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EL ATRIBUTO.

Argumento:
A grandes rasgos, nos adentramos en una mente psiquiatrizada. Es el autor
quien se manifiesta, a la vez, como el personaje que tiende a revelarse a sí
mismo, gesticulando una especie de locura. Siendo que tan solo es un
ejercicio escritural breve.

Escena 1. Un telón de fondo, blanco e iluminado, refleja una silueta. Es el presentador.


El presentador: A continuación declamare un artificio dramatúrgico. Esto consta de ser un
ejercicio, dedicado a los alumnos del taller en escritura teatral, realizado en la biblioteca
de Santiago, a finales del año 2017.

Comencemos. Título: EL ATRIBUTO.


La maniobra del tiempo, y el azar, podrían visualizar a un personaje a mal traer, dentro de un
contexto inapropiado, para lo que queremos.

Y lo que queremos, es lo contrario. En resumen, diagnosticar la condición de un genio.

Diríase que nadie puede abstraerse de la rutina social que normaliza al sujeto, desde la cual
descubriremos a nuestro personaje, que a partir de su obra autobiográfica, demuestra cuán
posible es consignarse a un tránsito providencial, que sugiere lo recóndito de una realidad que va
más allá de nuestra comprensión, y que si bien saliéramos de la ignorancia, no sería para quedar
perplejos por nuestros sentidos, sino para ejemplificarles mediante un acto solicito, el testimonio
de quien les comparto, como un alguien singularizado, por los golpes del destino.

Citándolo.
Escena 2: Desde la parte trasera del telón, el presentador sale al escenario, dándose a conocer.
Continúa con su presentación, ya al descubierto y tomando una compostura acorde.

Presentador al descubierto: TALANTE DE LOS DIAS.

A la elevación tiende todo aquello que depende de un sí mismo situado por la revelación del
obrar en el mundo. El espíritu de creatividad y la circunstancia de tal elevación es paradisiaca, el
sentido tiene conciencia de un sublime recepcionar de sentidos. Imponderable es la causa y
sosegado los efectos, puesto que, la fe se transforma en voluntad.

Si, en el pecho la cordura y el asombro en la senda de los sentidos. Los derechos y prodigios de la
moral, fecundan el camino.

Camino de avatares y fatales armaduras del necio, son el paradigma de una realidad que
desenvuelve la misión, al paso del día.

Escena 3. El presentador, regresa a la parte trasera. Visualizamos tan solo su silueta y


percibiremos el énfasis en su declamación. Esto nos sugiere, que ambas instancias en un mismo
escenario, procuran un monologo dividido y diferenciado como único personaje.

El presentador: Como narrador de un desenvolvimiento consciente, me refiero a que nuestro


personaje, resulta desde un paradigma casi inconcebible para cualquier época,

¡Digamos!: ¿Qué es lo que queremos y de que somos capaces?, a partir de la experiencia, ya decía
el filósofo, Schopenhauer.

Nuestro genio, denominado “El intacto”, siendo un hombre de andrógino atractivo, ha sabido
salvaguardarse, Virgen. Ante el desmesurado, encubierto y malicioso deseo de aquell@s que
sirven como ¡Hipócritas aleccionadores de un devenir significativo, simbólico y extraordinario!
Cuestión a relucir, es que nuestro genio a la vez virgen, también, es un escogido de Dios y vive
experimentando revelaciones, que podrían desnaturalizarle por tormentosas. Si no fuera por la
misión que le constituye como un sí mismo, en búsqueda de la consolidación de un sistema
propio. Llamémosle, un santo y su religión.

Vuelvo a citarlo, con la nota introductoria de uno de sus compendios testamentarios.


Escena 4. El presentador vuelve a salir al frente del escenario y declama.
Presentador al descubierto:

En los albores de una profecía, distingue el mundo el apogeo del silencio.


En virtud del silencio, madura el fruto de la juventud.
Silencio del incognito Reino en el alma de los hombres.
Asombro en el silencio que instruye el camino de la memoria.
Silencio en una época de trastornos.

Escena 5. El presentador, vuelve a la parte trasera del telón. No hay más luz que una linterna
que él sostiene. Guarda un silencio prudente y señala:

El presentador:

Presenciando la denominada obra, EL ATRIBUTO, ¿Esta sería capaz de superar su circunstancia,


¡dramática!, siendo que el presentador desde el inicio se ha confundido con el personaje que
manipula, sin descubrir aún su intención?

Preguntémonos: ¿De qué sirve encontrarse en el verso de un poeta deteriorado?

¿Cuánto contienes, a medias, si tu experiencia no es más que un aullido en la noche perpleja?

No responderé… sin desarrollar antes la virtud de un principio… de su demora estratégica.

Escena 6. El presentador, vuelve a descubrirse frente al público.


Presentador al descubierto:

Heme aquí introduciendo la doble prudencia, el ser y el parecer de un autor hecho personaje,
circundar el mundo de la demencia, darlo a conocer como anécdota. Así promuevo la digna
esencia de manipular el contenido de mi contenida inspiración.

Una personalidad como la mía sabe de su soberbia. La soberbia se sobrepone ante todo, observa a
una distancia que sociabiliza elegantemente. La soberbia sabe lo que tiene que hacer, aún sin
saberlo, esa es su mentalidad y su mente se sobrepone a todas las demás mentes, su percepción
no cae en el juego didáctico de ganar, perder o esperar.

Eco: Esperar.
Escena 7. El presentador baja del escenario, tomando asiento entre el público. Una mujer
aparece tras el telón, vemos su silueta y declama en tono de misterio.

Mujer esbelta:

Esta mente que es mi mente, siempre renueva, y lo sabe por el atractivo de confundir a los
demás.

FIN ejercicio.

02 de diciembre del 2017.

Claudita.

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