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P R IMER A PA RT E .
C ON T ENIDO Y E X T ENSIÓN DEL A RT ÍCU LO 15. I NCIDENCI A EN EL Á MBITO L A BOR A L
Luis Ezquerra Escudero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
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Estudios sobre el derecho a la vida e integridad física y moral…
S EGU N DA PA RT E
A SPEC TOS R EL AT I VOS A L A PR EV ENCIÓN DE R IESGOS L A BOR A LES
Y DE SEGU R IDA D SOCI A L
Pilar Rivas Vallejo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159
I. P L A N T E A MIEN TO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
1. Cuestiones previas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
2. Razones para la prevención: su influencia sobre la salud de las personas
que trabajan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164
3. Identificación del riesgo: ¿se halla explícitamente incluido
en la legislación sobre prevención de riesgos laborales? . . . . . . . . 166
3.1. La Ley de Prevención de Riesgos Laborales . . . . . . . . . . . . 166
3.2. Factores relativos a los aspectos organizacionales. . . . . . . . . 168
3.3. Factores sociales intervinientes. . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
3.4. Las diferencias sociales como factor de discriminación laboral . . 170
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L. Ezquerra Escudero, P. Rivas Vallejo y J. Agustí Maragall
TERCER A PA RT E
D ER ECHO A L A V IDA , IN T EGR IDA D FÍSIC A Y MOR A L , Y J U R ISDICCIÓN SOCI A L
Joan Agustí Maragall . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 279
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Estudios sobre el derecho a la vida e integridad física y moral…
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L. Ezquerra Escudero, P. Rivas Vallejo y J. Agustí Maragall
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P RIMERA PARTE
CONTENIDO Y EXTENSIÓN DEL
ARTÍCULO 15. I NCIDENCIA
EN EL ÁMBITO LABORAL
1.1. Introducción
El derecho a la vida parte de una realidad física que no puede ignorarse. Y debe-
mos partir de la misma, así:
Capacidad orgánica. La vida para que exista requiere de una unidad orgánica, de
tipo complejo. Hay un aspecto fisiológico complejo de la persona, compuesto de órga-
nos y capacidades que forman una unidad orgánica de tipo dual, psicofísico. Tanto unos
como otros son necesarios en mayor o menor grado para mantener la unidad orgánica
y su funcionamiento como tal.
Por tanto, se puede dar una agresión a esta integridad orgánica a través de la afec-
tación a alguno de sus órganos o a todos. Asimismo esta unidad requiere de unos cui-
dados ordinarios e incluso extraordinarios.
Capacidad funcional. La unidad orgánica comentada tiene una capacidad funcional
multidisciplinar, ya de tipo físico o manual, ya de tipo intelectual. Esta capacidad fun-
cional depende de la unidad orgánica, pues una lesión o minoración de esta supone
una afectación a aquella. Dentro de esta capacidad orgánica se encuentra el aspecto
psíquico de la persona.
Unidad personal. La realidad de la persona va más allá de su realidad orgánica y
capacidad funcional y se constituye en un ente que se reconoce a sí mismo como exis-
tente, reconoce lo que le rodea bajo unos mismos parámetros espaciales y temporales.
Además es capaz no sólo de ejercer sus capacidades, sino de apreciarlas como tales. Y
por último, es capaz de darse cuenta que puede utilizar todas ellas bajo criterios valora-
tivos de utilidad, necesidad, interés, etc., pero también de tipo ético y moral, e incluso,
sin ninguna finalidad práctica, ni ética.
Esta unidad última hace a la persona un ser transcendente. Sujeto que se reconoce en
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Luis Ezquerra Escudero
dicha condición, no sólo por su pertenencia a la especie «homo sapiens», sino por que
reconoce a sus iguales.1 Autoconsciente de si misma y de que puede valorar el mundo
que le rodea desde esta unidad fundamental, tomando decisiones que, además, puede
llevar a cabo e inciden en su esfera personal, pero también a sus iguales y al entorno.2
Esto ha hecho que la filosofía del Derecho considere a la persona un fin en sí mismo
y la libertad de la misma como una condición esencial de la misma. La autodetermina-
ción personal se convierte en una expresión de esta libertad que va aparejada a la dig-
nidad de la persona. El valor dignidad tiene suma importancia en esta unidad compleja
y diferente de sus partes orgánica y funcional que es la persona. La unidad «persona»
no se puede instrumentalizar, ni siquiera reconociendo la dependencia orgánica y fun-
cional que tiene. Ni se puede confundir la condición humana con las utilidades que la
capacidades humanas puedan dar lugar.
