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Poder de las calles

Redacción : Eloy Jáuregui 3 sept. 2019 | 02:36h

“La movilización ciudadana demostrará que este Congreso debe clausurar sus funciones”.

Fue ese 26 de julio del 2000 cuando salimos a las calles a impedir
que Fujimori y Montesinos sigan en el poder. Hoy los dos están presos. Porque desde esa
vez, con la Marcha de los Cuatro Suyos se canceló la continuidad del gobierno más corrupto
de la historia del Perú. Y caminamos Lima junto a los diversos movimientos sociales, en su
mayoría partidos de izquierda, algunos de centro e incluso de la derecha democrática. Y
triunfamos.

Ahora que vuelvo a leer “Historia de la corrupción en el Perú” (Tercera edición, IEP) de mi
recordado Alfonso W. Quiroz, concuerdo con las claves de su estudio que tiene como colofón
el fujimorato, las premiosas elites, los empresarios voraces, los partidos-clubes y los
“outsiders”. Ese es el fallido sistema político. Estos son los días en que tenemos que
destroncar la corruptela y la anomia. No hay más.
Por ello este jueves 5 de setiembre vamos a tomar las calles pacíficamente y a nivel nacional
para que junto a las organizaciones sociales respaldemos a la iniciativa del Ejecutivo de
adelantar las elecciones para el 2020. La movilización ciudadana demostrará también que
este Congreso, el ejemplo más espantoso de nuestra democracia, debe clausurar sus
funciones y mucho más con el lema de la protesta: “Que se vayan todos”.
Por nuestros hijos y por nuestro país, no permitamos más que esa caterva de legisladores
impresentables siga operando como una máquina conspiradora que a envilecido todas las
instituciones a favor de las traiciones y chantajes. ¿Y luego qué? El diálogo y la limpieza.
Porque aquí todavía hay peruanos decentes y honrados.
Que se vayan/Que se vaaaaayan
Redacción : Rocío Silva Santisteban 3 sept. 2019 | 02:33h

Los ciudadanos estamos aburridos ante la situación de crisis en cámara lenta que estamos
presenciando. Todo parece que funcionara en la superficie: el presidente Vizcarra viaja, habla ante
las cámaras y ante la prensa, los congresistas siguen sus rutinas de visitas a su comandante en jefa en
la cárcel de máxima seguridad y el bloqueo sistemático de cualquier pretensión de gobierno
del Ejecutivo. Los ministros, como el de Economía y Finanzas, salen a implementar el Plan de
Productividad y los mineros de la Federación Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y
Siderúrgicos del Perú (FNTMMSP) se van a la huelga ante el silencio recibido por la carta que le
enviaron al presidente.
Creo interpretar cierto sentir popular al expresar que no solo se deben ir los congresistas, los
miembros del Poder Ejecutivo y realizar nuevas elecciones. Quienes están de manera permanente en
este juego de la vida llamado política peruana y no se van a ir porque no los hemos escogido, los
representantes de la Confiep, la SNMHP y toda la prensa de derecha que llena todos los vacíos
posibles hablando firmemente del milagro ambiental de las nuevas tecnologías mineras para castigar
a Vizcarra por la suspensión de Tía María, deberían también irse.
Obviamente no lo harán.
No son elegidos por voto democrático, simplemente representan a sus pequeños y poderosos gremios,
a sus propios intereses económicos, están ahí visibilizándose por siempre, en todos los canales de
televisión, en la prensa más importante, en las radios, en los programas de mediodía y medianoche.
Esparcen un discurso casi teocrático, sin ánimo de recibir ninguna crítica, con aires de neutralidad y
corrección política, escondido bajo una pátina de tecnicismos. Nos queda solo tener una interpretación
crítica de sus ideologemas y una movilización en las calles que sume fuerza contra la hegemonía de
un discurso que remarca estereotipos para controlar mejor.
La Coordinadora Nacional de Derechos Humanos junto con otras organizaciones y gremios han
convocado a una movilización llamada “Que se vayan todos” para este jueves a las 5 p.m. en la Plaza
San Martín porque “la crisis ha escalado a una situación sin precedentes”. Totalmente cierto. Sin
embargo, parece que no nos estamos dando cuenta. “El pueblo se amodorra/ Pero el Destino no deja
que se duerma” lo dijo un poeta loco alemán, Hölderlin, hace siglos. Ojalá tenga razón.
El rostro de un sinvergüenza
“Cuando leo que el gobierno peruano decidió enviar ayuda a Bolivia para combatir el fuego que
también los afecta, aún me queda un rayito de esperanza”.
Redacción : Sigrid Bazán 28 ago. 2019 | 00:26h
En solo seis meses, el presidente de Brasil nos deja una lección. Su proyecto racista, homofóbico,
misógino y de ultraderecha es un proyecto internacional que vemos replicado en otros gobiernos,
empezando por el de los Estados Unidos. El discurso derechista por excelencia de “no soy de
izquierda ni derecha, voy hacia adelante” ya lo conocemos en campaña. En el poder, Bolsonaro viene
exhortando a las grandes empresas brasileñas a que financien la reelección de su homólogo argentino,
Mauricio Macri, en contra de la “vieja izquierda”.
Izquierda y derecha, conceptos seguramente limitados, pero al mismo tiempo tan vigentes. ¿Qué ha
hecho Bolsonaro como líder de este sector político conservador? En febrero, el presidente tenía 28,2%
de desaprobación. Ahora, en la última encuesta de agosto, el primer mandatario brasileño tiene un
53,7% de desaprobación. Y mientras el norte de Brasil sigue inmerso en humo negro, Bolsonaro
afirma que la crisis ya se superó. Hace poco, el presidente de Brasil decidió insultar a la esposa del
mandatario francés Emmanuel Macron, líder que, desde el G7, ofreció 22 millones de dólares para
combatir el fuego en la Amazonía, dinero que Bolsonaro escogió rechazar. No era la primera vez. El
jefe de Estado brasileño ya se había hecho tristemente conocido por frases homofóbicas como cuando
dijo que el número de homosexuales en la población había aumentado “debido a las libertades y a las
drogas”. Dijo que sería incapaz de amar a un hijo homosexual, que preferiría verlo muerto en un
accidente. Arremetió contra la población afro de su país, contra su población indígena.
Su discurso de odio ha sido brutal. Un presidente que se burla de los pobres, de las mujeres violadas,
de la Amazonía y su gente... La crisis es regional. Políticos que ven progreso en el control absoluto
del acero, el pavimento, el dinero. “Líderes” que no miran hacia un desarrollo sostenible, una
convivencia con derechos para todos por igual y que llegan al poder amarrados a un sector económico
sin una pizca de humanidad. Cuando veo este tipo de experiencias recuerdo que aquí también tenemos
un mundo por trabajar, de la mano con quienes estén del otro lado. Cuando leo que el gobierno
peruano decidió enviar ayuda a Bolivia para combatir el fuego que también los afecta, aún me queda
un rayito de esperanza. Siempre hay esperanza, solo toca trabajarla.

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