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BIBLIOTECA

DE Dios Y SU OBRA
AUTORES CRISTIANOS POR

Declarada de interés nacional A N T O N I O R O Y O MARÍN,. O.. P.


DOCTOR BN TEOLOGÍA Y PROFESOR DE LA PONTIFICIA FACULTAD
ESTA COLECCIÓN S E PUBLICA BAJO LOS AUSPICIOS Y ALTA DEL CONVENTO DE SAN ESTEBAN
DIRECCIÓN DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

LA COMISIÓN DE DICHA PONTIFICIA


U N I V E R S I D A D ENCARGADA DE LA
INMEDIATA RELACIÓN CON LA B. A. C.
ESTÁ INTEGRADA EN EL AÑO 1 9 6 3
POR LOS SEÑORES S I G U I E N T E S :

PRESIDENTE :

Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. Fr. FRANCISCO BARBADO VIE-


J O , 0 . P., Obispo de Salamanca y Gran Canciller de la
Pontificia Universidad.
VICEPRESIDENTE: limo. Sr. Dr. LORENZO TURRADO, Rec-
tor Magnífico.
VOCALES: R. P. Dr. L u i s ARIAS, 0 . S. A., Decano de
la Facultad de Teología; R. P . Dr. MARCELINO CABRE-
ROS, C. M. F., Decano de la Facultad de Derecho;
R. P . Dr. PELAYO DE ZAMAYÓN, 0 . F . M. C , Decano de
la Facultad de Filosofía; R. P. Dr. JULIO CAMPOS, Sch. P.,
Decano de la Facultad de Humanidades Clásicas; reve-
rendo P . Dr. ANTONIO GARMENDIA OTAOLA, S. I., Decano
adjunto de la Sección de Pedagogía; R. P . Dr. Fr. MA-
XIMILIANO GARCÍA CORDERO, 0 . P., Catedrático de Sagra
da Escritura; R. P . Dr. BERNARDINO LLORCA, S. I., Cate
drático de Historia Eclesiástica.
SECRETARIO : M. I. Sr. Dr. L u i s SALA BALUST, Profesor.

LA EDITORIAL CATÓLICA, S A. APÁRTALO 46T


BIBLIOTECA DF AUTORES CRISTIANOS
MADRID • MCMLXIII MADRID • MCMLXIII
hiihil obstat: Fr. Armando Bandera, O. P.; Fr. Manuel G. Bueno, O. P.
Imprimí poten: Fr. Segismundo Cascón, O. P., Prior provincial. ÍNDICE GENERAL
Imprimatur: f Fr. Francisco, O. P., Obispo de Salamanca.
Salamanca, 6 de enero de 1963.

Págs.

A L LECTOR \. ix

PRIMERA PARTE
DIOS UNO
SECCIÓN ¡.«—Existencia de D i o s 3
CAPÍTULO I,-—Si es de evidencia inmediata 4
CAPÍTULO 2.—Si puede demostrarse 6
CAPÍTULO 3.—Demostración de la existencia de Dios 9
Articulo 1.—Lo que nos dice la razón 10
I. Las cinco vías de Santo Tomás 11
II. Argumentos complementarios 31
Artículo 2.—Lo que nos enseña la fe 35
Artículo 3.—Cuestiones complementarias 38
A. Ciencia y fe simultáneas 38
B. El ateísmo y sus causas 39
SECCIÓN 2.a—Naturaleza de Dios 45
CAPÍTULO I.—La esencia de Dios 45
A. Esencia metafísica 46
B. Esencia física 49
CAPÍTULO 2.—Los atributos divinos 52
Artículo 1.—Simplicidad de Dios 53
Artículo 2.—Perfección infinita 62
Artículo 3.—Bondad infinita 69
Artículo 4.—Hermosura infinita 74
Artículo 5.-—Infinidad de Dios 78
Artículo 6.—Inmensidad y ubicuidad 81
Artículo 7.—Inmutabilidad 86
Artículo 8.—Eternidad 90
Artículo 9.—Unicidad 94
CAPÍTULO 3.—La visión de Dios 97
A. Posibilidad de la visión beatífica 98
B. Existencia 101
C. Naturaleza 102
D. Objeto 107
E. Cuestiones complementarias 112
CAPÍTULO 4.—Los nombres de Dios 115
a
SECCIÓN 3. —Operaciones de D i o s 118
Núm. Registro 209-1968 CAPÍTULO I.—La vida de Dios 118
Depósito legal ¡VI 291.1963 CAPÍTULO 2.—La ciencia de Dios 122
Artículo 1.—Existencia y naturaleza 123
VI ÍNDICE GENERAL ÍNDICE GENERAL VII

PágS. PágS.

Artículo 2.—Objeto de la ciencia divina 129 A. El Padre en la Sagrada Escritura 299


A. Objeto primario 129 B. Teología del Padre celestial ; 301
B. Objeto secundario 131 Artículo 2.—La persona del Hijo 304
Artículo 3.—En qué medio conoce Dios los futuros contingentes
y libres 142 A. El Verbo de Dios en la Sagrada Escritura 304
A. Nociones previas 143 B. Teología del Verbo de Dios 305
B. Explicación molinista 145 C El Verbo encarnado , 308
C. Explicación tomista 150 Artículo 3.—La persona del Espíritu Santo 311
CAPÍTULO 3.—La voluntad de Dios 157 A. El Espíritu Santo en la Sagrada Escritura 311
CAPÍTULO 4.—El amor de Dios 171 B. Teología del Espíritu Santo 313
CAPÍTULO 5.—Consideración relativa de las divinas personas 317
CAPÍTULO 5.—La justicia y la misericordia de Dios 177
Artículo 1.—Las personas y la esencia divina 318
CAPÍTULO 6.—La providencia de Dios 183 Artículo 2.—Las personas y las relaciones divinas 321
CAPÍTULO 7.-—La divina predestinación 192 Artículo 3.—Las personas y los actos nocionales 324
Artículo 1.—La predestinación de los buenos 192 Artículo 4.—Las personas divinas comparadas entre sí 325
A. Nociones previas 192 CAPÍTULO 6.—La inhabitación de las personas divinas en las almas
B. Existencia y necesidad 194 justas 329
C. Sujeto activo y pasivo 198 A. Las misiones divinas 329
D. Causa 201 B. La inhabitación trinitaria en el alma 330
E. Efectos 221
F. Propiedades 227 TERCERA PARTE
Artículo 2.—La reprobación de los malos 239
DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
A. Existencia 24 o
B. Motivos 241 SECCIÓN i. a —Dios creador 340
C. Propiedades 246 CAPÍTULO I .—La creación en general ' 340
D. Efectos 246
E. Señales 247 Artículo 1.—El hecho de la creación 340
Artículo 2.—El modo de la creación 353
Artículo 3.—El libro de la vida 247 Artículo 3.—El tiempo de la creación 356
CAPÍTULO 8.—El poder de Dios 249 CAPÍTULO 2.—La diversidad de los seres creados en general 359
CAPÍTULO 9.—La felicidad infinita de Dios 255 CAPÍTULO 3.—Los ángeles 362
Artículo 1.—Existencia, origen y número de los ángeles 363
SEGUNDA PARTE Artículo 2.—Las jerarquías y coros angélicos 369
DIOS TRINO Artículo 3.—Naturaleza de los ángeles 374
Artículo 4.—El entendimiento y la voluntad de los ángeles 384
SECCIÓN i. a —Existencia de la T r i n i d a d 259 Artículo 5.—La gracia y la gloria de los ángeles 395
CAPÍTULO I.—Lo que nos dice la simple razón natural 259 Artículo 6.—Acción de los ángeles sobre los otros seres 401
Artículo 7.—Los ángeles custodios 406
CAPÍTULO 2.—Lo que nos enseña la fe - 263
Artículo 8.—Los ángeles malos 413
SECCIÓN 2. a —Exposición teológica del misterio trinitario 269 1. El pecado de los ángeles malos 414
2. El castigo 419
CAPÍTULO I.—Las procesiones divinas 270 3. Acción de los ángeles malos entre sí 423
CAPÍTULO 2.—Las relaciones divinas 284 4. Acción sobre los hombres 424
CAPÍTULO 3.—Las personas divinas en general 290 CAPÍTULO 4.—Las criaturas corporales 431
Artículo 1.—Concepto de persona en Dios 290 CAPÍTULO 5.—El hombre 436
Artículo 2.—Número de las personas divinas 293
Artículo 3.—La unidad y pluralidad de Dios 296 Artículo 1.—La creación del hombre 436
Artículo 4.—Las nociones divinas 297 A. Origen del alma humana 438
B. Origen del cuerpo humano 442
CAPÍTULO 4.—Las personas divinas en particular 299
C. Unidad de origen de todo el género humano 446
Artículo i.—La persona del Padre 299
VIH JÍNDICE GENERA!, ÍNDICE GENERAL IX

Págs. Págs.

Artículo 2.—El hombre, imagen de Dios 450 4. Necesidad 580


Artículo 3.—Elevación del hombre al orden sobrenatural 454 5. Distribución de las mismas 59°
Artículo 4.—El estado de justicia original 464 Apéndice.—La providencia de Dios y el problema del mal y del dolor. 600
A. Dones sobrenaturales 464
Artículo 1.—Filosofía del mal 601
B. Dones preternaturales 466 Artículo 2.—Mal de culpa y mal de pena 606
Artículo 5.—Transmisión de la naturaleza y de la justicia original. 476 Artículo 3.—El problema del dolor 611
CAPÍTULO 6.—El pecado original y sus consecuencias 482 I. La solución teórica del cristianismo 611
Artículo 1.—El pecado original en Adán 482 II. La solución práctica 632
1. La tentación y la caída 482 ÍNDICE ANALÍTICO (¡/g
2. Naturaleza del pecado de Adán 489
ÍNDICE DE MATERIAS gr7
3. Pena o castigo del pecado original 493
Articulo 2.—El pecado original en nosotros 503
1. Existencia 503
2. Transmisión. 507
3. Naturaleza 513
4. Sujeto 516
5. Efectos 518
SECCIÓN 2. a —Dios gobernador 522
CAPÍTULO 1.—La gobernación de Dios en general 522
i. Nociones previas 522
2. Existencia 523
3. Finalidad 527
4. Unidad del gobierno del mundo 528
5. Efectos 529
6. Extensión 530
7. Propiedades 532
CAPÍTULO 2.—La conservación de los seres 538
Articulo i.—La acción conservadora de Dios 538
Artículo 2.—La aniquilación de los seres 543
CAPÍTULO 3.—La acción de Dios en el mundo 547
Artículo 1.—En el orden puramente natural 548
1. Acción sobre la materia 548
2. Sobre los cuerpos 549
3. Sobre el entendimiento creado 550
4. Sobre la voluntad de las criaturas 551
5. Sobre "cualquier agente creado 555
Articulo 2.—En el orden preternatural 559
1. El milagro en general 559
2. División 562
3. Posibilidad 564
4. Causas , 572
Artículo 3.—En el orden sobrenatural ; 576
i. Noción de las gracias actuales. . . . ; . . . . . . . . ^ . .... . 576
2. Naturaleza 577
3. División .-......, 579
AL LECTOR XI

AL LECTOR neral y la diversidad de los seres creados en particular. Este


es el lugar propio del hermoso tratado de ios ángeles—que
estudiamos con toda clase de pormenores y detalles, tanto en
lo relativo a los ángeles buenos como a los malos o demonios—
y del interesantísimo tratado del hombre, con los problemas
que plantea su creación de la nada, su elevación al orden so-
J - J N las palabras al lector escritas al frente de nuestro último brenatural y la tragedia del pecado original, con todas las con-
volumen publicado en esta misma colección de la BAC—Je- secuencias que de él emanaron para toda la humanidad. La
sucristo y la vida cristiana—anunciábamos nuestro propósito de segunda sección—Dios gobernador—va dedicada al estudio de
escribir una nueva obra para exponer el tratado dogmático la gobernación divina en general, la conservación de los seres
de Dios uno, trino y creador, con el que completaríamos la y la acción de Dios sobre las criaturas en el triple orden na-
visión panorámica de toda la teología católica—dogmática, mo- tural, preternatural y sobrenatural.
ral y mística—que hemos venido ofreciendo a los lectores de La obra finaliza con un largo apéndice sobre la providencia
la prestigiosa Biblioteca de Autores Cristianos. Hoy tenemos de Dios y el problema del mal y del dolor, para poner de ma-
la satisfacción de ofrecer al lector este nuevo volumen, Dios nifiesto que, a pesar de su aparente contradicción, ambas cosas
y su obra, que no es otra cosa que el tratado dogmático que se armonizan maravillosamente en los planes amorosos de Dios.
habíamos anunciado. En la exposición de este amplísimo panorama teológico he-
El contenido doctrinal de esta nueva obra responde exacta- mos querido conservar el método y estilo de nuestras obras
mente a los tratados dogmáticos de Dios uno, trino, creador y anteriores, que tanta aceptación ha tenido principalmente en-
gobernador. tre el público seglar ajeno a los estudios teológicos. Buena
La primera parte—Dios uno—va subdividida en tres sec- prueba de ello es el hecho de que la mayor parte de los estímu-
ciones. La primera se dedica exclusivamente a la demostra- los y alientos que hemos recibido durante estos últimos años
ción de la existencia de Dios, a base de las cinco vías de Santo para que nos decidiéramos a completar la visión panorámica
Tomás y de otros argumentos complementarios de índole filo- de toda la teología católica, nos han venido precisamente del
sófica, recogiendo, finalmente, los datos infalibles que nos pro- campo seglar. Se nos ha rogado insistentemente que de nin-
porciona la fe. En la sección segunda estudiamos cuidadosa- guna manera abandonáramos nuestro método y estilo, que les
mente la esencia metafísica y física de Dios, los divinos atri- resultaba extraordinariamente claro y comprensivo. Creemos,
butos, la visión beatífica y los nombres principales con que efectivamente, que el estilo y método tradicional en las escue-
designamos a Dios. Y en la tercera examinamos las operaciones las teológicas católicas—sin otro retoque que suavizar su ter-
divinas inmanentes y transeúntes, dedicando especial aten- minología para adaptarla a la mentalidad de los no iniciados—
ción, entre las primeras, al tremendo problema de la divina reúne ventajas incomparables en cuanto al orden, claridad,
predestinación de los buenos y reprobación de ios malos. brevedad y precisión con que pueden tratarse los más abstru-
En la segunda parte—Dios trino—exponemos las grandes sos problemas sin incidir en las largas parrafadas de algunos
líneas de la teología trinitaria. Se subdivide también en dos tratadistas modernos que, con el pretexto de adaptarse mejor
secciones. La primera va dedicada al problema de la existencia a la mentalidad del hombre moderno, convierten sus tratados
de la trinidad de personas en Dios a la luz de la razón y de la en una serie de largos capítulos, sin ninguna división ni subdi-
fe. La segunda, a la exposición teológica del misterio trinitario, visión, que cansan y fatigan muy pronto al más animoso de
examinando las procesiones y relaciones divinas, la teología los lectores. Hoy nadie sufre la lectura de cien páginas para
especial de cada una de las divinas personas, sus relaciones enterarse de un asunto cuyo meollo fundamental puede ex-
mutuas y el misterio de la divina inhabitación en las almas ponerse cómodamente en diez.
justas, que constituye—junto con la gracia santificante—la base Advertimos al lector que al redactar estas páginas hemos
fundamental de toda la vida cristiana. tenido constantemente en cuenta la triple finalidad con que
La tercera, parte consta de dos secciones. En la primera las escribíamos:
—Dios creador—abordamos el problema de la creación en ge- a) Para servir de texto de Teología dogmática en los cur-
AL LKCTOK

sos de cultura religiosa superior, estudiantes universitarios, PRIMERA PARTE


círculos de estudio, etc.
b) Como libro de formación teológica para los seglares DIOS UNO
cultos que quieran conocer más a fondo las grandes verdades
de su fe.
c) Como auxiliar inmediato para los oradores sagrados
en la preparación de la parte doctrinal de sus conferencias o
sermones. i. Antes de abordar la exposición del tratado dogmático de
Los lectores tienen ahora la palabra. Al igual q u e hicimos Dios uno, vamos a dar una breve noción de lo que se entiende
con nuestras obras anteriores, les rogamos tengan la amabili- comúnmente con el nombre adorable de Dios.
dad de hacernos cuantas sugerencias estimen oportunas para a) El catecismo del P. Astete nos da la siguiente definición
mejorar nuestro modesto trabajo en sucesivas ediciones. descriptiva:
U n a vez más ponemos bajo el dulce patrocinio de la San- «Dios es lo más excelente y admirable que se puede decir o pensar
tísima Virgen María estas humildes páginas, q u e hemos escrito Un Señor infinitamente bueno, poderoso, sabio, justo, principio y fin de
únicamente para gloria de Dios y bien de las almas. todas las cosas, premiador de los buenos y castigador de los malos».
Como es natural, ni esta definición ni ninguna otra de cuantas
pueda idear el hombre expresan la verdadera naturaleza o esencia
de Dios. Porque, siendo Dios el Ser infinito, no puede encerrarse
en los límites de una definición que, por su misma naturaleza,
tiene por finalidad limitar al ser definido separándole y distin-
guiéndole de todos los demás. Es absolutamente imposible dar una
definición esencial de Dios, ya que el Ser infinito no admite ni
puede admitir ninguna limitación.
b) En la Sagrada Escritura hay un texto impresionante en
torno al nombre de Dios. Cuando Dios se hizo presente ante
Moisés con el prodigio de la zarza que ardía sin consumirse, se
entabló entre ellos un diálogo interesantísimo, al que pertenece el
siguiente fragmento:
«Moisés dijo a Dios: «Pero si voy a los hijos de Israel y les digo: El
Dios de vuestros padres me envía a vosotros, y me preguntan cuál es su
nombre; ¿qué voy a responderles?» Y Dios dijo a Moisés: Yo soy el que
soy. Así responderás a los hijos de Israel: Yo soy me manda a vosotros»
(Ex 3,13-14).
Dos son las principales explicaciones que han propuesto los
exegetas católicos en torno a esa misteriosa expresión: Yo soy el
que soy. Una de orden metafisico, como sinónima del Ser subsis-
tente, de la plenitud del Ser, del Acto puro, cuya esencia es su exis-
tencia y cuya existencia constituye su propia esencia. Otra de
•orden histórico, como significando «el que está con vosotros» para
asistiros, defenderos de vuestros enemigos y llevaros a la felicidad.
En este último sentido traducen algunos exegetas: Seré el que seré,
o sea, el que estaré siempre a vuestro lado cubriéndoos con mi
sombra en señal de soberana protección 1.
c) El Concilio Vaticano I, en su constitución dogmática sobre
1
Puede verse una información más completa sobre esta m isteriosa expresión en Bi-
blia comentada por los profesores de Salamanca, t.i, Pentateuco (BAG 1960) p.403-408.
Dios y su oirá 1
2 P.I. DIOS UNO

la fe católica hizo la s i g u i e n t e declaración, q u e nos habla de Dios


y de algunos de sus principales atributos:
«La santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana cree y confiesa que SECCIÓN PRIMERA
hay un solo Dios verdadero y vivo, creador y señor del cielo y de la tierra,
omnipotente, eterno, inmenso, incomprensible, infinito en su entendi- EXISTENCIA DE DIOS
miento y voluntad y en toda perfección; el cual, siendo una sola sustancia
espiritual, singular, absolutamente simple e inconmutable, debe ser predi-
cado como distinto del mundo, real y esencialmente, felicísimo en sí y de sí, 2. E l P . Sertillanges comienza el prefacio de su magnífica o b r a
e inefablemente excelso por encima de todo lo que fuera de El mismo Las fuentes de la creencia en Dios con estas palabras:
existe o puede ser concebido» (D 1782) 2 .
«¡Cómo escribir sin tristeza el título de este libro! ¿No denuncia acaso,
C o m o veremos a m p l i a m e n t e en sus respectivos lugares, este por sí solo, nuestra miseria de espíritu frente a pensamientos que deberían
Ncr vida de la humanidad entera? Difícil le es a un creyente confesarse que
texto es d e u n valor incalculable p a r a precisar la verdadera n a t u - se ha hecho necesario ahora demostrar la existencia de Dios, como si ésta
raleza de Dios tal como la e n t i e n d e la Iglesia católica, custodia no resplandeciese en el múltiple espejo que a nuestros ojos presentan así
fidelísima de la divina revelación. la naturaleza como el hombre.
D e s p u é s de esta b r e v e noción sobre el significado del n o m b r e Triste honor de nuestro tiempo es haber rehabilitado el ateísmo. Este
de Dios, vamos a empezar la exposición del tratado de Dios uno, era antes tenido como una monstruosidad intelectual; hoy pasa por heroís-
q u e constituye la p r i m e r a p a r t e d e nuestra obra. mo y liberación generosa. ¿No salta a los ojos que el libertar de esta suerte
Santo T o m á s divide este tratado en tres grandes secciones, q u e el espíritu humano equivale a librarle de sus alas? Siendo esclavo de todo,
¿convendrá todavía cerrarle la ventana por la cual hallaban camino abierto
tratan, respectivamente, de la existencia de Dios, de su naturaleza
sus esperanzas?» 1
íntima y de las operaciones propias d e la divina naturaleza. L a divi-
sión n o p u e d e ser m á s lógica y completa. Escuchemos sus pala- E l ateísmo, e n efecto, además d e u n a m o n s t r u o s a aberración
bras: intelectual, representa u n a odiosa y cruel esclavitud p a r a el cora-
zón h u m a n o . ¡Pobre h o m b r e aquel a q u i e n arrancaran d e raíz la
«En lo referente a la esencia divina se ha de tratar, primero, si Dios exis-
esperanza en otra vida mejor, bajo el signo amoroso d e u n Dios
te; segundo, cómo es, o mejor, cómo no es; tercero, de lo relativo a sus ope-
raciones, a saber, de su ciencia, de su voluntad y de su poder» 3 . q u e h a querido p o n e r p o r encima d e sus derechos d e C r e a d o r
MI inmensa t e r n u r a d e Padre!
D e acuerdo con esta concepción vamos a dividir nuestro estudio C o n todo, se i m p o n e en nuestros días u n a demostración de la
en tres secciones: c xistencia de Dios con u n a d o b l e finalidad: la de confortar la fe
i . a Existencia d e Dios. vacilante d e los indecisos y dejar en ridículo las a b s u r d a s p r e t e n -
2. a Naturaleza d e Dios. :.iones del ateísmo a ultranza.
3.a Operaciones de Dios. Siguiendo las huellas del príncipe d e la teología católica Santo
2
' 1 'omás d e A q u i n o en su maravillosa Suma Teológica 2, v a m o s a
L a sigla D significa el Enchiridion Symbohrum de DENZINGER, eri el q u e se recogen
los dogmas y declaraciones del Magisterio supremo de la Iglesia católica. plantear, en torno a la existencia de Dios, estas tres cuestiones
3
Cf. I, 2, prólogo. fundamentales:
1. a Si la existencia de Dios es una verdad de evidencia inmediata
(I 2,1).
2. a Si, por lo menos, es una verdad demostrable (I 2,2).
3. a Demostración de la existencia de Dios (I 2,3).
Para justificar este o r d e n téngase en cuenta q u e u n a v e r d a d
p u e d e ser evidente con u n a evidencia t a n clara e inmediata q u e n o
necesite demostración alguna: v.gr., el t o d o es mayor q u e cualquie-
ra d e sus partes, el círculo es r e d o n d o , e t c . ; p e r o p u e d e tratarse
1
P. SERTILLANGES, O . P., Las fuentes de la creencia en Dios (Barcelona 1943) p . 5 .
2
Advertimos al lector, de u n a vez para siempre, q u e la Suma Teológica la citaremos
MÍn nombrarla, haciendo referencia a la parte, cuestión y artículo correspondiente. Y así,
por ejemplo, la cita I 14,3 significará: Suma Teológica, p a r t e primera, cuestión 14, artícu-
lo 3. La cita I-II 2,4 quiere decir: Suma Teológica, p a r t e primera d e la segunda, cuestión 2,
urticulo 4. Guando recojamos la doctrina contenida en la solución a las objeciones, lo i n d i -
caremos con la partícula latina ad; y así la cita III 2,4 ad 2 significará: Suma Teológica, p a r -
te tercera, cuestión 2, artículo 4, solución 2. a
4 P.I. DIOS UNO S.l C.l. SI ES EVIDENTE SU EXISTENCIA 5

de u n a verdad q u e n o sea d e evidencia inmediata (v.gr., la s u m a naron San Anselmo, San Alberto Magno, Egidio Romano, Dionisio Car-
d e los ángulos d e u n triángulo es igual a dos rectos), y entonces lujano, Tomás de Argentina, etc.
cabe p r e g u n t a r dos cosas: si p u e d e llegarse a ella p o r vía d e de- c) La existencia de Dios no es evidente en sí misma ni con relación
mostración y, e n caso afirmativo, cómo se demuestra. ¡1 nosotros, sino que necesita ser demostrada. Así opinan Enrique de Gan-
te, Escoto, Ockam, Biel, Arriaga, etc.
d) Es evidente en sí misma, pero no con relación a nosotros y, por lo
mismo, necesita ser demostrada. Tal es la sentencia de Santo Tomás y de
CAPÍTULO I l.t inmensa mayoría de los teólogos, que vamos a exponer a continuación.

SI LA EXISTENCIA DE DIOS ES UNA VERDAD DE 3. D o c t r i n a c a t ó l i c a . Para mayor claridad y precisión la


expondremos e n forma d e conclusiones:
EVIDENCIA INMEDIATA
Conclusión 1. a L a existencia de Dios no se conoce i n m e d i a t a m e n t e
3 . 1. E s t a d o d e la c u e s t i ó n . N o s p r e g u n t a m o s aquí si la y p o r intuición, c o m o afirman los ontologistas. (Completamente
existencia d e Dios es u n a verdad t a n clara y evidente q u e no n e - cierta.)
cesita demostración alguna, o si, a u n q u e sea cierta y evidente en
sí misma, no lo es con relación a nosotros y necesita, p o r consiguiente, 5. H e aquí las p r u e b a s :
ser demostrada p o r el raciocinio o creída p o r la fe.
1. L A SAGRADA ESCRITURA. E n s e ñ a c l a r a m e n t e q u e n i n g ú n
Para mayor claridad y precisión h a y q u e t e n e r e n cuenta q u e
mortal p u e d e ver n a t u r a l m e n t e a D i o s e n sí m i s m o , sino t a n sólo
p u e d e n distinguirse dos clases d e evidencia con relación a u n a
su huella o vestigio a través d e las criaturas:
verdad. Y así:
EVIDENTE EN SÍ MISMA Y CON RELACIÓN A NOSOTROS es «No me verá hombre alguno sin morir» (Ex 33,20).
aquella en la q u e todos advertimos, sin necesidad d e n i n g u n a «A Dios nadie le ha visto jamás» (lo 1,18).
reflexión, q u e el predicado está contenido e n el sujeto, v.gr., «el «Al presente no vemos a Dios sino como en un espejo y bajo imágenes
oscuras; pero entonces le veremos cara a cara» (1 Cor 13,12).
t o d o es mayor q u e cualquiera d e sus partes», «el círculo es redondo», «El solo es inmortal por esencia y habita en una luz inaccesible: a quien
«yo q u e hablo estoy vivo», etc. ninguno de los hombres ha visto ni tampoco puede ver» (1 T i m 6,16).
C a b e subdividir esta evidencia e n dos categorías o grados:
N o cabe hablar d e m a n e r a m á s clara y categórica.
a) Evidente en sí misma y con relación a todos los hombres; v.gr.,
«cuando sale el sol es de día». 2. E L M A G I S T E R I O D E LA IGLESIA. L a Iglesia, p o r m e d i o del
b) Evidente en sí misma y con relación a algunos hombres, pero no :i.uito Oficio, h a rechazado t o d a clase d e ontologismo, t a n t o el
con relación a todos; v.gr., «los seres incorpóreos no ocupan lugar», cuya 1 ígido ( D 1659-1663) como el mitigado ( D 1891-1897).
evidencia intrínseca sólo advierten, sin necesidad de demostración, los que
sepan que únicamente ocupan lugar los seres cuantitativos, no los que ca- 3. L A RAZÓN TEOLÓGICA. D e m u e s t r a c l a r a m e n t e la falsedad
recen de cantidad como los seres incorpóreos. del ontologismo con a r g u m e n t o s decisivos. H e aquí algunos:
E V I D E N T E E N sí MISMA, PERO N O C O N RELACIÓN A NOSOTROS,
a) N u e s t r o e n t e n d i m i e n t o d e p e n d e e n esta vida d e tal m o d o
es aquella cuyo predicado está objetivamente contenido e n el suje- de las operaciones d e los sentidos q u e n o p u e d e n a t u r a l m e n t e
to, p e r o cuya evidencia no aparece ante nosotros sino después discurrir d e las cosas divinas sino p a r t i e n d o d e las cosas sensibles,
de laboriosa demostración, como ocurre, p o r ejemplo, con la m a - de m a n e r a mediata y p o r conceptos análogos. N o es posible natu-
yor p a r t e d e los teoremas matemáticos. ralmente la visión intuitiva d e Dios (cf. D 475).
b) Conocer inmediata e intuitivamente al Ser Subsistente sólo
4. 2. O p i n i o n e s . Las diferentes opiniones en t o r n o a esta es connatural al e n t e n d i m i e n t o divino y está fuera del alcance d e
cuestión p u e d e n reducirse a las cuatro siguientes: la capacidad natural d e t o d o e n t e n d i m i e n t o creado, ya q u e el c o -
nocimiento se verifica al m o d o como lo conocido está e n el q u e
a) La existencia de Dios es una verdad inmediata y evidente, en sí lo conoce; y como el m o d o natural d e conocer q u e tiene el h o m b r e
misma y con relación a nosotros, ya qu.e nuestro entendimiento conoce y
e.", humano y n o divino, sigúese q u e el conocimiento intuitivo e
ve intuitivamente a Dios y en El y por El todas las demás cosas. Tal es el
error de los ontologistas (Malebranche, Gioberti, Rosmini, etc.). inmediato d e Dios supera infinitamente la capacidad natural del
b) La existencia de Dios es evidente en sí misma y con relación a h o m b r e y sólo es posible p o r elevación sobrenatural d e s u e n t e n -
nosotros, no porque contemplemos la esencia divina (error ontologista), sino dimiento a base del lumen gloriae, como explicaremos e n s u lugar 3 .
porque la simple aprehensión de los términos nos hace ver claramente y D e d o n d e se sigue q u e ni el m i s m o Dios con s u potencia abso-
sin ningún esfuerzo que el predicado está contenido en el sujeto. Así opi-
* Cf. I 12,4.
6 P.I. DIOS UNO S.l C.2. SI PUEDE DEMOSTRARSE SU EXISTENCIA 1

luta p o d r í a crear u n espíritu al q u e fuera natural la inmediata ciad práctica. No podemos juzgar en teoría si Dios existe, pero es una ver-
visión de Dios. dad práctica, puesto que tenemos necesidad de El.

Conclusión 2. a L a existencia de Dios es evidente en sí m i s m a , pero d) E L SENTIMENTALISMO afirma que la existencia de Dios, más que de-
n o con relación a nosotros y, p o r lo m i s m o , necesita ser demos- mostrarse, se siente, ya sea mediante una facultad instintiva o sentido común
trada. (Doctrina cierta y común.) (Reíd), ya con un sentido interno y afecto del corazón (Jacobi), ya con la in-
tuición del corazón y el sentido religioso (modernistas, inmanentistas y pseu-
6. E s c u c h e m o s a Santo T o m á s explicando esta doctrina: ilomísticos).
«La proposición «Dios existe» es evidente en sí misma, porque en ella e) E L EXISTENCIALISMO rechaza las esencias inmutables de las cosas
el predicado existe se identifica con el sujeto (Dios), ya que, como más ade- y se preocupa únicamente de la existencia personal de cada uno. No puede
lante veremos, Dios es su misma existencia. Pero con respecto a nosotros, compaginarse con el dogma católico, ya se trate del existencialismo ateo,
que desconocemos la naturaleza divina, no es evidente, sino que necesita ser ya del que niega el valor del raciocinio metafísico.
demostrada por medio de cosas más conocidas de nosotros, aunque por su
naturaleza sean menos evidentes, es decir, por sus efectos» 4 . E L TRADICIONALISMO incide en el error p o r caminos distin-
tos, exagerando el elemento sobrenatural en perjuicio de las fuer-
C o n esto se rectifica el error de los q u e dicen q u e la p r o p o s i - zas d e la razón. E n s e ñ a q u e la revelación divina se requiere nece-
ción «Dios existe» n o es evidente ni siquiera en sí misma, y el d e sariamente para el conocimiento cierto de Dios. L a idea d e Dios,
los q u e afirman q u e es evidente incluso con relación a nosotros p r o c e d e n t e de la revelación primitiva, la recibimos d e nuestros
p o r el simple e x a m e n d e sus t é r m i n o s . Volveremos sobre este padres y se nos t r a n s m i t e p o r tradición oral. L a Iglesia h a recha-
último error en el artículo siguiente al d e m o s t r a r la invalidez del zado estos errores (cf. D lÓ22ss; 1649SS; 1785SS; 1806), q u e fueron
llamado «argumento ontológico» p r o p u e s t o p o r San A n s e l m o . patrocinados p o r Bonald, L a m e n n a i s , Bautain, Bonnetty, V e n t u -
ra, etc.

CAPÍTULO 2 Con el tradicionalismo hacen coro, aunque con diversos matices, mu-
chos protestantes y jansenistas.
SI PUEDE DEMOSTRARSE LA EXISTENCIA DE DIOS
3. D o c t r i n a católica. L a recogen las siguientes conclusiones:
7. 1. E s t a d o d e la c u e s t i ó n . Se trata de saber si la exis- a
tencia de Dios, q u e , como acabamos d e ver, n o es evidente con Conclusión i. L a existencia de Dios n o p u e d e demostrarse p o r nin-
g ú n a r g u m e n t o «a priori». (Completamente cierta.)
relación a nosotros, p u e d e ser d e m o s t r a d a con certeza p o r la simple
razón natural, aun prescindiendo d e las luces de la fe. 9. L a razón es sencillísima. D e m o s t r a c i ó n «a priori» es aquella
q u e d e m u e s t r a alguna cosa por sus causas. P o r lo m i s m o , afecta
8. 2. E r r o r e s . L o s principales errores q u e en el transcurso
ú n i c a m e n t e a los efectos. A h o r a bien: Dios n o es efecto d e nadie,
de los siglos h a n ido apareciendo en t o r n o a esta cuestión son los
ya q u e , como veremos, es la C a u s a P r i m e r a d e t o d o c u a n t o existe.
siguientes:
L u e g o es imposible d e m o s t r a r la existencia d e D i o s p o r n i n g ú n
E L AGNOSTICISMO niega la a p t i t u d d e la inteligencia h u m a - a r g u m e n t o «a priori».
n a para conocer las verdades suprasensibles, p r i n c i p a l m e n t e la de
Dios. Presenta múltiples formas: Conclusión 2. a T a m p o c o p u e d e demostrarse su existencia real p o r
el llamado a r g u m e n t o ontológico o «a simultaneo». (Doctrina co-
a) E L POSITIVISMO no admite como objeto de ciencia sino los hechos mún y cierta en teología.)
del conocimiento sensible externo e interno y su coherencia según deter-
minadas leyes. La existencia de las causas suprasensibles, principalmente 10. E l llamado a r g u m e n t o ontológico, p r o p u e s t o p o r San A n -
la existencia de Dios, es del todo incierta. selmo, fue repetido, con distintos matices, p o r Descartes, Leibnitz
b) E L CRITICISMO de Kant afirma que el objeto de la facultad cognos- y otros filósofos. H e aquí las tres principales formulaciones:
citiva—llamada razón teórica—lo constituyen únicamente los fenómenos
sensibles. Las cosas que exceden los sentidos no pueden ser alcanzadas por SAN A N S E L M O . T o d o s los h o m b r e s c u a n d o h a b l a n d e Dios
la razón. Según Kant, la existencia de Dios en el orden teórico no puede q u i e r e n expresar bajo este n o m b r e el ser m á s perfecto q u e se
afirmarse ni negarse; pero es un postulado de la razón práctica exigido por p u e d e pensar o imaginar. A h o r a bien: si este ser careciera d e exis-
la vida moral con el fin de establecer la debida proporción entre el mérito tencia n o sería el m á s perfecto q u e se p u e d e pensar o imaginar,
y la recompensa de las buenas obras. p o r q u e cualquier ser existente, p o r el m e r o h e c h o d e existir, ya
c) E L PRAGMATISMO de W . James mide a la verdad por su mera utili- sería m á s perfecto q u e él. L u e g o en el concepto m i s m o d e Dios
está implicada su existencia real. C u a l q u i e r a q u e e n t i e n d a b i e n lo
* I 2,1. q u e significa la palabra «Dios» deducirá i n m e d i a t a m e n t e su exis-
8 P.I. DIOS UNO
S.l C.3. DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS 9
tencia real. P o r consiguiente, la existencia d e D i o s es evidente
para todos los h o m b r e s ; sólo el necio p u e d e decir «no h a y Dios» i.
CAPÍTULO 3
DESCARTES. T e n e m o s idea clara d e u n Ser infinito al q u e lla-
m a m o s Dios. A h o r a bien: esta idea incluye forzosamente la exis- DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS
tencia real d e ese Ser, p o r q u e el ser no-existente n o p u e d e llamarse
infinito. L u e g o Dios, Ser infinito, existe r e a l m e n t e 2 . 12. C o m o es sabido, la d e m o s t r a c i ó n filosófica o racional d e
L E I B N I T Z . C o n c e b i m o s perfectamente q u e la existencia d e Dios la existencia d e D i o s se apoya casi exclusivamente e n el l l a m a d o
es posible; p e r o si d e h e c h o n o existiera, n o sería posible q u e exis- principio de causalidad, cuya formulación es la siguiente: «Todo
tiese j a m á s , ya q u e a Dios nadie p u e d e crearle. L u e g o D i o s existe efecto tiene necesariamente u n a causa».
realmente 3 . A pesar d e la evidencia d e s l u m b r a d o r a d e ese principio—ya
q u e el concepto m i s m o d e efecto lleva consigo inevitablemente la
CRÍTICA. Estos argumentos, al parecer tan claros y sencillos, son, sin exigencia d e una causa, p u e s d e lo contrario el efecto carecería d e
embargo, inadmisibles. Hay en ellos un tránsito ilegítimo del orden ideal
al real. Partiendo de una idea no se puede llegar sino a otra idea: la existen- sentido y dejaría a u t o m á t i c a m e n t e d e ser efecto—ha sido p u e s t o
cia ideal de Dios. Para demostrar la existencia real de Dios es preciso par- en tela d e juicio y h a s t a negado r o t u n d a m e n t e p o r K a n t y sus
tir de las cosas reales, con el fin de ascender, por vía de rigurosa causalidad, discípulos. N o p o d e m o s d e t e n e r n o s a q u í en la d e m o s t r a c i ó n filo-
hasta la Causa Primera que las ha creado todas 4 . Hófica del principio d e causalidad l, q u e , p o r o t r a p a r t e , n o es
necesaria para n i n g u n a persona d e sano juicio. N o s limitamos a
Conclusión 3. a L a razón h u m a n a p u e d e d e m o s t r a r con toda certeza
hacer nuestras las siguientes palabras del P . Sertillanges e n su
la existencia d e Dios C r e a d o r y Señor de todo cuanto existe. (De
fe divina, expresamente definida.) obra ya citada 2 :

11. C o n s t a e x p r e s a m e n t e por: «Si eres discípulo de Kant—y sabe Dios si los discípulos de Kant han
ido más allá que su maestro—, si te resuelves a negar, guiado por esos pro-
a) L A SAGRADA ESCRITURA. H e aquí algunos textos del t o d o cedimientos radicales que de un golpe atacan la inteligencia humana en su
claros y expresivos: misma fuente, hasta ahí no quiero seguirte: precisaría para ello rehacer
toda la filosofía, y mis pretensiones son más humildes...
«Vanos son por naturaleza todos los hombres que carecen del conoci- Si nada hay seguro, tampoco Dios es seguro. Si nuestro pensamiento
miento de Dios..., pues de la grandeza y hermosura de las criaturas, por i's mero espejismo, nuestro discurso una acrobacia superior, nuestros más
razonamientos, se llega a conocer al Hacedor de éstas» (Sap 13,1-5). profundos instintos una forma arbitraria de nuestra sensibilidad sin rela-
«... no son excusables, porque si pueden alcanzar tanta ciencia y son ción alguna con una verdad en sí, nada me queda por decir; Dios perecerá
capaces de investigar el universo, ¿cómo no conocen más fácilmente al Se- en el universal naufragio de la conciencia y de la razón. Pero ¿qué importa
ñor de él?» (Sap 13,9). 11I común de los mortales ese estado de ciertos espíritus descentrados y
«Porque desde la creación del mundo, lo invisible de Dios, su eterno enfermos?
poder y su divinidad, son conocidos mediante las criaturas. De manera que Bástanos demostrar que Dios existe tan ciertamente como el mundo
son inexcusables» (Rom 1,20). existe, tan ciertamente como existimos nosotros; que no podemos negarlo
sin negar juntamente toda certeza teórica y práctica, y sin privarnos con
h) E L M A G I S T E R I O DE LA IGLESIA. L O e n s e ñ ó s i e m p r e así y ello del derecho a vivir».
lo definió e x p r e s a m e n t e el Concilio Vaticano I e n la siguiente
forma: E l principio d e causalidad constituye la base f u n d a m e n t a l d e
las p r u e b a s metafísicas d e la existencia d e D i o s . E n el fondo t o d a s
«Si alguno dijere que el Dios uno y verdadero, Creador y Señor nuestro,
no puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana 1
Escuchemos a u n egregio filósofo contemporáneo explicando brevemente el principio
por medio de las cosas que han sido hechas, sea anatema» (D 1806). ils' causalidad (cf. G R E D T , Elementa Philosophiae vol.2 n.749,5):
«Todo efecto tiene su causa» («nada se hace sin causa proporcionada») es u n principio
evidente por sí mismo para todos (per se notum ómnibusJ. Este principio hay q u e enten-
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. C o m o veremos en el capítulo si- derlo en el sentido de que todo efecto ha de tener una causa distinta realmente de sí m i s m o :
guiente, p o r vía d e rigurosa causalidad, o sea, p a r t i e n d o d e las nadie puede causarse a sí mismo. Esto sería contradictorio. Debería ser y n o ser a la vez.
cosas creadas y r e m o n t á n d o n o s a la Causa P r i m e r a d e la q u e p r o - l'orquc causaría y sería causado; en cuanto causaría debería existir, y en c u a n t o causado
di'brría no existir...
ceden todas ellas, p u e d e demostrarse con t o d a certeza la existencia Kl Ser existente p o r si mismo n o es contradictorio. P o r q u e este Ser n o es efecto, sino q u e
real d e Dios como C r e a d o r y Señor d e t o d o cuanto existe. HH'mpre existe, y existe necesariamente. N o tiene el ser después del no-ser, sino q u e tiene
i*l ser siempre y necesariamente. Es el Ser absoluto y necesario: Dios. Por el contrario,
uitilquier efecto no existía en u n m o m e n t o d a d o : tiene el ser después del no-ser. El no-ser
1
Cf. SAN ANSELMO, Proslogium c.2,3. precede a su ser, si no en el tiempo, al menos en naturaleza».
2
Cf. DESCARTES, Medit. V; Princip. phil. p . i . » c.14,18, Luego como todo efecto es necesariamente u n ser contingente (que existe, pero podría
3
Cf. LEIBNITZ, Monadología, Nuevos ensayos I.4 c.g,7. no haber existido), sigúese que todo efecto reclama necesariamente u n a causa distinta de
" Cf. I 2,1 a d 2 . ill q u e le haya hecho pasar del no-ser al ser.
2
Cf. Las fuentes de la creencia en Dios p . 1 3 .
10 P.I. DIOS UNO S.l C.3. DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS H

p u e d e n reducirse a u n a r g u m e n t o m u y sencillo, q u e , p a r a mayor


I. L A S CINCO VÍAS D E S A N T O TOMÁS
claridad, vamos a descomponerlo en tres p e q u e ñ a s proposiciones:
a E l D o c t o r Angélico p r o c e d e a la demostración racional d e la
i . T o d o cuanto ha c o m e n z a d o a existir ha debido tener una cau-
sa que le haya dado la existencia. existencia d e Dios ascendiendo hasta E l p o r cinco vías o caminos
distintos:
Esto es del t o d o claro y evidente, p o r q u e es absolutamente i m -
posible q u e alguien que n o existe todavía p u e d a darse a sí m i s m o 1. a Por la existencia del movimiento.
la existencia. L a nada n o p u e d e p r o d u c i r a b s o l u t a m e n t e nada, 2. a Por la causalidad eficiente.
ya que la n a d a n o existe, es u n a p u r a ficción d e n u e s t r a m e n t e . 3. a Por los seres contingentes.
4. a Por los diferentes grados de perfección.
2. a Esa causa que ha dado la existencia a u n efecto que antes n o 5. a Por el orden del universo.
existía, o es la Causa P r i m e r a incausada—en cuyo caso h e m o s llegado
a Dios—o ha sido causada, a su vez, p o r otra causa anterior a ella. Vamos a exponerlas c u i d a d o s a m e n t e una p o r una.

Es evidente también. Si n o se trata todavía d e la P r i m e r a Causa P r i m e r a vía: el m o v i m i e n t o


incausada ( = Dios) será necesariamente alguna causa intermedia 14. L a p r i m e r a vía p a r a d e m o s t r a r la existencia d e Dios p u e d e
causada p o r otra causa anterior. Y así ios hijos son causados p o r formularse del siguiente m o d o :
sus padres, éstos p o r sus abuelos y éstos p o r los bisabuelos, etc.
El movimiento del universo exige u n P r i m e r M o t o r inmóvil, q u e
3. a A h o r a bien: en esta serie de causas segundas o intermedias '•-. precisamente Dios.
n o puede procederse hasta el infinito. Es absolutamente necesario lle- Escuchemos en p r i m e r lugar la exposición del a r g u m e n t o p o r
gar a una P r i m e r a Causa incausada que sea el origen y la razón de
ser de todas las d e m á s causas. • into T o m á s d e A q u i n o h
«Es innegable y consta por el testimonio de los sentidos que en el mun-
Es evidente q u e en la serie de causas segundas o intermedias n o iln hay cosas que se mueven. Pues bien: todo lo que se mueve es movido
p u e d e procederse hasta el infinito. P o r q u e se seguiría el a b s u r d o por otro, ya que nada se mueve más que en cuanto está en potencia respecto
de que existiría u n a serie infinita de causas segundas o intermedias ¡1 aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto,
sin q u e las haya precedido n i n g u n a causa primera o inicial, contra ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, y
el concepto m i s m o de causa s e g u n d a o intermedia. Suprimida la esto no puede hacerlo más qué lo que está en acto, a la manera como lo ca-
Causa Primera, desaparecen necesariamente todas las causas se- liente en acto, v.gr., el fuego, hace que un leño, que está caliente sólo en
¡Kitcncia, pase a. estar caliente en acto.
gundas. N i n g u n a de ellas tiene en sí m i s m a la razón de su existen-
Ahora bien: no es posible que una misma cosa esté, a la vez, en acto y
cia y, p o r lo mismo, h a n tenido q u e recibirla inicialmente de u n a c:i potencia respecto a lo mismo, sino respecto a cosas diversas; y así, v.gr.,
Primera Causa q u e tenga en sí misma la razón d e su p r o p i a exis- lo que es caliente en acto no puede estar caliente en potencia para ese mis-
tencia, o sea, d e u n a Primera Causa incausada, q u e es, precisamente, mo grado de calor, sino para otro grado más alto, o sea, que en potencia
lo q u e e n t e n d e m o s por Dios. está a la vez frío. Es, pues, imposible que una misma cosa sea a ¡a vez y del
Esta sencilla demostración deja e n t e r a m e n t e zanjada la cues- mismo modo motor y móvil, o que se mueva a sí misma. Hay que concluir,
tión de la existencia de Dios para t o d o espíritu sereno y reflexivo. por consiguiente, que todo lo que se mueve es movido por otro. Pero si
este otro es, a su vez, movido por un tercero, este tercero necesitará otro
Pero para mayor a b u n d a m i e n t o vamos a examinarla más despacio,
que le mueva a él, y éste a otro, y así sucesivamente. Mas no se puede pro-
dividiendo la materia en tres artículos: ceder indefinidamente en esta serie de motores, porque entonces no habría
i.° Lo que nos dice la razón. ningún primer motor y, por consiguiente, no habría motor alguno, pues
2.° Lo que nos enseña la fe.^ los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento
3. 0 Cuestiones complementarias. que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo im-
pulsa la mano. Es necesario, por consiguiente, llegar a un Primer Motor
que no sea movido por nadie, y éste es lo que todos entendemos por Dios».
ARTÍCULO I
E l a r g u m e n t o es d e u n a fuerza demostrativa incontrovertible
LO QUE NOS DICE LA RAZÓN para cualquier espíritu reflexivo a c o s t u m b r a d o a la alta especula-
13. Dividiremos este artículo en dos partes. E n la p r i m e r a ción filosófica. P e r o vamos a exponerlo de m a n e r a m á s clara y sen-
expondremos brevemente las famosas cinco vías p a r a d e m o s t r a r cilla p a r a q u e p u e d a n captarlo fácilmente los lectores n o a c o s t u m -
racionalmente la existencia de Dios, tal como las t r a e Santo T o m á s brados a los altos razonamientos filosóficos.
en la Suma Teológica (I 2,3). E n la segunda, las confirmaremos con E n el m u n d o q u e nos r o d e a hay infinidad de cosas q u e se m u e -
algunos argumentos complementarios. 1
Cf. 1 2 , 3 .
12 P.I. DIOS UNO S.l C.3. DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS 13

ven. E s u n h e c h o q u e n o necesita demostración: basta abrir los ¿De quién es esa mano? ¿De dónde procede la fuerza incontrastable
ojos para c o n t e m p l a r el m o v i m i e n t o p o r todas partes. capaz de tan colosales maravillas? ¿La fuerza que avasalló los mundos?
A h o r a bien: prescindiendo del movimiento de los seres vivos, Sólo puede haber una respuesta: la mano, la omnipotencia de Dios».
que, en v i r t u d precisamente d e la m i s m a vida, tienen u n movimien-
to inmanente q u e les p e r m i t e crecer o trasladarse d e u n sitio a otro E n su celebrada obra La religión demostrada expone Hillaire
sin más influjo aparente 2 q u e el de su propia naturaleza o el de este m i s m o a r g u m e n t o en la siguiente forma 4;
su propia voluntad, es u n h e c h o del t o d o claro e indiscutible q u e los
«Es un principio admitido por las ciencias físicas y mecánicas que la ma-
seres inanimados (o sea, t o d o s los pertenecientes al reino mineral) teria no puede moverse por sí misma: una estatua no puede abandonar su
no p u e d e n moverse a sí mismos, sino q u e necesitan q u e alguien pedestal; una máquina no puede moverse sin una fuerza motriz; un cuerpo
les mueva. Si nadie m u e v e a u n a piedra, permanecerá quieta e inerte en reposo no puede por sí mismo ponerse en movimiento. Tal es el llamado
p o r toda la eternidad, ya q u e ella n o p u e d e moverse a sí m i s m a , principio de inercia. Luego es necesario un motor para producir el movi-
puesto que carece d e vida y, p o r lo m i s m o , está desprovista d e t o d o miento.
movimiento i n m a n e n t e . Pues bien: la tierra, el sol, la luna, las estrellas, recorren órbitas inmen-
Pues apliquemos este principio t a n claro y evidente al m u n d o sas sin chocar jamás unas con otras. La tierra es un globo colosal de cua-
sideral y p r e g u n t é m o n o s q u i é n h a puesto y p o n e en movimiento renta mil kilómetros de circunferencia, que realiza, según afirman los as-
trónomos, una rotación completa sobre sí mismo en el espacio de un día,
esa m á q u i n a colosal del universo estelar, que no tiene en sí misma moviéndose los puntos situados sobre el ecuador con la velocidad de vein-
la razón de su propio movimiento, puesto que se trata de seres inani- tiocho kilómetros por minuto. En un año da una vuelta completa alrededor
mados pertenecientes al reino mineral; y p o r m u c h o que q u e r a m o s del sol, y la velocidad con que marcha es de unos treinta kilómetros por se-
multiplicar los motores intermedios, n o t e n d r e m o s más remedio gundo. Y también sobre la tierra, los vientos, los ríos, las mareas, la germi-
q u e llegar a u n Primer Motor inmóvil i n c o m p a r a b l e m e n t e más p o - nación de las plantas, todo proclama la existencia del movimiento.
t e n t e q u e el universo m i s m o , puesto q u e lo d o m i n a con soberano Todo movimiento supone un motor; mas como no se puede suponer
p o d e r y lo gobierna con infinita sabiduría. V e r d a d e r a m e n t e , p a r a una serie infinita de motores que se comuniquen el movimiento unos a
demostrar la existencia d e Dios basta c o n t e m p l a r el espectáculo otros, puesto que un número infinito es tan imposible como un bastón sin ex-
maravilloso de u n a n o c h e estrellada, sabiendo q u e esos p u n t i t o s tremidades, hay que llegar necesariamente a un ser primero que comunique
el movimiento sin haberlo recibido; hay que llegar a un primer motor in-
luminosos esparcidos p o r la i n m e n s i d a d d e los espacios como polvo
móvil. Ahora bien, este primer ser, esta causa primera del movimiento, es
de brillantes son soles gigantescos q u e se m u e v e n a velocidades Dios, quien con justicia recibe el nombre de Primer Motor del universo.
fantásticas, a pesar de su aparente inmovilidad. Admiramos el genio de Newton, que descubrió las leyes del movimien-
U n ilustre autor c o n t e m p o r á n e o h a expuesto este a r g u m e n t o de to de los astros; pero ¿qué inteligencia no fue necesaria para establecerlas,
u n a manera m u y bella y sugestiva 3 : y qué poder para lanzar en el espacio y mover con tanta velocidad y regula-
ridad estos innumerables mundos que constituyen el universo?...
«Sabemos por experiencia, y es un principio inconcuso de mecánica, que Napoleón, en la roca de Santa Elena, decía al general Bertrand: «Mis
la materia es inerte, esto es, de suyo indiferente para el movimiento o el victorias os han hecho creer en mi genio; el Universo me hace creer en Dios...
reposo. La materia no se mueve ni puede moverse por sí misma: para ha- ¿Qué significa la más bella maniobra militar comparada con el movimiento
cerlo, necesita una fuerza extrínseca que la impela... Si vemos un aeropla- de los astros?...»
no volando por los aires, pensamos al instante en el motor que lo pone en
movimiento; si vemos una locomotora avanzando majestuosamente por los E s t e a r g u m e n t o , e n t e r a m e n t e demostrativo p o r sí mismo, al-
rieles, pensamos en la fuerza expansiva del vapor que lleva en sus entrañas. canza su m á x i m a certeza y evidencia si se le combina con el del
Más aún: si vemos una piedra cruzando por los aires, discurrimos al ins-
tante en la mano o en la catapulta que ¡a ha arrojado. o r d e n a d m i r a b l e q u e reina en el movimiento vertiginoso d e los
He aquí, pues, nuestro caso. astros, q u e se cruzan e n t r e sí recorriendo sus órbitas a velocidades
Los astros son aglomeraciones inmensas de materia, globos monstruo- fantásticas sin q u e se produzca j a m á s u n c h o q u e ni la m e n o r coli-
sos que pesan miles de cuatrillones de toneladas, como el Sol, y centenares sión e n t r e ellos. L o cual p r u e b a q u e esos movimientos n o obedecen
de miles, como Betelgeuse y Antarés. Luego también son inertes de por sí. a u n a fuerza ciega d e la m i s m a naturaleza, q u e produciría la con-
Para ponerlos en movimiento se ha precisado una fuerza infinita, extracós- fusión y el caos, sino q u e están regidos p o r u h p o d e r soberano y
míca, venida del exterior, una mano omnipotente que los haya lanzado como u n a inteligencia infinita, como veremos claramente m á s abajo al
proyectiles por el espacio... exponer la quinta vía d e Santo T o m á s .
2 Empleamos la palabra aparente con toda deliberación, ya que, en realidad, ni siquiera Q u e d e , pues, sentado q u e el m o v i m i e n t o del universo exige un.
los seres vivos se mueven a sí mismos sin el previo influjo de la Causa Primera, como se
demuestra con toda certeza en metafísica. Pero preferimos no insistir en ello, para fijar- P r i m e r M o t o r q u e impulse o m u e v a a todos los d e m á s seres q u e se
nos únicamente en los seres inanimados, en los q u e el argumento de la necesidad del Pri- m u e v e n . D a d a su soberana perfección, este P r i m e r M o t o r ha de
mer M o t o r inmóvil aparece con toda claridad y evidencia aun para los no acostumbrados
a la alta especulación filosófica. ser necesariamente inmóvil, o sea, n o h a d e ser m o v i d o p o r ningún,
3 Cf. P. JESÚS SIMÓN, S. L, A Dios por la ciencia 4." ed. (Barcelona 1947) p.28.
4 Cf- HILLAJJÍP, ¡.a religión demostrada IP* ed, (Parcelpna 1955) p.6-7.
14 P.I. DIOS UNO S.l C.3. DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS 15
otro motor, sino q u e h a de poseer en sí m i s m o y p o r sí m i s m o la v.gr., cualquier persona h u m a n a . T o d o s ellos recibieron la vida
fuerza infinita q u e i m p u l s e el movimiento a todos los d e m á s seres de sus propios padres, y éstos d e los suyos, y así sucesivamente.
q u e se mueven. Este P r i m e r M o t o r inmóvil, infinitamente perfecto, A h o r a bien: es imposible prolongar hasta el infinito la lista de
recibe el n o m b r e adorable de Dios 5 . nuestros tatarabuelos. E s forzoso llegar a u n p r i m e r ser viviente
S e g u n d a vía: la causalidad eficiente que sea el principio y origen de t o d o s los d e m á s . Suprimido el p r i -
mero, q u e d a n suprimidos a u t o m á t i c a m e n t e el s e g u n d o y el t e r -
15. Este s e g u n d o procedimiento para d e m o s t r a r la existencia cero y t e d o s los demás; de d o n d e habría q u e concluir q u e los seres
d e Dios p u e d e formularse sintéticamente del siguiente m o d o : vivientes actuales no existen realmente, lo cual es ridículo y a b s u r d o .
Las causas eficientes segundas r e c l a m a n necesariamente la exis- L u e g o existe u n P r i m e r Viviente q u e es causa y origen de todos
tencia de una P r i m e r a Causa eficiente a la q u e llamamos Dios. los d e m á s .
A h o r a bien: este P r i m e r Viviente r e ú n e , e n t r e otras m u c h a s ,
E n gracia a los n o iniciados en filosofía vamos a explicar b r e v e - las siguientes características:
m e n t e los términos d e la proposición.
Se entiende en filosofía p o r causa eficiente aquella que, al actuar, i. a No tiene padre ni madre, pues de lo contrario ya no sería el primer
p r o d u c e u n efecto distinto de sí m i s m a . Así, el escultor es la causa viviente, sino el tercero, lo cual es absurdo y contradictorio, puesto que se
eficiente de la estatua esculpida p o r él; el p a d r e es la causa eficiente trata del primer viviente en absoluto.
d e su hijo. 2. a No ha nacido nunca, porque de lo contrario hubiera comenzado
a existir y alguien hubiera tenido que darle la vida, pues de la nada no puede
Se entiende por causa eficiente segunda t o d a aquella que, a su salir absolutamente nada, ya que la nada no existe, y lo que no existe, nada
vez, ha sido hecha p o r otra causa eficiente anterior. Y así, el p a d r e puede producir. Luego ese primer viviente tiene la vida por sí mismo, sin
es causa eficiente de su hijo, pero, a su vez, es efecto d e su propio haberla recibido de nadie.
p a d r e , que fue quien le trajo a la existencia como causa eficiente 3. a Luego es eterno, o sea, ha existido siempre, sin que haya comenzado
anterior. E n este sentido son causas segundas todas las del universo, jamás a existir.
excepto la Primera Causa incausada, cuya existencia vamos a in- 4. a Luego todos los demás seres vivientes proceden necesariamente
vestigar. de él, ya que es absurdo y contradictorio admitir dos o más primeros vivien-
tes: el primero en cualquier orden de cosas se identifica con la unidad
Escuchemos, en p r i m e r lugar, a Santo T o m á s de A q u i n o h absoluta.
«Hallamos que en el mundo de lo sensible hay un orden determinado 5. a Luego de él proceden, como de su causa originante y creadora,
entre las causas eficientes; pero no hallamos ni es posible hallar que alguna lodos los seres vivientes del universo visible: hombres, animales y plantas,
cosa sea su propia causa, pues en tal caso habría de ser anterior a sí misma, y todos los del universo invisible: los ángeles de que nos hablan las Es-
y esto es imposible. Ahora bien: tampoco se puede prolongar indefinida- crituras.
mente la serie de las causas eficientes, porque, en todas las causas eficientes 6. a Luego es superior y está infinitamente por encima de todos los
subordinadas, la primera es causa de la intermedia y ésta es causa de la seres vivientes del universo, a los que comunicó la existencia y la vida.
última, sean pocas o muchas las intermedias. Y puesto que, suprimida una
causa, se suprime su efecto, si no existiese entre las causas eficientes una H a y q u e concluir forzosamente q u e el P r i m e r Viviente q u e
que sea la primera, tampoco existiría la última ni la intermedia. Si, pues, reúne estas características tiene u n n o m b r e adorable: es, sencilla-
se prolongase indefinidamente la serie de causas eficientes, no habría causa mente, Dios.
eficiente primera, y, por tanto, ni efecto último ni causa eficiente intermedia, Escuchemos a Hillaire exponiendo con claridad y sencillez este
cosa falsa a todas luces. Por consiguiente, es necesario que exista una Causa mismo a r g u m e n t o 2 :
Eficiente Primera, a la que llamamos Dios».
«Las ciencias físicas y naturales nos enseñan que hubo un tiempo en que
C o m o se ve, el a r g u m e n t o de esta segunda vía es t a m b i é n del ño existía ningún ser viviente sobre la tierra. ¿De dónde, pues, ha salido
t o d o evidente y demostrativo. Pero p a r a ponerlo todavía más al al- la vida que ahora existe en ella: la vida da las plantas, la vida de los animales,
cance de los no iniciados en filosofía, vamos a p o n e r u n ejemplo la vida del hombre? 3.
clarísimo para todos: el origen d e la vida en el universo. La razón nos dice que ni siquiera la vida vegetativa de una planta y menos
E s u n hecho indiscutible q u e en el m u n d o hay seres vivientes la vida sensitiva de los animales, y muchísimo menos la vida intelectiva del
q u e n o h a n existido siempre, sino q u e h a n comenzado a existir; 1
Cf. HILLAIRE, o.a, p.8-9.
3
5 Para contrarrestar la fuerza demostrativa del argumento d e la aparición de la vida
Dios es absolutamente inmóvil tanto en el sentido metafísico del movimiento (tránsito
sobre la tierra, algunos racionalistas lanzaron la hipótesis d e q u e habían caído sobre ella
d e la potencia al acto) como en el sentido físico (movimiento local de u n sitio a otro). L o
gérmenes vivientes procedentes de otros astros. Pero esta suposición, enteramente arbitra-
es en el sentido metafísico porque, como veremos más adelante, es Acto puro, sin mezcla
ria y gratuita, no tiene valor alguno, ya que, en ese caso, habría q u e investigar el origen
d e potencialidad alguna; y lo es en el sentido físico porque, como veremos también, es In-
de la vida en esos otros astros —lo q u e nos llevaría de todas formas a la necesidad de u n
menso y ocupa y llena todos los lugares del universo, sin q u e exista ni pueda existir u n solo
Primer Viviente—y habría que explicar, además, cómo conservaron estos gérmenes la vita-
lugar en el que no esté íntimamente presente Dios por esencia, presencia y potencia.
1
lidad sometidos a la acción de los rayos ultravioleta y atravesando los espacios interplaneta-
Cf. I 2,3. rios, cuya temperatura es de 273 grados bajo cero. (Nota del autor.)
16 P.I. DIOS UNO
17
S.l C.3. DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS
hombre, han podido brotar de la materia. ¿Por qué? Porque nadie da lo que
mueren o se destruyen, y, por tanto, tienen posibilidad de existir o de no
no tiene; y como la materia carece de vida, no puede darla.
existir.
Los ateos se encuentran acorralados por este dilema: o bien la vida
Ahora bien: es imposible que los seres de tal condición hayan existido
ha nacido espontáneamente sobre el globo, fruto de la materia por generación
siempre, ya que lo que tiene posibilidad de no ser hubo un tiempo en que
espontánea; o bien hay que admitir una causa distinta del mundo, que fecunda
de hecho no existió. Si, pues, todas las cosas existentes tuvieran la posibilidad
la materia y hace brotar la vida. Ahora bien: después de los experimentos
ilc no ser, hubo un tiempo en que ninguna existió de hecho. Pero, si esto
concluyentes de Pasteur, ya no hay sabios verdaderos que se atrevan a
fuera verdad, tampoco ahora existiría cosa alguna, porque lo que no existe
defender la hipótesis de la generación espontánea; la verdadera ciencia esta-
no empieza a existir más que en virtud de lo que ya existe, y, por tanto,
blece que nunca un ser viviente nace sin germen vital, semilla, huevo o renuevo,
si nada existía, fue imposible que empezase a existir alguna cosa, y, en con-
proveniente de otro ser viviente de la misma especie.
secuencia, ahora no existiría nada, cosa evidentemente falsa.
Pero ¿cuál es el origen del primer ser viviente de cada especie ? Remon-
Por consiguiente, no todos los seres son meramente posibles o contin-
taos todo lo que queráis de generación en generación: siempre habrá que
gentes, sino que forzosamente ha de haber entre los seres alguno que sea
llegar a un primer creador, que es Dios, causa primera de todas las cosas.
necesario. Pero una de dos: este ser necesario o tiene la razón de su necesidad
Es el viejo argumento del huevo y la gallina; mas no por ser viejo deja de ser
en sí mismo o no la tiene. Si su necesidad depende de otro, como no es po-
molesto para los ateos» 4 .
sible admitir una serie indefinida de cosas necesarias cuya necesidad depen-
E s t e argumento del origen de la vida es u n simple caso particu- da de otras—según hemos visto al ti atar de las causas eficientes—, es forzoso
llegar a un Ser que exista necesariamente por si mismo, o sea, que no tenga
lar del argumento general de la necesidad de u n a Primera Causa fuera de sí la causa de su existencia necesaria, sino que sea causa de la nece-
eficiente y puede aplicarse, p o r lo m i s m o , a todos los demás seres sidad de los demás. Y a este Ser absolutamente necesario le llamamos Dios».
existentes en el universo. C a d a u n o de los seres, vivientes o n o ,
q u e p u e b l a n la inmensidad del universo, constituye u n a p r u e b a Se trata, como se ve, de u n razonamiento a b s o l u t a m e n t e d e m o s -
concluyente de la existencia de Dios; p o r q u e todos esos seres son trativo en t o d o el rigor científico de la palabra. L a existencia de
necesariamente el efecto de una causa que los ha producido, la o b r a d e Dios aparece a través de él con t a n t a fuerza como la q u e lleva con-
u n Dios creador. sigo la demostración de u n t e o r e m a de geometría. N o es posible
V a m o s a ver esto m i s m o desde otro p u n t o de vista distinto. substraerse a su evidencia ni hay peligro alguno d e q u e el progreso
de las ciencias e n c u e n t r e algún día la m a n e r a de desvirtuarla, p o r -
T e r c e r a vía: la c o n t i n g e n c i a d e los s e r e s que estos principios metafísicos trascienden la experiencia de les
16. E l argumento fundamental d e la tercera vía p a r a d e m o s - .sentidos y están p o r encima y más allá de los progresos de la ciencia.
trar la existencia de Dios p u e d e formularse sintéticamente del m o d o Escuchemos a Balmes exponiendo con t o d a claridad y nitidez
siguiente: este m i s m o a r g u m e n t o 2 :

L a contingencia de las cosas del m u n d o nos lleva con toda certeza «Existe algo: cuando menos nosotros. Aunque el mundo corpóreo fuera
al conocimiento de la existencia de u n Ser Necesario que existe p o r sí una ilusión, nuestra propia existencia sería una realidad. Si existe algo, es
m i s m o , al que llamamos Dios. preciso que algo haya existido siempre; porque, si fingimos que no haya
nada absolutamente, no podrá haber nunca nada; pues lo que comenzase
A n t e todo precisemos los conceptos de ser contingente y n e - a ser no podría salir de sí mismo ni de otro, por suponerse que no hay nada;
cesario. y de la pura nada, nada puede salir. Luego hay algún ser que ha existido
siempre. Este ser no tiene en otro la razón de su existencia; es absolutamente
a) S E R CONTINGENTE es aquel q u e existe, p e r o podría n o exis- necesario, porque, si no lo fuese, sería contingente, esto es, podría haber
tir. O t a m b i é n , aquel q u e comenzó a existir y dejará de existir al- existido o no existido; así, pues, no habría más razón para su existencia
g ú n día. Tales son todos los seres corruptibles del u n i v e r s o . que para su no existencia. Esta existencia no ha podido menos de haberla,
luego la no existencia es imposible. Luego hay un ser cuya no existencia
h) SER NECESARIO es aquel q u e existe y n o p u e d e dejar d e exis- implica contradicción, y que, por consiguiente, tiene en su esencia la razón
tir; o t a m b i é n , aquel q u e , t e n i e n d o la existencia de sí. y p o r sí m i s - de su existencia. Este ser necesario no somos nosotros, pues sabemos por
mo, ha existido s i e m p r e y no dejará j a m á s de existir. experiencia que hace poco no existíamos: nuestra memoria no se extiende
E s c u c h e m o s ahora el r a z o n a m i e n t o de Santo T o m á s i; más allá de unos cortos años. No son nuestros semejantes, por la misma ra-
zón. No es tampoco el mundo corpóreo, en el cual no hallamos ningún
«La tercera vía considera el ser posible o contingente y el necesario, carácter de necesidad, antes, por el contrario, le vemos sujeto de continuo a
y puede formularse así: Hallamos en la naturaleza cosas que pueden existir mudanzas de todas clases. Luego hay un ser necesario que no es ni nosotros
o no existir, pues vemos seres que se engendran o producen y seres que ni el mundo corpóreo; y como éstos, por lo mismo que son contingentes,
4
C o m o es sabido, el famoso argumento de! huevo y ia gallina es el siguiente: ¿ Q u é
han de tener en otro la razón de su existencia, y esta razón no puede hallarse
es lo p r i m e r o que h u b o en el m u n d o , u n huevo o una gallina? Si fue el huevo, ¿quién lo en otro ser contingente, puesto que él, a su vez, la tiene en otro, resulta que
puso? Y si fue la gallina, ¿de dónde salió? N o hay más remedio q u e admitir la existencia así el mundo corpóreo como el alma humana tienen la razón de su existencia
de alguien q u e fue capaz d e crear el huevo o la gallina. (Nota del autor.)
i Cf. I 2,3-
2 Cf. BALMES, Obras completas ed. BAC, t.3 Filosofía elemental (Madrid 1947) p.381-382.
18 P.I. DIOS UNO
S.l C.3. DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS 19
en un ser necesario distinto de ellos. U n ser necesario, causa del mundo, es
Dios; luego Dios existe». vista metafísico; pero, p o r eso m i s m o , es la m á s difícil d e captar
por los n o iniciados e n las altas especulaciones filosóficas. Vamos
Q u e el ser necesario se identifica con Dios es cosa clara y evi- a exponerla b r e v e m e n t e l.
dente, teniendo e n cuenta algunas d e las características q u e la sim- E n p r i m e r lugar, escuchemos el razonamiento del D o c t o r A n -
ple razón natural p u e d e descubrir con toda certeza e n él. H e aquí gélico 2 :
las principales 3 :
«La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres.
1. a E L SER NECESARIO ES INFINITAMENTE PERFECTO. Consta por el Vemos en los seres que unos son más o menos buenos, verdaderos y nobles
mero hecho de existir en virtud de su propia esencia o naturaleza, lo cual que otros, y lo mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el más y el
supone el conjunto de todas las perfecciones posibles y en grado supremo. menos se atribuye a las cosas según su diversa proximidad a lo máximo,
Porque posee la plenitud del ser y el ser comprende todas las perfecciones: y por esto se dice que una cosa está tanto más caliente cuanto más se aproxi-
es, pues, infinitamente perfecto. ma al máximo calor. Por tanto, ha de existir algo que sea verdSderísimo,
nobilísimo y óptimo, y, por ello, ente o ser supremo; pues, como dice el
2. a N o HAY MÁS QUE UN SER NECESARIO. El Ser necesario es infinito; l''ilósofo, lo que es verdad máxima es máxima entidad. Ahora bien: ló máximo
y dos infinitos no pueden existir al mismo tiempo. Si son distintos, no son <-n cualquier género es causa de todo lo que en aquel género existe, y así el
ni infinitos ni perfectos, porque ninguno de los dos posee lo que pertenece luego, que tiene el máximo calor 3 , es causa del calor de todo lo caliente.
al otro. Si no son distintos, no forman más que un solo ser. Kxiste, por consiguiente, algo que es para todas las cosas existentes causa de
3. a E L SER NECESARIO ES ETERNO. Si no hubiera existido siempre, mi ser, de su bondad y de todas sus demás perfecciones. Y a ese Ser perfec-
o si tuviera que dejar de existir, evidentemente no existiría en virtud de su I (simo, causa de todas las perfecciones, le llamamos Dios».
propia naturaleza. Puesto que existe por sí mismo, no puede tener ni princi-
pio, ni fin, ni sucesión. C o m o se ve, la estructura argumentativa d e esta cuarta vía es
a
enteramente similar a las anteriores. Partiendo d e u n hecho expe-
4. E L SER NECESARIO ES ABSOLUTAMENTE INMUTABLE. Mudarse es rimental c o m p l e t a m e n t e cierto y evidente—la existencia d e diver-
adquirir o perder algo. Pero el Ser necesario no puede adquirir nada, porque
posee todas las perfecciones; y no puede perder nada, porque la simple sos grados d e perfección en los seres—, la razón natural se r e m o n t a
posibilidad de perder algo es incompatible con su suprema perfección. a la necesidad d e u n ser perfectísimo q u e tenga la perfección en
Luego es inmutable. Krado máximo, o sea q u e la tenga por su propia esencia y natura-
leza, sin haberla recibido de nadie, y q u e sea, p o r lo m i s m o , la causa
5. a E L SER NECESARIO ES ABSOLUTAMENTE INDEPENDIENTE. Porque
o manantial d e todas las perfecciones q u e encontramos e n grados
no necesita de nadie, se basta perfectamente a sí mismo, ya que es el Ser
que existe por sí mismo, infinito, eterno, perfectísimo. muy diversos e n todos los d e m á s seres. A h o r a bien: ese ser perfec-
tísimo, origen y fuente d e t o d a perfección, es precisamente el q u e
6. a E L SER NECESARIO ES UN ESPÍRITU. U n espíritu es un ser inteli- llamamos Dios.
gente, capaz de pensar, de entender y de querer; un ser que no puede ser
visto ni tocado con los sentidos corporales. A diferencia de la materia, que Q u i n t a v í a : la finalidad y o r d e n d e l u n i v e r s o
tiene las características opuestas.
El Ser necesario tiene que ser forzosamente espíritu, no cuerpo o ma- 18. C o m o d e costumbre, vamos a recoger e n p r i m e r lugar la
teria. Porque, si fuera corporal, sería limitado en su ser, como todos los breve exposición d e Santo T o m á s 1:
cuerpos. Si fuera material sería divisible y no sería infinito. Tampoco sería
infinitamente perfecto, porque la materia no puede ser e¡ principio de la «La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Vemos, en efecto, que
inteligencia y de la vida, que están mil veces por encima de ella. Luego el cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por
Ser necesario es un Ser espiritual, infinitamente perfecto y trascendente. un fin, lo que se comprueba observando que siempre, o la mayor parte de
las veces, obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene;
A h o r a bien; estos y otros caracteres q u e la simple razón n a t u r a l
de donde se deduce que no van a su fin por casualidad o al acaso, sino
descubre s i n esfuerzo y c o n toda certeza e n el ser necesario coin- obrando intencionadamente.
ciden e n absoluto con los atributos divinos. L u e g o el ser necesario Ahora bien: es evidente que lo que carece de conocimiento no tiende
es Dios. L u e g o la existencia d e Dios está fuera d e toda d u d a a la a un fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el
luz de la simple razón natural.
1
El lector que quiera una información más completa sobre esta cuarta vía puede consul-
C u a r t a v í a : los d i s t i n t o s g r a d o s d e p e r f e c c i ó n tiir, entre otras muchas, la obra del P. Garrigou Lagrange, O. P., Dios, su existencia y su
naturaleza, donde se expone ampliamente.
2
17. L a cuarta vía llega a la existencia d e Dios p o r la conside- Cf. I 2,3.
•' No importa que, de hecho, existan cosas mucho más calientes que el fuego ordinario.
ración d e los distintos grados d e perfección q u e se e n c u e n t r a n en No hay que atarse a la letra del ejemplo que pone Santo Tomás, ya que se limita a emplear
os seres creados. E s , quizá, la m á s profunda desde el p u n t o d e rl lenguaje corriente y ordinario con el que consideramos al fuego como la cosa más calien-
te que conocemos. Es un simple ejemplo, como hubiera podido poner otros mil. (Nota del
autor.)
' Gf. HlLLAIRE, O.C., p.I4-I5. 1
ta.3.
20 P.I. DIOS UNO S.l C.3. DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS 21

arquero dispara la flecha hacia el blanco. Luego existe un ser inteligente el orden sideral al concurso fortuito de los átomos, regidos por leyes ciegas
que dirige todas las cosas naturales a sufin,y a éste llamamos Dios». e inconscientes; al fin y al cabo a la casualidad. Pero veamos los absurdos
Esta p r u e b a d e la existencia d e Dios, además d e ser apodíctica que se siguen de tal teoría.
— e l m i s m o K a n t se inclinaba con respeto ante ella—, es la m á s a) E L TALENTO DE N E W T O N Y EL TALENTO DE LOS ÁTOMOS. A Newton
clara y comprensible d e todas. P o r eso h a sido desarrollada amplia- lo tenemos por sabio porque formuló la ley de la atracción mutua de los
m e n t e p o r escritores y oradores, q u e e n c u e n t r a n e n ella la m a n e r a •seres materiales. Sin embargo, él nada creó, nada construyó, nada tocó;
no hizo sino dar expresión matemática a lo que ya existía, a lo que otro
m á s fácil y sencilla d e hacer comprensible la existencia d e Dios, hizo millones de años antes que él.
a u n a los e n t e n d i m i e n t o s menos cultivados. T e n i e n d o e n cuenta Para llegar ahí se necesitó todo su talento y aplicación; tuvo que observar,
q u e nosotros dirigimos nuestra obra al gran público, q u e gusta ver discurrir, comparar, estudiar afanosamente, equivocarse mil veces, volver
las cosas c o n t o d a claridad y transparencia, vamos a ilustrar esta a empezar, corregir, aprovechar el trabajo y los resultados de otros investi-
q u i n t a vía c o n n u m e r o s o s ejemplos, t o m a d o s del m u n d o q u e n o s gadores. Y estableció su ley como otros establecerían las leyes de la corriente
rodea 2 . eléctrica, de la navegación aérea, del teléfono automático, de la televisión...
Pero, según las teorías materialistas, los átomos y las fuerzas naturales,
i. E l orden sideral con sus acciones y reacciones ciegas e inconscientes, desde el principio,
19. 1. H e c h o s d e experiencia. Fijémonos en algunos datos natu- sin cálculo ni estudio alguno, sin pretenderlo, porque carecen de entendi-
rales indiscutibles. miento, encerraron a todo el cosmos en una ley, es decir, en una manera
i.° Existen en el firmamento trillones de astros, más que granos de constante y armónica de obrar que hasta Newton nadie logró formular...
arena en todas las playas del mundo. Eso es reconocer más talento a los átomos que a Newton. El que niegue
2. 0 Todos estos astros son de una magnitud enorme. la existencia de un Ser de entendimiento y poder infinitos, tiene que aceptar
3. 0 Todos se mueven a rapidísimas velocidades. esta conclusión.
4. 0 Pero todos están sujetos por las leyes de la materia, que con sus b) L A CINTA AZUL. La cinta azul del Atlántico se concedía al vapor
complejas acciones y reacciones mutuas crean un campo de fuerzas inrrin- que atravesara en menos tiempo el océano. Pero nunca se estableció una
cadísimo. distinción para el que llegara siempre con puntualidad al puerto; porque
5. 0 Sin embargo, conservan un orden tan perfecto que el astrónomo eso no era posible.
puede señalar en cualquier tiempo la trayectoria futura de cualquier astro. En cambio, los astros, con venir de tan lejos, ya que algunos tardan siglos
En mecánica, uno de los problemas más difíciles de resolver es el llamado en llegar a la esfera de visibilidad de la tierra, están sujetos a una crono-
de los tres cuerpos, es decir, determinar la posición de tres masas que se metría tan exacta que el astrónomo puede señalar cuando quiera el horario
influyen mutuamente según las leyes gravitatorias. En este problema se han puntual de su paso por el meridiano.
empleado los más potentes genios matemáticos, para decirnos, alfin,que la La puntualidad, que el hombre en la tierra y con su entendimiento no
solución definitiva no se conoce. puede conseguir, ¿la van a alcanzar en esos enormes espacios siderales las
Si en vez de tres son cuatro los cuerpos, el problema se complica de un fuerzas ciegas de la materia con el concurso fortuito de los átomos?
modo tan aterrador que no cabe en entendimiento humano.
En el universo no son cuatro cuerpos, sino trillones. c) U N RELOJ SINGULAR. ¿Qué diríamos de un reloj que marcara horas,
minutos, segundos, días, meses, años, estaciones del año..., y todo eso sin
2. Solución del p r o b l e m a d e los trillones d e cuerpos. Según esto, retrasarse nunca y sin necesidad de darle cuerda? La historia entera se
decimos: pasmaría ante el genio de su constructor.
i.° Tiene que haber un entendimiento que conozca y resuelva el Pero ese reloj es el cielo con sus estrellas; es el reloj en el cual los hombres
problema de las masas siderales. lodos se fijan desde el principio del mundo para poner en hora todos los
2. 0 Que sepa en cada instante la posición exacta de cada una de ellas. demás relojes.
3. 0 Y por eso prevea y evite todas las infinitas contingencias posibles El constructor de este singular reloj, ¿será la materia con sus fuerzas
de desequilibrio en tan enmarañado y extenso campo de fuerzas. 1 iegas e inconscientes? El efecto superaría la causa.
4. 0 Entendimiento que tenga a su servicio un poder tal, que consiga
ese complejo ordenado y dinámico de astros que se deslizan sin ruido y sin d) Los GRANOS DE ARENA Y LOS ASTROS. Que haya más astros en el
la menor vacilación a través del espacio desde hace miles de millones de firmamento que granos de arena en todas las playas del mundo es afirmación
años. de Sir James Jeans, el eminente físico de Cambridge ] .
5.0 Este entendimiento no es el del hombre. No se crea exagerada la frase. El cálculo da unos cien mil millones de
6.° Luego es el de un ser superior al hombre que llamamos Dios. galaxias o nebulosas estelares. Y si éstas se alejan tan aprisa como parece,
Luego existe Dios. es decir, a setenta mil kilómetros por segundo, el número total de astros
en el espacio es del orden de io 2 2 , o sea que todo el universo ha de ser
3. Absurdos materialistas. Los que niegan la existencia de Dios iros millones de veces más grande que el fragmento que podemos alcanzar
tienen que admitir la eternidad de la materia y su evolución, y atribuir eon nuestros telescopios.
2
T o m a m o s estos ejemplos d e la hermosa obra del P . RICARDO V I E J O - F E L Í U , S. I-, El Pero todavía se cree que las nebulosas hoy se alejan a menor velocidad que
Creador y su creación (Ponce, Puerto Rico 1952) P.15SS. Puede consultarse también, con gran .mtes; por tanto, la total cantidad de materia en el espacio, probablemente,
utilidad y placer, la interesantísima obra del P . JESÚS SIMÓN, S. L , A Dios por la ciencia (Edi*
1
Jx>rial L u m e n , Barcelona). JAMES JEANS, LOS misterios 4el universo. Edición en inglés (1948) e l p . i .
22 P.I. DIOS UNO S.l C.3, DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS 23
es aún mayor, y, por lo mismo, la anchura del universo. Es la opinión llega el calor que la tierra recibió del sol y emite después por irradiación,
de Mr. Jeans 2 . osas moléculas de agua, allá arriba, se enfrían, se condensan o pasan al estado
Debemos hacer notar de una vez para siempre que al hablar de billones líquido y forman las aglomeraciones opacas que llamamos nubes y que,
y trillones usamos el sistema decimal largo y no el corto, que es el corriente por su resistencia al viento, son arrastradas por éste hacia el interior de la
en América del Norte 3 . 1 ierra.
Con los famosos telescopios Big Schmidt, que explora, y Hale, que Cuando estas masas llegan a las regiones montañosas, se ven obligadas
sutilmente analiza, piensan los sabios estudiar, desde Monte Palomar, en a ascender y dilatarse más; así se siguen enfriando; con eso aumenta progre-
California, unos diez millones de galaxias y ampliar las fronteras del universo sivamente la condensación del vapor de agua que siempre existe en la
más allá de los mil millones de años de luz. Es decir, que las radiaciones atmósfera, crecen de tamaño las gotas y caen formando la lluvia.
luminosas que esta noche llegan al Big Eye, de doscientas pulgadas de Ya tenemos allí el agua gratis para el servicio de la planta. Esta agua,
abertura, en Monte Palomar, salieron de la estrella hace mil millones de al correr por la tierra, disuelve los compuestos del suelo y es absorbida por
años, en el período precámbrico, cuando aún no había, probablemente, las raíces e incorporada a la economía vegetal.
vida sobre la tierra.
Un año de luz tiene nueve billones y medio de kilómetros. El sol está 2. Teleología de este proceso. N o se puede negar que en todo este
a sólo ocho minutos de luz. La estrella Alfa del Centauro, que hasta hace proceso que se acaba de describir hay orden y un fin.
poco seguía al sol en su distancia a la tierra, dista cuatro años y medio de i.° Se intenta algo.
luz; tal fosa hay entre nuestro sistema planetario y el astro más próximo. 2.° Se conocen y movilizan los medios más eficaces.
Y esa estrella rojiza, Arturo, de la constelación del Boyero, visible en cual- 3. 0 Las propiedades e influencias de estos medios se adaptan maravi-
quier tiempo del año, y que corre por el espacio a cuatrocientos setenta y llosamente al fin buscado.
seis kilómetros por segundo, está de nosotros a cuarenta años de luz. Si Pero intentar un fin y disponer los medios para conseguirlo supone un
Dios aniquilara ahora a la estrella Arturo, seguiríamos viéndola durante • atendimiento que, en nuestro caso, no puede ser el del hombre, sino el de
cuarenta años sin caer en la cuenta de que Dios la había aniquilado. un Ser superior al hombre que llamamos Dios. Luego existe Dios.
e) BUSCAR UN DIAMANTE EN EUROPA. Simón D . Poisson, matemático
francés, introductor de la ley de los grandes números, dedujo por el cálculo b) L A CONSTANCIA DE LA MEZCLA ATMOSFÉRICA
que la probabilidad de que las veinticinco letras del alfabeto, tiradas al azar,
salieran en orden, desde la A hasta la Z, sería la misma que la de encontrar, Otro caso maravilloso de teleología, de orden físico-químico, nos lo
de una sola azadonada, un diamante enterrado en una franja de arena de • 1 frece la proporción constante, tan adecuada a los pulmones y tráqueas de
un metro de espesor y que cubriera casi toda Europa. I IIS animales y a la fisiología vegetal, que en el aire guardan siempre sus
No se trata de que salgan en orden veinticinco elementos, sino la espan- II imponentes; a pesar de que no sólo el oxígeno, por la respiración, fermen-
tosa cantidad de 2.1 o 79 , que es, según Jeans 4 , el orden que indica el número uciones, etc., sino también el nitrógeno, fijado por las bacterias del suelo
de protones y electrones del universo. ¿Qué probabilidad van a tener tantos labrantío y sustraído por las descargas eléctricas... está en continuo proceso
elementos para producir, por casualidad, este orden que vemos por todas • volutivo.
partes? Y el que no admita la existencia de Dios, necesariamente tiene que Con todo, la composición del aire siempre es la misma y la única apta
echar mano de esta casualidad para explicarlo todo. para que respiren los seres vivos.

2. La finalidad de las fuerzas físico-químicas 3. La finalidad en la vida vegetal y animal


20. H e aquí unos cuantos ejemplos impresionantes de la finalidad y or- a) L A FOTOSÍNTESIS VEGETAL
den admirable con que proceden las fuerzas físico-químicas que carecen
en absoluto de conocimiento no sólo intelectual, como el del hombre, sino ai. 1. Hechos de experiencia. El mundo está poblado de seres
incluso meramente sensitivo, como el de los animales. vivos; se conocen casi tres millones de especies vegetales y animales; y como
cada especie tiene, en general, millones de individuos, el número de seres
a) L A LLUVIA QJJE FECUNDIZA LAS PLANTAS vivos en el mundo es de muchos billones.
I. Hechos de experiencia. En la cima del monte brota una planta;
sin agua se muere. Pero el agua está muy lejos; sería antieconómico ir a a) PURIFICACIÓN DE LA ATMÓSFERA. Todos los seres vivos respiran,
buscarla a donde abunda: a los ríos o al mar; aparte de que el agua del mar I s decir, toman del aire el oxígeno y devuelven al aire bióxido de carbono.
no sirve para el caso, porque cargada, como está, de sales, es incapaz de Naturalmente que, si el aire quedara así, a los pocos días se haría irrespirable,
atravesar, por osmosis, la membrana semipermeable de las células vegetales. II >mo el aire de un salón cerrado con muchas personas dentro, y todos los
Pero los rayos del sol que inciden sobre el mar tienen la facultad de eres vivos morirían por asfixia.
romper la cohesión de las moléculas de la superficie; crece entonces la ¿Cómo renovar este aire? El de un salón se renueva abriendo las ven-
velocidad de éstas, que, desprendiéndose de las sales, huyen de la capa lanas. Pero nuestra atmósfera es un sistema cerrado sin intercambio gaseoso
i un el exterior; imposible renovarla; hay que proceder más bien a purificarla.
superficial; la fuerza ascensional del aire las eleva en forma de vapor; y
¿Y es posible estar purificando todos los días masas considerables de aire?
como a las capas superiores de la atmósfera, que es diatermana, apenas
En efecto, esos seres que nos parecen tan triviales y de los que nadie se
2
JAMES JEANS, El curso de las estrellas. Edición en inglés (1932) C.8 p.I37- • uiila, ni poco ni mucho, las hojas y, en general, las partes verdes de las
3
Por tanto, para nosotros un billón es io< 2 , y un trillón es i o l a . plantas, toman por su cuenta esta función de tanto interés para el presente
4
JAMES JEANS, Nueva vida de la ciencia, y el futuro de la vida en nuestro planeta.
24 P.I. DIOS UNO S.l C.3. DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS 25
Las hojas, de estructura tan complicada que ningún biólogo es capaz . 11 sol... No digo al germen de la planta porque nuestro planeta fue, un tiem-
de fabricarlas en su laboratorio, ni siquiera de entenderlas, absorben por po, astro incandescente incapaz de albergar cualquier germen vital. De
los estomas del envés el aire cargado de bióxido de carbono; y, bajo el influjo modo que éstos, si no fueron creados, proceden, en definitiva, del suelo.
de la luz solar, que es absolutamente necesaria, por un proceso misterioso Y, como decíamos antes, se sigue entonces, con férrea consecuencia,
que la ciencia todavía no ha podido averiguar y que quizá nunca averigüe, que un terrón de tierra tiene, desde el principio del mundo, más talento y
lo descomponen; se quedan con el carbono para fabricar sus compuestos espíritu de observación que Linneo, porque produce protoplasmas vivos,
ternarios, indispensables para la vida vegetal, y devuelven el oxígeno a la cuya constitución, que nadie entiende, el sabio sueco se limitó a descubrir.
atmósfera, que así queda purificada.
b) MISTERIOS EN EL SILENCIO Y SOLEDAD DE LOS CAMPOS. Notemos b) E N EL REINO SENSITIVO
que, siendo el bióxido de carbono, lo mismo que el agua absorbida por la 22. 1. Hechos de experiencia. El mundo sensitivo es pródigo en
raíz y que se encuentra con aquél en el espesor de la hoja, de gran equilibrio ejemplos de orden y teleología. Mejor dicho, todo el reino animal es la más
estático: alta representación del orden y teleología del universo. Escojamos algunos
i.° No se ha podido descomponer en los laboratorios sino después casos de los muchos que espontáneamente se ofrecen.
de muchos siglos de progreso.
2.° Con aparatos apropiados. a) L A RADIOEMISIÓN DE LOS CRUSTÁCEOS. Existen unos crustáceos
3. 0 Y mediante un gran consumo de energía, equivalente a la que des- que, puestos a distancias inmensas, se encuentran infaliblemente; alejados
arrollaron al formarse. más aún, se vuelven a encontrar.
Con todo esto, la hoja De modo que, cuando el hombre vivía en las cavernas sin otros medios
l.° Sin otras máquinas ni instalaciones que sus parénquimas y sus de comunicarse con sus semejantes que los gritos, estos crustáceos con sus
diminutos cloroplastos. antenas, y a través de mares inmensos, emitían y recibían ondas con que se
2. 0 Sin más energía que la luz solar. ulacionaban a distancia, como hacemos nosotros por medio de nuestros
3. 0 A la temperatura y presión ordinarias. aparatos emisores y receptores.
4. 0 En medio de ese silencio y soledad impresionantes de los campos.
b) LAS MATEMÁTICAS DE LAS ABEJAS. La abeja resuelve el problema
S.° Y desde que hay hojas en el mundo, se encarga de esta operación,
1 le construir una celdilla tal, que con la menor cantidad de cera admita la
tan trascendental que de ella depende el aliento vital de todos los seres
mayor cantidad de miel. Reaumur lo descubrió hace dos siglos, aplicando
vegetales y animales.
algoritmos del cálculo infinitesimal, descubierto por Leibnitz.
• Ni sólo esto, sino que con el carbono sobrante y el hidrógeno del agua
que sube por las raíces, los granos de clorofila fabrican las sustancias orgá- Mas lo curioso fue que los sabios, al hacer por primera vez el cálculo,
nicas que, conducidas por la savia a las células, son transformadas en los ••>• equivocaron; y la abeja, sin cálculo, sin estudio, no se equivocaba. ¡Y era
elementos constitutivos de la planta, suben al piso orgánico y adquieren así allá por los años en que aún no habían nacido Reaumur, Leibnitz ni Pi-
esa intrincadísima y armónica complicación que sólo los sabios, a fuerza la goras!
de estudio y técnica, y en los últimos siglos, han podido, a medias, descubrir Tan curioso fue este descubrimiento que no nos resistimos a contarlo.
y aún no han llegado a entender. Reaumur, el famoso físico introductor de la escala termométrica que
Tal es la actividad de los cloroplastos, que, en una hora de trabajo y lleva su nombre, sospechando lo que en efecto sucedía, propuso a sus com-
por el influjo de la luz solar, fabrican sustancia orgánica para treinta horas pañeros el siguiente problema: ¿Qué ángulos hay que dar a los rombos de
de consumo. 1.1 base de una celdilla, de sección hexagonal, para que, siendo la superficie
mínima, la capacidad sea máxima?
Y así resulta que esos minúsculos granos de clorofila no sólo suministran
respiración a todos los seres vivos, sino también alimento. Kónig aplicó la teoría de máximos y mínimos del cálculo infinitesimal
Por eso, ni el mundo vegetal ni el animal podrían subsistir si se decla- halló, para el ángulo agudo de rombo, una amplitud de 70 o 34'; natural-
raran en huelga, por sólo unos días, esas incontables fábricas de fotosíntesis, "•nte el ángulo obtuso tenía que ser complementario de aquél.
como son las hojas que forman los bosques, los valles, las praderas, las Medido el rombo de las celdillas de las abejas, encontraron constantes
huertas y las avenidas y jardines de pueblos y ciudades. 'is ángulos, y el agudo era de 70 o 32'.
I El animalito se equivocaba en la insignificante cifra de dos minutos
2. El autor de los granos de clorofila. Sobre este hecho podemos, •!'• grado!
como antes, argüir, con este orden admirable y dinámico: Pero al poco tiempo naufraga un barco en el litoral francés; el accidente
i.° Algo se busca: aquí resplandece un plan, una tendencia teleológica. '•'• debió a un error en la apreciación de la longitud. Piden responsabilidades
2.0 Que coordina y pone en juego muchos elementos, lo mismo la partícula al capitán, que tranquilamente presenta sus cálculos, bien hechos. Des-
de aire que el rayo de luz, como medios para asegurar la respiración y nutri- 1
a icntación. La causa había que buscarla en otra parte.
ción de los seres vivos. En una palabra, repasadas y estudiadas las operaciones, encontraron una
Pero intentar un fin y disponer los medios para conseguirlo supone un • 11 ata en la tabla de logaritmos, que marcó su impronta en el cálculo de la
entendimiento, y en nuestro caso no es el del hombre, que comenzó a existir laigitud.
mucho después que los granos de clorofila. Luego ese entendimiento es Corregido dicho error, Kónig volvió sobre el problema propuesto por
el de Dios. Es decir, que existe Dios. 'V.iumur, que dio para el ángulo agudo del rombo de la base 70 o 32'.
3. Absurdos materialistas. Si no existiera un entendimiento y po" Se equivocaron los sabios matemáticos, pero la abeja no se equivocaba
der superior, la hoja debería su estructura y mecanismo a la tierra, al agua 1 (instruye una celdilla tal, que con el menor gasto de cera admite la ma-
•"i' cantidad de miel.
26 P.I. DIOS UNO
S.l C.3. DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS 2?
c) CORDONES LUMINOSOS Y GIROSCOPIOS. Un pez es más complicado,
más ágil y más seguro que un submarino; como una mosca más que un La gallina, aun sobre roca viva, escarba como si fuera a encontrar algo a'lí.
avión. De un submarino o de un avión conoce el técnico todas las piezas, El turón corta las alas al pájaro para que no se le escape; pero si el
una por una; de un pez o de una mosca lo ignoramos todo. pájaro está muerto, se las corta también.
¿Quién comprende, por ejemplo, la estructura y mecanismo de esos El castor, en cautividad, aunque tenga un lecho bien mullido, recoge
cordones luminosos que, con admirable finalidad, poseen algunas especies pajas y astillas para hacerlo como cuando vivía libre en las riberas del río.
de fisóstomos que viven a tres mil metros bajo la superficie del agua? El oso, cuando tiene hambre, saquea las colmenas silvestres y rompe
¿Y esos giroscopios, con centenares de vueltas por segundo que posee los panales para saborear con fruición la miel. Le importa un ardite el en-
una mosca bajo sus alas y que le permiten aterrizar, en posición inversa, jambre que se le posa en el lomo, pues su fuerte piel lo defiende del agui-
sobre la punta de un alfiler? jón. Pero a veces, alguna abeja entra en su oído y allí le pica. El oso enlo-
quece de dolor y corre desesperado dando gruñidos, sin que se le ocurra
d) E L RADAR DE LOS QUIRÓPTEROS. Hay quirópteros que, sin vista jamás la solución fácil de taparse con tierra o con hojas las orejas.
por haber sido privados de los ojos, y entre una malla bien compacta de Y en las mismas condiciones así se comportan todos los individuos de
alambres, vuelan sin tropezar en ninguno. la especie. No se gobiernan por su inteligencia, que no la tienen, sino por
Es decir, que mucho antes de que el hombre inventara el radar, estos su instinto, que, a pesar de ser misterioso y admirable y de estar muy por
animalitos ya sabían manejar perfectamente el radar, porque cada uno es encima de las fuerzas puramente materiales, produce los efectos tan dispa-
un radar viviente. ratados que acabamos de describir cuando se le desvía de su ciego meca-
e) E L LABORATORIO DE LAS AVES. La clara y yema de gallina apenas nismo normal.
se distingue de la clara y yema de pato. Perfectamente encerradas en un ¡En qué hubiera parado el mundo regido por fuerzas ciegas e incons-
cascarón de carbonato de calcio, no hay más que someterlas, durante unas • icntes!
semanas, al calor.
4. Si lo normal fuera el desorden. Si en vez del orden que con-
Y dos sustancias aparentemente iguales dan dos animalitos tan distin-
i'inplamos viéramos todo lo contrario: el desorden y lo inopinado. Si al ti-
tos como un pollo y un pato.
1 .ir piedras unas cayeran y otras no.
Y aquella clara y aquella yema se convierten en carne, hueso, sangre...
en epidermis que defiende, en ojos que ven, en corazón que palpita, en Si el mar entrara y saliera por la costa y subiera y bajara por las mon-
sistema nervioso que siente... uñas, al azar.
La industria humana, no a ciegas, sino valiéndose del entendimiento y Si las estrellas aparecieran cada día por un sitio distinto y el sol saliera
de otras facultades, ideó máquinas, buscó materias primas, aplicó la técnica > nando menos se esperara, o no apareciera.
moderna y así llegó a producir clara y yema para hacer tortilla o crema; Si de los cocoteros brotaran unas veces cocos y otras toronjas o pinas.
pero de ningún modo para sacar pollos ni patos. Y los animales nacieran lo mismo con una que con dos cabezas o con
Así podríamos seguir; pero los casos son incontables. ninguna...
En una palabra, si los efectos fueran siempre anárquicos, casuales, como
3. L o que no hacen las fuerzas inconscientes. Si todos estos seres '••; la carta que un jugador saca a ciegas en una baraja o el premio mayor
trabajan a ciegas, es decir, sin intervención de ningún entendimiento, como d<: la lotería, entonces aquellos efectos podríamos atribuirlos a fuerzas cie-
quieren los materialistas; si la única causa de estos fenómenos tan sorpren- i;.is o inconscientes, al azar.
dentes son las fuerzas ciegas e inconscientes de la naturaleza, llámense crus- Pero vemos lo contrario: fenómenos ordenados que buscan un fin y
táceos, quirópteros, átomos o como se quiera; entonces hay que admitir que tienden a atajar en seguida cualquier desviación para restablecer el or-
que estos agentes irracionales, sin saber lo que hacen, por casualidad y des- • Irn y consolidar el fin; procesos constantes y previsibles que nos permiten,
de el principio del mundo se adelantan en ingenio, facilidad, exactitud y •il tenerlos en cuenta, disponer de antemano y prevenir nuestras ocupaciones.
éxito a la ciencia y a la industria humana del siglo xx. Vemos leyes fijas y maravillosas; y por doquiera y siempre el orden, el
ulmo, la armonía, la forma, la belleza, todo en sucesión, irrestañable y
3. L o que harían las fuerzas inconscientes. Pero veamos en qué 1
suspirando a un fin, que es el bien del universo...
paran esas fuerzas naturales cuando ocasionalmente funcionan al margen ¡Imposible que todo eso tenga por causa el azar!
de sus condiciones instintivas ordinarias.
Cultivadas las células epiteliales durante algún tiempo y separadas del 4- La finalidad e n la correlación de las funciones fisiológicas
animal a que pertenecen, se colocan en forma de mosaico, como para cu-
brir una superficie. Y, sin embargo, falta la superficie que hay que cubrir. 23- i. Hechos de experiencia. Función para nosotros ahora es lo
Los leucocitos, recluidos en los frascos de un laboratorio, devoran fu- mismo que actividad o dinamismo de los órganos y aparatos que constitu-
riosamente microbios y glóbulos rojos, aunque entonces no haya organis- v i i el elemento somático de un ser vivo.
mo que defender contra los microbios. La función es elfindel órgano; el órgano es para la función, que no exis-
Aun los animales de instinto más asombroso ignoran por completo la '• sin el órgano; y la función a que el órgano está destinado da razón de su
correlación de los medios con el fin. Sí hacemos un agujero en el piso de ' I factura macroscópica y microscópica.
la celdilla de una abeja, el himenóptero, tan hábil para labores más difíciles, Correlación es la conspiración armónica de varios órganos y aparatos a
no se cuida de taparlo con cera; y por allí se le va toda la miel. ''' >'i actividad más compleja del ser vivo.
La araña, encerrada en una caja de vidrio, teje su red tan maravillosa Esta correlación funcional nos ofrece bellos ejemplos de la existencia
como inútilmente; porque en la caja no hay moscas que cazar con la red. -I- Dios.
Pongamos uno.
28 P.I. DIOS UNO s.l c.3. DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS 29

a) L A FUNCIÓN GLUCOGÉNICA. Tenemos en nuestro organismo una i.° Las células de la pierna y del pie necesitan combustible, es decir,
glándula, la mayor, llamada el hígado. Su complicación, como la de cual- < ucrgía potencial, que ellas, con su bioquimismo, movilizarán para conver-
quier otro órgano, trasciende la ciencia humana; y la variedad de sus fun- 11 ría en energía actual.
ciones indica su rica contribución a la economía orgánica. Una de ellas es 2.0 Por medio de los nervios de la pierna, que hacen el oficio de un
la función glucogénica. i' adido telefónico, las células piden glucosa al centro nervioso del bulbo,
Los alimentos hidrocarbonados se transforman, por la digestión, en glu- • ine cursa inmediatamente una orden al hígado para que envíe más.
cosa, que por la vena porta el hígado acapara. Esta glucosa es fácilmente 3. 0 El hígado responde exigiendo vehículo para transportarla, pues la
alterable; y como si el hígado lo supiera, la transforma en otra sustancia ingre no admite sino una cantidad fija por litro; y el único medio de man-
misteriosa que llamamos glucógeno. Y así la guarda hasta que llegue el mo- • l.ir más glucosa a un tejido es hacer pasar por allí más sangre en el mismo
mento de dársela a la sangre, convertida de nuevo en glucosa; pues la glu- 1 icmpo.
cosa se quema en los tejidos como principio energético de nuestras activi- 4. 0 Otra orden del bulbo al centro que rige todo el sistema circulatorio,
dades vitales. v que está también en la médula oblongada, para que dilate los vasos de la
Aclarémoslo con un ejemplo. Una tonelada de petróleo es capaz de pro- pierna y cierre los del aparato digestivo, por ejemplo, que entonces no ne-
ducir un trabajo, o sea, tiene energía potencial: la acumuló allí el sol, fuente . 1 sitan tanta irrigación sanguínea.
máxima de energía para toda la tierra, cuando se formaron, en los períodos 5.0 El centro circulatorio ejecuta la orden y van saliendo del hígado
geológicos, aquellos seres orgánicos que dieron origen al petróleo. iii'ís saquitos, glóbulos rojos, que se dirigen, repletos de glucosa, hacia las
Esa energía potencial del petróleo, movilizada por el motor de explo- numerosas poblaciones de células de la pierna y del pie.
sión de una máquina, se convierte en energía actual y la máquina trabaja. 6.° Pero el ejercicio muscular fuerte produce un aumento de sangre
Lo mismo pasa con nuestro organismo: la energía que el sol almacenó '•••liosa que va a parar al corazón. Los nervios de la aurícula derecha dan
en la glucosa cuando ésta se formó en las hojas de la planta, es movilizada l.i voz de alarma. Por eso el sistema nervioso central provoca en seguida la
por las células y convertida en energía actual, que utilizamos para mover- • it cleración de los latidos cardíacos, y así se elimina el exceso peligroso de
nos, para andar, para trabajar... •..mgre venosa.
b) E L PISO DEL CUARTO VENTRÍCULO. La sangre lleva constantemente
7.0 Nueva llamada de las células de la pierna; hay glucosa combustible
esta glucosa a nuestras células; pero la sangre no debe contener sino 1,25 1 11 abundancia; ahora hace falta comburente y a la vez refrigerante.
gramos de glucosa por litro, aproximadamente. Mientras más carbón se le echa a una máquina, más tiro de aire necesita
También lo sabe el hígado; y ésa es, ni más ni menos, la cantidad que v más refrigeración.
le va dando, como si la pesara en una balanza de precisión. Las células piden más oxígeno frío para quemar la glucosa y contener
l.i elevación de temperatura.
No hace sino obedecer órdenes que recibe de un centro nervioso situado
en el piso del cuarto ventrículo del bulbo raquídeo. 8.° El cuarto ventrículo recibe el aviso y a su vez transmite otro al
1 miro respiratorio, que se halla también en el bulbo.
A este centro, con el fin de que pueda regir el proceso glucogénico de
nuestro organismo, afluyen todas las impresiones oportunas de la periferia: 9.0 Este se comunica con otros centros auxiliares del eje gris de la mé-
y de él parten después todas las órdenes. Dispone, para ello, de otros cen- dula, en relación directa con los órganos de la respiración: envía oxígeno
tros asociados y de un gran número de vías nerviosas y motoras de distintas I las extremidades inferiores.
procedencias y de muy variadas funciones, y rige una porción de procesos 10, En efecto, los pulmones empiezan a dilatarse y contraerse con más
secretos y vasomotores. liecuencia y, a través del epitelio pavimentoso de sus lobulillos, pasa el
La función es muy complicada y oscura, pero maravillosa. II re a los glóbulos rojos de la sangre, que en menos de un segundo descargan
Si el fisiologísmo del hígado se altera, por una u otra causa, y hay exceso • I bióxido de carbono caliente que traen como residuo de la combustión
de glucosa en la sangre, el centro del bulbo avisa en seguida, por medio • ir la glucosa, cargan oxígeno frío y se van.
del gran simpático, al páncreas. Este, alarmado, segrega una hormona y la
envía, o a la sangre o al hígado (que no se sabe), para que, detenido el ex- 2. L a inteligencia q u e preside. Este es el sorprendente proceso
ceso, se restablezca la glucemia normal. i'lucogénico de nuestro organismo, descrito en términos vulgares y pres-
Si esto no basta, entonces el centro del cuarto ventrículo pone en juego < mdiendo de otros pormenores y funciones secundarias. Aquí vemos:
a otras glándulas de secreción interna, y al fin se comunica con los ríñones, i.° Un orden complejísimo y dinámico.
que, como un filtro, retienen y eliminan la parte nociva de ese hidrato de car- 2.a Con una finalidad objetiva innegable.
bono, tan peligroso entonces para nuestro organismo.
Algo se busca, y para conseguirlo se ponen en juego los sistemas y apa-
Si la glucemia fuera inferior a la normal, el cuarto ventrículo avisa a
i.ilos más distintos del organismo, con una habilidad, seguridad y rapidez
otro centro del sistema simpático; éste excita a las glándulas suprarrenales,
que vierten en la sangre un exceso de adrenalina, sustancia que fuerza al impresionantes. Cada órgano, cada centro, cada nervio y cada célula:
hígado a elevar la producción de glucosa. i.° Parecen conocer las necesidades presentes y futuras de todo el con-
guito.
c) ATENCIONES QUE EXIGE LA ACTIVIDAD MUSCULAR. Supongamos un 2.a Actuar de acuerdo con ellas.
trabajo muscular intenso: un hombre corre, por ejemplo. 3. 0 Y movilizar todas las piezas que se necesiten a fin de asegurar el
Mientras más veloz vaya un automóvil o mientras más active una má- . vito de la función.
quina su trabajo, más combustible necesita. Así nuestro organismo. Veamos Para que todas ellas actúen y se combinen tan maravillosa y oportuna-
el proceso: mente, es absolutamente necesario que sean presididas por una inteligencia;
30 P.I. DIOS UNO

que no es la del hombre, ya que éste ignoró durante mucho tiempo la exis- S.l C.3. DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS 31
tencia del hígado.
I'urque admitir sólo el choque ciego de fuerzas naturales es aceptar una
Luego es la de Dios. Es decir, que existe Dios. tiunli'li^encia más inteligente que la inteligencia misma.
I .¡1 incredulidad no consiste en no creer, sino en creer lo difícil antes
5. O t r o s casos de finalidad sapientísima t|i u- lo fácil 2.
24. 1. El ojo y la luz. Suele citarse, como maravilloso caso de co-
II. ARGUMENTOS COMPLEMENTARIOS
rrelación entre las causas para conseguir un fin, la armonía del ojo con la
luz, armonía que denota un designio, y, por tanto, un pensamiento. a6. A través de las famosas cinco vías q u e acabamos de e x p o -
El Dr. Barraquer, famoso oítalmólogo de Barcelona, halló la misma lon- liar en las páginas precedentes, la existencia de Dios aparece con
gitud para las estrías de los bastoncitos retiñíanos y para las ondas estacio- luda evidencia y claridad para t o d o espíritu sereno y reflexivo.
narias luminosas transmitidas al cerebro. A pesar de haber sido atacadas furiosamente p o r los racionalistas
Esta adaptación misteriosa entre el ojo y la luz indica que el ojo no ve Incrédulos, p e r m a n e c e n , y seguirán permaneciendo, en pie m i e n -
por una casualidad de las fuerzas ciegas, sino que está hecho para ver, y II'UH la razón h u m a n a no a b d i q u e de sus derechos imprescriptibles.
precisamente para ver con estas radiaciones luminosas y no con otras. (lomo dice m u y b i e n el P. Sertillanges en u n a s palabras q u e h e m o s
2. El Moisés de Miguel Ángel. Los amigos de Miguel Ángel, cé- ••lf.iK.lo más arriba (cf. n. 12), «si n a d a hay seguro, t a m p o c o Dios es
lebre escultor del Renacimiento, contemplaban asombrados el inmortal «eguro; si nuestro p e n s a m i e n t o es p u r o espejismo..., Dios p e r e -
Moisés que aquél acababa de esculpir. cerá en el universal naufragio de la conciencia y de la razón; p e r o
— ¿De dónde sacaste esta maravilla ? —le preguntaron. mt'UH consecuencias a b s u r d a s — q u e se derivan lógicamente de la
—l-'ui a Seravezza, me fijé en un bloque de mármol de aquellas cante- negación de la a p t i t u d de la razón h u m a n a p a r a conocer con t o d a
ras, lo traje a casa y resultó que dentro tenía al legislador de Israel. Rcuuridad y certeza—sólo p u e d e n satisfacer a u n p e q u e ñ o n ú m e r o
Se sonrieron los amigos, persuadidos de que, sin el genio y la inspira- llt; espíritus extravagantes o enfermizos».
ción de Miguel Ángel, aquel Moisés hubiera seguido hasta el fin del mundo
Además d e los argumentos q u e h e m o s expuesto en el proceso
sin salir de un tosco pedazo de piedra de las canteras de Seravezza. A nin-
guno se le ocurrió, ni por casualidad, que el concurso o, tal vez, la huida de las cinco vías, existen otros m u c h o s p a r a p r o b a r o confirmar la
fortuita de átomos estirara en el bloque aquella correlación de líneas que f ximencia de Dios. Recogemos a continuación, en brevísimas sínte-
ha hecho del Moisés de Miguel Ángel una de las obras maestras de la es- MIH, algunos de esos a r g u m e n t o s complementarios.
cultura universal.
Para tallar un Moisés frío y sin vida se necesitó ser un genio. .._ l.° El consentimiento universal del género humáho
Pero ningún genio es capaz de esculpir a un hombre de carne y hueso 27. E s c u c h e m o s a Hillaire exponiendo con claridad y senci-
con un mecanismo a propósito para respirar, ver y hablar; para pensar, y llez este a r g u m e n t o h
amar, y coordinar todos estos actos en la unidad de su conciencia; para com-
poner La divina comedia o pintar la capilla Sixtina; para transmitir sus ideas «Todos los pueblos, cultos o bárbaros, en todas las zonas y en todos
y sus imágenes por radio y televisión. |im tiempos, han admitido la existencia de un Ser supremo. Ahora bien,
Ningún genio es capaz de eso. Se necesita ser Dios. romo es imposible que todos se hayan equivocado acerca de una verdad tan
«Yo no sé cómo fuisteis formados en mi seno—decía a sus hijos la ma- Importante y tan contraria a las pasiones, debemos exclamar con la humani-
dre de los Macabeos—, porque ni yo os di el alma y la vida ni fui tampoco dad entera: ¡Creo en Dios!
la que coordiné vuestros miembros, sino el Creador del universo, que es Es indudable que los pueblos se han equivocado acerca de la naturaleza
el que formó al hombre en su origen y el que dio principio a todas las co- llt" Dios: unos han adorado a las piedras y a los animales, otros al sol. Muchos
sas» (2 Mac 7,22). han atribuido a sus ídolos sus propias cualidades, buenas o malas; pero
iodos han reconocido la existencia de una divinidad a la que han tributado
tilillo. Así lo demuestran los templos, los altares, los sacrificios, cuyos rastros
6. Conclusión He-encuentran por doquier, tanto entre los pueblos antiguos como entre los
25. Resumamos todo lo dicho. Si no existe un Creador infinitamente modernos.
sabio y poderoso, el orden dinámico que preside a todo el cosmos, desde las «lidiad una mirada sobre la superficie de la tierra—decía Plutarco,
galaxias hasta la correlación funcional, se debe atribuir al azar. No hay hintoriador de la antigüedad—y hallaréis ciudades sin murallas, sin letras,
solución intermedia. niü magistrados, pueblos sin casas, sin moneda; pero nadie ha visto jamás
Es así que el azar no explica de ningún modo este orden. lili pueblo sin Dios, sin sacerdotes, sin ritos, sin sacrificios...»
Luego existe aquel Creador de sabiduría y poder infinito. Un gran sabio moderno, Quatrefages, ha escrito: «Yo he buscado el
BMNITIO o la falta de creencia en Dios entre las razas humanas, desde las
El mundo, en una palabra, es el resultado de una comprensión infinita. Irvtln inferiores hasta las más elevadas. El ateísmo no existe en ninguna
Por eso, la creencia en Dios pertenece a las funciones normales de la inte- parte, y todos los pueblos de la tierra, los salvajes de América como los
ligencia humana. negros de África, creen en la existencia de Dios».
El ateo es un caso clínico, como el de uno que pierde la razón 1.
J Jos* MARIA PEMÁN, San Pedro (Cádiz 1933) p.zo,
1
TIHAMER TOTH, Creo en Dios (Madrid 1939) p.127. 1 Cf. IIII.LA.IRE, o.c, p.ií-13.
32 S.l C.3. DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS 33
r.i. DIOS UNO
a
Ahora bien, el consentimiento unánime de todos los hombres sobre 2. Consta t a m b i é n con toda certeza que u n deseo p r o p i a m e n t e
un punto tan importante es necesariamente la expresión de la verdad, natural e innato n o p u e d e ser vano, o sea, n o p u e d e recaer sobre u n
orque^ ¿cuál sería la causa de ese consentimiento? ¿Los sacerdotes? Al objetivo o finalidad inexistente o de imposible adquisición.
contrario, el origen del sacerdocio está en esa creencia de que existe un L a razón es p o r q u e la naturaleza n o hace n a d a en vano 2 , t o d o
Dios, pues si el género humano no hubiera estado convencido de esa verdad,
nadie habría soñado en consagrarse a su servicio, y los pueblos nunca hubie- tiene su finalidad y explicación. D e lo contrario, ese deseo natural
ran elegido hombres para el culto. e innato, q u e es u n a realidad en t o d o el género h u m a n o , no tendría
¿Podrían ser la causa de tal creencia las pasiones? Las pasiones tien- razón suficiente de ser, y es sabido q u e «nada existe ni p u e d e existir
den más bien a borrar la idea de Dios, que las contraría y condena. sin razón suficiente de su existencia».
¿Los prejuicios? Un prejuicio no se extiende a todos los tiempos,
3. a Consta, finalmente, que el corazón h u m a n o n o p u e d e encon-
a todos los pueblos, a todos los hombres; pronto o tarde lo disipan la ciencia
y el sentido común. trar su perfecta felicidad m á s que en la posesión de u n Bien Infinito.
Luego existe el Bien Infinito al q u e llamamos Dios.
¿La ignorancia? Los más grandes sabios han sido siempre los más
fervorosos creyentes en Dios. E n otro lugar 3 h e m o s d e m o s t r a d o q u e el h o m b r e n o p u e d e en-
. ¿El temor? No se teme lo que no existe: el temor de Dios prueba su contrar su plena felicidad en n i n g u n o de los bienes creados en
existencia. particular ni en la posesión conjunta y simultánea de todos ellos.
. ¿La política de los gobernantes? Ningún príncipe ha decretado la Porque:
existencia de Dios, antes al contrarío, todos han querido confirmar sus leyes
con la autoridad divina; esto es una prueba de que dicha autoridad era admi- a) No es posible poseerlos todos, como es obvio y enseña clara-
tida por sus subditos. m e n t e la experiencia universal. N a d i e posee ni h a poseído j a m á s a
La creencia de todos los pueblos no puede tener su origen más que en la vez todos los bienes externos (riquezas, honores, fama, gloria,
ÍJios mismo, que se ha dado a conocer, desde el principio del mundo, a nues- poder), y todos los del cuerpo (salud, placeres), y todos los del
tros primeros padres, o en el espectáculo del universo, que demuestra la alma (ciencia, v i r t u d ) . M u c h o s de ellos son incompatibles e n t r e sí
existencia de Dios, como un reloj demuestra la existencia de un relojero.
Frente a la humanidad entera, ¿qué pueden representar algunos ateos y jamás p u e d e n llegar a reunirse en u n solo individuo.
que se atreven a contradecir? El sentido común los ha refutado; la causa está b) No serían suficientes, a u n q u e p u d i e r a n conseguirse todos,
tallada. Es menester carecer de razón para creer tenerla contra todo el ya q u e n o r e ú n e n n i n g u n a d e las condiciones esenciales p a r a la
mundo/Antes que suponer que todo el mundo se equivoca, hay que creer perfecta felicidad objetiva; son bienes creados, p o r consiguiente fini-
que todo el mundo tiene razón.
tos e imperfectos; no excluyen todos los males, p u e s t o q u e el m a y o r
mal es carecer del Bien Infinito, a u n q u e se posean todos los demás;
2.° E l d e s e o natural d e perfecta felicidad no sacian plenamente el corazón del h o m b r e , como consta p o r la
experiencia propia y ajena; y, finalmente, son bienes caducos y pe-
28. Vamos a presentar el a r g u m e n t o en forma de proposicio- recederos, q u e se p i e r d e n fácilmente y desaparecerán del t o d o con
nes, q u e iremos d e m o s t r a n d o u n a p o r una. la m u e r t e . Es, p u e s , imposible q u e el h o m b r e p u e d a encontrar en
ellos su verdadera y plena felicidad.
"1'"~ 1.a Consta con toda certeza q u e el corazón h u m a n o apetece la Solamente u n Bien Infinito p u e d e llenar p o r completo las aspi-
plena y perfecta felicidad con u n deseo natural e innato. raciones inmensas del corazón h u m a n o , satisfaciendo p l e n a m e n t e
su apetito natural e innato de felicidad. L u e g o hay q u e concluir
Esta proposición es evidente para cualquier espíritu reflexivo. que ese Bien Infinito existe realmente, si n o q u e r e m o s incurrir e n
Consta, efectivamente, q u e todos los h o m b r e s del m u n d o aspiran el absurdo de declarar vacío d e sentido ese apetito natural e innato
a ser felices en el grado m á x i m o posible. N a d i e q u e esté en su sano q u e experimenta a b s o l u t a m e n t e t o d o el género h u m a n o .
juicio p u e d e poner coto o limitación alguna a la felicidad q u e qui-
siera alcanzar: cuanta más, mejor. L a ausencia d e u n m í n i m u m Advertencias, i.» Ese apetito natural nos lleva a la existencia del
indispensable de felicidad p u e d e arrojarnos en brazos de la deses- ¡lien Infinito, que es su término natural. Pero no a la demostración de la
visión beatífica, que es estrictamente sobrenatural y, por consiguiente, no
peración; pero no podrá arrancarnos, sino q u e nos a u m e n t a r á t o - existe hacia ella un apetito meramente natural, sino que brota únicamente
davía más el deseo de la felicidad. El m i s m o suicida—decía Pascal— del alma elevada por la gracia al orden sobrenatural.
busca su propia felicidad al ahorcarse, ya q u e c r e e — a u n q u e con 2. a Ese apetito natural e innato del Bien Infinito prueba, por otra
t r e m e n d a equivocación—que encontrará en la m u e r t e el fin de sus parte y en otro aspecto, la inmortalidad del alma. Porque no pudiendo satis-
dolores y amarguras. Es, pues, u n hecho indiscutible q u e todos los l'iiivr en este mundo ese apetito natural de ser plena y saciativamente feliz,
h o m b r e s aspiran a la m á x i m a felicidad posible con u n deseo fuerte, en forzoso que pueda conseguirlo en la otra vida, sin miedo ni recelo de
natural, espontáneo, innato; o sea, con u n deseo q u e brota de las I»-1 derla jamás, a no ser que admitamos el absurdo de que Dios haya puesto
profundidades de la propia naturaleza h u m a n a . ('f. SANTO TOMÁS, Contra gent. II 55.
1
C'.f. nuestra Teología moral para seglares vol.i 2.a ed. (BAG, Madrid 1961) n.18-22
' 'i.'.s y su obra 2
34 P.I. DIOS UNO
S.l C.3. DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS 35
en el corazón humano un deseo natural irrealizable, lo que repugna a su
• Míe sólo aquel q u e d o m i n e y t e n g a p o d e r absoluto sobre esas
bondad y sabiduría infinitas.
leyes naturales p u e d e suspenderlas o anularlas a su arbitrio. L u e g o
3. 0 L a e x i s t e n c i a d e la l e y m o r a l > usté u n Ser q u e tiene ese p o d e r soberano, a q u i e n llamamos
l 'ios.
29. E s c u c h e m o s de nuevo a Hillaire exponiendo con precisión N o vamos a insistir aquí sobre la posibilidad y la realidad de
y brevedad este a r g u m e n t o 4 : l"S milagros. Esta demostración tiene su lugar propio en la Apolo-
«La existencia de la ley moral prueba de una manera irrefragable la tica o Teología fundamental 5. L o s incrédulos se ríen de los m i -
existencia de Dios. 1 ip.ros, cuya existencia y a u n posibilidad se p e r m i t e n negar en a b -
Existe una ley moral, absoluta, universal, inmutable, que prescribe el •• iluto. Pero los hechos indiscutibles ahí están. A p a r t e d e los
bien, prohibe el mal y demina en la conciencia de todos los hombres. Cuando milagros d e Jesucristo q u e nos refieren los Evangelios—cuya a u t e n -
obedecen a esta ley, son felices; cuando la violan, sienten remordimientos. ii. ¡dad histórica n o h a n p o d i d o desvirtuar los m á s apasionados
Ahora bien, esta ley no puede dimanar sino de Dios, pues no hay k y • iliicrzos d e los racionalistas—, constan históricamente m u l t i t u d
sin legislador, cerno no hay efecto sin causa. Luego la existencia de la k y • I.' hechos milagrosos realizados p o r los santos e n n o m b r e y con
moral prueba la existencia de Dios.
I i autoridad de Dios. E n pleno siglo x x ahí están L o u r d e s y F á t i -
El es el legislador supremo que impone a los hembres el deber de
practicar el bien y evitar el mal; el testigo de todos nuestros actos; el juez ni;i con m u l t i t u d de hechos prodigiosos cuya sobrenaturalidad se
ineludible que premia o castiga mediante las alegrías o los tormentos de la li-i visto obligada a proclamar la crítica científica m á s severa y
conciencia. • «¡gente. L a conclusión q u e d e aquí se d e s p r e n d e n o p u e d e ser
Nuestra conciencia nos dice: i.°, que existe una diferencia esencial II i.'is lógica y sencilla: existen los milagros, luego existe Dios, único
entre el bien y el mal; 2. 0 , que debemos hacer el bien y evitar el mal; 3. 0 , qi e • i|i;iz d e hacerlos.
toda acción mala merece castigo, como toda acción buena merece galardón; Tales son los principales a r g u m e n t o s c o m p l e m e n t a r i o s d e los
4.0, esa conciencia se alegra y aprueba a sí misma cuando obra bien, y ¡e • iut: ofrecen las famosas cinco vías p a r a d e m o s t r a r racionalmente la
entristece y condena a sí misma cuando obra mal. Hay, pues, en nosotres
• lititencia de Dios. El conjunto d e todos ellos tiene u n a fuerza
una ley moral naturalmente escrita en la conciencia.
¿De dónde proviene esta ley? No puede provenir sino de un legislador, • li-inostrativa absolutamente indestructible. G o m o dice m u y bien
puesto que no hay ley sin legislador, como no hay efecto sin causa. Esta • I l*. Garrigou L a g r a n g e :
ley moral, inmutable en sus principios, independiente de nuestra voluntad, «Las pruebas de la existencia de Dios engendran una certeza no moral
obligatoria para todos, no puede tener por autor sino a un ser superior Cínica, sino metafísica o absoluta. Es absolutamente cierto que Dios existe,
a los hombres, es decir, a Dios. !>• el Ser más grande que se puede concebir existe realmente. La negación de
Además, si no hay legislador, la ley moral no puede tener sanción algu- i -i proposición entrañaría, en efecto, la negación del principio de causalidad,
na; puede ser impunemente quebrantada. Luego una de dos: o Dios es el I principio de razón de ser y, en fin de cuentas, la negación del principio
autor de la ley moral, y entonces existe; o la ley moral no es más que una mi contradicción. El sistema hegeliano es la prueba histórica de ello: por
quimera, y, en tal caso, desaparece toda diferencia entre el bien y el mal, ili.T querido negar la existencia del verdadero Dios trascendente, distinto
el vicio y la virtud, la justicia y la tiranía, y la sociedad es imposible. I mundo, ha tenido que poner la contradicción en la raíz de todo. Es
El sentimiento íntimo advierte a todos los hombres la existencia de Dios. ; i i(i:ino escoger: Dios o el absurdo radical» 6.
Instintivamente, y de manera particular en las desgracias y en el peligro,
dejamos escapar este grito: ¡Dios mío!... Es el grito de la naturaleza. «Dios
— dice Lacordaire— es el más popular de todos los seres. El pobre le Usina, ARTÍCULO 2
el moribundo le invoca, el malvado le teme, el hombre honrado le bendice. LO QUE NOS ENSEÑA LA FE
No hay un lugar, no hay un momento, no hay una ocasión, no hay un
sentimiento en el que Dios no aparezca y no sea nombrado...; la cóleía Además del testimonio irrefragable de la razón natural, t e n e -
cree no haber alcanzado su expresión suprema sino después de haber mal- ti IN Nobre la existencia d e Dios la certeza s u p r e m a d e la fe, q u e
decido este nombre adorable, y la blasfemia es también el homenaje de una npcr.i infinitamente todas las certezas racionales. Dios m i s m o ha
fe que se revela al olvidarse de sí misma». No se blasfema contra lo que no > velado al m u n d o su propia existencia.
existe. La rabia de ios malvados, como la creencia de los buenos, prueba ¡a
existencia de Dios.» A. D o c t r i n a d e la Iglesia
1. Escuchemos en p r i m e r lugar la doctrina oficial de la
4. 0 L a e x i s t e n c i a d e los m i l a g r o s
1 sobre la existencia d e Dios proclamada en el concilio V a -
30. E l milagro es, p o r definición, u n h e c h o s o r p r e n d e n t e rea- . I:
lizado a despecho de las leyes d e la naturaleza, o sea, s u s p e n d i é n - Hintcn multitud d e manuales donde se exponen ampliamente el valor del milagro
dolas o anulándolas e n u n m o m e n t o d a d o . A h o r a bien: es evidente i'T/,u probativa. Véase, por ejemplo, ZUBIZARRETA, Theologia dogmatico-scholastica
'0.17) vol.i n . i 2 5 - i 4 7 -
UAKRIGOU LAGRANGE, O . P., Dieu, son existence et sa nature 3 . a ed. (París 1919)
Cf. H I L L A I R E , O.C., p.11-12.
36 P.I. DIOS UNO S.l C.3. DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS 37

«La Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana cree y confiesa que hay
un solo Dios verdadero y vivo, creador y señor del cielo y de la tierra, omni- B. L a r e v e l a c i ó n d e D i o s e n la S a g r a d a Escritura
potente, eterno, inmenso, incomprensible, infinito en su entendimiento y
32. E s u n h e c h o : Dios existe, puesto q u e se h a dignado h a b l a r
voluntad y en toda perfección; el cual, siendo una sustancia espiritual,
singular, absolutamente simple e inconmutable, debe ser predicado como 1 los h o m b r e s . L a palabra de Dios h a sido recogida p o r m u l t i t u d
distinto del mundo, real y esencialmente, felicísimo en sí y de sí, e inefable- !'• hagiógrafos 1 y r e u n i d a en u n libro divino q u e lleva el n o m b r e
mente excelso por encima de todo lo que fuera de El mismo existe o puede • I.- Biblia (en griego fSifSAíct, en latín biblia = libros) o t a m b i é n
ser concebido» (D 1782). •'Piarada Escritura. N o es de este lugar la demostración d e q u e la
l'iblia es u n libro inspirado p o r D i o s 2 . D á n d o l o p o r supuesto,
Esta doctrina q u e d ó e x p r e s a m e n t e definida p o r el concilio en el •.unos a recoger aquí algunos d e los textos m á s impresionantes
siguiente canon: • Irl A n t i g u o y N u e v o T e s t a m e n t o d o n d e Dios se revela o m a n i -
ln'sta a sí m i s m o , directa o indirectamente.
«Si alguno negare al solo Dios verdadero, creador y señor de las cosas
visibles e invisibles, sea anatema» (D 1801). a) Antiguo T e s t a m e n t o
«Tuvo (Jacob) un sueño. Veía una escala que, apoyándose sobre la tierra,
U n poco m á s abajo el m i s m o concilio afirma q u e la existencia i "(aba con la cabeza en los cielos, y que por ella subían y bajaban los ángeles
de Dios p u e d e ser conocida con certeza p o r la simple razón natural, l> Dios. Junto a él estaba Yavé, que le dijo: Yo soy Yavé, el Dios de Abraham,
pero fue convenientísimo q u e Dios se revelara a sí m i s m o para 111 padre, y el Dios de Isaac; la tierra sobre la cual estás acostado te la daré
facilitar su conocimiento a todos los h o m b r e s sin esfuerzo alguno. • 1 li y a tu descendencia» (Gen 28,12-13).
H e aquí el texto de la declaración conciliar: «Dios le dijo (a Moisés): No te acerques. Quita las sandalias de tus
ríes, que el lugar en que estás es tierra santa, y añadió: Yo soy el Dios de
«La misma Madre Iglesia sostiene y enseña que Dios, principio y fin de I mi padres, el D i o s d e A b r a h a m , el D i o s d e Isaac, el D i o s d e J a c o b . M o i s é s
t o d a s las cosas, puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón .'• cubrió el rostro, p u e s t e m í a m i r a r a Dios» (Ex 3,5-6).
humana partiendo de las cosas creadas; porque «lo invisible de El, se ve, «Moisés dijo a D i o s : P e r o si voy a los hijos d e Israel y les digo: E l D i o s
partiendo de la creación del mundo, entendido por medio de lo que ha sido • le vuestros padres me envía a vosotros, y me preguntan cuál es su nombre,
hecho» (Rom 1,20). Sin embargo, plugo a su sabiduría y bondad revelar qué voy a responderles? Y Dios dijo a Moisés: Yo soy el que soy. Así
al género humano por otro camino, y éste sobrenatural, a si •mismo y los decretos II ^ponderas a los hijos d e Israel: Yo soy m e m a n d a a vosotros» (Ex 2,13-14).
eternos de su voluntad, como quiera que dice el Apóstol; «Habiendo Dios «Y h a b l ó D i o s t o d o esto, d i c i e n d o : Y o soy Yavé, t u D i o s , q u e te ha
hablado antiguamente en muchas ocasiones y de muchos modos a nuestros nado de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre. No tendrás
padres por los profetas, últimamente, en estos mismos días, nos ha hablado "lio Dios que a mí» (Ex 20,1-3).
a nosotros por su Hijo» (Hebr 1,1-2). «Ved, pues, que soy yo, yo solo, y que no hay Dios alguno más que yo.
A esta divina revelación hay ciertamente que atribuir que aquello que I o doy la vida, yo doy la muerte, yo hiero y yo sano. No hay nadie que se
en las cosas divinas no es de suyo inaccesible a la razón humana, pueda Mire de mi mano» (Dt 32,39).
ser conocido por todos, aun en la condición presente del género humano,
de modo fácil, con firme certeza y sin mezcla de error alguno. Los textos p o d r í a n multiplicarse con gran a b u n d a n c i a .
Sin embargo, no por ello ha de decirse que la revelación sea absoluta-
mente necesaria, sino porque Dios, por su infinita bondad, ordenó al hombre b)
Nuevo Testamento
a un fin sobrenatural, es decir, a participar bienes divinos que sobrepujan *
totalmente la inteligencia de la mente humana; pues a la verdad «ni el ojo San Pablo empieza su carta a los H e b r e o s con estas sublimes
vio, ni el oído oyó, ni ha experimentado el corazón del hombre lo que Dios lulabras:
ha preparado para los que le aman» (1 Cor 2,9) (D 1785-1786). «Muchas veces y en muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nues-
I I os padres por ministerio de los profetas; últimamente, en estos días,
E l concilio definió esta doctrina e n los siguientes cánones: ni w habló por su Hijo, a quien constituyó heredero de todo, por quien
i.imbién hizo el mundo; y que, siendo el esplendor de su gloria y la imagen
«Si alguno dijere que Dios vivo y verdadero, creador y señor nuestro, • I.- su sustancia, y el q u e con s u p o d e r o s a p a l a b r a s u s t e n t a t o d a s las cosas,
no puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana, • li'spués de hacer la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la
por medio de las cosas que han sido hechas, sea anatema» (D 1806). M.ijestad en las alturas» (Hebr 1,1-3).
«Si alguno dijere que no es posible o que no conviene que el hombre
sea enseñado por medio de la revelación divina acerca de Dios y del culto Jesucristo, en efecto, afirmó su divinidad y la p r o b ó con e s t u p e n -
que debe tributársele, sea anatema» (D 1807). dos milagros realizados p o r propia autoridad y con su p r o p i o p o -
1
Esta es la doctrina d e la Iglesia acerca d e la existencia d e Dios Como es sabido, con la palabra hagiógrafo (que significa escritor sagrado) se designa
1 * milquiera de los autores materiales de la Sagrada Escritura (Moisés, Isaías, San M a t e o ,
y conveniencia de la divina revelación. Veamos ahora q u é nos • ui Pablo, etc.), q u e escribieron bajo la inspiración directa e inmediata del Espíritu Santo.
2
dice la m i s m a divina revelación. Se demuestra con argumentos concluyentes en la Introducción a la Sagrada Escritura,
38 P.I. DIOS UNO S.l C.3. DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS 39

der. Recogemos a continuación algunos textos alusivos a s u divi- minos generales y contesta negativamente: n o p u e d e darse simul-
nidad: i.meamente ciencia y fe acerca d e u n a m i s m a cosa. L a razón, cla-
i Isima, es p o r q u e la ciencia es visión intelectual d e la cosa, y la
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá I.- es esencialmente no-visión. L o q u e se ve n o se cree, y lo q u e se
con su sombra, y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo
de Dios» (Le 1,35). i ce n o se ve. P o r eso, c u a n d o lleguemos al cielo y c o n t e m p l e m o s
«Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su i.i esencia divina, p e r d e r e m o s a u t o m á t i c a m e n t e la fe, al q u e d a r
gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» nstituida p o r la visión. Son, p u e s , cosas incompatibles la ciencia
(lo 1,14). -. la fe simultáneas e n u n m i s m o sujeto acerca d e u n a m i s m a verdad,
«A Dios nadie le vio jamás; Dios Unigénito, que está en el seno del Hinque p u e d e n sucederse la u n a a la otra 1.
Padre, ése nos le ha dado a conocer» (lo 1,18). Sin embargo, n o d e b e deducirse d e aquí q u e los q u e conocen
«Pero Jesús callaba, y el pontífice le dijo: T e conjuro por Dios vivo, i •< ir demostración racional alguna d e las verdades naturales q u e
di si eres tú el Mesías, el Hijo de Dios. Díjole Jesús: T ú lo has dicho» I )ios se ha dignado revelar p a r a facilitarnos s u conocimiento (v.gr., la
(Mt 26,63-64).
propia existencia d e Dios como uno) sufren algún d e t r i m e n t o e n
«El Padre y yo somos una misma cosa» (lo 10,30).
«Y El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Tomando la palabra l.i pureza d e s u fe. P o r q u e conservan el hábito d e la fe p a r a todas
Pedro, dijo: T ú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y Jesús, respondiendo, Lis demás verdades naturales reveladas p o r Dios q u e n o conozcan
dijo: Bienaventurado tú, Simón Bar Joña, porque no es la carne ni la sangre por demostración racional y, sobre todo, para todas las verdades
quien eso te ha revelado, sino mi Padre, que está en los cielos» (Mt 16,15-17). ••ohrenaturales, q u e s u p e r a n con m u c h o a la razón natural y son,
«Respondió Jesús: En verdad os digo: Antes que Abraham naciese, I iir lo mismo, indemostrables p o r ella. Y a u n c o n relación a las
era yo» (lo 8,58). mismas verdades naturales q u e conocen p o r demostración cientí-
«Ahora tú, Padre, glorifícame cerca de ti mismo con la gloria que tuve lua p u e d e decirse q u e conservan d e alguna m a n e r a la fe, e n c u a n t o
cerca de ti antes que el mundo existiese» (lo 17,5). Mué, además d e verlas con s u razón natural, asienten a ellas p o r la
«Estas cosas fueron escritas para que creáis que Jesús es el Mesías Hijo .iiitoridad d e Dios q u e las revela y seguirían creyendo e n ellas
de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre» (lo 20,31).
/'(ir la fe a u n q u e s u razón se oscureciera y dejaran d e verlas c o n
«Cuyos son los patriarcas, y de quienes según la carne procede Cristo,
que está por encima de todas las cosas, Dios bendito por los siglos, amén» MI luz p u r a m e n t e natural.
(Rom 9,5).
B. E l a t e í s m o y sus causas
C o m o se ve p o r estos y otros m u c h o s testimonios d e l N u e v o
T e s t a m e n t o q u e p o d r í a m o s citar, Jesucristo es el Hijo d e Dios, 34. 1. N o c i ó n y división. El ateísmo consiste e n la nega-
el Unigénito d e l P a d r e , q u e se h a dignado venir a la tierra p a r a i ion radical d e la existencia d e D i o s . Ateo (del griego a6eos = s i n
hablarnos d i r e c t a m e n t e con el lenguaje d e los h o m b r e s . I )¡os) es el h o m b r e q u e ignora o se niega a aceptar la existencia
del Ser S u p r e m o y q u e , p o r lo m i s m o , n o practica religión alguna.
H a y dos clases d e ateos: teóricos y prácticos.
ARTÍCULO 3
a) TEÓRICOS son los que desconocen o niegan a Dios en el plano de
CUESTIONES COMPLEMENTARIAS l.is ideas. Este ateísmo se subdivide en dos clases: teórico-negativo, si coincide
ion la simple ignorancia de la existencia de Dios; y teórico-positivo, si niega
Vamos a plantear, e n t o r n o a este capítulo d e la existencia d e l.i doctrina de la existencia de Dios que proclaman los demás hombres y
Dios, d o s cuestiones complementarias. E n la p r i m e r a examinare- pretende demostrar lo contrario.
mos si s o n compatibles s i m u l t á n e a m e n t e e n u n a m i s m a inteligen-
cia la ciencia y la fe e n la existencia d e Dios. E n la segunda p l a n - b) PRÁCTICOS son aquellos ateos que, aunque conocen en teoría la
. \istencia de Dios, viven prácticamente como si Dios no existiese, o sea,
tearemos el p r o b l e m a del ateísmo y sus causas.
ni tener para nada en cuenta la ley de Dios en su conducta práctica.
A. C i e n c i a y fe s i m u l t á n e a s 35. 2 . M o d o s d e c o n o c e r a D i o s . A n t e s d e precisar si
33. T r a t a m o s d e averiguar si s o n compatibles e n u n a m i s m a pueden darse ateos teóricos (positivos o negativos) conviene recor-
inteligencia el conocimiento científico d e u n a verdad o b t e n i d a p o r i lar q u e a Dios se le p u e d e conocer d e dos maneras:
demostración racional y la fe e n esa m i s m a verdad aceptada p o r
a) COMO AUTOR DE LA NATURALEZA, y en este sentido se puede llegar
el testimonio d e Dios o d e los h o m b r e s . C o n c r e t á n d o n o s a la exis- .1 su conocimiento por vía de demostración a la luz de la razón natural.
tencia d e Dios, tratamos d e averiguar si p u e d e tener fe e n esa exis-
tencia el q u e ha visto claro, p o r demostración racional, q u e Dios b) COMO AUTOR DEL ORDEN SOBRENATURAL de la gracia y de la gloria,
existe realmente. v en este sentido sólo puede ser conocido por vía de revelación sobrenatural.
Santo T o m á s se plantea expresamente la cuestión e n sus tér- 1 Cf, II-II 1,5.
40 P.I. DIOS UNO
S.l C.3. DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS 41
3. C o n c l u s i o n e s . T e n i e n d o en cuenta todo esto, vamos a
precisar la doctrina sobre las diferentes clases de ateísmo en u n a s niirpta a n i n g ú n h o m b r e de b u e n a voluntad: «Y e n la tierra paz a
sencillas conclusiones. Luí h o m b r e s de b u e n a voluntad» ( L e 2,14).
1 onclusión 3. a No existen ni p u e d e n existir ateos teórico-negativos
Conclusión i. a Existen de hecho muchísimos ateos prácticos, no sólo que ignoren la existencia de Dios c o m o autor del o r d e n natural,
entre los paganos, sino incluso entre los cristianos.
al m e n o s p o r largo t i e m p o .
36. Es u n h e c h o tristísimo q u e n o necesita demostración. 38. L a razón es p o r q u e la existencia d e Dios como autor del
Basta abrir los ojos p a r a ver en cualquier parte del m u n d o m u c h e - i 1 den natural se i m p o n e de u n a m a n e r a t a n clara para todos los
d u m b r e s inmensas d e h o m b r e s q u e viven p r á c t i c a m e n t e como si hombres, q u e hace falta estar c o m p l e t a m e n t e ciego p a r a n o verla
Dios n o existiese. P r e o c u p a d o s ú n i c a m e n t e p o r las cosas de la I >i i llar en la h e r m o s u r a y o r d e n a d m i r a b l e de la naturaleza, en la
tierra, absorbidos p o r sus negocios temporales o entregados desen- inmensidad de u n a n o c h e estrellada, etc.; aparte de q u e en cualquier
frenadamente a los vicios y placeres, viven como si Dios n o exis- 1 ..irte del m u n d o y en cualquier religión p u e d e n los h o m b r e s con-
tiese, c o m p l e t a m e n t e d e espaldas a las exigencias de su ley san- 1. inplar m u l t i t u d de cosas q u e les h a b l a n forzosamente de Dios:
tísima. M u c h o s de ellos—la inmensa m a y o r í a — n o niegan teórica- 1. m p l o s , ritos religiosos, respeto a los m u e r t o s , etc. N o es posible,
m e n t e la existencia d e D i o s , p e r o viven de hecho como si Dios n o I ..ir consiguiente, p e r m a n e c e r — a l m e n o s d u r a n t e m u c h o t i e m p o —
existiera. Son, sencillamente, ateos prácticos, a u n q u e n o lo sean .11 la completa ignorancia de la existencia de Dios como autor del
teóricos. D e ellos decía el apóstol San Pablo:
. .rilen natural.
Escuchemos a u n teólogo c o n t e m p o r á n e o exponiendo estas
«Alardean de conocer a Dios, pero con las obras le niegan; abominables,
rebeldes e incapaces de toda obra buena» (Tit 1,16). i.leas !;
«En lo que concierne al ateísmo negativo, la mayor parte de los teólogos
Y en otro lugar: ..avienen en afirmar que la ignorancia completa de Dios no puede darse
11 un ser humano que tenga plena conciencia de sí mismo. Según esta
«Son muchos los que andan, de quienes frecuentemente os dije, y ahora .piruón, una idea cualquiera acerca de un «Tú» sobrehumano se impone
con lágrimas os lo digo, que son enemigos, de la cruz de Cristo. El término . ..11 tal espontaneidad y viveza al pensamiento sano y recto, que no habrá
de ésos será la perdición; su Dios es el vientre, y la confusión será la gloria
II más un hombre plenamente consciente de sí mismo e ignorante a la vez
de los que tienen el corazón puesto en las cosas terrenas» (Phil 3,18-19).
.1.' que Dios exista, por muy imperfectas que sean las representaciones en
l.is que Dios aparezca.
E n este ú l t i m o texto recoge San Pablo u n a d e las razones p r i n - La razón de ello radica en que el hombre, en lo más íntimo de su ser,
cipales del ateísmo práctico, como veremos más abajo al examinar 1 u-iie afinidad con Dios, de suerte que esta estructura íntima de su propia
sus causas. .:.encia ha de serle conocida de algún modo, por lo menos a manera de
presentimiento.
Conclusión 2. a Existen muchísimos ateos teórico-negativos que ig- Efectivamente, según los testimonios que aporta la historia de las reli-
n o r a n a Dios c o m o autor del orden sobrenatural. giones, hasta ahora no pudo encontrarse un pueblo que no creyera en Dios
37. C o m o h e m o s recordado hace u n m o m e n t o , para conocer .. en dioses. Este hecho prueba con cierta seguridad que, de no impedirlo
.1 la fuerza, el conocimiento de Dios es inseparable de la conciencia que el
a Dios como autor del o r d e n sobrenatural es indispensable la divina hombre tiene de sí mismo».
revelación. C o n las solas fuerzas d e la razón natural p o d e m o s
llegar a d e m o s t r a r la existencia de Dios en cuanto creador del orden (¡onclusión 4. a E s imposible q u e existan verdaderos ateos teórico-
natural, pero nada p o d e m o s alcanzar del o r d e n sobrenatural (ver- positivos, o sea, h o m b r e s que estén firmemente convencidos por
argumentos positivos de que Dios no existe.
bigracia, del misterio de la Santísima T r i n i d a d , d e la gracia y la
gloria, etc.), q u e está mil veces p o r encima del o r d e n natural, t r a s - 39. L a razón es p o r q u e es imposible q u e el error encuentre
cendiéndole infinitamente. .irgumentos valederos contra la verdad. L a existencia d e Dios
Es el caso d e millones d e paganos a los q u e n o ha llegado t o - como autor del o r d e n natural está demostradísima, con argumentos
davía la luz del Evangelio. C o n o c e n a Dios como autor d e la N a - irrebatibles, p o r la simple razón natural; y, p o r si algo faltara, te-
turaleza y m u c h o s de ellos le adoran y sirven a su manera, pero le nemos el testimonio infalible del m i s m o Dios, q u e se h a dignado
ignoran t o t a l m e n t e como autor del o r d e n sobrenatural de la gra- revelarnos su propia existencia, incluso como autor del orden
cia y de la gloria. C o m o es sabido, esta infidelidad p u r a m e n t e ne- sobrenatural.
gativa, fruto de la ignorancia, es compatible con la salvación eterna Es u n hecho q u e existen infinidad de sistemas filosóficos ateos,
si están d e b u e n a fe en su error y se esfuerzan en c u m p l i r los p r e - o sea q u e p r e s c i n d e n d e Dios en su especulación y lo excluyen
ceptos d e la ley n a t u r a l con ayuda de la gracia divina, q u e Dios n o
1
Cf. M I C H A E L SCHMAUS, Teología dogmática t.l (Madrid 1960) p.218.
42 r.i. DIOS UNO S.l C.3. DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS 43

positivamente en su deseo; p e r o de ahí no se sigue q u e sus p a t r o - nin que Dios, aun en el caso de que existiera, debería ser destruido. Nietz-
cinadores sean efectivamente ateos p o r convicción. U n a cosa es la sche, en idéntico sentido, decía: «¿Cómo podría yo tolerar no ser Dios en
doctrina q u e se p r o c l a m a t e ó r i c a m e n t e — a u n q u e sea con m u c h a caso de que hubiera dioses? Por consiguiente, los dioses no existen». La
fuerza y e n t u s i a s m o — y otra m u y distinta la convicción íntima misma vida de Nietzsche pone de manifiesto cómo la actitud orgullosa pue-
de llegar a adquirir una influencia fatal sobre el hombre. Nietzsche conti-
q u e d e ella se p u e d a tener. N o hay n i n g ú n filósofo idealista q u e núa: «Yo saqué la conclusión, y ahora es ella la que me arrastra». La auto-
esté t a n convencido de q u e las cosas exteriores son p u r a ilusión divinización del hombre incapaz de tolerar la existencia de Dios se encarna
de la m e n t e — c o m o p r o c l a m a su s i s t e m a — q u e n o eche a correr en el superhombre creado por Nietzsche, ser a quien se le atribuyen todas
al ver a u n toro q u e se acerca i m p e t u o s a m e n t e contra él. las opiniones que según la fe del creyente corresponderían sólo a Dios.
Muchas formas de la filosofía existencial, no obstante hablar de trascenden-
40. 4. C a u s a s del a t e í s m o . A l examinar a continuación cia, niegan la existencia del Dios vivo porque Dios limita la libertad e in-
las principales causas del ateísmo encontraremos la explicación o el dependencia del hombre.
p o r q u é de tantos sistemas ateos como h a n aparecido en el m u n d o
en todas las épocas d e la historia de la filosofía. E L ODIO, la otra actitud hostil a Dios, es la respuesta que el corazón
humano, egoísta y enfrascado en el mal, da a la santidad y superioridad de
C o m o acabamos d e ver, el ateísmo n o p u e d e tener causa racio- Dios. Como Dios es en todo radicalmente distinto al hombre, se presenta
nal alguna. Pero tiene, en cambio, m u c h a s causas d e índole p r á c - ante éste imponiendo exigencias y obligaciones y constituye un motivo de
tica y afectiva. Vamos a recordar algunas de las más i m p o r t a n t e s 2 . profundo desasosiego para el hombre que vive en un estado de autonomía
exagerado, que cree bastarse a sí mismo, que se aisla herméticamente y
i.a EL PREDOMINIO DE LAS PASIONES BAJAS. ES una de las
niega cuanto no sea él mismo. Así surge un sentimiento de malestar que
causas m á s frecuentes y eficaces del ateísmo. E l h o m b r e q u e se puede llegar a convertirse en repugnancia y aun hasta en odio absoluto. El
entrega desenfrenadamente a sus instintos bajos y q u e , al sentir odio es una reacción original contra la santidad personal de Dios, un acto
el r e p r o c h e de su propia conciencia, que actúa como pregonera de de rebeldía contra El, algo egocéntrico y placentero. El grado supremo de
Dios, se siente i m p o t e n t e para liberarse de su esclavitud pasional, su desarrollo lo constituye esa forma de vida a la que llamamos infierno.
llega u n m o m e n t o en q u e se rebela contra esa conciencia y ese El odio consumado por el hombre en su peregrinación es precursor de esa
Dios q u e n o le dejan vivir en paz. Se esforzará p o r todos los m e - rebelión consumada y satánica, propia del infierno. El hombre, obcecado
por el odio, queda incapacitado para percibir dentro de la Historia los va-
dios a su alcance en convencerse a sí m i s m o d e q u e Dios n o existe, lores divinos. El odio a Dios es más intenso que cualquier otra forma que
y, en su desesperación p o r n o encontrar a r g u m e n t o s convincentes pueda darse al odio, ya que va dirigido contra un valor que es infinitamente
q u e le lleven a la negación teórica de Dios, le negará al m e n o s superior a todo otro valor. Dios es para el hombre el más importante valor
en la práctica, h u n d i é n d o s e cada vez más en el fango e inmundicia personal, a la par que es el valor más próximo. Por ello, para rechazar a
de sus vicios y pecados. C o n razón decía L a Bruyére: «Yo quisiera Dios, el hombre ha de hacer esfuerzos mucho mayores que los que haría
ver a u n h o m b r e sobrio, m o d e r a d o , casto y j u s t o n e g a n d o la exis- para rechazar cualquier otro tipo de valor.
tencia d e Dios. Ese h o m b r e , p o r lo m e n o s , hablaría desinteresa- Cuanto acabamos de decir conserva su validez en lo que concierne a la
d a m e n t e ; pero u n h o m b r e así n o se e n c u e n t r a en n i n g u n a parte». época histórica nacida en Cristo. Porque Dios, por decirlo así, hostiga al
E s u n hecho indiscutible q u e la policía resulta molesta a los hombre en Cristo, y el hombre, que ahora quiere desentenderse de este
Dios que se revela y aproxima a nosotros en Cristo, tiene que esforzarse
malhechores. Por eso u n h o m b r e t a n poco sospechoso de fana- mucho más que el incrédulo de los tiempos anteriores al cristianismo. De
tismo religioso c o m o J u a n Jacobo Rousseau p u d o escribir estas ahí resulta que el odio a Dios en la era cristiana presenta un grado de espe-
juiciosas palabras: «Mantened vuestra alma en estado d e desear cial intensidad, ni conocido ni aun siquiera posible en los tiempos precris-
q u e Dios exista, y n o dudaréis n u n c a d e El». Y antes q u e R o u s s e a u tianos».
había dicho ya Bacón de V e r u l a m : «Nadie n i e g a la existencia de
Dios sino aquel a q u i e n conviene q u e n o exista». 3.a L A O R I E N T A C I Ó N MATERIALISTA DE LA VIDA MODERNA. Es-
a tamos en la época d e la técnica y del progreso material. L a g r a n -
2. E L ORGULLO Y E L ODIO. E s c u c h e m o s a S c h m a u s e x p o -
deza de los h o m b r e s y la de las naciones se m i d e casi exclusiva-
niendo esta otra causa del ateísmo 3;
m e n t e p o r su fuerza económica o por su poderío militar. A los
«El orgullo y el odio. Estas dos actitudes son las que más directamente grandes p r o b l e m a s del corazón y de la inteligencia se les concede
se oponen a abandonarse en las manos de Dios. menos importancia q u e a disparar u n a b o m b a de cien megatones
E L ORGULLO se encierra en sí mismo, y fuera de sí mismo no reconoce o a colocar u n cohete en M a r t e . E l h o m b r e , esclavizado p o r la
ninguna clase de valor. Es más, como él afirma, al bastarse a sí mismo no técnica, ha p e r d i d o de vista el p a n o r a m a soberano d e sus destinos
necesita de esos valores. Cree que Dios, cuyos mandatos debe reconocer eternos. Se deja arrastrar, casi inconscientemente, p o r el a m b i e n t e
el hombre, es un peligro que amenaza la libertad y grandeza humanas. Re-
caba para sí una especie de grandeza divina. En este sentido afirma Baku- materialista q u e se respira en todas partes. Vivir: he ahí el único
2
ideal de la gran mayoría de los h o m b r e s . Vivir, se entiende, la
Cf. SCHMAUS, l . c , p.22iss.
3
L . c , p.223-224. vida de acá abajo. L a de allá arriba, ante la majestad de Dios, ni
44
í'.r. uios UNO
siquiera se la plantean. El resultado de tamaña inconsciencia es
un ateísmo práctico, lleno de indiferencia y frialdad ante el pro- SECCIÓN SEGUNDA
blema teórico de la existencia de Dios y, por consiguiente, ante
el problema del más allá. NATURALEZA DE DIOS
Tales son las principales causas del ateísmo. Como se ve, nin-
guna de ellas tiene su raíz en la inteligencia, sino únicamente en 41. Después de la cuestión de la existencia de Dios, el orden
corazón dominado por las pasiones, por el orgullo y el odio, o lógico exige que hablemos de su naturaleza íntima, o sea de lo
Por la corriente materialista de la época moderna. que la razón natural y la divina revelación nos dicen acerca de la
esencia y atributos divinos.
Como es sabido, de Dios sabemos mucho mejor lo que no es
que lo que es 1. La razón de esto es la infinita grandeza y la tras-
cendencia soberana del Ser divino, que rebasa y rompe por com-
pleto el molde de los conceptos positivos en los que la inteligencia
humana conoce y encierra las realidades creadas. Dios no cabe ni
puede caber en una especie inteligible creada, por muy alta y
perfecta que se la conciba.
De todas formas, siquiera sea de una manera analógica y muy
imperfecta, algo podemos llegar a conocer de la naturaleza íntima
de Dios, incluso con la simple razón natural.
Tenemos para ello un doble camino:
a) L A VÍA DE REMOCIÓN DE IMPERFECCIONES, excluyendo de
Dios todas las imperfecciones de los seres creados, manifestando
con ello lo que no es Dios (vía negativa); y
b) L A VÍA DE EMINENCIA, atribuyendo analógicamente a Dios,
en grado eminente e infinito, todas las perfecciones que descubri-
mos en los seres creados, para vislumbrar un poco lo que es (vía
positiva).
Discurriendo por estas dos vías, podemos señalar filosóficamente
algunos atributos de Dios, si bien el conocimiento más perfecto
que de El tenemos proviene de la divina revelación.
Utilizando ambas luces—razón natural y revelación divina—,
vamos a examinar los siguientes problemas fundamentales:
a) La esencia de Dios.
b) Los atributos divinos (I 3-11).
c) El conocimiento y los nombres de Dios (I 12-13).

CAPÍTULO I

LA ESENCIA DE DIOS
42. Como veremos al hablar de los divinos atributos, Dios
es el Ser simplicísimo, absolutamente incompatible con toda com-
posición y multiplicidad. Pero como nuestro conocimiento humano
es de suyo discursivo y no podemos abarcar de un solo golpe toda
la cognoscibilidad de un ser, nos vemos obligados a estudiarlo
1 Cf, I 3 pról.
46 P.I. DIOS UNO
S.2 C.l. LA ESENCIA DE DIOS " 47
por partes, estableciendo multiplicidad y división incluso en el
Ser simplicísimo d e Dios. E s u n a imperfección radical d e nuestra ción que supone ya constituida la esencia del que entiende. Antes es el ser
que la operación.
m a n e r a discursiva d e conocer, imposible d e s u p e r a r e n este m u n d o .
Ú n i c a m e n t e e n el cielo, c u a n d o c o n t e m p l e m o s intuitivamente la 4. a E n t r e los filósofos n o escolásticos h a y varias sentencias.
esencia d e Dios tal como es e n sí m i s m a (visión beatífica), le cono- Y así:
ceremos d e m a n e r a semejante a como se conoce El: «Sabemos q u e , a) Algunos, e n pos d e Platón, afirman q u e la bondad es el
cuando aparezca, seremos semejantes a E l , porque le veremos tal atributo principal d e Dios y el q u e constituye su esencia m e t a -
cual es» ( i l o 3,2). física.
L o s filósofos suelen distinguir entre lo q u e llaman esencia
metafísica y- esencia física d e u n ser. L a esencia metafísica consiste CRÍTICA. La bondad de Dios presupone su esencia. Como dice pro-
fundamente Santo Tomás, «este nombre bueno es el principal nombre de
en aquella p r o p i e d a d o predicado q u e concebimos como el p r i -
Dios en cuanto es causa, pero no en absoluto; porque en absoluto concebi-
m e r o y m á s n o b l e d e todos y como fuente o principio d e todas las mos el ser antes que la causa» i.
demás perfecciones d e ese ser; así el ser animal racional constituye
la esencia metafísica del h o m b r e . L a esencia física consiste e n el b) L o s m o d e r n o s voluntaristas Secretan, L e q u i e r , Lachelier,
conjunto d e todas las propiedades y perfecciones q u e correspon- Boutroux, etc., p o n e n el constitutivo metafísico d e Dios e n la
den a u n ser e n él o r d e n real. libertad infinita.
Vamos a precisar a m b o s aspectos con relación a la esencia
CRÍTICA. E S imposible concebir la libertad sin que se conciba ante-
divina. riormente ia inteligencia, que es la raíz de donde brota. Y la inteligencia, a
su vez, no puede concebirse sin concebir anteriormente al ser que la posee.
A. E s e n c i a metafísica d e D i o s
43. N o h a y u n i f o r m i d a d e n t r e los teólogos c u a n d o se trata c) Para Schell, la esencia metafísica d e Dios consiste en ser
de precisar la esencia metafísica d e Dios. H e aquí las principales causa de sí mismo.
opiniones: CRÍTICA. E S completamente inadmisible. Dios no es causa de sí mis-
1." Los nominalistas, con O c k a m al frente, p o n e n la esencia mo, sino que posee la existencia por sí mismo, sin haberla recibido de sí ni
metafísica d e Dios e n la agregación actual d e todas las perfecciones de nadie. La causa es, por su propia naturaleza, anterior a lo que produce.
posibles. Si Dios es la causa de sí mismo, si el Absoluto se produce, si su esencia se
realiza, existe antes de ser, está sometido al fieri o cambio de ser. Esto es
CRÍTICA. Ese conjunto actual de perfecciones constituye la esencia fí- la evolución panteísta, completamente falsa y absurda.
sica de Dios—como veremos en su lugar—, pero no la metafísica, que ha de
ser una sola perfección, base y fundamento de todas las demás. 5. a Santo Tomás y con él la gran mayoría d e los teólogos,
sobre t o d o m o d e r n o s , p o n e n la esencia metafísica d e Dios en la
2. a Escoto y sus discípulos—con algunas excepciones—la p o - aseidad, o sea e n el h e c h o d e q u e Dios existe por sí mismo (a ss)
n e n e n la infinidad radical, o sea e n la exigencia d e todas las p e r - y n o p o r otro; esto es, e n el hecho d e q u e es el Ser subsistente por
fecciones. sí mismo, sin q u e deba a nadie su existencia. Su esencia y su exis-
tencia son u n a sola y m i s m a realidad.
CRÍTICA. Las exigencias de un ser suponen a ese ser ya constituido
en su esencia. Ni es eso lo primero que concebimos de Dios como atributo Esta es la sentencia m á s probable, q u e vamos a exponer amplia-
primario y fundamental. m e n t e en forma d e conclusión.
Conclusión. L a esencia metafísica de Dios consiste en l i «aseidad»,
3 . a Algunos tomistas, tales c o m o los Salmanticenses, J u a n d e o sea en el «ser subsistente p o r sí mismo». (Sentencia más probable.)
Santo T o m á s , G o n e t , Billuart, etc., p o n e n la esencia metafísica
d e Dios e n la inteligencia en acto, o sea en el s u p r e m o grado d e 44. H e aquí las p r u e b a s :
intelección, p o r q u e la inteligencia es lo m á s perfecto q u e se e n c u e n -
a) L A SAGRADA ESCRITURA. El m i s m o Dios, al contestar a
tra e n los grados del ser. Según otros (v.gr., Godoy, F e r r é , A r r i a -
ga, etc.) consiste e n la intelección radical, o sea en la inmaterialidad Moisés desde la zarza ardiendo, nos dijo cuál es su verdadero
absoluta. n o m b r e , o sea con q u é palabra se p u e d e expresar mejor su propia
esencia:
CRÍTICA. La intelección radical no es lo primero que concebimos en
Dios como atributo primario, base y fundamento de todos los demás. En «Y dijo Dios a Moisés: Yo soy el que soy. Así responderás a ¡os hijos
cuanto a la intelección actual puede admitirse como constitutivo de la esen- de Israel: Yo soy me manda a vosotros ... Este es para siempre mi nombre;
cia metafísica de Dios considerada como principio de operación, pero no este mi memorial de generación en generación» (Ex 3,14-15).
como principio de ser. Porque la inteligencia—el entender—es una opera-
1 Cf. I 13,11 ad 2.
48 P.I. DIOS UNO
S.2 C . l . l.A KSKNCIA DE DIOS 49
A h o r a bien: la fórmula Yo soy el que soy expresa con toda cla- c) E s LA RAÍZ Y ORIGEN DE TODAS LAS DEMÁS PERFECCIONES DIVINAS.
ridad q u e la esencia m i s m a d e Dios consiste e n la p l e n i t u d infinita Porque Ser subsistente por sí mismo significa ser ilimitado e infinito; y el ser
del ser, e n el Ser mismo, el abismo infinito del ser, el piélago in- infinito comprende toda la perfección del ser, en la cual están incluidas to-
sondable del ser: pelagus essentiae. das las demás perfecciones 4 .
L a m i s m a fórmula aparece e n el ú l t i m o libro del N u e v o T e s t a -
Escuchemos a u n teólogo c o n t e m p o r á n e o exponiendo esta mis-
m e n t o , el Apocalipsis:
ma doctrina desde otro p u n t o d e vista 5 :
«Yo soy el alfa y la omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era, el
que viene, el Todopoderoso» (Apoc 1,8). «De Dios no se puede decir nada más rico en contenido que el enun-
ciado: Dios es. Su esencia consiste en ser. El ser debe entenderse aquí en
A s i m i s m o se h a revelado Dios algunas veces a sus santos. U n el sentido de existencia, realidad, realidad activa. Dios es el esse absolutum,
día se mostró Dios en la oración a Santa Catalina d e Siena y le el actus purus. Dios es la existencia absoluta.' Bien que estas expresiones se
dijo: deriven de una filosofía no cristiana, es decir, de la filosofía griega, sirven
para expresar conceptualmente el transfondo ontológico que aparece en
«¿Sabes, hija mía, lo que eres tú y lo que soy yo? Si aprendes estas dos las descripciones bíblicas relativas a la actividad histórica de Dios. La esen-
cosas, serás muy dichosa: Yo soy el que soy, tú eres la que no eres» 2 . cia de Dios consiste, pues, en el existir con absoluta plenitud existencial.
Su esencia no se realiza mediante la adición de su existencia. En Dios no
b) L o s SANTOS PADRES. E s c u c h e m o s u n texto extraordina- hay ni disposiciones ni posibilidades ontológicas que pudiesen o debiesen pa-
riamente expresivo d e San A g u s t í n 3 : sar al estadio de la realidad. Toda posibilidad en El está realizada esencial y
necesariamente. Más aún: toda posibilidad concebible tiene su fundamento
«Oíd lo que se dijo a Moisés cuando preguntaba el nombre de Dios: en la realidad de Dios. La esencia de Dios es, pues, el ser subsistente, en-
Yo soy el que soy. Mira si alguna otra cosa es: junto a Dios ninguna criatura tendido en el sentido de existencia».
tiene verdadero ser, pues lo que de verdad es no conoce mudanza alguna.
Todo cuanto se muda y fluye y en ningún tiempo cesa de cambiar, eso fue
y será, pero no es, porque lo que fue, ya no es; lo que será, todavía no es, y lo Y u n poco m á s adelante a ñ a d e 6:
que viene para pasar, será para no ser. Pero en Dios no hay fue y será, sino
únicamente es. Ahondad cuanto podáis en Yo soy el que soy. No os traiga «Por ser Dios el ser puro y subsistente, se distingue absolutamente de
al retortero vuestra voluntad tornadiza, no os dejéis agitar por los vanes todo lo extradivino, puesto que lo extradivino tiene un ser comunicado, li-
pensamientos de las cosas terrenales. ¿Adonde vais? Deteneos en el ser, mitado, mezclado de posibilidad.
permaneced quietos en él, para que también vosotros podáis ser. ¿Cuándo En el ser incondicional e ilimitado se hallan todas las otras determina-
seremos poderosos para sujetar la inconstante imaginación, encadenándola ciones y pueden deducirse de él. Así, por ejemplo, el ser subsistente es in-
a lo inmutable? Por eso Dios se compadeció de nosotros; y el ser por esen- finito, inconmensurable, omnipresente, no depende del espacio y del tiem-
cia, que había dicho: Esto dirás a los hijos de Israel: «El que es me ha enviado po, es inmutable. Dios no puede ser material, puesto que es El mismo de
a vosotros», después de declarar el nombre propio de su divina sustancia, un modo supremo, poseyéndose a sí mismo de un modo perfecto y abso-
nos dice en seguida el nombre de su misericordia. El nombre que expresa lutamente íntimo. El ser subsistente es espiritual. Se posee a sí mismo en
s u misma sustancia o naturaleza es Yo soy el que soy». cuanto que se compenetra totalmente (conocimiento) y se afirma sin reser-
vas (voluntad). Puesto que Dios es el Ser supremo (absolutum esse), es tam-
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. L a «aseidad» o subsistencia del ser bién el bien supremo (summum bonum)».
divino e n sí y p o r sí m i s m o r e ú n e las tres condiciones q u e debe
tener todo constitutivo metafísico, a saber: Esto nos lleva d e la m a n o a examinar b r e v e m e n t e la esencia
física d e Dios.
a) Es LO PRIMERO QUE DISTINGUE A DlOS DE LOS SERES CREADOS. T o -
dos ellos son limitados y finitos, todos tienen fuera de sí mismos la causa B. E s e n c i a física d e D i o s
de su ser y la razón de su existencia. Sólo Dios es el Ser subsistente por sí
mismo, o sea que tiene dentro de sí mismo la razón de su propia esencia y Sobre esta cuestión h a y uniformidad absoluta e n t r e los teólogos.
existencia. T o d o s están acordes e n q u e la esencia física d e D i o s consiste en
b) Es LO PRIMERO POR LO QUE DlOS SE CONSTITUYE EN SU PROPIO SER el c ú m u l o d e todas las perfecciones elevadas al infinito y sin m e -
DIVINO. Nada se concibe ni puede existir en un ser antes de su propia noscabo d e la infinita simplicidad divina.
existencia, como es obvio. Pero como Dios no ha podido recibir la existen- V a m o s a p r o p o n e r esta doctrina e n dos conclusiones.
cia de nadie, sigúese que el existir por si mismo—o sea la aseidad—es ab-
solutamente lo primero por lo que Dios se constituye en su propio ser Conclusión i. a L a esencia física d e Dios consiste e n el c ú m u l o de
divino. todas las perfecciones e n grado infinito. (Doctrina cierta y común.)
2 Cf. BEATO RAIMUNDO DE CAPUA, Vida de Santa Catalina de Siena I p . 7 1 .
3 Cf. Serm.2, Denis, n . 5 . P u e d e verse íntegro en Obras de San Agustín (BAC) t.7 * Cf. SANTO TOMÁS, I 3,4; 4,i ad 3; 4,2; 13,11, etc.
p.74-87. 5 Cf. SCHMAUS, Teología dogmática t.i (Madrid 1960) p.472.
« Ibid., p.476.
50 r.i. uros UNO S.2 C.l. LA ESENCIA DE DIOS 51
1
45. E s c u c h e m o s a Santo Tornas - : en el h o m b r e de m a n e r a t a n avasalladora, empujándole con harta
frecuencia p o r los caminos del pecado q u e c o n d u c e n a la eterna
«Hay que decir que en Dios se hallan las perfecciones de todos los seres ruina, n o t e n d r í a n p o d e r alguno sobre nosotros si cayéramos en la
y se llama universalmente perfecto porque no falta ni una sola de cuantas
se encuentran en cualquier género, y a esta conclusión se puede llegar des- cuenta de su i n c o n m e n s u r a b l e p e q u e n e z y miseria. E l m u n d o es
de dos puntos de vista diferentes: «un museo d e copias» borrosas e imperfectas: el original de todo
cuanto existe está en Dios. Sólo Dios—piélago insondable de todas
a) PRIMERO, basándose en que todo cuanto hay de perfección en el efec- las perfecciones—puede llenar p o r completo el corazón h u m a n o ,
to ha de haberlo en su causa eficiente, bien con la misma naturaleza, cuando
la causa es unívoca, cual sucede cuando un hombre engendra a otro hom- anegándole en u n a felicidad inenarrable, p l e n a m e n t e saciativa y
bre, o bien de modo más elevado, cuando el agente es equívoco, como en eterna.
el sol existe la semejanza de todo aquello que se engendra por la energía Insistiendo en estas m i s m a s ideas, escribe el docto y piadoso
del sol. Porque todos saben que el efecto preexiste virtualmente en su cau- Sauvé 3 :
sa agente; y preexistir virtualmente en la causa agente no es un género de
existencia más imperfecto que el de existir en la realidad, sino más perfecto. «Dios es la plenitud del ser, la plenitud de la vida, la plenitud de la luz
Preexistir en la potencia de la causa material es un género de existencia más y de la inteligencia, la plenitud de la energía, del poder, de la santidad, de
imperfecto que el real (v.gr., la estatua es más perfecta cuando ya está es- la libertad, del gozo, de la paz, de la bondad, de la belleza, del amor, de la
culpida en realidad que cuando preexistía en potencia en un bloque de riqueza, de la opulencia..., el océano del ser, el océano de todas las perfec-
mármol); pero preexistir virtualmente en el agente es más perfecto que exis- ciones.
tir en la realidad, porque el agente, en cuanto tal, es perfecto 2 . Si, pues, A la vista del océano material, siéntese uno penetrado de ideas profun-
Dios es la primera causa eficiente de todas las cosas, es necesario que preexistan das; se piensa en aquella inmensidad de movimiento, de vida, de potencia
en El las perfecciones de todos los seres del modo más eminente. formidable. Pero ¿qué es esto sino una gota de agua, menos todavía, ante
el océano del ser que es Dios?
b) SEGUNDO, porque si, como hemos dicho, Dios es el mismo Ser sub- Hay horizontes magníficos, v.gr., los que se descubren desde las cum-
sistente, ha de tener en sí toda la perfección del ser. Si, por ejemplo, un bres de los Alpes, que dominan montes y valles y llanuras cuyo término
cuerpo caliente no tiene toda la perfección del calor, es evidente que esto 110 se ve. Pero ¿qué son esos horizontes en comparación del horizonte in-
se debe a que no lo participa en toda su intensidad; pero si, en cambio, finito de las perfecciones divinas?
existiese un calor subsistente por sí, a éste no le faltaría nada de su intensi- Al contemplar en una noche serena el cielo estrellado, y pensando en
dad. Por tanto, si Dios es el mismo Ser subsistente, no puede faltarle nin- las distancias incalculables, en las dimensiones colosales de esos astros,
guna de las perfecciones del ser. Como la razón de ser va incluida en la ¿quién no se ha sentido sobrecogido por la impresión de lo sublime? Pero
perfección de todas las cosas, puesto que en tanto son perfectas en cuanto ¿qué es ese cielo material delante del cielo infinitamente profundo y varia-
tienen alguna manera de ser (ya que lo que no existe no tiene perfección do del ser divino?
alguna, puesto que se confunde con la nada), sigúese que en Dios no puede ¡Oh Dios mío! Me agrada pensar en vuestra infinidad. ¡Cuan pobre,
faltar la perfección de cosa alguna». inerte, frío, ciego y pequeño me parece en vuestra presencia el mundo, a
pesar de sus prodigios de inmensidad, de poder, de actividad, de inteligen-
E s conveniente q u e nos d e t e n g a m o s unos m o m e n t o s p a r a m e d i - cia, de riqueza!... Yo me gozo de que vos sois infinitamente rico, mientras
tar en p l a n contemplativo las consecuencias prácticas q u e d e esta él es miserable; infinitamente vivo, amante y alegre, al paso que él no tiene
sublime doctrina se d e s p r e n d e n . actividad, ni poder, ni gozo, sino prestados de los vuestros. Y, sobre todo,
E n efecto: todos cuantos bienes y excelencias creadas p u e d e n mi alma se goza en abatirse delante de vos y reconoceros y adoraros como
atraer las miradas del h o m b r e y arrastrar su p o b r e corazón en este El que es, al paso que ella es solamente la que no es».
m u n d o , son, en realidad, m e n o s q u e u n a brizna d e paja ante el
Conclusión 2. a El c ú m u l o infinito de todas las perfecciones n o com-
tesoro rigurosamente infinito de las perfecciones divinas q u e algún
p r o m e t e en nada la infinita simplicidad de Dios, ya que todas las
día contemplaremos arrobados e n el cielo. L a belleza, el amor, perfecciones divinas se identifican realmente entre sí y con la esen-
los placeres, riquezas, honores, etc., q u e ejercen ahora su influjo cia m i s m a de Dios, distinguiéndose tan sólo con u n a distinción de
1
razón. (Doctrina cierta y común.)
2
Cf. I 4,2. Los paréntesis explicativos son nuestros.
Santo Tomás había demostrado esto en el artículo anterior de esta misma cuestión. 46. C o m o veremos a m p l i a m e n t e en el capítulo siguiente, Dios
He aquí sus palabras:
«Así como la materia, en cuanto materia, está en potencia, así también el agente, en cuan- es el ser simplicísimo incompatible con cualquier composición. E n
to tal, está en acto. De donde se sigue que el primer principio activo es el acto supremo y, El n o hay composición d e p a r t e s cuantitativas, p o r q u e no es cuer-
por consiguiente, tiene la máxima perfección, pues en la medida en que una cosa está en
acto en esa misma medida es perfecta; porque es perfecta aquella cosa a la que nada le falta po; ni de materia y forma, q u e sólo son modalidades imperfectas
de cuanto requiere su perfección (o sea, la que posee ya en acto todas las perfecciones que y limitadas del ser; ni de esencia y existencia, p o r q u e , siendo el
antes poseía sólo en potencia)»(I 4,1).
£1 P. Garrigou Lagrange pone el siguiente ejemplo, muy claro y sugestivo: «Hay una ser necesario, su ser y su existir son u n a sola y m i s m a cosa; ni
infinitud formal o de perfección, que consiste en la independencia de todo límite material; de género y diferencia, p o r q u e el Ser subsistente e infinito d o m i n a
así, el ideal del artista, que se puede reproducir indennidamente, tiene cierta inñnitud antes
de ser materializado, limitado a tal porción de materia, en tal lugar del espacio» (cf. Dieu
p.2." a.i p.383). 3
Cf. La intimidad de Dios (Barcelona 1916) p.204-205.
52 P.I. DIOS irao
S.2 C.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 53
y está por encima d e todos los géneros del ser; ni de substancia y
accidentes, p o r q u e la substancia infinita, s o b e r a n a m e n t e determina- trado que Dios es infinitamente simple, procede a explicar que la simplici-
dad divina no debe ser entendida al modo de la simplicidad de las cosas
da por sí misma, n o es susceptible de ulteriores determinaciones.
materiales; que esa simplicidad no significa imperfección, sino, por el con-
Es, pues, absolutamente u n o y simple, sin q u e sea posible en E l trario, máxima perfección. La cuestión de la perfección de Dios debía seguir
la menor composición de cualquier naturaleza q u e s e a 4 . inmediatamente después de la cuestión de la simplicidad.
Las perfecciones divinas (inmensidad, b o n d a d , justicia, miseri- Como la bondad se funda en la perfección, pues una cosa en tanto se
cordia, etc.) se identifican realmente e n t r e sí y con la esencia divina. dice buena en cuanto es perfecta, por eso Santo Tomás desdobla la cuestión
Se distinguen, sin e m b a r g o , con u n a distinción de razón, puesto de la perfección en dos: de la perfección y de la bondad de Dios.
q u e nuestro e n t e n d i m i e n t o — l i m i t a d o e imperfecto—concibe y ex- Dios posee la perfección y la bondad, no así como quiera, sino en grado
presa esas perfecciones a base d e conceptos distintos, si bien en 1. sumo, de modo infinito. Por eso, después de la perfección y de la bondad,
esencia divina se confunden con u n a sola y mismísima realidada era conveniente tratar de la infinidad de Dios.
Dios es infinito, ilimitado, incircunscrito, no sólo en el ser, en la per-
fección, sino también en el obrar, toda vez que su acción se extiende a to-
das las cosas y a todos los lugares. De esta incircunscripción en el obrar
CAPÍTULO 2 nace la ubicuidad divina, que el Angélico Doctor estudia a continuación de
la infinidad del ser.
LOS ATRIBUTOS DIVINOS Pasa después a considerar la inmutabilidad y eternidad de Dios. La in-
mutabilidad nace de la simplicidad y de la infinitud. Todo ser mudable está
47. Precisada en el capítulo anterior la naturaleza d e Dios compuesto de acto y de potencia; porque al mudarse, o bien pierde una
en su constitutivo metafísico y físico, vamos a a b o r d a r ahora el perfección que antes tenía, o bien adquiere un acto del que antes carecía.
estudio detallado d e los principales atributos divinos tal como los Por eso, un ser enteramente simple es absolutamente inmutable. Un ser in-
descubre la razón n a t u r a l p o r sí m i s m a y, sobre t o d o , i l u m i n a d a finitamente perfecto no puede adquirir nuevas perfecciones ni tampoco
por las luces de la fe. perder las que posee; luego es también inmutable.
La inmutabilidad omnímoda funda inmediatamente la eternidad, que,
«Los atributos o propiedades divinas son perfecciones que, según nues- por lo mismo, debe ser estudiada inmediatamente después de aquélla.
tro modo analógico de pensar, brotan de la esencia metafísica de Dios y se Por fin, Santo Tomás trata de la unidad de Dios, que, como la inmutabi-
añaden a ella. En efecto, nosotros solamente podemos conocer «de manera lidad, nace de la infinitud. U n ser infinito en perfección no puede ser más
fragmentaria» (1 Cor 13,9) la infinita riqueza ontológica de la simplicísima que uno y único».
esencia de Dios mediante una multitud de conceptos inadecuados, por los
cuales vamos comprendiendo una por una diversas perfecciones divinas» 1. C o m o u n a derivación d e la b o n d a d infinita, habla el D o c t o r A n -
gélico de la belleza o hermosura d e D i o s , d e la q u e — c o m o vere-
A l estudiar en la Suma Teológica los principales atributos divi- m o s — h a n hablado t a m b i é n , maravillosamente, los místicos expe-
nos, el D o c t o r Angélico sigue u n o r d e n maravilloso. E s c u c h e m o s rimentales.
a u n teólogo c o n t e m p o r á n e o justificando filosóficamente ese o r d e n 2 : H e aquí, p u e s , los n u e v e principales atributos divinos q u e va-
«Sobre la naturaleza de Dios en sí misma, o absoluta y objetivamente mos a estudiar e n otros t a n t o s artículos:
considerada, estudia Santo Tomás los cinco puntos siguientes: simplicidad, Simplicidad de Dios.
perfección, infinidad, inmutabilidad y unidad. Perfección infinita.
Comienza estudiando la simplicidad. Para comprender el porqué de esta Bondad infinita.
preferencia, recuérdese que la naturaleza divina la conocemos principal- Belleza o hermosura.
mente por vía de negación, excluyendo de Dios las cosas imperfectas que Infinidad.
vemos en las criaturas... Inmensidad y ubicuidad.
Lo primero que la inteligencia humana comprende que debe ser ex- Inmutabilidad.
cluido de Dios es la composición. Dios no puede ser compuesto; luego Dios Eternidad.
es simple. Unicidad.
Pero sucede que, en las criaturas materiales, una cosa, en cuanto es
más simple, es más imperfecta, y que a medida que va aumentando en com- ARTÍCULO I
posición, va ganando en perfección. Y así vemos que el organismo del hom-
bre es perfectísimo, pero es también complicadísimo, por las muchas partes SIMPLICIDAD DE DIOS
de que consta. De ahí que la idea de suma simplicidad en Dios podía su-
gerir la idea de máxima imperfección. Por eso, después de haber demos- A n t e s d e exponer en q u é consiste el a t r i b u t o d e la absoluta
simplicidad divina vamos a d a r u n a s nociones previas p a r a explicar
4
Cf. I 3,7. los t é r m i n o s de la cuestión.
1
O T T , Manual de teología dogmática (Barcelona 1958) p.66.
2 P. M U Ñ I Z , O . P., en Suma Teológica, ed. bilingüe, v o l . i , z,* ed. B A C ( M a d r i d 1957)- 48. 1. N o c i ó n d e s i m p l i c i d a d . E n el sentido q u e aquí nos
,124-125. interesa, se e n t i e n d e p o r simplicidad (del latín («implícitas» —.quasi
54 P.I. DIOS UAO
S.2 C.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 55
sine plica, sin pliegues) la carencia de composición o de partes. A p l i -
cada a Dios, la simplicidad significa q u e Dios es u n a substancia plritu, totalmente sensación, totalmente imaginación, totalmente razón, to-
talmente ojo, totalmente luz y totalmente fuente de toda bondad» 1.
simplicísima, q u e carece e n absoluto d e t o d a composición o partes.
San Agustín, h a b l a n d o d e la naturaleza divina, escribe:
49. 2. N o c i ó n y clases d e c o m p o s i c i ó n . U n a cosa es o se
llama compuesta c u a n d o consta d e varios elementos o partes u n i - «Se la llama simple porque lo que ella tiene, eso es, exceptuando lo que
se predica de una persona en relación con otra» 2 .
dos entre sí p a r a formar u n t o d o . P u e d e definirse: la unión actual
de elementos distintos que forman un todo. c) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. L a Iglesia h a e n s e ñ a d o cla-
E n la naturaleza p o d e m o s distinguir tres clases d e composición: ra y r e p e t i d a m e n t e la doctrina de la absoluta simplicidad divina. H e
física, metafísica y lógica. aquí algunos textos:

a) COMPOSICIÓN FÍSICA es la que consta de partes físicas o realmente CONCILIO IV DE LETRÁN: «Firmemente creemos y simplemente confe-
distintas entre sí, ya sean substanciales (como la materia y la forma), ya samos que uno solo es el verdadero Dios, eterno, inmenso e inconmutable,
cuantitativas o accidentales. Es propia de las cosas materiales. incomprensible, omnipotente e inefable, Padre, Hijo y Espíritu Santo: tres
personas ciertamente, pero una sola esencia, substancia o naturaleza absolu-
b) COMPOSICIÓN METAFÍSICA es la que consta de partes metafísicas ta- amente simple» (D 428).
les como la potencia y el acto, la esencia y la existencia, la naturaleza y el
supuesto, la substancia y los atributos, o los atributos que se distingan real- CONCILIO VATICANO I: «El cual (Dios), siendo una sola substancia espiri-
mente entre sí. tual, singular, absolutamente simple e inconmutable, debe ser predicado
como distinto del mundo, real y esencialmente» (D 1782).
c) COMPOSICIÓN LÓGICA es la que afecta a todos los seres que constan
de género y diferencia específica. d) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c u c h e m o s a u n teólogo c o n t e m -
poráneo exponiendo c o n claridad y precisión la doctrina d e Santo
3. D o c t r i n a c a t ó l i c a . Presupuestas estas nociones, vamos a Tomás 3 :
establecer la doctrina católica d e la divina simplicidad en d o s con-
«Cuando decimos que Dios es absolutamente simple, queremos decir
clusiones. que excluye cualquier género de composición.
Si se supusiera a Dios compuesto de algún modo, habría que negar sus
Conclusión 1. a Dios es absolutamente simple, de suerte q u e hay q u e
atributos fundamentales, y Dios ya no sería Dios.
excluir de El toda clase de composición, ya sea física, metafísica
En efecto: Dios es el primer principio de todas las cosas y, por lo mis-
o lógica. (De fe.)
mo, absolutamente independiente, causa no causada, ser infinito. Lo he-
50. H e aquí las p r u e b a s : mos ya demostrado. Pero todo ser compuesto, por el contrario, es depen-
diente, causado y finito. Dependiente, porque es siempre posterior, al me-
a) L A SAGRADA ESCRITURA. Indica equivalentemente la a b - nos por naturaleza, a las partes de las que resulta, y no puede subsistir sin
soluta simplicidad d e Dios al presentarle como espiritu puro—irre- ellas. Causado, porque, constituyendo siempre una determinada combina-
ductible a t o d a composición—o c u a n d o personifica las p r o p i e d a d e s ción de partes, supone una causa capaz de idearla y de realizarla. Finito,
divinas identificándolas c o n su m i s m a esencia. H e aquí algunos en fin, porque mientras las partes de un compuesto pueden siempre ser
aumentadas o disminuidas sin límite, el infinito, por el contrario, no es
textos: susceptible de aumento ni disminución. Por otra parte¿ todo compuesto,
«Dios es espíritu, y los que le adoran han de adorarle en espíritu y en teniendo partes finitas, o sea, partes que se completan y se limitan mutua-
mente, es necesariamente finito, ya que, por mucho que se multipliquen
verdad» (lo 4,24).
los elementos finitos, no podrán jamás formar el infinito.
«El Señor es espíritu» (2 Cor 3,17).
«Yo soy el camino, la verdad y la vida» (lo 14,6). Por consiguiente, si los caracteres fundamentales de Dios están en ma-
«Dios es caridad» (1 lo 4,8). nifiesta oposición con los de cualquier cosa compuesta, es imposible que
Dios conste de partes y hay que concluir que es absolutamente simple.
b) L o s SANTOS PADRES. C e n s u r a n como necia herejía (stul- Removiendo, pues, de Dios toda suerte de composición, hemos de con-
tissima haeresis, dice San Jerónimo) la doctrina d e los antropomor- siderarlo, ante todo, libre de toda composición física, que implica partes
substanciales realmente distintas, como podemos ver en los cuerpos. Dios
fitas, que, i n t e r p r e t a n d o t o r c i d a m e n t e el pasaje bíblico: «Hagamos
no es ni un compuesto substancial corpóreo ni ninguno de sus elementos
al h o m b r e a nuestra imagen y semejanza» ( G e n 1,26), consideraban constitutivos. Dios no tiene forma humana 4 , y no es ni la materia 5 ni la
a Dios como u n ser compuesto d e alma y cuerpo a semejanza del
1
hombre. 2
SAN IRENEO, Adv. haeres. 2,12.
SAN AGUSTÍN, De civit. Dei 6,lo,l.
3 Cf. ANGELO ZACCHI, O. P., Dio 5.a ed. (Roma 1952) p.573-574.
O i g a m o s a San Ireneo: 4
Así pensaban los antiguos paganos e incluso algunas sectas cristianas, basándose
erróneamente en expresiones metafóricas de la Sagrada Escritura, en las cuales se atribuyen
«Dios es simple y no compuesto; en todas sus partes y en su totalidad a Dios manos, pies, ojos y otros miembros del cuerpo humano.
3
es idéntico a sí mismo, pue<: es totalmente entendimiento, totalmente es- Esta fue la opinión de David de Dinant, a la que Santo Tomás no pudo menos de
calificar de estultísima («stultissime posuit Deum esse materiam primam») (I 3,8).
56 r.i. wos UNO S.2 C..2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 57
6
forma del universo sensible . Todo esto implicaría límites e imperfeccio- b) Esta vieja doctrina fue restaurada por Pedro Abelardo (f 1142) al
nes incompatibles con el ser perfectísimo. Por eso Dios es puro espíritu. iilirmar que el alma del mundo era el Espíritu Santo, y por Almarico, doc-
En segundo lugar, hemos de considerar a Dios inmune de toda compo- 11 ir sorbónico (f 1209), que decía ser Dios el principio formal de todas las
sición metafísica de potencia y de acto, de esencia y de existencia, de subs- • osas. Fueron expresamente condenados por la Iglesia (cf. D 370 y 433).
tancia y de atributos, de sujeto y de accidentes. Es acto puro de toda clase c) Los priscilianistas enseñaron que el alma del hombre es de la mis-
de potencia. Es por naturaleza el Ser. Todo lo que hay en El es su propia ma naturaleza que Dios 9.
mismísima substancia. En lugar de decir que tiene la verdad, la bondad, la d) Juan de Oria, de la Universidad salmantina, afirmaba que todas las
justicia, etc., deberíamos decir, con mayor exactitud, que es la misma ver- - naturas participan formalmente de la deidad, como las cosas encendidas
dad, la misma bondad, la misma justicia. Sus atributos no se distinguen participan del fuego. Fue obligado a retractarse públicamente l°.
realmente de su esencia, y, por lo mismo, tampoco se distinguen entre sí.
Esto no es obstáculo, sin embargo, para que nuestro entendimiento, im- 2. 0 E L PANTEÍSMO MATERIALISTA enseña q u e D i o s es r e a l m e n t e
potente para comprender la esencia infinita de Dios, pueda distinguir en toda la materia o, al m e n o s , el p r i n c i p i o material d e las cosas m u n -
ella varias perfecciones con pleno derecho y fundamento. Los nombres con danas. Presenta varias formas:
los cuales expresamos estas perfecciones no son, por tanto, meros nombres
sinónimos que indican un idéntico objeto, sino nombres distintos que in- a) Tuvo su origen entre los egipcios y persas, y más tarde entre los
dican diversos aspectos de una misma cosa. Toda la luz, que se funde en brahmanes, para los cuales Brahma es todas las cosas, y todo lo que no es
Dios en una síntesis inefable, se difunde en nuestra mente en múltiples Itrahma no existe, es la nada.
rayos. b) Los viejos filósofos de la escuela eleática (Jenófanes, Parménides,
Las mismas razones que nos hacen excluir de Dios toda composición Xenón) afirmaban que en el universo existe una única sustancia, Dios sim-
metafísica de acto y de potencia, nos obligan a excluir también toda com- ple, y las cosas externas son meras ilusiones de los sentidos.
posición lógica de género y diferencia específica, porque el género se rela- c) A Wiclef se le atribuye la siguiente proposición: «Cualquier criatu-
ciona con la diferencia, que lo completa y determina, como la potencia al ra es Dios. En todas partes está todo ser, ya que todo ser es Dios».
acto. Dios no puede ser encerrado en los confines de cualquier categoría, d) Escoto Eriúgena (f c. 877) en su libro De divisione naturae enseña
porque las trasciende y las contiene todas de modo eminente. Cualquier que Dios es el principio material de todas las cosas mundanas.
tentativa de encontrar algún punto común entre El y las demás cosas, en e) David de Dinant (f a principios del s.xin) «afirmó estultísimamente
el ser o en la substancia, es vana e inútil, porque no hay nada de verdadera- que Dios era la materia prima» H. Equivale a confundir la luz con las tinie-
mente unívoco entre El y las demás cosas. Todas las otras cosas tienen el blas, el acto puro con la pura potencia. Le siguieron en tamaña aberración
ser, una parte del ser; sólo El es el Ser y lo posee todo. Todas las otras subs- Guillermo de París (s.xin), discípulo de Almarico, y Jacobo Bóhme (f 1624).
tancias son creadas y dependientes; sólo la substancia divina es increada, f) Más burdamente aún erraron Saint-Simón, Ferrari, Haéckel y otros,
subsiste en sí misma y por sí misma. que, rechazando incluso el nombre de Dios, enseñaron un puro panfisiquis-
Excluyendo de Dios toda composición de género y diferencia específica ino ateístico.
—elementos indispensables de cualquier definición—, resulta imposible dar
de Dios una definición propiamente dicha. Dios es infinitamente superior 3. 0 E L PANTEÍSMO EMANATISTA p r e t e n d e q u e todas las cosas
a todo cuanto podamos decir de El, infinitamente inefable». proceden d e la sustancia de D i o s p o r sucesivas y naturales e m a n a -
Conclusión 2. a L a substancia divina n o entra en composición alguna ciones. Sus principales corifeos son:
con la substancia del m u n d o . D i o s es real y esencialmente distinto
del m u n d o . (De fe.) a) Los neoplatónicos, principalmente Plotino (205-270 p. C ) , que influ-
yó poderosamente en toda la filosofía posterior.
51. Esta conclusión, e x p r e s a m e n t e definida p o r la Iglesia, se b) Avicena (f 1037) y los cabalistas judíos (S.IX-XIII).
o p o n e radicalmente al g r a n error panteísta, q u e enseña q u e Dios es c) Giordano Bruno (f 1600), que fue quemado vivo, enseñaba con pa-
todas las cosas y todas las cosas s o n D i o s . sión poética la infinidad del universo panteísta.
Veamos, en p r i m e r lugar, las principales formulaciones con q u e d) Baruch Espinoza (f 1677) admite una única sustancia, eterna, dota-
da de extensión y de inteligencia. El universo mundo (natura naturata) es
se h a presentado la doctrina panteísta a través d e los siglos. Son la manifestación de la esencia divina (natura naturans). Los cuerpos son
variadísimas, pero p u e d e n reducirse a cinco g r u p o s f u n d a m e n - la manifestación de la extensión de Dios, y el espíritu es la manifestación de
tales 7. la inteligencia divina.
e) Algunos filósofos franceses, tales como Renán, Taine, Vacherot, Le
i.° E L PANTEÍSMO FORMALISTA—hylozoísmo—enseña q u e D i o s
Roy, Bergson, etc., y el mismo Max Scheller, invierten los términos del
es el principio formal intrínseco del m u n d o . Presenta las siguientes panteísmo evolucionista y dicen que no es Dios quien con su evolución
modalidades: crea todas las cosas, sino que el mundo, con su evolución, se va haciendo
a) La escuela jónica con los estoicos entre los griegos y Varro (116 a.C.) poco a poco Dios. Porque Dios no es algo que exista ya, sino algo que se
entre los latinos 8 enseñaron que Dios es el alma del mundo. está haciendo continuamente, progresando indefinidamente en mejor.
6
Es la opinión de los panteístas. 9 Cf. SAN AGUSTÍN, De haeres. 70: ML 42,44.
7
8
Cf. ZuBIZARRETA, O.C., v o l . 2 n . 8 2 . 10 Cf. BÁÑEZ, Inlp. q.3 a.8.
Cf. SAN AGUSTÍN, De civitate Dei 7,6: ML 41,199. 11 Cf. 13,8.
58 P.I. DIOS UNO s.2 c.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 59

4. 0
E L P A N T E Í S M O IDEALISTA O PANTOLOGISMO a b a r c a los sis- la mentira que su doctrina ha de ser considerada no tan herética como
temas d e ciertos filósofos alemanes q u e afirman ser Dios el ser insensata» (D 433).
absoluto, abstracto, universal e i n d e t e r m i n a d o , q u e se d e t e r m i n a CONCILIO VATICANO I: «La Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana
a sí m i s m o p o r u n a evolución ideal q u e constituye los géneros, cree y confiesa que hay un solo Dios verdadero y vivo, creador y señor del
especies e individuos y cosas singulares. Presenta t a m b i é n diversas cielo y de la tierra, omnipotente, eterno, inmenso, incomprensible, infinito
formas: vn su entendimiento y voluntad y en toda perfección; el cual, siendo una
sola sustancia espiritual, singular, absolutamente simple e inconmutable, debe
a) Hegel (1770-1831) establece una única realidad que, en cuanto ser predicado como distinto del mundo, real y esencialmente, felicísimo en sí
idea, es Dios (el Padre Eterno); en cuanto se determina por la evolución y se y de sí, e inefablemente excelso por encima de todo lo que fuera de El mismo
pone fuera, es la naturaleza (el Hijo); y en cuanto, en virtud de su conciencia, existe o puede ser concebido» (D 1782).
vuelve sobre sí mismo y se conoce, es Espíritu (el Espíritu Santo).
b) Fichte (1762-1814) parte de la intuición trascendental de un Yo Y e n otro lugar, el m i s m o concilio Vaticano I c o n d e n a como
absoluto, al que caracteriza no como pensamiento, sino como actividad. ¡urético el p a n t e í s m o e n los siguientes cánones:
Este Yo alcanza tres grados de desarrollo: 1) Tesis, el Yo se pone a sí mismo
en un acto de libertad absoluta; 2) Antítesis, el Yo se opone al no Yo; y «Si alguno dijere que es una e idéntica la sustancia o esencia de Dios
3) Síntesis, el Yo se pone como limitado por el no Yo (conocimiento pasivo), y la de todas las cosas, sea anatema» (D 1803).
y el no Yo como limitado y determinado por el Yo (voluntad activa). El Yo «Si alguno dijere que las cosas finitas, tanto corpóreas como espirituales,
no podría obrar como voluntad si no tuviera contrapuesto su no-Yo, el o por lo menos las espirituales, han emanado de la sustancia divina; o que
mundo real. Este mundo de la realidad material, que constituye «la materia la esencia divina por la manifestación y evolución de sí misma se hace todas
sensible» de nuestro deber, es originado por la fuerza creadora del Yo y las cosas; o, finalmente, que Dios es el ser universal o indefinido que, deter-
coincide con la noción de Dios. minándose a sí mismo, constituye la universalidad de las cosas distintas en
yéneros, especies e individuos, sea anatema» (D 1804).
c) Schelling (1775-1854) refiere todas ¡as diferencias, aun las de la «Si alguno no confiesa que el mundo y todas las cosas que en él se con-
naturaleza y el espíritu, a un mismo y único «absoluto», totalmente indife- tienen, espirituales y materiales, han sido producidas por Dios de la nada
renciado. HCgún toda su sustancia, sea anatema» (D 1805).
5. 0 E L PANTEÍSMO MÍSTICO. E n el o r d e n filosófico tiene sus
orígenes e n la filosofía india y fue patrocinado, entre otros m u c h o s , L a falsedad del panteísmo e n cualquiera d e sus formas es, p u e s ,
por los neoplatónicos, p r i n c i p a l m e n t e p o r Plotino y sus discípulos. una verdad d e fe e x p r e s a m e n t e definida p o r la Iglesia.
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Santo T o m á s refuta vigorosamente
Dentro del cristianismo es el error del Maestro Eckhart (f 1327), Miguel
de Molinos (f 1696), etc., que admiten la distinción real entre Dios y los el panteísmo con tres a r g u m e n t o s incontestables 1 3 :
seres creados, pero afirman que el alma puede llegar a perfeccionarse de
tal manera que se absorba e identifique totalmente con la divinidad. Fueron i.° P o r ser Dios la primera causa eficiente d e t o d o c u a n t o exis-
expresamente condenados por la Iglesia (D 510.513.1225). te; y, como es sabido, la causa eficiente p r o d u c e siempre u n efecto
distinto d e sí m i s m a (v.gr., el h o m b r e engendra a otro h o m b r e , n o
C o n t r a todos estos errores y herejías, h e aquí la p r u e b a d e n u e s - a sí mismo).
tra conclusión. 2. 0 P o r ser Dios el primer agente q u e obra por sí mismo; y n o
a) L A SAGRADA E S C R I T U R A . S o n i n n u m e r a b l e s los pasajes b í - sería así si formara p a r t e d e u n c o m p u e s t o , y a q u e entonces e l pri-
blicos del A n t i g u o y N u e v o T e s t a m e n t o d o n d e s e n o s habla d e la mer agente sería este c o m p u e s t o (v.gr., n o es la m a n o q u i e n obra,
transcendencia d e Dios, y se nos dice q u e es el creador, conserva- sino el h o m b r e c o n la m a n o ) .
dor y provisor d e todo c u a n t o existe, q u e es i n m e n s o y eterno, q u e 3. 0 P o r ser Dios absolutamente el primer Ser; y n o podría
es espíritu y habita e n u n a luz inaccesible, e t c . , etc. N o p u e d e serlo si entrara e n composición c o n algún otro ser, a u n q u e actuara
afirmarse d e u n a m a n e r a m á s clara y r o t u n d a la distinción radical como forma del mismo; p o r q u e la forma q u e entra e n u n compuesto
e n t r e Dios y el universo m u n d o . es u n a forma participada y, p o r lo mismo, es posterior al q u e posee
esa forma p o r esencia (v.gr., el calor d e u n hierro c a n d e n t e es p o s -
b) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . La Iglesia ha afirmado terior al m i s m o fuego q u e lo calentó).
siempre, como d o g m a elementalísimo, la infinita transcendencia d e Estos a r g u m e n t o s d e l D o c t o r Angélico dejan definitivamente
Dios sobre todas las cosas creadas, y h a c o n d e n a d o el panteísmo zanjada la cuestión. Pero, para mayor a b u n d a m i e n t o , vamos a com-
en todas s u s formas. H e aquí las principales fórmulas conciliares: pletarlos con algunos otros m u y claros y sencillos, a u n q u e n o m e -
CONCILIO IV DE LETRÁN: «Reprobamos también y condenamos la per- nos convincentes. H e l o s aquí 1 4 :
versísima doctrina de Almarico 12, cuya mente de tal modo cegó el padre de
13 Cf. I 3,8.
12
Partidario, como vimos, del panteísmo formalista, 1 4 Cf. FARGES-BARBEDETTE, Phüosophia scholastica ed.6o (Paris 1934) vol.2 P.346SS.
60 P.I. DIOS UNO

S.2 C.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 61


i.° E l panteísmo r e p u g n a a nuestra conciencia psicológica y m o r a l

E n efecto: cada u n o d e nosotros nos sentimos d u e ñ o s d e n o s - misma cosa. N o se le d e b e p r e m i a r cuando obra bien, n i castigar
otros mismos, sujetos y responsables d e nuestros propios actos, cuando comete u n crimen. T i e n e derecho a vivir como se le a n t o -
completamente distintos d e los otros h o m b r e s y d e l m u n d o q u e ¡i\ sin tener para nada e n cuenta los derechos d e los d e m á s , etc.
nos rodea. ¿ Q u i é n c o n sano juicio p u e d e creer q u e es el mismo A la vista de tales enormidades—que se deducen, sin embargo, lógica-
Dios, o sea, el Ser necesario, eterno, i n d e p e n d i e n t e , i n m u t a b l e y mente del panteísmo—,uno se pasma de cómo ha sido posible que un error
s u m a m e n t e perfecto? T o d o s t e n e m o s conciencia, p o r el contrario, Un burdo y grosero haya podido tener tan gran número de partidarios a
de nuestra limitación y miseria, d e n u e s t r a impotencia física y m o - todo lo largo de los siglos. Ello se explica únicamente por la debilidad de la
ral, sujetos a las enfermedades y a la m u e r t e , etc.; y e n cuanto a los razón humana para ver con claridad cuando su luz divina queda ofuscada
otros n o m b r e s y al m u n d o , ¿quién p u e d e creer q u e se identifican por el orgullo, o cuando se siente azotada por el vendaval de las pasiones,
i|iic tratan de justificar a toda costa una conducta desordenada.
con nosotros m i s m o s y q u e , t o d o s j u n t o s , formamos u n a sola y
única sustancia, u n a sola y única persona? E s menester estar loco Estudiado científicamente el atributo d e la divina simplicidad,
para afirmar semejantes enormidades. escuchemos ahora al docto y piadoso Sauvé h a b l a n d o b r e v e m e n t e
F i n a l m e n t e , la conciencia moral nos advierte con toda claridad tic él e n p l a n contemplativo 1 5 :
q u e los crímenes q u e se cometen e n el m u n d o n o p u e d e n i m p u t a r s e
al mismo Dios, n i los justos e inocentes tienen n a d a q u e ver con los «En Dios no hay distinción de partes ni divisiones materiales; esto es
criminales y malhechores. demasiado evidente. Lejos de El toda dimensión. Por su naturaleza se
llalla fuera e infinitamente por encima de las limitaciones del espacio y de
2.° E l panteísmo destruye los principios fundamentales d e la los cuerpos. El mismo espacio no es sino una criatura suya, como las demás
razón h u m a n a rosas; el espacio, como el cuerpo, no subsisten sino por la influencia de la
divina Inmensidad. Y Dios no cae bajo el espacio, como no cae bajo el
a) D e s t r u y e el principio d e contradicción. P o r q u e , si Dios y el tiempo al crear el tiempo y el espacio y conservarlos; como no se hace
m u n d o son sustancialmente u n a m i s m a cosa, resulta q u e u n m i s m o criatura produciendo o conservando en la existencia el tiempo y el espacio
ser es, a la vez, necesario y contingente, finito e infinito, perfecto con todos los seres que los pueblan.
e imperfecto, b u e n o y malo, relativo y absoluto, etc., etc. N o p u e - Aun en los mismos ángeles, que por su naturaleza no están sometidos
al espacio ni al tiempo, la simplicidad no es enteramente perfecta; de suerte
den imaginarse mayores absurdos y contradicciones.
que, v.gr., su voluntad y su inteligencia no se confunden, su acción no es
b) D e s t r u y e el principio d e causalidad. P o r q u e , si Dios y el HU sustancia, y en ellos son cosas diferentes la gracia y la gloria y la naturaleza.
m u n d o son la m i s m a realidad, t e n e m o s u n efecto sin causa, u n ser En Dios, por el contrario, siendo espíritu puro por excelencia, no hay som-
por participación sin q u e exista u n ser p o r sí m i s m o ; Dios, al crear, bra de estas distinciones o divisiones; su inteligencia es realmente su volun-
se causa a sí m i s m o y se hace cada vez mayor, evolucionando y tad, su eternidad y su inmensidad se identifican con su actividad inma-
añadiéndose nuevas e n t i d a d e s . . . nente e inmovilidad. Y los atributos que parecen más opuestos, v.gr., su
justicia y su misericordia, su amor y su enojo, su poder y su mansedumbre,
c) D e s t r u y e el principio d e razón suficiente. P o r q u e , si Dios no se distinguen en sí mismos realmente, sino sólo virtualmente (según
y el m u n d o son u n a m i s m a realidad, es claro q u e n i Dios n i el m u n - dicen los teólogos) por sus efectos y por el modo como los concibe nuestra
do tienen razón suficiente d e existir. N o Dios, p o r q u e n o p u e d e ser inteligencia. En el fondo, la naturaleza divina y sus perfecciones no son sino
hecho p o r el m u n d o (lo infinito n o p u e d e salir d e lo finito); n i el una simplicísima realidad inefable y adorable...
m u n d o , p o r q u e nadie p u e d e ser causa d e sí m i s m o (es a b s u r d o y Por esta simplicidad, Dios es, a un mismo tiempo, toda perfección: es
contradictorio). todo vida, todo inteligencia, todo amor, todo verdad, todo belleza, todo
santidad...
3 o E l panteísmo lleva lógicamente a consecuencias perversas Y ¿por qué medio honraremos esta perfecta simplicidad de Dios ? Hemos
de comenzar por convencernos más profunda, más prácticamente, de esta
a) P E R V I E R T E LA NATURALEZA D E D I O S y lleva, p o r t a n t o , al verdad. Mirando a Dios con todas sus perfecciones, y, sobre todo, con
ateísmo. D e hecho la mayor p a r t e d e los panteístas son ateos, y los todo su amor, en todas las cosas, en los pequeños incidentes de la vida
que profesan el ateísmo se forjan u n dios a b s u r d o y contradictorio, como en los mayores acaecimientos de la historia.
que n a d a tiene q u e v e r con el Dios q u e descubre la sana razón y, Sirve, asimismo, el simplificar, espiritualizar, elevar cada día más nuestra
sobre todo, con el q u e nos enseña la fe. alma, tan dividida, disipada, derramada. Domine toda nuestra vida la
memoria de Dios; muéstrenos siempre a ese Dios de majestad en el fondo
_ &¿ PERVIERTE LA NATURALEZA D E L HOMBRE y subvierte los de todos nuestros pensamientos, de todos nuestros gozos y tristezas, de
principios básicos d e la moralidad. E l h o m b r e ya n o sería u n a per- todas nuestras esperanzas y de todos nuestros amores: he ahí el medio de
sona singular, libre y responsable d e s u s propios actos, sino u n a honrar en nuestra alma la unidad y la simplicidad divinas».
partícula d e polvo, u n a gota imperceptible e n el océano insondable
del ser. E l bien y el mal se confunden, el vicio y la v i r t u d son u n a i 5 Cf. SAUVÉ, Dios íntimo (Barcelona 10,16) p.iaiss.
62 P.I. DIOS UNO s.2 c.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 63
3. D o c t r i n a c a t ó l i c a . L a e x p o n d r e m o s e n forma de conclu-
ARTÍCULO 2 siones.
PERFECCIÓN INFINITA DE DIOS Conclusión 1.a Dios es infinitamente perfecto. (De fe.)
Al hablar de la esencia física de Dios decíamos q u e consiste en 54. H e aquí las p r u e b a s :
el cúmulo de todas las perfecciones en grado infinito (cf. n.45).
a) L A SAGRADA ESCRITURA. H a y infinidad d e textos alusivos
E n este artículo vamos a insistir u n poco m á s en la perfección
infinita de Dios, p a r a explicar principalmente d e q u é m a n e r a se a la perfección infinita de Dios. Citamos u n o s pocos p o r vía de
encuentran en E l todas las perfecciones posibles. ejemplo:
Para c o m p r e n d e r el verdadero sentido y alcance d e este atributo «Seréis santos, porque yo, Yavé, soy santo» (Lev 11,44).
divino hay q u e t e n e r en cuenta la noción de perfección y los dife- «¡Dad gloria a nuestro Dios!. ¡El es la Roca! Sus obras son perfectas.
rentes m o d o s con q u e u n ser p u e d e ser perfecto. Todos sus caminos son justísimos. Es fidelísimo y no hay en El iniquidad.
Es justo, es recto» (Deut 31,3-4).
52. 1. N o c i ó n d e p e r f e c c i ó n . L a palabra perfección viene «El que hizo el oído, ¿no va a oír? El que formó el ojo, ¿no va a ver?»
del verbo latino perficere (hacer hasta el fin, hacer completamente, (Ps 93,9).
terminar, acabar), de d o n d e sale perfectum ( = perfecto, lo q u e «Mucho más diría y no acabaría, y el resumen de nuestro discurso íerá:
está terminado, acabado) y perfectio ( = perfección, cualidad de El lo es todo» (Eccli 43,29).
perfecto). U n a cosa se dice perfecta c u a n d o tiene t o d o el ser, t o d a «¡Santo, santo, santo, Yavé Sebaot! ¡Está la tierra teda llena de su glo-
la realidad q u e le conviene según su naturaleza. ria!» (Is 6,3).
«Todos los pueblos son delante de El como nada, son ante El nada y
U n ser es t a n t o m á s perfecto cuanto m e n o s tiene d e potencia vanidad. ¿A quién, pues, compararéis vuestro Dios, qué imagen haréis
y más de acto. P o r q u e la potencia es capacidad p a r a adquirir alguna que se le asemeje?» (Is 40,17-18).
perfección, mientras q u e el acto consiste en la posesión real d e esa «Sed, pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial» (Mt 5,48).
misma perfección. D e d o n d e se deduce, ya sin más, q u e D i o s ,
Acto purísimo sin s o m b r a de potencia alguna, tiene q u e ser forzo- b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. H e m o s citado ya la decla-
samente perfectísimo; mientras q u e todos los d e m á s seres—mezcla ración del concilio Vaticano I:
de potencia y de acto—son esencialmente perfectibles, p e r o n o «La santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana cree y confiesa que hay
absolutamente perfectos. L o q u e les q u e d e de potencia, eso les un solo Dios verdadero y vivo... infinito en su entendimiento y voluntad y en
falta de perfección; y como n u n c a desaparecerá d e ellos a l g ú n as- toda perfección» (D 1782).
pecto potencial, sigúese q u e la perfección absoluta es imposible a
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Santo T o m á s d e m u e s t r a q u e Dios
los seres creados. Ella es p a t r i m o n i o exclusivo de Dios, en el q u e
es infinitamente perfecto p o r el hecho d e q u e es el p r i m e r A g e n t e
todo es Acto puro, sin s o m b r a ni vestigio d e potencialidad alguna.
o causa p r i m e r a de t o d o cuanto existe, lo cual significa q u e con-
53. 2. D i f e r e n t e s m o d o s d e p e r f e c c i ó n . C o m o la perfec- tiene en sí virtualmente todas las perfecciones de las criaturas;
y en cuanto q u e es el m i s m o Ser subsistente, encierra en sí t o d o
ción coincide con la realidad actual, h a b r á tantos m o d o s de p e r -
ser y, por lo m i s m o , t o d a perfección. H e aquí sus propias pala-
fección cuantas m a n e r a s distintas haya de estar en acto. U n ser
bras 1;
p u e d e estar en acto p r i n c i p a l m e n t e de tres m a n e r a s :
«Hubo algunos filósofos antiguos, esto es, los pitagóricos y Speusipo,
a) E N CUANTO AL MISMO SER, cuando está totalmente terminado o des- que negaron al Primer Principio la calidad de óptimo y perfectísimo. El
arrollado según su naturaleza (v.gr., la semilla convertida ya en árbol). De motivo de esto fue porque los antiguos filósofos no tuvieron en cuenta
este modo no puede darse la perfección en Dios, porque en El no cabe des- más que el primer principio tnaterial, y, efectivamente, el primer principio
arrollo o crecimiento alguno. material es imperfectísimo, porque, debido a que la materia, como tal, está
b) E N CUANTO A LOS ACCIDENTES, cuando alcanza la perfección acciden- i'n potencia, el primer principio material ha de ser la potencia en grado sumo,
tal que le conviene según su naturaleza y suelen tener los otros seres per- y, por ello, imperfectísimo.
fectos de su misma especie (v.gr., la conveniente estatura, salud, hermosura, Dios es, indudablemente, el Primer Principio, pero no material, sino del
etcétera). Tampoco de este modo puede Dios ser perfecto, porque en El lionero de causa eficiente, y ésta ha de ser necesariamente perfestísima. Porque
no cabe accidente alguno, aunque sea perfecto en cualquier orden de cosas «si como la materia, en cuanto materia, está en potencia, así también el
y posea eminentemente—como veremos—toda clase de perfecciones acci- u>{ente, en cuanto tal, está en acto. De donde se sigue que el Primer Prin-
dentales. cipio activo es el Acto supremo, y, por consiguiente, tiene la máxima per-
fección, pues una cosa es perfecta en la medida en que está en acto, y llama-
c) ABSOLUTAMENTE, DEL MODO MÁXIMO, EN GRADO INFINITO, de suerte mos perfecto a lo que nada le falta de cuanto requiere su perfección».
que sea imposible concebir una perfección mayor. Esta es la perfección
que corresponde a Dios y éste es el sentido que tiene en nuestra conclusión. 1 Cf, I 4,:.
64 P.I. DIOS UNO S.2 C.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 65
E n la solución a la tercera dificultad expone el otro a r g u m e n t o b) VIRTUALMENTE cuando existe o hay en el sujeto la capacidad de
basado e n el ser s u b s i s t e n t e : producir esa perfección, como la semilla contiene virtualmente la futura
pliinta, y cualquier causa contiene virtualmente los efectos que puede
«El ser o existir es lo más perfecto de todo, pues se compara con todas producir.
las cosas como acto, porque nada tiene actualidad sino en cuanto existe.
Por ello, el ser subsistente (o sea, aquel cuya esencia se identifica con su propia c) EMINENTEMENTE cuando se posee una perfección mayor que suple
existencia) posee la actualidad de todas las cosas, incluso de las mismas ton creces a la perfección menor de la que se carece; y así, por ejemplo, el
formas» (ad 3). Ángel no es un ser racional (como el hombre), sino intelectual, que es más
perfecto y vale mucho más (es mejor el conocimiento intelectual intuitivo
Veamos ahora, e n u n a nueva conclusión, d e q u é m a n e r a están (|ue el racional discursivo).
contenidas e n D i o s las perfecciones d e todas las criaturas. Desde otro punto de vista, las perfecciones pueden también conte-
nerse en un ser de dos maneras: a) físicamente, o sea, según su propia en-
Conclusión 2. a E n Dios están contenidas e m i n e n t e m e n t e las perfec- tidad (v.gr., como el alma en el hombre), y b) intencionalmente, o por especies
ciones d e todas las criaturas: unas, formalmente, y otras, virtual- representativas (v.gr., como las cosas conocidas están en el entendimiento
m e n t e . (Doctrina cierta y común.) del que las conoce).

55. Para e n t e n d e r el sentido y alcance d e esta conclusión es T e n i e n d o e n cuenta todas estas cosas, h e aquí las p r u e b a s d e
preciso hacer algunas observaciones previas 2 : la conclusión:
a) L A SAGRADA ESCRITURA. H e m o s recogido e n la conclusión
1. D I F E R E N T E S CLASES D E P E R F E C C I O N E S . Según San A n s e l m o
anterior algunos textos q u e a l u d e n a la infinita perfección d e Dios.
y todos los teólogos posteriores, h a y q u e distinguir dos clases d e
Ahora bien: n o sería infinita si careciera formal o v i r t u a l m e n t e
perfecciones: las perfecciones puras o simples (simpliciter simplices)
de alguna verdadera perfección creada. L u e g o las posee todas.
y las mixtas (simplices secundum quid).
Por eso leemos e n San Pablo: «Porque d e E l , y p o r E l , y p a r a E l
a) LAS PERFECCIONES PURAS o SIMPLES son aquellas que en su mismo non todas las cosas» ( R o m 11,36).
concepto no envuelven ni suponen ninguna imperfección, ni excluyen en
el sujeto ninguna otra perfección mayor o igual, y, por lo mismo, es siempre b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. R e c o r d e m o s la declaración
mejor poseer esas perfecciones que no poseerlas. Tales son, por ejemplo, 1 leí concilio Vaticano I («Dios es infinito e n t o d a perfección»)
la vida, la sabiduría, la bondad, la belleza, el poder, etc. que h e m o s citado e n la conclusión anterior (cf. D 1782).
b) LAS PERFECCIONES MIXTAS son aquellas que en su mismo concepto c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. A l hablar d e la esencia física d e
formal envuelven o suponen alguna imperfección. Por lo mismo, aunque Dios h e m o s recogido el profundo y clarísimo razonamiento d e
sean verdaderas perfecciones con relación a otros seres inferiores que care- Santo T o m á s (cf. n.45). P u e d e resumirse diciendo q u e todas las
cen de ellas, son imperfectas con relación a otras perfecciones superiores perfecciones q u e existan e n u n efecto es preciso q u e estén conteni-
incompatibles con ellas. Así, por ejemplo, el ser corporal es una perfección das e n s u causa, y a sea d e u n a m a n e r a formal, y a virtual, p o r q u e
con relación a la nada (que no existe); pero es una imperfección con relación nadie p u e d e d a r lo q u e n o tiene; y como Dios es la C a u s a P r i m e r a
al ser espiritual, que es mucho más perfecto que el corporal y es incompatible
de todo cuanto existe, es necesario q u e s e e n c u e n t r e n e n E l d e
con él; el ser racional (propio del hombre) es una perfección con relación
a los animales irracionales; pero es una imperfección con relación a los una manera e m i n e n t e , formal o virtual, las perfecciones d e todos
seres intelectuales (Dios, los ángeles), porque el conocimiento intelectual, los seres creados. Esto m i s m o se d e s p r e n d e del h e c h o d e q u e Dios
intuitivo y penetrante, es mucho más perfecto que el conocimiento racional, sea el Ser subsistente, q u e s u p o n e necesariamente la posesión actual
discursivo y mucho más superficial. de todas las perfecciones del ser 3 .
De manera que para que una perfección sea totalmente perfecta (per- Veamos ahora d e q u é m a n e r a están contenidas e n Dios las
fección pura o simple) ha de reunir estas dos condiciones: a) que no envuelva I lerfecciones d e todos los seres creados.
imperfección alguna, y b) que no excluya en el sujeto, en su razón de ser,
alguna otra perfección mayor o igual. a) LAS PERFECCIONES PURAS O SIMPLES, O sea, las que no envuelven en
MI concepto ninguna imperfección, están contenidas en Dios de una manera
2. DISTINTOS MODOS D E POSEER UNA PERFECCIÓN. De tres lormal eminente. Quiere decir que Dios las posee tal como suenan, o sea,
maneras p u e d e encontrarse u n a perfección e n u n ser: formal, vir- rn'KÚn su propio concepto expresado en la definición, pero de un modo supe-
tual y e m i n e n t e m e n t e . rior y más eminente que el que tienen en las criaturas, porque no tienen en
I'.l ninguna limitación, sino que las posee en toda su plenitud infinita e
a) FORMALMENTE están contenidas en un ser cuando éste las posee identificadas con su propia divina esencia. Y así Dios no solamente posee,
según su propio concepto expresado en la definición, como la animalidad o la sino que es la misma vida, la misma sabiduría, la misma bondad, la misma
racionalidad en el hombre. belleza, la misma omnipotencia, etc., etc.
2
Cf. ZUBIZARRETA, o.o, vol.2 n,88. J Cf. I 4,2-
OÍOS y su obra 3
66 P.I. DIOS UNO
S.2 C.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 67
b) LAS PERFECCIONES MIXTAS, O sea, las que envuelven en su concepto
alguna imperfección, no las posee Dios de una manera formal, porque ello añadir, y a q u e contiene e n si m i s m o d e u n a m a n e r a eminente (forma 1
implicarla imperfección en Dios o carencia de una perfección mayor, lo
0 virtual) la perfección d e todos los seres actuales o q u e p u e d e n
cual es imposible en El. Pero las posee de una manera virtual, eminente, o sea,
en cuanto que Dios puede producirlas (continencia virtual) y puede hacer venir a la existencia p o r creación, o sea, sacándolos d e la nada.
de modo mucho más perfecto (continencia eminente) todo cuanto las criaturas U n ejemplo aclarará estas ideas. L a potestad d e u n príncipe o
pueden realizar con esas perfecciones mixtas. jefe d e u n Estado, j u n t o c o n la d e todos los magistrados inferiores,
no es mayor q u e la del príncipe o jefe solo; p o r q u e la potestad
D e la doctrina d e esta conclusión se d e s p r e n d e n dos consecuen- de los magistrados d e p e n d e y se deriva í n t e g r a m e n t e d e la sola
cias importantísimas, v e r d a d e r a m e n t e sorprendentes: potestad del príncipe. D e d o n d e n o h a y más potestad, a u n q u e haya
i. a L a s cosas creadas existen, e n cierto m o d o , m á s verdadera- más h o m b r e s q u e tienen potestad.
m e n t e en Dios q u e e n sí m i s m a s . A este propósito escribe h e r m o s a m e n t e San A g u s t í n :

56. E n la Sagrada Escritura e n c o n t r a m o s algunos textos q u e «Tú, sin Dios, eres menos ser; y tú, en cambio, con Dios no aumentas
lo insinúan c o n suficiente claridad: en nada su ser. El no es más contigo, pero tú sin El eres menos. Crece,
pues, en El; no te retires de El como si perdiera algo sin ti. T e rehaces si
«Y todo cuanto ha sido hecho, en El era vida» (lo 1,3-4). te unes con El y te deshaces si de El te retiras. El permanece intacto lo
«Porque en El vivimos y nos movemos y existimos» (Act 17,28). mismo contigo que sin ti» 6 .
¿Cómo h a y q u e e n t e n d e r esto? E s c u c h e m o s a Santo T o m á s y
Conclusión 3 . a L a s criaturas son semejantes a D i o s ; p e r o n o genéri-
a San Agustín: ca ni específicamente, sino sólo analógicamente y c o n distancia in-
SANTO TOMÁS: «Cuando se pregunta si las cosas existen más verdadera- finita. (Doctrina cierta y común.)
mente en sí mismas que en el Verbo de Dios, hay que distinguir. Si por
la expresión verdaderamente quiere designarse la verdad de la cosa, es indu- 58. Esta conclusión, a u n q u e se refiere d e suyo a las criaturas,
dable que es mayor la verdad de las cosas en el Verbo que en sí mismas. se relaciona t a m b i é n con la perfección d e D i o s , e n c u a n t o q u e
Pero si con esa expresión quiere designarse la verdad de la predicación,
ocurre a la inversa; porque la palabra hombre se predica más verdaderamente trasciende infinitamente cualquier clase d e semejanza formal c o n
de éste tal como existe en la realidad que tal como existe en el Verbo de los seres creados.
Dios» 4 . Para entenderla convenientemente h a y q u e t e n e r e n cuenta
SAN AGUSTÍN: «Construye el artesano su arca. Lo primero es la con- que la semejanza n o es otra cosa q u e la conveniencia o conformidad
cepción del artífice, pues de no ser así, ¿cómo la puede construir? Pero ¡le dos o más cosas en alguna forma o perfección. Esta conveniencia
el arca como idea no es el arca que la vista contempla. Aquélla es invisible, puede ser mayor o m e n o r según los diferentes m o d o s d e c o m u -
ésta visible. Ya tenemos fabricada el arca; pero no deja por eso de existir en la nicación e n la m i s m a forma o perfección. Y así, p r o c e d i e n d o d e
mente del artista. La obra es la ejecución de la idea, que en la mente del mayor a m e n o r semejanza, p u e d e n distinguirse las siguientes c u a -
artífice permanece. Este artefacto se puede llegar a podrir, pero en la mente 1 ro clases: individual, específica, genérica y analógica.
queda el original para hacer otro nuevo. Fijad la atención a la vez en el arca
como concepción del artífice y en el arca como obra ejecutada. El arca ya a) SEMEJANZA INDIVIDUAL es la que existe entre dos seres o cosas que
fabricada no tiene vida; pero como concepción tiene vida en el alma del 110 solamente pertenecen a una misma especie, sino que presentan incluso
artífice. 1 aracterísticas accidentales del todo semejantes (v.gr., la semejanza entre
Lo mismo se puede decir de la Sabiduría de Dios, por la cual han sido dos hombres negros o pertenecientes a una misma raza de color). Es la seme-
hechas todas las cosas. Esta Sabiduría contiene en si la idea de todas las janza más perfecta sin llegar a la igualdad total, como la que hay, v.gr., entre
cosas antes de que sean creadas en la realidad; y por eso todo lo producido < los ejemplares de un mismo libro.
según estas ideas tiene vida en el Verbo, aunque en sí mismo no la tenga.
La tierra y el cielo, la luna y el sol que contemplamos con la vista, existen b) SEMEJANZA ESPECÍFICA es la que existe entre dos seres o cosas per-
primero en su arquetipo y en El son vida y fuera de El son cuerpos sin alma» 5 . tenecientes a una misma especie, pero con características accidentales dife-
2. a Dios, m á s las criaturas todas, n o son m á s q u e solo Dios. rentes (v.gr., entre un hombre blanco y otro negro).

57. Q u i e r e decir q u e , si añadimos al Ser d e D i o s la Creación c) SEMEJANZA GENÉRICA es la que afecta a dos seres o cosas que coin-
universal entera, n o o b t e n d r e m o s u n resultado m a y o r o m á s per- ciden únicamente en el género, pero no en la especie (v.gr., la que hay
fecto q u e el Ser único d e Dios. H a b r á m á s seres, pero n o m á s Ser. entre un hombre y un animal, o entre dos animales de distinta especie).
L a razón es p o r q u e al Ser infinito n a d a a b s o l u t a m e n t e se le p u e d e d) SEMEJANZA ANALÓGICA es la que existe entre dos cosas que no coin-
ciden ni en la especie ni en el género, sino únicamente en una razón genera-
4 SANTO TOMAS, De veritate q.4 a.6.
s Cf. SAN AGUSTÍN, In lo. 1,17. Puede verse en Obras de San Agustín, ed. BAC, t.t3 lísima común o en cuanto que ambas cosas son seres. Tal es, por ejemplo,
(Madrid 1955) P-9I- la semejanza que hay entre un hombre y una piedra.
8
Cf. SAN AGUSTÍN, ibid., 11,5 (p.319 en la ed. de la BAC).
68 P.I. DIOS UNO
S.2 C.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 69
T e n i e n d o e n cuenta estas distinciones, h e aquí la prueba d e la
c) LAS ALMAS EN GRACIA (y los ángeles del cielo), en cuanto que están
conclusión e n sus tres distintas partes ?: unidas a Dios mediante una participación física y formal de la misma natu-
i.a L A S CRIATURAS SON SEMEJANTES A D I O S . L a r a z ó n es m u y raleza divina—que eso exactamente es la gracia—, le imitan de una manera
sencilla. T o d o agente obra algo semejante a sí m i s m o . P o r eso la muchísimo más perfecta, y por eso se llaman y son propiamente imagen
sobrenatural de Dios. De donde se deduce que el estado y dignidad más alta
forma del efecto se halla d e alguna m a n e r a e n la causa q u e lo p r o - 11 que puede elevarse una criatura consiste en la posesión de la gracia santi-
dujo, a u n q u e d e otro m o d o y p o r otra razón. Pero como Dios es ficante, que constituye un tesoro en cierto modo infinito.
el p r i m e r A g e n t e p r o d u c t o r d e t o d o cuanto existe, h a y q u e con-
cluir q u e e n todas las cosas creadas h a y u n a huella o semejanza Nótese, sin e m b a r g o , q u e , a u n q u e las criaturas sean semejantes
de Dios. P o r eso dice Dios e n la Sagrada Escritura: «Hagamos al 1 Dios e n el sentido q u e acabamos d e explicar, d e n i n g u n a manera
hombre a nuestra imagen y semejanza» ( G e n 1,26). ••i- puede decir q u e Dios sea semejante a las criaturas. Escuchemos
1 Santo T o m á s 8 :
2.a P E R O N O G E N É R I C A N I E S P E C Í F I C A M E N T E , ya q u e D i o s está
por encima y trasciende infinitamente todos los géneros y especies «Si bien decimos que las criaturas son en cierto modo semejantes a Dios,
creados o creables. E s el Ser singularísimo, infinito, q u e n o tiene ilc ninguna manera se ha de admitir que sea Dios semejante a la criatura,
ni p u e d e tener n i n g u n a semejanza genérica o específica c o n nadie. pues, como dice Dionisio, «hay semejanza mutua entre las cosas que son del
mismo orden, pero no entre la causa y el efecto». Si, pues, decimos que el
E n este setido nos dice la Sagrada Escritura:
ii'trato es semejante al hombre, pero no al revés, así también podemos decir
«¿Quién sobre las nubes semejante al Señor ? ¿Quién semejante a Yavé que la criatura es semejante a Dios, pero no que Dios es semejante a la
entre los hijos de Dios?» (Ps 88,7). criatura».
«¿A quién, pues, compararéis vuestro Dios, qué imagen haréis que se
le asemeje?» (Is 40,18). ARTÍCULO 3
3.a SINO SÓLO ANALÓGICAMENTE Y C O N DISTANCIA INFINITA,
BONDAD INFINITA DE DIOS
en cuanto q u e todas las cosas creadas participan e n m a y o r o m e n o r
grado d e la razón analógica del ser (todas son seres), cuyo s u p r e m o C o m o veremos e n seguida, la b o n d a d se funda e n la perfección.
analogado es el Ser infinito, q u e existe por sí mismo, mientras q u e I'or consiguiente, u n a cosa perfecta será b u e n a y otra infinitamente
todas las criaturas son seres por participación. perfecta será infinitamente b u e n a . Vamos, p u e s , a estudiar la b o n -
Como se ve, esta semejanza analógica es imperfectísima, de suerte que dad infinita d e D i o s i n m e d i a t a m e n t e después d e h a b e r hablado
las cosas análogas son mucho más desemejantes que semejantes entre sí de su infinita perfección.
(v.gr., el ángel, el hombre, el animal y la piedra coinciden en la razón analó- E m p e c e m o s p o r sentar algunos p r e n o t a n d o s indispensables 1.
gica del ser; pero las desemejanzas entre ellos son mucho mayores que sus
semejanzas). Esta desigualdad entre los seres análogos alcanza su máximo 59. 1. N o c i ó n d e b i e n y d e b o n d a d . E l bien, e n cuanto
exponente cuando se comparan las criaturas con el Creador, por razón de c identifica real y t r a s c e n d e n t a l m e n t e con el ser, n o p u e d e definir-
la distancia infinita que existe entre ellos. Por eso el concilio IV de Letrán le p r o p i a m e n t e . P o d e m o s decir, sin embargo, q u e el b i e n es aquella
declaró, contra los errores del abad Joaquín, que «no puede afirmarse tanta cualidad del ser que le hace grato y apetecible; o, como decía A r i s t ó -
semejanza entre el Creador y la criatura que no haya de afirmarse una teles, es aquello que todos apetecen. Esta sencilla fórmula expresa
mayor desemejanza» (D 432). el fundamento objetivo, la razón formal y el efecto d e la b o n d a d :
E n esta semejanza analógica e n t r e Dios y las criaturas p o d e m o s a) FUNDAMENTO OBJETIVO. El bien, contemplado en las cosas, con-
distinguir tres grados fundamentales: »ÍHte en aquella conveniencia o perfección fundamental por la cual la cosa
a) LAS CRIATURAS IRRACIONALES participan de la perfección divina CH apta para alcanzar su propio fin o el fin de otro, haciéndola buena para
únicamente en cuanto que tienen ser, y esta tan remota semejanza se llama x( O para otro.
vestigio o huella; porque así como por el vestigio o impresión del pie (v.gr., en b) RAZÓN FORMAL. Esta conveniencia excita, atrae y mueve al ape-
la nieve) se puede rastrear, siquiera imperfectamente, al autor de esa huella, tito, y, por eso, el bien se diferencia específica y formalmente de lo verdadero
así por las criaturas se puede de algún modo rastrear al Creador. En este que se refiere no al apetito, sino a la facultad cognoscitiva.
sentido, se dice que las criaturas irracionales son como la huella, el rastro,
el vestigio del Creador. c) EFECTO. El bien mueve al apetito en el que engendra el amor.
I.» verdadero, en cambio, engendra el conocimiento en la facultad cognos-
b) LAS CRIATURAS RACIONALES (ángeles y hombres), en cuanto dotados citiva. El bien se identifica trascendentalmente con el ser. De donde resulta
de inteligencia y voluntad, imitan y representan las perfecciones de Dios de que, en mayor o menor grado, todos los seres son buenos 2 . Es imposible q u e
una manera más expresa y determinada, y por esto se llaman imagen natural
de Dios. • I 4,3 a d 4.
1
Cf. FARGES-BARBEDETTE, O . C , vol.2 p.147.
7 2
Cf. I 4 , 3 ; Contra geni. I 29. Cf. I 5,3-
70 P.I. DIOS UNO S.2 C.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 71

exista un ser esencialmente malo—un dios del mal—,ya que el mal, en cual- «No ha de entenderse esta división como si el bien fuera algo unívoco que
quiera de sus manifestaciones (físico o moral), necesita como soporte indis- «r aplicase por igual a cada uno de los miembros, sino que es una división
pensable un ser a quien afecte; y ese ser, en cuanto ser, es una realidad posi- iindloga que se les atribuye proporcionalmente y en diferentes grados. De
tiva y, por lo mismo, buena. Los mismos demonios y condenados del infierno Mierte que la razón de bien conviene ante todo al bien honesto, después al
son buenos en cuanto seres, aunque sean malos por su voluntad depravada deleitable, y, por último, al tittí» 5 .
aferrada al pecado.
3. D o c t r i n a c a t ó l i c a . T e n i e n d o e n cuenta estos p r e n o t a n d o s ,
La bondad n o es otra cosa q u e la cualidad d e b u e n o . vamos a exponer e n forma d e conclusiones la doctrina católica
«obre la b o n d a d infinita d e Dios.
6o. 2. D i f e r e n t e s clases d e b i e n e s . H a y m u c h a s clases d e
bienes. H e aquí las principales: Conclusión 1. a Dios es infinitamente b u e n o , con b o n d a d ontológica,
esencial o absoluta; con bondad m o r a l o santidad, y con bondad
i.a P O R RAZÓN D E L OBJETO SOBRE E L QUE RECAE, la b o n d a d se bienhechora o d e beneficencia. (De fe.)
divide e n metafísica, física y moral, según afecte trascendentalmente 6 1 . E x p l i q u e m o s , ante todo, los t é r m i n o s d e la conclusión.
a todos los seres, o se trate d e la perfección debida a u n a cosa in- E n Dios cabe distinguir u n a triple b o n d a d :
dividual (v.gr., u n a b u e n a p l u m a es la q u e escribe perfectamente
bien), o se refiera a los actos morales (v.gr., la limosna es u n a b u e n a a) O N T O L Ó G I C A , O esencial y absoluta, es la b o n d a d divina
acción). rn sí misma, o sea, el m i s m o Ser subsistente e n c u a n t o infinitamente
• ipctecible.
2.a P O R RAZÓN D E LA VERDAD, el b i e n p u e d e ser verdadero o
aparente. Se entiende p o r b i e n verdadero el q u e lo es real y objeti- b) M O R A L , llamada t a m b i é n santidad, consiste e n la carencia
v a m e n t e (v.gr., amar a Dios, socorrer al necesitado, h o n r a r a los ilc pecado y e n la perfección d e todas las virtudes.
padres, etc.). P o r el contrario, se llama b i e n a p a r e n t e al q u e n o lo c) D E BENEFICENCIA significa la inclinación d e la voluntad a
es e n realidad, a u n q u e engañe c o n frecuencia a los h o m b r e s p r e - hacer el b i e n a los d e m á s .
sentándose como verdadero (v.gr., los placeres desordenados).
Vamos a examinar p o r separado cada u n a d e estas tres b o n d a d e s
3 . a P O R RAZÓN DEL F I N , el bien se divide e n honesto, útil y
divinas.
deleitable. Escuchemos a Santo T o m á s exponiendo esta división,
q u e tiene gran importancia e n teología m o r a l p a r a juzgar d e la i. a Dios es infinitamente b u e n o con b o n d a d ontológica, esencial
moralidad d e nuestros actos 3 : o absoluta.