Capacidad de resistencia de la vida. Esta resiste un nivel o umbral de agresiones
que pueden ser leves, graves o muy graves. De hecho para vivir en sentido material se
requiere aceptar un nivel determinado de agresión a la vida. La vida esta expuesta a
agentes patógenos que inciden en la salud y en la vida, accidentes y agresiones psíqui-
cas y físicas de diversa naturaleza e intensidad, actividades que pueden ser peligrosas,
otras que mejoran o empeoran este valor vida. Sin embargo, esta capacidad de resis-
tencia se da en la vida entendida en sentido «latu sensu», dentro de la integridad que
contempla el artículo 15 CE.
Umbral de injerencia. La vida no es una mera existencia física, neutra, sino que es
una capacidad en sí misma para vivir, como actividad consciente y llena de decisiones
que afectan a la misma en sentido de beneficio o perjuicio, según una escala gradual.3
Esto supone la existencia de un necesario umbral de injerencia. El vivir requiere activi-
dad que se produce y confunde con la propia vida, por lo que toda la actividad de vivir
se refleja a su vez en el valor vida, ya sea en términos positivos o negativos. En cuanto
el vivir es un acto de consciencia y voluntad se debe permitir que el sujeto determine la
vida misma, incluso asumiendo un desgaste mayor o menor. La interacción con los de-
más y el entorno es tan necesaria para vivir como fuente de intromisiones que afectan al
umbral de injerencia. Ahora bien, el umbral de injerencia no se confunde, sin más, con
la capacidad de aguante o resistencia de la vida, sino que esta depende de la voluntad
personal, de exigencias y modelos sociales de vida, etc. Se pretende un modelo de vida
y un vivir basado en el bienestar y máxima plenitud de la persona. En esta tesitura, el
umbral de injerencia no admite forzar al máximo la capacidad de resistencia de la vida
o sus potencialidades y menos con un fin utilitarista.
La vida es un valor dinámico, en movimiento, que transcurre por diversas etapas y
tiene una capacidad de adaptación y aprendizaje, como elemento de mejora y de super-
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Contenido y extensión del artículo 15. Incidencia en el ámbito laboral
vivencia.4 Tiene también una capacidad de mantener un estado óptimo, aspecto deno-
minado salud que conforma la integridad física y moral. La salvaguarda de estos bienes
se debe dar en todo momento, desde la concepción hasta la muerte.5
No cabe confundir la acción de vivir con la vida misma. La protección del artículo 15
CE va referida a la vida como conjunto de capacidades y potencialidades que dan lugar
a la persona, pero no a su acción de vivir. Esta no es más que ejercicio de sus potencia-
lidades, amparadas generalmente bajo el valor de libertad, de autonomía. El concepto
de «vida privada» que utiliza el CEDH es más amplio que el artículo 15 CE y permite in-
tegrar mejor la capacidad y potencialidad con la acción misma.6
4. STC 53/1985, habla de la vida como un «… continuo sometido por efectos del tiempo a cambios cua-
litativos de naturaleza somática y psíquica…»
5. J. F. L ORCA N AVA R R ETE . Derechos fundamentales y jurisprudencia. Ediciones Pirámide. Madrid 1994, pág. 43.
6. TEDH 20/2007. «El Tribunal recuerda también que la noción de «vida privada» es una noción amplia
y engloba aspectos de la identidad física y social de una persona como el derecho a la autonomía personal,
el derecho al desarrollo personal y el derecho a establecer y mantener relaciones con otros seres humanos y
el mundo exterior». TEDH 15/2005, en parecidos términos.
7. A. O L L ERO T A SSA R A . Derecho a la vida y derecho a la muerte. Instituto de Ciencias para la Familia.
Universidad de Navarra 1994, pág. 29 y ss.
8. SSTC 53/1985; 120/1990; 137/1990.
9. TEDH 52/2004.
10. STC 140/2007. «… tomando en cuenta la relevancia de los derechos e intereses que se consideran le-
sionados o en riesgo de lesión, las consecuencias que pueden derivarse de la entrega al Estado requirente en
relación con la imposibilidad de reparación de los perjuicios…».
