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“Serpiente Mesiánica”.
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Por P.A. David Nesher
“Entonces YVH mandó contra el pueblo serpientes venenosas
para morder a la gente. Falleció una gran multitud de Israel…
YHVH le dijo a Moshé:
“Hazte una serpiente venenosa de bronce y ponla en un
mástil. Cuando la miren los que fueron mordidos, se salvarán”.
Moshé hizo la serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y en
efecto, cuando una serpiente mordía a alguien, ése miraba a la
serpiente de bronce y se salvaba.”
(Números/Bamidbar 21:6, 8-9)
Los rigores del viaje surtieron su efecto y el Pueblo se quejó sin justificación. La la
ira del Eterno fue provocada, y está se manifestó inmediatamente en el
campamento, hasta que Moshé los salvó nuevamente.
De este modo, el Eterno quiere que Israel comprenda que la serpiente de bronce
es también un símbolo que representa a la persona humana influenciada por su
ídolo egoísta (egolatría: adoración del ego). La Torah parece decirnos que nos
demos cuenta “mira, está simplemente hecha de bronce, ¿por qué te
inclinas ante ella?” Es por esto que si tú “ves la serpiente” ahora, es decir si
la sientes dentro de ti en ese nivel, eso te cura.
Los sabios comentan desde una pregunta: “¿acaso una serpiente puede
dar la vida o provocar la muerte?” Más bien, cuando ellos alzaban la
vista y subyugaban su corazón a su Padre Celestial, se curaban, pero si no, morían.
Eso fue exactamente así porque Dios no pudo haberlos curado sin la serpiente;
mas entonces habrían pensado que se curaron por medios naturales [Jumash rav
Sion Levy].
La serpiente de Moshé pareciera decir que el ego es meramente un ídolo. Así que
donde quiera que la persona la vea, ya sea como naturaleza inanimada que se
encuentra en un palo, inmediatamente se cura porque se da cuenta que no hay
razón para rezarle a un ídolo. Es decir, no existe razón alguna de confiar en el ego
que ha sido forjado por la influencia del materialismo con el que el sistema
reptiliano inocula al alma humana para lograr su condenación.
El secreto del presente texto radica en que, para mirar la serpiente había
que observar hacia “Arriba”, esto significa que debían orientar sus
pensamientos hacia el Creador, lo que los inducía a abandonar sus malas
conductas y entonces se sanaban. La solución para ser libre de ese veneno
destructor que corría en su cuerpo, el ratzón atmutz (“deseo de recibir
sólo para sí” o el ego), era mirar con fe la figura de bronce.
Tomando en cuenta lo dicho hasta aquí, vemos que esta historia nos muestra, de
la forma más gráfica posible, uno de los principios básicos de la vida espiritual. El
pueblo de Israel, después de haber pecado, se encontró con una nueva y distinta
realidad (una realidad donde todos son mordidos y todos necesitan ser salvos).
Aquí está la lección: cuando pecamos, cuando elegimos alejarnos de Dios, nuestra
elección siempre tiene consecuencias muy reales e inevitables. Cambia y
distorsiona la realidad, tanto en nuestro interior como en nuestro exterior (a
menudo en ambas), aunque estos cambios no siempre son visibles como en
nuestra historia de la Torah. Después, cuando las consecuencias de nuestro
pecado inevitablemente empiezan a ‘mordernos’, comenzamos a clamar al Señor,
pidiendo que nos salve (que elimine las serpientes, que aparte las consecuencias).
Sin embargo, incluso el Eterno mismo, no restaura simplemente las cosas como si
nuestras elecciones pecaminosas nunca hubiesen acontecido; incluso Él mismo
simplemente no borra nuestro pecado o el mal que causó.
Al leer el texto en hebreo, logramos asombrarno por la abundancia de silencios y
sonidos silbantes de aquí: Nashaj (morder), Nejash (serpiente), Nejoshet
(bronce)… como si efectivamente el silbido de las serpientes llenasen estos
versículos. No es del todo accidental que hayan serpientes en esta historia: en el
principio, el pecado entró por la víbora(la serpiente antigua) y qué más, si no
pecado (arrastrándose, silbando y mordiendo) ¿está representado por esas
serpientes en nuestra porción de la Torah? Sí, no es suficiente eliminar las
serpientes, el veneno ya está haciendo su efecto, y por eso, el Eterno tiene que
traer un remedio para que todos los que fueron mordidos, vivan.
El Poder de la Visión sobre el Destino Humano.
Resulta que cuando leí el comentario de Rashí, me sorprendí, ya que este exégeta
dice que el texto hebreo usa una palabra que significa que tenían que mirar
fijamente con concentración.
Los kabalistas enseñan que el sistema de sanación de Dios dependía totalmente
del enfoque de la visión de cada israelita. Aprendemos de esto que nuestros ojos
son herramientas de gran alcance que pueden extraer energía específica que
afectan nuestra materia. Sin duda alguna, la sanación tenía que ver con la visión.
La luz que se reflejaba desde la serpiente de bronce generaba ondas cerebrales
que activaban una fuerza sanadora.
De este modo tenemos que, incluso lo que a nuestros ojos se presenta como malo
o negativo, también tiene un sentido, pues en esencia, ningún mal proviene de
Arriba, solo es cuestión de orientar la vista en la dirección adecuada.