«Lo que es apetecido como término parcial del movimiento apetitivo, 62. H e aquí las p r u e b a s :
por cuanto es medio para conseguir algo ulterior, se llama «útil» (como la a) L A SAGRADA ESCRITURA. H a y infinidad d e t e x t o s q u e n o s
medicina se apetece no por sí misma, sino como medio útil para obtener la
salud). hablan d e la b o n d a d infinita d e Dios. E l m i s m o Cristo dijo al
Lo que en realidad se desea por sí mismo y por ello es meta y límite ¡oven rico: «Nadie es bueno sino sólo Dios» ( L e 18,19). Esas palabras
último del movimiento apetitivo, se llama «honesto» (como la virtud en el KC refieren, n a t u r a l m e n t e , a la b o n d a d esencial o absoluta, y a q u e
orden moral, o cualquier perfección verdadera en el orden natural, v.gr., la también e n las criaturas p u e d e encontrarse y se e n c u e n t r a d e hecho
sabiduría, la salud, etc.), ya que por honesto entendemos lo que es apete- cierta b o n d a d participada o analógica.
cible por sí mismo.
Por último, el bien que aquieta el movimiento del apetito, haciéndole b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. Ya v i m o s q u e el concilio
gozar de lo que deseaba, se llama «deleitable» (y puede ser un deleite Vaticano I enseña q u e Dios es infinito en toda perfección ( D 1782).
honesto, v.gr., el placer de practicar una buena acción, o desordenado y U n a d e las mayores perfecciones es la b o n d a d .
pecaminoso, como el de la gula o de la lujuria)».
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Escuchemos el clarísimo razona-
E n la respuesta a unas dificultades r e d o n d e a Santo Tomás miento d e Santo T o m á s 6 :
esta doctrina e n la siguiente forma:
«Dios es el Sumo bien, y no sólo en algún género u orden de cosas, sino
«Se llama propiamente deleitable a lo que no tiene más razón de ser en absoluto. Hemos dicho que el sentido en que atribuimos el bien a Dios
apetecido que el placer que proporciona, aunque sea a veces perjudicial e en en cuanto que de El, como de la causa primera, dimanan todas las perfec-
inhonesto; se llama útil a lo que de por sí no tiene atractivo, sino que se ciones que existen o pueden existir. Hemos visto también que no dimanan
usa únicamente para obtener otro fin, v.gr., tomar una medicina amarga; de El como de un agente unívoco, sino como de un agente que no coincide
por último, honesto es lo que tiene en sí mismo la justificación del deseo» 4 . con sus efectos ni en el concepto específico ni en el genérico. La semejanza
3
Cf. I 5,6. Los paréntesis explicativos son nuestros. > Ibid., ad 3.
* Ibid., ad 2. • Cf. I 6,2. Los paréntesis explicativos son nuestros.
72 P.I. DIOS UNO S.2 C.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 73
de un efecto con su causa unívoca exige uniformidad entre ambos (como la «infinito e n toda perfección» ( D 1782). N o podría faltarle, pues,
que hay entre un padre y su hijo), a diferencia de la causa equívoca (o
l;i perfección m o r a l o santidad e n grado s u p r e m o o infinito.
analógica), cuyo efecto se encuentra en ella de manera más excelente (como
el Ser se encuentra en Dios de modo más excelente que en las criaturas). c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. L a s a n t i d a d e n las c r i a t u r a s s u p o n e
Por consiguiente, si el bien está en Dios como en la causa primera, no dos cosas fundamentales: limpieza o exención d e pecado y firmeza
unívoca, de todas las cosas, es indispensable que esté en El de modo exce- en la práctica d e l b i e n 8 . Elevando analógicamente este principio
lentísimo, y por esta razón llamamos a Dios Sumo Bien».
hasta Dios, n o s e n c o n t r a m o s c o n q u e E l es la santidad infinita o
C o m o se ve, la razón última d e la b o n d a d d e D i o s h a y q u e por esencia, y a q u e n o solamente está exento d e pecado, sino q u e
buscarla e n el h e c h o d e q u e E l es el Ser subsistente por sí mismo es intrínsecamente impecable, y n o solamente practica el bien, sino
y, p o r tanto, infinito en toda perfección, ya q u e el ser y el bien se q u e es el Bien sumo e infinito.
identifican t r a s c e n d e n t a l m e n t e e n t r e sí, distinguiéndose t a n sólo L u e g o Dios n o solamente es infinitamente santo, sino el m a -
con u n a distinción d e razón. nantial y la fuente d e t o d a santidad. L a santidad d e las criaturas
Escuchemos a u n teólogo c o n t e m p o r á n e o e n algunas preci- consiste e n su unión con Dios. E l grado d e u n i ó n c o n Dios marca
siones 7 : exactamente el grado d e santidad d e u n a criatura. E s t a u n i ó n se
verifica, e n esta vida, principalmente, p o r la gracia y las tres vir-
«Como ser subsistente, Dios es la bondad por esencia o la bondad misma tudes teologales (fe, esperanza y caridad). E n el cielo se verificará
(aÜTayoc8ÓTris, ipsa bonitas). Como causa de todas las criaturas y de toda por la visión y el goce beatíficos, a d e m á s d e la gracia y la caridad.
la bondad creada, Dios es la bondad total (Travaya9ÓTr]s, bonum universale).
Como la bondad de Dios está infinitamente elevada por encima de toda 3. a Dios es infinitamente b u e n o c o n b o n d a d bienhechora o d e
bondad creada, Dios es el supremo bien (OirEpayaSÓTris, summum bonum). beneficencia.
Nadie más que Dios es la bondad por esencia (Le 18,19: «Nadie es bueno
sino sólo Dios»). Las criaturas no poseen más que una bondad participada 64. C o n s t a t a m b i é n p o r los lugares teológicos tradicionales:
de Dios (i Tim 4,4: «Toda criatura de Dios es buena»). La absoluta bondad a) L A SAGRADA E S C R I T U R A . E n ella se nos h a b l a continua-
ontológica de Dios es la razón de su felicidad infinita. Conociéndose y
amándose a sí mismo como bien supremo, Dios es infinitamente feliz con m e n t e d e los inmensos beneficios d e o r d e n natural y sobrenatural
esa posesión y disfrute de sí mismo. q u e Dios h a q u e r i d o d e r r a m a r sobre s u s criaturas; y ello p o r p u r a
Dios es la absoluta bondad ontológica en relación con otros, por ser b o n d a d y misericordia, s i n q u e h u b i e r a e n las criaturas n i n g ú n t í -
causa ejemplar, eficiente y final de todas las criaturas (Rom 11,36: «De El tulo q u e las hiciera acreedoras a tales beneficios, antes al contrario,
y por El y para El son todas las cosas»)». a pesar d e las continuas m a l d a d e s e ingratitudes d e los h o m b r e s
(cf. R o m 5,8). Y todos esos dones y beneficios fueron coronados
2. a Dios es infinitamente b u e n o con b o n d a d m o r a l , o sea, infini- por el d o n infinito d e s u divino Hijo y el beneficio inestimable d e
t a m e n t e santo. la redención d e l m u n d o . C o n razón exclama estupefacto el evange-
lista San J u a n : «Tanto a m ó Dios al m u n d o , q u e le dio su Hijo u n i -
63. C o n s t a expresamente p o r los lugares teológicos tradicio-
génito, p a r a q u e t o d o el q u e crea e n E l n o perezca, sino q u e t e n g a
nales: la vida eterna» ( l o 3,16).
a) L A SAGRADA ESCRITURA. L a s a n t i d a d d e D i o s es u n o de
los atributos divinos más reiteradamente manifestados e n las sagra- b) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . Escuchemos la siguiente
das páginas. Ofrecemos algunos textos p o r vía d e ejemplo: hermosísima declaración del concilio Vaticano I:

«¿Quién como tú, ¡oh Yavé!, entre los dioses? ¿Quién como tú magní- «Este solo verdadero Dios, por su bondad y virtud omnipotente, no
fico en santidad?» (Ex 15,11). para aumentar su bienaventuranza ni para adquirirla, sino para manifestar
«Santo seréis vosotros, porque santo soy yo» (Lev 11,45). su perfección por los bienes que reparte a la criatura, con libérrimo designio,
«Ensalzad a Yavé, nuestro Dios, y postraos ante su monte santo, porque juntamente desde el principio del tiempo, creó de la nada a una y otra
santo es Yavé, nuestro Dios» (Ps 98,9). criatura, la espiritual y la corporal, esto es, la angélica y la mundana, y luego
«¡Santo, Santo, Santo, Yavé Sebaot! ¡Está la tierra toda llena de su la humana, como común, constituida de espíritu y cuerpo» (D 1783).
gloria!» (Is 6,3).
«Cuyo nombre es santo» (Le 1,49). c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Según el axioma filosófico, «el b i e n
«Conforme a la santidad del que os llamó, sed santos en todo» (1 Petr 1,15). es difusivo d e sí mismo», o sea, t i e n d e a d e r r a m a r s e sobre los
d e m á s p o r vía d e atracción hacia sí. L u e g o , siendo Dios el B i e n
b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. H e m o s citado varias veces infinito, h a d e ser d e suyo infinitamente difusivo. N o es m e n e s t e r
el texto del concilio Vaticano I e n el q u e se n o s dice q u e Dios es insistir e n cosa t a n clara y evidente.
7
Cf. OTT, Manual de Teología dogmática (Barcelona 1958) p.75.
8 Cf. II-II 8l,8.
74 P.l. DIOS UNO S.2 C.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS
a
Conclusión 2. Dios es la causa ejemplar, eficiente y final d e toda la a) INTEGRIDAD O PERFECCIÓN, porque lo incompleto c imperfecto ">
bondad participada q u e se encuentra e n las criaturas. (Doctrina es bello, sino más bien feo y deforme.
cierta y común.)
b) PROPORCIÓN Y ARMONÍA, porque sin ellas el objeto continúa di-f<"
65. Escuchemos al D o c t o r Angélico exponiendo esta d o c - me y no puede agradar al que lo vea.
trina ' : c) CLARIDAD, o cierto resplandor del objeto que cautiva al que lo con
templa; y así, por ejemplo, llamamos bellas las cosas que tienen un nítido
«Hay un primer Ser que es por su esencia ser y bueno, a quien llamamos
color.
Dios. De este primer Ser, que es ser y bueno por esencia, pueden tomar las
cosas la denominación de seres y de buenas, en cuanto participan de El por Nótese, s i n embargo, q u e estas características se refieren m á s
modo de cierta semejanza, aunque remota y deficiente, según hemos dicho;
b i e n a las cosas sensibles o materiales. P o r encima d e esta belleza
y por esto se dice que las cosas son buenas con la bondad divina, en cuanto
que ella es el primer principio ejemplar, eficiente y final de toda bondad. material, y d e u n m o d o i n c o m p a r a b l e m e n t e m á s perfecto, se d a la
Ésto no obstante, las cosas son también buenas por la semejanza de la belleza espiritual, q u e , captada p o r el e n t e n d i m i e n t o , le llena d e
bondad de Dios inherente a cada una de ellas, y ésta es su bondad formal agrado y deleite. A Dios corresponde la belleza e n este ú l t i m o
y por la que se dicen buenas. De este modo resulta que hay una bondad sentido y e n grado s u p r e m o o infinito.
común a todos los seres y hay también múltiples bondades».
3. D o c t r i n a c a t ó l i c a . Vamos a exponerla e n forma d e con-
D e m o d o q u e sólo Dios es b u e n o (cf. L e 18,19) absolutamente clusión.
y p o r su propia esencia. Esta b o n d a d esencial d e Dios, p o r ser infini-
ta, es incomunicable a las criaturas, siendo propia y exclusiva d e Conclusión. Dios es infinitamente h e r m o s o , o m á s bien, la m i s m a
belleza y h e r m o s u r a . (Doctrina cierta y común.)
Dios 10. Pero Dios es el origen d e toda la b o n d a d participada q u e
se e n c u e n t r a e n las criaturas, e n cuanto q u e E l es el modelo o 68. H e aquí las p r u e b a s :
ejemplar a q u i e n imitan (causa ejemplar), e n cuanto q u e h a sido
a) L A SAGRADA ESCRITURA. E n el l i b r o d e la S a b i d u r í a se
producida p o r E l e n las criaturas (causa eficiente) y e n cuanto q u e ,
r e p r e n d e a los h o m b r e s insensatos q u e , al c o n t e m p l a r la belleza
como b o n d a d participada, se o r d e n a d e suyo a la B o n d a d absoluta,
de las criaturas, n o saben r e m o n t a r s e a la belleza s u p r e m a d e l q u e
q u e es el m i s m o D i o s (causa final). Pero Dios n o es p r o p i a m e n t e
las creó a su imagen y semejanza:
la causa formal o intrínseca d e la b o n d a d d e las criaturas—como
deliran los panteístas—, sino ú n i c a m e n t e e n sentido analógico, p o r «Pues si, seducidos por su hermosura, los tuvieron por dioses, debieron
cierta semejanza d e la b o n d a d divina impresa e n ellas; y p o r eso conocer cuánto mejor es el Señor de ellos, pues es el autor de la belleza
cada u n a d e ellas tiene su propia b o n d a d intrínseca q u e la dis- quien hizo todas estas cosas. Y si se admiraron del poder y de la fuerza,
tingue y diversifica d e todas las d e m á s . debieron deducir de aquí cuánto más poderoso es su Creador; pues de la
grandeza y hermosura de las criaturas, por razonamientos se llega a cono-
cer al Hacedor de éstas» (Sap 13,3-5).
ARTÍCULO 4
b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Dios r e ú n e analógicamente, e n
HERMOSURA INFINITA DE DIOS grado trascendente e infinito, las condiciones q u e r e q u i e r e la
belleza o h e r m o s u r a , a saber:
I n t i m a m e n t e relacionado c o n la b o n d a d infinita d e Dios nos
sale ahora al paso otro magnífico atributo divino: su infinita belleza a) INTEGRIDAD O PERFECCIÓN, porque es infinitamente perfecto.
o hermosura.
b) PROPORCIÓN Y ARMONÍA, porque, a pesar de la infinita riqueza de
R e c o r d e m o s , e n p r i m e r lugar, algunas nociones filosóficas e n su ser, es absolutamente simple, lo que supone una proporción y armonía
torno a la belleza o h e r m o s u r a . infinitas.
66. 1. N o c i ó n d e h e r m o s u r a . L o bello o h e r m o s o es c) CLARIDAD, porque, siendo espíritu puro y absolutamente simple, es
aquello cuya vista agrada y deleita (quod visum placet). Resulta d e el ser más claro y luminoso que puede pensarse.
una combinación armoniosa y esplendente d e lo b u e n o y lo ver-
L u e g o la belleza y h e r m o s u r a d e Dios es u n a belleza esencial q u e
dadero.
trasciende y sobrepuja infinitamente la h e r m o s u r a d e las criaturas,
67. 2. C o n d i c i o n e s q u e r e q u i e r e . Según Santo T o m á s *, q u e sólo d e u n a m a n e r a analógica, con distancia infinita, imitan
para q u e haya belleza se requieren tres condiciones: imperfectamente la belleza soberana d e D i o s .
L o s místicos experimentales h a n celebrado c o n líricos acentos
» Cf. I 6,4.
10
Cf. I 6,3. la soberana belleza y h e r m o s u r a d e Dios, cuyo recuerdo a r r e b a t a b a
1 Cf. I 39,8; cf. I s,4 ad 1. su alma. A u n a t r u e q u e d e incurrir e n u n a p e q u e ñ a digresión,
76 P.I. DIOS UNO S.2 C.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 77

vamos a ofrecer al lector unos fragmentos d e tres insignes místicos en excelencia, y sobre esto tenéis en Vos otras infinitas hermosuras que a
españoles: San J u a n d e la C r u z , F r a y Luis d e G r a n a d a y F r a y ninguna criatura se comunicaron.
Diego d e Estella. De manera que así como la mar es grande no sólo porque todas las
aguas de los ríos entran en ella, sino también por las que ella tiene de suyo,
San Juan d e la C r u z que son muchas más sin comparación, así decimos que Vos, Señor, sois
mar de infinita hermosura, porque no sólo tenéis en Vos las perfecciones
69. C o m e n t a n d o la canción u n d é c i m a d e su maravilloso Cán- y hermosuras de todas las cosas, sino también otras infinitas que son pro-
tico espiritual, escribe el s u b l i m e místico fontivereño: pias de vuestra grandeza y no se comunicaron a ellas, aunque en Vos no
sean muchas hermosuras, sino una simplicísima e infinita hermosura.
«No hace mucho aquí el alma en querer morir a vista de la hermosura Pues siendo esto así, ¿cuál podremos entender que será aquella hermo-
de Dios para gozarla para siempre; pues que si el alma tuviese un solo ba- sura, aquella imagen tan perfecta, aquel espejo de todas las cosas, aquel
rrunto de la alteza y hermosura de Dios, no sólo una muerte apetecería por abismo de todas las gracias, pues él solo tiene embebidos en sí los mayo-
verla ya para siempre, como aquí desea, pero mil acerbísimas muertes pasa- razgos de todas las hermosuras, con otras infinitas que son propias suyas?...
ría muy alegre por verla un solo momento, y, después de haberla visto, pe- Finalmente, tal es y tan grande vuestra hermosura, que sólo verla y go-
diría padecer otras tantas por verla otro tanto» 2 . zarla basta para hacer bienaventurados aquellos soberanos espíritus del cie-
lo y henchir todo el seno de su capacidad, los cuales arden perpetuamente
Y e n el comentario a la canción 36 escribe e n u n d e s b o r d a - en amor de vuestra infinita hermosura, amándola con todas sus fuerzas y
miento incontenible: ocupándose en esto con lo último de su potencia sin jamás cansar. Porque
la hermosura infinita de aquel objeto que tienen delante de tal manera
«Hagamos de manera que, por medio de este ejercicio de amor ya dicho, arrebata y llama a sí todas las fuerzas de estos espíritus soberanos, que no
lleguemos hasta vernos en tu hermosura en la vida eterna; esto es, que de pueden dejar de estar siempre y actualmente amándoos con este amor» 4 .
tal manera esté yo transformado en tu hermosura, que, siendo semejante
en hermosura, nos veamos entrambos en tu hermosura, teniendo yo ya tu Fray D i e g o d e Estella
misma hermosura; de manera que, mirando el uno al otro, vea cada uno
en el otro su hermosura sola, absorto yo en tu hermosura; y así te veré en 7 1 . E n sus Meditaciones devotísimas del amor de Dios escribe
tu hermosura, y tú te verás en mí en tu hermosura; y así parezca yo en tu el gran místico franciscano:
hermosura, y parezcas tú yo en tu hermosura, y mi hermosura sea tu her-
mosura, y tu hermosura mi hermosura; y así nos veremos el uno al otro en «Si la hermosura tanto poder tiene para robar las voluntades, ¡oh cora-
tu hermosura» 3 . zón mío!, ¿por qué no te captivas de aquella hermosura inmensa de tu Crea-
dor? ¡Oh fuente de toda hermosura, de la cual todas las otras hermosuras
Fray Luis de Granada proceden! ¿Por qué no soy todo llevado de la grande perfección de tan ex-
tremada y soberana lindeza?
70. «No solamente la bondad, sino también la verdadera hermosura La hermosura de las criaturas pequeña es, transitoria, momentánea y
mueve grandemente los corazones al amor. Por donde algunos sabios vinie- perecedera. Hoy es fresca como la flor del campo y mañana está marchita.
ron a decir que el objeto de nuestra voluntad era la hermosura, por ver con La hermosura de la criatura falta y deja de ser al mejor tiempo, pero la her-
cuánta fuerza atrae las voluntades a si. mosura del Creador para siempre persevera y está con él. Toda hermosura,
Pues si tan amable es la hermosura, ¿qué tan amable seréis Vos, Señor, comparada con la hermosura del Señor, es fealdad muy grande. ¿Pues por
que sois piélago y fuente de infinita hermosura, de quien proceden todas qué, ánima mía, te detienes en el amor de la fealdad de la criatura engañosa,
las hermosuras? Las hermosuras, Señor, de las criaturas son particulares cubierta con una falsa apariencia de hermosura, y dejas a la misma hermo-
y limitadas; mas la vuestra es universal e infinita, porque en Vos solo están sura de tu Dios ? Más ventaja hace la hermosura del Creador a la de la cria-
encerradas las hermosuras de todo lo que Vos criasteis. Por donde así como tura que el cuerpo a la sombra. Pues tanto te convida la sombra a que la
el sol es más claro, más resplandeciente y más hermoso que todas las estre- ames, ¿por qué no te captiva la luz a que la quieras? Si tanta admiración
llas del cielo juntas y él solo alumbra más que todas ellas, así Vos solo sois te causan las labores que no pudieron ser recibidas con la perfección que
infinitamente más hermoso que todas vuestras criaturas y más parte para tenían en el dechado, por la torpeza del sujeto donde fueron labradas, ¿cómo
alegrar y robar los corazones de todas ellas. De vuestra hermosura el sol y no quedas fuera de ti contemplando la hermosura y perfección que tenían
la luna se maravillan; de vuestra hermosura manaron todas las otras her- en el dechado de donde se sacaron? ¿Qué hombre habrá en el mundo que,
mosuras; en esta hermosura no se hartan de mirar los ángeles, porque en aficionándose a una figura muy hermosa sacada al natural de una persona,
ella ven más perfectamente todas estas perfecciones y hermosuras de las no se aficione mucho más a la misma persona? Pues si todas las criaturas
criaturas que en las mismas criaturas... son dibujos de la mano de ti, mi Dios, y el hombre es imagen y semejanza
Pues quiero yo, Señor, ahora echar la cuenta y subir por esta escalera tuya, ¿por qué, Señor, no me aficionaré más a ti que a tu imagen y dibujo?...
de las criaturas a ver, como desde una atalaya muy alta, algo de la hermo- ¡Oh hermosura tan antigua y tan nueva, cuan tarde te conocí y cuan
sura inestimable que hay en Vos. Porque primeramente está claro que te- tarde te amé! ¿Por ventura no eres tú, Señor, aquel de quien dice el sal-
néis ya la hermosura de todas las criaturas visibles; después, la de todas mista que eres hermoso entre los hijos de los hombres? De ti dice la esposa
las invisibles, que sin comparación son muchas más en número y mayores 4
FRAY LUIS DE GRANADA, Adiciones al Memorial de la vida cristiana, t.i, Libro del amor
2
SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual canc. n n.7. de Dios; en Obras de Fray Luis de Granada, ed. crítica del P. Cuervo, vol.4 (Madrid 1907)
3
Ibid., ibid., canc.36 n.5. p.200-Z02. Puede Verse en Obra selecta ed. BAC (Madrid 1947) c.6 p.28ss.
78 P.I. DIOS UNO
79
S.2 C.2. LOS'ATRIBUTOS DIVINOS
que eres blanco y colorado, escogido entre millares (Cant 5,10). Y si en este
destierro no veo la hermosura de tu divina majestad así como eres hermoso razón natural. V a m o s a precisar la doctrina católica e n forma d e
en el cielo, por los efectos vengo en conocimiento de la causa, y por la her- coiiclusión.
mosura de los cielos, planetas, árboles, flores y variedad de muy vivos co-
lores de las cosas que tus divinas manos fabricaron, conozco, mi Dios y Coriclusión. Dios es infinito con infinitud actual y absoluta. (De fe.)
Señor, ser abismo infinito de hermosuras la hermosura de donde estas her-
mosuras tienen su origen» 5 . H e aquí las p r u e b a s :
a) L A SAGRADA ESCRITURA. N O h a b l a e x p l í c i t a m e n t e y e n sus
ARTÍCULO 5 términos propios d e la infinitud d e D i o s , pero sí e n t é r m i n o s equi-
valentes o implícitos, como c u a n d o p o n d e r a la grandeza e incom-
INFINIDAD DE DIOS
prensibilidad d e Dios, q u e nacen precisamente d e s u infinitud.
L a perfección o m n í m o d a d e Dios y su b o n d a d p o r esencia «Es grande Yavé y digno de toda alabanza, su grandeza es inconcebi-
llevan, lógicamente, a t r a t a r d e la infinidad del ser divino. E s t e es
ble» (Ps 144,3)-
el orden q u e sigue Santo T o m á s e n la Suma Teológica.
«Es grande Yavé, grande su poderío, y su inteligencia es inenarrable»
C o m o d e c o s t u m b r e , vamos a precisar, ante todo, las nociones (Ps 146,5).
fundamentales. «Es muy grande y no tiene término, alto e inmenso» (Bar 3,24).
72. 1. N o c i ó n y d i v i s i ó n d e i n f i n i t o . Infinito es aquello b) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . Como hemos visto, el
que no tiene término ni limites. Pero esto p u e d e e n t e n d e r s e e n sen- concilio Vaticano I declaró e x p r e s a m e n t e q u e Dios es «inmenso,
tido absoluto o e n sentido relativo: incomprensible, infinito e n su e n t e n d i m i e n t o y voluntad y e n t o d a
a) INFINITO ABSOLUTO es aquel que no tiene término ni límite alguno perfección» ( D 1782).
ni en potencia ni en acto. Es, como veremos, propio y exclusivo de Dios. c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. El a r g u m e n t o fundamental para de-
b) INFINITO RELATIVO (llamado también indefinido) es aquel que no m o s t r a r la infinitud d e Dios es el hecho d e q u e sea el Ser subsistente
tiene límites en potencia, pero si en acto, o sea que en sí mismo es siempre por sí mismo, o sea la p l e n i t u d absoluta del Ser, q u e n o está limita-
limitado. Tal es el llamado infinito matemático (el número, la línea o la do n i coartado a b s o l u t a m e n t e p o r nadie n i e n n i n g ú n sentido l.
extensión) que no tiene límites en potencia (ya que el número, la línea o la E s c u c h e m o s a u n teólogo c o n t e m p o r á n e o a m p l i a n d o u n poco este
extensión pueden crecer indefinidamente, sin alcanzar jamás un término in-
a r g u m e n t o fundamental 2 :
franqueable), pero sí en acto, o sea que de hecho en sí mismo es siempre
limitado, sin que pueda existir infinito en la realidad, ya que es imposible «Comprenderemos que Dios es infinito, siendo perfecto y simple, si
un número, una línea o una extensión actualmente infinita, o sea que no procuramos cuidadosamente distinguir dos modos de ser infinito o inde-
pueda ser mayor. terminado un existente: ser infinito es el resultado de una imperfección
o de una perfección.
73. 2. E r r o r e s . H a y d o s principales errores e n t o r n o a la
Es imperfecto lo que puede constantemente ser acabado, determinado,
infinidad d e D i o s : finito y que jamás lo está de hecho o en acto. De esta manera lo es el bloque
a) El de los que niegan que Dios sea infinito. Tales son, entre otros, de mármol que el artista maneja sin cesar, pero que queda privado de for-
Hobbes; los panteístas evolucionistas (que afirman que Dios va evolucio- ma definitiva, o la materia sonora que se encuentra en los esbozos del com-
nando y perfeccionándose continuamente) y los panteístas trascendentales, positor. Tal es el infinito de imperfección o de ausencia. La perfección llega
como Fichte, Schelling, Hegel, etc. Niegan también la infinidad de Dios con la forma que realiza el fin proyectado; entonces la obra está acabada.
Stuart Mili; los neocriticistas, como Renouvier; los finitistas ingleses y ame- Pero este fin perfectamente determinado es una perfección relativa: ha re-
ricanos, como Schiller, W . James, Well; y los modernistas, como Guyot y ducido las infinitas posibilidades de la materia, o, si se prefiere, el perfecto
Brochard. cuarteto que se ejecuta actualmente no es nada en relación con las infinitas
b) El de los que admiten la infinidad de Dios, pero niegan que pueda posibilidades de Mozart. Ser en potencia no es indudablemente una per-
demostrarse por la razón natural. Tales son los nominalistas, con su jefe, fección, aun cuando esta potencia sea infinita; pero el acto particular que
Ockam, a la cabeza, y los tradicionalistas. pone fin a toda posibilidad está marcado, a su vez, de imperfección. El
Partenón está perfectamente acabado, pero no es más que el Partenón. Se-
74. 3 . D o c t r i n a c a t ó l i c a . C o n t r a los errores q u e acabamos ria preciso contemplar más allá de este límite una belleza infinita y al mis-
d e e n u m e r a r , la sentencia c o m ú n e n t r e los teólogos católicos es mo tiempo perfecta, algo así como la realización actual de todas las posibili-
q u e la infinidad d e Dios n o s o l a m e n t e es u n a verdad d e fe ( D 1622, dades a la vez. Tal sería el infinito de perfección que la criatura no puede
1782), sino q u e p u e d e ser d e m o s t r a d a c o n certeza p o r la s i m p l e conseguir.
5 Sería Dios imperfecto, siendo infinito, si hubiera de ser considerado
FRAY DIEGO DE ESTEIXA, Meditaeiones devotísimas del amor de Dios medit.5. Puede como una materia siempre en espera de perfeccionamiento. Pero es Causa
verse en Místicos franciscanos ed. BAC, vol.3 (Madrid 1949) p.69.
1
Cf. I 7,1.
2
H. PAISSAC, O. P., en Iniciación teológica (Barcelona 1957) vol.i p.367.
80 P.I. DIOS UNO
S.2 C.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 81
Primera del mundo, es decir, acto puro, y no puede ser infinito en posibili-
dad. Sería perfecto y finito como una obra de arte si realizara tal acto, ¡tal
ARTÍCULO 6
idea actual, tal forma, si fuera alguna cosa o algo. Pero no está acabada de
esta manera, porque es más perfecto que toda obra de arte. Su acto consiste INMENSIDAD Y UBICUIDAD DE DIOS
en ser absolutamente y no en ser tal o tal cosa. Por eso es infinito, mas con
un exceso de perfección. Dios está más allá, no más acá de lo que está aca- P e s p u é s d e haber hablado d e la infinidad d e Dios, el o r d e n
bado perfectamente. ló gico nos lleva a estudiar su inmensidad y ubicuidad, p o r q u e el
Se podría decir que Dios no tiene fin y que es más que finito 3 . Infinita- infirtito lo llena todo.
mente más bello que el templo griego, más acabado que el más puro cuar-
teto, más grande que la vida terminada por una muerte heroica, porque es E m p e c e m o s , c o m o d e costumbre, precisando los términos d e
el acto que todas esas cosas o esas personas intentan de lejos imitar. Dios la cuestión.
de tal manera existe que sobrepasa toda determinación, todo fin, todo lí- 75. 1. N o c i ó n d e i n m e n s i d a d y d e u b i c u i d a d . Aunque
mite. Es como un artista que realizara actualmente y a la vez todas sus po-
a veces se u s a n indistintamente las palabras inmensidad y ubicuidad,
sibilidades, como un santo que viviera al mismo tiempo todas las formas
posibles de heroísmo, como un acto que fuera todos los actos. El es. No es n o significan exactamente lo m i s m o .
esto o aquello. Acto puro de ser, sin potencia alguna indeterminada, de sim- a) INMENSIDAD, en el sentido teológico que aquí nos interesa, significa
plicidad perfecta, Dios es absolutamente infinito». la aptitud del ser divino para existir en todas las cosas y en todos los luga-
res. Es la omnipresencia aptitudinal o potencial que se daba ya en Dios antes
A esta m i s m a conclusión se p u e d e llegar d e s d e otro ángulo de la creación del mundo, a pesar de que entonces no estaba Dios presente
d e visión. G o m o ya vimos, Dios es la Causa P r i m e r a , el principio en ningún lugar, ya que no existía todavía lugar alguno. Dios inmenso esta-
s u p r e m o del q u e se derivan todas las cosas. T o d o lo q u e fue, t o d o ba presente en sí mismo, no en las cosas, que todavía no existían.
lo q u e es, t o d o lo q u e será y t o d o lo q u e p o d r í a ser n o p u e d e t e n e r
b) UBICUIDAD, en cambio, significa la presencia actual de Dios en to-
otra fuente o manantial q u e D i o s . T o d o viene d e E l inmediata o das las cosas y lugares. Supone la creación y existencia de las cosas. Es,
m e d i a t a m e n t e . Y puesto q u e n o p u e d e n señalarse límites a las sencillamente, la omnipresencia actual de Dios en todo cuanto existe.
perfecciones o realidades q u e existen o p u e d e n llegar a existir, n o
p u e d e n t a m p o c o señalarse límites a la perfección d e la Causa 76. 2. D i s t i n t a s m a n e r a s d e presencia. E n el o r d e n n a t u -
Primera capaz d e producirlas. L u e g o Dios es actual y a b s o l u t a m e n - ral y filosófico cabe distinguir u n a triple manera d e estar presente
t e infinito 4 . e n u n a cosa o lugar:
D e t o d a esta doctrina se derivan las siguientes principales con-
a) POR PRESENCIA, VISIÓN O CONOCIMIENTO, cuando las cosas están
secuencias: presentes ante nuestra mirada o conocimiento. En este sentido se dice que
i . a L a infinitud actual y absoluta es t a n p r o p i a y exclusiva d e los alumnos de una clase están presentes a la mirada de su profesor, que
Dios q u e n i n g ú n otro ser, fuera d e El, p u e d e ser infinito p o r esencia, los está viendo a todos desde su tarima.
ya q u e n i n g ú n otro p u e d e ser el Ser subsistente por sí mismo y la b) POR POTENCIA, INFLUJO O PODER, cuando se deja sentir el poder o
Causa Primera d e todas las cosas 5. influjo de una persona en algún lugar aunque no esté materialmente pre-
2 . a N o p u e d e existir n i n g u n a cosa q u e sea infinita p o r s u sente en él. Y así, por ejemplo, el poder del rey se extiende a todos los lu-
magnitud; p o r q u e t o d o cuerpo tiene superficie, y lo q u e tiene s u - gares de su reino aunque no esté personalmente presente en todos ellos.
perficie es finito, p o r q u e la superficie es el límite del cuerpo fini- c) POR ESENCIA O SUBSTANCIA, cuando una cosa está realmente presen-
to. P o r tanto, t o d o cuerpo es finito. Y como lo m i s m o se p u e d e te en el lugar que ocupa.
decir d e la superficie y d e la línea, sigúese q u e n a d a h a y infinito
p o r su m a g n i t u d 6. C o m o veremos, Dios está presente en todas las cosas d e este
3 . a N o p u e d e darse t a m p o c o u n a m u l t i t u d real infinita, ya triple m o d o .
q u e n o p u e d e darse u n n ú m e r o t a n g r a n d e q u e n o p u e d a ser m a - 77. 3. E r r o r e s . C o n t r a la inmensidad y ubicuidad d e D i o s
yor y tras u n a m u l t i t u d cualquiera p u e d e venir o t r a y así indefini- h a n surgido m u c h o s errores q u e afectan a los tres modos d e p r e -
d a m e n t e 7. sencia q u e acabamos d e indicar. Y así:
3
4
Finito en el sentido d e acabado. (N. del A.) a) Contra la presencia de visión o conocimiento, erraron Aristóteles,
Cf. ZACCHI, Dio ed.5.» (Roma 1952) p.568. Averroes y otros filósofos, que substrajeron del conocimiento divino las co-
3
Cf. I 7,2.
6
Cf. I 7,3 a r g u m e n t o sed contra. sas viles y singulares por parecerles su conocimiento indigno de Dios. En
i Cf. I 8,4. consecuencia, negaban también la divina providencia sobre todas las cosas.
b) Los maniqueos negaban a Dios la omnipresencia por potencia, ya
que, según ellos, solamente están sometidos al divino poder las cosas espi-
rituales, no las materiales y sensibles, que dependen exclusivamente del
principio malo.
s.2 c.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 83
82 P.I. DIOS UNO
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E S u n a consecuencia necesaria e
c) Los neoplatónicos, árabes y los emanatistas en general, niegan la inevitable d e la infinitud actual y absoluta d e Dio». P o r q u e como
omnipresencia por esencia, sosteniendo que Dios sólo produce la primera
la infinitud absoluta carece d e límites e n el o r d e n del Hcr, tras-
substancia separada, y ésta la siguiente, y así sucesivamente. La última
substancia separada produce el mundo material y sensible. Dios llega a este ciende t a m b i é n e n absoluto los t é r m i n o s del lugar y del «tpucio.
mundo material por su influjo (por potencia), pero sólo está presente por Luego Dios es i n m e n s o y está real e í n t i m a m e n t e presente en todas
esencia en la primera substancia separada en la cual obra inmediatamente. partes.
Vamos a precisar ahora d e q u é m a n e r a está p r e s e n t e Dios en
4. D o c t r i n a c a t ó l i c a . C o n t r a todos estos errores, vamos a todas las cosas y lugares.
precisar la doctrina católica e n forma d e conclusiones.
Conclusión 2. a Dios está í n t i m a m e n t e presente en todas las cosas y
Conclusión 1. a D i o s es i n m e n s o . (De fe.) lugares p o r esencia, presencia y potencia. (Doctrina cierta y común.)
78. H e aquí las p r u e b a s . Esta conclusión contiene tres afirmaciones, q u e vamos a probar
a) LA SAGRADA ESCRITURA. E S una de las verdades más p o r separado.
clara y r e i t e r a d a m e n t e expuestas e n las sagradas páginas. H e aquí i. a Dios está í n t i m a m e n t e presente e n todas las cosas.
algunos textos impresionantes, q u e p o d r í a n multiplicarse con a b u n -
dancia: 79. E l a r g u m e n t o f u n d a m e n t a l es el siguiente. C o m o la ac-
ción d e Dios n o se distingue d e su esencia, es forzoso q u e Dios
«¿Dónde podría alejarme de tu espíritu? ¿Adonde huir de tu presencia? esté r e a l m e n t e p r e s e n t e allí d o n d e o b r e o actúe. Pero Dios obra
Si subiera a los cielos, allí estás tú. Si bajare a los abismos, allí estás pre- en todas las cosas dándoles y conservándoles el ser, puesto q u e todas
sente. Si, robando las plumas a la aurora, quisiera habitar al extremo del
ellas son seres p o r participación. L u e g o Dios está real e íntima-
mar, también allí me cogería tu mano y me tendería tu diestra. Si dijere:
«Las tinieblas me ocultarán, será la noche mi luz en torno mío», tampoco m e n t e presente e n todas las cosas.
las tinieblas son densas para ti, y la noche luciría como el día, pues tinieblas E s c u c h e m o s al D o c t o r Angélico exponiendo este a r g u m e n t o l;
y luz son iguales para ti» (Ps 138,7-12).
«¿Soy yo, por ventura, Dios sólo de cerca? Palabra de Yavé. ¿No lo «Dios está en todas las cosas, no ciertamente como parte de su esencia,
soy también de lejos? Por mucho que uno se oculte en escondrijos, ¿no le ni como accidente, sino a la manera como el agente está en lo que hace. Es
veré yo? Palabra de Yavé. ¿No lleno yo los cielos y la tierra? Palabra de indispensable, en efecto, que todo agente esté en contacto con lo que in-
Yavé» (Ier 23,23-24). mediatamente hace y lo toque con su virtud o poder.
«¿Crees tú poder sondear a Dios, llegar al fondo de su omnipotencia? Ahora bien: puesto que Dios es el Ser por esencia, el ser de lo creado
Es más alto que los cielos. ¿Qué harás? Es más profundo que el abismo. ha de ser necesariamente su efecto propio, lo mismo que encender o que-
¿Qué entenderás? Es más extenso que la tierra, más ancho que el mar» mar es el efecto propio del fuego. Pero como Dios causa el ser en las cosas,
(Iob 11,7-9). no sólo cuando por primera vez empiezan a existir, sino durante todo el
«Los cielos y los cielos de los cielos no son capaces de contener- tiempo que lo conservan (a la manera como el sol está causando la ilumina-
te» (3 Reg 8,27). _ ción del aire mientras éste tiene luz), sigúese que Dios ha de estar presente
en todo cuanto existe mientras continúe existiendo y según el modo como
«El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él, ése, siendo
participe del ser. Pero el ser es lo más íntimo de cada cosa y lo que más
Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por mano del
profundamente las penetra, ya que, según vimos, es el principio formal de
hombre... No está lejos de nosotros, porque en El vivimos y nos movemos
todo cuanto en ellas hay. Por consiguiente, es preciso que Dios esté en to-
y existimos» (Act 17,24 y 27-28).
das las cosas y en lo más intimo de ellas».
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. La inmensidad de Dios
D e esta maravillosa doctrina se d e s p r e n d e n dos consecuencias
es u n d o g m a d e fe e x p r e s a m e n t e definido p o r la Iglesia. H e aquí
algunos textos: importantísimas:
1. a Es imposible que exista un ser del que esté ausente Dios.
E N EL SÍMBOLO ATANASIANO (Quicumque) se dice expresamente: «In- T a n imposible es esto como q u e existan seres iluminados sin luz,
menso el Padre, inmenso el Hijo, inmenso el Espíritu Santo... Y, sin em- o calientes sin calor. E n este sentido Dios está í n t i m a m e n t e presente
bargo, no son tres inmensos, sino un solo inmenso» (D 39).
en u n a piedra, e n u n animal, e n u n alma e n pecado m o r t a l y hasta
E L CONCILIO IV DE LETRÁN declaró expresamente contra los albigenses en los m i s m o s d e m o n i o s y condenados del infierno en cuanto son
y otros herejes: «Firmemente creemos y simplemente confesamos que uno seres 2 . Si Dios se retirase d e u n ser cualquiera, q u e d a r í a ipso jacto
solo es el verdadero Dios, eterno, inmenso...», etc. (D 428). aniquilado ese ser, del m i s m o m o d o q u e cuando se apaga la luz nos
E L CONCILIO VATICANO I, como ya vimos, declaró que «la santa Iglesia q u e d a m o s a oscuras. U n ilustre pensador h a p o d i d o escribir esta
Católica, Apostólica y Romana cree y confiesa que hay un solo Dios verda-
1 Cf. 18,i.
dero y vivo, creador y señor del cielo y de la tierra, omnipotente, eterno, 2 Cf. I 8,1 ad 4.
inmenso...», etc. (D 1782).
84 P.I. DIOS UNO
S.2 C.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 85
frase t a n bella como exacta: «Si Dios p u d i e r a dormirse, despertaría
sin cosas» 3 . de las cosas creadas. F i n a l m e n t e , el espíritu creado está d e tal modo
a
en u n lugar, q u e n o p u e d e estar, a la vez, e n otro; mientras q u e
2. Dios está más intimamente presente en nosotros que nosotros Dios está s i m u l t á n e a m e n t e e n todas partes.
mismos,_ puesto q u e E l está presente como Causa d e nuestro ser 3 . a Se dice q u e Dios está s i m u l t á n e a m e n t e e n todas partes
produciéndolo e n nosotros, y nosotros estamos como efecto reci- (ubique), e n cuanto q u e c o n s u infinito p o d e r y v i r t u d lo abarca
biendo el ser q u e Dios nos da. E s m á s íntima y profunda la a c - todo, y está t o d o e n u n lugar y t o d o e n t )dos los lugares. Esta m a n e -
ción—y, p o r consiguiente, la presencia—de la causa p r o d u c i e n d o ra d e presencia (ubicuidad) es propia y exclusiva d e Dios 6.
el ser q u e la del efecto recibiéndolo.
2. a Dios está presente e n todos los lugares. Aplicación a la vida espiritual

El universo m u n d o es el santuario d e Dios, d o n d e n o solamen-


8o. L a razón sencillísima es p o r q u e , como acabamos d e ver, te está el Señor, sino q u e escucha y recibe las oraciones d e los
Dios está d a n d o el ser a todas las cosas localizadas q u e , e n con- fieles, y ve y condena los vicios d e los descarriados. E n cualquier
j u n t o , llenan todo lugar. E s , p u e s , imposible q u e exista algún lugar parte d e l m u n d o p o d e m o s recurrir a Dios y refugiarnos e n E l .
q u e n o esté e n t e r a m e n t e lleno y repleto d e Dios. Escuchemos al E n todas partes se compadece d e nuestras miserias y se alegra con
D o c t o r Angélico 4 : la santidad d e s u s hijos. N o deje el cristiano d e acudir con con-
fianza a este amantísimo Dios, q u e está e n todas partes, para r e -
«Dado que el lugar es una cosa, el que un ser esté en un lugar puede cibir d e E l dones preciosos y s o b r e a b u n d a n t e s 7 .
entenderse de dos maneras: o como están las demás cosas, esto es, al modo
como una cosa está en otra, de cualquier manera que sea, por ejemplo, como
los accidentes de lugar están en un lugar; o bien que esté según el modo 3. a Dios está presente e n todas partes p o r esencia, presencia y
propio del lugar, como lo están los seres localizados. potencia.
Pues de una y otra manera está Dios, en cierto sentido, en todo lugar,
que es estar en todas partes. Primero, porque lo mismo que está en todas 8 1 . H e aquí el breve y c o n t u n d e n t e razonamiento d e Santo
las cosas dándoles el ser y el poder operativo y la operación, así también T o m á s 8:
está en todo lugar dándoles el ser y el poder locativo. Además, lo localizado
ocupa un lugar porque lo llena, y Dios llena todos los lugares. Sin embargo, «Dios está en todas partes por potencia en cuanto que todos están some-
no los llena como los cuerpos, pues se dice que un cuerpo llena algún lugar tidos a su poder. Está por presencia en cuanto que todo está patente y como
en cuanto impide que haya otro cuerpo con él en el mismo sitio, y el estar desnudo a sus ojos. Y está por esencia en cuanto está en todos como causa
Dios en un lugar no impide que haya allí otras cosas, sino que precisamente de su ser, como ya hemos dicho».
llena todos los lugares porque está dando el ser a todas las cosas localizadas,
que en conjunto llenan todo lugar». Estos tres m o d o s d e estar Dios e n las criaturas, a u n q u e e n
Dios sean u n a sola y simplicísima acción, se distinguen, s i n e m -
D e esta doctrina se d e s p r e n d e n las siguientes principales con- bargo, virtualmente, e n cuanto q u e equivalen a tres modos r e a l -
secuencias 5 : m e n t e distintos y p r o d u c e n diversos efectos.
i . a Dios n o está e n n i n g ú n lugar circunscriptivamente, como
están los cuerpos, o sea p o r extensión d e sus diferentes partes a Consecuencias para la vida espiritual
las dimensiones del lugar y p o r exclusión d e cualquier otro cuerpo
e n el m i s m o lugar, sino q u e está t o d o e n t o d o el lugar y t o d o e n 1. a D E LA PRESENCIA P O R ESENCIA. Cuando cometemos u n
cada u n a d e las partes, y e n perfecta compatibilidad con cualquier pecado, estamos ofendiendo a Dios en el momento mismo en que nos
otro ser, e n el q u e está t a m b i é n í n t i m a m e n t e p r e s e n t e dándole el está dando el ser. N o cabe imaginar u n a ingratitud mayor.
ser q u e tiene, como ya h e m o s visto. 2.a D E LA PRESENCIA P O R PRESENCIA. De día o de noche,
2 . a T a m p o c o está Dios e n u n lugar definitivamente, como están con la luz encendida o apagada, estamos siempre ante la m i r a d a
los espíritus creados; p o r q u e el espíritu creado s u p o n e la previa de Dios. C u a n d o pecamos lo hacemos ante Dios, cara a cara d e
existencia del lugar q u e o c u p a c u a n d o obra e n él, m i e n t r a s q u e Dios.
Dios crea y p r o d u c e el lugar al ocuparlo con su operación. A d e m á s
3.a D E LA PRESENCIA P O R POTENCIA. Estamos colgados de
el espíritu creado p e r m a n e c e e n u n lugar extrínsecamente, mientras
Dios como d e u n h i l o . . . Para aniquilarnos le bastaría a Dios c o n
que Dios penetra en lo m á s profundo, o sea en la esencia m i s m a
retirarse d e nosotros.
-1 G A R M A R , Sugerencias p.2- a c.23 6. a ed. (Madrid 1952) p-535-
4
Cf. I 8,2. " Cf. I 8,4.
J 7
Cf. I 8,2 ad 2 ; 52,2; U 2 , r : ZUBIZARRETA, 0 . 0 , vol.2 n.121 corol.J. ZUBIZARRETA, l . c , coroi.4.
8
I 8,3.
86 P.I. DIOS UNO
S.2 C.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 87
a
Conclusión 3. A d e m á s d e esta presencia c o m ú n y natural d e Dios
en todas las cosas p o r esencia, presencia y potencia, se dan otras consiste e n aquel atributo divino e n v i r t u d d e l cual D i o s p e r m a -
presencias divinas especiales e n el orden sobrenatural o d e la gra- nece siempre el mismo, sin experimentar j a m á s la m e n o r i n m u t a -
cia. (Completamente cierta y común.) ción o cambio d e cualquier naturaleza q u e sea.
82. H e aquí esas otras presencias especiales d e Dios: 84. 2. C l a s e s d e i n m u t a b i l i d a d . L a i n m u t a b i l i d a d p u e d e
a) P R E S E N C I A D E I N H A B I T A C I Ó N E N E L ALMA D E L JUSTO._ ES referirse a cualquiera d e los tres órdenes d e mutaciones q u e p u e -
u n a presencia especial d e Dios realizada p o r la gracia, e n v i r t u d d e n considerarse e n los seres, a saber, metafísica, física y moral.
de la cual Dios u n o y t r i n o está I n t i m a m e n t e presente al alma d e l
a) MUTACIÓN METAFÍSICA es aquella cuyo término formal es el ser en
justo como Padre, d á n d o l e u n a participación d e s u propia n a t u r a -
cuanto ser, ya sea produciéndolo de la nada (creación), o cambiándolo en
leza d i v i n a — q u e eso es la gracia santificante—•, y como Amigo otro ser (transubstanciación), o destruyéndolo en cuanto tal (aniquilación).
en virtud d e la caridad, q u e establece u n a verdadera amistad e n t r e Propiamente hablando, en la creación y aniquilación no hay movimiento
Dios y nosotros 9. E n los seres desprovistos o privados d e la gra- o mutación, porque en la primera falta el punto de partida (la nada no exis-
cia (v.gr., e n u n a piedra o e n el demonio) Dios está presente única- te), y en la segunda el término de llegada (por la misma razón).
m e n t e como C r e a d o r (dándoles el ser e n la forma explicada), p e r o
b) MUTACIÓN FÍSICA es aquella que afecta a un sujeto real que per-
n o como Padre n i c o m o Amigo. manece bajo la mutación o cambio. Se subdivide en substancia/, si el cambio
H a b l a r e m o s l a r g a m e n t e d e esta presencia d e inhabitación e n o mutación afecta a la substancia misma de una cosa (v.gr., la materia pri-
otro lugar d e esta o b r a (cf. n.309ss). ma cambiando de forma substancial), y accidental si el cambio afecta úni-
b) P R E S E N C I A PERSONAL O H I P O S T Á T I C A . E S propia y exclu-
camente a alguno de sus accidentes (v.gr., al color, tamaño, lugar donde
se encuentre, etc.).
siva d e Jesucristo. E n v i r t u d d e ella, la h u m a n i d a d adorable d e
Cristo subsiste e n la persona m i s m a d e l Verbo divino. P o r eso c) MUTACIÓN MORAL es la que afecta a las operaciones de la voluntad
Cristo es personalmente el m i s m o Dios, la s e g u n d a persona d e la (v.gr., cambiándose de buena en mala, o el amor en odio).
Santísima T r i n i d a d hecha h o m b r e 1 0 .
85. 3. E r r o r e s . Son m u c h o s los errores y herejías e n t o r n o
c) P R E S E N C I A SACRAMENTAL O EUCARÍSTICA. E S la p r o p i a de a la inmutabilidad d e D i o s . H e a q u í los principales:
Jesucristo e n el s a c r a m e n t o d e la eucaristía. E n v i r t u d d e la con-
sagración eucarística, Jesucristo está realmente presente bajo las a) Los estoicos, gnósticos, maniqueos y arríanos niegan por diversos mo-
especies d e p a n y vino, a u n q u e con u n a presencia especialísima—al tivos que Dios sea inmutable.
m o d o d e las s u s t a n c i a s — q u e prescinde d e la extensión y d e l e s - b) Los antropomorfitas le hacen semejante a los hombres, sujetos a la
pacio 11. mutabilidad de sus pasiones.
c) Los panteístas, n o sólo los materiales y formales, sino también los
d) P R E S E N C I A D E V I S I Ó N O MANIFESTACIÓN. E S la p r o p i a del emanatistas e idealistas, para los cuales Dios está sujeto a una evolución
cielo. Dios está presente e n todas partes, pero n o e n todas se deja constante e indefinida.
ver, sino sólo e n el cielo ante la m i r a d a atónita d e los b i e n a v e n t u - d) Renán, citando a Hegel, afirma que Dios es purum fieri: u n cons-
rados (visión beatífica). Sólo allí se manifiesta Dios cara a cara. tante hacerse.
Volveremos sobre esto e n otro lugar d e esta obra (cf. n . i o o s s ) . e) Los socinianos y arminianos enseñaron q u e Dios es inmutable en
cuanto a su substancia, pero es mudable en cuanto a su ciencia y a los decre-
tos de su voluntad.
ARTÍCULO 7
4. D o c t r i n a c a t ó l i c a . C o n t r a t o d o s estos errores y herejías
INMUTABILIDAD DE DIOS vamos a exponer la d o c t r i n a católica e n forma d e conclusiones.
D e s p u é s d e h a b e r expuesto la inmensidad y u b i c u i d a d d e Dios Conclusión 1.a Dios e s absolutamente i n m u t a b l e , o sea, n o sufre ni
requiere el b u e n m é t o d o q u e t r a t e m o s ahora d e la divina i n m u t a - p u e d e sufrir m u t a c i ó n alguna d e cualquier naturaleza q u e sea.
bilidad 1. (De fe.)
83. 1. N o c i o n e s p r e v i a s . L a inmutabilidad es u n concepto 86. H e aquí las p r u e b a s :
radicalmente opuesto a t o d o cambio o mutación. Aplicada a Dios,
a) L A SAGRADA ESCRITURA. L o afirma repetidas veces e n el
¡> Cf. I 43,1-8; I-II 9 0 ; II-II 2 3 , 1 . Antiguo y Nuevo Testamento:
10
H e m o s estudiado ampliamente esta presencia personal o hipostática en otra d e nues-
tras obras (cf. Jesucristo y la vida cristiana [BAC, M a d r i d 1961] n.37ss).
11
El lector q u e quiera mayor información sobre esta presencia p u e d e consultar nues- «El consejo de Yavé permanece por toda la eternidad; los designios de
tra Teología moral para seglares vol.2 ed.2.* (BAC, M a d r i d 1061) n.89. su corazón, por todas las generaciones» (Ps 32,11).
1 Cf. I 9 pról. «Desde el principio fundaste tú la tierra, y obra de tus manos es el cielo.
Pero éstos perecerán y t ú permanecerás, mientras todo envejece como un
S.2 C.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 89
88 P . I . DIOS UNO
a) P O R U N 'AGENTE E X T R Í N S E C O a ellas, a saber, por Dios,
vestido. Los mudarás como se muda un vestido. Pero tú siempre eres el
mismo, y tus días no tienen fin» (Ps 101,26-28). q u e las p u e d e cambiar o incluso aniquilar c o n la m i s m a facilidad
«Porque yo, Yavé, no me he mudado...» (Mal 3,6). con q u e las creó. Para aniquilarlas bastaría s i m p l e m e n t e c o n q u e
«Todo buen don y toda dádiva perfecta viene de arriba, desciende del Dios suspendiera p o r u n instante su acción conservadora, q u e equi-
Padre de las luces, en el cual no se da mudanza ni sombra de alteración» vale a u n a creación continua.
(Iac 1,17).
b) P O R SU P R O P I A CAPACIDAD PARA CAMBIAR O MUDARSE e n u n
b) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . L a Iglesia h a p r o c l a m a d o
sentido o e n otro, y esto afecta t a m b i é n necesariamente a todas las
solemne y repetidas veces la doctrina d e la inmutabilidad d e Dios. criaturas, y a q u e , siendo p o r s u propia naturaleza mezcla d e p o t e n -
El concilio de Nicea condenó a los arrianos, que afirmaban que el Hijo cia y acto, t o d o cuanto t i e n e n d e potencia p u e d e cambiar o pasar
de Dios es cambiable o mudable (cf. D 54). al acto; y como es imposible q u e desaparezcan d e u n a criatura
Los concilios IV de Letrán (D 428), II de Lyón (D 463), Florentino cualquiera todos los aspectos potenciales ( p o r q u e entonces pasaría
(D 703) y Vaticano I (D 1782), señalan entre los atributos de Dios, como a ser acto puro, como Dios, lo q u e es a b s u r d o ) , h a y q u e concluir
dogma de fe, la divina inmutabilidad. q u e todas las criaturas s o n d e suyo mudables, y a sea sustancialmente,
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. L a inmutabilidad absoluta d e Dios como las cosas corporales ( q u e p u e d e n cambiar d e forma sustancial,
es u n a consecuencia necesaria y obligada d e su condición d e acto p a s a n d o a ser otra cosa distinta), y a al m e n o s accidentalmente,
puro, d e su simplicidad y d e su infinita perfección. E s c u c h e m o s a como las sustancias espirituales (el ángel y el alma h u m a n a ) , q u e
Santo T o m á s exponiendo el triple a r g u m e n t o 2 : p u e d e n cambiar d e pensar, realizar esto o aquello, etc.
Sólo D i o s , p o r consiguiente, es intrínseca y a b s o l u t a m e n t e i n -
«Por lo dicho hasta aquí se comprende que Dios es absolutamente in-
mutable. mutable 3.
a) Hemos visto, en primer lugar, que existe un primer ser a quien
llamamos Dios, y que este ser primero ha de ser necesariamente acto puro 88. 5. S o l u c i ó n d e las dificultades. A u n q u e la doctrina
sin mezcla de potencialidad alguna, ya que la potencia es naturalmente pos- d e la absoluta i n m u t a b i l i d a d d e Dios es d e l t o d o clara y evidente,
terior al acto (puesto que nada puede pasar de la potencia al acto sino me- plantea, s i n e m b a r g o , algunas dificultades prácticas, cuya solución
diante un ser en acto). Pero como todo lo sujeto a cualquier clase de cambio nos ayudará a c o m p r e n d e r mejor el verdadero alcance d e este atri-
está de algún modo en potencia (al menos para ese cambio), sigúese que
b u t o divino.
en manera alguna es posible que Dios esté sujeto a mutación.
b) En todo lo que se mueve o cambia hay algo que permanece y algo H e aquí las principales dificultades y su correspondiente s o -
que pasa; v.gr., en lo que de blanco pasa a ser negro permanece la substan- lución 4 :
cia; y, por consiguiente, en todo cuanto se mueve hay alguna composición.
Pero hemos visto que en Dios no hay composición alguna, sino que es ab- D I F I C U L T A D : Dios odia al pecador que antes amó. Sabemos, e n
solutamente simple, por lo cual es evidente que no está sujeto a mutación efecto, q u e Dios a m a al h o m b r e virtuoso y odia al pecador. A J u -
alguna. das lo a m a b a cuando, con b u e n a voluntad, seguía al M a e s t r o ; p e r o
c) En tercer lugar, lo que se mueve consigue algo mediante el movi- t u v o q u e odiarlo c u a n d o le traicionó. L u e g o parece q u e D i o s cam-
miento y llega a tener lo que antes no tenía. Pero como Dios es infinito, y bia o se m u d a .
en cuanto tal encierra en sí la plenitud de toda perfección, no puede adqui-
rir cosa alguna ni extenderse a cosas a que antes no alcanzaba, por lo cual RESPUESTA. Esta dificultad se desvanece si consideramos que Dios ama
no es posible atribuirle movimiento alguno». siempre la virtud y odia siempre el pecado dondequiera que estén. Por eso
A este clarísimo razonamiento del Angélico p u e d e añadirse el amó a Judas cuando se guarecía bajo la virtud, y le odió cuando el mismo
famoso a r g u m e n t o d e Salustio, filósofo neoplatónico del siglo iv, Judas se metió en el ámbito, odiado por Dios, del pecado. Todo el cambio
lo realizó el mismo Judas, pasándose de la virtud al pecado. Dios permane-
q u e suena así: T o d o lo q u e se m u d a se cambia e n algo mejor o ce inmutable, amando el bien y odiando el mal dondequiera que estén.
en peor; p e r o Dios n o p u e d e cambiarse e n mejor, p o r q u e es infini-
t a m e n t e perfecto, n i e n peor, p o r q u e entonces sería malo y n o D I F I C U L T A D : Dios se convirtió en Creador. Dios creó al m u n d o
b u e n o : luego es imposible e n Dios cualquier cambio o mutación. en el t i e m p o . L u e g o d e n o C r e a d o r pasó a C r e a d o r . L u e g o h u b o
Conclusión 2. a L a inmutabilidad absoluta es propia y exclusiva d e e n E l u n cambio o m u t a c i ó n .
Dios, d e suerte que todas las criaturas son d e suyo mudables, ex-
trínseca o intrínsecamente. (Completamente cierta.) RESPUESTA. Dios pensó crear el mundo desde toda la eternidad, y el
mundo empezó a existir cuando Dios había decretado que existiera. El de-
87. T o d a s las criaturas, e n efecto, están o p u e d e n estar sujetas creto de crear, que es lo intrínseco a Dios, es tan eterno como Dios. La eje-
a m u t a c i ó n d e dos maneras: 3
Cf. I 9 ,2.
Cf. I 9,1. Los paréntesis explicativos son nuestros. * Cf. RICARDO VIEJO-FELÍU, S. I., El Creador y su Creación (Ponce 1952) P-55-57-
90 P.I. DIOS UNO
S.2 C.2. LOS ATKIBUTOS DIVINOS 91
cución de ese decreto, que es lo extrínseco a Dios, fue temporal, es decir,
tuvo lugar en el tiempo. eternidad d e Dios i n m e d i a t a m e n t e d e s p u é s d e h a b e r estudiado su
Un ejemplo aclarará estas ideas. U n hipnotizador manda al hipnotizado inmutabilidad.
que a los ocho días realice tal acción. Este así lo hace, aunque el hipnotiza-
dor ni se acuerde ya, ni piense más en la orden que dio, y aunque se haya 89. 1. N o c i o n e s p r e v i a s . E s preciso, ante t o d o , distinguir
muerto. Así Dios Creador: el mundo aparecerá en el tiempo en virtud del el concepto d e eternidad d e otros conceptos q u e se refieren a la
decreto eterno de Dios. Este decreto de crear y su ejecución en el tiempo,
ninguna acción ni operación nueva suponen en Dios. La aparición del mun- duración. Y así:
do exige, naturalmente, una transformación total en la criatura, que pasa a) L A DURACIÓN es un concepto análogo aplicable a la eternidad, al
del no ser al ser; pero no pone en Dios cambio ninguno, sino únicamente evo y al tiempo, aunque en forma muy distinta, como veremos en seguida.
le añade una mera denominación: la de Creador. La duración implica únicamente permanencia en el ser, con sucesión de
tiempo o sin ella. Toda duración supone un ser existiendo actualmente.
DIFICULTAD: El milagro y la oración. E l milagro altera las leyes Mientras continúe en el ser, puede decirse de él que dura.
de la naturaleza q u e el m i s m o Dios señaló; luego Dios cambia d e
b) L A ETERNIDAD es una duración sin principio, sucesión ni fin. Es
parecer al realizar esa excepción d e sus propias leyes. Dígase lo clásica la definición de Boecio admitida por todos los teólogos: es la pose-
mismo d e la oración, c o n la cual tratamos d e conseguir alguna sión total, simultánea y perfecta de una vida interminable. Es, como veremos,
gracia q u e quizá n o conseguiríamos sin ella; luego la oración hace propia y exclusiva de Dios 2 , con cuya divina esencia se identifica realmen-
cambiar los designios d e Dios sobre nosotros. te 3 , de suerte que debe decirse que Dios es su propia eternidad más bien
que Dios es eterno.
RESPUESTA. Desde toda la eternidad, Dios decretó las excepciones de
las leyes naturales que se habrían de realizar en el tiempo (milagros) y las c) E L EVO es la duración y medida de aquellas cosas que son inco-
gracias que concedería a nuestra oración humilde y perseverante. Lo in- rruptibles en cuanto a su substancia, pero son mudables o variables en cuan-
trínseco a Dios (el decreto) es eterno e inmutable; su ejecución en el tiem- to a sus operaciones (pensamientos, efectos, etc.). Se miden por el evo las
po es lo único que experimenta la mutación. substancias espirituales creadas (ángeles y almas racionales), y las operacio-
nes connaturales del entendimiento de los ángeles por las que se conocen
DIFICULTAD: La encarnación del Verbo. E s d e fe q u e el V e r b o necesariamente. El evo tiene principio, pero no fin, y es más excelente o
perfecto que nuestro tiempo, pero no abarca bajo su ámbito a todos los
divino se hizo h o m b r e . L u e g o e m p e z ó a ser lo q u e antes n o era. tiempos, como los abarca la eternidad, en la que no hay principio, sucesión
L u e g o el Verbo divino e x p e r i m e n t ó u n cambio o mutación. ni fin.
RESPUESTA. La encarnación no produjo ningún cambio o mutación en d) E L TIEMPO CONTINUO es la duración y medida de aquellas cosas
la naturaleza divina ni en la Persona del Verbo, sino únicamente en la hu- que cambian o se mudan en su propio ser (que puede corromperse) y en sus
manidad de Cristo que fue asumida o levantada por el Verbo a la unión operaciones (movimiento local, alteración, aumento, etc.). El tiempo se
personal con El. opone radicalmente a la eternidad, puesto que, en perfecto antagonismo con
ella, tiene principio, sucesión y fin. Se miden por el tiempo todas las sustan-
DIFICULTAD: El lenguaje de la Sagrada Escritura. Acercarse y cias corruptibles y las operaciones transeúntes de los ángeles acerca de las
alejarse p r e s u p o n e n movimiento, y la Escritura atribuye estas cosas cosas corruptibles.
a Dios, pues dice el apóstol Santiago: «Acercaos a Dios y E l se e) E L TIEMPO DISCRETO, O discontinuo, es la sucesión de las diversas
acercará a vosotros» (Iac 4,8). operaciones de los ángeles, cada una de las cuales puede constar de muchos
instantes sucesivos sin continuación, con los cuales los ángeles, por especies
RESPUESTA. La Escritura aplica a Dios esas expresiones en sentido me- intelectuales infundidas en su entendimiento por Dios4, conocen, iluminan,
tafórico. A la manera como decimos que el sol entra o sale de una casa etcétera a las sustancias inmateriales no sujetas a nuestro tiempo (o sea, a los
cuando sus rayos penetran o no en ella, así se dice también que Dios se otros ángeles inferiores y a las almas humanas separadas). Cada una de las
acerca o se aleja de nosotros cuando recibimos o nos sustraemos al influjo operaciones de los ángeles constituye un momento angélico, aunque se haya
de su bondad 5 . prolongado por mucho tiempo según nuestro modo de concebir la duración.
f) L A ETERNIDAD PARTICIPADA es cierta especial duración de orden
ARTÍCULO 8 sobrenatural, por la que se mide la visión beatífica de los ángeles y bien-
aventurados del cielo. Es la duración que más se acerca a la eternidad
ETERNIDAD DE DIOS de Dios, de la cual participa en la medida en que una criatura puede par-
ticiparla.
L a eternidad d e D i o s es u n a consecuencia d e su absoluta i n -
mutabilidad 1. E l o r d e n lógico exige, p u e s , q u e h a b l e m o s d e la Según estos conceptos, la diferencia esencial e n t r e las diferentes

* Cf. 1 9 , i ad 3. 2 Cf. I 10,3.


3 Cf. I 10,2 ad 3.
» Cf. I 9 pról. 4
Subrayamos estas palabras porque el conocimiento connatural, por el que conoce el
ángel su propia sustancia, se mide por el evo, como ya hemos dicho.
92 P.l. DIOS VNO S.2 C.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 93
duraciones de la eternidad, del evo y del t i e m p o está e n q u e la eter- CONCILIO DE REIMS: «Creemos y confesamos que el solo Dios Padre y el
nidad es una duración t o t a l m e n t e uniforme y simultánea; el evo es Hijo y el Espíritu es eterno, y que no hay en Dios cosa alguna, llámense
una duración en sí m i s m a uniforme y simultánea, p e r o a c o m p a - relaciones, o propiedades, o singularidades, o unidades, u otras cosas seme-
ñada de otra duración multiforme y sucesiva e n el o r d e n accidental jantes, que, siendo eternas, no sean Dios» (D 391).
del mismo ser (o sea, en sus operaciones); y el tiempo es u n a d u r a - CONCILIO IV DE LETRÁN: «Firmemente creemos y simplemente confesa-
ción en sí misma esencialmente multiforme y sucesiva. mos que uno solo es el verdadero Dios, eterno, inmenso...», etc. (D 428)
El hecho d e q u e el evo o el t i e m p o t e n g a n o dejen d e t e n e r p r i n - Lo mismo declaran el concilio II de Lyón (D 703) y el Vaticano I (D 1782).
cipio o término e n la duración es u n a diferencia accidental, cuyo
defecto o negación n o influye e n la distinción esencial d e estas tres c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. H e aquí el sencillo y p r o f u n d o ra-
duraciones. A u n s u p o n i e n d o q u e el evo y el t i e m p o fueran d u r a - zonamiento del D o c t o r Angélico 6:
ciones infinitas, sin principio ni fin, se distinguirían esencialmente
de la eternidad ( p o r q u e les faltaría la posesión total, simultánea y «Según hemos visto, el concepto de eternidad se deriva del de inmu-
perfecta d e la vida interminable) y se distinguirían e n t r e sí, p o r q u e tabilidad, como el concepto de tiempo se deriva del de movimiento. Y como
Dios es absolutamente inmutable, le compete absolutamente el ser eterno.
el tiempo—a diferencia del e v o — m e d i r í a las cosas corruptibles, n o Y no solamente es eterno, sino que es su misma eternidad; y, en cambio,
sólo en cuanto a sus operaciones, sino incluso en c u a n t o a su m i s m o ninguna otra cosa es su propia duración, porque ninguna es su propio ser.
ser substancial 5 . Pero Dios es su ser uniforme; por lo cual, lo mismo que es su esencia, es
también su eternidad».
90. 2. E r r o r e s . C o m o la eternidad d e Dios se funda en su
absoluta inmutabilidad, todos los q u e niegan o p e r v i e r t e n esta últi- E n la respuesta a u n a dificultad, Santo T o m á s repite q u e la
ma niegan o pervierten t a m b i é n la eternidad d e Dios. H e m o s reco- eternidad coincide c o n el m i s m o Dios:
gido estos errores y herejías e n el artículo anterior, a d o n d e r e m i - D I F I C U L T A D . L a eternidad es u n a d e t e r m i n a d a m e d i d a . M a s
timos al lector. como a Dios n o le c o m p e t e ser m e d i d o , sigúese q u e t a m p o c o le
3. D o c t r i n a católica. Vamos a exponerla en dos conclusiones. compete ser eterno.

Conclusión 1. a
Dios es eterno o, m á s bien, es su propia eternidad. RESPUESTA. La eternidad no es otra cosa que el mismo Dios. Por
(De fe.) consiguiente, no se dice de El que sea eterno como si de algún modo fuese
medido, pues el concepto de medida solamente interviene aquí según
91. H e aquí las p r u e b a s : nuestro modo de conocer.

a) L A SAGRADA ESCRITURA. L o afirma e x p r e s a m e n t e e n i n n u - Conclusión 2. a L a eternidad p r o p i a m e n t e dicha es propia y exclu-


merables textos: siva d e Dios. (Completamente cierta.)
«Antes que los montes fuesen, y fuesen paridos la tierra y el orbe, eres 92. E s c u c h e m o s la sencilla explicación d e Santo T o m á s 7 :
tú desde la eternidad hasta la eternidad» (Ps 89,2).
«Los mudarás como se muda un vestido. Pero tú siempre eres el mismo, «Únicamente en Dios hay eternidad en sentido propio y riguroso, porque,
y tus días no tienen fin» (Ps 101,27-28). conforme hemos visto, la eternidad sigue a la inmutabilidad, y sólo Dios
«El ordenó la grandeza de su sabiduría, es uno y el mismo desde la es absolutamente inmutable, según hemos demostrado. Sin embargo, en
eternidad: nada tuvo que añadir ni quitar, y no necesitó consejo de nadie» la medida en que los seres obtienen de Dios la inmutabilidad, así participan
(Eccl 42,21-22). de su eternidad.
«Yo soy el alfa y la omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era, el Hay seres—en efecto—que obtienen de Dios cierta inmutabilidad en
que viene, el Todopoderoso» (Apoc i,8). cuanto que nunca dejan de existir, y en este sentido dice de la tierra la
«Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, el honor y la gloria Sagrada Escritura que «permanece eternamente» (Eccle 1,4). Otros hay
por los siglos de los siglos. Amén» (1 Tim 1,17). que, por su mucha duración, son calificados en la Escritura de eternos,
aunque sean corruptibles; y así, en un salmo se habla de «montes eternos»
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. Consta expresamente en (Ps 75,5), y en el Deuteronomio, de «los collados eternos» (Deut 33,15).
el Símbolo Atanasiano d e la fe y en otras declaraciones dogmáticas: Hay otros, finalmente, que participan en mayor grado del concepto de eter-
nidad, pues son inmutables en cuanto al ser y, además, en cuanto a la opera-
SÍMBOLO ATANASIANO: «Eterno el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu ción, como sucede a los ángeles y bienaventurados, que gozan del Verbo.
Santo. Y, sin embargo, no son tres eternos, sino un solo eterno» (D 39). Y por esto se dice de los que ven a Dios que tienen la vida eterna».

5 Cf. I 10,4-5. El lector q u e desee ampliar considerablemente estas nociones relativas N a d a es preciso añadir a u n a exposición t a n clara y t r a n s p a r e n t e .
al tiempo, al evo y a la eternidad puede consultar nuestra Teología de la salvación 2 . a e d .
(BAC, M a d r i d 1959) p.2." c.3 n.147-154. « Cf. 1 1 0 , 2 .
1 Cf. I 10,3.
94 S.2 C.2. LOS ATRIBUTOS DIVINOS 95
P.l. DIOS UNO
9 5 . 3. D o c t r i n a católica. Vamos a exponerla e n forma d e
ARTÍCULO 9 conclusión.

UNICIDAD DE DIOS Conclusión: Dios es único, o sea, n o existe m á s q u e u n solo y verda-


dero Dios. (De fe.)
E l último a t r i b u t o divino q u e vamos a examinar e n esta sección
es el d e la unicidad d e Dios. H e aquí las p r u e b a s :
9 3 . 1. N o c i o n e s p r e v i a s . Nótese, ante todo, q u e n o es lo a) L A SAGRADA ESCRITURA. E S u n a d e las v e r d a d e s m á s clara
m i s m o unidad q u e unicidad, a u n q u e sean conceptos í n t i m a m e n t e y reiteradamente repetidas e n la Sagrada Escritura, s o b r e t o d o e n
relacionados e n t r e sí. U n ser p u e d e ser uno sin ser único, como J u a n el A n t i g u o T e s t a m e n t o , p a r a apartar al p u e b l o israelita d e la idola-
es u n h o m b r e , p e r o n o es el único h o m b r e . Único significa u n ser tría y del culto d e los falsos dioses. R e c o g e m o s algunos textos es-
n o sólo individual o singular, sino q u e , d e n t r o d e su naturaleza o cogidos e n t r e mil:
especie, existe solamente él. Si e n el m u n d o entero n o existiera m á s
q u e u n solo h o m b r e , ése sería n o solamente un h o m b r e , sino el a) ANTIGUO TESTAMENTO
único h o m b r e . «... Para que conocieras que Yavé es, en verdad, Dios, y que no hay
Q u e Dios sea uno e n sí m i s m o , o sea e n su p r o p i a esencia, n o otro Dios más que El» (Deut 4,35).
ofrece dificultad alguna, ya q u e es infinitamente simple, como h e - «Oye, Israel: Yavé, nuestro Dios, es el solo Yavé» (Deut 6,4).
mos d e m o s t r a d o m á s arriba (cf. n.51), y la simplicidad absoluta «Ved, pues, que soy yo, yo solo, y que no hay Dios alguno más que yo.
es incompatible con cualquier multiplicidad o división. L o q u e Yo doy la vida, yo doy la muerte; yo hiero, yo sano, sin que haya nadie que
pueda librar a nadie de mi mano» (Deut 32,39).
p u e d e ofrecer alguna dificultad y vamos a examinar a continuación
«Así habla Yavé, el rey de Israel, su redentor, Yavé Sabaot: Yo soy el
es si Dios es único, o sea, si n o existe m á s q u e un solo y verdadero primero y el último, y no hay otro Dios fuera de mí.
Dios. ¿Quién como yo? Que venga y hable, que anuncie y se compare conmigo.
94. 2. E r r o r e s . D o s son los principales errores acerca d e ¿Quién desde el principio anunció lo por venir? Que nos prediga lo que ha
de suceder.
la unicidad d e D i o s : el politeísmo y el dualismo. No os aterroricéis, no temáis nada. ¿No lo anuncié yo antes ya y lo
i.° E L POLITEÍSMO es el error d e los q u e a d m i t e n varios o m u - predije? Vosotros sois testigos. No hay Dios alguno fuera de mí. N o hay
chos dioses. Sus formas principales s o n las siguientes: Roca, no la conozco» (Is 44,6-8).
«Soy yo, Yavé; ni es ningún otro. Fuera de mí no hay Dios» (Is 45,5).
a) Demonolatría, o culto de los genios, buenos o malos. Fue profesado
en la antigüedad por griegos y romanos, y subsiste todavía hoy entre algunos b) NUEVO TESTAMENTO
orientales y en Oceanía. «Y Jesús contestó: El primero es: Escucha, Israel, al Señor, vuestro
b) Sabeísmo, o culto de los astros, muy célebre entre los persas. Tuvo Dios, el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con
en Grecia algunos adeptos. toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas» (Me 12,29-30).
c) Antropolatría, o culto de los hombres. Recuérdese el culto de Júpiter «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, tínico Dios verdadero, y a tu
y Saturno en Grecia, de los emperadores en Roma y de los antepasados en enviado, Jesucristo» (lo 17,3).
China. «Acerca de comer las carnes sacrificadas a los ídolos, sabemos que el
d) Zoolatría, o culto de los animales. Floreció principalmente en ídolo no es nada en el mundo y que no hay más Dios que uno solo» (1 Cor 8,4).
Caldea, en Egipto y en la India. «Sólo un Señor, una fe, un bautismo. U n Dios y Padre de todos, que
e) Fetichismo, o culto de la naturaleza inanimada, v.gr., de los ríos, está sobre todos, por todos y en todos» (Eph 4,5-6).
de la tierra, del fuego, de los árboles, de los ídolos, etc. Lo practicaron
antiguamente los egipcios, y aún hoy algunas tribus indias y africanas.
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L a u n i d a d d e D i o s consta
2. 0 E L DUALISMO es el sistema d e los q u e a d m i t e n u n doble e x p r e s a m e n t e e n la confesión d e fe d e todos los concilios e c u m é -
principio s u p r e m o : u n o del bien, del q u e p r o c e d e n todos los bienes, nicos d e la Iglesia: en el I d e Nicea ( D 54), I y II d e C o n s t a n t i n o p l a
y otro del mal, del q u e p r o c e d e n todos los males. M u c h o s poli- ( D 86 y 213), e n el I V d e L e t r á n ( D 428), e n el I d e L y ó n ( D 461),
teístas a d m i t e n estos dos como principales dioses e n t r e todos los en el F l o r e n t i n o ( D 703), e n el d e T r e n t o ( D 994) y e n el Vatica-
demás. n o I ( D 1782). Recogemos a continuación la definición dogmática
Los principales dualismos son: el persa, con Ormudz y Ahrimán; el de este ú l t i m o :
egipcio, con Osiris y Tyfón; el indio, con Wischnú y Schiwa; el germano,
con Baldur y Hóder; el gnóstico, con el abismo y el silencio, o sea, el principio «Si alguno negare al único verdadero Dios, Señor y creador de las cosas
de la luz y el de las tinieblas, de los cuales procedieron los treinta eones. visibles e invisibles, sea anatema» (D 1801).
En el orden teológico ésta es también la herejía de los maniqueos y c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. L a u n i c i d a d d e D i o s es u n a verdad
priscilianistas, contra los que luchó denodadamente San Agustín.
96 P.I. DIOS UNO 97
S.2 C.3. LA VISIÓN DE DIOS
perfectamente d e m o s t r a b l e p o r la simple razón natural i. D e h e c h o Esta «soledad infinita» d e Dios es, sin e m b a r g o , relativa. Como
la p r o c l a m a r o n sin vacilar m u c h o s filósofos paganos q u e carecían nos acaba de decir el autor citado, lo es ú n i c a m e n t e con relación
d e las luces d e la fe, tales como Sócrates, Platón, Aristóteles, etc. a otros dioses, q u e n o existen ni p u e d e n existir. Pero la divina re-
Santo T o m á s la d e m u e s t r a con u n triple a r g u m e n t o d e razón: velación nos habla de tres Personas divinas subsistiendo en una sola
p o r la simplicidad d e Dios, p o r su infinita perfección y p o r la unidad y mismísima esencia o naturaleza. Dios no es, p u e s , el Gran Solita-
del mundo. H e aquí sus propias palabras 2 :
rio cuya existencia como uno alcanza a descubrir la simple razón
«Que Dios es uno, se puede demostrar de tres maneras: h u m a n a . Es t a m b i é n el Dios Trinitario, cuya inefable vida íntima
a) En primer lugar, por su simplicidad. Aquello por lo cual una cosa nos ha descubierto la divina revelación. Pero d e esto hablaremos
singular es precisamente 'esta cosa', no puede comunicarse a otros. Por largamente en la segunda p a r t e de n u e s t r a obra.
ejemplo, lo que hace que Sócrates sea hombre pueden tenerlo muchos;
pero lo que hace que sea precisamente este hombre (o sea Sócrates y no
otro), solamente puede tenerlo él. Por consiguiente, si lo que hace que CAPÍTULO 3
Sócrates sea hombre fuese también lo que hace que sea Sócrates, por lo
mismo que no puede haber muchos Sócrates, tampoco podría haber muchos LA VISION DE DIOS
hombres. Pues éste es el caso de Dios; porque, como hemos demostrado
más arriba, Dios es su propia naturaleza o esencia. Por lo cual, aquello E s t u d i a d a ya la esencia o naturaleza d e Dios en sí m i s m a (c. 1)
mismo que hace que sea Dios, hace también que sea este Dios. Es imposible, y los principales a t r i b u t o s divinos (c.2) q u e nos h a n hecho ver de
por tanto, que haya muchos dioses.
alguna m a n e r a cómo es Dios en sí m i s m o , hay q u e explicar ahora
b) En segundo lugar, por su infinita perfección. Hemos visto que Dios
encierra en sí todas las perfecciones del ser. Pero en el caso de haber muchos de q u é m o d o existe Dios en n u e s t r o e n t e n d i m i e n t o , o sea cómo
dioses, tendrían que ser distintos, y, por tanto, algo habría de tener uno que p u e d e ser conocido p o r las criaturas 1. Se trata, sencillamente, de
no tuviera el otro. Ahora bien: si este algo fuera una privación, el afectado la posibilidad y del hecho d e la visión beatifica p o r p a r t e del enten-
por ella no sería absolutamente perfecto. Si, por el contrario, fuese una dimiento creado. Es u n a cuestión alta y estrictamente teológica,
perfección, le faltaría a uno de los dos. Por consiguiente, es imposible que e n la q u e apenas se p u e d e d a r u n paso sin apoyarse directa e inme-
haya muchos dioses. Esta verdad es la que forzó a los filósofos antiguos d i a t a m e n t e en la divina revelación. *
que admitían la existencia de un principio infinito a deducir que no había
más que uno sólo. 96. 1. N o c i o n e s previas. A l precisar el concepto o noción
c) En tercer lugar, por la unidad del mundo. Vemos que todas las cosas q u e se tiene de alguna cosa, cabe explicar la m e r a significación
están ordenadas entre sí, ya que unas sirven a otras. Pero como cosas tan verbal de la palabra o su contenido real. Veamos a m b o s aspectos
diversas no se coordinarían en un solo plan si algo que sea uno no las orde-
en la cuestión q u e nos ocupa.
nase..., sigúese que aquel primer principio que somete todas las cosas al
mismo orden ha de ser necesariamente uno y único, y esto es Dios». a) N O M I N A L M E N T E , la palabra visión se refiere al acto propio
Estos a r g u m e n t o s son del t o d o claros y convincentes, a u n q u e del sentido d e la vista. D e c i m o s q u e vemos ú n i c a m e n t e lo q u e esta-
n o son los únicos posibles. Santo T o m á s expone varios más en su mos percibiendo con los ojos corporales. Pero, p o r analogía, la
Suma contra los gentiles (I 42). E s c u c h e m o s a u n teólogo c o n t e m p o - palabra visión se extiende a significar t o d a clase d e conocimiento,
ráneo r e s u m i e n d o el a r g u m e n t o f u n d a m e n t a l sobre la u n i d a d de sensitivo o intelectual 2 . L a idea de visión, e n cualquier clase de
Dios 3 : conocimiento, s u p o n e la influencia directa e inmediata del objeto
percibido sobre la facultad q u e lo percibe; p o r eso la fe, q u e cree
«Si Dios existe, es causa primera del mundo, es simple y rigurosamente en u n objeto ausente, es incompatible con la visión 3 . L a idea de
idéntico, es acto puro de ser. Por tanto, Dios no puede ser muchos si se
visión excluye, p u e s , t o d o conocimiento indirecto, mediato, a modo
habla de muchos dioses. Dios es uno. ¿Es solo? Lo es si quiere decirse que
no hay otro Dios distinto de El, que no está con otro Dios. En este sentido de analogía, de abstracción o de r a z o n a m i e n t o . A u n q u e sea de
su soledad es absoluta. Su trascendencia es perfecta. Las criaturas no bastan m a n e r a confusa, la visión ha d e percibir d i r e c t a m e n t e el objeto en
para formar con El una sociedad; está solo en medio del mundo, como está sí m i s m o ; d e lo contrario, n o hay visión.
solo un genio en un jardín poblado de plantas y animales. Cuando un hombre
está más alto, tanto más solo permanece, ha dicho Helio. Dios está colocado b) R E A L M E N T E la visión beatífica p u e d e definirse el acto de la
tan alto, que su soledad es infinita. En su fe renueva el cristiano su adoración: inteligencia por el cual los bienaventurados ven a Dios, clara e inme-
'Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra'». diatamente, tal como es en sí mismo. D e esta visión beatífica vamos
1 a tratar en este capítulo.
Lo declaró expresamente el concilio Vaticano I en la siguiente definición dogmática:
«Si alguno dijere que por la luz natural de la humana razón no se puede conocer con cer-
teza, por medio de las cosas creadas, al Dios uno y verdadero, Creador y Señor nuestro, sea 97. 2. E r r o r e s . Sobre esta cuestión hay dos posiciones ex-
anatema» (D 1806). tremas, igualmente falsas, erróneas y heréticas:
2 Cf. I 11,3.
3
Cf. H. PAISSAC, O. P., en Iniciación teológica vol.i (Barcelona 1957) p.370. 1 Cf. I 12 pról. 2
Cf. 1 67,1. * Cf. II-II 1,4.
Utos y su e*r« 4
98 P.I. DIOS UNO S.2 C.3. LA VISIÓN DE DIOS 99
a) La de los que sostienen que el hombre puede por sus pro- purísimo que rebasa y trasciende infinitamente todo el orden cor-
pias fuerzas, y aun en esta vida, ver cara a cara la esencia de Dios. poral 6. No es menester insistir en cosa tan clara y evidente.
Este es el pensamiento de los anomeos Aecio, Eunomio, etc. (s.iv), de Conclusión 2.a Ningún entendimiento creado, humano o anu¿lii-o,
los begardos y beguinas (D 474-475), de los ontologistas (D 1659) puede naturalmente ver a Dios tal como es en sí mismo. (1 V li\)
y de ciertos racionalistas (D 1808). En esta misma dirección se
mueven algunos errores de Bayo (D iooiss) y el de algunos inma- 100. He aquí las pruebas:
nentistas modernos, que admiten en el hombre una verdadera a) L A SAGRADA ESCRITURA nos dice que a Dios nadie le vio
exigencia del orden sobrenatural y de la visión beatífica (D 2103). jamás (lo 1,18), porque habita en una luz inaccesible, que ningún hom-
b) La de los que afirman que la visión directa e intuitiva de bre vio ni puede ver (1 Tim 6,16); y que la visión facial e intuitiva de
la esencia divina es imposible a cualquier entendimiento creado, Dios es un don gratuito, perteneciente al orden de la gracia, no de
humano o angélico, en virtud de la infinita trascendencia de Dios la naturaleza (lo 17,3; Rom 6,23; 1 lo 3,1-2).
sobre todas las criaturas. Tal es la doctrina de Almarico (s.xin),
de los palamitas (s.xiv) y, en el fondo, la de Rosmini (D 1928-1930). b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA ha enseñado repetidas veces
La doctrina católica, como veremos, ocupa un lugar intermedio esta doctrina, rechazando los errores contrarios de los begardos y
entre estos dos errores extremos. El hombre no puede naturalmen- beguinas (D 474-75), de Bayo (D 1003SS), de los ontologistas
te ver a Dios, pero sí sobrenaturalmente, elevado por la gracia y el (D 1659-63) y de Rosmini (D 1891SS).
lumen gloriae. c) L A RAZÓN TEOLÓGICA puede demostrar esta imposibilidad
por la distinción entre el orden natural y el sobrenatural. La visión
98. 3. Doctrina católica. Vamos a hacer un esfuerzo de beatífica es una realidad estrictamente sobrenatural que rebasa
claridad y de síntesis para exponer la doctrina católica sobre la infinitamente todo el orden natural. Luego es imposible que un
visión beatífica en una serie escalonada de conclusiones, siguiendo entendimiento creado pueda ver naturalmente a Dios.
fielmente los pasos del Angélico Maestro, Santo Tomás de Aquino, Los teólogos añaden que ni siquiera con su poder absoluto
en su obra fundamental, la Suma Teológica 4 . podría Dios crear un entendimiento al que fuera connatural la vi-
sión beatífica. Sólo puede ser connatural al propio entendimiento
Para proceder con el mayor orden y claridad posible, dividi- divino, ya que sólo él tiene naturalmente el mismo grado de inma-
remos la cuestión en cinco partes: posibilidad, existencia, naturaleza, terialidad que la esencia divina 7 .
objeto de la visión beatífica y cuestiones complementarias5.
Conclusión 3. a El entendimiento creado, humano o angélico, puede
A) Posibilidad de la visión beatífica sobrenaturalmente ver a Dios tal como es en sí mismo. (De fe.)

A primera vista parece imposible que pueda salvarse la distan- 101. He aquí las pruebas:
cia infinita entre el Ser increado y la criatura deleznable, estable- a) L A SAGRADA ESCRITURA. Como veremos al hablar de la
ciéndose entre ambos el contacto inmediato que se requiere indis- existencia de la visión beatífica, la Sagrada Escritura la enseña clara
pensablemente para la visión intuitiva y facial. Y, sin embargo, y abiertamente (1 Cor 13,9-12; 1 lo 3,2). Ahora bien: esta existen-
como veremos, consta expresamente en la divina revelación no sólo cia cierta e infalible—verdad de fe católica—supone evidentemente
la posibilidad, sino el hecho de la visión beatífica por parte de los su posibilidad. Si no fuera posible, no existiría de hecho.
bienaventurados.
b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. Como veremos también en
He aquí, brevemente expuestas, las principales conclusiones so-
su lugar, la Iglesia ha definido la existencia de la visión beatífica.
bre su posibilidad.
Luego queda ipso facto definida su posibilidad.
Conclusión i. a Es absolutamente imposible ver la esencia divina con c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Discuten los teólogos si la razón
los ojos del cuerpo, aunque sean reforzados con la luz de la gloria
o de cualquier otra forma. (Doctrina cierta y común.) iluminada por la fe puede demostrar o no la posibilidad de la visión
beatífica. A la mayor parte de ellos les parece que sólo pueden adu-
99. La razón evidente y sencillísima es porque los ojos del cirse argumentos de conveniencia; otros creen que puede elaborarse
cuerpo no pueden ver sino cosas corporales, y Dios es espíritu una verdadera demostración teológica, presupuesto—naturalmente—-
el dato de fe 8 . Nosotros vamos a recoger aquí el magnífico razona-
* Cf. I 12,1-13. 6
5 Cf. I 12,3- ' Cf. I 12,4.
Trasladamos aquí, en p a r t e y con algunos retoques, lo q u e escribimos en nuestra 8
Teología de la salvación 2. 8 ed. (BAC, M a d r i d 1959) n.330ss. El lector q u e quiera más am- Sin el previo d a t o d e fe, la razón natural no podría sospechar siquiera la existencia
plia información sobre -la visión beatífica y cuestiones complementarias p u e d e c o n s u l a r o posibilidad d e la visión beatifica, ya q u e se trata de u n misterio sobrenatural, q u e sólo
•acuella obra. v_ podemos conocerlo por la divina revelación.
100 P.I. DIOS UNO
s.2 i:..1 Í.A VISIÓN m; mus lfll
miento d e Santo T o m á s y después veremos lo q u e h a y q u e con-
cluir a base d e él. T o d a v í a p u e d e encontrarse u n nuevo a r g u m e n t o teológico e n
torno a la posibilidad d e ver a Dios, p o r p a r t e del objeto adecuado d e
«Como en tanto es cognoscible un ser en cuanto está en acto, Dios, que nuestro e n t e n d i m i e n t o , q u e es el ser en toda su extensión. E l e n t e n d i -
es acto puro sin mezcla alguna de potencialidad, por sí mismo es lo más miento del h o m b r e — y dígase lo m i s m o , y con m a y o r razón, el del
cognoscible de todo cuanto existe. Pero sucede que lo más cognoscible en ángel—tiene capacidad obediencial p a r a conocer todo aquello q u e
sí, deja de serlo para algún entendimiento por sobrepasar el alcance de su de suyo sea cognoscible. L u e g o p u e d e llegar a conocer a Dios tal
poder intelectual; y así, por ejemplo, el murciélago no puede ver lo que hay como es e n si m i s m o , si Dios se digna elevarle a esa altísima visión H.
de más visible, que es el sol, a causa precisamente del exceso de luz. Así,
pues, basándose en esto, hubo quienes dijeron que ningún entendimiento Conclusión 4. a D e ley ordinaria, n o es posible en esta vida la visión
creado puede ver la esencia divina. de la divina esencia; p e r o es posible p o r vía d e excepción y de m i -
Pero esta opinión no puede admitirse. Porque, como la suprema felici- lagro. (Doctrina más probable.)
dad del hombre consiste en la más elevada de sus operaciones, que es la del
entendimiento, si éste no pudiera ver nunca la esencia divina, se seguiría 102. Santo T o m á s lo razona diciendo q u e m i e n t r a s vivimos en
una de estas dos cosas: o que el hombre jamás podría alcanzar su felicidad, este m u n d o nuestra alma n o conoce n a t u r a l m e n t e m á s q u e las co-
o que ésta consiste en algo distinto de Dios; pero esto es contrario a la fe, sas cuya forma está e n la materia o las q u e m e d i a n t e éstas p u e d e
porque la felicidad última de la criatura racional está en lo que es principio
de su ser, ya que en tanto es perfecta una cosa en cuanto se une con su prin- conocer, y es evidente q u e la esencia divina n o p u e d e ser conocida
cipio. Pero es que, además, se opone a la razón, porque, cuando el hombre por medio d e las cosas materiales a u n q u e sí la m e r a existencia d e
ve un efecto, experimenta deseo natural de conocer su causa, y de aquí nace Dios 1 2 . Sin e m b a r g o , p o r vía d e excepción y d e milagro, n o r e p u g -
la admiración humana. D e donde se sigue que, si el entendimiento de la na q u e D i o s c o m u n i q u e transitoriamente el lumen gloriae a u n
criatura no lograse alcanzar la causa primera de las cosas, quedaría defrau- espíritu q u e viva todavía e n este m u n d o , abstrayéndole t o t a l m e n t e
dado un deseo natural 9. Por consiguiente, es preciso concluir que los bien- en ese m o m e n t o del uso d e los sentidos, como quizá ocurrió con
aventurados ven la esencia divina» (I 12,1). Moisés y San Pablo 1 3 .
E s t e a r g u m e n t o del deseo natural d e ver a Dios tiene u n a fuerza B) E x i s t e n c i a d e la visión beatífica
probativa m u y distinta según como se le considere o enfoque. P r e s -
cindiendo d e la g r a n variedad d e opiniones sustentadas p o r los teó- H a s t a aquí h e m o s hablado d e la posibilidad d e la visión beatí-
logos en torno a ese a r g u m e n t o , nos parece q u e se p u e d e concluir fica. D e m o s u n paso m á s y d e m o s t r e m o s su existencia real. Vamos
con seguridad lo siguiente: a precisarlo en forma d e conclusión.

i.° Entendido como un deseo estricta y puramente natural (v.gr., al ver Conclusión: L o s bienaventurados e n el cielo ven a Dios e n su propia
el sol desearíamos conocer a su autor), demuestra únicamente la posibilidad esencia, o sea, tal c o m o es en sí m i s m o . (De fe.)
de ver a Dios como autor del orden natural, pero nada más. Es imposible
que un deseo estrictamente natural nos lleve a demostrar la posibilidad de 103. H e aquí las p r u e b a s :
ver a Dios tal como es en sí mismo en el orden sobrenatural. Hay un abismo
entre ambos órdenes. El orden puramente natural no puede ni siquiera a) L A SAGRADA ESCRITURA. L O enseñan, p r i n c i p a l m e n t e , los
sospechar la existencia del sobrenatural: se requiere expresamente la divina apóstoles San Pablo y San J u a n d e m a n e r a clara e inequívoca:
revelación.
«Al presente, nuestro conocimiento es imperfecto, y lo mismo la profecía;
2. 0 Supuesta la divina revelación, o sea, cuando el hombre ya sabe por cuando llegue el fin desaparecerá eso que es imperfecto... Ahora vemos por
la fe la existencia de Dios como autor del orden sobrenatural o de la gra- un espejo y oscuramente, entonces veremos cara a cara. Al presente conozco
cia, puede ya surgir en él—y surge de hecho, efectivamente—el deseo na- sólo en parte, entonces conoceré como soy conocido» (1 Cor 13,9-12).
tural de verle tal como es en sí mismo, o sea, como autor de ese orden sobre- «Carísimos, ahora somos hijos de Dios, aunque aún no se ha manifestado
natural conocido por la fe. Es un deseo connatural al estado de gracia. En lo que hemos de ser. Sabemos que, cuando aparezca, seremos semejantes
este sentido, este deseo prueba de manera concluyente, desde el punto de a El, porque le veremos tal cual eso (1 lo 3,2).
vista de la razón teológica, la posibilidad y el hecho de la visión beatifica,
ya que es imposible que quede frustrado un verdadero y legítimo deseo E l m i s m o Cristo nos dice en el Evangelio q u e son bienaventura-
natural 1°. dos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios ( M t 5,8); y, al
p o n d e r a r la cristiana dignidad d e los niños, nos dice q u e sus ánge-
9
C o m o es sabido, es imposible q u e q u e d e frustrado u n verdadero y legítimo dése les d e la g u a r d a ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre celestial
natural, p o r q u e esto argüiría falta de sabiduría o d e poder en Dios, q u e habría impres ( M t 18,10); y e n otro lugar nos dice q u e los b i e n a v e n t u r a d o s d e l
en la naturaleza racional, como autor d e la misma, u n deseo vacio, irrealizable y contra-
dictorio (cf. Contra gent. II 5 5 ; De anima 14). cielo serán e n t o d o semejantes a los ángeles ( M t 22,30; L e 20,36).
10
Cf. M A N U E L CUERVO, O . P., El deseo natural de ver a Dios y la apologética inmanen-
tista: Ciencia Tomista, 37 (1928) 310-340; 38 (1029) 332-3491 39 (1929) 5 - 3 ° ; 45 (1932) " Cf. I 12,4 a d 3 .
289-317. 12 Cf. I 1 2 , I I .
13 Cf. I I - I I 174,4; 175,3-6.
102 P.l. DIOS UNO S.2 C . 3 . LA VISIÓN UK DIOS 103
L a afirmación d e la existencia d e la visión beatífica está, p u e s , cla- y s u m o analogado. A h o r a bien: la contemplación en general se d e -
r a m e n t e contenida e n la Sagrada Escritura. fine, como es sabido, simplex intuitus veritatis 2 , la intuición p u r a
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L a Iglesia h a definido ex- y simple d e u n a verdad. P o r su m i s m a definición excluye en abso-
p r e s a m e n t e la existencia y naturaleza d e la visión beatífica. H e aquí luto el discurso o razonamiento lento d e la razón, q u e trata d e inves-
las principales declaraciones dogmáticas: tigar o descubrir u n a verdad q u e n o aparece todavía clara ante el es-
BENEDICTO XII: «Por esta constitución, que ha de valer para siempre, píritu. L a contemplación, p o r el contrario, es u n golpe de vista in-
por autoridad apostólica definimos que... (las almas de los bienaventuraoos)... tuitivo, sin discurso n i n g u n o . E s el acto propio del q u e contempla
vieron y ven la divina esencia con visión intuitiva y facial, sin mediación de ante sí u n a verdad q u e h a aparecido radiante ante s u espíritu y se
criatura alguna que tenga razón de objeto visto, sino por mostrárseles la deja ver con t o d a claridad y sin razonamiento alguno.
divina esencia de manera inmediata y desnuda, clara y abiertamente, y que, Claro q u e la contemplación s o b r e n a t u r a l d e esta vida, a u n q u e
viéndola así, gozan de la misma divina esencia, y que, por tal visión y frui- excluye d e suyo el discurso o r a z o n a m i e n t o — c o m o contemplación
ción, las almas de los que salieron de este mundo son verdaderamente bien-
aventuradas y tienen vida y descanso eterno« (D 530). q u e e s — , n o p u e d e ser, sin e m b a r g o , del t o d o clara y distinta, puesto
q u e procede elicitivamente d e la fe informada p o r la caridad y r e -
CONCILIO DE FLORENCIA. En su decreto para los griegos enseña que las
almas de los que mueren sin necesidad de purificación, o.después de reali- forzada p o r los dones intelectuales del Espíritu Santo 3 ; y la fe es
zada en el purgatorio, son «inmediatamente recibidas en el cielo y ven cla- necesariamente obscura e imperfecta, ya q u e n o nos d a ni p u e d e dar-
ramente a Dios mismo, trino y uno, tal como es; unos, sin embargo, con más nos la intuición inmediata de la verdad q u e nos propone—dejaría
perfección que otros, conforme a la diversidad de los merecimientos» (D 693). ipso facto d e ser fe, para pasar a ser visión—, a u n q u e nos d é la cer-
Lo mismo habían enseñado indirectamente Inocencio III, al decir que teza absoluta e infalible de esa verdad obscura, e n cuanto q u e ha
«la pena del pecado original es la carencia de la visión de Dios» (D 410), sido revelada p o r Dios, q u e n o p u e d e engañarse n i engañarnos.
y Clemente V, al condenar en el concilio de Viena los errores de los begar-
dos y beguinas, una de cuyas proposiciones era que «el alma no necesita L a visión beatífica es, pues, u n a contemplación sobrenatural p e r -
la luz de la gloria para ver a Dios y gozarle bienaventuradamente» (D 475). fectísima, la única q u e realiza e n t o d a su extensión la definición mis-
ma d e contemplación sobrenatural; es u n a p u r a y simple intuición
c) L A RAZÓN NATURAL n o podría d e m o s t r a r j a m á s la existencia de la p r i m e r a Verdad tal como es en sí misma, sin intermedio d e
d e la visión beatífica, ya q u e se trata d e u n misterio estrictamente
criatura alguna.
sobrenatural, q u e sólo p o d e m o s conocer p o r la divina revelación.
Pero, supuesta esta revelación, la razón teológica e n c u e n t r a fácil- Si en este mundo la contemplación mística, sobrenatural o infusa, que
m e n t e los a r g u m e n t o s d e alta conveniencia y hasta demostrativos procede de la fe y de los dones del Espíritu Santo, arrebata el alma de los
q u e h e m o s expuesto ya al hablar d e la posibilidad d e la visión bea- santos y los saca fuera de sí por el éxtasis místico, calcúlese lo que ocurrirá
tífica. en el cielo ante la contemplación de la divina esencia, no a través de los
velos de la fe, sino clara y abiertamente tal como es en sí misma. El entendi-
C) N a t u r a l e z a d e la v i s i ó n beatífica miento del bienaventurado, al ponerse en contacto inmediato con ella, que-
Puesta fuera d e d u d a la cuestión d e su existencia, veamos ahora dará arrebatado en un sublime y altísimo éxtasis, que se prolongará sin
interrupción alguna por toda la eternidad. En este sentido podría definirse
la naturaleza íntima d e la visión beatífica. P u e d e r e s u m i r s e e n la si-
la visión beatífica un éxtasis eterno que sumergirá al alma en una felicidad
guiente proposición. indescriptible de la que ahora no podemos formarnos sino una idea borrosa
Proposición: L a visión beatífica es u n a p u r a y simple intuición d e la y oscura, infinitamente distante de aquella realidad inefable. San Pablo,
divina esencia realizada p o r el entendimiento creado, elevado y que fue arrebatado al tercer cielo y contempló un instante la divina esencia
fortalecido p o r el «lumen gloriae», sin mediación d e criatura algu- mediante una comunicación transitoria del lumen gloriae*, al volver en
na q u e tenga razón d e objeto visto, sino mostrándosele la divina sí de su sublime éxtasis no supo decir nada de lo que había visto, por ser
esencia d e m a n e r a inmediata y desnuda, clara y abiertamente, tal del todo inefable, o sea, inexpresable en lenguaje humano (2 Cor 12,3-4);
c o m o es en sí m i s m a 1. tan sólo acertó a decir que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del
hombre lo que Dios ha preparado para los que le aman (1 Cor 2,9).
D a d a la a m p l i t u d del contenido doctrinal d e esta proposición,
vamos a diluirla e n forma d e conclusiones parciales, q u e explicare- Conclusión 2. a L a esencia divina es contemplada p o r el entendimiento
mos u n a p o r u n a . creado elevado y fortalecido p o r el «lumen gloriae».
Conclusión 1. a L a visión beatífica es u n a p u r a y simple intuición d e 105. Y a h e m o s visto cómo la divina esencia n o p u e d e ser con-
la divina esencia. t e m p l a d a con los ojos corporales ni con n i n g u n a facultad orgánica
104. L a razón es clara. L a visión beatífica ocupa el último y m á s
elevado grado d e la escala contemplativa, d e la q u e es el s u p r e m o 2 Cf. II-II 180,3 a d 1.
3
Cf. nuestra Teología de la perfección cristiana 4 . a ed. B A C ( M a d r i d 1962) n.415.
1
Cf. SANTIAGO RAMÍREZ, O . P., De hominis beatitudine t.3 ( M a d r i d 1947) n.320 p.514. •Cf. I u , n adz; II-II 175,3-6.
104 P.I. DIOS UNO

externa o interna. Tampoco podría serlo por el entendimiento na- 5.2 C.3. LA VISIÓN DE MOS 105
tural no elevado por la gracia al orden sobrenatural, ya que se trata mos que un entendimiento creado empiece a ver la esencia de Dios, es
de una realidad estrictamente sobrenatural para la que no tiene ca- preciso que se le una la esencia divina como especie inteligible. Pero es
pacidad alguna la simple naturaleza considerada en cuanto tal. Pero imposible que la esencia divina experimente ningún cambio o mutación; luego
ni siquiera basta la simple elevación del entendimiento por la gracia tiene que producirse el cambio en el entendimiento creado. Y tal cambio
y los hábitos infusos intelectivos (fe, virtudes intelectuales, dones o mutación sólo puede consistir en que el entendimiento creado reciba una
intelectivos del Espíritu Santo), ya que la visión es del todo incompa- nueva disposición, a la que llamamos lumen gloriae 7.
tible con la fe, que se refiere necesariamente a cosas no vistas (es 3.0 Es imposible que lo que es forma propia de una cosa se haga forma
necesariamente de non visis, como se dice en teología), y las virtu- de otra, a no ser que ésta participe de algún modo de aquella cosa, asi como
des intelectuales y dones intelectivos del Espíritu Santo no nos pro- la luz no se hace acto de un cuerpo si éste no participa de alguna diafani-
dad. Mas la esencia divina es la propia forma inteligible del entendimiento
porcionan tampoco la visión de la divina esencia. Luego se requiere divino y está proporcionada a él, pues en Dios son una sola las tres cosas
algo más que la simple elevación sobrenatural de la gracia y hábitos siguientes: el entendimiento, el medio de entender y lo entendido. Luego
infusos. Ese algo más, absolutamente indispensable para la visión es imposible que la misma esencia divina se haga forma inteligible de un
beatífica, es el llamado lumen gloriae (la luz de la gloria), cuya natu- entendimiento creado, a no ser que este entendimiento participe de alguna
raleza vamos a explicar a continuación. semejanza divina, a la que llamamos lumen gloriae 8.

106. 1. Noción del «lumen gloriae». El lumen gloriae 108. 3. Oficios y funciones. De la noción que hemos dado
puede definirse: Un hábito intelectual operativo, infuso de suyo (per se), más arriba se desprende claramente el triple oficio o función del lu-
por el cual el entendimiento creado se hace deiforme y queda inmedia- men gloriae. Son los siguientes:
tamente dispuesto para la unión inteligible con la misma divina esencia i.° Elevar la inteligencia al orden de la visión intuitiva hacién-
y se hace próximamente capaz de realizar el acto de la visión bea- dola física y próximamente capaz de ponerse en contacto con la esen-
tífica 5. cia divina.
2.0 No pudiendo producirse la visión sino por la unión inme-
En esta fórmula se define el lumen gloriae por dos causas (eficiente y diata de la esencia divina y de la inteligencia, el lumen gloriae dis-
final) y por dos efectos (material y formal). La causa eficiente se indica en pone a la inteligencia para esta unión haciéndola deiforme, esto es,
la primera parte de la definición cuando se dice: «hábito intelectual operativo,
infuso de suyo» (esto es, infundido por el mismo Dios). La causa final se semejante a Dios, según aquello de San Juan: Seremos semejantes
pone en la última parte cuando se añade: «y se hace próximamente capaz a El, porque le veremos tal cual es (1 lo 3,2).
de realizar el acto de la visión beatíficas, ya que tal es, precisamente, la fina- 3. 0 Concurrir activamente con el entendimiento a producir el
lidad del lumen gloriae. El efecto formal se contiene en la segunda parte, acto mismo de la visión.
donde se dice que el entendimiento creado se hace deiforme. Y, finalmente,
el efecto material o dispositivo se expone en la tercera parte al decir que el Conclusión 3. a Los bienaventurados en el cielo ven la esencia divina
entendimiento queda inmediatamente dispuesto para la unión inteligible con directa e inmediatamente, sin intermedio de criatura alguna que
la misma esencia divina. tenga razón de objeto visto, o sea, sin ninguna especie creada
impresa o expresa 9 .
107. 2. Necesidad. La necesidad del lumen gloriae para la
visión beatífica es una verdad de fe. Ya hemos citado la condenación 109. La razón es porque siendo Dios el ser infinito, es absolu-
por el concilio de Viena de los begardos y beguinas, uno de cuyos tamente imposible que cualquier especie creada, impresa o expresa,
errores era éste: «El alma no necesita de la luz de la gloria que la pueda representarle tal como es en sí mismo, ya que todas ellas son
eleve para ver a Dios y gozarle bienaventuradamente» (D 475). de suyo limitadas y finitas, incapaces, por lo mismo, de abarcar
Santo Tomás razona admirablemente esta necesidad. He aquí y contener la infinita grandeza e inmensidad de Dios. Lo más no
brevemente resumidos sus tres principales argumentos: cabe en lo menos, y lo increado no puede ser abarcado por lo crea-
i.° Ninguna facultad puede producir una operación superior a los re- do. Luego, o no se ve a Dios tal como es en sí mismo—y esto es con-
cursos de su naturaleza a menos de ser elevada por una fuerza superior. trario a lo que nos enseña la fe—, o es forzoso concluir que se le ve
Pero la visión beatífica supera toda operación de la inteligencia creada, aun directa e inmediatamente, sin intermedio de criatura alguna que
elevada por la gracia y los hábitos de las virtudes y dones. Luego necesita tenga razón de objeto visto, o sea, sin ninguna especie creada im-
para realizarlo un nuevo refuerzo sobrenatural distinto de los indicados, al presa o expresa 10 .
que se llama lumen gloriae 6.
2.° Si dos cosas desunidas se unen después, es preciso que esto obe- ¿Cómo se ve entonces la divina esencia? He aquí lo que vamos
dezca a una mutación de las dos o de una de ellas. Ahora bien: si supone- a precisar en la siguiente conclusión.
5
SANTIAGO RAMÍREZ, De hominis beatitudine t.3 n.298 p.483. 7
Contra gent. III 53.
6 8
Gf. I 12.5; Contra gent. III 53: De vertíate 8,3; 18,1 ad 1; 30,2; Compend. Theol. 105. Contra gent. III 53.
9
Cf. RAMÍREZ, O.C, n.236.
>° C. I 12.2.
106 P.I. DIOS UNO S.2 C.3. LA VISIÓN DE DIOS 107
a
Conclusión 4. L a m i s m a esencia divina concurre activamente a la arrastrado al mismo ser de Dios; no físicamente (| panteísmo!), sino en el or-
visión beatífica del bienaventurado uniéndose al entendimiento del den intencional o representativo; porque el entendimiento, al entender, se
m i s m o c o m o forma inteligible, esto es, ejerciendo el papel de espe- hace intencionalmente la misma cosa entendida. Por lo cual, en aquella ad-
cie impresa d e sí m i s m a y mostrándose d e m a n e r a inmediata y mirable visión, el entendimiento creado, elevado por el lumen gloriae, se hace
desnuda, clara y abiertamente e n el acto d e la visión n . el mismo Dios, no en el orden entitativo y en el ser natural, pero sí en el
orden inteligible, permaneciendo—naturalmente—la perfecta distinción físi-
110. E s la doctrina expresa d e Santo T o m á s , c o m p a r t i d a p o r ca y personal entre el hombre y Dios 16 .
la casi totalidad d e los teólogos. H e aquí algunos textos del Angélico
del todo claros e inequívocos: T a l es la incomprensible elevación y grandeza d e la visión bea-
«Hemos demostrado que la sustancia divina no puede ser vista por el tífica. Ella establece e n t r e el b i e n a v e n t u r a d o y la esencia m i s m a d e
entendimiento mediante una especie creada. Por eso es preciso que el en- Dios u n a u n i ó n íntima y entrañable, imposible d e describir e n este
tendimiento la vea a través de la misma esencia de Dios, de modo que en m u n d o . P o r encima d e ella no cabe m á s q u e la unión hipostática o
tal visión sea la esencia divina lo que se ve y también el medio de verla (quod personal, q u e es propia y exclusiva d e Cristo. U n e n t e n d i m i e n t o crea-
videtur et quo videtur)» l 2 . do no p u e d e ser elevado m á s arriba d e la visión intuitiva del m i s m o
«Es claro que la esencia divina puede compararse con el entendimiento Dios.
creado como una especie inteligible por la que éste entiende» 13. Precisada ya la naturaleza d e la visión beatífica, veamos ahora
«Cuando un entendimiento creado ve la esencia de Dios, es la misma cuál es su objeto, o sea, q u é es lo q u e los b i e n a v e n t u r a d o s v e n e n
esencia divina la que se hace forma inteligible a tal entendimiento» 14 .
Dios.
L a razón d e esto es m u y clara. H e aquí u n a r g u m e n t o t a n sen-
D) O b j e t o d e la visión beatífica
cillo como demostrativo. L a esencia divina puede hacer el papel d e
especie impresa y expresa y es necesario q u e lo haga; luego lo hace. PRENOTANDOS. I . ° E l objeto d e la visión beatífica es doble:
Q u e puede hacerlo, es u n a simple consecuencia d e q u e la esen- u n o primario, q u e es el m i s m o Dios; y otro secundario, las criaturas.
cia divina sea p o r sí m i s m a inteligible en acto (papel d e la especie 2. 0 E n el objeto primario cabe distinguir las cosas q u e p e r t e -
impresa) y entendida en acto (papel d e la especie expresa) 1 5 , y q u e necen a Dios d e u n a m a n e r a necesaria, tales como su esencia, atri-
es necesario que lo haga es t a m b i é n evidente si t e n e m o s e n cuenta b u t o s y relaciones; y las cosas libres, como los actos d e su libre v o -
q u e d e otra m a n e r a sería imposible la visión beatífica, p o r la i m - luntad.
posibilidad d e ser representada la divina esencia p o r u n a especie Vamos a precisar s e p a r a d a m e n t e q u é es lo q u e los b i e n a v e n t u -
creada, limitada y finita. L u e g o o n o se da la visión beatífica—y rados v e n o no v e n d e todas estas cosas al c o n t e m p l a r la divina
esto es herético—o tiene q u e darse d e ese m o d o . esencia.
Nótese, sin embargo, que la esencia divina no realiza el papel de especie
a) OBJETO PRIMARIO
impresa o expresa informando subjetivamente al entendimiento creado—lo que
argüiría imperfección y potencialidad en Dios, que es del todo imposible—, Conclusión i. a
L o s bienaventurados ven claramente a Dios tal c o m o
sino sólo de una manera puramente objetiva, o sea, por su mera presencia- es e n sí m i s m o : u n o en esencia y trino en personas, con todos sus
lidad como especie impresa inteligible y expresa entendida. Como quiera atributos esenciales
que la esencia divina sea Acto puro y su propio Ser, tanto en el orden enti-
tativo como en el inteligible, constituye al entendimiento creado en acto
primero y próximo para entenderla sin informarle subjetivamente como las ni. Este es el objeto primario y f u n d a m e n t a l d e la visión bea-
formas inteligibles, de manera semejante a como el Verbo divino se recibe tífica, q u e constituye la quintaesencia d e la felicidad d e los b i e n -
en la humanidad sacratísima de Cristo, trayéndola (sin informarla) a la misma aventurados. C o n s t a e x p r e s a m e n t e p o r el magisterio d e la Iglesia
personalidad divina del Verbo. y p o r la razón teológica.
Ello quiere decir que del entendimiento del bienaventurado y de la esen-
cia divina no resulta una tercera realidad, sino que el entendimiento es a) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L o define e x p r e s a m e n t e e n
11
Cf. RAMÍREZ, O . C , n.288 y 320. " Ibid., ibid. el concilio d e Florencia al decir q u e las almas d e los b i e n a v e n t u r a d o s
1 2 Contra gentes, III 51. 1 4 I 12,5. «ven claramente a Dios m i s m o , trino y uno, tal como es; u n o s , sin
15
Para entender mejor esta doctrina h a y q u e tener en cuenta q u e la especie impresa
(v.gr., la imagen d e u n a cosa impresa en el ojo o en la imaginación) solamente es necesaria
e m b a r g o , con m á s perfección q u e otros, conforme a la diversidad
para el conocimiento intuitivo cuando el objeto n o está presente (Nueva York), o ya n o d e los merecimientos ( D 693).
existe (Napoleón), o, a u n q u e esté presente, n o es en sí m i s m o inteligible en acto (v.gr., u n
objeto material cualquiera). Pero la esencia divina está presente al entendimiento del biena-
venturado y es sumamente inteligible en acto, puesto q u e es absolutamente inmaterial. L u e - b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. L O d e m u e s t r a p l e n a m e n t e . H e aquí
go no hace falta para nada la especie impresa. Y en cuanto a la especie expresa (o sea, la ex- sus dos principales a r g u m e n t o s :
presión del verbo mental q u e engendra la idea de u n a cosa) tampoco hace falta para nada,
porque el ser d e D i o s se identifica con su entender. O sea, q u e la esencia divina n o sólo es
16
inteligible en acto (papel d e la especie impresa), sino también entendida en acto (papel de Así explican la visión beatífica CAYETANO, I p., 12,2; SALMANTICENSES, De visione
la especie expresa). L u e g o n o h a y necesidad d e ninguna d e las dos especies para con- Dei disp.2 n . ó l s ; G O N E T , tr.2 disp.2 a.3 § 2; BILLUART, De Deo uno diss.4 a.7, y otros i n -
templar intuitivamente la esencia divina. signes teólogos.
108 P.I. MOS UNO S.2 C.3. LA VISIÓN DE DIOS 109
i.° Es imposible ver la esencia de una cosa sin ver todo lo que con cómo no hay nada en la divina Sabiduría que no se convierta en Amor.
ella se identifica realmente, Pero las divinas personas y todos sus divinos Ven cómo este Amor se identifica con el Bien soberano, siempre amado
atributos se identifican realmente con la misma esencia divina. Luego... por toda la eternidad; cómo la divina Sabiduría se identifica con la Verdad,
2.° A la fe sucederá la visión, como dice el apóstol San Pablo (i Cor 13, siempre conocida; cómo todas sus perfecciones no hacen sino identificarse
12). Es así que ahora creemos por la fe en Dios, en la trinidad de personas en la esencia misma de El que es. Contemplan esta eminente simplicidad de
y en todos los divinos atributos. Luego en el cielo veremos claramente todo Dios, esta pureza y santidad absolutas, concentración de todas las perfec-
eso que ahora creemos por la fe. ciones sin mezcla de imperfección alguna.
En una misma y única mirada intelectual, jamás interrumpida, ven tam-
Estos a r g u m e n t o s son del t o d o claros y convincentes. Sin e m - bién la infinita fecundidad de la naturaleza divina, que se despliega en tres
bargo, p u e d e p o n e r s e contra ellos u n a objeción, cuya solución nos personas; la eterna generación del Verbo, «esplendor del Padre y figura de
ayudará a c o m p r e n d e r mejor el verdadero alcance de la visión su sustancia»; la inefable espiración del Espíritu Santo, término del amor
beatífica. mutuo del Padre y del Hijo, que eternamente les une en la más íntima di-
fusión de sí mismos 2 .
OBJECIÓN. Dios es absolutamente incomprensible por la criatura en ra-
zón de su trascendencia infinita. Luego es imposible que los bienaventura- Conclusión 2. a Los bienaventurados en el cielo no ven «terminativa,
dos le vean tal como es en sí mismo. mente» todos los actos que dependen de la libre voluntad de Dios-
SOLUCIÓN. Eso prueba que los bienaventurados no ven a Dios de una sino sólo los que Dios quiere que vean.
manera infinita, agotando toda su cognoscibilidad absoluta; pero no que no
lo vean tal como es en sí mismo, aunque en forma limitada y finita. El que 112. Para e n t e n d e r el sentido y alcance de esta conclusión
contemple el mar desde la orilla, no lo ve en toda su inmensidad; pero es es preciso t e n e r en cuenta q u e los decretos libres de Dios p u e d e n
evidente que ve el mar tal como es en sí mismo 1. Los bienaventurados considerarse d e dos m o d o s : entitativamente, o sea en sí mismos,
ven a Dios todo entero—totus—, pero no totalmente'—non totaliter—. Por tal como están en Dios; o terminativamente, esto es, en cuanto
eso dice Santo Tomás: «No decimos que Dios es incomprensible porque al efecto q u e p r o d u c i r á n de h e c h o en las criaturas.
haya en El algo que no se vea, sino porque no se le ve con toda la perfec- Esto p r e s u p u e s t o , p o d e m o s llegar con la r a z ó n teológica a las
ción con que El es visible» (I 12,7 ad 2).
siguientes conclusiones:
A l c o n t e m p l a r a D i o s tal como es en sí mismo, u n o en esencia y
trino en personas, con todos sus divinos atributos, se descorrerá para 1. a Los bienaventurados ven en la esencia divina tocios los decretos libres
de Dios entitativamente, o sea, tal como están en Dios. Porque en ese sen-
siempre el velo q u e nos oculta ahora tantos misterios indescifrables. tido se identifican totalmente con la voluntad divina y ésta se identifica en
Allí veremos cómo se concilia la misericordia con la justicia, la absoluto con la propia divina esencia. Luego...
divina predestinación con la libertad del h o m b r e ; p o r q u é crea Dios 2. a Pero no los ven todos terminativamente, o sea, en cuanto al efecto
a los q u e sabe q u e se h a n de condenar, p o r q u é p e r m i t e el mal que habrán de producir de hecho en las criaturas, sino sólo los que Dios
e n t r e los h o m b r e s , y tantas otras cosas q u e ahora nos resultan quiere que vean. La razón es porque la esencia divina no les manifiesta
incomprensibles. T o d o se aclarará maravillosamente e n t r e los res- las cosas distintas de sí—y esos efectos en las criaturas son evidentemente
p l a n d o r e s de la divina visión. E s c u c h e m o s al P. G a r r i g o u - L a - distintos de ella—, sino en la medida en que está determinada por su volun-
grange: tad, o sea, en la medida que Dios quiere que las represente y no más. Por
eso dice Santo Tomás que ni los mismos ángeles conocen todos los miste-
La visión beatífica rebasa inmensamente no sólo la más sublime filosofía, rios de la gracia, ni todos en el mismo grado, sino en la medida que Dios
sino el conocimiento natural de los ángeles más elevados y de todos los án- se los quiere revelar (I 57,5). La razón última de esto hay que buscarla en
geles creables. Los bienaventurados ven todas las perfecciones divinas con- la imposibilidad para el entendimiento creado de comprender totalmente a
centradas y armonizadas en su fuente común, en la esencia divina, que las Dios (ibid., ad 2). Santo Tomás dice que ni siquiera el entendimiento hu-
contiene eminente y formalmente, más y mejor que la luz blanca contiene mano de Cristo puede descubrir en la Causa primera todos los efectos po-
los siete colores del iris. Ven también cómo la Misericordia más tierna sibles que en ella se encierran 3 .
y la Justicia más inflexible proceden de un solo y mismo Amor, infinita- 3. a Sin embargo, conoceremos, probablemente, todos los decretos libres
mente generoso e infinitamente santo, como la misma cualidad eminente del de Dios que se relacionan de algún modo con nosotros, incluso terminati-
Amor identifica en sí atributos en apariencia tan opuestos. Ven cómo la vamente. La razón es porque no puede quedar frustrado ningún deseo na-
Misericordia y la Justicia se unen de variados modos en todas las obras tural de los bienaventurados (no serla perfecta su bienaventuranza si desea-
de Dios. ran algo que no tienen) y parece natural que desearemos saber todo aquello
Ven cómo el Amor increado, incluso en su más libre beneplácito, se que se relacione de algún modo con nosotros, v.gr., nuestra propia predes-
identifica con la pura Sabiduría; cómo nada hay en él que no sea sabio, y tinación eterna y los medios admirables de que Dios se valió para llevarla
a cabo.
1
Este eiemplo, aunque muy expresivo, resulta todavía imperfecto, puesto que el que
contempla el mar desde la orilla no ve todo el mar. Los bienaventurados ven toda la esencia 2 GARRIGOD-LAGRANGE, La vida eterna y \a profundidad del alma (Madrid 1950) p.5."
divina, pero sin agotar su infinita cognoscibilidad. Es como si desde un avión pudiera con-
templarse todo el mar, pero sin penetrar hasta el fondo del mismo. c.3 p.329-330.
3 Cf. III 10,2; Compendio de teología c.216.
110 P.I. DIOS UNO S.2 C.3. LA VISIÓN DE DIOS 111
con su ciencia de visión, aunque en grados muy variados y distintos según
b) O B J E T O SECUNDARIO el grado de penetración en la esencia divina de que goce cada uno 7 .
Ni se crea que porque no ven todas las cosas posibles o reales les faltará
C o m o h e m o s dicho m á s arriba, el objeto secundario d e la algo a los bienaventurados para ser completa y absolutamente felices; por-
visión beatífica lo constituyen las cosas distintas de Dios. H e aquí, que, como dice hermosamente San Agustín, «desventurado es el hombre que
en u n a serie d e conclusiones, lo q u e h a y q u e decir sobre esto. conoce todas aquellas cosas (esto es, las criaturas), pero no te conoce a ti;
y, en cambio, feliz y dichoso el que te conoce a ti, aunque ignore todas las
Conclusión i . a Los bienaventurados n o ven en la esencia divina todas demás cosas. Y el que te conoce a ti y a ellas, no es más feliz por ellas, sino
las cosas posibles, ni siquiera todas las q u e Dios ve c o m o presentes. únicamente por ti» 8 .

113. Para e n t e n d e r el alcance d e esta conclusión h a y q u e Conclusión 2. a L o s bienaventurados ven en la esencia divina todo lo
tener en cuenta q u e las criaturas p u e d e n dividirse e n d o s grandes q u e les interesa de las cosas pasadas, presentes y futuras.
grupos: a) el d e las criaturas posibles, o sea, las q u e podría Dios
crear, pero q u e d e h e c h o n o t e n d r á n n u n c a existencia real, p o r - 114. L a razón, clarísima, la h e m o s insinuado ya m á s arriba. L a
q u e Dios n o las creará jamás; y b) el d e las criaturas q u e h a n sido, felicidad plena y total d e q u e disfrutan los b i e n a v e n t u r a d o s exige la
son o serán p o r q u e D i o s las creó o las creará a su t i e m p o . L a s satisfacción d e t o d o s los deseos naturales q u e r a z o n a b l e m e n t e e x -
primeras las conoce Dios e n su p r o p i a divina esencia c o n el co- p e r i m e n t a n . A h o r a bien: es u n deseo n a t u r a l m u y razonable el
nocimiento q u e llaman los teólogos d e simple inteligencia (cf. I de saber t o d o aquello q u e les interesa o afecta d e a l g ú n m o d o ;
14,9), o sea, d e puro conocimiento, p o r q u e j a m á s t e n d r á n realidad luego lo sabrán.
y sólo las conoce Dios como posibles; las segundas las conoce Dios ¿ Q u é cosas serán éstas? E s imposible determinarlas todas e n
con el conocimiento q u e llaman d e visión, p o r q u e efectivamente las concreto e individualmente, p e r o p o d e m o s precisar, c o n la razón
ve todas en su realidad existencial y como presentes, a u n q u e para teológica, algunos géneros o categorías. Para ello h a y q u e t e n e r
nosotros sean pasadas o futuras. en cuenta q u e a los bienaventurados se les p u e d e considerar desde
Esto supuesto, h e aquí lo q u e h a y q u e concluir: tres p u n t o s d e vista diferentes: a) como elevados al o r d e n s o b r e -
natural d e la gracia y d e la gloria; b) c o m o f o r m a n d o p a r t e d e l
i.° C O N RELACIÓN A LAS COSAS POSIBLES. LOS bienaventurados en el m u n d o creado; y c) como personas particulares. Veamos lo q u e
cielo no ven ni pueden ver todas las cosas posibles, que Dios ve con su cien- ocurre en cada u n o d e esos tres planos 9 :
cia de simple inteligencia, porque esto equivaldría a comprender y abarcar
toda la esfera del conocimiento de Dios, que, por ser infinita, es inabarca- a) COMO ELEVADOS AL ORDEN SOBRENATURAL, verán claramente los mis-
ble por la criatura. Ni siquiera el entendimiento humano de Cristo—como terios de la gracia que creyeron por la fe en este mundo, ya que la fe quedará
hemos dicho—puede ver en Dios todas las cosas posibles 4 . en el cielo sustituida por la visión. Y así contemplarán los esplendores di-
Sin embargo, aunque no las vean todas, ven indudablemente muchísi- vinos del misterio de la encarnación, las maravillas de la unión hipostática
mas cosas que Dios podría crear si quisiera, en mayor o menor proporción en Cristo, su plenitud absoluta de gracia, sus virtudes santísimas, el valor
según el mayor o menor grado de lumen gloriae que ilumine su espíritu y infinito de sus actos, la increíble grandeza de la redención y justificación
le capacite para penetrar más o menos hondamente en la esencia divina. del hombre en virtud de los méritos de Cristo, el valor infinito de la santa
«Algo así—dice Santo Tomás— como cuando se propone un principio de misa, la eficacia soberana de los sacramentos, el modo admirable con que
demostración a una inteligencia vigorosa, que ve en seguida en él una serie Cristo está realmente presente en la Eucaristía, sus derechos supremos como
de consecuencias que otra más débil no percibe más que explicándoselas Rey del mundo y juez de vivos y muertos, etc., etc. Verán también la emi-
una por una» (I 12,8). nente dignidad de María como Madre de Dios, su pureza inmaculada, su
2. 0 C O N RELACIÓN A LAS COSAS REALES. Santo Tomás dice que el en-
plenitud de gracia, sus virtudes admirables, el valor de su corredención,
tendimiento humano de Cristo ve en el Verbo todas las cosas que Dios ve su influencia universal como Mediadora de todas las gracias. Contemplarán
con su ciencia de visión, o sea, todas las cosas que fueron, son o serán en la estupefactos la vitalidad y grandeza de la Iglesia como sociedad sobrenatu-
realidad 5 . Pero los bienaventurados (ángeles y hombres) no las ven todas, ral, las relaciones admirables de las tres Iglesias: triunfante, purgante y mi-
ya que consta que los ángeles no saben todo lo que Dios tiene determinado litante, en virtud del dogma de la comunión de los santos, el valor inmenso
hacer, ni los futuros contingentes, ni los secretos de los corazones, ni el día de la oración y el sufrimiento para la conversión de los pecadores y salva-
del juicio, ni el número de los predestinados, ni todos los misterios de la ción de las almas, etc., etc.
gracia, ni algunas cosas referentes al misterio de la encarnación 6. Luego, Nada decimos de los misterios concernientes a la vida íntima de Dios
con mayor motivo, tampoco el hombre bienaventurado sabe todas esas cosas. •—Trinidad adorable—, porque pertenecen al objeto primario de la visión
Sin embargo, Santo Tomás admite la posibilidad de que después del beatífica.
juicio final, cuando todas las cosas hayan sido consumadas y perfecciona-
das, conozcan todos los bienaventurados todas las cosas que Dios conoce '8 Cf. Suppl. 92,3-
SAN AGUSTÍN, Confesiones 1.5 c.4: ML 32,708.
9
4
Cf. I 12,8; III 10,2; Suppl. 92,3. Cf. MICHEL, Intuitive (visión): DTC 7 (2.») 2388; CAYO ELECTO, El cielo (Barce-
5
Cf. Suppl. 92,3. lona 1923) c.38; TERRIEN, La gracia y la gloria (Madrid 1043) 1.9 c.4; GARRIGOU-LAGRAN-
6
Cf. I 57,3-5- GE, La vida cierna y la pwfumüdad del alma p.5. a c.3.
112 P.I. DIOS UNO
S.2 C.3. LA VISIÓN DE DIOS 113
b) COMO FORMANDO PARTE DEL MUNDO CREADO, los elegidos conocerán
y verán todas las maravillas del universo entero: todos y cada uno de los mirada 1. P o r eso esta ciencia d e visión es inmóvil y eterna, a
ángeles, que, por ser entre sí específicamente distintos—de tal suerte que no semejanza d e la divina.
hay dos ángeles de la misma especie (I 50,4)—, constituirán un espectáculo Pero además d e esta visión d e las cosas e n la esencia divina o
variadísimo y deslumbrador; el cielo de los astros y de los planetas en toda en el Verbo, los bienaventurados tienen otro conocimiento fuera
su inmensa grandeza; la máquina admirable del universo, los géneros y las
especies de todo cuanto existe con sus causas y razones, las maravillas de la del Verbo, i n c o m p a r a b l e m e n t e m e n o s perfecto q u e el p r i m e r o .
ciencia en todos los ramos del saber humano: físicas, matemáticas, naturales, A l conocimiento e n el Verbo llaman los teólogos ciencia matu-
biológicas, etc., etc. En una palabra: todos los conocimientos naturales que tina, y al otro conocimiento, fuera d e l Verbo, ciencia vespertina,
el hombre puede desear y tiene capacidad de conocer 1 °. De donde se sigue p o r q u e es más oscuro q u e el p r i m e r o . E s t e conocimiento vesper-
que los mayores sabios de este mundo son unos pobres ignorantes y anal- tino se realiza m e d i a n t e especies creadas, y n o es simultáneo,
fabetos al lado del último de los bienaventurados. como el m a t u t i n o , sino variado y sucesivo.
c) COMO PERSONAS PARTICULARES, los bienaventurados conocerán por
Segunda. ¿ C ó m o la contemplación de la m i s m a esencia divina p u e d e
la misma visión beatífica o por revelaciones particulares todo lo que se re- producir conocimientos diversos en los elegidos?
laciona de algún modo con su persona, o con los seres queridos, o con sus
obras. Y asi, por ej'emplo, Jesucristo conoce, aun con su entendimiento hu- 116. Ya h e m o s dicho q u e la luz d e la gloria—lumen gloriae—,
mano, todos y cada uno de los actos y pensamientos de todos los hombres participada m á s o m e n o s intensamente, es causa d e u n a visión
del mundo con todas sus circunstancias y detalles, puesto que les ha de
j'uzgar como juez de vivos y muertos. La Virgen María nos conoce también más o m e n o s profunda. L a esencia divina es la m i s m a para todos
a cada uno en particular, puesto que somos sus hijos, y las buenas madres los bienaventurados, y todos la v e n p o r entero, p e r o e n grados
no se desentienden jamás de ellos; conoce nuestras necesidades, nuestras m u y distintos d e intensidad y penetración, según el grado d e
tentaciones y deseos, las súplicas que le dirigimos y todas las gracias que gloria q u e disfruten. Y esa luz d e la gloria, infundida p o r Dios,
se han de conceder al mundo a través de ella como Mediadora universal. se diversifica, según la voluntad divina, conforme al estado d e
Los papas conocen perfectamente todos los detalles del gobierno de la Igle- cada u n o d e ellos; atendiendo, e n p r i m e r lugar, al g r a d o d e gracia
sia, que ellos rigieron en otro tiempo; los obispos, las cosas de su diócesis; y d e caridad d e cada u n o , y s e c u n d a r i a m e n t e a las diversas situa-
los reyes, las de su reino; los fundadores de órdenes religiosas, todo lo re-
ferente a ellas; los padres de familia, todo lo que se relaciona con sus hijos; ciones c o n las q u e manifestaron e n este m u n d o s u caridad y a d -
los bienaventurados en general, todo lo que pertenece a su familia y ami- quirieron los méritos p a r a el cielo. «Quien tenga mayor caridad
gos. ¡Qué dulce es pensar que los seres queridos que se fueron no se han —advierte Santo T o m á s — é s t e es el q u e verá a Dios c o n mayor
ausentado realmente de nosotros, sino que nos están íntimamente unidos perfección y será m á s dichoso» 2 .
con su pensamiento, con su amor y con el influjo poderoso de sus oracio-
nes ante Dios! H Sabido es que la santa Iglesia tiene en su liturgia una fies- T e r c e r a . ¿Y n o experimentarán los bienaventurados tristeza o dolor
ta especial para honrar a todos los santos y bienaventurados (i de noviembre), al ver las calamidades y desgracias que p u e d e n afligir a su familia
y otra—al día siguiente—dedicada a todos los fieles difuntos que necesitan en este m u n d o ?
todavía en el purgatorio la ayuda de nuestros sufragios y oraciones. Es el
dogma admirable de la comunión de los santos, que supone y exige un mu- 117. N a t u r a l m e n t e q u e n o . Santo T o m á s dice q u e las almas
tuo influjo de caridad y bendición entre las tres Iglesias de Jesucristo. de los bienaventurados están d e t a l m a n e r a identificadas c o n la
voluntad d i v i n a — q u e i m p o n e j u s t a m e n t e esos castigos o los p e r -
m i t e p o r su misericordia precisamente para m a y o r b i e n d e los
E) Cuestiones complementarias
q u e los sufren—, q u e n o se entristecen e n lo m á s m í n i m o p o r
A propósito d e los conocimientos y noticias q u e poseen los ello 3.
bienaventurados, cabe formular algunas p r e g u n t a s interesantes q u e T e n g a m o s e n cuenta-—para c o m p r e n d e r u n poco estos miste-
vamos a recoger a continuación. rios q u e ahora escandalizan casi nuestra sensibilidad h u m a n a —
q u e e n el cielo veremos las cosas d e m u y distinto m o d o q u e acá
P r i m e r a . E l conocimiento d e las cosas creadas que tienen los bien- en la tierra. A l c o n t e m p l a r la esencia divina se verificará u n cam-
aventurados, ¿es simultáneo o sucesivo? bio profundo y radical e n nuestra mentalidad. Allí veremos cla-
r í s i m a m e n t e c ó m o n o h a y otra fuente d e b o n d a d n i otra razón
115. H a y q u e distinguir. L a s cosas creadas o creables q u e de b i e n q u e el m i s m o Dios c o n t o d o s s u s divinos atributos. Y
ven e n Dios, las conocen d i r e c t a m e n t e e n la esencia divina, sin c o m o esas desgracias q u e p u e d a n afligir a los seres queridos q u e
intermedio d e n i n g u n a especie creada—como ya h e m o s d i c h o — , dejamos e n el m u n d o son efecto d e la justicia o d e la misericordia
y las c o n t e m p l a n todas a un mismo tiempo, c o n u n a sola y simple de Dios, q u e las i m p o n e o p e r m i t e precisamente p a r a sacar m a y o -
10
Cf. I 12,8 ad 4 ; Suppl. 9 2 , 3 ; Contra gent. I I I 59. 1 Cf. I 12,10.
11
Cf. II-II 83,4 ad 2 ; a . r r ; Suppl. 72,1. 2
Cf. I 12,6; G O N E T , De Deo d i s p . 4 a.7 § 2.
3 Cf. I 89,8.
114 r.r. DIOS UNO S.2 C.4. LOS NOMBRES DE DIOS 115
res bienes, no sólo nos entristeceremos por ellas, sino q u e nos R.—El rayo de sol no se mancha al caer de lleno sobre un inmundo
alegraremos y glorificaremos a Dios, q u e sabe escribir t a n recta- lodazal.
m e n t e c o n renglones torcidos. L o cual n o será obstáculo para q u e P.—Quisiera ver un poco más claras todas estas cosas.
p i d a m o s con fervor a D i o s q u e alivie sus p e n a s o les d é fuerza R.—En este mundo es imposible; pero, a la luz de la gloria, veremos
y resignación p a r a sobrellevar cristianamente el peso d e aquellas claramente que nada de lo que Dios ha dispuesto podría disponerse mejor.
cruces.

Cuarta. Los bienaventurados del cielo, ¿se relacionan d e algún


CAPÍTULO 4
m o d o con los condenados del infierno ?

118. Santo T o m á s dedica a este asunto u n a cuestión dividida


LOS NOMBRES DE DIOS
e n tres a r t í c u l o s 4 . V a m o s a recoger e n u n a serie d e p r e g u n t a s y 119. T e r m i n a d o el estudio del conocimiento p r o p í s i m o d e
respuestas los datos fundamentales q u e se d e s p r e n d e n d e sus p r i n - D i o s p o r la visión directa e inmediata d e su divina esencia, se
cipios. i m p o n e ahora t r a t a r d e los nombres divinos con los cuales conoce-
mos o designamos a D i o s imperfectísimamente e n esta vida.
PREGUNTA.—Los bienaventurados, ¿ven también los tormentos de los Santo T o m á s dedica a los n o m b r e s divinos u n a larga cuestión
condenados ?
dividida e n doce artículos 1. C o m o m u c h a s d e las cuestiones d e
RESPUESTA.—Sí.
P.— ¿Y no se entristecen por ello? alta metafísica q u e e n ella plantea son d e difícil c o m p r e n s i ó n
R.—La tristeza es imposible en el cielo. para los n o iniciados e n filosofía, y, p o r lo m i s m o , d e interés m e n o s
P.—Y ¿cómo puede explicarse tamaña impasibilidad ante el dolor ajeno? c o m ú n , n o s vamos a limitar a exponer los siete principales n o m -
R.—Reconocemos nuestra impotencia para explicar en este mundo es- b r e s con q u e designa a Dios la Sagrada Escritura. Son los si-
tos misterios tan hondos; pero algo tiene que decirnos el hecho de que Dios, guientes 2 :
infinitamente más bueno y misericordioso que los bienaventurados, man-
tendrá el infierno por toda la eternidad en castigo de los culpables definiti- i.° Y a v é ( Y H V H ) , derivado d e Havah (fue, vivió), significa
vamente obstinados en el mal. e¡ que es, o el que es su propio ser, o todo el ser, s e g ú n aquella m i s -
P.—Todo el que sufre es digno de compasión. teriosa expresión del m i s m o Dios: Yo soy el que soy (Ex 3,14). L o s
R.—A no ser que sufra culpablemente y por propia elección un castigo
justamente merecido y de cuya causa no se arrepiente ni se arrepentirá h e b r e o s , i n t e r p r e t a n d o falsamente algunos textos d e la Sagrada
jamás. Escritura, n o se atrevían a p r o n u n c i a r este n o m b r e fuera del t e m -
P.—Según esto, ¿los bienaventurados odian a los condenados? plo; y desde la m u e r t e d e Simón el j u s t o (cerca d e doscientos a ñ o s
R.—El odio es incompatible con la caridad universal en que se abrasan antes d e Cristo), a u n e n el m i s m o t e m p l o r e h u í a n p r o n u n c i a r l o .
los bienaventurados; pero no pueden menos de rechazar el pecado y a todos C u a n d o salía ese n o m b r e e n la Sagrada E s c r i t u r a , leían Adonai.
aquellos que estén como consubstancializados con él, aunque acá en la tierra El resultado d e esto fue q u e m u c h o s h e b r e o s i g n o r a b a n la v e r -
hubieran llevado su misma sangre y vivido en su mismo hogar. dadera p r o n u n c i a c i ó n d e este n o m b r e . D u r a n t e m u c h o t i e m p o se
P.— ¿Cómo es posible que los bienaventurados puedan ser felices viendo
p r o n u n c i ó Jehová, pero hoy es casi c o m ú n e n t r e los eruditos la
condenados en el infierno a miembros de su familia?
R.—Ya hemos dicho que en el cielo cambiará por completo nuestra men- p r o n u n c i a c i ó n Yavé.
talidad. Allí veremos las cosas tal como las ve Dios, o sea tal como son en Este es el p r ' n c i p a l y el más p r o p i o n o m b r e d e D i o s . C o r r e s -
realidad. Es aquí donde tenemos una visión borrosa e inexacta de las cosas, p o n d e a su essncia metafísica, q u e consiste, c o m o vimos, e n existir
ya que las exigencias de nuestra razón quedan muchas veces obscurecidas por sí mismo, en ser el mismo Ser e n t o d a su p l e n i t u d infinita.
y nubladas por una sensibilidad no siempre de acuerdo con aquellas impe-
riosas exigencias. 2. 0 E l , al q u e r e s p o n d e en a r a m e o el y e n asirio-babilónico
p . — ¿Y no seria mejor que Dios les quitase a los bienaventurados la vi- ilu. Según algunos significa Poder y s e g ú n otros Dominio. L a m a y o r
sión de las penas del infierno, que introducen una nota disonante en las p a r t e d e las veces la Sagrada E s c r i t u r a lo aplica al D i o s v e r d a -
claridades y alegrías de la gloria? dero (cf. G e n 17,1, etc.), p e r o a veces lo aplica t a m b i é n a los falsos
R.—Es conveniente que las vean para que sepan agradecer mejor a Dios
dioses (por ejemplo, e n Isaías 44,10-15). Afín a este n o m b r e es el
la infinita misericordia con que les libró de aquellas penas, que acaso en
este mundo merecieron muchas veces por sus pecados. n o m b r e árabe Ilah, o con el artículo al-Ilih — Al lah.
p.—De todas formas la visión de una cosa tan torpe y desventurada, Eloah y Elohim parecen ser conclusiones del nombre El, como defien-
¿no empañará de algún modo la clara luz que brilla en los ojos de los bien- den hoy muchos autores, contra otros que quieren derivar estos nombres
aventurados? del arábigo aliha (pasmó) o alaha (cultivó).
* Cf. Suppl. 94-
1 Cf. I 13,1-12.
2 Cf. ZUBIZARRETA, a . c , vol.2 n.257-
116 P.I. DIOS UNO
S.2 C.4. LOS NOMBBES DE DIOS 117
Eloah es forma singular y significa potencia (el Fuerte, el Poderoso). Se
en cierto modo, le informa y determina. Pues bien: como nuestro entendi-
adjudica a veces al verdadero Dios, y otras a los falsos dioses. Elohim es la
miento no puede en esta vida conocer la esencia de Dios tal como es en
forma plural (potencias) y con frecuencia significa el verdadero Dios en
sí misma, todo cuanto determina lo que conocemos de Dios a un modo de
plural mayestático; pero a veces se aplica a los ángeles, a los dioses falsos
ser cualquiera, contribuye a alejarlo del modo de ser que tiene. Y por esto,
y alguna vez a una diosa.
cuanto menos determinados y más comunes y absolutos sean los nombres,
3 . 0 A d o n a i , q u e se t r a d u c e Señor mío. E s n o m b r e p l u r a l de con tanta mayor propiedad los aplicamos a Dios. A este propósito dice
San Juan Damasceno que «el más principal de todos los nombres que se
excelencia, y significa Dios en razón de su dominio, o sea en aplican a Dios es El que es, pues es nombre que lo abarca todo, porque in-
cuanto rector y gobernador. cluye al mismo ser como un piélago de substancia infinito e ilimitado».
Efectivamente, con otro nombre cualquiera se determina algún modo de
4. 0 Elion, derivado d e 'alah ( = ascendió), significa Supremo. ser de la substancia de una cosa, pero con este nombre no se determina
E n griego se dice u f a r o s , y significa la mayor p a r t e d e las veces ninguno, porque se refiere indeterminadamente a todos, y por esto le llama
el verdadero Dios, y otras veces el s u p r e m o e n t r e los dioses. E n «piélago infinito de substancia».
la Sagrada Escritura se aplica m u c h a s veces a Dios.
c) Por lo que incluye su significado, pues significa el ser en presente, y
5. 0 A b significa Padre. E n la Sagrada Escritura se atribuye esto es lo que con la mayor propiedad se dice de Dios, cuyo ser no conoce
m u c h a s veces a D i o s , c u a n d o se le presenta d e r r a m a n d o los b e n e - el pasado ni el futuro, como dice San Agustín».
ficios de la creación, conservación y providencia. A l comparar el n o m b r e El que es con el n o m b r e Dios, advierte
6.° K a d o s c h es lo m i s m o q u e Santo. C o n este n o m b r e se el D o c t o r Angélico lo siguiente 4 :
designa a Dios c u a n d o se le p r e s e n t a como p u r o , santo y p e r - «El nombre El que es, tanto por su origen—pues se toma del ser— cuan-
fecto. to porque connota tiempo presente, según hemos dicho, le conviene con
más propiedad que el de Dios; aunque por razón de lo que significa sea
7. 0 D i o s . E s el n o m b r e m á s c o m ú n y universal con q u e se más propio el nombre de Dios, el cual se emplea para significar la natura-
designa el Ser p r i m e r o y s u p r e m o . M u c h o s eruditos lo derivan d e leza divina 5 . Y más propio todavía es el nombre Tetragrammaton, impues-
la raíz sánscrita div. dyu. — lucir. D e d o n d e sale en sánscrito Dyaus, to para significar la substancia de Dios incomunicable, o, por decirlo así,
en persa Daeva, en griego 8eos, en egipcio Theu, en latín Júpiter singular».
Diupater (padre de los dioses), en lituánico Diewas, en escandinavo
Tyr, en anglosajón Tiw, en suizo Dia. D e aquí q u e toda la raza aria E n r e s u m e n : como advierte u n teólogo c o n t e m p o r á n e o 6 , así
parece q u e con el n o m b r e Dios quiso significar la fuente de la como n o es posible c o m p r e n d e r con u n concepto adecuado la
luz, el dominador del cielo lúcido, el padre celestial. esencia divina, d e la m i s m a m a n e r a t a m p o c o es posible hallar u n
L o s mismos paganos de h o y designan a Dios con n o m b r e s q u e n o m b r e q u e le c u a d r e perfectamente. D e ahí q u e los Santos Pa-
significan cierto s u p r e m o ser. Y así para los egipcios es Nutar — j u e z dres llamen a D i o s «indecible, inefable» (&ppr|Tos, ineffabilis) e
inexorable; para los chinos, Schangti — s u p r e m o señor, o t a m b i é n «innominado» (óvcóvuuos). L o s diversos n o m b r e s q u e la Sagrada
Tieu = cielo; para los indios, Brahma = fuente d e vida, o Visch- Escritura aplica a Dios expresan más bien las operaciones de Dios
nu = salvador, o t a m b i é n Schiva = j u s t o juez. q u e su esencia divina.
Estos son los principales n o m b r e s con q u e la Sagrada Escritura 4
Ibid., ad 1.
5
designa al Ser S u p r e m o , C r e a d o r y Señor de t o d o c u a n t o existe. Cf. I 13,8.
6
Cf. OTT, Manual de teología dogmática (Barcelona 1958) p.6o.
El más propio de todos ellos es, como h e m o s dicho, el d e Yavé
significando El que es. E s c u c h e m o s a Santo T o m á s r a z o n a n d o esta
preferencia 3;

«EL QUE ES es el más propio de todos los nombres de Dios, y esto por
tres razones:
a) Por su significado. Este nombre no significa una forma determina-
da, sino el mismo ser. Y puesto que el ser de Dios es su misma esencia, y
esto a nadie compete más que a El, éste será sin duda, entre todos, el nom-
bre que le designa con mayor propiedad, pues los seres toman nombre de
su forma.
b) Por su universalidad. Los otros nombres de Dios son menos co-
munes, y, cuando equivalen a éste, le añaden algún concepto distinto que,
3
Cf. I t3,u.
S.3 C.l. LA VIDA DE DIOS llí)
121. i. L a vida e n general. La vida puede considerarse
SECCIÓN TERCERA
en concreto o en abstracto.
a) CONSIDERADA EN CONCRETO decimos que viven aquellos
OPERACIONES DE DIOS seres que se mueven a sí mismos, o sea que están dotados de un
movimiento inmanente, ya se trate de un movimiento local o de
120. Después del estudio de la naturaleza divina considerada un movimiento intelectual, como el entender o amar. Conoce-
en sí misma, el orden lógico exige que estudiemos sus operaciones, mos que una planta vive cuando la vemos florecer y crecer. Por
pues el obrar sigue al ser, y el modo de obrar al modo de ser. el contrario, decimos que una piedra es un ser muerto porque
Pero es preciso distinguir en Dios dos clases de operaciones: carece de todo movimiento propio o intrínseco a ella misma. Es-
unas inmanentes, cuyo término permanece dentro de Dios (v.gr., el cuchemos a Santo Tomás 2 :
entender y el querer); y otras transeúntes, llamadas así porque
producen un efecto exterior o extrínseco a la divinidad (v.gr., el «Lo primero que nos mueve a decir que un animal vive es ver que em-
poder de Dios sobre todas las criaturas) *. pieza a moverse por sí mismo, y pensamos que sigue viviendo mientras no-
tamos en él este movimiento; y cuando ya no se mueve por sí, sino sólo a
Según esto, he aquí el esquema de las divinas operaciones que impulso de otro, decimos que ha muerto por falta de vida. Por donde se ve
vamos a examinar cuidadosamente en esta sección de nuestra que, hablando con propiedad, son vivientes los seres que se mueven a sí mis-
obra: mos, cualquiera que sea la especie de su movimiento».
I. Su principio radical La vida de Dios. Por analogía y en sentido puramente metafórico llamamos agua
viva a la que brota y fluye de un manantial (a diferencia del agua
1) Intelectuales La ciencia de Dios.
paralizada o inmóvil de un estanque); consideramos llama viva a
fLa v o l u n t a d de la que se mueve flameando, a diferencia del fuego inmóvil de una
Dios. brasa, etc. D e esto procede el adagio común: «la vida está en el
2) Afectivas. El amor de Dios. movimiento».
II. Operaciones! La justicia y la mi-
inmanentes. sericordia. b) CONSIDERADA EN ABSTRACTO puede darse de la vida una
N r^ , , j - • fLa doble definición:
3) Del entendimien- „ rprovidencia de
to en orden a la«! T ' , .. ., i . a La vida en acto primero (o sea, en su principio radical)
I , I La predestinación. coincide con una substancia dotada de movimiento inmanente, o sea
que puede moverse a sí misma. No es necesario que esa substancia
l^El libro de la vida. se mueva continuamente o en un momento dado; basta, simple-
III. Operaciones transeúntes El poder de Dios. mente, con que esté dotada o capacitada para moverse por sí misma.
Apéndice La bienaventuranza Y así, v.gr., un animal completamente paralizado por el sueño
no por eso deja de tener vida.
de Dios.
2. a La vida en acto segundo (o sea, en sus operaciones o acti-
CAPÍTULO I vidades vitales) consiste en la actividad por la cual se mueven los
seres dotados de movimiento inmanente. Es, sencillamente, el ejer-
LA VIDA DE DIOS cicio de su capacidad motora inmanente.
Como acabamos de indicar en el esquema anterior, el principio Por aquí puede verse que son incompletas las definiciones de la vida da-
radical o raíz de donde brotan las operaciones divinas es la vida das por algunos autores, tales como éstas: «La vida es el conjunto de las
misma de Dios. Por lo mismo, hay que estudiar en primer lugar funciones que resisten a la muerte» (Bichat), o «La vida es el conjunto de
esta vida de Dios, fuente y manantial de todas las operaciones las funciones del ser organizado» (Guthlin). Esas funciones son efecto de la
divinas tanto inmanentes como transeúntes. vida (la vida en acto segundo), pero no la misma vida (en acto primero),
que se salva perfectamente sin ninguna función. Por eso dice profunda-
Para proceder con el mayor orden y claridad posibles vamos mente Santo Tomás que «la vida no es un predicado accidental ( = una ope-
a dar unas nociones previas sobre la vida en general y sus dife- ración), sino substancial ( = una substancia viviente) 3.
rentes grados 1: Las dos notas más esenciales y características del movimiento
vital son la espontaneidad y la inmanencia.
* Cf. I 14 pról.
1 2 118,1.
Cf. FARGES, Philosophia scholastka ed.60 (París 1934) vol.i p.221-23.
5 Cf. I 18,2.
120 P.t. DIOS UNO S.3 C.l. LA VIDA DE DIOS 121
122. 2. Diferentes grados de vida. Puesto que la vida «Mi corazón y mi carne saltan de júbilo por el Dios vivo» (Ps 83,3).
consiste o se caracteriza por el movimiento espontáneo e inma- «Te conjuro por Dios vivo: di si eres tú el Mesías, el Hijo de Dios»
(Mt 26,63).
nente, habrá tantos grados de vida cuantos sean los grados o modos «En El estaba la vida y la vida era la luz de los hombres» (lo 1,4)
diversos de espontaneidad y de inmanencia. En este sentido se «Pues así como el Padre tiene la vida en sí mismo, así dio también al
distinguen perfectamente tres vidas: vegetativa, sensitiva e intelec- Hijo tener vida en sí mismo» (lo 5,26).
tiva, ya que es muy distinta la espontaneidad e inmanencia del «... al que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos»
movimiento vital de las plantas, de los animales y de los seres (Apoc 4,9).
inteligentes. «Y juró por el que vive por los siglos de los siglos» (Apoc 10,6).
Si atendemos al grado de perfección de estas tres clases o espe- b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. La Iglesia ha proclamado
cies de vida, el lugar ínfimo corresponde indudablemente a la vida repetidas veces el dogma de la existencia de Dios vivo. He aquí,
vegetativa, tanto por su mayor dependencia de la materia inerte por ejemplo, la declaración dogmática del concilio Vaticano I:
como por su menor amplitud o universalidad (puesto que se limita
al cuerpo vivo). El segundo lugar corresponde a la vida sensitiva, «La santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana cree y confiesa que
menos dependiente de la materia y más amplia o universal, puesto hay un solo Dios verdadero y vivo, Creador y Señor del cielo y de la tie-
que está dotada de conocimiento sensitivo. El lugar más alto y rra...» (D 1782).
perfecto corresponde a la vida intelectiva, cuya amplitud es tan
vasta que se extiende incluso a las cosas inmateriales y puede sub- c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Pueden señalarse multitud de ar-
sistir con absoluta independencia de la materia (almas separadas, gumentos. He aquí algunos por vía de ejemplo 5 :
ángeles, Dios). a) Dios, como espíritu purísimo que es, entiende y ama. Pero enten-
La vida intelectiva, a su vez, tiene tres grados, cada vez más der y amar es propio exclusivamente de los seres vivientes. Luego Dios es
perfectos: humana, angélica y divina. La vida intelectual humana viviente.
es, de suyo, racional o discursiva; la angélica es puramente intelec- b) Dios es la primera causa agente, como ya vimos. Pero la primera
tual (o sea, puramente intuitiva, sin discursos ni razonamientos); causa agente no obra movida por otra, sino sólo por sí misma. Pero la vida
y la divina es tan perfecta que se confunde con el mismo ser de consiste precisamente en moverse por sí mismo. Luego...
c) Dios es el ser perfectísimo, como vimos también. Pero los seres vi-
Dios. De donde se deduce, sin más, que Dios es el ser viviente vientes son más perfectos que los que no tienen vida, como es evidente.
por excelencia, o, mejor aún, la Vida misma en toda su universa- Luego Dios, ser perfectísimo, está dotado de vida perfectísima.
lidad y perfección infinita.
Conclusión 2.a Dios no solamente vive, sino que es su propia vida,
3. Doctrina católica. Presupuestas estas nociones, vamos a o, mejor aún, la Vida misma. (Completamente cierta.)
exponer la doctrina católica sobre la vida de Dios en unas sencillas
conclusiones. 124. He aquí las pruebas:
Conclusión 1.a Dios es el Ser viviente por excelencia. (De fe.) a) L A SAGRADA ESCRITURA. L O dijo el mismo Cristo, Hijo
de Dios y Dios como el Padre y el Espíritu Santo: Yo soy la Vida
123. Esta conclusión es tan clara y evidente, que no ha sido (lo 14,6).
negada jamás absolutamente por nadie 4 . Los ateos niegan la exis-
tencia de Dios, pero cualquiera que admita su existencia confiesa b) LA RAZÓN TEOLÓGICA. Santo Tomás lo prueba con cuatro
inmediatamente que es el Ser viviente por excelencia. He aquí las argumentos clarísimos 6 :
pruebas: i.° Dios es su propio ser, como ya vimos. Pero como el vivir
de los vivientes coincide con su propio ser de vivientes, hay que
a) L A SAGRADA ESCRITURA. Son innumerables los pasajes bí- concluir que Dios es su propia vida.
blicos en que se nos habla del Dios vivo. Citamos unos pocos por 2.0 En Dios no se distinguen su ser y su entender. Pero como
vía de ejemplo: solamente entienden los seres vivientes, la vida de Dios coincide
«Yo doy la vida, yo doy la muerte..., yo alzo al cielo mi mano yjuro por con su ser y su entender. Luego Dios es su propia vida.
mi eterna vida» (Deut 32,39-40). 3. 0 Si Dios no fuera su propia vida, esta vida sería algo sobre-
«Mi alma está sedienta de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo vendré y veré añadido a su propia esencia. Pero a Dios no puede añadírsele
la faz de Dios?» (Ps 42,3). absolutamente nada, puesto que es infinitamente perfecto. Luego
4
Dios es su propia vida.
Sólo David de Dinant incurrió en el tremendo error de confundir a Dios con la ma-
teria prima, o sea con lo más lejano y opuesto a la vida que puede pensarse. Por eso Santo 5 Cf. Contra gent. I 97.
Tomás, siempre tan moderado en sus expresiones, lanzó una palabra dura al calificar esta
aberración: stulüssimc posuit Deum esse materiam primam (I 3,8). 6 Cf. Contra gent. I 98,
122 P.I. DIOS UNO S.3 C.2. LA CIENCIA DE DIOS 123
0
4. Si Dios n o fuera su propia vida, habría en El algo q u e no ción y gobernación d e los seres creados y al i m p r e s i o n a n t e p r o b l e -
sería El mismo, y entonces sería c o m p u e s t o . Pero Dios es infini- ma d e la divina predestinación.
t a m e n t e simple, como y a vimos. L u e g o es su propia vida. Vamos a dividir n u e s t r o estudio en tres artículos:
A h o r a bien: el hecho d e q u e la vida d e Dios coincida con el
i.° Existencia y naturaleza de la ciencia divina.
m i s m o ser d e D i o s hace q u e la vida d e Dios sea la vida infinita,
2. 0 Objeto de la misma.
o sea, la misma Vida por esencia, d e la cual son meras derivaciones 3. 0 En qué medio conoce Dios los futuros contingentes y libres.
y resonancias todas las d e m á s vidas existentes y a u n todos los
seres creados. V a m o s a precisar esto ú l t i m o e n u n a nueva con-
ARTÍCULO I
clusión.
EXISTENCIA Y NATURALEZA DE LA CIENCIA DIVINA
Conclusión 3. a T o d a s las cosas creadas son vida en Dios. (Completa-
mente cierta.) 126. A l hablar d e la ciencia d e Dios es preciso determinar,
ante todo, e n q u é sentido t o m a m o s aquí la palabra ciencia, p o r q u e
125. H e aquí las p r u e b a s : es cierto q u e e n alguno d e sus sentidos n o p u e d e tenerla Dios,
pues sería u n a imperfección e n E l .
a) L A SAGRADA ESCRITURA. L o dice e x p r e s a m e n t e en diversos L a palabra ciencia p u e d e tener tres sentidos diferentes:
lugares:
a) E N SENTIDO AMPLÍSIMO significa conocimiento cierto y evidente (en
«Todo cuanto ha sido hecho, en El era vida» (lo 1,3-4) 7- general). En este sentido ciencia es sinónimo de conocimiento, sin más de-
«En El vivimos, nos movemos y existimos» (Act 17,28). terminaciones.
b) E N SENTIDO PROPIO es clásica la definición de la ciencia: El conoci-
b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Escuchemos el sencillo razonamien- miento cierto y evidente de las cosas por sus causas próximas. Añade al cono-
to d e Santo T o m á s 8 : cimiento en general el conocimiento por sus causas próximas.
c) E N SENTIDO ESTRICTO O PROPÍSIMO es «el conocimiento cierto y evi-
«Hemos dicho que el vivir de Dios es su mismo entender. Pero como dente de las cosas por sus causas próximas adquirido mediante el discurso
en Dios se identifican el entendimiento, el acto de entender y el objeto en- de, la razón». Añade la nota discursiva al concepto propio de ciencia.
tendido, sigúese que cuanto hay en Dios a título de entendido, es su misma
vida y su mismo vivir. Por consiguiente, como todas las cosas que Dios E n este último sentido, Dios n o tiene n i p u e d e tener ciencia,
hace están en El como entendidas, todas son en El la misma vida divina». pues el discurso es p r o p i o y exclusivo d e la criatura racional (el
hombre) y la ciencia q u e con él se a d q u i e r e es, d e suyo, i m p e r -
Nótese, sin e m b a r g o , q u e Dios es vida d e todas las cosas e n fectísima, parcial, lenta y trabajosa, lo cual es del t o d o i n c o m p a -
cuanto fuente o causa primera eficiente y ejemplar d e todos los seres tible con la infinita perfección d e Dios.
creados, como dice el salmo: «Porque e n ti está la fuente d e la N i siquiera e n el sentido propio (conocimiento por las causas
vida» (Ps 3S,io). P e r o d e n i n g u n a m a n e r a es vida d e las cosas próximas) p u e d e hablarse d e ciencia divina. P o r q u e Dios, como
como causa formal d e las mismas, p o r q u e la forma es intrínseca veremos, n o conoce las cosas p o r sus causas próximas ( q u e son,
al ser y Dios n o p u e d e entrar e n composición con nadie p a r a for- todas ellas, causas creadas o segundas), sino por sí mismo, por su
mar con él otro ser; y, además, la causa formal n o p u e d e ser a la propia divina esencia e n cuanto Causa Primera q u e les h a dado el
vez causa eficiente y ejemplar, como lo es Dios d e todas las cosas. ser sacándolas d e la n a d a a la existencia real.
C a b e hablar d e la ciencia d e Dios ú n i c a m e n t e e n el p r i m e r
sentido, o sea, e n su acepción amplísima, e n c u a n t o sinónima d e
CAPÍTULO 2 conocimiento cierto y evidente d e las cosas. E n este sentido, la cien-
cia c o r r e s p o n d e a Dios e n grado perfectísimo o infinito. Vamos a
LA CIENCIA DE DIOS e x p o n e r la existencia y naturaleza d e la ciencia divina e n u n a serie
de conclusiones.
H e m o s llegado a u n a d e las cuestiones m á s i m p o r t a n t e s y fun- Conclusión 1. a Dios es infinitamente inteligente y su ciencia o cono-
damentales del tratado teológico de Dios uno. E l capítulo d e la cimiento alcanza el grado s u m o de perfección. (De fe.)
ciencia divina r e p e r c u t e e n o r m e m e n t e e n otras m u c h a s cuestiones
teológicas importantísimas, p r i n c i p a l m e n t e e n lo relativo a la crea- 127. H e aquí las p r u e b a s :
a) L A SAGRADA ESCRITURA. A l u d e infinidad de veces a la
7
Asi leen esos versículos u n gran n ú m e r o d e Santos Padres, el D o c t o r Angélico (í 18,4 s a b i d u r í a infinita d e D i o s :
sed contra) y la mavor p a r t e de los exegetas modernos.
8
J i8,4- «Yavé es Dios sapientísimo» (1 Sam 2,3).
124 e.i. DIOS UNO S.3 C.2. LA CIENCIA DE DIOS 126
«En El están la sabiduría y el poder; suyo es el consejo, suya la pruden- d o n d e se sigue q u e las ve todas simultánea y n o sucesivamente 2 .
cia» (Iob 12,13). Por eso dice h e r m o s a m e n t e San A g u s t í n q u e «Dios n o va viendo
«Hizo sabiamente los cielos» (Ps 135,5). las cosas u n a p o r u n a , como si s u m i r a d a fuese p a s a n d o d e unas
«¡Oh profundidad de la riqueza, de la sabiduría y ciencia de Dios! ¡Cuan a otras, sino q u e las ve todas a la vez» 3 .
insondables son sus juicios y cuan inescrutables sus caminos!» (Rom 11,33)-
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. El concilio Vaticano I Conclusión 3. a L a ciencia de Dios n o es variable, sino absolutamente
declaró expresamente q u e Dios es «infinito en su entendimiento y inmutable. (Doctrina cierta y común.)
voluntad y en toda perfección» ( D 1782) y q u e «todo está desnado
129. Q u i e r e decir q u e la ciencia d e Dios n o va cambiando
y patente ante sus ojos» ( H e b r 4,13), incluso lo q u e ha d e acontecer
o m u d á n d o s e c o n la adquisición d e nuevos conocimientos o el
por libre acción d e las criaturas» ( D 1784).
olvido d e los q u e ya tiene, sino q u e p e r m a n e c e siempre fija e in-
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c u c h e m o s al D o c t o r A n g é l i c o ' : variable, sin a u m e n t a r n i disminuir.
«Es indudable que la inmaterialidad de un ser es la razón de que tenga L a razón es p o r q u e , siendo u n a ciencia infinita q u e abarca
conocimiento, y tanto más y mejor conoce cuanto más inmaterial sea. Por absolutamente t o d o el ser d e Dios y el d e todas las cosas creadas
eso las plantas no conocen, debido a que son puramente materiales. Los presentes, pretéritas y futuras, es imposible q u e a u m e n t e o dismi-
sentidos corporales son ya aptos para conocer, porque reciben la impresión n u y a e n m o d o alguno o e n lo m á s m í n i m o . E s a invariabilidad es
de las cosas sin la materia de esas cosas (v.gr., el ojo percibe la fotografía u n a consecuencia necesaria d e su infinita perfección, p o r el hecho
de las cosas = especie impresa, sin que las cosas mismas se metan den- m i s m o d e q u e la ciencia d e Dios se identifica con la propia esencia
tro de él). El entendimiento, en fin, conoce mucho mejor y más amplia- divina, q u e es absolutamente i n m u t a b l e 4 .
mente que los sentidos, porque está más alejado de la materia y no se
mezcla con ella.
Conclusión 4. a L a ciencia de Dios es solamente especulativa o especu-
Ahora bien: como Dios, según ya vimos, está en la cúspide de la inma-
terialidad, puesto que es espíritu purísimo, sigúese que está también en la lativa y práctica a la vez, según el objeto sobre el q u e recaiga.
cumbre suprema del conocimiento. Luego Dios es infinitamente inteligente (Doctrina cierta y común.)
y conoce todas las cosas en grado sumo de perfección».
130. C o m o es sabido, se entiende p o r ciencia especulativa
D e esta sublime doctrina se d e s p r e n d e n las siguientes conse- aquella q u e se limita al p u r o conocer, sin o r d e n alguno, a la p r á c -
cuencias: tica o realización d e u n a cosa. Y ciencia práctica es aquella cuyo
i . a L a ciencia n o es e n Dios u n a cualidad o hábito intelectual fin es u n a cosa operable o u n a operación.
(como e n las criaturas inteligentes), sino sustancia y acto puro (ad 1). Según esto, c o n relación a la ciencia divina h a y q u e decir lo
2 . a L a ciencia d e Dios r e ú n e todas las excelencias, s u p e r á n - siguiente 5 :
dolas infinitamente, d e lo q u e constituye e n el h o m b r e la ciencia, i.° L a ciencia o conocimiento q u e Dios tiene d e sí m i s m o
inteligencia, sabiduría, p r u d e n c i a y consejo (ad 2). y d e las cosas m e r a m e n t e posibles q u e j a m á s v e n d r á n a la existencia
3 . a L a ciencia d e D i o s n o reviste los m o d o s d e la ciencia es u n a ciencia puramente especulativa, puesto q u e n o se trata d e
creada, tales como la d e ser universal o particular, h a b i t u a l o p o - nada operable q u e se p u e d a o deba hacer.
tencial, etc. T i e n e el m o d o singularísimo del m i s m o ser divino, 2. 0 E l conocimiento q u e Dios tiene d e todos los seres creados
pues lo conocido está en el q u e conoce conforme a su m o d o d e es especulativo y práctico a la vez, e n cuanto q u e conoce infinita-
ser (ad 3). m e n t e mejor q u e nosotros t o d o c u a n t o p o d e m o s conocer especu-
Conclusión 2. a L a ciencia de Dios n o es discursiva, sino q u e conoce lando p o r m e d i o d e definiciones y análisis, y e n c u a n t o q u e la
todas las cosas simultáneamente con u n único y simplicísimo acto. ciencia divina—como vamos a ver inmediatamente—-es causa d e
(Doctrina cierta y común.) t o d o cuanto existe.
128. L a razón es p o r q u e el e n t e n d i m i e n t o divino es infinita- 3. 0 P o r lo q u e se refiere al m a l , a u n q u e es cosa q u e Dios n o
m e n t e perfecto, o sea, acto puro sin n i n g u n a potencialidad, p o r lo p u e d e hacer, entra, sin embargo, lo m i s m o q u e el bien, en la e s -
cual lo penetra t o d o p r o f u n d í s i m a m e n t e con u n solo golpe d e fera d e su conocimiento práctico, e n cuanto q u e , para sacar ma-
vista, sin q u e necesite pasar d e unos conceptos a otros o d e los yores bienes, lo o r d e n a o dispone (mal físico o d e pena) o lo p e r m i t e
principios a las conclusiones. desaprobándolo ( m a l moral). Volveremos sobre esto e n su lugar
O t r a razón d e esta simplicidad y perfección d e la ciencia divina correspondiente.
es p o r el hecho d e q u e D i o s — c o m o v e r e m o s — v e todas las cosas
no en sí mismas, sino e n Sí mismo, q u e es a b s o l u t a m e n t e uno; d e 2 Cf. I 14,7.
3
SAN AGUSTÍN, De Trinitate I.15 c.14: ML 42,1077.
4
1
Cf. I 14,1- El paréntesis explicativo es nuestro. Cf. I 14,15.
5 Cf. I 14,16.
126 P.I. DIOS UNO
a
S.3 C.2. LA CIENCIA DE DIOS 127
Conclusión 5. La ciencia de Dios es causa primera, directiva y
eficiente de todas las cosas creadas, en cuanto lleva adjunta la l.i doctrina recogida en nuestra conclusión, por las razones que expondre-
voluntad de crearlas. mos al desarrollar la prueba de la misma.
b) LA ESCUELA MOLINISTA—que recibe su nombre de su fundador el
131. Esta conclusión es importantísima y, por ello, vamos a jesuíta Luis de Molina (1535-1600)—afirma que la ciencia de Dios es causa
estudiarla cuidadosamente. primera directiva de todo cuanto hace, e incluso causa eficiente de las cosas
Expliquemos, ante todo, los términos de la conclusión. necesarias (o sea, de las que no están dotadas de voluntad propia), pero no
os causa eficiente de las cosas futuras libres, o sea, de las que dependen de
LA CIENCIA DE DIOS, o sea, el conocimiento que tiene Dios de la libre determinación de las criaturas. Estas las conoce Dios de antemano
las cosas creadas. por su «ciencia media» y, en vista de ese previo conocimiento, obtenido por
la previsión de lo que harán las criaturas colocadas en tales o cuales cir-
Es CAUSA PRIMERA, o sea, absolutamente anterior a cualquier cunstancias, determina ponerlas en éstas o en las otras circunstancias para
otra causalidad, de cualquier naturaleza que sea. lograr sus planes divinos. Expondremos largamente esta teoría al hablar
DIRECTIVA, como la idea de una casa que tiene en su mente del medio del conocimiento divino de los futuros contingentes y las razones
por las cuales no podemos admitirla (cf. n.i48ss).
el arquitecto dirige su mano al trazar los planos o al ordenar la
construcción de la misma. Esta causa directiva recibe también el
Con el máximo respeto a los ilustres teólogos de la escuela
nombre de causa ejemplar. molinista, nosotros vamos a defender la doctrina tomista recogida
Y EFICIENTE, como el albañil es causa eficiente de la casa con- en la conclusión, que coincide, nos parece, con la verdad objetiva
cebida por el arquitecto. de las cosas. He aquí las pruebas:
D E LAS COSAS CREADAS. A ellas nos referimos en esta conclusión, a) L A SAGRADA ESCRITURA. NOS dice en innumerables luga-
no al conocimiento que Dios tiene de sí mismo o de las cosas sim- res que Dios hizo todas las cosas por su palabra (expresión exterior
plemente posibles, que es especulativo y no práctico. de la idea interior), sin más ayuda que el imperio de su voluntad
E N CUANTO LLEVA ADJUNTA LA VOLUNTAD DE CREARLAS, porque omnipotente; que es, precisamente, lo que afirmamos en la con-
es evidente que las cosas que Dios conoce simplemente, pero sin clusión. He aquí algunos textos:
querer crearlas, se confunden con los seres meramente posibles.
Para que una cosa conocida por Dios como posible venga de hecho «Y dijo Dios: Hágase la luz, y la luz fue hecha» (Gen 1,3).
«Por la palabra de Yavé fueron hechos los cielos, y todo su ejército por
a la existencia es preciso que Dios quiera crearla, o sea, es preciso el aliento de su boca» (Ps 32,6).
que a su conocimiento especulativo se junte la voluntad de crearla. «Alaben el nombre de Yavé (todos los seres creados), porque díjolo El
Precisado el sentido de los términos de la conclusión, veamos y fueron hechos» (Ps 148,5).
ahora las diferentes opiniones de los teólogos católicos en torno a «Dios de los padres y Señor de la misericordia, que con tu palabra hi-
ella. ciste todas las cosas» (Sap 9,1).
Que la ciencia de Dios es causa primera directiva o ejemplar «Por la palabra del Señor existe todo, y todo cumple su voluntad según
de las cosas creadas es doctrina cierta y común, admitida por todas su ordenación» (Eccli 42,15).
«Así la palabra que sale de mi boca no vuelve a mí vacía, sino que hace
las escuelas católicas. Es evidente que Dios, como supremo Ar- lo que yo quiero y cumple su misión» (Is 55,11).
quitecto del mundo, antes de crear las cosas las conocía ya con su «El con su poder ha hecho la tierra, con su sabiduría cimentó el orbe,
ciencia especulativa, en donde preexistían desde toda la eternidad, y con su inteligencia tendió los cielos. A su voz se congregan las aguas en
como preexiste una casa en los planos del arquitecto antes de ser el cielo» (Ier 10,12-13).
construida; y esa ciencia preexistente eternamente en Dios dirigió «Según el propósito de Aquel que hace todas las cosas conforme al con-
la obra de la Creación cuando Dios quiso realizarla. Sobre esto sejo de su voluntad» (Eph 1,11).
no cabe discusión posible y de hecho no la hay entre las escuelas
católicas. Los textos, como se ve, no pueden ser más claros y explícitos.
Otra cosa es cuando se dice que la ciencia de Dios no solamente b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. El concilio Vaticano I
es causa primera directiva o ejemplar de las cosas creadas, sino definió solemnemente que Dios creó todas las cosas, no por ne-
también causa primera eficiente de las mismas cuando lleva adjunta cesidad, sino por su libre voluntad:
la voluntad de crearlas. Sobre esta cuestión se dividen los teólogos
en dos grandes escuelas: la tomista y la molinista. «Si alguno dijere... que Dios no creó por libre voluntad, sino
con la misma necesidad con que se ama necesariamente a sí mis-
a) LA ESCUELA TOMISTA—llamada así por tener como jefe a Santo To- mo..., sea anatema» (D 1805).
más de Aquino, cuyas directrices sigue fidelísimamente—afirma sin vacilar Y en otro lugar, el mismo concilio enseña que
128 P.I. DIOS UNO
129
S.3 C.2. LA. CIENCIA DE DIOS
«todo lo que Dios creó con su providencia lo conserva y gobierna, al- a
3. E s causa p r i m e r a eficiente de todas las cosas creadas en cuanto
canzando de un confín a otro poderosamente y disponiéndolo todo suave- lleva adjunta la voluntad de crearlas.
m e n t e (cf. Sap 8 , i ) . P o r q u e todo está d e s n u d o y p a t e n t e ante sus
ojos (Hebr 4,13), aun lo que ha de acontecer por libre acción de las criaturas» Es cosa clara y evidente q u e e n t r e la infinita cantidad de seres
(D 1784). posibles q u e Dios conoce y q u e podrían venir a la existencia, sólo
vienen de h e c h o los q u e Dios quiere crear. L u e g o la ciencia divina
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E x p o n d r e m o s p o r separado la p r u e - es causa de las cosas creadas en cuanto lleva adjunta la voluntad de
ba de las tres afirmaciones q u e contiene la c o n c l u s i ó n 6 : crearlas, o sea, en c u a n t o Dios quiera crearlas. P o r este motivo
—advierte Santo T o m á s — a la ciencia creadora de D i o s suele lla-
i.° L a ciencia de Dios es la causa p r i m e r a directiva o ejemplar
mársela ciencia de aprobación 8 .
de todas las cosas.
Según esto, aparece claro q u e la ciencia d e Dios es causa p r i m e -
Ya dijimos q u e esto es doctrina común y admitida p o r todas las ra directiva de las cosas en el o r d e n d e la intención; y causa p r i m e r a
escuelas católicas. E s del t o d o evidente q u e la ciencia del artífice eficiente en el o r d e n d e la ejecución.
es causa d e lo fabricado p o r él, ya q u e el artífice obra guiado p o r N. B. Ya veremos u n poco más abajo de q u é m a n e r a conoce
su p e n s a m i e n t o , en d o n d e tiene el p r o t o t i p o o ejemplar de lo q u e Dios el mal y el pecado futuro d e las criaturas sin causarlo ni a p r o -
intenta fabricar. barlo, sino ú n i c a m e n t e permitiéndolo p a r a sacar mayores bienes.

2. a Es t a m b i é n la causa p r i m e r a eficiente de todas las cosas. ARTÍCULO 2

L a razón, profundísima, es p o r q u e la ciencia de Dios n o es u n OBJETO DE LA CIENCIA DIVINA


accidente sobreañadido a su esencia (como lo es en nosotros, q u e 132. E l objeto d e u n a ciencia cualquiera p u e d e ser primario y
p o d e m o s ser sabios o ignorantes sin dejar de ser h o m b r e s ) , sino secundario
q u e se identifica totalmente con la esencia divina, de suerte q u e — c o m o
veremos al estudiar el objeto p r i m a r i o de la ciencia divina—Dios a) E L OBJETO PRIMARIO, q u e recibe t a m b i é n el n o m b r e de
y su ciencia n o son dos cosas, sino u n a sola y mismísima realidad. objeto formal, es aquel q u e la ciencia en cuestión considera en p r i -
D e d o n d e se sigue q u e así como es a b s o l u t a m e n t e imposible la merísimo lugar y p o r relación al cual considera todas las d e m á s
existencia de u n ser creado q u e no haya sido creado p o r Dios (es cosas. Asi, p o r ejemplo, Dios bajo la razón de deidad es el objeto
a b s u r d o y contradictorio), así es absolutamente imposible q u e exista formal o primario d e la teología como ciencia, p o r q u e es lo p r i m e -
o se p r o d u z c a j a m á s en el m u n d o u n a sola cosa, necesaria o libre, rísimo q u e estudia y sólo con relación a E l estudia todas las d e m á s
q u e no d e p e n d a esencialmente de la ciencia d e Dios como causa cosas.
eficiente primera de la misma; o sea, q u e la ciencia de Dios es abso- b) E L OBJETO SECUNDARIO—que p u e d e llamarse t a m b i é n , en
l u t a m e n t e anterior a t o d o cuanto se haga u ocurra en el m u n d o , cierto m o d o , objeto material—forma p a r t e asimismo de la ciencia
incluso las acciones d e las criaturas libres, sin q u e sea posible q u e en cuestión, p e r o sólo s e c u n d a r i a m e n t e y p o r relación al objeto
Dios tenga q u e prever con la llamada «ciencia media» lo q u e h a r á n primario o formal. E n la ciencia teológica el objeto secundario son
o dejarán d e hacer sus criaturas libres puestas en tales o cuales todas las cosas creadas en c u a n t o dicen o r d e n o relación a Dios q u e
circunstancias para t o m a r después la determinación d e colocarlas las creó.
o dejarlas de colocar en tales circunstancias. L a ciencia d e Dios n o P o r lo m i s m o , al hablar del objeto o contenido d e la ciencia
p u e d e ser j a m á s posterior a lo q u e q u i e r a n hacer las criaturas, sino divina, h e m o s d e distinguir c u i d a d o s a m e n t e el objeto primario
a b s o l u t a m e n t e anterior a todas las acciones creadas necesarias o
(Dios m i s m o , su propia esencia) y el secundario (todas las cosas
libres. Decir lo contrario equivale a p o n e r en Dios pasividad, de-
creadas o creables). V a m o s , pues, a examinar a m b a s cosas p o r
pendencia de las criaturas, incertidumbre sobre los futuros libres, etc.,
separado.
lo q u e destruye el concepto m i s m o de Dios, infinitamente transcen-
d e n t e y a b s o l u t a m e n t e independiente de todas las criaturas. A. Objeto primario
T o d o esto supo resumirlo bellísimamente San A g u s t í n con estas Conclusión. El objeto p r i m a r i o de la ciencia divina lo constituye
sencillas palabras: «No conoce Dios todas las criaturas espirituales el m i s m o Dios, q u e se conoce perfectamente a sí m i s m o de u n a
y corporales porque existen, sino q u e existen porque las conoce Dios» 1. m a n e r a totalmente comprensiva y con u n conocimiento que se
identifica con su propia substancia divina. (Doctrina cierta y común.)
« Cf. 114,8. 133. Esta conclusión encierra cuatro afirmaciones q u e vamos
7
SAN AGUSTÍN, De Trinitate I.15 c . 1 3 : M L 42,1076; cf. 1.6 c í o : M L 42,931. E n sus
maravillosas Confesiones insiste en esta misma idea: «Nosotros vemos estas cosas q u e T ú a exponer u n a p o r u n a .
hiciste porque existen; pero T ú , porque las ves, existen» (Confes. I.13 c.38: M L 32,868).
' Cf. I 14,8.
Dios y su obra 5
130 P.I. DIOS UNO
S.3 C.2. LA CIENCIA DE DIOS 131
1.a El objeto p r i m a r i o de la ciencia divina lo constituye el m i s m o
Dios.
B) Objeto secundario
Esta p r i m e r a afirmación n o ofrece dificultad alguna. Se com- Ya h e m o s dicho q u e el objeto secundario d e la ciencia d e Dios lo
p r e n d e perfectamente q u e la ciencia divina, por ser infinita, ha d e constituyen todas las cosas, creadas o creables, q u e h a n salido o
recaer en p r i m e r í s i m o lugar sobre el propio Ser infinito, n o sobre p u e d e n salir d e sus m a n o s .
las criaturas finitas l . E n p r i m e r lugar examinaremos, e n general, si Dios conoce las
cosas distintas d e E l y d e q u é m a n e r a las conoce. A continuación
2. a Dios se conoce perfectamente a sí m i s m o . estudiaremos en particular algunas cosas cuyo conocimiento por
parte d e Dios pudiera ofrecer alguna dificultad (el no-ser, el mal,
L a razón es p o r q u e como en Dios n o h a y potencialidad alguna,
lo singular, infinitos seres, los futuros libres y las proposiciones
ya q u e es acto purísimo, es forzoso q u e en E l se identifiquen total-
m e n t e el e n t e n d i m i e n t o y la cosa entendida, y, p o r esto mismo, enunciables).
Dios se conoce a sí m i s m o perfectísimamente 2 . 1) E N GENERAL
Conclusión i. a Dios conoce perfectísimamente todas las cosas crea-
3. a Dios se conoce a sí m i s m o de u n a m a n e r a totalmente c o m - das; y n o de u n a m a n e r a confusa o general, sino con u n conoci-
prensiva. miento clarísimo y singular, q u e se extiende hasta las últimas
diferencias y detalles m í n i m o s de cada cosa. (Doctrina cierta y
L a razón es la m i s m a q u e acabamos d e indicar: como en E l ce común.)
identifican la esencia y la existencia, el ser y el entender, síguece
necesariamente q u e el Ser infinito se c o m p r e n d e a sí m i s m o infini- 134. H e aquí las p r u e b a s :
tamente, o sea, agotando exhaustivamente su infinita cognoscibi- a) L A SAGRADA ESCRITURA. L o dice e q u i v a l e n t e m e n t e e n in-
lidad 3. numerables lugares. Baste p o r todos el siguiente clarísimo texto de
D e d o n d e se d e s p r e n d e q u e sólo Dios se conoce a sí m i s m o San Pablo:
con u n conocimiento comprensivo, siendo t o t a l m e n t e imposible a
«La palabra de Dios es viva, eficaz y tajante, más que una espada de
la criatura, incluso m e d i a n t e la visión beatífica. L o finito n o p u e d e dos filos, y penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta las co-
comprender o abarcar al infinito. yunturas y la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del cora-
zón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia, antes son to-
4. a E l conocimiento d e Dios se identifica con su propia substancia das desnudas y manifiestas a los ojos de Aquel a quien hemos de dar cuenta»
divina. (Hebr 4,12-13).
Es otra consecuencia d e la infinita simplicidad y perfección d e b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. Y a h e m o s citado el t e x t o
Dios, en el q u e n o cabe potencialidad alguna. Si su conocimiento del concilio Vaticano I, d o n d e se declara q u e Dios conoce perfec-
n o se identificara con su propia substancia divina, habría q u e decir t a m e n t e todas las cosas, «incluso lo q u e h a de acontecer p o r libre
que la substancia divina estaría en potencia para recibir la perfec- acción de las criaturas» ( D 1784).
ción del conocimiento q u e le proporcionaría el e n t e n d i m i e n t o d i - c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E S u n a consecuencia necesaria de
vino distinto d e ella, lo cual es absolutamente incompatible con el lo q u e h e m o s dejado establecido e n la conclusión anterior. Si Dios
acto puro, en el q u e n o h a y n i p u e d e haber la m e n o r s o m b r a d e se conoce perfectísimamente a sí mismo, tiene q u e conocer per-
potencialidad alguna. L u e g o h a y q u e concluir q u e el conocimiento fectamente su divino p o d e r y todas las cosas a q u e se p u e d e exten-
de Dios se identifica t o t a l m e n t e con su propia esencia o substancia der ese poder. A h o r a bien: como el p o d e r divino se extiende a
divina 4 . todos los seres creados sin excepción, puesto q u e es la causa eficiente
de todos ellos, es forzoso q u e Dios conozca perfectamente todos
«Por todo lo cual—advierte profundamente Santo Tomás—se compren- esos seres creados sin n i n g u n a excepción; y n o sólo e n general, sino
de que, en Dios, el entendimiento, lo que entiende, la especie inteligible individualmente, e n particular y e n sus últimas diferencias y deta-
y el acto de entender son una sola y misma cosa. Por eso al decir de Dios lles más mínimos, pues a todos éstos se extiende e n absoluto el
que es un Ser inteligente, no se introduce en su substancia multiplicidad
divino p o d e r 1.
ninguna» 5 .
Conclusión 2. a Dios conoce todas las cosas creadas o creables n o en
1
El lector que quiera información más amplia sobre esto puede leer el magnifico razo sí mismas, sino e n sí m i s m o , o sea, en su propia esencia divina
namiento de Santo Tomás en su Suma contra gentiles l.i c.48. c o m o causa p r i m e r a eficiente y ejemplar de todas ellas.
2
Cf. I 14,2. i Cf. I 14,4.
3
Cf. I 14,3. ' Ibid., ibid. I
35- Sobre esta cuestión h a y diversas opiniones e n t r e los t e ó -
1
Cf. I 14,5.
132 P.I. DIOS UNO

logos, p e r o ú n i c a m e n t e la recogida en la conclusión parece ser la S.3 C.2. LA CIENCIA DE DIOS 133
verdadera. la esencia de las criaturas, no como lo común con lo propio (v.gr., como se
E n efecto: D i o s n o p u e d e conocer las cosas en sí mismas, o sea, compara la unidad con los números, o el centro de la circunferencia con
contemplándolas fuera de si mismo, como las c o n t e m p l a m o s nosotros los radios), sino como e¡ acto perfecto con los actos imperfectos, como si com-
(sentencia molinista), p o r q u e p a r a ello el e n t e n d i m i e n t o divino n e - parásemos al hombre con el animal...
cesitaría recibir—como la recibe el n u e s t r o — l a imagen o especie Por consiguiente, como la esencia divina contiene todo cuanto de per-
• inteligible p r o c e d e n t e del objeto, única m a n e r a posible d e ponerse fección hay en las cosas y mucho más, Dios puede conocer en Si mismo
en contacto el objeto externo conocido con el e n t e n d i m i e n t o q u e todos los seres con conocimiento propio, pues la naturaleza propia de cada
ser consiste en que de algún modo participe de la perfección divina. Tan
conoce. A h o r a bien: es a b s o l u t a m e n t e imposible q u e D i o s reciba
es así, que Dios no se conocería perfectamente a Sí mismo si no conociese
nada p r o c e d e n t e de los seres creados, p o r q u e esto argüiría pasividad todos los modos posibles con que otros pueden participar de su perfección
en Dios y dependencia d e las criaturas, lo q u e es del todo i n c o m p a - infinita, como tampoco conocería con perfección el ser si no conociese to-
tible con la infinita perfección de Dios, acto p u r í s i m o sin s o m b r a de dos los modos posibles de ser. Queda, pues, fuera de duda que Dios conoce
potencialidad alguna. E s t e es, en r e s u m e n , el razonamiento del todas las cosas con conocimiento propio en cuanto son distintas unas de otras».
D o c t o r Angélico. H e aquí sus palabras 2 :
2) EN PARTICULAR
«Para averiguar la manera como Dios conoce las cosas distintas de El,
téngase en cuenta que de dos modos podemos conocer una cosa: en sí mis- H a s t a aquí h e m o s estudiado, en general, el conocimiento q u e
ma o en otro. Conocemos una cosa en sí misma cuando la conocemos por Dios tiene de todas las cosas creadas. V e a m o s ahora, en particular,
su propia especie inteligible, adecuada al objeto, como sucede cuando nues- algunas cosas cuyo conocimiento p o r p a r t e d e D i o s p u e d e ofrecer
tros ojos ven a un hombre que está delante de nosotros. Y la conocemos alguna dificultad. T a l e s son, p r i n c i p a l m e n t e , el no-ser, el mal, lo
en otro cuando la vemos en otra cosa que la contiene, como cuando vemos singular, infinitos seres, los futuros libres y las proposiciones e n u n -
a un hombre reflejado en un espejo.
ciables. D e d i c a r e m o s sendas conclusiones a cada u n a d e estas cosas.
Pues, con arreglo a esto, se ha de decir que Dios se ve a Sí mismo en
Sí mismo, ya que se ve a Sí mismo por su propia esencia. Las otras cosas Conclusión 1.a Dios conoce perfectamente incluso las cosas que n o
no las ve en sí mismas, sino en Sí mismo, por cuanto su esencia contiene el existen actualmente, bien p o r q u e hayan pasado ya, o p o r q u e son
ejemplar o la imagen de todo cuanto no es El». futuras, o p o r q u e son m e r a m e n t e «posibles» y n o v e n d r á n j a m á s
a la existencia. (Doctrina cierta y común.)
Precisamente p o r e s o — a ñ a d e Santo T o m á s — « n o hay cosa al-
guna q u e perfeccione al e n t e n d i m i e n t o de Dios sino la propia esen- 137. A p r i m e r a vista parece q u e esto n o p u e d e ser, p o r tres
cia divina», p u e s t o q u e t o d o lo ve en ella como en su fuente y m a - razones m u y fuertes:
nantial (ad 2).
i. a Porque Dios no puede tener ciencia más que de lo verdadero»
Conclusión 3. a Este conocer las cosas, n o en sí m i s m a s , sino en Sí y lo verdadero se identifica con el ser. Luego no puede tener ciencia de
m i s m o , hace q u e el conocimiento q u e Dios tiene de las cosas no-ser.
creadas sea i n c o m p a r a b l e m e n t e m á s perfecto y propio q u e si las 2. a La ciencia requiere una semejanza entre el que entiende y lo
conociera en sí m i s m a s . entendido. Pero el no-ser no puede tener semejanza alguna con Dios, que
es el mismo Ser infinito. Luego Dios no tiene conocimiento del no-ser.
136. E l agua es m á s limpia, t r a n s p a r e n t e y p u r a en el propio 3. a La ciencia de Dios—como hemos visto— es causa de las cosas por
manantial q u e en los infinitos riachuelos q u e d e él p u e d e n proceder. El sabidas. Pero lo que no es parece que no lo puede conocer, porque si lo
Escuchemos d e nuevo a Santo T o m á s h conociera sería. Luego Dios no conoce el no-ser.

«Hemos dicho que cuantas perfecciones hay en las criaturas preexisten Sin e m b a r g o , a pesar d e estas dificultades ( q u e resolveremos
y se contienen en Dios de un modo más elevado. Y no sólo las comunes a en seguida) vamos a d e m o s t r a r q u e Dios conoce perfectamente el
todas, como el ser, sino también las que distinguen a las criaturas entre sí, no-ser en la forma q u e expresa n u e s t r a conclusión. H e aquí las
como vivir, entender, etc., que es por lo que se distinguen los vivientes de pruebas:
los que no viven, y los que entienden de los que no entienden; y son per-
fecciones, porque toda forma por la que un ser se constituye en su especie, a) L A SAGRADA ESCRITURA. Veamos algunos textos q u e alu-
es una perfección. Preexisten, pues, en Dios todas las cosas, no sólo en lo d e n claramente a ello:
que tienen de común (el ser), sino en lo que les distingue. Y por eso, puesto
que Dios contiene todas las perfecciones, la esencia divina se compara con «Llegóme la palabra de Yavé, que decía: Antes que te formara en las
maternas entrañas te conocía; antes que tú salieses del seno materno te
2 Ibid., ibid. consagré y te designé para profeta de pueblos» (Ier 1,4-5).
3 C f . J 14,6. «Dios da vida a los muertos y llama a lo que es lo mismo que a lo que no es»
(Rom 4,17).
134 p.i. DIOS rao
S.3 C.2. LA CIENCIA DE DIOS 135
b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. T o d o se explica perfectamente dis-
tinguiendo e n Dios u n a doble ciencia: la llamada ciencia de visión a) L A SAGRADA ESCRITURA. A l u d e e n m u l t i t u d d e t e x t o s al
y la d e simple inteligencia, cuyos n o m b r e s expresan bien lo q u e sig- conocimiento perfecto q u e Dios tiene d e la malicia d e los h o m b r e s :
nifican. «Tú, ¡oh Dios!, conoces mi estulticia; no se te ocultan mis pecados»
E n efecto: c o n su ciencia d e visión Dios ve realmente todo (Ps 68,6).
cuanto existe e n la actualidad y t o d o c u a n t o existió e n el pasado y «Conoce a los perversos. Ve la iniquidad donde nadie podría sospe-
existirá e n el futuro; p o r q u e , a u n q u e es cierto q u e las cosas pasadas charla» (Iob 11,11).
ya no existen r e a l m e n t e y las futuras todavía no existen e n sí mismas, «¿Quién será capaz de conocer los deslices ? Absuélveme de los que se me
Dios contempla u n a s y otras, n o sólo en su propia potencia divina ocultan» (Ps 18,13).
que las creó o las creará, sino como realmente presentes en su propia «Están delante de Yavé el seol y el averno (el infierno y la perdición),
¡cuánto más los corazones de los hombres!» (Prov 15,11).
eternidad, q u e trasciende todos los t i e m p o s y abarca e n u n a sola
y única m i r a d a el pasado, el presente y el futuro. b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c r i b e Santo T o m á s 5
:
E n cuanto a las cosas m e r a m e n t e posibles (o sea, las q u e n o
«El que conoce una cosa con perfección, ha de saber todo lo que le
han existido n i existirán j a m á s p o r q u e Dios n o quiere crearlas), es puede sobrevenir. Pero hay bienes a los que puede ocurrir que sean des-
evidente q u e n o las conoce Dios con su ciencia de visión ( p o r q u e n o truidos por el mal. Luego Dios no los conocería con perfección si no cono-
p u e d e ver lo q u e n o h a existido ni existirá jamás), p e r o las conoce ciera también perfectamente todo el mal que puede sobrevenirles.
perfectamente c o n su ciencia d e simple inteligencia (o sea, c o n u n Ahora bien, las cosas son cognoscibles según el modo que tienen de
conocimiento p u r a m e n t e ideal, q u e n o recae sobre n i n g u n a cosa ser; y como el ser del mal consiste precisamente en la privación del bien,
físicamente existente), e n cuanto q u e Dios conoce perfectamente por lo mismo que Dios conoce el bien conoce también el mal, como se
todo cuanto E l podría hacer si quisiera y t o d o cuanto pueden hacer conocen las tinieblas por la luz».
todas las criaturas actuales o posibles 4 . O sea, q u e el mal n o es cognoscible en sí mismo, p o r q u e no es ser,
Sentados estos principios, las dificultades q u e p l a n t e á b a m o s m á s sino privación de ser o no-ser; pero se le p u e d e conocer e n el bien del
arriba se desvanecen fácilmente. H e aquí las respuestas del Angéli- q u e priva, o sea, en el bien opuesto al mal, como se conocen las t i -
co Doctor: nieblas p o r la luz d e q u e n o s privan.
C o n esta explicación q u e d a resuelta la dificultad q u e formulá-_
A LA i . a Las cosas que no existen actualmente participan de la verdad
en cuanto existen en potencia; y de esta manera, como hemos dicho, las b a m o s al principio. L a ciencia d e Dios n o es causa del mal, pero
conoce Dios (ad i). es causa del b i e n opuesto p o r el q u e se conoce el m a l 6 .
Esto e n cuanto al modo d e conocer. E n cuanto al medio e n q u e
A LA 2. a Puesto que Dios es el mismo Ser, cada cosa es ser en la medida Dios conoce el mal, hay q u e distinguir entre el mal físico, el mal d e
en que participa de la semejanza de Dios a la manera como una cosa es ca-
pena y el m a l d e culpa.
liente en la medida en que participa del calor. Por tanto, también conoce
Dios al ser en potencia aunque no exista todavía en acto (ad 2). a) E L MAL F Í S I C O Y E L D E P E N A ( c o r r u p c i ó n d e las cosas s e n -
A LA 3. a La ciencia de Dios es causa de las cosas en cuanto lleva adjunta sibles, dolores, enfermedades, etc.) los conoce Dios e n su decreto
la voluntad de crearlas, como ya vimos. Por eso no es indispensable que exista, permisivo aprobatorio, o r d e n a n d o todos esos males a o b t e n e r m a -
o que haya existido, o que tenga que existir todo lo que Dios conoce, sino yores y más elevados bienes, a saber: el b i e n de conjunto del universo,
sólo lo que El quiere o permita que exista. La ciencia de Dios no supone el a r r e p e n t i m i e n t o del pecador, la expiación d e sus culpas, la m a -
necesariamente que las cosas existan, sino únicamente que puedan existir, si nifestación d e la divina justicia y misericordia, etc., etc.
Dios así lo quiere (ad 3).
b) E L MAL D E CULPA (O sea, el pecado) lo conoce Dios e n su
Conclusión 2. a Dios conoce perfectamente el m a l ; n o e n el m i s m o decreto permisivo desaprobatorio. D i o s n o p u e d e quererlo positiva-
mal, sino e n el bien del q u e priva, c o m o se conocen las tinieblas m e n t e (repugna a su infinita santidad), pero es i n d u d a b l e q u e lo
por la luz. (Doctrina cierta y común.) permite (de lo contrario, n o podría producirse) a la vez q u e lo re-
138. L a principal razón para d u d a r q u e D i o s conozca el m a l prueba. L a razón ú l t i m a d e esta permisión escapa e n absoluto al
es p o r q u e toda ciencia o es causa d e su objeto o es causada p o r él. e n t e n d i m i e n t o d e las criaturas. Pero solamente con esa permisión
Pero como la ciencia d e Dios n o p u e d e ser causa d e l m a l n i está se salva la defectibilidad del libre albedrio humano, q u e tiene el triste
causada p o r El, hay q u e concluir q u e Dios n o conoce ni tiene cien- privilegio d e poderse apartar d e la línea del bien—-en la q u e consiste
cia del mal o d e los males. y se ejercita la verdadera libertad—para lanzarse al m a l , e n cuya
línea q u e d a envilecida y esclavizada la m i s m a libertad q u e i m p r u -
Sin embargo, h e aquí las p r u e b a s d e la conclusión tal como la
acabamos d e establecer:
4
5 Cf. I 14,10.
Cf. 114,9. 6 Cf. I 14,10 ad 2.
136 P.I. DIOS UNO
s.3 c:.2. LA r.iKMc.u ni-: mus 137
d e n t e m e n t e se arrojó a él. Volveremos sobre esto al h a b l a r d e la a
Conclusión 4. L a ciencia d e Dios se extiende H infiniliiN rouBIJ y no
concordia e n t r e los decretos de Dios y la libertad h u m a n a (cf. n.153). sólo genérica o específicamente, sino individualnu-iile y vn cuanto
se distinguen unas d e otras. (Doctrina cierta y común.)
Conclusión 3. a Dios conoce absolutamente todas las cosas singulares,
incluso las p u r a m e n t e materiales. (Doctrina cierta y común.) 140. Parece a p r i m e r a vista q u e D i o s n o p u e d e conocer infini-
139. L a r a z ó n p a r a d u d a r l o es p o r q u e las cosas singulares ma- tas cosas, al m e n o s p o r razón del número y d e la cantidad. Porcino
teriales afectan o s o n percibidas ú n i c a m e n t e p o r los sentidos cor- como es esencial a la n u m e r a c i ó n el venir u n n ú m e r o detrás del
porales (vista, oído, tacto, etc.), n o p o r el entendimiento, q u e percibe otro y es esencial a la cantidad la distribución d e sus partes con cier-
ú n i c a m e n t e las esencias universales d e esas cosas materiales (v.gr., la to orden, sigúese q u e para conocer u n infinito n u m é r i c o o cuanti-
idea d e árbol, aplicable a todos los árboles del m u n d o ; n o este árbol, tativo es preciso ir conociendo u n n ú m e r o d e s p u é s d e otro o u n a
concreto y singular, q u e p e r c i b e la vista corporal). Y como Dios es parte d e s p u é s d e otra; y p o r este p r o c e d i m i e n t o j a m á s se llegará
espíritu purísimo, y carece e n absoluto d e sentidos corporales, parece a conocer lo infinito, p u e s cualquiera q u e sea la cantidad d e n ú -
q u e n o p u e d e conocer las cosas singulares materiales m á s q u e e n meros o d e partes q u e se h a y a n recorrido o conocido, siempre q u e -
sus esencias universales, o sea, parece q u e n o p u e d e conocerlas e n d a r á n otras m u c h a s sin recorrer o conocer.
cuanto singulares y materiales. Sin embargo, hay q u e sostener, sin género d e duda, la doctrina
Sin e m b a r g o , está fuera d e t o d a d u d a la doctrina recogida e n de la conclusión. H e aquí el espléndido r a z o n a m i e n t o d e Santo
la conclusión. H e aquí las p r u e b a s : T o m á s 8:
a) L A SAGRADA E S C R I T U R A . H a y innumerables textos en q u e «Si, como hemos dicho, Dios conoce no sólo lo que de hecho existe,
se nos dice e x p r e s a m e n t e q u e Dios conoce perfectamente t o d o c u a n - sino todo cuanto El o las criaturas pueden hacer, y consta que el número de
to hizo, hasta el n ú m e r o d e las estrellas del cielo, d e las arenas del estas cosas es infinito, es necesario decir que Dios conoce infinitas cosas.
mar, d e los pasos q u e d a el h o m b r e y d e los cabellos d e nuestra Y si bien la ciencia de visión—que solamente se refiere a lo que es, ha sido
cabeza: o será—no abarca infinitas cosas... hay que decir que también por esta
ciencia de visión conoce Dios infinitas cosas, pues conoce los pensamientos
«Y vio Dios ser muy bueno todo cuanto habla hecho» (Gen 1,31). y afectos de los corazones, que se multiplicarán hasta lo infinito, debido a
«¿No está El mirando mis caminos y contando todos mis pasos?» que la existencia de las criaturas racionales no tendrá fin».
(Iob3i,4).
«Mira Yavé desde los cielos y ve a todos los hijos de los hombres. Desde E n cuanto a la dificultad q u e p l a n t e á b a m o s al principio, se
la morada en que se asienta, ve a todos los hijos de los hombres. Es El desvanece con sólo t e n e r e n cuenta q u e Dios n o conoce lo infinito
quien ha hecho todos los corazones y conoce afondo todas sus obras» (Ps 32,
o infinitas cosas como si las fuese recorriendo o repasando u n a p o r
13-15)-
«El cuenta el número de las estrellas, y llama a cada una por su nombre» una, p u e s y a h e m o s explicado cómo conoce todas las cosas a la vez,
(Ps 146,4). en s u eternidad, y n o e n desfile sucesivo (cf. n . 137). P o r tanto,
«Hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados todos» (Le 12,7). n o h a y dificultad alguna e n q u e conozca infinitas cosas. P o r eso
«Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia, antes son dice h e r m o s a m e n t e San Agustín:
todas desnudas y manifiestas a los ojos de Aquel a quien hemos de dar
cuenta» (Hebr 4,13). «Aunque infinitos números no se pueden cifrar en uno solo, no por eso
escapan a la comprensión de Aquel cuya ciencia no tiene número» 9 .
b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. D e s c u b r e sin esfuerzo dos razones
principales: Conclusión 5. a Dios conoce perfectamente todas las proposiciones
i . a P o r q u e el conocimiento d e los singulares es u n a d e las per- enunciables. (Doctrina cierta y común.)
fecciones d e las criaturas racionales: luego n o p u e d e faltar e n Dios,
infinitamente perfecto y fuente d e toda perfección. Ya vimos q u e 141. P o r proposiciones enunciables e n t e n d e m o s aquí los juicios
todas las perfecciones creadas preexisten e t e r n a m e n t e e n Dios d e l y argumentaciones d e l e n t e n d i m i e n t o creado, q u e p u e d e n e n u n -
modo m á s eminente. ciarse o formularse e n u n a proposición (v.gr., «el valor d e los á n -
2. a P o r q u e el conocimiento d e D i o s se extiende t a n t o como gulos d e u n triángulo cualquiera es igual a d o s rectos»).
su causalidad divina; y como la causalidad d e D i o s se extiende L a razón para d u d a r l o es p o r q u e t o d a proposición s u p o n e o
absolutamente hasta el último átomo individual, h a y q u e concluir encierra u n razonamiento o discurso, y el conocimiento divino
q u e Dios conoce perfectamente todas las cosas existentes, extendién- — c o m o v i m o s — n o es discursivo como el n u e s t r o . L u e g o parece
dose s u conocimiento hasta lo singular individualizado p o r la m a - q u e Dios n o p u e d e conocer las proposiciones enunciables.
teria 7 . Sin embargo, h e aquí las p r u e b a s d e la conclusión.
' Cf. I 14,11.
» Cf. I 14,12.
9
SAN AGUSTÍN, De civitate Dei 1.72 c.18: M L 41,368.
138 J'.l. DIOS UNO S.3 C.2. LA CIENCIA Uli UIOS 139

a) L A SAGRADA ESCRITURA. L e e m o s e n el salmo: «El Señor


c) F u t u r o absoluto es el que no depende de condición alguna, y por
lo mismo se realizará sin falta: v.gr., Cristo juzgará a los vivos y a los muertos.
conoce los p e n s a m i e n t o s d e los hombres» (Ps 93,11). Pero las p r o -
posiciones enunciables están contenidas e n los pensamientos d e los d) F u t u r o condicionado (llamado también futurible) es el que de-
h o m b r e s . L u e g o Dios las conoce perfectamente. pende de alguna condición. Se realizará únicamente si la condición se cumple;
H a y otros m u c h o s textos e n la Sagrada Escritura q u e confirman de lo contrario, no. Por ejemplo: ¿Qué haría Pedro puesto en tales o cuales
circunstancias distintas de las que se encuentra actualmente ?
esto m i s m o (cf. v.gr., Eccli 42,19-20; Sap 8,8, etc.).
e) F u t u r o infalible es cualquier futuro tal como lo conoce Dios,
b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s m u y sencilla. C o m o h e m o s d i -
cuyo conocimiento no puede fallar. Lo que Dios sabe que será, será infa-
cho repetidas veces, Dios conoce absolutamente t o d o c u a n t o está liblemente.
en su p o d e r o e n el d e sus criaturas; luego conoce perfectamente No debe confundirse, sin embargo, lo infalible con lo necesario: son cosas
t o d o cuanto éstas p u e d e n formular o enunciar. E l hecho d e q u e el completamente distintas. Lo infalible es aquello que de hecho ocurrirá así
conocimiento d e Dios n o sea discursivo n o es obstáculo alguno para (porque el conocimiento que Dios tiene de ello no puede fallar, es infalible);
conocer esas proposiciones, ya q u e — c o m o v i m o s — D i o s n o conoce pero eso no impide que pueda tratarse de un futuro contingente y no necesario
las cosas e n sí mismas, sino en sí mismo, o sea, d e u n m o d o infinita- en sí mismo. Por ejemplo: si Dios sabe que tal día Pedro tocará un cable de
m e n t e m á s perfecto. D e otra suerte, la ciencia d e Dios dependería alta tensión y morirá electrocutado, ese hecho se producirá infaliblemente,
d e las cosas y sería variable como ellas, lo q u e es absolutamente pues el conocimiento de Dios no puede fallar; pero eso no impide que el
imposible 1 °. hecho de tocar Pedro el cable sea puramente contingente y no necesario,
porque podría no tocarlo.
Conclusión 6. a Dios conoce perfectamente y con certeza absoluta f) F u t u r o falible es cualquier futuro considerado exclusivamente en
todos los futuros contingentes, incluso los q u e d e p e n d e n del libre sus causas próximas creadas (o sea, las llamadas causas segundas, necesarias
albedrío d e las criaturas racionales. (De fe.) o contingentes), que pueden ser impedidas por la acción de la Causa Primera.
En cambio, cualquier futuro, necesario o contingente, es infalible considerado
142. C o m o veremos e n el artículo siguiente, existe u n verda- en la Causa Primera, que es inimpedible por las causas segundas.
dero antagonismo entre la escuela tomista y la molinista para ex-
plicar el medio e n q u e conoce Dios esos futuros contingentes y Presupuestas estas nociones, h e aquí las p r u e b a s d e la conclusión:
libres. Pero e n cuanto al hecho d e q u e los conoce perfectamente
y con t o d a certera n o h a y diversidad d e opiniones entre los teólo- a) L A SAGRADA ESCRITURA. Citamos, entre otros muchísi-
gos católicos, puesto q u e es u n d o g m a d e fe. mos, algunos textos q u e expresan claramente el conocimiento per-
Vamos a dar, e n p r i m e r lugar, unas nociones previas. fecto q u e Dios tiene d e los futuros en general y d e los futuros con-
tingentes y libres:
N O C I Ó N D E L FUTURO. E n s e n t i d o a m p l i o se e n t i e n d e p o r fu-
t u r o aquello que está por venir. E n su acepción filosófica estricta se i.° De los futuros en general:
define: aquello que está determinado en sus causas para existir en el
tiempo siguiente H. E s t e o r d e n a la existencia es lo q u e distingue «Pero sobre los impíos llegó hasta el colmo la cólera sin misericordia
al futuro del posible. N i n g u n o d e los dos tiene existencia real antes porque Dios sabía de antemano lo que iba a sucederles» (Sap 19,1).
d e producirse; pero el futuro se producirá d e h e c h o a su tiempo, «Antes que fueran creadas todas las cosas ya las conocía El, y lo mismo
las conoce después de acabadas» (Eccli 23,29).
mientras q u e el posible p e r m a n e c e r á e t e r n a m e n t e e n su m e r a posi- «Sí, yo soy Dios, yo, y no tengo igual. Yo anuncio desde el principio
bilidad, o sea, e n su mera n o repugnancia a existir. lo porvenir, y de antemano lo que no se ha hecho. Yo digo: Mis designios
se realizan, y cumplo toda mi voluntad» (Is 46,9-10).
D I V I S I Ó N . E l futuro p u e d e ser necesario o contingente, abso-
«¡Dios eterno, conocedor de todo lo oculto, que ves las cosas todas
luto o condicionado, infalible o falible. antes que sucedan!» (Dan 13,41).
a) F u t u r o necesario es aquel cuya existencia está determinada en sus
causas necesarias (v.gr., mañana saldrá el sol). Procede por ímpetu de la 2. 0 De los futuros contingentes y libres:
naturaleza (ex Ímpetu naturae, dicen los teólogos) y no puede menos de
producirse, a no ser que Dios lo impida por un milagro. «Bien sé yo (dijo Dios a Moisés) que el rey de Egipto no os permitirá
ir sino en mano poderosa. Pero yo tenderé la mía, y castigaré a Egipto con
b) F u t u r o contingente—llamado también futuro libre cuando se toda suerte de prodigios, que obraré en medio de ellos; y después os dejará
refiere a las acciones de las criaturas dotadas de libre albedrío—es aquel salir» (Ex 3,19-20).
que depende de causas no necesarias (v.gr., Pedro saldrá mañana de paseo). «¡Oh Yavé!, tú me has examinado y me conoces, no se te oculta nada
No procede por ímpetu de la naturaleza, sino por libre elección o por efecto de mi ser. T ú conoces mi sentarme y mi levantarme y de lejos te das cuenta
de causas fortuitas que hubieran podido no producirse. de todos mis pensamientos. Escudriñas mi andar y mi acostarme, investigas
10 todos mis caminos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y ya tú, Yavé,
Cf. I 14,14.
1 lo sabes todo» (Ps 138,1-4),
' Cf. SANTO TOMÁS, De veritate q.12 a.10 ad 7.
140 P.I. DIOS UNO
S.3 C.2. LA CIENCIA DE DIOS 141
«Sabía Jesús desde el principio quiénes eran los que no creían y quién
era el que había de entregarle» (lo 6,65). al correr sucesivo d e l t i e m p o , n o p o r eso conoce Dios d e m o d o
«El que estaba recostado ante el pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién sucesivo el ser q u e t i e n e n e n sí mismos, como n o s s u c e d e a nosotros,
es (el traidor) ? Jesús le contestó: Aquel a quien yo mojare y diere un bocado. sino q u e los conoce t o d o s a la vez, p o r q u e s u conocimiento, lo m i s -
Y mojando un bocado, lo tomó y se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote» m o q u e su ser, se m i d e p o r la eternidad q u e , p o r existir toda simul-
(lo 13,25-26).
táneamente, abarca todos los t i e m p o s . P o r consiguiente, todo cuan-
«Jesús le respondió: En verdad te digo que tú hoy, esta misma noche,
antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres» (Me 14,30). to ocurre en el tiempo está realmente presente ante Dios desde la eter-
nidad, y n o sólo p o r q u e tiene sus razones o ideas ante sí, como q u i e -
b) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . L O declaró expresamente r e n algunos, sino t a m b i é n porque desde toda la eternidad mira todas
el concilio I I I d e Valence (Francia) e n los siguientes t é r m i n o s : las cosas como realmente presentes ante El.
Esta es la razón d e la absoluta certeza e infalibilidad con q u e
«Finalmente mantenemos que Dios sabe de antemano y eternamente Dios conoce esos futuros contingentes: p o r q u e los v e ya como pre-
supo tanto los bienes que los buenos habían de hacer como los males que los sentes ante la m i r a d a d e su eternidad q u e abarca t o d o s los t i e m p o s .
malos habían de cometer, pues tenemos la palabra de la Escritura que dice:
Escuchemos sobre esto a Santo T o m á s ;
«Dios eterno, que eres conocedor de lo escondido y todo lo sabes antes de
que suceda» (Dan 13,42); y nos place mantener que supo absolutamente de «Las cosas que se realizan en el tiempo las vamos nosotros conociendo
antemano que los buenos habían de ser buenos por su gracia y que por la en el transcurso del tiempo, pero Dios las conoce en la eternidad, que está
misma gracia habían de recibir los premios eternos; y previo que los malos por encima del tiempo; y de aquí que los futuros contingentes que nosotros
habían de ser malos por su propia malicia y había de condenarlos con eterno no conocemos más que como contingentes, no pueden ser para nosotros
castigo por su justicia... cosa cierta: sólo lo son para Dios, cuyo entender está en la eternidad, por
Ni ha de creerse que la presciencia de Dios impusiera en absoluto encima del tiempo. Algo parecido al que va por un camino, que no ve a los
a ningún malo la necesidad de que no pudiera ser otra cosa, sino que él que caminan detrás de él, y, en cambio el que desde una altura viese todo
había de ser por su propia voluntad lo que Dios, que lo sabe todo antes de el camino, vería a todos los transeúntes a la vez» 1 3 .
que suceda, previo por su omnipotente e inconmutable majestad. Y no
creemos que nadie sea condenado por juicio previo, sino por merecimiento Conclusión 7. a L a presciencia cierta e infalible q u e Dios tiene d e los
de su propia iniquidad; ni que los mismos malos se perdieron porque no futuros contingentes y libres es perfectamente compatible con la
pudieron ser buenos, sino porque no quisieron ser buenos, y por su culpa libertad h u m a n a . (Doctrina católica, indirectamente definida.)
permanecieron en la masa de condenación por la culpa original o también
por la actual» (D 321). 143. C i c e r ó n y algunos otros filósofos n e g a r o n q u e Dios conoz-
ca los futuros libres p o r creer q u e este conocimiento e r a incompa-
Por su parte, el concilio Vaticano I enseñó claramente la d o c - tible c o n la libertad h u m a n a , q u e admitían y p r o c l a m a b a n c o n
trina d e la conclusión e n u n texto q u e y a h e m o s citado m á s arriba: firmeza. Pero la verdad es q u e a m b a s cosas son perfectamente com-
«Porque todo está desnudo y patente ante sus ojos (Hebr 4,13), aun lo patibles. H e aquí las p r u e b a s :
que ha de acontecer por libre acción de las criaturas» (D 1780). a) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . E l concilio d e T r e n t o d e -

c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. T r e s s o n los p r i n c i p a l e s argumen-


finió como d o g m a d e fe q u e el h o m b r e goza d e libre albedrío, a u n
tos para d e m o s t r a r q u e Dios conoce, desde t o d a la eternidad, todos después del pecado d e A d á n (cf. D 815); y el concilio Vaticano I d e -
los futuros contingentes y libres 12: claró—como h e m o s v i s t o — q u e Dios conoce todas las cosas futuras,
«aun las q u e h a n d e acontecer p o r libre acción d e las criaturas»
i.° P o r q u e , como h e m o s d e m o s t r a d o m á s arriba, la ciencia
( D 1784). J u n t a n d o estas dos declaraciones conciliares, aparece la
de Dios es la causa p r i m e r a directiva y eficiente d e t o d o cuanto
doctrina d e la conclusión como u n a verdad católica indirectamente
existe o sucede e n el m u n d o e n cuanto lleva adjunta la voluntad d e
definida.
que exista o la permisión d e q u e suceda. L u e g o es imposible q u e
se produzca algún futuro necesario o contingente q u e n o lo conozca b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. El conocimiento q u e Dios tiene de
Dios d e antemano. los futuros contingentes y libres n o es incompatible c o n la libertad
2. 0 P o r q u e , como t a m b i é n h e m o s d e m o s t r a d o m á s arriba, Dios del h o m b r e , n i p o r p a r t e d e su certeza e infalibilidad, ni e n cuanto
conoce todas las cosas, y n o sólo las q u e existen d e hecho, sino q u e el conocimiento d e Dios es causa d e todos los efectos futuros:
también las q u e están e n su p o d e r o e n el d e las criaturas, algunas d e
las cuales s o n para nosotros futuros contingentes, y, p o r tanto, a) N o POR PARTE DE su CERTEZA E INFALIBILIDAD, porque, como ya
hemos dicho más arriba, no es lo mismo infalible que necesario (cf. n. 142).
Dios conoce los futuros contingentes.
Dios conoce infaliblemente desde toda la eternidad si tal día a las tres de la
3. 0 P o r q u e , a pesar d e q u e los efectos contingentes se realizan tarde estará Pedro de pie o sentado; pero el hecho de que Pedro esté en ese
momento sentado o de pie—tal como Dios lo ba previsto—no es obstáculo
12 Cf. I 14,13: cf. a.8.
i ' Ibid., ibid., ad 3.
142 P.I. DIOS UNO
s.3 c.2. LA CIENCIA DE DIOS 143
alguno para que sea un hecho perfectamente contingente y libre, porque
podría no estar así, ya que no es necesario que lo esté. de Dios sobre las criaturas libres. P o r eso se hace preciso estudiarla
con el m a y o r cuidado y la m á x i m a extensión q u e n o s p e r m i t e el
b) N i EN CUANTO QUE EL CONOCIMIENTO DE Dios ES CAUSA DE LOS marco d e nuestra obra.
FUTUROS CONTINGENTES, porque la ciencia de Dios produce las cosas según
la naturaleza misma de las cosas, dictada por la sabiduría infinita del mismo
Dios. Y así a las cosas necesarias les prepara causas próximas necesarias; A. Nociones previas
a las cosas contingentes les prepara causas próximas contingentes, y a las
acciones libres les prepara causas próximas libres, dándoles la misma libertad Para a m b i e n t a r u n poco esta difícil cuestión a los n o iniciados
con que realizan su acción. en teología, vamos a d a r , a n t e t o d o , u n a s nociones previas.

Volveremos m á s a m p l i a m e n t e sobre esto e n el artículo siguiente. 145. 1. D i v i s i ó n d e la c i e n c i a d i v i n a . L a ciencia d e Dios


p u e d e dividirse d e varias maneras, según el p u n t o d e vista en q u e
se la considere. H e aquí las principales divisiones:
ARTÍCULO 3
a) Ciencia necesaria—llamada también natural—es la ciencia que
tiene Dios de aquellas cosas que no dependen de su libre voluntad, sino de
EN QUE MEDIO CONOCE DIOS LOS FUTUROS
la naturaleza misma de las cosas. Tales son, principalmente, la esencia misma
CONTINGENTES Y LIBRES de Dios y las esencias de las cosas (v.gr., 2 + 2 = 4). Es antecedente al acto
de la voluntad divina.
144. A b o r d a m o s ahora u n a cuestión vivamente discutida entre
b) Ciencia libre es la ciencia que tiene Dios de las cosas que dependen
los teólogos tomistas y molinistas. D a d a la índole d e nuestra obra de su libre voluntad: v.gr., que nazcan o dejen de nacer Pedro o Juan. Las
—dirigida al g r a n público seglar y n o a los teólogos profesionales— conoce como meramente posibles si no quiere darles la existencia real; y como
nos limitaremos a exponer, c o n la m á x i m a b r e v e d a d y sencillez seres reales si quiere que vengan a la existencia (recuérdese que la ciencia
posibles, los distintos p u n t o s d e vista d e u n a y otra escuela y las de Dios es causa de las cosas en cuanto lleva adjunta la voluntad de crearlas).
razones p o r las cuales preferimos francamente la explicación t o - Es una ciencia consiguiente a la voluntad divina.
mista. c) Ciencia d e simple inteligencia es la que tiene Dios de las cosas
meramente posibles que ni han existido, ni existen, ni vendrán jamás a la
a) L A ESCUELA TOMISTA—siguiendo las huellas de su jefe,
existencia, porque Dios no quiere crearlas. Considera las esencias de las
Santo T o m á s d e A q u i n o — a f i r m a q u e Dios conoce los futuros cosas en estado de mera posibilidad, y es siempre una ciencia necesaria,
contingentes y libres en el decreto predeterminante de los mismos, ya natural y puramente especulativa o ideal.
se trate d e u n decreto de aprobación, c u a n d o recae s o b r e las acciones
d) Ciencia d e visión es la que tiene Dios de las cosas que determinó
buenas q u e h a n d e realizar libremente las criaturas libres, o ya d e o permitió que existiesen en el tiempo. O sea: la que tiene de todo cuanto ha
u n decreto meramente permisivo (en vistas a u n bien mayor), c u a n d o existido, existe o existirá realmente, tanto lo necesario como lo contingente
recae sobre el pecado o el m a l moral. E l efecto real p r o d u c i d o p o r o libre, lo bueno como lo malo. Es una ciencia consiguiente al decreto divino
ese decreto divino (de aprobación o permisión) se refleja y lo ve (aprobatorio o permisivo) y, por lo mismo, una ciencia libre no necesaria.
Dios en su eternidad, q u e abarca todos los tiempos: presente, pasado Es especulativa y práctica a la vez.
y futuro. Esta ciencia de visión se subdivide en dos:
a) CIENCIA DE APROBACIÓN, que recae sobre las cosas buenas que
b) L A ESCUELA M O L I N I S T A — e n p o s d e su f u n d a d o r , el j e s u i t a
agradan a Dios.
Luis d e Molina—sostiene q u e Dios conoce los futuros contingentes
y libres, n o e n u n decreto p r e d e t e r m i n a n t e d e los mismos (lo q u e , b) CIENCIA DE REPROBACIÓN (llamada también puramente permisiva),
según esta escuela, es incompatible con la libertad h u m a n a ) , sino que recae sobre las cosas malas o pecaminosas que desagradan a Dios.
con u n a ciencia especial llamada ciencia media, p o r q u e ocupa v.n e) Ciencia media—según los molinistas—es una ciencia intermedia
lugar intermedio entre la ciencia d e simple inteligencia, p o r la q u e entre la de simple inteligencia y la de visión. Es aquella que tiene por objeto
Dios conoce todos los seres posibles, y la ciencia de visión, p o r la q u e los futuros condicionados libres (llamados también futuribles), o sea los que
de hecho no vendrán a la existencia, pero vendrían si se pusiera la condición
conoce Dios todas las cosas r e a l m e n t e existentes, excepto los futuros
de la que depende su existencia, v.gr., lo que Pedro haría si se encontrara
condicionados libres (llamados t a m b i é n futuribles), q u e constituyen, en tales o cuales circunstancias, independientemente de todo decreto divino
cabalmente, el objeto d e la ciencia media. aprobatorio o permisivo. Esta ciencia—dice Molina—no es en Dios una
Esta cuestión q u e , a p r i m e r a vista, p u d i e r a p a r e c e r p u r a m e n t e ciencia natural, necesaria o de simple inteligencia, porque no se refiere a
especulativa y sin importancia práctica alguna, r e p e r c u t e , s i n e m b a r - cosas necesarias, sino libres; pero tampoco es una ciencia libre de visión,
go, d e m a n e r a decisiva e n la explicación teológica d e los grandes porque la conducta de Pedro colocado en aquellas circunstancias hipotéticas,
p r o b l e m a s d e la gracia, d e la providencia, predestinación y gobierno no dependería de Dios, sino del mismo Pedro. Luego es una ciencia media,
o sea, colocada entre aquellas otras dos de las que participa parcialmente,
144 P.I. DIOS UNO 145
S.3 C.2. LA CIENCIA DK DIOS
Los tomistas, como veremos, rechazan en absoluto la existencia de
esta ciencia media y no admiten en Dios más que la de simple inteligencia y a la luz d e la eternidad, o sea, como t é r m i n o d e u n concurso divi-
para las cosas posibles y la de visión para las cosas realmente existentes. n o no p r e d e t e r m i n a n t e , p e r o si intrínsecamente eficaz e infalible.
Entre lo posible y lo realmente existente no admiten término medio.
CRÍTICA. El decreto concomitante deja la iniciativa de la acción a la
146. 2. D i v i s i ó n d e l f u t u r o . E l futuro p u e d e ser necesario criatura, incurriendo en todos los inconvenientes del molinismo (pone
o contingente, absoluto o condicionado, infalible o falible. H e m o s e x - pasividad en Dios, le hace dependiente de las criaturas, etc.); aparte de que,
si no es predeterminante, no puede ser intrínsecamente eficaz e infalible:
puesto m á s arriba la noción d e cada u n o d e ellos (cf. n.142), q u e es puede fallar por parte de la criatura, en cuyo caso el conocimiento de Dios
preciso tener m u y e n cuenta p a r a resolver con acierto la presente no sería cierto e infalible, sino simplemente conjetural.
cuestión.
147. 3. O p i n i o n e s . H e aquí, brevísimamente expuestas, las C o m o se ve, n o h a y m á s q u e d o s opiniones d e l t o d o distintas
principales opiniones teológicas sobre el medio e n q u e conoce Dios e irreductibles: la molinista y la tomista. Vamos, p u e s , a examinarlas
los futuros contingentes y libres: p o r separado para ver cuál d e ellas parece q u e d e b e aceptarse defini-
t i v a m e n t e p o r cualquier espíritu sereno e imparcial.
a) L o s NOMINALISTAS ( O c k a m , Biel, etc.) dicen q u e se trata
de u n misterio i m p e n e t r a b l e q u e n o p o d r e m o s explicar j a m á s e n B. Explicación molinista
esta vida. R e n u n c i a n a t o d o intento d e explicación.
148. C o m o y a h e m o s dicho, la explicación molinista d e l cono-
CRÍTICA. Como se ve, esto no es solución alguna. Resuelve el problema cimiento q u e D i o s tiene d e los futuros condicionados libres ( = futu-
soslayándolo. El teólogo ha de esforzarse en explicar las cosas, hasta donde ribles) se basa, p r i n c i p a l m e n t e , e n la llamada ciencia media p r o -
pueda llegar. puesta p o r el p r o p i o M o l i n a * como base f u n d a m e n t a l d e t o d o su
sistema. E n v i r t u d d e esta ciencia media Dios explora y v e perfecta-
b) L o s TOMISTAS: los conoce Dios e n s u decreto predetermi-
m e n t e , c o n anterioridad a t o d o decreto divino, q u é es lo q u e haría
nante : aprobatorio, si se trata d e cosas b u e n a s ; meramente permisivo,
la v o l u n t a d d e l h o m b r e , c o n el auxilio indiferente d e Dios, si se
si se trata d e cosas malas. Ya precisaremos e n su lugar la naturaleza
realizara t a l o cual condición o se encontrara e n tales o cuales cir-
de este decreto p r e d e t e r m i n a n t e .
cunstancias. Y, según el resultado d e esta exploración sobre el
CRÍTICA. Esta es, nos parece, la verdadera sentencia, por las razones futuro condicionado o futurible, d e t e r m i n a Dios u n a d e estas dos
que expondremos más abajo. cosas: a) decretar las condiciones o circunstancias p o r las q u e la
voluntad del h o m b r e ejecutará libremente lo previsto p o r Dios
c) L o s MOLINISTAS: los conoce Dios c o n s u ciencia media.
(convirtiendo d e esta m a n e r a el futurible en futuro absoluto), o b) n o
Pero al tratar d e explicar el cómo d e ese conocimiento se s u b d i v i d e n
decretar esas condiciones o circunstancias, p e r m i t i e n d o c o n ello
en multitud d e opiniones, como veremos m á s abajo.
el pecado.
CRÍTICA. Esta opinión, en cualquiera de sus múltiples modalidades H a s t a aquí están d e a c u e r d o todos los molinistas. P e r o al tratar
a base de la ciencia media, nos parece del todo inadmisible, por las razones
que expondremos en seguida. de explicar positivamente el funcionamiento d e la ciencia media
(o sea, la q u e tiene p o r objeto los futuribles antes d e ser convertidos
d) L o s AGUSTINIANOS ANTIGUOS, e n p o s d e E g i d i o Romano: en futuros absolutos p o r el decreto divino sobre las condiciones o
los conoce Dios e n s u s propias ideas divinas. O t r o s dicen q u e los circunstancias), se dividen e n m u l t i t u d d e opiniones. A q u í es d o n d e
conoce e n la voluntad creada representada e n la esencia divina e n e n c u e n t r a n la g r a n dificultad del sistema: e n señalar el medio e n
cuanto imitable p o r las criaturas. q u e v e Dios los futuribles a través d e la ciencia media. L o s futuri-
bles, según los molinistas, n o s u p o n e n todavía el decreto divino d e
CRÍTICA. Las ideas divinas, sin el decreto de Dios creando las cosas, verificar las condiciones, sino ú n i c a m e n t e u n decreto indiferente y
se refieren únicamente a la ciencia de simple inteligencia, no a la de visión;
luego no puede afectar a los futuros contingentes, que no son seres mera- versátil, y, p o r lo m i s m o , n o p u e d e ver D i o s el resultado d e ese
mente posibles, sino que vendrán de hecho a la existencia. En cuanto a que decreto indiferente e n las causas segundas próximas, q u e n o se sabe
Dios los conoce en la voluntad creada, hay que rechazarlo, porque pondría todavía q u é determinación q u e r r á n t o m a r . ¿ E n d ó n d e , p u e s , y d e
pasividad en Dios y dependencia de las criaturas, lo que es del todo inad- q u é m a n e r a conoce Dios lo q u e P e d r o haría e n estas o las otras
misible. circunstancias ayudado con u n auxilio indiferente d e D i o s ? H e aquí
las principales respuestas e n t r e los molinistas:
e) O T R O S TEÓLOGOS, tales como el cardenal Pecci, Satolli, J a n -
sens, Paquet, Lorenzelli, etc., rechazan los decretos predeterminan- a) L o s futuribles los conoce Dios e n la supercomprensión d e
tes d e los tomistas y la ciencia media d e los molinistas y afirman la v o l u n t a d h u m a n a , o sea, del libre albedrio d e cada u n o d e los
que Dios conoce los futuros contingentes e n el decreto concomitante ' En realidad, el primero en proponer la llamada ciencia media fue PEDRO DE FONSECA,
maestro de Molina, en sus Comment. m Metaphys. Aristot. 1,6 c.2 (Coloniae 1605) t.3 p.noss.
146 l'.I. DIOS UNO s.3 c.2. LA CIENCIA DE DIOS 147
hombres. Es la opinión del propio Molina, de San R o b e r t o Belar- CRÍTICA. Esta explicación tiene los mismos inconvenientes que hemos
mino, etc. visto en algunas de las anteriores. Antes del decreto divino, Dios ve en su
propia esencia divina todas las cosas posibles que pueden venir a la existencia
CRÍTICA. Esta explicación la rechazan casi todos los propios molinistas, si El quiere crearlas; pero es absolutamente imposible que ninguna de esas
porque la supercomprensión de las criaturas, por muy perfecta que sea, cosas posibles venga de hecho a la existencia, o se convierta en futura, sin
no puede ver en su causa próxima (la voluntad creada) lo que no existe en el decreto divino que lo disponga así. Luego es en este decreto divino y no
ella todavía. en la propia esencia divina absolutamente considerada donde ve Dios todas
las cosas que han existido, existen o existirán en el futuro.
b) Dios conoce los futuribles en si mismos, «penetrando i n m e -
diatamente la verdad q u e hay o p u e d e concebirse en ellos». Así Estas son las principales opiniones molinistas sobre el funcio-
opinan Fonseca, Vázquez, Ruiz de M o n t o y a , Valencia, T a n n e r , n a m i e n t o de la famosa ciencia media, base f u n d a m e n t a l de t o d o
U r r á b u r u , etc. su sistema. El hecho de q u e sus m i s m o s partidarios n o se p o n g a n
de acuerdo en la m a n e r a de concebirla, m u e s t r a b i e n a las claras
CRÍTICA. LOS futuribles, antes del decreto divino sobre las circuns-
tancias, no existen todavía, como confiesan los mismos molinistas. Luego lo difícil q u e es dar de ella u n a explicación satisfactoria y a r m o n i -
lo que no existe aún, no puede conocerse en si mismo: es contradictorio. zarla con otras verdades teológicas del t o d o ciertas e indiscutibles.
T a n claro es esto q u e el m i s m o P. D e R e g n o n , S.I.—de la escuela
c) Los conoce Dios en las esencias d e las cosas. E s la sentencia molinista—, confiesa p a l a d i n a m e n t e q u e n o hay m a n e r a de ex-
de algunos molinistas m o d e r n o s en pos d e Leibnitz. plicar satisfactoriamente la ciencia media. E s c u c h e m o s sus propias
CRÍTICA. N O puede ser. Entre otras razones, porque las esencias de palabras:
las cosas son fijas e inmutables, no contingentes ni libres, que es de lo que
aquí estamos tratando. Las esencias de las cosas, como ya vimos, las conoce «Yo sé que no hay acuerdo sobre la manera con que conoce Dios estos
Dios con su ciencia de simple inteligencia (cf. n.i4Sc / ). futuros condicionales y que,*de todas las explicaciones propuestas, ninguna
es completamente satisfactoria...
d) Dios conoce los futuribles en su verdad objetiva o formal- Explicar esta ciencia—la ciencia media—es obra de diletantismo filosó-
P o r q u e entre dos proposiciones contradictorias («esto será-esto n o fico» 2 .
será») forzosamente una de ellas tiene q u e ser verdadera y la otra
falsa; y como Dios conoce toda verdad, sabe cuál de las dos p r o p o - C o n el m á x i m o respeto, sin e m b a r g o , a los teólogos q u e la
siciones es la verdadera, o sea, cuál d e ellas se realizará d e hecho defienden, vamos a establecer las siguientes conclusiones:
en el futuro. L u e g o Dios conoce los futuribles en su verdad objetiva
y formal. Así o p i n a n Suárez y m u c h o s molinistas m o d e r n o s . Conclusión 1.a L a ciencia m e d i a carece de objeto y en realidad no
existe.
CRÍTICA. Tampoco puede aceptarse esta explicación. Porque tratándose
de materia no necesaria, sino perfectamente libre y contingente (v.gr., Judas 149. E n efecto: como ya vimos, Dios conoce todos los seres
será un traidor o no lo será), ninguna de las dos hipótesis está determinada
a existir por exigencia de su propia verdad objetiva o formal, sino en virtud posibles con su ciencia de simple inteligencia, y t o d o s los seres q u e
de un decreto divino aprobatorio (si se trata de una acción buena) o mera- existen, h a n existido o existirán, con su ciencia de visión. N o hay
mente permisivo (si se trata de una acción mala, como en el caso de Judas). lugar p a r a n i n g u n a otra ciencia intermedia e n t r e esas dos, puei.to
Antes de ese decreto divino, aprobatorio o permisivo, las dos proposiciones q u e con ellas conoce Dios absolutamente t o d o cuanto existe o
contradictorias en materia contingente son meramente posibles, pero ninguna puede existir: luego t a m b i é n los futuros contingentes y libres a b -
de ellas está determinada a la existencia (ninguna de las dos es futura), y, solutos o condicionados. L a ciencia media, p o r consiguiente, carece
por lo mismo, ninguna tiene todavía verdad objetiva o formal. de objeto y, p o r lo mismo, su existencia es u n a ficción e n t e r a m e n t e
e) T o d o s los futuros y futuribles n o son sino imitaciones de gratuita, q u e n o r e s p o n d e a n i n g u n a realidad objetiva. Y así, lo
la esencia divina. Y como Dios conoce y c o m p r e n d e perfectísima- q u e g r a t u i t a m e n t e se afirma, g r a t u i t a m e n t e se podría negar.
m e n t e su propia esencia divina, ve en ella todas las cosas posibles Pero veamos lo q u e resultaría de ella si fuera posible.
y futuribles antes del decreto absoluto de su voluntad, en cuanto q u e
la esencia divina es el arquetipo de t o d a verdad, incluso d e las Conclusión 2. a L a ciencia media, dado que fuera posible, lleva
cosas posibles y futuribles. Y una vez conocidos los futuribles en consigo gravísimos inconvenientes teológicos que la hacen del todo
inadmisible.
virtud de la ciencia media, decreta Dios verificar las condiciones
para q u e se produzca de hecho tal o cual cosa futurible y, de este
150. H e aquí algunos d e esos gravísimos inconvenientes 3 ;
modo, transforma ese futurible en futuro absoluto. Así opinan,
con algunos matices accidentales, Franzelin, Kleutgen, Billot, - P. D E R E G N O N , S. I-, Bañes et Molina (París 1883) 1.2 § 6 p . i n y 115.
Pesch, etc. 3
Cf. D E L PFUDO, O . P., De gratia eí libero arbitrio (Friburgo 1907) vol.3 p . i ¿ 8 s s ; Z u -
BIZ.\RRETA, O.C., Vol.2 n.323.
148 r.i. uios UNO
S.3 C.2. LA CIENCIA DE DIOS 149
a) Q U I T A A D I O S LA RAZÓN D E CAUSA PRIMERA CON RELACIÓN
A LAS COSAS QUE SE REALIZAN POR LA LIBRE VOLUNTAD DE LAS CRIA- lo que Dios quiera que quieran (como afirma la escuela tomista),
TURAS. E s evidente q u e si la voluntad d e la criatura se determina q u e d a destruido el s u p r e m o d o m i n i o d e Dios sobre todas las cosas
por si misma a realizar u n o d e los d o s extremos d e u n futuro con- creadas y la O m n i p o t e n c i a m i s m a d e Dios, q u e es u n atributo
dicionado con el simple auxilio de un concurso divino indiferente y infinito al q u e n o se le p u e d e disminuir a b s o l u t a m e n t e nada sin
versátil, a d q u i e r e , sin d u d a alguna, la categoría d e causa primera destruirlo t o t a l m e n t e .
p o r q u e el concurso simultáneo actúa a m o d o d e u n agente paralelo, d) D E S T R U Y E LA SUPREMA I N D E P E N D E N C I A D E LA CIENCIA D I -
como dos caballos t i r a n d o del m i s m o carro, o como «dos marineros VINA. P o r q u e si los futuros contingentes y libres n o d e p e n d e n
remando en la m i s m a nave», según dice el propio M o l i n a 4 . de la ciencia divina q u e los h a previsto así en su decreto aprobatorio
o permisivo anterior a ellos, sino al revés, h a y q u e concluir q u e la
Ahora bien: sustraer a Dios la Causalidad primera de cualquier ser o
ciencia divina—al m e n o s e n lo q u e toca a esos futuros contingentes
modalidad de ser (necesario o libre) que pueda producirse en el mundo,
equivale a destruir el concepto mismo de Dios como Creador y Conservador y libres—depende d e las criaturas. L o cual equivale a p o n e r e n Dios
de todo cuanto existe. pasividad, potencialidad, etc., absolutamente incompatibles con la
noción m i s m a d e Acto puro q u e constituye la esencia m i s m a d e
b) H A C E A LAS CRIATURAS CAPACES D E PRODUCIR ALGUNA E N - Dios. N o olvidemos q u e la ciencia d e D i o s e n c u a n t o lleva adjunta
TIDAD o P E R F E C C I Ó N I N D E P E N D I E N T E M E N T E D E D I O S . E S una con- la v o l u n t a d d e crearlas es la causa de todas las cosas que existen,
secuencia inevitable del inconveniente anterior. E n efecto: el t r á n - sean necesarias o libres (cf. n.131); o, c o m o h e r m o s a m e n t e dice
sito d e u n a causa segunda d e la potencia al acto y, sobre todo, San A g u s t í n : «Dios n o conoce las cosas p o r q u e existen, sino q u e
el tránsito d e la voluntad creada del poder obrar a la obra misma, existen p o r q u e las conoce Dios» 5 .
es u n a d e t e r m i n a d a entidad y perfección. Pero la ciencia media
e) D E S T R U Y E LA LIBERTAD HUMANA O LA CERTEZA INFALIBLE
supone q u e la v o l u n t a d d e la criatura, e n virtud d e s u innata liber-
DEL CONOCIMIENTO DIVINO. Según la doctrina molinista, Dios, a
tad, p u e d e pasar p o r sí m i s m a d e la potencia al acto y d e t e r m i n a r
través d e su ciencia media, conoce las circunstancias e n virtud de
hacia el bien el concurso indiferente d e Dios: p o r q u e la ciencia
las cuales la criatura obrará d e esta o d e la otra m a n e r a . A h o r a bien,
media proporciona a D i o s — s e g ú n el molinismo—el conocimiento
una d e d o s : esas circunstancias previstas p o r Dios e n t o r n o al
de aquellas cosas q u e la voluntad h u m a n a haría e n tales o cuales
futuro libre ¿determinarán infaliblemente la futura acción d e la
circunstancias independientemente de cualquier decreto absoluto de
criatura o, p o r el contrario, pueden fallar p o r alguna causa? Si la
Dios, o sea, i n d e p e n d i e n t e m e n t e d e la voluntad d e Dios manifes-
d e t e r m i n a n infaliblemente, d e suerte q u e la criatura n o p u e d a
tada en ese decreto. A h o r a bien: esto equivale a transferir a las cria- hacer otra cosa q u e lo q u e le dicten esas circunstancias, q u e d a
turas la facultad creadora, q u e es propia y exclusiva d e Dios. destruida la libertad d e esa acción, como es evidente: se incurre
En efecto, como vimos en su lugar correspondiente, Dios es Acto pu- en el d e t e r m i n i s m o d e las circunstancias 6 . Y si esas circunstancias
rísimo y el mismo Ser subsistente. Todos los seres y actos creados tienen pueden fallar y n o p r o d u c i r el efecto previsto p o r Dios, desaparece
el ser por participación, de tal suerte que no sólo el efecto que se produce por en absoluto la certeza d e l conocimiento divino, q u e pasa a ser
la acción de las criaturas, sino incluso el mismo acto de las potencias creadas s i m p l e m e n t e conjetural. E l dilema es inexorable y n o a d m i t e tér-
se debe a Dios como primer Acto por esencia. Pero en el sistema de la ciencia m i n o medio; y d e cualquier m o d o q u e se conteste se incurre e n u n
media, Dios no influye en las potencias de la causa segunda ni produce su gravísimo inconveniente, absolutamente inadmisible.
acto, sino que se limita a concurrir con ellas para producir el efecto que ellas
han querido que se produzca. Esto equivale, sin duda alguna, a transferir f) D E S T R U Y E LA LIBERTAD MISMA D E D I O S . E l sistema d e la
a las criaturas la facultad creadora, que es propia y exclusiva de Dios. ciencia m e d i a lo ideó M o l i n a — c o m o es sabido—para salvar la
libertad h u m a n a , q u e , según él, es incompatible c o n los decretos
c) Q U I T A A D I O S E L D O M I N I O SUPREMO SOBRE TODAS LAS COSAS
divinos p r e d e t e r m i n a n t e s . Pero es curioso q u e p a r a salvar la liber-
CREADAS Y DESTRUYE, P O R TANTO, LA O M N I P O T E N C I A MISMA D E
t a d creada se caiga e n el inconveniente d e destruir la libertad d e l
D I O S . P o r q u e si la determinación d e obrar e n este o en el otro
C r e a d o r . P o r q u e si la determinación d e la criatura c o n relación
sentido en los futuros libres d e p e n d e exclusivamente d e la voluntad
a los futuros libres d e p e n d e exclusivamente d e la m i s m a criatura,
de las criaturas, Dios n o p u e d e hacer q u e esa determinación sea limitándose Dios a ofrecer u n concurso indiferente q u e luego se
distinta d e la q u e la criatura quiera; y así, v.gr., si San Pablo n o h u - convierte e n simultáneo, p e r o sin q u e n i el u n o n i el otro sean
biera q u e r i d o convertirse, Dios n o le h u b i e r a p o d i d o convertir causa d e la acción libre, h a y q u e concluir q u e Dios tiene que aceptar
de n i n g u n a manera. A h o r a bien: si D i o s n o p u e d e cambiar la
voluntad d e las criaturas inclinándolas a que quieran voluntariamente 6
' Cf. SAN AGUSTÍN, De Trinitate I.15 c.13: M L 42,1076; cf. 1.6 c.io: ML 42,931.
Ya veremos en su lugar cómo los decretos divinos predeterminantes no sólo no des-
4
«Non secus ac cum dúo trahunt navem» son sus propias palabras. Cf. MOLINA, Con- truyen la libertad creada, sino que la causan; cosa del todo imposible si el determinismo
cordia q.14 disp.26, Ex dictis, y disp.29. viniera de las circunstancias y no de la acción creadora de Dios, que mueve libremente a las
causas libres y necesariamente a las causas necesarias.
150 P.I. BIOS UNO
S.3 C.2. I.A rtKNC.IA DE DIOS 151
lo q u e libremente quiera determinar la criatura sin q u e Dios p u e d a
disponer otra cosa. D e d o n d e se sigue lógicamente q u e p o r querer en mis montes, y se les quitará de encima su yugo, y arrojarán su carga de
salvar la libertad d e la criatura se destruye la de Dios, al m e n o s sobre sus espaldas. He aquí la resolución tomada contra toda la tierra, he
con relación a esos futuros contingentes y libres. ahí la mano tendida contra todos los pueblos.—Yavé Sebaot ha tomado esta
T o d o s estos gravísimos inconvenientes q u e acabamos de exa- resolución, ¿quién se le opondrá? Tendida está su mano, ¿quién la apar-
m i n a r p u e d e n resumirse e n u n dilema inexorable q u e jamás p o d r á tará?» (Is 14,24-27).
resolver el molinismo. U n a d e dos: o Dios determina a las cria- «Yo anuncio desde el principio lo por venir, y de antemano lo que no se
ha hecho. Yo digo: mis designios se realizan y cumplo toda mi voluntad. Yo
turas, o es determinado p o r ellas: n o cabe t é r m i n o medio. A h o r a llamo de levante al ave de presa, de lejana tierra al hombre de mi consejo.
bien: es metafísicamente imposible q u e Dios sea determinado p o r Como lo he dicho, así lo haré; lo he dispuesto y lo cumpliré» (Is 46,10-11).
las criaturas absolutamente en nada, puesto q u e esto equivale a «Arroyo de agua es el corazón del rey en mano de Yavé, que El dirige
p o n e r potencialidad e n Dios y, p o r lo mismo, a negar su n a t u r a - a donde le place» (Prov 21,1).
leza m i s m a d e Acto puro sin mezcla d e potencialidad alguna. L a «Como el barro en manos del alfarero, que le señala el destino según su
aceptación d e q u e Dios p u e d a ser determinado p o r las criaturas juicio, así son los hombres en las manos de su Hacedor, que hace de ellos
•—de cualquier m a n e r a o d e cualquier m o d o q u e se explique esa según su voluntad» (Eccli 33,13-14).
«Porque, ¿quién es el que a ti te hace preferible? ¿Qué tienes que no
determinación—equivale a destruir el concepto m i s m o d e Dios. Y
hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías, como si no lo hubieras
si Dios n o p u e d e e n m o d o alguno ser determinado p o r las cria- recibido?» (1 Cor 4,7).
turas, n o q u e d a otra salida posible q u e decir, c o n la escuela t o - «... en Cristo, en quien hemos sido heredados por la predestinación,
mista, q u e es determinante d e la acción d e las criaturas. según el propósito de Aquél que hace todas las cosas conforme al consejo de
D e q u é m a n e r a esa acción determinante d e Dios es perfecta- su voluntad» (Eph 1,11).
m e n t e compatible c o n la libertad d e las criaturas, es lo q u e vamos Pues Dios es el que obra en vosotros el querer y el obrar según su bene-
a estudiar a continuación. plácito (Phil 2,13).
Imposible hablar m á s claro y d e m a n e r a m á s t e r m i n a n t e .
C. Explicación tomista
b) L o s SANTOS PADRES. E n los Santos P a d r e s se e n c u e n t r a n
151. Según la escuela tomista, para salvar el conocimiento textos a b u n d a n t í s i m o s en el sentido d e nuestra conclusión. Sobre
cierto e infalible q u e Dios tiene d e los futuros contingentes y libres todos ellos destaca el gran San Agustín, e n cuya doctrina se inspiró
— q u e , como vimos, es u n a verdad d e fe (cf. n . 1 4 2 ) — n o h a y otra Santo T o m á s y la escuela tomista en esta difícil cuestión q u e es-
vía posible q u e la vía d e los decretos divinos predeterminantes, los tamos examinando 7 .
cuales n o solamente n o d e s t r u y e n la libertad creada, sino q u e , p o r c) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L a Iglesia n o ha querido
el contrario, la causan y producen; d e tal suerte q u e la libertad crea- dirimir c o n su a u t o r i d a d infalible esta cuestión, q u e h a dejado a
da sería imposible si la voluntad creadora d e Dios n o la produjera la libre discusión d e los teólogos. C o m o es sabido, la gran contro-
en cada caso y en cada acción concreta de las criaturas libres. E l versia de auxiliis e n t r e jesuítas y dominicos, q u e se prolongó d u -
efecto real p r o d u c i d o p o r el decreto divino se refleja y lo ve Dios rante veinticinco años (1582-1607), t e r m i n ó c o n u n a declaración
en su eternidad, q u e abarca y recoge todos los tiempos: presente, del Papa Paulo V (año 1607) p o n i e n d o fin a la contienda y aña-
pasado y futuro. diendo q u e Su Santidad promulgaría la declaración y determinación
Vamos a explicar c u i d a d o s a m e n t e t o d o esto en u n a serie de q u e se esperaba, p r o h i b i e n d o mientras t a n t o a a m b a s partes cali-
conclusiones. ficar a la otra c o n nota d e herejía o d e censura alguna (cf. D 1090-
1097). C o m o hasta h o y n o se ha publicado todavía n i n g u n a decla-
Conclusión i . a Dios conoce cierta e infaliblemente los futuros con- ración d e la Santa Sede, continúan a m b a s partes defendiendo la
tingentes y libres e n el decreto p r e d e t e r m i n a n t e de su voluntad doctrina q u e les parece verdadera o m á s probable.
divina, p o r el q u e desde toda la eternidad dispuso o permitió q u e
se realicen en el t i e m p o esos futuros contingentes y libres. d) L A RAZÓN TEOLÓGICA. El argumento fundamental es un
simple corolario d e la doctrina q u e dejamos d e m o s t r a d a m á s arri-
152. H e aquí las p r u e b a s : ba sobre la ciencia d e Dios como causa productora de las cosas en
a) L A SAGRADA ESCRITURA. H a y e n ella m u l t i t u d d e textos cuanto lleva aneja la voluntad de que vengan de hecho a la exis-
q u e n o tienen explicación posible a n o ser en el sentido d e la con- tencia (cf. n.131).
clusión. Citamos algunos p o r vía d e ejemplo: E n efecto: antes d e l decreto d e la v o l u n t a d divina disponiendo
q u e venga a la existencia tal cosa o permitiendo q u e ocurra tal otra,
«Yavé Sebaot lo ha jurado, diciendo: Sí, lo que yo he decidido llegará, 7
lo que yo he resuelto se cumplirá. Yo romperé al asirio en mi tierra y le hollaré Cf. SAN AGUSTÍN, De praedestinatione sanctorum, De dnnn perseverantiae, De gratis
et libero arbitrio, De natura et gratia, etc., donde examina amplia y profundamente esta
cuestión. Pueden verse estas obras en el vol.6 de las Obras de San Agustín editadas por la BAC
152 r.i. mos UNO
S.3 C.2. LA CIENCIA DE DIOS 153
los futuros (necesarios o libres) no existen más que como seres po-
sibles. Para que comiencen a existir como verdaderos futuros y, con los dones de la gracia, con la divina presciencia, providencia,
sobre todo, para que se produzcan de hecho en el tiempo previsto predestinación y reprobación (1588).
por Dios, es absolutamente indispensable que Dios disponga o La escuela tomista cree, por el contrario, que los decretos di-
permita de antemano que se produzcan efectivamente. Sin este vinos predeterminantes no sólo no destruyen la libertad humana,
decreto divino dispositivo o permisivo (según se trate de una sino que la causan y producen, de tal suerte, que sin ellos no puede
acción buena o mala) es absolutamente imposible que el hecho existir ni explicarse satisfactoriamente esa libertad. Como se ve,
futuro se produzca, puesto que ese futuro es un ser 8 y es del todo la doctrina tomista y la molinista son, en este punto, radicalmente
imposible que ese nuevo ser brote de la nada sin la acción creadora contrarias y antagónicas entre sí.
de Dios. La causa de semejante contrariedad y antagonismo hay que
Ni vale recurrir al subterfugio de que no es necesario el de- buscarla en la distinta manera de concebir la libertad que tienen
creto divino, puesto que Dios puede verlos con toda certeza refle- unos y otros.
jados en su eternidad, que abarca todos los tiempos y recoge todo En efecto: una libertad creada omnímoda y absoluta tal como
cuanto ocurrió, ocurre y ocurrirá en el futuro. Porque aunque es parecen concebirla generalmente los molinistas, o sea, absolutamente
ciertísimo que Dios puede verlos reflejados en su eternidad, esa independiente de la moción divina, no existe ni puede existir en modo
eternidad es como un espejo que refleja todo lo que se le pone delante, alguno. No cabe en la criatura más que una libertad participada,
pero no puede reflejar en modo alguno lo que no existe todavía. recibida de Dios; por la sencilla razón de que la libertad es un ser
En el momento mismo en que Dios decreta que un ser posible se y cada una de las acciones procedentes de la libertad es otro ser,
convierta en futuro, la eternidad lo refleja inmediatamente como y es metafísicamente imposible que se produzca jamás un ser
futuro, pero de ninguna manera puede reflejarlo antes del decreto que no provenga de Dios como Causa primera del mismo. La
divino que le da la existencia como tal. O sea, que antes del de- razón ontológica de ser que existe en cualquier acción de una cria-
creto divino Dios conoce todos los futuros únicamente en cuanto tura, v.gr., en el acto mismo de elegir, no puede provenir de ella
posibles; y, después del decreto, los conoce como futuros de dos misma, sino única y exclusivamente de la acción creadora de Dios.
Una libertad creada absolutamente desligada e independiente de
maneras: en el decreto mismo causándolos o permitiéndolos, y en la
la acción creadora de Dios es quimérica y absurda; no existe ni
eternidad reflejando lo que Dios ha causado o permitido.
puede existir en modo alguno. La libertad irrecepta, o sea, total-
Santo Tomás enseña claramente en la Suma Teológica ambas mente desligada de toda influencia ajena, es tan propia y exclusiva
vías de conocimiento que se completan mutuamente: la vía de de Dios que ni el mismo Dios, con todo su poder infinito, podría
causalidad, al demostrar que la ciencia de Dios es causa de las comunicarla a la criatura: es absurdo y contradictorio (sería irrecepta
cosas cuando lleva adjunta la voluntad de crearlas 9 ; y la vía de y recibida a la vez). Las criaturas tienen que actuar siempre como
eternidad en el artículo especial que dedica al conocimiento que causas segundas, esencialmente dependientes de la Causa primera;
tiene Dios de los futuros contingentes y libres 10. jamás pueden actuar como causas primeras, o sea, independiente-
Conclusión 2.a Los decretos divinos predeterminantes no sólo no mente de la causalidad divina. De manera que las acciones libres
destruyen la libertad humana, sino que, por el contrario, la causan de las criaturas proceden, a la vez, de Dios como Causa primera
y producen; de suerte que la libertad humana sería imposible si y de la propia criatura como causa segunda esencialmente subordi-
la voluntad creadora de Dios no la produjera en cada caso y en nada a la primera. Esta es la única libertad posible a las criaturas.
cada acción concreta de las criaturas libres.
«Se ha de notar—escribe Santo Tomás a este propósito H—que el do-
153. Esta conclusión es de importancia capital en la doctrina minio que ejerce la voluntad sobre sus actos, y que le da el poder de querer
tomista sobre la ciencia de Dios y las mociones divinas. Vamos o no querer, excluye y es incompatible con la determinación de su poder
a exponerla con la mayor claridad que nos sea posible. a una cosa y la violencia procedente de una causa exterior. Sin embargo,
Como es sabido, la principal razón que movió a Luis de Moli- no excluye la influencia de la Causa superior, de quien ella recibe su ser y su
na para idear su sistema a base de la ciencia media fue la de salvar obrar. Y, por consiguiente, existe siempre la causalidad de la Causa primera,
la libertad del hombre, que, según él, quedaba comprometida o que es Dios, respecto de los movimientos de la voluntad».
anulada a base de los decretos divinos predeterminantes. El título Esta libertad recibida no deja de ser, sin embargo, verdadera
que dio a su obra lo indica claramente: Concordia del libre albedrío y auténtica libertad. Porque la acción divina es de tan soberana
8
O, al menos, requiere necesariamente el soporte de un ser, si se trata de una acción eficacia que cuando mueve a la acción a una criatura, no solamente
mala. Porque el mal de suyo no es ser, sino privación de ser, y requiere, por eso mismo, un la mueve a la acción, sino que causa la modalidad misma de la ac-
ser positivo donde apoyarse. Volveremos sobre esto en nuestra tercera conclusión. ción. Y así, Dios mueve necesariamente a las causas necesarias y
» Cf. I 14,8.
1» Cf. I 14,13 c. etad 1.
1 l Cf. Corma gent. I 68 al final.
154 P.I. DIOS UNO
S.3 C.2. LA CIENCIA DE DIOS 155
libremente a las causas libres, dándoles la misma libertad con q u e
realizan su acción. Bajo la acción divina moviendo libremente, la truida la certeza e infalibilidad de la ciencia divina. Por cualquier
criatura realiza la acción de u n a m a n e r a libérrima e infalible a la lado q u e se la m i r e la explicación molinista para salvar la libertad
vez: libérrima en cuanto q u e secunda la acción divina con toda su creada es absolutamente inadmisible.
libertad y voluntariedad; e infalible en cuanto q u e la acción divina Conclusión 3. a El pecado de la criatura p r e s u p o n e siempre u n
n o p u e d e fallar. D e esta manera se conjugan y a r m o n i z a n perfec- decreto permisivo de Dios, sin el cual sería imposible; pero ese
tamente la infalible presciencia de Dios y la libertad d e la cria- decreto permisivo n o influye para nada, ni directa ni indirecta-
tura al realizar la acción. m e n t e , en la malicia del pecado, que, en cuanto tal, procede exclu-
Escuchemos a Santo T o m á s explicando a d m i r a b l e m e n t e esta sivamente de la defectibilidad de la criatura.
doctrina 12 :
154. Esta conclusión tiene por objeto explicar de q u é manera
«Siempre que alguna causa es eficaz en su acción, no sólo se deriva de la acción d e Dios p r o c e d e n t e de u n decreto permisivo del pecado
ella el efecto en cuanto a la sustancia de lo producido, sino también en deja c o m p l e t a m e n t e a salvo la responsabilidad divina acerca de la
cuanto al modo de producirse o de ser. Si, pues, la voluntad de Dios es efica- malicia de ese pecado que, en cuanto tal, procede única y exclu-
císima, se sigue que no sólo se producirá lo que El quiere, sino también sivamente de la defectibilidad de la criatura.
del modo que El quiere que se produzca. L a conclusión tiene dos partes, q u e vamos a examinar p o r
Pues bien, Dios, con objeto de que haya orden en los seres para la separado.
perfección del universo, quiere que unas cosas se produzcan necesariamente
y otras contingentemente. Y para ello vinculó unos efectos a causas necesarias, 1.a E l pecado de la criatura p r e s u p o n e siempre u n decreto per-
que no pueden fallar y de las que forzosamente se siguen, y otros a causas misivo de D i o s , sin el cual sería imposible.
contingentes y defectibles, de las que proceden los efectos contingentemente.
El modo, pues, de qué los efectos queridos por Dios provengan de modo Esta p r i m e r a p a r t e es del t o d o clara y evidente. N a d a absoluta-
contingente, no es porque sean contingentes sus causas próximas, sino m e n t e p u e d e ocurrir en el m u n d o sin q u e Dios lo permita. Dios
porque, debido a que Dios quiso que se produjeran de modo contingente, les p e r m i t e el pecado p a r a sacar mayores bienes (v.gr., para la m a n i -
deparó causas contingentes». festación de su infinita misericordia p e r d o n a n d o al pecador arre-
Y al resolver la dificultad d e q u e entonces parece que se des- pentido, o d e su infinita justicia castigando al pecador obstinado);
truye la libertad, pues, como dice San Pablo, «¿quién p u e d e re- pero es evidente q u e , si Dios no lo permitiera, el pecado sería
sistir a la voluntad d e Dios?» ( R o m 9,19), contesta p r o f u n d a m e n t e imposible. Por eso Cristo nuestro Señor nos enseñó en el Padre-
Santo Tomás: nuestro a pedir a Dios q u e n o nos deje caer en la tentación.

«Precisamente porque nada se resiste a la voluntad divina, se sigue que 2. a Ese decreto permisivo n o influye para nada, ni directa ni
no sólo sucede lo que Dios quiere que suceda, sino que sucede, de modo indirectamente, en la malicia del pecado, q u e , en cuanto tal, procede
necesario o contingente, a la medida de su querer» 13 . exclusivamente de la defectibilidad de la criatura.