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Luis Ezquerra Escudero
11. STC 53/1985. «… constituye el derecho fundamental esencial y troncal en cuanto es el supuesto on-
tológico sin el que los restantes derechos no tendrían existencia posible»
12. STC 120/1990. «Una vez establecido que la decisión de arrostrar la propia muerte no es un dere-
cho, sino simplemente manifestación de libertad genérica, es oportuno señalar la relevancia jurídica que
tiene la finalidad que persigue el acto de libertad de oponerse a la asistencia médica».. STC 137/1990.
13. J. A. M U ÑOZ A R NAU . Los límites de los Derechos Fundamentales en el Derecho Constitucional Español.
Editorial Aranzadi. Pamplona 1998. «La vida humana no es ningún valor: es sencillamente como una realidad
substante que no necesita ningún apoyo constitucional para ser lo que es…, pág. 129».
14. STC 120/1990. «Tiene, por consiguiente, el derecho a la vida un contenido de protección positiva que
impide configurarlo como un derecho de libertad que incluya el derecho a la propia muerte…». STC 53/1985;
STC 48/1986. STC 137/1990.
15. Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales, de 4
de noviembre de 1950. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, 16 de diciembre de 1966, en su
artículo 6.1: El derecho a la vida es inherente a la persona humana. Este derecho estará protegido por la ley.
Declaración Universal de Derechos Humanos, 10 de diciembre de 1948, en su artículo 3: «Todo individuo tie-
ne derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona».
16. STC 120/1990. «Ello no impide, sin embargo, reconocer que, siendo la vida un bien de la persona
que se integra en el círculo de su libertad, pueda aquélla fácticamente disponer sobre su propia muerte, pero
esa disposición constituye una manifestación del agere licere, en cuanto que la privación de la vida propia o
la aceptación de la propia muerte es un acto que la ley no prohíbe y no, en ningún modo, un derecho sub-
jetivo que implique la posibilidad de movilizar el apoyo del poder público para vencer la resistencia que se
oponga a la voluntad de morir, ni, mucho menos, un derecho subjetivo de carácter fundamental en el que esa
posibilidad se extienda incluso frente a la resistencia del legislador, que no puede reducir el contenido esen-
cial del derecho». STC 137/1990.
17. SSTC 53/1985; 120/1990; 137/1990;91/2000; 181/2004; 140/2007; 63/2008.
18. R. C A NOSA U SER A . El derecho a la integridad personal. Editorial Lex Nova. Valladolid 2006, pág. 65 y ss.
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Contenido y extensión del artículo 15. Incidencia en el ámbito laboral
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Luis Ezquerra Escudero
conlleva la exigencia de que las medidas de protección se configuren como marco ob-
jetivo de general aplicación. El valor objetivo de estos derechos fundamentales predo-
mina sobre su condición de derecho subjetivo. Y esto lo hace por que estas medidas de
protección sólo tienen una vertiente positiva de protección del derecho fundamental a
la vida, sin admitir que los poderes públicos deban crear un marco polivalente, ya para
perjuicio como beneficio del mismo, ni siquiera bajo el criterio de libertad personal.25
En esta tesitura, la distinción que realiza el propio TC entre derecho subjetivo frente al
Estado y derecho objetivo, como medidas creadas por el Estado frente a particulares,26
no resulta aceptable en cuanto que quien primero debe estar sometido a este marco de
protección es el propio Estado, no sólo obligando a cumplirlas, sino siendo el primer
cumplidor del mismo.
Esto obliga a considerar que estas medidas de protección no se enmarcan dentro
del contenido subjetivo del derecho sin más, pues en tal caso, deberíamos entender
que estas medidas se confunden con el haz de facultades y potestades derivadas del
derecho fundamental y que le hacen reconoscigble,27 dando lugar a una amplitud des-
mesurada.
Por otro lado, su carácter de derecho le reviste de especiales condiciones frente al
marco universal de protección. No se puede negar una subjetivización de estas medi-
das. Siempre debe existir el derecho de la persona al acceso, participación y ejercicio
de ese marco de protección.28 Y siempre debe existir el derecho de la persona a recabar
la tutela constitucional tanto frente a actuaciones del Estado, como de los particulares,
bajo el criterio de vinculación directa de todos a la Constitución, o bien, bajo la forma
o principio de «asunción» que compete en todo momento a los poderes públicos, como
garante de este cumplimiento.29 Estas exigencias tienen que formar parte del marco le-
gal de protección como verdaderos principios de actuación, e igualmente integrar las
formas de actuar de la administración.
