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CAZADORES ABISALES (No muertos, Vampiros)

Por Yibrael

En este nuevo ExtraReforged os presentamos a los Cazadores Abisales (Dread Abbysals) que aparecieron como
monturas para Neferata, Mannfred Von Carstein y Arkhan el Negro.

Los sacerdotes de la antigua Nehekhara enseñaban que, tras la muerte, el espíritu viajaba al Inframundo, el
legendario Reino de las Almas. Tras pasar las puertas del reino inferior, los espíritus de los muertos eran
separados de acuerdo a su valía en vida. Aquellos que los Dioses consideraban que habían vivido una existencia
loable en un paraíso dorado, mientras que los malignos o viles eran enviados a las terribles profundidades
inferiores para ser cazados y devorados por los sabuesos de Usirian, los Cazadores Abisales.

Cuando Nagash redujo Nehekhara a un reino muerto, las almas que entraban al Inframundo dejaron de fluir en
abundancia, y finalmente el flujo se detuvo por completo. Durante siglos, los Cazadores Abisales pasearon por
ese reino oscuro como bestias encerradas, buscando sin éxito nuevas almas que devorar; enloquecidos por el
hambre, tiraban con fuerza de sus cadenas. Finalmente, cuando los poderes de Usirian fueron menguando debido
a la falta de adoradores, algunos poderosos nigromantes y vampiros consiguieron crear rituales para traer estas
criaturas al reino de los vivos.

1
ASHIGAROTH, DEVORADOR DE LOS MANSOS

De acuerdo a la mitología, existían cientos -tal vez miles- de


Cazadores Abisales, cada uno dedicado a cazar a un tipo
específico de pecador bajo las órdenes de Usirian. El que
Mannfred von Carstein monta en las batallas era conocido
en el saber de Nehekhara como Ashigaroth, Devorador de
los Mansos, ya que se alimentaba de aquellos demasiado
inexpertos como para alzar una mano en su propia defensa.

Renacido como una criatura de fríos huesos en el mundo


mortal, Ashigaroth caza a los vivos con la misma diligencia
con que cazaba a los muertos, persiguiendo por los cielos a
los pobres espíritus. Ashigaroth es una montura apropiada
para Mannfred, que rara vez entra en combate
voluntariamente sin estar seguro de ser capaz de tener éxito.
Aunque algunos guerreros se juzgan a si mismos por los
enemigos que vencen, Mannfred no es esclavo de las
convenciones del honor y la gloria. El fin justifica los
medios, y si la elección recae entre masacrar a los débiles o
eliminar al poderoso, él escoge la matanza.

Por supuesto, estas opciones no siempre se presentan y, en


ocasiones, Mannfred tiene que conquistar a enemigos a la altura de sus habilidades. A Ashigaroth no le importa.
Como el resto de los Cazadores Abisales, los largos años de hambre han dejado a la criatura con un ansia
indiscriminada e inacabable. Debido a esto, tanto las almas de los valientes como las de los cobardes que se
cruzan en el camino de Mannfred acaban por igual en la garganta espectral de Ashigaroth.

Puedes elegir a Ashigaroth como montura para Mannfred Von Carstein (del ejército de Condes Vampiro) en lugar de
otra de las monturas indicadas, por un coste de +225 puntos.

M HA HP F R H I A L
Ashigaroth 8 4 0 6 6 6 4 5 8

Tipo de tropa: Monstruo (50x100mm)

Equipo: Ashigaroth lucha con sus garras (Arma de mano)

Reglas especiales: No muerto, Volar, Regeneración (4+)

Devorador de los mansos: Ashigaroth es una criatura cruel que se ceba con los débiles: una montura ideal para el
último de los Von Carstein. Ashigaroth puede repetir sus tiradas fallidas para herir contra cualquier oponente que
tenga resistencia 5 o inferior.

