucault, cuando sea el caso
de textos compilados, el número de capítulo al que nos referimos de esa compilación, con un guión
seguido al año, que es 1999.
antigüedad y bajo el imperio. Así pues, “estamos muy lejos de las conformidades
morales cuyos esquemas elaboran los sociólogos y los historiadores, dirigiéndose
a una supuesta población media” (Foucault, 1999-20: 338).
La libertad está muy lejos de una emancipación de clase, pues se trata de
eludir toda organización de clases a nivel social, a partir de promedios con-
ductuales. Si se escribe, el primer lector debe ser el sí mismo. Se escribe para
mejorar antes que para disfrutar, lo cual fue poco obedecido en la antigüedad
(Foucault 1999-24).
El siglo XVIII manifiesta algo capital en Europa. El poder no se ejerce sim-
plemente sobre los súbditos, tal como era la tesis de la monarquía, según la cual
existe el soberano y los súbditos. Se descubre que el poder se ejerce sobre la
población, la que no es apenas un grupo humano numeroso, sino “seres vivos
atravesados, mandados y regidos por procesos y leyes biológicas… [entonces]…
el poder se debe ejercer sobre los individuos en tanto que constituyen una
especie de entidad biológica que se debe tomar en consideración, si queremos
utilizar a esta población como máquina para producir, producir riquezas, bienes,
para producir otros individuos” (Foucault, 1999-14: 246).
Hay dos épocas del poder, una historia del poder con dos segmentos claros
en Europa. Antes no había más que súbditos o sujetos jurídicos, a los que por
otra parte se podía quitar los bienes y también la vida. Ahora hay cuerpos y
poblaciones. El poder se hace materialista. Deja de ser esencialmente jurídico.
Deja de regularse por leyes, más bien se trata de crear dispositivos de fluidez.
El cuerpo y la vida son más reales. La sexualidad ha sido un elemento capital
que articula las disciplinas individuales del cuerpo y las regulaciones de la po-
blación. Foucault insiste en que se puede comprender cómo la sexualidad de
los adolescentes en el siglo XVIII se convierte en problema médico. Es casi “un
problema político de primera importancia, ya que a través y bajo el pretexto
de ese control de la sexualidad se puede vigilar a los colegiales…la política del
sexo va a integrarse dentro de toda esa política de la vida que llegará a ser tan
la bisagra biopolítica en el siglo XIX” (Foucault, 1999-14, 247).
3
Como ejemplo de modernidad Baudelaire pondera a Constantin Guys, en apariencia un paseante que
hace de lo bello algo más bello. La modernidad es captada no como relación con el presente sino como
relación consigo mismo, en este sentido se asemeja a la ilustración kantiana.
4
Traducción del autor: “El personaje del dandy de la belleza consiste sobre todo en el aire frío que
viene de la determinación inquebrantable de no ser mudado (ému), se ve como un fuego latente que es
divino, pero que no se puede emitir. Eso es lo que hay en estas imágenes, perfectamente expresadas”.
Nacimiento de la bio-oikos-política
La ecología podría verse como despliegue bioeconómico de mantenimiento
de fuerzas que habrían sido atacadas desde una economía humana de poca
escala en la planificación a largo plazo y antropocéntrica, como ingeniería social
encargada de disponer y permitir el cuidado de sí de los ecosistemas. Aunque la
investigación científica y, especialmente tecnológica continúe proporcionando
el material para fundamentar políticas en función de la regulación industrial,
en el plano jurídico legal, se instituyen nuevas formas de gubernamentalidad
ecológica en tanto acciones de gobierno no dirigidas a la población sino al
ambiente en tanto derecho humano. No es más que asistir al comienzo de la
bio-oikos-política, donde, nuevamente, el desafío de la Ilustración como la ve
Kant, aparece como audacia de saber dentro de marcos de gubermentalidad
indiscutidos. Frente a lo ambiental en cuanto ‘contexto de lo humano en
constante vínculo relacional con lo humano’, estaríamos nuevamente abiertos
al derecho como fuente de vigilancia, y al panoikos como fuente de mirada. Se
mira a todo como sobre lo que se puede discutir respetando pautas, puesto
que se busca descender el grado de conflicto al que se encuentra asociada. La
acción sobre su entorno ha generado un proceso de degradación progresivo,
un incremento de impactos impuestos al medio ambiente como resultado del
5
Extraemos esta definición del artículo 1.4 de la convención sobre derechos del mar de 1982, ONU
se define la contaminación del medio marino, que fue firmada en Montego Bay. Entra en vigor en 1994.
6
La obra de Jonas está hoy en el centro del debate ecológico. Jonas ha tenido una ‘fama póstuma’. En
vida, lo obscureció un “optimismo tecnológico” muy propio del progresismo político. Jonas tuvo en vida
tres tipos de impugnadores: los marxistas que creían en el principio utopía (Bloch), los utilitaristas que ven
en la crisis ecológica sólo un momento pasajero pero que se arreglará con ´’más ciencia y, finalmente, los
existencialistas que sólo consideraban importantes los problemas individuales y veían cualquier apelación
a lo colectivo sólo el aspecto político (el famoso “compromiso”) pero desgajado de una consecuencia
ecológica. Jonas no pudo ser comprendido porque marxistas, utilitaristas y existencialistas son producto
de la sociedad industrial y él, en cambio, se siente fuera de esa tradición.
bastante amplio y ambiguo en griego. De este modo, podía ser utilizado para
referirse a esta célula básica de la sociedad griega en su conjunto, pero tam-
bién separadamente, dependiendo del contexto, en las diferentes acepciones
que, como hemos indicado arriba, son traducibles al castellano. Es decir, que
también puede designar sólo al espacio físico de la casa en una ocasión; en
otra, a las propiedades; y en otras, a la familia. Arist., Pol., 1253b1-11; la casa
de Aristóteles alude a la vivienda y las propiedades; la mujer, al germen de la
familia; y el buey de labranza, a la agricultura como sustento básico y la mano
de obra, aquí animal, otras veces esclava.
El concepto de oikos se opone al de campo, como extremo antípodo. Campo
de reconciliación, de reencuentro de la bíos con la zoé: Exceptio de la exceptio.
Devenido nuda vida, el campo de concentración que nos espera. La doble
excepción se marca en un hiper panoikismo, en el que todos tememos que el
mínimo error desate el máximo horror ambiental. La relación de exclusión es
verdaderamente una exceptio. Por eso, para mostrar que la vida siempre ha
estado incluida en la política, Agamben se detiene en un análisis conceptual de
la estructura de la excepción. La excepción soberana es “el dispositivo original
a través del cual el derecho se refiere a la vida y la incluye dentro de sí por me-
dio de la propia suspensión” (Agamben, 2004: 24). Esto se observa claramente
en uno de los usos del paradigma del ‘campo de concentración’. El campo
de concentración es un fenómeno histórico singular, aplicado por Agamben
como una radicalización de la biopolítica que siempre ha estado en el centro
de la soberanía. El concepto de ‘campo’ puede ser entendido a partir de las
categorías que están a la base de la fundación de la política occidental, porque
él es el riesgo extremo de seguir pensando una política que esté fundada en la
excepción de la nuda vida. El humanismo amansador y domesticador marcha
como el “poder subrepticio del antropotecnicismo. El desafío actual sería por
lo tanto tratar de encontrar una clausura a estas antropotécnicas biopolíticas.
Cuando la excepción [el estado de excepción] se convierte en regla se genera
el “campo de concentración” –o los variados tipos de dictaduras– (Agamben,
2003), el espacio en el cual se reúnen lo que desde Aristóteles permanecía se-
parado: la vida biológica de los individuos, zoé, y su vida política, bíos. El ’campo’
crea nuda vida, algo que no es ni vida ni muerte, una vida que ya no es la vida
del resto de los mortales pero que todavía no es muerte. Esta nuda vida es la
verdadera condición terrible de la política moderna. El hombre no es, ni ha de
ser o realizar ninguna esencia, ninguna vocación histórica o espiritual, ningún
destino biológico. El estado de excepción se ha convertido en la condición
permanente de la política actual.
El medioambiente debe ser reordenado, en cuanto estado de excepción
respecto al cuidado de la interrelación del hombre con su entorno en virtud
a su futuro sostenible y a su pasado memorable, lo cual abre la puerta de lo
mantenible, como hipokéimenos, sostén ligado al futuro sostenible y articulado al
pasado. El medioambiente yace en excepción, especialmente el reciente pasado
9
T. del A. Arrinconar la nuda vida fue llevar la fantasía europea a América, acercando en otro horror
interpretativo, al hombre inhumano, vuelto animal, como los caníbales, -nombre inventado por Colón
para referir antropófagos que comían a sus enemigos, reuniendo la palabra “Caribo”, con el cual eran
conocidos en Meso-américa, con la aguda fantasía y sabiduría de Plinio, que decía que había hombres
con cabeza de perros (can) que eran feroces comedores de carne. De ahí “can-ibal”.
10
Esto es lo que describe Vico en el último capítulo De Los Principios De Una Ciencia Nueva En torno a la
naturaleza común de las naciones: “expandirse la más completa civilización entre los pueblos sometidos en
su mayoría a algunos grandes monarcas”, y también “Europa radiante por una incomparable civilización”,
en la que finalmente abundan “todos los bienes que componen la felicidad de la vida humana”.
Conclusiones
Hemos visto cómo Foucault desde Kant y Agamben desde Aristóteles, per-
miten la lectura de una gubermentalidad amplificada al entorno, al ambiente,
a la reunión de zoé y bíos, a la población no solo de humanos sino de animales
y piedras.
11
Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, Estocolmo, 16 de
junio de 1972.
12
En la década de los ´80 aparecen nuevos documentos internacionales que serán el marco para la defi-
nición del paradigma ideológico centrado en el desarrollo sustentable o sostenible. La Asamblea General
de las Naciones Unidas creó en el año 1983 la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo,
que en 1987 presentó el informe “Nuestro futuro común”, más conocido como Informe Brundtland
que expone la valoración de expertos políticos, científicos y ecologistas sobre los peligros a los que se
enfrenta el planeta y propone que para garantizar su continuidad es necesario un desarrollo sustentable.
Es en este documento donde se define -por primera vez en un documento internacional- el concepto
de “desarrollo sustentable”. Ya en 1992, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente
y Desarrollo (CNUMAD) reunió a la mayoría de los jefes de estado mundiales para debatir no sólo los
problemas ambientales sino también su relación con el desarrollo de los distintos países. Veinte años
después de Estocolmo, la Conferencia de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo retomó sus principios
y su espíritu fue incorporado en las constituciones reformadas en la década del 90.
13
El terremoto ocurrió a las 14:46:23 hora local (05:46:23 UTC) del viernes 11 de marzo de 2011. A las
2.46 pm hora local, Japón sufrió un terremoto de 8.9 en la escala de Richter, lo que origino un Tsunami
de olas de hasta 10 metros de altura, el resultado, hogares derrumbados, ciudades enteras arrasadas
por el agua, incendios y miles de personas desaparecidas. El otro problema es que el sismo averió el
sistema de ventilación de la central nuclear de Fukushima, por lo que el gobierno tuvo que declarar
una “emergencia nuclear” y tuvieron que evacuar a las ciudades cercanas. Hasta el momento los cuen-
ticos informan que la costa de Japón se movió más de 2 metros y el eje de la tierra se movió algunos
centímetros. El moviente de las placas, también ha puesto en alerta a otros territorios del pacifico,
como Hawaii, Chile, México, Perú, Nicaragua, Estados Unidos y otros países. www.dforceblog.com/.../
catastrofe-natural-que-paso-en-japon
Bibliografía
- Aristóteles (1992) Ética a Nicomaco. Madrid: Editorial Gredos. Edición trilingüe de Valentín García
Yebra.
_____________________
(1992) Política. Madrid: Editorial Gredos. Edición trilingüe de Valentín García Yebra.
- Agamben, Giorgio (2003) Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida, Valencia, Ed. Pretextos.
______________________________
(2004) Estado de excepción. Homo sacer II, Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora.
______________________________
(2007) Lo abierto. El hombre y el animal. Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora.
______________________________
(2009) “El autor como gesto”. Profanaciones. Adriana Hidalgo Editora.
- Baudelaire, Charles (1885) Le Peintre de la vie moderne Œuvres complètes. Calmann Lévy, 1885 (III.
L’Art romantique pp. 96-99).
- Beck, Ulrich (2002) La sociedad de riesgo. Barcelona. Siglo XXI.
- Foucault, Michel (1999-24) “El retorno de la moral. Estética, ética y hermenéutica”. Obras esenciales,
Vol. III. Paidós.
___________________________
(1999-10): “Qué es la ilustración. Estética, ética y hermenéutica”. Obras esenciales,
Vol. III. Paidós.
___________________________
(1984) L’usage des plaisirs. Histoire de la sexualité 2. Paris, Gallimard.
___________________________
(2000) Defender la sociedad. Bs.As., FCE.
- Gabilondo, Angel (1999) “La creación de modos de vida” en Michel Foucault: Estética, ética y her-
menéutica. Obras esenciales, Vol. III Paidós, 1999.
- Hermite, M-A. (2007) “Los fundamentos jurídicos de la sociedad de riesgo”. El gobierno de los riesgos.
Un análisis de U.Beck. Compilación de Gonzalo Sozzo. Universidad del Litoral.
- Jonas, Hans (1995) El principio de responsabilidad: ensayo de una ética para la civilización tecnológica.
Editorial Herder
- Lestrinant, Frank (1997) Cannibals. The discovery and representation of the cannibal, from Colombus to
Jules Verne”. Polity Press, Cambridge.
- Ruiz, José Juste (2010) “La protección del medio ambiente en el ámbito internacional”. Notas de
cátedra. Maestría en derecho Ambiental y Urbanístico. Facultad de ciencias Jurídicas. Universidad
del Litoral.
- Rutherford, Paul (2000) “Ecología, ciencia natural y biopolítica” en Revista Mexicana de Sociología,
Vol. 62, No.3, 2000, pp. 147-165.
El “giro biopolítico”
Diego Conno
Universidad Nacional de Buenos Aires - CONICET
Resumen
La aparición en los últimos años del concepto de biopolítica comienza a adquirir cada
vez más relevancia para la teoría y la ciencia política, ya que al presentarse como un
horizonte de comprensión adecuado a los problemas políticos contemporáneos,
configura un nuevo paradigma epistémico en el ámbito de las ciencias sociales. El
propósito de este artículo es examinar algunas de las principales implicancias que
tiene para la teoría y la práctica política esto que podríamos situar bajo la idea de
“giro biopolítico”.
Palabras clave
biopolítica – vida – poder – poshumanismo
Abstract
Since the emergence in recent years of the concept of biopolitics, it has begun to
take on increasing relevance for the political theory and science, appearing as a
horizon of proper understanding for contemporary political problems, and setting
up a new epistemic paradigm in the social sciences field. The purpose of this paper
is to examine some of the principal implications for political theory and practice of
that the we could situate under the idea of “bio-political turn”.
Key words
biopolitical – life – power – posthumanism
3
Sobre el concepto de biopolítica en general, Laura Bazzicalupo y Roberto Esposito (comps.), Politica
della vita, Roma-Bari, 2003; L. Bazzicalupo, “Biopolitica”, in Galli, Carlo (ed.), Enciclopedia del pen-
siero politico, Laterza, Roma, 70-71. y P. Erticari (comp.) Biopolitica minore, Roma, 2003; Pierandrea
Amato (eds.) La biopolitica. Il potere sulla vita e la costituzione della soggettività, Mimesis, Milano. Para
una historia del concepto de biopolítica se puede consultar también Edgardo Castro, Historia con-
ceptual de la biopolítica, UNSAM (2008). En http://www.unsam.edu.ar/mundoscontemporaneos/pdf/
Biopol%C3%ADtica_Texto%20Completo.pdf.
4
Seguimos en este punto los trabajos de Antonella Cutro y Roberto Esposito que se han ocupado de
comentar largamente estas tres etapas. Bíos. Biopolítica y filosofía de Roberto Esposito constituye un
primer intento de sistematización de la historia del concepto de biopolítica. También pueden consultarse
Michel Foucault. Tecnica e vita. Biopolítica e filosofía del “bíos” y Biopolítica. Storia e attualità di un concetto
de Antonella Cutro.
alemana durante los años 20’ y 30’, con dos autores de referencia ineludible5:
uno es el sueco Rudolph Kjellen6 que, hasta donde se sabe, es el primero que
utilizó el término biopolítica para nombrar una cierta dependencia de la socie-
dad respecto de las leyes de la vida7. Kjellen entendía al Estado como “forma
viviente” [som livsform/ als Lebenform], es decir, como un organismo que tiene
pulsiones e instintos naturales. Lo que está en juego en esta perspectiva es la
imposibilidad de cancelar el estado natural en el estado político. Así, a distancia
de gran parte del pensamiento político moderno de cuño contractualista-
liberal, que entiende la esfera de la estatalidad como una ruptura respecto
de la naturaleza, hay aquí una asunción de la imposibilidad de cancelación del
estado natural en el estado civil o político. Por el contrario, el Estado no sólo
no implica el pasaje de un estado natural a otro no-natural, sino que el prime-
ro le sirve como una suerte de fondo o de sustrato al segundo. De lo que se
trata, en última instancia, según este autor, es de concebir el funcionamiento
del Estado en su totalidad en términos biológicos. El segundo autor de relieve
es el barón Jacob von Uexküll, que tiene textos como Staatsbiologie. Anato-
mie, Phisiologie, Pathologie des Staates (Biología de Estado. Anatomía, Fisiología y
Patología de los Estados) de 1920, donde se insiste en el carácter natural de la
política, aunque esta vez haciendo foco en la necesidad de crear una medicina
de Estado, encargada de la salud de todo el cuerpo político. El tercer autor al
que quisiera referirme es el del inglés Morley Roberts, que tiene un texto de
1938 titulado Bio-politics. An essay in the physiology, pathology and politics of the
social and somatic organism (Biopolitica. Un ensayo sobre la fisiología, patología y
política del organismo social y somático). En este texto se repite la relación entre
biología y política o entre medicina y política, pero redirigida ahora en un sentido
inmunitario. La biopolítica aparece, en todo caso, como la ciencia del Estado,
que tiene la doble función de identificar de un lado los riesgos orgánicos que
ponen en peligro al cuerpo político, y de otro, el de establecer las medidas de
protección más adecuadas para la seguridad de dicho cuerpo.
La segunda etapa que podría caracterizarse como humanista, la encontramos
en Francia durante la década del 60’. Dos textos claves desde sus títulos dan
cuenta de este desplazamiento respecto a la etapa anterior: La biopolitique. Essai
d’interprétation de l’histoire de l’humanité et des civilisations de 1960 de Aroon
Starobinski e Introduction à une politique de l’homme de 1965, de Edgar Morin.
El punto de anclaje de estos textos es la necesidad de pensar la historia de la
humanidad en el cruce entre sus aspectos culturales y sus aspectos biológicos.
La tercera etapa, que podría considerarse como naturalista, está vinculada al
5
Además de los autores que aquí se comentan a este primer período le corresponden los siguientes
textos: Karl Binding, Zum Werden und Leben der Staaten, Munich-Leipzig, 1920; Eberhard Dennert, Der
Staat als lebendiger Organismus, Halle, 1922; Eduard Hann, Der Staat, ein Lebenwessen, Munich, 1926.
6
Ver Stormakterna. Konturer kring samtidens storpolitik (1905), Estocolmo, 1911; Staten som livsform
[Estado como forma de vida], Estocolmo, 1916; Grundriss zu einem System der Politik [Sistema de política],
Leipzig, 1920.
7
Grundriss zu einem System der Politik, op. cit., 93-94.
8
Para un análisis del concepto de biopolítica en la obra de Michel Foucault pueden consultarse Edgardo
Castro “Biopolítica: de la soberanía al gobierno” en Revista Latinoamericana de Filosofía Vol. XXXIV Nº
2, 2008, 187-205, y Luciano Nosetto “El incidente biopolítico. Una evaluación de la biopolítica en la obra
de Michel Foucault” en Foro Interno. Anuario de Teoría Política Vol. 12 (2012).
9
Foucault, Michel. “La naissance de la médecine sociale”, en Daniel Defert y François Ewald (dir.) Dits
et écrits II, 1976-1988, Quattro Gallimard, París, 2001, 207-228.
10
Foucault, Michel. ‘Il faut défendre la société’. Cours au Collège de France (1975-1976), Gallimard, París,
1997, 75-100 [Traducción al español: Defender la sociedad. Curso en el Collège de France 1975-1976, 2°
reimpresión, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2001].
11
Foucault, Michel. Histoire de la sexualité 1: La volonté de savoir…, op. cit.
12
Foucault, Michel. Sécurité, territoire, population. Cours au Collège de France (1977-1978), Gallimard,
París, 2004 [Traducción al español: Seguridad, territorio, población. Curso en el Collège de France 1977-
1978, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006]; Naissance de la biopolitique. Cours au Collège
de France (1978-1979), Gallimard, París, 2004 [Traducción al español: Nacimiento de la biopolítica. Curso
en el Collège de France 1978-1979, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2007].
13
Fundamentalmente hay tres textos que, de alguna manera, han establecido los contornos sobre los
que gira el debate biopolítico contemporáneo. Me refiero a Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida,
Pretextos, Valencia, 1998, de Giorgio Agamben; Imperio, Paidós, Buenos Aires, 2002, de Antonio Negri
y Michael Hardt; y Bios. Biopolítica y filosofía, Amorrortu, Buenos Aires, 2007, de Roberto Esposito.
14
Esposito, Roberto. Bíos. Biopolítica y filosofía. Buenos Aires, Amorrortu, 2006. Immunitas. Protección y
negación de la vida. Buenos Aires, Amorrortu, 2005.
excedan esta cuestión, pero también de la vida que queda reducida por este
mismo movimiento a su dimensión biológica. Es decir, hablar de biopolítica
produce también, como un efecto derivado, la reducción de la política a un
dispositivo de conservación de la vida, y de la vida a cuestiones que tienen que
ver con la simple reproducción biológica. Aquí se asienta la idea -de claro sesgo
humanista- según la cual la política moderna en tanto deviene biopolítica es un
dispositivo que hace de los hombres simples animales. Por eso, más que hablar
de biopolítica habría que hablar de zoopolítica15, o de una política de anima-
lización del hombre. Basta recordar, por ejemplo, el diagnóstico de Hannah
Arendt en su libro sobre La condición humana. Para Arendt, lo que caracteriza
la época moderna es la primacía del animal laborans en detrimento de la acción,
que es aquella actividad específicamente política.16
4) La cuarta perspectiva, vincula la idea de biopolítica con las prácticas de
resistencia, que pretenden hacer de la vida ya no el objeto del poder sino su
sujeto. Es decir, la biopolítica aparece así como la posibilidad de reversibilidad
de las relaciones de poder y dominación. En este caso, algunos autores pro-
ponen una distinción entre biopoder y biopolítica17. Si el biopoder es aquello
que oprime a la vida desde su exterior, tratando de capturarla, controlarla,
administrarla, pero también incitarla, fagocitarla, hacerla más productiva y útil,
la biopolítica sería una práctica inmanente a la vida misma, que bloquea, que
resiste y que crea nuevos modos o formas de vida.
Como puede verse, hay una heterogeneidad de significaciones de lo que se
entiende por biopolítica. Frente a esta heterogeneidad, lo que podría decirse,
y de hecho se dice, es que la biopolítica es un concepto altamente expansivo,
impreciso, indeterminado. Y que por lo tanto corre el riesgo de convertirse
en aquello que Aristóteles llamaba topos, es decir, un lugar común, que por su
amplitud y vaguedad, termine no significando nada. Por el contrario, creo que
es esta misma expansión conceptual de la categoría de biopolítica, su riqueza
y su potencia al momento de teorizar sobre la política y las formas de vida
contemporáneas. Por eso, sería más apropiado hablar de biopolíticas en plural
y no de biopolítica, porque los modos en que el poder se ejerce sobre la vida
son múltiples y diversos, como también son múltiples y diversos los modos de
resistencia al poder. En este sentido, y de acuerdo con lo que venimos dicien-
do, podría decirse que la biopolítica opera en la actualidad no tanto como un
concepto o una categoría, sino más bien como una especie de campo proble-
mático. Un campo problemático que pone en consideración cuestiones caras
15
Un trabajo en esta línea puede encontrase en Fabián Ludueña Romandini, La comunidad de los espectros
I. Antropotecnia, Buenos Aires, Miño y Dávila, 2010.
16
Arendt, Hannah. La condición humana, Buenos Aires, Paidós, 2005. Principalmente ver el capítulo VI
“La vita activa y la época moderna”.
17
Lazzaratto, Maurizio. “Du biopouvoir à la biopolitique” en revista Multitudes, marzo de 2000 http://
multitudes.samizdat.net/Du-biopouvoir-a-la-biopolitique; Negri, Antonio. Guías. Cinco lecciones en torno
a Imperio. Paidós, Buenos Aires, 2004.
18
Foucault, DE II: 226. (Las cursivas son nuestras).
Bibliografía
- Amato, Pierandrea (eds.) (2004) La biopolitica. Il potere sulla vita e la costituzione della soggettività,
Milano, Mimesis.
- Agamben, Giorgio (1998) Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida, Valencia, Pretextos.
- Arendt, Hannah (2005) La condición humana, Buenos Aires, Paidós.
- Bazzicalupo, Laura (2000) “Biopolitica”, en Galli, C. (ed.) Enciclopedia del pensiero politico, Roma,
Laterza.
- Bazzicalupo, Laura y R. Esposito (2003) (comp.) Politica della vita, Roma-Bari, Laterza.
- Castro, Edgardo (2008) “Biopolítica: de la soberanía al gobierno”, en Revista Latinoamericana de
Filosofía Vol. XXXIV Nº 2.
______________________________
(2008) “Historia conceptual de la biopolítica”, UNSAM
http://www.unsam.edu.ar/mundoscontemporaneos/pdf/Biopol%C3%ADtica_Texto%20Completo.pdf
- Cutro, Antonella (2004) Michel Foucault. Tecnica e vita. Biopolítica e filosofía del “bíos”, Nápoles,
Bibliopolis.
______________________________
(2005) Biopolítica. Storia e attualità di un concetto. Verona, Ombre Corte.
- Defert, D. y F. Ewald (dirs.) (2001) Dits et écrits II, 1976-1988, París, Quattro Gallimard, París, 2001
- Esposito, Roberto (2005) Immunitas. Protección y negación de la vida, Amorrortu, Buenos Aires.
———(2006) Bíos. Biopolítica y filosofía, Buenos Aires, Amorrortu.
- Foucault, Michel (1997) ‘Il faut défendre la société’. Cours au Collège de France (1975-1976), París,
Gallimard.
______________________________
(1976) Histoire de la sexualité 1: La volonté de savoir, París, Gallimard.
______________________________
(2004) Sécurité, territoire, population. Cours au Collège de France (1977-1978),
París, Gallimard.
______________________________
(2004) Naissance de la biopolitique. Cours au Collège de France (1978-1979), París,
Gallimard.
______________________________
(2001) Dits et écrits II: 1976-1988, París, Gallimard. Daniel Defert y François
Ewald(dir.).
- Lazzaratto, Maurizio (2000) “Du biopouvoir à la biopolitique”, en Revista Multitudes, http://multitudes.
samizdat.net/Du-biopouvoir-a-la-biopolitique.
- Ludueña Romandini, Fabián (2010) La comunidad de los espectros I. Antropotecnia, Buenos Aires, Miño
y Dávila.
- Negri, Antonio y M. Hardt (2005) Imperio, Buenos Aires, Paidós.
- Negri, Antonio (2004) Guías. Cinco lecciones en torno a Imperio. Buenos Aires, Paidós.
- Nosetto, Luciano (2012) “El incidente biopolítico. Una evaluación de la biopolítica en la obra de
Michel Foucault”, en Foro Interno. Anuario de Teoría Política Vol. 12, en prensa.
- Perticari, Paolo (comp.) (2003) Biopolitica minore, Roma, Manifestolibri.
Resumen
Al abordar la actual Ley de Migraciones en Argentina Nº 25.871, existe cierto
consenso sobre el cambio de enfoque que supuso con relación a la Ley General
de Migraciones y Fomento de la Inmigración. La originalidad de la nueva normativa
residiría en la“autolimitación” de la “razón de Estado” a partir del reconocimiento
de las migraciones extranjeras desde el enfoque de derechos humanos. En el artí-
culo propuesto, se entiende que aunque desde la“razón jurídica” se ha avanzado en
garantizar ciertos derechos antes limitados a“sus ciudadanos”, por otra parte esto
puede interpretarse como una continuidad de su“gubernamentalidad” susceptible
de leerse en clave biopolítica.
Palabras clave
biopolítica – normativas migratorias – razón de estado – gubernamentalidad
Abstract
In addressing the present Law on Migration in Argentina Nº 25.871, there is some
consensus on the shift in approach that resulted in relation to the General Law on
Migration and Immigration Promotion. The originality of the new rules would reside
in the “restraint” of the “reason of State” from the recognition of the foreign migra-
tion from the human rights approach. In the proposed article, it is understood that
although since the “legal reason” has advanced in guaranteeing certain rights that
were in the past limited to“its citizens”, on the other hand this can be interpreted
as a continuity of its“governmentality”, susceptible to be read in a biopolitical key.
Key words
biopolitic – migratory regulations – reason of state – governmentality
I. Introducción
Al analizar la historia de las políticas migratorias argentinas, puede decirse
que el año 2003 supuso un cambio en el tratamiento que las migraciones inter-
nacionales venían recibiendo por parte del Estado nacional desde hacía al menos
veinte años. En otras palabras, la sanción de la Ley de Migraciones Nº 25.871, y
su posterior reglamentación en el año 2010, supuso la suspensión de la anterior
Ley General de Migraciones y Fomento de la Inmigración Nº 22.439 del año
1981, más conocida como “Ley Videla” y con ella del espíritu de la “Doctrina
de Seguridad Nacional”1 que impregnó durante años la normativa específica. De
este modo, la nueva Ley encontró un temprano reconocimiento público frente
a su novedoso tratamiento de la migración como un derecho en sí mismo y de
los “derechos humanos” de los/las migrantes por el sólo hecho de ser personas
(Giustiniani, 2004).
En el plano teórico sin embargo, y sobre todo desde el derecho, en más
de una oportunidad el paradigma de derechos humanos ha generado múltiples
debates en torno a la relación existente entre el poder soberano del Estado al
momento de garantizar los derechos clásicos derivados del estatus de ciudadanía
y la naturaleza supranacional que supone el reconocimiento de los derechos
humanos. Desde diferentes enfoques teóricos algunos autores han entendido
que el reconocimiento de este tipo de medidas supondría el debilitamiento de
la soberanía estatal o, en una línea semejante, la asunción de una era posnacional
(Ferrajoli, 1998); otros relativizan este cambio.
En una línea crítica respecto a aquellos abordajes, cabe resaltar el análisis
de Étienne Balibar (2003) según el cual no se asistiría a una era posnacional y
el consecuente debilitamiento del “proyecto de la modernidad”. Por el contra-
rio, de acuerdo a este autor sería necesario repensar qué modelo de nación o
discurso sirve para sostener este tipo de argumentaciones, entendiendo que
bajo los planteos universalistas se encubre y oculta la “forma nación” en cuanto
“formación social”, lo cual implicaría la construcción de un discurso y prácticas
según determinadas estructuras económicas e ideológicas predominantes en
este momento.
Desde el punto de vista que aquí se sostiene, y de manera concordante con
el planteo de Balibar (2003), se entiende que el paradigma que asume la nueva
Ley si bien supone algunas transformaciones no necesariamente genera una in-
terpelación directa a la soberanía estatal. Por el contrario, la evidencia de ciertas
continuidades discursivas que refieren a la “integración regional” e “integración
de los migrantes”, así como el mantenimiento de otras representaciones que
1
La Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN) hace referencia a un conjunto de concepciones emparen-
tadas principalmente a los intereses y enseñanzas de Estados Unidos hacia los países de América Latina,
los cuales propugnaban bajo una concepción de “guerra total” la lucha contra el comunismo propio del
sistema bipolar de la Guerra Fría. De este modo, la DSN se constituía desde un programa completo de
acciones tanto en materia económica, social y política en general, tendiente a garantizar la seguridad y
los intereses del Estado nación (Velázquez Rivera, 2002).
2
Al introducir el concepto de “gubernamentalidad” Foucault lo entiende como “el conjunto constituido
por las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las tácticas que permiten
ejercer esa forma bien específica, aunque muy compleja, de poder que tiene por blanco principal la
población, por forma mayor de saber la economía política y por instrumento técnico esencial los dispo-
sitivos de seguridad” (2009:136).
3
Este concepto ha sido explorado por diversos autores tales como Agamben (2003), Esposito (2006),
por citar sólo algunos de los más conocidos.
4
Al referir a la “historia de las poblaciones” se posiciona desde el abordaje sugerido por Foucault en su
libro Genealogía del Racismo (1996) en el cual manifiesta el rol de la historia como dispositivo de saber-
poder. Esto implica el recorte de “ciertos” “discursos de verdad” que pueden activar “ciertas” reglas de
derecho y en consecuencia, intensificar el poder de“ciertos” sectores sociales.
Esta potestad casi absoluta del Estado moderno, tal como lo anticipó
Foucault (2008), comenzó a ser cuestionada de manera progresiva. Si bien es
posible evidenciar múltiples antecedentes históricos que remiten a distintos
intentos de limitación de la soberanía estatal –los cuales se remontan inclusive
al Tratado de Westfalia del siglo XVII frente a las pretensiones imperiales de
distintas potencias europeas– encuentran su máxima expresión tras las aterra-
doras experiencias de las guerras mundiales en el siglo XX. En otras palabras,
el reconocimiento de la posibilidad de que la política llegara a transformarse
en una “biopolítica negativa” (Esposito, 2006), es decir en la capacidad de los
Estados para dar muerte a la vida misma de los ciudadanos que teóricamente
debería preservar, llevó a poner en tensión este margen de acción.
De este modo, con el Tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra
Mundial, se produjo la emergencia de la Sociedad de Naciones, anteceden-
te directo de la actual Organización de Naciones Unidas (ONU), como la
revisión de los históricos debates sobre la importancia de la preservación
de los derechos humanos. Tomando como referencia la Declaración de los
Derechos del Hombre y el Ciudadano propios de la Revolución Francesa
de 1789, los Estados comenzaron a repensar cuáles eran los límites de la
razón del Estado soberano. En consecuencia, se abrió otro debate sobre las
fronteras entre el poder soberano de los Estados y los poderes supranacio-
nales que comenzaban a coexistir al momento de tomar las decisiones en
un plano interno.
En este sentido, y de manera paralela a la limitación de la“razón de Estado”
los Estados fueron complejizando sus estrategias de gobierno, lo cual no nece-
sariamente ha supuesto el resignar su soberanía.
De este modo, es preciso comprender las cosas no como el reemplazo de una
sociedad de soberanía por una sociedad de disciplina y luego de una sociedad
de disciplina por una sociedad, digamos, de gobierno. De hecho, estamos ante
un triángulo: soberanía, disciplina y gestión gubernamental, una gestión cuyo
blanco es la población (Foucault, 2009:135).
Para cada individuo, según la edad, el lugar donde viva, y lo mismo para cada
categoría de edad, cada ciudad, cada profesión, se va a [a poder] determinar
entonces el riesgo de morbilidad y el riesgo de mortalidad (…)
Tercero, ese cálculo de los riesgos muestra enseguida que éstos no son lo
mismo para los individuos, a todas las edades, en todas las condiciones y todos
los lugares o medios. Hay por lo tanto riesgos diferenciales que ponen de
manifiesto, de algún modo, zonas de mayor riesgo y otras, por el contrario,
donde éste es menor, más bajo (…).
Y para terminar es posible identificar, al margen de la categoría general de la
epidemia, tipos de fenómeno de escalada, de aceleración, de multiplicación
que hacen que la enfermedad, en un momento y un lugar dados, amenace –por
la vía del contagio, claro está– multiplicar los casos, que a su vez multiplicarán
otros casos, según una tendencia, una pendiente que corre el riesgo de no
detenerse a menos que, mediante un mecanismo artificial e incluso mediante
un mecanismo natural aunque enigmático, resulte posible frenar el fenómeno
y hacerlo con eficacia (Ob. cit, 2009: 79-82).
Documentos
Ley General de Migraciones y Fomento de la Inmigración. Ley N º 22.439/81. (23 de marzo de 1981).
Ley de Migraciones. Ley N º 25.871. (17 de diciembre de 2003).
Bibliografía
- Agamben, G. (2003) Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida, España, Pre-Textos, Traducción y
notas de G. Cuspinera
- Arango, J. (2003) “La explicación teórica de las migraciones: luces y sombras” en Migración y Desarrollo.
Número 1, 1-30.
- Balibar, E. (2003) “Homo Nationalis: Boceto antropológico de la forma nación”, en Nosotros ¿ciuda-
danos de Europa?, España, Editorial Tecnos, 35-60.
- Domenech, E. (2009) “La visión estatal sobre las migraciones en la Argentina reciente. De la retórica
de la exclusión a la retórica de la inclusión” en Domenech, E. (Comp.) Migración y Política: El Estado
interrogado. Procesos actuales en Argentina y Sudamérica, Córdoba, Editorial de la Universidad Nacional
de Córdoba, 21-69
- Esposito, R. (2003) Communitas. Origen y destino de la comunidad, Buenos Aires, Amorrortu Editores.
_____________________
(2006) Bios. Biopolítica y Filosofía, Buenos Aires, Amorrortu Editores.
- Ferrajoli, L. (1998) “Más allá de la soberanía y la ciudadanía: un constitucionalismo global”, en ISONO-
MIA. Nº 9. s/n. En:http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12504985356703728543657/
isonomia09/isonomia09_10.pdf Fecha de consulta: 10/3/2011.
- Foucault, M. (1996) Genealogía del Racismo, Caronte Ensayos. Buenos Aires, Altamira.
______________________
(2008) Nacimiento de la biopolítica, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
(2009) Seguridad, territorio y población, Primera Edición. Tercera Reimpresión. Buenos
______________________
Luciana de Diego
Universidad Nacional de General Sarmiento
Resumen
En el presente artículo se analizan todos los proyectos presentados en la Legislatura
de la ciudad de Buenos Aires para la creación de la policía metropolitana, desde el
primero de 1997 hasta la crisis de 2001. El trabajo sobre los proyectos de todas las
fuerzas políticas porteñas guiará una pregunta más general acerca de la seguridad y
el control de la población a través del miedo. La mirada del debate para la creación
de la policía porteña se centrará tanto en la relación de las diferentes las fuerzas
políticas porteñas con el gobierno nacional, como en (y principalmente) su relación
con las conceptualizaciones acerca de una mutación biopolítica, el pasaje de los
dispositivos disciplinarios a los de control.
Palabras clave
policía- biopolítica- seguridad- miedo- control
Abstract
In the present article we research all the projects presented in Buenos Aires’s
Legislature for the creation of the metropolitan police, from the first one of 1997 up
to the 2001’s crisis. The work on the projects of all the political forces will guide a
general question about security and the control of the population through the manage
of fear. The debate for the creation of the Buenos Aires’s police will be centered
on the relation of the different political forces with the national government, and
principally on the relation between it and the conceptualizations about a biopolitical
mutation, the passage of the disciplinary to the control.
Key words
police- biopolitics- security- fear- control
Introducción
La existencia de una policía de la ciudad de Buenos Aires está relacionada con
la autonomía política de dicha ciudad. Hasta la reforma constitucional de 1994
Buenos Aires careció de autonomía y cuando la consiguió fue sin el traspaso de
la competencia de seguridad. Esta siguió quedando, según la ley 24588 de 1995,
bajo jurisdicción del gobierno nacional a través de la policía federal. Para que la
ciudad tuviera autonomía policial, tanto como la había obtenido en materias de
Salud y Educación, el Congreso Nacional debía modificar la citada ley. Recién en
2007 los representantes porteños consiguieron una reforma que permitió a la
postre la creación de la policía metropolitana, dedicada a materias no federales.
Esta policía está directamente asociada a la fuerza política que motorizó su crea-
ción (tras haberla colocado entre sus principales demandas antes de acceder al
gobierno porteño) el partido de centro-derecha Propuesta Republicana, PRO.
En el presente trabajo se analizan todos los proyectos presentados en la
Legislatura porteña para la creación de la policía metropolitana, desde la refor-
ma constitucional hasta la crisis de 2001. El período que cubre la investigación
permitió relevar que no fueron los sectores de centro-derecha los que más
propuestas presentaron, sino el arco político opuesto, que incluso presentó el
único proyecto integral de creación de la policía porteña entre 1997 y 2001.
Estos resultados empíricos permiten avanzar sobre uno de los aspectos centrales
que el presente artículo pretende discutir: el control de la población a través
del manejo del miedo, visto desde el análisis de caso de los primeros proyectos
de creación de la policía de la ciudad de Buenos Aires, indagando su relación
con los diferentes sectores políticos porteños que motorizaron el reclamo1 y
sus relaciones con el gobierno nacional.
Trabajamos el período que media entre los años 1997 y 2001. A partir de
la primera fecha comenzó a funcionar la Legislatura de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires y el cierre del período es diciembre de 2001, que marcó un punto
de inflexión en la política argentina contemporánea (entre otros elementos se
produjo la debacle del gobierno nacional de quien había sido jefe de gobierno
porteño y reapareció con mayor fuerza la seguridad como un problema de
agenda)2. Los momentos que siguieron a aquella primera etapa de proyecto de la
policía metropolitana fueron desde la crisis a la creación de la policía (2008) y los
debates en torno a la organización de la misma ocurrieron durante el gobierno
de Mauricio Macri. Estos no podrán ser abordados en el presente artículo, que
se propone, por otro lado, una genealogía de la policía porteña que permita
reflexionar a partir de los primeros proyectos para su creación, acerca de una
mutación biopolítica, un cambio de los dispositivos disciplinarios a los de control.
1
“La seguridad ya no es tópico exclusivo de la dureza de la derecha, sino que debe serlo de todo el
espectro, en fórmula propagandística de donde nadie podía quedar afuera” (Kaminsky, 2007: 28).
2
La etapa post crisis de 2001 estuvo signada también por el crecimiento mediático de la “ola de in-
seguridad”, fundamentalmente en torno al “caso Blumberg”; para un acercamiento a la misma véase
Livszyc (2004)
intereses del Estado nacional, mientras la ciudad de Buenos Aires sea capital
de la Nación. En el marco de lo dispuesto en este artículo, el Congreso de
la Nación convocará a los habitantes de la ciudad de Buenos Aires para que,
mediante los representantes que elijan a ese efecto, dicten el Estatuto Orga-
nizativo de sus instituciones.
Con este artículo se terminó con la figura anterior del intendente que a
la par de un Concejo Deliberante (integrado por 30 legisladores surgidos de
elecciones) gobernaba la ciudad. En Diciembre de 1995, el Parlamento Nacional
aprobó la ley 24620, “Ley de Convocatoria”, por la que se convocó
a los habitantes de la ciudad de Buenos Aires a la elección de un Jefe y Vicejefe
de Gobierno y de sesenta representantes que dictarán el Estatuto Organizativo
de sus instituciones, previsto por el artículo 129 de la Constitución Nacional.
en las dos cámaras del Congreso de la Nación una mayoría que modificara la
ley Cafiero. Esta ley, por otro lado, no estableció ninguna disposición relativa
al manejo de la Salud o la Educación, lo que para muchos mostró que los
intereses del “Estado Nacional en la ciudad de Buenos Aires” que dicha ley
resguardaba se referían básicamente al control de la justicia y la policía. Este
punto es importante porque la Salud y la Educación sí fueron traspasadas al
gobierno porteño, aunque sin las partidas presupuestarias correspondientes,
contrariamente al artículo 75 de la Constitución Nacional7.
Tras estos antecedentes puede observarse que dado el cercenamiento inicial
de la posibilidad de una policía porteña, desde la Legislatura de la Ciudad de
Buenos Aires los primeros proyectos en torno del tema policial tuvieron que
ver con quejas por la falta de autonomía, la sanción de iniciativas, declaracio-
nes, pedidos y acuerdos con el poder ejecutivo nacional8. Estas propuestas, y
fundamentalmente los argumentos que esgrimen serán analizadas en lo que
sigue. Luego el análisis se centrará en el único proyecto presentado que, más
allá de su evidente impotencia dada la existencia de la ley Cafiero, se propuso
crear la Policía Metropolitana. Finalmente, en las conclusiones, relacionaremos
el relevamiento empírico realizado con las herramientas conceptuales que
permiten pensar una mutación de la cuestión social en la Argentina, en torno
a la creación de dispositivos de control.
Año Cantidad
1997 0
1998 4
1999 2
2000 10
2001 12
9
Los cuadros son de elaboración propia.
Del cuadro Nº 3 advertimos que las razones más empleadas para recla-
mar el traspaso refieren a lo que podríamos llamar la lucha por el manejo de
recursos entre el ejecutivo nacional y el gobierno porteño. Buenos Aires no
aceptaba financiar la policía sin que antes se la traspasaran y llamaba a respetar
la autonomía conseguida con la reforma constitucional de 1994, y refrendada
con la sanción de la constitución porteña. Esto es importante para entender un
aspecto central del problema del traspaso: la compleja puja por el manejo de la
policía y el control de los recursos con que se financiaría esa policía.
Así es como el día 12/03/1998, se aprobó el proyecto de declaración según
el cual
se insta al Jefe de Gobierno de la Ciudad a que acelere las gestiones tendientes
a obtener el traspaso de la Policía Federal, afirmando que el mismo deberá
realizarse en el menor tiempo posible y con la totalidad de los elementos
humanos e instrumentales necesarios para el eficiente funcionamiento de la
institución, superando la intención del Ejecutivo Nacional de negar o dilatar
injustificadamente la realización del traspaso, restringiendo la Autonomía de
esta Ciudad al privarla de su propio cuerpo de seguridad. (Proy. Nº 199801075)
Esa misma impotencia era reconocida por los legisladores porteños al iniciar el
último proyecto citado diciendo que
… vería con agrado que los Diputados Nacionales por la Ciudad de Buenos
Aires, propongan la urgente modificación de la ley 24588, de garantía de los
intereses del Estado Nacional, a fin de garantizar el traspaso al ámbito de
la Ciudad de Buenos Aires la jefatura y administración de la Policía Federal.
Respecto del manejo de los recursos de la policía, son bien ilustrativos dos
casos, el primero de los cuales nos remonta a mayo de 2000, cuando el enton-
ces Ministro de Economía José Luis Machinea proponía un nuevo ajuste, según
el cual “la Nación promoverá un acuerdo con el Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires por el cual éste compensará los servicios prestados por la Policía
Federal en la jurisdicción de la Ciudad” (Proy. Nº 200001290). El proyecto de
los legisladores porteños respondió afirmando que
La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires expresa su rechazo a
la citada medida ya que la misma constituye un serio obstáculo para la conse-
cución de la autonomía plena de la ciudad. Decimos esto porque es una Ley
Nacional la que prohíbe a la ciudad tener su policía propia y una decisión del
Poder Ejecutivo Nacional la que pretende obligar a la ciudad a pagar por un
servicio que se le prohíbe prestar, (a pesar de las reiteradas expresiones de vo-
luntad de la totalidad de las fuerzas políticas de la ciudad y de esta Legislatura).
12
Toma afirmaba que “Fernando de la Rúa tendría que callarse, dejar de hacerse el tonto y tomar a su
cargo la Policía. Actúa como un manosanta sanador. En lugar de hablar payasadas tendría que poner los
atributos sobre la mesa y derogar ese mamarracho de Código de Convivencia”. De la Rúa no respondió
por sí mismo, sino a través de su secretario de Gobierno, Enrique Mathov quien respondió que “El de
Toma es un claro caso de impotencia. Como todo impotente, se jacta de su agresividad. Pero tiene el
instrumento, tiene la fuerza, y no sabe o no puede usarla”.
13
Una nota dedicada al desconsuelo de la familia Revelli, destaca que “En esa casa apagada se escucha la
frase del padre: ‘En este país se perdieron los valores éticos. Reniego de la Argentina y de los argentinos’.
Su hijo Alberto completa la idea: ‘Nos iríamos del país, si pudiéramos’”.
14
Juan Bautista Revelli, en la nota citada donde se comenta el asesinato de su hijo en un intento de robo.
15
“Formulado ante la sensación de inseguridad, la biopolítica del miedo asociado al crimen mantiene una
atención exasperada que se coloca, burdamente, como irracionalidad. Percepción, sensación, miedo, un
temido encuentro de-la-ley con lo fuera-de-la-ley” (Kaminsky, 2007: 28).
16
Estos argumentos también fueron destacados por Jorge Enríquez, en una entrevista para el presente
trabajo.
Conclusiones
A partir de las estadísticas oficiales (cuadro Nº 4) se puede ver que el
delito en la ciudad de Buenos Aires aumentó claramente entre 1995 y 2001.
Sin embargo, de estas estadísticas no todos los actores del presente trabajo
desprendieron las mismas causas, ni las mismas soluciones. Para los que trabaja-
ron en pos de la creación de la policía metropolitana, sin embargo, la discusión
sobre las causas del delito eran subsidiarias de la discusión acerca de cómo se
debía solucionar este problema, y sus esfuerzos se concentraban en el debate
en torno a quién maneja a la policía y quién la financia.
Desde el gobierno nacional el problema de la inseguridad en la ciudad de
Buenos Aires se debía a la sustitución de los edictos policiales por el código de
convivencia; así, funcionarios del gobierno de Menem declararon en repetidas
oportunidades que aquellos deberían reimplantarse. Para ellos no se trataba de
un problema de profesionalización de la policía federal (que ellos manejaban) o
un problema que se solucionaría transfiriendo la policía a la ciudad17.
17
Detrás de esto está la relación saber-poder, y los “efectos de verdad que el poder produce y transmite
y que a su vez reproducen el poder” (Foucault, 1992a: 34) dado que la pelea por controlar los recursos
de la policía es al mismo tiempo, una pelea por definir al delincuente, al problema de la inseguridad en
la ciudad de Buenos Aires, y después de ello, la solución a ese problema por cada uno de ellos definido.
21
Como parte de la misma mutación un documento del Banco Mundial (1997) afirmaba la importancia de
la seguridad para que los países en desarrollo recibieran inversiones: “Una encuesta entre empresarios
del sector formal e informal de 69 países desarrollada específicamente para este informe confirma algo
que ya se sabía en forma más fragmentaria: que muchas naciones no cuentan con las bases instituciona-
les imprescindibles para el desarrollo del mercado [...] Los elevados niveles de delincuencia y violencia
personal y un sistema judicial imprevisible, se combinan para constituir lo que en el presente informe se
denomina ‘síndrome de ilegalidad’ [...] De esa manera, lejos de contribuir al crecimiento del mercado,
lo perjudican y socavan la credibilidad del Estado” (Banco Mundial, 1997: 4). Para bajar la inseguridad
recomendaban la descentralización de las fuerzas policiales para “adecuar los servicios a las preferen-
cias locales”, situando así a la protección policial, dentro del marco de lo local, no de lo nacional: “el
traspaso, es decir, la transferencia de recursos y de autoridad política a autoridades de nivel inferior
que son en gran medida independientes de los niveles superiores de gobierno” (Banco Mundial, 1997:
13). La administración burocrática, que sobreviene a las luchas políticas, ensalza la técnica conformada
por el localismo de los problemas, la autonomía de los proyectos, el instrumentalismo y la eficacia. Una
administración eficaz es la piedra fundamental de reforma del policial y judicial (Foucault, 1992b; Hardt
y Negri, 2004) para manejar la proximidad y pacificarla. Un ejemplo de esto podría ser, creemos, la
búsqueda de involucramiento de los vecinos para controlar al delito, mediante la creación de redes de
comunicación entre ellos en los distintos barrios, su conexión con la policía, las asambleas en los CGP’s
para debatir cómo reducir el delito, entre otras.
22
Cabe recordar que La Policía Metropolitana, creada por la Ley 2.894 de Seguridad Pública de la Legis-
latura porteña en agosto de 2008, tuvo su primera partida presupuestaria en el 2009 con el programa
“Plan de Seguridad” ($ 167.421.758) lo cual representó el 16% del total del presupuesto del Ministerio
de Justicia y Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires. Su financiamiento se realizó con recursos de la
ciudad, ya que no fueron transferidos ninguno desde el gobierno central. Un año después tres programas
sostenían a la policía porteña. Ellos eran: Unidad de Organización Administrativa ($ 7.438.945), Policía
Metropolitana ($ 253.142.408) y Instituto Superior de Formación Policial ($ 32.296.089). Entre los tres
programas llegaron al 29% del presupuesto del Ministerio de Justicia y Seguridad. Todos los datos del
presupuesto de la ciudad de Buenos Aires, 2009 y 2010.
Bibliografía
- Banco Mundial (1997) Informe sobre el desarrollo mundial. El Estado en un mundo en transformación.
- Botana, N. (1994) El orden conservador. La política argentina entre 1880 y 1916, Buenos Aires , Sud-
americana.
- Centro de Estudios Legales y Sociales (1998) “Violencia, inseguridad y derechos humanos”, Informe
1998, Capítulo II, Buenos Aires.
- Deleuze, G. (1999) “Postdata sobre las sociedades de control”, en Ferrer, Christian (comp.) El lenguaje
libertario. Antología del pensamiento anarquista contemporáneo, Buenos Aires, Altamira.
- Foucault, M. y Deleuze, G. (1992a) “Los intelectuales y el poder”, en Foucault, M. Microfísica del
poder, Madrid, La Piqueta.
- Foucault, M. (1992b) “Primera, segunda y tercera lección”, en Genealogía del racismo. De la guerra
de razas al racismo de Estado, Madrid, La Piqueta.
(1999) “Omnes et singulatim: hacia una critica de la ‘razón política’”, en Ferrer, C. (comp.)
______________________
El lenguaje libertario. Antología del pensamiento anarquista contemporáneo, Buenos Aires, Altamira.
- Hardt, M. y Negri, A. (2004) Imperio, Paidós, Buenos Aires.
- Kaminsky, G. (2007) “Biopoder, seguridad y policía”, en Ciencias Sociales. Revista de la Facultad de
Ciencias Sociales-UBA, Nº 69, Buenos Aires, 28-29.
- Livszyc, P. (2004) “Los medios de comunicación y la ‘ola de inseguridad’”, en Ciencias Sociales. Revista
de la Facultad de Ciencias Sociales-UBA, Nº 56, Buenos Aires, 19-30.
- Murillo, S. (2002a) Sujetos a la incertidumbre: transformaciones sociales y construcción de subjetividad
en la Buenos Aires actual, Buenos Aires, Centro Cultural de la Cooperación.
(2002b) “La cuestión social en Buenos Aires. La condición trágica de los sujetos”, en
______________________
De la disciplina al conflicto:
gubernamentalidad liberal
y escuela en Colombia
Juan Carlos Echeverri Alvarez
Universidad Pontificia Bolivariana
Resumen
Se retoma la concepción foucaultiana de gubernamentalidad liberal para pensar la
escuela en Colombia y mostrar de qué manera esa escuela, históricamente presentada
como disciplinaria, vertical y autoritaria, ha sido el dispositivo mediante el cual las
estrategias del poder construyen la libertad necesaria para gobernar. Si actualmente
la escuela se presenta violenta, conflictiva y carente de autoridad, esos problemas no
pueden ser abordados con invocaciones a mayor democracia, libertad y autonomía,
como se estila hacer, sino pensar que esos son los elementos históricos a través de
los cuales la escuela ha llegado a ser lo que actualmente es.
Palabras clave
liberalismo – gubernamentalidad – escuela – libertad
Abstract
We take up Foucault’s conception of liberal governmentality in order to think school
in Colombia and show how that very school, historically presented as a disciplinary,
vertical and authoritarian, has been the device by which the power´s strategies
build the necessary freedom to govern. If school currently is presented as violent,
controversial and lacking in authority, such problems can not be dealt through
invocations to greater democracy, freedom and autonomy, as is customary to do,
but by thinking that these are the historic elements through which the school has
become what it actually is.
Key words
liberalism – governmentality – school – freedom
Introducción
En Colombia, país con diversas expresiones de violencia históricamente
enquistadas en la sociedad como una forma recurrente de resolver sus conflic-
tos, palabras tales como libertad y democracia se convierten en invocaciones
constantes, sinceras o retóricas, emanadas desde diferentes estamentos sociales
para lograr su arribo y arraigo definitivo en la nación (Malcolm Deas, 1995). En
relación con la democracia, por ejemplo, gente común, políticos, intelectuales,
medios de comunicación y sistema educativo, comparten la manida invocación
hasta el punto de desconcertar el hecho evidente de una abundancia discursiva
de democracia frente a su casi total ausencia en prácticas por fuera del ritual
eleccionario. Especie de eficacia simbólica mediante la cual el discurso produce
una realidad tan verdadera que ni siquiera las evidencias de la cotidianeidad
más arbitraria logra desvirtuar. En este discurso oceánico de la democracia,
la escuela se asume como el espacio expedito para su transmisión ideológica,
para la apropiación de los símbolos que favorecen la adquisición del espíritu
correcto: aquél en el cual la democracia es el ideal que permite reproducir un
sistema siempre en potencia de su propio mejoramiento (Hobsbawm, 2003:
117); la escuela se presenta como el espacio para la escenificación de prácticas
efectivamente democráticas y, por tanto, incubadora de la auténtica democracia
siempre próxima a llegar. Forzar ese arribo supone, entonces, democratizar
la escuela dado que ésta es todavía el escenario privilegiado para formar las
personas según el ideal social (Jaeger, 1993: 10).
En tal sentido, el artículo reflexiona en torno a la escuela en el marco de la
gubernamentalidad liberal. Muestra que la democracia, en cuanto concreción
visible de tecnologías de poder vigentes, comporta procesos específicos en la
escuela que son nombrados aquí, provisionalmente, como el tránsito desde
una escuela disciplinada hasta otra conflictiva, violenta, terapéutica y falta de
autoridad, esto es, indisciplinada. Ubicar la escuela en este marco no es una
idea inédita: entre la sociedad y la escuela no hay esencialmente destiempos,
abismos insalvables, desfases o manipulaciones políticas autoritarias. La es-
cuela hace parte de las estrategias del poder que se ponen en juego en un
momento determinado para el gobierno de los hombres. Foucault lo expresa
claramente en un párrafo que, aunque no se refiere directamente a la escuela,
puede aplicarse a las relaciones que con ella establece el poder sin caer en
extrapolaciones insalvables:
Lo que debería estudiarse ahora (…), es la manera como los problemas es-
pecíficos de la vida y la población se plantearon dentro de una tecnología de
gobierno que, sin haber sido siempre liberal –lejos de ello–, no dejó desde
fines del siglo XVIII de ser atravesada por la cuestión del liberalismo (Foucault,
2006: 419).
1
“¿Y si el estado no fuera más que una manera de gobernar? ¿si no fuera otra cosa que un tipo de gu-
bernamentalidad? Y de hecho ¿qué pasaría si todas esas relaciones de poder que vemos formarse poco
a poco se coagulan y generan efectos, si esas prácticas de gobierno fueran precisamente el elemento
sobre cuya base se constituyó el Estado?” (Foucault, 2006: 291).
durante el año para hacerlo expulsar, como pretende, lo que conlleva anota-
ciones continuas y remisión a especialistas. Por lo pronto, cuando descubre
que este niño está golpeando a otro párvulo, con sigilo comisiona a otro niño,
mayor que él, para que los separe y, si puede, le pegue a su vez una golpiza al
abusador. Golpiza con un propósito pedagógico, naturalmente: enseñarle a no
agredir a los otros en una buena lógica de convivencia.
Sería inútil multiplicar los ejemplos de violencia, intolerancia escolar, porte
de armas, drogadicción, abusadores y hasta muertes en las instituciones edu-
cativas colombianas para decir que actualmente la escuela no es el espacio
rígido fundado por sociedades disciplinarias en un tiempo que ya dejó de ser el
nuestro. Por el contrario, la escuela es escenario de conflictos y de violencia, la
receptora de campañas de convivencia y prevención temprana de la agresividad.
Empero, el tránsito de una escuela disciplinada a una escuela indisciplinada no es
visible con facilidad. La escuela se continúa asumiendo en términos discursivos
como escenario de disciplinamiento: expresión de una sociedad igualmente
disciplinaria en la cual la forma examen, la vigilancia y el castigo, fundamentan
el arte de gobernar (Foucault, 1984). Tal argumento tiene entre sus voceros
cotidianos no sólo a la gente común, sino a sectores políticos e intelectuales que
denuncian los destiempos entre la escuela y la sociedad en la cual se inserta, la
represión institucional, el autoritarismo de los maestros y la rigidez desfasada
de los saberes que enseñan, con el fin de invocar la democracia y la libertad
como únicas salidas para una escuela anquilosada en sus prácticas.
La educación colombiana, por razones culturales y políticas que ameritan un
análisis detallado, se ha caracterizado por su autoritarismo y verticalismo.
En ella impera una disciplina exterior que requiere para su existencia de la
omnipresencia constante de la autoridad. Lejos estamos de una disciplina que
haya sido interiorizada por los individuos consciente y racionalmente, por el
contrario, los códigos, regímenes de sanciones, los reglamentos antidemocrá-
ticos, la disciplina de la sumisión son la constante de la escuela y ello nos
aleja de la posibilidad de una educación en libertad y democracia” (“Editorial”,
Revista Educación y Cultura, 1988).
expresiones de contrición traza estrategias para, con sus nuevas prácticas, por
fin alcanzar esos discursos para hacer más libres y autónomos a los niños. De
los maestros, entonces, emana también, como de otros sectores, el reclamo
por alcanzar la democracia que queda faltando para hacer la escuela más libre,
para lograr la convivencia pacífica, la superación del conflicto por la vía del
diálogo y el respeto de los derechos del otro.
Cabe preguntar, con base en el esquema planteado, ¿no es precisamente la
democratización de la escuela, la libertad que ella construye, la que produce
fenómenos irreconocibles históricamente?, ¿no será preciso invertir los ele-
mentos? Tal vez no haya una escuela conflictiva y violenta y, al mismo tiempo,
escuela terapeútica y ayudadora, una escuela culpable que requiera democra-
tizarse, sino que esa escuela es así porque históricamente ha sido el dispositivo
para construir la libertad y eternizar las demandas de su ampliación constante.
¿Dónde si no en la democracia puede existir conflicto entre niños y adultos? No
se pretende pasar por inocente confundiendo la democracia de los antiguos y de
los modernos, mezclando los rostros y las prácticas, pero pensando el presente
se podrían recordar las palabras atribuidas a Platón sobre la democracia: en
ella la libertad lleva a la falta de respeto por las leyes y hay una inclinación a la
subversión de toda autoridad al punto que:
Allí el maestro teme a sus discípulos y les adula; los alumnos menosprecian
a sus maestros y del mismo modo a sus ayos; y, en general, los jóvenes se
equiparan a los mayores y rivalizan con ellos de palabra y de obra, y los an-
cianos, condescendiendo con los jóvenes, se hinchan de buen humor y de
jocosidad, imitando a los muchachos, para no parecerles agrios ni despóticos
(Platón, República).
Conclusiones
La gubernamentalidad liberal, en los términos propuestos por Michel
Foucault, todavía tiene vigencia, es decir, la lógica del poder –llámese de con-
trol o de Gerenciamiento– todavía requiere de la construcción constante de
la libertad necesaria para el gobierno de la población.
En este sentido, históricamente, la imagen convencional de la democrati-
zación de la sociedad se presenta como la lucha de los sin historia, de los sin
derechos, de una periferia social que, en un momento determinado, adquiere
conciencia de sí misma y emprende batallas a través de las cuales, una vez se
triunfa, transforma en sujetos de derecho, por ejemplo, un género, una edad,
un color, un trabajo o una enfermedad. Bajo esta lógica, se supone que mujeres,
negros, niños, enfermos, han sido capaces de ganarse con alto precio su puesto
en una democracia que, al reconocerlos en última instancia, queda cada vez
más fortalecida. Tal vez, sin embargo, habría que pensar de otro modo. Pensar
que no hay pioneros de las libertades ni de los derechos, sino tecnologías de
poder, estrategias de gobierno que fuerzan a cada vez más amplios sectores
poblacionales para que participen de la lógica liberal del poder. Tecnología
del poder que no escatima la libertad, por el contrario, la impone por todo el
espectro social porque el liberalismo necesita mujeres, negros, niños y traba-
jadores para el consumo individual.
La escuela es el escenario por antonomasia para la construcción de sujetos
libres. Ha sido el dispositivo histórico mediante el cual la forma del poder ha
logrado que se mantenga una producción constante y en continuo refinamiento.
Si bien en los inicios de la república la escuela se valió del método (lancasteriano)
con fundamento disciplinar como máquina de saber-poder sobre los niños, otros
modelos pedagógicos iniciaron el aún no terminado viaje hacia el sí mismo que
hace transitar la libertad de las expresiones externas de la ley y del derecho a
la absoluta individualidad, hacia el adentro de las personas como única vía de
las resistencias o las renuncias.
La escuela es todavía el dispositivo de la gubernamentalidad liberal. No
es el espacio del autoritarismo, el castigo o el encierro, sino el espacio en el
cual se construye la obsesión imaginaria de la libertad individual y se aniquila
la capacidad de pertenencia a trabajos comunitarios de resistencia. Es decir, la
escuela produce la libertad liberal para el gobierno de la población: una libertad
que frente a los obstáculos de las condiciones reales de existencia no encuentra
más salida que la violencia contra lo próximo o el encerramiento en el sí mismo.
Bibliografía
- Bobbio, Norberto (1987) La teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento público.
México. Fondo de Cultura Económica.
- Deas, Malcolm (1995) “Canjes Violentos: reflexiones sobre la violencia política en Colombia”, en
Dos ensayos especulativos sobre la violencia en Colombia. Bogotá. Fonade. Departamento Nacional de
Planeación. Tercer Mundo Editores.
- Forrester, Viviane (1998) El horror económico. México. FCE.
- Foucault, Michael (2001) Defender la sociedad. Buenos Aires. FCE.
_____________________________
(2006) Seguridad, territorio, población. México. FCE.
_____________________________
(2007) Nacimiento de la Biopolítica. México. FCE.
- Grinberg, S. (2006) “Educación y gubernamentalidad en las sociedades de gerenciamiento”, en Revista
Argentina de Sociología. Vol. 4. N° 006. Pp. 67-87.
- Hardt, Michel y Negri, Antonio (2001) Imperio. Buenos Aires. Paidós.
- Hobsbawm, Eric (1996) Historia del siglo XX, 1914-1991. Crítica. Barcelona.
_____________________________
(2003) La era del imperio. 1875-1914. Crítica. Barcelona.
- Jaeger, W. (1993) Paideia. Buenos Aires. FCE.
- Jares, X. R. (1996) “El conflicto, la naturaleza y función en el desarrollo organizativo de los centros
escolares”, en Domínguez, G. y Mesanza, J. Manual de organizaciones educativa. Madrid. Escuela
Española.
- Varela, Julia (1995) “Categorías espacio-temporales y socialización escolar. Del individualismo al
narcisismo”, en Larrosa, Jorge (ed.) Escuela, poder, y subjetivación. Madrid. La piqueta.
Vicente Sisto
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Resumen
Es de conocimiento común que las políticas estatales, especialmente las políticas
sociales han tenido un vuelco importante los últimos veinte años en Latinoamérica.
Las políticas educativas no han quedado eximidas de esto y han tomado formas
radicalmente distintas a lo que fueron en periodos precedentes. La pregunta que
intenta responder este artículo es acerca de cómo se han concretado las nuevas
formas de hacer política en el ámbito educativo, a través de dispositivos propios de
las nuevas sociedades de control. A través de la metodología de análisis de discurso,
se estudiaron textos oficiales del ministerio de educación de la reforma educativa en
Chile y las políticas de fortalecimiento de la profesión docente. Se plantean algunos
resultados en torno a cómo el docente es situado como una pieza clave para el fun-
cionamiento exitoso de la reforma a través de dispositivos de poder y de tecnologías
del yo que construyen categorías de inteligibilidad.
Palabras clave
gubernamentalidad – profesión docente – tecnologías del yo – discurso
Abstract
It is common understanding that state policies, especially social policies, have had
a significant turnaround over the past 20 years in Latin America. Education policies
have not been exempted from this, and they have taken radically different forms
than in previous periods. The question this article tries to answer is how new forms
of politics in education have been settled, through devices characteristic of the new
societies of control. Through the methodology of discourse analysis, official texts
of the education reform are studied in Chile. We bring up some results about how
teachers are positioned as the key to the successful operation of the reform through
mechanisms of power and technologies of the self that build categories of intelligibility.
Key words
governmentality – teaching profession – technologies of self – discourse
1
Este artículo ha sido apoyado por el Fondo Nacional de Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología de
Chile, mediante el proyecto FONDECYT Nº 1090739.
Resultados
El docente como estratega
Las políticas de fortalecimiento de la profesión docente definen un modelo
de profesión docente que demanda al profesor organizar y ejecutar su labor de
determinada forma, prescribiendo con ellos las prácticas que según la política
darían cuenta del docente. El siguiente fragmento nos permite trabajar sobre
esta idea.
El docente, basándose en sus competencias pedagógicas, en el conocimiento
de sus alumnos y en el dominio de los contenidos que enseña, diseña, selec-
ciona y organiza estrategias de enseñanza que otorgan sentido a los contenidos
presentados; y, estrategias de evaluación que permitan apreciar el logro de los
aprendizajes de los alumnos y retroalimentar sus propias prácticas. (doc. 2)
Las nuevas formas de gobierno sobre los docentes son vistas como una forma
sutil de introducirse en la vida íntima de los sujetos, espacio donde dispositivos
híbridos y múltiples intervienen en el conjunto de condiciones de la vida bus-
cando la constitución de la subjetividad, solicitando decisiones y acciones de
los individuos. Como señalan Dreyfus y Rabinow (2001), el bio-poder se filtró
en las más pequeñas contorsiones y minúsculas vibraciones del alma.
De acuerdo a Rose (1998), las sociedades occidentales actuales tienen la
capacidad de construir sujetos con límites estables y definibles, que son origen
de decisión y acción. Sisto (2008:3) apoya esta idea señalando “Si la libre elec-
ción es el valor fundamental, el objeto de gobierno principal es la intimidad en
base a la cual el sujeto ‘elige libremente’”. Así las formas de gobernar también
se vuelven fabricantes y productoras de libertad.
Paralelo a esto se desarrolla una forma de organizarnos donde el poder
funciona y se ejerce sin centralización (Foucault, 1992), fomentando el control
dentro de cada parte de la red (individuos, equipos de trabajo). En educación la
demanda a la autoevaluación y autoregulación de la carrera profesional, pres-
crito sin embargo por estándares externos al sujeto, se vuelve emblema de las
nuevas políticas de fortalecimiento profesional. Este sistema descentralizado
permite una presencia del Ministerio de Educación, como entidad abstracta,
en cada institución educativa señalizando qué es lo esperable de la producción
escolar, gobernando a “distancia” a través de la instrumentalización de una
autonomía regulada de los actores educativos (Bardisa, 1997; Navarro 2003).
Agregado a esto, este mecanismo permite que se intercalen dispositivos de
división y aislamiento entre los conflictos locales y el resto del sistema (Weiler,
1996; Bardisa, 1997) favoreciendo la fragmentación y descentralización.