D e m o d o q u e la acción divina p r o d u c i e n d o como Causa p r i - Para c o m p r e n d e r u n poco el alcance profundísimo de esta


mera la acción libre q u e la criatura p r o d u c e como causa segunda, conclusión hay q u e tener en cuenta q u e en el pecado p u e d e n
no sólo n o destruye la libertad d e esa acción, sino q u e la causa y distinguirse dos formalidades perfectamente distintas: la acción y
la produce. Precisamente esa acción resulta libre porque Dios quiere la malicia de la acción.
que lo sea. E n cuanto acción el pecado es u n ser, como otra acción cual-
O t r a cosa m u y distinta ocurriría si fueran las circunstancias quiera. Y en cuanto ser esa acción tiene q u e provenir forzosamente
q u e rodean la acción quienes h u b i e r a n de garantizar la libertad de Dios como Causa primera de t o d o cuanto tiene ser. Pero n ó -
creada, como afirman m u c h o s teólogos de la escuela molinista. tese q u e en este aspecto de ser, esa acción es positiva y, por lo m i s -
P o r q u e , como quiera q u e esas circunstancias son t a m b i é n causas m o , es buena. N o hay inconveniente, p u e s , en q u e provenga de
segundas—que no p u e d e n , por lo mismo, crear o causar la libertad Dios esa parte b u e n a y positiva q u e tiene q u e haber siempre,
de la acción—, se seguiría necesariamente u n o de los dos gravísimos forzosamente, en t o d a acción de las criaturas. Y n o solamente
inconvenientes q u e señalábamos más arriba al rechazar el moli- no hay inconveniente, sino q u e es necesario q u e así ocurra, p u e s
nismo: o esas circunstancias no pueden fallar—en cuyo caso se cae de lo contrario provendría d e la criatura la causalidad del ser, que
en el determinismo de las circunstancias q u e destruye t o t a l m e n t e la es atributo propio y exclusivo de la actividad creadora de Dios.
libertad de la criatura—, o pueden fallar, en cuyo caso q u e d a d e s - Pero al lado de este aspecto positivo y bueno q u e se encuentra
forzosamente en t o d a acción de las criaturas hay en la acción p e -
12 Cf. I 19,8. caminosa u n aspecto negativo y malo, a saber: la malicia o desorden
" Cf, 1 1 9 , 8 . de esa acción. E n este s e g u n d o aspecto el p e c a d o n o es ser, sino,
156 P.I. DIOS UNO S.3 C . 3 . LA VOLUNTAD DE DIOS 157

al contrario, privación y defecto de ser, p u e s t o q u e se trata d e algo


negativo y malo. L u e g o es imposible q u e este aspecto negativo, CAPÍTULO 3
o de no ser, p r o v e n g a d e la acción divina q u e recae ú n i c a m e n t e LA VOLUNTAD DE DIOS
sobre el ser d e la acción.
¿De d ó n d e proviene, p u e s , esa privación o defecto d e ser en el 155. D e s p u é s del estudio d e la ciencia d e Dios, el o r d e n lógi-
q u e consiste esencialmente la malicia d e esa acción? Ú n i c a y ex- co exige q u e e s t u d i e m o s la voluntad d e D i o s , p o r q u e después del
clusivamente d e la defectibilidad d e la criatura. D i o s n o p u e d e acto d e e n t e n d e r viene el m o v i m i e n t o o afecto d e la v o l u n t a d hacia
pecar p o r q u e es indefectible, p e r o la criatura p u e d e hacerlo p r e c i - el objeto conocido.
samente p o r q u e es defectible y p u e d e desviarse hacia el m a l . O c u r r e A n t e t o d o vamos a recordar la noción o concepto d e voluntad,
aquí algo semejante a la cojera d e u n cojo—según el clásico ejem- o sea, q u é e n t e n d e m o s p o r tal.
plo d e Santo T o m á s — , q u e n o p r o c e d e d e la fuerza motora d e su E s u n h e c h o q u e todas las cosas t i e n d e n a su b i e n — q u e tiene
organismo, sino única y exclusivamente del defecto orgánico q u e razón de fin—, p e r o d e m u y diversos m o d o s . Y así:
padece e n su p i e r n a . E s c u c h e m o s al p r o p i o Santo T o m á s expli-
cando con claridad m e r i d i a n a esta doctrina 1 4 : a) LAS COSAS MATERIALES, que carecen de toda clase de conocimiento,
tienden a su bien con una tendencia innata que recibe el nombre de apetito
«El efecto de la causa segunda defectuosa se reduce a la Causa primera, natural. La piedra, por ejemplo, tiende por sí misma a su centro de gravedad,
indefectible en lo que tiene de entidad y de perfección, mas no en lo que tiene en el que encuentra su bien y su descanso final.
de defectuoso; de manera semejante a como todo lo que hay de movimiento b) Los ANIMALES, dotados de conocimiento sensitivo, tienden al bien
en la cojera es causado por la fuerza motriz del organismo, mientras que sensible, aprehendido por sus sentidos (v.gr., el alimento que se les muestra).
lo que hay en ella de defectuoso proviene no de dicha fuerza, sino del defecto Esta tendencia recibe el nombre de apetito sensitivo, y es compartida por el
de la pierna. Del mismo modo, todo cuanto hay de ser y de acción en la obra hombre en cuanto a su parte animal o sensitiva.
mala se reduce a Dios como a su causa; mas lo que hay en ella de defectuoso
no es causado por Dios, sino por la causa segunda defectuosa». c) Los SERES INTELIGENTES tienden al bien racional, aprehendido por
su inteligencia. Esta tendencia recibe el nombre de voluntad o apetito racio-
E n otro lugar d e la Suma Teológica explica Santo T o m á s — e n nal, y es tanto más perfecta cuanto más perfectamente inteligente sea el ser
que la posee.
este m i s m o s e n t i d o — d e q u é m a n e r a D i o s n o es causa directa ni
indirecta del p e c a d o 1 5 . Y al contestar a u n a dificultad relativa a P r e s u p u e s t a s estas nociones vamos a e x p o n e r la existencia, obje-
la libertad h u m a n a , r e d o n d e a s u doctrina e n la siguiente f o r m a : to, división y principales propiedades d e la v o l u n t a d d e D i o s .
D I F I C U L T A D . L a causa d e u n a causa es causa d e sus efectos.
P e r o como D i o s es causa d e n u e s t r a libertad, q u e a s u vez es causa 1. E x i s t e n c i a d e la v o l u n t a d e n D i o s
del pecado, sigúese q u e D i o s es causa del p e c a d o . Bastaría saber q u e D i o s es infinitamente inteligente para con-
cluir, sin m á s , q u e está d o t a d o d e u n a v o l u n t a d perfectísima.
RESPUESTA. El efecto de una causa intermedia que procede de ésta Pero vamos a examinar u n poco m á s despacio la existencia d e la
precisamente en cuanto subordinada a la causa primera, se reduce con todo voluntad e n D i o s . C o m o d e c o s t u m b r e estableceremos la doctrina
derecho a la causa primera. Pero si procede de una causa intermedia, en
cuanto desordenada respecto de la causa primera, no se reduce a ella; lo mismo católica e n forma d e conclusión.
que una obra mala realizada por un criado contra lo ordenado por su señor,
Conclusión. E n D i o s hay, propia y formalmente, voluntad. (De fe.)
no se reduce al señor como a su causa. Así, pues, el pecado cometido por el
libre albedrío de la criatura contra el precepto de Dios no puede reducirse 156. H e aquí las p r u e b a s :
a Dios como a su causa» 16 .
a) L A SAGRADA ESCRITURA. H a y i n n u m e r a b l e s textos:
Q u e d a , pues, del t o d o claro q u e D i o s n o es causa d e la m a -
«Dijo Dios: 'Sea la luz'; y hubo luz» (Gen 1,3).
licia del pecado ni directa ni i n d i r e c t a m e n t e y q u e , bajo el decreto
«Yavé hace todo cuanto quiere, en los cielos, en la tierra, en el mar y en
permisivo del pecado y bajo la causalidad de la parte entitativa de todos los abismos» (Ps 134,6).
la acción pecaminosa, q u e d a c o m p l e t a m e n t e a salvo la r e s p o n s a b i - «Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo» (Mt 6,10).
lidad divina sobre la malicia d e ese m i s m o pecado, q u e recae ín- «No todo el que dice: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los cielos,
tegra y exclusivamente sobre la defectibilidad d e la criatura q u e lo sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mt 7,21).
comete. «Para que procuréis conocer cuál es la voluntad de Dios, buena, grata
y perfecta» (Rom 12,2).
14 Cf. I 49,2 ad 2.
15 Cf. 1-1179,1. b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L O definió expresamente
i« I b i d , ibid., ad 3. el Concilio Vaticano I en la siguiente declaración:
158 P.I. DIOS UNO
S.3 C.3. LA VOLUNTAD DK DIOS 159

«La santa, católica, apostólica, romana Iglesia cree y confiesa la existen- como dice expresamente la Sagrada Escritura? E s lo q u e vamos
tencia de un solo Dios verdadero y vivo..., infinito en su entendimiento a precisar e n la segunda conclusión.
y voluntad y en toda perfección» (D 1782).
Conclusión 2. a El objeto material y secundario d e la voluntad divina
c) LA RAZÓN TEOLÓGICA. E l a r g u m e n t o f u n d a m e n t a l es m u y lo constituyen todas las cosas creadas, en cuanto se refleja en cllus
sencillo: en Dios hay voluntad p o r lo m i s m o q u e h a y e n t e n d i - la divina B o n d a d .
miento, pues la voluntad es consecuencia natural del e n t e n d i m i e n - 158. H e aquí las p r u e b a s :
to. Así como en todo animal hay apetito sensitivo p o r lo m i s m o
que tiene sentidos, así e n t o d o ser inteligente hay voluntad o ape- a) L A SAGRADA ESCRITURA. L o dice e n m u l t i t u d d e textos:
tito racional p o r lo m i s m o q u e tiene e n t e n d i m i e n t o . Y como en «Todo lo ha hecho Yavé para sus fines» (Prov 16,4).
Dios su entender es su ser, t a m b i é n lo es su q u e r e r L Estas últi- «Pues amas todo cuanto hiciste y nada aborreces de lo que has hecho;
mas palabras quieren decir q u e Dios es su propia voluntad, a que no por odio hiciste cosa alguna. Y ¿cómo podría subsistir nada si no
diferencia d e los seres inteligentes creados (el ángel y el h o m b r e ) , quisieras, o cómo podría conservarse sin ti? Pero a todos perdonas porque
que tienen voluntad, pero no son su propia voluntad. son tuyos, Señor, amador de las almas» (Sap 11,25-27).
A propósito d e esto escribe u n teólogo c o n t e m p o r á n e o 2 : «Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su Unigénito Hijo para
que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga la vida eterna» (lo 3,16).
«El querer divino, lo mismo que el conocer, es absolutamente actual
subsistente e independiente de todas las cosas distintas de Dios. b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. E l Concilio Vaticano I
Como Dios es acto purísimo, en su volición no puede haber tránsito enseña q u e Dios se a m a necesariamente a sí m i s m o , y a todas las
de la potencia al acto, no puede haber hábito, ni tampoco sucesión de actos demás cosas libremente:
volitivos particulares; la volición divina es un acto único y sin sucesión al-
guna; y este acto, por la absoluta simplicidad de Dios, se identifica real- «Si alguno dijere... que Dios no creó las cosas con una voluntad exenta
mente con la esencia divina: sicut suum inteüigere est suum esse, Ha suum de toda clase de necesidad, sino que las ha producido con la misma necesi-
velle (I 19,1). Las criaturas no son causa determinante, sino únicamente dad con que se ama a sí mismo, sea anatema» (D 1805).
término del querer divino».
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Ofrecemos a continuación algunos
Volveremos sobre esto m á s adelante. argumentos d e Santo T o m á s e n su Suma contra gentiles 3 :
i.° Cualquier ser que ama algo en sí y por sí mismo, quiere, consi-
2. O b j e t o d e la v o l u n t a d divina guientemente, todas las cosas en las que se encuentra ese algo; como el que
ama lo dulce por sí mismo, es natural que quiera todo lo que es dulce.
Al hablar del objeto d e la v o l u n t a d divina es preciso distinguir Pero Dios quiere y ama su ser en sí y por sí mismo, como acabamos de
cuidadosamente el objeto formal y primario del material y secun- ver en la conclusión anterior; y como todos los demás seres participan, por
dario. Vamos a precisarlos a m b o s e n sendas conclusiones. semejanza, de su ser, hay que concluir que Dios, por el hecho de amarse
y quererse a sí mismo, quiere y ama a todos los demás seres.
Conclusión i. a El objeto formal y primario d e la voluntad de Dios 2. 0 La voluntad sigue al entendimiento. Pero Dios, por su entendi-
es su propia Bondad infinita. miento, se conoce principalmente a sí mismo y conoce a todos los demás
157. L a razón es p o r q u e el objeto formal y primario d e cual- seres en sí mismo, como ya vimos. Por lo tanto, se quiere también princi-
palmente a sí mismo, y, queriéndose, quiere a todos los demás seres.
quier voluntad es aquello q u e esa voluntad a m a primariamente y 3. 0 El bien es difusivo de sí mismo, como se demuestra en filosofía.
en absoluto, a m a n d o todas las demás cosas sólo secundariamente y p o r Pero siendo Dios el sumo Bien, ha de ser sumamente difusivo. Difunde,
relación al objeto primario. A h o r a bien: la voluntad divina apetece y por tanto, su bondad en todos los seres que ha creado, ordenándolos a su
ama primariamente y en absoluto su propia B o n d a d infinita, en la infinita bondad como fin supremo de todos ellos.
que encuentra su plena felicidad saciativa. E l Bien infinito adecúa
(agotándola totalmente) la v o l u n t a d divina, p o r q u e esta voluntad A esta h e r m o s a doctrina p u e d e oponerse u n a dificultad p r o c e -
se identifica realmente con Dios mismo, q u e es s u propia b o n d a d . d e n t e d e la conclusión anterior q u e , sin e m b a r g o , se desvanece
T o d a la capacidad infinita d e la divina v o l u n t a d la llena y sacia fácilmente. E s c u c h e m o s a Santo T o m á s p l a n t e a n d o y resolviendo
totalmente la infinita B o n d a d d e Dios. D e d o n d e h a y q u e concluir esa dificultad:
que Dios n o apetece ni p u e d e apetecer a b s o l u t a m e n t e nada fuera D I F I C U L T A D . C u a n d o la voluntad se satisface p l e n a m e n t e con
de Sí mismo, o sea, fuera d e su propia B o n d a d infinita. el objeto q u e quiere, nada busca fuera d e él. Pero a Dios le basta
E n t o n c e s ¿cómo se explica q u e a m e t a m b i é n a las criaturas, con su b o n d a d infinita y e n ella sacia p l e n a m e n t e su voluntad,
L u e g o n o quiere cosa alguna distinta d e sí.
1 Cf. 1 1 9 , 1 .
2
O T T , O . C , p . 89-90. 3 Cf, Contra g/snt. I 75.
160 P.I. DIOS UNO s.3 c.3. LA VOLUNTAD DE DIOS 161
a
SOLUCIÓN. De que la bondad infinita de Dios satisfaga plenamente a 2. VOLUNTAD DE SIGNO, llamada t a m b i é n voluntad significada,
su voluntad no se sigue que Dios no quiera otras cosas, sino que no las es la v o l u n t a d d e Dios q u e se manifiesta externamente p o r algún
quiere más que en orden a su bondad. Lo mismo que sucede con el enten- signo q u e nos la d a a conocer. Son cinco los principales signos
dimiento de Dios, que, no obstante ser perfecto porque conoce la esencia manifestativos d e esta divina voluntad: obras, preceptos, consejos,
divina, conoce, sin embargo, en ella todas las otras cosas 4 . prohibiciones y permisiones.
El h e c h o d e q u e Dios a m e y quiera todas las d e m á s cosas en 3 . a VOLUNTAD ABSOLUTA es aquella p o r la cual Dios quiere
o r d e n a su infinita b o n d a d , n o solamente no s u p o n e u n «egoísmo alguna cosa absolutamente, o sea, i n d e p e n d i e n t e m e n t e de t o d a
trascendental»—como se h a n atrevido a decir, con blasfema igno- condición (v.gr., la creación del m u n d o ) .
rancia, algunos filósofos impíos—, sino q u e es el colmo de la g e -
nerosidad y desinterés. P o r q u e al crear las cosas n o buscó Dios 4 . a VOLUNTAD CONDICIONADA es la q u e Dios tiene d e alguna
en ellas algo q u e n o t e n í a — n a d a absolutamente p o d í a n añadir las cosa q u e d e p e n d e d e alguna condición (v.gr., la salvación del peca-
criaturas a s u felicidad y perfecciones infinitas—, sino ú n i c a m e n t e dor si se arrepiente d e su pecado).
comunicarles y hacerles participantes d e su b o n d a d 5 . Volveremos 5 . a VOLUNTAD ANTECEDENTE es la q u e Dios tiene e n t o r n o a
m á s a m p l i a m e n t e sobre esto al estudiar la finalidad d e la crea- una cosa e n sí m i s m a o a b s o l u t a m e n t e considerada, sin tener t o -
ción. davía e n cuenta las circunstancias q u e p o d r á n rodearla (v.gr., la
E n la v o l u n t a d d e D i o s existe, p o r consiguiente, el amor afec- salvación d e t o d o s los h o m b r e s e n general).
tivo hacia la b o n d a d infinita d e su p r o p i a esencia divina, y el amor
6. a VOLUNTAD CONSIGUIENTE es la q u e Dios tiene e n t o r n o a
efectivo hacia esa m i s m a b o n d a d reflejada e n las criaturas. El bien
una cosa revestida ya d e todas sus circunstancias particulares y
q u e se e n c u e n t r a e n las criaturas n o m u e v e la v o l u n t a d d e Dios
concretas (v.gr., la condenación d e u n pecador q u e m u e r e i m -
p a r a q u e a m e ese bien creado, sino al revés: Dios a m a todas las
penitente).
cosas e n c u a n t o q u e les comunica su b o n d a d . O , dicho en otra
forma, la b o n d a d d e las criaturas n o es causa del amor divino, Según los molinistas, la voluntad de Dios antecedente es aquella que pre-
sino, al contrario, el amor d e Dios es causa d e la b o n d a d de las cede a la previsión de la libre determinación de las criaturas; y la voluntad
criaturas. consiguiente es la que sigue a esta previsión. Los tomistas rechazan esta ex-
plicación fundada en la ciencia media, que no pueden admitir en Dios.
3. D i v i s i ó n d e la v o l u n t a d divina
7. a VOLUNTAD SIMPLE es aquella p o r la q u e Dios quiere algu-
159. A u n q u e la voluntad d e Dios es simplicísima e n sí m i s m a na cosa, n o como m e d i o p a r a obtener u n d e t e r m i n a d o fin, sino
y se identifica t o t a l m e n t e c o n la p r o p i a esencia divina, considerada como fin e n sí m i s m a (v.gr., su propia gloria resplandeciendo sobre
e n relación con las criaturas y según n u e s t r a p o b r e m a n e r a d e todas las criaturas).
concebir las cosas tiene diversos actos, p o r razón d e los cuales se 8.a V O L U N T A D ORDENADA, p o r el contrario, es aquella q u e se
establecen e n ella las siguientes principales divisiones: refiere a los medios p a r a o b t e n e r el fin señalado p o r su voluntad
a) De beneplácito y de signo. simple (v.gr., el n ú m e r o d e t e r m i n a d o d e criaturas y los distintos
b) Absoluta y condicionada. grados d e perfección e n las mismas).
c) Antecedente y consiguiente.
Como se ve, la voluntad simple se funda en la divina libertad; la orde-
d) Simple y ordenada.
nada se funda en la sabiduría, santidad e inmutabilidad divinas, que orde-
e) Necesaria y libre.
nan los medios al fin 6.
f) Eficaz e ineficaz.
9 . a VOLUNTAD NECESARIA es aquella q u e Dios n o p u e d e dejar
Estas divisiones tienen u n a gran importancia, sobre t o d o e n el
de tener (v.gr., el amor d e sí m i s m o y el odio al m a l ) .
estudio d e la divina providencia y d e la predestinación. V a m o s ,
pues, a explicarlas cuidadosamente. 10. a VOLUNTAD LIBRE es la q u e Dios t i e n e acerca de las cosas
contingentes, q u e p u e d e n ser o n o ser según lo d e t e r m i n e libre-
i . a VOLUNTAD D E BENEPLÁCITO es la v o l u n t a d d e Dios propia
m e n t e la voluntad d e D i o s (v.gr., la creación del m u n d o o la exis-
y formalmente considerada, o sea, el m i s m o acto d e la v o l u n t a d
tencia d e tal o cual h o m b r e ) .
tal c o m o se e n c u e n t r a formalmente e n Dios y dice relación d e r a -
zón a las criaturas. Es u n a voluntad interna, q u e n o se h a manifes- 1 1 . a V O L U N T A D EFICAZ, h a b l a n d o e n absoluto, es cualquier
t a d o todavía al exterior. verdadera voluntad d e Dios (aprobatoria o permisiva), p o r q u e
a la voluntad v e r d a d e r a d e Dios nadie ni n a d a p u e d e resistir
4
Cf. I 19,2 ad 3. 6
Cf. I 19,5 ad 3; Contra gent. III 97.
s Gf. I 44,4 ad i.
OÍOS y su obro. 6
162 P.I. DIOS UNO S.3 C.3. LA VOLUMTAÜ DE DIOS 163
a
(cf. R o m 9,19). Pero, h a b l a n d o a n u e s t r a m a n e r a h u m a n a d e con- Conclusión 2. Dios es causa de todas las cosas p o r su voluntad
cebir las cosas, decimos q u e la voluntad de Dios h a sido eficaz libre, n o p o r necesidad de su naturaleza. (De fe.)
cuando d e h e c h o ha o b t e n i d o el efecto q u e buscaba (v.gr., la con-
161. A l hablar de la ciencia divina ya vimos q u e es ella la
versión del pecador).
causa de todas las cosas en c u a n t o lleva adjunta la voluntad de
12. a VOLUNTAD INEFICAZ llamamos a la v o l u n t a d d e Dios crearlas. E n efecto: si Dios n o h u b i e r a q u e r i d o crearlas, las cria-
c u a n d o p e r m i t e q u e n o se obtenga el resultado apetecido, a pesar t u r a s h u b i e r a n p e r m a n e c i d o e t e r n a m e n t e en la nada, o, mejor, en
de h a b e r p u e s t o los medios suficientes para ello (v.gr., la n o con- el e n t e n d i m i e n t o divino como seres m e r a m e n t e posibles. E n t r e esa
versión del pecador a pesar de los consejos, exhortaciones, etc., q u e cantidad infinita d e seres posibles q u e el e n t e n d i m i e n t o divino con-
se le h a n hecho). t e m p l a b a e t e r n a m e n t e , la voluntad de Dios escogió los q u e quiso
E n t r e todas estas voluntades, las dos primeras son las más y les dio la existencia real creándolos. T o d a s las cosas, pues, p r o -
i m p o r t a n t e s e n este capítulo dedicado a la v o l u n t a d d e D i o s e n ceden d e la v o l u n t a d d e D i o s guiada p o r s u e n t e n d i m i e n t o divino.
general. P o r eso vamos a estudiarlas más detalladamente en los O , s e g ú n la fórmula tradicional en teología, la ciencia de Dios es
n ú m e r o s siguientes. causa de todas las cosas en c u a n t o lleva adjunta la voluntad d e
crearlas.
4. P r o p i e d a d e s d e la v o l u n t a d d i v i n a E n esta conclusión afirmamos, como doctrina d e fe, q u e Dios
Vamos a examinar ahora las principales propiedades de la vo- procedió u b é r r i m a m e n t e en la creación de todas las cosas; o sea,
luntad divina de beneplácito, o sea, de la v o l u n t a d de Dios propia q u e n o las creó p o r u n a exigencia o necesidad d e su propia na-
y formalmente considerada. Las iremos estableciendo en u n a serie turaleza divina, sino única y exclusivamente p o r q u e quiso, esto
d e conclusiones. es, p o r el voluntario ejercicio de su o m n í m o d a libertad.
H e aquí las p r u e b a s :
Conclusión i. a Dios se a m a a sí m i s m o necesariamente, y a todas
las d e m á s cosas libremente. (De fe.) a) L A SAGRADA ESCRITURA. C i t a m o s algunos textos del t o d o
c l a r e y explícitos:
160. H e m o s visto m á s arriba la p r u e b a d e Escritura y del
magisterio d e la Iglesia al hablar del objeto p r i m a r i o y secundario «Por la palabra del Señor existe todo; todo cumple su voluntad según
su ordenación» (Eccli 42,15).
de la voluntad d e Dios. E s c u c h e m o s ahora el clarísimo razonamien- «Así la palabra que sale de mi boca no vuelve a mí vacía, sino que hace
t o d e Santo T o m á s 1: lo que yo quiero, y cumple su misión» (Is 55,11).
«El, con su poder, ha hecho la tierra, con su sabiduría cimentó el orbe
«La voluntad divina dice relación necesaria a su bondad, que es su ob-
y con su inteligencia tendió los cielos» (Ier 10,12).
jeto propio, y, por tanto, Dios quiere necesariamente su bondad, lo mismo
«Todas estas cosas las obra el único y mismo Espíritu, que distribuye
que la voluntad humana quiere necesariamente la felicidad y lo mismo que
a cada uno según quiere» (1 Cor 12,11).
otra potencia cualquiera dice relación necesaria a su objeto propio y prin-
cipal, como la vista al color, ya que en su naturaleza está el tender hacia él. «Según el proposito de Aquel que hace todas las cosas conforme al con-
sejo de su voluntad» (Eph 1,11).
En cambio, las cosas distintas de Dios las quiere en cuanto ordenadas
a su bondad como fin último de ellas. Ahora bien, lo que tiene calidad de b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. L a Iglesia c o n d e n ó varias
medio, no se quiere necesariamente por el hecho de querer el fin, a menos doctrinas q u e n e g a b a n o a t e n u a b a n la libertad d e Dios e n la crea-
que sea tal que sin ello no se pueda conseguir el fin; y así queremos nece-
sariamente el alimento para conservar la vida y la nave para cruzar el mar. ción d e las cosas, tales c o m o las d e Abelardo ( D 374), Hermes
En cambio, no queremos necesariamente aquello sin lo cual se puede obte- ( D 1620), Cünther ( D 1655) y Rosmini ( D 1908). F i n a l m e n t e , el
ner el fin, por ejemplo, un caballo para ir de paseo, porque podemos pa- concilio Vaticano I definió la doctrina recogida en n u e s t r a con-
sear sin él. Por consiguiente, como la bondad de Dios es perfecta y puede clusión e n el siguiente canon:
existir sin los demás seres, que ninguna perfección pueden añadirle, sigúese
que no es absolutamente necesario que quiera las cosas distintas de El. Sin «Si alguno dijere que Dios no ha creado las cosas con una voluntad exen-
embargo, lo es por hipótesis o suposición, pues supuesto que las quiere, no ta de toda clase de necesidad, sino que las ha producido con la misma ne-
puede no quererlas, porque su voluntad es inmutable». cesidad con que se ama a sí mismo, sea anatema» (D 1805).

Al responder a una objeción añade profundamente Santo c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. R e s u m i m o s el p r o f u n d o razonamien-


Tomás: t o d e Santo T o m á s 2 :

«No es natural en Dios querer cosa alguna de las que no quiare por ne- Todo agente que obra por su naturaleza y no por libre elección, produce
cesidad, pero tampoco es innatural ni contranatural, sino voluntario» (ad 3), siempre un efecto de su misma naturaleza (v.gr., el animal engendra otro
119,3 ;"cf. a-io- 1
Cf. I 19.4; Contra gent. II 23.
164 P.I. DIOS UNO S.3 C.3. LA VOLUNTAD DE DIOS 165
animal de su especie; el hombre, otro hombre, etc.). Por consiguiente, si De manera que hay que rechazar por igual el contingentismo abso-
Dios obrara por necesidad de su naturaleza y no por libre elección, produ-
cirla otros seres de su misma naturaleza (otros dioses), lo cual es imposible, luto en la creación (como quieren los voluntaristas) y el deterninismo
porque el ser infinito no puede ser producido. Luego hay que concluir que, absoluto, como si Dios no hubiera podido crear otro mundo que el
al producir los seres distintos de sí mismo, Dios no obra por necesidad de actual o no pudiera hacer excepciones en el mismo orden actual
su naturaleza, sino que de su infinita perfección proceden determinados y (milagros). Son infinitos los mundos que Dios hubiera podido crear
variadísimos efectos, porque su entendimiento y su voluntad lo han determina- distintos del actual, aunque siempre—naturalmente—respetando las
do libremente así. esencias de las cosas, tal como se las dicta su entendimiento divino
De esta magnífica doctrina se desprende claramente que los con infinita sabiduría 3 .
decretos divinos predefinen y causan todas las cosas que han de Volveremos sobre esto al hablar de la creación del mundo.
existir en el tiempo, y que, por lo mismo, en esos decretos divinos Conclusión 4.a La voluntad de Dios absoluta y consiguiente se
conoce Dios los futuros contingentes libres, como ya vimos (cf. n. 152). cumple siempre; la voluntad condicionada y antecedente, no
Este artículo es de suma importancia para comprender la necesidad siempre. (Doctrina cierta en teología.)
de la vía de decreto o causalidad para que Dios conozca los futuros
contingentes y libres. No basta la vía de eternidad, y mucho menos 163. Recuérdense los conceptos que hemos dado más arriba
aún la llamada ciencia media, que nada resuelve. Es enteramente de esos diversos aspectos que pueden distinguirse en la voluntad
necesaria la vía de causalidad, porque esos futuros contingentes son divina (cf. n.159).
causados, en última instancia, por el decreto o determinación (apro- Vamos a probar por separado las dos partes de la conclusión.
batorio o permisivo) de la voluntad divina. 1.a La voluntad de Dios absoluta y consiguiente se cumple
Conclusión 3. a A la voluntad divina no se le puede señalar alguna siempre.
causa procedente de las criaturas. (Doctrina cierta en teología.)
He aquí las pruebas:
162. Esta conclusión es de gran importancia para dilucidar
el problema de la predestinación antes o después de prever los mé- a) L A SAGRADA ESCRITURA. Hay infinidad de textos en que
ritos de los predestinados, vivamente discutido entre tomistas y se nos dice que, cuando Dios quiere de verdad una cosa, no hay
molinistas. fuerza alguna que lo pueda impedir:
Es evidente que a la voluntad divina no se le puede señalar «Señor, Señor, Rey omnipotente, en cuyo poder se hallan todas las co-
alguna causa procedente de las criaturas, porque lo contiario pondría sas, a quien nada podrá oponerse si quieres salvar a Israel» (Est 13,9).
pasividad en Dios, potencialidad con relación a algo que no tendría «Yave Sebaot lo ha jurado, diciendo: Sí, lo que yo he decidido llegará,
todavía y que le proporcionarían las criaturas, etc., etc., todo lo lo que yo he resuelto se cumplirá. Yo romperé al asirio en mi tierra y le ho-
cual es absolutamente incompatible con el acto puro, en el que no llaré en mis montes... Yavé Sebaot ha tomado esta resolución, ¿quién se
hay sombra de potencialidad alguna. Asignar a la divina voluntad le opondrá? Tendida está su mano, ¿quién la apartará?» (Is 14,24-27).
alguna causa procedente de las criaturas es destruir en su raíz el «Yo anuncio desde el principio lo por venir, y de antemano lo que no
se ha hecho. Yo digo: Mis designios se realizan, y cumplo toda mi volun-
concepto mismo de Dios como Ser infinito y soberanamente inde- tad» (Is 46,10).
pendiente de las criaturas. «¿Quién puede resistir a su voluntad?» (Rom 9,19).
Lo cual no quiere decir que Dios pueda hacer en las cosas crea-
das absolutamente todo lo que quiera, aunque sea contradictorio b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Porque la voluntad divina es la cau-
(v.gr., disponiendo que 2 + 2 sean 5, y no 4). Esto no es posible sa primera universal de todas las cosas y, por lo mismo, no puede ser
de ninguna manera. Porque Dios no obra con su voluntad a ciegas, impedida por ninguna causa creada que, en cuanto tal, depende
sino con su voluntad dirigida por su entendimiento divino como causa esencialmente de aquélla, y no puede realizar el menor movimiento
ejemplar de todas las cosas; y el entendimiento divino ve las cosas sin que lo produzca o permita la causa primera universal. El meca-
tal como deben ser, según su propia naturaleza, y no de un modo nismo de las causas segundas entre sí puede fallar, y falla de hecho
arbitrario y caprichoso. Dios es completa y absolutamente libre muchas veces (v.gr., la acción fertilizante del sol puede fallar por
para crear o no crear las cosas, para hacer esto o aquello, etc.; pero, el frío, excesiva humedad o sequía, etc.); pero es imposible que
supuesta su libre determinación de crear alguna cosa, la crea tal ninguna causa segunda falle ante la causa primera universal cuando
como se la dicta su propio entendimiento divino, y no de otra manera. ésta quiere absolutamente que produzca de hecho su efecto.
Con ello la voluntad divina no queda determinada por ninguna Y ésta es la razón que explica por qué los mismos pecadores
causa procedente de las criaturas, sino por el propio entendimiento no pueden apartarse, por más que se empeñen, del orden universal
divino, identificado con la esencia misma de Dios como la propia previsto por Dios; porque en el momento mismo en que se salen
voluntad divina. 3 Cf. 119,5:25,5-6.
166 P.I. DIOS UNO S.3 C.3. LA VOLUNTAD DE DIOS 167
p o r su v o l u n t a d perversa d e la zona del a m o r de D i o s , e n t r a n ipso 7
Tercera, según San Juan Damasceno , se entiende de la voluntad ante-
Jacto en la zona d e su justicia divina, q u e les castigará c u a n d o cedente, pero no de la consiguiente, distinción que no recae sobre la misma
llegue su h o r a . N a d i e se escapa ni p u e d e escaparse d e Dios: h e m o s voluntad de Dios, en la que no hay antes ni después, sino sobre las cosas
de p e r m a n e c e r forzosamente e n la zona de s u amor y misericordia que quiere. Para explicarlo, téngase en cuenta que Dios quiere a cada cosa
o e n la zona d e su justicia y enojo, p e r o s i e m p r e d e n t r o del o r d e n en la medida del bien que posee. Pues bien, se da el caso que cosas que, al
establecido p o r D i o s 4 . primer aspecto y consideradas en absoluto, son buenas o malas, puestas en
determinadas condiciones (que es el relativo a la voluntad consiguiente) son
2. a L a voluntad de D i o s condicionada y antecedente n o siempre todo lo contrario. Por ejemplo, en absoluto, es bueno que un hombre viva
se c u m p l e . y es malo matarlo; pero, si resulta que tal hombre es homicida o que su vida
es un peligro para la sociedad, es bueno matarlo y malo dejarlo vivir. Y por
H e aquí las p r u e b a s :
esto se puede decir que un juez justo quiere con voluntad antecedente que
a) L A SAGRADA ESCRITURA. H a y t a m b i é n infinidad d e textos todo hombre viva, pero con voluntad consiguiente quiere que se ahorque
en este sentido: al malhechor. Pues de manera análoga Dios quiere con voluntad antece-
dente que todos los hombres se salven, pero con voluntad consiguiente quiere
«Es execrable tu suciedad. Yo he querido limpiarte, pero no te limpias- que se castigue eternamente al pecador obstinado en su maldad, porque así
te. No quedarás purificada de tu suciedad hasta que no derrame yo mi fue- lo requiere su justicia.
go sobre ti» (Ez 24,13). Adviértase, sin embargo, que lo que nosotros queremos con voluntad
«Pues os he llamado, y no habéis atendido; tendí mis brazos, y nadie se antecedente, no lo queremos en absoluto y sin reservas, sino hasta cierto
dio por entendido. Antes desechasteis todos mis consejos y no accedisteis punto. La razón es porque la voluntad se refiere a las cosas tal cual son en
a mis requerimientos» (Prov 1,24-25). sí mismas y tal como existen particularizadas en la realidad; por lo cual
« ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te queremos sin reservas una cosa cuando la queremos vistas todas sus circuns-
son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos a la manera que la tancias particulares, y esto es precisamente querer con voluntad consiguiente.
gallina reúne a sus polluelos bajo las alas, y no quisiste!» (Mt 23,37). Por esto se puede decir que el juez recto y justo quiere en absoluto que se
«Duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros siem- ejecute al malhechor, y sólo en cierto modo quiere que viva, por cuanto se
pre habéis resistido al Espíritu Santo. Como vuestros padres, así también trata de un hombre; por lo cual esta segunda voluntad más bien puede lla-
vosotros» (Act 7,51). marse veleidad que voluntad absoluta. Por donde se ve que lo que Dios
quiere en absoluto, sucede; aunque no suceda lo que quiere únicamente
b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. P o r q u e la v o l u n t a d de Dios con- con voluntad antecedente».
dicionada y antecedente n o es voluntad perfecta y absoluta, sino
imperfecta y relativa. P u e d e u n a cosa ser b u e n a considerada en Conclusión 5. a L a voluntad de Dios es absolutamente i n m u t a b l e .
absoluto (v.gr., q u e todos los h o m b r e s se salven) y n o serlo consi- (Doctrina cierta en teología.)
d e r a d a con todas Jas circunstancias que la rodean (v.gr., q u e deje d e 164. E s t a conclusión es u n a sencilla consecuencia d e q u e la
castigarse al pecador obstinado en su m a l d a d ) . L o p r i m e r o lo quiere substancia y la ciencia d e Dios sean a b s o l u t a m e n t e i n m u t a b l e s .
D i o s con su voluntad antecedente y condicionada, q u e p u e d e fallar;
Sólo u n cambio en el sujeto o en su conocimiento hace q u e se con-
lo s e g u n d o lo q u i e r e con su v o l u n t a d consiguiente y absoluta, q u e n o
vierta en malo para él lo q u e antes era b u e n o , o viceversa; v.gr., el
falla j a m á s .
frío nos hace a r r i m a r al fuego, q u e nos molesta en verano; nos apar-
E s c u c h e m o s a Santo T o m á s explicando p r o f u n d í s i m a m e n t e el tamos de u n amigo c u a n d o averiguamos q u e nos traiciona, etc.
sentido d e las palabras d e San Pablo: Dios quiere que todos los hom- Pero como en Dios n o es posible n i n g ú n cambio o m u d a n z a en su
bres se salven (1 T i m 2,4), q u e n o s i e m p r e se c u m p l e , puesto q u e e s e n c i a — p o r q u e es absolutamente i n m u t a b l e — n i e n su conoci-
algunos se c o n d e n a n 5 : m i e n t o — p o r q u e lo conoce t o d o perfectísimamente y n a d a p u e d e
«Las palabras del Apóstol «Dios quiere que todos los hombres se sal- ocurrir q u e le obligue a rectificar—, sigúese q u e su v o l u n t a d es
ven», se pueden entender de tres maneras: absolutamente i n m u t a b l e , o sea, q u e lo q u e D i o s quiere o rechaza
Primera, en el sentido de que Dios quiere la salvación de todos los hom- lo q u i e r e o lo rechaza d e s d e siempre y p a r a s i e m p r e 8 .
bres que se salvan, «no porque haya hombre alguno cuya salvación no quie-
ra, sino porque ninguno se salva si él no quiere que se salve», como dice Sin e m b a r g o , a u n q u e la voluntad de D i o s es en sí misma i n m u -
San Agustín *. table, Dios quiere q u e haya cambios y mutaciones en las cosas; por
Segunda, en el sentido de referirse a todas las categorías de hombres, ejemplo, q u e hasta Cristo sea obligatoria la ley antigua y a p a r t i r
aunque no a todos los individuos de cada clase. Y así significarían que Dios de E l sea sustituida p o r la ley evangélica, etc. 9.
quiere que se salven hombres de todas las condiciones, hombres y mujeres,
judíos y gentiles, grandes y pequeños, aunque no todos los de cada estado. E n c u a n t o a ciertas expresiones d e la Sagrada Escritura q u e
* Cf. I 19,6.
parecen indicar u n cambio d e voluntad en Dios—v.gr., «Me pesa
J Cf. I 19.6 ad 1. 7
< Cf. SAN AGUSTÍN, Enchir. c.103: M L 40,280. Cf. SAN JUAN DAMASCENO, Defide orth. 1.2 c.29: M G 94.968.
» Cf. I 19,7, ' I b i d . , ibid., ad 3.
168 P.I. DIOS UNO
S.3 C.3. LA VOLUNTAD DE DIOS 169
d e h a b e r creado al hombre» (cf. G e n 6,6-7)—, h a n d e e n t e n d e r s e
Sin e m b a r g o , n o t o d a ausencia d e u n b i e n es u n m a l , sino ú n i -
e n sentido metafórico, p o r analogía con lo q u e hacemos nosotros,
c a m e n t e la ausencia d e u n b i e n debido, o sea, q u e se debería tener.
que, c u a n d o nos a r r e p e n t i m o s , d e s t r u i m o s lo q u e h e m o s h e c h o .
Y así, v.gr., la ceguera es u n m a l (físico) e n el h o m b r e , pero no lo
Cosa que, p o r o t r a parte, p u e d e ocurrir sin m u d a n z a d e la voluntad,
es el carecer d e alas p a r a volar. Por eso «el m a l se aleja del ser abso-
p o r q u e D i o s t i e n e previsto y quiere d e s d e t o d a la e t e r n i d a d el cas-
luto y del no-ser absoluto, p u e s t o q u e ni es posesión ni simple ca-
tigo del h o m b r e prevaricador 1°.
rencia, sino privación d e algo q u e se d e b e r í a tener» 1 4 .
Conclusión 6. a L a voluntad i n m u t a b l e de Dios n o i m p o n e necesidad 2. D I V I S I Ó N D E L MAL. A u n q u e p u e d e n establecerse diver-
a todas las cosas, sino q u e éstas se p r o d u c e n , necesaria o libremente,
según lo haya dispuesto D i o s así. (Doctrina cierta en teología.) sas clases de males, s e g ú n el p u n t o de vista desde el q u e se le con-
sidere, a q u í nos interesa destacar la triple división recogida e n n u e s -
165. A l explicar de q u é m a n e r a se salva la libertad d e las t r a conclusión, a saber:
causas segundas libres bajo los decretos p r e d e t e r m i n a n t e s q u e p r o -
c e d e n de la v o l u n t a d de D i o s (cf. n. 153), ya expusimos la razón a) MAL FÍSICO—llamado también mal de la naturaleza—es la priva-
ción de algún bien debido a la naturaleza (v.gr., la ceguera, que priva de la
profunda d e ello, q u e no es otra q u e la s o b e r a n a eficacia d e la vo-
vista; la enfermedad, que priva de la salud).
l u n t a d d e D i o s m o v i e n d o necesariamente a las causas necesarias,
y libremente a las causas libres, dándoles la misma libertad con que b) MAL DE PENA es la privación de algún bien impuesta al culpable
realizan la acción. en pena o castigo de su culpa (v.gr., la cárcel, que le priva de la libertad;
la multa, que le priva de su dinero; las incomodidades a que se le somete,
«Precisamente—dice el Doctor Angélico—porque nada se resiste a la que le privan de su bienestar).
voluntad divina, se sigue que no sólo sucede lo que Dios quiere que suceda, c) MAL DE CULPA es la privación de un bien moral y consiste en la
sino que suceda de modo necesario o contingente, a la medida de su querer» n . deformidad de un acto contrario a la regla de las costumbres (v.gr., robar,
matar, mentir, etc.).
E l error f u n d a m e n t a l del sistema molinista consiste—nos p a -
rece—en n o t e n e r e n cuenta esta i m p o r t a n t í s i m a distinción. Las T e n i e n d o e n c u e n t a estas nociones, h e a q u í la p r u e b a de las
causas segundas no causan sino e n cuanto son causadas p o r Dios. distintas partes de la conclusión:
L a s causas libres son tales p o r q u e Dios causa e n ellas el modo libre
de su acción. P o r eso el efecto se p r o d u c e infaliblemente, pero 110 1.a D i o s no quiere directamente ningún m a l .
de u n modo necesario, p o r q u e Dios, al moverlas, n o les infunde el
modo necesario, sino el modo libre. Ellas—las causas s e g u n d a s — n o E s evidentísimo. P o r q u e el m a l n o es apetecible p o r sí m i s m o ,
t i e n e n d e p o r sí n i n g ú n m o d o : se lo tiene q u e dar Dios. O sea, q u e , ya q u e el objeto de la v o l u n t a d es el bien, c o m o el objeto de la vista
bajo la moción divina p r e d e t e r m i n a n t e , el efecto se consigue con es el color. N i D i o s n i n i n g u n a c r i a t u r a p u e d e n q u e r e r directa-
necesidad de consecuencia ( = infaliblemente), pero no con necesidad m e n t e el mal, a u n q u e las criaturas p u e d e n q u e r e r el m a l cuando
de consiguiente ( = de u n m o d o necesario) 1 2 . se presenta c o m o u n b i e n a p a r e n t e (v.gr., el placer q u e les ofrece
la acción pecaminosa). E l m a l , e n c u a n t o mal, es imposible apete-
Conclusión 7. a Dios n o quiere directamente n i n g ú n m a l ; pero, para cerlo, p u e s t o q u e n o tiene e n t i d a d alguna y se confunde con la
obtener m a y o r e s bienes, quiere indirectamente («per accidens»), nada. Si el p e c a d o se p r e s e n t a r a a los ojos del p e c a d o r como u n
el m a l físico y el m a l de pena, y p e r m i t e , sin quererlo, el m a l m o r a l . mal absoluto, sin mezcla d e algún bien, sería imposible pecar.
(Doctrina cierta en teología.)
«Como el concepto de lo bueno—escribe a este propósito Santo T o -
166. Esta conclusión tiene varias partes, q u e p r o b a r e m o s por más l5 —coincide con el de lo apetecible, y el mal se opone al bien, es im-
separado. P e r o para m a y o r claridad y precisión d a r e m o s antes unas posible que un mal, en cuanto tal, sea apetecido ni con el apetito natural,
nociones sobre el mal y sus diferentes clases. ni con el animal, ni con el racional, que es la voluntad».

1. N O C I Ó N D E L MAL. El mal, e n general, es u n a privación 2. a P e r o , para obtener m a y o r e s bienes, D i o s quiere indirec ta-
de bien. P o r eso dice Santo T o m á s q u e «el mal n o es algo en las m e n t e («per accidens») el m a l físico y el m a l de pena.
cosas» 1 3 , sino la privación de algún bien. E s la negación d e alguna
a) Q u i e r e i n d i r e c t a m e n t e el mal físico, p o r q u e lo requiere así
e n t i d a d real y objetiva. E n sí m i s m o n a d a es: se confunde con el
el orden universal de las cosas, q u e n o se lograría sin q u e se p r o d u -
no ser.
j e r a n m u c h o s males físicos (v.gr., la m u e r t e de u n animal para ali-
»o Ibid., ibid., ad i.
m e n t o del h o m b r e ; los sufrimientos d e los mártires p a r a o b t e n e r
" Cf. I 19,8 c e t a d 2. la gloria del martirio; la crucifixión d e Cristo p a r a la salvación
'2 Cf. De veritate q.24 a.I ad 13.
" «Malum non est aliquid in rebus» (De malo q . i ; cf. a . i ) . i" Cf. 1 4 8 , 2 ad 1.
15 Cf. I 19,9.
170 r.i. DIOS UNO
S.3 C.4. EL AMOR DE DIOS 171
del m u n d o , etc.). Son t a n grandes los bienes q u e dejarían d e o b t e -
nerse si se suprimieran todos los males físicos q u e , p o r a m o r a a q u e - 2. a Indirectamente, o sea, no impidiendo que otros lo hagan: permi-
siones.
llos bienes, quiere Dios indirectamente estos males.
3.a Imponiendo su voluntad en orden al bien necesario: preceptos.
b) Q u i e r e indirectamente el mal de pena p o r q u e es indispen- 4. a Persuadiendo la realización del bien conveniente: consejos.
sable para el restablecimiento d e la justicia, p a r a e n m i e n d a d e l p e - 5. a Prohibiendo la realización del mal: prohibiciones.
cador arrepentido o j u s t o castigo del p e c a d o r o b s t i n a d o , etc.
N ó t e s e q u e la operación y el permiso se refieren al presente: la
3. a Dios p e r m i t e sin quererlo el m a l m o r a l . operación, al bien, y el permiso, al m a l . L o s otros tres modos se
refieren al futuro e n la siguiente forma: el precepto, al bien futuro
L a razón es clara: el m a l m o r a l es el m a l d e culpa, o sea, el necesario; la prohibición, al m a l futuro q u e es obligatorio evitar,
pecado; y Dios n o p u e d e q u e r e r d e n i n g u n a m a n e r a el pecado, n i y el consejo, a la s o b r e a b u n d a n c i a d e l b i e n futuro. N o cabe estable-
directa ni indirectamente. Pero lo p e r m i t e , sin e m b a r g o , p a r a sacar cer u n a división m á s perfecta y acabada.
mayores bienes (v.gr., p a r a q u e resplandezca su infinita misericor-
dia, p e r d o n a n d o al pecador arrepentido, o su infinita justicia, cas-
tigando al obstinado).
CAPÍTULO 4
Escuchemos a Santo T o m á s explicando t o d o esto c o n su lucidez
habitual N>: EL AMOR DE DIOS
«Hay males que se apetecen indirecta o accidentalmente, por cuanto van
unidos a algún bien; y esto ocurre en toda clase de apetitos, debido a que E s t u d i a d a y a la v o l u n t a d d e Dios e n sí misma, es lógico q u e
lo que intenta el agente natural no es la privación o destrucción de algo, examinemos ahora s u acto m á s propio y característico: el amor.
sino la consecución de una cosa a la que va unida la destrucción de otra. Santo T o m á s estudia el a m o r eterno d e D i o s e n u n a b r e v e p e r o
Y así, cuando el león mata a un ciervo, lo que intenta es procurarse alimen- maravillosa cuestión d e la Suma teológica, dividida e n cuatro a r -
to, aunque vaya unido a ello la muerte del animal, y el pecador que peca tículos !. E n ella se plantea y examina los siguientes "cuatro p u n t o s
busca un placer aunque lleve consigo la deformidad de la culpa. Y precisa- fundamentales:
mente porque el mal que va unido a algún bien es privación de otro bien,
nunca se apetecería el mal, ni siquiera accidentalmente, si no estuviera uni- i.° Si hay amor en Dios.
do a un bien que se quiere o apetece más que el bien de que ese mal priva. 2. 0 Si Dios ama todas las cosas.
Pues bien: aunque Dios quiere algunos bienes particulares más que 3. 0 Si Dios ama unas cosas más que otras.
otros, no hay bien que más quiera que su propia Bondad infinita; por lo 4. 0 Si Dios ama más las cosas mejores.
cual, de ninguna manera quiere el mal de culpa, que priva del orden al bien Estas cuestiones t i e n e n i n m e n s a repercusión e n t o d a la teología
divino. En cuanto al mal físico y al mal de pena, los quiere indirectamente católica, sobre t o d o e n las relativas a la gracia y a la predestinación.
al querer cualquiera de los bienes a que van anejos; y así, al querer la jus-
ticia, quiere el castigo del culpable, y al querer que se conserve el orden Vamos, p u e s , a examinarlas c o n la mayor a m p l i t u d q u e nos p e r m i -
de la naturaleza, quiere que mueran o se destruyan algunas cosas». t e el marco d e n u e s t r a obra.

Conclusión 8. a L a voluntad divina d e signo se manifiesta al exterior 1. Si h a y a m o r e n D i o s


p o r operaciones, permisiones,- preceptos, consejos y prohibiciones.
(Doctrina común.) 168. L a contestación afirmativa se apoya e n u n razonamien-
to m u y sencillo:
167. C o m o ya vimos al hablar d e la división d e la voluntad d e «Es necesario afirmar q u e h a y amor e n D i o s , p o r q u e el p r i m e r
Dios, se entiende p o r voluntad d e signo la voluntad divina mani- m o v i m i e n t o d e la voluntad, como el d e cualquier otra facultad
festada exteriormente por algún signo que nos la da a conocer. E n apetitiva, es el a m o r . . . E n cualquiera, p u e s , q u e haya v o l u n t a d o
realidad se llama voluntad divina ú n i c a m e n t e e n sentido metafó- apetito, necesariamente h a d e haber a m o r . H e m o s d e m o s t r a d o q u e
rico, e n cuanto llamamos voluntad al signo exterior q u e la m a n i - en D i o s h a y voluntad. E s , p u e s , necesario q u e e n E l haya amor» 2.
fiesta (como, v.gr., llamamos «voluntad del rey» al decreto real q u e L a Sagrada Escritura confirma esta v e r d a d c u a n d o nos dice q u e
m a n d a o prohibe alguna cosa) 1 7 . «Dios es amor» (1 l o 4,16), lo cual q u i e r e decir q u e n o solamente
D e cinco maneras—dice Santo T o m á s 1 8 —se n o s manifiesta o hay amor e n E l , sino q u e es el a m o r m i s m o , viviente y substancial.
significa la voluntad d e D i o s : E n la respuesta a u n a dificultad e s t a m p a el D o c t o r Angélico
u n a s observaciones agudísimas sobre la psicología d e l amor como
1.» Haciendo algo directamente y por sí mismo. Y esto recibe el nom-
fuerza q u e j u n t a y unifica. H e aquí sus palabras 3;
bre de operaciones.
1 Cf. I 20,1-4.
16 Ibid., ibid. i ' Cf. I 19,11. 1* Cf. I 19,13. 2 Cf. 1 20,1.
3
Ibid., ibid., ad 3.
172 P.I. DIOS UNO S.3 C.4. EL AMOR DE DIOS 173
«El acto de amor tiende a un doble objeto, o sea al bien que quiere y al a
3. Considerados en cuanto seres (no en cuanto malos), Dios quiere la
sujeto para quien quiere tal bien, pues propiamente amar a alguno consiste existencia de los mismos demonios, de los condenados del infierno y de
en querer el bien para él. Por consiguiente, cuando alguien se ama a sí mis- los que están en pecado mortal. Si existen, es porque Dios quiere su exis-
mo, quiere el bien para sí, y, en consecuencia, procura incorporárselo hasta tencia, ya que no podrían existir contra el querer de Dios.
donde le sea posible; y por esto se llama al amor fuerza que junta, incluso
en Dios, aunque sin composición, porque el bien que Dios quiere para sí A la dificultad sacada d e la Sagrada Escritura, q u e dice: «Has
no es cosa distinta de El mismo, que, según vimos, es esencialmente bueno.
odiado a todos los obradores d e la maldad» (Ps 5,7), contesta Santo
En cambio, por el hecho de que alguien ame a otro, quiere el bien para
Tomás:
ese otro, y, en consecuencia, le trata como si fuese él mismo, refiriendo el
bien al otro como a sí propio; y en este sentido se llama al amor fuerza que «No hay inconveniente en que una misma cosa sea, en un aspecto, ob-
unifica, porque agrega otro a sí mismo, considerándole como un segundo yo». jeto de amor, y en otro, objeto de odio. Dios ama, pues, a los pecadores en
cuanto son seres de determinada naturaleza, ya que, como tales, tienen ser
2. Si D i o s a m a t o d a s las cosas y proceden de El. Pero en cuanto pecadores puede decirse que no existen,
les falta el ser 5 , y esto no proviene de Dios; y en este aspecto son para El
Vamos a exponer la doctrina teológica en d o s c o n c l u s i o n e s 4 . objeto de odio» 6 .
Conclusión i. a Dios ama infinitamente todo cuanto existe, o sea
Conclusión 2. a D i o s no a m a las cosas p o r q u e son buenas, sino q u e
todo cuanto ha sido producido p o r su voluntad creadora. son buenas p o r q u e las a m a Dios.
169. H e aquí las p r u e b a s :
170. H e aquí el razonamiento d e Santo T o m á s para d e m o s -
a) L A SAGRADA ESCRITURA. Lo dice e x p r e s a m e n t e el libro trarlo:
de la Sabiduría:
«Dios ama todo cuanto existe. Todo lo que existe, por el mero hecho
«Pues amas- todo cuanto existe y nada aborreces de lo que has hecho, de existir, es bueno, ya que el ser de cada cosa es un bien, como asimismo
que no por odio hiciste cosa alguna. ¿Y cómo podría subsistir nada si tú lo es cada una de sus perfecciones. Hemos demostrado que la voluntad de
no quisieras, o cómo podría conservarse sin ti?» (Sap 11,25-26). Dios es la causa de todo cuanto existe. Luego en tanto una cosa tiene el
ser u otra perfección cualquiera, en cuanto Dios lo ha querido. Por consi-
b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s t e texto d e la Sagrada E s c r i t u r a guiente, Dios quiere algún bien para cada uno de los seres que existen, y
nos da la explicación profunda y al m i s m o t i e m p o sencillísima d e como amar es precisamente querer el bien para otro, sigúese que Dios ama
lo q u e q u e r e m o s probar. T o d o c u a n t o existe fuera d e Dios s o n todo lo que existe.
seres creados, q u e , p o r lo mismo, n o tienen e n sí m i s m o s la razón Sin embargo, no lo ama del mismo modo que nosotros. Porque, como
de su existencia, sino ú n i c a m e n t e en Dios. Existen p o r q u e Dios nuestra voluntad no es la causa de la bondad de las cosas, sino que, al con-
quiso—más exactamente, p o r q u e Dios los quiso—, ya q u e sin la trario, esta bondad es la que mueve y excita como objeto de amor a nuestra
voluntad, sigúese que el amor por el que queremos el bien para alguien
voluntad divina creadora j a m á s h u b i e r a n p o d i d o llegar a la existen- no es causa de su bondad, sino que su bondad, real o aparente, es lo que
cia. Pero, como la conservación en el ser equivale a u n a creación provoca el amor por el cual queremos que conserve el bien que tiene y ad-
continua, sigúese q u e su existencia n o d e p e n d e solamente del acto quiera el que no posee, y en ello ponemos nuestro empeño. En cambio, el
creador q u e las sacó d e la nada, sino t a m b i é n , y e n cada instante, de Dios es un amor que crea e infunde la bondad en las criaturas» 1.
del acto conservador d e Dios q u e les mantiene e n el ser. L u e g o es
t a n claro y evidente q u e Dios quiere todo c u a n t o existe, q u e , si Se c o m p r e n d e q u e tiene q u e ser así, p u e s d e lo contrario se segui-
dejara de querer alguna cosa, ipso facto dejaría esa cosa d e existir. ría el a b s u r d o d e q u e u n ser creado t e n d r í a alguna perfección o
D e esta doctrina, t a n profunda y sencilla a la vez, se siguen amabilidad n o recibida d e Dios; lo q u e es imposible y contradic-
consecuencias m u y prácticas. H e aquí algunas d e las m á s i m p o r - torio, ya q u e Dios es q u i e n le sacó d e la nada, d á n d o l e t o d o cuanto
tantes: tiene d e ser y d e perfección.
E s t e principio, profundísimo y evidente a la vez, el amor de
1.' Es inútil luchar contra la voluntad de Dios. Todo el poder de to- Dios crea e infunde la bondad en los seres creados, tiene e n o r m e r e p e r -
das las criaturas juntas—poder que, por otra parte, han recibido del mismo cusión e n t o d a la teología y de él se d e s p r e n d e n consecuencias m u y
Dios—es pura impotencia ante un simple querer de Dios.
2. a La oración, que mueve en cierto modo la voluntad misma de Dios
5 Para entender esto téngase en cuenta que, como se demuestra en metafísica, el mal
a concedernos sus gracias, es una fuerza incomparablemente más formida- no es ser, sino privación de ser; y por eso, el pecado, que es el mayor de los males, no tiene
ble que todas las máquinas de guerra que ha inventado o puede inventar entidad alguna, sino que es pura privación de ser, proveniente de la defectibilidad de las
el hombre. criaturas. En este sentido puede decirse que el pecador no existe, esto es, no tiene entidad
en cuanto pecador, sino únicamente en cuanto hombre, en cuanto ser: y Dios continúa
amándole en cuanto ser, aunque le odie en cuanto pecador.
4
Trasladamos a continuación, en lo que resta del capitulo, lo que escribimos en nuestra < I 20,2 ad 4.
7
Teología de la caridad (BAC, Madrid 1960) n.11-13. I 20,2.
174 P.I. DIOS UNO S.3 C . 4 EL AMOR DE DIOS 175
prácticas p a r a nuestra vida espiritual. Escuchemos a u n teólogo
contemporáneo: 4. Si D i o s a m a s i e m p r e m á s las cosas m e j o r e s

«Este principio, de profunda raigambre metafísica, tiene en la teología 172. O t r o articulo q u e n o es sino u n simple corolario del p r i n -
de Santo Tomás enorme trascendencia, sobre todo en la cuestión de la pre- cipio fundamental q u e h e m o s explicado m á s arriba: Dios, a m a n d o
destinación y en la de la gracia... las cosas, crea e infunde e n ellas su b o n d a d . Escuchemos la res-
Es éste un principio universal, que tiene aplicación lo mismo en el or- puesta de Santo T o m á s a esta nueva cuestión:
den natural que en el sobrenatural. También en el orden sobrenatural de-
bemos decir: Dios no quiere más a una persona porque sea más perfecta y «Conforme a lo que tenemos explicado, es necesario decir que Dios ama
más santa, sino que una persona es más perfecta y más santa porque es más las cosas que son mejores. Hemos dicho, en efecto, que amar Dios más
más amada de Dios. Esta profunda doctrina tomista debe extirpar en nos- una cosa es querer para ella un bien mayor. Pues bien: como la voluntad
otros todo principio de soberbia y de vanidad. Quien encuentre en sí mis- de Dios es la causa de la bondad que tienen los seres, la razón de que unas
mo alguna buena cualidad o perfección, quien se crea más perfecto y mejor cosas sean mejores que otras es porque Dios quiere para ellas mayores bie-
que su prójimo, sepa que esto obedece a que ha sido prevenido con mayor nes. Por consiguiente, ama más a las mejores» 1 0 .
amor; lo cual debe inducirle a un reconocimiento más humilde y más pro-
fundo para con el Dador de todo bien. Es la misma doctrina que expresaba E n el a r g u m e n t o sed contra a ñ a d e Santo T o m á s u n a nueva ra-
San Pablo cuando escribía: «¿Quién es el que a ti te hace preferible? ¿Qué zón: cada ser a m a a su semejante, como se nos dice e n el Eclesiás-
tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías, como si tico (13,19); pero las cosas son t a n t o mejores c u a n t o más se aseme-
no lo hubieras recibido?» (i Cor 4,7) 8 . j a n a Dios; luego las mejores son las m á s amadas d e Dios.
E n la solución d e las dificultades q u e él m i s m o se plantea,
L a doctrina de este articulo p r e p a r a el t e r r e n o para los dos redondea Santo T o m á s esta magnifica doctrina, t a n fecunda en apli-
siguientes, q u e n o son, en realidad, m á s q u e simples corolarios y
caciones teóricas y e n consecuencias prácticas. Vamos a recoger ín-
aplicaciones de este g r a n principio fundamental: el a m o r de Dios
t e g r a m e n t e las dificultades con sus respuestas correspondientes.
causa e infunde la b o n d a d de las cosas. Vamos a exponerlos b r e -
vemente. D I F I C U L T A D . Cristo es, sin d u d a , mejor q u e t o d o el género
h u m a n o , p o r q u e es D i o s y h o m b r e al m i s m o t i e m p o . Sin e m b a r g o ,
3. Si D i o s a m a t o d a s las cosas p o r igual Dios a m ó m á s al género h u m a n o q u e a Cristo, p o r q u e dice San
Pablo: «No p e r d o n ó a su propio Hijo, antes le entregó por todos
171. H e aquí la respuesta d e Santo T o m á s , t a n clara y evidente
nosotros» ( R o m 8,32). L u e g o n o siempre a m a D i o s m á s las cosas
q u e n o necesita explicación ni comentario alguno:
q u e son mejores.
«Como amar es querer el bien para alguien, que una cosa se ame más RESPUESTA. No sólo ama Dios más a Cristo que a todo el linaje huma-
o menos puede suceder de dos maneras. Una, por parte del acto de la volun- no, sino también más que al conjunto de todas las criaturas, puesto que
tad, que puede ser más o menos intenso; y de este modo Dios no ama más quiso para El un bien mayor, porque «le dio un nombre que está sobre todo
unas cosas que otras, porque lo ama todo con un solo y simple acto de vo- nombre» para que fuese verdadero Dios. Por lo demás, en nada empaña su
luntad, que no varía jamás. Otra, por parte del bien que se quiere para el ama- grandeza el hecho de que Dios le haya entregado a la muerte por la salva-
do, y en este sentido amamos más a aquel para quien queremos mayor bien, ción del género humano; al contrario, de ahí le proviene el ser triunfador
aunque la intensidad del querer sea la misma. Así, pues, es necesario decir glorioso. Por eso dice el profeta Isaías (9,6): «Sobre su hombro lleva la so-
que de este modo Dios ama unas cosas más que otras, porque, como su beranía» (ad 1).
amor es causa de la bondad de los seres, no habría unos mejores que otros
si Dios no hubiese querido bienes mayores para los primeros que para los De aquí se desprende una gran enseñanza práctica para nosotros. Como
segundos» 9. el amor de Dios hacia una persona o cosa nos traza la norma y la intensidad
con que debemos amarla nosotros, sigúese que hemos de amar a Cristo y
Este artículo, simple corolario del anterior, es de importancia preferir su amistad a todos los demás amores y amistades del mundo, estan-
decisiva para las cuestiones de la gracia y d e la predestinación. do dispuestos a romper con todos ellos y aun a perder la misma vida antes
que separarnos de El. Vale más la amistad de Cristo que la posesión y el
Lleva de la m a n o , inevitablemente, a la eficacia intrínseca de la disfrute eterno de todos cuantos placeres y felicidades podrían proporcio-
gracia (y n o p o r el consentimiento d e la criatura, q u e n o p u e d e narnos las criaturas todas del universo entero.
por sí m i s m a producir el bien, i n d e p e n d i e n t e m e n t e d e la divina
moción) y a la predestinación e n t e r a m e n t e gratuita, antes de la D I F I C U L T A D . E l ángel es mejor q u e el h o m b r e , pues con refe-
previsión de los méritos del predestinado. Son tesis capitales d e la rencia a éste se dice en u n salmo: (<Le has h e c h o u n poco inferior
escuela tomista. a los ángeles» (Ps 8,6). Y, esto no obstante, Dios a m a m á s al h o m b r e
q u e al ángel, como dice San Pablo en su epístola a los H e b r e o s :
8 P. FRANCISCO MUÑÍZ, O. P., introducción a la cuestión 20 de la primera parte de «No socorrió a los ángeles, sino a la descendencia d e Abrahán».
la Suma Teológica (ed. bilingüe, BAC) t.i p.522 (2.* ed.). ( H e b r 2,16). L u e g o n o siempre a m a Dios más a lo q u e es mejor.
* I 20,3.
10
I 2CM.
176 P.L DIOS DNO
S.3 C.5. LA JUSTICIA Y MISERICORDIA DE DIOS 177
RESPUESTA. Si se trata de la naturaleza humana, asumida por el Verbo
divino en la persona de Cristo, la ama Dios más que a todos los ángeles, al inocente, p o r q u e dice el Evangelio: «Yo os digo q u e en el cielo
y es mejor que ellos, sobre todo por razón de la unión hipostática. Si, en será m a y o r la alegría p o r u n p e c a d o r q u e h a g a penitencia q u e por
cambio, se trata de la naturaleza humana en común y se la compara con la
noventa y n u e v e justos q u e n o necesitan penitencia» ( L e 15,7).
angélica en el orden de la gracia y de la gloria, hallamos que son iguales,
porque una misma es «la medida del ángel y del hombre», como se dice en L u e g o D i o s n o s i e m p r e a m a m á s a los mejores.
el Apocalipsis (21,17); de tal suerte, sin embargo, que, en cuanto a esto, RESPUESTA. L O mismo puede exceder un inocente a un penitente que
hay algunos hombres superiores a algunos ángeles, y ciertos ángeles supe- éste a aquél, porque, sea inocente o penitente, el mejor y más amado es el
riores a algunos hombres. Pero, en cuanto a la condición de su naturaleza, que mayor caudal de gracia tiene. Sin embargo, en igualdad de condiciones,
el ángel es mejor que el hombre; y si bien Dios asumió la naturaleza hu- la más digna y más amada es la inocencia. Y si, a pesar de esto, se dice
mana y no la angélica, no lo hizo porque en absoluto amara más al hombre que Dios se alegra más por el penitente que por el inocente, es debido a
que al ángel, sino porque el hombre lo necesitaba más. Lo mismo que un que, de ordinario, los pecadores arrepentidos son más cautos, más humildes
buen padre de familia da cosas de más precio a un criado enfermo que a un y más fervorosos. Por esto dice San Gregorio que, «en la batalla, el jefe estima
hijo sano (ad 2). más al soldado que después de huir vuelve y ataca ardorosamente al enemigo
que al que nunca huyó, pero tampoco luchó nunca con denuedo». Puede
D I F I C U L T A D . San P e d r o fue mejor q u e San J u a n , p o r q u e a m a b a decirse también que un mismo don de gracia representa más para el peni-
más a Cristo; y p o r esto el Señor, sabiéndolo d e a n t e m a n o , le hizo tente que mereció castigo que para el inocente que no lo mereció; como
esta p r e g u n t a : «Simón, hijo d e J u a n , ¿me amas m á s q u e éstos?» la misma cantidad de dinero constituye un don mayor cuando se da a un
(lo 21,15). Y, a pesar d e ello, Cristo a m ó m á s a San J u a n q u e a San mendigo que cuando se entrega a un rey (ad 4).
Pedro, p o r q u e , c o m e n t a n d o el citado texto d e San J u a n : «Simón,
¿me amas m á s ?», dice San A g u s t í n : «La señal q u e distingue a J u a n D I F I C U L T A D . U n j u s t o q u e a la p o s t r e se h a d e condenar, es
d e los d e m á s discípulos n o es solamente q u e le amaba, sino q u e le mejor q u e u n pecador q u e al fin se salva. P e r o D i o s a m a más al p e -
amaba más q u e a los otros». L u e g o n o s i e m p r e es lo mejor lo q u e cador p r e d e s t i n a d o , p o r q u e q u i e r e p a r a él u n b i e n mayor, q u e es la
Dios más ama. vida eterna. L u e g o n o s i e m p r e ama D i o s m á s a lo q u e es mejor.

RESPUESTA. Las soluciones dadas a la dificultad que suscita la compa- RESPUESTA. Puesto que la bondad de las cosas tiene por causa la volun-
ración entre San Pedro y San Juan son numerosas. San Agustín da una tad de Dios, la bondad de aquel a quien Dios ama debe referirse al tiempo
explicación simbólica, diciendo que la vida activa, personificada en Pedro, en que por bondad divina se le haya de dar algún bien. Luego, con relación
ama más a Dios que la contemplativa, representada por San Juan, porque al tiempo en que el pecador predestinado haya de recibir por voluntad
siente más las penurias de la vida presente y desea con mayor ansia librarse divina un bien mayor, es el mejor, aunque haya habido otro tiempo en que
de ellas e ir a Dios; y, sin embargo, Dios ama más la vida contemplativa, fue peor e incluso otro en que ni es bueno ni malo (ad 5).
porque la prolonga más, ya que no termina con la vida del cuerpo, cual
sucede a la activa. Otros lo explican diciendo que Pedro amó más a Cristo
en sus miembros, y en esta forma fue también más amado de Cristo, pues CAPÍTULO 5
le encomendó la Iglesia; y, en cambio, Juan amó más a Cristo en sí mismo,
y en igual forma fue más amado de El y por ello le encomendó a su Madre H. LA JUSTICIA Y LA MISERICORDIA DE DIOS
Otros dicen que no se sabe quién de los dos amó más a Cristo ni a cuál
de ellos amó Dios más en orden al mayor grado de gloria eterna. Sin embargo, 173. L a justicia y la misericordia s o n d o s grandes v i r t u d e s q u e
de Pedro se dice que amó más, por su decisión e impetuoso fervor; y de t i e n e n s u asiento e n la v o l u n t a d . Despojadas d e todas las imperfec-
Juan, que fue más amado, por ciertos indicios de familiaridad que prefe-
rentemente le prodigaba Cristo en atención a su juventud y pureza. Por ciones q u e p u e d e n tener e n las criaturas defectibles, h a y q u e atri-
fin, dicen otros que Cristo amó más a Pedro, otorgándole un más excelente buirlas a D i o s e n g r a d o s u p r e m o e infinito. E n E l n o son p r o p i a m e n -
don de caridad; y amó más a Juan, concediéndole mayor don de inteligencia; t e virtudes—en el sentido filosófico d e hábitos—, sino a t r i b u t o s di-
y que, por tanto, Pedro fue propiamente el mejor y más amado, y Juan lo vinos, t o t a l m e n t e identificados con su p r o p i a divina esencia. P r o -
fue sólo en cierto sentido. Pero, sea de esto lo que fuere, parece presun- p i a m e n t e h a b l a n d o , D i o s n o tiene justicia y misericordia, sino q u e
tuoso querer dirimir esta cuestión, ya que, como se dice en los Prover- es la m i s m a justicia y misericordia infinitas.
bios (16,2), «quien pesa los espíritus es el Señor», y nadie más (ad 3). Santo T o m á s estudia e n u n a m i s m a cuestión la justicia y la
misericordia d e D i o s , d e d i c a n d o dos artículos a cada u n a *. Parece
D I F I C U L T A D . U n inocente es mejor q u e u n p e n i t e n t e , p o r q u e extraño, a p r i m e r a vista, q u e estudie el D o c t o r Angélico e n u n a
la penitencia es «la s e g u n d a tabla después del naufragio», c o m o m i s m a cuestión estos dos atributos divinos t a n dispares y, al parecer,
dice San J e r ó n i m o . Y, sin e m b a r g o , D i o s ama m á s al p e n i t e n t e q u e contrarios e n t r e sí. P e r o u n e x a m e n a fondo p e r m i t e d e s c u b r i r la
11
razón profundísima d e ello. E n realidad, la justicia y la misericor-
De esta doctrina se desprende que Cristo ama más a su Madre santísima que a toda la dia n o s o l a m e n t e n o s o n contrarias e n t r e sí, sino q u e se a r m o n i z a n
Iglesia y aún más que a toda la creación universal. ¡Cuan grande no ha de ser, pues, nues-
tro amor a María y cuan profunda nuestra confianza en su poder y ternura maternal!
1
1 21,1-4.
178 PX DIOS UNO
S.3 C.5. LA JUSTICIA Y MISERICORDIA DE DIOS 179
t a n maravillosamente e n D i o s , q u e , como dice e x p r e s a m e n t e Santo
T o m á s , «la misericordia es la p l e n i t u d d e la justicia» 2 . buye justísimamente a todas sus criaturas lo que les corresponde según la
Vamos, p u e s , a exponer la magnífica doctrina d e la Suma, c o n naturaleza que el mismo Dios les ha dado.
la máxima claridad q u e n o s sea posible. P r o c e d e r e m o s , como d e Escuchemos a Santo Tomás explicando esto mismo 3 :
«Así como el conveniente orden de una familia, o de cualquier otra
c o s t u m b r e , e n forma d e conclusiones.
multitud gobernada, demuestra que el gobernante posee esta justicia dis-
i. J u s t i c i a infinita d e D i o s tributiva, así también el orden del universo, que resplandece lo mismo
en los seres naturales (astros, flores, animales) que en los dotados de voluntad
Conclusión. Dios es infinitamente justo y la Justicia m i s m a . (De fe.) (ángeles y hombres), demuestra la justicia de Dios. Por eso dice San Dionisio:
'Que la justicia de Dios es verdadera, se comprueba viendo que da a todos
174. H e aquí las p r u e b a s : los seres lo que les corresponde según la dignidad de cada cual, y que conser-
va la naturaleza de cada cosa en su propio sitio y con su propio poder'».
a) L A SAGRADA ESCRITURA. S o n i n n u m e r a b l e s los t e x t o s a l u -
sivos a la justicia infinita d e Dios. C i t a m o s unos pocos p o r vía d e c) JUSTICIA LEGAL es la que regula las relaciones jurídicas del subdito
ejemplo: para con la comunidad en vistas al bien común. Purificada de sus imperfec-
ciones—Dios no es ni puede ser subdito de nadie—, se encuentra también
«Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Digno de alabanza y en Dios como supremo gobernador de todo cuanto existe. En virtud de esta
glorioso es tu nombre, porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros, suprema gobernación, Dios, por medio de la ley natural y de la ley moral,
y todas tus obras son verdad, y rectos tus caminos, y justos todos tus jui- ordena rectamente todas las criaturas al bien común y a la finalidad suprema
cios» (Dan 3,26-27). del universo, que es el mismo Dios.
«Justo eres, ¡oh Yavé!, y justos son tus juicios» (Ps 118,137).
«Porque justo es Yavé y ama lo justo» (Ps 10,8). 2. M i s e r i c o r d i a infinita d e D i o s
«No os toméis la justicia por vosotros mismos, amadísimos; antes dad
lugar a la justicia de Dios, pues escrito está: A mí la venganza; yo haré Conclusión. Dios es infinitamente misericordioso y la Misericordia
justicia, dice el Señor» (Rom 12,19). m i s m a . (De fe.)
«Pues sabemos que el juicio de Dios es conforme a la verdad» (Rom 2,2).
175. H e aquí las p r u e b a s :
b) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . E l concilio V a t i c a n o I d e - a) L A SAGRADA ESCRITURA. N i n g u n a otra verdad, quizá, está
finió, como vimos, q u e «Dios es infinito e n t o d a perfección» ( D 1782); t a n repetida e inculcada e n las sagradas páginas c o m o la d e q u e
luego es infinito e n la justicia, q u e es u n a perfección. Dios es infinitamente misericordioso y se c o m p a d e c e e n seguida del
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E l a r g u m e n t o p a r a d e m o s t r a r l o es pecador q u e r e c u r r e a E l confiado y a r r e p e n t i d o . C i t a m o s algunos
m u y sencillo: siendo la justicia u n a perfección, n o p u e d e faltar e n pocos textos p o r vía d e ejemplo:
el Ser infinitamente perfecto.
«Pero tú eres Dios de perdones, clemente y piadoso, tardo a la ira y de
Pero, como es sabido, h a y tres clases o especies d e justicia: mucha misericordia, y no los abandonaste» (Neh 9.17).
conmutativa, distributiva y legal. Vamos a v e r cuál d e ellas corres- «Que se muevan los montes, que tiemblen los collados, no se apartará
p o n d e a Dios. más de ti mi misericordia, y mi alianza de paz será inquebrantable, dice
Yavé, que te ama» (Is 54,10).
a) JUSTICIA CONMUTATIVA es la que regula las relaciones de unos hom- « ¿Qué Dios como tú, que perdonas la maldad y olvidas el pecado del
bres con otros en materia de contratos, compraventa, etc. (v.gr., el patrono resto de tu heredad? No persiste por siempre en su enojo, porque ama la
debe al obrero, por justicia conmutativa, el jornal por su trabajo, y éste misericordia. El volverá a tener piedad de nosotros, conculcará nuestras
tiene derecho a exigírselo). Este sentido conmutativo no puede afectar a la iniquidades y arrojará a lo hondo del mar nuestros pecados» (Mich 7,18).
justicia de Dios, pues El no debe absolutamente nada a nadie, ni nadie, por «Rasgad vuestros corazones, no vuestras vestiduras, y convertios a
lo mismo, le puede exigir nada. Todos los dones y beneficios que Dios Yavé vuestro Dios, que es clemente y misericordioso, tardo a la ira, grande
concede a sus criaturas son puramente gratuitos, y proceden únicamente de en misericordias, y se arrepiente de castigar» (Ioel 2,13).
su infinita liberalidad y largueza. Por eso dice San Pablo: « ¿Qué tienes que «Sabía que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo a la ira, de gran mise-
no hayas recibido?» (1 Cor 4,7); y en otro lugar: «¿Quién primero le dio ricordia, y que se arrepiente del mal» (Ion 4,2).
algo a El para tener derecho a retribución?» (Rom 11,35). «Pues tú eres, Señor, indulgente y piadoso, y de gran misericordia para
b) JUSTICIA DISTRIBUTIVA es la que regula las relaciones del superior los que te invocan» (Ps 85,5).
para con el subdito. Esta se encuentra formalmente en Dios; porque, aunque «Es Yavé piadoso y benigno, tardo a la ira; es clementísimo. No está
es cierto que Dios no debe nada a sus criaturas, da a cada una de ellas lo que siempre acusando y no se aira para siempre. No nos castiga a la medida
corresponde a su naturaleza y dignidad según el orden universal que le de nuestros pecados, no nos paga conforme a nuestras iniquidades. Sino
dicta su entendimiento divino. En este sentido cabe decir que Dios distri- que cuanto sobre la tierra se alzan los cielos, tanto se eleva su misericordia
sobre los que le temen» (Ps 102,8-12).
2 Cf. I 31,3 ad 2.
I 21,1. Los paréntesis explicativos son nuestros.
180 P.I. DIOS UNO
S.3 C . 5 . LA JUSTICIA Y MISERICORDIA DE DIOS 181
«Porque piadoso y compasivo es el Señor, perdona los pecados y salva
en el tiempo de la tribulación» (Eccli 2,13). t a m e n t e justo, escribe Santo T o m á s estas palabras, q u e contienen
«Pues cuanta es su grandeza, tanta es su misericordia» (Eccli 2,23). una doctrina t a n profunda como sublime 5 :
«¡Cuan grande es la misericordia del Señor y su piedad para los que se
vuelven a El!» (Eccli 17,28). «Cuando Dios usa de misericordia, no obra contra su justicia, sino que
«Y su misericordia se derrama de generación en generación sobre los hace algo que está por encima de la justicia; como el que da de su peculio
que le temen» (Le 1,50). doscientos denarios a un acreedor a quien no debe más que ciento, tampoco
«Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso» (Le 6,36). obra contra justicia, sino que se porta con liberalidad y misericordia. Otro
«Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos tanto hace el que perdona las ofensas recibidas, y por esto el Apóstol llama
amó, estando muertos por nuestros delitos nos dio vida por Cristo» (Eph 2,4). 'donación' al perdón cuando escribe a los efesios: 'Donaos unos a otros
como Cristo os donó' (Eph 4,32). Por donde se ve que la misericordia no
C o m o s e ve, el testimonio d e la Sagrada Escritura es realmente destruye la justicia, sino que, al contrario, es su plenitud. Y por esto dice el
impresionante. apóstol Santiago: 'La misericordia aventaja al juicio' (Iac 2,13)».
b) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . V a l e el m i s m o argumento
T o d o esto lo r e s u m e h e r m o s a m e n t e San A n s e l m o e n la siguiente
del concilio Vaticano I al definir q u e «Dios es infinito e n t o d a p e r -
forma 6 :
fección» ( D 1782); luego t a m b i é n e n s u misericordia.
E n la oración litúrgica pro actione gratiarum ora la Iglesia d e la «Cuando castigas a los malos, obras con justicia, porque lo merecen;
siguiente forma: y cuando los perdonas, eres justo, porque obras con arreglo a tu bondad».
«¡Oh Dios, cuya misericordia no tiene límites y cuya bondad es un 3. A r m o n í a e n t r e l a j u s t i c i a y la m i s e r i c o r d i a
tesoro infinito!...»
Esto n o s lleva d e la m a n o a establecer u n a nueva y h e r m o s a
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Y a se c o m p r e n d e q u e e n D i o s no
conclusión.
cabe la misericordia e n el sentido d e tristeza o dolor de compasión
p o r las miserias ajenas; p e r o sí, y e n grado máximo, e n el sentido Conclusión. E n todas las obras de Dios siempre v a n juntas la justicia
de socorrer y remediar esas miserias. Escuchemos al D o c t o r A n - y la misericordia. (Doctrina cierta y común.)
gélico 4 :
176. H e aquí las pruebas:
«Se debe atribuir a Dios la misericordia en grado máximo, aunque no
por lo que tiene de afecto pasional, sino por lo que tiene de eficiente. a) L A SAGRADA ESCRITURA. L O dice repetidas veces e n tér-
Para entender esto, adviértase que decir de alguien que es misericordioso minos equivalentes:
es como decir que tiene el corazón «lleno de miseria» (miserum cor), o sea
que ante la miseria de otro experimenta la misma sensación de tristeza que «Se han encontrado la benevolencia y la fidelidad, se han dado abrazo la
experimentaría si fuese suya; de donde proviene que se esfuerce en remediar justicia y la paz» (Ps 84,11).
la tristeza ajena como si se tratase de la propia, y éste es el efecto de su mise- «La justicia y el juicio son el asiento de tu trono; la misericordia y la
ricordia. fidelidad, tus heraldos» (Ps 88,15).
Según esto, a Dios no le compete entristecerse por la miseria de otro «Cantar que es más grande que los cielos tu misericordia y que llega
(puesto que Dios no puede en modo alguno padecer o entristecerse); pero hasta las estrellas tu fidelidad» (Ps 107,5).
remediar las miserias—entendiendo por miseria un defecto cualquiera— «En las tinieblas resplandece la luz para los rectos. Es misericordioso,
le compete a Dios en grado máximo, pues los defectos no se quitan sino clemente y justo» (Ps 111,4).
por la recepción de algún bien o perfección opuesto a ellos, y el primer «Yavé es misericordioso y justo; sí, nuestro Dios es piadoso» (Ps 115,5).
origen de todo bien y perfección es Dios, como ya vimos.
b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E S forzoso q u e e n t o d a s las o b r a s
Adviértase, sin embargo, que otorgar bienes o perfecciones a las criatu-
ras pertenece, a la vez, a la bondad divina, a su justicia, a su liberalidad y a de D i o s vayan siempre j u n t a s la justicia y la misericordia. L a j u s -
su misericordia, aunque por diversos conceptos. La comunicación de bienes ticia, p o r q u e , como h e m o s visto e n la p r i m e r a conclusión, Dios
o perfecciones, considerada en absoluto, pertenece a la bondad de Dios, distribuye j u s t í s i m a m e n t e a todas sus criaturas lo q u e les correspon-
como ya dijimos. Concederlas en proporción de lo que corresponde a cada de según la naturaleza q u e el m i s m o Dios les h a d a d o . Y la miseri-
ser, pertenece a la justicia, como acabamos de decir. En cuanto las otorga, cordia, p o r q u e , e n esta distribución, la o b r a d e la justicia divina
no para utilidad suya, sino por su sola infinita bondad, corresponde a la p r e s u p o n e siempre la o b r a d e la misericordia, p o r q u e nada se debe
liberalidad. Y en cuanto a que los bienes o perfecciones que confiere remedian
las miserias o defectos ajenos, pertenece a su infinita misericordia». a u n a criatura sino e n v i r t u d del ser o d e la naturaleza q u e h a reci-
b i d o previa y gratuitamente d e Dios, p o r sola s u b o n d a d y miseri-
Al contestar a la objeción d e q u e la misericordia es u n a relajación cordia. P o r tanto, en la raíz de toda obra divina aparece la mise-
d e la justicia y, p o r lo m i s m o , n o p u e d e tenerla D i o s , q u e es infini- ricordia, cuya v i r t u d o influjo va m á s lejos q u e lo q u e reclama la
4 5
I 21,3. Ibid., ibid., ad 2.
6
SAN ANSELMO, Proslogií c í o : M L 158,233.
182 P.I. DIOS UNO
S.3 C.6. LA PROVIDENCIA DE DIOS 183

justicia, puesto que Dios, por su inmensa bondad, otorga a las Y en cuanto al triunfo de los malos en este mundo es—en el
criaturas muchos más beneficios de los que en justa proporción fondo—un efecto de la justicia infinita de Dios, por más que esto
les corresponden 7 . suene a extraña paradoja. Porque no hay hombre tan malo y per-
Al contestar a las dificultades redondea Santo Tomás esta mag- verso que no tenga algo de bueno, y Dios le premia en este mundo
nífica doctrina con relación a la conducta que observa Dios con los ese poco de bueno que tiene, reservando para el castigo eterno lo
justos, con los pecadores y con los mismos condenados del infierno. mucho malo que hace. Y, en este castigo eterno, resplandecerá
Escuchemos las objeciones con sus respuestas: ante todo la justicia, pero suavizada en cierto modo por la miseri-
cordia en cuanto que—como dice Santo Tomás—Dios cantiga a los
DIFICULTAD. Muchos justos sufren aflicciones en este mundo.
reprobos citra condignum: menos de lo que merecen.
Pero esto es injusto. Luego no en todas las obras de Dios hay justi-
cia y misericordia.
RESPUESTA. Incluso en el hecho de que los justos sufran castigos en CAPÍTULO 6
este mundo aparecen la justicia y la misericordia, por cuanto sus aflicciones
les sirven para satisfacer por sus pecados leves y para que, libres de afectos a
las cosas terrenas, se eleven mejor a Dios, conforme a lo que dice San Gre- LA PROVIDENCIA DE DIOS
gorio: «Los males que nos oprimen en este mundo, nos fuerzan a ir a Dios»
(ad 3). 177. Hemos estudiado en los capítulos anteriores las virtudes
pertenecientes a la voluntad que dicen relación al fin de un modo
DIFICULTAD. Unas obras de Dios, tales como la conversión absoluto (el amor, la justicia y la misericordia). Vamos a ver ahora
del pecador, se atribuyen a su misericordia; y otras, como la conde- las que se refieren a los medios para alcanzar el fin. Precisamente
nación del impío, a su justicia. Luego no en todas las obras de Dios por referirse a los medios que deben explorarse, disponerse y orde-
aparecen juntas la justicia y la misericordia. narse, estas virtudes serán forzosamente intelectuales, pero supo-
RESPUESTA. Se atribuyen unas obras a la justicia y otras a la misericordia, nen un acto previo de la voluntad: la intención o deseo de conseguir
porque en unas aparece con mayor relieve la justicia y en otras la misericor- el fin. Son, pues, virtudes del entendimiento en orden a la voluntad *.
dia. Esto no obstante, en la condenación de los reprobos aparece también la Todas estas virtudes se compendian y resumen en la virtud de la
misericordia, si no perdonando del todo, mitigando de algún modo las penas, prudencia, cuya parte principal es la providencia 2 . De ella, pues, he-
puesto que los castiga menos de lo que merecen («dum punit citra condignum»), mos de tratar a continuación.
Y en la conversión del pecador aparece también la justicia, por cuanto Dios
le perdona sus culpas por el amor que El mismo, misericordiosamente, le infunde, Pero nótese que la providencia de Dios puede afectar y afecta
como leemos de la Magdalena (Le 7,47): «Le son perdonados muchos pecados de hecho a dos órdenes de cosas completamente distintos: al orden
porque amó mucho» (ad 1). natural de todas las cosas creadas y al orden sobrenatural a que han
sido gratuitamente elevadas por Dios algunas de sus criaturas (án-
Esta sublime doctrina nos da la clave para solucionar esos gran- geles y hombres). La providencia natural de Dios sobre todas sus
des problemas que tanto escandalizan a los espíritus superficiales: criaturas en general recibe en teología el nombre de providencia
a) ¿Por qué permite Dios en este mundo el triunfo de los malvados? general; y la providencia especial que afecta a las criaturas ordena-
b) ¿Por qué permite que los justos sean perseguidos y atribulados? das al logro de la bienaventuranza sobrenatural de la gloria recibe
c) ¿Por qué sufren tantos seres inocentes? el nombre de predestinación. A modo de corolario o de escolio habla
Santo Tomás del libro de la vida, donde están escritos los nombres
La explicación es muy sencilla: los dolores y tribulaciones de
los justos e inocentes, además de purificar sus almas de las faltas de todos los predestinados a la gloria.
leves que inevitablemente cometen—puesto que la Sagrada Escritu- En el presente capítulo estudiaremos la providencia de Dios en
ra nos asegura que «el justo cae siete veces y se levanta» (Prov 24, general, reservando para el capítulo siguiente las cuestiones rela-
16)—, les llenan de grandes merecimientos para el cielo, donde tivas a la predestinación y al libro de la vida.
recibirán una recompensa rebosante y eterna. No olvidemos que, Vamos a dar, ante todo, unas nociones previas.
como dice San Pablo, «la momentánea y ligera tribulación nos pre-
para un peso eterno de gloria incalculable» (2 Cor 4,17). Por eso 178. 1. Noción de providencia. La palabra providencia
los santos, lejos de desesperarse ante las tribulaciones que sufrían, se deriva etimológicamente del griego Trpo UOÉCO, que significa pro-
elevaban a Dios un himno de acción de gracias por haberles visi- veer, tener cuidado de las cosas. En latín viene de procul videre, ver
tado con el dolor, que tantos beneficios les reportaba para el cielo. de lejos una cosa.
1
» Cf. I 21.4. Cf. I 22 pról. y el esquema que figura al frente de esta sección tercera, relativa a las
operaciones de Dios (n.120).
2 Cf. II-II 49,6 ad 1.
184 P.I. DIOS UNO
S.3 C.6. LA PROVIDENCIA DE DIOS 185

E n su significación real, Santo T o m á s d a d e ella la siguiente 3. D o c t r i n a c a t ó l i c a . P r e s u p u e s t a s estas nociones, vamos a


definición: la razón del orden de las cosas a sus fines preexistente en precisar e n u n a serie d e conclusiones la doctrina católica sobre la
la mente dirnna. divina providencia.
Esta providencia s u p o n e tres cosas p o r p a r t e del e n t e n d i m i e n t o
y dos p o r p a r t e d e la voluntad, como p u e d e verse e n el siguiente Conclusión i. a E n D i o s existe u n a perfectísima providencia. (De fe.)
esquema:
180. L o n e g a r o n los fatalistas, estoicos, deístas, panteístas y
i) Conocimiento del fin y de los
medios. materialistas e n general, ya sea p o r q u e todas las cosas o c u r r e n p o r
a) Por parte del e n t e n d i m i e n t o . . . . "¡ 2) Consejo o deliberación sobre los necesidad inevitable (fatalistas, estoicos), o p o r q u e Dios n o se
medios. p r e o c u p a d e s u s criaturas (deístas), o p o r q u e Dios n o se distingue
3) Imperio de la razón práctica. del m u n d o (panteístas), o p o r q u e ni siquiera existe u n Dios dis-
•ir, . J , 1 . > I 1) Intención del fin. t i n t o d e la materia (materialistas).
b) Por parte de la voluntad J ( ci v J 1 j - C o n t r a estos errores y herejías, h e aquí las p r u e b a s d e la con-
] 2) blecaón de los medios.
clusión:
El o r d e n cronológico con q u e se realiza el acto d e la providencia
es el siguiente: conocimiento, intención, consejo, elección e imperio.
a) L A SAGRADA ESCRITURA. Lo dice e x p r e s a m e n t e de mil
C o m o se ve, los actos del e n t e n d i m i e n t o a l t e r n a n con los d e la v o -
m a n e r a s y d e la forma m á s bella y emocionante. Recogemos algu-
luntad hasta llegar al imperio de la razón práctica, disponiendo q u e
se haga tal cosa c o n tales medios, y e n esto ú l t i m o consiste formal- nos textos:
mente la providencia 3 .
«Se extiende poderosa del uno al otro extremo y lo gobierna todo con
179. 2. N o c i o n e s a f i n e s . P a r a precisar con mayor rigor y suavidad» (Sap 8,1).
«Todo lo dispusiste con medida, número y peso» (Sap 11,21).
exactitud lo q u e p e r t e n e c e a la divina providencia, v a m o s a señalar
«Porque no hay más Dios que tú, que de todo cuidas, para mostrar que
los p u n t o s d e c o n t a c t o y d e diferenciación con otras nociones afines. no juzgas injustamente» (Sap 12,13).
L a providencia se distingue: «El es el que cubre el cielo de nubes, el que prepara la lluvia para la
tierra. El que hace que broten hierba los montes para pasto de los que sirven
a) D E LA PRUDENCIA, que es más general y abarca mayor número de
al hombre. El que da al ganado su pasto, y a los polluelos del cuervo que
actos. La providencia—como ya hemos dicho—es la parte principal de la
claman» (Ps 147,8-9).
prudencia.
«¿Quién prepara su alimento al cuervo cuando sus polluelos gritan a
b) D E LA GOBERNACIÓN DIVINA. La providencia preexiste eternamente Dios y riñen por falta de comida?» (Iob 38,41).
en la mente divina; la gobernación, en cambio, se refiere a algo exterior a «Arroyo de agua es el corazón del rey en mano de Yavé, que El dirige
Dios y existe únicamente desde la creación del mundo. a donde le place» (Prov 21,1).
c) D E LA PREDESTINACIÓN. La providencia es más general: abarca el «Tú, en efecto, ejecutas las hazañas, las antiguas, las siguientes, las de
orden universal de las cosas (hasta el movimiento de la hoja del árbol y el ahora, las que vendrán después; tú planeaste lo que estaba por venir, y
alimento de los pájaros). La predestinación, en cambio, es una parte de la sucedía como tú lo habías decretado y se presentaba a ti diciendo: Heme
providencia, que afecta únicamente a las criaturas elevadas al orden sobre- aquí. Pues todos tus caminos están dispuestos, y previstos tus juicios»
natural (ángeles y hombres). (Iud 9,5-6).
«El tiene su mirada sobre el obrar de cada uno y cuenta todos sus pasos»
d) D E LA LEY ETERNA y NATURAL. La providencia las supone en Dios (Iob 34,21).
y se ajusta a ellas. Son las normas supremas de la providencia. «Como el águila, que incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos,
e) D E L ARTE DIVINO. El arte es una virtud intelectual, no moral. así El extendió sus alas y los cogió, y los llevó sobre sus plumas» (Deut 32,11).
La providencia, en cambio, incluye y supone virtudes morales: el amor del «No se venden dos pajaritos por un as? Sin embargo, ni uno de ellos
fin y la misericordia y la justicia con relación a los medios. caerá en tierra sin la voluntad de vuestro Padre. Cuanto a vosotros, aun los
cabellos de vuestra cabeza están contados» (Mt 10,29-30).
f) D E LA CIENCIA PRÁCTICA DE DIOS. Porque ésta abarca tanto los «Mirad cómo las aves del cielo no siembran, ni siegan, ni encierran en
medios como el fin. La providencia, en cambio, se refiere únicamente a los graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más
medios para alcanzar el fin. que ellas? ¿Quién de vosotros con sus preocupaciones puede añadir a su
g) D E L HADO DIVINO (o sea, la necesidad inevitable de que ocurra lo estatura un solo codo?» (Mt 6,26-27).
que Dios quiera). La providencia es la razón o idea del mismo. El hado es «Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Mirad los lirios del campo cómo
la ejecución inexorable de la providencia 4 . crecen: no se fatigan ni hilan. Y yo os digo que ni Salomón en toda su gloria
se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y
3 Cf. I 2 2 , i a d 1; I - I I i 7 , i . mañana se arroja al fuego, Dios así la viste, ¿no hará mucho más con vos-
4
Cf. I 116,2-3. otros, hombres de poca fe?» (Mt 6,28-30).
186 P.I. DIOS UNO
S.3 C.6. LA PROVIDENCIA DE DIOS 187
«Echad sobre El todos vuestros cuidados, puesto que tiene providencia
de vosotros» (i Petr 5,7). e n el sentido d e q u e Dios delibere sobre lo q u e h a d e hacer, sino
e n c u a n t o q u e Dios tiene la plena certeza d e los medios q u e h a d e
N o cabe hablar d e m a n e r a m á s clara y emocionante. emplear, certeza q u e les dicta o r d i n a r i a m e n t e el consejo a los q u e
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L a Iglesia e n s e ñ ó s i e m p r e deliberan (ad 1).
q u e Dios gobierna las cosas visibles e invisibles ( D 421) y las p r o - 2. 0 E n la providencia h a y q u e distinguir cuidadosamente e n -
tege ( D 254), influyendo realmente e n el m u n d o y e n los h o m b r e s t r e el orden d e las cosas a s u s fines—que es lo propio d e la provi-
{D 1702). E l concilio Vaticano I definió s o l e m n e m e n t e la existencia dencia—y la ejecución d e ese o r d e n , q u e constituye m á s bien la
d e la divina providencia e n la siguiente declaración dogmática: divina gobernación. L o p r i m e r o es eterno; lo s e g u n d o , t e m p o -
ral (ad 2).
«Todo lo que Dios creó, lo conserva y gobierna con su providencia, 3. 0 A u n q u e la providencia incluye, como h e m o s dicho, actos
alcanzando de un confín a otro poderosamente y disponiéndolo todo suave- del e n t e n d i m i e n t o y d e la voluntad, n o p o r eso corre peligro la
mente (cf. Sap 8,1). Porque todo está desnudo y patente ante sus ojos infinita simplicidad divina, p o r q u e el e n t e n d i m i e n t o y la voluntad
(Hebr 4,13), aun lo que ha de acontecer por libre acción de las criaturas» son e n Dios u n a sola y m i s m a cosa t o t a l m e n t e identificada c o n su
(D 1784).
propia esencia divina (ad 3).
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c u c h e m o s el e s p l é n d i d o razona-
miento d e Santo T o m á s 5; Conclusión 2. a T o d a s las cosas creadas, incluso las m á s pequeñas e
insignificantes, están sometidas a la divina providencia; y n o sólo
«Es necesario que haya providencia en Dios. Hemos demostrado que to- en general, sino cada u n a d e ellas e n particular. (De fe.)
do el bien que hay en las cosas ha sido creado por Dios. Pero en las cosas
hay bien, no sólo por lo que se refiere a su naturaleza, sino, además, en 181. H e aquí las p r u e b a s :
cuanto al orden que dicen al fin, y especialmente al fin último, que es la
divina bondad, según hemos visto. Por tanto, el bien del orden que hay en a) L A SAGRADA ESCRITURA. H e m o s recogido y a algunos tex-
las criaturas ha sido creado por Dios. Pero como Dios es causa de las cosas tos e n los q u e se n o s dice q u e la providencia d e D i o s se extiende
por su entendimiento, es preciso que preexista en él la razón de cada uno incluso a las aves del cielo ( M t 6,26), a los lirios del c a m p o ( M t 6,28),
de sus efectos—como ya vimos—, de donde hay que concluir que es nece- al n ú m e r o d e cabellos d e nuestra cabeza ( M t 10,30), a las lluvias
sario que preexista en la mente divina la razón del orden que hay en las cosas
y pasto d e los ganados (Ps 147,8-9), e t c . N o p u e d e descenderse
con respecto a sus fines. Ahora bien: la razón del orden de las cosas a sus
fines es, precisamente, la providencia. a cosas m á s insignificantes n i a mayores particularidades. N a d a
Esta providencia es la parte principal de la prudencia y a la cual están a b s o l u t a m e n t e d e cuanto existe se escapa a la providencia d e Dios,
subordinadas las otras dos, o sea, la memoria de lo pasado y la clara visión q u e lo o r d e n a t o d o al fin del universo, q u e es la propia gloria d e
de lo presente, ya que, recordando lo pasado y viendo lo presente, tomamos D i o s y la manifestación d e su infinita b o n d a d .
las medidas oportunas para lo que hemos de hacer en lo por venir. Pues,
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. Hemos recogido en la
según Aristóteles, lo propio de la prudencia es ordenar las cosas a sus
fines, bien sea respecto a nosotros mismos—y por esto llamamos prudente conclusión anterior la declaración expresa del concilio Vaticano I,
al hombre que ordena sus actos al fin de su propia vida—o bien respecto s e g ú n la cual la providencia divina se e x t i e n d e a b s o l u t a m e n t e a
a los que nos están encomendados en la familia, en la ciudad o en el Estado, t o d a s las cosas ( D 1784).
que es el modo de prudencia a que se refiere el Evangelio cuando habla del
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. L a e x p o n e S a n t o T o m á s e n el s i -
«siervo fiel y prudente, a quien el Señor constituyó sobre su familia» (Mt 24,
25). En este sentido, la prudencia y la providencia caben perfectamente y guiente clarísimo razonamiento 6 :
pueden predicarse de Dios a pesar de que no hay en El nada ordenable
a un fin, puesto que el fin último es El mismo. «Es necesario decir que todos los seres están sujetos a la providencia
divina, y no sólo en conjunto, sino también en particular. La razón es porque,
Por consiguiente, lo que en Dios se llama providencia es la razón del como todo agente obra por un fin, la ordenación de los efectos al fin se
orden de las cosas a sus fines. Y por esto dice Boecio que «providencia es la extiende hasta donde se extiende la causalidad del primer Agente. El hecho
misma razón divina asentada en el príncipe supremo de todas las cosas, que de que en las obras de un agente cualquiera aparezcan cosas no ordenadas
todo lo dispone»; y lo mismo se puede llamar disposición a la razón del orden al fin, se debe a que tal efecto proviene de una causa distinta, ajena a la
de las cosas respecto al fin, que a la del orden de las partes con relación al intención del agente (v.gr., el fuego no quema un madero mojado). Pero
todo». la causalidad de Dios, que es el primer Agente, se extiende en absoluto
E n la solución d e las dificultades advierte Santo T o m á s lo si- a todos los seres, y no sólo en cuanto a sus elementos específicos (v.gr., a
todos los hombres en general), sino también en cuanto a sus principios
guiente: individuales (v.gr., a Pedro, Juan, etc.), lo mismo si son corruptibles (v.gr.,
i.° A u n q u e u n o d e los actos d e la providencia sea el consejo una flor, un animal) que si son incorruptibles (v.gr., el pensamiento o las
sobre los m e d i o s — c o m o h e m o s d i c h o — , n o h a d e e n t e n d e r s e esto acciones libres del hombre); por lo cual, todo lo que de algún modo participa
? 1 22,1. 6
Cf. I 22,2. Los ejemplos entre paréntesis son nuestros.
188 P.I. DIOS UNO
s.3 c.6. LA PROVIDENCIA DE DIOS 189
del ser, necesariamente ha de estar ordenado por Dios a un fin. Si, pues, como
hemos dicho, la providencia es la razón del orden de las cosas al fin, es nece- en el mundo; no viviría el león si no pereciesen otros animales, ni existiría
sario que, en la misma medida en que las cosas participan del ser, estén la paciencia heroica de los mártires si no moviesen persecuciones los tiranos.
sujetas a la providencia divina. Por eso dice San Agustín: «El Dios omnipotente no habría permitido que
Hemos dicho también que Dios conoce todas las cosas, lo universal hubiese mal en sus obras si no fuese tan omnipotente y bueno que sepa
y lo particular. Pues como su conocimiento se compara o relaciona con las sacar bien del mismo mal» (ad 2).
cosas como el conocimiento del arte con las obras artísticas—según vimos
también—es necesario que todos los seres estén sujetos al orden de Dios, N ó t e s e q u e el m i s m o h o m b r e , m i r a n d o a su propio b i e n (bien
como las obras artísticas lo están al orden del arte». del todo), p e r m i t e la a m p u t a c i ó n del pie, d e la m a n o , etc., p a r a
salvar el t o d o . D e l m i s m o m o d o , D i o s , p a r a salvar el b i e n del
E n la respuesta a las dificultades c o m p l e t a y r e d o n d e a Santo universo, p e r m i t e el m a l o los defectos particulares.
T o m á s esta doctrina, añadiendo i m p o r t a n t e s observaciones q u e
resuelven las objeciones q u e p u e d e n presentarse contra la divina DIFICULTAD. E n el m u n d o s u c e d e n m u c h a s cosas necesaria-
providencia. Helas aquí con sus respuestas correspondientes: m e n t e (v.gr., salir o ponerse el sol). L u e g o al m e n o s p a r a ellas
no es necesaria la providencia.
D I F I C U L T A D . N a d a q u e haya sido proveído es causal o fortui-
to. Si, pues, t o d o está previsto p o r Dios, n a d a hay q u e sea fortuito, RESPUESTA. El hombre no es el autor de la naturaleza, sino que usa
y de este m o d o perecen la casualidad y la s u e r t e o la fortuna, en las cosas naturales para sus necesidades naturales o artísticas, y por esto
contra d e lo q u e c o m ú n m e n t e se cree. la providencia humana no se extiende a las cosas que la naturaleza realiza
necesariamente. Pero la providencia de Dios ha de extenderse forzosamente
RESPUESTA. No sucede lo mismo cuando se trata de la Causa universal a todas las cosas de la naturaleza, necesarias o libres, por cuanto El es el
que de la particular; pues si hay cosas que pueden eludir el orden de una autor de toda la naturaleza (ad 3).
causa particular, no así el de la universal. Nada, en efecto, se substraería
al orden de una causa particular si otra también particular no impidiese su D I F I C U L T A D . E l q u e h a sido a b a n d o n a d o a su propia voluntad
acción, como el agua impide la combustión de un leño; pero como las cau- y q u e r e r n o está sujeto a la providencia d e n i n g ú n gobernante.
sas particulares están todas incluidas en la universal, es imposible que nin- P e r o la Sagrada Escritura nos dice q u e «Dios hizo al h o m b r e al
gún efecto escape al orden de la Causa universal. De aquí que al efecto que
se sale del orden de alguna causa particular se le llame casual o fortuito principio y le dejó e n m a n o s de su albedrío» (Eccli 15,14), y espe-
respecto a ella; pero con relación a la Causa universal, a cuyo orden no cialmente a los malos, de quienes nos dice t a m b i é n la Escritura:
puede substraerse, se le llame cosa provista. Así, por ejemplo, la concurren- «Los a b a n d o n é a su obstinado corazón, p a r a q u e siguieran sus
cia de dos criados en un mismo lugar, aunque casual para ellos, es, sin consejos» (Ps 80,13). L u e g o n o t o d o está sujeto a la providencia
embargo, provista por el señor de ambos, que intencionadamente los envió divina.
al mismo sitio sin que uno supiese del otro (ad i).
RESPUESTA. Cuando se dice que Dios dejó al hombre en manos de su
D I F I C U L T A D . E l provisor sabio aleja, en c u a n t o p u e d e , de las albedrío, no se excluye al hombre de la providencia divina, sino que se da
cosas encomendadas a su cuidado el defecto y el mal. Sin e m - a entender que no se le destinaron de antemano potencias operativas deter-
bargo, vemos q u e en las cosas hay m u c h o malo. L u e g o , o lo hay minadas a una sola operación, como ocurre con las cosas naturales que ca-
recen de conocimiento. Estas se limitan a ser movidas por otro, que es
p o r q u e Dios n o p u e d e impedirlo, y en este caso n o es o m n i p o t e n t e , quien las ordena al fin (v.gr., la sierra movida por el hombre para aserrar
o p o r q u e n o tiene cuidado de todas las cosas. la madera), sin que puedan encaminarse por sí mismas a ese fin. Las cria-
turas racionales, en cambio, en virtud de su libre albedrío, recapacitan y
RESPUESTA. Hay que distinguir entre el que tiene a su cuidado algo eligen; y por esto intencionadamente se dice en la Escritura que Dios las
particular y el provisor universal, que es Dios. El provisor de lo particular dejó «en manos de su albedrío». Pero como incluso el acto del libre albedrío
evita, en cuanto puede, los defectos de las cosas puestas a su cuidado, y, se reduce a Dios como a causa primera suya, es necesario que también lo hecho
en cambio, el universal permite que en algunos particulares haya ciertas con libre albedrío esté sujeto a la providencia divina 7 , pues la providencia del
deficiencias, para que no se impida el bien de la colectividad. Y así, aunque es hombre está contenida en la providencia de Dios como la causa particular
cierto que los defectos y corrupciones de los seres naturales se oponen a su en la universal.
propia naturaleza particular, entran, sin embargo, en el plan de la naturaleza
universal, por cuanto la privación en uno cede en beneficio de otro, e incluso
de todo el universo, ya que la generación o producción de un ser supone la Sin embargo, Dios tiene sobre los justos una providencia más especial
destrucción o corrupción de otro, cosas ambas necesarias para la conserva- que sobre los impíos, por cuanto no permite que les suceda cosa alguna
ción de las especies. que a lo último impida su salvación; pues, como dice el Apóstol, «todas las
cosas cooperan al bien de los que aman a Dios» (Rom 8,28). Y si bien, por
Pues como quiera que Dios es el provisor universal de todas las cosas,
el hecho de que no aparte del pecado a los impíos, se dice que los abando-
incumbe a su providencia permitir que haya ciertos defectos en algunos
seres particulares, para que no sufra detrimento el bien perfecto del universo,
ya que, si se impidiesen todos los males, se echarían de menos muchos bienes 7 Como ya vimos, la Iglesia ha definido expresamente esta doctrina en el concilio Vati-
cano I: «Dios, con su providencia, conserva y gobierna... aun lo que ha de acontecer por
libre acción de las criaturas» (D 1784).
190 P.I. DIOS UNO S.3 C.6. LA PROVIDENCIA DE DIOS 191
na, no lo hace hasta el punto de excluirlos totalmente de su providencia,
L a r a z ó n d e lo s e g u n d o es p o r q u e la providencia particular
ya que, si su providencia no los conservase, se reducirían a la nada» (ad 4).
(v.gr,, sobre P e d r o o J u a n ) p u e d e obedecer a u n a simple voluntad
D I F I C U L T A D . D i c e irónicamente el apóstol San Pablo: «¿Es d e Dios antecedente (y en este caso p u e d e fallar p o r defecto de la
q u e Dios se ocupa d e los bueyes?» (1 C o r 9,9). P o r la m i s m a razón, criatura p e r m i t i d o por Dios), o a u n a v o l u n t a d de Dios consiguiente,
tampoco se ocupa de las otras criaturas irracionales. P o r consi- y e n este caso n o p u e d e fallar, p o r q u e n o p e r m i t i r á Dios q u e falle
guiente, n o todas las cosas están sujetas a la divina providencia. (tal es el caso de la predestinación, c o m o veremos e n el capítulo
siguiente). L u e g o la providencia particular de Dios n o siempre es
RESPUESTA. Puesto que las criaturas racionales tienen por el libre al- infalible.
bedrío el dominio de sus actos, están sujetas de un modo especial a la pro-
videncia divina, en el sentido de que hay cosas que se les imputan como
Conclusión 5. a L a providencia infalible de Dios n o i m p o n e necesidad
culpas o como méritos y se les recompensan con premios o castigos. Pues
a todas las cosas, sino ú n i c a m e n t e a las cosas necesarias, siendo»
bien, sólo en cuanto a esto dice el Apóstol que Dios no tiene cuidado de
perfectamente compatible con la libertad de las criaturas libres.
los bueyes, y no en cuanto a que los seres irracionales no sean objeto de la
providencia divina (ad 5). (Doctrina cierta y común.)
10
Conclusión 3. a Dios p r o v e e i n m e d i a t a m e n t e a todas las cosas e n 184. E s c u c h e m o s el r a z o n a m i e n t o del D o c t o r Angélico :
cuanto al o r d e n a su fin; p e r o en la ejecución de ese o r d e n se vale «La providencia divina impone necesidad a ciertas cosas, pero no a to-
de gran n ú m e r o de causas segundas. (Doctrina cierta y común.) das, como algunos han creído. Porque a la providencia pertenece ordenar
las cosas al fin. Y después de la bondad divina—que es el fin absoluto in-
182. E s c u c h e m o s el clarísimo r a z o n a m i e n t o d e Santo T o m á s 8 :
dependiente de las cosas—el principal bien que en ellas existe es la perfec-
«La providencia comprende dos cosas: la razón del orden de los seres ción del universo, que no existiría si en el mundo no se encontraran todos
proveídos a su fin, y la ejecución de este orden, que se llama «gobierno». los grados del ser. Por tanto, corresponde a la divina providencia producir el
En cuanto a lo primero, Dios provee inmediatamente a todas las cosas, ser en todos sus grados, y por ello señaló a unos efectos causas necesarias, para
porque en su entendimiento tiene la razón de todas, incluso de las ínfimas, que se produjesen necesariamente, y a otros causas contingentes o ubres,
y porque a cuantas causas encomendó algún efecto las dotó de la actividad para que se produzcan de modo contingente o libre, según la condición de
suficiente para producirlo, para lo cual es indispensable que de antemano sus causas próximas».
conociese en su razón propia el orden de tales efectos.
En cuanto a lo segundo, la providencia divina se vale de intermediarios, Y a vimos en otro lugar d e q u é m a n e r a la moción p r e d e t e r m i n a n -
pues gobierna los seres inferiores por medio de los superiores; pero no por- t e d e Dios n o sólo n o destruye la libertad h u m a n a , sino q u e , p o r
que sea insuficiente su poder, sino porque es tanta su bondad, que comu- el contrario, la causa y la produce (cf. n.153).
nica a las mismas criaturas la dignidad de causas».'
A l resolver las dificultades a ñ a d e Santo T o m á s las siguientes
Ya se entiende, n a t u r a l m e n t e , q u e esta causalidad d e las cria- interesantes observaciones:
turas es una causalidad segunda, puesto q u e es u n a causalidad inter- i , a E s efecto d e la divina Providencia n o sólo q u e suceda
media, única posible a las criaturas. D e d o n d e hay q u e concluir u n a cosa cualquiera, sino q u e suceda d e m o d o necesario o con-
q u e incluso en el ejercicio de esta causalidad segunda, propia d e tingente. Por t a n t o , s u c e d e infalible y necesariamente lo q u e la
las criaturas, están todas ellas sometidas a la causalidad primera de divina Providencia dispone q u e suceda d e m o d o infalible y nece-
Dios, y, por tanto, q u e Dios actúa t a m b i é n c o m o C a u s a p r i m e r a sario; y sucede c o n t i n g e n t e m e n t e lo q u e en la razón d e la Provi-
en todas las actuaciones de las criaturas, sin q u e mediata o inmedia- dencia divina está q u e haya d e suceder d e m o d o c o n t i n g e n t e (ad 1).
tamente p u e d a desentenderse su divina providencia d e n a d a absolu- 2 . a L a inmovilidad y certeza del o r d e n d e la Providencia
t a m e n t e de cuanto ocurre o p u e d e ocurrir en el m u n d o . consiste en q u e las cosas provistas p o r Dios s u c e d e n del m o d o
q u e E l las provee, sea d e m o d o necesario o c o n t i n g e n t e (ad 2).
Conclusión 4." L a providencia general de D i o s es absolutamente 3 . a L a indisolubilidad e i n m u t a b i l i d a d de q u e habla Boecio
infalible; la particular, n o siempre. (Doctrina cierta y común.)
se refieren a la certeza d e la Providencia divina, q u e n o p u e d e
183. L a razón d e lo p r i m e r o es p o r q u e la providencia general fallar e n la p r o d u c c i ó n d e su efecto ni en el m o d o c o m o éste se
d e Dios corresponde a su v o l u n t a d consiguiente d e o b t e n e r el fin haya de producir, y n o a la necesidad de los efectos. Y aquí d e b e
universal d e la Creación, y a esta voluntad divina n a d a absoluta- advertirse q u e la necesidad y la contingencia siguen al ser en cuanto
m e n t e se le p u e d e oponer. Por eso dice la Iglesia e n u n a magnífica ser, y por esto los m o d o s de contingencia y d e necesidad caen bajo
oración litúrgica: « ¡ O h Dios, cuya providencia n o falla e n sus la providencia d e D i o s , q u e es el provisor universal de t o d o ser,
disposiciones...» 9. p e r o n o bajo la provisión de los provisores particulares, q u e n o
p u e d e n p r o d u c i r el ser (ad 3),
» Cf. 122,3-
' Cf. oración de la dominica séptima después de Pentecostés.
ÍO Cf. I 22,4.
192 P.I. DIOS UNO
S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 193
CAPÍTULO 7 p a r a u n fin d e t e r m i n a d o antes d e alcanzar d e hecho ese fin. L a
dirección q u e se p o n e en el sobre d e u n a carta es u n a especie d e
LA DIVINA PREDESTINACIÓN predestinación d e la m i s m a a llegar a m a n o s d e l destinatario.
185. A b o r d a m o s e n este capítulo la cuestión m á s difícil e
b) R E A L M E N T E y e n el sentido estrictamente teológico q u e
intrincada d e t o d a la teología católica. E s preciso reconocer q u e
aquí n o s interesa, se h a n d a d o d e la predestinación varias defini-
estamos e n presencia d e u n g r a n misterio, cuyas profundidades
ciones, según el ángulo d e visión desde el q u e se la mire o con-
insondables la inteligencia h u m a n a j a m á s p e n e t r a r á del todo e n
sidere. L a s principales s o n las d e San A g u s t í n y Santo T o m á s ,
este m u n d o 1. Solamente e n el seno d e la visión beatífica veremos
q u e h a n prevalecido e n t r e los teólogos. Helas aquí, d e b i d a m e n t e
claramente q u e t o d o lo q u e Dios h a dispuesto y o r d e n a d o está
explicadas 2 :
maravillosamente dispuesto y o r d e n a d o , como efecto d e s u infini-
t a sabiduría y d e su infinito amor. SAN AGUSTÍN: « E S la presciencia y preparación d e los beneficios d e
C o m o es sabido, h a y m u l t i t u d d e opiniones e n t r e los teólogos Dios con los q u e ciertísimamente se salvan todos los q u e se salvan» 3 .
católicos—incluso d e n t r o d e u n a m i s m a escuela—para explicar LA PRESCIENCIA, o sea la ciencia de aprobación por la cual conoce y
algunos p u n t o s relativos a la divina predestinación d e los b u e n o s aprueba Dios a los que ha elegido para la vida eterna, según la explica el
y reprobación d e los malos, q u e q u e d a n al m a r g e n d e las defini- propio San Agustín con estas palabras: «Por la predestinación tuvo Dios
ciones dogmáticas d e la Iglesia y s o n , p o r lo m i s m o , d e libre dis- presciencia de las cosas que El había de hacer» 4 . Esta ciencia connota—como
cusión e n t r e los teólogos. N o s o t r o s e x p o n d r e m o s cuidadosamente, ya vimos—el acto de la voluntad y es eficiente y práctica.
en p r i m e r lugar, la doctrina de fe, y, como tal, a d m i t i d a p o r todos Y PREPARACIÓN, para destacar mejor que la predestinación es ciencia
los teólogos; y después e x p o n d r e m o s las diversas opiniones sobre práctica, que impera e intima conducir las criaturas racionales a la vida
los p u n t o s controvertidos, indicando las razones q u e n o s hacen eterna con los medios oportunos.
preferir la q u e n o s parece m á s p r o b a b l e .
D E LOS ÍÉNEFICIOS DE DIOS, o sea de los medios sobrenaturales que
Vamos a dividir este capítulo e n tres artículos, dedicados, res- necesitamos para alcanzar de hecho la vida eterna, tales como la vocación,
pectivamente, a l a divina predestinación d e los b u e n o s , a l a re- gracia santificante, gracias actuales, etc.
probación d e los malos y al llamado libro de la vida.
C O N LOS QUE CIERTÍSIMAMENTE SE SALVAN TODOS LOS QUE SE SALVAN,
para expresar que la divina predestinación es absolutamente cierta e infa-
ARTÍCULO I lible y no puede en modo alguno fallar.
LA DIVINA PREDESTINACIÓN DE LOS BUENOS SAN TOMÁS: «Es el plan d e la transmisión de la criatura racional
al fin d e la vida eterna preexistente en la m e n t e divina 5 .
C o m o vimos e n el capítulo anterior, la divina predestinación es
efecto d e la providencia especial o particular d e D i o s e n el o r d e n E L PLAN, porque la predestinación es lín acto del entendimiento prác-
sobrenatural. P o r eso n o afecta a todos los seres creados—como tico que ordena la salvación de los elegidos e impera los medios oportunos
la providencia general—, sino ú n i c a m e n t e a las criaturas racionales para alcanzar ese fin.
q u e Dios h a q u e r i d o elevar al o r d e n sobrenatural (ángeles y h o m - D E LA TRANSMISIÓN, para significar el efecto principal de la predestina-
bres). ción—que es el destino a un determinado fin—y la preparación de los me-
E n este capítulo n o s vamos a ocupar ú n i c a m e n t e d e la p r e d e s - dios que verifican esa transmisión.
tinación d e los h o m b r e s . D E LA CRIATURA RACIONAL, única que puede ser predestinada a un fin
D e s p u é s d e unas nociones previas, e x p o n d r e m o s la existencia y sobrenatural.
necesidad, sujeto activo y pasivo, causa, efectos y principales pro- A L FIN DE LA VIDA ETERNA, que es el último término de la susodicha
piedades d e la divina predestinación. transmisión.
PREEXISTENTE EN LA MENTE DIVINA, para significar que la predestina-
A. N o c i o n e s previas ción es un acto realizado por Dios ab aeterno, desde toda la eternidad.
186. 1. C o n c e p t o d e p r e d e s t i n a c i ó n . V a m o s a verlo en 187. 2. N a t u r a l e z a d e la p r e d e s t i n a c i ó n . P u e d e conside-
su sentido etimológico y real. rarse con relación a la divina Providencia o absolutamente e n sí
a) ETIMOLÓGICAMENTE la palabra predestinación viene d e l latín misma.
praedestinatio =» destinación previa. D e d o n d e , e n v i r t u d d e su 2
Cf. ZuBIZARRETA, O.C., Vol.2 n.397.
3
n o m b r e , la predestinación significa el destino q u e se da a u n a cosa SAN AGUSTÍN, De dono perseverantiae c.14 n.35! ML 45,1014. Puede verse en Obras
de San Agustín ed. BAC t.6 (Madrid 1949) p.615.
1 4
El concilio de Trento califica a la predestinación de arcano misterio, indescifrable mien- SAN AGUSTÍN, De praedestinatione sanctorum c í o n.19: M L 44,975. En el mismo tomo
tras vivamos en este'mundo (cf. D 805). citado de la BAC, p.513.
' Cf. I 23,1.
Vios y su obra 7
194 P.I. DIOS DNO
S.i C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 195
i,° C O N RELACIÓN A LA DIVINA PROVIDENCIA, la predestinación
es una parte objetiva de la misma, no una especie distinta de ella. predestinación. Sabe quiénes se van a salvar, pero no los salva El.
Fueron condenados por la Iglesia (cf. D ioiss).
La providencia general afecta a todas las criaturas, incluso a las
irracionales e inanimadas; la predestinación, en cambio, afecta b) Los SEMIPELAGIANOS dijeron que el hombre se dispone na-
únicamente a las criaturas racionales y en orden al fin sobrenatural. turalmente a la recepción de la gracia con el comienzo de la fe
Es, pues, una parte de la providencia general, no una especie dis- (initium fidei), en virtud de lo cual Dios da al hombre el com-
tinta de ella 6. plemento que necesita para llegar al fin. No hay predestinación
por parte de Dios. Todo depende del hombre, disponiéndose o
2.° ABSOLUTAMENTE EN sí MISMA, hay varias sentencias entre no con ese initium fidei. Fueron también condenados por la Igle-
los teólogos: sia (cf. D 173SS).
a) Es un acto de la voluntad de Dios (Escoto y sus discí-
pulos). c) Los GNÓSTICOS (basilidianos, valentinianos, marcionitas,
b) Del entendimiento y de la voluntad a la vez (Molina y los maniqueos, etc.) dijeron que ciertos hombres son buenos por su
suyos). Dios ve, por la ciencia media, lo que hará Pedro en tales propia naturaleza y, sin ninguna ordenación de Dios, se les debe
circunstancias, y, en vista de ello, dispone los medios convenientes dar la vida eterna; y otros son malos por su propia naturaleza y
para obtener el fin. deben ser arrojados a las tinieblas.
c) Consiste formalmente en el imperio del entendimiento, d) AMBROSIO CATARINO admitía la predestinación para algu-
connotando indirectamente el acto de la voluntad (Santo Tomás). nas almas privilegiadísimas (la Virgen, San José, San Juan Bautis-
Porque se trata de una ordenación de los medios al fin y eso es ta, etc.), pero no para todos los demás.
propio del entendimiento práctico imperando (¡hágase!). Lo cual
presupone la voluntad delfin,pero sin que este acto de la volun- e) Los FATALISTAS y DEÍSTAS, que niegan la providencia de
tad pertenezca formalmente a la providencia ni a la predestinación, Dios; los materialistas y muchos positivistas, que niegan la inmor-
porque ambas se refieren a los medios, no alfin7 . talidad del alma, niegan también, lógicamente, la existencia de la
divina predestinación.
188. 3. Finalidad de la predestinación. El fin último de
la predestinación es la gloria de Dios y de Cristo, a la cual se or- 2. Doctrina católica. Contra todos estos errores y herejías
denan como a su fin todas las cosas de la naturaleza, de la gracia establecemos la doctrina católica en forma de conclusiones.
y de la gloria, según aquellas palabras de San Pablo: Conclusión 1.a Dios ha predestinado desde toda la eternidad a todos
«Todas las cosas son vuestras: ya Pablo, ya Apolo, ya Cefas, ya el mun- los que han de obtener la vida eterna. (De fe.)
do, ya la vida, ya la muerte, ya lo presente, ya lo venidero, todo es vuestro; 190. Esta conclusión se refiere exclusivamente a la existencia
pero vosotros sois de Cristo, y Cristo de Dios» (1 Cor 3,21-23).
de la divina predestinación, sin aludir todavía al modo con que
Nótese, sin embargo, que la vida eterna de las criaturas es un Dios la realiza.
medio con relación a la gloria de Dios y de Cristo, pero con rela- He aquí las pruebas:
ción al orden de la naturaleza y de la gracia tiene razón de fin. a) L A SAGRADA ESCRITURA. Lo dice clara y expresamente en
Por lo cual, supuesta la volición del fin último, la predestinación multitud de textos:
ordena las criaturas racionales a la vida eterna y dirige los medios
para llegar a ella. «Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para
vosotros desde la creación del mundo» (Mt 25,34).
B. Existencia y necesidad de la divina predestinación «A los que de antes conoció, a ésos los predestinó a ser conformes con la
imagen de su Hijo, para que éste sea el primogénito entre muchos herma-
189. 1. Errores. La existencia de la divina predestinación nos; y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos
ha sido negada por varias herejías y errores. He aquí los princi- los justificó; y a los que justificó, a ésos también los glorificó» (Rom 8,29-30).
pales: «Por cuanto que en El nos eligió antes de la constitución del mundo, para
que fuésemos santos e inmaculados ante El, y nos predestinó en caridad a la
a) Los PELAGIANOS afirmaron que el hombre puede por sus adopción de hijos suyos por Jesucristo, conforme al beneplácito de su vo-
propias fuerzas naturales conseguir la gracia santificante, perseverar luntad, para alabanza y gloria de su gracia» (Eph 1,4-6).
en ella y alcanzar la vida eterna. En Dios hay presciencia, pero no «Si no se acortasen aquellos días, nadie se salvarla; pero por amor a los
elegidos se acortarán los días aquellos» (Mt 22,14).
* <La predestinación, en cuanto a sus objetos, es una parte de la providencia», dice ex- «No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os
presamente Santo Tomás (cf. I 33,1), he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca»
1 Cf. I 23,4- (lo 15,16).
196 P.I. DIOS UNO S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 197
«No temas, rebañito mío, porque vuestro Padre se ha complacido en da- por el arquero que la dispara al blanco; y por esto la criatura racional—única
ros el reino» (Le 12,32). capaz de vida eterna—llega a la misma como transmitida por Dios. Pero la
razón de esta transmisión preexiste en Dios como preexiste en El la razón
Los textos d e l t o d o claros y explícitos p u e d e n multiplicarse del orden de todas las cosas a sus fines, que es en lo que consiste la Provi-
a b u n d a n t e m e n t e , como veremos en las p r ó x i m a s conclusiones. dencia, como hemos dicho. Y como la razón que el autor tiene de una obra
que se propone hacer es una suerte de preexistencia en él de esa misma
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L O h a definido expresa- obra que ha de realizar, hay que concluir que la razón de la antedicha trans-
m e n t e al c o n d e n a r las herejías contrarias. H e aquí algunas decla- misión de la criatura racional al fin de la vida eterna debe llamarse predesti-
raciones: nación, pues «destinar» es enviar, y de este modo se comprende que la pre-
destinación, en cuanto a los objetos, es parte de la Providencia».
CONCILIO CARISÍACO: «El hombre, usando mal de su libre albedrío,
pecó y cayó, y se convirtió en «masa de perdición» de todo el género huma- Conclusión z. a Sin la divina predestinación nadie se salvará d e hecho.
no. Pero Dios, bueno y justo, de la masa de perdición eligió, según su pres- (Completamente cierta y común.)
ciencia, a los que por su gracia predestinó a la vida (Rom 8,29ss; Eph 1,11) y
predestinó para ellos la vida eterna» (D 316). 191. E s u n simple corolario d e la conclusión anterior. P o r q u e
como la visión beatífica, e n la q u e consiste esencialmente la vida
CONCILIO III DE VALENCE: «Confiadamente confesamos la predestina-
ción de los elegidos para la vida» (D 322). eterna, es estrictamente sobrenatural, nadie p u e d e alcanzarla sin la
ordenación y envío sobrenatural d e Dios, q u e es lo q u e constituye,
CONCILIO DE TRENTO: «Nadie, mientras viva en esta mortalidad, debe precisamente, la divina predestinación. P o r eso dice San J u a n e n
hasta tal punto presumir del arcano misterio de la divina predestinación el Apocalipsis q u e e n la ciudad eterna «no entrará cosa i m p u r a
que se atreva a afirmar con certeza que se halla en el número de los predes- ni q u i e n cometa abominación y mentira, sino los que están escritos
tinados, como si fuera verdad que el justificado no puede pecar más, o, si
en el libro de la vida del Cordero» (Apoc 21,27).
pecase, deba prometerse arrepentimiento cierto. En efecto, a no ser por re-
velación especial, no puede saberse quiénes son los que Dios ha elegido A este propósito escribe San Fulgencio estas t r e m e n d a s pala-
para sí» (D 805). bras:
«Si alguno dijere que la gracia de la justificación no se da sino a los pre-
destinados a la vida, y todos los demás que son llamados, son ciertamente «Ten por cosa firmísima y en modo alguno dudes... que ni puede pere-
llamados, pero no reciben la gracia, como predestinados que están al mal cer alguno de los que Dios predestinó al reino de los cielos, ni por ninguna
por el poder divino, sea anatema» (D 827). razón puede salvarse alguno de los que Dios no predestinó para la vida» 2 .

E n otras conclusiones recogeremos otras declaraciones d e la Sin e m b a r g o , esta doctrina, al parecer t a n d u r a , n o d e b e asustar
Iglesia e n torno a otros aspectos d e la divina predestinación. a nadie. P o r q u e , como veremos al h a b l a r d e la reprobación, es
ciertísimo y de fe q u e Dios n o predestina a nadie p a r a el infierno
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. El argumento para demostrar la antes d e prever sus propias culpas voluntariamente cometidas. E l
existencia d e la divina predestinación es m u y sencillo. N a d i e p u e d e q u e se e m p e ñ a e n ser malo, él solo t e n d r á la culpa d e condenarse.
alcanzar la vida eterna si n o está s o b r e n a t u r a l m e n t e o r d e n a d o y Al q u e s e esfuerza e n ser b u e n o , n o le faltará la a y u d a d e Dios
enviado p o r Dios a ella, p u e s se trata d e u n a realidad sobrenatural para salvarse. E s c u c h e m o s la declaración d e l I I I concilio d e V a -
q u e rebasa y trasciende infinitamente las fuerzas d e t o d a naturaleza lence, q u e suaviza la dureza d e lo inexorable d e la divina p r e d e s -
creada o creable. Y como esta ordenación d e Dios tiene q u e pre- tinación, explicando el p o r q u é se c o n d e n a n los r e p r o b o s :
existir e n E l e t e r n a m e n t e , q u e d a fuera d e t o d a d u d a la existencia
de la divina predestinación. Escuchemos a Santo T o m á s expli- «Ni ha de creerse que la presciencia de Dios impusiera en absoluto a
cando esta doctrina c o n su lucidez a c o s t u m b r a d a h ningún malo la necesidad de que no pudiera ser otra cosa, sino que él ha-
bía de ser por su propia voluntad lo que Dios, que lo sabe todo antes de que
«Compete a Dios predestinar a los hombres. Como ya dijimos, todos suceda, previo por su omnipotente e inconmutable majestad. Y no creemos
los seres están sujetos a la Providencia divina, y a la Providencia pertenece que nadie sea condenado por juicio previo, sino por merecimiento de su propia
ordenar las cosas al fin, como también hemos dicho. iniquidad, ni que los mismos malos se perdieron porque no pudieron ser
Pero las criaturas están ordenadas por Dios a un doble fin. Uno que ex- buenos, sino porque no quisieron ser buenos y por su culpa permanecieron
cede en absoluto la capacidad y las fuerzas de la naturaleza creada, y este fin en la masa de condenación por la culpa original o también por la actual»
es la vida eterna, que consiste en ¡a visión de Dios, lo cual está por encima (D 321).
de la naturaleza de toda criatura, como ya hemos demostrado en su lugar
correspondiente (cf. n.ioo). El otro fin es proporcionado a la naturaleza E n r e s u m e n : D i o s predestina p a r a el cielo a los b u e n o s , p e r o
creada, o sea un fin que la naturaleza puede alcanzar por sus propias fuerzas. j a m á s p a r a el infierno a los malos. Esto ú l t i m o d e p e n d e exclusiva-
Ahora bien: para que alguien llegue a donde no puede llegar con las fuerzas
2
de su naturaleza, es necesario que sea transmitido por otro, como lo es la flecha «Firmissime teñe et nullatenus dubites... ñeque perire posse aliquem eorum, quos Deus
praedestinavit ad regnum caelorum, nec quemquam eorum, quos Deus non praedestinavit
1 Cf. I 23,1. ad vitam, ulla posse ratione saivaris (SAN FULGENCIO, Defide ad Petrum c.35 n.76: ML 65,703).
198 P.I. DIOS UNO
S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 189
m e n t e d e la m a l d a d d e la criatura. Volveremos a m p l i a m e n t e sobre «Por cuanto que en El nos eligió antes de la constitución del mundo para
esto en su lugar correspondiente. que fuésemos santos e inmaculados ante El, y nos predestinó en caridad a
la adopción de hijos suyos por Jesucristo, conforme al beneplácito de su vo-
C. Sujeto activo y p a s i v o d e la p r e d e s t i n a c i ó n luntad, para alabanza de la gloria de su gracia. Por esto nos hizo gratos en
su amado...» (Eph 1,4-6).
Vamos a señalar ahora el sujeto activo d e la predestinación, o sea «Porque a los que de antes conoció, a ésos los predestinó a ser conformes
la predestinación tal como está en D i o s , q u e es su causa agente, y con la imagen de su Hijo, para que éste sea el primogénito entre muchos
el sujeto pasivo, o sea, el h o m b r e elegido y a m a d o p o r Dios en hermanos; y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó,
v i r t u d de la divina predestinación. a ésos los justificó; y a los que justificó, a ésos también los glorificó»
(Rom 8,29-30).
a) Sujeto activo «Cuando aún no habían nacido ni habían hecho aún bien ni mal, para
que el propósito de Dios, conforme a la elección, no por las obras, sino por el
Conclusión. Considerada en el o r d e n de la intención y en el de eje- que llama, permaneciese, le fue dicho a ella (Rebeca): «El mayor servirá al
cución activa, la predestinación es u n acto de Dios que nada p o n e menor, según lo que está escrito: Amé a Jacob más que a Esaú» (Rom 9,
en el predestinado. (Doctrina común.) 11-13; cf. Gen 25,23; Mal 1,2-3).
192. Para c o m p r e n d e r el alcance de esta conclusión hay q u e
t e n e r en cuenta q u e en la predestinación hay q u e distinguir e n t r e N o cabe hablar d e m a n e r a más clara e impresionante: D i o s
el o r d e n de la intención y el de la ejecución, subdividido este último predestina a los q u e elige y ama; a u n o s con preferencia a otros,
en ejecución activa y pasiva. a Jacob con preferencia a Esaú. Y eso antes d e h a b e r nacido ni d e
E n el o r d e n d e la intención, la predestinación n o es otra cosa h a b e r o b r a d o todavía b i e n ni mal. Y, al hacerlo así, Dios obra s a n -
q u e la idea predestinante d e Dios tal como está e n su e n t e n d i - t í s i m a m e n t e , sin cometer la m e n o r injusticia, p u e s n i n g u n a criatu-
miento divino; o sea, el p l a n d e la transmisión de la criatura al ra tiene derecho alguno a la divina predestinación; de s u e r t e q u e a
fin de la vida eterna tal como existe e n el e n t e n d i m i e n t o d e D i o s . los q u e predestina les hace u n favor inmenso, p e r o a los q u e n o p r e -
Y en el o r d e n de la ejecución activa n o es otra cosa q u e la v i r t u d destina n o les h a c e injuria alguna.
divina q u e t r a n s m i t e a la criatura hacia el fin s o b r e n a t u r a l . E s , b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L a Iglesia, c o m o es n a t u -
pues, algo q u e está t a m b i é n en D i o s . L a ejecución pasiva son los ral, p r o c l a m a la m i s m a doctrina q u e nos enseña la divina revela-
efectos de la divina predestinación tal como se e n c u e n t r a n en la ción. H e aquí algunos textos:
criatura q u e los recibe.
E s c u c h e m o s a Santo T o m á s explicando esta doctrina 3 . CONCILIO II DE ORANGE: «Tales nos ama Dios cuales hemos de ser por
don suyo, no cuales somos por merecimiento nuestro» (D 185).
«La predestinación (activamente considerada) no es nada en los predes-
tinados, sino únicamente en el que predestina. Hemos dicho que la pre- CONCILIO CARISÍACO: «Dios omnipotente creó recto al hombre, sin p e -
destinación es una parte de la providencia. Ahora bien: la providencia no cado, con libre albedrlo, y lo puso en el paraíso y quiso que permaneciera
está en las cosas provistas, ya que, conforme hemos visto, es una determi- en la santidad de la justicia. El hombre, usando mal de su libre albedrío,
nada razón que hay en la mente del provisor. Únicamente la ejecución de la pecó y cayó, y se convirtió en «masa de perdición» de todo el género huma-
providencia, llamada «gobierno», está pasivamente en lo gobernado, pero no. Pero Dios, bueno y justo, eligió, según su presciencia, de la misma masa
de modo activo está en el gobernante. Por consiguiente, no cabe duda que la de perdición a los que por su gracia predestinó a la vida (Rom 8,29ss; Eph 1,11),
predestinación es la razón que en la mente divina hay del orden de algu- y predestinó para ellos la vida eterna. A los demás, empero, que por juicio
nos a la salvación eterna. La ejecución de ese orden, pasivamente está en , de justicia dejó en la masa de perdición, supo por su presciencia que habían
los predestinados, pero activamente está en Dios. Y la ejecución de la pre- de perecer, pero no los predestinó a que perecieran; pero, por ser justo, les
destinación es la vocación y la glorificación, como dice el Apóstol: «A los predestinó una pena eterna. Y por eso decimos que sólo hay una predesti-
que predestinó, a ésos los llamó, y a los que llamó, a ésos glorificó» (Rom 8,30). nación de Dios, que o bien pertenece al don de la gracia o a la retribución
de la justicia» (D 316).
b) Sujeto pasivo CONCILIO III DE VALENCE: «Confiadamente confesamos la predestina-
ción de los elegidos para la vida, y la de los impíos para la muerte. Sin em-
Conclusión. Sujeto pasivo de la predestinación son las criaturas ele-
bargo, en la elección de los que han de salvarse, la misericordia de Dios pre-
gidas y amadas por Dios. (Completamente cierta.)
cede al buen merecimiento; en la condenación, empero, de los que han d e
perecer, el merecimiento malo precede al justo juicio de Dios» (D 322).
193. H e aquí las p r u e b a s :
a) L A SAGRADA ESCRITURA. L O dice expresamente e n dife- c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. C o m o siempre, escuchemos el p r o -
rentes lugares: fundo r a z o n a m i e n t o d e Santo T o m á s 4 :
3 Cf. I 23,2.
* Cf. I 23,4.
200 P.I. DIOS UNO S.3 C.7. LA DIVINA PKEDESTINAC1ÓIN 201

«Según la razón, la predestinación presupone una elección, y la elección RESPUESTA. Que todos los hombres se salven, lo quiere Dios, según
un amor. hemos dicho, «antecedentemente», que no es un querer absoluto, sino sólo
La razón de esto es porque la predestinación, según hemos dicho, es en cierto sentido. Pero no lo quiere «consiguientemente», que es el querer
una parte de la providencia, y la providencia, lo mismo que la prudencia, definitivo (ad 3).
es, como también dijimos, una razón existente en el entendimiento que
manda se ordenen algunas cosas al fin. Pero como no se manda ordenar L a respuesta a esta ú l t i m a dificultad es evidente. Dios quiere
algo a un fin si previamente no se quiere tal fin, sigúese que la ordenación q u e todos los h o m b r e s se salven c o n u n a v o l u n t a d antecedente, o
de algunos a la salvación eterna presupone, según la razón, que Dios quiera sea, d e u n a m a n e r a general, antes d e t e n e r e n cuenta las circunstan-
su salvación, y en esto intervienen la elección y el amor. El amor, por cuanto cias concretas q u e afectarán a cada u n o d e los h o m b r e s e n particu-
quiere para ellos la salvación eterna, pues hemos visto que amar es querer
el bien para alguien; y la elección, por cuanto quiere este bien para unos lar. P e r o n o lo q u i e r e c o n s u v o l u n t a d consiguiente, o sea, después
con preferencia a otros, puesto que reprueba a algunos. d e prever el pecado y la obstinación d e t a l o cual h o m b r e e n par-
Adviértase, sin embargo, que la elección y el amor no guardan en Dios ticular.
el mismo orden que en nosotros. En nosotros, la voluntad que ama no es Volveremos s o b r e esto al h a b l a r d e la reprobación.
causa del bien que ama, sino que, por el contrario, es un bien preexistente
el que la incita a amar; y de aquí que elegimos a alguien para amarle, y por D. C a u s a d e la predestinación
esto en nosotros la elección precede al amor. Pero en Dios sucede precisa- 194. Llegamos ahora a u n a d e las cuestiones m á s vivamente
mente lo contrario, porque su voluntad, por la que quiere el bien para al-
guien amándole, es causa de que éste obtenga tal bien con preferencia a los discutidas e n t r e los teólogos d e las diferentes escuelas católicas.
otros. Y de este modo se comprende que el amor precede a la elección, según Hay, como v e r e m o s , m u c h a s cosas comunes a ú n e n esta cuestión
la razón, y la elección a la predestinación, y, por consiguiente, que todos los difícil. P o r ejemplo, t o d o s están conformes e n decir q u e la p r e -
predestinados son elegidos y amados». destinación a la gloria, t o m a d a adecuadamente, es c o m p l e t a m e n t e
gratuita y nadie la merece n i la p u e d e merecer. T a m b i é n h a y acuer-
E n la respuesta a las dificultades a ñ a d e el D o c t o r Angélico d o c o m p l e t o al decir q u e la reprobación d e los malos la hace D i o s
nuevas precisiones, según p u e d e verse a continuación: ú n i c a m e n t e después d e prever su obstinación e n el pecado. P e r o
DIFICULTAD. Dice San Dionisio q u e así como el sol d e r r a m a la disconformidad d e pareceres es m u y g r a n d e c u a n d o se trata d e
su l u z s i n previa elección sobre todos los cuerpos, así t a m b i é n d e - d e t e r m i n a r si la p r e d e s t i n a c i ó n d e los b u e n o s a la gloria la hace
r r a m a Dios su b o n d a d . Pero la b o n d a d divina se comunica a algu- Dios antes o después d e p r e v e r los méritos d e esos p r e d e s t i n a d o s .
nos principalmente p o r la participación d e la gracia y d e la gloria. N o s o t r o s — c o m o y a dijimos al e m p e z a r este c a p í t u l o — v a m o s
L u e g o Dios comunica sin previa elección la gracia y la gloria, cosas a exponer c o n la m á x i m a claridad q u e n o s sea posible la doctrina
q u e p e r t e n e c e n a la predestinación. c o m ú n y las doctrinas discutidas, señalando lo q u e h a y d e cierto
y lo q u e h a y d e opinable e n cada u n a d e ellas y exponiendo, final-
RESPUESTA. Si la comunicación de la bondad divina se considera en
general, es cierto que Dios la comunica sin elegir, ya que nada hay que no m e n t e , las razones p o r las cuales preferimos la opinión q u e n o s
participe en algo de su bondad, según hemos dicho. Pero si se considera la parece m á s p r o b a b l e .
comunicación de este o del otro bien en particular, no lo hace sin elección,
puesto que a algunos concede bienes que niega a otros (v.gr., mayor talen- I. DOCTRINA COMÚN ENTRE LOS TEÓLOGOS
to, salud, etc.). Y así es como se entiende la elección en la concesión de la CATÓLICOS
gracia y de la gloria (ad i).
V a m o s a recogerla e n forma d e conclusiones, q u e iremos p r o -
DIFICULTAD. Ú n i c a m e n t e cabe elección e n t r e cosas q u e exis-
bando cuidadosamente.
ten. Pero la predestinación desde la eternidad recae sobre seres q u e
todavía n o existen. L u e g o hay quienes s o n predestinados sin elección. Conclusión i . a Dio3 quiere q u e todos los h o m b r e s sean salvos y ven-
RESPUESTA. Cuando el bien preexistente en las cosas es el que provo? gan al conocimiento d e la verdad. (De fe.)
ca a la voluntad para elegir, la elección recae forzosamente sobre objetos 195. L o n e g a r o n Gottschalk y los predestinacianos, quienes afir-
que existen, y tal ocurre en nuestras elecciones. Pero en Dios, como hemos
m a b a n q u e Dios quiere ú n i c a m e n t e la salvación d e los p r e d e s t i -
dicho, sucede de otra manera, y por esto «son elegidos por Dios los que no
existen, y, sin embargo, no se equivoca el que elige», como dice San Agus- nados. Algo semejante afirmaron, e n t r e otros, Calvino y Jansenio.
tín (ad a). T o d o s ellos fueron condenados p o r la Iglesia, como veremos e n
seguida.
DIFICULTAD. T o d a elección implica u n a selección. P e r o «Dios
q u i e r e q u e todos los h o m b r e s sean salvos», como dice el Apóstol H e aquí las p r u e b a s d e la conclusión:
( I T i m 2,4). L u e g o la predestinación, q u e p r e o r d e n a a los h o m -
a) L A SAGRADA E S C R I T U R A . L O dice e x p r e s a m e n t e San P a b l o
b r e s a la salvación, n o requiere elección.
con las palabras mismas q u e h e m o s recogido e n la conclusión.
202 P.I. DIOS ONO
S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 203
«Dios quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conoci-
miento de Ja verdad» (i Tim 2,4). re la salvación de todos, pero no impone la salvación a nadie. Nunca impo-
ne violentamente su voluntad. Cuando el hombre se substrae al amor, Dios
H a y otros m u c h o s textos e n la Sagrada Escritura. H e aquí al- le deja su voluntad. Esto quiere decir: Dios quiere con verdadero amor la
gunos d e los m á s impresionantes: salvación de todos, pero deja la consecución real de la salvación en manos
del hombre: depende de la disposición y receptividad del hombre».
«¿Por qué habéis de querer morir, casa de Israel ? Que no quiero yo la
muerte del que muere. Convertios y vivid» (Ez 18,32). Conclusión 2. a E n conformidad con la voluntad salvífica universal
«Por mi vida, dice el Señor, Yavé, que yo no me gozo en la muerte del de Dios, Jesucristo m u r i ó p o r la salvación de todos los h o m b r e s
impío, sino en que él se retraiga de su camino y viva. Volveos, volveos de sin excepción. (De fe.)
vuestros malos caminos. ¿Por qué os empeñáis en morir, casa de Israel?»
(Ez 33,11). 196. H e aquí las p r u e b a s :
«Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito Hijo, para
que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga la vida eterna. Pues a) L A SAGRADA ESCRITURA. L o dice e x p r e s a m e n t e y d e m u -
Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para que juzgue al mundo, sino para chas m a n e r a s :
que el mundo sea salvo por El» (lo 3,16-17).
«Cierto es y digno de ser por todos recibido que Cristo Jesús vino al
b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. L a Iglesia c o n d e n ó la doc- mundo para salvar a los pecadores» (1 T i m 1,15).
trina d e Gottschalk y los predestinacianos ( D 318), la d e Calvino «El es la propiciación por nuestros pecados. Y no sólo por los nuestros,
( D 827) y la d e Jansenio ( D 1096), q u e e n s e ñ a b a n lo contrario. H e sino por los de todo el mundo» (1 lo 2,2).
aquí la declaración dogmática del concilio d e T r e n t o contra Calvino: «El que no perdonó a su propio Hijo, antes le entregó por todos nos-
otros, ¿cómo no nos ha de dar con El todas las cosas?» (Rom 8,32).
«Si alguno dijere que la gracia de la justificación no se da sino en los «Y murió por todos, para que los que viven no vivan ya para sí, sino
predestinados a la vida, y todos los demás que son llamados, ciertamente para Aquel que por ellos murió y resucitó» (2 Cor 5,15).
son llamados, pero no reciben la gracia, como predestinados que están al «Porque uno es Dios, uno también el mediador de Dios y los hombres,
mal por el poder divino, sea anatema» (D 827). el hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo para redención de todos»
(1 T i m 2,5-6).
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E S evidente, p o r el t e s t i m o n i o d e «Pues por esto penamos y combatimos, porque esperamos en Dios vivo,
la Escritura, q u e Dios quiere q u e todos los h o m b r e s se salven; y, que es el Salvador de todos los hombres, sobre todo de los fieles» (1 Tim 4,10).
sin e m b a r g o , parece claro q u e m u c h o s m u e r e n e n p e c a d o y, p o r lo
mismo, se c o n d e n a n . ¿Cómo se explica esto? b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L O ha enseñado repetidas
L a solución está e n la conocida distinción e n t r e voluntad ante- veces: e n el concilio d e Arles ( D 160a y b ) , e n el d e Carisíaco
cedente y v o l u n t a d consiguiente. Dios q u i e r e la salvación d e t o d o el ( D 319), e n el d e Viena ( D 480), e n el d e T r e n t o ( D 795) y al con-
género h u m a n o , sin excepción, con su voluntad antecedente, o sea, denar las doctrinas d e Jansenio ( D 1096), d e los jansenistas ( D 1294)
d e u n a m a n e r a general e inconcreta, antes d e prever el pecado y la y d e Q u e s n e l ( D 1382S).
obstinación d e los culpables; p e r o n o lo q u i e r e c o n su voluntad c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. L a razón teológica n o p u e d e d e -
consiguiente, o sea, después d e la previsión d e esa conducta peca- m o s t r a r lo q u e d e p e n d e única y exclusivamente d e la v o l u n t a d d e
minosa y obstinada. Dios sin q u e lo exija la naturaleza m i s m a d e las cosas. P e r o la u n i -
L a voluntad antecedente d e D i o s , sin e m b a r g o , es u n a voluntad versalidad d e la m u e r t e d e Cristo p o r t o d o s los h o m b r e s sin excep-
seria y verdadera q u e solamente el h o m b r e , p o r s u voluntad obsti- ción es u n h e c h o q u e consta p o r la divina revelación y p o r el m a -
nada, hará ineficaz. L o cual n o quiere decir q u e la eficacia d e la gisterio infalible d e la Iglesia.
gracia d e p e n d a del h o m b r e en la línea del bien (es imposible e n esa
línea), p e r o sí q u e la m a l d a d del h o m b r e es la única responsable Conclusión 3. a E n virtud d e la voluntad salvífica universal, y p o r
d e su eterna c o n d e n a c i ó n . atención a los méritos de Cristo, Dios p r e p a r a , ofrece y confiere
a todos los h o m b r e s , sin excepción, los auxilios necesarios y su-
«La doctrina de la voluntad salvífica universal-—escribe a este propósito ficientes para salvarse. (Doctrina católica.)
Schmaus 5—significa que el amor de Dios se dirige a todos sin hacerles, sin
embargo, violencia. Dios ama al hombre libre; no le somete a su voluntad. 197. E s u n a consecuencia natural y lógica d e las dos conclu-
Le deja su mismidad personal y respeta su dignidad. Dios no se impone a
siones anteriores. Si Dios quiere q u e todos los h o m b r e s s e salven y
nadie. Deja en manos de los hombres cuál de las dos formas definitivas de
vida van a hacer: la vida del amor o la vida de odio, la vida de entrega o la Cristo m u r i ó p o r tocios, sigúese q u e todos los h o m b r e s sin excepción
vida de rebelión, es decir, la vida del cielo o la vida del infierno. Dios quie- reciben las gracias necesarias y suficientes p a r a salvarse; y d e h e c h o
se salvarán si n o p o n e n resistencia voluntaria a esas gracias suficien-
5 Cf. MICHAEL SCHMAUS, Teología dogmática vol.5 (Madrid 1959) p.358. tes, q u e Dios convertirá en eficaces al no encontrar resistencia p o r
p a r t e del h o m b r e .
204 P.I. DIOS UNO S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 205
Estas gracias suficientes son variadísimas. Unas son externas, ta- «¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glo-
les como la vida de la Iglesia, la predicación del Evangelio, los bue- rías, como si no lo hubieras recibido?» (i Cor 4,7).
nos consejos, etc., etc. Otras internas, en forma principalmente de «No que de nosotros seamos capaces de pensar algo como de nosotros
inspiraciones divinas. mismos, que nuestra suficiencia viene de Dios» (2 Cor 3,5).
En una forma o en otra reciben estas gracias suficientes todos «Nadie puede venir a mí si el Padre, que me ha enviado, no le trae»
los redimidos por Cristo sin excepción: hombres y mujeres, ancia- (lo 6,44).
«De gracia habéis sido salvados por la fe, y esto no os viene de vosotros,
nos y niños, cristianos y paganos, creyentes e incrédulos, justos y es don de Dios» (Eph 2,8).
pecadores. A todos se les da sobrenaturalmente la oportunidad de
salvarse, si quieren. Ningún condenado se podrá quejar jamás de no b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. La Iglesia ha proclamado
haber recibido las gracias suficientes para salvarse, si hubiera queri- repetidas veces la absoluta gratuidad de la gracia, sobre todo al con-
do. Lo enseña expresamente la Iglesia en un texto que hemos citado denar la doctrina de los pelagianos (D 104) y semipelagianos (D 176-
más arriba: 181).

«Y no creemos que los malos se perdieron porque no pudieron ser bue- c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E S una consecuencia inevitable de
nos, sino porque no quisieron ser buenos» (D 321). la absoluta trascendencia del orden sobrenatural, que está mil ve-
ces por encima de toda naturaleza creada o creable. La naturaleza
Santo Tomás tiene como cosa certísima—certissime tenendum no puede reclamar en modo alguno, ni mucho menos puede ser
est—que, si es preciso, Dios revelará interiormente al último sal- causa de ninguna realidad sobrenatural. Siendo la gracia una par-
vaje las verdades de la fe que es necesario creer para salvarse o le ticipación sobrenatural de la naturaleza misma de Dios (cf. 2 Pe 1,4),
enviará un misionero que se las explique, como envió a San Pedro tiene que ser forzosamente un don de Dios totalmente gratuito.
a Cornelio; pero ni uno solo de ellos dejará de recibir los auxilios
Entre el orden natural y el sobrenatural hay un verdadero abismo,
suficientes para la salvación 6 .
una distinción intrínseca y esencial.
Conclusión 4.a La predestinación a la gracia es total y absolutamente Conclusión 5.a La predestinación, tomada adecuadamente o en su
gratuita, sin que nadie la pueda merecer. (De fe.) conjunto total, es también completamente gratuita. (Doctrina cier-
ta y común.)
198. Fíjese el lector que no hablamos todavía de la predesti-
nación a la gloria, sino únicamente de la predestinación a la gracia; 199. Esta es otra conclusión aceptada unánimemente por to-
son dos cosas completamente distintas. Muchos condenados del dos los teólogos católicos. Porque la predestinación, tomada ade-
infierno fueron predestinados a la gracia, puesto que la tuvieron cuadamente o en su conjunto total, abraza la gracia y la gloria.
en este mundo (v.gr., por el bautismo o la absolución sacramental); Y como la gracia es el principio del mérito sobrenatural (o sea,
pero no fueron predestinados a la gloria, puesto que de hecho pe- aquello sin lo cual no puede merecerse absolutamente nada en el
caron voluntariamente, murieron en pecado mortal y se condenaron. orden sobrenatural), sigúese que cualquier mérito sobrenatural or-
Entendida tal como suena, la conclusión es de fe y, por tanto, denado a la vida eterna supone necesariamente la previa posesión
la admiten sin discusión todos los teólogos católicos. He aquí las de la gracia, que, como hemos visto en la conclusión anterior, es
pruebas: un don de Dios totalmente gratuito que nadie en absoluto puede
merecer.
a) LA SAGRADA ESCRITURA. Lo dice en términos equivalentes De modo que la predestinación, tomada adecuadamente o en
en multitud de lugares: su conjunto, es un don que Dios concede gratuitamente a quien le
«Yo hago gracia al que hago gracia, y tengo misericordia de quien tengo place, sin tener para nada en cuenta los méritos futuros del pre-
misericordia» (Ex 33,19). destinado, que suponen forzosamente la previa infusión gratuita de
«Y ahora son justificados gratuitamente por su gracia, por la redención la gracia santificante. Es doctrina cierta y común que aceptan los
de Cristo Jesús» (Rom 3,30). teólogos católicos sin excepción.
«No es del que quiere ni del que corre, sino de Dios, que tiene miseri-
cordia» (Rom 9,16). Conclusión 6.a La predestinación de Cristo es causa ejemplar, me-
«Pero si por gracia, ya no es por las obras, que en este caso la gracia ya ritoria, eficiente y final de la nuestra; no en cuanto al acto de la
no sería gracia» (Rom 11,6). voluntad divina, sino en cuanto al término y efecto de la predesti-
«¿Quién primero le dio a El, para tener derecho a retribución?» nación. (Doctrina cierta y común.)
(Rom 11,35). 200. Como explica Santo Tomás, la predestinación puede ser
6 considerada de dos modos: en cuanto acto del que predestina y en
Cf. De veritate 14,11 ad 1. Hemos explicado largamente todo esto en nuestra Teología
Je la salvación 2.a ed. (BAC, Madrid 1959) n.108, adonde remitimos al lector que quiera cuanto a aquello a lo cual uno es predestinado, esto es, en cuanto
más abundante información. al término y efecto de la predestinación.
206 P.I. DIOS UNO
S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 207
En el primer sentido, la predestinación de Cristo no puede ser
causa de la nuestra, puesto que por un mismo y único acto eterno (D 799). Pero Dios se vale de Cristo-hombre como instrumento
predestinó Dios tanto a Cristo como a nosotros 7 . unido a la divinidad para la producción de todos esos mismos efec-
En el segundo sentido, o sea, en cuanto al término y efecto tos en nosotros. Santo Tomás expone la razón en las siguientes
de la misma, la predestinación de Cristo es causa de la nuestra de palabras:
cuatro maneras distintas:
«La predestinación de Cristo es causa de la nuestra en cuanto que
a) COMO CAUSA EJEMPLAR, ya que la predestinación de Cristo Dios ha ordenado desde toda la eternidad que nuestra salvación fuese
es el modelo, el ejemplar o prototipo de la nuestra, puesto que El llevada a cabo por Jesucristo. Ha de notarse, en efecto, que no sólo es objeto
fue predestinado para ser Hijo natural de Dios y nosotros para ser de la predestinación eterna lo que ha de realizarse en el tiempo, sino también
hijos adoptivos, y es evidente que la adopción es una semejanza el modo y el orden en que se ha de realizar» 9 .
participada de la filiación natural. Por eso dice San Pablo: Y añade en la solución de una dificultad:
«A los que antes conoció, a ésos los predestinó a ser conformes con la «Si Cristo no se hubiese encarnado, Dios hubiese ciertamente ordenado
imagen de su Hijo» (Rom 8,29). nuestra salvación por otro camino. Mas porque decretó la encarnación de
La predestinación de Cristo se parece también ejemplarmente Cristo,10 ordenó al mismo tiempo que ella fuese la causa de nuestra salva-
ción» .
a la nuestra en que ambas son enteramente gratuitas y han sido
hechas por Dios—como veremos—antes de la previsión de cual- d) COMO CAUSA FINAL. Lo dice expresamente San Pablo en
quier mérito futuro del propio predestinado 8 . el lugar antes citado:
b) COMO CAUSA MERITORIA, en cuanto que Jesucristo nos me- «Nos predestinó en caridad a la adopción de hijos suyos por Jesucristo...
reció, a título de estricta justicia, con su pasión y muerte, todos para alabanza de la gloria de su gradan (Eph 1,5-6).
los efectos de nuestra predestinación, o sea, la vocación cristiana,
la justificación y la glorificación. Dice, en efecto, San Pablo: La razón es porque, siendo nuestra predestinación efecto de la
gracia de Jesucristo, toda ella redunda inmediatamente en gloria
«Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo y alabanza del mismo Cristo (causa final próxima y relativa), y úl-
nos bendijo con toda bendición espiritual en los cielos; por cuanto que en
El nos eligió antes de la constitución del mundo para que fuésemos santos e timamente de Dios (causa final última y absoluta).
inmaculados ante El, y nos predestinó en caridad a la adopción de hijos suyos Por eso del hecho de que la predestinación de Cristo sea causa
por Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la de la nuestra, no se sigue en modo alguno que Jesucristo esté subor-
gloria de su gracia» (Eph 1,3-6). dinado a nosotros como un medio para el fin, sino al contrario:
nuestra salvación está ordenada a la gloria de Cristo y, a través de
El concilio de Trento enseña que Jesucristo es causa universal El, a la gloria de Dios, según aquellas palabras de San Pablo:
meritoria de nuestra justificación y, por tanto, de nuestra filiación
adoptiva y, al mismo tiempo, instrumental eficiente (D 799.820). «Todas las cosas son vuestras; ya Pablo, ya Apolo, ya Cefas, ya el mundo,
Cuando más adelante veamos que nuestra predestinación es ya la vida, ya la muerte, ya lo presente, ya lo venidero, todo es vuestro;
completamente gratuita y no depende de la previsión de los futuros pero vosotros sois de Cristo, y Cristo de Dios» (1 Cor 3,22-23).
méritos, se entiende de nuestros méritos propios, no de los de Cristo,
que nos mereció con todo rigor de justicia todos los efectos de nues-
II. D O C T R I N A DISCUTIDA ENTRE LOS TEÓLOGOS
tra predestinación, como hemos dicho. Nadie puede merecer su
propia predestinación, ni siquiera el mismo Cristo; pero esto no CATÓLICOS
impide que Cristo pudiera merecernos y nos mereciera de hecho
nuestra propia justificación, como ha definido expresamente la 201. Hasta aquí hay conformidad absoluta entre los teólogos
Iglesia (D 820). católicos. Todos ellos admiten sin discusión la doctrina recogida
en las seis conclusiones anteriores, ya que algunas son de fe, y las
c) COMO CAUSA EFICIENTE INSTRUMENTAL. La causa eficiente, otras doctrina cierta y común.
como es sabido, es doble: principal e instrumental. Causa eficiente La disconformidad aparece cuando se trata de precisar si la
principal de nuestra predestinación, justificación y salvación es úni- predestinación a la gloria (presupuesta ya la predestinación gra-
camente Dios, que gratuitamente lava y santifica, como dice San tuita a la gracia) la hace Dios en vista de los méritos futuros que con-
Pablo (1 Cor 6,11) y enseña expresamente el concilio de Trento traerá el predestinado con ayuda de la gracia o si la hace antes de
prever esos méritos, o sea, de un modo totalmente gratuito.
1 Cf. III 24,3.
» Cf. III 24,3-
» n i 24,4.
'« Ibid. ad 3.
203 P.I. DIOS UNO S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 209
La cuestión se centra, como se ve, en el orden de la intención un don de Dios completamente gratuito, según los propios moti-
de Dios, no en el de la ejecución, ya que en este último orden todos nistas.)
los teólogos admiten que los méritos sobrenaturales se ordenan a la f) En el sexto y último signo predestina a algunos a la gloria
vida eterna, que es el premio de las buenas obras. por sus méritos previstos y reprueba positivamente a otros por sus
Aunque las opiniones teológicas fundamentales son únicamente pecados previstos.
dos—o sea, la de los que dicen que la predestinación la hace Dios
antes de la previsión de los méritos futuros (tomismo) o después de CRÍTICA. NOS inclinamos con respeto ante tantos y tan eminentes
esa previsión (molinismo)—, hay varios matices en la manera de teólogos, pero no podemos admitir su opinión por las siguientes razones:
formular ambas sentencias y hasta algún intento frustrado de con- 1.a La clave de todo el sistema es la llamada ciencia media, que no nos
ciliarias o aproximarlas. Vamos, pues, a recoger esas distintas fór- es posible admitir por las razones que hemos indicado en su lugar corres-
mulas, indicando al pie de cada una el juicio crítico que nos me- pondiente (cf. n. 149-150). Sin la ciencia media, todo el sistema molinista se
recen i. viene abajo con estrépito.
2.a No se pueden disponer los medios sin haberse propuesto previa-
a) El molinismo puro mente unfin:es del todo imposible. Pero en el sistema molinista la predes-
tinación propiamente dicha—que es el fin—se realiza en el sexto signo,
202. El propio fundador del sistema, Luis de Molina, al que o sea después de haber dispuesto los medios en el quinto signo. Es como dis-
siguen Toledo, Valencia, Vázquez, Lesio, Franzelin, Pesch y otros parar una saeta al blanco sin apuntar previamente al blanco.
muchos teólogos, principalmente de la Compañía de Jesús, a los 3. a Los predestinados no serían ya los elegidos y amados por Dios
que se adhiere también San Francisco de Sales, creen que la pre- — como hemos demostrado más arriba (cf. n.193)—, sino que son ellos los
destinación a la gloria la hace Dios después de prever los méritos que, con sus buenas obras, obligan a Dios a que les elija y les ame. Pero San
futuros del predestinado, de suerte que esos méritos son causa de Pablo dice expresamente: «¿Quién es el que te hace preferible? ¿Qué
la predestinación por parte del efecto. Rechazan el doble orden de tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿de qué te glorías, como
si no lo hubieras recibido?» (1 Cor 4,7).
la intención y de la ejecución como dos órdenes distintos que actúan
de diversa manera en la predestinación y enseñan que los beneficios 4.a Si Dios prevé en primer lugar los méritos futuros de los predesti-
de la predestinación se preparan tab aeterno» del mismo modo que se nados, y sólo después de preverlos los predestina, la predestinación depende
de los hombres y no de Dios. Por consiguiente, pone en Dios pasividad
confieren en el tiempo. Y como la gloria se confiere en el tiempo y dependencia con relación a las criaturas, lo que no puede admitirse de
por los méritos, sigúese que los hombres son predestinados a la ninguna manera en teología, pues destruye la noción misma de Dios como
gloria por sus méritos, que Dios ha previsto con su ciencia media 2 . Acto puro y Causa primera de todo cuanto existe o puede existir.
El proceso completo de la predestinación, según estos teólogos, 5.a Una de dos: o Dios determinante de la criatura (tomismo) o Dios
se realiza de la siguiente manera: determinado por la criatura (molinismo); no cabe término medio. Pero
a) En el primer signo, Dios prevé por su ciencia de simple in- Dios no puede ser determinado en modo alguno absolutamente por nadie.
Luego no queda otra salida posible que la del Dios determinante de los to-
teligencia todas las cosas posibles y todas sus posibles combinaciones. mistas, cualesquiera que sean las dificultades que salgan al paso para conci-
b) En el segundo signo, Dios decide salvar indistintamente a liar ese misterio con la libertad de las criaturas.
todos los hombres, si cooperan a su gracia. 6.a El molinismo, al reconocer la absoluta gratuidad de las circunstan-
c) En el tercer signo confiere a todos las gracias suficientes para cias favorables en las que coloca Dios a los que quiere predestinar por la
la salvación, y acaso más abundantemente a algunos de los que se previsión de sus méritos, no hace sino trasladar de lugar el misterio de la
han de condenar por su resistencia. divina predilección sin resolverlo. Pero precisamente ese misterio de la divina
predilección es lo que constituye la entraña misma de la divina predestina-
d) En el cuarto signo prevé por su ciencia media quiénes han ción. O sea, que el molinismo tiene todas las dificultades e inconvenientes
de cooperar o no a la gracia divina. del tomismo sin ninguna de sus ventajas.
e) En el quinto signo da el decreto absoluto (o, según Lesio,
convierte el decreto condicionado en absoluto), por el cual dispone b) El congruismo
las buenas obras de los que ha previsto que cooperarán a la gracia,
colocándolos en las circunstancias favorables para que de hecho 203. Algunos eminentes teólogos de la Compañía de Jesús,
cooperen a esa gracia. (La colocación en estas circunstancias favo- tales como Suárez, Lugo y San Roberto Belarmino, modificaron
rables, v.gr., nacer en tal sitio, recibir educación cristiana, etc., es con serios retoques el molinismo puro en vista de los gravísimos
1
Cf. GARRIGOU-LAGRANGE, La predestination des saints et la grdce (París 1936); Z U B I -
inconvenientes que acabamos de señalar. Su sistema ha recibido
ZARRETA, o . c , vol.2 11.40ISS; SCHMAUS, Teología dogmática vol.5 ( M a d r i d 1959) p . 3 7 i s s ; el nombre de congruismo, por la importancia que en él adquieren las
DIEKAMP, Theologiae dogmaticae manuale (París 1933) p.273ss; DALMÁU, S. I., Sacrae Theo-
logiae Summa vol.2 (BAG, M a d r i d 1952) n.252ss.
llamadas gracias congruas en la forma que vamos a ver.
2
Cf. D A L M Á U , S. I., o . c , n . 2 5 3 ; ZUBIZARRETA, l . c , n.403. Según este sistema—filial del molinismo y heredero de muchos
210 P.I. DIOS UNO S.S C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 211

d e sus inconvenientes, como veremos—, el proceso d e la p r e d e s - quiénes, e n t r e estos infinitos órdenes e hipótesis, cooperarán a la
tinación es el siguiente 3 : gracia y o b t e n d r á n la salvación eterna y quiénes fallarán p o r abuso
a) Por su ciencia d e simple inteligencia, Dios conoce todas las d e su libertad.
cosas posibles, todas las naturalezas y todas las combinaciones q u e b) L a voluntad divina elige gratuitamente u n d e t e r m i n a d o fin
p u e d e n hacerse con las cosas creadas. y crea u n d e t e r m i n a d o o r d e n de cosas p a r a obtenerlo infaliblemente.
b) Por su ciencia media, «Dios—dice Suárez 4 — , antes de q u e c) E n este decreto gratuito se contiene la elección de algunos
p r e d e s t i n e a tal h o m b r e con tales auxilios, p r e v é q u e tal h o m b r e a la gloria y, al m i s m o t i e m p o , la presciencia y permisión d e la
merecerá la gloria si se le d a n tales auxilios predeterminantes» en condenación d e otros. N o hay reprobación positiva ni negativa p o r
tal o r d e n y con tales circunstancias. p a r t e de Dios.
c) C o n v o l u n t a d absoluta y eficaz, de una manera gratuita y d) L a predestinación de algunos a la gloria s u p o n e los méritos
no por la previsión de los méritos, elige Dios en p r i m e r lugar para la condicionados y la ciencia media d e los futuribles; pero como Dios
gloria y, consiguientemente, para la gracia, a algunos, q u e r i e n d o elige Ubérrimamente este o r d e n de cosas en el q u e se verificará
positivamente n o elegir a otros 5 . t o d o eso, elige g r a t u i t a m e n t e a algunos para la gloria.
d) Dios d a el decreto absoluto d e conferir a los elegidos las
gracias congruas (eficaces ab extrínseco, o sea p o r la libre d e t e r m i - CRÍTICA. A pesar de estos nuevos retoques del molinismo, continúa
en pie la ciencia media—del todo inaceptable—y el nuevo inconveniente
nación de la criatura) para realizar las b u e n a s obras y merecer con de que la predestinación, en esta teoría, recae inmediatamente sobre el
ellas la vida eterna. orden de cosas elegido, no sobre los mismos predestinados, que es sobre
e) Prevé c o n la ciencia de visión los méritos y perseverancia quienes debe recaer. De hecho, esta teoría ha hecho poca fortuna y tiene
d e los b u e n o s y los deméritos e impenitencia de los reprobos. muy pocos defensores.
f) L o s malos son reprobados positivamente, e n vista de esos
deméritos e impenitencia final. d) Sistema del doble o r d e n de predestinados
g) T o d o s estos decretos se ejecutarán en el t i e m p o .
205. Según este sistema, patrocinado p o r los nominalistas
CRÍTICA. Esta teoría, como se ve, evita algunos de los inconvenientes O c k a m , Biel, etc., p o r A m b r o s i o Catarino y algunos teólogos de la
del molinismo puro, al proclamar una predestinación enteramente gratuita Sorbona, hay q u e distinguir dos clases de predestinados: a) los
y, por consiguiente, anterior a la previsión de los méritos futuros del predes- destinados a u n a santidad e m i n e n t e , tales como la Santísima Virgen
tinado (momento c). Pero es forzoso rechazarla por mantener la inadmisible y los apóstoles; y b) todos los d e m á s predestinados. L o s primeros
ciencia media (momento b) y por explicar la certeza e infalibilidad de esa son predestinados gratuitamente y antes d e la previsión de sus
predestinación a base de gracias congruas (momento d), que no pueden ser
infaliblemente eficaces por no llevar esa eficacia en sí mismas (ab intrínseco), méritos futuros; los segundos, sólo después d e la previsión de esos
sino por la libre determinación de la criatura (ab extrínseco), que es siempre méritos y en virtud d e ellos.
falible e insegura.
CRÍTICA. Esta teoría tiene todos los inconvenientes del tomismo y de
c) Sistema del cardenal Billot molinismo juntos, aparte de que esa doble predestinación carece por com-
pleto de fundamento.
204. E l i n s i g n e cardenal Billot, S. L, p r o p u s o u n nuevo reajus-
e) Sistema de la predestinación simultánea a la gracia y la gloria
t e del m o l i n i s m o , q u e h a sido aceptado p o r algunos de sus discí-
pulos. Su teoría p u e d e r e s u m i r s e en la siguiente tesis d e su tratado 206. Según los cardenales Satolli y Pecci, a los q u e se les u n e n
De Deo uno: P a q u e t y algunos otros, la predestinación n o se hace antes ni des-
pués de prever los méritos futuros, sino j u n t a m e n t e a la gracia y
«A la predestinación, que está formalmente en el entendimiento práctico, la gloria a la vez. Dios en u n solo y m i s m o m o m e n t o gratuito d e -
se presupone, según la razón, la elección completamente gratuita para la
gloria; pero a esta elección para la gloria no corresponde ninguna antecedente t e r m i n a d a r a algunos la gloria j u n t a m e n t e con los méritos futuros
reprobación negativa» <>. q u e realizará el p r e d e s t i n a d o bajo el influjo eficaz d e Dios, q u e le
llama, justifica y le conserva en el bien. D i o s predestina p a r a la
E l proceso c o m p l e t o d e la predestinación, s e g ú n esta teoría, es gloria a los elegidos gratuitamente p o r E l bajo el influjo suave,
el siguiente: íntimo y potentísimo de su providencia. L o s méritos se a d q u i e r e n
a) D i o s p r e v é por s u ciencia d e simple inteligencia todos los p o r el influjo d e la gracia intrínsecamente eficaz (ab intrínseco).
órdenes y c o m b i n a c i o n e s posibles, y por su ciencia media conoce
CRÍTICA. Esta teoría es mucho más aceptable que las anteriores. Ya
3 Cf. ZUBIZARRETA, l.c. no hay ciencia media ni gracias congruas, pero tiene todavía el inconveniente
* SUÁREZ, De divina praedestinatione l.i c.7 n.20 de no distinguir suficientemente entre el medio (la gracia) y el fin (la gloria).
5 SUÁREZ, O.C, 1.5 c.4 n.5.
" Cf. BILLOT, De Deo uno th.32 (ed. 5.*, 191°), Es evidente que entre la predestinación del fin y de los medios hay que dis-
212 P.I. DIOS UNO S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 213
tinguir alguna prioridad, al menos de signo. En el orden de la intención el 2.0
E N E L ORDEN D E LA EJECUCIÓN. Dios confiere al p r e d e s -
fin es lo primero, y en el de la ejecución, lo último; y sólo después de propo-
nerse un fin cabe pensar en los medios, no antes ni al mismo tiempo. tinado, e n p r i m e r lugar, la gracia d e la justificación; luego le da
las gracias eficaces para la realización d e las b u e n a s obras con las
f) Sistema agustiniano-tomista cuales merecerá el cielo; finalmente le concede gratuitamente el
gran d o n de la perseverancia final (que nadie a b s o l u t a m e n t e p u e d e
207. Según este sistema, la predestinación d e los elegidos p a r a
merecer) y, a causa d e ella, le da la vida eterna.
la gloria es totalmente gratuita y la hace Dios antes de prever los
méritos futuros o futuribles de los predestinados. CRÍTICA. Esta es, nos parece, la verdadera sentencia, que, sin aclarar
Esta es la opinión de San Agustín, de Santo T o m á s y t o d a su del todo el gran misterio (cf. Rom 11,33), n ° s da de él la explicación más
escuela, d e Escoto y sus discípulos, y compartida—al m e n o s en lo profunda, lógica y coherente que se ha dado hasta hoy, en plena conformidad
tocante a la completa gratuidad y a la no previsión de los méritos—- con los grandes principios teológicos que salvaguardan, por encima de
p o r la escuela congruista de la C o m p a ñ í a d e Jesús (Suárez, L u g o , todo, los derechos imprescriptibles de Dios.
San R o b e r t o Belarmino, R u i z de M o n t o y a , Salmerón, etc.), lo m i s -
Vamos a p r o p o n e r la doctrina tomista en forma d e conclusión,
mo q u e por San Alfonso d e Ligorio y g r a n n ú m e r o d e teólogos
antiguos y m o d e r n o s de las más diversas procedencias. q u e p r o b a r e m o s después por los lugares teológicos t r a d i c i o n a l e s .
Para explicar el misterio hasta d o n d e lo p e r m i t a n las fuerzas Conclusión. Dios, antes de la previsión de cualquier m é r i t o , eligió
de la razón h u m a n a iluminada p o r la divina revelación, la escuela a algunos y los predestinó a la gloria; y, en virtud de esta elección,
tomista distingue cuidadosamente e n t r e el o r d e n de la intención decretó darles la gracia y los méritos sobrenaturales q u e con ella
y el de la ejecución. H e aquí los distintos m o m e n t o s q u e se p u e d e n contraerán. D e suerte q u e , en el o r d e n de la intención, la predes-
señalar—hablando a lo h u m a n o , ya q u e e n Dios t o d o se hace en tinación precede con prioridad de o r d e n a los m é r i t o s del predes-
tinado y es, p o r tanto, c o m p l e t a m e n t e gratuita. (Doctrina tomista.)
u n solo y único acto simplicísimo y e t e r n o — e n cada u n o de esos
dos órdenes: 208. H e aquí las p r u e b a s :
i.° E N E L ORDEN DE LA INTENCIÓN, el p l a n de la divina p r e d e s - a) L A SAGRADA ESCRITURA. H a y en ella infinidad d e textos
tinación es el siguiente: q u e n o p u e d e n explicarse satisfactoriamente sino e n el sentido
a) Por su ciencia d e simple inteligencia, Dios conoce desde t o d a de la conclusión. E s c u c h e m o s al apóstol San Pablo h a b l a n d o bajo
la eternidad todas las cosas posibles con todas sus infinitas c o m - la inspiración inmediata del Espíritu Santo:
binaciones.
b) Dios decide o r d e n a r al fin sobrenatural a t o d o el género «Sabemos que Dios hace concurrir todas las cosas para el b i e n de los que
h u m a n o . V o l u n t a d salvífica universal. le aman, de los que, según sus designios, son llamados. Porque a los que de antes
conoció, a ésos los predestinó a ser conformes con la imagen de su Hijo,
c) Dios prevé y p e r m i t e el pecado original, q u e viene a d e s - para que éste sea el primogénito entre muchos hermanos; y a los que pre-
truir esta ordenación de la naturaleza h u m a n a al fin s o b r e n a t u r a l . destinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos los justificó; y a los
El género h u m a n o se convierte en masa de perdición. que justificó, a ésos también los glorificó» (Rom 8,28-30).
d) Dios decreta la encarnación del Verbo p a r a redimir al gé-
nero h u m a n o y ordenarle d e nuevo al fin sobrenatural. N o cabe hablar más claro y de m a n e r a m á s e x p l í c i t a : D i o s
e) D e entre la masa d e perdición elige gratuitamente a los que predestinó a ios q u e según sus designios fueron l l a m a d o s ; y éstos
quiere y los predestina a la gloria en Cristo y por Cristo, sin tener son, precisamente, los que de antes conoció. E s i m p o s i b l e e x p o n e r
para nada en cuenta los méritos futuros o futuribles q u e contraerán con más fuerza y claridad la doctrina q u e m á s t a r d e s e l i m i t a r á n
después con ayuda d e la gracia. a hacer suya San A g u s t í n y Santo T o m á s . Pero sigamos e s c u c h a n d o
f) Por u n decreto absoluto decide dar a los elegidos las gracias a San Pablo:
intrínsecamente eficaces para la realización de las b u e n a s obras con «Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, q u e en Cristo
las q u e merecerán la vida eterna. A los n o predestinados decide nos bendijo con toda bendición espiritual en los cielos; p o r cuanto que
darles las gracias suficientes p a r a salvarse, previendo, sin e m b a r g o , en El nos eligió antes de la constitución del mundo para que fuésemos santos
q u e resistirán a ellas y se p e r d e r á n p o r su p r o p i a culpa. e inmaculados ante El, y nos predestinó en caridad a la adopción de hijos
g) C o n su ciencia de visión, y reflejadas en su propia eternidad, suyos por Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, p a r a alabanza
ve Dios las b u e n a s obras y la perseverancia final d e los b u e n o s , así de la gloria de su gracia. Por esto nos hizo gratos en su a m a d o , en quien
como las malas obras y la impenitencia final de los malos. tenemos la redención por la virtud de su sangre, la remisión d e los pecados,
según las riquezas de su gracia, que superabundantemente derramó sobre nos-
h) Por u n decreto d e ejecución decide dar a los b u e n o s la otros en perfecta sabiduría y prudencia. Por éstas nos dio a conocer el mis-
gloria en p r e m i o a sus b u e n a s obras, y a los malos la p e n a eterna terio de su voluntad, conforme a su beneplácito, que se p r o p u s o realizar en
en castigo de sus culpas voluntariamente cometidas. Cristo en la plenitud de los tiempos, reuniendo todas las cosas, las de los
214 P.I. DIOS UNO
S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 215
cielos y las de la tierra, en El, en quien hemos sido heredados por la predes-
tinación, según el propósito de aquel que hace todas las cosas conforme al con- «Yo hago gracia al que hago gracia, y tengo misericordia de quien tengo
sejo de su voluntad» (Eph 1,3-11). misericordia» (Ex 33,19).
«No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino más bien por el honor de
Este es, según San Pablo, el plan grandioso d e nuestra p r e d e s - mi nombre, profanado por causa vuestra entre las gentes a que habéis
tinación e n Cristo. Dios eligió a los predestinados antes de la cons- ido» (Ez 36,22).
titución del mundo; los predestinó en caridad, o sea p o r p u r o amor «Nadie puede venir a mí si el Padre, que me ha enviado, no lo trae»
(lo 5,44).
y benevolencia, conforme al beneplácito de su voluntad; p o r eso les «No me habéis elegido vosotros a mí, sino yo a vosotros, y os he desti-
hizo gratos en Cristo, según las riquezas d e su gracia a b u n d a n t e - nado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca» (lo 15,16).
m e n t e d e r r a m a d a sobre ellos; y todo ello—insiste n u e v a m e n t e San «Porque ¿quién es el que a ti te hace preferible? ¿Qué tienes que no
Pablo—conforme a su beneplácito, según el propósito d e aquel que hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de que te glorías, como si no lo hubieras
hace todas las cosas conforme al consejo de su voluntad. E l m á s exal- recibido?» (1 Cor 4,7).
tado tomista n o sabría exponer su teoría con m á s fuerza y energía. «Pero si por gracia, ya no es por las obras, que en este caso la gracia ya
no sería gracia» (Rom 11,6).
Pero h a y m á s todavía. H a b l a n d o e n su maravillosa epístola a «¿Quién fue su consejero? O ¿quién primero le dio a El, para tener
los R o m a n o s d e la predestinación d e Israel—que n o es sino u n derecho a retribución?» (Rom 11,34-35).
caso concreto y particular del p l a n predestinacionista d e D i o s — , «Pues Dios es el que obra en nosotros el querer y el obrar según su
escribe el gran apóstol San Pablo: beneplácito» (Phil 2,13).
«No por las obras justas que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
«También Rebeca concibió de un solo varón, nuestro padre Isaac. misericordia, nos salvó mediante el lavatorio de la regeneración y renovación
Pues bien: cuando aún no habían nacido ni habían hecho aún bien ni mal, del Espíritu Santo» (Tit 3,5).
para que el propósito de Dios, conforme a la elección, NO POR LAS OBRAS,
SINO POR EL QUE LLAMA, permaneciese, le fue a ella dicho: 'El mayor servirá Basta ya. P o d r í a m o s seguir multiplicando los textos, pero n o
al menor', según lo que está escrito: 'Amé a Jacob más que a Esaú'. h a c e falta. L a p r u e b a escriturística d e nuestra conclusión nos p a -
¿Qué diremos, pues? ¿Que hay injusticia en Dios? No, pues a Moisés rece d e u n a firmeza y solidez i n q u e b r a n t a b l e s . Veamos ahora los
le dijo: Tendré misericordia de quien tenga misericordia, y tendré compasión otros lugares teológicos.
de quien tenga compasión. Por consiguiente, no es del que quiere ni del que
corre, sino de Dios, que tiene misericordia... Porque dice la Escritura al Faraón: b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L a Iglesia—sin definirla
'Precisamente para esto te he levantado, para mostrar en ti mi poder y para e x p r e s a m e n t e — h a señalado repetidas veces las líneas f u n d a m e n t a -
dar a conocer mi nombre en toda la tierra'. Asi que tiene misericordia de les d e la doctrina d e nuestra conclusión. H e aquí algunos textos
quien quiere, y a quien quiere le endurece. del t o d o claros e inequívocos:
Pero me dirás: Entonces ¿por qué reprende? Porque ¿quién puede
CONCILIO CARISÍACO: «Dios omnipotente creó recto al hombre, sin pe-
resistir a su voluntad?
cado, con libre albedrío, y lo puso en el paraíso, y quiso que permaneciera
¡Oh hombre! ¿Quién eres tú para pedir cuentas a Dios? ¿Acaso dice en la santidad de la justicia. El hombre, usando mal de su libre albedrío,
el vaso al alfarero: ¿Por qué me has hecho así? ¿O es que no puede el alfa- pecó y cayó, y se convirtió en «masa de perdición» de todo el género humano.
rero hacer del mismo barro un vaso de honor y un vaso indecoroso? Pues Pero Dios, bueno y justo, eligió según su presciencia, de la misma masa de
si para mostrar Dios su ira y dar a conocer su poder soportó con mucha perdición, a los que por su gracia predestinó a la vida (Rom 8,29ss; Eph 1,11) y
longanimidad a los vasos de ira, maduros para la perdición, y al contrario, predestinó para ellos la vida eterna. A los demás, empero, que por juicio de
quiso hacer ostentación de la riqueza de su gloria sobre los vasos de miseri- justicia dejó en la masa de perdición, supo por su presciencia que habían de
cordia que El preparó para su gloria, es decir, sobre nosotros, los que El perecer, pero no los predestinó a que perecieran; pero, por ser justo, les
llamó, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles...» (Rom 9,10-24). predestinó una pena eterna. Y por eso decimos que sólo hay una predestina-
ción de Dios, que o bien pertenece al don de la gracia o a la retribución de
Imposible, repetimos, hablar e n mayor claridad y precisión. L a la justicia» (D 316).
teoría tomista d e la predestinación está t o m a d a al pie de la letra «Dios omnipotente quiere que todos los hombres sin excepción se salven
de los textos d e San Pablo. Y recuerde el lector q u e las epístolas (1 Tim 2,4), aunque no todos se salvan. Ahora bien: que algunos se salven
d e San Pablo forman p a r t e d e la Sagrada Escritura, o sea q u e n o es don del que salva; pero que algunos se pierdan es merecimiento de los que
recogen la opinión del Apóstol como persona particular o como u n se pierden» (D 318).
doctor cualquiera, sino q u e están inspiradas directa e inmedia- CONCILIO II DE ORANGE: «JEs un don de Dios que pensemos rectamente,
t a m e n t e p o r el Espíritu Santo: es u n d o g m a d e fe. que apartemos nuestros pies de la falsedad y nos mantengamos en la justicia-
H a y m u c h o s otros textos e n la Sagrada Escritura del t o d o Siempre que nosotros obramos el bien, es Dios quien en nosotros y con nos-
claros y explícitos, a u n q u e los tres anteriores dejan—nos parece—del otros hace que obremos» (D 182).
t o d o zanjada la cuestión. Pero, p a r a m a y o r a b u n d a m i e n t o , reco- «Dios causa muchos bienes en el hombre sin el concurso de éste, pero
el hombre no hace ningún bien sin que Dios le conceda que lo haga». (D 193)
gemos a continuación algunos pocos m á s : «Los hombres hacen su propia voluntad y no la de Dios siempre que
216 P.I. DIOS UNO S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 317

ejecutan algo que desagrada a Dios; pero, sin embargo, cuando hacen aquello malas obras, siendo así que no puede Dios recompensar su vida buena ni
que quieren para obedecer a la voluntad divina, entonces ese su querer es de castigar su vida mala, porque tanto una como otra son nulas?» 9 .
Aquel que prepara y dispone aquello mismo que quieren» (D 196).
E s t e a r g u m e n t o , e n efecto, j a m á s p o d r á ser contestado p o r los
CONCILIO III DE VALENCE: «Confiadamente confesamos la predestina- partidarios d e la predestinación después de la previsión de los méritos,
ción de los elegidos para la vida, y la de los impíos para la muerte; sin em- a n o ser q u e afirmen, d e m a n e r a c o m p l e t a m e n t e arbitraria y gra-
bargo, en la elección de los que han de salvarse, la misericordia de Dios precede tuita, q u e Dios tiene dos maneras d e predestinar a los h o m b r e s :
al buen merecimiento; en la condenación, empero, de los que han de perecer,
u n a p a r a los niños y otra para los mayores.
el merecimiento malo precede al justo juicio de Dios» (D 323).
SÍMBOLO DE SAN LEÓN IX: «Creo... que Dios predestinó sólo los bienes, d) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Vamos a exponer brevemente los
aunque previo los bienes y los males. Creo y profeso que la gracia de Dios principales a r g u m e n t o s q u e d e s c u b r e s i n esfuerzo la razón t e o -
previene y sigue al hombre; de tal modo, sin embargo, que no niego el libre lógica:
albedrío a la criatura racional» (D 348). i.° P o r q u e se d e s p r e n d e claramente d e las palabras d e San
Pablo. E s c u c h e m o s a Santo T o m á s 1 0 :
L a Iglesia, como se ve, n o h a definido e x p r e s a m e n t e esta cuestión
(no sería posible entonces la discusión e n t r e los teólogos), p e r o «San Pablo dice que «no por las obras justas que nosotros hubiéramos
hecho, sino por su misericordia, nos salvó» (Tit 3,5). Pues por la misma razón
su doctrina se inclina franca y claramente a la d e n u e s t r a conclu-
que nos salvó, nos predestinó para que nos salvásemos. Por consiguiente,
sión. E l m i s m o San R o b e r t o Belarmino, S. I.—partidario, como no es la presciencia de los méritos la causa o razón de la predestinación».
h e m o s visto, d e la explicación congruista, q u e , a u n q u e t e n g a algún
aspecto inaceptable, a d m i t e la absoluta g r a t u i d a d d e la p r e d e s t i - 2. 0 P o r q u e n a d a h a y e n nosotros q u e p u e d a ser causa d e la
nación antes de la previsión de los méritos del predestinado—, es- predestinación:
cribió estas palabras q u e nosotros mismos n o n o s atreveríamos a
a) Ninguna obra natural: porque la gloria es sobrenatural. Decir lo
proclamar c o n t a n t a fuerza: «Esta sentencia n o d e b e decirse q u e
contrario sería incurrir en la herejía pelagiana, condenada por la Iglesia
es opinión d e algunos d o c t o r e s , sino la fe de la Iglesia católica»7. (D 104).
c) L o s SANTOS P A D R E S . E n los Santos P a d r e s h a y abundan- b) N i el comienzo o iniciación de las obras buenas: herejía semipelagiana<
tísimos testimonios e n p r o d e la doctrina d e n u e s t r a conclusión. condenada también expresamente (D 176-181).
E n t r e todos ellos destaca el g r a n San A g u s t í n , D o c t o r d e la Gracia, c) Ni el buen uso de la gracia: es también un don de Dios y uno de los
q u e es el c a m p e ó n d e la absoluta gratuidad d e la p r e d e s t i n a c i ó n mayores. Lo dice San Pablo: «No que de nosotros seamos capaces de pensar
a la gloria, o sea, c o m p l e t a m e n t e anterior a la p r e v i s i ó n d e los algo como de nosotros mismos, que nuestra suficiencia viene de Dios» (2 Cor
3,5). Porque Dios es el que obra en vosotros el querer y el obrar según su bene-
méritos futuros. Basta abrir cualquiera d e sus t r a t a d o s s o b r e la
plácito (Phil 2,5), de suerte que sin la gracia preveniente del Espíritu Santo
gracia—principalmente De la naturaleza y de la gracia, De la gracia no podemos ni siquiera pronunciar el nombre de Jesús de manera que nos
y del libre albedrío, De la corrección y de la gracia, De la predestina- valga para algo en el orden sobrenatural: «Nadie puede decir 'Jesús es el
ción de los santos y Del don de perseverancia 8 — p a r a e n c o n t r a r e n Señor', sino en el Espíritu Santo» (1 Cor 12,5), y el mismo Cristo nos dice
seguida la exposición m á s profunda y bien razonada q u e s e h a h e - terminantemente en el Evangelio que sin El no podemos hacer nada: «Sin
cho hasta h o y d e la doctrina q u e defendemos. mí no podéis hacer nada» (lo 15,5).
Solamente a título d e m u e s t r a del ingenio singular d e S a n A g u s -
tín e n la demostración d e esta doctrina, citaremos s u a r g u m e n t o 3. 0 E l q u e obra o r d e n a d a m e n t e ( ¿ n o obrará así Dios?), e n el
a base d e los niños q u e m u e r e n antes d e h a b e r llegado al u s o d e o r d e n d e la intención quiere s i e m p r e el fin antes q u e los medios.
la razón. C o m o es evidente q u e Dios realiza la p r e d e s t i n a c i ó n d e E s u n principio metafísico del t o d o claro y evidente. A h o r a bien:
los h o m b r e s en forma idéntica para todos (puesto q u e la p r e d e s t i - la predestinación a la gloria es el fin, y la gracia y los méritos s o n
nación d e todos ellos la hace e n u n solo y mismísimo d e c r e t o eter- los medios p a r a alcanzarla. L u e g o D i o s , agente ordenadísimo p o r
no), arguye San A g u s t í n : excelencia, quiere la gloria p a r a el predestinado antes q u e sus
méritos procedentes d e la gracia. L u e g o la predestinación a la
«¿Quién tendrá oídos para tolerar el que se diga que los párvulos que gloria es c o m p l e t a m e n t e gratuita y anterior a la previsión d e los
mueren bautizados en la niñez reciben el bautismo en virtud de la presciencia méritos. N o olvidemos q u e la predestinación afecta a los medios
de sus méritos futuros, y, por tanto, que los que mueren sin ser bautizados presupuesta la voluntad del fin, sin lo cual n o p o d r í a n disponerse
en aquella misma edad es por la presciencia de los méritos futuros de sus los medios.
7
He aquí sus propias palabras en su texto latino: sHaec sententia non quorumvis docto- » SAN AGUSTÍN, De praeiestinatione sanctorum c . u n.24. Puede verse en el citado vo-
rurn opinio, sed fides Ecclesiae catholicae dici debet» (SAN ROBERTO BELARMINO, S. I., De lumen de la BAC, p.521.
grafía et libero arbitrio 1.2 c u ; puede verse en Opera omnia ed. Vives [París 1873] t.5 p.561). 1° Cf. I 23,5 sed contra.
8
Puede verlos el lector, todos juntos, en Obras de San Agustín (BAG, Madrid 1949) vol.6.
218 P.I. DIOS UNO
0
S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 219
4. Como vimos en una de las anteriores conclusiones, la
predestinación supone la elección y el amor de los predestinados, concordar los derechos de Dios con los de la criatura. Querer
porque el amor de Dios cansa todo el bien sobrenatural que hay en salvar a todo trance los de esta última, aun a trueque de resque-
el elegido. Nada absolutamente hay en el hombre, en el orden sobre- brajar, y dejar malparados los de Dios, nos parece del todo inad-
natural, antes que Dios le elija y ame sobrenaturalmente. Luego misible y antiteológico.
la predestinación sobrenatural a la gloria es absolutamente gratuita Por lo demás, no es cierto que la doctrina de la predestinación
y no por la previsión de los méritos sobrenaturales, que vendrán tal como la explica la escuela tomista sea dura y desalentadora.
después como efecto de esa misma predestinación. Ocurre precisamente todo lo contrario: es incomparablemente más
5.0 La perseverancia final está conectada íntima y necesaria- dulce y tranquilizadora que la doctrina contraria. Permítanos el
mente con la gloria eterna. Pero la perseverancia final es un gran lector trasladar aquí unas consideraciones que hemos escrito en
don de Dios completamente gratuito—como admiten los teólogos otra de nuestras obras 14.
de todas las escuelas sin excepción H—y nadie absolutamente puede
El misterio de la divina predestinación y el optimismo cristiano
saber con certeza si lo recibirá o no de Dios, como enseña expre-
samente el concilio de Trento 12 . Luego la predestinación a la 209. Sabido es que, en definitiva, nuestra salvación eterna de-
gloria no puede ser el resultado de los méritos previstos, puesto pende ante todo del misterio de la divina predestinación. Desde
que entre éstos y la gloria se interpone el gran don de la perseve- toda la eternidad ha determinado Dios conceder gratuitamente la
rancia final, que es completamente gratuito, y no el resultado de los gracia y la gloria 1 a los que libremente ha querido El elegir 2 para
méritos anteriores. que sean la porción y herencia de Jesucristo, su Hijo muy amado,
6.° La predestinación de Cristo—como vimos—es la causa incluyéndoles en el mismo decreto eterno con que ha predestinado
ejemplar, meritoria, eficiente y final de la nuestra, no en cuanto a Cristo 3 . Por eso la consecución de la gloria es certísima e infa-
al acto de la voluntad divina, sino en cuanto al término y efecto lible para todos los predestinados a ella 4 ; no faltará ni una sola
de la predestinación. Pero la predestinación de Cristo a ser Hijo de las ovejas que el Padre ha querido dar a Jesucristo (lo 10,27-29).
natural de Dios lo mismo que a la plenitud de la gracia y de la Ahora bien: este misterio, a primera vista tan pavoroso, resulta
gloria, fue enteramente gratuita, o sea sin tener para nada en —nos parece—infinitamente consolador con relación al problema
cuenta los méritos futuros de Cristo-Hombre 13 . Luego también del número de los que se salvan, sobre todo si se entiende la divi-
la nuestra, y con mucho mayor motivo, será completamente gra- na predestinación como la entiende la escuela tomista.
tuita, sin que tengan nada que ver con ella nuestros pobres méritos En efecto: si aciertan Santo Tomás y sus discípulos cuando di-
futuros. cen que la predestinación a la gloria la hace Dios de una manera
Estos argumentos nos parece que dejan completamente zanjada enteramente gratuita y misericordiosa, antes de prever los méritos de
la cuestión para todo espíritu sereno e imparcial. La doctrina in- aquellos que se han de salvar en virtud de esa predestinación inefable 5 ,
equívoca de San Pablo, la preferencia de la Iglesia, el peso de gran nos parece que la conclusión optimista con relación al número de los
número de Santos Padres, principalmente del gran San Agustín, y que se salvan se deduce con meridiana claridad. Porque, teniendo
los argumentos clarísimos que descubre sin esfuerzo la razón teo- en cuenta que esos tales, así predestinados gratuitamente por Dios,
lógica constituyen una prueba tan aplastante que, a nuestro juicio, han de constituir la porción y herencia de Jesucristo, el Hijo muy
llevan a la certeza plena y total de que la doctrina recogida en amado del Padre, en el cual tiene puestas El todas sus complacencias
nuestra conclusión coincide exactamente con la verdad objetiva de (Mt 17,5), no es de creer que el Padre haya escogido tan sólo un pe-
las cosas. queño rebaño de ovejas como patrimonio de su divino Hijo, al que
¿Que tiene sus dificultades? ¿Que no aclara del todo el gran tenía destinado para ser el Buen Pastor de toda la humanidad caída.
misterio? ¿Que parece dura e inexorable? Todo lo que se quiera. Todo hace presentir que el Padre habrá sabido ser magníficamente
Pero téngase en cuenta que es la única doctrina que está perfectamente espléndido en la formación de ese rebaño de Jesucristo 6 .
de acuerdo con los grandes principios teológicos que salvaguardan los 14
Cf. nuestra Teología de la salvación 2. a ed. ( B A C , M a d r i d 1959) n.109.
derechos inalienables e imprescriptibles de Dios. El verdadero 1
L a predestinación gratuita a la gracia es una verdad d e fe (contra la herejía pelagiana);
teólogo tiene que salvar esos derechos por encima de todo, cuales- y la predestinación en todo su conjunto—adaequate spectata —es también completamente gra-
tuita, como admite incluso la escuela molinista (cf. DALMAU, S. I., De Deo uno et trino th.22
quiera que sean las dificultades que le salgan al paso para poder n.247ss, ed. B A C , 1952). L a escuela tomista enseña, además, la predestinación enteramente
gratuita a la gloria (I 23,5).
1
* Véase la razón profunda en I-II r 14,9. H e m o s expuesto ampliamente las razones d e i Cf. I 23,4. 3
Cf. III 24,3-4. " Cf. I 23,6-7. 5
Cf. I 23,5.
¡a absoluta gratuidad d e la perseverancia final en nuestra Teología de la salvación 2. a ed. 6
Naturalmente q u e no se podría invocar contra esta tesis aquel versículo del Evangelio
(BAC, M a d r i d 1959) n-99, adonde remitimos al lector q u e quiera mayor información. d e San Lucas (12,32): No temas, rebañito mió, porque vuestro Padre se ha complacido en daros el
12
H e aquí las palabras d e la declaración dogmática tridentína: «Si alguno dijere con reino, porque Cristo se dirige con esas palabras a sus primeros discípulos, q u e formaban, en
absoluta e infalible certeza q u e tendrá ciertamente aquel gran don de la perseverancia hasta efecto, u n rebaño m u y pequeño. N o olvidemos q u e el reino de Dios fue comparado por Jesu-
el fin, a no ser q u e lo hubiera sabido por especial revelación, sea anatema» ( D 826; cf. 806). cristo a u n grano de mostaza, q u e al principio es la más pequeña d e todas las semillas, pero
* 3 Cf. III 2 , I I . Cf. nuestra obra Jesucristo y la vida cristiana (BAC, M a d r i d 1961) n.47- después crece y se desarrolla hasta convertirse en u n árbol frondoso capaz d e cobijar a las aves
del cielo ( M t 13,31-32).
220 P.I. DIOS UNO
S.'í C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 221
Otra cosa muy distinta habría que pensar si la predestinación
a la gloria la hiciera Dios después de prever los méritos de los pre- (Mt 6,13), o como dice la Iglesia: «No permitáis que seamos separados de
vos: si nuestra voluntad quiere escapar, no lo permitáis»: sujetadla con vues-
destinados, como enseña otra g r a n escuela teológica. E n ese caso tra mano, cambiadla y reducidla a vos...
nos parece q u e el p a n o r a m a con relación al n ú m e r o d e los q u e se La segunda cosa que nos quiere enseñar es la de abandonarnos a su bon-
salvan cambiaría c o m p l e t a m e n t e . P o r q u e , s e g ú n esta m a n e r a de dad. No porque no sea preciso obrar o trabajar..., sino porque, aun obrando
resolver el p r o b l e m a , Dios no toma la iniciativa en la predestinación con todo nuestro corazón, es preciso por encima de todo abandonarnos a
a la gloria, sino q u e tiene q u e a t e n d e r a lo que el hombre querrá Dios para el tiempo y para la eternidad...
hacer p o r su cuenta y razón. Dios ya n o es causa determinante, sino El hombre soberbio cree que su salvación se hace demasiado incierta
m e r o espectador d e las b u e n a s acciones d e s u criatura (a las q u e si no la tiene él en sus manos; pero se equivoca. ¿Podría yo estar seguro de
mí mismo? ¡Dios mío! Yo siento que mi voluntad se me escapa a cada
se limita a concurrir con s u concurso simultáneo), y la predestina-
momento; y si vos quisierais hacerme el único dueño de mi fortaleza, re-
ción, e n definitiva, d e p e n d e del h o m b r e , n o de Dios. A h o r a bien: chazaría un poder tan perjudicial a mi debilidad. Que no se me diga, pues,
si el que se salva a si mismo es el hombre, t e n e m o s grandes motivos que esta doctrina de gracia y de preferencia lleva las almas buenas a la deses-
para temblar, según somos malos administradores de nosotros peración. ¡Qué! ¿Piensa alguien asegurarme más enviándome a mí mismo
mismos; mientras q u e , si el que salva al hombre es Dios, n u e s t r o y abandonándome a mi inconstancia? No, Dios mío, no lo permito. No puedo
corazón p u e d e abrirse a la más consoladora de las esperanzas. A l encontrar seguridad más que abandonándome a vos. Y allí la encuentro
menos con relación al n ú m e r o de los q u e se salvan, es mil veces tanto más grande cuanto que aquellos a quienes dais esta confianza de aban-
donarse enteramente a vos reciben en este dulce instinto la mejor señal de
preferible q u e la predestinación la haya h e c h o Dios mirándose a
vuestra bondad que se puede tener acá en la tierra. Aumentad, pues, en mí
Sí mismo (escuela tomista) q u e mirándonos a nosotros (escuela m o - este deseo e introducid de este modo en mi corazón la dichosa esperanza
tinista). de encontrarme al fin entre este número escogido» 7 .

El gran Bossuet intuyó esta doctrina cuando exclamaba en uno de sus E l gran orador-—que era a la vez excelente teólogo—tiene evi-
sublimes arranques oratorios: «Todos aquellos para los que Jesucristo ha d e n t e m e n t e razón. L a predestinación ante praevisa menta, lejos d e
pedido absolutamente determinados efectos los recibirán sin falta. Si Jesu- llevar a la desesperación, es p r o f u n d a m e n t e tranquilizadora, m u c h o
cristo lo pide para ellos, tendrán la fe, la perseverancia en el fin y la perfecta m á s q u e la doctrina contraria. Si Dios nos h u b i e r a p r e d e s t i n a d o mi-
liberación del mal. Si hubiera pedido de esta manera absoluta por el mundo
—por el cual ha dicho que no ruega (lo 17,9)—, el mundo ya no serla mundo rándonos a nosotros, su justicia inexorable exigiría el castigo de la in-
y se santificaría. Todos aquellos, pues, por los que ha dicho: Santifícalos m e n s a mayoría d e los h o m b r e s , q u e se e n t r e g a n v o l u n t a r i a m e n t e al
en la verdad (lo 17,17), serán santificados en la verdad. Yo no niego la pecado. Pero si lo hizo mirándose a Sí mismo y mirando a Cristo, el
bondad de Dios sobre todos los hombres, ni los medios que les prepara resultado final—podemos esperarlo confiadamente—será u n desbor-
para su salvación eterna en su providencia general, porque no quiere que d a m i e n t o de a m o r y de misericordia.
nadie perezca, sino que todos vengan a penitencia (2 Petr 3,9). Pero, por gran-
des que sean las miras que tenga sobre todo el mundo, tiene una mirada E. Efectos de la divina predestinación
particular y de preferencia sobre un número que le es conocido. Todos
aquellos que mira El así, lloran sus pecados y se convierten a su tiempo. 210. Examinada ya la causa de nuestra predestinación, que,
Por eso, cuando lanzó sobre San Pedro esta mirada misericordiosa, se de-
rritió en lágrimas. Y éste fue el efecto de la oración que Jesucristo había
como hemos visto, no es otra que la pura bondad y misericordia
hecho por la estabilidad de su fe; porque en primer lugar era preciso revi- de Dios, veamos ahora los efectos que la misma predestinación
virlo y, a su tiempo, fortalecerlo para durar hasta el fin. Lo mismo ocurre produce en el predestinado 1.
con todos aquellos que el Padre le ha dado de una manera absoluta; de los Vamos a dar, ante todo, unas nociones previas.
cuales ha dicho: Todo lo que el Padre me da viene a mi, y al que viene a mí
yo no le echaré fuera; porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, 1. N O C I Ó N . E n t e n d e m o s p o r efectos de la predestinación todo
sino la voluntad del que me envió. Y ésta es la voluntad del que me envió: que aquello que Dios realiza en la criatura predestinada con la intención
yo no pierda nada de lo que me ha dado, sino que lo resucite en el último día eficaz de darle la vida eterna.
(lo 6,37-39).
2. C O N D I C I O N E S . Para q u e una cosa sea efecto de la p r e d e s -
¿Y para qué nos hace entrar en estas sublimes verdades? ¿Es para tur- tinación h a d e r e u n i r estas tres condiciones:
barnos, para alarmarnos, para arrojarnos en brazos de la desesperación,
para agitarnos en nosotros mismos preguntándonos: Soy yo de los elegidos a) Que sea una cosa buena, porque todo lo que hace Dios es bueno.
o no lo soy? Lejos de nosotros este tan funesto pensamiento... b) Que proceda de la intención eficaz de Dios de conferir la vida eterna
El designio de nuestro Salvador es que, contemplando esta mirada se- a la criatura que la recibe; porque Dios, queriendo eficazmente el fin, dis-
creta que lanza sobre los que El sabe y que su Padre le ha dado por una pone los medios para conseguirlo.
elección absoluta, y reconociendo que El los sabe conducir a su salvación 7
BOSSUET, Méditations sur l'Euangtle, La Cene, p.2.a 171 jour: «Oeuvres», t.g p.602-3
eterna por procedimientos que no pueden fallar, aprendamos en primer lugar (ed. París 1749).
a pedirlos, a unirnos a su oración diciendo con El: Líbranos de todo mal 1
Cf. ZUBIZARRETA, o.c, vol.2 n.409ss, del que tomamos casi todo lo que vamos a expo-
ner en este apartado.
222 P.I. DIOS UNO S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 223

c) Que de hecho conduzca al predestinado hasta la vida eterna, porque


i.° L A VOCACIÓN
este efecto se produce por Dios.
3. CLASES. L O S efectos d e la divina predestinación p u e d e n 212. P r o p i a m e n t e h a b l a n d o s e entiende p o r t a l t o d o aquello
q u e m u e v e o p u e d e mover al h o m b r e a alcanzar la gracia y la
ser d e u n triple género:
gloria. P u e d e ser natural o sobrenatural. L a sobrenatural, q u e es
a) Sobrenaturales, como la vocación, justificación y glorificación. d e la q u e aquí hablamos, se subdivide e n externa (la predicación
b) Naturales, como la naturaleza humana, el temperamento, la fa- del Evangelio, los milagros, los b u e n o s ejemplos d e los demás, e t -
milia, la patria, la educación, etc. cétera) e interna (mociones divinas internas, inspiraciones d e la
c) La permisión del pecado para sacar mayores bienes (humildad, gracia, etc.). U n a y otra p u e d e ser eficaz e ineficaz, según p r o d u z c a
arrepentimiento, etc.). o n o el efecto apetecido.
A l g u n o s teólogos (Vázquez, Valencia, C o n t e n s o n , etc.) dicen
Vamos a examinar p o r separado cada u n o d e estos tres órdenes q u e sólo la vocación o llamamiento eficaz es e n los elegidos efecto
de cosas. de la predestinación, pero n o la ineficaz. L a inmensa mayoría d e
los teólogos afirman, sin e m b a r g o , q u e t a m b i é n la ineficaz es e n
a) Efectos sobrenaturales d e la divina predestinación
los predestinados efecto d e su predestinación. H e aquí las p r u e b a s :
2 1 1 . Son, c o n m u c h o , los m á s importantes d e todos. Lógica- a) D E LA VOCACIÓN EFICAZ. Lo dice expresamente San Pablo:
m e n t e escalonados, los diversos efectos sobrenaturales d e la divina «A los que predestinó, a ésos los llamó» (Rom 8,30).
predestinación s o n los cinco siguientes: vocación, justificación, buen Y nuestro Señor Jesucristo:
uso de la gracia, perseverancia final y glorificación. Pero n o t o d o s «Nadie puede venir a mí si el Padre, que me ha enviado, no le trae»
son d e igual m a n e r a efectos d e la predestinación, pues h a y algunos (lo 6,44).
q u e le s o n t a n propios y exclusivos q u e n o p u e d e n encontrarse La razón es porque la vocación eficaz la hace Dios con la intención
sino en los predestinados, a saber: la perseverancia final y la glori- eficaz de salvar a los predestinados: luego es efecto de la misma predesti-
ficación. L o s otros tres s o n c o m u n e s a predestinados y n o p r e d e s - nación.
tinados, p u e s d e h e c h o h a y m u c h o s h o m b r e s q u e fueron llamados b) D E LA VOCACIÓN INEFICAZ. ESOS llamamientos o vocaciones inefi-
(vocación), justificados (v.gr., p o r el bautismo), u s a r o n bien d e la caces (v.gr., oír un sermón sin hacer caso), aunque de momento no produz-
can la conversión del pecador, excitan en él, sin embargo, algún deseo remoto
gracia d u r a n t e algún t i e m p o , y acabaron, finalmente, p o r pecar,
de enmendar su mala vida y prepararse por el arrepentimiento y la penitencia
morir en pecado y condenarse e t e r n a m e n t e . a emprender una vida mejor. Tarde o temprano acabarán por rendir fruto,
L o s propios y exclusivos d e los p r e d e s t i n a d o s se dicen efectos ya que, a la corta o a la larga, nada podrá oponerse a la voluntad divina de
elícitos d e la predestinación (o sea, q u e los p r o d u c e ella m i s m a d e salvar al predestinado.
por sí), y los c o m u n e s c o n los n o predestinados reciben el n o m b r e
de efectos imperados, p o r q u e n o los p r o d u c e la predestinación p o r 2. 0 L A JUSTIFICACIÓN D E L PECADOR
sí misma, sino p o r otras causas s u b o r d i n a d a s y obedientes a ella. 213. Se e n t i e n d e p o r tal la infusión d e la gracia e n u n a per-
Para q u e aparezca t o d o esto c o n mayor claridad, lo e x p o n d r e - sona q u e n o la posee actualmente, ya sea p o r n o haberla t e n i d o
mos a continuación en forma d e esquema: n u n c a (bautismo d e los párvulos), o p o r haberla p e r d i d o p o r el
I a) Comunes con los no f i ) Vocación. pecado (perfecta contrición, absolución sacramental).
predestinados (inipe-j 2) Justificación. L a justificación p u e d e ser única e n la vida y continuada sin in-
Efectos sobrenaturales rodos) j 3) Buen uso de la terrupción hasta la m u e r t e , o p u e d e ser interrumpida p o r el pecado
de la divina pre-K l gracia. m o r t a l y volverse a recuperar p o r la penitencia. A m b a s formas
destinación , I b) Propios y exclusivos de (4) La perseverancia son e n el predestinado u n efecto d e su predestinación. Veámoslo:
los predestinados (elí--{ final. a) L A JUSTIFICACIÓN NO INTERRUMPIDA. Lo insinúa con toda claridad
citos) L5) La glorificación. San Pablo:
T o d o esto supuesto, vamos a exponer o r d e n a d a m e n t e la d o c - «A los que predestinó, a ésos los llamó; y a los que llamó, a ésos los
trina teológica en forma d e conclusiones. justificó» (Rom 8,30).
b) L A JUSTIFICACIÓN INTERRUMPIDA POR EL PECADO no se frustra del
Conclusión i. a L a vocación, justificación y b u e n uso d e la gracia
todo en el predestinado, ya que, al recuperar de nuevo la gracia, recuperará
son en los predestinados efectos i m p e r a d o s de la predestinación,
también los méritos anteriores perdidos por el pecado 2 . Aparte de esto, el
a u n q u e p u e d e n darse t a m b i é n e n los n o predestinados. (Doctrina
2
cierta y casi común.) Al menos en parte, ya que la recuperación total exige una disposición tan intensa como
en el momento de máximo mérito en la vida pasada, según la doctrina de Santo Tomás
Vamos a examinar p o r separado cada u n o d e esos tres efectos. (cf. III 89,3).
224 P.I. DIOS UNO
S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 225
recuerdo de la paz y felicidad que llenaba el alma cuando estaba en gracia,
excita el deseo de volver a recuperarla por el arrepentimiento y la penitencia q u e Dios concede ú n i c a m e n t e a los predestinados a la gloria, sin
y de poner los medios para no volver a perderla nunca más. q u e p u e d a ser merecido a b s o l u t a m e n t e p o r nadie. P o r eso escribe
Santo T o m á s :
L o s dones espirituales q u e siguen a la gracia justificante, o sea,
las virtudes infusas y dones del Espíritu Santo, son t a m b i é n , como «La predestinación es causa de lo que los predestinados esperan en la
es obvio, efectos d e la predestinación, puesto q u e s o n dones inse- vida futura, o sea de la gloria, y de lo que reciben en la presente, o sea, de
parables d e la gracia y siguen todas sus vicisitudes. la gracia» 4 .

3.0 E L BUEN USO D E LA GRACIA


b) Efectos naturales d e la divina predestinación

214. E l b u e n uso d e la gracia, o sea, la fidelidad a la misma, 216. Se c o m p r e n d e m u y bien q u e todos los dones sobrenatura-
es t a m b i é n u n d o n d e Dios, y d e los mayores p o r cierto. E n rea- les q u e recibe e l predestinado sean efecto d e la m i s m a predestina-
lidad n o persevera e n gracia el q u e quiere, sino el que Dios quiere ción; p e r o cabe p r e g u n t a r si t a m b i é n los m i s m o s dones naturales
que persevere, ya q u e la perseverancia m i s m a — a u n q u e n o sea t o - p r o c e d e n d e Dios e n v i r t u d d e la m i s m a predestinación o i n d e -
davía la final—es u n g r a n d o n d e Dios. E s San Pablo q u i e n nos p e n d i e n t e m e n t e d e ella.
asegura q u e «es Dios el q u e o b r a en nosotros el q u e r e r y el obrar L a contestación casi u n á n i m e d e los teólogos d e todas las e s c u e -
según s u beneplácito» (Phil 2,13). P o r eso dice t a m b i é n el profeta las católicas es afirmativa. T o d o s los dones naturales, a saber: la
Jeremías: «Conviértenos a ti, ¡oh Yavé!, y nos convertiremos» propia naturaleza h u m a n a , el t e m p e r a m e n t o , carácter, ingenio, í n -
( L a m 5,21). Y San A g u s t í n repetía c o n frecuencia s u famosa invo- dole, complexión, salud, patria, p a d r e s , educación, vida larga o
cación: «Dadme, Señor, lo q u e m a n d á i s y m a n d a d lo q u e queráis». corta, obras n a t u r a l m e n t e b u e n a s y honestas, etc., d e los predesti-
L a m i s m a doctrina enseña Santo T o m á s c u a n d o escribe: nados s o n efectos imperados d e la m i s m a predestinación.
L a r a z ó n es p o r q u e todas esas cosas contribuyen subsidiaria-
«No es distinto lo que procede de la predestinación y del libre albedrío, mente, e n u n a u otra forma, a conseguir la vida eterna, ya sea
por lo mismo que no son cosas distintas lo que procede de la causa primera removiendo los obstáculos q u e encontraría la gracia, ya a y u d a n d o
y de la segunda; porque la divina Providencia produce sus efectos por las
operaciones de las causas segundas. Por consiguiente, lo que se hace por el al p r e d e s t i n a d o a practicar las b u e n a s obras procedentes d e la
libre albedrio proviene de la predestinación» 3 . m i s m a . U n a m u e r t e p r e m a t u r a — p o r ejemplo—es providencial p a r a
la salvación d e u n h o m b r e q u e quizá se h u b i e r a c o n d e n a d o si h u -
G o m o h e m o s dicho m á s arriba, estos efectos imperados d e la biera vivido m á s t i e m p o .
divina predestinación p u e d e n recibirlos incluso los n o predestina- N o es preciso, sin e m b a r g o , afirmar q u e todas y cada u n a d e
dos, y d e hecho los reciben m u c h o s d e ellos. E s u n hecho q u e las cosas q u e existen o s u c e d e n e n el m u n d o sean efecto d e la
m u c h o s d e los q u e finalmente m u e r e n e n pecado y se c o n d e n a n predestinación d e a l g ú n elegido e n particular. Basta c o n q u e todas
h a b í a n recibido el llamamiento d e Dios (vocación cristiana), fueron ellas contribuyan a la predestinación d e t o d o el Cuerpo místico
justificados p o r el b a u t i s m o o la penitencia y perseveraron en el d e Cristo y afecten a cada u n o d e sus m i e m b r o s e n la m e d i d a y
bien m á s o m e n o s t i e m p o . Son los tres efectos imperados d e la d i - grado e n q u e se relacionan c o n él ayudándole a salvarse.
vina predestinación a la gracia. U n a cosa es la predestinación a la
gracia y otra m u y distinta la predestinación a la gloria. Esta ú l t i m a c) L a permisión del pecado
afecta ú n i c a m e n t e a los q u e llegan d e hecho a la vida eterna.
217. E n v i r t u d d e su libre albedrío, q u e p u e d e desviarse hacia
Conclusión 2. a L a perseverancia final y la glorificación de los pre- el m a l , los predestinados a la gloria—como cualquier otro h o m -
destinados son efectos elícitos de la m i s m a divina predestinación,
b r e — p u e d e n pecar y, d e hecho, m u c h o s d e ellos pecan gravemente,
o sea, propios y exclusivos d e los predestinados. (Doctrina cierta
y común.) p e r d i e n d o la gracia santificante. Es cierto q u e se a r r e p e n t i r á n
después y alcanzarán finalmente la vida eterna, p u e s la predestina-
215. L a dice claramente San Pablo e n el famoso texto d e su ción n o p u e d e fallar, pero, m i e n t r a s tanto, están privados d e la
epístola a los R o m a n o s q u e h e m o s citado repetidas veces: gracia p o r el pecado mortal voluntariamente cometido.
«A los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos Es c o m p l e t a m e n t e cierto y evidente q u e el pecado, considerado
los justificó; y a los que justificó, a ésos también los glorificó» (Rom 8,30). formalmente en c u a n t o tal, n o p u e d e ser efecto d e la predestinación,
puesto q u e el pecado n o procede d e Dios. Pero cabe p r e g u n t a r si
L a razón es p o r q u e la perseverancia final está infaliblemente la permisión del pecado, t a n t o d e los elegidos como d e los r e p r o b o s ,
conectada c o n la salvación eterna y es u n d o n totalmente gratuito es u n efecto indirecto d e la predestinación d e los elegidos.
» I 23.5- 4
I 23,3 ad 2.
Dios y su obra 8
226 P.I. DIOS UNO
S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 227
A l g u n o s t e ó l o g o s — m u y pocos—lo niegan, p e r o la inmensa m a -
yoría lo afirman. E n t r e estos últimos n o solamente están Santo
T o m á s y toda la escuela tomista, sino t a m b i é n Molina, Suárez, F. P r o p i e d a d e s d e la d i v i n a p r e d e s t i n a c i ó n
Pesch y la casi totalidad d e los teólogos d e todas las escuelas y
Las principales propiedades d e la divina predestinación s o n
tendencias. tres:
L a razón es p o r q u e , como dice San Pablo, «Dios hace concu-
rrir todas las cosas al bien de los q u e le aman, d e los que, según sus a) Certeza e infalibilidad objetiva de la misma.
designios, s o n llamados» ( R o m 8,28). Y San Agustín, c o m e n t a n d o b) Inseguridad subjetiva por parte nuestra.
estas palabras, escribe sin vacilar: etiam peccata, hasta los pecados. c) Posibilidad de ser ayudada con las oraciones y buenas obras de los
santos.
P o r q u e , al arrepentirse d e ellos, contribuyen a hacerlos m á s h u -
mildes, m á s precavidos, m á s confiados e n Dios y m e n o s p r e s u n - Vamos a examinar p o r separado cada u n a d e estas p r o p i e -
tuosos d e sí mismos, m á s cuidadosos e n evitar las ocasiones d e dades 1.
pecado, etc. Escuchemos al propio San Agustín:
a) Certeza e infalibilidad objetiva d e la divina predestinación
«A los que aman a Dios de este modo, todo contribuye para su mayor
bien; absolutamente todas las cosas las endereza Dios a su provecho, de 218. L a certeza d e la predestinación, e n sí m i s m a u objetiva-
suerte que aun a los que se desvían y extralimitan, les hace progresar en la m e n t e considerada, p u e d e referirse a la simple presciencia d e Dios
virtud, porque se vuelven más humildes y experimentados. Aprenden que — a cuya m i r a d a eterna nada a b s o l u t a m e n t e p u e d e ocultarse—o a
en el mismo camino de la vida justa deben alborozarse con gozo y temblor, la causalidad divina, q u e p r o d u c e infaliblemente sus efectos.
sin atribuirse presuntuosamente a sí mismos la seguridad con que caminan,
E n t o r n o a este p r o b l e m a p u e d e n plantearse, principalmente,
ni decirse en tiempo de la prosperidad: Ya nunca caeremos» s.
las siguientes tres cuestiones:
L o s mismos pecados ajenos c o n t r i b u y e n al bien d e los p r e d e s - a) Si la predestinación en sí misma es cierta no sólo con certeza de
tinados, pues a p r e n d e n d e ellos a trabajar en su salvación «con t e - presciencia, sino también con certeza de causalidad.
mor y temblor» (Phil 2,12), desconfiando d e sí mismos y pidiendo b) De dónde procede esta certeza absoluta e infalible.
a Dios n o les deje caer e n aquellos m i s m o s pecados q u e v e n c o - c) Si el número de los predestinados es cierto e infalible únicamente
m e t e r a los demás, etc. Escuchemos al D o c t o r Angélico exponiendo en conjunto, o también con relación a cada uno de ellos en particular.
este argumento:
E x p o n d r e m o s la solución a estos p r o b l e m a s e n u n a serie d e
«Entre todas las cosas del universo sobresalen los santos de Dios, a los conclusiones.
que pertenecen todas las cosas, según aquello del Evangelio: «En verdad
Conclusión i." L a predestinación e n sí m i s m a es absolutamente
os digo que pondrá a su siervo sobre toda su hacienda» (Mt 24,47). Y, por
cierta e infalible, con certeza d e presciencia y d e causalidad. (La
eso, todo cuanto les ocurre a ellos o a las cosas que les rodean, todo redunda
certeza de presciencia es doctrina cierta y común; la de causalidad es
en bien de ellos, de suerte que se cumple aquello del libro de los Proverbios:
doctrina tomista.)
«El necio será siervo del sensato» (Prov 11,29), porque hasta la maldad de
los pecadores contribuye al bien de los justos. Por eso se dice que Dios tiene 219. H e aquí las p r u e b a s :
especial cuidado de los justos, según leemos en el salmo: «Los ojos de Yavé
están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus clamores» (Ps 33,16), en a) L A SAGRADA ESCRITURA. L o dice claramente e n el p r i m e r
cuanto que de tal suerte cuida de ellos, que no permite en torno a ellos sentido y lo insinúa en el segundo:
ningún mal que no lo convierta en un mayor bien» 6.
a) PRESCIENCIA: «A los que de antes conoció, a ésos los predestinó»
Esta es la razón s u p r e m a d e p o r q u é p e r m i t e Dios los males (Rom 8,29).
del m u n d o e incluso los mismos pecados d e los h o m b r e s . «Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen» (lo 10,27).
«El Señor conoce a los que son suyos» (2 Tim 2,19).
«El Dios omnipotente—dice San Agustín ^—no habría permitido que
hubiese mal en sus obras si no fuese tan omnipotente y bueno que consiga b) CAUSALIDAD: «Y yo les doy la vida eterna (a sus ovejas), y no perece-
sacar bien del propio mal». rán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano» (lo 10,28).
5
SAN AGUSTÍN, De correptione et gratia c.o n.24: M L 44,930. Puede verse en Obras de b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Es una consecuencia'necesaria e
San Agustín vol.6 (BAC, M a d r i d 1949) p.163. El anotador de este lugar e n la edición d e la
B A C —P. Gapánaga, agustino— escribe acertadamente este bello comentario: «La fealdad inevitable d e la sabiduría infinita d e Dios, q u e conoce d e a n t e -
misma del pecado se convierte en principio embellecedor, siendo como el estiércol, q u e con- m a n o absolutamente t o d o cuanto existe o p u e d e existir (pres-
tribuye a la hermosura de la planta... N o sólo la calda d e David, sino t a m b i é n la misma de
San Agustín, confirma esta doctrina. N o tendríamos los primores de las Confesiones, con ciencia), y d e la divina causalidad, q u e h a creado todas las cosas
una vida inocente y angelical* (ibid., p.206). sacándolas d e la n a d a y actúa como Causa primera e n todas y cada
6
SANTO T O M Á S , Ad Rom. 8 lect.6.
7
SAN AGUSTÍN, Enchirid, c u : M L 40,236, 1
Cf. I 23,6-8; ZuBIZARKETA, O.c, Vol.2 n.422-431; ScHMAUS, 0.C, V0I.5 p.367"37I-
228 P.I. DIOS UNO
S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 229
u n a de las acciones de los h o m b r e s , naturales o sobrenaturales, esté predestinado, y, por tanto, no se sigue que quede fallida la predestina-
necesarias o libres, sin c o m p r o m e t e r con ello, n o obstante, la ción (ad 2).
libertad d e las criaturas. E s c u c h e m o s al D o c t o r Angélico expli-
cando u n a vez más esta doctrina 2 : DIFICULTAD. T o d o lo q u e Dios p u d o hacer, lo p u e d e hacer
t a m b i é n ahora. P e r o Dios p u d o n o predestinar al predestinado.
«La predestinación consigue su efecto ciertísima e infaliblemente, y, sin
embargo, no impone necesidad, o sea, no hace que su efecto se produzca L u e g o p u e d e t a m b i é n ahora n o predestinarlo, y, p o r consiguiente,
de modo necesario. Hemos dicho—en efecto—que la predestinación es una la predestinación n o es cierta o infalible.
parte de la providencia. Mas no todo lo sujeto a la providencia se produce
necesariamente, ya que hay cosas que se producen de modo contingente, RESPUESTA. La predestinación incluye la voluntad divina, y ya vimos
debido a la condición de las causas próximas que para tales efectos destina que, cuando Dios quiere una cosa creada, ésta, debido a la inmutabilidad de
la providencia divina; no obstante lo cual, el orden de la providencia es in- la voluntad divina, es necesaria en ese supuesto de que Dios la quiera, pero
falible, según hemos dicho. Por consiguiente, es asimismo cierto el orden no en absoluto (o por la naturaleza misma de esa cosa), y esto mismo se ha
de la predestinación, y, sin embargo, no destruye la libertad del albedrío, de decir aquí de la predestinación. No es, pues, correcto decir que Dios
del que proviene que su efecto se produzca de una manera contingente. puede no predestinar al que predestinó, entendiendo esto en sentido com-
puesto, o sea, simultaneando ambas cosas (sería contradictorio: querer y no
En esta materia recuérdese también lo que tenemos dicho de la ciencia
querer a la vez), si bien Dios es muy libre, hablando en absoluto, de pre-
y de la voluntad divina, que no destruyen la contingencia de las cosas, no
destinar o no predestinar; pero esto no quita certeza alguna a la divina pre-
obstante ser ellas ciertísimas e infalibles».
destinación (ad 3).
E n las respuestas a las dificultades, a ñ a d e Santo T o m á s nuevas e
Conclusión 2. a L a certeza absoluta e infalible de la divina predes-
interesantes precisiones. Helas aquí. tinación procede del decreto absoluto y eficaz de D i o s , q u e lo ha
DIFICULTAD. C o m e n t a n d o las palabras de Dios en el A p o c a - d e t e r m i n a d o así desde toda la eternidad. (Doctrina tomista.)
lipsis: «Guarda bien lo q u e tienes, n o sea q u e otro reciba t u co-
220. E s u n a consecuencia d e la doctrina q u e expusimos más
rona» (Apoc 3,11), dice San A g u s t í n q u e «no recibiría éste la coro-
arriba sobre la absoluta g r a t u i d a d d e la predestinación antes de la
na si aquél n o la perdiere». L u e g o la corona, q u e es el efecto d e la
previsión de los méritos del p r e d e s t i n a d o . Dios quiere con voluntad
predestinación, es cosa q u e se p u e d e adquirir y p e r d e r , y, p o r
absoluta y eficaz q u e los predestinados se salven, y esta v o l u n t a d
consiguiente, la predestinación no es cierta o infalible.
divina es infalible o infrustrable. Por eso dice Cristo e n el E v a n -
RESPUESTA. La corona puede pertenecer a alguien por dos motivos. gelio q u e «nadie le arrebatará sus ovejas de sus manos» (lo 10,28).
Uno, por razón de la predestinación, y en este caso nadie puede perder su N o olvidemos la definición m i s m a de la divina predestinación dada
corona (pues la predestinación de Dios a la gloria no puede en modo algu- p o r San Agustín: «Es la presciencia y preparación d e los beneficios
no fallar: fallaría la ciencia y el poder de Dios). Otro, por los méritos de la d e Dios con los q u e ciertísimamente se salvan t o d o s los q u e se
gracia, ya que, en cierto modo, es nuestro lo que tenemos merecido; y, en
salvan».
este caso, puede alguien perder su corona por el pecado mortal subsiguiente
(y muriendo, finalmente, en él, como les ocurre a los no predestinados que
habían poseído anteriormente la gracia). Esta corona perdida la recibe otro, Conclusión 3. a Dios c o n o c e el n ú m e r o de los predestinados n o sólo
por cuanto es subrogado en el lugar del que la perdió; pues Dios no permi- en su conjunto, sino en particular, o sea, quiénes son concreta-
te que caigan unos sin que levante a otros, como se dice en el libro de Job: m e n t e los que se h a n de salvar; y este conocimiento es cierto e
«Quebrantaré a muchos, a innumerables, y haré que se levanten otros en infalible, de suerte q u e el n ú m e r o de los predestinados n o p u e d e
su lugar» (Iob 34,24). Por esto ocupan los hombre.; el lugar de los ángeles a u m e n t a r ni disminuir. (Doctrina cierta y común.)
caídos, y los gentiles el de los judíos. El sustituto en el estado de gracia re-
221. Esta conclusión la a d m i t e n todos los teólogos sin excep-
cibe, además, la corona del caído, por cuanto en la eterna bienaventuranza
se alegrará de las buenas obras que el otro hizo, pues allí cada uno se alegra ción, cualquiera q u e sea la escuela a q u e pertenezcan. E s indife-
lo mismo de los bienes que él hizo que de los que hicieron los demás (ad 1) 3 . rente, a los efectos d e la misma, q u e Dios p r e d e s t i n e a los h o m b r e s
antes de la previsión d e los méritos q u e después de preverlos. E n u n o
DIFICULTAD. E S perfectamente posible q u e u n p r e d e s t i n a d o y otro caso Dios sabe ciertísimamente, con u n conocimiento infa-
cometa u n pecado mortal y en aquel m i s m o m o m e n t o le maten. lible e infrustrable, cuántos son los q u e se h a n d e salvar y quiénes
E n esta hipótesis quedaría frustrado el efecto d e su predestinación. son concretamente y en particular. T o d o eso lo ve Dios en su eter-
L u e g o la predestinación n o es cierta o infalible. nidad, q u e refleja, a la vez, los tres aspectos del t i e m p o : el pasado,
RESPUESTA. Aunque es posible, considerado en absoluto, que un hom- el presente y el futuro. E n este sentido, lo q u e ocurrirá d e n t r o de
bre cualquiera muera en pecado mortal, es imposible en la hipótesis de que mil años n o lo verá Dios cuando ocurra, sino q u e lo está viendo ya
2
Cf. I 23,6. .
e n su eternidad. P o r eso es t a n cierto y seguro p a r a El lo q u e ocu-
3
Los paréntesis explicativos son nuestros. L o mismo advertimos en lo relativo a la res- rrirá d e n t r o de esos mil años, como lo es para nosotros lo que ocurrió
puesta a la tercera dificultad.
ayer presenciándolo nosotros.
230 P.I. DIOS UNO
S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 231
A p a r t e d e este conocimiento infalible q u e Dios tiene d e lo fu-
t u r o por vía de eternidad, q u e es admitido p o r todas las escuelas Pero no se puede decir exactamente lo mismo del número de los repro-
teológicas sin excepción, la escuela t o m i s t a afirma q u e Dios conoce bos (puesto que Dios no predestina absolutamente a nadie para el infierno),
que parecen estar preordenados por Dios al bien de los elegidos, para los
exactamente el n ú m e r o d e los predestinados y quiénes son concre- cuales todas las cosas cooperan al bien (v.gr., la crueldad del tirano coopera
t a m e n t e por vía de causalidad, o sea, p o r q u e lo ha d e t e r m i n a d o al triunfo glorioso de los mártires)».
Dios así desde t o d a la eternidad. E s c u c h e m o s el profundo razona-
m i e n t o del p r o p i o Santo T o m á s 4; Esto nos lleva de la m a n o a hablar del n ú m e r o de los q u e se
salvan. Vamos a establecer la doctrina católica en forma de con-
«El número de los predestinados es cierto. Hubo, sin embargo, quienes
sostuvieron que la certeza de este número es formal, pero no material, como clusión.
si dijéramos que es cierto que se han de salvar cien o mil, pero sin deter- Conclusión 4. a Sólo Dios conoce el número de los elegidos que h a n
minar quiénes sean en particular. Mas esto destruye aquella certeza de la de ser colocados en la felicidad suprema. (Doctrina católica.)
predestinación de que hemos hablado y, por lo mismo, es preciso decir que
para Dios es cierto el número de los predestinados, no sólo formalmente 222. C o m o es sabido, en la liturgia oficial d e la Iglesia hay una
(cuántos son en total), sino incluso materialmente (quiénes son en particular). preciosa oración q u e comienza con estas palabras, q u e h e m o s r e -
Pero adviértase que el número de los predestinados es cierto para Dios,
no sólo por razón de su conocimiento (presciencia, vía de eternidad), esto es, cogido en nuestra conclusión:
porque sabe cuántos son los que se han de salvar—pues así conoce también «¡Oh Dios, de quien sólo es conocido el número de los elegidos que han
el número de las gotas de lluvia o el de las arenas del mar 5 —, sino por ra- de ser colocados en la suprema felicidad!, concédenos...», etc. 6 .
zón de la elección y de cierta selección (vía de causalidad).
Para entender esto, recuérdese que todo agente tiende a producir algo Sin e m b a r g o , en otra de nuestras obras h e m o s examinado a m -
finito, según hemos dicho al hablar de lo infinito (porque el infinito no se p l i a m e n t e el p r o b l e m a del n ú m e r o d e los q u e se salvan y h e m o s
puede crear o producir). Ahora bien, todo el que haya fijado la amplitud expuesto las razones q u e parecen inclinar francamente la balanza
determinada que ha de tener su obra, determina también el número de sus hacia u n o p t i m i s m o m o d e r a d o 7 . Parecen indicarlo con suficiente
partes esenciales, necesarias para la perfección del conjunto; pero no el nú-
mero concreto de las que no son esenciales ni necesarias, sino que sólo se claridad varios textos de la Sagrada Escritura, tales como éstos:
requieren en orden o para relleno de las necesarias. Así, por ejemplo, el «Y vendrán del oriente y del occidente, del septentrión y del mediodía,
arquitecto determina la capacidad de una casa, y fija también el número de y se sentarán a la mesa en el reino de Dios» (Le 13,29).
habitaciones que se propone construir en ella, y señala las dimensiones de «Y vi una gran muchedumbre que nadie podía contar, de toda nación, tri-
las paredes y de la techumbre; pero no fija un número determinado de pie- bu, pueblo y lengua, que estaban delante del Cordero, vestidos de túnicas
dras, sino que toma las que sean necesarias para dar a las paredes las di- blancas y con palmas en sus manos» (Apoc 7,9).
mensiones calculadas.
Pues en esta forma debemos razonar cuando se trata de Dios con rela- A p a r t e de estos y otros textos bíblicos similares—todos los
ción al universo. De antemano fijó Dios cuáles habrían de ser sus dimen- q u e h a b l a n d e la inenarrable misericordia de D i o s — h a y b u e n a s
siones y cuál el número más conveniente de sus partes esenciales, esto es, razones teológicas p a r a apoyar la opinión optimista. E n nuestra
de las que de algún modo están ordenadas a la perpetuidad: v.gr., cuántas
esferas, cuántas estrellas, cuántos elementos y cuántas las especies de los Teología de la salvación h e m o s desarrollado a m p l i a m e n t e las si-
seres. En cuanto a los seres individuales perecederos (plantas y animales en guientes:
particular), éstos no están ordenados al bien del universo como partes prin-
1. a La misericordia infinita de Dios, que no reconoce límites ni fron-
cipales suyas, sino de modo secundario, en cuanto que en ellos se salva el
bien de las especies. Por lo cual, aunque Dios conoce el número de todos teras.
los seres individuales, sin embargo, el número de bueyes, el de mosquitos 2. a La justicia misma de Dios, satisfecha sobreabundantemente con la
y el de otras cosas parecidas no es número que Dios predetermine, sino que sangre redentora de Cristo y que tiene siempre muy en cuenta, además, la
de estas cosas la divina providencia crea o produce únicamente las que sean flaqueza y debilidad del pobre corazón humano.
necesarias para la conservación de las especies. 3. a La voluntad salvífica universal de Dios, que parece quedaría en mal
Pues bien, entre todas las criaturas, las que de modo más principal están lugar si de hecho fueran más los que se condenan que los que se salvan.
ordenadas al bien del universo son las criaturas racionales, que en cuanto 4. a El misterio de la divina predestinación, que, lejos de ser pavoroso,
tales son incorruptibles; y, entre ellas, de modo principalísimo las que con- es grandemente consolador si acierta la escuela tomista al afirmar que Dios
siguen la bienaventuranza, por ser las que de modo más inmediato alcan- predestina a los hombres antes de la previsión de sus méritos. Otra cosa
zan el último fin. Por consiguiente, para Dios es cierto el número de los sería si Dios predestinara después de prever esos méritos—como enseña la
predestinados, y no sólo por modo de conocimiento (presciencia, vía de eter- escuela molinista—, porque entonces habría serios motivos para temblar.
nidad), sino también y principalmente por modo de determinación previa Hemos recogido la exposición íntegra de este argumento un poco más arri-
(vía de causalidad). ba (cf. n.209).
4 6
Cf. I 23,7. Los paréntesis explicativos son nuestros. «Deus, cui soli cognitus est numerus electorum in superna felicítate locandus...» (ora-
5
Estos ejemplos entre guiones son del propio Santo Tomás. ción secreta de la misa cotidiana de difuntos).
7 Cf. Teología de la salvación ü." ed. (BAC, Madrid 1959) n.io4-i2i.
232 P.I. DIOS UNO
a
5. La redención sobreabundante de Jesucristo, que apenas podría com- S.3 0.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 233
paginarse con la condenación de la mayor parte de los hombres, que fue-
ron, todos ellos sin excepción, redimidos por el Salvador del mundo. «Si alguno dijere con absoluta e infalible certeza que tendrá ciertamente
6. a La intercesión de María, abogada y refugio de pecadores, a la que aquel gran don de la perseverancia hasta el fin, a no ser que lo hubiera sa-
se deben tantas y tan emocionantes conversiones de grandes pecadores. bido por especial revelación, sea anatema» (D 826).
7. a La responsabilidad subjetiva del pecado, que muchas veces está muy Y al explicar u n poco más detalladamente esta doctrina, dice el
disminuida por la ignorancia, debilidad y flaqueza del pecador que lo comete. m i s m o concilio de T r e n t o :
8. a Las penas del purgatorio, donde la justicia de Dios puede encontrar
el m;dio de castigar el pecado sin condenar para siempre al pecador. Se «Nadie, mientras viva en esta mortalidad, debe hasta tal punto presu-
entiende, naturalmente, del pecador arrepentido. mir del arcano misterio de la divina predestinación, que afirme como cierto
hallarse indudablemente en el número de los predestinados, como si fuera
Estos a r g u m e n t o s — c o m o se ve—son m u y fuertes, y, a n u e s t r o verdad que el justificado, o no puede pecar más, o, si pecara, debe prometer-
juicio, inclinan francamente la balanza en el sentido de q u e quizá se arrepentimiento cierto. Porque, a no ser por especial revelación, no pue-
de saberse a quiénes haya Dios elegido pira sí» (D 805).
se salven la mayor p a r t e d e los h o m b r e s . C o n todo, nadie sabe nada
con certeza y seguridad sobre esta misteriosa cuestión. L o más Esta m i s m a doctrina se d e s p r e n d e d e diversos textos de la
seguro es n o hacerse demasiadas ilusiones y «caminar p o r la senda Sagrada Escritura, tales como los siguientes:
estrecha»—como nos dice el Señor en el Evangelio ( M t 7,13)—
y p r o c u r a r n u e s t r a salvación «con t e m o r y temblor» (Phil 2,12), «... el justo y el sabio y sus obras están en las manos de Dios, y ni si-
h u y e n d o de las ocasiones de pecado y viviendo siempre en gracia quiera sabe el hombre si es objeto de amor o de odio; todo está encubierto ante
él» (Eccl 9,1).
de Dios para prevenir la sorpresa d e u n a m u e r t e repentina q u e
«Así, pues, el que cree estar en pie, mire no caiga» (1 Cor 10,12).
podría h u n d i r n o s para siempre en el abismo de la desesperación «Con temor y temblor, trabajad por vuestra salvación» (Phil 2,12).
eterna.
Santo T o m á s se plantea este p r o b l e m a del n ú m e r o de los q u e L a razón teológica es p o r q u e la p r e d e s t i n a c i ó n — c o m o v i m o s —
se salvan y lo resuelve b r e v e m e n t e en el sentido de n u e s t r a conclu- es c o m p l e t a m e n t e gratuita y d e p e n d e en absoluto del libre bene-
sión. H e aquí sus propias palabras 8 : plácito de Dios, q u e nadie p u e d e conocer si el m i s m o Dios no se
lo revela.
«Respecto a cuál sea el número de los hombres predestinados, dicen Se citan varios casos e n los q u e Dios reveló a determinadas
unos que se salvarán tantos cuantos fueron los ángeles que cayeron; otros,
personas su propia predestinación. T a l e s son, p o r ejemplo, en el
que tantos como ángeles perseveraron, y otros, en fin, que se salvarán tan-
tos hombres cuantos ángeles cayeron y, además tantos cuantos sean los án- A n t i g u o T e s t a m e n t o , el patriarca A b r a h á n , Isaac, Jacob, Moisés,
geles creados. Pero lo mejor es decir (con la Iglesia) que sólo de Dios es co- Elias, Elíseo, etc., y e n el N u e v o la Santísima Virgen María, San
nocido el número de los elegidos que han de ser colocados en la felicidad suprema». José, San J u a n Bautista, etc. Sin e m b a r g o , advierte el D o c t o r A n -
gélico q u e n o es conveniente q u e Dios revele a todas las personas
b) Inseguridad subjetiva de la divina predestinación si están o n o predestinadas, para n o lanzarlas a la presunción o a la
desesperación. H e aquí sus propias palabras 9 :
L a segunda p r o p i e d a d de la divina predestinación es, como
dijimos, su absoluta inseguridad subjetiva p o r p a r t e nuestra, o sea, «Aunque por privilegio especial sea revelada a alguien su predestina-
q u e nadie absolutamente p u e d e saber con certeza si está o n o ción, no es, sin embargo, conveniente que se revele a todos; porque en tal
caso los no predestinados se desesperarían, y la seguridad engendraría ne-
predestinado p o r Dios, a n o ser q u e lo sepa p o r divina revelación. gligencia en los predestinados».
C o m o de costumbre, vamos a establecer la doctrina católica en
forma de conclusiones. Conclusión 2. a Sin e m b a r g o , p u e d e el h o m b r e descubrir en sí m i s m o
o en los d e m á s ciertas «señales de predestinación» que, a u n q u e n o
Conclusión i. a Nadie p u e d e saber con absoluta e infalible certeza e n g e n d r e n certeza absoluta, son suficientes para p o d e r esperar
si está o n o predestinado, o sea, si recibirá o n o de Dios el gran confiadamente de la misericordia de Dios el gran d o n de la per-
d o n de la perseverancia final, a n o ser q u e lo sepa p o r especial severancia final. (Doctrina cierta y común.)
revelación divina. (De fe.)
224. H e m o s expuesto a m p l i a m e n t e el p r o b l e m a d e la perse-
223. Esta conclusión es de fe, p o r h a b e r sido definida expre- verancia final en otra de nuestras obras 1 0 . Recogemos aquí única-
samente p o r el concilio d e T r e n t o . H e aquí la declaración d o g m á - m e n t e las principales señales de predestinación q u e p o d e m o s descu-
tica del mismo: brir en nosotros o en el prójimo H;
8
Gf. I 23.7. » Cf. I 23,1 ad 4.
10
1
Cf. Teología de la salvación 2." ed. (BAC, Madrid 1959) n.94-103.
' Ibid., n.103.
234 P.I. DIOS UNO S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 235
a
i. Vivir habitualmente en gracia de Dios. Esta es la mayor se- Por eso el apóstol Santiago nos dice expresamente que si alguno de vosotros
ñal de todas, ya que sólo el pecado podría arrebatarnos la perseverancia se extravía de la verdad y otro logra reducirle, sepa que quien convierte a un
final. Por eso dice San Pablo: El Espirita mismo da testimonio a nuestro espí-
pecador de su errado camino salvará su alma de la muerte y cubrirá la muche-
ritu de que somos hijos de Dios; y si hijos, también herederos (Rom 8,16-17).
dumbre de sus pecados (Iac 5,19-20).
Y San Juan añade por su parte: Carísimos, si el corazón no nos arguye, pode-
mos acudir confiados a Dios, y si pedimos, recibiremos de El, porque guardamos 6.a U n amor sincero y entrañable hacia Cristo, Redentor de la
sus preceptos y hacemos lo que es grato en su presencia (1 lo 3,21-22). En cam- humanidad. Es una señal clarísima de predestinación, de las más seguras
bio, no hay ninguna otra señal más clara de eterna reprobación como vivir y eficaces. El mismo Cristo nos dice en el Evangelio que no rechazará ja-
habitualmente en pecado, sin preocuparse poco ni mucho de salir de él. más a quien se acerque a El: Todo el que mi Padre me da viene a mí, y al que
2. a Espíritu de oración. Es otra gran señal. Como hemos visto en viene a mí yo no lo echaré fuera (lo 6,37). Y un poco más adelante nos dice
la tercera conclusión, la oración, revestida de las debidas condiciones, ob- terminantemente con relación a la Eucaristía: El que come mi carne y bebe
tiene infaliblemente el don de la perseverancia final. Por eso San Alfonso mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré el último día... El que come
de Ligorio no vacila en afirmar: «El que ora se salva ciertamente, y el que este pan vivirá para siempre (lo 6,54 y 58).
no ora, ciertamente se condena. Si dejamos a un lado a los niños, todos Esta magnífica promesa, vinculada a la digna recepción de la Eucaristía,
los demás bienaventurados se salvaron porque oraron, y los condenados se volvió a renovarla en estos últimos tiempos el mismo Cristo apareciéndose
condenaron por no haber orado. Y ninguna otra cosa les producirá en el a Santa Margarita María de Alacoque con su divino Corazón abrasado de
infierno más espantosa desesperación que pensar que les hubiera sido cosa amor y haciéndole la regalada promesa de los nueve primeros viernes de mes 2;
muy fácil el salvarse, pues lo hubieran conseguido pidiendo a Dios sus gra- promesa que, aunque, por tratarse de una revelación privada, no tiene la
cias, y que ya serán eternamente desgraciados, porque pasó el tiempo de fuerza y valor de un texto de la Sagrada Escritura, ofrece, sin embargo, las
la oración»1. máximas garantías de autenticidad por la aprobación de la Iglesia y por su
perfecta concordancia con la gran promesa eucarística del Evangelio. Las
3. a U n a verdadera humildad, que es la mejor garantía de la gracia personas deseosas de asegurar su eterna salvación no omitirán esta preciosa
y de las demás virtudes. El apóstol Santiago nos dice abiertamente que Dios práctica de los nueve primeros viernes, repitiéndola muchas veces durante la
resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes (Iac 4,6). Esto mismo apa- vida para asegurar su eficacia más y más.
rece claro en el Evangelio. Cristo perdonó en el acto a toda clase de peca-
dores (ladrones, adúlteros, etc.), pero rechazó con indignación el orgullo y 7.a La devoción a María. Es señal grandísima de predestinación,
obstinación de los fariseos. La historia confirma continuamente los datos como el sentir poco atractivo hacia ella lo es de reprobación. Entre todas
bíblicos: ¡cuántos pretendidos «superhombres» que no querían inclinarse las devociones marianas destaca con mucho—por las repetidas manifesta-
ante Dios pagaron caro su orgullo, muriendo sin sacramentos y con mani- ciones de la santa Iglesia y de la misma Virgen María, en Lourdes y Fátima
fiestas señales de reprobación!
principalmente—el santísimo rosario, que une a la eficacia infalible de la
4. a Paciencia cristiana en la adversidad. El futuro reprobo se des- oración la poderosa intercesión de María. Por eso su rezo piadoso y diario
espera cuando le sale mal alguna cosa y hasta tiene la incalificable osadía es señal grandísima de predestinación, de las mayores que se pueden tener.
de quejarse de Dios o de acusarle como autor de sus descalabros (¡gran Es moralmente imposible que la Virgen deje de atender en sus últimos mo-
señal de reprobación!). El justo, en cambio, sabe reaccionar como el santo mentos al que durante largos años la invocó todos los días repitiendo cin-
Job (2,10) y acepta con resignación y paciencia los infortunios que Dios cuenta veces: Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra
permite que vengan sobre él en castigo de sus pecados. San Pablo advierte muerte. No vacilamos en hacer la siguiente afirmación: el que rece el rosario
expresamente que seremos herederos de Dios y coherederos de Cristo SUPUES- todos los días piadosamente (o sea, esforzándose a la vez en evitar el pecado
TO QUE PADEZCAMOS CON E L para ser con El glorificados (Rom 8,17). Y en y vivir cristianamente) puede estar moralmente seguro de que obtendrá de
otro lugar añade todavía: Si sufrimos con El, con El reinaremos. Si le nega- Dios, por mediación de María, la gracia soberana de la perseverancia final.
mos, también El nos negará (2 Tim 2,12).
Otras devociones marianas importantísimas a este respecto son la de los
5.a El ejercicio de la caridad para con el prójimo y de las obras cinco primeros sábados de mes—a los que la Santísima Virgen de Fátima ha
de misericordia. Consta expresamente en la Sagrada Escritura y lo con- vinculado una promesa parecida a la de los nueve primeros viernes 3 —y el
firma la experiencia diaria. En el libro de Tobías leemos lo siguiente:
2
Según tus facultades haz limosna, y no se te vayan los ojos tras lo que des. He aquí las palabras mismas de Nuestro Señor a Santa Margarita María de Alacoque:
No apartes el rostro de ningún pobre, y Dios no los apartará de ti. Si abundas «Yo te prometo, en el exceso de la misericordia de mi Corazón, que su amor todopoderoso
concederá a cuantos comulgaren nueve primeros viernes de mes seguidos la gracia de la pe-
en bienes, haz de ellos limosna; y si éstos fueren escasos, según esa tu escasez nitencia final, o sea, que no morirán en desgracia mía ni sin recibir los sacramentos, y que mi
no temas hacerla. Con esto atesoras un depósito para el día de la necesidad, Corazón se constituirá en seguro asilo de ellos en aquel postrer momento» (Vida y obras
ed.3.11 t.2 p-2.a cart.87).
pues la limosna libra de la muerte y preserva de caer en las tinieblas (Tob 4,7-10). 3
He aquí sus propias palabras a Lucía, la afortunada vidente de Fátima, el día 10 de
Y si esto puede decirse de la simple limosna material, con la que se diciembre de 1925: «Mira, hija mía, mi Corazón todo punzado de espinas, que los hombres
alivia y socorre al pobre en sus necesidades materiales, con mucha mayor eo todo momento le clavan con sus blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura conso-
larle, y haz saber que yo prometo asistir a la hora de la muerte, con las gracias necesarias
razón hay que aplicarlo a la limosna espiritual, que vale infinitamente más. para la salvación eterna, a todos aquellos que en los primeros sábados de cinco meses consecuti-
1 vos se confiesen, reciban la sagrada comunión, recen la tercera parte del rosario y me hagan
SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, Del gran medio de la oración p.i. a c.i final (p.70, compañía durante un cuarto de hora meditando en los quince misterios del rosario con in-
e l Madrid 1936). Cf. Preparación para la muerte consid.30 punto 2.0 al final (p.478, ed. Ma- tención de darme reparación» (Del Manual oficial del peregrino de Fátima, editado por orden
ri'U ion)- del obispo de Leiría, 13 de mayo de 1939).
236 P.I. DIOS UNO
S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 237
santo escapulario del Carmen, tan venerable por su antigüedad y por la pia-
dosa tradición de haber recaído sobre él una promesa mariana de salvación 4. Conclusión. A u n q u e en el o r d e n de la intención la divina predes-
8.a U n gran a m o r a la Iglesia, dispensadora de la gracia y de la tinación es e n t e r a m e n t e gratuita, eterna e irreformable, puede,
verdad. Es otra gran señal que distingue a los predestinados. Los santos sin e m b a r g o , ser ayudada por las oraciones y buenas obras de los
se llenaban de gozo al pensar que eran hijos de la Iglesia (Santa Catalina santos en el o r d e n de la ejecución. (Doctrina cierta y común.)
de Siena, Santa Teresa, etc.) y sentían hacia ella todo el respeto y el amor
de un hijo para con la mejor de las madres. Léanse sobre este asunto las ad- 226. C o m o se ve, la clave para la acertada solución de este
mirables «reglas para sentir con la Iglesia» que propone San Ignacio de Lo- p r o b l e m a está e n distinguir en la divina predestinación el o r d e n
yola en sus famosos Ejercicios Espirituales 5. La falta de respeto y de vene- de la intención, o sea, tal como está concebida p o r Dios desde t o d a
ración a la Iglesia, distinguiendo entre la ley de Dios y las «cosas de los la eternidad, y el o r d e n de la ejecución, o sea, a base d e los medios
curas», es una gran señal de reprobación. q u e el m i s m o Dios utiliza para o b t e n e r d e hecho la salvación del
predestinado. E n el o r d e n de la intención n o p u e d e ser a y u d a d a
Estas son las principales señales de predestinación q u e suelen p o r las oraciones y b u e n a s obras d e los santos, p u e s t o q u e es an-
citar los teólogos. N a t u r a l m e n t e q u e cuantas más se r e ú n a n en terior a ellas; p e r o sí en el o r d e n de la ejecución, q u e es posterior a
u n alma, mayor fuerza tienen; y el q u e las reconociera todas en su las m i s m a s . E s c u c h e m o s al D o c t o r Angélico exponiendo el argu-
espíritu podría t e n e r la esperanza firmísima d e q u e pertenece al m e n t o con su lucidez habitual h
n ú m e r o de los predestinados. N a d a deberíamos p r o c u r a r con t a n t o
e m p e ñ o como llegar a adquirirlas todas. «Acerca de esta materia ha habido diversos errores.
Unos, sin atender a otra cosa que a la certeza de la predestinación divi-
c) La oración y buenas obras de los santos con relación a la divina na, dijeron que son inútiles tanto las oraciones de los santos como cualquier
predestinación cosa que se haga para alcanzar la salvación eterna, porque, háganse estas
cosas o no, los predestinados la alcanzarán y los reprobados no la consegui-
225. Santo T o m á s se plantea e x p r e s a m e n t e el p r o b l e m a de si rán. Pero contra esto están todas las advertencias de la Sagrada Escritura
la divina predestinación p u e d e ser ayudada p o r la oración y las exhortándonos a la oración y a la práctica de las buenas obras.
buenas obras de los santos, y lo resuelve, como d e c o s t u m b r e , Dijeron otros que la predestinación divina se cambia por las oraciones,
magistralmente. y ésta parece haber sido la opinión de los egipcios, según los cuales la or-
denación divina, que ellos llamaban el «hado», podría ser impedida por cier-
ERRORES. A n t e s d e exponer su doctrina, recordemos q u e ha tos sacrificios y oraciones.—Pero contra esto se levanta también la autori-
habido sobre esta c u e s t i ó n dos errores radicalmente contrarios dad de la Sagrada Escritura, pues en el libro de los Reyes se dice: «El es-
e n t r e sí: plendor de Israel (Yavé, Dios) no se doblegará, no se arrepentirá, pues no
es un hombre para que se arrepienta» (1 Reg = 1 Sam 15,29); y el apóstol
a) El de los que afirman que, en virtud de la certeza infalible de la San Pablo escribe en su epístola a los Romanos: «Los dones y la vocación
divina predestinación, son inútiles la oración y las buenas obras de los san- de Dios son irrevocables» (Rom 11,29).
tos, puesto que lo que ha de ocurrir ocurrirá necesariamente. Por tanto, en busca de otra solución, se ha de decir que en la predesti-
b) El de los que dicen que Dios puede mudar de parecer, por las ora- nación hay que distinguir dos cosas: la misma preordinación divina (o sea,
ciones de los santos, y predestinar, en vista de ellas, a quien antes no había la predestinación en el orden de la intención) y su efecto (o sea, en el orden
predestinado. de la ejecución). En cuanto a lo primero, la predestinación no puede ser
ayudada en modo alguno por las oraciones de los santos, pues no son éstas
A m b a s opiniones son e n t e r a m e n t e falsas y erróneas, como va- las que hacen que alguien sea predestinado por Dios (puesto que, en el or-
m o s a ver al demostrar la siguiente den de la intención, la predestinación es eterna, y, por lo mismo, anterior
a las oraciones e independiente de ellas). Pero en cuanto a lo segundo, se
4
H e aquí las palabras q u e la Santísima Virgen dirigió a San Simón Stock el 16 de julio dice que la predestinación es ayudada por las oraciones de los santos y por
de 1251 al entregarle el santo escapulario: «Recibe, hijo mío m u y amado, este escapulario de otras obras buenas, porque la providencia de Dios—de la que forma parte
tu O r d e n , señal de m i H e r m a n d a d , privilegio para ti y para todos los carmelitas: quien m u e - la predestinación—no prescinde de las causas segundas, sino que provee a sus
ra con él no padecerá el fuego eterno. H e aquí una señal de salud, salvación en los peligros,
alianza d e paz y de pacto sempiterno» (cf. P . BESALDUCH, Enciclopedia del escapulario del Car- efectos en forma tal, que incluso el orden de las causas segundas está com-
men n.68, ed. Barcelona 1931). prendido en sus planes. Por tanto, así como Dios provee a los efectos natu-
Sabido es que la santa Iglesia, al referir la entrega del escapulario en el oficio litúrgico de rales de modo que tengan causas también naturales, sin las cuales no se pro-
San Simón Stock ( 3 . a lección del 2. 0 nocturno), añadió la palabra pie a la fórmula antes trans-
crita, q u e queda así: «El q u e muera piadosamente con él, no padecerá el fuego eterno». Esto ducirían, de la misma manera predestina la salvación de alguien de modo
lo hizo la Iglesia para evitar q u e se dieran torcidas interpretaciones a las palabras d e la Vir- tal que bajo el orden de la predestinación queda comprendido todo lo que pro-
gen, como si ellas significasen q u e el q u e muere con el escapulario no irá al infierno a u n q u e mueve la salvación del hombre, bien sean sus propias oraciones, las de los
muera en pecado mortal; lo cual sería, naturalmente, herético y blasfemo, Sin embargo, no demás, las otras obras buenas o cualquiera de las cosas sin las cuales no se
puede decirse q u e el escapulario no añade nada al hecho d e vivir en gracia para obtener la
perseverancia final, pues precisamente tiene por objeto asegurarnos más y más esa perseve- alcanza la salvación. Y he ahí por qué los predestinados deben poner em-
rancia por la poderosa intercesión de María (cf. P. BESALDUCH, O . C , n.108 y r i 8 ) .
5
peño en orar y practicar el bien, pues de esta manera se realiza cop certeza
Figuran al final del libro d e los Ejercicios. Véanse en Obras completas de San Ignacio
(EAC, 1952) p.235-238.
1
Cf, J 23,8, k o s paréntesis explicativos son nue$tros ;
238 P.I. DIOS UNO
S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 239
el efecto de la predestinación, y por esto dice San Pedro: Procurad, por
vuestras buenas obras, hacer cierta vuestra vocación y elección (2 Petr 1,10)». penitencias, tendré que ir contigo al infierno ? Luego estás haciendo
el ridículo tentándome. Vete de aquí y déjame en paz».
Por aquí puede verse cuan insensatamente discurren los que se Quede, pues, bien claro que aunque la divina predestinación
dicen a sí mismos: «Dios ya sabe si me tengo que salvar o conde- es, de suyo, eterna e irreformable, lleva consigo la exigencia de nues-
nar; y como la ciencia de Dios no puede fallar, es inútil todo cuan- tras buenas obras, sin las cuales no nos salvaríamos. Cierto que, si
to yo haga o deje de hacer para salvarme: si tengo que salvarme, estamos predestinados, no dejaremos de realizar esas buenas obras,
me salvaré, cualquiera que sea mi conducta, buena o mala; y, si puesto que están predestinadas también; pero si, por una hipótesis
tengo que condenarme, haga lo que haga, me condenaré de todas imposible y absurda, dejáramos de realizarlas y nos entregáramos
formas. Luego es inútil trabajar en mi propia salvación: será lo al pecado y muriéramos en él, nos condenaríamos sin duda alguna.
que tenga que ser». De donde se sigue que la mejor señal de predestinación es la prác-
Este razonamiento es insensato y absurdo. Equivale exacta- tica y ejercicio de las buenas obras, viviendo siempre en gracia de
mente a estos otros: Dios y evitando con grandísimo cuidado todas las ocasiones de
a) «Dios ya sabe si en les próximos exámenes saldré aprobado pecado. Así como no hay ninguna señal más clara de eterna repro-
o suspenso. Como la ciencia de Dios no puede fallar, será lo que bación que abandonar la práctica de la vida cristiana y entregarse
tenga que ser. Luego no me voy a molestar en estudiar». con desenfreno al pecado con el absurdo y estúpido pretexto de
b) «Dios ya sabe si este año habrá o no cosecha de trigo. Como que, si no está uno predestinado, se va a condenar de todas formas.
la ciencia de Dios no puede fallar, será lo que tenga que ser. Luego Vivamos siempre en gracia de Dios y no nos planteemos nunca el
no me voy a molestar en sembrar». problema de si estamos o no predestinados. Ciertamente que lo
¿Se ha dado cuenta el lector del gran sofisma que encierran estamos si vivimos cristianamente y estamos dispuestos a morir
estes tres «razonamientos»? antes que separarnos voluntariamente de Dios por el pecado mortal.
Es cierto, ciertísimo, que la ciencia de Dios no puede fallar y, Esto nos lleva de la mano a examinar el problema terrible de
per lo mismo, si El sabe que nos vamos a salvar, nos salvaremos la reprobación de los malos, mucho más misterioso todavía que el
infaliblemente, y si sabe que nos vamos a condenar, nos condena- de la divina predestinación de los buenos.
remos infaliblemente. Pero ¿se sigue de ahí que no debamos hacer
nada para salvarnos o para evitar la condenación? Sería ridículo ARTÍCULO 2
pensarlo. En el orden de la intención Dios nos ha predestinado
gratuitamente antes de la previsión de nuestros méritos; pero en el LA REPROBACIÓN DE LOS MALOS
orden de la ejecución esos méritos sobrenaturales (procedentes de
la gracia gratuita de Dios) son absolutamente indispensables para Después de unas nociones previas sobre el concepto y clases de
salvarnos, de tal suerte que sin ellos no nos salvaríamos. Lo que reprobación, examinaremos la existencia de la reprobación en ge-
ocurre es que Dios tiene predestinadas ambas cosas: el fin y los neral, motivos, propiedades, efectos y principales señales de la misma l.
medios, y, por lo mismo, el predestinado no dejará de hacer todo 227. 1. Concepto de reprobación. Escuchemos al teólogo
cuanto depende de su parte para obtener de hecho la salvación contemporáneo Schmaus 2 :
eterna. Pero si, por una hipótesis imposible, dejara de hacer eso
que debe hacer por su parte, se condenaría sin duda ninguna. Es «Por reprobación se entiende el eterno decreto divino de excluir de la
lo que dice hermosamente San Agustín en aquella frase suya tan bienaventuranza a las criaturas que mueran en pecado grave. Mientras que la
predestinación es la causa de la bienaventuranza y de los medios para con-
cenocida: «Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti». seguirla, la reprobación no es causa de la culpa. Dios sólo permite el pecado,
A este propósito se lee en la Vida de los Padres del desierto una cuyo castigo es la condenación».
anécdota muy curiosa y aleccionadora. Según ella, el demonio se
apareció a un monje ermitaño muy penitente y le planteó el si- Santo Tomás dice exactamente lo mismo:
guiente dilema: «O estás predestinado, o no; si lo estás, ¿para qué «La reprobación incluye la voluntad de permitir que alguien caiga en la
haces tanta penitencia, pues te has de salvar de todas maneras? culpa, y por la culpa aplicarle la pena de condenación» 3.
Y si no lo estás, ¿para qué te va a servir esa penitencia, si de todas
maneras te vas a condenar? Luego es absurdo que hagas peniten- 228. 2. División. Aunque la reprobación sea en sí misma
cia». A lo que el buen monje replicó con agudeza, retorciéndole el única y simple, los teólogos distinguen en ella dos formalidades
argumento: «O estoy predestinado, o no; estoy de acuerdo contigo, distintas:
en esto dices verdad. Ahora bien: si estoy predestinado, ¿por qué 1 Cí. ZuBIZARRETA, O.C., n.432-446; DlEKAMP, O.C., p.270SS; ScHMAUS, O.c, V0I.5 P-374SS;
me tientas, si de todas maneras me tengo que salvar? Y si no lo GARRIGOU LAGRANGE, La predestinahon des saintset la grácep.23iss; DALMAU, O.C, n.270-286'.
2
SCHMAUS, l.c, p.374-
estoy, ¿por qué te molestas en tentarme si, a pesar de todas mis 3 Cf. I 23,3-
240 I'.I. DIOS UNO S.3 C.7. I-A DIVINA PREDESTINACIÓN 241
a) REPROBACIÓN NEGATIVA es la que acabamos de definir, o sea, la están ordenados a la vida eterna por la Providencia divina (en virtud de la
voluntad divina de permitir el pecado y, en vista de él, condenar eternamente elevación de todo el género humano al orden sobrenatural y de la voluntad
al pecador que muera impenitente. salvífica universal de Dios), a la Providencia divina pertenece también per-
mitir que algunos no alcancen este fin (por culpa de sus pecados volun-
b) REPROBACIÓN POSITIVA sería la voluntad divina de condenar a un
tariamente cometidos), y a esto se llama reprobar.
hombre antes de haber previsto sus pecados. Como veremos, esta reproba-
ción no existe y ha sido expresamente condenada por la Iglesia como he- Así, pues, lo mismo que la predestinación es una parte de la Providencia
rética. respecto a los que están ordenados por Dios a la salvación eterna, la repro-
bación es una parte de la Providencia respecto a los que no han de alcanzar
este fin».
A. E x i s t e n c i a d e la r e p r o b a c i ó n e n g e n e r a l
Vamos a establecer la doctrina católica e n forma d e conclusión. C o m o se ve, el hecho d e la reprobación es u n a v e r d a d de fe
expresamente contenida e n la Sagrada Escritura y e n el magisterio
Conclusión. Es u n hecho que Dios reprueba a algunos hombres. d e la Iglesia, y, como tal, a d m i t i d a p o r todos los teólogos católicos
(De fe.) sin excepción. L o q u e se discute es el motivo y el modo c o n q u e
D i o s r e p r u e b a al pecador obstinado en su m a l d a d . E s lo q u e vamos
229. H e aquí las p r u e b a s :
a examinar a continuación.
a) L A SAGRADA ESCRITURA. L o e n s e ñ a e x p r e s a m e n t e en d i -
versos lugares: B. M o t i v o s d e la r e p r o b a c i ó n
«Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y C o m o acabamos d e decir, al señalar los motivos y el modo con
para sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer...», etcé-
q u e Dios r e p r u e b a a los condenados, se dividen los teólogos e n
tera (Mt 25,41-42).
«Pues si para mostrar Dios su ira y dar a conocer su poder soportó con varias opiniones.
mucha longanimidad a los vasos de ira, maduros para la perdición...» 230. V e a m o s , e n p r i m e r lugar, los errores c o n d e n a d o s p o r la
(Rom 9,22). Iglesia.
« ¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo escaparéis al juicio de la gehenna?»
(Mt 23,33)- 1. E r r o r e s . L o s principales errores y herejías e n t o r n o a la
«Y ninguno de ellos se ha perdido, sino el que era hijo de perdición, para reprobación d e los malos son los siguientes:
que se cumpliese la Escritura» (lo 17,12).
a) Los predestinacianos enseñaron que Dios, con un decreto absoluto
C o m o se ve, p o r estos y otros m u c h o s textos q u e p o d r í a m o s y eficaz, destinó a algunos al infierno antes de prever sus pecados. Esta
citar, aparece del t o d o claro e n la Sagrada Escritura q u e algunos herejía, expresamente condenada por la Iglesia (D 200), fue resucitada más
h o m b r e s se condenan. A h o r a bien: esto sería del t o d o imposible si tarde por el monje Gottschalk, cuya doctrina fue también condenada por
no interviniera, al m e n o s , la voluntad permisiva d e D i o s , p u e s t o q u e la Iglesia (D 316SS).
n a d a absolutamente p u e d e ocurrir e n la creación universal sin q u e b) Wiclef, Juan Hus y Jerónimo de Praga enseñaron que Dios pre-
lo quiera o, al m e n o s , lo permita D i o s . destina de igual modo a los que se han de salvar que a los que s e han de
condenar, o sea antes de la previsión de sus méritos o de sus pecados.
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. H e m o s citado ya varias Fueron también condenados por la Iglesia (D 659-661).
declaraciones conciliares e n este sentido. Véase, p o r ejemplo, la c) Lutero, negando en absoluto la libertad de la voluntad humana,
siguiente declaración del concilio III d e Valence, celebrado bajo enseñó que los reprobos están destinados por Dios a la eterna condenación.
el pontificado d e San L e ó n IV: Algo parecido enseñó también Calvino.
d) Los antelapsarios y poslapsarios. Entre los discípulos d e Calvino,
«Confiadamente confesamos la predestinación de los elegidos para la decían algunos que Dios predestinó para el infierno a algunos hombres
vida y la de los impíos para la muerte; sin embargo, en ¡a elección de los antes de la previsión del pecado original (antelapsarios), y otros q u e después
que han de salvarse, la misericordia de Dios precede al buen merecimiento; de la previsión del pecado original únicamente (poslapsarios).
en la condenación, empero, de los que han de perecer, el merecimiento
malo precede al justo juicio de Dios» (D 322). e) Los jansenistas enseñaron doctrinas similares a los poslapsarios,
y añadieron, además, que Cristo no murió por todos, sino sólo por los
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Escuchemos a Santo T o m á s 4 : predestinados.