En tal consideración, las medidas de protección no pueden ser ajenas al derecho fun-
damental al que directamente dan cobertura. Cuando se refieren al mismo, en cuestión, se
consideran troncales y rigen por los principios y criterios del propio derecho fundamental,
25. STC 120/1990. «Tiene, por consiguiente, el derecho a la vida un contenido de protección positiva que
impide configurarlo como un derecho de libertad que incluya el derecho a la propia muerte. Ello no impide,
sin embargo, reconocer que, siendo la vida un bien de la persona que se integra en el círculo de su libertad,
pueda aquélla fácticamente disponer sobre su propia muerte, pero esa disposición constituye una manifesta-
ción del agere licere, en cuanto que la privación de la vida propia o la aceptación de la propia muerte es un
acto que la ley no prohíbe y no, en ningún modo, un derecho subjetivo que implique la posibilidad de movi-
lizar el apoyo del poder público para vencer la resistencia que se oponga a la voluntad de morir, ni, mucho
menos, un derecho subjetivo de carácter fundamental en el que esa posibilidad se extienda incluso frente a
la resistencia del legislador, que no puede reducir el contenido esencial del derecho». STC 137/1990.
26. SSTC 53/1985; 120/1990; STC 137/1990.
27. STC 11/1981.
28. TEDH 20/2007. «Procede determinar, habida cuenta de las circunstancias concretas de la causa y, en
particular, de la naturaleza de las decisiones a adoptar, si la persona tuvo en el proceso decisorio, considerado
en su conjunto, un papel suficientemente importante para asegurarle la protección exigida de sus intereses».
29. STC 140/2007 (bien porque, existiendo un temor racional y fundado de que tales lesiones se produzcan
en el futuro, éstas resulten favorecidas por la actuación de los órganos judiciales españoles al no haberlas evita-
do con los medios de que, mientras el reclamado se encuentra sometido a su jurisdicción, disponen, de modo
que la actuación del Juez español produzca un riesgo relevante de vulneración de los derechos del reclamado»
(SSTC 91/2000, de 30 de marzo, FJ 6; 32/2003, de 5 de marzo, FJ 2; 49/2006, de 13 de febrero, FJ 3; 82/2006, FJ 2).
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Contenido y extensión del artículo 15. Incidencia en el ámbito laboral
pero no son propiamente configuración ordinaria del mismo. Son estos principios y cri-
terios que derivan del derecho fundamental los que ejercen una fuerza de configuración
en todas las materias directamente relacionadas con el propio derecho fundamental.30
Otro problema del derecho a la vida configurada como bien único e indivisible, con-
siderado en su totalidad, deriva de esta unidad. La vida en su unidad conduce a la per-
sona como fin en sí mismo. Y, por tanto, a su capacidad de reconocerse a sí mismo, de
tomar decisiones y autogobernarse. De hecho, el valor dignidad va aparejado a ello. En
cualquier caso, genera el problema de la autonomía de voluntad en el gobierno de este
bien sin exigir, nuestro texto constitucional, ninguna forma de hacerlo. La persona pue-
de autogobernarse de forma especialmente lesiva o beneficiosa. Esto lleva a plantear
una cuestión de límites, cuando la persona dentro de su capacidad de auto-gobierno
decide suprimirse así mismo. El TC niega la existencia de un derecho a morir,31 al me-
nos cuando existe una relación de especial sujeción en la cual el Estado es el valedor
directo del derecho a la vida, al restringirse el rol o ámbito de la libertad individual,
pero no niega el derecho a la libre elección,32 cuando esta libertad actúa en plenitud.
Sin embargo en dicha decisión nunca contará con el apoyo directo, ni indirecto de los
poderes públicos. Y esta falta de apoyo indirecto supone que no va admitir la coopera-
ción de terceros, salvo expresa previsión legal.
Esto nos conduce al punto de intersección necesario e implícito entre el derecho a la
vida e integridad física y moral. En el derecho a la vida no se reconoce un valor libertad
como integrante del propio derecho fundamental, en el segundo sí. Esto quiere decir
que la libertad cuando opere contra la vida, no gozará del mismo rango constitucional
que ésta, salvo que se apareje a otro derecho fundamental, o bien, a otros valores cons-
titucionales como la dignidad, junto al desarrollo de la personalidad.33 Por el contrario,
cuando se hace operativo el derecho a la integridad física y moral, aquí si que opera la
capacidad de libertad de la persona para gestionar estos bienes. Su intangibilidad im-
pediría el propio ejercicio de vivir, cosificaría la posibilidad de vivir de la persona. El
punto de unión es del todo necesario, pero también conflictivo, pues desde este bien
constitucional último es admisible la libertad, incluso para morir, pero desde el punto
de vista de la vida no es admisible, en términos jurídicos.