Aprendemos de esto que lo que está delante de nuestros ojos tiene una tremenda
influencia sobre nuestro futuro. Es sumamente importante lo que miramos. Lo que
entra por los ojos físicos y lo que entra por los ojos espirituales tiene el potencial
de matarnos o darnos vida.
Cuando Javáh (Eva) vio que el árbol prohibido era bueno, tomó de su fruto y
murió. Cuando los israelitas vieron la serpiente de bronce recibieron vida. ¡Qué
importante es fijar su mirada en lo que da vida en lugar de lo que da muerte!
LA SERPIENTE MESIÁNICA
La serpiente debía ser de bronce, ya que este material, por efecto del sol, era
fulgurante y por lo tanto, dada la altura del mástil, cada individuo del extenso
campamento de Israel podría ver su brillo desde el lugar en que estaba.
La serpiente del desierto fue una conexión entre el Eterno y su pueblo Israel que
les trajo salud. En el cuarto evangelio leemos lo que dice nuestro Rav Yeshúa al
respecto:
( )מMem=40;
( )שShin=300;
( )יYiud=10; y
( )חJet=8.
Total de 358.
¿Qué significa esto?
Que la imagen de una serpiente sobre un mástil que los Benei Israel vieron, era la
imagen misma del Mashiaj alzada en la cruz. Es decir, que el espíritu del Mashiaj
fue en realidad el espíritu sanador de los israelitas en el desierto. De ese modo,
ayudados por Mashiaj, pudieron entrar a la tierra prometida.
Los hijos de Israel habían guardado la serpiente de bronce unos setecientos años
hasta el tiempo del rey Jizkiyahu (Ezequías) que finalmente la destruyó por el mal
uso que se le había dado. Este texto nos enseña que algo positivo, que fue dado
por el Eterno para la bendición del pueblo, puede convertirse en un culto
idolátrico y una maldición. De la misma manera se ha convertido la imagen de la
muerte del Mesías, e incluso la misma cruz, en un objeto de culto, que se adora, se
canta y se quema incienso y velas etc. Ese culto idolátrico a los crucifijos y a la cruz
es una abominación para el Eterno y serán hechos pedazos cuando venga el
Mesías Yeshúa de nuevo a la tierra.
Esto evidencia que cuando un redimido pierde su relación con el símbolo, se cae
en idolatría, transformando al objeto en un vulgar ídolo, que a la final será
destruido. Lamentablemente, el hombre caído puede tomar cualquier buena y
gloriosa cosa de Dios y encontrar un uso idolatra para ello.
Por eso, lo que las Sagradas Escrituras quieren hacer ver con todo lo anterior, es
que la idolatría, no esta referida solamente templos gigantescos, con grandes
imágenes, y sacrificios humanos. Sino a un idolatra común, en el aislamiento de
cada varón (o mujer) en la paz de su propio hogar. Con un trabajo, una familia,
unos créditos por pagar, y en vez de mostrar fidelidad a Dios, él o ella la
manifiestan hacia ídolos, con dos, tres o incluso varias docenas. De ese modo, sólo
se acarrea muerte ontológica para sí y su familia, para terminar en una eterna
condenación.
Por todo esto, aceptaremos que todo ser humano ha sido dañado por el veneno
del pecado y está en el camino a la muerte y la destrucción. La única solución para
su supervivencia es que se fije en un milagro y ponga su fe en el Eterno por medio
de ese milagro.
Justamente, la palabra hebrea que ha sido traducida como “asta” o “poste”,
es nes (– )– נסque significa también “milagro” y/o “señal”. Así pues,
comprendemos mejor que la muerte de Yeshúa fue un milagro y una señal divina
para la Salvación de todo ser humano.
La vara de Moshé era un símbolo del Mesías. Esta vara era el poder de Dios para
lograr la salvación para los israelitas. En muchos lugares de las Sagradas Escritura
vemos que la vara es un símbolo del Mesías. Por ejemplo, el profeta Isaías anuncia:
Por ello, durante su estadía en la Tierra, Yeshúa demostró gran poder durante Su
ministerio, resucitó a los muertos, sanó a los enfermos, haciendo que los ciegos
vieran, calmando la tormenta con tan solo una Palabra; y muchas otras
exhibiciones increíbles de poder ocurrían sólo por Su Palabra. Sin embargo, Su
mayor acto, y el que aplastó la cabeza de HaSatán, fue cuando dio Su cuerpo para
que fuera crucificado y cargó sobre sí todos los pecados del mundo.
“así también el Mesías, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los
pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el
pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan.”
( Hebreos 9:28 )
¡El hijo del Hombre tenía que ser levantado de la misma manera que la serpiente
de bronce!
La Torah nos dio a conocer de qué manera el hijo del Hombre tenía que morir para
salvar al pueblo de Israel y al mundo del pecado y de la muerte eterna.
Yeshúa es la única solución final para el ser humano, tanto judío como no judío.
Sin él nadie se escapa de la muerte eterna. En cambio, aquella persona que fija sus
ojos espirituales en su muerte expiatoria será salvo eternamente. Tal como el
Eterno lo expresa a través del oráculo de Isaías: