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PIDIENDO AUXILIO
-Un itinerario hacía la sindéresis franciscana-.
A Julio César Barrera Vélez, (el loco barrera) porque simplemente hay que estar
loco, para encaminarse en el itinerario de la Sabiduría.
Planteamiento de la cuestión
De tal modo, este artículo buscará presentar mediante la relación Dios, mundo y
hombre, un itinerario místico antropológico, que posibilite entender la necesidad
que se tiene hoy de responder al llamado del Papa y de la Iglesia a cuidar del
entorno en donde nos desenvolvemos. Para ello, el texto se fundamentará
esencialmente, en los apartes del pensamiento franciscano, y de algunos otros
autores que con sus puntos de vista han de enriquecer este itinerario que conduce
a reconocer a la presencia de Dios en su creación.
“La referencia de la creación a Dios le resultaba, por así decirlo, clara y transparente. Su
contemplación le hacía henchirse de una admiración sin límites al intuir en ella la «causa última de
todas las cosas», pues toda criatura por pequeña que fuere era para él un signo sacramental del
amor, bondad, belleza y sabiduría de Dios. Cada criatura le recordaba al Creador del universo. Por
eso, lleno de un amor extático y de un espíritu de oración, abrazaba al Dios trino presente en las
criaturas. En ellas se sentía repleto e iluminado por la vida, el poder y el amor de Dios.”
(Oktavian Schmucki, OFMCap)
Por tanto, Dios no solamente ha creado al hombre, sino que le ha criado para él.
Así, el género humano ha sido creado para ilustrar un pedazo de la belleza y de la
bondad de Dios, pues al ser moldeados por Él, quedan intrínsecamente arraigadas
en el corazón del hombre sus huellas; es decir, el hombre tiene plasmado en sí
mismo, un pedazo de Dios. Y al poseer los vestigios de Dios, se hace partícipe del
proceso de crianza que Dios hace a su pueblo gracias a la Revelación misma de
Dios en el Magisterio de la Iglesia, la tradición y La Sagrada Escritura. El
magisterio se encarga de interpretar la Revelación, la tradición asegura que la
trasmisión del depósito de la fe sea fiel a la interpretación dada, y finalmente la
Sagrada Escritura que es el alma de toda experiencia de crianza, brinda el
fundamento por el que somos instruidos.
De tal modo, como hijos que confían en su padre, confiamos en que “muchas
veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio
de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a
quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos.” ( Hebreos 1,
1-2).