«Dios reprueba a algunos. Hemos dicho que la predestinación es una T o d o s estos errores h a n sido e x p r e s a m e n t e c o n d e n a d o s p o r la
parte de la Providencia, y que a la Providencia pertenece permitir algún Iglesia.
defecto en las cosas que le están sometidas. Pues bien: como los hombres
2(' D o c t r i n a católica. Vamos a establecerla e n f o r m a de
Cf. I 23,3- Los paréntesis explicativos son nuestros. conclusiones.
242 P.I. DIOS UNO S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 243
a
Conclusión 1. Dios no r e p r u e b a positivamente a nadie antes de la «La reprobación, en cuanto causa, no obra lo mismo que la predes-
previsión de sus pecados. (De fe.) tinación. Porque la predestinación es causa de lo que los predestinados
esperan en la vida futura, o sea la gloria, y de lo que reciben en la vida
231. Esta conclusión es de fe, p o r h a b e r sido expresamente d e - presente, que es la gracia. Pero la reprobación no es causa de lo que los
finida p o r la Iglesia. H e aquí las p r u e b a s : pecadores tienen en la vida presente, que es la culpa, aunque sí es causa de
que Dios les abandone por su culpa. Es causa, en cambio, de lo que se les
a) L A SAGRADA ESCRITURA. Lo dice equivalentemente en
aplicará en la vida futura, esto es, del castigo eterno. Pero la culpa proviene
m u l t i t u d d e textos: del libre albedrío del que es reprobado y abandonado por la gracia, y, por
«¿Quiero yo acaso la muerte del impío, dice el Señor, Yavé, y no más tanto, se cumplen las palabras del profeta: «De ti, Israel, viene tu perdición»
bien que se convierta de su mal camino y viva?» (Ez 18,23). (Os 13,9)» 6 .
«Si el malvado se retrae de su maldad y guarda todos mis mandamientos,
Conclusión 2. a Dios p e r m i t e el pecado d e algunos antes de prever
y hace lo que es recto y justo, vivirá y no morirá. Todos los pecados que
sus deméritos. (Doctrina más probable.)
cometió no le serán recordados; en la justicia que obró vivirá» (Ez 18,22).
«Pero tienes piedad de todos porque todo lo puedes, y disimulas los 232. N ó t e s e q u e u n a cosa es condenar a u n o antes d e prever
pecados de los hombres para traerlos a penitencia, pues amas todo cuanto sus pecados (lo q u e es herético) y otra m u y distinta permitir antes
existe y nada aborreces de lo que has hecho, que no por odio hiciste cosa
alguna» (Sap 11,24-25). d e esa previsión el pecado del q u e todavía, si quiere, p u e d e a r r e p e n -
«¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te tirse el pecador.
son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos a la manera que la A l g u n o s teólogos, p r i n c i p a l m e n t e d e la escuela molinista, tales
gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no quisiste!» (Mt 23,37). como Lesio, Franzelin, Satolli, Pesch, etc., se niegan a admitir esta
conclusión, pero parece q u e no h a y m á s r e m e d i o q u e admitirla
P o r estos y otros m u c h o s textos se ve claramente q u e Dios no si no q u e r e m o s incurrir e n u n a verdadera contradicción. P o r q u e ,
rechaza a nadie a n t e c e d e n t e m e n t e o a priori, sino ú n i c a m e n t e cuan- si decimos q u e Dios p e r m i t e el pecado ú n i c a m e n t e después d e p r e -
do el pecador se obstina e n su m a l d a d y n o quiere volverse a D i o s . ver los deméritos (o sea después d e prever los m i s m o s pecados),
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L a Iglesia h a condenado incurrimos e n u n verdadero círculo vicioso; explicamos los pecados
expresamente la doctrina d e la r e p r o b a c i ó n positiva antes d e la p o r la permisión, y la permisión p o r los pecados.
previsión d e los pecados. H e aquí las principales declaraciones con- Por eso la gran mayoría d e los teólogos—toda la escuela tomista
ciliares: y m u c h o s extraños, tales como San R o b e r t o Belarmino, Ruiz, Suá-
rez, Janssens, etc.—la a d m i t e n s i n dificultad alguna. P o r q u e p o r
CONCILIO II DE ORANGE: «Que algunos, empero, hayan sido predesti- el m e r o h e c h o d e q u e Dios no predestina para la gloria a todos
nados por el poder divino para el mal, no sólo no lo creemos, sino que, si los h o m b r e s , se sigue inevitablemente q u e permite los pecados d e
hubiere quienes tamaño mal se atrevan a creer, con toda detestación pro-
nunciamos anatema contra ellos» (D 200). los q u e n o p e r t e n e c e n al n ú m e r o d e los elegidos antes d e la previ-
sión d e s u s deméritos, a u n q u e jamás condena a nadie sino después
CONCILIO CARISÍACO: «A los demás, empero, que por juicio de justicia de esa previsión y e n castigo d e la obstinación del pecador q u e m u e -
dejó en la masa de perdición, supo (Dios) por su presciencia que habían de re impenitente.
perecer, pero no los predestinó a que perecieran; pero, por ser justo, les
predestinó una pena eterna» (D 316). Conclusión 3. a L a reprobación negativa d e algunos n o consiste e n
CONCILIO III DE VALENCE: «En la condenación, empero, de los que n i n g ú n acto positivo de Dios, excluyéndolos de la gloria c o m o d e
han de perecer, el merecimiento malo precede al justo juicio de Dios» u n beneficio n o debido a nadie, sino ú n i c a m e n t e e n la voluntad
( D 322). de p e r m i t i r q u e algunos caigan e n la culpa y, e n castigo d e esa
culpa, aplicarles la pena d e condenación. (Doctrina más probable).
CONCILIO DE TRENTO: «Si alguno dijere que la gracia de la justifica-
ción no se da sino en los predestinados a la vida, y todos los demás que son 233. L a p r i m e r a p a r t e d e la conclusión parece del t o d o clara
llamados, son ciertamente llamados, pero no reciben la gracia porque están y segura, a pesar d e q u e la h a n negado m u c h o s teólogos rigoristas.
predestinados al mal por el divino poder, sea anatema» (D 827). P o r q u e si Dios excluyera d e la gloria por un acto positivo de su vo-
luntad a algunos h o m b r e s p o r el hecho d e q u e la gloria es u n b e n e -
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c u c h e m o s a San A g u s t í n y a San-
ficio t o t a l m e n t e gratuito q u e Dios n o d e b e a nadie, parece q u e
to T o m á s :
quedaría seriamente c o m p r o m e t i d a la voluntad salvífica universal,
«Bueno es Dios, justo es Dios. Puede salvar a algunos sin méritos buenos, q u e es u n a verdad d e fe, como vimos m á s arriba (cf. n.195). Es cier-
porque es bueno; pero no puede condenar a nadie sin méritos malos, porque to, ciertísimo, q u e el cielo es u n beneficio inmenso, t o t a l m e n t e
es justo» 5 . gratuito, q u e Dios no d e b e absolutamente a nadie; pero, supuesta
5 SAN AGUSTÍN, Contra luí. 1.3 c.18: ML 44,721. 6
SANTO T O M Á S , I 23,3 ad 2.
244 P.I. DIOS UNO S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 245

s u voluntad salvífica universal, n o p u e d e admitirse la exclusión Agustín: Por qué atrae a éste y no atrae a aquél, guárdate de juzgarlo si no
positiva de alguno, sino solamente la negativa, o sea e n castigo del quieres errar 9.
pecado previsto y p e r m i t i d o p o r Dios, p e r o cometido exclusiva- Algo parecido sucede también en los seres de la naturaleza. Por ejemplo,
dado que la materia prima en sí misma es toda informe, se puede asignar
m e n t e por la voluntad libre y depravada del pecador.
la razón de por qué una de sus partes ha recibido la forma de fuego y otra
L a segunda p a r t e de la conclusión es admitida sin dificultad la de tierra desde que Dios las creó, que es para que hubiese diversidad de es-
p o r todos los teólogos, excepto los molinistas puros, q u e n o a d m i t e n pecies en la naturaleza. Pero por qué esta determinada parte de la materia reci-
n i n g u n a reprobación positiva ni negativa. Santo T o m á s expone la be esta forma y aquélla la otra, es cosa que depende de la simple voluntad de
doctrina de la conclusión con estas sencillas palabras 7 : Dios; como de la simple voluntad del albañil o constructor depende que
esta piedra esté en este sitio de la pared y aquélla en el otro, aunque la razón
«La reprobación no incluye solamente la presciencia (como afirman los del arte exige que una clase de piedras se coloquen en un lugar y otras
molinistas puros), sino que le añade algo según la razón, como lo añade en otro.
la Providencia, según ya vimos. Pues así como la predestinación incluye la Y sin embargo, aunque Dios da trato desigual a los que no son desiguales,
voluntad de dar la gracia y la gloria, la reprobación incluye la voluntad de no por ello hay iniquidad en El. Se opondría esto a la razón de justicia si el
permitir que alguien caiga en la culpa, y por la culpa aplicarle la pena de con- efecto de la predestinación fuese pago de una deuda y no un don gratuito.
denación». Pero cuando se trata de donaciones gratuitas puede alguien dar más o menos
a quien mejor le parezca, con tal de que lo haga sin quitar a nadie lo debido
Conclusión 4. a P o r q u é Dios elige concretamente a unos para la y sin perjuicio de la justicia. Y esto es lo que dijo aquel patrono en el Evan-
gloria con preferencia a otros (v.gr., a P e d r o con preferencia a gelio: 'Toma lo que es tuyo y vete... ¿Acaso no puedo hacer de mis bienes
Judas), es u n misterio insondable que nadie p u e d e ni debe inves- lo que quiero?' (Mt 20,14-15)».
tigar. (Doctrina cierta y común.)
Esto es lo único q u e acierta a decir la p o b r e r a z ó n h u m a n a en
234. C r e e m o s q u e sobre este t r e m e n d o misterio n o se ha es- t o r n o a este pavoroso problema. H e m o s d e c o n v e n i r en q u e n o
crito hasta h o y nada más serio y profundo q u e lo q u e dice Santo hay m a n e r a de explicar en forma clara y e n t e r a m e n t e satisfactoria
T o m á s e n el siguiente texto de s u maravillosa Suma teológica 8 : este gran misterio. Q u i z á se nos escape algún d a t o f u n d a m e n t a l q u e
«La razón de la predestinación de unos y de la reprobación de otros se nos diera la clave de la solución completa, y a eso o b e d e c e el q u e
puede hallar en la misma bondad divina. n i n g u n a escuela teológica nos haya d a d o — n i p r o b a b l e m e n t e nos
En efecto, si Dios lo hizo todo por su bondad, fue para que la bondad dará n u n c a — l a luz definitiva sobre este t r e m e n d o p r o b l e m a . I m a -
divina estuviese representada en las cosas. Pero la bondad divina, que en ginemos el asombro y perplejidad q u e experimentaría u n h o m b r e
sí misma es una y simple, tiene que estar representada en las cosas de múl- q u e no h u b i e r a visto jamás otra cosa q u e superficies planas (sin
tiples maneras, porque las criaturas no pueden alcanzar la simplicidad de tener, p o r consiguiente, la m e n o r idea de lo q u e es u n a esfera) si
Dios. De aquí, pues, que para la perfección del mundo se requieran seres se le dijera q u e siguiendo siempre adelante en línea recta, sin r e -
de diversos grados, de los cuales unos ocupen en el universo sitio elevado
troceder jamás, acabaría p o r volver al p u n t o de d o n d e partió. N o
y otros lugar ínfimo, y que para conservar en las cosas la multiplicidad de
grados permita Dios que sobrevengan algunos males, con objeto de que no lo podría creer y le parecería la cosa más insensata y absurda q u e
se impidan muchos bienes, según hemos dicho. había oído en su vida. Y, sin embargo, es cosa sencillísima y ele-
Si, pues, consideramos al género humano como si fuese el universo de m e n t a l q u e siguiendo siempre adelante en línea recta p o r la super-
todos los seres, en algunos hombres—los que predestina—quiso Dios ficie de u n a esfera se llega otra vez, necesariamente, al p u n t o d e
representar su bondad por modo de misericordia, perdonando, y en otros partida. Algo parecido d e b e ocurrir en este t r e m e n d o misterio d e
—los que reprueba—por modo de justicia, castigando. Esta es, pues, la la predestinación. N o s falta algún dato del p r o b l e m a e n t e r a m e n t e
razón por qué elige a unos y reprueba a otros, y ésta también la causa que desconocido p o r nosotros, y p o r eso nos encontramos en u n verda-
señala el Apóstol cuando escribe en su epístola a los Romanos: «Si para mos- dero laberinto y hasta en u n verdadero callejón sin salida. Sabemos
trar Dios su ira (o sea, su justicia vindicativa), y dar a conocer su poder, ciertamente-—porque son datos de fe—que Dios es infinitamente b u e -
soportó (esto es, permitió) con mucha longanimidad a los vasos de ira
no y misericordioso; q u e n o p u e d e cometer injusticia alguna, puesto
maduros para la perdición, quiso, al contrario, hacer ostentación de la riqueza
de su gloria sobre los vasos de su misericordia, que El preparó para la q u e es la justicia m i s m a personificada; q u e Dios quiere seriamente
gloria» (Rom 9,22-23). Y asimismo dice en su segunda epístola a Timoteo: •—con toda la seriedad q u e hay en la cara de Cristo crucificado—que
«En una casa grande no solamente hay vasos de oro y plata, sino también todos los h o m b r e s se salven; q u e , en consecuencia, da a todos las
de madera y de barro, unos destinados a servicios honrosos y otros a menes- gracias suficientisimas para q u e se salven, si quieren; q u e el h o m b r e
teres viles» (2 Tim 2,20). goza de libre albedrío y p u e d e escoger e n t r e el bien y el mal, y,
Ahora bien: por qué elige en concreto a éstos para la gloria y reprueba finalmente, q u e nadie se condena sino por su propia y exclusiva
a aquéllos, no tiene más razón que la voluntad divina. Y por esto dice San culpa. ¿Cómo se concilian y compaginan todas estas cosas ? C r e e m o s
7
Cf. I 23,3. El paréntesis es nuestro.
9
? Cf. I 33,5 ad 3. Los paréntesis son del propio Santo T o m á s . SAN AGUSTÍN, Supsr Iuannem t r . 2 6 : M L 35,1607.
246 P.I. DIOS UNO S.3 C.7. LA DIVINA PREDESTINACIÓN 247
q u e la contestación m á s sincera y h o n r a d a q u e p u e d e darse h a d e
ser ésta: no lo sabemos, p e r o tienen q u e conciliarse forzosamente E. Señales d e r e p r o b a c i ó n
en Dios.
237. L a s principales s o n las siguientes 1 3 :
A este propósito escribe c o n acierto el teólogo Schmaus 10:
1.a A M O R EXCESIVO A LAS COSAS TERRENAS. P o r q u e es u n h e -
«Todas las cuestiones de la salvación que oprimen e impacientan al cho q u e los q u e se aficionan demasiado a este destierro y a las cosas
hombre se resuelven creyendo en el insondable misterio del amor de Dios m u n d a n a s n o suelen preocuparse m u c h o d e asegurar su salvación
y confiando en la seriedad y poder de su misericordia. Como ya hemos
dicho, el individuo en particular debe resolver la cuestión con obras y no m e d i a n t e las obras b u e n a s . Viven ú n i c a m e n t e para las cosas d e la
especulando. 'Dios resiste a los soberbios, y a los humildes da su gracia. tierra y sus placeres y diversiones. E l m á s allá n o les p r e o c u p a poco
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que a su tiempo os ni m u c h o y, p o r lo m i s m o , la m u e r t e suele sorprenderles sin p r e -
ensalce. Echad sobre El todos vuestros cuidados, puesto que tiene providen- paración alguna y c o n las manos vacias o, mejor dicho, llenas d e
cia de vosotros' (i Petr 5,5-7)». pecados y d e crímenes.
2.a E N T R E G A R S E AL PECADO, SOBRE TODO D E LUJURIA, HASTA
A u n a santa q u e , arrebatada e n éxtasis, pidió al Señor ver estas
cosas u n poco m á s claras, Jesús le respondió: «Tranquilízate; y o LA VEJEZ. San Alfonso M a r í a d e Ligorio escribe expresamente e n
te h a r é ver q u e t o d o está m u y bien ordenado» u . su Teología moral; «No vacilo e n afirmar q u e todos los q u e se con-
d e n a n se c o n d e n a n p o r este vicio, o, al menos, n o s i n él» 1 4 .
G. P r o p i e d a d e s d e la r e p r o b a c i ó n 3.a C O N T R A D E C I R O NEGAR A SABIENDAS LAS DOCTRINAS D E LA
IGLESIA CATÓLICA, instituida p o r Cristo para n u e s t r a salvación.
235. A semejanza d e la divina predestinación, las principales
4.a A P A R T A R S E D E LA FRECUENCIA D E SACRAMENTOS, q u e s o n
propiedades d e la reprobación s o n la certeza e inmutabilidad p o r
parte d e Dios, y la incertidumbre p o r p a r t e nuestra. medios necesarios p a r a adquirir o conservar la gracia santificante,
sin la cual nadie absolutamente se p u e d e salvar.
a) P O R PARTE D E D I O S ES CIERTÍSIMA E I N F A L I B L E , porque
5.a E L PECADO D E SOBERBIA VOLUNTARIAMENTE F O M E N T A D O .
— c o m o ya vimos—el futuro n o existe para E l . Dios n o verá la con- Los q u e n o q u i e r e n rendir su juicio ante las verdades d e la fe s u -
denación d e u n d e t e r m i n a d o pecador c u a n d o éste se condene d e ficientemente conocidas, tienen sobre ellos u n a terrible señal d e
hecho, sino q u e lo está viendo ya en su eternidad como si se tratase reprobación. San Gregorio M a g n o escribe e n sus Morales: «La s o -
de u n a realidad actual. T a n imposible es q u e falle el futuro para berbia es u n signo evidentísimo d e reprobación» l 5 .
Dios como para nosotros el pretérito. L o q u e ocurrió ayer para
nosotros es t a n cierto y seguro como lo q u e Dios está viendo ya q u e
ocurrirá d e n t r o d e m i l años. ARTÍCULO 3

b) P O R PARTE NUESTRA ES INCIERTA, p o r q u e , c o m o d e c l a r ó s o - EL LIBRO DE LA VIDA


l e m n e m e n t e el concilio d e T r e n t o , nadie p u e d e saber c o n certeza
si t e n d r á o n o el gran d o n d e la perseverancia final, a n o ser q u e lo 238. C o n frecuencia se habla e n la Sagrada Escritura del libro
sepa p o r especial revelación divina (cf. D 826). de la vida, e n el q u e están escritos los n o m b r e s d e los predestina-
dos, a diferencia d e los reprobos, q u e n o están escritos e n él. H e
aquí algunos textos, p o r vía d e ejemplo:
D. E f e c t o s d e la r e p r o b a c i ó n
«El que venciere, ése se vestirá de vestiduras blancas, jamás borraré
236. E n t r e los efectos d e la reprobación señalan los teólogos su nombre del ¡ibro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre
salmanticenses los siguientes l 2 : y delante de sus ángeles» (Apoc 3,5).
i.° L a permisión d e todos los pecados p o r los q u e el reprobo «Y la adoraron (a la bestia) todos los moradores de la tierra cuyo nombre
será condenado, la obstinación o impenitencia final e n el m o m e n t o no está escrito desde el principio del mundo en el libro de la vida del Cordero
d e la m u e r t e y la condenación o pena eterna del infierno. degollado» (Apoc 13,8).
2. 0 L a naturaleza, t e m p e r a m e n t o , educación, etc., del reprobo «La bestia que has visto era, pero ya no es, y está a punto de subir del
abismo y camina a la perdición; y se maravillarán los moradores de la tierra
son, e n cierto m o d o , efectos indirectos d e la reprobación, e n la cuyo nombre no está escrito en el libro de la vida desde la creación del
m e d i d a e n q u e s o n necesarios p a r a la permisión d e los p e c a d o s . mundo, viendo la bestia, porque era y no es, y reaparecerá» (Apoc 17,8).
10 O-c. vol.5 p.378. 13
Cf. ZuBIZARRETA, O.C., Vol.2 n.446.
11
Cf. SERTILLANGES, O. P., Catecismo d' los incrédulos (Barcelona 1934) P-37&. 14
SAN ALFONSO DE LIGORIO, Theol. mor. 6." praecepto, 1.3 init. n.413.
i2 Cf. SALMANTICENSES, De pmedes'inatinr¡e disp.8 dub.3. ls
SAN GREGORIO MAGNO, Morales I.34 n.56: M L 76,750.
248 IM. DIOS UNO S.3 C.8. EL PODER DE DIOS 249

«Y todo el que no fue hallado escrito en el libro de la vida fue arrojado borrados de él. En cambio, los ordenados a la vida eterna, no por predestina-
en el estanque del fuego») (Apoc 20,15). nación divina, sino únicamente por la gracia, están escritos en el libro de
«En ella (Jerusalén celestial) no entrará cosa impura ni quien cometa la vida, pero no en absoluto, sino únicamente en cierto sentido, porque lo
abominación y mentira, sino los que están escritos en el libro de la vida están como quienes han de tener la vida eterna, no en sí misma, sino única-
del Cordero» (Apoc 21,27). mente en su causa; y éstos pueden ser borrados del libro de la vida, con tal
«Con Clemente y con los demás colaboradores míos, cuyos nombres están que el hecho de borrar no se refiera al conocimiento divino—como si Dios
en el libro de la vida» (Phil 4,3). supiera primero una cosa y después no la supiese—, sino al objeto conocido,
en el sentido de que Dios sabe que alguien primero estuvo ordenado a la
¿ Q u é significa esa misteriosa expresión? vida eterna y después no lo estuvo por haber perdido la gracia».
E n realidad, el libro de la vida coincide con la divina predesti-
nación, tal como preexiste e t e r n a m e n t e en la m e n t e d e Dios. C o m o
h e m o s dicho m á s arriba, en el decreto eficaz e infalible p o r el cual CAPÍTULO 8
Dios elige y predestina a la gloria a los q u e quiere, conoce cierta
e infaliblemente cuántos y cuáles son los seres racionales q u e p o - EL PODER DE DIOS
seerán algún día la vida eterna. Sus n o m b r e s q u e d a n , p o r decirlo así,
escritos de m a n e r a indeleble e n el e n t e n d i m i e n t o divino. Este es D e s p u é s d e h a b e r estudiado la providencia de Dios en general
el libro de la vida, q u e sigue lógicamente a la predestinación y se y, d e n t r o de ella, la divina predestinación d e las criaturas raciona-
funda en ella. les, a la vida eterna, el o r d e n lógico d e las ideas exige el paso al
Escuchemos al D o c t o r Angélico explicando estas ideas l: o r d e n d e la ejecución d e aquellos planes divinos, esto es, al estudio
de la potencia divina, q u e es la encargada de p o n e r en ejecución
«El libro de la vida en Dios es una expresión metafórica, fundada en la t o d o lo q u e ha sido p r e v i a m e n t e concebido y planeado en el en-
semejanza con lo que hacen los hombres. Entre éstos hay costumbre de t e n d i m i e n t o divino.
inscribir en un libro los nombres de los que son elegidos para alguna cosa, Siguiendo, como d e costumbre, las huellas del D o c t o r Angélico,
v.gr., el de los soldados o el de los consejeros llamados antiguamente 'Pa-
dres conscriptos'. Por lo anteriormente dicho, sabemos que todos los pre- e x p o n d r e m o s la existencia, extensión y perfección d e la potencia
destinados son elegidos por Dios para que posean la vida eterna, y esa misma divina.
inscripción de los predestinados recibe el nombre de libro de la vida. 1. Existencia
También decimos metafóricamente que está inscrito o grabado en el
entendimiento de alguno, lo que conserva firmemente en su memoria. 239. A n t e t o d o es preciso advertir q u e la palabra potencia tie-
Por tanto, al mismo conocimiento de Dios por el que firmemente retiene que n e dos significados c o m p l e t a m e n t e distintos y antagónicos, según
ha predestinado algunos a la vida eterna, se llama libro de la vida». se t o m e en sentido activo o pasivo. Y así:
El libro de la vida se refiere p r o p i a m e n t e a la predestinación a) P O T E N C I A ACTIVA es la q u e p u e d e p r o d u c i r alguna cosa
a la gloria, n o a la simple predestinación a la gracia 2 . Por eso los como efecto suyo (v.gr., el escultor tiene potencia p a r a p r o d u c i r
n o m b r e s de los predestinados a la gloria n o serán borrados j a m á s u n a estatua).
del libro de la v i d a — a u n q u e en esta vida p u e d a n pecar y apartarse
b) P O T E N C I A PASIVA es la capacidad de recibir alguna cosa
t e m p o r a l m e n t e de D i o s — , a diferencia d e los predestinados ú n i -
por influencia de otra (v.gr., la cera o el lacre tienen la capacidad
camente a la gracia, q u e mientras vivan e n ella están escritos p r o -
d e recibir la impresión del sello).
visionalmente en el libro de la vida, p e r o serán borrados d e él
E n el sentido activo la potencia es u n a perfección q u e p u e d e
cuando p e q u e n m o r t a l m e n t e y m u e r a n impenitentes. E s c u c h e m o s
encontrarse en D i o s , y se e n c u e n t r a de hecho en grado infinito. E n
sobre esto al propio Santo T o m á s 3 :
el sentido pasivo—en c a m b i o — s u p o n e receptividad, imperfección,
«El libro de la vida es la inscripción de los que están ordenados a la vida ausencia d e algo, y, p o r lo m i s m o , n o p u e d e encontrarse en m o d o
eterna. Pero puede uno estar ordenado a la vida eterna de dos maneras: alguno en Dios.-
por divina predestinación, y esta ordenación no se frustra jamás, o por la T e n i e n d o en cuenta esta distinción fundamental, vamos a esta-
gracia, pues todo el que tiene la gracia es digno de la vida eterna, y esta blecer la doctrina católica en forma d e conclusión.
ordenación a veces falla, porque hay quienes han sido ordenados por la
gracia a la vida eterna y, sin embargo, no la alcanzan por haber cometido Conclusión. Dios posee en grado m á x i m o potencia activa para rea-
pecado mortal. Por tanto, los ordenados por divina predestinación a la vida lizar operaciones «ad extra».
eterna están inscritos en absoluto en el libro de la vida, porque lo están
como quienes han de poseer la vida eterna en sí misma, y éstos nunca serán 240. Es u n a consecuencia inevitable de la s u p r e m a perfección
1 Cf. I 24,1. d e Dios. E s c u c h e m o s al D o c t o r Angélico !;
2
Cf. I 24,2 o y ad 3.
1
3 Cf. I 34.3. I 25,1.
250 P.I. DIOS UNO S.3 C.8. EL PODER DE DIOS 251
a
«Hay una doble potencia: la pasiva, que de ningún modo está en Dios, Conclusión 2. Dios es omnipotente, extendiéndose su omnipotencia
y la activa, que es preciso atribuirle en grado máximo. Porque es indudable a todas las cosas intrínsecamente posibles. (De fe.)
que cada ser es principio activo de algo en cuanto está en acto y es perfecto,
y, por el contrario, es sujeto pasivo en cuanto deficiente e imperfecto. Pero 242. E s t a es la conclusión m á s i m p o r t a n t e d e todas las q u e se
hemos demostrado más arriba que Dios es acto puro, que su perfección es refieren a la potencia o p o d e r d e Dios. V a m o s a p r o b a r l a p o r los
absoluta y universal y cjue en El no cabe imperfección alguna. Por consi- lugares teológicos tradicionales.
guiente, le compete ser principio activo en grado máximo, y de ningún
modo sujeto pasivo. Y como la razón de principio activo es aplicable a la a) L A SAGRADA ESCRITURA. L a o m n i p o t e n c i a d e D i o s es u n a
potencia activa, hay que concluir que Dios posee en grado máximo potencia d e las verdades m á s clara e insistentemente inculcada e n las sagradas
activa». páginas. H e aquí algunos textos:

T é n g a n s e m u y e n cuenta las siguientes observaciones: «Y dijo Yavé a Abraham: ¿Por qué se h a reído Sara, diciéndose: D e
1. a E n las criaturas, la potencia es u n a realidad intermedia veras voy a dar a luz siendo tan vieja? ¿Hay algo imposible para Yavé?»
(Gen 18,13-14).
entre la esencia y la operación (v.gr., el e n t e n d i m i e n t o — p o t e n c i a
«Yavé hace cuanto quiere en los cielos, en la tierra, en el mar y en todos
intelectiva-—es intermedio entre la esencia d e l alma y el acto d e los abismos» (Ps 134,6).
entender), d e suerte q u e la esencia es el principio radical d e la «Tú has hecho los cielos y la tierra con el gran poder de tu brazo; nada
operación, la potencia el principio p r ó x i m o o acto p r i m e r o , y la es imposible para ti» (Ier 32,17).
operación el efecto o acto segundo. E n Dios, e n cambio, la m i s m a «Yo soy Yavé, Dios de todos los vivientes. ¿Hay algo imposible para
ecencia, e n cuanto principio d e operación ad extra, se llama y es p o - mí?» (Ier 32,27).
tencia (ad 2). «Respondió Job diciendo: Sé que lo puedes todo y que no hay nada que
2.a E n las criaturas la potencia es el principio, t a n t o d e la te cohiba» (Iob 42,2).
«Pues todo el mundo es delante de ti como un grano de arena en la
acción como del efecto; e n Dios, e n cambio, la potencia es el princi-
balanza y como una gota de rocío de la mañana que cae sobre la tierra,
pio del efecto ad extra, pero n o d e la acción, q u e p r o c e d e d e la d i - pero tienes piedad de todos porque todo lo puedes» (Sap 11,23-24)-
vina esencia (ad 3). «Para los hombres esto es imposible, mas para Dios todo es posible»
3.a L a potencia d e Dios n o se distingue d e s u ciencia y d e su (Mt 19,26).
voluntad c o n distinción real, sino sólo c o n distinción d e razón, «Porque nada hay imposible para Dios» (Le 1,37).
o sea, e n cuanto la potencia incluye el concepto d e principio q u e
ejecuta lo q u e la voluntad m a n d a y la ciencia dirige; p e r o esas tres b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. Desde el más antiguo
cosas s o n u n a misma e n Dios. O sea, q u e la m i s m a ciencia o v o - «Símbolo d e la fe» hasta el concilio Vaticano I la Iglesia h a procla-
l u n t a d divina tiene razón d e potencia e n c u a n t o principio opera- m a d o siempre el d o g m a d e la divina omnipotencia: Creo en Dios
tivo (ad 4). Padre omnipotente, Creador del cielo y de la tierra.

2. Extensión del divino poder c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Siendo la potencia divina absolu-
t a m e n t e infinita, sigúese q u e p o d r á realizar absolutamente t o d o lo
Vamos a recoger e n u n a serie d e conclusiones la doctrina cató- q u e sea d e suyo intrínsecamente posible, o sea, t o d o aquello q u e
lica sobre la extensión d e la potencia o p o d e r d e Dios. n o envuelva en sí m i s m o u n a verdadera contradicción, a u n q u e exceda
c o n m u c h o e l p o d e r d e t o d a criatura creada o creable. E s c u c h e m o s
Conclusión i. a L a potencia d e D i o s es infinita. a Santo T o m á s :
241. H e aquí el clarísimo razonamiento d e Santo T o m á s 2 : «El ser de Dios, en el cual se funda la razón de la potencia divina, es el
«Según hemos dicho, en tanto hay potencia activa en Dios en cuanto ser infinito, que no está encuadrado en ninguna categoría del ente, sino que
está en acto. Si, pues, su ser es infinito, por cuanto no está limitado por cosa precontiene en sí toda la perfección del ser. Por consiguiente, todo lo que
alguna que lo reciba—como dijimos al tratar de la infinidad de la esencia puede tener razón de ser está contenido entre los posibles absolutos, con
divina—, sigúese que la potencia activa de Dios es por necesidad infinita. relación a los cuales decimos que Dios es omnipotente.
La razón es porque en todos los agentes se observa que cuanto mejor parti- Pero nada se opone a la razón de ser, más que el no-ser. Luego lo único
cipan de la forma con que obran mayor es su potencia para obrar, lo mismo que repugna a la razón de absolutamente posible, que está sometido a la
que cuanto más caliente está un cuerpo tanto mayor poder tiene para calen- omnipotencia divina, es lo que en sí mismo y simultáneamente entraña el
tar, y lo tendría infinito si infinito fuese su calor. Por tanto, como la esencia ser y el no-ser. Esto es, pues, lo único que no está sujeto a la omnipotencia,
divina, por la que Dios obra, es infinita—según hemos demostrado—, y no por insuficiencia del poder divino, sino porque no puede tener
sigúese que su potencia es también infinita». razón de factible, ni siquiera de posible (v.gr., no es posible que la luz de
una vela esté encendida y apagada al mismo tiempo: es contradictorio).
Nada es menester añadir a una doctrina tan clara y evidente. Por consiguiente, todo lo que no implica contradicción está comprendido
2
entre los posibles respecto a los cuales se llama omnipotente a Dios, y, en
125,3.
252 P.I. DIOS UNO S.3 C.8. EL PODER DE DIOS 253
a
cambio, lo que la implica no está contenido bajo la omnipotencia divina, Conclusión 4. Dios p u e d e hacer otras cosas distintas de las que de
porque no puede tener razón de posible. Por lo cual más exacto es decir hecho hace.
que esas cosas no pueden ser hechas que decir que Dios no puede hacerlas».
244. E s t a conclusión se o p o n e a dos grandes errores: el de los
E s m u y interesante la doctrina q u e expone el Angélico en este filósofos árabes (Averroes, Algazel, Avicena, M a i m ó n i d e s , etc.),
m i s m o artículo al contestar a dos de las dificultades. Helas aquí consistente en afirmar q u e Dios obra como p o r necesidad de n a t u -
con sus respuestas: raleza y n o p u e d e obrar más q u e lo q u e de h e c h o obra, y el de los
D I F I C U L T A D . Pecar es hacer algo. Pero Dios n o p u e d e pecar q u e limitan y condicionan la potencia divina p o r su sabiduría y
ni «negarse a sí mismo», como dice el Apóstol (2 T i m 2,13). L u e g o justicia, q u e señaló el o r d e n actual d e las cosas fuera del cual n a d a
Dios n o es o m n i p o t e n t e . p u e d e Dios hacer. E s c u c h e m o s al D o c t o r Angélico refutando a m -
bos errores y estableciendo la doctrina d e nuestra conclusión 5 :
RESPUESTA. Pecar es realizar una acción defectuosa y, por tanto,
poder pecar es poder ser deficiente en la acción, cosa que repugna a la «En esta materia ha habido dos errores. Dijeron algunos que Dios
omnipotencia. Dios no puede pecar precisamente porque es omnipotente, obra como por necesidad de naturaleza, en forma que, así como de la acción
o sea, porque no puede fallar en su acción o realizar una acción defectuosa, de los seres naturales no puede provenir sino lo que proviene, v.gr., de
(ad 2). un hombre otro hombre y de una aceituna un olivo, así tampoco pueden pro-
venir de la acción divina otras cosas ni otro orden de cosas más que el
DIFICULTAD. L a Iglesia dice en u n a oración litúrgica q u e «Dios actual. Pero hemos demostrado más arriba que Dios no obra como obligado
manifiesta en grado máximo su omnipotencia p e r d o n a n d o y usando de por necesidad de naturaleza, sino que la causa de todas las cosas es su
voluntad, que tampoco está natural y necesariamente determinada a las ac-
misericordia» 3. Sin e m b a r g o , hay cosas m u c h o m á s grandes q u e
tuales cosas. Por consiguiente, el actual orden de cosas en modo alguno
p e r d o n a r y compadecerse, como sería crear otro m u n d o o cosa proviene de Dios con tal necesidad que no pueden provenir también otros
parecida. L u e g o Dios no es absolutamente o m n i p o t e n t e . órdenes distintos.
RESPUESTA. La omnipotencia de Dios se manifiesta, sobre todo, en Hubo también quienes dijeron que la potencia divina está determi-
el hecho de perdonar y usar de misericordia, porque con ello se demuestra nada al actual curso de los seres por el orden de la sabiduría y justicias di-
que Dios tiene el poder supremo, ya que el sometido a la ley de un superior vinas, sin las cuales nada hace Dios. Cierto que, como la potencia de Dios,
no es libre para perdonar los pecados. O también se puede decir que, per- que se identifica con su esencia, no es cosa distinta de la sabiduría divina,
donando a los hombres y compadeciéndolos, los conduce a la participación se puede decir sin inconveniente que nada hay en la potencia divina que no
del bien infinito, que es el último y supremo efecto del poder divino. esté en el orden de su sabiduría, pues ésta incluye todas las posibilidades
O también porque—según vimos más arriba—el efecto de la misericordia de de la voluntad de Dios. Sin embargo, el orden impuesto a las cosas por la
Dios es el fundamento de todas las obras divinas, ya que nada se debe a sabiduría divina, en el que, según hemos visto, consiste la razón de justicia,
ningún ser más que por razón de lo que Dios le da sin debérselo; y precisa- no se adecúa a la sabiduría de Dios en forma que quede limitada a este orden.
mente en esto se revela en grado máximo la omnipotencia divina, en que a Porque es evidente que toda la razón del orden que el sabio impone a lo que
ella pertenece la primera institución de todos los bienes (ad 3). ha de hacer se toma del fin que con ello se propone. De donde se sigue que,
cuando ese fin es adecuadamente proporcionado a las cosas que por él se
Conclusión 3. a Dios n o p u e d e hacer que las cosas pasadas n o hayan hacen, la sabiduría del que las hace está limitada a un orden fijo (o sea, al
sido, p o r q u e envuelve contradicción. orden que exige ese fin concreto y proporcionado). Pero como la bondad
divina (cuya manifestación externa es el fin que Dios se propone en todas sus
243. E s c u c h e m o s al D o c t o r Angélico 4 : obras) es un fin que excede sin proporción alguna a todas las criaturas, hay
que concluir que la sabiduría divina no está limitada a un determinado
«Según hemos visto, lo que implica contradicción no cae bajo la omni- orden de cosas, sea el que fuere, en forma tal que no puedan fluir de ella
potencia de Dios. Pues bien, que lo pasado no haya sido implica contra- otros muchos órdenes de cosas. Por consiguiente, se ha de decir que en
dicción, ya que tan contradictorio es decir que Sócrates está sentado y que absoluto Dios puede hacer otras cosas distintas de las que hace».
no está sentado como decir que estuvo sentado y que no lo estuvo, porque
decir que estuvo sentado es afirmar un hecho pasado, y decir que no lo estuvo
es negar el mismo hecho. Luego que lo pasado no haya sido no está sujeto Estas últimas palabras del Angélico nos d a n pie p a r a establecer
a la omnipotencia divina». la famosa distinción—tan usada en las escuelas teológicas—entre
la potencia absoluta de Dios y su potencia ordenada. C o n su p o t e n -
D e d o n d e se sigue q u e Dios p u e d e perdonarle a u n pecador cia absoluta Dios p u e d e hacer t o d o cuanto n o envuelva c o n t r a d i c -
arrepentido todos sus pecados y hasta la pena t e m p o r a l debida por ción en sí mismo, o sea, todo lo intrínsecamente posible, sin restric-
ellos; p e r o n o p u e d e hacer q u e ese pecador n o haya pecado. E l ción alguna. C o n su potencia ordenada, en cambio, no quiere hacer
«hecho histórico» de sus pasadas acciones escapa en absoluto al sino lo q u e está d e n t r o del o r d e n actual de cosas libremente deter-
p o d e r aniquilador de Dios (ad 3). m i n a d o p o r su sabiduría, b o n d a d y justicia infinitas. Y así, v.gr., D i o s
3
Cf. la colecta de Ja dominica l o después de Pentecostés.
4 5
I 25,4. I 25,5. Los paréntesis explicativos son nuestros.
254 F.I. DIOS UNO S.3 C.9. LA FELICIDAD INFINITA DE DIOS 255
podría c o n s u potencia absoluta sacar a u n c o n d e n a d o del infierno
y a u n aniquilar p a r a s i e m p r e a q u e l lugar d e t o r m e n t o s (no h a y CAPÍTULO 9
contradicción intrínseca e n ello, ya q u e el m i s m o p o d e r se requiere
p a r a aniquilar u n a cosa q u e p a r a crearla); pero sabemos ciertamen- LA FELICIDAD INFINITA DE DIOS
t e q u e n o lo h a r á con su potencia ordenada, q u e h a dispuesto con
Santo T o m á s t e r m i n a su maravilloso t r a t a d o d e Dios uno e n la
infinita sabiduría, b o n d a d y justicia el p r e s e n t e o r d e n d e cosas, e n
«Suma Teológica» c o n u n a cuestión relativa a la felicidad o b i e n -
v i r t u d del cual el infierno j a m á s será aniquilado y n i n g ú n c o n d e -
aventuranza infinita d e D i o s 1. H a b l a t a m b i é n d e ello e n otros
n a d o saldrá j a m á s d e él.
lugares paralelos d e sus obras, p r i n c i p a l m e n t e e n la «Suma contra
3. Perfección del divino poder los gentiles» 2 . V a m o s a recoger los p u n t o s fundamentales d e s u
doctrina e n u n a s sencillas conclusiones.
245. Santo T o m á s se p r e g u n t a «si D i o s p u e d e hacer mejores
las cosas q u e hace». C o n t e s t a c o n distinción: las esencias d e las cosas Conclusión 1.a D i o s es e n sí m i s m o infinitamente feliz y bienaven-
turado.
creadas n o p u e d e n ser mejores d e lo q u e D i o s las hizo, p u e s t o q u e
se las dictó al m i s m o Dios su infinita sabiduría, e n la q u e n o cabe 246. E s u n a consecuencia necesaria del h e c h o d e ser D i o s
fallo ni imperfección; p e r o D i o s podría, si quisiera, mejorar las infinitamente inteligente e infinitamente perfecto.
cosas q u e hizo e n cuanto a sus c o m p l e m e n t o s accidentales (v.gr., h a -
ciendo q u e los h o m b r e s sean m á s b u e n o s o sabios d e lo q u e son). a) EN CUANTO INFINITAMENTE INTELIGENTE, se conoce per-
Por consiguiente, h a b l a n d o e n general, h a y q u e concluir q u e , d a d a fectísimamente a Sí m i s m o c o m o el piélago i n s o n d a b l e del Ser y
u n a cosa cualquiera, p u e d e D i o s hacer otra mejor 6. el c ú m u l o infinito d e todas las perfecciones posibles. Y esta c o n -
Son interesantísimas las respuestas del Angélico a dos dificul- t e m p l a c i ó n d e s u p r o p i a divina esencia le p r o d u c e u n gozo y u n a
tades q u e él m i s m o se p r o p o n e . H e l a s aquí: felicidad infinita, q u e las criaturas j a m á s alcanzarán a imaginar.
b) E N CUANTO I N F I N I T A M E N T E PERFECTO, n i n g ú n b i e n p u e d e
D I F I C U L T A D . N O p u e d e hacerse mejor lo q u e es s u m a m e n t e
desear q u e n o lo tenga ya e n sí m i s m o en g r a d o r e b o s a n t e e infini-
b u e n o , p o r q u e sobre lo m á x i m o n o h a y n a d a . P e r o dice San A g u s -
7 to. Esta p l e n i t u d d e perfecciones aquieta y sosiega p o r c o m p l e t o
t í n : «Cada u n a d e las cosas q u e D i o s hizo es b u e n a , p e r o todas
su v o l u n t a d divina e n el goce fruitivo d e u n a felicidad infinita, a
j u n t a s son s u m a m e n t e b u e n a s , p o r q u e d e s u conjunto resulta la
la q u e n a d a a b s o l u t a m e n t e p o d r í a n añadir el conjunto d e todos
a d m i r a b l e belleza del universo». L u e g o D i o s n o p u e d e hacer mejor
los bienes creados reales o imaginarios.
el o r d e n del universo.
Santo T o m á s e x p o n e bellísimamente este a r g u m e n t o e n u n p á -
RESPUESTA. El universo, en el supuesto de que conste de lo que actual- rrafo pletórico d e contenido teológico 3 :
mente lo integra, no puede ser mejor, debido a que el orden dado por Dios
a las cosas presentes—en el que consiste el bien del universo—es tan insu- «Cuanto de deseable hay en cualquier clase de felicidad, todo preexiste
perable, que, si alguna fuese mejor, se destruiría la proporción del orden, de modo más elevado en la divina bienaventuranza. Por lo que se refiere
como se rompe la armonía de la cítara si una cuerda se tensa más de lo debido. a la felicidad contemplativa, tiene la contemplación continua y ciertísima
No obstante, Dios podría hacer cosas distintas o añadir otras a las que ya de sí mismo y de todas las cosas creadas, y en cuanto a la activa tiene el go-
hizo, y así el universo que resultase sería mejor (ad 3). bierno de todo el universo. De la felicidad terrena, que, según Boecio,
consiste en placeres, riquezas, poderío, dignidad y fama, por placer tiene
D I F I C U L T A D . Cristo, e n c u a n t o h o m b r e , está lleno d e gracia y el gozo de sí mismo y de todas las otras cosas; por riqueza, la omnímoda
d e verdad y recibió el E s p í r i t u sin m e d i d a , p o r lo cual n o p u e d e abundancia que las riquezas prometen; por poderío, la omnipotencia; por
ser mejor. L a b i e n a v e n t u r a n z a del cielo se llama asimismo bien dignidad, el gobierno de todos los seres, y por fama, la admiración de todas
las criaturas».
s u p r e m o , y p o r esto n o p u e d e ser mejor. L a Santísima Virgen
M a r í a fue exaltada sobre todos los coros d e los ángeles, y, p o r t a n - Conclusión 2. a D i o s es su propia felicidad y bienaventuranza.
to, n o p u e d e ser mejor. L u e g o n o t o d o lo q u e hizo D i o s p u e d e
hacerlo mejor. 247. E s t a m b i é n u n a consecuencia necesaria del h e c h o d e ser
Dios el b i e n s u p r e m o e infinito—por encima del cual n a d a cabe
RESPUESTA. La humanidad de Cristo, por estar unida a Dios; la bien- desear—y d e q u e el e n t e n d i m i e n t o y la v o l u n t a d d e D i o s p o s e a n
aventuranza del cielo, por ser goce de Dios, y la Santísima Virgen, por ser perfectísimamente al m i s m o Dios, puesto q u e se identifican real-
madre de Dios, alcanzan una dignidad en cierto modo infinita, por el bien
m e n t e con su p r o p i a divina esencia. Dios es, pues, p a r a sí m i s m o ,
infinito que es Dios. Y, en este sentido, nada mejor que ellos puede hacerse,
por lo mismo que nada puede ser mejor que Dios. 1 Cf. I 26,1-4.
2
6 7
Cf. Contra gent. I 100-102,
Cf. I 25.6. Cf. SAN AGUSTÍN, Enchirid. c í o : ML 40,236. 3
I 3M.
P.I. DIOS UNO S.3 C.9. LA FELICIDAD INFINITA DE DIOS 257
el Bien infinito poseído infinitamente. L u e g o la bienaventuranza y y la bienaventuranza perfecta es precisamente la que proviene de la posesión
Dios son para El u n a m i s m a cosa, o sea, q u e Dios es su propia de todos los bienes.
bienaventuranza 4 . Mas porque eres perfectlsimo y se reúnen en ti todas las perfecciones
Las criaturas, en cambio, n o p u e d e n ser en m o d o alguno su imaginables y estás adornado con todas las virtudes contemplativas y ac-
propia felicidad o bienaventuranza. Siendo esencialmente limitadas tivas que convienen a tu infinita elevación y grandeza, y eres, en fin, el
e imperfectas, su felicidad—en la q u e consiste el último fin de Sumo Bien, debes poseer la bienaventuranza en el más alto grado imaginable.
t o d a naturaleza intelectual—no p u e d e consistir en otra cosa q u e Ser feliz quiere decir, también, no estar falto o privado de cosa alguna.
Pero a ti, Dios mío, nada te falta de todo cuanto puede existir o simplemente
en la posesión del Bien infinito q u e es Dios. T o d o lo q u e n o sea imaginarse. T e bastas a ti mismo y tienes todo cuanto puedes desear. No
el Bien infinito, p l e n a m e n t e saciativo, ha de dejar forzosamente puedes ser mejor, más grande, más bello, más perfecto de lo que eres, y
insatisfecha la capacidad de la criatura, q u e aspira siempre a más aunque quisieras crear todavía innumerables mundos, no podrían propor-
y más. Por eso escribió San A g u s t í n al frente d e sus maravillosas cionarte el más mínimo acrecentamiento de felicidad, porque al que nada
Confesiones aquella sentencia lapidaria: «Nos has hecho, Señor, p a r a le falta nada se le puede añadir. T u plena y más sublime bienaventuranza
ti, y nuestro corazón a n d a inquieto y desasosegado hasta q u e des- consiste en mirarte a ti mismo y gozar de la inconmensurable belleza de tu
canse en ti» 5 . imagen, en la que todo lo ves, todo lo conoces y en la que gozas de todos los
bienes. Esta bienaventuranza es tan grande que con ella sola queda entera-
Conclusión 3. a La felicidad o bienaventuranza de Dios excede infi- mente llena y repleta tu insondable divinidad.
nitamente a la felicidad o bienaventuranza de todas las criaturas. Tú, Señor, eres plenamente feliz en ti mismo y eres también la general
felicidad de todo el mundo. T ú eres el origen, la fuente, el objeto de la
248. L a razón, sencillísima, es p o r q u e la felicidad de Dios es felicidad de todos los bienaventurados. T ú llenas con la gloria del paraíso
rigurosamente infinita, cosa del t o d o imposible a las criaturas. Santo a millones de ángeles y almas elegidas. En tu gloria y bienaventuranza,
T o m á s expone otros a r g u m e n t o s m u y bellos, d e los q u e recogemos todos son felices con sólo mirarte. ¡Qué grande, pues, debe ser tu propia
los dos siguientes 6 : infinita felicidad!
2. ¡Oh Dios felicísimo!, yo me alegro desde lo más profundo de mi
i.° Lo que es por esencia es mejor que lo que es por participación, corazón de tu incomprensible felicidad. Déjame que le rinda honor con
como la naturaleza del fuego se encuentra de modo más perfecto en el fuego la sublimidad de tu propia esencia beatífica. Toma la gloria y el sumo
mismo que en las cosas ígneas. Pero Dios es bienaventurado por su esencia, amor con que eternamente te miras a ti mismo y que te hace feliz,
cosa que no puede competer a otro alguno, pues nadie más que él puede como si yo, pobre criatura, hubiese por un instante alabado y ensalzado tu
ser sumo bien, como ya vimos; de donde se sigue que cualquier otro bien- bondad con la fuerza y la grandeza de esta tu propia felicidad. ¡Oh be-
aventurado lo es por participación de la bienaventuranza divina. Por con- nignísimo Dios!, concédeme poder participar de tu eterna felicidad para
siguiente, la bienaventuranza divina es muy superior a cualquier otra que yo también pueda ser—en ti y por ti—eternamente feliz.
bienaventuranza. 3. T u felicidad, Dios mío, consiste en la nobilísima operación de tu
2. 0 Cuanto mayor es la unidad de un ser, tanto es más perfecta su entendimiento y de tu voluntad, en el conocimiento y en el amor de ti
potencia y su bondad. Ahora bien, la operación sucesiva se divide en atención mismo, o bien de tu ser infinito. Eres feliz porque te reconoces a ti mismo
a las diversas partes del tiempo; por lo que en manera alguna puede compa- como ser perfectísimo y te amas con un amor de suma complacencia, por
rarse en perfección con la perfección de la operación que se verifica toda a la el cual te agradas a ti mismo de manera infinita.
vez sin sucesión, y especialmente si no pasa en un momento, sino que No basta para la felicidad el poseer grandes y maravillosas perfecciones,
permanece eternamente. Pero el entender divino no tiene sucesión, exis- sino que es preciso reconocerlas y amarlas. El sol es bello en su maravilloso
tiendo todo a la vez eternamente; mientras que nuestro entender tiene suce- esplendor y esparce por doquier muchos beneficios, pero no por esto se
sión, en cuanto se le une incidentalmente el continuo y el tiempo. Luego puede decir que es feliz, porque le falta la capacidad de conocer y amar la
la bienaventuranza divina excede infinitamente a la humana, como la dura- propia belleza y bondad. Lo mismo hay que decir de una bella y fragantísima
ción de la eternidad excede al ahora pasajero del tiempo. rosa, que nada sabe de su belleza y del suavísimo perfume que exhala. Lo
mismo ocurriría contigo, Dios mío, si no te conocieras y amaras a ti mismo:
Para r e d o n d e a r esta h e r m o s a doctrina y t e r m i n a r con ella el no podrías experimentar ningún gozo ni felicidad alguna con relación a tus
tratado de Dios uno, q u e constituye la p r i m e r a p a r t e d e nuestra infinitas perfecciones. Y ésta es la razón por la cual, Dios mío, has dotado
obra, vamos a recoger u n a espléndida elevación dogmática en la de entendimiento y de libre voluntad a las criaturas que has hecho partícipes
q u e u n ilustre autor r e s u m e en p l a n contemplativo la doctrina t e o - de tu bienaventuranza—los ángeles y hombres—y les has hecho capaces
de entender y de amar, a fin de que fuesen aptos para gozar de tal beatitud.
lógica de la infinita bienaventuranza de Dios. Hela aquí 7 :
T ú eres, pues, feliz porque te contemplas incesantemente a ti mismo
«i. Tú, Dios mío, eres infinitamente feliz, porque eres omnipotente y te amas con un amor infinito, porque te encuentras lleno de infinita ma-
y rico sobre todo cuanto se puede decir. T ú posees toda suerte de bienes, jestad, belleza y santidad. Torrentes insondables de gozo atraviesan y pe-
4 netran tu excelsa divinidad y van a terminar en una beatitud contemplativa
Cf. Contra gent. I 101. que en grandeza e infinidad se une a la de tu misma esencia y que es, al
5 SAN AGUSTÍN, Confes. 1.1 c.i.
6
Cf. Contra gent. I 102. mismo tiempo, el objeto y la inexplicable delicia de tu propia bienaventu-
7
Cf. SCHNEPP, Salo con Dio (Turln IQ36) voi.i n.27 p,59-ój. ranza.
Dios y su obra 9
258 P.I. DIOS UNO

Así, pues, no consiste tu felicidad en la posesión y gobierno del mundo,


que te pertenece plenamente; ni tampoco en el hecho de que todas las cria- SEGUNDA PARTE
turas dependen de tu querer y están sometidas a tu omnipotencia; sino
únicamente en la contemplación y en el amor de tu propia esencia divina,
que todo lo reúne en sí, esencia que te hace feliz y te procura un paraíso
DIOS TRINO
de infinita alegría.
4. Ahora reconozco, Dios mío, cuál sea el objeto de la verdadera feli-
cidad. No los bienes terrenos, ni las prerrogativas del cuerpo o del espíritu,
ni la posesión del mundo entero. Ninguna de esas cosas podría hacerme
feliz. No llegaré jamás a la felicidad hasta que la busque únicamente en ti,
te ame sobre todas las cosas y con este amor contemple un día tu inefable 249. E s t u d i a d a ya la naturaleza de Dios en cuanto uno, vamos
divinidad. a abordar ahora el estudio de la trinidad de personas e n la infinita
La eterna felicidad será plena y rebosante para nosotros los hombres. simplicidad de la divina esencia. El t r a t a d o dogmático De Deo
Porque si la contemplación y el amor de ti mismo llena de inmensa y com- Trino es el más sublime y profundo d e t o d a la teología católica.
pleta felicidad las infinitas profundidades de tu entendimiento y de tu vo-
luntad, ¡cuánto más la contemplación de tu suprema belleza será apta para Se apoya directa e i n m e d i a t a m e n t e en la divina revelación, ya q u e
llenar en forma rebosante nuestras débiles y limitadas facultades! •—como veremos en seguida—la razón natural, a b a n d o n a d a a sí
Dame, Dios mío, la gracia de contemplar ya desde esta tierra, con la misma, j a m á s h u b i e r a podido descubrir el misterio trinitario, ni
luz de la fe, tu maravillosa y excelsa divinidad y de tenerla siempre ante siquiera sospecharlo, en razón d e su soberana e infinita trascen-
mis ojos para abrazarla con todas las fuerzas de mi más intenso amor, a fin dencia.
de que encuentre ya en este destierro la verdadera felicidad y no me suceda Vamos a dividir esta s e g u n d a p a r t e d e n u e s t r a o b r a en tres sec-
nunca la desgracia de volverme hacia las cosas terrenas y a sus falsos goces. ciones de extensión m u y desigual.
5. T u felicidad, Dios mío, sobrepasa infinitamente la de todos los án-
geles y santos, porque en la de éstos nada hay de infinito fuera del objeto 1. a Existencia de la trinidad de personas en Dios.
de la misma, que eres tú mismo. Pero en la tuya, Señor, el mismo principio 2. a Exposición teológica del misterio trinitario.
es infinito; esto es, tu entendimiento y tu voluntad, cuyo conocimiento es 3. a La Santísima Trinidad en nosotros.
perfecto y cuyo amor es infinito. T ú eres, pues, infinitamente más feliz que
todos los habitantes del cielo.
T u felicidad sobrepasa también la de todos los santos de la tierra, por-
que en este mundo la contemplación está sujeta a fastidios, cansancios, dis- SECCIÓN PRIMERA
tracciones, dudas y errores, de los que tu felicidad está completamente
exenta. Con frecuencia los hombres se creen felices aquí abajo con los fal- EXISTENCIA DE LA TRINIDAD DE PERSONAS
sos goces de la alegría mundana, de las riquezas, del poder, de la dignidad,
de la fama, que, en fin de cuentas, no son sino disfraz de felicidad. T u gozo, EN DIOS
en cambio, es un gozo que todo lo abarca, porque posees todos los bienes
Dividimos esta p r i m e r a sección en dos capítulos:
sin la menor mezcla de mal. Tus riquezas comprenden toda suerte de bie-
nes y todos son de tu propiedad. T u poder es de una fuerza infinita. T u i.° Lo que nos dice la simple razón natural.
dignidad, tu superioridad, tu dominio se extienden sobre todos los seres 2. 0 Lo que nos enseña la fe.
del universo, y todos ellos no sólo te están sometidos, sino que son pro-
piedad tuya inalienable. T u nombre es honrado y exaltado de todos los es-
píritus buenos en el tiempo y en la eternidad. T u felicidad es el reino de CAPÍTULO I
tu gloria que tú has preparado: «Venid, benditos de mi Padre, a poseer el
reino que os está preparado» (Mt 25,34). LO QUE NOS DICE LA SIMPLE RAZÓN
6. Permíteme, Dios mío, que yo, unido a los espíritus celestes, me NATURAL
arrodille ante ti para rendir homenaje a tu excelsa bienaventuranza, que
está incomparablemente por encima de todas las felicidades terrenas. Mi 250. L a razón natural, como vimos en la p r i m e r a p a r t e de
corazón suspira por ti, ya que sólo tú eres la suma felicidad y el gozo in- nuestra obra, tiene fuerza suficiente p a r a d e m o s t r a r con a r g u m e n -
finito. tos apodícticos la existencia de Dios, deducida por vía de causalidad
¡Oh Dios infinitamente santo, rey divino del universo! Haz caer del
d e la existencia indiscutible de las cosas creadas. E l reloj reclama
reino de tu felicidad un rayo de tu gloria sobre la pobre envoltura de tierra
de mi ser, a fin de que se me endulcen las amarguras de la vida y se escla- inevitablemente la existencia del relojero.
rezca mi camino en la ruta que fatigosamente voy recorriendo hasta lle- Pero u n a cosa es la d e m o s t r a c i ó n de la m e r a existencia de Dios
gar a ti». y otra m u y distinta el conocimiento de su vida íntima. L a d e m o s -
tración de la existencia d e Dios nos lleva al conocimiento científico
d e ciertos atributos divinos, tales como su simplicidad, i n m e n s i -
dad, b o n d a d , eternidad, perfección infinita, etc., c o m o vimos t a m -
260 P.II. DIOS TRINO
S.l C . l . LO QUE NOS DICE LA RAZÓN NATUItAL 261
bien e n la p r i m e r a parte. Pero d e n i n g ú n m o d o n o s p u e d e llevar
dio de la razón natural, atenta contra la fe de dos maneras. Primero, contra
al conocimiento d e las realidades divinas q u e rebasen y trascien-
la dignidad de la misma fe, que tiene por objeto las cosas invisibles que ex-
d a n la vía del conocimiento natural q u e el h o m b r e p u e d e obtener ceden la capacidad de la razón humana. Segundo, contra el intento de atraer
d e la contemplación d e los seres creados. E n t r e estas verdades a otros a la fe, pues cuando alguien, para probar los dogmas, alega argu-
infinitamente trascendentes figura, e n primerísimo lugar, el inefa- mentos que no son demostrativos, la expone a la irrisión de los infieles,
ble misterio d e la t r i n i d a d d e personas e n Dios. quienes se imaginan que nosotros nos apoyamos en semejantes razones y
Vamos a exponer e n u n a serie d e conclusiones el papel q u e que en virtud de ellas creemos.
c o r r e s p o n d e a la simple razón n a t u r a l e n o r d e n al misterio t r i n i - Por consiguiente, no debe intentarse demostrar las verdades de la fe
tario. más que por vía de autoridad, para los que la acaten. Respecto a los otros,
es suficiente probar que en el contenido de la fe nada hay que sea imposi-
Conclusión i . a L a simple razón natural n o p u e d e p o r sí m i s m a cono- ble o contradictorio».
cer n i sospechar la existencia d e la trinidad d e personas e n Dios.
Conclusión 2. a Supuesta la divina revelación del misterio, p u e d e la
(Completamente cierta y próxima a la fe.)
teología—o sea, la razón iluminada y conducida p o r la fe—explicar,
251. H e aquí las p r u e b a s : a u n q u e imperfectamente, la trinidad d e personas e n Dios. (Com-
pletamente cierta.)
a) L A SAGRADA ESCRITURA. L O insinúa el mismo Cristo
c u a n d o dice: 252. E l concilio Vaticano I, al m i s m o t i e m p o q u e enseña
— c o m o acabamos d e ver—la absoluta trascendencia d e los m i s t e -
«Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere rios divinos, proclama el p o d e r d e la r a z ó n natural para obtener
revelárselo» (Mt 11,17). alguna inteligencia d e ellos, presupuesta la divina revelación. H e
aquí el texto d e la declaración conciliar:
Luego, s i n la divina revelación, la razón n a t u r a l n o podría co-
nocer al Padre, ni, p o r lo m i s m o , el misterio trinitario. «La razón ilustrada por la fe, cuando busca cuidadosa, pía y sobriamen-
b) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . E l concilio V a t i c a n o I d e -
te, alcanza por don de Dios alguna inteligencia, y muy fructuosa, de los
misterios; ora por analogía de lo que naturalmente conoce, ora por la co-
finió el siguiente canon: nexión de los misterios mismos entre sí y con el fin último del hombre.
«Si alguno dijere que en la revelación divina no se contiene ningún ver- Nunca, sin embargo, se vuelve idónea para entenderlos totalmente, a la
dadero y propiamente dicho misterio, sino que todos los dogmas de la fe manera de las verdades que constituyen su propio objeto. Porque los miste-
pueden ser entendidos y demostrados por medio de la razón debidamente rios divinos, por su propia naturaleza, de tal manera sobrepasan el enten-
cultivada partiendo de sus principios naturales, sea anatema» (D 1816). dimiento creado que, aun enseñados por la revelación y aceptados por la
fe, siguen, no obstante, encubiertos por el velo de la misma fe y envueltos
A h o r a bien: es i n d u d a b l e q u e e n t r e todos los d o g m a s d e la en cierta oscuridad mientras en esta vida mortal peregrinamos lejos del Se-
Iglesia el más profundo y arcano es el misterio d e la Santísima T r i - ñor; pues por fe caminamos y no por visión (2 Cor 5,6s)» (D 1796).
nidad. L u e g o la simple razón natural n o p u e d e e n m o d o alguno E s t e es, cabalmente, el objeto propio d e la teología. U n g r a n
conocerlo p o r sí m i s m a . teólogo c o n t e m p o r á n e o h a podido definirla c o n sólo d o s palabras
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Escuchemos el clarísimo razona- latinas: explicatio fidei, la explicación d e la fe 2 . L a teología utiliza
m i e n t o d e Santo T o m á s 1; como materia propia d e s u s elucubraciones los datos q u e n o s p r o -
porciona la fe. Y , guiada y sostenida p o r ella, examina aquellos
«Es imposible llegar al conocimiento de las personas divinas por medio datos c o n las luces d e la razón y d e la sana filosofía para descubrir
de la razón natural. Hemos demostrado—en efecto—que el hombre, con analogías, hacer ver s u maravillosa a r m o n í a interna, s u perfecta
sus propias fuerzas, no puede alcanzar el conocimiento de Dios sino a tra-
compatibilidad c o n los principios d e la razón natural, la inanidad
vés de las criaturas. Mas las criaturas conducen al conocimiento de Dios
como el efecto al de su causa. Luego la razón natural no puede conocer de las objeciones q u e p u e d a n oponerse, etc., y obtener, c o n ello,
de Dios más que aquello que necesariamente le compete en cuanto es prin- u n conocimiento m á s pleno d e las verdades d e la fe, a u n q u e s i n
cipio o causa de todos los seres; y éste es el fundamento en que nos hemos llegar jamás a demostrarlas o penetrarlas del t o d o , lo q u e destrui-
apoyado más arriba en el tratado de Dios uno. ría la m i s m a fe y envolvería verdadera contradicción. L o q u e se
Ahora bien, el poder creador de Dios es común a toda la Trinidad, y d e m u e s t r a no se cree y lo q u e se cree n o se demuestra.
por ello pertenece a la unidad de la esencia y no a las personas distintas.
2
Luego mediante la razón natural puede conocerse de Dios lo que pertene- Gf. P. MARÍN SOLA, O. P., La evolución homogénea del dogma católico (BAC, M i -
ce a la unidad de la esencia, pero no lo referente a la distinción de personas. drid 1952) p.812.
El que, pues, se empeña en demostrar la trinidad de personas por me-
1
I 32,1.
262 P.II. DIOS TRINO S.l C.2. LO QUE NOS ENSEÑA LA FE 263
Conclusión 3. a Es m u y justo y razonable que la razón humana
al conocimiento natural de Dios, es más digna que las cosas sensibles y aún
acepte las verdades q u e Dios se digne revelar al h o m b r e , aunque
más que la misma alma, mediante la cual el entendimiento humano se eleva
excedan infinitamente su capacidad natural de conocer.
al conocimiento de Dios.
253. E l asentimiento a las verdades q u e la fe nos p r o p o n e , Y mucho más que el angélico al entendimiento humano sobrepasa el
lejos de suponer u n a humillación para la razón natural, q u e n o p u e - entendimiento divino al angélico. La capacidad del entendimiento divino
es adecuada a su propia substancia, y, por lo mismo, conoce perfectamente
de comprenderlas, representa, p o r el contrario, la mayor exaltación todo lo que es y todo lo que tiene de inteligible. En cambio, el entendi-
a q u e p u e d e levantarse en este m u n d o , puesto q u e le a u m e n t a miento angélico no conoce naturalmente todo lo que Dios es, porque la
i n c o n m e n s u r a b l e m e n t e su capacidad cognoscitiva, haciéndola p e - misma substancia angélica, por la que llega a conocer a Dios, es un efecto
netrar en el o r d e n sobrenatural, infinitamente superior al m e r a - inadecuado a la virtualidad infinita de su causa. El ángel, por consiguiente,
m e n t e natural. no puede conocer naturalmente todo lo que Dios conoce de sí mismo, como
H a b l a n d o d e los diversos m o d o s con q u e la verdad divina tampoco el hombre puede captar lo que capta el ángel con su virtud natu-
p u e d e manifestarse a los h o m b r e s , escribe a este propósito Santo ral. Mucho más necio sería el hombre si juzgara ser falso lo que por minis-
T o m á s en su Suma contra los gentiles 3 : terio de los ángeles le ha sido revelado, so pretexto de que racionalmente
no puede llegar a ello, que el ignorante juzgando ser falsas las proposiciones
«Sobre las cosas que creemos de Dios hay un doble modo de verdad. de un filósofo por no poder comprenderlas.
Hay ciertas verdades de Dios que sobrepasan la capacidad de la razón hu- Esta misma verdad aparece claramente en las deficiencias que experi-
mana, como es, por ejemplo, que Dios es uno y trino. Otras hay que pue- mentamos a diario al conocer las mismas cosas sensibles. Ignoramos muchas
den ser alcanzadas por la razón natural, como la existencia y la unidad de de sus propiedades y las más de las veces no podemos hallar perfectamente
Dios, que incluso demostraron los filósofos guiados por la luz natural de las razones de las cosas que aprehendemos con los sentidos. Mucho más
la razón. difícil será, pues, a la razón humana descubrir toda la inteligibilidad de la
Es evidentísimo que existen verdades divinas que sobrepasan absoluta- substancia perfectísima de Dios.
mente la capacidad natural de la razón humana. Porque como el principio La afirmación de Aristóteles está de acuerdo con lo expuesto cuando
del conocimiento de una determinada cosa es la intelección de su substan- asegura que «nuestro entendimiento se halla con relación a los primeros
cia—como dice Aristóteles—, el modo con que sea entendida la substancia principios de los seres—que son clarísimos en la naturaleza—como el ojo
de un ser será también el modo de todo lo que conozcamos de él. Por lo de la lechuza respecto del sol».
cual, si el entendimiento humano comprende perfectamente la substancia Y la Sagrada Escritura da también testimonio de esta verdad. En el li-
de una cosa—de la piedra, por ejemplo, o del triángulo—, nada habrá inte- bro de Job se dice: « ¿Crees tú poder sondear a Dios, llegar al fondo de su
ligible en ella que exceda la capacidad de la razón humana. Mas esto no se omnipotencia?» (Iob 11,7). Y más adelante: «Mira: es Dios tan grande que
realiza con Dios. Porque el entendimiento humano no puede llegar natu- no le comprendemos» (Iob 36,26). Y San Pablo escribe: «Al presente, nues-
ralmente hasta su substancia, ya que el conocimiento humano en esta vida tro conocimiento es imperfectísimo» (1 Cor 13,9).
tiene su origen en los sentidos y, por tanto, lo que no cae bajo la actuación Por consiguiente, no se ha de rechazar sin más, como falso, todo lo que
de los sentidos no puede ser aprehendido por el entendimiento humano se afirma de Dios, aunque la razón humana no pueda descubrirlo, como lo
sino en cuanto se deduzca o infiera de los datos que nos proporcionan di- hicieron los maniqueos y muchos infieles».
chos sentidos. Pero los seres sensibles—únicos que captan los sentidos—
no tienen fuerza suficiente para hacernos ver en ellos lo que la substancia Es, p u e s , m u y j u s t o y razonable q u e la razón h u m a n a acepte
divina es, pues son efectos inadecuados a la virtud de su causa, aunque lle- las verdades q u e Dios se digne revelarle, a u n q u e excedan infinita-
van sin esfuerzo al conocimiento de que Dios existe y a otras verdades se- m e n t e su capacidad natural d e conocer. N o sería Dios infinito si
mejantes pertenecientes al primer principio. Hay, en consecuencia, verda- p u d i é r a m o s comprenderle, ni la fe tendría mérito alguno si p u d i é -
des divinas accesibles a la razón humana, y otras que sobrepasan en abso- ramos d e m o s t r a r racionalmente las verdades q u e nos p r o p o n e .
luto su capacidad natural. Basta saber q u e las ha revelado Dios para q u e la razón h u m a n a
La graduación de entendimientos muestra fácilmente esta misma doc- asienta con firmeza a esas verdades sin miedo alguno a equivocarse,
trina. Entre dos personas, una de las cuales penetra más íntimamente que ya q u e es del t o d o imposible q u e Dios se engañe o nos engañe.
la otra en la verdad de un ser, aquella cuyo entendimiento es más profundo
capta facetas que la otra no puede aprehender: así sucede con el rústico,
que de ninguna manera puede comprender los argumentos sutiles de la CAPÍTULO 2
filosofía.
Ahora bien: dista más el entendimiento angélico del entendimiento hu- LO QUE NOS ENSEÑA LA FE
mano que el entendimiento del más profundo filósofo del entendimiento del
ignorante más rudo, porque la distancia de éstos se encuentra siempre dentro
de los límites de la especie humana, sobre la cual está el entendimiento an- L a Iglesia católica ha enseñado siempre q u e la t r i n i d a d de p e r -
gélico. Ciertamente, el ángel conoce a Dios por un efecto más noble que sonas en Dios es u n misterio estrictamente sobrenatural q u e el
el hombre; porque su propia substancia angélica, por la cual el ángel llega m i s m o Dios se ha dignado revelar a los h o m b r e s p o r medio de
Cristo, d e suerte q u e la razón h u m a n a jamás h u b i e r a p o d i d o d e s -
3 Contra geni. I 3.
cubrirlo por sí m i s m a i n d e p e n d i e n t e m e n t e d e la divina revelación.
264 P.II. DIOS TRINO
S.i C.2. LO QUE NOS L'NSKÑA LA KK 265

Veamos e n u n a serie d e conclusiones escalonadas las diversas Pero sólo a la luz del N u e v o T e s t a m e n t o p o d e m o s ver en esta
etapas de la revelación trinitaria. Sabiduría u n a alusión a la persona divina del Logos. N a d a de
esto sospecharon los subditos de la Sinagoga.
Conclusión i.» E n el Antiguo T e s t a m e n t o se inculca de tal m a n e r a
la unidad de Dios, que en ningún m o m e n t o aparece claramente c) E l A n t i g u o T e s t a m e n t o nos habla con m u c h a frecuencia
la revelación del misterio trinitario. Sin e m b a r g o , hay algunos del espíritu de Dios o del espíritu santo:
indicios que hacen presentir de algún m o d o la futura revelación
«Pero el espíritu de Dios estaba incubando sobre la superficie de las
del m i s m o . (Doctrina cierta y común.)
aguas» (Gen 1,2).
254. C o m o es sabido, u n a de las notas más características de «No me arrojes de tu presencia y no quites de mí tu santo espíritu»
la divina revelación es el producirse de u n a m a n e r a gradual y p r o - (Ps 50,13).
gresiva, a d a p t á n d o s e Dios, maravillosamente, a la cultura y m e n t a - «Si mandas tu espíritu, se recrían, y así renuevas la faz de la tierra»
lidad d e los h o m b r e s en cada época d e la historia. (Ps 103,30).
E n el A n t i g u o T e s t a m e n t o aparece clarísima la finalidad mono- «Porque el espíritu del Señor llena la tierra» (Sap 1,7).
teísta d e la divina revelación. El m u n d o entero se entregaba a u n «Y brotará una vara del tronco de Jesé, y retoñará de sus raíces un vas-
tago, sobre el que reposará el espíritu de Yavé» (Is 11,1-2).
desenfrenado politeísmo, e n v i r t u d del cual cada p u e b l o tenía sus
«El espíritu del Señor, Yavé, descansa sobre mí, pues Yavé me ha un-
propios dioses, a los q u e rendía culto con preferencia a los demás, gido y me ha enviado para predicar la buena nueva a los abatidos» (Is 61,1-2),
pero reconociendo, al m i s m o tiempo, la legitimidad d e m u c h a s «Pero ellos se rebelaron y enojaron su santo espíritu» (Is 63,10).
otras deidades. E r a preciso desarraigar del p u e b l o escogido este Estos y parecidos textos n o se refieren p r o p i a m e n t e al Espíritu
gran error, haciéndole ver q u e el Dios de Israel n o era el mejor Santo como persona, sino a u n a v i r t u d divina q u e confiere la vida,
o más excelente de los dioses, sino el único verdadero Dios, Creador la fortaleza y q u e i l u m i n a e impulsa al bien. Sólo a la luz del N u e v o
del cielo y de la tierra. L a quintaesencia de la revelación mosaica T e s t a m e n t o los Santos Padres y la liturgia aplican m u c h o s de esos
p u e d e condensarse en este versículo del D e u t e r o n o m i o : pasajes a la persona del Espíritu Santo.
«Oye, Israel: Yavé, nuestro Dios, es el único Yavé» (Deut 6,4). d) A l g u n o s creyeron ver u n a clara alusión al misterio trini-
C o n esta afirmación fundamental fue Dios p r e p a r a n d o a la tario e n el famoso trisagio de Isaías:
h u m a n i d a d para revelarle, llegada la p l e n i t u d de los tiempos, el «¡Santo, Santo, Santo, Yavé Sebaot! ¡Está la tierra toda llena de su glo-
misterio inefable de su vida íntima, en el q u e la t r i n i d a d d e p e r - ria!» (Is 6,3).
sonas en nada c o m p r o m e t e la absoluta unicidad de Dios.
Pero es m u y frecuente en el A n t i g u o T e s t a m e n t o triplicar u n a
Sin embargo, p u e d e n descubrirse en el A n t i g u o T e s t a m e n t o
expresión p a r a a u m e n t a r su fuerza o expresar s i m p l e m e n t e el s u -
ciertas insinuaciones, m u y vagas y oscuras, q u e hacen presentir
perlativo de la m i s m a .
de algún m o d o la futura revelación trinitaria. H e aquí algunas de
las más importantes. e) E n el libro de la Sabiduría se n o m b r a n j u n t o a Yavé su
a) Dios habla de sí m i s m o u s a n d o con frecuencia el plural: sabiduría y su espíritu santo:
«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza» (Gen 1,26). «¿Quién conoció tu consejo si tú no le diste la sabiduría y enviaste de
«Díjose Yavé Dios: He aquí al hombre hecho como uno de nosotros, lo alto tu espíritu santo?» (Sap 9,17).
conocedor del bien y del mal» (Gen 3,22).
«Bajemos, pues, y confundamos su lengua, de modo que no se entien- Pero esta sabiduría y este espíritu santo no aparecen como
dan unos a otros» (Gen 11,7). personas p r o p i a m e n t e dichas j u n t o a Yavé, sino como potencias
o actividades divinas.
Claro q u e de estos y parecidos textos n o p u e d e concluirse nada C o m o se ve, en el A n t i g u o T e s t a m e n t o hay algunas expresiones
decisivo, ya q u e p u e d e tratarse s i m p l e m e n t e de u n plural mayestá- q u e p u e d e n t o m a r s e como ciertas insinuaciones vagas y remotas
tico (como el q u e emplean, v.gr., el Sumo Pontífice, los reyes, etc.), o del misterio trinitario, pero sólo a la luz del N u e v o T e s t a m e n t o
de u n a simple concordancia con el n o m b r e de Dios, Elohim, q u e a d q u i e r e n t o d a su significación alegórica, q u e fue e n t e r a m e n t e d e s -
tiene terminación de plural. conocida por el p u e b l o israelita anterior al Mesías.
b) L o s libros sapienciales nos h a b l a n de la Sabiduría divina
Conclusión 2. a E n el Nuevo T e s t a m e n t o se revela expresa, clara y
j u n t o a Yavé y engendrada por El: plenamente el misterio trinitario. (De fe.)
«Diome Yavé el ser en el principio de sus caminos, antes de sus obras, 255. Veámoslo p o r separado en los evangelios y en las cartas
antiguas. Desde la eternidad fui yo ungido; desde los orígenes, antes que
la tierra fuese. Antes que los abismos, fui engendrada yo» (Prov 8,22-24). de los apóstoles.
2f>« S.l C.2. LO QUE NOS ENSEÑA LA FE 267
P.II. DIOS TK1NO
«La gracia del Señor Jesucristo, y la caridad de Dios, y la comunicación
a) L O S EVANGELIOS del Espíritu Santo sean con todos vosotros» (2 Cor 13,13).
«Llenaos, al contrario, del Espíritu... dando siempre gracias por todas
a) E n el relato d e la anunciación dice el ángel del Señor a las cosas a Dios Padre en nombre de nuestro Señor Jesucristo» (Eph 5,18-20).
María: «¡Cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno a sí mismo
se ofreció inmaculado a Dios, limpiará nuestra conciencia de las obras muer-
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá tas, para servir al Dios vivo!» (Hebr 9,14).
con su sombra, y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo «Exaltado (Jesús) a la diestra de Dios y recibida del Padre la promesa
de Dios» (Le 1,35). del Espíritu Santo, le derramó, según vosotros veis y oís» (Act 2,33).
«El será grande y llamado Hijo del Altísimo» (ibid., v.32).
E n cuanto al llamado coma joanneo, tal como se lee e n la Vulgata
E n estos textos aparecen las tres personas divinas: el P a d r e «Tres son los q u e d a n testimonio e n el cielo: el Padre, el Verbo
—significado p o r la expresión A l t í s i m o — , el Hijo y el Espíritu y el E s p í r i t u Santo; y estos tres s o n u n a sola cosa» (1 l o 5,7), e x -
Santo. presa ciertamente d e m a n e r a clarísima el d o g m a d e la u n i d a d y
b) E n el bautismo d e Jesús aparece t a m b i é n la T r i n i d a d beatí- t r i n i d a d e n Dios, p e r o falta e n la mayor p a r t e d e los códices anti-
sima: guos. L a exégesis m o d e r n a , permitiéndolo la Iglesia, lo considera
como apócrifo (cf. D 2198), a u n q u e tiene u n g r a n valor como
«Bautizado Jesús y orando, se abrió el cielo y descendió el Espíritu San-
to en forma corporal, como una paloma, sobre El, y se dejó oír del cielo testimonio d e la tradición y d e la fe d e la Iglesia.
una voz: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco» (Le 3,21-22). E n el N u e v o T e s t a m e n t o aparece, p u e s , con t o d a claridad y
distinción la revelación del gran misterio trinitario, q u e había p e r -
c) E n el s e r m ó n d e la cena dice Jesús a sus apóstoles: manecido e n la p e n u m b r a d u r a n t e los largos siglos d e la A n t i g u a L e y .
Veamos ahora lo q u e acerca d e la Santísima T r i n i d a d nos ense-
«Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará y ven-
dremos a él y en él haremos morada» (lo 14,23). ña la Iglesia católica:

Y poco después añade: Conclusión 3. a L a Iglesia católica h a enseñado siempre, c o m o d o g m a


fundamental, q u e e n Dios hay tres personas distintas: P a d r e ,
«Pero el abogado, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, Hijo y Espíritu Santo e n u n a sola esencia o naturaleza. (De fe.)
ése os lo enseñará todo y os traerá a la memoria todo lo que yo os he dicho»
(lo 14,26). 256. Esta creencia firmísima d e la Iglesia aparece, en efecto,
en los m á s antiguos Símbolos de la fe. H e aquí algunas fórmulas:
d) E n la fórmula del sacramento del bautismo, d a d a p o r el
m i s m o Cristo a sus discípulos, aparece con toda claridad y dis- «Creo en Dios Padre omnipotente, y en su Hijo unigénito, nuestro Se-
ñor Jesucristo, y en el Espíritu Santo Paráclito» ( D i ) .
tinción la revelación del misterio trinitario: «La clemente Trinidad es una sola divinidad. El Padre, pues, y el Hijo
«Id, pues, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del y el Espíritu Santo, es una sola fuente, una sola substancia, una sola virtud,
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19). una sola potestad» (D 17).
«La fe católica es que veneremos a un solo Dios en la Trinidad, y a la
Este texto, c o m o se ve, es el m á s claro y explícito d e todos. Trinidad en la unidad; sin confundir las personas ni separar las substan-
Se trata aquí d e tres personas distintas, designadas p o r sus n o m - cias» (D 39).
bres propios. L a u n i d a d d e esencia d e las tres personas se expresa «Y así Dios es el Padre, Dios es el Hijo y Dios es el Espíritu Santo; y,
sin embargo, no son tres dioses, sino un solo Dios» (D 39).
claramente e n la forma singular d e la expresión en el nombre:
615 TÓ óvoucc (no en los nombres). L a autenticidad del pasaje evan- L a Iglesia p r o c l a m ó repetidas veces, con energía, la m i s m a
gélico está p l e n a m e n t e garantizada p o r el testimonio u n á n i m e d e doctrina d e fe al condenar las herejías contrarias: el sabelianismo,
todos los códices y versiones. triteísmo y subordinacionismo ( D 48-51), el arrianismo ( D 54),
el macedonianismo ( D 86), el priscilianismo ( D 275SS), los albigen-
b) L A S CARTAS D E LOS APÓSTOLES
ses ( D 428), etc.
L o s apóstoles, como es natural, no p u d i e r o n inventar el m i s t e - El concilio d e Florencia, e n su decreto para los jacobitas, del 4
rio trinitario, limitándose a transmitirlo con t o d a fidelidad y exac- d e febrero d e 1441, expuso a m p l i a m e n t e la fe d e la Iglesia e n
t i t u d tal como lo h a b í a n escuchado del m i s m o Cristo o d e los t o r n o al misterio trinitario. P o r su interés extraordinario recogemos
demás apóstoles (caso d e San Pablo). H e aquí algunos textos: a continuación el largo texto d e la declaración conciliar:

«Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos extranjeros... según la pres- «La sacrosanta Iglesia Romana, fundada por la palabra del Señor y Sal-
ciencia de Dios Padre en la santificación del Espíritu» (1 Petr 1,1-2). vador nuestro, firmemente cree, profesa y predica a un solo verdadero Dios
268 P.II. DIOS TRINO

omnipotente, inmutable y eterno, Padre, Hijo y Espíritu Santo, uno en


esencia y trino en personas. El Padre ingénito, el Hijo engendrado del Pa-
dre, el Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo. Que el Padre no
es el Hijo o el Espíritu Santo; el Hijo no es el Padre o el Espíritu Santo; el SECCIÓN SEGUNDA
Espíritu Santo no es el Padre o el Hijo, sino que el Padre es solamente Pa-
dre, y el Hijo solamente Hijo, y el Espíritu Santo solamente Espíritu Santo.
Sólo el Padre engendró de su substancia al Hijo, sólo el Hijo fue engendra-
EXPOSICIÓN TEOLÓGICA DEL MISTERIO
do del Padre solo, y sólo el Espíritu Santo procede juntamente del Padre TRINITARIO
y del Hijo. Estas tres personas son un solo Dios, y no tres dioses; porque
las tres tienen una sola substancia, una sola esencia, una sola naturaleza, 257. E x a m i n a d a en la sección anterior la existencia del m i s t e -
una sola divinidad, una sola inmensidad, una eternidad, y todo es uno don- rio trinitario a la luz d e la divina revelación, vamos a a b o r d a r
de no obsta la oposición de relación. ahora su explicación teológica a la luz de la razón natural iluminada
Por razón de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el Es- p o r la fe.
píritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el E n esta sección, estrictamente teológica, seguiremos al detalle
Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo. Ninguno precede a la magnífica síntesis d e Santo T o m á s e n su maravillosa Suma
otro en eternidad, o le excede en grandeza, o le sobrepuja en potestad.
Eterno, en efecto, y sin comienzo es que el Hijo exista del Padre; y eterno Teológica. C r e e m o s q u e la exposición del D o c t o r Angélico n o ha
y sin comienzo es que el Espíritu Santo proceda del Padre y del Hijo. El sido superada todavía p o r nadie, ni parece p r o b a b l e q u e lo p u e d a
Padre, cuanto es o tiene, no lo tiene de otro, sino de sí mismo; y es princi- ser j a m á s : t a n perfecta y acabada es. E s c u c h e m o s a u n teólogo
pio sin principio. El Hijo, cuanto es o tiene, lo tiene del Padre, y es princi- c o n t e m p o r á n e o a propósito de esto h
pio de principio. El Espíritu Santo, cuanto es o tiene, lo tiene juntamente
del Padre y del Hijo. Mas el Padre y el Hijo no son dos principios del Es- «Ningún tratado de teología salió de la inspirada pluma del Doctor An-
píritu Santo, sino un solo principio. Como el Padre y el Hijo y el Espíritu gélico con tanta perfección como el de laTrinidad. En él todo es unidad, ar-
Santo no son tres principios de la creación, sino un solo principio. monía, lógica impecable, luz y claridad convergiendo sobre el fondo oscuro
A cuantos, consiguientemente, sienten de modo diverso y contrario, los del más inaccesible de los misterios de nuestra fe. Lo que la razón no es
condena, reprueba y anatematiza, y proclama que son ajenos al cuerpo de capaz de ver ni demostrar, gozosa lo cree la fe después de conocer la expli-
Cristo, que es la Iglesia» (D 703-705). cación de Santo Tomás y ver lo razonable del acto sobrenatural que le pres-
ta en su asentimiento. Razón y fe se estrechan así, sin confundirse, en un
Esta es la fe d e la Iglesia, obtenida d i r e c t a m e n t e p o r divina r e - abrazo íntimo de amor en el claroscuro de los misterios divinos».
velación. El teólogo n o p u e d e alterar ni modificar en lo más m í n i m o
Y u n poco m á s abajo a ñ a d e todavía el m i s m o autor 2 :
esos datos sagrados, q u e la Iglesia custodia y proclama fidelísima-
m e n t e a través de los siglos. P e r o es función propia y nobilísima «Santo Tomás elaboró uno de los tratados más perfectos que salieron
d e la teología explicarlos del mejor m o d o posible, a base d e analo- de su inspirada pluma, si fuera posible graduar la perfección con que con-
gías tomadas del o r d e n natural y de la confrontación de los datos sumó cada uno de ellos. Porque en el de la Trinidad todo es unidad, ar-
de la fe con los principios de la sana filosofía, con el fin de obtener monía perfecta, penetración suma, unida a una sublime sencillez, brevedad
u n a mayor c o m p r e n s i ó n de la doctrina revelada, haciendo ver su casi angélica, luz oscura de misterio, que da la sensación de que se ha lle-
maravillosa armonía interna y externa y m o s t r a n d o la i n a n i d a d de gado a la inteligencia de lo que en esta vida no puede comprenderse».
cuantas objeciones p u e d a n oponerse a ella. E s lo q u e vamos a P a r a q u e el lector p u e d a abarcar en u n a m i r a d a sintética d e
ver inmediatamente en la siguiente sección. conjunto t o d o el p a n o r a m a del tratado d e la Santísima T r i n i d a d
tal como lo concibió Santo T o m á s y vamos a exponerlo nosotros,
le ofrecemos a continuación el c u a d r o esquemático del m i s m o .
1
P . CUERVO, O . P., en Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, ed. bilingüe, t.2
(BAC, M a d r i d 1948) p.xv.
2 Ibid., p.15.
270 S.2 0 . 1 . LAS PROCESIONES DIVINAS 271
P.II. DIOS TRINO

I. Las procesiones divinas. a) P R O C E S I Ó N TRANSEÚNTE es aquella e n la q u e el efecto o


II. Las relaciones divinas. t é r m i n o d e la procesión sale fuera d e su causa o principio d e ori-
gen (v.gr., como la casa procede del arquitecto, el río d e la fuente,
fa) Concepto de persona •las criaturas d e D i o s Creador, etc.). Estas procesiones se llaman
en Dios. t a m b i é n ad extra (hacia fuera).
b) Número de las per-
i) En comúnX sonas divinas. . b) P R O C E S I Ó N INMANENTE es aquella e n la q u e el efecto o
A) Considera- c) La unidad y plurali- t é r m i n o d e la procesión p e r m a n e c e d e n t r o d e s u causa o p r i n -
das abso- dad en Dios. cipio d e origen (v.gr., la idea o verbo m e n t a l p e r m a n e c e d e n t r o
lutamen-J d) Las nociones divinas. d e la inteligencia q u e lo p r o d u c e ) . Estas procesiones se llaman
te. t a m b i é n ad intra (hacia d e n t r o ) .
I a) La persona del Padre.
III. Las per- (2) En particu- J b) La persona del Hijo. Las procesiones p u e d e n considerarse t a m b i é n e n sentido activo
sonas lar . . I c) La persona del Espí- y e n sentido pasivo, s e g ú n se refieran a la operación del agente
divi- ritu Santo. o al t é r m i n o d e su operación. Y así, v.gr., e n la generación d e u n
nas . . .
hijo, la procesión activa c o r r e s p o n d e al p a d r e , y la pasiva, al hijo.
'1) A la esencia divina.
B) Considera- 2) A las relaciones divinas. 3. D o c t r i n a c a t ó l i c a . Presupuestas estas nociones, vamos a
das rela- 3) A los actos nocionales. establecer e n u n a serie d e conclusiones la doctrina relativa a las
tivamen-' En cuanto a la igual- procesiones divinas.
te dad o semejanza.
4) En,tre sí.

En cuanto a su envío
a las almas de los
Conclusión i." E n Dios se d a n ciertamente procesiones transeúntes
o «ad extra». (De fe.)
justos.
260. Esta conclusión consta implícitamente e n todos los S í m b o -
los d e la fe c u a n d o se dice: «Creo e n D i o s P a d r e todopoderoso,
CAPÍTULO I creador del cielo y d e la tierra» ( D 7). L a p r o d u c c i ó n d e los seres
creados, sacándolos d e la nada, es u n a operación ad extra d e la
LAS PROCESIONES DIVINAS omnipotencia divina.
Volveremos a m p l i a m e n t e sobre esto e n el tratado d e Dios
E l estudio d e las procesiones divinas es el p u n t o d e partida Creador, q u e constituye la tercera p a r t e d e nuestra obra.
d e t o d o el t r a t a d o d e la T r i n i d a d si se q u i e r e p r o c e d e r d e u n a
m a n e r a ordenada y lógica. Conclusión 2. a E n Dios se d a n t a m b i é n dos procesiones inmanentes
E m p e c e m o s d a n d o unas nociones previas. o «ad intra». (De fe.)

258. 1. C o n c e p t o d e p r o c e s i ó n . L a palabra procesión p u e - 2 6 1 . Esta conclusión es d e capital importancia e n la teología


d e entenderse e n dos sentidos m u y distintos: trinitaria, constituyendo como el p u n t o d e partida o base funda-
a) Para significar u n movimiento local progresivo (v.gr., la m e n t a l d e t o d a ella. Vamos, p u e s , a exponer cuidadosamente las
procesión del C o r p u s a n d a n d o p o r la calle). E n este sentido n o pruebas.
caben procesiones en Dios, ya q u e sólo p u e d e afectar a las cosas
a) L A SAGRADA ESCRITURA. E n el Evangelio se nos habla
corporales.
c o n t i n u a m e n t e d e dos personas divinas q u e reciben los n o m b r e s
b) Para significar la emanación u origen d e u n a cosa c o n rela-
ción a otra q u e es s u causa o su principio (v.gr., el rayo d e sol d e Padre e Hijo, y es evidente q u e el Hijo tiene q u e proceder del
p r o c e d e del sol, el hijo procede del p a d r e , el río p r o c e d e d e la P a d r e . El m i s m o Cristo dice expresamente:
fuente, la voz procede d e la boca, etc.). E n esta acepción filosófica
«Yo he salido de Dios (ego ex Deo processi) y vengo de Dios» (lo 8,4->)<
•—aunque d e p u r a d a d e sus imperfecciones, como veremos—se e m -
plea la p alabra procesión en el tratado d e la T r i n i d a d . expresión q u e los Santos Padres y exegetas católicos h a n i n t e r p r e -
t a d o siempre n o sólo e n el sentido d e la venida d e Cristo a este
259. 2. C l a s e s d e p r o c e s i ó n . E n la acepción filosófica q u e
m u n d o , sino d e su procedencia divina y eterna e n el seno del Pa-
acabamos d e señalar cabe distinguir todavía dos clases d e p r o c e -
dre. E l evangelista San J u a n habla e x p r e s a m e n t e e n este sentido
siones:
c u a n d o escribe en el prólogo d e su evangelio.
272 l'.II. D i o s TIUNO
S.2 C . l . LAS 1-UOCESIONfcS DIVINAS 273
«A Dios nadie le vio jamás. Dios Unigénito, que está en el seno del Padre,
por sí mismo (lo 5,19), y otros muchos pasajes en los cuales se manifiesta
ése nos le ha dado a conocer» (lo 1,18).
que el Padre no es el mismo que el Hijo.
P o r otra parte, h a b l a n d o del Espíritu Santo q u e enviará sobre c) U n examen atento revela que uno y otro entendieron la procesión
sus apóstoles, dice e x p r e s a m e n t e el m i s m o Cristo: / en cuanto es algo que termina al exterior (procesión ad extra); de aquí
que ni uno ni otro hallasen procesiones en el mismo Dios. Sin embargo,
«Cuando venga el abogado que yo os enviaré de parte del Padre, el Es- como toda procesión dice o supone una acción, de la misma manera que de
píritu de verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí» (lo 15,26). la acción que termina en una materia exterior se sigue una procesión ex-
terna (procesión ad extra), a la acción que permanece en el mismo agen-
L a procesión del Espíritu Santo consta, p u e s , e n la Sagrada te corresponde cierta procesión interna (procesión ad intra). Esto, mejor
Escritura, d e m a n e r a t a n clara e inequívoca como la del Hijo. que en parte alguna, se observa en el entendimiento, cuya acción al en-
L u e g o , según la Sagrada Escritura, hay en D i o s dos procesiones tender permanece en el mismo que entiende. En quienquiera que entiende,
i n m a n e n t e s distintas, la del Hijo y la del Espíritu Santo. El P a d r e por el solo hecho de entender, procede dentro de él algo, que es la concepción
n o p r o c e d e d e nadie, sino q u e es el principio d e t o d a la T r i n i d a d , de la cosa entendida, que proviene del poder intelectual y procede del cono-
y así se distingue r e a l m e n t e d e las otras dos personas divinas q u e cimiento o noticia de la cosa. Esta concepción es la que enuncia la palabra
p r o c e d e n d e E l . P o r eso sólo existen dos procesiones d e n t r o del (cuando expresamos por medio de ella la idea concebida en la mente) y
se llama verbo o palabra del corazón, significado por el verbo o palabra de
m i s m o Dios, a u n q u e las personas divinas sean tres. T a l es la e n -
la boca.
señanza q u e se d e s p r e n d e clarísima d e la divina revelación. Ahora bien: como Dios es superior a todas las cosas, lo que se dice
de Dios no se ha de entender al modo como lo hallamos en las criaturas
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. La Iglesia h a enseñado
ínfimas, cuales son los cuerpos, sino a la manera como se halla en las cria-
s i e m p r e desde el principio estas dos procesiones divinas en los turas superiores, que son las substancias espirituales; sin olvidar que ni
Símbolos de la fe y en los concilios, c o n d e n a n d o — c o m o v e r e m o s — siquiera la semejanza que en ellas sorprendemos alcanza a representar la
las herejías contrarias, p r i n c i p a l m e n t e el sabelianismo, q u e las n e - realidad divina (que dista infinitamente de toda representación creada).
gaba (cf. D 48.60.85), y el arrianismo y macedonianismo, q u e No hemos, pues, de entender la procesión divina al modo como se realiza
hacían del Hijo y del Espíritu Santo verdaderas criaturas ( D 54.58. en los cuerpos, bien se trate del movimiento local o de la acción de las
62.85-86, etc.), confundiendo las procesiones i n m a n e n t e s divinas causas cuando producen un efecto exterior cual sería el paso del calor
con las t r a n s e ú n t e s . de un cuerpo caliente a otro que se va calentando (procesiones ad extra),
sino en cuanto emanación inteligible, o sea como emana el verbo mental
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Escuchemos el magnífico razona- de la inteligencia del que lo emite, que permanece dentro de él (procesión
miento d e Santo T o m á s , q u e tiene la ventaja d e refutar las h e r e - ad intra). Y así es como la fe católica admite las procesiones en Dios».
jías contrarias al m i s m o t i e m p o q u e sienta la verdadera doctrina
católica 1; Esta magnífica doctrina, t o m a d a f u n d a m e n t a l m e n t e d e San
A g u s t í n , p e r o d e p u r a d a y perfeccionada p o r el D o c t o r Angélico,
«La Sagrada Escritura, hablando de Dios, emplea términos que perte- es la m á s profunda y s u b l i m e explicación teológica—a la vez q u e
necen a la procesión. Pero hay quienes han entendido esta procesión de dis-
tintas maneras. la m á s sencilla y n a t u r a l — q u e se p u e d e d a r del g r a n misterio
a) Unos la tomaron a !a manera como el efecto procede de la causa, trinitario. E n las conclusiones siguientes veremos d e q u é m a n e r a
y de este modo la entendió Arrio, diciendo que el Hijo procede del Padre la procesión del Hijo es u n a verdadera generación y no así la del
como su primera criatura, y el Espíritu Santo del Padre y del Hijo como Espíritu Santo, q u e procede, p o r vía d e amor, del P a d r e y del Hijo
criatura de los dos.—Pero, según esto, ni el Hijo ni el Espíritu Santo serían a la vez como d e u n principio único, según nos enseña la fe ca-
verdadero Dios, en oposición con lo que del Hijo dice San Juan: Nosotros
tólica.
estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. El es el verdadero Dios y la
vida eterna (1 lo 5,20). Y del Espíritu Santo dice el Apóstol: ¿No sabéis Veamos antes las dificultades q u e el m i s m o Santo T o m á s se
que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? (1 Cor 6,19). Tener templo plantea e n este p r i m e r artículo, cuya solución completa y redondea
solamente corresponde a Dios. la doctrina.
b) Entendieron otros esta procesión al modo como se dice que la
causa procede en el efecto, bien en cuanto lo mueve o bien en cuanto D I F I C U L T A D . Procesión significa u n movimiento hacia fuera.
imprime en él su semejanza. Así lo entendió Sabelio al decir que el mismo Pero en Dios nada h a y móvil ni extraño. L u e g o t a m p o c o h a y p r o -
Dios Padre es el que se llama Hijo en cuanto toma carne de la Santísima cesión.
Virgen, y que, asimismo, se llama Espíritu Santo en cuanto santifica a la
criatura racional y la impulsa a la vida. Pero a esta acepción se oponen las RESPUESTA. La dificultad se refiere a la procesión en el sentido de
palabras del Señor, que dice de sí en San Juan: El Hijo nada puede hacer
movimiento local, o en cuanto acción que tiende a materia o efecto exte-
1
rior (procesiones ad extra). Pero las procesiones íntimas de Dios no son
Cf. I 27,1. Los paréntesis explicativos son nuestros.
de esta naturaleza (ad 1).
274 P.II. DIOS TRINO S.2 C.l. LAS PROCESIONES DIVINAS 275
D I F I C U L T A D . L O p r o c e d e n t e es diverso d e aquello d e q u e p r o - «El Padre nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino del
cede. Pero e n Dios n o h a y diversidad, sino m á x i m a simplicidad... Hijo de su amor» (Col 1,13).
L u e g o n o h a y e n E l procesión alguna. í «Y esta comunión nuestra es con el Padre y con su Hijo Jesucristo»
(1 lo 1,3).
RESPUESTA. L O procedente según la procesión hacia fuera es forzosa- « ¿Y quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el
mente distinto de aquello de que procede. Pero lo que procede hacia den- Hijo de Dios? (1 lo 5,5).
tro de una procesión intelectual no es necesario que sea diverso. Más aún,
cuanto más perfectamente proceda, tanto más uno es con aquel del que L o s textos p o d r í a n multiplicarse a b u n d a n t e m e n t e . E l testimo-
procede. Sabido es, en efecto, que cuanto más perfectamente se entiende nio d e la Sagrada Escritura acerca d e la p a t e r n i d a d del P a d r e y
una cosa, tanto la concepción intelectual es más íntima al que entiende de la generación y filiación d e l Hijo es, p u e s , del t o d o claro y e x -
y más una con él; porque el entendimiento, en el acto de entender, se hace plícito.
una sola cosa con el objeto entendido. Por tanto, como el entendimiento
divino alcanza el supremo grado de perfección, es necesario que el Verbo b) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . L a Iglesia h a proclamado
divino sea perfectamente uno con aquel del que procede (el Padre), excluida repetidas veces, c o m o d o g m a d e fe, q u e la segunda persona divina
toda diversidad (ad 2).
procede d e la p r i m e r a p o r generación y g u a r d a c o n ella la relación
D I F I C U L T A D . Proceder d e otro parece r e p u g n a r a la noción d e Hijo a P a d r e . H e aquí algunos textos:
d e p r i m e r principio. Pero, según vimos, Dios es el p r i m e r princi- SÍMBOLO «QUICUMQUE»: «El Hijo es por sólo el Padre, no hecho ni creado,
pio. L u e g o e n Dios n o cabe procesión. sino engendrado» (D 39).
RESPUESTA. Proceder de principio como cosa extraña y diversa repug- SÍMBOLO DE NICEA: «Creemos... en un solo Señor Jesucristo, Hijo
na a la razón de primer principio. Pero proceder como algo íntimo y sin de Dios, nacido Unigénito del Padre, es decir, de la substancia del Padre,
diversidad por modo inteligible, va incluido en la razón de primer prin- Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado,
cipio. Así, por ejemplo, cuando decimos que el arquitecto es el principio no hecho, consustancial al Padre...» (D 54).
de un edificio, incluimos en la razón de principio la concepción de su arte,
y se incluiría en la razón de primer principio si el arquitecto fuese el primer CONCILIO IV DE LETRÁN: «El Padre, engendrando ab aeterno al Hijo, le
principio. Dios, que es el primer principio de todas las cosas, se compara dio su sustancia...» (D 432).
a las cosas creadas como el artista a su obra de arte (ad 3).
CONCILIO DE FLORENCIA: «El Padre ingénito, el Hijo engendrado del
Conclusión 3 . a L a procesión del Hijo tiene razón d e verdadera y Padre, el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo» (D 703).
propia generación. (De fe.)
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Para p o d e r vislumbrar d e q u é m a -
262. L a fe católica n o sólo n o s enseña la existencia d e dos nera la filiación del V e r b o d e Dios es u n a verdadera y propia ge-
procesiones e n D i o s — c o m o acabamos d e ver—, sino además q u e neración es preciso, ante todo, t e n e r ideas claras sobre el concepto
la p r i m e r a procesión, o sea la del Verbo, tiene razón d e verdadera
m i s m o d e generación y las condiciones esenciales q u e requiere.
y propia generación, estableciéndose e n t r e las d o s p r i m e r a s p e r -
L a generación p r o p i a m e n t e dicha r e s p o n d e a la siguiente d e -
sonas divinas las relaciones d e p a t e r n i d a d y filiación. H e aquí las
finición: «Es el origen q u e u n ser viviente tiene d e otro ser viviente
pruebas:
p o r comunicación d e s u propia naturaleza específica».
a) L A SAGRADA ESCRITURA. E l n o m b r e propio y caracterís- D e acuerdo c o n esta definición, para q u e la generación sea ver-
tico q u e la Sagrada Escritura aplica a la p r i m e r a persona es el d e dadera y real h a d e reunir las siguientes condiciones:
Padre, y el q u e aplica a la segunda es el d e Hijo o Verbo. Citamos
algunos d e los i n n u m e r a b l e s pasajes: a) Que el engendrado sea un ser viviente. Por falta de esta condición
no se dicen engendradas por nosotros las lágrimas, aunque proceden de un
«Yavé me ha dicho: 'Tú eres mi hijo, hoy te he engendrado yo'» (Ps 2,8; ser viviente.
cf. Hebr 1,5). b) Que el generante lo sea también, porque solamente los seres vi-
«Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias» (Mt 3,17). vientes pueden engendrar.
«Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el c) Que el engendrado proceda del generante por una acción verdadera-
Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelárselo» (Mt 11,27). mente vital, ya que ésta es la única forma de comunicar un viviente su natu-
«A Dios nadie le vio jamás; Dios Unigénito, que está en el seno del raleza a otro viviente. Por falta de esta condición no puede decirse que Eva
Padre, ése nos le ha dado a conocer» (lo 1,18). haya sido engendrada por Adán, aun interpretando materialmente el pasaje
«Por eso los judíos buscaban con más ahínco matarle, porque no sólo bíblico de la formación de Eva de una de sus costillas.
quebrantaba el sábado, sino que decía a Dios su Padre, haciéndose igual a d) Que el engendrado se asemeje al generante en la misma naturaleza
Dios» (lo 5,18). específica (como el hombre engendra a otro hombre, y el caballo a otro
«Porque tanto amó Dios al mundo que le dio su Unigénito Hijo» (lo 3,16). caballo). Por eso no puede decirse que son engendrados por nosotros los
«El Padre y yo somos una sola cosa» (lo 10,30). cabellos de nuestra cabeza.
276 IMI. DIOS TRINO
S.2 C.l. LAS PROCESIONES DIVINAS 277
A h o r a bien, despojándola de todas las imperfecciones q u e la DIFICULTAD. L a generación es la m u t a c i ó n del no-ser al ser,
generación a d q u i e r e forzosamente en los seres creados 2 y trasla- opuesta a la corrupción, y el sujeto d e u n a y otra es la materia.
d a n d o analógicamente sus elementos esenciales al plano de la divi- P e r o n a d a d e esto hay en Dios. L u e g o n o p u e d e haber en E l ge-
nidad, es manifiesto q u e la p r i m e r a procesión divina, según la neración.
acción vital de entender, tiene razón d e verdadera, propia y p e r -
feotísima generación. E s c u c h e m o s el p r o f u n d o razonamiento d e RESPUESTA. La dificultad se refiere a la generación tomada en el primer
Santo T o m á s 3 : sentido, en cuanto implica el paso de la potencia al acto; y así no existe en
Dios, según hemos dicho (ad i).
«La procesión del verbo en Dios se llama generación. Para explicarlo hay
que tener en cuenta que nosotros empleamos la palabra generación en dos D I F I C U L T A D . E n Dios hay procesión p o r vía de inteligencia,
sentidos. s e g ú n h e m o s dicho. Pero e n t r e nosotros tales procesiones n o se
a) Primero, de un modo general, aplicada a todo lo que se produce l l a m a n generación. L u e g o t a m p o c o en D i o s .
o destruye, y en este caso la generación no es más que la mutación del
no-ser al ser. (En este sentido general e impropio la creación del mundo RESPUESTA. En nosotros, el acto de entender no es la misma sustancia
puede llamarse una generación.) del entendimiento, y por esto el verbo mental procedente de nuestra opera-
b) Segundo, aplicada a los seres vivientes, y en este caso la generación ción intelectual no es de la misma naturaleza que su principio, y de aquí que,
significa el origen de un ser vivo que proviene de un principio viviente con el propia y adecuadamente, no pueda llamarse hijo. En cambio, el entender
cual está unido, y a esto se llama propiamente nacimiento. divino es la misma sustancia del que entiende, según ya vimos; y, por tanto,
Sin embargo, no todo lo que procede de este segundo modo puede en el verbo mental procedente procede como subsistente en su misma natura-
rigor llamarse hijo, sino sólo lo que procede según la razón de semejanza; leza, y por esto con toda propiedad se llama engendrado e Hijo. Y ésta es
y por esto el pelo o el cabello no tienen razón de engendrados ni de hijos, la razón de que la Sagrada Escritura, para darnos a conocer la procesión
sino sólo lo que procede según la razón de semejanza. Y no de una semejanza de la Sabiduría divina, use expresiones que pertenecen a la generación
cualquiera, pues los gusanos que se engendran en los animales no tienen de los seres vivientes, como los de concepción y parto. Así, en el libro de los
razón de generación ni de filiación, aunque en el género (animal) sean seme- Proverbios se dice de la Sabiduría divina: Aún no existían los abismos, y yo
jantes a ellos, sino que para la razón de verdadera generación se requiere que había sido ya concebida; antes que los collados fui yo dada a luz (Prov 8,24-25).
procedan según la razón de semejanza en la misma naturaleza especifica, Si, pues, tratándose de la operación de nuestro entendimiento, usamos del
como el hombre procede del hombre y el caballo'del caballo. término concepción, no es porque nuestro verbo mental tenga la misma
Ahora bien, en los vivientes que pasan de la potencia al acto de vivir, naturaleza que nosotros, sino por cuanto en él se halla la semejanza de la
como los hombres y los animales, su generación incluye los dos modos. cosa entendida (ad 2).
Pero si hubiese un ser viviente cuya vida no pasase de la potencia al acto,
la procesión, caso de haberla en tal viviente, excluiría en absoluto el primer DIFICULTAD. T o d o lo e n g e n d r a d o recibe el ser d e q u i e n lo
modo de generación (o sea, el que supone tránsito de la potencia al acto, engendra. L u e g o el ser de lo e n g e n d r a d o es u n ser recibido. Pero
del no-ser al ser), pero podría tener la procesión de generación, que es propia
de los seres vivientes. n o hay ser recibido q u e sea subsistente p o r sí m i s m o . Si, p u e s ,
Así, pues, la procesión del Verbo en Dios tiene razón de generación. como ya vimos, el ser divino es u n ser subsistente p o r sí m i s m o ,
Porque procede por operación intelectual, que es operación vital; y pro- sigúese q u e no es divino el ser de n i n g u n a cosa e n g e n d r a d a . L u e g o
viene de un principio que le está unido, como ya dijimos; y según la razón en Dios no hay generación.
de semejanza, porque la concepción del entendimiento (o sea, la idea o
verbo mental) es una semejanza de lo conocido; y, por fin, es de la misma RESPUESTA. No todo lo que se recibe es recibido en algún sujeto,
naturaleza, porque en Dios ser y entender son una sola y misma cosa, según pues de lo contrario no podría decirse que toda la substancia de las cosas
vimos en su lugar correspondiente. Por tanto, en Dios la procesión del Verbo creadas haya sido recibida de Dios, porque no existía sujeto alguno desti-
recibe el nombre de generación, y el Verbo procedente el de Hijo.» nado a recibir la totalidad de la substancia creada 4 . Por consiguiente, lo
engendrado en la divinidad recibe el ser del que lo engendra; pero no como
C o m o se ve, la procesión del Verbo de Dios r e ú n e todas las si este ser fuese recibido en una materia o sujeto (cosa que repugna a la
condiciones esenciales para q u e sea y p u e d a llamarse verdadera subsistencia del ser divino), sino que se llama ser recibido en cuanto que el
generación en el sentido verdadero y propio q u e corresponde a los seres procedente tiene de otro el ser divino, no como algo distinto del ser divino.
La razón es porque en la misma perfección del ser divino están contenidos
vivientes, a u n q u e despojada e n t e r a m e n t e de todas las imperfecciones el verbo que procede intelectualmente y el principio del verbo, así como
q u e n e c e s a r i a m e n t e lleva consigo en los seres creados. cualquier otra cosa perteneciente a su perfección, como ya vimos (ad 3).
V e a m o s ahora, para completar esta doctrina, la solución d e las
dificultades q u e p u e d e n oponérsela. Volveremos sobre la generación del Verbo al hablar de las divi-
2
Toda generación creada, en efecto, lleva consigo una serie de imperfecciones inevita- nas personas en particular. Veamos ahora lo relativo a la s e g u n d a
bles : tránsito del no-ser al ser, de la potencia al acto, materialidad, transmutación, t i e ™P°'
distinción numérica de naturaleza dentro de la misma unidad especifica, etc., etc. Nada de 4
Quiere decir que, antes de la creación de las cosas, no existía receptáculo alguno para
esto puede hallarse en las procesiones divinas ad intra. recibir esas cosas cuando Dios las creara, ya que la nada no tiene realidad alguna existencial:
3
I 27,2. Los paréntesis explicativos son nuestros, la nada no existe ni ha existido nunca, (Nota del autor J
278 P.II. DIOS TIHNO

procesión divina, q u e da origen al Espíritu Santo, tercera persona S.2 C . l . LAS PROCESIONES DIVINAS 279
de la Santísima T r i n i d a d . b r e d e Hijo. M á s a ú n : n o s dice e x p r e s a m e n t e q u e la segunda p e r -
Conclusión 4. a A d e m á s d e la procesión del Verbo existe en Dios sona, el Hijo, es el Unigénito del P a d r e (cf. l o 1,14 y 18; 3,16, etc.).
otra segunda procesión «ad intra», p o r vía de a m o r , q u e da origen L u e g o h a b l a r d e generación con relación al Espíritu Santo sería
al Espíritu Santo. (De fe.) oponerse manifiestamente al lenguaje d e la Sagrada Escritura.

263. H e aquí las p r u e b a s : b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L o h a declarado e x p r e s a -


m e n t e e n m u l t i t u d d e ocasiones. H e aquí, p o r ejemplo, la afirmación
a) L A SAGRADA ESCRITURA. C o n s t a en infinidad d e lugares t e r m i n a n t e del símbolo Quicumque:
del N u e v o T e s t a m e n t o la existencia del Espíritu Santo como p e r -
sona distinta del P a d r e y del Hijo. Véase, p o r ejemplo, el siguiente «El Padre, por nadie fue hecho, ni creado, ni engendrado. El Hijo fue
texto del maravilloso s e r m ó n d e la C e n a q u e Cristo dirigió a sus por sólo el Padre, no hecho ni creado, sino engendrado. El Espíritu Santo,
apóstoles: del Padre y del Hijo, no fue hecho, ni creado, ni engendrado, sino que procede»
(D 39).
«Cuando venga el abogado que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu
de verdad que procede del Padre, él dará testimonio de mí» (lo 15,26). Y e n el símbolo del concilio X I d e T o l e d o se precisa con mayor
detalle:
E n este texto aparece claro q u e el Espíritu Santo es distinto del
Hijo, puesto q u e lo enviará el Hijo a los apóstoles d e p a r t e del P a - «También creemos que el Espíritu Santo, que es la tercera persona
dre, y distinto t a m b i é n del Padre, puesto q u e procede de El. N o es en la Trinidad, es un solo Dios e igual con Dios Padre e Hijo; no, sin embargo,
engendrado o creado, sino que, procediendo de uno y otro, es el Espíritu de
posible hablar d e m a n e r a m á s clara y explícita. ambos» (D 277).
a) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L a existencia del E s p í r i t u
Santo consta expresamente e n todos los símbolos d e la fe. Q u e el c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. H e aquí el razonamiento d e Santo
Espíritu Santo p r o c e d e del P a d r e y del Hijo p o r vía d e a m o r o d e T o m á s 6:
espiración activa lo e n s e ñ a n t a m b i é n explícitamente los concilios,
como veremos en s u lugar correspondiente (cf. n.265). «La procesión de amor en Dios no debe llamarse generación. Para en-
tenderlo, téngase en cuenta que la diferencia entre el entendimiento y la
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c u c h e m o s a Santo T o m á s 5 : voluntad consiste en que el entendimiento se pone en acto cuando el objeto
entendido está presente en él por su semejanza (o sea, por la formación de
«En Dios hay dos procesiones: la del Verbo y otra. Para explicarlo, la especie intelectiva, a través de la cual le conoce); y, en cambio, la voluntad
téngase en cuenta que en Dios no hay procesión (ad intra) más que por razón se pone en acto, no porque en ella haya semejanza alguna de lo querido
de las operaciones que no tienden a cosa extrínseca, sino que permanecen (ya que la voluntad no forma ninguna especie intelectiva del objeto), sino
en el mismo Dios. Ahora bien, en la naturaleza intelectual, esta clase de porque en la voluntad hay cierta inclinación o tendencia a lo que quiere.
operaciones son la del entendimiento y la de la voluntad. Por la acción de la Así, pues, la procesión que se produce por una operación del entendi-
inteligencia se produce el verbo mental, y por la operación de la voluntad miento (cual es la del Verbo) es según la razón de semejanza y, por consi-
hay también en nosotros otra procesión, que es la procesión del amor, guiente, puede tener razón de generación, porque todo el que engendra,
por la cual lo amado está en el amante, como por la concepción del verbo engendra algo semejante a él. Pero la procesión que se produce por una
la cosa dicha o entendida está en el que entiende. De aquí, pues, que, además operación de la voluntad (cual es la del Espíritu Santo) no tiene razón de
de la procesión del Verbo, se admite otra procesión en Dios, que es la proce- semejanza, sino más bien razón de impulso o movimiento hacia algo. Por
sión del Amor». consiguiente, 'lo que en Dios procede por modo de amor (el Espíritu Santo)
no procede como engendrado ni como hijo, sino más bien como espíritu,
Veamos ahora d e q u é m a n e r a esta segunda procesión n o p u e d e con cuyo nombre se designa cierta moción o impulso vital, a la manera
llamarse ni tiene razón d e generación. como alguien se dice que es movido o impulsado por el amor a ejecutar
alguna cosa».
Conclusión 5. a L a procesión de a m o r en Dios n o es ni p u e d e llamarse
generación. L a persona divina q u e de ella procede n o p u e d e lla-
Conclusión 6. a El Espíritu Santo procede del P a d r e y del Hijo c o m o
m a r s e Hijo, sino Espíritu. (De fe.)
de u n solo principio de espiración activa. (De fe.)
264. H e aquí las p r u e b a s :
265. Esta conclusión tiene dos partes, q u e vamos a examinar
a) L A SAGRADA ESCRITURA. L a Sagrada E s c r i t u r a designa p o r separado.
siempre a la tercera persona divina con los n o m b r e s d e Espíritu
Santo, Paráclito, Espíritu d e verdad, etc., pero n u n c a con el n o m - PRIMERA PARTE. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo.
5
(De fe.)
1.27,3.
6
I 27,4. L o s paréntesis explicativos son nuestros.
280 í'.u. mus TRI,\<>
S.2 C . l . LAS PROCESIONES DIVINAS 281
H e aquí las p r u e b a s :
Quicumque ( D 39), del concilio X I d e T o l e d o del año 675 ( D 277),
a) L A SAGRADA ESCRITURA. N o lo dice expresamente en n i n -
del concilio IV de L e t r á n ( D 428), etc.
g ú n lugar, pero se d e d u c e sin esfuerzo c o m p a r a n d o e n t r e sí algunos
E n el concilio de Florencia (años 1438-1445) se volvió a d i s p u t a r
textos. El Señor dice en el evangelio d e San J u a n :
largamente e n t r e los teólogos griegos y latinos acerca d e la legiti-
«Cuando venga el abogado que yo os enviaré de parte del Padre, el m i d a d de la expresión Filioque. L o s griegos acusaban a los latinos
Espíritu de verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí» (lo 15,26). de haber c o r r o m p i d o con esa adición la fe proclamada en los s í m b o -
los de Nicea ( D 54) y de C o n s t a n t i n o p l a ( D 86), en los q u e n o
T e n e m o s , p u e s , la revelación formal y explícita de q u e el E s p í - figura esa expresión. Pero los teólogos latinos defendieron con vi-
ritu Santo p r o c e d e del P a d r e . Veamos ahora la procedencia del Hijo.
gor y lógica inflexible la legitimidad d e esa expresión, q u e fue
El m i s m o Cristo les dice a los apóstoles habiéndoles del E s p í -
definitivamente p r o m u l g a d a como perteneciente a la fe católica p o r
ritu Santo q u e les iba a enviar:
el propio concilio de Florencia con las siguientes palabras:
«Cuando viniere el Espíritu de verdad, os guiará hacia la verdad com- «En el nombre de la Santa Trinidad, del Padre y del Hijo y del Espí-
pleta, porque no hablará de sí mismo, sino que hablará lo que oyere y os ritu Santo, con aprobación de este concilio universal de Florencia, defini-
comunicará las cosas venideras. El me glorificará, porque tomará de lo mío mos que por todos los cristianos sea creída y recibida esta verdad de fe,
y os lo dará a conocer. Todo cuanto tiene el Padre es mío; por esto os he y así todos profesen que el Espíritu Santo procede eternamente del Padre y
dicho que tomará de lo mío y os lo dará a conocer» (lo 16,13-15). del Hijo (Spiritus Sanctus ex Patre et Filio aeternaliter est), y del Padre
juntamente y el Hijo tiene su esencia y su ser subsistente, y de uno y otro
A base d e este texto se p u e d e construir el siguiente a r g u m e n t o procede eternamente como de un solo principio, y por única espiración...
teológico: el E s p í r i t u Santo oye y toma del Hijo t o d a verdad y cien- Definimos, además, que la adición de las palabras Filioque ( = y del
cia. Pero la ciencia y el ser n o se distinguen en el Espíritu Santo, Hijo) fue lícita y razonablemente puesta en el Símbolo, en gracia de declarar
sino q u e son u n a sola y m i s m a cosa. L u e g o si el Espíritu Santo la verdad y por necesidad entonces urgente» (D 691).
t o m a del Hijo la ciencia, t o m a t a m b i é n de E l su m i s m o ser. L u e g o
el Espíritu Santo p r o c e d e del Hijo, y t a m b i é n del P a d r e , puesto Estas últimas palabras del concilio de Florencia nos dan la clave
q u e la ciencia del Hijo es la mismísima del P a d r e . para la interpretación histórica d e la a ñ a d i d u r a de la expresión
Filioque a los símbolos primitivos en los q u e n o figura. N a d a obsta,
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L a Iglesia enseñó siempre, e n efecto, p a r a q u e la legítima autoridad eclesiástica añada a los
desde los tiempos primitivos, q u e el Espíritu Santo procede del Pa- símbolos de la f e — q u e contienen algunos d e los dogmas católicos,
d r e y del Hijo (qui ex Patre Filioque procedit), si bien la expresión p e r o no t o d o s — a l g ú n nuevo dogma, o la explicación más detallada
Filioque n o fue extendida definitivamente a t o d a la Iglesia universal de alguno d e ellos, c u a n d o lo exija así la necesidad o conveniencia
hasta el siglo XI bajo el pontificado d e Benedicto V I I I . (v.gr., para rechazar las herejías contrarias q u e hayan ido surgien-
do). C o r r e s p o n d e al magisterio infalible de la Iglesia el derecho
L a Iglesia ortodoxa griega viene e n s e ñ a n d o d e s d e el siglo ix q u e indiscutible de p r o p o n e r la fe católica, incluso con nuevas f ó r m u -
el Espíritu Santo p r o c e d e ú n i c a m e n t e del P a d r e . U n sínodo de las, c u a n d o lo requiera alguna necesidad 7 . Y así, el concilio de N i -
Constantinopla presidido p o r Focio en el año 879 rechazó como cea (año 325) enriqueció el Símbolo d e los apóstoles con nuevas
herético el a d i t a m e n t o Filioque ( = y del Hijo) de los latinos. añadiduras, y el concilio p r i m e r o de C o n s t a n t i n o p l a (año 381) lo
C o n t r a esto declaró el segundo concilio universal de L y ó n enriqueció todavía más.
(año 1274):
L a expresión Filioque parece q u e se introdujo p o r p r i m e r a vez
«Confesamos con fiel y devota profesión que el Espíritu Santo procede en E s p a ñ a contra los errores de los arríanos, priscilianistas y m a -
del Padre y del Hijo, no como de dos principios, sino como de un solo prin- cedonianos, q u e p r o p a l a b a n la herética doctrina de q u e el Espíritu
cipio...
Santo era u n a criatura del Hijo, y n o Dios como el P a d r e y el Hijo.
Mas, como algunos, por ignorancia de la anterior irrefragable verdad,
han caído en errores varios, nosotros, queriendo cerrar el camino a tales Es evidente, p o r otra parte, q u e la partícula Filioque n a d a con-
errores, con aprobación del sagrado concilio, condenamos y reprobamos a tiene contra los símbolos d e Nicea y de Constantinopla, sino. q u e
los que osaren negar que el Espíritu Santo procede eternamente del Padre es t a n sólo u n a explicación más detallada d e lo p r o c l a m a d o en ellos.
y del Hijo, o también con temerario atrevimiento afirmen que el Espíritu
Santo procede del Padre y del Hijo como de dos principios y no como de c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. L a razón teológica—como h e m o s
uno» (D 460). dicho repetidas veces—no p u e d e d e m o s t r a r d i r e c t a m e n t e n i n g ú n
misterio sobrenatural, pero p u e d e señalar su belleza y a r m o n í a con
Esta misma, en lo substancial, era ya la enseñanza contenida los datos de la sana razón y hacer ver los inconvenientes q u e se
en los símbolos del concilio de T o l e d o del año 447 ( D TO), del seguirían de lo contrario.
7 Cf. I 36,2 ad 2.
282 P.II. DIOS TRINO S.2 C . l . LAS PROCESIONES DIVINAS 283

Santo T o m á s d a dos principales razones q u e obligan a decir Por su parte, el concilio Florentino (años 1438-1445) p r o m u l g ó
q u e el Espíritu Santo p r o c e d e t a m b i é n del Hijo 8 : t a m b i é n el siguiente solemne canon:
i . a P o r q u e , si n o procediese del Hijo, n o podría distinguirse
p e r s o n a l m e n t e d e E l , ya q u e — c o m o veremos a m p l i a m e n t e al hablar «En el nombre de la Santa Trinidad, del Padre y del Hijo y del Espí-
ritu Santo, con aprobación de este concilio universal de Florencia, defi-
de las relaciones divinas—lo q u e distingue a las divinas personas nimos que por todos los cristianos sea creída y recibida esta verdad de fe,
e n t r e sí no es algo absoluto ( p o r q u e entonces n o sería u n a m i s m a y así todos profesen que el Espíritu Santo procede eternamente del Padre
la esencia d e las tres, ya q u e t o d o lo q u e es absoluto e n Dios p e r - y del Hijo, y del Padre juntamente y del Hijo tiene su esencia y su ser
tenece a la u n i d a d d e la esencia), sino algo relativo, o sea, las mis- subsistente, y de uno y otro procede eternamente como de un solo prin-
mas relaciones opuestas e n t r e sí (paternidad-filiación-procesión). A h o - cipio, y por única espiración» (D 691).
ra bien: si el Espíritu Santo procediera d e sólo el P a d r e (como el
Hijo), n o habría distinción personal alguna entre el Hijo y el E s p í - b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Santo T o m á s la e x p o n e e n la si-
ritu Santo, ya q u e n o existiría e n t r e ellos n i n g u n a relación opuesta: guiente forma, breve y sencilla 9:
serían una sola persona c o n dos relaciones opuestas a las dos d e l «El Padre y el Hijo son uno en todo lo que no interviene para distin-
P a d r e . M a s esto es herético, p o r q u e va contra el d o g m a trinitario. guirlos la oposición relativa. Y como en cuanto a ser principio del Espíritu
L u e g o es necesario q u e el Hijo y el Espíritu Santo se refieran u n o Santo no se oponen relativamente, sigúese que el Padre y el Hijo son un
al otro con relaciones opuestas. Pero e n Dios n o p u e d e haber otras solo principio del Espíritu Santo».
relaciones opuestas q u e las d e o r i g e n — c o m o veremos al hablar d e
ellas—, y las opuestas relaciones d e origen son relaciones d e princi- Conclusión 7. a N o hay e n Dios m á s procesiones «ad intra» q u e la
pio y d e lo q u e proviene d e u n principio. L u e g o n o q u e d a otro recur- generación del Verbo y la procedencia del Espíritu Santo. (De fe.)
so q u e decir, o q u e el Hijo procede del Espíritu Santo—lo q u e es 266. C o n s t a expresamente p o r la Sagrada Escritura, q u e n o s
herético y nadie dice—, o q u e el Espíritu Santo p r o c e d e del Hijo, habla ú n i c a m e n t e d e las tres divinas personas e n Dios (cf. M t 18,19),
como nos enseña la fe. y el magisterio infalible d e la Iglesia, q u e lo h a definido así repetidas
2 . a P o r el concepto d e la procesión d e amor, q u e da origen al veces. Santo T o m á s expone el razonamiento teológico e n la siguien-
Espíritu Santo. H e m o s dicho q u e el Hijo p r o c e d e p o r vía d e e n t e n - t e forma 1 0 :
dimiento como verbo, y el Espíritu Santo p o r vía d e voluntad,
como amor. Pero el a m o r es necesario q u e proceda del verbo, pues «No pueden concebirse procesiones internas en Dios más que por razón
de las acciones que permanecen en el propio agente. Pero éstas, en la natura-
n o amamos cosa alguna sino e n c u a n t o la h e m o s concebido e n la leza intelectual y divina, son exclusivamente dos: entender y querer. Porque
m e n t e . P o r tanto, esto m i s m o p r u e b a q u e el Espíritu Santo p r o c e d e el sentir, que también parece acción inmanente, es, en primer lugar, ajeno
del P a d r e y del Hijo. a la naturaleza intelectual, y además no es totalmente extraño al género de
acciones que terminan fuera del sujeto, puesto que la sensación se realiza
SEGUNDA PARTE. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo por la acción de lo sensible en el sentido (v.gr., del calor sobre el cuerpo).
como de un solo principio de espiración activa. ( D e fe.) Resulta, por tanto, que no pueden haber en Dios otras procesiones que la
H e aquí las p r u e b a s : del Verbo y la del Amor».
a) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. E l concilio I I d e Lyón
Conclusión 8. a E n Dios n o puede h a b e r m á s q u e u n solo Verbo y u n
(año 1274) p r o m u l g ó solemnemente el siguiente canon, q u e ya h e - solo A m o r . (Completamente cierta en teología.)
m o s citado e n p a r t e :
267. A l contestar a u n a dificultad e n el artículo q u e acaba-
«Confesamos con fiel y devota profesión que el Espíritu Santo procede
mos d e citar e x p o n e Santo T o m á s la razón clarísima p o r la q u e el
eternamente del Padre y del Hijo, no como de dos principios, sino como de
un solo principio; no por dos espiraciones, sino por única espiración. Esto Verbo n o p u e d e p r o d u c i r otro Verbo, ni el Espíritu Santo otro
hasta ahora ha profesado, predicado y enseñado, esto firmemente mantiene, Espíritu Santo. H e aquí la dificultad con su respuesta n:
predica, profesa y enseña la sacrosanta Iglesia Romana, madre y maestra
de todos los fieles; esto mantiene la sentencia verdadera de los Padres y D I F I C U L T A D . L a fecundidad d e Dios es m u c h o mayor q u e la
doctores ortodoxos, lo mismo latinos que griegos. Mas, como algunos, nuestra. Pero e n nosotros no hay t a n sólo u n a procesión d e verbo
por ignorancia de la anterior irrefragable verdad, han caído en errores varios, mental, sino m u c h a s , p o r q u e d e u n a idea o verbo mental provienen
nosotros, queriendo cerrar el camino a tales errores, con aprobación del en nosotros m u c h a s otras ideas o verbos, y d e u n a m o r p r o c e d e n
sagrado concilio, condenamos y reprobamos a los que osaren negar que el otros m u c h o s amores. L u e g o en Dios d e b e n h a b e r t a m b i é n m u -
Espíritu Santo procede eternamente del Padre y del Hijo, o también con chas m á s d e dos procesiones.
temerario atrevimiento afirmar que el Espíritu Santo procede del Padre
y del Hijo como de dos principios y no como de uno» (D 460). » Cf. I 36,4.
10
8
1 27,5.
11
I 36,2. Cf. I 27,5 ad 3.
284 P.II. DIOS TRINO S.2 C.2. LAS RELACIONKS DIVINAS 285
RESPUESTA. Según hemos dicho, Dios con un solo y simplicísimo acto cionadas por sí mismas o por la propia naturaleza de las cosas. Por
lo entiende todo, y de la misma manera lo ama todo. Por consiguiente, en ejemplo, la relación que establecemos entre el ramo colocado a la
El no es posible que de un verbo proceda otro verbo y de un amor otro puerta de una tienda con el vino que en ella se vende.
amor. Un solo verbo perfecto hay en El y un solo amor perfecto, y en esto
se manifiesta su perfecta fecundidad (ad 3). c) RELACIÓN MIXTA es aquella en la que uno de los dos extre-
mos se ordena o refiere al otro por su propia naturaleza, o sea, in-
O sea, que el Verbo agota de manera total y exhaustiva la in- dependientemente de cualquier consideración de nuestro entendi-
finita potencia intelectual de Dios, y el Espíritu Santo la infinita miento; pero este otro extremo no dice orden al primero sino en
potencia amorosa del Padre y del Hijo. Por eso es imposible que virtud de la consideración de nuestro entendimiento. Tal es, por
el Verbo produzca otro Verbo, o el Espíritu Santo otro Espíritu ejemplo, la relación que existe entre Dios y las cosas creadas, que
Santo.
es real por parte de la criaturas, que fueron creadas por Dios y de-
penden realmente de El; pero es sólo de razón por parte de Dios
CAPÍTULO 2 creador, pues la creación de las cosas no estableció en Dios el más
mínimo cambio o inmutación. Dios creador es un ser absoluto, no
LAS RELACIONES DIVINAS un ser relativo ordenado a las criaturas 1.
Abordamos ahora una de las cuestiones del tratado de Dios d) RELACIÓN MUTUA Y NO MUTUA. Cuando la relación es real
trino más difíciles de dar a entender a los no acostumbrados a las por parte de los dos extremos—como la del padre con respecto al
altas especulaciones filosóficas. Haremos, sin embargo, un esfuerzo hijo—se llama mutua, y los extremos se dicen correlativos. Cuando
de claridad y de síntesis. es real sólo por uno de los dos extremos—o sea, en las relaciones
Empecemos con unas nociones previas. mixtas, como la de las criaturas a Dios—recibe el nombre de no
mutua.
268. 1. Concepto de relación. En las cosas existentes po-
Para que la relación sea mutua se requieren tres cosas:
demos distinguir dos categorías de seres: absolutos y relativos.
Absolutos son aquellos que tienen el ser en orden a sí mismos, como i.» Que el sujeto y el término sean seres reales.
las substancias de las cosas; relativos son aquellos que tienen el ser 2.a Que el sujeto y el término se distingan realmente entre sí.
en orden a otro, como la paternidad de un padre con relación a su 3. a Que el fundamento de la relación sea también real.
hijo. La paternidad—en efecto—nada es desvinculada de la rela-
ción al hijo: sin el hijo, no existe ni puede existir. 4. Doctrina católica. Teniendo en cuenta estas nociones
vamos a establecer la doctrina católica sobre las relaciones inter-
Según esto, la relación, en general, puede definirse: El orden
que una cosa dice con respecto a otra. nas en Dios.
Conclusión 1.a Existen en Dios relaciones reales internas, o sea,
269. 2. Sus elementos. Tres son los elementos que incluye entre las divinas personas. (Cierta según la fe.)
necesariamente toda relación: sujeto, término y fundamento de la
misma. En la relación de paternidad el sujeto es el padre; el térmi- 271. He aquí las pruebas:
no, el hijo, y el fundamento de la relación, la generación, en virtud a) L A SAGRADA ESCRITURA. La doctrina de las relaciones di-
de la cual el sujeto es padre y el término hijo.
vinas intratrinitarias está implícitamente contenida en los nombres
El sujeto y el término se llaman extremos de la relación, y el personales de Padre, Hijo y Espíritu Santo. Porque el Padre lo es
fundamento recibe el nombre de medio. Toda la razón de los extre- por su paternidad y el Hijo por su jiliación; por consiguiente, si la
mos en cuanto tales consiste en su relación u ordenación al otro paternidad y la filiación no fueran reales en Dios, se seguiría que
extremo (en el esse ad aliud de los escolásticos).
Dios no sería realmente Padre o Hijo, sino únicamente según la
270. 3. Clases. Aunque hay muchas clases de relacione?-, consideración de nuestra mente, lo que constituye la herejía sabelia-
aquí nos interesa destacar principalmente las siguientes: na. Luego para evitar esta herejía hay que confesar que la paterni-
dad y la filiación son en Dios relaciones reales. Y lo mismo hay que
a) RELACIÓN REAL es el orden de una cosa a otra causado por
decir, como veremos, de la espiración del Espíritu Santo.
la misma naturaleza de las cosas, independientemente de cualquier
operación de nuestro entendimiento. Por ejemplo, existe una rela- b) Los SANTOS PADRES. La doctrina científica de las relacio-
ción real entre el padre y su hijo aun antes de que nosotros la rela- nes divinas internas fue elaborándose poco a poco por los Santos
cionemos con nuestra mente o nos demos cuenta de ella. Padres de los siglos iv y v; en la Iglesia oriental, por los capadocios
b) RELACIÓN DE RAZÓN—llamada también lógica—es el orden (San Basilio, San Gregorio Nacianceno y San Gregorio Niseno) y
que el entendimiento establece entre dos cosas sin que estén rela- 1 Cf. I 28,1 ad 3.
286 P.II. DIOS TRINO
S.2 C.2. LAS RELACIONES DIVINAS 287

por San Cirilo d e Alejandría, y e n la Iglesia occidental, principal- H e aquí las p r u e b a s :


m e n t e p o r San A g u s t í n . H a y textos a b u n d a n t e s . a) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . H a declarado expresamen-

c) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . La Iglesia ha enseñado


te, repetidas veces, la identidad real e n t r e la divina esencia y las
oficialmente la doctrina d e las relaciones e n distintas ocasiones. relaciones:
H e aquí algunas declaraciones: CONCILIO DE REIMS. «Creemos y confesamos que el solo Dios Padre
SÍMBOLO DEL XI SÍNODO DE TOLEDO. «En los nombres de relación de las
y el Hijo y el Espíritu es eterno, y que no hay en Dios cosa alguna, llámen-
personas, el Padre se refiere al Hijo, el Hijo, al Padre, el Espíritu Santo a se relaciones, o propiedades, o singularidades, o unidades, u otras cosas
uno y otro; y diciéndose por relación tres personas, se cree, sin embargo, semejantes, que, siendo eternas, no sean Dios» (D 391).
una sola naturaleza o sustancia... Porque lo que el Padre es, no lo es con CONCILIO IV DE LETRÁN. «En Dios sólo hay trinidad y no cuaternidad,
relación a sí, sino al Hijo; y lo que el Hijo es, no lo es con relación a sí, porque cualquiera de las tres personas es aquella realidad, es decir, la sustan-
sino al Padre; y de modo semejante, el Espíritu Santo, no a sí mismo, sino cia, esencia o naturaleza divina» (D 432).
al Padre y al Hijo se refiere en su relación en que se predica Espíritu del
Padre y del Hijo» (D 278). Si las personas divinas—constituidas p o r las relaciones—se dis-
CONCILIO FLORENTINO. «Estas tres personas son un solo Dios, y no tinguieran realmente d e la esencia divina, habría cuaternidad e n
tres dioses; porque las tres tienen una sola sustancia, una sola esencia, Dios, a saber: las tres relaciones o personas y la esencia distinta
una sola naturaleza, una sola divinidad, una sola inmensidad, una eterni- d e ellas, contra la declaración conciliar.
dad, y todo es uno donde no obsta la oposición de relación» (D 703).
CONCILIO FLORENTINO. «Estas tres personas son un solo Dios y no
d) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c u c h e m o s al D o c t o r Angélico 2 : tres dioses; porque las tres tienen una sola sustancia, una sola esencia,
una sola naturaleza, una sola divinidad, una sola inmensidad, una eternidad,
«Cuando algo procede de un principio de su misma naturaleza, es nece- y todo es uno donde no obsta la oposición de relación» (D 703).
sario que ambos—el que procede y el principio de donde procede—con-
vengan en el mismo orden, y, por tanto, es indispensable que tengan entre E n t r e las relaciones y l a esencia divina n o h a y oposición d e
sí relaciones reales. Por consiguiente, como las procesiones en Dios existen origen, p o r q u e las relaciones n i s o n p r o d u c i d a s p o r la naturaleza,
en identidad de naturaleza, según hemos visto, es necesario que las rela- ni p r o d u c e n la naturaleza, q u e n o es generante, ni engendrada,
ciones que se siguen de estas procesiones sean relaciones reales». ni procede. L u e g o las relaciones y la esencia divina s o n realmente
u n a m i s m a cosa.
H a y q u e tener m u y e n cuenta q u e las relaciones existentes e n
Dios s o n predicamentales, es decir, verdaderas relaciones cuyo s e r b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c u c h e m o s a Santo T o m á s expli-
consiste, todo él, e n la referencia a otro. E n las criaturas estas rela- cando las dos partes d e la c o n c l u s i ó n 4 :
ciones s o n algo accidental, o sea, algo p u r a m e n t e relativo q u e n o
«Todo lo que en la criatura tiene ser accidental, trasladado a Dios,
tiene existencia e n sí mismo, sino p o r razón d e l sujeto, e n cuanto tiene ser substancial, pues nada existe en Dios a la manera de accidente
accidente d e l m i s m o . P e r o e n Dios, e n el q u e n o cabe accidente en un sujeto, sino que cuanto en El hay es su esencia. Luego, por lo mismo
alguno, la relación p r e d i c a m e n t a l es substancial y subsistente. P o r que la relación en las cosas criadas tiene un ser accidental en el sujeto,
eso, al atribuir a Dios relaciones predicamentales, es necesario la relación que existe realmente en Dios tiene el ser de la esencia divina y se
considerarlas previamente despojadas d e t o d a la composición y identifica en absoluto con ella.
materialidad q u e tienen e n las criaturas, n o q u e d á n d o n o s m á s q u e En cambio, tomada bajo la razón propia de relación, no denota refe-
con la forma p u r a d e relación, proyectada e n la eminencia del ser rencia alguna a la esencia, sino más bien al término opuesto (v.gr., el Padre,
divino. E n consecuencia, la relación e n Dios se identifica c o n s u en cuanto tal, dice referencia al Hijo, no a la esencia divina); por donde
se comprende que la relación que existe realmente en Dios se identifica
esencia, y existe n o c o n u n a existencia propia y distinta d e la d e con su esencia en la realidad (o sea, realmente) y sólo difiere de ella según
ésta, sino c o n la m i s m a existencia d e la esencia divina 3 . V a m o s el concepto de nuestro entendimiento (o sea, con distinción de razón), por
a precisarlo e n u n a nueva conclusión. cuanto en la relación va incluida una referencia al término opuesto, que no
incluye la palabra esencia. N o cabe, pues, duda que en Dios no son cosas
Conclusión 2. a L a s relaciones divinas intratrinitarias se identifican distintas el ser de la relación y el de la esencia, sino que son uno y el mis-
realmente c o n la esencia divina, distinguiéndose d e ella t a n sólo mo ser».
con distinción de razón.
Conocida la existencia d e relaciones reales e n Dios y s u i d e n t i -
272. L a p r i m e r a p a r t e (identidad real) es de fe; la segunda
ficación real c o n la esencia divina, veamos ahora cuántas s o n y si
(distinción,de razón) es teológicamente cierta.
esas relaciones se distinguen realmente e n t r e sí.
2 128,1. 4
3 Cf. P. CUERVO, l . c , p.84-85.
Cf. I 28,2. Los paréntesis explicativos son nuestros.
288 r.II. DIOS TRINO S.2 C.2. LAS RELACIONES DIVINAS 289
a
Conclusión 3. Las relaciones reales, formalmente existentes en Dios, Recogemos a continuación unas palabras d e u n teólogo c o n t e m -
n o son m á s que cuatro, a saber: paternidad, filiación, espiración p o r á n e o q u e r e s u m e n de manera m u y clara y original t o d a esta
activa y espiración pasiva o procesión. (Completamente cierta en difícil doctrina de las divinas relaciones 6:
teología.)
«Entre un padre y su hijo hay siempre una relación real; su fundamento
273. E n efecto: en Dios, como vimos, existen dos procesiones es el acto mismo de la generación. Sin embargo, con frecuencia no nos
divinas inmanentes, u n a p o r vía intelectual (generación del Hijo) damos suficientemente cuenta de que es doble; que el padre está realmente
y otra por vía d e amor (procesión del Espíritu Santo). C a d a u n a de en relación con su hijo, y al contrario, y que en uno y en otro es un ele-
esas dos procesiones da origen a dos relaciones reales m u t u a s . P o r mento real de su ser. Pero no es más que un elemento en cierto modo ad-
venticio. Un hombre tiene una espera de muchos años antes de engendrar,
consiguiente, son cuatro las relaciones reales formalmente existentes
y puede suceder que nunca tenga hijos. Cuando llega a ser padre, la pater-
en Dios, a saber: nidad es en él una cosa nueva que no forma parte de su naturaleza. Si pierde
el hijo, permanece íntegro en su realidad de hombre. Inversamente: si todo
1. a La relación del Padre al Hijo: generación activa o paternidad. individuo tiene de hecho un padre, éste puede morir (o aun desaparecer
2. a La relación del Hijo al Padre: generación pasiva o filiación. totalmente tratándose de animales); es más, no hay necesidad absoluta de
3. a La relación del Padre y del Hijo al Espíritu Santo: espiración que todo hombre reciba el ser a través de una generación en que le sea
activa. comunicada la naturaleza de sus padres 7 . La relación de filiación, lo mismo
4. a La relación del Espíritu Santo al Padre y al Hijo: espiración pasiva, que la de paternidad, por real que sea, no forma parte de la esencia humana
o procesión. ni entra en nuestra individualidad a título de elemento constitutivo hasta el
punto de que, perdido nuestro padre, dejemos de ser la misma persona
Veamos ahora p o r q u é , a u n q u e existen en Dios cuatro relacio- distinta de toda otra, y nuestro yo individual cambie radicalmente.
nes reales, solamente existen tres personas divinas. En Dios, las relaciones de paternidad y de filiación tienen un carácter
muy original. No son m?nos reales que en las criaturas, pues se establecen
Conclusión 4. a E n D i o s solamente existen tres relaciones reales entre los términos de una generación real. Pero, en lugar de ser, como en
opuestas e n t r e sí; y, p o r lo m i s m o , sólo hay e n E l tres personas nosotros, elem-ntos adventicios que vienen a radicar en ía naturaleza y en
divinas realmente distintas entre sí. una individualidad ya constituida, se identifican con la esencia del mismo
Dios. En el ser necesario no puede haber nada accidental, ni se puede tampo-
374. L a p r i m e r a p a r t e (sólo tres relaciones opuestas) es doctri- co recibir nada como en un sujeto distinto. Todo es la plenitud del puro
na cierta en teología; la segunda (sólo tres personas distintas) es Existir divino. El Padre y Dios no pued"n, pues, menos que ser una sola
dogma de fe. e idéntica realidad substancial o absoluta. No queremos decir que su paterni-
L a razón es p o r q u e la espiración activa, de la q u e procede el dad no sea real, sino solamente que nosotros tenemos que significar con
Espíritu Santo, es c o m ú n al P a d r e y al Hijo, y, p o r lo m i s m o , n o dos palabras lo que es infinitamente simple en Dios y complejo únicamente
en nosotros. Podemos tratar de imaginarlo esforzándonos por reabsorber
establece una relación opuesta e n t r e el P a d r e y el Hijo, sino única-
con el pensamiento toda la sustancia de un hombre en su paternidad, de manera
m e n t e entre a m b o s y el Espíritu Santo. D e ahí q u e a u n q u e las que para el espíritu no tenga otra densidad ontológica que la de ser padre.
relaciones reales en Dios sean cuatro, sólo tres son opuestas entre sí. Lo mismo sucede con la relación de filiación.
A h o r a bien: lo q u e constituye las personas en Dios s o n precisamente ¿Vamos a parar con esto al sabelianismo ? No. Quien dice relación
las relaciones opuestas, n o las c o m u n e s . L u e g o es manifiesto q u e las real entre dos términos, dice también oposición real y relativa entre ellos,
divinas personas son tres, a u n q u e las relaciones reales en Dios sean y por lo mismo distinción real. Así, entre un padre y su hijo, como también
cuatro. Escuchemos a Santo T o m á s 5 : entre nuestro espíritu y su verbo o su 'suspiro de amor', hay relación real
y también una real oposición relativa y una distinción real. Lo mismo en
«Si bien en Dios hay cuatro relaciones, sin embargo, una de ellas, o sea Dios: la paternidad y la filiación, que ontológicamente se identifican con la
la espiración activa, no se separa de la persona del Padre ni de la del Hijo, esencia divina, implican en El, en cuanto relaciones, distinciones reales.
sino que conviene a los dos. Por eso, aunque sea relación, no se llama pro- Desde el punto de vista absoluto, hay en Dios ciertamente una simplicidad
piedad, porque no conviene a una sola persona; ni tampoco es relación y una unidad soberanas; pero desde el punto de vista de las operaciones
personal, o sea, constitutiva de persona. En cambio, estas tres relaciones: relativas entre los términos de las procesiones divinas, hay distinciones
paternidad, filiación y procesión (o espiración pasiva), se llaman propiedades reales.
personales o constitutivas de personas; pues la paternidad es la persona del Esto suscita una objeción clásica: dos cosas iguales a una tercera son
Padre; la filiación, la persona del Hijo, y la procesión (o espiración pasiva), iguales entre sí. Mas eso no es exacto cuando las dos cosas en cuestión se
la persona del Espíritu Santo que procede». distinguen como puros términos de referencia. Así, en la realidad no hay
más que un solo e idéntico movimiento de mi lápiz, pero es una acción en
Volveremos sobre esto al hablar de la pluralidad de las personas cuanto ese movimiento procede de mi mano y una pasión en cuanto es
divinas.
• Gf. J. ISAAC, O. P., en Iniciación teológica vol.t (Barcelona 1957) p.448-449. Los subra-
5 Cf. I 30,2 ad 1.
yados son nuestros.
* Tal fue el caso de Adán, creado directamente de la nada por Dios. (Nota del autor.)
Oíos y su obra 10
290 P.II. DIOS TRINO S.2 C.3. LAS PERSONAS DIVINAS EN GENERAL 291

recibido por el lápiz. O también: el camino de Atenas al Pireo y del Pireo P r o c e d e r e m o s , c o m o d e c o s t u m b r e , p o r conclusiones breves y
a Atenas son uno e idéntico camino y, sin embargo, dos caminos distintos sencillas.
para el viajero. No hay, pues, contradicción en el hecho de que la paternidad
y la filiación divina sean cada una, como realidad, algo idéntico con la esencia Conclusión i. B L a persona, en general, p u e d e definirse con Boecio:
divina, y, sin embargo, en sus conceptos propios, impliquen referencias «substancia individual de naturaleza racional». (Doctrina cierta y
opuestas y sean, por lo mismo, realmente distintas entre sí». común.)
L a solución de esta última dificultad p u e d e representarse en 275. E x p l i q u e m o s u n poco el alcance d e la definición:
el siguiente gráfico, m u y conocido e n t r e los catequistas cristianos:
a) SUBSTANCIA, o sea, un ser subsistente por sí mismo, a diferencia
de los accidentes (color, tamaño, figura, etc.) que necesitan apoyarse en una
PA0% substancia, a la que modifican accidentalmente (dándole tal color, tamaño,
figura, etc.).
b) INDIVIDUAL, o sea, completa en sí misma e incomunicable a los
demás. Todos los individuos de una misma especie comunican en una
misma naturaleza común (v.gr., todos los hombres del mundo son hombres,
tienen la naturaleza humana); pero una persona individual (v.gr., Napoleón)
es única en el mundo, no puede multiplicarse la propia personalidad (o sea,
no puede haber dos personas que tengan el mismo yo, que sean la misma
persona). La persona es siempre única e incomunicable a cualquier otra.
•HIJO E.SAriTO c) D E NATURALEZA RACIONAL. La persona no puede darse más que en
NO ES una naturaleza racional, intelectual. Sólo Dios, los ángeles y los hombres
son personas; no los seres irracionales o inanimados (animales o cosas).

CAPÍTULO 3
L o s teólogos suelen usar indistintamente las palabras persona,
supuesto o hipóstasis, a u n q u e e n los p r i m e r o s siglos d e la Iglesia se
LAS PERSONAS DIVINAS EN GENERAL e m p l e ó alguna vez esta última expresión para designar la simple
naturaleza. Por eso, en el lenguaje teológico, para designar la u n i ó n
C o m o p u e d e ver el lector en el cuadro sinóptico del n ú m e r o 257, realizada e n t r e las dos naturalezas d e Cristo con la persona del
a b o r d a m o s ahora el estudio de las personas divinas consideradas V e r b o , se usan indistintamente las expresiones u n i ó n personal, o
en general, o sea, absolutamente y en c o m ú n , dejando para el ca- e n u n solo supuesto, o u n i ó n hipostática.
pítulo siguiente el estudio d e cada u n a de las tres divinas personas Esta noción d e p e r s o n a — a u n q u e d e p u r a d a d e sus imperfeccio-
en singular. nes y en sentido analógico—puede aplicarse t a m b i é n a D i o s , como
Siguiendo las huellas de Santo T o m á s , dividiremos el capítulo veremos.
en cuatro artículos:
Conclusión 2. a N o debe confundirse el concepto de persona con el de
i.° Concepto de persona en Dios. naturaleza o esencia, que son c o m p l e t a m e n t e distintos. (Doctrina
2.° Número de las personas divinas. cierta y común.)
3. 0 La unidad y la pluralidad en Dios.
4.0 Nuestro conocimiento de las personas divinas. 276. L a fe católica nos e n s e ñ a — e n efecto—que en Dios hay
tres personas c o m p l e t a m e n t e distintas: P a d r e , Hijo y Espíritu Santo;
ARTÍCULO I p e r o n o hay más q u e una sola esencia o naturaleza divina. Vamos,
pues, a precisar el concepto de naturaleza o esencia como distinto
CONCEPTO DE PERSONA EN DIOS
del de persona.
D a d a la índole de nuestra obra, dirigida p r i n c i p a l m e n t e al p ú - Por naturaleza (en griego «púcns y t a m b i é n oúaía) se e n t i e n d e
blico seglar, n o h a b i t u a d o a las grandes especulaciones filosóficas, e n filosofía la esencia de una cosa en cuanto sujeto de las operaciones
recogeremos en este artículo, con la mayor brevedad posible, ú n i - que le son propias. R e s p o n d e a la p r e g u n t a ¿qué cosa es esto?, a la
camente aquellas nociones indispensables para o b t e n e r u n conoci- q u e se contesta: u n a piedra, u n animal, u n h o m b r e . L a respuesta
miento más cabal y completo del misterio trinitario, sin p e r d e r n o s indica la naturaleza o esencia de la cosa en cuestión, q u e la c o n s t i -
en el cúmulo de opiniones y teorías q u e h a n sustentado los teólogos t u y e en u n a d e t e r m i n a d a especie distinta d e todas las d e m á s .
á través de los siglos, sobre t o d o en t o r n o al concepto filosófico L a persona, en cambio, r e s p o n d e a la p r e g u n t a ¿quién es éste?,
de persona. y señala el sujeto (Juan, Pedro, Pablo), q u e realiza operaciones me-
292 P.ll. DIOS TRINO S.2 C.3. LAS PERSONAS 0IV1NAS EN GENERAL 263

diante su naturaleza racional (su h u m a n i d a d ) . L a persona se refiere d i r e c t a m e n t e — i n obliquo—la esencia divina; p e r o la relaciónrió-e n
s i e m p r e — c o m o ya h e m o s dicho—a u n a naturaleza intelectual o c u a n t o relación, sino e n c u a n t o significada p o r m o d o d e hipóstasis 2.:
racional (Dios, el ángel o el h o m b r e ) , d e la q u e señala el sujeto L a relación—en efecto—puede considerarse formalmente ere
concreto (Dios Padre, Gabriel o Rafael, J u a n o Pedro). L a simple' c u a n t o dice orden o referencia a alguien (aspecto ad d e los escolás-
naturaleza; e n cambio, p u e d e referirse a seres intelectuales o racio- ticos) o e n cuanto es algo en el sujeto a q u e se refiere (aspecto in).
nales (Dios, u n ángel, u n h o m b r e ) , o irracionales ( u n caballo, u n T o m a d a del p r i m e r m o d o , n o constituye a la persona, sino m á s
perro), o incluso inanimados ( u n a piedra). L a naturaleza designa b i e n la distingue d e las otras; t o m a d a d e l s e g u n d o m o d o , es la m i s -
a la cosa; la persona designa al yo. m a persona divina q u e subsiste e n la naturaleza divina y es la
Es imposible e n t e n d e r el d o g m a católico d e la trinidad d e per- m i s m a substancia divina y, p o r lo m i s m o , subsistente e n s u m o gra-
sonas e n u n a sola esencia o naturaleza si n o se tienen e n cuenta do. P o r lo cual, la persona divina es la relación en cuanto subsistente,
estas nociones elementales. q u e p u e d e t a m b i é n d e n o m i n a r s e subsistencia personal, y designa
d i r e c t a m e n t e (in recto) la relación, e indirectamente (in obliquo),
Conclusión 3. a E n sentido analógico y d e p u r a d o d e las imperfec- la esencia divina c o n la q u e se identifica 3 .
ciones q u e adquiere e n las criaturas p u e d e aplicarse a Dios el
n o m b r e d e «persona». (Doctrina católica.)
ARTÍCULO 2
277. H e aquí las p r u e b a s :
NUMERO DE LAS PERSONAS DIVINAS
a) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. Consta expresamente , en
m u l t i t u d d e símbolos y declaraciones conciliares. Veamos, p o r vía E s t u d i a d o y a e n él artículo anterior el concepto d e persona e n
de ejemplo, lo q u e se dice e n el símbolo Quicumque: Dios, veamos ahora cuántas s o n las personas divinas. Sabemos p o r
«La fe católica es que veneremos a un solo Dios en la Trinidad, y a j a . la fe q u e s o n tres: P a d r e , Hijo y Espíritu Santo, pero vamos a p r o -
Trinidad en la unidad; sin confundir las personas ni separar las substancias. yectar sobre ese d a t o revelado las luces d e la razón iluminada y
Porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu guiada p o r la m i s m a fe, q u e esto y n o otra cosa es la teología e n
Santo; pero el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo tienen una sola divinidad,, cuanto ciencia.
gloria igual y coeterna majestad» (D 39). E x p o n d r e m o s la doctrina católica e n forma d e conclusión.
b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Escuchemos a Santo Tomás1:
Conclusión. E n Dios hay tres personas distintas y sólo tres: el P a d r e ,
«Persona significa lo más perfecto que hay en toda la naturaleza, o sea, el Hijo y el Espíritu Santo. (De fe.)
el ser subsistente en la naturaleza racional. Si, pues, todo lo que significa
perfección debe atribuirse a Dios, porque su esencia contiene en sí todas 279. i . E r r o r e s . A n t e s d e exponer las p r u e b a s d e este
las perfecciones, es conveniente que el nombre de persona se aplique a d o g m a fundamental d e nuestra fe, es conveniente recordar los,
Dios. Sin embargo, no le conviene del mismo modo que a las criaturas, principales errores y herejías q u e contra él se h a n formulado a t r a -
sino de modo más excelente, a la manera como le convienen los otros nom- vés d e los siglos.
bres que fueron impuestos a las criaturas y se atribuyen a Dios, como he-
mos visto al tratar de los nombres divinos». a) E L MONARQUIANISMO ( S . I I y m ) consideraba a Dios como
s u p r e m o M o n a r c a del Universo, n e g a n d o la trinidad d e personas.
Conclusión 4. a E n Dios, el n o m b r e de persona n o designa a la esencia L o m i s m o afirmaban los teodocianos o adopcíonistas, q u e considera-
divina, sino a las relaciones subsistentes. (Doctrina católica.) b a n a Cristo hijo adoptivo d e D i o s , n o Hijo p o r naturaleza.
278. Si la expresión persona, aplicada a Dios, designara direc- b) L o s PATRIPASIANOS ( S . I I y m ) , tales como Práxeas, N o e t o ,
t a m e n t e la esencia divina, habría q u e concluir q u e e n Dios h a y tres Cleomenes, e t c . , decían q u e el P a d r e y el Hijo e r a n u n a m i s m a
esencias divinas, o sea, tres dioses, p o r q u e es d e fe q u e las personas persona y, p o r consiguiente, el P a d r e había padecido e n Cristo.
divinas son tres. L u e g o c o n la palabra persona n o se designa e n
c) SABELIO (S.III) afirmaba q u e el Padre, el Hijo y el Espíritu
Dios la esencia divina, sino las relaciones reales intratrinitarias, en
Santo n o s o n sino t r e s m o d o s c o n los q u e se manifiesta la única
c u a n t o subsistentes y opuestas entre sí, q u e , como y a vimos, s o n
persona divina, ya sea creando las cosas (Padre) o apareciendo
la paternidad, filiación y espiración pasiva, identificadas, cabalmente,
e n t r e los h o m b r e s (Cristo), o d á n d o s e a la Iglesia (Espíritu Santo).
con la persona del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
E s el m o n a r q u i a n i s m o modalista.
Santo T o m á s advierte p r o f u n d a m e n t e q u e la palabra persona
aplicada a Dios significa d i r e c t a m e n t e — i n recto—la relación e i n - a Cf. I 29,4.
1 3 Cf. CAPRÉOLO, I Sent. d.26 concl.4; FERRARIENSE, In CG 4,26; BAÑEZ, In 1 p. q.4
129,3. concl.4; GONET, De Trinitate disp.u a.3; BILLOT, t h . n corol.
294 F.IL DIOS TRINO
S.2 C.3. LAS PERSONAS DIVINAS EN GENERAL 295
d) A R R I O (S.IV) negó d i r e c t a m e n t e la divinidad del Verbo, y
afirmó q u e era u n a criatura, a u n q u e la p r i m e r a y m á s perfecta d e SÍMBOLO «QUICUMQUE»: «La fe católica es que veneremos a un solo Dios
las creadas p o r D i o s . F u e c o n d e n a d o e n el concilio d e Nicea ( D 54). en la Trinidad, y a la Trinidad en la unidad...
Dios es el Padre, Dios es el Hijo, Dios es el Espíritu Santo; y, sin em-
e) L o s PNEUMATÓMACOS, e n p o s d e M a c e d o n i o , afirmaron la bargo, no son tres dioses, sino un solo Dios» (D 39).
s u b o r d i n a c i ó n d e l Espíritu Santo, q u e habría sido creado p o r el
Verbo. F u e r o n c o n d e n a d o s e n el concilio R o m a n o ( D 58ss) y e n E s inútil seguir multiplicando los textos. L a fe d e la Iglesia
el I d e C o n s t a n t i n o p l a ( D 8sss). en el misterio trinitario aparece clarísima desde los t i e m p o s apos-
tólicos.
f) L o s PRISCILIANISTAS (s.v) defendieron errores parecidos al
sabelianismo y arrianismo. c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Y a h e m o s dicho varias veces q u e la
razón h u m a n a n o p u e d e demostrar el misterio trinitario, n i siquiera
g) L o s TRITEÍSTAS defendían q u e las tres personas divinas eran sospechar la mera existencia del mismo, puesto q u e es u n misterio
tres dioses, o sea, tres personas d e género divino, c o m o tres h o m - estrictamente sobrenatural q u e sólo p u e d e ser conocido p o r divina
bres son tres personas d e género h u m a n o . revelación. Pero, iluminada p o r la fe, p u e d e señalar la a d m i r a b l e
h) E N LA E D A D M E D I A erraron, e n t r e otros, Roscelin (tri- verosimilitud del misterio y rechazar las objeciones q u e contra él
teísmo), Abelardo (modalismo), Gilberto Porretano (distinción real p u e d a n formularse. E s lo q u e hace Santo T o m á s e n el siguiente
e n t r e naturaleza y persona, lo q u e daría origen a cuatro personas magnífico razonamiento i;
en Dios) y el Abad Joaquín de Fiore, q u e ponía e n t r e las divinas «Confome a lo que llevamos dicho, es necesario poner en Dios sola-
personas u n a u n i d a d m e r a m e n t e colectiva y similitudinaria. mente tres personas.
i) E n t r e los protestantes del siglo x v i algunos cayeron e n el Hemos visto—en efecto—que la pluralidad de personas es equivalente
a la pluralidad de relaciones subsistentes, realmente distintas entre sí. Ahora
unitarismo y e n el arrianismo, tales como Miguel Servet, Lelio, bien, la distinción real entre las relaciones divinas no proviene más que de
Fausto Socino (del q u e p r o c e d e el n o m b r e d e socinianos, etc.). su oposición relativa. Luego dos relaciones opuestas han de pertenecer por
j) E n el siglo x i x , los racionalistas y protestantes liberales r e - necesidad a dos personas distintas; y si hay relaciones que no sean opues-
tas, es necesario que pertenezcan a una misma persona. Por consiguiente,
chazaron el d o g m a d e la T r i n i d a d y negaron q u e fuese ésa la fe
como la paternidad y la filiación son relaciones opuestas, es forzoso que per-
d e la Iglesia primitiva. tenezcan a dos personas, y, por tanto, la paternidad subsistente es la persona
P r o p u g n a r o n t a m b i é n errores antitrinitarios Günther, q u e tra- del Padre, y la filiación subsistente es la persona del Hijo.
tó d e explicar la T r i n i d a d a base del evolucionismo hegeliano y Las otras dos relaciones (espiración activa y pasiva) no se oponen a nin-
fue c o n d e n a d o p o r la Iglesia ( D 1655), y Rosmini, q u e erró profun- guna de las dos anteriores, pero, en cambio, se oponen una a la otra. Luego
d a m e n t e h a b l a n d o d e la persona del Verbo y del Espíritu Santo es imposible que las dos pertenezcan a una misma persona. Es, pues, nece-
( D 1916). sario, o bien que una de ellas pertenezca a una y otra de las antedichas per-
sonas, o una pertenezca a una de las personas y otra a la otra. Ahora bien,
k) E n n u e s t r o s días, los modernistas y racionalistas rechazan no es posible que la procesión (o espiración pasiva) convenga al Padre y al
t a m b i é n el d o g m a trinitario o s i e m b r a n e n él m u l t i t u d d e errores Hijo, ni a uno de los dos. Porque, si la persona que engendra y la engendra-
c o n d e n a d o s p o r la Iglesia ( D 2026-2031.2078-2079.2088-2099). da procediesen de la que espira, se seguiría que la procesión del entendi-
miento—que en Dios es generación y según ella se toman la paternidad y
280. 2. D o c t r i n a c a t ó l i c a . E s la q u e h e m o s recogido e n la filiación—provendría de la procesión del amor, que origina la espiración
nuestra conclusión, q u e vamos a p r o b a r p o r los lugares teológicos (activa) y la procesión (o espiración pasiva), en contra de lo que hemos es-
tablecido más arriba. Luego es preciso que la espiración (activa) convenga
tradicionales.
a la persona del Padre y a la del Hijo, ya que no se opone relativamente ni
a) L A SAGRADA ESCRITURA. N O S habla d e tres divinas p e r s o - a la paternidad ni a la filiación; y, por tanto, la procesión (o espiración pasi-
nas y sólo d e tres. Esta verdad aparece clarísima e n la fórmula d e l va) forzosamente ha de convenir a otra persona, llamada Espíritu Santo,
bautismo dada p o r el m i s m o Cristo a sus discípulos: que, según hemos dicho, procede por modo de amor.
Hay que concluir, por tanto, que no hay más que tres personas en Dios,
«Id, pues, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del a saber: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo».
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19).
A l contestar a la objeción d e q u e , siendo cuatro las relaciones
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. D e s d e la época primitiva,
reales e n Dios, a saber: paternidad, filiación, espiración activa y
en los m á s remotos Símbolos de la fe aparece el d o g m a trinitario e n
espiración pasiva, parece q u e las divinas personas d e b e r í a n ser
t o d a su pureza. H e aquí algunos textos p o r vía d e ejemplo:
t a m b i é n cuatro, escribe Santo T o m á s estas palabras, q u e ya h e m o s
SÍMBOLO APOSTÓLICO: «Creo en Dios Padre omnipotente—y en su Hijo recogido m á s arriba:
unigénito, Nuestro Señor Jesucristo—y en el Espíritu Santo» (D 1).
1
Cf. I 30,2. Los paréntesis explicativos son nuestros.
296 P.II. DIOS TRINO S.2 C.3. LAS PERSONAS DIVINAS EN GENERAL 297
a
«Si bien en Dios hay cuatro relaciones, sin embargo, una de ellas, o sea, 3. L o q u e conviene a las personas por razón de las personas
la espiración (activa), no se separa de la persona del Padre ni de la del Hijo, y por razón de la divina esencia, p u e d e decirse e n plural ( p o r q u e
sino que conviene a los dos. Por eso, aunque sea relación, no se llama pro- las personas son tres) y en singular ( p o r q u e la esencia es única).
piedad, porque no conviene a una sola persona; ni tampoco es relación per- P o r ejemplo: Dios es, a la vez, uno y trino (refiriendo el uno a la
sonal, o sea, constitutiva de persona. En cambio, estas tres relaciones: pater- esencia divina y el trino a las divinas personas).
nidad, filiación y procesión (o espiración pasiva), se llaman propiedades
personales o constitutivas de personas; pues la paternidad es la persona del
Padre; la filiación, la del Hijo, y la procesión (o espiración pasiva) la per- ARTÍCULO 4
sona del Espíritu Santo que procede» (ad i).
LAS NOCIONES DIVINAS
ARTÍCULO 3 282. 1. C o n c e p t o . E n la teología trinitaria se entiende p o r
nociones aquellas notas características p o r las cuales conocemos y
LA UNIDAD Y PLURALIDAD DE DIOS
distinguimos las divinas personas, o, como dice Santo T o m á s ,
281. Precisado ya el concepto d e persona en Dios y el n ú m e r o las razones propias para conocer a las personas divinas 1.
d e las personas divinas, es interesante precisar t a m b i é n , con t o d o
C u a t r o cosas se requieren, p r i n c i p a l m e n t e , para el concepto de
cuidado y exactitud, la terminología q u e d e b e emplearse al hablar
noción:
del misterio trinitario, para n o incurrir en algún error o herejía
p o r falta d e precisión en el lenguaje. E s c u c h e m o s a u n teólogo a) Que pertenezca a los orígenes o relaciones, puesto que las personas
c o n t e m p o r á n e o i; divinas se distinguen por ellos.
b) Que exprese dignidad y perfección, por el concepto mismo de per-
«Los vocablos son expresión de nuestros conceptos, y éstos reflejo de sona.
la realidad de las cosas. Siendo la Trinidad el misterio más inaccesible a la c) Que signifique algo propio de una persona o, al menos, que sólo
razón humana que la fe nos propone, y al mismo tiempo el más fundamen- convenga a dos; porque lo que es común a las tres pertenece a la esencia
tal de todos, «en ninguna parte—como dice San Agustín—se yerra más pe- divina y no a la distinción de personas.
ligrosamente, ni se investiga con más dificultad, ni se llega a conocimiento d) Que esté significada por un nombre abstracto (v.gr., paternidad),
más fructuoso» 2. De aquí que en ningún otro misterio haya tanto peligro porque los nombres concretos nos llevarían a multiplicar el número de per-
de incurrir en herejía, en el modo de hablar, como en el de la Santísima sonas divinas, que serian tantas como nociones, lo que es falso y herético.
Trinidad. Pues, como afirman San Jerónimo y San Agustín, por las pala-
bras desordenadas se incurre en herejía, por cuanto aquéllas son expresión Esto supuesto, vamos a exponer la existencia y n ú m e r o de
de las cosas a través de los conceptos. Por eso mismo, después de precisar estas nociones divinas.
los conceptos objetivos acerca de la distinción de personas en la unidad de
la esencia divina, pasa Santo Tomás a tratar del modo de hablar acerca de 283. 2. E x i s t e n c i a . A u n q u e la Sagrada Escritura n o hable
la unidad y pluralidad en Dios, donde a la precisión de los conceptos es
d e las divinas nociones de u n a m a n e r a Formal y explícita, las en-
necesario unir la exactitud de los vocablos y expresiones...
seña d e u n m o d o equivalente e implícito al revelarnos la existencia
Ni que decir tiene que la norma fundamental para la exactitud en el
lenguaje acerca de la Trinidad es la misma verdad objetiva de este misterio y distinción de tres personas distintas en u n solo Dios verdadero.
divino, en el que es preciso salvar al mismo tiempo la unidad numérica de L o s teólogos—a excepción d e Prepositivo—admiten u n á n i m e -
esencia y la distinción real de personas, evitando a la vez todas aquellas m e n t e la existencia de las divinas nociones como u n a conclusión
expresiones que hieran mis o m^nos cualquiera áz estas dos cosas y favo- teológica completamente cierta y próxima a la fe.
rezcan de cualquier modo las herejías de Arrio o de Sabelio». L a razón es p o r q u e las nociones n o son otra cosa q u e p r i n c i -
Las reglas m á s importantes y generales son las siguientes: pios o formalidades objetivas y abstractas por las cuales se nos
1. a L o q u e conviene a las personas p o r razón d e la sola esencia manifiesta la distinción de u n a persona divina con relación a las
divina hay q u e decirlo únicamente en singular. P o r ejemplo: el otras y la razón propia q u e la caracteriza. Sin ellas, el teólogo n o
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son Dios (y n o dioses). P o r q u e la sabría responder a las p r e g u n t a s d e los herejes sobre en q u é las
esencia divina es única p a r a los tres. personas divinas son u n a m i s m a cosa y e n q u é se distinguen real-
m e n t e entre sí.
2 . a L o q u e conviene a las personas ú n i c a m e n t e en cuanto per-
sonas hay q u e decirlo en plural, n o en singular. P o r ejemplo: el
284. 3. N ú m e r o . L o s teólogos señalan c o m ú n m e n t e cinco
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son personas (y n o persona),
nociones divinas, a saber: innascibilidad, paternidad, filiación, común
p a r a no dar a e n t e n d e r q u e en Dios hay u n a sola persona, c o m o
espiración (o espiración activa) y procesión (o espiración pasiva).
dice la herejía de Sabelio.
Las dos primeras pertenecen exclusivamente al Padre; la tercera,
1
P. CUERVO, O. P., l.c, p.102-103.
' SAN AGUSTÍN, De Trimtate I c.3: ML 42,82a, > Cf. I 32,3.
298 Kll. DIOS TRINO
s.2 c.4. LAS PERSONAS DIVINAS EN PARTICULAR 299
exclusivamente al Hijo; la cuarta es c o m ú n al P a d r e y al Hijo;
la quinta, finalmente, es propia y exclusiva d e l Espíritu Santo. b) Se llaman actos nocionales las m i s m a s relaciones divinas e x -
E s c u c h e m o s el razonamiento d e Santo T o m á s 2 : presadas a m o d o d e acción o d e pasión. Son cuatro: d o s activas,
engendrar y espirar activamente, y d o s pasivas, ser engendrado y
*Por noción entendemos lo que es la razón propia para conocer la per- ser espirado.
sona divina. Y aquí t e r m i n a el estudio d e las divinas personas consideradas
Las divinas personas se multiplican por las relaciones de origen. Pero
la relación de origen comprende dos cosas: de quién otro (a quo alius) y e n general. Pero antes d e a b o r d a r el d e cada u n a d e ellas e n par-
quién de otro (qui ab alio), y de ambas maneras se puede llegar a conocer ticular, vamos a recordar los principales p u n t o s d e la teología
la persona. trinitaria examinados hasta aquí.
Ahora bien, la persona del Padre no puede ser conocida por el hecho
de proceder de otro, sino porque no procede de nadie, y por este concepto E n Dios h a y :
su noción es la innascibilidad. En cambio, en cuanto alguien procede de El,
podemos conocerle de dos maneras; porque en cuanto de El procede el a) Una sola esencia o naturaleza divina, común al Padre y al Hijo y al
Hijo, se le conoce por la noción de paternidad, y en cuanto es origen del Espíritu Santo.
Espíritu Santo, se le conoce por la noción de común espiración. b) Dos procesiones: la generación del Hijo y la espiración del Espíritu
El Hijo puede conocerse, o bien en cuanto procede de otro por naci- Santo.
miento, y así se le conoce por la filiación, o en cuanto otro—el Espíritu San- c) Tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
to—procede de El, y así se le conoce, lo mismo que al Padre, por la común d) Tres propiedades personales: paternidad, filiación y espiración pasiva.
espiración. e) Cuatro relaciones reales: paternidad, filiación, espiración activa y
El Espíritu Santo puede ser conocido por el hecho de proceder de otro espiración pasiva.
o de otros, y así le conocemos por la procesión; mas no porque otro proceda f) Cuatro actos nocionales: engendrar, ser engendrado, espirar y ser
de El, porque de El no procede ninguna persona. espirado.
Hay, pues, en Dios cinco nociones, a saber: innascibilidad, paternidad, g) Cuatro propiedades de las personas: innascibilidad, paternidad, filia-
filiación, común espiración y procesión». ción y procesión (o espiración pasiva).
h) Cinco nociones: inniscibilidid, paternidad, filiación, común espira-
Para mayor claridad vamos a recoger esta doctrina e n el siguien- ción (o espiración activa) y procesión (o espiración pasiva).
t e cuadro e s q u e m á t i c o :
TEn cuanto no procede de nadie INNASCIBILIDAD. CAPÍTULO 4
p , J reí Hijo por generación. PATERNIDAD.
' I En cuanto queJ el Espíritu Santo por LAS PERSONAS DIVINAS EN PARTICULAR
de El procede. (_ la espiración activa. COMÚN ESPIRACIÓN.
I En cuanto procede del Padre por ge- T e r m i n a d o ya el estudio d e lo relativo a las personas divinas
„.. J neración FILIACIÓN. en general, vamos a abordar ahora el d e cada u n a d e ellas e n par-
' ' | En cuanto que de El procede el Espí- ticular.
| ritu Santo por la espiración activa, . COMÚN ESPIRACIÓN. Dividiremos este capítulo en tres artículos, dedicados respecti-
Espíritu Santo, en cuanto dice orden al Padre y al v a m e n t e a cada u n a d e las tres divinas personas.
Hijo por la espiración pasiva PROCESIÓN.
285. 4. L a s p r o p i e d a d e s y l o s actos n o c i o n a l e s . ARTÍCULO I

a) Propiedad significa u n a nota peculiar q u e conviene única- LA PERSONA DEL PADRE


m e n t e a u n a divina persona y distingue a ésta d e las otras d o s .
Santo T o m á s advierte q u e d e las cinco nociones divinas sola- P a r a proceder c o n el mayor o r d e n y claridad posibles estudia-
m e n t e cuatro son propiedades, a saber: la innascibilidad, paternidad, r e m o s e n p r i m e r lugar lo q u e nos dice la Sagrada Escritura acerca
filiación y procesión. L a común espiración n o es propiedad, p o r q u e de la persona del Padre, y, a continuación, lo q u e n o s enseña la
conviene a d o s personas: el P a d r e y el Hijo. Y d e las cinco n o - teología católica e n t o r n o a la m i s m a l.
ciones sólo tres son personales, esto es, constitutivas d e persona, A. E l P a d r e e n la Sagrada Escritura
a saber: paternidad, filiación y procesión. L a innascibilidad y la c o -
m ú n espiración se llaman nociones de las personas, p e r o n o per- 286. V a m o s a ver p o r separado lo q u e n o s dicen el A n t i g u o
sonales i. y el N u e v o T e s t a m e n t o acerca d e la persona del Padre.
1 1
I 32,3. Recogemos aquí, en parte, lo que ya dijimos en nuestra Teología de la caridad (BAC, Ma-
3 Cf. I 32.3. drid 1960) n.iojss. Lo mismo haremos con respecto a las otras dos personas.de.la Santísima
Trinidad. ~
300 P.II. DIOS TRINO S.2 C.4. LAS PERSONAS DIVINAS EN PARTICULAR 301

a) Antiguo Testamento claridad y distinción. Sólo en el s e r m ó n d e la M o n t a ñ a se e n c u e n t r a


dieciséis veces la alusión a la persona del Padre. Jesucristo se
C o m o ya dijimos en su lugar correspondiente (cf. n.255), la dirige o alude a su P a d r e celestial c o n t i n u a m e n t e a t o d o lo largo
revelación del gran misterio trinitario estaba reservada al Hijo d e del Evangelio 3 . L o s apóstoles, en fin, h a b l a n repetidas veces en
Dios e n el N u e v o T e s t a m e n t o . E n la A n t i g u a L e y hay algunos sus epístolas del P a d r e de nuestro Señor Jesucristo, q u e es t a m b i é n
rasgos y vestigios del misterio d e la vida íntima d e Dios, sobre n u e s t r o P a d r e . Recogemos, p o r vía de ejemplo, unos cuantos
t o d o en los plurales divinos q u e aparecen en el Génesis e Isaías 2 ; textos:
p e r o son del t o d o insuficientes para q u e p u e d a hablarse d e u n a
revelación explícita. E n el A n t i g u o T e s t a m e n t o se insiste ante . '. • «Para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos, que hace
salir el sol sobre malos y buenos y llueve sobre justos e injustos» (Mt 5,45).
t o d o — c o m o ya dijimos—en inculcar al p u e b l o escogido u n m o n o - «Sed, pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial» (Mt 5,48).
teísmo absoluto, frente a la m u l t i t u d abigarrada de ídolos y dioses «Estad atentos a no hacer vuestra justicia delante de los hombres para
nacionales q u e caracterizaban a los d e m á s pueblos de la tierra. que os vean; de otra minera no tendréis recompensa ante vuestro Padre,
Oye, Israel: Yavé, nuestro Dios, es el solo Yavé ( D e u t 6,4): h e ahí que está en los cielos» (Mt 6,1).
la idea central d e la A n t i g u a Alianza. «Padre nuestro, que estás en los cielos ..» (Mt 6,9).
Sin embargo, ya en la A n t i g u a L e y se presenta Yavé como «Pero, si no perdonáis a los hombres las faltas suyas, tampoco vuestro
P a d r e nuestro, si bien esa p a t e r n i d a d n o parece afectar—al m e n o s Padre os perdonará vuestros pecados» (Mt 6,15).
en la gran mayoría d e los textos—a u n a sola persona en particular, «Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere re-
velárselo» (Mt 11,27).
sino a Dios en su conjunto, o sea, a la naturaleza divina en cuanto «Ni llaméis prdre a nadie sobre la tierra, porque uno solo es vuestro
tal. H e aquí algunos textos: Padre, el que está en los cielos» (Mt 23,9).
«Mi Padre sigue obrando todavía, y por eso obro yo también» (lo 5,17).
«Dirás al Faraón: Así habla Yavé: Israel es mi hijo, mi primogénito. Yo
«Para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra
te mando que dejes a mi hijo ir a servirme» (Ex 4,22-23).
al Hijo no honra al Padre, que le envió» (lo 5,23).
«Vosotros sois hijos de Yavé, vuestro Dios» (Deut 14,1).
«Yo y el Padre somos una sola cosa» (lo 10,30).
«Indignamente se portaron con El sus hijos, generación malvada y per-
«Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por
versa. ¿Asi pagas a Yavé, pueblo loco y necio? ¿No es El el padre que te
mí» (lo 14,6).
crió, el que por sí mismo te hizo y te formó?» (Deut 32,5-6).
«Yo estoy en el Padre y el Padre en mi» (lo 14,11).
«Con todo, tú eres nuestro padre. Abrahán no nos conoció y nos des-
«Como el Padre me amó, yo también os he amado; permaneced en mi
conoció Israel; pero tú, ¡oh Yavé!, eres nuestro Padre, y «Redentor nues-
arnor» (lo 15,9).
tro» es tu nombre desde la eternidad» (Is 63,16).
«Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre
«Y, con todo, ¡oh Yavé!, tú eres nuestro Padre; nosotros somos la arci-
por vosotros, pues el mismo Padre os ama, porque vosotros me habéis ama-
lla y tú el alfarero: todos somos obra de tus manos» (Is 64,7).
do y creído que yo he salido de Dios» (lo 16,26-27).
«Pero tu providencia, Padre, la gobierna, porque tú preparaste un ca- «Padre Santo,, guarda en tu nombre a estos que me has dado, para que
mino en el mar, y en las ondas senda segura» (Sap 14,3). sean uno como nosotros» (lo 17,11).
«Señor, Padre y. Dios de mi vida, no me abandones a sus sugestiones
«Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios» (lo 20,1-7).
"(del enemigo)» (Eccíi 23,4).
«Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo...» (Eph 1,3).
E n los Salmos es m u y frecuente la alusión a la p a t e r n i d a d de «No hay más que un Dios Padre, de quien todo procede y para quien
somos nosotros» (í Cor 8,6).
Dios, y en alguno de ellos aparece ya, de alguna manera, la persona
«Y esta comunión nuestra es con el Padre y con su Hijo Jesucristo»
del Padre como distinta del Hijo:
(1 lo 1,3). . ,
«Tú eres mi hijo; hoy te he engendrado yo» (Ps 2,7). «Ved qué amor nos ha mostrado el Padre, que seamos llamados hijos
de Dios y lo seamos» (1 lo 3, i).
A u n q u e en ese y otros textos mesiánicos el título de hijo se
L o s textos podrían multiplicarse a b u n d a n t e m e n t e , p e r o - b a s t a n
atribuye d e u n m o d o especial al h e r e d e r o d e David, todavía n o
-los ..citados p a r a ver el gran relieve con que. aparece, en el N u e v o
aparece clara la segunda persona d e la Santísima T r i n i d a d c o m o
; "Testamento la p r i m e r a persona d e . l a Santísima.,Trinidad.'.. *.".. .-•
distinta del P a d r e .
- s -'-"-'•" .""'•'- ••••- B. V T e o l o g í a d e l P a d r e celestial . " " ••
b) Nuevo T e s t a m e n t o
- j •; ".'Santo-- T o m á s . estudia,:. la p e r s o n a - del.. P a d r e . - e n : . u n a cuestión
E n el N u e v o T e s t a m e n t o son m u y a b u n d a n t e s los textos a l u - dividida en cuatro a r t í c u l o s 4 . E n ella examina los n o m b r e s q u e
sivos a la persona del P a d r e como distinta del Hijo y del Espíritu
Santo; la revelación divina del misterio trinitario aparece con t o d a ..... }La p a k b t a P a i r e - e n ; b o c a d e ^esús aparece 44 veces en el evangelio d e San M a t ó 0
y 115 veces en el d e San Juan. . . . .
* Cf, Gen I,26¡3,Í2; ir,7; Is 6.8. ,,.:>• 4
133.1-4. '-•-.- ••.-. - - '...;': •>
302 P.Il. DIOS TRINO S.2 C.4. LAS PERSONAS DIVINAS EN PARTICULAR 303
c o r r e s p o n d e n al P a d r e d e u n a manera propia, para distinguirlos nidad todas y cada u n a d e las tres divinas personas son perfecta
d e los q u e se le a t r i b u y e n p o r apropiación. H e aquí unos y otros: y sustancialmente iguales 7 .
a) N o m b r e s propios de la p r i m e r a persona divina 3) I N G É N I T O , p o r q u e n o procede d e nadie. E s t e n o m b r e n o
significa algo positivo, sino t a n sólo negación d e toda procedencia
287. 1) PADRE, p o r q u e engendra al Hijo. E s el m á s propio de otro e n la razón d e principio personal, o sea, la m i s m a innasci-
y característico d e la p r i m e r a persona, ya q u e es aquello p o r lo bilidad del P a d r e 8 . L o cual n o arguye e n el P a d r e imperfección
cual se distingue principalmente d e las otras d o s . alguna ni t a m p o c o u n a perfección d e la q u e carezcan las otras
El n o m b r e d e Padre p u e d e tomarse e n dos sentidos: esencial- personas divinas, sino la máxima dignidad, p u r a m e n t e relativa,
m e n t e y personalmente. de principio fontal d e la T r i n i d a d 9.
a) ESENCIALMENTE, la paternidad divina pertenece por igual a las tres b) N o m b r e s apropiados al P a d r e
divinas personas, ya que es una paternidad ad extra, o sea, por relación a
las criaturas. Caben en ella diferentes grados, según la mayor o menor se- 288. 1) O M N I P O T E N T E . L a omnipotencia es c o m ú n a todas
mejanza divina impresa en las criaturas. Y así la Sagrada Escritura nos dice y cada u n a d e las divinas personas, pero se atribuye especialmente
que Dios es el padre de la lluvia y de las gotas de rocío (Iob 38,28) y de to-
das las demás cosas, en cuanto que en todas ellas se encuentra una semejan- al P a d r e , e n c u a n t o q u e es el principio radical d e t o d a la T r i n i d a d .
za del ser de Dios, que recibieron de El por la creación. De manera más 2) CREADOR, p o r q u e la creación es obra d o n d e brilla d e m o d o
perfecta es padre del hombre, por la imagen más perfecta de Dios impresa especial la omnipotencia divina y d o n d e se refleja a d m i r a b l e m e n t e
en su naturaleza espiritual y por la especial providencia divina sobre el
lo personal del P a d r e : ser origen d e t o d o cuanto existe, incluso d e
hombre (Ex 4,22; Deut 32,6; Is 64,7-8; Ier 31,20). Y de un modo incom-
parablemente más perfecto es padre del justo, por la semejanza sobrenatural la T r i n i d a d m i s m a .
con que Dios imprime en él la gracia (Rom 8,15-17; 2 Petr 1,4), que se con- 3) E T E R N O , e n cuanto q u e es ingénito, y, p o r lo mismo, brilla
suma en la gloria (Rom 5,2; 1 lo 3,2).
e n él d e m a n e r a especial la eternidad, q u e n o conoce principio ni fin.
b) PERSONALMENTE, la paternidad divina pertenece únicamente a la Estos son los n o m b r e s q u e c o r r e s p o n d e n al P a d r e e n sentido
primera persona de la Santísima Trinidad, ya que es la paternidad ad intra,
de la cual procede el Hijo por vía de generación intelectual. Esta paternidad propio o p o r apropiación. Ellos nos d a n a conocer algo d e la n a -
es completamente distinta de la paternidad esencial, puesto que el término turaleza íntima d e la primera persona divina, a u n q u e su grandeza
de la personal es la persona divina del Hijo, y el de la esencial son las cria- infinita p e r m a n e c e inaccesible a la inteligencia h u m a n a hasta q u e
turas. De esta paternidad divina habla Cristo cuando alude a su Padre ce- se disipen las s o m b r a s d e este m u n d o y se vea envuelta e n los
lestial (lo 5,17-23; I7,iss), y los apóstoles cuando aluden al Padre de nues- resplandores d e la visión beatífica.
tro Señor Jesucristo (Eph 1,3; 1 Petr 1,3). E s c u c h e m o s ahora a u n autor c o n t e m p o r á n e o h a b l a n d o del
E t e r n o P a d r e l(>:
C o m e n t a n d o esta p a t e r n i d a d divina, escribe el docto y piadoso
Sauvé: 1) «EL MISTERIO DEL PADRE. Hoy día sabemos, o por lo menos ba-
rruntamos, que en las profundidades del universo visible hay un Sol cen-
«Pensad bien lo que hay en estas palabras: lo que hace que la primera tral, en torno del cual gira con movimiento amplio el universo—sin excluir
persona sea el Padre es su relación con el Hijo; lo que hace que la segunda nuestro sol y sistema solar—, un Sol que es el centro de todo. No lo hemos
persona sea el Hijo es su relación con el Padre. El Padre no es tal sino por- visto aún, está demasiado lejos de nosotros, pero está allí y da cohesión,
que engendra y contempla a su Hijo 5. El Hijo no es tal sino porque nace por la fuerza de atracción, a todo el universo. La idea de este misterioso
de su Padre y le mira. Así que las divinas personas son la eterna y necesaria Sol central ocurre a nuestra mente cuando empezamos a hablar de Dios,
antitesis del egoísmo. El Padre no existe sino para engendrar al Hijo in- Padre eterno. El no ha venido a nosotros en forma visible, como el Hijo;
finitamente perfecto y para amarle, y, con él, dar origen al Espíritu Santo. no se ha mostrado en lenguas de fuego, como el Espíritu Santo el día de
El Hijo no vive sino por su Padre y para su Padre y para el Espíritu Santo» 6. Pentecostés; ha permanecido hasta el día de hoy en su misterioso retrai-
miento, nos espera allí, hasta manifestarse en la eternidad tal como es: el
2) PRIMER P R I N C I P I O , p o r q u e respecto a las otras personas el Sol de la divinidad y de toda la creación. ¿Quién es este Uno misterioso,
P a d r e es c o m o la raíz, la base de todo el misterio trinitario. el Dios-Padre?
Santo T o m á s advierte q u e el Padre h a d e designarse c o n el
n o m b r e d e Principio y n o d e Causa, p o r q u e el concepto d e causa 2) L A GRANDEZA DEL PADRE. El es el «principio». ¿Qué significa esto?
Coge una sonda y échala al mar: quizá necesite mucho tiempo para llegar
indica dependencia del efecto con respecto a la causa, y e n la T r i - al fondo, pero por fin lo logras. Pero prueba de sondar este primer «princi-
5
No obstante, dice Santo Tomás que engendra porque es Padre, y no al revés: no es 7
I 33.1 ad 1.
Padre porque engendra, porque en tal casó no sé constituiría su persona sino porque.en- * I 33,4 ad 1.
gendra,
9
y entonces no sena en é! la persona el principio de engendrar (cf, I 40,4). * I 33,4 ad 2.
SAUVÍ, La intimidad de Dios (Barcelona 1016) p.io. 10
Cf. KOCH-SANCHO, Docete (Barcelona 1952) t.i p.17.
304 P.U. DIOS TRINO
S.2 C.4. LAS PERSONAS DIVINAS EN PARTICULAR 306
pió sin principio»: nunca tocas al fondo. La sonda se inmerge cada vez más
profundamente, mas no llega al fondo...; el mar de la vida en este seno c) En los Proverbios (c.8 y 9), en el Eclesiástico (c.24) y,
primitivo de la divinidad no tiene fondo. Y de esta fuente insondable de la sobre todo, en el libro de la Sabiduría (7,21-11,3) se desarrolla en
divinidad procede el Hijo desde la eternidad, irrumpe desde la eternidad forma sublime y poética el tema de la Sabiduría en su doble aspec-
el vehemente soplo del Espíritu Santo, sin agotar jamás este mar. El Padre to de la Sabiduría en Dios y su misión entre el pueblo escogido.
es fuente primera de la vida, fundamento del ser, luz primera de la divini- En el libro de su nombre, se nos muestra la Sabiduría como una
dad, prototipo de toda paternidad en el cielo y en la tierra (Eph 3,15). persona distinta de Dios y sujeto de acciones conscientes.
¡Respeto, adoración, entrega amorosa a este ser de todos los seres, al Padre Esta Sabiduría fue engendrada por Yavé desde toda la eternidad,
eterno! ¡Con qué respeto pensaba Jesús en su Padre y con qué respeto ha- al comienzo de sus empresas, antes de sus obras más antiguas
blaba de El! Conocía como nadie la grandeza de este Uno, que habita allá
en una luz inaccesible; y veía como ninguno de qué manera todos los ríos (Prov 8,22-29; Eccli 24,8), y existe eternamente (Eccli 24,9). Ha
de luz y amor salen de este único Sol primitivo: Dios Padre. salido de la boca del Altísimo (Eccli 24,3), es el soplo del poder
de Dios, una emanación de la gloria del Omnipotente, el resplandor
3) L A BONDAD DEL PADRE. Es la fuente primera, no solamente de la de la luz eterna, el espejo sin mancha de la actividad de Dios y la
divinidad eterna, sino de toda vida y de todo amor en el cielo y en la tierra; imagen de su bondad (Sap 7,25-26). Convive con Dios (Sap 8,3),
la fuente primera de toda existencia y de toda hermosura, de todos los se- se solaza ante la majestad de Dios (Prov 8,30; Eccli 24,2) y, siendo
res de todos los mundos. Por El fueron creadas todas las cosas, que son una
gotita del océano inmenso de su fuerza y bondad paternales. Todo tiende más hermosa que el sol y las estrellas (Sap 7,29), el Señor de todas
a volver a El (1 Cor 15,24), a volver al mar de su amor. Y lo que los otros las cosas la ama (Sap 8,3). Artífice de todas las cosas (Sap 7,22),
seres, inferiores al hombre, sólo logran de una manera imperfecta, lo que está con Yavé como arquitecto (Prov 8,30). Todo lo sabe, todo lo
siempre anhelan sin alcanzarlo nunca..., el hombre, el hijo de Dios, creado penetra, todo lo puede, todo lo renueva (Sap 7,21-24 y 27) y dis-
según la imagen del Hijo eterno, lo logrará un día: penetrar en el oculto pone de todo con suavidad (Sap 8,1). Se recrea en el orbe de la
reino de luz de este Padre, avanzar hasta el Sol primero, en torno del cual tierra (Prov 8,31), recorre el cielo, la tierra y el mar (Eccli 24,5-6),
gira todo». y tiene todas las cosas sometidas a su mando (Eccli 24,6).
San Pablo citará más tarde muchos de estos pasajes viéndolos
ARTÍCULO 2 cumplidos en la persona de Cristo.
LA PERSONA DEL HIJO b) Nuevo Testamento
Al igual que hicimos en el artículo anterior con la persona del En el prólogo del evangelio de San Juan aparece el Verbo de
Padre, haremos en éste con la del Hijo, examinando lo que de El Dios subsistiendo eternamente en el seno del Padre, en todo igual
nos dice la divina revelación y lo que nos enseña la teología cató- a El, Dios como El, por quien fueron hechas todas las cosas, vida
lica. Dada la índole y extensión de nuestra obra es forzoso que y luz de los hombres, luz verdadera que ilumina a todo hombre
nos limitemos a someras indicaciones, suficientes, sin embargo, que viene a este mundo; el Verbo se hizo carne y habitó entre
para darle al lector una idea lo más exacta posible de lo que ambas nosotros; es el Unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad, de
fuentes de información—Biblia y teología—nos dicen acerca de la cuya plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia (lo 1,1-18).
persona del Verbo. En el Apocalipsis aparece de nuevo Cristo como «Verbo de Dios»
empapado en sangre (Apoc 19,13).
A. El Verbo de Dios en la Sagrada Escritura
San Pablo desarrolla una verdadera teología trinitaria tomando
289. Vamos a recoger los datos de la Sagrada Escritura refe- como base el tema de la Sabiduría. Ensalza la persona de Cristo
rentes al Verbo en el Antiguo y Nuevo Testamento. con términos tomados de los libros sapienciales (Col 1,15-17;
Hebr 1,2-3) y canta apasionadamente la Sabiduría de Dios, con-
a) Antiguo Testamento tenida y manifestada en el misterio de Cristo (1 Cor 2,6-8; Eph 3,8-
Ya en el Antiguo Testamento aparece de algún modo la persona 11; Col 2,3; Rom 11,33; 1 Cor 1,24).
del Verbo, aunque no con la claridad y distinción con que nos la
presenta el Nuevo. He aquí los principales textos 1; B. Teología del Verbo de Dios
a) En el libro de Job aparece una Sabiduría que preexiste a 290. En otro lugar de nuestra obra hemos expuesto breve-
la creación (Iob 15,7-8; 28,12-28). mente el modo con que la teología católica explica la generación
b) El profeta Baruc se hace eco de J o b y presenta a la Sabi-
eterna del Verbo en el seno del Padre (cf. n.262). Sin duda, la
duría como algo divino, impalpable, pero q u e desciende hasta los
augusta realidad es infinitamente superior a nuestras pobres con-
h o m b r e s y conversa con ellos (Bar 3,9ss).
cepciones, pero acá en la tierra no acertamos a dar una explicación
Cf. Iniciación teológica (Barcelona 1957) t.i P.417SS. superior a la que nos legaron San Agustín y Santo Tomás. He
306 P.Il. DIOS TRINO S.2 C.4. LAS PERSONAS DIVINAS EN PARTICULAR 307
aquí u n a sencilla exposición p o p u l a r al alcance d e todas las for- 2) V E R B O , p o r q u e procede d e l P a d r e a m a n e r a d e Idea o
tunas: V e r b o m e n t a l . Este n o m b r e , según Santo T o m á s , designa a la
«Si uno se mira en un espejo, produce una imagen semejante a sí mismo, s e g u n d a persona d e m a n e r a m á s perfecta todavía q u e el d e Hijo,
pues se le asemeja no sólo en la figura, sino que imita también sus movi- p o r q u e significa la persona divina q u e procede según la acción
mientos; y si el hombre se mueve, se mueve también su imagen, y esta de entender, lo q u e n o manifiesta d i r e c t a m e n t e el n o m b r e d e
imagen tan semejante viene a ser producida en un instante, sin trabajo, Hijos.
sin instrumentos y con sólo mirar el espejo. De este modo podemos figu- C o n la palabra Verbo se significa n o sólo la relación al P a d r e ,
rarnos que Dios Padre, contemplándose a sí mismo en el espejo de su sino t a m b i é n a t o d o lo q u e fue h e c h o p o r el Verbo c o n su p o d e r
divinidad, con los ojos de su entendimiento, y conociéndose perfectamente,
operativo, o sea la creación universal entera. E l V e r b o expresa
engendra o produce una imagen absolutamente igual a sí mismo. Ahora
bien: esta imagen es la figura substancial del Padre, su perfecto resplandor..., n o solamente al Padre, sino t a m b i é n a todas las criaturas 6.
expresión total de la inteligencia del Padre, palabra subsistente y única 3) IMAGEN, p o r q u e , e n fuerza d e la m i s m a generación, es per-
comprensiva, término adecuado de la contemplación de la soberana esencia, fectamente semejante al Padre, es imagen esplendorosa y substancial
esplendor de su gloria e imagen de su substancia» 2 . Es, sencillamente, su
del P a d r e 7 .
Hijo, su Verbo, su Palabra eterna, la segunda persona de la Santísima
Trinidad. H a y q u e leer e n Santo T o m á s la profunda explicación d e estos
dos n o m b r e s , Verbo e Imagen, q u e , bien entendidos, d a n la clave
Esta generación es t a n perfecta, q u e agota e n absoluto la in- para refutar todas las herejías en t o r n o a la s e g u n d a persona divina.
finita fecundidad d e l Padre: b) N o m b r e s apropiados al Hijo
«Dios—dice Bossuet—no tendrá jamás otro Hijo que éste, porque es 292. 1) SABIDURÍA, e n c u a n t o q u e la s a b i d u r í a — c o m ú n a las
infinitamente perfecto y no puede haber dos como él. Una sola y única
tres divinas personas—pertenece a la parte intelectiva, y el Hijo
generación de esta naturaleza perfecta agota toda su fecundidad y atrae
todo su amor. He aquí por qué el Hijo de Dios se llama a sí mismo el único: p r o c e d e del P a d r e como Verbo mental, o sea como idea expresa
Unigenitus, con lo cual muestra al mismo tiempo que es Hijo no por gracia del e n t e n d i m i e n t o divino. P o r eso se apropian al Hijo las e x p r e -
o adopción, sino por naturaleza. Y el Padre, confirmando desde lo alto esta siones bíblicas e n t o r n o a la Sabiduría eterna, como h e m o s visto
palabra del Hijo, hace bajar del cielo esta voz: Este es mi Hijo muy amado, más arriba.
en quien tengo mis complacencias. Este es mi Hijo, no tengo sino a él, y
desde toda la eternidad le he dado y le doy sin cesar todo mi amor» 3 . 2) D i o s DE D i o s . E l p r i m e r concilio d e Nicea llamó al Ver-
«La Teología católica—añade Mons. Gay—enseña que Dios se enuncia b o Deum de Deo ( D 54), y así lo decimos todavía e n el Símbolo
a sí mismo eternamente en una palabra única, que es la imagen misma de d e la fe contenido e n el misal. Q u i e r e decir q u e toda la divinidad
su ser, el carácter de su substancia, la medida de su inmensidad, el rostro del P a d r e se le comunica al Hijo p o r la divina generación y es t a n
de su belleza, el esplendor de su gloria. La vida de Dios es infinita: millo- Dios como el Padre: «Dios verdadero d e Dios verdadero», a ñ a d e
nes de palabras pronunciadas por millones de criaturas que disertaran acer- el m i s m o Símbolo.
ca de él sabiamente durante millones de siglos no serían bastantes para
contarla. Mas esta Palabra única lo dice todo absolutamente. El que oyera 3) L u z DE LUZ. E s otra expresión misteriosa del Símbolo d e
perfectamente este Verbo, haría más que comprender todas las cosas; pues Nicea: Lumen de lumine. T o d a la divinidad es u n foco infinito d e
comprendería al Autor de las cosas y no quedarían para él secretos en la na- luz: «Dios es luz—dice el evangelista San J u a n (1 l o 1,5)—y e n
turaleza divina. Pero sólo Dios oye enteramente la Palabra que él pronun- El n o h a y tiniebla alguna». Y e n este foco d e luz—dice San A t a n a -
cia. Dios la dice; ella dice a Dios; ella es Dios» 4 . sio 8 — , el P a d r e es la l u m b r e r a o fuente d e la luz; el Verbo, el
Veamos ahora, para conocer u n poco mejor la naturaleza ínti- resplandor, y el Espíritu Santo, la iluminación. El Verbo es, p u e s ,
la p r i m e r a efusión d e la L u z infinita, es el Hijo eterno d e la luz,
m a d e la persona d e l Verbo, cuáles s o n los n o m b r e s q u e le corres-
es la L u z e n g e n d r a d a 9 .
p o n d e n propiamente y cuáles los q u e se le adjudican por apropia-
ción. 4) VERDAD ETERNA. La verdad—dice Santo Tomás—es la
adecuación e n t r e el juicio d e la m e n t e y su objeto. A h o r a bien:
a) N o m b r e s propios de la segunda persona divina
e n t r e el V e r b o y su P a d r e , j u n t o c o n la m á s real distinción d e
291. 1) H I J O . E S el n o m b r e propio d e la s e g u n d a persona personas, h a y u n a adecuación completa y perfecta: es el V e r b o
divina, p o r q u e procede del P a d r e p o r verdadera generación i n t e - el P e n s a m i e n t o h a b l a d o q u e lo expresa e n t e r a m e n t e ; es la I m a g e n
lectual, como h e m o s dicho antes. 5
Cf. 134.3-
2
MIRALLES SBERT, citado por Docete t.i p.21 y 27.
3 BOSSUET, Elevaciones sobre los misterios semana 2. a elev.l.* '-'I- l 35.z-
4 8
MONS. GAY, Elevaciones 1,6. I Ad Serap. 19,21; MG 26,573.
9
Cf. SAN BASILIO, Adversus Eunomium 1.2: MG 29,637,
308 P.H. DIOS TRINO

Í viva y substancial que reproduce todas sus perfecciones; es la Pa- S.2 C.4. LAS PERSONAS DIVINAS EN PARTICULAR 309
labra que, con infinita exactitud, expresa todo lo que El es y todo 6. El V<?rbo de .Dios asumió un cuerpo humano con todos sus
,1o que son las criaturas. El Verbo es la primera y eterna Verdad, sentidos y un alma humana con todas sus facultades (5,1-4).
ría Verdad absoluta y total, de la cual todas las demás verdades 7- El Hijo de Dios se incorporó simultáneamente todos los
no son sino débiles ecos y lejanas resonancias. elementos integrantes de la naturaleza humana, pero con cierto
5) BELLEZA, ESPLENDOR, HERMOSURA INFINITA. La Sagrada orden; porque tomó el cuerpo mediante el alma, y el alma y sus
Escritura y la tradición cristiana designan al Verbo con estos nom- potencias mediante el espíritu 12, y el cuerpo, alma y espíritu
bres. Es porque la belleza es el resplandor de la verdad, de la mediante la naturaleza humana por ellos formada (6,1-5).
bondad, del orden; y el Verbo es el resplandor infinito de la ver- 8. Cristo poseyó en la esencia del alma la plenitud de la gra-
dad, bondad y vida del Padre. Es la armonía viviente y substancial cia habitual o santificante, y en sus potencias todas las virtudes
J e todas sus perfecciones. infusas (excepto la fe y la esperanza, incompatibles con la visión
• Todos estos nombres, tanto propios como apropiados, con que y posesión de la divina esencia) y los dones del Espíritu Santo
la Sagrada Escritura y la tradición cristiana designan al Verbo con sus gracias carismáticas. La gracia habitual de Cristo es in-
de Dios tal como está «en el seno del Padre», deben excitar en finita, de suerte que no pudo aumentar, y se relaciona con la gra-
rnuestras almas los sentimientos más ardientes de devoción y de cia de unión como efecto suyo proporcional a ella (7,1-13).
amor a la segunda persona de la Santísima Trinidad, que «por 9. La gracia habitual que santifica el alma de Cristo y la gracia
nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió de los capital como Cabeza de la Iglesia son esencialmente la misma
cielos y se encarnó en las entrañas purísimas de la Virgen María gracia, pero recibe nombres distintos por la doble función que
desempeña: en cuanto perfecciona la naturaleza humana del Hijo
por obra y gracia del Espíritu Santo».
de Dios, se llama habitual o personal, y en cuanto se comunica
C. El Verbo encarnado a los que de El dependen, recibe el nombre de gracia capital.
10. Por su gracia capital, Jesucristo es Cabeza de todos los
293. En esta misma colección de la BAC hemos consagrado hombres; principalísimamente de los que están en gracia, pero
una obra entera a estudiar la teología del Verbo encarnado 10 . también de los mismos pecadores, herejes y paganos; pues mien-
He aquí, en brevísimo resumen, algunas de las cuestiones funda- tras vivan en este mundo tienen capacidad para ser miembros
mentales de la teología del Verbo encarnado que estudiamos allí suyos por el bautismo y la caridad. Esta capitalidad se extiende
por extenso, siguiendo paso a paso a Santo Tomás de Aquino en a las almas del purgatorio, a los bienaventurados del cielo y a los
la tercera parte de su maravillosa Suma Teológica n . mismos ángeles. Cristo es Cabeza de la Iglesia por su alma y por
1. Fue convenientísima la encarnación del Verbo; y en el su cuerpo, ya que el alma y cuerpo de Cristo son instrumentos de
supuesto de que Dios exigiera una reparación condigna a la hu- la divinidad para distribuir los bienes sobrenaturales no sólo a las
manidad pecadora, era absolutamente necesario que un Dios- almas, sino incluso a los cuerpos; aquí en la tierra, para que el
Hombre tomase a su cargo la colosal empresa (1,1-2). cuerpo auxilie al alma en la práctica de la virtud, y en el cielo,
: para recibir la parte de gloria e inmortalidad que le correspon-
2. El motivo de la encarnación fue la redención del hom-
bre (1,3-4). de (8,1-6). /
-"' 3- La encarnación consiste esencialmente en la unión substan- 11. En la inteligencia de Cristo había cuatro clases de ciencia:
cial e rídisoluble de las naturalezas divina y humana en una sola la natural o adquirida (como la nuestra), la infusa (como la angélica
persona divina, la segunda de la Santísima Trinidad, conservando o de los dones del Espíritu Santo), la beatífica (como la de los bien-
cada naturaleza todis sus prooiedades (2,1-6). aventurados) y la divina, como Verbo de Dios (9,1-4).
-': 4,- Aunque hubiera podido encarnarse cualquiera dé las tres 12. El alma humana de Cristo no era omnipotente por sí mis-
personas divinas, o dos de ellas, o las tres, fue conveniente que se ma, ya que ninguna criatura puede serlo; pero, como instrumento
encarnara únicamente. la persona del Hijo con preferencia a la del Verbo, tenía a su disposición el poder mismo de Dios para pro-
del Padre o del.Espíritu Santo. (3 ^ 5.-8), . . . . . ducir efectos sobrenaturales y obrar toda clase de milagros (13,1-4).
,;-, S¡ La expresión «el Verbo se hizo, carne» significa que asumió 13. El Verbo de Dios asumió voluntariamente; al encarnarse,
y. se apropió nuestra naturaleza humana, concreta, individual,, tal los defectos inherentes a la naturaleza humana caída (debilidad,
como se. encuentra en los descendientes del. primerhombre, des.- dolor, hambre,, sed, .muerte,, etc.), a excepción del' pecado y de
pués del pecado, para incorporarla a la persona divina (4,1-6). todo: cuanto dice relación a él (v.gr,, la inclinación al mal, la ig-
10
norancia, etc.) (14 y 15). • - - . - : • " . -..
11
Cf. Jesucristo y la vida cristiana (Madrid 1061).
Para no multiplicar las citas, indicaremos entre paréntesis la cuestión, y el artículo
correspondientes a esa tercera parte de la Suma, sin hacer referencia a-esta última, qwe se '2 Santo Tomás.entiende aquí por espíritu la parte superior del alma, ; o sea el enten-
supone en todas ellas. . . - . ...;.--;. dimiento; Ny por alma, las potencias inferiores, como aparece claro en él cuerpo del artícu-
lo-* y en.la respuesta'a" la tercera dificultad, v ....... . o \ .:...._ -:. .:. • -.:<v.:..":^
S.2 <¿A. LAS PERSONAS DIVINAS EN PARTICULAR 311
310 P.1I. DIOS TRINO
Lo cual no es obstáculo para que Cristo se asocie otros mediadores
14. En Cristo, Verbo encarnado, se da la.llamada comunicación secundarios (María, los santos, los sacerdotes...) (26,1 ad 1).
de idiomas, en virtud de la cual lo que se dice personalmente de
Cristo puede decirse indistintamente de cualquiera de sus dos
naturalezas, ya que las dos están unidas en la persona única del ARTÍCULO 3
Verbo (v.gr., puede decirse: «en Cristo, Dios es Hombre, y el
Hombre es Dios»). En cambio, no podemos atribuir a la divinidad LA PERSONA DEL ESPÍRITU SANTO
(en abstracto) los predicados de la humanidad, ni a ésta los de aqué-
La tercera persona de la Santísima Trinidad recibe en la Sa-
lla, porque en la persona del Hijo de Dios encarnado permanecen grada Escritura y en la tradición cristiana el nombre misterioso de
inconfusas las dos naturalezas, conservando cada una sus propie- Espíritu Santo. Es el lazo de unión entre el Padre y el Hijo, el
dades; y así, v.gr., sería falso decir que «la humanidad de Cristo Amor subsistente que les abraza y consuma en la unidad.
es eterna» o que «su divinidad nació en Belén» (16,1-12). Vamos a seguir el mismo plan de los dos artículos anteriores.
15. Cristo es un solo ser, una sola persona; pero en él hay dos En primer lugar recogeremos los rasgos de la persona del Espíritu
voluntades, divina y humana, en perfecta subordinación de ésta a Santo contenidos en la Sagrada Escritura, y a continuación ex-
aquélla. Y gozó del más perfecto albedrío, aunque en íntima iden- pondremos brevemente las enseñanzas de la teología católica en
tificación con la voluntad de su Padre celestial (17 y 18). torno a la tercera persona divina.
16. Las operaciones de Cristo son teándricas, o sea propias
de un Dios-Hombre; por eso son infinitamente meritorias. Una A. El Espíritu Santo en la Sagrada Escritura
palabra, una simple sonrisa de Cristo, tenían un valor infinito y
eran suficientes para redimir millones de mundos (19,1-4). 294. Vamos a verlo, por separado, en el Antiguo y Nuevo
17. El Verbo encarnado estuvo en cuanto hombre sujeto al Testamento:
Padre con la más filial obediencia. Oró al Padre por sí mismo y a) Antiguo Testamento
por nosotros y fue escuchado siempre que pidió alguna cosa con
voluntad deliberada y firme (20 y 21). En el Antiguo Testamento no aparece con claridad y distinción
18. Jesucristo fue sacerdote y víctima a la vez. Como sacer- la persona divina del Espíritu Santo, como tampoco las del Padre
dote, continúa en el cielo intercediendo por nosotros y distribu- y del Hijo, como vimos en su lugar. Sin embargo, hay multitud de
yendo a los hombres los dones celestiales. Su sacerdocio es eterno, indicios y vestigios que, a la luz del Nuevo Testamento, aparecen
y eternamente durará su efecto, que es la gloria consumada de los como claras alusiones al Espíritu de Amor 1.
santos purificados en virtud de su sacrificio (22,1-6). La expresión hebrea ruah Yave (= espíritu de Dios) aparece
19. Cristo, en cuanto hombre, fue predestinado para ser Hijo en la Antigua Ley en diversos sentidos. Son cuatro los grupos
de Dios; y su predestinación es modelo y causa de la nuestra, ya principales que pueden establecerse:
que nuestra predestinación consiste en que seamos por gracia y a) En primer lugar significa el viento, por el que Dios da a
adopción lo que Cristo es por naturaleza, y que Cristo sea el autor conocer su presencia (Gen 3,8), su fuerza o su ira (Ex 10,13 y 19;
de nuestra glorificación, pues por sus merecimientos hemos de al- 14,21; Ps 18,16). Así aparecerá incluso en el Cenáculo el día de
canzar la vida eterna (24,1-4). Pentecostés (Act 2,2).
Es también, ya desde el principio, el soplo de vida que Dios
20. En virtud de la unión hipostática de las dos naturalezas inspira en el hombre y hasta en los animales (Gen 2,7; 7,15). Cuan-
en la persona del Verbo, Cristo es adorable con adoración de do Dios lo retira, sobreviene la muerte (Iob 12,10; 34,14-15; Ps
latría, incluso a través de las imágenes que lo representan y de la 104,29-30), y, si se lo da a los muertos, resucitan (Ez 37,1-14;
santa cruz. Por su especialísima afinidad con El, hemos de venerar 2 Mac 7,22-23).
a la Santísima Virgen con un culto especial, que recibe el nombre Finalmente, en un sentido más amplio, es el soplo creador, el
de hiperdulia; y a los santos, en cuanto miembros de Cristo, con viento de Dios que hace salir al mundo de la nada (Gen 1,2; Ps 33,6).
culto de dulía (25,1-6). b) A veces hay ciertos fenómenos de carácter específicamente
21. Cristo, en cuanto hombre, es el único perfecto mediador religioso que se presentan en dependencia muy íntima del ruah
entre Dios y los hombres; no sólo porque con su muerte reconcilió Yavé. Tales son, principalmente, el arte de los obreros del taber-
con Dios a todo el género humano, sino porque su humanidad náculo (Ex 31,3), el poder de gobernar al pueblo recibido por
santísima ocupa un lugar intermedio entre Dios y los hombres Moisés y transmitido por él a los ancianos y a Josué (Num 11,16-17;
y le corresponde, por consiguiente, unir a los hombres con Dios, 27,15-23), la fuerza guerrera y el valor de los libertadores de Is-
comunicándoles sus mandatos y sus dones, e interceder por los 1
Cf. Iniciación teológica (Barcelona 1957) t.i P.421SS.
hombres ante Dios, rogando y satisfaciendo por ellos (26,1-2).
312 P.II. DIOS TRINO
S.2 C.4. LAS PERSONAS DIVINAS EN PARTICULAR 313
rael (Iud 3,9-10; 6,34; 11,29, etc.) y, sobre todo, la inspiración fético (Act 2,4-11 y 17-18; 10,44.46), el que ha hablado por los
profética. Esta es recibida individual o colectivamente (Num 11,25; profetas (Act 1,16; 7,51); es también un Espíritu de fe (Act 6,5;
1 Sam 10,5-11; 19,20-24), de un modo transitorio (Num 24,2) o 11,24) Y de sabiduría (Act 6,3) o de dinamismo (Act 1,8; 4,31),
también permanente (Gen 41,38; 2 Reg 2,15), con o sin fenómenos como el de Cristo (Act 10,38). Hace hablar en todas las lenguas
exteriores (1 Sam 19,24; Ez 1,28; 2,8; 3,22-27), por los jefes del (Act 2,4) y da la facultad de perdonar los pecados (lo 20,21-23).
pueblo y por los ancianos (Num 11,25; I Sam 10,5-13; 2 Sam 23,1-2) Desciende de un modo permanente sobre todos los discípulos de
o por individuos que no pertenecen a la jerarquía (Num 11,26-29), Jesús (Act 2,4; 6,3-5; n.24) como sobre Jesús mismo (Act 10,38);
y se transmite por contagio (1 Sam 10,5.11; 19,20-24), o se traspasa dirige constantemente a los apóstoles y a sus colaboradores (Act 1,2;
(Num 11,25; 2 R e S 2,9-10). 8,29; 10,19) como Maestro (Act 10,38), pero también se le puede
c) En un tercer grupo de textos, el ruah Yavé se nos muestra resistir (Act 5,3-9; 7,51).
como un soplo de santidad. En el Miserere de David aparece por
En su maravilloso sermón de la Cena, Jesús les dice a sus após-
primera vez la expresión «Espíritu Santo». Sus efectos son firmeza,
toles que el Espíritu Santo les enseñará todas las cosas y les traerá
buena voluntad, contrición y humildad (Ps 51,12-14 y 18-19;
a la memoria todo lo que El les ha dicho (lo 14,26), les guiará
Is S?»1^)» sumisión a la voluntad de Dios y enderezamiento de nues-
hacia la verdad completa y les comunicará las cosas venideras (lo
tro caminar (Ps 143,4.7 y 10), rectitud, justicia y paz (Is 32,15-17),
16,13); glorificará a Cristo porque tomará de lo de El y lo dará
conocimiento de la voluntad divina y don de sabiduría (Sap 9,17).
a conocer a los apóstoles (lo 16,14).
Los rebeldes, en cambio, los que forjan proyectos o establecen
pactos sin ese Espíritu, acumulan pecados sobre pecados (Is 30,1) San Pablo precisa maravillosamente la teología del Espíritu
y contristan al Espíritu Santo de Dios (Is 63,10). Santo. Es el Espíritu de Dios y de Cristo (Rom 8,9-14; 1 Cor 2,10-
14; 2 Cor 3,17), su operación es la misma que la del Padre y del
d) Finalmente, el ruah Yavé se nos presenta como un fenóme- Hijo (1 Cor 12,3-13; 6,11; Tit 3,4-7) y hace a los justos templos
no esencialmente mesiánico, primero porque el Mesías será po- de Dios y del propio Espíritu Santo (1 Cor 6,19; 3,16). Para los
seído sin límites por el Espíritu de Dios (Is n . i s s ; 42,iss) y, ade- fieles es el principio de la vida en Cristo (Rom 1,4; 8,1-16.22-27;
más, porque en la época del Mesías se producirá una intensa efu- Gal 4,6; 6,7-8; Eph 4,1-6), si bien es cierto que vivir en Cristo
sión del Espíritu de Yavé (Is 32,iss; 44,2-3; Ez n , i 4 s s ; 36,26-27; y en el Espíritu son una misma cosa. Es el distribuidor de todo
Zach 12,10; Ioel 3,1-5). don (1 Cor 12,3-13); escudriña los secretos de Dios (1 Cor 2,10);
b) Nuevo Testamento es el don por excelencia (Rom 5,5); nos mueve de forma que agra-
demos a Dios (Rom 8,9) y no debemos contristarle jamás (Eph 4,30).
Aquí es donde aparece la plena revelación del Espíritu Santo Finalmente, la fórmula del bautismo, dictada por el mismo
como tercera persona de la Santísima Trinidad. El Espíritu de Dios Cristo, coloca al Espíritu Santo en un plano de igualdad con el
llena al Bautista antes de nacer (Le 1,15-17), lleva a María el dina- Padre y el Hijo (Mt 28,19), y en las epístolas de San Pablo apare-
mismo del Altísimo (Le 1,35; Mt 1,18-20), se transmite a Isabel cen sin cesar asociadas las tres personas divinas (Gal 4,6; Rom 8,
por contagio (Le 1,41-45) y a Zacarías (Le 1,67); descansa sobre 14-17; 15,15-16; 1 Cor 12,4-6; 2 Cor 1,21-22; 13,13; Tit 3,4-6;
Simeón (Le 2,25-27). Jesús tiene sobre sí el Espíritu de Dios (Mt 3, Hebr 9,14). De este modo, el Espíritu de Dios, que se cernía sobre
16; lo 1,32-33), es «movido» por El (Le 4,1; 10,21), arrastrado por el caos primitivo en la aurora de la creación, aparece después como
su dinamismo (Le 4,14) con la plenitud que le confiere su doble un ser personal que se manifiesta en la promoción de las almas
cualidad de Mesías (Le 4,16-21) y de Hijo. Comienza su minis- fieles y de la sociedad cristiana, y que nos hace invocar con gemidos
terio «lleno del Espíritu Santo» (Le 4,1), que posee como Hijo inenarrables la revelación de los hijos de Dios y la redención de
(Me 3,11). Se lo enviará a sus apóstoles después de su ascensión nuestros cuerpos (Rom 8,26). El será quien realice la venida defini-
(lo 16,7) y les comunicará el dinamismo y ardor necesarios para tiva de Cristo (Apoc 22,17).
llevar su testimonio hasta los confines de la tierra (Act 1,4-8). Se
realizó el día de Pentecostés con viento y fuego (Act 2,1-4), según Estos son los datos fundamentales que nos proporciona la Sa-
la profecía de Joel (Act 2,17-18); el anuncio del Bautista y la pro- grada Escritura acerca de la persona del Espíritu Santo. Veamos
mesa de Jesús (Act 11,16); efusión primera (Act 2,33; 11,15-16), ahora la síntesis doctrinal elaborada por la teología católica.
renovada luego colectivamente en ocasiones diversas (Act 4,31;
8,14-19), bien por pura iniciativa divina (Act 10,44-45; n.iSJ B. Teología del Espíritu Santo
15,8), bien a petición de los apóstoles (Act 4,31; 8,14-19), como
donación directa de Dios (Act 4,31; 10,44-45), y más precisamente Como ya hemos visto al hablar del Padre y del Hijo, las pro-
de Jesús (Act 2,23) o mediante el rito de imposición de las manos piedades de las personas divinas las conocemos a través de los
(Act 8,14-19; 19,2-6). El Espíritu así recibido es un Espíritu pro- nombres con que las designamos. Algunos de esos nombres per-
tenecen a las personas de una manera propia y perfecta; otros,
S.2 C.4. LAS PERSONAS DIVINAS EN PARTICULAR 315
314 P.II. DIOS TRINO
s e n t i d o amar n o e s otra cosa q u e espirar el amor, como decir es
sólo p o r u n a m u y razonable apropiación. Veamos los q u e corres- p r o d u c i r el verbo, y florecer es p r o d u c i r flores 8 .
p o n d e n e n ambos sentidos al Espíritu Santo.
3) D O N . L O S Santos Padres y la liturgia d e la Iglesia (Veni
a) N o m b r e s propios d e la tercera persona divina Creator) e m p l e a n c o n frecuencia la p a l a b r a Don para designar al
Espíritu Santo, lo cual tiene su f u n d a m e n t o e n la Sagrada Escri-
295. Santo T o m á s estudia los 1res n o m b r e s m á s propios y t u r a ( l o 4,10; 7,39; A c t 2,38; 8,20).
representativos d e la tercera persona divina, a saber: Espíritu H a y q u e hacer aquí la m i s m a distinción q u e e n el n o m b r e
Santo, A m o r y D o n 2 . anterior. Y así:
1) ESPÍRITU SANTO. Si se c o n s i d e r a n por separado las dos
i.° E N SENTIDO ESENCIAL significa todo lo que graciosamente puede
palabras q u e c o m p o n e n este n o m b r e , convienen p o r igual a las
ser dado por Dios a las criaturas racionales, ya sea de orden natural o so-
tres divinas personas; las tres son Espíritu y las tres son Santas. brenatural. En este sentido conviene por igual a las tres divinas personas y
Pero, si se la t o m a como u n solo n o m b r e o denominación, con- a la misma esencia divina, en cuanto que por la gracia puede la criatura
viene exclusivamente a la tercera persona divina, ya q u e sólo ella racional gozar y disfrutar de Dios (cf. I 43,2 y 3).
p r o c e d e d e las otras d o s p o r u n a c o m ú n espiración de amor infinita-
2. 0 E N SENTIDO NOCIONAL U ORIGINANTE significa la persona divina
m e n t e santa 3 .
que, teniendo su origen en otra, es donada o puede ser donada por ella a la
E n t o r n o a este n o m b r e santísimo, la doctrina católica nos criatura racional. En este sentido, el nombre Don solamente puede conve-
enseña: nir al Hijo y al Espíritu Santo, no al Padre, que no puede ser donado por
i.° Que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo: «qui ex Patre nadie, pues no procede de nadie.
Filioque procedit». Está expresamente definido por la Iglesia (D 69 r) con- 3. 0 E N SENTIDO PERSONAL es la misma persona divina a la cual con-
tra los cismáticos griegos, que rechazan el Filioque y afirman que el Espí- viene, en virtud de su propio origen, ser razón próxima de toda donación
ritu Santo procede únicamente del Padre. divina y de que ella misma sea donada de una manera completamente gratuita
2. 0 Si, por un imposible, el Espíritu Santo no procediera del Hijo, de a la criatura racional. Y en este sentido personal, el nombre Don correspon-
ninguna manera se distinguiría de El. Porque las divinas personas no pue- de exclusivamente al Espíritu Santo, el cual, por lo mismo que procede por
den distinguirse por algo absoluto—ya que entonces la esencia divina no vía de amor, tiene razón de primer don, porque el amor es lo primero que
sería una misma en todas ellas—, sino por algo relativo y opuesto entre sí, damos a una persona siempre que le concedemos alguna gracia 9 .
o sea por una relación de origen, que es, cabalmente, lo que constituye
las personas divinas como distintas entre s í 4 .
3. 0 El Espíritu Santo no procede del Padre por el Hijo en el sentido b) N o m b r e s apropiados al Espíritu Santo
de que el Hijo sea causa final, formal, motiva o instrumental de la espira-
ción del Espíritu Santo en el Padre, sino en cuanto significa que la virtud 296. Son m u c h o s los n o m b r e s q u e la tradición, la liturgia d e
espirativa del Hijo le es comunicada por el Padre 5 . la Iglesia e incluso la misma Sagrada Escritura apropia al Espíritu
4. 0 El Padre y el Hijo constituyen un solo principio del Espíritu Santo Santo. Se le llama Espíritu Paráclito, Espíritu Creador, Espíritu
con una espiración única y común a los dos 6. Consolador, Espíritu d e Verdad, V i r t u d del Altísimo, A b o g a d o ,
S° El Espíritu Santo no es hecho, ni creado, ni engendrado, sino que D e d o d e Dios, H u é s p e d del alma, Sello, U n i ó n , N e x o , Vínculo,
procede del Padre y del Hijo (D 39).
Beso, F u e n t e viva, Fuego, U n c i ó n espiritual, L u z beatísima, P a -
2. A M O R . L a palabra Amor referida a Dios p u e d e t o m a r s e d r e d e los pobres, D a d o r d e dones, L u z d e los corazones, etc., etc.
en tres sentidos: Vamos a examinar brevemente los f u n d a m e n t o s d e esos n o m -
bres.
i.° ESENCIALMENTE, y en este sentido es común a las tres divinas per-
sonas. 1) E S P Í R I T U PARÁCLITO. E l m i s m o Jesucristo emplea esta
2. 0 NOCIONALMENTE, y así conviene únicamente al Padre y al Hijo: es expresión aludiendo al Espíritu Santo ( l o 14,16 y 26; 15,26; 16,7).
su amor activo, que da origen al Espíritu Santo. A l g u n o s la t r a d u c e n p o r la palabra Maestro, p o r q u e dice Cristo
poco después q u e «os enseñará toda verdad» ( l o 14,26). O t r o s t r a -
3. 0 PERSONALMENTE, y de esta forma conviene exclusivamente al Es-
píritu Santo como término pasivo del amor del Padre y del Hijo 7 . d u c e n p o r Consolador, p o r q u e impedirá q u e los apóstoles se sien-
t a n huérfanos c o n la suavidad d e su consolación ( l o 4,18). O t r o s
El Padre y el Hijo se aman en el Espíritu Santo, e n t e n d i e n d o t r a d u c e n la palabra Paráclito p o r Abogado, q u e pedirá p o r nosotros,
esta fórmula d e su amor nocional u originante; p o r q u e e n este en frase d e San Pablo, «con gemidos inenarrables» ( R o m 8,26).

J3 Cf. I 36-38. ¡ Cf. I 36,3. » Cf. 1 37.2.


Cf. I 36,1c y ad 1. « Cf. I 36,4.
4
Cf. I 36,2; Depotentta 10,5 ad 4; Contra Gem. IV 24. ' Cf. I 37,1. » Cf. I 38,1-2-
Sié P.ll. MOS TRINO
S.2 C.5. LAS PERSONAS DIVINAS RELATIVAMENTE 317
2) ESPÍRITU CREADOR. «El Espíritu Santo—dice Santo To-
más—es el principio de la Creación» 10 . La razón es porque Dios animae. La inhabitación de Dios en el alma del justo corresponde
crea las cosas por amor, y el amor en Dios es el Espíritu Santo. por igual a las tres divinas personas de la Santísima Trinidad
Por eso dice el salmo: «Envía tu Espíritu y serán creadas» (Ps 103,30). (cf. lo 14,23; 1 Cor 3,16-17); pero como se trata de una obra de
amor, y éstas se atribuyen de un modo especial al Espíritu Santo,
3) ESPÍRITU DE CRISTO. El Espíritu Santo llenaba por com- de ahí que se le considere a El de manera especialísima como
pleto el alma santísima de Cristo (Le 4,1). En la sinagoga de Na- Huésped dulcísimo de nuestras almas (cf. 1 Cor 6,19).
zaret. Cristo se aplicó a sí mismo el siguiente texto de Isaías: «El
Espíritu Santo está sobre mí» (Is 61,1; cf. Le 4,18). Y San Pablo 8) SELLO. San Pablo dice que hemos sido «sellados con el
dice que «si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, ése no es de sello del Espíritu Santo prometido» (Eph 1,13), y también que «es
Cristo» (Rom 8,9); pero «si el Espíritu de aquel que resucitó a Dios quien nos confirma en Cristo, nos ha ungido, nos ha sellado
Jesús habita en vosotros..., dará también vida a vuestros cuerpos y ha depositado las arras del Espíritu en nuestros corazones» (2 Cor
mortales por virtud de su Espíritu, que habita en vosotros» (Rom 1,21-22).
8,II). 9) UNIÓN, N E X O , VÍNCULO, BESO... Son nombres con los
4) ESPÍRITU DE VERDAD. ES expresión del mismo Cristo apli- que se expresa la unión inseparable y estrechísima entre el Padre
cada por El al Espíritu Santo: «El Espíritu de Verdad, que el mundo y el Hijo en virtud del Espíritu Santo, que procede de los dos por
no puede recibir, porque no le ve ni le conoce» (lo 14,17). Significa, una común espiración.
según San Cirilo y San Agustín, el verdadero Espíritu de Dios 10) FUENTE VIVA, FUEGO, CARIDAD, UNCIÓN ESPIRITUAL...
y se opone al espíritu del mundo, a la sabiduría embustera y falaz. Son expresiones del himno Veni Creator, que encajan muy bien
Por eso añade el Salvador: «que el mundo no puede recibir», porque con el carácter y personalidad del Espíritu Santo.
«el hombre animal no percibe las cosas del Espíritu de Dios. Son
11) L U Z BEATÍSIMA, PADRE DE LOS POBRES, DADOR DE DONES,
para él necedad y no puede entenderlas, porque hay que juzgarlas
Luz DE LOS CORAZONES... Todas estas expresiones las aplica la
espiritualmente» (1 Cor 2,14).
santa Iglesia al Espíritu Santo en ¡a magnífica secuencia de Pente-
5) VIRTUD DEL ALTÍSIMO. E S la expresión que emplea el costés, Veni Sánete Spiritus.
ángel de la Anunciación cuando explica a María de qué manera
se verificará el misterio de la encarnación: «El Espíritu Santo ven- Y aquí termina el estudio de cada una de las tres divinas per-
drá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Le sonas en particular. Vamos a considerarlas ahora desde diversos
1,35). En otros pasajes evangélicos se alude también a la «virtud puntos de vista relativos.
de lo alto» (cf. Le 24,49).
6) DEDO DE DIOS. En el himno Verá Creator Spiritus, la CAPÍTULO 5
Iglesia designa al Espíritu Santo con esta misteriosa expresión:
«Dedo de la diestra del Padre»: Digitus Paternae dexterae. Es una CONSIDERACIÓN RELATIVA DE LAS
metáfora muy rica de contenido y muy fecunda en aplicaciones. DIVINAS PERSONAS
Porque en los dedos de la mano, principalmente de la derecha,
está toda nuestra potencia constructiva y creadora. Por eso la Es- De acuerdo con el esquema general del tratado de Dios trino
critura pone la potencia de Dios en sus manos: las tablas de la que hemos ofrecido más arriba (cf. n.257), después de lo que he-:
ley fueron escritas por el «dedo de Dios» (Deut 9,10); los cielos mos dicho de las personas divinas consideradas absolutamente—en,
son «obra de los dedos de Dios» (Ps 8,4); los magos de Faraón general y en particular—, hemos de tratar ahora de las mismas
hubieron de reconocer que en los prodigios de Moisés estaba «el personas relativamente, o sea, comparándolas con la esencia divina,
dedo de Dios» (Ex 8,15; Vulg. 19), y Cristo echaba los demonios con las propiedades y actos nocionales y con ellas mismas entre si,
«con el dedo de Dios» (Le 11,20). Es, pues, muy propia esta expre- en cuanto a su igualdad o semejanza. Por su importancia extraor-
sión, aplicada al Espíritu Santo, para significar que por El se veri- dinaria con relación a nosotros estudiaremos en capítulo aparte la
fican todas las maravillas de Dios, principalmente en el orden de cuestión relativa a las misiones divinas, o sea, a la inhabitación de
la gracia y de la santificación. la Santísima Trinidad en el alma de los justos.
7) HUÉSPED DEL ALMA. En la secuencia de Pentecostés se
llama al Espíritu Santo «dulce huésped del alma»: dulcís hospes
>° Contra Cent. IV 20. Es admirable el comentario de Santo Tomás en este y en los
dos capítulos siguientes.

.:í.e*
318 P.II. DIOS TRINO
S.2 C.5. LAS PERSONAS DIVINAS RELATIVAMENTE 319

ARTÍCULO I CONCILIO DE FLORENCIA. «La sacrosanta Iglesia Romana, fundada por


la palabra del Señor y Salvador nuestro, firmemente cree, profesa y predica
LAS PERSONAS Y LA ESENCIA DIVINA a un solo verdadero Dios omnipotente, inmutable y eterno, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, uno en esencia y trino en personas» (D 703).
T r e s s o n los p u n t o s fundamentales q u e h e m o s d e examinar c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c u c h e m o s a S a n t o T o m á s i;
acerca d e esta cuestión:
«Ya hemos visto que así como las relaciones en las criaturas son realida-
i.° Identidad de las tres personas divinas con la esencia única divina. des accidentales inherentes al sujeto, en Dios son la misma esencia divina.
2.° Modo de atribuir los nombres esenciales a las personas y viceversa. De lo cual se sigue que en Dios la esencia no es una cosa distinta de la per-
3. 0 Apropiación de los nombres esenciales a las personas. sona, y, esto no obstante, las personas se distinguen realmente entre sí. En
efecto, la persona, según hemos dicho, significa la relación en cuanto sub-
Procederemos p o r conclusiones breves y sencillas. siste en la naturaleza divina (cf. n.278). Pero la relación, comparada con la
esencia, no se distingue de ella realmente, sino sólo con distinción de razón;
Conclusión x.a L a s tres divinas personas se identifican e n u n a sola y, en cambio, comparada con la relación opuesta, se distingue realmente
y m i s m a esencia divina. (De fe.) de ella en virtud de la oposición. Y así tenemos una sola esencia y tres per-
sonas distintas».
297. E s el d o g m a fundamental del misterio trinitario: tres
personas distintas y u n solo Dios ( = u n a sola esencia) verdadero. Conclusión 2. a P a r a hablar con exactitud y precisión acerca d e la
H e aquí las p r u e b a s : Trinidad, se h a d e atender n o sólo a la cosa significada, sino t a m -
bién al m o d o d e significar d e las palabras. (Doctrina cierta y común.)
a) L A SAGRADA ESCRITURA. E l m i s m o Cristo dice expresa-
m e n t e e n el Evangelio d e San J u a n : 298. H e aquí las principales n o r m a s 2 :
a
«Yo y el Padre somos una sola cosa» (lo 10,30). 1. Hay que evitar aquellas expresiones que puedan ofender la
unidad de naturaleza o la Trinidad de personas en Dios. Y así,
El sentido d e este texto es claro: se refiere a la u n i d a d d e esen- p o r ejemplo, es falsa la siguiente proposición del sínodo d e P i s -
cia ( = u n a sola cosa), n o a la unidad d e personas, puesto q u e las toya: «Dios es distinto e n tres personas». L a expresión correcta es
distingue perfectamente ( = y o y el Padre). ésta: «Un solo Dios e n tres personas distintas».
M á s expresivo todavía-—puesto q u e recoge a las tres p e r s o n a s — 2. a Hay que abstenerse de aquellas expresiones que comprometan
es el famoso coma joanneo, tal como se lee e n la Biblia Vulgata: la real distinción entre las personas o la identidad de esencia o unidad
«Tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Es- de naturaleza. Y así es falsa esta proposición: «El P a d r e es el
píritu Santo; y estos tres son una sola cosa» (1 lo 5,7). Hijo»; a u n q u e es m u y verdadero lo q u e dijo Cristo: «Yo y el P a d r e
somos u n a sola cosa» ( = u n a sola esencia o naturaleza).
Pero ya dijimos (cf. n.255) q u e n o se p u e d e hacer hincapié 3. a Los nombres sustantivos absolutos que significan la esencia de
en este texto, q u e falta e n la mayor p a r t e d e los códices antiguos, Dios o los atributos absolutos, o las acciones «ad extra», no pueden
tanto griegos como latinos, y es desconocido d e los Padres. Parece predicarse en plural de Dios o de las divinas personas. Y así, v.gr., son
tener origen español y haber i d o poco a poco saliendo p o r vía d e falsas las siguientes expresiones: «El Padre, el Hijo y el Espíritu
exégesis del versículo precedente. Sólo e n el siglo x m adquirió Santo s o n tres Señores o tres inmensos», sino «un solo Señor y u n
la forma q u e hoy tiene e n la Vulgata. Claro q u e p u e d e ser invocado solo inmenso» ( D 39). T a m p o c o p u e d e decirse q u e sean «tres
ese versículo c o m o testigo d e la tradición d e la Iglesia (cf. D 2198). creadores o tres providentes», sino «un solo C r e a d o r y u n solo
b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. L O h a e n s e ñ a d o y defini- Providente».
d o repetidas veces. H e aquí algunos lugares: 4. a Los nombres relativos que denotan pluralidad pueden em-
plearse rectamente en plural. Y así p u e d e y d e b e decirse q u e e n
SÍMBOLO «QUICUMQUE». «La fe católica es que veneremos a un solo Dios
Dios h a y d o s procesiones, tres personas, tres hipóstasis, tres s u b -
en la Trinidad y a la Trinidad en la unidad, sin confundir las personas ni
separar la substancia. Porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo sistencias relativas, cuatro relaciones, cinco nociones, etc.
y otra la del Espíritu Santo; pero el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo tie- 5 . a Los nombres sustantivos absolutos que se enuncian en con-
nen una sola divinidad, gloria igual y coeterna majestad» (D 39). creto, a veces significan la esencia, y a veces la persona o una propiedad
CONCILIO XI DE TOLEDO. «Confesamos y creemos que la santa e ine- personal (hay q u e atender al contexto o al sentido q u e se le quiere
fable Trinidad, el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, es naturalmente un dar). P o r ejemplo, las expresiones «Dios crea, Dios engendra, Dios
solo Dios, de una sola substancia, de una naturaleza y de una sola majes-
tad y virtud» (D 275). 1 I 39.1.
' Cf. 1 39,3-6; ZUBIZARRETA, Theologia dogmatico-scholastica vol.j n.636.
320 P.II. DIOS TRINO S.2 C.5. LAS PERSONAS DIVINAS RELATIVAMENTE 321

espira el Amor» son verdaderas aplicando la primera a la esencia divina, tales como la encarnación del Verbo, la justificación y
divina (o sea, a Dios uno), la segunda al Padre y la tercera al Padre santificación de las almas, la inhabitación en las almas justas, etc.
y al Hijo. Por vía de oposición y de contraste, algunos teólogos aplican
6. a Los nombres absolutos abstractos siempre significan la esencia, la ley de apropiación a los pecados que cometen los hombres. Y
nunca la persona o personas. Y así es falsa esta proposición: «La así los pecados cometidos por fragilidad les califican de pecados
deidad engendra», y correcta esta otra: «El Padre engendra». contra el Padre (porque a El se le apropia la fortaleza o poder);
7. a Los nombres adjetivos, si se refieren a las personas, pueden los cometidos por ignorancia, contra el Hijo (que es la sabiduría
enunciarse en plural; pero no si se refieren a la esencia. Y así—aun- suprema), y los cometidos por malicia, contra el Espíritu Santo
que no deban decirse, para evitar el equívoco—serían correctas (que es la bondad infinita). Naturalmente, estos últimos son los
las expresiones «tres omnipotentes, tres inmensos, tres eternos», más graves de todos.
si esas palabras se aplican adjetivamente a las personas; pero de
ninguna manera si se aplican sustantivamente a la esencia 3 , porque ARTÍCULO 2
entonces hay que decir: «un solo omnipotente, un solo inmenso, un LAS PERSONAS Y LAS RELACIONES DIVINAS
solo eterno», como enseña el Símbolo Quicumque (D 39).
300. Desde el punto de vista especulativo, ésta es una de las
Conclusión 3. a Ciertos atributos esenciales de Dios, comunes a las
tres personas divinas, se aplican a alguna persona en particular cuestiones más importantes del tratado de la Trinidad. Es tam-
por una muy conveniente apropiación. bién una de las más sutiles y difíciles. Dada la índole de nuestra
obra—dirigida principalmente al gran público seglar—nos limitare-
299. Los atributos esenciales (v.gr., eternidad, omnipotencia, mos a unas someras indicaciones, breves y sencillas.
inmensidad, sabiduría, amor, etc.) corresponden, como es obvio, 1.a En Dios, las relaciones o propiedades personales (paterni-
a Dios en cuanto uno, porque la esencia divina es única para las dad-filiación-procesión) son realmente las mismas personas divinas
tres divinas personas. Sin embargo, se aplican a veces a alguna (se identifican realmente con ellas y están en ellas).
de las tres divinas personas en particular por una muy conveniente
apropiación, que tiene por objeto darnos a conocer mejor lo que es La razón es porque, en virtud de la infinita simplicidad de Dios, en El
lo abstracto coincide en absoluto con lo concreto. Y así, v.gr., la paternidad
propio y peculiar de esa persona divina en el seno de la Trinidad de Dios coincide con la persona del Padre y está en El; la filiación coincide
beatísima. Y así, por ejemplo, aunque se trata de atributos esen- con la persona del Hijo y está en El; y la procesión (o espiración pasiva) coin-
ciales comunes a las tres, se atribuye de modo especial la omni- cide con la persona del Espíritu Santo y está en El *.
potencia al Padre, la sabiduría al Hijo y el amor al Espíritu Santo;
porque, en el seno de la Trinidad beatísima, al Padre le corres- 2. a Las personas divinas se distinguen entre sí primariamente
ponde la razón de primer Principio (con el que encaja admirable- por las relaciones o propiedades personales, y secundariamente, por
mente el atributo de la omnipotencia), al Hijo la de Verbo o Idea los orígenes o procesiones.
(muy afín a la sabiduría) y al Espíritu Santo la procesión por vía Escuchemos a Santo Tomás 2 :
de Amor (luego debe atribuírsele el amor en forma especialísima). «Es mejor decir que las personas o hipóstasis se distinguen por las rela-
ciones (paternidad-filiación-procesión), que no por los orígenes (engendra-
«De dos maneras—advierte Santo Tomás 4—se pueden manifestar las dor-engendrado-procedente). Pues, si bien se distinguen de ambas maneras,
personas divinas por los atributos esenciales. O bien por vía de semejanza, sin embargo, conforme a nuestro modo de entender, se distinguen prima-
y así lo que pertenece al entendimiento se apropia al Hijo, que procede por ria y principalmente por las relaciones. Por tanto, el nombre de Padre no
el entendimiento como Verbo; o por vía de desemejanza, y así la potencia sólo significa la propiedad, sino también la persona o hipóstasis; mientras
se apropia al Padre, porque, como dice San Agustín, entre nosotros los pa- que el término Engendrador o Generante significa solamente la propiedad.
dres, debido a la edad, suelen estar débiles, y es preciso evitar que se sos- Porque Padre significa la relación, que es distintiva y constitutiva de la per-
peche de Dios algo parecido». sona o hipóstasis; mientras que el que engendra o el que es engendrado signi-
fica el origen, que no constituye ni distingue la persona o hipóstasis».
En virtud de esta ley de la apropiación se atribuyen:
3. a Si, en virtud de una abstracción total, prescindimos en Dios
a) A L PADRE, la eternidad, la omnipotencia, la unidad, etc. de las propiedades personales (paternidad-filiación-procesión), que-
b) A L HIJO, la sabiduría, la hermosura, el libro de la vida, da sólo el concepto de la esencia común, mas no el de las personas,
etcétera. que son con relación a la esencia como lo particular a lo universal
o común 3 .
c) A L ESPÍRITU SANTO, el amor, la bondad, el gozo fruiti-
1
vo, etc., y las obras en que más se manifiesta el amor y la bondad 2
Cf. I 40,1c et ad r.
5 4
I 40.2. Los paréntesis explicativos son nuestros.
Cf. 139,3 I 39,7. » Cf. I 40.3-
Dios y su obra U
322 P.II. DIOS TRINO S.2 C.5. LAS PERSONAS DIVINAS RELATIVAMENTE 323

La razón, sencillísima, es porque esas propiedades personales constitu- es un solo Dios, porque es una esencia subsistente, y varias personas por la
yen y distinguen las personas, como hemos dicho; luego, abstraídas aqué- distinción de las relaciones subsistentes» 6.
llas por el entendimiento, queda sólo el concepto común de esencia divina.
Como si en el concepto de hombre (animal racional) prescindimos de la A la dificultad d e q u e es esencial a toda subsistencia el ser
diferencia de racional, desaparece también el de hombre, quedándonos sólo incomunicable y la esencia divina se comunica a las tres divinas
el concepto genérico de animal, que es como lo universal respecto del hombre. personas, se r e s p o n d e q u e es d e la esencia de t o d a subsistencia
4 . a Si, en v i r t u d de u n a abstracción formal, prescindimos en el ser incomunicable a otro supuesto o persona ajena, pero n o a los
las personas d e las propiedades no personales, todavía q u e d a el propios supuestos o personas si tales personas se e n c u e n t r a n en la
concepto propio de las personas 4 . propia esencia o naturaleza, como ocurre precisamente en Dios.
L a esencia o naturaleza divina, subsistiendo con u n a subsistencia
La razón, evidente, es porque las propiedades no personales no consti- absoluta, se comunica a las propias personas divinas, n o a n i n g u n a
tuyen ni distinguen a las divinas personas. Y así, si abstraemos en el Padre otra extradivina 7 .
la propiedad de ingénito (que no es personal o constitutiva de su persona), Sin e m b a r g o , n o vayamos a pensar q u e la subsistencia absoluta
permanece íntegro el concepto de Padre; y si abstraemos en el Padre y el
de la esencia divina es u n a cuarta realidad en Dios, distinta y se-
Hijo la propiedad de común espiración (que no es personal o constitutiva de
persona) permanecen íntegros los conceptos de Padre y de Hijo. p a r a d a de las personas divinas. D e n i n g u n a manera. N o hay e n t r e
esa subsistencia absoluta y las tres relativas u n a distinción real
5 . a Pero si, en virtud de la m i s m a abstracción formal, prescin- (como la hay e n t r e las tres relativas e n t r e sí), sino ú n i c a m e n t e
dimos de las propiedades personales, desaparece t a m b i é n el concepto virtual, o sea, en cuanto q u e expresan la m i s m a cosa, p e r o bajo
de las personas 5 . distinta formalidad. Escuchemos a u n teólogo c o n t e m p o r á n e o in-
sistiendo en estas mismas ideas 8 :
Por la misma razón, ya antes apuntada, de que las relaciones y propie-
dades personales constituyen y distinguen a las divinas personas. «La subsistencia absoluta se distingue de las relativas sólo virtualmente,
a c sea, en cuanto expresa realmente la misma subsistencia bajo distinta for-
6. E n D i o s hay tres subsistencias relativas (correspondientes
malidad. Y por eso la subsistencia absoluta es comunicable en Dios a las
a las tres divinas personas) y una subsistencia absoluta (correspon- divinas personas, de la misma manera que la esencia, y totalmente incomu-
diente a la esencia divina, c o m ú n a las tres personas). nicable a las criaturas. Y las subsistencias relativas son absolutamente in-
Q u e en Dios hay tres subsistencias relativas es cosa clara, puesto comunicables, tanto ad extra como dentro del mismo Dios. Es la misma
q u e en El hay tres personas distintas, y la subsistencia es, precisa- distinción que existe entre la esencia y las personas.
mente, el acto por el cual la persona se constituye y distingue de De donde se sigue que, si prescindimos de las relaciones personales en
las demás, haciéndose incomunicable y principio de operaciones Dios, nos queda el concepto de la naturaleza divina como subsistente, y,
propias. L o declaró expresamente el concilio de L e t r á n (año 649) por tanto, como persona, no en sentido teológico, sino tan sólo en sentido filo-
en el siguiente canon: sófico por orden a las criaturas 9. Y así hablamos en filosofía de un Dios
personal.
«Si alguno no confiesa, de acuerdo con los Santos Padres, propia y ver- Esta distinción entre el concepto teológico y filosófico de persona en
daderamente al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, la Trinidad en la unidad Dios, está basada en la misma distinción que existe entre la subsistencia
y la Unidad en la trinidad, esto es, a un solo Dios en tres subsistencias con- absoluta y las relativas, y es fundamento para la demostración de la exis-
substanciales y de igual gloria..., sea condenado» (D 254). tencia de un Dios personal, contra el panteísmo. De otra suerte nos sería
imposible la demostración de la personalidad divina por razón natural».
Q u e , además de estas tres subsistencias relativas, hay q u e p o -
ner en Dios u n a subsistencia absoluta correspondiente a la divina 7 . a E n la p r i m e r a persona de la Santísima T r i n i d a d , la rela-
esencia, c o m ú n a las tres personas, parece claro t a m b i é n , puesto ción de paternidad en su concepto formal y específico, c o n n o t a n d o
q u e Dios, en cuanto uno, es el m i s m o Ser Subsistente, y distinguién- el genérico de su existencia en la esencia divina, es anterior, según
dose las personas divinas realmente e n t r e sí y virtualmente de la n u e s t r o m o d o d e entender, al acto m i s m o de la generación activa
esencia divina, no se ve cómo p u e d a negarse la subsistencia abso- del Hijo i».
luta en Dios, t o d a vez q u e distinguimos las personas de la esencia
c o m ú n . D e s d e luego, ésta es la opinión d e Santo T o m á s : Quiere decir que, en Dios, el Padre engendra porque es Padre y no por-
que ha engendrado al Hijo. En las criaturas sucede lo contrario (son padres
«Hay en Dios varias cosas subsistentes si se consideran las relaciones y 6
una sola cosa subsistente si nos atenemos a la esencia. Por eso decimos que Contra geni. 4,14. Cf. De potentia 9,5 ad 1 3 ; III Sent. dist.6 q.2 a.i ad 2.
1 Cf. ZuBIZARRETA, O.C., voi.2 n.582.
« P. CUERVO, O . P., l . c , p.472-473-
4
Cf. I 40,3. » Cf. SANTO T O M Á S , III 3,3 ad 1.
s Cf. I 40,3. •o Cf. I 40,4c et ad 1.
324 P.Il. DIOS TRINO S.2 C.5. LAS PERSONAS DIVINAS RELATIVAMENTE 325

porque han engendrado, y únicamente después de haber engendrado al hijo), leza entera, permaneciendo la distinción entre ellos sólo por la relación de
porque en ellas la relación de paternidad es un accidente inherente al sujeto, origen, como ya hemos dicho más arriba 4.
que no constituye la persona, sino que la supone ya constituida. Pero en Dios
la relación de paternidad es subsistente y constitutiva de la persona del Padre 4. a En las divinas personas hay potencia para realizar los ac-
y, por consiguiente, anterior (según nuestra manera de concebir las cosas, tos nocionales (generación del Hijo y espiración del Espíritu Santo),
porque en Dios todo es simultáneo) al hecho mismo de engendrar al Hijo. como es cosa clara y evidente. Esta potencia significa directa y
principalmente la naturaleza divina connotando indirectamente la
ARTICULO 3 relación: ya sea la relación de paternidad, si se trata de la potencia
generativa, o ya la de espiración activa, si se trata de la procesión
LAS PERSONAS Y LOS ACTOS NOCIONALES del Espíritu Santo 5.
301. Se trata de otra cuestión altamente especulativa y de muy 5. a El Padre no puede engendrar más que a un solo Hijo, y
difícil comprensión para el público no acostumbrado a esta clase el Padre y el Hijo no pueden espirar más que un solo Espíritu
de elucubraciones. Únicamente para recoger en toda su integridad Santo. Entre otras razones, porque en el acto intelectual por el que
el esquema completo de la Suma Teológica tal como lo ofrecimos el Padre engendra a su Verbo agota la infinita capacidad de cono-
al lector al comienzo de este tratado (cf. n.257) nos limitamos a las cer que en El existe; y en el acto de espirar al Espíritu Santo agotan
siguientes breves indicaciones: el Padre y el Hijo toda su infinita capacidad de amar. El Padre se
i . a Es necesario atribuir distintamente a las personas divinas entiende a sí mismo y entiende todas las cosas en su Verbo; y el
los actos nocionales que designan sus orígenes o procesiones. Y así, Padre y el Hijo se aman a sí mismos y a todas las cosas en el Espí-
la generación, activamente, pertenece tan sólo al Padre, y pasiva- ritu Santo 6 .
mente al Hijo. La espiración activa, al Padre y al Hijo, y la espira-
ción pasiva, al Espíritu Santo. Lo enseña así, expresamente, el ARTÍCULO 4
concilio IV de Letrán (D 432).
La razón es porque la distinción de las personas se toma secundaria- LAS PERSONAS DIVINAS COMPARADAS ENTRE SI
mente de sus orígenes o procesiones—como vimos en el artículo anterior—,
y el origen no se puede designar convenientemente más que por ciertos ac- Después de haber comparado las personas divinas con la divina
tos. Por consiguiente, para designar el orden de origen entre las divinas esencia, con las relaciones y con los actos nocionales o de origen,
personas es preciso atribuirles actos nocionales 1. cabe únicamente la comparación de las personas entre sí dentro
del seno de la Trinidad beatísima. En el capítulo siguiente exami-
2. a El Padre engendra al Hijo con voluntad concomitante naremos la misión o envío de las personas divinas a las almas justas
(o sea, con suma complacencia); pero no con voluntad antecedente, (inhabitación de la Santísima Trinidad), con lo que daremos fin
de cualquier clase que sea (porque el principio de la generación al tratado dogmático de Dios trino.
del Verbo es el entendimiento divino y no la voluntad), ni tampoco
con voluntad libre, sino por naturaleza. Es de fe (D 276). La comparación de las tres divinas personas entre sí se hace
El Padre y el Hijo espiran al Espíritu Santo con voluntad ante- para establecer su absoluta igualdad y semejanza de naturaleza, de
cedente, como naturaleza, no como voluntad libre. La razón es eternidad, de orden, de plenitud, de mutua inhesión y de operacio-
porque el Espíritu Santo procede del amor mutuo entre el Padre nes ad extra. Es un examen exhaustivo, debido al genio ordenador
y el Hijo, el cual es natural y necesario, no libre 2 . de Santo Tomás '.
3. a Es de fe que el Hijo es engendrado de la misma sustancia Para mayor precisión y claridad expondremos la doctrina, como
del Padre (contra los arríanos), y el Espíritu Santo, de la del Padre siempre, en forma de conclusiones.
y del Hijo (contra macedonianos y socinianos), teniendo las tres
Conclusión 1.a Las tres divinas personas son entre sí absolutamente
personas divinas la misma sustancia o esencia numérica 3 . coiguales. (De fe.)
Santo Tomás advierte profundamente que el Hijo de Dios es engendra-
do de la substancia del Padre de manera distinta a como lo son los hijos de 302. Lo niegan todos aquellos herejes que no admiten la con-
los hombres. En éstos, una parte de la substancia del que engendra pasa substancialidad de las divinas personas, tales como los arríanos,
a ser substancia del engendrado; pero la naturaleza divina es indivisible, y semiarrianos, subordinacionistas, macedonianos, etc., pero la doc-
de aquí la necesidad de que el Padre, al engendrar al Hijo, no le haya trans- trina de la conclusión es un dogma de fe. He aquí las pruebas:
ferido una parte de su naturaleza, sino que le haya comunicado la natura-
4
Cf. I 41,3.
1 Cf. I 41,1. 5 Cf. I 41,4-5.
6
2 Cf. I 41,2c et ad 3. Cf. I 41,6.
3 D 56.69.74.86.276.428.691.703. Cf. I 41,3. 1
Cf. I 42,1-6.
326 P.ll. DIOS TRINO S.2 C.5. LAS PERSONAS DIVINAS RELATIVAMENTE 327

a) L A SAGRADA ESCRITURA. A u n q u e n o lo dice expresamente, «Ahora Tú, Padre, glorifícame cerca de ti mismo con la gloria que tu-
lo insinúa c o n suficiente claridad e n diferentes pasajes: ve cerca de ti antes que el mundo existiese» (lo 17,5).