Gobernar tal como lo señala Foucault (1990) es punto de encuentro entre
las tecnologías de poder y las tecnologías del yo. Las políticas educativas pres-
criben aquellas particulares formas en las cuales los docentes deben conocerse
y dominarse a sí mismos, a través de la creación de un juego de verdades
acerca de qué es ser un buen docente y un mal docente y las implicancias
sociales y subjetivas de “ser” uno o el otro. La política de fortalecimiento
docente es ante todo una construcción de verdad, con un conjunto de cri-
terios e indicadores que permite ver y nos indica cuán cerca estamos de ser
un buen o mal docente.
Bibliografía
- Andrade, Dalida y Feldfeber, Myriam (2008) Políticas educativas y trabajo docente. Nuevas regulaciones
¿nuevos sujetos?, Buenos Aires, Noveduc.
- Bardisa, Teresa (1997) “Teoría y Práctica de la Micropolítica en las Organizaciones Escolares”, en
Revista Iberoamericana de Educación [en línea] núm. 15, 23-52. http://www.rieoei.org [ 2 de febrero
de 2006]
- Bellei, Cristián, Contreras, Daniel, Valenzuela, Juan Pablo (2008) La agenda pendiente en educación.
Profesores, Administradores y Recursos: Propuestas para la Nueva Arquitectura de la Educación Chilena,
Chile, Universidad de Chile.
- Birgin, Alejandra (1997) Las regulaciones del trabajo de enseñar: Vocación, Estado y Mercado en la
configuración de la docencia, Tesis de Maestría, Buenos Aires. Universidad de Buenos Aires <http://
www.opech.cl/bibliografico/Doc_Docente> [14 de noviembre de 2008]
- Bolívar, Antonio. (2004) “La Educación Secundaria Obligatoria en España. En la Búsqueda de una
Inestable Identidad”, en Revista Electrónica Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación
[en línea] Núm. 2, <http://www.ice.deusto.es/rinace/reice/vol2n1/Bolivar.pd> [ 24 de Noviembre
de 2008]
- Boltanski, Luc y Chiapello, Eve (2002) El nuevo espíritu del capitalismo, España, Akal.
- Casassus, Juan (2003) La escuela y la (Des) igualdad, Chile, Ediciones Lom.
- Carnoy, M. y McEwan, P. (2003): “Does privatization improve education? The case of Chile’s national
voucher plan”, en Plank y Sykes (eds.) Choosing choice: School choice in international perspective, New
York, Teachers College Press.
- Castells, Manuel (1998) Globalización, tecnología, trabajo, empleo y empresa. <www.lafactoria.web.>
[4 de abril de 2008]
- Cornejo, Rodrigo y Reyes, Leonora (2008) La cuestión docente en América latina. Estudio de caso,
Chile, Flape.
- Corvalán, Javier (2001) Las transformaciones Educativas Recientes y Los Cambios de la Política Social en
Chile y América Latina, Chile, Umbral.
- De Giorgi, Alessandro (2006) El gobierno de la excedencia. Postfordismo y control de la multitud, España,
Traficantes de sueños.
- De La Garza Toledo, Enrique (2000) Tratado Latinoamericano de Sociología del Trabajo, México, UNAM.
- Dreyfus, Hubert y Rabinow, Paul (2001) Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica,
Argentina, Nueva Visión
- Foucault, Michel (1977) Historia de la Sexualidad. La voluntad de saber, México, Siglo XXI.
_____________________________
(1990) Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones, Madrid, Alianza Editorial.
(1992) Genealogía del racismo: de la guerra de las razas al racismo del estado, España,
_____________________________
Ediciones La Piqueta.
- Gentili, Pablo (1997) “El consenso de Washington y la crisis de la educación en América Latina”,
Cuadernos de crítica de la cultura Nº 29, Archipiélago.
- Gorz, André (1991), Metamorfosis del Trabajo. Búsqueda de Sentido. Crítica de la Razón Económica,
España, Sistema.
- Grinberg, Silvia (2006) “Educación y gubernamentalidad en las sociedad de gerenciamiento”, Revista
Argentina de Sociología Nº 6, 67-87
- Handy, Charles (1996) Beyond Certainty, USA, Harvard Business School Press.
Biopolítica y excepción.
Apuntes sobre violencia social
Resumen
El presente artículo hace una lectura sobre la proliferación de la violencia en México
y Centro América. La discusión tomará como eje las nociones de nuda vida y biopo-
lítica, discutiendo la pertinencia de esta última para analizar el ejercicio del poder,
la gobernabilidad y los sistemas políticos en la región. Se sostiene que la violencia
muestra la mutación de las formas de la gobernabilidad fincada en el modelo de
subjetivación disciplinario del trabajo (fordismo), hacia la gerencia de riesgos propio
de las sociedades de control (neoliberalismo). La atrocidad sobre el cuerpo puede
leerse como un vaciamiento político de la vida.
Palabras clave
biopolítica – violencia – subjetividad – excepción – nuda vida
Abstract
The present article does a reading on the proliferation of violence in Mexico and
Central America. The discussion will take as an axis the notions of nude life and bio-
politics, discussing the relevancy of the latter to analyze the exercise of the power, the
governance and the political systems in the region. We argue that violence shows the
mutation of the forms of governance cultivated in a model of disciplinary subjectivation
of work (fordism), to the management of risks inherent in the societies of control
(neoliberalism). The atrocity on the body can be read as a political emptying of life.
Key words
biopolitics – violence – subjectivity – exception – nude life
Nuevas violencias
En Latinoamérica, a las anteriores formas de violencia tales como la desapari-
ción forzada, la guerrilla y el paramilitarismo, se aúnan nuevas como la violencia
colectiva, el sicariato, la violencia de las maras y del narcotráfico, todas ellas
utilizando la vejación corporal y la atrocidad en dimensiones muy naturalizadas.
Estas nuevas violencias presentan un carácter difuso y ubicuo en lo cotidiano,
en donde raramente se precisan fines o demandas particulares. En los últimos
años hemos presenciado la proliferación de vejaciones corporales a escalas im-
pensables, desde los métodos de contrainsurgencia en periodos de guerra civil,
hasta la exposición cotidiana de restos humanos en vías públicas, como formas
ejemplares del ajuste de cuentas entre grupos rivales en México, Guatemala y
El Salvador. La violencia banal así convocada induce a pensar en transformacio-
nes en la subjetividad y en las formas en que la violencia mediaba las relaciones
sociales en etapas previas.
En México a partir del 2006, con el ascenso de Felipe Calderón al gobierno
de la república, se desató la llamada “Guerra contra el narcotráfico”, hecho
que ha costado la vida a cerca de 35 mil personas hasta el día de hoy. Varias de
las respuestas entre los grupos de narcotraficantes, tanto por el embate del
gobierno como en su competencia interna por mercados, han tenido el sello
de la atrocidad: cuerpos mutilados en plazas y avenidas, cadáveres colgando
de puentes, cabezas cercenadas que son depositadas en el exterior de edifi-
cios públicos que pertenecen a las Instituciones de Seguridad. Sin embargo la
emergencia de estas prácticas atroces y su espectacularidad rebasan el contexto
del combate al narcotráfico, se encuentran difuminadas en otros ámbitos y
con otros actores. Es el caso de los linchamientos o acciones colectivas de
violencia punitiva. En México, desde la década de los 80 del siglo pasado hasta
el año 2007, ocurrieron cerca de 500 linchamientos (Fuentes Díaz, 2008); en
Guatemala, de acuerdo a las cifras reportadas por la MINUGUA (2004), del
período 1996-2002 ocurrieron 480 linchamientos (tan solo en 6 años, lo que
representa una altísima concentración de ese fenómeno). En ambos países los
linchamientos son altamente ritualizados y con innumerables vejaciones cor-
porales: golpizas, ahorcamientos, laceraciones, lapidaciones e incineraciones
entre las más comunes.
De la misma manera, la violencia ejercida por bandas juveniles conocidas
como Maras han asolado El Salvador, Guatemala y el sur de México. Conocidos
por su alto nivel de violencia (el ingreso a la Mara exige un asesinato), las Maras
han establecido controles paralelos en importantes zonas de El Salvador y Gua-
temala, abundantes son los casos de extorsión a comercios o casa-habitación
que estos grupos ejercen, bajo sentencia de muerte en caso de no “cooperar”.
En años recientes se han vinculado con el tráfico de sustancias ilícitas y con el
tráfico ilegal de personas hacia los Estados Unidos, lo que ha potenciado su
reactividad. En San Salvador, en junio de 2010, personas pertenecientes a una
Violencia y mediación
Desde la perspectiva que se desarrollará en este trabajo, estas formas de
violencia responden a la ruptura de la mediación social que había generado la
expresión local del estado fordista, entendida como mediación entre capital y
trabajo. Desde la perspectiva de larga duración, las estructuras de mediación
han tenido un papel fundamental en la gestión de la vida de las poblaciones,
el papel de la mediación ha sido enfocado sobre el control del trabajo, de
manera tal que la mediación se puede concebir como la manera específica de
subjetivar la relación capital-trabajo. Una de las formas de entender esos pro-
cesos de mediación en la construcción de subjetividades podemos hallarla en
las prácticas disciplinarias sobre la fuerza de trabajo que requirió el desarrollo
del capitalismo industrial, así como la noción de derechos ciudadanos; ambos,
disciplina y derechos, fungieron como procesos de mediación de la fuerza de
trabajo dentro del capitalismo. Esto se vinculó con la asepsia de violencia en las
relaciones sociales, dado que el control de la fuerza de trabajo tendió a hacerse
subjetivo (Foucault, 1993).
El planteamiento que discuto se acerca al propuesto por S. Murillo (2001,
2004). Para la autora se han generado grandes periodos de “estabilización”
social en la modernidad, cada período ha sido signado por una forma de me-
diación específica. El primero sería el pacto de sujeción - del siglo XVII- , que
asumiera el “estado de guerra” como un proceso permanente que debía ser
limitado a través de la fuerza, este sería el momento teorizado por Hobbes. Un
segundo momento, fue el largo proceso de la abstracción soberana depositaria
de derechos, el argumento rousseauniano del “pacto de unión”, del consenso,
de la “voluntad general”, la de igualdad de derechos. Este momento genera las
grandes claves de la mediación contemporánea: ciudadanía, soberanía, derecho,
igualdad, libertad, democracia, estado, progreso, representación.
El surgimiento del estado benefactor, por ejemplo, fue la gran mediación
bajo la cual se estabilizó la conflictividad social –contradicción capital-trabajo–
hacia inicios del siglo XX1. La mediación por jornadas laborales reguladas,
1
Para Negri la instauración del Estado de bienestar representó un proceso de adaptación del capital
hacia el poder que el movimiento laboral había alcanzado hacia fines del siglo XIX e inicios del siglo XX,
por ello retoma como símbolo de este momento al octubre de 1917. Comenta: “El formidable salto
adelante que la ciencia del capital opera con Keynes consiste en el reconocimiento de la clase obrera como
momento autónomo dentro del capital... En efecto –parece reconocer Keynes- el sistema funciona no
porque la clase obrera esté siempre dentro del capital, sino porque puede estar también fuera; porque
siempre amenaza de nuevo con estar fuera.” (Negri, 1986:31)
2
Violencia banal, es entendida como aquella violencia que no funda orden, que no presenta fines políti-
cos, ni jurídicos, que solo se expresa como manifestación
3
La desechabilidad alude a la noción marxista de ejército industrial de reserva, refiriendo a determinantes
económicas que minan los derechos políticos ciudadanos (una mediación fundamental en el desarrollo
del capitalismo). Los desechables son aquellos segmentos poblacionales que fluctúan entre el empleo y
desempleo dentro de los ciclos económicos de demanda de trabajo asalariado. Son desechables porque
a diferencia de los desempleados del ejercito industrial de reserva cuya superpoblación relativa tenía
como destino el ser reclutado de nueva cuenta para el servicio activo, ahora el desempleo no refiere a
una condición pasajera, sino a una permanencia ordinaria, a una condición de “superfluidad”.
4
En el caso de México esta estrategia ha traído desde el 2006, cerca de 35 000 muertos y 2 millones
personas afectadas.
5
Un ejemplo, en otro plano, de este retro-corporal se puede hallar en la utilización y en el debate sobre
la legalización de la tortura en los Estados Unidos en 2005, como método utilizado contra prisioneros
bajo la estrategia de la lucha contra el “terrorismo”.
Bibliografía
- Agamben, Giorgio (1998) Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida, Madrid, Pre-Textos.
- Benjamin, Walter (2007) “Para una crítica de la violencia”, en Conceptos de filosofía de la historia,
Buenos Aires, Editorial Caronte.
- Foucault, Michel (1993) Vigilar y Castigar, México, Siglo XXI.
____________________________
(1995) Historia de la sexualidad I. La Voluntad de Saber, Siglo XXI, México.
- Fuentes Díaz, Antonio (2008) Violencia y Estado. Mediación y respuesta no-Estatal. México, Facultad
de Ciencias Política y Sociales-UNAM.
- Garland, David (2005) La cultura del control. Crimen y orden social en la sociedad contemporánea.
Barcelona, Gedisa.
- Harvey, David (1998) La condición de la posmodernidad. Buenos Aires, Amorrortu.
_________________________
(2004) El nuevo imperialismo, Madrid, Akal.
- Iraheta, Oscar (2010) “Matanza Queman bus con pasajeros: 11 muertos y 13 lesiona-
dos”, en Diario El Salvador.com. http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_completa.
asp?idCat=6358&idArt=4901016. Fecha de la consulta: 22/06/2010.
- Lewkowicz, Ignacio (2004) Pensar sin Estado, Argentina, Paidós.
- Membe, Achille (2003) “Necropolitics”, Public Culture, No. 15, pp. 11-40, Duke Press University.
- Minugua (2004) “Los linchamientos en Guatemala”, Colección Acuerdos de paz y derechos humanos.
Material de formación, Tomo III, Guatemala.
- Murillo, Susana (2001) “La gubernamentalidad urbana: la mutación desde una protopolítica científica,
hacia el gerenciamiento de los riesgos y la denegación”. Ponencia presentada en el XXIII Congreso
de ALAS, Antigua, Guatemala.
(2004) “El nuevo pacto social, la criminalización de los movimientos sociales y la
_________________________
Gubernamentalidad y subjetividad
en los pueblos originarios de Salta
en la primera mitad del siglo XX
1
Andrea Gigena
Universidad Católica de Córdoba - CONICET
Resumen
En el presente artículo se analizan los procesos de subjetivación en pueblos origi-
narios de Salta (Argentina) desde fines del siglo XIX hasta mediados del XX. Para
ello se abordan las políticas de verdad, los campos de normatividad y la subjetividad,
articulando la analítica foucaultiana con el pensamiento decolonial. El supuesto es
que el clivaje de la subjetivación fue predominantemente racial, en el sentido que
Foucault indica: cuando los diacríticos de marcación del Otro están biologizados y
constituyen jerarquías sociales a partir de un “discurso experto” y que su efecto fue
el borramiento de la identificación étnica entre los pueblos originarios.
Palabras clave
Biopolítica – gubernamentalidad – procesos de subjetivación – racialización – Salta
Abstract
The present article analyzes the subjectivation processes of some indigenous com-
munities in the province of Salta (Argentina) between the late 19th century and the
middle of the 20th century. The approach adopted in this paper is based on three main
categories (policies of truth, normativity fields and subjectivity) in which Foucauldian
analysis is articulated with decolonial thought. From this perspective, the subjectiva-
tion processes appear to be predominantly based on a racial cleavage and their main
effect has been the suppression of ethnic identification among the indigenous peoples.
In the Foucauldian sense, this understanding involves biologized diacritic markers of
the indigenous Other that form social hierarchies based on an “expert discourse”.
Key words
Biopolitics – governmentality – subjectivation processes – racialization – Salta
1
Este artículo recupera una de las líneas argumentales desarrollada en mi Tesis Doctoral: Procesos de
Subjetivación y luchas por territoritos rurales en Argentina: los casos de TINKUNAKU, MOCASE Y LA LOMA.
Ingreso
A partir de la analítica foucaultiana y el aporte que realiza el pensamiento
decolonial para pensar acontecimientos en contextos donde todavía perviven
estructuras de dominación colonial (Quijano, 2000a y b), con este artículo me
propongo analizar los procesos de subjetivación en pueblos originarios de Salta
(Argentina) desde fines del siglo XIX hasta mediados del XX, desde la conso-
lidación del Estado-nación hasta el peronismo. Los casos que constituyen el
referente empírico son: la Comunidad Kolla Tinkunaku y la Comunidad Indígena
Guaraní Estación el Tabacal/La Loma.
El supuesto que sostengo es que en el período analizado el clivaje de la
subjetivación ha sido predominantemente racial y con el mismo se borraron los
trazos o marcas de identificación étnica entre los pueblos originarios. Refiero a
la racialización cuando los diacríticos de marcación del Otro están biologizados
y constituyen jerarquías sociales a partir de un discurso experto: “El concepto
de raza se hace común en la explicación de las diferencias y la constitución
humana en tanto lo físico material –externo e interno– es aprehendido en
términos biológicos” (Arias y Restrepo, 2010:59).
Para abordar la temática considero, entonces, las políticas de verdad, los
campos de normatividad y la subjetividad emergente, articulando la analítica
foucaultiana con el pensamiento decolonial. Primero, intento demostrar cómo se
constituye un campo de saber a partir de un discurso biológico, para analizar lue-
go dos dispositivos donde se plasman esas políticas de verdad: los lotes-colonias
agrícolas y la personería jurídica gremial. Finalmente, considero el proceso de
subjetivación a partir de una trama que aparece como recurrente en los relatos
de los pueblos originarios considerados: la negación de la nacionaldiad/etnicidad
siempre que emergieron los trazos de subjetivación étnicos.
2
Las misiones o expediciones científicas fueron emprendimientos para el conocimiento del Otro acotados
en su alcance geográfico y/o social, dirigidos por científicos de Europa (adscriptos a la antropología y las
ciencias naturales) y generalmente financiados por los propios expedicionarios o por aportes de mece-
nas europeos. Estas misiones se llevan a cabo justo cuando en Europa los museos se consolidan como
espacios institucionalizados de conservación y muestra de artefactos culturales. La práctica de conocer
operaba a partir de la dicotomía cultura-naturaleza, la primera como potestad del expedicionario, la
segunda de los territorios explorados. Las expediciones más reconocidas realizadas en el norte del país
fueron: la “Expedición a la Cordillera y el Gran Chaco” (1901), la “Misión Científica Francesa a la América
del Sur”, particularmente la puna de Atacama, (1903), la expedición del antropólogo alemán Robert
Lehmann-Nitsche y el entomólogo Carlos Bruch al Ingenio La Esperanza de Jujuy (1906). En las mismas
5
Sobre los que había que ejercer una vigilancia que asegurara el ingreso del mejor elemento –“trabaja-
dores” y “europeos meridionales”– (Cecchetto, 2008).
6
Sobre el que se ejerció una acción positiva orientada a producir una “maternidad sana” –normalizarla–
(Cecchetto, 2008).
7
Sobre quienes se trató de ejercer una regulación preventiva y prohibitiva para sostener la mezcla
selectiva que no alterara el elemento racial deseado (Cecchetto, 2008).
8
La creación del Departamento de Enseñanza de Higiene Socia, la Ley de Higiene Sexual Prematrimonial
(1924), Ley de Defensa de la Raza (1925), la prohibición matrimonial para enfermos de lepra (1926), la
lucha contra “enfermedades y costumbres” capaces de producir degeneración, la creación del Instituto
de Biotipología y Materiales Afines (1940), dependiente del Ministerio de Salud de la nación, entre otras
medidas (Cecchetto, 2008).
9
Se trata de un estudio encomendado por el Poder Ejecutivo para obtener un relevamiento relativa a la
condición laboral de la población. El informe y la propuesta de regulación fueron presentados al Ministro
del Interior, Joaquín V. González, en el año 1904.
10
Pese a que Bialet Massé rechaza la eugenesia, no se distanciaba del campo de saber biológico que
sostuvo la marcación racial de la alteridad. Pero, por su fuerte cuestionamiento a las perspectivas euge-
nésicas y higienistas hegemónicas y porque su obra no alcanzó ningún efecto en materia de regulación
laboral (motivo por el cuál había sido contratado) considero a su trabajo como un saber sometido en
unos de los sentidos que le atribuye Foucault: “…conocimiento histórico meticuloso, erudito, exacto,
Los indígenas del oriente, del chaco americano, que todavía disputaban al
Estado nacional el control territorial, fueron incorporados a través de una im-
portante red de contratistas que contaba con en el progresivo disciplinamiento
que producían sobre estos pueblos instituciones como las iglesias (anglicanas,
católicas) y el ejército. Ambas promovieron la sedentarización de los pueblos
originarios en misiones y reducciones (Gordillo, 1995).
Con lo dicho hasta aquí, podríamos sugerir que los lotes y colonias funcio-
naron como un dispositivo de seguridad (Foucault, 2004). Recordemos que,
cuando este autor introduce la analítica del biopoder, considera que esta tiene
que ver con un cambio en la articulación entre poder, población y territorio. A
diferencia del modelo del soberano, el biopoder y luego la gubernamentalidad
se enfocan en el gobierno de población y no en el dominio del territorio, lo que
no significa que este último quede fuera de los cálculos del poder14. Podríamos
13
“A principios de la década de 1940, la población permanente de ´San Martín del Tabacal´ era de 3.700
habitantes, agregando los cañeros de los 12 lotes o colonias que circundaban, sumaban alrededor de
5.000 habitantes y en tiempos de la zafra se incorporaban más de 15.000 personas para el trabajo de
corte y pelado de la caña” (Michel y Burgos, 2005:198).
14
Gobernar, según la racionalidad política moderna, es crear un campo posible de acción para los otros
lo que implica, entre otras cosas, intervenir sobre el territorio en que se desarrollan las prácticas socia-
les. “Los dispositivos de seguridad trabajan, fabrican, organizan, acondicionan un medio…” (Foucault,
2004:41). El medio, “elemento de soporte y circulación de una acción” (Foucault, 2004:41), es una
articulación de elementos naturales (en sentido físico –geografía, clima, suelo– y humano) sobre la cual
se ejerce el poder, interrumpiendo o interfiriendo en esa articulación para producir un determinado
efecto, en última instancia, sobre la población.
arriesgar entonces que los lotes y las colonias –junto a la guerra contra el indio, la
apropiación de territorios, el establecimiento de vías férreas– fueron tecnologías
gubernamentales que tenían como objetivo garantizar, para un ámbito territorial
muy amplio, el gobierno de la población y particularmente la circulación de las
cosas (mano de obra indígena).
Sin embargo, es la tecnología de la colonialidad del poder –que crea y repro-
duce taxonomías basadas en criterios étnicos o raciales para consolidar deter-
minadas jerarquías sociales y producir efectos de subjetividad (Castro-Gómez,
2005)– la que informa este dispositivo, lo que queda sentado cuando atendemos
a los lugares de la población en el micro funcionamiento de las colonias agrícolas.
Justamente, en el interior del ordenamiento la población se disponía según una
taxonomía racial que recuerda la clasificación delineada por Bialet Massé pero
reconfigurada en la jerarquización dada por la matriz de la salteñidad.
Así, el jefe de colonia y su ayudante eran “criollos” no profesionales pro-
cedentes de otras regiones del país15. Los empleados permanentes -quienes
ocupaban los espacios de viviendas individuales- eran “criollos”. Las viviendas
colectivas, por su parte, eran habitadas por los “mestizos”, que aquí son
indígenas de las etnias kollas, omahuacas y guaraníes pero para quienes la “et-
nicidad” aparece diluida en la medida que han perdido su lengua y el control
de sus territorios (en manos del ingenio). Y, los “indios” sólo son aquellos que
provienen de la región chaqueña:
…el Ingenio traía indios de… del Chaco, de Formosa digamos, de Las Lomi-
tas… también por ferrocarril, los llevaba y los traía... había matacos, churupí y
wichí no sé, debe ser, tobas, sí… y… chorotes […] venían de acá de Ingeniero
Juárez… digamos de la orilla del Pilcomayo, del río. […] en cada agrupación
¿o cómo es?, cada doscientos, trescientos, había un cacique, y un “lenguaraz”.
Nosotros le decíamos “lenguaraz” porque ese era el que trasmitía digamos,
hablaba un poco mejor el castellano […] Esos venían más o menos, ¿cuántos
sería?, unos cuatro mil, cinco mil, tres mil venían […] Esos estaban aparte de
los… de las colonias. Vivían digamos en un lugar apartado, toda la comunidad
esa, había tres, cuatro póngameles, quinientos, seiscientos, ochocientos
“indios” los llamábamos nosotros ¿no es cierto? […] Y trabajaban varones y
mujeres. El que tenía, o era soltera, lo mismo venía junto con la comunidad
[…] Ellos trabajaban en desmontes, ellos no hacían cosechas […] se les daba
una ración digamos, como para que, el ingenio les mandaba las cocineras…
ponían una sucursal en cada campamento, de mercadería por supuesto ¿no
cierto? […] No se mezclaban, nada que hacer, no se daban bolilla, nada que
hacer (Entrevista a Orlando Tapia, ex jefe de colonia) [Énfasis agregado].
15
[los jefes] en un principio, eso lo nombrada el administrador de acá, venían gente digamos que a lo
mejor tenía experiencia en otras cosas o gente de Tucumán, que ya conocían la caña, esos venían como
jefes de colonia. […]. (Entrevista a Orlando Tapia, ex jefe de colonia).
16
La dimensión estratégica de los prácticas, articuladas en un dispositivo, es lo que Foucault designa como
tecnología (Castro-Gómez, 2010). Los medios en virtud de los cuáles se cumplirán determinados fines.
17
Con Perón en la Secretaría de Trabajo, en el año 1944, se había dictado el Estatuto del Peón Rural.
18
Yupanqui había tenido que exiliarse durante el primer gobierno peronista, entre otras razones, por el
conmovedor escrito publicado en un periódico comunista donde reivindicaba el Malón incluso contra el
propio Perón: “Tu no venías a pedirle nada a un hombre. Tu venías a pedirle a la Nación” (Yupanqui, 1946;
citado por Valko, 2008:244).
19
Reproducción de lo que A. Yupanqui trasmitió a Eulogio Frites de su encuentro con Perón, citado en
Valko, 2008:247).
20
Por ejemplo, algunos diputados nacionales jujeños negaban la existencia de población india en su
provincia y negaban la pertenencia a pueblos originarios porque, se aducía, los kollas sabían leer y
escribir. Trascendiendo los particulares mecanismos, lo que sorprende es la tremenda efectividad que
tuvieron ya que en menos de medio año el Malón fue absolutamente obliterado en el imaginario de los
más diversos sectores sociales.
21
Zapiola y Frites dicen, además, que en la expulsión de Buenos Aires, cuando son sacados por la fuerza
del hotel, “resisten al grito de ¡Perón, Perón!” (2007:6). Por otro lado, los indígenas recuerdan: “Desde
ahí, el dueño, según dice ser dueño [Patrón Costas], tenía tanto poder económico así que lo dominó hasta
al presidente Perón… los hizo embarcar en un tren y los mando hasta el norte…” (Entrevista 01). Sólo
algunos kollas, los más jóvenes, manifiesta otras lecturas respecto de esta temática. Sin nombrar a Perón,
una joven dice del resultado del Malón: “como que le mintió el Estado y todas esas cosas” (Entrevista 03).
22
“…una serie de saberes que estaban descalificados como saberes no conceptuales, como saberes insufi-
cientemente elaborados: saberes ingenuos, saberes jerárquicamente inferiores, saberes por debajo del nivel
conocimiento o de la cientificidad exigidos (…) el saber de la gente” (Foucault, 2000:21) [Énfasis original].
entonces ya a esos tipo lo han reunido; había una huelga, todos los obreros
de las cañas, indios, chaguancos se han reunido, han ido... aquí a la fábrica;
de la fábrica lo han sacado a esos poderosos. Los ha puesto hasta ahí, lo han
atado (…) a otros del surco les han dado la pala, el machete. “Anda, paleá,
paleá, paleá”, lo agarraba como le hacían ellos, a empujones, “paleá, sacá
esos surcos” lloraban los tipos, ¡no! (…) Le dije yo: “así duele, así haces vos
con los obreros que por ellos ganas vos (…)”. La verdad era que ello eran
dirigente nomás, pero no para que no maltraten de esa forma, nos peguen,
nos insulten, nos metan... nos esclavizaron. (Entrevista 02, pueblo guaraní).
23
Para esta época, debido a la mecanización de la agroindustria, comenzaba a disminuir la cantidad
de población que provenía de la región chaqueña para trabajar en el ingenio (Michel y Burgos, 2005).
… nos dicen bolivianos, así nos dicen porque nosotros somos así, así como
hermanos, estamos en la línea de Bolivia… somos la misma historia, por eso
nos dicen así, y le digo: “sí todos somos argentinos, no somos bolivianos, somos
de la parte de Argentina, somos vecinos, somos como una familia”. Así les digo
yo, así… (Entrevista 06, pueblo kolla) [Énfasis agregado].
Mi papá era uno de los trabajadores de la empresa Tabacal. Yo soy uno de los
hijos de inmigrantes; allá por el año 34 mi papá inmigró a la Argentina. Cuando
vino, cayó en el ingenio Tabacal, provincia de Salta. Mi papá es boliviano...
[…] Soy uno de los hijos de inmigrantes provenientes de Bolivia. Todos los
hermanos ava-guaraní provenientes de Bolivia se vienen a una misión en la
loma de El Tabacal, allá por el año 38 (Juvencio Peña, versión taquigráfica,
sesión de la Comisión de Población y Recursos Humanos de la Cámara de
Diputados de la Nación, 7/07/2004).
Las múltiples diásporas marcan una particular relación de los guaraníes con
el Estado-nación. La ancestral búsqueda de la tierra si mal que los va llevando
desde Brasil hasta el actual territorio argentino en el período pre-colonial, el
corrimiento del territorio de Bolivia por la secularización de las misiones fran-
ciscanas y la guerra del Chaco durante el período republicano, la expulsión de
sus territorios por parte del Ingenio San Martín del Tabacal en la década del 70,
termina por anclar la identidad más en el linaje comunitario que en algún linaje
nacional. Como sugiere Bidaseca (2010) la diáspora debe entenderse en “opo-
sición a las identidades modernas producidas por los Estados-nación” (2010:38).
Es pertinente aclarar aquí que la cuestión de las resistencias no es contem-
plada en extenso por exceder los propósitos de este trabajo. Sin embargo, es
importante advertir que tanto los kollas como los guaraníes muchas veces han
confrontado las ´locaciones´ que se producen en los procesos de subjetivación.
Debido a que las relaciones de poder son reticulares, circulan, infiltrando la
totalidad del tejido social, entre grupos y al interior de cada uno se producen
determinaciones y activaciones recíprocas que producen nuevas propiedades
y localizaciones reconfigurando las prácticas de saber-poder-subjetividad. Así,
se detectan para el período considerado, por ejemplo, micro estrategias de
resistencia, particularmente contra la opresión del Ingenio –las fugas, el robo27–
(Gigena, 2011); además del gran hito de lucha para los kollas: el Malón de la Paz.
27
“Y después que ha habido muchas batatas, entre las cañas de azúcar, muchas para robar ¿ve?. Y alguna
gente iba a la noche a robar. Y se iba a la huella el capataz y si encontraba quien había cavado las batatas,
lo metían afuera y le suspendían del trabajo, y le descontaban las batatas. Así contaba mi papá […] se
venían yuteando por el monte, venía la gente y de aquí lo venían a llevar a azotes de vuelta para el ingenio
[…] “a trabajar carajo”. No sé como sabían pagar, porque nunca ha dicho mi papá que jamás sabía ver
plata. Todo vale nomás, vale nada más. […] No dejaban chupar caña. Si alguien chupaba caña quedaba
suspendido del trabajo, azotearlo” (Entrevista 09, pueblo kolla).
Salida
El “indio” ha representado la alteridad radical (racial) del proyecto hegemó-
nico de Nación desde fines del siglo XIX hasta mediados del XX. Briones (2004)
asegura que la idea del “indio” ha pervivido porque determinados sectores
tuvieron que constituirse en antagonistas indispensables para la contrucción de
la argentinidad. Esta alteridad se ha naturalizado y lo que he intentendo con este
trabajo es interrumpir la naturalización demostrando cómo, en determinadas
condiciones históricas, un campo de saber (biológico) permitió establecer una
jerarquía social que plasmó en prácticas concretas atravesando la vida de los
sujetos.
En los últimos treinta años, sin embargo, es claro ver que la racialización
fue cediendo en tanto clivaje de los procesos de subjetivación. Esto sucede
cuando los pueblos originarios emergen en la escena política de los Estados
latinoamericanos –en un escenario de fuertes ajustes estructurales– como su-
jetos de derecho y como actores políticos llevando a cabo múltiples acciones
en pos de su reconocimiento como preexistentes a los Estados-nación. Lo que
no implica negar la existencia de procesos de autoidentificación étnica previos
a este contexto, incluso para el período considerado en este artículo, como lo
ejemplifica la experiencia del Malón.
Pero, frente a esta reciente irrupción la estatalidad ya no puede sustraerse de
reconocer la diversidad que la interpela y comienza a legislar y producir políticas
relativas a la cuestión indígena a partir de una nueva técnica: la etnización. Con
esta se reconoce la diferencia pero mediante una regulación “normalizadora”
(Bidaseca y AAVV, 2008). La lógica de la gubernamentalidad se reacomoda y
actualmente, los pueblos originarios en Argentina se instituyen privilegiadamente
como sujetos con personería jurídica étnica.
En este proceso, las provincias fueron las primeras en “administrar” la
irrupción indígena, a través de múltiples técnicas jurídicas, institucionales y
burocráticas. Luego, la Nación, descentralizando en las propias comunidades la
realización de “micro censos” demográficos y territoriales que den cuenta, para
el Estado (provincial o nacional), de la existencia, composición y localización de
porciones de pueblos originarios. Todo esto como condición para el registro
de su personería jurídica étnica.
Entonces, esta nueva tecnología orientada a registrar una personería jurídica
implica: “disponer en un orden de visibilidad, dominar la irrupción, disciplinar
el acontecimiento” (Bidaseca y AAVV, 2008:15). Se normalizan los modos de
hacer, de ser y de decir de las comunidades registradas, demarcando el escenario
de intervenciones y conflictos (sujetos, preceptos y estrategias) circunscrito
nuevamente, como en el período sindical, a una disputa por la legalidad y la
legitimidad de la representación y los derechos que confieren las personerías
jurídicas. Esto significa, en definitiva:
fuentes
Bibliografía
- Arias, Julio y Restrepo, Eduardo (2010) “Historizando raza: propuestas conceptuales y metodológicas”,
en Revista Crítica y Emancipación, Ano II, n°3, primer semestre, Buenos Aires, 45-64.
- Bialet Massé, Juan ([1904] 2010) Informe sobre el estado de las clases obreras argentina, La Plata,
Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires.
- Bidaseca, Karina (2010) Perturbando el texto colonial. Los Estudios (Pos) coloniales en América Latina,
Buenos Aires, SB.
- Bidaseca, Karina y AAVV (2008), “Dispositivos miméticos y efectos de identidad. Ensayo de una
interpretación crítica sobre las personerías jurídicas y las comunidades originarias”, en Papeles de
trabajo, Revista electrónica del IDAES/UNSAM, Año 2, Nº 3, Buenos Aires, junio.
- Briones, Claudia (2004) “Construcciones de aboriginalidad en Argentina” en Société suisse des Amé-
ricanistes/Schweizerische Amerikanisten-Gesellschaft Bulletin N°68.
(1998a) La alteridad del «Cuarto Mundo». Una deconstrucción antropológica de la
___________________________
der (comp), La cololonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas,
Buenos Aires, CLACSO, 201-246.
