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#4 GUÍA BÁSICA PARA ESTUDIAR Y ENSEÑAR LA BIBLIA… PARTE 4

PRINCIPIOS UNIVERSALES EN EL ESTUDIO Y LA ENSEÑANZA DE LA BIBLIA


Mientras más tiempo pases leyendo, meditando y estudiando las Escrituras, pronto descubrirás
que hay algunos temas que aparecen persistentemente a lo largo de las Escrituras.
Estos temas te permiten establecer aquellos principios bíblicos que son siempre relevantes
mientras estudias.
Estos principios universales te permitirán estudiar, interpretar y enseñar la Biblia de manera fiel
y consistente. Mantenlos siempre en mente al interactuar con cualquier pasaje de las
Escrituras:

1.- En el estudio bíblico, Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) es la palabra más importante. Sin
importar cuál sea el libro o pasaje de la Biblia que estés estudiando, si la palabra Dios aparece
explícitamente en el texto, es allí donde debes enfocar tu estudio en primer lugar.
Si el texto no menciona explícitamente a Dios, entonces una de tus primeras tareas debe ser
descubrir cómo se relaciona Dios con el texto.
Recuerda que, en última instancia, el lector cristiano no observa ni interpreta la Biblia con ojos
seculares, sino cristianos. Es decir, cuando lees, debes recordar que la suma de la palabra es
la verdad (Sal. 119:160), y que la suma de las Escrituras es el evangelio de Jesucristo.
Cada historia, cada afirmación, cada reprensión, cada expresión de esperanza deben siempre
considerarse a la luz de lo que Dios ha hecho por el poder de su Espíritu y por medio de su Hijo
Jesucristo. Busca siempre responder a la pregunta, ¿qué relación tiene este pasaje con la
persona de Jesús? También puedes preguntar, ¿cuál es su relación con Dios, con su Espíritu
Santo, y con su Hijo?

2.- Dios es soberano. Al observar el mensaje de la Biblia en cualquiera de sus historias y


afirmaciones, reconoce siempre que todo lo que sucede, sucede bajo el completo control de
Dios.
Como afirmó el reconocido teólogo Abraham Kuyper, “no existe una sola pulgada cuadrada en
todo el dominio de la existencia humana, sobre la cual Cristo, quien es Soberano, sobre todo,
no proclame: ‘¡Mío!’” (Traducción de la cita en Abraham Kuyper: A Centennial Reader, ed.
James D. Bratt (Eerdmans, 1998), 488).
Esto incluye no solo actos de justicia, sino también de maldad y pecado. Por ejemplo, no es
posible entender a Sansón como un héroe de la fe sin este principio importantísimo. Observa
Jueces 14:1-3 y piensa detenidamente cómo sería diferente su interpretación sin las
afirmaciones de Jueces 14:4 y Hebreos 11:32-34.
Pero más aún, la historia de la cruz de Cristo, en toda su obscena injusticia y su grotesca
brutalidad, solo puede ser reconocida como la expresión de una redención gloriosa a la luz de
la soberanía y el poder de Dios (Hechos 4:23-30).

3.- Dios reina. La soberanía de Dios no es una realidad pasiva ni impersonal. Dios actúa de
manera soberana con un propósito específico y eterno.
La Biblia describe esta realidad como el reino de Dios. El Reino de Dios es el tema central de la
Biblia. Dios es Creador y Salvador porque su deseo es establecer su reino eterno sobre el
universo.
En otras palabras, en cada historia y lección, debes reconocer que el propósito último es el
progreso del reino de Dios en el mundo. Historias como la de Nabucodonosor en el libro de
Daniel, nos proclaman que, tanto en el juicio, como en el perdón y la misericordia, la intención
es que toda persona en el mundo reconozca a Dios como el Rey soberano del cielo y de la
tierra (observa Daniel 4:28-37).

4.- El Reino de Dios se cumple en la persona de Jesucristo. A lo largo de la narrativa de la


Biblia, todos los actos de Dios, todos sus juicios, y cada una de sus promesas convergen en la
persona de Jesús, el Hijo de Dios. En su vida, muerte y resurrección.
Es en Jesús donde puedes admirar al Dios Salvador en toda su gloria. Jesús ilumina tu
comprensión del pasado y lo llena de esperanza. Jesús te motiva también a perseverar en
santidad en el presente en el poder de su Espíritu Santo. Finalmente, Jesús sella en tu mente y
en tu corazón la certeza de un futuro glorioso, fundamentado en la gracia y la justicia de Dios
proclamado en el evangelio. Es en Jesús donde Dios cumple todas sus promesas de salvación
y juicio, y culmina con ello el establecimiento de su reino eterno y glorioso.

5.- La Biblia es primeramente una historia de salvación, no un manual de conducta. Al estudiar


la Palabra de Dios es muy fácil caer en el error farisaico de usar la Biblia como una máquina
generadora de reglas de conducta que garantizan la aprobación o la condena divina. Recuerda
siempre que las Escrituras proclaman un mensaje de salvación por gracia, no en base a “obras
de justicia que nosotros hubiéramos hecho”, sino en base a la obra de Jesucristo quien “con
una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” habiendo obtenido para ellos
“eterna redención.”
Cuando enseñes la Palabra de Dios, recuerda siempre que el deseo de Dios es transformar a
las personas por gracia. La meta es personas santas, no personas morales. No es la
autoayuda, sino la transformación empoderada internamente por el Espíritu Santo viviendo en
el corazón del creyente.

6.- Ten siempre en mente los siguientes temas. Finalmente, y como consecuencia del punto
anterior, siendo que la Biblia es en primera y última instancia una historia de salvación, los
siguientes temas son siempre relevantes.
Sin importar el texto o libro bíblico que estés estudiando, cada uno de estos conceptos
informarán e iluminarán tu acercamiento al texto: creación, pecado, gracia, misericordia,
perdón, fe, esperanza, amor, salvación (redención) y juicio. ¡Predica la gracia y la misericordia
de Dios manifestada en el evangelio de Jesús, a partir de todo pasaje de las Sagradas
Escrituras!

EN EL PRIMER COMENTARIO DEJO EL LINK DE LA PARTE 3.


Crédito Carlos Astorga para Lifeway citado por Biblias Holman

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