«Yo y el Padre somos una misma cosa» (lo 10,30). b) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . L O ha enseñado siempre
«Todo cuanto tiene el Padre es mío» (lo 16,14). así y lo h a definido s o l e m n e m e n t e . H e m o s recogido algunos textos
«Todo lo mío es tuyo (del Padre), y lo tuyo mío» (lo 17,10). e n la conclusión anterior, a los q u e añadimos los siguientes:
E n cuanto a las palabras d e Cristo: «El P a d r e es mayor q u e yo» CONCILIO I DE NICEA. «Mas a los que afirman: Hubo un tiempo en
(lo 14,28), se refieren ú n i c a m e n t e a Cristo en cuanto hombre, n o e n que no fue y que antes de ser engendrado no fue... los anatematiza la Igle-
c u a n t o Dios, p u e s e n este último sentido E l y el P a d r e s o n una sia católica» (D 54).
misma cosa ( l o 10,30). CONCILIO ROMANO: «Si alguno no dijere que el Padre es siempre, que
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L a Iglesia lo h a e n s e ñ a d o el Hijo es siempre y que el Espíritu Santo es siempre, es hereje» (D 68).
s i e m p r e así y lo h a definido s o l e m n e m e n t e . Veamos algunos textos: CONCILIO IV DE LETRÁN: El Padre no viene de nadie, el Hijo del Padre
SÍMBOLO «QUICUMQUE»: «Y en esta Trinidad, nada es antes ni después, solo, y el Espíritu Santo a la vez de uno y de otro, sin comienzo, siempre y
nada mayor o menor, sino que las tres personas son entre sí coeternas y sin fin» (D 428).
coiguales» (D 39). c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. L a solución d e aquella dificultad,
CONCILIO ROMANO (año 382): «Si alguno no dijere ser tres personas ver- al parecer insuperable, q u e señalábamos al principio, es m u y sen-
daderas: la del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo, iguales... es he- cilla si t e n e m o s e n cuenta q u e las procesiones divinas q u e d a n
reje» (D 79). origen al Hijo y al Espíritu Santo n a d a tienen q u e ver con el antes
CONCILIO IV DE LETRÁN (año 1215): «Firmemente creemos y simpl.- y el después q u e afecta a las acciones d e las criaturas, q u e se realizan
mente confesamos que... el Padre que engendra, el Hijo que nace y el Es- en el t i e m p o y e n el espacio. C o m o y a vimos, el P a d r e n o e n g e n d r a
píritu Santo que procede son consubstanciales, coiguales, coomnipotentes al Hijo, ni d e a m b o s procede el Espíritu Santo p o r u n a acción acci-
y coeternos» (D 428). dental q u e venga a sobreañadirse a su esencia (como ocurre c o n las
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E l f u n d a m e n t o d e la igualdad abso- criaturas), sino d e u n m o d o natural, necesario y no libre. L a acción
luta d e las personas divinas se halla e n la unidad de la divina esencia, p o r medio d e la cual se verifican los orígenes i n m a n e n t e s divinos
absolutamente idéntica e n las tres personas. C o m o dice Santo T o - no es distinta de la misma naturaleza divina, ni sucesiva, sino idéntica
más: «Si hubiese alguna desigualdad e n t r e las divinas personas se con ella, y, p o r tanto, comunicativa d e la misma naturaleza numé-
seguiría q u e n o poseerían la m i s m a esencia y, p o r tanto, q u e n o rica a las personas q u e p r o c e d e n e n Dios. D e d o n d e se sigue q u e
serían u n solo Dios» 2 . el instante d e su origen es el mismo instante eterno de la naturaleza
divina, y, p o r tanto, q u e las tres personas divinas s o n iguales e n la
Conclusión 2. a L a s tres divinas personas son absolutamente coeter- duración o coeternas, d e la m i s m a m a n e r a q u e lo s o n e n la esencia
nas, sin q u e p u e d a establecerse entre ellas sucesión t e m p o r a l divina 3.
alguna. (De fe.)
Para ayudar un poco a la imaginación a percibir estas cosas, recuérdese
303. A p r i m e r a vista la coeternidad d e las tres divinas p e r s o - lo que ocurre con una llama encendida. En ella pueden distinguirse tres
nas parece imposible. P o r q u e si el P a d r e engendra al Hijo y el E s p í - formalidades perfectamente distintas: la llama, la luz y el calor. Y, sin em-
ritu Santo procede d e ambos, parece q u e el Hijo viene después del bargo, estas tres formalidades son de tal manera simultáneas que, o existen
P a d r e y el Espíritu Santo después d e l P a d r e y del Hijo. Y, sin e m - las tres a la vez, o no existe ninguna de las tres, sin que pueda decirse que
bargo, n o es así, sino q u e las tres divinas personas s o n absoluta- la luz venga después de la llama, o el calor después de la llama y la luz. Si en
m e n t e coeternas, sin q u e p u e d a establecerse entre ellas sucesión la llama vemos simbolizado al Padre, en la luz al Hijo y en el calor al Espí-
t e m p o r a l alguna. E s u n dogma d e fe, del q u e ofrecemos las p r u e b a s ritu Santo, tendremos una imagen muy imperfecta y remota, pero bastante
a continuación: expresiva, de lo que ocurre en el seno de Dios con relación a la coeternidad
de las tres divinas personas en una sola esencia divina, como nos enseña
a) L A SAGRADA ESCRITURA. L O insinúa el Evangelio con b a s - la fe.
tante claridad, a u n q u e sin afirmarlo expresamente:
Santo T o m á s advierte p r o f u n d a m e n t e q u e el o r d e n d e origen
«Al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios y el Verbo era e n t r e las personas divinas es sin prioridad n i posterioridad alguna,
Dios. El estaba al principio en Dios (lo 1,1-2). n o y a d e naturaleza, pero ni siquiera d e razón. E s u n p u r o o r d e n
«En verdad, en verdad os digo: antes que Abrahán naciese, era yo» d e origen: nada más. D e d o n d e se sigue q u e n i p o r p a r t e d e la n a -
(lo 8,58). turaleza n i p o r p a r t e d e la relación p u e d e u n a persona divina ser
2
I 42,1.
> Cf. I 42,3; P. CUERVO, l.c, p.548.
328 P.II. DIOS TRINO S.2 C.6. INHAB1TACIÓN DE LAS PERSONAS DIVINAS 329

anterior a otra, no sólo en el orden de la naturaleza, pero ni siquiera seúntes—como la creación de las criaturas—, sino inmanentes, lo que supo-
en el del conocimiento 4 . ne la mutua inhesión y permanencia de las tres divinas personas entre sí«.

Conclusión 3. a Las tres divinas personas son absolutamente iguales Conclusión 5.a Las tres divinas personas son absolutamente iguales
en toda clase de perfecciones. (De fe.) en el poder. (De fe.)

304. Esta conclusión se desprende con toda claridad y eviden- 306. Es doctrina de fe, recogida en multitud de símbolos y
cia del hecho de que las tres divinas personas poseen una misma declaraciones oficiales de la Iglesia. Véase, por ejemplo, lo que dice
e idéntica esencia o naturaleza divina, distinguiéndose únicamente el famoso símbolo Quicumque:
por sus relaciones opuestas que, en cuanto tales, no significan per- «Omnipotente el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente el Espíritu
fección ni imperfección, sino tan sólo oposición relativa y real dis- Santo; y, sin embargo, no son tres omnipotentes, sino un solo omnipoten-
tinción 5 . te» (D 39).
Conclusión 4.a Entre las divinas personas se da una perfecta circu- La razón, sencillísima, es porque la omnipotencia es uno de los
minsesión, en virtud de la cual cada una de las tres divinas personas atributos esenciales de Dios, y, como ya sabemos, la esencia divina
está en las otras dos y coexiste y se compenetra realmente con es numéricamente la misma en las tres divinas personas. Por eso
ellas. (De fe.) las tres poseen por igual la omnipotencia, eternidad, bondad,
305. En la teología trinitaria se entiende por circuminsesión la sabiduría, misericordia y todos los demás atributos esenciales7.
compenetración íntima y mutua existencia de las personas divinas
entre sí, sin separación ni confusión. En griego se denomina este CAPÍTULO 6
fenómeno con el nombre de perijoresis (ropixcüprio-is).
He aquí las pruebas de la divina circuminsesión:
LA INHABITACION DE LAS PERSONAS DIVINAS
EN LAS ALMAS JUSTAS
a) L A SAGRADA ESCRITURA. LO dice expresamente el mismo
Cristo: Después de haber estudiado a la luz de la teología católica los
datos que nos suministra la fe en torno al gran misterio trinitario
«El Padre está en mí y yo en el Padre» (lo 10,38). considerado en sí mismo de una manera general y con relación a
«¿No crees (Felipe) que yo estoy en el Padre y el Padre en mí?» (lo 14,10). cada una de las personas divinas en particular, queda todavía por
«Creedme, que yo estoy en el Padre y el Padre en mí» (lo 14,11).
examinar la cuestión de la presencia real de la Santísima Trinidad
Esta mutua inhesión entre el Padre y el Hijo hay que aplicarla en toda alma en gracia por la divina inhabitación. De la unidad
también, naturalmente, al Espíritu Santo, que procede de los dos. de la esencia divina pasábamos a la trinidad de personas, y de la
existencia de éstas en Dios vamos a pasar ahora a su existencia en
b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. La Iglesia proclamó esta toda alma en gracia. Con ello daremos fin a todo este tratado ma-
doctrina en el concilio Florentino, en su decreto para los jacobitas: ravilloso de Deo trino.
«Por razón de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el Es- Esta última cuestión recibe en teología el nombre técnico de
píritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el misión de las divinas personas, porque, efectivamente, las divinas
Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo. Ninguno precede a personas son enviadas (en latín, missae) de una manera especial a
otro en eternidad, o le excede en grandeza, o le sobrepuja en potestad» todas las almas justas.
(D 704)-
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Santo Tomás explica la circumin- A. Las misiones divinas
sesión de las divinas personas por tres razones distintas, a cuál 307. 1. Concepto de misión. La misión de una persona
más convincente: divina supone dos elementos esenciales: a) la relación del enviado
a) Por razón de la esencia divina, que es una mismísima para las tres a quien lo envía; y b) el término o lugar a donde le envía. Puede
divinas personas. definirse diciendo que es el origen del enviado respecto del mitente,
b) Por razón de las relaciones personales, que son correlativas y no pue- según un nuevo modo de existir en el término o lugar al que es enviado.
den concebirse las unas sin las otras. El Padre no puede concebirse sin el Ya se comprende que hay .que excluir de las misiones divinas
Hijo, que es su Verbo, y ambos sin el Espíritu Santo, que es su mutuo amor. todos aquellos elementos que suponen imperfección en las misio-
c) Por razón de los orígenes o procesiones divinas, que no son tran- nes humanas. Y así, por parte del que envía no hay imperio, ni
l * Cf. I 42,3c et ad 2. <> Cf. I 42,5; a . 4 a d 3 .
5 Cf. I 42.4. 1 Cf. I 42,6.
330 P.II. DIOS TRINO

S.2 C.6. INHABITACIÓN DE LAS PERSONAS DIVINAS 331


m a n d a t o , ni siquiera consejo (dada la igualdad absoluta de las per-
sonas divinas en dignidad y perfección), sino ú n i c a m e n t e origen o «¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está
procedencia, sin m á s . Y p o r p a r t e del lugar a q u e es enviado n o en vosotros y habéis recibido de Dios, y que, por tanto, no os pertenecéis?»
hay traslación local, p o r q u e ese movimiento n o cabe en Dios, q u e (i Cor 6,19).
está presente p o r esencia en todas partes i. «Pues vosotros sois templo de Dios vivo» (2 Cor 6,16).
T e n i e n d o en cuenta q u e la misión incluye en su concepto el «Guarda el buen depósito por la virtud del Espíritu Santo, que mora
en nosotros» (2 Tim 1,14).
origen o procesión de otro, se c o m p r e n d e m u y bien q u e n o corres-
p o n d a al P a d r e ser enviado (porque n o p r o c e d e de otro), sino sola- C o m o se ve, la Sagrada Escritura emplea diversas fórmulas p a r a
m e n t e al Hijo y al Espíritu Santo 2 . L o cual n o quiere decir q u e expresar la m i s m a verdad: Dios habita d e n t r o del alma en gracia.
d o n d e esté el Hijo o el Espíritu Santo n o esté t a m b i é n el Padre, ya C o n preferencia se atribuye esa inhabitación al Espíritu Santo, n o
q u e las tres divinas personas son a b s o l u t a m e n t e inseparables (por p o r q u e q u e p a u n a presencia especial del Espíritu Santo q u e no sea
la u n i d a d d e esencia y la circuminsesión) y, por lo mismo, d o n d e c o m ú n al P a d r e y al Hijo 5 , sino p o r u n a m u y conveniente apropia-
esté cualquiera de ellas están necesariamente las otras dos. ción, ya q u e es ésta la gran obra del a m o r d e Dios al h o m b r e y es el
Espíritu Santo el A m o r esencial en el seno d e la T r i n i d a d Santísima.
308. 2. Clases d e m i s i ó n . L a misión divina p u e d e ser
L o s Santos Padres, sobre t o d o San Agustín, tienen páginas b e -
visible e invisible. Es visible c u a n d o la persona divina aparece en
llísimas c o m e n t a n d o el hecho inefable de la divina inhabitación en
forma sensible en el lugar al q u e es enviada (como c u a n d o el Verbo
el alma del j u s t o .
apareció en carne h u m a n a en la persona de Cristo o el Espíritu
Santo en forma d e paloma o de lenguas d e fuego). Y es invisible 310. 2. N a t u r a l e z a . M u c h o h a n escrito y discutido los t e ó -
c u a n d o n o aparece señal alguna al exterior (como en la inhabitación logos acerca de la naturaleza de la inhabitación de las divinas per-
de las divinas personas en el alma justificada p o r la gracia). sonas en el alma del justo. Nosotros vamos a recoger aquí las p r i n -
Prescindiendo de las misiones visibles, cuyo estudio n o pertenece cipales opiniones sustentadas p o r los teólogos, sin p r e t e n d e r dirimir
p r o p i a m e n t e a este lugar, vamos a examinar ú n i c a m e n t e la misión u n a cuestión q u e sólo secundariamente afecta al objeto y finalidad
invisible de las divinas personas a t o d a alma en gracia, o sea, la de n u e s t r a obra. H e aquí esas opiniones:
inhabitación de la Santísima Trinidad en las almas justificadas.
1.* La inhabitación consiste formalmente en una unión física y amis-
B. L a i n h a b i t a c i ó n trinitaria e n el a l m a 3 ; tosa entre Dios y el hombre realizada por la gracia, en virtud de la cual
Dios, uno y trino, se da al alma y está personal y substancialmente presente
Vamos a examinar las tres cuestiones fundamentales: existencia, en ella, haciéndola participante de su vida divina.
naturaleza y finalidad de la inhabitación divina en nuestras almas. He aquí cómo explica esta doctrina el P. Galtier, que es uno de sus de-
votos partidarios. La gracia es como un sello en materia fluida, Y así como
309. 1. E x i s t e n c i a . L a inhabitación d e la Santísima T r i n i - es indispensable para la permanencia de la sigilación en la materia fluida
dad en el alma del j u s t o es una de las verdades más claramente la permanente aplicación del sello, ya que de lo contrario desaparecería la
manifestadas en el N u e v o T e s t a m e n t o 4 . C o n insistencia q u e m u e s - sigilación, de manera semejante para que permanezca la gracia en el alma
tra bien a las claras la importancia soberana de este misterio, vuelve •—que es como la sigilación asimilativa del alma a la divina naturaleza—es
u n a y otra vez el sagrado texto a inculcarnos esta s u b l i m e verdad. menester que permanezca siempre esta divina naturaleza físicamente pre-
sente 6.
R e c o r d e m o s algunos d e los testimonios m á s insignes:
Esta interpretación es rechazada por muchos teólogos por cuanto no les
«Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendre- parece trascender el modo común de existir que Dios tiene por esencia en
mos a él y en él haremos nuestra morada» (lo 14,23). todas las cosas creadas.
«Dios es caridad, y el que vive en caridad permanece en Dios y Dios en 2. a Otros teólogos, desde el siglo xiv en adelante, interpretaron el
él» (1 l o 4,16). pensamiento del Angélico Doctor como si hubiera puesto la causa formal
«¿No sabéis que sois templos de Dios y que el Espíritu de Dios habita de la inhabitación en el solo conocimiento y amor sobrenaturales, indepen-
en vosotros? Si alguno profana el templo de Dios, Dios le destruirá. Porque dientemente de la presencia de inmensidad, esto es, en la sola presencia
el templo de Dios es santo, y ese templo sois vosotros» (1 Cor 3,16-17). intencional. Suárez quiso completar esta doctrina con la de la amistad sobre-
natural, que establece la caridad entre Dios y el alma, y que reclama y exi-
1
ge, según él, la presencia real—no sólo intencional—de Dios en el alma;
Cf.143,1. de tal manera—dice—, que por la fuerza de esa amistad Dios vendría real-
2 Cf. I 43,4-5. , . , . : ,
3
Trasladamos aquí, con algunos retoques, lo q u e ya dijimos en nuestra Teología de
la perfección 4. a ed. (BAC, M a d r i d 1962) n.96-98. 5
Así lo pensaron algunos teólogos, como Lessio, Petau, Tomassino, Scheeben, etc.;
4
C o m o es sabido, aunque en el A n t i g u o Testamento hay algunos rastros y vestigios pero la inmensa mayoría afirman la doctrina contraria, q u e se deduce claramente d e los
del misterio trinitario—sobre todo en la doctrina del «Espíritu d e Dios» y d e la «Sabidu- datos de la fe y de la doctrina d e la Iglesia ( D 281-703). Cf. T E R R I E N , La gracia y la gloria
ría»—, sin embargo, la plena revelación del misterio de la vida íntima d e Dios estaba reser- 1.6 c.6 y a p é n d . 5 : F R O G E T , De l'habitation du Saint Ésprit dans les ames justes apénd. p,442s;
vada al Nuevo T e s t a m e n t o . GALTIER, L'habitation en nous des trois Personnes p . I . * e l (Roma 1950).
6
Cf. P . GALTIER, L'habitation en nous des trois Personnes (Roma 1950) p.217-240.
332 P.II. DIOS TRINO S.2 C.6. INHABITACIÓN DE LAS PERSONAS DIVINAS 333
mente al alma aunque no estuviera ya en ella por ningún otro título (verbi- rioso como se realiza la presencia real de las divinas personas en el
gracia, por la presencia de inmensidad) 7 .
alma del j u s t o . E n t o d o caso, más q u e el modo como se realiza,
Pero esta explicación suareciana no ha satisfecho a la mayor parte de ¡
los teólogos; porque la amistad, como quiera que pertenezca al orden afec- interesa el hecho de la inhabitación, en el cual están a b s o l u t a m e n t e
tivo, no se comprende cómo pueda hacer formalmente presentes a las per- de acuerdo todos los teólogos católicos.
sonas divinas. El amor en cuanto tal no puede hacer físicamente presente
al amado, ya que es de orden puramente intencional. 311. 3. F i n a l i d a d . A b o r d a m o s ahora u n a materia interesan-
a
tísima, de importancia extraordinaria en la práctica de la vida
3. Un sector de la escuela tomista, a partir de Juan de Santo Tomás 8, cristiana 1°.
interpreta al Angélico Doctor en el sentido de que, presupuesta ante todo la
presencia de inmensidad, la gracia santificante, por razón de las operaciones T r e s son las principales finalidades de la inhabitación d e la San-
de conocimiento y amor procedentes de la fe y la caridad, es la causa formal tísima T r i n i d a d en el alma justificada: i) hacernos participantes d e
de la inhabitación de las divinas personas en el alma del justo. Según esta su vida íntima divina; 2) constituirse en m o t o r y regla de nuestros
sentencia, el conocimiento y el amor no constituyen la presencia de Dios actos; y 3) constituirse en objeto fruitivo de una experiencia inefa-
en nosotros, sino que, presupuesta esta presencia por la general de inmen- ble. E x a m i n e m o s despacio todo esto.
sidad, la presencia especial de las Personas divinas consiste en su conocimien-
to y amor sobrenaturales, o sea en las operaciones provenientes de la gracia.
Esta teoría, mucho más aceptable que la anterior, parece tener en con- 1) L a Santísima T r i n i d a d , i n h a b i t a n d o e n nuestras a l m a s ,
tra, sin embargo, una dificultad insuperable. Si las operaciones de conoci- n o s h a c e participar d e s u v i d a í n t i m a divina.
miento y amor provenientes de la gracia santificante fueran la causa formal
de la inhabitación trinitaria, habría que negar el hecho de la inhabitación 312. A l decir q u e D i o s m o r a e n nuestras almas como en un tem-
en los niños bautizados antes del uso de la razón, en los justos dormidos o plo, expresamos u n a verdad q u e se apoya i n m e d i a t a m e n t e en dos
simplemente distraídos y en toda alma santa que dejara de pensar y de amar, famosos textos de San Pablo H; p e r o h e m o s d e guardarnos m u y b i e n
en un momento dado, en las divinas personas. A esta dificultad replican los
partidarios de esta teoría que aun en esos casos se daría cierta presencia d e imaginar q u e la presencia de Dios en nosotros es semejante a la d e
permanente de la Trinidad por la posesión de los hábitos sobrenaturales de Cristo sacramentado en el t e m p l o material o en su tabernáculo, esto
la fe y la caridad, capaces de producir esa presencia. Pero esta respuesta es, de u n a m a n e r a inerte, sin m á s q u e u n a relación p u r a m e n t e local
no satisface a muchos teólogos, por cuanto la posesión de esos hábitos sobre- con t o d o cuanto le rodea. N a d a de esto. L a presencia d e Dios en
naturales nos daría únicamente la facultad o poder de producir la inhabita- nuestras almas por la gracia es infinitamente superior a ésta. Somos
ción al reducirlos al acto, pero siempre sería verdad que mientras tanto no templos vivos de Dios y de u n a m a n e r a vital poseemos las personas
tendríamos inhabitación propiamente dicha. divinas.
4. a Otros teólogos 9 , finalmente, propugnan la unión de la primera y Para asomarnos u n poco a este misterio inefable es preciso r e -
tercera de estas teorías para explicar adecuadamente el hecho de la divina cordar q u e la gracia es como la «simiente de Dios» l 2 , q u e nos e n g e n -
inhabitación. Según ellos, las personas divinas se hacen presentes de algún
modo por la eficiencia y conservación de la gracia santificante, ya que esta d r a y hace nacer a u n a nueva vida; a la vida divina participada, con
gracia nos da verdaderamente una participación física y formal de la natu- la cual n o sólo nos llamamos hijos de D i o s , sino q u e lo somos en
raleza divina en cuanto tal—cosa que no ocurre en la eficiencia y conserva- realidad 1 3 . C o n s t a n t e m e n t e se nos inculca esta doctrina d e n u e s t r a
ción de las cosas puramente naturales—y, por lo mismo, nos da una parti- filiación divina e n las páginas inspiradas, n o m e n o s q u e la de la in-
cipación en el misterio de la vida intima de Dios, aun conservando intacto habitación, con la cual g u a r d a u n a relación m u y estrecha. P o r q u e
el principio teológico certísimo de que en las operaciones ad extra obra ¿qué hace D i o s — e n efecto—inhabitando en el alma? N o otra cosa
Dios como uno y no como trino. Presente ya de algún modo la Trinidad en q u e comunicarle su m i s m a vida divina, engendrarla hija suya, q u e
el alma por la gracia, el justo entra en contacto con ella por las operaciones
de conocimiento y amor que brotan de la misma gracia. Por la producción eso es darle u n a participación de su naturaleza y de su vida. Y esa
de la gracia, Dios se une al alma como principio; y por las operaciones de generación n o se verifica, como en las generaciones h u m a n a s , p o r
conocimiento y amor, el alma se une a las divinas personas como término u n acto t r a n s e ú n t e , en v i r t u d del cual el hijo comienza a ser y a vivir
de esas mismas operaciones. De donde la inhabitación trinitaria es un hecho i n d e p e n d i e n t e m e n t e del p a d r e a u n q u e de él t o m e su origen, sino q u e
ontológico y psicológico; en primer lugar ontológico (por la producción y con- s u p o n e u n acto d e D i o s c o n t i n u a d o e i n i n t e r r u m p i d o mientras el
servación de la gracia) y en segundo lugar psicológico (por el conocimiento alma se conserve en su amistad y gracia. P o r q u e así como, si el D i o s
y amor sobrenaturales). C r e a d o r retirara p o r u n m o m e n t o su acción conservadora d e los se-
res creados, todos ellos volverían ipso facto a la n a d a d e d o n d e los
C o m o se ve, las opiniones son m u c h a s , y acaso n i n g u n a de ellas
nos dé u n a explicación e n t e r a m e n t e satisfactoria del m o d o m i s t e - 10
Para redactar esta sección nos inspiramos principalmente en el Doctor Angélico y
7 en el magnifico estudio del P. MENÉNDEZ-REIGADA LOS dones del Espíritu Sanio y la perfección
Cf. SÜÁREZ, Dé Trinitate 12,5,13. cristiana c.i nota B, cuyas palabras trasladamos a veces textualmente.
8
Cf. IOANNES A S.THOMA, Cursus theologicus m I q.43 d.i7. n Cf. 1 Cor 3,16-17; y 6,19.
» Cf. S. GONZÁLEZ, Ve grafía n.212: «Sacrae Theologiae Sürnma» (vol.3 p.611 2,' ed. 12 Cf. 1 lo 3,9-
BAC, 1953). 13 Cf. 1 lo 3.1-
334 P.II. DIOS TRINO
S.2 C.Ó. INHABITACIÓN DE LAS PERSONAS DIVINAS 335
I4
sacó ; d e m a n e r a semejante, si Dios retirara u n m o m e n t o su acción
la naturaleza de la m i s m a p o r la actividad q u e desarrolla. Siendo,
conservadora de la gracia en el alma del justo, la gracia se extingui-
pues, la gracia u n a forma divina, t a m b i é n ha de ser divina su ac-
ría y el alma dejaría d e ser hija de Dios. El alma está p o r la gracia
tuación; es u n a exigencia intrínseca de la misma gracia en c u a n t o
recibiendo c o n t i n u a m e n t e de Dios su vida sobrenatural, de manera
participación formal de la naturaleza m i s m a de Dios. Vivir en acto
semejante a como el e m b r i ó n en el seno m a t e r n o recibe en cada ins-
la vida divina es obrar de u n m o d o divino.
t a n t e la vida d e la m a d r e y de ella vive. Para eso ha venido Cristo al
m u n d o , «para q u e vivamos p o r El», como dice el apóstol San J u a n 1 5 ; A h o r a bien: ésta es precisamente la función y finalidad de los
y el m i s m o Cristo nos dice en el Evangelio: «Yo h e venido para q u e dones del Espíritu Santo, q u e poseen h a b i t u a l m e n t e todas las almas
t e n g a n vida, y la t e n g a n abundante» 16 . A h o r a se c o m p r e n d e lo q u e e n gracia. L a razón h u m a n a iluminada p o r la fe, q u e es la regla de
quería decir San Pablo con aquella su misteriosa expresión: «Ya no las virtudes infusas, es u n m o t o r de poca potencia, u n a regla d e m a -
vivo yo; es Cristo q u i e n vive en mí» 1 7 . siado corta para operaciones t a n altas, q u e tienen q u e dar alcance
Tiene, pues, nuestra generación divina adoptiva alguna semejanza con al m i s m o Dios tal como es en sí m i s m o . E s verdad q u e las virtudes
la generación eterna del Verbo en el seno del Padre y nuestra unión con teologales tienen p o r objeto inmediato al m i s m o Dios, y precisa-
Dios por la gracia se parece de algún modo a la unión existente entre El m e n t e tal como es en sí mismo; p e r o mientras estén sometidas a la
y el Padre por el Espíritu Santo. Ningún teólogo se hubiera atrevido jamás regulación de la razón h u m a n a ( a u n q u e sea iluminada por la fe)
a decir esto si no tuviéramos por delante las palabras mismas de Cristo en y t e n g a n q u e acomodarse al modo humano que la razón les i m p r i m e
su sublime oración sacerdotal en la noche de la cena: «Pero no ruego sólo forzosamente, n o p o d r á n desarrollar p l e n a m e n t e sus inmensas vir-
por éstos, sino por cuantos han de creer en mí por su palabra, para que tualidades divinas por falta de a m b i e n t e o clima propicio. Esta es
todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que también
ellos sean uno en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado. Y yo la razón invocada p o r el D o c t o r Angélico para p r o b a r la necesidad
les he dado a ellos la gloria que tú me diste, a fin de que sean uno como de los dones del Espíritu Santo, q u e , perfeccionando las virtudes
nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí para que sean consumados en la infusas al comunicarles su modalidad divina, las colocan en el plano
unidad» 18 . y atmósfera estrictamente sobrenatural q u e exige la naturaleza m i s -
El Hijo es uno con el Padre por su unidad de naturaleza, y nosotros so- m a d e la gracia y de las virtudes infusas. L a razón h u m a n a , bajo la
mos uno con Dios por participación física y formal de su misma naturaleza influencia y moción de los dones, es m á s b i e n actuada q u e actúa
divina, que eso y no otra cosa es la gracia. El Hijo vive del Padre, y nosotros ella m i s m a (potius agitur quam agit), y los actos resultan material-
vivimos participativamente de Dios. El está en el Padre y el Padre en El 19 , m e n t e h u m a n o s , p e r o formalmente divinos. Sólo así llegamos a
y nosotros estamos también en Dios y Dios en nosotros 2 0 .
vivir en t o d a su p l e n i t u d la vida divina recibida p o r la gracia.
P o r aquí se ve cómo m e d i a n t e la gracia somos introducidos en Claro que, aunque todas las almas justificadas poseen los hábitos de los
la vida trinitaria, q u e es la vida m i s m a d e Dios, y cómo El habita dones—que son inseparables de la gracia santificante—, no en todas actúan
en nosotros, comunicándonos esa m i s m a vida divina. Y son las tres con frecuencia e intensidad. La actuación frecuente e intensa de los dones
divinas personas las q u e en nosotros m o r a n , pues n o es p r o p i e d a d del Espíritu Santo se verifica de ordinario en las almas ya bastante adelan-
d e n i n g u n a de ellas en particular el e n g e n d r a r n o s como hijos d e tadas en la vida espiritual, o sea, en aquellas que han logrado trascender
Dios, sino q u e es u n a acción e n t e r a m e n t e c o m ú n a las tres. las primeras etapas de la ascética y han penetrado en la vía mística por su
Están, pues, en el alma justificada las tres divinas personas en- exquisita fidelidad a las inspiraciones de la gracia. En estas almas tan fieles,
que se le entregan totalmente y sin reservas, el Espíritu Santo, inhabitante
gendrándola sobrenaturalmente, vivificándola con su propia vida, en el alma, pone en movimiento sus preciosísimos dones y empuña, por de-
introduciéndola p o r el conocimiento y el a m o r en lo m á s h o n d o de cirlo así, las riendas de nuestra vida sobrenatural. Ya no es la simple razón
sus íntimas relaciones. A h í el P a d r e engendra realmente al Hijo, y humana iluminada por la fe la que manda y gobierna; es el Espíritu Santo
del Padre y del Hijo procede real y v e r d a d e r a m e n t e el Espíritu San- mismo, que actúa como regla y motor de nuestros actos, poniendo en mo-
to, realizándose d e n t r o del alma el sublime misterio de la u n i d a d vimiento todo el organismo de nuestra vida sobrenatural y haciéndonos
trina y de la trinidad una, q u e es la vida m i s m a de Dios. avanzar rápidamente hacia la plena perfección cristiana.

2) P o r la gracia d e la i n h a b i t a c i ó n , el Espíritu S a n t o se u n e Pero n o es ésta todavía la última razón de ser de la inhabitación


al a l m a c o m o m o t o r y regla d e n u e s t r o s actos. divina en nuestras almas. N o s falta examinar a ú n su tercera gran
finalidad, q u e es la de hacernos posible u n a inefable experiencia de
313. L a vida es esencialmente movimiento, dinamismo, acti- lo divino. Vamos a ver de q u é manera.
vidad. Precisamente conocemos la existencia d e u n a forma vital y
i " Cf. 1 1 0 4 .
15 ls
1 l o 4,9. lo 17,20-23,
lfi 19
lo i o . r o . lo 14,10.
17 20
Gal 2.20. 1 l o 4,16.
336 r.ll. DIOS TRINO
S.2 C.6. INHABITACIÓN DE LAS PERSONAS DIVINAS 337
3) P o r la i n h a b i t a c i ó n e n nuestras a l m a s , la S a n t í s i m a T r i -
n i d a d se c o n s t i t u y e e n objeto fruitivo d e e x p e r i e n c i a s i n e - transformativa, las almas llegadas a esas alturas ya no saben ni q u i e -
fables. r e n expresarse e n el lenguaje d e la tierra; prefieren callar y saborear
a solas lo q u e de n i n g u n a m a n e r a p o d r í a n d a r a e n t e n d e r a los d e m á s .
314. Es u n h e c h o atestiguado p o r todos los místicos experi- O i g a m o s a San J u a n d e la C r u z :
mentales q u e allá «en el más profundo centro d e su alma» 2 1 e x p e -
r i m e n t a n la presencia augusta d e la Santísima T r i n i d a d o b r a n d o «De donde la delicadez del deleite que en este toque 2 8 se siente, es im-
intensísimamente en ellas. E s c u c h e m o s a Santa Teresa: posible decirse; ni yo querría hablar de ello, porque no se entienda que
aquello no es más de lo que se dice, que no hay vocablos para declarar cosas
«Acaecíame... venirme a deshora un sentimiento de la presencia de tan subidas de Dios como en estas almas pasan, de las cuales el propio
Dios que en ninguna manera podía dudar que estaba dentro de mí, o yo lenguaje es entenderlo para sí y sentirlo para sí, y callarlo y gozarlo el que
toda engolfada de El» 22 . lo tiene... Y así sólo se puede decir, y con verdad, que a vida eterna sabe;
«Y cada día se espanta más esta alma, porque nunca más le parece se que aunque en esta vida no se goza perfectamente como en la gloria, con
fueron de con ella—habla de las divinas personas—, sino que notoriamente todo eso, este toque, por ser toque de Dios, a vida eterna sabe» 2S).
ve, de la manera que queda dicho, que están en lo interior de su alma; en
lo muy muy interior, en una cosa muy honda, que no sabe decir cómo es, Es e n estas alturas sublimes d o n d e el alma experimenta la i n h a -
porque no tiene letras, siente en sí esta divina compañía» 23 . bitación divina de u n a m a n e r a inefable. L o q u e el alma ya sabía y
creía por la fe, aquí lo experimenta como con la vista y el tacto. L o
Podríamos multiplicar indefinidamente los textos d e los místicos dice expresamente Santa Teresa:
experimentales 2 4 . Es t a n clara e inequívoca esta experiencia divina
e n las almas contemplativas, q u e algunas llegaron a conocer p o r ella «De manera que lo que tenemos por fe, allí lo entiende el alma, pode-
el misterio de la inhabitación de las divinas personas a u n antes d e mos decir, por vista, aunque no es vista con los ojos del cuerpo ni del alma,
h a b e r tenido la m e n o r noticia d e él 2 5 . porque no es visión imaginaria. Aquí se le comunican todas tres personas,
y la hablan, y la dan a entender aquellas palabras que dice el Evangelio que
E n realidad, los místicos experimentales no h a c e n sino confirmar dijo el Señor: que vendría El y el Padre y el Espíritu Santo a morar con el
con sus sublimes experiencias las enseñanzas m á s elevadas de la t e o - alma que le ama y guarda sus mandamientos (lo 14,23)» 3 0 .
logía. E s Santo T o m á s , el príncipe de la teología católica, q u i e n ha-
b l a n d o precisamente como teólogo, llegó a escribir en la Suma Teoló- E s t e conocimiento experimental de Dios, a u n q u e substancial-
gica estas asombrosas palabras: m e n t e sea el m i s m o , es infinitamente superior, en cuanto al modo, al
q u e de E l t e n e m o s p o r la razón i l u m i n a d a p o r la fe. A renglón se-
«Por el don de la gracia santificante es perfeccionada la criatura racio-
guido del texto q u e acabamos de citar, exclama Santa T e r e s a :
nal, no sólo para usar libremente de aquel don creado, sino para gozar de
la misma persona divina»26. « |Oh válame Dios! ¡Cuan diferente cosa es oir estas palabras y creerlas,
a entender por esta manera cuan verdaderas son!» 31,
Y unas líneas m á s arriba, en el cuerpo de ese m i s m o artículo,
había dejado escrito: L a razón de esta desigualdad y diferencia entre el conocimiento
de fe y el conocimiento experimental es m u y clara. H e aquí c ó m o
«No se dice que poseamos sino aquello de que libremente podemos
usar y disfrutar, y sólo por la gracia santificante tenemos la potestad de dis- la e x p o n e u n teólogo c o n t e m p o r á n e o :
frutar de la persona divina» 27 . «El conocimiento místico o experimental de Dios tiene por objeto real
al mismo Dios, que de un modo ideal nos manifiesta la fe, uno en substan-
H e ahí en toda su sublime grandeza la finalidad más e n t r a ñ a b l e
cia y trino en personas. La fe nos dice que en Dios hay tres personas dis-
d e la inhabitación divina en nuestras almas. Dios m i s m o , u n o en tintas en una sola esencia. Con ella tenemos un conocimiento sobrenatural
esencia y trino en personas, se constituye en objeto d e u n a experien- de Dios tal cual es en sí mismo, pero ese conocimiento no pasa del orden
cia inenarrable. Las divinas personas se nos entregan p a r a q u e goce- ideal. Mas viene la experiencia mística, con la cual ese mismo objeto ideal
mos de ellas, según la asombrosa terminología del D o c t o r Angélico. se nos hace palpable, identificándose totalmente el objeto de la fe y el objeto
Y c u a n d o ese goce experimental alcanza las exquisiteces d e la unión de la experiencia.
21
Tengo en mi mano una fruta que me dicen que es muy sabrosa, pero
Cf. SAN JUAN DE LA CRUZ, Llama canc.i v.3. que yo no he comido nunca; y sé que es así porque quien me lo dice no me
22
SANTA TERESA, Vida 10,1.
23
SANTA TERESA, Moradas séptimas 1,7. engaña: ése es Dios conocido por fe y poseído por la caridad (fides ex auditu).
24
El P. POULAIN trae una larga serie en su obra Des gráces d'oraison c.5 n.2-48. Pero meto esa misma fruta en la boca y comienzo a paladearla, y entonces
25
Tal ocurrió, v.gr., con la gran mística de nuestros días SOR ISABEL DE LA TRINIDAD,
que se sentía «habitada» sin conocer todavía el misterio inefable de la inhabitación divina, 28
que le explicó después el P. Vallée, O. P., a quien interrogó sobre su sublime experiencia Habla el Santo de los que él llama «toques substanciales de Dios», expresión supre-
(cf. P. PHILIPON, La doctrine spirituelle de soeur Elisabeth de la Trinité c.l n.8 y c,3 n.i). ma y punto culminante de la experiencia mística de la divina inhabitación.
29
2
* 143,3 ad 1. 30
SAN JUAN DE LA CRUZ, Llama canc.2 n.21.
27
l43,3c. 31
SANTA TERESA, Moradas séptimas 1,6.
SANTA TERESA, Moradas séptimas 1,7.
338 P.II. DIOS TRINO

conozco por experiencia que era verdad lo que me decían de su suavidad


y dulzura: tal es Dios conocido por experiencia mística» 32. TERCERA PARTE
Y aquí t e r m i n a n u e s t r o estudio de la inhabitación d e la Santísi-
m a T r i n i d a d e n las almas justas y con él t o d o el tratado de Dios DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
trino. V a m o s a a b o r d a r ahora, e n la tercera y ú l t i m a p a r t e d e n u e s -
tra obra, el t r a t a d o de Dios creador y gobernador, q u e nos dará a
conocer el m e c a n i s m o de las operaciones divinas ad extra, el efecto
o resultado d e las m i s m a s — q u e son las criaturas todas—y las m a -
ravillosas trazas de la conservación y gobierno divino del universo
315. T e r m i n a d o el estudio de Dios tal como es e n sí m i s m o :
entero.
uno en esencia y trino en personas, h e m o s de estudiarle ahora como
32
P. I. G. MENÉNDEZ-REIGADA, LOS dones del Espíritu Santo... c.i nota B p.117. creador y gobernador de t o d o c u a n t o existe. N o conoceríamos del
t o d o a D i o s — n i siquiera en la forma imperfectísima con q u e nos
es dado conocerle acá abajo, con la simple razón natural y en el
claroscuro de la fe—si d e s p u é s d e h a b e r l e estudiado en sí m i s m o
n o tratáramos de conocerle t a m b i é n en su proyección hacia las
criaturas. P o r q u e en t o d o efecto se refleja y manifiesta de algún
m o d o su causa, y a través del obrar de u n ser se conoce su v i r t u d
y p o d e r q u e , a su vez, nos lleva a u n mayor conocimiento d e su
propia intrínseca naturaleza. Por eso después de h a b e r estudiado
las operaciones divinas ad intra, q u e d a n origen a las divinas p e r s o -
n a s e n el seno d e la T r i n i d a d beatísima, es imprescindible conocer
t a m b i é n sus operaciones ad extra, q u e d a n origen a todos los seres
creados.
Siguiendo u n a vez más las grandes directrices del D o c t o r A n -
gélico en su maravillosa Suma Teológica, ofrecemos a continuación,
en forma esquemática, el p a n o r a m a completo del tratado de Dios
creador y gobernador q u e muestra, en sintética visión de conjunto,
el camino q u e vamos a recorrer en esta tercera y última p a r t e d e
nuestra obra.

a) El hecho.
1) La creación en general. b) El modo.
c) El tiempo.

2) La diversidad de los seres creados en general.


Dios creador.. (a) Puramente espirituales:
los ángeles.
3) Los diversos seres crea- b) Puramente corporales:
dos en particular. las cosas.
c) Con espíritu y cuerpo:
los hombres.

fi) La gobernación de Dios en general.


Dios gobernador.! 2) La gobernaciónl a) La conservación de los seres,
t en particular. J b) La acción de Dios en el mundo.
S.l C.l. LA CREACIÓN EN GENERAL 341
SECCIÓN PRIMERA La creación en sentido estricto puede definirse:
Primera producción de todo el ser, hecho de la nada por la causa
DIOS CREADOR universal, que es Dios.
De acuerdo con el esquema que acabamos de ofrecer al lector, Examinemos uno por uno los términos de la definición:
en esta primera sección abordaremos el tratado de Dios Creador, PRIMERA PRODUCCIÓN, para significar que es lo primero que da
examinando los principales problemas que plantea la creación en origen a un ser, sin que le haya precedido absolutamente nada en
general, la distinción y diversidad de los seres creados y el estudio la línea de su propio ser.
de cada uno de los tres grandes grupos de seres que componen la D E TODO EL SER. Es la nota más típica de la creación. En ella
creación universal: los ángeles, los cuerpos y el hombre. se produce todo el ser de la cosa, que antes no existía y ahora co-
mienza a existir. No se trata de una modificación de u n ser ya pre-
existente (como el escultor modifica un tronco o un bloque de
CAPÍTULO I mármol convirtiéndole en estatua), sino de la producción total de
una cosa que antes de crearla no existía en forma alguna.
LA CREACIÓN EN GENERAL HECHA DE LA NADA. Hay que entender rectamente estas pala-
De acuerdo con el esquema que acabamos de ofrecer al lector, bras. Cuando Bayle y Schopenhauer rechazan la creación bajo el
vamos a dividir este primer capítulo en tres artículos: pretexto de que «de la nada nada se hace», muestran claramente
que no han entendido el verdadero sentido y alcance de esa ex-
i.° El hecho de la creación, presión. No se quiere decir con ella que Dios haya sacado las cosas
2.°0 El modo de la misma. de la nada como si preexistieran en ella antes de existir (como si
3. El tiempo en que fue creado el mundo. las cosas estuvieran depositadas en la nada y Dios las fuera sacando
de ella), sino que fueron creadas sin ninguna materia preexistente,
En torno a estas tres cuestiones fundamentales examinaremos o sea que al ser de la cosa creada no le precedió nada. Es un trán-
algunas otras concomitantes que completarán y redondearán la sito puramente imaginario: primero imaginamos la nada (que es
doctrina católica sobre la creación. • una palabra vacía de sentido, puesto que la nada no existe) y luego
el ser.
ARTÍCULO I Precisamente porque la nada no existe, la creación es siempre
instantánea, o sea se hace en un solo instante indivisible de tiem-
EL HECHO DE LA CREACIÓN po; porque no hay tránsito de un lugar a otro, ni sucesión de un
estado de ser a otro (lo que requeriría forzosamente algún tiempo),
En la exposición del hecho de la creación seguiremos el si- sino simple aparición de un ser que no existía y empieza a existir 1.
guiente orden: noción, errores, existencia y naturaleza de la crea-
POR LA CAUSA UNIVERSAL, QUE ES DIOS. Como veremos en su
ción.
lugar, la producción del ser en cuanto tal sólo puede provenir de la
316. 1. Noción. La palabra creación puede tomarse en muy causa universal, que es Dios. La creación es un acto tan propio
diversos sentidos: y exclusivo de Dios, que ni por milagro podría Dios transferirlo o
comunicarlo a ninguna criatura, por muy perfecta que fuera. Vol-
a) E N SENTIDO MUY AMPLIO se emplea para significar cualquier veremos sobre esto más abajo.
clase de producción de un ser, de cualquier modo que sea. Y así
se dice, por ejemplo, que el artista crea su obra (poética, musical, 317. 2. E r r o r e s . Apenas hay dogma alguno de nuestra fe
escultórica, etc.). que haya tenido tantos y tan variados adversarios como el de la
creación del mundo por Dios. Los errores y herejías son tantos,
b) METAFÓRICAMENTE se designa con ella la elevación de al- que es imposible recogerlos todos. Nos limitamos a algunos de
guna persona a un estado superior, como cuando se dice que el los más importantes:
papa crea a los cardenales.
1. E L GNOSTICISMO. Afirma que el mundo material no fue
c) E N SENTIDO ESTRICTO significa la acción de Dios produ- creado por Dios, sino por uno de los eones de El emanados, que
ciendo las cosas de la nada. Este es el único sentido en que la to- pecó de soberbia e inficionó de su malicia a todas las criaturas.
mamos aquí. 1
Cf. Contra gent. II 19; «En la creación no hay sucesión».
342 S.l C.l. LA CREACIÓN EN GENERAL 343
P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
«Bienaventurado aquel cuyo auxilio es el Dios de Jacob, cuya esperanza
2. E L DUALISMO. Existen dos principios eternos: Dios y la
es Yavé, su Dios, hacedor de cielos y tierra, del mar y de cuanto en ellos
materia. E l dualismo tiene diversas formas:
hay» (Ps 145,5-6).
a) Anaxdgoras puso dos principios increados: la materia y la inteli- «Desde el principio fundaste tú la tierra, y obra de tus manos es el
gencia ordenadora. cielo» (Ps 101,26).
b) Los maniqueos hablan de dos principios: el bueno o de la luz, regido «Yo soy Yavé, no hay ningún otro. Yo formo la luz y creo las tinieblas»
por Dios, y el malo o de las tinieblas, que es la materia eterna, regida por (Is 45.7)-
Satanás. «Yo soy Yavé, el que lo ha hecho todo: yo, yo solo desplegué los cielos
c) Los priscilianistas dijeron que el diablo, increado, saliendo de las y afirmé la tierra. ¿Quién me ayudó?» (Is 44,24).
tinieblas, mal substancial, está en las criaturas que él creó (v.gr., en la «El, con su poder, ha hecho la tierra, con su sabiduría cimentó el orbe
carne). y con su inteligencia tendió los cielos» (Ier 10,12).
d) Los albigenses pusieron dos principios eternos: el bueno, que creó el «Yo, con mi gran poder y la fuerza de mi brazo, he hecho la tierra.
espíritu, y el malo, que creó la materia. Yo he hecho al hombre y a los animales que hay sobre la haz de la tierra»
(Ier 27,5).
3. L A S COSMOGONÍAS BABILÓNICA, EGIPCIA Y FENICIA hablan «Todas las cosas fueron hechas por El (Verbo), y sin El no se hizo nada
d e u n a masa caótica, eterna, d e la cual fue hecho el m u n d o . de cuanto ha sido hecho» (lo 1,3).
«Porque en El (Hijo) fueron creadas todas las cosas del cielo y de la
4. E L MATERIALISMO, O m o n i s m o materialista, no a d m i t e m á s tierra, las visibles y las invisibles» (Col 1,16).
q u e la materia eterna y sus fuerzas. E n t r e los materialistas antiguos
se citan a D e m ó c r i t o , E p i c u r o , Lucrecio, etc., y e n t r e los m o d e r - b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L a Iglesia h a p r o c l a m a d o
nos, a Voltaire, Diderot, F e u e r b a c h , Moleschott, Strauss, B u c h n e r , s o l e m n e m e n t e esta doctrina desde los m á s antiguos Símbolos de
Haeckel, etc. la fe:
5. E L PANTEÍSMO, O m o n i s m o no-materialista, niega la distin- SÍMBOLO APOSTÓLICO. «Creo en Dios Padre, todopoderoso, creador del
ción e n t r e Dios y el m u n d o , explicando este último d e m u y diver- cielo y de la tierra» (D 7).
sas formas: u n a emanación d e la substancia d e Dios (panteísmo SÍMBOLO NICENO-CONSTANTINOPOLITANO. «Creemos en un solo Dios,
emanatista), o u n m o d o d e la m i s m a (Spinoza), o u n a irradiación Padre omnipotente, creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles
del Absoluto (Schelling), o u n a evolución d e la Idea (Hegel), etc. P u e - e invisibles» (D 86).
d e n añadirse otras formas d e panteísmo m á s recientes, tales como CONCILIO IV DE LETRÁN. «Creemos en un solo Dios... creador de
el evolucionístico (Schopenhauer, H a r t m a n n ) , ontologístico (Rosmi- todas las cosas, de las visibles y de las invisibles, espirituales y corporales;
ni, Gioberti), idealistico (Croce, Gentile), etc. que por su omnipotente virtud, a la vez desde el principio del tiempo creó
de la nada a una y otra criatura, la espiritual y la corporal, es decir, la angé-
6. E L TEOSOFISMO y algunas formas del existencialismo c o n t e m - lica y la mundana, y después la humana, como común, compuesta de es-
poráneo destruyen igualmente la verdadera creación al negar la píritu y de cuerpo» (D 428).
existencia d e u n Dios personal y s u p r a m u n d a n o .
CONCILIO VATICANO I. «Si alguno no confiesa que el mundo y todas
318. 3. E x i s t e n c i a d e la c r e a c i ó n . E x p o n d r e m o s la d o c - las cosas que en él se contienen, espirituales y materiales, han sido pro-
t r i n a católica e n forma d e conclusión. ducidas por Dios de la nada, según toda su substancia, sea anatema» (D 1805).

Conclusión. El m u n d o universo fue creado d e la nada p o r Dios. c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. L a razón h u m a n a , a u n prescindien-
(De fe.) d o d e las luces d e la fe, p u e d e d e m o s t r a r con t o d a certeza el h e c h o
de la creación del m u n d o por u n Poder superior a q u i e n llamamos
H e aquí las p r u e b a s : Dios. Santo T o m á s expone las principales p r u e b a s e n diferentes
a) L A SAGRADA ESCRITURA. L O dice e x p r e s a m e n t e e n el p r i - lugares d e sus obras 2 q u e tienen p o r f u n d a m e n t o las cinco vías
m e r versículo del p r i m e r o d e sus libros: p o r las q u e se d e m u e s t r a la existencia de Dios. C o m p e n d i o s a m e n t e
esbozadas son las siguientes:
«Al principio creó Dios el cielo y la tierra» (Gen I , I ) . i . a P o r ser Dios la única causa sin causa, t o d o lo d e m á s t i e n e
q u e ser e n absoluto causado p o r E l .
Esta m i s m a afirmación se lee repetidas veces en la Sagrada E s -
2 . a P o r ser Dios la única causa universal, la causa d e todas las
critura. Recogemos, p o r vía d e ejemplo, algunos textos:
causas, todas las demás, como causas particulares y s e g u n d a s ,
«Los cielos pregonan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra h a n d e ser causadas p o r El y dependientes d e El, sin q u e E l d e -
de sus manos» (Ps 18,1). p e n d a e n absoluto d e n i n g u n a d e ellas.
«El Señor ha creado todas las cosas, y El dio la sabiduría a los justos» 2
Cf. I 4 4 , 1 ; II Contra gent. c.6.15.38.85.97; De potentia q . 3 , 1-19; q.4,1-2.
(Eccli 43,37).
344 P.Ill. DIOS CREADOR Y COBERNADOR
a S.l C.l. LA CREACIÓN EN GENERAL 345
3. Por ser Dios el ser máximo y la plenitud del ser, todas las
demás cosas que participan en menor o mayor grado del ser han ria prima, indiferente a cualquier forma, o la materia ya especifica-
de tenerlo de El. da por una forma anterior que será expulsada por la nueva forma
4. a Por ser Dios el ser por esencia y no poder haber otro ser (como el escultor expulsa la forma de tronco al introducir en la
por esencia fuera de El, necesariamente todas las cosas han de madera la forma de estatua). Luego si en la creación no se da ni
tener todo su ser por participación de El. puede darse ninguna clase de materia (ni primera ni segunda),
5. a Por ser Dios el único ser absolutamente necesario, todos los sigúese que tampoco podrá darse ninguna clase de forma o de
otros seres han de ser contingentes o potenciales, incluso aquellos causa formal.
que tienen una necesidad relativa o causada.
6. a Por ser Dios la perfección absoluta, que contiene en sí todas Dios, al crear un ser, lo crea en toda su realidad entitativa, o
las perfecciones posibles, todos los demás seres han de recibir de sea en su esencia y en su existencia, en su materia y en su forma,
El todas sus perfecciones, y, en primer lugar, la del ser en cuan- produciendo de la nada ambas cosas. Como advierte profunda-
to tal. mente Santo Tomás, «Dios, al dar el ser por la creación, produce
simultáneamente aquello que recibe el ser» 4 , o sea produce simul-
Como advierte un teólogo contemporáneo 3, «el substratum de todas táneamente los dos elementos: el acto y la potencia que lo recibe,
estas pruebas es el contraste entre la universalidad del ser y de la causalidad la esencia y la existencia, y, si se trata de un ser corporal, la mate-
por parte de Dios y la participación o limitación de ser y de causalidad por ria y la forma 5 .
parte de todos los demás seres. El ser por esencia no puede ser más que uno,
acto puro sin mezcla alguna de potencia pasiva, absolutamente inmutable, Lo que sí cabe en la creación es la llamada causa formal
infinitamente espiritual. Luego todo lo demás que exista ha de ser por parti- extrínseca, o sea la causa ejemplar, de la que vamos a hablar a con-
cipación de ese único ser, y esta participación sólo cabe en razón de causa tinuación.
eficiente y ejemplar; de ningún modo en razón de causa material o formal,
puesto que el ser por esencia es único y absolutamente inmaterial e inmu- B. Causa ejemplar
table; luego todo lo demás ha de ser, en cuanto a todo su ser, hecho o causado
por El y, total o parcialmente, hecho o causado por El de la nada». 321. En filosofía se entiende por causa ejemplar el prototipo
o modelo a cuya imitación se hace algo por la intención del que lo hace.
Esto nos lleva de la mano a examinar un poco más a fondo la Ese prototipo o modelo puede ser remoto (o externo), como
verdadera naturaleza de la creación. v.gr., el paisaje que el pintor está contemplando y trata de repro-
ducir en su cuadro; y próximo (o interno), que, en el caso del pintor,
319. 4. Naturaleza de la creación. Una vez conocida su es la idea o imagen mental del paisaje que va a pintar.
existencia, el orden lógico reclama que estudiemos la naturaleza El modelo o ejemplar tiene razón de causa cuando reúne estas
de la creación. Para ello nada más completo y acabado que se- dos condiciones: a) si se hace alguna cosa a imitación o copia de
ñalar las cuatro causas que constituyen a los seres creados: eficiente, aquel ejemplar; y b) si se hace esto por expresa intención del agente.
material, formal y final. Como toda la entidad de un ser o de una Y así, v.gr., no habría causalidad ejemplar si queriendo el pintor
acción procede de sus cuatro causas, conocidas éstas, se conocerán pintar un perro resultara pintada una liebre.
perfectamente tal ser o tal acción. Teniendo en cuenta estos principios, llegamos a las siguientes
conclusiones:
A. Causa material y formal
320. La creación, o sea el hecho de producir una cosa de la Conclusión 1.a Dios es la primera causa ejemplar de todas las cosas.
nada, no tiene ni puede tener ninguna de las dos causas intrínsecas 322. Porque en todo aquello que se hace deliberadamente y
que constituyen a los seres ya creados: material y formal. proponiéndose un determinado fin, el artista o agente necesita un
a) No puede tener causa material (o sea una materia de la ejemplar a imitación del cual realice su obra o artefacto. Oigamos
cual se produzca el nuevo ser cuya existencia se crea), porque esto a Santo Tomás 6:
implica verdadera contradicción. En efecto: crear es producir una
cosa de la nada, o sea sin ninguna materia preexistente. Hablar de «Dios es la primera causa ejemplar de todas las cosas. Para entender
causa material de la creación implica, pues, una evidente y fla- esto, téngase en cuenta que la producción de cualquier cosa exige un ejem-
grante contradicción. plar, a fin de que el efecto tenga una forma determinada, pues el artífice
produce en la materia una forma determinada según el ejemplar a que mira,
b) Tampoco puede tener causa formal. Porque la forma se bien sea que tenga este ejemplar exteriormente ante sus ojos (v.gr.,_ el
introduce siempre en una materia preexistente, bien sea la mate- paisaje, en el caso del pintor) o bien que lo tenga previamente concebido
3
Cf. P. VALBUENA, O. P., en Suma Teológica ed. bilingüe t.2 (BAC, Madrid 1948)
4
p.714. De él hemos tomado también la enumeración de las pruebas que acabamos de ofre- De potentia q.3 a.i ad 17.
3
cer al lector (ibid., p.713). Cf. 144,2; 45,4 ad 3.
* X 44,3. Los paréntesis explicativos son nuestros.
S.l C.l. LA CREACIÓN EN GENERAL 347
346 P.III. DIOS CREADOR Y COBERNADOR
«Yo soy Yavé, el que lo ha hecho todo: yo, yo solo desplegué los cielos
en su mente (la idea o imagen mental del paisaje). Ahora bien: es manifiesto y afirmé la tierra. ¿Quién me ayudó?» (Is 44,24).
que las cosas naturales tienen formas determinadas, y esta determinación
de las formas es necesario reducirla, como a su primer principio, a la Y e n la Epístola a los H e b r e o s :
sabiduría divina, que es quien ideó el orden del universo, el cual radica en
la distinción de las cosas. Es necesario, por consiguiente, afirmar que existen «Toda casa es fabricada por alguno, pero el Hacedor de todas las cosas
en la sabiduría divina las razones de todas las cosas, a las que hemos llamado es Dios» (Hebr 3,4).
ideas, o sea formas ejemplares existentes en la mente divina. Estas ideas,
aunque se multipliquen miradas en las cosas, no son, sin embargo, algo real- b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. A f i r m a t a m b i é n la c u e s -
mente distinto en la esencia divina, ya que su semejanza puede participarse tión de facto, a u n q u e sin definir e x p r e s a m e n t e la de iure. Véase,
de diversas maneras por los diversos seres (dada la infinita imitabilidad de
la esencia divina). Así, pues, Dios mismo es el primer ejemplar de todas las por ejemplo, la siguiente declaración d e l concilio Vaticano I:
cosas».
«Si alguno no confiesa que el mundo y todas las cosas que en El se con-
tienen, espirituales y materiales, han sido producidas por Dios de la nada
Q u e el m i s m o Dios sea la p r i m e r a causa ejemplar d e todas las según toda su substancia, sea anatema» (D 1805).
cosas q u e existen, se ve claro p o r el hecho d e q u e , antes d e la crea-
ción d e esas cosas, nada existía fuera del m i s m o Dios. L u e g o es c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c u c h e m o s a Santo T o m á s expo-
forzoso q u e se encontrase e n su propia esencia—imitable d e i n - n i e n d o la razón f u n d a m e n t a l 9 :
finitos m o d o s parciales—el ejemplar o prototipo d e todos los seres
creados. «Es cosa clara, por lo que hemos dicho anteriormente, que el crear
es acción propia y exclusiva de Dios. Porque es necesario que cuanto más
Conclusión 2. a L a esencia divina es la causa ejemplar remota de todo universales sean los efectos, se reduzcan a causas más universales y elevadas,
cuanto existe, y las ideas divinas, la causa ejemplar p r ó x i m a . Pero entre todos los efectos posibles, el más universal es el ser mismo;
por lo cual es preciso que sea efecto propio de la causa primera y universa-
323. Dios, c o n t e m p l á n d o s e a sí m i s m o , forma las ideas d e lísima, que es Dios. Por esto mismo, se dice en el libro De causis que ni la
todos los seres posibles, algunos d e los cuales los trae a la existencia inteligencia ni el alma dan el ser sino en cuanto obran por la operación
creándolos. L u e g o su esencia divina, d e la q u e forma las ideas divina. Ahora bien: producir el ser absolutamente, no en cuanto es este
ejemplares, es la causa ejemplar remota, y esas m i s m a s ideas ya o tal ser, es lo que constituye la acción de crear. Luego es manifiesto que la
creación es acción propia y exclusiva de Dios».
formadas e n su m e n t e divina, s o n la causa ejemplar próxima del
universo m u n d o 7 . E l h o m b r e — e n efecto—o cualquier ser creado p u e d e n modi-
L a causalidad divina ejemplar n o se extiende ú n i c a m e n t e a los ficar u n ser ya existente transformándole e n otro (como, v.gr., el
géneros y las especies, sino t a m b i é n a las cosas singulares y acci- escultor transforma e n estatua u n pedazo d e m a d e r a o d e m á r m o l ) .
dentales, p o r q u e todas ellas h a n sido producidas e n la totalidad Pero p r o d u c i r absolutamente u n nuevo ser sacándolo de la nada
d e s u ser p o r Dios como causa p r i m e r a universal 8 . escapa e n absoluto al p o d e r d e cualquier criatura creada o creable,
ya q u e el tránsito del no-ser al ser es u n tránsito infinito, q u e , p o r lo
C. Causa eficiente
m i s m o , solamente u n p o d e r infinito es capaz d e producirlo. E s c u -
Ya sabemos q u e la causa eficiente, o sea el autor d e la creación, c h e m o s a Santo T o m á s exponiendo este nuevo a r g u m e n t o 1 0 :
es Dios. Pero ahora vamos a precisar q u e ú n i c a m e n t e E l p u e d e
realizar el acto creador, sin q u e p u e d a comunicarlo, n i siquiera «El poder del agente no se ha de medir solamente por la substancia
i n s t r u m e n t a l m e n t e , a n i n g u n a criatura creada o creable. de lo que hace, sino también por el modo de hacerlo; un calor más intenso,
por ejemplo, no sólo calienta más, sino también más pronto. De ahí que,
E x p o n d r e m o s la doctrina en dos conclusiones:
aunque producir un efecto limitado (como son, forzosamente, todos los
seres creados) no indique poder infinito, sin embargo, el producirlo
Conclusión i . a El crear es propio y exclusivo d e Dios. (Completa-
de la nada demuestra una potencia infinita, como queda claro por lo dicho,
mente cierta en teología.)
En efecto, si se requiere tanto mayor poder en el agente cuanto más dista
del acto la potencia pasiva que lo ha de recibir (v.gr., tanto más calor se
324. H e aquí las p r u e b a s :
necesita para calentar un agua cuanto más fría esté ese agua), preciso es que
a) L A SAGRADA ESCRITURA. A u n q u e n a d a dice e x p r e s a m e n t e el poder del agente creador, que no supone ninguna potencia receptora,
sobre la cuestión de iure, afirma claramente la cuestión de facto. sea infinito; porque así como no existe proporción alguna entre el no-ser
L e e m o s en^el profeta Isaías: y el ser, así tampoco existe entre la negación de toda potencia y la potencia,
que supone siempre la virtud del agente natural. No teniendo, pues, ningu-
1 Cf/ri5,2-3.
» Cf..I,i5,2; a.3 ad 4.
I 45,5 ad 3. Los paréntesis explicativos son nuestros.
348 l'.lll. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.l (.1. LA CREACIÓN EN GENERAL 349
na criatura una potencia infinita, como tampoco un ser infinito, es evidente
que ninguna criatura puede crear». Como de costumbre, vamos a proceder por conclusiones esca-
lonadas.
Pero cabe todavía preguntar: dado que la criatura no puede
crear absolutamente nada por su propia cuenta, ¿no podría, al Conclusión i. a Dios creó el mundo por algún fin preconcebido.
menos, ser utilizada por Dios como instrumento para crear alguna (Cierta metafísicamente.)
cosa? Vamos a verlo en una nueva conclusión. 327. La razón es clarísima. Todo agente obra por algún fin;
a
Conclusión 2. La acción de crear es tan propia y exclusiva de Dios de otro modo no se seguiría de su acción un efecto determinado 13.
que ninguna criatura puede ser utilizada por El como instrumento Pero hay esta diferencia fundamental entre los agentes no intelec-
para crear alguna cosa. (Completamente cierta en teología.) tuales y los agentes intelectuales. Los primeros no pueden propo-
nerse por sí mismos un fin, pues carecen de inteligencia para cono-
325. La razón es muy clara. El instrumento, cualquiera que cerlo, y por eso obran en virtud de una tendencia innata impresa
sea su naturaleza (intelectual, como el ángel; racional, como el en ellos por el Autor de la naturaleza (v.gr., el fuego quema por
hombre, o inanimado, como la pluma o máquina de escribir), no su propia tendencia a quemar, la araña construye su tela por un
puede actuar sino sobre una determinada materia n (v.gr., el escul- instinto ciego irreprimible, etc.). Los segundos, en cambio, obran
tor sobre la madera o el mármol, la pluma sobre el papel) para por un fin preconcebido en su inteligencia (siempre que obren de
modificarla substancial o accidentalmente. Sin una materia preexis- manera racional, y no meramente instintiva). Ahora bien: como
tente, el instrumento nada puede hacer (sería trabajar en el aire). Dios es el agente intelectual por excelencia, sigúese que al crear
Pero, como en la acción de crear no preexiste absolutamente nin- el mundo tuvo que proponerse algún fin preconcebido, pues de lo
guna materia (ya que la materia misma, justamente con la forma, contrario no lo hubiera creado. Es del todo claro y evidente.
es precisamente lo que se ha de crear), sigúese que ninguna cria-
tura, por alta y elevada que sea (aunque se trate de un ángel o de Conclusión 2.a El fin último absoluto por el cual creó Dios el mundo
la misma Reina de los ángeles), puede ser utilizada por Dios como no puede ser otro que el mismo Dios. (Cierta metafísicamente.)
instrumento para crear alguna cosa.
328. La razón es también clarísima desde el punto de vista
Luego es del todo imposible que el crear competa a criatura metafísico. Porque es un hecho que todo agente intelectual ordena
alguna, ni por virtud propia ni por virtud instrumental o minis- y subordina su acción al fin intentado. Por ejemplo, el escritor
terial 12. ordena su acción de escribir al fin que intenta (v.gr., escribir una
Conclusión 3. a La acción creadora no es propia de alguna de las carta), subordinando a ese fin el movimiento de su mano y toda su
tres personas divinas (v.gr., del Padre), sino de las tres a la vez, actividad como escritor. Pero como resulta que en Dios son una
o sea de Dios en cuanto uno. (De fe.) sola y misma cosa su acción y su ser, sigúese que, si Dios subordinase
su acción a un fin distinto de sí mismo, se subordinaría El a ese fin,
326. La razón es porque la creación es una operación divina que ipso Jacto estaría por encima de Dios, lo cual es metafísicamente
ad extra, y en todas ellas actúa Dios como uno, no tal o cuál persona imposible. Luego Dios, o no hace nada, o, si hace alguna cosa, ha
en particular. El concilio Florentino sancionó esta doctrina al decir de ser proponiéndose a sí mismo como fin último de ella.
que «el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo no son tres principios Avancemos un paso más y precisemos concretamente en qué
de la creación, sino un solo principio» (D 704). sentido o bajo qué aspecto es Dios el fin último de todo cuanto
Sin embargo, la creación suele atribuirse a la persona del Padre existe.
(incluso en los Símbolos de la fe) por una muy razonable apropia-
ción, como se le atribuye también la omnipotencia; pero no porque Conclusión 3. a El mundo ha sido creado para gloria de Dios. Dios es
le corresponda únicamente a El como algo propio, ya que en este el último fin de todo lo creado, en cuanto que el esplendor de las
sentido corresponde por entero a toda la Santísima Trinidad, o sea criaturas manifiesta y produce la gloria externa de Dios, objetiva
a Dios en cuanto uno. y subjetiva, que recae finalmente sobre el mismo Dios. (De fe
la primera parte, completamente cierta la segunda.)
D. Causa final 329. Empecemos dando unas nociones previas 14.
Réstanos únicamente examinar la causa final de la creación, Es clásica la definición de la gloria dada por San Agustín: clara
o sea por qué razón o motivo creó Dios los cielos y la tierra y todo noticia con alabanza 15 . Es una noticia de algo excelente que brilla
cuanto en ellos se contiene. 13 A n o ser por pura casualidad, como el oficial tipógrafo q u e arrojase al azar u n p u ñ a -
do d e caracteres de imprenta sobre el papel y diese la casualidad q u e saliese impresa u n a
1' O también sobre u n espíritu, tratándose de u n ángel. Pero la dificultad es la misma página del Quijote. Es poco menos q u e imposible y absurdo.
12
Cf. I 45,5; Contra gent. II 2 0 - 2 1 . 1 4 Cf. ZUBIZARRETA, o . c , vol.2 n.668.
i ' SAN AGUSTÍN, Contra Maximinum arian. 1.2 c.13 n . 2 : M L 42,770.
350 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
s.l el. LA CREACIÓN EN GENERAL 351
e n u n a persona y excita la admiración y alabanza d e cuantos la
conocen. c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c u c h e m o s a u n teólogo c o n t e m -
L a gloria p u e d e ser interna y extema; y a m b a s se s u b d i v i d e n poráneo 1 6 :
en objetiva o f u n d a m e n t a l y subjetiva o formal. «En todas las criaturas resplandecen las perfecciones de Dios, a saber:
la omnipotencia, sabiduría, santidad, bondad, providencia, etc., de suerte
a) L A GLORIA DE D I O S INTERNA OBJETIVA O FUNDAMENTAL es la misma que todas las criaturas se asemejan, en cierto modo, a la divina bondad.
divinidad, o sea la bondad y el esplendor objetivo de la divinidad. Por eso dice el salmo: «Los cielos pregonan la gloria de Dios, y el firmamento
b) L A GLORIA DE D I O S INTERNA SUBJETIVA O FORMAL consiste en el anuncia la obra de sus manos» (Ps 18,1). Y más propiamente aún, las cria-
conocimiento, amor y gozo que Dios tiene de sí mismo. turas intelectuales imitan la majestad y santidad divina en el orden de la
naturaleza y de la gracia: he ahí la gloria de Dios externa objetiva o funda-
c) L A GLORIA DE D I O S EXTERNA OBJETIVA O FUNDAMENTAL consiste en mental. La criatura racional, contemplando el esplendor del mundo, se
la bondad y esplendor de las criaturas en cuanto que manifiestan las per- remonta al conocimiento de su Autor, y admira la sabiduría, reverencia la
fecciones de Dios. majestad, ama la bondad, imita la santidad y canta la gloria de Dios: he ahí
d) L A GLORIA DE D I O S EXTERNA SUBJETIVA O FORMAL consiste en el co- la gloria externa formal».
nocimiento, amor y gozo de las criaturas de la bondad y excelencia de Dios
Conclusión 4. a E l fin p r ó x i m o secundario o relativo de la creación
del m u n d o es el bien d e las criaturas, e n cuanto q u e todas ellas
Ya se c o m p r e n d e q u e la gloria d e Dios interna n o p u e d e n a u -
participan d e la bondad d e Dios. (Completamente cierta y próxima
m e n t a r l a las criaturas, p o r q u e Dios posee desde toda la eternidad a la fe.)
la m i s m a b o n d a d infinita y siempre se conoce y a m a d e igual modo.
P o r esto, la gloria d e Dios interna n o p u e d e ser el fin último d e la 330. H e aquí las p r u e b a s :
creación. Pero e n las criaturas aparece y reluce la b o n d a d d e Dios
(gloria d e Dios externa objetiva o fundamental), y p o r ella ascien- a) L A SAGRADA ESCRITURA. L O insinúa c o n suficiente cla-
d e n las criaturas intelectuales al conocimiento, a m o r y alabanza d e ridad e n varios lugares:
la m i s m a b o n d a d divina (gloria externa subjetiva o formal). Esta
«Pues amas todo cuanto existe y nada aborreces de lo que has hecho»
gloria d e Dios externa n o constituye p o r sí m i s m a el fin último d e la que no por odio hiciste cosa alguna. ¿Y cómo podría subsistir nada si tú
creación, puesto q u e este fin último es el mismo Dios—como h e m o s no quisieras o cómo podría conservarse sin ti? Pero a todos perdonas,
visto e n la conclusión anterior—, y n o p u e d e serlo, p o r consiguiente, porque son tuyos, Señor, amador de las almas» (Sap 11,25-27).
nada extrínseco a E l . Pero esta gloria externa, p r o c e d e n t e d e l e s - «El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él, ése, siendo
p l e n d o r d e las criaturas, recae finalmente sobre Dios, y esta glorifica- Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por mano del
ción d e Dios p o r p a r t e d e las criaturas constituye, cabalmente, el hombre, ni por manos humanas es servido, como si necesitase de algo,
siendo El mismo quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas»
fin último d e la creación. Quizá sería m á s exacto decir q u e el fin
(Act 17,24-25).
ú l t i m o d e la creación es Dt'os glorificado por las criaturas.
H e aquí ahora la p r u e b a d e la conclusión: b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. L O enseña así el concilio
a) L A SAGRADA ESCRITURA. L O dice e q u i v a l e n t e m e n t e e n m u -
Vaticano I, a u n q u e s i n definirlo expresamente:
chos lugares: «Este solo verdadero Dios, por su bondad y virtud omnipotente, no
para aumentar su bienaventuranza ni para adquirirla, sino para manifestar
«A todos cuantos llevan mi nombre, que yo los creé y formé para mi su perfección por los bienes que reparte a la criatura, con libérrimo designio,
gloria» (Is 43,7). juntamente desde el principio del tiempo, creó de la nada a una y otra
«Yo soy el alfa y la omega, el primero y el último, el principio y el fin» criatura, la espiritual y la corporal, esto es, la angélica y la mundana, y
(Apoc 22,13). luego la humana, como común, constituida de espíritu y cuerpo» (D 1783)
«Porque de El, y por El, y para El son todas las cosas. A El la gloria por
los siglos. Amén» (Rom 11,36). c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E S evidente q u e al crear el m u n d o
«Pues convenía que Aquel para quien y por quien son todas las cosas...» Dios n o o b r ó p o r propia utilidad, sino p o r u n d e s b o r d a m i e n t o d e
(Hebr 2,10). su infinita b o n d a d y liberalidad. P o r q u e las criaturas n o p o d í a n
acrecentarle e n nada su infinita felicidad, n i p o d í a n darle n a d a q u e
b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. Q u e el m u n d o h a sido crea- antes n o h u b i e r a n recibido d e E l . E l h e c h o d e h a b e r creado todas
d o p a r a gloria d e Dios lo definió e x p r e s a m e n t e el concilio Vati- las cosas para s u gloria n o hace d e Dios «el egoísta trascendental»
cano I e n el siguiente canon: — c o m o con blasfema ignorancia se atrevió a decir u n filósofo i m -
p í o — , sino «el ser s u m a m e n t e liberal»—máxime liberalis, como dice
«Si alguno negare que el mundo ha sido creado para gloría de Dios,
sea anatema» (D 1805). 16
ZüBIZARRETA, l.C
S.l C.l. LA CREACIÓN EN GENERAL 353
352 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
Como, en última instancia, el fin del hombre y su actual tendencia
Santo T o m á s — , p o r q u e lo h a creado todo, n o p o r indigencia, sino a él es el mayor don de Dios a los hombres, es manifiesto que la fórmula
p o r exceso d e b o n d a d . E s c u c h e m o s al D o c t o r Angélico» l 7 . a la mayor gloria de Dios indica también la cooperación de la criatura a la
liberalidad de Dios, que se le entrega».
«El obrar a impulsos de alguna indigencia es exclusivo de agentes im-
perfectos, capaces de obrar y de recibir. Pero esto está excluido de Dios,
ARTÍCULO 2
el cual es la liberalidad misma (ipse solus est máxime liberalis), puesto que
nada hace para su utilidad, sino todo por sola su bondad». EL MODO DE LA CREACIÓN

Dios, con s u infinita sabiduría y b o n d a d , h a sabido y h a q u e r i d o L a principal cuestión q u e vamos a examinar en este artículo es la
armonizar d e t a l forma el fin último principal absoluto d e la crea- libertad o m n í m o d a d e l acto creador realizado p o r Dios.
ción p r o p i a (su gloria divina) y el fin p r ó x i m o secundario o rela- E n t o r n o a esta cuestión h a n surgido múltiples errores. N o sólo
tivo (la felicidad d e s u s criaturas inteligentes y libres) q u e estas ciertos filósofos gentiles, sino t a m b i é n A b e l a r d o , Wicleff, Eckhart,
criaturas e n c u e n t r a n s u felicidad precisamente glorificando a Dios, Jansenio, y m á s cercanos a nosotros, G ü n t h e r , H e r m e s , R o s m i -
y s o n s u m a m e n t e desgraciadas e infelices c u a n d o se e m p e ñ a n e n ni, etc., apoyándose e n diversas razones, dijeron q u e Dios no había
apartarse d e E l . C o n razón exclamaba San A g u s t í n : «Nos h a s h e c h o , sido c o m p l e t a m e n t e libre en la creación d e l m u n d o . C o n t r a ellos
Señor, p a r a ti, y nuestro corazón anda inquieto y desasosegado h a s - vamos a establecer la doctrina católica e n forma d e conclusiones.
ta q u e descansa e n ti» 18. Conclusión i . a Dios fue totalmente libre al crear el m u n d o , d e suerte
que p u d o n o haberlo creado o crear otro m u n d o c o m p l e t a m e n t e
331. Consecuencia práctica. De esta doctrina se desprende con distinto. (D¿ fe.)
toda evidencia la obligación que el hombre tiene de realizar todas sus 332. H e aquí las p r u e b a s :
obras a la mayor gloria de Dios. Escuchemos a un teólogo contemporáneo
exponiendo esta doctrina l 9 : a) L A SAGRADA ESCRITURA. L O enseña claramente e n diver-
«Por lo dicho, es evidente que aquella regla, a la mayor gloria de Dios, sos lugares:
no es un mero consejo establecido ad libitum, sino que ha sido depositada
por Dios en la misma naturaleza humana, de suerte que todo hombre «Mas nuestro Dios está en los cielos; cuanto ha querido ha hecho»
tiene obligación de seguirla, sin que pueda hacer nada digno de sí, como (Ps 113,3).
hombre, que no vaya encaminado a la mayor gloria de Dios. «Yavé hace cuanto quiere en los cielos, en la tierra, en el mar y en todos
Más aún, es preciso que el bien de Dios prevalezca sobre el bien de la los abismos» (Ps 134,6).
criatura, de suerte que es más perfecto (teóricamente hablando) glorificar «Según el propósito de Aquel que hace todas las cosas conforme al con-
a Dios por la misma glorificación que por la perfección moral que con ella sejo de su voluntad» (Eph 1,11).
le sobreviene a la criatura. Esto supuesto, escribe óptimamente Lesio: «Digno eres, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el
«De donde se deduce que el hombre no puede proponerse al obrar un bien poder, porque tú creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron
más excelente que la gloria de Dios, ni puede realizar mejor sus obras que creadas» (Apoc 4,11).
refiriéndolas a la gloria de Dios, a la cual incluso los bienaventurados b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. E l concilio Vaticano I,
refieren todas las suyas». d e s p u é s d e h a b e r declarado q u e Dios creó todas las cosas con
Pero Dios, tanto más formalmente es glorificado por la criatura cuanto libérrimo designio ( D 1783), p r o m u l g ó el siguiente canon contra la
más perfectamente le conoce y alaba. Esto se logra sobre todo en la glori- doctrina d e G ü n t h e r :
ficación formal después de la muerte, porque entonces es cuando la criatura
conoce y alaba más perfectamente a Dios, con una glorificación definitiva «Si alguno dijere q u e Dios n o creó con voluntad libre de toda
intensivamente e indefinida extensivamente. Sin embargo, la glorificación necesidad, sino c o n la misma necesidad c o n q u e se a m a necesaria-
intensiva será tanto mayor cuanto mayor haya sido la glorificación ofrecida m e n t e a sí mismo, sea anatema» ( D 1805).
a Dios en la tierra por la criatura, porque ésta es como la preparación para Y a el concilio F l o r e n t i n o había p r o m u l g a d o , e n s u decreto p a r a
aquélla. Esto supuesto, puede mover al hombre este único y mismo ideal los jacobitas, q u e Dios «en el m o m e n t o q u e quiso—quando voluit—
de gloria de Dios en cualquiera de sus dos espléndidos aspectos: el de creó p o r su b o n d a d todas las criaturas» ( D 706).
glorificar a Dios en la tierra hasta el máximo o el de prepararse ahora
diligentísimamente con toda clase de méritos para tributar a Dios la máxima c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. H a y d o s clases d e libertad: la d e
gloria en la eternidad. Estos dos aspectos se identifican realmente; pero contradicción (hacer u n a cosa o n o hacerla) y la d e especificación
como difieren formalmente entre sí, acaso uno de ellos pueda mover a (hacer esto, lo otro o lo d e m á s allá), y e n los d o s sentidos fue
algunos hombres con mayor vehemencia que el otro. Dios c o m p l e t a m e n t e libre al crear:
a) LIBERTAD DE CONTRADICCIÓN. «ES incompatible—resume muy
i ' I 44,4 ad 1.
18
SAN AGUSTÍN, Confesiones l.i c.i. bien Ott '—con la absoluta plenitud de ser de Dios y con la perfecta autono-
" P. SAGÚES, S. I., De Deo creante et elevante n.200; en Sacrae Theologiae Summa vol.2 ' Manual de Teología dogmática (Barcelona 1958) p.147.
(BAC, Madrid 1952) p.J33.
PÍOS y su obra V¡
354 P.1II. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.l. LA CREACIÓN EN GENERAL 355

mía que ella supone, cualquier género de coacción externa o necesidad «El cual (Dios), en el momento que quiso, creó por su bondad todas
interna. No es posible deducir de la bondad de Dios el carácter necesario las criaturas, lo mismo las espirituales que las corporales; buenas, cierta-
de la creación, porque el ansia de comunicarse, que es propio de la esencia mente, por haber sido hechas por el sumo Bien; pero mudables, porque
misma de la bondad (bonum est diffusivum sui), queda satisfecha de forma fueron hechas de la nada; y afirma (la Iglesia) que no hay naturaleza alguna
mucho más perfecta por medio de las procesiones divinas inmanentes. La del mal, porque toda naturaleza, en cuanto es naturaleza, es buena» (D 706).
bondad de Dios le invita, sí, a comunicarse al exterior de manera finita, c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Encuentra argumentos decisivos
pero no le fuerza a ello» (Cf. I 19,3). contra los dos errores citados:
b) LIBERTAD DE ESPECIFICACIÓN. Si se niega a Dios la libertad para
a) Contra el pesimismo: decir q u e este m u n d o es el p e o r d e
crear este mundo, que de hecho creó, u otro cualquiera de los mundos
posibles, queda destruida la omnipotencia divina, que no encuentra otra todos los posibles es u n a blasfemia q u e contradice a la divina r e -
barrera que lo intrínsecamente imposible. Pero es cierto y de fe que Dios es velación ( G e n 1,31) y al simple b u e n sentido d e cualquier persona
omnipotente, luego es evidente que fue libre al crear este mundo con pre- de sano juicio.
ferencia a otros mil mundos posibles. b) Contra el optimismo exagerado. E l m u n d o actual, c o m o
cualquier otro d e los m u n d o s posibles, es u n ser finito: luego es
Nótese, sin e m b a r g o , q u e la creación, activamente considerada, intrínsecamente perfectible y, p o r tanto, n o el mejor d e los posi-
es formalmente u n acto necesario, p o r q u e e n este sentido es el bles. M á s a ú n : p o r esta m i s m a razón h a y q u e decir q u e ni Dios
mismo Dios, e n el q u e n o se distinguen el ser y el obrar; pero, e n m i s m o podría crear u n m u n d o q u e fuera el mejor d e todos los
c u a n t o connota a las criaturas contingentes, se dice y es u n a acción
posibles: dejaría d e ser finito, lo q u e es contradictorio. L a esencia
c o m p l e t a m e n t e libre, p o r q u e Dios p u d o crear o n o crear, o crear
divina es infinitamente imitable p o r las criaturas y n u n c a podría
u n m u n d o c o m p l e t a m e n t e distinto del q u e creó 2 .
agotar su imitabilidad u n m u n d o d e seres finitos, p o r m u y m a g n í -
fico y espléndido q u e se le quisiera s u p o n e r .
Conclusión 2. a E l m u n d o creado p o r Dios es m u y b u e n o , pero n o
el mejor de los posibles. (Completamente cierta en teología.) D e todas formas, h a y q u e decir, d e acuerdo c o n n u e s t r a con-
clusión, q u e este m u n d o , a u n q u e n o sea el mejor d e los posibles,
333. A esta conclusión se o p o n e n d o s errores contrarios e n - es muy bueno (a pesar d e todas sus deficiencias), p o r q u e n o le falta
tre sí: n i n g u n a perfección e n s u género p a r a o b t e n e r el fin q u e Dios h a
intentado al crearle, o sea la manifestación externa d e su gloria
v a) E L PESIMISMO d e Schopenhauer, E d . v o n H a r t m a n n , etc., se-
y el bien y felicidad d e s u s criaturas. Si es cierto q u e en este m u n -
g ú n el cual el m u n d o existente es el p e o r q u e p o d r í a concebirse; y
d o h a y t a m b i é n m u c h o s males, n o lo es m e n o s q u e D i o s sabe
b) E L OPTIMISMO EXAGERADO d e Séneca, Cicerón, Leibnitz, sacar bienes d e los mismos males y n o permitiría esos males si n o
M a l e b r a n c h e , Rosmini, etc., q u e afirma ser este m u n d o el mejor p u d i e r a sacar esos mayores bienes. E l pecado d e A d á n , causa d e
d e todos los posibles, d e suerte q u e ni el m i s m o Dios podría hacer todos los dolores d e la h u m a n i d a d , provocó la redención del m u n d o ,
otro mejor. por Cristo, q u e n o s trajo bienes i n c o m p a r a b l e m e n t e superiores a
L a doctrina católica, recogida e n la conclusión, refleja u n opti- los q u e p e r d i m o s p o r aquel pecado.
mismo moderado, q u e coincide c o n la realidad d e las cosas. H e aquí R e s u m i e n d o esta doctrina, escribe a d m i r a b l e m e n t e Santo
las p r u e b a s : T o m á s 3;
a) L A SAGRADA ESCRITURA. E n el relato d e la creación del «El universo, supuesto de que conste de lo que actualmente lo integra,
m u n d o ( G e n 1,1-30) se nos dice repetidas veces q u e , a m e d i d a no puede ser mejor, debido a que el orden dado por Dios a las cosas—en el
q u e iban b r o t a n d o las cosas d e la nada, Dios veía q u e eran buenas, que consiste el bien del universo—es tan insuperable que, si alguna fuese
y, al acabarse del t o d o la creación, vio Dios ser muy bueno cuanto mejor, se destruiría la proporción del orden, como se rompe la armonía
de la cítara si una cuerda se tensa más de lo debido. N o obstante, Dios
había hecho ( G e n 1,31). Esta expresión está m u y lejos del pesi-
podría hacer cosas distintas o añadir otras a las que ya hizo, y así el universo
mismo, p e r o t a m p o c o coincide c o n el o p t i m i s m o exagerado: «muy que resultase serla mejor».
bueno» n o significa exactamente «lo mejor posible».
E n cuanto al p r o b l e m a d e p o r q u é Dios p e r m i t e el m a l e n e l
b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. L a Iglesia n o h a c o n d e n a d o m u n d o p u d i é n d o l o evitar, véase s u solución e n el amplio apéndice
e x p r e s a m e n t e n i n g u n o d e los dos errores citados—quizá p o r ser al final d e esta o b r a (cf. n . 6o8ss).
los dos e v i d e n t e m e n t e falsos—, p e r o su doctrina coincide c o n el
optimismo moderado q u e h e m o s recogido e n la conclusión. Véase, 3 I 25,6 a d 3.
">or ejemplo, la siguiente declaración del concilio Florentino;

'• Cf. BIU-UART, De Dea diss,7 a.4.


356 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
35Í
S . l C . l . LA CREACIÓN EN GENERAL

ARTÍCULO 3 JUAN XXII condenó como heréticos (D 529) los siguientes errores entre-
sacados de las obras de Eckhart:
EL TIEMPO DE LA CREACIÓN «Puede concederse que el mundo fue üb aeterno» (D 502) *.

334. L a última cuestión q u e h e m o s d e examinar e n t o r n o a «Juntamente y de una vez, cuando Dios fue, cuando engendró a su Hijo
la creación e n general es la del tiempo e n q u e se realizó. Dios, coeterno y coigual consigo en todo, creó también el mundo» (D 503).
D o s s o n los p r o b l e m a s fundamentales q u e n o s salen al paso:
CONCILIO VATICANO I. «Dios..., con libérrimo designio, juntamente
l.° ¿Creó Dios el mundo en el tiempo? desde el principio del tiempo creó de la nada a una y otra criatura...», etc.
2.° ¿Pudo Dios crearlo desde toda la eternidad?, que equivale a esta (D 1783).
otra pregunta: ¿Puede el mundo ser eterno? Lo mismo enseña modernamente una respuesta de U Comisión Bíblica,
sancionada por San Pío X en 1909, acerca de la narración del Génesis (D 2123),
C o m o se ve, el p r i m e r p r o b l e m a plantea u n a cuestión de facto: y S. S. el Papa Pío XII en su encíclica Humani generis, del 12 de agosto
lo q u e d e h e c h o fue u ocurrió; el s e g u n d o plantea u n a cuestión de 1950 (D 2317).
de iure: lo q u e p u d o h a b e r ocurrido, si Dios h u b i e r a querido.
Procederemos, como d e c o s t u m b r e , p o r conclusiones. c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Santo T o m á s dice q u e sabemos c o n
toda certeza por la fe q u e Dios creó el m u n d o en el tiempo; pero
Conclusión 1.a D e hecho, el m u n d o fue creado p o r Dios e n el tiem- afirma s i n vacilar q u e la razón h u m a n a n o lo p u e d e demostrar,
p o . (De fe.) ya q u e , e n absoluto, Dios h u b i e r a p o d i d o crear el m u n d o desde
t o d a la eternidad. Escuchemos su magnífico razonamiento 2 :
335. H e aquí las p r u e b a s :
a) L A SAGRADA ESCRITURA. L o enseña claramente en multi- «Que el mundo no ha existido siempre lo sabemos sólo por la fe, y no
t u d d e lugares. E n el libro d e los Proverbios se n o s dice h a b l a n d o puede demostrarse apodícticamente, lo mismo que dijimos anteriormente
sobre el conocimiento del misterio de la Santísima Trinidad.
d e la divina. Sabiduría: La razón de esto es porque el comienzo del mundo no puede tener una
«Diome Yavé el ser en el principio de sus caminos, antes de sus obras demostración tomada de la naturaleza misma del mundo. En efecto, el prin-
antiguas. Desde la eternidad fui yo ungido; desde los orígenes, antes que cipio de la demostración es la definición o esencia misma de la cosa demos-
la tierra fuese. Antes que los abismos, fui engendrado yo» (Prov 8,22-24). trada. Ahora bien, cualquier cosa, considerada en cuanto a su esencia o
especie, prescinde del tiempo y del espacio (un hombre, por ejemplo, es
siempre un hombre cualquiera que sea la época o el lugar donde haya naci-
E n el salmo 89 leemos: do); por lo cual se dice que los universales (o sea las esencias de las cosas)
«Antes que los montes fuesen, y naciesen la tierra y el orbe, de la eternidad son en todo lugar y tiempo. Luego no puede demostrarse que el hombre,
a la eternidad tú existes, Dios» (Ps 89,2). o el cielo, o la piedra no hayan existido siempre.
Tampoco se puede demostrar por parte de la causa eficiente (que es
E l m i s m o Cristo dijo e n el s e r m ó n d e la Cena: Dios), por ser ésta un agente que obra a voluntad (Dios creó el mundo
porque quiso). La voluntad de Dios es ciertamente inescrutable para la razón
«Ahora tú. Padre, glorifícame cerca de ti mismo con la gloria que tuve humana, a no ser sobre aquellas cosas que es absolutamente necesario que
cerca de ti antes que el mundo existiese» (lo 17,5). Dios las quiera; pero Dios no quiere de este modo nada de cuanto se refiere
a las criaturas, según hemos demostrado anteriormente.
F i n a l m e n t e , el apóstol San Pablo escribe a los fieles d e Efeso: Puede, sin embargo, la voluntad divina manifestarse al hombre mediante
la revelación, en la cual se funda nuestra fe. Por consiguiente, que el mundo
«Por cuanto que en El (Cristo) nos eligió antes de la constitución del ha comenzado a existir es creíble (o sea, lo sabemos ciertamente por la fe);
mundo, para que fuésemos santos e inmaculados ante El» (Eph 1,4). pero no es demostrable ni objeto de la ciencia humana.
N o cabe hablar d e manera m á s clara y r o t u n d a . Y esto conviene tenerlo muy en cuenta, no sea que, presumiendo alguno
demostrar las cosas que son de fe, alegue razones no convincentes, con lo
b) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . L a Iglesia h a proclamado cual dé ocasión de irrisión a los no creyentes, juzgando ellos que por tales
s o l e m n e m e n t e esta verdad t a n c l a r a m e n t e contenida e n la Sagrada razones asentimos nosotros a las cosas que son de fe».
Escritura. H e aquí algunos textos:
Esta última p r u d e n t í s i m a advertencia d e l D o c t o r Angélico d e -
CONCILIO IV DE LETRÁN. «Firmemente creemos y simplemente con- bieran tenerla m u y presente ciertos teólogos e m p e ñ a d o s e n expli-
fesamos que uno solo es el verdadero Dios... que, por su omnipotente car c o n la simple razón natural incluso aquellas verdades q u e , p o r
virtud, desde el principio del tiempo creó de la nada a una y otra criatura,
1
la espiritual y la corporal, es decir, la angélica y la mundana, y después la Se refiere a la cuestión de facto, o sea, a lo que Dios hizo de hecho; no a la cuestión
humana, como común, compuesta de espíritu y de cuerpo» (D 428). de iure, que examinaremos en la conclusión segunda.
2
I 46,2. Los paréntesis explicativos son nuestros.
358 l'.lll. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.2. DIVERSIDAD DE LOS SERES CREADOS 369
ser estrictamente sobrenaturales, rebasan y rompen el molde de la derían esencialmente del Creador, que podría aniquilarlas con la misma
simple razón natural para constituir el patrimonio riquísimo de la facilidad con que las creó.
fe, debido únicamente a la infinita liberalidad de Dios que se ha c) POR PARTE DE LA ACCIÓN CREADORA. La creación es un acto instan-
dignado revelarlas. táneo e indivisible. No requiere tiempo alguno, puesto que en ella no hay mo-
vimiento, o sea, no hay tránsito de un modo de ser a otro (que requiere
Que el mundo, pues, fue creado en el tiempo, es una verdad siempre algún tiempo, por brevísimo que sea), puesto que consiste en la
que no se puede demostrar; pero la sabemos con mayor certeza aparición de un ser que no viene de ninguna parte, puesto que la nada no
todavía que si tuviéramos de ella una demostración científica apo- existe y, por lo mismo, no puede ser el punto de partida 3. Por consiguiente
díctica, puesto que es una verdad de fe que se apoya directa e in- Dios pudo realizar el acto instantáneo de crear desde toda la eternidad si lo
mediatamente en la autoridad del mismo Dios revelante, que no hubiera querido así.
puede engañarse ni engañarnos.
Como se ve, estas y otras razones que pueden verse en Santa
Conclusión 2.a En teoría, no repugna la eternidad del mundo. Dios Tomás 4 son fuertísimas y parecen del todo convincentes. Sin em-
hubiera podido crearlo desde toda la eternidad, aunque sabemos bargo, preferimos no insistir en ellas, dejando al lector en libertad
por la fe que lo creó en el tiempo. (Doctrina de libre discusión entre para seguir la opinión que más le plazca. Al fin y al cabo, esta cues-
los teólogos.)
tión, puramente teórica y especulativa, nada tiene que ver con la
336. Examinada ya la cuestión de jacto (o sea lo que Dios fe, que se salva de igual modo cualquiera que sea la opinión a que
hizo de hecho) veamos ahora la cuestión de iure (o sea lo que Dios nos inclinemos.
hubiera podido hacer si hubiera querido).
La Sagrada Escritura nada dice y la Iglesia nada ha decidido
sobre esta cuestión puramente teórica y especulativa. Los teólogos CAPÍTULO 2
están divididos en dos grupos principales:
i.° San Buenaventura, Alejandro de Ales, Enrique de Gante, LA DIVERSIDAD DE LOS SERES CREADOS
Raimundo Lulio, Valencia, Toledo y otros muchos teólogos, creen
que el mundo no pudo haber sido creado ab aeterno, porque, según EN GENERAL
ellos, implica contradicción, ya que el concepto mismo de creación
lleva consigo el tránsito del no-ser al ser, y esto sería imposible 337. Después de haber tratado de la creación de los seres en
si las cosas creadas hubieran existido siempre, o sea desde toda la general, el orden lógico nos lleva a examinar la distinción y diver-
eternidad. Al ser creado tiene que haberle precedido el no-ser; sidad de los mismos. Este examen puede hacerse desde dos puntos
luego no puede ser eterno. de vista: en general y en particular. En este capítulo abordaremos
2.0 A pesar de que esta razón parece a primera vista decisiva, brevemente el examen de la distinción y diversidad de los seres
Santo Tomás y toda la escuela tomista, y, entre los extraños, Suá- en general.
rez, Vázquez Minges, Urráburu y muchísimos más (con algunas Es un hecho que en el mundo universo existen infinidad de
variantes y matices) no ven imposibilidad alguna en que Dios hu- seres muy distintos y desiguales entre sí. Hay una grandísima
biera podido crear el mundo desde toda la eternidad. Se fundan variedad de especies y una gran desigualdad entre los individuos
en que la creación ab aeterno es perfectamente posible por parte de una misma especie. Limitándonos a la naturaleza humana, son
de Dios, por parte de las criaturas y por parte de la acción misma enormes las diferencias de salud, belleza, fortuna, talento, bondad,
de crear: santidad, felicidad y desgracia, etc., entre unos hombres y otros.
¿De dónde procede esta diversidad tan múltiple entre los seres
a) POR PARTE DE DIOS. La creación se funda en la omnipotencia de creados? ¿Cómo se compaginan entre sí esta múltiple diversidad
Dios. Pero Dios es omnipotente desde toda la eternidad. Luego desde toda
la eternidad pudo haber creado el mundo si hubiera querido. Si no lo hu- y la unidad que significa la palabra universo, y especialmente con
biera podido crear ab aeterno, no lo hubiera podido crear nunca, porque la unidad, el poder, la sabiduría y la bondad de Dios Creador?
es absurdo pensar que Dios empezó a ser omnipotente al crear el mundo. Vamos a precisar la doctrina teológica en unas conclusiones.
b) POR PARTE DE LAS CRIATURAS. Las criaturas eran absolutamente 3
C o m o ya vimos, cuando decimos q u e D i o s creó t o d a s las cosas de la nada, n o q u e -
posibles desde toda la eternidad, porque de lo contrario jamás hubieran remos decir q u e las cosas emprendieron la marcha desde la nada al ser (lo q u e es ridículo
podido ser creadas: lo imposible en absoluto (v.gr., que dos y dos sean y absurdo), sino q u e las hizo brotar sin ninguna materia preexistente, o sea, d e la nada. E n
cinco) no puede hacerse jamás, ni siquiera por el mismo Dios. La razón realidad n o p u e d e hablarse d e tránsito del no-ser al ser, puesto q u e en la creación n o h a y
tránsito ni sucesión, sino mera aparición de algo q u e n o viene d e ninguna parte, p o r q u e la
o esencia de la criatura exige dependencia del Creador con posterioridad de nada n o existe (cf. Contra gent. II 19).
naturaleza, pero no es necesaria la posterioridad de tiempo. Aunque las cria- 4
Cf. I 46,1-2; Contra gent. II 31-38; Depotentia 3,17; Quod!. III 14,2; Compend. TheoL
turas fuesen eternas no por eso dejarían de ser criaturas, porque depen- 5,98, etc.
360 P.1II. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.l C.2. DIVERSIDAD DE LOS SERES CREADOS 361
Conclusión i.» L a distinción y diversidad d e los seres proviene del
m i s m o Dios creador, q u e intenta con ello la perfección del universo Al contestar a las dificultades completa y redondea el D o c t o r
y la plena manifestación de sus infinitas perfecciones. (Completa- Angélico esta doctrina e n la siguiente forma 3 :
mente cierta en teología.) D I F I C U L T A D . Dios es agente s u m a m e n t e b u e n o , luego debería
338. H e aquí las p r u e b a s : producir efectos t a m b i é n s u m a m e n t e b u e n o s . Y vemos e n las c o -
sas q u e n o es así.
a) L A SAGRADA ESCRITURA. E n el relato d e la creación del
m u n d o aparece Dios separando la luz d e las tinieblas, las aguas d e RESPUESTA. El agente sumamente bueno debe producir un efecto su-
la tierra, etc., y p o b l a n d o el mar, la tierra y el aire con m u l t i t u d d e mamente bueno en su conjunto, pero no es necesario que cada una de sus
partes sea la mejor posible en absoluto, sino sólo con relación al conjunto
peces y animales. T o d o s los seres, con todas sus variedades, p r o - total. Porque si cada una de las partes de un animal tuviese la perfección
ceden d e sus m a n o s creadoras (cf. G e n 1,1-31). y dignidad del ojo, sería contra la proporción y bondad de todo el conjunto
E n el libro del Eclesiástico leemos: del animal. Dios hizo, por consiguiente, perfectísimo el conjunto del uni-
«¿Por qué un día es distinto de otro día, mientras la luz todo el año pro- verso, en cuanto cabe en un ser creado; pero no hizo cada criatura absolu-
tamente perfecta, sino unas más que otras. Por eso en el Génesis se dice:
cede del sol? Es la sabiduría del Señor la que los diferencia, y muda los
«Y vio Dios ser buena la luz» (Gen 1,4), y así de cada una de las otras cosas
tiempos y trae las fiestas. A unos los distinguió y los santificó; a otros los
que fue creando; mas del conjunto formado por todas ellas se dice al final:
puso en el número de los días comunes. «Y vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho» (Gen 1,31).
Todo hombre viene del polvo, y de la tierra fue creado Adán. Pero con
su gran sabiduría los distinguió el Señor y les fijó diferentes destinos» D I F I C U L T A D . E S j u s t o d a r desigualmente a cosas desiguales.
(Eccli 33,7-11).
Pero, n o h a b i e n d o p o r p a r t e d e las cosas n i n g u n a desigualdad a n -
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L O enseña así el concilio terior a la acción divina creadora, parece q u e D i o s — q u e es s u m a -
Vaticano I e n u n canon q u e ya h e m o s recogido m á s arriba: m e n t e j u s t o e n todas sus o b r a s — d e b i ó hacerlas a todas iguales.
«Este sólo verdadero Dios, p o r su b o n d a d y virtud o m n i p o t e n t e , RESPUESTA. N O tiene valor tal razón más que en la retribución de pre-
n o p a r a a u m e n t a r su bienaventuranza ni para adquirirla, sino para mios, los cuales se deben dar igual o desigualmente según la igualdad o des-
manifestar su perfección por los bienes que reparte a la criatura, con igualdad de los méritos. Pero en la constitución de los seres no hubo des-
libérrimo designio, j u n t a m e n t e desde el principio del t i e m p o , creó igualdad de las partes por razón de alguna desigualdad precedente, ni de
de la nada a u n a y otra criatura, la espiritual y la corporal, esto es, méritos ni de disposición de la materia; sino por razón de la perfección del
la angélica y la m u n d a n a , y luego la h u m a n a , como c o m ú n , cons- todo. Así lo vemos también en las obras de arte; porque el techo no se di-
tituida d e espíritu y cuerpo» ( D 1783). ferencia de los cimientos de la casa por estar hecho de materiales distintos,
sino que, para que la casa sea perfecta en sus diversas partes, el arquitecto
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. D e s p u é s d e refutar las falsas expli- elige diversos materiales.
caciones dadas p o r algunos filósofos, escribe Santo T o m á s 1;
Insistiendo e n estas mismas ideas, escribe a c e r t a d a m e n t e u n
«La distinción y multitud de las cosas provienen de la intención del pri-
mer agente, que es Dios. teólogo c o n t e m p o r á n e o 4 :
En efecto, sacó Dios las criaturas al ser para comunicarles su bondad «Es manifiesto que ni una sola criatura, ni todo el universo en conjunto,
y representarla por ellas. Y como esta bondad no podía representarse con- «ni mil mundos» (Cayetano) pueden representar perfectamente en absolu-
venientemente por una sola criatura, produjo muchas y diversas, a fin de to la bondad y perfección divinas. Cualquier representación sería finita,
que lo que faltaba a cada una para representar la divina bondad se supliese que no puede igualar ni agotar al infinito. Sin embargo, la representación
por las otras. Porque la bondid, que en Dios es simple y uniforme, en las por el mundo actual de muchas criaturas es más perfecta relativamente y
criaturas es múltiple y está dividida. Así la bondad de Dios está participada se adecúa al plan divino de la creación mejor que la existencia de una sola
y representada de un modo más perfecto por todo el universo en conjunto criatura, por perfecta que ésta fuese: faltaría en este caso el contraste y la
que lo estaría por una sola criatura, por muy excelente que ésta fuese». gradación de los seres, que tanto ayudan al entendimiento creado para for-
Y refiriéndose n o ya a la simple variedad d e seres, sino a los mar una idea más aproximada de la perfección divina. Las imperfecciones
y diferencias de los seres tienen en la creación el mismo efecto armónico
distintos grados d e perfección q u e e n ellos se advierte, t e r m i n a que la combinación acertada de suaves y fuertes, de sombras y colores, de
Santo T o m á s su espléndido r a z o n a m i e n t o con estas palabras 2 ; silencios y sonidos en la pintura y la música, como hermosamente enseñan
«En conclusión: que así como la divina sabiduría es la causa de la dis- San Agustín y Santo Tomás...
tinción de las cosas con miras a la perfección del universo, así lo es también En todo este conjunto hay además un triple orden admirable, que le da
de la desigualdad, porque no seria perfecto el universo si en las cosas hu- unidad y belleza, significadas por la palabra cosmos: orden de las partes in-
biese un solo grado de bondad». tegrantes de cada uno de los seres para adaptarse a la constitución, conser-
1
I 47. i- > Cf. I 47.2 a d 1 e t ad 2.
2
I 47,2. * P . VALBUENA, l . c , p.885 y 800.
362 l'.Il!. DIOS CKEADOH Y GOBERNADOR S.l C.3. LOS ÁNGELES 363
vación y fin particular de cada uno; orden y adaptación de unos seres a otros 6. La gracia y la gloria de los ángeles
para servirse y completarse recíprocamente, y orden de todo el conjunto para
r Sobre los otros ángeles.
adaptarse al fin universal de toda la creación, que es la representación y
manifestación del poder, la sabiduría y la bondad de Dios, de donde resul- 7. Acción de los ángeles. . . . J Sobre las criaturas corporales.
ta la gloria extrínseca divina, fin supremo de toda la universalidad de los (_ Sobre los hombres.
seres creados».
Conclusión 2. a Incluso la permisión p o r parte d e Dios de los males
{ La caída.
El castigo.
Su acción J Sobre los otros ángeles malos.
\ Sobre los hombres.
físicos y sufrimientos q u e afectan a m u c h o s seres creados, contri-
buye al bien d e éstos últimos y a la perfección del conjunto total
del universo. (Completamente cierta en teología.) ARTÍCULO I

339. D a d a la extraordinaria importancia d e esta conclusión y EXISTENCIA, ORIGEN Y NUMERO DE LOS ANGELES
con el fin d e n o darle e n este lugar desmesuradas proporciones, la
3 4 1 . E m p e z a r e m o s este artículo d a n d o u n a s nociones previas
e s t u d i a r e m o s a m p l i a m e n t e e n forma d e apéndice al final d e esta
sobre la expresión y el significado d e la palabra ángel.
obra (cf. n.6o8ss).
1. ETIMOLÓGICAMENTE, la palabra ángel (del griego SyyEAos)
significa nuncio, enviado, embajador. P o r aquí p u e d e verse q u e la
CAPÍTULO 3 palabra ángel n o es n o m b r e personal, sino d e oficio (como la e x -
presión médico, abogado, ingeniero). O i g a m o s a San Gregorio:
LOS ANGELES «Es de saber que la palabra ángel es nombre de oficio, no de naturaleza.
340. E x a m i n a d o ya, e n el capítulo anterior, el h e c h o d e la Aquellos santos espíritus de la patria celestial siempre son espíritus, pero
no siempre se les puede llamar ángeles, porque solamente son ángeles cuan-
distinción y diversidad d e seres existentes e n la creación y el p o r - do por ellos se anuncia alguna cosa» 1.
q u é d e esa diversidad, vamos a estudiar ahora cada u n o d e los tres
grandes g r u p o s e n particular. P o r eso la palabra ángel se emplea en la Sagrada Escritura e n
E n la creación universal se distinguen, e n efecto, tres grandes m u y diversos sentidos:
grupos d e seres: a) A veces se aplica al mismo Verbo divino, en cuanto enviado del
Padre al mundo. Así el profeta Malaquias lo anuncia como «el Ángel de la
i.° Los puramente espirituales, o sea, los ángeles. alianza que deseáis» (Mal 3,1).
2. 0 Los puramente corporales, o sea, los cuerpos. b) Otras veces se aplica a Juan el Bautista, enviado como precursor
3. 0 Los compuestos de espíritu y cuerpo, o sea, los hombres. del Mesías: «He aquí que yo envío a mi mensajero ( = ángel) delante de tu
faz, que preparará tus caminos delante de ti» (Mt 11,10).
E n el presente capítulo h a r e m o s u n g r a n esfuerzo d e síntesis
c) A veces se aplica a los sacerdotes, que son como embajadores de
p a r a recoger, e n la forma m á s b r e v e y clara q u e n o s sea posible, Dios ante el pueblo: «Pues los labios del sacerdote han de guardar la sabi-
la i n m e n s a riqueza doctrinal del maravilloso tratado De angelis, duría y de su boca ha de salir la doctrina, porque es un enviado ( = ángel)
u n o d e los m á s originales y profundos q u e escribió Santo T o m á s de Yavé Sebaot» (Mal 2,7). También a los obispos (cf. Apoc 2,1; 3,1, etc.).
en la Suma Teológica. Sabido es q u e a Santo T o m á s d e A q u i n o se d) Con frecuencia se aplica a los profetas, que anuncian las cosas fu-
le conoce con el n o m b r e d e Doctor Angélico p o r tres razones: p o r turas en nombre de Dios: «Entonces Ageo, el enviado ( = ángel) de Yavé,
su p u r e z a angélica, p o r su inteligencia angélica y p o r su insuperable habló por mandato de Yavé al pueblo...» (Agg 1,13).
t r a t a d o De angelis e n la Suma Teológica. e) La mayor parte de las veces se aplica a los ángeles propiamente di-
chos, o sea a los espíritus celestes que Dios envía con frecuencia al mundo
E l siguiente c u a d r o esquemático m u e s t r a las grandes líneas del para anunciar alguna cosa. Son innumerables los textos.
tratado De angelis y el camino q u e vamos a recorrer e n las páginas
siguientes: 2. R E A L M E N T E y e n su sentido estricto se e n t i e n d e p o r á n g e -
les ciertas substancias creadas, completas y subsistentes, de naturaleza
1. Existencia, origen y número de los ángeles. puramente espiritual, dotadas de gran inteligencia y de poder superior
2. Las jerarquías angélicas. a los hombres.
3. Naturaleza de los án- ( En sí misma. Analicemos u n poco la definición:
geles < f a los cuerpos.
a) CIERTAS SUBSTANCIAS, O sea seres o entidades reales, no meras abs-
I Con relación J al lugar. tracciones, alegorías o personificaciones de las fuerzas de la naturaleza,
L al movimiento local. como vanamente pretenden los racionalistas.
4. La inteligencia y el conocimiento de los ángeles. 1
SAN GREGORIO MAGNO, In Bvang, 1.a hom.34 n.8: ML 76,1250. Cf. SAN AGUSTÍN.
5. La voluntad angélica. Enarrat. t'n Ps. 103,1,15: ML'37,1348.
364 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
s.l c.3. LOS ÁNCELES 365
b) CREADAS, para dar a entender que son distintos de Dios, único ser
increado, del cual los ángeles son simples servidores y ejecutores de sus brazo de Abraham para que no sacrifique a su hijo Isaac (Gen 22,11); otro
acompaña a Eli»zer en busca de esposa para Isaac (Gen 24,7). Jacob ve en
decretos.
sueños una escala por la cual subían y bijaban los ángeles de Dios (Gen 28,
c) COMPLETAS Y SUBSISTENTES, no sólo en razón de substancia, sino 12). Un áng;l d¿ Yavé va d-lante d¿ los judíos en su éxodo (Ex 14,19), etc.
también en razón de especie; pues, como veremos en su lugar, no se unen
b) DESPUÉS DE LA CAUTIVIDAD DE BABILONIA un ángel protege a los
como forma a un cuerpo (cual sucede con el alma humana), sino que sub-
jóvenes en el horno (Dan 3,49), un ejército celeste adora a Dios (Neh 9,6),
sisten perfectamente en su propio ser espiritual.
el ángel Rafael acompaña al joven Tobías (Tob 5,4-6), etc., etc.
d) PURAMENTE ESPIRITUALES, pues carecen de toda materia, a seme-
c) E N EL NUEVO TESTAMENTO son innumerables los testimonios: el
janza de Dios, pero distintos e infinitamente inferiores a El.
ángel Gabriel anuncia a María la encarnación del Verbo (Le 1,26-38); otro
e) DOTADAS DE GRAN INTELIGENCIA, por tratarse de puros espíritus, avisa en sueños a San José (Mt 1,20), otro le manda huir a Egipto (Mt 2,13)
sin mezcla alguna de materia. Sabido es que la inmaterialidad es la raíz del y volver d:spués a Galilea (Mt 2,19). En el nacimiento de Jesús aparecen
conocimiento intelectual. U n ser es tanto más inteligente cuanto menos multitud d? áng-les (Le 2,13); Cristo dice que los ángeles de los niños es-
contacto tiene con la materia. tán viendo siempre la cara de su Padre celestial (Mt 18,10), y en Getsemaní
f) Y DE PODER SUPERIOR A LOS HOMBRES, como veremos en su lugar. le dice a Pedro que su Padre podiía enviarle más de doce legiones de ánge-
les (Mt 26,54), e t c -- e t c -
i. Existencia
C o n razón, pues, dice San Gregorio M a g n o q u e «casi todas las
342. L a existencia d e los ángeles h a sido negada p o r m u c h o s páginas d e los libros sagrados testifican q u e existen los ángeles y
incrédulos y herejes. H e aquí la lista d e los principales errores: arcángeles» 2 .
A h o r a bien, los ángeles d e q u e nos habla la Sagrada Escritura:
a) Los SADUCEOS, que, renovando el antiguo error de los epicúreos,
«niegan la resurrección y la existencia de ángeles y espíritus» (Act 23,8). i.° No son santas inspiraciones de Dios—como dicen los protestantes
liberales—ni fuerzas de la naturaleza—como afirman los racionalistas—, por-
b) Los ANABAPTISTAS y ciertos PROTESTANTES LIBERALES del siglo xvi
que ejercen acciones personales, hablan, ejecutan mandatos, llevan a feliz
afirman que la palabra ángel se emplea en la Escritura para personificar las
término los negocios, traen noticias, etc., etc.
divinas operaciones, o las santas inspiraciones internas, o los hombres de-
legados por Dios para ciertos ministerios, etc., pero nunca para designar 2. 0 No son una personificación de las divinas operaciones—como afirman
a los espíritus angélicos. los anabaptistas—, puesto que aparecen como siervos y ministros de Dios, a
quien reverencian y adoran (cf. Ps 90,11; 96,7; 102,20; Mt 4,11).
c) Los RACIONALISTAS Y MATERIALISTAS de todos los tiempos, que no
3. 0 No son las almas de los muertos—como deliran los espiritistas—
admiten más que lo que puede demostrar la razón natural, o nada fuera de puesto que muchos de ellos pecaron apenas creados por Dios antes de la
la materia. creación del hombre y otros muestran poderes incomparablemente supe-
d) Los ESPIRITISTAS identifican a los ángeles con las almas de los muer- riores a las fuerzas humanas.
tos, que tienen trato con los hombres y con frecuencia se aparecen en el 4. 0 Son superiores a los hombres en fuerza y poder (2 Petr 2,11).
mundo.
e) CIERTOS EXEGETAS RACIONALISTAS afirman que la idea de los ánge- b) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . E S u n a v e r d a d d e fe, e x -
les la recibieron los judíos de los babilónicos durante la cautividad (si- p r e s a m e n t e definida p o r el concilio I V d e L e t r á n ( D 428) y r e p e -
glo vi a . C ) . tida p o r el concilio Vaticano I ( D 1783). H e m o s recogido m á s
arriba los textos (cf. n.335).
C o n t r a todos estos errores vamos a establecer la doctrina cató-
lica e n forma d e conclusión. c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. H e m o s dicho m u c h a s veces q u e la
razón teológica n o p u e d e d e m o s t r a r la existencia d e aquellas reali-
Conclusión. Existen los ángeles, o sea seres espirituales inferiores dades cuyo conocimiento llega a nosotros ú n i c a m e n t e p o r vía d e
a Dios y superiores al h o m b r e . (De fe.) divina revelación. P u e d e t a n sólo exponer a r g u m e n t o s d e conve-
343. H e aquí las p r u e b a s : niencia para hacer ver la verosimilitud y belleza d e lo q u e se n o s
revela y s u perfecta a r m o n í a y congruencia c o n los datos d e la
a) L A SAGRADA ESCRITURA. H a y innumerables testimonios, sana razón.
del t o d o claros e inequívosos. C i t a m o s unos pocos p o r vía d e
ejemplo: H e aquí algunos d e esos a r g u m e n t o s d e congruencia:
a) ANTES DE LA CAUTIVIDAD DE BABILONIA, y en seguida después del i.° Para la perfección del universo se requiere cierta graduación en Jas
pecado de Adán y Eva, un querubín guarda la entrada del paraíso (Gen 3,24). criaturas que se acerque cada vez más a la infinita perfección de Dios, crea-
Un ángel se aparece a Agar en el desierto (Gen 16,7); otro ángel detiene el 2
L . c , n.7: M L 76,1249-
366 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.3. LOS ÁNGELES 367

dor de todas ellas. Y vemos que existen criaturas que se parecen a Dios úni- «Diome Yavé el ser en el principio de sus caminos, antes de sus obras
camente en el existir, como las piedras; otras, en el vivir, como las plantas antiguas. Desde la eternidad fui yo ungido; desde los orígenes, antes que
y los animales; otras, en el entender imperfectamente, como el hombre. Pa- la tierra fuese... Cuando fundó los cielos, allí estaba yo» (Prov 8,22-27).
rece, pues, natural que existan otras criaturas puramente espirituales y per-
fectamente intelectivas ( = ángeles) que se parezcan a Dios de la manera L u e g o h u b o u n m o m e n t o — s e g ú n nuestra m a n e r a d e conce-
más perfecta en que pueden parecérsele las criaturas 3 . bir las cosas—en q u e existía ú n i c a m e n t e la divina Sabiduría, antes
2.° Se ha dicho que el hombre es un microcosmos, o sea, un resumen d e la creación del universo.
y compendio del universo. Porque existe, como los minerales; vive, como 2. 0 L o definió la Iglesia e n los concilios citados ( D 428 y 1783):
los vegetales; siente, como los animales, y entiende como... (sin los ángeles «al principio del tiempo».
faltaría término de comparación entre los seres creados: luego parece que 3. 0 Santo T o m á s lo razona e n la siguiente forma 5 :
deben existir los ángeles).
«Sólo Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo son eternos. Es éste un punto
Estas razones, repetimos, n o s o n demostrativas; p e r o , conocida que la fe católica tiene por indudable, y toda doctrina que se le oponga
la existencia d e los ángeles p o r divina revelación, m u e s t r a n la b e - debe ser desechada como herética. En efecto, de tal manera produjo Dios
lleza y armonía d e l universo creado, coronado p o r los espíritus a las criaturas, que las hizo de la nada, esto es, después que no habían sido
angélicos. nada».
2. Origen
C o m o y a vimos, el D o c t o r Angélico a d m i t e la posibilidad d e la
Vamos a exponer la doctrina sobre la creación d e los ángeles e n creación ab aeterno, si Dios lo h u b i e r a q u e r i d o así (cf. n.336).
unas conclusiones breves y sencillas. Pero la divina revelación nos dice q u e Dios creó el universo en el
tiempo—como t a m b i é n vimos—, y p o r eso Santo T o m á s rechaza de
Conclusión i.» L o s ángeles h a n sido creados p o r Dios. (De fe.)
hecho lo q u e h u b i e r a podido ocurrir de iure.
344. H e aquí las p r u e b a s :
Conclusión 3. 0 Los ángeles fueron creados j u n t a m e n t e con el m u n d o
a) L A SAGRADA ESCRITURA. L O dice e x p r e s a m e n t e e n d i v e r - corpóreo y antes que el h o m b r e . (Sentencia más probable.)
sos lugares:
346. Sobre esta conclusión h a y q u e advertir lo siguiente:
«Tú, ¡oh Yavé!, eres único; tú hiciste los cielos y los cielos de los cielos i.° N o h a y n i n g ú n texto e n la Sagrada Escritura q u e dirima
y toda su milicia... y los ejércitos de los cielos te adoran» (Neh 9,6).
esta cuestión d e u n a m a n e r a clara y t e r m i n a n t e .
«Porque en El fueron creadas todas las cosas del cielo y de la tierra, las
visibles y las invisibles, los tronos, las dominaciones, los principados, las 2. 0 L o s Santos Padres están divididos. L a mayoría d e los P a -
potestades; todo fue creado por El y para El» (Col 1,16). dres griegos y algunos latinos o p i n a n q u e los ángeles fueron creados
antes q u e el m u n d o material. L a mayoría d e los latinos, e n c a m -
b) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . L O definió expresamente bio, piensan q u e fueron creados j u n t a m e n t e con el m u n d o m a t e -
en los concilios I V d e L e t r á n y Vaticano I, e n los textos ya citados rial y antes q u e el h o m b r e (que, según el Génesis, fue creado el
( D 428 y 1783). sexto día, o sea al final d e la creación del m u n d o : G e n 1,26).
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c u c h e m o s el sencillo r a z o n a m i e n - 3. 0 E l concilio I V d e L e t r á n y el Vaticano I declararon—como
to d e Santo T o m á s •*: ya v i m o s — q u e «juntamente (simul) desde el principio del t i e m p o
creó d e la nada a u n a y otra criatura, la espiritual y la corporal,
«Es necesario decir que lo mismo los ángeles que todo lo que no es Dios,
fue creado por Dios. Porque solamente Dios es su propio ser, y en todas esto es, la angélica y la m u n d a n a , y luego la h u m a n a . . . » ( D 1783).
las demás cosas el ser difiere de la esencia, como ya demostramos más arri- Pero, según los mejores intérpretes, parece q u e la m e n t e d e los
ba. Luego es evidente que sólo Dios es el ser por esencia, y que todas las P a d r e s conciliares fue definir ú n i c a m e n t e q u e las cosas h a n sido
demás cosas son seres por participación. Pero todo lo que es por participa- creadas p o r Dios de la nada al principio del t i e m p o , sin q u e p u e -
ción tiene por causa lo que es por esencia, como toda ignición tiene por d a insistirse demasiado e n la expresión juntamente, q u e podría
causa el fuego. Luego es necesario que los ángeles hayan sido creados por significar de igual manera, no de otro modo, etc.
Dios».
4. 0 Santo T o m á s cree m á s p r o b a b l e la opinión q u e h e m o s
Conclusión 1? L o s ángeles n o fueron creados «ab aeterno», puesto recogido e n la conclusión, razonándola d e l siguiente m o d o 6 :
q u e h u b o u n m o m e n t o e n q u e n o existían todavía. (De fe.)
«Acerca de esto encontramos en los santos doctores dos opiniones, pero
345. i.° L o insinúa c o n bastante claridad la Sagrada E s c r i - la que parece más probable es que los ángeles fueron producidos a la vez
t u r a . H a b l a n d o e n los Proverbios la divina Sabiduría dice d e sí que las criaturas corporales. La razón es porque los ángeles son una parte
misma:
3 5
Cf. SANTO TOMÁS, Compend. Theol. c.75; cf. I 50,1. * I 61,1. III 61,2.
« I 61,3.
368 P.III. DIOS CREADOR Y COBERNADOR
S.l C.3. LOS ÁNCELES 369
del universo, ya que ellos solos no constituyen un universo aparte, sino tratándose de los cuerpos, la grandeza se aprecia por la magnitud, cuando
que tanto ellos como las criaturas corporales se reúnen para constituir un se trata de los seres incorpóreos puede apreciarse por la multitud... Por
solo universo; lo cual aparece claro en el ord.n de unas criaturas a otras, tanto, es razonable pensar que las substancias inmateriales exceden por su
que constituye el bien del universo. Pero como ninguna parte es perfecta número a las materiales casi sin comparación (quasi incomparabiliter)».
si se la separa del todo, no es probable que Dios, cuyas obras son perfectas
(Deut 32,4), crease por separado la naturaleza angélica antes que las demás
criaturas», ARTÍCULO 2
3. Número LAS JERARQUÍAS Y COROS ANGÉLICOS
C o n relación al n ú m e r o d e los ángeles nada p o d e m o s afirmar 349. N o s apresuramos a advertir al lector q u e la doctrina q u e
con certeza, puesto q u e la Sagrada Escritura n o dice nada en con- v a m o s a exponer en este artículo n o es de fe, ni ha sido enseñada
creto, los concilios silencian esta cuestión, los Santos Padres se expresa o formalmente p o r la Iglesia. T i e n e , sin e m b a r g o , u n
dividen en m u l t i t u d d e opiniones y la razón natural n a d a p u e d e sólido fundamento en la Sagrada Escritura y en la tradición católica
d e t e r m i n a r p o r su propia cuenta. y ha sido aceptada c o m ú n m e n t e p o r los teólogos. Rechazarla n o
Sin e m b a r g o , se p u e d e llegar con bastante probabilidad a las sería, p u e s , una herejía formal, p e r o sí una manifiesta e insensata
siguientes conclusiones: t e m e r i d a d . Sin e m b a r g o , en su exposición t e n d r e m o s m u c h o cui-
Conclusión 1.a El n ú m e r o de los ángeles es grandísimo. (Sentencia d a d o en distinguir lo cierto de lo d u d o s o y la doctrina común de las
más probable.) simples opiniones particulares de los teólogos o tratadistas.
E m p e z a r e m o s con unas sencillas nociones previas en t o r n o a la
347. Los f u n d a m e n t o s de esta opinión son los siguientes: terminología.
a) L a Sagrada Escritura, sin precisar su n ú m e r o exacto, a) L a palabra jerarquía (del griego lepós, sagrado, y ápxrj,
habla de m u l t i t u d d e espíritu angélicos. Veamos algunos textos: poder) significa potestad sagrada. Se refiere, p o r consiguiente, a
t o d o s aquellos q u e tienen m a n d o o autoridad sagrada sobre sus
«Y le servían (a Dios) millares de millares, y le asistían millones de mi- subordinados. Por extensión, u n t a n t o abusiva, se aplica t a m b i é n
llones» (Dan 7,10). a los q u e ejercen m a n d o o autoridad política, militar, etc.
«Al instante se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que b) Se entiende p o r órdenes o coros angélicos los distintos grados
alababa a Dios diciendo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los
q u e p u e d e n distinguirse d e n t r o de las jerarquías angélicas, en la
hombres de buena voluntad» (Le 2,13-14).
«¿Crees que no puedo rogar a mi Padre, que me enviaría luego más de forma q u e explicaremos m á s abajo.
doce legiones de ángeles?» (Mt 26,53). A continuación e x p o n e m o s en forma de conclusiones la d o c -
«Vi y oí la voz de muchos ángeles en rededor del trono, y de los vivientes trina c o m ú n m e n t e admitida entre los teólogos católicos.
y de los ancianos; y era su número de miríadas de miríadas y de millares de
millares» (Apoc 5,11). Conclusión i. a Los ángeles se distribuyen convenientemente en tres
jerarquías: s u p r e m a , media e í n ñ m a .
b) L o s Santos Padres, tanto griegos como latinos, y la casi
totalidad de los teólogos creen q u e el n ú m e r o de los ángeles es 350. Para p r o b a r esta conclusión n o p u e d e invocarse la Sa-
grandísimo. grada Escritura n i el magisterio oficial de la Iglesia, ya q u e n a d a
c) C o m o veremos en su lugar, todos los h o m b r e s tienen su nos dicen acerca de ella. El p r i m e r o en hablar de j e r a r q u í a s angé-
correspondiente ángel de la guarda, q u e pertenece a las j e r a r q u í a s licas fue el Pseudo-Dionisio Areopagita en su clásica o b r a De
angélicas inferiores. L u e g o i n d u d a b l e m e n t e son m u c h o s más los caelesti hierarchia. Su clasificación fue aceptada, en general, p o r los
ángeles q u e los h o m b r e s , puesto q u e , además d e los custodios, P a d r e s y teólogos posteriores, d a d o el e n o r m e prestigio del falso
existen los de las jerarquías superiores. Dionisio, al q u e identificaban con el discípulo de San Pablo, del
q u e nos hablan los Hechos de los apóstoles (cf. A c t 17,34), q u e fue
Conclusión 2. a P r o b a b l e m e n t e el n ú m e r o de los ángeles excede al de el p r i m e r obispo de A t e n a s y m u r i ó mártir, siendo canonizado por
las especies de todas las cosas materiales. la Iglesia. L a crítica posterior ha d e m o s t r a d o q u e las obras atri-
buidas a San Dionisio Areopagita n o son suyas, sino de u n a u t o r
348. Santo T o m á s lo razona del siguiente m o d o 7 : neoplatónico d e fines del siglo iv.
«La razón de esto es porque, como lo que principalmente intenta Dios Para justificar de alguna manera la triple j e r a r q u í a angélica
al crear las cosas es la perfección del universo, cuanto más perfectas sean descrita por el Pseudo-Dionisio, el D o c t o r Angélico razona del
las cosas, con mayor prodigalidad son creadas por Dios. Pero así como, siguiente m o d o J :
1 Cf. I SO.3.
1 Cf. 1108,1.
370 P.Ill. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR 371
S.l C.3. LOS ÁNGELES
«Han de distinguirse en los ángeles tres jerarquías. Hemos dicho que
los ángeles superiores conocen la verdad de modo más universal que los blecerse t a m p o c o u n a r g u m e n t o firme a base d e ella. E l g r a n San
inferiores 2 . Esta acepción universal del conocimiento admite tres grados A g u s t í n reconoce p a l a d i n a m e n t e su ignorancia sobre esta cuestión.
en los ángeles, puesto que pueden considerarse bajo tres aspectos las ra- H e aquí sus propias palabras h
zones de las cosas sobre que son iluminados los ángeles.
a) El primer aspecto es en cuanto que tales iluminaciones proceden «Que hay en el cielo tronos, dominaciones, principados y potestades,
del primer principio universal, que es Dios; y este modo compete a la primera lo creo firmemente; que se distinguen entre sí, no me cabe la menor duda;
jerarquía, que se extiende inmediatamente hasta Dios y que está situada pero en cuanto a decir qué son y en qué se diferencian entre sí..., confieso
como «en la antecámara de Dios», según la expresión de Dionisio. que lo ignoro totalmente».
b) El segundo aspecto es en cuanto que tales razones dependen de las
causas universales creadas, que en alguna manera ya son múltiples; y este Sin e m b a r g o , a título d e curiosidad, recogemos a continuación
modo de iluminación corresponde a la segunda jerarquía. la opinión d e San Gregorio M a g n o y la del P s e u d o - D i o n i s i o A r e o -
c) Por último, según que estas razones son aplicadas a las cosas sin- pagita, q u e fue el v e r d a d e r o creador d e esta teoría sobre las j e r a r -
gulares en cuanto dependen de sus propias causas; y este modo es propio de quías angélicas.
la ínfima jerarquía.
Esto se aclarará plenamente cuando tratemos en particular de cada uno SAN G R E G O R I O M A G N O . Para San Gregorio M a g n o , la dife-
de los órdenes o coros angélicos». rencia d e los n o m b r e s c o n q u e se designan los n u e v e coros angélicos
n o se refiere a la naturaleza de los ángeles, sino a sus diversos oficios
Conclusión 2. a Existen nueve órdenes o coros angélicos, q u e reciben
los n o m b r e s de serafines, querubines, tronos, dominaciones, vir- o funciones. Estas funciones s o n las siguientes 4 :
tudes, potestades, principados, arcángeles y ángeles. 1. Los ángeles anuncian las cosas de menos importancia.
2. Los arcángeles, las de gran importancia o trascendencia.
351. E s t a conclusión es m u c h o m á s firme y segura q u e la
3. Las virtudes realizan los milagros.
anterior, puesto q u e los n o m b r e s d e esos n u e v e coros angélicos 4. Las potestades mantienen a distancia a los espíritus perversos y les
constan expresamente en la Sagrada Escritura; a u n q u e n o p u e d e impiden tentar a los hombres a medida de sus deseos.
decirse q u e sea u n a verdad d e fe, puesto q u e la Sagrada Escritura 5. Los principados presiden a los ángeles buenos, disponen lo que
n o declara q u e cada u n o d e esos n o m b r e s corresponda a u n o r d e n éstos han de hacer y dirigen los ministerios divinos que han de cumplir.
d e ángeles distinto d e todos los d e m á s órdenes, n i niega la existen- 6. Las dominaciones dominan de una manera trascendente el poder de
cia d e algún otro o r d e n además d e los n u e v e enunciados. E s , p u e s , los principados.
u n a doctrina seria y probable, p e r o d e n i n g ú n m o d o u n d o g m a 7. Los tronos asisten a los juicios divinos, sirven de asiento a Dios y
de fe expresamente revelado. son los ejecutores de sus decretos.
8. Los querubines contemplan más de cerca la claridad de Dios y po-
He aquí algunos textos bíblicos en los que van apareciendo los distintos seen la plenitud de la ciencia.
coros angélicos que hemos enumerado: 9. Los serafines, más cerca todavía de su Creador, son como un fuego
«Había ante El serafines, cada uno con seis alas» (Is 6,2). incomparablemente ardoroso e incandescente de amor.
«Expulsó al hombre y puso delante del jardín de Edén un querubín, que
blandía flamante espada» (Gen 3,24). T o d a s estas funciones d e los ángeles, desde la m á s p e q u e ñ a
«Porque en El fueron creadas todas las cosas del cielo y de la tierra, hasta la m á s alta, son para el h o m b r e u n ejemplo q u e d e b e p r o c u r a r
las visibles y las invisibles, los tronos, las dominaciones, los principados, las r e p r o d u c i r en su vida. Esta es la conclusión práctica q u e saca S a n
potestades; todo fue creado por El y para El» (Col 1,16). Gregorio d e la exposición q u e acabamos d e citar.
«Por encima de todo principado, potestad, virtud y dominación, y de
todo cuanto tiene nombre, no sólo en este siglo, sino también en el veni- EL PSEUDO-DIONISIO AREOPAGITA. C o m o ya h e m o s d i c h o , se
dero» (Eph 1,21). d e b e a este autor desconocido la teoría completa sobre la j e r a r q u í a
El arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo..., dijo: Que el celestial. C o n g r a n ingenio y agudeza m e n t a l imaginó u n a organiza-
Señor te reprenda» (Iudae 9). ción del m u n d o angélico a r m o n i o s a m e n t e coordinada según u n a
«Una vez sometidos a El los ángeles, las potestades y las virtudes, subió escala descendente, q u e va desde los serafines hasta los simples
al cielo y está sentado a la diestra de Dios» (1 Petr 3,22).
ángeles. Según él, t o d o s los espíritus angélicos son d e la m i s m a
E n cuanto a las diversas funciones y oficios q u e c o r r e s p o n d e n naturaleza y n o difieren m á s q u e p o r el lugar q u e ocupan. P e r o este
y d e s e m p e ñ a n cada u n o d e estos n u e v e órdenes o coros angélicos, lugar les h a sido designado p o r D i o s e n razón del o r d e n sagrado
n u e s t r o desconocimiento es casi total, ya q u e nada p u e d e afirmarse d e q u e h a n sido revestidos, d e la ciencia q u e poseen y d e la acción
con f u n d a m e n t o en la Sagrada E s c r i t u r a . L a tradición cristiana q u e ejercen 5 .
está m u y dividida e n este asunto y, p o r lo m i s m o , n o p u e d e esta-
3 SAN AGUSTÍN, Contr. Prisc. XIV: ML 42,678.
4
2
Cf. el n.372 de esta obra. SAN GREGORIO MAGNO, In Evang. homil.34,g,io: ML 76,1251-52.
' Cf. De caeleste hierar. III 1: MG 3,164.
372 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR s.l c.3. LOS ANGELES 373
L a finalidad d e la jerarquía angélica n o es otra q u e la m a y o r C a d a u n o d e estos coros, según su situación jerárquica, posee e m i -
semejanza y u n i ó n con Dios posible. P o r lo mismo, cada o r d e n n e n t e m e n t e — a p a r t e d e sus perfecciones propias—las perfecciones
o coro angélico debe, según su capacidad, imitar a Dios, hacerse su de los coros inferiores, y éstos, sin p o d e r alcanzar la perfección d e
colaborador y p o n e r d e manifiesta e n sí m i s m o la eficacia d e la acción los coros superiores, p r o c u r a n imitarlos lo mejor q u e p d e u e n . E l
divina. E n c u a n t o a la pureza, la iluminación y la perfección recibi- p r i m e r coro d e la primera jerarquía está en contacto i n m e d i a t o
da d e Dios, cada o r d e n o coro se aprovecha en p r i m e r lugar p e r s o - con Dios, y el último d e la tercera está en contacto inmediato con
el h o m b r e .
n a l m e n t e , y d e s p u é s las comunica al o r d e n o coro inferior, y éste
al siguiente, y así sucesivamente hasta llegar al último 6 . Conclusión 3. a C a d a u n o d e los órdenes o coros angélicos está for-
Sin explicar la razón d e ser d e cada u n o d e los nueve coros, el m a d o p o r u n a multitud i n n u m e r a b l e d e ángeles,
Pseudo-Dionisio, según la enseñanza q u e p r e t e n d e sacar d e San
Pablo, se contenta con u n a simple descripción. D i v i d e los n u e v e 352. Esta conclusión parece del t o d o clara y evidente. Se apoya
coros en las tres j e r a r q u í a s superpuestas d e las q u e h e m o s hablado en la m i s m a Sagrada Escritura, q u e n o s habla d e u n a m u l t i t u d
en la conclusión anterior, distribuyendo tres coros angélicos a cada ingente d e espíritus angélicos: «y le servían millares d e millares y
u n a d e ellas en la siguiente forma: le asistían millones d e millones» ( D a n 7,10), lo cual n o sería posible
si cada u n o d e los n u e v e coros constara d e u n solo ángel o d e unos
PRIMERA JERARQUÍA. E S la más cercana a Dios, la más inherente y la pocos.
más unida al Ser divino. La componen los siguientes coros:
Santo T o m á s advierte expresamente q u e , si conociéramos p e r -
I.° Los serafines, espíritus incandescentes de fuego y amor, con el que fectamente los ministerios d e los ángeles y las peculiaridades d e
inflaman a los demás. cada u n o , sabríamos perfectamente q u e , e n realidad, cada ángel
2.° Los querubines, llenos de ciencia divina, que reflejan y con la que tiene su propio ministerio y su propio o r d e n en las cosas, y se dis-
iluminan a los demás. t i n g u e n entre sí en mayor grado q u e cada u n a d e las estrellas del
3. 0 Los tronos, cuyo nombre designa un estado eminente 7 . firmamento 9
.
SEGUNDA JERARQUÍA. Ocupa un lugar intermedio y sirve de enlace en-
tre la primera, que está en contacto con Dios, y la tercera, en contacto con Conclusión 4. a Los bienaventurados e n el cielo serán colocados entre
las criaturas humanas. Está formada por los siguientes coros: los coros de los ángeles, e incluso p u e d e n rebasarlos.
i.° Las dominaciones, espíritus libres de toda opresión que, sin el me- 353. Santo T o m á s afirma q u e el último d e los ángeles es s u -
nor temor servil, permanecen solícitos ante Dios, están continuamente a su perior p o r naturaleza al m á s e n c u m b r a d o d e los h o m b r e s , y, e n
servicio y dominan a los espíritus angélicos inferiores. este sentido, el m e n o r ángel d e la j e r a r q u í a celestial p u e d e purificar,
2. 0 Las virtudes, que, dotadas de una fuerte e invencible virilidad, que iluminar y perfeccionar a u n h o m b r e d e m o d o m á s excelente con
manifiestan en todos sus actos deiformes, impiden cualquier disminución q u e p u e d e hacerlo e n este m u n d o la m i s m a jerarquía eclesiástica 1 0 .
de la luz divina infusa y prestan a los ángeles inferiores la fortaleza que ne- Sin e m b a r g o , los b i e n a v e n t u r a d o s en el cielo p u e d e n r e m o n t a r s e
cesitan.
p o r encima d e las m i s m a s jerarquías angélicas—como e n el caso
3. 0 Las potestades, que, incapaces de abusar tiránicamente de su poder
d e la Virgen M a r í a — o intercalarse e n los diversos órdenes o coros
y siempre invenciblemente dirigido? hacia las cosas de Dios, prestan a los
demás ángeles un concurso bienhechor. angélicos s?gún el grado de méritos sobrenaturales contraídos en este
mundo. E s c u c h e m o s al propio D o c t o r Angélico H;
TERCERA JERARQUÍA. E S la más alejada de Dios y la más próxima al
hombre, sobre el que ejercen de continuo su benéfica influencia. Está com- «Como hemos dicho, los órdenes angélicos se distinguen tanto según
puesta por los siguientes coros: la condición de la naturaleza como según los dones de la gracia.
i.° Los principados, que dirigen las obras ministeriales que han de eje- Si, pues, se consideran estos órdenes sólo en cuanto a los grados de na-
cutarse por orden de Dios. turaleza, es evidente que los hombres no pueden de ningún modo pasar a
los órdenes de los ángeles, porque permanecerá siempre la distinción de
2. 0 Los arcángeles, encargados de anunciar a los hombres las cosas más
naturalezas 12.
importantes y trascendentales. Fijándose algunos en esta distinción, afirmaron que de ningún modo
3. 0 Los angeles, que anuncian las cosas de menor importancia. pueden los hombres elevarse a ser igualados con los ángeles. Lo cual es
Estas tres jerarquías están unidas las u n a s a las otras p o r u n p u n t o erróneo, porque contradice a la promesa de Cristo, quien dice que los hijos
de contacto entre el último coro d e cada u n a d e ellas y el p r i m e r o d e » Cf. I 108,3.
la siguiente, y, d e n t r o d e cada u n a , el coro intermedio sirve d e e n - 1» Cf. I 108,2 ad 3.
" I roS,8.
lace e n t r e el p r i m e r o y el tercero, c o m o el eslabón d e u n a cadena 8 . 12
Por aquí puede verse que es inexacto, teológicamente hablando, considerar como
« Ibid., III 2: MG 3,165. ángeles a los niños pequeños que mueren después de recibir el bautismo. So parecen cierta-
' Ibid., VII 1: MG. 3,265, mente a los ángeles por su pureza e inocencia, pero en realidad pertenecen y pertenecerán
eternamente a la raza humana, no a la angélica. (Nota del autor.)
» Ibid., IX: MG 3,275-
374 P.IIl. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.S. LOS ÁNGELES 375
de la resurrección serán iguales a los ángeles en el cielo (cf. Le 20,36). Tra- c) E n t r e los filósofos, Leibnitz, K a n t y otros filósofos hetero-
tándose, en efecto, del orden angélico, lo que se refiere a la simple natura- doxos atribuyen a los ángeles u n cuerpo, j u z g a n d o q u e n o p u e d e
leza es algo puramente material; lo que constituye aquel orden de una ma-
existir sin él u n espíritu activo.
nera completiva y perfecta son los dones de la gracia, que dependen de la
liberalidad de Dios y no de la naturaleza. Pueden, por tanto, los hombres C o n t r a estos errores y opiniones equivocadas, h e aquí las p r u e -
merecer, mediante los dones de la gracia, tanta gloria que vengan a igua- bas d e la doctrina sustentada en n u e s t r a conclusión:
larse con los ángeles en cualesquiera de los grados angélicos. Y esto es lo a) L A SAGRADA ESCRITURA. A l hablar d e los ángeles b u e n o s
que queremos decir cuando afirmamos que los hombres bienaventurados
o malos siempre les designa como p u r o s espíritus, sin mezcla d e
son elevados a los órdenes o coros de los ángeles».
materia:
C o m e n t a n d o esta sublime doctrina, el cardenal Cayetano aclara
q u e n o todos los h o m b r e s serán elevados a los coros d e los ángeles, «Jesús, llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus
impuros para arrojarlos» (Mt 10,1).
sino q u e algunos ascenderán sobre los m i s m o s ángeles, como la
«Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él y, entrando, ha-
Virgen María; otros se mezclarán con ellos, c o m o los apóstoles y bitan allí» (Le 11,26).
los grandes santos; y otros, en fin, q u e d a r á n bajo todos los ángeles, «Ved mis manos y mis pies, que soy yo, que el espíritu no tiene carne
como p u e d e racionalmente creerse d e los niños q u e vuelan al cielo ni huesos como veis que yo tengo» (Le 24,39).
i n m e d i a t a m e n t e d e s p u é s del b a u t i s m o (o sea, sin h a b e r contraído «No es nuestra lucha contra la carne y la sangre, sino contra... los espí-
todavía n i n g ú n m é r i t o personal) y d e otros m u c h o s q u e n o alcan- ritus malos de los aires» (Eph 6,12).
zaron e n este m u n d o el grado d e gracia d e los ángeles inferiores 1 3 . «Con vosotros sean la gracia y la paz, de parte del que es, del que era
y del que viene, y de los siete espíritus que están delante de su tro-
no» (Apoc 1,4).
ARTÍCULO 3
b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. N o lo h a definido e x p r e -
NATURALEZA DE LOS ANGELES samente, p e r o lo enseña con t o d a claridad e n los concilios I V d e
L e t r á n y Vaticano I al establecer u n a distinción entre la creación
Precisada ya en los artículos anteriores la existencia d e los á n -
de la naturaleza espiritual y d e la corporal, identificando la p r i m e -
geles y su distribución en diferentes j e r a r q u í a s y órdenes, veamos
ra con la naturaleza angélica: «la criatura espiritual y la corporal,
ahora cuál es el constitutivo íntimo d e los ángeles, o sea, cuál es s u es decir, la angélica y la mundana» ( D 428 y 1783).
verdadera naturaleza.
C o m o d e c o s t u m b r e , p r o c e d e r e m o s e n forma d e conclusiones c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Santo T o m á s expone el siguiente
claras y sencillas. a r g u m e n t o d e conveniencia h
Conclusión i. a L o s ángeles son espíritus puros, sin mezcla alguna Siempre que en un género cualquiera se halle alguna cosa imperfecta,
de materia. (Completamente cierta en teología.) es necesario que en el mismo género preexista algo perfecto. Pero en la na-
354. V a m o s a recoger, e n p r i m e r lugar, las principales opi- turaleza intelectual encontramos una substancia espiritual imperfecta, a sa-
ber, el alma humana, que se ordena a informar un cuerpo y recibe el cono-
niones sustentadas p o r algunos Santos P a d r e s antes d e q u e la teo- cimiento a través de las cosas sensibles. Es, pues, necesario que existan en
logía d e los ángeles estuviera suficientemente elaborada. la naturaleza intelectual algunas substancias que no necesiten tomar su
a) A l g u n o s Santos Padres, bajo la influencia d e ciertas d o c - ciencia de las cosas sensibles ni se ordenen a informar un cuerpo. Por con-
siguiente, no todas las substancias intelectuales están unidas a los cuerpos,
trinas estoicas y platónicas, e i n t e r p r e t a n d o demasiado a la letra
sino que algunas están separadas de ellos, y a éstas llamamos ángeles.
algunas expresiones d e la Sagrada Escritura (v.gr., P s 103,4), a t r i -
b u y e r o n a los ángeles cierto cuerpo sutil, etéreo o semejante al fuego. E s t e a r g u m e n t o , como se ve, n o es e n t e r a m e n t e demostrativo,
Así opinaron Orígenes, San Fulgencio, Casiano, el abad R u p e r t o sino d e simple conveniencia. D e él n o p u e d e concluirse apodícti-
y el m i s m o San A g u s t í n . c a m e n t e q u e los ángeles n o tienen cuerpo alguno, ya q u e n o r e p u g -
b) O t r o s , i n t e r p r e t a n d o d e los ángeles lo q u e se dice d e los naría q u e estuviesen unidos a u n cuerpo m á s sutil y perfecto, c o m o
«hijos d e Dios» en el Génesis (6,2), enseñaron q u e algunos ángeles creyeron algunos Santos Padres: ya sería u n adelanto con relación
h a b í a n contraído m a t r i m o n i o con las hijas d e los h o m b r e s , con lo al h o m b r e . L o q u e sí se d e d u c e apodícticamente es la necesidad
q u e admitían implícitamente la naturaleza corporal d e los m i s m o s . absoluta d e la existencia d e D i o s como naturaleza intelectual p e r -
Así o p i n a r o n San Justino, Atenágoras, C l e m e n t e Alejandrino, San fectísima ( = acto puro), como vimos al exponer la cuarta vía d e
A m b r o s i o , etc. Santo T o m á s (cf. n.17).
13
Cf CAYETANO, In hoc loco S. Th 1 Cf. I 51,1.
376 P.lll. UlOS CKEAUOR i! GOBERNADOS S.l C.3. LOS ÁNGELES 377
Conclusión 2. a Los ángeles son n a t u r a l m e n t e incorruptibles e i n m o r - cosa indica su modo de ser. Pero la razón y la especie de una operación se
tales. (Completamente cierta en teología.) toma de su objeto, y el objeto inteligible, debido a que está fuera del tiem-
po, es sempiterno. Luego toda substancia intelectual es incorruptible por
355. E x p l i q u e m o s ante todo la terminología d e la conclusión: su propia naturaleza».
Incorruptibilidad e inmortalidad s o n t é r m i n o s casi sinónimos.
El p r i m e r o expresa la inamisibilidad del ser; el segundo, la inamisi- Estos a r g u m e n t o s p r u e b a n apodícticamente la inmortalidad in-
bilidad d e la vida. P e r o como e n u n ser espiritual la vida coincide trínseca d e los ángeles. Sabemos, además, q u e t a m b i é n son i n m o r -
con el ser, a m b o s conceptos se identifican prácticamente e n ellos. tales extrínsecamente. P o r q u e a u n q u e es cierto q u e Dios podría
L a incorruptibilidad p u e d e ser ab intrínseco, si n o h a y e n el aniquilarlos según su potencia absoluta con la m i s m a facilidad c o n
ser n i n g ú n principio intrínseco d e descomposición, o ab extrínseco, q u e los creó, n o lo hará así según su potencia ordenada, p o r q u e , h a -
si n o p u e d e p e r d e r su ser p o r la acción d e n i n g ú n agente exterior. biéndoles creado inmortales (dotándoles d e u n a naturaleza d e suyo
Esto p r e s u p u e s t o , h e aquí las p r u e b a s d e la conclusión: inmortal), su aniquilación supondría e n Dios u n a especie d e recti-
ficación de su propia obra, lo q u e n o p u e d e admitirse e n m o d o
a) L A SAGRADA ESCRITURA. L o e n s e ñ a c o n t o d a claridad: alguno, dada la infinita sabiduría d e Dios, q u e n u n c a se equivoca
y, p o r lo mismo, n u n c a tiene nada q u e rectificar. P o r eso, c u a n d o
«Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y
para sus ángeles» (Mt 25,41). los ángeles pecaron, les castigó terriblemente, transformándolos e n
«En la resurrección de los muertos ni tomarán mujeres ni maridos, por- demonios, p e r o n o les aniquiló volviéndolos a la n a d a i .
que ya no pueden morir y son semejantes a los ángeles» (Le 20,35-36).
Conclusión 3. a L o s ángeles son específicamente distintos entre sí,
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. La Iglesia definió e n el de suerte q u e cada u n o de ellos constituye u n a especie completa-
m e n t e distinta de la de cualquier otro ángel. (Doctrina tomista.)
concilio V d e L e t r á n la inmortalidad del alma h u m a n a e n razón
d e su perfecta espiritualidad ( D 738). L u e g o p o r la m i s m a razón 356. Esta conclusión n o es admitida p o r todos los teólogos,
son inmortales los ángeles, q u e son espíritus c o m o el alma h u m a n a p e r o es ciertamente la d e Santo T o m á s y la d e gran n ú m e r o d e
y m á s perfectos q u e ella. teólogos d e todas las escuelas y tendencias.
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. S a n t o T o m á s lo p r u e b a con d o s a r - Se h a n formulado e n t o r n o a esta cuestión las siguientes princi-
g u m e n t o s apodícticos expuestos e n forma magistral. H e aquí s u s pales opiniones:
palabras 2 : a) T o d o s los ángeles son d e la m i s m a especie, ya q u e t o d o s
«Es necesario decir que los ángeles son incorruptibles por su propia na- ellos son naturalezas intelectuales. Así opinan, entre otros, San A l -
turaleza. Nada se corrompe si no es por cuanto su forma se separa de la b e r t o M a g n o y San Buenaventura.
materia (como cuando el alma humana, que es la forma substancial del cuer-
po, se separa de éste dejándolo convertido en cadáver). Pero, según hemos CRÍTICA. No puede admitirse, ya que la naturaleza intelectual es un
visto, el ángel es su misma forma subsistente (ya que es espíritu puro, sin elemento genérico, no específico. Deja la cuestión sin resolver.
mezcla alguna de materia; el ángel es sólo alma, por así decirlo) y, por tan- b) L o s ángeles d e u n a m i s m a jerarquía, o, al m e n o s los d e u n
to, es imposible que su substancia sea corruptible. En efecto, lo que convie-
ne a un ser por razón de su misma naturaleza, es inseparable de él, y, en cam- m i s m o coro, s o n d e la m i s m a especie, diversificándose e n t r e sí p o r
bio, lo que le conviene por otra cosa, se puede separar una vez desaparecido razón d e los distintos ministerios u oficios. E s la opinión d e Biel,
aquello por lo que le conviene. Así, por ejemplo, la redondez es inseparable Alejandro d e Ales, Valencia, e t c .
de la circunferencia, porque le conviene por su misma naturaleza; pero una
circunferencia de metal puede perder su redondez por el hecho de que el CRÍTICA. Los ángeles no se distinguen específicamente por sus distin-
metal pierda la figura circular. Ahora bien, el existir por sí (o sea, por su tos oficios, sino por su propia forma o naturaleza, como veremos en seguida.
propia naturaleza) conviene a la forma, ya que cada cosa es ser en acto
c) L o s ángeles se distinguen específicamente unos d e otros,
(o sea, existe) por cuanto tiene forma, y la misma materia es ser en acto
por razón de la forma. Luego el ser compuesto de materia y forma deja de de suerte q u e n o h a y d o s d e u n a m i s m a especie. Pero Dios podría
existir en acto cuando la forma se separa de la materia. Pero cuando es la con s u simple potencia ordinaria crear d o s o m á s d e u n a m i s m a
misma forma la que subsiste en su ser, como ocurre en los ángeles, no pue- 3
Cf. T 50.5 ad 3. En la Suma contra los gentiles (1.2 c.55) escribe Santo Tomás: «Dios,
de perder su ser (o sea, no puede dejar de existir). Por consiguiente, la ra- autor de la naturaleza, no quita a las cosas lo que les es propio y natural. Y pues ya está
zón de que el ángel sea incorruptible por naturaleza es su propia inmate- probado que es propio de las subsistencias intelectuales que sean perpetuas, Dios no se lo
rialidad. sustraerá. Luego las sustancias intelectuales son absolutamente incorruptibles» intrínseca y
extrínsecamente.
Una señal de esta incorruptibilidad se puede hallar en su operación in- En otro lugar de la Suma Teológica dice el Doctor Angélico que ni siquiera por vía de
telectual. Puesto que todo ser obra según de hecho es, la operación de una excepción y de milagro aniquilará Dios jamás a un ser de suyo inmortal. Porque, ordenán-
dose el milagro a un mayor bien, o sea, a la manifestación del poder, de la bondad y de la
gracia de Dios, la aniquilación de una criatura manifiesta menos ese poder, bondad y gra-
I 250,5. Los paréntesis explicativos son nuestros. cia de Dios que su conservación en el ser (cf. I 104,4).
378 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.3. LOS ÁNGELES 379

especie si lo quisiera así. Patrocinan esta opinión E n r i q u e d e G a n t e , muchas sino por el hecho de estar en muchas substancias (o sea, en muchas
Escoto, D u r a n d o , Vázquez y Suárez. cosas blancas o en muchos cuerpos humanos).
Pero es que ni aun en la hipótesis de que los ángeles tuviesen materia
O t r o s teólogos niegan q u e Dios p u e d a hacer eso c o n su sola podría haber muchos de la misma especie. Porque en tal caso sería preciso
que el principio de su distinción fuese la materia (como es evidente), pero
potencia ordinaria, p e r o lo a d m i t e n p o r vía d e milagro o d e p o t e n -
no por la división de su cantidad (como ocurre en el hombre o en los ani-
cia absoluta. Así el Ferrariense, Báñez y Silvio. males), puesto que los ángeles son incorpóreos, sino por la diversidad de su po-
CRÍTICA. Dios no puede hacer dos ángeles de la misma especie ni si- tencialidad. Pero sucede que esta clase de diversidad de la materia produce
quiera por vía de milagro o de potencia absoluta, porque envuelve contra- no sólo diversidad de especie, sino también de género (con lo cual, por que-
dicción, como vamos a ver en seguida. rer negar la diferencia específica tendríamos que admitir la diferencia gené-
rica, que es incomparablemente mayor, como la que hay, v.gr., entre una
d) L o s ángeles son específicamente distintos e n t r e sí, d e suerte piedra y un animal o entre una planta y un hombre)».
q u e n i d e potencia absoluta d e Dios p o d r í a n existir dos d e u n a m i s -
m a especie. A s í Santo T o m á s , Cayetano, Nazario, Salmanticenses, Para Santo T o m á s , como se ve, la imposibilidad d e q u e haya dos
J u a n d e Santo T o m á s , G o n e t , Billuart y la mayor p a r t e d e los teó- ángeles d e la m i s m a especie es total y absoluta, d e suerte q u e n i
logos d e todas las escuelas. p o r vía d e milagro podría Dios crear dos ángeles d e la m i s m a espe-
cie, y a q u e se trata d e algo intrínsecamente contradictorio. Y así
CRÍTICA. Esta es la verdadera doctrina, que vamos a probar a conti- insiste u n a y otra vez e n esta imposibilidad absoluta siempre q u e
nuación. le sale al paso esta cuestión. H e aquí algunos textos:
E l a r g u m e n t o fundamental es el siguiente: «No puede ni siquiera entenderse que de alguna forma separada haya más
C u a n d o dos seres coinciden e n la m i s m a especie (v.gr., dos h o m - de una sola especie» 5 .
bres) se distinguen n u m é r i c a m e n t e p o r s u materia, signada p o r la «Es de todo punto imposible que haya muchos ángeles de una misma es-
cantidad. Pero c o m o los ángeles n o t i e n e n materia ninguna, puesto pecie» 6 .
q u e son p u r o s espíritus, es forzoso q u e se distingan n u m é r i c a m e n - «Si el ángel es forma simple, inmune de toda materia, es imposible hasta
te p o r s u propia forma espiritual, y a q u e n o hay e n ellos otra cosa fingir que haya muchos ángeles de una misma especie» 7 .
q u e esa p u r a forma. A h o r a bien: la distinción e n la forma coincide,
E s t a doctrina, además d e ser p r o f u n d a m e n t e metafísica, es m u y
cabalmente, con la distinción específica, y a q u e los seres se diversi-
bella y m u y apta p a r a darnos u n a idea m u y elevada d e la infinita
fican específicamente p o r s u forma (como el caballo se distingue
específicamente d e l león p o r s u forma específica d e caballo, y el grandeza d e Dios, q u e h a creado el m u n d o angélico c o n i n m e n s a
p e r r o p o r s u forma específica d e perro). P o r consiguiente, al n o variedad d e seres, todos específicamente distintos e n t r e sí (como
haber e n los ángeles otra cosa q u e s u propia forma espiritual, n o si el reino animal, siendo numerosísimo, fuera t a n variado q u e n o
hay n i p u e d e h a b e r dos ángeles d e la m i s m a especie, como n o p u e d e h u b i e r a más q u e u n solo caballo, u n solo león, u n solo cordero, etc.),
haber dos blancuras o dos negruras separadas d e t o d a materia: p u e - a cuál m á s bello y resplandeciente. Sin d u d a alguna, la c o n t e m p l a -
d e n existir m u c h a s cosas blancas o negras, pero j a m á s dos blancuras ción d e l m u n d o angélico, con s u infinita variedad y d e s l u m b r a n t e
o negruras consideradas e n cuanto formas, o sea, separadas d e t o d a belleza, constituirá u n espectáculo grandioso y u n a d e las alegrías
materia a la q u e afecten. Escuchemos al D o c t o r Angélico e x p o - accidentales m á s intensas d e q u e disfrutarán los bienaventurados
niendo este a r g u m e n t o 4 : p o r t o d a la eternidad e n el cielo.

«Dijeron algunos que todas las substancias espirituales, incluso las al- Conclusión 4. a A u n q u e los ángeles n o tienen cuerpo, p u e d e n , sin
mas, son de la misma especie. Otros, que todos los ángeles son de la misma e m b a r g o , aparecerse e n forma corporal, t o m a n d o para ello, cir-
especie, aunque no las almas; y algunos, que son de la misma especie todos cunstancialmente, algún cuerpo real o aparente. (Completamente
los ángeles de la misma jerarquía o del mismo orden. cierta en teología.)
Sin embargo, esto es imposible. Porque las cosas que perteneciendo a una
357. H e aquí las p r u e b a s :
misma especie se distinguen numéricamente (v.gr., dos hombres), convie-
nen en la forma (los dos hombres son seres racionales) y se distinguen por a) L A SAGRADA ESCRITURA. Son f r e c u e n t e s las a p a r i c i o n e s d e
la materia (el cuerpo de uno es completamente distinto del cuerpo del otro). ángeles e n la Sagrada Escritura:
Si, pues, los ángeles no están—como hemos visto—compuestos de materia
y forma (puesto que son puros espíritus y no tienen cuerpo ni materia al- a) En el Antiguo Testamento tres ángeles se aparecieron a Abraham en
guna), sigúese que es imposible que existan dos ángeles de la misma especie: forma humana (Gen 18,2), dos hablaron con Lot (Gen 19,1-2), el ángel Ra-
tan imposible como decir que hay muchas blancuras separadas o que hay
muchas humanidades, puesto que las blancuras o las humanidades no son
" 1 y u , z d u 1.
* I 50,4. Los paréntesis explicativos son nuestros. 7
De spiritualibus creaturis a.8.
380 r.lll. UlOS CREADOR Y GOBERNADOR S . l C.3. LOS ÁNGELES 381

fael acompañó a Tobías en su viaje y le prestó grandes servicios (Tob 5,4ss), los cuerpos a que se unen, sino que producen algo parecido al len-
etcétera, etc. guaje, por cuanto forman en el aire sonidos semejantes a la palabra
b) En el Nuevo Testamento un ángel se apareció a Zacarías (Le 1,11), humana (a.3 ad 4).
a la Virgen en Nazaret (Le 1,26); otros ángeles se aparecieron a los pastores
de Belén (Le 2,9-13), a San José (Mt 1,20), a las santas mujeres en el se- Nota sobre las apariciones diabólicas.
pulcro (Mt 28,5), a los apóstoles el día de la ascensión del Señor (Act 1,10),
etcétera, etc. 358. Es un hecho que el demonio se ha aparecido muchas
veces en forma sensible, como dice San Agustín 9 . Consta histó-
b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Escuchemos el razonamiento de ricamente en la vida de multitud de santos. No hay ninguna impo-
Santo Tomás 8; sibilidad en ello desde el punto de vista teológico, ya que el poder
de asumir un cuerpo es natura! al ángel y en los demonios perma-
«Dijeron algunos que los ángeles nunca toman cuerpo y que cuanto se nece íntegra la naturaleza angélica. Hay, sin embargo, una notable
lee en la Sagrada Esciitura sobre apariciones de ángeles sucedió en forma diferencia entre los ángeles buenos y los demonios, por cuanto
de visión profética, esto es, imaginativa. Pero esto se halla en contradicción
con lo que propone la Sagrada Escritura. En efecto, lo que es visto con vi- los primeros pueden ser ayudados por el poder divino—incompa-
sión imaginaria no está más que en la imaginación del que lo ve, y, por rablemente superior al angélico-—para formar los cuerpos y utili-
tanto, no puede ser visto por todos indistintamente. Pero la Sagrada Escri- zarlos incluso de una manera supraangélica, si es preciso; lo cual
tura menciona a veces apariciones de ángeles que fueron vistos por todos es imposible al demonio. Aparte de que Dios puede impedir al
sin excepción, y así los ángeles que se aparecieron a Abraham fueron vistos demonio el ejercicio de su propio poder natural angélico para que
por él, por toda su familia, por Lot y por los habitantes de Sodoma; y lo no abuse de él contra el orden establecido por la divina providencia.
mismo sucedió con el ángel aparecido a Tobías, que fue visto por todos.
Lo cual prueba, sin lugar a duda, que tales apariciones se realizaron con Conclusión 5.a Se dice que el ángel está en un lugar cuando ejerce
visión corporal, en la cual lo que se ve está fuera del vidente, que es como en él alguna acción. Puede estar inadecuadamente en varios lugares
puede ser visto por todos. Pero con esta clase de visión no se ven más que a la vez y no estar en ninguno. (Doctrina más probable y común.)
los cuerpos. Por consiguiente, como los ángeles—según hemos dicho—ni
son cuerpos ni tienen cuerpo unido naturalmente a ellos, hay que concluir 359. Aunque sobre esta cuestión hay muchas sentencias entre
que algunas veces toman cuerpo para aparecerse con él». los teólogos, hemos recogido en la conclusión la doctrina más pro-
bable y común entre los teólogos. Exponemos a continuación los
En la respuesta a las dificultades y en el artículo siguiente, el
puntos fundamentales de la doctrina de Santo Tomás 1 0 .
Doctor Angélico completa y redondea esta doctrina con las siguien-
tes precisiones: i.° Los ángeles no están en un lugar de una manera propia y
1.a
Los ángeles toman cuerpo, no para provecho suyo, sino circunscriptiva como están los cuerpos, sino de una manera que tras-
para el nuestro. Su objeto, al convivir familiarmente con los hom- tiende por completo el lugar corporal.
bres, es el de darles a conocer anticipadamente la sociedad que 360. Es una consecuencia lógica de la naturaleza de los ánge-
formaremos con ellos en la patria bienaventurada (ad 1). les, completamente inmaterial y perfectamente incorpórea. Las co-
2. a Los ángeles toman cuerpo condensando el aire, milagro- sas ocupan un lugar en sentido propio y circunscriptivo por razón
samente, cuanto sea necesario para plasmar el cuerpo que han de de la cantidad dimensiva, de la que carecen en absoluto los ángeles.
asumir. Porque si bien el aire en su estado ordinario de rarefacción En este sentido el ángel se siente tan ancho y cómodo en un campo
no tiene plasticidad ni retiene el color, sin embargo, al condensarse abierto como en una cabeza de alfiler. Le sobra todo el espacio que
se puede moldear y colorear, a semejanza de lo que ocurre con las le rodea, sencillamente porque no ocupa ninguno.
nubes al condensarse el vapor de agua (ad 3).
3. a Desde luego, el ángel no informa el cuerpo que toma acci- 2. 0 Se dice que el ángel está en un lugar cuando ejerce en él al-
dentalmente ni, por lo mismo, ejerce a través de él ninguna función guna acción.
vital (v.gr., comer, beber, sentir, etc.), como dijo a Tobías el propio
ángel Rafael: «Cuando estaba con vosotros, parecía que comía y que 361. La razón es porque, aunque el ángel no tiene ninguna
bebia; pero yo uso una comida y una bebida que los hombres no cantidad dimensiva (como la tienen los cuerpos), sí la tiene virtual,
pueden ver» (Tob 12,19). Se vale del cuerpo asumido de una mane- o sea, puede ejercer su acción en un determinado lugar. Y, cuando
ra puramente extrínseca (como el chófer maneja el volante del auto- de hecho la ejerce, se dice que el ángel está en aquel lugar porque
móvil llevándolo a donde quiere), pero sin informarle vitalmente, allí se deja sentir su acción n .
como informa el alma humana a su propio cuerpo (ad 2 y a.3). » Cf. S A N A G U S T Í N , De cw. Dei X V 2 3 : M L 41,468.
4. a Propiamente hablando, los ángeles no hablan mediante 10
Cf. I 52.1-3; cf. P. AURELIANO MARTÍNEZ, O . P . , en Suma Teológica bilingüe t.3
(BAC, M a d r i d 1950) P.144SS.
>i Cf. I 52.1.
" I Si.2.
382 P.Ill. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
383
S.l C.3. LOS ÁNGELES
0
3. El ángel no puede estar naturalmente en varios lugares a la
vez tomados adecuadamente, pero si en varios lugares inadecuada- 365. «No veo inconveniente alguno—escribe Santo Tomás I 5 —
mente, o sea, en varios puntos de un mismo lugar, incluso distantes en que el ángel pueda estar sin lugar y no localizado cuando no
entre sí, pero dentro de la esfera de la actividad angélica. ejerce su acción en algún lugar, ni hay inconveniente en que se
diga entonces que no está en ningún sitio ni en ningún lugar. Aun-
362. Y así, por ejemplo, puede ejercitar su acción en toda una que no podamos imaginarnos esto, por no poder nuestra imagina-
casa (con sus diferentes dependencias) o en toda una ciudad, según ción ir más allá de la cantidad continua».
la intensidad de su poder natural o del que Dios quiera comunicarle
en un determinado momento. La razón es porque la virtud opera- Conclusión 6.a El ángel puede moverse localmente. Al trasladarse
tiva angélica, aunque finita y limitada, puede distribuirse parcial- de un sitio al otro no necesita pasar por el medio; pero su movi-
mente en diferentes lugares, con tal que se consideren como un miento de traslación, aunque rapidísimo, no puede ser instantá-
solo todo y no rebasen, entre todos juntos, la esfera de la actividad neo. (Doctrina cierta y común.)
angélica.
366. Tres afirmaciones contiene esta conclusión, que vamos a
Sólo Dios, cuyo poder es infinito, puede actuar a la vez en todos examinar por separado.
los lugares del universo, sin que pueda agotarse jamás su capacidad
infinita de acción. Por eso se dice y es verdad que Dios está en i.a El ángel puede moverse localmente 16
.
todas partes (ubique), porque en todas partes actúa, dando y con-
servando el ser a todas las cosas 12 . Consta por la misma Sagrada Escritura. Un ángel acompañó
en su viaje a los israelitas en el desierto (Ex 14,19); Jacob vio a los
4.0 Dos o más ángeles no pueden estar en un mismo lugar para ángeles subiendo y bajando por la misteriosa escala (Gen 28,12);
producir un mismo efecto adecuadamente, o sea, como causas totales Satanás responde a Yavé que viene de recorrer la tierra (Iob 1,7), etc.
e inmediatas del mismo; pero sí pueden estarlo inadecuadamente, o sea,
como causas parciales e incompletas del efecto o para producir efectos La razón es porque, como hemos visto en la conclusión ante-
distintos. rior, el ángel está donde obra. Por consiguiente, cuando deja de
obrar en un lugar para empezar a actuar en otro, puede decirse
363. La razón es porque un mismo e idéntico efecto no puede que se ha movido o cambiado de lugar. Claro que, como diremos
proceder de dos causas completas e inmediatas; y como el ángel en seguida, no es preciso para ello que se traslade de un sitio a otro
está únicamente donde obra, no puede estar donde no puede obrar. pasando por el medio, sino únicamente que deje de actuar en un
Pero sí podría estar juntamente con otro o con otros como causas lugar y empiece a actuar en otro. De donde se sigue que el mo-
parciales e incompletas del efecto, o para producir efectos distin- vimiento de los ángeles no es unívoco, sino análogo al de los cuerpos,
tos, porque entonces desaparece la contradicción 13. o sea, que no se mueve del mismo modo, sino de modo distinto,
Esto debe entenderse también de los demonios o ángeles malos. como corresponde a su naturaleza incorpórea y puramente espi-
Permitiéndolo Dios, pueden entrar muchos de ellos en el cuerpo ritual.
de un energúmeno, como leemos en el Evangelio del que tenía
dentro de sí una «legión» de demonios (cf. Me 5,9). 2. a AI trasladarse de un sitio a otro no es necesario que el ángel
5.° En los ángeles malos, o demonios, se da una especial manera transite por el medio ll.
de estar en lo que se llama «lugar violento». En él están, no por la
aplicación de su poder operativo al lugar, sino como aprisionados en Acabamos de indicar la razón. Los cuerpos no pueden trasla-
él contra su voluntad por un poder superior extrínseco. darse de un sitio a otro sin recorrer todo el espacio intermedio, ya
que su movimiento no puede ser discontinuo, o sea, desapareciendo
364. La razón es porque, aunque los demonios conservan la de un sitio y apareciendo en el otro. Pero en el ángel cabe perfec-
naturaleza y el poder angélicos, la divina Providencia impide que tamente este movimiento, ya que puede suspender su acción en
hagan libre uso de ese poder natural en perjuicio de los hombres. un lugar y comenzarla inmediatamente en otro lugar aunque esté
Y el mismo Dios hace que el fuego del infierno, como instrumento remotísimo del primero. Pero si el ángel quisiera trasladar un objeto
de su poder y justicia, ate las potencias de los demonios para que
corpóreo de un lugar a otro, entonces se vería obligado a recorrer
no puedan obrar lo que quisieran, como y donde naturalmente
podrían aplicar su diabólico poder I 4 . todo el trayecto intermedio, ya que el objeto corpóreo no puede
desaparecer de un lugar y aparecer en el otro, sino que tiene forzo-
6.° Como los ángeles, por su inmaterialidad, no ocupan lugar samente que recorrer todo el espacio intermedio.
material alguno y sólo están donde obran, sigúese que cuando están
inactivos no están, propiamente hablando, en ningún lugar. 15
Cf. I Sent. dist.37 q.3 a.i ad 4; De potentia q.3 a.19 ad z.
12 Cf. I 52,2. 13 Cf. I 52,3. 14
Cf. I 64,4c et ad i et 3. i« Cf. I 53,1.
" Cf. I 53.3-
384 P.III. DIOS CHEADOK Y GOBERNADOR S.l C.3. LOS ÁNGELES 385
a
3. El movimiento del ángel, aunque rapidísimo, no puede ser distinción entre entendimiento agente y entendimiento posible
instantáneo 18 . (como ocurre en el hombre), porque la función propia del enten-
La razón es muy sencilla. En todo movimiento, aunque sea dimiento agente es abstraer la especie inteligible de las cosas ma-
el movimiento discontinuo del ángel, ha de dejarse un lugar y ocu- teriales a través de los fantasmas de la imaginación, cosa que no
parse otro. Esto supone necesariamente dos operaciones, que, por se da en los ángeles; y el entendimiento posible es una potencia
rapidísimas que sean, no pueden realizarse en un solo y mismo ins- que se actualiza cuando de hecho entendemos algo, cosa que tam-
tante, puesto que las operaciones son dos y no una sola. poco se da en los ángeles, que nunca están en pura potencia para
Nótese, sin embargo, que al hablar de instantes hay que entender entender lo que naturalmente entienden, como veremos más aba-
por tales las operaciones angélicas, que no se miden por los instantes jo 2 . Finalmente, hay que decir que el conocimiento de los ángeles
de nuestro tiempo, sino por la diversidad de las operaciones. Un es puramente intelectual, no sensitivo, porque los ángeles no tienen
«instante angélico» puede durar un siglo de nuestro tiempo, si cuerpo ni, por lo mismo, órganos de los sentidos 3 .
durante todo ese tiempo ha permanecido el ángel en una sola y
misma operación. Pero, dada la perfección de la naturaleza angélica, b) Medio del conocimiento angélico
su operación puede ser rapidísima, hasta el punto de parecer ins- 369. Determinada la naturaleza del entendimiento angélico,
tantánea, como parece instantánea la propagación de la luz dada hay que precisar ahora el medio en que conocen los ángeles, porque,
su enorme velocidad de trescientos mil kilómetros por segundo. además de la facultad cognoscitiva, es necesario para conocer algu-
Nótese, finalmente, que la rapidez de la operación y, por consi- na cosa la llamada especie inteligible, cuyo oficio es representar el
guiente, del movimiento del ángel en el lugar no depende solamente objeto cognoscible y unirlo a la potencia intelectiva para que la
de la magnitud de su poder, sino de la determinación de su volun- actúe y produzca en ella el conocimiento actual de ese objeto. Esta
tad. El movimiento del ángel será más o menos rápido según su especie inteligible o representación intencional del objeto en el en-
libre beneplácito 19 . tendimiento es lo que se llama en filosofía especie impresa o medio
por el cual (médium quo) se conoce el objeto.
ARTÍCULO 4 Sobre esta cuestión nada nos dice la fe. Hay que dilucidarla a
EL ENTENDIMIENTO Y LA VOLUNTAD DE LOS ANGELES base de razonamientos puramente filosóficos en torno a la natura-
leza puramente intelectual del conocimiento angélico. Resumire-
367. Siendo los ángeles puros espíritus, o sea substancias ab- mos brevemente las principales conclusiones a que llega Santo
solutamente inmateriales, han de estar dotados forzosamente de fa- Tomás.
cultad cognoscitiva ( = entendimiento), ya que la inmaterialidad es
la raíz del conocimiento, como vimos al hablar de la inteligencia i. a Los ángeles necesitan especies inteligibles para conocer las co-
divina (cf. n.127), y la facultad intelectiva lleva consigo, forzosa- sas distintas de sí mismo 4 .
mente, la facultad apetitiva racional ( = voluntad), que tiene por 370. La razón es porque solamente Dios conoce todas las cosas
objeto el bien aprehendido por el entendimiento. Está, pues, fuera por su propia divina esencia. Las criaturas cognoscitivas necesitan
de toda duda que los ángeles tienen entendimiento y voluntad. recibir la especie impresa de un objeto (sensitiva o inteligible, según
En el presente artículo examinaremos brevemente y por separa- la clase de su conocimiento) para poderlo conocer en acto.
do las principales cuestiones teológicas que plantean el entendi-
miento y la voluntad de los ángeles. 2. a Los ángeles no reciben las especies inteligibles de las cosas
sensibles ni de las cosas inmateriales sino por infusión divina desde el
1. El entendimiento angélico principio de su creación 5 .
Cuatro son las principales cuestiones que hemos de examinar 371. No pueden recibirlas de las cosas sensibles, porque los
en torno al entendimiento de los ángeles: naturaleza de su enten- ángeles no tienen cuerpo ni órganos sensitivos.
dimiento, medio en que conocen, objeto o cosas que conocen y modo Tampoco de las cosas inmateriales, porque los ángeles carecen
como las conocen. de entendimiento agente—como hemos dicho—y no pueden, por
lo mismo, actuar sobre las cosas inmateriales y unirlas a sí en razón
a) Naturaleza del entendimiento angélico de especies inteligibles.
368. Santo Tomás demuestra profundamente que el enten- Luego solamente pueden conocer a base de especies infundidas
dimiento del ángel no se identifica con su propia substancia o con por Dios en el acto mismo de su creación, que, por lo mismo, pasan
su propio ser, o con su propia existencia, porque esto es propio a ser connaturales a los ángeles. Y el conocimiento angélico de las
y exclusivo de Dios l. Tampoco puede establecerse en ellos la 4
J Cf. I 54,4- Cf. I 55,1.
'• Cf. IJ3.3- » Cf. I S3.3 ad t, 1 Cf. I 54.1-3- > Cf. I 54,5- s
Cf. I 55.2.
Dios y su obra 13
386 P.IIl. DIOS CREADOR Y COBERNADOR
S.l C.3. LOS ÁNGELES 387
cosas mediante esas especies infusas no es menos cierto y objetivo el divino, porque Dios conoce desde toda la eternidad todo cuanto
que el nuestro, tomado de las mismas cosas. Porque, como advierte existe o puede existir (el mundo infinito de los seres posibles), aparte
profundamente Santo Tomás, «los ángeles conocen con conocimien- de que su conocimiento de los seres existentes es incomparablemen-
to perfecto por estas especies todas las cosas naturales, porque te más profundo y penetrante que el angélico.
todas las cosas que Dios hizo en sus propias naturalezas las hizo
también en la mente angélica» 6. De esta doctrina se sigue que el ángel conoce las almas humanas
en el instante mismo en que Dios las crea, pues Dios infunde en
La ciencia, pues, de los ángeles no es causa de las cosas, como la la inteligencia angélica, como hemos dicho, las semejanzas o espe-
divina, ni causada por las cosas, como la humana, sino causada por cies de todas las cosas que crea o produce en su ser natural. Por
Dios, que es causa primera y universalísima de todo cuanto existe. eso escribe Santo Tomás: «Por donde se ve que es equivalente
3. a Los ángeles superiores entienden por especies más perfectas decir que Dios añade alguna criatura al universo o que añade al
y universales que los inferiores 1. ángel una nueva especie inteligible» 10 .
372. La razón es porque cuanto más potente es una inteligen- 3. a Los ángeles conocen naturalmente a Dios en su propia subs-
cia, conoce mayor número de cosas con menos ideas o especies tancia angélica, pero no pueden ver naturalmente la divina esencia n .
inteligibles. Y así Dios, inteligencia infinita, conoce todas las cosas 375. La razón de lo primero es porque en la propia'* substancia
en una sola Idea, que es su Verbo. Y cuanto más cercana a Dios se angélica está impresa de algún modo la imagen de Dios, en cuanto
halle alguna inteligencia, menos ideas o especies inteligibles nece- que el ángel es puro espíritu, a semejanza de Dios. Pueden, pues,
sita para conocer todas las cosas. los ángeles conocer naturalmente a Dios, aunque de una manera
Esto ocurre también, aunque en diferente grado, en la inteli- imperfecta y remota.
gencia humana. El profesor que conoce a fondo la materia que ex- Pero no pueden ver naturalmente la esencia divina en sí misma
plica, al enunciar un principio, ve inmediatamente contenidas en (visión beatífica), ya que esto pertenece al orden estrictamente
él todas las consecuencias; y, en cambio, el discípulo o aprendiz sobrenatural, aparte de que ninguna especie o semejanza creada
necesita que se las expliquen una por una, con tanto mayor detalle y es suficiente para representar la esencia de Dios, como vimos al
profusión de ejemplos cuanto menos poderosa sea su inteligencia. hablar de la visión beatífica en otro lugar de esta obra (cf. n.109).
c) Objeto del conocimiento angélico 4. a Los ángeles conocen también todas las cosas materiales, no
Conocido ya el medio del conocimiento angélico, veamos ahora sólo en conjunto, sino cada una de ellas en particular l 2 .
el objeto del mismo, o sea qué cosas conocen los ángeles. El Doctor
376. La razón es porque, como ya hemos dicho, Dios impri-
Angélico llega a las siguientes conclusiones:
mió en la mente de los ángeles, en el momento mismo de su crea-
i. a Los ángeles se conocen a si mismos por su propia forma y ción, las especies inteligibles de todas las cosas creadas, y sigue
substancia 8 . imprimiendo las de las cosas que va sacando de la nada continua-
373. La razón es porque si en el orden de lo inteligible existe mente (v.gr., las almas humanas). «Todo lo que hay en las cosas
algo que sea forma inteligible subsistente (o sea, pura inteligencia), materiales—escribe Santo Tomás—preexiste en los ángeles de modo
se entenderá forzosamente a sí misma. Pero el ángel, por ser inma- más simple e inmaterial que en las cosas mismas, si bien menos
terial, es una forma subsistente y, por lo mismo, actualmente inte- simple y más imperfectamente que en Dios» (a.i).
ligible por sí misma. Luego es evidente que el ángel se entiende Por otra parte, si los ángeles no conocieran las cosas singulares
a sí mismo por su propia forma, que es su propia substancia. no podrían custodiar a una determinada persona individual (ánge-
les de la guarda), porque nadie puede custodiar lo que desconoce.
2. a Cualquier ángel conoce a todos los demás ángeles 9. Por eso dice Santo Tomás que negar a los ángeles el conocimiento
374. La razón es porque, como hemos dicho, los ángeles co- de las cosas singulares «deroga la fe católica» (a.2).
nocen por especies infundidas por Dios, y Dios imprimió en la 5. a Los ángeles no pueden conocer naturalmente los futuros con-
mente del ángel las semejanzas o especies de todas las cosas que tingentes y libres con un conocimiento cierto e infalible 13 .
produjo en su ser natural. Por eso el ángel conoce todas las cosas
del universo y, por tanto, a todos los demás ángeles. Lo cual no 377- La razón es porque, como ya explicamos en su lugar cor
significa que el entendimiento angélico conozca tantas cosas como rrespondiente (cf. n.i42ss), el conocimiento cierto e infalible de los
« Cf. I 89,3.
1 Cf. I 55,3- JO Cf. I 56,2 ad 4.
«Cf. 156,1. "Cf. I 56,3.
» Cf. I 56,2. 12 Cf. I 57,1-2.
13
Cf. I 57,3-
S.l C.3. LOS ÁNGELES 389
388 t.M. DÍOS CREADOR V GOBERNADOR
los mismos misterios hay algunos que los ángeles conocieron desde
futuros contingentes es propio y exclusivo de Dios, que los conoce
el principio y otros que les fueron enseñados más adelante, con-
por vía de decreto (perfectivo o permisivo) y por vía de eternidad.
forme lo iban exigiendo sus ministerios.
Por eso dice Isaías: «Anunciad lo que más tarde ha de suceder y
sabremos que sois dioses» (Is 41,23). d) Modo del conocimiento angélico
Los ángeles conocen perfectamente los futuros necesarios Precisada la naturaleza, medio y objeto del conocimiento angé-
(v.gr., que mañana saldrá el sol). Pero los que dependen de causas
lico, resta únicamente examinar el modo con que los ángeles cono-
contingentes (v.gr., si habrá o no buena cosecha el año que viene)
cen. He aquí las conclusiones a que llega Santo Tomás y repiten
o libres (v.gr., lo que hará Pedro tal día y a tal hora) sólo pueden
conjeturarlo con más o menos probabilidad (v.gr., por el estado en pos de él la generalidad de los teólogos:
actual del campo o de la atmósfera o por lo que Pedro suele hacer i . a Los ángeles no están siempre pensando en todo lo que natu-
en tales circunstancias, etc.), pero no pueden saberlo con un cono- ralmente pueden conocer, sino sólo en lo que voluntariamente quieran
cimiento cierto e infalible. Únicamente podrían saberlo de este modo pensar; pero sí piensan continuamente en las cosas que conocen sobre-
por divina revelación. naturalmente en el Verbo 16.
6. a Los ángeles no pueden naturalmente conocer con certeza los 380. La razón de lo primero se toma de la limitación de la
pensamientos de los corazones de los hombres o de los otros ángeles virtud intelectiva de los ángeles, que, en cuanto finita, tiene término
antes de que éstos los dirijan voluntariamente hacia ellos I 4 . por parte de los objetos conocidos. Pero pueden los ángeles aplicar
378. La razón es porque el conocimiento cierto de los pensa- su virtud intelectiva a este objeto o al otro o al de más allá, según
mientos internos que no se manifiestan ni repercuten de ningún su beneplácito. Siempre, sin embargo, están entendiendo alguna
modo al exterior es propio y privativo de Dios. Por eso dice la Sa- cosa de las que pueden conocer con su conocimiento natural, de
grada Escritura hablando de Yavé: «Tú solo escudriñas el corazón suerte que, al cambiar de objeto, no se produce un tránsito de la
de todos los hijos de los hombres» (3 Reg 8,39). potencia al acto, sino únicamente de un acto a otro acto 17 .
Sin embargo, pueden conocerlos conjeturalmente por algún signo La razón de lo segundo es porque de hecho siempre están
exterior que los manifieste de alguna manera (v.gr., por la alteración contemplando al Verbo y lo que en el Verbo conocen sobrenatu-
del pulso o de la fisonomía), como ocurre entre los mismos hom- ralmente, ya que esta visión constituye la bienaventuranza, y la
bres, tanto más perfectamente cuanto más profunda sea la penetra- bienaventuranza no consiste en un hábito (sería imperfecta), sino
ción psicológica del observador. Y los conocen, además, con toda en un acto perfectísimo.
certeza cuando esos pensamientos se dirigen a ellos por la volun- 2. a Los ángeles no pueden conocer natural y simultáneamente
tad del que los tiene. De esta forma puede nuestro ángel de la muchas cosas precisamente en cuanto muchas o separadas entre si; pero
guarda conocer las súplicas que le dirigimos aunque no las formu- pueden conocerlas simultáneamente, en cuanto constituyen un todo único,
lemos vocalmente ni aparezca ningún signo de ellas al exterior. y también las que ven sobrenaturalmente en el Verbo 18 .
Volveremos sobre esto al hablar de las locuciones angélicas.
381. Conocer muchas cosas en cuanto muchas quiere decir
7. a Los ángeles no pueden naturalmente conocer los misterios de conocerlas una por una separadamente (v.gr., las piedras, paredes,
la gracia 15. habitaciones, etc., de una casa), a diferencia de conocerlas en cuanto
379. Es evidente, por tratarse de misterios sobrenaturales, que constituyen un todo único (v.gr., la casa entera). El primer conoci-
trascienden en absoluto toda inteligencia natural creada o creable. miento supone muchas especies inteligibles (la de piedra, pared,
Los ángeles conocen esos misterios de la gracia sobrenaturalmente, habitación, etc.), que no pueden ser abarcadas con una sola intelec-
o sea en la visión beatífica, aunque no todos los misterios ni todos ción finita. El segundo, en cambio, puede ser abarcado con una
los ángeles por igual, sino en la medida en que Dios quiera revelár- sola intelección, porque entender muchas cosas como una es en cier-
selos; porque aunque los ángeles bienaventurados contemplan la to modo entender una sola. Y de este modo entienden también los
esencia divina, no por eso la comprenden o abarcan totalmente, y, ángeles las cosas que ven en el Verbo sobrenaturalmente, puesto
por consiguiente, no es preciso que sepan todo lo que en ella hay que las conocen todas con una sola especie inteligible, que es la
escondido. Pero siempre de modo que los ángeles superiores, que esencia divina directa e inmediatamente contemplada.
contemplan con mayor penetración la sabiduría divina, conocen en 3. a El conocimiento de los ángeles es puramente intuitivo; no por
la visión de Dios mayor número y más elevados misterios, que discurso ni por composición y división, como el conocimiento racional
después manifiestan a los inferiores cuando les iluminan. Y entre humano 1S>
.

l«Cf. IS7,4- »« Cf. 158,1. >» Cf. 158,2.


13
Cf. I 57,5. " Cf. Contra gent. II CIOI. » Cf. I 58,3-4-
390 KIII. UIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.l C.3. LOS ÁNGELES 391
382. El conocimiento racional humano es discursivo, o sea va
pasando del conocimiento de una verdad conocida a otra menos mañana es el principio del día y la tarde su término, así también
conocida por discurso o raciocinio, muchas veces lento y penoso. el conocimiento del ser primordial de las cosas, que es el que tienen
Pero si, al conocer un principio cualquiera, viese contenidas en él en el Verbo, se llama conocimiento matutino, y el conocimiento
todas las consecuencias que de él se derivan, su conocimiento sería del ser de las criaturas en cuanto existen en su propia naturaleza
intuitivo (o sea, por un solo golpe de vista) y no discursivo. Tal es —que el ángel conoce por especies infusas—se llama vespertino.
cabalmente el caso de los ángeles: al conocer naturalmente alguna Ya se comprende—siguiendo la analogía agustiniana—que el co-
cosa, ven en el acto todo cuanto de esa cosa se puede conocer, y nocimiento matutino es más claro y penetrante que el vespertino,
así su conocimiento no es discursivo, ni por composición y divv como la claridad de la mañana es mayor que la de la tarde.
sión, sino intuitivo e instantáneo. Si la naturaleza de las cosas se considera de parte del ser emi-
nencial y ejemplar que tienen ellas mismas en Dios, el conocimien-
4. a En el entendimiento de los ángeles buenos no cabe el error to matutino y el vespertino son esencialmente un solo e idéntico
o la falsedad, pero si en el de los ángeles malos o demonios en lo refe- conocimiento, en cuanto que los ángeles, viendo el ejemplar divino
rente a los misterios sobrenaturales 2 0 . (o sea, las cosas tal como son en el Verbo), ven juntamente las cosas
ejempladas (o sea, las cosas tal como son en sí mismas).
383. Los ángeles, tanto buenos como malos, ven intuitivamen-
te, o sea de un solo golpe de vista, todas las cosas naturales y las
2. La voluntad angélica
consecuencias que de ellas se derivan, y, por lo mismo, acerca de
ellas nunca se equivocan. Al conocer la esencia de las cosas, conocen 385. Que en los ángeles existe la facultad apetitiva intelectual
ciertamente lo que conviene o repugna a esa esencia y, por tanto, que llamamos voluntad está fuera de toda duda, puesto que, cono-
nunca se equivocan en torno a ellas. ciendo por su inteligencia la razón universal de bien, tienen que
Otra cosa ocurre con relación a los misterios sobrenaturales. apetecerlo forzosamente, y esta apetencia es cabalmente el acto pro-
Como el conocimiento de éstos no depende de la esencia de las pio de la voluntad. Por eso en todos los seres inteligentes existe
cosas naturales, sino únicamente de la divina revelación, que hay también el apetito racional o voluntad. En los animales se da úni-
que aceptar con humilde docilidad a Dios, los ángeles buenos, camente el apetito sensitivo, no el racional, puesto que carecen de
cuya voluntad es recta y perfectamente sometida a Dios, juzgan de inteligencia. Y en las plantas y seres inanimados se da una tenden-
esos misterios con toda rectitud según la ordenación de Dios, y por cia natural hacia su propio bien, que recibe el nombre de apetito
eso no pueden incurrir en error en torno a ellos. Pero los ángeles natural, impreso por Dios en la misma esencia de las cosas.
malos o demonios, que por su voluntad depravada no someten su Vamos a exponer en forma de conclusiones los principales pro-
entendimiento a la sabiduría divina, juzgan a veces de las cosas de blemas en torno a la voluntad de los ángeles.
una manera absoluta conforme a su condición natural. Y entonces
ocurre que respecto a lo que conviene a las cosas por naturaleza Conclusión 1.a La voluntad de los ángeles está dotada de libre albe-
no se engañan, pero pueden engañarse en lo que se refiere a lo so- drío. (De fe, implícitamente definida.)
brenatural, como, por ejemplo, si al ver un hombre muerto juzga-
ran que no ha de resucitar, o si al ver a Cristo-hombre juzgasen 386. Esta conclusión se deduce claramente de la Sagrada Es-
que no es Dios. critura, que nos habla del pecado de los ángeles malos (2 Petr 2,4),
y ha sido definida implícitamente por el concilio IV de Letrán al
En los ángeles buenos se dio también esta posibilidad de error proclamar que «el diablo y los demás demonios fueron creados
cuando fueron sometidos por Dios a prueba, o sea antes de su buenos por naturaleza; pero ellos, por sí mismos, se hicieron ma-
confirmación en gracia y consecución de la gloria; pero ya no se da los» (D 428), lo cual supone necesariamente la desviación voluntaria
después de esa confirmación en gracia, por la razón indicada y por hacia el mal.
la inamisibilidad de la gloria una vez alcanzada.
Escuchemos a Santo Tomás exponiendo clarísimamente la ra-
5. a El conocimiento que los ángeles tienen de todas las cosas por zón teológica 1;
la visión del Verbo divino se llama conocimiento «matutino», y el que
tienen de las mismas cosas por especies infusas se llama conocimiento «Hay seres que no obran con albedrío alguno, sino como empujados y
movidos por otro, como es impulsada la saeta al blanco por el arquero.
«vespertino» 21. Otros obran en virtud de cierto impulso natural, pero no libre, como su-
384. Esta distinción fue introducida por San Agustín por cierta cede a los animales irracionales; la oveja, por ejemplo, huye del lobo en
analogía con lo que ocurre con el día natural. Porque así como lá virtud de cierto instinto por el cual estima que es para ella nocivo, pero
este juicio en ella no es libre, sino dado por la naturaleza. Sólo el ser que
" Cf. I 58.5. tiene entendimiento puede obrar en virtud de un juicio libre, en cuanto
21 Cf. I 58,6-7.
1 Cf. I 59,3. El paréntesis explicativo es nuestro.
392 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.l C.3. LOS ÁNGELES 393
que conoce la razón universal de bien, por la cual puede juzgar que esto
o aquello es bueno (y conveniente para sí, o, por el contrario, es malo y algo, no le ama con amor necesario y natural, sino únicamente con amor
debe rechazarlo). Por consiguiente, dondequiera que haya entendimiento, electivo».
hay libre albedrío; por donde se comprende que en los ángeles hay libre
E n la respuesta a u n a dificultad explica Santo T o m á s d e q u é
albedrío y que en ellos es más excelente que en los hombres por la mayor
excelencia y penetración de su entendimiento». m a n e r a cabe incluso el odio e n t r e los ángeles malos y b u e n o s :

Conclusión 2. a L o s ángeles se a m a n a sí m i s m o s con a m o r natural «Este amor natural no puede desaparecer ni siquiera en los ángeles ma-
y electivo. (Completamente cierta en teología.) los, los cuales no dejan de tener amor natural a los otros ángeles en cuanto
convienen con ellos en la naturaleza angélica. Pero los odian en cuanto se
387. E s c u c h e m o s el razonamiento del D o c t o r Angélico 2 : distinguen unos de otros por la justicia y la injusticia (o sea, por la gracia
y el pecado)» (ad 3).
«Puesto que el amor tiene por objeto el bien y el bien se halla en la subs-
tancia y en el accidente, de dos maneras se puede amar alguna cosa: como Conclusión 4. a Los ángeles a m a n necesariamente a Dios con a m o r
bien subsistente o como bien inherente o accidental. Una cosa se ama natural m á s q u e a sí m i s m o s . (Doctrina tomista.)
como bien subsistente cuando se la ama de tal modo que se quiere el bien
389. Fíjese el lector q u e hablamos d e u n amor p u r a m e n t e na-
para ella; y, por el contrario, se la ama como bien inherente o accidental
cuando se desea para otro, como se ama, por ejemplo, a la ciencia no para tural p r o c e d e n t e de la simple naturaleza angélica, c o m ú n a los á n -
que ella sea buena, sino para poseerla. Este segundo amor recibe el nom- geles b u e n o s y malos; n o del a m o r sobrenatural p r o c e d e n t e d e la
bre de amor de concupiscencia, y el primero amor de amistad. gracia y de la caridad. Este ú l t i m o nadie discute q u e ha d e ser m a -
Ahora bien: no cabe duda que, entre los seres desprovistos de conoci- yor q u e el q u e el ángel o el h o m b r e se t i e n e n a sí mismos, so pena
miento, cada cosa apetece naturalmente conseguir lo que constituye el bien de destruir la m i s m a gracia y la caridad. El pecado m o r t a l consiste
para ella, como el fuego tiende naturalmente a subir. El ángel y el hombre precisamente en q u e el h o m b r e se antepone a Dios, prefiriendo se-
apetecen también naturalmente su bien y su perfección, y en esto consiste guir su propio capricho antes q u e el m a n d a t o de D i o s .
el amor natural de sí mismos. Por consiguiente, el ángel y el hombre se
aman naturalmente a sí mismos en cuanto con apetencia natural desean para L a posibilidad y el h e c h o de q u e el ángel ( b u e n o o malo) y cual-
sí algún bien. Pero en cuanto desean para sí mismos algún bien elegido li- quier otra criatura racional a m e a Dios—al m e n o s implícitamente—
bremente por ellos se aman con un amor electivo». m á s q u e a sí m i s m o , con su simple a m o r natural, se c o m p r e n d e
fácilmente si t e n e m o s en cuenta q u e , así como el objeto d e la vista
Conclusión 3.» Cualquier ángel a m a necesariamente con a m o r na- es el color, y el del gusto el sabor, y el del olfato el olor, el objeto
tural a todos los d e m á s ángeles, en cuanto convienen todos en la propio de la voluntad es el bien (real o aparente, pero a p r e h e n d i d o
naturaleza angélica; pero en lo que difieren entre sí n o los a m a p o r el a m a n t e c o m o verdadero bien para él).
necesariamente y con a m o r natural, sino con a m o r electivo, y
puede incluso odiarlos. (Completamente cierta.) A h o r a b i e n : es i n d u d a b l e que, entre dos bienes q u e se le ofrecen
a la voluntad, ella se inclina siempre naturalmente hacia el bien q u e
388. H e aquí el razonamiento del D o c t o r Angélico 3 : j u z g a mayor o preferible en cada caso. P o r consiguiente, en el
subsuelo d e su determinación, acertada o equivocada, la v o l u n t a d
«Conforme hemos dicho, el ángel y el hombre se aman naturalmente busca siempre de u n a m a n e r a consciente o inconsciente, explícita
a sí mismos. Pero lo que es uno con algún ser coincide consigo mismo, y de
o implícita, el bien mayor, n u n c a el m e n o r . Y como resulta q u e
aquí proviene que cada ser ama lo que es uno con él. Si, pues, es uno con
él con unión natural, lo ama con amor natural, y si lo es con unión no na- el bien mayor absoluto es, cabalmente, el m i s m o Dios (Bien infini-
tural, lo ama con amor no natural. Por esto el hombre ama a su conciuda- to), sigúese q u e la voluntad natural del ángel o del h o m b r e t i e n d e
dano con amor social, y, en cambio, ama a un consanguíneo con amor na- siempre a Dios en última instancia, y con su amor natural le a m a
tural, por cuanto es uno con él en el principio de la generación natural. y apetece m á s q u e a t o d o s los d e m á s bienes e incluso m á s q u e
Ahora bien: es indudable que aquello que es uno con algún ser en cuan- a sí m i s m o .
to al género o a la especie, es uno con él por naturaleza. Por consiguiente, E s c u c h e m o s a Santo T o m á s exponiendo esta d o c t r i n a 4 :
todo ser, por lo mismo que ama a su especie, ama con amor natural a lo
que en especie es uno con él. Y esto vemos también en los seres desprovis- «Puesto que el Bien universal es el mismo Dios, y bajo este bien están
tos de conocimiento, puesto que el fuego tiene inclinación natural a comu- contenidos el ángel, el hombre y todas las criaturas, porque toda criatura,
nicar su forma, que es su bien, en torno suyo, como asimismo tiende natu- en cuanto a todo su ser, pertenece naturalmente a Dios, sigúese que tam-
ralmente a buscar lo que le conviene a él, que es subir a lo alto. bién el ángel y el hombre, con amor natural, aman a Dios más y más prin-
Por consiguiente, se ha de decir que un ángel ama a otro con amor na- cipalmente que a sí mismos».
tural por cuanto conviene con él en la misma naturaleza angélica. Pero en
cuanto conviene con él en cualquier otra cosa y en cuanto difiere de él en L o q u e ocurre es q u e esta tendencia natural a Dios, i n c o n s -
ciente e implícita, es compatible con el desorden consciente d e la
» Cf. I 60,3.
3 Cf. I 60,4.
* Cf. I6o,5;cf. I 63.1 ad 3.
3Í)4 P.1U. DIOS CREADOR Y GOBERNADO* S.l C.3. LOS ÁNGELES 395
voluntad a p a r t á n d o s e d e Dios al cometer el pecado. P o r eso el bre se adhiere a los objetos de una manera mudable, ya que puede abando-
a m o r natural a D i o s existe incluso e n el d e m o n i o , a u n q u e le odia nar a éste y unirse a su contrario (como consta claramente por la experien-
con su a m o r electivo aferrado satánicamente al m a l . L o cual es cia: hoy queremos lo que ayer rechazábamos, o al revés). Pero la voluntad
imposible e n los ángeles b u e n o s y e n los bienaventurados, p o r q u e , del ángel se adhiere al objeto de un modo fijo e inmutable. Por tanto, si se
al c o n t e m p l a r a D i o s tal como es en sí m i s m o p o r la visión beatí- considera la voluntad del ángel antes de adherirse, puede libremente ad-
fica, se abrasan en u n i n m e n s o a m o r hacia E l , q u e hace del t o d o herirse a una cosa o a la opuesta, tratándose de las cosas que no quiere na-
turalmente (porque éstas las quiere necesariamente, como ya hemos dicho);
imposible la desviación m o n s t r u o s a d e l pecado. E s c u c h e m o s al
pero, una vez adherida, esta adhesión es inmutable. Por esto suele decirse
D o c t o r Angélico exponiendo esta doctrina: que el libre albedrío del hombre es flexible en sentidos opuestos antes y
después de la elección, y, en cambio, el del ángel lo es antes de la elección,
«Como la substancia divina y ser el Bien común son en Dios una mis- pero no después. Así, pues, los ángeles buenos, adheridos a la justicia para
ma cosa, todos los que ven la esencia divina se dirigen con un solo movi- siempre, están confirmados en ella; y los ángeles malos, adheridos al peca-
miento de amor a la esencia de Dios en cuanto es distinta de las otras cosas do, están obstinados en él».
y en cuanto es el Bien común. Y puesto que en cuanto Bien común es ama-
do naturalmente por todos, es imposible que los que ven a Dios por esencia
no le amen. En cambio, los que no le ven por esencia le conocen únicamen- ARTÍCULO 5
te por algunos efectos particulares, que a veces son contrarios a su volun-
tad (v.gr., el castigo que su justicia les inflige), y de este modo se dice que LA GRACIA Y LA GLORIA DE LOS ANGELES
odian a Dios, no obstante que, en cuanto es Bien común de todas las cosas,
todas ellas le aman naturalmente más que a sí mismas" 5 . T e r m i n a d o el estudio d e los ángeles e n su ser p u r a m e n t e na-
a tural, el o r d e n lógico pide q u e e x a m i n e m o s ahora su vida sobre-
Conclusión 5. L a voluntad del ángel es naturalmente inmutable en natural, o sea la gracia y la gloria d e los ángeles b u e n o s . M á s ade-
sus elecciones, realizadas con pleno conocimiento y deliberación;
lo cual quiere decir que, u n a vez realizada la elección, ya n o pue- lante examinaremos el pecado y castigo d e los ángeles malos.
de arrepentirse o volverse atrás. (Doctrina tomista.) El D o c t o r Angélico examina los problemas relativos a la gracia
y la gloria de los ángeles en u n a larga cuestión dividida en n u e v e
390. Esta conclusión está vivamente discutida e n t r e los t e ó - artículos. Se trata d e u n estudio acabadísimo y ordenadísimo, cuyos
logos. L a afirman decididamente Santo T o m á s , Alejandro d e Ales, resultados doctrinales vamos a recoger a continuación en u n a serie
E n r i q u e d e G a n t e , Capréolo, Cayetano, Báñez, Salmanticenses y escalonada d e conclusiones.
tomistas e n general. L a niegan San Buenaventura, Escoto, D u r a n -
do, Molina, Suárez y otros n o tomistas. Conclusión 1.a Los ángeles n o fueron creados en el estado d e gloria
L a razón q u e parece decisiva en favor d e la sentencia tomista 0 d e bienaventuranza sobrenatural. (Cierta según la fe) 1.
es p o r la naturaleza del conocimiento angélico q u e h e m o s expuesto 391. H e aquí las pruebas:
m á s arriba. E l ángel—en efecto—entiende d e u n a m a n e r a intuitiva,
sin discurso, abarcando d e u n solo golpe d e vista los principios a) L A SAGRADA ESCRITURA. Parece insinuarlo c u a n d o p r e -
y las conclusiones, el fin y los medios para alcanzarlo y, p o r lo senta la gloria como u n triunfo y u n p r e m i o q u e se da al q u e con
m i s m o , a p r e h e n d e el objeto d e u n a m a n e r a inmutable. Y como la su esfuerzo lo mereciese:
elección d e la v o l u n t a d se proporciona y m i d e p o r la aprehensión «No será coronado sino el que legítimamente peleare. El labrador ha de
del e n t e n d i m i e n t o , h a y q u e concluir lógicamente q u e la voluntad fatigarse antes de percibir los frutos. Entiende bien lo que quiero decir»
del ángel se adhiere d e u n a m a n e r a inmutable al objeto q u e h a (2 T i m 2,5-7).
elegido con pleno conocimiento y deliberación. Ú n i c a m e n t e así se
explica la obstinación d e los d e m o n i o s en el pecado, a pesar d e las b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. E l concilio I V d e Letrán
terribles consecuencias q u e tal obstinación les acarrea. enseña q u e «el diablo se hizo malo n o p o r naturaleza, sino p o r albe-
E s c u c h e m o s al D o c t o r Angélico 6: drío» ( D 427). Pero, si hubiera sido creado en estado d e gloria,
n o hubiera podido pecar, p o r la absoluta impecabilidad q u e p r o d u c e
«El conocimiento del ángel difiere del del hombre en que el ángel co- el estado beatífico. L u e g o . . .
noce por su entendimiento de un modo inmutable, a la manera con que nos-
otros conocemos de modo inmutable los primeros principios, que son el c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Santo T o m á s distingue e n t r e u ñ a
objeto de la inteligencia (v.gr., «hay que hacer el bien y evitar el mal»); pero bienaventuranza p u r a m e n t e natural! q u e n o excede las fuerzas d e
cuando el hombre conoce por la razón (o sea, discurriendo y razonando), la simple naturaleza, y la- bienaventuranza • sobrenatural, q u e con-
conoce de una manera mudable, con el camino abierto para llegar a térmi- siste en la visión beatífica. L a primera la tuvieron los ángeles d e s d e
nos opuestos, según le plazca. De donde se sigue que la voluntad del hom- el instante mismo d e su creación, p o r q u e la b i e n a v e n t u r a n z a na-
' Ibid., ad 5. 1
La expresión cierta según la fe significa que, aunque esa doctrina no está expresamente
6
Cf. I 64,2. Los paréntesis explicativos son nuestros. definida, se deduce con toda certeza de otras verdades de fe. que lo exigen o reclaman así.
S.l C.3. LOS ÁNGELES 397
396 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
de los siglos, habían de producirse las demás criaturas, como
tural no la adquiere el ángel por medio de movimientos discursi- vemos que ocurre en las plantas, en los animales y en el mismo
vos—como sucede al hombre—, sino de un modo intuitivo y con- hombre. Ahora bien: la gracia santificante es con respecto a la bien-
natural. Pero la bienaventuranza sobrenatural no pertenece a la aventuranza lo que la semilla o el germen es con relación a su efec-
naturaleza, sino que es el fin de la naturaleza elevada por la gracia to natural, por lo que dice San Juan que la gracia es simiente de
al orden sobrenatural, y el fin no se alcanza súbitamente desde el Dios (1 lo 3,9). Luego así como desde el primer instante de la
principio, sino que hay que encaminarse hacia él 2 . creación de las cosas existen los gérmenes y semillas de todas las
Además, es de esencia de la bienaventuranza sobrenatural su demás cosas posteriores, también los ángeles tuvieron desde el
perfecta estabilidad y la confirmación en gracia. Pero los ángeles primer momento la gracia santificante, que es la semilla de la
no fueron confirmados en gracia desde su creación, puesto que gloria a la que todos ellos estaban destinados y que, de hecho,
muchos de ellos pecaron y se convirtieron en demonios. Luego hubieran alcanzado todos si algunos no hubieran pecado voluntaria-
está fuera de toda duda que no fueron creados en el estado de gloria mente 5 .
o de bienaventuranza sobrenatural 3 .
Conclusión 2.a Los ángeles no pudieron disponerse a recibir la glo- Conclusión 4.a Los ángeles buenos merecieron la gloria o bienaven-
ria con sus solas fuerzas naturales, sino que necesitaron para ello turanza sobrenatural mediante alguna buena acción realizada con
el auxilio de la divina gracia. (Cierta según la fe.) la gracia santificante. (Doctrina más probable y común.)
392. Es de fe que la gloria es un beneficio enteramente gra- 394. La razón principal que parece reclamarlo así es la siguien-
tuito de Dios, que trasciende infinitamente las fuerzas de toda na- te. La gloria o bienaventuranza sobrenatural tiene razón de premio
turaleza creada o creable. Consta en multitud de pasajes de la y de fin, a diferencia de la gracia santificante, que es un don total-
Sagrada Escritura y ha sido expresamente definido por la Iglesia mente gratuito y medio indispensable para alcanzar la vida eterna.
(cf. D 811.1004, etc.). Luego es cierto, según la fe, que los ángeles Luego parece lógico y natural que, poseyendo los ángeles desde
no pudieron disponerse a recibir la gloria con sus solas fuerzas el momento de su creación la gracia santificante (o, al menos, con
naturales, sino que necesitaron para ello el auxilio de la divina anterioridad a su glorificación), merecieran con ella la gloria eterna,
gracia 4 . puesto que éste es el orden normal de la economía de la gracia.
Dios pudo, sin duda alguna, darles la gloria sin mérito alguno,
Conclusión 3. a Todos los ángeles, o sea, tanto los que perseveraron como hubiera podido también crearlos directamente en el cielo y
en el bien como los que pecaron voluntariamente, fueron creados confirmarlos en gracia; pero, puesto que no los creó así—como he-
en estado de gracia. (Doctrina más probable y casi común.)
mos visto en la primera conclusión—, parece natural que les diera
393. Algunos teólogos, tales como Hugo de San Víctor, Ale- la gloria a título de premio a los que la merecieron con alguna bue-
jandro de Ales, San Buenaventura, etc., creyeron que los ángeles na acción procedente de la gracia santificante, v.gr., permane-
fueron creados en estado de naturaleza pura y, mediante la gracia ciendo fieles a Dios y negándose a seguir a los ángeles malos en
actual, se dispusieron para la justificación sobrenatural. Pero la su rebeldía 6 .
gran mayoría de los teólogos, con Santo Tomás en la Suma Teo-
lógica, enseñan la doctrina de la conclusión, que es mucho más Conclusión 5.a Los ángeles buenos alcanzaron la gloria o bienaven-
probable que la anterior. He aquí las razones en que se funda: turanza sobrenatural inmediatamente después del primer acto
meritorio realizado con la gracia santificante. (Doctrina más proba-
i. a El concilio Carisíaco enseñó que «Dios omnipotente creó ble y común.)
recto al hombre, sin pecado, con libre albedrío, y lo puso en el pa-
raíso, y quiso que permaneciera en la santidad de la justicia* (D 316). 395. Santo Tomás expone la razón en la siguiente forma 7 :
Y el concilio de Trento definió que «el primer hombre, Adán, al «El ángel alcanzó la bienaventuranza inmediatamente después del pri-
transgredir el mandamiento de Dios en el paraíso, perdió inme- mer acto de caridad por el que la mereció. La razón es porque la gracia
diatamente la santidad y justicia en que había sido constituido» perfecciona a la naturaleza según el modo de cada naturaleza, ya que toda
(D 788). Y aunque estas declaraciones se refieren al hombre y no perfección es recibida en el sujeto perfectible según su modo. Pero, confor-
al ángel, no es de creer que el ángel fuera creado en condiciones me hemos visto, lo propio de la naturaleza angélica es que no adquiere su
inferiores a las del hombre. perfección natural por discurso (o sea, de una manera lenta y progresiva),
sino que la obtiene al momento por su propia naturaleza. Luego por lo
2.* En la primera producción de las cosas, Dios depositó en mismo que el ángel, en virtud de su naturaleza, dice orden a su perfección
las criaturas los gérmenes o semillas de las que, en el transcurso
« Cf. I 63,3.
' C f . I62,i.
3 « Cf. I 62,4.
Ibid., argumento sed contra. * Cf. I 62,5. El parénterís explicativo es nuestro.
«Cf. 163,».
398 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.l C.3. L O S ANGELES 399
natural, así también en virtud del mérito dice orden a la gloria, y, por tanto,
consiguió la bienaventuranza inmediatamente después de haberla merecido». b) Por parte de los ángeles... es razonable admitir que los ángeles de
naturaleza más perfecta se dirigieron hacia Dios con mayor intensidad y
E n la respuesta a u n a dificultad a ñ a d e Santo T o m á s q u e el eficacia, cosa que ocurre también en los hombres, a los cuales se da tanto
h o m b r e , d e b i d o a su naturaleza m á s imperfecta q u e la del ángel, mayor gracia y gloria cuanto más intensa sea su conversión a Dios. Por con-
n o es capaz d e alcanzar al m o m e n t o su última perfección, y p o r siguiente, parece que los ángeles que poseyeron mejores dotes naturales re-
esto, para merecer la bienaventuranza, le h a concedido D i o s u n cibieron más gracia y más gloria».
camino m á s largo q u é al ángel (ad i ) .
E n la respuesta a la dificultad d e q u e la gracia, como d o n e n t e r a -
Conclusión 6. a Es razonable suponer q u e los ángeles buenos reci- m e n t e gratuito d e Dios, d e p e n d e exclusivamente d e la v o l u n t a d
bieron los dones d e la gracia y el grado de su bienaventuranza de D i o s , q u e la da e n la m e d i d a q u e quiere, r e s p o n d e el D o c t o r
conforme al grado d e su perfección natural. (Doctrina más probable.) Angélico:
396. C o m o advierte u n teólogo c o n t e m p o r á n e o 8 , n o h a d e
«Si la gracia depende de la mera voluntad de Dios, también depende
e n t e n d e r s e esta doctrina d e tal forma q u e la perfección natural del de ella la naturaleza del ángel; y si la voluntad de Dios es la que ordena
ángel sea d e suyo disposición proporcionada para la gloria, o q u e la naturaleza a la gracia, ella es también la que ordena los grados de natu-
el conato natural d e la voluntad angélica d e t e r m i n e e n Dios el raleza a los grados de gracia» (ad 1).
m o d o d e la infusión d e la gracia. L a gracia d e p e n d e exclusivamen-
te d e la libre voluntad d e Dios, y ni en el h o m b r e ni en el ángel Conclusión 7. a E n los ángeles bienaventurados p e r m a n e c e el cono-
p u e d e h a b e r p r o p i a m e n t e nada natural q u e p u e d a ser disposición cimiento y el a m o r natural. (Doctrina cierta y común.)
exigitiva d e la gracia, a la cual haya Dios d e conformarse al confe- 397. D o s son las principales razones con q u e lo p r u e b a Santo
rirla. Afirmar tal cosa sería p u r o pelagianismo, c o n d e n a d o p o r los T o m á s 10:
concilios Milevitano (a.416) y Arausicano II (a.529), en los cuales i . a M i e n t r a s d u r a u n a naturaleza p e r m a n e c e su operación".
se define q u e la operación natural del libre albedrío n o es propia- P e r o la bienaventuranza n o destruye la naturaleza, sino q u e la
m e n t e disposición p a r a la gracia, ya q u e esa m i s m a disposición perfecciona. L u e g o n o destruye el conocimiento n i el a m o r n a -
preexige la moción sobrenatural d e Dios, o sea el influjo d e la gra- tural.
cia actual (cf. D 178SS). 2 . a L a naturaleza dice a la b i e n a v e n t u r a n z a el m i s m o o r d e n
P o r eso, la doctrina d e la conclusión—que está t o m a d a del q u e lo p r i m e r o a lo segundo, ya q u e la bienaventuranza es u n a
propio Santo T o m á s , c o m o veremos en seguida—no quiere decir perfección añadida a la naturaleza. P e r o en lo q u e viene d e s p u é s
q u e los dones naturales d e los ángeles exigieron de por sí mayor o se ha d e salvar siempre lo q u e es antes. L u e g o es necesario q u e e n
m e n o r g r a d o d e gracia santificante (lo q u e sería u n a herejía), sino la b i e n a v e n t u r a n z a q u e d e a salvo la naturaleza, y, p o r la m i s m a
ú n i c a m e n t e q u e Dios d o t ó libremente d e mejores dones naturales razón, se salvan el conocimiento y el amor natural.
a los q u e libremente quería infundirles mayores dones d e gracia. A la dificultad d e q u e el conocimiento y el a m o r beatíficos son
L o cual es m u y verosímil y razonable t a n t o p o r p a r t e d e Dios suficientes d e p o r sí para la perfecta bienaventuranza y n a d a p u e -
como p o r p a r t e d e la naturaleza angélica. E s c u c h e m o s a Santo d e n añadirles el conocimiento y a m o r natural, contesta profunda-
Tomás 9: m e n t e Santo T o m á s :
«Es razonable suponer que los ángeles recibieron los dones de la gracia «Lo que constituye la bienaventuranza es de por sí suficiente; mas, para
y la perfección de la bienaventuranza conforme al grado de su perfección existir, presupone lo que pertenece a la naturaleza, ya que ninguna bien-
natural. Para ello hay un doble motivo: aventuranza, excepto la increada, propia de Dios, es de por sí subsistente»
a) Por parte de Dios, que, según el orden de su sabiduría, estableció (ad 2).
distintos grados en la naturaleza angélica. Ahora bien: así como la natura-
leza del ángel fue hecha por Dios para que alcanzara la gracia y la bienaven- Esta doctrina tiene t a m b i é n aplicación a la b i e n a v e n t u r a n z a
turanza, así también los grados de esta naturaleza parecen haber sido orde- del h o m b r e . L a felicidad sobrenatural del cielo n o destruirá los
ñados a diversos grados de gracia y de gloria, lo mismo, por ejemplo, qué d o n e s d e naturaleza ni los lazos naturales q u e n o s u n e n u n o s a
si un cantero pulimenta piedras para levantar un edificio, por el hecho dé otros: la familia, la amistad, etc., q u e c o n t i n u a r á n e t e r n a m e n t e
labrar algunas con mayor arte y esmero parece que las destina a lá parte en el cielo, a u n q u e e n forma m á s perfecta y d e p u r a d a .
tnás noble del edificio. Luego parece que Dios destinó para recibir mayo-
res dones de gracia - y más copiosa bienaventuranza a los ángeles que hizo Conclusión 8. a Los ángeles bienaventurados son intrínseca y abso-
de naturaleza más perfecta. l u t a m e n t e impecables. (Cierta según la fe.)
8
P. AURELIANO MARTÍNEZ, O. P., en Suma Teológica ed. bilingüe vol.3 (BAC, .Madrid 398. E s d e fe q u e la visión beatífica, u n a vez alcanzada, n o
i950)p.4S6. •--•:••.:.'• •.-• - ••.- ••..-, ••: .•••.• • • ••. \- " : p u e d e p e r d e r s e j a m á s . L o definió e x p r e s a m e n t e Benedicto X I I
» Cf. I 62,6.
10
Cf. I 62,7c et sed contra.
400 1MI1. DIOS CREADOR V GOBERNADOR S.l C.3. LOS ÁNGELES 401

(cf. D 53°)- D e aquí se d e d u c e q u e los ángeles y los bienaventura- Señor por un pecador que haga penitencia» (Le 15,10). Mas este gozo
d o s son intrínsecamente impecables, p u e s t o q u e , si p u d i e r a n p e - pertenece al premio accidental, que puede aumentar hasta el día del juicio...
car, p o d r í a n p e r d e r la bienaventuranza eterna, lo cual es herético. Este gozo que experimentan no tiene, sin embargo, razón de mérito, porque,
Santo T o m á s expone el a r g u m e n t o de razón en la siguiente más bien que merecerlo, lo adquieren en virtud de su bienaventuranza» (ad 3).
forma n:
ARTÍCULO 6
«Los ángeles bienaventurados no pueden pecar. La razón es porque su
bienaventuranza consiste en la visión de Dios por esencia, y la esencia ACCIÓN DE LOS ANGELES SOBRE LOS OTROS SERES
divina es la esencia misma de la bondad. Por tanto, el ángel que ve a Dios
se conduce respecto a El como se conducen respecto a la razón común de E x a m i n a d a la naturaleza de los ángeles y su elevación al o r d e n
bien los que no le ven. Y así como es imposible que alguien quiera o haga sobrenatural de la gracia y la gloria, el o r d e n lógico p i d e q u e es-
alguna cosa que no constituya para él un bien (puesto que el bien, real o t u d i e m o s ahora la actividad de los ángeles con relación a los otros
aparente, es el objeto mismo de la voluntad, como el color es el objeto de la
seres creados, a saber: los otros ángeles, las cosas corporales y el
vista, y el sabor del gusto) o que quiera apartarse del bien en cuanto tal, así
el ángel bienaventurado no puede querer ni obrar si no es mirando a Dios, hombre.
y, obrando de este modo, es imposible que pueda pecar».
1. A c c i ó n s o b r e los o t r o s á n g e l e s
L o cual en n a d a disminuye la libertad perfectísima del ángel, 400. Siendo los otros ángeles espíritus p u r o s y n o h a b i e n d o
ya q u e p u e d e emplearse en cosas opuestas en c u a n t o a hacer o en ellos, p o r tanto, otra cosa q u e entendimiento y voluntad, la acti-
n o hacer m u c h a s d e ellas, p e r o conservando siempre el orden de
vidad d e unos ángeles sobre otros h a b r á de referirse forzosamente
todas ellas a Dios; p o r q u e , como ve claramente q u e Dios es la
a u n a d e esas dos potencias espirituales o a las dos a la vez. P o r
esencia m i s m a d e la b o n d a d , cualquiera q u e sea la cosa elegida
eso, al t r a t a r d e precisar la actividad q u e u n ángel p u e d e ejercer
p o r él, se dirige a ella según Dios, e n lo cual n o p u e d e haber p e -
sobre otro, los teólogos h a b l a n d e la iluminación, moción y locución
cado. L a facultad o el p o d e r d e pecar n o a u m e n t a la libertad, sino,
d e los ángeles e n t r e sí. R e s u m i r e m o s la doctrina m á s probable y
al contrario, es u n defecto y privación d e la v e r d a d e r a libertad,
c o m ú n en u n a serie d e conclusiones breves y sencillas.
q u e consiste en moverse sin obstáculo alguno d e n t r o d e la línea
del bien; p o r eso el ángel, q u e n o p u e d e pecar, es m u c h o m á s libre Conclusión 1.» L o s ángeles superiores iluminan intelectualmente a
q u e nosotros, q u e t e n e m o s el triste p o d e r d e hacerlo 1 2 . los inferiores. (Doctrina más probable y común.)

Conclusión 9. a Los ángeles buenos n o p u e d e n progresar en la bien- 401. E n el sentido en q u e la t o m a m o s aquí, la palabra iluminar
aventuranza esencial, pero sí en la accidental. (Doctrina más pro- significa la manifestación de una verdad desconocida por vía de ma-
bable.) gisterio, según las palabras del Apóstol: «Todo lo descubierto es
luz» ( E p h 5,13).
399. Santo T o m á s p r u e b a lo p r i m e r o con dos a r g u m e n t o s
Está claro q u e los ángeles inferiores n o p u e d e n iluminar ni
principales 1 3 :
ejercer magisterio alguno sobre los superiores, p o r q u e su inteli-
i.° A d q u i r i r méritos y progresar pertenece al estado de via-
gencia y su conocimiento es inferior y nada n u e v o p o d r í a n c o m u n i -
dor (que es el de los q u e se encaminan a la patria sin h a b e r llegado
carles q u e n o sepan los superiores d e m o d o m á s excelente. E n
a ella, como los q u e estamos en este m u n d o ) . Pero los ángeles n o
son viadores, sino comprensores, o sea h a n alcanzado y poseen ya cambio, es lógico y natural q u e los superiores iluminen a los infe-
la bienaventuranza. L u e g o n o p u e d e n merecer ni progresar en ella, riores, y esto lo realizan de dos m a n e r a s : a) fortaleciendo su ca-
al m e n o s en lo q u e tiene de esencial. Al q u e llegó al t é r m i n o se le pacidad intelectiva p o r la simple conversión hacia él d e su v i r t u d
acabó el camino. intelectiva superior, y b) proponiéndole p o r p a r t e s y p o r m e n o r i -
z a n d o la verdad q u e el ángel superior contempla en u n a síntesis
2. 0 L a divina predestinación ha señalado a cada una de las
m á s universal, con el fin de hacerla comprensible al ángel inferior,
criaturas racionales u n d e t e r m i n a d o grado de bienaventuranza, y,
a semejanza d e lo q u e hacen los maestros con relación a sus dis-
por tanto, conseguido aquel grado, n o p u e d e pasar a otro m á s
alto. cípulos 1.
O b j e t o d e la iluminación angélica son las verdades ignoradas
«Sin embargo—añade Santo Tomás—, el gozo de los ángeles puede p o r los ángeles inferiores en el triple o r d e n de la naturaleza, de la
aumentar a causa de la suerte de los que se salvan por intervención de su gracia y d e la gloria. L o s ángeles superiores, p o r su mayor cer-
ministerio, según aquello del Evangelio: «Hay alegría en los ángeles del canía a Dios, son iluminados p o r E l m á s p r o f u n d a m e n t e acerca
<> Cf. 162,8. d e las razones divinas q u e rigen esos tres órdenes, y estas luces espe-
»1 32 Cf. ibid., ad 2 et ad 3.
Cf. I 62,9c y argumento sed contra. » Cf. 1106,1 y 3.
S.l C.3. LOS ÁNGELES 403
402 P.Ill. DIOS CKEADOH Y GOBERNADOR
a
2. Que, por muy grandes que sean las sugestiones y tentaciones
cíales son las q u e c o m u n i c a n a los ángeles inferiores en v i r t u d d e diabólicas, jamás podrán arrastrar nuestra voluntad al pecado, si nosotros
la caridad e n q u e se abrasan. E n el o r d e n natural, esas luces e s p e - no queremos ceder voluntariamente a ellas. La voluntad del hombre, como
ciales p u e d e n referirse, v.gr., al conocimiento de los futuros con- la del ángel, es una fortaleza inexpugnable en la que sólo Dios puede pe-
tingentes y d e los pensamientos ocultos d e los corazones ( c u a n d o netrar (mediante la gracia actual eficaz), o aquel a quien el hombre quiere
D i o s se los revela a los ángeles superiores); en el de la gracia, a abrirle voluntariamente la puerta.
los medios m á s o p o r t u n o s para ejercer su ministerio sobre los
Conclusión 3. a Los ángeles hablan entre sí con u n lenguaje p u r a -
h o m b r e s conduciéndolos a la salvación eterna; y en el d e la gloria,
m e n t e intelectual. (Doctrina cierta en teología.)
al c o n o c i m i e n t o cada vez m á s p r o f u n d o del p o r q u é d e las o b r a s
divinas 2 . 4 0 3 . Ya se c o m p r e n d e q u e e m p l e a m o s aquí la palabra ha-
a blar en sentido analógico, o sea en c u a n t o significa comunicación
Conclusión 2. Ningún ángel p u e d e m o v e r necesaria y eficazmente de las propias ideas a otra persona de cualquier m o d o q u e esto se
la voluntad de otro, a u n q u e p u e d a inclinarla m á s o m e n o s ofre-
realice.
ciéndole u n objeto apetecible. (Doctrina cierta en teología.)
L a Sagrada Escritura alude varias veces a este lenguaje de los
402. E s evidente q u e n i n g ú n ángel p u e d e m o v e r necesaria y ángeles:
eficazmente (o sea obligándola a querer) la voluntad de n i n g ú n
«Los unos (serafines) gritaban a los otros y se respondían: ¡Santo, Santo,
otro ángel o d e cualquier otra criatura racional. L a razón, profun-
Santo, Yavé Sebaot!» (Is 6,3).
dísima, es p o r q u e la inclinación natural de u n a cosa solamente
«Si, hablando lenguas de hombres y de ángeles, no tengo caridad, soy
p u e d e cambiarla eficazmente el autor de esa m i s m a inclinación na- como bronce que suena o címbalo que retiñe» (1 Cor 13,1).
tural, c o m o es obvio. Pero el acto de la voluntad procede siempre, «El arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo..., dijo: Que el
forzosamente, d e su inclinación natural hacia el bien, q u e es su Señor te reprima» (lud 9).
objeto propio, c o m o ya dijimos. P o r consiguiente, sólo Dios, q u e
dio a la v o l u n t a d esa inclinación natural, p u e d e moverla o c a m - Sobre el m o d o o procedimiento con q u e se h a b l a n e n t r e sí los
biarla eficazmente; y esto es lo q u e hace, efectivamente, bajo el ángeles hay varias opiniones entre los teólogos, a u n q u e todos a d -
influjo d e la gracia actual eficaz, q u e inclina infaliblemente la v o l u n - m i t e n el hecho. L a sentencia m á s p r o b a b l e y c o m ú n es la d e Santo
t a d del h o m b r e del lado q u e Dios quiera (cf. Prov 21 , i ) , sin c o m - T o m á s , quien dice q u e u n ángel habla o se comunica con o t r o
p r o m e t e r , n o obstante, en lo m á s m í n i m o la libertad d e la cria- dirigiendo u ordenando voluntariamente sus propios pensamientos a la
t u r a , que procede y es causada por el mismo Dios juntamente con su inteligencia del otro 5 .
propia moción eficaz. D e este principio se derivan lógicamente las siguientes conse-
cuencias:
L o único q u e el ángel p u e d e hacer con relación a la v o l u n t a d
d e otro ángel o criatura racional es presentarle u n objeto apetecible, 1. a Los ángeles inferiores pueden hablar incluso con los superiores,
o r d e n a d o a la b o n d a d de Dios, a m o d o de excitante para d e s p e r t a r aunque no pueden iluminarlos. Una cosa es iluminar ( = dar a conocer
en ella el a m o r de ese bien. P e r o como sólo el Bien infinito con- verdades ignoradas) y otra muy distinta hablar ( = simple manifestación
t e m p l a d o en sí m i s m o (visión beatífica) arrastra necesariamente la del propio pensamiento a otra persona, superior o inferior) *.
v o l u n t a d , cualquiera q u e sea ese otro bien q u e el ángel p u e d e 2. a Por la misma razón, pueden los ángeles hablar con Dios, no porque
p r e s e n t a r a otro ángel, jamás p o d r á arrastrarle necesariamente, sino Dios necesite que se le manifieste lo que el ángel piensa (pues penetra
ú n i c a m e n t e p o r vía de persuasión ineficaz, q u e dejará al ángel perfectamente la inteligencia de todos ellos), sino para consultar el ángel
la divina voluntad sobre las cosas que se han de hacer o para admirar la
inferior en plena libertad de aceptarlo o rechazarlo 3 . excelencia divina, que nunca llegará a comprender 7 .
D e estos principios se siguen lógicamente dos consecuencias
3 . a La distancia local no influye para nada en el lenguaje de los ángeles,
prácticas m u y i m p o r t a n t e s : pues la inteligencia prescinde en absoluto de la extensión y del espacio 8 .
1. a Que Dios puede, si quiere, cambiar la mala voluntad de un hombre 4. a La conversación que un ángel mantiene con otro no es percibida
haciendo que se arrepienta libre y voluntariamente de sus pecados. Por lo por todos los demás, sino únicamente por aquel o aquellos a quienes el
cual, no hemos de desesperar nunca de la conversión de ningún pecador, ángel locutor quiera ordenar o dirigir sus locuciones 9 ; •
por muy obstinado que esté. Por vía de oración pueden obtenerse de Dios
! Cf.I 107,1. ' "
los mayores milagros, incluso que cambie radicalmente las más rebeldes « Cf. I 108.2.
voluntades, como pide la misma Iglesia en su liturgia oficial 4 . ' Cf. I 108,3.
8 Cf. I 108,4. - •• • •- .
1 » Cf. I 108,5. ' ' •• •
Cf. I 106,1 ad 1 et ad 2; a.4.
' Cf. I 106,2.
4
«Rogamos, Señor, que te aplaques con nuestras ofrendas recibidas y atraigas, propicio,
hacia ti nuestras rebeldes voluntades: et ad te riostras etiam rebelles compeUe propitius volún-
tate» (oración secreta de la misa de la dominica cuarta después de Pentecostés).
404 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.l C.3. LOS ÁNGELES 405
2. A c c i ó n s o b r e las c o s a s c o r p o r a l e s Conclusión r.» L o s ángeles buenos p u e d e n iluminar intelectualmen-
te a los h o m b r e s . (Doctrina cierta y común.)
404. Q u e los ángeles b u e n o s o malos ejercen su benéfica o
maléfica influencia incluso sobre las cosas corporales es tradición 4 0 5 . L o insinúa claramente la Sagrada Escritura en m u l t i t u d
universalísima y común a todas las religiones, lo cual hace p r e s u m i r d e textos y lo razona Santo T o m á s diciendo q u e pertenece al o r d e n
q u e esa creencia se d e b e al influjo de alguna primitiva revelación. de la divina Providencia q u e los seres inferiores estén sometidos
Santo T o m á s a d m i t e esta influencia, y la razona diciendo q u e , a la acción d e los superiores; y, siendo los h o m b r e s inferiores a
así c o m o los ángeles inferiores, q u e tienen formas m e n o s universales, los ángeles, son iluminados por éstos, así c o m o los ángeles s u p e -
son regidos p o r los superiores, asi todas las cosas corporales son riores iluminan a los inferiores !.
regidas p o r los ángeles *. D e ordinario, esta iluminación la hace el ángel a través d e la
Al concretar el m o d o y la extensión de esta acción de los á n - imaginación—ya q u e n o p u e d e p e n e t r a r d i r e c t a m e n t e en el e n t e n -
geles sobre las cosas corporales establece Santo T o m á s las siguientes dimiento, c o m o ya dijimos—, p r o p o n i é n d o l e al h o m b r e las ver-
precisiones: dades inteligibles bajo semejanzas d e cosas sensibles. A veces el
i . a L a s cosas corporales n o obedecen sin m á s al arbitrio o q u e la recibe percibe esta iluminación como p r o c e d e n t e del ángel,
simple v o l u n t a d d e los ángeles b u e n o s , ni m u c h o m e n o s al de los c o m o les ocurrió al patriarca A b r a h á n ( G e n 22,11) y a San José
malos. L o s ángeles n o tienen p o d e r alguno creador, ni p u e d e n ( M t 2,13); p e r o de ordinario se recibe la iluminación sin advertir
transformar substancialmente, con sólo el imperio de su voluntad, su procedencia angélica. ¡Cuántas veces le s o r p r e n d e r á n al h o m -
u n o s seres materiales en otros; pero p u e d e n utilizar las causas b r e ráfagas d e luz divina sobre las cosas q u e ha d e creer y o b r a r ,
naturales para p r o d u c i r r á p i d a m e n t e sus efectos propios (v.gr., ha- sin advertir q u e le vienen de su ángel custodio, q u e p e r m a n e c e
cer g e r m i n a r las plantas en p o q u í s i m o tiempo) y p r o d u c i r con siempre a su lado! 2
ello efectos s o r p r e n d e n t e s y a p a r e n t e m e n t e milagrosos. El p o d e r Conclusión 2. a Los ángeles buenos o malos n o p u e d e n obrar direc-
d e crear y d e suplir p o r e n t e r o las causas propias de tales efectos t a m e n t e sobre la voluntad de los h o m b r e s , obligándola a q u e r e r
es propio y exclusivo de Dios 2 . 0 no q u e r e r alguna cosa; pero p u e d e n influir en ella indirectamen-
te, por vía de persuasión intelectual o excitando las pasiones cor-
2 . a T a m p o c o p u e d e n obrar por cuenta propia verdaderos y porales. (Doctrina cierta y común.)
propios milagros, a u n q u e sí como i n s t r u m e n t o s de Dios, c o m o
o c u r r e con los m i s m o s h o m b r e s . L a razón es p o r q u e el v e r d a d e r o 406. E s c u c h e m o s al D o c t o r Angélico exponiendo esta d o c -
milagro trasciende, p o r propia definición, las fuerzas de toda n a - trina 3 :
turaleza creada o creable, ya q u e s u p o n e u n a alteración d e las «La voluntad del hombre puede ser movida de dos modos:
leyes de la naturaleza, q u e sólo p u e d e realizarla el m i s m o D i o s a) Desde dentro de ella misma; y de este modo, como el movimiento
como autor d e esa naturaleza, o alguien en su n o m b r e y con el de la voluntad no es otra cosa que la inclinación de la misma hacia el objeto
divino p o d e r 3. querido, sólo Dios es capaz de moverla intrínsecamente, por ser El quien da
a la naturaleza intelectual la virtud de tal inclinación; pues así como la
3 . a L o s ángeles b u e n o s o malos p u e d e n m o v e r localmente las
inclinación natural no procede sino de Dios, que da la naturaleza, así la
cosas corporales trasladándolas d e u n lugar a otro. H a y varios inclinación voluntaria no viene más que de Dios, que es causa de la voluntad.
ejemplos e n la Sagrada Escritura: v.gr., el diablo trasladó a C r i s t o
b) Desde fuera de ella; y esto lo puede hacer el ángel tan sólo por el
al pináculo del t e m p l o y a u n m o n t e m u y alto ( M t 4,5 y 8); u n bien aprehendido por el entendimiento. De donde se sigue que en cuan-
ángel arrebató a Felipe de la presencia del e u n u c o bautizado (Act to es posible ser causa de que algo se conciba por el entendimiento como
8,39), etc. N o hay inconveniente alguno en ello, ya q u e esto n o es bueno para ser apetecido por la voluntad, en tanto se puede mover de este
u n v e r d a d e r o milagro ni trasciende las fuerzas naturales del á n g e l 4 . modo la voluntad. Pero así sólo Dios es capaz de mover eficazmente la
voluntad; el ángel y el hombre sólo pueden moverla por persuasión, como
3. A c c i ó n s o b r e los h o m b r e s ya dijimos.
Queda otro modo exterior por el que puede la voluntad del hombre ser
E n esta sección e x a m i n a r e m o s lo q u e p u e d e n hacer los ángeles movida, que es por la pasión del apetito sensitivo; así se inclina la voluntad,
b u e n o s o malos sobre los h o m b r e s en general, reservando para el por ejemplo, cuando quiere algo a impulsos de la concupiscencia o de la
ira. Y también de este modo puede el ángel mover la voluntad, en cuanto
artículo siguiente la h e r m o s a cuestión, d e los ángeles custodios del puede excitar tales pasiones; sin que pueda llegar nunca, sin embargo,
hombre. 3 rendirla así por fuerza, puesto que la voluntad permanece siempre libre
1 Cf. I 110,1.
para consentir o para resistir a la pasión».
2 Cf. I 110,2; cf. 3.4 ad 3,
> Cf. I 110,4. 1 Cf. I 111,1.
4
Cf. I 110,3 í Cf. ibid., ad 1 et ad 1.
' I 111,2.
406 P.IIl. DIOS CHEADOK í COBERNADOB S.l C.3. LOS ÁNGELUS 407
Conclusión 3.* Los ángeles buenos o malos p u e d e n actuar sobre la Para proceder con la mayor claridad y o r d e n dividiremos el
imaginación del h o m b r e y sobre los d e m á s sentidos internos y ex-
ternos. (Doctrina cierta y común.) artículo en dos secciones. E n la p r i m e r a estudiaremos la misión
d e los ángeles en general y en la segunda precisaremos lo relativo
407. L o s ángeles, en efecto, son capaces d e excitar con su a la custodia de los h o m b r e s p o r los ángeles buenos.
p o d e r natural la imaginación del h o m b r e . Para ello basta sencilla-
m e n t e con q u e c o n m u e v a n o alteren ciertos h u m o r e s corporales, 1. M i s i ó n d e los á n g e l e s e n g e n e r a l
cuyo m o v i m i e n t o afecta i n m e d i a t a m e n t e a la imaginación. P u e s
E x p o n d r e m o s la doctrina teológica en forma d e conclusiones.
así c o m o esto acontece a veces por la conmoción natural d e esos
h u m o r e s y otras veces p o r la voluntad del h o m b r e , q u e imagina Conclusión i.» Los ángeles son enviados p o r Dios en ministerio so-
v o l u n t a r i a m e n t e lo q u e antes había sentido, así t a m b i é n p u e d e b r e los h o m b r e s . (Doctrina cierta según la fe.)
acontecer esto p o r influjo de los ángeles b u e n o s o malos, ya sea
d u r a n t e el sueño, ya en estado de vigilia 4 . E s t o m i s m o p u e d e 408. C o n s t a expresamente en m u l t i t u d de pasajes de la Sa-
aplicarse a los d e m á s sentidos internos: al sentido c o m ú n , la m e - grada Escritura:
moria y la facultad estimativa o instinto. «He aquí que yo enviaré mi ángel que vaya delante de ti y te guarde»
E n c u a n t o a los sentidos externos (vista, oído, olfato, g u s t o y (Ex 23,20).
tacto) p u e d e n los ángeles b u e n o s o malos excitarlos d e dos m a n e r a s : «Es hora ya de que vuelva a Aquel que me envió» (Tob 12,20).
a) poniéndolos delante sus objetos sensibles propios, ya sea «Mi Dios envió su ángel, que cerró la boca de los leones» (Dan 6,22).
«Fue enviado por Dios el ángel Gabriel...» (Le 1,26).
t o m á n d o l o s d e la naturaleza o formándolos ellos m i s m o s c o m o
«Enviará el Hijo del hombre a sus ángeles...» (Mt 13,41).
c u a n d o se aparecen en forma corporal;
b) excitando los centros nerviosos q u e p o n e n en contacto Santo T o m á s lo razona del siguiente m o d o U
esos sentidos externos con el cerebro y p r o d u c i e n d o con ello la
«Se dice ser enviado aquel que de algún modo procede de otro para
m i s m a sensación q u e h u b i e r a n p r o d u c i d o en ellos los objetos comenzar a estar donde antes no estaba o estaba de otro modo...
externos correspondientes 5 . Mas la virtud del ángel, que es agente particular (y no universal, como
E n v i r t u d d e los principios establecidos en estas tres últimas Dios), no se extiende a todo el universo, sino que de tal manera se extiende
conclusiones, h e aquí algunas de las cosas q u e permitiéndolo D i o s a un ser, que no se extiende a otros; y, por lo tanto, de tal modo está en un
lugar, que no está en otros. Ahora bien, como dijimos más arriba, la criatura
p u e d e n hacer naturalmente los ángeles b u e n o s o malos:
corporal es administrada por los ángeles. Luego siempre que es necesario
a) E N LA VIDA VEGETATIVA, favorecer o impedir la generación, la nutri- que se haga algo por el ángel cerca de alguna criatura corpórea, de nuevo
ción, las enfermedades, etc.; pero no resucitar a un verdadero muerto, ni aplica el ángel a tal cuerpo su virtud y, consiguientemente, de nuevo co-
hacer ninguna otra cosa que rebase las fuerzas de la naturaleza angélica mienza a estar allí. Y como todo esto se verifica por un mandato divino,
(a no. ser milagrosamente, en cuanto instrumentos de Dios). hay que concluir, según el concepto que acabamos de dar de misión, que el
ángel es enviado por Dios».
b) E N LA VIDA SENSITIVA pueden producir movimientos carnales,
sensaciones, dolores, ira, etc.; pueden impresionar los sentidos externos El D o c t o r Angélico advierte o p o r t u n a m e n t e , al resolver las d i -
(visiones, olores, tactos, etc.) y los internos, sobre todo la imaginación
(alucinaciones) y ¡a memoria sensitiva. ficultades, q u e los ángeles, al ser enviados, n o p i e r d e n nada de su
dignidad con el cambio de lugar (ad 2), ni i n t e r r u m p e n u n solo
c) E N LA VIDA RACIONAL pueden mover indirectamente el entendimiento instante la contemplación de la divina h e r m o s u r a , en la q u e con-
a través de la imaginación y solicitar por vía de persuasión a la voluntad, siste su felicidad y bienaventuranza, puesto q u e «dos acciones d e
presentándole objetos apetecibles, etc. Pero de ninguna manera pueden
arrastrar por la violencia al entendimiento ni a la voluntad, que permanecen las cuales la u n a es regla y razón de la otra, lejos de i m p e d i r s e
siempre libres de toda acción directa, a excepción de la de Dios, como ya m u t u a m e n t e , se a y u d a n la u n a a la otra» (ad 3).
hemos explicado.
Conclusión 2. a N o todos los ángeles son enviados en ministerio, sino
... . ' . ".'.:- ARTÍCULO 7 . ' ; • ú n i c a m e n t e los de categorías inferiores. (Doctrina más probable.)

[.'.- ".•'.':.'..;".' :"•. LOS ANGELES, CUSTODIOS ; 409. L a razón, de simple congruencia, q u e señala Santo T o -
m á s es p o r q u e parece exigirlo así el o r d e n angélico, t e n i e n d o en
V a m o s a a b o r d a r ahora la cuestión m á s herniosa•• d é t o d o el cuenta, sobre todo, q u e «nada hay t a n g r a n d e en los ministerios
t r a t a d o De angelis y la q u e más d e cerca se relaciona con • n o s - divinos q u e n o p u e d a ser ejecutado por los órdenes angélicos infe-
otros: la d e los ángeles custodios del h o m b r e . '; : . ¡ l ' - riores», puesto q u e la naturaleza angélica es, de suyo, la m á s p e r -
' a . 1111,3. ' Cf. I 111,4.
» I II3.I.
S.l C.3. LOS ÁNGELES 409
408 P.III. DIOS CREADOR X GOBERNADOR
b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. Y a h e m o s d i c h o q u e n o lo
fecta d e todas las naturalezas creadas. P o r eso fue enviado u n h a definido expresamente, p e r o lo enseña oficialmente con su m a -
simple arcángel (Gabriel) para anunciar a la Virgen M a r í a la e n - gisterio ordinario a través d e su liturgia. C o m o es sabido, el día 2
carnación del Verbo, n o obstante ser éste el m á s elevado d e t o d o s de o c t u b r e se celebra en toda la Iglesia la fiesta d e los Santos An-
los ministerios divinos 2 . geles Custodios.
E l D o c t o r Angélico distingue e n t r e ángeles enviados y ángeles
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA d e s c u b r e sin esfuerzo la alta conve-
asistentes, f u n d á n d o s e «n el siguiente texto del profeta Daniel:
niencia d e la custodia angélica sobre los h o m b r e s . H e aquí algunos
«Y le servían millares d e millares, y le asistían millones d e millo-
a r g u m e n t o s m u y claros y sencillos:
nes» ( D a n 7, i o). T o d o s v e n , ciertamente, la esencia divina, y, en
este sentido, t o d o s son asistentes. P e r o los coros superiores la con- i.° C o m o quiera q u e D i o s instituyó el o r d e n e n el m u n d o
t e m p l a n con m á s claridad y perciben e n ella m u c h o s secretos d e s u e r t e q u e los seres inferiores sean gobernados p o r los s u p e -
divinos, sobre los cuales ilustran a los inferiores, con el fin d e q u e riores (v.gr., el h o m b r e gobierna y d o m i n a a los animales), es m u y
éstos p u e d a n , a s u vez, iluminar a los h o m b r e s al ser enviados p o r razonable y conveniente q u e los h o m b r e s sean a y u d a d o s p o r los
D i o s ministerialmente. P o r eso se llaman ángeles enviados los q u e ángeles x .
realizan alguna misión al exterior, o sea relacionada con los h o m -
2. 0 E s m u y razonable y n a t u r a l q u e los ángeles, q u e están y a
b r e s o las cosas corporales, y está formada p o r los cinco coros i n -
en la patria bienaventurada, a y u d e n a los h o m b r e s e n su camino
feriores, a saber: ángeles, arcángeles, principados, potestades y virtu-
hacia ella, puesto q u e h a b r á n d e ser sus eternos c o m p a ñ e r o s ante
des. L o s tres coros superiores, a saber: tronos, querubines y serafines,
Dios.
se llaman ángeles asistentes, p o r q u e asisten siempre ante el t r o n o
d e D i o s y le sirven ú n i c a m e n t e a El 3. Y en c u a n t o a las domina- 3. 0 Si los demonios tientan a los h o m b r e s — c o m o veremos en
ciones se incluyen entre los ángeles q u e administran, n o p o r q u e el artículo siguiente—, es m u y razonable q u e los ángeles b u e n o s
ejecuten algún ministerio, sino p o r q u e d i s p o n e n y o r d e n a n lo q u e les g u a r d e n y a y u d e n a vencer esas sugestiones malignas.
se h a d e h a c e r p o r otros 4 . 4. 0 L o s ángeles sirvieron a Cristo ( M t 4,11) y le confortaron
en su agonía d e G e t s e m a n í ( L e 22,43). Parece natural q u e hagan
2. L o s ángeles custodios lo m i s m o con t o d o s s u s redimidos.
V a m o s a establecer la doctrina católica sobre los ángeles c u s t o - Conclusión 2. a T o d o s y cada u n o d e los h o m b r e s , bautizados o no,
dios e n u n a serie escalonada d e conclusiones. tienen su correspondiente ángel d e la guarda. (Doctrina probabilí-
sima y común.)
Conclusión i.» Algunos ángeles son destinados p o r Dios para guar-
da y custodia de los h o m b r e s . (Completamente cierta según la fe.) 4 1 1 . A l g u n o s antiguos o p i n a r o n q u e solamente t e n í a n ángeles
de la g u a r d a los h o m b r e s predestinados a la gloria, y otros q u e
410. L a Iglesia n o h a definido e x p r e s a m e n t e esta doctrina,
sólo los justos; pero la sentencia probabilísima y h o y día c o m ú n
p e r o se d e d u c e con toda seguridad y certeza d e los datos q u e n o s
e n t r e los teólogos es la recogida e n la conclusión. H e aquí el razo-
proporciona la Sagrada Escritura. Se trata, p u e s , d e u n a conclu-
n a m i e n t o del D o c t o r Angélico 2 :
sión c o m p l e t a m e n t e cierta según la fe. H e aquí las p r u e b a s :
«El hombre se encuentra en la vida presente como en un camino por
a) L A SAGRADA ESCRITURA. H e m o s citado m á s arriba algunos el que ha de marchar hacia su patria. En este camino le amenazan muchos
textos, a los q u e vamos a añadir algunos m á s : peligros, así interiores como exteriores, según aquello del salmo: En la
«He aquí que enviaré mi ángel que vaya delante de ti y te guarde» senda por donde voy me han escondido una trampa (Ps 141,4). Y por eso,
(Ex 23,20). así como a los que van por caminos inseguros se les da guardia, así también
a cada uno de los hombres, mientras camina por este mundo, se le da un
«Te encomendaré a sus ángeles para que te guarden en todos tus caminos,
ángel que le guarde. Pero, cuando haya llegado al término de este camino,
y ellos te llevarán en sus manos para que no tropieces en las piedras» (Ps 90,
ya no tendrá ángel custodio, sino que tendrá en el cielo un ángel que con
11-12).
él reine o en el infierno un demonio que le torture».
«Mirad que no despreciéis a uno de estos pequeñuelos, porque en verdad
os digo que sus ángeles ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre celes-
A l contestar a la objeción d e q u e es inútil q u e se d e p u t e u n
tial» (Mt 18,10).
«¿No son todos ellos espíritus administradores, enviados para servicio ángel custodio a los q u e D i o s sabe q u e se h a n d e c o n d e n a r (v.gr., el
en favor de los que han de heredar la salud?» (Hebr 1,14). anticristo), escribe Santo T o m á s :

1
Cf. 1112,2. « Cf. r i i 3 , i .
' Cf. I 111,3.4. J Cf. 1 1 1 4 , 1
* Cf. I 113,4 ad 1.
410 P.tll. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.3. LOS ÁNGELES 411
«Así como los reprobos y los fieles, e incluso el anticristo, no están durez, a b a n d o n a esta opinión y dice q u e , m i e n t r a s el n i ñ o está
privados del auxilio interior de la razón natural, asi tampoco están privados todavía en el seno de su m a d r e , el ángel d e la g u a r d a de ésta cuida
del auxilio exterior concedido por Dios a toda la naturaleza humana mediante de los dos 7 .
la custodia angélica. Y aunque este auxilio, de hecho, no les sirva para con-
L a g u a r d a y compañía del ángel custodio se prolonga hasta
seguir mediante sus buenas obras la vida eterna, les sirve, no obstante, para
apartarse de ciertos males con que podrían perjudicarse a sí mismos y a otros; q u e el alma custodiada llega a su destino eterno, o sea al cielo o
porque incluso los mismos demonios son reprimidos por los ángeles buenos al infierno. E n el purgatorio continúa todavía—según la opinión
para que no hagan todo el daño que ellos quisieran, e igualmente no será m á s p r o b a b l e — , n o ciertamente p a r a proteger o custodiar al alma
permitido al anticristo hacer tanto daño como pretenderá» (ad 3). — y a n o lo necesita—, sino para consolarla y animarla. L a misión
del ángel de la g u a r d a en el purgatorio sería la de iluminarla acerca
H a y q u e añadir q u e a cada h o m b r e custodiado c o r r e s p o n d e
d e los grandes misterios de Dios, de los goces del paraíso, del
u n ángel custodio distinto, de suerte q u e n i n g ú n ángel se encarga
a m o r q u e le t i e n e n Jesús y M a r í a , etc., y anunciarle su próxima
d e custodiar a dos o más h o m b r e s . A u n q u e , p o r el contrario, es liberación 8 . E n el cielo, como ya h e m o s dicho, cesará p r o p i a m e n t e
posible y m u y probable q u e u n m i s m o h o m b r e tenga dos o m á s la custodia, p e r o n u e s t r o ángel seguirá e t e r n a m e n t e relacionado
ángeles custodios, a saber, u n o como persona particular y otro u con nosotros en calidad de ángel correinante.
otros por el cargo especialísimo q u e d e s e m p e ñ a en la Iglesia
(v.gr., S u m o Pontífice) o en la sociedad civil (v.gr., jefe del E s -
Conclusión 4. a Los ángeles de la guarda n o e x p e r i m e n t a n ninguna
tado) 3. tristeza p o r los males físicos o morales q u e p u e d a n afectar a sus
E n cuanto a q u e si al t e r m i n a r la custodia sobre u n d e t e r m i n a d o custodiados, ni siquiera p o r su definitiva condenación eterna. (Com-
h o m b r e (por haber llegado éste al cielo o al infierno) vuelve Dios pletamente cierta.)
o n o a encargar a u n m i s m o ángel q u e custodie a otro h o m b r e ,
nada cierto se p u e d e afirmar. Santo T o m á s parece opinar q u e cada 4 1 3 . A p a r t e de q u e la pena o tristeza es incompatible con la
ángel custodia a u n solo h o m b r e , sin q u e vuelva a encargarse perfecta felicidad d e q u e gozan los ángeles bienaventurados 9 , San-
n u n c a d e la custodia de n i n g ú n otro 4 ; y eso parece ser lo m á s p r o - t o T o m á s lo razona del siguiente m o d o 1 0 :
bable si t e n e m o s en cuenta lo q u e h e m o s dicho antes acerca de
«Los ángeles no sufren ni por los pecados ni por las penas de los hombres.
n u e s t r o propio ángel correinante con nosotros en el cielo. Eso parece Como dice San Agustín, la tristeza y el dolor no son sino de aquello que
d e s p r e n d e r s e t a m b i é n del n ú m e r o i n m e n s o de ángeles existentes, sucede contra la propia voluntad. Pero nada sucede en el mundo contra la
i n c o m p a r a b l e m e n t e mayor q u e el de los h o m b r e s , c o m o vimos voluntad de los ángeles ni de los demás bienaventurados, porque su voluntad
m á s arriba. está enteramente conforme al orden de la justicia divina; y nada se hace en
el mundo sino aquello que es hecho o permitido por la justicia divina. Por
Conclusión 3. a L a guarda de los ángeles custodios comienza para eso, hablando en absoluto, nada acontece en el mundo contra la voluntad
cada h o m b r e en el m o m e n t o de su nacimiento y se prolongará de los bienaventurados...
hasta que llegue a su destino final. (Doctrina más probable y común.)
Es cierto, sin duda alguna, que los ángeles no quieren los pecados ni
412. A l g u n o s teólogos enseñaron q u e el ángel d e la g u a r d a las penas de los hombres mirando esto en absoluto y en abstracto; pero
comienza su función desde el m o m e n t o del b a u t i s m o , p e r o Santo quieren, no obstante, que se guarde en esto el orden de la justicia divina,
T o m á s y la mayoría de los teólogos sostienen la doctrina d e la según el cual algunos sufren castigos y se les tolera el pecar».
conclusión. El D o c t o r Angélico la razona diciendo q u e los b e n e -
A l resolver las dificultades añade el D o c t o r Angélico las si-
ficios conferidos al h o m b r e en cuanto es cristiano comienzan d e s d e
guientes precisiones:
el m o m e n t o del b a u t i s m o , como el p o d e r recibir la Eucaristía y
i . a Así en la penitencia de los h o m b r e s como en el pecado d e
otros semejantes; p e r o los q u e D i o s le otorga en atención a su
los mismos q u e d a siempre una razón de gozo para los ángeles, a
naturaleza racional se le confieren d e s d e el m o m e n t o en q u e al
saber: el c u m p l i m i e n t o de los designios divinos (ad 3).
nacer recibe la naturaleza. A h o r a bien, el beneficio del ángel c u s -
2 . a L o s ángeles son llamados a juicio p o r los pecados d e los
todio pertenece a esta segunda clase, como ya h e m o s dicho, y, p o r
h o m b r e s , n o como reos—pues n i n g u n a culpa tienen ellos d e los
tanto, desde el m o m e n t o m i s m o de su nacimiento tiene el h o m b r e
pecados de sus custodiados—, sino como testigos, p a r a convencer
asignado su ángel custodio 5 .
a los h o m b r e s de su propia culpa y dejadez (ad 4).
E n su j u v e n t u d había opinado Santo T o m á s q u e el ángel de la
N o sufren los ángeles de la g u a r d a p o r los males físicos q u e
g u a r d a se le d a b a al h o m b r e en el m o m e n t o de la infusión del
afectan a sus custodiados (enfermedades, dolores, persecuciones,
alma en el cuerpo 6 . P e r o en la Suma Teológica, escrita en su m a -
3 Cf. I 113,2c etad i. ' Cf. I 113,5 ad 3-
* Cf. I 108,7 ad 3; H3.4- ' Cf. nuestra Teología de ¡a salvación 2." ed. (BAC, Madrid 1959) n.304.
9
'Cf. I 113,5. Cf. I 113,7 argumento sed contra.
8
Cf. II Sent. dist.11 q.i a.3 ad 3- I" Cf. I 113,7.
412 l'.lli. U10S CREADOR Y GOBERNADOR
S.l C.3. LOS ÁNGELES 413
etcétera), porque saben que «todas las cosas contribuyen al bien
de los que aman a Dios» (Rom 8,28). Ni siquiera por los pecados, especies, sino proponiéndole las verdades de modo más fácil a
que Dios permite para sacar mayores bienes (por el arrepenti- través de la imaginación y de los sentidos internos, en los que
miento y la penitencia posterior). Tampoco sufren, finalmente, por pueden actuar directamente, como ya vimos.
la condenación eterna de sus protegidos, como tampoco sufrirán f) Nos asisten de una manera particularísima a la hora de la
los bienaventurados al ver en el infierno a alguno de sus familiares muerte, que es cuando más los necesitamos.
o allegados n . La razón es porque ellos no tienen ninguna culpa g) Nos consuelan en el purgatorio y nos acompañarán eterna-
de la condenación de aquellas almas—hicieron todo lo que pu- mente en el cielo como ángeles correinantes.
dieron para evitarla, con sus inspiraciones y buenos consejos, Todo ello debe excitar nuestra gratitud y mover nuestros cora-
apartándolos de las ocasiones de pecado, defendiéndolos de mil zones a ofrecerles un verdadero culto de dulía, como hace la Igle-
peligros, etc.—, y sólo a la rebeldía y protervia de los pecadores sia en su liturgia.
se debe su eterna perdición. Y una vez confirmados en el mal y Comentando las palabras del salmo 90 «Mandó a sus ángeles
habida cuenta de su definitiva obstinación en el pecado, los án- que te guarden en todos tus caminos», escribe el piadosísimo San
geles quieren que se guarde el orden de la divina justicia, que les Bernardo 14:
castiga inexorablemente—aunque menos de lo que merecen, según
el Doctor Angélico 12 —, y, por lo mismo, ninguna pena o tris- «¡Cuánta reverencia deben infundirte estas palabras, cuánta devoción
teza sienten por su eterna condenación. deben inspirarte, cuánta confianza deben darte! La reverencia, por su pre-
sencia; la devoción, por su benevolencia; la confianza, por su custodia.
Conclusión 5.a Cada una de las naciones, provincias, pueblos, igle- Anda siempre con toda circunspección, como quien tiene presentes a los
sias, órdenes religiosas, etc., tienen su correspondiente ángel de la ángeles en todos sus caminos. En cualquier parte, en cualquier lugar, aun
guarda. (Doctrina común entre los teólogos.) en el más oculto, ten reverencia al ángel de tu guarda. Ni ¿cómo te atreve-
rlas a hacer en su presencia lo que no harías estando yo delante? ¿Dudas
414. Es doctrina universalmente aceptada que hay ciertos án- acaso que esté presente porque no le ves?... Si consultas a la fe, ella te
geles tutelares colectivos, o sea que ejercen su custodia sobre una prueba que no te falta la presencia del ángel... Están presentes para tu bien;
determinada colectividad más o menos grande 13. Se funda esta no sólo están contigo, sino que están para tu defensa. Están presentes para
creencia en ciertas expresiones de la Sagrada Escritura, v.gr., las protegerte, están presentes para provecho tuyo. ¿Qué volverás al Señor
por todos los bienes que te ha hecho, pues a El sólo debe referirse el honor
relativas a los ángeles de Persia, de Grecia y de Israel (cf. Dan 10, y la gloria? ¿Por qué a El solo? Porque El es quien lo mandó, y todo don
13-21). La misma Iglesia parece aludir a esta creencia en la litur- precioso no es de otro que de El».
gia de Completas, donde hay una oración especial pidiendo la pro-
tección «de los santos ángeles que habitan en este lugar».
Se cree que el arcángel San Miguel es el ángel custodio de la ARTÍCULO 8
Iglesia católica, por su particular excelencia y poder.
LOS ANGELES MALOS
Conclusión 6.a Los ángeles de la guarda derraman sobre sus custo-
diados innumerables beneficios de orden espiritual y corporal. 416. Aunque en los artículos anteriores hemos aludido con
(Doctrina cierta y común.) frecuencia a los demonios o ángeles malos—particularmente en lo
que tienen de común con los buenos, en virtud de su naturaleza
415. He aquí algunos de esos innumerables beneficios: angélica, que no perdieron por el pecado—, vamos a dedicarles un
a) Nos libran y defienden constantemente de multitud de estudio especial en el presente artículo.
males y peligros, así del alma como del cuerpo. Siguiendo una vez más las directrices insuperables del Doctor
b) Contienen a los demonios para que no nos hagan todo el Angélico en la Suma Teológica dividiremos la amplia materia que
daño que ellos quisieran, sino únicamente el que Dios les permite nos sale al paso en cuatro puntos fundamentales:
para nuestro mayor bien.
c) Excitan con frecuencia en nuestras almas pensamientos san- a) El pecado de los ángeles malos.
tos y consejos saludables. b) El castigo.
d) Ofrecen a Dios nuestras oraciones e imploran el auxilio c) Acción de los ángeles malos entre sí.
divino sobre nosotros. d) Acción sobre los hombres.
e) Iluminan nuestro entendimiento, no infundiéndole nuevas Expondremos la doctrina correspondiente a cada uno de estos
puntos en una serie de conclusiones escalonadas.
>l Cf. Supp!. 94,2.
12
13
Ibid., ibid. 14
Cf. I 113,3c etad 2. Serm. 12 n.16: ML 183,233. Puede verse en Obras completas de San Bernardo vol.i
(BAC, Madrid 1953) p.438.
414 F.1JI, DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.3. LOS ÁNCELES 415

domicilio, los tiene reservados en perpetua prisión, en el orco, para el juicio


i. E l p e c a d o d e los ángeles m a l o s del gran día» (Iud 6).
«El que comete pecado, ése es del diablo, porque el diablo desde el
El o r d e n lógico exige plantear, en p r i m e r lugar, la posibilidad principio peca» (i lo 3,8).
del pecado e n los ángeles, para señalar después el hecho d e la caída,
su naturaleza, objeto, cuántos y quiénes fueron los ángeles q u e p e - b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. Enseña expresamente que
caron y q u é efectos produjo e n ellos su caída. Vamos a precisar los d e m o n i o s fueron creados b u e n o s p o r Dios, p e r o se hicieron
t o d o esto en las siguientes conclusiones. malos p o r su propia culpa:
CONCILIO DE BRAGA (a.561): «Si alguno dijere que el diablo no fue
Conclusión 1.a Antes d e ser confirmados en gracia, los ángeles p u - primero un ángel bueno hecho por Dios y que su naturaleza no fue obra
dieron pecar, c o m o cualquier otra criatura racional. (Completa- de Dios..., sea anatema» (D 237).
mente cierta.)
CONCILIO IV DE LETRÁN (a. 1215): «El diablo y demás demonios cierta-
417. L a p r u e b a de fado es clarísima: D i o s creó en estado d e mente fueron creados por Dios buenos por naturaleza; mas ellos, por si
mismos, se hicieron malos» (D 428).
gracia santificante a todos los ángeles, c o m o vimos m á s arriba.
P e r o es d e fe q u e existen los demonios o ángeles malos. L u e g o es L a razón teológica nada p u e d e decir p o r su cuenta e n o r d e n
evidente q u e algunos ángeles b u e n o s p u d i e r o n pecar y pecaron d e al hecho del pecado d e los ángeles. P u e d e d e m o s t r a r ú n i c a m e n t e
h e c h o (cf. D 237). la posibilidad d e tal pecado, d e b i d o a la defectibilidad d e toda
L a razón profundísima de iure la da Santo T o m á s diciendo q u e , naturaleza creada, como h e m o s visto en la conclusión anterior;
si la propia voluntad d e l ángel o la del h o m b r e fuesen la regla de p e r o n o p u e d e d e m o s t r a r la existencia d e tal pecado, q u e conoce-
la moralidad, estaría claro q u e t a n t o el ángel como el h o m b r e m o s ú n i c a m e n t e p o r la divina revelación.
serían impecables p o r naturaleza, ya q u e cualquier cosa q u e hicie-
ran voluntariamente estaría siempre d e n t r o d e la regla d e la m o - Conclusión 3. a E l p r i m e r pecado d e los ángeles fue principalmente
ralidad. P e r o c o m o resulta q u e la regla de la moralidad n o es la de soberbia y secundariamente de envidia. (Doctrina más probable
y común.)
voluntad del ángel n i la del h o m b r e , sino ú n i c a m e n t e la voluntad
de Dios (y a u n ésta e n c u a n t o regida p o r su infinita sabiduría), 419. A l g u n o s Santos P a d r e s y escritores antiguos, i n t e r p r e -
sigúese q u e solamente Dios es impecable por naturaleza y, p o r tanto, t a n d o d e los ángeles lo q u e la Sagrada Escritura dice d e los «hijos
q u e n i n g u n a v o l u n t a d creada consigue la rectitud d e sus actos d e Dios» q u e t o m a r o n p o r mujeres a las hijas d e los h o m b r e s
sino e n c u a n t o está conforme con la voluntad divina. A h o r a bien, (cf. G e n 6,2), llegaron a decir q u e el p r i m e r pecado d e los ángeles
esta conformidad con la voluntad divina p u e d e torcerse p o r el fue u n pecado carnal, y p o r eso atribuyeron t a m b i é n a los ángeles
libre albedrío d e la voluntad creada, apartándose del recto o r d e n u n a especie d e cuerpo aéreo y sutil. P e r o esta opinión fue a b a n d o -
establecido p o r D i o s e incurriendo, p o r lo m i s m o , e n el pecado l . n a d a p o r completo a partir del siglo iv en O r i e n t e y del v e n O c -
cidente, c u a n d o se precisó c o n t o d a claridad la naturaleza p u r a -
Conclusión 2. a M u c h o s ángeles creados buenos p o r Dios, pecaron m e n t e espiritual d e los ángeles.
de hecho y se convirtieron en demonios. (De fe.)
E s c u c h e m o s a Santo T o m á s estableciendo la p r u e b a d e la
418. L a existencia de los d e m o n i o s consta en m u l t i t u d d e p a - conclusión p o r \a razón teológica 2-.
sajes d e la Sagrada Escritura y e n las declaraciones dogmáticas d e la «De dos maneras puede haber en alguien algún pecado: una en cuanto
Iglesia. H e aquí algunos lugares: al reato, y otra en cuanto al efecto.
a) L A SAGRADA ESCRITURA.
En cuanto al reato, los demonios tienen todos los pecados, porque al
inducir a los hombres a cometer todo género de pecados incurren en el
«Vela yo a Satanás caer del cielo como un rayo» (Le 10,18). reato de todos ellos (o sea se hacen culpables de todos ellos).
«El diablo... no se mantuvo en la verdad, porque la verdad no estaba En cuanto al efecto, solamente puede haber en los ángeles malos aque-
en él» (lo 8,44). llos pecados a que puede inclinarse la naturaleza espiritual. Pero la natu-
«Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo raleza espiritual no se inclina a los bienes propios del cuerpo (y ésta es la
y para sus ángeles» (Mt 25,41). razón de que el pecado de los ángeles no pudo ser un pecado carnal), sino
«Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que, precipitados a los que pueden hallarse en las cosas espirituales, ya que nada ni nadie se
en el tártaro, los entregó a las prisiones tenebrosas, reservándolos para el inclina si no es a lo que de algún modo puede convenir a su naturaleza.
juicio» (2 Petr 2,4). Ahora bien: en los bienes espirituales, cuando alguien se aficiona a ellos,
«A los ángeles que no guardaron su dignidad y abandonaron su propio no puede haber pecado sino cuando en tal efecto no se observa la regla del
2
1
a . I63,i. Cf. I 63,2. Los paréntesis explicativos son nuestros.
S.1 C.S. LOS ÁNGELES 417
416 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
que el ángel inferior, lejos de apetecer ser igual a Dios, apetezca siquiera
superior (o sea de Dios). Pero el pecado de soberbia consiste precisamente ser igual al ángel superior.
en no someterse a la regla del superior en lo debido. Luego el primer pecado
de los ángeles malos no pudo ser otro que el de soberbia. b) Por modo de semejanza, el apetecer asemejarse a Dios puede enten-
Sin embargo, por vía de consecuencia pudo haber también en ellos el derse, a su vez, de dos maneras:
pecado de envidia. En efecto, la misma razón que el apetito tiene para in- La primera, en cuanto a aquello en que es capaz una criatura de ase-
clinarse a una cosa, la tiene para rechazar la contraria, y por esto ocurre mejarse a Dios (v.gr., tratando de imitarle en la virtud o santidad). El que
que el envidioso se duele del bien de otro, por cuanto estima que el bien de este modo trata de asemejarse a Dios no peca, con tal que aspire a la
ajeno es un obstáculo para el propio. Pero el bien de otro no pudo ser con- semejanza con Dios según el orden debido, esto es, a recibirla de Dios.
siderado como impedimento del propio bien al que se aficionó el ángel Pero peca si aspira a ella por fuero de justicia, como si fuese debida a su
malo sino en cuanto apeteció una excelencia singular que quedaba eclipsada esfuerzo y no a la acción divina.
por la excelencia de otro. De aquí, pues, que tras el pecado de soberbia La segunda manera es si alguno apeteciese ser semejante a Dios en lo
apareciese en el ángel prevaricador el mal de la envidia, porque se dolió que no es apto para asemejarse a El, como, por ejemplo, el que apeteciese
del bien del hombre y también de la excelencia divina, por cuanto Dios se crear el cielo y la tierra, cosa que sólo pertenece a Dios, pues en este apetito
sirve del hombre para su gloria en contra de la voluntad del demonio». hay pecado; y de esta manera es como el diablo apeteció ser como Dios.
Y no porque apeteciese parecerse a El en cuanto a no estar sometido a nadie,
Santo T o m á s añade o p o r t u n a m e n t e q u e «bajo la envidia y la porque de este modo hubiera querido su propio no-ser, ya que ninguna
soberbia, según se atribuyen a los demonios, se hallan c o m p r e n d i - criatura puede existir sino en cuanto participa del ser que Dios le comunica;
sino que su deseo de ser semejante a Dios consistió en apetecer como fin
dos todos los pecados q u e d e ellas se derivan» (ad 3). último de la bienaventuranza las cosas que podia conseguir por la virtud de su
Conclusión 4. a L a soberbia de los ángeles rebeldes consistió en q u e - propia naturaleza, desviando por ello su apetito de la bienaventuranza
rer asemejarse a Dios, haciéndose a sí m i s m o s objeto ñnal de su sobrenatural que proviene de la gracia de Dios. O si deseó como último fin
propia bienaventuranza, desviándose de la bienaventuranza sobre- la semejanza con Dios procedente de la gracia, quiso alcanzarla por la
natural procedente de la gracia de Dios. (Doctrina probabilísima.) virtud de su propia naturaleza angélica y no con el auxilio divino, según la
disposición de Dios; y esto concuerda con la opinión de San Anselmo,
420. Santo T o m á s hace u n análisis acabadísimo de los distin- cuando dice que el diablo apeteció (con sus fuerzas naturales) aquello mismo
a que habría llegado (con la ayuda de Dios) si hubiese perseverado en el
t o s aspectos y ramificaciones de la soberbia angélica, cuya q u i n t a -
bien. Y, de cualquier modo, estas dos explicaciones vienen a coincidir,
esencia está recogida en la conclusión. E s c u c h e m o s u n a vez m á s al porque, en resumen, lo que una y otra dicen es que el diablo apeteció obte-
gran D o c t o r d e A q u i n o 3: ner la bienaventuranza final por su propia virtud, lo que es propio de Dios.
«No cabe duda que el ángel pecó apeteciendo ser como Dios. Pero esta Finalmente, como lo que es de por sí es principio y causa de lo que es
expresión puede entenderse de dos maneras: o bien por modo de igualdad por otro, de aquella apetencia se siguió que quisiera también tener dominio
o por modo de semejanza. sobre las demás cosas, llevando su perversidad a querer también asemejarse
en esto a Dios».
a) Por modo de igualdad no pudo apetecer ser semejante a Dios, porque
sabía por conocimiento natural que esto es imposible, y a su primer acto
N a d a se p u e d e añadir a u n a exposición t a n completa y acabada
pecaminoso no precedió en el diablo ningún hábito o pasión que entorpecie-
se su virtud cognoscitiva en forma que errase en aquel caso concreto eli-
giendo lo imposible, como nos acontece a veces a nosotros. Y, aun cuando Conclusión 5. a Ningún d e m o n i o fue naturalmente malo, ni pecó en
esto fuera posible, hubiera sido contrario a su deseo natural, puesto que el m i s m o instante de su creación p o r u n acto de su propia volun-
todas las cosas tienen deseo natural de conservar su propio ser, que no tad; p e r o lo m á s probable es q u e pecaron i n m e d i a t a m e n t e des-
conservarían si se convirtiesen en otra naturaleza. De aquí que ningún pués del p r i m e r instante de su creación.
ser perteneciente a un grado inferior de la naturaleza puede apetecer el
421. Esta conclusión tiene tres partes, q u e , p a r a mayor clari-
grado de otra naturaleza superior, como no desea el asno ser caballo, porque,
si pasase al grado de la naturaleza superior, ya no sería él mismo. No obstante, dad, v a m o s a exponer p o r separado.
en esto se engaña la imaginación, porque, debido a que el hombre apetece 1. a Ningún demonio fue naturalmente malo. L a razón, clarí-
elevarse a un grado superior en cuanto a sus condiciones accidentales, que sima, es p o r q u e la naturaleza angélica ( c o m ú n a los ángeles b u e n o s
pueden crecer sin que se destruya el sujeto (v.gr., a un grado mayor de y malos) fue creada p o r Dios, y las o b r a s de D i o s son todas esencial-
hermosura, sabiduría, santidad, etc.), imaginamos falsamente que puede
apetecer también un grado superior de naturaleza (v.gr., hacerse ángel), m e n t e b u e n a s . E s doctrina de fe (cf. D 237), como h e m o s expuesto
£ al cual no podría llegar a menos de dejar de ser lo que es (o sea, hombre). m á s arriba.
Ahora bien, es indudable que Dios excede al ángel, no en condiciones 2 . a Ningún ángel pecó en el mismo instante de su creación por
accidentales, sino en el grado de la naturaleza, que es también como un un acto de su libre voluntad. Santo T o m á s lo p r u e b a diciendo q u e ,
ángel excede a otro (ya que cada uno de ellos es específicamente distinto a u n q u e nada se opone a q u e u n m i s m o instante sea, a la vez, el
de todos los demás, como vimos en su lugar). Por consiguiente, es imposible
t é r m i n o de la creación y el del m o v i m i e n t o del libre albedrío (ya
q u e la creación es instantánea y en los ángeles es t a m b i é n instantá-
' Cf. I 63,3. Los paréntesis explicativos son nuestros.
Dios y su obra 14
418 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR 419
S.l C.3. LOS ÁNGELES
n e o el m o v i m i e n t o del libre albedrío y p u e d e n , p o r lo m i s m o ,
q u e los demonios están sometidos a u n jefe de t o d o s ellos, c o m o
coexistir a m b a s cosas; como en el m i s m o instante en q u e la luna es
p a r e c e indicarlo el m i s m o Cristo en la sentencia del juicio final:
iluminada p o r el sol refleja su luz sobre la atmósfera), fue imposible
«Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno p r e p a r a d o p a r a el diablo
q u e el ángel pecara en ese m i s m o instante p o r u n acto d e s o r d e n a d o
y sus ángeles» ( M t 25,41). Parece, en efecto, q u e el o r d e n de la divina
de su libre albedrío, p o r q u e la operación que empieza a la vez que
justicia dispone q u e , si alguno consiente en la culpa p o r sugestión
el ser la reciben del agente que les da el ser, y como el agente q u e p r o -
d e otro, q u e d e en castigo sujeto a su poder, conforme a lo q u e dice
d u c e el ser de los ángeles es D i o s , habría q u e concluir q u e es Dios
San P e d r o : «Cada cual es esclavo de q u i e n triunfó de él» (2 P e t r 2 , i a ) 8 .
la causa inmediata del pecado de los ángeles, lo q u e es impío y
P a r a esto n o es obstáculo alguno el h e c h o de q u e todos los á n -
blasfemo 4 .
geles p e c a r o n a la vez. P o r q u e , como advierte el D o c t o r Angélico,
O t r a cosa m u y distinta ocurre en la línea del bien y con relación
«el ángel n o necesita espacio alguno d e t i e m p o para elegir o p a r a
al mérito sobrenatural. L o s ángeles h u b i e r a n p o d i d o merecer en
exhortar o p a r a consentir; a diferencia de lo q u e sucede al h o m b r e ,
el instante m i s m o d e su creación, p o r q u e t o d o lo q u e hay en el
q u e para elegir y consentir necesita deliberar, y para exhortar nece-
m é r i t o viene d e D i o s , cosa q u e n o o c u r r e ni p u e d e ocurrir en el
sita hablar, cosas todas q u e requieren tiempo» (ad 1).
pecado 5 .
3 . a Lo más probable es que los ángeles malos pecaron inmediata- Conclusión 8. a P r o b a b l e m e n t e fueron muchísimos m á s los ángeles
mente después del primer instante de su creación. Si, como creen q u e p e r m a n e c i e r o n fieles a Dios que los q u e se rebelaron contra
Santo T o m á s y la mayor p a r t e d e los teólogos, los ángeles fueron E l p o r el pecado.
creados en estado de gracia, esta p a r t e de la conclusión sería del
4 2 4 . H a y u n indicio d e esto e n la Sagrada Escritura, c u a n d o
t o d o cierta e infalible: p o r q u e si en el p r i m e r acto d e su libre albedrío
escribe San J u a n en el Apocalipsis refiriéndose al d r a g ó n infernal:
n o h u b i e r a n puesto los ángeles malos el obstáculo d e su pecado,
«Con su cola arrastró la tercera parte de los astros del cielo» ( A p o c 12,
h u b i e r a n sido confirmados en gracia y h u b i e r a n alcanzado inmedia-
4), e n t e n d i é n d o s e p o r tales a los ángeles prevaricadores 9 .
t a m e n t e la bienaventuranza, como ocurrió con los ángeles b u e n o s
Santo T o m á s da la razón teológica en la siguiente forma 1 0 :
(cf. n.395).
Si, p o r el contrario, se a d m i t e q u e los ángeles n o fueron creados «Los ángeles que perseveraron son más que los que pecaron, porque
en gracia, sino ú n i c a m e n t e en el estado d e naturaleza p u r a , o q u e el pecado es contrario a la inclinación natural, y lo que va contra la natura-
en el p r i m e r instante n o p u d i e r o n emitir u n acto de libre albedrío, leza se logra pocas veces, puesto que la naturaleza logra su efecto siempre
n a d a se o p o n e a q u e transcurriese algún t i e m p o e n t r e su creación o, por lo menos, en la mayoría de los casos».
y su caída. P e r o esta hipótesis es m u c h í s i m o m e n o s p r o b a b l e q u e
la p r i m e r a 6 . 2. E l c a s t i g o d e los á n g e l e s m a l o s
a
Conclusión 6. P r o b a b l e m e n t e el principal de los ángeles que peca- 4 2 5 . E s t u d i a d a s ya las cuestiones relativas al pecado d e los
r o n era el m á s perfecto y e n c u m b r a d o de todos los ángeles. ángeles malos, veamos ahora las terribles consecuencias penales q u e
les acarreó su pecado. L a s principales son estas cinco:
4 2 2 . N a d a de cierto sabemos sobre esto. Santo T o m á s se in-
clina a pensar q u e el ángel m á s e n c u m b r a d o e n c o n t r ó en su propia a) Privación de todos los dones gratuitos que habían recibido de
grandeza mayores motivos d e soberbia, y p o r eso fue el p r i m e r o Dios.
q u e pecó. Pero, p o r otra parte, su m a y o r perspicacia intelectual b) Exclusión de la eterna bienaventuranza y lanzamiento al infierno.
parece q u e debería haberle alejado del pecado m á s q u e a los ángeles c) Obscurecimiento de su inteligencia.
inferiores, d e inteligencia m e n o s p e n e t r a n t e . N a d a , p u e s , p u e d e d) Obstinación de su voluntad en el mal.
afirmarse en definitiva; pero, c o m o el motivo d e pecar influye en e) Vehemente dolor.
el pecado m á s q u e la p r o p e n s i ó n a él, parece m á s p r o b a b l e q u e el C o m o siempre, e x p o n d r e m o s t o d o esto en forma d e conclu-
ángel superior pecara m á s fácilmente q u e el i n f e r i o r 7 . siones.
Conclusión 7. a E l pecado del p r i m e r ángel indujo al pecado a todos Conclusión 1.» E n castigo de su pecado, los ángeles rebeldes fueron
los d e m á s , n o sólo p o r su m a l ejemplo, sino t a m b i é n p o r vía de privados de todos los dones gratuitos que habían recibido de Dios
consejo o persuasión. (Doctrina más probable.) en el p r i m e r instante de su creación. (Completamente cierta en teo-
logía.)
4 2 3 . T a m p o c o sobre esto sabemos n a d a con seguridad y cer-
teza. Pero Santo T o m á s cree ver u n indicio de esto en el h e c h o d e 8 Cf. I 63,8.
9
4
Cf. I 63,5. o Cf. I 63,6. Cf. La Sagrada Escritura, comentada por los profesores de la Compañía de Jesús:
5 Ibid., ad 3. 7
Cf. I 63,7. Nuevo Testamento III (BAC, Madrid 1962) p.705.
10 Cf. I 63,9.
420 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR 421
S.l C.3. LOS ÁNGELES
426. P o r dones gratuitos e n t e n d e m o s aquí los pertenecien- Volveremos en seguida sobre la obstinación d e los d e m o n i o s
tes al o r d e n sobrenatural (gracia santificante, virtudes y dones del
en el m a l .
Espíritu Santo), en contraposición a los dones p u r a m e n t e natura-
les q u e lleva consigo la naturaleza angélica, y q u e conservaron d e s - Conclusión 3. a P e r m a n e c e intacto en los demonios el conocimiento
p u é s d e su pecado, a u n q u e privados e n p a r t e d e su rectitud natural, natural angélico; pero, en pena de su pecado y c o m o consecuencia
c o m o veremos. de él, disminuyó en ellos el conocimiento sobrenatural especulati-
L a razón, clarísima, es p o r q u e esos dones gratuitos son absolu- vo y fueron privados totalmente d e él e n el o r d e n afectivo. (Doc-
trina cierta en teología.)
t a m e n t e incompatibles con el p e c a d o mortal, y el p e c a d o d e los
ángeles fue gravísimo. 428. E s c u c h e m o s al D o c t o r Angélico exponiendo esta d o c -
a t r i n a !;
Conclusión 2. L o s ángeles rebeldes fueron i n m e d i a t a m e n t e exclui-
dos de la bienaventuranza sobrenatural y arrojados para siempre «Hay dos clases de conocimiento de la verdad: uno que se obtiene por la
al infierno. (De fe.) naturaleza y otro por la gracia. El que se obtiene por la gracia se divide,
a su vez, en otros dos: uno que es solamente especulativo, como el de aquel
427. H e aquí las p r u e b a s : a quien Dios revela un secreto divino, y otro que es afectivo y produce el
a) L A SAGRADA E S C R I T U R A . L o enseña expresamente en di- amor de Dios, y éste es el que propiamente pertenece al don de sabiduría.
versos lugares: De estos tres géneros de conocimiento, el primero—o sea el puramente
natural—no fue suprimido ni siquiera atenuado en los demonios, porque
«Veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo» (Le 10,18). se deriva de la naturaleza del ángel, el cual por su naturaleza es entendi-
«Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el demonio miento o mente. Por lo mismo, debido a la simplicidad de su substancia
y sus ángeles» (Mt 25,41). —que carece en absoluto de partes—, nada de ella puede serle substraído
«A los ángeles que no guardaron su dignidad y abandonaron su propio privándole de una porción de su naturaleza, como se castiga al hombre
domicilio, los tiene reservados en perpetua prisión, en el orco, para el juicio amputándole una mano, un pie u otra parte de su organismo. Luego el
del gran día» (Iud 6). conocimiento natural no pudo ser disminuido en los demonios 2 .
«Serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos» (Apoc 20,10). Por lo que se refiere al segundo género de conocimiento, el puramente
especulativo, obtenido por la gracia, no les fue totalmente borrado, aunque
b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. El papa Vigilio (a. 543) con- sí notablemente disminuido; porque de estos secretos divinos solamente les
d e n ó como herética la doctrina d e O r í g e n e s y d e varios d e sus d i s - son revelados los convenientes (para el gobierno divino), bien por medio
de los ángeles buenos o por algunos efectos temporales del divino poder,
cípulos sobre la apocatástasis o restauración d e todas las cosas (óVrro- aunque no como a los ángeles buenos, a quienes en el Verbo les son revelados
Kcn-áoTacns TrávTCov: cf. A c t 3,21), según la cual los ángeles y los más secretos y con mayor claridad.
c o n d e n a d o s alcanzarán, finalmente, el p e r d ó n d e Dios. H e aquí el En cuanto a la tercera clase de conocimientos—o sea a los del orden
canon del p a p a Vigilio: sobrenatural afectivo, que supone la gracia y la caridad—, están totalmente
privados de ellos, como también lo están de la caridad».
«Si alguno dice o siente que el castigo de los demonios o de los hombres
impíos es temporal y que en algún momento tendrá fin, o que se dará la Así q u e , e n el e n t e n d i m i e n t o angélico, las especies infusas inna-
reintegración de los demonios o de los hombres impíos, sea anatema» tas, el conocimiento natural d e sí mismos, d e los d e m á s seres y de
(D 211). Dios tienen en los demonios la m i s m a perfección q u e tenían antes
de su pecado. E n cuanto a su conocimiento natural d e las cosas
P o r su parte, el concilio I V d e L e t r á n (a. 1215), en su declara- futuras, se va perfeccionando a m e d i d a q u e éstas se realizan 3 .
ción d e la fe católica, enseña q u e todos los h o m b r e s , b u e n o s y m a -
los, resucitarán para comparecer d e l a n t e d e Cristo j u e z y recibir Conclusión 4. a L a voluntad de los demonios está absolutamente obs-
el p r e m i o o castigo d e sus b u e n a s o malas obras: «aquéllos—los tinada e n el m a l . (Completamente cierta.)
malos—con el diablo, castigo eterno; y éstos—los b u e n o s — c o n C r i s - 429. Se dice q u e la voluntad está obstinada e n el m a l c u a n d o
to, gloria sempiterna» ( D 429). se aferra a él d e u n a manera inamovible e inflexible. El o b s t i n a d o
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. L a razón teológica n o p u e d e d e -
1 Cf. I 64,1.
m o s t r a r p o r sí m i s m a la eternidad d e las penas del infierno, q u e 2
Santo T o m á s se refiere, sin duda, al conocimiento natural puramente especulativo,
conocemos ú n i c a m e n t e p o r divina revelación; p e r o e n c u e n t r a u n a que permaneció íntegro en los ángeles rebeldes. Porque su conocimiento natural práctico
ciertamente quedó disminuido y perturbado, ya que, en virtud de la obstinación de su v o -
razón perfectamente explicable e n la obstinación d e los d e m o n i o s luntad en el mal, los demonios juzgan prácticamente q u e deben elegir lo q u e es malo,
y condenados en el pecado, del q u e n o se a r r e p i e n t e n ni se a r r e p e n - v.gr., la condenación del hombre. Ahora bien: u n conocimiento prácticamente falso no p u e -
de ser natural, ya q u e la naturaleza íntegra inclina siempre a elegir lo bueno. Luego h a y
tirán j a m á s . M i e n t r a s subsista el p e c a d o es m u y natural q u e subsis- que concluir q u e en los demonios no permaneció íntegro el conocimiento natural práctico
ta la p e n a o castigo del m i s m o . (cf. H U G O N , De angelis q.7 a.4).
* Cf. ibid., ad a et ad 5.
s.l c.3. LOS ÁNGELES ' 423
422 P.III. DIOS CREADOR Y COBERNADOR
RESPUESTA. «En el demonio hay dos clases de actos. Uno, el que proce-
p u e d e todavía elegir entre dos o m á s males, pero n o p u e d e hacer de de su voluntad deliberada, que es el que propiamente puede llamarse
el bien ni arrepentirse del mal. acto suyo. Este acto en el demonio es siempre malo, porque, aunque a veces
A l tratar de señalar la causa de esta obstinación n o concuerdan hace algo bueno, no lo hace bien; y así, cuando dice la verdad, es para engañar
después más fácilmente, y cuando cree y confiesa no lo hace voluntariamente,
e n t r e sí los teólogos. H e aquí las principales opiniones: sino forzado por la evidencia de las cosas. El otro acto del demonio es el
a) Escoto la atribuye a la carencia d e gracia habitual, q u e se natural, y éste puede ser bueno (como el desear vivir, entender, etc.), ates-
les negará p e r p e t u a m e n t e a los reprobos. tiguando con ello la bondad de su naturaleza; pero incluso de este acto
b) San B u e n a v e n t u r a , D u r a n d o , Vázquez, Suárez, L u g o , etc., abusa para el mal» (ad 5).
j u z g a n q u e la obstinación de los d e m o n i o s obedece en p r i m e r lugar
Conclusión 5. a Los demonios padecen vehementes dolores, n o de
a la substracción d e los auxilios sobrenaturales (v.gr., d e la gracia
orden sensible, sino de orden intelectual y afectivo. (Completamen-
actual para el arrepentimiento). te cierta.)
c) Santo T o m á s , los tomistas en general y gran n ú m e r o d e
teólogos de otras escuelas afirman q u e la obstinación diabólica p r o - 430. E s evidente q u e n o p u e d e n experimentar n i n g ú n dolor
viene p r i m a r i a y p r i n c i p a l m e n t e de la m i s m a naturaleza y condición sensible, puesto q u e carecen de órganos corporales, únicos capaces
del e n t e n d i m i e n t o y de la voluntad angélicos, q u e se adhieren d e d e percibir ese dolor: el p e n s a m i e n t o n o se q u e m a . Pero sufren
m a n e r a inamovible a los objetos perfectamente a p r e h e n d i d o s y li- grandes dolores d e o r d e n intelectual y afectivo, q u e Santo T o m á s
b r e m e n t e elegidos. H e m o s recogido en otro lugar el magnífico razo- explica del siguiente m o d o 4 :
n a m i e n t o del Angélico D o c t o r exponiendo esta doctrina (cf. n.390).
«El dolor, en cuanto simple acto de la voluntad, no es otra cosa que
A l contestar a las dos principales dificultades, a ñ a d e Santo T o -
una reacción de la voluntad contra lo que es o no es. Pero es indudable
m á s algunas interesantísimas precisiones. Veámoslas: que los demonios quisieran que no fuesen muchas cosas que son o que
DIFICULTAD. M a y o r es la misericordia de Dios, q u e es infinita, fuesen muchas que no son; por ejemplo, consumidos por la envidia quisieran
q u e la malicia del d e m o n i o , q u e es finita. P e r o nadie pasa de la la condenación de los que se salvan. Por consiguiente, es necesario decir
que en ellos hay dolor: primero, porque es de esencia de la pena el que
m a l d a d de la culpa a la b o n d a d de la justicia si n o es p o r la miseri-
sea contraria a la voluntad; además, porque están privados de una bien-
cordia divina ( q u e le concede la gracia del arrepentimiento). L u e g o aventuranza que desean naturalmente, y, finalmente, porque en muchas
t a m b i é n los d e m o n i o s p u e d e n pasar, p o r la misericordia divina, del ocasiones hallan cohibida su perversa voluntad».
estado d e m a l d a d al estado de justicia.
E n cuanto a la m a n e r a c o m o el fuego del infierno p u e d e ator-
RESPUESTA. «La misericordia divina libra del pecado a los que se m e n t a r a los demonios, hay varias opiniones e n t r e los teólogos.
arrepienten; pero a los que, por estar adheridos irrevocablemente al mal, no D e s d e luego, n o convence la d e los q u e dicen q u e es p o r la simple
son capaces de arrepentimiento, no los libra la misericordia de Dios» (ad 2).
aprehensión intelectual de q u e el fuego es algo nocivo para ellos, ya
C o m o se ve, esta dificultad n o tiene solución en la teoría de los q u e de u n a simple aprehensión n o se sigue d e h e c h o n i n g ú n d a ñ o
q u e creen q u e la obstinación diabólica se d e b e en p r i m e r lugar a real para el q u e la tiene. E s m u c h o m á s probable la opinión d e
la substracción de la gracia actual del a r r e p e n t i m i e n t o . P e r o la Santo T o m á s diciendo q u e el fuego a t o r m e n t a a los demonios en
tiene clarísima si, como afirma Santo T o m á s , esa obstinación se c u a n t o q u e , p o r el divino poder, ata las potencias angélicas con el
d e b e a la condición de la propia naturaleza angélica, q u e se aferra fin de q u e n o p u e d a n actuar d o n d e , c u a n d o y como quisieran. El
inamoviblemente al bien o al mal libremente elegido. D e d o n d e se fuego del infierno, como i n s t r u m e n t o de la justicia divina, recibe
sigue q u e , así c o m o los ángeles b u e n o s están inamoviblemente adhe- la v i r t u d d e retener las potencias del d e m o n i o — o del alma h u m a n a
ridos al bien y, p o r lo m i s m o , n o p u e d e n pecar, así los ángeles malos separada—, aplicándolas a u n d e t e r m i n a d o lugar y e n c a d e n á n d o -
están inamoviblemente aferrados al mal y, p o r lo m i s m o , n o p u e d e n las, p o r decirlo así, con u n a b a r r e r a infranqueable. E s t o les ator-
arrepentirse. Y siendo incapaces d e arrepentirse, está claro q u e la m e n t a físicamente y n o p o r u n a m e r a aprehensión intelectual 5 .
misericordia d e D i o s n a d a tiene q u e hacer en ellos.
3. A c c i ó n d e los á n g e l e s m a l o s e n t r e sí
D I F I C U L T A D . N a d i e q u e está obstinado en el mal hace n u n c a
n i n g u n a cosa b u e n a . Pero el d e m o n i o hizo algunas cosas buenas; 431. E n diametral antagonismo con las relaciones de los á n -
p o r ejemplo, confesó la verdad diciendo a Cristo: «Sé q u e eres el geles b u e n o s e n t r e sí—que, como ya vimos, tienen p o r objeto el
Santo de Dios» ( M e 1,24); asimismo, dice el apóstol Santiago: «Los bien d e los inferiores, iluminándolos y acercándolos m á s a D i o s — ,
d e m o n i o s creen y tiemblan» (Iac 2,19); y Dionisio dice de ellos q u e existen entre los demonios m u t u a s relaciones q u e tienen p o r objeto
«desean cosas b u e n a s y óptimas, c o m o ser, vivir y entender». L u e g o el mal y el a u m e n t o de las tinieblas del pecado.
n o están o b s t i n a d o s en el mal. 4
Cf. I 6 4 , 3 . 5 Cf. Stipp!. 70,3.
424 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR

E n relación a esto, Santo T o m á s llega p o r la razón teológica a S.l C.3. LOS ÁNGELES 425
las siguientes conclusiones: otra cosa la índole y extensión d e nuestra obra. P r o c e d e r e m o s en
i . a Subsiste e n t r e los demonios el o r d e n d e mayor o m e n o r
forma d e conclusiones.
perfección d e la naturaleza q u e cada u n o d e ellos recibió d e Dios.
L a razón es p o r q u e , como ya h e m o s dicho varias veces, los d o n e s Conclusión 1. a A u n q u e el lugar propio de los demonios es el infier-
naturales n o sufrieron m e n o s c a b o alguno c o m o consecuencia del no, actúan t a m b i é n e n este m u n d o p a r a tentar a los h o m b r e s .
pecado. D e aquí se sigue q u e u n o s d e m o n i o s son m á s inteligentes (De fe.)
y poderosos q u e otros 1. 432. Q u e los demonios tientan a los h o m b r e s en este m u n d o
2. a E n consecuencia d e lo anterior, algunos demonios ejercen consta expresamente en la Sagrada Escritura y e n el magisterio d e
su jefatura sobre los otros 2 . P e r o h a y q u e tener e n cuenta dos co- la Iglesia. H e a q u í las p r u e b a s :
sas m u y i m p o r t a n t e s :
a) Q u e la concordia d e los demonios, p o r la q u e algunos d e a) L A SAGRADA ESCRITURA. C i t a m o s algunos textos del t o d o
ellos obedecen a otros, n o procede d e la amistad q u e t e n g a n e n t r e claros y expresivos:
sí, sino d e la m a l d a d c o m ú n con q u e odian a los h o m b r e s y se o p o -
«Revestios de toda la armadura de Dios para que podáis resistir a las
n e n a la justicia d e Dios. V e m o s , e n efecto, q u e es p r o p i o d e los insidias del diablo; que no es nuestra lucha contra la sangre y la carne,
h o m b r e s impíos, para ejecutar su propia iniquidad, unirse y s o m e - sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores
terse a aquellos q u e ven m á s fuertes y poderosos (ad 2). de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos de los aires» (Eph 6,
b) El estar los demonios inferiores sometidos a los superiores 11-12).
n o es para bien d e éstos, sino antes para su mal; p o r q u e , c o m o el «Por esto, no pudiendo sufrir ya más, he mandado a saber de vuestro
obrar mal sea signo d e m á x i m a miseria, presidir a los malos es ser estado en la fe, no fuera que el tentador os hubiera tentado y se hiciera
m á s miserable q u e ellos (ad 3). vana nuestra labor» (1 Thess 3,5).
«Estad alerta y velad, que vuestro adversario el diablo, como león rugien-
3 . a N o p u e d e h a b e r e n los demonios iluminación p r o p i a m e n t e te, anda rondando y busca a quién devorar» (1 Petr 5,8).
tal d e los superiores sobre los inferiores, p o r q u e la iluminación e s
u n a manifestación d e la v e r d a d e n o r d e n a Dios, q u e n o p u e d e b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L O enseña claramente en
darse en los demonios. A u n q u e u n d e m o n i o p u e d e manifestar a varios lugares:
otro su p e n s a m i e n t o a m o d o d e locución intelectual 3 . CONCILIO IV DE LETRÁN. «El hombre (Adán) pecó por sugestión del
4. a L o s ángeles b u e n o s ejercen v e r d a d e r o d o m i n i o sobre los diablo» (D 428).
demonios, incluso los ángeles d e categoría inferior, p o r q u e el p o -
der d e la divina justicia, a la q u e están u n i d o s los ángeles b u e n o s , CONCILIO DE TRENTO. «Nuestro adversario, durante toda la vida,
busca y encuentra ocasiones para poder de un modo u otro devorar nuestras
es m á s fuerte q u e toda v i r t u d natural d e los ángeles. Sin e m b a r g o , almas» (D 907).
los ángeles b u e n o s n o cohiben t o t a l m e n t e la acción d e los malos,
p o r q u e , siendo los ángeles b u e n o s ministros d e la sabiduría divina En su liturgia oficial, la Iglesia p i d e a D i o s q u e n o s defienda d e
y tolerando ésta q u e se hagan ciertos males p o r los demonios o las asechanzas del d e m o n i o : «Lanza al infierno, con el divino poder,
p o r los h o m b r e s en atención a los bienes que de ello puede sacar, los a Satanás y a los d e m á s espíritus malignos q u e a n d a n p o r el m u n d o
ángeles b u e n o s n o i m p i d e n totalmente a los malos hacer d a ñ o 4 . para perdición d e las almas» (oración al final d e la misa). «De las
insidias del diablo, líbranos, Señor» (letanías d e los santos), etc.
4. A c c i ó n d e los ángeles m a l o s s o b r e los h o m b r e s
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c u c h e m o s el magnífico razona-
M u c h o m á s interesante para nosotros y, d e s d e luego, m u c h o m i e n t o del D o c t o r Angélico 2 :
m á s tenaz y perniciosa es la acción d e los ángeles malos sobre n o s -
«Los ángeles ocupan, por naturaleza, un lugar medio entre Dios y los
otros los h o m b r e s q u e la d e los m i s m o s demonios entre sí. hombres, y en el plan de la Providencia divina entra el procurar el bien de
E n otra obra publicada en esta m i s m a colección d e la B A C , h e - los seres inferiores por medio de los superiores.
m o s estudiado a m p l i a m e n t e las tres principales actividades d i a b ó - Pero Dios procura el bien del hombre de dos maneras. Una, directamente,
licas sobre el h o m b r e , a saber: la tentación, la obsesión y la posesión 1. lo cual ocurre siempre que alguien es atraído al bien o alejado del mal, y
A q u í n o s limitamos a u n a s breves indicaciones, p o r n o p e r m i t i r esto se hace dignamente por medio de los ángeles buenos. Otra, indirecta-
mente, y esto ocurre cuando alguien que es combatido se ejercita en recha-
1 Cf. I 109,1. zar al adversario; y esta manera de procurar el bien del hombre fue conve-
2 Cf. I 109,2. niente que se hiciese por medio de los ángeles malos, a fin de que después
3 Cf. I 109,3. de su pecado no dejasen totalmente de colaborar en el orden del universo.
4
Cf. I 109,4c et ad 2 et ad 3.
1
Cf. Teología de la perfección cristiana 4 . a ed. (BAC, M a d r i d 1962) n. 167-178.
Así, pues, los demonios deben tener dos lugares de tormento: uno por razón

2 Cf. I 6.1,4.
S.l C.3. LOS ÁNGELES 427
426 P.ril. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR

de su culpa, y éste es el infierno, y otro por razón del ejercicio a que someten
para saber si le amamos de verdad o no. Ciertamente que Dios lo
a los hombres, y para esto deben ocupar la atmósfera terrestre. sabe todo antes de experimentarlo, pero quiere ponerlo de mani-
Pero la obra de procurar la salvación de los hombres durará hasta el fiesto ante nuestros propios ojos y los de los demás. Como se ve,
día del juicio, y, por tanto, hasta entonces habrá de durar el ministerio de estas tentaciones de Dios tienden siempre al bien, nunca jamás al
los ángeles buenos y la guerra que nos hacen los demonios. Por lo mismo, mal (cf. Iac 1,13). Por eso dice la Sagrada Escritura: «Puesto que
hasta entonces nos serán enviados los ángeles buenos, y hasta entonces eras acepto a Dios, necesario fue que la tentación te aquilatare»
también estarán los demonios en nuestro aire caliginoso para someternos ( T o b 12,13).
a prueba, si bien algunos están ya en el infierno para atormentar a los que
arrastraron al mal, como también hay ángeles buenos en el cielo en compa- b) E L DEMONIO, en cambio, tienta siempre para dañar, indu-
ñía de las almas santas. Mas, a partir del día del juicio, todos los malos, ciendo al pecado en una u otra forma. Y en este sentido se dice que
sean hombres o ángeles, estarán en el infierno, y todos los buenos, en el
cielo».
tentar es oficio propio de los demonios; porque, aunque también
el hombre alguna vez tienta de este modo, lo hace como ministro
A l contestar a algunas dificultades, el D o c t o r Angélico completa del demonio. Por eso San Pablo define al demonio como el tentador
y r e d o n d e a la doctrina, c o m o v a m o s a v e r . (1 Thess 3,5).
D I F I C U L T A D . E l d e m o n i o es u n a naturaleza espiritual, q u e n o c) L A CARNE Y EL MUNDO se dice que tientan instrumental o
p u e d e ser influida p o r u n lugar. L u e g o n i n g ú n d e t e r m i n a d o l u g a r materialmente, esto es, en cuanto puede conocerse cuál sea el hom-
es sitio d e castigo para los demonios. bre por el hecho de seguir o de resistir las concupiscencias de la
carne o por despreciar las cosas prósperas y adversas del mundo;
RESPUESTA. El lugar no atormenta al ángel ni al alma condenada en
cuanto a que influya en ellos alterando su naturaleza, sino en cuanto a que
de los cuales se sirve también el demonio para tentar.
influye en su voluntad, entristeciéndola al ver, lo mismo el ángel que el d) E L HOMBRE TIENTA A DIOS cuando tiene la osadía de explo-
alma, que están en un lugar que repugna a su voluntad (ad i).
rar el poder de Dios como dudando de él (v.gr., pretendiendo que
D I F I C U L T A D . L O S d e m o n i o s s o n castigados c o n la p e n a d e l le revele los secretos de los corazones o los futuros contingentes),
fuego, según la Sagrada Escritura. P e r o e n el aire d e este m u n d o lo cual constituye un verdadero pecado.
n o h a y fuego. L u e g o n o es éste el lugar d e t o r m e n t o d e los d e m o -
e) E L HOMBRE TIENTA AL HOMBRE unas veces en el buen sen-
nios.
tido de la palabra, para ayudarle a vencer, y otras en el mal sentido,
RESPUESTA. Así como el cielo es el lugar de la gloria de los ángeles, incitándole al mal, como el diablo.
y, esto no obstante, su gloria no disminuye cuando vienen a nosotros, porque Hay que advertir, para nuestro consuelo, que, aunque el demo-
consideran que aquel lugar es el suyo, así también se ha de decir que si nio dispone de una enorme fuerza de sugestión para seducir al
bien los demonios, mientras ocupan nuestro aire, no están encadenados alma inclinándola al pecado, tiene, sin embargo, dos grandes limi-
al fuego del infierno, sin embargo, sólo el saber que les es debida aquella
prisión es suficiente para que no disminuya su tormento. Y por esto en taciones:
cierta glosa a unas palabras del apóstol Santiago (Iac 3,6) se dice que adonde- a) Una por parte de Dios, que no permitirá jamás que seamos
quiera que vayan los demonios llevan consigo el fuego del infierno (ad 3).
tentados más allá de nuestras fuerzas, como dice expresamente San
Conclusión 2. a E l d e m o n i o se dedica preferentemente a tentar a los Pablo:
h o m b r e s . (Completamente cierta.)
«Fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuer-
433. Para precisar el v e r d a d e r o sentido y alcance d e esta c o n - zas; antes dispondrá con la tentación el éxito para que podáis resistirla»
clusión h a y q u e tener e n cuenta q u e la p a l a b r a tentar p u e d e t e n e r (1 C o r 10,13).
dos sentidos principales:
b) Otra por parte de nuestra voluntad, ya que—como vimos
i.° Tantear, poner a prueba, experimentar, sondear...
en su lugar—ni los ángeles buenos ni los malos pueden entrar
2. 0 Instigar al mal, solicitar, i n d u c i r al pecado, s e d u c i r . . .
directamente en la fortaleza de nuestro entendimiento ni de nuestra
Según estos diversos sentidos se dice q u e tienta D i o s , q u e t i e n - voluntad y, por lo mismo, no pueden obligarnos a pecar si nosotros
ta el d e m o n i o , q u e tienta la carne y el m u n d o , q u e tienta el h o m b r e no queremos rendirnos voluntariamente. El pecado es siempre vo-
a D i o s y q u e tienta el h o m b r e al h o m b r e . V e a m o s d e q u é m a n e r a 3 . luntario; tan voluntario, que sin la voluntad no puede haber pecado.
a) D i o s TIENTA AL HOMBRE, e n el sentido d e q u e le p o n e a Lo único que puede hacer el demonio es alterar de algún modo
p r u e b a (v.gr., enviándole dolores, e n f e r m e d a d e s , persecuciones, etc.) las potencias inferiores del hombre, o sea, los sentidos externos y
la imaginación, mediante los cuales, aunque no se coacciona nece-
3 Cf. I 114,3.
428 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.3. LOS ÁNCELES 429
sariamente a la v o l u n t a d — q u e siempre p e r m a n e c e libre—, se la «Tomado el milagro en sentido estricto, no pueden hacerlo los demonios
inclina m á s o m e n o s al pecado 4 . ni criatura alguna, sino sólo Dios; porque, en este sentido, se llama milagro
A veces, sin e m b a r g o , los demonios p u e d e n actuar sobre n o s - a lo que excede el orden de toda la naturaleza creada, bajo el cual está con-
otros c o m o enviados de Dios; p e r o n o para inducirnos al pecado tenido todo el poder de las criaturas. A veces, sin embargo, se entiende por
•—repugna esto a la santidad infinita d e D i o s — , sino c o m o instru- milagro, en sentido lato, aquello que sobrepasa el poder y el conocimiento
de los hombres. Y en tal sentido, pueden los demonios hacer milagros, es
m e n t o s d e su justicia, para infligirnos algún castigo merecido p o r
decir, cosas que excitan la admiración de los hombres porque exceden su
nuestros pecados. Dios intenta con ello u n a finalidad b u e n a (v.gr., el propio poder y conocimiento.
a r r e p e n t i m i e n t o del pecador), a u n q u e el d e m o n i o ejecutor lo hace Pero adviértase que, aunque tales obras de los demonios, que a nosotros
con intención perversa, a saber: p o r odio o p o r envidia 5 . nos parecen milagros, no llegan en realidad a la categoría de tales, son, a
veces, cosas verdaderas y reales. Así, por ejemplo, los magos de Faraón hi-
Conclusión 3. a No todos los pecados q u e cometen los h o m b r e s p r o - cieron por virtud de los demonios verdaderas serpientes y ranas (cf. Ex 7,12;
ceden de la instigación inmediata del diablo, sino q u e algunos pro- 8,3). Y cuando cayó fuego del cielo y en un abrir y cerrar de ojos consumió
vienen del libre albedrío y de la corrupción de la carne. (Comple- la familia y los ganados de Job, y la tempestad destruyó su casa y mató a
tamente cierta.) sus hijos—cosas que fueron hechos de Satanás (cf. Iob 1,12ss), no fueron
hechos fantásticos o imaginarios, sino muy reales y verdaderos».
434. L o dice e x p r e s a m e n t e el apóstol Santiago: «Cada u n o es
t e n t a d o p o r sus propias concupiscencias, q u e le atraen y seducen» Al contestar a u n a dificultad, explica a d m i r a b l e m e n t e el D o c t o r
(Iac 1,14). Angélico de q u é m a n e r a p u e d e n los d e m o n i o s realizar estos hechos
Al exponer la doctrina teológica Santo T o m á s escribe 6: prodigiosos. H e aquí sus palabras 8 :
«De dos modos se puede ser causa de algo: directa o indirectamente. «Como ya vimos, la materia corporal no obedece a la voluntad de los
a) Indirectamente..., como causa ocasional, produciendo la disposición ángeles, buenos ni malos, para que los demonios por propia virtud puedan
para el efecto. Y en este sentido el diablo es causa de todos los pecados de hacerla pasar de una forma substancial a otra; pero pueden utilizar ciertos
los hombres, por haber instigado al primer hombre a pecar, de cuyo pecado gérmenes que se encuentran en los elementos materiales para producir t i -
se siguió en todo el género humano cierta inclinación a todos los pecados. les efectos. Por esto puede decirse que todos los cambios de las cosas corpora-
b) Directamente se dice que el agente es causa de una cosa cuando les que pueden hacerse por cualesquiera virtudes naturales, entre las cuales es-
obra intentándola en sí misma. Y de este modo el diablo no es causa de tán los gérmenes susodichos, pueden hacerse por la operación de los demonios,
todos los pecados, porque no todos ellos se cometen por su instigación utilizando tales gérmenes; como, por ejemplo, el convertirse ciertas cosas
inmediata, sino que algunos provienen del libre albedrío y de la corrupción en serpientes o ranas, las cuales pueden engendrarse en la putrefacción.
de la carne. Por eso, como dice Orígenes, aunque no existiese el diablo, Pero los cambios de las cosas materiales que no pueden realizarse por vir-
los hombres tendrían el apetito de la gula y de la carne y otros semejantes, tud de la naturaleza, de ningún modo pueden hacerse en realidad por la acción
a los que acompaña gran desorden si no son refrenados por la razón, par- de los demonios; como, por ejemplo, que el cuerpo humano se convierta en
ticularmente después de la corrupción de nuestra naturaleza». cuerpo de bestia o que un cuerpo muerto resucite. Y si alguna vez parece
hacerse esto por virtud de los demonios, será sólo en apariencia, pero no
Conclusión 4. a Los demonios no p u e d e n seducir a los h o m b r e s p o r en realidad de verdad.
m e d i o de verdaderos milagros; pero sí p u e d e n realizar cosas sor- Este último fenómeno puede acontecer de dos modos:
prendentes q u e superan las fuerzas h u m a n a s , con el fin de inducir a) Puede tener su origen dentro del hombre, en cuanto que el demonio
a los h o m b r e s al pecado. (Completamente cierta.) es capaz de alterar la imaginación humana e incluso los sentidos externos,
hasta tal punto que les haga percibir algo como real, sin serlo, como ya he-
4 3 5 . L o advirtió expresamente el m i s m o Cristo refiriéndose a
mos dicho.
los t i e m p o s escatológicos, o sea, a los q u e p r e c e d e r á n inmediata-
b) Puede también tener un origen exterior al hombre. Pues, pudiendo
m e n t e al juicio final:
el demonio formar por condensación del aire un cuerpo de cualquier forma
«Se levantarán falsos mesías y falsos profetas, y obrarán grandes señales o figura para aparecer visiblemente revistiéndose de él, puede del mismo
y prodigios para inducir a error, si posible fuera, aun a los mismos elegidos. modo revestir cualquier objeto corpóreo con cualquier forma corpórea de
Mirad que os lo digo de antemano» (Mt 24,24-25). modo que se vea dicho cuerpo bajo tal forma. Este es el sentir de
San Agustín».
E s cosa clara q u e esos falsos mesías y falsos profetas serán ver-
d a d e r o s d e m o n i o s o, al m e n o s , obrarán esos prodigios en n o m b r e C o m o se ve, el p o d e r d e los d e m o n i o s y el de cualquier otra cria-
y con el p oder s o b r e h u m a n o de Satanás. t u r a es ú n i c a m e n t e eductivo, n u n c a creativo; es decir, q u e j a m á s
Santo T o m á s expone la doctrina teológica d e la conclusión e n p u e d e n crear u originar totalmente alguna cosa. T o d o lo q u e p u e -
la siguiente f o r m a 7 : d e n hacer o p r o d u c i r sensiblemente tiene q u e estar contenido en
4 la materia y ha de p o d e r ser sacado de ella, o p r o d u c i d o p o r las cau-
Cf. I 114,2 ad 3. «Cf. 1114,3.
s Cf. I 114,1 ad 1. ^ Cf. I 114,4- 8
Ibid-, sd ?•
430 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.l C.4. LAS CRIATURAS CORPORALES 4ai
sas p u r a m e n t e naturales. H a s t a d ó n d e llegue el p o d e r diabólico
nacimiento, u n espíritu malo p a r a q u e le incite sin cesar al m a l
d e n t r o de estos límites, n o lo sabemos. Sin e m b a r g o , se ha d e t e n e r
(réplica al ángel de la guarda), carece de fundamento suficiente en
p o r a b s o l u t a m e n t e cierto q u e n u n c a permitirá D i o s q u e estas obras
las fuentes de la revelación, siendo, además, difícilmente c o m p a -
maravillosas del d e m o n i o o de sus agentes sean tales q u e n o haya
tible con la bondad y misericordia de Dios. L o s lugares d e la E s -
posibilidad alguna d e distinguirlas d e los verdaderos y auténticos
critura q u e generalmente se citan en apoyo de esta teoría (lo 13,2;
milagros o b r a d o s p o r Dios o sus agentes en testimonio de la verdad
P s 108,6; Z a c h 3,1; I o b 1-2; 2 C o r 12,7) n o tienen fuerza p r o -
y para la salvación del h o m b r e 9 .
bativa».
Conclusión 5. a A d e m á s de la simple tentación, el d e m o n i o p u e d e
ejercer su acción maléfica sobre el h o m b r e m e d i a n t e la obsesión CAPÍTULO 4
y la posesión. (Completamente cierta.)
436. T r a s l a d a m o s aquí lo q u e h e m o s escrito en otra p a r t e 1 °: LAS CRIATURAS CORPORALES
«La simple tentación es la forma más corriente y universal con que ejer- 438. D e acuerdo con el e s q u e m a general q u e h e m o s d a d o m á s
ce Satanás su acción diabólica en el mundo. Nadie está exento de ella, ni arriba siguiendo las directrices del Angélico D o c t o r (cf. n.3is)>
aun los mayores santos. En todas las etapas de la vida cristiana experimenta d e s p u é s del estudio especial dedicado a las criaturas p u r a m e n t e
el alma sus asaltos. Varían las formas, cambian los procedimientos, aumen- espirituales (ángeles), el o r d e n lógico exige examinar lo relativo a
ta o disminuye su intensidad, pero el hecho mismo de la tentación perma-
las puramente corporales (el m u n d o d e la materia) p a r a finalizar el
nece constante a todo lo largo de ia vida espiritual. Nuestro Señor Jesucris-
to quiso ser tentado también, para enseñarnos a nosotros la manera de ven- e x a m e n d e los seres creados con el estudio del h o m b r e , q u e , siendo
cer al enemigo de nuestras almas. u n ser compuesto de espíritu y materia, es u n a síntesis y c o m p e n d i o
Pero a veces el demonio no se contenta con la simple tentación. Tra- de t o d o s los demás seres d e la creación.
tándose, sobre todo, de almas muy elevadas, a las que apenas impresionan H e m o s estudiado ya diversos aspectos de la creación del m u n d o
las tentaciones ordinarias, despliega todo su poder infernal, llegando, con material, principalmente en c u a n t o a la posibilidad teórica de su
la permisión de Dios, hasta la obsesión y a veces posesión corporal de su víc- creación ab aeterno y su creación en el tiempo, como nos enseña la
tima. La diferencia fundamental entre ambas formas consiste en que en la fe. E n este capítulo nos limitaremos a algunas observaciones en t o r -
obsesión la acción diabólica es extrínseca a la persona que la padece, mien-
n o al relato bíblico de la creación del m u n d o material y sobre la
tras que en la posesión el demonio entra realmente en el cuerpo de su vícti-
ma y le maneja desde dentro como el chófer maneja a su gusto el volante del m a n e r a d e interpretarlo según los datos de la exégesis y de la cien-
automóvil». cia cosmológica moderna, bajo el control del magisterio d e la Iglesia.
Para extremar la claridad y sencillez e x p o n d r e m o s la doctrina fun-
D a d a la índole y extensión de esta obra, n o p o d e m o s detener- d a m e n t a l en dos conclusiones.
nos aquí a exponer a m p l i a m e n t e la doctrina relativa a la obsesión
y posesión diabólicas. El lector q u e quiera u n a información amplia Conclusión i.» No es preciso interpretar a la letra, c o m o si se tratara
de u n a rigurosa historia, el relato bíblico de la creación del m u n d o
y detallada sobre ellas p u e d e encontrarla en la otra obra n u e s t r a tal c o m o aparece en los tres p r i m e r o s capítulos del Génesis. El
q u e acabamos de citar H. autor sagrado trata de inculcar, ante todo, la idea del versículo
p r i m e r o : «Al principio creó Dios el cielo y la tierra», que es la ver-
Conclusión 6. a No consta en ninguna parte, ni es probable q u e Sa- d a d e r a m e n t e dogmática y fundamental. (Doctrina común entre los
tanás asigne a cada u n o de los h o m b r e s desde el día de su naci- teólogos modernos.)
miento u n ángel tentador en réplica al ángel de la guarda. (Doc-
trina casi común entre los teólogos.) 439. Recojamos, en p r i m e r lugar, las enseñanzas oficiales de la
437. Sobre esta materia hacemos nuestras las siguientes j u i - Pontificia Comisión Bíblica sobre esta importantísima materia:
ciosas palabras de u n teólogo c o n t e m p o r á n e o i 2 : i . a L o s tres primeros capítulos del Génesis contienen relatos
«La opinión patrocinada p o r varios escritores d e los p r i m e r o s sobre cosas y sucesos reales, n o fábulas ni mitos t o m a d o s d e mitolo-
t i e m p o s del cristianismo (Pastor de H e r m a s , O r í g e n e s , Gregorio gías y cosmogonías d e los pueblos antiguos, ni meras alegorías o
Niseno, J u a n Casiano), la escolástica ( P e d r o L o m b a r d o , Sent. II, símbolos de verdades religiosas, ni t a m p o c o leyendas l i b r e m e n t e
II 1) y algunos teólogos m o d e r n o s (Suárez, Scheeben), según la compuestas para instrucción o edificación de las almas ( D 2122).
cual a cada persona le asigna el diablo, desde el día m i s m o de su 2 . a C u a n d o se trata d e hechos q u e atañen a los f u n d a m e n t o s
9
Cf. P . VALBUENA, O . P., en Suma Teológica ed. bilingüe t.3,2. 0 (BAC, Madrid 1959) d e la religión cristiana hay q u e aceptar el sentido literal e histórico.
p.963-964. T a l e s hechos son, entre otros, la creación de todas las cosas p o r
10
Cf. Teología de la perfección cristiana 4. a ed. (BAC, Madrid 1962) p.315,
11
Cf. Teología de la perfección n.170-178. D i o s al principio del t i e m p o y la creación especial del h o m b r e
12
Cf. O T T , Manual de teología dogmática (Barcelona 1958) p.203. ( D 2123).
432 P.Ill. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.4. LAS CRIATURAS CORPORALES 4S3
a
3. L o s lugares q u e h a n sido interpretados diversamente p o r expresión literaria. Los escritores sagrados tuvieron que servirse de una
los Santos P a d r e s y teólogos sin enseñar n a d a cierto y definitivo, forma que pudiese ser comprendida por sus contemporáneos. Por consi-
p o d r á n exponerse según el propio y bien p o n d e r a d o d i c t a m e n d e guiente, al referirse a cosas o fenómenos de la naturaleza que habían de
constituir como el cuerpo o el revestimiento de los contenidos religiosos
cada u n o , estando dispuestos, n a t u r a l m e n t e , a s o m e t e r s e al juicio
que pretendían comunicar, tuvieron que servirse del lenguaje e ideas de su
d e la Iglesia y g u a r d a n d o siempre la analogía de la fe ( D 2124). tiempo. La palabra de Dios, si ha de ser comprendida por el hombre, tiene
4 . a N o es necesario e n t e n d e r en sentido p r o p i o todas y cada que manifestarse bajo las formas de intuición y pensamiento de una deter-
u n a d e las palabras y frases. A l g u n a s locuciones aparecen como minada situación histórica.
usadas i m p r o p i a m e n t e , o sea, metafórica y antropomórficamente Los hagiógrafos, lo mismo que los antiguos escritores eclesiásticos, tu-
( D 2125). vieron que servirse de la cosmología antigua al atestiguar el origen divino
del mundo. Este testimonio, en cuanto tal, no depende de aquella cosmología.
5 . a C o m o al escribir el p r i m e r capítulo del G é n e s i s n o fue Por eso no ha perdido nada de su valor después que han sido superadas las
intención del a u t o r sagrado enseñar d e m o d o científico la íntima ideas cosmológicas de la antigüedad. Cualquiera que sea el modo de conce-
constitución de las cosas visibles y el o r d e n completo d e la creación, bir el mundo, ya se trate de la cosmología de los antiguos o de la ciencia
sino d a r m á s bien a su nación u n a noticia p o p u l a r a c o m o d a d a a los moderna tal como ha sido representada por Galileo, Kepler, Newton,
sentidos y a la capacidad d e los h o m b r e s , tal c o m o era uso en el Planck, Einstein, Heisenberg, etc., lo cierto es que el mundo ha sido creado
lenguaje c o m ú n del tiempo, n o hay q u e e n t e n d e r t a m p o c o las p a - por Dios.
labras en su significado rigurosamente científico al interpretar exe- El hecho de que los sagrados escritores se hayan servido de las ideas
cosmológicas de su tiempo para dar testimonio de la actividad creadora de
géticamente algún pasaje ( D 2127).
Dios, no se opone de ningún modo a la inspiración de la Sagrada Escritura.
6. a L a palabra «día» e m p l e a d a en el capítulo p r i m e r o del G é - La inspiración sólo exige que la forma de expresión se sirva de los medios
nesis al relatar la creación del m u n d o en seis días, n o es necesario adecuados para manifestar el contenido religioso que ha de ser revelado,
entenderla en el sentido p r o p i o d e u n día n a t u r a l d e veinticuatro careciendo de toda importancia el que el modo de expresión corresponda
horas, sino q u e p u e d e entenderse t a m b i é n e n sentido i m p r o p i o , o no a las exigencias rigurosas de las ciencias naturales. También hoy día
hablamos de la salida y puesta del sol para expresar determinadas experien-
c o m o u n espacio i n d e t e r m i n a d o d e t i e m p o ( D 2128).
cias cotidianas. Nadie considerará como falso tal modo de expresarse, aun-
T e n i e n d o en cuenta estas n o r m a s sapientísimas d e la Pontificia que no esté de acuerdo con las enseñanzas científicas, que nos dicen que la
C o m i s i ó n Bíblica, p u e d e n resolverse con s u m a sencillez y facilidad tierra gira en torno del sol. La nomenclatura científica no es definitiva y
las objeciones y dificultades q u e en n o m b r e de la ciencia m o d e r n a tampoco es la única posible. Junto a ella, y en parte por encima de ella, se
p u d i e r a n oponerse al relato bíblico d e la creación del m u n d o . T o - halla el modo de hablar de que nos servimos para expresar la relación entre
las cosas y el hombre. El hagiógrafo selecciona de entre las realidades visi-
das ellas arrancan d e u n a concepción t o t a l m e n t e equivocada sobre
bles aquellas que tienen más importancia para la vida de los hombres (la
el verdadero carácter y finalidad del relato sagrado, c o m o si h u b i e r a luz, el sol, las estrellas, la madre tierra...), en las cuales el universo está
q u e r i d o referir en forma r i g u r o s a m e n t e histórica y científica los como representado y condensado. La selección, pues, es hecha con un cri-
orígenes del m u n d o material y del p r i m e r h o m b r e . N a d a más lejos terio antropológico, más bien que cosmológico.
d e la realidad. El autor sagrado—como nos recuerda la C o m i s i ó n En casos determinados, es difícil señalar dónde se halla el límite entre
Bíblica en la n o r m a 5 . a q u e acabamos d e citar—no t u v o intención el modo de expresión y el contenido que ha de ser expresado. La definición
de enseñar d e m o d o científico la íntima constitución de las cosas de ese límite incumbe al Magisterio eclesiástico.
visibles, n i siquiera la d e d a r históricamente el o r d e n preciso e n El escritor sagrado, al hablar de la obra de los seis días, sólo pretende
q u e fueron creadas; quiso, m á s bien, exponer en forma p o p u l a r anunciarnos que Dios es el Creador de todas las cosas. Para expresar de un
perfectamente acomodada al lenguaje, a la mentalidad del p u e b l o modo vivo el hecho de la creación, con toda su amplitud e importancia tras-
cendental, contempla todas las cosas que se hallan en el campo de sus ex-
y al a m b i e n t e de su época, el gran d o g m a de la creación d e todas periencias, que eran también las de sus contemporáneos, y afirma que to-
las cosas p o r Dios. E s c u c h e m o s a u n teólogo c o n t e m p o r á n e o ex- das ellas vienen de Dios. Con ello no se propone el orden y sucesión con
p o n i e n d o esta doctrina *: que aparecieron las cosas.
La afirmación de que la creación tuvo lugar en seis días, tiene un fun-
«Para comprender debidamente la descripción bíblica de la actividad damento litúrgico, como expondremos detalladamente más abajo».
creadora de Dios (la obra de los seis días, Hexaémeron), conviene tener en
cuenta que toda la Sagrada Escritura es una obra inspirada, pero que no
pretende comunicarnos conocimientos científicos, sino las cosas que se rela- Este fundamento litúrgico consiste en q u e el autor sagrado,
cionan con los planes salutíferos de Dios con nosotros. Las constataciones para dar fuerza a la ley del descanso sabático, presenta a Dios a n t r o p o -
científicas de la Biblia no deben ser consideradas como enseñanzas sobre mórficamente trabajando como u n operario d u r a n t e seis días c o m -
problemas de Física o Historia Natural, sino como el cuerpo, es decir, como pletos, para descansar en el séptimo. Era u n a m a n e r a d e inculcar
revestimiento del contenido revelado. Pertenecen, por tanto, a la forma de la idea de q u e el h o m b r e , a imitación de Dios, d e b e descansar el
1
Cf. SCKMAUS, Teología dogmática vol.2 (Madrid 1959) p.40-41. día séptimo para dedicarlo al culto divino. Esta preocupación li-
434 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.4. LAS CRIATURAS CORPORALES 435

túrgica le obliga a colocar artificiosamente las ocho obras d e la ción industriosa del h o m b r e p u e d e mejorar, y mejora de hecho, las
creación en seis días 2 . cosas d e n t r o de su propia categoría específica (v.gr., mejorando la
raza de los animales d e n t r o d e su propia especie). Y n o hay in-
Conclusión 2. a H a y que rechazar en absoluto, como heréticos, el conveniente en q u e este mejoramiento lo realicen las m i s m a s cosas
evolucionismo panteísta y el materialista c o m o explicación de la p o r u n a evolución perfectiva puramente natural q u e llegue incluso
diversidad específica de los seres creados. P e r o no es contrario a
a p r o d u c i r el paso de una especie a otra superior d e n t r o de la materia
la fe cierto evolucionismo perfectivo de las especies, e incluso el
tránsito de una especie a otra distinta dentro de la materia o de la o de la vida. N a d a de esto se opone a la fe, con tal q u e salvemos
vida, salvando siempre la acción creadora de Dios c o m o p r i m e r siempre la acción creadora de D i o s como p r i m e r autor de la m a -
autor de la materia y de la vida. (Doctrina cierta y común.) teria y de la vida. E s c u c h e m o s a u n teólogo c o n t e m p o r á n e o expli-
cando esta doctrina 3 :
440. E s t a conclusión tiene tres p a r t e s q u e v a m o s a exponer
p o r separado. «El evolucionismo que se sitúe en el plano de una concepción teísta del
mundo, señalando a Dios como causa primera de la materia y de la vida, y
1.a El evolucionismo panteísta es herético. que enseñe que los seres orgánicos han ido evolucionando a partir de po-
tencias germinales (San Agustín) o de formas primitivas (teoría de la des-
E n otro lugar de esta obra h e m o s refutado a m p l i a m e n t e el p a n - cendencia), creadas al principio por Dios y que fueron evolucionando se-
teísmo en todas sus formas (cf. n.51). A q u í nos limitamos a r e - gún el plan dispuesto por El, es compatible con la verdad revelada. Sin em-
cordar el siguiente canon del concilio Vaticano I: bargo, con respecto al hombre, hemos de aceptar que fue creado especial-
«Si alguno dijere q u e las cosas finitas, t a n t o corpóreas como es- mente por Dios, al menos por lo que respecta al alma espiritual («peculiaris
creatio hominis»: D 2123).
pirituales, o p o r lo m e n o s las espirituales, h a n e m a n a d o d e la
Algunos Santos Padres, sobre todo San Agustín, admitieron ya cierta
substancia divina; o q u e la divina esencia p o r manifestación o evolución de los seres vivientes. Partiendo del supuesto de que Dios lo ha-
evolución d e sí se hace todas las cosas; o, finalmente, q u e Dios bía creado todo al mismo tiempo (cf. Eccli 18,1), enseñaron que Dios había
es el ente universal o indefinido q u e , d e t e r m i n á n d o s e a si m i s m o , puesto en la existencia en estado perfecto a una parte de las criaturas, mien-
constituye la universalidad de las cosas, distintas en géneros, espe- tras que otras las creó en un estado no desarrollado, en forma de gérmenes
cies e individuos, sea anatema» ( D 1804). iniciales («razones seminales o causales»), de los cuales se irían desarrollan-
do poco a poco.
2. a E s herético t a m b i é n el evolucionismo materialista. Mientras que los Santos Padres y los doctores escolásticos, al hablar del
evolucionismo, se refieren a la evolución de todas las especies vivientes a
El evolucionismo materialista (Ernesto Haeckel), q u e s u p o n e partir de una forma primitiva especial creada por Dios, la moderna teoría
la existencia d e u n a materia eterna e increada y explica el origen evolucionística (teoría de la descendencia) concibe la evolución como paso
de t o d o s los seres vivientes: plantas, animales y el m i s m o h o m b r e de una especie a otra distinta. Según se suponga en el vértice de las líneas
(en c u a n t o al cuerpo y al alma) p o r u n a evolución mecánica de genéticas la existencia de varias formas primitivas o de una sola forma (cé-
aquella materia eterna, se halla en contradicción con la v e r d a d lula original), se habla de evolución polifilética o monofilética. Desde el pun-
revelada ( G e n 1,1), la cual nos enseña q u e la materia fue creada to de vista de la revelación se puede afirmar la posibilidad de ambas moda-
lidades. Desde el punto de vista de las ciencias naturales oigamos el juicio
e n el t i e m p o y q u e fue formada p o r D i o s . H e aquí la definición
de F. Birkner: «Hay que desechar la evolución monofilética (de un solo tron-
expresa del concilio Vaticano I: co) de los vivientes, pues faltan las formas de transición de un grupo a otro.
«Si alguno no confiesa que el mundo y todas las cosas que en él se con- Todo parece hablarnos en favor de una evolución polifilética (a partir de
tienen, espirituales y materiales, han sido producidos por Dios de la nada varios troncos independientes). Mas, por desgracia, hasta hoy día no nos
según toda su substancia, sea anatema» (D 1805). ha sido posible averiguar cuántas formas primitivas u organizaciones fun-
damentales debieron de existir».
L o s Enigmas del mundo, d e E r n e s t o Haeckel, q u e alcanzaron
Q u e d e , pues, sentado q u e la fe católica n o se opone a u n sano
gran popularidad, h o y son rechazados u n á n i m e m e n t e p o r la ciencia.
evolucionismo q u e llegue incluso al tránsito de u n a especie a otra
3. a No es contrario a la fe cierto evolucionismo perfectivo de les superior, pero con estas condiciones:
especies, e incluso el tránsito de u n a especie a otra distinta dentro a) Q u e q u e d e siempre a salvo la acción creadora d e D i o s
de la materia o de la vida, salvando siempre la acción creadora de
sacando de la nada la materia y la vida primitivas, o sea aquellas
Dios c o m o p r i m e r autor de la materia y de la vida.
q u e inician el proceso evolutivo d e n t r o de su propia línea material
N o cabe la m e n o r d u d a en lo relativo al evolucionismo perfectivo o vital.
de las especies. C o n s t a ciertamente p o r la experiencia q u e la ac- b) Q u e el tránsito se realice d e n t r o del c a m p o de la materia,
2
El lector q u e quiera una información más amplia y completa sobre t o d o esto, con si se trata de cosas materiales, o d e n t r o del c a m p o de la vida, si
sultará con provecho la Biblia comentada por los profesores de Salamanca., vol. 1 (BAC, M a -
3
drid 1960). Cf. OTT, Manual de teología dogmática (Barcelona 1938) p.160-161.
436 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.5. EL HOMBRE 437

se trata de seres vivientes. Lo que no se ha dado nunca, ni parece Contra esta doctrina herética he aquí las pruebas de la con-
que pueda darse, es el tránsito de la materia muerta a la vida sin clusión:
una especial intervención de Dios. a) L A SAGRADA ESCRITURA. Lo dice de manera clara y ex-
c) El tránsito de la vida irracional (animales) a la vida racional plícita:
(el hombre) no puede verificarse en modo alguno por evolución
natural. La existencia del alma humana supone necesariamente la «Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios los creó, y los
inmediata intervención creadora de Dios. Volveremos sobre esto creó macho y hembra» (Gen 1,27).
«Formó Yavé Dios al hombre del polvo de la tierra, y le inspiró en el
en el capítulo siguiente. rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser animado» (Gen 2,7).
«Y de la costilla que del hombre tomara, formó Yavé Dios a la mujer,
y se la presentó al hombre» (Gen 2,22).
CAPÍTULO 5
b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. L O definió expresamente
EL HOMBRE el concilio IV de Letrán y lo confirmó el concilio Vaticano I.

441. Después del estudio de los dos primeros grupos en que CONCILIO IV DE LETRÁN. «Firmemente creemos y simplemente con-
se dividen los seres creados, a saber: los puramente espirituales fesamos que uno sólo es el verdadero Dios... que por su omnipotente vir-
tud a la vez desde el principio del tiempo creó de la nada a una y otra cria-
(ángeles) y los puramente materiales (cosas corporales), el orden tura, la espiritual y la corporal, es decir, la angélica y la mundana, y después
lógico exige el examen de los del tercer grupo—los hombres—, la humana, como común, compuesta de espíritu y de cuerpo» (D 428).
compuestos de espíritu y materia. El tratado teológico De homine
es uno de los más interesantes y el que nos afecta más de lleno CONCILIO VATICANO I. «Este solo verdadero Dios, por su bondad y
virtud omnipotente, no para aumentar la bienaventuranza ni para adqui-
a todos los hombres. rirla, sino sólo para manifestar su perfección por los bienes que reparte a
Seguiremos el siguiente orden de exposición: la criatura, con libérrimo designio, juntamente desde el principio del tiem-
po, creó de la nada a una y otra criatura, la espiritual y la corporal, esto es,
La creación del hombre. la angélica y la mundana, y luego la humana, como común, constituida de
El hombre, imagen de Dios. espíritu y de cuerpo» (D 1783).
Elevación del hombre al orden sobrenatural.
El estado de justicia original. Por su parte, la Pontificia Comisión Bíblica declaró expresamente
Transmisión de la naturaleza y de la justicia original. el 30 de junio de 1909 que «no es lícito poner en duda el sentido
En capítulo aparte, dada su importancia y extensión, examina- literal histórico sobre la peculiar creación del hombre, la formación
remos las cuestiones relativas al pecado original y sus consecuen- de la primera mujer del primer hombre y la unidad del linaje hu-
cias, tanto en nuestros primeros padres como en nosotros. mano» (D 2123).
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Abandonada a sí misma, la razón
ARTÍCULO I teológica no puede demostrar que el primer hombre haya sido
creado por Dios en cuanto al cuerpo, aunque sí en cuanto al alma,
LA CREACIÓN DEL HOMBRE como veremos en seguida. La creación de ambas cosas por Dios
lo sabemos únicamente por la divina revelación, cuyo testimonio,
En este primer artículo vamos a examinar el proceso de la por otra parte, es incomparablemente más seguro y firme que el
creación del primer hombre por Dios, dogma fundamental de de la simple razón natural, puesto que se trata del testimonio de
nuestra fe. Como siempre, expondremos la doctrina fundamental Dios, que no puede engañarse, porque es infinitamente sabio, y no
en forma de conclusión. puede engañarnos, porque es infinitamente santo.
Para mayor precisión y abundamiento vamos a examinar por se-
Conclusión. Nuestros primeros padres, Adán y Eva, fueron creados
o formados inmediatamente por Dios. (De fe, expresamnte definida.) parado las cuestiones relativas al origen del alma humana en general
y al origen del cuerpo de nuestros primeros padres Adán y Eva.
442. A esta doctrina católica se opone—como ya vimos en el Finalmente examinaremos la unidad de origen de todo el género
capítulo anterior—el evolucionismo materialista o transformismo (Dar- humano.
win, Huxley, Spemer, Haeckel, Büchner, etc.), según el cual todo
el ser del hombre—el cuerpo y el alma—se deriva mecánicamente
por evolución natural del reino animal. El hombre procede total-
mente del mono por natural transformación.
438 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.l C.5. EL HOMBRE 439

A. O r i g e n del a l m a h u m a n a L a posibilidad del traducianismo espiritual fue defendida en la


antigüedad p o r algunos Santos Padres, e n t r e los q u e figuran San
443. 1. E r r o r e s . El origen del alma h u m a n a es u n a cues- Gregorio, San Isidoro d e Sevilla y el p r o p i o San A g u s t í n . E s t e ú l t i -
tión q u e ha p r e o c u p a d o siempre a los h o m b r e s de todas las razas mo, ante la dificultad de explicar la transmisión del pecado original
y culturas. Son i n n u m e r a b l e s los sistemas filosóficos q u e h a n t r a - si el alma n o procediera de alguna m a n e r a d e los p a d r e s , escribió:
t a d o de explicarlo, sin q u e n i n g u n o de ellos—fuera del creacionismo, «Como u n a luz se enciende de otra luz, y sin d e t r i m e n t o de u n fue-
q u e nos enseña la fe—acierte a d a r u n a solución satisfactoria. go se origina de él otro, así se haga o t r a n s m i t a del alma del p a d r e
R e c o r d a m o s a continuación las principales herejías y opiniones el alma a la prole» 1. C o m o se ve, el santo se limita a conjeturar,
erróneas q u e se h a n formulado a través de los siglos: sin afirmar n a d a en definitiva. P o r eso, con su sinceridad científica
a) ETERNIDAD DE LAS ALMAS. A l g u n o s antiguos filósofos, y su actitud p l e n a m e n t e ortodoxa a la vez, escribía el santo a San
tales como A v e r r o e s y acaso el m i s m o Aristóteles, enseñaron q u e Jerónimo: «Si la sentencia creacionista n o se opone a la doctrina
el e n t e n d i m i e n t o h u m a n o es e t e r n o . ciertísima de la transmisión del pecado original, sea t a m b i é n mía
tal sentencia; si se opone, n o sea t a m p o c o tuya»; y añadía q u e él
CRÍTICA. Este error es contrario a la fe, que nos enseña que ninguna «desearía q u e tal sentencia—la creacionista—fuese verdadera» 2 .
criatura es eterna. Es también contrario a la experiencia: nadie tiene con-
ciencia de haber existido siempre, sino de todo lo contrario. CRÍTICA. La Iglesia ha rechazado expresamente el generacionismo o
traducianismo espiritual (cf. D 170.533.1910). Es también incompatible con
b) EMANATISMO. O t r o s antiguos filósofos dijeron q u e el alma la simplicidad y espiritualidad del alma humana. En cuanto al generacio-
h u m a n a es u n a partícula d e la esencia divina, o u n a emanación d e nismo material es un burdo error que no necesita refutación: el espíritu no
la substancia d e D i o s , o el m i s m o ser infinito evolucionado d e puede brotar de la materia, como lo más no puede salir de lo menos 3 .
diversos m o d o s . Así opinaron Pitágoras, Cicerón y m u c h o s p a n -
2. D o c t r i n a católica. C o n t r a estos errores y herejías vamos
teístas, estoicos, gnósticos, neoplatónicos, m a n i q u e o s y priscilia-
a establecer la doctrina católica e n forma d e conclusiones.
nistas.
Conclusión 1.» El alma h u m a n a de cada u n o de los h o m b r e s es crea-
CRÍTICA. Este craso error ha sido condenado como herético por la da por Dios de la nada en el m o m e n t o m i s m o de infundirla en el
Iglesia en los concilios de Braga (D 235), en el símbolo de la fe de San cuerpo. (De fe.)
León IX (D 348) y en el concilio Vaticano I (D 1804). Es contrario también
a la razón, ya que la substancia de Dios no se puede dividir, por ser simpli- 444. H e aquí las p r u e b a s :
císima; no puede sufrir cambios o variaciones, por ser inmutable; no puede
resolverse en modos contingentes o en substancias finitas, por ser necesaria a) L A SAGRADA ESCRITURA. N O lo dice expresamente en n i n -
e infinita, como quedó demostrado en sus lugares correspondientes. guna parte, p e r o lo insinúa con suficiente claridad en m u c h a s . C i -
t a m o s algunos textos:
c) PREEXISTENCIALISMO. Esta d o c t r i n a , ideada p o r Platón y
enseñada p o r O r í g e n e s y algunos de sus discípulos y p o r los p r i s - «Formó Yavé Dios al hombre del polvo de la tierra, y le inspiró en el
rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser animado» (Gen 2,7).
cilianistas, enseña q u e las almas preexistían en los espacios etéreos «En los días de tu juventud acuérdate de tu Hacedor; antes de que... se
o en el cielo antes d e ser condenadas a unirse a sus respectivos torne el polvo a la tierra que antes era, y retorne a Dios el espíritu que El
cuerpos en castigo d e algún p e c a d o cometido. le dio» (Eccl 12,1-7).
«Porque desconoce (el idólatra) a quien le hizo, al que le infundió su se-
CRÍTICA. Esta doctrina fue condenada como herética por el papa Vi- mejanza con un alma activa y al que le dio espíritu vital (Sap 15,11).
gilio contra los origenistas (D 203) y por el concilio de Braga contra los «Por otra parte, hemos tenido a nuestros padres carnales, que nos corre-
priscilianistas (D 236). Es también contraria a la experiencia personal de gían, y nosotros los respetábamos; ¿no hemos de someternos mucho más
todo el género humano. al Padre de los espíritus para alcanzar la vida?» (Hebr 12,9).

d) GENERACIONISMO O TRADUCIANISMO. E s t a teoría atribuye b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. H e m o s citado ya la con-


el origen del alma h u m a n a , lo m i s m o q u e el del cuerpo h u m a n o , denación expresa d e los errores contrarios a la creación del alma
al acto generador d e los p a d r e s . Ellos son causa del cuerpo y del p o r Dios. H e aquí la doctrina positiva d e la conclusión.
alma. L a forma m á s b u r d a y material d e esta opinión sostiene q u e
SÍMBOLO DE LA FE DE SAN LEÓN IX: «Creo y predico que el alma no es
el alma es e n g e n d r a d a p o r el m i s m o semen material q u e e n g e n d r a parte de Dios, sino que fue creada de la nada» (D 348).
el cuerpo (traducianismo material). O t r a forma m á s espiritual en-
seña q u e el alma de los padres e n g e n d r a la de los hijos p o r u n a es- 1
Epist. 190 c.4 n . 1 5 : M L 33,862.
2
pecie de s e m e n espiritual (traducianismo espiritual,), Epist. 166, ad Hieronymum a.8 n . 2 5 : M L 33,731-732.
3 Cf. I 118,2.
S.l C.5. EL HOMBRE 441
440 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
ritual. Así opinaron Santo T o m á s y casi todos los teólogos m e d i e -
CONCILIO V DE LETRÁN: Define que el alma no es única en todos los vales y, en n u e s t r o s días, m u c h o s filósofos y teólogos, c o m o L i b e -
hombres, sino que se multiplica individualmente «conforme a la muche- ratore, Lorenzelli, cardenal Mercier, Lanza, Boyer, etc.
dumbre de los cuerpos en que se infunde» (D 738). Santo T o m á s expone el a r g u m e n t o fundamental d e esta opinión
ALEJANDRO VII (año 1661): «Renovamos las constituciones y decretos... en la siguiente forma:
publicados por los Romanos Pontífices en favor de la sentencia que afirma
que el alma de la bienaventurada Virgen María en su creación e infusión en «Como el alma se une al cuerpo como forma, no se une sino al cuerpo
el cuerpo fue dotada de la gracia del Espíritu Santo y preservada del pecado del cual es propiamente acto. Pero el alma es acto del cuerpo organizado;
original» (D 1100). Luego las almas las crea Dios y las infunde en los cuerpos. luego antes de estar organizado el cuerpo, el alma no está en el semen ac-
tualmente, sino sólo en potencia o virtualmente» 5 .
Pío XII en la encíclica «Humani generis»: «La fe católica nos manda sos- «En conclusión, se debe afirmar que, pues la generación de un ser es
tener que las almas son creadas inmediatamente por Dios» (D 2327). siempre corrupción de otro, es necesario decir que, tanto en el hombre
como en los demás animales, al venir una forma superior se corrompe la
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Ofrecemos al lector u n d o b l e ar- forma precedente; pero de tal manera que en la forma siguiente queda todo
g u m e n t o , negativo y positivo: lo que había en la anterior, más lo que ella trae de nuevo; y de este modo
i.° Por refutación de las sentencias contrarias. Como hemos se llega, mediante diversas generaciones y corrupciones, a la última forma
substancial, así en el hombre como en los otros animales. Lo cual puede
visto, las almas n o p u e d e n ser eternas, p o r q u e sólo D i o s lo es.
observarse palpablemente en los animales que se engendran en la putrefac-
T a m p o c o p u e d e n proceder p o r emanación de la substancia divina, ción. Por consiguiente, debe decirse que el alma intelectiva es creada por
p o r ser ésta simplicísima, i n m u t a b l e , necesaria e infinita. N i t a m - Dios al completarse la generación humana, y que esta alma es, a un mismo
poco p u e d e ser e n g e n d r a d a p o r el cuerpo n i p o r el alma de los tiempo, sensitiva y vegetativa, corrompiéndose las formas que la prece-
p a d r e s , p u e s t o q u e el alma es espiritual, simple e indivisible. dieron» 6.
L u e g o sólo p u e d e provenir p o r creación inmediata de Dios.
2. a L a mayoría de los filósofos y teólogos m o d e r n o s afirman,
2. 0 Por la naturaleza espiritual del alma. E l fieri o formación sin e m b a r g o , q u e el alma racional es infundida p o r D i o s en el
d e u n ser tiene q u e estar forzosamente en \ a m i s m a Vmea d e ese m o m e n t o m i s m o de la concepción, o sea c u a n d o el óvulo femenino
ser (v.gr., la fabricación d e u n a cosa material arranca o p a r t e de es fecundado p o r el espermatozoide masculino. Se fundan, princi-
la materia; el desarrollo de u n a idea espiritual arranca o p a r t e del p a l m e n t e , en las siguientes razones:
e n t e n d i m i e n t o espiritual). A h o r a bien: siendo el alma u n a s u b s t a n - a) Si en el e m b r i ó n h u m a n o se sucedieran tres formas s u b s -
cia espiritual subsistente en sí misma, y n o c o m o accidente de otro tanciales distintas (vegetativa, sensitiva y racional), el p a d r e n o
ser, su fieri o formación tiene q u e ser t a m b i é n d e o r d e n p u r a - engendraría a u n hijo racional, sino vegetal, q u e , t r a n s c u r r i d a ya
m e n t e espiritual. Pero u n fieri o formación p u r a m e n t e espiritual la acción del p a d r e , perdería la primitiva forma vegetativa y a d q u i -
s u p o n e necesariamente la ausencia de toda clase d e materia p r e - riría la d e animal para convertirse finalmente en h o m b r e .
existente. A h o r a bien, en eso precisamente consiste la creación: b) El alma intelectiva puede y debe presidir todo el desarrollo
en sacar u n a cosa de la nada sin n i n g u n a materia preexistente 4. del e m b r i ó n desde el comienzo del m i s m o . Puede, por c u a n t o está
D e d o n d e se sigue q u e el espíritu subsistente en sí mismo n o p u e - dotada en forma eminente de las virtualidades vegetativas y sensi-
d e venir a la existencia sino p o r creación inmediata de Dios; a tivas q u e h a b r í a n de d e s e m p e ñ a r aquellas supuestas formas p r e -
diferencia del espíritu accidental (v.gr., las ideas d e la m e n t e ) , cedentes. Y debe, para q u e desde el p r i m e r m o m e n t o se trate for-
q u e n o son sino accidentes e m a n a d o s d e u n a substancia espiritual malmente d e u n e m b r i ó n h u m a n o y n o sólo radicalmente o en
ya existente, q u e n o requieren, p o r lo m i s m o , la acción creadora potencia.
d e Dios. c) L a m o d e r n a embriología ha p u e s t o del t o d o en claro q u e
Conclusión 2. a E l alma h u m a n a es infundida p o r D i o s en el cuerpo el e m b r i ó n h u m a n o comienza a alimentarse desde el p r i m e r m o -
de cada uno de los h o m b r e s en el m o m e n t o m i s m o de su concep- m e n t o con alimentos orgánicos, a la m a n e r a del h o m b r e (no con
ción. (Sentencia probabilísima y moralmente cierta.) alimentos inorgánicos a la manera d e los vegetales), y e x p e r i m e n t a
sensaciones a la m a n e r a de los animales (cosa q u e n o se da en los
445. Sobre esta cuestión existen dos sentencias principales: vegetales). L u e g o al m e n o s la forma p u r a m e n t e vegetativa está en
1. a Según la opinión del escolasticismo aristotélico, en el e m - contradicción con la ciencia embriológica m o d e r n a .
brión h u m a n o se suceden t e m p o r a l m e n t e tres formas vitales dis- d) L a Iglesia, sin dirimir infaliblemente esta cuestión, se in-
tintas, d e suerte q u e al principio d e la generación existe t a n sólo clina francamente a esta segunda opinión c u a n d o p r e s c r i b e en el
u n a forma p u r a m e n t e vegetativa, q u e es substituida m á s t a r d e p o r Código Canónico:
otra sensitiva, y, finalmente, c u a n d o la materia está ya suficiente-
m e n t e dispuesta para ello, infunde Dios el alma intelectiva o espi- 5 Cf. Contra gent. II 89.
o Cf. I 118,2 a d 2.
* Cf. I 90,2; Contra gent. II 87.
442 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.5. EL HOMBRE 443
«Ha de procurarse que todos los fetos abortivos, cualquiera que sea el no a partir del polvo aparece en la literatura clásica greco-latina 2 y en el
tiempo a que han sido alumbrados, sean bautizados en absoluto, si ciertamen- folklore oriental 3. La divinidad egipcia Khnum es presentada como un al-
te viven; si hay duda, bajo condición» (cn.747). farero en su torno formando los cuerpos de los hombres, ante cuyas narices
pone el jeroglífico expresivo de la vida. Ya hemos visto cómo Marduk for-
C o m o se ve, las razones q u e a b o n a n la segunda opinión son ma a los primeros hombres de su sangre amasada con arcilla. En todos es-
m u y serias y, p o r lo m i s m o , p r á c t i c a m e n t e hay q u e atenerse a tos mitos se trata de destacar la categoría excepcional del ser humano, que
ella, sobre todo en lo referente al bautismo, q u e d e b e administrarlo es formado especialmente por la misma divinidad.
sin p é r d i d a d e t i e m p o cualquier persona a cualquier feto abortivo, En el relato bíblico parecen distinguirse dos principios en el hombre:
a u n q u e sea recientísimo y n o t e n g a todavía n i n g u n a apariencia uno corporal (el polvo) y otro indefinido, infundido directamente por Dios,
h u m a n a (al m e n o s bajo la condición: «Si vives, yo te bautizo en el que es llamado aliento de vida. La palabra hebrea nesemáh, que hemos tra-
ducido por aliento, tiene un sentido muy diverso en la Biblia, pues se aplica
n o m b r e del P a d r e , del Hijo y del Espíritu Santo»).
al principio vital que anima el cuerpo humano 4 , al espíritu humano como
principio intelectual 5. En el contexto del relato del Génesis parece que se
B. O r i g e n del cuerpo h u m a n o
trata del hálito que comunica fisiológicamente la vida al cuerpo humano.
446. N o hay d u d a alguna d e q u e el cuerpo d e cualquiera de Por ello, gráficamente dice el hagiógrafo que se lo infundió «en las narices»,
porque por ellas sale la respiración, signo de la vida. Al morir el hombre,
los descendientes d e A d á n p r o c e d e i n m e d i a t a m e n t e d e sus p a d r e s el nesemáh es recogido por Dios 6 , mientras que el nejes (persona-alma hu-
p o r generación natural. P e r o cabe p r e g u n t a r si en la formación mana) va al seol. En nuestro caso, el autor sagrado sólo quiere destacar la
p o r D i o s del cuerpo del p r i m e r h o m b r e , A d á n , tal como le d e s - intervención directa de Dios en la formación del hombre. En la narración del
cribe la Sagrada Escritura ( G e n 2,7), hay q u e interpretar a la letra capítulo anterior se dice simplemente que Dios le creó «a imagen y seme-
lo del polvo de la tierra, o si p u e d e verse en esa expresión u n a janza suya», con lo que se proclama claramente su dignidad y elevación
simple metáfora a través de la cual fuera lícito pensar en algún sobre el resto de los animales. Aquí se insiste en la constitución biológica
antecedente animal del cuerpo del p r i m e r h o m b r e . H a y q u e p r e - y fisiológica, pero es difícil saber el sentido que el hagiógrafo da a los tér-
cisar t a m b i é n q u é sentido tiene lo d e la costilla de A d á n en la minos nejes y nesemáh, que pueden incluir, además de lo fisiológico, lo
psíquico.
formación del cuerpo d e la p r i m e r a mujer ( G e n 2,21).
De esta descripción pintoresca han querido sacar no pocos autores ar-
Sobre a m b a s cosas se h a n formulado a través d e los siglos cen- gumentos contra la teoría evolucionista del cuerpo humano. Ya hemos dicho
tenares d e opiniones, d e n t r o y fuera del c a m p o católico. L a s hay que el hagiógrafo es un catequista y no un profesor de ciencias; por tanto,
para t o d o s los gustos. N o s o t r o s v a m o s a exponer b r e v e m e n t e en su juicio jormal no recae sobre la naturaleza objetiva e íntima de las cosas.
dos sencillas conclusiones el estado actual d e la teología católica Se expresa al modo de su tiempo, y, como buen pedagogo, procura poner
en t o r n o a estas cuestiones. al alcance de sus lectores de modo gráfico altas ideas teológicas, como la de
que el hombre viene de Dios y que Dios tiene una especialísima providen-
Conclusión i. a N o es preciso e n t e n d e r a la letra lo del «polvo de la cia de él. Para expresar estas ideas recogió del ambiente concepciones po-
tierra» en la formación del cuerpo de A d á n . E n absoluto, Dios pulares sobre el origen del cuerpo humano, que son, en realidad, en la na-
p u d o utilizar el cuerpo de u n animal, perfeccionándolo e infun- rración un ropaje literario externo. Ya tendremos ocasión de destacar otros
diéndole el alma racional para convertirle en h o m b r e . P e r o esta antropomorfismos pintorescos en este capítulo. Así, pues, el autor sagrado
hipótesis está m u y lejos todavía de poderse convertir en tesis cien- ni es evolucionista ni antievolucionista, sencillamente porque no se planteó
tíficamente demostrada. (Sentencia ordinaria y común entre los teó- el problema del origen científico del hombre, sino el de su origen religioso,
logos modernos.) como ser procedente de Dios» 7 .
447. E s c u c h e m o s , en p r i m e r lugar, el comentario de la exé- E n v i r t u d de estos principios, n o es necesario i n t e r p r e t a r al pie
gesis católica m o d e r n a al relato bíblico de la formación del p r i m e r de la letra lo del polvo de la tierra en el relato bíblico d e la forma-
h o m b r e «del polvo d e la tierra» ( G e n 2,7), q u e tiene características ción del p r i m e r h o m b r e p o r Dios. E l dato revelado se salvaría
claramente metafóricas h perfectamente a u n en el s u p u e s t o d e q u e D i o s hubiese utilizado
«Con toda naturalidad, el autor sagrado presenta a Dios trabajando como u n animal superior (v.gr., u n mono), perfeccionándolo anatómica-
un alfarero en la modelación de un cuerpo arcilloso, al que le imprime el m e n t e e infundiéndole el alma racional q u e lo convertiría en h o m -
hálito de vida: «Formó Yavé Elohim al hombre del polvo de la tierra y le bre. T a n fácil y sencillo le resultaría a D i o s hacerlo así c o m o
inspiró en el rostro (literalmente en sus narices) aliento de vida», y por ello fabricar u n c u e r p o de arcilla, c o m o n o utilizar materia alguna p r e -
se convirtió en «ser animado» o «alma viviente». La descripción no puede
ser más antropomórfica. Es de experiencia universal que el cuerpo huma- 2
Cf. PAUSANIAS, X 3,4; O V I D I O , Metamorf. I 82; JUVENAL, Sátiras XIV 35.
no, después de muerto, se convierte en polvo; por ello, según el modo pri- 3 Cf. F'RAZEH, Le folklore dans L'Ancien Testament (París 1924) p.6s. fc.1 autor es m u y
mitivo de discurrir, si el cuerpo humano al morir se convierte en polvo, es parcial en sus apreciaciones: no obstante, en su obra hay datos interesantes utihzabies.
4
1 Reg 17,17; Is 2,22; 42,5; l o b 27,3; D a n 10,17.
que fundamentalmente está hecho de polvo. Este origen del cuerpo huma- 5
Prov 20,27; l o b 26,4.
6
lob 34,14.
1
Cf. Biblia comentada por los profesores de Salamanca, vol.i (BAC, M a d r i d 1960) ' Véase M . GARCÍA CORDERO, Evolucionismo, poligenismo y exégesis bíblica: C T (1951)
P74-75- p.459-481.
S.l C.5. EL HOMBRE 445
444 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
si, en las fuentes de la revelación divina, nada hubiera que exija en esta ma-
existente, haciéndolo b r o t a r sencillamente de la nada. E n cual-
teria máxima moderación y cautela») (D 2327).
quiera de las tres versiones se salva perfectamente el principio
formal revelado, o sea q u e el hombre ha sido creado por Dios. Esto T o d o esto se refiere a la formación del cuerpo del p r i m e r h o m -
es lo q u e hay q u e m a n t e n e r a t o d o trance, ya q u e su negación o bre. Veamos ahora lo relativo a la formación de la p r i m e r a mujer
puesta en d u d a c o m p r o m e t e r í a formalmente la fe. según los datos revelados.
Salvado este dato fundamental, q u e d a amplio m a r g e n a los
Conclusión 2. a T a m p o c o es preciso interpretar literalmente el rela-
científicos, exegetas y teólogos p a r a exponer sus teorías e hipótesis
to bíblico de la formación de la p r i m e r a mujer a base de una cos-
en t o r n o a la formación del c u e r p o del p r i m e r h o m b r e p o r D i o s . tilla de A d á n . (Sentencia ordinaria y común entre los teólogos mo-
E s preciso reconocer q u e la hipótesis de los antecedentes animales dernos.)
del cuerpo del p r i m e r h o m b r e se va a b r i e n d o paso cada vez con
m á s fuerza, a u n q u e está m u y lejos de poderse presentar c o m o 4 4 8 . R e c o r d e m o s en p r i m e r lugar el relato bíblico con t o d o
tesis científicamente d e m o s t r a d a . H a s t a ahora la ciencia a n t r o p o - su contexto:
lógica n o ha p o d i d o encontrar todavía u n esqueleto o fósil animal «Y se dijo Yavé Dios: No es bueno que el hombre esté solo, voy a ha-
q u e señale claramente el tránsito del cuerpo del antropoide al del cerle una ayuda semejante a él. Y Yavé Dios trajo ante Adán todos cuantos
homo sapiens. «La opinión clásica—dice B e r n a r d N e u v e l m a n s 8 — , animales del campo y cuantas aves del cielo formó de la tierra, para que
según la cual el h o m b r e desciende del m o n o , n o es defendible en viese cómo los llamaría, y fuese el nombre de todos los vivientes el que él
el estado actual de nuestros conocimientos. D e s d e hace ya t i e m p o les diera. Y dio Adán nombre a todos los ganados, y a todas las aves del
los anatomistas, médicos, embriólogos y zoólogos h a n d e s c u b i e r t o cielo, y a todas las bestias del campo; pero entre todos ellos no había para
en el h o m b r e tantos caracteres primitivos con relación a los otros Adán ayuda semejante a él.
Hizo, pues, Yavé Dios caer sobre Adán un profundo sopor, y dormido,
p r i m a t e s y aun a todos los mamíferos, q u e parece q u e su origen
tomó una de sus costillas, cerrando en su lugar la carne; y de la costilla que
d e b e ser e m p u j a d o hasta el m i s m o origen de esta clase». de Adán tomara, formó Yavé Dios a la mujer y se la presentó a Adán.
Sea d e ello lo q u e fuere y cualquiera q u e sea el resultado a Adán exclamó: «Esto sí que es ya hueso de mis huesos y carne de mi carne.
q u e p u e d a n llegar las ciencias antropológicas m o d e r n a s , j a m á s Esto se llamará varona, porque del varón ha sido tomada. Dejará el hom-
p o d r á n c o m p r o m e t e r la afirmación fundamental de la Biblia d e bre a su padre y a su madre y se adherirá a su mujer, y vendrán a ser los
q u e el p r i m e r h o m b r e fue creado p o r Dios, puesto q u e este d a t o dos una sola carne» (Gen 2,18-24).
n o d e p e n d e en m o d o alguno de los hallazgos científicos, sino q u e E s c u c h e m o s ahora la explicación de la exégesis católica m o -
está totalmente y en absoluto al m a r g e n de ellos. Por eso la Iglesia d e r n a 9:
deja en libertad a los científicos y teólogos para q u e sigan investi-
g a n d o , a u n q u e con la debida p r u d e n c i a para n o d a r c o m o resulta- «¿Podemos concebir una explicación más plástica y realista del amor
conyugal? Después de haber hecho notar al autor sagrado que el hombre
dos definitivos hallazgos m á s o m e n o s probables q u e m á s t a r d e
sentía misteriosas atracciones hacia un ser que no conoce, pero que entrevé,
haya q u e a b a n d o n a r en n o m b r e de la m i s m a ciencia. E s c u c h e m o s nos describe el origen del matrimonio en los planes de Dios. Es la otra ver-
a este r e s p e c t o las sapientísimas n o r m a s dadas p o r el inmortal dad que el autor sagrado quiere destacar. En la antigüedad, la mujer estaba
Pontífice Pío X I I en su encíclica Humani generis: muy postergada... El hagiógrafo quiere hacer ver cómo entra en los planes
divinos primitivos la mujer, su misión en la sociedad; en el capítulo siguien-
«Por eso el magisterio de la Iglesia no prohibe que, según el estado ac- te dirá que está destinada a ser «madre de los vivientes» (Gen 3,20).
tual de las ciencias humanas y de la sagrada teología, se trate en las investi- ¿Qué pensar de la historicidad de esta escena, en la que se presenta a
gaciones y disputas de los entendidos en uno y otro campo de la doctrina la mujer creada después del hombre y formada de una de sus costillas?
del evolucionismo, en cuanto busca el origen del cuerpo humano en una mate- Debemos tener en cuenta el género literario del capítulo, en el que
ria viva y preexistente—pues las almas nos manda la fe católica sostener abundan los antropomorfismos: Dios modeló como un alfarero el cuerpo
que son creadas inmediatamente por Dios—; pero de manera que con la del hombre de la arcilla, plantó personalmente los árboles del paraíso, hizo
debida gravedad, moderación y templanza se sopesen y examinen las razo- desfilar todos los animales ante Adán para entretenerle y nombrarle lugar-
nes de una y otra opinión, es decir, de los que admiten y los que niegan la teniente suyo, y ahora hace de cirujano, como después hará de sastre con-
evolución, y con tal de que todos estén dispuestos a obedecer al juicio de feccionando el primer vestido que cubrirá la desnudez de los primeros pa-
la Iglesia, a quien Cristo encomendó el cargo de interpretar auténticamente dres. Naturalmente, estos antropomorfismos no han de ser tomados al pie
las Sagradas Escrituras y defender los dogmas de la fe. Algunos, empero de la letra, sino que son metáforas de una gran parábola en acción que es la
con temerario atrevimiento, traspasan esta libertad de discusión al proce- narración del origen del hombre como procedente de Dios y bajo su provi-
der como si el mismo origen del cuerpo humano de una materia viva pre- dencia particular. La interpretación literalista de estas escenas ha planteado
existente fuera cosa absolutamente cierta y demostrada por los indicios has- una serie de cuestiones que hoy nos hacen sonreír. Como en casos anterio-
ta ahora encontrados y por los razonamientos de ellos deducidos, y como
9 Cf. Biblia comentada por los profesores de Salamanca, vol.i (BAC, Madrid ig6o)
8
p.80-81.
En Sciences et Avenir, febrero de 1954.
S.l C.5. EL HOMBRE 447
446 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
d e A d á n , p a d r e d e los judíos. Según esta teoría, sólo los hebreos
res, podemos ver en estos detalles el eco de explicaciones populares folkló- serían descendientes d e A d á n .
ricas recogidas por el hagiógrafo como ropaje literario de sus enseñanzas Existe t a m b i é n la teoría d e los h o m b r e s coadamitas, según la
doctrinales. cual D i o s creó varios h o m b r e s d e la m i s m a especie y los distribuyó
Las palabras del versículo 24 («Dejará el hombre a su padre y a su ma- p o r las distintas regiones d e la tierra para q u e fuesen cabezas d e
dre y se adherirá a su mujer, y vendrán a ser los dos una sola carne») pare-
cen ser una reflexión del autor sagrado y no del propio Adán. El amor con- sus diversas familias. E s la teoría poligenista d e Agassiz y sus dis-
yugal debe ser superior al paterno y materno, de tal forma que, para unirse cípulos.
a la mujer, ha de abandonar el hombre a sus propios padres. Y la finalidad C o n t r a estos errores h e aquí las p r u e b a s d e la conclusión:
de esa unión es la propagación de la especie, la transmisión de la vida: y ven-
a) L A SAGRADA ESCRITURA. N O lo d i c e d e m a n e r a expresa,
drán a ser los dos una sola carne 1 0 .
Toda esta narración tenía por finalidad destacar la función complemen- p e r o lo insinúa c o n la suficiente claridad para disipar t o d a d u d a
taria de la mujer respecto del hombre en orden al matrimonio. El hagiógra- razonable:
fo, con mano maestra, empieza aludiendo al misterioso atractivo sexual,
para después declarar que la mujer es de la misma dignidad que el hombre, «Al tiempo de hacer Yavé Dios la tierra y los cielos, no había aún ar-
ya que está formada del mismo cuerpo. Creemos que a este relato de la busto alguno en el campo, ni germinaba la tierra hierbas, por no haber llo-
formación de la mujer, como al anterior sobre la formación del hombre, vido Yavé Dios sobre la tierra, ni haber todavía hombre que la labrase» (Gen 2,
son aplicables las palabras de Pío XII: «se trata de una descripción popular 4-5). Luego antes de la creación de Adán no había hombre alguno sobre
del origen del género humano» n . la tierra.
«Pero entre todos ellos (los animales) no había para el hombre ayuda se-
H a s t a aquí los resultados d e la exégesis escriturística católica, mejante a él» (Gen 2,20). Luego Adán se encontraba completamente solo
con la q u e están f u n d a m e n t a l m e n t e conformes la casi totalidad d e antes de la creación de Eva.
los teólogos m o d e r n o s . «Ella-—la divina sabiduría—fue la que guardó al primer hombre, al que
primeramente formaste para ser padre del mundo, y le salvó en su caída»
P o r su parte, la Pontificia Comisión Bíblica e n su decreto sobre
(Sap 10,1). No puede decirse de manera más clara que Adán es la cabeza
el contenido dogmático d e estos p r i m e r o s capítulos del G é n e s i s de toda la humanidad.
declaró q u e es preciso retener, e n t r e otras cosas, la historicidad d e «El hombre llamó Eva a su mujer, por ser ¡a madre de todos los vivientes»
«la peculiar creación del h o m b r e y la formación d e la p r i m e r a (Gen 3,20). Tampoco este texto puede ser más claro y expresivo.
mujer del p r i m e r hombre» ( D 3123), p e r o sin precisar concreta-
m e n t e el modo d e a m b a s cosas. Esta declaración d e la C o m i s i ó n C o m o se ve, la doctrina d e la conclusión se e n c u e n t r a e n la
Bíblica deja, p u e s , amplio m a r g e n para u n a interpretación m e t a - Sagrada Escritura e n forma del t o d o clara e inequívoca.
fórica d e la costilla, con tal d e salvar el principio d e q u e la p r i m e r a b) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . T a m p o c o la Iglesia h a d e -
mujer procedió del p r i m e r h o m b r e , a u n q u e sea d e u n m o d o m i s - finido e x p r e s a m e n t e la doctrina d e la conclusión, p e r o la enseña
terioso y c o m p l e t a m e n t e desconocido p o r nosotros. clara y a b i e r t a m e n t e d e suerte q u e n o sea posible la m e n o r d u d a :
C. U n i d a d d e o r i g e n d e t o d o el g é n e r o h u m a n o CONCILIO DE TRENTO. Enseña en sendos cánones dogmáticos que
«la prevaricación de Adán le dañó a él y a toda su descendencia» (D 789)
O t r a tesis fundamental d e la doctrina antropológica católica es y que «el pecado de Adán, que es por su origen uno solo, se transmite a
la del monogenismo, o sea la d e q u e iodo el género humano, a pesar todos por propagación y no por imitación» (D 790). Todo lo cual no sería
de la diversidad d e razas y colores, procede de un solo tronco común verdadero si no todos los hombres descendiesen de Adán.
constituido p o r la p r i m e r a pareja h u m a n a , A d á n y Eva, q u e s o n ,
PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA. Según su expresa declaración, la uni-
p o r lo m i s m o , los p r o t o p a r e n t e s d e t o d a la h u m a n i d a d . V a m o s a
dad del género humano es uno de aquellos hechos que afectan a los funda-
establecer la doctrina católica e n forma d e conclusión. mentos de la religión cristiana y que, por tanto, deben ser entendidos en
su sentido literal e histórico (cf. D 2123).
Conclusión. T o d o el género h u m a n o procede d e la p r i m e r a pareja
h u m a n a , o sea, d e A d á n y Eva. (Completamente cierta y próxima Pío XII. En su encíclica Humani generis, inmediatamente después del
a la fe.) párrafo que hemos citado en nuestra conclusión anterior acerca de la po-
sibilidad del origen animal del cuerpo del primer hombre creado por Dios,
449. ERRORES. E n el siglo x v n (a. 165 5) el calvinista Isaac d e
escribe el inmortal pontífice:
la Peyrére formuló su teoría d e los h o m b r e s preadamitas, según la «Mas cuando se trata de otra hipótesis, la del llamado poligenismo, los
cual e n el p r i m e r capítulo del Génesis se n o s describe la creación hijos de la Iglesia no gozan de la misma libertad. Porque los fieles no pueden
del p r i m e r h o m b r e , anterior a A d á n , q u e fue el p a d r e d e t o d o s abrazar la sentencia de los que afirman o que después de Adán existieron
los gentiles; y e n el segundo capítulo se n o s describe la creación en la tierra verdaderos hombres que no procedieron de aquél como del
primer padre de todos por generación natural, o que Adán significa una especie
10 Cristo ve en esta frase la indisolubilidad del matrimonio (Me 10 9) de muchedumbre de primeros padres. N o se ve por modo alguno cómo
" £Ü 599.
448 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S . l C.5. EL HOMBRE 449

puede esta sentencia conciliarse con lo que las fuentes de la verdad revelada mayores diferencias morfológicas que las que existen entre una estirpe
y los documentos del magisterio de la Iglesia proponen sobre el pecado humana y otra cualquiera de las más remotas.
original, que procede del pecado verdaderamente cometido por un solo
Adán y que, transfundido a todos por generación, es propio de cada uno» D I F I C U L T A D . L a diversidad d e idiomas y dialectos existente
(D 2328). en el m u n d o es t a n g r a n d e — u n o s ochocientos idiomas y cinco
mil dialectos—, q u e n o parece q u e p u e d a conciliarse con la u n i d a d
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. C o m o es natural, la razón h u m a -
de origen del género h u m a n o .
na n o p u e d e d e m o s t r a r positivamente la doctrina de la conclusión.
P e r o p u e d e resolver satisfactoriamente las dificultades q u e se le RESPUESTA. A n t i g u a m e n t e esta dificultad era m u c h o m á s apa-
p u e d e n oponer, nacidas, principalmente, de las diferencias t a n n o - ratosa q u e h o y día. L o s m o d e r n o s estudios d e filología c o m p a r a d a
tables q u e se observan e n t r e las diversas razas h u m a n a s , q u e pa- la resuelven hoy satisfactoriamente. Eruditísimos filólogos h a n
recen c o m p r o m e t e r la tesis de la u n i d a d de t o d o el género h u m a n o . c o m p r o b a d o q u e entre lenguas e idiomas q u e se creían radicalmente
H e aquí las principales dificultades y su razonable solución 1. distintos existe u n a gran afinidad, de suerte q u e todas las lenguas
D I F I C U L T A D . L a s diversas razas h u m a n a s , principalmente la del m u n d o actualmente conocidas se p u e d e n reducir a dos o tres
caucásica, mongólica, etíope, americana y malaya, con la variedad de familias. A l g u n o s dicen q u e son solamente d o s : la indo-europea y
su color, estructura, facultades mentales, clase de cabello, confor- la siro-arábica. O t r o s dicen q u e son tres los tipos fundamentales:
mación del cuerpo, etc., parecen argüir diversidad d e origen ra- la monosilábica, aglutinativa y flexible 1 2 . D e lo cual fácilmente p u e -
cial. de deducirse q u e todas las lenguas p r o c e d e n de u n a m a d r e c o m ú n .
L a diversidad se explicaría suficientemente p o r u n a larga evolución
RESPUESTA. E n todos los individuos del género h u m a n o , a u n - a través de los distintos pueblos, climas, culturas, influjos políticos
q u e pertenezcan a las m á s remotísimas estirpes y razas, se observa o sociales, etc.
u n n ú m e r o i n c o m p a r a b l e m e n t e mayor de afinidades q u e de dis-
crepancias, de suerte q u e las razones d e afinidad ofrecen u n argu- D I F I C U L T A D . Si t o d o el género h u m a n o procede d e u n a sola
m e n t o m u c h o m á s claro en favor de la u n i d a d de origen q u e las pareja h u m a n a asiática, ¿cómo se explica la presencia de personas
diferencias accidentales en favor d e su diversidad. H e aquí las h u m a n a s en A m é r i c a y Oceanía, separadas del continente asiático
principales afinidades y características comunes: p o r la i n m e n s i d a d del m a r ?

a) MORFOLÓGICAS: todos tienen la misma estructura y número de los RESPUESTA. E n p r i m e r lugar, n o les faltaron medios para t r a s -
órganos, idéntica distribución en el organismo, constitución bípeda, etc. ladarse a aquellas remotas regiones. L a ciencia m o d e r n a cree, n o
sin gran f u n d a m e n t o , q u e la distribución en el globo terrestre
b) FISIOLÓGICAS: las mismas funciones orgánicas en orden a la conser-
vación del individuo y de la especie, el grado de calor, número de pulsa- d e los continentes y de los mares n o siempre ha sido la m i s m a .
ciones, duración media de la vida, leyes de la generación, gestación y parto, Así, p o r ejemplo, se cree q u e Oceanía estuvo u n i d a en otros t i e m -
inclinaciones, instintos y, sobre todo, la interfecundidad ilimitada entre pos al continente africano, y q u e en el océano Atlántico existieron
las diversas especies y la propensión genésica entre todos los individuos m u c h a s islas (Atlántida) q u e desaparecieron en el decurso d e los
de la especie humana cualquiera que sea la raza o estirpe a que pertenecen siglos. Sin necesidad de nada de esto, el acceso a Oceanía desde
c) PSICOLÓGICAS: todos son seres inteligentes (aunque en muy diver- Asia n o era difícil a través del archipiélago malaico; y el tránsito
sos grados, según su educación y su cultura), todos tienen conceptos uni- a A m é r i c a p u d o hacerse m á s fácilmente todavía p o r el estrecho
versales, una lengua articulada para expresar a los demás sus propios pen- de Behring, como afirman m u c h o s , o p o r el Japón, vía Kouro-Sivo,
samientos, capacidad de progreso en todos los órdenes, etc. como q u i e r e n otros, o p o r E u r o p a , vía Islandia-Groenlandia, como
d) RELIGIOSAS: todos los pueblos del mundo profesan alguna religión, es m u y verosímil.
todos creen en un Ser supremo, todos admiten la inmortalidad del alma, A d e m á s de esto, en A m é r i c a y Oceanía se h a n e n c o n t r a d o
los premios o castigos ultraterrenos, etc. p r u e b a s decisivas del origen u l t r a m a r i n o de sus primitivos m o r a d o -
Las diferencias de color, estatura, forma del cráneo, cabellos, etc., que res: tradiciones populares, inscripciones sepulcrales, vestigios d e
se observan entre algunas razas humanas son completamente accidentales, religiones asiáticas, etc.
puesto que se encuentran a veces entre los individuos de una misma estirpe
(morenos, rubios, pelo liso o rizado, color de los ojos, etc.) y pueden expli- 12
Cf. M E I G N A N , Le monde et l'homme primitif cu ; M A X M Ü L L E R , La science du langage
carse por causas puramente naturales, tales como la gran variedad de climas, (Paris 1864) p.426; TROMBETTI, L'unitd d'origine del lingwggio (Bolonia 1905); ASSIRELLI,
L'origine du langage: «Scientia» 85 (195°) 320-323.
alimentos, trabajos, costumbres, géneros de vida, herencias atávicas, etc.
Mediante el simple cruce de diversas razas pertenecientes a una misma
especie de animales (perros, caballos, etc.) se pueden obtener naturalmente
1
Cf. ZUBIZARRETA, O.C., vol.2 n.735; SAGÜÉS, Sacrae Theologiae Summa vol.2 (BAC,
M a d r i d 1952) n.552-S53-

Dios y su obra 15
S.l C.5. EL HOMBRE 451
450 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
A l explicar la diferencia e n t r e la imagen imperfecta, propia del
ARTÍCULO 2
h o m b r e , y la perfecta, propia del Verbo, escribe el D o c t o r A n g é -
lico:
EL HOMBRE, IMAGEN DE DIOS
«El Primogénito de toda criatura (Gol 1,15) es la imagen perfecta de
Dios, que cumple exactamente las condiciones esenciales a la imigen. Por
C o m o h e m o s visto en el artículo anterior, en el relato bíblico eso se dice de El que es «imagen», no «a imagen». El hombre, en cambio,
d e la creación se nos dice q u e el h o m b r e fue creado «a imagen y es imagen por la semejanza; pero es «a imagen» por la imperfección de esa
semejanza d e Dios» ( G e n 1,26-27). Esta sencilla expresión está semejanza. Y, puesto que la semejanza perfecta de Dios sólo puede darse
cargada d e contenido teológico—Santo T o m á s le dedica toda u n a en la identidad de naturaleza, su imagen se da en el Verbo como la imagen
cuestión dividida en n u e v e artículos—, y p o r eso vamos a examinar- del rey en su hijo natural; mas en el hombre, como en una naturaleza ajena,
la con la atención q u e se merece. C o m o siempre recogeremos en se da la imagen de Dios como la imagen del rey en una moneda de plata,
forma de conclusiones breves y sencillas los p u n t o s fundamentales en expresión de San Agustín» (ad 2).
de la doctrina teológica en t o r n o a esta cuestión.
Conclusión 2. a E n las criaturas irracionales se da una huella o vestí"
Conclusión 1.a E l h o m b r e ha sido creado a imagen y semejanza de gio de Dios; p e r o de ninguna m a n e r a u n a imagen, ni siquiera i m -
Dios. Sin e m b a r g o , esta imagen divina n o es univoca y perfecta, perfecta.
sino analógica e imperfecta. (De fe la primera parte, teológicamente
cierta la segunda.) 451. L a huella o vestigio q u e u n caminante deja sobre la nieve
indica, sin d u d a alguna, q u e p o r allí ha pasado alguien; p e r o n o
450. L a p r i m e r a p a r t e de esta conclusión consta e x p r e s a m e n - ha dejado impresa su imagen, ni siquiera de m a n e r a imperfecta,
t e en la divina revelación ( G e n 1,26-27) y es, p o r consiguiente, sino t a n sólo u n rastro o vestigio m u y lejano e imperfecto. Para
de fe. constituir imagen es necesario la semejanza en la especie, c o m o se
L a segunda p a r t e es teológicamente cierta y n o ofrece t a m p o c o da la imagen del rey en su hijo; o, al m e n o s , en u n accidente propio
dificultad alguna. Sólo el V e r b o divino es I m a g e n unívoca y perfec- de la especie, principalmente la figura, como se da, p o r ejemplo,
tísima del P a d r e , como vimos en su lugar correspondiente (cf. n.291). c u a n d o decimos q u e está la imagen del rey en la m o n e d a .
L a s criaturas n o p u e d e n serlo en esta forma, en v i r t u d de la d i s - L a s cosas se asemejan a Dios, en p r i m e r lugar y d e u n m o d o
tancia infinita q u e existe entre el C r e a d o r y las criaturas. Sólo cabe m u y c o m ú n , en c u a n t o q u e existen; en s e g u n d o lugar, en c u a n t o
en ellas, p o r tanto, u n a imagen o semejanza analógica e imperfecta, q u e viven, y, finalmente, en c u a n t o q u e saben o entienden. Estas
que, sin e m b a r g o , eleva al h o m b r e a u n a dignidad sublime, i n c o m - últimas alcanzan la m á x i m a semejanza con Dios q u e se p u e d e
p a r a b l e m e n t e por encima d e toda la creación corpórea y animal. o b t e n e r en el plano natural d e las criaturas, y, p o r lo m i s m o , sólo
E s c u c h e m o s al D o c t o r Angélico h las criaturas intelectuales son, p r o p i a m e n t e hablando, a imagen y
semejanza de Dios 2 .
«Como dice San Agustín, donde hay imagen hay también semejanza, D e esta doctrina se d e d u c e q u e un solo hombre, en c u a n t o ima-
pero donde hay semejanza no siempre hay imagen. La semejanza es algo
esencial a la imagen; pero la imagen añade al concepto de semejanza el ser gen de D i o s , vale más intensivamente que todo el Universo material:
sacada de otro, ya que se llama imagen precisamente por hacerse imitando
a otro. De ahí que un huevo, por más que sea semejante e incluso igual a «El universo—escribe Santo Tomás—es más perfecto en bondad que la
otro huevo, no es imagen del mismo, puesto que no procede de él. criatura intelectual, de un modo extensivo y difusivo. Pero en el aspecto
La igualdad, en cambio, no es esencial a la imagen, porque, como dice intensivo y colectivo, la semejanza de la perfección divina se encuentra más
también San Agustín, donde hay imagen no siempre hay igualdad, como se en la criatura intelectual, que es capaz del Sumo Bien» 3.
ve en la imagen de alguno reflejada en el espejo. La igualdad, sin embargo,
es esencial a la imagen perfecta (v.gr., en el Verbo divino, imagen perfec- E s t o m i s m o dice San J u a n de la C r u z en u n o de sus famosos
ta del Padre y en todo igual a El), a la cual no falta nada de lo que tiene el avisos y sentencias:
objeto del que está tomada.
Es evidente que en el hombre hay una semejanza de Dios, puesto que «Un solo pensamiento del hombre vale más que todo el mundo; por
procede de El como ejemplar; pero no es una semejanza de igualdad, ya que tanto, sólo Dios es digno de él» *.
el ejemplar es infinitamente superior a lo ejemplado. Hay, pues, en el
hombre una imagen de Dios, pero no perfecta, sino imperfecta. Y esto da 2 Cf. 193,2.
3
a entender la misma Sagrada Escritura cuando dice que el hombre está 4
Ibid., ad 3.
hecho «a imagen de Dios», porque la preposición «a» indica acercamiento,: SAN JUAN DE LA CRUZ, Avisos y sentencias n.32: «Vida y obras», 2. a ed. (BAC, Ma-
drid 1950) p.1286.
que sólo es posible entre cosas distantes».
1
Cf. I g3,i. El paréntesis explicativo es nuestro.
452 S.l C.5. EL HOMBRE 453
P.IIl. DIOS CREADOK Y GOBERNADOR
En las demás partes de la criatura racional se encuentra únicamente la se-
Conclusión 3. a La imagen de Dios es más perfecta absolutamente mejanza de vestigio, como en las demás cosas a las cuales se asemeja por
en el ángel que en el hombre; pero en algún aspecto secundario ellas.
es más perfecta en el hombre que en el ángel. Puede patentizarse esto considerando el diverso modo de representar
452. A b s o l u t a m e n t e h a b l a n d o , la imagen de Dios es m á s p e r - que tienen el vestigio y la imagen. Esta representa en semejanza específica,
como ya vimos, mientras que el vestigio representa únicamente como efecto
fecta en los ángeles q u e en el h o m b r e , puesto q u e la naturaleza que imita su causa sin llegar a la semejanza específica. Así las huellas que
intelectual angélica es m á s perfecta q u e la h u m a n a y, p o r lo m i s m o , dejan los animales en sus movimientos se llaman vestigios; de igual modo,
la semejanza con la naturaleza divina es mayor en el ángel q u e en la ceniza es vestigio del fuego y la desolación de la tierra es vestigio de un
el h o m b r e . Pero en algunos aspectos secundarios es m á s perfecta ejército enemigo.
en el h o m b r e q u e en el ángel. P o r ejemplo: el h o m b r e es engen- Puede, por lo tanto, verse la diferencia entre las criaturas racionales
d r a d o p o r otro h o m b r e (a semejanza de D i o s P a d r e , q u e engendra y las irracionales en dos elementos: en cuanto a la representación de la
a su Hijo), cosa q u e n o ocurre entre los ángeles; y el alma h u m a n a naturaleza divina y en cuanto a la representación de la Trinidad increada.
está toda entera en todo el cuerpo y en cada u n a de sus partes a) En cuanto a la representación o semejanza de la naturaleza divina,
(como Dios en el universo entero), mientras q u e los ángeles están las criaturas racionales parecen llegar a constituir en cierto modo una repre-
ú n i c a m e n t e d o n d e obran, como vimos en su lugar correspondiente sentación específica, en cuanto que imitan a Dios no sólo como ser viviente,
sino como inteligente, según hemos dicho. Las criaturas irracionales, en cam-
(cf. n - 3 6 i ) 5 . bio, no entienden, pero aparece en ellas un vestigio del entendimiento que
las produce, si consideramos su armónica disposición.
Conclusión 4. a La imagen natural de Dios existe en todo hombre,
bueno o malo, justo o pecador. Pero en los justos mediante la gra- b) De igual manera, como la Trinidad increada se distingue por la
cia se da una imagen m u c h o más perfecta, que alcanza el sumo procesión del Verbo de la persona del Padre, y la del Amor del Padre y del
grado de perfección en la gloria de los bienaventurados. Hijo, en la criatura racional puede decirse que se da una imagen de la
Trinidad increada, según cierta representación específica, en cuanto que
453. E s c u c h e m o s al D o c t o r Angélico explicando esta m a g n í - se da también en ella procesión de un verbo intelectivo y un proceso de
fica doctrina 6 : amor en la voluntad. En las criaturas irracionales, en cambio, no se da
principio de un verbo intelectual ni tampoco de amor; pero aparece en ellas
«Puesto que el hombre se dice que es imagen de Dios por su naturaleza cierto vestigio que demuestra su existencia en la causa superior que las
intelectual, lo es principalmente en cuanto que la naturaleza intelectual creó; porque el hecho mismo de tener la criatura una substancia modificada
puede imitarle del modo más perfecto posible. Y le imita de un modo y finita demuestra que procede de un principio que le dio el ser; su especie
perfecto, en cuanto que Dios se conoce y se ama a sí mismo. De ahí que la demuestra el verbo creador, como la forma de la casa demuestra la concep-
imagen de Dios en el hombre puede considerarse de tres modos: ción o idea del artífice; y el orden o finalidad de la cosa demuestra el amor
a) Primero, en cuanto que el hombre posee una aptitud natural para del principio productor, por el cual el efecto se ordena al bien, así como el
conocer y amar a Dios, aptitud que consiste en la misma naturaleza de svi uso del edificio demuestra la voluntad del artífice.
alma y es común a todos los hombres, buenos o malos. Así, pues, en el hombre se encuentra la semejanza de Dios como imagen
b) En segundo lugar, en cuanto que el hombre conoce y ama a Dios en cuanto a la mente, y como vestigio en sus otras partes».
actual o habitualmente, aunque de manera imperfecta; y ésta es la imagen
procedente de la gracia, que solamente poseen los justos. C o m o advierte p r o f u n d a m e n t e Santo T o m á s , del hecho de q u e
c) Finalmente, en cuanto que el hombre conoce y ama actualmente a haya en el h o m b r e u n a imagen natural de la T r i n i d a d n o se sigue
Dios de un modo perfecto, y es la imagen que resulta de la perfecta posesión q u e p o d a m o s llegar a conocer la existencia del misterio trinitario
de Dios en la gloria, y es propia y exclusiva de los bienaventurados». p o r las solas luces de la razón, ya q u e esta imagen natural es m u y
Conclusión 5.a Existe también en el hombre una imagen analógica imperfecta y analógica y, p o r tanto, es infinita la distancia y dife-
de la Santísima Trinidad, principalmente en virtud de los actos de rencia entre la trinidad q u e hay en nosotros y la T r i n i d a d divina 8 .
su entendimiento y de su voluntad. A p a r t e de q u e ú n i c a m e n t e después de conocer p o r la divina re-
velación la existencia del misterio trinitario, d e s c u b r e el h o m b r e en
454. A l exponer esta doctrina hace Santo T o m á s u n análisis sí m i s m o u n a imagen remota de aquel s u b l i m e misterio, q u e j a m á s
profundísimo, q u e vamos a recoger con sus propias palabras 7 : h u b i e r a p o d i d o sospechar sin la divina revelación.
«Aunque en todas las criaturas hay alguna semejanza de Dios, sólo en s Cf. 1 93,5 ad 3.
la criatura racional se encuentra la semejanza de Dios como imagen, según
hemos visto, y en las demás se encuentra sólo como vestigio. Pero la cria-
tura racional es superior a las otras por el entendimiento o mente. De ahí
que ni en ella se encuentra la imagen de Dios sino en cuanto a la mente.
5
, Cf. I 93,3.
« Cf. I 93,4.
7 Cf. I 93,6.
454 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.5. EL HOMBRE 455
a
Conclusión 6. P r o p i a m e n t e hablando, o sea de u n a m a n e r a direc- P a r a proceder d e u n a m a n e r a ordenada y lógica v a m o s a exami-
ta e inmediata, la i m a g e n de la divina T r i n i d a d existe en el alma n a r cuidadosamente estos cinco p u n t o s fundamentales:
únicamente cuando tiene al m i s m o Dios c o m o objeto de su pen-
samiento y d e su a m o r ; pero sólo existe d e u n m o d o indirecto y a) C o n c e p t o d e natural, sobrenatural y preternatural.
mediato cuando piensa o a m a alguna otra cosa distinta de Dios. b) Capacidad del h o m b r e p o r el o r d e n sobrenatural.
c) Relaciones entre lo natural y lo sobrenatural.
455. E s c u c h e m o s al D o c t o r Angélico explicando esta d o c - d) Distintos estados en q u e p u e d e concebirse la naturaleza
trina »: humana.
e) Elevación del h o m b r e al o r d e n sobrenatural.
«Como ya hemos dicho, la imagen implica una semejanza que de algún
modo constituye una representación de la especie. Por ello, la imagen de A. C o n c e p t o d e natural, sobrenatural y preternatural
la Trinidad en el alma ha de considerarse por algo que represente a las
personas divinas específicamente en la medida que es posible a las criaturas. A n t e t o d o es preciso fijar con t o d a exactitud y precisión la ter-
Hemos dicho también que las personas divinas se distinguen por la pro- minología q u e vamos a emplear en este capítulo y en el siguiente
cesión del Verbo respecto del Padre que lo engendra y la procesión del en t o r n o a la elevación del h o m b r e al o r d e n sobrenatural y al cons-
Amor respecto de ambos. Mas el Verbo de Dios nace de El según el conoci- titutivo del estado primitivo d e justicia original, p r i n c i p a l m e n t e e n
miento de si mismo, y el Amor procede de Dios en cuanto que se ama a sí t o r n o a los conceptos d e natural, sobrenatural y preternatural.
mismo. Es evidente, por otra parte, que la diversidad de objetos constituye
especies distintas de verbo y de amor, ya que no es de especie idéntica a) Noción de «naturaleza», de «natural» y d e «orden n a t u r a l » .
en el hombre el verbo que concibe de una piedra que el de un caballo,
como tampoco el amor a cada uno de ellos. Por lo tanto, la imagen de Dios 457. i. N a t u r a l e z a . L a palabra naturaleza puede tomarse
en el hombre se considera según el verbo concebido del conocimiento de en tres sentidos principales:
Dios y el amor que de ese conocimiento se deriva. Por eso, la imagen de
Dios en el alma se tiene en cuanto que es llevada o puede ser llevada a a) En cuanto significa o expresa la esencia de una cosa concreta (verbi-
Dios. gracia, la naturaleza del oro, de un animal, del hombre). Sentido individual.
Ahora bien, la mente puede ser llevada hacia una cosa de dos modos: b) En cuanto significa la esencia de una cosa como principio radical
directa e inmediatamente, o indirecta o mediatamente. Lo segundo sucede de las operaciones y pasiones que le convienen de por sí. Sentido dinámico.
cuando, por ejemplo, viendo la imagen de un hombre en el espejo, decimos c) En cuanto significa el universo entero (la madre Naturaleza), con
que somos atraídos hacia el hombre mismo». todas sus cosas mutuamente dependientes entre sí según leyes determinadas.
Sentido colectivo.
P o r eso dice San A g u s t í n q u e «la imagen d e D i o s n o está en la
E n los dos primeros sentidos, la palabra naturaleza p u e d e apli-
m e n t e p o r el hecho d e q u e recuerda, se conoce y a m a a sí misma,
carse analógicamente a la naturaleza divina y a las naturalezas
sino p o r q u e p u e d e recordar, conocer y amar a Dios, su autor».
creadas. E n el tercer sentido, sólo a estas últimas colectivamente
M u c h o menos, p o r tanto, se considera la imagen d e Dios en la
consideradas.
m e n t e p o r relación a los otros objetos, a n o ser d e u n a m a n e r a
indirecta o mediata, o sea e n c u a n t o q u e el conocimiento y a m o r 458. 2. Natural. L o natural para cualquier ser es todo aque-
d e los objetos creados p u e d e n llevar al alma al conocimiento y llo que le conviene según su naturaleza. Y p u e d e convenirle d e algu-
a m o r del C r e a d o r io. na d e estas seis maneras:
a) CONSTITUTIVAMENTE: y aquí entran todos los elementos que cons-
ARTÍCULO 3 tituyen su esencia (v.gr., el cuerpo y el alma racional en el hombre).
ELEVACIÓN DEL HOMBRE AL ORDEN SOBRENATURAL b) EMANATIVAMENTE : o sea las fuerzas y energías que emanan natu-
ralmente de la esencia (v.gr., el entendimiento y la voluntad en el hombre).
456. E x a m i n a d a la cuestión d e la creación del h o m b r e y su c) OPERATIVAMENTE: todo lo que la naturaleza puede producir por sus
magnífica condición d e imagen natural d e D i o s , el o r d e n lógico propias fuerzas u operaciones (v.gr., ios actos de entender y de amar en los
exige q u e t r a t e m o s ahora de su elevación al o r d e n sobrenatural, seres racionales).
q u e n o s preparará el camino para hablar del estado primitivo d e d) PASIVAMENTE: todos los fenómenos que otros agentes naturales le
justicia original d e n u e s t r o s p r i m e r o s padres y d e su p é r d i d a p o r pueden naturalmente causar (v.gr., frío, calor, etc.).
el pecado original, con sus terribles consecuencias para t o d a la
humanidad. e) EXIGITIVAMENTE: todo lo que esa naturaleza exige para su propio
desenvolvimiento y perfección natural (v.gr., el concurso divino necesa-
rio para que pueda obrar cualquier causa segunda en su propia esfera
» Gf. I 93,8-
10 natural).
Cf. ibid., argumento sed contra.
456 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C . 5 . EL HOMISRE 457

f) MERITORIAMENTE: O sea el derecho al premio natural proporciona- a) SOBRENATURAL ABSOLUTO Y RELATIVO. Se entiende por so-
do (v.gr., al jornal merecido por el trabajador). Se refiere únicamente a las brenatural absoluto todo aquello que rebasa y trasciende la propor-
acciones morales y libres en el orden puramente ético o natural. ción de toda naturaleza creada o creable, o sea lo que supera las
fuerzas y exigencias de cualquier criatura por muy perfecta que
459. 3. Orden natural. El orden natural no es otra cosa sea. Y sobrenatural relativo es todo aquello que rebasa o trasciende
que la ordenación de todas las criaturas al fin último correspondiente únicamente las fuerzas de alguna naturaleza creada, pero no las de
a su propia naturaleza. Dios interviene en el orden natural median- toda naturaleza creada o creable. Y así, por ejemplo, lo que es na-
te la creación, conservación, concurso y gobernación de cada una tural y específico en el hombre (entender, amar), sería sobrenatu-
de las criaturas en particular y de todas ellas colectivamente consi- ral para un perro, que carece de las facultades necesarias para rea-
deradas. Y las criaturas se contienen y desenvuelven en el orden lizar esos actos; lo que es natural en el ángel o en el demonio, po-
natural cuando se disponen convenientemente en sí mismas con dría ser sobrenatural para el hombre por exceder sus fuerzas hu-
su esencia y sus propiedades y se ordenan a su propio fin natural manas (v.gr., los prodigios diabólicos, que tienen apariencias de
mediante los medios oportunos. milagro) 2 . A este sobrenatural relativo se le suele llamar también,
y más propiamente, preternatural, como veremos en seguida.
b) Noción de «sobrenatural» y de «orden sobrenatural»
b) SOBRENATURAL SUBSTANCIAL Y MODAL. E S una subdivisión
460. 1. Sobrenatural. De los principios que acabamos de
sentar se deduce sin esfuerzo que sobrenatural es todo aquello que del sobrenatural absoluto. Se entiende por sobrenatural substancial
de alguna manera exceda, rebase o trascienda la simple naturaleza (quoad substantiam en el lenguaje escolástico) lo que es intrínseca
en cualquiera de sus acepciones. Según esto: o entitativamente sobrenatural y excede, por lo mismo, la esencia,
la causalidad y las exigencias de cualquier naturaleza creada o crea-
a) Para la naturaleza individual será «sobrenatural» todo aque-
ble. Tales son, por ejemplo, la gracia santificante, las virtudes infu-
llo que esté fuera y por encima de su esencia natural (v.gr., la sen-
sas, los dones del Espíritu Santo, la visión beatífica, etc.
sibilidad en los minerales, la inteligencia en los animales).
b) Para la naturaleza dinámica, todo lo que esté fuera y por Sobrenatural modal (quoad modum de los escolásticos) es todo
encima de sus operaciones y exigencias naturales (v.gr., la gracia aquello que, aunque esencial y entitativamente es natural, ha sido
santificante en el hombre). producido de un modo sobrenatural (v.gr., la resurrección milagrosa
c) Para la naturaleza colectivamente considerada, todo aquello de un muerto, en virtud de la cual se devuelve sobrenaturalmente
que rebase y trascienda las leyes de la misma naturaleza (v.gr., el a un cadáver su vida puramente natural).
milagro). Como se ve, entre lo sobrenatural substancial y lo modal hay un
Nótese que lo sobrenatural no puede ser exigido por la natura- abismo infinito. Los dos son sobrenaturales absolutos, en el sentido
leza, pero puede perfeccionarla si se le concede gratuitamente por de que exceden las fuerzas de toda naturaleza creada o creable;
Dios. Es porque lo sobrenatural no es disconveniente (sería entonces pero en el primero lo sobrenatural afecta a la esencia misma de la
contranatural), sino muy conveniente a la naturaleza; no cierta- cosa, mientras que el segundo se refiere únicamente al modo con
mente según sus fuerzas, exigencias, etc., sino según su potencia que se ha realizado, permaneciendo la cosa misma en el orden
obediencial o elevable, como dicen los filósofos. puramente natural. Por eso vale infinitamente más un acto de hu-
mildad sobrenatural o de cualquier otra virtud infusa que la realiza-
De manera que sobrenatural no significa contranatural, sino ción, como instrumento de Dios, de un milagro tan estupendo como
que trasciende, esto es, que está sobre lo natural. Lo contranatural la resurrección de un muerto.
•—que recibe también el nombre de violento—es aquello que va
contra la inclinación de alguna naturaleza (v.gr., que una piedra 462. 3. E l orden sobrenatural. Consiste en la elevación
abandonada en el aire suba para arriba en vez de caer al suelo). Lo y ordenación de las criaturas racionales a un fin último sobrenatu-
sobrenatural, en cambio, no va de ningún modo contra la inclina- ral, que no es otro que la gloria eterna. Sólo Dios puede ordenar
ción dé la naturaleza, sino que únicamente la supera. Como explica a las criaturas al último fin sobrenatural, ya que esta ordenación
Santo Tomás, Dios no hace violencia a las criaturas cuando obra rebasa y trasciende infinitamente las fuerzas y exigencias de toda
en ellas según su principal inclinación, que es la de obedecer a su naturaleza creada o creable.
Creador, al cual están más connaturalmente sometidas que el cuer-
po al alma o el brazo a la voluntad 1. c) Noción de «preternatural»
461. 2. División de lo sobrenatural. Vamos a recordar 463. Los teólogos designan comúnmente con el nombre de
únicamente las dos principales divisiones que nos interesan aquí: preternatural al sobrenatural relativo, del que hemos hablado más
2
1
Cf. Contra gent. III l o o ; S. Th. I 105,6 ad 1. Cf. I 110,4.
458 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.l C.5. EL HOMBRE 459
arriba. Es aquel que excede y trasciende las fuerzas de alguna na-
b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. Como veremos en su lu-
turaleza creada, pero no las fuerzas de toda naturaleza creada o
gar, la Iglesia ha definido que la naturaleza humana fue elevada
creable, como el sobrenatural absoluto (substancial o modal). El
por Dios al orden sobrenatural. El hecho demuestra la posibilidad.
entender por simple intuición y sin discurso, que es algo natural
en el ángel (naturaleza intelectual), sería preternatural en el hombre c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Aun cuando lo sobrenatural rebase
(naturaleza racional). infinitamente la naturaleza, existe en ésta un punto de partida o
Lo preternatural dista infinitamente de lo sobrenatural substan- cierta receptibilidad para lo sobrenatural, que recibe el nombre de
cial, puesto que se trata de algo pura y entitativamente natural potencia obediencial. Por ella entendemos la potencia pasiva, propia
en sí mismo, y no rebasa, por tanto, las fuerzas naturales de los de la criatura y fundada en su total dependencia del Creador para
ángeles o los demonios. Y no debe confundirse tampoco con lo ser elevada por éste a un ser y actividad sobrenatural. Escuchemos
sobrenatural modal, porque aunque este último sea también enti- al Doctor Angélico 3:
tativamente natural—y en esto coincide con lo preternatural—, re-
«En el alma humana, como en cualquier criatura, hay que distinguir
basa, sin embargo, en el modo las fuerzas naturales, no sólo del una doble potencia pasiva. Una, con relación al agente natural; otra, con
hombre, sino de toda naturaleza creada o creable. El sobrenatural relación al Agente primero, que puede elevar a cualquier criatura a una
modal constituye un verdadero milagro (v.gr., la resurrección de perfección a la que no puede elevarle el agente natural. A esta última suele
un muerto: algo entitativamente natural, pero realizado de un modo llamarse, en la criatura, potencia obediencial».
sobrenatural, que rebasa y trasciende el poder natural de toda na-
turaleza humana o angélica, creada o creable). Lo preternatural, en Según la doctrina escolástica, el poder del Creador educe lo
cambio, no constituye un milagro propiamente dicho, puesto que, sobrenatural de la potencia obediencial del alma. Esto quiere decir
además de ser entitativamente natural, no rebasa las fuerzas na- que la potencia obediencial existente en la naturaleza de la cria-
turales de toda naturaleza creada o creable, sino sólo las de alguna tura es actuada por la omnipotencia de Dios para producir en ella
naturaleza (v.gr., la del hombre, pero no la de los ángeles o los de- lo sobrenatural.
monios). Es, pues, una especie de sobrenatural puramente relativo A propósito de esto escribe San Agustín hermosamente 4 :
(con relación a las naturalezas inferiores), distinto completamente «Poder tener la fe, como poder tener la caridad, es propio de la natu-
del sobrenatural absoluto substancial o modal. raleza del hombre; mas el tener la fe, del mismo modo que el tener la caridad,
sólo es propio de la gracia en los que creen».
B. Capacidad del hombre para el orden sobrenatural
C. Relaciones entre lo natural y lo sobrenatural
Recogemos la doctrina católica en la siguiente conclusión: Es muy conocido el adagio teológico de que «la gracia no des-
Conclusión. Existe en el hombre y en cualquier otra criatura racio truye la naturaleza, sino que la eleva y perfecciona». Ello quiere
nal la potencia obediencial o capacidad receptiva para lo sobreña decir que lo sobrenatural se añade a lo natural como una perfección
tural. (Completamente cierta en teología.) que rebasa inmensamente todas las exigencias naturales, pero sin
destruir la naturaleza. Expondremos brevemente esta doctrina en
464. He aquí las pruebas: forma de conclusión.
a) L A SAGRADA ESCRITURA. Sabemos por ella que el hombre Conclusión. Lo sobrenatural presupone y perfecciona lo natural sin
ha sido elevado de hecho al orden sobrenatural y está destinado destruirlo. (Completamente cierta en teología.)
a la vida eterna, consistente en la visión beatífica, que es una reali-
dad absoluta y estrictamente sobrenatural. Luego es evidente que 465. En efecto: es cosa clara que lo sobrenatural participado
había en la naturaleza humana la potencia obediencial o capacidad por las criaturas no subsiste en sí mismo, sino en ellas; no es, por
receptiva para lo sobrenatural si Dios se dignara comunicárselo. tanto, substancia, sino accidente. Lo sobrenatural participado re-
El hecho demuestra la posibilidad. quiere una naturaleza creada en la que pueda sustentarse y actuar.
No hay más que una sola substancia sobrenatural subsistente en sí
Los textos escriturísticos son innumerables. Por vía de ejemplo
misma, que es la esencia misma de Dios. Esta substancia sobrena-
citamos dos, el primero de los cuales se refiere a la elevación misma,
tural es común a las tres divinas personas, pero es incomunicable
y el segundo a la finalidad de esa elevación.
—en cuanto substancia—a las criaturas. Estas sólo pueden recibir
«Y nos hizo merced de preciosas y ricas promesas, para hacernos así una participación analógica y accidental de lo que es substancial
partícipes de la divina naturaleza» (2 Petr 1,4). en Dios.
«Carísimos, ahora somos hijos de Dios, aunque aún no se ha manifestado
lo que hemos de ser. Sabemos que, cuando aparezca, seremos semejantes 3 Cf. III 11,1.
4
Cf. De praedeslinatione sanctorum 5,10. Puede verse en Obras de San Agustín t.6 ( B A G ,
a El, porque le veremos tal cual es» (1 lo 3,2). M a d r i d 1949) p.494-495.
460 l'.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.5. EL HOMBRE 461
Sin e m b a r g o , lo sobrenatural n o es algo q u e se añada en forma turóles y preternaturales q u e la a d o r n a b a n y enriquecían, y con las
extrínseca a la naturaleza, sino q u e se u n e a ella de u n a m a n e r a m i s m a s fuerzas naturales fuertemente q u e b r a n t a d a s p o r las cuatro
intrínseca y formal. L o sobrenatural p e n e t r a en la esencia y en las heridas procedentes del pecado original: ignorancia, malicia, con-
fuerzas de la naturaleza (el alma y sus potencias), perfeccionándolas cupiscencia y debilidad o flaqueza.
y elevándolas al o r d e n divino del ser y del obrar. L o s Santos Pa-
dres y los teólogos c o m p a r a n lo sobrenatural al fuego, q u e p o n e 5.° Estado de naturaleza reparada
incandescente el hierro sin destruir su naturaleza de hierro, o al
470. E s el estado actual de la naturaleza h u m a n a , caída p o r el
injerto, q u e transforma en exquisitos los frutos amargos de u n
pecado de A d á n , p e r o restaurada p o r la redención d e Cristo, q u e
árbol silvestre.
le devolvió los dones sobrenaturales y los medios para alcanzar la
D. D i s t i n t o s estados e n q u e p u e d e c o n c e b i r s e la n a t u r a l e z a vida eterna (principalmente m e d i a n t e los sacramentos y la institu-
humana ción de la Iglesia). E n c u a n t o a los dones preternaturales del estado
d e justicia original n o se nos devolvieron en esta vida, p e r o se nos
A l reflexionar sobre los diferentes estados en q u e p u e d e encon- devolverán en el cielo i n m e n s a m e n t e perfeccionados.
trarse o concebirse la naturaleza h u m a n a , señalan c o m ú n m e n t e los
teólogos los cinco siguientes: E. E l e v a c i ó n del h o m b r e al o r d e n sobrenatural

i.° Estado de naturaleza pura E x a m i n a d a ya la capacidad de la naturaleza h u m a n a p a r a ser


elevada al o r d e n sobrenatural si D i o s se dignaba hacerlo, veamos
466. E s el q u e h u b i e r a tenido el h o m b r e si D i o s n o le h u b i e r a ahora el hecho, realizado efectivamente p o r Dios en la persona de
elevado al o r d e n sobrenatural ni le h u b i e r a enriquecido con n i n g ú n n u e s t r o s p r i m e r o s padres, q u e afectaba, a través de ellos, a toda la
d o n p r e t e r n a t u r a l . E n este e s t a d o — p u r a m e n t e hipotético, p o r q u e h u m a n i d a d . V a m o s a exponer la doctrina católica en forma d e con-
de hecho n u n c a se dio ni se dará—el h o m b r e h u b i e r a estado o r d e - clusiones.
n a d o a u n fin p u r a m e n t e natural, consistente en el conocimiento y
a m o r natural d e Dios; hubiera carecido del pecado original, p e r o Conclusión i." D i o s elevó a nuestros primeros padres Adán y Eva
t a m b i é n de la gracia santificante, d e las virtudes infusas, de los al orden sobrenatural y con ellos a toda la humanidad. (Dogma de fe.)
auxilios sobrenaturales y de los dones preternaturales, y h u b i e r a
estado sometido al h a m b r e , la sed, el trabajo, la ignorancia, la con- 471. H e a q u í las p r u e b a s :
cupiscencia, la enfermedad y la m u e r t e . a) L A SAGRADA ESCRITURA. N o lo dice d e u n a m a n e r a expre-
sa en n i n g ú n lugar del A n t i g u o ni del N u e v o T e s t a m e n t o , p e r o se
2. 0 Estado de naturaleza elevada
d e d u c e clarísimamente y sin esfuerzo d e m u l t i t u d de textos de
467. Expresa el estado de la naturaleza h u m a n a en c u a n t o a m b o s T e s t a m e n t o s . Y así:
elevada p o r Dios al fin sobrenatural y provista de t o d o s los medios a) E N EL ANTIGUO TESTAMENTO, del relato del Génesis se desprende
necesarios para conseguirlo (gracia santificante, virtudes infusas, claramente que Adán gozaba de un trato familiar y amistoso con Dios
dones del Espíritu Santo, auxilios sobrenaturales), p e r o sin n i n g ú n (Gen 1,26-31; 2,5-25), fue puesto en un paraíso de deleites (Gen 2,8), recibió
d o n preternatural sobreañadido a la naturaleza y, p o r supuesto, sin de Dios una ciencia tan perfecta que pudo imponer a cada animal su propio
pecado original. nombre (Gen 2,19) y le dio el dominio sobre todos ellos (Gen 1,28); era
tan inocente que no se avergonzaba de su desnudez (Gen 2,25), estaba
3. 0 Estado de inocencia o de justicia original inmune de la muerte, puesto que Dios se la impuso en castigo de su pecado
(Gen 3,19). Todas estas cosas—sobre todo la amistad y familiaridad con
468. E s el m i s m o de la naturaleza elevada, p e r o añadiéndole Dios—suponen la elevación del primer hombre a un estado sobrenatural,
u n a serie de dones preternaturales—integridad, impasibilidad e in- que rebasa infinitamente las fuerzas y exigencias de la simple naturaleza.
m o r t a l i d a d — q u e enriquecían extraordinariamente a la naturaleza
b) E N EL NUEVO TESTAMENTO se nos habla largamente de la restau-
h u m a n a en o r d e n al fin sobrenatural a q u e Dios la destinaba. E r a ración de todas las cosas en Cristo (Eph 1,10). Así como en Adán todos
el estado de nuestros p r i m e r o s p a d r e s , A d á n y Eva, en el paraíso morimos, en Cristo todos somos vivificados (1 Cor 15,22). Todas las cosas
terrenal antes de cometer el pecado original. vienen de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo (2 Cor 5,18). Es
preciso revestirse del hombre nuevo, creado según Dios en la justicia y san*
4. 0 Estado de naturaleza caída tidad de la verdad (Eph 4,24), ya que Cristo vino para que tengamos vida,
y la tengamos en abundancia (lo 10,10).
469. E s aquel en q u e q u e d ó la naturaleza h u m a n a después del
pecado de A d á n y antes de la redención p o r Cristo. L a naturaleza Plugo al Padre que en Cristo habitase toda la plenitud de la divinidad
q u e d ó destituida de la gracia y de todos los d e m á s dones sobrena- y por El reconciliar al hombre consigo, pacificando pqr la sangre de su cruz.
462 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.5. EL HOMÜRE 463
todas las cosas, así las de la tierra como las del cielo (Col 1,19-20). Porque las criaturas, sólo puede alcanzar de un modo sobrenatural su perfección
donde abundó el pecado sobreabundó la gracia, para que, como reinó el esencial divina. Si no adquiere en Dios la perfección esencial sobrenatural
pecado por la muerte, así también reine la gracia por la justicia para la (es decir, si no va al cielo), queda también privada de su perfeccionamiento
vida eterna, por Jesucristo nuestro Señor (Rom 5,20-21). natural. Fuera del ámbito de la gloria y del amor divino, la naturaleza no
Cristo, pues, es el gran restaurador de la amistad que remaba entre puede llegar a alcanzar su consumación definitiva, que sólo puede encontrar
Dios y el hombre antes del pecado de Adán; amistad que supone la gracia en el ámbito interno de la vida trinitaria de Dios. La criatura que culpable-
santificante y los restantes dones sobrenaturales, que son precisamente mente no llega a alcanzar la meta sobrenatural, no alcanza tampoco la meta
los que Cristo vino a restaurar. natural. Hay que guardarse muy bien de creer que la meta sobrenatural
se halla en una cima superior y la natural en una cima algo más baja,
b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. L a Iglesia enseñó siempre de modo que nada impide que llegue hasta ésta el que no puede elevarse
la doctrina de la conclusión y la definió e x p r e s a m e n t e en el concilio hasta aquélla.
d e T r e n t o . H e aquí el canon dogmático: Si la criatura quiere alcanzar su perfección definitiva, tiene que supe-
rarse a sí misma para llegar hasta Dios, que es sólo asequible en cuanto que
«Si alguno no confiesa que el primer hombre, Adán, al transgredir el es Dios trino. Dios es el señor de las criaturas y puede, por eso, determinar
mandamiento de Dios en el paraíso, perdió inmediatamente la santidad de qué modo la criatura puede alcanzar la perfección, que sólo puede alcan-
y justicia en que había sido constituido..., sea anatema» (D 788). zar poseyendo a Dios. La criatura no puede criticar las disposiciones divinas.
Si la criatura, desobedeciendo a Dios, se resiste a entrar en el ámbito de la
El m i s m o concilio d e T r e n t o definió expresamente, como v e r e - vida divina trinitaria, la potentia oboedientialis, es decir, la profundidad
mos, q u e el pecado d e A d á n afectó a t o d a su descendencia ( D 789), esencial más íntima de la criatura, queda insatisfecha; en el hombre queda
q u e se nos t r a n s m i t e a todos p o r generación natural y se nos quita un espacio vacío, falto de contenido. Sólo la gloria de la vida interna divina,
ú n i c a m e n t e p o r los méritos de Cristo R e d e n t o r , q u e nos reconcilió y de ninguna manera la gloria de la vida externa divina, puede llenar ese
con el P a d r e en su sangre ( D 790). L u e g o la elevación al o r d e n espacio. Dios no comunica nunca sólo su gloria externa. Donde falta lo
sobrenatural, el pecado de origen y la restauración p o r Cristo afec- sobrenatural, la naturaleza no ha perdido ninguno de los elementos de su
esencia. Sin lo sobrenatural, la naturaleza sigue siendo una naturaleza
tan a t o d o el género h u m a n o , y n o sólo a nuestros p r i m e r o s p a d r e s
completa. Pero a esa naturaleza le falta lo que definitivamente le perfecciona,
A d á n y Eva. y es, por lo tanto, una naturaleza imperfecta 6. Debido a la grandiosidad de
El concilio Vaticano I volvió a repetir que «Dios, por su infinita bondad, la perfección que aquí falta, al ojo que sabe mirar en lo interior de las cosas
ordenó al hombre a un fin sobrenatural, es decir, a participar bienes divinos este estado de imperfección se le presenta bajo la forma de corrupción, que
que sobrepujan totalmente la inteligencia de la mente humana» (D 1786). con todo radicalismo aparece en el infierno. Pero también la naturaleza
no elevada sobrenaturalmente conserva su honra y dignidad, derivadas del
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Ya h e m o s dicho m u c h a s veces q u e origen divino, y las conserva aun en el infierno, que es la no-consumación
definitiva de la naturaleza: ¡terrible paradoja!»
la simple razón natural n o p u e d e d e m o s t r a r el h e c h o o la existencia
d e n i n g ú n misterio sobrenatural, q u e conocemos ú n i c a m e n t e p o r Conclusión 2. a El h o m b r e fue creado p o r Dios en gracia; o sea, fue
la divina revelación. Pero, u n a vez revelada su existencia, p u e d e elevado al orden sobrenatural en el instante m i s m o de su creación.
encontrar fácilmente los a r g u m e n t o s q u e lo hacen altamente razona- (Doctrina probabilísima y común entre los teólogos.)
ble y conveniente. N o cabe d u d a q u e la elevación del h o m b r e al o r d e n
sobrenatural p o n e d e manifiesto de m a n e r a impresionante la infinita 472. Esta conclusión, tal como suena, n o es de fe. El concilio de
b o n d a d y misericordia de Dios, precisamente p o r ser u n beneficio T r e n t o se limitó a definir q u e el h o m b r e «fue constituido p o r Dios
del t o d o gratuito q u e la naturaleza h u m a n a n o h u b i e r a p o d i d o en santidad y justicia» (cf. D 788), p e r o sin precisar en qué momento
exigir ni merecer j a m á s . El h o m b r e en el estado de naturaleza p u r a recibió esa santidad y justicia. E s p o r q u e n o quiso c o n d e n a r u n a
n o h u b i e r a p o d i d o alcanzar j a m á s su plena felicidad y perfección, opinión—defendida, entre otros, p o r P e d r o L o m b a r d o , Alejandro
ya q u e ésta se e n c u e n t r a ú n i c a m e n t e en D i o s c o n t e m p l a d o y go- d e Ales y San B u e n a v e n t u r a — s e g ú n la cual el p r i m e r h o m b r e ,
zado tal c o m o es en sí m i s m o . A este propósito escribe con acierto creado en naturaleza p u r a , se habría dispuesto para la justificación
S c h m a u s 5: sobrenatural m e d i a n t e u n a serie de gracias actuales. Sin e m b a r g o ,
la doctrina q u e recogemos en la conclusión es la de Santo T o m á s
«Si bien es cierto que la naturaleza de por sí no posee germen alguno y la de la inmensa mayoría de los teólogos antiguos y m o d e r n o s 7 .
de sobrenaturalidad, de modo que de por sí no puede adquirir lo sobre-
6
natural, es cierto, no obstante, que Dios, de antemano, la ha creado p?ra Cf. SANTO TOMÁS DE AQUINO, De veritate 27,6.
' Cf. I 95,1.
elevarla al orden sobrenatural y la ha orientado hacia él. Cerno ya vimos
en otro lugar, la naturaleza sólo puede adquirir su perfeccionamiento esen-
cial en y ante el «Tú» divino. Esto quiere decir que la naturaleza, debido
a un decreto que emana de los abismos del amor de Dios, Señor de todas
5
Cf. Teología dogmática vol.2 (Madrid 1959) p.206-207.
464 p.nr. uros CKKADOI: Y GOBERNADOR S.l C.5. EL HOMJiRE 465

misma a la operación. Para obrar sobrenaturalmente, el hombre ne-


ARTÍCULO 4 cesita recibir en sus potencias o facultades ciertas energías operati-
EL ESTADO DE JUSTICIA ORIGINAL vas, de orden dinámico, que son, precisamente, las virtudes infusas.
Sin ellas, el hombre estaría sobrenaturalizado en la esencia misma
Hemos visto en el artículo anterior que Dios elevó al orden de su alma (por la gracia habitual o santificante), pero le faltaría el
sobrenatural a nuestros primeros padres y con ellos a toda la na- elemento sobrenatural dinámico para obrar sobrenaturalmente con
turaleza humana. Vamos a examinar ahora en qué consistía el facilidad, prontitud y connaturalidad.
estado primitivo de justicia original, o sea, cuáles eran los magní- Santo Tomás advierte expresamente que nuestros primeros pa-
ficos dones de Dios que constituían tal estado. dres tuvieron en hábito y en acto todas las virtudes que no implican
Estos dones eran de dos clases: sobrenaturales y preternatu- en su concepto imperfección alguna, como son, v.gr., la caridad y
rales. Vamos a estudiar por separado cada uno de ellos. la justicia; pero sólo en cuanto hábitos las virtudes que implican
alguna imperfección incompatible con el estado de justicia origi-
A. Dones sobrenaturales nal !. Tales son, v.gr., la penitencia (cuyo acto supone un pecado
anterior) y la misericordia, que es dolor de la miseria ajena (que no
El estado de justicia original se constituía, ante todo, por los se daba en el estado de inocencia). Estas virtudes existían en Adán
dones estrictamente sobrenaturales, con los cuales el hombre par- y Eva sólo en hábito, pero no en acto, lo cual quiere decir que su
ticipa intrínseca y formalmente de la vida misma de Dios. Tales disposición habitual de ánimo era tal que, si se produjera el pecado,
son, principalmente, la gracia santificante, las virtudes infusas y los se dolerían de él, y si vieran en algún otro miseria, acudirían a reme-
dones del Espíritu Santo. Vamos a exponer esta doctrina en forma diarla en lo posible.
de conclusiones.
3. a Poseyeron los dones del Espíritu Santo
Conclusión i. a En el estado de justicia original, nuestros primeros
padres Adán y Eva poseyeron la gracia santificante, las virtudes Puesto que son también inseparables de la gracia. Su finalidad
infusas y los dones del Espíritu Santo. (De fe con relación a la gra- es la de perfeccionar el acto de las virtudes infusas dándoles una
cia; completamente cierta con relación a las virtudes y dones.) modalidad divina que las eleva a su último desarrollo y perfección.
473. Examinemos por partes el contenido de la conclusión. Las virtudes heroicas de los santos son el fruto y resultado de la
actuación en sus almas de los dones del Espíritu Santo.
1.* Poseyeron la gracia santificante Conclusión 2.a En el estado de justicia original, en el alma de nues-
Lo definió expresamente el concilio de Trento en el canon que tros primeros padres inhabitaba la Santísima Trinidad como en
hemos citado más arriba (D 788). Es una simple consecuencia de un templo. (Completamente cierta en teología.)
la elevación al orden sobrenatural, que se realiza radical y formal- 474. Es también una consecuencia necesaria e infalible del es-
mente por la gracia santificante. tado de gracia. Todos los justos son templos de la Santísima Trini-
¿En qué grado y proporción poseyeron Adán y Eva la gracia dad, como consta expresamente por la divina revelación (lo 14,23;
santificante? No lo sabemos, pero es de suponer que en un grado 1 Cor 3,16-17) y, por lo mismo, no puede negarse este don infinito
altísimo, como correspondía a la dignidad y nobleza del estado a nuestros primeros padres. No importa que en el Antiguo Testa-
sublime en que Dios les constituyó. Quizá la gracia original de mento no se hubiera revelado al hombre todavía el misterio trini-
nuestros primeros padres igualara y aun superara a la de muchos tario, como vimos en su lugar (cf. n.254). La realidad augusta
santos canonizados por la Iglesia. existía ya en el alma del justo, aunque éste ignorase la divina mara-
villa que llevaba en su interior.
2.a Poseyeron las virtudes infusas Hemos hablado en otro lugar de esta obra de la naturaleza y
No está expresamente definido por la Iglesia, pero es una con- finalidad de la inhabitación trinitaria en nuestras almas (cf. n.30933)
clusión teológica ciertísima, puesto que la gracia santificante va y nada nuevo tenemos que añadir aquí.
siempre acompañada del cortejo de las virtudes infusas, como de- Conclusión 3.a En el estado de justicia original Dios ayudaba a nues-
claró expresamente el concilio de Viena al hablar de los efectos tros primeros padres con toda clase de gracias actuales. (Doctrina
del bautismo (D 483) y confirmó más tarde el concilio de Trento cierta en teología.)
hablando de la justificación (D 800).
La razón teológica es muy clara, ya que la gracia santificante 475. Es también una consecuencia necesaria de la simple ele-
es una realidad entitativa, que reside de una manera estática en la vación al estado de gracia. Sin las gracias actuales, que ponen en
esencia misma del alma, divinizándola, pero sin ordenarse por sí 1
Cf. I 95,3.
466 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.5. EL HOMBRE 467
movimiento los hábitos infusos, el h o m b r e sería t a n i m p o t e n t e p a r a Vamos a explicar u n poco m á s este maravilloso d o n p r e t e r n a -
obrar s o b r e n a t u r a l m e n t e como si careciera e n t e r a m e n t e d e ellos. tural, estableciendo, e n forma d e conclusión, la doctrina católica s o -
N o basta poseer u n a espléndida maquinaria para q u e ésta comience b r e el m i s m o .
a funcionar: es indispensable la corriente eléctrica q u e la ponga e n
m o v i m i e n t o . Dios ofreció a nuestros primeros padres todas cuantas Conclusión. E n el estado de justicia original, nuestros p r i m e r o s
gracias actuales necesitaban para vivir e n toda su plenitud y per- padres fueron enriquecidos con el d o n de integridad, en virtud del
fección la vida d e santidad y d e justicia a la q u e graciosamente se cual estaban totalmente i n m u n e s de cualquier concupiscencia
desordenada. (Completamente cierta y próxima a la fe.)
había d i g n a d o elevarles. Solamente el abuso voluntario d e la liber-
tad, derivándose hacia el pecado, podía c o m p r o m e t e r y r o m p e r
477. H e aquí las p r u e b a s :
p o r p a r t e d e l h o m b r e aquella maravillosa a r m o n í a y perfección d e l
estado d e santidad y d e justicia. P o r desgracia, el pecado original _ a) L A SAGRADA ESCRITURA. L a existencia del d o n d e i n t e -
produjo la catástrofe i n c o n m e n s u r a b l e . gridad en nuestros primeros padres se d e s p r e n d e con t o d a claridad
del relato del Génesis:
B. Dones preternaturales
a) ANTES DEL PECADO. «Estaban ambos desnudos, el hombre y su
A d e m á s d e estos magníficos d o n e s sobrenaturales, D i o s a d o r n ó mujer, sin avergonzarse de ello» (Gen 2,25).
a n u e s t r o s p r i m e r o s padres c o n u n a serie d e dones preternaturales
q u e perfeccionaban e n grado sublime la simple naturaleza h u m a n a . b) DESPUÉS DEL PECADO. «Abriéronse los ojos de ambos, y, viendo
L o s principales fueron cinco: integridad, inmortalidad, impasibili- que estaban desnudos, cogieron unas hojas de higuera y se hicieron unos
cinturones» (Gen 3,7).
dad, dominio perfecto sobre los animales y sabiduría insigne. V a -
«Y díjole Dios: ¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Es que
m o s a examinarlos s e p a r a d a m e n t e . has comido del árbol del que te prohibí comer?» (Gen 3,11).
i.° Integridad El a r g u m e n t o q u e d e estos textos p u e d e elaborarse es senci"
476. Consiste este magnífico d o n e n la total inmunidad de con- llísimo. Si antes del pecado n o se avergonzaban d e verse d e s n u d o s
cupiscencia desordenada. E n v i r t u d d e este d o n preternatural, el es p o r q u e estaban totalmente exentos d e cualquier m o v i m i e n t o d e s -
p r i m e r h o m b r e tenía sometida d e tal m o d o su razón superior a o r d e n a d o d e su concupiscencia, como ocurre a c t u a l m e n t e a los n i -
D i o s y sus potencias inferiores a la razón superior, q u e n o podía ños pequeñitos, q u e p o r su inocencia y candor n o se avergüenzan d e
levantarse e n su apetito sensitivo n i n g ú n m o v i m i e n t o d e s o r d e n a d o verse m u t u a m e n t e d e s n u d o s . Y q u e fue el pecado original q u i e n
contra la recta razón 1. les arrebató aquel privilegio maravilloso se ve claramente p o r la
Ello n o q u i e r e decir q u e n o sintiese el apetito concupiscible confusión y vergüenza q u e experimentaron i n m e d i a t a m e n t e d e s p u é s
con relación a las cosas necesarias para la conservación d e su vida de él y p o r la finísima ironía d e la p r e g u n t a d e Dios.
individual (comida) o para la propagación d e la especie (apetito b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. El concilio d e T r e n t o d e -
sexual), sino q u e j a m á s usaría n i podría usar desordenadamente d e finió expresamente q u e la concupiscencia n o es en sí m i s m a v e r d a -
este apetito concupiscible, a m e n o s q u e se rompiera p r e v i a m e n t e d e r o pecado, sino q u e procede del pecado e inclina al pecado. L u e g o ,
la armonía resultante d e la sujeción d e su razón superior a D i o s p r o - si procede del pecado, n o existía antes del pecado. H e aquí las pala-
cedente del d o n d e integridad. Si n o se h u b i e r a p r o d u c i d o esta b r a s m i s m a s del concilio d e T r e n t o :
r u p t u r a , A d á n se h u b i e r a alimentado para conservar su propia vida 2
y se h u b i e r a u n i d o a su mujer para p r o p a g a r la especie, según el «Esta concupiscencia, que alguna vez el Apóstol llama pecado (Rcm 6,
m a n d a m i e n t o del Señor: «Procread y multiplicaos» ( G e n 1,28) -1; I2ss), declara el santo concilio que la Iglesia católica nunca entendió que
pero t o d o ello dentro del más exquisito orden de la razón, sin q u e se llama pecado porque sea verdadera y propiamente pecado en los renacidos,
sino porque procede del pecado y al pecado inclina. Y si alguno sintiese lo
j a m á s p u d i e r a p r o d u c i r s e el m e n o r apetito d e s o r d e n a d o e n contra contrario, sea anatema» (D 792).
de ella.
Q u e el d o n d e integridad es u n d o n preternatural concedido
1
En el lenguaje filosófico se llama razón superior al entendimiento humano en cuanto g r a t u i t a m e n t e al p r i m e r h o m b r e sin q u e lo reclamara la propia
razona o saca sus conclusiones de los principios de la pura razón sin el menor influjo de las
pasiones; por eso tiende siempre hacia arriba, hacia lo noble y elevado. Y recibe el nombre naturaleza h u m a n a , lo declaró expresamente San P í o V al c o n d e n a r
de razón inferior el mismo entendimiento cuando juzga a través de las experiencias de los la proposición 26 d e Bayo, q u e sonaba así:
sentidos y del influjo pasional; por eso tira hacia abajo, hacia lo útil y deleitable para el su-
jeto, sea bueno o malo objetivamente.
2
Volveremos sobre esto al hablar del don de la inmortalidad. «La integridad de la primera creación no fue exaltación indebida de la
3
Volveremos sobre esto más abajo. naturaleza humana, sino condición natural suya» (D 1026).
S.l C.5. EL HOMBRE 469
468 r.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
6
L a existencia d e l d o n p r e t e r n a t u r a l d e integridad es u n a d e d a d . Volveremos sobre esto al hablar d e la naturaleza del pecado
las cosas q u e h a y q u e interpretar en sentido histórico literal, según original en nuestros p r i m e r o s p a d r e s .
expresa declaración d e la Pontificia Comisión Bíblica (cf. D 2123). 2. Inmortalidad
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. A l razonar Santo T o m á s el hecho 478. El h o m b r e es mortal p o r su propia naturaleza, c o m p u e s t a
de q u e el p r i m e r h o m b r e fue creado en gracia, explica a d m i r a b l e - d e alma espiritual y d e cuerpo corruptible. L a corruptibilidad d e
m e n t e la razón d e ser del d o n p r e t e r n a t u r a l d e integridad. E s c u - este ú l t i m o es u n a consecuencia natural, inevitable, d e su propia
chemos sus propias palabras 4 : materialidad. L a materia, en efecto, está formada d e diversos ele-
m e n t o s q u e , al disgregarse, p r o d u c e n n a t u r a l m e n t e la m u e r t e si
«Algunos dicen que el primer hombre no fue creado en gracia, pero se trata d e u n a materia viva. Precisamente la inmortalidad del
que ésta le fue dada antes de pecar, ya que muchos santos sostienen que el
alma proviene d e ser u n a substancia absolutamente simple y espiri-
hombre en el estado de inocencia tuvo la gracia. Pero que fue creado tam-
bién en gracia—como otros sostienen—parece exigirlo la rectitud del estado tual, q u e n o tiene n i n g ú n elemento d e desintegración y, p o r tanto,
primitivo, en el cual, según el sagrado libro del Eclesiastés, «Dios hizo al n o p u e d e morir: es intrínsecamente inmortal h
hombre recto» (Eccl 7,30). Sin e m b a r g o , e n el estado d e justicia original el cuerpo del p r i -
En efecto, esta rectitud consistía en que la razón estaba sometida a m e r h o m b r e fue enriquecido con el d o n p r e t e r n a t u r a l d e la in-
Dios; las facultades inferiores, a la razón, y el cuerpo, al alma. La primera mortalidad. Si A d á n n o hubiera pecado, después d e u n a p e r m a -
sujeción era causa de las otras dos, ya que, en cuanto que la razón permanecía nencia m á s o m e n o s larga en el paraíso terrenal h u b i e r a sido t r a s -
sujeta a Dios, se le sometían a ella las facultades inferiores, como dice San ladado p o r Dios al cielo (visión beatífica), sin pasar p o r el trance
Agustín. Pero es manifiesto que esta sujeción del cuerpo al alma y de las
facultades inferiores a la razón no era natural (sino un don gratuito pre- terrible y doloroso d e la m u e r t e .
ternatural) ; si hubiera sido natural hubiera permanecido después del pecado, V a m o s a estudiar este n u e v o y magnífico d o n , s e n t a n d o e n p r i -
puesto que los dones naturales permanecieron incluso en los demonios. m e r lugar la doctrina católica en forma d e conclusiones.
Por donde aparece claro que la primera sujeción, por la que la razón se
subordinaba a Dios, no era simplemente natural, sino un don sobrenatural Conclusión i, a E n el estado d e justicia original, nuestros p r i m e r o s
de la gracia, ya que el efecto no puede ser superior a la causa. Por eso dice padres A d á n y E v a habían recibido d e Dios el d o n preternatural
San Agustín que, «una vez dada la transgresión del precepto, al instante, de la inmortalidad corporal, q u e perdieron después p o r el pecado
destituida el alma de la gracia divina, se avergonzaron de la desnudez de para sí y para todos sus descendientes. (De fe, expresamente definida.)
su cuerpo, pues sintieron en su carne u n movimiento de rebeldía (la pri-
vación del don de integridad), como pena correspondiente a su desobe- 479. H e aquí las p r u e b a s :
diencia» 5 . Con lo cual se da a entender que si, al abandonar la gracia el a) L A SAGRADA ESCRITURA. Dice expresamente que Dios
alma, desapareció la obediencia del cuerpo al alma, las facultades inferiores a m e n a z ó con la m u e r t e al p r i m e r h o m b r e si q u e b r a n t a b a el p r e -
se sometían anteriormente a ella por la gracia».
cepto q u e le impuso; y q u e , al q u e b r a n t a r l o efectivamente, fulminó
contra él la sentencia c o n q u e le había amenazado:
D e la existencia del d o n d e integridad e n el estado d e ino-
cencia se d e s p r e n d e c o n t o d a claridad y certeza q u e el p r i m e r p e - «Y le dio este mandato: De todos los árboles del paraíso puedes comer;
pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque el día
cado d e n u e s t r o s p r i m e r o s padres (pecado original) n o p u d o ser
que de él comieras, ciertamente morirás» (Gen 2,16-17).
en m o d o alguno u n pecado d e lujuria, n i d e gula, n i d e cualquier «Al hombre le dijo: Por haber escuchado a tu mujer, comiendo del
otra clase d e concupiscencia sensitiva. E l p r i m e r p e c a d o tenía q u e árbol del que te prohibí comer..., con el sudor de tu rostro comerás el
ser forzosamente u n a rebeldía interna contra D i o s , q u e viniera pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella has sido tomado; ya que polvo
a r o m p e r la sujeción d e la razón superior a Dios, p r o d u c i e n d o , eres y en polvo te convertirás» (Gen 3,17-19).
como consecuencia, la r u p t u r a y d e s o r d e n d e las facultades infe-
riores, q u e p o d r í a n ya escapar al perfecto control d e la razón p o r L u e g o la m u e r t e es consecuencia del pecado d e origen y, p o r
la p é r d i d a del d o n d e integridad. M i e n t r a s n o se rompiera la p e r - tanto, antes d e él gozaba el h o m b r e del privilegio d e la inmortali-
fecta sujeción d e la razón superior a Dios era físicamente imposible dad. L o dice expresamente el propio Espíritu Santo p o r boca d e
q u e se d e s m a n d a r a n las pasiones inferiores. E l s e g u n d o pecado d e San Pablo:
A d á n y E v a p u d o ya ser d e gula o d e l u j u r i a — p o r q u e ya estaba rota «Por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte;
la sujeción d e las pasiones a la razón superior-—; p e r o el primero, y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos habían pecado»
o sea el pecado original, d e n i n g u n a m a n e r a p u d o ser u n pecado d e ( R o m 5,12).
concupiscencia, p o r q u e lo impedía en absoluto el d o n d e integri-
<¡ Cf. II-II 163,1; I?4,4ad 1.
1
Hemos expuesto ampliamente la existencia, substancialidad, simplicidad, espiritualidad
4
Cf. I Q5,I. Los paréntesis explicativos son nuestros. e inmortalidad del almaa en otra obra publicada en esta misma colección de la BAC. Cf. Teo-
5 Cf. SAN AGUSTÍN, De chítate Dei I.13 013: ML 41,386. logía de la salvación 2. ed. (Madrid 1959) n,123-132.
470 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.l C.5. EL HOMBRE 471
«Porque como por un hombre vino la muerte, también por un hombre
vino la resurrección de los muertos. Y como en Adán hemos muerto todos, los árboles del paraíso—excepto el árbol del bien y del mal—«para
así también en Cristo somos todos vivificados» (i Cor 15,21-22). q u e le sirvieran d e alimento» ( G e n 1,29). L u e g o es evidente q u e ,
Ya en el libro de la Sabiduría se nos había dicho también que «Dios a pesar del d o n d e inmortalidad, tenía necesidad d e alimentarse
no hizo la muerte» (Sap 1,13), sino que, al contrario, «Dios creó al hombre p a r a conservar su vida.
para la inmortalidad y le hizo a imagen de su naturaleza; mas por envidia b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Santo T o m á s razona esa necesidad
del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le perte-
necen» (Sap 2,23-24). diciendo q u e e n el estado d e inocencia el h o m b r e , además d e su
vida intelectual, tenía una vida vegetativa, q u e necesitaba alimentos.
b) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . L a Iglesia e n s e ñ ó s i e m p r e Cosa q u e n o ocurrirá e n la resurrección d e los cuerpos, puesto q u e
la doctrina d e la conclusión y la definió repetidas veces. H e aquí el alma r e d u n d a r á entonces sobre el cuerpo lo q u e es propio d e
las principales declaraciones dogmáticas d e los concilios: ella como espíritu, esto es, la inmortalidad, q u e afectará a los cuer-
pos d e los buenos y d e los malos, y e n los cuerpos d e los b u e n o s
CONCILIO XVI DE CARTAGO (contra los pelagianos). «Quienquiera que r e d u n d a r á del alma, además d e la inmortalidad, la impasibilidad, la
dijere que el primer hombre, Adán, fue creado mortal, de suerte que tanto gloria y la v i r t u d 3 .
si pecaba como si no pecaba tenía que morir en el cuerpo, es decir, que Santo T o m á s añade q u e si el h o m b r e e n el estado d e inocencia
saldría del cuerpo no por castigo del pecado, sino por necesidad de la natu- n o h u b i e r a q u e r i d o t o m a r alimentos, h u b i e r a pecado, c o m o pecó
raleza, sea anatema» (D 101).
t o m a n d o el alimento prohibido. P u e s e n u n m i s m o m a n d a t o recibió
CONCILIO DE TRENTO. «Si alguno no confiesa que el primer hombre, la o r d e n d e alimentarse d e t o d o árbol del paraíso y d e abstenerse
Adán, al transgredir el mandamiento de Dios en el paraíso, perdió inme- del d e la ciencia del bien y del m a l (ad 3). Privarse del alimento
diatamente la santidad y justicia en que había sido constituido, e incurrió material h u b i e r a sido tentar a Dios, q u e quería servirse d e las
por la ofensa de esta prevaricación en la ira y la indignación de Dios, y, causas s e g u n d a s — e n este caso del alimento material—para o b t e n e r
por tanto, en la muerte con que Dios antes le había amenazado..., sea ana- el resultado intentado con el d o n d e inmortalidad.
tema» (D 788).
«Si alguno afirma que la prevaricación de Adán ie dañó a él solo y no 3. Impasibilidad
a su descendencia... o que sólo transmitió a todo el género humano la muerte 481. E l tercer d o n p r e t e r n a t u r a l q u e recibieron d e Dios n u e s -
y las penas del cuerpo, pero no el pecado, que es muerte del alma, sea ana-
tros p r i m e r o s padres e n el estado d e justicia original fue la impa-
tema» (D 789).
sibilidad. Consiste e n la i n m u n i d a d absoluta d e t o d o dolor o s u -
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. A l e x p o n e r el a r g u m e n t o d e c o n - frimiento del alma y del cuerpo. N i n g u n a perturbación anímica o
veniencia escribe Santo T o m á s 2 : corporal podía alterar e n lo m á s m í n i m o la perfecta felicidad n a -
tural d e q u e gozaban nuestros p r i m e r o s p a d r e s e n el paraíso t e -
«El cuerpo de Adán no era incorruptible por virtud propia, sino por
una fuerza especial impresa por Dios sobrenaturalmente en el alma, que rrenal antes d e su caída e n el pecado.
preservaba al cuerpo de corrupción mientras estuviese unida a Dios. Y esto El d o n d e impasibilidad constituye el gran c o m p l e m e n t o d e los
fue razonablemente dado, ya que como el alma racional excede la propor- dos anteriores. El d o n d e integridad removía del h o m b r e todos los
ción de la materia corporal, fue conveniente que en el principio le fuese obstáculos d e o r d e n moral q u e p o d í a n impedirle la vida sobrena-
dada una virtud por la cual pudiera conservar el cuerpo más allá de lo que tural d e la gracia. P o r el d e inmortalidad desaparecía el peligro d e
correspondía a su naturaleza material». m u e r t e , c o n la consiguiente separación e n t r e el alma y el cuerpo.
Era conveniente, además, q u e el h o m b r e estuviera t a m b i é n exento
Al contestar a u n a objeción advierte el D o c t o r Angélico q u e de t o d o dolor o perturbación orgánica o psicológica, interna o
«la v i r t u d d e preservar al cuerpo d e la corrupción n o era natural al externa, para q u e su u n i ó n c o n Dios p u d i e r a desarrollarse e n p e r -
alma, sino u n d o n d e la gracia» (ad 3). Esta doctrina fue confirma- fecta p a z y serena t r a n q u i l i d a d ; y e n esto consiste, precisamente,
da p o r San P í o V al condenar la proposición 78 d e Bayo, q u e s o - el d o n d e impasibilidad, q u e vamos a exponer b r e v e m e n t e .
naba así: «La inmortalidad del p r i m e r h o m b r e n o era beneficio
d e la gracia, sino condición natural» ( D 1078). Conclusión. E n el estado d e justicia original, nuestros p r i m e r o s
padres recibieron d e Dios el don preternatural de impasibilidad, e n
a
Conclusión 2. A pesar del d o n d e Inmortalidad, el p r i m e r h o m b r e virtud del cual estaban totalmente exentos d e todo dolor corporal
necesitaba alimentos p a r a conservar su vida corporal. (Sentencia o sufrimiento m o r a l y gozaban d e u n a perfectísima felicidad
común entre los teólogos.) natural d e alma y cuerpo. (Doctrina cierta y común.)
482. Esta conclusión n o está expresamente definida p o r la
480. H e aquí las p r u e b a s :
Iglesia, pero es doctrina cierta y es admitida c o m ú n m e n t e p o r t o d o s
a) L A SAGRADA ESCRITURA. Consta expresamente que Dios los teólogos católicos. H e aquí las razones e n q u e se apoya:
d i o al h o m b r e la potestad d e comer los frutos d e la tierra y d e t o d o s 3 Cf. I 97,3.
.? Cf. 197,1.
472 r.lll. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.l C.5. EL HOMBRE 473
a) L A SAGRADA ESCRITURA. N O lo dice expresamente, p e r o
lo insinúa c o n suficiente claridad al decir q u e Dios p u s o al p r i m e r bien futuro que se poseerá a su debido tiempo, como el deseo y la esperanza
h o m b r e en u n paraíso d e deleites, d o n d e i n d u d a b l e m e n t e se sentía tranquilos que no causan aflicción, se dieron en el estado de inocencia.
Sin embargo, se dieron en él de modo distinto que en nosotros. Porque
p l e n a m e n t e feliz:
en nosotros el apetito sensitivo, en el cual residen todas las pasiones, no
«Plantó luego Yavé Dios un jardín en Edén, al oriente, y allí puso al está totalmente sometido a la razón; por lo cual a veces las pasiones previe-
hombre a quien formara. Hizo Yavé Dios brotar en él de la tierra toda nen el juicio de la razón o lo impiden, y otras veces siguen al mismo, en cuanto
clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar, y el árbol de la que el apetito sensitivo obedece en cierto modo a la razón. En el estado de
vida, y en medio del jardín el árbol de la ciencia del bien y del mal. Salía inocencia, en cambio, el apetito inferior estaba totalmente sometido a la
razón, y por ello no se daban más que pasiones consiguientes al juicio de la
de Edén un río que regaba el jardín, y de allí se partía en cuatro brazos»
razón».
( G e n 2,8-10).
San A g u s t í n describe con acentos líricos la felicidad p a r a d i -
L a sentencia c o n q u e Dios condena al p r i m e r h o m b r e al tra-
síaca d e nuestros primeros padres e n el estado d e justicia original:
bajo y al dolor en castigo d e su pecado viene a confirmar q u e ,
«Vivía el hombre—escribe en su magnífica obra La ciudad de Dios 2 —en
antes d e su caída, estaba t o t a l m e n t e exento del dolor:
el paraíso como quería, mientras quiso lo que Dios mandaba; vivía gozando
«Al hombre le dijo: Por haber escuchado a tu mujer, comiendo del de Dios, con cuyo bien era bueno; vivía sin necesidad de cosa alguna, estando
árbol del que te prohibí comer, diciéndote: No comas de él, por ti será en su potestad el poder vivir siempre. Abundaba la comida para que no
maldita la tierra; con trabajo comerás de ella todo el tiempo de tu vida; tuviese hambre, y la bebida para que no tuviese sed. Tenía a mano el árbol
te dará espinas y abrojos, y comerás de las hierbas del campo. Con el sudor de la vida para que no le consumiese la senectud. Nada de corrupción en
de tu rostro comerás el pan» (Gen 3,17-19). su cuerpo, ni por el cuerpo sentía alguna especie de molestia. Ninguna
intrínseca enfermedad, ningún temor de herida extrínseca. Gozaba de
salud perfecta en el cuerpo y de admirable serenidad y paz en el alma.
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. A u n q u e n o lo h a definido Y así como en el paraíso no hacía frío ni calor, así para los que en él vivían
directamente, lo indica c o n suficiente claridad e n el siguiente ca- no había objeto que, por deseado o temido, alterase su buena voluntad.
n o n del concilio d e T r e n t o : No había cosa melancólica y triste, nada vanamente alegre. El gozo perpetuo
provenía de Dios, al cual tendía la caridad de un corazón puro, la buena
«Si alguno afirma que la prevaricación de Adán le dañó a él solo y no conciencia, la fe sincera. La sociedad conyugal entre el hombre y la mujer
a su descendencia... o que sólo transmitió a todo el género humano la procedía de la fidelidad de su amor honesto, de la concordia de la mente, de
muerte y las penas del cuerpo, pero no el pecado, que es muerte del alma, la guarda sin esfuerzo de los preceptos de Dios. No existía cansancio que
sea anatema» (D 789). molestase al ocio, ni sueño que asaltase contra la voluntad».
L u e g o las penas del cuerpo son castigo del pecado y, p o r lo
4. D o m i n i o perfecto sobre los animales
mismo, antes del pecado n o existían e n el p r i m e r h o m b r e .
L a Comisión Bíblica declaró q u e u n a d e las cosas q u e d e b e n O t r o d o n preternatural del p r i m e r h o m b r e , del q u e nos habla
interpretarse histórica y literalmente del relato bíblico d e la crea- expresamente la divina revelación, es el del dominio perfecto q u e
ción es «la felicidad original d e los p r i m e r o s padres en el estado d e ejercía sobre todos los animales. Vamos a estudiarlo b r e v e m e n t e .
justicia, integridad e inmortalidad» ( D 2123).
Conclusión. E l p r i m e r h o m b r e recibió de Dios el privilegio p r e -
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c u c h e m o s el magnífico razona- ternatural de u n perfecto dominio sobre todos los animales. (Doc-
m i e n t o d e Santo T o m á s al contestar a la p r e g u n t a d e si en el p r i - trina cierta y común.)
m e r h o m b r e existieron las pasiones, u n a d e las cuales es el dolor,
opuesto al d o n d e impasibilidad *: 483. H e aquí las p r u e b a s :

«Las pasiones del alma residen en el apetito sensitivo, cuyo objeto es a) L A SAGRADA ESCRITURA. L O dice e x p r e s a m e n t e en el r e -
el bien (apeteciéndolo) y el mal (rechazándolo). De ahí que unas pasiones lato d e la creación:
del alma se ordenen al bien—tales como el amor y el gozo—y otras al
«Díjose entonces Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y seme-
mal, como el temor y el dolor. Y como en el estado primitivo no había ni
janza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo,
amenazaba ningún mal ni faltaba ningún bien cuya posesión pudiera sobre los ganados y sobre todas las bestias de la tierra y sobre cuantos ani-
desear entonces la voluntad recta—según dice San Agustín—, de ahí que males se mueven sobre ella» (Gen 2,26).
las pasiones que se refieren al mal, como el temor, dolor y otras semejantes, «Y les bendijo Dios, diciéndoles: Procread y multiplicaos y henchid la
no se dieran en Adán; ni tampoco las que se refieren al bien no poseído y que tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo
se va a poseer, como el deseo ardiente. Pero las pasiones que pueden refe- y sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra»
rirse al bien presente, como son el gozo y el amor, y las que se refieren a un (Gen 2,28).
1 I 95,2; cf. I 97,2. 2
SAN AGUSTÍN, De chítate De: I.14 c.26: M L 41,434.
S.l C.5. EL H0MBKE 475
474 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR

b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Santo Tomás dedica a explicar este porque, estando todos ellos dotados de libertad, unos podían esfor-
privilegio toda una cuestión dividida en cuatro artículos l. He aquí zarse más que otros en el ejercicio de la virtud y de la ciencia y
las principales conclusiones a que llega el Angélico Doctor: sobresalir, por lo mismo, sobre los menos esforzados (a.3 c et ad 3).
i . a El primer hombre en el estado de inocencia dominaba 6. a En el estado de inocencia—si el hombre hubiera perseve-
perfectamente a los animales, porque en el estado de inocencia rado en él—-hubiera existido la triple sociedad entre los hombres:
nada se oponía a la sujeción natural de las cosas inferiores a las la doméstica, para conservar el matrimonio, instituido por el mismo
superiores y el hombre es por naturaleza superior a los animales. Dios en el paraíso como contrato natural; la civil, para dirigir al
De donde se deduce que este dominio sobre los animales es natural bien común la vida y acciones de los ciudadanos, y la religiosa,
al hombre, por cuya razón dice el mismo Aristóteles que la caza para tributar a Dios el culto público (cf. a.4).
de los animales silvestres es justa y natural, pues por ella el hom- 5. Sabiduría insigne
bre se apropia de lo que naturalmente le corresponde (a.i).
2. a No es verdad que en el estado de inocencia las fieras o 484. Los cuatro dones preternaturales que acabamos de estu-
animales salvajes fueran mansos y pacíficos, puesto que el pecado diar, o sea los de integridad, inmortalidad, impasibilidad y dominio
del hombre no cambió la naturaleza de los animales. Pero esto no perfecto sobre los animales, les fueron dados a nuestros primeros
limitaba el perfecto dominio del hombre sobre ellos, como tampoco padres con derecho a transmitirlos a todos sus descendientes por
limita ahora al dominio de Dios, cuya providencia dirige todo esto. vía de generación natural, lo mismo que los dones sobrenaturales
En virtud de aquel privilegio preternatural, el hombre hacía las de que hemos hablado más arriba; y así hubiera sucedido si no se
veces de ministro de la divina Providencia, y por eso le obedecían hubiera producido la catástrofe del pecado original.
todos los animales como ahora le obedecen los domésticos (a.i Pero, además de todos estos dones comunes a toda la huma-
ad 2 et ad 4). nidad, el primer hombre recibió otro magnífico don a título per-
3. a En el estado de inocencia el hombre no necesitaba de los sonal e intransferible, como maestro y cabeza de toda la huma-
animales para subvenir a las necesidades corporales; ni para sus nidad. Este don, de tipo francamente preternatural, fue el de una
vestidos, pues estaba desnudo y no había en él ningún movimiento ciencia y sabiduría excelentísimas que recibió en el instante mismo
desordenado en su concupiscencia; ni para alimento, pues comía de su creación por infusión directa de Dios. Vamos a examinar
de los árboles del paraíso; ni como vehículo, pues su cuerpo poseía brevemente este nuevo don de Dios a la persona de Adán.
la suficiente resistencia. Pero necesitaba su presencia para conocer Conclusión. El primer hombre, Adán, recibió a título personal e
sus naturalezas, como lo muestra el hecho de que Dios presentó intransferible, como maestro de toda la humanidad, una ciencia
a Adán los animales para que les impusiera los nombres, que y sabiduría excelentísima, infundida por Dios en el instante mismo
designan su naturaleza (a.i ad 3). de su creación. (Doctrina común entre ios teólogos.)
4. a El hombre en el estado de inocencia tenía y ejercía pleno
dominio sobre las plantas y las cosas inanimadas, no por vía de 485. He aquí las pruebas:
imperio o de inmutación, sino utilizándolas libremente y sin im- a) L A SAGRADA ESCRITURA. Lo insinúa con la suficiente cla-
pedimento alguno (a. 2). ridad en el siguiente texto del Génesis:
5. a Si el primer hombre no hubiera pecado.no por eso sus
«Y Yavé Dios trajo ante el hombre todos cuantos animales del campo y
descendientes hubiesen sido todos iguales, sino que algunos hubie- cuantas aves del cielo formó de la tierra, para que viese cómo los llamaría,
sen ejercido cierto dominio sobre los otros; no un dominio de pro- y fuese el nombre de todos los vivientes el que él les diera. Y dio el hombre
piedad o despótico—como el dueño utiliza al esclavo para su pro- nombre a todos los ganados, y a todas las aves del cielo, y a todas las bes-
pia utilidad—, sino un dominio de gobierno, como se gobierna a tias del campo» (Gen 2,19-20).
los hijos para utilidad de éstos. La razón es porque unos hombres
hubieran sido más perfectos que otros, no sólo corporalmente Lo cual supone, indudablemente, una gran ciencia infusa en
(por el sexo, robustez, edad, hermosura, etc.), sino incluso espiri- Adán, ya que no había tenido tiempo de adquirirla con su propio
tualmente (talento, santidad, etc.), y es muy justo y razonable que esfuerzo y experiencia.
los más perfectos rigieran y gobernaran a los menos perfectos b) LA RAZÓN TEOLÓGICA. Santo Tomás lo razona del siguiente
(a-3 y 4)- modo h
La causa de esta diversidad vendría en parte de Dios (v.gr.,
creando los diversos sexos y dotando a algunos hombres de dones «En el orden natural lo perfecto es anterior a lo imperfecto, como, por
ejemplo, el acto es anterior a la potencia, puesto que lo que está en potencia
más excelentes que a otros para mostrar así la belleza y armonía no pasa al acto sino por un ser en acto. Y puesto que las cosas fueron crea-
del orden entre los hombres) y en parte de los mismos hombres,
1
I 94,3-
1 Cf. 196,1-4.
476 P.1II. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.5. EL HOMBRE 477
das en un principio por Dios, no sólo para que existieran, sino también t r a n s m i t i d o a sus descendientes la naturaleza h u m a n a y los dones
para que fuesen principios de otras, por eso fueron producidas en estado propios del estado de inocencia si n o se hubiera p r o d u c i d o la ca-
perfecto, conforme al cual pudieran ser principio de otras. tástrofe del pecado original.
Pero el hombre puede ser principio de los demás, no sólo por la gene-
ración corporal, sino también por la instrucción y el gobierno. De ahí que A. T r a n s m i s i ó n d e la naturaleza
el primer hombre, así como fue producido en estado perfecto en su cuerpo
para poder en seguida engendrar, también fue hecho perfecto en cuanto a Vamos a establecer en u n a conclusión la doctrina teológica
su alma, para que pudiera instruir y gobernar a los otros. c o m ú n m e n t e admitida p o r los teólogos católicos.
Pero nadie puede instruir sin poseer ciencia. Por lo mismo, el primer
hombre fue creado por Dios en tal estado que tuviera la ciencia de todo Conclusión. E n el estado de inocencia se hubiera transmitido la
aquello en que el hombre puede ser instruido. Esto es, todo lo que existe naturaleza h u m a n a p o r generación natural, exactamente igual que
virtualmente en los principios evidentes por sí mismos, o sea todo lo que el ahora; pero el acto generador hubiera estado e n t e r a m e n t e regulado
hombre puede conocer naturalmente. p o r la razón, sin el m e n o r desorden pasional. (Doctrina cierta y
Ahora bien: para el gobierno propio y el de los demás, no sólo es nece- común entre los teólogos.)
sario el conocimiento de las cosas que pueden saberse naturalmente, sino
también las que superan el conocimiento natural, ya que la vida humana 486. L a p r i m e r a p a r t e de la conclusión p u e d e p r o b a r s e con
se ordena a un fin sobrenatural, del mismo modo que nosotros, para gober- t o d a certeza p o r la m i s m a Sagrada Escritura. Al presentar Dios al
nar nuestra vida, necesitamos conocer las cosas de la fe. Por ello el primer p r i m e r h o m b r e la p r i m e r a mujer, la p r i m e r a palabra q u e p r o n u n c i ó
hombre recibió tanto conocimiento de estas cosas sobrenaturales cuanto le sobre ellos fue ésta: «Procread y multiplicaos» ( G e n 1,28). C o n
era necesario para el gobierno de la vida humana en aquel estado. ellas instituyó Dios el m a t r i m o n i o como contrato natural y les
Las demás cosas que ni por industria natural pueden conocerse ni son o r d e n ó q u e propagaran la especie. Y t o d o ello en pleno estado de
necesarias para el gobierno de la vida humana, no las conoció el primer
hombre. Tales son los pensamientos de los hombres, los futuros contingen- inocencia, o sea antes de q u e A d á n y E v a cometieran el pecado
tes y algunas cosas singulares; por ejemplo, el número de piedrecitas que original.
existen en el fondo de los ríos y otras cosas semejantes». A l razonar Santo T o m á s la p r i m e r a p a r t e de la conclusión
dice q u e la generación es el procedimiento natural para la propaga-
E n la solución de las dificultades advierte el D o c t o r Angélico ción de la especie, y, por tanto, en el estado de inocencia se h u b i e r a
lo siguiente: p r o p a g a d o la especie h u m a n a por generación natural, exactamente
igual q u e ahora. D e lo contrario—o sea si sólo después del pecado
i.° El p r i m e r h o m b r e poseyó la ciencia de todas las cosas
h u b i e r a n p o d i d o propagarse los h o m b r e s — , habría q u e decir q u e el
m e d i a n t e especies inteligibles infundidas p o r Dios. N o obstante,
pecado era necesario para obtener este gran bien de la propagación
esta ciencia n o fue específicamente distinta d e la nuestra, como
del género h u m a n o . Dios se sirve de las causas segundas en t o d o
t a m p o c o los ojos q u e Cristo dio al ciego d e nacimiento son dis-
c u a n t o éstas p u e d e n hacer según su naturaleza. P o r eso q u i e r e
tintos específicamente de los ojos naturales (ad i ) .
valerse del h o m b r e para la propagación n a t u r a l del cuerpo h u m a n o ,
2. 0 A d á n , como p r i m e r h o m b r e , debía poseer alguna perfec-
reservándose D i o s ú n i c a m e n t e la creación del alma h u m a n a en
ción q u e n o poseen los d e m á s (ad 2).
cada individuo particular, ya q u e esto escapa en absoluto al p o d e r
3. 0 A d á n n o h u b i e r a progresado en la ciencia de los objetos
de las criaturas L
naturales en c u a n t o al n ú m e r o de cosas sabidas, sino en c u a n t o al
E n cuanto a q u e el acto generador h u b i e r a estado e n t e r a m e n t e
m o d o de saber; p o r q u e lo q u e sabía intelectualmente p o r divina
infusión lo h u b i e r a sabido d e s p u é s p o r experiencia. E n c u a n t o a sometido y regulado p o r la razón, sin n i n g ú n d e s o r d e n pasional,
las verdades sobrenaturales, h u b i e r a progresado t a m b i é n en su n ú - es u n a simple consecuencia del d o n p r e t e r n a t u r a l de integridad,
m e r o m e d i a n t e nuevas revelaciones, al igual q u e los ángeles p r o - q u e , como ya vimos, tenía precisamente p o r finalidad someter las
gresan p o r nuevas iluminaciones (ad 3). pasiones inferiores al perfecto control de la razón y ésta al o r d e n
establecido por Dios. L o cual n o significa q u e h u b i e r a d i s m i n u i d o
en n a d a el deleite sensible de aquel acto, «pues la intensidad de éste
ARTÍCULO 5 •—escribe Santo T o m á s — e s t a n t o mayor cuanto m á s p u r a es la
naturaleza y el cuerpo m á s sensible» 2 , sino q u e t o d o ello h u b i e r a
TRANSMISIÓN DE LA NATURALEZA Y DE LA
estado perfectamente controlado y regulado por la recta razón, sin
JUSTICIA ORIGINAL
n i n g ú n afecto pasional desordenado. «Por esto, en el estado de ino-
A n t e s de estudiar las cuestiones relativas al p e c a d o original, q u e cencia—afirma de n u e v o Santo T o m á s — l a continencia n o h u b i e r a
dio al traste con todos los dones sobrenaturales y preternaturales sido virtud, p u e s si lo es ahora n o es p o r lo q u e tiene de infecunda,
q u e el p r i m e r h o m b r e había recibido de Dios en el estado de ino-
1 Cf. I 98,1c y a r g u m e n t o sed contra.
cencia, vamos a examinar b r e v e m e n t e d e q u é m o d o A d á n h u b i e r a 2 Cf. I 98,2 ad 3.
478 P.III. DIOS CREADOR Y COBERNADOR S.l C.5. EL HOMBRE 479
sino p o r la victoria sobre la sensualidad desordenada, q u e n o p o - de una errata en la operación natural, que no podía darse en el estado de
día darse en el estado d e inocencia» 3 . inocencia. Sólo en los accidentes puramente individuales (como el de la sa-
Santo T o m á s añade q u e los n i ñ o s en el estado d e inocencia biduría de Adán, los rasgos de la fisonomía, etc.) no se cumple esta seme-
h u b i e r a n nacido c o n la p e q u e n e z y debilidad corporal c o n q u e janza. Ahora bien: la justicia original, en la que fue creado el primer hom-
bre, era un accidente de la naturaleza específica, no causado por los mismos
n a c e n ahora. P o r q u e e n aquel estado el h o m b r e nacería, p e r o n o
principios específicos (que son puramente naturales), sino por un don infun-
moriría; y, p o r lo m i s m o , n o h a y inconveniente e n q u e se dieran dado por Dios a toda la naturaleza. Y esto es evidente, porque las cosas
las imperfecciones naturales inherentes a la generación y a la i n - opuestas están en un mismo género, y es un hecho que el pecado original
fancia, q u e se o r d e n a n a la vida, a u n q u e n o p u d i e r a n darse las d e —opuesto a la justicia original—fue un pecado de la naturaleza humana, y
la vejez, q u e acercan a la m u e r t e 4 . por eso se transmite de padres a hijos; luego, por la misma razón, también
se hubiera transmitido de padres a hijos la justicia original».
B. T r a n s m i s i ó n d e la justicia original
A l contestar a la objeción d e q u e , siendo la gracia u n a realidad
C o m o d e c o s t u m b r e , vamos a exponer en forma d e conclu- sobrenatural, q u e n o p u e d e , p o r lo m i s m o , transmitirse p o r la gene-
siones breves y sencillas la doctrina c o m ú n m e n t e admitida p o r los ración natural, Santo T o m á s r e s p o n d e q u e los dones sobrenaturales
teólogos católicos. n o los transmitiría el h o m b r e p o r su propia v i r t u d o c o m o autor
d e los m i s m o s — c o m o t a m p o c o t r a n s m i t e el alma h u m a n a , q u e es
Conclusión i." Si A d á n n o hubiera pecado, hubiera transmitido a sus
descendientes todos los dones sobrenaturales y preternaturales del creada en cada caso p o r Dios al infundirla en el c u e r p o — , sino q u e
estado d e justicia original, excepto el d e la sabiduría insigne, q u e serían infundidos p o r el m i s m o D i o s e n cada u n o d e los h o m b r e s
era estrictamente personal. (Completamente cierta y próxima a la fe.) j u n t a m e n t e con el alma r a c i o n a l 6 .

487. H e aquí las p r u e b a s : Conclusión 2. a N o obstante, los descendientes d e A d á n inocente


n o hubieran nacido confirmados en gracia, sino q u e hubieran
a) L A SAGRADA ESCRITURA. C o n s t a en ella c o n toda claridad podido pecar. (Sentencia más probable y casi común.)
q u e la p é r d i d a d e la justicia original se d e b i ó al pecado d e n u e s -
tros p r i m e r o s p a d r e s , cuyas consecuencias afectaron a todos los 488. Sobre esto h u b o a n t i g u a m e n t e diversidad d e opiniones
h o m b r e s (cf. G e n 3,6ss; T o b 5,12; E p h 2,3, etc.). L u e g o sin el e n t r e los teólogos y algunos Santos Padres.
pecado original los h o m b r e s h u b i e r a n disfrutado d e aquellos dones a) San A n s e l m o , m o v i d o p o r el principio d e q u e el bien es
inherentes al estado d e inocencia. m á s poderoso q u e el m a l , opinaba q u e , si A d á n n o h u b i e r a pecado,
naceríamos todos confirmados en gracia, así como ahora, p o r h a -
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. C o m o ya v i m o s y v e r e m o s berlo cometido, n a c e m o s t o d o s en pecado. P e r o este a r g u m e n t o n o
m á s a m p l i a m e n t e al estudiar el pecado original e n el capítulo si- vale, como v e r e m o s en seguida.
guiente, la Iglesia definió e x p r e s a m e n t e e n el concilio d e T r e n t o b) Escoto viene a decir q u e , a u n q u e los niños n o h u b i e r a n
q u e el pecado d e A d á n n o le afectó a él solo, sino t a m b i é n a todos nacido confirmados en gracia, nadie h u b i e r a pecado d e hecho, p u e s
sus descendientes, p u e s «perdió para sí y p a r a nosotros la santidad Dios sólo h u b i e r a creado a los elegidos para el cielo. P e r o esta
y justicia recibida d e Dios» ( D 789). L u e g o sin el pecado d e A d á n afirmación es e n t e r a m e n t e gratuita y n o consta en n i n g u n a parte.
t o d o el género h u m a n o h u b i e r a disfrutado d e la justicia original, c) San A g u s t í n , Sant<| T o m á s y la inmensa mayoría d e los
con todos los d o n e s d e gracia y naturaleza q u e llevaba consigo. teólogos d e todas las escuelas defienden la doctrina q u e h e m o s
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. C o m o ya dijimos m á s arriba, A d á n recogido en la conclusión. E s c u c h e m o s el sereno razonamiento del
n o recibió los d o n e s d e la justicia original c o m o individuo par- Doctor Angélico7:
ticular—excepto el d e la sabiduría insigne—, sino como cabeza de «No parece posible que los niños en el estado de inocencia nacieran con-
todo el género humano. F u e r o n u n regalo espléndido d e D i o s a toda firmados en gracia. Porque es manifiesto que los niños, al nacer, no po-
la naturaleza humana y, p o r lo m i s m o , tenían carácter hereditario seerían una perfección superior a la de sus padres en el momento de engen-
en v i r t u d d e esta expresa ordenación d e D i o s a t o d o el género drarlos. Ahora bien: los padres al engendrar a sus hijos no estarían confir-
h u m a n o . E s c u c h e m o s el razonamiento teológico d e Santo T o m á s 5 : mados en gracia, puesto que esta confirmación sólo la alcanza la criatura
racional en la clara visión de Dios (visión beatífica), a cuya visión no puede
«Según la naturaleza, el hombre engendra un ser específicamente seme- el hombre sustraerse; ya que, siendo Dios la misma bondad infinita, no
jante. Luego cuantos accidentes lleve consigo la naturaleza de la especie es puede el hombre apetecer nada contra ella, sino únicamente en orden a
preciso que se encuentren en los hijos lo mismo que en los padres, a menos ella, con lo cual se hace imposible el pecado. Esto es lo que ocurre de ley
ordinaria, aunque por un privilegio especial—como el que recibió la Vir-
3 Ibid.
* Cf. I 99,1 ad 4- 6
Cf. I 100,1 ad 2.
5 Cf. I 100,1. Los paréntesis explicativos son nuestras. ' Cf. 100,2.
480 P.III. DIOS CREADOR Y COBERNADOB S.l C.5. EL HOMBRE. 481

gen María—puede suceder de otro modo. Pero si Adán hubiera alcanzado «El primer pecado corrompió la naturaleza humana con un desorden
la bienaventuranza de la visión beatifica antes de engendrar a sus hijos, hu- que pertenece a la misma naturaleza; en cambio, los otros pecados la co-
biera quedado espiritualizado en su inteligencia y en su cuerpo y hubiera rrompen con un desorden que pertenece a la persona únicamente I 2 .
terminado su vida animal y genésica (como ocurre a los bienaventurados N i vale decir—como algunos teólogos—que «nadie p u e d e d a r lo
en el cielo). Luego es claro que los niños en el estado de inocencia no hu- q u e n o tiene», y, p o r lo m i s m o , el q u e estuviera destituido d e la
bieran nacido confirmados en gracia». justicia original n o podría transmitírsela a nadie. Este a r g u m e n t o
n o tiene valor alguno, p o r q u e , como ya h e m o s visto en la p r i m e r a
A l a r g u m e n t o de San A n s e l m o d e q u e el bien es m á s poderoso conclusión, ni siquiera el propio A d á n inocente h u b i e r a t r a n s m i t i d o
q u e el m a l contesta Santo T o m á s diciendo q u e así como el pecado
a sus hijos la justicia original p o r su propia v i r t u d o como autor
original n o nos arrastra ahora al pecado de m a n e r a t a n irresistible
de la misma, sino ú n i c a m e n t e <la naturaleza humana—y m á s exac-
q u e n o p o d a m o s volver a la gracia, p u e s esto es p r o p i o d e los con-
t a m e n t e el cuerpo h u m a n o p o r vía de generación n a t u r a l — , a cuya
denados, t a m p o c o la justicia original de n u e s t r o s p r i m e r o s padres
naturaleza h u b i e r a añadido Dios los dones gratuitos de la justicia
nos h u b i e r a confirmado d e tal m a n e r a en la gracia q u e n o p u d i é -
original al crear e infundir el alma en el cuerpo. Por consiguiente,
r a m o s pecar, p u e s esto es p r o p i o de lq£ b i e n a v e n t u r a d o s . L u e g o su
el pecado personal de cualquier otro h o m b r e n o podría c o m p r o -
a r g u m e n t o n o concluye 8 .
m e t e r estos dones en sus descendientes, sino ú n i c a m e n t e el pecado
Conclusión 3 . a A u n q u e alguno de los descendientes de A d á n hubiera de A d á n , q u e , como cabeza de toda la h u m a n i d a d , afectaba a
pecado, h u b i e r a transmitido a sus hijos la justicia original. (Senten- toda la naturaleza humana en cuanto tal.
cia mucho más probable.)
Conclusión 4. a E n el estado de justicia original, los niños n o h u b i e r a n
489. L a razón es p o r q u e , como ya h e m o s dicho, la justicia nacido con la ciencia de A d á n , ni siquiera con el uso de razón,
original fue u n d o n d e D i o s a la naturaleza humana en la persona sino que lo hubieran ido adquiriendo poco a poco, a u n q u e con
de A d á n como cabeza de toda la humanidad. Por consiguiente, sola- m u c h a m á s facilidad que en el estado actual de la naturaleza.
(Sentencia cierta y común.)
m e n t e él, como cabeza y r e p r e s e n t a n t e de toda la h u m a n i d a d ,
podía perderla para sí y para todos sus descendientes. El pecado 490. Q u e los niños n o h u b i e r a n nacido con la p l e n i t u d d e
de cualquier otro h o m b r e — e incluso el d e la m i s m a Eva, como dice ciencia de A d á n es u n a simple consecuencia del carácter estricta-
expresamente Santo T o m á s — l e s h u b i e r a afectado ú n i c a m e n t e a m e n t e personal q u e t u v o para A d á n aquel d o n p r e t e r n a t u r a l de
ellos como personas particulares; pero la naturaleza h u m a n a h u b i e - insigne sabiduría, como vimos m á s arriba. E s c u c h e m o s a Santo
ra q u e d a d o intacta y, p o r lo m i s m o , h u b i e r a conservado e n t o d o s Tomás 13:
sus hijos los privilegios sobrenaturales y preternaturales con q u e
quiso Dios adornarla. «El tener la plenitud de la ciencia era algo peculiar del primer padre y
ajeno a su naturaleza, pues se le daba para ser padre y educador de todo el
H e aquí algunos textos de Santo T o m á s exponiendo esta d o c - género humano. En este aspecto sus hijos no se |g asemejaban, sino sólo en
trina: aquello que le era natural o gratuitamente añadido a la naturaleza».
«Si Adán no hubiese pecado, aunque pecara Eva, no tendríamos pecado N i siquiera h u b i e r a n t e n i d o los n i ñ o s d e s d e el principio el uso
original; en cambio, si hubiese pecado sólo Adán, sin pecar Eva, lo tendría- de razón; pues, c o m o es sabido, el uso d e la razón d e p e n d e en
mos igual que ahora» 9 . cierto m o d o de las potencias sensitivas, hasta tal p u n t o , q u e , i m -
«El don de la justicia original era un don concedido a toda la naturaleza p e d i d o el sentido y ligadas las potencias sensitivas internas, el
humana en el primer hombre. Eso lo perdió el primer hombre por su primer pe-
h o m b r e n o tiene perfecto uso d e razón, c o m o sucede al d o r m i r
cado. Luego, así como la justicia original se hubiese transmitido a los des-
cendientes por vía de generación junto con la naturaleza, así ahora se trans- o en los frenéticos. A h o r a bien, esas potencias sensitivas se van
mite la naturaleza con el desorden original. En cambio, los otros pecados desarrollando en los niños poco a poco hasta alcanzar el grado su-
de los primeros padres y los de los padres próximos no corrompen la naturaleza ficiente para el perfecto uso d e razón, y esto m i s m o h u b i e r a ocu-
en cuanto tal, sino en lo que tiene de personal, es decir, en la inclinación al rrido en el estado de inocencia. Sin embargo, los niños inocentes
pecado. Luego los demás pecados no se transmiten» I 0 . h u b i e r a n llegado al uso de razón de m a n e r a m á s rápida y per-
«En Adán el pecado original, que es un pecado de naturaleza, se derivó fecta q u e en el estado a c t u a l 1 4 ; y, ya desde el p r i m e r m o m e n t o ,
de su pecado actual, que es un pecado personal, porque en él la persona h u b i e r a n sabido t o d o lo q u e les pertenecía saber según su actual
corrompió a la naturaleza; y en virtud de esta corrupción el pecado del pri-
mer hombre pasó a sus descendientes, en los cuales la naturaleza corrom- edad, estado y condición. D e las d e m á s cosas h u b i e r a n t e n i d o
pida corrompe a la persona» n . simple nesciencia, n o ignorancia p r o p i a m e n t e dicha, q u e consiste,
como es sabido, en la privación d e la ciencia debida en u n deter-
s Cf. I 100,2 ad 3 . m i n a d o t i e m p o 1S.
» Cf. I I I 81,5.
10 Cf. I-II 81,2. 14 15
»i Cf. III 8,5 ad 1. 12 Cf. I-II 81,2 ad 3. 13 Cf. 1101,1 ad 1. Cf. I 101,2. Cf. 1101,1 ad a.
Dios y su obro Vf
,482 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR 8.1 C.6. EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS 4SS

q u e viniera a r o m p e r aquella maravillosa a r m o n í a d e todas sus


CAPÍTULO 6 t e n d e n c i a s y facultades hacia D i o s .
Q u e d a b a , sin e m b a r g o , u n p u n t o vulnerable e n la naturaleza
EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS h u m a n a : la libertad. D i o s creó al h o m b r e perfectamente libre, y
491. L a Sagrada Escritura n o s dice claramente q u e aquel es- a u n q u e la verdadera, absoluta y o m n í m o d a libertad excluye la p o -
tado sublime en q u e D i o s había colocado al p r i m e r h o m b r e para sibilidad del pecado—tal es la libertad d e D i o s y d e los b i e n a v e n t u -
q u e fuera el p a t r i m o n i o d e todos sus hijos se vino estrepitosamente rados, q u e n o pueden pecar p r e c i s a m e n t e p o r q u e son libérrimos y
abajo p o r la espantosa catástrofe del pecado original, cuyas conse- el p e c a d o n o es otra cosa q u e u n defecto y privación d e libertad—,
cuencias h a b í a n d e afectar, inevitablemente, a toda la h u m a n i d a d sin e m b a r g o , la libertad del h o m b r e viador—o sea, m i e n t r a s p e r -
pecadora p r o c e d e n t e del p r i m e r h o m b r e pecador. m a n e c e e n este m u n d o — t i e n e el triste privilegio d e p o d e r s e d e s -
viar hacia el pecado, p r e c i s a m e n t e p o r q u e es u n a libertad imper-
V a m o s a examinar con la m á x i m a a m p l i t u d q u e nos p e r m i t e el
fecta y tornadiza, q u e solamente alcanzará su perfección c u a n d o
m a r c o limitado d e n u e s t r a obra este t r e m e n d o misterio d e conse-
q u e d e definitivamente fijada en el bien e n la patria d e los bienaven-
cuencias t a n trascendentales, n o sólo para la h u m a n i d a d entera,
turados.
sino incluso para los planes primitivos del m i s m o D i o s C r e a d o r 1.
A l estudiar las cuestiones relativas al pecado original, los t e ó - D e esta libertad imperfecta y caprichosa del h o m b r e viador se
logos suelen dividir la materia e n dos secciones principales: a) el valió el espíritu d e las tinieblas para asaltar la fortaleza espiritual
pecado original en A d á n , y b) el p e c a d o original en nosotros. El d e n u e s t r o s p r i m e r o s padres, q u e jamás' h u b i e r a sido profanada p o r
p r i m e r aspecto suele recibir el n o m b r e d e pecado original originante; iniciativa personal del p r o p i o h o m b r e .
el s e g u n d o suele d e n o m i n a r s e pecado original originado. N o s o t r o s E s c u c h e m o s la h e r m o s a exposición d e este estado d e cosas p o r
aceptamos esta división y terminología y, en consecuencia, dividi- u n excelente teólogo c o n t e m p o r á n e o q u e tiene, a d e m á s , la ventaja
m o s n u e s t r o estudio e n dos largos artículos: d e enfocar a d m i r a b l e m e n t e t o d o este capítulo relativo al p e c a d o
original. El lector n o s p e r d o n a r á lo extenso d e la cita en gracia a su
i.° El p e c a d o original en A d á n . g r a n interés *:
2. 0 El p e c a d o original en nosotros.
«La Escritura no nos dice cuánto tiempo duró el feliz estado original
de intimidad con Dios, de dominio sobre la creación, de amor d*Ja criatura
ARTÍCULO I a Dios y de complacencia del Creador en la criatura. Se comprende que los
ricos dones que Dios regaló al hombre impondrían a éste graves deberes.
EL PECADO ORIGINAL EN ADÁN Cada uno de los dones de Dios implica una obligación. Además, mediante
un precepto, Dios recordó claramente al hombre que su vida privilegiada
Para p r o c e d e r con el m a y o r o r d e n y claridad q u e n o s sea posi- implicaba responsabilidades y deberes. Dios impuso a los primeros hom-
ble dividiremos este p r i m e r artículo en los siguientes p u n t o s : la bres un precepto destinado a recordarles su origen divino, su dependencia
tentación y la caída, naturaleza del p e c a d o d e A d á n y la p e n a o con respecto al Señor, su condición de seres creados, siendo otra de las fina-
castigo del m i s m o . lidades de ese precepto el excitarles a la realización de su privilegiada exis-
tencia. El Génesis le expone de la siguiente manera: «Y le dio este precepto:
1. L a t e n t a c i ó n y la caída de todos los árboles del paraíso puedes comer, pero del árbol de la ciencia
del bien y del mal no comas, porque el día que de él comieres, ciertamente
492. A c a b a m o s d e escribir la única palabra q u e p u e d e expli- morirás» (2,i6ss).
car teológicamente la existencia del p e c a d o original e n n u e s t r o s Para la perfecta comprensión de este precepto hay que tener presente
p r i m e r o s p a d r e s A d á n y Eva: la tentación p o r p a r t e del espíritu lo siguiente: Como quiera que los primeros hombres vivían absolutamente
d e las tinieblas. de acuerdo con la naturaleza y las leyes derivadas de su esencia, creadas
E n efecto, en v i r t u d del maravilloso d o n d e integridad q u e el por Dios, adaptándose sin dificultad alguna al orden natural y a la voluntad
divina que en él se manifestaba, Dios les impuso un precepto opuesto al
p r i m e r h o m b r e había recibido p r e t e r n a t u r a l m e n t e d e D i o s , n o orden natural para advertirles que El era el Señor, para recordarles el seño-
había en su naturaleza h u m a n a n i n g ú n estímulo ni aliciente para el río divino y para excitarles a reconocer tal señorío. En este precepto, Dios
pecado. Sometidas perfectamente sus pasiones inferiores al control reveló que era el Señor, manifestándose de un modo superior al que se rea-
d e la razón superior y sometida la razón perfectamente a D i o s , n o liza en la Creación. Al mismo tiempo, esta nueva revelación se presentaba
podía levantarse en su naturaleza n i n g ú n m o v i m i e n t o d e s o r d e n a d o bajo la forma de un mandato que exigía como respuesta humana un acto
de obediencia. El precepto era recuerdo y amonestación y, al mismo tiem-
1
Sabido es que, según la sentencia más probable, si el h o m b r e no hubiera pecado, el po, un guía hacia Dios. Mediante tal precepto, Dios quería preservar al
Verbo d e Dios no se hubiera encarnado; con lo cual la perspectiva de los planes actuales de hombre del peligro de contentarse con la gloria de la naturaleza y de su
Dios hubiera cambiado sustancialmente. H e m o s estudiado ampliamente todo esto en otra
de nuestras obras publicadas en esta misma colección d e la B A C (cf. Jesucristo y la v\$a 1
eristiana [Madrid 1961] p.32-39). CL M I C H A E L SCHMAUS, Teología dogmática vol.2 (Madrid 1959) p.381-384.
484 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.G. El, I'ECAOO ORIGINAL t SUS CONSE^UKÍiClAS 485
propia esencia, olvidando al Señor y privándose de este modo de la futura poco ellos pueden pecar. El poder pecar es un atributo de la libertad del
perfección definitiva. Resulta, pues, que el precepto divino, además de ma- hombre que todavía no ha alcanzado el estado de perfección final. El pro-
nifestar el señorío de Dios, expresaba adecuadamente el amor divino, un blema relativo al por qué Dios dio al hombre una libertad en que podía
amor previsor y protector, atento a evitar al hombre los peligros a que po- pecar, queda convertido en el problema de por qué Dios no creó al hombre
día conducirle su propia grandeza. en estado de perfección final. Como ya vimos, es éste un problema que no
No es una cosa totalmente evidente que también el primer hombre se podemos resolver en la tierra.
hallase sometido a tales peligros. El que existiesen esos peligros a pesar de Según el testimonio de la Sagrada Escritura, el hombre, elevado por Dios
la unión íntima con Dios, se explica, teniendo en cuenta que también los a tal altura, de por sí no hubiera incurrido en la idea de orientar su nostalgia
primeros hombres vivían en un estado de fe y no de visión. Para los seres por derroteros impíos y que le apartaban de Dios. De tal modo era Dios la
que viven en el estado de visión directa de Dios, no existen ni tentaciones realidad que le compenetraba y llenaba, que al hombre no se le hubiera
ni posibilidades de pecado. Vivir en un estado de fe es vivir en la oscuridad. ocurrido oponerse a Dios y su mandato si es que desde fuera no hubiese
La vida de la fe es una vida de crecimiento, de maduración libremente rea- sido seducido a hacerlo. Es verdad que llevaba consigo la posibilidad de
lizada, es decir, una vida de lucha continua (no contra el pecado, sino para rebelarse contra la autoridad de Dios. Pero hasta el momento en que esta
obtener una comprensión más profunda y un amor más íntimo). El hombre posibilidad no fue excitada desde fuera, el hombre vivió sometido a la vo-
que vive una vida de fe, afirma la existencia de una realidad oculta, de cuya luntad de Dios y reconoció su autoridad. Era necesario que un poder exter-
presencia no duda en manera alguna, hacia la cual dirige sus pasos y que no irrumpiese en el interior del hombre para realizar en él las peligrosas
espera poseer en toda su radiante y luminosa hermosura. El creyente vive, e inertes posibilidades».
pues, en un estado de esperanza. Nunca se queda parado, siempre se halla
en camino. Vive en el dinamismo y la inquietud del movimiento que le Veamos, p u e s , de q u é m a n e r a se produjo el asalto de este t e r r i -
lleva hacia la realidad futura. También los primeros hombres tenían que
ble poder externo contra n u e s t r o s p r i m e r o s p a d r e s .
luchar y se hallaban en camino hacia Dios. También con respecto a ellos
se puede decir que encontraban a Dios para volver a buscarle de nuevo. El relato bíblico de la tentación es d e u n d r a m a t i s m o sobreco-
Resulta, pues, que también los primeros hombres, a pesar de su inocencia gedor. V a m o s a exponerlo despacio, palabra p o r palabra, en plan
y pureza, conocían la insatisfacción, el sentimiento de nostalgia. Cuan lejos exegético-teológico 2 .
se hallaban los primeros hombres de haber alcanzado el supremo grado de
unión con Dios, puede conjeturarse recordando el estado de perfección a) C o m e n t a r i o exegético
que ha adquirido la naturaleza humana en el Cristo resucitado y glorioso.
Sólo en el Cristo glorioso existe la naturaleza humana en el estado de per- E n p r i m e r lugar e x p o n d r e m o s el relato bíblico tal c o m o se lee
fección que desde la eternidad Dios había previsto para ella. La creación en el capítulo tercero del Génesis, con u n breve comentario exegé-
de Adán no es más que un primer paso hacia la perfección final de la natu- tico para precisar su v e r d a d e r o sentido histórico y literal.
raleza humana. Esa creación es, por consiguiente, un mero comienzo y no
el fin. «Pero la serpiente, la m á s astuta de cuantas bestias del c a m p o
hiciera Vavé Dios, dijo a la mujer: ¿ C o n q u e os ha m a n d a d o D i o s q u e
Es para nosotros un misterio inescrutable el hecho de que el Creador
n o comáis de los árboles todos del paraíso?» (Gen 3,1).
no haya comenzado la historia humana con el hombre que en Cristo ha
alcanzado la perfección final, sino con Adán, que fue un hombre original- 4 9 3 . E s evidente q u e la serpiente n o es otra cosa q u e el espí-
mente inocente y puro, pero todavía no consumado y, por lo tanto, some-
ritu de las tinieblas, Satanás, p r e s e n t á n d o s e en forma d e reptil.
tido a la posibilidad de pecar. De la falta de la perfección final se derivaba
para el primer hombre la posibilidad de saciar falsamente su sedienta nos- Así lo h a n interpretado u n á n i m e m e n t e los Santos P a d r e s y t o d a la
talgia, su amor insatisfecho, la posibilidad de pecar a pesar de la íntima tradición cristiana, incluyendo la m á s m o d e r n a y avanzada exégesis
unión con Dios y a pesar de que estaba libre de toda concupiscencia. Para bíblica. L a m i s m a Pontificia Comisión Bíblica declaró e x p r e s a m e n -
que esta posibilidad de pecar del primer hombre, derivada de su situación t e q u e entre las cosas q u e en el relato bíblico de la Creación hay
existencial como creyente, pudiese convertirse en pecado efectivo era ne- q u e interpretar en su sentido literal histórico está «la transgresión
cesario que ese hombre dispusiese de la capacidad de rebelarse contra Dios. del m a n d a m i e n t o divino por persuasión del diablo bajo especie de
Ahora bien, la Revelación nos enseña que Dios otorgó al hombre una do- serpiente» ( D 2123).
ble capacidad, la de decidirse por el bien y la de escoger el mal. Dios no
quería tener esclavos ni ciegos instrumentos, sino hijos libres. Por eso en- L a serpiente infernal aparenta desconocer o n o estar segura
tregó al hombre el don de la libertad, el supremo y también el más peligro- del m a n d a m i e n t o divino, e interroga sobre ello a la mujer para
so entre todos los dones del orden natural. Dios se arriesgó, por decirlo así, llevar la conversación al t e r r e n o q u e le conviene. El interrogante
a entregar al hombre el don supremo con que podía agasajar a la criatura m i s m o va d e r e c h o a exacerbar el sentimiento del orgullo h u m a n o .
que vive fuera del ámbito de su amor: la participación en su propio señorío. El h e c h o de q u e el h o m b r e n o p u d i e r a comer de t o d o s los árboles
La Historia ha puesto de manifiesto que el don era demasiado grande y el del paraíso es u n a limitación y u n a dependencia en contra de la
agasajado demasiado pequeño para tal don. Conviene observar de nuevo dignidad h u m a n a .
que la libertad no implica necesariamente la posibilidad de pecar. Dios
mismo es la libertad en persona y, no obstante, Dios no puede pecar. Los 2
bienaventurados viven en el cielo en un estado de suprema libertad, y tam- Cf. Gen 3,1-24. Para el comentario exegético nos serviremos principalmente de la
Biblia comentada por los profesores de Salamanca, vol.l (BAC, Madrid 1960). Para el teo-
lógico, de la Suma Teológica de Santo Tomás (II-II 165).
486 P.IU. DIOS CREADOR V GOHKRNADOB S.l C.6. IX PECADO OKIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS 487

«Y respondió la mujer a la serpiente: Del fruto de los árboles de observación psicológica que retrata las profundidades del ser
del paraíso comemos, pero del fruto del que está en medio del paraíso humano» 5 .
nos ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis siquiera, no vayáis
a morir» (Gen 3,2-3). «Y cogió de su fruto y comió, y dio también de él a su marido,
que también con ella comió (Gen 3,6).
i
494. Escuchemos el comentario de la exégesis moderna :
497. «Eva comió del fruto prohibido, comió de él, y su marido.
«La respuesta de la mujer es una corrección a la exageración Quizá en esto haya un fondo de ironía: el hombre obedeciendo dó-
de la serpiente, ya que sólo de un árbol les está prohibido comer. cilmente a las insinuaciones de la mujer, cuando era Adán quien
No le designa con el nombre de «árbol de la ciencia del bien y del debía, como jefe, reaccionar enérgicamente ante la perspectiva de
mal», sino simplemente por su localización geográfica: el que está una desobediencia a Dios. También esto pertenece a las debilida-
en medio del paraíso. El precepto de Dios se refería sólo a no comer des del corazón humano. La mujer ha dirigido el hilo oculto de la
del fruto del árbol (Gen 2,16-17), pero aquí Eva exagera también historia al ser dueña del corazón del varón con sus encantos. El
al decir que no deben tocar el árbol. Es de notar cómo Eva oye con autor del Eclesiástico, siguiendo su propensión misogínica, echa
toda naturalidad hablar a la serpiente, sin extrañarse de ello, como toda la culpa del pecado a Eva: «Por una mujer ha comenzado el
si estuviera acostumbrada a tener diálogo con ella. Esto es un indi- pecado. A causa de ella morimos todos» (Eccli 25,23-24). San Pa-
cio del carácter artificial del relato, en el que lo que importa tener blo, para justificar la subordinación de la mujer al marido, dice
en cuenta es el fondo doctrinal expresado en el diálogo». a Timoteo: «Adán no ha sido engañado, sino que la mujer, habiendo
sido engañada, ha sido la transgresora» (1 Tim 2,14). Queda claro
«Y dijo la serpiente a la mujer: No, no moriréis; es que sabe Dios que, conforme al relato del Génesis, el espíritu maligno primero
que el día en que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como abrió brecha en el ser más impresionable y débil, y después éste
Dios, conocedores del bien y del mal» (Gen 3,4-5). logró atraerse a Adán» 6.
495. «El razonamiento de la serpiente es de lo más insidioso
y maligno, ya que abre brecha en lo más débil del espíritu humano, b) Comentario teológico
en su conciencia de dignidad personal: seréis como Dios. La meta En torno al relato bíblico de la tentación de nuestros primeros
es alta, pero digna de escalarse. La observación de la serpiente es padres se plantea el Doctor Angélico dos cuestiones principales:
sumamente psicológica. El fruto prohibido no traerá la muerte, a) si fue conveniente que al hombre le tentase el diablo, y b) si lo
sino la ciencia superior, que los situará en plan de igualdad con la fue también el modo y orden con que se realizó la tentación. En la
misma divinidad. Por eso, el árbol misterioso se llama de la «ciencia respuesta a estas preguntas, el Doctor Angélico hace observaciones
del bien y del mal» 4 . muy agudas y oportunas, que vamos a recoger a continuación en
«Vio, pues, la mujer que el árbol era bueno para ser comido, dos conclusiones.
hermoso a la vista y deseable para alcanzar la sabiduría» (Gen 3,6). Conclusión 1.a Fue conveniente que el diablo tentara al primer
496. Apenas se puede expresar con más fuerza el estado psico- hombre.
lógico de vacilación con que quedó la mujer al oír la espléndida 498. A primera vista parece que no. En efecto, Dios, que co-
perspectiva que le ofrecían las palabras del tentador. El fruto del noce perfectamente las cosas futuras, sabía que el hombre había
árbol prohibido no halagaba solamente los sentidos corporales (vista, de naufragar en la tentación del demonio, y conocía, por tanto, que
gusto), sino también y sobre todo vendría a destruir el estado de no era conveniente tal tentación. Luego parece que no debiera ha-
inferioridad con que se encontraba el hombre respecto de Dios. berla permitido.
Y seducida la mujer por aquella perspectiva soberana e insospe- Aparte de esto, la tentación tiene más bien carácter de castigo,
chada, se acercó temblorosa al árbol prohibido. La caída externa y a nadie se debe castigar antes de pecar, puesto que el castigo su-
era ya inevitable, puesto que acababa de sucumbir en su interior. pone previamente el pecado.
«La sugestión ha sido realmente diabólica y consiguió su efecto, A pesar de estas objeciones que se plantea el propio Santo To-
pues la mujer al punto se sintió atraída hacia el fruto de aquel más, su respuesta es afirmativa, razonándola del siguiente modo *:
árbol misterioso, al que ahora considera como clave de su felicidad:
vio que el árbol era bueno para ser comido, hermoso a la vista y deseable «La sabiduría divina dispone todas las cosas con suavidad, como leemos
para alcanzar la sabiduría. De un trazo, el hagiógrafo hace interve- en el libro de la Sabiduría (Sap 8,1), en cuanto que a cada uno le da lo que
nir la gula, la vanidad y el orgullo intelectual. Otro rasgo magistral 5
Ibid., p.84-
3
» Ibid., p.84-85.
Biblia comentada vol.i p.84. 1 Cf. ri-II 165,1,
* Ibid., p.84.
488 P.1I1. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.1 C.6. EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS 48S
está más conforme con su naturaleza. «La providencia divina—afirma Dio-
nisio 2—no busca la corrupción, sino la salvación de la naturaleza». Y a la bre por la mujer; en su mismo género, tentando a la mujer por la serpiente;
naturaleza humana le concedió como nota especial el poder ser ayudada o en un género cercano, proponiendo el fruto prohibido como alimento».
estorbada en sus funciones por las otras criaturas. Por eso era conveniente
que Dios permitiese a los ángeles malos tentar al hombre en el estado de En el argumento sed contra, siguiendo a San Agustín, establece
inocencia y disponer que le ayudaran los ángeles buenos. Tanto más cuan- la filosofía de la tentación en la siguiente forma:
to que, por un beneficio especial de la gracia, se le confirió el privilegio de
ser completamente invulnerable a los asaltos de cualquier criatura exterior «Lo que es primero en un orden cualquiera debe estar en proporción
contra su propia voluntad, por lo cual podía perfectamente vencer las mis- con todo lo que dentro de dicho orden se deriva de ese principio. Ahora
mas tentaciones diabólicas». bien, en todo pecado nos encontramos el mismo orden con que se realizó
la primera tentación. Porque primeramente se produce el movimiento de
En cuanto a las objeciones en contra, he aquí las soluciones: la sensualidad, significada por la serpiente, es decir, pecado de concupis-
cencia; en segundo lugar, sobreviene el deleite de la razón inferior, signi-
1.a Dios sabía que el hombre iba a naufragar en la tentación, ficada por la mujer; y, finalmente, el consentimiento de la razón superior,
pero sabía también que por su libre voluntad podía resistir a las representada por el hombre».
tentaciones. Su naturaleza de hombre exigía encontrarse en manos
de la propia voluntad, como dice el Eclesiástico: «Dios dejó al hom- En la respuesta a las dificultades añade—entre otras—las si-
bre sometido a su libre albedrío» (Eccli 15,14). Y San Agustín pro- guientes observaciones:
sigue: «No me parece gran mérito el que el hombre se mantuviera i . a En la tentación, el diablo asumió el papel de causa agente
fiel sin que nadie le tentara, siendo así que podía resistir libremente principal, y la mujer el de instrumento para hacer pecar al marido.
a todas las tentaciones (ad 2). La mujer, en efecto, es más débil y más apta para la seducción, y
2. a Tiene carácter de castigo un ataque difícil de resistir. Pero un medio poderoso, a su vez, para vencer al marido (ad 1).
en el estado de inocencia se podía resistir sin dificultad alguna y, 2. a La tentación del paraíso debió realizarse, como de hecho
por tanto, la tentación de nuestros primeros padres no tuvo carác- se realizó, por sugestión exterior y no interior o espiritualmente.
ter penal (ad 3). Porque en la sugestión interior y espiritual el demonio muestra
Aparte de estas razones, hay otra básica y fundamental que poseer sobre el hombre un poder mayor que en la sugestión exte-
explica perfectamente la permisión divina de la tentación y caída rior, ya que la interior se hace por inmutación de la fantasía, mien-
de nuestros primeros padres. Porque aunque es cierto que Dios sabía tras que la exterior solamente afecta a los sentidos exteriores. Y an-
de antemano que iban a sucumbir a la tentación, también tenía dis- tes del pecado del hombre, el diablo tenía muy poco poder sobre
puesta de antemano la redención del mundo por el Verbo encarna- él, no pudiendo tentarle sino por sugestión exterior (ad 2).
do. Y los beneficios que aportó al hombre Cristo Redentor son tan
grandes y sobreabundantes que la misma Iglesia exclama en un 2. Naturaleza del pecado de Adán
arrebato sublime de su liturgia pascual: « ¡Oh dichosa y feliz culpa, Examinado ya el relato bíblico de la tentación y caída del pri-
que nos ha traído tan grande y excelso Redentor!» mer hombre en su doble aspecto exegético y teológico, veamos
ahora en qué consistió, o sea, cuál es la verdadera naturaleza del
Conclusión 2.a Fue también muy conveniente el modo y el orden
con que se realizó la tentación de nuestros primeros padres. pecado original cometido por nuestros primeros padres.
Santo Tomás dedica a este asunto una cuestión interesantísima
499. No quiere decir con esto el Doctor Angélico que estuvo dividida en cuatro artículos. En ellos se pregunta si el pecado del
bien hecho que el demonio tentara a nuestros primeros padres—ya primer hombre fue de soberbia, qué es lo que buscó con él, si fue
que fue un crimen perversísimo el que cometió Satanás con ello—, más grave que cualquier otro pecado y si Adán pecó más grave-
sino que es perfectamente justificable el modo y el orden con que mente que Eva. Vamos a exponer sus principales conclusiones, que
se realizó la tentación diabólica según el relato bíblico. He aquí sus coinciden en absoluto con la doctrina oficial de la Iglesia, como
palabras 3 : veremos en seguida. Señalemos, ante todo, el hecho de fe en una
«El hombre está compuesto de una naturaleza intelectual y de otra sen- primera conclusión.
sitiva. Por eso el diablo utilizó un doble excitante, a fin de conseguir doble Conclusión 1.a Adán pecó gravemente en el paraíso, transgrediendo
pecado: el precepto que Dios le había impuesto y perdiendo con ello la
a) Desde el punto de vista intelectual, la promesa de alcanzar una justicia original en que había sido constituido. (De fe, expresamente
ciencia tan deseada por el hombre y que le haría semejante a Dios. definida.)
b) Desde el punto de vista de la sensibilidad, los objetos que dicen
relación más inmediata al hombre: en su misma especie, tentando al hom- 500. He aquí las pruebas:
2
Cf. De divinis nominibus c.4 § 3 3 : M G 3,733, a) L A SAGRADA ESCRITURA. Relata minuciosamente, como ya
3 Cf. II-IJ 165,3.
sabemos, el precepto de Dios y la transgresión del mismo por
S.l C.6. EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS
490 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
«Entre los muchos movimientos que pueden concurrir al mismo peca-
A d á n y E v a (cf. G e n 2,16-17; 3,1-24). D e l hecho histórico funda- do, posee razón de primacía aquel en que primero se encuentra el desorden.
m e n t a l — p r e s c i n d i e n d o d e los detalles o r n a m e n t a l e s — n o es lícito Ahora bien, entre los movimientos del hombre, el desorden interior del
d u d a r , p u e s consta expresamente e n la divina revelación. alma es anterior al acto externo; pues, como enseña San Agustín, «no se
pierde la santidad del cuerpo mientras permanezca la santidad del alma» 5 .
b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. L o enseñó repetidas veces Pero, entre los movimientos internos, el apetito tiende al fin antes que a
en la antigüedad y lo definió e x p r e s a m e n t e en el concilio d e T r e n t o : ios medios (puesto que los medios se escogen únicamente para conseguir
el fin que se intenta). Por tanto, el pecado del primer hombre tuvo que con-
«Si alguno no confiesa que el primer hombre, Adán, al transgredir el sistir en el apetito de un fin desordenado. Y como en el estado de inocencia
mandamiento de Dios en el paraíso, perdió inmediatamente la santidad y no podía darse ninguna rebelión de la carne contra el espíritu (porque lo
la justicia en que había sido constituido..., sea anatema» (D 788). hacía imposible el don de integridad, como ya vimos), es imposible que el
primer desorden consistiera en el apetito de un bien sensible que arrastrara a
Ya se c o m p r e n d e q u e este pecado fue gravísimo, desde el m o m e n - la carne contra el orden de la razón. Por consiguiente, ese primer apetito
to e n q u e produjo la p é r d i d a inmediata d e la santidad y justicia tuvo que ser de un bien espiritual desordenadamente apetecido. Y como no
original. E l pecado venial n o tiene fuerza para tanto. habría desorden apeteciendo un bien espiritual en la medida señalada y es-
Veamos ahora en q u é consistió ese pecado, o sea, la naturaleza tablecida por la ley divina, no hay más remedio que concluir que el pecado del
del pecado cometido p o r A d á n y Eva. primer hombre consistió en apetecer un bien espiritual por encima de su medida,
en lo cual consiste, cabalmente, la soberbia. Luego está fuera de toda duda
Conclusión 2. a E l pecado del p r i m e r h o m b r e fue principalmente de que el primer pecado del hombre fue la soberbia».
soberbia, a la q u e se unieron la desobediencia, la gula, la curiosidad
y la infidelidad. (Sentencia cierta y casi común entre los teólogos y N o s p a r e c e — r e p e t i m o s — q u e esta espléndida argumentación deja
exegetas católicos.) definitivamente zanjada la cuestión. A l resolver las dificultades, s e -
ñala el D o c t o r Angélico d e q u é m a n e r a e n t r a r o n t a m b i é n en el
501. A l g u n o s Santos Padres, e n t r e los q u e se cuentan C l e m e n t e p r i m e r p e c a d o los restantes desórdenes q u e h e m o s recogido en la
Alejandrino y quizá San A m b r o s i o , y algunos exegetas m o d e r n o s , conclusión. H e aquí las dificultades con sus respuestas:
así como m u c h o s psicoanalistas y protestantes liberales, quieren
ver en el relato bíblico, bajo el símbolo d e la fruta prohibida, u n D I F I C U L T A D . San Pablo dice expresamente q u e el p e c a d o d e
eufemismo para ocultar el pecado sexual q u e habrían cometido A d á n fue d e desobediencia: «Por la desobediencia d e u n o , m u c h o s
fueron hechos pecadores» ( R o m 5,19).
nuestros p r i m e r o s p a d r e s . Para resolver la dificultad insuperable
d e q u e , siendo legítimos cónyuges y h a b i e n d o recibido d e Dios el SOLUCIÓN. Y así fue efectivamente, puesto que transgredió el precep-
m a n d a t o expreso d e crecer y multiplicarse—lo q u e hacía perfecta- to de Dios. Pero la raíz y motivo de esa desobediencia fue la soberbia, que
m e n t e lícito el acto conyugal, y, p o r consiguiente, n o p e c a m i n o s o — , le impulsaba a querer saber tanto como Dios (ad 1).
los partidarios d e la interpretación sexual p r o p o n e n la teoría d e DIFICULTAD. E l pecado d e E v a fue d e gula, p u e s t o q u e comió
q u e Dios les había p r o h i b i d o el uso del m a t r i m o n i o hasta q u e El el fruto p r o h i b i d o p o r q u e le pareció q u e «era b u e n o para ser c o -
se lo ordenara; y A d á n y Eva, seducidos p o r la tentación diabólica, mido».
se habrían adelantado a la fecha fijada p o r Dios. Se trataría, pues,
d e u n pecado formalmente d e desobediencia y de soberbia—al q u e - SOLUCIÓN. Es cierto que en el pecado de nuestros primeros padres in-
tervino también la gula; pero no fue eso lo que primariamente les impulsó
rer saber t a n t o como D i o s — , p e r o a propósito del acto sexual q u e
a pecar, sino la soberbia de querer asemejarse a Dios en el conocimiento
el d e m o n i o les proponía. Claro q u e lo q u e g r a t u i t a m e n t e se afirma, del bien y del mal (ad 2).
gratuitamente se p u e d e rechazar. ¿ D ó n d e consta q u e D i o s les p r o h i -
bió el uso del m a t r i m o n i o , c u a n d o consta, m á s bien, t o d o lo contra- D I F I C U L T A D . L u e g o entonces fue la curiosidad el m o t i v o p r i n -
rio: «creced y multiplicaos»? cipal d e su pecado.
C o n razón, pues, la i n m e n s a mayoría d e los teólogos y d e los SOLUCIÓN. La curiosidad, o sea, el deseo desordenado de la ciencia,
exegetas católicos, antiguos y m o d e r n o s , rechazan e n absoluto esta brotó en nuestros primeros padres del apetito desordenado de su propia
interpretación arbitraria y sostienen c o n firmeza la doctrina q u e excelencia, en lo cual consiste la soberbia. Por eso la serpiente antepuso
h e m o s recogido en nuestra conclusión. E l magnífico r a z o n a m i e n t o las palabras «seréis como Dios» a las otras «conocedoras del bien y del mal»
de Santo T o m á s para demostrarla es d e tal fuerza y vigor, q u e (ad 3).
creemos deja definitivamente zanjada la cuestión para cualquier D I F I C U L T A D . E l pecado d e E v a fue m á s bien d e infidelidad a
espíritu imparcial q u e quiera examinar los hechos c o n serenidad Dios, puesto q u e dejó d e creer e n la palabra d e Dios, q u e les a m e -
y sin apasionamiento. H e aquí las palabras del Angélico D o c t o r 4 :
' SAN AGUSTÍN, De civitate Dei I.i c.i8: ML 41,}2.
4
Qf. II-II 163,1. Los paréntesis explicativos son nuestros.
492 P.IH. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.6. EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS 493
nazó d e m u e r t e si comían del árbol p r o h i b i d o , p a r a aceptar, en q u e el pecado de A d á n fue «inefablemente grande» (ineffabiliter
cambio, la del d e m o n i o , q u e les prometía hacerles como D i o s . grande peccatum) 9.
SOLUCIÓN. Como dice San Agustín, «la mujer no hubiese prestado aten- Al contestar a la dificultad de q u e parece q u e el pecado de A d á n
ción a la voz de la serpiente, llegando a creer que Dios le había prohibido debió de ser el m á s grave de todos, p o r q u e , siendo la pena p r o p o r -
una cosa útil, si en su interior no se hubiera levantado el deseo de la propia cional a la culpa y h a b i e n d o castigado D i o s el pecado de A d á n
excelencia y cierta soberbia presunción». Claro está que esto no debe en- con la m á x i m a pena, pues nos trajo a todos la m u e r t e , escribe
tenderse como si la soberbia hubiera precedido a la misma tentación diabó- Santo T o m á s :
lica, sino en cuanto que, inmediatamente después de ser tentado, se enor-
gulleció el corazón del hombre, inclinándose a creer que era verdad lo que «La magnitud de la pena impuesta al primer pecado no responde a la
el demonio anunciaba (ad 4). gravedad específica del mismo, sino a la circunstancia de ser el primero,
pues cortó el estado de inocencia, y, consiguientemente, toda la naturaleza
Conclusión 3. a La soberbia del primer hombre no consistió en desear humana cayó en desorden» (ad 2).
ser igual a Dios con igualdad absoluta, sino con igualdad relativa
o de semejanza. (Sentencia más probable.) Conclusión 5.a Aunque en algún aspecto el pecado de Adán fue
mayor que el de Eva, hablando en absoluto, Eva pecó más grave-
502. Santo T o m á s razona esta c o n c l u s i ó n — q u e n o parece en- mente que Adán. (Sentencia más probable.)
volver dificultad alguna—diciendo q u e , estando A d á n a d o r n a d o de l0
u n a sabiduría insigne—como vimos—, n o podía p r e t e n d e r igualar 504. E s c u c h e m o s d e nuevo al D o c t o r Angélico :
absolutamente a Dios, p o r q u e sabía m u y bien q u e esto es del t o d o «Como acabamos de ver—en la conclusión anterior—, la gravedad del
imposible a las criaturas; p e r o quiso asemejarse a El alcanzando u n pecado se mide por la especie u objeto del mismo, más bien que por la dig-
grado de ciencia desproporcionado a la m e d i d a y grado q u e le co- nidad de la persona pecadora.
rrespondía como criatura, y esto constituye u n gran desorden p r o - Considerando, pues, la condición de hombre y mujer, sería más grave
cedente de u n a orgullosa sobreestimación de sí m i s m o 6 . el pecado de Adán, porque era más perfecto que la mujer.
Considerando el pecado en sí mismo—o sea, en su propio objeto espe-
Conclusión 4. a El pecado de Adán y Eva no fue específicamente cífico—ambos pecaron igualmente, es decir, por soberbia. «La mujer pecó
el mayor de los pecados que se pueden cometer; pero sí lo fue por en sexo más débil, pero con idéntico orgullo», escribe San Agustín n .
razón del estado perfectísimo en que se encontraban al cometerlo. Considerando, finalmente, la especie o clase concreta de soberbia, pecó
(Cierta en teología.) más gravemente la mujer, y esto por tres razones:
1. a Porque en la mujer existió un mayor engreimiento que en el hom-
503. E s c u c h e m o s el clarísimo razonamiento del D o c t o r A n - bre. Ella creyó que era verdad el anuncio del demonio de que Dios les había
gélico 7 : prohibido comer de aquellos frutos para que no fueran como El, e, impul-
sada por la codicia de ser como Dios, llegó a oponerse a su voluntad divi-
«En el pecado puede distinguirse una doble gravedad. Una se deriva de na. En cambio, Adán no creyó que esto fuera verdad; no trató de igualarse
la misma especie del pecado, y así, por ejemplo, el adulterio es más grave a Dios obrando contra su voluntad, sino que pecó tratando de conseguir
que la simple fornicación. Otra nace de ciertas circunstancias de lugar, dig- esa semejanza por sus propias fuerzas.
nidad de la persona, tiempo, etc. La primera especie de gravedad es la pri-
2. a La mujer pecó e incitó al hombre a que pecara, es decir, pecó con-
maria y esencial en el pecado, y es la que nos debe servir de norma funda-
tra Dios y contra el prójimo.
mental en la distinción del mismo, más que la segunda.
3. a El pecado del hombre tiene la atenuante de que, como enseña San
Considerando, pues, el pecado específicamente, el de los primeros padres Agustín, «se dejó llevar de cierta benevolencia amistosa hacia su mujer,
no fue el mayor de todos; pues, aunque la soberbia, de suyo, destaca entre que muchas veces arrastra a pecar por no perder la confianza del amigo;
todos los demás vicios, es mayor la soberbia que induce a negar o a blasfe- aunque no por eso carece de maldad, según declaró expresamente la sen-
mar de Dios que cuando busca tan sólo asemejarse desordenadamente a El, tencia de Dios» 12 .
y esto último ocurrió en el pecado de los primeros padres. Pero, atendiendo Luego hay que concluir que el pecado de Eva fue más grave que el
a la condición en que se encontraban al pecar, reviste una gravedad extraor- de Adán».
dinaria, debido a la sublime perfección de aquel primer estado. Hay que
concluir, por tanto, que circunstancialmente fue el pecado más grave, aun- 3. P e n a o castigo del p e c a d o d e A d á n
que no lo fuera absolutamente hablando».
A l igual q u e hicimos al estudiar la tentación y la caída d e n u e s -
E n el p r i m e r sentido, o sea, por la condición del estado en q u e
tros primeros padres, recogeremos a continuación el relato bíblico
pecaron, dice San Agustín: «Grande fue la i n i q u i d a d de aquel p e -
cado, q u e t a n fácilmente p u d i e r o n evitar» 8 . Y en otro lugar añade 8
SAN AGUSTÍN, De civüate Dei, I.14 c.15: ML 41,423.
9
ID., Op. imperf. c. Iul. 1,105: ML 45,1119.
« Cf. II-II 163,2. 10 Cf. II-II 163,4-
11
' Cf. II-II 163,3. SAN AGUSTÍN, Super Gen. ad litt. XI 35: ML 34,449.
" Ibid., XI 42: ML 34,454-
494 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.6. EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS 495

del castigo del pecado original, haciendo de él un doble comentario: se\permite formular disculpa. El interrogatorio es sumamente psi-
exegético y teológico. / cológico y refleja bien el modo de ser de cada uno de los culpables:
Adán se justifica con la compañera que Dios le dio, como echando
a) Comentario exegético al Creador la culpa de que le hubiera otorgado una tan frágil y ten-
Inmediatamente después de decirnos que Adán y Eva comieron tadora compañera,
el fruto del árbol prohibido, escribe el sagrado autor del Génesis: Naturalmente, de todo este encantador interrogatorio no nos
hemos de quedar sino con la sustancia del hecho: el hombre pecó,
«Abriéronse los ojos de ambos, y viendo que estaban desnudos, co- y Dios le pidió cuenta de su transgresión. Lo demás son antropo-
gieron unas hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores» (Gen. 3,7). morfismos y situaciones ideales creadas por la imaginación del ha-
giógrafo, que en este fragmento se siente muy poeta. Dios, eviden-
505. Escuchemos el comentario de la moderna exégesis 1: temente, no tiene necesidad de buscar, llamar, porque lo sabe todo;
«La consecuencia de la transgresión fue fulminante, pues al pun- pero nuestra narración es una narración popular, en la que el autor,
to los dos primeros padres sintieron el aguijón de la carne, el des- para hacerse comprender de sus contemporáneos, presenta a Dios
equilibrio pasional, la lucha de la carne contra el espíritu, el desor- actuando como los hombres» 2 .
den libidinoso, y por eso se avergonzaron de estar desnudos. En el «Dijo luego Yavé Dios a la serpiente: Por haber hecho esto, mal-
versículo 25 del capítulo anterior se dice que ambos, a pesar de dita serás entre todos los animales y entre todas las bestias del campo
estar desnudos, no se avergonzaban. Es un modo plástico de decir Te arrastrarás sobre tu pecho y comerás el polvo todo el tiempo de tu
que sentían un perfecto equilibrio entre su razón y sus pasiones, vida. Pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo;
sin que tuvieran noción de un desorden sexual que les pudiese éste te aplastará la cabeza, y tú le acecharás a él el calcañar» (Gen 3,
turbar y avergonzar. De este desequilibrio sexual que siguió al pe- 14-15)-
cado se ha querido deducir que el pecado de los primeros padres 507. «Entre los animales, la serpiente es quizá el que más
fue de índole sexual, de tal forma que antes de la primera caída no repugnancia y aversión instintiva provoca en el hombre. Parece
habrían hecho uso de la cópula conyugal. Esta interpretación está realmente un animal maldito. Sin duda que la serpiente—reptil por
en contra del contexto, ya que la mujer fue creada como comple- naturaleza—caminaba sobre su vientre antes de la tentación de
mento del varón, para formar «una sola carne» (Gen 2,24). Eva; pero el hagiógrafo ve en ello una humillación, indicio de aba-
timiento y derrota, como es indicio de realeza el caminar con la
«Oyeron a Yavé Dios, que se paseaba por el jardin al fresco del cabeza erguida. Sabemos que la serpiente no se alimenta del polvo,
día, y se escondieron de Yavé Dios, Adán y su mujer, en medio de la
arboleda del jardín. Pero llamó Yavé Dios a Adán, diciendo: Adán, pero en la antigüedad así se creía, porque siempre aparece revol-
¿dónde estás? Y éste contestó: Te he oído en el jardín y, temeroso cándose en el polvo. Pero en esto ve también el autor sagrado un
porque estaba desnudo, me escondí. ¿Y quién, le dijo, te ha hecho signo de humillación: «lamer el polvo» equivale a ser vencido...
saber que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol de que te La participación en la obra del primer pecado parece que de-
prohibí comer? Y dijo Adán: La mujer que me diste por compañera biera haber establecido vínculos de amistad entre la mujer y la
me dio de él y comí. Dijo, pues, Yavé Dios a la mujer: ¿Por qué has serpiente; pero ha sido todo lo contrario. La amistad burlada se
hecho eso? Y contestó la mujer: La serpiente me engañó y comí» convierte en odio profundo. Señal de este odio es la actitud nuestra
(Gen 3,8-13).
siempre que una serpiente nos sale al paso, pues no quedamos
506. «Al pecado sigue inmediatamente el juicio divino, que satisfechos hasta haberle aplastado la cabeza. Y esta enemistad no
viene a poner más de manifiesto el engaño de la serpiente. Es otro es sólo entre la mujer y la serpiente, sino que será perpetua y se ex-
pasaje que resalta también el realismo poético del autor sagrado. tenderá a la descendencia de una y otra, hasta que la descendencia
Los culpables oyen el ruido que hace Yahvé Dios, que se pasea por de la mujer logre aplastar definitivamente la cabeza, teniendo que
el jardín, y al instante, sintiendo el cambio que en ellos se había contentarse la serpiente con acecharla alevosamente al calcañar. Es
verificado, se esconden en la espesura. El Señor se ve obligado a la famosa promesa primera de redención hecha a la humanidad,
llamar a Adán, que se disculpa avergonzado desde su escondrijo, llamada por ello Protoevangelio» 3 .
pretendiendo justificar su conducta. Los antropomorfismos se su- «A la mujer le dijo: Multiplicaré los trabajos de tus preñeces; pari-
ceden: Yavé Dios, ante esta inesperada conducta de Adán, se atreve rás con dolor los hijos y buscarás con ardor a tu marido, que te do-
a formular una sospecha: ¿será que habrá comido de la fruta prohi- minará» (Gen 3,16).
bida? Los culpables confiesan lo sucedido, si bien echándose la 508. «Después el Juez impone la pena a la mujer. Por su des-
culpa mutuamente: Adán a Eva, y ésta a la serpiente, a la que no obediencia, ésta se verá obligada a soportar las molestias dolorosas
1
Cf. Biblia comentada por los profesores de Salamanca, vol.l (BAC, Madrid 1960)
3
p.85. Seguiremos utilizando este comentario para todo este relato bíblico. ? Jbjd., p-QQ. Ibid., p.92.
496 F.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR 8.1 C.6. EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS 497

de su embarazo y alumbramiento. El castigo está en consonancia ral de las cosas. Al desorden producido por el pecado en la humani-
con su calidad esencial de «madre de los vivientes». Los dolores de dad, el autor asocia la naturaleza, que está como sometida al casti-
parto son proverbiales en la literatura bíblica para designar los go. Después del pecado, el orden de la creación es turbado. Los
mayores dolores concebibles. A pesar de estos dolores, la mujer hebreos han gustado de unir la naturaleza al hombre. En el capí-
buscará afanosamente a su marido: buscarás con ardor a tu marido, tulo primero del Génesis hemos visto cómo, en un cuadro ideal de
en orden a la transmisión de la vida. Si hubiera permanecido en su paz, se prescribía al hombre y a los animales un régimen vegeta-
estado de inocencia, sus alumbramientos serían sin desgarro y do- riano de vida. Ahora también se presenta a la naturaleza como cam-
lor, porque gozaba del don de impasibilidad, es decir, estaba en una biada en su floración vegetal para estar en consonancia con el estado
situación excepcional fuera del orden normal de la naturaleza, ya de desorden creado por el pecado del hombre. Los profetas, al
que es normal que, en todo esfuerzo y convulsión, el cuerpo huma- hablar de los tiempos mesiánicos, asociarán la transformación física
no sufra. Los dones preternaturales de que gozaban los primeros de la naturaleza a la felicidad de los nuevos ciudadanos de Sión
padres no son debidos a la naturaleza, sino que representan una (cf. Is n , 7 s ; 34,6s; Am 9,13). Nos hallamos, pues, ante descripcio-
situación milagrosa excepcional, que se perdió con el pecado ori- nes y cuadros artificiales poéticos, que expresan ideas religiosas
ginal. Una vez que el hombre y la mujer perdieron el don de impa- y morales, y cuya literalidad no ha de urgirse en buena exégesis.
sibilidad, es normal que el dolor les acompañara en la vida, pues el Aquí lo que el hagiógrafo quiere destacar es que el hombre ha
organismo humano—por su constitución nerviosa—tiene que acu- perdido sus dones preternaturales, y el trabajo, lejos de ser una dis-
sar las extorsiones y violencias que se le hagan, y entre ellas las tracción gustosa del tiempo, será una labor penosa en lucha con
convulsiones del parto 4 . La sentencia divina, pues, se limita a la naturaleza pobre.
constatar el hecho de que el hombre y la mujer han perdido su si-
tuación privilegiada y quedan en su estado normal pasible, sujetos a Como colofón de sus trabajos será la muerte, pues volverá al
las enfermedades y dolores inherentes al organismo humano, en polvo del que ha sido tomado. La expresión alude a la formación
el que prevalece el sistema nervioso con sus dolorosas reacciones» 5 . del hombre, tal como fue descrita en 2,7. En hebreo se hace juego
con el nombre Adam y adamah (tierra arcillosa rojiza), de la que fue
hecho. Es el cumplimiento de la amenaza de 2,17, al prohibir co-
«A Adán le dijo: Por haber escuchado a tu mujer, comiendo del mer del árbol de la «ciencia del bien y del mal»; la culminación de
árbol del que te prohibí comer, diciéndote: No comas de él, por ti
será maldita la tierra; con trabajo comerás de ella todo el tiempo de tu la gran tragedia y la demostración de que la muerte, el dolor físico
vida; te dará espinas y abrojos, y comerás de las hierbas del campo. y el mal moral, tienen su origen en un pecado de desobediencia
Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, e insubordinación contra Dios, que era la tesis doctrinal que el
pues de ella has sido tomado, ya que polvo eres y al polvo volverás» hagiógrafo quería inculcar a sus lectores» 6 .
(Gen 3,17-19).
«Adán llamó Eva a su mujer, por ser la madre de todos los vivientes»
509. «La sentencia sobre el hombre está concebida también (Gen 3,20).
teniendo en cuenta la naturaleza y misión del varón, es decir, como 510. «AI despertar Adán de su sueño y encontrarse con su
jefe de familia, que tiene que buscar el sustento de su esposa y de inesperada compañera, le impuso el nombre provisional de «varo-
los hijos. Este trabajo, que en el estado de inocencia no habría sido na» ('issah), porque había sido tomada de su cuerpo de «varón»
doloroso, después del pecado será un continuo bregar para ganar ('is). Pero ahora, en razón de la función de la maternidad, le cam-
el pan de cada día «con el sudor de su frente». La expresión es su- bia el nombre en Eva, en hebreo Jawwah (vida), porque iba a ser
mamente plástica. En vez del jardín de delicias tendrá que luchar la fuente de la vida: «madre de los vivientes». La etimología es
con una tierra seca y adusta, llena de «espinas y abrojos»; es la dura popular, como la de Adam. Los lexicólogos en general relacionan
lucha del hombre de la estepa, que tiene que luchar contra los ele- el nombre Jawwah con el Awa o ama del sumerio, que significa
mentos y condiciones climatológicas más hostiles. El hagiógrafo madre. Esta etimología estaría en perfecta consonancia con el título
habla a gentes que viven en una geografía ingrata y difícil. Natu- de «madre de los vivientes» aplicado a Eva.
ralmente, antes del pecado, la tierra producía espinas y abrojos,
pues la naturaleza vegetal no cambió con el pecado del hombre, En la imposición del nombre a Eva por Adán hay también una
como tampoco cambiaron los instintos de fiereza de los animales señal de dominio sobre ella. En el versículo 16 se dice que la mujer,
carnívoros. Pero nos hallamos ante una concepción religiosa y mo- a pesar de los dolores del parto, aspirará a unirse al marido para
que la convierta en madre y estará sujeta a él como superior. El
4
Algunos autores muy literalistas han querido apoyarse en este texto para desautorizar marido será siempre el jefe de la familia. Es el reflejo de la menta-
los medios modernos de aliviar a la mujer en el parto. Pío XII salió al paso de este ridículo
escrúpulo (AAS 38 [1956] 90-91). Si el hombre puede aliviar sus trabajos mecánicos para lidad hebrea sobre la sujeción de la mujer al hombre. Con todo, la
no ganarse el pan «con el sudor de su frente», también la mujer podrá aliviar sus dolores misma naturaleza ha impuesto el dominio del hombre, y siempre
específicos. (Nota de la Biblia comentada.)
5
Biblia comentada, l.c, p.93. Ibid., p.93-94-
\ S.l C.6. EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS 499
498 Mil. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
esta terrible realidad teológica de un modo realista y plástico, en
que la mujer ha querido verse libre de este dominio del marido és
consonancia con la mentalidad primitivista de sus lectores. Este rea-
para caer en una servidumbre más lamentable, a que la condenan
lismo expresivo queda patente en la afirmación de que Yavé expulsó
su debilidad física y su temperamento afectivo»7.
a Adán del paraíso, poniendo un querubín con flameante espada para
«Hízoles Yavé Dios a Adán y a su mujer túnicas de pieles y los que impidiera que Adán entrara de nuevo en el paraíso. ¿Se puede
vistió» (Gen 3,21). expresar de un modo más gráfico el hecho dogmático de que el pri-
mer hombre perdió su situación privilegiada de justicia original?
511. «Este versículo refleja bien el carácter antropomórfico y
Como buen catequista, el hagiógrafo ha sabido revestir sus altas
artificial de este relato, ya que se presenta a Dios haciendo los pri-
ideas teológicas abstractas de un ropaje literario y folklórico adapta-
meros trajes de Adán y Eva. En esta observación se quiere destacar
la providencia particular del Creador sobre los dos primeros padres do a gentes de mentalidad poco desarrollada» 9 .
pecadores, y al mismo tiempo se pone de relieve el sentido de pudor Hasta aquí el comentario magistral de la exégesis católica mo-
que ha de presidir la vida humana. Otras industrias son atribuidas derna. En confirmación del mismo, veamos ahora lo que nos dice
al ingenio de los hombres, pero esta de cubrir la desnudez es tan la especulación teológica desde su respectivo punto de vista.
importante para la moralidad y dignidad del hombre, que se atri- b) Comentario teológico
buye al mismo Dios la invención del vestido. Naturalmente, en
todas estas observaciones hay que ver el eco de tradiciones popu- Procederemos, como de costumbre, en forma de conclusiones
lares que explicaban así el origen del sentimiento del pudor» 8 . breves y sencillas.
«Díjose Yavé Dios: «He aquí al hombre hecho como uno de Conclusión 1.a El primer hombre, Adán, al transgredir el precepto
nosotros, conocedor del bien y del mal; que no vaya ahora a tender de Dios en el paraíso, perdió inmediatamente la santidad y justicia
su mano al árbol de la vida, y, comiendo de él, viva para siempre». en que había sido constituido. (De fe divina, expresamente definida.)
Y le arrojó Yavé Dios del jardín de Edén a labrar la tierra de que
había sido formado. Expulsó a Adán y puso delante de] jardín de 513. He aquí la solemne definición dogmática del concilio de
Edén un querubín, que blandía flameante espada para guardar el Trento, que ya hemos recogido en parte más arriba:
camino del árbol de la vida» (Gen 3,22-24).
«Si alguno no confiesa que el primer hombre, Adán, al transgredir e
512. «Por fin llega el desenlace de la tragedia. La serpiente mandamiento de Dios en el paraíso, perdió inmediatamente la santidad y
había prometido a la mujer que serían como dioses, «conocedores justicia en que había sido constituido, e incurrió por la ofensa de esta pre-
del bien y del mal». Ahora el autor sagrado finge un coloquio iró- varicación en la ira y la indignación de Dios, y, por tanto, en la muerte con
nico en labios de Yavé: «He ahí a Adán como uno de nosotros, co- que Dios antes le había amenazado, y con la muerte en el cautiverio bajo
nocedor del bien y del mal». El resultado del intento del hombre el poder de aquel que tiene el imperio de la muerte (Hebr 2,14), es decir, del
ha sido todo lo contrario al esperado: ha adquirido el hombre un diablo, y que toda la persona de Adán por aquella ofensa de prevaricación
nuevo y triste conocimiento experimental de la diferencia entre «el fue mudada en peor, según el cuerpo y el alma, sea anatema» (D 788).
bien y el mal». Y el sentido irónico continúa en la frase siguiente: Desentrañando teológicamente la doctrina de este canon dog-
no vaya ahora a tender su mano al árbol de la vida, y, comiendo de mático, nos encontramos con que el primer hombre perdió con su
él, viva para siempre. Como antes ha pretendido adquirir la «ciencia prevaricación todos los dones sobrenaturales y preternaturales del estado
del bien y del mal» comiendo del fruto del «árbol de la ciencia del de justicia original, quedando su misma naturaleza humana, en cuan-
bien y del mal», ahora puede querer tomar el fruto del árbol de la
to al cuerpo y en cuanto al alma, en peor condición que la que tenía
vida y así hacerse inmortal como Dios. El sentido es irónico: antes
en el estado de inocencia. Veámoslo por partes:
el hombre, con su atrevimiento, no consiguió sino descubrir prác-
ticamente una ciencia humillante; ahora su atrevimiento le puede i.a PERDIÓ LOS DONES SOBRENATURALES (gracia, virtudes, do-
hacer acercarse al árbol de la vida, que confiere la inmortalidad, nes del Espíritu Santo, inhabitación trinitaria). Lo expresa el canon
y el resultado no ha de ser diferente del anterior. al decir que perdió la santidad y justicia en que había sido consti-
No debemos perder de vista que, en la escenificación del drama tuido. La razón de esto es porque, como vimos en su lugar corres-
de la caída de los primeros padres, los dos árboles son un símbolo pondiente, el pecado original fue un pecado gravísimo, incompatible
de los dones preternaturales de que Adán estaba adornado en el estado con la gracia santificante y todo lo que ella lleva consigo (virtudes, do-
de inocencia: de su sabiduría y de su inmortalidad. El hagiógrafo nes e inhabitación amorosa de la Santísima Trinidad en el alma). Esta
quiere ahora constatar el hecho de que los ha perdido, expresando fue, sin comparación, la mayor catástrofe del pecado original. Los
Ibid., p.gg.
dones preternaturales—que también perdió el hombre con su peca-
Ibid., p 00. 9
Ibid., p.ioo.
500 P.1II. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.6. EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS 501

d o — , a u n q u e eran m u y grandes e inestimables, n o sufren purito el pecado la muerte» ( R o m 5,12). E s c u c h e m o s el razonamiento


de comparación c o n los dones sobrenaturales d e la gracia: h a y entre teológico del D o c t o r Angélico 1:
ellos u n a distancia infinita, la m i s m a q u e existe entre el o r d e n n a -
tural y el sobrenatural. «Si alguien, a causa de una culpa personal, fuese privado de un bene-
ficio cualquiera que anteriormente le fue concedido, la carencia de dicho
2.a P E R D I Ó LOS DONES PRETERNATURALES (integridad, inmorta- beneficio tendría razón de pena respecto de la culpa anterior. Al hombre
lidad, impasibilidad, dominio sobre los animales y ciencia insigne d e en el estado de justicia original, le fue concedido por voluntad divina el
A d á n ) . E l concilio lo expresa c o n la pérdida d e la justicia original que las fuerzas inferiores del alma estuviesen sometidas a la inteligencia
mientras ésta permaneciera sometida a la ley de Dios (don de integridad),
( q u e llevaba consigo t o d o eso, c o m o vimos), con la condena d e y que el cuerpo estuviese sometido al alma (don de inmortalidad). Pero
muerte y el cautiverio bajo el p o d e r del diablo. T e r r i b l e pérdida, como, por el pecado, la parte superior del hombre se apartó de Dios, se
p e r o i n c o m p a r a b l e m e n t e m e n o r q u e la anterior. siguió el desorden de que las fuerzas inferiores se alzaran contra la razón,
estableciéndose la lucha del apetito carnal contra la razón (pérdida del don
Pienso el lector en el cúmulo inmenso de males, calamidades y miserias de integridad) y la lucha del cuerpo contra el espíritu, dando lugar a la
de orden físico y moral que afligen a la pobre humanidad: trabajos físicos, muerte y demás defectos corporales (pérdida del don de inmortalidad). La
dolores espantosos, sufrimientos de todas clases, terremotos, inundaciones, vida e integridad del cuerpo consiste en estar sometido al alma, como lo
crímenes inmensos de orden político o pasional, robos, injusticias, atrope- imperfecto se somete a lo perfecto; y, por contraste, la muerte y enferme-
llos, guerras terribles, cárceles, campos de concentración, enfermedades, dad o cualquier otro defecto corporal tienen su origen en la falta de suje-
muerte inevitable de todos los hombres, etc., etc. Todo es consecuencia ción del cuerpo al alma. Está, pues, claro que, así como la rebelión del ape-
del pecado original, pues nada de ello hubiera sido posible en el estado de tito carnal contra el espíritu es pena del pecado de los primeros padres,
justicia primitiva. Y, con ser tan terrible todo esto, no tiene importancia también lo es la muerte y demás defectos corporales».
alguna comparado con la pérdida de los dones sobrenaturales y la imposi-
bilidad absoluta por parte del hombre de alcanzar la bienaventuranza eter- E n la solución a u n a dificultad repite Santo T o m á s q u e la m u e r -
na si Dios no se compadecía de él, como lo hizo efectivamente mediante te es natural, p o r la condición corruptible del cuerpo, y penal, p o r
a redención del mundo por Cristo crucificado. la p é r d i d a del privilegio preternatural q u e n o s eximía d e ella (ad 1).