- Valko, Marcelo (2008) Los indios invisibles del Malón de Paz, Buenos Aires, Ediciones Madres de Plaza
de Mayo.
Resumen
Este artículo explora las expresiones que asume la biopolítica del trabajo asalariado
en la Argentina contemporánea. Inscripto en la línea de estudios sociales sobre la
gubernamentalidad, caracteriza los programas empresariales de promoción de la
calidad de vida, los mecanismos de gestión de riesgos laborales y las resistencias
ejercidas en nombre de la salud de los trabajadores. Dicho análisis muestra que lejos
de toda lógica unívoca, la biopolítica designa una constelación de fenómenos que
incluyen la optimización de la salud, la gestión de riesgos, la exposición de los cuerpos
al peligro y la invención de nuevas formas de pensar, conocer y actuar.
Palabras clave
Biopolítica - salud laboral - gubernamentalidad - resistencias
Abstract
This article explores different dimensions of waged labor biopolitics in contempo-
rary Argentina. It characterizes -from a governmentality social studies perspective-
business health promotion programmes, labor risk management mechanisms and
resistances developed in the name of worker’s health. The analysis shows that this
kind of biopolitics, far from univocal logic, designates a constellation of phenomenons
that includes: health optimization, risk management, bodies exposure to danger and
the invention of new ways of thinking, knowing and acting.
Key words
Biopolitic - occupational health - governmentality - resistances
I. Introducción
Inscripto en la línea de unos estudios sociales sobre los “ensamblajes”
(Rose, 1999; Marcus y Saka, 2006) de racionalidades, tecnologías y modos de
subjetivación (Dean, 1999; Rose, 1999) a través de los cuales se gobiernan di-
ferentes problemas, este artículo pretende discutir algunas de las expresiones
del presente de la biopolítica del trabajo asalariado en la Argentina. Mientras la
alusión al trabajo asalariado circunscribe el dominio de referencia del análisis,
el uso deliberado del término biopolítica en singular obedece al propósito de
aprovechar al máximo la relativa indefinición que lo afecta en la propia reflexión
foucaultiana1. De la multiplicidad de sentidos que se atribuyen a esta noción,
nos inclinamos a pensarla como una “constelación” (Lemke, 2010:429) o
“perspectiva” (Rabinow y Rose, 2003; Rose, 2007), lo suficientemente amplia
y elástica como para comprender tanto la pluralidad de esfuerzos que, en las
sociedades occidentales, se han desplegado históricamente para controlar
las características vitales de los hombres en cuanto seres vivientes, como los
intentos orientados a la invención de modos de vida singulares.
En ese entendimiento, la biopolítica del trabajo asalariado congrega dimensio-
nes relativas a los regímenes de verdad, las relaciones de poder y la ética. Así: a) las
acciones que distintos agentes (empresarios, expertos, agencias estatales, ONGs,
etcétera) desarrollan para intervenir sobre las características vitales de la existen-
cia de los trabajadores en cuanto se relacionan con la actividad laboral misma y su
productividad (programas de promoción de la calidad de vida de los empleados,
sistemas de gestión de la salud y seguridad laboral, servicios de re-calificación
profesional, etcétera); b) las formas de conocimiento, lenguajes y tecnologías
que se movilizan para racionalizar y efectivizar esas intervenciones (toxicología
genética, epidemiología, bio-monitoreos, exámenes pre-ocupacionales, etcétera);
c) los efectos de des-igualación, invisibilización, exclusión, jerarquización, etcétera,
que se derivan de ellas (ocultamiento de las enfermedades profesionales, tasas
de accidentalidad laboral en comparación con las tasas de accidentes de otras
poblaciones, etcétera), d) las maneras en que los trabajadores son convocados
a actuar en relación a sí mismos (apelación al auto-cuidado, al work-life balance,
etcétera) y e) las prácticas de resistencia que reaccionan contra el sufrimiento
y los efectos de sujeción asociados a los procesos de trabajo (investigaciones
desarrolladas por diferentes organizaciones de trabajadores en alianza con una
serie de expertos, para conocer los factores peligrosos del trabajo y cambiarlos).
1
En la obra de M. Foucault, las nociones biopoder y biopolítica recibieron un tratamiento oscilante. Esa
oscilación comprende una multiplicidad de cuestiones, tales como: los efectos de la biopolítica (¿produce
subjetividad o produce muerte?), su escala y operadores (¿se refiere a la población y/o a los cuerpos indi-
vidualmente considerados?), su relación con el poder soberano (¿existe entre ambas formas de ejercicio
del poder continuidad o discontinuidad?), la definición de la vida (¿vida biológica o vida políticamente
calificada?) y su vínculo con la política (¿objeto u horizonte normativo?), entre otros problemas que per-
manecen abiertos y han sido objeto de relevantes discusiones. Vid. entre otros: Lazaratto, 2000; Hardt
y Negri, 2002; Agamben, 2003; Esposito, 2005, 2006; Fassin, 2005, 2006; Revel, 2009.
2
Como señalan O’Malley, Weir y Shearing (1997), en algunas aproximaciones emblemáticas al problema
de la gubernamentalidad, las oposiciones a los programas de gobierno se conciben únicamente como
obstáculos para su desarrollo y no se atribuye una entidad singular a las críticas, oposiciones y propuestas
alternativas a ellos.
3
La gubernamentalidad es un neologismo que introdujo M. Foucault (2006) en el seminario que impartió
en el Collège de France bajo el nombre “Seguridad, Territorio, Población” y que dedicó a la genealogía
de las diversas racionalidades de gobierno. La noción de gubernamentalidad designa las relaciones es-
tratégicas que se establecen entre prácticas de conducción que operan a diversas escalas: desde el nivel
macro del gobierno de una población hasta el nivel micro del gobierno de uno mismo.
fenómenos de alcance más general, que datan de las últimas décadas del siglo
XX: el desarrollo de tecnologías bio-médicas que permiten singularizar y detec-
tar cada vez más tempranamente la enfermedad; la importancia que atribuyen
la epidemiología y los discursos sanitarios a los estilos de vida saludables; la
conformación –como reacción frente al fracaso de las propuestas desarrollis-
tas– de una “epidemiología crítica” y una “medicina social de los trabajadores”
en América Latina, entre otros.
Este artículo está organizado de la siguiente manera: el apartado II se ocupa
de caracterizar las estrategias de promoción de la calidad de vida que algunas
grandes empresas desarrollan en el país. Seguidamente, en el punto III se
muestra de qué manera la gestión capitalista de los riesgos laborales depende,
en la Argentina, de un eslabonamiento de mecanismos de seguridad y deci-
siones alejadas de toda racionalidad precautoria. Esta cartografía se completa,
en el apartado IV, con la reflexión en torno de unas prácticas colectivas que,
en nombre del control de las propias condiciones de trabajo y de vida, buscan
conocer los aspectos peligrosos de los procesos de trabajo para transformarlos.
Finalmente, las conclusiones están dedicadas a discutir algunos de los aportes
con que esta indagación relativa al gobierno de la relación trabajo-salud en
nuestra sociedad contribuye al debate contemporáneo en torno del concepto
de biopolítica.
4
La reducción de los índices de las enfermedades crónicas que representan altos costos para los sistemas
de salud; la satisfacción de estándares de higiene y seguridad para evitar el dumping social, entre otras.
5
Como por razones de espacio no resulta posible caracterizar en detalle cada uno de esos programas ni
aludir a la multiplicidad de documentos que se refieren a ellos, optamos por presentar los argumentos con
carácter general y citar algunos enunciados que resultan centrales para la comprensión de los mismos.
Para mayor ilustración del lector puede consultarse entre otras, las siguientes fuentes: Acindar, 2006;
Gas Natural Ban, 2007; Toyota, 2007; Unilever, 2007/2008; Quilmes, 2007. Sobre el “Plan Toneladas” y
“Caminata de 10.000 pasos” de IBM, Santos Lens (2006); el plan “Nutrición Saludable y Actividad Física”
de los Grobocopatel SA, Clarín (2005) y los programas de asistencia al empleados implementados por
Procter & Gamble, Dupont y Nortel Networks, Barreiro (2001).
6
Si bien en los programas empresariales que analizamos la apelación al auto-cuidado se justifica mediante
razones prudenciales (su vínculo con la prevención de enfermedades, los goces y compensaciones somá-
ticas, simbólicas y materiales ligadas a él), en otros programas -desarrollados en diferentes contextos- de
los que tenemos noticia a través de diversos trabajos científicos (Petersen y Lupton, 2006; Vander Schee,
2008), los fundamentos basados en la idea de auto-interés resultan reforzados por consideraciones re-
lativas a la contribución de los comportamientos y actitudes saludables a algún proyecto colectivo (a la
misión de una empresa, la satisfacción del interés público, etcétera). En la Argentina, aunque ninguno de
los programas que estudiamos conecte el desarrollo de estilos de vida saludables con la buena marcha de
la economía nacional o el cumplimiento de obligaciones cívicas, en IBM la pérdida de peso se incentivó
mediante la movilización de motivos compasivos: la empresa se comprometió a efectuar una donación
por cada tonelada de peso perdida.
7
Como se señala en toda una literatura inscripta en el campo de la sociología de la salud y de la enfermedad
factores relativos al estilo de vida se transformaron en las “causas” de la mayoría de las enfermedades
del siglo XXI, obscureciendo muchos factores genéticos, accidentales o medio ambientales (Petersen y
Lupton, 1996; Vander Schee, 2008).
8
En Estados Unidos, aproximadamente el 90% de los lugares de trabajo que cuentan con 50 o más
empleados tienen programas promoción de la salud (Aldana et al, 2005).
9
Muchos de los consejos incluidos en los programas empresariales de promoción de la calidad de vida
(alimentarse sanamente, realizar actividad física, no fumar, etcétera) se organizan en torno de una noción
funcional de ‘actividad’, que tiene objetivos específicos y se conecta con toda una serie de rutinas. Así, se
supone que el cuerpo saludable (y el placer a él ligado) emergen de la auto-disciplina y el auto-control,
mientras que el desorden, el caos y la incertidumbre se asocian con el riesgo de contraer enfermedades
(Fullagar, 2002: 79).
niones, sus creencias, sus hábitos, temores, maneras de hacer, para modificarlas
en la dirección deseada (convirtiéndolas en ‘saludables’) y valerse activamente
de ellas, a fin de conseguir objetivos macro: disminuir las tasas de accidentes,
ausentismo, consultas médicas, conflictos en los lugares de trabajo y aumentar
la productividad. A pesar de que el objeto inmediato de las intervenciones se
encuentra individualizado, estos programas apuntan a gobernar una abstrac-
ción que es la “competitividad” de la empresa, mediante la intervención sobre
el medio en que se desarrollan los procesos de la producción y los procesos
biológicos; creando las condiciones que estimulen la vitalidad y el rendimiento.
Mientras en este apartado analizamos aquel vector de la biopolítica dedicado
a optimizar la calidad de vida de los empleados, en el siguiente nos ocupamos
del entramado de mecanismos de seguridad y de decisiones que exponen
deliberadamente los cuerpos de los trabajadores a los peligros derivados de
la producción.
como los “análisis [pro-activos] de seguridad”12, los cuales estudian los puestos
y procesos de trabajo con la finalidad de detectar y medir los riesgos asociados
a ellos; los procedimientos de “investigación de accidentes”13 que funcionan
a posteriori, con el propósito de determinar las causas de las contingencias y
así efectuar las correcciones necesarias; y los mecanismos de vigilancia de la
salud a través de los cuales se evalúa, en una fase pre-clínica, la exposición
del trabajador a ciertos agentes de riesgo presentes en el medio ambiente
de trabajo (Rodríguez,1995; Epelman,1999). Esas tecnologías, modelizadas
por racionalidades inspiradas en la idea de riesgo (diferentes enfoques sobre
la seguridad industrial, la epidemiología ocupacional, la toxicología genética)
apuntan a conocer anticipadamente las causas potenciales de accidentes y
enfermedades para intervenir en forma precautoria ‘gestionando’ los riesgos.
Las estrategias que buscan anticiparse a los accidentes para reducir las proba-
bilidades de su ocurrencia son problematizadas por los variados enfoques14 que,
más allá de las diferencias que los separan (propugnan distintas metodologías y
atribuyen un peso causal divergente a la acción humana) convergen en concebir
al riesgo desde un punto de vista positivista, es decir, como un estado real del
mundo, que puede ser experimentado y conocido objetivamente (medido,
explicado) por la ciencia (Lupton, 1999; Reith, 2004). Si bien la existencia del
riesgo no depende, en esas lecturas, de la subjetividad de ningún actor del
mundo del trabajo, su potenciación o minimización están condicionadas, en
cambio, por la ‘conciencia’ que los trabajadores se forjan de ellos, por la forma
como se posicionan y actúan frente a los peligros.
Por ello, la gestión de esta clase de riesgos no se limita a intervenir sobre el
medio ambiente de trabajo sino que busca influir sobre el comportamiento de
los trabajadores. Así, los programas de seguridad suelen combinar dos clases de
estrategias: la imposición o prohibición de acciones en reglamentos internos, pro-
cedimientos operativos, etcétera y la incitación de las conductas, gestos y actitudes
seguras por medio de premios económicos, campañas de concientización, modelos
de gestión de la salud y seguridad que involucran la participación de los trabajadores.
12
Estos procedimientos son implementados por los ingenieros y técnicos que se ocupan de la seguridad
en las industrias. Un modelo bastante generalizado de ‘análisis de seguridad’ es el que se difunde en la
Revista del Instituto Argentino de Seguridad (IAS), una institución de enseñanza terciaria, que se ocupa
de la formación de profesionales en el campo de la higiene y la seguridad laboral, desempeñándose
desde la década del ’70.
13
En cuanto a estos métodos de indagación, posteriores al accidente, también desde las páginas de la
Revista del IAS se difunde un “procedimiento indagativo” (vid. Ostolaza, 2001, Benzo Moreira, 2004,
entre otros). Desde la cátedra de “Higiene y Seguridad” de la Facultad de Ingeniería de la UBA y de la
Facultad de Ciencias Fisiomatemáticas de la UCA, también se difunde otro “modelo de investigación
de accidentes” (Mangosio, 2002).
14
En torno a la cuestión de la seguridad laboral convergen tres enfoques: la teoría del ‘acto inseguro’,
que atribuye la causa de los accidentes a la responsabilidad individual del trabajador; la teoría del ‘factor
humano’ que explica las contingencia a partir de la figura de una ‘cadena de causas’ cuyo último eslabón
está constituido por el error humano y las ‘teorías sistémicas’ como el enfoque de la ‘cultura organiza-
cional’ que piensa que los accidentes son el resultado de la interacción de la organización, las máquinas
y las personas (Rodríguez, 2007).
15
Toda una serie de artículos elaborados por profesionales del campo de la higiene y la seguridad incluyen
entre los modelos explicativos de los accidentes y las prescripciones dedicadas a evitarlos, los tópicos
de la capacitación, el entrenamiento y la educación profesional (entre otros: Benzo Moreira, 2004;
Expósito, 2006; Cutuli, 2006).
16
Este efecto de individualización biológica, asociado con la utilización de bio-marcadores en el ámbito
de investigaciones epidemiológicas y toxicológicas, resulta posible por la acción de un operador espe-
cífico, largamente emparentado con la idea de predisposición y de labilidad: la ‘susceptibilidad’. Ese
término comenzó a utilizarse a principios del siglo XX para significar una persona capaz de contraer una
enfermedad o deficiencia. Ciertos factores de orden individual, como la edad, el hábito de fumar, los
antecedentes clínicos, los déficits nutricionales, los desórdenes genéticos pueden determinar que una
persona pueda ser la primera en presentar síntomas frente a ciertos riesgos laborales (Rodríguez, 1995).
clientes. Por otra parte, los empleadores, al estar totalmente cubiertos contra los riesgos que genera
la producción, carecen de todo otro incentivo ‘de mercado’ para implementar medidas preventivas.
18
La “Encuesta Nacional Docente” alcanzó a 3.500 maestros y 500 escuelas de todo el país. Fue reali-
zada a partir de la articulación entre autoridades sindicales, trabajadores y un conjunto de expertos. Un
desarrollo más exhaustivo se encuentra en Martínez et al, 1997.
19
Esta investigación, que surgió de la iniciativa de la Asociación Tribunales de Empleados del Poder
Judicial de la Provincia de Santa Fe, y que contó con la orientación de los profesionales del Área Salud y
Trabajo de la Universidad Nacional de Rosario, dio lugar a una publicación en la que se pueden conocer
más detalles sobre la misma (Kohen y Canteros, 2000).
20
La ‘Campaña Nacional por las 6 horas’ es el nombre que el Cuerpo de Delegados de Metrovías a la
lucha que los trabajadores, con la orientación y el apoyo del Taller de Estudios Laborales, comenzaron
hacia el año 1999, con la finalidad de recuperar la jornada reducida que, por razones de insalubridad,
caracterizó originariamente a la actividad de subterráneos en Buenos Aires, y que fue extendida a 8
horas, al suscribirse, en 1999, un nuevo convenio colectivo entre la empresa concesionaria del servicio y
la Unión de Trabajadores del Transporte de la Argentina (vid. Rubio y Vocos, 2007; Arias y Haidar, 2008).
en las que aquello que está en cuestión son menos unos derechos y más unos
modos de vida.
Se trata de resistencias locales y focalizadas contra la agravación arbitraria de
las condiciones de labor, el ocultamiento y la invisibilización de los malestares y
enfermedades causados por el trabajo y el privilegio del saber sobre la salud y
seguridad que detentan los expertos. Más allá de sus diferencias, las luchas de
los trabajadores docentes, judiciales y del servicio de subterráneos comparten
un conjunto de elementos. En los tres casos:
a) La salud se articula como un “horizonte normativo” (Renault, 2008),
es decir, es aquello que nutre y justifica la lucha. Pero a la vez es un terreno
polémico, el espacio de confrontación entre, por una parte, las concepciones
tecno-científicas de los riesgos y los diagnósticos fundados en la lógica produc-
tivista de las empresas, y por la otra, el saber producido ‘desde abajo’ por los
trabajadores y los expertos.
b) Se disputa a diferentes autoridades (el Ministerio de Educación de la
Nación, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe, la empresa
Metrovías y sus técnicos, la Unión del Transporte Automotor) el “privilegio del
saber” (Foucault, 2001a:245), el poder de hablar públicamente sobre la salud
y seguridad laboral. Se busca combatir los efectos de poder ligados al mono-
polio que los expertos, las agencias del Estado y los directivos de las empresas
detentan sobre el conocimiento, corto-circuitar los canales de producción del
saber en materia de accidentes y enfermedades, para permitir que irrumpa la
verdad de los trabajadores. Mostrar, así, que la escuela es un lugar de trabajo,
que las dolencias psíquicas que afectan a los docentes están ligadas a la transfor-
mación del rol de la escuela en la sociedad, que el trabajo en los subterráneos
sigue siendo insalubre, que los empleados judiciales se encuentran sujetos a
presiones diarias, etcétera. En este sentido resultan sumamente ilustrativas las
palabras de la entonces secretaria general de CTERA (M. Sánchez) y de una
especialista en educación (A. Puigróss) en el Prólogo al libro “Salud y Trabajo
Docente. Tramas del malestar en la escuela” (Martínez et.al, 1997:12) que
sintetiza los resultados de la “Encuesta Nacional Docente”: “Esta investigación
(…) muestra la posibilidad de generar saberes desde un lugar distinto al de los
poderes establecidos, es decir, desde el lugar de los trabajadores”.
c) Se cuestionan todos aquellos medios (las consignas de auto-cuidado,
los regímenes de licencias, los premios por ‘presentismo’, el cálculo individual
de incidentes y accidentes, la psicologización de los conflictos, etcétera) que
tienden a individualizar la salud, el malestar y la enfermedad, a separar a las
personas de los colectivos de trabajo a los que pertenecen, con la finalidad
de des-responsabilizar a las empresas y autoridades del Estado de los efectos
degradantes del trabajo, aumentar la eficiencia individual y disminuir los con-
flictos. En contra del “gobierno de la individualización” (Foucault, 2001a: 244),
a partir de la “Encuesta Nacional Docente” promovida por CTERA se arribó a
la conclusión de que la pertenencia de los docentes a la comunidad educativa y
Bibliografía
- Acindar (2006) Reporte de sustentabilidad 2006. Disponible en: http://www.acindar.com.ar. Fecha de
consulta: 21/05/2010.
- Aldana, S., R. Merrill, K. Price, A. Hardy y R. Hagar (2005) “Financial impact of a comprehensive
multi-site workplace health promotion program”, Preventative Medicine, 40, 131-137.
- Allender, S., D. Colquhoun, y P. Kelly(2006) “Competing discourses of workplace health”, Health,
10 (1). Disponible en http://hea.sagepub.com/cgi/content/abstract/10/1/75. Fecha de consulta:
03/05/2008.
- Arias, C. y V. Haidar (2008) “‘Resistir en nombre de la salud’. Un análisis de la experiencia del Cuerpo
de Delegados de los trabajadores de los subterráneos de la Ciudad de Buenos Aires”, en Trabajo y
Sociedad. Indagaciones sobre el trabajo, la cultura y las prácticas políticas en sociedades segmentadas, 11
(X). Disponible en: http:// www.222.unse.edu.ar/trabajoysociedad. Fecha de consulta: 20/11/2010.
- Beck, U. (2002) La sociedad del riesgo global. Madrid, Siglo Veintiuno.
- Barreiro, F. (2001) “Una voz en el teléfono”, Revista Mercado, junio de 2001. Disponible en http://
www.icasarg.com/editoriales_005.php. Fecha de consulta: 11/08/2010.
- Belli, A. (2007) “La salud de los trabajadores no se delega” en Carcoba Alonso (comp.), La salud no
se vende ni se delega, se defiende. El modelo obrero. Fundación Sindical de Estudios. Madrid, GPS.
- Benzo Moreira, F. (2004) “Manejo de productos citostáticos”, Revista de Seguridad, N° 383.
- Betancourt, O. (1999) Para la enseñanza y la investigación de la salud y la seguridad en el trabajo. OPS/
OMS. FUNSAD. Arco Iris, Ecuador.
- Breilh, J. (2003) Epidemiología crítica. Ciencia emancipadora e interculturalidad, Buenos Aires, Lugar
Editorial.
- Clarín on line (2005) “Sanos y contentos trabajan mejor”, 09/04/2005. Disponible en: http://www.
clarin.com/. Fecha de consulta 14/08/2010.
- Constanzo, V. (2008) La protección social del trabajo desde la perspectiva de la economía social. Un
análisis del sistema de protección de los riesgos del trabajo en Argentina. Tesis de Maestría en Economía
Social, cohorte 2005-2007, Universidad Nacional de General Sarmiento, Inédito.
- Cutuli, A. (2006) “Seguridad y Salud Ocupacional. Sistema IAS para la prevención de accidentes”,
Revista de Seguridad, N° 383.
- Dean, M. (1999) Governmentality. Power and Rule in Modern Society. London, Sage.
- Durkheim, E. (1973) La educación moral. Buenos Aires, Schapire.
- Epelman, M. (1999) “Prólogo” en Albiano, N. F. Toxicología Laboral. Criterios para la vigilancia de los
trabajadores expuestos a sustancias químicas peligrosas. Superintendencia de Riesgos del Trabajo,
Buenos Aires, Polemos.
- Esposito, R. (2005) Immunitas. Protección y negación de la vida. Buenos Aires, Amorrortu.
_____________________
(2007) Bios. Biopolítica y filosofía. Buenos Aires, Amorrortu.
- Expósito, C. (2006) “Prevención y seguridad en los ambientes de trabajo”, Revista de Seguridad, N°
389.
- Fassin, D. (2005) “Biopouvoir ou biolégitimité? Splendeurs et misères de la santé publique” en Marie-
Christine Granjon (Dir.), Penser avec Michel Foucault. Paris, Karthala, 161-181.
__________________
(2006) “La biopolitique n’est pas un politique de la vie”, Sociologie et societés, 38 (2).
- Filc, D. (2005) “The health business under neo-liberalism: the Israeli case”, Critical Social Policy, 25
(2).
- Foucault, M. (1998) “Seguridad Social: Un sistema finito frente a una demanda infinita” en Varela y
Alvarez-Uría (eds.) Saber y Verdad. Madrid, La Piqueta.
_______________________
(2000) Defender la sociedad. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
(2001a) “Por qué estudiar el poder. La cuestión del sujeto” en H. L. Dreyfus y P.
_______________________
Rabinow, Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica. Buenos Aires, Nueva Visión
(2001b) “Michel Foucault, une interview: sexe, pouvoir et la politique de l’identité » en
________________________
- Haidar, V. (2008) Trabajadores en riesgo. Una sociología histórica de la biopolítica de la población asalariada
en la Argentina (Argentina, 1890-1915). Buenos Aires, Prometeo.
- Hardt, M. y Negri A. (2002) Imperio. Buenos Aires, Paidós.
- Instituto Argentino de Seguridad (2004) “Procedimiento Operativo”, Revista de Seguridad.
- Kohen, J. A. (2005) La problemática del trabajo infantil y docente en el contexto de las nuevas vulnera-
bilidades. Del impacto negativo de la salud a la búsqueda de procesos saludables. Tesis de Doctorado.
Universidad Nacional de Rosario. Facultad de Psicología.
- Kohen, J. y G. Canteros (2000) La salud y el trabajo de los Judiciales. Santa Fe: CGT-Asociación de
Empleados del Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe.
- Laurell, A. C. (1982) Proceso de trabajo, condiciones y organización obrera. Tercera Reunión del Grupo
de Trabajo de CLACSO sobre condiciones y medio ambiente de trabajo en América Latina.
- Lazzaratto, M. (2000) “Du biopouvoir à la biopolitique”, Multitudes, Nº 1. Disponible en http://multi-
tudes.samizdat.net/spip.php?article205&var_recherche=Biopolitiques. Fecha de consulta: 16/06/08.
(2001) “Le gouvernement par l’ individualization”, Multitudes, Nº 4. Disponible en
__________________________
Semana Argentina de la Salud y Seguridad en el Trabajo. Presentaciones 2004. Buenos Aires, Superin-
tendencia de Riesgos del Trabajo.
- Novas, C. y N. Rose (2001) “Genetic Risk and the Birth of the Somatic Individual”, Economy and
Society, 29.
- Oddone, I. (2008) “Reflexiones sobre el modelo obrero italiano”, Revista 5. Instituto Laboral Andino.
Disponible en: http://www.cta.org.ar/base/IMG/pdf/Entrevista_IVAR_ODDONE.pdf. Fecha de ac-
ceso: 12-03-2010.
- O’Malley, P., L. Weir y C. Shearing (1997) “Governmentality, criticism, politics”, Economy and Society,
26 (4).
- Ostolaza, J. C. (2001) “Procedimiento operativo para casos de accidentes”, Revista de Seguridad, N° 370.
- Pandolfi, A. (2007) Naturaleza Humana. Léxico de la Política. Buenos Aires, Nueva Visión.
- Petersen, A. and D. Lupton (1996) The new public health: Health and self in the age of risk. London,
Sage.
- Poder Ejecutivo Nacional (1994) “Mensaje de Elevación del Proyecto de Ley de Riesgos de Trabajo”,
en Ley Nº 24.55 Riesgos de Trabajo. Antecedentes Parlamentarios. Buenos Aires, La Ley.
- Rabinow, P. y N. Rose (2003). Thoughts on the concept of biopower today. Disponible en: http://caosmosis.
acracia.net/wp-content/uploads/2009/04/rabinow-y-rose-biopowertoday-1.pdf. Fecha de consulta:
07-07-2010.
- Quilmes (2007/2008) Informe de responsabilidad Social. Disponible en: http://www.cerveceriaymal-
teriaquilmes.com/index.php?page=nota&id=37. Fecha de consulta: 22-04-2010.
- Ramacciotti, K. (2009) La política sanitaria del peronismo. Buenos Aires, Biblos.
- Reith, G. (2004) “Uncertain Times. The notion of ‘risk’ and the development of modernity”, Time &
Society, 13 (2/3).
- Renault, E. (2008) “Biopolitique, médecine sociale et critique du libéralisme », Multitudes, 34, 195-205
- Revel, J. (2009) “Identity, nature, life: three biopolitical deconstructions”, Theory, Culture & Society,
26 (6), 45-54.
- Rodríguez, C. (1995) Herramientas en materia de salud laboral. Buenos Aires, Oficina Internacional
del Libro.
- Rodríguez, C. A. (2007) “La cultura de la prevención”, en AAVV, Aportes para el Debate de la Reforma
de la Ley de Riesgos del Trabajo. La participación como instrumento de promoción al diálogo social, Su-
perintendencia de Riesgos del Trabajo.
- Rose, N. (1999) Powers of freedom. Reframing political thought. Cambridge University Press.
(2007) The Politics of life itself. Biomedicine, power and subjectivity in the twenty-first century.
_________________
Resumen
A partir de sus desarrollos sobre el nazismo Agamben y Esposito reelaboran
el concepto foucaultiano de biopolítica. Agamben, por un lado, establece esta
reconfiguración de la categoría biopolítica a través de la idea de sacralidad. Por
su parte, la biopolítica de Esposito adquiere su singularidad en relación con el
concepto inmunitas y, fundamentalmente, en relación a la figura del pharmakon.
De todo ello resulta que, si el movimiento foucaultiano partía de prácticas para
explicar la configuración de las subjetividades, los italianos, por el contrario,
explican el desarrollo de la subjetividad a partir de estructuras ontologizadas.
Palabras clave
biopolítica – nazismo – sacralidad – inmunitas – pharmakon – subjetividad
Abstract
Agamben and Esposito, from its development over Nazism, rework the foucaul-
dian bio-politics’ concept. Agamben, on the one hand, provides the reconfigura-
tion of bio-politics category through the idea of sacredness. On the other hand,
Esposito’s bio-politics becomes singular in relation to the concept of inmunitas
and, especially, in relation to the figure of pharmakon. From there, if foucauldian
movement begins in practices to explain the configuration of subjectivities, the
Italians, on the contrary, explain the development of subjectivity from ontologized
structures.
Key words
biopolitics – nazism – sacredness – inmunitas – pharmakon – subjectivity
1. Breve introducción
La biopolítica desde su surgimiento en los años ’70 por los desarrollos de
Michel Foucault, implicó un cambio en la filosofía política dado que conllevó
interpretar la manera en que la vida ha ingresado en las preocupaciones políticas
modernas a partir de la existencia de un “bio-poder” o “poder sobre la vida” que
toma a su cargo la producción, reproducción y administración de esa vida. De
esta manera, podría entenderse este bio-poder como matriz de inteligibilidad
de esa administración. Ahora bien, la interpretación de la biopolítica varió con
la aparición, a fines de siglo XX y principios del XXI, de los trabajos de dos
pensadores italianos, Giorgio Agamben y Roberto Espósito. El nazismo, para
ambos pensadores, funciona como una piedra de toque que permite reflexio-
nar sobre el verdadero valor de la biopolítica y, por ende, también funciona
como un importante punto de disenso que termina definiendo la biopolítica
de manera esencialmente diferente a la compresión foucaultiana. Es por eso
que se intentará comprender la utilización del nazismo por parte de ambos
autores, pero poniendo esencial énfasis en la cuestión de la sacralidad en el
caso de Agamben y la problemática de la inmunitas basada en el pharmakon por
el lado de Esposito. De esta manera, tanto la sacralidad agambeniana, como la
inmunidad espositeana demuestran un cambio respecto del campo biopolítico
que funciona dentro de una lógica dialéctica contraria, en apariencia, a la lógica
de la estrategia supuestamente sostenida por Foucault.
En ese punto surge como relevante comprender estas diferencias para
configurar un mapa preciso de la teoría biopolítica y, por consiguiente, tam-
bién su aplicación ante situaciones concretas de nuestro presente, dado que el
problema de la ontología del presente conlleva una necesidad de comprensión
del papel de la política, de la filosofía y, por lo tanto, de la propia ontología. En
pocas palabras, el problema de la ontología y su relación con la política es una
cuestión que centralmente se plantea al momento en que la vida es produci-
da, construida y administrada, pero, principalmente el extremo al que parece
acercarse la biopolítica con la lectura, tanto de Agamben como de Esposito,
plantea una política ontologizada y no, aparentemente, más cerca del relato
foucaultiano, una ontología politizada. En ese punto se debe entender el por
qué de la crítica que ambos pensadores italianos realizan al pensamiento de
Foucault como incompleto o insuficiente al momento de entender la “real”
relación entre política y vida.
4. Sacralidad y holocausto
Agamben rescata la figura del homo sacer, una figura enigmática que ha recibi-
do una serie de discusiones a partir de la definición que hiciera Sexto Pompeyo
Festo que sostenía que “hombre sagrado es, empero, aquél a quien el pueblo
ha juzgado por un delito; no es lícito sacrificarle, pero quien le mate, no será
condenado por homicidio” (Agamben, 1998: 94n). Lo que demuestra es una
ambigüedad que llama la atención, según Agamben, y ha despertado divergen-
cias en las interpretaciones. En esa tónica, René Girard había destacado que
el sacrificio se presenta de dos maneras opuestas, a veces como una cosa
‘muy santa’ de la que no es posible abstenerse sin grave negligencia, y otras,
al contrario, como una especie de crimen que no puede cometerse sin ex-
ponerse a peligros no menos graves (Girard, 2005: 9).
1
Traducción propia
2
Agamben sostiene que hay “dos campos de investigación que Foucault ha dejado a un costado, el
derecho y la teología, son extremadamente importantes para comprender nuestra situación presente”
(Agamben, 2004: 14).
juego, dado que intestabilis indica infamia, no poder aparecer como testigo
frente a un magistrado, y perder, virtualmente, gran parte de su capacidad como
ciudadano, es por eso que el significado convencional de intestabilis está unido al
de detestabilis (Horacio, 1869: 477n). La ambigüedad radicaría en la posibilidad
de que alguien que no pueda dar testimonio, alguien que no tiene la capacidad
de que su palabra fuera tomada fidedignamente pueda ser sacer. Esta unión es
posible fácilmente, gracias a la propia ambigüedad del término sacer que se puede
colocar para definir a alguien que pierde gran parte de su categoría de ciudadano.
La elección agambeniana de esta figura radica no sólo en la facilidad de ser
entendida como un umbral que es asimilable a un estado de excepción, dado
que la vida del homo sacer ha quedado suspendida en un intermedio porque
pertenece al mundo de los dioses pero no puede ser sacrificada, y pertenece
al mundo humano pero cualquiera lo puede matar sin cometer homicidio, sino
también, según Agamben, porque esta es la primera vez que se vincula una vida
humana con la sacralidad. Homo sacer, entonces, funciona como una estructura
política originaria y, además, el homo sacer es una nuda vida expuesta que no
está protegida ni por dioses ni por los hombres. A través de esto, la cuestión
que se puede trazar como relevante es la manera en la cual el homo sacer, figura
jurídico-religiosa en forma evidente, es utilizada para comprender
la figura que nuestro tiempo nos propone [y que no es otra más que] (…) la
de una vida de un insacrificable, pero se ha convertido en eliminable en una
medida inaudita, [por ello] la nuda vida del homo sacer nos concierne de modo
particular (Agamben, 1998: 147).
3
Amén de esto se debería destacar las palabras de Leo Peppe que sostiene que la interpretación agam-
beniana sobre el homo sacer, es “fascinante pero infundada” y advierte sobre el uso difuso del derecho
romano que conllevan riesgos interpretativos. Cfr. Peppe (2008: 444).
4
También shoá es un término problemático dado que hace referencia al castigo divino (Agamben, 1998:
30).
zonas más y más amplias de la vida social, en las que el soberano entra en una simbiosis
cada vez más íntima no sólo con el jurista, sino también con el médico, con el científico,
con el experto o con el sacerdote (Agamben, 1998: 155-156).