2
RAZARAK, LA PERDICIÓN DE LOS TRAIDORES

El Cazador Abisal que acompaña a Arkhan el Negro a la


batalla era conocido en los mitos como Razarak, La
Maldición de los Traidores. Aquellos seguidores de Arkhan
que conocen las historias de Nehekhara sonríen divertidos ante
la ironía de su asociación, ya que hay pocos seres más leales a
su señor que Arkhan a Nagash.

Las garras de Razarak, afiladas como cuchillas, siempre se han


guiado con más precisión que las de los otros Cazadores
Abisales. En el Inframundo de Nehekhara, como en el resto
de lugares, los traidores tendían a rodearse con los inocentes y
despistados, y un golpe guiado por un ansia ciega difícilmente
impactará donde debe. Aunque ahora Razarak caza de forma
indiscriminada siguiendo los deseos de Arkhan, la bestia se
mantiene firme en sus hábitos previos.

Mientras otros Cazadores Abisales recorrían las profundidades


del Inframundo, Razarak siempre buscó posiciones elevadas desde donde rastrear a sus presas. Ese comportamiento
es adecuado para sus tareas, pues la traición se juzga mejor desde las alturas. Este hábito permanece en su nueva
existencia y refleja las formas de Arkhan, ya que el Rey Liche siempre prefiere tomar la medida del campo de
batalla desde los cielos para estar seguro de no perderse detalle.

Puedes elegir a Razarak como montura para Arkhan el Negro (del ejército de No muertos) en lugar de otra de las
monturas indicadas, por un coste de +225 puntos.

M HA HP F R H I A L
Razarak 8 5 0 6 6 6 3 5 8

Tipo de tropa: Monstruo (50x100mm)

Equipo: Razarak lucha con sus garras (Arma de mano)

Reglas especiales: No muerto, Volar, Regeneración (4+)

Perdición de los Traidores: Razarak se dedicaba a cazar a los traidores con sus afiladas garras; aunque su propósito
original ha sido pervertido, sus garras siguen siendo igual de terribles. Los ataques de Razarak tienen la regla
especial Golpe letal

3
NAGADRON, EL DEVORADOR

El Cazador Abisal que monta Neferata es conocido en las leyendas de


Nehekhara como Nagadron, el Devorador. En los días previos al
ocaso de los reinos del desierto acechaba en el curso inferior del
Inframundo, devorando las corpulentas almas de los glotones.
Dependiendo del mito que uno escuche, Nagadron era o bien el más
paciente o el más perezoso de todos los Cazadores Abisales, evitando
acechar a sus presas en favor de planear emboscadas precisas.

Ser devorado por un Cazador Abisal es un tormento terrible, no existe


tortura comparable a que tu misma alma sea ingerida. Sin embargo,
incluso según esos parámetros, ser devorado por Nagadron resulta
especialmente agónico. Nagadron carece de medida en su apetito, y
constantemente intenta consumir más de lo que sus tripas pueden
contener. En su ansia por no dejar ningún bocado, la bestia a menudo
se devora a si misma para vomitar más tarde las almas medio
consumidas y volverlas a tragar de nuevo. Ese breve respiro solo hace
que el sufrimiento sea aún mayor, ya que la consunción empieza de
nuevo en un ciclo eterno de agonía y condenación.

Nagadron es tan voraz que necesita poca presión para devorar otras
presas, y se atiborra de los enemigos vivos de Neferata con tanto
entusiasmo como antaño lo hacia de las almas de los muertos.
Cuando se le da la orden, cae sobre el enemigo con un ansia salvaje,
derramando de sus mandíbulas carne medio digerida mientras intenta meter otro bocado en su ya saturado buche.

Puedes elegir a Nagadron como montura para Neferata (del ejército de Condes Vampiro) en lugar de otra de las
monturas indicadas, por un coste de +225 puntos.

M HA HP F R H I A L
Nagadron 8 4 0 6 6 6 3 6 8

Tipo de tropa: Monstruo (50x100mm)

Equipo: Nagadron lucha con sus garras (Arma de mano)

Reglas especiales: No muerto, Volar, Regeneración (4+)

El Devorador: Las terribles fauces de Nagadron no cesan nunca de tragar. Cada ve que Nagadron cause una herida
en combate cuerpo a cuerpo a un enemigo, tira 1D6: si obtienes un resultado de 4+, Nagadron puede recuperar
una herida que hubiese sufrido previamente durante la batalla.