3.a Su MISMA NATURALEZA HUMANA QUEDÓ E N PEOR C O N D I C I Ó N , Conclusión 3. a Las penas impuestas a nuestros p r i m e r o s padres e n
TANTO E N E L CUERPO COMO E N E L ALMA. L o define e x p r e s a m e n t e castigo de la culpa original estuvieron m u y bien puestas p o r Dios,
el canon tridentino, pero h a y q u e entenderlo rectamente, p o r q u e q u e «todo lo hace bien e n n ú m e r o , peso y medida» (Sap 11,21).
los reformadores protestantes sostuvieron u n a doctrina inadmisi- 515. Escuchemos d e n u e v o al D o c t o r Angélico 2 :
ble. E n efecto: L u t e r o , Calvino, etc., enseñaron q u e la substancia
del h o m b r e q u e d ó totalmente corrompida p o r el pecado original des- «Los primeros padres, en castigo de su pecado, perdieron el privilegio
divino que mantenía la naturaleza en su integridad, por cuya substracción
de el p u n t o d e vista ético, d e suerte q u e el h o m b r e se volvió incapaz
quedó sometida a diversos defectos penales. Su caída llevó consigo dos cla-
d e b u e n a s obras, p e r d i ó p o r completo la libertad y peca siempre ses de castigo:
en t o d o lo q u e hace. L a Iglesia rechazó expresamente esta doctrina i.° En primer lugar, la privación de cuanto convenía al primitivo es-
como herética (cf. D 771.815, etc.). L a naturaleza h u m a n a q u e d ó tado de integridad, es decir, el paraíso terrenal, como lo indican las pala-
quebrantada, p e r o n o substancialmente corrompida. Volveremos so- bras «los arrojó del paraíso». Y, dado que volver a dicho estado era total-
b r e esto e n el artículo siguiente, al hablar d e los efectos o consecuen- mente imposible al hombre por sus propias fuerzas, con razón fueron co-
locados los obstáculos convenientes para que no volvieran a las cosas per-
cias del pecado original e n nosotros. tenecientes a su primer estado: el «árbol de la vida» y el lugar del paraíso,
defendido por «un querubín con espada de fuego».
Conclusión 2. a L a m u e r t e corporal del h o m b r e es u n a consecuencia 2. 0 En segundo término, fueron castigados también aplicándoles todas
natural d e la corruptibilidad del cuerpo h u m a n o , compuesto de las características propias de la naturaleza destituida de dicho don divino,
elementos contrarios entre sí, q u e tienden, de suyo, a disgregarse; tanto las relativas al cuerpo como las referentes al alma.
p e r o es, a la vez, castigo del pecado original, p o r cuanto q u e , a a) En cuanto al cuerpo, que lleva consigo diferencia de sexos, a la
consecuencia d e él, perdió el h o m b r e el privilegio preternatural mujer, compañera del hombre en la propagación de la especie y en la vida
de la inmortalidad, que le hubiera hecho invulnerable a la m u e r t e . doméstica, se le impusieron dos penas: el dolor de la gestación y alumbra-
(De fe.) miento de los hijos y los cuidados de la vida doméstica. En cuanto a la gene-
ración de los hijos, recibió doble penalidad: fatiga de llevarlos en los días
514. H e m o s visto e n la conclusión anterior la declaración ex- de la gestación: «multiplicaré los trabajos de tus preñeces», y dolor en su
presa del concilio de T r e n t o relativa a q u e la m u e r t e es consecuen- alumbramiento: «parirás con dolor a tus hijos». En cuanto a la vida domés-
cia del pecado original ( D 788). L o había dicho ya t a m b i é n el após-
1
tol San Pablo: «Por u n h o m b r e e n t r ó el pecado e n el m u n d o , y p o r Cf. II-II 164,1. Los paréntesis son nuestros,
* Cf. II-II 164,2.
602 P.1II. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
F.L C.6. EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS 508
tica, el castigo es estar sometida al esposo: «quedarás sometida a tu marido».
Pero, así como a la mujer corresponde someterse al marido en lo concer-
ARTÍCULO 2
niente a la vida doméstica, él tiene la obligación de procurar las provisiones
necesarias para la sustentación. En este sentido recibió triple castigo. Pri- EL^PECADO ORIGINAL EN NOSOTROS
mero, la esterilidad de la tierra: «Maldita será la tierra por tu causa». Segun-
do, la intensidad del trabajo, sin el cual la tierra no da frutos: «Comerás e¡ E x a m i n a d a s ya las cuestiones relativas al primer pecado d e n u e s -
pan con el sudor de tu frente todos los días de tu vida». Tercero, los obstácu- tros p r i m e r o s padres (pecado original originante), veamos ahora las
los que se presentan en ese cultivo: «Te producirá espinas y abrojos». pertenecientes al pecado original tal como llega a nosotros (pecado
b) Igualmente, por parte del alma se señala una triple pena: la con- original originado). Es u n o de los d o g m a s fundamentales d e n u e s t r a
fusión de sentir la rebelión de la carne contra el espíritu: «Se abrieron sus fe y la única explicación posible d e los males y miserias d e t o d a
ojos y vieron que estaban desnudos»; la acusación de la propia culpa: «He índole q u e afligen a t o d a la h u m a n i d a d caída.
aquí a Adán hecho como uno de nosotros»; y el aviso de la muerte futura: Dividiremos n u e s t r o estudio en los siguientes p u n t o s : existencia
«Eres polvo y al polvo volverás». Esto mismo nos viene a indicar las túnicas del pecado original en nosotros, cómo se nos transmite, naturaleza
de pieles que Dios les hizo». del m i s m o , sujeto d o n d e radica y principales efectos q u e p r o d u c e .

Al contestar a la objeción d e q u e D i o s en su infinita misericor- 1. Existencia del p e c a d o original e n nosotros


dia parece q u e debía h a b e r p e r m i t i d o a n u e s t r o s primeros padres
comer el fruto del árbol de la vida para q u e h u b i e r a n recobrado la E x p o n d r e m o s la doctrina católica e n forma d e conclusión.
inmortalidad, escribe el D o c t o r Angélico: Conclusión. Existe e n nosotros el pecado original, o sea u n pecado
procedente del p r i m e r pecado de Adán, que afecta a todos y a
«Si el hombre, después de haber pecado, hubiera podido comer del cada u n o de sus descendientes—exceptuada la Santísima Virgen
árbol de la vida, no hubiese conseguido «vida eterna», sino solamente un M a r í a — c o m o propio d e cada u n o . (De fe divina expresamente de-
plazo de vida «más largo». Y esto no le convenía: ya es bastante la miseria finida.)
que tiene, sin necesidad de prolongarla más» (ad 6).
517. C o n t r a la doctrina del pecado original e n nosotros se h a n
E n c u a n t o a la expresión «He aquí a A d á n hecho como u n o d e levantado a través d e los siglos m u l t i t u d d e errores y herejías. H e
nosotros», q u e parece impropia d e la clemencia y benignidad d e aquí las principales h
i.° L o s gnósticos y maniqueos n e g a r o n la existencia del pecado
Dios, q u e se compadece siempre del desgraciado, contesta admira-
original y atribuían la corrupción moral del h o m b r e a u n principio
b l e m e n t e Santo T o m á s :
eterno del mal: la materia.
«Como dice San Agustín, esas palabras proferidas por el Señor no son 2. 0 T a m b i é n lo negaron indirectamente los origenistas y pris-
tanto un insulto contra los primeros padres como toque de alerta contra cilianistas, los cuales explicaban la inclinación del h o m b r e al m a l
nuestra soberbia, para que nos demos cuenta de que Adán no sólo no con- p o r u n pecado q u e el alma habría cometido antes d e su u n i ó n con
siguió lo que buscaba desordenadamente, sino que perdió lo que poseía» el cuerpo.
(ad 7). 3. 0 L o negaron directamente los pelagianos, los cuales enseña-
ban que
Conclusión 4. a A pesar de los terribles castigos q u e Dios les i m p u s e
p o r su pecado, nuestros p r i m e r o s padres A d á n y Eva obtuvieron a) El pecado de Adán no se transmitía por herencia a sus descendientes,
sino que éstos imitaban el mal ejemplo de aquél pecando también por su
el p e r d ó n de Dios y alcanzaron después de su m u e r t e la vida cuenta.
eterna. (Sentencia común entre los teólogos.) b) La muerte, los padecimientos y la concupiscencia no son castigo
del pecado, sino simples efectos del estado de naturaleza pura.
516. Esta conclusión n o es d e fe, c o m o es evidente. Pero es la c) El bautismo no se les administra a los niños para remisión de sus
sentencia casi u n á n i m e d e los Santos P a d r e s y d e los teólogos, q u í pecados, sino para que sean recibidos en la comunidad de la Iglesia y al-
se apoyan e n u n testimonio bastante claro d e la m i s m a Sagrada cancen el «reino de los cielos» (que es un grado de felicidad superior al de
Escritura: «Ella—la divina Sabiduría—fue la q u e g u a r d ó al p r i m e ; la «vida eterna»).
h o m b r e , al q u e p r i m e r a m e n t e formaste para ser p a d r e del m u n d o L a herejía pelagiana fue combatida principalmente p o r San
y le salvó en su caída» (Sap 10,1). P o r ello, en las iglesias orientales A g u s t í n y c o n d e n a d a p o r el magisterio d e la Iglesia e n los sínodos
se venera con culto público a n u e s t r o s p r i m e r o s padres A d á n y Eva. d e Mileve y d e Cartago ( D 102), p o r el concilio II d e O r a n g e
( D 174SS) y, m á s recientemente, p o r el concilio d e T r e n t o ( D 788ss).
1
Cf. OTT, Teología dogmática (Ba rcelona 1958) p.18?.
504 ' p.in. DIOS CREADOR y GOBERNADOR S.l C.6. KL PECADO ORIGINAL Y SDS CONSECUENCIAS 505
0
4. E l pelagianismo sobrevivió e n el racionalismo desde la E d a d se imputa. En efecto, el pecado es la transgresión de la ley; por esto la ley
M o d e r n a hasta los t i e m p o s actuales (socinianismo, racionalismo d e es la medida del pecado y del reato que por él se incurre, tanto de culpa como
la época d e la «Ilustración», teología protestante liberal, incredulidad de pena. El reato de pena que se contrae no es otro que la sanción que se-
m o d e r n a , teosofismo, etc.). ñala la ley a la transgresión. Ahora bien: si se prescinde de la amenaza de
muerte hecha por Dios a Adán si comía del árbol vedado, anteriormente
5. 0 E n la E d a d M e d i a , u n sínodo d e Sens (año 1141) condenó a Moisés no existía ley alguna que castigase el pecado, y menos todo pecado
la siguiente proposición de P e d r o A b e l a r d o : «De A d á n n o contra- con la pena de muerte. Sin embargo—prosigue San Pablo—, reina la muerte
j i m o s la culpa, sino sólo la pena» ( D 376). desde Adán a Moisés. Conclusión: luego la muerte no fue castigo de los
6.° L o s reformadores protestantes, j u n t o c o n los discípulos d e pecados propios de cada uno, sino del primer pecado de Adán. Y para que
Bayo y d e Jansenio, conservaron la creencia e n el pecado original, esto fuera justo, como lo era, menester era también que este primer pecado
p e r o desfiguraron su esencia y sus efectos, haciéndole consistir e n no sólo fuese pecado personal de Adán, sino pecado universal de todos
los hombres. Por esto dice San Pablo tan categóricamente que todos murieron
la concupiscencia y considerándola como u n a corrupción completa
por cuanto iodos pecaron. Luego el primer pecado de Adán fue tan propia-
d e la naturaleza h u m a n a . T o d o esto fue rechazado expresamente mente pecado de todos, que por él todos pecaron.
p o r la Iglesia (cf. D 787SS; IOOISS; ioo2ss). Pero si ésta no bastase, otra consideración más llana propone el Apóstol.
C o n t r a todos estos errores y herejías, h e aquí la p r u e b a d e la La universalidad de la muerte, si fuese efecto de los pecados individuales,
conclusión: supondría necesariamente la universalidad de esos pecados. Ahora bien:
dice San Pablo: Reinó la muerte... aun sobre los que no habían pecado, a
a) L A SAGRADA ESCRITURA. L o dice e x p r e s a m e n t e el apóstol imitación de la transgresión de Adán. Hubo algunos, como el justo Abel,
San Pablo e n su epístola a los R o m a n o s : Noé, Abraham, José-—a lo menos los niños muertos antes de llegar al uso
de la razón—, los cuales no cometieron pecados mortales que imitasen la
«Por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte; transgresión de Adán, y, sin embargo, también éstos murieron. Luego la
y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos habían pecado. muerte no es pena de los pecados personales de cada uno, sino del pecado
Anteriormente a la Ley, había pecado en el mundo; pero, como no existía cometido por todos en Adán.
la ley, el pecado no era imputado, y, sin embargo, reinó la muerte desde En suma: si por el pecado de uno vino la muerte como castigo sobre
Adán a Moisés, aun sobre aquellos que no habían pecado como pecó Adán, todos, señal es que aquel pecado de uno fue también pecado de todos.
que es tipo del que había de venir» (Rom 5,12-14)- Por eso todos murieron por aquel pecado, porque todos pecaron con aquel
pecado».
Este texto es i m p o r t a n t í s i m o y p o r eso conviene examinarlo
con cuidado. E s c u c h e m o s el comentario d e la exégesis m o d e r n a 2 : E n la Sagrada Escritura h a y algunos otros textos alusivos al
pecado original en nosotros 3 , pero n i n g u n o t a n claro y expresivo
«Despojándolo de consideraciones inútiles y de cavilaciones imperti-
como el d e San Pablo q u e acabamos d e examinar.
nentes, que no merecen tomarse en cuenta, este argumento es de una evi-
dencia y fuerza irresistibles. Todo él estriba en esta afirmación del Apóstol: b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L o definió e x p r e s a m e n t e el
Por el pecado vino la muerte, y por eso la muerte alcanzó a todos los hombres, concilio d e T r e n t o e n el siguiente canon dogmático:
por cuanto todos pecaron. En el presente orden de la divina Providencia,
la muerte no es simplemente un resultado natural de la constitución orgá- «Si alguno afirma que la prevaricación de Adán le dañó a él solo y no
nica del hombre: es pena del pecado; y si el hombre no hubiera pecado, a su descendencia; que la santidad y justicia recibida de Dios, que él perdió,
tampoco hubiera muerto. Ahora bien: el pecado que dio principio a la muer- la perdió para sí solo y no también para nosotros; o que, manchado él por
te, mejor dicho, el pecado en virtud del cual pesa sobre la humanidad la el pecado de desobediencia, sólo transmitió a todo el género humano la
sentencia de muerte, es el pecado del primer hombre. Así lo dice termi- muerte y las penas del cuerpo, pero no el pecado, que es muerte del alma, sea
nantemente San Pablo: Por un solo hombre entró el pecado en el mundo. anatema, pues contradice al Apóstol, que dice: Por un solo hombre entró
Y para que a nadie se le ocurriese pensar que esta primera entrada del pe- el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte; y asi a todos los hombres
cado en el mundo fue simplemente la del pecado personal de Adán, el cual pasó la muerte, por cuanto todos habían pecado (Rom 5,12)» (D 789).
con su mal ejemplo indujese a los demás hombres al pecado, de suerte que
cada cual muriese por su pecado propio e individual, para que a nadie se L a m i s m a doctrina habían p r o c l a m a d o ya el concilio d e Cartago
le ocurriese pensar de esta manera, propone el mismo Apóstol dos conside- en el a ñ o 418 ( D 102) y el s e g u n d o concilio d e O r a n g e e n el a ñ o 529
raciones, que prueban con plena evidencia que el pecado en virtud del cual
incurren los hombres en la sentencia de muerte no es el pecado persona! de ( D 175).
cada uno, sino el solo pecado de Adán. Dice San Pablo: Anteriormente a la c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. C o m o h e m o s advertido repetidas
Ley (de Moisés) existía el pecado en el mundo. No hay duda de que antes de veces, la razón h u m a n a n o p u e d e d e m o s t r a r la existencia d e n i n g ú n
Moisés se cometieron muchos pecados en el mundo, como lo demuestra la misterio sobrenatural, q u e conocemos ú n i c a m e n t e p o r divina r e -
Escritura. Con todo, no fueron esos pecados los que acarrearon la muerte a 3
los hombres. Porque, como añade el Apóstol, donde no hay ley, el pecado no Por ejemplo, dice el santo profeta David en su famoso salmo Miserere: «He aquí que
fui concebido en la iniquidad y en pecado me concibió mi madre» (Ps 50,7). No es posible hablar
con más claridad y precisión de un pecado que nos viene de la simple naturaleza humana
2 Cf. P. BOVER, S. I., Teología de San Pablo (BAC, Madrid 1952) p.217-219. en el acto mismo de la concepción, o sea antes de haber cometido ningún pecado personal.
506 1MH. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.1 C.6. EL PECADO OKIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS 507

velación. Pero una vez conocida la existencia del misterio revelado, el de pecado personal. El pecado original es propio de cada uno de
la razón teológica puede fácilmente encontrar las razones de conve- nosotros en cuanto que cada uno poseemos la naturaleza humana
niencia para hacer más inteligible aquel misterio; aunque no más inficionada por tal pecado, no en el sentido de que cada uno lo haya-
creíble, puesto que ya no puede serlo más por el hecho de haberlo mos cometido personalmente (sólo Adán lo cometió así). Se trata,
revelado Dios, que no puede engañarse ni engañarnos. En este pues, de un pecado de la naturaleza, no de la persona; pero como
sentido, la certeza que nos proporciona la fe es incomparablemente resulta que esa naturaleza la poseemos todos los hombres, el pe-
mayor que la que nos proporciona la misma evidencia natural, que cado original viene a ser un pecado propio de cada uno, aunque
es criterio infalible de verdad. sólo sea un pecado personal en la persona de Adán. Volveremos
Con relación a la existencia del pecado original en nosotros, la en seguida sobre esto al hablar de la transmisión del pecado original.
razón natural advierte claramente que el hombre, mientras vive
en este mundo, está lleno de miserias, calamidades, hambre, sed, 2. Transmisión del pecado original
enfermedades, etc., en cuanto a su cuerpo; ignorancia en su inteli-
gencia, debilidad en su voluntad, pasiones violentas en su apetito Acabamos de ver que el pecado original existe realmente en
sensitivo, etc., etc., y todo ello desemboca, finalmente, en la muerte. nosotros como verdadero pecado propio, aunque no personal. Aho-
Todo esto parece claramente castigo de alguna culpa, ya que no ra es preciso examinar de qué manera se nos transmite o llega hasta
puede admitirse que la bondad, benignidad y providencia amoro- nosotros. Como de costumbre, procederemos por conclusiones.
sísima de Dios sobre todas sus criaturas hubiese creado así al hom- Conclusión 1.a El pecado original, cometido personalmente por
bre salido de sus manos; y como esas calamidades a que antes alu- Adán, se transmite a sus descendientes por la generación natural;
díamos afectan por igual a justos y a pecadores, e incluso a los de suerte que la generación, en cuanto termina en todo el compuesto
niños inocentes, que no han cometido todavía ningún pecado per- humano y propaga la naturaleza humana corrompida por aquel
sonal, no hay más remedio que concluir que todo ello debe obede- pecado, es la causa instrumental de la transmisión. (De fe la prime-
cer a alguna misteriosa culpa colectiva, que afecta a todos los hom- ra parte; completamente cierta en teología la segunda.)
bres por el mero hecho de poseer la naturaleza humana.
520. He aquí las pruebas:
Claro que todo esto, tan lógico y sencillo, no lo hubiera discu-
rrido la razón si no nos constara por la divina revelación la existen- a) L A SAGRADA ESCRITURA. Se desprende con suficiente cla-
cia del pecado original. Con razón se ha dicho, pues, que el pecado ridad del texto de San Pablo en su epístola a los Romanos que he-
original es un misterio; pero el mundo, sin el pecado original, sería mos examinado en la conclusión anterior (Rom 5,12). Porque, si
un misterio incomparablemente mayor. Con el pecado original se ex- la muerte entró en el mundo por el pecado de Adán y de él pasa a
plica todo, y sin él no puede explicarse nada. «El hombre—ha di- nosotros el pecado y la muerte, ha de ser por vía de generación na-
cho Pascal—es más inconcebible sin este misterio que lo es este tural, ya que no tenemos otro vínculo natural que nos una con Adán
misterio para el hombre» 4 . que la generación, por medio de la cual se nos comunica o transmite
la naturaleza humana.
Advertencias
b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. L O ha declarado expresa-
518. i . a La ley inexorable de contraer el pecado original im- mente repetidas veces:
puesta a toda la naturaleza humana en virtud del pecado de Adán, no
afecta para nada a Nuestro Señor Jesucristo ni a su santísima madre CONCILIO DE CARTAGO. «LO que dice el Apóstol—el texto de Rom 5,12—
la Virgen María. No a Jesucristo, porque, como Hijo natural de Dios, no de otro modo ha de entenderse que como siempre lo entendió la Iglesia
era impecable por naturaleza; y, además, porque no vino al mundo católica por el mundo difundida. Porque por esta regla de fe, aun los niños
pequeños, que todavía no pudieron cometer ningún pecado por sí mismos
por vía de generación natural, que es el modo con que se nos trans- son verdaderamente bautizados para la remisión de los pecados, a fin de
mite a todos el pecado original, como veremos más abajo. Y tampo- que por la regeneración se limpie en ellos lo que por la generación contraje-
co a la Santísima Virgen María, por un privilegio singularísimo que ron» (D 102).
Dios omnipotente le concedió en atención a los méritos previstos
de Cristo Redentor, como definió expresamente Pío IX el 8 de CONCILIO DE TRENTO. Repite exactamente el canon del concilio de
Cartago que acabamos de citar, añadiendo que esa regla de fe «procede
diciembre de 1854 (cf. D 1641). de la tradición de los Apóstoles» (D 791). Y añade en un nuevo canon dog-
519. 2. a En la conclusión hemos dicho que el pecado origi- mático:
nal es propio de cada uno de los descendientes de Adán. Así es en «Si alguno afirma que este pecado de Adán, que es por su origen uno
efecto, pero no debe confundirse el concepto de pecado propio con solo y que, transmitido a todos por generación, no por imitación (propaga-
4
Citado por el P. Sertillanges, O . P., en su magnifica obra Catecismo de ios incrédulos
tione, non imitatione transfusum ómnibus), está como propio en cada uno,
(Barcelona 1934) P.148. se quita por las fuerzas de la naturaleza humana o por otro remedio que
508 P.IIl. DIOS CREADOR V GOBERNADOR S.1 C.6. EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS 309
por el mérito del solo mediador, Nuestro Señor Jesucristo..., sea anatema» 2.» Aunque la culpa no está actualizada en el semen, está allí vir-
(D 790). tualmente la naturaleza humana, a la cual acompaña esa culpa (ad 3).
Y el m i s m o concilio d e T r e n t o , en el decreto sobre la justifica- Para mayor a b u n d a m i e n t o en la explicación de esta doctrina
ción, declara expresamente: d e consecuencias t a n trascendentales para t o d a la h u m a n i d a d , reco-
«Si los hombres no nacieran propagados de la semilla de Adán, no gemos a continuación algunas interesantes precisiones de u n teólogo
nacerían injustos, como quiera que por esa propagación por aquél contraen, contemporáneo 6:
al ser concebidos, su propia injusticia» (D 795). «El don de la justicia original fue conferido por Dios a toda la natu-
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. D e s p u é s d e rechazar diversas ex- raleza humana en la persona del primer padre como un accidente de la na-
turaleza especifica, como dice Santo Tomás 7 , o también—como dice en
plicaciones insuficientes, escribe el D o c t o r Angélico 5 : otro lugar el Doctor Angélico—«no fue dado al primer hombre solamente
«Busquemos, pues, otro camino de solución, diciendo: todos los hom- como persona singular, sino como principio de toda la humana naturaleza,
bres nacidos de Adán pueden ser considerados como un solo hombre, en para que de él se derivara a sus descendientes. Ahora bien: el primer hom-
cuanto que poseen la misma naturaleza participada de aquél, lo mismo que bre, pecando por su libre albedrío, perdió este don en la misma forma que se
todos los miembros de una comunidad civil son considerados como un solo le había dado, o sea para sí y para toda su posteridad» 8 . Adán, perdiendo
cuerpo, y la comunidad como un solo hombre. Porfirio decía que, «por la este don concedido a toda la naturaleza humana a modo de propiedad
participación de idéntica naturaleza, muchos hombres son un solo hombre». específica, corrompió la naturaleza humana no sólo para un individuo, sino
Así, pues, muchos hombres derivados de Adán son como muchos miembros para todo el género humano; de suerte que todos aquellos que desciendan
de un mismo cuerpo. Y ya sabemos que los actos de un miembro del cuerpo, de la estirpe de Adán, reciben la naturaleza corrompida, o sea destituida
por ejemplo, de la mano, no son voluntarios por la voluntariedad de la mano, de la justicia original. Pero los hombres descienden de Adán por la gene-
sino por la voluntariedad del alma, que es el primer motor de los otros ración natural, en cuanto que de las almas creadas por Dios y de la materia
miembros. Así, el homicidio cometido por la mano no se imputa a ésta proporcionada por el acto de la generación son engendrados los hombres,
como pecado—en cuanto que la mano es un miembro aislado—, sino que por la generación empiezan a ser de la familia de Adán y por la generación
se ¡e imputa en cuanto que es aigo propio dei hombre integraf, que recibe participan de Ja naturaleza humana de] modo y manera que existia en el
su movimiento del primer principio motor humano (el alma). De forma primer hombre cuando empezó en él la línea de la generación. Si Adán
semejante, el desorden que existe en este hombre nacido de Adán no es hubiese conservado el estado de inocencia, la justicia original se hubiese
voluntario con la voluntad de este hombre engendrado, sino con la volun- propagado a sus descendientes por la misma generación natural, por la
tad del primer padre, que mueve—con movimiento de generación—a todos cual el alma se une al cuerpo en formación; pero, corrompida por el pecado
los que de él proceden, como la voluntad mueve todos los miembros a sus la naturaleza humana, contraemos el pecado original por la misma gene-
actos respectivos. Por esa razón el pecado que pasa de los primeros padres ración natural. Luego el pecado original se transmite y propaga entre los
a los descendientes se llama pecado «original», lo mismo que el pecado que hombres por la generación natural».
pasa del alma a los miembros del cuerpo se llama «actual». Y de igual suerte
que el pecado actual, cometido mediante un miembro cualquiera, no es Conclusión 2. a Los d e m á s pecados personales q u e pudieron cometer
pecado de dicho miembro, sino en cuanto forma parte del todo humano A d á n y E v a después del p r i m e r pecado, lo m i s m o q u e los pecados
—llamándose por eso «pecado humano»—, así también el pecado original personales de los restantes padres, n o se transmiten a sus hijos.
no es pecado de esta persona sino en cuanto que recibió su naturaleza del (Sentencia completamente cierta y común.)
primer padre. Por eso se llama «pecado de naturaleza» según la expresión
del Apóstol: Eramos hijos de ira por naturaleza (Eph 2,3)». 521. E s c u c h e m o s el espléndido razonamiento del D o c t o r A n -
gélico 9 :
A l resolver u n a s objeciones explica el D o c t o r Angélico de q u é «Si consideramos las cosas atentamente, podremos descubrir la imposi-
m a n e r a la generación p u r a m e n t e corporal (o sea, sin la del alma, bilidad de que los otros pecados de los primeros padres y todos los peca-
q u e procede d i r e c t a m e n t e de Dios p o r creación) y el s e m e n q u e la dos de los padres inmediatos se nos transmitan por la generación. La razón
p r o d u c e p u e d e n ser vehículo i n s t r u m e n t a l para la transmisión del es porque el hombre engendra seres iguales a sí específicamente, pero no
pecado original. H e aquí sus respuestas: numéricamente. Por tanto, las notas que pertenecen a un individuo en
cuanto singular, como los actos personales y las cosas que le son propias,
1. a Aunque el alma no se transmita por generación, ya que la virtua- no se transmiten de los padres a los hijos. No hay gramático que engendre
lidad del semen corporal no puede causar un alma racional, el semen mueve hijos conocedores de la gramática que él aprendió. En cambio, los elementos
hacia ella a modo de disposición (para que Dios la infunda en el cuerpo). que pertenecen a la naturaleza, pasan de los padres a los hijos, a no ser que
Luego por la virtud seminal se transmite la naturaleza humana del padre la naturaleza esté defectuosa. Por ejemplo, el hombre de buena vista no
al hijo, y junto con la naturaleza se comunica también la infección de la engendra hijos ciegos si no es por defecto especial de la naturaleza. Y, si
misma. El que nace se hace partícipe de la culpa del padre por recibir de 6
Cf. ZUBIZARRETA, O.C., vol.2 n.809.
él la naturaleza mediante la virtud generativa (ad 2). ' Cf. I 100,1.
8
SANTO TOMÁS, De malo q.4 a.i.
' Cf. MI 81,1. » Cf. MI 81,2.
510 r.UI. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.6. EL PECADO 0RIGINAL V SUS CONSECUENCIAS 511

la naturaleza es fuerte, incluso se comunican a los hijos algunos accidentes en atención a los méritos previstos de Cristo R e d e n t o r , según ha
individuales que pertenecen a la disposición de la naturaleza, como son definido e x p r e s a m e n t e la Iglesia ( D 1641).
la velocidad de cuerpo, agudeza de ingenio y otros semejantes; pero nunca
las cosas puramente personales, como hemos dicho. Conclusión 4. a Si Eva hubiera pecado en el paraíso, pero A d á n no, n o
Pues bien: así como a la persona hay cosas que le pertenecen por su se nos hubiera transmitido el pecado original a n i n g u n o de sus des-
misma naturaleza y otras que le pertenecen por don gratuito de la gracia, cendientes. (Sentencia cierta y común.)
así también a la naturaleza le pueden pertenecer unas cosas por su mismo
ser, es decir, como causadas por sus principios íntimos, y otras por don 523. L o insinúa el m i s m o San Pablo c u a n d o dice en su epís-
de la gracia. El don de la justicia original le pertenecía en este segundo tola a los R o m a n o s : «Por un hombre entró el pecado en el mundo»
sentido—como ya vimos—, puesto que era un don concedido a toda la natu- ( R o m 5,12). Si t a m b i é n la mujer transmitiese el pecado a su des-
raleza humana en el primer hombre, pero éste lo perdió por su primer pe-
cado. Luego así como la justicia original se hubiese transmitido a los des- cendencia, debería h a b e r dicho m á s bien q u e p o r a m b o s e n t r ó eí
cendientes por vía de generación junto con la naturaleza, así ahora se trans- pecado en el m u n d o , p u e s los dos pecaron; y si quería aludir al
mite ia naturaleza con el desorden original. En cambio, los otros pecados p r i m e r o q u e pecó, entonces debería haber dicho: «Por una mujer
de los primeros padres y de ios padres próximos no corrompen la naturaleza e n t r ó el pecado en el mundo», p u e s Eva es la q u e pecó p r i m e r o ,
en cuanto tal, sino en lo que tiene de personal, es decir, en la inclinación al según el relato del Génesis. L u e g o parece claro q u e es p o r q u e el
pecado. Luego los demás pecados no se transmiten». pecado original procede del p a d r e a los hijos, y n o de la m a d r e .
Santo T o m á s expone con gran claridad y lógica la razón teoló-
A l contestar a la dificultad de q u e , estando los bautizados lim-
gica de esto en la siguiente forma 1 2 :
pios del pecado original, parece q u e n o deberían transmitirlo a sus
descendientes, escribe Santo T o m á s : «La solución proviene de los principios establecidos anteriormente.
Hemos dicho que el pecado del primer padre se transmite en cuanto que ese
«Por el bautismo se limpia uno del pecado original en cuanto a la culpa, padre obra activamente en la generación de los hijos; de tal forma que, si
y en cuanto que la parte superior del alma recupera la gracia santificante. alguno fuese materialmente formado de nuestra carne, pero no por vía de
Pero continúa el pecado original en cuanto al fomes (cf. D 792), que es generación seminal, no contraería el pecado original. Ahora bien: como
un desorden de las partes inferiores del alma y del mismo cuerpo. Y ya resulta que, según la doctrina de los filósofos, el único principio activo de
sabemos que el hombre engendra precisamente por el cuerpo y no por el la generación es el padre, limitándose la madre a proporcionar únicamente
espíritu. Por eso los bautizados transmiten el pecado original, porque no en- la materia de esa generación, sigúese que el pecado original no lo tenemos
gendran en cuanto que están renovados por el bautismo, sino en cuanto que por la madre, sino por el padre. Luego si Adán no hubiese pecado, aunque
les queda algo de la vejez del primer pecado» 10 . pecara Eva, no tendríamos pecado original; en cambio, si hubiese pecado
sólo Adán, sin pecar Eva, lo tendríamos igual que ahora».
Conclusión 3. a Si u n h o m b r e fuera formado milagrosamente p o r
Dios de la carne h u m a n a pecadora, pero sin generación natural A u n q u e este a r g u m e n t o sería decisivo si efectivamente proce-
de otro h o m b r e , n o contraería el pecado original. (Sentencia cierta
y común.) diera del p a d r e el único principio activo de la generación, sin embargo,
h o y resulta m u y discutible, ya q u e la m o d e r n a biología parece ha-
522. L a razón es p o r q u e , c o m o ya h e m o s visto, el p e c a d o b e r d e m o s t r a d o q u e el principio m a t e r n o de la generación—el óvu-
original se t r a n s m i t e por vía de generación natural, y en el caso lo o m i c r o g a m e t o — e s t a n activo c o m o el espermatozoide paterno.
hipotético de la conclusión n o habría tal generación. C o n t o d o , la doctrina de la conclusión continúa siendo verdadera,
a u n q u e habría q u e apoyarla en otro a r g u m e n t o : A d á n , y sólo él,
«Luego si por virtud divina alguien fuese formado de la carne humana, era la cabeza natural de toda la h u m a n i d a d ; y, como tal cabeza,
es evidente que la fuerza activa de la generación no procedería de Adán, recibió la justicia original, con la facultad de transmitirla a todos
y, por tanto, no contraería tampoco el pecado original; de igual modo que
sus descendientes p o r vía de generación natural. L u e g o , mientras
los actos de la mano no constituirían pecado humano si la mano no fuese
movida por la voluntad, sino por otro agente extrínseco» n . la cabeza no se corrompiera por el pecado, la naturaleza h u m a n a n o
p o d r í a sufrir n i n g ú n q u e b r a n t o p o r el pecado de Eva o de cual-
E s t a es la razón p o r la cual Cristo N u e s t r o Señor n o p u d o con- quiera de sus descendientes, h o m b r e o mujer, c o m o vimos más
traer el pecado original—aparte de su impecabilidad absoluta como arriba (cf. n.489). A d á n , y sólo él, representaba a toda ¡a huma-
Hijo de D i o s — , puesto q u e n o vino al m u n d o por vía de generación nidad, n o sólo con u n a representación moral, sino con verdadera
natural, sino p o r intervención milagrosa del Espíritu Santo. Y en representación física, c o m o única cabeza de toda ella. L u e g o él, y
c u a n t o a la Virgen M a r í a , como descendiente de A d á n p o r vía de sólo él, podía transmitir a todos sus descendientes la naturaleza
generación natural, h u b i e r a contraído el pecado original si p o r u n h u m a n a tal como él la poseyese: con la justicia original, si n o hubiera
privilegio singularísimo de D i o s n o h u b i e r a sido preservada de él pecado, o destituida de ella si pecaba él personalmente,
10 Cf. I-II 81,3 ad 2.
»2 Cf. I-II 81,5.
u Cf. 1-1181,4-
S.l C..6. EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS 513
512 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
Sin e m b a r g o , es preciso añadir q u e tanto la acción creadora d e
Las aguas de un manantial envenenado brotan también envenenadas; D i o s como el acto generador d e los padres son la condición «sine
pero si se envenenan únicamente los riachuelos procedentes de él, el manan- qua non» d e la transmisión del pecado d e origen; p o r q u e si Dios n o
tial sigue manando agua pura. Ahora bien: el estado justificado o caído de
creara el alma o los padres n o realizaran el acto generador, es evi-
la naturaleza humana depende exclusivamente del estado del primer ma-
nantial, no de los riachuelos procedentes de él. Luego si Adán no hubiese d e n t e q u e el pecado original n o se propagaría. L o cual n o quiere
cometido el pecado original, no heredaríamos nosotros ese pecado aunque decir q u e Dios o los padres deberían abstenerse, respectivamente, d e
hubiera pecado Eva o cualquiera otro de sus descendientes. crear el alma o d e e n g e n d r a r el cuerpo con el fin d e q u e n o se p r o -
pague el pecado original; p o r q u e estas acciones tienden, d e suyo, a
Conclusión 5. a A pesar d e q u e D i o s crea e infunde e n el cuerpo u n a cosa b u e n a y excelente q u e es la propagación del género h u -
h u m a n o el alma racional, Dios n o es causa d e que ésta contraiga m a n o , y a u n q u e d e ello se siga inevitablemente la propagación del
el pecado original. (Completamente cierta.) pecado original, ocurre esto al m a r g e n d e la intención d e Dios y d e
524. L a razón es m u y sencilla. Dios crea, ciertamente, el alma los padres, teniendo además el pecado original u n r e m e d i o eficaz
racional sin la gracia santificante, y la infunde al cuerpo para q u e m e d i a n t e el sacramento del b a u t i s m o o la gracia actual del a r r e p e n -
p o r la generación participe d e la naturaleza h u m a n a e n la m i s m a t i m i e n t o e n u n adulto n o bautizado. C o m o dice m u y bien Santo
forma e n q u e haya sido conservada e n los descendientes d e A d á n . T o m á s , «es mejor para el alma venir al m u n d o e n pecado original
Si la naturaleza h u m a n a hubiese sido conservada e n s u primitiva q u e n o existir e n forma alguna, sobre t o d o p u d i e n d o h u i r d e la
inocencia, D i o s hubiese creado el alma e n gracia santificante y, al condenación p o r la gracia liberadora» 1 4 .
u n i r s e al cuerpo, el alma le hubiera comunicado los restantes dones
de la justicia original q u e a él le afectaban. Pero, después d e la 3. Naturaleza del p e c a d o original
caída d e A d á n , y precisamente p o r ella, Dios crea las almas sin la
gracia santificante, p e r o t a m b i é n sin pecado, o sea e n u n estado E x a m i n a d o ya el m o d o con q u e se n o s transmite el pecado
de simple naturaleza. Esta alma, e n efecto, tal como sale d e la acción original, veamos ahora e n q u é consiste ese pecado tal como está e n
creadora d e Dios, y prescindiendo d e s u infusión e n el cuerpo, nosotros.
a u n q u e carece de la gracia santificante, n o tiene p r o p i a m e n t e pecado,
sino simple carencia d e u n a gracia indebida. L a gracia santificante 526. 1. E r r o r e s . Sobre la naturaleza íntima del pecado ori-
n o se p r o m e t i ó al alma, sino a la naturaleza humana. P o r consiguien- ginal tal como está e n nosotros se h a n formulado m u c h a s opiniones
te, esa alma debe recibir la gracia o el pecado n o p o r la simple a través d e los siglos, algunas d e las cuales h a n sido expresamente
creación, sino p o r su u n i ó n a u n cuerpo p r o c e d e n t e d e A d á n p o r rechazadas p o r la Iglesia como heréticas o erróneas. Recogemos a
vía d e generación natural c o n el q u e forma la naturaleza humana. continuación las principales opiniones con su crítica correspon-
E n el m i s m o acto d e su creación, Dios infunde el alma e n el cuerpo diente.
con la sola intención d e formar el c o m p u e s t o h u m a n o , lo cual es 1. a P e d r o A b e l a r d o erró p r o f u n d a m e n t e al decir q u e el pecado
u n a cosa buena, y con ello t e r m i n a la obra creadora d e Dios. P e r o original consistía t a n sólo e n el reato de pena eterna, o sea e n la
p o r el hecho m i s m o d e q u e el alma se u n e al cuerpo, comienza la sentencia d e condenación q u e los descendientes d e A d á n h a b í a n
generación d e u n n u e v o h o m b r e p r o c e d e n t e d e A d á n , y como con- heredado d e éste como cabeza del género h u m a n o . E n este sentido,
secuencia inevitable, e n el instante m i s m o d e esta generación el más q u e d e pecado original habría q u e hablar d e pena o castigo
alma se m a n c h a con el pecado original y q u e d a e n g e n d r a d o el nuevo original.
ser con la naturaleza c o r r o m p i d a 1 3 .
CRÍTICA. Esta doctrina está francamente en contra de lo que dice
a
San Pablo: «Por cuanto todos pecaron en él» (Rom 5,12), y fue expresamente
Conclusión 6. P o r lo m i s m o , los padres inmediatos t a m p o c o son rechazada como herética por la Iglesia en el concilio de Sens (D 376) y más
causa directa del pecado original, a u n q u e sí d e la transmisión del tarde por el concilio de Trento, al afirmar que el pecado original es ver-
m i s m o p o r vía d e generación natural. dadero y estricto pecado, no sólo reato de pena (D 789.792).
525. L a razón es p o r q u e los padres inmediatos c o n c u r r e n al 2. a M a t í a s Flocio Ilírico, antecesor y verdadero p a d r e d e los
acto d e la generación con la intención d e e n g e n d r a r u n hijo: n a d a protestantes rígidos, afirmó q u e el pecado original e r a u n a especie
más. E l h e c h o d e q u e ese hijo venga al m u n d o inficionado p o r el d e forma substancial q u e corrompía totalmente el alma h u m a n a
pecado original procede del pecado d e A d á n , q u e corrompió la transformándola, d e imagen d e Dios q u e era, e n imagen del diablo.
naturaleza h u m a n a , n o del acto generador d e los padres, q u e es
ú n i c a m e n t e el vehículo de la transmisión, p e r o n o la causa d e aquel CRÍTICA. Esta doctrina es también herética, por ser totalmente con-
pecado. traria a las declaraciones de la Iglesia en el concilio tridentino, que hablan
14
Cf. I - I I 83,1 a d 5; cf. ZUBIZARRETA, ibid.
13 Cf. I-II 83,1 ad 4; cf. ZUBIZARRITA, l . c , n . 8 i o .
Dios y su obra 17
514 P.III. DIOS CREADOR Y GORERNADOR S.l C.6. EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS 515

de un quebranto de la naturaleza humana por el pecado original, pero de «La forma es quien determina la especie de cada ser. Como la especie
ninguna manera de una corrupción substancia/ de la misma (cf. D 771.788. del pecado original proviene de su causa, es preciso que lo formal en el
815, etc.). pecado original se tome también por parte de su causa. Ahora bien: dos
cosas opuestas (v.gr., el frío y el calor) tienen causas opuestas, como es
3.a L u t e r o , Calvino, M e l a n c h t o n , Bayo, Jansenio, H e r m e s , etc., evidente. Luego la causa del pecado original hay que entenderla por res-
dijeron q u e el pecado original en nosotros consiste formalmente e n pecto a la causa de la justicia original, a la cual se opone. Todo el orden de la
la concupiscencia mala habitual (o sea, e n la inclinación habitual al justicia original provenía de que la voluntad del hombre estaba sometida
pecado), q u e persistiría a u n e n los bautizados como v e r d a d e r o y a la voluntad de Dios, sujeción que principalmente se realizaba por la volun-
tad, a la cual pertenece mover todas las otras partes hacia su fin, como ya
estricto pecado, a u n q u e n o se les i m p u t a a los bautizados para los dijimos. Luego de la aversión de la voluntad respecto de Dios se siguió
efectos del castigo. el desorden en todas las restantes fuerzas del alma. Así, pues, la privación
de la justicia original, por la cual la voluntad estaba sometida a Dios, es lo
CRÍTICA. E S completamente falso y herético, pues contradice al apóstol
formal en el pecado original. Todo otro desorden de las energías del alma
San Pablo cuando dice que «ninguna condenación pesa ahora sobre los que
se relaciona con el pecado original como algo puramente material; y estos
están en Cristo Jesús» (Rom 8,i), y fue expresamente condenado por la
otros desórdenes se manifiestan principalmente en que esas energías del
Iglesia en el concilio de Trento, al definir que el bautismo borra del alma
alma se vuelven desordenadamente hacia las criaturas, lo cual puede deno-
«todo aquello que tiene verdadera y propia razón de pecado» (D 792). Es
minarse, en general, con el nombre de concupiscencia. Luego el pecado
cierto que la concupiscencia, en cuanto simple inclinación al mal, permane-
original consiste formalmente en la privación de la justicia original, y mate-
ce en los bautizados; pero, en este sentido de simple inclinación al mal, no
rialmente en la concupiscencia o inclinación al mal».
es pecado, aunque procede del pecado y puede de nuevo conducirnos a él
(cf. D 792).
Estas últimas palabras del D o c t o r Angélico d e b e n entenderse
4. a A l b e r t o Pighio, A m b r o s i o Catarino y algún otro católico r e c t a m e n t e . N o quiere decir Santo T o m á s q u e la concupiscencia
o inclinación al m a l forme p a r t e intrínseca del pecado original a
opinaron q u e el pecado original e n nosotros consiste en u n a i m p u -
m o d o d e materia, cuya forma sería la privación d e la justicia origi-
tación m e r a m e n t e extrínseca del pecado personal d e A d á n , d e m a -
nal. Si así fuera, la concupiscencia desaparecería t o t a l m e n t e c o n el
nera semejante a como el delito d e u n p a d r e se i m p u t a a su hijo.
bautismo, como desaparece el pecado original, c o n el q u e estaría
CRÍTICA. Tampoco puede admitirse esta opinión por estar manifiesta- identificada materialmente; y vemos q u e n o es así, p u e s la concu-
mente en contra de las declaraciones tridentinas, según las cuales el pecado piscencia p e r m a n e c e en los bautizados, n o como pecado, p e r o sí
de Adán se transmite realmente a nosotros por vía de generación, produce como inclinación al m a l (cf. D 792). L a expresión d e Santo T o m á s
la muerte del alma y se nos imputa como verdadero pecado propio, aunque significa ú n i c a m e n t e q u e , como la esencia o constitutivo formal del
no personal, como ya vimos (cf. D 790). No se trata, pues, de una mera pecado original consiste ú n i c a m e n t e e n la privación d e la justicia
imputación extrínseca. original q u e santificaba el alma, todos los d e m á s desórdenes q u e
2. D o c t r i n a c a t ó l i c a . C o n t r a todos estos errores y herejías sobrevengan después d e este fundamental son ya d e tipo secundario
vamos a exponer e n p o s del Angélico D o c t o r la doctrina c o m ú n o p u r a m e n t e material, q u e nada substancial vienen a añadir a aquel
entre los teólogos católicos. desorden fundamental. El m i s m o Santo T o m á s dice e x p r e s a m e n t e
en otro lugar:
Conclusión. E l pecado original, en nosotros, consiste formalmente e n
la privación de la justicia original en cuanto a su efecto primario, «La concupiscencia se relaciona con el pecado original como algo ma-
o sea en cuanto santificaba el alma de nuestros p r i m e r o s padres terial y consiguiente» 2 . Luego no entra a formar parte intrínseca de él como
y sometía su voluntad a Dios, y las potencias inferiores a su volun- la materia con relación a la forma.
tad. (Sentencia cierta y común entre los teólogos católicos.)
E n otros artículos d e esta m i s m a cuestión, Santo T o m á s a ñ a d e
527. H e aquí las pruebas: las siguientes interesantes precisiones:
a) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. El concilio d e T r e n t o defi-
i . a El pecado original es u n hábito malo o disposición desor-
nió expresamente q u e el pecado original es «muerte del alma» d e n a d a q u e p e r m a n e c e en el alma m i e n t r a s n o se b o r r e p o r el bau-
( D 789), c o m o había definido ya el concilio II d e O r a n g e ( D 175). tismo o p o r la perfecta contrición. Pero n o es u n hábito infuso n i
Pero la «muerte del alma» n o significa otra cosa formalmente q u e la t a m p o c o adquirido (a n o ser en el propio A d á n ) . E s , sencillamente,
privación d e la gracia santificante, q u e es la vida sobrenatural d e l u n hábito innato p o r defecto d e origen 3 .
alma. 2. a El pecado original es específicamente u n o solo, y e n cada
h o m b r e n o p u e d e ser sino n u m é r i c a m e n t e u n o . E n los diversos
b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. C o m o siempre, n o s la dará Santo 2 Cf. I-II 83,2 ad 4: «Ad quartum dicendum quod concupiscentia se habet materialiter
Tomás !; et ex consequenti in peccato originali».
1 3 Cf. MI 82,1c. etad 3 .
Cf. I I I 82,3.
5Í6 ÍM1I. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.l C.6. EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS 517

h o m b r e s es u n o especifica y p r o p o r c i o n a l m e n t e , p e r o diverso n u - ne razón de culpa, sino únicamente de pena (dolores, enfermedades, muerte).
méricamente 4. En conclusión: hay que decir que el alma es el sujeto donde radica el pecado
3 . a El pecado original afecta a todos los descendientes de A d á n original, no el cuerpo».
en la m i s m a m e d i d a y p r o p o r c i ó n ; p u e s , como h e m o s dicho, con- Conclusión 2. a El pecado original radica en la esencia m i s m a del
siste formalmente en la privación d e la justicia original, y, como es alma, m á s que en sus potencias o facultades. (Doctrina común.)
sabido, en las privaciones n o cabe m á s o menos: o se tiene una cosa
o n o se tiene. A p a r t e d e q u e t o d o s p r o c e d e m o s del m i s m o A d á n 529. L a razón es p o r q u e el p e c a d o — c o m o ya vimos—se nos
en idéntica forma. L o q u e o c u r r e es q u e , u n a vez p e r d i d o el control comunica p o r vía de generación natural. L u e g o el sujeto p r i m a r i o
q u e poseía la razón sobre las fuerzas inferiores del h o m b r e , en u n o s del pecado original será aquella p a r t e del alma q u e p r i m a r i a m e n t e
se desborda la concupiscencia con m á s í m p e t u q u e en otros, según es alcanzada p o r la generación. P e r o la generación tiende como a su
su t e m p e r a m e n t o , fuerza o debilidad de su voluntad, etc. 5 t é r m i n o al alma m i s m a en cuanto forma del cuerpo, cosa q u e le con-
4 . a El placer carnal q u e el h o m b r e experimenta en el acto de viene en v i r t u d de su propia esencia y n o en virtud de sus potencias
la generación n o tiene n a d a q u e ver con la transmisión del pecado o facultades. L u e g o la esencia misma del alma es el sujeto p r i m a r i o
original. Y así, s u p o n i e n d o q u e u n h o m b r e n o sintiera placer n i n - d o n d e radica el pecado original y n o sus potencias o facultades 2 .
g u n o en ese acto, transmitiría i g u a l m e n t e a su descendencia el p e -
Conclusión 3. a E n t r e las potencias del alma, el pecado original afecta
cado original 6 . Dígase lo m i s m o con relación a la llamada «fecun-
p r i m a r i a m e n t e a la voluntad. (Doctrina común.)
dación artificial», a base de semen h u m a n o , q u e está expresamente
prohibida p o r la Iglesia 7 . 530. Santo T o m á s advierte q u e en la infección del p e c a d o
original d e b e m o s considerar dos cosas: primera, su inherencia en
4. Sujeto del p e c a d o original el sujeto, y, en este sentido, el pecado original mira ante t o d o a la
esencia del alma, como ya h e m o s dicho. E n segundo lugar, hay q u e
Vamos a precisar ahora q u i é n es el sujeto del pecado original, considerar su inclinación al acto, y, en este sentido, mira p r i m a r i a -
o sea, d ó n d e reside en nosotros: ¿En el alma? ¿En el cuerpo? ¿En m e n t e a las potencias del alma, ya q u e el alma n o es operativa p o r
alguna potencia o facultad? C o m o de costumbre, p r o c e d e r e m o s en su propia esencia, sino ú n i c a m e n t e a través de sus potencias o fa-
forma de conclusiones. cultades. Y e n t r e estas potencias d e b e fijarse, ante todo, en aquella
q u e nos da la primera inclinación al pecado. C o m o ésta es la volun-
Conclusión i. a El pecado original radica en el alma, n o en el cuerpo tad, sigúese q u e el pecado original afecta o inficiona a la v o l u n t a d
del que lo posee. (Doctrina cierta y común.) antes q u e a n i n g u n a otra potencia 3 .
528. L a razón es p o r q u e el pecado es u n acto malo voluntario L a principal objeción q u e p u e d e oponerse a esta doctrina es la
y la voluntad es u n a potencia del alma, n o del cuerpo. L o s efectos siguiente: el e n t e n d i m i e n t o es anterior a la voluntad, p o r q u e nada
q u e p r o d u c e sobre el cuerpo n o tienen ya razón de culpa, sino sólo se a m a si n o se conoce. L u e g o , si el pecado original inficiona todas
d e pena. Escuchemos a Santo T o m á s *. las potencias del alma, parece q u e en p r i m e r lugar d e b e inficionar
el entendimiento, como p r i m e r a de todas ellas.
«Una cosa puede encontrarse en otra de dos maneras: una, como en su E s fácil, sin embargo, contestar a esa objeción. El e n t e n d i m i e n t o
causa, principal o instrumental; otra, como en su sujeto en que radica. precede a la voluntad en c u a n t o q u e le p r o p o n e su objeto; p e r o en
El pecado original de toda la humanidad estuvo en Adán como en su
causa principal, según enseña el Apóstol: «En él todos pecaron» (Rom 5,12). el o r d e n de la moción al acto la voluntad precede al e n t e n d i m i e n t o .
En el semen corporal se encuentra como en su causa instrumental, en cuanto A h o r a bien: esta moción al acto pecaminoso es precisamente la
que por la virtud o fuerza activa del semen se transmite el pecado original q u e interviene en el pecado 4 .
a la descendencia juntamente con la naturaleza humana. En cuanto al sujeto
de radicación, el pecado no puede hallarse de ninguna manera en la carne, Conclusión 4. a Las potencias sensitivas m á s afectadas p o r el pecado
sino únicamente en el alma... (porque solamente el alma es culpable de la original son estas tres: la generativa, la concupiscible y el sentido
voluntariedad del pecado, que es esencial al mismo). del tacto. (Doctrina común.)
Así, pues, como el alma puede ser sujeto de la culpa y no puede serlo
531. Santo T o m á s lo razona del siguiente m o d o 5 :
la carne, todo lo que proviene al alma de la corrupción del primer pecado
tiene razón de culpa; en cambio, lo que de él se comunica a la carne no tie- «Llamamos preferentemente infección a la corrupción que por su misma
naturaleza está pidiendo comunicarse a otro; por eso la lepra, la sarna y
•t Cf. I-II 82,2.
5 Cf. I-II 82,4. otras enfermedades semejantes se llaman infecciosas.
« Cf. I-II 82,4 ad 3.
7 2 Cf. I-II 83,2.
Cf. la alocución de Pío XII, de 29 de septiembre de 1949, ante el IV Congreso Inter-
3 Cf. I-II 83,3.
nacional de Médicos Católicos (D 2303).
1
" Cf. I-II 83,3 ad 3.
Cf. I-II 83,1. Los paréntesis explicativos son nuestros. ' Cf. I-II 83,4.
518 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.1 C.6. EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS 519
Ahora bien: el pecado original se transmite, conio ya vimos, por k
generación natural. Luego las potencias que concurren a ese acto son las de ser hombre). El tercer bien—o sea el de la justicia original—desapa-
que están mayormente infectadas. Y es evidente que en ese acto intervienen reció completamente por el pecado de los primeros padres. Y el bien in-
la potencia generativa y la delectación táctil, que es el objeto principal del termedio, es decir, la inclinación natura! a la virtud, se disminuye por el
pecado. Ello es debido a que, por la repetición de actos humanos, se adquie-
apetito concupiscible. Luego, aunque todas las potencias del alma están
re cierta inclinación a actos semejantes, como es sabido; y es evidente que,
inficionadas por el pecado original, especialmente lo están las tres enun-
si se adquiere inclinación a un extremo, disminuye la inclinación al extremo
ciadas». contrario. Ahora bien: como el pecado es contrario a la virtud, por el mismo
E s t a es la razón q u e explica la extraordinaria violencia d e esas hecho de que el hombre peca se disminuye el bien de la naturaleza en cuanto
a su inclinación a la virtud».
tendencias, q u e t a n fácilmente saltan p o r encima d e la razón, d a n d o
d e b r u c e s en el pecado. C o m o se ve, Santo T o m á s se refiere en este ú l t i m o a r g u m e n t o
a los pecados personales (que son los q u e e n g e n d r a n el hábito vi-
5. Efectos del p e c a d o original e n nosotros cioso), n o al original. Sin e m b a r g o , t a m b i é n el pecado original dis-
m i n u y e indirectamente la inclinación natural a la virtud, q u e en el
532. L o s efectos q u e el pecado original p r o d u c e en nosotros
estado d e inocencia impedía los movimientos d e s o r d e n a d o s de las
son e n t e r a m e n t e similares a los q u e produjo en n u e s t r o s p r i m e r o s
pasiones, q u e ahora, p o r lo mismo, n o e n c u e n t r a n obstáculo alguno
padres (cf. n.513). P u e d e n reducirse f u n d a m e n t a l m e n t e a tres: p a r a levantarse. L o dice el propio Santo T o m á s e n otro lugar:
i.° Pérdida total de los dones sobrenaturales: gracia santifican-
t e, virtudes infusas, dones del Espíritu Santo, inhabitación amorosa «También del pecado original se deriva cierta inclinación al pecado,
de la Santísima T r i n i d a d en el alma. no directa, sino indirectamente, por remoción de los impedimentos que obs-
taculizan el pecado, esto es, de la justicia original, que impedía los movi-
2° Pérdida total de los dones preternaturales: integridad, i n - mientos desordenados, como también de la enfermedad natural nacen
mortalidad, impasibilidad, d o m i n i o sobre los animales. indirectamente movimientos corporales desordenados» 3 .
• j . 0 Disminución yarcia.1 de las fuerzas naturales con relación a
GoncVusáoTí i > 'Ni el p e c a d o original TÚ los pecados personales, poT
la práctica d e la v i r t u d . m u y n u m e r o s o s que sean, p u e d e n destruir c o m p l e t a m e n t e todo
Para mayor a b u n d a m i e n t o , e x p o n d r e m o s a- continuación las el bien de la naturaleza h u m a n a . (Completamente cierta y común.)
principales conclusiones a q u e llega Santo T o m á s d e A q u i n o en la
cuestión dedicada a estudiar los efectos q u e el pecado en general 534. Santo T o m á s lo p r u e b a con el siguiente r a z o n a m i e n t o d e
p r o d u c e en nosotros 1. sublime elevación metafísica 4 :

Conclusión 1. a El pecado original no destruyó ni disminuyó en nada «El bien de la naturaleza que se disminuye por el pecado, hemos dicho
los principios intrínsecos q u e constituyen la naturaleza h u m a n a que es la inclinación a la virtud. La virtud, a su vez, conviene al hombre
(v.gr., las potencias del alma); pero disminuyó indirectamente su en cuanto racional, pues de ahí procede el que obre según la ley de la razón,
inclinación natural a la virtud. (Sentencia moralmente cierta y casi que es obrar según la virtud. Y por el pecado no es posible que pierda el
común.) hombre su ser racional, pues entonces dejarfa de ser sujeto capaz de pecado.
Luego no es posible que ese bien de la naturaleza-—o sea la inclinación
natural a la virtud—se destruya totalmente.
533. E s c u c h e m o s al D o c t o r Angélico explicando esta doctrina
Pero como resulta que esa inclinación natural a la virtud se va dismi-
con su lucidez habitual 2 : nuyendo de continuo por el pecado, recurrieron algunos a un ejemplo para
«Podemos hablar del bien de la naturaleza humana en triple sentido: mostrar que, a pesar de ello, nunca se destruirá del todo. Porque—como
a) Primeramente se aplica ese nombre a los principios intrínsecos que ya dijo Aristóteles—, si de una magnitud finita vamos substrayendo cantida-
la constituyen y a las propiedades que de ellos dimanan, como son las po- des iguales, llegaremos a su total consumición; pero, si vamos substrayendo
únicamente cantidades proporcionales, podremos continuar indefinidamente
tencias del alma (entendimiento y voluntad) y cosas semejantes.
substrayendo sin llegar a agotarla jamás. Por ejemplo, si de una cantidad
b) En segundo término, como el hombre está inclinado a la virtud por
finita vamos quitando cada vez la medida de un palmo, acabaremos en la
su propia naturaleza, esa inclinación natural a la virtud es un bien de la total extinción de aquella cantidad; pero si esa misma cantidad se divide
naturaleza. en dos partes, y esa mitad se vuelve a dividir en dos partes, y así sucesiva-
c) En tercer lugar se aplica el nombre de bien de la naturaleza al mente, podremos seguir dividiéndola indefinidamente sin agotarla nunca,
don de la justicia original, concedido a toda la naturaleza humana en el porque en cada división tendremos que dejar la mitad de lo que tomamos.
primer hombre. Pero esto no viene a cuento para nuestro propósito, porque el pecado último
Según esta distinción, concluimos que el primer bien de la naturaleza no disminuye la inclinación a la virtud menos que el anterior, sino tal vez
—el de sus principios intrínsecos—ni se destruye ni sufre disminución por más, si es más grave.
el pecado (porque estos principios no pueden faltar en el hombre sin dejar
1 Cf. M I 85,1-6. » Cf. I-II 82,1 ad 3.
2 Cf. I-II 85,1. El paréntesis explicativo es nuestro. « Cf. I-II 85.Í.
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Se impone, por lo tanto, explicar de otra forma las cosas. La mencio-
nada inclinación a la virtud está colocada como medio entre dos extremos: se desborda hacia lo deleitable fuera de los cauces de la recta razón, da lu-
se funda en la naturaleza racional como en su raíz y tiende al bien de la gar a la herida de la concupiscencia desordenada.
virtud como a su fin. Luego su disminución puede entenderse de dos ma- Por consiguiente, son cuatro las heridas causadas a toda la naturaleza
neras: por parte de su raíz o por parte de su término: humana por el pecado de los primeros padres. Pero como la inclinación al
a) En el primer aspecto no puede darse disminución, ya que el pecado bien de la virtud va disminuyendo en cada hombre a causa de sus pecados
no destruye ni disminuye la misma naturaleza, como vimos en la conclusión personales, estas cuatro heridas son fruto también de los pecados perso-
anterior. nales de cada uno, ya que por el pecado la razón pierde agudeza, princi-
b) En el segundo aspecto cabe disminución a medida que se vayan palmente en el orden práctico; la voluntad se endurece para el bien; la de-
poniendo impedimentos que obstaculicen llegar al fin. bilidad para la práctica de la virtud se hace cada vez mayor; y la concupis-
Si cupiera disminución en el primer sentido, se llegaría a la total extin- cencia desordenada se inflama cada vez más».
ción, al consumirse también la naturaleza. Pero, si la disminución se da
por parte de los impedimentos que obstaculizan la consecución del fin, Conclusión 4. a La muerte y demás defectos corporales son también
es claro que cabe una disminución en progreso infinito, porque son infini- efectos del pecado original. (De fe en lo relativo a la muerte; comple-
tos los obstáculos que pueden interponerse, ya que el hombre puede añadir tamente cierta en lo demás.)
indefinidamente pecados a pecados. Pero una total extinción no cabe,
pues siempre queda la raíz de aquella inclinación natural a la virtud, que S36. Q u e la m u e r t e sea efecto del pecado original es u n a v e r -
se funda en la misma naturaleza humana». d a d de fe, como ya vimos. L o dice el apóstol San Pablo ( R o m 5,12)
y fue definido e x p r e s a m e n t e p o r el concilio d e T r e n t o ( D 789).
E n la respuesta a u n a de las objeciones escribe el D o c t o r A n g é - Santo T o m á s lo razona del siguiente m o d o 7 :
lico:
«El pecado original causa la muerte y todos los restantes defectos de la
«Incluso en los condenados permanece la natural inclinación a la vir- naturaleza humana, en cuanto que por el pecado de los primeros padres
tud; de lo contrario no existiría en ellos el remordimiento de la conciencia. desapareció la justicia original, que mantenía las facultades inferiores so-
El que nunca pase al acto se debe a la carencia de la gracia divina, por obra metidas a la razón sin desorden alguno y hacía que todo el cuerpo estuviera
de la divina justicia. Es como en el ciego: permanece en él la radical aptitud bajo la potestad del alma sin defecto alguno. Suprimida esta justicia origi-
para la visión, en cuanto que es un ser que naturalmente está ordenado nal por el pecado del primer padre, la naturaleza humana quedó herida en
a ver; pero no se actúa la visión porque falta la causa que podría actualizarla cuanto al alma por el desorden de las potencias, y en cuanto al cuerpo por-
formando el órgano que se requiere para ver» 5 . que nada impedía ya su corruptibilidad natural y su muerte. Y así como la
sustracción de la justicia original tiene carácter de pena o de castigo, así
Conclusión 3. a El pecado original dejó en la naturaleza humana las también la muerte y demás defectos corporales son pena o castigo del pe-
siguientes cuatro heridas: ignorancia, malicia, concupiscencia cado original».
desordenada y debilidad o flaqueza. (Doctrina común entre los
teólogos.) ' Cf. I-II 85,5.

535. E s c u c h e m o s u n a vez m á s el clarísimo r a z o n a m i e n t o del


D o c t o r Angélico 6:
«Mediante la justicia original, la razón dominaba las fuerzas inferiores
y, al mismo tiempo, ella estaba perfectamente sometida a Dios. Esta justicia
original desapareció con el pecado original; y, como consecuencia lógica,
todas esas fuerzas del alma quedaron destituidas en cierto modo de su
propio orden, por el cual se ordenan naturalmente a la virtud; y esta falta
de orden respecto al fin recibe el nombre de herida o vulneración de la
naturaleza.
Ahora bien: son cuatro las potencias del alma que pueden ser sujeto de
la virtud, a saber: la razón, en la que radica la prudencia; la voluntad, que
sustenta a la justicia; el apetito irascible, que sostiene a la fortaleza, y el
apetito concupiscible, donde tiene su asiento la templanza. En cuanto que la
razón pierde su recta trayectoria hacia la verdad, aparece la herida de la
ignorancia; en cuanto que la uoluntad se desordena con relación al bien, se
produce la herida de la malicia; en cuanto que el apetito irascible se resiste a
realizar el bien arduo y costoso—que es su propio objeto—, se constituye
la herida de la flaqueza o debilidad; y en cuanto que el apetito concupiscible
s Cf. M I 85,3 ad 3.
' Cf. I-II 85,3-
S.2 C.l. LA GOBERNACIÓN DE DIOS E N GENERAL 523

SECCIÓN SEGUNDA Claro que ambas cosas son en Dios un solo acto simplicísimo, pero
la pobre inteligencia humana, discursiva e imperfecta, necesita con-
DIOS GOBERNADOR cebirlo y expresarlo de manera multiforme, con esta diversidad
de actos en apariencia sucesivos, que en realidad constituyen en
537. Como puede ver el lector en el esquema que le ofrecimos Dios un solo acto infinitamente simple y sencillo.
al frente de esta tercera parte de nuestra obra (cf. n.3is), el tratado
2. Existencia d e la divina gobernación
de Dios Gobernador es el complemento natural del de Dios Creador
que acabamos de examinar. Vamos, pues, a abordar este nuevo pa- 539. a) Errores. Estando tan íntimamente relacionadas la
norama teológico que nos sale al paso. providencia divina y la divina gobernación, se comprende fácilmen-
El siguiente esquema muestra claramente la división fundamen- te que los que niegan la una niegan también la otra. Sin embargo,
tal de este tratado y el camino que vamos a recorrer en esta última no faltan quienes admiten ambas cosas parcialmente, o sea, res-
sección de nuestra obra. tringiendo su aplicación a sólo determinados seres. He aquí los
Si se da: el hecho. principales errores:
Para qué: causa final. a) El deísmo tiene como dogma fundamental la negación de
La gobernación de Por quién: causa eficiente. la divina providencia y gobernación. Dios creó al mundo y lo puso
Dios en general. . .. Efectos de la divina gobernación: causa formal. en marcha con todo lo necesario para su desenvolvimiento natural;
A qué se extiende: sujeto o causa material. pero lo dejó abandonado al influjo fatal de sus fuerzas cósmicas y
Propiedades: inmediata y mediata, infalible, biológicas. Dios no se cuida de las criaturas.
sin contradicción.
b) Maimónides, Platón y, según algunos, el mismo Aristóteles,
II. La gobernación de 1 Conservación de los seres. extendiendo a Dios el adagio de que «de minimis non curat praetor»,
Dios en sus efectos. | Moción divina de las criaturas. creyeron impropio de la majestad y grandeza divinas el ocuparse
de las cosas y pequeños acontecimientos del mundo. Cicerón, que
CAPÍTULO I se deshacía en alabanzas a la divina Providencia, compartía, sin em-
bargo, esta opinión: «Los dioses se preocupan de las cosas grandes
LA GOBERNACIÓN DE DIOS EN GENERAL y se desentienden de las pequeñas» 1 .
1. Nociones previas c) Niegan también la providencia y gobernación divinas los
fatalistas y estoicos, según los cuales todas las cosas ocurren por
538. Es muy frecuente entre los autores usar indistintamente necesidad inevitable; los panteistas, que identifican a Dios con el
los términos providencia y gobernación divina. Ciertamente que existe mundo; los materialistas, racionalistas e incrédulos, que niegan la
entre ambas cosas una relación íntima y estrechísima, puesto que la existencia misma de Dios.
segunda no es otra cosa que la ejecución o realización de la primera;
pero sus conceptos técnicos son distintos. Conviene, pues, precisar- b) Doctrina católica. Contra todos estos errores y herejías,
los con toda exactitud: vamos a exponer la doctrina católica en forma de conclusión.
1. NOCIÓN DE PROVIDENCIA. Como dijimos en su lugar Conclusión. Todo lo que Dios creó lo conserva y gobierna con su
(cf. n.178), la providencia divina, considerada como atributo divi- providencia, alcanzando poderosamente de uno a otro confín y
no, o sea, tal como existe en Dios, no es otra cosa que la razón disponiéndolo todo suavemente. (De la fe divina, expresamente de-
del orden de las cosas a sus fines preexistente en la mente divina 1. finida.)
Es como el plano de un arquitecto a base del cual construirá el edi- 540. Siendo tan hermosa y sublime esta doctrina de fe, vamos
ficio. Existe en Dios desde toda la eternidad. a exponer su prueba con cierta amplitud, a base de los lugares teo-
2. NOCIÓN DE GOBERNACIÓN. Por divina gobernación se en- lógicos tradicionales 2 .
tiende en teología la ejecución o realización en el tiempo del plan a) L A SAGRADA ESCRITURA. Ya en el Antiguo Testamento
mental de la providencia concebido por Dios desde toda la eternidad 2 . aparece con gran fuerza el dogma de la divina gobernación y se
Existe en Dios desde que existen las cosas creadas, no antes. nos da un conocimiento suficientemente claro de lo que Dios quiere
De estas sencillas nociones se desprende con toda claridad que hacer del mundo que ha creado. H e aqui algunas de sus principales
por la gobernación hace Dios terminativamente en el tiempo lo que afirmaciones:
la providencia ha planeado o concebido inicialmente en la eternidad. 1
M. T o u e CICERÓN, Dé mtura de&tum I 66.
1 Cf. I 22,1. * Cf. I 22,3. 2
Cf. ínlefóriAi taJÍófete vbl.i (Barcelona IOS?) p.6a4ss. . •' "
524 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.2 C.l. LA GOBERNACIÓN DE DIOS EN GENERAL 525
a
1. Universalidad del gobierno divino: \ 6. a
Dios llena de beneficios a los que se dejan gobernar por El:
«Sí, yo soy Dios, yo, y no hay ningún otro; yo soy Dios y no tengo igual. «Es Yavé mi pastor, nada me falta.
Yo anuncio desde el principio lo porvenir, y de antemano lo que no se Me pone en verdes pastos y me lleva a frescas aguas.
ha hecho. Recrea mi alma y me guía por las rectas sendas por amor de su nombre.
Yo digo: mis designios se realizan, y cumplo toda mi voluntad... Aunque haya de pasar por un valle tenebroso, no temo mal alguno,
Como lo he dicho, así lo haré; lo he dispuesto y lo cumpliré» (Is 46,9-11). porque tú estás conmigo. T ú y tu cayado sois mi consuelo.
«¿Quién podrá decir que una cosa sucede sin que la disponga el Señor ?» T ú pones ante mí una mesa, enfrente de mis enemigos. Has derramado
(Thren 3,37). el óleo sobre mi cabeza, y mi cáliz rebosa.
Sólo bondad y benevolencia me acompañan todos los días de mi vida, y
2.a M i d a podría subsistir sin El: estaré en la casa de Yavé por muy largos años» (Ps 22).
«Pues amas todo cuanto existe, y nada aborreces de lo que has hecho... 7 . a Los malvados triunfan momentáneamente, pero serán casti-
Y ¿cómo podría subsistir nada si tú no quisieres?» (Sap 11,25-26). gados al final:
3.a Todo depende de El: «No te impacientes por los malvados, no envidies a los que hacen el mal.
«El es el que cubre el cielo de nubes, el que prepara la lluvia para la tierra. Porque presto serán segados como el heno, y como la hierba tierna se
El que hace que broten hierbas los montes para pasto de los que sirven secarán...
al hombre. Sí, un poco todavía, y el impío ya no será...
El que da su pasto al ganado y a los polluelos del cuervo que claman» Yavé se ríe de él, porque ve que su día se acerca...
(Ps 146,8-9). Su espada se hundirá en su propio corazón, y se quebrantarán sus arcos...
«Todos esperan de ti que les des el alimento a su tiempo. Los impíos serán exterminados; la prosperidad de los malvados será
T ú se lo das y ellos lo toman; abres tu mano y sácianse de todo bien. tronchada» (Ps 36).
Si tú escondes tu rostro se conturban; si les quitas el espíritu mueren E n el N u e v o T e s t a m e n t o aparece, como en el A n t i g u o , la p r o -
y vuelven al polvo. videncia y el gobierno absoluto d e D i o s sobre todas las cosas:
Si mandas t u espíritu, se recrían, y así renuevas la faz de la tie-
rra» (Ps 103,27-30). «Por esto os digo: No os inquietéis por vuestra vida, sobre qué comeréis,
«Todos los ojos miran expectantes a ti, y tú les das el alimento conve- ni por vuestro cuerpo, sobre qué os vestiréis. ¿No es la vida más que el ali-
niente a su tiempo. mento y el cuerpo más que el vestido?
Abres tu mano, y das a todo viviente la grata saciedad» (Ps 144,15-16; Mirad cómo las aves del cielo no siembran, ni siegan, ni encierran en
cf. Ier 5,24). graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más
que ellas? ¿Quién de vosotros con sus preocupaciones puede añadir a su
4.a El hombre se afana, pero es Dios quien le conduce: estatura un solo codo?
«Traza, el corazón del hombre sus caminos, pero es Yavé quien dirige Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Mirad a los lirios del campo cómo
sus pasos» (Prov 16,9). crecen: no se fatigan ni hilan. Yo os digo que ni Salomón en toda su gloria
se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y
«Cuanto hacemos, eres tú quien para nosotros lo hace» (Is 26,12).
mañana es arrojada al fuego, Dios así la viste, ¿no hará mucho más por
«Como está el barro en la mano del alfarero, así estáis vosotros en mi vosotros, hombres de poca fe?» (Mt 6,25-30).
mano, casa de Israel» (Ier 18,6).
«¿No se venden dos pajaritos p o r u ñ a s ? Sin embargo, ni uno de ellos
«El corazón del rey es arroyo de aguas en manos de Yavé, que El dirige cae en tierra sin la voluntad de vuestro Padre. Cuanto a vosotros, aun ios
a donde le place» (Prov 21,1). cabellos todos de vuestra cabeza están contados. No temáis, pues ¿no aven-
«Pero tu providencia, Padre, la gobierna, porque tú preparaste un ca- tajáis vosotros a los pajaritos?» (Mt 10,29-31).
mino en el mar y en las ondas senda segura» (Sap 14,3). «El da a todos la vida, el aliento y todas las cosas. El hizo de uno todo
5.a Este imperio total de Dios no anula la libertad del hombre: el linaje humano, para poblar toda la faz de la tierra. El fijó las estaciones
y los confines de los pueblos, para que busquen a Dios y siquiera a tientas
«Dios hizo al hombre desde el principio y le dejó en manos su albedrío» le hallen, que no está lejos de nosotros, porque en El vivimos y nos move-
(Eccli 15.14)- mos y existimos» (Act 17,25-28).
«Ante el hombre están la vida y la muerte; lo que cada uno quiere le L o s textos podrían multiplicarse en gran a b u n d a n c i a . A p e n a s
será dado» (Eccli 15,18). hay otra verdad t a n repetida e inculcada e n las sagradas páginas
«Yo invoco hoy por testigos a los cielos y a la tierra de que os he pro- c o m o la d e la providencia y gobierno d e Dios sobre los h o m b r e s y
puesto la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge la vida para sobre todas las cosas del m u n d o , a u n las m á s insignificantes.
que vivas, tú y tu descendencia, amando a Yavé, tu Dios, obedeciendo su
voz y adhiriéndote a El, porque en eso está tu vida y tu perduración...» b) L A TRADICIÓN CRISTIANA. L o s Santos P a d r e s , q u e , como
(Deut 30,19-20). es sabido, son auténticos testigos d e la tradición cristiana, tienen
textos hermosísimos p r o c l a m a n d o la providencia y gobierno d e D i o s
526 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.2 C.l. LA GOBERNACIÓN DE DIOS EN GENERAL 527

sobre todas las cosas del m u n d o . P o r vía d e ejemplo, h e aquí Un pr¿pio de las cosas mejores producir mejores efectos»—como dice Platón—,
texto bellísimo d e San A g u s t í n 3 : ¡ no es compatible con la suma bondad de Dios que no conduzca a la perfec-
ción! las cosas creadas por El. Y como la perfección última de cada cosa se
«Dios, terminada la obra de la creación, no ha creado nada nuevo en el cifra1 en la consecución de su fin, hay que concluir que pertenece a la bon-
mundo. Los seres creados no hacen otra cosa que cambiar y transformar- dad divina conducir a sus fines las cosas que ha producido, y esto es go-
se, y Dios después de la creación no ha creado ninguna especie nueva. Sm bernarlas».
embargo, es necesario que Dios actúe y guíe su obra, pues, si el mundo
no estuviera gobernado por Aquel que lo creó, volvería inmediatamente a E n la solución d e las principales dificultades añade el D o c t o r
la nada. Porque no ha añadido nada nuevo a la creación, la Escritura dice Angélico interesantes observaciones, q u e recogemos a continuación:
que descansó de todas sus obras (Gen 2,2); pero como no cesa de gobernar
lo que ha creado, Nuestro Señor ha podido decir con verdad: «Mi Padre D I F I C U L T A D . Ser gobernadas pertenece ú n i c a m e n t e a las cosas
obra siempre...» (lo 5,17). q u e se m u e v e n u o b r a n p o r u n fin. M a s las cosas naturales, q u e
Gobierna al mundo que ha creado; por tanto, no cesa de obrar, y lo go- constituyen u n a gran parte del universo, n o se m u e v e n n i o b r a n
bierna con la misma facilidad con que lo creó. No se vaya a creer que Dios,
p o r u n fin, puesto q u e n o le conocen. L u e g o el m u n d o n o es g o -
habiendo creado el mundo sin trabajo, se canse en su gobierno, como ve-
mos que se fatigan los que construyen y dirigen un navio. Estos no son sino bernado.
hombres. Dios habló y todo fue hecho. N o le cuesta más gobernar todas RESPUESTA. Moverse y obrar por unfinacontece de dos maneras. Una,
las cosas con el poder de su verbo». dirigiéndose el agente por sí mismo al fin, como se dirigen el hombre y las
demás criaturas racionales; este modo exige tener conocimiento del fin y
c) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. El concilio V a t i c a n o I d e -
de los medios oportunos para llegar a él. Otra manera de tender las cosas
finió expresamente la doctrina d e la conclusión con s u s m i s m a s a un fin es en cuanto son movidas y dirigidas a él por otro, a la manera
palabras: como la saeta es lanzada con dirección al blanco por el arquero, el cual co-
noce el fin que la saeta ignora. Y así como el movimiento de la flecha hacia
«Todo lo que Dios creó lo conserva y gobierna con su providencia, al- un punto determinado indica claramente que es dirigida hacia él por al-
canzando poderosamente de uno a otro confín y disponiéndolo todo suave- guien que conoce ese punto, así el curso regular y constante de los seres
mente (cf. Sap 8,i). Porque todo está desnudo y patente a sus ojos (Hebr 4, naturales no cognoscitivos (v.gr., el movimiento de los astros en sus órbi-
13), aun lo que ha de acontecer por libre acción de las criaturas» (D 1784). tas) es una prueba evidente de que el mundo está gobernado por alguna
inteligencia (ad i).
Ya antes había definido e n el concilio d e L e t r á n (año 649) q u e
D i o s es el creador y conservador d e todas las cosas ( D 254). Y e n
la profesión d e fe p r o p u e s t a p o r Inocencio I I I a los valdenses se D I F I C U L T A D . L o q u e p o r necesidad intrínseca está destinado a
dice expresamente: proceder d e u n a d e t e r m i n a d a manera, n o necesita d e g o b e r n a n t e
exterior. A h o r a b i e n : las partes m á s principales del universo están
«De corazón creemos y con la boca confesamos también que el Padre como necesariamente d e t e r m i n a d a s a algo e n sus acciones y movi-
y el Hijo y el Espíritu Santo, el solo Dios de que hablamos, es el creador, m i e n t o s (v.gr., el m o v i m i e n t o d e los astros, e n v i r t u d d e las leyes
hacedor, gobernador y disponedor de todas las cosas, espirituales y corpo- d e la atracción universal). L u e g o el universo n o tiene necesidad d e
rales, visibles e invisibles» (D 421). ser gobernado.
d) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Santo T o m á s escribe lo siguiente 4 : RESPUESTA. Esa misma necesidad natural inherente a las cosas que
«Algunos antiguos filósofos negaron el gobierno del mundo, afirmando están determinadas a un fin es algo estampado en ellas por la acción de
que todas las cosas sucedían por casualidad. Pero esto claramente se ve que Dios, que las dirige al fin; como la necesidad con que está impulsada la
es insostenible, por dos razones: saeta para dirigirse a un blanco fijo es un efecto del que la dispara, y no de
ella misma. Hay, sin embargo, esta diferencia: lo que las criaturas reciben
a) En primer lugar por algo que se advierte en las cosas mismas. Ve-
de Dios, les es natural; mas lo que se hace por el hombre en las cosas natu-
mos, en efecto, que en las cosas naturales siempre, o las más de las veces,
rales no según la condición de éstas, tiene carácter de violento. De ahí que,
acontece lo mejor; pero esto no sucedería si no estuviesen las cosas provi-
como la necesidad violenta en el movimiento de la flecha manifiesta la di-
dencialmente dirigidas hacia el término del bien, lo cual es ser gobernadas.
rección del flechador, así la necesidad natural de las criaturas demuestra
El mismo orden constante del universo manifiesta a las claras que el mun-
el gobierno de la divina Providencia (ad 3).
do está gobernado; igual que, al entrar en una casa bien ordenada, se de-
duce de su orden la existencia y carácter del que la ordena, como dice Ci-
cerón citando a Aristóteles. 3. F i n a l i d a d d e la divina g o b e r n a c i ó n
b) En segundo lugar, aparece esto mismo al considerar la bondad di- E x a m i n a d o el hecho d e la divina gobernación, veamos ahora
vina, que ha dado origen a todas las cosas, como ya vimos, pues como «es cuál es su finalidad. L o exige así el o r d e n lógico, y a q u e , como es
3 Sermón 125 Í4.";é- Carta 166 § xi; De eivitate Delhx c.36. .'••.-. sabido, la causa final es la q u e m u e v e a la causa eficiente para reali-
•. .'.< C t . I 103,1,' , . - . . : , ••.':..'' ' • ; zar u n a d e t e r m i n a d a acción. Sin u n a finalidad d e t e r m i n a d a , el agen-
528 1UI1. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.2 C.l. LA GOBERNACIÓN DE DIOS EN GENERAL 529
t e — s o b r e todo el intelectual—no se movería a realizar ninguha Conclusión. Necesariamente se ha de afirmar que el mundo está
acción. j i gobernado por uno solo. (Sentencia cierta y común.)
Conclusión. El fin último de la gobernación del universo es algo 5 4 2 . E n realidad, esta conclusión es de fe, al m e n o s indirecta-
extrínseco a él, o sea la suprema glorificación de Dios proceden- m e n t e definida. P o r q u e el concilio Vaticano I, d e s p u é s d e definir
te de las criaturas. (Completamente cierta en teología.) q u e existe un solo Dios, definió t a m b i é n — c o m o v i m o s — q u e ese
Dios lo conserva y lo gobierna t o d o (cf. D 1782-1784). Pero a q u í
541. Esta conclusión n o ofrece dificultad alguna. Es u n a simple nos referimos m á s bien a la forma monárquica con q u e Dios ejerce
consecuencia d e q u e D i o s sea el último fin absoluto de todo lo crea-
su gobierno. E n este último sentido, escuchemos el razonamiento
do, como q u e d ó d e m o s t r a d o m á s arriba (cf. n.328). E s c u c h e m o s ,
del D o c t o r Angélico 6:
de todas formas, el razonamiento d e Santo T o m á s 5 :
«Necesariamente se ha de afirmar que el mundo está gobernado por uno
«Dado que el fin responde al principio, no es posible ignorar cuál sea solo. En efecto, siendo el fin del gobierno del mundo lo que es esencial-
el fin de las cosas, conocido el principio de ellas. Siendo, pues, el principio mente bueno (el mismo Dios), que es lo mejor que puede existir, necesa-
de todas las cosas extrínseco al universo, a saber: Dios—como se ha demos- riamente el modo de la gobernación del mundo ha de ser también el mejor.
trado—, necesariamente el fin de las mismas ha de ser también algún bien Mas el mejor gobierno es aquél que se hace por uno solo, lo cual se demues-
extrínseco a ellas (o sea el mismo Dios glorificado por las criaturas). tra del modo siguiente:
Y esto se demuestra por la simple razón natural. Es evidente, en efec- Gobernar no es otra cosa que dirigir las cosas gobernadas a su fin, que
to, que el bien tiene razón de fin. Vemos, por eso, que el fin particular de está siempre cifrado en algún bien. Mas la unidad es de la esencia de la
cada cosa es un bien particular, y el fin universal de todas las cosas es cierto bondad, por el hecho de que, como todas las cosas buscan su bien, así bus-
bien universal. Pero bien universal es únicamente aquél que es bueno de can todas su unidad, sin la cual no pueden existir; pues en tanto existe una
por sí, o sea por su propia esencia, lo que equivale a decir que es la esencia cosa en cuanto que es una, y por eso vemos que todas las cosas se resisten
misma de la bondad, en tanto que bien particular es aquel que es bien por cuanto pueden a ser divididas, y que no se separan los elementos compo-
participación. Y como se da el caso—del todo evidente—que en todo el con- nentes de cada una de ellas sino por defecto de la cosa misma. Esta es la
junto de las criaturas ninguna de ellas es buena de por sí, sino únicamente razón de que la meta del que gobierna una multitud sea la unidad o con-
por participación, hay que concluir forzosamente que el bien que constituya cordia.
el fin del universo ha de ser totalmente extrínseco a todo el conjunto del Ahora bien: la causa de condición natural más adecuada para obtener
universo (y fuera del universo no existe más que Dios)». la unidad es aquella que tiene ella misma unidad; pues está claro que mu-
chos no pueden unificar y concordar cosas diversas sino en cuanto que ellos
A la dificultad de q u e el fin del universo podría ser el o r d e n y mismos están unificados y concordes. Es evidente, por tanto, que lo que
la paz q u e resultan de q u e cada cosa ocupe el lugar q u e le corres- de suyo es uno, tiene mayor conveniencia para causar la unidad que mu-
chos unidos; luego hay que concluir que la multitud se gobierna mejor por
p o n d a y haga lo q u e debe hacer, r e s p o n d e el D o c t o r Angélico: uno que por muchos. Luego el gobierno del mundo—que es el mejor go-
bierno que puede darse—está en manos de un solo gobernador, que es Dios.
«Ciertamente que es un fin del universo el orden y la paz que se observan Coincide con esto lo que dice Aristóteles: 'Los seres se resisten a ser
en el universo mismo; pero semejante bien no es el fin último, sino que se mal gobernados; y, como el mando de muchos no es bueno, uno solo debe
ordena a otro bien extrínseco y superior a él (el mismo Dios), de manera ser el gobernante'.
semejante a como el orden y disposición de un ejército se ordena al jefe
que lo dirige y gobierna» (ad 3).
A la objeción de q u e varios gobernantes p o d r í a n suplirse m u t u a -
m e n t e sus defectos y completarse en sus m u t u a s excelencias, hay
4. U n i d a d del g o b i e r n o del m u n d o q u e r e s p o n d e r con Santo T o m á s q u e semejante ventaja n o p u e d e
t e n e r lugar tratándose de Dios, q u e n o tiene n i n g ú n defecto y cuya
Precisada la causa final de la creación, vamos a ver ahora cuál excelencia es infinita (cf. ad 3).
es su causa eficiente, o sea el agente gobernador. N o hace falta p r e -
cisar q u e es Dios, pues esto se d e d u c e con toda claridad y evidencia 5. E f e c t o s d e la divina g o b e r n a c i ó n
de lo q u e h e m o s dicho hasta aquí. P e r o conviene examinar si D i o s
gobierna las cosas en plan d e m a n d o único—-monarquía—o si c o m - Precisada ya la causa eficiente de la divina gobernación, q u e es
p a r t e su gobierno con otros seres en cierto plan democrático. N o es el m i s m o Dios, veamos ahora cual es su causa formal. Santo T o m á s
inútil, n i m u c h o menos, esta cuestión planteada e x p r e s a m e n t e p o r la d e t e r m i n a al señalar los efectos de la divina gobernación, como
Santo T o m á s . H e aquí la conclusión a q u e llega el D o c t o r Angélico: vamos a ver en la siguiente conclusión.
5
Cf. I 103,2. Los paréntesis explicativos son nuestros. « Cf. 1103,3; cf. I-II IOS.I.
530 F.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.2 C.l. LA GOBERNACIÓN DE DIOS EN GENERAL 531
Conclusión. E n general, los efectos d e la divina gobernación son «Mirad las aves del cielo: no siembran, ni siegan, ni encierran en gra-
dos: la conservación d e los seres y su moción hacia su correspondien- neros, y vuestro Padre celestial las alimenta...
te fin. E n particular, son i n n u m e r a b l e s : todos los acontecimientos «Ved los lirios del campo... ni Salomón se vistió como uno de ellos; pues
causados p o r Dios, en cuanto q u e todos están relacionados con el si a la hierba del campo... Dios así la viste...» (Mt 6,26-30).
fin de la creación. (Sentencia cierta y común.)
«Ni un solo pajarito cae en tierra sin la voluntad de vuestro Padre. Cuan-
543. E s c u c h e m o s al D o c t o r Angélico e x p o n i e n d o esta d o c - to a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados» (Mt 10,
trina 7 : 29-30).
b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. Ya h e m o s r e c o g i d o la d e -
«El efecto de una acción cualquiera puede colegirse del fin de la misma,
pues la operación es medio por el que se llega al fin. Pero el fin del gobier- claración del concilio Vaticano I, diciendo q u e D i o s conserva y
no del mundo—como hemos visto—es el Bien por esencia (Dios), a cuya gobierna todo cuanto existe (cf. D 1784).
participación y asimilación tienden todos los seres. Ahora bien: el efecto
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E n el a r g u m e n t o inicial (sed contra),
o efectos de la divina gobernación pueden juzgarse bajo tres aspectos:
a) En primer lugar, atendiendo al fin mismo; y, en este sentido, es Santo T o m á s cita el siguiente h e r m o s o texto d e San A g u s t í n 8 :
uno solo, a saber: asemejarse al sumo Bien. «Dios no sólo no abandona el cielo y la tierra o al hombre y al ángel,
b) En segundo lugar, por parte de aquellas cosas mediante las cuales mas ni siquiera deja sin la debida proporción de partes al organismo del
la criatura viene a asemejarse a Dios. Y, bajo este aspecto, los efectos de más diminuto y despreciable ser animado, ni la pluma del ave, ni la flore-
la divina gobernación en general son dos, porque las criaturas tienden ase- cilla de la hierba, ni las hojas del árbol».
mejarse a Dios en cuanto a dos cosas: en cuanto a ser buenos, como Dios
es bueno, y en cuanto a excitarse unas a otras hacia el bien, como Dios es A continuación, el Angélico D o c t o r razona del m o d o siguiente
causa de la bondad de todos los seres creados. Son, por consiguiente, dos el gobierno universalísimo d e Dios 9 :
los efectos generales de la divina gobernación: la conservación de las cosas
en el bien y la moción de las mismas al bien. «Por la misma razón de que Dios es el creador de todas las cosas, es
c) En tercer lugar, pueden considerarse los efectos de la divina go- también gobernador de todas ellas; porque a uno mismo pertenece dar ori-
bernación en particular; y, bajo este aspecto, son para nosotros innumera- gen a las cosas y llevarlas a su perfección, que es función propia del que
bles (a saber: todos los acontecimientos causados o permitidos por Dios gobierna. Pero Dios no es la causa particular de un solo género de cosas,
en el mundo entero, en cuanto que todos están relacionados con el fin de sino la causa universal de todo el ser, como ya demostramos más arriba.
la creación)». Luego, así como nada puede existir sin haber sido creado por Dios, de
igual modo nada puede haber que no esté sometido al gobierno divino.
6. E x t e n s i ó n d e la divina gobernación Esto mismo puede también verse claro si se atiende a la condición del
fin. Pues a tanto se extiende la acción del que gobierna a cuanto puede
A c o n t i n u a c i ó n d e la causa formal h a y q u e precisar la causa extenderse el fin de su gobierno. Mas el fin del gobierno divino es la mis-
material d e la divina gobernación, o sea a q u é cosas se extiende. ma bondad divina, como queda dicho. Luego no pudiendo haber ni existir
Santo T o m á s , e n contra d e su c o s t u m b r e , se indigna y e m p l e a nada que no esté ordenado a la bondad divina como a fin—según vimos
u n a palabra d u r a al enjuiciar la opinión d e los q u e — c o m o M a i m ó - anteriormente—, es imposible que alguno de los seres quede substraído del
n i d e s y Platón, e n t r e o t r o s — c o n s i d e r a b a n i m p r o p i o d e la grandeza gobierno divino.
Fue, pues, insensata la opinión de los que decían que las cosas inferio-
d e D i o s el ocuparse d e las mil m e n u d e n c i a s q u e o c u r r e n c o n t i n u a -
res corruptibles, o las singulares, o incluso las humanas, no son gobernadas
m e n t e e n el m u n d o . Califica d e insensata esta opinión: stulta opinio. por Dios; en boca de los cuales pone el profeta Ezequiel estas palabras:
V e a m o s la doctrina v e r d a d e r a e n la siguiente conclusión. «Yavé se ha alejado de la tierra y no se ve nada» (Ez 9,9)».
Conclusión. L a divina gobernación se extiende absolutamente a todos L o cual n o q u i e r e decir q u e D i o s gobierne i n m e d i a t a m e n t e
los seres y a todo cuanto acontece e n el m u n d o , p o r p e q u e ñ o e p o r sí m i s m o todas las cosas. P u e d e valerse, y se vale d e h e c h o , d e
insignificante q u e sea; con la diferencia de q u e Dios p r o d u c e las
cosas buenas y p e r m i t e las malas para obtener m a y o r e s bienes. las causas segundas para el gobierno d e m u c h a s cosas, c o m o v e r e m o s
(Doctrina católica.) e n seguida e n otra conclusión.
Al contestar a las objeciones, Santo T o m á s añade las siguientes
544. H e a q u í las p r u e b a s : precisiones:
a) L A SAGRADA ESCRITURA. Lo dice o lo insinúa claramente i . a L o q u e llamamos el azar, la casualidad o la fortuna existen
en multitud de textos: r e a l m e n t e si consideramos las cosas creadas e n t r e sí, q u e t i e n e n
causas p r ó x i m a s particulares y limitadas, y, p o r lo m i s m o , p u e d e n
«El Señor ha hecho al pequeño y al grande, e igualmente cuida de to- p r o d u c i r s e h e c h o s q u e escapan a s u s influencias p r o p i a s y a t o d a s
dos» (Sap 6,7).
7 *9 SAN AGUSTÍN, DéctiJtiate Dé 1.5 ttii! ML 4M54-
Cf. I 103,4. Los paréntesis son nuestros. Cf. I 103,5-
532 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.2 C.l. LA GOBERNACIÓN DE DIOS EN GENERAL 533
sus previsiones; pero c o n relación a D i o s o al gobierno divino, n o de la gobernación, Dios gobierna inmediatamente todas las cosas; pero, en
p u e d e hablarse d e azar o d e casualidad, pues todo cuanto existe cuanto a la ejecución de ese mismo plan, Dios gobierna unas cosas me-
y t o d o c u a n t o ocurre d e p e n d e d e Dios creador y d e s u gobierno. diante otras.
C o n la diferencia d e q u e las cosas b u e n a s las produce el m i s m o La razón de esto es porque siendo Dios la misma bondad esencial, cada
D i o s como causa primera, y las malas las permite según los desig- cosa se debe atribuir a Dios, según lo mejor que en ella cabe. Mas lo mejor
nios inescrutables d e s u infinita sabiduría y a m o r para o b t e n e r en cualquier clase de conocimiento práctico—cual es el plan de la gober-
mayores bienes e n el conjunto total del universo: v.gr., n o se p r o - nación—consiste en que se conozcan las cosas particulares, sobre las cuales
versa el acto u operación de la razón práctica. Así, por ejemplo, el mejor
duciría el heroísmo d e los mártires sin la m a l d a d d e los tiranos médico es el que no se queda en la consideración de generalidades, sino
(cf. a d i ) . que desciende y conoce hasta los más mínimos detalles de la medicina. Lue-
2 . a C o n f o r m e al plan ú n i c o d e Dios q u e las gobierna, las c o - go hay que concluir que Dios conoce y dispone hasta los más mínimos de-
sas son gobernadas diversamente según su diversidad. H a y algunas talles de las cosas en el plan de la gobernación.
q u e , conforme a su naturaleza, o b r a n p o r sí mismas, e n c u a n t o q u e Sin embargo, como el fin de la gobernación es llevar a la perfección las
tienen d o m i n i o d e sus actos; y tales son las criaturas racionales. cosas gobernadas, tanto mejor será el gobierno cuanto mayor perfección
A éstas las gobierna Dios, n o sólo o b r a n d o i n t e r i o r m e n t e e n ellas, comunique el gobernante a las cosas gobernadas. Ahora bien: es mayor
sino t a m b i é n induciéndolas al bien y apartándolas del mal p o r m e - perfección que una cosa sea no solamente buena en sí misma, sino capaz
de comunicar a otras alguna bondad. Y, por eso, de tal modo gobierna
dio d e m a n d a t o s y d e prohibiciones, d e p r e m i o s y castigos. O t r a s ,
Dios las cosas, que hace a unas ser causas de otras en la gobernación; como
en cambio, n o tienen d o m i n i o d e sus propios actos, p o r q u e les fal- un maestro que no sólo instruye a sus discípulos, sino que los hace capaces
ta el conocimiento racional; y tales son los animales y los seres i n - de instruir ellos mismos a los demás».
animados. Está claro q u e Dios n o p u e d e gobernar a estas últimas
de la m i s m a m a n e r a y con l o s m i s m o s procedimientos q u e a las E s preciso, sin e m b a r g o , e n t e n d e r rectamente esta doctrina. N o
criaturas racionales. P o r eso, c u a n d o San Pablo dice q u e Dios no se quiere decir Santo T o m á s q u e estas causas segundas actúen o p u e -
ocupa de los bueyes ( i C o r 9,9), n o quiere decir q u e estén t o t a l m e n t e d a n actuar e n a l g ú n caso independientemente d e la causalidad p r i m e -
excluidos del gobierno divino, sino ú n i c a m e n t e q u e D i o s n o los ra d e D i o s . Estaría esto e n contradicción con lo q u e dice el D o c t o r
gobierna al m o d o propio d e la criatura racional (cf. a d 2). Angélico e n cien otros lugares d e sus o b r a s y con la realidad obje-
3 . a L a s criaturas racionales p u e d e n gobernarse a sí m i s m a s tiva d e las cosas. Jamás una causa segunda—como son absolutamente
p o r s u e n t e n d i m i e n t o y voluntad; pero a m b a s potencias necesitan, todas las criaturas con relación a D i o s — p u e d e realizar p o r sí sola
a su vez, ser regidas y perfeccionadas p o r el e n t e n d i m i e n t o y la v o - la m á s p e q u e ñ a acción e n t e r a m e n t e i n d e p e n d i e n t e d e la acción d e
l u n t a d d e Dios. Y, p o r consiguiente, sobre el gobierno c o n q u e las la causa primera. H a y e n ello imposibilidad total y absoluta, p u e s
criaturas racionales se gobiernan a sí mismas e n cuanto d u e ñ a s d e ello envolvería verdadera contradicción: la causa s e g u n d a sería y
sus actos, necesitan ser gobernadas p o r Dios (cf. a d 3). n o sería, a la vez, causa segunda. Q u i e r e decir Santo T o m á s , única-
m e n t e , q u e algunas cosas las hace Dios e n t e r a m e n t e p o r sí m i s m o ,
7. P r o p i e d a d e s d e la divina g o b e r n a c i ó n sin asociarse n i n g u n a causa segunda (v.gr., el hecho m i s m o d e la
creación, o el plan d e la gobernación); y otras, e n cambio, las hace
Precisadas ya las cuatro causas d e la divina gobernación, sólo Dios asociándose causas segundas, pero c o n t i n u a n d o a c t u a n d o E l
resta examinar sus propiedades. L a s principales son tres: inmediata como causa primera, sin lo cual las causas segundas n o p o d r í a n d a r
y mediata, infalible y sin contradicción u obstáculo posible. V a m o s u n solo paso. C o m o dicen los teólogos e n su lenguaje técnico, D i o s
a examinarlas p o r separado. obra siempre con inmediación de virtud y de supuesto, incluso c u a n d o
se sirve d e las causas segundas para p r o d u c i r algo. E n su Compen-
a) Gobernación inmediata y mediata
dio de Teología escribe Santo T o m á s :
Recogemos la doctrina teológica e n la siguiente conclusión.
«Dios obra inmediatamente en todos los efectos, en cuanto que es El la
Conclusión. Dios gobierna inmediatamente todas las cosas en cuanto causa per se del ser y conserva todas las cosas en su ser» n .
al plan de la gobernación; pero, e n cuanto a la ejecución de ese
m i s m o plan, Dios gobierna unas cosas mediante otras. (Doctrina b) Gobernación infalible
cierta y común.)
L a segunda propiedad o característica d e la divina gobernación
545. «En el gobierno de Dios—escribe Santo Tomás 10—se deben con- es s u absoluta infalibilidad. El gobierno d e D i o s n o fracasa n i p u e -
siderar dos cosas, a saber: el plan de la gobernación, que es la providencia d e fracasar nunca, p e r o h a y q u e e n t e n d e r r e c t a m e n t e esta infalibi-
propiamente dicha, y la ejecución de este plan. Por lo que se refiere al plan
lidad. V a m o s a precisarlo en la siguiente conclusión.
1° Cf. I 103,6. 11
Cf. SANTO T O M Á S , Compendio de Teohgia 135.
S.2 C.l. LA GOBERNACIÓN DE DIOS EN CENEHAL í»S5
S34 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
la salud); si estuviese, empero, totalmente fuera del orden de la goberna-
Conclusión. Nada p u e d e suceder en el m u n d o fuera del plan general ción divina, carecería totalmente de ser, o sea se confundiría con la nada
de la divina gobernación, por el cual dispone Dios todas las cosas (cf. ad 1).
en orden al fin último del universo; pero pueden ocurrir m u c h a s
cosas fuera del orden particular de las causas particulares o se-
gundas. (Completamente cierta.) D I F I C U L T A D . N a d a hay d e fortuito, o casual, en lo q u e acon-
tece según la preordenación de algún g o b e r n a n t e . Si, p u e s , en las
546. E n la Sagrada Escritura e n c o n t r a m o s m u l t i t u d de textos cosas n o sucede n a d a fuera del o r d e n del gobierno divino, n a d a en
q u e p r o c l a m a n con fuerza la p r i m e r a p a r t e d e la conclusión. Véase, ellas sería fortuito y casual; y vemos q u e n o es así.
p o r ejemplo, el siguiente del libro de Ester:
RESPUESTA. Cuando se dice que algo es casual en las cosas, se entiende
«Señor, Señor, Rey omnipotente, en cuyo poder se hallan todas las co- por orden a determinadas causas particulares, fuera de cuyo orden se veri-
sas, a quien nada podrá oponerse si quisieres salvar a Israel: Tú, que has fica. Mas, respecto de la Providencia divina, «nada sucede en el mundo al
hecho el cielo y !a tierra y todas las maravillas que hay bajo los cielos, tú acaso», como afirma San Agustín (ad 2).
eres dueño de todo y nada hay, Señor, que pueda resistirte» (Esth 13,9-11).
U n ejemplo m u y gráfico aclarará esta doctrina. C o m o dice A r i s -
S a n t o T o m á s lo p r u e b a c o n el s i g u i e n t e c l a r í s i m o r a z o n a -
tóteles, si u n señor envía u n o d e sus esclavos en u n a dirección d e -
miento l2:
t e r m i n a d a , y otro señor envía t a m b i é n u n o de los suyos en otra d i -
«Es posible que algo suceda fuera del orden de una causa particular, rección q u e se cruza en la del p r i m e r o , a m b o s esclavos vienen a e n -
pero no que suceda fuera del orden de la causa universal. La razón de esto contrarse sin haberlo conocido de a n t e m a n o n i haberlo causado d i -
es la siguiente: r e c t a m e n t e n i n g u n o d e los dos; vienen, p u e s , a e n c o n t r a r s e c o m o
Para que algo suceda fuera del orden de una causa particular es necesa-
rio y suficiente que intervenga alguna otra causa particular, la cual, por ne- por casualidad con relación al m a n d a t o de los dos señores. P e r o si
cesidad, está dentro del orden de la causa primera universal. Así, por ejem- otro tercer señor hubiese conocido d e a n t e m a n o y s i m u l t á n e a m e n t e
plo, la indigestión acontece fuera del orden de la potencia nutritiva, debido las respectivas e i n d e p e n d i e n t e s ó r d e n e s d e aquellos o t r o s d o s se-
a algún impedimento—v.gr., la dureza del alimento—que proviene de otra ñores y las tuviese bajo su dominio—o, c o m o dice Santo T o m á s , si
causa; y así sucesivamente hasta llegar a la causa primera universal. Siendo, u n m i s m o señor hubiese enviado a m b o s siervos—, p a r a éste el en-
pues, Dios la causa primera universal, no ya de un solo género, sino de todo
el ser, es imposible que suceda algo fuera del orden del gobierno divino. c u e n t r o n o sería imprevisto o casual, n i en c u a n t o a su conocimien-
En realidad, por el mero hecho de que algo parece salirse en parte del or- t o ni en c u a n t o a su o b r a r 1 3 . P u e s éste es el caso d e D i o s , q u e si-
den de la Providencia, atendiendo a una causa particular, necesariamente m u l t á n e a m e n t e ve todos los acontecimientos particulares y tiene
viene a caer dentro de este mismo orden por razón de otra causa también bajo el d o m i n i o d e su causalidad universal todas las causas particu-
particular». lares. P a r a El n a d a hay i m p r e v i s t o , n i casual, n i i n d e p e n d i e n t e o
fuera d e su obrar 1 4 .
C o m o se ve, esta doctrina es interesantísima. Para completarla
y redondearla, se plantea Santo T o m á s algunas objeciones o dificul- D I F I C U L T A D . E l o r d e n del gobierno divino es fijo e i n m u t a b l e ,
tades, a p r i m e r a vista fortlsimas, q u e , sin e m b a r g o , se desvanecen p o r ser conforme a la razón eterna. Si, pues, nada p u e d e acontecer
con facilidad. Son éstas: en las cosas fuera del o r d e n del gobierno divino, sigúese q u e todas
D I F I C U L T A D . C o m o dice Boecio, D i o s dispone todas las cosas las cosas suceden por necesidad y q u e nada es contingente en ellas;
p a r a el fin. Si, pues, nada sucede fuera del o r d e n del gobierno divi- lo cual es inadmisible. P u e d e , p u e s , suceder algo en las cosas fuera
no, se seguiría q u e n i n g ú n mal habría en las cosas, y v e m o s q u e sí del o r d e n del gobierno divino.
lo hay.
RESPUESTA. Cuando se dice que algunos efectos son contingentes
RESPUESTA. Hemos demostrado ya que en el mundo no hay nada que (v.gr., que mañana llueva o salga el sol), se entiende en orden a sus causas
sea totalmente malo, puesto que el mal no existe sin el bien. (La razón es próximas, que pueden fallar en su obrar (en el ejemplo citado, depende del
porque el mal es privación de ser y, por tanto, el mal total o absoluto se des- estado de la atmósfera, que puede cambiar de un día al otro); pero no como
truirla a si mismo al confundirse con la nada, o sea con la total privación si algo pudiera hacerse fuera totalmente del orden de la gobernación divina.
de ser. Es preciso, pues, que el mal subsista en algún bien que le sirva de El hecho mismo de que algo suceda fuera del orden de una causa próxima
soporte positivo, ya que él es enteramente negativo, o sea pura privación se debe a la acción de alguna otra causa particular sometida—-ella también—
de ser. No puede darse una enfermedad—mal físico—sin algún ser enfermo, al gobierno divino.
porque si el enfermo desaparece o muere, la enfermedad desaparece o mue-
re también.) En tanto, pues, una cosa se dice mala en cuanto sale del orden 13 Cf. I 116,1.
de algún bien particular (como la enfermedad se sale del bien particular de 14
Cf. P . VALBUENA, O . P., en Suma Teol ógica bilingüe, vol.3 (2. 0 ) (BAC, M a d r i d 1959)
p.1077.
12 Cf. T l(M',7-
536 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.2 C.l. LA GOBERNACIÓN DE DIOS EN GENERAL 537

c) Gobernación sin contradicción blemente en otro aspecto de esa misma voluntad divina, o sea, en el de su
justicia punitiva que ordena el justo castigo del pecador. Podemos imaginar
L a tercera p r o p i e d a d o característica d e la divina gobernación que Dios tiene dos manos: en la derecha, zona del bien, están los decretos
es la d e ejercerse sin contradicción ni obstáculo alguno q u e p u e d a de su voluntad positiva y los premios correspondientes a las buenas obras;
oponérsele o impedirla. en su mano izquierda, en cambio, tiene Dios los decretos de su voluntad
A p r i m e r a vista parece q u e esta propiedad coincide e n t e r a m e n t e permisiva y los castigos correspondientes a las malas obras. Cuando el
con la q u e acabamos d e examinar. P o r q u e si el gobierno d e D i o s es pecador contraría la voluntad de Dios en un aspecto, saliéndose de la zona
infalible, sigúese q u e nada p o d r á hacerse en el m u n d o contra él. Sin positiva del bien, cae inmediatamente en la zona de la voluntad permisiva
e m b a r g o , n o está d e m á s esta nueva consideración, para q u e se vea de Dios al practicar el mal, y se hace ipso fado acreedor al correspondiente
con claridad q u e n o solamente n o ocurre n a d a e n el m u n d o fuera castigo; pero en ninguno de los dos casos (o sea cuando obra bien y cuando
obra mal) podrá salirse jamás del orden universal del gobierno divino, puesto
del o r d e n universal d e la divina gobernación, sino q u e ni siquiera que ese orden universal abarca y comprende ¡as dos zonas, con la sola dife-
se p u e d e intentar absolutamente nada contra él. V a m o s a precisarlo rencia de que la zona del bien la quiere Dios positivamente y por sí misma,
en u n a nueva conclusión. mientras que la del mal la quiere únicamente en forma permisiva, o sea para
obtener mayores bienes generales con la permisión de aquellos males par-
Conclusión. Nada absolutamente p u e d e n intentar las criaturas con- ticulares.
tra el o r d e n universal de la divina gobernación. (Completamente
cierta.) E s c u c h e m o s a u n teólogo c o n t e m p o r á n e o explicando c o n clari-
15 d a d estas m i s m a s ideas 1 6 :
547. E s c u c h e m o s el razonamiento del Angélico D o c t o r :
«Dios ha establecido un orden integral de toda la naturaleza creada,
«El orden de la divina Providencia puede considerarse de dos modos: un plan universal para conseguir el fin supremo de su gloria extrínseca
umversalmente, o sea, en cuanto que procede de la causa que gobierna todo el conforme a una ley universalísima que llamamos la ley eterna. Dentro de
universo; o en particular, o sea, en relación con alguna causa particular eje- este orden y de este plan, con su fin y su ley, ha establecido igualmente
cutora de la gobernación divina. otros muchos órdenes y planes particulares, con sus particulares leyes y
Del primer modo, nada puede contradecir u oponerse al orden de la fines respectivos. Hay, pues, efectivamente, muchos seres de entre los libres,
gobernación divina, como se demuestra por dos razones: que se salen de estos órdenes particulares, dentro de los cuales deben mo-
a) En primer lugar, por el hecho de que el orden de la gobernación verse; seres que no cumplen algunas leyes particulares, que no llegan a
divina dirige totalmente las cosas hacia el bien; y es un hecho que cada cosa conseguir sus fines particulares; tal es el pecador que no se salva. Hay
particular no tiende sino hacia el bien en su propia operación o conato, igualmente causas no libres que en su acción natural son impedidas y
porque nadie obra con miras al mal (ya que, de suyo, el mal no es apeteci- frustradas por otras libres.
ble, sino únicamente el bien, real o aparente: v.gr., el deleite del pecado). En todos los casos se va contra el gobierno divino y se frustra éste, de
b) En segundo lugar, se prueba esto mismo por el hecho de que, como hecho, si miramos dicho gobierno sólo desde el punto de vista de tales
ya vimos en otro lugar, toda inclinación de los seres, natural o voluntaria, órdenes particulares o sólo en relación con las causas particulares. Mas si
no es más que un impulso de la primera causa en ellos; así como la direc- se atiende al orden y gobierno integrales en su totalidad y universalidad,
ción de la flecha hacia el blanco no es más que la impulsión recibida en ella todas las cosas, incluso el pecador, se mueven dentro de ellos; pues todos
del que la dispara. Por eso, todas las cosas que obran, sean natural o volun- buscan el bien (real o aparente), y al buscarle buscan a Dios, bien universal.
tariamente, llegan como por propio impulso a aquello a que están ordena- Todas contribuyen a la gloria de Dios, sea manifestando su bondad o siendo
das por la sabiduría divina; y por esto se dice que Dios «dispone todas las ocasión de que se manifieste su justicia; el pecador que obra contra o fuera
cosas con suavidad» (Sap 8,1).» del orden de la divina justicia preceptiva, cae dentro del orden de la divina
justicia vindicativa. Y, en tal sentido, nada resiste a Dios, ni va contra El,
C o n t r a esta doctrina se p u e d e p o n e r u n a objeción al parecer ni se sale fuera del orden y gobierno divinos».
m u y fuerte, p e r o q u e tiene, sin e m b a r g o , fácil solución. Veámoslo.
17
D I F I C U L T A D . N i n g ú n señor p u e d e castigar j u s t a m e n t e a los q u e O t r o notable teólogo d e n u e s t r o s días escribe p o r su cuenta :
n o se o p o n e n a sus órdenes. Si, p u e s , n a d a contraría a la ordenación «La finalidad del gobierno divino del mundo se realizará infaliblemente.
divina, n i n g u n o sería j u s t a m e n t e castigado p o r Dios. Pero nosotros no conocemos sus caminos. La historia humana y la de la
Naturaleza se mueven hacia la meta final que les ha sido señalada, a pesar
RESPUESTA. El pecador, al quebrantar voluntariamente la ley de Dios, de los obstáculos que puede oponer la voluntad libre de la criatura, por
se sale del orden particular establecido para él en esa misma ley divina, laberintos y escarpadas subidas, a través de catástrofes y nuevos caminos.
y por eso es justamente castigado por Dios. Pero ni siquiera pecando volun- La Sagrada Escritura llama al diablo «señor de este mundo», pero también
tariamente puede salirse del orden universal establecido por Dios para él se halla bajo el dominio de Dios. Y hasta el diablo es un instrumento
todas las cosas; pues, por el hecho mismo de salirse o contrariar la voluntad en las manos de Dios, y, quiéralo o no, tiene que estar al servicio de los
de Dios en un aspecto (el de su ordenación positiva del bien) cae inexora-
i« Cf. P. VALBUENA, O. P., l.c, p.727-
" Cf. I 103,8.
»' Cf. SCHMAUS, Teología dogmática vol.2 (Madrid 1959) p.166.
s.2 c.2. LA CONSERVACIÓN DE LOS SERES 539
338 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
b) POSITIVA (o propiamente) significa una acción positiva en virtud
planes de Dios. El plan divino del mundo no se halla bajo el dominio de una de la cual se conserva la cosa (v,gr., la acción de echar carbón para conservar
fatalidad irrevocable, a la cual Dios estuviese sometido, ni bajo el dominio el fuego).
de una ley que Dios tuviese que cumplir. Es un plan libre, creado libremente
por Dios. La Sagrada Escritura nos dice: «Tú, en efecto, ejecutas las hazañas, A su vez, la conservación positiva se subdivide en dos:
las antiguas, las siguientes, las de ahora, las que vendrán» (Iudith 9,5).
«Yo anuncio desde el principio lo por venir, y de antemano lo que no se ha a) DIRECTA, cuando influye sobre la cosa misma que se conserva
hecho. Yo digo: Mis designios se realizan, y cumplo toda mi voluntad. (el citado caso del fogonero).
Yo llamo del levante al ave de presa, de lejana tierra al hombre de mi consejo.
b) INDIRECTA, cuando no influye sobre la cosa misma, sino únicamente
Como lo he dicho, así lo haré: lo he dispuesto y lo cumpliré» (Is 46,9-11)».
sobre las causas que podrían destruirla (v.gr., como la vacuna conserva la
salud, impidiendo contraer la enfermedad que sin ella se contraería).

CAPÍTULO 2 L a directa a d m i t e , a su vez, las siguientes subdivisiones:

LA CONSERVACIÓN DE LOS SERES a) INMEDIATA O MEDIATA, según que la causa conservadora actúe por
sí misma y sin intermediario alguno sobre la cosa conservada (v.gr., la gallina
548. E s t u d i a d a s ya las cuestiones fundamentales d e la divina incubando sus polluelos); o se valga de alguna otra causa intermediaria
(v.gr., el hombre conservando los polluelos con la máquina incubadora).
gobernación en general, procede ahora tratar de los efectos de esa
divina gobernación. b) CONTINUA O DISCONTINUA, según que actúe incesantemente en la
C o m o vimos en u n a de las anteriores conclusiones, los efectos conservación de la cosa (v.gr., como la fábrica de electricidad envía ince-
generales d e la divina gobernación son dos: la conservación de los santemente el fluido eléctrico mientras está encendida la bombilla), o actúe
seres y s u moción en o r d e n a su fin correspondiente. E n el presente tan sólo de vez en cuando (como en el caso citado del fogonero).
capítulo estudiaremos las cuestiones relativas a la conservación d e El siguiente c u a d r o esquemático m u e s t r a claramente todas estas
los seres, dejando para el capítulo siguiente las correspondientes a divisiones con su correspondiente subordinación:
la moción de los m i s m o s hacia su fin.
L a conservación de los seres, q u e , como veremos en seguida,
equivale a u n a especie d e creación continua e i n i n t e r r u m p i d a p o r
p a r t e d e Dios, podría tener u n a contrapartida, a saber: la aniquila-
La conserva
ción p u e -
{
Negativa . ("Inmediata o mediata.

fDirecta. . A
ción d e los mismos, o sea, su vuelta a la nada si D i o s suspendiera de ser. . .
Positiva.. . < LContinua o discontinua.
u n solo instante su acción conservadora. Se hace, p u e s , preciso exa-
Llndirecta.
m i n a r a m b o s aspectos, lo que h a r e m o s a continuación en otros t a n -
tos artículos. 2. D o c t Pasiva.
r i n a c a t ó l i c a . P r e s u p u e s t a s estas nociones, v a m o s a
exponer la doctrina católica en forma de conclusiones.

ARTÍCULO I
Conclusión 1.a Dios conserva positiva y directamente todas las
cosas del universo, incluso las m á s pequeñas e insignificantes.
LA ACCIÓN CONSERVADORA DE DIOS (De fe, al menos implícitamente definida.)

549. 1. N o c i o n e s p r e v i a s . A n t e s d e exponer la doctrina 550. H e aquí las p r u e b a s :


católica sobre la conservación d e los seres, vamos a d a r algunas n o - a) L A SAGRADA ESCRITURA. L O afirma claramente en m u l t i -
ciones previas, sobre las distintas m a n e r a s con q u e p u e d e e n t e n d e r - t u d de textos:
se la palabra conservación.
«Pues amas todo cuanto existe y nada aborreces de lo que has hecho,
a) ACTIVAMENTE significa la acción del agente que conserva la cosa que no por odio hiciste cosa alguna. ¿Y cómo podría subsistir nada si tú
(v.gr., el fogonero de un tren conserva activamente el fuego de la locomo- no quisieras o cómo podría conservarse sin ti?» (Sap 11,25-26).
tora echándole paladas de carbón). «Si tú escondes tu rostro, se conturban; si les quitas el espíritu, mueren
b) PASIVAMENTE significa la cosa misma conservada (el fuego mismo, y vuelven al polvo. Si mandas tu espíritu se recrían, y así renuevas la faz
en el ejemplo anterior). de la tierra» (Ps 103,29-30).
«El es antes que todo, y todo subsiste en El» (Col 1,17).
L a conservación activa se s u b d i v i d e en dos: «Con su poderosa mano sustenta todas las cosas» (Hebr 1,3).
a) NEGATIVA (O impropiamente), consiste en la simple omisión de b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. C o m o ya vimos, el concilio
alguna acción destructora de la cosa (v.gr., no matando a un animalito; Vaticano I definió la siguiente doctrina:
no rompiendo una cosa).
540 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR 541
S.2 € . 2 . LA CONSERVACIÓN DE LOS SERES
«Todo lo que Dios creó, con su providencia lo conserva y gobierna,
en cuanto al hacerse de éstos (o sea, m i e n t r a s se les está fabricando),
alcanzando poderosamente de un confín a otro y disponiéndolo todo suave-
mente» (D 1784). p e r o sin serlo directamente en cuanto al ser de los m i s m o s (o sea,
u n a vez t e r m i n a d a la fabricación). L o cual se verifica, como vemos,
El concilio n o define expresamente q u e esa conservación sea po- n o sólo en las cosas artificiales (v.gr., en la construcción de u n a casa,
sitiva y directa sobre t o d o lo creado; p e r o como esto se d e d u c e con q u e d e p e n d e de la acción del obrero m i e n t r a s la está c o n s t r u y e n d o ,
t o d a certeza p o r lá r a z ó n teológica—como veremos en seguida—, pero n o u n a vez construida), sino t a m b i é n en las naturales (v.gr., el
hay q u e concluir q u e la definición del concilio Vaticano I contiene hijo d e p e n d e d e la m a d r e m i e n t r a s le está gestando, p e r o n o u n a
implícitamente aquellas características de conservación positiva y di- vez nacido).
recta. H a y otros agentes, en cambio, q u e son causa de sus efectos n o
solamente en cuanto al hacerse o m i e n t r a s los p r o d u c e n , sino t a m -
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Santo T o m á s lo p r u e b a de m a n e r a
bién en cuanto a su mismo ser después de ya p r o d u c i d o s . T a l ocurre
magistral en u n largo artículo cuyo párrafo fundamental es el si-
p o r ejemplo, con la iluminación solar q u e continúa procediendo del
guiente 1:
sol t o d o el t i e m p o en q u e c o n t i n ú a n iluminadas las cosas q u e él
«Necesariamente se ha de decir, a la luz de la fe y a la luz de la razan, ilumina, desapareciendo la iluminación c u a n d o el sol se oculta (o
que las criaturas son conservadas en la existencia por Dios. como la lámpara eléctrica, q u e necesita recibir continuamente el
Para demostrar esto con toda evidencia se ha de notar que una cosa fluido eléctrico, so pena de apagarse instantáneamente).
puede ser conservada por otro de dos maneras. La una, indirecta y acciden- Pues bien, toda criatura es con respecto a Dios lo q u e la cosa
talmente, como se dice que conserva una cosa el que aparta de ella lo que
pueda corromperla; por ejemplo, si alguien guarda a un niño para que no iluminada es con respecto al sol q u e la ilumina. P u e s así como el
caiga en el fuego, se dice que lo conserva. Pues de este mismo modo se dice sol es luminoso p o r su propia naturaleza, p e r o la cosa iluminada se
que Dios conserva algunas cosas, si bien no todas, por cuanto hay algunas hace luminosa al participar d e la luz del sol sin participar, n o o b s -
que no llevan en sí, ni admiten de fuera, factores o elementos de corrupción tante, d e la naturaleza m i s m a del sol, así sólo Dios es existente por
que fuera necesario alejar para conservarlas (tales son los ángeles y las almas su propia naturaleza, p o r q u e su esencia se confunde e identifica con
racionales, que son incorruptibles o inmortales por su propia naturaleza su propia existencia; mientras q u e las criaturas—todas ellas sin ex-
espiritual y, por lo mismo, Dios no necesita preservarlas de la muerte, si cepción—existen únicamente en cuanto que Dios les da y conserva la
bien necesita conservarlas directa y positivamente en su propio ser, como existencia, puesto q u e su esencia n o se identifica con su existencia,
veremos en seguida).
sino q u e se distingue realmente d e ella (de lo contrario todas las
La segunda manera es conservar la cosa directa y positivamente, lo que cosas creadas existirían necesariamente, y n o h u b i e r a n recibido la
ocurre cuando lo que es conservado depende de tal manera de la causa
conservadora que no pueda existir sin tal conservación. Y éste es el modo existencia de nadie, sino q u e existirían por sí mismas, como el m i s -
en que todas las criaturas sin excepción (incluso las que son incorruptibles m o Dios; lo cual es contradictorio y a b s u r d o : serían y n o serían
por su propia naturaleza, como los ángeles y las almas racionales) necesitan criaturas a la vez). Y a este propósito escribe h e r m o s a m e n t e San
ser conservadas por la acción divina conservadora. De tal modo—en efecto-— Agustín:
depende de Dios el ser de todas las criaturas, que ni por un instante podrían
subsistir, sino que volverían instantáneamente a la nada, si Dios no las con- «Si por un instante el poder de Dios cesara de regir las cosas por El
servara en el ser por su acción divina conservadora». creadas, al punto cesaría también la vida de las mismas, pues perecería toda
la naturaleza» 3 .
P e r o avancemos u n paso m á s y veamos cómo la acción conser-
vadora de D i o s sobre t o d o c u a n t o existe, n o sólo es positiva y direc- Y en otro lugar añade el propio San Agustín:
ta, sino t a m b i é n continua o incesante.
«Como el aire se hace luminoso con la presencia de la luz, así es ilumi-
Conclusión 2. a L a acción conservadora de Dios sobre todo cuanto nado el hombre cuando Dios está presente en él; pero se entenebrece al
existe, es continua e incesante; de suerte que si Dios la i n t e r r u m - instante que Dios se le ausenta» 4.
piera u n solo instante, volverían a la nada todos los seres creados.
(Metafísicamente cierta.) E n la contestación a las dificultades añade el D o c t o r Angélico
las siguientes interesantes observaciones:
551. Escuchemos a Santo T o m á s en el m i s m o artículo y a con- i . a El ser es n a t u r a l m e n t e inseparable d e las criaturas espiri-
tinuación de las palabras q u e acabamos d e citar 2 : tuales (ángeles y almas racionales), p e r o supuesto el influjo divino
P u e d e esto aclararse del siguiente m o d o . T o d o efecto d e p e n d e conservador; como la luz es inseparable de la transparencia del aire,
d e su causa en el m o d o y m a n e r a con q u e es causa d e él. A h o r a p e r o supuesto el influjo del sol (ad 1).
bien, hay algunos agentes q u e son causa de sus efectos ú n i c a m e n t e 2. a Dios n o p u e d e comunicar a criatura alguna el q u e se con-
1
Cf. I 104,1. Los paréntesis explicativos son nuestros. 3
SAN AGUSTÍN, Super Gen. ad litt. 4,12: M L 34,304.
2
Cf. I 104,1. D a m o s u n extracto no literal, sino al sentido.
• Ibid., 8,12: M L 34,383.
042 P.UI. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.2 C.2. LA CONSERVACIÓN DE LOS SERES 543
serve en el ser sin la acción divina, como tampoco puede comuni- vada sea alguna de estas intermedias y más próxima a la causa primera...
carla el que El no sea causa de ella. En tanto, efectivamente, nece- Por consiguiente, debe decirse que Dios conserva algunas cosas en el
sita la criatura ser conservada por Dios en cuanto el ser del efecto ser por medio de otras causas».
depende de la causa de su existir (ad 2).
Quede, pues, bien claro que al decir que Dios conserva algunas
3. a La conservación de las criaturas no la hace Dios por una
cosas inmediatamente y otras mediatamente, no se quiere decir en
acción nueva, sino por continuación de la misma acción por la que
modo alguno que Dios confíe a ciertas causas segundas la conser-
les da el ser, la cual se efectúa sin movimiento ni tiempo, de manera
vación de algún ser, desentendiéndose Dios por completo de con-
semejante a como la conservación de la luz en el aire se efectúa por
servarlo por sí mismo, pues en este caso volvería ese ser instantá-
un continuado influjo de sol (ad 4).
neamente a la nada. Quiere decirse únicamente que el influjo con-
Conclusión 3. a Sin embargo, la acción conservadora de Dios no servador de Dios llega a algunas cosas inmediatamente, o sea, sin
siempre es inmediata en todas las cosas, sino que algunas las con- intermediario alguno, y a otras mediatamente, o sea, a través de una
serva mediante otras causas segundas. Lo cual no quiere decir o varias causas intermedias. Pero siempre y en todo caso tiene que
que Dios se desentienda totalmente de ellas—volverían «ipso darse el influjo conservador de Dios, inmediata o mediatamente.
facto» a la nada—, sino únicamente que las conserva El a través Por eso en la solución de una dificultad escribe expresamente San-
de estas otras. (Completamente cierta.) to Tomás:
552. La razón es porque la conservación de una cosa ya exis- «Dios creó inmediatamente todas las cosas; pero en la misma
tente puede ser ejercida inmediatamente por una criatura, con tal creación estableció ya orden en ellas, de tal modo que unas depen-
que Dios continúe ejerciendo sobre ambas su influjo creador como diesen de otras, por las cuales fuesen secundariamente conservadas
causa primera. Dios puede servirse, v.gr., de la sal para conservar en el ser, aunque presupuesta siempre la conservación principal, que
la carne evitando su putrefacción. En cambio, como ya vimos en procede de El mismo» (ad 1).
su lugar, no podría Dios servirse de una criatura para crear alguna
cosa, ni siquiera sirviéndose de ella como de simple instrumento.
Crear es una operación primera, que no supone ni puede suponer ARTÍCULO 2
nada por parte de su efecto; conservar, en cambio, es una operación
segunda que presupone siempre otra anterior—el existir—y que, LA ANIQUILACIÓN DE LOS SERES
por eso mismo, no puede ejercerse sino respecto de un ser ya exis- 553. Hemos visto en el artículo anterior que la conservación
tente; se puede conservar únicamente aquello que ya existe. Por eso de los seres por Dios no supone en El una nueva operación distinta
la acción conservadora se realiza de hecho según el orden estable- de su primera acción creadora, sino que es la misma acción creadora
cido por Dios, o sea, a base de que algunas cosas sean conservadas continuada incesantemente sobre las cosas mientras éstas permanezcan
inmediatamente por otras cosas, aunque sosteniendo siempre Dios
en el ser, o sea, mientras existan realmente. Por lo mismo, para que
inmediatamente el primer anillo de la cadena, sin lo cual se hundi-
todo el universo creado volviera instantáneamente a la nada, basta-
rían todos los demás anillos en la nada. El influjo conservador de
Dios pasa, de hecho, a todos los anillos (puesto que todos necesitan rla con que Dios suspendiera por un solo instante su acción conser-
ser conservados en el ser por el mismo Dios); pero a algunos de vadora, de manera semejante a como la lámpara eléctrica se apaga
ellos pasa sólo mediatamente, o sea, a través de los otros anillos. instantáneamente en el momento mismo en que la fábrica de luz
deja de enviarle el fluido eléctrico.
Escuchemos a Santo Tomás explicando esta doctrina 5 : Vamos a examinar brevemente las principales cuestiones relati-
«Es manifiesto que aun entre las cosas corporales hay muchas que vas a la aniquilación de los seres, si entrara en los planes de Dios
impiden la acción de los agentes de corrupción, por cuyo motivo se dice hacerlo así.
que son conservativas de las cosas, como, v.gr., la sal, que preserva las Conclusión 1.a Así como Dios creó el mundo libremente y porque
carnes de la putrefacción. Se da, además, el caso de que dependa de alguna quiso, así también podría aniquilarlo si quisiera. (Completamente
criatura un efecto determinado en cuanto a su mismo ser (v.gr., sin la cierta.)
fábrica de electricidad, no habría luz eléctrica). Cuando hay, efectivamente,
muchas causas ordenadas (muchos anillos en una cadena), el efecto depende 554. Lo dice con toda claridad la misma Sagrada Escritura en
primera, necesaria y principalmente de la causa primera (del primer ani- varios lugares que hemos citado ya al hablar de la conservación de
llo, que los sostiene a todos); pero también depende secundariamente de
todas las causas medias. Por consiguiente, la causa primera (Dios) es en los seres. Recuérdese, por ejemplo, este texto del todo claro y ex-
verdad la que principalmente conserva el efecto; pero secundariamente tam- presivo:
bién lo conservan todas las causas medias, y tanto más cuanto más ele-
«¿Y cómo podría subsistir nada si tú no quisieras o cómo podría con-
s Cf. I 104,2. Los paréntesis son nuestros. servarse sin ti?» (Sap 11,26).
544 P.IIl. DIOS ¡CREADOR Y GOBERNADOR S.2 C.2. LA CONSERVACIÓN DE LOS SERES 545
I
a
S a n t o T o m á s e x p o n e e l s i g u i e n t e s e n c i l l o r a z o n a m i e n t o *: Conclusión 2. P e r o sabemos c o n toda seguridad y certeza q u e D i o s
n o a n i q u i l a r á j a m á s n i n g u n a d e las cosas c r e a d a s p o r E l . (Doctrina
« O p i n a r o n algunos q u e D i o s h a b í a o b r a d o p o r necesidad de naturaleza cierta y c o m ú n . )
al t r a e r las cosas a la existencia. Si esto fuera v e r d a d , D i o s n o p o d r í a a n i q u i -
lar n a d a , ya q u e n o p u e d e c a m b i a r d e naturaleza. M a s ya q u e d a d i c h o q u e 555. H e aquí las p r u e b a s :
esta o p i n i ó n es falsa y a b s o l u t a m e n t e contraria a la fe católica, la cual afirma
a) L A SAGRADA ESCRITURA. Lo dice con suficiente claridad
q u e D i o s h a sacado t o d a s las cosas a la existencia por voluntad libre, c o n f o r m e
para disipar toda d u d a prudente:
a aquello d e l Salmo: «Yavé h a c e t o d o c u a n t o quiere» ( P s 134,6). Q u e D i o s ,
p u e s , c o m u n i q u e a las criaturas el ser, d e p e n d e d e la v o l u n t a d divina. Y d e «Conocí q u e c u a n t o hace D i o s es permanente, y n a d a se le p u e d e a ñ a d i r ,
igual m o d o las conserva t a m b i é n e n la existencia, c a u s a n d o e n ellas c o n t i n u a - nada quitar, y hace así D i o s q u e se le tema» (Eccl 3,14).
m e n t e el ser, d e l m o d o q u e q u e d a d i c h o . P o r consiguiente, así c o m o a n t e s «Pues El creó t o d a s las cosas para la existencia e hizo saludables a todas
q u e existieran las cosas p u d o D i o s n o c o m u n i c a r l e s el ser y, p o r t a n t o , n o sus criaturas, y no hay en ellas principio de muerte, n i el reino del h a d e s i m p e í a
hacerlas, así, d e s p u é s q u e h a n sido h e c h a s , p u e d e dejar d e influirles el ser, sobre la tierra» (Sap 1,14).
c o n lo cual dejarían d e existir, volviéndose p o r c o m p l e t o a la nada». «Pues a m a s t o d o c u a n t o existe y n a d a aborreces d e lo q u e h a s h e c h o ,
q u e n o p o r odio hiciste cosa alguna» (Sap 11,25).
E s interesante la d o c t r i n a q u e e x p o n e Santo T o m á s al resolver «El f u n d ó la tierra s o b r e s u s bases, p a r a q u e n u n c a d e s p u é s vacilara»
(Ps 103,5).
las objeciones o dificultades q u e él m i s m o se plantea. V e á m o s l a .
b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. Escuchemos el s e r e n o razonamien-
DIFICULTAD. D i c e S a n A g u s t í n q u e «Dios n o es causa d e la 2
to d e Santo T o m á s :
t e n d e n c i a a l n o ser». M a s s e r í a t a l s i r e d u j e s e a l g u n a c r i a t u r a a l a
n a d a . L u e g o D i o s n o p u e d e aniquilar cosa alguna. «Las acciones d e D i o s sobre las criaturas, u n a s se realizan según el c u r s o
natural d e las cosas, y otras, p o r el contrario, se verifican milagrosamente,
S O L U C I Ó N . E l n o ser, n o t i e n e d i r e c t a m e n t e causa, p o r q u e n a d a p u e d e es decir, fuera del o r d e n natural i m p u e s t o a las criaturas, c o m o v e r e m o s
ser causa sino e n c u a n t o q u e es ser; y el ser, d e suyo, es causa del ser ( n o d e l m á s abajo. L o q u e hará D i o s s e g ú n el o r d e n natural i m p l a n t a d o p o r El e n
n o ser). E n este s e n t i d o es cierto q u e D i o s n o p u e d e ser causa d e la t e n d e n c i a las cosas, p u e d e d e d u c i r s e d e la naturaleza m i s m a d e esas cosas; lo q u e
al n o ser. M a s esta t e n d e n c i a al n o ser la lleva consigo la criatura misma h a r á , e m p e r o , m i l a g r o s a m e n t e , se o r d e n a a la manifestación de la gracia,
en c u a n t o q u e p r o v i e n e d e la n a d a . P u e d e D i o s , s i n e m b a r g o , ser causa s e g ú n aquello del A p ó s t o l : «A cada u n o se le otorga la manifestación d e l
i n d i r e c t a (per accidens) d e q u e las cosas v u e l v a n a la n a d a , s i m p l e m e n t e E s p í r i t u para c o m ú n utilidad» (1 C o r 12,7); y e n t r e estas gracias, q u e e n u -
c o n retirar d e ellas s u acción conservadora ( a d 1). m e r a a c o n t i n u a c i ó n , incluye la d e hacer milagros.
P u e s bien, la condición natural d e las criaturas manifiesta q u e n i n g u n a
DIFICULTAD. D i o s es causa d e la existencia d e las cosas p o r s u d e ellas será r e d u c i d a a la n a d a , p u e s t o q u e , o s o n inmateriales (como los
ángeles y almas racionales) y e n éstas n o h a y potencia alguna p a r a n o ser
infinita b o n d a d ; p o r q u e , c o m o d i c e S a n A g u s t í n , «en t a n t o s o m o s
(ya q u e s o n i n t r í n s e c a m e n t e inmortales), o s o n materiales, y e n t o n c e s p e r -
e n cuanto q u e D i o s es bueno». M a s Dios n o p u e d e dejar d e ser b u e - m a n e c e n s i e m p r e al m e n o s e n c u a n t o a la materia, la cual es i n c o r r u p t i b l e ,
no. L u e g o n o p u e d e h a c e r q u e las cosas n o existan; lo cual h a r í a al p o r ser el sujeto q u e se s u p o n e e n t o d a generación y c o r r u p c i ó n 3 .
aniquilarlas. T a m p o c o contribuiría a la manifestación de la gracia el q u e alguna cosa
fuese reducida a la n s d a ; p o r el c o n t r a r i o , el p o d e r y la b o n d a d d e D i o s se
S O L U C I Ó N . L a b o n d a d d e D i o s es causa d e las cosas, p e r o n o p o r manifiestan m á s c l a r a m e n t e e n el hecho d e conservar las cosas e n el ser.
necesidad natural, p u e s t o q u e la b o n d a d divina n o d e p e n d e d e las cosas Se d e b e , p u e s , afirmar c a t e g ó r i c a m e n t e q u e n a d a a b s o l u t a m e n t e se
creadas, sino por voluntad libre. D e a h í q u e , c o m o p u d o , sin perjuicio alguno aniquilará».
d e s u b o n d a d , n o t r a e r las cosas a la existencia, d e igual m o d o p u e d e n o
E s c i e r t o y d e fe q u e el m u n d o a c t u a l n o c o n t i n u a r á e t e r n a m e n -
conservarlas e n ella s i n d e t r i m e n t o a l g u n o d e esta m i s m a b o n d a d (ad 2 ) .
t e e n l a m i s m a f o r m a q u e t i e n e a c t u a l m e n t e . V e n d r á e l fin del mun-
DIFICULTAD. E n caso d e aniquilar algo, t e n d r í a q u e hacerlo
2 Cf. I T04.4-
3
Dios mediante alguna acción. P e r o esto es imposible, p o r q u e toda A! decir que la materia es incorruptible, se refiere Santo Tomás a la llamada materia
prima, que entra necesariamente en la composición de cualquier cosa corpórea o material.
acción tiene p o r término algún ser. L u e g o Dios n o p u e d e aniquilar Los compuestos físicos piden, por su propia naturaleza, cada uno en particular, dejar de
cosa a l g u n a , p o r q u e el t é r m i n o d e la a n i q u i l a c i ó n e s la n a d a . existir, puesto que sus elementos integrantes tienden de suyo a desintegrarse y, por tanto,
a producir la destrucción del ser compuesto del que forman parte. Pero la materia prima u
original de que todos se componen no puede dejar de existir más que por aniquilación, lo
SOLUCIÓN. Si D i o s redujere algo a la n a d a , n o sería m e d i a n t e a l g u n a cual depende únicamente de la voluntad libre de Dios; porque esta materia prima, al dejar
una forma, asume otra (corrvptio umus, generatio alterius, dicen los escolásticos), ya que no
acción, sino s i m p l e m e n t e dejando d e o b r a r ( a d 3). puede existir sin alguna forma, y constituye el mundo actual unida a todas las formas en él
existentes. De ahí que el mundo de la materia existirá siempre naturalmente en una forma o
i Cf, I 104,3, en otra, no pudiendo volver a la nada más que por aniquilación por parte de Dios, que ya
sabemos que no se producirá de hecho. (Nota del autor.)

Dios y su obra W
546 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 547

do, expresamente a n u n c i a d o p o r Jesucristo ( M t 24,29ss). P e r o ese comenzado Cristo, comunicando a la creación su propia gloria, de tal modo
fin del mundo n o consistirá en su aniquilación, sino en el cambio d e que en el mundo se transparentará la grandeza, gloria y majestad divinas.
la forma actual en otra distinta y superior. Se transformará en «el Entendida de este modo, la doctrina de la conservación del mundo no incita
n u e v o cielo» y en «la nueva tierra» d e q u e nos habla la misma Sa- al hombre a despreocuparse de todo y a entregarse a un descanso venturoso.
grada Escritura: Para comprenderla debidamente, hay que relacionarla con la doctrina de la
transformación del mundo, que puede tener lugar ahora mismo, mañana
«Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la pri- o dentro de millones de años. Esto depende de la libre e inescrutable volun-
mera tierra habían desaparecido; y el mar no existía ya» (Apoc 21,1). tad de Dios. Por ser el mundo tal como es, nuestra existencia en él, mejor
dicho, la forma actual de nuestra existencia es esencialmente inseguridad.
E s c u c h e m o s a Schmaus exponiendo t o d o este p r o b l e m a d e la Esta inseguridad es más decisiva y trascendental que los peligros que nos
aniquilación d e los seres relacionándolo con la restauración final d e amenazan de parte del mundo. Nada puede hacer el hombre para protegerse
todas las cosas en Cristo 4 : contra ella. Frente a la omnipotencia de Dios, el hombre es un ser impo-
tente.
«Suprimiendo la actividad con que conserva la subsistencia de las criatu- Al mismo tiempo, el dogma de la providencia divina significa para
ras, Dios podría hacer desaparecer en los abismos de la nada el universo el hombre la más completa garantía. El sabe que no puede ser aplastado
entero y todo lo que hay en él, incluso los espíritus creados. Pero Dios mismo por ningún hado maléfico, pues el destino de todas las cosas está en las
nos asegura que no lo hará nunca. Dios no revoca su palabra creadora. Con manos de Dios. Y Dios no permitirá que se pierda nada, sino que conserva-
actividad divina e infinita creó Dios el mundo; y Dios ha aumentado esa rá todo lo que le ha entregado en su creación; todo se repetirá de manera
actividad después que el hombre sumergió al mundo en el pecado. La diversa en el mundo transformado en cielo y tierra nueva».
encarnación del Hijo de Dios es, por decirlo así, una nueva creación del
mundo, íntimamente relacionada con el pecado del hombre. En la encarna-
ción, el mundo con todas sus misteriosas profundidades queda emancipado CAPÍTULO 3
del poder del pecado y de la corrupción por éste producida. Tan en serio
toma Dios el mundo, que no deja su obra en el caos y la corrupción. Más LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO
aún, si ha decidido conservar las cosas, a causa de su inmutabilidad no
puede abandonar tal decisión. Las generaciones vienen, y las generaciones 556. El segundo efecto de la divina gobernación, como ya d i -
desaparecen; la tierra, al contrario, sigue subsistiendo (Eccl 1,4). Todo lo jimos, es la divina moción d e todas las cosas en o r d e n a su fin co-
que Dios hace, dura eternamente. El hombre no puede disponer de ello. rrespondiente. D i o s n o se limita a crear todas las cosas y conservar-
El hombre ni puede deshacerlo ni puede añadir nada. Dios lo ha ordenado las en el ser q u e voluntariamente quiso darles, sino q u e actúa y
así para que se le tema (Eccl 3,14). Dios conserva la «mismidad» de los seres obra i n m e d i a t a m e n t e como Causa P r i m e r a en t o d o el proceso evo-
personales; por lo que se refiere a los seres materiales e impersonales, Dios lutivo de las criaturas y en cada u n o de los pasos q u e éstas dan en
no conserva su individualidad, sino la suma de la materia y de la energía, o r d e n a su plena perfección y desarrollo. Dios conserva su obra
que permanece siempre idéntica, desapareciendo los individuos cuando lo
requieren las leyes naturales o debido a la acción destructora del hombre. para terminarla y perfeccionarla.
En la hora señalada por Dios tendrá lugar el fin del mundo. El universo L a acción d e D i o s en el m u n d o p u e d e ser estudiada desde tres
no subsistirá eternamente en la forma que actualmente posee. Pero el fin p u n t o s de vista diferentes, según el plano en q u e nos coloquemos
del mundo no significa aniquilación de la esencia del cielo y de la tierra, o el o r d e n de cosas a quienes afecte; el o r d e n natural, el preternatu-
sino destrucción de su forma existencial actual, de su forma pasajera. El ral y el sobrenatural. El siguiente c u a d r o esquemático muestra las
cielo y la tierra pasarán (Mt, 24,35) en cuanto que quedarán convertidos principales subdivisiones q u e p u e d e n establecerse y el camino q u e
en un cielo «nuevo» y una tierra «nueva» (Ap 2i,iss). Esta nueva realidad vamos a recorrer en las páginas siguientes;
existe ya en lo oculto. Apareció con la encarnación del Hijo de Dios. Se
manifestó en la actividad poderosa de Cristo, se realizó con significado Acción sobre la materia.
prototípico para toda la Creación en la Resurrección del Señor, y está a) En el orden puramente Sobre los cuerpos.
presente simbólicamente en los Sacramentos. Pero todavía no se ha revelado natural • Sobre la inteligencia.
plenamente. Nosotros no conocemos el momento de la revelación definitiva. Sobre la voluntad.
Ese momento no es el fin de un proceso evolutivo natural del mundo. Sobre cualquier agente creado.
Surgirá súbitamente, cuando menos se le espere, hallándose el mundo en un Noción del milagro.
estado de pleno desarrollo y actividad. Cuando la noche de la desesperación
humana haya alcanzado un supremo grado de oscuridad, aparecerá Cristo
y transformará al mundo. Esta será la tercera y última intervención de Dios
con respecto al mundo. Mediante esta intervención, el mundo recobrará la
b) En el orden preterna-
tural íi División del milagro.
Posibilidad del milagro.
Causas del milagro.
forma que Dios le destinó en su plan de la creación. La forma actual del mundo Noción de las gracias actuales.
es un estadio pasajero. En esa hora futura de la transformación, el mundo c) En el orden sobreña- Naturaleza de las mismas.
quedará limpio de toda corrupción y maldad, y Dios llevará a cabo lo que ha tural División de las gracias actuales.
4
Cf. MICHAEL SCHMAUS, 0.0, vol,2 p.139-140' Necesidad de las gracias actuales.
Distribución divina de las mismas.
548 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 549
a
2. C o m o Dios n o obra p o r necesidad natural, sino p o r su li-
ARTÍCULO I
b r e e n t e n d i m i e n t o y voluntad, p u e d e i m p r i m i r concretamente a la
LA ACCIÓN DE DIOS EN EL ORDEN materia cualquier forma, puesto q u e conoce perfectlsimamente las
PURAMENTE NATURAL naturalezas particulares d e todas las formas y n o sólo las naturale-
zas universales (ad 2).
C o m o acabamos d e ver en el esquema anterior, v a m o s a exami- 3 . a L a determinación m i s m a q u e tienen las causas segundas
n a r la acción n a t u r a l d e Dios sobre la materia en general, sobre los p a r a p r o d u c i r determinados efectos (v.gr., el fuego para calentar) les
cuerpos, sobre la inteligencia, sobre la voluntad y, finalmente, sobre viene d e Dios. O r d e n a n d o , p u e s , Dios todas las causas segundas a
la operación d e cualquier agente creado. Este es el orden, rigurosa- p r o d u c i r d e t e r m i n a d o s efectos p u e d e t a m b i é n producirlos El p o r
m e n t e lógico, q u e sigue Santo T o m á s en su maravillosa Suma Teo- sí m i s m o , prescindiendo en absoluto d e ellas (ad 3).
lógica.
2. S o b r e los c u e r p o s
i. S o b r e la m a t e r i a e n g e n e r a l
Conclusión. P u e d e Dios actuar o m o v e r i n m e d i a t a m e n t e cualquier
Conclusión. P u e d e Dios actuar i n m e d i a t a m e n t e sobre la materia, cuerpo. (Cierta metafísicamente.)
aplicándola u n a d e t e r m i n a d a forma. (Cierta metafísicamente.)
558. E n la conclusión anterior h e m o s visto q u e Dios podía
557. H e aquí las p r u e b a s : mover o actuar sobre la materia aplicándola u n a d e t e r m i n a d a for-
a) L A SAGRADA ESCRITURA. L o dice equivalentemente en m a (v.gr., convirtiendo u n t r o n c o d e árbol en u n a estatua). A h o r a
m u l t i t u d d e lugares. Véase, p o r ejemplo, el siguiente versículo del vamos a ver cómo p u e d e actuar t a m b i é n sobre los cuerpos ya cons-
Génesis: tituidos p o r u n a materia y forma determinadas.
Santo T o m á s lo explica con u n razonamiento m u y claro y sen-
«Formó Yavé Dios al hombre del polvo de la tierra» (Gen 2,7). cillo 3:
Sea cual fuere el sentido literal d e ese versículo (cf. n.447) es «Es un error decir que Dios no puede hacer por sí mismo todos los
u n hecho ciertísimo q u e , si D i o s quiere, p u e d e utilizar cualquier efectos particulares que son hechos por cualquiera de las causas creadas.
materia preexistente y convertirla en u n h o m b r e , dándole la vida Por tanto, siendo movidos los cuerpos inmediatamente por causas creadas,
e infundiéndole u n alma h u m a n a en calidad d e forma substancial. a nadie se le debe ocurrir dudar de que Dios pueda mover inmediatamente
Y así con relación a todas las d e m á s cosas del m u n d o . cualquier cuerpo.
Y esto se sigue con certeza de lo que se ha dicho anteriormente. Porque
b) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c u c h e m o s el sencillo razonamien- todo movimiento de cualquier cuerpo, o procede de su forma—como el
to d e Santo T o m á s *: movimiento local de los cuerpos graves y ligeros, que les viene del impulso
o de la forma dada por el generante, que por esto se llama motor—o es una
«Puede Dios inmediatamente mover 2 la materia a la forma. En efecto, tendencia a alguna forma, como la calefacción es camino para la forma de
el ser que está en potencia pasiva puede ser reducido al acto por aquella fuego. Ahora bien, a uno mismo pertenece imprimir la forma, disponer
potencia activa que contiene bajo su potestad dicha potencia pasiva. Estando, para ella, y dar el movimiento que a ella sucede; el fuego, por ejemplo, no
pues, la materia en su potencia pasiva contenida bajo el poder divino, como sólo engendra otro fuego, sino que, a la vez, calienta y mueve la llama
producida por Dios, puede siempre dicha potencia pasiva de la materia hacia arriba. Pudiendo, pues, Dios imprimir inmediatamente la forma en
ser actuada por el poder divino. Y esto es lo que quiere decir ser movida la materia—como hemos visto en la conclusión anterior—sigúese con toda
la materia a la forma, porque la forma no es otra cosa que el acto o actuación evidencia que puede también actuar o mover cualquier clase de cuerpo con
de la materia». cualquier clase de movimiento».
E n la respuesta a las dificultades, a ñ a d e Santo T o m á s las si-
A l contestar a la objeción de q u e siendo Dios absolutamente in-
guientes interesantes precisiones:
corpóreo n o p u e d e ponerse e n contacto físico con los seres corpo-
1. a L o s d e m o n i o s y los ángeles, al obrar sobre las cosas visi-
rales y, p o r lo m i s m o , n o p u e d e moverlos directa e inmediatamente
bles, n o lo hacen causando ellos i n m e d i a t a m e n t e las formas—lo q u e
p o r sí m i s m o , escribe Santo T o m á s :
es propio y exclusivo d e D i o s — , sino sirviéndose d e gérmenes cor-
porales (ad 1). «Hay dos clases de contacto: el corporal, que existe y se da entre dos
1 Cf. I 105.t. cuerpos, y el virtual, como al decir, por ejemplo, que el que entristece toca
2
En toda esta cuestión de la acción de Dios en el m u n d o , emplea Santo T o m á s las p a - o conmueve al entristecido. Siendo Dios incorpóreo, no puede ni tocar ni
labras mover o moción con preferencia a las de actuar o d e acción. L a expresión del D o c t o r ser tocado con contacto material; mas, según el contacto virtual, toca,
Angélico tiene u n sabor más metafísico ímover = tránsito de la potencia al acto); pero, por evidentemente, al mover a las criaturas; aunque no puede ser tocado por
eso mismo, resulta menos inteligible para el lector n o acostumbrado a la alta especulación
filosófica. Por eso nosotros preferimos emplear las palabras actuar o acción, q u e son del todo
equivalentes y resultan más comprensivas para toda clase d e lectores. (Nota del autor.) 3 Cf. I 105,2.
550 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 551
éstas, porque está fuera del alcance de toda virtud natural de las criaturas» y viene de Dios. Y asimismo, siendo Dios el ser primero y preexistiendo
(ad i ) . todas las cosas en El como en la primera causa, por necesidad han de estar
en El a modo de inteligibles (o sea como ideas), según el modo de Dios.
E s c u c h e m o s a u n teólogo c o n t e m p o r á n e o exponiendo d e m a - Existen, pues, primeramente en Dios las razones inteligibles de todas las
n e r a sugestiva la doctrina d e las d o s conclusiones q u e acabamos d e cosas, y de El se derivan a los demás entendimientos para que éstos puedan
examinar 4 : entenderlas de hecho, así como las mismas razones se derivan a las criaturas
Dios puede obrar inmediatamente sobre los elementos constitutivos para que éstas subsistan.
de los seres físicos. Puede dar realidad a todas las posibilidades de la materia, Por tanto, Dios mueve al entendimiento creado de dos maneras: en
ya que es el Creador de todo. cuanto le da la virtud para entender, sea ésta natural o sobreañadida, y en
Todo lo que las causas segundas pueden realizar, Dios puede hacer- cuanto imprime en él las ideas o especies inteligibles; y, además, sustenta
lo eminentemente, de una manera más eficaz y más íntima, pues su virtud y conserva en él ambas cosas».
es infinita, y El da a las causas segundas el poder de causar. Lo que la virtud
de la lluvia y el sol combinados puede realizar sobre las distintas plantas Aplicando estos principios, añade el D o c t o r Angélico las si-
para hacerlas brotar, Dios lo puede inmediatamente por su virtud propia, guientes precisiones al resolver las dificultades:
sin el sol y sin la lluvia. Y lo mismo con los seres inanimados. Dios puede i . a L a operación intelectiva—o sea, el acto d e e n t e n d e r — p r o -
hacer que un limón se convierta en carbón, sin pasar por la serie de trans- cede ciertamente del e n t e n d i m i e n t o e n q u e se verifica como d e cau-
formaciones físicas y químicas de las que éste suele ser resultado. Y así lo sa segunda; p e r o procede d e D i o s como d e causa primera, p o r q u e
demás.
D i o s es q u i e n da el p o d e r e n t e n d e r a t o d o el q u e e n t i e n d e (ad 1).
Es claro, sin embargo, que esta acción de Dios sobre la constitución
de los cuerpos físicos, sobre su substancia misma, es muy distinta de la 2 . a L a luz intelectual, j u n t a m e n t e con la especie d e la cosa e n -
de las causas segundas. Estas actúan desde el exterior por un contacto tendida, es principio suficiente d e entender; p e r o es principio se-
físico, el cual, al ser recíproco, modifica ambos cuerpos: hay interacción. cundario y d e p e n d i e n t e del principio p r i m e r o , q u e es Dios. Sin la
Dios, por ser incorpóreo e inmutable, no obra por contacto; toca a las divina moción n i n g u n a causa segunda p u e d e p r o d u c i r su p r o p i o
criaturas físicas transformándolas, sin ser El mismo tocado. El contacto efecto: dejaría d e ser segunda p a r a pasar a primera, lo q u e es con-
no es recíproco. Dios obra de manera trascendente y, al mismo tiempo, tradictorio (ad 2).
inmanente. Llega a la criatura corporal en sus principios singulares de ser, 3 . a A pesar d e q u e D i o s p u e d e mover directa e i n d i r e c t a m e n -
es decir, desde el interior, y no desde el exterior».
te n u e s t r o entendimiento, n o se sigue q u e p o d a m o s conocerle n a t u -
r a l m e n t e a E l p o r su propia esencia, p o r q u e las especies inteligibles
3. Sobre el entendimiento creado
q u e Dios i m p r i m e en n u e s t r o e n t e n d i m i e n t o n o p u e d e n abarcar la
Conclusión. Dios puede actuar inmediatamente sobre el entendi- esencia infinita d e D i o s , sino t a n sólo u n a semejanza analógica y
miento creado, angélico o humano. (Cierta metafísicamente.) remotísima d e la m i s m a (ad 3).
559. E s c u c h e m o s la p r o f u n d a explicación del D o c t o r A n -
4. S o b r e la v o l u n t a d d e las criaturas
gélico 5 :
«Como en el movimiento corporal se llama motor al que da el impulso Conclusión. Dios puede actuar también directa e inmediatamente
o la forma, que es principio del movimiento, así se dice que mueve el en- sobre la voluntad de sus criaturas, angélicas o humanas. (Cierta
tendimiento el que causa en él la forma que es principio de la operación metafísicamente.)
intelectual, a la cual se llama movimiento del entendimiento. Este principio
de la operación intelectiva es doble en el que entiende: uno es la misma 560. Esta conclusión es d e u n a importancia práctica e n o r m e ,
virtud intelectiva, que se encuentra incluso en aquel que sólo está en potencia p u e s n o s da la clave para e n t e n d e r d e q u é manera p u e d e D i o s a c -
para entender (v.gr., el ignorante o el dormido); el otro es el principio que t u a r sobre el corazón del m á s e n d u r e c i d o pecador convirtiéndole y
nos hace entender en acto o de hecho, que es la idea o especie inteligible de la llevándolo—si Dios lo quiere así—hasta la c u m b r e d e la santidad.
cosa entendida. Se dice, por tanto, que alguien mueve al entendimiento, N o h a y voluntad h u m a n a o angélica q u e p u e d a resistirse a la acción
ya sea porque se le da la virtud de entender, o también porque se infunde
de Dios, y ello sin c o m p r o m e t e r e n lo m á s m í n i m o la libertad de
en él la idea o especie de la cosa entendida.
la criatura; pues, al moverla eficazmente, Dios le da la v o l u n t a d d e
Pues de ambos modos mueve Dios al entendimiento creado. Dios es,
en efecto, el primer ser inmaterial; y como la inmaterialidad es la raíz del cooperar libremente y sin coacción alguna a la acción infalible d e Dios.
entender, sigúese que Dios es el primer inteligente. Ahora bien: lo primero H e aquí las pruebas:
en cada orden de cosas es la causa de todo lo que en dicho orden viene a) L A SAGRADA ESCRITURA. Lo dice con t o d a claridad en
después (v.gr., el poder del rey es la causa de todos los poderes de sus
ministros); de donde se sigue que toda otra virtud de entender procede m u l t i t u d d e textos:
4
Gf. M.-D. PHILIPPE, O.P., en Iniciación teológica vol.i (Barcelona 1957) p.655. «Traza el corazón del hombre sus caminos, pero es Yavé quien dirige
5
Cf. I 105,3. Los paréntesis son nuestros. sus pasos» (Prov 16,9).
552 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.2 C . 3 . LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 553
«El corazón del rey es arroyo de aguas en manos de Yavé, y El las dirige Dios sólo es, también, el que causa en la voluntad la virtud o facultad
a donde le place» (Prov 21,1). de querer; pues querer no es otra cosa que una inclinación al objeto de la
«Crea en mí, ¡oh Dios!, un corazón puro; renueva dentro de mí un voluntad, que es el bien universal. Mas inclinar al bien universal es exclu-
espíritu recto» (Ps 50,12). sivo del primer motor, al cual corresponde también, por lo mismo, ser el
«Hay diversidad de operaciones, pero uno mismo es Dios, que obra último fin; de igual modo que, en el orden humano, dirigir al bien común
todas las cosas en todos» (1 Cor 12,6). pertenece al que gobierna la multitud.
«Pues Dios es el que obra en vosotros el querer y el obrar, según su Es, por consiguiente, privativo de Dios mover la voluntad de uno y otro
beneplácito» (Phil 2,13). modo; pero principalmente del segundo modo, es decir, inclinándola inte-
«Pero me dirás: Entonces ¿por qué reprende? Porque ¿quién puede riormente».
resistir a su voluntad? ¡Oh hombre! ¿Quién eres tú para pedir cuentas
a Dios?» (Rom 9,19-20). C o m o se ve, esta demostración es sencillamente magistral y d e
L o s textos podrían multiplicarse a b u n d a n t e m e n t e . L a p r u e b a sublime elevación metafísica. U n m o d e r n o comentarista d e Santo
T o m á s p o n e a este artículo la siguiente nota, q u e hacemos n u e s t r a 7 :
escriturística d e la conclusión es del t o d o segura y firme.
b) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . L a Iglesia h a e n s e ñ a d o e n «Aunque Dios, y sólo El, puede mover suficiente y eficazmente la vo-
repetidas ocasiones la doctrina d e la conclusión; d e suerte q u e , ade- luntad creada como objeto o en razón de causa final y como causa eficiente,
o sea inclinándola con eficacia interiormente, dice el Santo en esta conclusión
m á s d e metafísicamente cierta, es, p o r lo menos, doctrina próxima que, aunque ambos modos sean propios y exclusivos de Dios, sin embargo,
a la fe y quizá de fe implícitamente definida. H e aquí algunos textos: lo es más el moverla del segundo modo. La razón de esto es porque, como
«INDICULO» DEL PAPA SAN CELESTINO I: «Dios obra de tal modo sobre objeto, pueden también inclinarla, de algún modo al menos, los otros bie-
el libre albedrío en los corazones de los hombres que, el santo pensamien- nes, sin poder llegar nunca a hacerlo eficazmente por sí solos; pero, en cam-
to, el buen consejo y todo movimiento de buena voluntad procede de Dios, bio, de ningún modo puede inclinarla interior y eficientemente causa algu-
pues por El podemos algún bien y sin El no podemos nada (cf. lo 15,5) (D 135). na, fuera de Dios. Sólo Dios puede llegar hasta el santuario interior de la
CONCILIO II DE ORANGE: «ES un don de Dios que pensemos rectamente, voluntad, angélica o humana, deslizándose y penetrando en ella: Solus Deus
que apartemos nuestros pies de la falsedad y nos mantengamos en la justi- illabitur in voluntatem, decían los antiguos escolásticos. La voluntad es in-
cia; siempre que nosotros obramos el bien, es Dios quien en nosotros y tangible para todo agente creado; ninguno puede forzarla ni quitarle su li-
con nosotros hace que obremos» (D 182). bertad interior. Dios, único que la puede inclinar con decisión, al hacerlo
«Dios causa muchos bienes en el hombre sin el concurso de éste; pero nunca le quita el carácter de potencia libre ni le hace violencia alguna, pues
el hombre no hace ningún bien sin que Dios le conceda que lo haga» (D 193). cuanto hace en ella el Autor de la voluntad misma y de su inclinación, nun-
ca puede ser contra una ni contra otra. Tan claramente enseña Santo T o -
CONCILIO DE TRENTO: «Si alguno dijere que el libre albedrío del hom- más, no sólo la moción moral, sino también la moción física divina sobre
bre, movido y excitado por Dios, nada coopera asintiendo a Dios que le excita la voluntad libre humana, dando la preeminencia, como privilegio divino,
y llama... sea anatema» (D 814). a la segunda clase de moción».
N o cabe hablar d e m a n e r a m á s clara y t e r m i n a n t e .
C o m o es sabido, a pesar d e la maravillosa armonía y d e la i n -
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c u c h e m o s como siempre a San- q u e b r a n t a b l e solidez metafísica d e esta doctrina, h a sido i m p u g n a -
to T o m á s 6 : da p o r los adversarios del t o m i s m o como destructora d e la libertad
«Así como el entendimiento—como ya hemos visto—es movido por su h u m a n a . T r e s s o n las principales objeciones q u e se h a n lanzado
objeto (las cosas inteligibles) y a la vez por aquél que le ha dado la virtud contra ella, t a n viejas y sabidas q u e el propio Santo T o m á s se las
de entender (Dios), así la voluntad es movida por su objeto, que es el bien, plantea e n este m i s m o artículo y las resuelve con gran b r e v e d a d y
y por aquel que es autor de la facultad de querer.
Puede, en efecto, ser movida la voluntad, en cuanto a su objeto, por sencillez, c o m o n o concediéndoles importancia alguna. H e aquí el
cualquier clase de bien; sin embargo, de un modo suficiente y eficaz sólo texto completo d e las objeciones y d e las respuestas d e l Angélico
puede ser movida por Dios. La razón de esto es porque nada puede mover Doctor:
suficientemente a cualquier cosa móvil a menos que la virtud o fuerza ac-
tiva del motor exceda, o al menos iguale, la virtud pasiva del móvil (por D I F I C U L T A D . T o d o lo q u e es m o v i d o p o r algún agente extrín-
ejemplo es evidente que el que sólo tenga fuerza para arrastrar cien kilos seco, sufre coacción. M a s la voluntad n o p u e d e ser coaccionada.
no podrá arrastrar doscientos). Mas la virtud pasiva de la voluntad se ex- L u e g o n o es movida p o r n i n g ú n agente extrínseco, y, p o r tanto, n o
tiende al bien en toda su universalidad, por ser su objeto el bien universal, p u e d e s e r movida p o r Dios.
así como el objeto del entendimiento es el ser universal. Ahora bien: todo
bien creado es algún bien particular, pues sólo Dios es el Bien universal. SOLUCIÓN. Se entiende que es coaccionado lo que es movido por otro
Luego sólo Dios llena por completo la voluntad y, por tanto, sólo El la cuando es movido contra su propia inclinación; pero si es movido precisa-
mueve suficientemente como objeto. mente por el que le da ¡a propia inclinación no se puede decir que haya coac-

6
Cf. I 105,4. L.os paréntesis explicativos son nuestros. ' Cf. P. VALBUENA, O.P., en Suma Teológica bilingüe vol.3 (2.°) (BAC, Madrid 1959)
p.1085.
554 l'.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 555
ción, como no se violenta a un peso grave si se le arroja al suelo según su
propia inclinación hacia la tierra. Por consiguiente, cuando Dios mueve la 5. Sobre cualquier agente creado
voluntad, no ejerce sobre ella coacción alguna, ya que es El quien le da su
propia inclinación (ad i). H e m o s visto hasta aquí q u e Dios p u e d e actuar y actúa de
hecho sobre la materia, sobre los cuerpos, sobre la inteligencia y
D I F I C U L T A D . Dios n o p u e d e hacer q u e cosas contradictorias sobre la voluntad de las criaturas. A h o r a vamos a ver, d e u n a m a n e r a
sean a u n m i s m o t i e m p o verdaderas. P e r o esto ocurriría si Dios global, q u e Dios actúa siempre e indefectiblemente c o m o causa
moviese a la v o l u n t a d , puesto q u e m o v e r s e voluntariamente es primera, en todas y cada u n a de las acciones de cualquier agente
moverse p o r sí m i s m o y n o p o r otro. L u e g o n o p u e d e D i o s mover creado, cualquiera q u e sea la naturaleza de éste (natural o libre).
la voluntad.
Conclusión. D i o s actúa siempre c o m o Causa P r i m e r a , de una m a -
SOLUCIÓN. Moverse voluntariamente es moverse por sí mismo, esto es, nera física e inmediata, en todas y cada u n a de las acciones de
por un principio intrínseco. Pero esto no excluye que ese mismo principio cualquier agente creado, natural o libre, p r e m o v i e n d o físicamente
intrínseco (o sea, la propia inclinación) proceda de otro principio extrínseco la acción y concurriendo con ella hasta el final. (Doctrina tomista
(o sea, de Dios, que es precisamente quien le da esa intrínseca inclinación). en lo relativo a la premoción física de la acción; común en todo lo demás.)
Y de este modo moverse por sí mismo no está en contradicción con ser
movido por otro (ad 2). 561. E n t o r n o a esta tesis se h a n escrito, c o m o es sabido,
millares de libros, y h a n corrido verdaderos ríos d e tinta. N o s o t r o s
D I F I C U L T A D . El m o v i m i e n t o pertenece m á s al m o t o r q u e a v a m o s a limitarnos a exponer con la m á x i m a claridad posible la
móvil, como es obvio; p o r eso el homicidio n o se atribuye a la pie- doctrina de Santo T o m á s , n o sin informar p r e v i a m e n t e al lector
dra, sino al q u e la arroja. Si D i o s , p u e s , moviese la voluntad, se acerca d e los p u n t o s controvertidos entre las diversas escuelas
seguiría q u e las obras voluntarias n o se le i m p u t a r í a n al h o m b r e teológicas católicas.
n i para el mérito ni para el demérito. Y esto es falso. L u e g o Dios L a s tendencias teológicas en t o r n o a esta cuestión son funda-
n o m u e v e la voluntad. m e n t a l m e n t e dos: el tomismo y el molinismo, cuyos n o m b r e s provie-
n e n del de sus respectivos fundadores: Santo T o m á s de A q u i n o ,
SOLUCIÓN. Si la voluntad de tal modo fuese movida por otro que bajo
ningún concepto se moviese ella por sí misma, sus obras no se le imputarían dominico, y L u i s d e Molina, jesuíta. H e aquí las líneas directrices
para mérito ni para demérito. Pero como el ser movida por otro no excluye de cada u n o d e esos sistemas 9 :
el que la voluntad se mueva también por sí misma—como acabamos de ex-
a) E L TOMISMO enseña que la acción de Dios en cada una de las accio-
plicar en la respuesta de la objeción anterior—, sigúese que no desaparece
nes de los agentes creados consiste en el influjo de la Causa Primera reci-
en ella la razón de mérito o de demérito (ad 3).
bido inmediatamente en las causas segundas. En virtud de ese influjo, Dios
inspira a las causas segundas su eficacia actual, moviéndolas y aplicándolas
T a l es la soberana eficacia de la acción divina. Dios p u e d e mover a la acción, no sólo objetiva y moralmente (por vía de atracción, persua-
eficaz e infaliblemente la v o l u n t a d de las criaturas sin c o m p r o m e t e r , sión, etc.), sino también física y activamente, inclinándolas interiormente,
n o obstante, en lo m á s m í n i m o la libertad q u e El m i s m o les ha aplicándolas y determinándolas a la actividad, de lo que se sigue al punto
d a d o , o m á s exactamente, q u e les está dando en el m o m e n t o m i s m o la acción. Y como la moción y aplicación de la virtud activa a la acción es
d e moverlas eficaz e infaliblemente. A l u d i e n d o a esta soberana anterior por naturaleza a la misma acción—de manera semejante a como
eficacia de la acción divina escribe u n teólogo c o n t e m p o r á n e o 8 : todo camino es anterior a su término y toda causa es anterior a su efecto—
la moción divina recibe el nombre de previa moción o, juntando en una las
«Sólo Dios puede llegar inmediatamente al corazón del hombre y modi- dos palabras, premoción divina. Por este influjo divino, Dios activa y pro-
ficar su poder de amar. Toda voluntad considerada en sí misma o en rela- piamente hace que la criatura haga, y la vuelve dependiente de El, no como
ción con las fuerzas de la naturaleza es siempre libre y autónoma. Las cria- una concausa a su concausa (v.gr., como dos caballos tirando de un mismo
turas no pueden llegar hasta ella sino indirectamente, presentándole el bien carro), sino como un agente segundo subordinado al primer agente, como
que ellas poseen. El bien así presentado podrá ejercer su acción, ser amado; una causa segunda subordinada a la primera. De donde resulta que la ac-
pero este poder de atracción es siempre relativo, pues se trata de bienes ción, en lo que tiene precisamente de acción (no en lo que pueda tener de de-
limitados y participados, y éstos son los únicos bienes que las criaturas pue- fectuosa, por el defecto u obstáculo procedente de la causa segunda) es to-
den par sí mismas presentar. Dios, por el contrario, puede inclinar la vo- talmente de Dios como causa primera y totalmente del agente creado como
luntad desde dentro. Puede hacerla amar lo que antes detestaba. Allí donde causa segunda 10 .
no había sino el amor pasional del vicio, puede poner repulsión o desagrado b) E L MOLINISMO, en cambio, concibe la acción de Dios como un in-
de ese vicio, y atractivo por la virtud contraria. Puede llevar a la voluntad flujo físico e inmediato sobre las causas segundas—y en esto coincide con
de un hombre el deseo del martirio, allí donde no había otra cosa que amor el tomismo—, pero niega que este influjo sea anterior en tiempo o en nitu-
de sí, debilidad y temor a la muerte».
9
Cf. ZuBIZARRETA, O.c, vol.2 n.679.
» Cf. M.-D. PHILIPPE, O.P., o.c, p.656-657. 10
Cf. GOUPIN, Philosophia (ed. Urbeveteri, 1860) p.4 disp.2 q.3 a.2.
556 P.1II. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 557

raleza a la determinación de la causa segunda (o sea: niega la premoción físi- esculpiendo el escultor, la causa eficiente es el propio escultor; la
ca). Se trata únicamente de un concurso simultáneo de Dios que coincide causa mateiial es la materia sobre la q u e está trabajando (madera,
en la misma acción con el influjo causal de la criatura (como el de los dos piedra, bronce, etc.); la causa formal es la forma q u e está impri-
caballos tirando del mismo carro). «Dios—escribe un insigne molinista u—, m i e n d o a aquella estatua (una persona, u n animal, etc.), y la causa
en virtud de un decreto eterno emitido a la luz de la ciencia media I2 , aplica
su omnipotencia a la acción en el preciso momento en que ve que la causa final es el fin q u e intenta al esculpir esa estatua (venderla, obsequiar
o agente creado obraría si tuviera a su disposición el concurso divino que con ella a u n amigo, etc.).
absoluta y esencialmente necesita para cualquier operación». Dios ofrece su
«Para mejor entender esto—continúa Santo Tomás—téngase en cuenta
concurso a la criatura de una manera general y versátil, o sea, para cual-
que, de los cuatro géneros de causa que hay la materia no es principio de
quiera acción que ésta quiera realizar; y una vez que la criatura se ha deci-
acción sino sujeto que recibe el efecto de la acción (la msdera o el bronce
dido o determinado a sí misma con entera independencia a realizar tal o cual
no obra nada, sino que se limita a recibir la acción del escultor). En cEmbio,
acción, Dios concurre al punto, de una manera física e inmediata, a la reali-
el fin, el agente y la forma son principio de acción, pero con cierto orden y
zación de tal acción.
distinción.
A nosotros nos parece q u e la doctrina tomista es m u c h o m á s En efecto: el primer principio de la acción es el fin que mueve al agente
(porque, como es sabido, todo agente obra por un fin: el que nada intenta
p r o b a b l e y segura q u e la molinista, a u n q u e nos inclinamos con hacer, nada hace de hecho); el segundo, es el agente (que es, en realidad,
respeto ante los n u m e r o s o s teólogos q u e defienden esta última. quien ejecuta la acción, como el escultor esculpe la estatua); el tercero, final-
Vamos a recoger ahora el magnífico artículo de Santo T o m á s mente, es la forma de aquello que el agente aplica a la operación, como se
exponiendo la doctrina de la conclusión. I n t e r r u m p i r e m o s sus p r i n - ve claro en las cosas artificiales (v.gr., en la estatua)».
cipales a r g u m e n t o s con breves glosas, con el fin de hacerlos m á s
comprensibles a los lectores n o a c o s t u m b r a d o s a las altas especu- P r e s u p u e s t o t o d o esto, va a decirnos ahora el D o c t o r Angélico
laciones filosóficas 1 3 . q u e D i o s es causa de todas las cosas en ese triple sentido: final,
Comienza el D o c t o r Angélico rechazando la falsa interpreta- eficiente y formal, a u n q u e e n t e n d i e n d o r e c t a m e n t e este último sen-
ción dada p o r algunos filósofos a la causalidad universal de D i o s : tido. E s c u c h e m o s sus propias palabras:
«Pues de estos tres modos obra Dios en todo el que obra:
«Obrar Dios en todo el que obra, lo entendieron algunos en el sentido a) En primer lugar a modo de fin. Porque como toda operación se
de que ninguna virtud creada obra algo en las cosas, sino que sólo Dios lo hace para obtener algún bien real o aparente (incluso el mismo pecador
hace todo inmediatamente; por ejemplo, que no calienta el fuego, sino Dios busca, al pecar, obtener lo que él cree un bien para sí, v.gr., el deleite del
en el fuego, y así en todas las demás cosas. pecado; aunque se trate en este caso de un bien tan sólo aparente, que en
Pero esto es inadmisible por dos razones. En primer lugar, porque con realidad es un mal), y nada es o aparece bueno, sino en cuanto participa
esto se eliminaría de las cosas creadas el orden de causa y efecto; lo cual alguna semejanza del sumo Bien, que es Dios (porque todos los bienes par-
significaría más bien falta de poder en el Creador, pues el poder de Dios ticulares son destellos o reflejos del sumo Bien universal), sigúese que Dios
se manifiesta mejor dando a sus efectos la virtud de obrar como causas. En mismo es causa de cualquier operación de las criaturas en razón de fin.
segundo lugar, porque en vano se les habrían dado a las cosas las potencias
operativas que en ellas vemos (v.gr., los ojos para ver, el entendimiento b) Es claro también que cuando hay muchos agentes ordenados, el
para entender, la voluntad para amar, etc.), si no obrasen nada mediante segundo obra siempre en virtud del primero, puesto que el primer agente
tales potencias. Más aún: de algún modo, las mismas cosas creadas parece- mueve al segundo a obrar. Y conforme a esto, todos los agentes segundos
rían existir en balde y sin utilidad alguna si carecieran de operaciones pro- (que son todas las criaturas respecto de Dios) obran en virtud del mismo
pias, porque para eso existen todos los seres. Vemos, en efecto, que lo me- Dios (que es el primer agente que mueve, por lo mismo, a todos los demás);
nos perfecto existe siempre por razón de lo más perfecto; de ahí que la ma- resultando de aquí que Dios es causa eficiente primera de las acciones de
teria existe para la forma, que es el acto primero de la materia, y la forma todos los agentes creados (tanto naturales como libres).
existe para la operación, que es el acto segundo. Por donde aparece claro c) En tercer lugar, debe advertirse que Dios no sólo mueve las cosas
que la operación es el fin de todas las cosas creadas. Por consiguiente, obrar a obrar aplicando sus formas y potencias a la operación, algo así como el
Dios en las cosas hay que entenderlo de tal suerte que no se comprometan artífice aplica la sierra a cortar sin haberle dado él, quizá, la forma a la
con ello las propias operaciones de las cosas». sierra (o sea, sin haberla fabricado él), sino que Dios da, además, la forma
a todas las criaturas que obran, y las conserva en el ser. Por tanto, Dios es
causa de las acciones de las criaturas, no sólo en cuanto da la forma, que es
Rechazada esta falsa interpretación, pasa el D o c t o r Angélico a principio de la acción—como se dice ser causa del movimiento de los cuerpos
exponer la doctrina verdadera. P a r a ello empieza r e c o r d a n d o los el que los engendra o produce—, sino también en cuanto que conserva las
cuatro géneros de causas q u e p u e d e n distinguirse en las cosas: m a - formas y las potencias de las cosas; al modo como se dice que el sol es causa
terial, final, eficiente y formal. P o r ejemplo: en la estatua q u e está de que se vean los colores de las cosas en cuanto que da y conserva la luz
mediante la cual se ven los colores. Y como las formas de las cosas están
11
Cf. URRÁBURU, S.I., Theodicea disp.7 c.3 a . i . dentro de ellas, y tanto más dentro cuanto más elevadas y universales sean
12
Puede ver el lector lo q u e es la ciencia media y el juicio crítico de la misma en otro esas formas, y, por otra parte, Dios es propiamente en todas las cosas la
lugar d e esta obra (cf. n. 148-150). causa del ser mismo en cuanto tal—que es en e¡la.s ¡Q mes íntimo de todo—,
13
Cf. I 105,5. Los paréntesis explicativos son nuestros.
553 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.2 C.3. LA ACCIÓN DE MOS EN EL MUNDO 559

hay que concluir que Dios obra en todas las cosas y en lo más íntimo y entraña- acción pecaminosa únicamente lo que tiene de acción, o sea, única-
ble de ellas. Y por eso, en las Sagradas Escrituras, las mismas operaciones mente lo que tiene de ser; y, en este sentido, la misma acción peca-
naturales se atribuyen a Dios como a quien obra en la naturaleza, según minosa es buena, como es bueno todo ser, ya que el ser y el bien
aquello de Job: «Me revestiste de piel y carne, y con huesos y músculos me
consolidaste» (Iob 10,11) (porque, efectivamente, Dios hizo como causa son cualidades trascendentales que afectan a todas las cosas absolu-
y agente primero todo eso que la naturaleza humana, mediante el proceso tamente, como se demuestra en metafísica. En cambio, el defecto
generativo, hizo como causa y agente segundo)». o privación de ser que tiene la acción pecaminosa—o sea, lo único
que esa acción tiene de malo—procede exclusivamente de la defec-
Nada se puede añadir a una exposición tan magistral como la tibilidad del libre albedrío de la criatura, de igual modo que «la cojera
que acaba de hacer el Doctor Angélico. Según ella, aparece clarí- del cojo no procede de la fuerza motora que le mueve a andar, sino
simo que Dios actúa en todas y cada una de las acciones de los agen- del defecto que tiene en su rodilla», según el ejemplo clásico que
tes creados, no sólo como causa final, sino también como causa pone el propio Santo Tomás 14 .
eficiente primera, e incluso a modo de causa formal en el sentido de
que la acción de Dios penetra en lo más hondo y entrañable de la
ARTÍCULO 2
acción (o sea, en lo que tiene de ser, dándole lo que tiene de ser);
de suerte que la acción en cuanto tal procede, a la vez, totalmente LA ACCIÓN DE DIOS EN EL ORDEN PRETERNATURAL
de Dios como causa primera y totalmente del agente creado como
causa segunda. No se trata de dos caballos tirando parcialmente 562. Examinada ya la acción de Dios en el orden puramente
del mismo carro (sentencia molinista), sino de una acción conjunta natural, veamos ahora la correspondiente al orden preternatural,
de Dios y de la criatura, de tal manera que la acción de Dios se según el esquema trazado al frente de este capítulo.
infunde intrínsecamente en la acción de la criatura dándole todo lo Como ya dijimos en otro lugar (cf. n.463), se entiende por pre-
que tiene de ser. ternatural todo aquello que está fuera del orden natural ordinario y
De esta forma se explican perfectamente cuatro cosas que pare- normal, pero sin llegar a rebasar el orden natural absoluto. O en
cen imposibles de compaginar en cualquier otra hipótesis: otra forma todavía más clara: es aquel que excede y trasciende las
fuerzas de alguna naturaleza creada, pero no las fuerzas de toda
i . a La causalidad omnímoda y universal de Dios, que el teólogo naturaleza creada o creable, como las excede lo estrictamente so-
tiene que salvar a todo trance, cualesquiera que sean las dificultades brenatural. El entender por simple intuición y sin discurso alguno
que le salgan al paso para explicar la libertad creada y el pecado. —que es completamente natural en el ángel, por su naturaleza pu-
2. a La perfecta libertad de las criaturas. Porque, precisamente ramente intelectual—sería preternatural en el hombre, cuya natu-
porque la acción de Dios es tan entrañable y profunda que produce raleza es racional.
todo lo que hay de ser en la acción de las criaturas, resulta que El hecho preternatural más típico—al menos con relación a
como la libertad es u n ser, hay que concluir lógicamente que esa nosotros los hombres—es el milagro. Gomo veremos más abajo,
acción entrañable de Dios en las criaturas libres, lejos de destruir hay algunas especies de milagros que rebasan totalmente las fuerzas
su libertad, precisamente la causa y la produce. Las criaturas libres de toda naturaleza creada o creable y, en este sentido, solamente
no podrían serlo en modo alguno si Dios no causara y produjera en Dios los puede realizar. Pero otros rebasan tan sólo alguna esfera
ellas la misma libertad en todas y cada una de sus acciones. del orden natural (v.gr., la de la naturaleza humana), pero no todas
3. a El mérito sobrenatural de las acciones procedentes de la gra- las esferas (v.gr., la de la naturaleza angélica). Esta segunda cate-
cia. Porque como quiera que la acción de Dios no destruye la acción goría es la que constituye más propiamente el orden preternatural.
de las criaturas, sino que se conjuga perfectamente con ella, la obra Cuatro son los puntos fundamentales que vamos a examinar
buena y meritoria se atribuye totalmente a Dios como causa pri- en torno al milagro: noción general, división, posibilidad y causas
mera y totalmente a la criatura como causa segunda; y en esta cau- del milagro.
salidad segunda consiste el mérito de la acción en cuanto procedente
de la criatura bajo la moción de la gracia y de la causalidad primera 1. El milagro en general
de Dios. 563. 1. Explicación nominal. La palabra milagro viene del
4. a La ausencia de responsabilidad divina en el pecado. En efecto» latín miraculum, que significa un hecho admirable, inesperado, ex-
como el pecado es un mal moral y el mal no es ser, sino privación o traordinario, que nos llena de estupor y admiración:
defecto de ser, sigúese lógicamente que no recae sobre Dios la más
mínima responsabilidad en el pecado de la criatura, a pesar de con- «El nombre de milagro—escribe Santo Tomás 1—se toma de la admi-
ración, la cual surge ante la presencia de efectos cuya causa se desconoce;
currir a la acción del pecador en la forma tan íntima y profunda
que acabamos de explicar. Porque Dios concurre y produce en la i< Cf. 1-1179,2. 1 Cf. I 105,7.
5G0 P.1H. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.2 C . 3 . LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 5S1
por ejemplo, al ver el eclipse de sol ignorando su causa. Puede, sin embargo,
ser conocida para unos y desconocida para otros la causa de un fenómeno; del m u n d o , la divina moción d e las criaturas, etc., a pesar d e ser
en cuyo caso cabe la admiración para unos, sin haberla para otros. Así, acciones propias y exclusivas d e Dios; pero n o rebasan el o r d e n
por ejemplo, se admira el rústico ante el eclipse de sol, y, en cambio, no se natural establecido p o r el m i s m o Dios, y, p o r eso, n o realizan la
admira el astrónomo. Mas milagro viene a equivaler a «llenos de admiración», noción d e milagro p r o p i a m e n t e dicho.
es decir, lo que tiene una causa oculta en absoluto y para todos. Esta causa A l explicar el D o c t o r Angélico q u e sólo Dios p u e d e hacer ver-
es Dios. Por consiguiente, se llaman milagros aquellas cosas que son hechas daderos milagros, completa y redondea la noción del m i s m o d á n -
por Dios fuera del orden de las causas conocidas por nosotros». donos u n a definición del t o d o perfecta y acabada. H e aquí sus p r o -
E n la Sagrada Escritura y e n los autores profanos el milagro pias palabras h
se expresa a veces c o n otras palabras sinónimas o equivalentes.
«Milagro es, propiamente, un hecho realizado fuera del orden de la na-
L a s principales son: virtudes, signos, prodigios y portentos. Santo turaleza. Pero no basta para esto que se haga algo fuera del orden de una
T o m á s explica todos estos n o m b r e s e n la siguiente forma 2 : naturaleza particular; porque entonces, al lanzar una piedra hacia arriba,
se haría un milagro, puesto que está fuera del orden de la naturaleza de la
«Dos cosas se pueden considerar en los milagros. Una, la obra que se piedra, que tiende siempre hacia abajo. Se entiende por milagro aquello que
realiza, que es algo que excede ciertamente las fuerzas naturales, y según se efectúa fuera del orden de toda la naturaleza creada. Manifiestamente, esto
esto se llaman virtudes (del latín virtus, fuerza, poder). Otra, es el motivo no puede hacerlo más que Dios. Porque cualquier cosa que haga el ángel,
por el que los milagros se realizan, que es la manifestación de algo sobre- o cualquier otra criatura, con su propia virtud 4 , cae dentro de la naturaleza
natural, y en este sentido se llaman señales; y finalmente, por la grandeza creada, y, por tanto, no es milagro. Es, pues, evidente, que sólo Dios puede
de las obras se denominan portentos y también prodigios, como que mues- hacer milagros».
tran algo lejano (procul ostendentia)».

564. 2. D e f i n i c i ó n real. L a etimología d e la palabra m i - El milagro, pues, tiene p o r causa eficiente al m i s m o Dios, y se
lagro se refiere m á s bien al aspecto psicológico del mismo, o sea, a la p r o d u c e fuera d e las leyes fijas q u e rigen la m a r c h a ordinaria d e
admiración y estupor q u e causa e n el q u e lo contempla. Santo T o - las cosas y, p o r tanto, s u p o n e n e n el sujeto del m i s m o u n a t e n d e n -
m á s n o s d i o la definición real u ontolágica del m i s m o e n las últimas cia natural a producir u n efecto contrario al q u e d e hecho se p r o -
palabras del texto q u e acabamos d e citar: Se llaman milagros aque- d u c e e n virtud del milagro.
llas cosas que son hechas por Dios fuera del orden de las causas conocidas 565. 3 . P r o p i e d a d e s d e l m i l a g r o . San A g u s t í n señala m u y
por nosotros, o sea, fuera y p o r encima d e todas las causas naturales. bien las propiedades principales del milagro. Se trata d e u n hecho
Santo T o m á s insiste, ante todo, e n el aspecto ontológico del excepcional, arduo, que excede las fuerzas de la naturaleza y es con-
milagro: lo q u e n o tiene causa natural, ni d e hecho n i d e derecho. trario a lo que ella esperaba 5 .
L a razón del milagro n o es el hecho psicológico d e causar a d m i r a -
ción, ya q u e p u e d e causarla t a m b i é n u n fenómeno n o milagroso a) E s U N HECHO EXCEPCIONAL, insólito, d e s a c o s t u m b r a d o . N o
(v.gr., u n a aurora boreal, u n espectáculo grandioso, etc.), sino el en u n sentido m e r a m e n t e subjetivo, o sea, p o r n o estar nosotros
h e c h o d e n o tener causa alguna natural, ni d e hecho ni d e derecho. a c o s t u m b r a d o s a verlo, sino e n sentido objetivo, esto es, p o r q u e
Si la causa natural n o existe d e hecho, pero p u e d e existir d e d e r e - acontece fuera del orden naturalmente a c o s t u m b r a d o , sea o n o fre-
cho (o sea, si las fuerzas naturales p u e d e n p r o d u c i r n a t u r a l m e n t e cuente el hecho d e su realización. L a curación d e u n ciego d e naci-
la obra a p a r e n t e m e n t e milagrosa), n o hay tal milagro. Para q u e m i e n t o sería siempre u n milagro objetivo a u n q u e Dios lo hiciera
exista o se d é u n verdadero milagro es preciso n o sólo q u e ignore- c o n t i n u a m e n t e , y la transubstanciación eucarística es u n gran m i -
m o s de hecho su causa, sino q u e tenga u n a causa oculta o descono- lagro objetivo q u e se realiza todos los días e n todos los altares del
cida de derecho, o sea, q u e el fenómeno milagroso no se pueda na- mundo.
turalmente producir p o r rebasar las fuerzas d e todo el o r d e n natural b) A R D U O , n o precisamente p o r la condición del sujeto o m a -
creado. L o cual n o quiere decir q u e ignoremos totalmente su causa teria e n q u e se realiza, sino p o r q u e excede el p o d e r d e t o d a la n a -
— y a sabemos q u e es D i o s — , sino q u e se trata d e u n hecho q u e n o turaleza creada o creable. L a palabra arduo la t o m a San A g u s t í n
debía ocurrir según las leyes naturales, sencillamente porque rebasa en el sentido d e imposible para la criatura, ya q u e sólo D i o s puede
el poder de toda la naturaleza creada o creable. hacer milagros.
Para q u e u n a cosa sea u n milagro n o basta q u e tenga p o r causa
directa e inmediata a Dios, sino q u e tiene q u e estar, además, fuera ' Cf. I 110,4.
4
del orden natural, q u e regula el mecanismo y actuación d e las causas Santo T o m á s hace esta reserva m u y oportunamente, pues, como es sabido, Dios puede
utilizar como instrumento para hacer un milagro a cualquiera d e sus criaturas: ángeles, h o m -
segundas. P o r eso n o s o n n i se p u e d e n llamar milagros la creación bres e incluso animales (como e n el caso d e la borrica d e Balam: cf. N u m 22,28). Pero, en
estos casos, la criatura no obra por su propia virtud, sino por la virtud d e Dios, q u e la utiliza
2
como simple instrumento para la realización del milagro.
Cf. II-II 178,1 a d 3 . 5
Cf, SAN A G U S T Í N , De útil. crea, c . 1 6 : M L 42,90. Cf. SANTO T O M Á S , I 105,7 a d 2.
562 l'.III. DiüS CREADOR Y GOBERNADOR
S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 563
c) Q U E EXCEDE LAS FUERZAS D E LA NATURALEZA, ya sea en
c u a n t o a la substancia del hecho, o, al menos, en cuanto al m o d o
y o r d e n con q u e se p r o d u c e . Volveremos sobre esto al establecer 3) Segunda clasificación
en seguida la división del milagro. 567. E n la cuestión disputada De potentia establece Santo T o -
m á s la clasificación d e los milagros según sean sobre la naturaleza,
d) C O N T R A R I O A L O QUE LA NATURALEZA ESPERABA, ya q u e na-
o contra la naturaleza, o fuera d e la naturaleza. H e aquí sus p a -
die espera n a t u r a l m e n t e q u e el agua se convierta e n vino o q u e u n
labras 2 :
m u e r t o resucite.
«Acerca d e las cosas q u e Dios hace milagrosamente suele esta-
blecerse u n a distinción según p u e d a decirse q u e las hace sobre la
2. División del m i l a g r o
naturaleza, o contra la naturaleza, o fuera d e la naturaleza.
Santo T o m á s — y en p o s d e él t o d a la teología posterior—señaló i.° SOBRE LA NATURALEZA, cuando aquello que Dios hace no puede ha-
u n a doble clasificación del milagro, según el p u n t o d e vista e n q u e cerlo la naturaleza de ningún modo. Lo cual puede suceder de dos modos:
nos coloquemos. L a s dos divisiones se completan y perfeccionan a) porque la forma inducida por Dios no puede la naturaleza inducirla de
mutuamente. ningún modo; como, por ejemplo, la forma gloriosa que induce Dios en los
cuerpos elegidos, o también como la encarnación del Verbo; y b) porque
i) P r i m e r a clasificación aunque la naturaleza pudiera inducir esa forma en alguna materia, no pue-
de hacerlo en la materia en que se obra el milagro; como, por ejemplo, la
naturaleza puede producir la vida (v.gr., al engendrar un padre a su hijo),
566. E n la Suma Teológica establece el D o c t o r Angélico la pero no puede producirla en un muerto para que resucite.
división a base d e q u e el milagro excede las fuerzas d e la naturaleza
en diferentes grados. H e aquí sus palabras *: 2.0 CONTRA LA NATURALEZA, cuando existe en la naturaleza una dispo-
sición contraria al efecto que Dios obra milagrosamente; como, por ejem-
«Nada puede llamarse milagro por comparación al poder divino, por- plo, cuando preservó del fuego a los jóvenes arrojados en el horno de Ba-
que cualquier hecho, comparado con el poder de Dios, es insignificante, bilonia, permaneciendo en el fuego la virtud de quemar; o cuando detuvo
según aquello de Isaías: «Son las naciones como gota de agua en el caldero, la corriente del agua del Jordán, permaneciendo en ella la inclinación de la
como un grano de polvo en la balanza» (Is 40,15). Sino que, al llamar mila- gravedad; o cuando hizo madre a la Santísima Virgen permaneciendo in-
gro a alguna cosa, se entiende por comparación al poder de la naturaleza, tacta su virginidad.
al cual excede. Y así, cuanto más exceda este poder, tanto mayor es el mi- 3. 0 FUERA DE LA NATURALEZA, cuando produce un efecto que la natu-
lagro. raleza puede producir, pero no del modo con que Dios lo produce; ya sea
Ahora bien: de tres modos puede un hecho exceder el poder de la natu- porque faltan los instrumentos con que la naturaleza produce ese cambio
raleza: (como cuando Cristo convirtió el agua en vino en las bodas de Cana
a) Primeramente, en cuanto a la substancia de lo hecho; por ejemplo, (lo 2,3-11), que puede hacerlo la naturaleza de algún modo, ya que regando
que dos cuerpos coexistan simultáneamente en un mismo lugar, o que el la vid y asimilándola la cepa, a su tiempo se convierte en el jugo de la uva
sol retroceda, o que el cuerpo humano sea glorificado; lo cual de ningún de la que saldrá después el vino); o porque produce efectos en número muy
modo puede hacerse por la naturaleza. Y estos son los mayores entre todos superior al que acostumbra la naturaleza, como en el caso de la plaga de
los milagros. las ranas en Egipto; o en cuanto a la rapidez del tiempo, como cuando se
b) En segundo lugar, excediendo el poder de la naturaleza, no por lo cura instantáneamente un enfermo al invocar a un santo, que puede hacer-
que ha sido hecho, sino por el sujeto en que se hace; por ejemplo, la resu- lo también la naturaleza pero no tan de prisa, sino lenta y sucesivamente
rrección de un muerto, el recobrar la vista un ciego, y otros hechos pareci- (como ocurrió en la curación de la suegra de San Pedro). Es manifiesto que
dos. Puede, en efecto, la naturaleza producir la vida, pero no en un cuerpo todas estas cosas, si se atiende al modo y al hecho, exceden las fuerzas de
muerto; puede dar la vista, pero no a un ciego. Y estos hechos ocupan el la naturaleza».
segundo lugar entre los milagros.
c) Por último, puede rebasarse el poder de la naturaleza en cuanto al Para q u e aparezcan con m a y o r claridad y p u e d a n fácilmente
modo y el orden de obrar, v.gr., al curarse repentinamente la fiebre por vir- compararse entre sí a m b a s divisiones—que coinciden e n el fondo—,
tud divina, sin el uso y proceso de las medicinas o remedios naturales usa- las ofrecemos a continuación e n forma d e c u a d r o esquemático:
dos en tales casos; o al deshacerse súbitamente en lluvia la atmósfera por
virtud divina sin causas naturales, como sucedió por las oraciones de Sa- a) P r i m e r a división
muel (1 Sam 12,17-18) y de Elias (1 Reg 18,45). Y éstos ocupan el ínfimo Primera categoría: POR LA SUBSTANCIA DEL MISMO (v.gr., coexistencia de-
lugar entre los milagros. dos cuerpos en el mismo lugar; el sol que retrocede; glorificación de los
Hay, además, dentro de cada uno de estos tres géneros, diversos grados, cuerpos).
según que en cada caso se excede más o menos el poder de la naturaleza».
Segunda categoría: POR EL SUJETO EN QUE SE HACE (v.gr., curación de
un ciego; resurrección de un muerto),
1 Cf. I 105,8.
2 Gf. De potentia'q.6 a.2 ad 3.
5G4 l'.III. DKJ.S CHKAINHI i UIIÍKNAUOR
S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 565
Tercera categoría: l'o» KI, Mimo UIN QUE SE HACE (v.gr., curación re-
pentina de un niliiiuo, lluvia upcntina sin nubes). q u i m e r a , q u e n o existe ni p u e d e existir m á s q u e e n n u e s t r a imagina-
ción. El milagro n o cabe ni es posible e n las cosas q u e s o n metafísi-
b) Segunda división camente imposibles.
Primera categoría: SOBRE LA NATURALEZA (v.gr., glorificación de los cuer-
b) I M P O S I B I L I D A D FÍSICA es la d e aquellas cosas q u e n o p u e d e n
pos; encarnación del Verbo).
ser hechas naturalmente p o r oponerse a las leyes fijas y constantes d e
Segunda categoría: CONTRA LA NATURALEZA (v.gr., fuego que no quema;
río que retrocede). la m i s m a naturaleza (v.gr., q u e resucite u n m u e r t o , q u e u n a piedra
dejada e n el aire deje d e caer al suelo, q u e el sol retroceda e n su
Tercera categoría: FUERA DE LA NATURALEZA (v.gr., agua convertida en
vino; curación repentina de un enfermo; plaga de ranas en Egipto). camino, q u e u n cáncer se c u r e instantáneamente, etc.). A q u í cabe
y se d a perfectamente el milagro—como veremos—, p o r q u e n o es
3. Posibilidad del milagro contradictorio, sino perfectamente posible q u e el A u t o r d e las leyes
de la naturaleza las suspenda o anule excepcionalmente e n u n d e -
Parecerá extraño q u e , después d e h a b e r d a d o la noción del m i -
t e r m i n a d o caso. L a anulación o suspensión d e esas leyes es absoluta-
lagro y examinado s u s diferentes clases y categorías, planteemos
m e n t e imposible para las criaturas—puesto q u e ellas mismas están
ahora la cuestión d e su posibilidad. Se hace necesario, sin e m b a r g o ,
sujetas y sometidas a esas leyes—, pero es perfectamente posible
p a r a deshacer la b u r d a escapatoria d e los incrédulos, q u e , para n o
p a r a el A u t o r d e esas leyes, q u e las i m p u s o p o r q u e quiso y p u e d e
verse obligados a aceptar las consecuencias inevitables del milagro
suspenderlas c u a n d o quiera.
—existencia d e Dios, divinidad d e Jesucristo, la Iglesia católica r e -
ligión verdadera, etc.—, utilizan el c ó m o d o y expeditivo subterfu- c) I M P O S I B I L I D A D MORAL es la d e aquellas cosas q u e n o s u e l e n
gio d e negar la posibilidad m i s m a del milagro. «No se d a n milagros o c u r r i r según la marcha n o r m a l y el curso ordinario d e las cosas
—exclaman i n t r é p i d a m e n t e — , p o r la sencilla razón d e q u e el m i - (v.gr., q u e u n a m a d r e m a t e a su hijo); pero, n o envolviendo contra-
lagro es imposible». Se hace, pues, preciso examinar esta cuestión. dicción intrínseca o metafísica, y n o oponiéndose t a m p o c o a n i n g u n a
E m p e z a r e m o s d a n d o u n a s breves nociones sobre lo posible y lo ley física d e la naturaleza, p u e d e n ocurrir alguna vez sin necesidad
imposible, para enfocar d e b i d a m e n t e el problema. de n i n g u n a intervención milagrosa d e Dios.
568. 1. N o c i ó n d e p o s i b l e . Posible, en general, es todo Balmes advierte o p o r t u n a m e n t e q u e podría t a m b i é n d e n o m i -
aquello que puede ser o suceder, o sea, t o d o lo q u e es apto para existir. narse imposibilidad absoluta a la metafísica; natural, a la física, y
P e r o esta noción general a d m i t e diversidad d e aspectos y d e grados. ordinaria, a la moral L
Y así, es posible:
3. D o c t r i n a c a t ó l i c a . T e n i e n d o e n cuenta estas nociones,
i.° T o d o lo q u e existe realmente (si fuera imposible n o existi- v a m o s a establecer e n unas sencillas conclusiones la doctrina ca-
ría realmente). tólica sobre la posibilidad d e l milagro.
2. 0 T o d o lo q u e podría ser o existir realmente, o sea, t o d o lo
q u e es intrínsecamente a p t o para existir: Conclusión i.» Las cosas q u e son metafísicamente imposibles n o
p u e d e n ser hechas ni siquiera p o r la potencia infinita d e Dios.
a) p o r n o envolver contradicción alguna (v.gr., u n a casa d e oro). E n ellas n o cabe el milagro. (Cierta metafísicamente.)
b) ni ser contrario a las leyes naturales, físicas o psicológicas
(a n o ser q u e las anule e n u n caso d a d o el A u t o r m i s m o d e esas 570. E s c u c h e m o s a Balmes exponiendo esta doctrina 2;
leyes; aquí es d o n d e cabe el milagro). «Lo que es absolutamente imposible no puede existir en ninguna suposi-
569. 2. N o c i ó n d e i m p o s i b l e . I m p o s i b l e es t o d o aquello ción imaginable; pues ni aun cuando decimos que Dios es todopoderoso
que no puede ser o existir, por envolver contradicción intrínseca o ser entendemos que pueda hacer absurdos. Que el mundo exista y no exista a
contrario a las leyes de la naturaleza. P e r o t a m b i é n en esto caben un mismo tiempo, que Dios sea y no sea, que la blasfemia sea un acto lau-
tres grados c o m p l e t a m e n t e distintos, según q u e la imposibilidad dable, y otros delirios por este tenor, es claro que no caen bajo la acción de
la omnipotencia; y, como observa muy sabiamente Santo Tomás, más bien
sea d e o r d e n metafísico, físico o moral. Y así:
debiera decirse que estas cosas no pueden ser hechas que no que Dios no pueda
a) I M P O S I B I L I D A D METAFÍSICA es la d e a q u e l l a s cosas q u e de hacerlas. De esto se sigue que la imposibilidad intrínseca absoluta trae con-
n i n g u n a m a n e r a se p u e d e n hacer, p o r envolver intrínseca contra- sigo la imposibilidad extrínseca también absoluta: esto es, que ninguna cau-
dicción (v.gr., q u e dos y dos sean cinco, q u e el círculo sea cuadrado, sa puede producir lo que de suyo es imposible absolutamente».
q u e u n a lámpara esté encendida y apagada al m i s m o tiempo, q u e
la parte sea mayor q u e el todo, etc., etc.). L a imposibilidad m e t a - Sin e m b a r g o , el inmortal filósofo catalán añade a renglón s e -
física es t a n absoluta, q u e n o p u e d e ser hecha ni siquiera p o r la guido q u e es preciso ser m u y cautos para afirmar r o t u n d a m e n t e q u e
potencia infinita d e Dios, ya q u e lo contradictorio es u n a m e r a 1
Cf. BALMES, El Criterio: «Obnis completas», t.3 (BAC, Madrid ig48) p.566.
2
Cf. BALMES, l . c , p.566, -
566 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR

una cosa es absolutamente imposible. E s c u c h e m o s s u s propias p a - S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 567

labras: 4. Sobre los demonios:


«Para afirmar que una cosa es absolutamente imposible es preciso que 1. El endemoniado de Gerasa: M t 8,28-34.
tengamos ideas muy claras de los extremos que se repugnan; de otra mane- 2. El endemoniado mudo: M t 9,32-34.
ra hay riesgo de apellidar absurdo lo que en realidad no lo es. Hago esta 3. El de Cafarnaúm: Lc 4,33-37.
advertencia para hacer notar la sinrazón de los que condenan algunos mis-
terios de nuestra fe, declarándoles absolutamente imposibles. El dogma de 5. Anuncio de cosas futuras:
la Trinidad y el de la Encarnación son ciertamente incomprensibles al dé-
bil hombre, pero no son absurdos. ¿Cómo es posible un Dios trino, una 1. Su propia pasión, muerte y resurrección: M t 20,18-19.
naturaleza y tres personas distintas entre sí, idénticas con la naturaleza ? Yo 2. La traición de Judas: M t 26,21-25.
no lo sé; pero no tengo derecho a inferir que esto sea contradictorio. ¿Com- 3. La dispersión de los apóstoles: M t 26,31.
prendo por ventura lo que es esta naturaleza, lo que son esas personas de 4. La triple negación de Pedro: M t 26,34.
que se me habla ? No; luego, cuando quiero juzgar si lo que de ellas se dice 5. Las persecuciones de los apóstoles: M t 10,17-33.
es imposible o no, fallo sobre objetos desconocidos. ¿Qué sabemos nosotros 6. La destrucción de Jerusalén: Lc 19,43-44.
de los arcanos de la divinidad? El Eterno ha pronunciado unas palabras 7. La perennidad de su Iglesia: M t 17,18.
misteriosas para ejercitar nuestra obediencia y humillar nuestro orgullo;
pero no ha querido levantar el denso velo que separa esta vida mortal del Estos s o n los hechos. N a d i e hasta ahora h a p o d i d o p r e s e n t a r
océano de verdad y de luz». u n a sola p r u e b a contra la historicidad d e los Evangelios. Incrédulos
y racionalistas t a n poco sospechosos d e fanatismo c o m o R e n á n ,
Conclusión 2. a Dios puede suspender o alterar milagrosamente, e n H a r n a c k , etc., h a n admitido sin regateos la historicidad d e los m i s -
u n m o m e n t o dado, cualquiera d e las leyes físicas o naturales q u e m o s . P o r si algo faltara, e n n u e s t r o s propios días, e n L o u r d e s y
El m i s m o i m p u s o a la naturaleza. (De fe expresamente definida.) F á t i m a principalmente, se repiten con frecuencia hechos milagrosos
cuya sobrenaturalidad n o tiene m á s r e m e d i o q u e admitir la crítica
571. H e aquí las p r u e b a s : m á s exigente. A h o r a bien: es elementalísimo q u e del h e c h o a la
posibilidad h a y u n tránsito legítimo. Existen los milagros, luego es
a) L A SAGRADA ESCRITURA. Tanto e n el A n t i g u o como en evidente q u e s o n perfectamente posibles, p o r q u e d e lo contrario n o
el N u e v o T e s t a m e n t o se n o s describen m u l t i t u d d e milagros e n el existirían d e hecho.
sentido riguroso y estricto d e la palabra. A t e n i é n d o n o s t a n sólo a
b) E L MAGISTERIO D E LA I G L E S I A . E l concilio V a t i c a n o I d e -
los obrados p e r s o n a l m e n t e p o r n u e s t r o Señor Jesucristo, h e aquí la
lista incompleta d e los q u e n o s refiere expresamente el Evangelio: finió solemnemente el siguiente canon dogmático:
«Si alguno dijere que no puede darse ningún milagro y que, por tanto,
1. Curación instantánea de enfermedades: todas las narraciones sobre ellos, aun las contenidas en la Sagrada Escritu-
ra, hay que relegarlas entre las fábulas o mitos; o que los milagros no pue-
1. La lepra: Mt 8,1-4; L c I 7 < n - I 9 - den nunca ser conocidos con certeza y que con ellos no se prueba legítima-
2. La parálisis: M t 9,1-8; lo 5,1-9. mente el origen divino de la religión cristiana, sea anatema» (D 1813).
3. La ceguera: Mt 9,27-31; 12,22-23; 20,29-34; Me 8,22-26; lo 9,1-7.
4. La fiebre: Mt 8,14. E n el j u r a m e n t o antimodernista, p r o p u e s t o p o r S a n P í o X , se
5. La sordera y mudez: M t 9,32-34; 12,22-23; 15,29-31. leen estas palabras:

2. Resurrección de muertos: «Admito y reconozco como signos ciertísimos del origen divino de la
religión cristiana los argumentos externos de la revelación, esto es, hechos
1. La hija de Jairo: Mt 9,18-26. divinos, y en primer término, los milagros y las profecías, y sostengo que
2. El hijo de la viuda de Naím: L c 7,11-17. son sobremanera acomodados a la inteligencia de todas las edades y de los
3. Lázaro: lo 11,33-44. hombres, aun los de este tiempo» (D 2145).

3. Sobre las cosas inanimadas y las fuerzas de la naturaleza: c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c u c h e m o s e n p r i m e r l u g a r el r a -


z o n a m i e n t o d e Santo T o m á s 3 :
1. Conversión del agua en vino: lo 2,1-ir.
2. Multiplicación de los panes y peces: M t 14,13-21; 15,32-39. «Si se atiende al orden de las cosas en cuanto éste depende de la primera
3- La tempestad calmada: M t 8,23-27. causa, Dios no puede hacer nada contra el orden de las cosas: obraría con-
tra su presciencia, o voluntad, o bondad, si lo hiciera. Pero si se considera
4- Anda sobre el mar: M t 14,24-36.
el mismo orden de las cosas en cuanto dependiente de cualquiera de las causas
5- La moneda en la boca del pez: Mt 17,23-26. segundas, de este modo Dios sí puede obrar fuera del orden de las cosas.
6. La pesca milagrosa: L c 5,1-9.
7- La higuera seca: M t 21,18 -19, 3 Cf. I 105,6.
508 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 569

La razón es porque El no está sujeto al orden de tales causas; antes al con- N a d a se opone, en efecto, a q u e D i o s , e n el m i s m o decreto e n
trario, este orden está sujeto a El, como proveniente de El, no por alguna q u e decidió crear y o r d e n a r las cosas, d e t e r m i n a r a las excepciones
necesidad natural, sino por arbitrio de su voluntad, pues pudo Dios haber q u e en el transcurso de los t i e m p o s produciría en ese o r d e n c u a n d o
establecido cualquier otro orden en las cosas; y, por tanto, puede obrar con- hubiera motivos para ello. C u a n d o Dios obra u n milagro, n o cambia
tra este orden establecido siempre que quiera: por ejemplo, produciendo los d e opinión ni m u d a d e consejo, sino q u e p r o d u c e la excepción
efectos propios de las causas segundas sin necesidad de ellas (v.gr., hacien-
prevista y ordenada en su decreto eterno; el cambio afecta única-
do llover sin necesidad de nubes), o produciendo otros efectos a los cuales
no alcanza la virtud de las causas naturales (v.gr., resucitando a un muerto). m e n t e a las cosas, n o a la voluntad i n m u t a b l e de D i o s 5 . Por eso
Confirmando esto, dice San Agustín: «Dios obra contra el curso ordinario escribe p r o f u n d a m e n t e Santo T o m á s :
de la naturaleza; pero de ningún modo contra la ley suprema, porque no «Una cosa es cambiar la voluntad y otra muy distinta querer algún cam-
puede obrar contra sí mismo». bio o mutación en las cosas. Puede alguno-—permaneciendo inmóvil su pro-
pia voluntad—querer que ahora se haga tal cosa y más tarde lo contrario» 6 .
C o m o se ve, el a r g u m e n t o para d e m o s t r a r la posibilidad del
milagro es clarísimo y de una evidencia palmaria. Si el o r d e n actual b) No se oponen t a m p o c o a la sabiduría de Dios.
d e la naturaleza lo hubiera establecido Dios p o r necesidad natural, 5 7 3 . Dijeron lo contrario, entre otros, Spinoza y Voltaire,
sería del todo inmutable, y, por tanto, la excepción milagrosa sería ya q u e — s e g ú n ellos—si Dios rectifica el o r d e n q u e El m i s m o esta-
i m p o s i b l e . Pero, si este o r d e n lo estableció Dios por su libre volun- bleció, es señal de q u e se equivocó al establecerlo.
tad—como efectivamente lo estableció así (cf. D 1783)—, sigúese Esa objeción es insensata, además de blasfema. P o r q u e , c u a n d o
q u e D i o s p u e d e s u s p e n d e r o alterar cualquiera de sus leyes físicas Dios obra u n milagro, n o se rectifica a sí m i s m o , sino q u e s u s p e n d e
s i e m p r e q u e quiera, o b r a n d o con ello u n milagro, pero sin incurrir en u n m o m e n t o dado la aplicación de una ley física con el fin d e
en contradicción alguna. Solamente aquellas cosas q u e sean meta- obtener u n bien mayor (v.gr., manifestar su infinita b o n d a d o
físicamente imposibles escapan—como ya dijimos—a la posibilidad justicia sobre el.beneficiado o castigado con el milagro). A propósito
del milagro; sencillamente, p o r q u e esas cosas envuelven intrínseca d e esto escribe Santo T o m á s 7 :
contradicción y son meras q u i m e r a s q u e n o existen ni p u e d e n exis-
tir en m o d o alguno. C o m o es sabido, las esencias de las cosas n o «El orden impuesto a las cosas por la sabiduría divina, en el que, según
d e p e n d e n de la voluntad divina, sino de su entendimiento divino, hemos visto, consiste la razón de justicia, no se adecúa a ¡a sabiduría de
Dios en forma que quede limitada a este orden. Ahora bien, no hay duda
q u e las ha visto y dispuesto tal c o m o d e b e n ser; por eso son, de suyo,
que teda la razón del orden que el sabio impone a lo que ha de hacer se
inalterables (v.gr., 2 + 2 = 4). P e r o el mecanismo físico q u e engrana toma del fin. Por consiguiente, cuando el fin es proporcionado a las cosas
las causas segundas entre sí n o tiene para Dios nada d e i n m u t a b l e que por El se hacen, la sabiduría del que ¡as hace está limitada a un orden
y absoluto, puesto q u e lo ha establecido por su libre voluntad en la fijo. Pero la bondad divina es un fin que excede sin proporción a las criaturas.
forma en q u e funciona actualmente, habiéndolo p o d i d o d i s p o n e r Luego la sabiduría divina no está limitada a un orden de cosas, sea el que
d e otra m a n e r a si lo h u b i e r a q u e r i d o así (v.gr., q u e el centro de fuere, en forma tal que de ella no puedan fluir otras. Por consiguiente, se
gravedad para nosotros estuviese en la atmósfera, en vez de estar ha de decir que en absoluto Dios puede hacer otras cosas distintas de las
en el centro de la tierra, con lo cual los cuerpos a b a n d o n a d o s en el que hace (v.gr., los milagros)».
aire subirían hacia arriba en vez de caer al suelo). L u e g o el mila- c) T a m p o c o se oponen a su infinita santidad.
gro, o sea, la suspensión o alteración de u n a ley física d e la n a t u r a -
leza (no de las leyes metafísicas), n o envuelve contradicción ni di- 5 7 4 . L a razón es p o r q u e el milagro deroga siempre alguna
ficultad alguna para Dios: es perfectamente posible. ley física, jamás una ley moral; al contrario, los milagros tienen
N i vale o p o n e r contra la posibilidad del milagro ciertas obje- siempre una finalidad santísima, puesto q u e Dios los hace para
ciones procedentes d e los divinos atributos, p r i n c i p a l m e n t e la in- confirmar la verdad (v.gr., la divinidad de la religión cristiana),
mutabilidad, sabiduría y santidad de Dios, p o r q u e en n a d a absolu- o para derramar algún beneficio (v.gr., la curación de u n enfermo),
t a m e n t e se o p o n e n a ellos los milagros. E n efecto: o para manifestar su justicia (con el castigo del pecador, q u e sirve
de escarmiento y ejemplaridad a los demás), etc.
a) Los milagros n o se oponen a la inmutabilidad de Dios. Conclusión 3. a El milagro, en realidad, está fuera del o r d e n n o r m a l
de la naturaleza; pero de ningún m o d o contra él. (Completamente
572. P o r q u e — c o m o dice Santo Tomás—«al fijar Dios el or- cierta.)
d e n natural de las cosas, se reservó el p o d e r o b r a r a veces d e otro
m o d o , c u a n d o hay motivo para ello. N o hay, p u e s , m u d a n z a alguna 575. Escuchemos a Santo T o m á s e x p o n i e n d o esta d o c t r i n a 8 :
en El al obrar fuera d e dicho o r d e n » 4 . 5
Cf. De potentia q.6 a.i ad 6.
« Cf. I 19,7.
* Ibid., ad 3. ' Cf. T 25,5-
8 Cf. 1.105,6 ad 1; Contra gent. III 100. De potentia q.6 a.i ad 21.
S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 571
570 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
lidos de un objeto muy pequeño, se hallen desparramados al llegar a la re-
«Cuando en las cosas naturales suceda algo fuera del curso ordinario de tina y formen allí una imagen de gran tamaño, y así no será naturalmente
su propia naturaleza, puede esto acontecer de dos modos: imposible que con la ayuda del microscopio ¡o imperceptible a la simple
a) El uno, por la acción de algún agente que no dio a tales cosas su vista se nos presente con dimensiones grandes.
inclinación natural; como cuando el hombre lanza hacia arriba un cuerpo Por estas consideraciones es preciso andar con mucho tiento en decla-
pesado (v.gr., una piedra) que no ha recibido de él su inclinación a caer ha- rar un fenómeno por imposible naturalmente. Conviene no olvidar: i.°, que
cia abajo; y esto es contra la naturaleza. la naturaleza es muy poderosa; 2. 0 , que nos es muy desconocida; dos verda-
b) El otro modo es por la acción de aquel agente del que depende la des que deben inspirarnos gran circunspección cuando se trate de fallar en
acción natural; y esto no es contra la naturaleza; como en el caso del flujo y materias de esta clase. Si a un hombre del siglo xv se le hubiese dicho que
reflujo del mar, que no es contra la naturaleza, aunque no sea según la con- en lo venidero se recorrería en una hora la distancia de doce leguas, y esto
dición natural del agua, que tiende a descender; pues esto proviene de la sin ayuda de caballos y animales de ninguna especie, habría mirado el he-
influencia de los cuerpos celestes 9 , de los cuales depende la inclinación na- cho como naturalmente imposible, y, sin embargo, los viajeros que andan
tural de ciertos cuerpos inferiores. por los caminos de hierro saben muy bien que van llevados con aquella ve-
Proviniendo, pues, de Dios el orden existente en la naturaleza, si El locidad por medio de agentes puramente naturales. ¿Quién sabe lo que se
hace algo fuera de este orden, no es contra la naturaleza. Dice a este propó- descubrirá en los tiempos futuros y el aspecto que presentará el mundo de
sito San Agustín: «Es natural a cada ser todo lo que hiciere en él Aquel de aquí a diez siglos? Seamos enhorabuena cautos en creer la existencia de fe-
quien procede todo modo, número y orden de la naturaleza» 1°. nómenos extraños y no nos abandonemos con demasiada ligereza a sueños
de oro, pero guardémonos de calificar de naturalmente imposible lo que un
P a r a redondear u n poco m á s esta cuestión trascendental d e la descubrimiento pudiera mostrar muy realizable; no demos livianamente fe
posibilidad del milagro, vamos a transcribir algunos párrafos de a exageradas esperanzas de cambios inconcebibles, pero no las tachemos de
delirios y absurdos.
Balmes en su inmortal obra El criterio H;

3. 0 Se deshace una dificultad sobre los milagros de Jesucristo


i.° Idea de la imposibilidad física o natural
578. De estas observaciones surge, al parecer, una dificultad que no
576. «La imposibilidad física o natural consiste en que un hecho esté fue- han olvidado los incrédulos. Hela aquí: los milagros son tal vez efectos de
ra de las leyes de la naturaleza. Es naturalmente imposible que una piedra causas que, por ser desconocidas, no dejarán de ser naturales; luego no
soltada en el aire no caiga al suelo, que el agua abandonada a sí misma no se prueban la intervención divina, y, por tanto, de nada sirven para apoyar la
ponga al nivel, que un cuerpo sumergido en un fluido de menor gravedad no verdad de la religión cristiana. Este argumento es tan especioso como fútil.
se hunda, que los astros se paren en su carrera; porque las leyes de la natura- Un hombre de humilde nacimiento que no ha aprendido las letras en
leza prescriben lo contrario. Dios, que ha establecido estas leyes, puede ninguna escuela, que vive confundido entre el pueblo, que carece de todos
suspenderlas; el hombre, no. Lo que es naturalmente imposible lo es para la los medios humanos, que no tiene dónde reclinar su cabeza, se presenta en
criatura, no para Dios. público enseñando una doctrina tan nueva como sublime. Se le piden los
títulos de su misión, y él los ofrece muy sencillos. Habla, y los ciegos ven,
2. 0 M o d o de juzgar de la imposibilidad natural los sordos oyen, la lengua de los mudos se desata, los paralíticos andan, ¡as
enfermedades más rebeldes desaparecen de repente, los que acaban de ex-
577- ¿Cuándo podremos afirmar que un hecho es imposible natural- pirar vuelven a la vida, los que son llevados al sepulcro se levantan del
mente ? En estando seguros de que existe una ley que se opone a la realiza- ataúd, los que, enterrados de algunos días, despiden ya mal olor, se alzan
ción de este hecho y que dicha oposición no está destruida o neutralizada envueltos en su mortaja y salen de la tumba, obedientes a la voz que les ha
por otra ley natural. Es ley de la naturaleza que el cuerpo del hombre, como mandado salir afuera. Este es el conjunto histórico. El más obstinado natu-
más pesado que el aire, caiga al suelo en faltándole el apoyo; pero hay otra ralista ¿se empeñará en descubrir aquí la acción de leyes naturales ocultas?
ley por la cual un conjunto de cuerpos unidos entre sí, que sea específica- ¿Calificará de imprudentes a los cristianos por haber pensado que seme-
mente menos grave que aquel en que se sumerge, se sostenga y hasta se jantes prodigios no pudieran hacerse sin intervención divina? ¿Creéis que
levante, aun cuando alguno de ellos sea más grave que el fluido; luego, uni- con el tiempo haya de descubrirse un secreto para resucitar a los muertos,
do el cuerpo humano a un globo aerostático dispuesto con el arte conve- y no como quiera, sino haciéndolos levantar a la simple voz de un hombre
niente, podrá remontarse por los aires y este fenómeno estará muy arregla- que los llame? La operación de las cataratas, ¿tiene algo que ver con el res-
tituir de golpe la vista a un ciego de nacimiento? Los procedimientos para
do a las leyes de la naturaleza. La pequenez de ciertos insectos no permite
volver a la acción a un miembro paralizado, ¿se asemejan por ventura a
que su imagen se pinte en nuestra retina de una manera sensible; pero las este otro: «Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa»? Las teorías hidrostá-
leyes a que está sometida la luz hacen que por medio de un vidrio se pueda ticas e hidráulicas, ¿llegarán nunca a encontrar en la mera palabra de un
modificar la dirección de sus rayos de la manera conveniente, para que, sa- hombre la fuerza bastante para sosegar de repente el mar alborotado y ha-
cer que las olas se tiendan mansas bajo sus pies, y que camine sobre ellas
9
Sabido es q u e el movimiento de las mareas depende de la atracción de la luna y del como un monarca sobre plateadas alfombras?
sol. C u a n d o estos astros actúan juntos (luna llena), el flujo es máximo (marea viva); cuando
actúan separados (cuartos d e lunación), el flujo es mínimo (marea muerta). Noto del autor. ¿Y qué diremos si a tan imponente testimonio se reúnen las profecías
10 Cf. SAN AGUSTÍN, Contra Fausturn 2 6 , 3 : M L 42,480. cumplidas, la santidad de una vida sin tacha, la elevación de su doctrina,
11 Cf. PALMES, El criterio ed, citada, p.567-5^9-
572 P.1II. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 573

la pureza de la moral, y, por fin, el heroico sacrificio de morir entre tormen- arriba a u n hierro q u e , de suyo, tiende a caer al suelo), o p o r simple
tos y afrentas, sosteniendo y publicando la misma enseñanza, con la sere- indisposición de la materia (v.gr., el fuego n o p u e d e q u e m a r u n a
nidad en la frente, la dulzura en los labios, articulando entre los últimos m a d e r a mojada). L u e g o en acto segundo las leyes físicas de la n a t u -
suspiros amor y perdón? raleza n o son absolutamente inmutables; son necesarias tan sólo
No se nos hable, pues, de leyes ocultas, de imposibilidades aparentes:
hipotéticamente, o sea p r o d u c i r á n de hecho su efecto si n o tropiezan
no se oponga a tan convincente evidencia un necio «¿quién sabe...?» Esta
dificultad, que sería razonable si se tratara de un suceso aislado, envuelto con un agente extrínseco q u e lo impida (v.gr., el imán) o alguna
en alguna oscuridad, sujeto a mil combinaciones diferentes, cuando se la indisposición intrínseca en la materia (la m a d e r a mojada). El milagro
objeta contra el cristianismo es no sólo infundada, sino hasta contraria al n o es otra cosa q u e la suspensión del acto segundo de una ley física
sentido común». natural, p r o d u c i d a p o r el A u t o r m i s m o de la naturaleza.