6. Inmunidad y pharmakon
Ahora bien, la forma en que Esposito resuelve el problema es a través del
paradigma de la inmunización. El concepto inmunidad es desarrollado por
Esposito a lo largo de su obra, especialmente en su texto de 2002 Inmunitas,
Esto es así porque, a partir de eso, las almas de quienes aprendan descui-
darán la memoria dado que se fiarán de lo escrito, pero no es simplemente
porque confiarán en lo escrito, sino que su recuerdo “llegará desde fuera” por
caracteres ajenos y no desde ellos mismos, y, por esto, no es un fármaco de la
memoria, sólo un simple recordatorio y que brinda una apariencia de sabiduría.
Este texto ha sido utilizado por Jacques Derrida como esencial para entender
el problema de la filosofía y la escritura. Esta relación, que es problemática,
implica un rechazo de la escritura, tal y como se desprende del texto platóni-
co, pero, además, la lectura derrideana parte de la idea de la aparición de la
cuestión logográfica, en donde un logógrafo es un
escritor-fantasma que compone discursos para el uso de los litigantes, discursos
que él por sí mismo no pronunciará, que él no espera, pronunciar, en persona,
y que produce sus efectos en su ausencia (Derrida, 2000: 68)5.
Este escritor, dado que prepara un discurso que jamás dirá, y que, tal vez,
él nunca cree, se coloca en la posición del sofista y culmina siendo un hom-
bre de no-presencia y de no-verdad. Por esto, Derrida sostiene que hay una
incompatibilidad entre escrito y verdad, pero lo que no significa que escribir,
por sí mismo, sea vergonzoso, indecente o infame dado que sólo se puede
ser poco honorable si se escribe de una manera no honorable, sin embargo el
problema que aparece y que culmina siendo central es sobre la propiedad o
impropiedad de la escritura.
5
Traducción propia.
Es por eso que para Platón, según Derrida, la escritura que es un pharmakon,
es semejante a la pintura, como un zoografema que se encuentra dentro de la
problemática de la mímesis (Cfr. Derrida, 1967: 413)10. Esta similitud conlleva
6
Traducción propia.
7
Traducción propia.
8
Traducción propia.
9
Traducción propia. Esta idea de logos como hijo tiene también una lectura posible desde el evangelio,
ya que en Juan 1, 1, se sostiene: “En arjé în o Logos kai o Logos en pros ton Theon kai Theos en o
logos” que usualmente es traducido por “En principio estaba la Palabra [logos], la Palabra [logos] cerca
de Dios, y Dios era la Palabra [logos]”. Logos ocupa el lugar del Hijo y de esta manera cuando Jesús dice
“yo soy el camino la verdad y la vida” (Juan 14, 6) hay una relación intrínseca entre logos y verdad tal y
como sostiene Derrida.
10
Derrida cita, para sostener su lectura, Cratilo 430-432 y Fedro 275d. En este último se sostiene que
que la escritura sea rechazada por Platón, según Derrida, por su logocentrismo
(Cfr. Gros, 2009: 386). De esta manera, el escritor o el artista, los autores de
zoografema, quedan excluidos, artistas y escritores parecen ser el remedio pero
se transforman en veneno porque semejan crear objetos con vida pero que no
pueden contestar nada, que se quedan en un absoluto silencio al momento de
ser preguntados, al momento de ser requeridos. En ese punto, según la lectura
derridiana, para Platón, la única construcción posible del conocimiento es a
partir del discurso, del logos, la imposibilidad de la escritura implica la necesidad
de su expulsión pero también su imposibilidad, la necesidad de su definitivo
sacrificio pero también su impedimento porque
la aversión de Platón a la escritura se interpreta como un síntoma de una
tendencia más general en la filosofía de desterrar el exterior y el material de
la esencia del significado y el valor, o el logos (Miller, 2007: 25)11.
Es por esto que René Girard relaciona, justamente, la lectura derridiana con
su lectura sobre el problema sacrificial, afirmando que:
El análisis de Derrida muestra de manera convincente que una cierta arbi-
trariedad violenta de la operación filosófica se realiza, en la obra de Platón,
a partir de una palabra que brinda los medios para ello porque designa de la
manera más próxima al origen otra variante más brutal pero a fin de cuentas
análoga de la misma operación. Detrás de las formas sacrificiales, todas ellas
derivadas ente sí, no hay nada ‘típico’ en el sentido en que lo busca la filosofía,
y después de ella otras fórmulas del pensamiento occidental, la sociología o el
psicoanálisis por ejemplo, sino que existe un acontecimiento real y original cuya
esencia es siempre, y desigualmente, traicionada por todas las traducciones y
derivaciones metafóricas creadoras del pensamiento occidental, incluso cuan-
do éstas encuentran unos campos de aplicación en las que tocan realmente lo
real, y las que su eficacia se revela indiscutible (Girard, 2005: 309).
“es impresionante, Fedro, lo que pasa con la escritura, y por lo que tanto se parece a la pintura. En
efecto, sus vástagos están ante nosotros como si tuvieran vida; pero, si se les pregunta algo, responden
con el más altivo silencio” (Platón, Fedro 275d). Lledó Iñigo sostiene que, en su nota sobre este texto,
“[p]osiblemente, el tema egipcio lleve a Platón a esta comparación con la pintura: la zoographia de la
escritura jeroglífica, al lado de las grámmata” (Platón, 2000: 401n).
11
Traducción propia.
no es una sustancia, sino más bien una no-sustancia, una no-identidad, una
no-esencia. Pero sobre todo algo que se relaciona con la vida desde el fondo
de su reverso. Más que afirmarla, niega su negación, y así termina por redo-
blarla (Esposito, 2002: 181).
12
Como casi todos los textos platónicos se ha discutido acerca de su autenticidad, especialmente respecto
de la cartas ya que aportan “una valiosa fuente de información directa sobre la vida y el pensamiento de
Platón” (Zaragoza, 1992: 431). En líneas generales la Carta VII ha sido tradicionalmente citada y utilizada
como platónica y diversos estudios han sostenido su autenticidad (Cfr. Zaragoza, 1992: 429-431).
Es por eso que Foucault cita al personaje Sócrates cuando afirma que
“nada tiene de vergonzoso el poner por escrito las palabras (…) [p]ero lo
que si considero vergonzoso, es el no hablar ni escribir bien, sino mal y con
torpeza” (Platón, Fedro, 258d). Foucault sostiene que lo importante para
Platón no está en la oposición entre un logos escrito por los logógrafos y
vendido como mercancía contra un logos vivo, sino en la cualidad del discurso;
la división no está dada por el discurso oral o escrito, sino por un buen o un
mal discurso (Cfr. Foucault, 2009: 334). Y en realidad, lo bueno o lo malo
del discurso no radica en que el habla conozca la verdad antes de hablar, sino
que la verdad debe ser una función constante y permanente del discurso; la
verdad no es un elemento previo o psicológico a la práctica de la oratoria, sino
aquello que se relaciona en forma constante con el discurso. El problema del
discurso no radica en la retórica por sí misma, por el contrario se instala en
una “psicagogia (la conducción de las almas) dia ton logon (por los discursos)”
(Foucault, 2009: 336).
La centralidad para Foucault, en su interpretación sobre los textos platónicos,
se centra, en forma indudable, sobre las prácticas. Es por eso que coincidente
con lo dicho y relacionado con la escritura entendida como práctica, especial-
mente como una práctica de sí sobre sí, podemos encontrar lo mencionado
por Foucault en una entrevista de 1983, en donde rescata los hupomnenata
(Cfr. Miller, 2007: 188). Los hupomnenata son libros o registros públicos, pero
específicamente cuadernos individuales que servían para tomar notas,
[s]u utilización como libros de vida, o guías de conducta, parece haber sido
una cosa muy corriente al menos en un cierto público cultivado (…) [y]
constituyen una memoria material de las cosas leídas, escuchadas o pensadas
(Foucault, 1994: 624)13.
Estos cuadernos son al igual que la práctica que sirve para el conocimiento,
en definitiva, una técnica para la vida, una ascesis que puede ser pensada como
un ejercicio de uno mismo sobre uno mismo. Justamente esta es la forma
13
Traducción propia.
Bibliografía
- AA.VV. (2005) The New Covenant. The Greek New Testament Stephanus 1550 Received Text, Samos:
University of the Ægæan.
- Agamben, G. (1998) Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, Valencia: Pre-textos.
_______________________
(2002) Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo sacer III, Valencia: Pre-
textos.
_______________________
(2004) Estado de excepción. Homo sacer II, I, Buenos Aires: Adriana Hidalgo.
- Arendt, H. (1999) Los orígenes del totalitarismo, Barcelona: Taurus.
____________________
(2003) La condición humana, Buenos Aires: Paidos.
- Benjamin, W. (2002) Tesis sobre la filosofía de la historia en Benjamin, W., Ensayos (Tomo I), Madrid:
Editora Nacional de Madrid.
- Borradori, G. (2004) La filosofía en una época de terror. Diálogos con Jürgen Habermas y Jacques Derrida,
Buenos Aires: Taurus.
- Brasse, J. (1828) Greek Gradus, or, Greek, Latin, and English Prosodial Lexicon: Containing the Interpre-
tation, in Latin and English, of All Words Which Occur in the Greek Poets from the Earliest Period to the
Time of Ptolemy Philadelphus and Also the Quantities of Each Syllable, London: Baldwin.
- Derrida, J. (1967) De la grammatologie, Paris: Les Éditions de Minuit.
(2000) “Plato’s pharmacy” en Derrida, J., Dissemination, London, New York: The Uni-
____________________
Resumen
Este artículo constituye un ejercicio exploratorio sobre las relaciones Estado-
naturaleza a partir del análisis que Foucault realiza en Seguridad, Territorio, Población
(2006) y su contrastación empírica en una ecología política regional. Luego de analizar
el tratamiento que realiza el autor sobre la naturaleza, el Estado, el acontecimiento
y la escasez, damos cuenta de la resolución del problema del gobierno que experi-
mentó el Estado provincial mendocino entre fines de siglo XIX y principios del XX.
Un conjunto de dispositivos emergieron en este proceso, muchos de los cuales son
reactualizados bajo formas contemporáneas de gestión estatal de la naturaleza y la
sociedad.
Palabras clave
Estado – naturaleza – gubernamentalidad – Mendoza – ecología política
Abstract
This paper is an exploratory exercise on the State-Nature relations as analyzed by
Foucault in Security, Territory, Population (2006), and its application to a regional political
ecology. After having analized the treatment that Foucault gives to the concepts of
nature, State, event and scarcity, we highlight the resolution of the problem of go-
vernment experienced by the provincial state of Mendoza in the late nineteenth and
early twentieth century. A set of devices emerged from this process, many of which
are actualized under contemporary forms of state management of nature and society.
Key words
State – nature – governmentality – Mendoza – political ecology
Introducción
1
Bob Jessop es quien ha llamado la atención sobre este desplazamiento. Ver Jessop (s/f). Otra línea de
análisis en torno de la obra de Foucault ha sido desarrollada desde la antropología entre otros por Bohos-
lavsky y Di Liscia (2005). Esta propuesta latinoamericana indaga sobre el control social buscando evidencias
que permitan complejizar la concepción de ‘control total’ por parte del Estado teniendo en cuenta las
condiciones históricas particularmente en los ‘territorios nacionales’ y marginales de Latinoamérica.
2
Como bien destaca Stuart Elden (2007) el interés de Foucault está puesto en analizar el momento
emergente de la noción de población, en el que simultáneamente aparece la categoría de territorio en
el sentido moderno.
Es claro que esta noción está condicionada por el ejemplo sobre el que
está trabajando cual el de los espacios –y las lógicas– urbanas. Sin embargo
hay algunas referencias claras acerca de que la naturaleza no constituye una
unidad en sí misma y autónoma de los movimientos humanos, tema que será
retomado en el siguiente apartado. La preocupación por la circulación y el
movimiento ha sido una muy presente en el período moderno marcado por
el dominio instrumental del mundo. Por otra parte Foucault dispersa lo que
denomina medio en dos partes; por un lado el conjunto de datos ‘naturales’ que
representan a la naturaleza en su sentido más material y por otra el conjunto
de datos ‘artificiales’ asimilado a lo que podríamos denominar una segunda
naturaleza, ahora complejizada como efectos masivos que interactúan con la
población que allí reside.
Más adelante, en la misma clase continúa:
Y el medio aparece por último como un medio de intervención, donde, (…) se
tratará de afectar, precisamente, a una población. Me refiero a una multiplicidad
de individuos que están y solo existen profunda, esencial y biológicamente
ligados a la materialidad dentro de la cual existen (Foucault, 2006:41).
Este párrafo final nos devuelve una imagen compleja y totalmente enrique-
cida de la ‘naturaleza’ que analiza Foucault. No sólo trazando una arqueología
de la naturaleza desde el poder sino especificando las formas de operación de
los mecanismos de seguridad que moldean las relaciones entre la sociedad y
la naturaleza.
Pasaremos ahora a reseñar brevemente lo que nuestro autor comprende
como ‘tácticas generales de gubernamentalidad’ en tanto constituye una buena
aproximación no a lo que el Estado es, sino lo que ‘hace’ y que, en definitiva,
permite su existencia.
Ya habíamos mencionado anteriormente que Foucault ha sido muchas veces
identificado como ‘antiestatista’. Esto constituye un movimiento simplificador
conducido en buena medida por la recepción que tuvo este autor en Estados
Unidos a través de lo que se ha conocido como el ‘efecto Foucault’. Pero el
Estado hoy, sostiene Foucault, como probablemente en el curso de su historia:
…no tiene esa unidad, esa individualidad, esa funcionalidad rigurosa, y me
atrevería a decir que ni siquiera tuvo esa importancia. Después de todo, tal
vez no sea más que una realidad compuesta y una abstracción mitificada cuya
importancia es mucho más limitada de lo que se supone. Lo que es importante
para nuestra modernidad, es decir para nuestra actualidad, no es entonces la
estatización de la sociedad sino más bien lo que yo llamaría la ‘gubernamen-
talización’ del Estado (Foucault, 2006:137).
5
Se podría trazar, complementariamente, una comparación apresurada entre esta escasez que compro-
mete la subsistencia humana con la escasez de recursos hídricos que se ha planteado tanto en Mendoza
como en el Oeste norteamericano entre otros lugares del mundo. El destacado historiador ambiental
Donald Worster (1985: 47) consigna en su estudio Ríos del Imperio que en los escenarios de escasez
hídrica las decisiones políticas sobre qué hacer se definían en realidad en función de una especulación
económica y de expectativas de negocios –como una geografía imaginaria.
escasez que adoptaba las formas clásicas: limitación de precios, limitación del
derecho de acopio, limitación de la exportación, limitación de la superficie a
sembrar: ‘Se la forzará, por ejemplo, a arrancar la vid para imponerle la siembra
de granos’ (Foucault, 2006: 49). El objetivo en esta etapa es que los granos se
vendan a bajo precio lo que implica poca ganancia de los campesinos y alimen-
to barato para los habitantes de las ciudades permitiendo, esto, a su vez, el
mantenimiento de bajos salarios. Este es el gran principio político mercantilista,
como técnicas de gobierno y gestión de la economía que dominó a Europa
desde comienzos de siglo XVII hasta comienzos del XVIII. El mantenimiento
de los precios accesibles evitaba, como ya mencionamos, el hecho más temido
que era la rebelión popular.
Esta respuesta constituía un sistema antiescasez centrado en un acontecimien-
to ‘eventual’ pero que llevaba igualmente a la escasez por la ruina de los campe-
sinos, promoviendo nuevamente la temida rebelión que se intentaba conjurar.
Durante el siglo XVIII surge, entonces, una nueva concepción de la economía,
la fisiocracia, con el principio fundamental de ‘gobierno económico’ (Quesnay)
basado en la libertad de comercio y circulación de granos. Así el apoyo que
recibieron los fisiócratas y sus teorías implicó, según Foucault, un gran cambio
en las técnicas de gobierno y en los dispositivos de seguridad. La consolidación
de las políticas económicas de libre circulación de los granos implicó, a la vez, un
campo teórico y una mutación de las tecnologías de poder, como dispositivos
de seguridad. La cuestión de la libertad de granos se convirtió entonces en
uno de los grandes problemas políticos y teóricos franceses de esa centuria. El
comercio de granos pasó a ser una ‘cuestión nacional’. Pero una serie de malas
cosechas atentaron contra la consolidación total de esta medida.
A partir de aquí Foucault se aboca a ver los principios, las reglas de for-
mación de los conceptos, los elementos teóricos, pero no lo hace entonces
dentro de una arqueología del saber, sino en el linaje de una genealogía de las
tecnologías de poder. Así reconstruye el texto no desde el punto de vista de
las reglas de formación de los conceptos sino de los objetivos, las estrategias a
las cuales obedece y los programas de acción política que sugieren. Lo que en
el sistema jurídico disciplinario debía evitarse –la escasez como carestía–, para
los fisiócratas no es, en el fondo, un mal en absoluto. Se lo considera más bien
como un fenómeno natural.
El nuevo acontecimiento sobre el cual se intentará influir será la ‘realidad del
grano’, mucho más que la obsesión por la escasez. Hay entonces un cambio en
la construcción del acontecimiento. Se pasa de un sistema jurídico disciplinario
a un dispositivo de seguridad con forma de solución liberal. Pero como ya men-
cionamos, la serie de buenas cosechas llega a su fin nuevamente, perpetuando
el problema de la escasez aunque ahora bajo una nueva forma.
Este nuevo movimiento se resuelve a través de los que nuestro autor deno-
mina como la disociación del acontecimiento escasez como fenómeno individual
y colectivo. Se acaba la escasez en el nivel de la población en la medida en que
ésta se frena en virtud del dejar hacer, dejar pasar. Ya no habrá escasez general
sino para algunos, ‘cierta dificultad para comprar trigo’ y ‘cierta hambre’.
El dispositivo de seguridad que los fisiócratas concibieron con respecto a la
escasez tenía entonces una diferencia sustancial. La disciplina era esencialmente
centrípeta, funcionaba aislando un espacio, determinando un segmento. Por el
contrario, los dispositivos de seguridad son centrífugos, tienden a ampliarse, se
trata de permitir el desarrollo de circuitos cada vez más grandes. La disciplina
reglamenta todo, el dispositivo de seguridad deja hacer. Hay un nivel de permi-
sividad indispensable. La seguridad busca entonces poder captar el punto dónde
las cosas van a producirse, sean deseables o indeseables. Busca aprehenderlas en
el nivel de su naturaleza, de su realidad efectiva: ‘La seguridad actúa en el nivel
de la realidad, no del imaginario ni de lo complementario’ (Foucault, 2006: 69).
Esto implicaba que la política, aunque condicionada por la fortuna, no debía
extender hasta el comportamiento de los hombres el conjunto de reglas que
son impuestas por Dios. La política, en este proceso, tenía que actuar en el
elemento de una realidad que los fisiócratas llamaron precisamente ‘física’; y a
causa de ello van a decir que la política es una física, la economía es una física:
puesto que la ciencia económica no es otra cosa que la aplicación del orden
natural al gobierno de las sociedades, también es constante en sus principios y
tan susceptible de demostración como las ciencias físicas más seguras (citado
en Foucault, 2006: 70).
6
Al respecto es interesante la evolución sobre el concepto de naturaleza (nature) que traza Raymond
Williams en su célebre Palabras clave (2003). Allí, distingue tres significaciones básicas de ‘naturaleza’
a lo largo de la historia. Desde el siglo XIII emerge la idea de naturaleza como “la calidad y carácter
esenciales de algo”; luego ya en el XIV se deriva de la anterior como “la fuerza inherente que dirige
al mundo, a los seres humanos o a ambos” y finalmente; en el siglo XVII aparece la significación más
importante para nuestro interés: “el mismo ‘mundo material’ incluidos o excluidos los seres humanos”
(Williams, 2003). Durante el siglo XIX se termina de consolidar la idea de la naturaleza como “mundo
material que se movía de acuerdo a leyes”. Este largo proceso de objetivación de la naturaleza a través
de sucesivas resignificaciones e intervenciones implica prestar especial atención a la dificultad de uso.
En nuestro caso si bien discutimos todos los aspectos del concepto naturaleza hacemos énfasis en el
de mundo material. Pero no nos referimos a la difundida idea (o mito) de la naturaleza como un reino
prístino donde no ha llegado la acción y el poder humanos. Tampoco son sólo objetos estáticos (tierra,
paisajes, ríos, montañas, etc.) sino a las infinitas formaciones de procesos que constituyen la naturaleza:
son todos los procesos biológicos, el mundo material que nos rodea, el sustrato de nuestra existencia,
nuestro cuerpo y más allá de él, con o sin intervención humana.
7
Michel Foucault, en La arqueología del saber, anotaba: “En el caso de que se pudiera describir, entre cierto
número de enunciados, semejante sistema de dispersión, en el caso de que entre los objetos, los tipos
de enunciación, los conceptos, las elecciones temáticas, se pudiera definir una regularidad (un orden,
correlaciones, posiciones en funcionamientos, transformaciones), se dirá, por convención, que se trata
de una formación discusiva, evitando así palabras demasiado preñadas de condiciones y de consecuencias,
inadecuadas por lo demás para designar semejante dispersión, como ciencia, o ideología, o teoría, o
dominio de objetividad” (Foucault, 1988: 62). Más adelante continúa “En otros términos, la descripción
arqueológica de los discursos se despliega en la dimensión de una historia general; trata de descubrir
todo ese dominio de las instituciones, de los procesos económicos, de las relaciones sociales sobre las
cuales puede articularse una formación discursiva; intenta mostrar cómo la autonomía del discurso y
su especificidad no le dan por ello un estatuto de pura idealidad y de total independencia histórica; lo
que quiere sacar a la luz es ese nivel singular en el que la historia puede dar lugar a tipos definidos de
discurso, que tiene a su vez su tipo propio de historicidad, y que están en relación con todo un conjunto
de historicidades diversas” (Foucault, 1988: 276-277).
8
La relevancia que cobra el Estado provincial como un espacio de operación territorial sobre el cual se
mantiene un poder soberano (Brenner, 2004), se justifica en tanto nuestro interés no se centra tanto en
los que los Estados son, sino más bien en lo que hacen y las distintas formas de operación. En este sentido
el gobierno de la naturaleza estatal en Mendoza encuentra una clara escala provincial. Fundamentalmente
la Ley provincial de Aguas de 1884, aunque enmarcada –no sin discusiones jurídicas y doctrinarias– en
la legislación nacional, implicó una estructuración burocrática y de la naturaleza que la diferencia de su
articulación al Estado-nación.
9
El aforo de los ríos consiste en la cuantificación de la ‘oferta’ de agua de un río para organizar racio-
nalmente su distribución.
10
Denominamos como doctrina sistematizadora del derecho de aguas a la producción local en este campo
que produjo un reconocido grupo de abogados a lo largo del siglo XX y que se caracterizó por una clara
‘dogmática jurídica’. Las principales críticas a la dogmática provienen de su carácter poco ‘científico’, en
tanto parte habitualmente de una serie de presupuestos no siempre explicitados y de dudosa validación.
Así, se ha señalado que ella surge, justamente, de la aceptación dogmática de determinados presupuestos
que no pueden ser calificados como verdaderos o falsos, sino tan sólo aceptados, racionalmente, cuando
son confrontados con determinados criterios de justicia, conveniencia, oportunidad o, ‘dogmáticamente’,
cuando son aceptados sin tal confrontación. Según Salomoni (2000) la dogmática jurídica se diferencia
asimismo de otras ramas de la ciencias jurídicas en tanto tiene por objeto la interpretación de un conjunto
de normas. En este subcampo disciplinario sería posible ubicar, en general, los desarrollos dominantes
de doctrina sistematizadora del derecho de aguas (Martín, 2009).
11
Muchas de estas críticas, tendientes a corregir aquellos excesos, propiciaron la denominada tendencia
‘socializadora’ en el derecho de aguas, entre cuyas recomendaciones se encontraba la inclusión de todas
las aguas en el dominio público, luego incorporada por la ley 17711 (1968), a través de la modificación
del inciso 3 del artículo 2340 del Código Civil.
12
Así se devela en el relato mítico de la economía clásica que la llamada ‘acumulación originaria’ (previous
accumulation según Adam Smith), es en realidad un secular proceso histórico sostenido en la violencia.
Rhina Roux (2008) sintetiza el conjunto de procesos que implican a la acumulación originaria: “Robo,
fraude, expoliación, rapiña, castigo y disciplinamiento desfilan en el célebre capítulo XXIV de El capital
en el que Marx describió el paisaje de un complejo de procesos históricos que, sostenidos en la violencia
organizada y concentrada del Estado, comprendieron el largo y cruel parto de la sociedad moderna.
El saqueo y la dominación colonial, el tráfico de esclavos africanos, el despojo de tierras comunales, la
apropiación privada de bienes públicos, leyes laborales draconianas, guerras comerciales, sistema de
impuestos, deuda pública, crédito internacional y sistema proteccionista aparecen en ese paisaje como
métodos de un plurisecular proceso histórico que, de la conquista española de América a las leyes de
cercamiento de las tierras comunales en Inglaterra y del sistema colonial holandés a la expoliación bri-
tánica en la India, marcaron desde el siglo XVI el nacimiento histórico del mundo moderno colocando
temporalmente a Europa como su epicentro (Roux, 2008: 1-2).
13
En 1907 la legislatura faculta al Banco de Mendoza, fundado por Tiburcio Benegas, para acordar
préstamos hipotecarios de habilitación sobre tierras con concesión de derechos definitivos de agua, de
acuerdo a una ley de fomento agrícola. Estos gastos se cubrirían con la venta de 400 mil hectáreas de
tierras en San Rafael, con concesión eventual de aguas.
Bibliografía
- Alimonda, H. (Comp.) (2006) Los Tormentos de la materia. CLACSO, Buenos Aires.
- Bohoslavsky, E y. S. Di Liscia (Eds.) (2005) Instituciones y formas de control social en América Latina.
1840-1940. Una Revisión. Prometeo, Buenos Aires.
- Brenner, N. (2004) New State Spaces: Urban Governance and the Rescaling of Statehood. Oxford
University Press, Oxford.
- Cano, G. (1941) Régimen jurídico económico de las aguas en Mendoza durante el periodo intermedio
(1810-1884). Mendoza, Librería de la Universidad.
- Davis, D. (2009) “Editorial: Historical political ecology: On the importance of looking back to move
forward” en Geoforum 40, 285-286.
Agradecimientos
Quiero agradecer especialmente a los evaluadores anónimos que a través de sus valiosos comentarios
contribuyeron a mejorar considerablemente el presente artículo.
Un cuerpo en movimiento:
la hiperactividad y los contextos
de la educación
Cláudia Rodrigues de Freitas
Claudio Roberto Baptista
Universidade Federal do Rio Grande do Sul
Resumen
Este trabajo analiza los discursos que identifican un número expresivo de niños
como hiperactivos en la Educación Infantil de la Red Municipal de Enseñanza de
Porto Alegre. El discurso escolar produce diagnóstico y encamina a los consultorios
médicos. ¿Qué sucede con el saber de la educación ante esos sujetos? Considerando
la continua articulación entre normal y anormal, a partir de Foucault y Canguilhem,
intentamos comprender los conceptos de TDAH, Hiperactividad y Atención, en-
tendiéndolos en la dinámica integrante de las relaciones. Se puede, de esa forma,
considerar Atención como construcción asociada al aprendizaje, a las interacciones
y no como estrictamente biológica.
Palabras Clave
TDAH – hiperactividad – escuela – atención
Abstract
This work analyzes several discourses that identify a significant number of children
as hyperactive in Child Education in the Schools of the City of Porto Alegre. The
school discourse provides diagnosis and refers to doctor’s offices. What happens
to the knowledge of education vis-à-vis these subjects? Considering the continued
articulation between normal and abnormal, based on Foucault and Canguilhem, we
seek to understand the concepts of ADHD, Hyperactivity and Attention within the
dynamics of relationships. Therefore, Attention can be considered as a construction
associated to learning and interactions, and not as a strictly biological condition.
Keywords
ADHD – hyperactivity – school – attention
Prólogo
El presente texto tiene como objetivo el análisis de la producción social de un
fenómeno contemporáneo. Nuestra meta es discutir la constitución de sujetos
identificados como hiperactivos, además de colocar en evidencia el papel de
la escuela en ese proceso, teniendo como universo de referencia las escuelas
municipales infantiles de la Red Municipal de Enseñanza de Porto Alegre que
atienden a niños de cero a seis años.
El trabajo de investigación fue pautado en varias etapas que tuvieron como
punto de partida la acción profesional de atención dirigida a niños en un servi-
cio especializado en educación especial. A partir de esa experiencia, nuestras
miradas pudieron identificar que hay grupos de sujetos que son precozmente
diagnosticados y, consecuentemente, son el blanco de acciones terapéuticas y
de medicalización. Entre ellos, los niños considerados hiperactivos constituyen
un grupo de destaque, haciendo que nos cuestionemos sobre la producción de
esos sujetos, las posibles relaciones entre la hiperactividad y las características
del mundo contemporáneo, además de reflexionar sobre los contextos sociales
específicos en los que las acciones de (des)atención o de actividad excesiva se
anuncian como las primeras marcas de un niño.
Cuando iniciamos la investigación, buscábamos referencias que ayudaran
a pensar sobre esos sujetos y nos hacíamos muchas preguntas: ¿De qué
se ocupa el discurso pedagógico? Produce diagnóstico y encamina a los
consultorios médicos, pero ¿con qué intención? ¿Qué se produce desde
ahí? ¿Qué cambia en la organización pedagógica a partir del diagnóstico?
¿Qué denuncia el cuerpo? ¿Qué anuncia el cuerpo? ¿Qué es singular y qué
se construye en la cultura? ¿Cómo se engendran las relaciones que se es-
tablecen en ese cuerpo?
Partíamos de la comprensión de que, a pesar de la evidencia del destaque
dado a la medicina y demás áreas de la salud, la producción del sujeto con
características de hiperactivo está implicada en una compleja red de diferen-
tes miradas y muchos actores, entre los cuales la escuela ocupa una posición
importante tanto en la señalización de lo que emerge –la primera mirada
identificadora– como en la potencial oferta de acogida para el sufrimiento
resultante.
Durante el proceso de investigación, fueron entrevistadas maestras y
demás profesionales de la escuela, como directoras y asesoras, implicadas en
los procesos de escolarización de niños de cero a seis años que frecuentan las
escuelas municipales de Porto Alegre. Entre esos interlocutores, se destacaron
las educadoras especiales que trabajan con el servicio de atención precoz a
los niños que frecuentan la educación infantil, ofrecen acompañamiento a los
familiares y prestan asesoría a las escuelas, discutiendo las singularidades de
ese proceso con las maestras de la enseñanza común y orientando la acción
pedagógica con los sujetos que frecuentan la atención.
1
Para Rose (2001a: 51) administrar significa “el establecimiento de conexiones entre rutinas, hábitos
y técnicas en el interior de dominios específicos de acción y valor: bibliotecas y oficinas domésticas,
habitaciones y aseos, tribunales y salón de clase, consultorios y galerías de museo, mercados y tiendas
de departamento... En esta medida, la genealogía de la subjetivación debe pensar el ser humano como
una máquina -un híbrido de carne; artefacto; saber; pasión y técnica”.
2
La referencia a algunas palabras es muy importante, pues ellas imprimen el proceso de argumentación
que se está construyendo para la evaluación como el proceso de doublages descrito por Foucault. El
referido autor juega con los dobles sentidos de las palabras de la familia de doubler (doblar). En la acepción
teatral, significa un actor sustituir al otro. Doublage, aquí traducida como doblamiento, sería tal sustitución.
los sujetos que reciben como doble el diagnóstico de TDAH. Ya no son más
sujetos, sino “TDAHs”.
Al abordar un ‘trastorno’ que, en su designación, incluye la atención como
asociada al déficit, reconocemos la señalización de su ‘falta’ -ausencia de
atención– y, al mismo tiempo, identificamos la potencia resultante del análisis
de la atención como un proceso y no como un presupuesto. ¿Cuáles son las
condiciones que generan atención? ¿Cómo se sustenta ese proceso? ¿Cuáles
son los indicios que nos muestran la variabilidad de la atención en los diferentes
contextos de los cuales el sujeto participa?
Aquí se trae el concepto de atención como elemento que permite discutir,
como contrapunto, el concepto instalado de desatención o déficit de atención.
Lo que intentamos es reconocer las mutaciones, los traslados, las transforma-
ciones en el campo de la validez y uso del concepto de atención.
A partir de una mirada cartográfica dirigida a la Atención, encontramos en
Foucault la dirección que nos lleva a la posibilidad de considerar atención como
invención. Con las argumentaciones sobre la atención, de Fernández (2001;
2006), Caliman (2006) y Kastrup (2004; 2009) pasamos a entenderla no sólo
como concentración, sino también como descentración, como dispersión creati-
va, con la posibilidad de reconocernos como autores, en la posibilidad de inventar
conocimiento. La atención no es algo dado a priori, la atención se produce.
La Atención es un “trabajo”, es una capacidad inherente al pensar y al
aprender, pero necesita regencia. No se enseña, se aprende. No es previa al
aprendizaje, se construye en el aprendizaje. Pensamos que esta perspectiva nos
(re)coloca como maestros protagonistas en la escena escolar. Siendo la Atención
construida e inventada en el proceso, ella le permite al maestro un lugar de
enseñante y al alumno un lugar de aprendiente. La Atención y el Aprendizaje
son pares que sustentan uno la producción del otro.
En la historia de los sujetos identificados como hiperactivos existen etapas
distintas que proponen miradas distintas de tiempo en tiempo. Nos parece im-
portante preguntar: ¿Cómo se sustenta el diagnóstico de TDAH? ¿Cómo funciona?
Buscando respuestas para esas cuestiones, pasamos a considerar las muchas
historias infantiles que pasan por los servicios especializados de apoyo pedagó-
gico y aparecen a través de entrevistas que le dieron algún contorno a lo que
buscábamos. Las entrevistas consistían en un guión abierto que congregaba
las cuestiones inicialmente presentadas, pero el proceso de preguntar, como
previsto en una investigación cualitativa y abierta, generaba nuevas interroga-
ciones. Si los sujetos deben ser conocidos en su singularidad y pluralidad, cómo
podemos saber: ¿Cuándo paran los niños? ¿Qué produce un no parar? ¿Quién
trabaja con esa cuestión? ¿Cómo son referidos esos niños? ¿Qué palabras, qué
grupos de argumentaciones se usan? ¿Cómo aparece el discurso médico en los
discursos escolares? ¿Quién da el diagnóstico?
Una de las características que surgen identifica algo compartido entre los
diferentes actores implicados y puede ser reconocido en el desamparo. Desam-
Algunas de esas cuestiones que surgen pasan a ser puntos de destaque como
puntos de luz en los discursos de las Educadoras. Las maestras construyen su
argumentación a partir de la lógica que define el diagnóstico por el comporta-
miento del niño. Cabe recordar que esa también es la forma como, a pesar de
toda la inversión en “análisis científicos” y los dichos referentes a los aspectos
biológicos y cerebrales, las evaluaciones médicas sustentan su diagnóstico en
un análisis clínico: un análisis de comportamientos y conductas expresado en
los manuales internacionales de clasificación.
El diagnóstico3 puede ser referido por varios ‘núcleos productores’, como
familia, escuela, médico. Sin embargo, reconocemos que en el universo de
referencia para esta investigación, el predominio es un diagnóstico, que en
su formación inicial, es responsabilidad de la escuela. Recogemos indicios
que permiten decir que ese primer diagnóstico cuenta con la aprobación y el
incentivo médico. Siendo la maestra la persona que ‘conoce’ al niño, esta es la
3
“¿Quién habla, según cuáles criterios de verdad, de cuáles lugares, en cuáles relaciones, actuando bajo
cuáles formas, sustentado por cuáles hábitos y rutinas, autorizado bajo cuáles formas, en cuáles espacios
y lugares, y bajo cuáles formas de persuasión, sanción, mentiras y crueldades?” (Rose, 2001b: 158).
