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1. PREGUNTA PROBLEMA
2. OBJETIVOS
3. JUSTIFICACIÓN
Toda esta situación se debía a que la Institución atravesaba, desde hacía bastante
tiempo, por una crisis financiera que, al momento de iniciar la huelga, ostentaba
deudas de hasta $22.000.000.000 (Veintidós mil millones de pesos colombianos).
Desde ese momento se suspendieron las actividades académicas y se cerraron
todas las dependencias de la Universidad, imposibilitando la continuidad en el
servicio de educación superior y afectando a más de 4.600 estudiantes de la
Universidad (Hernández., 2019), toda esta situación también suponía una
vulneración al derecho a la educación consagrado en el artículo 67 de la
Constitución, en los términos en los términos que ha establecido la Corte
Constitucional (Sentencia T-434/18, 2018).
Uno de los casos más graves y notorios de los últimos años lo protagonizó la
Universidad Autónoma del Caribe, institución absolutamente independiente y
diferente a la Universidad Autónoma de Colombia, en la cual desde el año 2017 se
hizo evidente la falta de pagos a sus empleados y la mala gestión administrativa de
los recursos que a la fecha tiene a varios de sus directivos enfrentando cargos en
la jurisdicción penal y ha obligado al Ministerio de educación y demás autoridades
competentes a intervenir para tratar de evitar la caída de la Institución y la
vulneración continua a los derechos de estudiantes y trabajadores (Manga, 2018).
Ni un proceso civil, ni una tutela resultan ser medidas efectivas para garantizar la
prestación inmediata al servicio a la educación al cual tienen derecho, el pago de
los salarios debidos a los trabajadores o la reparación de los daños causados, ya
que como se ha manifestado anteriormente, la institución en cuestión suele alegar
una iliquidez financiera total o una inestabilidad administrativa para poder responder
oportunamente por sus obligaciones.
En este evento es claro que el responsable directo a reparar los perjuicios es el ente
privado, responsabilidad que no es exclusiva del ámbito laboral, también se extiende
a los perjuicios causados a los estudiantes ya que por medio de un contrato de
educación y a cambio de una remuneración, la institución se ha comprometido a
proporcionar un conocimiento de carácter formativo al estudiante (Sentencia T-
277/16, 2016|), compromiso que se ve incumplido y que debería generar una
responsabilidad civil contractual de la Universidad en los términos que establece la
legislación civil colombiana.
En un intento por explicar la situación por la cual están atravesando las instituciones
de educación superior de carácter privado en Colombia, Cheyne García opina que
actualmente existe una paradoja en el sistema educativo colombiano, toda vez que
hay un exceso de población con deseos de estudiar, pero ello no se ve reflejado en
el número de matriculados en las Universidades. Para García, esta paradoja se
debe al poco crecimiento económico que ha experimentad Colombia en los últimos
años, el incremento en los índices de desempleo, el envejecimiento de la población,
el desarrollo de la política pública SER PILO PAGA, la falta de herramientas que
tiene la población civil para financiar eficientemente la educación superior y la falta
de oportunidades laborales en un mercado laboral futuro. (Cheyne Garcia, 2019)
Por otro lado Alberto Prada San Miguel cree que la crisis de las universidades
privadas es generalizada y está asociada a un bajo número de matriculados en el
país, hecho que está absolutamente conectado a la proliferación de centros
educativos extranjeros con programas de formación a muy bajo costo, y agravado
por la falta de identidad y de cultura ciudadana en relación a la calidad académica
que ofrecen los centros de formación convencionales los cuales se ven aún más
desplazados por las necesidades y dificultades financieras de los posibles
estudiantes al momento de asumir los costos de su formación (Hernandez Bonilla,
2018).
Dicho lo anterior, desde una perspectiva del Derecho Internacional de los Derechos
Humanos, el Estado Colombiana ha adquirido unas obligaciones de respeto y
garantía al derecho a la educación, al derecho al trabajo y en general a los Derechos
Humanos de sus conciudadanos, derechos particularmente consagrados en el
artículo 26 en conexidad con el artículo 1.1 y 2 de la CADH sobre los DESC y
desarrollo progresivo, obligaciones que deben ser observadas a la par con las
disposiciones de los artículos 1, 2 , 3, 6.1, 6.2, 13.1, 13.2 y 13.3 c del Protocolo de
San Salvador, los artículos 33 34, 35,45, 47, 49 y 51 de la Carta de la OEA, los
artículos 22, 23, 25, 26, 27, 28 y 30 de la DUDH y los artículos 2 , 3 ,4, 5, 6 y 13 del
PIDESC.
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CADH. Artículo 29: Ninguna disposición de la presente Convención puede ser interpretada en el sentido de:
d) Excluir o limitar el efecto que puedan producir la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre
y otros actos internacionales de la misma naturaleza.
frente a derechos Económicos, Sociales o Culturales que ya han sido satisfechos y
asegurados a la comunidad (CASO CUSCUL PIVARAL Y OTROS VS.
GUATEMALA, 2018).
Ello quiere decir, que el Estado Colombiano debe hacer todo lo posible para evitar
que se violen los derechos de las personas sometidos a su jurisdicción, implicando
ello la investigación y sanción de toda violación a los derechos humanos procurando
además la reparación del derecho vulnerado (Opinion consultiva 11/90, 1990)
En este orden de ideas, el Estado Colombiano debería evitar todas las medidas que
obstaculicen o impidan el disfrute del derecho a la educación, incluso cuando esas
medidas provienen de terceros. Además, el Estado Colombiano “está obligado a dar
cumplimiento a… un derecho concreto del Pacto cada vez que un individuo o grupo
no puede, por razones ajenas a su voluntad [y] poner en práctica el derecho por sí
mismo con los recursos a su disposición”. Con ello, también es claro para el Comité
de DESC que el principal obligado en la prestación directa de la educación es el
Estado, en este caso el Colombiano (Comite de Derechos Economicos Sociales y
Culturales, 1999).
Del mismo modo en lo que se refiere a Responsabilidad del Estado, se requiere que
el daño no haya sido ya reparado, y que exista un nexo de causalidad con la
actividad del Estado, en este sentido es importante mencionar que exista una
causalidad física (el hecho concreto que generó un daño), una causalidad jurídica
(la imputación que se le hace al Estado) y que no medie una causal de exoneración
como lo es la fuerza mayor o el caso fortuito, el hecho de un tercero y que el daño
no haya sido el resultado de un hecho de la víctima.
Para hacer exigibles y reparables los perjuicios causados por el Estado producto de
un daño causado por la Nación, el ordenamiento ha dispuesto entre sus mecanismos
jurisdiccionales la acción de reparación directa, las acciones contractuales, la acción
de nulidad y restablecimiento del derecho, la tutela y las acciones de grupo.
5. BIBLIOGRAFIA