4. Causas del milagro 2) Causa formal


V a m o s a examinar ahora, siquiera sea b r e v e m e n t e , las cuatro 5 8 0 . L a causa formal del milagro, o sea aquello q u e lo cons-
causas q u e p u e d e n señalarse en el milagro como en todas las d e m á s tituye intrínsecamente en c u a n t o tal dándole el ser y la categoría
cosas creadas: material, formal, eficiente y final. específica de milagro, es su trascendencia sobre todo el orden natu-
ral, su excepcionalidad trascendente. Esto lleva consigo las siguien-
1) Causa material tes notas:
5 7 9 . L a materia o sujeto potencial d o n d e p u e d e realizarse i . " Q u e la simple naturaleza n o tiene p o d e r alguno p a r a p r o -
u n milagro es la naturaleza individual, o sea cualquier cosa natural ducir por sí m i s m a el milagro.
individualmente considerada (v.gr., agua, p a n , cadáver, ciego, 2 . a Q u e existe en el sujeto del m i s m o u n a disposición o t e n -
ranas, etc., etc.). dencia contraria a lo q u e el milagro realiza (v.gr., la tendencia del
D e c i m o s la naturaleza individual, para distinguirla d e la n a t u - fuego a q u e m a r , a u n q u e milagrosamente no q u e m e ) .
raleza colectivamente considerada. E n esta última el milagro, p r o - 3 . a Q u e , sin e m b a r g o , hay en el sujeto del milagro u n a p o t e n -
p i a m e n t e hablando, n o constituye una excepción antinatural, ya q u e cia obediencial para recibir la acción milagrosa de Dios (v.gr., capa-
es m u y natural y n o r m a l q u e haya en la naturaleza, colectivamente cidad en el agua para convertirse en vino; en el cadáver, para resu-
considerada, u n a perfecta potencia obediencial para recibir t o d o citar; en el ciego, para ver).
cuanto quiera Dios obrar en ella. El milagro se interfiere propia- 4 . a Q u e Dios es su causa eficiente, ya sea d i r e c t a m e n t e y sin
m e n t e en una naturaleza individualmente considerada. C a d a n a t u r a - intermediario alguno, ya valiéndose de una criatura c o m o causa
leza encarna en sí u n o r d e n esencial determinado e n t r e su esencia instrumental (v.gr., de u n santo t a u m a t u r g o ) .
misma, su potencia de obrar, su operación y su efecto (v.gr., u n Esta última nota nos lleva de la m a n o a examinar m á s despacio
peral está d e t e r m i n a d o p o r su esencia a dar peras, n o melones). la causa eficiente del milagro.
Este o r d e n esencial determinado se c u m p l e siempre si n o hay alguna
causa extrínseca q u e lo impida: es su propia ley natural. 3) Causa eficiente
Pero esta ley natural p u e d e considerarse en dos m o m e n t o s : a) en C o m o es sabido, la causa eficiente es doble: principal e instru-
acto primero; y, en este sentido, significa la tendencia natural q u e mental. El escritor es la causa eficiente principal de u n a carta, q u e
tiene esa cosa a p r o d u c i r su efecto correspondiente (v.gr., la t e n - ha sido escrita como causa eficiente instrumental p o r la p l u m a o
dencia del fuego a q u e m a r ) ; y b) en acto segundo, y, en este sentido, m á q u i n a d e escribir.
significa la producción efectiva d e su efecto n a t u r a l (v.gr., el fuego Vamos a precisar en dos conclusiones esa doble causalidad
q u e m a n d o de hecho). eficiente con relación al milagro.
E n el p r i m e r aspecto, o sea en acto primero, la ley n a t u r a l es
absolutamente i n m u t a b l e y, p o r tanto, n o p u e d e ser alterada p o r Conclusión 1.a Sólo Dios p u e d e realizar u n milagro c o m o causa
nadie. Dios m i s m o n o p u e d e cambiar las esencias de las cosas, eficiente única, o c o m o causa eficiente principal. (Metafísicamente
puesto q u e las ha dictado su infinita sabiduría, en la q u e n o cabe cierta.)
error o equivocación (v.gr., el fuego tiende de suyo a quemar: es su 5 8 1 . L a razón es m u y sencilla. C o m o quiera q u e el milagro
misma esencia) 12 . Pero en el s e g u n d o aspecto, o sea en acto segundo, consiste, p o r definición, en p r o d u c i r u n efecto fuera del orden natu-
p u e d e suspenderse el efecto sin incurrir en contradicción alguna; ral de toda la naturaleza creada, sólo Dios, autor de ese o r d e n n a t u -
y esto n o sólo en v i r t u d de u n milagro, sino a veces p o r simple ral, p u e d e suspenderlo o alterarlo por su propia virtud, o sea como
interferencia d e otra causa creada (v.gr., u n i m á n a t r a y e n d o hacia causa eficiente única, o como causa eficiente principal. L o q u e
12
Cf. SANTO TOMÁS, De potentia q.6 a.i ad 20. cualquier c r i a t u r a — a u n q u e se trate del ángel más encumbrado—•
574 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 575

p u e d a realizar p o r su propia cuenta o v i r t u d (o sea, como causa hacen a veces los mismos malos. En este sentido también los malos pueden
hacer milagros. Por esto, al comentar aquellas palabras del evangelio de
enciente única o principal) estará forzosamente d e n t r o del o r d e n San Mateo: «Muchos me dirán en aquel día: ¡Señor, Señor!, ¿acaso no
n a t u r a l universal (como lo está el m i s m o ángel) y será, p o r tanto, profetizamos en tu nombre y arrojamos los demonios e hicimos muchos
t o d o lo e s t u p e n d o y admirable q u e se quiera, p e r o n o u n verdadero milagros? Yo entonces les diré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores
milagro. E s c u c h e m o s a Santo T o m á s 1 3 : de iniquidad» (Mt 7,22-23), escribe San Jerónimo: «Profetizar o hacer
milagros y arrojar los demonios, a veces no es por mérito del que los obra,
«Lo que está comprendido totalmente dentro del orden establecido no sino que los hace la invocación de Cristo, para que los hombres honren al
puede obrar por encima de él. Pero toda criatura está comprendida dentro Dios por cuya invocación se realizan tales prodigios».
del orden que Dios estableció en las cosas. Luego ninguna criatura puede b) En el segundo caso, sólo se obran los milagros por los santos para
obrar por encima de este orden, es decir, hacer milagros». demostración de su santidad, sea durante su vida, sea después de su muer-
te, bien por ellos o bien por otros. Así leemos en los Hechos de los Apóstoles
Conclusión 2. a Sin e m b a r g o , Dios p u e d e utilizar c o m o causa instru-
que «hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de suerte
m e n t a l para hacer u n milagro a u n a criatura racional (ángeles,
que hasta los pañuelos y delantales que habían tocado su cuerpo, aplicados
h o m b r e s ) e incluso irracional (v.gr., ia borrica d e Balam). (Comple-
a los enfermos, hacían desaparecer de ellos las enfermedades y salir a los
tamente cierta.)
espíritus malignos» (Act 19,11-12).
5 8 2 . L a razón es p o r q u e la causa i n s t r u m e n t a l n o obra o De manera que nada impide que algún pecador haga milagros a la invo-
p r o d u c e el efecto por su propia virtud, sino en v i r t u d del influjo cación de algún santo. Los cuales milagros no se atribuyen al pecador,
sino a aquel cuya santidad se propone Dios demostrar».
causal q u e le comunica, vial o t r a n s e ú n t e m e n t e , la causa eficiente
principal. L a p l u m a , p o r ejemplo, n o podría j a m á s escribir ideas E n la solución d e las dificultades, añade Santo T o m á s las siguien-
si n o la moviera para ello la m a n o del escritor, q u e es la causa eficiente tes interesantes precisiones:
principal d e lo q u e la p l u m a escribe t a n sólo instrumentalmente. i . a L o s milagros siempre son verdaderos testimonios d e aquello
D i o s p u e d e utilizar i n s t r u m e n t a l m e n t e p a r a hacer u n milagro para q u e se realizan, d e suerte q u e los malos n o p u e d e n obrar
a cualquier criatura racional, como los ángeles y h o m b r e s , e incluso verdaderos milagros para confirmación d e su doctrina; a u n q u e sí
irracional, como e n el caso d e la borrica d e Balam, q u e r o m p i ó a los p u e d e n hacer en confirmación del n o m b r e d e Cristo, q u e invo-
hablar i n c r e p a n d o al falso profeta (cf. N u m 22,28). E n absoluto can, o d e la virtud d e los sacramentos q u e administran (ad 3).
podría utilizar i n s t r u m e n t a l m e n t e a los m i s m o s demonios, p e r o 2 . a C o m o dice San A g u s t í n : «No se atribuye a todos los santos
n o suele hacerlo a fin d e n o inducirnos a error creyéndoles amigos el obrar milagros para q u e los débiles d e e n t e n d i m i e n t o n o sean
d e Dios. T a n t o es así q u e , d e ordinario, suele Dios servirse casi engañados p o r el pernicioso error d e creer q u e son mayores esos
exclusivamente d e los santos para hacer los milagros; a u n q u e e n dones extraordinarios q u e las obras d e santidad y justicia con las q u e
absoluto podría servirse también, como i n s t r u m e n t o , d e u n h o m b r e se merece la vida eterna» (ad 4).
pecador. E l d o n d e milagros es totalmente i n d e p e n d i e n t e d e la
santidad (ya q u e se trata d e u n a gracia gratis dada, q u e n o exige 4) Causa final
n i s u p o n e necesariamente la santidad, n i siquiera el estado d e gracia
583. a) E L F I N ÚLTIMO ABSOLUTO del m i l a g r o n o p u e d e ser
en el q u e la recibe), a u n q u e d e ordinario sólo a los santos suele
otro q u e el fin último d e t o d a la creación: la gloria d e D i o s , o,
D i o s conceder este d o n preternatural t a n espectacular y s o r p r e n -
m á s exactamente, el m i s m o Dios glorificado en sus obras. E n todas
dente. E s c u c h e m o s al D o c t o r Angélico contestando a la p r e g u n t a
sus operaciones ad extra, Dios se p r o p o n e s i e m p r e — c o m o ya v i m o s —
«si los malos p u e d e n hacer milagros» 1 4 :
su propia gloria, q u e objetivamente consiste en la manifestación
«Hablando de milagros, los hay que no son verdaderos, sino hechos de sus divinos atributos, y subjetivamente e n q u e haya q u i e n los
fantásticos, con los que queda el hombre burlado, pareciéndole ver lo que no adore y reverencie (las criaturas racionales).
es. Otros son hechos reales, pero que no tienen verdadera razón de milagro,
pues se realizan con ayuda de las causas naturales. Ambas cosas pueden ser b) E L F I N ÚLTIMO RELATIVO n o p u e d e ser el mundo físico;
ejecutadas por los demonios, como vimos en su lugar. p o r q u e sin u n ser inteligente q u e lo perciba, el milagro n o tendría
Pero los verdaderos milagros no pueden ser obrados si no es por el n i n g u n a razón d e ser. Y ese ser inteligente h a d e ser forzosamente
poder divino, y los obra Dios para utilidad de los hombres. Y esto de dos distinto de Dios (los ángeles o los hombres), p o r q u e para D i o s n o
modos: uno, para confirmación de la verdad predicada; otro, para demostra- hay milagros: Dios n o p u e d e maravillarse—miraculum—absoluta-
ción de la santidad de alguno a quien Dios quiere proponer como ejemplo
m e n t e d e nada, y n o necesita t a m p o c o c o m p r o b a r si la naturaleza
de virtud.
a) En el primer caso, los milagros pueden ser obrados por quienquiera le obedece al alterar sus leyes, pues lo sabe perfectísimamente
que predique la verdadera fe e invoque el nombre de Jesucristo, lo cual sin necesidad d e comprobarlo. L u e g o h a y q u e concluir q u e el fin
13
relativo del milagro es excitar la admiración d e la criatura racional
Cf. Contra gent. III 102.
14 Cf. II-II 178,2.
en orden a la gloria de Dios,
576 P.IH. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 577

c) E L F I N PRÓXIMO O INMEDIATO es m u y vario: beneficiar a u n m i n a r la inteligencia del h o m b r e con alguna verdad relacionada con
desgraciado (v.gr., dándole la vista), poner d e manifiesto la santidad su último fin sobrenatural y d e ayudar a la voluntad para q u e quiera
de alguno d e s u s siervos (v.gr., para u n proceso d e canonización), secundar, libre y espontáneamente, aquella divina inspiración.
testificar la sobrenaturalidad d e u n a aparición (v.gr., d e la Virgen PARA REALIZAR ACTOS SOBRENATURALES. E S el fin i n t e n t a d o p o r
en L o u r d e s o F á t i m a ) y otras cosas semejantes. Dios al comunicarnos la gracia actual. Esos actos sobrenaturales a
q u e n o s empuja son d e m u y diversas clases. A l pecador q u e n o posee
ARTÍCULO 3 todavía la gracia santificante le empujará al arrepentimiento d e s u s
pecados; al cristiano imperfecto, a consolidar m á s firmemente s u
LA ACCIÓN DE DIOS EN EL ORDEN SOBRENATURAL vida cristiana; al q u e trata d e perfección y d e santidad le inspirará
una m a y o r abnegación d e sí m i s m o y una entrega m á s plena y total
5 8 4 . E x a m i n a d a y a la acción d e Dios sobre las criaturas e n el
a Dios, etc., etc.
o r d e n p u r a m e n t e natural y e n el preternatural, falta ú n i c a m e n t e el
estudio d e esa misma acción divina e n el o r d e n sobrenatural. L a
2. N a t u r a l e z a d e las gracias actuales
moción divina sobrenatural recibe e n teología el n o m b r e d e gracia
actual. Vamos, pues, a estudiar esta importantísima cuestión c o n Para c o m p r e n d e r mejor el verdadero alcance d e las gracias
la m á x i m a a m p l i t u d q u e n o s p e r m i t e el marco d e nuestra obra. actuales conviene q u e examinemos tres p u n t o s importantísimos:
E s t u d i a r e m o s los siguientes p u n t o s fundamentales 1 : i.°, c ó m o la gracia actual se distingue d e l concurso natural d e
1. Noción de las gracias actuales. Dios; 2°, cómo coopera c o n nosotros mismos; y 3. 0 , q u é clase d e
2. Naturaleza de las mismas. fuerzas proporciona *.
3. División de las gracias actuales.
4. Necesidad de las gracias actuales. i.° L a gracia actual es e n el o r d e n sobrenatural lo q u e el concurso
5. Distribución divina de las gracias actuales. de Dios e n el orden natural.
586. P o r q u e así como para las obras naturales se requiere el
1. N o c i ó n d e las gracias actuales auxilio o concurso natural d e D i o s , p o r el cual nuestras facultades
585. P o r gracias actuales se entiende e n teología ciertos auxi- son movidas y ayudadas para realizar sus actos—ya q u e el h o m b r e ,
lios sobrenaturales y transitorios por los cuales Dios ilumina el enten- c o m o causa segunda q u e es, n o p u e d e ponerse e n m a r c h a sin la
dimiento y ayuda a la voluntad para realizar actos sobrenaturales. previa moción d e la Causa p r i m e r a — , d e igual m o d o para realizar
E x p l i q u e m o s u n poco estos conceptos: actos sobrenaturales se requiere cierto auxilio o moción s o b r e n a t u -
ral, q u e se llama precisamente gracia actual. Se diferencia, sin
CIERTOS AUXILIOS SOBRENATURALES. No se t r a t a d e la p r e v i a e m b a r g o , del concurso natural p o r tres capítulos:
moción divina para realizar u n acto m e r a m e n t e natural, sino d e u n
v e r d a d e r o auxilio sobrenatural, q u e capacita al h o m b r e para p r o d u - a) Porque el concurso natural, supuesta la libre creación por Dios,
cir u n acto t a m b i é n sobrenatural. Sin ella, el h o m b r e — a u n consti- se le debe naturalmente al hombre y es, por consiguiente, natural; mientras
tuido ya en gracia santificante—sería t a n i m p o t e n t e para realizar u n que la gracia es completamente gratuita, y el hombre no puede exigirla en
modo alguno.
acto sobrenatural como en el o r d e n natural para d a r u n solo paso sin b) Porque el concurso natural se requiere incluso para las obras malas
la previa moción d e Dios como causa primera natural. (o sea, para el elemento bueno y positivo que en ellas se encuentra necesaria-
Y TRANSITORIOS. E n esto se distingue d e la gracia habitual san- mente, ya que el mal absoluto no existe ni puede existir), mientras que la
tificante. Esta última informa accidentalmente la substancia del alma gracia se ordena únicamente al bien.
c) La gracia nos mueve al bien sobrenatural y, por lo mismo, eleva las
y p e r m a n e c e e n ella d e u n a m a n e r a p e r m a n e n t e , fija e inmóvil, a n o facultades o los actos a ese orden superior, mientras que el concurso natu-
ser q u e se la expulse violentamente por el pecado mortal. L a gracia ral no trasciende al bien puramente natural.
actual, e n cambio, es u n auxilio sobrenatural transitorio (una inspi-
ración, p o r ejemplo) q u e desaparece e n el m o m e n t o m i s m o e n q u e 2. 0 L a gracia actual coopera con nosotros d e dos m o d o s : inmediata
Dios deja d e comunicarlo. y mediatamente.
P O R LOS CUALES D I O S I L U M I N A E L E N T E N D I M I E N T O Y AYUDA A LA 587. E l p r i m e r m o d o recae directamente sobre el e n t e n d i -
VOLUNTAD. Esta es la misión d e las gracias actuales. Se trata d e ilu- m i e n t o y la voluntad; el segundo, a través de las potencias inferiores.
V e a m o s d e q u é manera.
1
H e m o s estudiado todos estos puntos en otra de nuestras obras publicadas en esta mis-
ma colección de la B A O . Teología de la salvación 2. a ed. (Madrid 1950.) n.24-42. Para c o m o - 1
didad del lector trasladamos aquí, con ligeros retoques, lo q u e escribimos allí. Cf. TANQUEREY, Synopsis Theologiae dogmáticas t . 3 , De gratia n.23-28.

PÍOS y su obra 19
578 P.1II. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR s.2 r..3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO r-?9
i.° INMEDIATAMENTE recae sobre las facultades propiamente castigo eterno. P o r q u e , según la Escritura y los P a d r e s , la gracia
humanas: llama a los h o m b r e s , los excita, atrae e impulsa d e m i l m o d o s al
a) ILUMINANDO EL ENTENDIMIENTO para que veamos lo que nos con- bien ( E p h 5,14). Pero t o d o esto influye m o r a l m e n t e e n la voluntad,
viene para la salvación. Y as( al pagano o infiel le abre los ojos del alma para a u m e n t a n d o sus fuerzas para el bien; d e m a n e r a semejante a como
que perciba la verdad de la religión cristiana; al pecador, para que advierta u n a m a d r e , l l a m a n d o a s u hijo y atrayéndole c o n suaves palabras,
la malicia de su pecado, y al justo, para que conozca la belleza de la virtud. influye m o r a l m e n t e e n él para q u e siga sus b u e n o s consejos.
Por eso nos dice la Sagrada Escritura que Dios ha hecho brillar la luz en
nuestros corazones para que demos a conocer la ciencia de la gloria de Dios en b) FUERZAS FÍSICAS, m o v i é n d o n o s eficazmente al b i e n y d á n -
el rostro de Cristo (2 Cor 4,6) y nos concede espíritu de sabiduría y de revela- d o n o s la potencia física para realizar actos saludables e n o r d e n a la
ción en el conocimiento de El, iluminando los ojos de nuestro corazón (Eph 1, vida eterna. Sabido es q u e el h o m b r e , a b a n d o n a d o a sus propias
17-18)- fuerzas naturales, es física y absolutamente i m p o t e n t e para realizar
Estas ilustraciones se distinguen de una verdadera revelación en cuanto el m e n o r acto sobrenatural; p e r o esa impotencia física n o p u e d e
que no manifiestan necesariamente alguna verdad nueva, sino que ayudan vencerse sino m e d i a n t e la infusión d e fuerzas físicas. Se requiere
simplemente a la inteligencia para que entienda mejor lo que lee o escucha; forzosamente, al m e n o s , cierta elevación física d e la facultad o d e l
y porque la mayoría de las veces no advertimos con claridad su verdadero
origen divino. acto a realizar. P o r eso dice San Pablo q u e de nosotros no somos
capaces de pensar algo (saludable) como de nosotros mismos, sino que
b) AYUDANDO A LA VOLUNTAD, dándole el deseo y la potencia para que- nuestra suficiencia viene de Dios (2 C o r 4,5); y e n otra p a r t e afirma
rer y hacer las cosas necesarias para la salvación. Y así, excita en el corazón
t e r m i n a n t e m e n t e q u e Dios es el que obra en nosotros el QUERER y el
del pagano o infiel el deseo de buscar la verdad, a la vez que le da fuerzas
para abrazar la religión cristiana, despreciando los halagos perniciosos del OBRAR según su beneplácito (Phil 2,13).
mundo y de la carne; al pecador le solicita e impulsa a apartarse de sus ini-
Se confirma todo esto por analogía con la gracia habitual o santificante,
quidades, volviéndose a Dios por el arrepentimiento y la penitencia; y al
que pone en nuestra alma una realidad física que nos da una verdadera par-
justo le mueve de mil maneras a santificarse cada vez más. Por eso dice la
ticipación física y formal de la naturaleza divina (cf. 2 Petr 1,14); porque
Escritura que nadie puede venir a mí (Cristo) si el Padre, que me ha envia-
tiene que haber cierta proporción entre la gracia habitual y la actual. Puede
do, no le TRAE (lo 6,44); que Dios es el que obra en nosotros el QUERER y el
ilustrarse todo esto con el ejemplo de la madre que ayuda a su hijo pequeño
OBRAR según su beneplácito (Phil 2,13); y que ni el que planta es algo ni el que
—todavía incapaz de andar por sí mismo—no sólo con palabras tiernas (ayu-
riega, sino Dios, que DA EL INCREMENTO ( I Cor 3,7).
da moral), sino sosteniéndole con sus brazos y ayudándole físicamente a an-
2. 0 M E D I A T A M E N T E , la gracia actual—entendida e n sentido m á s dar. Algo parecido hace Dios, ayudándonos a obrar el bien no sólo con una
a m p l i o — o b r a e n el entendimiento y e n la voluntad a través d e las persuasión moral, sino infundiéndonos fuerzas físicas para realizar los actos
.conducentes a nuestra eterna salvación.
potencias inferiores (sentidos externos e internos). Y lo hace d e dos
modos:
3. División d e las gracias actuales
a) EXCITANDO LOS ACTOS INDELIBERADOS DE LAS FACULTADES SENSITI-
VAS (v.gr., de la memoria, imaginación, apetito sensitivo, etc.), que pueden
589. L a s gracias actuales s o n m u c h a s y se dividen d e m u y
impulsarnos al bien sobrenatural, o impidiendo que surjan en ellos movi-
mientos desordenados o tentaciones. De esta forma se modera la mala in- diversos m o d o s . C o m o actos transitorios q u e son, p r e s e n t a n infini-
clinación de la concupiscencia y se le ofrecen al alma espirituales conso- d a d d e matices y variantes, a diferencia d e la gracia habitual o
laciones en lugar de las terrenas y pecaminosas. santificante, q u e es u n a sola e n especie átoma o indivisible. H e
aquí las principales especies d e gracias actuales:
b) UTILIZANDO LOS SUCESOS EXTERNOS para excitar en el alma piadosos
pensamientos y buenos deseos que la lleven a la práctica del bien. En este 1) G R A C I A OPERANTE Y COOPERANTE. L a p r i m e r a es aquella
sentido se vale Dios de las buenas lecturas, sermones, buenos consejos, acon- cuya operación procede exclusivamente d e D i o s y a E l solo se
tecimientos prósperos o adversos, etc., que son otras tantas gracias actuales
a t r i b u y e : el alma es movida, pero no se mueve a sí misma. L a s e g u n d a
de las que el alma se puede aprovechar. Y así leemos en los Hechos de los
Apóstoles que el Señor había abierto su corazón (de Lidia) para atender a las es aquella e n la q u e el alma es movida p o r D i o s y se mueve a sí
cosas que Pablo decía (Act 16,14), y que el Señor envió a San Pablo a los m i s m a cooperando a la divina acción 2 .
gentiles para que les abras los ojos, se conviertan de las tinieblas a la luz y del 2) G R A C I A E X C I T A N T E Y ADYUVANTE. La primera nos impulsa
poder de Satanás a Dios, y reciban la remisión de los pecados y la herencia entre
los debidamente santificados por la fe en mí (Act 26,18). a obrar estando d o r m i d o s o inactivos. L a s e g u n d a n o s ayuda a
o b r a r estando ya decididos a ello.
0
3. C o o p e r a n d o con nosotros la gracia actual nos proporciona las
fuerzas morales y físicas para obrar el bien. 3) GRACIA PREVENIENTE, CONCOMITANTE, SUBSIGUIENTE. La
p r i m e r a precede al acto d e l h o m b r e , m o v i e n d o o d i s p o n i e n d o la
588. a) FUERZAS MORALES, i m p u l s á n d o n o s al b i e n c o n la
p r o m e s a d e l p r e m i o o apartándonos d e l m a l c o n la amenaza d e l 2
Cf. I-II 111,2. Lo mismo dice SAN AGUSTÍN, De gratiaet libero arbitrio c. 17: ML 44,501.
580 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO SS1
voluntad para q u e quiera. L a segunda acompaña al acto del h o m b r e , q u e cualquier causa segunda p u e d a actuar, a u n e n el o r d e n p u r a -
concurriendo con él a u n m i s m o efecto. L a tercera se dice p o r rela- m e n t e natural; p o r q u e n i n g ú n ser e n potencia p u e d e pasar al acto
ción a u n efecto anterior p r o d u c i d o p o r otra gracia 3 . sino m e d i a n t e el empuje d e u n ser y a e n acto—como enseña la
4) G R A C I A INTERNA Y EXTERNA. L a primera ayuda intrínse- m á s elemental filosofía—-, y nadie p u e d e d a r lo q u e n o tiene, c o m o
c a m e n t e a la potencia y concurre formalmente a la p r o d u c c i ó n d e l enseña el sentido c o m ú n . U n a acción cualquiera d e las causas
acto. L a segunda influye t a n sólo exteriormente, m o v i e n d o la s e g u n d a s — q u e son, ante Dios, todos los seres c r e a d o s — i n d e p e n -
potencia p o r medio d e los objetos q u e la r o d e a n (v.gr., p o r los d i e n t e m e n t e d e la previa moción d e la causa p r i m e r a es imposible
b u e n o s ejemplos q u e percibe). y contradictoria, y a q u e entonces la causa segunda pasaría a ser
p r i m e r a y la criatura quedaría desligada e i n d e p e n d i e n t e del Creador.
5) G R A C I A S U F I C I E N T E Y EFICAZ. L a p r i m e r a es a q u e l l a c o n la
cual el h o m b r e podría obrar el bien si quisiera. L a s e g u n d a le hace Q U E SE L E DEBE P O R LA PROVIDENCIA COMÚN. D e dos maneras
obrar infaliblemente. Sin la p r i m e r a n o p o d r í a m o s realizar el bien; se dice q u e Dios obra j u n t a m e n t e c o n las causas segundas. E n
con la segunda lo realizamos libre, pero infaliblemente. L a p r i m e r a p r i m e r lugar, proporcionándoles las facultades operativas y con-
nos deja sin excusa ante Dios; la segunda es u n efecto d e s u infinita servándolas e n el ser. Y después, moviendo esas causas segundas
misericordia. a obrar, o sea aplicando sus facultades a la operación, d e m a n e r a
parecida a como el artesano aplica la sierra a la m a d e r a p a r a serrar.
¿De dónde se toma la eficacia de la gracia? Es cuestión muy discutida
por las diferentes escuelas teológicas. Los tomistas afirman que es eficaz ab Supuesta la p r i m e r a operación d e D i o s p o r la q u e crea y conserva
intrínseco, o sea por sí misma, y lleva consigo, por lo tanto, el acto mismo que al h o m b r e e n el ser, el h o m b r e necesita imprescindiblemente la
el hombre realizará libre, pero infaliblemente. Los motinistas creen, por el segunda, o sea la divina moción y aplicación para realizar u n acto
contrario, que es eficaz tan sólo extrínsecamente, o sea por el libre consenti- m o r a l m e n t e b u e n o , cuya entidad positiva n o p u e d e el h o m b r e
miento de la voluntad, previsto por Dios a través de la llamada ciencia media. producir p o r sí m i s m o , ya q u e eso equivaldría a u n a especie d e
creación, q u e , e n cuanto tal, es propia y exclusiva d e Dios; pero
4. Necesidad d e las gracias actuales esta segunda moción se le debe al h o m b r e p o r la c o m ú n providencia
5 9 0 . H e aquí u n p u n t o d e importancia capital, q u e v a m o s de D i o s y n o merece, p o r consiguiente, el n o m b r e d e gracia (que
a estudiar con la atención q u e se merece. s u p o n e u n privilegio del todo indebido y gratuito).
Para p r o c e d e r c o n m a y o r o r d e n y claridad, v a m o s a examinar
REALIZAR C O N SUS SOLAS FUERZAS NATURALES, o sea con sus
p o r separado lo q u e el h o m b r e p u e d e hacer sin ayuda d e la gracia
en el o r d e n p u r a m e n t e ético, o d e simple m o r a l natural, y la n e c e - facultades operativas p u r a m e n t e naturales.
sidad imprescindible d e las gracias actuales p a r a realizar cualquier S I N AYUDA DE LA GRACIA, d e cualquier naturaleza q u e sea dentro
acto sobrenatural. del o r d e n sobrenatural: habitual o actual, santificante o gratis
dada, e t c .
a) L o Q U E E L H O M B R E P U E D E H A C E R S I N L A GRACIA
A L G U N A S OBRAS, n o todas las d e la ley natural n i p o r toda la
EN E L ORDEN ÉTICO PURAMENTE NATURAL
vida, como veremos e n otra conclusión.
Dada la amplitud de la materia, vamos a resumir los puntos fundamen-
tales en forma de conclusiones brevemente expuestas. Otro tanto haremos E T I C A O NATURALMENTE BUENAS, O sea d e s d e el p u n t o d e vista
con relación al orden sobrenatural. p u r a m e n t e h u m a n o o d e moral natural. T a l e s son, p o r ejemplo,
compadecerse del p o b r e , sacrificarse p o r otros, ser j u s t o y honrado
Conclusión 1. a Cualquier h o m b r e puede, bajo la moción general d e en los negocios h u m a n o s , e t c .
Dios, q u e se le debe p o r la providencia c o m ú n , realizar con sus
solas fuerzas naturales, sin ayuda d e la gracia, algunas obras ética E n t e n d i d a e n el sentido q u e acabamos d e explicar, la conclusión
o naturalmente buenas. es completamente cierta en teología y doctrina c o m ú n e n t r e los teólo-
gos. Pero a d m i t e diversos grados d e certeza según la mayor o menor
591. E x p l i q u e m o s los t é r m i n o s d e la conclusión: extensión q u e se le dé. Y así:
CUALQUIER HOMBRE, sea cristiano o pagano, bautizado o n o , e n i.° E s DE FE q u e el h o m b r e caído p u e d e , antes d e alcanzar la
gracia o e n pecado mortal. justificación, realizar alguna obra m o r a l m e n t e b u e n a . Está expresa-
P U E D E , y d e h e c h o realiza a veces. m e n t e definida p o r la Iglesia, contra luteranos y calvinistas, la
siguiente proposición:
B A J O LA M O C I Ó N GENERAL D E D I O S . E S absolutamente indis-
pensable. Sin esa previa moción d e la causa p r i m e r a es imposible «Si alguno dijere que las obras que se hacen antes de la justificación, por
cualquier razón que se hagan, son verdaderos pecados o que merecen el
3 Cf. M I 111,3.
odio de Dios..., sea anatema» (D 817).
ñ«2 P.III. Píos r.KKAtlltB V (ÍOHERNABQH
S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 583
L o cual quiere decir q u e n o todas las obras q u e realizan los p a -
bién por sus propias fuerzas (ex naturali virtute) evitar cada uno de ellos
ganos o pecadores son pecado, sino q u e p u e d e n realizar algunas q u e
(en particular), pero no todos (colectivamente)» •».
sean m o r a l m e n t e b u e n a s en el o r d e n p u r a m e n t e natural. Esto m i s - «Aunque el que está en pecado no tenga en sí el poder de evitar en abso-
m o se d e s p r e n d e d e la proposición 25 d e Bayo, c o n d e n a d a p o r la luto el pecado (por sus malas inclinaciones, que le llevarán muchas veces a
Iglesia, q u e afirmaba q u e «todas las obras d e los infieles s o n pecado, él), puede, sin embargo, evitar por sí mismo este o aquel pecado determi-
y las virtudes d e los filósofos s o n vicios» ( D 1025). nado. Por eso, todo el que comete lo comete voluntariamente; y, de este
modo, no sin razón se le imputa como culpa» 3 .
2. 0 E s SENTENCIA COMÚN e n teología, contra los antiguos agus-
tinianos, q u e el h o m b r e caído p u e d e realizar, sin ayuda de una gracia L a razón d e exceptuar el precepto d e amar a Dios sobre todas
actual, alguna obra n a t u r a l m e n t e buena; o sea q u e n o todas las obras las cosas es p o r q u e , si el pecador realizara ese acto, q u e d a r í a i n m e -
d e los q u e carecen d e gracia actual son, al menos, pecado venial d i a t a m e n t e justificado y en gracia d e Dios; y esto es a b s o l u t a m e n t e
(como decían aquellos teólogos). E n esta forma n o ha sido definida imposible sin u n a previa gracia actual, ya q u e excede las fuerzas d e
esta doctrina p o r la Iglesia, p e r o se d e s p r e n d e con t o d a certeza d e la la sola naturaleza 6 . L o contrario está expresamente c o n d e n a d o p o r
condenación d e varias proposiciones d e Bayo y d e Quesnel. H e aquí la Iglesia como herético ( D 811-813).
las principales:
b) L o QUE EL HOMBRE NO PUEDE HACER SIN LA AYUDA DE LA GRACIA
PROPOSICIONES DE BAYO (condenadas por la Iglesia): Vamos a precisarlo en los d o s estados en q u e p u e d e encontrarse
«Es error pelagiano decir que el libre albedrío tiene fuerza para evitar el h o m b r e : antes d e la justificación (cuando se e n c u e n t r a todavía en
pecado alguno» (D 1028). pecado) y después d e ella, o sea cuando está ya e n posesión d e la
«O que sin el auxilio de su gracia puede el hombre resistir a tentación algu- gracia santificante.
na, de modo que no sea llevado a ella y no sea por ella vencido» (D 1030).
«Siente con Pelagio el que reconoce algún bien natural, esto es, que ten- i.° E l h o m b r e en pecado
ga su origen en las solas fuerzas de la naturaleza» (D 1037).
El h o m b r e n o justificado—ya sea por ser pagano o infiel, o p o r
PROPOSICIONES DE QUESNEL (condenadas por la Iglesia): encontrarse e n pecado mortal, a u n q u e esté bautizado—carece d e la
«La voluntad no prevenida por la gracia no tiene ninguna luz sino para gracia habitual o santificante, p e r o p u e d e recibir, si Dios se lo e n -
extraviarse, ningún ardor sino para precipitarse, ninguna fuerza sino para vía, el e m p u j e sobrenatural d e u n a gracia actual. Veamos lo q u e
herirse; es capaz de todo mal e incapaz para todo bien» (D 1389). sin ella n o p u e d e hacer.
«Sin la gracia, nada podemos amar, si no es para nuestra condena-
ción» (D 1390). Conclusión i." E l h o m b r e caído n o puede sin auxilio d e la gracia
«Todo conocimiento de Dios, aun el natural, aun en los filósofos paga- g u a r d a r colectivamente y p o r largo tiempo todos los preceptos de
nos, no puede venir sino de Dios; y sin la gracia, sólo produce presunción, la ley natural.
vanidad y oposición al mismo Dios, en lugar de afectos de adoración, gra-
titud y amor» (D 1391). 593. Esta conclusión se d e s p r e n d e con t o d a evidencia d e las d e -
claraciones d e la Iglesia c o n d e n a n d o las doctrinas pelagianas, entre
Q u e d e , pues, sentado q u e cualquier h o m b r e , a u n q u e sea pagano, las q u e figura la siguiente:
infiel o pecador, p u e d e realizar, sin ayuda d e la gracia, alguna b u e n a
obra e n el o r d e n p u r a m e n t e natural, tales como d a r u n a limosna, «Si alguno dijere que la gracia de la justificación se nos da afinde que más
fácilmente podamos cumplir con la gracia lo que se nos manda hacer por el
a m a r a los familiares y amigos, sacrificarse p o r ellos, etc. Esas obras libre albedrío, como si, aun sin dársenos la gracia, pudiéramos cumplir, aunque
n o tienen valor alguno en o r d e n a la vida e t e r n a — p o r q u e están d e s - no con tanta facilidad, los divinos mandamientos, sea anatema» (D 105).
provistas d e la gracia, q u e es condición indispensable p a r a el mérito
sobrenatural—, p e r o son y p u e d e n llamarse buenas desde el p u n t o O sea q u e sin la gracia n o p u e d e n cumplirse, al menos p o r largo
d e vista p u r a m e n t e h u m a n o y natural. t i e m p o , todos los preceptos d e la ley natural, n i siquiera t o d o s los
q u e recoge el Decálogo, q u e s o n los fundamentales. Escuchemos al
Conclusión 2. a El h o m b r e caído p u e d e cumplir, sin auxilio de la D o c t o r Angélico explicando el p o r q u é de esta i m p o t e n c i a 7 :
gracia, cualquier precepto d e la ley natural considerado aislada-
m e n t e , a excepción del precepto de a m a r a Dios sobre todas las «Cuando la mente se ha inclinado a una cosa, no se encuentra con res-
cosas. pecto a ambos contrarios de igual modo, sino que está más cerca de aquel
hacia el cual se ha inclinado; y la mente elige aquello a lo que está más pro-
592. Escuchemos a Santo T o m á s :
4
5
De veritate q.24 a. 12 ad 7. Los paréntesis explicativos son nuestros.
«Cualquiera que esté en pecado mortal puede evitar todos los pecados 4
Contra gent. IÍI 160. El paréntesis explicativo es nuestro.
mortales con el auxilio de la gracia (se entiende de la gracia actual, transito- Cf. I-Il 109,3.
1 Contra gent. III J60. Lo mismo dice en lü Suma Teológica (I-II 109,8) y en otros luga-
ria, que puede recibir incluso el que está en pecado mortal). Y puede tam- res paralelos.
584 P.11I. DIOS CKEAUOK V GOBERNADOR

pensa, a no ser que una investigación racional la desvie de ello con cierta S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 988
cautela; por eso en las cosas espontáneas se manifiesta principalmente nues-
tra disposición interior. Y como no es posible que la mente humana esté en cado ante Dios. L a razón es p o r q u e el o r d e n sobrenatural de la gracia
continua vigilancia para discutir con la razón lo que debe querer u obrar, trasciende infinitamente el valor y las fuerzas de t o d a naturaleza
sigúese que la mente elegirá a veces aquello a que está inclinada mientras creada o creable y, p o r lo m i s m o , sólo m e d i a n t e el e m p u j e sobre-
le dure la inclinación. Y así, si estuviese inclinada al pecado, no permanece- natural de la gracia actual p u e d e el h o m b r e elevarse a esas alturas,
rá mucho tiempo sin pecar, ofreciendo un impedimento a la gracia, a no ser disponiéndose convenientemente a recibir la gracia habitual o san-
que se vuelva de nuevo al estado de rectitud. tificante y con ella el p e r d ó n de sus pecados y la plena justificación
Favorecen también esta situación los impulsos de las pasiones corpora- ante Dios 8 .
les y las cosas apetecibles a los sentidos, y muchas ocasiones de obrar el Pero, ya q u e n o p u e d a merecerla, ¿podrá, al m e n o s , impetrar la
mal, que fácilmente provocan al hombre a pecar, a no ser que se retraiga
por una fuerte adhesión al fin último, lo cual es efecto de la gracia». gracia con la oración p u r a m e n t e n a t u r a l ? Vamos a verlo en la si-
guiente conclusión.
D e m a n e r a q u e , a u n q u e el h o m b r e caído p u e d a con sus solas
Conclusión 3. a El h o m b r e caído n o puede i m p e t r a r la gracia con
fuerzas naturales evitar este o aquel otro pecado considerados aisla-
u n a oración p u r a m e n t e natural, o sea sin ayuda de la gracia actual.
d a m e n t e , es imposible, sin ayuda d e la gracia, evitarlos todos p o r
largo t i e m p o ; sus malas inclinaciones le arrastrarán m u y p r o n t o al 5 9 5 . L o enseña claramente el concilio II de O r a n g e (a.529) al
pecado, a n o ser q u e venga en su auxilio la gracia de Dios, r o b u s - c o n d e n a r las doctrinas semipelagianas:
teciendo aquellas fuerzas y contrarrestando sus malas inclinaciones.
Veamos m á s detalladamente c ó m o y para q u é es necesaria esta gra- «Si alguno dijere que se nos confiere la divina misericordia cuando sin la
gracia de Dios creemos, deseamos, nos esforzamos, trabajamos, oramos, vi-
cia d e Dios. gilamos, estudiamos, pedimos, buscamos, llamamos; y no confiesa que por
la infusión e inspiración del Espíritu Santo se da en nosotros que creamos
Conclusión 2. a El h o m b r e caído n o p u e d e con solas sus fuerzas na- y queramos o que podamos hacer como se debe todas estas cosas; y condiciona
turales m e r e c e r la gracia. la ayuda de la gracia a la humildad y la obediencia humanas, y no consiente
en que es don de la gracia misma que seamos obedientes y humildes, resiste al
5 9 4 . Esta conclusión es de fe p o r la expresa definición de la Apóstol, que dice: ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? (1 Cor 4,7), y: Por
Iglesia. H e aqui la definición dogmática del concilio d e T r e n t o : la gracia de Dios soy lo que soy (1 Cor 15,10)» (D 179).
«Si alguno dijere que, sin la inspiración preveniente del Espíritu Santo y L a razón teológica para explicar esto m i s m o es m u y sencilla. Si
sin su ayuda, puede el hombre creer, esperar y amar o arrepentirse como
conviene para que se le confiera la gracia de la justificación, sea anatema» el h o m b r e con su sola oración natural, sin ayuda de la gracia, p u -
(D 813). diera i m p e t r a r la gracia, se seguiría q u e el principio o comienzo de
la salvación provendría d e nosotros y n o de Dios, contra lo expre-
Y al explicar m á s detalladamente su propio p e n s a m i e n t o decla- s a m e n t e definido p o r la Iglesia, c o m o veremos en seguida. A d e m á s ,
ra el santo concilio: se seguiría t a m b i é n q u e el o r d e n sobrenatural estaría al alcance y
en el m i s m o p l a n o q u e el o r d e n natural, ya q u e aquél sería postu-
«Declara, además (el sacrosanto concilio), que el principio de la justifica-
ción misma en los adultos ha de tomarse de la gracia de Dios preveniente por lado y como exigido p o r éste, lo cual es a b s u r d o y contradictorio
medio de Cristo Jesús, esto es, de la vocación, por la que son llamados sin (dejaría de ser sobre -natural) 9 .
que exista mérito alguno en ellos, para que quienes se apartaron de Dios por
los pecados, por la gracia de El, que los excita y ayuda a convertirse, se dis- Conclusión 4. a E l h o m b r e caído n o p u e d e con sus solas fuerzas natu-
pongan a su propia justificación, asintiendo y cooperando libremente a la rales disponerse convenientemente a recibir la gracia.
misma gracia; de suerte que, al tocar Dios el corazón del hombre por la
5 9 6 . N ó t e s e q u e n o h a b l a m o s ya de merecer o i m p e t r a r la gra-
iluminación del Espíritu Santo, ni puede decirse que el hombre mismo no
hace nada en absoluto al recibir aquella inspiración, puesto que puede tam- cia, sino ú n i c a m e n t e de u n a disposición natural con la q u e el h o m b r e
bién rechazarla, ni tampoco sin la gracia de Dios puede moverse por su libre se hiciera a p t o para recibir la gracia.
voluntad a quedar justificado ante El. De ahí que, cuando en las Sagradas T o d a s las escuelas teológicas están conformes en q u e n o puede
Letras se dice: Convertios a mí y yo me convertiré a vosotros (Zach 1,3), so- admitirse d e n i n g u n a m a n e r a u n a disposición natural q u e exija po-
mos advertidos de nuestra libertad; y cuando respondemos: Conviértenos, sitivamente la gracia, p r ó x i m a o r e m o t a m e n t e . L o i m p i d e n las de-
Señor, a ti, y nos convertiremos (Thren 5,21), confesamos que somos preve- claraciones d e la Iglesia q u e h e m o s recogido m á s arriba y la gratui-
nidos de la gracia de Dios» (D 797).
d a d y trascendencia del o r d e n sobrenatural, q u e está situado en otro
D e m a n e r a q u e el h o m b r e caído—pagano, hereje o cristiano en plano infinitamente superior al natural y, p o r consiguiente, por en-
pecado m o r t a l — n o p u e d e sin la gracia d e D i o s preveniente a r r e p e n - cima d e todas las exigencias o disposiciones naturales.
tirse de sus pecados y salir de su triste situación, q u e d a n d o justjfi-
» Cf. M I 114,5.
» Cf. M I 114,2; IMI 83,15-
586 P.IÍÍ. DlOS CREADOR Y ÓÓBÉRNÁDOR
S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 587
Pero discuten los teólogos si puede admitirse, al menos, una
disposición natural meramente negativa, o sea por la simple remo- 2.° El hombre en gracia
ción de los obstáculos que ponen óbice a la recepción de la gracia,
tales como los pecados, la dureza de corazón, etc. Santo Tomás, y El hombre justificado es aquel que está ya en posesión de la
con él toda la escuela tomista, rechazan también esta preparación gracia santificante y es, por consiguiente, hijo adoptivo de Dios y
negativa puramente natural, ya que todo movimiento positivo o ne- heredero de la gloria (Rom 8,16-17). Sin embargo, necesita todavía
gativo relacionado con el orden sobrenatural presupone necesaria- el auxilio de la gracia actual—ordinaria o incluso especial—en la
mente una moción divina sobrenatural también, puesto que entre forma que vamos a determinar en las siguientes conclusiones.
el sujeto y la forma que ha de recibir tiene que haber proporción, Conclusión 1.» El hombre ya justificado y en posesión de los hábitos
y es evidente que no la hay entre el orden natural y el sobrenatural. sobrenaturales (gracia, virtudes y dones) necesita todavía el previo
Por consiguiente, esa misma preparación negativa que remueve los empuje de la gracia actual para realizar actos sobrenaturales.
obstáculos a la infusión de la gracia procede ya de la misma gracia,
o sea del previo empuje de una gracia actual J0. 599. No todos los teólogos admiten esta conclusión en toda su
universalidad, pero sí la inmensa mayoría, hasta el punto de que se
Conclusión 5.a El movimiento inicial hacia la fe procede ya de la puede considerar como doctrina común en teología.
gracia, y el hombre no podría producirlo jamás con sus solas fuer- Todos los teólogos, sin excepción, admiten que la gracia actual
zas naturales. preveniente se requiere, al menos muchas veces (sobre todo para ven-
597. Es una consecuencia lógica de todo cuanto acabamos de cer las tentaciones más graves). Pero algunos pocos—entre los que
se cuentan Molina, Belarmino y Billot 13 —niegan que se requiera
decir en las conclusiones anteriores. Porque, si el hombre no puede
para todos los actos saludables realizados por el justo; y afirman que
con sus solas fuerzas naturales merecer la gracia, ni impetrarla, ni
el que está ya en posesión de las virtudes infusas no necesita la
disponerse para ella positiva o negativamente, sigúese que incluso gracia actual excitante para realizar los actos sobrenaturales corres-
el movimiento inicial de un infiel hacia la fe—irattum fidei, como di- pondientes a aquellas virtudes.
cen los teólogos—tiene que provenir ya de la gracia misma, o sea
de una moción sobrenatural concedida gratuita y misericordiosamen- Sin embargo, la inmensa mayoría de los teólogos—-desde luego
toda la escuela tomista—exige la previa moción de la gracia actual
te por Dios al infiel, sin que la haya precedido por parte de éste
para todo acto saludable, aun los realizados por el justo que está ya
ninguna preparación natural.
en gracia de Dios. Esta es, nos parece, la verdadera doctrina, como
Esta doctrina fue definida expresamente por la Iglesia contra los vamos a ver a continuación.
semipelagianos n . Se prueba la conclusión:
Conclusión 6.a La previa moción de la gracia (gracia actual) se re- a) L A SAGRADA ESCRITURA. El Señor nos dice abiertamente
quiere indispensablemente para todo acto saludable, o sea para en el Evangelio: Sin mi, NADA podéis hacer (lo 15,5). Y aunque estas
todo acto relacionado con la salvación del alma.
palabras podrían entenderse de la simple incorporación a Cristo
598. Es otra consecuencia obligada de las conclusiones anterio- realizada por la gracia habitual o santificante, las siguientes del
res. El hombre con sus solas fuerzas naturales es física y absoluta- apóstol San Pablo no pueden referirse sino a la gracia actual: Dios
mente impotente para realizar el menor acto sobrenatural—que son es el que obra en vosotros EL QUERER y EL OBRAR según su beneplácito
los únicos aptos para la salvación eterna, fin sobrenatural del hom- (Phil 2,13).
bre—, por la infinita superioridad y trascendencia del orden sobre- b) LA TRADICIÓN. Escuchemos a San Agustín, el gran Doctor
natural, que escapa en absoluto a las fuerzas de toda naturaleza de la Gracia:
creada o creable. Sin la previa moción de la gracia, el hombre es tan
impotente para realizar cualquier acto sobrenatural como para ver «Así como el ojo del cuerpo, aun cuando esté perfectamente sano, no
sin ojos u oír sin oídos. Se trata de una impotencia física y absoluta, puede ver los objetos sino con ayuda del resplandor de la luz, así también
que no admite ni puede admitir la menor excepción. Esta doctrina el hombre, aunque esté perfectamente sano—etiam perfectissime iustifica-
tus—, 14
no puede vivir bien si no le ayuda divinamente la luz eterna de la jus-
ha sido expresamente definida por la Iglesia, principalmente contra ticia» . Es manifiesta la alusión a la gracia actual.
los pelagianos 12 .
Hasta aquí hemos examinado lo que el hombre no puede hacer c) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. La doctrina de nuestra
sin ayuda de la gracia antes de la justificación. Veamos ahora lo que conclusión se desprende claramente de las siguientes enseñanzas:
tampoco puede hacer sin ella aun después de justificado. 13 Cf. M O L I N A , Concordia q.14 a.13 disp.8; BELARMINO, De grafía et ¡íbero arbitrio 1.6
10 Cf. I-II 109,6; 112,2. c.15; BILLOT, De virtutibus infusis t h . 7 ; De grafía p.90.
11
Cf. D 176-181; cf. 813 1789 1791 1814. K SAN AGUSTÍN, De natura et grada c.26: M L 44,261 (cf. Obras de San Agustín, B A C
" Cf. D 135-138 141 180 707S 809 8 u - 8 t 3 . t.6 p.853).
S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 589
588 P.III. DIOS CREADOR Y COBERNADOR
CONCILIO II DE ORANGE: «La ayuda de Dios ha de ser implorada siem-
Concilio II de Orange (contra los semipelagianos): «Don divino es el que pre aun por los renacidos y sanados, para que puedan llegar a buen fin o per-
pensemos rectamente y contengamos nuestros pies de la falsedad y la injus- severar en la buena obran (D 183).
ticia; porque cuantas veces bien obramos, Dios, para que obremos, obra en
nosotros y con nosotros» (D 182). CONCILIO DE TRENTO: «Si alguno dijere que el justificado puede perse-
verar, sin especial auxilio de Dios, en la justicia recibida, o que con este auxi-
Concilio de Trento (contra los protestantes): «Porque, como quiera que lio no puede, sea anatema» (D 832).
el mismo Cristo Jesús, como cabeza sobre los miembros (Eph 4,15) y como vid
sobre los sarmientos (lo 15,5), constantemente influya su virtud sobre los Esta última declaración del concilio d e T r e n t o — q u e es la q u e
justificados mismos, virtud que antecede siempre a sus buenas obras, las acom-
tiene verdadero valor dogmático, p o r tratarse d e u n a definición ex-
paña y sigue, y sin la cual en modo alguno pudieran ser gratas a Dios ni
meritorias...» (D 809). presa—se refiere, p r o b a b l e m e n t e , a la perseverancia perfecta o final.
Pero la razón teológica p u e d e extenderla legítimamente a la perse-
d) L A RAZÓN TEOLÓGICA. P o r analogía c o n el o r d e n n a t u r a l - verancia imperfecta (o sea p o r largo tiempo), ya q u e la razón de la
P o r q u é , así como, además d e la esencia y las facultades operativas, impotencia es la misma, a saber, la victoria sobre todas las t e n t a -
se requiere la previa moción y concurso divino para realizar cualquier ciones p o r largo t i e m p o .
acción natural, así e n el o r d e n sobrenatural, además d e la gracia L a explicación teológica d e esta impotencia es clara si se tiene
habitual y d e las virtudes ( q u e son como las facultades sobrena- en cuenta q u e , a u n q u e p o r la gracia q u e d e elevado el h o m b r e al
turales), se requiere la previa moción y concurso divino sobrena- orden sobrenatural y o r d e n a d o a la vida eterna, p e r m a n e c e n , sin
tural, q u e n o es otra cosa q u e la gracia actual. N i n g ú n ser creado embargo, e n él ciertas consecuencias funestas del pecado original
p u e d e pasar d e la potencia al acto sin la previa moción divina 1 5 : —vulnera peccati, dicen los teólogos—, q u e son principalmente cua-
natural o sobrenatural, según el o r d e n d e q u e se trate. tro: ignorancia e n el entendimiento, mala inclinación e n la voluntad,
debilidad contra las dificultades y concupiscencia d e los goces ilíci-
De manera que, para obrar sobrenaturalmente, la gracia actual es más tos 1 6 . A h o r a bien: en estas condiciones es imposible, sin u n auxi-
indispensable que la misma gracia habitual o santificante. Un pecador
desprovisto de la gracia santificante puede, sin embargo, realizar un acto lio especial d e Dios, perseverar largo t i e m p o — y m e n o s a ú n la vida
sobrenatural mediante una gracia actual (v.gr., la que le empuja al arrepen- entera—sin incurrir en pecado; p o r q u e , para superar todas las t e n -
timiento sobrenatural de sus pecados); mientras que el justo—que está ya taciones y cumplir todos los preceptos, n o obstante esas perversas
en posesión de la gracia santificante—no puede obrar sobrenaturalmente inclinaciones q u e la gracia habitual n o destruye, se requieren m u -
sin ayuda de la gracia actual. Si bien todos los teólogos están de acuerdo en chas gracias eficaces d e Dios q u e sostengan y fortalezcan al h o m b r e
decir que esa gracia actual que el justo necesita para hacer el bien se la pone
en los caminos del bien. D e lo contrario, el h o m b r e , m u d a b l e y
la divina Providencia constantemente a su disposición, de manera semejante
a como en el orden natural pone a disposición de todos el aire que necesi- tornadizo como es, agotado p o r esfuerzos repetidos, cometerá m u y
tamos para respirar. p r o n t o alguna i m p r u d e n c i a o negligencia q u e le haga caer fácilmente
en el pecado. Y como n o t e n e m o s derecho estricto a estas gracias
Conclusión 2. a E l justo n o p u e d e perseverar largo t i e m p o en el es- t a n múltiples y eficaces, h a y q u e concluir q u e el h o m b r e n o perse-
tado d e gracia, sobre todo hasta el fin de su vida, sin u n auxilio es- verará d e hecho m u c h o t i e m p o en el estado d e gracia si Dios n o le
pecial d e Dios. concede u n auxilio especial e n t e r a m e n t e gratuito y misericordioso 1 7 .
600. Esta conclusión es de fe, e x p r e s a m e n t e definida p o r la Sin e m b a r g o , como veremos m á s abajo, al q u e c o n ayuda d e la gra-
Iglesia. H e aquí algunas enseñanzas conciliares y la declaración cia hace lo q u e p u e d e , Dios n o le niega j a m á s los auxilios sobrena-
dogmática del concilio d e T r e n t o : turales q u e necesita para perseverar hasta la m u e r t e e n su amistad
y gracia.
CONCILIO DE EFESO (Indiculó): «Nadie, ni aun después de haber sido
renovado por la gracia del bautismo, es capaz de superar las asechanzas del Conclusión 3. a E l justo, p o r m u y perfecto y santo q u e sea, n o puede
diablo y vencer las concupiscencias de la carne si no recibe la perseverancia evitar d u r a n t e toda su vida todos los pecados veniales sin u n es-
en la buena conducta por la diaria ayuda de Dios... Porque, si bien El redi- pecial privilegio de Dios.
mió al hombre de los pecados pasados, sabiendo, sin embargo, que podía
nuevamente pecar, muchas cosas se reservó para repararle, de modo que 6 0 1 . Esta conclusión es t a m b i é n de fe. H e aquí la definición
aun después de estos pecados pudiera corregirle, dándole diariamente reme- del concilio d e T r e n t o :
dios, sin cuya ayuda y apoyo no podremos en modo alguno vencer los hu-
manos errores. Forzoso es, en efecto, que, si con su auxilio vencemos, «Si alguno dijere que el hombre, una vez justificado, no puede pecar en
seamos derrotados si El no nos ayuda» (D 132). adelante ni perder la gracia, y, por consiguiente, el que cae y peca no estuvo
nunca verdaderamente justificado; o, al contrario, que puede evitar durante
15 Lo dice expresamente Santo Tomás y es doctrina común en teología: «Nulla res creata
potest in quemcumque actum prodire, nisi virtute motionis divinae» (I-H 109,9; cf. ad 1). i« Cf. I-II 85,3- Cf. el n.535 de esta obra.
" Cf. I-II iog,9-io.
590 P.III. DIOS OiEADOK V GOBERNADOR 591
S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO
su vida entera todos los pecados, incluso los veniales, a no ser por un privi- SIEMPRE, e n t o d a ocasión, t i e m p o y lugar.
legio especial de Dios, como de la bienaventurada Virgen lo enseña la Igle-
sia, sea anatema» (D 833). \ A TODOS LOS JUSTOS, o sea, a t o d o s los q u e p o s e e n la gracia h a -
bitual o santificante, sin n i n g u n a excepción.
Esta doctrina se apoya directa e i n m e d i a t a m e n t e e n la Sagrada
Escritura. Cristo n u e s t r o Señor n o s enseñó a orar e n la siguiente LAS GRACIAS PRÓXIMA O REMOTAMENTE SUFICIENTES. Hay dos
forma: Perdónanos nuestras culpas, así como nosotros perdonamos a clases d e gracias actuales suficientes: remota y próximamente sufi-
los que nos han ofendido ( M t 6,12); el apóstol Santiago dice q u e to- cientes. L a s remotas d a n u n auxilio suficiente relacionado r e m o t a -
dos ofendemos en mucho ( l a c 3,2); y el evangelista San J u a n afirma m e n t e con la b u e n a acción (v.gr., para orar pidiendo m á s fuerzas).
t e r m i n a n t e m e n t e q u e , si dijéremos que no tenemos pecado, nos enga- L a s próximas lo d a n para comenzar a obrar el bien o evitar el m a l
ñaríamos a nosotros mismos, y la verdad no estaría en nosotros (v.gr., apartándose d e la ocasión peligrosa). El auxilio remotamente
(1 l o i , 8 ) . suficiente n o se niega j a m á s a n i n g ú n justo; el próximo p u e d e n o r e -
L a explicación teológica la d a Santo T o m á s e n la siguiente cibirlo e n castigo d e n o haberse aprovechado del r e m o t o .
forma l s : PARA Q U E P U E D A N RESISTIR LAS T E N T A C I O N E S , d e c u a l q u i e r n a -
«No puede el hombre abstenerse de todo pecado venial por la corrupción turaleza q u e sean.
del apetito inferior de la sensualidad, cada uno de cuyos movimientos, con- O C U M P L I R LOS P R E C E P T O S D E D i o s Y D E LA IGLESIA, d á n d o l e la
siderados en singular, puede ciertamente reprimirlos la razón—y por esto
tienen razón de pecado y de voluntarios—, pero no todos tomados colectiva- capacidad y las fuerzas para ello.
mente; porque, mientras se esfuerza en resistir a unos, acaso surja otro; y, L a conclusión, tal como suena, es de fe, ya q u e consta d e m a -
además, porque (dada la fragilidad humana) la razón no puede estar siem- nera clara y explícita e n la Sagrada Escritura y h a sido definida i n -
pre vigilante y atenta para evitar estos movimientos». d i r e c t a m e n t e p o r la Iglesia al condenar como herética la doctrina
contraria d e Jansenio. H e aquí los textos:
D e m o d o q u e , como n o s acaba d e decir Santo T o m á s , el h o m -
b r e p u e d e evitar este y el otro pecado venial considerados aislada- a) L A SAGRADA ESCRITURA. E l apóstol San P a b l o , escribien-
mente y e n singular; p e r o n o p u e d e evitarlos todos colectivamente y d o a los fieles d e Corinto, les dice:
d u r a n t e toda su vida, a m e n o s d e u n privilegio especial, q u e n o Fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas; an-
consta haberlo recibido nadie, fuera d e la Santísima Virgen M a r í a . tes dispondrá con la tentación el éxito para que podáis resistirla (1 Cor 10,13).

Estas palabras, como es obvio, tienen u n valor universal y p u e -


Estas son las principales cosas q u e el h o m b r e p u e d e hacer o n o d e n aplicarse a todos los justos del m u n d o . Pero es evidente q u e el
hacer con ayuda d e la gracia actual o sin ella. Veamos ahora cuál es h o m b r e sería t e n t a d o sobre sus fuerzas si al sobrevenir u n a tenta-
el régimen divino e n la distribución d e las gracias actuales. ción o la necesidad d e cumplir u n precepto careciera d e la gracia
suficiente para p o d e r vencer la primera o cumplir el segundo. L u e -
5. D i s t r i b u c i ó n divina d e las g r a c i a s actuales go está revelado p o r Dios q u e n o le faltará ese auxilio suficiente.

Para p r o c e d e r con mayor o r d e n y claridad, v a m o s a examinar b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. I n o c e n c i o X (a. 1653) con-
p o r separado lo q u e corresponde al j u s t o — y a e n posesión d e la gra- d e n ó como herética la siguiente proposición d e Jansenio:
cia santificante—y lo q u e atañe al pagano, infiel o pecador d e s p r o - «Algunos mandamientos de Dios son imposibles para los hombres jus-
visto todavía d e ella. tos, según las fuerzas presentes que tienen, por más que quieran y se es-
fuercen; les falta también la gracia con que se les hagan posibles» (declarada
a) C O N RELACIÓN AL JUSTO y condenada como temeraria, impía, blasfema, condenable con anatema y
herética.—D 1092).
Conclusión: Dios ofrece siempre a todos los justos las gracias próxima
o r e m o t a m e n t e suficientes para q u e p u e d a n resistir las tentaciones c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E g r e g i a m e n t e s e n t ó San A g u s t í n los
o cumplir los preceptos d e Dios y d e la Iglesia. dos grandes principios para resolver esta cuestión p o r el simple r a -
602. E x p l i q u e m o s , ante todo, los t é r m i n o s d e la conclusión: ciocinio teológico:

D i o s OFRECE, O sea, e n c u a n t o está d e su parte, está dispuesto a i.° Dios no toma jamás la iniciativa de abandonarnos antes de que nos-
conferirlas, y las confiere d e hecho, si el h o m b r e n o las rechaza. otros le abandonemos a El: Deus non deserit si non deseratur.
2.° Dios no manda jamás imposibles, sino que, al mandarnos alguna
cosa, nos avisa que hagamos lo que podamos y pidamos lo que no podamos:
19 Cf. J-II 109,8. El paréntesis explicativo es nuestro.
Deus impossibilia non iubct; sed iubendo admonet, et faceré quod possis, et pe-
592 P.III. DIOS CREADOR Y GOBERNADO»
S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 593
9
tere quod non possis I . Esto supone, como es obvio, el ofrecimiento de la
gracia necesaria y suficiente para vencer las tentaciones y cumplir los divi- vida al implo, aquel que no quiere la muerte del malvado, sino que se convierta
nos preceptos. y\yivan 20,
Es también una consecuencia necesaria y obligada de la voluntad sal-
vífica universal, que quedaría seriamente comprometida si no se le facilita- c) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. L o enseña c l a r a m e n t e y
ran al justo los medios suficientes e indispensables para poder permanecer hasta lo define implícitamente al definir q u e los pecadores b a u t i -
en la justicia recibida. zados siempre p u e d e n , c o n la gracia d e Dios, hacer penitencia d e
sus pecados. H e aquí los textos:
b) C O N RELACIÓN AL PECADOR

El h o m b r e p u e d e estar desprovisto d e la gracia, ya sea p o r h a - CONCILIO IV DE LETRÁN: «Y si alguno, después de recibido el bautismo,
hubiere caído en pecado, siempre puede repararse por una verdadera peniten-
berla p e r d i d o p o r el pecado mortal después d e poseída (pecadores
cial (D 430).
bautizados), ya p o r n o haberla poseído n u n c a (paganos o infieles n o
bautizados). Veamos lo q u e o c u r r e e n cada u n a d e esas d o s situa- CONCILIO DE TRENTO: «Si alguno dijere que aquel que ha caído después
ciones. del bautismo no puede por la gracia de Dios levantarse..., sea anatema»
(D 839).
Conclusión i . a A todos los pecadores, a u n a los endurecidos y obsti- Ahora bien: como la gracia de Dios no está en manos del hombre si
nados, ofrece Dios misericordiosamente los auxilios suficientes (al Dios no se la da, sigúese lógicamente que Dios la ofrece a todos los pecado-
m e n o s r e m o t a m e n t e ) para p o d e r arrepentirse d e sus pecados. res que quieran aceptarla.
603. Esta conclusión, e n t e n d i d a d e los pecadores c o m u n e s , es d) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E s c u c h e m o s la magnífica explica-
de fe, y, extendiéndola a los m i s m o s pecadores obstinados, es d o c - ción d e Santo T o m á s 2 1 :
trina c o m ú n y c o m p l e t a m e n t e cierta en teología. H e aquí las p r u e b a s :
«Que algún pecado no pueda quitarse por la penitencia, puede aconte-
a) L A SAGRADA ESCRITURA. D i o s llama a todos los pecadores cer de dos modos: porque no pueda uno arrepentirse de ese pecado o porque
a penitencia s i n n i n g u n a excepción: la penitencia no pueda borrarlo. Del primer modo no pueden arrepentirse
de sus pecados los demonios y los condenados, porque su voluntad está
Diles: Por mi vida, dice el Señor, Yavé, que yo no me gozo en la muerte del confirmada en el mal de tal manera que no puede desagradarles el pecado
impío, sino en que se retraiga de su camino y viva. Volveos, volveos de vuestros en cuanto culpa, sino únicamente por razón de la pena que por él padecen...
malos caminos. ¿Por qué os empeñáis en morir, casa de Israel? (Ez 33,11). Pero no puede ser tal el pecado de algún hombre en esta vida, porque su
¿O es que desprecias las riquezas de su bondad, paciencia y longanimidad' libre albedrío es flexible para el bien y para el mal. Por donde sería erróneo
desconociendo que la bondad de Dios te atrae a penitencia? (Rom 2,4). decir que hay en esta vida algún pecado del que no se pueda uno arrepentir.
No retrasa el Señor la promesa, como algunos creen; es que pacientemente En primer lugar, porque por esto quedaría destruido el libre albedrío; y en
os aguarda, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan a penitencia segundo, porque se opondría a la virtud de la gracia, que puede inclinar a
(2 Petr 3,9). la penitencia el corazón de cualquier pecador, según aquello de los Pro-
El mismo Cristo nos dice en el Evangelio que no tienen necesidad de mé- verbios (21,1): El corazón del rey está en las manos de Dios, y El lo inclina
dico los sanos, sino los enfermos, y no he venido a llamar a los justos, sino a los hacia donde le place.
pecadores a penitencia (Le 5,31-32). Se compara al buen pastor, que deja en En otro lugar da el Angélico otra razón muy profunda: «Porque el orden
el aprisco a las noventa y nueve ovejas para buscar a la única extraviada de la divina justicia no sufre que, mientras uno permanezca en esta vida, se
(Le 15,3-7), Y a l padre misericordioso, que recibe benignamente al hijo le trate como si hubiera llegado al término del camino» 22 .
pródigo (Le 15,11-24). Todo esto muestra bien a las claras que Dios no
604. Corolarios. i.° D E L MODO COMO D I O S OFRECE SU GRACIA A LOS
abandona al pecador en sus extravíos, sino que le persigue y busca de mil
PECADORES. Hay que advertir que la gracia actual para arrepentirse de sus
maneras, al menos ofreciéndole los auxilios suficientes para que se arrepien-
pecados no se le confiere al pecador en cada instante o momento, sino única-
ta y viva.
mente cuando se presenta la ocasión u oportunidad, según aquello del Apo-
calipsis (3,20): He aquí que estoy a la puerta y llamo. Dios llama con frecuen-
b) L A TRADICIÓN CRISTIANA. E S doctrina c o m ú n e n t r e los
cia al corazón del pecador, principalmente en las siguientes ocasiones:
Santos Padres. E l m i s m o San A g u s t í n , q u e es el q u e p r o p u g n a a a) A propósito de una predicación, buena lectura, buenos ejemplos o
este respecto u n a doctrina m á s severa, tiene textos t a n preciosos consejos.
como éste: b) Cuando el pecador realiza una buena acción, v.gr., al dar una li-
mosna.
«Esta impenitencia o corazón impenitente escápase, a nuestro juicio, en c) En las tribulaciones, enfermedades, muertes de familiares y ami-
tanto vive el pecador en este mundo; porque no se debe desesperar de nadie gos, etc.
mientras la paciencia de Dios le convide a penitencia y no arrebate de la
20
" SAN AGUSTÍN, De natura et gratia c.26 y 4 3 : M L 44,261 y 27r (ed. B A C , n.50 p.852 SAN AGUSTÍN, Serm. 71 n . 2 l : M L 38,456 (ed. B A C , Obras, t . 7 , Sermones p.341).
y 882). El concilio de T r e n t o recogió estas palabras de San Agustín (cf. D 804). 21 M I 86,1.
22 Compend'mm thenlngiae C.T45.
594 P.1I1. DIOS CREADOR Y GOBERNADOR S.2 € . 3 . LA ACUÓN DE DIOS EN EL MUNDO 595
d) Sobre todo a la hora de la muerte, porque es cuando más lo nece- desnuda e inerme, sin gracia alguna suficiente» (D 1295); y, finalmente, erró
sita el pecador, y Dios no falta nunca en las cosas necesarias; si bien el pe- profundamente Quesnel al decir que «fuera de la Iglesia no se concede
cador puede desechar ese último llamamiento de Dios y condenarse para gracia alguna» (D 1379).
siempre.
P r u e b a d e la conclusión
2.° D E L ABUSO DE LA GRACIA. Por lo dicho se ve claro lo que hay que
pensar de esa afirmación lanzada muchas veces por los oradores sagrados a) L A SAGRADA ESCRITURA. N o s dice q u e C r i s t o es la luz que
en misiones, ejercicios espirituales, etc., de que Dios tiene determinado ilumina A TODO HOMBRE que viene a este mundo (lo 1,9); q u e El es la
exactamente el número de pecados que ha de perdonar a cada pecador, y, propiciación por todos los pecados del mundo (1 l o 2,2); q u e Dios quie-
si alguien rebasa ese número, está ya definitivamente condenado, porque re que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la ver-
no recibirá jamás la gracia del arrepentimiento para salir de él.
dad (1 T i m 2,4); y q u e no hay en El acepción de personas ( R o m 2,11)
Esta afirmación no puede compaginarse con la doctrina de la Iglesia que
ni distinción entre judíos y gentiles..., pues todo el que invocare el nom-
acabamos de recordar, según la cual, mientras permanezca en esta vida el
pecador, está a tiempo de arrepentirse con la gracia de Dios y obtener el bre del Señor será salvo ( R o m 10,12-13).
perdón de sus pecados. Sin embargo, es muy cierto que, según la ley común b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. H e m o s visto la c o n d e n a -
de Dios, los que abusan inveteradamente de la gracia, rechazando delibera-
ción d e los errores contrarios. A ñ á d a n s e a estas enseñanzas las si-
damente su conversión o cometiendo frecuentemente graves pecados, po-
nen en gravísimo peligro su salvación, porque se privan de gracias más guientes palabras d e Pío IX;
abundantes, aumentan sus malos hábitos, disminuyen progresivamente las «Notoria cosa es a Nos y a vosotros que aquellos que sufren ignoran-
fuerzas de su alma y se exponen a que la muerte les sorprenda inesperada- cia invencible acerca de nuestra santísima religión, que cuidadosamente
mente y les precipite en la ruina eterna. guardan la ley natural y sus preceptos, esculpidos por Dios en los corazo-
nes de todos, y están dispuestos a obedecer a Dios y llevan vida honesta y
Conclusión 2. a Dios ofrece a todos los infieles negativos las gracias recta, pueden conseguir la vida eterna por la operación de la virtud de la
p r ó x i m a o r e m o t a m e n t e suficientes para q u e p u e d a n convertirse luz divina y de la gracia; pues Dios, que manifiestamente ve, escudriña y
a la fe. sabe la mente, ánimo, pensamientos y costumbres de todos, no consiente
en modo alguno, según su suma bondad y clemencia, que nadie sea casti-
605. N ó t e s e , para e n t e n d e r el verdadero alcance d e esta con- gado con eternos suplicios si no es reo de culpa voluntaria» (D 1677).
clusión, q u e la infidelidad (pecado opuesto a la fe) p u e d e ser posi-
c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E S u n a consecuencia inevitable d e
tiva o negativa. L a positiva (llamada t a m b i é n formal) es la culpable
la voluntad salvífica universal y d e la obligación q u e tiene t o d o h o m -
carencia d e la fe en aquel q u e no quiere creer d e s p u é s d e haberle
b r e d e alcanzar su fin sobrenatural. Si D i o s negara a los salvajes las
sido p r o p u e s t a suficientemente la fe católica, o la h a a b a n d o n a d o
gracias suficientes para alcanzar d e h e c h o su salvación eterna, se se-
d e s p u é s d e haberla profesado, ya sea rechazándola t o t a l m e n t e (após-
g u i r í a lógicamente q u e Dios m a n d a r í a u n imposible—lo q u e es a b -
tata) o parcialmente (hereje). L a negativa (material, involuntaria)
s u r d o e impío—y q u e n o tiene intención d e q u e todos los h o m b r e s
es la carencia d e fe e n aquel a q u i e n n u n c a se le h a a n u n c i a d o s u -
se salven, contra lo q u e afirma expresamente la Sagrada Escritura.
ficientemente la fe católica. Esta última, en c u a n t o involuntaria, n o
Es, pues, claro y evidente q u e a n i n g ú n salvaje adulto le falta-
constituye pecado alguno, ya q u e procede d e u n a ignorancia i n -
r á n las gracias necesarias y suficientes para salvarse d e hecho si él
vencible. P o r eso, la Iglesia condenó la siguiente proposición d e
quiere.
Bayo: «La infidelidad p u r a m e n t e negativa en aquellos a quienes n o
A h o r a bien: ¿cuál es el criterio y la n o r m a — p o r decirlo así—•
ha sido predicado Cristo es pecado» ( D 1068).
q u e sigue Dios en la distribución d e esas gracias suficientes a los
E s evidente q u e los infieles positivos recibieron todos a b u n d a n t e s
infieles y paganos negativos? ¿Cómo la gracia m e r a m e n t e suficiente
gracias suficientes, ya sea c u a n d o se les predicaba la fe, q u e n o q u i -
se transforma para algunos en gracia eficaz, q u e les llevará d e h e c h o
sieron aceptar, o antes d e abandonarla c u a n d o ya la poseían.
a la justificación o estado d e gracia, y p e r m a n e c e en otros m u c h o s
El p r o b l e m a se plantea con relación a los infieles negativos (sal-
como gracia m e r a m e n t e suficiente a la q u e h a n resistido, c o n t i n u a n -
vajes, paganos, herejes d e b u e n a fe), a quienes n o se les h a p r e d i -
d o d e hecho en su pecado? V a m o s a verlo e n la siguiente conclu-
cado todavía—o d e m a n e r a insuficiente—la fe d e Cristo. Y decimos
sión, q u e recoge u n conocido aforismo teológico q u e es m e n e s t e r
q u e t a m b i é n éstos reciben d e D i o s las gracias suficientes p a r a sal-
e n t e n d e r e interpretar r e c t a m e n t e para n o caer en lamentables ex-
varse si quieren.
travíos.
E r r o r e s . Lo negó Jansenio, según el cual Cristo no murió por todos Conclusión 3 a . Dios n o niega jamás su gracia al q u e hace lo q u e p u e _
los hombres (D 1096); lo repitieron sus discípulos, que fueron también de p o r alcanzarla.
condenados por la Iglesia por decir que «los paganos, judíos, herejes o los
demás de este género no reciben de Cristo absolutamente ningún influjo; 606. E s t e gran principio teológico está insinuado en la Sagrada
y, por lo tanto, de ahí se infiere rectamente que la voluntad está en ellos Escritura—pedid y se os dará... ( M t 7,7)—, fue enseñado p o r l o s
596 P.III. . DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 597
Santos P a d r e s ( D 892 1219) y h a sido aceptado p o r todos los teólogos
católicos y negado p o r los protestantes, sobre t o d o p o r Calvino. cordiosa. Así Santo T o m á s y toda su escuela, San B u e n a v e n t u r a ,
Pero es m e n e s t e r entenderlo rectamente, p o r q u e e n algún sen- San R o b e r t o Belarmino, Valencia, Ripalda, Billot y la mayor p a r t e
tido p u e d e ser falso y hasta herético. H e aquí las diferentes inter- de los teólogos.
pretaciones q u e se le h a n dado: H e aquí los f u n d a m e n t o s en q u e se apoya esta q u e j u z g a m o s
verdadera interpretación:
1. Interpretaciones heréticas a) L A SAGRADA ESCRITURA. P u e d e n invocarse e n favor d e ella
a) Los PELAGIANOS decían que al que hace lo que puede con las solas todos los textos d o n d e se nos habla d e la absoluta gratuidad d e la
fuerzas naturales, Dios le da la gracia como un premio que se le debe en jus- gracia. H e aquí los principales:
ticia. Con lo cual el orden sobrenatural sería exigido por el natural, y la
gracia dejaría de ser gracia y pura misericordia de Dios. Las doctrinas pe- Pero, si por gracia, ya no es por las obras, pues entonces la gracia ya no se*
lagianas fueron condenadas por la Iglesia (D 101-108). ría gracia (Rom 11,6).
Pues de gracia habéis sido salvados por la fe, y esto no os viene de vosotros,
b) Los SEMIPELAGIANOS decían que con las solas fuerzas naturales po- es don de Dios; NO VIENE DE LAS OBRAS para que nadie se gloríe (Eph 2,8-9).
día el hombre comenzar su justificación—initium fidei—, que Dios vendría
a completar confiriéndole del todo la gracia. Fueron también rechazados por E s cierto q u e los teólogos partidarios d e las interpretaciones m e -
la Iglesia (D 173-200). nos rectas a d m i t e n t a m b i é n la gratuidad d e la gracia y p o n e n las
a. Interpretaciones m e n o s rectas obras naturales como simple condición negativa p a r a q u e Dios la
confiera; pero es i n d u d a b l e q u e los textos d e la Escritura se verifican
a) Algunos teólogos—Molina, Lessio, etc. 23 —enseñan que Cristo Je- m u c h o mejor e n la interpretación q u e niega a las obras naturales
sús hizo con su Eterno Padre un pacto, en virtud del cual siempre que el t o d o influjo, p r ó x i m o o remoto, e n la recepción d e la gracia.
hombre haga de su parte lo que pueda con sus solas fuerzas naturales, se
le conferirán los auxilios sobrenaturales para que pueda obtener la justifi- b) E L MAGISTERIO DE LA IGLESIA. R e c u é r d e s e el siguiente ca-
cación. Las obras naturales no son causa de los auxilios sobrenaturales, pero n o n del concilio II d e O r a n g e , q u e h e m o s recogido m á s arriba:
sí ocasión para que Dios los confiera siempre.
Esta teoría les parece a muchos teólogos gratuita y arbitraria en su pri- «Si alguno dijere que se nos confiere la divina misericordia cuando sin la
mera parte (¿dónde consta ese pacto?) y demasiado próxima a los errores gracia de Dios creemos, queremos, deseamos, nos esforzamos, trabajamos,
semipelagianos en la segunda. oramos, vigilamos, estudiamos, pedimos, buscamos, llamamos; y no confiesa
b) Vázquez 2 4 entendió ese principio del que hace lo que puede por que por la infusión e inspiración del Espíritu Santo se da en nosotros que creamos
la gracia natural que Cristo le confiere, a la que llama congrua cogitatio. y queramos o que podamos hacer como se debe todas estas cosas; y condicio-
Pero esta extraña sentencia no ha encontrado eco ninguno entre los teólogos. na la ayuda de la gracia a la humildad y obediencia humanas y no consiente
c) Otros teólogos establecen una serie de distinciones según se trate que es don de la gracia misma que seamos obedientes y humildes, resiste al
de la primera gracia excitante—que no requeriría sino el ejercicio de las Apóstol, que dice: ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? (1 Cor 4,7); y: Por
fuerzas naturales, no como causa, sino como condición negativa que remueve la gracia de Dios soy lo que soy (1 Cor 15,10)» (D 179).
los obstáculos—o de las gracias subsiguientes a la primera excitante, que
provendrían del buen empleo de la primera. Así Bucceroni, Beraza y otros 2S . c) L A RAZÓN TEOLÓGICA. E l principio fundamental lo expone
Santo T o m á s en la siguiente forma 2 6 :
3. Verdadero sentido del axioma
«Nada puede hacer el hombre a no ser movido por Dios, según aquello
L a mayoría d e los teólogos lo entienden e i n t e r p r e t a n del q u e del Evangelio: Sin mí, nada podéis hacer (lo 15,5). Por lo mismo, cuando se
hace lo q u e p u e d e viribus gratiae, o sea, con ayuda de la gracia actual, dice que el hombre hace lo que puede, se entiende en cuanto movido por
que, como h e m o s visto en las conclusiones anteriores, D i o s ofrece Dios».
a todos los h o m b r e s — i n c l u s o a los pecadores obstinados—, sin q u e Ya se c o m p r e n d e q u e esa moción divina h a d e ser natural o
sean causa ni ocasión p r ó x i m a ni remota para ello las obras p u r a - sobrenatural, según el o r d e n d e q u e se trate, puesto q u e la moción
m e n t e naturales q u e hayan realizado anteriormente. L a gracia p e r - p u r a m e n t e natural es del t o d o desproporcionada e i m p o t e n t e en
tenece a otro plano infinitamente superior a la naturaleza, y las obras el o r d e n sobrenatural. A h o r a bien, la moción divina sobrenatural
realizadas en el plano natural inferior n o tienen p r o p o r c i ó n alguna, es cabalmente la gracia actual.
ni próxima ni remota, con el o r d e n sobrenatural, q u e es entera mente E s c u c h e m o s a u n gran teólogo d e nuestros días explicando esta
gratuito y lo concede Dios d e u n a m a n e r a del t o d o liberal y miseri- doctrina en los dos casos q u e p u e d e n presentarse, o sea, e n el q u e ya
posee la gracia habitual y e n el pecador todavía desprovisto d e ella:
23
M O L I N A , Concordia q.14 a.13 d i s p . i o ; LESSIO, De gratia effwaci a p p . ad c í o n.24.
24
VÁZQUEZ, In I-II disp.189 c i ó n.144; et In I p. disp.91 a.16. «Al que hace lo que puede en uirtud de la gracia (actual) por los actos
23
BUCCERONI, Comment. de axiomate; «Facienti q u o d est in se...» (Roma 1890) n . 2 9 ; del libre albedrío ya informados por la gracia habitual, Dios no le niega ja-
BERAZA, De gratia n.390.
2
« I-II 109,6 ad 2.
598 P.IH. DIOS CREADOH Y GOBERNADOR

más la gracia (para actos sucesivos sobrenaturales), porque sería contra la S.2 C.3. LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO 5Í»0
justicia que El mismo ha establecido, ya que ese acto del libre albedrío es
meritorio (o sea, merece nuevas gracias sobrenaturales). b) E L MAGISTERIO D E LA IGLESIA. E s t a d o c t r i n a — q u e fue e n -
Al que hace lo que puede, en virtud de la gracia actual, para conseguir señada y c o m e n t a d a p o r u n gran n ú m e r o d e Santos Padres—la r e -
la gracia de la justificación, Dios no le niega la gracia; porque la preparación cogió oficialmente el concilio d e T r e n t o al decir q u e «cada u n o r e -
del hombre a la gracia, en cuanto procede de la moción divina, lleva consigo cibe su propia justicia según la m e d i d a e n q u e el Espíritu Santo la
la exigencia de infalibilidad por la intención de Dios al mover, ya que la mo-
reparte a cada uno como quiere (1 C o r 12,11) y según la propia dis-
ción divina por la cual se mueve el libre albedrío del hombre no debe que-
dar frustrada. Por lo que siempre hay que presuponer la moción gratuita, posición y cooperación d e cada uno» ( D 799).
o sea la gracia de Dios, para que haya un nexo infalible entre el movimiento c) L A RAZÓN TEOLÓGICA n o e n c u e n t r a e n ello n i n g u n a dificul-
del libre albedrío y el fin de este movimiento; entre ese hacer lo que se puede tad o inconveniente. Dios es m u y d u e ñ o d e sus gracias y p u e d e r e -
y entre este no denegar la gracia.
partirlas en la m e d i d a y grado q u e le plazca. A nadie hace injuria
Por lo tanto, como quiera que este mismo no resistir y no faltar la gracia
de Dios procede ya de la misma gracia, sigúese que el axioma que examina- con ello, puesto q u e , siendo la gracia u n favor e n t e r a m e n t e gratuito
mos no se refiere a la primera gracia (antes de la cual el hombre no podía y sobrenatural, nadie tiene derecho a exigirla o reclamarla. E s cier-
prepararse a la justificación más que con obras puramente naturales, que son to q u e , h a b i e n d o elevado D i o s a t o d o el género h u m a n o a l o r d e n
del todo desproporcionadas e impotentes con relación a lo sobrenatural), sobrenatural y destinádole a la gloria eterna como a su último fin,
sino únicamente a las gracias que siguen a la primera (o sea a las que Dios d e b e Dios, p o r fidelidad a sí m i s m o y a sus propios planes, p r o p o r -
ofrece al hombre que comienza ya a actuar movido por la primera gracia cionar a cada u n o d e los h o m b r e s las gracias necesarias y suficientes
actual). para q u e pueda, si quiere, obtener la salvación eterna; y así lo hace,
Es siempre Dios el que nos previene con su gracia, no nosotros quienes
en efecto, como acabamos d e ver e n las conclusiones anteriores.
prevenimos a Dios con nuestro libre albedrío. Dios nos previene para que
de una buena obra pasemos a otra: de la vocación, llamando a la puerta de Pero Dios es m u y d u e ñ o d e distribuir con mayor o m e n o r a b u n -
nuestro corazón, hasta el consentimiento, abriendo la misma puerta del cora- dancia las gracias suficientes o eficaces a éste con preferencia a aquél,
zón. Es preciso, pues, venir a la primera gracia, que no supone que el hombre con tal d e q u e al m e n o s favorecido n o le falte nada d e cuanto nece-
haya hecho ya lo que pueda, porque nada absolutamente ha hecho todavía; sino site para salvarse d e hecho si quiere.
que aquella gracia se le da precisamente para que se convierta sobrenatural-
mente a Dios. El principio y el fin de esta conversión admirable es El mismo, El mismo Cristo se dignó expresar esta omnímoda libertad de Dios en
o sea Dios moviendo, como autor de la gracia, la voluntad libre del hombre. la distribución de sus gracias en la famosa parábola de los obreros enviados
De donde el verdadero sentido del axioma es éste: «Al que hace lo que puede a la viña en distintas horas del día, y que, al final de la jornada, recibieron
con ayuda de la gracia, Dios no le niega jamás su gracia» 27 . todos la misma paga. Y, cuando empiezan a murmurar los que habían estado
trabajando todo el día, el amo le dice a uno de ellos: Amigo, no te hago
Conclusión 4. a A u n q u e Dios n o niega jamás a nadie las gracias su- agravio: ¿no has convenido conmigo en un denario? Toma lo tuyo y vete. Yo
ficientes para salvarse, sin e m b a r g o concede a unos gracias m á s quiero dar a este postrero lo mismo que a ti. ¿No puedo hacer lo que quiero de
abundantes q u e a otros. mis bienes? ¿O has de ver con mal ojo que yo sea bueno? (Mt 20,13-15).

607. E s u n h e c h o indiscutible, q u e consta expresamente en la A h o r a bien: ¿qué n o r m a o criterio sigue D i o s e n la distribución


Sagrada Escritura y p o d e m o s c o m p r o b a r l o p o r la simple observa- desigual d e sus gracias? L a p r i m e r a y principal es su propia divina
ción d e los hechos, al m e n o s c o n relación a las gracias externas. H e y adorable voluntad, como acabamos d e ver en los textos citados de
aquí las p r u e b a s : la Sagrada Escritura; pero, en s e g u n d o lugar, obedece también a la
libre cooperación del h o m b r e al influjo d e las gracias q u e vaya reci-
a) L A SAGRADA ESCRITURA, H a y i n n u m e r a b l e s t e s t i m o n i o s He b i e n d o d e Dios. L a fidelidad a la gracia—que el h o m b r e debe pedir
aquí algunos d e los m á s claros: c o n t i n u a m e n t e a Dios—es u n factor importantísimo para seguir r e -
La parábola de los talentos. Al primer siervo entrega cinco; al otro, dos, cibiendo los auxilios sobrenaturales d e Dios e n proporción cada vez
y al tercero, uno (Mt 25,14-30). Lo mismo se repite en la de las minas más abundante.
(Le 19,11-27).
Todos tenemos dones diferentes, según la gracia que nos fue dada (Rom 12,6).
Todas estas cosas las obra el único y mismo Espíritu, QUE DISTRIBUYE A
CADA UNO SEGÚN QUIERE ( i C o r 1 2 , I I ) .
A cada uno de nosotros ha sido dada la gracia EN LA MEDIDA DEL DON DE
C R I S T O ( E p h 4,7).

2
' P. NORBERTO DEL PRADO, De gratia et libero arbitrio p.i.» q.4 a.3 p.331-332 (ed. Fri-
burgo 1907). Los paréntesis explicativos son nuestros.
1. FILOSOFÍA DEL MAL 601
APÉNDICE
El problema del dolor crece todavía en importancia y se ilumina con
LA PROVIDENCIA DE DIOS Y EL PROBLEMA una luz del todo nueva cuando se le considera desde el punto de vista sobre-
natural del cristianismo. Cuando más se enaltecía al gozo, la voz pura de
DEL MAL Y DEL DOLOR Jesús proclamaba con solemne autoridad: Bienaventurados los que lloran
(Mt 5,3). Mientras los hombres buscaban con mayor avidez los placeres,
Jesús no se cansaba de repetir: El que quiera venir en pos de Mí, niegúese
a si mismo, tome su cruz y sígame (Mt 16,24). Y l a s enseñanzas de su palabra
eran confirmadas con su ejemplo, pues su vida, encerrada entre los confines
de la pobre gruta de Belén y la desolada cima del Gólgota, fue toda ella una
apoteosis de dolor.
608. U n o d e los p r o b l e m a s m á s angustiosos q u e p u e d e plan- Ahora bien, este misterio de un Dios crucificado, que ya en tiempo
tearse la p o b r e inteligencia h u m a n a en t o r n o a la providencia y g o - de San Pablo constituía un «escándalo para los judíos y una locura para los
bierno amorosísimo d e Dios sobre todas sus criaturas, es la existen- gentiles» (1 Cor 1,23), continúa siendo todavía hoy, después de veinte
cia del mal en el m u n d o , en su doble aspecto físico y moral. siglos de vida cristiana, terriblemente duro para los idólatras del placer
y para los esclavos de la sensualidad, que, llamando necios y locos a los
E s u n h e c h o indiscutible q u e en el m u n d o existe, en p r o p o r c i o - discípulos de la Víctima voluntaria del Calvario, maldicen a la religión del
nes aterradoras, el mal moral, o sea, toda clase d e crímenes y de dolor e increpan al árbol de la cruz como al más tétrico de los árboles 2 .
desórdenes. Y en n o m e n o r proporción existe t a m b i é n el mal físico, Por todo ello, el problema del dolor, tanto desde el punto de vista
o sea, toda clase de dolores y sufrimientos. El mal moral recibe en psicológico-moral, como desde el de la religión natural, como desde el de la
teología el n o m b r e d e mal de culpa (malum culpae); y al mal físico religión cristiana, aparece rodeado de una importancia vital suma. Su rela-
se le d e n o m i n a mal de pena o de castigo (malum poenae). ción estrechísima con nuestras más íntimas aspiraciones, convicciones y
A h o r a bien: ¿cómo se explica la existencia de ambos males e n creencias hacen que el problema del dolor sea el problema central de la
el m u n d o , si t o d o él está regido y g o b e r n a d o p o r la providencia a m o - vida y del pensamiento».
rosísima d e D i o s ? ¿Cómo p u e d e compaginarse la b o n d a d de Dios,
Vamos, pues, a examinar con la mayor amplitud q u e nos p e r m i -
que, según nos enseña la fe, es el m á s amoroso d e los Padres, con
te el marco d e nuestra obra este pavoroso problema del mal y del
la cantidad inmensa de desórdenes y penalidades q u e afligen a la
dolor, q u e ha t o r t u r a d o la inteligencia de los mayores pensadores
p o b r e h u m a n i d a d salida d e sus m a n o s creadoras? de todas las épocas y razas y q u e solamente tiene solución completa
E s c u c h e m o s a u n o d e los teólogos m o d e r n o s q u e h a n estudiado y adecuada a la luz de dos grandes dogmas del cristianismo: la exis-
m á s a fondo esta cuestión, p l a n t e a n d o a d m i r a b l e m e n t e el problema tencia del pecado, y la eficacia redentora del dolor.
angustioso del dolor 1:
Dividiremos nuestro estudio en tres artículos:
«Ante esta terrible realidad del dolor, que responde de manera tan
desconcertante a nuestro ardiente deseo de felicidad, nos sentimos profun- i.° Filosofía del mal.
damente turbados y nos preguntamos en medio de una angustia que va cre- 2.0 Mal de culpa y mal de pena.
ciendo con los años y la experiencia: «El deseo de la felicidad que se agita 3. 0 El problema del dolor.
y nos guía en cada una de nuestras acciones, ¿tiene o no un fundamento
real ? La vida, ¿merece o no merece ser vivida ? Nuestras luchas, ¿son estériles
o fecundas? ¿Podemos pedir la fuerza y el coraje a la sonrisa de la esperanza, ARTÍCULO I
o debemos abandonarnos, desalentados, en brazos de la desesperación?
Y no solamente desde este punto de vista psicológico-moral se impone FILOSOFÍA DEL MAL
a nuestra consideración el hecho del dolor humano. Su importancia es
igualmente grande desde el punto de vista religioso. En efecto, si, como Santo T o m á s trató expresamente varias veces del p r o b l e m a del
afirman los creyentes, existe un Ser sapientísimo que ha ordenado todas mal, señalando su naturaleza y sus causas 1. E n sus obras se en-
las cosas del modo más perfecto, ¿cómo se explica el dolor, que lleva el cuentra la más alta filosofía del mal q u e la razón h u m a n a , ilumina-
desorden a la parte más noble del mundo creado, esto es, al mundo humano ? da por la fe, ha sabido presentar hasta hoy. U n r e s u m e n de sus p r i n -
Si existe un Ser sumamente bueno, que ama con el amor más tierno a todas
sus criaturas, ¿cómo se explica el dolor que martiriza y tortura sin descanso cipales conclusiones es lo q u e vamos a ofrecer al lector en este p r i -
las almas y los cuerpos ? Si existe un Ser santo y justo, que ha prometido mer apartado de nuestro estudio 2 .
las más bellas recompensas a cuantos observen sus leyes y ha amenazado
2 NIETZSCHE, Anticristo.
con los más severos castigos a cuantos las infrinjan, ¿cómo se explica que 1
el dolor recaiga y maltrate sin distinción a los buenos y a los malos, a los Véanse, principalmente, los siguientes lugares: Comentario a las Sentencias 1.2 dist.34
y 35: Suma Teológica I 48-49: Suma contra gentiles III c.4-15, y, sobre todo, la cuestión
creyentes y a los impíos ? ¿Por qué, incluso, parece escoger con preferencia disputada De malo, donde agota exhaustivamente la materia.
2
sus víctimas entre las almas más honestas y religiosas? Cf. VACANT-MANGENOT, Dictionnaire de Théologie Catholique 9,1697-1703, donde po-
drá ver el lector que lo desee la referencia tomista de cada una de las afirmaciones que vamos
a, hacer, y que omitimos aquí para no interrumpir la lectura con innumerables llamadas.
' Cf. P. ANGELO ZACCHI, O.P., // problema del dolare 7.' ed. (Roma 1946) p.27-29.
602 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR
1. FILOSOFÍA DEL MAL 603
609. i. Naturaleza del mal. El mal se opone al bien, y
el bien coincide con el ser. Por consiguiente, el mal no tiene perfec- 612. 4. Sujeto del mal. El no-ser, en el sentido puramente
ción ni ser. No es una realidad natural ni algo positivo; pero tam- negativo, no exige un sujeto real y positivo (la nada no exige estar
poco es una simple negación, un simple no-ser, sino una verdadera en ninguna parte); pero la negación privativa, que es en lo que con-
privación, o sea, la ausencia de una cualidad o perfección en un ser siste el mal, se define por el contrario, negación en el sujeto; porque
que debería naturalmente poseerla. Que el hombre no tenga alas sin un sujeto a quien afecte no podría existir la privación, como ya
para volar no es ningún mal; es una simple negación de una cuali- vimos. Es, pues, preciso señalar el sujeto del mal.
dad que la naturaleza humana no reclama en modo alguno; pero Ahora bien: un sujeto es necesariamente un ser, en potencia o
que un hombre sea ciego o no tenga ojos es un verdadero mal físico, en acto. Luego es necesariamente un bien, ya que el ser y el bien
puesto que el hombre debe naturalmente tener ojos para ver. se identifican entre sí.
El mal es, pues, una negación privativa en el seno de una subs- Por consiguiente, el sujeto del mal, o sea, su verdadero y único
tancia que le sirve de soporte. No tiene, por lo mismo, razón algu- soporte, es, hablando en general, el bien.
na de apetibilidad, como no la tiene ni puede tenerla el no-ser. Na- Pero no el bien opuesto o contrario al mal (ya que dos contra-
die desea ni puede desear la nada: sería absurdo y contradictorio. rios—blanco y negro—no caben en un mismo sujeto), sino otro
bien. El sujeto de la ceguera no es la visión—de la cual es ella pri-
610. 2. Existencia. Del hecho de que el mal no es en modo vación—, sino el hombre o animal ciego.
alguno una esencia ni una realidad no se puede concluir que no El sujeto del mal, hablando en especial, puede ser o la substancia
existe. Todo es cuestión de precisar el verdadero alcance de la pa- misma (v.gr., el hombre), o la operación de esa substancia (v.gr., las
labra ser. acciones del hombre). Afecta a la substancia cuando la priva de un
La palabra ser, en efecto, puede tener una doble acepción: bien que podría y debería tener (v.gr., la ceguera en el hombre);
a) Puede designar la realidad positiva, o sea, la entidad de una se refiere a la acción cuando le falta la medida y el orden requerido
cosa; y, en este sentido, el ser se identifica con la cosa misma. De (v.gr., un pecado cualquiera).
este primer modo ninguna privación es ser, y, por tanto, tampoco
lo es el mal. 613. 5. Extensión del mal. El mal no puede destruir to-
talmente el bien. Para comprender esto debemos considerar que hay
b) Puede significar también la verdad de una proposición, que
tres clases de bienes:
consiste en la unión de un predicado y un sujeto mediante la pala-
bra es. Este es el ser con que se responde a la pregunta: si es o no a) Uno, que se suprime totalmente por el mal, y este tal es el
es, como al decir que un hombre es bueno o no es malo. Y de este bien que se opone directamente a ese mal; v.gr., la luz es suprimida
segundo modo llamamos también ente o ser al mal. totalmente por las tinieblas, y la visión por la ceguera.
b) Otro, que no es suprimido ni siquiera disminuido por el
Por no atender a este doble sentido en que puede tomarse la
palabra ser, hubo algunos que al oír que algunas cosas son malas, mal, y éste es el bien del sujeto del mal; v.gr., la substancia del aire
o que el mal está en las cosas, creyeron que el mal era una natura- no se suprime ni disminuye con las tinieblas al hacerse sujeto de la
leza positiva y real, cuando en realidad no es otra cosa que una mera oscuridad; ni el hombre se destruye ni disminuye al quedarse ciego.
privación. c) Otro, finalmente, que se disminuye ciertamente por el mal,
pero sin llegar a destruirse por completo, y este bien es la capacidad
611. 3. Relaciones entre el bien y el mal. El mal es una o aptitud del sujeto para el acto contrario a ese mal; v.gr., a medida
privación, esto es, una negación en el seno de una substancia. No que se multiplican los pecados va disminuyendo la aptitud del pe-
podría, por tanto, existir el mal sin la existencia de alguna substan- cador para la práctica de la virtud; pero no se le suprime del todo,
cia en el seno de la cual pueda establecerse la privación (v.gr., no porque esta aptitud va inseparablemente unida a la naturaleza mis-
podría existir un hombre ciego si no existiera el hombre al que pueda ma del alma.
afectar la ceguera). Ahora bien: esa substancia a la que puede afec- La disminución de la aptitud para el bien no es cuantitativa o
tar el mal es un ser y, por tanto, un bien, ya que el ser y el bien coin- por vía de substracción (como si le fueran quitando al pecador can-
ciden y se identifican trascendentalmente entre sí. No hay ni puede tidades de humildad a medida que comete pecados de orgullo),
haber un solo ser que no sea bueno en cuanto ser (los mismos de sino por vía de atenuación o remisión, como corresponde a las cua-
monios y condenados del infierno son buenos en cuanto seres, no en lidades; o sea, que se trata de una disminución de la intensidad o
cuanto demonios o condenados). De aquí proviene la necesidad de energía para la práctica de la virtud contraria a ese pecado. Pero
determinar con precisión las relaciones existentes entre el bien y nunca puede suprimirse del todo, porque siempre queda en el alma
el mal. Vamos a hacerlo a continuación al estudiar el sujeto, la ex- la capacidad radical para el bien: el pecador más envilecido conser-
tensión y la causa del mal. va todavía en su alma la capacidad de convertirse en un santo bajo
la acción de la gracia de Dios.
604 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR 1. FILOSOFÍA DEL MAL 605

Por consiguiente, la relación que se establece entre el mal y el principal), como sucede en los niños, o por ineptitud de los miem-
sujeto que le sirve de soporte jamás puede ser tal que llegue a con- bros (causa instrumental), como sucede en los cojos.
sumir o destruir totalmente eí bien; de lo contrario, el mal se con- b) En el efecto producido por la acción, el mal proviene unas
sumiría y destruiría a sí mismo al faltarle el sujeto donde radicar. veces de la misma virtud activa del agente (aunque no en su propio
El mal es como el vacío que abre una ventana en la pared: si au- efecto), y otras por defecto del agente mismo o de la materia.
mentamos el tamaño de la ventana de tal suerte que destruya por De la virtud activa o perfección del agente procede cuando a la
completo la pared, nos quedamos sin pared y sin ventana al mismo forma intentada por el agente acompaña necesariamente la priva-
tiempo. Por donde se ve claro que el mal absoluto (o sea, sin ningún ción de alguna otra forma, como a la forma del fuego acompaña la
sujeto bueno donde resida) no existe ni puede existir: se destruiría privación de la forma del aire o del agua; porque así como cuanto
por completo a sí mismo. más potente es la fuerza del fuego tanto más perfectamente quema
imprimiendo su forma, así también más perfectamente corrompe
614. 6. Causa del mal. Es necesario afirmar que todo mal las formas contrarias; por lo tanto, el mal de la descomposición del
ha de tener de algún modo alguna causa. Todo lo que subsiste en aire y del agua dependen de la virtud activa o perfección del fuego.
cualquier otra cosa como en su sujeto, debe tener, en efecto, alguna Pero esto ocurre indirecta y accidentalmente, porque el fuego no
causa, ya proceda ésta de los principios del sujeto mismo o ya pro- tiende directamente a privar de la forma al aire o al agua, sino úni-
venga de alguna causa extrínseca. Pero el mal subsiste en el bien camente a introducir su propia forma (o sea, a quemar); pero, al
como en su sujeto natural; luego ha de tener necesariamente algu- introducir ésta, echa fuera indirectamente la del aire o agua.
na causa. Pero, si el defecto se encuentra en el efecto propio del fuego (por
Ahora bien: la causa del mal no puede ser más que el bien. El ejemplo, si no llega a quemar), esto sucede o por defecto de la ac-
hecho de ser causa no puede convenirle más que al bien, porque ción, que se refunde en el defecto de alguno de sus principios—como
nada puede ser causa más que en la medida en que existe; pero ya hemos dicho—, o por indisposición de la materia, que no recibe
todo lo que existe, en tanto que existe (o sea, en tanto que es ser) la acción del fuego (como sucede con la madera mojada). Pero ad-
es forzosamente un bien. Esto aparece con toda claridad examinan- viértase que esta misma deficiencia en el obrar es algo extraño a la
do en particular cada uno de los cuatro géneros de causas (eficiente, naturaleza del bien, al cual, de suyo, compete obrar con plenitud
formal, material y final). Vemos—en efecto—que el agente, la forma y perfección.
y el fin implican cierta perfección, que, por lo mismo, tiene carácter De todo esto se infiere que el mal sólo indirecta y accidental-
de bien; e incluso la materia, en cuanto que está en potencia para mente tiene causa y que, de este modo, la causa del mal es el bien.
el bien, tiene razón de bien. 615. 7. Finalidad del mal. El mal no puede ser jamás ob-
Que el bien sea, en primer lugar, causa del mal a modo de causa jeto directo de la intención de ningún agente, por muy malo y
material se deduce claramente del hecho de que el bien es el sujeto perverso que éste sea. Porque nadie quiere ni puede querer más
del mal, como ya hemos visto. En cuanto a causa formal, el mal no que lo que le apetece, y todo lo apetecible tiene razón de bien (real
la tiene, porque consiste precisamente en la privación de una for- o aparente), a lo cual se opone el mal. El agente puede equivocarse
ma (v.gr., la ceguera consiste en la privación de la vista). Tampoco apeteciendo una cosa que a él le parezca un bien (v.gr., el deleite
tiene causa final, porque el mal es privación del orden al fin debido del pecado) aunque en realidad sea un mal; pero jamás podrá
(v.gr., el pecado es una privación del debido orden al fin último apetecer el mal en cuanto mal, porque esto es tan absurdo y contra-
sobrenatural). Y en cuanto a la causa eficiente la tiene ciertamente dictorio como si los ojos se empeñaran en oír o el oído quisiera ver.
el mal, pero no directa, sino indirectamente, como vamos a ver. El objeto propio de la voluntad es el bien (real o aparente) y, por lo
El bien causa indirectamente el mal al causar un bien al que se mismo, le es absolutamente imposible querer alguna cosa bajo la
adhiere un mal, cualquiera que sea, por otra parte, la razón próxi- razón de mal.
ma de esta adherencia, ya sea por la deficiencia de la causa princi- Sin embargo, el mal puede ser objeto indirecto de la intención.
pal, o por defecto del instrumento que utiliza, o por indisposición Por ejemplo, cuando el capitán de un barco ordena arrojar las mer-
de la materia sobre la que actúa. cancías al mar para aligerar el peso de la nave y salvarla en medio
Para comprender esto, debe advertirse que el mal es causado de una horrorosa tempestad, quiere y busca directamente un bien,
de modo distinto en la acción del agente y en el efecto producido que es salvar la nave y la vida de los marineros; y quiere también,
por esa acción: pero indirectamente (o sea permitiéndolo obligado por la necesidad)
a) En la acción del agente es causado por defecto de alguno de el mal de la pérdida de las mercancías.
los principios operativos, bien sea de la causa principal o de la ins-
trumental; como, por ejemplo, el defecto en el movimiento de un 616. 8. División del mal. El mal puede afectar al orden
hombre puede acontecer o por defecto de la virtud motriz (causa físico o al orden moral.
606 APÉNDICE. PROBLEMA MKL MAL Y DEL DOLO»
2. MAL DE CULPA Y MAL DE PENA 607

a) E N EL ORDEN FÍSICO puede acontecer de dos modos: por subordinado. Esta insubordinación priva al acto de la medida y
falta de la debida integridad en el ser a quien afecta (v.gr., la falta orden que debería tener, y esto es lo que constituye el acto malo.
de piernas o de brazos en un hombre) o por defecto de la operación Por otra parte, la medida, para cualquier cosa, se toma por relación
que realiza ese ser, ya sea porque carece en absoluto de ella (v.gr., la a una cierta regla que, en caso de no aplicarse, hace que la cosa
parálisis total en un hombre que debería andar) o ya porque no no tenga la medida debida.
tiene el orden y modo debidos (v.gr., la cojera en el cojo). Ahora bien: existe para la voluntad una doble regla. Una, inme-
diata y homogénea, que es la ro.zón humana: todo acto que vaya
b) E N EL ORDEN MORAL, O sea el relativo a las acciones volun- contra la recta razón es malo. Otra es la primera regla, o sea la ley
tarias de las criaturas racionales y libres, el mal se divide en mal eterna, que constituye la razón misma de Dios, de la que es un simple
de culpa, que se produce cuando a la acción voluntaria le falta la eco la recta razón humana.
debida ordenación al fin señalado por la naturaleza o por el mismo En definitiva, pues, la insubordinación del pecado alcanza, a
Dios (lo que ocurre en cualquier clase de pecado); y en mal de través de la razón, al mismo principio último (la ley eterna), que
pena, que es el castigo impuesto directamente por Dios al pecador, impone a la criatura la obligación de tender rectamente al último fin.
o a través de la naturaleza caída por el pecado de origen. Por donde Esta insubordinación con relación al fin último proviene de la
aparece claro que Dios es el autor del mal de pena (que es un verda- subordinación de la acción voluntaria a un fin próximo particular
dero bien, puesto que restituye el orden de la justicia conculcada), (v.gr., al deleite del pecado), incompatible con la rectitud y orden
pero de ninguna manera es autor del mal moral, que constituye debido al fin último.
precisamente el desorden del pecado.
619. 3. Causa del pecado. Prescindiendo de las causas ex-
ARTÍCULO 2 trínsecas u objetivas que pueden solicitar la voluntad al pecado
(v.gr., los demonios, escándalos y malos ejemplos, etc.), y que,
MAL DE CULPA Y MAL DE PENA como ya vimos, jamás pueden arrastrar la voluntad de tal modo que
no los pueda resistir si ella no quiere doblegarse voluntariamente,
Como acabamos de decir, el mal moral se divide en mal de culpa la única causa intrínseca o subjetiva del pecado es la voluntad defec-
y mal de pena. Vamos a precisar los puntos fundamentales de la tible del pecador que lo comete.
doctrina teológica relativa a ambos aspectos del mal moral. Tam- En efecto: el pecado o mal de culpa consiste, como hemos dicho
bién aquí resumiremos brevemente la doctrina del Angélico Doctor, en una acción voluntaria desordenada. Esa acción, en cuanto vo-
para preparar el terreno al apartado siguiente (el problema del luntaria, procede simplemente de la voluntad; y, en cuanto desor-
dolor), que examinaremos con mayor detalle y extensión. denada, procede de la voluntad defectible, que al obrar no se ha suje-
tado a la regla del bien o de la moralidad. La causa del pecado o mal
A. El pecado o mal de culpa moral no debe buscarse, pues, fuera del propio agente, o sea fuera
de la propia voluntad insubordinada contra su regla, la recta razón.
617. 1. Sujeto del pecado. El mal de culpa, procedente de Dios no es en modo alguno causa del mal moral, ni directa ni
la acción voluntaria de la criatura racional, no es otra cosa que un indirectamente. Es cierto que Dios concurre físicamente a la acción
acto humano desordenado, o sea privado de la debida rectitud de pecaminosa del pecador, pero únicamente en cuanto acción (o sea
ordenación al fin último de la criatura. El sujeto del pecado es, pues, en cuanto ser), pues en este sentido la acción es buena y no podría
la operación voluntaria de la criatura racional. producirse en modo alguno por la causa segunda sin la previa
Hablando en general, toda acción es buena—como ya hemos moción y concurso de Dios como Causa primera, como ya quedó
visto—en cuanto que es un ser, y el ser y el bien se identifican entre demostrado en otro lugar (cf. n.561). Pero de ningún modo procede
sí. Pero la naturaleza misma del bien requiere la plenitud del ser de Dios el defecto de la acción (que es en lo que consiste formal-
(bonum ex integra causa, dicen los escolásticos), ya que, si a un bien mente el pecado), ya que esto proviene única y exclusivamente
le falta la debida ordenación al fin último, se convierte en culpa y de la defectibilidad del libre albedrío humano, que puede inclinarse
pecado, aunque conservando todavía la bondad natural que forzo- hacia un bien aparente tomándolo equivocadamente como un bien
samente tiene toda acción en cuanto es ser. Y como la falta del real. Exactamente como ocurre con la cojera de un cojo—para re-
debido orden al fin no puede tener otra causa que la libre voluntad cordar el clásico ejemplo de Santo Tomás—, que no procede de la
de la criatura defectible, hay que concluir que el pecado o mal de fuerza motriz de su organismo (que es una cosa buena y movida
culpa sólo puede darse en los seres dotados de voluntad. por Dios como causa primera), sino del defecto de su rodilla, sobre
618. 2. Naturaleza del pecado. El pecado consiste en la el que nada tiene que ver la fuerza impulsora del movimiento.
insubordinación de la operación al fin último al que debería haberse Pero cabe objetar aquí; es cierto que Dios no tiene nada que
608 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR
2. MAL DE CULPA Y MAL DE PENA 609
ver con el defecto existente en el libre albedrío d e la criatura y n o
le alcanza, p o r lo m i s m o , a b s o l u t a m e n t e en n a d a la responsabilidad hombres cometen). No se puede decir que un mundo con pecados, o con
estos determinados pecados, sea mejor que un mundo sin pecado o sin
del pecado, a pesar de concurrir físicamente a la acción q u e lo p r o - estos determinados pecados. En otro lugar veremos que los bienaventurados
ducirá; pero, dado q u e D i o s conoce todas las cosas de a n t e m a n o y en el cielo no pueden pecar y viven, no osbtante, en un estado de libertad
previendo con t o d a certeza q u e , si m u e v e a la acción al pecador (incomparablemente más perfecta que la de la tierra). El problema a que
estando su voluntad inclinada al mal en u n m o m e n t o d e t e r m i n a d o acabamos de aludir se convierte, pues, en el siguiente: ¿por qué ha creado
se producirá de hecho el pecado, ¿por q u é le m u e v e o empuja a la Dios al hombre en un estado de imperfección y no en un estado de perfec-
acción ? ¿Por q u é n o se abstiene de prevenirle como causa primera, ción? Nosotros sólo podemos esperar que, en el más allá, la sabiduría y
i m p i d i e n d o con ello la acción, es cierto, pero i m p i d i e n d o t a m b i é n bondad de Dios nos darán la solución de estos problemas».
el p e c a d o ?
L a contestación p l e n a m e n t e satisfactoria a esta p r e g u n t a es p a r a B. El castigo del p e c a d o o m a í efe p e n a
nosotros u n gran enigma y u n misterio impenetrable. D e todas
formas, algo tiene q u e decirnos el h e c h o de q u e Dios nos ha crea- 6 2 0 . 1. S u r a z ó n d e ser. L a razón d e ser d e la p e n a es
d o c o m p l e t a m e n t e libres y q u e ú n i c a m e n t e r e s p e t a n d o nuestra liber- Una suerte de vindicta justa y necesaria q u e toma el orden p e r t u r -
tad c u a n d o se inclina al bien real como c u a n d o se inclina, con t r e - b a d o por el pecado contra el desorden, q u e es la esencia m i s m a de la
m e n d a equivocación, al bien aparente, p u e d e justificarse el mérito Culpa. D e d o n d e se sigue q u e toda culpa entraña necesaria y fatal-
m e n t e la obligación de sufrir una pena. T o d o lo q u e está contenido
de las b u e n a s obras y la responsabilidad subjetiva del pecado. El
bajo u n d e t e r m i n a d o o r d e n forma una especie de todo con relación
mérito consiste en hacer v o l u n t a r i a m e n t e el bien pudiendo hacer
al principio de ese orden. Por tanto, todo lo que se levanta contra
el mal; y el pecado consiste en hacer voluntariamente el mal pu-
Un o r d e n deberá ser reprimido p o r este mismo orden y p o r el p r i n -
diendo hacer el bien. P o r eso leemos en el sagrado libro del Eclesiás-
cipio de ese orden. Y siendo el pecado u n acto desordenado, es m a -
tico: «¿Quién p u e d e prevaricar y n o prevaricó, hacer el mal y n o
nifiesto q u e cualquiera q u e peca obra contra u n orden; es preciso,
lo hizo? Su dicha se consolidará y la asamblea pregonará sus ala-
pues, q u e sea reprimido por ese orden contra el cual pecó. Esta re-
banzas» (Eccli 31,10-11). presión constituye precisamente la pena o castigo del m i s m o .
E s c u c h e m o s al teólogo S c h m a u s explicando con acierto estas
ideas h 6 2 1 . 2. Sujeto d e la p e n a . C o m o el pecado consiste en u n a
«Dios no quiere el mal moral, el pecado, ni en sí mismo ni como un operación desordenada procedente de u n agente voluntario, el s u -
medio para un fin. Pero lo permite, es decir, no lo impide, porque ha jeto de la pena n o será la operación mala en sí misma, sino el sujeto
dado libertad al hombre y porque puede hacer que del pecado surjan efectos de esa operación voluntaria, o sea, el pecador. Por eso dice Santo
buenos (revelación de su justicia y misericordia, prueba moral de los buenos, T o m á s : «La culpa es el mal de la acción; la pena es el mal del agente»,
castigo de los malos mediante sus propios pecados o de los otros). No se
debe olvidar que frecuentemente en la Sagrada Escritura la participación de 622. 3. N a t u r a l e z a . A u n q u e la operación no sea el sujeto
Dios en el pecado se describe no solamente como mera permisión, sino como de la pena, la represión o castigo deberá, sin embargo, alcanzarla.
impulso hacia una acción en sí pecaminosa. Si se deja a tales textos toda su P o r eso consiste la pena en la substracción de los bienes necesarios
dureza, hay que decir, sin embargo, que, según la Escritura, Dios mueve para la b u e n a operación: bienes del alma, bienes del cuerpo, bienes
* a los hombres para que obren, pero que éstos son responsables de sus ac-
eraría?. La Escritura no trata de armonizar estos dos AecAos, y nosotros no exteriores.
podemos soslayar ni el uno ni el otro, a pesar de la falta de armonía entre 623. 4. Causa. L a causa de la pena es el principio del o r d e n
ambos.
violado, o sea, aquel q u e i m p o n e el fin y el orden de la operación
Cabría ahora preguntar por qué Dios ha dado la libertad, pues sabía que
al fin. Pero la voluntad h u m a n a se encuentra contenida bajo tres
habría de ser mal empleada. Se puede responder que, entre todos los bienes
creados por Dios, la libertad es el supremo. Mediante la libertad, la criatura órdenes:
participa de la soberanía divina. Dios ha querido dar al hombre el don más a) El orden de la recta razón.
precioso entre los que existen en el ámbito de la naturaleza creada, aun b) El o r d e n de los q u e gobiernan exteriormente.
sabiendo que el hombre abusaría de ella para su propia desgracia y desven- c) El o r d e n universal del gobierno divino.
tura. Pero, como quiera que el abuso de la libertad para pecar no pertenece C a d a u n o de estos órdenes es perturbado por el pecado, p o r q u e
necesariamente al uso de la libertad, además de que Dios hubiera podido t o d o aquel q u e peca obra contra la razón, contra la ley h u m a n a y
impedirlo sin destruir la libertad—aunque entonces el hombre habría tenido
que recibir una forma de libertad distinta de la actual (que es, de suyo, contra la ley divina. Se hace, pues, acreedor de una triple pena:
deficiente)—, queda todavía por resolver el problema de por qué ha creado! Una, por parte de sí mismo, que es el remordimiento de su propia
Dios este mundo con toda la innumerable cantidad de pecados (que losl conciencia; otra, por parte de los hombres, cuyo orden conculcó;
1 y otra, en fin, por p a r t e de Dios, por haberse apartado d e su ley
Cf. SCHMAUS, o,a, vol,2 p.174-175. Los paréntesis son nuestros,
s u p r e m a . P e r o , así como la culpa es, en definitiva, la i n s u b o r d i n a -
rle/;* y su o Ora 20
610 APÉNDICE. PROBLKMA DEL MAL Y DEL DOLOR 611
3. EL PROBLEMA DEL DOLOR
ción de la operación ante el principio supremo que impone el fin
último a la misma, así también la causa de la pena es, en definitiva, ARTÍCULO 3
Dios, primer principio y último fin del orden violado.
El pecado, pues, no es directamente la causa de la pena, pero EL PROBLEMA DEL DOLOR
lo es en el sentido de disposición. Hay una cosa que el pecado causa 626. Sentados ya los principios fundamentales en torno a la
directamente, y es el constituir al hombre en sujeto digno de la pena. filosofía del mal en general y a las dos especies que afectan al orden
624. 5. Efecto. Siendo la causa subjetiva del pecado la vo- moral, o sea, el pecado, o mal de culpa, y el castigo del mismo,
luntad defectible, la pena deberá afectar a esa misma voluntad. Efec- o mal de pena, estamos en condiciones de abordar con garantías
tivamente, es de esencia de la pena que sea contraria a la voluntad; de acierto el llamado problema del dolor, que, en definitiva, no es
tiene por efecto contrariar la voluntad del pecador. La culpa se otra cosa que el mal de pena que ha caído sobre la humanidad en
distingue de la pena en que la primera es voluntaria y la segunda castigo del pecado original y de nuestros pecados personales.
contra la voluntad del que la mereció. Todos los males que caigan Incluso los dolores y sufrimientos que afectan a las personas ino-
sobre el pecador en castigo de su culpa, aunque no recaigan direc- centes (niños, almas santas y, sobre todo, Cristo y María) se explican
tamente sobre su voluntad misma, no le afectan sino en función perfectamente, en la economía del pecado, por la eficacia redentora
de su voluntad. del dolor y la solidaridad natural y sobrenatural entre todos los
Esta oposición o contrariedad puede ser o a la voluntad actual, miembros de la humanidad caída por el pecado de origen y reparada
o a la voluntad simplemente habitual, o a la inclinación natural de por el sacrificio inefable de Cristo Redentor.
la voluntad. Por eso puede ocurrir que el pecador no se dé cuenta, Para proceder con el mayor orden y claridad posibles dividire-
en un momento dado, de que está siendo castigado por su pecado, mos este estudio del problema del dolor en dos partes fundamenta-
por no oponerse el castigo a la voluntad actual, sino sólo a la habitual les: a) la solución teórica del cristianismo; y b) la solución práctica
o a la simple inclinación natural de la voluntad. Nada queda impune del mismo 1.
en el orden moral perturbado por el pecado, aunque no se dé cuen-
ta de ello el pecador. A. L A SOLUCIÓN TEÓRICA DEL CRISTIANISMO

625. 6. Finalidad. El acto del pecado constituye al hombre En esta primera sección examinaremos los siguientes puntos:
reo de pena en cuanto que constituye—como hemos dicho—una 1. Presupuestos naturales para la solución cristiana.
transgresión del orden de la justicia divina; orden al que el hombre 2. Presupuestos sobrenaturales.
no puede volver sino por la reparación de la pena, que vuelve a su 3. Causas del dolor.
fiel la balanza de la divina justicia desequilibrada por el pecado. 4. Finalidad física del dolor.
El que se ha permitido voluntariamente un placer o una satisfacción 5. Finalidad moral.
desordenada, es muy justo que sufra, según el orden de la justicia 6. Finalidad religiosa.
divina, de grado o por fuerza, algún dolor o pena contraria a su
voluntad. La finalidad de la pena consiste, pues, esencialmente, en 1. Presupuestos naturales para la solución cristiana
compensar por esta contrariedad involuntaria la voluntaria contra- Para comprender la solución cristiana del problema del dolor
riedad con que el agente se hizo culpable ante el principio ordenador, es indispensable conocer los elementos de la concepción cristiana
revolviéndose contra él y contra el fin legítimamente impuesto de la vida, tanto en el orden filosófico y natural como en el orden
por él. sobrenatural de la gracia.
Existen, sin embargo, otros fines accesorios o secundarios de Los elementos relativos al orden filosófico o natural son princi-
la pena, tales como el restablecimiento del orden de la justicia vio- palmente cuatro: la existencia de Dios, la vida futura, la providen-
lada por el pecado; la curación de las potencias del alma—de la cia divina y la solidaridad cósmica y humana. Vamos a exponerlos
voluntad sobre todo—que la culpa precedente había desordenado; brevemente.
la reparación del escándalo causado a los demás por el pecado, etc.
627. 1. La existencia de Dios. Dios existe y es el Creador
del universo. Pero la causa primera, infinitamente inteligente, no
ha producido las cosas de una manera ciega y fatal. Las ha dispuesto
según un plan admirable de belleza y armonía; las ha distribuido
1
Nos inspiramos, casi exclusivamente, en la magnífica obra del P. ZACCHÍ, O.P., II pro-
blema del dolare 7.a ed. (Roma 1946), que es, nos parece, el mejor estudio publicado hasta
hoy sobre el problema que nos ocupa. Con frecuencia citamos literalmente sus propias pa-
labras.
612 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR 3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 613
en una escala inmensa, que va del átomo al planeta, de la materia 631. 5. Consecuencias derivadas de estos presupuestos
muerta a la vida, de la animalidad a los resplandores de la inteli- naturales. Ya con solos estos elementos naturales podemos en-
gencia. Todas las cosas tienen una misión que cumplir. En su ca- trever la solución del problema del dolor. Ellos iluminan suficien-
mino hacia su fin están en íntima conjunción y solidaridad, de temente las causas y la finalidad del sufrimiento humano y la
forma que los individuos se subordinan a la especie; las especies actitud que hemos de adoptar frente, a él.
inferiores, a las superiores; las partes, al todo. Todo se resuelve La existencia de un Dios lleno de sabiduría y de misericordia
en una maravillosa armonía universal, que canta la gloria de Dios, nos hace comprender que el dolor no es un hecho ciego e irracio-
fin de la creación. nal, como quieren los pesimistas, sino un elemento que entra en
los planes y gobierno de Dios para extraer de él grandes bienes para
628. 2. La vida futura. Pero la presente vida es demasiado
nosotros.
poca cosa para tan alta finalidad. El hombre no es sólo materia, sino
La existencia de la vida futura nos recuerda que este valle de
también espíritu. Una vez llamada a la existencia, la «angélica ma-
riposa», que es el alma humana, está destinada a la inmortalidad. lágrimas y de miserias es un destierro fugaz y transitorio, que des-
La vida terrena es una pequeña parte, la más insignificante y mez- embocará muy pronto para siempre en los resplandores y alegrías
quina de nuestra existencia. No es «un breve suspiro entre dos inefables de la patria bienaventurada.
silencios»—como quiso definirla un literato escéptico—, sino el pri- La Providencia divina nos garantiza que «todas las cosas contri-
mero y el más débil de una serie interminable de latidos del cora- buyen al bien de los que aman a Dios» (Rom 8,28) y que nada ni
zón. La tierra no es nuestra morada, sino un lugar de tránsito. Allá nadie podrá arrebatarnos de sus manos (cf. lo 10,28), si nosotros
arriba brilla para nosotros el sol de la eternidad en un paraíso no queremos apartarnos voluntariamente de sus caminos.
inefable de deleites. No todos los hombres llegarán allá, porque es La solidaridad, en fin, con los demás hombres nos recuerda que
condición indispensable el cumplimiento del deber; pero a este no estamos solos en nuestros sufrimientos. Nuestros hermanos tie-
cumplimiento—que está perfectamente a nuestro alcance—ha vincu- nen el deber de ayudarnos. Y por encima de todo, nos ayudará ese
lado Dios su promesa infalible de eterna felicidad. Dios lleno de bondad y de misericordia, que alimenta a las aves
del cielo y viste majestuosamente a los lirios del campo. Y aunque
629. 3. La providencia divina. En virtud de la divina pro- a veces parezca que no nos quiere oír en esta vida, ¡arriba los cora-
videncia, todo tiene por mira la conservación del orden establecido zones! La paternidad divina y la vida futura son verdades suficien-
por ella para nuestro bien. Todo tiende a salvar la armónica subor- temente poderosas para llenarnos de coraje y de valor. Dios nos
dinación de los valores para asegurar la realización de nuestros ama. Si permite el dolor, será indudablemente por nuestro bien. Si
supremos destinos. Todo tiende a armonizar los intereses materia- nos niega el consuelo en la tierra es porque nos lo quiere dar in-
les con los espirituales, los individuales con los sociales, los terrenos menso en la eternidad.
con los supraterrenos; a tener perfectamente sometido el cuerpo al
alma y el alma a Dios; a asegurar la armonía en nosotros y fuera de 2. Presupuestos sobrenaturales
nosotros: he ahí la perfección suprema, la finalidad nobilísima de
la ley del deber. Dios tiene recursos inagotables para lograrlo. Es Hasta aquí hemos examinado algunos presupuestos naturales
propio del sabio alternar la justicia y la misericordia, la severidad para solucionar debidamente el problema del dolor. Veamos aho-
y la bondad, la inflexibilidad y la condescendencia. Es que Dios es ra los de tipo sobrenatural.
nuestro Padre. 632. 1. El pecado original. Como vimos ampliamente en
su lugar, si Adán y Eva no hubieran pecado no hubieran conocido
630. 4. La solidaridad cósmica y humana. El mundo jamás el dolor, ni tampoco ninguno de sus descendientes. Pero el
constituye un todo ordenado y armónico. Cada cosa ocupa su pues- pecado produjo la tremenda catástrofe: «Por cuanto has hecho esto,
to. Lo inferior, subordinado a lo superior; el individuo, a la per- la tierra será maldita por culpa tuya..., te dará espinas y abrojos...,
fección del universo, y éste a Dios. Hay que aceptar las ventajas y con el sudor de tu rostro comerás el pan..., volverás a la tierra,
los inconvenientes de esta solidaridad humana. Los demás hom-
pues eres polvo y al polvo volverás» (Gen 3,17-19). Adán era la
bres—todos ellos—son nuestros hermanos. Formamos una gran fa-
cabeza física y el representante moral de toda la humanidad. Si
milia. Tenemos que amarnos y soportarnos mutuamente. El que
no ama, está en las tinieblas, en la muerte (cf. 1 lo 2,11). La medida hubiera permanecido fiel a Dios, todos sus descendientes hubié-
de nuestro amor al prójimo ha de ser el amor de Cristo, que no ramos heredado los inmensos bienes sobrenaturales y preterna-
despreció a ningún desgraciado, que no olvidó ninguna miseria, turales—la exención del dolor entre ellos—que Dios le entregó
que no reparó en ningún sacrificio, que se entregó por nosotros a como patrimonio para toda la humanidad. Su rebeldía y desobe-
la muerte. diencia rompió el dique que contenía el mar inmenso del dolor
y sus aguas se desbordaron inconteniblemente sobre toda la desgra-
614 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR 3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 615
ciada humanidad. La explicación más radical y profunda del pro- bros somos todos nosotros, solidarizados con El. Los que vivimos
blema del dolor hay que buscarla en el dogma del pecado original. y luchamos acá en la tierra, lo mismo que los que han traspasado
Con él todo se explica perfectamente; sin él nos envuelven las den- ya las fronteras de este mundo y nos aguardan en el purgatorio o
sas tinieblas del más impenetrable de los misterios. en el cielo, estamos íntimamente unidos y hermanados. Un puente
Pero, si este dogma pone de manifiesto la terrible solidaridad de oro ha sido construido por Dios entre el cielo, el purgatorio y la
de todos los hombres en el mal, hay otros tres que nos muestran tierra, por el que van y vienen, en interminable teoría, las plegarias
la sublime solidaridad en el bien: la redención, la gracia y la comu- y los méritos de los redimidos. Y sobre este oscuro valle de lágrimas
nión de los santos. Veámoslo brevemente. y de miserias, una sutil e inmensa red envuelve amorosamente,
633. 2. La redención. La misericordia infinita de Dios se con dulces lazos, a todas las almas peregrinas. Nada se pierde de
compadeció del hombre pecador y decretó la encarnación: «Tanto cuanto sale de un corazón puro. Los sufrimientos que parecen más
amó Dios al mundo que le dio su Hijo unigénito» (lo 3,16). Y «el inútiles, los ejemplos que parecen más estériles, las plegarias al
Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (lo 1,14). parecer más infructuosas, puesto que no han alcanzado lo que pe-
El Hijo de Dios hubiera podido escoger para salvarnos un ca- dían, entran, sin embargo, en el tesoro y patrimonio social para
mino lleno de gloria, de poder, de gozo y de alegría; pero escogió ser distribuidos según los justos y amorosos designios del Padre
el camino de la humillación, de la debilidad, del sufrimiento y del común. Todo lo que aparece como inútil y perdido ante nuestra
dolor. «Pasó por el mundo haciendo bien» (Act 10,38) y sufriendo miopía y egoísmo se convierte en lluvia benéfica de gracias para
por sus hermanos. No hay miseria ni dolor que no haya aliviado terrenos estériles y abandonados, sobre los que vigilan los ojos y
en los demás; pero tampoco hay miseria ni dolor que no haya ex- el corazón de Dios.
perimentado en su persona. Todo el transcurso de su peregrina- Nadie está solo, nadie es olvidado en esta santa sociedad de Je-
ción sobre la tierra, de Belén hasta el Calvario, está sembrado de sucristo. Aun cuando parezca que han sido rotos todos los lazos
espinas y bañado en sudor de sangre. Calumniado, vilipendiado, que nos unían a nuestros hermanos, aun cuando parezca que un
traicionado y flagelado, Jesucristo muere en el más infame y deshon- abismo nos separa del resto de los vivientes—un abismo sin puente,
roso patíbulo, en la cruz, castigo de los esclavos. Muere en la cruz, sobre el que se pierde en vano nuestro grito de angustia—, en rea-
pero el pecado está cancelado, el hombre se ha reconciliado con lidad jamás estamos solos ni abandonados. Nuestra soledad está
Dios, las puertas del cielo se han abierto de par en par. Muere en poblada y repleta de espíritus hermanos y no nos falta nunca al-
la cruz, pero ésta se ha convertido en trono, en el símbolo de la guien que ruega, sufre y expía por nosotros.
salud y de la redención. Muere en la cruz, pero es para vivir eter-
namente en el corazón de la humanidad redimida y salvada. 636. 5. Consecuencias de los presupuestos sobrenatura-
les. Estos cuatro dogmas son un chorro de luz que disipa por
634. 3. L a gracia. Dios era nuestro Creador, como de todo completo las tinieblas del problema terrible del dolor, dándonos
el resto del universo. Pero quiso, además, ser Padre de los hombres. una explicación completa y acabada—la única posible—del mismo.
Para ello no había otro procedimiento posible que comunicarnos a) El pecado original, agravado por nuestros pecados perso-
su propia naturaleza divina, haciéndonos partícipes de ella: es la nales, explica perfectamente la responsabilidad del hombre y la
única manera de ser padre. Y la maravilla se obró en nosotros: la necesidad del dolor redentor.
gracia de Dios nos hace partícipes de la naturaleza divina (cf. 2 Petr b) El dogma de la redención nos muestra el amor inefable de
1,4). El primer hombre la perdió junto a un árbol para sí y para Dios y la finalidad redentora del dolor, mostrándonos en Cristo
sus hijos. Pero Cristo nos la reconquistó en el árbol sagrado de la el modelo perfecto y acabado al que debemos imitar en todas nues-
cruz. En adelante, Dios será siempre nuestro vecino, el huésped tras tribulaciones. El Hijo de Dios, que a precio de la pasión más
permanente de nuestras almas. Por la gracia ha convertido el alma cruel y de la muerte más atroz nos redime del pecado, nos llama a
humana en su propio trono. Desde este trono reparte a nosotros, una vida nueva y nos abre las puertas del cielo, nos enseña que el
débiles, pobres y extraviados, su fortaleza, sus riquezas, su luz. sufrimiento es un medio de purificación y de elevación moral; un
Si no podemos nada por nosotros mismos, todo lo podemos en medio para alcanzar y poseer la verdadera felicidad. Cristo, que
Aquel que nos conforta (Phil 4,13). elevado sobre la tierra en la cruz atrae a sí a toda la humanidad
(lo 12,32) y le conquista para siempre el corazón, nos hace compren-
635. 4. La comunión de los santos. Otro gran dogma der todo el profundo significado de las palabras evangélicas que
cristiano que abre nuevos horizontes a la inteligencia y nuevas proclaman bienaventurados a los que lloran y son perseguidos
fuentes de consuelo al corazón es el de la comunión de los santos. (cf. Mt 5,5 y 10). Cristo, que voluntariamente y por amor abraza la
Según este dogma admirable, la humanidad redimida por Jesu- cruz y se encamina al Calvario, no solamente nos induce a aceptar
cristo forma una gran familia cuya Cabeza es Cristo y cuyos miem- resignadamente el dolor, sino que nos lo hace desear y amar. Su
616 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR
3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 617
calma, su serenidad en medio de los más atroces sufrimientos, mundo la lujuria, la gula, el alcoholismo! Las estadísticas en este
junto con su confianza inquebrantable en la bondad del Padre ce- sentido son aterradoras.
lestial, nos sostienen en las más duras luchas y nos impulsan a Si en vez de buscar las causas de nuestros dolores fuera de
repetir el grito de sublime resignación que salió de su pecho san- nosotros las buscáramos en nosotros mismos, podríamos disminuir-
tísimo en la espantosa agonía de Getsemaní: «Padre, si es posible, los en parte grandísima y hasta casi hacerlos desaparecer del todo.
que pase de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la ¡Cuántos dolores nos podríamos ahorrar si no dejáramos escapar
tuya» (Mt 26,39). una ocasión de perfeccionarnos, que ya no volverá jamás! ¡Cuántos
c) El dogma de la gracia nos confirma en la convicción de la otros podríamos aliviar en nuestros hermanos si siempre nos por-
inmensa bondad de Dios y alimenta nuestra esperanza en una ayuda tásemos con ellos con prontitud y delicadeza, si les ayudáramos
superior, procedente de nuestro Padre, capaz de sostener nuestras con nuestras limosnas, con nuestros consejos, con nuestro buen
débiles fuerzas en la lucha contra el sufrimiento y el dolor. ejemplo! ¡Cuántos dolores y cuántas lágrimas ahorrarían los jóvenes
d) El dogma, en fin, de la comunión de los santos, además a sus familiares presentes y futuros si durante los años juveniles
de confortarnos con la idea de una santa y sublime fraternidad supieran sacar el debido provecho de los consejos y de la experien-
universal, nos hace comprender mejor el porqué de tantas muertes cia de sus mayores, si no abusasen con tanta frecuencia de las pre-
prematuras, tantos sufrimientos inmerecidos, tantos sacrificios ciosas energías que caracterizan a la aurora de la vida, si no des-
aparentemente vanos y estériles que escandalizan y se esconden a pilfarraran con tan insensata prodigalidad la salud, las fuerzas, las
nuestra ignorancia y presunción. propias energías y entusiasmos; si supieran frenar el ímpetu de sus
propias pasiones y renunciaran a revolcarse en los más inmundos
3. Causas del dolor y vergonzosos placeres!
En realidad, meditando despacio los presupuestos naturales y Una de las causas que con más frecuencia nos hace atribuir a
sobrenaturales que acabamos de ofrecer al lector, aparece del todo los demás la causa de nuestros propios dolores es la desvalorización
clara la explicación plenamente satisfactoria del magno problema de las cosas pequeñas, el poco caso que hacemos de cosas que, a
del dolor. Pero para mayor abundamiento y consuelo de las almas nuestro parecer, carecen de importancia. Olvidamos con demasiada
que sufren, vamos a examinar ahora las causas del dolor, que nos frecuencia que casi todas las cosas grandes tienen orígenes humil-
darán la clave para comprender mejor su triple altísima finalidad: des y que en el mal, lo mismo que en el bien, una cosa que aparente-
física, moral y religiosa. mente no tiene valor alguno puede tener consecuencias gravísimas.
Basta una gota constante de agua para cavar una piedra; una chispa,
a) Causas internas a nosotros para producir un incendio; una piedra resbalando sobre la nieve
desde la montaña, para formar una espantosa avalancha sobre el
637. Nos inclinamos fácilmente a buscar fuera de nosotros las valle; un bacilo respirado por los pulmones, para propagar una
causas de nuestros dolores. Pero ante todo deberíamos preguntar- epidemia. Una leve sospecha no justificada puede enfriar y atm
nos si no hemos sido nosotros mismos los artífices de nuestra des- extinguir el afecto más profundo; una excesiva confianza puede
ventura, los verdugos de nuestra felicidad; si no hemos abierto, comprometer la empresa más seria; una simple conversación puede
acaso, las puertas al dolor con nuestros errores y nuestras culpas. pervertir una inteligencia o corromper un corazón, y de un sí o de un
Siempre que nos salimos del orden—engañados por la ignorancia no depende con frecuencia la felicidad o desventura de toda la vida.
o fascinados por nuestras pasiones—somos castigados, cayendo en
el cruel desfiladero del dolor. Olvidar las virtudes cardinales equi- b) Causas externas
vale a quitarse la coraza que nos defiende de los asaltos del sufri- 638. Sin embargo, no todos los dolores y sufrimientos son
miento y del dolor. consecuencia de nuestros propios desórdenes o inadvertencias. De
Es un hecho confirmado por la experiencia diaria: ¡Cuántos lo contrario, no se explicaría el dolor de tantos seres inocentes como
matrimonios infelices por haber quebrantado lo más sagrado del sufren y seguirán sufriendo en el mundo entero: niños pequeños,
contrato: el bien de los hijos y la mutua fidelidad! ¡Cuántos padres almas purísimas, santos eminentes, y, sobre todo, Cristo y su Ma-
lloran los desórdenes y extravíos de sus hijos por no haberles sabido dre Santísima, que apuraron hasta las heces el cáliz del dolor. La
educar! ¡Cuántos infelices abandonados de todos no lo estarían si Iglesia condenó la siguiente proposición de Bayo: «Las aflicciones
hubieran sido un poco más previsores, menos pródigos, menos du- de los justos son todas absolutamente castigo de sus pecados; de
ros y egoístas! ¡Cuántos presos no estarían ahora en la cárcel si aquí que lo que sufrieron Job y los mártires, a causa de sus pecados
no hubieran sido esclavos de la ambición o del interés, si no hubie- lo sufrieron» (D 1072); y esta otra de Quesnel: «Dios no aflige nun-
ran cedido a la sensualidad o a la ira! ¡Qué pronto se despoblarían ca a los inocentes, y las aflicciones sirven siempre o para castigar
casi por completo los sanatorios y hospitales si desapareciera del el pecado o para purificar al pecador» (D 1420).
618 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR
3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 619
a
Veamos, pues, cuáles son las principales causas externas de nues- 641. 3. Las fuerzas de la naturaleza. Aun cuando pudié-
tros sufrimientos y dolores. ramos suprimir por completo los dolores provenientes del mal uso del
libre albedrío humano, todavía no habríamos podido extinguir to-
639. i. a La solidaridad con nuestros primeros padres* talmente el dolor humano. Aparte de la lucha natural, a veces
Hemos hablado ya largamente de este hecho, que es el básico y terrible, entre el espíritu y la carne (cf. Rom 7,23), que es fuente
fundamental para explicar el problema del dolor. Dios no es el de grandes dolores y amarguras, las fuerzas cósmicas de la natu-
autor del dolor ni de la muerte: El nos creó felices e inmortales. raleza se conjuran también contra nosotros. El alimento que inge-
Fue el pecado quien introdujo el dolor y la muerte en el mundo. rimos, el agua que bebemos, el aire mismo que respiramos, contie-
El dolor y la muerte son la paga y estipendio del pecado (Rom 5, nen muchas veces gérmenes de muerte. Las flores y las plantas que
embellecen y perfuman nuestros jardines pueden envenenarnos
14; 6,23).
con sus exhalaciones. Los animales más útiles y amigos pueden
640. 2. a La solidaridad con los miembros de la sociedad volverse dañosos y enemigos. Las medicinas que nos salvan pueden
doméstica y civil. Además de la solidaridad natural con nuestros matarnos tomadas en cantidad excesiva. El fuego que nos calienta
primeros padres, existen en nosotros otras solidaridades naturales provoca muchas veces un incendio. El viento suave que nos acaricia
puede transformarse en tremendo y destructor huracán. El agua
que, con frecuencia, son para nosotros nuevas fuentes de sufri-
que riega y fecundiza nuestros campos produce espantosas catás-
mientos y dolores.
trofes cuando se desborda en imponente riada. La electricidad,
a) En primer lugar, nuestra propia familia. De ella recibimos que tantas comodidades nos proporciona, puede electrocutarnos en
bienes inmensos, pero a veces también grandes dolores. La ley de un instante de descuido. El mar, que nos sirve de recreo junto a la
la herencia explica muchas enfermedades y taras físico-psicológi- playa, puede convertirse en nuestra tumba. La misma tierra que
cas. Las culpas y errores de uno de sus miembros repercuten des- nos alberga y nos regala con sus frutos puede sepultarnos vivos
honrosamente sobre todos los demás. ¡Cuántos niños inocentes cuando la sacude un movimiento sísmico del todo inesperado y
nacen condenados a las enfermedades más horribles por culpa de repentino. Finalmente, el trabajo diario y el desgaste inevitable de
sus mismos progenitores! (alcoholismo, sífilis, etc.). ¡Cuántos pa- nuestro organismo nos acercan poco a poco al sepulcro en el que
dres honorables acaban sus días en una amarguísima vejez por los un día no muy lejano caerá inexorablemente nuestro cuerpo mortal.
crímenes y desórdenes de sus hijos! ¡Cuántas veces el carácter vio-
lento, autoritario y brutal del marido o la obstinación y ligereza de Dios, autor de la naturaleza y de sus leyes cósmicas, deja ordina-
la mujer cambian el albergue del amor y de la paz en un campo de riamente que las cosas sigan su curso normal, gobernando y diri-
odio y de guerra! La mayor parte de las miserias grandes o peque- giendo el mundo de una manera mediata, o sea valiéndose del
ñas que afligen a una familia depende ordinariamente de sus pro- engranaje normal de las causas segundas, como explicamos más
pios componentes. Son consecuencia de malas disposiciones de arriba. Pero a veces interviene inmediatamente por imperativo de
ánimo, de sus malos caracteres, de su mala educación, de descon- su justicia (castigos individuales o colectivos) o de su infinita mi-
fianzas injustificadas, de susceptibilidades morbosas, de exigencias sericordia (enviándonos dolores físicos que nos purifican y aumentan
exageradas. nuestros méritos para el cielo). Esto lo veremos más claramente
al estudiar en seguida la triple finalidad del dolor.
b) En segundo término, la sociedad en que vivimos. El cinismo
de un escritor desvergonzado envenena las almas; la avaricia de un
industrial exaspera y llena de odio y sed de venganza a los trabaja- 4. Finalidad física del dolor
dores, y la negligencia de éstos arruina la industria mejor organi-
zada; el error de un general o la cobardía de un soldado comprome- 642. 1. Dios permite el dolor en vista de un bien. Ya lo
ten el éxito de una operación militar para restablecer el orden vimos más arriba, pero vamos a insistir un poco más.
perturbado; la depravación de un rey o la inmoralidad administra- Dios, que ha establecido con su infinita sabiduría el orden admi-
tiva de sus ministros traen la ruina a toda una nación o Estado; rable del universo, no puede vacilar en sacrificar, cuando es nece-
la ambición más desenfrenada desencadena las grandes guerras y sario, un bien inferior a un bien superior, el bien particular al bien
cataclismos internacionales, hundiendo a las naciones en un mar general, el del individuo al de la sociedad, el bien material al espi-
de sangre, fango y lágrimas, etc., etc. La responsabilidad de los ritual, el físico al moral, el profano al religioso, el terreno al celes-
grandes sufrimientos que azotan a la humanidad de nuestros días tial. No nos creamos el centro de la humanidad, del universo o de
alcanza, en mayor o menor grado, por acción o por omisión, a casi la historia. Personalmente, somos un átomo en el espacio, «un
todos los hombres, esparciendo por doquier semillas de luto y des- infusorio con corbata», una aparición fugaz en la historia, una onda
ventura, de las que nadie tiene la culpa sino el propio egoísmo de del río de la vida, un simple miembro de la gran familia humana.
los hombres. Cierto que llevamos en nosotros mismos valores eternos. Es verdad
620 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR 3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 621
que «un solo pensamiento del hombre vale más que todo el mundo» envilecerse y atrofiarse. La primavera es más bella y amable después
(San Juan de la Cruz). Es una gran verdad que «el bien sobrenatural de un invierno borrascoso y frío.
de un solo individuo es mayor y vale más que el bien natural de
b) E L DOLOR ES UNA FUENTE DE ALEGRÍAS. La dificultad, la
todo el universo» 1. Pero esto mismo nos recuerda que no hemos
contradicción y la desventura nos hacen apreciar mejor las alegrías
sido hechos para la tierra, sino para el cielo; no para el tiempo,
sino para la eternidad. Todo lo que nos ocurre en el tiempo es un de la victoria y del triunfo. El alpinista goza en la cima de la mon-
incidente trivial; poco importa sufrir ochenta años acá en la tierra taña el fruto de la dura escalada. La victoria compensa con creces
si logramos gozar después en el cielo por toda la eternidad. el dolor de la batalla. El soldado eleva con emoción la bandera de
la patria a costa de grandes sacrificios. El hijo recobrado después
643. 2. La conservación de las fuentes del dolor es un de su pérdida es doblemente amado. Es inútil multiplicar los ejem-
bien mayor que su supresión. Si Dios nos quitara la libertad, plos, que podríamos poner a millares.
no podríamos pecar y nos ahorraríamos un cúmulo enorme de c) E N EL ORDEN SOBRENATURAL es inmensa la eficacia del
sufrimientos; pero tampoco podríamos merecer el cielo. La vida dolor físico. «Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, perma-
social nos trae grandes dolores; pero ¡cuan grandes ventajas y nece infecundo; pero si muere, llevará mucho fruto» (lo 12,24). Los
beneficios nos proporciona también! La naturaleza física nos pro- terribles dolores de Cristo le conquistaron el título de rey de cielos
duce enfermedades y acabará produciéndonos la muerte; pero sin y tierra (Phil 2,8-11). El ejemplo de Cristo se repite en su Iglesia.
ella sería del todo imposible la vida. ¿Será razonable reprochar Las tinieblas de las catacumbas encendieron el faro de la Iglesia
a Dios el habernos dado todos estos bienes sólo porque alguna vez que alumbra al mundo; en la arena ensangrentada del circo floreció
podemos abusar de ellos o lleguen a ser peligrosos? Suprimid la la corona de su soberanía mundial; las persecuciones continuas
libertad, la vida social y las leyes de la naturaleza física, y desapa-
a todo lo largo de la historia han agigantado esa su fuerza moral
recería al instante el orden y la armonía maravillosa del universo,
que impone respeto aun a sus más obstinados enemigos.
volviendo todo a la más completa desolación y al más espantoso de
los caos. En nosotros mismos, el dolor es el camino de la gloria y de la
grandeza. «Por la cruz, a la luz». Nada grande se hace sin esfuerzo,
644. 3. N o es admisible una continua intervención mi- sacrificios y renuncias. El hombre flagelado por el dolor despliega
lagrosa de Dios. Dios podría suprimir la mayor parte de nuestros energías insospechadas. Sólo la tierra roturada es fecunda. Sólo las
dolores particulares interviniendo milagrosamente y de continuo semillas regadas con lágrimas dan frutos espléndidos de vida, de
sobre la voluntad perversa de los hombres y sobre las leyes físicas grandeza y de santidad.
de la naturaleza. Pero esto no constituiría un bien, sino un aumento d) E L DOLOR, INSPIRADOR DEL ARTE. Las más bellas produc-
del mal para el conjunto del universo. Debería para ello cambiar ciones de la literatura y del arte se han inspirado en las grandes
de naturaleza al hombre y modificar todas las leyes de la naturaleza tragedias de la vida. Las más conmovedoras poesías, las melodías
dictadas por su infinita sabiduría. Dios no puede rectificar nada, más patéticas, las estatuas más expresivas (Cristos, Dolorosas...),
pues nada ha hecho que se pudiera hacer mejor. Las excepciones las pinturas más sugestivas son hijas del dolor. «Sólo el dolor—ha
milagrosas confirman la sabiduría de sus leyes fijas. La excepción, dicho Carlyle con frase feliz—ha podido transformar en divina una
empero, no puede convertirse en regla. comedia».
645. 4. El dolor físico nos trae muchísimos bienes. Es 5. Finalidad moral del dolor
el egoísmo quien nos impide ver la armonía del conjunto, detrás
y por encima de nuestro yo. El que se lastima al caer, es difícil que Las finalidades físicas del dolor no bastan. Las cosas bellas y
sepa reconocer las grandes ventajas de la gravedad terrestre; el que nobles: el arte, la ciencia, la gloria, son ideales de muy pocos espí-
ha perdido a un ser querido en una tempestad marítima, no com- ritus selectos. La mayor parte de los hombres no se confortan en su
prenderá fácilmente que sin tempestades el mar sería un inmenso dolor con esa clase de ideales. Hay que buscarle finalidades más
pantano palúdico y mortífero para toda la humanidad. altas. Por encima del orden físico está el orden moral de la virtud.
a) E N LA VIDA SENSIBLE, el dolor es un timbre de alarma que 646. 1. Belleza de la virtud. El mundo de hoy, materia-
nos avisa del peligro. El hambre, la sed, el cansancio, la respiración lista y grosero, no aprecia como es debido los bienes espirituales.
anhelante..., todo es providencial. En las enfermedades es el dolor En todo caso prefiere los de tipo intelectual a los de la virtud. Y, sin
el que orienta casi siempre a los médicos para su diagnóstico y embargo, ante Dios y ante los mismos hombres no hay nada que se
curación. El mismo placer necesita paréntesis de dolor para no pueda comparar a la belleza y al valor de la virtud. Ante un Padre
1 Cf. I-II 113,9 ad 2. Damián, apóstol de los leprosos hasta contagiarse de su terrible mal,
622 APÉNDICE. TROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR 3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 623
el mundo materialista y ateo no tiene más remedio que descubrirse se libeVa del fango de la culpa y recobra su antigua belleza y su
y bajar la cabeza avergonzado. antiguo vigor. El dolor cura y sana las heridas más rebeldes y los
647. 2. Su valor individual y social. La virtud moral es vicios irías inveterados. Doblega y vence la violencia de las pasiones
la base y el fundamento de la vida humana, la garantía indispensable y hace más fácil el ejercicio de la virtud. Bajo su enérgica acción,
de nuestra felicidad. La sociedad, a su vez, sería imposible sin la el sensual se hace casto; el orgulloso, humilde; el iracundo, manso;
virtud. Ya no constituiría una reunión de seres civilizados que tien- el egoísta, generoso. ¡Cuántos hombres han encontrado el camino
den a un bien común, sino una jauría de fieras desenfrenadas que de su redención el día en que cayeron enfermos! Ante el culpable
se despedazarían mutuamente víctimas de sus egoísmos. Por esto que sufre, se nos escapa fácilmente de los labios la dulce palabra
todos se inclinan—de grado o por fuerza—ante la grandeza incon- del perdón.
mensurable de la virtud heroica. El que nos visita y azota con el dolor no es, pues, un tirano
que desfoga sus crueles caprichos, sino un juez que castiga las
648. 3. Su inviolabilidad. No hay violencia ni tiranía que ofensas a la majestad de la ley; un padre que castiga para corregir;
nos pueda arrancar el tesoro de la virtud si nosotros no queremos. un médico que nos receta una medicina amarga para devolvernos
Al cuerpo se le puede hacer violencia; pero no a la voluntad, que la salud.
es donde radica la virtud y la fuente de todos sus heroísmos. La
virtud no tiene más que un solo enemigo: el pecado, y éste depende c) A LOS QUE SE CREEN INOCENTES. «¿Qué delito he cometido
enteramente de nosotros. para que Dios me trate así?», se atreven a decir algunos insensatos.
No advierten que todos somos culpables, porque todos hemos
649. 4. El dolor y la perfección moral. Si la perfección pecado (Rom 5,12). Olvidan que, si alguno dice que no ha pecado,
moral es el bien más sublime y precioso, y su adquisición o conser- se engaña a sí mismo y la verdad no está en él (1 lo 1,8). Descon-
vación depende enteramente de nosotros (supuesto, naturalmente, fiemos del hombre que se ufana demasiado de poder caminar «con
el influjo de la gracia divina), no hay esfuerzo ni dolor que no deba la cabeza alta» sin avergonzarse de nada. Sólo Cristo pudo decir
aceptarse con gozo para conquistarla, conservarla o aumentarla. en verdad: «¿Quién de vosotros me argüirá de pecado?» (lo 8,46).
Todo aquello que pueda ayudarnos a conseguir nuestra perfección Todos los demás hemos de bajar la cabeza y golpearnos el pecho.
moral y a combatir el pecado, debemos considerarlo como un gran Sin embargo, es un hecho que sufren también los inocentes.
beneficio, como uno de los factores más eficaces de nuestra feli- Pero su sufrimiento tiene una finalidad redentora sublime; consti-
cidad. tuye para ellos su título supremo de gloria y la garantía más preciosa
Tal es el papel del dolor. Es un gran medio de expiación de de una inefable recompensa. ¿Quién más inocente que Cristo?
nuestras culpas pasadas y de prevención contra las futuras, un gran ¿Qué hombre hay que le iguale, ni siquiera que se le acerque, en
medio de elevación moral. la intensidad de sus terribles sufrimientos? ¿Y a quién sino a El
se le ha dado un nombre sobre todo nombre, a fin de que se arro-
a) E L DOLOR EXPÍA NUESTRAS CULPAS. Toda violación de la
dillen ante él los cielos, la tierra y los abismos? (Ph.il 2,10).
ley ha de ser expiada. La balanza de la divina justicia, desequili-
brada por el pecado, ha de volver a su fiel. Y como fue un placer 650. 5. El dolor q u e redime. La obra redentora de Cristo
desordenado quien la desequilibró, es forzoso que vuelva a su equi- no terminó del todo con EL Podemos y debemos continuarla nos-
librio por el peso de un dolor, que es lo contrario del placer. «Todo otros a través de los siglos. Es preciso completar, a fuerza de dolor,
se paga», decía Napoleón en Santa Elena. A veces, aquella desgracia «lo que falta a la pasión de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia»
que atribuimos a la casualidad o a la mala suerte, no es sino el castigo (Col 1,24). ¿No queremos sufrir un poco para salvar a nuestros
de alguna culpa pasada, una forma inesperada de expiación. El parientes, a nuestros amigos, a nuestros compatriotas? ¿No senti-
egoísmo es castigado con el aislamiento; el abuso de la salud, con mos en la alegría de nuestras entrañas la soberana fecundidad del
la enfermedad; la glotonería del placer, con un hambre siempre dolor alumbrando hijos para el cielo ? No es en modo alguno cruel-
más grande y turbulenta; los excesos del gozar, con las inevitables dad por parte de Dios asociarnos íntimamente a sus dolores reden-
renuncias; los goces pecaminosos, con la tristeza negra y profunda
tores, sino una prueba impresionante de amor y de predilección
del remordimiento.
al querer valerse de nosotros para una empresa tan alta y sublime.
b) E L DOLOR PURIFICA Y SANA. Así como el oro en el crisol, Sepamos agradecerlo y besemos la mano que nos bendice con tan
bajo la acción atormentadora del fuego, gime, chilla y se revuelve inefable recompensa.
en convulsiones de muerte hasta que, soltándose en un supremo
651. 6. El dolor que preserva. La sirena de la tentación
esfuerzo del abrazo tenaz de la escoria, corre purificado en u n a
suena con demasiada frecuencia ante nuestros oídos aturdidos.
veta de reflejos deslumbradores, así el alma destrozada por el dolor
Como un poderoso narcótico trata de obscurecer nuestra inteligen-
624 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR 3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 625

cia, debilitar nuestra voluntad, paralizar nuestras energía^. Pero terrnómetro espiritual, medir la fuerza de resistencia de la virtud
Dios, nuestro Padre amoroso, está vigilando alerta, y nos envía el y valorar toda la extensión y la grandeza del heroísmo.
ángel del dolor para apartar las insidias y descubir el engaño. ¿Son El. que no está acostumbrado a la renuncia y al dolor, sucum-
los amigos los que constituyen para nosotros un peligro ? El procurará birá con facilidad ante el ímpetu de sus propias pasiones o los
alejarlos de nosotros: lo que parece una traición o una negra ingra- halagos exteriores con que el vicio seductor tratará de apartarle
titud no es muchas veces sino el fruto de la acción misericordiosa de del cumplimiento del deber. Sólo los grandes árboles acostumbrados
Dios. ¿Es la salud o las riquezas las que pueden comprometer a los fríos y escarchas del invierno y al calor asfixiante del verano
nuestra salvación ? Vendrá la enfermedad o el descalabro económico, resisten la furia del huracán, que troncha fácilmente los débiles
no como castigo, sino como medicina preservadora de la muerte. arbustos, y los rayos abrasadores del sol, que agosta las delicadas
Turbados y quizá desesperados, nos creemos juguete de un poder flores de la tibia primavera.
ciego y cruel, y no nos damos cuenta de que, en realidad, estamos
en los brazos amorosos de Dios. Abatidos por la aparente des- 654. 9. El dolor y el corazón. El amor es la vida del alma:
gracia, el dolor nos empuja hacia arriba. Un golpe enérgico, un «El que no ama, permanece en la muerte» (i lo 3,14).
batir vigoroso de las alas del alma y nos elevamos otra vez a las Pero hay dos clases de amor. El amor egoísta y sensual, que lo
alturas donde el aire es puro y el cielo sereno ignora las nubes. subordina todo al propio yo y constituye, en realidad, la negación
más completa y absoluta del verdadero amor, y el amor auténtico
652. 7. El dolor que educa. El dolor es la escala de oro y verdadero, que ama para hacer feliz al amado y está lleno de
que nos conduce a las cimas más altas. Sin su ayuda seríamos siempre ternura, de abnegación y de sacrificio.
tierra. Bajo su dirección todas nuestras facultades superiores se Mas ¿cuándo conoceremos si nuestro amor es verdadero o
desarrollan y perfeccionan. En la escuela del dolor la inteligencia falso? En el momento de las pruebas más dolorosas. La desventura,
se hace más aguda, vigilante y reflexiva. En ella se madura la pre- con todas sus ansias, sus angustias y dolores, es para el corazón como
ciosa virtud de la prudencia, se adquiere la experiencia de la vida la prueba del fuego. Si queremos saber hasta dónde llega nuestro
y se comprende su seriedad. «Un hombre no educado por el dolor, afecto hacia una persona querida, es necesario verla sufrir, saber
permanece siempre niño», ha escrito con acierto un pensador. que está en peligro, tener la certeza de que la hemos perdido.
Y el mismo Séneca escribió: «Nadie me parece más infeliz y desgra- ¡Cómo sangra entonces el corazón si el afecto echó en él hondas
ciado que el que no conoce la desgracia». raíces! ¡Qué vacío en el alma, qué soledad, qué frío en torno a
653. 8. El dolor y la voluntad. El cumplimiento del deber nosotros mismos! Sólo la desventura y la desgracia nos permiten
supone siempre un sacrificio desde el pecado del paraíso. Por eso, valorar toda la profundidad y toda la extensión de los afectos hu-
requiere siempre una inquebrantable energía y fuerza de voluntad. manos. El que no ha perdido a una persona querida es incapaz de
comprender la misteriosa unión de los corazones, aquella divina
Mas ¿cuándo llegaremos a conocer lo que vale la voluntad con
fusión de las almas que se llama amor.
relación a los sacrificios impuestos por el deber? Únicamente en
el momento de la prueba, cuando la voz del deber nos llama; tan 655. 10. El dolor y la belleza moral. Si el dolor nos afina
sólo cuando cesan las palabras y han de comenzar los hechos. y eleva; si su acción benéfica abraza todas nuestras facultades
Entonces se hace la selección entre el oro y el oropel, entre los superiores: el entendimiento, la voluntad y el corazón; si por su
fuertes y los débiles, entre los valientes y los cobardes. No sabemos medio nos hacemos más prudentes, más fuertes y más afectuosos,
dónde está la verdadera virtud hasta que vemos a los hombres no es de maravillar que aquellos que han conocido el dolor y han
decididos a sacrificarlo todo, a perderlo todo, antes que a oponerse secundado dócilmente la obra de este artífice divino, alcancen una
a la voz de su conciencia. No sabemos dónde está el verdadero armonía y una belleza interior totalmente ignoradas por aquellos
cumplimiento del deber hasta que vemos al hombre honesto re- que no lo han experimentado nunca. La belleza y la armonía del
nunciar a los honores, a las dignidades y a la fama por no mentir alma, trabajada por el dolor, irradian incluso al exterior y envuelven
o cometer una injusticia; hasta que vemos al soldado abandonar en su luminosidad el mismo cuerpo del que sufre. El rostro del
su casa con todos sus bienes y la familia con todos sus afectos y que ha sabido sufrir noblemente se espiritualiza, por decirlo así;
exponerse a las fatigas, maltratos, heridas y a la misma muerte por aparece como transfigurado en la gloria de un fulgor fascinante, que
la salvación de la patria; hasta que vemos al mártir afrontar impávido conquista las almas e impone el respeto y la admiración de todos.
las amenazas, las torturas, las cárceles y el suplicio final en defensa Si el placer, gozado sin medida y sin ley, deforma y embrutece,
de su fe; hasta que vemos al apóstol de la caridad entregar sus el dolor, limpia y serenamente afrontado, embellece y transfigura.
riquezas, su libertad y sus energías por el bien de los demás. Estas Las almas, como el incienso, necesitan quemarse en el fuego para
renuncias e inmolaciones son las que nos permiten, a guisa de esparcir todo su perfume.
626 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y BEL DOLOR
3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 627
656. 11. Valor social del dolor. Todo cuanto hemos dicho
de los males que afligen a los individuos, hay que repetirlo con naciones están destinados a evitar dolores mucho más grandes e
relación a los que afectan a los pueblos y naciones. Al igual que irreparables.
para los individuos, las desventuras y dolores son para las naciones
6. Finalidad religiosa del dolor
medios de expiación y de purificación. Se trata de una ley general,
que se cumple todavía con más exactitud aplicada a la colectividad Las finalidades de orden moral que acabamos de recordar breve-
que a los mismos individuos particulares; porque a estos últimos mente, son muy superiores a las de orden puramente físico que
les espera después de esta vida la sanción correspondiente a sus habíamos anteriormente examinado. Pero, con todo, son todavía
actos buenos o malos, mientras que los pueblos y naciones, colec- insuficientes para explicar de manera totalmente satisfactoria el
tivamente considerados, no existirán en el más allá. Es, pues, acá, tremendo problema del dolor. La práctica de la virtud heroica es
en la tierra, donde deben recibir la sanción adecuada. un ideal sublime, ciertamente, pero trasciende casi por completo
Sería peligroso querer determinar exactamente cómo son cas- la pobre debilidad humana si no se la refuerza con un ideal religioso
tigadas las culpas de las naciones; pero es innegable que lo mismo y ultraterreno.
en ellas que en los individuos debe salvarse, por medio de adecuadas
sanciones, la majestad de la ley moral. Si las naciones fueran más 657. 1. Existencia e importancia de los deberes religiosos.
respetuosas con esta ley, se ahorrarían infinitos desastres e innume- Existe Dios: existe una vida futura donde cada uno recibirá el
rables desventuras. Para comprender ciertas convulsiones que des- premio o castigo que mereció con sus obras; estamos de paso acá
trozan los pueblos y naciones, y ciertas tragedias y catástrofes en la tierra. Todo arranca de estos principios fundamentales.
apocalípticas que ensangrientan la tierra, no basta fijarse únicamente a) Si Dios es nuestro primer principio y nuestro último fin,
en los factores económicos o políticos, es preciso tener en cuenta se lo debemos todo a El, dependemos enteramente de El, debemos
los de orden moral y religioso. Hay que remontarse más arriba, ordenarlo todo a El. Como Señor supremo, le debemos obediencia;
hasta encontrar su causa en la despreocupación y el desprecio de como insigne bienhechor, nuestra gratitud más profunda; como
la ley moral, única verdadera defensa de la prosperidad y bienestar padre, el más tierno de nuestros amores.
de los pueblos. b) Si existe una vida futura en la cual les está reservada una
Si las naciones fueran menos ávidas de dominio y menos orgu- felicidad inefable a todos los que sepan ganarla con sus buenas
llosas de sus propias fuerzas, no se lanzarían con tanta ligereza a obras, no podemos considerar la vida presente como algo absoluto
esas terribles aventuras que les proporcionan después tantas desilu- que se busca por sí mismo, como un término, como si fuera nuestra
siones y que las conducen, con frecuencia, a su extrema ruina. Si verdadera patria; sino como algo puramente relativo, como un
no se debilitaran con la corrupción de las costumbres y no hicieran medio, como un lugar transitorio y de destierro.
creer, con sus internas discordias, que son incapaces de reaccionar Los deberes religiosos son sagrados, inviolables, supremos. Se
y de luchar virilmente, serían más temidas y harían desistir al refieren al fin principal de nuestra vida y, por lo mismo, hay que
enemigo de cualquier veleidad de ataque o de conquista. colocarlos en la cumbre de todos nuestros pensamientos y deseos;
han de ser el motor de todas nuestras acciones, el fin de todos
¡Cuántos desastres no se ahorrarían a todos si las autoridades nuestros esfuerzos.
del Estado fuesen más previsoras, más enérgicas, más iluminadas; No hay término medio: o dirigir y encauzar toda nuestra vida
si no mostrasen una vergonzosa y deplorable indiferencia por la hacia el Ser supremo, hacia el más allá, o renunciar—negando a
religión y la moral, que representan la fuerza más civilizadora y las Dios y la vida futura—a explicar el misterio del universo y a des-
columnas más sólidas del edificio social! trozar brutalmente los más íntimos deseos y las más entrañables
Para los pueblos y naciones, lo mismo que para los individuos, necesidades de nuestra propia alma.
los sufrimientos y dolores, además de un medio de expiación de
sus culpas colectivas, constituyen también un medio excelente de 658. 2. Cómo se les conculca y desprecia. Es aterrador
defensa y de elevación. Cuando la atmósfera que respira un pueblo contemplar el espectáculo que ofrece el mundo en torno a los debe-
está envenenada, se hace necesaria una tempestad purificadora. res religiosos. La inmensa mayoría de los hombres viven absoluta-
Cuando sus llagas son profundas y cancerosas, hay que recurrir mente al margen de ellos. Muchísimos los niegan con descaro;
a la acción enérgica del fuego. Cuando camina a grandes pasos otros muchos los olvidan; otros, finalmente, los colocan, por una
hacia el abismo de la depravación, no se le puede detener al borde sacrilega inversión, en el último puesto de su vida.
del precipicio más que con una sacudida ruda y violenta. Cierta- ¿Cuántos son los hombres que tienen una idea exacta de los
mente que estos remedios enérgicos suponen para el organismo derechos soberanos de Dios y de la absoluta obligación de respe-
social el martirio y el dolor; pero en la intención del Señor de las tarlos? ¿Cuántos son los que ponen a Dios en la cumbre de todos
sus pensamientos y le hacen objeto de todas sus aspiraciones?
628 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR 3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 629

¿Cuántos son los que le aman «con todo su corazón, con toda su 66o. 4. Los caminos de la justicia divina. Para castigar
alma y con todas sus fuerzas», como manda el primero y más grande la rebelión y la ingratitud de los hombres, no tiene Dios necesidad
mandamiento de su Ley? (Mt 22,37-38). ¿Cuántos son los que de recurrir siempre a sanciones extraordinarias y a intervenciones
hacen subir hasta su trono el incienso de la oración inspirada en la excepcionales. En las leyes ordinarias con las cuales gobierna a las
veneración y en la gratitud, el perfume de la observancia escrupulosa criaturas, existen los elementos suficientes para hacer sentir a los
y exacta de todas sus leyes? Poquísimos, aun entre los creyentes y hombres el peso de su autoridad y para alcanzar el fin sapientísimo
piadosos. La mayoría de los hombres no tienen para con Dios de su infinita justicia.
otra cosa que frialdad, apatía e indiferencia. El hombre que se olvida de Dios, que se rebela y se aleja de El,
Pero ocurre algo peor todavía. No sólo se olvidan los hombres encuentra en su propia culpa la más grave y terrible sanción. Dios
de la soberanía, inmensos beneficios y amor paterno de Dios, sino es la luz verdadera, la verdadera riqueza, la verdadera libertad.
que se avergüenzan de El. Muchos ocultan en público su fe, como si El que se aleja de El, perdiendo la gracia y sus auxilios, cae en la
se tratase de un pecado. Se inclinan ante Dios, pero en secreto, obscuridad, en la miseria, en la esclavitud. Esclavo de sus pasiones,
cuando nadie les pueda ver, como si se tratase de una acción humi- de las malas compañías, de sus hábitos viciosos, el hombre rebelde
llante, ridicula o deshonrosa. a Dios se encadena a un yugo incomparablemente más pesado que
¿Qué más ? Se llega a combatir a Dios, a declararle abiertamente el leve y suave del Padre celestial. Abandonado a sus propias fuer-
la guerra. Se intenta, sin rodeos ni disimulos, destronarlo, arrancarlo zas, pide en vano a la ciencia la luz para explicar el universo y
de todas las inteligencias y de todos los corazones. Se hace burla de guiarse en el difícil camino de la vida; sin la luz del Infinito, todo
El y de sus leyes; se le desafía, se le provoca impúdicamente, se le es obscuro, misterioso e insoluble. Lejos del Bien supremo, pide
maldice y blasfema, se le llena de insultos e improperios, se le echa en vano a los placeres, a los honores y al afecto de sus semejantes
la culpa de todos los males y desgracias del mundo. Es imposible el alimento para sosegar el hambre devoradora que consume su
imaginar una subversión más total y monstruosa de la honradez, alma. Pero ésta aumenta, en vez de extinguirse; se irrita, en vez de
del bien y de la justicia. calmarse. Cada uno de los bienes que le ofrecen las criaturas a su
corazón es como una piedra arrojada a los abismos del océano. El
659. 3. El castigo de las ofensas hechas a Dios. Es cosa corazón del hombre tiene una sed ardiente del Infinito, y nada
clara que Dios no puede permanecer indiferente ante este mons- inferior a El podrá disminuirla o apagarla.
truoso estado de cosas. Se lo impide su infinita santidad y su infinito Y esto que sucede al individuo se verifica de manera más visi-
amor. Un Dios que permaneciese indiferente a la violación más ble todavía en los pueblos y naciones. La apostasía de Dios, que es
descarada de todas sus leyes, que permitiese pisotear todos sus su mayor delito, trae consigo fatalmente los más horribles desas-
derechos sin oposición alguna, no sería digno del nombre de Dios. tres, las más espantosas ruinas. No hemos de buscar en otra parte
Una tal actitud no podría calificarse de bondad y de misericordia, la explicación adecuada y el último porqué de las grandes guerras
sino de debilidad, negligencia e incumplimiento de las leyes inde- y cataclismos internacionales que han azotado de continuo a la hu-
clinables de la justicia, de la verdad y del bien. Tiene que castigar, manidad pecadora apartada de Dios.
y castiga de hecho, inexorablemente a los delincuentes. El dolor es
el gran ministro y ejecutor de su justicia. 661. 5. El dolor nos retorna a Dios. Esa es la finalidad
Y nótese que en este mundo suele ejercitar esa justicia con el amorosísima que Dios intenta con él. Cuando todo está tranquilo
máximo rigor, no sobre los individuos, sino sobre los pueblos y las a nuestro alrededor, cuando todas las cosas salen a medida de nues-
naciones. Hemos indicado más arriba la razón de este fenómeno. tros deseos o caprichos, cuando el éxito viene a sonreímos, acaba-
Los individuos subsistirán en el más allá, en la otra vida, y allí mos por creer que somos dueños absolutos de nuestros destinos y
recibirán cumplidamente el premio o castigo por sus obras perso- que nos bastamos a nosotros mismos. Olvidando al verdadero Dios,
nales; pero las naciones, en cuanto tales, se refieren únicamente a nos fabricamos ídolos que se llaman belleza, riqueza, poder, ambi-
esta vida, y en ella han de sufrir el premio o el castigo merecido ción, placer, etc., y les adoramos como al mismo Dios. Olvidados
por sus buenas obras o por sus crímenes nefandos. de la realidad suprema, nos abandonamos a las ilusiones y a la pe-
Es un hecho que no admite la menor duda: si los individuos quenez inconmensurable del mundo sensible. Es entonces cuando
y las naciones dejaran de ofender a Dios, desaparecerían automá- nuestro verdadero Padre, que está en el cielo, nos visita y azota con
ticamente la casi totalidad de los dolores y sufrimientos que les el dolor para despertarnos de nuestro mortal adormecimiento. Cuan-
afligen. Solamente subsistirían aquellas penalidades inherentes a la do se derrumban estrepitosamente los ídolos, cuando todo tiembla
naturaleza humana caída por el pecado de origen y aquellas otras bajo nuestros pies, cuando todo amenaza ruina, caen de nuestros
que tienen por objeto abrillantar más y más un alma inocente, ojos las vendas del orgullo y adquirimos de nuevo la conciencia de
hasta elevarla a la cumbre de la perfección y de la santidad. nuestra pequenez y fragilidad, Cuando el peligro se presenta ame-
630 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR 3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 631
nazador y las ayudas y recursos humanos nos faltan por completo 664. 8. Otra gran dificultad: las tribulaciones de los bue-
o aparecen claramente insuficientes, la oración brota espontánea de nos. En realidad, esta nueva dificultad está ya resuelta con lo que
los labios y del corazón y nos volvemos hacia la bondad infinita de acabamos de decir. Si es verdad que no hay hombre tan malo que
nuestro Padre del cielo. Con las alas del dolor, el alma se remonta no tenga algo de bueno, también lo es que no hay hombre tan bue-
de nuevo a Dios. no que no tenga algo de malo. El concilio de Trento definió expre-
662. 6. El dolor nos recuerda que esta vida no es la vida. samente que sin un auxilio especialísimo de Dios—como el que re-
Es un hecho que, cuando el mundo nos sonríe, nos olvidamos del cibió la Santísima Virgen María—nadie puede pasar su vida entera
cielo. Cuando el destierro es muy dulce, se le toma por la patria. sin cometer, al menos, algún pecado venial (cf. D 833). Es muy
Si el hombre no tuviera nunca nada que sufrir, se haría terreno y justo, pues, que Dios castigue en esta vida esas pequeñas flaquezas
se olvidaría de sus destinos eternos. El dolor nos trae la nostalgia de sus fieles servidores y amigos, reservándoles para la eternidad el
de la patria y aviva en nuestras almas el deseo del infinito. premio de sus muchas buenas obras.
Contra esta doctrina tan santa y consoladora pueden ponerse, Aparte de esta razón existe otra básica y fundamental. En vir-
sin embargo, algunas objeciones que vamos a examinar cuidadosa- tud del dogma de la comunión de los santos, el dolor y sufrimiento
mente a continuación. de los buenos tiene una finalidad altísima y sublime: continuar a
través de los siglos la misión redentora de Cristo, completando lo
663. 7. U n a grave dificultad: la prosperidad de los mal- que falta a su pasión por el bien de su cuerpo que es la Iglesia
vados. Si el dolor, como hemos dicho, es consecuencia, la mayor (cf. Col 1,24). Es señal de gran predilección por parte de Dios el
parte de las veces, de la violación de la ley divina, ¿cómo se explica escoger un alma inocente para hacerla víctima por los pecadores.
el hecho tan frecuente de la espléndida prosperidad de los malva- Ciertamente que en este mundo quedará aplastada por el dolor.
dos? En este mundo suelen triunfar los hombres sin conciencia y Pero no olvidemos que «el sufrir pasa, pero el haber sufrido por
sin honor, los que hacen caso omiso de la ley moral en sus negocios Dios no pasará jamás». En el cielo bendecirán eternamente a Dios
y empresas, los que para nada tienen en cuenta los postulados más por aquellos sufrimientos del destierro, que les han merecido la
elementales de la justicia, los impíos y ateos, los políticos de ideas gloria inefable que disfrutarán eternamente en compañía de las al-
malsanas y revolucionarias, etc., etc. ¿Cómo se explica todo esto? mas que arrancaron del poder de Satanás con su heroico sufrimiento.
La solución es muy fácil y sencilla. No hay hombre tan malo
que no tenga algo de bueno, ya que la maldad absoluta no existe 665. 9. La muerte precoz de los buenos. He aquí otro
ni puede existir, como quedó demostrado más arriba al exponer la caso particular de la economía del plan divino que acabamos de
filosofía del mal. Y como Dios es infinitamente justo y no quiere describir. ¿Por qué permite Dios que la muerte venga a segar en
dejar sin recompensa las buenas acciones, cualquiera que sea la flor, en plena primavera de la vida, una vida inocente, llena de ri-
persona que las realice, premia en esta vida las pocas cosas buenas sueñas esperanzas? La explicación es todavía muy sencilla. Dios
que hacen los malvados y perversos—a base de esa prosperidad y es nuestro Padre amorosísimo. Nada permite ni permitirá jamás
triunfo puramente humano y temporal—, reservándoles para la eter- que no sea para nuestro mayor bien. Cuando arranca al cariño de
nidad el castigo de los crímenes horrendos que cometen. Por eso los suyos una de estas vidas jóvenes, tronchadas en flor, será por
se ha dicho que no hay peor señal de eterna reprobación que el razones muy serias, por motivos absolutamente superiores a los po-
triunfo del malvado en medio de sus desórdenes y crímenes. ¡Ay bres cálculos humanos. Dios ve el futuro con mayor claridad que
del malvado que triunfa! Es señal casi infalible de que le aguarda
nosotros el presente. ¿Quién puede asegurarnos que ese joven lleno
un porvenir espantoso más allá de esta vida fugaz y transitoria. El
se ríe de todo esto y lanza su carcajada volteriana sobre el que trate de virtudes angelicales hubiese perseverado así toda su vida ? ¿Y si
de recordárselo; pero su insensatez y locura, su olímpico desprecio más tarde se hubiera desviado por los caminos del mal y hubiese
de las verdades de la fe, no cambia absolutamente en nada la reali- desembocado en el abismo de la eterna desesperación? La vida te-
dad objetiva de las cosas. Todo continúa igual: Dios existe, existe rrena es un mero pretexto para alcanzar la vida eterna, no tiene va-
la otra vida y existe la divina justicia que le castigará inexorable- lor alguno sino en función de la eternidad. Adoremos en silencio
mente. Un hombre tan poco sospechoso de «fanatismo religioso» los planes de Dios y no abriguemos jamás en nuestro pecho la me-
como Juan Jacobo Rousseau llegó a escribir en un momento de sin- nor duda de que nos ama con ternura y nos gobierna con infinita
ceridad: «Si no tuviera otra prueba de la existencia de Dios y de sabiduría. Por otra parte, sería el colmo de la insensatez y de la lo-
los premios y castigos ultraterrenos que contemplar en esta vida cura lamentar que un ser querido, terminada la travesía borrascosa
el triunfo del malvado y la opresión del justo, exclamaría sin género de la vida terrena, haya entrado para siempre en el puerto de segu-
alguno de duda: Dios existe; nada termina con la vida, todo vuelve ridad y haya saltado por fin, triunfante y victorioso, a las playas de
al orden con la muerte». la eternidad bienaventurada.
632 AI'ÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR 3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 633

B. LA SOLUCIÓN PRÁCTICA DEL CRISTIANISMO a) Primera, porque todo lo nocivo, reconcentrado interiormente, aflige
más. sobreexcitando la atención del alma sobre ello; al paso que, cuando
E n la sección anterior h e m o s examinado los elementos funda- transciende al exterior, la atención del alma se divide al tender igualmente
mentales de la solución teórica del p r o b l e m a del dolor q u e nos ofre- hacia fuera, atenuándose así el dolor interno. Por eso ¡os hombres sumidos
ce el cristianismo. Vamos a completar ahora, brevemente, esa so- en tristeza logran mitigarla manifestándola exteriormente por el llanto
lución e x a m i n a n d o los elementos fundamentales de o r d e n práctico. o los sollozos y también por la palabra.
E x a m i n a r e m o s los siguientes p u n t o s : b) Segunda, porque siempre la operación connatural al hombre, según
la disposición del momento, le es deleitable; y el llanto y ios gemidos son
i.° Modo de aliviar el dolor. operaciones connaturales al triste o dolorido y, por lo mismo, se le hacen
2.° La resignación cristiana. deleitables. Por tanto, como toda delectación mitiga de algún modo la triste-
3. 0 El amor al dolor. za o el dolor, se sigue que por el llanto y los sollozos se alivia la tristeza».
4. 0 La victoria final sobre el dolor.
Lloremos, pues, cuando nos visite el dolor. D e r r a m e m o s esa
1. M o d o d e a l i v i a r el d o l o r «sangre del corazón» q u e aliviará el peso interior q u e nos oprime.
666. E s perfectamente legítimo, desde el p u n t o d e vista cris- Pero no nos olvidemos de mirar al cielo a través del cristal de n u e s -
tiano, luchar contra el dolor y tratar d e aliviarle en lo posible p o r tras lágrimas y de bendecir a Dios, q u e nos visita con el dolor para
t o d o s los medios lícitos a n u e s t r o alcance. Esta doctrina se d e s p r e n - abrillantar nuestras almas como el oro en el crisol.
de con toda claridad de las palabras y ejemplos del m i s m o Cristo.
669. 3. E l t r a b a j o m a t e r i a l o i n t e l e c t u a l a b s o r b e n t e . P o r
E n la oración brotada de sus divinos labios nos enseñó a pedir a
u n a ley psicológica perfectamente explicable, se sufre tanto m á s
D i o s «que nos libre de todo mal», y de suyo, el dolor es u n mal
a u n q u e se p u e d a n extraer de él grandes bienes, como h e m o s visto. cuanto mayor conciencia tengamos de nuestro dolor, cuanto m á s
Y, en su mortal agonía de Getsemaní, el divino M á r t i r oró de esta profunda y largamente reflexionemos sobre los dolores que nos afli-
manera: «Padre, si es posible, q u e pase de mí este cáliz; pero n o se gen. Los dolores presentes se a u m e n t a n con el recuerdo de los d o -
haga como yo quiero, sino como t ú lo quieres» ( M t 26,39). lores pasados y se agigantan, sobre todo, ante el espectro de los
que nos amenazan inexorablemente en el futuro.
Dios conoce m u y bien el p o b r e corazón h u m a n o y p o r eso al-
E n vista de esta ley psicológica indiscutible, todo aquello q u e
terna los dolores con las alegrías. Sabe q u e n u e s t r a p o b r e flaqueza
pueda contribuir a absorber nuestra atención apartándola del o b -
h u m a n a n o resistiría el peso c o n t i n u o e i n i n t e r r u m p i d o del dolor,
jeto del dolor, servirá sin d u d a alguna de alivio y de consuelo. El
a m e n o s de u n a gracia especialísima q u e suele conceder a las almas
estudio profundo de los problemas científicos o la contemplación
escogidas p o r El, con particular predilección, para convertirlas en
de los grandes misterios del p e n s a m i e n t o y de la vida transportan
víctimas p o r la salvación de sus h e r m a n o s pecadores.
el espíritu, al menos m o m e n t á n e a m e n t e , fuera de las luchas y m i -
667. 1. C o m b a t i r s u s c a u s a s . El medio m á s eficaz p a r a serias h u m a n a s y alivian el dolor y la angustia, la pena y desaliento
aliviar el dolor es combatir sus causas. H e m o s hablado largamente que de ellas se derivan a nuestra alma 2 . Las mismas ocupaciones
d e ellas en la sección anterior. U n repaso frecuente de aquellas pá- materiales, cuando son absorbentes, nos reportan idénticos b e n e -
ginas contribuirá eficazmente a consolar nuestras almas y aliviar ficios. Por eso la ociosidad, que es la m a d r e de todos los vicios, lo
en gran escala nuestros dolores y sufrimientos. es también con frecuencia de la neurastenia y de la locura.
668. 2. E l c o n s u e l o d e las l á g r i m a s . L l o r a r n o es pecado, El mismo sueño y ciertas prácticas higiénicas (baños, duchas
ni siquiera u n a debilidad. Revela, p o r el contrario, grandeza de frías, etc.) ejercen sobre el organismo h u m a n o u n a acción sedante
alma. El llanto espontáneo ante la desgracia ajena es signo i n e q u í - y tranquilizadora que disipa m u c h a s veces las n u b e s tormentosas
voco del afecto q u e profesamos al q u e sufre o d e la compasión q u e del dolor 3 .
nos inspira. El m i s m o Cristo quiso santificar las lágrimas c u a n d o 670. 4. E l p l a c e r y la a l e g r í a . Al cristiano no le está p r o h i -
lloró sobre el sepulcro de su amigo L á z a r o (lo 11,35) y sobre la bido en m o d o alguno el placer honesto y la alegría sana. E s el m i s -
ciudad de Jerusalén al prever los desastres q u e iban a caer sobre mo San Pablo quien nos empuja con insistencia a la alegría espiri-
ella en castigo de su obstinación al n o quererle reconocer como su tual: «Alegraos siempre en el Señor; de nuevo os lo digo: alegraos»
M e s í a s salvador ( L e 19,41). (Phil 4,4). L a alegría cristiana—la más auténtica y verdadera, p u e s -
Santo T o m á s p r u e b a h e r m o s a m e n t e q u e las lágrimas alivian el to que brota de lo más hondo de u n alma limpia y de u n corazón
dolor: puro—no tiene más límites que los del deber, la obediencia, la h i -
«Las lágrimas y los sollozos—escribe 1—alivian naturalmente la tristeza, giene del cuerpo y del alma, el a m o r de Dios y del prójimo.
y esto por dos razones:
2 Cf. I-TI 18.4.
1 Cf. I-II 38,2. 3 Cf. I-II 38,5.
634 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR 3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 635

U n a sana diversión, u n espectáculo sano y agradable, la p r á c - mosas y u n o de los deberes cristianos m á s sublimes. Pero para q u e
tica m o d e r a d a de los deportes, el t r a t o amistoso con nuestros s e m e - alcance toda su eficacia y consiga l i m p i a m e n t e t o d o su valor y m é -
jantes, y otras mil cosas p o r el estilo son perfectamente lícitas y rito ante Dios es preciso q u e r e ú n a las debidas cualidades. Son,
p u e d e n contribuir p o d e r o s a m e n t e a aliviar nuestros dolores y a m a r - principalmente, las siguientes:
guras. E n esto, como en t o d o lo h u m a n o , la v i r t u d está en u n e q u i -
a) O R D E N . A u n q u e el cristiano ha de estar siempre dispues-
librado t é r m i n o medio: n i demasiado, ni demasiado poco. E s u n
to a aliviar todas las miserias de sus h e r m a n o s los h o m b r e s , n o está
vicio pernicioso la disipación y la alegría excesiva e i n m o d e r a d a ;
obligado ni le sería posible atender p e r s o n a l m e n t e a todos los d e s -
p e r o no es m e n o r la misantropía exagerada, q u e rehuye el trato n o r -
graciados. E n el ejercicio y práctica de la caridad d e b e guardarse
mal con n u e s t r o s semejantes y considera vitandas las m á s legítimas
u n orden, establecido p o r la naturaleza m i s m a de las cosas. H a y
y nobles expansiones del espíritu y del corazón.
q u e atender preferentemente a los m á s próximos a nosotros: fami-
671. 5. E l c o n s u e l o del a m o r f r a t e r n o . Si el sufrir es liares, amigos, compatriotas; a los q u e son m á s dignos de ayuda
siempre d u r o , sufrir a solas es m u c h o más horrible. A b a n d o n o , ol- p o r sus dotes y costumbres; a los m á s necesitados del socorro ajeno
vido, soledad, i n g r a t i t u d . . . , ¡qué palabras t a n tristes y amargas por sus mayores indigencias o especiales necesidades.
para el p o b r e corazón h u m a n o ! b) GENEROSIDAD. H a y q u e a t e n d e r a nuestros h e r m a n o s con
Santo T o m á s expone con su clarividencia a c o s t u m b r a d a de q u é p r o n t i t u d , con alegría, con generosidad. El consuelo p u e d e t r a d u -
m a n e r a el dolor y la tristeza se mitigan p o r la compasión de los ami- cirse en una limosna de dinero, de verdad y de amor. H a s t a los m á s
gos. H e aquí sus palabras 4 : pobres pueden dar u n b u e n consejo, p r o n u n c i a r unas palabras a m a -
«El que un amigo se conduela de nuestras tristezas es naturalmente bles, prestar u n p e q u e ñ o servicio, tener u n a p e q u e ñ a atención. L a
consolador, y esto por dos razones: generosidad se olvida de sí misma para atender las necesidades de
a) La primera, porque, siendo propio de la tristeza el apesadumbrar, los demás.
viene a ser como una carga, de la cual procura ser aliviado el que la sufre;
y, por lo mismo, cuando uno ve que otros se contristan de su tristeza, c) DELICADEZA. N O siempre es conveniente una palabra d e
fórmase cierta idea de que aquella carga la llevan con él, como si se esforza- consuelo o un b u e n consejo c u a n d o vemos claramente q u e n u e s t r o
ran en aligerársela, y, en consecuencia, soporta como más llevadera la carga prójimo n o está p r e p a r a d o para recibirlo en aquel m o m e n t o o en
de la tristeza, de modo semejante a lo que ocurre con las cargas materiales. aquellas circunstancias. H a y q u e saber esperar la ocasión o p o r t u n a ,
b) La segunda razón y más convincente es porque, en el hecho mismo con tacto, con discreción y delicadeza. Son m u c h o s los q u e se p r o -
de que los amigos se contristen con él, conoce que es amado por ellos, lo digan voluntariamente sobre sus h e r m a n o s infelices con el fin de
cual le sirve de satisfacción, como es evidente. Y como toda satisfacción llevarles u n consuelo; p e r o lo hacen de m a n e r a t a n i n o p o r t u n a y
mitiga la tristeza, se sigue que el amigo que se conduele de nuestra tristeza desgarbada, con t a n poco tacto y delicadeza, q u e hacen p e r d e r a
alivia nuestro dolor».
su consuelo casi toda su eficacia.
E s u n h e c h o m u y real, q u e confirma la experiendia diaria. El d) SINCERIDAD. N a d a d e fórmulas convencionales. L a cari-
p o b r e corazón h u m a n o tiene sed de a m o r y experimenta u n gran dad cristiana brota del corazón. El consuelo q u e se da p o r ambición,
consuelo al sentirse a m a d o . por interés, por fines indignos; el q u e sirve de máscara para ocultar
672. 6. C o n s o l a r es consolarse. H a y otro p r o c e d i m i e n t o el propio egoísmo, m á s q u e u n alivio constituye u n insulto al q u e
m u y eficaz para aliviar n u e s t r o s dolores, y es tratar de aliviar los sufre, una vergonzosa profanación de la caridad cristiana. Según el
del prójimo. Consolar es consolarse. P o r dos razones m u y sencillas: espíritu del Evangelio, d e b e m o s amar a los infelices n o p o r q u e p u e -
primera, p o r q u e es el p r e m i o de la caridad, q u e se recibe inmedia- dan sernos útiles sirviendo de i n s t r u m e n t o s para n u e s t r o s desig-
t a m e n t e en el corazón; segunda, p o r q u e hace olvidar nuestros d o - nios o de pedestal para n u e s t r a ambición o vanidad, sino p o r q u e
lores al compararlos con los del prójimo. son hijos de Dios como nosotros y son a m a d o s p o r El. N u e s t r o
El egoísta q u e se cierra en su dolor, q u e n o piensa m á s q u e en amor al prójimo ha de ser u n a reproducción y copia del a m o r de
sí m i s m o y n o se preocupa de otra cosa q u e d e su propio sufrimien- Cristo, que «nos a m ó y se entregó p o r nosotros en oblación y sacri-
to, lo ve crecer y agigantarse p o r m o m e n t o s . M i e n t r a s q u e la aper- ficio a Dios de suave olor» ( E p h 5,2).
t u r a hacia los d e m á s para c o m p a d e c e r n o s de sus dolores refluye Siendo esto asi, está bien claro el concepto que deben merecernos esas
sobre nosotros en forma d e alivio, p o r q u e representa u n a especie llamadas «fiestas de sociedad» organizadas con «fines benéficos»; v. gr., para
de desahogo y de saludable distracción. socorrer a los ancianos de un asilo o a los enfermos de un hospital. Esos
Consolar al triste es u n a d e las obras de misericordia m á s her- «bailes benéficos» en los que se derrocha el champán, se lucen «vestidos»
(mejor se llamarían «desnudos») femeninos que cuestan una fortuna, se lan-
« Cf, I-H 38.3. zan carcajadas histéricas y se prolongan hasta las primeras luces del amane-
636 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR 3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 637
cer, son una bofetada y un insulto a los que sufren, una ridicula carica- haríamos sino aumentar nuestros sufrimientos. La desesperación
tura de la caridad cristiana y un mitin comunista organizado por los pro- no nos devolvería la salud perdida, no remediaría nuestra ruina eco-
pios burgueses. nómica, no nos reconquistaría un afecto perdido, no nos devolvería
los seres queridos que la muerte se llevó. Lo único que lograríamos
673. 7. El consuelo que viene de lo alto. Pero por encima con ella sería debilitar más y más nuestras fuerzas quebrantadas,
de todos estos consuelos humanos, es indudable que el más eficaz irritar mayormente nuestra sensibilidad, volver más profundas y
y confortante es el que ha de venirnos de lo alto. Para que el con- peligrosas nuestras heridas.
suelo sea pleno y el alivio vigorice totalmente las fuerzas del alma
es preciso que quien lo proporcione comprenda la grandeza e in- 676. 3. Tampoco sirve la resignación estoica. ¿Encon-
tensidad de nuestros dolores sin necesidad de explicárselos detalla- traríamos el remedio en el extremo opuesto a la desesperación,
damente; es necesario que sea inmensamente bueno y generoso, o sea en la aceptación pasiva del dolor, en una indiferencia estoica,
dulce y paciente; que nos ame sin restricción y sin reservas, sin se- en un encogerse de hombros sin ninguna resistencia y sin ninguna
gundas intenciones, sin fallos desconcertantes; es necesario que ten- reacción? Es evidente que no. Esa actitud estoica, sin motivos más
ga en su mano los medios oportunos para venir eficazmente en nues- elevados, además de irracional es imposible en la práctica. Es irra-
tro auxilio; que nos sepa iluminar en nuestras oscuridades e incer- cional, porque nuestra dignidad hum .na tiene derecho a conocer el
tidumbres, animarnos en nuestras desolaciones, alentarnos en nues- porqué de los sacrificios que se nos imponen. Y aunque esta adap-
tros desfallecimientos, remediar nuestras amarguras, ungir con bál- tación ciega no condujese al embrutecimiento del hombre, no es
samo nuestras llagas; que pueda protegernos contra todas las ame- tan fácil y llana como cree la filosofía estoica. Detrás de esa aparen-
nazas, defendernos de todos nuestros enemigos, liberarnos de todos te apatía, de esa habitual incapacidad de reaccionar, se esconde siem-
los peligros... pre una tempestad amenazadora; y, a veces, basta un minúsculo
Es indudable que sólo Dios cumple todas estas condiciones. incidente para que estalle con violencia tanto mayor cuanto más
Para encontrar un afecto y una ayuda semejante es necesario levan^ larga fue la calma aparente que la precedió.
tar los ojos al cielo y refugiarse, por medio de la inefable efusiónj
de la plegaria, en los brazos de nuestro Padre que está en el cielol 677. 4. El fatalismo tampoco es solución. ¿Nos consola-
Por eso el apóstol Santiago nos advierte en su maravillosa epístola! remos pensando que el sufrimiento es una ley impuesta a todos los
¿Está afligido alguno entre vosotros? Pues que haga oración (Iac 5,13)^ humanos por un poder supremo, ciego e inexorable, cuyos decretos
El profeta David nos asegura que Dios oye siempre el clamor de son inapelables y que aplasta todo cuanto trate de oponérsele ? Ade-
los justos y los libra de todas sus angustias (Ps 33,18). San Pablo más de una herejía, esa actitud intelectual es una insensatez, que
nos recuerda que Dios es el Padre de las misericordias y Dios de todo no remediaría nada. El suicidio, permitido y practicado con tanta
consuelo, que nos conforta y consuela en todas nuestras tribulaciones frecuencia por los estoicos, que profesaban este ciego fatalismo, de-
(2 Cor 1,3-4). Y el mismo Cristo nos dice a todos con inefable ter- muestra con toda certeza que la caima y serenidad que les inspira-
nura: Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os ba eran solamente aparentes; demuestra que el dolor sufrido sin
aliviaré (Mt 11,28). esperanza se llama desesperación.
Esta es la promesa divina, ésta es la palabra de Dios, que no en-
gaña. Lo han experimentado así todos cuantos han abierto sus la- 678. 5. La resignación cristiana. Bien distinta es la acti-
bios y su corazón a la plegaria ardiente, humilde y confiada. tud del verdadero cristiano. No permanece pasivo ante el dolor
propio o ajeno y procura prevenirlo con todos los medios lícitos de
que dispone. Y cuando se siente alcanzado por él, no permanece
2. La resignación cristiana impasible a sus estragos, no intenta cubrir con orgullo su debilidad:
674. 1. Inevitabilidad del dolor. Acabamos de indicar al- llora, gime, pide socorro a Dios. Pero, si llora, no se desespera; si
gunos de los medios más eficaces para prevenir o aliviar el dolor. gime, no se rebela; si pide ayuda, no pretende obtenerla siempre.
Pero hemos de convencernos plenamente que nunca serán del todo Cuando todos los recursos humanos se han venido abajo, cuan-
infalibles y eficaces. El dolor es inevitable en este valle de lágrimas do la ciencia y el amor se han declarado impotentes, el cristiano
y de miserias. Es el patrimonio fatal de la humanidad caída por el tiene todavía un refugio. Para él, el cielo no está vacío. En él vive
pecado de origen y el destino insoslayable de cada uno de los hom- un Dios bueno, sabio y omnipotente, del .cual dependen todos los
bres. La muerte será el epílogo final de esta etapa de dolores y su- acontecimientos de la vida, todos los fenómenos del universo. Un
frimientos inevitables. Dios que conoce nuestras miserias, oye nuestras voces de auxilio y
puede, si lo cree útil, socorrernos y consolarnos. Inefable en sus
675. 2. La desesperación no remedia nada. Es inútil tra- consejos, incomprensible en sus designios, vigila todos los caminos
tar de rebelarse contra el dolor inevitable. En vez de atenuarlos no humanos (Ier 32,19). Y cuando la oración no es oída en seguida, el
638 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR 3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 639
cristiano no se desanima: vuelve a pedir ayuda con más fe, con más vida, y han poblado los desiertos y los monasterios. Han abandonado
fervor, con más grande pureza de intención. Y si, finalmente, se la patria y han marchado a regiones lejanas habitadas por pueblos
malogra todo ello y no obtiene respuesta alguna a su plegaria, sabe salvajes, infestadas de animales feroces, flageladas por climas insa-
bajar la cabeza y aceptar con serena resignación los designios ines- nos, y han afrontado alegremente privaciones, persecuciones, cár-
crutables de Dios, que es el más amoroso de los padres. celes y, finalmente, la muerte. El Calvario se ha convertido en la
meta ideal de la peregrina humanidad cristiana.
679. 6. Los motivos de la resignación cristiana. Todos En contra de lo que el mundo cree, la mortificación cristiana
ellos se cifran y compendian en dos sublimes dogmas del cristianis- voluntaria, realizada por amor a Cristo y con el deseo ardiente de
mo: Dios es nuestro padre y nuestro redentor. asociarse a su pasión redentora, es una fuente inagotable de alegrías
a) Es nuestro padre, tierno y afectuoso, que, si tiene cuidado y consuelos inefables. Cuando el alma se apasiona de veras por el
de todas sus criaturas—hasta de las hojas de los árboles y de las dolor, le ha dado—por una extraña paradoja—el golpe mortal de-
aves del cielo—, lo tiene especialísimo del hombre, su criatura pre- finitivo: «He llegado a no poder sufrir—decía Santa Teresita del
dilecta. Es un padre providente, que nos suministra el pan de cada Niño Jesús—, porque me es dulce todo sufrimiento», y muchos
día y las demás cosas de que tenemos necesidad. Un padre miseri- siglos antes había escrito San Pablo: «Sobreabundo de gozo en me-
cordioso, siempre pronto a abrir sus brazos a los hijos arrepentidos. dio de mis tribulaciones» (2 Cor 7,4).
b) Es también nuestro redentor. La fe nos enseña que Dios Es una ley psicológica, que confirma cada día la experiencia, que
nos ha amado tanto que nos dio a su Hijo Unigénito (lo 3,16); y el sacrificio realizado por amor pierde casi toda su dureza y se
que ese Hijo único quiso tomar sobre sí todas nuestras miserias hu- convierte en verdadera alegría cuando el amor es intenso y sincero.
manas y sufrir dolores atroces hasta morir desnudo en una cruz Todos los que aman de verdad saben por experiencia propia cuan
por salvarnos a nosotros de los horrores de una muerte eterna. dulce es sufrir por la persona amada; que el sacrificio da a los frutos
No podemos dudar un momento, después de estas pruebas in- del amor un sabor y un aroma divinos y que nada hay más bello,
equívocas, que Dios nos ama infinitamente; y que si permite que sublime y elevado en la vida que amar y sentirse amado en el sa-
vengan sobre nosotros tribulaciones y dolores, es, sin duda alguna, crificio. Y si el amor humano produce estos efectos admirables,
por nuestro bien. El dolor expía nuestras culpas, nos llena de mé- ¿qué de particular tiene que el sacrificio inspirado por el más alto
ritos, nos eleva hasta el cielo. Son estos motivos poderosísimos los de los amores, el amor a Dios, constituya para los santos un manan-
únicos verdaderamente eficaces para llevar con resignación y hasta tial inagotable de alegrías y deleites inefables?
con alegría las cruces que Dios, nuestro Padre, se digne enviarnos No es empresa fácil, sin embargo, escalar estas alturas. La cima
para nuestro mayor bien. dolorosa del Calvario no se convierte en un 'Labor de gloria de
buenas a primeras. Supone un largo proceso de purificación del
3. El amor al dolor alma y unas luces cada vez más vivas sobre el precio infinito del
680. 1. En pos de Cristo. A los discípulos auténticos de dolor y el valor inmenso del sacrificio. El alma generosa y fiel va
Jesucristo no se les pide tan sólo sufrir con paciencia y resignación ascendiendo poco a poco la escarpada pendiente y sólo a costa de
las inevitables tribulaciones de la vida. Se les pide algo mucho más grandes esfuerzos y de superar etapas de desfallecimiento y flaque-
elevado y sublime todavía. Se les pide, si quieren seguir hasta sus zas logra coronar, por fin, la cumbre de la montaña del dolor, en
últimas consecuencias el camino que les trazan las huellas ensan- la que éste desaparece finalmente para convertirse en gozo.
grentadas de su divino Jefe, que, a imitación suya, amen el dolor
y se abracen espontáneamente a la cruz. «El que quiera venir en 2. Grados de amor al sufrimiento. Para ayudar a las almas
pos de mí—ha dicho el Maestro—, niegúese a sí mismo, tome su generosas y ardientes a escalar esas grandes alturas a que lograron
cruz de cada día y sígame» (Mt 16,24). Y en otro lugar: «El que no remontarse los santos, vamos a describir a continuación los princi-
toma su cruz y viene en pos de mí no puede ser mi discípulo» pales grados y las etapas más importantes del amor al sufrimiento
y a la cruz 1.
(Le 14,27).
Este llamamiento divino no cayó en el vacío. Las almas nobles 68l. I.° N o OMITIR NINGUNO DE NUESTROS DEBERES A CAUSA
que, iluminadas por Dios, han comprendido la sublime grandeza DEL DOLOR QUE Nos PRODUCEN. Este es el grado inicial, absoluta-
de su vocación cristiana, se han clavado voluntariamente con Cristo mente necesario a todos para la simple conservación del estado de
en la cruz (Gal 2,19) y no han querido gloriarse de otra cosa que de gracia. El que omite un deber grave (v.gr., la audición de la santa
la cruz de su Maestro (Gal 6,14). Por amor a la cruz, millares y mi- misa en día festivo, el ayuno o la abstinencia en los días señalados
llones de cristianos han renunciado voluntariamente a los placeres por la Iglesia, etc.) sin más razón que la molestia o incomodidad
más lícitos y han impuesto grandes sacrificios a su propia voluntad. 1
Trasladamos aquí—en parte —lo que escribimos en nuestra Teología de la perfección
Han dicho adiós a los honores, las riquezas, las comodidades de la cristiana 4.* ed. (BAC, Madrid 1962) n.183.
640 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR 3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 641

que su cumplimiento le causaría, comete un pecado mortal y se al placer. Por más contrario que esto sea a nuestra pobre naturaleza,
aparta de Dios, perdiendo la gracia. los santos han logrado escalar estas alturas. Llega un momento en
Pero, aun tratándose de deberes leves, cuya omisión no compro- que sienten horror instintivo a todo lo que pueda satisfacer sus
metería nuestra unión con Dios por la gracia santificante, es preciso gustos y comodidades. No se encuentran a gusto más que cuando
a toda costa llevarlos a cabo a pesar de todas nuestras repugnancias se ven completamente sumergidos en el dolor. Cuando todo les sale
en contrario. mal y todo el mundo les persigue y calumnia, se regocijan y dan
gracias al Señor con todo su corazón. Si triunfan o les aplauden, se
682. 2. 0 ACEPTAR CON RESIGNACIÓN LAS CRUCES QUE D I O S echan a temblar, como si Dios permitiera aquellas cosas en castigo
PERMITE o NOS ENVI'A. El cumplimiento de nuestros deberes y obli- de sus pecados. Apenas se dan cuenta ellos mismos del heroísmo que
gaciones, a pesar de la molestia que pueden ocasionarnos, constituye todo esto supone; tan familiarizados están con el dolor, que sentir
ya un grado muy meritorio en la práctica del amor a la cruz. Pero sus punzadas les parece la cosa más natural del mundo. Entonces
es más perfecta todavía la plena aceptación de las cruces que Dios es cuando lanzan esas fórmulas de heroísmo que estremecen nuestra
nos envíe directamente o permita que vengan sobre nosotros: en- pobre sensibilidad: «o padecer o morir»; «no morir, sino padecer»;
fermedades, persecuciones, frío, calor, humillaciones públicas, tra- «padecer, Señor, y ser despreciado por vos».
bajos duros e inesperados, etc., etc. Todo ese cúmulo de pequeñas
No es imposible llegar a esas alturas. Indudablemente son una
contrariedades que constituye la trama de nuestra vida cotidiana
consecuencia de la santificación general del alma, que se acostum-
tiene un alto valor de santificación si sabemos aceptarlo con amor y bra a vivir en el heroísmo habitual casi sin darse cuenta. Pero el
resignación como venido de la mano de Dios. esfuerzo personal, ayudado de la divina gracia, puede ir acercándo-
683. 3. 0 PRACTICAR LA MORTIFICACIÓN VOLUNTARIA. La acep- nos cada vez más a ese sublime ideal. El código para alcanzarlo
tación resignada de las cruces que Dios nos envía es ya un grado nos lo dejó maravillosamente trazado San Juan de la Cruz. Sus
muy estimable de amor a la cruz, pero supone pasividad por parte cláusulas son duras y atormentan implacablemente los oídos car-
del alma que las recibe. Más perfecto aún es tomar la iniciativa; nales, pero sólo a este precio se puede adquirir el tesoro inmenso de
y, a pesar de la repugnancia que la naturaleza experimenta, salirle la santidad:
al paso al dolor practicando voluntariamente la mortificación cris-
tiana en todas sus formas. «Procure siempre inclinarse:
No puede darse una norma fija y universal para todos. El grado no a lo más fácil, sino a lo más dificultoso;
e intensidad de la mortificación voluntaria lo irá marcando en cada no a lo más sabroso, sino a lo más desabrido;
no a lo más gustoso, sino antes a lo que da menos gusto;
caso el estado y situación del alma que se va santificando. El Espí- no a lo que es descanso, sino a lo trabajoso;
ritu Santo, a medida que el alma vaya correspondiendo a sus inspi- no a lo que es consuelo, sino antes al desconsuelo;
raciones, se mostrará cada vez más exigente, pero al mismo tiempo no a lo más, sino a lo menos;
aumentará también sus fuerzas para que pueda llevarlas perfecta- no a lo más alto y precioso, sino a lo más bajo y despreciable;
mente a cabo. Al director espiritual corresponde vigilar los pasos no a lo que es querer algo, sino a no querer nada;
del alma, no imponiéndole jamás sacrificios superiores a sus fuerzas no andar buscando lo mejor de las cosas temporales, sino lo peor,
actuales, pero guardándose muchísimo de cortar sus ansias de in- y desear entrar en toda desnudez y vacío y pobreza por Cristo de
molación obligándola a arrastrarse como un sapo en vez de dejarla todo cuanto hay en el mundo» 2 .
volar como las águilas. Contraería con ello una gran responsabilidad
y no quedaría sin castigo de Dios, como advierte severamente San 685. 5. 0 OFRECERSE A D I O S COMO VÍCTIMA DE EXPIACIÓN. Pa-
Juan de la Cruz 1. El cilicio, las disciplinas, la cadenilla, los ayunos rece que es imposible ir más lejos en el amor a la cruz que preferir
y abstinencias, la escasez de sueño y otras austeridades por el estilo el dolor al placer. Y, sin embargo, hay algo todavía más exquisito,
han sido practicadas por todos los santos; y en mayor o menor más perfecto y encumbrado: el acto de ofrecimiento de sí mismo
escala, según sus fuerzas y disposiciones actuales, tienen que prac- como victima de expiación por los pecados del mundo. Expliquemos
ticarlas todas las almas que aspiren seriamente a la santidad. No un poco su alcance y valor incalculable.
hay otro camino para llegar a ella que el que nos dejó trazado Jesu- Por de pronto, nos apresuramos a decir que, bien entendido,
cristo con sus huellas ensangrentadas hacia el Calvario. este acto sublime está completamente fuera de las vías ordinarias
de la gracia. Sería presunción tremenda que un principiante o un
684. 4. 0 PREFERIR EL DOLOR AL PLACER. Todavía hay algo alma imperfectamente purificada se lanzara por estos caminos.
más perfecto que la simple práctica de mortificaciones voluntarias: «Llamarse víctima es fácil y agrada al amor propio; pero hacerse
es apasionarse tanto por el dolor, que se le desee y ame prefiriéndolo víctima exige una pureza, un desprendimiento de las criaturas, un
1 Cf. Llama c.3 30-62. 2 Subida I 13,6.

Dios y su obra 21
3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 643
642 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR
formarán esas almas la mejor corona de gloria en torno a sus heroicos
heroísmo que se abandona a todo sufrimiento, a toda humillación, salvadores 7 .
a inefables obscuridades tan inesperadas, que tengo por loco o mi- En la práctica, este ofrecimiento no debe permitirse sino a las
lagroso al que en los principios de su vida espiritual pretende hacer almas a quienes el Espíritu Santo se lo pida con un atractivo interior
lo que el divino Maestro no hizo sino por grados» 3. profundo, persistente e irresistible. Sería ridicula presunción en un
El fundamento dogmático del ofrecimiento como víctima de ex- principiante o en un alma imperfectamente purificada. Nótese que,
piación por la salvación de las almas o por cualquier otro motivo más que a la propia santificación—aunque contribuya poderosa-
sobrenatural (reparar la gloria de Dios ultrajada, liberar a las almas mente a ella—, se ordena al bien de los demás. Ello quiere decir
del purgatorio, atraer la misericordia divina sobre la santa Iglesia, que el alma que se entrega de tal modo a la salvación de sus herma-
sobre el sacerdocio, sobre la patria, sobre una familia o alma de- nos en Cristo ha de estar ella misma muy unida a El y ha debido
terminada, etc.) está en la solidaridad sobrenatural, establecida por rebasar o, al menos, tener andado gran trecho en el camino de la
Dios entre todos los miembros del Cuerpo místico de Cristo actua- propia purificación. Ha de estar ya muy trabajada por el dolor y ha
de sentir por él un verdadero apasionamiento. En estas condiciones,
les o en potencia. Presupuesta esa solidaridad en Cristo, común y
el director podrá permitirle dar ese paso que, supuesta la acepta-
general a todos los cristianos, Dios escoge a algunas almas santas ción por parte de Dios, convertirá su vida en una fiel reproducción
—particularmente a las que se le han ofrecido para ello midiendo del divino Mártir del Calvario.
todo el alcance de su ofrecimiento—para que por sus méritos y
sacrificios contribuyan a hacer eficaces los efectos de la redención
de Cristo. Ejemplo típico de ello lo tenemos en Santa Catalina de 4. La victoria final sobre el dolor
Sena, cuyo deseo más vehemente era dar su vida por la Iglesia. «La
686. 1. La solución cristiana supone la vida futura. Ex-
única causa de mi muerte—decía la misma Santa—es mi celo por poniendo la solución teórica dada por el cristianismo al problema
la Iglesia de Dios, que me devora y consume. ¡Acepta, Señor, el del dolor, hemos visto que la existencia de la vida futura constituye
sacrificio de mi vida por el Cuerpo místico de tu santa Iglesia!» 4 uno de sus fundamentos básicos. Es cierto que, poniendo en prác-
También fue alma víctima en favor de particulares, como lo prueba tica muchos de los consejos que acabamos de recordar podremos
la salvación de su propio padre, el obtener la promesa de que nin- aliviar en gran escala nuestros sufrimientos y dolores; pero jamás
guno de su familia se perdería, etc. Hay ejemplos en nuestro tiempo, desaparecerán del todo mientras vivamos en este valle de lágrimas
sobre todo en Santa Teresita del Niño Jesús, Santa Gemma Galgani y de miserias. Es preciso aguardar la vida bienaventurada del cielo,
y sor Isabel de la Trinidad. en la cual la virtud se asociará para siempre a la felicidad y encon-
Estas almas así ofrecidas son para Jesucristo como «una nueva trará la adecuada recompensa a todas sus luchas y sacrificios.
humanidad sobreañadida» 5 , en la cual puede renovar todo su mis- Al igual que sucede con la solución teórica, la solución práctica
terio redentor. El Señor suele aceptar ese ofrecimiento heroico y cristiana no aparecerá perfecta sino al traspasar las fronteras del
conduce a sus dichosas víctimas a un espantoso martirio de alma y más allá. Como únicamente en el cielo brillará para nosotros la
cuerpo. Solamente a fuerza de gracias extraordinarias pueden sopor- luz definitiva sobre las causas y la finalidad del dolor, solamente
tar por largo tiempo sus increíbles sufrimientos y dolores; y acaban allí encontraremos la explicación enteramente satisfactoria de todas
siempre por sucumbir en la cumbre del Calvario enteramente trans- nuestras aflicciones de la tierra y el triunfo pleno y definitivo sobre
formadas en Cristo crucificado. Sin embargo, todas ellas en la cumbre el sufrimiento. Acá en la tierra, el consuelo ha de ser forzosamente
de su martirio repiten las palabras que Santa Teresita pronunciara muy imperfecto, y el triunfo sobre el dolor muy incompleto y parcial.
en su lecho de dolor horas antes de morir: «No, no me arrepiento Si no existiese una vida ultraterrena y superior en la que sean
de haberme entregado al amor» 6 . Es que se dan perfecta cuenta de finalmente satisfechos los deseos angustiosos de tantas almas bue-
la eficacia redentora de su martirio. Una multitud de almas que sin nas, enjugadas tantas lágrimas inocentes, reparadas todas las injus-
ese ofrecimiento heroico se habrían perdido para toda la eternidad ticias y restablecidos todos los derechos legítimos, se podría incluso
alcanzarán el perdón de Dios y la vida eterna. El haber contribuido dudar de la sabiduría y de la bondad de Dios y sería imposible la
de este modo a la aplicación de los méritos redentores de Cristo serenidad de la resignación. Sin la luz que desciende del cielo sobre
a esas pobres almas les estremece de inefable felicidad. En el cielo 7
H e aquí una anécdota emocionante q u e p u e d e aplicarse a todo aquel q u e se ha entre-
gado en holocausto por Dios y por las almas. C u a n d o M o n s . Le Roi asistía en los primeros
3
M a d r e M a r í a T e r e s a del Corazón d e Jesús, fundadora de la Adoración Reparadora, q u e años d e su apostolado en el África oriental a un misionero moribundo, le dijo éste: «Mi vida
m u r i ó q u e m a d a viva. Citada por el P . PLUS, Cristo en nuestros prójimos p.250 (5." ed. Bar- se acaba... Estoy contento del uso q u e he hecho d e ella». Luego, súbitamente, sus ojos se
celona 1943)- „ . . , . . , , , • • /o , fijaron, inmóviles, en u n p u n t o del espacio, mientras q u e su rostro se transfiguraba. «Padre
í
* Cf. P. AGUSTÍN R O J O , Tres insignes hijas de ¡a Iglesia p.52 (Salamanca 1934). —le preguntó Monseñor—, ¿qué es lo q u e veis?» «Veo—contestó—como una larga procesión
d e negros q u e baja del cielo... M e figuro q u e son los q u e h e b a u t i z a d o . . . ; vienen a buscar-
5 Es expresión afortunada de sor Isabel d e la T r i n i d a d .
me...» Y en diciendo esto expiró (cf. GOIBURU, El problema misionero n.8 p.36 2. a ed.).
' Historia de un alma c.12.
644 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y ./EL DOLOR 3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 645

la tierra, nada ni nadie podría endulzar el aspecto terrible del dolor en el cielo. Nuestra inteligencia vivirá exclusivamente en la luz, de
ni disipar las negras sombras que lo envuelven. Ya San Pablo decía la luz y por la luz.
que, «si sólo mirando a esta vida tenemos la esperanza puesta en A esta posesión intelectual de Dios seguirá la de la voluntad; a
Cristo, somos los más miserables de todos los hombres» (i Cor 15,19). la luz seguirá el calor, a la visión el amor. Un amor grande, irresis-
tible, triunfante, plenamente correspondido. Un amor que no de-
687. 2. La muerte y la esperanza de una vida mejor. jará desear ya nada más; que saciará plenamente nuestra hambre de
Aunque en este mundo pudiéramos encontrar la solución y pleno felicidad y llenará por completo el abismo infinito de nuestro co-
consuelo a todos los demás dolores, jamás podríamos encontrarlo razón. Un amor que abrazará todas las cosas, todo cuanto de noble
para el más terrible de todos: la muerte. El que estuviera a punto de y de bueno existe en la creación universal. Como todas las cosas las
morir no podría afrontar, sin el más grande terror y el más horrible veremos en Dios, todas las amaremos en El. Los nobles afectos de
de los espantos, la perspectiva inmediata de la nada, el hundimiento la tierra, sobre todo los dulces lazos de la familia y de la amistad,
de todas sus esperanzas, la ruina irreparable de todos sus sueños lejos de disminuir o de romperse en el cíelo, serán purificados y
de felicidad, el aniquilamiento brutal y sin sentido de todos los teso- sublimados, y Dios será el horno y la fragua que fundirá en una
ros de ciencia, de belleza y de amor acumulados en toda su vida. armonía inefable los corazones de todos los bienaventurados. Allá
Y los que quedaran en esta vida no podrían resignarse a la idea arriba, todos los que se amaron noblemente en el destierro encon-
de que nunca jamás volverían a encontrarse con la persona amada, trarán la garantía de la sinceridad y perpetuidad de su amor, la in-
con el ser querido, que se fue rompiendo para siempre la dulce disoluble y eterna unión de sus corazones.
cadena de afectos que unían nuestros corazones.
Para poder decir adiós a la vida presente con serenidad y sin 690. 5. El gozo de la posesión de Dios. De la visión y
lamentos es necesario que en el corazón se anide la esperanza cierta del amor de Dios brotará un gozo indescriptible que cancelará por
de una vida mejor capaz de substituir con creces todo cuanto deja completo y para siempre todos los dolores pasados. Un gozo in-
acá en la tierra. menso, infinito como el Dios que lo produce; una alegría y felicidad
inefables, como nadie puede imaginar ni sospechar acá en la tierra.
688. 3. C ó m o se realiza el triunfo final sobre el dolor. La Si todo nuestro ser se reanima y enardece de alegría cuando
fe cristiana nos asegura que allá arriba nuestras lágrimas serán después de los días grises, fríos y tristes del invierno comienza la
enjugadas para siempre y ya no volveremos a conocer la muerte, ni luz y el calor de la radiante primavera, ¿qué le ocurrirá cuando,
el luto, ni el dolor (Apoc 21,4); que ahora sembramos entre lágri- terminado para siempre el largo y rudo invierno de la vida, comience
mas y después recogeremos con alegría el fruto de nuestros trabajos a brillar para nosotros la luz y el calor del sol divino? Si un relám-
y dolores (Ps 25,5); que el cuerpo será sembrado animal y resuci- pago de verdad en el camino de la ciencia, un rayo de belleza en el
tará espiritual (1 Cor is,3Óss); que de nuestra alma, sumergida en del arte, si una partícula de bondad en el camino del amor tienen
un océano de deleites, redundará sobre nuestro cuerpo una gloria fuerza suficiente para entusiasmarnos y embriagarnos acá en la tie-
inefable. Apagada su sed en el torrente de las delicias divinas, rra, ¿qué sentirá nuestro corazón el día en que podamos contem-
nuestro corazón gozará de una plenitud inmensa de felicidad que plar en una indivisible unidad toda la verdad, la belleza y la bondad
no conocerá jamás su ocaso. Verdaderamente tenía razón San Pablo concentradas y en grado infinito?
cuando escribía a los fieles de Corinto: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, Y todo ello para siempre, con seguridad firmísima, sin posibili-
ni cupo jamás en el corazón del hombre lo que Dios tiene preparado dad alguna de perderlo jamás. La etapa de lucha y de prueba ter-
para los que le aman» (1 Cor 2,9). mina con la muerte acá en la tierra. Allá arriba, los bienaventurados
están definitivamente confirmados en el bien y en la gracia de Dios.
689. 4. Dios, contemplado y amado eternamente. Nues- No pueden pecar y, por tanto, no podrán perder jamás la felicidad
tra inteligencia, al quedar deslumbrada por la luz de la gloria, verá inefable que les embriaga el corazón. El alma del bienaventurado,
claramente a Dios tal como es en sí mismo, cara a cara; lo conocerá arrebatada en éxtasis ante la belleza divina y plenamente saciada
como El nos conoce a nosotros (1 Cor 13,12). Verá todos los mis- con el bien infinito, no aspirará jamás a la posesión de ningún otro
terios de su vida íntima, la armonía de sus perfecciones, los profun- bien, que nada absolutamente podría añadirle a su completa y
dos secretos de su ciencia, la sabiduría de sus designios, el amor exhaustiva felicidad. Y Dios mismo, que tanto hizo por nosotros
infinito que inspira su gobierno. En Dios, causa y prototipo de todo hasta conducirnos a la mansión de los bienaventurados, no podrá
cuanto existe, veremos en su pleno fulgor las bellezas y maravillas permitir que nos separemos jamás de él. La fórmula tan ansiada por
del universo y la perfección insuperable de sus leyes. Se rasgarán el verdadero amor: «Para ti solo y para siempre», engañosa acá en
por completo los velos, se disiparán las dudas y la ciencia del mayor la tierra, será una sublime y eterna realidad en el cielo».
genio de la tierra será una pálida sombra de la que todos tendremos Ante esta soberana perspectiva* que estamos ya casi tocando con
3. EL PROBLEMA DEL DOLOR 647
646 APÉNDICE. PROBLEMA DEL MAL Y DEL DOLOR
E n u n a palabra: Dios n o castigaría tan t e r r i b l e m e n t e al pecador
las m a n o s , d a d a la b r e v e d a d de n u e s t r a vida acá en la tierra, ¿qué si n o le hubiera a m a d o tanto, si n o h u b i e r a cometido la locura de
p u e d e n significar n u e s t r o s dolores y sufrimientos? ¿ Q u é tienen q u e m o r i r p o r él en u n a cruz.
ver las a m a r g u r a s y tribulaciones de la tierra si las c o m p a r a m o s con
el inmenso peso de gloria q u e nos aguarda en la e t e r n i d a d ? 692. 7. L a alternativa s u p r e m a . E n nuestras m a n o s están
n u e s t r o s futuros destinos. A nosotros corresponde escoger el cami-
(2 C o r 4,17).
n o de la salvación o de la perdición, del gozo infinito o del dolor
N o nos contristemos como los q u e n o tienen esperanza (1 T h e s 4,
eterno. A nosotros pertenece desembarcar en las playas d e la paz
12). N o nos parezca demasiado d u r o conquistar el cielo eterno con
y de la felicidad sempiterna o h u n d i r n o s para siempre en el abismo
algunos padecimientos temporales. N o consideremos excesivo q u e ,
de dolor q u e se a b r e bajo nuestros pies. A nosotros i n c u m b e cerrar
antes de configurarnos con Cristo glorioso, t e n g a m o s q u e configu-
para siempre la historia de la tribulación y de las lágrimas o conti-
rarnos con sus padecimientos y su m u e r t e ( R o m 8,17). El dolor nuarla para siempre en la terrible inmensidad d e lo e t e r n a m e n t e
pasará, las tribulaciones se acabarán, el sufrimiento se extinguirá irremediable.
para siempre. Y t o d o ello q u e d a r á sustituido p o r u n a sublime e in-
Vale la pena sufrir ahora u n poco con resignación cristiana y
comparable gloria q u e n o t e r m i n a r á j a m á s .
hasta con heroica alegría; vale la pena sufrir en pos d e Cristo c r u -
691. 6. E l e t e r n o dolor. E n terrible contraste con esta vi- cificado los trabajos y dolores q u e tenga a bien enviarnos d u r a n t e
sión de paz y de a m o r q u e brilla en la ciudad de los bienaventurados, n u e s t r a breve peregrinación sobre la tierra, con el fin d e poderle
la fe cristiana nos habla de otra m a n s i ó n d o n d e reina el eterno dolor a c o m p a ñ a r para siempre en los resplandores y alegrías inefables de
y la eterna desventura. E s la m a n s i ó n h o r r e n d a de los q u e se h a n la eternidad bienaventurada.
n e g a d o definitivamente a a m a r y, en j u s t o castigo de su obstinación
y protervia, están condenados a consumirse e t e r n a m e n t e en el m á s
t e r r i b l e de los odios y en el m á s espantoso de los dolores.
E l P . Lacordaire ha explicado con elocuencia soberana el p o r -
q u é del castigo y del eterno dolor de los reprobos *:
«El Dante ha puesto sobre la puerta de su Infierno esta famosa inscrip-
ción: Los que entráis aquí, abandonad toda esperanza.
Pero ¿por qué abandonar la esperanza? ¿Por qué en un lugar en donde
la bondad divina debe hallarse, puesto que es inseparable de Dios, es pre-
ciso abdicar toda consoladora perspectiva por lejana que sea?
El poeta nos lo explica en un verso que yo no puedo recordar jamás
sin un estremecimiento de admiración:
«Me ha hecho la divina Justicia y el primer Amon.
Si fuera únicamente la justicia la que hubiese abierto el abismo, aún
tendría remedio; pero es también el amor, el primer Amor, quien lo ha hecho:
he ahí lo que suprime toda esperanza. Cuando uno es condenado por la
justicia, puede todavía recurrir al amor; pero cuando es condenado por el
amor, ¿a quién recurrirá? Tal es la suerte de los condenados. El amor que
ha dado por ellos toda su sangre, este mismo amor es el que les maldice.
¡Cómo! ¿Habría venido un Dios aquí abajo por nosotros, habría tomado
nuestra naturaleza, hablado nuestra lengua, estrechado nuestra mano,
curado nuestras heridas, resucitado nuestros muertos; se habría un Dios
entregado por nosotros a las injurias de la traición, se habría dejado atar
a una columna, despedazar con azotes, coronar de espinas; habría, en fin,
muerto por nosotros en una cruz para que después de todo esto podamos
pensar que nos es lícito blasfemar y reír, y caminar sin temor alguno a des-
posarnos con todas las abominaciones? ¡Oh, no! Desengañémonos. El amor
no es un juego. No se es amado impunemente por un Dios, no se es impune-
mente amado hasta la muerte de cruz. N o es la justicia la que carece de
misericordia; es el amor mismo quien condena al pecador. El amor—lo
hemos experimentado demasiado—-es la vida o la muerte; y, si se trata del
amor de Dios, es la vida eterna o la eterna muerte».
i Cf. P. LACORDAIRE, Conferencias de Nuestra Señora de París conf.72 (año 1851). Puede
verse en Obras completas, traducción del P. CASTAÑO (Madrid 1926) t.7 p.186-187.
ÍNDICE ANALÍTICO
649

ÍNDICE A N A L Í T I C O Art. S. Perfección infinita


p
4g».
——_
1. Noción de perfección ' 63
2. Sus diferentes modos •• 63
3. Doctrina católica 62
Art. 3. Bondad infinita 63
Pdgs. 1. Noción de bien y de bondad 69
2. Diferentes clases de bienes 69
A L LECTOR x 3. Doctrina católica 70
PRIMERA PARTE Art. 4. Hermosura infinita 7i
DIOS UNO 1. Noción de hermosura 74
2. Condiciones que requiere 74
SECCIÓN i. a —Existencia de Dios 3 3. Doctrina católica 74
CAPÍTULO I.—Si es de evidencia inmediata 4 Art. 5. Infinidad de Dios 75
1. Estado de la cuestión 4 1. Noción y división de infinito ', 78
2. Opiniones 4 2. Errores '''' 78
3. Doctrina católica 5 3. Doctrina católica 78
CAPÍTULO 2.—Si puede demostrarse 6 Art. 6. Inmensidad y ubicuidad 7°
8l
1. Estado de la cuestión 6 1. Noción de inmensidad y de ubicuidad
2. Errores 6 2. Distintas maneras de presencia 81
3. Doctrina católica 7 3. Errores 81
4. Doctrina católica 81
CAPÍTULO 3.—-Demostración de la existencia de Dios 9 Art. 7. Inmutabilidad de Dios 2

ART. I . L O que nos dice la razón 10 1. Nociones previas 86


I. Las cinco vías de Santo Tomás n 2. Clases de inmutabilidad 86
Primera vía: el movimiento 11 3. Errores 87
Segunda vía: la causalidad eficiente 14 4. Doctrina católica 87
Tercera vía: la contingencia de los seres 16 5. Solución de las dificultades ,, **7
Cuarta vía: los distintos grados de perfección 18 Art. 8. Eternidad de Dios 8í>

Quinta vía: la finalidad y orden del universo 19 1. Nociones previas 9°


II. Argumentos complementarios 31 2. Errores 91
i.° El consentimiento universal del género hu- 3. Doctrina católica 92
mano 31
Art. 9. Unicidad de Dios '' " '2
2. 0 El deseo natural de perfecta felicidad 32
3. 0 La existencia de la ley moral 34 1. Nociones previas 94
4. 0 La existencia de los milagros 34 2. Errores 94
3. Doctrina católica 94
Art. 2. Lo que nos enseña la fe ,. 35 95
A. Doctrina de la Iglesia 35 CAPÍTULO 3.—La visión de Dios
B. La revelación de Dios en la Sagrada Escritura 37 1. Nociones previas ' '
Art. 3. Cuestiones complementarias 38 2. Errores " '' 97
A. Ciencia y fe simultáneas 38 3. Doctrina católica 97
B. El ateísmo y sus causas 39 A. Posibilidad de la visión beatífica . 9

9
SECCIÓN 2. a —Naturaleza d e Dios 45 B. Existencia de la visión beatífica
I01
C. Naturaleza de la visión beatífica. .''. . ,
CAPÍTULOI.—La esencia de Dios 45 1. Noción del «lumen gloriae» I02

A. Esencia metafísica 46 2. Necesidad IO


4
B. Esencia física 49 3. Oficios y funciones :o
4
I0S
CAPÍTULO 2.—Los atributos divinos 52 D. Objeto de la visión beatífica.
I07
Art. 1. Simplicidad de Dios 53 a) Objeto primario
I07
1. Noción de simplicidad 53 b) Objeto secundario [[
2. Noción y clases de composición 54 E. Cuestiones complementarias *I0
3. Doctrina católica 54 112
CAPÍTULO 4.—LOS nombres de Dios
650 ÍNDICE ANALÍTICO ÍNDICE ANALÍTICO 651
Pdgs.
Pdgs.
SECCIÓN 3. a —Operaciones de D i o s "8 b) Sujeto pasivo 198
i:
CAPÍTULO I.—La vida de Dios ° D. Causa de la predestinación 201
i. La vida en general lT
9 I. Doctrina común entre los teólogos católicos... 201
2. Diferentes grados de vida 12° II. Doctrina discutida entre los teólogos católicos. 207
a) El molinismo puro 208
3. Doctrina católica 120 b) El congruismo 209
CAPÍTULO 2.—La ciencia de Dios 122 c) Sistema del cardenal Billot 210
Art. 1. Existencia y naturaleza de la ciencia divina 123 d) Sistema del doble orden de predestinados. 211
Art. 2 Objeto de la ciencia divina 129 e) Sistema de la predestinación simultánea
A. Objeto primario 129 a la gracia y ¡a gloria 211
B. Objeto secundario 13 1 f) Sistema agustiniano-tomista 212
i. En general 131 El misterio de la divina predestinación y el optimismo
2. En particular 133 cristiano 219
Art. 3. En qué medio conoce Dios los futuros contingentes E. Efectos de la divina predestinación 221
y libres 142 a,l Efectos sobrenaturales 222
A. Nociones previas 143 b) Efectos naturales 225
1. División de la ciencia divina 143 c) La permisión del pecado 225
2. División del futuro 144 F. Propiedades de la divina predestinación 227
3. Opiniones 144 a) Certeza e infalibilidad objetiva 227
B. Explicación molinista 145 b) Inseguridad subjetiva 232
O Explicación tomista 150 c) La oración y buenas obras con relación a ella. 236
CAPÍTULO 3.—La voluntad de Dios 157 Art. 2. La reprobación de los malos 239
1. Existencia de la voluntad en Dios 157 1. Concepto de reprobación 239
2. Objeto de la misma 158 2. División 239
3. División 160 A. Existencia de la reprobación en general 240
4. Propiedades 162 B. Motivos de la reprobación 241
CAPÍTULO 4.—El amor de Dios 171 1. Errores 241
2. Doctrina católica 241
1. Si hay amor en Dios 171 O Propiedades de la reprobación 246
2. Si Dios ama todas las cosas 172 D. Efectos 246
3. Si Dios ama todas las cosas por igual 174 E. Señales de reprobación 247
4. Si Dios ama siempre más las cosas mejores 175
Art. 3. El libro de la vida 247
CAPÍTULO 5.—La justicia y la misericordia de Dios 177
CAPÍTULO S.—El poder de Dios 249
1. Justicia infinita de Dios 178 1. Existencia 249
2. Misericordia infinita de Dios 179 2. Extensión 250
3. Armonía entre la justicia y la misericordia 181 3- Perfección 254
CAPÍTULO 6.—La providencia de Dios 183
CAPÍTULO g.—La felicidad infinita de Dios 255
1. Noción de providencia 183
2. Nociones afines 184 SEGUNDA PARTE
3. Doctrina católica 185
DIOS TRINO
CAPÍTULO 7.—La divina predestinación 192
Art. 1. La divina predestinación de los buenos 192 SECCIÓN i.»—Existencia de la trinidad de personas en D i o s . . 259
A. Nociones previas 192 CAPÍTULO I .—Lo que nos dice la simple razón natural 259
1. Concepto de predestinación 192 CAPÍTULO 2.—LO que nos enseña la fe 263
2. Naturaleza de la misma 193
3. Finalidad 194 SECCIÓN 2.*—Exposición teológica del misterio trinitario 269
B. Existencia y necesidad de la divina predestinación. 194 3
1. Errores 194 CAPÍTULO I.—Las procesiones divinas 7°
2. Doctrina católica 195 1. Concepto de procesión 270
C. Sujeto activo y pasivo de la predestinación 198 2. Clases de procesión 270
a) Sujeto activo 198 3- Doctrina católica 271
652 ÍNDICE ANALÍTICO ÍNDICE ANALÍTICO 653

Pdgs. Pdgs.

CAPÍTULO a.—LAS relaciones divinas 284 B. La inhabitación trinitaria en el alma 33°


1. Existencia 33°
1. Concepto de relación 284 2. Naturaleza 33r
2. Sus elementos 284 3. Finalidad 333
3. Clases 284
4. Doctrina católica 285 TRECERA PARTE
CAPÍTULO 3 .—Las personas divinas en general 290 DIOS CREADOR Y GOBERNADOR
Art. 1. Concepto de persona en Dios 290
SECCIÓN 1. a —Dios C r e a d o r 340
Art. 2. Número de las personas divinas 293
1. Errores 293 CAPÍTULO I.—La creación en general 340
2. Doctrina católica 294 Art. 1. El hecho de la creación 340
Art. 3. La unidad y pluralidad en Dios 296 1. Noción 340
2. Errores 341
Art. 4. Las nociones divinas 297 3. Existencia 342
1. Concepto 297 4. Naturaleza 344
2. Existencia 297 A. Causa material y formal 344
3. Número 297 B. Causa ejemplar 345
4. Las propiedades y los actos nocionales 298 C. Causa eficiente 346
CAPÍTULO 4.—Las personas divinas en particular 299 D. Causa final 348
Art. 1. La persona del Padre 299 Art. 2. El modo de la creación 353
A. El Padre en la Sagrada Escritura 299 Art. 3. El tiempo de la creación 356
a) Antiguo Testamento 300
b) Nuevo Testamento 300 CAPÍTULO 2.—La diversidad de los seres creados en general 359
B. Teología del Padre celestial 301 CAPÍTULO 3.—Los ángeles 362
a) Nombres propios 302 Art. 1. Existencia, origen y número de los ángeles 363
b) Nombres apropiados 303 1. Existencia 364
Art. 2. La persona del Hijo 304 2. Origen 366
A. El Verbo de Dios en la Sagrada Escritura 304 3. Número 368
a) Antiguo Testamento 304 Art. 2. Las jerarquías y coros angélicos 369
b) Nuevo Testamento 305
B. Teología del Verbo de Dios 305 Art. 3. Naturaleza de los ángeles 374
a) Nombres propios 306 Art. 4. El entendimiento y la voluntad de los ángeles 384
b) Nombres apropiados 307 1. El entendimiento angélico 384
C El Verbo encarnado 308 a) Naturaleza del entendimiento angélico 384
Art. 3. La persona del Espíritu Santo 311 b) Medio del conocimiento angélico 385
A. El Espíritu Santo en la Sagrada Escritura 311 c) Objeto del mismo 386
a) Antiguo Testamento 311 d) Modo del conocimiento. 389
b) Nuevo Testamento 312 2. La voluntad angélica 391
B. Teología del Espíritu Santo 313 Art. 5. La gracia y la gloria de los ángeles 395
a) Nombres propios 314 Art. 6. Acción de los ángeles sobre los otros seres 401
b) Nombres apropiados 315 1. Sobre los otros ángeles 401
CAPÍTULO 5.—Consideración relativa de las divinas personas 317 2. Sobre las cosas corporales 404
3. Sobre los hombres 404
Art. 1. Las personas y la esencia divina 318
Art. 7. Los ángeles custodios 406
Art. 2. Las personas y las relaciones divinas 321 1. Misión de los ángeles en general 407
Art. 3. Las persona» y loi actos nocionales 324 3. Los ángeles custodios 408
Art. 4. Las personas divinas comparadas entre s{ 325 Art. 8. Los ángeles malos 413
1. El pecado de los ángeles malos 4^
CAPÍTULO 6.—La inhabitación de las personas divinas en las almas justas. 329
2. El castigo de los ángeles malos 4ig
A. Las misiones divinas 329 3. Acción de los ángeles malos entre sí 423
1. Concepto de misión 329 4. Acción sobre los hombres 424
2. Clases de misión 330
654 ÍNDICE ANALÍTICO ÍNDICE ANALÍTICO 655

PdgS. Págs.

4. Sujeto del pecado original 516


CAPÍTULO 4.—Las criaturas corporales 431 5. Efectos del pecado original en nosotros 518
CAPÍTULO 5.—El hombre 43^
Art. 1. La creación del hombre 436 SECCIÓN 2.»—Dios Gobernador 522
A. Origen del alma humana 438 CAPÍTULO I.—La gobernación de Dios en general 522
1. Errores 438
1. Nociones previas 522
2. Doctrina católica 439
2. Existencia de la divina gobernación 523
B. Origen del cuerpo humano 442
C. Unidad de origen de todo el género humano 446 a) Errores 523
b) Doctrina católica 523
Art. 2. El hombre, imagen de Dios 450 3. Finalidad de la divina gobernación 527
Art. 3. Elevación del hombre al orden sobrenatural 454 4. Unidad del gobierno del mundo 528
A. Concepto de natural, sobrenatural y preternatural.. 455 5. Efectos de la divina gobernación 529
a) Noción de naturaleza, natural y orden natural. 455 6. Extensión de la divina gobernación 530
b) Noción de sobrenatural y orden sobrenatural.. 456 7. Propiedades de la divina gobernación 532
c) Noción de preternatural 457 a) Gobernación inmediata y mediata 532
B. Capacidad del hombre para el orden sobrenatural.. 458 b) Gobernación infalible 533
C. Relaciones entre lo natural y lo sobrenatural 459 c) Gobernación sin contradicción 536
D. Distintos estados en que puede concebirse la natu-
raleza humana 460 CAPÍTULO 2.—La conservación de los seres 538
l.° Naturaleza pura 460 Art. 1. La acción conservadora de Dios 538
2.° Naturaleza elevada 460 1. Nociones previas 538
3. 0 De inocencia o justicia original 460 2. Doctrina católica 539
4. 0 Naturaleza calda 460 Art. 2. La aniquilación de los seres 543
5. 0 Naturaleza reparada 461
E. Elevación del hombre al orden sobrenatural 461 CAPÍTULO 3.—La acción de Dios en el mundo 547
Art. 4. El estado de justicia original 464 Art. 1. En el orden puramente natural 548
A. Dones sobrenaturales 464 1. Sobre la materia en general 548
B. Dones preternaturales 466 2. Sobre los cuerpos 549
i.° Integridad 466 3. Sobre el entendimiento creado 550
2.° Inmortalidad 469 4. Sobre la voluntad de las criaturas 551
3. 0 Impasibilidad 471 5. Sobre cualquier agente creado 555
4. 0 Dominio perfecto sobre los animales 473
5.0 Sabiduría insigne 475 Art. 2. En el orden preternatural 559
1. El milagro en general 559
Art. 5. Transmisión de la naturaleza y de la justicia original., . 476 1. Explicación nominal 559
A. Transmisión de la naturaleza 477 2. Definición real 560
B. Transmisión de la justicia original 47S 3. Propiedades del milagro 561
CAPÍTULO 6.—El pecado original y sus consecuencias 48; 2. División del milagro 562
Art. 1. El pecado original en Adán 48: 1. Primera clasificación 562
1. La tentación y la caída 48: 2. Segunda clasificación 563
a) Comentario exegético 481 3. Posibilidad del milagro 564
b) Comentario teológico 48- 1. Noción de posible 564
2. Naturaleza del pecado de Adán 48c 2. Noción de imposible 564
3. Pena o castigo del pecado de Adán 4g- 3. Doctrina católica 565
a) Comentario exegético 40] 4. Causas del milagro 572
b) Comentario teológico 4g( 1. Causa material 572
Art. 2. El pecado original en nosotros ro- 2. Causa formal 573
1. Existencia del pecado original en nosotros 50' 3- Causa eficiente 573
2. Transmisión del pecado original 50' 4. Causa final 575
3. Naturaleza del pecado original 5^ Art. 3. En el orden sobrenatural 576
1. Errores rj' 1. Noción de las gracias actuales 576
2. Doctrina católica 2. Naturaleza de las mismas 577
3- División 579
656 ÍNDICE t\>,.u.ÍTH'o

Pdgs. l N D I C E DE MATERIAS
4. Necesidad , 580 Las cifras remiten a los número» marginales
a) Lo que el hombre puede hacer sin ellas 580
b) Lo que no puede hacer 583
i.° El hombre en pecado 583
2. 0 El hombre en gracia 587
5. Distribución de las gracias actuales 590 vía para la demostración racional de la
A c c i ó n d e D i o s e n el m u n d o : En el or-
a) Con relación al justo 590

Í
den puramente natural: a c c i ó n sobre la existencia de Dios 15.
b) Con relación al pecador 592 materia 557; sobre los c u e r p o s 5 5 8 ; so- C i e n c i a d e D i o s : existencia y naturaleza
126-131; objeto primario 133; objeto se-
bre el entendimiento c r e a d o 559; sobre cundario 134-143. En q u é medio conoce
Apéndice.—La providencia de Dios y el problema del mal y del dolor. 600 la voluntad d e las c r i a t u r a s 560; sobre Dios ios futuros contingentes y libres 144-
cualquier agente creado 5 6 1 . En el orden 154. División d e la ciencia divina 145.
Art. 1. Filosofía del mal 601 preternatural: el milagro en general 563- C i e n c i a y fe: no pueden darse simultánea-
1. Naturaleza 602 565; división 566-567; posibilidad 568- mente acerca d e u n a misma cosa 33.
578; causa material 579 ¡causa formal 580; C o n g r u i s m o : n o explica satisfactoriamente
2. Existencia 602 causa eficiente 581-582; causa final 583. el problema d e la divina predestina-
3. Relaciones entre el bien y el mal 602 En el orden sobrenatural: noción d e ias ción 203.
4. Sujeto del mal 603 gracias actuales 5 8 5 ; naturaleza 586-588; C o n s e r v a c i ó n d e los s e r e s : nociones p r e -
división 589; necesidad 590-601; distri- vias 549; doctrina católica 550-552.
5. Extensión del mal 603 bución 602-607. C o n t i n g e n c i a d e los s e r e s : constituye la
6. Causa del mal 604 A l m a h u m a n a : procede de Dios p o r crea- tercera vía para la demostración racional
ción inmediata 443-445. de la existencia d e Dios 16.
7. Finalidad del mal 605 A m o r d e D i o s : si hay a m o r en Dios 168; C o r o s a n g é l i c o s : 349-353.
8. División del mal 605 si Dios a m a todas las cosas 169; si las C r e a c i ó n : noción 316; errores 317; exis-
ama a todas por igual 171; si a m a más a tencia de la creación 318; naturaleza 319;
Art. a. Mal de culpa y mal de pena 606 las cosas mejores 172. causa material y formal 320; causa ejem-
A. El pecado o mal de culpa 606 A n g e l e s : noción 3 4 1 ; existencia 342-343; plar 321-323; causa eficiente 324-326;
origen 344-346; n ú m e r o 347-348; jerar- causa final 327-331; m o d o d e la crea-
1. Sujeto del pecado 606 | ción 332-333; tiempo 334-336.
quías y coros angélicos 349-353; natura-
2. Naturaleza del pecado 606 leza 354-366; el entendimiento angéli- C r i a t u r a s : son semejantes a Dios analógi-
3. Causa del pecado 607 co 368-384; la voluntad angélica 385-390; ¡ camente 58.
B. El castigo del pecado o mal de pena 609 la gracia y la gloria de los ángeles 391-399. C r i a t u r a s c o r p o r a l e s : cómo h a y q u e en-
Acción d e los ángeles: sobre los otros tender el relato de su creación 439-440.
1. Su razón de ser 609 ángeles 400-403; sobre las cosas corpo- C u e r p o h u m a n o : el d e nuestros primeros
2. Sujeto de la pena 609 rales 404; sobre los hombres 405-407. padres fue creado p o r Dios 446-448.
3. Naturaleza 609 Los ángeles custodios 408-415. Los á n -
geles malos 416-437-
4. Causa 609 A n g e l e s c u s t o d i o s : misión de los ángeles J L J e m o n i o s : el pecado de los ángeles m a -
5. Efecto 610 en general 408-409; los ángeles custo- los 417-424; el castigo 425-430. Acción
dios 410-415. de los ángeles malos entre sí 4 3 1 ; sobre
6. Finalidad 610 A n g e l e s m a l o s (véase D e m o n i o s ) . los hombres 432-437-
Art. 3. El problema del dolor 611 A n i m a l e s : el primer hombre tenía perfecto D e s e o n a t u r a l : el deseo natural d e perfec-
dominio sobre ellos 483. ta felicidad prueba la existencia de Dios 28.
A. La solución teórica del cristianismo 611 A n i q u i l a c i ó n d e los s e r e s : Dios podría D i o s : q u é entendemos por Dios 1; si su
1. Presupuestos naturales 611 aniquilarlos 554; pero n o lo hará ja- existencia es de evidencia inmediata 3-6;
m á s
2. Presupuestos sobrenaturales 613 555- f. . . J sí puede demostrarse 7-11. D e m o s t r a -
A t e í s m o : noción y división 3 4 ; modos d e ción d e la existencia de D i o s : lo q u e nos
3. Causas del dolor 616 conocer a Dios 3 5 ; existen muchos ateos dice la razón 13-30; lo q u e nos enseña
4. Finalidad física del dolor 619 prácticos 3 6 ; y muchos teórico-negati- la fe 31-32. Naturaleza de Dios 4 1 ; esen-
5. Finalidad moral 621 vos 37-38; pero n o existen ni pueden cia metafísica de Dios 43-44; esencia físi-
existir ateos teórico-positivos 39- Causas ca 45-46. Los atributos divinos 4 7 ; sim-
6. Finalidad religiosa 627 del ateísmo 40. plicidad d e Dios 48-51; perfección infini-
B. La solución práctica del cristianismo 632 A t r i b u t o s d i v i n o s : 4 7 ; simplicidad 48-51; ta 52-58; bondad infinita 59-65; hermo-
perfección infinita 52-58; bondad infini- sura infinita 66-71; infinidad 72-74; in-
1. Modo de aliviar el dolor 632 ta 50-65; hermosura infinita 66-71; in- mensidad y ubicuidad 75-82; inmutabi-
2. La resignación cristiana 636 finidad 72-74; inmensidad y ubicuidad 75- lidad 83-88; eternidad 89-92; unicidad
3. El amor al dolor 638 82; inmutabilidad 83-88; eternidad 89-92; 93-95. L a visión d e Dios 96-118. Los
unicidad 9.1-95. nombres de Dios 119. L a vida d e Dios r 2 i -
4. La victoria final sobre el dolor 643 125. L a ciencia d e Dios 126-154. L a vo-
luntad de Dios 155-167. El amor d e Dios
B o n d a d d e D i o s t noción d e bien y d e 168-172. L a justicia y la misericordia d e
bondad 59; diferentes clases de bienes 6 0 ; Dio» 173-176. L a providencia de Dios 177-
Dioa m infinitamente bueno 61-65. 184- El poder de Dios 239-245. L a feli-
cidad infinita de Dios 246-248.
D o l o r (el problema d e l ) : La solución teó-
C a u s a l i d a d : el principio de causalidad rica del cristianismo: presupuestos natu-
constituye la base racional para la d e - rales 627-631; presupuestos sobrenatura-
mostración de la existencia de Dios 12. les 632-636; las causas del dolor 637-641;
C a u s a l i d a d eficiente: constituye la segunda
658 ÍNDICE DE MATERIAS ÍNDICE DE MATERIAS 659
finalidad física del dolor 642-645; finali- N o c i o n e s d i v i n a s : concepto 282; existen-
dad moral 646-656; finalidad religiosa 657- I m a g e n d e D i o s : el h o m b r e es imagen d e cia 283; n ú m e r o 284; las propiedades y I v e l a c i o n e s d i v i n a s : concepto d e relación
Dios 450-455. los actos nocionales 285. 268; sus elementos 269; clases 270; doc-
665. La solución práctica del cristianismo:
I m p a s i b i l i d a d : era u n d o n preternatural Nombres de Dios; n g . trina católica 271-274.
m o d o de aliviar el dolor 666-673; la re- en el estado de justicia original 481-482.
signación cristiana 674-679; el a m o r al R e p r o b a c i ó n d e los m a l o s : concepto ele
I n f i n i d a d d e D i o s : noción y división de reprobación 227; división 228; existen-
dolor 680-685; la victoria final sobre el infinito 72; errores 7 3 ; doctrina católi-
dolor 686-692. cia 229; motivos 230-234; propiedades
ca 74- O p e r a c i o n e s d e D i o s : esquema gene- 2 3 5 ; efectos 236; señales 237.
I n h a b i t a c i ó n d e las d i v i n a s p e r s o n a s e n ral 120.
los j u s t o s : las misiones divinas 307-308; O r d e n d e l u n i v e r s o : constituye la quinta
.C/sencia d e D i o s : esencia metafísica 43-44; vía para la demostración racional de la O i b i d u r í a : el p r i m e r h o m b r e estuvo a d o r ,
existencia de la divina inhabitación 309; nado de sabiduría insigne 484-485.
esencia física 45-46. existencia d e Dios 18-25-
naturaleza 310; finalidad 311. S e r e s : su distinción y diversidad procede
E s p í r i t u S a n t o : procede del P a d r e y del
Hijo 263-265. El Espíritu Santo en la Sa- I n m e n s i d a d d e D i o s : noción d e inmensi- de Dios 337-338.
grada Escritura 204- Teología del Espí- dad y ubicuidad 7 5 ; distintas maneras d e S i m p l i c i d a d d e D i o s : noción de simplici-
ritu Santo: nombres propios 295; n o m - presencia 76; errores 77; doctrina cató- Pad r e E t e r n o : el P a d r e en la Sagrada Es- dad y d e composición 48-49; simplicidad
bres apropiados 296. lica 78-82. critura 286. Teología del Padre celestial: d e Dios 50-51.
E t e r n i d a d d e D i o s : nociones previas 89; I n m o r t a l i d a d : era u n don preternatural en nombres propios 287; nombres apropia- S o b r e n a t u r a l : noción 460; división 4 6 1 ;
errores 90; doctrina católica 91-92. el estado de justicia original 478-480. dos 288. orden sobrenatural 462; capacidad del
I n m u t a b i l i d a d d e D i o s : nociones p r e - P a n t e í s m o : sus diferentes formas 5 1 ; re- h o m b r e para el orden sobrenatural 464;
E x i s t e n c i a d e D i o s : si es una verdad de
vias 8 3 ; clases de inmutabilidad 84; erro- futación 5r.
evidencia inmediata 3-6; si puede demos- elevación del h o m b r e al orden sobrenatu-
res 85; doctrina católica 86-88. P e c a d o : el pecado supone siempre u n de-
trarse 7-11. Demostración de la m i s m a : ral 471-472; dones sobrenaturales en el
lo q u e nos dice la razón 13-30; lo q u e nos I n t e g r i d a d : era u n d o n preternatural en el creto permisivo d e Dios, q u e n o influye estado de justicia original 473-475-
enseña la fe 31-32. estado de justicia original 476-477. nada en la malicia del acto 154.
P e c a d o o r i g i n a l : En Adán: la tentación
y la caída 492-499; naturaleza del pecado 1 e n t a c i ó n d i a b ó l i c a : 432-437.
J e r a r q u í a s a n g é l i c a s : 349-353- de A d á n 500-504; pena o castigo del T o r n i s m o : explica satisfactoriamente el co-
F e l i c i d a d d e D i o s : 246-248. Justicia d e D i o s : Dios es infinitamente jus- nocimiento q u e Dios tiene de los futuros
F i n a l i d a d d e los s e r e s : constituye la quin- m i s m o 505-516. En nosotros: existencia
to 174. Armonía entre la justicia y la del pecado original en nosotros 517-518; contingentes y libres por vía d e decretos
ta vía para la demostración racional de la misericordia 176. predeterminantes 151-152; q u e no des-
existencia de Dios 18-25. cómo se nos transmite 520-525; naturale-
Justicia o r i g i n a l : dones sobrenaturales d e za del pecado original en nosotros 526- truyen la libertad h u m a n a , sino q u e la
F u t u r o s c o n t i n g e n t e s y l i b r e s : noción y la misma 473-4751 dones preternatura- causan 153. Explica satisfactoriamente el
división del futuro 142. Dios conoce per- 527; sujeto del m i s m o 528-531; efec-
les 476-485. T r a n s m i s i ó n de la justicia tos 532-536. problema de la divina predestinación 207.
fectamente todos los futuros contingentes original 487-490. 209.
y libres 142-143; no a través de la llama- P e r f e c c i ó n d e D i o s : noción de perfec-
ción 52; sus diferentes modos 5 3 ; Dios T r i n i d a d : existencia d e la T r i n i d a d de per-
da ciencia medía 148-150; sino a través
es infinitamente perfecto 54-58. sonas en D i o s : lo q u e nos dice la ra-
de sus decretos predeterminantes y por L e y m o r a l : su existencia prueba la d e
vía d e eternidad 151-152; estos decretos P e r s o n a s d i v i n a s : concepto de persona en zón 250-253; lo q u e nos enseña la fe 254-
Dios 29. 256. Exposición teológica del misterio
no destruyen la libertad h u m a n a , sino Dios 275-278; n ú m e r o d e las personas
L i b r o d e la v i d a : 238. trinitario 257ss.
q u e la causan r 5 3 ; el pecado supone u n divinas 279-280; las personas y la esencia
L u m e n g l o r i a e : noción 106; necesidad para
decreto permisivo de Dios, q u e no influye divina 297-299; y las relaciones divinas
en la malicia del acto 154. la visión beatifica 107; oficios y funcio- U b i c u i d a d d e D i o s (véase I n m e n s i d a d ) .
300; y los actos nocionales 3 0 1 ; compa-
nes 108. U n i c i d a d d e D i o s : nociones previas 9 3 ;
radas entre sí 302-306.
P o d e r d e D i o s : existencia 239-240; ex- errores 94; doctrina católica 95.
G e n e r o h u m a n o : proclama universal- Mal: Dios lo conoce perfectamente 138; tensión 241-244; perfección 245.
mente la existencia d e Dios 27; unidad Dios no quiere directamente ningún mal; P r e d e s t i n a c i ó n : concepto 186; naturale- V e r b o d e D i o s : el Verbo en la Sagrada
de origen de todo el género h u m a n o 449. pero quiere indirectamente el mal físico za 187; finalidad 188. Existencia y nece- Escritura 289- Teología del Verbo d e
G l o r i a d e D i o s : es el fin de toda la crea- y de pena, y permite el mal moral para sidad: errores 189; doctrina católica 190- Dios 290; nombres propios 2 9 1 ; n o m -
ción 327-331. obtener mayores bienes 166. 191; sujeto activo 192; sujeto pasivo 193. bres apropiados 292. El Verbo encarna-
G o b e r n a c i ó n d e D i o s : nociones 538; exis- M a l (problema d e l ) : filosofía del mal 609- Causa d e la predestinación: doctrina co- do 293.
tencia de la divina gobernación 539-540; m ú n 194-200; doctrina discutida 2 0 1 ; el Vías: las cinco vías para la demostración
616; mal d e culpa y mal de pena 617-625.
finalidad d e la misma 5 4 1 ; unidad de molinismo puro 202; el congruismo 203; racional d e la existencia de Dios 14-25.
M i l a g r o s : su existencia prueba la de Dios 30. V i d a : la vida en general I 2 t ; diferentes
gobierno del m u n d o 542; efectos de la El milagro en general 563-565; división sistema del cardenal Billot 204; sistema
divina gobernación 543; extensión de la 566-567; posibilidad 568-578; causas 579- del doble orden de predestinación 205; grados de vida 122.
misma 544; propiedades 545-547- 583. sistema de la predestinación simultánea V i d a d e D i o s : 123-125.
G r a c i a s a c t u a l e s : noción 585; naturaleza M i s e r i c o r d i a d e D i o s : Dios es infinita- a la gracia y la gloria 206; sistema agus- Visión beatífica: nociones previas 96; erro-
586-588; división 589; necesidad 590-601; m e n t e misericordioso 175. Armonía en- tiniano-tomista 207-208. El misterio de res 97; posibilidad d e la visión beatí-
distribución 602-607. la divina predestinación y el optimismo fica 99-102; existencia 103; naturaleza 104-
tre la justicia y la misericordia 176.
G r a d o s d e p e r f e c c i ó n : constituyen la cuar- cristiano 209. Efectos de la divina pre- 110; objeto primario 111-112; objeto se-
M i s i o n e s d i v i n a s : concepto 307; clases 308 cundario 113-114. Cuestiones comple-
ta vía para la demostración racional d e (véase I n h a b i t a c i ó n ) . destinación 210-217. Propiedades 218.
la existencia de Dios 17. Señales d e predestinación 224. mentarias 115-118.
M o l i n i s m o : es inaceptable su teoría sobre V o l u n t a d d e D i o s : existencia 156; obje-
la ciencia media 148-150; y sobre la pre- P r e s e n c i a d e D i o s : Dios está presente en
todas las cosas 79; y en todos los luga- to 157-158; división 159; propiedades 160-
destinación 202. 167. Dios se ama a sí m i s m o necesaria-
H e r m o s u r a d e D i o s : noción de h e r m o - M o v i m i e n t o : constituye la primera vía para res 80; por esencia, presencia y poten-
cia 8 1 . mente 160; causa todas las cosas libre-
sura 66; condiciones q u e requiere 67; la demostración racional d e la existencia mente 161; no se le p u e d e señalar ningu-
Dios es la misma belleza y hermosura de Dios 14. P r e t e r n a t u r a l : noción 4 6 3 ; dones preter-
naturales en el estado d e justicia origi- na causa procedente de las criaturas 162;
68-71. su voluntad absoluta se cumple siempre;
nal 476-485-
H i j o d e D i o s : su generación por el P a - la condicionada, no siempre 163; es a b -
N a t u r a l : noción 458; orden natural 459; P r o c e s i o n e s d i v i n a s : concepto de proce- solutamente inmutable 164; no impone
dre 262 (véase V e r b o d e D i o s ) .
relaciones entre lo natural y lo sobrena- sión 258; clases 259; doctrina católica necesidad a las cosas libres 165; no quie-
H o m b r e : su creación por Dios 442; origen
tural 465. 260-267. re directamente ningún mal, pero sí in-
del alma h u m a n a 443-445; origen del
N a t u r a l e z a : noción 457; distintos estados P r o v i d e n c i a d e D i o s : noción 178; nocio- directamente el mal físico y de pena 166;
cuerpo 446-448; unidad de origen de todo
en q u e p u e d e hallarse 466-470; transmi- nes afines 179; doctrina católica 180-184. su voluntad d e signo 167; voluntad salví-
el género h u m a n o 449. El hombre, ima-
sión de la naturaleza en el estado d e jus- L a providencia de Díos y el problema del fica d e Dios 195.
gen d e Dios 450-455- Elevación del h o m -
ticia original 486. mal y del dolor 608-692.
b r e al orden sobrenatural 456.
ACABÓSE DE IMPRIMIR ESTE VOLUMEN DE «DIOS
Y SU OBRA», DE LA BIBLIOTECA DE AUTO-
RES CRISTIANOS, EL DÍA 1 7 DE ENERO
DE 1 9 6 3 , FIESTA DE SAN ANTONIO
ABAD, EN LOS TALLERES DE LA
EDITORIAL CATÓLICA, S. A.,
MATEO INURRIA, 1 5 ,
MADRID

LAUS DEO VIRGIN ¡QUE MATRI

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