Porque si uno va a acoger y traer todos los niños que dicen ser hiperactivos,
la escuela debería multiplicarse. Daría otra escuela. Porque casi todas apuntan
varios niños. (Lúcia)
Las maestras, como los niños, se construyen en esta misma vena. Las Edu-
cadoras Especiales reflexionan sobre el desamparo de las maestras ante lo que
no entienden. Niños sufriendo en un mundo que siempre pide más.
Maestras en movimiento de desamparo que tienen dificultad para saber
cómo organizar la dinámica escolar, a pesar de que existen espacios de diálogo y
de acompañamiento organizado en un servicio de apoyo presente hace muchos
años en la red de enseñanza en cuestión.
Para concluir
Partiendo de la premisa, inventada en el proceso de la investigación, de que la
Atención es una función producida, surge un abanico de posibilidades asociadas
a la intervención pedagógica. Entendemos que la escuela podría, en el caso de
que reconociera ese proceso productor de Atención, intensificar movimientos
en el sentido de promover el cuidar/atender a sus alumnos.
Podríamos, valorando nuestro movimiento de “atención fluctuante”, cam-
biar la mirada de lo que se identifica frecuentemente como ‘desatención en
el aprendizaje’ hacia una perspectiva que nos propusiera el aprendizaje de la
Atención. Evocamos la Atención como posibilidad de efectuar aprendizajes.
Esa es una perspectiva potente para reflexionar sobre el trabajo educativo,
pues indica posibles frutos de esa inversión, además de ser un desdoblamiento
de la evidencia empírica que se muestra a todos los educadores: los sujetos
considerados hiperactivos no son los mismos en cualquier contexto. Cuando
variamos los interlocutores y variamos los diseños de contextos, tenemos
diferentes respuestas, y muchas de esas respuestas nos sorprenden por el
surgimiento de la dedicación y el compromiso.
A partir de ese punto de vista, podemos reconocer por un lado la potencia
de la intervención educativa y, por otro, la necesidad de apoyo que se consti-
tuyan en puntos de sustentación para los diferentes sujetos implicados, pues las
señales de desamparo son difusas. El hecho de no acoger esas señales tiende a
perpetuar las dinámicas que se muestran como sintomáticas y que aprisionan
cada uno en su contexto y en su ‘personaje’.
Al interrogarnos sobre las posibles relaciones entre las palabras de designa-
ción encontradas en la escuela y los conceptos que constituyen la actualidad del
saber académico, encontramos un alejamiento. Sin embargo, la escuela sigue
teniendo su centralidad como institución en la que surgen esos fenómenos,
ya que la escuela está en el centro del diagnóstico, aún así no hace casi nada
además de una identificación poco precisa y de encaminar hacia el médico.
Encontramos indicios, en partes del discurso médico presente en la escuela,
de una mirada dirigida a los sujetos, y de una propuesta de intervención que
no valora las relaciones, sino un cuerpo a ser ‘tratado’.
Lo que se destaca en la interlocución entre Escuela y Medicina es una ne-
gociación entre saberes ‘arreglados’, el mismo nido que es el diagnóstico de
hiperactividad centrado en sus manifestaciones, en sus conductas.
La mirada que valora el fenómeno de la hiperactividad, según nuestro en-
tendimiento y de los autores que nos dan sustentación, incurre en una gran
equivocación que es centrar en el aspecto biológico y cerebral la constitución
del sujeto en detrimento del entendimiento de que ese fenómeno se produce
en la relación entre las personas. La producción de la desatención es de res-
ponsabilidad no sólo del niño, sino de todos aquellos que de alguna manera se
involucraron con él. La producción de la Atención sucede de la misma forma.
Por todo lo que se trató en este estudio, defendemos que, a pesar de la
tendencia a valorar la dimensión biológica, constitutiva en el entendimiento y
en la atención a las manifestaciones de la hiperactividad, se puede identificar
una pluralidad de factores que intervienen en la constitución de los sujetos
identificados como hiperactivos, lo que nos indica la necesidad de considerar el
sujeto en su complejidad y singularidad, como también la potencia del trabajo
contextual y educativo.
Bibliografía
- Caliman, Luciana Vieira (2006) A Biologia Moral da Atenção - A Constituição do Sujeito (des)Atento,
Doutorado em Saúde Coletiva Universidade do Estado do Rio de Janeiro, UERJ, Brasil. Com período
sanduíche em Max-Planck Institute for the History of Science(Orientador: Fernando Vidal). Orientador:
Francisco Javier Guerero Ortega. Estado do Rio de Janeiro, FAPERJ, Brasil.
- Canguilhem, Georges (2000) O Normal e o Patológico. Tradução de Barrocas, Maria Thereza de
Carvalho; Leite, Luiz Octavio Ferreira Barreto. – 5ª ed.- Rio de Janeiro: Forense Universitária.
- Cruz, Maria Ângela Santa (2010) Desafios da clínica contemporânea: novas formas de “manicomiali-
zação”. In. Medicalização de Crianças e Adolescentes: Conflitos silenciados pela redução de questões
sociais a doenças de indivíduos. Ed. Casa do psicólogo, São Paulo.
- Fernández, Alicia (2001) Os Idiomas do Aprender. Tradução de Hickel, Neusa; Sordi, Regina. Porto
Alegre: Artes Médicas.
(2006) Prestar atención a la hipoactividad pensante, lúdica y transformadora. Revista nº 12.
______________________
Género deluxe :
biopoderes farmacopornográficos
en los prolegómenos del siglo XXI
Emmanuel Theumer
Universidad Nacional del Litoral
Resumen
Foucault sugiere el pasaje de una “sociedad soberana” a una “sociedad disciplinaria”
en tanto desplazamiento de una forma de poder que ritualiza la muerte a una nueva
forma de poder centrada en los cálculos de la vida, el interés nacional, la salud y el
control de la población. Pues bien, a medida que esta historia sexo-política se acerca
a las sociedades del presente resultará difícil no poner a consideración la definición
de las estéticas de vida, como tecnologías del yo, sin tener en cuenta un conjunto de
renovadas tecnologías que proliferan durante la segunda mitad del XX.
Palabras clave
biopoderes farmacopornográficos – género – subjetividades
Abstract
Foucault suggests the passage of a “sovereign society” to a “disciplinary society”
as a displacement of a kind of power based on the ritualization of death, to a new
kind, centred on life calculation, national interests, health and control of the popu-
lation. Besides, as this history of sex-politics approaches actual societies, it will turn
out difficult not to put into consideration the definition of the aesthetics of life, as self
technologies, without taking into account a set of new technologies that proliferate
during the second half of the XXth.
Key words
pharmacopornographic biopower – gender – subjectivity
de su ejercicio. Esto expresaba en la famosa cita con la que abrí este apartado,
el animal político del que dependía la homeostasis de la polis dará lugar a la
disciplina y la regulación, a la sociedad devenida población en tanto ente/cuerpo/
viviente gubernamental. A partir de la fermentación de este proceso, no hay
vuelta atrás: Agamben (1998) estaba en lo cierto al afirmar la discontinuidad
que nos separaría del mundo antiguo de manera insoslayable, la de la distinción
entre zoé y bios.
El poder se vuelve así, dirá Foucault, una fuerza que penetra y constituye
el cuerpo del individuo moderno, metamorfoseándose en arquitecturas dis-
ciplinarias (prisión, escuela, hospitales, universidades, etc.), textos científicos,
tablas estadísticas, proyectos de higiene pública. Este proyecto de moderni-
zación de la sexualidad, tal como la llamó el filósofo, le permitirá formular la
transición del Antiguo Régimen a la sociedad posrevolucionaria del siglo XIX,
una transformación que describe como la de “una inversión del eje político de
la individualización” (1997: 157). Lo que no es más que un desvanecimiento del
poder corporizado en la persona del rey -vinculado al ámbito jurídico punitivo-
en tanto desborde de relaciones de poder que penetran en los cuerpos dando
forma al individuo. Tomando distancia de una mera “hipótesis represiva” (a la
que por otro lado confina al status de táctica local), Foucault interpreta una
occidental voluntad de saber por conocer la verdad del sexo, cuestión que sería
rastreable mediante una inflación discursiva –de la que la ciencia y el Estado
son parte– vinculada a la histerización del cuerpo femenino, la asexualización
de los niños, la regulación de las parejas malthusianas, la psiquiatrización de
homosexuales, aspectos todos que dan cuenta de la centralidad del sexo y la
sexualidad en el –irónicamente llamado– “moderno arte de gobernar la vida”.
En otras palabras, los pecados, los delitos contra-natura, las retóricas en torno
a la concupiscencia de la carne, comenzarán a correr paralelo y/o ser despla-
zados por discursos medico-jurídicos que trazan aristas en torno a lo normal
o patológico, la correcta salud y lo enfermo, por mencionar algunos ejemplos1.
Es precisamente hasta el XVII que el denominado régimen soberano parece
estar signado por lo que el historiador Thomas Laqueur llama “modelo de un
sexo/carne” en donde la anatomía sexual femenina es vista como una variación
degenerada del único sexo ontológicamente reconocido: el masculino. Este mo-
delo unisexual reconoce la asignación del sexo a partir de la morfología exterior
de los órganos sexuales en función de la capacidad reproductiva y el rol social:
los ovarios son testículos interiores, la vagina no es más que un pene invertido,
1
La lectura atenta recordará que el paso de una “simbólica de la sangre” a una “analítica de la sexualidad”
supone, de manera indefectible, la organización del poder desde dos formas no antitéticas y atravesadas
por un plexo de relaciones. Por un lado las “anátomo-políticas del cuerpo” que intenta hacer de este una
máquina productora, y por otro una “biopolítica de la población” en tanto racionalización de la vida de la
especie, coordinación estratégica de estas relaciones de poder. Retomaremos este circuito cuando nos
centremos en el género como dispositivo. Por otro lado, tal vez sea oportuno aclarar que esta suerte
de transición no supone el reemplazo de la soberanía, pero si el desplazamiento de su función, se trata
más bien de una impotencia ontológica.
datos, mercados, bancos” (2005: 115-116) –y que con Hardt y Negri podríamos
agregar– “con el propósito de llevarlos hacia un estado autónomo de alienación,
de enajenación del sentido de la vida y del deseo de creatividad” (2002:38).
Aunque muy influenciada por Deleuze, Preciado –interesada por la producción
del género– optará por llamar a esta sociedad “farmacopornográfica”, en donde
–desde mi punto de vista– al igual que las de control “puede adoptar el terreno
biopolítico como su terreno exclusivo de referencia” (Hartd y Negri, op. cit.).
Imperio sexual
Si Negri y Hardt nos han enseñado que el “Imperio” es un concepto político
que va más allá de los Estados-nación y que se distancia de los imperialismos
decimonónicos puesto que “se habla de una forma de gobierno que no admite
algo afuera respecto de sí mismo” (2003: 45), Preciado denominará “Imperio
sexual” (2003: 17-25) a este sistema de construcción biopolítica que toma al
“sexo” del individuo moderno como centro somático de invención y control
de la subjetividad. Recuperando a Foucault y a Butler, la filósofa intentará pen-
sar al sexo como una tecnología biopolítica en la que –ya sea como órgano o
como práctica–, se trata de una tecnología de dominación heterosocial que
reduce el cuerpo a zonas erógenas en función de una distribución asimétrica de
poder entre los géneros, intentado hacer coincidir afectos con determinados
órganos, ciertas sensaciones con determinadas reacciones anatómicas (2002:
25)2. Si al desnudar esta arquitectura del sexo nos encontramos con que no
hay nada mas allá ni más acá que ella misma, un cruce con el “Imperio sexual”
necesariamente nos obligará a repensar la producción biopolítica de la vida,
en donde –como comentábamos al iniciar este trabajo– los grandes poderes
industriales y financieros producen mercancías, subjetividades, deseos, nece-
sidades y en efecto, producen productores (Hardt y Negri, 2002; Lazzarato,
2000). Pero si Negri y Hardt han resaltado, desde reminiscencias marxianas,
que la economía finisecular tenía como eje el trabajo industrial, dado que este
modelizaba cualitativamente la expansión de la misma, Preciado sostendrá
también que la producción farmacopornográfica no adquiere relevancia por su
carácter cuantitativo sino porque cualquier otra forma de producción le resulta
mimética. Más cercana a pensar este proceso en términos de una economía
(bio)política, Preciado entiende que las auténticas materias primas en el actual
2
Si el trazo historiográfico de Laqueur nos permitía rastrear la acelerada producción del “sistema de
dos sexo-carne”, ya estamos en condiciones de reconocer que esta diferencia sexual no es más que una
heteropartición del cuerpo, una operación tecnológica de reducción, pues consiste en extraer determi-
nadas partes de la totalidad el cuerpo y elevarlos a la categoría trascendental de significantes sexuales.
Aquí, los tradicionalmente llamados “órganos reproductivos” a decir verdad – por violencia inaugural o
interpelación subjetivante- son productivos: totalizan al cuerpo desde ciertas asignaciones biopolíticas,
desde enunciados performativos de fuerte carga histórica y proyección visual: “es un hombre”, “es una
mujer”, “es un monstruo”. Solo así funciona la metalepsis del género. Véase Butler (2002).
3
Una aproximación a esta discusión vinculada a los virajes existentes entre Vigilar y Castigar y La voluntad
de saber (en torno a la producción exterior del alma, la docilidad primaria del cuerpo y la cuestión de
la resistencia como contra-productividad) puede encontrarse en el excelente artículo “Sometimiento,
resistencia, resignificación: entre Freud y Foucault” de Judith Butler (2001).
4
Tal vez sea oportuno recordar que Haraway entiende la tecnociencia como una suerte de onomatopeya
visual, pues está interesada en devolverle a la ciencia la pesadilla de más de un científico: su capacidad
de producción de la realidad bajo relatos de pretensiones totalizantes y de promesas trascendentales,
desde el Gran Único ojo Cíclope y su espejo, desde la partición entre sujeto y objeto a través del “truco
divino” que todo lo ve desde ninguna parte. Intenta significar, con ello, “una mutación en la narrativa
histórica (…) en el hiperespacio del Nuevo Orden Mundial S.A. sin-el-beneficio-del-guión” de estrecha
producción sociotécnica, en tanto “procesos de conocimiento que inscriben y materializan el mundo
en unas formas y no en otras” (2004: 20-24).
Para Preciado, un punto nodal para trazar la genealogía del régimen farma-
copornográfico –en línea directa con Haraway– es la invención y reacomoda-
ción conceptual de la categoría “género” por parte de la literatura médica de
la década del cuarenta, a partir de los desarrollos de John Money –quien fuera
uno de los principales propulsores de la equiparación entre género y sexo
fisiológico– brindando así la posibilidad de usar la tecnología para modificar el
cuerpo en función de un ideal regulatorio preexistente de lo que un cuerpo
humano femenino y masculino debería ser. La invención de la categoría gé-
nero, de esta manera, es un ejemplo condensado de la autoridad material de
la ciencia –de su capacidad de producción realizativa de la realidad (Latour y
Woolgar, 2001) y con ello, de su imaginería corporal.6 El término género –y su
5
Adelantándonos al siguiente apartado, Preciado (2002 y 2009) ha insistido en remarcar que el análisis
performativo de la identidad en Butler se reduce a un efecto del discurso que ignora las tecnologías de
incorporación específicas que intervienen en la producción del género. Esta es otra posible lectura que
podríamos hacer de la propuesta de Preciado, al compás del revisionismo de la analítica foucaultiana.
6
En su capítulo “Género para un diccionario marxista” de la obra ya citada, Haraway traza una genealogía
del término género donde remarca el papel indispensable de una lectura institualista de Freud, el énfasis
en la somática sexual y en la psicopatología por parte de los grandes sexólogos del XIX y sus seguidores, el
continuo desarrollo de la endocrinología bioquímica y fisiológica a partir de los años veinte, la psicobiología
de las diferencias de sexo surgidas de la psicología comparativa, las hipótesis múltiples sobre el disformismo
sexual hormonal, cromosómico y neural, convergentes en los años cincuenta, y en las primeras cirugías
de cambio de sexo alrededor de los ´60. Su conclusión no podría ser otra: el significado de género yace
“en el eje de las construcciones y de las clasificaciones de los sistemas de diferencia” (1995: 219-225).
7
Por motivos de extensión, y siguiendo la intencionada cita de Haraway con la que abrí este apartado,
me limitaré a mencionar que, mientras Foucault esquivó en toda su obra el uso de esta categoría, durante
los ´60 las feministas norteamericanas nos hablarán del género bajo objetivos políticos diferentes, no
obstante, heredarán de las retóricas médicas la noción del sexo como carne natural, a-histórica, pre-
cultural y con ello la expulsión del cuerpo de la historia. Como es sabido, ello llevará hacia los años ´80
al debate entre esencialismo y constructivismo al interior de las teorías feministas, con sus respectivos cul
de sac vinculados a un esencialismo biológico o metafísico sexotrascendental que llegan a nuestros días.
8
Tómenos tan solo este ejemplo: André Béjin (1987) distingue dos grandes orígenes de la sexología
que van al compás de los vericuetos legitimantes del psicoanálisis. Por un lado la protosexología de fines
del siglo XIX y principios del XX, centrada fundamentalmente en una nosografía de enfermedades
venéreas y psicopatologías, teniendo como principal referente la obra de Krafft-Ebing. Por otro lado la
sexología contemporánea, cuyo ascenso Béjin precisa entre 1922-1948 con los principales exponentes
Wilhelm Reich y Alfred Kinsey, caracterizada principalmente por reducir la sexualidad a una evidencia
behaviorista, objetivamente aprensible siendo un ejemplo claro aquello que podría leerse como una
afanada orgasmología. Teniendo como principal base de credibilidad un conjunto de enunciados científicos-
experimentales, reconoce un cambio fundamental, para mediados del siglo XX, caracterizado por “la
delimitación del espacio de competencia y la ampliación de clientela potencial, la modificación del modo
de producción de saber sexológico (de los hospitales y prisiones a las clínicas y laboratorios) y por el
paso de un control represivo a uno fundamentalmente pedagógico (orgasmoterapias y profilaxis de las
disfunciones sexuales)”(1987: 271-278).
9
Precisamente, los estudios de Haraway en las obras ya citadas, estarán orientados a dar cuenta de las
transformaciones en la ciencia luego de la segunda guerra mundial, particularmente la Biología y por
extensión el resto de disciplinas que absorben sus discursos. Apelando al cyborg y la informática de la
dominación, su provocativa observación no podía ser menos elocuente: “Ya va siendo hora de escribir
The Death of the Clinic (…) Nuestras dominaciones ya no funcionan mediante la medicalización y la
normalización, sino creando redes, diseñando nuevas comunicaciones” (1995:259).
Fármaco-porno-cinética
Fármaco-subjetivaciones
Este poder de la industria farmacológica es rastreable en el uso mun-
dialmente extendido del estrógeno y la progesterona, bases moleculares
de la producción de la píldora anticonceptiva que, desde su invención y no
sin oscilaciones históricas a la vez que de cambios expansivos ligeros, han
sido utilizadas sobre los cuerpos de las mujeres hasta al menos principios
del siglo XXI. Para Preciado la invención de la píldora como nanotécnica
de modificación hormonal doméstica, portable y comestible es contempo-
ránea a la noción de género, a la bomba H, y su distribución corre con los
tomates enlatados, las computadoras y el preservativo10. Bajo el término tan
asimilable como inasimilable de “bio-drag”, Preciado presta atención a la
capacidad de la píldora para reproducir técnicamente los ritmos menstruales
de los ciclos, uno de los históricos códigos semióticos de la feminidad. Este
trasvestismo somático, trata de una ilusión o mimesis del ciclo fisiológico
normal, un sangrado inducido que intenta restituir una suerte de ilusión de
naturaleza del interrumpido ciclo hormonal natural, se trata en efecto “de
una intención de producción farmacopornográfica del género: hacer que el
cuerpo de las tecno-mujeres del siglo XX siga pareciendo efecto de leyes
naturales inmutables, transhistóricas y transculturales” (2008: 132). Como
afirma irónicamente Preciado “las bio-mujeres son artefactos industriales
modernos, tecno-organismos de laboratorio, como las hormonas” (ibidem:
126). Nada que la masculinidad y su producción capitalista (y de ingeniería
política) tengan que envidiarle, ya sea desde mediados del XX cuando el
psiquiatra Harry Benjamin descubre el efecto de las hormonas sobre la
respuesta genital pasando por las disputas por la venta entre multinacionales
privadas, de una molécula vasodilatadora capaz de provocar una erección,
conocida como Viagra o Cialis. Aquí el patriarcado –y su victimización
femenina– encuentra problemas de explicación en tanto categoría analí-
tica e histórica, puesto que este súper-control molecular al que hacemos
referencia se extiende a todas y todos en tiempos de la “informática de la
dominación”, a saber, la habilidad electrónica de un capital cada vez mas
móvil para decodificar y recodificar formas de heterogéneas diferencias (de
10
La gubernamental preocupación de las gestiones estatales, que han incorporado feministas a sus reta-
guardias, no deberían olvidar las raíces eugenésicas y de purificación racial que inicialmente tuvo la píldora,
suministradas a mujeres negras puertorriqueñas (Roberts, 1997). Tal como los boulevares y las villas/
country de las urbes, la píldora está en estrecha conexión con las gramáticas occidentales obsesionadas
por evitar la contaminación de los linajes en términos de raza, géneros, clases del ser bien definido, la
“vida pura” objetivo del tecnobiopoder tal como sugiere Haraway (2004:78-81).
11
No deja de ser llamativo como Preciado, con acierto, detecta por medio de un método de trazabilidad
visual, la curiosa supervivencia del modelo panóptico de Bentham en el diseño de la plaqueta de las
píldoras anticonceptivas. (op. cit.).
Bajo los términos que intentamos aquí tornar inteligibles, una de las in-
dustrias de mayor consumo planetario en los últimos tiempos, la pornografía,
debe ser aquí entendida como un dispositivo de captura, virtual (literario, au-
diovisual, cibernético) y masturbatorio. En sintonía con Linda Williams (2004)
lo que caracteriza a la imagen pornográfica es su capacidad de estimular, con
independencia del espectador, los mecanismos bioquímicos y musculares que
rigen la producción del placer. La pornografía es también, siguiendo a Preciado,
sexualidad transformada en espectáculo, en virtualidad, representación pública
comercializable (2008: 179-219). El objetivo de la pornografía es controlar el
circuito de excitación-frustración: su objetivo es siempre la de la producción
de satisfacción frustrante, tal como sugiere esta última en la obra ya citada.
Así entendida, su innegable extensión como parte de un circuito integrado se
traduce nada más ni nada menos que en la extensión de un lenguaje sexual
determinado, he aquí su valor pedagógico (nos enseña ritmos, zonifica áreas
corporales como erógenas, en pocas palabras, nos propone una coreografía
del sexo).
Intentaré trazar una suerte de crossover para tratar de detectar algunos
aspectos claves del dispositivo pornografía en las sociedades contempo-
ráneas. En primer lugar, la pornografía es fundamentalmente una prótesis
masturbatoria de subjetivación de carácter virtual, externo y móvil. Este
placer prostético-visual procede lo que los teóricos del cine denominan una
traducción sinestésica, es decir, de la traslación desde el sentido del tacto al
de la vista. Williams (1994) ha denominado embodied image al proceso me-
diante el cual la imagen-cuerpo-movimiento efectivamente mueve el cuerpo
y sus afectos: se vuelve sobre el cuerpo del espectador y produce efectos
involuntarios que éste no puede controlar. De manera similar al género del
humor o el terror, la pornografía es tan reactiva como introyectiva. El cuerpo
es vulnerable a la imagen, de allí que no nos sea imposible pensar el control
del circuito excitación-frustración por parte del dispositivo pornográfico si
no es a través de esta suerte de traducción.
En segundo lugar, para que tenga lugar esta traducción sinestésica es impor-
tante atender al contexto de publicitación de la imagen devenida porno y su
distribución espacial pública-privada, que es la que exasperará su carga erótica.
Nadie mejor que Williams (1999) para precisar lo obsceno como aquello que
queda fuera de la escena, por fuera de la mirada pública. Siguiendo su planteo,
la gesta paradoxal del porno radica en introducir el “on/scenity”, en tanto gesto
en el cual se lleva a cabo la publicitación de aquellos actos, órganos, fragmentos
del cuerpo, modalidades de expresar placer, etc. considerados “ob/scenos” y
por tanto vedados a la puesta en escena. Contextualizando, el porno hardcore
bien puede diferenciarse del soft pero ambos comparten la misma técnica de
publicitación frenética12. Es por ello que podemos también entender a la porno-
grafía como un dispositivo de publicación de lo privado, ya que “al representar
una porción del ámbito público lo define como privado cargándolo de un valor
masturbatorio suplementario”, tal como afirma Preciado (2008: 179-219).
En este sentido, lo propio de la pornografía como imagen resulta más de una
estación de escenografía, de teatralización y de iluminación que de contenido
(Preciado, 2008: ídem). En este capitalismo -leído en clave fármacoporno- los
grandes pauperizados y precarizados son las putas, las actrices y actores porno,
los taxi-boys, las prostitutas, los trabajos pornificados, pues fundamentalmente
se caracterizan por la transformación en plusvalía del contacto entre los cuerpos
(virtual o actual), de la producción de hormonas, afectos y cosmética corporal.13
Frente a las discusiones que los operaístas italianos tienen en cuanto al
trabajo cognitivo y su carácter inmaterial (ya sea en Paulo Virno quien nos
habla de un trabajo lingüístico o en la versión biopolítica que Hardt y Negri
proponen desde el Imperio), Preciado insistirá en remarcar que el núcleo del
trabajo se ha vuelto sexual, espermático, masturbatorio, toxicológico y atribuye
estas omisiones, no sin un mote meramente provocativo, “al pánico social que
supondría revelar que no es el trabajo, sino la potentia gaudendi la que sujeta la
economía mundial” (2008: 196). Aquí el trabajo fármacopornográfico no podría
calificarse de inmaterial, si no que más bien se trata de un trabajo ûber-material,
“su consistencia es biológica, molecular, al mismo tiempo carnal y numérica,
irreductiblemente sináptica y digitalizable” (ibidem: 197). Si los teóricos del
postfordismo han recuperado la noción marxiana de general intellect (para
referirse a la potencialidad de la cooperación de intelectos que sirve para la
obtención de beneficios en la producción capitalista), habría que pensar –jun-
to a Preciado– en el General Sex para aludir la cooperación de deseos, flujos
orgánicos, placeres, que dinamizan el capital fármaco-porno. Este General Sex,
por redundancia, es comunicación excitante, cooperación masturbatoria, en
donde el incesante circuito de producción de excitación-frustración-excitación
tiene como base al carácter toxicológico del placer sexual.
12
Con esto quedará claro que me distancio de las concepciones moralistas en torno a la pornografía,
que –desde fundamentos muy variados– se centran en desprestigiar a ésta y hasta tratar de diferenciarla
de lo “erótico”. Con ello, al marcar el paso de la insinuación al destape total del cuerpo como implosión
de la elipsis propia del cine meastring, niegan también que el sexo es performance. Más por otro lado,
resulta evidente la enorme cantidad de producciones publicitarias y televisivas (reality shows, novelas
románticas para adolescentes y adultos, etc.) que utilizan mecanismos de estimulación pornográficos
para con sus objetivos capitalistas, en cualquier horario y espacio.
13
Tal vez, uno de los ejemplos que más conocemos es el de los criterios estéticos fármaco-porno
(presentados como elocuentes estrategias de marketing) requeridos hoy día por cualquier empresa al
momento de incorporar recursos humanos, aunque también son a su vez inocentemente ocultados, las
más de las veces bajo el cliché de la “buena presencia”.
como sujeto ético y constituye “el hilo rojo que atraviesa toda la reflexión de
Foucault” (2000: s/d). Pero esta potencia de construir puntos de fugas, que es
muy próxima a la política subversiva que prometen los cyborgs, exige un des-
plazamiento que vaya más allá de la teoría queer actualmente mesa de entrada
del “banquete uniqueersitario” (Vidarte, 2005). Aunque no obstante, esta nos
sirva como un elemento clave de crítica a los procesos de normalización (y
exclusión) de las identidades sexuales y, más aún, de la producción bio-cultural
del género. Sin ánimos de extendernos demasiado, puesto que no hay ninguna
fórmula a-priori, se trata más bien –siguiendo a Guattari leído por Preciado– de
abogar por micropolíticas gender-copyleft que agencien puntos de fuga frente
al control estatal de los flujos (hormonas, esperma, sangre, etc.) y códigos
(imágenes, nombres, instituciones) más las consiguientes mercantilizaciones
de las tecnologías de producción del género y el sexo. Bajo estas directrices,
posiblemente reconocer la interseccionalidad en la que operan múltiples moda-
lidades de opresión, la piratería hormonal, la producción de textos –saberes, la
disidencia frente a la heteronorma, las experimentaciones colectivas que toman
al cuerpo como laboratorio político, podrían ser ejemplos claves para pensar
aquellas enzimas capaces de cortar el código fármacoporno-cultural y abrir la
práctica política a múltiples variables.
Bibliografía
- A.A.V.V. (2004) Capitalismo cognitivo. Propiedad intelectual y creación colectiva. Madrid. Traficantes de
Sueños.
- Agamben, G. (1998) Homo sacer: el poder soberano y la vida nuda. Vol. I. Valencia. Pre-Textos.
(2006)¿Qué es un dispositivo? Roma. Edizione Rottetempo. Traducción en castellano
_______________________
HombreHembra_Conoce_Oncoratón.
- Hardt, M. y Negri, A. (2002) Imperio. Buenos Aires. Paidós.
- Laqueur, T. (1994) La construcción del sexo. Cuerpo y género desde los griegos hasta Freud. Madrid. Cátedra.
- Latour, B. y Woolgar L. (2001) La vida en el laboratorio. Madrid. Alianza.
- Lazzarato, M. (2000) “Del biopoder a la biopolítica” en Revista Multitudes. N° 1. En vuestrarareza.
blogspot.com/.../del-biopoder-la-biopoltica-de-maurizio.htm Fecha de la consulta: 5/01/2010.
- Mulvey, L. (1989) Placer visual y cine narrativo. Eutopías 2ª época. Volúmen 1, Valencia, Ediciones Episteme.
- Negri A. y otros (2003) Diálogos sobre la globalización, la multitud y la experiencia argentina. Buenos
Aires. Paidós.
- Negri T. y Hardt M. (2006) Multitudes. París. Editions 10/18.
- Negri, A. (2009) “El monstruo político. Vida desnuda y potencia” en Giorgio G. y Rodríguez F. (comp.)
(2009) Ensayos sobre biopolítica. Excesos de vida. Buenos Aires.
- Preciado, B. (2009) “La invención del género, o el tecnocordero que devora los lobos” en A.A.V.V.
Biopolítica. Buenos Aires. Ají de Pollo.
______________________
(2008) Testo Yonqui. Barcelona. Espasa.
______________________
(2002) Manifiesto contra-sexual. Madrid, Opera Prima.
(2003) “Multitudes queer” en Revista Multitudes. N° 12. En http://multitudes.samizdat.
______________________
en Patrice Petro (ed) (1994) Fugitive images, Indiana University Press, Bloominton & Indianápolis.
(1999) Hard Core: Power, Pleasure and the Frenzy of the Visible (University of California
______________________
Guillermo Vega
Universidad Nacional del Nordeste
Aldo Avellaneda
Universidad Nacional del Nordeste - CONICET
Resumen
El principal objetivo de este trabajo es restituir el lugar teórico que ocupa la
muerte –y sus modalidades– en los textos foucaultianos del período 1976-1979,
caracterizados por los temas del biopoder, la biopolítica, la gubernamentalidad y
el liberalismo. Pretendemos con ello reflexionar acerca de las formas en que la
muerte y la política –en la modernidad– pudieron articularse, así como también
delinear los márgenes en los que el actual debate sobre la biopolítica permite
entender dicha relación.
Palabras clave
muerte – biopoder – racismo de estado – gubernamentalidad – liberalismo
Abstract
The aim of this work is to restore the theoretical place occupied by death –and its
modalities– in the Foucaultian texts of the 1976-1979 period, marked by themes
as biopower, biopolitics, governmentality and liberalism. We intend to consider the
ways in which death and politics –in modernity– could be articulated, as well as
delineate the boundaries in which the current discussion on biopolitics allows us to
understand this relationship.
Key words
death – biopower – state racism – governmentality – liberalism
Las clases dictadas por Michel Foucault en el Collège de France entre 1976
y 19791, así como el primer volumen de Historia de la sexualidad, dieron origen
a un campo problemático identificado en la actualidad por la noción amplia
–y por ello muchas veces poco precisa– de ‘biopolítica’. Con este término, el
filósofo francés intentaba individualizar una técnica comprendida dentro de una
novedosa disposición del poder y el saber configurada entre los siglos XVIII
y XIX: el biopoder. Definido por la incorporación de la vida en las apuestas
políticas, ‘biopoder’ mienta una tecnología de administración, gestión, regula-
ción, potenciación y aseguramiento de las poblaciones (objetivo de las técnicas
biopolíticas) y de normalización de los cuerpos individuales, así como de su
disciplinamiento y distribución en los espacios arquitectónicos (objetivo de las
técnicas anatomopolíticas).
En general –y lejos de la articulación que cobra en los escritos foucaultia-
nos de 1976–, los debates contemporáneos tienden a ubicar el plano de lo
biopolítico disociado del mecanismo del biopoder, del cual resulta ser –para
Foucault– subsidiario; esto conduce a que, al quedar aislado, lo biopolítico sólo
sea tematizado dentro de los límites de su dimensión técnico-instrumental
(gestión, administración, etc.), perdiéndose de vista la racionalidad peculiar que
caracteriza al biopoder en tanto tecnología y que permite establecer distancias
y proximidades con otros mecanismos (i.e., la soberanía). De esta manera, en
los casos en los que se enfoca la relación vida-política exclusivamente a partir
de las técnicas biopolíticas, las discusiones parecen desandar, por un lado,
los caminos de las nuevas formas biomédicas de vida y sus potencialidades
(la genética, la ‘biónica’ y los desarrollos acerca de la ‘post-humanidad’, en
la perspectiva de un recuperado positivismo tecno-científico) y, por otro, las
críticas vertidas contra el mismo desarrollo biotecnológico ligadas esta vez, a
la imagen post-apocalíptica de un futuro de clones y de máquinas en el que lo
‘propiamente humano’ ya no tendría ninguna posibilidad.
Otra perspectiva acerca de la biopolítica, bastante extendida actualmente,
repara efectivamente en lo que para Foucault sería una tecnología –o meca-
nismo–, pero lo hace a través de operaciones que no sólo restan especificidad
a la misma, sino que incluso la disuelven en tanto tecnología histórica para
transformarla en la estructura política por antonomasia. Es el caso del filósofo
italiano Giorgio Agamben, para quien la biopolítica es el espacio creado por la
decisión soberana (Agamben, 2002: 14).
Bajo estas formas de comprensión y de problematización de lo biopolítico
la muerte tiende a aparecer en los debates contemporáneos bajo las siguientes
modalidades: a) desplazada del foco principal de análisis, frente a la importancia
otorgada a la vida y a sus modos de gerenciamiento; b) tratada en el mismo
plano de análisis que la biopolítica, es decir, en el de las técnicas y no en el de
1
Nos referimos a los cursos intitulados Defender la sociedad (DS), Seguridad, territorio, población (STP) y
Nacimiento de la biopolítica (NB).
2
Las bastardillas son nuestras.