4
CAÑÓN DE CRÁNEOS DE KHORNE (Demonios del Caos)
Por Yibrael

Según la leyenda, los Cañones de Cráneos de Khorne fueron forjados en las fraguas al pie del trono del Dios de
la Sangre y moldeados sobre su recio yunque. Hay quien piensa que fueron forjados por la propia mano de
Khorne, pues son asesinos sumamente eficientes. Igual que los Juggernauts, los Cañones de Cráneos son fusiones
monstruosas de espíritu demoníaco y maquina forjada en el infierno. Sus venas retorcidas arden en deseos de
derramar sangre y triturar huesos, para glorificar a Khorne con cada enemigo aplastado.

Sobre el Cañón de Cráneos hay dos Desangradores, que aúllan y cantan alabanzas a Khorne mientras su
montura blindada avanza hacia el enemigo. Son los mismos demonios que supervisaron la creación de la
máquina, y ahora deben guiarla en pos del impío propósito del Dios de la Sangre. No es que haya que alentar
mucho al Cañón para que mutile y mate, el Demonio ligado a su oscuro corazón es tan rabioso como cualquier
otro discípulo de Khorne. De hecho un Cañón de Cráneos es más terco que el Juggernaut más salvaje, y rara
vez hace caso a los seres de carne que se sujetan a su cuerpo mecánico.

Mientras el Cañón de Cráneos avanza por el campo de batalla, sus ruedas y rodillos tachonados aplastan a
cualquiera en su camino. Los más afortunados consiguen apartarse o mueren en el acto cuando el ingenio les
pasa por encima. Quienes sobreviven a la embestida inicial son arrojados entre gritos a las fauces del Cañón de
Cráneos para ser abrasados por el fuego demoníaco y triturados. Casi todos los despojos son expulsados por la
parte trasera del Cañón, creando una estela roja de astillas óseas y sangre brillante. Solo se conservan los
cráneos, tan preciados para Khorne, y se introducen en el cañón que da nombre al ingenio demoníaco. Éste les
infunde la ira eterna del Dios de la Sangre hasta que sus cuencas vacías lloran sangre y sus mandíbulas tiemblan
de rabia, y entonces el cañón dispara con un estampido resonante.

Los cráneos empiezan a arder cuando son lanzados, y


profieren broncas risotadas mientras surcan el aire.
Golpean las filas de enemigas, derribando oponentes
como bolos y dejando un rastro de cadáveres
calcinados y humeantes. A veces los cráneos sobreviven
a su enemigo, y yacen entre los restos de la masacre
profiriendo insultos y amenazas a quienquiera que se les
acerque. Solo si se destroza el cráneo cesarán los
improperios, pero también se dice que el guerrero que
aseste el golpe definitivo quedará condenado a tener
sueños demenciales hasta el día de su muerte.

5
CAÑÓN DE CRÁNEOS DE KHORNE (215 puntos, Apoyo singular)

Los Cañones de cráneos de Khorne pueden incluirse como opción de Apoyo en un ejército de Demonios del Caos.
M HA HP F R H I A L
Cañón de cráneos 6 4 3 5 6 5 2 4 8
Desangradores (2) 5 5 0 5 4 1 8

Tipo de tropa: Monstruo (50x100mm)

Tamaño de la unidad: 1 Cañón de cráneos montado por 2 desangradores de Khorne.

Equipo: Los desangradores luchan con sus grandes espadas (arma de mano); el Cañón de cráneos lucha con sus
garras (arma de mano).

Reglas especiales: Demonio (Khorne), Resistencia Mágica (1), Impactos por carga (1D3), Golpe Letal (sólo
desangradores).

