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EL SUICIDIO Y EL CRISTIANO

Es considerada la depresión una enfermedad oficial hoy en día. La mayoría de los psicólogos y
psiquiatras están de acuerdo que la depresión es un tono afectivo de tristeza acompañado de
sentimientos de desamparo y amor propio reducido. Alguien que está deprimido tiene una
pérdida de interés por la vida, y aun cuando las circunstancias no sean desfavorables su ánimo
negativo y decaído es muy notorio. Es la definición de la ciencia de lo que es la depresión.

Es sumamente preciso hablar de depresión cuando queremos mencionar el suicidio, porque


tras el cometido de suicidarse existe en el mayor de los casos un periodo donde la depresión
encierra en un callejón sin salida. No es necesario investigar mucho, sabemos que suicidio es
ocasionarse uno mismo la muerte. Sea esto en forma lenta o progresiva.

La biblia registra suicidios, mas no hay uno solo, entre los hombres de Dios, que lo haya hecho
por una intensa depresión. Esto es suficiente para tener una noción del porqué. Entre ellos
están Saúl y su escudero (1 Samuel 31:4-5), por temor. Ajitofel (2 Samuel 17:23), por ver sus
actos frustrados. Zimri (1 Reyes 16:18), por temor. Judas Iscariote (Mateo 27: 3-5), por temor. Y
uno tan recordado, el de Sansón (Jueces 16:23-30) que se lo cataloga como suicidio asistido.
Dios usó a Sansón un sansón quebrado, roto, y casi muerto para vengarse de los filisteos,
hasta ese último minuto de vida.

En las escrituras se ven registrados suicidios pero ninguno por depresión o una prolongada
tristeza. Hombres que olvidaron lo recto, se alejaron de Dios, y por temor y cobardía se
quitaron la vida, salvo Sansón.

Hemos oído y visto como la depresión es la causante primaria en estos días de los suicidios.
Estadísticas revelan que en 2016 fue la segunda causa principal de defunción en el grupo
etario de 15 a 29 años en todo el mundo. Cifras alarmantes que no cesan hasta estos días.

Hace poco supimos la noticia en el foco cristiano del suicidio de Jarrid Wilson de 30 años, un
pastor cristiano que pertenecía a la iglesia Harvest Christian Fellowship en Riverside,
California. Esto pega muy fuerte en el mundo cristiano, pues, vemos que la peste de la
depresión está dentro de las iglesias. No es la única vez que hemos oído de algún cristiano en
esta época que se haya quitado la vida, pero lo que nos desconcierta es no lograr entender su
decisión cuando caminan junto a Cristo como todos los creyentes. Según algunas fuentes
Jarrid Wilson se suicidó horas después de oficiar funeral de mujer que hizo lo mismo. Y
recientemente escribió en Twitter. El 9 de septiembre de 2019:

“Amar a Jesús no siempre cura los pensamientos suicidas. Amar a Jesús no siempre cura la
depresión. Amar a Jesús no siempre cura el TEPT. Amar a Jesús no siempre cura la ansiedad.
Pero eso no significa que Jesús no nos ofrezca compañía y consuelo. Él SIEMPRE lo hace”.

¿Podemos realmente como cristianos entrar en una depresión hasta llegar a quitarnos la vida?
¿Es cierto que Jesús no cura toda dolencia del alma o aflicciones de la vida?

Como cristiano es igualmente impactante saber de esto, pues como ser humano, sé que es
estar deprimido, no tener fuerzas para vivir, y hasta sentir que nada tiene sentido. Pero he
comprendido que la estrecha comunión con Cristo ha sido fundamental no solo para avanzar
como creyente y madurar, también para incrementar mi fe y hallar la esperanza para el
oportuno socorro. Y nunca he sentido lejos su mano ni su amor. Cuestionar la comunión que
tenía este joven pastor podría ser un error, pues solo Dios conoce que hubo allí, mas puedo
decir, que la biblia es la palabra de Dios, y el Dios en ella promete no abandonarnos (Mateo
28:20), sanarnos de las dolencias (Salmo 147:3), (Salmo 23.3), (Oseas 6:1), (Job 5.18), (2
Reyes 20:5), y alcanzar consolación (Mateo 5.4).

Dios quiere que uno espere en Él (Salmo 130:5-6), (Salmos 25:4-5), (Salmo 40:1), Dios quiere
que uno lleve su sufrimiento a Él (Santiago 5:11), (Lamentaciones 3:25), (Hebreos 6.15). Dios
quiere que uno mire a Cristo para que lo ayude, y llene ese vacío (Salmo 62:5-8) Se trata de fe.
Si Cristo no abunda en nuestro corazón nada podemos hacer y todo estará mal (Juan 15:4-5).
Es por eso que los cristianos cuando están sufriendo hasta las cosas más tremendas en esta
vida, puede soportarlas sin quitarse la vida; porque Cristo es siempre más grande que cualquier
otra cosa en esta tierra.

El suicidio es asesinato. El suicidio es pecado. El suicidio es una expresión de la voluntad


propia. El suicidio nunca es legalmente permitido por Dios. Así que quien se suicida está
terminando su vida no confiando en el Señor.

Este mundo gime ante la pesada carga del pecado, y también gime nuestra alma. Al buscar
una recuperación, nuestras más profundas necesidades solamente pueden ser suplidas por
Cristo. ¡Debemos saberlo! “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” dijo el Apóstol, ¿porque
no será de igual manera con nosotros? No perdamos lo más preciado que es la relación
estrecha que tenemos con nuestro Dios, no nos alejemos de nuestros seres queridos que están
para ayudarnos, si hay vacíos. Busquemos a nuestros hermanos más espirituales y a los
ancianos para que nos ayuden y oren por nosotros si estamos en penurias o sufrimientos.

La esperanza cristiana es estar con Cristo, la esperanza cristiana es vivir porque ya viene.
Jesús nunca le falla a su pueblo. Jesús es completamente amoroso, Él es el único capaz de
llenarnos de todo gozo que es indescriptible y lleno de gloria. El cristiano camina seguro de la
mano de Dios, creámoslo, vivámoslo, porque es una promesa:

“Conoce Jehová los días de los perfectos. Y la heredad de ellos será para siempre. No serán
avergonzados en el mal tiempo, y en los días de hambre serán saciados... Por Jehová son
ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no
quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano” (Salmo 37:18-19,23-24).
Christian Jovani

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