3
Paolo Palladino sostiene que el aporte de Agamben, a través del conceptos como ‘vida desnuda’ y
‘estado de excepción’, es significativamente más operativo que el planteo de Foucault al momento de
pensar los problemas contemporáneos ligados a la biopolítica, especialmente aquellos en los que se trata
la muerte cerebral, es decir, estados indefinidos de suspensión o indefinición entre la vida y la muerte
(Dillon y Neal, 2008: 121).
4
Las bastardillas corresponden al texto del autor.
5
Recogida en el curso que lleva por nombre El poder psiquiátrico.
6
El cuerpo vivo del individuo está ubicado en el nivel de las ‘cosas’ sobre las que prevalece un régimen de
apropiación y saqueo. La vida no es algo a lo que la soberanía atienda si no es tan solo para acabar con ella.
7
Como, en contrapartida, lo harán las técnicas disciplinares.
8
Un contrapunto interesante entre Agamben y Foucault consistiría en desbrozar lo que cada uno com-
prende por poder soberano.
9
Aquí también es posible incluir los actuales casos problemáticos (y emblemáticos también, como es
el caso de la reciente ley antiinmigración del Estado de Arizona, SB 1070) vinculados a las leyes de
inmigración y de ciudadanía.
transmitir como herencia sus patologías (Foucault, 2001: 294). Este forma
de racismo es ‘interna’, lo cual significa que encuentra la diferencia que va a
rechazar al interior del mismo grupo social y no en un afuera caracterizado, a
la manera del racismo ‘tradicional’, por las diferencias étnicas; b) un racismo
‘tradicional’, ‘étnico’, que en la Europa del siglo XIX (y de principios del XX)
era mayoritariamente antisemita (Foucault, 2001: 295); c) una configuración
del poder caracterizada por la importancia otorgada a los fenómenos de la
vida –biopoder– a partir de dos niveles operatorios diferenciados, tanto por las
técnicas como por los objetos sobre los que las mismas se dirigen –biopolítica y
anatomopolítica–; d) una lógica deudora de la tecnología de la soberanía, consis-
tente en ‘hacer morir y dejar vivir’, favorecida por las continuas guerras libradas
entre fines del siglo XIX y principios del XX. Estos elementos se conjugaron,
se interfirieron y se interpenetraron para dar forma al racismo de Estado que
caracterizó la Alemania nazi y que hizo posible la muerte a gran escala.
Foucault afirma que el biopoder permitió inscribir al racismo –interno y
étnico– como un mecanismo fundamental del poder (Foucault, 2000: 230). La
lógica bélica clásica ‘para vivir es necesario acabar con los enemigos’ oficia de
andamiaje para la ecuación que el racismo y el biopoder ponen a funcionar en
el Estado moderno racista: ‘para vivir es necesario matar’, puesto que ‘algunos
deben vivir y otros deben morir’. De aquí que la primera operación del Estado
racista sea “fragmentar, hacer cesuras dentro de ese continuum biológico que
aborda el biopoder” (Foucault, 200: 230). La segunda operación es poner en
funcionamiento la ecuación bio-racista: ‘si quieres vivir es preciso que dejes
morir, que hagas morir, que mates…’.
El racismo mata no ya para proteger al soberano, sino para resguardar la
población de sus enemigos internos, fundamentalmente de sus peligros bioló-
gicos, de sus elementos degenerados. En este sentido, el ‘otro’, que constituye
el peligro para la ‘vida sana’, puede ser el anormal, el loco, el criminal y el judío.
El racismo es una función de muerte dentro del biopoder (en ninguna medida
se lo puede confundir con el racismo tradicional, étnico, aunque bien puede
conllevar elementos del mismo es sus formas históricas de expresión, tal cual lo
fue en el caso del régimen nazi). Señala Foucault (2000: 231) que en medio de
una ‘sociedad de normalización’, el racismo es la condición necesaria para poder
dar muerte a otros.13 El Estado nazi fue, en este marco de cosas, la exaltación
paroxística del mecanismo del biopoder junto con la función de muerte de la
soberanía, a través de la activación del racismo. Desde esta óptica, el Estado
nazi no representa un acontecimiento singular en la historia de Occidente, sino
una intensificación exponencial de los elementos que, de alguna manera, se
encuentran presentes en la mayor parte de los Estados liberales modernos.14
13
Recordemos lo señalado en la nota 8, a través de la cual poníamos de relieve que los procesos de
normalización son más importantes que el ámbito de lo jurídico tanto para pensar la muerte que se deja
acaecer como la muerte que se fuerza a través del asesinato (racismo).
14
Al respecto, Roberto Esposito se distancia de Foucault porque discrepa, justamente, por la forma
De hecho, con respecto a este último punto, Foucault deja planteada una
pregunta fundamental para nuestro trabajo. En la última clase del curso corres-
pondiente al invierno de 1976 Foucault destaca que el juego de elementos que
condujo al nazismo es el mismo juego de elementos que podemos encontrar
en cualquier en el funcionamiento de cualquier Estado. Luego se pregunta: “¿de
todos los Estados modernos, de todos los Estados capitalistas?” Y responde a
continuación: “pues bien, no es seguro” (Foucault, 2000: 235).
en que el filósofo francés resta singularidad al acontecimiento del nazismo al compararlo, incluso, con
el comunismo. Dice Esposito: “Da la sensación de que, a través de pasos contiguos y graduales, la ge-
neralidad del cuadro prevaleciera sobre la unicidad del acontecimiento nazi: tanto en sentido vertical,
respecto del período moderno, como en sentido horizontal, con relación al régimen comunista” (Esposito,
2006: 178). Se sigue sosteniendo, a través de estas operaciones, un dislocamiento entre las técnicas
que el Estado nazi empleó en el genocidio y las racionalidades (biopoder, racismo, la lógica de la guerra,
etc.) que lo hicieron posible. De esta manera, para filósofos como Esposito o Agamben, el Estado nazi
representa el fundamento singular de una manera de hacer política (tanatopolítica), o bien, la matriz de
la biopolítica contemporánea. Lo que no se alcanza a apreciar en estos análisis es que la ‘originalidad’
del nazismo depende de una serie de elementos que se vienen arrastrando en la historia de Occidente
desde los siglos XVII y XVIII.
15
Algunos de los estudios que permiten esta afirmación son los contenidos en los libros Foucault on
security, politics and war (Dillion y Neal, 2008), Foucault in an age of Terror. Essay on biopolitics and defen-
ce of society (Bygrave y Morton, 2008). Se debe mencionar también a estudios como Violence and the
biopolitics of Wester (Oksala, 2010). En este campo también entran los clásicos estudios de Agamben y
fundamentalmente Esposito, sobre biología y política.
16
Sobre dos pasajes en que Foucault se refiere a la fórmula de Clausewitz (Foucault, 2007b: 348-353).
En principio pareciera que se trata de una lectura diferente de la que articula todo el curso de DS ya que
lo que Foucault quiere destacar en ambos pasajes es la novedad del fundamento político de la guerra. Si
la política es una suerte de racionalidad de los mayores beneficios en un contexto de frágil equilibrio, la
guerra no tendrá otro fin que recomponer el equilibrio perdido, es decir se trata de una razón política
y no jurídica. Si la guerra es la continuación de la política por otros medios es porque la política es quien
desencadena ahora las guerras. Estamos ante una lectura de continuidad entre la razón de Estado y la tesis
de Clausewitz (a diferencia de la lectura hecha dos años antes que marcaba la discontinuidad o inversión
de esta tesis con respecto al discurso de la lucha de razas que entendía a la política como continuación
de la guerra por otros medios). Otro punto de diferencia. Los lugares en los que Foucault hace operar
esta tesis no son los mismos en DS y en STP. Mientras que en el caso de DS estudia los discursos de lo
que podríamos llamar la recomposición intraestatal o societal de las relaciones de fuerza (los igualitaristas
ingleses o los nobles franceses frente a los monárquicos, los nobles frente a la burguesía, etc.) y es en
este contexto en el que la inversión de la fórmula se conecta con un discurso contrarrevolucionario
y con el acceso de la burguesía al estado, en el caso de STP se trata más bien de la articulación de una
racionalidad política particular, la del estado gubernamental y las posibilidades efectivas de que a partir
de tal racionalidad se pueda hacer la guerra a otro u otros estados.
17
Ya nos hemos referido a la muerte en el modelo de soberanía en la primera parte de este trabajo.
En cuanto a las posibilidades de muerte bajo el modelo de la razón de Estado, ver las clases de 29 de
marzo de 1978 del curso Seguridad, territorio, población, particularmente en lo relacionado al problema
de la salvación y la obediencia.
18
Nos apoyamos para la siguiente lectura en la denominada “problemática liberal de la seguridad” tal
como la trabajan Dean (Dean, 2010), Osborne (Burchel et. al., 1991) y Bell (Barry et. al., 1996), aunque
ceñidos de manera particular al problema seguridad/liberalismo en tanto que desde allí el hincapié no
está puesto primordialmente en la relación (dispositivos de) seguridad/biopolítica (con la consiguiente
modalidad de estudio fijada en la extensión de los procesos de control y gestión de la vida a ámbitos
cada vez más diversos), sino en un enfoque de mayor cercanía sobre la tensión vida/muerte tal como se
presenta en el liberalismo en tanto “freno a los imperativos biopolíticos”.
19
En las últimas clases del curso Seguridad, territorio y población, Foucault se precavía ante una lectura
unilateral de estas posiciones. No es un intento de negar que la libertad haya sido un bastión de lucha y
conquista por sectores sociales que se veían a sí mismo excluidos de ella. Se procura señalar más bien
que, junto a esas visiones jurídico-antropológicas de los derechos del hombre o de los derechos humanos
fundamentales, existió también una racionalidad de gobierno modalizada por un saber particular, el de
la economía política, que apeló a la libertad como el elemento fundamental para la organización de la
versión liberal del gobierno de las poblaciones.
20
Esta vía de análisis de las prácticas de gobierno sumada a la negativa de Foucault de establecer una
noción de libertad (o liberación) que pueda ser coherente con algún orden social ha recibido críticas
tanto de ‘liberales’ como de ‘revolucionarios’, quienes tienen en común un pensamiento sobre la libertad
que esta ligado o a una concepción de sujeto anterior a las relaciones de poder, o a una concepción
de poder represiva del sujeto y de la cual –entonces– habría que liberarse. Para una descripción del
debate sobre la libertad en las concepciones políticas contemporáneas así como en los estudios sobre
la gubernamentalidad ver Prozorov (2007), específicamente el primer capítulo.
Conclusión
En una conferencia sobre racionalidad política dada en el mes de octubre de
1979 en la Universidad de Stanford y al momento de especificar lo que diferencia
las relaciones de poder de otras relaciones entre las personas, Foucault afirmaba:
El rasgo distintivo del poder es que algunos hombres pueden más o menos
íntegramente determinar la conducta de otros hombres –aunque nunca de
manera exhaustiva o coercitiva–. Un hombre encadenado y golpeado se
somete a la fuerza que se ejerce sobre él. No al poder. Pero si se puede
conducirlo a hablar, cuando su último recurso hubiera podido ser callarse,
prefiriendo la muerte, sucede entonces que lo han llevado a comportarse
de determinada manera. Su libertad ha sido sujetada por el poder. Ha sido
sometido al gobierno. Si un individuo puede permanecer libre, por limitada
que pueda ser su libertad, el poder puede someterlo al gobierno. No existe
poder sin negación o revuelta en potencia (Foucault, 1996: 204).
extingue. Por esto, pensar la muerte como un elemento motor de las relaciones
de poder parece ser, en un principio, un contrasentido. La muerte no parece
ser útil para ‘conducir conductas’, a través de ella no es posible lograr el gobier-
no del individuo. En contraposición, la muerte parece causar la imposibilidad
absoluta de gobernar, representa el momento de clausura del gobierno como
ejercicio de poder. Entonces, ¿por cuáles razones una racionalidad guberna-
mental que toma a cargo la vida de los sujetos podría dejarlos morir o incluso,
en un extremo, llegar a matarlos?
Dentro del mecanismo de la soberanía es claro que la muerte garantiza
la seguridad del soberano, pero en lo que al biopoder se refiere existen dos
posibilidades. La primera, en la que la muerte se deja acaecer (no se mata
directamente, pero se deja morir),21 la muerte cumple una función reguladora
con respecto a la vida. Regula la extensión de la misma, su duración, su poten-
cialidad, de acuerdo con ciertos parámetros (lo que es considerado natural, lo
normal, lo que no es inhumano para una época determinada). Entonces nos
encontramos con sociedades como la nuestra, en la que la muerte es algo co-
mún, acontece en todos lados, a través de la pobreza, de la desnutrición, de la
falta de acceso al sistema de salud, por accidentes de todo tipo (laborales, en
medios de transporte, etc.); sin embargo, al mismo tiempo podemos reconocer
abiertamente que vivimos en un Estado liberal de derechos ubicado a buena
distancia de lo que representaría un Estado racista asesino.
Ahora bien, cuando la seguridad biológica de la población se convierte en la
preocupación mayor, sobre todo frente a un peligro interior -incluso crónico,
endémico-, entonces la brutalidad de la muerte puede surgir de la mano de
los funcionarios del Estado y de los mismos habitantes. Se vuelve necesario
acabar con los elementos degenerados para poder vivir, restituyéndose, de esta
manera, la lógica del racismo biologicista del siglo XX. La función de muerte (el
gesto soberano de la espada) surge en el marco de una tecnología de biopoder
siempre que la lógica del racismo encuentre una cuña para instalarse.
Pero sucede que la manifestación de la muerte en el biopoder no se ha
agotado en la modalidad del asesinato, ni éste ha adquirido en todos los casos
el rostro del racismo de Estado. La muerte, como una realidad de masas en
el siglo XX, también ha estado relacionada -por caso- con esos fenómenos de
desconexión en los cuales una parte variable de las poblaciones no alcanza a
acoplarse a las técnicas de gerenciamiento que posibilitan, a la vez que controlan
y regulan, sus vidas. De manera similar, buena parte de las muertes ligadas a los
fenómenos políticos en sentido clásico están indudablemente más relacionadas
con la paradoja que existe en la gubernamentalidad liberal entre producción y
destrucción de la libertad que con el racismo de Estado.
21
Algunos podrán señalar que esto no es más que una forma de asesinato indirecto, entonces es bueno
aclarar que, si bien esta afirmación no carece de verdad, la preocupación que tenemos en este trabajo
es la de determinar las formas de la muerte y su funcionalidad con respecto a las modalidades que asume
en la actualidad el biopoder.
Bibliografía
- Agamben, G. (2002) Homo sacer. Madrid, Editora Nacional.
- Bell, V. (1996) “The promise of liberalism and the performance of freedom”, en Barry, A., Osborne,
T., Rose, N., Foucault and the political reason. Chicago, The university of Chicago Press.
- Burchel, G. (1991) “Peculiar interest: civil society and governing ‘The system of Natural Liberty’”,
en Burchel, G.; Gordon, C.; Miller, P., The Foucault effect. Chicago, University of Chicago Press.
- Dean, M. (2010) Govermentality. Power and rule in modern Society. London, SAGE Publications, LTD.
- Dillon, M. y Neal, A. (2008) Foucault on Politics, Security and War. London, Palgrave Macmillan.
- Esposito, R. (2006) Bíos. Biopolítica y filosofía. Bs. As., Amorrortu.
- Foucault, M. (1996) La vida de los hombres infames, Bs. As., Altamira.
_____________________
(2000) Defender la sociedad. Bs. As., F.C.E.
______________________
(2001) Los anormales. Bs. As., F.C.E.
______________________
(2003) Historia de la sexualidad 1: la voluntad de saber. Bs. As., Siglo XXI.
______________________
(2005) El poder psiquiátrico. Bs. As., F.C.E.
______________________
(2007a) Nacimiento de la biopolítica, Bs. As. F.C.E.
______________________
(2007b) Seguridad, Territorio, Población, Bs. As. F.C.E.
- Lenin, V. I. (1966) El imperialismo como fase superior del capitalismo, Bs. As. Ateneo.
- Marx, K. (1997) Manuscritos: economía y filosofía. Barcelona, Altaya.
- Moore, B. (1996) Social Origins of Dictatorship and Democracy. Lord and Peasant in the Making of the
Modern World. Boston: Beacon Press.
- Prozorov, S. (2007) Foucault, freedom and sovereignty. Hampshire, Ashgate pub.
Resumen
El siguiente trabajo señala el estudio de la biopolítica como un acontecimiento en
el pensamiento filosófico político en los siglos XX y XXI. A partir del concepto de
“vida”, indicaremos un posible paso teórico de la biopolítica a una “biopolítica mino-
ritaria”. La vida puede inscribirse tanto en el plano donde se lleva a cabo la sujeción
a aparatos biopolíticos, como en el campo ético de las subjetivaciones. Deleuze y
Foucault nos devuelven la pregunta por una micropolítica ante el biopoder, cuyo
anclaje en relación con la subjetividad se nos revela como una ética, como acto
creador y de resistencia.
Palabras claves
vida – poder – biopolítica minoritaria – resistencia – subjetivación
Abstract
The following work reports the study of biopolitics as an event in the political-
philosophical thought in the XX and XXI centuries. Using the concept of “life “, we
will indicate a possible theoretical step from biopolitics to a “minority biopolitics”.
Life can be registered in the level of submission to biopolitical devices, as well as in
the ethical field of subjectivations. Deleuze and Foucault return us the question for
micropolitics facing biopower, whose anchor in relation to subjectivity is revealed
as an ethic, as an act of creativity and resistance.
Key words
life – power – biopolitics minority – resistance – subjectivity
De esta manera es que Foucault trazó por primera vez la ecuación entre
modernidad y biopoder, en la medida en que cuerpo y vida se tornan materia
política. Uno de los fenómenos fundamentales del siglo XIX, señala Foucault,
es la consideración de la vida por parte del poder, un ejercicio de poder sobre
el hombre en cuanto ser viviente, “una especie de estatización de lo biológico”
(Foucault, 2009:217). En La voluntad del saber ya había dicho:
Pero lo que se podría llamar «umbral de modernidad biológica» de una sociedad
se sitúa en el momento en que la especie entra como apuesta del juego en
sus propias estrategias políticas (Foucault, 2009: 135).
1
Fue el sueco Rudolph Kjellen, en los inicios del siglo XX, quien también acuñó el término de “geopo-
lítica”. Hay al menos dos momentos más en que se resignificó el término. Cfr. Espósito, 2006: 27-41.
Pese a ello, fue Foucault quien dio un giro renovado a partir de la genealogía nietzscheana.
es esta la razón por la cual busca en sus estudios sobre las técnicas de sí en
la Antigüedad Clásica una salida al problema de la sujeción, y abandona –por
el momento, aunque la muerte lo encuentre y ya nunca más los retome- sus
trabajos en torno de la biopolítica.
Los estudios sobre biopolítica han continuado un camino que Foucault
emprendió: el de usar el método genealógico para deconstruir los fundamentos
filosóficos-jurídicos que se encuentran en la base de la estatalidad moderna y
de la idea de soberanía. Se trata de analizar un fenómeno de dos caras, “en el
que la vida y la política se imbrican en un vínculo imposible de interpretar sin un
nuevo lenguaje conceptual” (Espósito, 2006: 15); es la creciente superposición
entre el ámbito de la política, o del derecho, y el de la vida. En este sentido,
la biopolítica tiene por objeto de estudio un intersticio, un cruce, una frontera
entre vida y política. Y lo que se pone en juego es la índole de la relación entre
ambas. Hoy, autores como Giorgio Agamben, Roberto Espósito, Michel Hardt,
Toni Negri, problematizan los alcances de la biopolítica, sus consecuencias y los
posibles modos de una resistencia a la dominación de sus aparatos. El objetivo
es desenmascarar la lógica de los dispositivos del biopoder asociados a un
determinado humanismo, que espera que el Estado sirva “al bien de la huma-
nidad”, lo cual permite que en nombre de la seguridad, se mate o se despoje
a las personas de sus derechos. Se trata de la vida a toda costa, incluso hasta
negar las subjetividades. Foucault lo había definido con el lema “hacer vivir y
dejar morir” (Foucault, 2010: 218).
Uno de los referentes en este campo de estudio es el filósofo italiano Gior-
gio Agamben, que recurre a cierto giro genealógico para destacar el pasaje de
la vida humana a la “mera” vida, a la vida eliminable o descartable, sustraída
de connotaciones jurídicas y políticas, labor que realiza a partir de la figura
del homo sacer y del análisis de los mecanismos biopolíticos en los campos de
exterminio. De este modo, el humano es despojado de su humanidad, es utili-
zable y eliminable según las necesidades políticas del Estado. Para Agamben, la
biopolítica se inserta en la lógica de la soberanía misma, en la cual el derecho
incluye la vida suspendida, mediante la exclusión o excepción, en cuanto a la
pérdida de garantías ante la supresión del orden jurídico bajo el paradigma de
la seguridad2.
Por su parte, Roberto Espósito continúa interrogando aquello que Foucault
ya formulaba: ¿qué hace que la política de la vida termine por acercarse inexo-
rablemente a su opuesto? La biopolítica se nos muestra entonces no sólo
como el poder sobre la vida, sino también sobre la muerte, su contraparte
es la tanatopolítica, la administración de la muerte de los otros, sin tener en
2
Un importante aporte como ejemplo de esto último constituye el trabajo de Esther Díaz, titulado Las
grietas del control; vida, vigilancia y caos, en el cual desarrolla en su primera parte un paralelismo entre
villas miseria y countries desde un punto de vista “urbano” de la biopolítica, mostrando los dispositivos de
vigilancia y control y aplicando a nuestro contexto y actualidad los conceptos de “estado de excepción”,
“inmunidad” y “homo sacer”. Cfr. Díaz, 2010.
3
Si bien hasta aquí hemos usado indistintamente las palabras “biopolítica” y “biopoder”, cabe pensar
en la distinción que introduce Espósito, a modo de colaborar en ese nuevo bagaje conceptual necesario
para comprender los fenómenos de nuestra época, entre “biopolítica” y “biopoder”. Entendiendo por
el primero una política en nombre de la vida y por el segundo, una vida sometida al mando de la política.
Cfr. Espósito, 2006: 26.
El bíos, por lo tanto, hace referencia, en contraste con la zóê, a una vida
cualificada, a un modo de vida particular. Para los griegos, la vida natural no era
del orden de la polis. El término “político” en la famosa definición aristotélica
de politikon zoon no es un atributo del viviente, sino la diferencia específica
con el resto de los vivientes. Para Aristóteles la política se ocupaba del vivir
bien, y no del mero hecho de vivir, por lo tanto la pregunta por el vivir bien se
formula a partir del bíos.
Para Agamben es importante remarcar la diferencia entre bíos y zóê, porque
le permite destacar la inflexión que se produce en la modernidad cuando la cons-
trucción del sujeto político pasa a incluir la vida natural en la organización de la
sociedad, recuperando la concepción foucaulteana que señala que la biopolítica
es la inclusión de la vida natural en los mecanismos y cálculos del poder estatal
en los umbrales de la vida moderna. En este sentido Agamben sigue a Foucault
en cuanto señala que esa “vida” de la que se hace cargo la nueva forma de poder
que surge en oposición a la soberanía, es la vida natural, el individuo tomado en
cuanto “simple cuerpo viviente” que se vuelve objetivo de sus estrategias políticas,
lo que tiene como resultado una suerte de animalización del hombre (aunque,
como veremos enseguida, Foucault no se queda sólo en el plano de la zóê).
Cuando la totalidad de la vida queda encerrada en la esfera del Estado y de
sus políticas, las vidas son sometidas a una instancia superior que determina
el sentido de su existencia, hasta volverlas un desecho sin significación; es la
reducción del sujeto a la instrumentalidad de ese poder que lo convierte en
nuda vida. Y esto a raíz de que la nuda vida en la esfera política constituye el
núcleo originario del poder soberano (Agamben, 1998: 15-16). Aquí entra la
figura del homo sacer como un hallazgo que hace pensable el mecanismo que
constituye el poder soberano como fuente de exterminio sin contradecir al
propio derecho4. La tesis de Agamben es que el Estado moderno se vuelve
4
El homo sacer es un figura del derecho romano arcaico, en que la vida humana se incluye en el orden
jurídico únicamente bajo la forma de su exclusión (bajo la posibilidad absoluta de que cualquiera le mate
sin ser responsable jurídico ni penable por dicha acción aniquiladora). Esta figura le permite a Agamben
establecer un hilo conductor que atraviesa la historia de Occidente, recuperando en nuestros días la
presencia del homo sacer como el puro sujeto de la exclusión, que paradójicamente, funda la posibilidad
de la ciudad de los hombres.
5
Acerca de esta paradoja en la biopolítica que conlleva la tanatopolítica, Roberto Espósito da unos cuantos
ejemplos en la introducción de Bíos. Biopolítica y filosofía, entre ellos, el del bombardeo “humanitario”
a Afganistán en 2001, luego de los ataques terroristas del 11 de setiembre. Sobre el territorio de Afga-
nistán, al mismo tiempo que lanzaban sus bombas los soldados norteamericanos, se arrojaban también
víveres y alimentos. El oxímoron del bombardeo humanitario reside en la manifiesta superposición entre
declarada defensa de la vida y efectiva producción de muerte.
6
La Alemania nazi siguió rigiéndose por sus normas jurídicas mientras desplegaba su política de exter-
minio, que quedaba al margen de la ley, sin contradecir el orden jurídico, porque justamente a quienes
se aniquilaba no eran sujetos de ley sino objetos de aniquilación. En el caso argentino, tampoco hay
una contradicción del orden jurídico, en la medida en que había una red clandestina de campos de
concentración. Los desaparecidos, en este sentido, son vidas humanas despojadas del ámbito jurídico,
y convertidas en nuda vida.
7
Espósito explica la conexión estructural entre modernidad e inmunización, lo cual explica a la biopolítica
como un poder moderno. Aunque la política se haya preocupado siempre por defender la vida, y las
civilizaciones por su propia inmunización, sólo la civilización moderna fue constituida en su más íntima
esencia por dicha necesidad. Respecto de la relación inmunidad-modernidad, cfr. Espósito, 2006: 84-88.
8
Para el tratamiento de las categorías de propiedad y libertad, cfr. Espósito (2006:101-123).
Si bien es cierto que en materia de biopolítica Foucault sienta con sus trabajos
sobre el biopoder los precedentes para que luego Agamben, Espósito, Negri
y otros autores prosigan su labor, nos interesa en este trabajo destacar como
aportes a la discusión, los últimos trabajos de Foucault ligados a una estética
de la existencia, y en este sentido, inclinando la balanza, a modo de hipótesis,
a la respuesta de Foucault de una biopolítica productora de subjetividades.
Pensar la subjetivación en lugar de la sujeción, puede ser aquello que Es-
pósito mencionaba como lo que la mirada vedaba: que la vida es potencia de
expansión de sí misma, que busca los intersticios para escapar a la dominación
y a la muerte, y que esto debe ser pensado desde el interior de un fenómeno
que vincula política y vida. ¿Puede pensarse la vida como un lugar de resistencia
posible? Para esto pueden servirnos las miradas de Deleuze y Foucault. En ellas,
se encuentra la idea de que en el poder mismo se localizan las resistencias a los
aparatos de dominación; esa línea de fractura es la vida misma. La vida como
resistencia al poder10.
10
Roberto Espósito, en su libro Tercera persona; política de la vida y filosofía de lo impersonal ( 2009), coloca
a Foucault y a Deleuze como aquellos filósofos que salieron de las filosofías de la primera y segunda
persona (del “yo”, el “tú” y su mutua referencialidad), el primero a partir de su noción de “afuera” y
el segundo por su concepto de “acontecimiento”. Ambos participan de lo que llama una “filosofía de
Respecto del término “resistencia” del que nos valemos aquí, suele tener
connotaciones poco interesantes: “resistir” como “aguantar”, asociado a una
“militancia triste”11. Si nos atenemos a este primer sentido, no encontramos
en él lugar para la creación, para que de esa resistencia surja algo diferente. En
cambio, si nos remontamos a su propia etimología, encontramos que la palabra
resistencia proviene del latín, resistentia, cuyo verbo es resistere (que alude a
mantenerse firme, persistir, oponerse reiteradamente sin perder el puesto). Y
está compuesto de re- (reiteración o vuelta atrás) y el verbo sistere (que da idea
de establecer, tomar posición, asegurar un sitio). Este verbo se formó a partir
del verbo stare (estar de pie) por un viejo procedimiento indoeuropeo, que
serviría para intensificar el significado de esta raíz (de allí sus derivados: existir,
insistir, desistir, consistir, asistir, persistir). A partir de este étimo que nos conduce
a una manera de estar de pie, podemos aventurar una definición que pueble
mejor el campo semántico del cual nos valemos aquí para la relación entre vida
y política. En este sentido, proponemos pensar la resistencia como un “habitar la
tensión” propia de las fuerzas en una concepción nietzscheana del poder. Habitar
la tensión que implica tanto el sostener una fuerza, como el deseo de que esa
fuerza triunfe. Lo cual hace de la resistencia una tensión dinámica: no siempre se
lucha contra las mismas fuerzas, sino que éstas van cambiando, modificándose.
Esto también implica una actitud sumamente atenta, incluso hasta de “acecho”.
La cuestión de la vida como resistencia se encuentra entre las páginas de
La voluntad de saber, cuando Foucault dice:
Y contra este poder, aún nuevo en el siglo XIX, las fuerzas que resisten se
apoyaron en lo mismo que él invadía –es decir, en la vida del hombre en
cuanto ser viviente–. (…) lo que se reivindica y sirve de objetivo es la vida,
entendida como necesidades fundamentales, esencia concreta del hombre,
realización de las virtualidades, plenitud de lo posible. Poco importa si se
trata o no de una utopía; tenemos ahí un proceso de lucha muy real; la vida
como objeto político fue en cierto modo tomada al pie de la letra y vuelta
contra el sistema que pretendía controlarla”, para reivindicar a continuación
en el texto el derecho “a encontrar lo que uno es y todo lo que uno puede
ser (Foucault, 2009: 137).
lo impersonal”, que se sitúa fuera del horizonte de la persona, y que no es su negación frontal, sino su
alteración. La figura que en ambos casos adquiere la tercera persona es la vida (la tesis de Espósito es
que el sustancial fracaso de los derechos humanos se produce no a pesar de la afirmación de la ideología
de la persona, sino en razón de esta).
11
“No imagine que es necesario ser triste para ser militante, incluso si la cosa que combate es abominable.
El lazo entre deseo y realidad es lo que tiene fuerza revolucionaria”. Cfr. Foucault (2005:79).
12
Xavier Bichat rompe con la concepción clásica de la muerte como instante definitivo o acontecimiento
indivisible, planteando a la muerte a la vez como coextensiva a la vida y como compuesta de una multi-
plicidad de muertes parciales. Crf. Deleuze, 2008: 126. También ver: Espósito, 2009: 35-41. Espósito
desarrolla la concepción de Bichat de la vida como conjunto de funciones que resisten a la muerte.
13
Para ampliar las diversas relaciones de Foucault con el afuera ver Deleuze, 2008: 125-158. Capítulo
“Los pliegues o el adentro del pensamiento”.
hacia la vida, el hombre ante los médicos recupera su maldad. Es la vida neutra,
porque sólo el sujeto que la encarnaba en el medio de las cosas la volvía buena
o mala. Es la vida que está entre la vida y la muerte:
la vida de dicha individualidad se borra en beneficio de la vida singular inma-
nente de un hombre que ya no tiene nombre, aunque no se lo confunda con
ningún otro (Deleuze en: Giorgi y Rodríguez, 2009: 38).
al contrario: la fórmula, repetida varias veces, que invita a cada quien a ser
digno de lo que le sucede, remite a una concepción más compleja, según la
cual, el individuo, por un lado, se identifica con el acontecimiento impersonal,
pero por otro es capaz de hacerle frente, llegando a dirigirlo hacia sí mismo
o, como lo expresa Deleuze “contraefectuarlo” (Espósito, 2009: 205).
Postfacium
Recorrimos algunos puntos centrales de los autores y textos abordados
para este trabajo. Nos preguntábamos al inicio si la vida puede pensarse como
modo de resistencia posible, frente a aquellos mecanismos que la nulifican, o la
borran. En respuesta a ello, afirmamos también la insubordinación de la vida y
su potencia. En cuanto a las relaciones entre vida y política, consideramos que
la distinción entre bíos y zóê puede servir analíticamente para pensar algunas
cuestiones del lado de la lógica del exterminio, inclusive desde el lado jurídico.
Pero no nos sirve para pensar un hombre que es descualificado de su propia
historia, de su existencia biográfica. No podemos de ninguna manera sustraer el
bíos que atraviesa al hombre en cualquiera de los ejemplos más atroces de vida
eliminable. En cualquiera de las modalidades en que el poder produce individuos,
que el poder produce sujeción, no lo hace sólo en la esfera de la zóê –aunque
todos los dispositivos y aparatos se dirijan a ello– sino que también alcanza el bíos
del hombre, bíos que debe manifestar su potencia, en la forma de resistencia,
como un “habitar la tensión” de las fuerzas en cuestión. Quizás en este punto
pueda comprenderse mejor una insubordinación de la vida, una resistencia a lo
que quiere disciplinarla y aplastarla. En este sentido es que Foucault registraba
la vida de los hombres infames, pero también su propia pretensión, la de una
borradura de su propio rostro en la escritura de su pensamiento.
Así como Agamben dice que el concepto de “vida” es un legado testamen-
tario de Foucault y Deleuze, y que por ello debe constituir el tema de una filo-
sofía que viene, Espósito los adscribe a una filosofía impersonal o de la tercera
persona, que destaque a la vida en su singularidad aunque no necesariamente
sea la de un individuo o persona, sino la de un acontecimiento incesante que
deviene. Hacer de nuestra relación con la vida un acontecimiento es ejercer
la resistencia a los mecanismos que pretenden domesticarnos en aras de una
política mayor. “Formar conceptos es una manera de vivir y no de matar la
vida” (Foucault en Giorgi y Rodríguez, 2009: 55), como nos lega Foucault en
el último ensayo que escribió antes de su muerte. Para ello será necesario
comprender que la vida no es aquello que poseemos, que no tiene que ver con
nuestra individualidad, sino que es aquello que nos atraviesa.
Bibliografía
- Agamben, G. (1998) Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida. Valencia, Pre-textos.
- Deleuze, G. y F. Guattari (2006) Mil Mesetas; capitalismo y esquizofrenia. Valencia, Pre-textos.
- Deleuze, G. (2008) Foucault. Buenos Aires, Paidós.
(2009) “La inmanencia: una vida…” en Giorgi, G. y F. Rodríguez (comp.) Ensayos sobre
______________________
Biopoder hoy1
Paul Rabinow
Universidad de California
Nikolas Rose
Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres
Resumen
En este artículo emprendemos una precisión conceptual sobre los conceptos de bio-
poder y biopolítica y exponemos su utilidad en el análisis contemporáneo. Tenemos
en cuenta el desarrollo de Foucault acerca de estos conceptos, y diferenciamos su
punto de vista, el cual es cercano al nuestro, de la posición filosófica de los términos de
Giorgio Agamben y Antonio Negri. Sugerimos luego que el biopoder supone uno o
más discursos verdaderos sobre el carácter “vital” de los seres humanos: una serie de
autoridades consideradas competentes como para decir la verdad; estrategias para
la intervención sobre la existencia colectiva en nombre de la vida y la salud; y modos
de sujetificación, a través de los cuales los individuos trabajan en sí mismos en nom-
bre de la vida o la salud, individual o colectiva. Sostenemos que, mientras las formas
excepcionales de biopoder, especialmente en condiciones de dictadura absolutista, y
al combinarse con ciertos recursos técnicos, pueden conducir a una “tanatopolítica”
asesina –una política de muerte–, el biopoder en los estados contemporáneos adquiere
una forma diferente. De modo característico éste supone una relación entre “dejar
morir” (laissez mourir) y “dejar vivir” (faire vivre) o sea, estrategias para gobernar
la vida. Al utilizar ejemplos de nuestra investigación, consideramos los recientes
procesos sobre biopoder en relación a tres temas: raza, población y reproducción,
y medicina genómica.