Disparando el Cañón de cráneos: Esta monstruosa criatura demoníaca puede lanzar cráneos mientras avanza: los
cráneos desatan una furiosa tormenta de fuego a su alrededor. El cañón de cráneos puede disparar en cada una de
tus fases de disparo, incluso si ha movido (aunque no si ha marchado o si está trabado en combate cuerpo a
cuerpo). Pese a su nombre, el cañón de cráneos dispara como una catapulta, aunque tiene alcance 0-18” y utiliza la
plantilla redonda grande; sus impactos se resuelven con F3 y
las reglas especiales Ataques mágicos y Ataques sólo
flamígeros. Cualquier unidad que sufra al menos una baja por
este ataque debe efectuar inmediatamente un chequeo de
pánico. El impacto central (que corresponde al propio cráneo)
se resuelve con F6 y las reglas especiales Ataques mágicos,
Ataques flamígeros y Heridas múltiples (1D3).

6
PRÍNCIPE DEMONIO
(Relato Clásico, aparecido en el Hordas del Caos de 6ª edición)

El cruel demonio trazó un arco con su oscura espada y rebanó a un guerrero mortal de un único golpe con el que le
atravesó fácilmente la insignificante armadura de acero. Las dos mitades del humano cayeron al suelo creando un
manantial de sangre que se desparramaba libremente en todas direcciones. El demonio rugió ante el placer que le
proporcionaba contemplar la sangre resbalando por su remarcados músculos y su grito fue secundado por las miles
de criaturas demoníacas que también se regocijaban con la carnicería.

Otro guerrero con armadura pesada apareció ante él. Su rostro se mostraba decidido y blandía una espada pesada a
dos manos. La hoja da la espada provocó un corte profundo en el costado del demonio y un líquido viscoso y
humeante goteó de la herida hasta caer al suelo. El demonio contempló la herida con desdén durante un momento y
luego miró fijamente a los ojos del guerrero mortal, que se tambaleó al sentir un profundo dolor que le atravesaba
la cabeza. Los labios de la criatura se retorcieron en una mueca feroz que dejó entrever una hilera de dientes como
agujas. Sus ojos brillantes ardían como el fuego y su garganta empezó a vomitar humo al tiempo que extendió una
mano oscura en forma de garra. El inmortal príncipe demonio agarró al hombre por el cuello y se lo retorció
cruelmente. Tras un crujido agudo, el cuerpo del mortal quedó colgando como un muñeco y fue arrojado al suelo
con desprecio. Otros demonios inmateriales más pequeños se lanzaron a toda velocidad sobre el cuerpo del guerrero
caído, al que despedazaron con ansia.

Cuando la profunda herida infligida al príncipe demonio se cerró por sí sola, este se impulsó hacia el aire
desplegando en su espalda unas enormes alas de piel negra. Con un potente batir de alas, se lanzó sobre los pocos
guerreros mortales supervivientes. El cielo rojizo se arremolinó y se deformó y el aire se llenó con los gritos de los
mortales mezclados con los rugidos de placer procedentes de gargantas no humanas.

NURGLETES
(Relato Clásico, aparecido en el Hordas del Caos de 6ª edición)

Los nurgletes se congregaban alrededor de su maestro, peleando y riñendo entre ellos, impacientes por arremolinarse
sobre su húmedo y decadente pecho.

"Ahh... Mis pequeños, mis amados retoños", farfulló la gran inmundicia con un tono de satisfacción en su profunda
voz. "Venid con vuestro padre, mis hermosas pústulas, mis alegres comecostras".

Los nurgletes se rieron con disimulo y empezaron a empujarse y a perseguirse unos a otros por entre las tripas
podridas del gran demonio, dispuesto a atraer la atención y el elogio de su señor.

Con una amplia y amorosa sonrisa, la gran inmundicia elevó una mano y cogió a un nurglete de entre un montón
de órganos abultados que se derramaban envueltos de pus de su gigantesco pecho demoníaco. El nurglete chilló y se
retorció mientras la mano lo envolvía, maullando de placer. Unos dedos escabrosos lo acariciaron un momento antes
de dejarlo caer en la boca de la gran inmundicia.

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