Ahora bien, hay que distinguir entre las capacidades de auto-reconocimiento, de de-
cisión y de auto-determinación, con el ejercicio de estas. En todo caso, todo acto de re-
conocimiento como persona existente, incluso con capacidad de decisión, parte de una
premisa: una capacidad de libertad para asumir estas realidades. Por tanto, en el valor
vida hay una libertad como esencia de esta vida singular de la persona que le convierte
en un fin en si mismo. Sin embargo, el ejercicio sobre esta capacidad, y en tal sentido,
la gestión sobre las capacidades y potencialidades de la persona, incluidas las interven-
ciones e injerencias admitidas en esta realidad no deja de ser un ejercicio de libertad.
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Luis Ezquerra Escudero
Pero esto no impide apreciar la dificultad de deslindarlas por que son capacidades
que parecen existir cuando se realiza un mínimo ejercicio de ellas.34 En todo caso, res-
pecto a las capacidades como aspecto potencial rige el principio de protección derivado
del artículo 15 CE. En cambio, el ejercicio de estas se ampara en valores y derechos de
libertad, ya general, ya amparadas por otros derechos fundamentales de tal naturaleza.35
El derecho a la vida no requiere una determinada existencia fáctica de estas capa-
cidades y potencialidades, en términos de requisito de plenitud, lo que excluiría a los
menores, discapacitados, etc. Como no requiere un necesario ejercicio de las mismas. El
derecho a su máximo respeto y protección sigue existiendo con la misma intensidad y
derivado del artículo 15 CE. En este sentido, el legislador se ve obligado por un valor su-
perior que opera como derecho objetivo, compeliéndole a fijar un adecuado y suficiente
marco de protección. Y lo hace en términos positivos, de protección al valor troncal de la
vida, como medidas de protección, no como configuración de un ámbito de libertad. Por
tanto, la libertad sobre la vida no deviene de este marco normativo de protección.36 Pero
este marco de protección debe respetar la persona en su capacidad de libertad, y tampoco
puede obviar que la gestión de la integridad física y moral sí que es un acto de ejercicio
de libertad, y, sin embargo, no es autónomo del valor vida, al menos en términos reales.
La existencia de la persona como fin en si mismo, dotado de estas capacidades su-
periores, obliga a su vez a reconocerlas y protegerlas dentro del artículo 15 CE. El pro-
blema es que su lesión no siempre es fácil aparejarla a una situación puramente física.
Aspectos como capacidad de decisión, voluntad, sensibilidad, motivación, etc., no se
comprenden muy bien, sino dentro de la persona como unidad, ente transcendente, lo
que nos conduce a aspectos morales de contornos tan reales como imprecisos. Es fácil
considerar su integración en la persona como ente superior, en su unidad, pero no lo
es tanto cuando se intenta deslindar a efectos de protección.37
34. C. S A N T I AG O N I NO . Fundamentos de derecho constitucional, op. cit. «Sin embargo, Nagel agrega que
esos bienes que dan valor a la vida no están ligados a la mera supervivencia orgánica, sino a la vida cons-
ciente, pág.221».
35. SSTC 120/1990; 137/1990.
36. J. F. L ORC A N AVA R R ET E . Derechos fundamentales y jurisprudencia, op. cit. «… respecto al posible derecho
a disponer de nuestra propia vida, nuestra legislación vigente no ofrece margen a su consideración., pág. 46».
37. J. A. M U ÑOZ A R NAU . Los límites de los Derechos Fundamentales en el Derecho Constitucional Español,
op. cit. «La disociación entre vida humana y persona tiene sus consecuencias, en la medida en que la protec-
ción que se otorga a aquélla no alcanza el nivel del que se beneficia ésta, pág. 130». R. C A NOSA U SER A . El de-
recho a la integridad personal, op. cit., pág. 87 y ss
38. STC 62/2007 «… denuncia la demandante puede ser incluida en el ámbito de protección del art.
15 CE que, entre otros, ampara de forma autónoma el derecho fundamental a «la integridad física y moral».
39. Constitución Europea, artículos II, 62 y 63.
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