Palabras clave
biopolítica – biopoder – genómica – población – raza – reproducción
1
Este artículo es una traducción de: Rabinow & Rose (2006) “Biopower today”, BioSocieties (1): 195-
217. Trad. Corina Moscovich.
Abstract
In this article we undertake some conceptual clarification of the concepts of biopower
and biopolitics, and argue for their utility in contemporary analysis. We consider
Foucault’s development of these concepts, and differentiate his view, which is close
to ours, from the philosophical take-up of the terms by Giorgio Agamben and Antonio
Negri. Biopower, we suggest, entails one or more truth discourses about the ‘vital’
character of living human beings; an array of authorities considered competent to
speak that truth; strategies for intervention upon collective existence in the name of
life and health; and modes of subjectification, in which individuals work on themselves
in the name of individual or collective life or health. We argue that, while exceptional
forms of biopower, especially in conditions of absolutist dictatorship, and when
combined with certain technical resources, can lead to a murderous ‘thanatopolitics’
–a politics of death– biopower in contemporary states takes a different form. It
characteristically entails a relation between ‘letting die’ (laissez mourir) and making
live (faire vivre), that is to say strategies for the governing of life. Using examples from
our own current research, we consider recent developments in biopower around
three themes: race, population and reproduction, and genomic medicine.
Key words
Biopolitics – biopower – genomics – population – race – reproduction
2
Sydney Brenner es uno de los que ha estudiado los rasgos principales de nuestro “siglo biológico”:
ver, por ejemplo, Brenner (2000). Gilles Deleuze, en Foucault (1988), tiene un apéndice provocativo
donde habla sobre el futuro del biopoder.
3
Por ejemplo, la Organización Internacional Biopolítica, localizada en Grecia, la cual se centra en la pro-
tección ambiental, mientras en Christian biopollitics: A credo and strategy for the future, Kenneth Cauthen,
busca nutrir “una nueva conciencia emergente entre muchos soñadores y emprendedores potenciales
en las iglesias que pueda ayudar a darnos las visiones y los valores que nos faltan para promover un mo-
vimiento orientado a una comunidad mundial ecológicamente óptima, llena de justicia y alegría, donde la
raza humana pueda no sólo sobrevivir sino embarcarse en grandes aventuras de goce físico y espiritual.
Disponible en http://www.religion-online.org/ showchapter.asp?title¼2301C¼2272.
actualidad que incluya, como mínimo, lo siguiente (Rabinow, 1994, 1996, 1999;
Rose, 2001, 2006):
• Uno o más discursos verdaderos sobre el carácter “vital” de los seres
humanos, una serie de autoridades consideradas competentes como
para decir la verdad. Estos discursos verdaderos podrían no ser “bio-
lógicos” en el sentido contemporáneo de la disciplina, en este caso,
podrían hibridar estilos de pensamiento biológico, demográfico o inclu-
so sociológico, como en las relaciones contemporáneas de genómica y
riesgo, fusionadas en el nuevo lenguaje de susceptibilidad.
• Estrategias para la intervención sobre la existencia colectiva en nombre
de la vida y la salud, dirigidas en primer lugar a las poblaciones que
podrían ser territorializadas a la nación, sociedad o comunidades pre-
asignadas, pero que también podrían ser especificadas en términos
de colectividades biosociales emergentes, a veces especificadas en
términos de categorías de raza, etnia, género o religión, como en las
formas emergentes de ciudadanía genética o biológica.
• Modos de sujetificación, por los cuales los individuos trabajan en sí mismos
bajo ciertas formas de autoridad, en proporción discursos verdaderos,
por medio de las prácticas desde su ser interior, en nombre de su
propia vida o salud, la familiar o colectiva, o incluso en nombre de la
vida o salud de la población como un todo: Rabinow ha estudiado la
formación de nuevas colectividades en términos de “biosocialidad”,
y Rose ha estudiado la formación de clases de sujetos humanos en
términos de “individualidad somática”.
Imperio
Para Hardt y Negri, en Imperio, biopoder es un término totalitario, abarcador,
el biopoder sirve para asegurar el dominio de una forma global de dominación
que ellos llaman “Imperio” (Hardt y Negri, 2000). La suya es una lectura neo-
marxista: su primera premisa es que la obra del poder debe ser entendida como
la extracción de cierta clase de “valor excedente” de la vida humana sobre la
que depende el Imperio. Esto es lo que quieren decir cuando afirman que toda
política contemporánea es biopolítica: es una “forma de poder que regula la
vida social desde su interior” (2000: 23). Más aún, ellos combinan este biopoder
tan omnipotente y muy perverso con la idea derivada de un ensayo corto y
especulativo del filósofo francés Gilles Deleuze, en el que considera que nos
hemos desplazado desde “sociedades de disciplina” a “sociedades de control”
(Deleuze, 1995). Michel Foucault (1977) había caracterizado las “sociedades
disciplinarias” como aquellas en que la gestión de la inclusión y la exclusión se
lograba por un archipiélago de instituciones disciplinarias marcadas a lo largo
del campo social –asilos, fábricas, escuelas, hospitales, universidades–, cada
una buscando implantar un modo de conducta en el cuerpo y su alma corre-
lativa. Hoy en día, expuso Deleuze, mientras escribía en las décadas finales del
último siglo, el control no es limitado en el interior de tales instituciones, sino
que es inminente en las redes fluctuantes, fluidas y flexibles de la existencia
misma. Hardt y Negri retoman esta idea cuando sugieren que la biopolítica es
una forma de poder “expresada como un control que se extiende a través de
las profundidades de la conciencia y los cuerpos de la población”. (2000: 24)
Sostienen que este poder biopolítico está ejercido en nombre de corporaciones
multinacionales y transnacionales que, desde la segunda mitad del siglo XX,
han elegido “estructurar biopolíticamente los territorios mundiales” (2000: 31).
Aquí el biopoder se inscribe en el intento de resucitar una visión revolu-
cionaria de la historia mundial, que termina con un giro de la Cristiandad para
inspirar resistencia al Imperio: Hardt y Negri citan una leyenda sobre San
Francisco de Asís quien “rechazó todo instrumento de disciplina, y... sostuvo
una vida gozosa... contra la voluntad del poder y la corrupción. Una vez más
en la postmodernidad nos hallamos en la situación de Francisco, demostrando
a la miseria del poder la alegría de ser” (2000: 413). Deberíamos coincidir en
4
En Francia, la recepción de Negri ha sido mínima y la de Agamben se ha centrado más específicamente
en sus afirmaciones sobre los campos de concentración (ver Mesnard, 2004).
5
Sobre el biocapital, ver Rose (2006).
6
Estas conferencias fueron dadas el mismo año en que el primer tomo de la Historia de la sexualidad
fuera publicada en Francia. Además de unos comentarios al pasar, Foucault nunca retomó el concepto
de biopoder.
XIX... se encuentran también por debajo de este nivel, con toda una serie de
instituciones subestatales, como las instituciones médicas, las casas de socorro,
las compañías de seguros, etc.” (2002: 250). Este es el punto en el que Foucault
comenzó a desarrollar su concepto de “gubernamentalidad”, un concepto
cuya base fue captar el nacimiento y los rasgos de una variedad total de for-
mas de plantear problemas y actuar sobre la conducta individual y colectiva
en nombre de ciertos objetivos que no tienen al Estado como su origen o
punto de referencia. Al desarrollar esta línea de pensamiento respecto a la
multiplicidad de formas y fuentes de autoridad, Foucault también se distanció
de la visión de que dicho poder sobre la vida es inicuo.7 Este es también el
momento decisivo que conduce a Foucault a una fascinación con los modos
antiguos de sujetificación y las posibilidades de libertad. En este contexto, vale
la pena recordar que la medicina es acaso el terreno más viejo donde uno
puede observar el juego de la verdad, el poder y la ética en relación con la
materia y con las posibilidades de un dios, o como lo dirían los griegos, una
vida floreciente.
Homo sacer
Giorgio Agamben, en una serie de libros inolvidables, identifica al holocausto
como el último ejemplo de biopoder, y al biopoder como el mensaje oculto
de toda forma de poder: desde el mundo antiguo al presente. En particular
examina los momentos que denomina, luego de Carl Schmitt, “Estados de
excepción”, cuando un estado soberano anuncia un tiempo o un lugar donde
la regla de la ley puede suspenderse en nombre de la auto-defensa o seguridad
nacional (Agamben, 1995, 1996, 1998, 2000a, 2000b, 2005). Hay mucho por
aprender de estos estudios sobre los traumas profundos que marcan las historias
europeas: coincidimos en que el holocausto no es un momento excepcional de
retorno a un barbarismo singular, sino una posibilidad intrínseca y duradera del
verdadero proyecto de civilización y de legalidad. Sin embargo, Agamben justifica
su análisis de un modo particular, al que hallamos problemático. Argumenta que
todo poder resta en último lugar en la capacidad de uno para tomar la vida de
otro –es un poder sobre la vida fundado en la posibilidad de imponer la muerte.
Caracteriza este poder en referencia a la metáfora oscura de homo sacer– la figura
enigmática del derecho romano cuyos crímenes hicieron imposible su sacrificio,
alguien quien podría ser matado con impunidad. Al igual que esta figura, que es
reducida del bios (groseramente, la forma de vida apropiada para un individuo
o grupo en una organización política) a zoe (“nuda vida”), Agamben sugiere
que el nacimiento del biopoder en la modernidad marca el punto en el que la
7
Ver, por ejemplo, su entrevista sobre la seguridad social “Los riesgos de la seguridad” (traducida al
inglés. Foucault, 2000: 365-81).
8
Este es un tema que Agamben aclara en otro lugar.
La soberanía
Aquí nuestra crítica está unida a un desacuerdo sobre “soberanía”. Cuando
Hardt y Negri diferencian el “Imperio” de las formas de soberanía que emer-
gieron en el estado nación, el diagrama permanece más o menos inalterado:
aunque “la soberanía imperial... está organizada no precisamente alrededor
de un conflicto central sino más bien a través de una red flexible de micro
conflictos”, el Imperio no obstante reúne para sí las relaciones de poder que
atraviesan todas esas “contradicciones evasivas, que proliferan y que no son
localizables” (2000: 201). La imagen monolítica de Imperio trata así de conden-
sar y unificar todas esas formas y relaciones en un solo Poder Soberano, al que
solo puede oponérsele cierta fuerza que es radicalmente Otra, gesticulada en el
nombre “multitud”: la multitud, entonces, es la encarnación contemporánea del
regicidio, que, al eliminar al soberano, inaugurará una época en la que el poder
soberano es reapropiado por los mismos súbditos. A pesar de su radicalismo
aparente, los anti-capitalistas harían bien en no fiarse de los apuntalamientos
religiosos de esta fábula de resistencia para la entrega de una tierra prometida.
Para Agamben, la soberanía también tiene algo de forma sagrada, la antigua
declaración ritual de homo sacer permanece presente hoy en día en la capaci-
dad del Estado soberano para establecer el estado de excepción, para signar
a los privados de los derechos de bios a esas zonas, y para torturar o matar a
los reducidos a la categoría de zoe –nuda vida– sin restricción legal. Pero este
poder soberano no se destina más a quienes claramente son agentes del Estado,
se extiende, aparentemente, a quienes tienen autoridad sobre los aspectos de
la existencia humana vital. Por lo tanto Agamben sostiene que el poder sobre
la vida ejercido hoy en día por “el jurista... el médico, el científico, el experto,
9
Hemos tratado nuestro enfoque sobre empirismo en otro lugar: ver nuestra Introducción a Foucault
et al. (2003), y la Introducción a Rose (1999), en especial las págs.11-15.
Raza
La raza, junto con la salud, y en relaciones variables con la misma, ha sido
uno de los polos centrales en la genealogía de biopoder.10 Las nociones de raza
formaron un prisma no sólo para la imaginación de la nación, sino también
para la gestión política de la salud y la vitalidad nacional y para la competiti-
vidad internacional, desde la muy conocida “guerra de naciones” en el siglo
XVIII (tema de muchas conferencias dadas por Foucault en La sociedad debe ser
defendida), pasando por la biologización masiva de la raza en el siglo XIX, unida
al pensamiento evolutivo pre y post-Darwin, ambos aplicados dentro de los
estados y en sus dominaciones coloniales, hasta una obsesión, más tarde en
el siglo XIX, con la degeneración y el suicidio de la raza, y las estrategias de
eugenesia que se divulgaron desde Estados Unidos a Japón y otros lugares en la
primera mitad del siglo XX. Luego de la Segunda Guerra Mundial, los discursos
racistas oficiales fueron desacreditados: en 1963, por ejemplo, la Declaración
de las Naciones Unidas sobre la eliminación de toda forma de discriminación
racial tomó como una de sus premisas “toda doctrina de diferenciación o su-
perioridad racial es científicamente falsa, moralmente condenable, socialmente
injusta y peligrosa, y que nada permite justificar la discriminación racial, ni en
la teoría ni en la práctica” (Asamblea General de las Naciones Unidas, 1963:
Preámbulo).11 Por supuesto, las prácticas racistas apenas disminuyeron, pero
un entendimiento biológico de las categorías raciales no estaba más “en la ver-
dad” en el discurso político o normativo. En parte debido a las intervenciones
persistentes de críticos radicales, el vínculo entre entendimientos biológicos de
distinciones entre los grupos de población y sus implicaciones socio-políticas
parecía roto o al menos desnaturalizado. Muchos biólogos creían que se habían
topado con tales diferencias, en particular al examinar la preponderancia de
enfermedades particulares en diferentes regiones o la eficacia de remedios
en diferentes poblaciones nacionales, aunque tales argumentos tendieron a
permanecer en la literatura técnica. Algunos individuos y grupos insistieron
en hacer reclamos públicos por la correlación políticamente pertinente entre
las cualidades humanas y las capacidades biológicas diferenciadas racialmente
por un gran número de controversias que iban desde la educación hasta la
criminalidad. Pero aún aquellos con acreditaciones científicas, como el caso de
William Shockley, expresaron fuertemente su punto de vista por fuera de los
discursos verdaderos de la biología. En muchos países, en particular Estados
Unidos, la raza fue crucial como categoría socio-económica, una marca de
discriminación y un modo de identificación que permaneció extremadamente
destacado a nivel social y político, desde la asignación de fondos federales a
las manifestaciones de identidad política. Sin embargo, a pesar de que la raza
10
Este debate se desarrolla con más detalle en La política de la vida misma (Rose, 2006: cap. 6).
11
Consultar en línea en http://www.unhchr.ch/html/menu3/b/9.htm
Reproducción
Para Foucault, la sexualidad fue crucial, en parte, porque fue la bisagra que
unió una anatomopolítica del cuerpo humano con la biopolítica de la pobla-
ción. Aunque hoy, y quizás en los últimos cincuenta años, estas cuestiones se
han deslindado. La sexualidad ha sido liberada, en un punto, de lo simbólico y
de las prácticas de reproducción, y la reproducción en sí se ha convertido en
el objeto de una serie de formas de conocimiento, tecnologías y estrategias
políticas que tienen poco que ver con la sexualidad. Desde aproximadamente
1970 se puede observar un triple movimiento. El asunto de la reproducción
se problematiza, tanto a nivel nacional como supranacional, debido a sus
consecuencias económicas, ecológicas y políticas –superpoblación, limites al
crecimiento, etc–. Surge una nueva política de aborto, que adquiere diferentes
formas en diferentes contextos nacionales. Y, en Occidente al menos, un asunto
relacionado de “opción reproductiva” comienza a tomar forma, cuando un
pequeño número de parejas occidentales, en alianza con algunos doctores,
luchó para definir la infertilidad como una condición médica potencialmente
remediable y, consecuentemente, el terreno de intervenciones legitimadas.
Todos esos terrenos juntos, pero de manera diferente, se combinaron para
hacer de la reproducción un problema de espacio, en el cual una serie de co-
nexiones aparece entre lo individual y lo colectivo, lo tecnológico y lo político,
lo legal y lo ético. Este es un espacio biopolítico por excelencia.
Las nuevas tecnologías reproductivas que implican la micro-manipulación de
huevos y esperma, y la pre-implantación, el diagnóstico y selección genética, a
pesar de que atrajeron la mayor atención en el mundo anglo-americano, han
sido más restrictivos en su impacto sobre las poblaciones nacionales, sin men-
cionar la población política global. Aunque han sido el terreno de una explosión
discursiva, el centro de la atención reguladora y de controversia política y ética
en muchos países occidentales, es difícil discernir cierta estrategia biopolítica
unificada de modo subyacente. La retórica elegida resuena claramente con la
ética de autonomía en el centro de los modos de sujetificación liberales y avan-
zados, y la transformación de la infertilidad en una enfermedad tratable explica
el volver a imaginar las capacidades humanas como abiertas a la re-ingeniería y
a una mejor medicina. Sin embargo, debemos reconocer el limitado alcance de
estos procedimientos, y el hecho de que estén lejos de la rutina, y a menudo
fracasen. A nivel biopolítico, la opción reproductiva sobre la forma de selección
del embrión, lejos de estar al servicio de una mejora racial general o incluso del
“diseñador de bebés” individualizado, ha estado limitada casi por completo a
la identificación de fetos con grandes malformaciones o desordenes genéticos
atroces y terminales (Franklin, 1997, próximamente 2006; Throsby, 2004).
Aún así, el uso de técnicas de diagnóstico no ha conducido forzosamente a la
interrupción sino, a menudo, a brindar información temprana en los servicios de
atención sobre las clases de planificación de vida que se han vuelto intrínsecas
a las formas de vida en las sociedades liberales contemporáneas. Quizás, como
han sostenido muchos feministas, el logro biopolítico principal está en el eje de
la sujetificación: estas estrategias exhiben la formación característica en la que
las aparentes opciones conllevan nuevas formas de “hacerse responsable” e
imponen obligaciones onerosas, especialmente, en este caso, sobre las mujeres.
En la academia occidental se ha prestado menos atención al polo “molar” de
la gestión de la reproducción –las campañas para la limitación de población que
se expandieron por el subcontinente indio, China y sudeste de Asia y muchos
El control natal para estabilizar la población fue clave como fórmula para
impedir este problema, limitando el tamaño de la familia a dos niños, en es-
pecial en aquellos países donde lo excedía por mucho. Pero este camino no
era una garantía de éxito.
Terminamos con una nota de urgencia. Hemos insistido repetidamente en la
importancia de los retrasos naturales en el sistema de capital-población del
mundo. Estos retrasos significan, por ejemplo, que si la tasa de natalidad de
México gradualmente descendió de su valor actual a un exacto valor de repo-
sición para el año 2000, la población del país pasará de 50 a 130 millones. No
podemos decir con certeza cuánto tiempo más la humanidad puede posponer
el inicio del deliberado control de su crecimiento antes de que haya perdido
la oportunidad de control. (Meadows et al., 1972: http://www.clubofrome.
org/docs/limits.rtf)
12
Ejemplos del debate en http://www.hsph.harvard.edu/Organizations/healthnet/contra/topic05.html#2
Medicina genómica
Las primeras estrategias biopolíticas en el siglo XVIII tenían que ver con la
gestión de la enfermedad y la salud. Éstas proveían un modelo para muchas
otras problemáticas que operaban en términos de la división entre lo normal
y lo patológico. Tienen una notabilidad peculiar en las sociedades liberales
porque establecen vínculos entre lo molecular y lo molar, al unir la aspiración
del individuo a ser curado con la gestión del estado de la salud de la población
como un todo. Los polos de este campo biopolítico se extienden desde la
gestión de la salud colectiva por medio de agua pura, pasando por los che-
queos de salud anuales, seguro de salud, medicina preventiva que opera en
15
Esta investigación ha sido publicada como Rabinow y Dan-Cohen (2004, 2006).
Conclusión
Uno intenta imaginar lo que pudo haber sido para un analista que en el siglo
XIX intentara comprender las implicancias de los precursores del “nacimiento
de la clínica”. Hoy en día estamos más bien en una situación análoga, en la que
se pueden percibir los deseos de cambio, ciertas mutaciones pueden ya ser
detectadas, ciertas consecuencias pueden ser predichas; pero también en una
situación donde las orientaciones globales permanecen ocultas y sus implican-
cias aún están en duda. No sorprende así lo difícil que es decidir si estamos en
las primeras etapas de un cambio memorable, en la mitad de un proceso que
está en camino hacia la estabilización de nuevas formas, o en una coyuntura
que probará ser un punto muerto, o al menos marginal, para otros cambios
que hoy no podemos avizorar. Pero al intentar realizar un diagnóstico para “en
la mitad”, consideramos que el concepto de biopoder centra nuestra atención
en tres elementos clave, que se ponen en juego en toda transformación, así
como en sus múltiples combinaciones. Dichos elementos son el conocimiento
de los procesos vitales de vida, las relaciones de poder que toman como su
objeto a los humanos entre los seres vivos, y los modos de sujetificación por
los cuales los sujetos trabajan en sí mismos como requisito de seres vivos.
En la nueva economía política de vida, los flujos de conocimiento trans-
nacionales, las células, los tejidos y la propiedad intelectual están unidos a las
intensificaciones locales y regulados por las instituciones supranacionales. Las
movilizaciones de personas, tejidos, órganos patógenos y terapeutas operan
a diferentes velocidades y se topan con obstáculos e incitaciones locales. Las
sujetificaciones individuales y colectivas son también móviles y transnacionales:
grupos de fibrosis cística trascienden las barreras nacionales y de clase como
lo hacen sus cuidadores; se propagan modelos de activismo de pacientes, los
cuales son tomados y reinterpretados desde Bangladesh hasta Toronto. ¿Quién,
en 1955, podría haber imaginado a la gente depresiva como una categoría
global, no solo como la meta sino como sujetos activos en una nueva biopo-
lítica de salud mental? Si estamos en un momento emergente de política de
vida, la celebración o la denuncia no son suficientes como enfoques analíticos.
El concepto de biopoder, utilizado de manera precisa, relacionado con las
investigaciones empíricas y sujeto al proceso de inventiva, probablemente
tomará su lugar como una pieza clave de un conjunto de herramientas de
análisis adecuado para el diagnóstico de lo que Gilles Deleuze denominó “el
futuro cercano” (1989).
Bibliografía
- Agamben, G. (1995) Homo sacer. Turín, Einaudi.
_____________________
(1996) Mezzi senza fine: Note sulla politica. Turín: Bollati Borlinghieri.
_____________________
(1998) Homo sacer: Sovereign power and bare life. Stanford CA, University Press.
_____________________
(2000a) Means without end: Notes on politics. Minneapolis, Minnesota University Press.
_____________________
(2000b) Remnants of Auschwitz: The witness and the archive. Nueva York, Zone Books.
_____________________
(2005) State of exception. Chicago, University Press.
- Braudel, F. & Labrousse, E. (1976) Histoire economique et sociale de la France. Paris: PUF.
- Brenner, S. (2000) “Genomics: The end of the beginning”. Science, 287 (5461), 2173-4.
- Cauthen, K. (1971) Christian biopolitics: A credo and strategy for the future. Nashville, Abingdon Press.
- Deleuze, G. (1988) Foucault. Minneapolis, Minnesota University Press.
(1989) “Qu’est-ce qu’un dispositif?” en F. Ewald, (ed.) Michel Foucault, filósofo. Paris,
_____________________
Ediciones Seuil.
(1995) “Postscript on control societies”. Negotiations, 177-82. Nueva York, Columbia
_____________________
University Press.
- Donzelot, J. (1979) The policing of families. Nueva York, Pantheon Books.
- Ewald, F. (1986) L’Etat providence. Paris, Grasset.
- Foucault, M. (1976) La Volonte du savoir. Paris: Gallimard.
_____________________
(1977) Discipline and punish: The birth of the prison. Nueva York, Random House.
_____________________
(1978) The history of sexuality, Vol. 1: The will to knowledge. Londres, Penguin.
(1984) “On the genealogy of ethics” en Rabinow, P. (Ed.), The Foucault reader. Nueva
_____________________
York: Pantheon.
(2000) “The risks of security” en Faubion, J.D. (Ed.), Power: The essential works of Michel
_____________________
York: Picador.
(2003) The essential Foucault: Selections from essential works of Foucault, 1954-1984,
_____________________
- M’Charek, A. (2005) The Human Genome Diversity Project: An ethnography of scientific practice. Cam-
bridge: PUC.
- Meadows, D.H. (1972) The limits to growth: A report for the Club of Rome’s project on the predicament
of mankind. Londres: Earth Island Ltd.
- Mesnard, P. (2004) “The political philosophy of Giorgio Agamben: A critical evaluation”. Totalitarian
Movements and Political Religions, 5(1), 137-57.
- Mesnard, P. & Kahan, C. (2001) Giorgio Agamben a l’epreuve d’Auschwitz. Paris: Editions Kime.
- Novas, C. & Rose, N. (2000) “Genetic risk and the birth of the somatic individual”. Economy and
Society, 29(4), 485-513.
- Prainsack, B. & Siegal, G. (2006) “The rise of genetic couplehood? A comparative view of prenatal
genetic testing”. BioSocieties, 1 (1), 17-36.
- Proctor, R. (1999) The Nazi war on cancer. Princeton, NJ y Chichester: Princeton University Press.
- Rabinow, P. (1989) French modern: Norms and forms of the social environment. Cambridge, MA: MIT
Press.
____________________
(1994) “The third culture”. History of the Human Sciences, 7(2), 53-64.
(1996) Artificiality and enlightenment: From sociobiology to biosociality. Essays on the an-
____________________
versity Press.
- Robey, B. Rutstein, S.O. Morris, L. & Blackburn, R. (1992) The reproductive revolution: New survey
findings. Baltimore, MD: Population Information Programme.
- Rose, N. (1985) The psychological complex: Psychology, politics and society in England, 1869-1939.
Londres y Boston: Routledge & Kegan Paul.
__________________
(1999) Powers of freedom: Reframing political thought. Cambridge University Press.
__________________
(2001) “The politics of life itself” Theory, Culture & Society, 18(6), 1-30.
(2006) The politics of life itself: Biomedicine, power and subjectivity in the twenty-first century.
___________________
COLABORADORES
Avellaneda, Aldo
Centro de Estudios Sociales, Universidad Nacional del Nordeste
Área de desempeño: Filosofía y Ciencia Política
Licenciado en Comunicación por la Universidad Nacional del Nordeste. Doctorando en
Ciencias Políticas por la Universidad Nacional de San Martín y becario de posgrado UNNE-
CONICET en el Centro de Estudios Sociales. Auxiliar docente en la cátedra “Teorías de la
Comunicación social I” de la Licenciatura en Comunicación Social.
aldoavellaneda.ces@gmail.com
Barciela, Gonzalo
Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo
Abogado (UBA). Maestrando en Ciencia Política (IDAES-UNSAM) Tesis en elaboración.
Profesor Adjunto de las asignaturas: “Introducción al Derecho y orígenes de la racionalidad
jurídica occidental” y “Teoría General del Derecho” en Derecho de la Universidad Popular
Madres de Plaza de Mayo (UPMPM).
Docente invitado de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) y Universidad Nacional
de Río Cuarto (UNRC).
Publicaciones más recientes: (2010) “¿Se puede huir del soberano? o por qué el Discurso
del Amo es el lazo político fundante”. International Journal of Zizek Studies. Volume Four,
Number Three – Special Issue: Latin America/Iberia. Londres. ISSN 1751- 8229; (2011)
“Sobre parricidios y fidelidades. Ernesto Laclau y Alain Badiou lectores de Althusser”, en
Sergio Caletti (comp.) La intervención de Althusser, hoy. Revisiones y debates. Buenos Aires,
Prometeo Libros (en prensa).
gbarciela@hotmail.com
Ciselli, Graciela
UNPA
Prof. y Lic. en Historia, Abogada, Mgter. en Antropología Social; Mgter. en Derecho Ambiental
y Derecho Urbanístico. Prof. titular en Antropología de la UNPSJB. Prof. Adj. Ord. en Legisla-
ción turística, ambiental y patrimonial de la UNPA. Docente de la Maestría en Metodologías
y Estrategias de Investigación Interdisciplinar en Ciencias Sociales (UNPA).
gracisell@hotmail.com
Conno, Diego
IIGG - UBA - CONICET
Licenciado en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires y becario doctoral CONICET
con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani. Es docente e investigador en el área
de teoría política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Se
dedica a temas de teoría política moderna y contemporánea principalmente en relación con el
pensamiento biopolítico contemporáneo, con énfasis en las obras de Michel Foucault, Giorgio
Agamben y Roberto Esposito. Dirige el equipo de investigación del programa de reconocimiento
institucional de la Universidad de Buenos Aires R10-215 “Biopolítica: crisis y actualización del pen-
samiento político”. Ha publicado artículos sobre la cuestión biopolítica en revistas especializadas.
diegoconno@hotmail.com
Damico, Desirée
UCC - CONICET
Licenciada en Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Magíster en Gestión Política por
la Universidad Católica de Córdoba-Georgetown University. Doctoranda en Política y Go-
bierno (UCC). Becaria de postgrado CONICET. Desarrolla investigaciones sobre segregación
residencial socioeconómica, migraciones y redes socio políticas en distintos barrios de la
Ciudad de Córdoba desde el año 2007. Es autora de capítulos de libros y ha presentado sus
trabajos en diversos eventos académicos nacionales e internacionales.
desiree.damico@gmail.com
Dawyd, Darío
UNSAM
Licenciado en Ciencia Política (UBA), Dr. en Ciencias Sociales (UBA), especializado en Historia
Argentina Contemporánea (1955-2001) y Política, movimiento obrero y peronismo. Algunas
publicaciones: (2010) “De la muerte de Rosendo a la muerte de Vandor. Rodolfo Walsh y el
De Diego, Luciana
UNGS
Licenciada en Ciencia Política (UBA), doctoranda en Ciencias Sociales (UBA), especializada
en Filosofía Política Moderna y Opinión Pública. Entre sus últimas publicaciones se encuentra
(2011) “La influencia de Hutcheson en el pensamiento estético de Hume”, en revista Cuadernos
de Filosofía, Nº 52, Instituto de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires.
lucianadediego@hotmail.com
Enrici, Aldo
UNPA
Doctor Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid. Instancia Postdoctoral. Universidad
Reims, Francia. Titular ordinario de Filosofía Práctica, Estética (UNPA). Investigador Categoría
I. Director de Maestría en Metodologías y Estrategias de Investigación Interdisciplinar en
Ciencias Sociales (UNPA). Profesor del Seminario de Teoría de la argumentación en ciencias.
Doctorado en Ciencias Naturales, UNPSJB.
enrici_20@hotmail.com
Fardella, Carla
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Docente e investigadora de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Miembro del
Grupo de Investigación en Subjetividad y Vida Social de la Escuela de Psicología de la misma
Universidad. Doctoranda en Psicología Social de la Universitat Autònoma de Barcelona. Los
temas a los cuales se ha abocado como investigadora han sido el análisis microsocial del im-
pacto de las nuevas políticas de gestión escolar en las comunidades educativas, y el estudio
de las formas contemporáneas de subjetivación ligadas a la vida social y laboral.
fardellacarla@hotmail.com
Haidar, Victoria
UNL - CONICET
Doctora en Ciencias Sociales (Facultad de Ciencias Sociales - Universidad de Buenos Aires).
Magíster en Sociología y Ciencia Política (FLACSO Argentina). Becaria Post-Doctoral del
CONICET. Profesora Adjunta de la Facultad de Humanidades y Ciencias y Jefe de Trabajos
Prácticos en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral.
Sus investigaciones se inscriben en el campo de los Estudios Sociales sobre la Gubernamen-
talidad y la Sociología Política. Publicó el libro Trabajadores en riesgo. Una sociología histórica
de la biopolítica de la población asalariada, Buenos Aires, Prometeo, 2008.
vhaidar@fcjs.unl.edu.ar, vickyhaidar@yahoo.com.ar
Martin, Facundo
INCIHUSA - CONICET
Doctor en Ciencias Sociales (UBA) y Magíster en Estudios Sociales Agrarios (FLACSO-
Argentina). Becario Postdoctoral CONICET en el Instituto de Ciencias Humanas, Sociales
y Ambientales (INCIHUSA), Centro Científico Tecnológico, Mendoza. Sus publicaciones
recientes son: (2010) “Ingenieros agrónomos, desarrollo rural y cultura política: reflexiones
críticas en torno a la práctica de la (ex)tensión rural”, en Revista de la Facultad de Ciencias
Agrarias, Universidad Nacional de Cuyo. Tomo 42. N° 2; (2009) “La colonialidad de la natu-
raleza como imposibilidad de la dignidad humana. Reflexiones en torno a la apropiación de
los bienes comunes en el tiempo extenso de Argentina”, en Wester, J. H., Romero, E. O.;
Michelin D. B. y Pérez Zavala, G. (Eds.), Dignidad del hombre y dignidad de los pueblos en un
mundo global. Ediciones del Icala-CONICET, Rio Cuarto.
fdmartingarcia@gmail.com; fmartin@mendoza-conicet.gob.ar
Rabinow, Paul
Universidad de California
Profesor de Antropología en el Departamento de Antropología en Berkeley. Su obra se centra
en la modernidad como un problema a ser interpretado por medio de la Antropología de la
razón. Su investigación se centra en los procesos de post-genómica y diagnóstico molecular,
los cuales buscan inventar un marco analítico para entender los temas de la biopolítica y
la bioseguridad. Un interés de investigación afín es el terreno moral contemporáneo, con
especial dedicación al “afecto”. Sus libros más recientes son Anthropos today: Reflections on
modern equipment (Universidad de Princeton, 2003) y A machine to make a future: Biotech
chronicles, en coautoría con Talia Dan-Cohen (Universidad de Princeton, 2004, 2º ed., 2006).
rabinow@sscl.berkeley.edu
Rose, Nikolas
Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres
Profesor de Sociología en Martin White y Director del Centro BIOS para el estudio de bio-
ciencia, biomedicina, biotecnología y sociedad en la Escuela de Economía y Ciencias Políticas
de Londres. Entre sus libros recientes se encuentran Powers of freedom: Reframing political
thought (Univ. Cambridge, 1999); The politics of life itself: Biomedicine, power, and subjectivity
in the twenty-first century (Univ. Princeton).
n.rose@lse.ac.uk
Theumer, Emmanuel
Universidad Nacional del Litoral
Bachiller universitario en Historia y estudiante de grado del profesorado de dicha carrera-
Facultad de Humanidades y Ciencias-Universidad Nacional del Litoral. Integra el Programa de
género, sociedad y Universidad de dicha casa de estudios. Miembro activo del P.E.I.S.: “Mu-
jeres hacedoras: recuperación de memorias y tramas barriales. Barrio Chalet y San Agustín”.
(Programa de Género - UNL). Miembro activo del P.E.I.S. “Diversidades sexuales, género y
derechos humanos” (Programa de Derechos Humanos - UNL). Es miembro activo de la S.P.U.
ganada por concurso de la Secretaria de Políticas Universitarias del Estado Nación, “Violencia
de género: alternativas de intervención” en donde ha dictado talleres de violencia de género
en los centros UNL de Santa Fe. Es miembro activo del “Relevamiento sobre prácticas y
saberes acerca de VIH-SIDA entre ingresantes a la UNL 2010” (Programa de Género - UNL).
e_theumer@hotmail.com
Vignale, Silvana
UNLA, CONICET, UDA (Universidad del Aconcagua) y UNLA (Universidad Nacional de Lanús)
Profesora en Filosofía, (Universidad Nacional de Cuyo). Doctoranda de la Universidad Nacional
de Lanús. Actualmente es Profesora Titular de la cátedra Filosofía y Jefa de Trabajos Prácticos
de la cátedra Antropología Socio-cultural, en la Facultad de Psicología de la Universidad del